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Universidad de San Carlos de Guatemala

Escuela de Ciencias Psicológicas


Séptimo Semestre
Curso: Sistemas I- Sección “A”
Docente: Dr. Mario Collí

RESUMEN DEL CAPITULO I


Psicoterapias contemporáneas; Luis Oblitas
“EL PROCESO TERAPÉUTICO”

Nombre: Glenda María González González


Carné: 201219865

Guatemala, febrero de 2,020


EL PROCESO TERAPÉUTICO

El proceso terapéutico hace referencia al conjunto de fases sucesivas implicadas en el


tratamiento psicológico y que abarca desde la primera consulta por parte del paciente hasta
la finalización del tratamiento.

Con los datos reunidos en la(s) entrevista(s), se efectúa un análisis conductual, que consiste
en la búsqueda de relaciones funcionales entre los distintos componentes de la conducta del
paciente. Es decir, establecemos que las conductas, o respuestas “R”, guardan una relación
funcional con los estímulos antecedentes “E” que componen el entorno del paciente en un
momento dado y con las consecuencias de la propia respuesta “C” Con la selección de las
técnicas, ponemos en marcha el tratamiento: empezamos a aplicar las técnicas.

Es necesario evaluarlas de manera continua para asegurarnos de que el paciente las


entiende y las trabaja en la forma correcta.

se debe replantear otro tipo de técnicas a aplicar, pasando previamente por un análisis del

porqué no responde al tratamiento ya que eso puede deberse a que no se le han explicado
del modo debido las técnicas o a que no es capaz de llevarlas a cabo por resultar
complicadas para él. Una vez aplicadas las distintas técnicas, y ya recuperado el paciente,
solucionado el trastorno, o simplemente conseguido el objetivo terapéutico, se valoran los
resultados y se establece un seguimiento del paciente para asegurarnos de que los
resultados logrados al final del tratamiento se mantengan con el paso del tiempo.

Esta última fase, que casi todos los autores incluyen en el proceso terapéutico, en el caso de
la práctica clínica privada, no siempre se puede realizar. Al terminar el tratamiento, resulta
difícil que las personas acudan a sesiones de seguimiento.

Entre las variables del paciente, debemos tener en cuenta, por ejemplo, la edad. Esto, de
alguna manera, nos delimita para desarrollar el proceso terapéutico, ya que si trabajamos
con un niño, a diferencia de con un adulto, éstos suelen resistir menos tiempo de sesión,
debemos planear más descansos e intervalos de juego.
Asimismo, debe considerarse en el tratamiento el hecho de adoptar un rol activo en el
proceso terapéutico. Este último aspecto es muy importante, pues muchos de los pacientes
que acuden a consulta, aunque lo hagan por iniciativa propia, no saben en qué consiste la
terapia, qué tratamiento se les va a aplicar y cómo tienen que llevarlo a cabo, cuando no
están acostumbrados al tratamiento psicológico.

La variable edad en un terapeuta no debe influir en el resultado del proceso terapéutico


aunque sí puede afectar al momento de establecer una relación de confianza paciente-
terapeuta.

 Aceptación. Esta característica alude al respeto, a la preocupación y al interés que el


terapeuta muestra por el paciente, lo cual es importante que el paciente perciba.
 Empatía. Ésta es una de las características que más tiene en cuenta la mayoría de los
autores que hablan de la relación terapeuta-paciente
 Honestidad. Esta característica hace referencia a que el terapeuta debe ser honesto y
legal con el paciente, expresando de manera abierta y clara sus opiniones
 Credibilidad. Que un terapeuta tenga una buena credibilidad, es decir, que sus
palabras (sean creíbles, válidas) tengan crédito, que sean fiables como fuente de
información, es una de las características básicas de un buen terapeuta.

El lugar del tratamiento puede ser desde una consulta privada hasta una habitación de un
hospital. Aunque conviene que el ambiente y la decoración sean satisfactorios, la
efectividad del tratamiento no dependerá de la habitación. El requisito esencial del lugar
sería que fuese cómodo y privado.

El rapport se desarrolla de manera gradual, pero hay ciertas conductas del terapeuta que
aceleran su desarrollo, tales como una apariencia relajada, interesada y comprensiva; es
probable que el paciente se sienta seguro y cómodo. En algunos casos, una vez que hemos
establecido contacto con el paciente y transcurridos 10 minutos de la primera sesión,
pasamos directamente a la evaluación, aplicamos los cuestionarios y pruebas
estandarizadas.
En la parte final de la primera sesión, hacemos un análisis funcional, explicándole al
paciente el motivo por el que se inició su problema de conducta y, si es posible, cuáles son
los antecedentes y consecuentes de su conducta y por qué ésta se mantiene.

las áreas de intervención o las conductas a modificar podría parecer fácil o, incluso obvio, y
en algunos casos, así es, como por ejemplo en algún problema de adicción a las máquinas
tragamonedas, donde a pesar de que haya ocultos otros trastornos, como depresión, es claro
el objetivo, o incluso, un problema todavía más sencillo como el de una fobia a los
ascensores. Sin embargo, en otros casos, el área prioritaria de intervención no es tan
evidente y debemos tomar una decisión con base, entre otros factores, en los intereses o
necesidades del paciente, la mayor probabilidad de éxito en la eficacia del tratamiento o las
circunstancias sociofamiliares del paciente.

El terapeuta no se debe desesperar si los pacientes tienen alguna recaída, puesto que en
algunos trastornos esto es muy frecuente.

el terapeuta debe ser conocedor de todas las fases del proceso y desarrollar todas las
habilidades necesarias para que el proceso terapéutico se desarrolle de modo correcto y se
consigan los objetivos establecidos en principio con el paciente, es decir, que éste consiga
solucionar los problemas clínicos o los trastornos de conducta que motivaron la consulta.

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