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l at i noamérica

volumen 11 • número 4
octubre-diciembre 2011

El efecto de la globalización
sobre los ingresos y el empleo

Michael Spence

Cita recomendada:
Spence, Michael, (2011 ) “El efecto de la globalización sobre los ingresos y el empleo”, Foreign
Affairs Latinoamérica, Vol. 11: Núm. 4, pp. 97-108. Disponible en: www.fal.itam.mx
El efecto de la globalización
sobre los ingresos y el empleo
Las desventajas de integrar los mercados

Michael Spence
c

La globalización es el proceso mediante el cual los mercados se integran en


todo el mundo. A lo largo de los últimos 60 años, este proceso se ha acelerado de
manera constante a medida que las nuevas tecnologías y la experiencia adminis-
trativa han reducido el costo del transporte y de las transacciones, y conforme dis-
minuyen los aranceles y otras barreras artificiales para el comercio internacional.
El impacto ha sido sorprendente. Cada vez más países en desarrollo experimentan
tasas de crecimiento sostenido de entre el 7% y el 10%; trece países, incluida China,
han crecido en más del 7% por año durante 25 años o más. Aunque esto no estaba
claro al principio, el mundo se encuentra ahora un poco más allá del punto medio
en un proceso de un siglo de duración en el que los ingresos en los países en desa-
rrollo han ido convergiendo hacia los de los países desarrollados. Ahora, el impacto
de las economías emergentes sobre la economía mundial y las economías avanza-
das está aumentando rápidamente.
Hasta hace aproximadamente una década, el efecto de la globalización sobre la
distribución de la riqueza y de los puestos de trabajo fue, en gran medida, benigno.
En promedio, las economías avanzadas estaban creciendo a una respetable tasa del
2.5%, y en la mayoría de ellas, la amplitud y variedad de las oportunidades de empleo
en distintos niveles educativos parecían estar aumentando. Con ayuda externa,
incluso los países devastados por la Segunda Guerra Mundial se recuperaron. Los
bienes importados se abarataron a medida que los mercados emergentes partici-
paban en la economía global, lo cual benefició por igual a los consumidores de los
países desarrollados y en desarrollo.

Michael Spence es investigador visitante distinguido en el Council on


Foreign Relations y autor de The Next Convergence: The Future of Economic
Growth in a Multispeed World. Recibió el Premio Nobel de Economía en 2001.

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El efecto de la globalización sobre los ingresos y el empleo

Pero a medida que los países en desarrollo crecían y se enriquecían, su estruc-


tura económica cambió en respuesta a las fuerzas de la ventaja comparativa: subie-
ron en la cadena de valor agregado. Ahora, los países en desarrollo producen cada
vez más el tipo de componentes de alto valor agregado que hace 30 años eran del
ámbito exclusivo de las economías avanzadas. Este ascenso es un cambio perma-
nente e irreversible. Dado que China y la India —que en conjunto representan
casi el 40% de la población mundial— están subiendo decididamente esta esca-
lera, los cambios económicos estructurales en los países emergentes sólo tendrán
más impacto sobre el resto del mundo en el futuro.
Al reubicar algunas partes de las cadenas internacionales de suministro, la glo-
balización ha afectado casi en todas partes el precio de los bienes, los patrones de
trabajo y los salarios. Está cambiando la estructura de las economías individuales
de tal manera que afectan a diferentes grupos dentro de esos países de forma dis-
tinta. En las economías avanzadas, está cambiando la distribución de las oportu-
nidades de empleo y de los ingresos.
Durante la mayor parte del período de la Posguerra, los formuladores de políti-
cas públicas estadounidenses asumieron que el crecimiento y el empleo iban de la
mano; además, el desempeño de la economía de Estados Unidos confirmó amplia-
mente esta hipótesis. Sin embargo, la actual evolución estructural de la economía
global y su efecto sobre la economía estadounidense significa que, por primera vez,
el crecimiento y el empleo en Estados Unidos están comenzando a divergir. Las
principales economías emergentes son cada vez más competitivas en áreas en las
que la economía estadounidense había dominado históricamente, como el diseño
y la fabricación de semiconductores, los productos farmacéuticos y los servicios de
tecnología de la información.
Al mismo tiempo, muchas oportunidades de trabajo en Estados Unidos
están pasando de los sectores que están experimentando el mayor crecimiento
hacia los que están creciendo menos. El resultado es una creciente disparidad
en los ingresos y en el empleo a lo ancho de la economía estadounidense, en la
que los trabajadores con más educación tienen más oportunidades, y los traba-
jadores con menor nivel educativo se enfrentan a una menor oferta laboral y a
ingresos estancados. Es urgente que el gobierno de Estados Unidos desarrolle
una política de largo plazo para hacer frente a estos efectos distributivos y a su
base estructural, y que restablezca la competitividad y el crecimiento de la eco-
nomía estadounidense.

desempleado en estados unidos


Entre 1990 y 2008, el número de trabajadores empleados en Estados Unidos
pasó de cerca de 122 millones a alrededor de 149 millones. De los cerca de 27 millo-
nes de empleos creados durante ese período, el 98% se creó en el sector no comer-
ciable de la economía estadounidense, el sector que produce bienes y servicios que

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Michael Spence

deben ser consumidos en el país. Los mayores empleadores en el sector no comer-


ciable en Estados Unidos fueron el gobierno (con 22 millones de empleos en 2008)
y la industria de la salud (con 16 millones de empleos en 2008). En conjunto, las
dos industrias crearon diez millones de nuevos empleos entre 1990 y 2008, o poco
menos del 40% de las incorporaciones totales. (La venta al menudeo, la construc-
ción, y la industria hotelera y restaurantera también han contribuido significativa-
mente al aumento del empleo.) Mientras tanto, el empleo apenas creció en el sector
comerciable de la economía estadounidense, el sector que produce bienes y servi-
cios que se pueden consumir en cualquier lugar, como productos manufacturados,
ingeniería y servicios de consultoría. Ese sector, que representaba más de 34 millo-
nes de empleos en 1990, sólo agregó la insignificante cantidad de 600 000 puestos
de trabajo entre 1990 y 2008.
Dramático: las nuevas tecnologías que ahorran mano de obra en los servi-
cios de información eliminaron algunos puestos de trabajo en toda la econo-
mía estadounidense. Pero el hecho de que muchas actividades de manufactura,
principalmente los componentes de menor valor agregado, se han trasladado a las
economías emergentes es lo que más ha afectado al empleo en Estados Unidos. Esta
tendencia está provocando que el empleo decline en casi todo el sector manufac-
turero del país, excepto en el extremo superior de la cadena de valor agregado. Sin
embargo, el empleo está aumentando en otras partes del sector comerciable; prin-
cipalmente en el sector financiero, de diseño e ingeniería de computadoras, y en
puestos directivos de las empresas multinacionales. Al igual que el extremo superior
de la cadena de producción, estas industrias y puestos en expansión suelen emplear
a personas con estudios superiores, y son las áreas en las que la economía de Esta-
dos Unidos sigue teniendo una ventaja comparativa y en las que puede competir
con éxito en la economía internacional.
En otras palabras, la estructura del empleo de la economía estadounidense se
ha ido desplazando del sector comerciable, a excepción de la parte superior de la
cadena de valor agregado, hacia el sector no comerciable. Esto representa un pro-
blema, porque es probable que en el futuro el sector no comerciable genere menos
empleos de lo esperado. Por otra parte, la gama de oportunidades de empleo dis-
ponibles en el sector comerciable se está reduciendo, lo que limita las opciones
para los trabajadores estadounidenses del grupo de ingresos medios. Sería poco
sensato suponer que, en las actuales circunstancias, el empleo en el gobierno y el
cuidado de la salud en Estados Unidos continuarán creciendo tanto como antes
de la reciente crisis económica. En todo caso, es sorprendente que la economía
estadounidense no hubiera tenido un problema de empleo importante hasta la
reciente crisis económica. Si el sector no comerciable continúa perdiendo su capa-
cidad de absorber mano de obra, como lo ha hecho en los últimos años, y el sector
comerciable no se convierte en un motor de empleo, Estados Unidos se debe pre-
parar para un largo período de alto desempleo.

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en mi opinión
Una manera de medir el tamaño de una empresa, industria o economía
es determinar su producción. Pero es mejor aún determinar su valor agregado; es
decir, la diferencia entre el valor de sus productos (los bienes y servicios que pro-
duce) y los costos de sus insumos (las materias primas y la energía que consume).
(El valor agregado proviene del capital y de la mano de obra que a su vez convier-
ten los insumos en productos.) Los bienes y servicios son adquiridos a menudo
como insumos intermedios por otras empresas o industrias, como los servicios jurí-
dicos contratados por una empresa, por ejemplo. El valor agregado producido por
todas las industrias de todos los sectores de la economía forma el pib de ese país.
A diferencia del empleo, el valor agregado de las partes comerciables y no
comerciables de la economía estadounidense ha aumentado a una tasa similar
desde 1990. En el sector no comerciable, que experimentó un crecimiento rápido
del empleo, esto significa que el valor agregado aumentó un poco más rápido que
el empleo: el valor agregado por empleado aumentó modestamente, a un promedio
anual de 0.7% desde 1990. En el sector comerciable de la economía de Estados Uni-
dos, donde los niveles de empleo aumentaron muy poco, el valor agregado general
y por empleado aumentó rápidamente cuando el sector comerciable estadouni-
dense subió en la cadena de valor agregado y creció en sincronía con la economía
global. Mientras que en el sector no comerciable el valor agregado por empleado
pasó de 72 000 dólares a más de 80 000 dólares entre 1990 y 2008, en el sector
comerciable subió de 79 000 a 120 000 dólares; en otras palabras, el aumento fue de
sólo 12% en el sector no comerciable, pero de casi el 52% en el sector comerciable.
Lo más sorprendente son las tendencias dentro del sector comerciable. El valor
agregado aumentó en ese sector, incluso en el financiero donde el empleo aumentó,
y en la industria manufacturera, donde el empleo disminuyó, en general. De hecho,
en el extremo superior de la cadena de producción, el valor agregado aumentó tanto
que superó las pérdidas en el extremo inferior causadas por el traslado de la acti-
vidad económica de Estados Unidos a otros países.
El valor agregado representa un ingreso para alguien. Para las personas emplea-
das, significa ingreso personal; para los accionistas y otros propietarios de capital,
ganancias o rendimiento de la inversión; para el gobierno, ingresos fiscales. En
general, los ingresos de los trabajadores están estrechamente relacionados con el
valor agregado por empleado (no obstante, no es el caso de la industria minera y
de servicios públicos en las que el valor agregado por empleado es mucho mayor
que los salarios, ya que estas actividades son muy intensivas en cuanto a capi-
tal, y la mayor parte del valor agregado es un rendimiento del capital). Dado que
el valor agregado en la parte no comerciable de la economía estadounidense no
aumentó mucho, tampoco subió el ingreso promedio del sector. En el sector de
bienes comerciables, por otra parte, los ingresos subieron rápidamente junto con
el valor agregado por empleado gracias al aumento en la productividad en algu-
nas industrias y al traslado de empleos de menor ingreso a otros países. Además,

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como la mayoría de los empleos nuevos se creó en la parte no comerciable de la


economía, en la que los salarios aumentaron poco, la distribución del ingreso en
la economía estadounidense se tornó más desigual.
El panorama general es claro: los ingresos y las oportunidades de empleo son
altos, y están aumentando, para la gente con mayor educación formal, en el extremo
superior del sector comerciable de la economía estadounidense, pero están dismi-
nuyendo en el extremo inferior. Hay muchas razones para creer que estas tenden-
cias continuarán. A medida que las economías emergentes siguen subiendo en la
cadena de valor agregado —deben hacerlo para seguir creciendo—, los sectores
comerciables de las economías avanzadas requerirán menos mano de obra, y las
tareas que requieren más personal se desplazarán hacia las economías emergentes.
Los trabajadores altamente calificados de Estados Unidos ya están gravitando
hacia las partes de alto valor agregado de la economía, especialmente en el sector
comerciable. Como han observado los economistas, el rendimiento de la educa-
ción va en aumento. Los que cuentan con mayor educación, y sólo ellos, tienen
más oportunidades de empleo e ingresos más altos. La competencia para los tra-
bajadores altamente capacitados del sector comerciable se derrama hacia el sector
no comerciable, y aumentan los ingresos en la zona de alto valor agregado de ese
sector. No obstante, al haber menos puestos de trabajo en la parte de menor valor
agregado del sector comerciable, la competencia por trabajos similares en el sec-
tor no comerciable va en aumento. Esto, a su vez, deprime aún más el crecimiento
de los ingresos en la parte de menor valor agregado del sector no comerciable.
Así, la estructura cambiante de la economía mundial tiene efectos diversos
sobre diferentes grupos de personas en Estados Unidos. Las oportunidades se
están ampliando para las personas muy calificadas en todos los ámbitos econó-
micos: se están expandiendo en el sector comerciable debido a que la economía
mundial está creciendo, y en el sector no comerciable, porque ese mercado labo-
ral debe seguir siendo competitivo frente al sector comerciable. No obstante, las
oportunidades se reducen para los menos calificados.
Frente a un resultado económico no deseado, los economistas tienden a pen-
sar que la causa es una falla del mercado. Las fallas del mercado son muy diversas:
desde las ineficiencias causadas por falta de información hasta el efecto imponde-
rable de externalidades como el medio ambiente. Sin embargo, el efecto de la evo-
lución estructural de la economía global sobre la economía estadounidense no es
una falla del mercado: no es un resultado económicamente ineficiente. (En todo
caso, la economía mundial se está volviendo cada vez más eficiente en general.)
Pero no deja de ser un motivo de preocupación, ya que está creando un problema
de distribución en las economías avanzadas. No todo el mundo está ganando en
esos países, y algunos podrían estar perdiendo.
Aunque todos se benefician del menor precio de los bienes y servicios, a la gente
también le preocupa mucho tener la oportunidad de contar con un empleo pro-
ductivo, así como la calidad de su trabajo. La disminución de las oportunidades

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laborales parece ser real e inmediata; el aumento de los ingresos reales que produ-
cen los precios más bajos, no. Por ejemplo, según encuestas recientes, un número
importante de estadounidenses cree que sus hijos tienen menos oportunidades que
ellos. La lenta recuperación de la reciente crisis económica puede estar afectando
estas percepciones, lo que significa que podrían desaparecer cuando la situación
mejore y se recupere el crecimiento. Sin embargo, la evolución estructural de largo
plazo de la economía estadounidense y mundial sugiere que los problemas de dis-
tribución permanecerán; es necesario tomarlos en serio.

cómo hacer que funcione


Los analistas se han apresurado a señalar que no todos los cambios
estructurales que se están produciendo en la economía de Estados Unidos se
deben atribuir a una mayor apertura en la economía mundial. Algunos cambios
importantes en los patrones de empleo y de distribución del ingreso son resul-
tado de la tecnología de la información que ahorra mano de obra y de la auto-
matización de las transacciones. La automatización, sin duda, ha reducido los
empleos en las partes de la cadena de valor agregado de la economía estadouni-
dense que requieren mucha información y transac-
ciones, tanto en el sector comerciable como en el no
comerciable. Pero si ésa fuera la única tendencia, ¿por Los cambios en la
qué se reduce más el empleo en la industria manufac-
turera que en otras industrias? economía mundial
Una respuesta podría ser que el procesamiento y la
automatización de la información ocupan una fracción están creando
más importante de la cadena de valor agregado de la disparidades cada
manufactura, pero eso no es cierto. La tecnología de
procesamiento de información, por ejemplo, ha eli- vez mayores en
minado puestos de trabajo en la economía estadouni-
dense, incluso en el sector financiero, gubernamental
los ingresos y
y de venta al menudeo, áreas en las que el empleo ha en el empleo de
aumentado. Los cambios en la tecnología por sí solos
no pueden explicar las tendencias estructurales que afec- Estados Unidos.
tan la economía de Estados Unidos. Pensar lo contra-
rio provoca que se llegue a la conclusión incorrecta de
que la tecnología, y no la economía global, es la causa principal de los problemas
laborales de Estados Unidos, y que las fuerzas más importantes que operan sobre
la estructura de su economía son internas, no externas. Aunque todos estos facto-
res son importantes, algunos de ellos son más significativos en ciertos sectores de
la economía que en otros.
Si usar la tecnología como la explicación preferida para los problemas distri-
butivos de la economía estadounidense es una manera de ignorar los cambios

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estructurales de la economía mundial, utilizar a las compañías multinacionales


como explicación preferida es una manera de exagerar su impacto. Se dice que
estas empresas pagan salarios más bajos y explotan de otras formas a los pobres
de los países en desarrollo, exportando empleos que deberían haberse quedado en
Estados Unidos.
Las compañías multinacionales, sin duda, desempeñan un papel central en el
manejo de la evolución de la economía global. Son los principales arquitectos de
las cadenas de suministro globales, y trasladan la producción de bienes y servicios
por todo el mundo en respuesta a oportunidades que están cambiando constan-
temente en la cadena de suministro y en el mercado. Las empresas multinacio-
nales han generado crecimiento y empleo en los países en desarrollo, y al trasladar
a esos países algunas partes de menor valor agregado de sus cadenas de suminis-
tro, han aumentado el crecimiento y la competitividad de las economías avanzadas
como la de Estados Unidos. Un informe de junio de 2010 del McKinsey Global
Institute estimaba que las empresas multinacionales con sede en Estados Unidos
representaban el 31% del aumento del pib de ese país desde 1990.
Con suficiente mano de obra disponible en diversas categorías educativas y de
habilidades en el sector comerciable mundial, las empresas tienen pocos incen-
tivos para invertir en tecnologías que ahorran mano de obra o para aumentar de
otra manera la competitividad de las actividades de valor agregado que requieren
mucha mano de obra en las economías avanzadas. En
resumen, el interés de las compañías (utilidades) y el
El gobierno de interés del público (empleo) no se alinean a la perfec-
ción. Estas condiciones podrían no continuar: si el
Estados Unidos crecimiento sigue siendo alto en las economías emer-
gentes, en 2 ó 3 décadas habrá menos mano de obra
tendrá que buscar barata disponible. Sin embargo, 20 ó 30 años es
el equilibrio entre mucho tiempo.
Mientras tanto, a pesar de que los intereses público
promover el y privado no están perfectamente alineados hoy en día,
empleo y reducir la tampoco son totalmente opuestos. Cambios relativa-
mente modestos en los márgenes podrían sincroni-
disparidad de los zarlos de nuevo. Dado el enorme tamaño de la fuerza
laboral global, no sería necesario hacer demasiados
ingresos. ajustes para restablecer el crecimiento del empleo
en el sector comerciable de la economía estadouni-
dense. En concreto, la combinación correcta de tec-
nología para mejorar la productividad y de niveles salariales competitivos podría
mantener algunas industrias manufactureras, o al menos algunas partes de valor
agregado de sus cadenas de producción, en Estados Unidos y en otros países avan-
zados. Sin embargo, lograr esto requiere más que una decisión del mercado; tam-
bién deben participar los trabajadores, las empresas y los gobiernos. Alemania, por

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ejemplo, ha logrado mantener sus actividades de fabricación avanzada en maquina-


ria industrial eliminando las rigideces del mercado laboral y haciendo un esfuerzo
consciente para privilegiar el empleo en lugar del rápido incremento de los ingre-
sos. Quizá los ingresos aumentaron modestamente en Alemania durante la década
pasada, pero la desigualdad salarial es mucho menor que en Estados Unidos, donde
es mucho más alta que en otros países industriales y donde está aumentando de
forma constante.
Condicionar el acceso al mercado interno a la producción nacional es una forma
de proteccionismo y una manera de tratar de limitar la salida del país de los pues-
tos de trabajo y de los componentes de valor agregado de la cadena de suministro.
Esto es más común de lo que podría suponerse: existe en la industria aeroespacial.
Y en los años setenta y ochenta, en la industria automotriz, las cuotas sobre las
importaciones japonesas a Estados Unidos provocaron una expansión de la fabri-
cación de automóviles japoneses en Estados Unidos. Sin embargo, si las grandes
economías —como China, Estados Unidos, Japón o la Unión Europea— aplican
medidas proteccionistas en un frente amplio, la economía mundial se verá soca-
vada. Sin embargo, eso puede ser exactamente lo que sucederá si los problemas de
empleo, como los que afectan a Estados Unidos, no se abordan de manera dife-
rente. Dada la presión sobre los presupuestos gubernamentales en todos los nive-
les, los crecientes costos de la atención médica, el frágil mercado inmobiliario, el
esfuerzo posterior a la crisis para frenar el exceso de consumo y estimular el aho-
rro, y el riesgo de una segunda recesión económica, es muy poco probable que el
empleo neto en el sector no comerciable de la economía estadounidense siga cre-
ciendo tan rápidamente como lo había hecho hasta ahora.
El descenso del consumo interno en Estados Unidos ha dejado al país con
una escasez de demanda agregada. Una mayor inversión del sector público podría
ayudar, pero la consolidación fiscal que se está llevando a cabo podría dificul-
tar la ampliación de la inversión gubernamental. Mientras tanto, debido a que la
inversión privada responde a la demanda y a que actualmente hay un déficit de la
demanda causada por la crisis económica y por un mayor ahorro de las familias, la
inversión no volverá hasta que aumente el consumo interno o las exportaciones.
Por lo tanto, Estados Unidos tendrá que concentrarse en aumentar el crecimiento
del empleo en el sector comerciable. Una parte del crecimiento provendrá, natural-
mente, de la fracción de alto valor agregado de ese sector. La pregunta es si habrá
suficiente crecimiento y si el nivel educativo de los trabajadores estadounidenses
se mantendrá a la par de los crecientes requisitos laborales de ese nivel. Hay razo-
nes para ser escépticos.

la gran desventaja
Es común pensar que el mercado resolverá las disparidades de empleo
y de ingresos una vez que la crisis económica desaparezca y se restablezca el

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crecimiento. Warren Buffet y otros líderes de opinión muy


inteligentes, experimentados e influyentes lo afirman clara-
mente. Pero como sugiere este análisis, podrían estar equi-
vocados. Mientras su punto de vista domine la política y
la opinión pública de Estados Unidos, será difícil abor-
dar los problemas relacionados con el cambio estructural
y el empleo en Estados Unidos de manera sistemática.
En lugar de negligencia benigna se necesita, primero,
estar de acuerdo en que restablecer las oportunidades de
empleo satisfactorio y bien remunerado para todos los
estadounidenses debe ser un objetivo fundamental.
Con ese objetivo como punto de partida, será necesa-
rio desarrollar estrategias para aumentar la competiti-
vidad y la integración de la economía estadounidense.
Éste es en gran medida un territorio desconocido:
los problemas de distribución son difíciles de resol-
ver debido a que requieren corregir los resultados del
mercado mundial, sin hacer demasiado daño a su efi-
ciencia y apertura. Sin embargo, admitir que no se
conocen todas las respuestas es un buen comienzo.
Dada la gran incertidumbre sobre la eficacia de
las diversas opciones de política, lo mejor es aplicar
un enfoque múltiple y que tome en cuenta a diferen-
tes participantes para abordar estos problemas de dis-
tribución. El conocimiento fundamental sobre nuevas y
prometedoras tecnologías y oportunidades de mercado
se encuentra disperso entre las empresas, el gobierno, los
trabajadores y las universidades, y es necesario reunirlo y
convertirlo en iniciativas. El presidente Barack Obama ya
ha designado una comisión, encabezada por Jeffrey Immelt, Direc-
tor Ejecutivo de General Electric, para analizar los problemas de competitividad
y empleo de la economía estadounidense. Éste es un paso importante. No obs-
tante, va a ser muy difícil hacer las inversiones necesarias en capital humano, tec-
nología e infraestructura en un momento de dificultades fiscales y menor empleo
gubernamental. Sin embargo, restablecer las oportunidades para las generaciones
futuras requiere hacer sacrificios en el presente.
Debido a los cambios estructurales que se están produciendo en la economía
de Estados Unidos —en especial, la creciente demanda de trabajadores altamente
capacitados en el extremo superior de la cadena de valor agregado—, es necesario
impulsar la educación. La mayor cantidad posible de personas debería poder com-
petir en esa parte de la economía. Pero si esta meta es clara, la manera de lograrlo
no lo es tanto. Mejorar el desempeño del sistema educativo ha sido una prioridad

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desde hace algunos años, pero los resultados son dudosos. Por ejemplo, la Orga-
nización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos aplica un conjunto de
pruebas estandarizadas, el Programa para la Evaluación Internacional de Alum-
nos, en más de 60 países, desarrollados y en desarrollo, para medir las habilida-
des cognitivas de los estudiantes adolescentes. Estados Unidos se encuentra cerca
de la media en lectura y ciencias, y muy a la zaga de la mayoría de los países en
matemáticas.
Los problemas en la calidad y en la eficacia de algunos aspectos del sistema
educativo estadounidense se han reconocido desde hace algún tiempo. Hasta el
momento, los numerosos intentos por mejorar las cosas, incluida la aplicación
nacional de pruebas estandarizadas y el sistema de compensaciones basadas en

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méritos, no han dado resultados concluyentes. El problema va más allá del sis-
tema escolar. La falta de compromiso con la educación por parte de las familias y
las comunidades provoca que todo el campo de la educación parezca poco atrac-
tivo, lo que desalienta a los profesores dedicados y ahuyenta de la enseñanza a los
estudiantes talentosos. Eso, a su vez, reduce el incentivo para que las comunidades
valoren la importancia de la educación. Para romper con este patrón, será necesario
cambiar el valor que las comunidades —y el país— le dan a la educación, mediante
un liderazgo moral, tanto a nivel comunitario como nacional. Crear oportunidades
de empleo atractivas, condicionadas al éxito académico, es otro incentivo impor-
tante. Así se llega al punto de partida; en otras palabras: se necesita una mayor
efectividad educativa para que Estados Unidos sea competitivo, y la promesa de
un empleo satisfactorio y bien remunerado es un incentivo necesario para com-
prometerse con mejorar la educación.
A pesar de lo importante que es la educación, no puede ser la única solución;
Estados Unidos no va a salir de sus problemas con educación. El gobierno federal
y los gobiernos estatales deben seguir líneas de ataque complementarias. Deben
invertir en infraestructura, lo que crearía empleos en el corto plazo y aumentaría el
rendimiento de la inversión del sector privado en el mediano y largo plazos. Tam-
bién deben invertir en tecnologías que podrían ampliar las oportunidades de empleo
en el sector comerciable de la economía estadounidense en los niveles de ingreso
que no sean los más altos. El sector privado tendrá que ayudar a guiar estas inver-
siones, ya que tiene gran parte del conocimiento sobre dónde se podrían encon-
trar estas oportunidades. Empero, este esfuerzo también requerirá la participación
del sector público. El gobierno de Estados Unidos ya hace grandes inversiones en
ciencia y tecnología, pero la creación de empleos no es su principal objetivo; gene-
ralmente, se ve sólo como un efecto secundario benéfico. Ya es hora de dedicar
fondos públicos para desarrollar la infraestructura y la base tecnológica de la eco-
nomía estadounidense con el objetivo específico de restaurar la competitividad y
ampliar el empleo en el sector comerciable.
La estructura tributaria también se debe reformar. Se debe simplificar y recon-
figurar para promover la competitividad, la inversión y el empleo. Asimismo, se
deben eliminar las lagunas y los incentivos distorsionadores. Por ejemplo, las tasas
impositivas corporativas y las tasas impositivas sobre el rendimiento de las inver-
siones se deben reducir para que Estados Unidos sea más atractivo para los nego-
cios y la inversión. Actualmente, las empresas multinacionales que tienen ganancias
fuera de Estados Unidos tienen un fuerte incentivo para mantener sus ganancias
en el extranjero y para reinvertir en el extranjero porque las ganancias son grava-
das, tanto en el lugar en el que se obtienen como en Estados Unidos si son repa-
triadas. La reducción de las tasas impositivas provocaría una pérdida de ingresos
para el gobierno de Estados Unidos, pero éstos se podrían sustituir por impuestos
al consumo, que tendrían el beneficio adicional de ayudar a modificar la compo-
sición de la demanda de productos nacionales a productos extranjeros, una acción

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El efecto de la globalización sobre los ingresos y el empleo

necesaria si Estados Unidos quiere evitar el alto desempleo y un déficit insosteni-


ble en cuenta corriente.
No obstante, incluso estas medidas podrían ser insuficientes. La globalización
ha redefinido la competencia por el empleo y por los ingresos en Estados Uni-
dos. Será necesario hacer ciertos sacrificios en ambos frentes. Alemania optó cla-
ramente por proteger el empleo en las industrias de su sector comerciable que se
vieron amenazadas por la competencia. Ahora, los formuladores de políticas públi-
cas de Estados Unidos también deben tomar una decisión.
Algunos argumentarán que se debe permitir a las fuerzas globales del mercado
que operen sin interferencia. Al manipular los resultados del mercado, argumen-
tan, se corre el riesgo de distorsionar los incentivos y reducir la eficiencia y la inno-
vación. No obstante, ésta no es la única opción ni la mejor. La distribución del
ingreso en muchas economías avanzadas (y en las principales economías emer-
gentes) difiere notablemente. Por ejemplo, la relación entre el ingreso promedio
del 20% superior de la población frente al ingreso promedio del 20% inferior es
de cuatro a uno en Alemania y de ocho a uno en Estados Unidos. Muchos otros
países avanzados tienen una distribución de ingresos más horizontal que Estados
Unidos, lo que sugiere que las compensaciones entre las fuerzas del mercado y la
equidad son posibles. El gobierno de Estados Unidos necesita hacerles frente.

la experiencia para salir adelante


Los enormes cambios que se han producido en la economía mundial
desde la Segunda Guerra Mundial han tenido efectos extremadamente positivos.
Cientos de millones de personas en el mundo en desarrollo han escapado de la
pobreza, y otros tantos lo harán en el futuro. La economía mundial seguirá cre-
ciendo, probablemente al menos tres veces en los próximos 30 años. Las ganancias
de una persona no son necesariamente las pérdidas de otra; el crecimiento global
no está aproximando a un juego de suma cero. Sin embargo, la globalización per-
judica a ciertos subgrupos de algunos países, incluidas las economías avanzadas.
El fallecido economista estadounidense Paul Samuelson dijo: “Toda buena
causa bien vale algunas ineficiencias”. Sin duda, la equidad y la cohesión social son
algunas de ellas. El desafío para la economía estadounidense consistirá en encon-
trar un lugar en la cambiante economía global que mantenga su dinamismo y aper-
tura, mientras les brinda a todos los estadounidenses oportunidades de empleo
satisfactorio y bien remunerado, así como un grado razonable de equidad. No hay
respuestas fáciles para este problema. Cuando se vuelva más apremiante, será nece-
sario dejar de lado la ideología y la ortodoxia, y fomentar la creatividad, la flexibi-
lidad y el pragmatismo. Estados Unidos no podrá deducir las soluciones: tendrá
que echar mano de la experiencia para salir adelante. c

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