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EL TRABAJO DE LAS NACIONES1

Hacia el capitalismo del siglo XXI


ROBERT REICH

CAP. 14

LOS TRES TRABAJOS DEL FUTURO

Las discusiones habituales acerca del futuro de la economía nacional se concentran en


temas como la competitividad de General Motors o la producción automotriz americana o, más
generalmente, la industria de los Estados Unidos. Pero, como se ha observado, estas
categorías se están volviendo irrelevantes. Suponen la existencia permanente de una
economía norteamericana en la cual las actividades asociadas con una firma, industria o sector
en particular están de algún modo relacionadas dentro de las fronteras de la nación, de manera
que los trabajadores norteamericanos se enfrentan a un destino común; y también a un
enemigo común: en los campos de batalla del mundo industrial inequívocamente combaten
entre sí nuestras empresas y nuestros trabajadores.

Pero esto ya no es así. En la nueva economía internacional, pocas compañías e


industrias nacionales compiten con sus pares extranjeras, si con el término "nacionales" nos
referimos al lugar donde se hace el trabajo y se agrega el valor. La red mundial se está
convirtiendo en algo corriente. Por lo general, tienen sus sedes centrales en un determinado
país (muchas en los EstadosUnidos), y reciben gran parte de su capital financiero de mismo,
pero sus laboratorios de investigación y diseño, sus plantas de producción están diseminadas
en Japón, Europa y América del Norte, con fábricas suplementarias en el Sudeste Asiático y en
Latinoamérica; centro de marketing y distribución en cada continente; e inversores y
prestamistas en Taiwán, Japón y Alemania Occidental, así como en los Estados Unidos. Estas
organizaciones universales compiten con otras compañías análogas con sedes centrales en
otras naciones. Los frentes de batalla ya no coinciden con las fronteras nacionales.

Por eso, cuando una compañía "norteamericana" como General Motors muestra
considerables beneficios, esta es una buena noticia para sus intermediarios estratégicos en
Detroit y para sus inversores de los Estados Unidos. También es una buena nueva para otros
ejecutivos y empleados, subcontratistas e inversores de la firma diseminados por el mundo.
Pero no es necesariamente un motivo de regocijo para un montón de operarios de rutina que
todavía trabaja en su línea de montaje de Detroit, o en cualquier otro lugar de los Estados
Unidos, quienes son cada vez menos y que cada vez más reciben sus salarios de compañías
con sedes centrales en Tokio o Bonn.

Consecuentemente, los norteamericanos están llegando a formar parte de un mercado


laboral internacional, que abarca Asia, Africa, América Latina y Europa del Este, y en forma
creciente la ex Unión Soviética. La competitividad de los norteamericanos en este mercado
mundial está llegando a depender, ya no de la prosperidad de las compañías o de las
industrias nacionales, sino de las tareas o funciones que los mismos lleven a cabo -del valor
que puedan agregar- dentro de la economía mundial. Otras naciones están experimentando
precisamente la misma transformación, algunas más lentamente que en los Estados Unidos,
pero todas participan de la misma tendencia transnacional. Las barreras al intercambio
internacional de conocimiento, dinero y productos tangibles se están derribando; numerosos
grupos en cada nación se unen a las redes mundiales. En unos pocos años, prácticamente no
habrá manera de distinguir una economía nacional de otra, excepto por las tasas de cambio de
su moneda corriente, e incluso esta distinción es cada vez menos notable.

De modo que las instituciones nacionales norteamericanas afrontan una competencia


mundial cada vez más directa e inmediata. A medida que desechamos las ideas remanentes
acerca de la competitividad de la economía, de las industrias y de las compañías "nacionales",

1
REICH, R.: El Trabajo de las Naciones - Hacia el Capitalismo del Siglo XXI. Edit. Vergara,
Buenos Aires, 1993.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 2

y las reconsideramos desde el punto de vista de la competitividad de la fuerza de trabajo


norteamericana, se hace evidente que los éxitos o fracasos no serán igualmente compartidos
por todos los ciudadanos.

Algunos ciudadanos, cuyas contribuciones a la economía mundial estén más cotizadas


en los mercados mundiales, tendrán éxito, mientras otros, cuyos aportes sean mucho más
valiosos, no lo lograrán. Por ejemplo, los gerentes norteamericanos de General Motors pueden
llegar a ser más competitivos, aun cuando los operarios de producción de la compañía no lo
sean, porque las funciones que cumplen los del primer grupo están mucho mejor cotizadas en
el mercado mundial que las del último grupo. Por eso, cuando se habla de "competitividad" de
los norteamericanos en general, se hace referencia solamente a cuánto está dispuesto a pagar
el mercado mundial, en promedio, por los servicios prestados por los mismos. Algunos
norteamericanos podrán demandar ingresos mucho más altos; otros mucho menores. Ya no
habrá ciudadanos que se eleven o sucumban juntos, como en una gran "nave nacional". Nos
estamos transformando, cada vez más, en pequeñas balsas que navegan con rumbos
diferentes.

II
A fin de observar con mayor detenimiento lo que sucede en el mercado laboral y
comprender por qué el destino económico de los norteamericanos se está bifurcando, antes es
necesario considerar las tareas que desarrollan los mismos en términos de categorías que
reflejen sus posiciones competitivas reales en la economía mundial.

La información oficial acerca de los puestos de trabajo está organizada en categorías


que no son muy ilustrativas al respecto. La Oficina de Censos de los Estados Unidos comenzó
a investigar acerca de los puestos laborales en 1820, y desarrolló un método sistemático para
categorizarlos en 1870. A partir de 1943, la Oficina de Censos dio con un método para dividir
esas categorías en diferentes niveles de "status socioeconómico", de acuerdo con -entre otras
cosas- el prestigio y los ingresos asociados con cada puesto. Con el propósito de identificar los
grupos adecuadamente, la oficina citada dividió primero todos los puestos dentro de la clase
empresarial y trabajadora -las mismas dos categorías globales que definieron los Lyntis en su
2
investigación de Middletown-, y luego dividió cada una de ellas, en subcategorías. En 1950, la
Oficina de Censos agregó la categoría de trabajadores de servicios" y denominó al esquema
resultante como "Principales Grupos Ocupacionales" de los Estados Unidos, que ha subsistido
desde entonces. Todas las encuestas posteriores se inspiraron en este mismo conjunto de
categorías. Por eso, incluso en 1990, de acuerdo con el criterio de la oficina mencionada, cada
persona ocupada puede estar clasificada dentro de una "especialidad gerencial y profesional",
dentro de una función técnica, de ventas, y de apoyo administrativo", "una actividad de
servicio", una tarea de "operario, obrero y jornalero", o dentro de una ocupación de "transporte
y traslado de material".

Este conjunto de clasificaciones tenía sentido cuando la economía estaba concentrada


en la producción estandarizada de alto volumen, en la cual casi todos los puestos estaban
dentro, o en torno, de las compañías centrales, y cuando el status y el ingreso dependían de la
jerarquía propia dentro de la escala burocrática empresarial. Pero esas categorías tienen poco
que ver con los puestos competitivos ahora que las compañías centrales norteamericanas se
están transformando en sutiles entrelazamientos de redes mundiales. Alguien cuya función
entra oficialmente dentro de una subcategoría "técnica o de ventas" puede estar,
efectivamente, entre el personal mejor remunerado y más influyente de dichas redes. Para
comprender la verdadera situación competitiva de los norteamericanos en la economía
3
mundial, es necesario planear nuevas categorías.

2
Consultar U.S. Census of Population 1940: Comparative Ocupation Statistics, 1870-
1940, de A. M. Edwards, Washington: Talleres Gráficos del Gobiemo de los Estados Unidos,
1943.
3
Como la mayor parte de la información acerca de la mano de obra norteamericana se debe
extraer de las viejas categorizaciones, la única manera de averiguar cuáles son las
coincidencias con las nuevas categoriás es volver a clasificar los datos oficiales dentro de
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 3

Básicamente, están surgiendo tres amplias categorías de trabajo, que corresponden a


las tres diferentes posiciones competitivas en las cuales se encuentran los norteamericanos.
Estas mismas categorías están tomando forma en otras naciones. Las denominaremos
servicios rutinarios de producción, servicios en persona y servicios simbólico-analíticos.

Los servicios rutinarios de producción abarcan los diferentes tipos de tareas cumplidas
por los trabajadores de la "tropa de infantería" del capitalismo americano, en las empresas de
alto volumen de producción. Se hacen una tras otra; son una etapa en una secuencia de fases
para fabricar productos terminados que luego se comercian en el mercado mundial. Si bien a
menudo se las considera como tareas manuales, también incluyen funciones de supervisión
rutinaria desempeñadas por gerentes de bajo y mediano nivel -capataces o encargados,
gerentes de línea, jefes de personal y jefes de sección-, y consisten en un control repetitivo del
trabajo de los subordinados y en velar por el cumplimiento de los procedimientos operativos
estándar.

Los servicios rutinarios de producción se pueden encontrar en muchos sitios dentro de


una economía moderna, además de las industrias tradicionales. Se los puede encontrar incluso
en las más jóvenes y relucientes empresas de alta tecnología. Pocas tareas son más tediosas
y repetitivas que armar los tableros de circuitos para computadoras o componer las claves o
códigos de rutina para los programas de software en computación.

Contrariamente a lo que predijeron muchos profetas de la "era de la informática",


quienes auguraban con entusiasmo una abundancia de puestos bien remunerados, incluso
para la gente con las habilidades más elementales, la dura realidad es que muchas tareas del
procesamiento de datos entran fácilmente dentro de esta categoría. Los "infantes" de la
economía moderna son las hordas de operadores que, instalados en oficinas apartadas,
trabajan en las terminales de las computadoras conectadas con los bancos de datos
mundiales. Ellos introducen rutinariamente en las computadoras -o extraen- los datos con las
listas de compras y cancelaciones de las tarjetas de crédito, cheques librados, cuentas y
correspondencia de los clientes, nóminas de sueldos, listas de pacientes, facturas de
internación, fallos judiciales, listas de suscriptores, catálogos, y así sucesivamente. La
"revolución de la informática" nos ha hecho ser más productivos, pero también ha generado
una enorme acumulación de datos, los cuales deben ser procesados con métodos tan
rutinarios como los de las líneas de montaje de una fábrica.

Los empleados de los servicios rutinarios habitualmente trabajan junto con una serie de
otras personas que cumplen la misma tarea, dentro de amplios y cerrados espacios. Se
orientan en su tarea a través de procedimientos estándar y normas codificadas, e incluso sus
jefes son supervisados, a su vez, por personas que controlan rutinariamente -a menudo con la
ayuda de computadoras- cuánto trabajan y con qué esmero lo hacen. Sus salarios se fijan
sobre la base de la cantidad de tiempo que trabajan, o su rendimiento laboral.

Estos trabajadores deben saber leer y efectuar cálculos simples. Pero sus virtudes
esenciales son la fiabilidad, la lealtad y la capacidad para cumplir las directivas. Para eso basta
normalmente con una educación estándar sobre la base de principios tradicionales.

En 1990, los trabajos rutinarios de producción abarcaban cerca de un cuarto de los


empleos cubiertos por los norteamericanos, y su cantidad iba en disminución. Aquellos que
trabajaban en las industrias metalúrgicas eran en su mayor parte hombres de raza blanca; los
operarios de planta o el personal de informática eran en su mayoría gente de color o hispano,
4
y mujeres; sus jefes, varones de raza blanca".

subcategorías más reducidas, y luego reordenarlas de acuerdo con los nuevos grupos
funcionales a los cuales parecen pertenecer.
4
Consultar "Women Workers in the Changing International Division of Labor in
Microelectronics", de D. O'Connor, publ. en Women, Household, and the Economy, New
Brunswick: Imprenta de la Universidad de Rutgers,1987.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 4

Los servicios en persona, el segundo tipo de función que cumplen los norteamericanos,
también comprende tareas simples y repetitivas. Y como en los servicios rutinarios de
producción, el empleado cobra en función de las horas trabajadas o el rendimiento laboral;
están estrechamente supervisados (como sus jefes), no necesitan haber adquirido demasiada
formación (como máximo, un título secundario, o su equivalente, además de cierto
entrenamiento vocacional).

La mayor diferencia entre un empleado de los servicios en persona y otro de producción


rutinaria es que estos servicios se deben proporcionar de persona a persona, y por lo tanto no
se prestan a todo el mundo. (Desde luego, este empleado podría trabajar para una
organización mundial. Por ejemplo, en 1988, la compañía británica Blue Arrow PLC adquirió
Mainpower Inc., que provee servicios de custodia en todos los Estados Unidos. La firma
danesa ISS-AS empleaba más de 16.000 trabajadores norteamericanos para la limpieza de
oficinas en la mayoría de las principales ciudades de los Estados Unidos.) Estos trabajadores
están en contacto directo con los destinatarios finales de su trabajo; sus objetivos inmediatos
son los clientes específicos y no las barras de metal, las telas o la información. Trabajan solos
o en grupos reducidos. Están incluidos dentro de esta categoría los vendedores minoristas, los
camareros y camareras, los empleados de hoteles, los conserjes o porteros, los cajeros, los
enfermeros y asistentes hospitalarios, las niñeras, los servicios de limpieza domiciliaria los
conductores de taxis, las secretarias los peluqueros, los mecánicos de coches, los vendedores
de bienes inmuebles, las azafatas de aerolíneas, los fisioterapeutas y -entre los de más rápida
expansiónlos guardias de seguridad.

Los trabajadores de los servicios en persona se supone que deben ser puntuales,
fiables y dóciles, como los empleados de los servicios rutinarios de producción. Pero muchos
de estos trabajadores deben satisfacer un requisito adicional: tener un trato afable. Tienen que
saber sonreír y transmitir confianza y optimismo, incluso cuando se sientan abatidos. Deben
ser corteses y serviciales, aun con el más aborrecible de los patrones. Ante todo, tienen que
hacer que los demás se sientan cómodos y complacidos. Quizá por eso no sorprenda el hecho
de que, tradicionalmente, hayan sido mujeres las que cumplan la mayoría de estas tareas. El
estereotipo cultura de la mujer como educadora o formadora le ha abierto incontables
5
oportunidades en' este ámbito.

En 1990, este tipo de servicios comprendía casi el 30 por ciento de los puestos
ocupados por los norteamericanos y su número aumentaba a un ritmo acelerado. Por ejemplo,
Beverly Enterprises, una simple cadena de residencias geriátricas, que opera en todos los
Estados Unidos, empleaba casi la misma cantidad de trabajadores que toda la compañía
Chrysler (115.174 y 116.250, respectivamente) -si bien la mayoría de los norteamericanos
estaban mucho más informados acerca de esta última. En los Estados Unidos, se crearon
durante la década de los ochenta más de 3 millones de puestos dentro de estos servicios "de
persona a persona" en los locales de comidas rápidas, bares y restaurantes. Esta cifra supera
a la cantidad total de puestos en la producción rutinaria de la industria automotriz, siderúrgica y
6
textil combinadas, que todavía existen en los Estados Unidos hacia el final de la década.

Los servicios simbólico-analíticos, la tercera categoría de puestos, incluye las


actividades de los expertos en intermediación estratégica, identificación y resolución de
problemas, que ya hemos considerado en los capítulos anteriores. Como los servicios
rutinarios de producción (y a diferencia de los servicios en persona), los simbólico-analíticos se
pueden prestar universalmente y por eso tienen que competir con los prestadores extranjeros,
incluso en el mercado norteamericano, pero no se ofrecen al comercio mundial como algo
estandarizado. Lo que se comercia son símbolos -datos, palabras, representaciones visuales y
orales.

Incluidos dentro de esta categoría están los individuos que se denominan a sí mismos
investigadores científicos, ingenieros proyectistas, ingenieros de sistemas, ingenieros civiles,
biotecnólogos, ingenieros de sonido, ejecutivos de relaciones públicas, banqueros de inversión,

5
Consultar, al respecto, The Managed Heart: The Commercialization of Human Feeling, de A.
Russell Hochschild. Berkeley. Imprenta de la Universidad de California, 1983.
6
Secretaría de Comercio de los Estados Unidos, Oficina de Estadísticas Laborales.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 5

abogados, planificadores de bienes raíces e incluso algunos contadores creativos. También


abarca gran parte de la tarea que cumplen los consultores de varias especialidades:
management, finanzas, impuestos, energía, agrícolas, armamentos, arquitectura; los
especialistas en manejo de información y en desarrollo de las organizaciones, los
planificadores estratégicos, los buscadores de talentos y cerebro para las empresas
(headunters) y los analistas de sistemas. Además: los publicistas, los estrategas de marketing,
los directores de arte, los arquitectos, los cineastas, los guionistas, los editores y escritores, los
periodistas, los músicos, los productores de cine y televisión, e incluso los catedráticos
universitarios.

Los analistas simbólicos hacen de intermediarios, identifican y resuelven problemas


valiéndose de símbolos. Simplifican la realidad con imágenes abstractas que se pueden
reordenar, alterar y experimentar con ellas, comunicarlas a otros especialistas y, finalmente,
convertirlas nuevamente en una realidad. Para ello se utilizan instrumentos de a~, obtenidos a
través de la experiencia. Los instrumentos pueden ser algoritmos matemáticos, argumentos
legales, tácticas financieras, principios científicos, observaciones psicológicas acerca de cómo
persuadir o entretener, métodos inductivos o deductivos, o cualquier otro tipo de técnica para
resolver problemas.

Algunas de estas tácticas revelan de qué manera desplegar más eficazmente los
recursos, o los activos financieros, o bien cómo ahorrar tiempo y energías. Otras tácticas llevan
a nuevos descubrimientos: prodigios tecnológicos, argumentos legales innovadores, nuevas
campañas publicitarias para convencer a la gente de que ciertos pasatiempos han Negado a
ser una necesidad vital. Y otros recursos más -de sonidos, palabras, imágenes- que apuntan a
distraer a los destinatarios o hacerles reflexionar más profundamente sobre sus vidas, o sobre
la condición humana.

Como los trabajadores rutinarios de la producción, los analistas simbólicos rara vez
establecen un contacto directo con los destinatarios de su labor. Sin embargo, otros aspectos
de su tarea son muy diferentes de los que caracterizan a los empleados de producción. Los
analistas simbólicos a menudo tienen socios o colegas en lugar de jefes o supervisores. Sus
ingresos pueden variar de vez en cuando, pero no están en relación directa con la cantidad de
tiempo o esfuerzo que invierten. El ingreso depende, más bien, de la calidad, originalidad,
destreza y oportunidad, y surge de lo que ellos identifican y resuelven. Sus carreras no son
lineales ni jerárquicas; pocas veces siguen una trayectoria bien definida, hasta llegar
progresivamente a los niveles más altos de responsabilidad e ingresos. De hecho, los analistas
simbólicos pueden asumir grandes responsabilidades y disfrutar de una próspera situación a
una edad más bien temprana. W mismo modo, pueden perder influencia e ingresos si no son
suficientemente hábiles para innovar y crear sobre la base de su experiencia acumulativa, aun
cuando sean veteranos.

Estas personas generalmente trabajan solas o en pequeños equipos, los cuales pueden
estar conectados con grandes organizaciones, inclusive con redes mundiales. El trabajo en
equipo, por lo general, es un aspecto crítico. En vista de que ningún problema o solución se
puede definir por anticipado, el intercambiofrecuente e informal de opiniones contribuye a
asegurar el mejor uso de los conocimientos y descubrimientos, y su evaluación crítica
7
inmediata.

Cuando no conversan con sus compañeros de equipo, los analistas simbólicos se


sientan junto a los terminales de computadora: examinan las palabras y las cifras, las
desplazan, las cambian, prueban nuevas expresiones y guarismos, formulan y comprueban
hipótesis, o planean estrategias. También pasan largas horas en reuniones o conversaciones
telefónicas, en viaje y en los hoteles, asesoran, dictan conferencias, dan instrucciones, hacen
negociaciones. Periódicamente entregan informes, planes, proyectos, borradores,
memorandos, esquemas, propuestas, manuscritos, los cuales, a su vez, dan lugar a más

7
Las condiciones físicas en las cuales trabajan los analistas simbólicos son sustancialmente
diferentes de las de los trabajadores rutinarios y los prestatarios de servicios personales. Por lo
general trabajan en lugares reservados y decorados con gusto, en edificios altos rodeados de
pulcros jardines.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 6

reuniones para clarificar lo que ha sido propuesto y llegar a un acuerdo para su realización. El
producto final a menudo es la parte más fácil. La cantidad de tiempo y el coste (y con ello el
valor real) se determina al conceptualizar el problema, entrever la solución y planear su
ejecución.

La mayor parte de estos analistas son graduados de las carreras terciarias o


universitarias; muchos también poseen títulos de posgrado. La gran mayoría son varones, pero
la proporción de mujeres va en aumento, y entre ellos hay una pequeña pero creciente
cantidad de gente de color. En total, los analistas simbólicos cubren no más del 20 por ciento
de los puestos en los Estados Unidos. La proporción de trabajadores norteamericanos que
entran dentro de esta categoría se ha incrementado considerablemente desde la década de los
cincuenta (según mis cálculos, no más del 8 por ciento de los trabajadores norteamericanos se
podían calificar como analistas simbólicos a mediados de siglo), pero el ritmo de crecimiento
disminuyó en los años ochenta -aun cuando cierta especialidades analíticas, como los fondos
8
de inversión y la asesoría jurídica, cobraron impulso. (Volveré sobre el tema más adelante).

III
Estas tres categorías de tareas cubren más de tres de cada cuatro puestos laborales en
los Estados Unidos. Entre los restantes figuran los trabajadores rurales, los mineros y otras
personas que trabajan en la explotación de yacimientos naturales, quienes en conjunto
representan menos del 5 por ciento de los trabajadores norteamericanos. Los demás son
principalmente empleados públicos (que incluyen a los maestros de las escuelas públicas),
empleados de las industrias reguladas (como los empleados de los servicios públicos), y
profesionales pagados por el gobierno (ingenieros que trabajan en los sistemas de armamentos
y médicos de los programas médico- asistenciales del gobierno: Medicaid y Medicare); ea-. si
todos ellos al amparo de la competencia.

Algunas categorías de empleos tradicionales -gerentes, secretarias, vendedores, etcétera-


se superponen con más de una de estas nuevas categorías funcionales. Es necesario destacar
que las categorías tradicionales datan de una época en la cual la mayoría de las tareas
estaban tan estandarizadas como los productos que contribuían a crear. Dichas categorías ya
no resultan muy útiles para determinar qué hace realmente un individuo en su puesto, ni cuánto
es posible que gane por eso. Solamente algunas de las personas que están clasificadas como
"secretarias" prestan servicios personales, como concertar citas y servir café. Mientras un
tercer grupo de "secretaria? cumplen funciones de analista simbólico en estrecha cooperación
con la tarea de sus jefes. El hecho de clasificarlas a todas como "secretarias" es una
interpretación errónea de sus muy diferentes funciones en la economía. Del mismo modo, las
tareas de "ventas" pueden entrar dentro de cualquiera de los tres grupos funcionales: algunos
vendedores simplemente llenan los pedidos; otros invierten la mayor parte de su tiempo en
servicios personales, y algunos se ocupan de la identificación de problemas -no muy lejos de lo
que hacen los consultores de management más cotizados. Las tareas de los programadores de
computación (una de las categorías recientemente incorporadas- a la lista de ocupaciones
estándar) también son variadas: pueden planear códigos de rutina, resolver dificultades "en
persona" para clientes en particular, o traducir complejas especificaciones funcionales en
software.

El hecho de que una categoría de trabajo se clasifique oficialmente como "profesional" o


"gerencial" tiene poca conexión con la función que su ocupante realmente desempeña dentro
de la economía mundial. No todos los profesionales son analistas simbólicos. Algunos
abogados pasan toda su vida laboral haciendo cosas que la gente común podría calificar como
intolerablemente monótonas, girando siempre en torno de los mismos testamentos, contratos y
divorcios, en los cuales sólo cambian los nombres. Algunos contadores hacen auditorías

8
La definición "trabajador profesional" de Sass se superpone significativamente con nuestra
definición de analista simbólico (aunque, como veremos, no todos " analistas simbólicos son
profesionales, y no todos los profesionales son analistas simbólicos). Sass reveló que en 1988
los trabajado res profesionales abarcaban el 20% de la clase trabajadora norteamericana.
Consultar la obra citada de Sass.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 7

9
rutinarias, sin un activo compromiso de sus cortezas cerebrales. Ciertos gerentes no asumen
más responsabilidad que anotar quién llega tarde por la mañana, y cerrar con llave la
oficina al retirarse. (Me han contado de catedráticos universitarios que han dado la misma
conferencia durante treinta años, mucho después que sus cerebros se atrofiaran, pero no creo
en esas historias.) Evidentemente, ninguno de estos profesionales es un analista simbólico.

Tampoco todos los analistas simbólicos son profesionales. En el viejo sistema


económico estandarizado, un "profesional" era alguien que había adquirido un particular
dominio del conocimiento. El conocimiento existía previamente, listo para ser adquirido. Había
sido registrado en polvorientos volúmenes o codificado según reglas y fórmulas precisas. Una
vez que el principiante había absorbido debidamente el conocimiento y había aprobado el
examen que testimoniaba su "asimilación", el status profesional le era conferido
automáticamente, por lo general a través de una ceremonia con indumentarias y boato
adecuadamente medievales. A continuación, el profesional estaba autorizado a estampar algún
título después de su apellido, colgar un diploma en la pared de su oficina, inscribirse en la
asociación profesional, asistir a las reuniones anuales en Palm Springs y buscar afanosamente
a sus clientes con un mínimo de evidente avaricia.

Pero en la nueva economía -con innumerables problemas sin identificar, soluciones


inexploradas y medios desconocidos para ponerlas en práctica- la adquisición de los viejos
dominios del conocimiento no es suficiente para garantizar un buen ingreso. Si bien no es
importante, todavía es necesario. Los analistas simbólicos a menudo pueden recurrir a un
cúmulo de conocimientos con sólo oprimir una tecla de la computadora. Hechos, códigos,
fórmulas y reglas son fácilmente accesibles. Mucho más valiosa es la capacidad de utilizar
eficaz y creativamente ese conocimiento. Tener un título profesional no garantiza ese
conocimiento. Una formación profesional en la cual se ha enfatizado la adquisición rutinaria de
ese conocimiento sobre el pensamiento original puede inhibir dicha capacidad.

IV
¿Cómo se puede describir entonces lo que hacen los analistas simbólicos? No es fácil.
Toda vez que el status, la influencia y los ingresos de estos analistas tienen poco que ver con
las categorizaciones formales o los títulos, su función puede parecer enigmática a las personas
que trabajan fuera de una red empresarial y a las que no están familiarizadas con la verdadera
función de un analista simbólico dentro de las mismas. El análisis simbólico abarca procesos
de reflexión y comunicación, antes que una producción tangible. Los alcances de esta tarea
pueden resultar difíciles de transmitir. Al responder a la pregunta "¿Qué hiciste hoy, papá?", no
siempre es instructivo, o particularmente ejemplar, contestar que uno ha pasado tres horas
conversando por teléfono, cuatro horas en reuniones, y el resto del tiempo con la vista fija en
una pantalla de computadora, tratando de resolver un problema.

Algunos analistas simbólicos le asignan un título a sus funciones que no aclara nada,
pero al menos suena como si les otorgara una autoridad independiente. Las viejas jerarquías
se han desechado, pero un nuevo lenguaje ha comenzado a perpetuar las prácticas,
consagradas por el tiempo, de usar los títulos como expresión de status.

He aquí una muestra. Agregue cualquier término de la primera columna a alguno de la


segunda, y luego agregue ambos términos a cualquiera de la tercera columna, y tendrá una
función que es posible atribuir a un analista simbólico.

Ingeniero de Planeamiento Financiero


Director de Administración Creativo
Diseñador de Procesamiento de Comunicaciones
Coordinador de Desarrollo de Sistemas
Consultor de Estrategia de Proyectos
Gerente de Política de Negocios
Asesor de Utilización de Recursos

9
El lector comprenderá que este es un método sintético de describir solamente la tarea
simbólica y analítica emprendida por estos profesionales.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 8

Planificador de Investigación de Producto

No obstante, en la organización "chata" de las empresas de alto valor existen sutiles


diferencias de categoría para los analistas simbólicos. El status real es inversamente
proporcional a la importancia de¡ título o cargo. Dos términos significan un cierto grado de
autoridad. (La segunda o tercera columna se eliminan, dejando una más simple y elegante
combinación como "Ingeniero de Proyectos" o "Director Creativo".) Sobre los analistas
simbólicos más meritorios -que ejercen una influencia mayor sobre sus pares dentro de la red-
recae el más alto honor: un título formado por un solo término de la primera columna seguido
de adjetivos honoríficos, como "Senior" "Ejecutivo" o "Principal". El analista se convierte en
Traductor Senior", Coordinador Ejecutivo", o "Asesor Principal", ya no por sus largos años de
servicio, o por el impecable acatamiento de las rutinas, sino por su especial destreza para
negociar, identificar y resolver problemas.

Hace años, los jóvenes ambiciosos y afortunados ascendían en las escalas jerárquicas
empresariales con predecible facilidad. Cuando ingresaban en una compañía central,
comenzaban, por ejemplo, como segundo asistente de marketing. Después de cinco años
aproximadamente subían a la categoría de primer asistente, y de allí en adelante continuaban
la escala ascendente. Cuando se incorporaban a un estudio jurídico, a una consultora o a una
compañía financiera, se iniciaban como asociados, después de cinco u ocho años ascendían a
socio junior, y luego a socio senior, socio gerente y finalmente la cumbre.

Ninguna de estas predecibles etapas requería un pensamiento original. En realidad, una


imaginación particularmente creativa o crítica hasta podía ser peligrosa para el desarrollo de la
carrera, especialmente si se formulaban preguntas del tipo subversivo, como "¿No estamos
enfocando mal el problema?" o "¿Por qué lo hacemos de esta manera?" o más peligroso aun,"
¿Cuál es la razón de ser de esta organización?" La carrera más segura era el camino más
fiable, y este ya había sido lo suficientemente transitado por otros previamente, de modo que
no se podía fallar.

Desde luego, todavía existen lugares apartados dentro de las organizaciones donde los
progresos en la carrera son secuenciales y predecibles. Pero los más jóvenes se sienten cada
vez menos atraídos por esas situaciones, y tampoco desean transitar por los caminos
conocidos. No les interesa. En la nueva economía mundial, aun los puestos más importantes
de las organizaciones más prestigiosas son vulnerables a la competencia mundial cuando
consisten en rutinas fácilmente emulables. La única verdadera ventaja competitiva estriba en la
habilidad para identificar, intermediar y resolver problemas.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 9

CAP. 15

UNA DIGRESIÓN SOBRE EL ANÁLISIS SIMBÓLICO:


EL INCENTIVO DEL MERCADO

Vale la pena mencionar una acotación final acerca del analista simbólico, si bien el lector
ansioso por urdir la trama puede saltar al próximo capítulo sin riesgo. Hago una pausa para
estimar los beneficios colectivos del análisis simbólico, y cómo las habilidades y conocimientos
de estos analistas pueden ser utilizados por el bien de la humanidad.

Tanto la intermediación estratégica como la identificación y resolución de problemas


pueden generar un valor significativo para los consumidores, pero este aporte no
necesariamente mejora la sociedad. Desde luego, a veces existe una convergencia entre lo
que los consumidores pretenden y las necesidades colectivas: las enfermedades temidas se
pueden diagnosticar y se descubren nuevos tratamientos; se escriben nuevas partituras
musicales, se ejecutan y se venden a millones de oyentes que las aprecian; los automóviles se
hacen más rápida y convenientemente, más seguros y económicos. En otras épocas, los
analistas simbólicos simplemente acrecentaban el bienestar de algunas personas, mientras
mantenían el de las demás en un nivel parejo, o sus consecuencias podían ser reducir el
bienestar de todos. Por ejemplo, un analista simbólico que descubre una nueva e inusitada
manera de utilizar el combustible fósil o los plásticos no biodegradables puede ser
generosamente compensado, pero está contribuyendo a privar a las futuras generaciones de
los recursos naturales y el equilibrio ecológico que disfrutaron sus antecesores.

Incluso en la vieja y estandarizada economía de alto volumen, las innovaciones a


menudo tenían consecuencias para la humanidad, si bien no estaban en relación directa con
ellas. Algunas consecuencias eran benéficas: los ferrocarriles transportaban grano a miles de
kilómetros para abastecer a consumidores que de otra manera no podrían haber tenido acceso
a esos recursos. Pero algunos efectos laterales eran menos benéficos: las locomotoras
también provocaban incendios en las praderas y bosques. A medida que las empresas de alto
valor van remplazando a la producción de alto volumen, surgen mayores posibilidades para las
innovaciones que mejoran las condiciones de vida de la humanidad, aunque existe un potencial
similar para los descubrimientos que las afectan negativamente. Mientras se acortan las
distancias en el inundo y el progreso económico se acelera, esos efectos laterales benéficos o
nocivos cobran más importancia. Una nueva vacuna puede proteger a millones de niños; un
escape en una planta de energía nuclear puede contaminar la atmósfera en la que respiran
otros tantos niños.

¿Cómo podemos garantizar que los analistas simbólicos apliquen sus energías creativas
en la dirección correcta? La histórica disputa entre el libre mercado y el intervencionismo nos
obliga, ya sea a ignorar la existencia de los efectos laterales de sus actividades, o a depender
de las incontables directivas del gobierno para promover los efectos benéficos y prevenir los
perjudiciales. Cualquiera de estas alternativas -dependencia exclusiva de los mercados o de
las instrucciones del gobierno- incitan al abuso y la ineficiencia. La respuesta adecuada estriba
en organizar el mercado, de manera tal que incentiva a los analistas simbólicos a descubrir los
medios para preservar a la humanidad, infligiendo el menor daño posible.

II
De todos modos, la idea de un "mercado libre", al margen de las leyes y decisiones
políticas que el mismo genera, es una pura fantasía. El mercado no fue creado por Dios en
alguno de los primeros seis días (al menos, no directamente), tampoco se mantiene por la
voluntad divina. Es un artificio humano, la ingeniosa suma de una serie de criterios acerca de
los derechos y responsabilidades individuales. ¿Cuáles son los míos? ¿Cuáles son los tuyos?
¿Cuáles son los nuestros? Y, ¿cómo definimos y reaccionamos con respecto a las acciones
que amenazan esos límites? ¿Por la fuerza, el fraude, la extorsión o la negligencia? ¿Qué
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 10

deberíamos vender, y qué no? (¿Drogas? ¿Sexo? ¿Votos? ¿Bebés?) ¿Cómo podríamos hacer
cumplir esas decisiones, y qué castigos se deberían aplicar a los transgresores? A medida que
una nación formula y acumula respuestas a estas preguntas, crea su propia versión del
mercado.

Las respuestas a esta clase de preguntas no se pueden encontrar tan sólo en la lógica o
el análisis. Diferentes naciones en diferentes épocas han respondido de distintas maneras. Las
respuestas dependen de los valores que profese una sociedad, de la importancia que le
adjudique a la solidaridad, la prosperidad, la tradición, la compasión, etcétera. En las naciones
modernas, el gobierno es el principal intermediario, a través del cual la sociedad delibera,
define y hace cumplir las normas que establece el mercado. Los jueces y legisladores, así
como los funcionarios y dirigentes del gobierno, adaptan y modifican constantemente las reglas
del juego -por lo general en forma tácita, a menudo intencionadamente, y siempre bajo la
atenta mirada, cuando no bajo el influjo, de intereses con claros compromisos en las
consecuencias de algunas decisiones. Por lo general, esta retórica plantea el problema como
una gran elección entre el gobierno y el mercado, y no nos permite ver la serie de pequeñas
alternativas para regular la propiedad y el intercambio.

La "desregulación", un término que tuvo su apogeo a fines de los años setenta y en la


década de los ochenta, se consideró ampliamente como una manifestación de un impulso
decisivo hacia el libre mercado, al margen de la intervención de los gobiernos. De hecho, la
desregulación sólo representaría un cambio en la acción de gobierno, del control de los
rendimientos específicos a la creación y mantenimiento de nuevos mercados. Por ejemplo, en
1980, las aerolíneas comerciales se desregularon en los Estados Unidos, de manera que el
Consejo de Aeronáutica Civil ya no tenía que aprobar las medidas sobre tarifas y rutas aéreas.
Ahora, las compañías podían competir por los precios y los servicios para bien de los pasajeros
y de los analistas simbólicos, contratados por las aerolíneas, para sacar ventaja de las nuevas
oportunidades, o para crear nuevos productos.

Sin embargo, esta reforma no eliminó las responsabilidades del gobierno en la materia;
simplemente las modificó. El gobierno era el encargado de organizar un nuevo mercado, cuyo
desarrollo requería todo tipo de decisiones: ¿bajo qué condiciones se debían limitar las
fusiones y adquisiciones entre las aerolíneas para no eliminar la competencia? ¿Cómo se
podían asignar las pistas de aterrizaje entre las compañías competidoras? ¿En qué términos
las aerolíneas podían obtener acceso a los sistemas de reserva computarizados de sus
competidoras? ¿Cómo manejar mejor el cada vez más transitado espacio aéreo?

Sin embargo, la obstinación ideológica acerca de la desregulación de las compañías


aéreas -sobre la base de la mítica opción entre el control del gobierno y el mercado libre- hizo
que los planificadores políticos ignoraran sus responsabilidades de crear y mantener este
nuevo mercado. El resultado: la industria de la aeronáutica civil quedó concentrada en manos
de unas relativamente pocas y grandes empresas, y la competencia disminuyó por el mismo
motivo. Las tarifas de los pasajes aumentaron. Por otra parte, con la mayor cantidad de vuelos
y de pasajeros, los riesgos de accidentes eran mayores. En consecuencia, el gobierno tuvo que
invertir en nuevos sistemas para el control del espacio aéreo, ampliar las inspecciones de
seguridad y reformular los incentivos de la industria para garantizar el adecuado nivel de
prestación. Todo esto alentó a algunas personas a hablar acerca de la necesidad de "volver a
regular" las aerolíneas. Pero esta opción era inadecuada para resolver el problema inmediato.
Los analistas simbólicos de las compañías recientemente desreguladas sacaron ventaja de
cuantas oportunidades pudieron encontrar para incrementar las ganancias. Sin embargo, sus
esfuerzos pueden mejorar el bienestar general solamente cuando el mercado está
adecuadamente organizado.

El control de la contaminación ofrece otro ejemplo. Después de la aprobación de una ley


de prevención de la contaminación del aire (Clean Air Act) en 1970, el gobierno de Estados
Unidos dictó una serie de medidas -en las cuales se especificaba la concentración máxima
permitida de polución en todo el país, así como la cantidad máxima de materias tóxicas
volátiles que podía emitir cada una de las diez mil plantas industriales de la nación. Se
acumularon y analizaron enormes cantidades de datos, e incluso entonces el gobierno sólo
pudo dictar normas uniformes e inflexibles para todas las industrias y regiones. Estas normas
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 11

uniformes quizá fueran adecuadas para una producción estandarizada de alto volumen, pero
no tenían en cuenta las necesidades específicas, ni las derivaciones de las empresas de alto
valor. Tampoco les ofrecían ningún incentivo a los analistas simbólicos a fin de descubrir
nuevos métodos para reducir la polución a más bajo coste.

Los partidarios del libre mercado (que incluían no pocas asociaciones industriales y
grandes empresas) argumentaban reiteradamente que sus gastos para el control de la
polución habían superado largamente sus ganancias. Finalmente, las regulaciones perdieron
vigencia. Los ecologistas (y si hemos de creer en las encuestas, la mayoría de la población
norteamericana) no estuvieron de acuerdo. La discusión se centró en la importancia del "aire
puro", contra los costes e ineficiencias de las regulaciones para lograrlo. Sin embargo,
planteado de esta manera el debate impidió una investigación más a fondo y más útil: ¿cómo
podía el gobierno organizar mejor el mercado para alentar la producción de alto valor, y
motivar a los analistas simbólicos para descubrir nuevos métodos de control de la
contaminación con el menor coste social? Esta manera de encarar el debate podría haber
dado lugar a la consideración de un sistema de permisos de polución transferible. Estos
permisos -otorgados por igual hasta un máximo de contaminación aceptada par - a cada
región en particular- podían ser comprados y vendidos por las industrias contaminantes,
permitiéndoles decidir qué sería más barato: reducir la polución o pagar los permisos. Un
sistema semejante podría haber preservado el aire puro, pero desplazaría la mayor parte del
coste de preservación a las empresas que pudieran controlar su contaminación en forma más
barata. Además podría haber motivado a los analistas simbólicos para desarrollar métodos de
10
control más eficientes.

La renuncia del gobierno a asumir sus responsabilidades en la creación del mercado


puede tener costosas consecuencias. A comienzos de la década de los ochenta, los partidarios
del libre mercado suponían que la mejor manera de ayudar a los bancos de crédito y a las
cajas de ahorro nacionales a competir con otras instituciones crediticias era permitirles invertir
los ahorros de sus depositantes cada vez que lo desearan. Pero en el empeño por desregular,
los planificadores políticos sólo consideraron un aspecto del mercado. En vista de que el
gobierno también aseguraba a los ahorristas contra las pérdidas, los analistas simbólicos que
manejaban los préstamos y ahorros tenían todo para ganar, como consecuencia de la
desenfrenada especulación. El resultado predecible fue un coste para los contribuyentes
norteamericanos que, en estos momentos, es posible que supere los 300.000 millones de
dólares.

Y aquí nuevamente la verdadera opción no fue entre el mercado libre y el control


centralizado. Los planificadores políticos realmente se enfrentaron a una decisión sobre cómo
proteger mejor a los ahorristas, mientras permitían a las instituciones de ahorro y crediticias
obtener un beneficio. Visto de esta manera, se deberían haber tomado una serie de decisiones.
Una debería haber sido permitir a los bancos una mayor libertad para invertir los depósitos,
pero reduciendo simultáneamente la garantía oficial por los depósitos, además de exigir a los
bancos que asesoraran a los depositantes acerca del riesgo al cual sus ahorros estarían
expuestos.

III
En ningún sitio se defiende con más convicción y firmeza el mítico poder del mercado
libre como en Wall Street y en las entidades financieras y jurídicas vinculadas con el mismo. Allí
los analistas simbólicos han estado menos condicionados. Los honorarios de los corredores y
agentes se desregularon a mediados de la década de los setenta; muchas grandes compañías
americanas pudieron ocultar desalentadores balances tras las máscaras de la especulación
financiera. Por otra parte, el rápido y desenfrenado movimiento de dinero creó nuevas
oportunidades para introducir innovaciones legales y financieras. La Comisión de Valores y
Tipos de Cambio y otros organismos reguladores no han ido muy a la par del ritmo de las
innovaciones simbólicas.

10
En 1990, el Congreso y la administración Bush se embarcaron en un esfuerzo similar, si bien,
hasta el momento, la oposición al mismo ha sido tan intensa que el futuro del proyecto resulta
incierto.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 12

Hay que tener en cuenta que los abogados, los inversores bancarios y los negociadores
de valores futuros juegan un importante papel en una economía desarrollada, ya que deben
asegurar el uso adecuado y productivo de sus activos. En este sentido pueden ser los
supervisores de¡ tráfico en el capitalismo moderno -orientar el caudal de dinero a medida que
fluye en el mundo y hacer que llegue con seguridad a destino, allí donde sea más necesario.
Pero a no ser que las intensas energías de estos analistas simbólicos sean debidamente
encauzadas hacia esta función útil, pueden causar una serie de perjuicios. Existen infinitas
oportunidades para el juego especulativo a corto plazo, en el cual la ganancia de una parte
significa la pérdida de la otra. Como los diseñadores de los complejos mecanismos de las
armas militares, que ganan espléndidas sumas tratando de superar a los diseñadores de otros
armamentos, los analistas simbólicos que venden servicios financieros y legales pueden
acumular enormes fortunas sobrepujando entre sí.

Las opciones para poner orden en este caos abundan. Hay muchas maneras de
organizar los mercados financieros, así como para limitar la rentabilidad de dichas maniobras,
preservando las ganancias por la intermediación. Por ejemplo, los impuestos sobre las
ganancias de capital se podrían incrementar para la tenencia de acciones a corto plazo, y
reducir en la tenencia de valores a largo plazo, beneficiando de esta manera a los inversores
perseverantes. Además, podría introducirse un pequeño impuesto a la transferencia sobre la
venta de cada grupo de acciones, haciendo que las maniobras especulativas resulten menos
rentables. Una tercera posibilidad podría ser eliminar las deducciones de intereses sobre los
préstamos utilizados para la adquisición de un paquete de acciones; las transacciones que
generan rendimientos reales deberían ser suficientemente atractivas para subsistir sin este
impuesto extra. De¡ mismo modo, se podrían limitar los excesos especulativos de los
abogados, fijando límites para los honorarios eventuales que recaudan de los pleitos en este
tipo de transacciones financieras.

La maniobra especulativa es muy frecuente en todos los ámbitos. A cada argumento


legal ingenioso se responde con otro más astuto de la otra parte, a cada innovación financiera
con otra más innovadora. Cada paso que se da hacia una información de mercado más
actualizada es superado por otro recurso más ágil. La escalada no tiene límites ni fronteras: los
alegatos judiciales aumentan; la cantidad de testimonios, declaraciones e interrogatorios es
aun mayor. Las maniobras financieras se han vuelto más complejas; las computadoras y el
software son más poderosos y caros. Mientras tanto, los clientes se sienten compelidos a
gastar cada vez más a fin de ganar un poco de terreno, o al menos evitar la costosa derrota.
Desde el punto de vista de la sociedad en su conjunto, dichos gastos representan activos
malgastados. Estaríamos en mejores condiciones si se terminara esta disputa y se declarara la
tregua, liberando de esta manera el considerable talento de estos analistas simbólicos, a fin de
mejorar los ingresos de la población, en lugar de trasladarlos de los bolsillos de unos a los de
otros.

Las personas que facilitan estas transacciones desafían la ley de la oferta y la demanda:
cuanto mayor es su oferta, mayor es la demanda de sus servicios. Su mera disponibilidad
sugiere que deben ser utilizados, induciendo a los demás a hacer lo propio: como el
menesteroso abogado de pueblo cuya estrategia de atraer a otro abogado al mismo pueblo,
finalmente los hace ricos a ambos.

Existe una segunda razón por la cual la oferta de estos softwares genera su propia
demanda. Los abogados, los corredores de bolsa y los asesores financieros están dentro de un
grupo selecto de proveedores de softwares (cuyos miembros también incluyen a los médicos y
los mecánicos de automóviles) que les indican a los clientes qué es lo que necesitan y luego,
una vez que se toma la decisión, satisfacen dicha necesidad. Esta combinación brinda
oportunidades para proveer servicios de todo tipo, insospechados para el cliente, que de otra
manera no los hubieran considerado necesarios. Desde luego, los códigos de ética profesional
previenen contra las formas más flagrantes de seducción. Pero, en el calor de la batalla por el
cliente, no es inusual que los asesores legales o financieros adviertan tenazmente a sus
clientes contra los peligros de la pasividad.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 13

A medida que la economía norteamericana se ha ido fusionando con la economía


mundial, las oportunidades para la manipulación legal y financiera se han intensificado. Con
cada oscilación en las tasas de interés o en los valores corrientes, grandes sumas de dinero se
trasladan a través de las fronteras nacionales en busca de mejores rendimientos; suben y
bajan con velocidad vertiginosa los precios de los bonos y la cotización de las acciones. Estas
fluctuaciones son el sueño de todo especulador. Miles de analistas simbólicos, con los ojos
pegados a las terminales de las computadoras, tratan de adelantarse a los demás, sacando
ventajas en una fracción de segundo, al detectar el destino del dinero del mundo, y luego
transferir el capital propio (o el de sus clientes) antes de que la mayor parte del resto llegue.
Legiones de abogados se aprestan a colaborar en la refinanciación, restructuración y
reorganización de las entidades financieras que han accionado muy lentamente, o responden
las demandas de otros que han accionado más rápidamente, o analizan cómo obtener una
11
ganga o dividir las cuantiosas pérdidas.

IV
El análisis simbólico en el ámbito legal y financiero se ha convertido en la principal fuente
de ingresos para un número creciente de norteamericanos, así como en el pasatiempo nacional
para otros. En 1971, aproximadamente 343.000 ciudadanos ofrecían servicios legales; en
1989, su número había aumentado hasta casi un millón, cerca del triple. Durante el mismo
período, la población norteamericana creció solamente un 20 por ciento. Como era de esperar,
con tantos abogados dedicados a esta especialidad, la cantidad de juicios también aumentó
más rápidamente que la población, y las amenazas de litigio se incrementaron súbitamente,
junto con las conciliaciones fuera de la corte, que llegaron a ser tan comunes como los
divorcios. Hacia 1990, los estudios jurídicos del país recaudaron 73.000 millones de dólares, y
12
sus ganancias crecían a razón de un 10 por ciento anual, colocando a la especialidad entre
las industrias más florecientes y lucrativas de la nación. Un crecimiento similar se observó en la
cantidad de corredores de bolsa, asesores financieros e intermediarios (brokers), si bien las
caídas en el mercado de valores, en 1987 y 1989, retardaron algo el crecimiento. Entre 1979 y
1987, el empleo en el circuito financiero de Wall Street se duplicó, de 182.000 a 364.000.
Incluso después de la estrepitosa caída en el mercado -que ahuyentó a miles de pequeños
inversores, y obligó a las firmas tenedoras a reducir sus staffs- Wall Street todavía empleaba
más norteamericanos de los que trabajaban en toda la industria siderúrgica.

Desde luego, el movimiento de los activos financieros va parejo con la cantidad de


abogados ejecutivos, financieros y banqueros comprometidos en ello. En todo el año 1960, se
negoció un total de 776 millones de acciones en la Bolsa de Valores de Nueva York -cerca del
12 por ciento de las acciones en circulación- y la tenencia de dichas acciones duró en promedio
casi ocho años. En 1987, con el boom de Wall Street, cambiaron de manos semanalmente 900
millones de acciones, lo cual representaba el 97 por ciento de los valores en circulación
durante ese año. Esta cifra no incluye los nuevos instrumentos especulativos, como las
opciones de índices y a futuro que se movieron cinco veces más rápido que las acciones, y su
tenencia duró, en promedio, unos pocos días o apenas unas horas. Sólo una parte
insignificante de esas transacciones representaba nuevos capitales. Casi todas las acciones e
instrumentos simplemente cambiaban de manos cada vez más rápidamente.

Como era fácil suponer, los salarios aumentaron uno tras otro. En 1990, los estudios
jurídicos más importantes de Nueva York, Washington, Atlanta, Chicago y San Francisco
pagaban a cada uno de sus socios entre 300.000 y 1 millón de dólares. Los estudios más
pequeños en las ciudades menos importantes ofrecían sumas más modestas, aunque todavía
de unas generosas seis cifras. Mientras tanto, los socios de las principales firmas inversionistas
percibieron sus dividendos anuales, considerablemente más modestos en comparación con las
buenas épocas -antes de 1987- pero con todo rondaban el medio millón de dólares. En 1987,

11
Para tener una idea clara de los excesivos costes de las transacciones financieras, se puede
consultar "When Financial Markets Work To Well: A Cautious Case for a Securities
Transactions Tax", de L. y V. Summers. National Bureau of Economic Research, 28 de febrero
de 1989.
12
Las encuestas anuales sobre los estudios jurídicos y sus niveles de remuneración se
publicaron en The American Lawyer.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 14

las comisiones y otros gastos comerciales llegaron a los 25.000 millones de dólares: más de un
13
sexto de todas las ganancias empresariales de ese año. Incluso dentro de los muros
conventuales de las universidades, donde los catedráticos jamás ponen en tela de juicio los
salarios ajenos, hubo una gran sorpresa ante la revelación de que los colegas que enseñaban
finanzas recibían sueldos cuatro veces más altos de los que se pagaban a los doctos hombres
de letras.

Si el mercado financiero pasara por otro serio colapso, tendrían pocos motivos para
preocuparse aquellos que viven de eso. En 1990, los abogados, ejecutivos financieros y
especuladores estaban dispuestos a ganar sumas aun mayores para compensar las pérdidas
que habían sufrido durante la década de los ochenta. Pocas actividades son tan rentables
como ayudar a los inversionistas cuando las ventas en el mercado de valores vuelven a subir.
Cuando no estaban comprometidos en "reestructuraciones financieras", "desarrollo de
proyecto? y otras operaciones que aluden eufemísticamente al hecho de ayudar a una
empresa a evitar la bancarrota, los profesionales de Wall Street estaban embarcados en reunir
fondos para impedir adquisiciones, intentando revertir lo que se hizo durante el boom de la
Bolsa, esta vez reduciendo las obligaciones y aumentando la cantidad de accionistas. Se había
previsto que los títulos de las compañías recientemente declaradas en quiebra se podrían
adquirir por una pequeña parte de su valor real, y que se emitirían nuevas acciones para los
demás acreedores. Las firmas recién reestructuradas se podrían vender luego por una suma
nada despreciable. En 1990, RJR Nabisco presupuestó 250 millones de dólares por los
honorarios de los corredores, los asesores financieros y los abogados que ayudarían a la firma
a refinanciar su gigantesca deuda. Mientras tanto, el área de asuntos legales empresariales,
que había tenido tan rápido crecimiento, se declaraba en quiebra. Ese año, el socio gerente de
la firma consultora Drexel Burnham Lambert explicó el problema en los siguientes términos:
"Desde el punto de vista de los asesores financieros y abogados... ellos ya no hacen ese
trabajo. Por eso ahora se encuentran en el otro lado de la pendiente, reestructurando la deuda
14
que no se puede pagar. Después de todo, es una manera de utilizar al personal."

El coste social de estos excesos fue más allá de los honorarios pagados directamente
por dichos servicios. Primeramente está la pérdida de talento: las habilidades
simbólico-analíticas de los abogados y asesores financieros se alejaron de otras aplicaciones
presumiblemente más productivas, a las cuales podrían haber consagrado su dedicación. En
segundo lugar figura el recelo que estas actividades despertaron entre la gente, cuya
cooperación es fundamental para la producción de alto valor. Desde luego, la desconfianza no
se puede cuantificar, pero existen indicios de su magnitud. Por ejemplo, los títulos de alto
rendimiento -y riesgo- que financiaron la adquisición de RJR Nabisco por 25.000 millones de
dólares en 1988, redujeron el valor de las acciones ordinarias en poder de los acreedores de la
firma, haciendo a la misma más vulnerable a la bancarrota. Como los accionistas regulares de
RJR no habían negociado por este riesgo adicional, perdieron aproximadamente 1 millón de
dólares. Esta pérdida no preocupó demasiado a los analistas simbólicos que habían preparado
el acuerdo; lo que ellos habían hecho era decididamente rentable a corto plazo, y
completamente legal (no existían leyes que pudieran evitar este tipo de problemas, porque
nadie se había imaginado que pudieran suceder). Pero -y aquí está el quid de la cuestión-
todos los futuros acreedores de las compañías norteamericanas serían de allí en adelante
mucho más cautelosos. En lo sucesivo, los títulos empresariales incluirían automáticamente
una póliza de seguro para proteger al inversionista de una maniobra semejante. El coste de
este seguro -y de los abogados y financieros que lo planearan, así como de los gerentes y el
personal que lo manejara- reduciría las ganancias de RJR generadas por el manejo de las
15
inversiones de los accionistas regulares.

Quienquiera que piense que la economía o la sociedad norteamericana, a pesar de todo,


se han beneficiado con la creciente cantidad de abogados y asesores financieros que hoy día
nos rodea, debe ser un abogado o un financiero. El resto de la gente tiene motivos para

13
Datos de la Securities Industries Association, 1989.
14
Citado en 'Wall Street Reestructuring Lemons into Lemonade". De R.J. McCartney,
Washington Post Weekly Edition, marzo-abril 1, 1990, pág. 20.
15
Hoy, los abogados que representan a los accionistas de RJR están promoviendo nuevas
demandas contra quienes vendieron sus acciones.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 15

ponerlo en duda. Los miles de abogados que han surgido no nos han traído más justicia; las
legiones de ejecutivos no nos han proporcionado una economía más productiva. Los europeos
occidentales y los asiáticos, cuya productividad ha crecido a un ritmo considerablemente más
acelerado que la nuestra en las últimas décadas, han evitado los litigios y las manipulaciones
financieras, sin ninguna aparente disminución en su calidad de vida.

A comienzos de la década de los noventa, los norteamericanos que analizaban y


manejaban símbolos legales y financieros ampliaron diligentemente sus servicios en el
extranjero. Los japoneses, los alemanes y los británicos (quienes durante largo tiempo
ofrecieron al mundo su asesoramiento financiero) estuvieron muy dispuestos a aceptar estos
servicios, y aprender las técnicas del análisis simbólico sobre las cuales se, fundamentan,
Quizá no tenían noticias de su decadencia en Estados Unidos, o cayeron víctimas de una
engañosa maniobra urdida por los políticos de Washington para mejorar la competitividad
relativa de los norteamericanos, obstruyendo las venas del comercio europeo y asiático con la
misma arteriosclerosis legal y financiera que había afectado a Estados Unidos. Más
probablemente, fueron víctimas de una seducción similar a la que pusieron en práctica los
comerciantes de armas en todo el mundo. Si otros están dispuestos a pagar por esos costosos
armamentos, debe valer la pena. Y en un mundo tan a la defensiva, es necesario jugar el
mismo palo.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 16

CAP. 16

LA DIVERGENCIA EN LOS INGRESOS


En suma, mi argumento hasta aquí es que el bienestar económico de los norteamericanos (o,
por caso el de cualquier otro grupo de personas que compartan una identidad política común)
ya no depende de la rentabilidad de las compañías que posean o del empuje de sus industrias,
sino del valor que puedan agregar a la economía mundial, a través de sus conocimientos y
habilidades. Cada vez es más el trabajo que realizan los ciudadanos, antes que el éxito de sus
entidades abstractas, como las compañías, las industrias o las economías nacionales, lo que
determina su estándar de vida.

Ya he mencionado que los trabajos de los norteamericanos se pueden agrupar en tres amplias
categorías para determinar qué es lo que agregan a la economía mundial. Estas son los
servicios rutinarios de producción, los servicios en persona y los servicios simbólico-analíticos.
Las personas que entran dentro de cada categoría ocupan una diferente posición competitiva
dentro de la economía mundial. Por último, he destacado el hecho de que los destinos
económicos de los norteamericanos est comenzando a bifurcarse. Algunos encajan dentro de
la economía mundial, otros no tanto. A continuación analizaré esta divergencia.

II
Los datos acerca de la distribución de ingresos en Estados Unidos no están libres de
controversia. Como todos los datos, se pueden interpretar de maneras ligeramente diferentes
de acuerdo con la importancia as nada a una serie de cambios que se han producido en forma
simultánea que dependen también de cuáles sean los años que se tengan en cuenta para las
estimaciones, y de cómo se hagan las mismas. Pero casi todos coinciden en que la tendencia,
16
al menos desde mediados de la década los setenta, ha sido hacia la desigualdad.

Estimado por familia, situación geográfica y otros cambios, entre 1977 y 1990 el ingreso
medio de la quinta parte menos favorecida de la población descendió casi un 5 por ciento,
mientras la quinta parte de los más ricos se incrementó aproximadamente un 9 porciento.
Durante esos años el ingreso medio del quinto más pobre de las familias norteamericanas bajó
casi un 7 por ciento, mientras el de las familias más ricas aumentó cerca de un 15 por ciento.
Esto significa que el 20 por ciento menos favorecido de los norteamericanos recibía en 1990 un
3,7 por ciento del ingreso total de la nación, por debajo del 5,5 por ciento registrado veinte años
antes, el más bajo porcentaje recibido desde 1954. En cambio, en 1990, el quinto más rico
percibía algo más de la mitad de los ingresos de la nación el más alto porcentaje registrado por
el 20 por ciento más acomodado la población. Por su parte, el 5 por ciento de los más ricos
17
manejaba el 2 por ciento del total de ingresos de la nación, otro récord.

Si trazáramos una curva que se elevara en la mitad para luego bajar gradualmente a
ambos lados, hasta unirse con la coordenada horizontal, podríamos apreciar que se asemeja a
la distribución de los ingresos durante las décadas de los cincuenta y sesenta. La mayor parte
de los norteamericanos estarían agrupados en la mitad de la curva, percibiendo ingresos
medianos. Una cantidad menor estaría a ambos lados, tanto los muy pobres como los muy
ricos. Solamente una insignificante minoría estaría en los extremos de la curva, los
extremadamente pobres y los sumamente ricos. Pero la cresta de la curva comienza a
desplazarse -a mediados de 1970 y en la década de los ochenta- hacia el extremo de los

16
Entre los primeros investigadores que detectaron la tendencia, figuran Bennet Harrison y
Barry Bluestone. Consultar al respecto su análisis, The Great U-Turn, Nueva York Basic Books,
1988.
17
Las estimaciones hasta 1990 se basan en los análisis mensuales de población de la Oficina
de Eso de los EE.UU., las estadísticas de ingresos anuales, las encuestas al consumidor
llevadas a cabo trimestralmente por la Oficina de Estadísticas Laborales. Consultar "The
Changing Distribution of Federal Taxes, 1977-1990", y "Tax Progressivity and Income
Distribution", Sala de Representantes de los EE.UU. (Ways and Means Committee), febrero de
1987 y 26 de marzo de 1990, respectivamente.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 17

pobres: un mayor número de norteamericanos serían más pobres. Luego la mitad de la curva
comienza a deprimirse a medida que el grupo de los ingresos medios disminuye, y el extremo
que representa a los más ricos empieza a alargarse, a medida que se hacen más ricos.

Tampoco se puede exagerar esta tendencia. Algunos investigadores que seleccionaron


diferentes años y utilizaron otras medidas observaron una desigualdad menos pronunciada.
Pero, en general, la tendencia es inequívoca. Existen buenas razones para pensar que no es
una divergencia temporal, y que la brecha quizá se ensanche aun más.

III
Muchos motivos se han expuesto para explicar la tendencia hacia la desigualdad de
ingresos. Algunas personas responsabilizan al sistema impositivo. Durante la década del
ochenta, las aportaciones salariales a Seguridad (Social Security), los impuestos sobre las
ventas y las contribuciones del usuario, como el peaje de las autopistas y los servicios de
provisión de agua corriente, se incrementaron. Este tipo de contribuciones inevitablemente
18
reclamaba una mayor proporción de las ganancias para el pobre que para el rico. Las
aportaciones a Seguridad Social operan exactamente como el impuesto sobre las ganancias
pero a la inversa. En lugar de exceptuar a los bajos ingresos, libera a los más altos. Este
impuesto debe pagarse incluso sobre el primer dólar ganado, pero solamente hasta cierto tope
(53.300 dólares en enero de 1990). Por encima de ese tope no es necesario hacer ningún pago
anual. La Seguridad Social también excepto los ingresos por inversiones, como los intereses y
las ganancias de capital Entre 1978 y 1990, las aportaciones salariales a la Seguridad Social a
mentaron un 30 por ciento. Asimismo, la parte correspondiente a los ingresos federales
provenientes de Seguridad Social aumentó considerablemente, del 21 por ciento al comienzo
19
de la década, hasta el 27 por cien hacia el final de la misma.

Mientras tanto, los norteamericanos prósperos -con el auxilio los más diestros analistas
simbólicos especializados en impuestos que dinero podía comprar- buscaban afanosamente
los medios más decoros de proteger sus ingresos. Las presentaciones para eludir el pago de i
puestos, así como las excusas mismas, proliferaron rápidamente a lo lar de la década de los
setenta. En 1981, Ronald Reagan cooperó en sus esfuerzos, al reducir las tasas del impuesto
sobre los ingresos y bajar las imposiciones sobre las ganancias de capital. (Las modificaciones
introducidas en la legislación en 1986, las cuales redujeron el máximo porcentaje del impuesto
sobre los ingresos del 50 al 33 por ciento, a cambio de un incremento en el porcentaje de las
ganancias de capital, significó un pequeño paso adelante, pero apenas suficiente para
compensar el desequilibrio de 1981.)

Como resultado, en 1980 la quinta parte menos favorecida de contribuyentes pagó en


promedio un 8,4 por ciento de sus ingresos en impuestos federales; hacia 1990, pagaron un
9,7 por ciento, con un incremento de un sexto. El promedio de las obligaciones impositivas de
la quinta parte más acaudalada de los contribuyentes, en cambio, bajó del 2 por ciento al 25,8
20
por ciento, una doceava parte menos. La disminución fue aun más pronunciada para los muy

18
En 1979, el impuesto sobre las ventas, estatal y local, exigió un 6,1 por ciento de los ingresos
de la quinta parte menos favorecida de los norteamericanos, y 7,8 por ciento de los ingresos
de la quinta parte más rica. Hacia 1990, el porcentaje había cambiado: el quinto más pobre
pagaba 7,1 de sus ingresos, y los más ricos solamente el 2,5 por ciento. Estimaciones del
Urban Institute sobre la incidencia de los impuestos sobre las ventas entre 1979 y 1984. Urban
Institute, Washington, D. C, 1986.
19
De "Tax Progressivity and Income Distribution".
20
Ibídem. Consultar, además, Strenghenning the Progressive Income Tax, de R. A. Musgrave.
Washington: Economic Policy Institute, 1989. El tema de la igualdad impositiva ha desatado un
intenso aunque no muy esclarecedor debate, entre los afiliados políticos. Los apologistas
mantienen que, a pesar de los arriba mencionados porcentajes, la porción de los impuestos
pagados por el 5 porciento de los contribuyentes más ricos subió del 27,6 por ciento al 30,4 por
ciento mientras la fracción del 5 por ciento de los contribuyentes más pobres siguió siendo la
misma que en 1980. Consultar, al respecto: The Growth Experiment: How the New Tax Policy
Is Transforming the United States Economy, de Lawrence Lindsey. Nueva York, Basic Books,
1990.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 18

ricos: a fines de la década de ochenta, el 1 por ciento más acaudalado de los norteamericanos
paga una tasa combinada de impuesto local-estatal-federal de sólo el 26,8 porciento,
21
comparado con un 29 por ciento en 1975 y un 39,6 por ciento 1966.

El desplazamiento regresivo en las obligaciones tributarias, indudablemente, no acortó la


brecha abierta entre los ricos y, los pobres. Pero, y esto es importante, tampoco fue la causa
de la divergencia. (Las cifras mencionadas al principio de este capítulo acerca de la diferencia
en los ingresos son previas al pago de cualquier impuesto.)

Las mezquinas políticas sociales de la época de Reagan son otra causa citada con
frecuencia. Durante el período del laissez-faire, los beneficios de los cupones de comida
(emitidos por el gobierno para los trabajadores de bajos ingresos) disminuyeron un 13 por
ciento de su valor (ajustado a la inflación), mientras varios estados no pudieron aumentar las
subvenciones para los indigentes y desocupados, a fin de equiparar as con la inflación. Pero ni
aun la mezquindad del gobierno explica la creciente desigualdad, que comenzó antes de la
gestión de Reagan. Tampoco da cuenta de la decadencia de los trabajadores menos
favorecidos, ninguno de los cuales recibió asistencia social. Como los cambios en los códigos
impositivos, las mezquinas políticas sociales de Ronald Reagan y de su más benévolo y gentil
sucesor no lograron neutralizar las poderosas fuerzas ya desatadas, de las cuales, desde
luego, no eran responsables.

Otra explicación puede ser el aumento del porcentaje de padres solteros, el más bajo
ingreso familiar, que indudablemente ha sido significativo. En 1960, el 91 por ciento de los
niños blancos y el 67 por ciento de los de color vivían con sus dos progenitores. Hacia 1988,
solamente el 79 por ciento de los blancos y el 39 de los de color estaban en la misma situación.
Y, en este sentido, la relación entre las familias con padres solteros y la pobreza es indiscutible.
Sin embargo, mientras la cantidad de estas familias, generalmente a cargo de la madre, ha
aumentado significativamente, el porcentaje de las más pobres apenas se incrementó. De 1979
a 1987, un 50 por ciento del aumento de la pobreza en Estados Unidos tuvo lugar entre las
22
familias de dos progenitores. Los porcentajes de pobreza para las familias de dos
progenitores con el esposo menor de veinticinco años subieron del 10,5 por ciento en 1979 al
23
21,5 por ciento en 1986. En realidad, el aumento en el número de familias con un solo
progenitor fue más lento desde fines de los años setenta, así como la brecha entre los ricos y
24
los pobres comenzó a ensancharse precipitadamente.

Una hipótesis final responsabiliza de la brecha a todos los jóvenes boomers (las
personas nacidas durante el récord de natalidad registrado e postguerra), inexpertos y carentes
de formación, que irrumpieron en el mercado laboral en los años setenta y ochenta, quienes
desde luego recibirían salarios más bajos que los trabajadores más capaces. Pero esta
explicación tampoco logra echar luz sobre el asunto. La brecha salarial se ensanchó más en la
década de los ochenta, después de la irrupción de los baby-boomers. Esta brecha también se
observa en los grupos de diferentes edades. Incluso entre los trabajadores jóvenes, los ricos se
han hecho más ricos, y los pobres pobres. Por último, según esta teoría, la mano de obra en
general habría llegado a ser menos educada, más joven y más predominantemente masculina

21
Consultar "The Future of the Income Tax", de J. Pechman, The American Economic Review,
Vol. 80, º Nº 1, marzo de 1990, pág. 1.
22
Consultar"One Fifth of the Nations Children: Why Are They Poor?, Science, setiembre de
1989, págs. 1.047-48.
23
Ibídem.
24
Un equipo de investigación sobre la dinámica de los ingresos, de la Universidad de Michigan,
que analizó una muestra representativa de 5.000 familias desde 1968, descubrió que
solamente 1/7 de los niños en situación de pobreza permanente estaba relacionado con la
disolución de la familia, mientras la mitad estaba asociada con los cambios en el mercado
laboral y los salarios. Consultar, además, la obra citada de Bane y Elwood. Center on Budget
an Policy Priorities, 29 de octubre de 1989.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 19

cuando en realidad sucedió lo contrario: ha llegado a ser un poco más educada, de más edad,
25
y con un porcentaje mayor de mujeres.

Aun consideradas en su conjunto, las explicaciones convencionales acerca del


ensanchamiento de la brecha entre los ricos y los pobres dan cuenta de un aspecto del
problema. Otras economías desarrolladas, con diferentes políticas asistenciales y distintos
regímenes impositivos al de Estados Unidos, han experimentado un desplazamiento similar
hacia la desigualdad. El hecho de que la brecha se haya ensanchado visiblemente en la
Inglaterra de Margaret Thatcher quizá no sorprenda a nadie, pero hasta la caritativa y
26
socialdemocrática Holanda no ha sido inmune a esta tendencia. Desde luego, en muchas
economías subdesarrolladas la gran brecha entre los ingresos de la minoría rica, en los niveles
más de la sociedad, y casi todos los demás integrantes de la misma, ha sido una modalidad de
vida aparentemente inmutable. Pero la tendencia en esos países tiene nuevas características:
es menos probable que las elites del tercer mundo actual desciendan de familias de
terratenientes acaudalados, y más probable que hayan acumulado su fortuna con el trabajo
que hacen. Por ejemplo, Taiwan, después de la redistribución de las tierras en 1950, se
convirtió en una de las sociedades más igualitarias del mundo. Sin embargo, a pesar de que
los ingresos están más equitativamente distribuidos allí que en la mayoría de las naciones en
desarrollo la brecha entre los ricos y los pobres se ha ensanchado considerablemente durante
la década del ochenta. Las calles de Taipei están invadidas de Mercedes Benz, Volvo y Jaguar,
27
así como de precarias bicicletas.

IV
Un indicio importante: el aumento de la desigualdad dentro de los Estados Unidos (así
como en muchas otras naciones) ha sido significativo, incluso entre la gente que ya tenía
empleo. Hay que tener en cuenta que durante casi todo el período de la postguerra, por lo
menos hasta mediados de la década de los setenta, los salarios de los norteamericanos con
diferentes niveles de ingresos subieron casi al mismo ritmo: entre un 2,5 y un 3 por ciento
anual. Mientras que la brecha salarial entre los trabajadores de más alto y más bajo nivel se
redujo apreciablemente. Esto sucedió, en parte, como consecuencia de la beneficiosa acción
de las compañías centrales y los sindicatos, que procuraron elevar los niveles más bajos y
contraer los más altos.

En esa época, la pobreza era una consecuencia de la falta de trabajo. El mayor desafío
económico de la postguerra fue crear suficientes empleos para todos los norteamericanos en
condiciones de trabajar. La plena ocupación fue el grito de batalla de los liberales americanos,
alineados frente a los conservadores, que se preocupaban por las tendencias inflacionistas de
la misma.

Sin embargo, la falta de empleo es ahora menos problemática. En las décadas de los
setenta y ochenta, se crearon más de 25 millones de puestos en Estados Unidos, algo más de
18 millones solamente en los años ochenta. A menudo se produce un desajuste entre la
ubicación de los trabajos y el lugar de residencia de los trabajadores. Muchos trabajos
suburbanos en locales de comidas rápidas no se pueden cubrir mientras los jóvenes de ciudad
no puedan acceder fácilmente a los mismos. Y además, el Consejo de Reserva Federal enfría

25
Consultar, al respecto, "Changes in the Structure of Wages During the 1980: An Evaluation of
Alternative Explanations", de J. Bound y G. Johnson, National Bureau of Economic Research,
papeles de trabajo, nº 2983. Mayo de 1989.
26
Consultar "The Changing Distribution of Income Under Mrs. Thatcher", de T. Stark, edit. En
The Restructuring of the U.K. Economy, Londres: Harvester, 1989; y "The Dutch Job Machine:
The Fast Growth of Low-Wage Jobs in Services, 1979-1986", de T. Elfring y R. Kloosterman,
Universidad Erasmus, Rotterdam, 1989. Los datos sobre la desigualdad de ingresos en
Canadá se pueden consultar en "Wages and Jobs in the 1980s.: Changing Youth Wages and
the Declining Middle", de J. Myles, G. Picot, y T. Wannell. Social and Economic Studies
Division, Statistics Canada, Documentos de Investigación nª 17, 1988. Para Europa en
General, consultar OECD Employment Outlook, París: OECD, setiembre de 1995.
27
Datos de '"Taiwan Embrace Trappings of New Wealth», de N. Kristof, publ. en The New York
Times, 5 de diciembre ce 1989, pág. A9.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 20

periódicamente la economía en un esfuerzo por detener la inflación, y al hacerlo, arrastra a la


lucha antiinflacionaria a los miles de norteamericanos que menos pueden afrontarla. Pero a
pesar de estos impedimentos, la verdad es que, en la última década de¡ siglo XX, casi todos
los norteamericanos que desean trabajar pueden encontrar un puesto. Además, en vista de
que el crecimiento de la población ha sido lento (más en esta última década), es probable que
la necesidad de personal para cubrir puestos sea mayor en los años venideros. Los
gobernadores de los estados y los alcaldes se siguen preocupando cada vez que una fábrica
cierra, y se sienten satisfechos cada vez que obtienen nuevos puestos para sus jurisdicciones.
Sin embargo, el problema más importante a largo plazo es la calidad del trabajo, y no su
cantidad.

En 1990, muchos puestos no alcanzaban a proporcionar un salario vital. Más de la mitad de los
32 millones y medio de norteamericanos cuyos ingresos caen dentro de la calificación oficial de
nivel de indigencia -y cerca de dos tercios de todos los niños pobres- vivían en hogares con, al
menos, un trabajador. Esto revela un porcentaje de trabajadores pobres mucho más alto que el
registrado en cualquier otro año de la postguerra. La cantidad de trabajadores norteamericanos
empobrecidos subió casi 2 millones -el 23 porciento- entre 1978 y 1987 (años con
28
características similares en el ciclo empresarial).

Las familias de dos progenitores con un trabajador full-time descendieron más abajo aun
del nivel de indigencia oficial, en promedio, que cualquier otro tipo de familia, incluyendo los
29
padres solteros de altos ingresos.

La brecha salarial se ha ido ensanchando incluso dentro de las principales compañías


norteamericanas (o más precisamente, dentro del sector de las redes mundiales que
30
formalmente pertenece y es manejado por norteamericanos).

~ En 1990, el promedio de las ganancias por horade los trabajadores norteamericanos -sin
responsabilidades de mando- dentro de las compañías nacionales, era más bajo que en
cualquier otro año desde 1965. Los gerentes de mediano nivel prosperaron algo más, si bien
sus ingresos medios (ajustados a la inflación) estaban sólo ligeramente sobre los niveles de los
años setenta.

Sin embargo, entre 1977 y 1990 los altos ejecutivos de las compañías americanas
hicieron su agosto. Su remuneración promedio aumentó el 220 por ciento, o sea, cerca de un
12 por ciento anual. (Esto al margen de los normales beneficios empresarios: el automóvil y el
avión de la compañía, la pertenencia a un club, los planes de propiedad, los análisis médicos y
31
así sucesivamente).

Hay que tener en cuenta que en 1960, como ya se vio antes, el profesional ejecutivo de
las principales compañías americanas ganaba aproximadamente 190.000 dólares anuales.
Esta suma representaba casi 40 veces el salario medio de un operario de planta
norteamericano. Desde luego, en 1960, cuando la tasa máxima de impuesto era del 90
porciento, el sueldo real, en mano, de un director ejecutivo quedaba sustancialmente reducido,

28
Este ensanchamiento de la brecha entre los trabajadores se puede atribuir en parte a la
creciente dispersión de los salarios, y en parte a la mayor divergencia en la cantidad de horas
realmente trabajadas, con mucha gente empleada part-time que antes trabajaba a tiempo
completo.
29
Datos para 1984. Poor Support: Poverty in the American Family, Nueva York, Basic Books,
1998, pág. 99.
30
Datos de "Wage Polarization in the United States and the'Flexibility' Debate", de B. Harrison y
B. Bluestone. Universidad Carnegie Melon (School of Urban and Public Affaires), otoño de
1989.
31
Las encuestas sobre las remuneraciones de los ejecutivos las hacen anualmente los
consultores especializados, que las publican en los principales medios periodísticos
empresariales. Pocas noticias atraen tanto la atención de los ejecutivos empresariales como
estas encuestas anuales. Consultar, por ejemplo, "Pay Stubs of the Rich and Corporate", publ.
en Business Week, 7 de mayo de 1990, pág. 56; "Executive Pay" publ. en el suplemento de
The Wall Street Journal, 18 de abril de 1990.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 21

ya que él (siempre era "él") debía contentarse con ser sólo 12 veces más rico que sus
trabajadores de planta. Pero hacia 1988, el principal director ejecutivo de una de las cien más
importantes compañías americanas recibía, en promedio, 2.025.000 dólares anuales. Esto
representaba 93 veces el salario pagado a un trabajador de producción de las mismas
compañías. Además, como la tasa máxima de impuesto era del 28 por ciento el ejecutivo
32
recibía en mano casi 70 veces más que el operario de planta.

Los gerentes que estaban apenas por debajo de ese nivel ganaban una suma algo
menos espléndida, pero no menos confortable. Cuando el director ejecutivo de American
Expresss, James Robinson, se embolsaba sus 2.700.000 dólares en 1988, su sucesor en la
cadena de mando, Louis Gerstner, recibía la apropiadamente más modesta suma de 2.400.000
dólares. De acuerdo con las expresiones de Graef S. Crystal, un experto en remuneraciones
33
empresariales, "eso producía el efecto de succión, como una aspiradora eléctrica".

Un segundo indicio importante: la amplia brecha en los ingresos está estrechamente


relacionada con el nivel de educación. Supongamos que usted es un varón con un título
secundario, pero sin formación universitaria. Usted cuenta además con un empleo estable. En
1987, usted recibía por ese empleo (en promedio) 27.733 dólares. Quince años antes, en 1973,
alguien con su formación hubiera ganado el equivalente a 31.677 dólares en el mismo puesto.
En otras palabras, con no más de un nivel secundario de formación, sus ingresos reales
(ajustados a la inflación) disminuyeron un 12 por ciento. (Si usted fuera una persona de color y
sin formación universitaria, su promedio de ingresos habría disminuido un 44 por ciento durante
el mismo período.) Supongamos ahora que usted ha abandonado sus estudios secundarios. Su
puesto fijo en 1987 le proporcionaba un ingreso (en promedio) de sólo 16.094. Catorce años
antes, alguien con su formación habría ganado 19.562 dólares. Esto significa que sus ingresos
34
ajustados a la inflación disminuyeron aun más hasta un 18 por ciento.

Por otro lado, si usted fuera un varón titulado en una carrera terciaria de cuatro años,
encabezaría la partida, aunque con poca venta ja. Sus ingresos en 1987 ascenderían a 50.115
dólares comparado con el salario promedio de alguien con su misma formación en 1973, que
era de 49.53 dólares. De modo que la brecha salarial parece estar directamente relacionada
con el nivel de educación. Si bien una graduación universitaria no garantiza un ingreso mucho
más alto que el de hace unos años, sin un nivel universitario usted ni siquiera tiene
posibilidades de ganar más. En 1980, nuestro graduado universitario ganaba casi un 80 por
ciento más los empleados con títulos secundarios; en 1990, la distancia se duplicó
35
nuevamente.

Otras naciones han experimentado una divergencia similar entre los ingresos de sus
graduados secundarios y los graduados de la universidad (o sus equivalentes). Incluso en

32
En este sentido, una comparación internacional puede ser esclarecedora. De acuerdo con
una encuesta de los especialistas Towers, Perrin, Forster y Croshi, en 1990 el principal director
ejecutivo de una compañía americana con ventas anuales del orden de los 250 millones de
dólares ganaba 543.000 dólares (sueldo, bonificaciones y otros beneficios). Esto representaba
más del 50 porciento de lo que ganaba un ejecutivo japonés, 90 porciento más que la
remuneración total de un alemán y británico, y 400 porciento más que el sueldo de un alto
ejecutivo coreano. Además, el dinero de un ejecutivo americano le rinde más: con el mismo
dólar puede comprar tres veces más en Estados Unidos que en Japón y dos veces más que en
Alemania. Report on Intemacional Compensation, enero de 1990.
33
Cita de "Silk Purse Chronicles", de P. O'Toole, Lears Magazine, abril de 1990, pág. 23.
34
De "The Forgotten Half. Non-College Youth in America", W.T. Grant Foundation Comission
Work, Family and Citizenship, enero de 1988, págs. 18-27.
35
Consultar "Why Has the Economic Position of Less-Skilled Male Workers Deteriorated in the
United States?", de M. Blackburn, D. Bloom y P, Freeman. Documentos de debate, marzo de
1989.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 22

36
Suecia las diferencias salariales han comenzado a ampliarse. Significativamente, el Japón
constituye algo así como una excepción a la regla. Allí, los titulados secundarios todavía se
mantienen a la par con los graduados universitarios. Entre 1979 y 191 mientras los ingresos de
los graduados de colegios secundarios disminuían paulatinamente en Estados Unidos, los
salarios de sus pares japoneses subían un 13 por ciento. En cambio, los graduados
universitarios japoneses no estaban mejor remunerados que sus colegas en Estados Unidos.
Aparentemente, las medidas sociales en Japón apuntan a elevar los salarios y beneficios de
37
aquellos que están en la mitad inferior de la escala de educación.

Un indicio final: durante la década de los ochenta, la llamada brecha de los sexos -entre
los ingresos de los hombres y mujeres- disminuyó casi un tercio. Incluso entre los hombres y
38
mujeres con relativamente escasa formación los salarios y beneficios convergieron.

En síntesis, la amplia brecha entre los ricos y los pobres parece estar relacionada con
una creciente divergencia en la cantidad de dinero que recibe la gente por el trabajo que
realiza. Y esta divergencia, a su vez, parece tener algo que ver con su nivel de formación. Si
usted es graduado universitario, sus ingresos mejoran; si no lo es, y especialmente si es varón,
sus ingresos son insuficientes. Además, la tendencia no se circunscribe a Estados Unidos; esto
ocurre en muchos otros lugares del mundo. Para comprender su causa fundamental, es
necesario volver a considerar la economía mundial y las diferentes funciones que la gente está
llegando a desempeñar dentro de la misma.

36
De Unenployment and Labour Market Flexibility: Sweden, Ginebra: Oficina Internacional del
Trabajo, ONU, 1988
37
De "Changes in the Structure of Wages: United States vs. Japan", de L Katz y A. Revenga
National Bureau of Economic Research, setiembre de 1989.
38
Datos de la obra citada de Bound y Johnson.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 23

CAP. 17
POR QUÉ LOS RICOS SE HACEN MÁS RICOS
Y LOS POBRES MÁS POBRES

La división del trabajo está limitada por la extensión del mercado.

ADAM SMITH,
Un estudio acerca de la naturaleza y causas
de la prosperidad de las naciones (1776)

Más allá de la clasificación oficial de un puesto (de producción, servicio, gerencial, técnico, de
secretaria, etcétera), o de la industria en la cual se trabaje (automotriz, siderúrgica, de la
computación, publicidad, alimentación o finanzas), la verdadera posición competitiva en el
mundo de la economía está llegando a depender de la función que se cumple. En eso estriba la
razón fundamental de la divergencia en los ingresos. Los salarios de los empleados de la
producción rutinaria están en disminución. Los servicios en persona también están menos
remunerados, aun cuando su destino sea menos incierto. Pero los analistas simbólicos
-quienes intermedian, identifican y resuelven los nuevos problemas- son los que de una
manera general tienen más éxito en la economía mundial.

Todos los norteamericanos solían compartir el mismo destino. Casi todos se elevaban o
sucumbían juntos, así como las compañías en las cuales trabajaban, y las industrias en las que
operaban esas compañías, y la economía nacional en su conjunto se hacía más productiva, o
se estancaba. Pero las fronteras nacionales ya no definen nuestro destino económico. Ahora
estamos embarcados en diferentes naves, algunas se hunden, otras van al garete, y las
terceras navegan airosas.

II
Los trabajadores de la producción rutinaria, que a mediados de siglo percibían buenos
sueldos, ahora se debaten en la indigencia. No hace mucho, las grandes organizaciones
piramidales en el centro de cada industria importante coordinaban sus precios e inversiones -
evitando las arremetidas de la competencia, mientras preservaban sus cuantiosas ganancias.
Algunas de esas ganancias, a su vez, las reinvertían en nuevas plantas y equipos (generando
economías de escala cada vez mayores); otra parte iba a los altos ejecutivos y a los inversores.
Pero una gran parte pasaba a los gerentes de mediano nivel y a los operarios de producción.
Las huelgas o la paralización de tareas creaban un problema tan grave para la producción de
alto volumen que los gremialistas podían exigir bonificaciones cada vez mayores por su
cooperación. Por otro lado, las pautas salariales establecidas dentro de las grandes compañías
incidían sobre los criterios de toda la economía nacional. Eso trajo consigo el crecimiento de
una clase media relativamente próspera, en condiciones de adquirir todos los artículos
producidos en gran escala por las grandes empresas.

Sin embargo, como ya se ha señalado, las compañías centrales rápidamente se


dispersaron en redes mundiales que obtienen sus mayores ganancias a través de la destreza
en la identificación y resolución de problemas. A medida que los costes de transporte y
comunicación continúan bajando, los márgenes de ganancia de las empresas, de producción
estandarizada (de alto volumen) se reducen, porque se van eliminando las barreras de acceso.
Las fábricas y la maquinaria moderna se pueden instalar prácticamente en cualquier parte del
planeta. Por lo tanto, los empleados de los servicios rutinarios de producción de los Estados
Unidos están en competencia directa con millones de trabajadores de otras naciones. Doce mil
personas se suman a la población mundial cada hora, la mayoría de las cuales trabajaría
complacidamente por una pequeña fracción de los salarios de los trabajadores de rutina de los
39
Estados Unidos.

39
El lector habrá notado que los salarios más bajos en otras partes del mundo no atraen
especialmente al capital mundial, a no ser que los trabajadores de ese lugar sean
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 24

Sus efectos son más evidentes en las industrias más antiguas y de mayor escala, donde
la producción estandarizada de alto volumen continúa su inevitable desplazamiento hacia
donde la mano de obra es más barata y más accesible en todo el mundo. Por ejemplo, la
empresa Maquiladora distribuyó sus fábricas a lo largo del lado mexicano, de la frontera con
Estados Unidos en los pueblos pobres de Tijuana, Mexicali, Nogales, Agua Prieta y Ciudad
Juárez -la mayoría de los. propietarios son norteamericanos pero hay cada vez más japoneses
entre ellos- en las cuales más de medio millón de trabajadores de rutina arman las piezas de
los productos que luego se envían a los Estados Unidos.

El mismo recurso se utiliza en otra partes del mundo. Hasta fines de la década de los
setenta, AT&T dependía de su mano de obra de rutina en Shreveport, Lousiana, para armar
los teléfonos estándar. Más tarde comprobó que los trabajadores de Singapur podían llevar a
cabo las mismas tareas por un coste mucho más bajo. Frente a la intensa competencia de
otras redes mundiales, los intermediarios estratégicos de AT&T se vieron obligados a buscar
nuevas alternativas. De modo que a comienzos de los años ochenta dejaron de emplear la
mano de obra de rutina en Shreveport, y comenzaron a incorporar a los trabajadores más
baratos en Singapur. Pero bajo este tipo de presiones para lograr una producción de alto
volumen, a costes cada vez más bajos, los trabajadores de Singapur podían acabar como ayer
los de Louisiana. Hacia fines de los años ochenta, los intermediarios estratégicos de la
compañía observaron que la mano de obra thailandesa estaba en condiciones de armar los
aparatos por una pequeña fracción de los salarios percibidos por los empleados de Singapur.
Y enseguida trasladaron las plantas a Thailandia.

La búsqueda de salarios cada vez más bajos no ha estado circunscrita a las industrias
en gran escala. El procesamiento de datos de rutina ha seguido el mismo camino. Los
operadores de informática de cualquier parte del mundo podían ingresar datos en las
computadoras, transmitidos vía satélite, o a través de los cables transoceánicos de fibras
ópticas (reduciendo aun más los costes de las comunicaciones), con lo cual los operadores de
rutina de los Estados Unidos tuvieron que hacer frente a una competencia cada vez más
directa de sus colegas del extranjero, quienes a menudo estaban dispuestos a trabajar por
mucho menos.

En 1990, los operadores de informática en los Estados Unidos ganaban, por lo menos,
6,50 dólares por hora. Pero los mismos operadores en el resto del mundo estaban deseosos de
trabajar por una fracción de esta suma. Por ese motivo, muchos puestos potenciales de
procesamiento de datos fueron desapareciendo, mientras los salarios y beneficios de los
restantes decayeron. Un caso típico es el de Saztec International, una compañía de informática
e( sede en Kansas City, cuyos intermediarios estratégicos hacían contratos con operadores de
Manila y con firmas norteamericanas que necesitaban dichos servicios. En comparación con el
ingreso medio de Filipinas que era de 1.70 dólares por año, los operadores de datos que
trabajaban para Saztec ganaba una espléndida suma de 2.650 dólares. El resto de los
empleados de la compañía eran especialistas en identificación y resolución de problemas,
40
quienes tenían a su cargo la búsqueda de nuevos métodos para mejorar el sistema.

En 1990, la compañía Americen Airlines empleaba a más de 1.000 procesadores de


datos en Barbados y la República Dominicana para que ingresaran los nombres y los números
de vuelos de los pasajes aéreos usados (enviados diariamente hacia Barbados desde
aeropuertos de todo Estados Unidos) en un gigantesco banco de datos ubicado en Dallas. La
empresa editora R. R. Donnelley de Chicago enviaba manuscritos completos a Barbados para
procesarlos antes de la impresión. La firma New York Insurance Co. enviaba pólizas de seguro
a Castle Island, Irlanda, donde los operadores de rutina con simples indicaciones ingresaban
las pólizas, determinaban las sumas adeudadas, y luego instantáneamente transmitían los
datos hacia los Estados Unidos. (Cuando la firma puso un anuncio en Irlanda para cubrir
veinticinco puestos de procesamiento de datos, recibió seiscientas solicitudes.) La editorial

suficientemente productivos para hacer más bajos los costes de mano de obra por cada unidad
producida.
40
Datos de "A Bit Player Buys Into the Computer Age", de John Maxwell Hamilton, pub. en
New York Times Business World, 3 de diciembre de 1989, pág. 14.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 25

McGraw-Hill procesaba las renovaciones de suscripción y la información de marketing para sus


revistas cerca de GaIway. Literalmente, millones de trabajadores de rutina en todo el mundo
han estado recibiendo información, convirtiéndola a los códigos de las computadoras y
devolviéndola al sitio de donde provenía, con la velocidad de los impulsos electrónicos.

La codificación del software de las computadoras también ha ingresado en el comercio


mundial. India, que tiene una gran cantidad de técnicos que dominan el inglés, dispuestos a
elaborar programas de rutina a bajo precio, ha mostrado ser especialmente atractiva para las
redes mundiales que requieren de estos servicios. En 1990, Texas Instruments mantenía una
oficina de desarrollo de software en Bangalore, que comunicaba vía satélite a cincuenta
programadores indios con las oficinas centrales de la compañía en Dallas. Estimulado por este
y por otros emprendimientos similares, el gobierno de la India construyó un telepuerto en
Poona, con el propósito de facilitar y hacer más económico para muchas otras empresas enviar
41
sus especificaciones de diseño de software de rutina, para ser codificado.

III
Este traspaso de las tareas rutinarias de producción de las naciones con economías
avanzadas a los países en vías de desarrollo ha sido una gran oportunidad para muchos
trabajadores de estas naciones, quienes de otra manera estarían sin empleo, o trabajando por
salarios mucho más bajos. Estos trabajadores, a su vez, obtienen más dinero con el cual
adquirir los servicios simbólico-analíticos de los países más avanzados (a menudo
comprometidos en todo tipo de producción más compleja). La tendencia también es beneficiosa
para todos los consumidores de¡ mundo, que ahora pueden obtener productos estandarizados
(incluyendo la información y el software) a precios más accesibles que antes.

Pero estos beneficios no se logran sin un determinado coste. Esta carga la deben
soportar especialmente aquellos países que ya no tienen servicios rutinarios de producción
bien remunerados dentro de sus economías avanzadas, como los Estados Unidos. Muchas de
esas personas solían pertenecer a los sindicatos, o al menos se beneficiaban con las normas
salariales establecidas mediante convenios colectivos de trabajo. Pero, a medida que las
burocracias empresariales se aplanan dentro de las redes mundiales, la influencia de los
convenios se va perdiendo. En realidad, el tácito pacto nacional ya no rige.

A pesar del gran número de nuevos puestos de trabajo en los Estados Unidos, la
sindicación ha disminuido. En 1960, el 35 por ciento de los trabajadores no rurales pertenecía a
un sindicato. Pero en 1980 ese porcentaje se redujo, hasta llegar en 1989 aproximadamente al
17 por ciento. Sin considerar a los empleados públicos, la afiliación gremial descendió hasta un
42
13,4 por ciento. Este es un porcentaje aun más reducido que el de comienzos de la década
de los treinta, antes de que la Ley Nacional de Relaciones Laborales creara un derecho
legalmente amparado para la representación sindical. La disminución de la afiliación ha estado
acompañada por una cantidad creciente de negociaciones colectivas para congelar los salarios
a niveles normales, reducir los niveles salariales de los ingresantes o reducir el conjunto de los
salarios. Este es un importante motivo por el cual la larga recuperación económica comenzada
en 1982 produjo un aumento menor en los costes unitarios de mano de obra que cualquiera de
las otras ocho recuperaciones desde la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la baja tasa de
desempleo registrada durante ese período.

Los empleos rutinarios de producción están desapareciendo rápidamente de las tradicionales


industrias sindicadas (por ejemplo, en la automotriz, siderúrgica y del caucho), donde el salario
medio ha ido a la par de la inflación. Esto es así porque los puestos de los trabajadores
veteranos de esas industrias están protegidos por la antigüedad; mientras que los más jóvenes
son los primeros en ser despedidos. Frente a la alternativa de reducir los salarios o la cantidad

41
De "U.S.-India Satellite Link Stands to Cut Software Costs", de U. Gupta, publ. en Wall Street
Journal, 6 de marzo de 1989, pág. B2.
42
Datos de Statistical Abstract of the Unites States: Talleres Gráficos del Gobierno, 1989, pág.
416, Catal. 684.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 26

de puestos, la mayoría de los sindicalistas (teniendo en cuenta que hay muchos jóvenes que
serán despedidos antes) han optado por esta última.

Por eso la disminución de la afiliación ha sido más notoria entre los jóvenes que se
incorporaron a la actividad laboral sin formación terciaria o universitaria. A comienzos de la
década de los cincuenta, más del 40 por ciento de este grupo estaba afiliado a algún sindicato;
a fines de la década de los ochenta, sólo quedaba menos del 20 por ciento (si se excluyeran a
43
los empleados públicos, menos del 10 por ciento). Por ejemplo, en la industria siderúrgica, si
bien muchos veteranos conservan su empleo, casi la mitad de los puestos de rutina han
desaparecido entre 1947 y 1988 (disminuyeron de 480.000 a 260.000). Algo parecido ocurre en
la industria automotriz: durante la década de los ochenta el sindicato perdió 500.000 afiliados,
un tercio del total de comienzos de la década. Solamente General Motors redujo 150.000
puestos de producción durante la misma década (aun cuando creó nuevos empleos en el
exterior). Otra consecuencia del mismo fenómeno: la brecha entre los salarios medios de los
trabajadores afiliados y no afiliados se ensanchó considerablemente: del 14,6 por ciento en
44
1973 al 20,4 por ciento hacia fines de la década de los ochenta. La lección es evidente. Si
usted no ha completado los estudios secundarios o no tiene más que un título secundario, no
puede aspirar a un buen puesto de producción.

También están desapareciendo los puestos de bajo y mediano nivel gerencia¡ que están
relacionados con la producción de rutina. Entre 1981 y 1986, más de 780.000 capataces,
supervisores y jefes de sección perdieron sus puestos como consecuencia del cierre de
45
fábricas y los despidos. Un gran número de jefes de división, directores asistentes, gerentes
medios y altos también se quedaron sin empleo. General Motors despidió a más de 40.000
empleados de oficina 1 planeó eliminar otros 25.000 puestos hacia mediados de la presente
46
década. A medida que las pirámides empresariales se van transformando en redes
mundiales, muchos empleados de producción de mediano nivel resultan tan inadecuados como
los operarios de rutina.

Como se habrá notado, las redes empresariales extranjeras están empleado a algunos
norteamericanos para su producción de rutina en los Estados Unidos. Están surgiendo fábricas
de Phillips, Sony y Toyota por todas partes, para regocijo de los alcaldes y gobernadores de los
estados, que las han tentado con promesas de reducción de los impuestos y convenios
exclusivos, entre otros atractivos. Pero como estos entusiastas políticos pronto comprobarán,
las plantas extranjeras están altamente tecnificadas y lo estarán mucho más en los años
venideros. Las tareas de la producción de rutina sólo representan una pequeña parte de los
costes de producción de la mayoría de los bienes, tanto en los Estados Unidos, como en otras
naciones desarrolladas, y esta parte seguirá disminuyendo a medida que se impongan los
sistemas robotizados. En 1977, los trabajadores de la producción de rutina en los Estados
Unidos tardaban treinta y cinco horas en armar un automóvil; mientras, se prevé que hacia
mediados de la década de los noventa, las plantas automotrices japonesas producirán
47
unidades en solamente ocho horas.

El rendimiento y los salarios resultantes de los trabajadores norteamericanos que


manejen estos sistemas robotizados serán relativamente altos, pero pueden no existir muchos
puestos en el mercado.

Un caso que viene a cuento: a fines de la década de los ochenta, Nippon Steel se
asoció con la declinante firma americana Inland Steel para construir una nueva planta -de 400

43
Estimaciones de las encuestas de población, "Changes in the Structure Wages: U.S. and
Japan", de L Katz y A. Revenga. National Bureau of Economic Research, setiembre de 1989.
44
Datos de "Wages of Unionized and Non-Unionized Workers". Secretaría de Comercio de los
EE.UU., Bureau of Labor Statistics, temas varios.
45
De "Reemployment Increases Among Displaced Workers". Ministerio de Trabajo de los
EE.UU., Bureau of Labor Satistics. publ. en BLS News, USDL 86-414, 14 de octubre de 1986,
Lista 6.
46
Cita de The Wall Street Journal, 16 de febrero de 1990, pág. A5.
47
Datos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), International Motor Vehicles
Program, 1989.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 27

millones de dólares- de laminado en frío a 80 kilómetros de Gary, Indiana. El taller de


laminación destacaba por su moderna tecnología, que reducía el tiempo para producir un rollo
de acero de doce días a casi una hora. De hecho, toda la planta podía ser manejada por un
pequeño equipo de técnicos, lo cual se hizo evidente cuando Inland cerró dos de sus viejos
talleres de laminado, despidiendo a cientos de operarios de rutina. Los gobernadores y
alcaldes tomaron nota: sus muy publicitadas fábricas extranjeras finalmente sólo podían
emplear a unos pocos electores.

Por lo general, la disminución de los puestos de rutina ha perjudicado más a los


hombres que a las mujeres. Esto se debe a que las tareas de producción rutinaria de los
hombres en las industrias metalúrgicas de alto volumen han pagado más altos salarios que los
puestos de producción ocupados por mujeres en las plantas textiles y en el procesamiento de
datos. A medida que ambos grupos se han ido quedando postergados, las tareas de rutina de
las mujeres han quedado equiparadas con las de los hombres, una equiparación en
condiciones paupérrimas, desde luego. Esta es una de las razones por la cual la brecha entre
los salarios de hombres y mujeres comenzó a estrecharse durante la década de los ochenta.

IV
La segunda de las tres "naves" la de los empleados de los servicios "en persona"
también se está yendo a pique, pero un poco más lenta y desigualmente. La mayor parte de
estos trabajadores perciben apenas un poco más del salario mínimo, y muchos solamente
trabajan part-time, con el resultado de que su sueldo de bolsillo es modesto, para decir lo
menos. Por lo general, tampoco reciben todos los beneficios (prestaciones médicas, seguros
de vida, por incapacidad, etcétera) acumulados por los empleados de la producción en las
grandes empresas fabriles, o por los analistas simbólicos asociados con una de las redes
48
mundiales. Los servidores personales están al margen de los efectos directos de la
competencia mundial y, como todos los demás, se benefician con el acceso a los productos de
más bajo coste provenientes de todas partes del mundo. Pero no están a salvo de sus efectos
indirectos.

Estos trabajadores compiten cada vez más con los ex empleados de la producción
rutinaria, quienes, al no poder encontrar empleos bien remunerados dentro de la producción,
no tienen otra alternativa que dedicarse a los servicios "en persona". La Oficina de Estadísticas
Laborales de los Estados Unidos estima que de los 2.800.000 trabajadores fabriles que
perdieron sus empleos durante los primeros años de la década de los ochenta, un tercio han
49
conseguido empleo en estos servicios con sueldos por lo menos un 20 por ciento más bajos.
Estos empleados también tienen que competir con los graduados universitarios y con los no
graduados que hace años hubieran ingresado fácilmente en la producción de rutina pero ya no
pueden. Y de ser correctas las predicciones demográficas acerca de la fuerza laboral
norteamericana en las primeras décadas del siglo veintiuno (y es probable que así sea, ya que
la mayor parte de la gente que la cubrirá ya es identificable), la mayoría de los aspirantes al
mercado laboral serán hombres o mujeres de color, o hispanos -grupos que en el pasado han
tenido relativamente escasas habilidades técnicas. Esto redundará en una cantidad aun mayor
de solicitantes para los servicios "en persona". Finalmente, estos empleados tendrán que
competir con un creciente número de inmigrantes, legales e ¡legales, para quienes los servicios
personales pueden ser los puestos más accesibles. (Se estima que entre mediados de la
década de los ochenta y fines de siglo, aproximadamente un cuarto de todos los trabajadores
50
que se incorporen a la actividad laboral en los Estados Unidos serán inmigrantes.)

48
Una parte cada vez mayor de la fuerza laboral norteamericana trabaja en los servicios "en
persona", y esto explica por qué durante la década pasada ha aumentado -por lo menos en 6
millones- la cantidad de ciudadanos que carecen de seguros de salud.
49
De "Reemployment Inrcreases Among Displaced Workers". Ministerio de Trabajo de los
EE.UU., Bureau of Labor Statistics, 14 de octubre de 1986.
50
Datos del Statistical Yearbook, del Servicio Federal de Inmigración y Nacionalización.
Washington:Talleres Gráficos del Gobierno, 1986-87.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 28

Acaso la competencia más feroz a la que se deban enfrentar los servicios "en persona"
provenga de los sistemas automáticos (gran parte de los cuales, desde luego, se inventan,
diseñan, fabrican y arman en otras naciones). Contestadores automáticos, cajeros
electrónicos, lavaderos automáticos para automóviles, máquinas expendedoras robotizadas,
surtidores de gasolina con autoservicio, y todo tipo de dispositivos sustitutos del ser humano
que los consumidores ya conocen. Incluso los operadores telefónicos están despareciendo, a
medida que los sensores y simuladores electrónicos de la voz humana logran mantener
conversaciones razonable mente inteligentes, y siempre corteses. Los vendedores minoristas
-entre los grupos más importantes de los servicios "en persona"- también están amenazados.
A través de ' las computadoras personales conectadas a las pantallas de televisión, los
consumidores del futuro estarán en condiciones de comprar muebles, artefactos para el hogar
y todo tipo de adminículos electrónicos desde sus hogares -examinar la mercancía desde
todos los ángulos, seleccionar las características, el color, el tamaño y el precio que les
parezca más conveniente, y luego transmitir la orden instantáneamente a los proveedores,
quienes remitirán directamente los artículos a domicilio. Lo mismo con las transacciones
financieras, las reservas de pasajes aéreos y hoteles, el alquiler de automóviles, y otros
contratos similares, que se podrán efectuar entre los consumidores, instalados en su propia
51
casa, y los bancos de datos situados en cualquier parte del mundo.

Desde luego, las economías desarrolladas, como la de los Estados Unidos, seguirán
generando una considerable cantidad de puestos dentro de los servicios "en persona", a pesar
de la automatización de los más antiguos. Por cada informante telefónico que pierda su empleo
por un contestador automático, surgirán tres nuevos puestos para instructores de aerobic. Al
parecer, los seres humanos tienen un deseo casi insaciable por la atención personalizada.
Pero la intensa competencia hace que el pago de estos servicios siga siendo relativamente
bajo. Los trabajadores de los servicios "en persona" -que trabajan por su cuenta, o bien
distribuidos ampliamente entre varios pequeños establecimientos, y cubren todo tipo de
"nichos" del mercado- no pueden organizarse, sindicarse, ni crear asociaciones para reducir el
impacto de la competencia.

En dos sentidos, el aspecto demográfico puede incidir favorablemente en estos servicios,


manteniendo su nave "a flote". Primero, como se habrá notado, la tasa de crecimiento de la
fuerza laboral norteamericana está disminuyendo. Es menor el número de los trabajadores más
jóvenes. Entre 1985 y 1995, la cantidad de individuos entre dieciocho y veinticuatro años habrá
disminuido un 17,5 por ciento. En consecuencia, los empleadores tendrán un mayor incentivo
para contratar y entrenar personal de servicio "en persona" que anteriormente habrían
desechado. Pero esta descompresión demográfica de la competencia será sólo temporal. Las
energías procreativas acumuladas por los baby-boomers (nacidos entre 1946 y 1964) darán
52
como resultado una nueva generación de trabajadores hacia el 2010, más o menos. Y la
inmigración, legal o ilegal, muestra indicios de aumentar en los años venideros.

Además, en la segunda década del siglo veintiuno, la cantidad de ciudadanos con más
de sesenta y cinco años aumentará abruptamente, mientras los baby-boomers alcanzarán la
edad de la jubilación y vivirán más. Sus expectativas de vida se alargarán no sólo porque habrá
menos entre ellos que hayan fumado y más que se hayan alimentado mejor que sus padres,
sino porque tendrán a su alcance todo tipo de drogas y terapias destinadas a mantenerlos con
vida. Hacia el 2035 se duplicará el número de americanos de edad avanzada, y la cantidad de
octogenarios se triplicará. Pero a medida que los declinantes baby-boomers ingieran los
medicamentos y reciban todos los tratamientos, necesitarán una buena dosis de atención
personalizada. Millones de individuos enfermizos requerirán cuidados intensivos: médicos,
enfermeros, acompañantes auxiliares, residencias para ancianos y técnicos para manejar y
mantener todos los aparatos que controlarán y detendrán la desintegración final. Incluso podría

51
Consultar "The Powerful Push for Self-Service", de Ch. H. Deutsch, publ. en New York
Times, 9 de abril de 1989, sección 3, pág. 1.
52
De Current Population Reports, de la Oficina de Censos de los EE.UU., Serie P-23, Nº 138.
st
Consultar, al respecto, Workforce 2000.- Work and Workers for the 21 Century, de W.
Johnson, A. Packer, y otros. Indianápolis: Instituto Hudson, 1987.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 29

existir un floreciente mercado para los especialistas en eutanasia. Los servicios "en persona"
53
para el cuidado de los ancianos y enfermos tendrán una fuerte demanda.

Un pequeño problema: los declinantes baby-boomers no tendrán dinero para pagar esos
servicios. Habrán agotado sus ahorros personales algunos años antes. Desde luego, sus
aportaciones a la Seguridad Social habrán sido utilizados por el gobierno para pagar las
jubilaciones de la generación anterior y para financiar gran parte de los déficit de presupuesto
de la década de los ochenta. Por otra parte, al haber relativamente menos jóvenes entre la
población, es probable que la oferta de vivienda supere a la demanda, con el resultado de que
las principales inversiones de los baby-boomers, sus viviendas, costarán mucho menos (con el
dólar ajustado a la inflación) de lo que habían previsto. En consecuencia, el enorme costo de
atención de los envejecidos baby-boomers recaerá sobre muchas de las personas que
cuidarán de ellos. Será como una gran bomba de desagüe: los empleados de los servicios
personalizados del siglo veintiuno tendrán abundancia de puestos en el área de la salud, pero
una gran parte de sus ganancias estará destinada a los pagos del seguro social y los
impuestos sobre los ingresos, lo cual a su vez será utilizado para pagar sus sueldos. En
conclusión: no habrá ninguna mejora real en sus niveles de vida.

El nivel de vida de estos empleados también depende indirectamente del nivel de vida de
aquellos norteamericanos a quienes sirven, que están dentro del circuito del comercio mundial.
En la medida en que estos últimos estén generosamente remunerados por lo que aportan al
resto del mundo, tendrán más dinero para gastar en estos servicios personales. En este
sentido nos encontramos con la única forma de traspaso de los beneficios económicos que
tiene una base en la realidad. Una camarera en un pueblo cuya fábrica principal acaba de ser
cerrada es improbable que gane un salario alto o pueda confiar en la estabilidad laboral; en un
lugar de veraneo lujoso frecuentado por productores de cine y magnates financieros, está en
condiciones de lograrlo. Lo mismo pasa con las naciones. Los empleados de los servicios
personalizados en Bangladesh pueden pasar sus días desarrollando aproximadamente las
mismas tareas que un colega de esos servicios en los Estados Unidos, pero obtienen un nivel
de vida mucho más bajo a cambio de sus esfuerzos. La diferencia estriba en el valor que sus
clientes aporten a la economía mundial. Volveré sobre el tema en un próximo capítulo.

A diferencia de la situación precaria de los trabajadores de rutina y los empleados de los


servicios personalizados, las perspectivas de los analistas simbólicos son inmejorables. La
demanda mundial por sus conocimientos crece a medida que aumentan las facilidades y
rapidez en las comunicaciones. Desde luego, no todos los analistas simbólicos surgen de
manera igualmente rápida y espectacular. Los analistas que están en el extremo inferior
apenas si logran subsistir en la economía mundial. Pero los que están en los niveles superiores
tienen tal demanda en el mundo que les resulta difícil estar al corriente de todas sus ganancias.
Nunca antes en la historia se había formado tan legalmente una opulencia de semejante
magnitud.

Entre los analistas simbólicos de mediano rango figuran los científicos e investigadores
norteamericanos, quienes están diligentemente ocupados en vender sus descubrimientos a las
redes empresariales de todo el mundo. Sus ventas no se limitan a los clientes
norteamericanos. Si los intermediarios estratégicos de las oficinas centrales de General Motors
se negaran a pagar un alto precio por un nuevo método de fabricación de bloques cerámicos
de alta resistencia para los motores, ideados por un equipo de ingenieros asociados con la
Universidad Carnegie Mellon, es probable que los intermediarios de Honda o Mercedes-Benz
estén más que dispuestos a pagar esa suma.

Lo mismo ocurre con la pericia de los ubicuos consultores de management, que se


venden por abultadas sumas a los ansiosos empresarios europeos y latinoamericanos. Por
sumas aun mayores los consultores especializados en combustibles energéticos han vendido
su asesoramiento a los jeques árabes. Los ingenieros proyectistas norteamericanos proveen
asesoramiento a Olivetti, Mazda, Siemens y otras redes mundiales; los expertos en marketing

53
La Oficina de Censos estima q ue, hacia el año 2000, por lo menos 12 millones de
norteamericanos trabajarán en los servicios de salud -más del 6 por ciento de la fuerza laboral
total.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 30

asesoran acerca de las preferencias y tendencias del consumidor; los arquitectos


norteamericanos diseñan proyectos y anteproyectos para los teatros de ópera, las galerías de
arte, los museos, los hoteles de lujo y los complejos residenciales de las principales ciudades
del mundo; los agentes norteamericanos de bienes raíces venden propiedades a inversores y
compradores de todo el mundo.

Los norteamericanos que se especializan en las relaciones públicas tienen una fuerte
demanda en las compañías, los gobiernos y las esferas políticas de muchos países. Lo mismo
sucede con los consultores políticos, algunos de los cuales, en estos momentos, asesoran al
partido socialista húngaro -superviviente del declinante predominio comunista-, acerca de cómo
ganar algunos escaños parlamentarios en las primeras elecciones libres en más de cuarenta
años. También en estos momentos, un equipo de consultores agrícolas de los Estados Unidos
están asesorando a los administradores de una, granja colectiva soviética que emplea a 1.700
trabajadores. Como ya se ha señalado, los asesores financieros y los abogados comerciales
venden su pericia a los asiáticos y europeos, que están ansiosos de saber cómo amasar
fortunas desplazando grandes cantidades de dinero.

Mientras tanto, las naciones en vías de desarrollo contratan ingenieros civiles


norteamericanos para que las asesoren sobre la construcción de rutas y presas hidroeléctricas.
La desactivación de la "guerra fría" sin duda brindará mayores oportunidades. Los ingenieros
norteamericanos de Bechtel (una firma mundial conocida por haber dado empleo a Caspar
Weinberger y George Shultz por sumas mucho mayores de las que ganaron en la
administración Reagan) han comenzado a colaborar con los soviéticos en el proyecto e
instalación de una nueva generación de reactores nucleares. Otras naciones también contratan
asesores financieros y abogados para ayudarles a renegociar los términos de sus deudas con
los bancos mundiales; y recurren a los intermediarios políticos en Washington para que les
ayuden ante el Congreso, el Tesoro, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y
otras instituciones políticamente influenciables. En un estado de evidente apremio, muchas
naciones recién liberadas del comunismo han contratado economistas norteamericanos para
que les enseñen acerca del capitalismo.

Casi todos los países del mundo recurren a las habilidades y experiencia de los
norteamericanos que dominan los símbolos visuales y orales: músicos, compositores, técnicos
de sonido, directores de cine, maquilladores, actores y actrices, camarógrafos, guionistas y
escenógrafos. Entre los más afortunados de estos analistas simbólicos figuran Steven
Spielberg, Bill Cosby, Charles Schulz, Eddy Murphy, Sylvester Stallone, Madonna y otros
directores e intérpretes, que son casi tan conocidos en las calles de Dresde y Tokio como en
los suburbios de Boston. Menos remunerados, pero no menos renombrados, son los fervientes
presentadores de¡ programa televisivo Turner Broadcasting's Cable News (CNN) que se emite
diariamente, vía satélite, en lugares tan distantes como Vietnam y Nigeria. Vanna White es la
empresa más reconocida como maestra de ceremonias para los eventos deportivos de] mundo.
Detrás de cada una de estas figuras familiares se mueven una serie de expertos en
identificación y resolución de problemas, e intermediarios que entrenan, promocionan,
54
difunden, representan y, de algún modo, agregan valor a esos talentos.

Además, hay que tener en cuenta la experiencia y conocimientos de los directores


ejecutivos senior que ocupan las posiciones clave en las oficinas centrales de las compañías
mundiales "norteamericanas". Sus ideas se "exportan" al resto del mundo a través de las redes
de las compañías. Por ejemplo, IBM no exporta muchas máquinas desde los Estados Unidos;
de sus oficinas centrales en Armonk, Nueva York, emana la intermediación estratégica y los
correspondientes servicios de management destinados al resto de¡ mundo. A cambio de eso,
los directores ejecutivos de la empresa reciben una generosa compensación.

54
En 1989, el negocio del entretenimiento representó para los Estados Unidos 5.500 millones
de dólares de ganancias en el extranjero, ubicándolo entre las principales industrias
exportadoras de la nación, después de la industria aeroespacial. De "Composition of U.S.
Export", Secretaría de Comercio de los EE.UU., Intemational Trade Commission, temas varios.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 31

VI
La razón principal de esta expansión de¡ mercado mundial, y del aumento en la demanda
de conocimientos simbólicos y analíticos, ha sido el espectacular progreso en las tecnologías
relacionadas con las comunicaciones y el transporte a nivel mundial. Los proyectos, las
instrucciones, el asesoramiento y los símbolos visuales y auditivos se pueden comunicar cada
vez más rápidamente hacia todo el mundo, con una creciente precisión y a un coste cada vez
más bajo. La voz de Madonna puede llegar a miles de millones de oyentes, con perfecta
claridad, gracias a los discos compactos. Una invención de los ingenieros del laboratorio de
Batelle en Columbus, Ohio, se puede transmitir a casi todas partes a través de los módems, de
tal manera que permite a los destinatarios analizarla en tres dimensiones, valiéndose de
computadoras que la convierten en gráficos. Cuando todavía se requiere un encuentro
personal -y las conversaciones por vídeo no son suficientes- es relativamente fácil para los
proyectistas, asesores, consultores, artistas y ejecutivos abordar jets supersónicos y, en una
cuestión de horas, entrevistarse directamente con sus clientes, empleados o audiencias en
todo el mundo.

Junto con la creciente demanda viene la creciente remuneración. Ya sea bajo la forma
de honorarios estipulados, honorarios por servicio, sueldos o participación en las ganancias, el
resultado económico es casi el mismo. También existen las compensaciones no pecuniarias.
Uno de los secretos mejor guardados entre los analistas simbólicos es el hecho de que muchos
de ellos disfrutan de su trabajo. El trabajo de los empleados de producción y de los servicios
"en persona" es habitualmente monótono; es causa de tensiones o depresiones, y permite
escasa independencia. En cambio, el "trabajo" de los analistas simbólicos a menudo incluye
búsqueda de soluciones, experimentos, estrategias, un constante intercambio de opiniones y
una considerable reserva acerca de los planes futuros. Pocos trabajadores de rutinario de
servicio trabajarían si no necesitaran ganar dinero. Muchos analistas simbólicos trabajan
incluso cuando el dinero no es el objetivo.

VII
A mediados de siglo, cuando los Estados Unidos eran un mercado nacional controlado
por las grandes compañías de estructuras piramidales, existían límites para los ingresos de las
personas en los más altos niveles. Ante todo, el mercado para sus servicios estaba
ampliamente limitado por las fronteras de la nación. Además, cualquiera que fuese el valor
conceptual de sus contribuciones, era reducido en relación con el generado por la producción
en gran escala, y dependían de esta para cualquier ingreso que percibieran. La mayor parte de
los problemas que debían ser identificados y resueltos estaban en relación directa con el
mejoramiento de la eficiencia de producción, la circulación de materias primas y componentes,
el montaje y la distribución. Los investigadores trataban de encontrar la clave que les ayudara a
descubrir un producto totalmente nuevo que se pudiera fabricar en gran escala. A partir de eso,
los consultores de management, los directores ejecutivos y los ingenieros intentaban acelerar y
sincronizar la producción, para alcanzar mejores niveles de rendimiento; la gente de publicidad
y de marketing trataba de despertar el deseo del público por los artículos estándar que se
producían.

En vista de que los ingresos de los profesionales ejecutivos habían aumentado con la
producción en gran escala, existían suficientes incentivos para expandir la firma; en realidad
muchas grandes compañías norteamericanas crecieron mucho más de lo que parecían
justificar las economías de escala.

En cambio, hacia 1990, los ingresos de los analistas simbólicos ya no estaban limitados
por las posibilidades del mercado nacional, ni por el volumen de producción de las firmas con
las cuales estaban asociados. El mercado era mundial, y el valor conceptual era alto en
relación con el valor agregado por los rendimientos en escala.

Además, había existido otra restricción sobre los altos ingresos, que también se eliminó
hacia 1990. A mediados de siglo, las remuneraciones asignadas a los altos ejecutivos y
asesores de las más grandes compañías norteamericanas no podían ser demasiado
desproporcionadas con respecto a las de los trabajadores de planta de bajo nivel. Hubiera sido
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 32

inapropiado para los ejecutivos comprometidos en las negociaciones con los sindicatos -y que
habitualmente accedían a las reclamaciones del gobierno de moderar los precios-, recibir
beneficios y sueldos de bolsillo que superaran con creces lo que ganaban otros
norteamericanos. Por otra parte, si los profesionales ejecutivos no se moderaban, no se podía
esperar que los obreros de planta limitaran sus reclamaciones de mayores salarios. A no ser
que ambos grupos se refrenaran, no se podía contar con que el gobierno dejara de imponer
controles y regulaciones.

Al mismo tiempo, tampoco se podía permitir que los salarios de los obreros de
producción cayeran demasiado, para no perder capacidad adquisitiva en la economía. Después
de todo, ¿quién compraría todos los productos que salían de las fábricas norteamericanas sino
los trabajadores de los Estados Unidos? Esto también fue parte del tácito acuerdo convenido
entre los dirigentes norteamericanos y sus trabajadores.

Recordemos el reiterado lugar común de la época, acerca de la responsabilidad de los


directores ejecutivos de sopesar y equilibrar cuidadosamente los intereses de los diferentes
accionistas de una compañía. Bajo la tutela del "estadista" empresarial, ningún grupo de
accionistas podía obtener una participación desproporcionadamente amplia en los beneficios
de la actividad empresarial; como a ningún individuo -particularmente el trabajador corrientes le
podía asignar una participación desproporcionadamente reducida. A pesar de su banalidad,
esta idea contribuyó a mantener la legitimidad de las grandes compañías norteamericanas
frente a la mayoría de la población, y a garantizar un crecimiento económico sostenido.

Sin embargo, en la década de los noventa, estos acuerdos informales se fueron


diluyendo, así como desaparecieron las grandes compañías centrales. Los vínculos entre los
dirigentes empresariales y los trabajadores de la producción fueron disminuyendo: una
cantidad cada vez mayor de contratados y subordinados eran extranjeros, mientras un número
creciente de trabajadores de rutina norteamericanos trabajaban para compañías extranjeras.
Toda la cohorte de gerentes de mediano nivel, que alguna vez se consideraron "personal
administrativo", había desaparecido; y los profesionales ejecutivos exportaban sus
conocimientos hacia las redes mundiales.

A medida que las compañías norteamericanas se transformaban en redes mundiales


casi indiferenciables entre sí, sus accionistas se convertían en un enorme y difuso grupo,
diseminado por el mundo. Estos accionistas mundiales son menos visibles y mucho más
reservados que los nacionales. El Poder adquisitivo del trabajador norteamericano o se ha
vuelto irrelevante para la supervivencia económica de las compañías "nacionales", que ahora
venden sus bienes y servicios en todo el mundo.

Esto ha eliminado los obstáculos. Los salarios y beneficios de los profesionales


ejecutivos y de muchos de sus asesores y consultores se han elevado hasta alturas que hace
algunos años hubieran parecido inconcebibles, aun cuando los ingresos de los demás
norteamericanos hayan disminuido.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 33

CAP. 18

LA EDUCACIÓN DEL ANALISTA SIMBÓLICO (I)

Jamás he visto a nadie perfeccionarse en el arte y el


método de la investigación por cualquier otro medio
que no fuera el compromiso con la misma.

JEROME BRUNNER, On Knowing (1962)

Mientras el valor asignado a las nuevas ideas y conceptos continúe creciendo en relación con
el valor asignado a los productos estándar, la demanda de los analistas simbólicos continuará
surgiendo. Esta creciente demanda les debería asegurar a los analistas simbólicos ingresos
cada vez más altos en los años futuros.

Desde luego, la oferta de los analistas simbólicos en el mundo también aumenta.


Millones de personas en todo el planeta están tratando de aprender las habilidades
analítico-simbólicas, y muchas lo logran con éxito. Investigadores e ingenieros, tanto en Europa
Occidental como en el Este asiático, están acumulando valiosos conocimientos dentro de la
microelectrónica, la microbiología y los nuevos materiales, y luego traducen esos
conocimientos en nuevos productos. Los ¡jóvenes estudiantes de muchas naciones en vías de
desarrollo confluyen en las universidades para aprender los secretos analítico-simbólicos de la
ingeniería electrónica, el marketing y la administración de empresas. Por ejemplo, en 1990 más
de un tercio de los jóvenes de diecinueve años de Argentina, Singapur y Corea del Sur seguían
estudios universitarios.

Pero incluso con una mayor oferta, es probable que los norteamericanos sigan
destacándose en el análisis simbólico. Esto es así por dos motivos: primero, ninguna nación
forma a sus jóvenes talentosos -sus futuros analistas simbólicos tan eficazmente como los
Estados Unidos. Segundo, ninguna nación cuenta con el mismo número de analistas ya en
acción y en condiciones de intercambiar conocimientos entre sí de forma permanente. Si bien
estas dos ventajas pueden no perdurar, los analistas simbólicos norteamericanos continuarán
al frente de la especialidad, al menos en el futuro predecible.

II
A los norteamericanos les interesa hablar de la educación. Todos tienen sus puntos de
vista acerca de la educación porque es uno de los pocos temas en los cuales todos pueden
afirmar que han tenido alguna experiencia directa. Los que tienen opiniones más firmes suelen
ser aquellos donde la experiencia ha tenido un efecto menos duradero. Las personas
verdaderamente formadas comprenden lo multifacéticas que son las metas de la educación en
una sociedad libre, y qué complejos son los medios de lograrla.

Tengamos en cuenta que el sistema educativo norteamericano de mediados de siglo se


adaptaba muy bien a la estructura predominante de la producción de alto volumen, dentro de
la cual sus jóvenes iban a tener un empleo. Las escuelas norteamericanas reflejaban la
economía nacional, con un programa dividido netamente en temas, que se enseñaban en
períodos de tiempo predecibles, dispuestos secuencialmente por grados, y controlados por
exámenes estandarizados mediante los cuales se procuraba descartar los elementos
deficientes y devolverlos, para ser nuevamente procesados.

Durante la última década del siglo veinte, si bien la economía se ha modificado


sensiblemente, la estructura y la función del sistema educativo norteamericano siguen siendo
aproximadamente las mismas. Pero comienza a advertirse una sensación de crisis en torno de
la enseñanza, mientras diariamente se publican en la primera plana de los diarios los
desagradables contornos que el problema ha llegado a tener. Sin embargo, el quid de la
cuestión es que la enseñanza no ha cambiado para peor; sino que simplemente no ha
cambiado. Al comienzo de su campaña presidencial, George Bush se confirió a sí mismo el
prometedor título de "Presidente de la Educación". Pero, si bien siguió adoptándolo después de
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 34

su elección, el significado del mismo fue elusivo, puesto que Bush no deseaba invertir más
dinero en educación, y en lugar de eso instó a las escuelas a arreglárselas por su cuenta.
Algunos individuos que se denominan a sí mismos "reformadores" educativos sugieren que los
planes estándar de estudio se hagan aun más uniformes en toda la nación, y que los
exámenes estandarizados sean aun más determinantes de lo que los jóvenes han asimilado
mientras se desplazan por la cinta transportadora. (Desde luego, los exámenes estandarizados
siguen siendo, como antes, un método muy preciso de estimar la habilidad de los jóvenes para
rendir exámenes estandarizados.) Con notable frecuencia, en la sociedad norteamericana,
cuando la necesidad de un cambio es más urgente, se hacen más insistentes las voces que
reclaman "volver a las fuentes".

La verdad es que, mientras la gran mayoría de los jóvenes y niños norteamericanos


todavía están sometidos a una educación estandarizada, concebida para una economía
estandarizada, una pequeña parte no lo está. En 1990, el término medio de los jóvenes
americanos estaba deficientemente educado para competir en una economía mundial de alto
valor, pero dentro de ese promedio había una amplia variedad. Los niños norteamericanos en
su conjunto están detrás de sus compañeros en Canadá, Japón, Suecia y Gran Bretaña, en
55
cuanto a sus habilidades para las matemáticas, la ciencia y la geografía. El 17 por ciento de
56
los jóvenes norteamericanos de diecisiete años son prácticamente analfabetos. Algunos
niños norteamericanos casi no reciben educación, y la de muchos más es escasa. Pero otros
-no más del 15 al 20 porciento- están siendo adecuadamente formados para una profesión
simbólico-analítica.

La educación formal de los futuros analistas simbólicos sigue un patrón común. Algunos
de esos jóvenes asisten a escuelas y colegios privados exclusivos, para proseguir sus
estudios en las universidades más selectivas y en prestigiosos institutos para graduados. Una
mayoría de ellos pasa su infancia dentro de las mejores escuelas públicas de los barrios
residenciales, desde donde son derivados a cursos avanzados, junto con otra progenie de
57
futuros y afortunados analistas simbólicos, y de allí a las carreras terciarias. No obstante, sus
experiencias son similares: sus padres están interesados y comprometidos en su educación.
Sus maestros y profesores están atentos a sus aspiraciones. Tienen acceso a modernos
laboratorios de ciencia, a las computadoras y a los sistemas de vídeo, a los laboratorios de
idioma y a las bibliotecas universitarias. Sus compañeros de clase son relativamente pocos, e
intelectualmente estimulantes. Sus padres les hacen visitar museos y asisten a eventos
culturales, les llevan de viaje y reciben lecciones de música. En el hogar se les proporcionan
libros, juegos y vídeos educativos, microscopios, telescopios y computadoras personales con
el software educativo más reciente. En caso de atrasarse en sus estudios, se los envía a un
profesor particular. Si tienen un malestar físico que les impide aprender, de inmediato reciben
atención médica.

El planteamiento en este sentido no es que el sistema formal para educar a los futuros
analistas simbólicos sea perfecto, sino que se debe mejorar. Los estudiantes secundarios
europeos y japoneses habitualmente son superiores -lo mismo que los estudiantes
norteamericanos sobresalientes- en matemáticas y ciencia. Sin embargo, ninguna otra
sociedad prepara tan bien a sus jóvenes para la identificación y resolución creativa de
problemas. Las mejores universidades e institutos de estudios terciarios norteamericanos
figuran entre los más importantes del mundo (como lo evidencia el gran número de estudiantes
58
extranjeros que confluyen en ellos). Los programas de introducción universitaria de los
colegios secundarios, que preparan a los alumnos para el ingreso a las diferentes carreras, son

55
Una cantidad desalentadora de encuestas han revelado el relativo atraso del estudiante
norteamericano. Consultar, al respecto, "U.S. Students Near the Foot of the Class", Science,
marzo de 1988, pág. 1237.
56
National Assesment of Educational Progress, temas varios.
57
Consultar, al respecto, Keeping Track- How Schools Structure Inequality, de J. Oakes. New
Haven: Universidad de Yale, 1985.
58
En realidad, la educación universitaria es una de las pocas industrias que quedan en la cual
los Estados Unidos mantienen un balance comercial positivo. Como catedrático, yo
constantemente "exporto" mis clases y seminarios al resto del mundo en virtud del hecho de
que más de un tercio de mis estudiantes graduados son extranjeros.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 35

igualmente excepcionales. En Japón ha sido al revés: las deficiencias de las universidades


japonesas y el método poco alentador ofrecido por los colegios secundarios es ampliamente
conocido. El mayor éxito de los japoneses en materia educativa ha sido el hecho de asegurar
59
que incluso sus alumnos menos dotados logren un nivel relativamente alto de conocimiento.

III

El contenido básico del programa de formación analítico-simbólica por lo general no se


aborda abiertamente en las reuniones de la Asociación de Padres y Maestros (PTA), ni se
publica en las universidades. Sin embargo, los maestros, profesores y padres comprenden
implícitamente sus características y propósitos.

Desde luego los futuros analistas simbólicos aprenden a leer, a escribir y a hacer
cálculos, pero estas habilidades básicas se desarrollan y enfocan de una manera particular. A
menudo deben acumular una gran cantidad de datos en sus estudios, pero esos datos no son
fundamentales para su educación; tendrán que vivir una vida de adultos en un mundo en el
cual la mayor parte de los hechos aprendidos hace años (incluso los datos históricos) habrán
cambiado, o habrán sido reinterpretados. En todo caso, cualquier información que necesiten
estará al alcance de ellos con sólo presionar una tecla de la computadora.

Pero lo más importante es que estos aforturtadosjóvenes aprenden cómo conceptualiza


problemas y soluciones. Por eso la educación formal de un analista simbólico incipiente
requiere el perfeccionamiento en cuatro habilidades básicas: abstracción, pensamiento
60
sistémico, experimentación y colaboración.

Consideremos primeramente la capacidad de abstracción. El mundo real no es nada más


que una mezcla desordenada de ruidos, formas, colores, olores y texturas, esencialmente
carentes de sentido hasta que la mente humana les impone cierto orden. La capacidad de
abstracción -para descubrir patrones y significados- es, naturalmente, la verdadera esencia del
análisis simbólico, en el cual la realidad debe ser simplificada de modo que pueda ser
comprendida y manejada de diferentes maneras. El analista simbólico maneja ecuaciones,
fórmulas, analogías, modelos, construcciones, categorías y metáforas, a fin de crear las
oportunidades para reinterpretar, y luego reorganizar, el caos de información que ya gira en
torno de nosotros. De esta manera, se pueden integrar y asimilar grandes cantidades de
información para descubrir nuevas soluciones, problemas y alternativas. Todo científico,
abogado, ingeniero, consultor, guionista o publicista busca permanentemente nuevas maneras
de representar la realidad que sean más precisas o reveladoras que las anteriores. Sus
instrumentos pueden variar, pero los procesos para organizar esos datos elementales en una
propuesta original y factible son casi los mismos.

Para la mayoría de los jóvenes en todo el mundo, la educación formal significa


exactamente lo contrario a aprender. En vez de desarrollar ideas, estas les son impuestas.
Todo lo que debe ser aprendido se inscribe dentro de programas, clases y libros de textos. La
realidad ya ha sido simplificada; el sumiso estudiante sólo tiene que registrarla en la memoria.
Se parte del principio de que un proceso educativo eficiente debe impartir conocimientos como
una fábrica eficiente ensambla las partes en una línea de montaje. Más allá de los
conocimientos que se vayan a comunicar, se supone que es responsabilidad del otro
interpretar y dar sentido a todo el cúmulo de datos, hechos y sensaciones que giran en torno de
nosotros. Este concepto sólo consigue retrasar la habilidad de los estudiantes para prosperar
en un mundo rebosante de posibilidades.

No obstante, los estudiantes norteamericanos más afortunados suelen salvarse de estos


métodos de "ingestión de información". En los cursos más avanzados de las mejores escuelas
y colegios secundarios de los Estados Unidos, así como en los laboratorios y talleres de las
mejores universidades, el programa de estudios es fluido e interactivo. En lugar de poner el

59
Consultar The Japanese Educational Challenge, de M. White. Nueva York: Free Press, 1987,
o Japan's High Schools. Univ. De California.
60
Más información acerca de estas habilidades y de cómo la educación formal puede
mejorarlas, se puede encontrar al final de este libro en "Fuentes adicionales de consulta".
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 36

acento en la transmisión de la información, se promueve el discernimiento y la interpretación.


Se le enseña al estudiante a "profundizar" en la información -a plantearse por qué se han
seleccionado ciertos hechos, por qué se piensa que son importantes, cómo deben ser
interpretados y cómo se pueden refutar. El estudiante aprende a analizar la realidad desde
distintos ángulos, bajo diferentes condiciones, lo cual le permite imaginar nuevas posibilidades
y alternativas. Los futuros analistas simbólicos aprender a ser críticos, curiosos y creativos.

IV
El pensamiento sistémico intensifica la abstracción. Considerar la realidad como un
sistema de causas y efectos es una experiencia natural para una criatura que aprende que un
vaso de leche arrojado contra el piso se hará añicos derramando su contenido sobre todo lo
que le rodea, y que un hecho semejante -aunque momentáneamente divertido- sin duda
provocará una violenta reacción de los adultos. Las formas más elaboradas del pensamiento
sistémico llegan menos naturalmente. Nuestra tendencia recurrente en la vida de adultos es
considerar la realidad como una serie de instantáneas (fotos) estáticas, -aquí un mercado, allí
una tecnología, o aquí una amenaza para el ecosistema, allí un movimiento político. Las
relaciones entre esos fenómenos quedan sin demostrar. La mayor parte de la educación formal
perpetúa esta tendencia errónea a separar en categorías, mostrando los hechos y las cifras
como unidades fraccionadas de "historia", "geografía", "matemáticas", y "biología", como si
cada una fuera distinta y estuviera desvinculada de las demás. Este puede ser un método
eficiente para transmitir un mínimo de datos, pero no para infundir conocimientos. Lo que el
alumno realmente aprende es que el mundo está integrado por elementos inconexos, que
pueden ser interpretados en forma aislada.

Sin embargo, para descubrir nuevas oportunidades hay que ser capaz de apreciar el
conjunto y comprender los procesos mediante los cuales los componentes de la realidad se
relacionan. En el mundo real, los problemas que surgen rara vez se pueden predeterminar, o
separar definidamente. El analista simbólico debe tratar de discernir permanentemente las
principales causas, efectos y relaciones. Lo que parece ser un simple problema fácil de
resolver puede ser el síntoma de un problema más fundamental, que puede presentarse
inesperadamente bajo una forma diferente. Al resolver el problema básico, el analista simbólico
puede agregar un valor significativo. El descubrimiento de los plásticos biodegradables ha
eliminado muchos de los problemas que planteaba el planeamiento de los cinturones sanitarios
alrededor de las ciudades; una terminal computarizada para el hogar puede resolver los miles
de problemas que plantean las horas punta de tráfico.

La educación de los analistas simbólicos pone el acento sobre el pensamiento sistémico.


Antes que explicar a los estudiantes cómo resolver un problema que se les presenta, se les
enseña a analizar por qué ha surgido y de qué manera se relaciona con otros problemas.
Aprender cómo viajar de un lugar a otro siguiendo una ruta prevista es una cosa, y conocer
toda la zona de modo que se pueda encontrar un atajo para ir cada vez que se desee es algo
muy diferente. En lugar de pensar que los problemas y sus soluciones los generan otros (como
sucedía con la producción estandarizada de alto volumen), los estudiantes aprenden que los
problemas habitualmente se pueden redefinir, de acuerdo con el criterio que se adopte dentro
de un amplio sistema de fuerzas, variables y efectos, y que las relaciones imprevistas y las
posibles soluciones se pueden descubrir al analizar más ampliamente la situación.

Para saber cómo manejar las formas más evolucionadas de abstracción y pensamiento
sistémico, es necesario aprender a experimentar. Los niños más pequeños pasan la mayor
parte del tiempo experimentando. Sus pruebas son aleatorias y repetitivas, pero a través de
este método de tanteo desarrollan su capacidad de crear un orden en el entreverado conjunto
de sensaciones, y de comprender sus causas y efectos. Las formas más avanzadas de
experimentación también generan errores, que a menudo son causa de frustraciones,
decepciones e incluso miedo. Recorrer una ciudad desconocida por cuenta propia, en lugar de
seguir las instrucciones de una guía turística, puede llevarnos muy lejos, hasta podemos
sentirnos perdidos por un instante. Pero no hay mejor manera para conocer su trazado o para
verla desde diferentes puntos de vista. Por eso los analistas simbólicos experimentan
constantemente. El camarógrafo de cine prueba nuevas técnicas para filmar escenas; el
proyectista ingeniero experimenta con nuevos materiales para fabricar los componentes de un
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 37

motor. Los hábitos y métodos de experimentación son decisivos en la nueva economía, donde
las tecnologías y los mercados están en constante fluctuación.

Pero la enseñanza más formal (tanto en los Estados Unidos como en otras partes del
mundo) tiene poco que ver con la experimentación. La recorrida a través de la historia, la
geografía o la ciencia generalmente tiene una ruta marcada, que comienza al inicio del libro de
texto o de la serie de clases y finaliza con sus conclusiones. Los estudiantes casi no tienen
oportunidad de explorar el terreno por sí mismos.

Sin embargo, en los mejores cursos y escuelas de la nación y en las universidades, el


objetivo es muy diferente. En lugar de ser conducidos en una dirección predeterminada, los
estudiantes están provistos de una serie de elementos que les ayudan a encontrar su propio
rumbo. Se pone el acento sobre los métodos de experimentación: conservando ciertos
aspectos de la realidad que son constantes, mientras se varían otros para facilitar la
comprensión de las causas y efectos; de esta manera se indagan una serie de posibilidades y
resultados, y se toma nota de las analogías y diferencias relevantes. Las conjeturas e
intuiciones se comparan con las ideas previas. Pero lo más importante es que se les enseña a
reconocer que el aprendizaje permanente es una responsabilidad propia. (Las escuelas
japonesas, cabe señalar, son menos eficientes en este aspecto.)

VI
Por último, está la capacidad de colaborar. Como ya se ha señalado, los analistas
simbólicos generalmente trabajan en equipo, compartiendo problemas y soluciones de un
modo algo más complejo que un simple juego de niños. El juego de los analistas puede parecer
indeterminado, pero esta es a menudo una manera de detectar los problemas y las soluciones
que no se pueden conocer por anticipado. Los analistas simbólicos también pasan gran parte
de su tiempo comunicando ideas -a través de disertaciones, informes, proyectos, memorandos,
planes y manuscritos- y luego tratan de lograr un consenso para seguir adelante con el plan.

Sin embargo, el hecho de aprender a colaborar, comunicar conceptos abstractos y lograr


un consenso, habitualmente no se valora dentro de la educación formal. Por el contrario, dentro
de las aulas, tanto en los Estados Unidos como en otras naciones, el principal objetivo es lograr
un rendimiento discreto y solitario de las tareas específicas. ¡No conversar! ¡No pasarse
mensajes! ¡No ayudar a nadie! En este sentido, una vez más lo fundamental es el rendimiento,
y la supuesta importancia de evaluar la actividad individual. Las tareas en grupo no pueden ser
tan fácilmente supervisadas o controladas como el trabajo individual. De esta manera es más
difícil determinar si un estudiante en particular ha asimilado el material específico.

Pero en los mejores establecimientos de enseñanza, el objetivo es otro. En lugar del


rendimiento individual y la competencia, el acento se pone en el aprendizaje en grupo. Los
estudiantes aprenden a expresarse con claridad, y luego se explican mutuamente cómo han
identificado los problemas y encontrado las respuestas. Aprenden a alentar y aceptar las
críticas de sus condiscípulos, a pedir ayuda, a reconocer los méritos de los demás. Además,
aprenden a negociar, es decir, plantear sus propias necesidades, para discernir cuáles son las
de los otros; a ver las cosas desde las perspectivas de los. otros, y a encontrar respuestas de
beneficio mutuo. Esta es una preparación adecuada para la trayectoria laboral de un equipo
simbólico-analítico.

Nuevamente, la postura aquí no es que las escuelas y universidades norteamericanas


estén cumpliendo sus funciones debidamente. Lo que queremos decir es más preciso: que
nuestras mejores escuelas y universidades están formando un grupo selecto de jóvenes
profesionales con un entrenamiento básico óptimo en los métodos que son esenciales para el
análisis simbólico. Cuando esta formación es complementada por el interés y el compromiso de
los padres, que están felices de proporcionar todo tipo de apoyo y estímulos para enriquecer la
educación de sus hijos (desde una buena atención de la salud, visitas a museos y salas de
concierto y ocasionales viajes al extranjero hasta computadoras en la casa y libros), esta
afortunada minoría está en inmejorables condiciones para afrontar el mundo que les aguarda.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 38

CAP. 19

LA EDUCACIÓN DEL ANALISTA SIMBÓLICO (II)

La educación del analista simbólico no finaliza con la graduación. Como lo muestran las
encuestas acerca de los ingresos en los Estados Unidos, una educación universitaria o
terciaria por lo general es necesaria, pero no suficiente, para tener éxito como analista
simbólico. El aprendizaje continúa en el trabajo.

Esta es la segunda razón por la cual los analistas simbólicos norteamericanos siguen
destacándose en los mercados mundiales: en los Estados Unidos, como en otra nación, los
analistas simbólicos están concentrados en sectores geográficos específicos donde viven,
trabajan y aprenden con otros colegas consagrados al objetivo común de identificar y resolver
problemas y estrategias. Las ciudades y regiones en torno de las cuales se han congregado, y
las especialidades con las cuales esos lugares se identifican, se valoran en todo el mundo: Los
Angeles, por su música y cine; el área de San Francisco y Boston en ciencia y tecnología;
Nueva York y Chicago en finanzas internacionales y asuntos legales; Washington, en negocios
internacionales, relaciones de gobierno y en la venta mundial de armas; Nueva York, por sus
industrias editoriales y publicitarias. Dentro de estas áreas, y en muchas otras, existen zonas
más específicas, donde actúan analistas simbólicos "superespecializados", que venden
directamente en los mercados mundiales. Al norte y oeste de Boston desarrollan sus
actividades los técnicos en software, especializados en escalas gráficas para computadoras;
entre Little Rock y Fayetteville (Arkansas) trabajan los científicos especializados en biología
molecular y biotecnología; a lo largo de Park Avenue en Nueva York, entre la calle 42 y la 59,
tienen su base de operaciones los ejecutivos con experiencia en el mercado financiero
coreano; cerca de Minneapolis están los reductos de los investigadores que se especializan en
instrumentos y aparatos médicos; al sur de Portland, en Oregon, los especialistas en
semiconductores de vanguardia; en Irvine y Pasadena (California), los diseñadores industriales
especializados en automóviles y productos electrónicos para el consumidor; y en torno de cada
universidad importante, equipos de profesores, estudiantes y recién graduados que venden su
experiencia en tecnologías específicas o métodos de management.

Estas especialidades analítico-simbólicas no pueden ser fácilmente emuladas en otras


partes del mundo. Si bien los descubrimientos específicos y las ideas producidas por estos
especialistas atraviesan el mundo en cuestión de segundos, el conocimiento acumulado y
compartido, sobre el cual se basan dichas ideas, es mucho menos transmisible. Otras naciones
pueden intentar, con diferentes niveles de éxito, crear un Hollywood, un Wall Street, o un
Silicon Valley. Pero para construir estos centros mundiales del espectáculo, las finanzas y la
tecnología, hace falta más que dinero. Dichos centros representan un complejo de instituciones
y habilidades que han evolucionado a través del tiempo. Lograr el justo equilibrio no es una
61
tarea fácil.

Estas áreas hacen las veces de centros de diseño y de investigación, y son el eje de las
operaciones mundiales de la intermediación estratégica. Los planes, proyectos, imágenes,
fórmulas y estrategias que emanan de ellas pasan a las redes mundiales, donde se suman a
otros conceptos de alto valor provenientes de otros centros simbólico-analíticos para producir
bienes fabricados y armados en todo el mundo. Si bien es posible resolver e identificar nuevos
problemas sin necesidad de vivir en uno de esos mismos sitios, la proximidad ayuda. Un joven
director de cine puede ganar experiencia sin haber pisado Hollywood, pero puede aprender
tanto y tan fácilmente estando allí.

Hay que tener en cuenta la importancia que tiene "aprender sobre el terreno" para el
análisis simbólico. El estudiante obtiene de la educación formal los métodos y hábitos de la

61
Entre los estudios preliminares acerca del desarrollo de los centros regionales, se puede
consultar Metropolis 1985, de R Vernon, Cambridge: Imprenta de la Universidad de Harvard,
1960; o Made in New York, de M. Hall, Cambridge: Imprenta de la Universidad de Harvard,
1950. Al final de este libro (en Fuentes adicionales de consulta), se ofrece una lista de los
estudios más recientes.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 39

abstracción, del pensamiento sistémico y de la colaboración -todos los cuales son requisitos
previos para una identificación y resolución creativa de los problemas. De allí en adelante, el
aprendizaje se hace andando. El esfuerzo por resolver los problemas complejos genera nuevos
conocimientos y puntos de vista aplicables a otros problemas aun más complejos, y así
sucesivamente, mientras el aprendizaje se consolida. La abstracción se vuelve más refinada; el
pensamiento sistémico se desarrolla y profundiza, el repertorio de técnicas de experimentación
se amplía, y la capacidad de colaborar mejora.

Consideremos también la importancia de la comunicación fluida e informal entre los


participantes. En vista de que los problemas complejos por lo general no se pueden definir por
anticipado, el hecho de compartir constantemente los problemas y las soluciones ofrece
nuevas posibilidades que ninguna persona ~a descubrir sola. Dentro de las especialidades
analítico-simbólicas los conocimientos y las experiencias se comparten ampliamente. Esta
participación va más allá de la esfera de acción inmediata de los equipos de trabajo, e incluye a
los amigos, los ex socios y las relaciones informales. Sucede espontáneamente, en los
almuerzos, en las reuniones sociales, en el gimnasio. Esta forma de compartir es un aspecto
de la relación cotidiana. Los analistas de sistemas que se especializan en el diseño de gráficos
por computadora, que viven y trabajan en la misma "tecno-urbe" de Boston, aprenden
informalmente nuevas tácticas cuando intercambian relatos entre sí. Lo mismo sucede con los
guionistas que trabajan en Hollywood, los publicistas de Madison Avenue, los "Iobbystas" de
Washington, los operadores financieros de Chicago, los editores de Nueva York, etcétera.
Cuando una tarea se fundamenta en la concepción y comunicación de ideas abstractas, el
"trabajo" se hace en cualquier momento y lugar que se comuniquen las ideas. De allí la ventaja
creativa de la proximidad.

II
Existen otras ventajas. El intercambio de opiniones sirve como un recurso altamente
eficiente para recibir y pasar información especializada. Pone sobre aviso acerca de quiénes
son eficientes y utilizan mejor sus habilidades. Con estos recursos, los intermediarios
estratégicos pueden localizar los talentos y habilidades necesarios para identificar y resolver
problemas específicos -el abogado que planeó un tipo de contrato similar y dio con una nueva
cláusula de arbitraje, el analista de sistemas que desarrolló una manera simple de programar
una compleja interface. Estos especialistas, del mismo modo, pueden descubrir más
oportunidades para aplicar, y con eso perfeccionar lo que ya saben.

El rumor es revelador. A través del mismo, el joven analista se entera de quién ha


identificado y resuelto tal o cual problema, y más importante aun, quién está en ascenso y
quién en descenso. Los guionistas noveles van a Hollywood, no en busca del aire puro, sino
por las oportunidades para aprender los secretos del oficio y hacer los contactos necesarios. El
lenguaje contemporáneo identifica el fenómeno de "interrelacionarse" como el proceso de
conocer lo que está sucediendo y al mismo tiempo darse a conocer.

Dentro de cada área, el analista simbólico pasa de un proyecto a otro, sumando


experiencia y habilidad -de un problema de software a otro, o al guión de otra película, u otra
campaña publicitaria, o reestructuración financiera. Ocasionalmente, el proyecto siguiente es
emprendido por el mismo equipo que trabajó en el proyecto anterior, bajo los auspicios de la
misma firma. El analista simbólico puede permanecer durante años con esta organización,
trabajando con equipos seleccionados entre el mismo grupo de socios o empleados. En otros
casos, puede ser independiente, pasando de una firma a otra, y de un equipo a otro, a medida
que surgen los proyectos. Pero incluso con estos acuerdos temporales, es probable que los
participantes de los equipos hayan trabajado antes con otro, en proyectos distintos, y para
firmas diferentes. Los ingenieros y expertos en marketing que se reúnen para crear un nuevo
software de computación bajo los auspicios de una nueva firma pueden incluir a muchos de los
mismos profesionales que abordaron otro proyecto similar, tres años antes y para otro
emprendimiento comercial.

En suma, la especialidad analítico-simbólica opera como una especie de gran


organización informal, cuyas habilidades se combinan de cierta manera para determinados
proyectos, y luego se recombinan de diferente manera para otros. La información se transmite
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 40

rápidamente dentro de esta fluida organización ramificada. Los especialistas en computación


gráfica mantienen contactos informales entre sí, aun cuando no estén trabajando juntos,
compartiendo opiniones acerca de los proyectos que les parecen más prometedores y los que
pueden fracasar. Buscan información cuando un intermediario estratégico ofrece financiación
para un nuevo proyecto, y cuando un ingeniero firma contrato para trabajar en el mismo.
Inmediatamente evalúan sus posibilidades para reunir el nuevo equipo, y si vale la pena
intentarlo. En este campo de acción altamente eficiente pero informal, los talentos y las
habilidades se desplazan continuamente hacia donde puedan agregar más valor.

Existe otra ventaja más, derivada de la concentración de los analistas simbólicos en


determinadas áreas o ciudades. Su número y proximidad genera un mercado local para todo
tipo de servicios "en persona" especializados. No por casualidad Hollywood es la base de
operaciones de un gran número de profesores de canto, de instructores de esgrima, maestros
de danza, representantes artísticos, y proveedores de materiales fotográficos, acústicos y de
equipos de iluminación. Los restaurantes de Hollywood ofrecen el ambiente propicio para que
los directores puedan alternar con los productores, y los guionistas puedan dar con los
directores, y para que todo Hollywood se dé cita allí. Existen estudios de grabación con los más
modernos recursos, servicios de mudanzas para trasladar grandes y lujosas mansiones, y
agencias de alquiler de automóviles especializadas en modelos clásicos y antiguos, así como
en lujosas limousines. Servicios como estos no se pueden encontrar en Des Moines; allí no hay
suficiente demanda para ellos. Pero la oferta en Hollywood ha creado una mayor demanda.
Hollywood ha llegado a ser aun más atractiva para los analistas simbólicos especializados en
actividades que requieren de tales servicios.

También son importantes las entidades públicas que están cerca de las áreas
simbólico-analíticas, como los centros de convenciones, los centros de investigación, las
universidades nacionales y los aeropuertos. Los centros de convenciones permiten a los
analistas simbólicos encontrarse y reunirse en gran número para las conferencias, las
exposiciones y los congresos internacionales. Los centros de investigación son
convenientemente accesibles, y facilitan un espacio apropiado y a bajo coste a los
investigadores, que de esta manera pueden estar en proximidad unos de otros. Las
universidades ofrecen permanentemente una pléyade de calificados y brillantes graduados
ansiosos de trabajar con sueldos iniciales bajos por la oportunidad de obtener experiencia, en
la esperanza de lograr una mayor remuneración más adelante. Los aeropuertos internacionales
proporcionan un acceso directo al resto del mundo.

Tan importantes son estas facilidades, en especial las universidades y los aeropuertos,
que su proximidad estimula los esfuerzos colectivos de los analistas simbólicos, incluso en un
árido desierto o en una gélida tundra. Con una universidad prestigiosa y un aeropuerto
internacional se combinan los rudimentos básicos del análisis simbólico: cerebros y rápido
62
acceso al resto del mundo.

IV
Aun así las áreas analítico-simbólicas evolucionan. El estímulo inicial puede ser la
proximidad de algunas de esas entidades públicas, junto con la presencia de algunos talentos
creativos. Este prometedor escenario atrae a algunos analistas simbólicos, que a su vez son
seguidos por otros. A medida que el grupo gana experiencia en la identificación y resolución de
problemas, comienza a agregar valor a las redes empresariales. Algunos de ellos se
independizan para iniciar sus propias firmas, o bien reúnen sus habilidades para emprender
nuevos proyectos. Los intermediarios estratégicos, atraídos por esta creciente concentración
de habilidades, traen problemas aun más complejos, los cuales, a su vez, desarrollan las
capacidades de quienes trabajan en ellos. A medida que se agrega más valor a las redes
empresariales, el área comienza a adquirir prestigio internacional por las habilidades y
conocimientos exclusivos de los analistas simbólicos que allí trabajan, lo cual atrae más

62
Consultar, al respecto, "Universities and Regional Patterns of Commercial Innovation", de A.
Jaffe, publ. en REI Rewiew, Case Western Reserve University, setiembre de 1989; y "From
Backwater to Powerhouse: Stanford Engineering and Silicon Valley», de S. W. Leslie, Stanford,
marzo de 1990.
Robert Reich - El Trabajo de Las Naciones 41

talentos de otras partes del país (e incluso del mundo). Mientras tanto, los servicios
especializados se hacen accesibles, haciendo del área un lugar aun más atractivo. Este
modelo, o uno similar, ha caracterizado la evolución de los centros internacionales de
tecnología, finanzas, publicidad, música y cinematografía, televisión, ediciones y diseño
automovilístico, entre muchos otros.

Desde luego, este modelo evolutivo no es infalible. Muchas nuevas áreas no han logrado
establecer lazos con los centros mundiales. El proceso es gradual, complejo, y depende de la
interacción pública y privada. De allí la dificultad de intentar emular estas áreas
simbólico-analíticas para empezar de la nada en otros lugares del mundo.

Aun cuando un área surja como un centro mundial, no hay garantías de que lo siga
siendo. El éxito, de hecho, puede contribuir a la consecuente decadencia. El área puede llegar
a estar demasiado congestionada, contaminada, o ser demasiado cara para atraer a los
jóvenes y talentosos analistas simbólicos que una vez congregó. Sobre esa base se
fundamentan las eternas predicciones del inminente ocaso de Hollywood, Silicon Valley, o del
circuito financiero de Manhattan. Por otra parte, la intensidad y la velocidad de las
comunicaciones dentro del área también pueden hacerla peligrar. Las energías de los analistas
simbólicos pueden desviarse muy fácilmente de la innovación permanente a la moda del
momento. No es extraño, dentro de estas comunidades estrechamente vinculadas, que los
secretos comerciales se revelen, que se intercambien datos, o que los empleados fiables se
vayan con el competidor, llevándose consigo los clientes. Estas travesuras generan litigios y
represalias. Tampoco es infrecuente que los centros simbólico-analíticos sean escenario de
demandas y contrademandas, recriminaciones, e interminables rencores y disputas.

A pesar de estas tendencias regresivas, las áreas simbólico-analíticas de los Estados


Unidos siguen siendo, en su mayor parte, maravillosamente adaptables. Dentro de ellas, los
analistas simbólicos continúan perfeccionando sus habilidades para identificar y resolver
problemas conceptuales cada vez más desafiantes. Desde luego, la competencia de los
analistas extranjeros se ha intensificado. Pero sin un acceso directo a estas grandes y
dinámicas comunidades de aprendizaje, los de fuera están en seria desventaja.

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