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DE SOLUCIÓN DE CONFLICTOS:
LA CONCILIACIÓN EN CONTROVERSIAS AMBIENTALES
Epicure
Resumen
Para tal fin debe integrar todos los saberes y disciplinas, pues sólo con una
interpretación holística del entorno es posible comprender que los seres humanos son
sólo uno de los múltiples elementos que conforman la naturaleza. En esta medida la
educación ambiental ha de ser una actividad interdisciplinaria, que ilustre a las
personas sobre los beneficios que trae consigo el hecho que la apropiación de la
naturaleza y sus medios, para la satisfacción de las necesidades que se generan para
el hombre como parte de una sociedad, debe dejar de hacerse intentando vencerla y en
vez de eso se la debe ver, en palabras de Jaques Leslie (2017), como una aliada
exigente pero indispensable.
Así pues, el papel que nuestra disciplina jurídica puede estimular al aporte de un
ambiente sano en el país se refiere necesariamente a los Mecanismos Alternativos de
Solución de Conflictos como herramientas socio jurídicas para la solución de
controversias sociales, que en todo caso se deben aplicar de forma preferente en los
conflictos ambientales, ofreciendo la formación de individuos éticos que trascienda la
realidad que se propone en las fórmulas adversariales, pues no se puede intervenir un
conflicto de esta naturaleza pretendiendo ser un mero operador jurídico.
Los MASC entonces constituyen todas aquellas formas en que se abordan de manera
dialogada, integral, pacífica y por la vía negociada los conflictos sociales, permitiendo
su resignificación en oportunidades para la gestión y transformación de las
controversias con el ánimo de garantizar el acceso a la justicia que no necesariamente
debe hacerse a través del aparato jurisdiccional del Estado, atendiendo a las
necesidades sociales en la búsqueda de soluciones efectivas a sus desavenencias
sobre un asunto particular. Con ello se garantiza tanto el acceso a la justicia como la
reconstrucción del tejido social entre las partes involucradas y sus respectivos entornos.
Analizar pues, las relaciones entre la sociedad y la naturaleza nos ubica en el plano de
entendimiento según el cual estas relaciones pueden ser armónicas y/o conflictuales;
en esta medida, la sociología rural ofrece bajo la perspectiva de Lince (2014, 7), ofrece
el mayor de los aportes al debate de la relación del ser humano con la naturaleza, en la
medida que entiende que la tierra, el uso y la tenencia de ésta alrededor del mundo ha
sido la condición expansiva de un modelo económico que, por su modo de producción,
es el punto de partida de todas las crisis asociadas al ambiente y los conflictos sobre
los bienes comunes.
El análisis que se propone desde las líneas sociológicas ya mencionadas no consiste
en el reduccionismo biológicista o la simple yuxtaposición del análisis social ´sobre´ el
ambiente (Aranda; 2004, 200); en cambio promueve la fundamentación de procesos
emergentes novedosos que combinen el saber científico de las ciencias naturales con
las ciencias sociales, con el fin de indagar la realidad y generar reflexiones profundas
sobre la forma de solucionar las relaciones conflictivas entre los seres humanos y la
naturaleza.
Así las cosas, encontrar mecanismos para la solución de los conflictos ambientales
debe privilegiar un enfoque interdisciplinar, que permita no sólo satisfacer las
diferencias de perspectivas y puntos de vista respecto de bienes comunes, sino
trascender el ejercicio meramente resolutivo con el fin promover escenarios educativos
y formativos para generar buenas prácticas ambientales como instrumentos para el
mejoramiento de las relaciones entre la sociedad y la naturaleza por medio de prácticas
cotidianas y sostenibles que promuevan una relación amigable, cordial y respetuosa
con el ambiente que derive en un componente ético del cuidado de sí y del otro
(Arboleda; 2014, 139).
La Conciliación en Colombia
A pesar de la insatisfacción generalizada de los colombianos con el sistema judicial en
el país y de la alarmante cifra, estimada por encima de los 2 millones de personas, que
no encuentran resueltas de manera eficaz sus necesidades jurídicas por parte del
aparato judicial del Estado (El Tiempo; 2017), la sociedad colombiana tiende
mayoritariamente a resolver sus conflictos por la vía adversarial del litigio.
Dicha cultura del litigio se promueve por parte del Estado cuando legisla de manera
preferente la construcción de herramientas de acceso a la justicia por medio del sistema
judicial, a la vez que desestimula la concepción de justicia a través de los Mecanismos
Alternativos de Solución de Conflictos al no promover escenarios formativos e
institucionales alrededor de otros medios para la resolución de controversias entre sus
ciudadanos.
72.715 70%
80.000
59.981 60%
60.000 50%
41% 44% 41%
40% 40% 39% 40%
40.000 33% 33% 35% 35% 35%
30%
20%
20.000
10%
0 0%
Estas cifras indican, entre otras cosas, que la conciliación como una de las formas de
arreglo mediadas por particulares, requiere no sólo de la expresa voluntad de las partes
enfrentadas por darle solución a sus conflictos, sino de un acompañamiento correcto
con el fin de generar la confianza necesaria para el logro de este objetivo. Es por ello
que los mecanismos autocompositivos como la conciliación adquieren un papel
importante en lo que a conflictos ambientales se refiere, ya que en la medida que el
conciliador no necesita ser abogado y puede ser un miembro de la comunidad, su
cercanía con el entorno social, cultural, emocional, territorial, político y económico de
los actores en conflicto, será garantía de reconocimiento en caso que éste requiera
proponer fórmulas de arreglo que en todo caso han de conducir a la cesión de ambas
partes de sus intereses en función del bien común. Con ello, es posible afirmar que un
mayor grado de legitimidad del conciliador configura un mayor grado de certidumbre
para llevar a buen término la solución de un conflicto en esta materia.
La conciliación ambiental
Se ha dicho suficiente que la cultura del litigio que permanece indemne en Colombia
dificulta la aplicación de los MASC en las controversias presentes en la sociedad. Ello
hace aún más difícil la implementación de éstos en materia ambiental, ya que
representa un reto no sólo en términos académicos e investigativos, sino principalmente
en términos prácticos.
En este orden de ideas, es necesario atender de manera concreta el perfil ético que
debe cumplir aquel que funge como conciliador en materia ambiental, en la medida que
debe emplear “desde su formación académica y personal una disposición a la ética
para que sus actuaciones estén revestidas de Justicia, Prudencia y Sabiduría”
(Arboleda & Garcés; 2017, 30). A la par de lo anterior, el conciliador en materia
ambiental debe privilegiar el saber interdisciplinario, inspirar confianza en el medio en
que se desenvuelve y ha de ser un promotor íntegro de los valores sociales y
ambientales.
Asumir pues la responsabilidad social con el ambiente implica ser consciente no sólo de
los derechos y obligaciones derivados del sistema jurídico; implica aprender y promover
una perspectiva de equilibrio sostenible en los contextos culturales, emocionales,
políticos, económicos e institucionales que le son propios al medio en que se desarrolla
la vida, reconociendo los bienes comunes y el bien común con el fin de ilustrar los
elementos principales que los ponen en peligro para luego poder abordar las posibles
soluciones (Houtart; 2013, 13).
Así pues, el acceso a bienes hídricos, las concesiones ambientales sobre la explotación
de recursos en un determinado territorio, la erosión causada por el desarrollo de
actividades económicas, la ganadería expansiva, los monocultivos industriales en zonas
de vocación agrícola, la explotación minera, los Planes de Desarrollo con Enfoque
Territorial, la inundación por represas, el desarrollo de mega obras de infraestructura, la
contaminación del aire derivada de la concentración vehicular en zonas montañosas, la
privatización de nacimientos de agua, la tala indiscriminada de árboles, la tributación
por el desarrollo de actividades económicas, entre mucho otros, son algunos de los
conflictos ambientales que pueden ser materia de conciliación en Colombia.
Conclusiones
El conciliador en materia ambiental debe ser una persona que goce de probada
legitimidad, con formación holística en términos académicos y humanos, que sea de
ejemplo de integralidad y que difunda valores sociales en su entorno.
El Tiempo Prensa (14 de mayo de 2017). Seis de cada diez que acuden a la justicia
se declaran insatisfechos. Justicia. Recuperado de:
http://www.eltiempo.com/justicia/servicios/cifras-de-insatisfaccion-con-el-sistema-de-
justicia-en-colombia-87806.
Houtart, François. (2013). El bien común de la humanidad. (1° Ed.) Ecuador: Instituto
de Altos Estudios Nacionales – Cuadernos Subversivos.
Leslei, Jaques. (2017). Mitigar el cambio climático con los pies en la tierra. The New
York Times Español, Opinión. Recuperado de
https://www.nytimes.com/es/2017/12/10/agricultura-regenerativa-tierra-cambio-
climatico/ el 10 de diciembre de 2017.