Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LA DANZA CREATIVA
1. LA COREOGRAFÍA: ELEMENTOS
¿Hacia qué dirección se dirige? ¿Anda dentro de un espacio grande o pequeño? ¿Da
pasos grandes? ¿Curva ligeramente la espalda? ¿Flexiona su rodilla derecha más que la
izquierda? ¿Gira sus tobillos hacia dentro? La respuesta a cada una de estas preguntas
nos puede definir: a) el espacio direccional, b) el espacio que la contiene, C) el espacio
absoluto que ocupa su cuerpo, d) el espacio relativo variable, que se crea gracias al
espacio circundante y al espacio absoluto.
¿Cuánto tiempo ha utilizado para recorrer tal distancia? Cuando hace un paso con el
pie izquierdo, ¿utiliza el mismo tiempo que cuando lo hace con el pie derecho, hasta el
punto de percatamos de una cierta cadencia rítmica? ¿El balanceo de los brazos sigue
el ritmo de los pies? (...) Estas preguntas y otras del mismo estilo podrán determinar
todo lo que hace referencia al tiempo de su movimiento.
Cada una de estas respuestas cae dentro de los tres capítulos mencionados: espacio,
tiempo, energía, con los cuales podemos definir el movimiento. La experiencia real de
los tres factores pasa por la experiencia física de las tres coordenadas que forman un
todo indisoluble.
En la perspectiva histórica,
creadores, intérpretes, teóricos,
historiadores y críticos, han
continuado posicionándose de
diversas maneras en torno a este
concepto, estrechamente
vinculado a la danza como arte.
A grandes rasgos, entre las
nociones más difundidas, vinculadas a los paradigmas de danza clásica y moderna, de
mediados del siglo XX, sin entrar en el análisis de las teorías artísticas vinculadas, se ha
concebido a la coreografía en líneas generales desde los siguientes puntos de vista.
Doris Humphrey, una de las figuras más relevantes de la danza moderna, ha realizado
un aporte teórico destacado para la danza a través de la escritura de su libro sobre
composición coreográfica, denominado “El arte de crear danzas”. Se refiere a la
creación en danza como “oficio coreográfico”, viéndolo como elemento fundamental,
más allá de la interpretación, para el desarrollo de este arte, el cual debe trascender
procedimientos intuitivos.
La idea del arte como producto “creativo”, constituye una categoría innovadora. Se
inscribe en el marco del pensamiento filosófico del siglo XVIII, el cual introdujo un
nuevo conjunto de términos (provenientes de la teología), sin precedentes en el
vocabulario de la crítica de arte, incorporados por ésta después de la tercera década
del siglo XX, y de gran influencia hasta la actualidad, para especificar la naturaleza y
A comienzos del siglo XXI, más allá de la relativa vigencia y en gran medida
coexistencia de la mayoría de las nociones
sobre coreografía y creación expuestas, sin
embargo, estos conceptos continúan
siendo reformulados. A través de
aproximaciones más contemporáneas, en
muchos ámbitos artísticos la noción de
“autoría” comienza a ser relativizada.
También se cuestiona la idea de unicidad
en el trabajo coreográfico, y la identidad
misma de “coreógrafo” como “el creador”. Asimismo, la categoría “creación artística”
como proceso de elaboración de la obra de danza está siendo resignificada. Aspectos
de la posmodernidad en el arte, como la simultaneidad, la fragmentación, la
intertextualidad, el uso de la cita, el trabajo sobre referencias históricas, y en el caso
de la danza, el hecho de la participación activa de los intérpretes como generadores
del material dancístico, contribuyen a una tendencia de transformación radical, o aún
“extinción”, del coreógrafo tradicional.
Uno de los caminos transitados por la danza en esta dirección, es, por ejemplo, entre
muchos otros, el trabajo de la compañía Wuppertal Dance Theater: “la importancia de
Pina como creadora está en cómo logró ampliar los horizontes del lenguaje de la
danza, liberando la palabra “coreografía” de su estrecho significado limitada a poner
movimientos en un cierto orden estético [...] Una compañía sabe mucho más de lo que
un solo coreógrafo puede saber. El método se basa en el conocimiento guardado en
cada cuerpo, haciéndolo exterior”. Otra de las características más salientes de este
“teatro de experiencia”, es la noción del trabajo creativo concebido desde una
dimensión fundamentalmente sensitiva, no intelectualizable ni pasible de
explicaciones lógicas. Con respecto al proceso creativo, Bausch afirma: “De repente,
todo se acomoda en su lugar pero no hay un camino determinado [...] Estas son las
grandes proposiciones: No puedo decir cómo ni por qué los pasajes llegan a la obra. No
puedes forzar este proceso; sólo puedes seguir trabajando pacientemente”.
Desde que la danza entra como espectáculo a los escenarios, sea del tipo que sea, los
ballets y los bailarines deben tener en cuenta que entran dentro del mundo de las
artes escénicas; de hecho, la danza es una hija menor del teatro; tema aparte es que
sea pobre, olvida o tenida en cuenta pocas veces. La cosa es que como arte escénico
los profesionales de la danza han tenido y tienen que aprender del teatro para dar
mayor esplendor a sus espectáculos pues las mismas normas del teatro son y deben
ser aplicadas a la danza, ésta como el teatro es un medio de comunicación, una forma
vivida de contar algo.
Los caminos que conducen al éxito en este campo no son muchos, de ahí también el
interés de mi persona por acercarles a los profesionales de la danza una nueva visión
de este arte y algunos métodos técnicos que pueden emplear y tener en cuenta. Tal
Finalmente, salta a la vista que el coreógrafo debe tener el dominio absoluto de los
temas centrales de su medio: la danza, la música, el diseño y las luces. Le sirve mejor
aún conocer, por lo menos, los elementos básicos de las varias artes periféricas, que
tanto suelen contribuir a la eficacia total de una producción: la música (especialmente
la española), música flamenca, la danza clásica y también otras, el teatro, la pintura y la
escultura. Tampoco le hará daño tener
nociones, aunque sean superficiales, de los
principios de interpretación, expresión
corporal, anatomía, el canto coral y el
cante. A esas cualidades podemos agregar
un conocimiento de la historia del arte y de
la danza, para no perder de vista los estilos
en los diversos periodos históricos.
Pocas profesiones exigen una variedad tan grande de talentos y en tantos dominios. Y
me imagino que pocos directores serán igualmente capaces y competentes como
eruditos, técnicos, músicos, críticos, escritores, sicólogos, bailarines. Sin embargo, han
existido, y estoy seguro de que seguirán existiendo algunos que posean hasta cierto
punto de flexibilidad necesaria para sobresalir en todos los puntos y que tengan el
Por ejemplo, es cosa poco usual encontrar un coreógrafo con habilidades en todos los
campos de la danza. En unos estará más completamente desarrollada una de las ramas
de la danza española, luego sus espectáculos recogerán esta característica del director
evidentemente; luego en grandes compañías será necesario la dirección compartida
con otros/as que conozcan las otras ramas de la danza que el otro no posee.
La danza es una forma de arte que se dirige a la multitud, de golpe. La prueba del éxito
de un espectáculo al despertar una reacción colectiva reside en el poder que tenga
para provocar emoción, para excitar nuestras emociones y llegar a lo más profundo del
alma, pasional o desenfadada. Este poder universal de comunicación es precisamente
lo que nos introduce en las emociones o vidas que representa el bailarín que
contemplamos, de ese modo mágico y persuasivo que nos obliga a olvidar las nuestras
durante un momento. El coreógrafo que permita que el espectáculo o montaje
dancístico llegue al mismo tiempo a su corazón al mismo tiempo que a su cabeza,
seleccionara sin duda más adecuadamente que quien se muestre ciego a esta
ambivalencia de la atracción escénica de la danza.
Puesto que el propósito fundamental del coreógrafo en ese contacto inicial con la
música y argumento es lograr comprenderlo como un todo y en una amplia
perspectiva, poco ganará interrumpiéndose para
tomar extensos apuntes respecto a arreglos
musicales, ampliaciones, vestuario iluminación...
todo esto, de ser necesario, podrá hacerse más
adelante. No obstante y para no engrosar este libro
aconsejo a toda persona que se adentre en este
oficio y profesión se acerque a las técnicas de
dirección teatral que les serán muy útiles.
El coreógrafo tiene mucho menos control sobre su medio de expresión del que tiene
sus colegas artistas y artesanos en otros dominios: el pintor con los pinceles y los
colores...; el escultor con el mármol, la madera...; resultando sus obras siempre con
frescura y sin utilizar medios humanos (pinceles, marcos...). En cambio el coreógrafo
trabaja con seres humanos: bailarines, figurinistas, tramoyistas, músicos, con las
voluntades y temperamentos que les son propios. No puede tratar a esas personas
sensibles como si fuera dúctil barro. Además, puesto que en el proceso colectivo de
montar un espectáculo se depende tanto de la coordinación s uave y sin fricción entre
En todo caso, será mucho más agradable y provechoso que, tarde o temprano, el
director presuponga desde el principio, que puede prevalecer la razón pura durante el
turbulento periodo de preparación, que un alarde de su poder es totalmente
innecesario, y que puede obtener lo mejor de sus bailarines y colaboradores
asegurándose su cooperación, en vez de tener que exigirla, haciendo uso de la
persuasión y no de su autoridad, y disponiendo siempre de razones mejores que las de
ellos para hacerles bailar de una manera u otra, o interpretar una música, en su caso.
Por último, nadie puede decir que un método sea bueno y el otro malo. El veredicto
queda definitivamente en labios del único jurado que existe en el espectáculo: el
público. Si fracasa un espectáculo, el director y coreógrafo estaban equivocados; en
cambio el éxito le daría la razón. También es sabido que una misma coreografía en otra
dirección puede obtener el éxito que antes no tuvo, y que también malos bailarines
pueden echar abajo una gran coreografía y viceversa.