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Elementos para una teoría del conflicto social

I
Dahrendorf comienza asegurando que existe una actitud negativa, hostil, acerca de los
conflictos sociales, tanto en sociedades totalitarias como liberales. Esta actitud contiene dos
graves errores implícitos con manifiestas consecuencias: quien considera el conflicto como una
enfermedad no comprende la idiosincrasia de las sociedades históricas, y quien echa la culpa de
los conflictos a “los otros”, indicando con ello que cree en sociedades sin conflicto, entrega el
análisis a un sueño utópico. Toda sociedad sana conoce y reconoce los conflictos en su
estructura.
En esta actitud ha seguido la sociología a la sociedad por ella estudiada, que ha olvidado
algunas de las preguntas que se hacían los primeros teóricos y se ha centrado en la cuestión que
tanto aludió Parsons: ¿qué cosa mantiene unidas a las sociedades? Esta pregunta no responde a
qué es lo que produce el cambio social, conduciendo a una unilateralidad explicativa. Si bien,
académicos como Coser, Aron, Coleman o Sheppard, entre otros, al ser consciente de esta
unilateralidad han trabajado sobre cuestiones de conflicto social, un campo de estudio que se
volvió fecundo e interdisciplinar.
Dentro de su línea argumentativa, Dahrendorf parte de que siempre nos toparemos con
conflicto allá donde existan sociedades humanas, a partir de lo cual se plantea elaborar una
teoría del conflicto. Señala que una teoría general del conflicto social ha de ser necesariamente
abstracta y con pocos ejemplos, y debe responder las siguientes cuestiones, que Dahrendorf va
dilucidando durante el texto:
1. ¿Qué hay que entender por conflicto social y qué clases de conflictos podemos
distinguir en las sociedades históricas? Estas preguntas son de tipo definitorio y
clasificatorio.
2. ¿Dentro de qué imagen social se ofrecen los conflictos sociales a la captación
racionalizadora de la teoría científica?
3. ¿Cómo se pueden determinar los puntos de partida estructurales de determinadas
especies de conflictos sociales?
4. ¿De qué modo se despliegan los conflictos sociales ante el fondo de determinadas
relaciones estructurales sociales?
5. ¿Cuáles son las dimensiones de variabilidad de determinadas especies de conflictos
sociales y en qué condiciones varían las formas conflictivas dentro de estas
dimensiones?
6. ¿De qué modo pueden regularse los conflictos sociales?
II
En su teoría, el conflicto debe designar la relación de elementos que puedan caracterizarse por
una opinión de tipo objetivo (“latente”) o subjetivo (“manifiesto”), como la lucha por el poder
de dos partidos políticos, o dos solicitantes que se esfuerzan por obtener un puesto. La oposición
entre elementos concurrentes puede ser consciente o deducida, querida o impuesta por las
circunstancias (el grado de consciencia no es importante para designar relaciones como
constitutivas de conflicto). En este sentido, todo conflicto puede reducirse a una relación entre
dos elementos; siempre que participen muchos partidos, son las coaliciones las que crean el
conflicto como tal entre dos elementos. Así, los elementos del conflicto dado pueden ser en su
seno multiformes.
Un conflicto se le llamará social cuando deviene de la estructura de las unidades
sociales, cuando es supraindividual. De este modo, un conflicto entre dos individuos que solo se
base en que ambos se encuentran enemistados no constituye un conflicto social. Señala
Dahrendorf que esta limitación es importante en dos casos: por una parte, hay en unidades
sociales muy pequeñas (roles, grupos) frecuentemente diferencias que no poseen relevancia
estructural y a las que no se aplica la teoría del conflicto social; por otra parte, es sencillo
suponer que las discusiones entre unidades sociales muy extensas precisan de una explicación
psicológica más que sociológica, algo que debe evitarse.
La definición de conflicto social incluye un gran número de fenómenos de conflicto,
una categoría analítica mucho más útil que estudiarlo como una serie de fenómenos distintos
(batallas, guerras, discusiones…). Aquí Dahrendorf, con tal de evitar generalidades o
implicaciones empíricamente insostenibles (“la historia de toda sociedad, hasta el presente, es la
historia de lucha de clases”) reivindica la necesidad de una clasificación de las especies de
conflicto social a partir de dos criterios que permitan dotar al análisis de multiformidad
explicativa:
Una primera manera de clasificación se ofrece partiendo del volumen de la unidad social, dentro
de la cual existe un conflicto dado. Aquí pueden distinguirse cinco especies de conflictos
sociales, partiendo de unidades menores a otras mayores:
A) Conflictos dentro y entre roles sociales individuales.
B) Conflictos dentro de grupos sociales dados.
C) Conflictos entre agrupaciones sociales organizadas (“grupos de intereses”) o no organizadas
(“cuasi grupos”) dentro de sectores institucionales de las sociedades.
D) Conflictos entre agrupaciones organizadas o sin organizar, que afectan a toda una sociedad.
E) Conflictos dentro de unidades mayores de uniones entre dos países, o dentro de federaciones
más amplias que pueden abarcar todo el mundo.
La segunda manera. dentro de cada una de estas unidades sociales (roles, grupos,
sectores, sociedades, relaciones supra sociales) hay:
1) Conflictos entre dos partes de la misma categoría.
2) Conflictos entre contendientes que, desde el punto de vista de su relevancia, son superiores o
inferiores.
3) Conflictos entre el total de la respectiva unidad y una parte de la misma.
Combinando las características de ambas clasificaciones se obtienen 15 especies
diversas de conflictos sociales. En este sentido, Dahrendorf sugiere agrupar en categorías a los
diferentes tipos de conflictos y dotarles de una teoría a cada uno de ellos: teorías del “conflicto
de roles”, “de la competencia”; de la “lucha de clases”, de “las minorías” y la “conducta
desviada”, de la “lucha proporcional” y de las “relaciones internacionales”. Según Dahrendorf,
entre esas especies de conflicto hay algunas que han caracterizado diferentes épocas y
determinadas sociedades, mientras otras han tenido un significado parecido en todas las
sociedades, como los conflictos de minorías. Por esta razón, Dahrendorf asegura que en su
exposición se centrará en los conflictos de “lucha de clases” D2, pues se trata de un fenómeno
más universal.
III ¿Qué hay que entender por conflicto social y qué clases de conflictos podemos
distinguir en las sociedades históricas?
A la hora de llevar a cabo The Structure of Social Action en 1937 Parsons se planteó cómo a
partir de la cuestión hobbesiana del orden cómo se puede conseguir una sociedad estable a
partir de la integración de sus individuos. Con ello, Parsons criticó duramente la solución de
Hobbes (y así, a los utilitaristas) por la que la cohesión se basa en la coacción y en la soberanía
de uno o unos pocos que ejercen el poder. Los hombres traspasan sus libertades a un poder
central que garantiza el orden social. La otra solución, preferida por Parsons, es la ofrecida por
Rousseau: la sociedad resulta de un acuerdo común, un contrato social que representa el valor
común de todos los hombres como seres sociales. Ambas soluciones al problema del orden
actúan como dos arquetipos del pensamiento social. Esta imagen “dicotómica” de la sociedad,
según la cual las sociedades humanas son entidades explosivas por estar en discordia, y que solo
pueden mantenerse unidas mediante la coacción tiene su versión en Hobbes, mientras que la
imagen armónica y “jerárquica” de la sociedad se refiere a muchos de los rasgos de Rousseau.
Señala Dahrendorf que la preeminencia de esta última imagen podría estar asociada por al
avance de la clase media, y habría contribuido al abandono del estudio de conflictos sociales.
Señala Dahrendorf que solo a partir del problema del orden en Hobbes puede hallarse un fondo
apropiado para una teoría sociológica del conflicto. Así, lo que llama teoría del consenso de la
integración social (funcionalista) descansa sobre cuatro tesis acerca de la esencia de las
sociedades humanas. Dahrendorf les da la vuelta para caracterizar los cuatro pilares de la teoría
del conflicto:
1) Toda sociedad es un sistema constante y estable de elementos (tesis de estabilidad).
2) Toda sociedad es un sistema equilibrado de elementos (tesis del equilibrio).
3) Cada elemento dentro de la sociedad contribuye al funcionamiento de esta (tesis de
funcionalismo).
4) Cada sociedad se mantiene gracias al consenso de todos sus miembros acerca de
determinados valores comunes (tesis del consenso),
Aquí, del mismo modo Dahrendorf caracteriza la base de la teoría coactiva de la sociedad, base
para una teoría del conflicto:
1) Toda sociedad y cada uno de sus elementos está sometido en todo tiempo al cambio (tesis de
la historicidad).
2) Toda la sociedad es un sistema de elementos contradictorios en sí y explosivos (tesis de la
explosividad).
3) Cada elemento dentro de la sociedad contribuye a su cambio (tesis de la disfuncionalidad y
productividad).
4) Toda sociedad se mantiene gracias a la coacción que algunos de sus miembros ejercen sobre
los otros (tesis de la coacción).
La teoría del conflicto social permite comprender los conflictos en el seno de las sociedades
humanas con mayor facilidad. El conflicto se presenta como un factor necesario en todos los
procesos de cambio. Esta orientación excluye el pensamiento utópico, y se encuentra más
cercana a la realidad social, así como también de la idea de libertad, según Dahrendorf.
IV ¿Dentro de qué imagen social se ofrecen los conflictos sociales a la captación
racionalizadora de la teoría científica?
En este punto, Dahrendorf señala que el primordial elemento en la estructura de las sociedades
históricas que proporciona alimento a los conflictos es el “conflicto de clases” entre partes supra
y subordinadas en las sociedades en conjunto. En este sentido, Dahrendorf señala que todas las
desigualdades de categoría (capitalistas y proletarios/conflictos entre los que ganan más de 500
marcos y los que ganan menos/conflictos entre élites “hierocráticas”, “aristocráticas” o
“meritocráticas”) pueden reducirse al desigual reparto del poder en los grupos sociales, de modo
que los conflictos son siempre conflictos en razón de poder y acerca de este. Todas las
desigualdades de categoría no son más que formas especiales de la desigualdad general del
reparto del poder legítimo.
La tesis del ensayo se centra en la búsqueda del origen estructural de los conflictos
sociales en las relaciones de dominio inmersas en ciertas unidades de la organización social.
Para estas unidades, Dahrendorf pergeña la idea de “asociación de dominio” esbozada por
Weber. En este sentido, Weber define dominio como “la oportunidad de hallar obediencia para
un mandato de un contenido dado en personas susceptibles de recibir dicho mandato”. Tal
definición contiene los siguientes elementos: 1. El dominio designa una relación de supra y
subordinación entre dos individuos o grupos. 2. La parte supra ordinada se espera que controle
la conducta de la parte subordinada. 3. Esta expectativa va unida a una posición
institucionalizada entre individuos o grupos. 4. El dominio se limita siempre a “contenidos
determinados” y a “personas susceptibles del mandato”, no es nunca un control absoluto sobre
otros y 5. Se sanciona la desobediencia a prescripciones dadas en razón de dominio; un sistema
de derecho vigila la efectividad del dominio.
Dahrendorf expresa que con la esta definición de dominio no se pueden resolver todos los
problemas analíticos y empíricos de la categoría de dominio. En toda asociación de dominio
pueden distinguirse dos grupos de aquellos que solo poseen los derechos fundamentales
comunes (“de ciudadanía”) y aquellos otros que poseen facultades de dominio más amplias. En
las grandes organizaciones burocráticas de las sociedades modernas puede indicarse para cada
puesto en una asociación de domino; así donde haya relaciones de dominio hay también
conflictos que proceden de ellas. Esta tesis permite enraizar el fenómeno universal del conflicto
social (“conflicto de clases”) en elementos normales de la estructura social. Es muy importante
tener en cuenta que este razonamiento no se puede extender a conflictos de otras especies, pues
muchos conflictos están motivados en circunstancias completamente diferentes.
III ¿Cómo se pueden determinar los puntos de partida estructurales de determinadas
especies de conflictos sociales?
Señala Dahrendorf que puede aplicarse el proceso de desarrollo de los conflictos a partir de
determinadas situaciones estructurales. El camino que lleva a la formación de grupos de
conflicto pasa analíticamente a través de tres etapas:
1) El punto de partida estructural. En función de las características estructurales primarias
pueden distinguirse en la unidad social de referencia dos “bandos” en el frente de un conflicto.
Estos agregados que ocupan determinadas posiciones sociales forman cuasi-grupos, un conjunto
manifiesto que ocupa posiciones sociales y a los que se atribuyen características comunes, de
cuya existencia no es necesario que se percaten los interesados. La pertenencia a cuasi-grupos
comporta la esperanza de representar determinados intereses latentes, intrínsecos a ciertas
posiciones sociales, ni es necesario que sean conscientes de estos intereses ni es preciso que se
acepten por ellos. “En cuanto que se nos presentan como portadores de posiciones sociales
posiblemente ajenas, pero unidas por la fuerza vinculativa de sanciones sociales, son los
conflictos hechos estructurales”. Es imposible sustraerse de los intereses latentes adheridos a
nuestra posición social, ni sustraernos de la expectativa de conformidad de los otros.
2) La segunda etapa consistirá en la propia cristalización, en la evolución consciente de los
intereses latentes, en la organización de los cuasi-grupos en agrupaciones fácticas. “Donde hay
intereses latentes no está lejos su epifanía”. Si bien, la inexorable organización de los conflictos
difiere en función de si se trata un “conflicto de clases”, “conflicto de roles” o “relaciones
internacionales”. Hay que tener en cuenta que esta cristalización solo se presenta cuando se
cumplen las “condiciones de organización”; condiciones técnicas (personales, ideológicas,
materiales), sociales (reclutamiento sistemático, comunicación) y políticas (libertad de
asociación). Siempre que algunas o todas estas condiciones no se den, permanecerán los
conflictos latentes. Cuando faltan las condiciones políticas de organización se convierte la
misma organización en objeto inmediato de conflicto.
3) La tercera etapa consiste en los mismos conflictos ya desarrollados. Los conflictos
constituyen elementos con una identidad personal visible. Cuando, por una parte, falta esa
identidad, nos topamos con conflictos incompletos, pero ello no quiere decir que pierda interés
para la teoría del conflicto. “En general. Se puede afirmar que todo conflicto dado alcanza su
configuración final solo en el momento en que los elementos integrantes del mismo presentan
una identidad organizada”.
IV ¿De qué modo se despliegan los conflictos sociales ante el fondo de determinadas
relaciones estructurales sociales?
Los conflictos sociales nacen de la estructura de las sociedades en la medida en que estas
constan de asociaciones de dominio. Son siempre discusiones cristalizadas entre partidos
organizados; si bien, conflictos emparentados por su origen no siempre se parecen en las
distintas sociedades y en los diversos tiempos. Por tanto, las formas de conflictos sociales
evolucionan, y la teoría del conflicto debe responder sobre las dimensiones y los factores de
variabilidad de los conflictos sociales. Respecto a las dimensiones de los conflictos sociales hay
dos que parecen resaltar: las de la intensidad y la violencia; los conflictos pueden ser más o
menos intensos y más o menos violentos, y una puede variar independientemente de la otra.
La dimensión de violencia se refiere a las formas de expresión de los conflictos sociales,
los medios que eligen los bandos en disputa para imponer sus intereses. En un extremo
encontramos la guerra, la guerra civil o una disputa armada, y en el otro extremo el diálogo, la
discusión y las negociaciones. En este sentido, las relaciones internacionales de la posguerra
ofrecen abundantes ejemplos de la diferenciación de la violencia de los conflictos.
Si bien, la violencia y la intensidad de los conflictos son dos cosas diferentes. La
intensidad se refiere al grado de participantes de los afectados en los conflictos dados; la
intensidad es grande si los costes de la derrota son cuantiosos. En este sentido, una de las
evoluciones más descollantes del conflicto industrial consiste en su pérdida de intensidad, pues
ya no hay tantos intereses en juego en cada disputa. Aquí Dahrendorf se pregunta sobre las
condiciones en que se asumen los conflictos sociales para ser más o menos violentos u intensos,
así como los factores.
Un primer conjunto de factores se desprende de la manifestación de los conflictos, pues
su propia manifestación constituye un paso en sí mismo para suavizarlo. Además, muchos
conflictos alcanzan su grado máximo de intensidad y violencia si disponen de los métodos
técnicos y condiciones sociales necesarias, pero se les niegan las condiciones políticas. Sin
duda, el más peligroso es el conflicto medio visible. Subraya Dahrendorf que parece tener más
importancia con respecto a la intensidad los factores de movilidad social; en la medida en que es
posible la movilidad -principalmente entre partes en disputa- pierden los conflictos en
intensidad, y al revés. Asimismo, otro de los grupos de factores capaz de influir en la intensidad
de los conflictos se trata del pluralismo social, la superposición o separación de sectores
estructurales sociales. Toda sociedad posee un indeterminado número de órdenes institucionales
con relativa independencia, pero aquí es posible una superposición de modo que tan solo un
grupo sea la voz cantante en todos los campos. A medida que crecen los fenómenos de
superposición, aumenta la intensidad de los conflictos, y a medida que la estructura social se
vuelve más plural disminuye la intensidad de los conflictos.
VII ¿Cuáles son las dimensiones de variabilidad de determinadas especies de conflictos
sociales y en qué condiciones varían las formas conflictivas dentro de estas dimensiones?
La represión del conflicto por parte de los dominantes es muy poco recomendada, ya que no es
solo inmoral, también es inefectivo. En la misma medida en que se intentan reprimir los
conflictos sociales aumentan estos en potencia, lo que acrecienta todavía más la represión, hasta
que el conflicto se vuelve inconmensurable. En este sentido, no todos los sistemas totalitarios
son sistemas de represión. La mayor parte de las formas estatales no democráticas imbrican la
represión y la regulación sutil de conflictos. Cuando no existe regulación, solo es cuestión de
tiempo en que el conflicto adquiera una “extrema violencia”, haciendo incluso la represión
ineficaz. Se han intentado alcanzar “soluciones” (como medio para hacer desaparecer la raíz de
cualquier oposición) de los conflictos mediante la intervención en las estructuras sociales
vigentes. En este sentido, para Dahrendorf los conflictos sociales no se dejan “resolver” en el
sentido de la supresión definitiva. Por ejemplo, la “sociedad sin clases” es un ejemplo de
represión bajo el manto hipócrita de la “solución definitiva” de los conflictos.
Dahrendorf habla de la regulación de conflictos como el medio (superior a la represión
y a la “solución”) capaz de disminuir la violencia de casi todas las especies de conflicto. Los
conflictos no desparecen con la regulación, pero en la medida en que esta permita canalizarlos
se harán más controlables. De este modo, el control positivo exige una serie de presupuestos.
Uno necesario es que se consideren los conflictos como inevitables. También es necesario que
toda intervención en un conflicto se limite a la regulación de sus formas y renuncie al intento
vano de extirpar sus causas, pues estas no se pueden eliminar. Se trata de canalizar los
conflictos a posteriori de su propia manifestación, y configurar unas “reglas del juego”
(contratos colectivos, leyes…) que serán efectivas si no dan preferencia a una de las partes
interesadas.
Aquí Dahrendorf esboza alguna de las formas en las que pueden ser empleadas estas
“reglas del juego”:
1) La discusión, la creación de una entidad en la que se encuentren las partes litigantes para
discutir los problemas del conflicto y adoptar decisiones. Si no se obtiene resultado debe
llamarse a “terceras personas”.
2) La mediación, la decisión de ambas partes de escuchar la opinión de esta “tercera persona” y
estudiar sus propuestas.
3) El arbitraje, es decir, que ambas partes implicadas cumplan la decisión de la “tercera
persona”.
4) Arbitraje forzoso, si se vuelven obligatorias tanto la instancia de un tercero como la
aceptación de su decisión por parte de las partes.
VIII ¿De qué modo pueden regularse los conflictos sociales?
La teoría del conflicto social es una cuestión fundamental en el análisis sociológico de las
sociedades, pues todas las sociedades experimentan conflicto; por tanto, sus posibilidades de
aplicación son enormes. Dahrendorf propone una teoría del conflicto capaz de ligar la teoría a la
empiría, dotándola de cientificidad. Un primer campo de aplicación de la teoría del conflicto
social se encuentra en el análisis de los procesos sociales dentro de relaciones históricas
concretas. Gracias a las categorías de la teoría del conflicto pueden precisarse las diferencias
existentes entre las formas estatales democráticas y totalitarias, dos formas de tratar los
conflictos sociales: el totalitarismo se basa en la represión y la democracia en su regulación.
Así, las sociedades democráticas requieren estructuras pluralistas, y los estados totalitarios
exigen sociedades monolíticas. La teoría del conflicto puede servir como indicador de una
escala de libertad política.
La misma teoría ofrece la oportunidad de desarrollar una teoría sociológica de la
revolución, siendo estas formas especiales de conflicto, así como una autocomprensión social de
determinadas épocas y sociedades. La teoría del conflicto también nos enseña que en las
sociedades occidentales mientras existan empresas económicas, también hay conflicto
económico, que pueden volver a aumentar en intensidad y violencia. Por último, Dahrendorf
habla de las posibilidades terapéuticas de la teoría del conflicto mediante su regulación, por
ejemplo, en el plano político o el de las relaciones internacionales, pues los conflictos se
manifiestan con más o menos violencia en función de la actitud que se desprenda hacia ellos. En
conclusión “Toda visa social es conflicto, porque es cambio. No hay en la sociedad humana
algo estable, porque no hay nada cierto. En el conflicto, por tanto, se halla el núcleo creador de
toda sociedad y la oportunidad de la libertad, pero al mismo tiempo el reto para resolver
racionalmente y controlar los problemas sociales”.

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