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Lotman, Iuri M. 1996. “El texto y el poliglotismo de la cultura.

” En La semiosfera volu-
men 1. Semiótica de la cultura y el texto, pp. 83-90. Trad. Desiderio Navarro. Madrid:
Ediciones Cátedra S.A.

Por: Hernán Rojas

¿Es el texto un espacio monolingüístico y homogéneo, cuya función debería ser transmitir
unívoca y fielmente el mensaje que el emisor pretende entregar al destinatario? La negación
de esta pregunta (que es, grosso modo, un acercamiento a lo que podría llamarse función
comunicativa de los textos) y, consecuentemente, la revisión y reconstrucción del término
texto es el interés de Iuri Lotman (1922-1993) en el artículo “El texto y el poliglotismo de la
cultura”, incluido en La semiosfera. Volumen 1. ¿De qué manera lo hace? Para estructurar su
discurso, creo yo, lo mejor es partir de la nueva definición de texto que el propio Lotman
brinda: el texto debe ser visto como un comunicado seleccionado por una cultura para ser
incluido en una memoria colectiva (P. 85). ¿En qué varía esta definición la idea de texto?
Hay aquí dos nuevos aspectos introducidos al concepto de texto. El primero, creo yo, está
latente en el artículo sin ser explícitamente abordado: un texto debe ser considerado como
algo más grande que (o al menos no solo como) un producto verbal escrito de determinada
lengua, cultura o persona. El segundo aspecto, sí abordado por Lotman, es la aclaración de
la relación entre lenguaje y texto. Dice Lotman: “el texto que es examinado en la perspectiva
de un solo sistema lingüístico (lenguaje) es la realización de un solo lenguaje” (p. 85) ¿Qué
implica esa relación, aparentemente obvia, en un texto que ha sido concebido como un pro-
ducto (o una selección) de una cultura? Para responder a esto sería útil revisar la reflexión de
la que parte el artículo aquí reseñado, acerca de la construcción de la cultura misma.

“Desde el punto de vista genético, la cultura se construye sobre la base de dos lenguajes
primarios” (P. 83) Con esta frase, Lotman asegura que en toda cultura subyacen al menos
dos tipos de lenguaje. Estos son: una lengua natural y un modelo estructural del espacio. Del
primero –aunque Lotman no lo define, pero sí nos ofrece algunos acercamientos a él a través
de comentarios de sus contemporáneos– es posible afirmar que se trata de un lenguaje verbal
articulado, el que se usa en la cotidianidad, en palabras de Lotman. Acerca del segundo
afirma: “Toda actividad del hombre como homo sapiens está ligada a modelos clasificacio-
nales del espacio, a la división de éste en «propio» y «ajeno» y a la traducción de los variados

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vínculos sociales, religiosos, políticos, de parentesco, etc., al lenguaje de las relaciones espa-
ciales” (P. 83) Lo cual es, salvando las distancias teóricas, el proceso de reconocimiento del
yo en medio de lo otro. Así, una cultura estaría compuesta por una lengua verbal y una serie
de relaciones diferenciales de un yo (individuo, institución, cultura, etc.) y un otro, que se
duplican constantemente. Estos serían, entonces dos tipos de lenguajes subyacentes a la cul-
tura.

Si un texto es un producto seleccionado por una cultura (y producido en una cultura), es claro,
entonces, que en él subyacen al menos dos lenguajes; así, es imposible que un texto –con
excepción de los producidos por lo que Lotman llama lenguajes artificiales y metalenguajes–
sea completamente homogéneo y monolingüístico. Ahora bien, si tenemos en cuenta que los
textos hacen además uso de varios sistemas lingüísticos adicionales es sencillo comprender
que al interior de un texto puedan encontrarse múltiples relaciones lingüísticas en constante
tensión, en términos de Lotman, hay el texto un sincretismo.

Desde esta perspectiva, la función comunicativa del texto –aquella que Lotman está refu-
tando– no es óptimamente realizable. Si bien es cierto que Lotman acepta que existe una
clase de textos producida por lenguajes no poliglotas, no es el caso de la mayoría de los
textos. En ellos subyace una red de sistemas lingüísticos que entran a entorpecer (desde una
función comunicativa), o resignificar, el mensaje transmitido. Pero, si ya no es tan realizable
la función comunicativa, ¿qué otras funciones están en juego al interior de un texto? Lotman
define dos nuevas que responden a esta pregunta y elevan al texto del papel pasivo asociado
al texto, cuando se piensa como medio transmisor de mensajes. A la primera la denomina
como la función creadora.

Cada vez que las redes lingüísticas entran en juego al interior de un texto, el texto se trans-
forma en un generador de significados. Según Lotman, lo que era visto como “ruido” (aquello
que entorpece) en la función comunicativa del texto, en esta función creadora es la posibili-
dad de establecer nuevos significados. Si existe una interferencia que entra a jugar con el
mensaje transmitido, el resultado de ese juego es un nuevo significado que el mismo texto
genera. Detrás de esta función hay una inversión en el proceso de lectura de un texto. Mien-
tras que, desde el punto de vista de la función comunicativa del texto, el lenguaje precede al

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texto, desde este punto de vista cada texto es un nuevo sistema lingüístico (un nuevo len-
guaje) que surge con el texto. Por ende, para aquel que pretende decodificar un texto, el texto
existiría antes del contacto y dominio de ese nuevo lenguaje. Claro está, y así lo reconoce
Lotman, las posibilidades lingüísticas internas de un texto no son las únicas que entran en
juego en el proceso de significación. “Es evidente que el texto por sí solo no puede generar
nada: debe entrar en relaciones con un auditorio para que se realicen sus posibilidades gene-
rativas.” (P. 89) Así, la memoria de cada receptor (el auditorio) podría ser vista, según Lot-
man, como un nuevo texto poliglota que entra en contacto con el texto, antes de que se haya
entablado una relación con el nuevo lenguaje que produce el texto. De esta manera, el pro-
ceso de decodificación de un texto partiría de un contacto entre textos, que imprime ya una
nueva posibilidad de generar significados mucho más amplia.

La segunda función de esta nueva clase de textos, si me es posible llamarla así, es la de


creación simbólica. Según Lotman, un texto puede ser un programa mnemotécnico reducido
y, en este sentido, puede trascender la cultura en la que fue creado para resignificar la cultura
del lector. En sus palabras:

“No sólo metafóricamente podríamos comparar los textos con las semillas de las plantas, ca-
paces de conservar y reproducir el recuerdo de estructuras precedentes. En este sentido, los
textos tienden a la simbolización y se convierten en símbolos integrales. Los símbolos adquie-
ren una gran autonomía de su contexto cultural y funcionan no sólo en el corte sincrónico de
la cultura, sino también en las verticales diacrónicas de ésta (cfr. la importancia de la simbolo-
gía antigua y cristiana para todos los cortes de la cultura europea). En este caso, el símbolo
separado actúa como un texto aislado que se traslada libremente en el campo cronológico de la
cultura y que cada vez se correlaciona de una manera compleja con los cortes sincrónicos de
ésta.” (P.89)

De esta manera, el texto ya no solo se convierte en una red lingüística de una cultura especí-
fica, sino que puede trascender a nuevas culturas e integrar nuevos significados a la vez que
entra en contacto con las redes lingüísticas del receptor. Así, teniendo en cuenta estas dos
nuevas funciones de los textos, Lotman alumbra una nueva perspectiva del concepto de texto
en la que estos no son un ente pasivo esperando a ser llenado con significados, sino que se
transforman en entes activos que desde el momento de ser decodificados entran en interac-
ción “con otros textos y con un medio semiótico” (P.90).

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