Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
HUMANIZACIÓN DE LA
ATENCIÓN EN SALUD
SEMANA DOS
Dr. Diego Correa S.
Los cambios económicos, políticos, sociales y culturales de los últimos años han
modificado el modo de percibir, entender y afrontar los procesos relacionados con
la salud y la enfermedad. Las regulaciones en el sistema de salud, regulado por el
mercado financiero y el sistema de aseguramiento, con propósitos de consolidación
económica; y el interés por priorizar estrategias administrativas, adquirir tecnología
y desarrollar competitividad, son algunas de las cuestiones que han opacado el nivel
de las relaciones humanas, que constituye las dinámicas en las cuales se desarrolla
la cotidianeidad de la atención en salud.
Este contexto resulta inquietante, ante una realidad sobre diagnosticada desde hace
muchos años, que hoy reclama atención urgente, dadas las evidencias cada vez
más contundentes de vivir la enfermedad y la hospitalización en un marco de dolor,
sufrimiento, falta de equidad, soledad e indiferencia. Puede resultar contradictorio
que en un panorama de grandes avances científicos en la medicina y la aparición
de la tecnología de punta aplicada a la salud, la persona con enfermedad se perciba
ansiosa y desprotegida ante las personas e instituciones corresponsables del
cuidado de su salud.
En general la humanización de la salud apunta al objetivo central de orientar la
actuación en el mundo de la salud hacia el servicio de la persona enferma,
considerándolo en su globalidad personal y tratando de ofrecerle una asistencia
integral con calidez, que responda a las dimensiones psicológica, biológica, social
y espiritual (Bernal, 2001; Brusco, 2003; Camilos, 2002 ; Franco, 1999). Humanizar
una realidad significa hacerla digna de la persona humana, es decir, coherente con
los valores peculiares e inalienables del ser humano (Alarcos, 2002; Bermejo,
2003a).
La humanización de la salud implica una confrontación entre dos culturas distintas,
entre dos maneras de ver el mundo. Por una parte, una cultura que privilegia el valor
de la eficacia basada en los resultados de la tecnología y la gerencia, y por otra, la
cultura que da la primacía al respeto por la persona, por su autonomía y la defensa
de sus derechos. Desde esta última perspectiva, la humanización se concibe en el
marco de las relaciones interpersonales; implica actitudes positivas y relaciones
empáticas entre los trabajadores de la salud y la persona enferma para comprender
su situación como ser integral (Brusco, 1990); cobran importancia las actitudes, los
comportamientos y la sensibilidad que se demuestra en el desempeño profesional
(Arango, 1998; Nizama, 2002; Rodríguez, 1999; Santos, 2003).
Este referente conceptual ubica al lector en aquellas definiciones básicas que debe
comprender antes de replicar el programa de formación de líderes para la
humanización en salud. Se presentan en primer lugar, los aspectos que afectan la
humanización, y la importancia de reconocer los procesos de adaptación y ajuste
durante la enfermedad. En segunda instancia, se proponen algunas estrategias de
intervención para lograr los propósitos de la humanización; y por último, se definen
el liderazgo y algunas habilidades fundamentales del líder en los contextos de salud.
Existe una evidente relación entre humanización y calidad del servicio. Hay dos
componentes básicos de la calidad asistencial, el componente técnico que hace
referencia a los conocimientos y habilidades del profesional; y el componente
humano que contempla aspectos intangibles de la interrelación cuidador-cuidado,
relacionado con las actitudes del profesional y las reacciones emocionales del
paciente como respuesta a ese intercambio (Villar, 2003). La calidad del servicio
puede verse afectada por diversos aspectos que se describen a continuación:
La despersonalización de la persona enferma. La persona enferma se cosifica al
ingresar al hospital, se convierte en un objeto, se le trata de forma indolente o
indiferente, no se tienen en cuenta sus necesidades e incluso se violan derechos
como la confidencialidad y la privacidad.
Al enfermo se le instrumentaliza para la satisfacción de los propios intereses de la
institución de salud o del profesional que lo atiende. El paciente pierde sus rasgos
personales e individuales, se subvaloran sus sentimientos y sus necesidades y, se
le identifica con sus rasgos externos: el que padece una determinada patología, el
que se encuentra vinculado a un tratamiento (Bermejo, 2003b; Bernal, 2001; Brusco,
1998; Gafo, 1994; Rojas, 2001). La deshumanización y despersonalización en el
contexto de la salud, hacen referencia, sobretodo, al grado de objetivación del
enfermo en la percepción de aquellos que le atienden (Gironés, 1997).
La interacción inadecuada entre el personal de salud y el enfermo. Esta relación se
puede caracterizar por la impersonalidad en el intercambio, por actitudes distantes,
por la incongruencia entre la comunicación verbal y no verbal, el intercambio
instrumental, la falta de información; en últimas puede tratarse de encuentros
fugaces y despersonalizados. Una relación personal de la salud paciente es
funcional cuando el otro es visto simplemente como alguien que permite cumplir un
trabajo y, al contrario, es auténtica cuando el otro es considerado como un ser
autónomo, portador de una dignidad que ninguna enfermedad física o psíquica
puede opacar. (Brusco, 1990; Gadacz, 2003).
En este contexto, el profesional de la salud debe ser un guía, un educador, una
persona dispuesta a establecer empatía y contacto permanente en el proceso de
aceptación del paciente, hacer uso de la capacidad de escucha, del contacto visual,
sonreír, consolar, usar un tono de voz agradable y mantener una actitud calmada y
comprensiva (Rodríguez, 1999; Lugo, 1999; Torralba, 2002). La ausencia de calidez
en la relación humana es un indicador claro de deshumanización (Barrio, 1997;
Gironés, 1997).
Los factores externos y relacionales tienen que ver con el acceso oportuno a la
atención médica y los tratamientos. Para muchas personas con enfermedades
la angustia, la inseguridad y la sensación de impotencia surge ante la
incertidumbre de no tener acceso oportuno a una institución de salud que se
ocupe de su situación. La familia y los amigos son fundamentales en este
proceso, ofrecen soporte y contención en los momentos críticos, haciendo
presencia constante desde el inicio de la enfermedad hasta los instantes finales.
Asimismo es fundamental el entorno físico del paciente; aspectos como la
higiene y la limpieza, la ventilación y la iluminación de la habitación, la facilidad
de acceso a los servicios sanitarios, un espacio que garantice intimidad y la
adecuación del lugar para la recepción de familiares y visitantes, son entre otras,
cuestiones definitivas para la adaptación.
Estrategias de intervención para la humanización en
salud
Solución de problemas
Es un proceso cognitivo, afectivo y comportamental por medio del cual una o varias
personas identifican medios efectivos para solucionar conflictos propios del vivir
cotidiano. Dicho proceso incluye definir y formular el problema; elaborar tantas
soluciones alternativas como sea posible para maximizar la probabilidad de que la
mejor solución se encuentre entre ellas; escoger la alternativa a poner en práctica,
y evaluar el resultado de la solución que se aplicó (D' Zurilla y Golfried 1971, citados
por D ' Zurilla, 1993).
En el contexto de salud constantemente los trabajadores se enfrentan a múltiples
demandas por parte del enfermo, su familia y la misma organización. Esto les exige
desarrollar la habilidad para solucionar problemas, manteniendo flexibilidad mental
al concebir, desde la propia perspectiva, diversas alternativas de solución que
aporten algún nivel de tranquilidad y soporte a los otros. Así el trabajador de la salud
puede brindar una atención humanizada, convirtiéndose en una red de apoyo para
los enfermos y sus familias. De igual manera, por medio de la habilidad para la
solución de problemas, el personal de salud puede entablar relaciones
humanizadas al interior de su equipo de trabajo y en general de la organización.
Conducción de grupos y organización del trabajo. Es la habilidad para dirigir un
conjunto de individuos que se congregan con un fin común, mediante la captación
de su atención, la identificación de motivaciones y el conocimiento de las
características de cada integrante del equipo. Abarca la capacidad para discriminar,
delimitar y delegar actividades con el objetivo de llevar a cabo funciones de manera
precisa y eficaz. Supone también la capacidad para sincronizar los recursos y los
esfuerzos en busca de rapidez en el desarrollo y la consecución de los objetivos del
grupo (Lussier y Achua, 2002).
La conducción de grupos y organización del
trabajo les permite a los líderes de
humanización en salud alcanzar diversos
logros como diseñar y aplicar programas de
impacto; generar compromiso en los
integrantes del equipo; mantener objetivos
claros; delegar funciones aprovechando las
potencialidades de cada integrante del grupo;
y mantener rigurosidad científica en el
diseño, aplicación y evaluación de proyectos de humanización.
Esta estructura está constituido por un cuerpo “Mi cuerpo es la realidad que
yo tengo y que yo soy”[3]. La persona no sólo tiene un cuerpo, sino que la
persona también es su cuerpo.
Por consiguiente, el ser humano también está constituido por una dimensión
comunicativa de tal modo que “La persona no existe sino hacia los otros, no
se conoce sino por los otros, no se encuentra sino en los otros” [9].Más aún,
es a través de esta dimensión comunicativa que el ser humano puede
comunicar su interioridad, sus deseos, frustraciones, alegrías. El hablar
humano es un proceso de exteriorización, de representación de sí mismo,
lo cual supone la interioridad [10]. A estas dimensiones le podemos sumar
la dimensión afectiva, psicológica, cultural, histórica, simbólica, etc. Todas
estas dimensiones forman una gran unidad y no podemos fragmentar la
persona y reducirla sólo a una o algunas dimensiones.
[1] Torralba i Roselló, Fransesc. Antropología del cuidar. España, Instituto Borja de
Bioética, 1998. 312. El subrayado es mío.
[8] Cfr. Gil E. María Isabel. Bioética: un propuesta de humanización y actitud frente
a la vida.Bogotá Pontificia Universidad Javeriana, 2012 (3° edición) 27.
[11] Brusco, Angelo. Madurez humana y espiritual.Madrid, San Pablo, 2001. 158.