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Negociación:
Las reglas del juego1
Por naturaleza, todos somos negociadores. Discutimos un aumento de sueldo,
peleamos por el alquiler de un departamento, tratamos de convencer a un amigo para
que nos invite a cenar. Todos negocian aunque no todos lo reconocen. Y como cada
vez más situaciones necesitan ser negociadas porque cada vez existen más conflictos,
es muy importante saber cómo hacerlo y bien. La negociación es una práctica
cotidiana. Negociar es básicamente tratar de obtener lo que se quiere del otro. Es
conseguir que converjan intereses opuestos. Y no se trata sencilla lidiar con las
diferencias de los demás. Pero a no desesperar: existen algunos principios que pueden
convertir problemas sin solución aparente en un acuerdo exitoso y rentable para las
dos partes.
Hay varias maneras de negociar, pero no son todas siempre efectivas. A la hora de
hacerlo, valores que no son comunes en el escenario de las empresas se adueñan de la
situación. Disciplina, creatividad, paciencia y respeto pueden ser las variables capaces
de llevar una negociación a buen término.
Escuchar con atención, hablar poco, persuadir sin provocar, esperar el momento justo y
saber negarse sin decir no, delinean la mejor estrategia.
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El presente texto corresponde a escritos selectos realizados por los más reconocidos expertos en negociación a nivel
internacional, docentes de la Universidad de Harvard, William Ury, Roger Fisher, James Sebenius, Jack Wood y
Thomas R. Colosi.
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Más allá del no
El arte de negociar en situaciones difíciles
Willian Ury.
Escuchar más, hablar menos, reconocer al otro y expresar puntos de vista sin
provocar; ésta es la propuesta de William Ury, experto en negociación, para salir
victorioso de situaciones complicadas. Resulta vital comprender que, muchas veces
para desarticular a la otra parte, es importante sorprenderla. Por eso, además de
escuchar atentamente, hay que hacer exactamente lo que no se espera que hagamos.
Saber cómo y en qué momento pasarse al otro bando es fundamental si lo que se
busca es un cambio de opinión.
En este documento, escrito especialmente para Gestión, Ury revela cómo deben actuar
los que pretenden negociar con éxito, y cuáles son los pasos a seguir que
transformarán una negociación trabada en un acuerdo exitoso.
Llegado ese punto, el director de Boeing dijo: “Bien. Ahora pongan todo lo que dijeron
por escrito. Y queremos la garantía de que si el sistema no está listo a tiempo, pagarán
por los daños y perjuicios que pudieran ocasionarnos”.
“Haremos todo lo que podamos”, contestó el jefe de ventas de AT&T, “pero no nos
podemos hacer responsables por todo lo que pueda salir mal. Puede caer un rayo”.
“Eso no es verdad”, protestó el jefe de ventas de AT&T sorprendido por el giro que
estaba tomando la negociación, y agregó: “Veamos si puedo explicarles”.
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¿Qué pasó aquí? Cuando AT&T rechazó la solicitud de Boeing, su negociador se enojó y
comenzó a atacar. El jefe de ventas de AT&T se defendió, pero su actitud solamente
alimentó el enojo del comprador. Cuando el jefe de ventas quiso explicarle, el
comprador ya no escuchaba. Nada parecía funcionar.
¿Cómo podemos manejar una situación como ésta, cuando estamos frente a lo que
creemos es una persona o una posición irracional?
El error, muy común, consiste en tratar de razonar con una persona que no está
dispuesta al razonamiento. Nuestras palabras caerán en oídos sordos o sé
malinterpretarán. Usted se encontrará ante una barrera de emociones negativas. La
otra parte sentirá desconfianza, enojo o amenaza. Convencida de que está en lo
correcto y que usted está equivocado, no estará dispuesta a escuchar.
El secreto para desarticular a la otra parte es la sorpresa. Usted debe hacer lo opuesto
de lo que se espera que haga. Si son rígidos, esperan que usted aplique presión, si su
estrategia es de ataque, esperan que usted se resista. No lo presione, no se resista.
Haga lo opuesto: colóquese de su lado. Eso es lo último que esperan de usted. Si usted
se pasa de su lado los desorienta y les permite abrirse para cambiar su postura
contraria. Más aún, como siempre han dicho los maestros del arte marcial japonés: es
duro atacar a alguien que de pronto se pone de nuestro lado, justo donde usted quiere
estar para comenzar una negociación constructiva.
Para ponerse del otro lado es necesario hacer dos cosas: escuchar y reconocer.
Escuche activamente
Escuchar a alguien es la concesión más barata que usted puede hacer. Todos
necesitamos que nos comprendan. Si usted puede satisfacer esta necesidad, podrá dar
vuelta a la negociación.
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cierto, el fracaso de una negociación anterior había culminado en una huelga de 191
días con consecuencias desastrosas todos esperaban una nueva huelga. En lugar de
contraatacar, el negociador del sindicato dijo tranquilamente: “Me interesa su posición.
¿Por qué es tan importante para usted?”. Luego de esta invitación, el negociador
comenzó a exponer en detalle cuál era la posición de la gerencia sobre el tema. Y como
la gerencia sintió que había recibido toda la atención del sindicato, les permitió a su vez
exponer sus puntos de vista. Puede parecer un movimiento táctico muy insignificante,
pero la decisión del negociador del sindicato de relajarse y permitir que la gerencia
expusiera sus puntos de vista abrió un panorama totalmente nuevo para la futura
negociación. La huelga que todos esperaban nunca se hizo.
Si la otra parte está enojada o molesta. Lo mejor que usted puede hacer es escuchar
su dolor. No interrumpa aun cuando sienta que están equivocados o que lo insultan.
Demuéstreles que usted está escuchando mientras mantiene el contacto visual y
asiente ocasionalmente. Cuando terminen, pregunte gentilmente si hay algo más que
quisieran agregar.
Cuando lo hayan hecho, bríndeles un resumen de lo que escuchó. Todos sentimos una
gran satisfacción cuando nuestros sentimientos y resentimientos son escuchados. Los
gerentes que trabajan en servicio al cliente saben que aunque sea muy poco lo que
puedan hacer para ayudar a un cliente enojado e insatisfecho, escucharlo
respetuosamente puede lograr que ese cliente vuelva. Es muy posible que luego de
haber sido escuchada, la otra parte ya no se muestre tan confrontativa e irracional,
sino más proclive a una negociación constructiva. Si usted observa el comportamiento
de un negociador exitoso, descubrirá que escucha más de lo que habla.
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Todo ser humano, por más imposible que parezca, tiene una gran necesidad de
reconocimiento. Si se satisface esa necesidad, posiblemente se creará un clima de
negociación. Reconocer el punto de vista de la otra persona no significa que usted esté
de acuerdo. Sólo significa que lo acepta como válido entre otros.
Envía el mensaje: “Me doy cuenta de cómo usted ve las cosas”. Se nota en frases del
tipo. “En eso tiene razón” o “Sé exactamente lo que quiere decir” o “Entiendo muy bien
lo que dice”. La mente del otro generalmente es un sótano lleno de viejas historias de
resentimientos, enojos y lamentos. Luchar contra ellas solamente las mantiene vivas.
Pero si usted reconoce su validez, comenzarán a perder su carga emocional. De hecho,
comenzarán a desaparecer: Reconocer esta parte de sus historias crea espacio
psicológico para aceptar que hay otra forma de ver las cosas.
Una de las mejores formas de reconocer al otro es construir una relación. Una buena
relación de trabajo es como una cuenta corriente sobre la que se puede girar en
tiempos difíciles. De manera que si su actividad laboral le creara conflictos con un
individuo, alimente la relación desde un principio. Un gerente de producción debe
mantener una relación laboral sana con su par de marketing, al igual que el gerente de
relaciones laborales con el representante del sindicato. Cuando la otra persona se
ponga difícil, usted debe poder decirle: “Vamos, siempre salimos adelante. Hemos
recorrido un largo camino”.
Cuando haya escuchado y aceptado a la otra parte, existen más posibilidades de que lo
escuchen. Este el momento para que usted exprese sus puntos de vista. Pero debe
hacerlo sin que ellos cierren sus oídos.
El secreto reside en cambiar sus patrones mentales. El patrón mental común es 0/0 : o
usted tiene razón o la tiene la otra parte. El patrón mental alternativo es y/y. Ellos
pueden tener razón en función de su experiencia y usted puede tenerla en función de
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la suya. Usted puede decirles: “Entiendo por qué sienten de esa manera. Es
perfectamente razonable en términos de la experiencia, sin embargo, ha sido
diferente”. Usted puede aceptar sus puntos de vista y, sin desafiarlos, expresas uno
distinto. Puede crear una atmósfera inclusive en la cual las diferencia coexistan
pacíficamente mientras usted trata de reconciliarlas.
Uno de los métodos más comunes de expresar las diferencias es habilidad y mejor
servicio”.
Hasta un total desacuerdo puede enmarcarse en forma incluyente: “Me doy perfecta
cuenta de por qué usted se opone a todo esto y lo espeto. Sin embargo, permítame
decirle cómo lo veo desde mi punto de vista”, o “Coincido totalmente con lo que
ustedes están tratando de lograr.
Cualquiera sea el lenguaje que utilice, la clave es presentar sus puntos de vista como
un agregado y no como una contradicción directa al punto de vista de la otra parte.
En resumen, los obstáculos que usted enfrenta son las sospechas y hostilidades del
otro, sus oídos sordos y la falta de respeto. Su mejor estrategia es pasarse al otro
lado. Es muy duro ser hostil con alguien que lo escucha y acepta su forma de pensar.
Es más fácil escuchar a alguien que lo ha escuchado. Y el respeto engendra respeto.
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responsabilidad por él. Ustedes se enojaron y piensan que no tiene sentido continuar.
¿Es así?.
“¡Si!”, dijo el comprador de Boeing con fervor. “¿Cómo podemos confiar en lo que
dicen? Si estuviésemos negociando la compra de un avión y le habláramos al
comprador sobre las especificaciones de seguridad, pero luego no las pudiéramos
poner por escrito, el comprador seguramente se iría. Y tendría razón. Si no pudiéramos
asumir responsabilidades frente a los demás no estaríamos en el negocio de
construcción de aviones. ¡Si ustedes no se hacen responsables de lo que prometen,
entonces no deberían estar en el negocio de las comunicaciones!”.
“¡usted está en lo cierto!”, reconoció el jefe de ventas de AT&T. “¡Me sentiría igual si
fuese usted!”.
“Sí, así es, pero no sé adónde quiere llegar con eso”, dijo el comprador de Boeing.
“Si usted me escucha, trataré de explicarle. Usted sabe que en AT&T también tenemos
ingenieros, pero principalmente en los negocios de prestar servicio. Somos
fundamentalmente una “cultura de relaciones”. Vemos la relación con nuestros clientes
como lo más importante. Si el cliente no es feliz, nosotros tampoco. Por eso nos llaman
“Mamá Bell”. Ahora bien, cuando su mamá le dice que ella va a cocinar todos los días
usted no le pide que se lo ponga por escrito, ¿no?”.
“Usted solamente espera que ella lo haga lo mejor que pueda. Obviamente existe una
gran diferencia entre lo que es una familia y una empresa, pero esto le da una idea de
adónde quiero llegar. Nosotros hacemos promesas verbalmente y las cumplimos.
Nuestros resultados, debe admitirlo, son muy buenos.
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Para nosotros en una nueva experiencia encontrarnos con un cliente que se maneja
con un cierto escepticismo y nos pide asumir la responsabilidad por cualquier daño. Por
eso casi chocamos en la última reunión, ustedes tenían una posición, que era
absolutamente correcta para ustedes y nosotros teníamos otras. ¿Me comprende?”,
apuntó el jefe de ventas de AT&T.
Y la negociación retomó su curso. Poco después AT&T y Boeing cerraron el trato por
los US$150 millones.
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En busca del sí
Principios fundamentales para conciliar intereses,
según Roger Fisher
A la hora de negociar, resulta crucial conocer los intereses del otro. Y si bien la
negociación es acto cotidiano, obtener lo que se quiere del otro no siempre es tan
sencillo. Se necesita creatividad, imaginación y un perfecto dominio de uno mismo,
para lograr que el acuerdo final con la otra parte, satisfaga nuestros intereses. Es
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importante tener objetivos claros, ser amistoso y persuasivo. Roger Fisher, especialista
en negociación, explica en esta entrevi9sta exclusiva de Gestión por qué negociar no se
trata de una lucha de sangre fría contra los intereses de otro, sino de un arte delicado
que requiere un abanico de opciones para lograr conciliar las diferencias.
Un segundo elemento clave es la supuesta relación entre las partes. ¿Suponen ellas
que son enemigos, adversarios o que están trabajando juntas para resolver problemas?
Se puede negociar mejor si ambas partes consideran que enfrentan diferencias que
significan una preocupación común. La pregunta es: ¿Cómo manejamos estas
diferencias?
Entonces lo que hay que hacer es inventar opciones, acuerdos posibles. Si vamos a
llegar a un buen acuerdo, queremos saber cuáles son las posibilidades. Supongamos
que usted quiere un edificio, entonces yo le digo: “Bien, ¿para qué quiere usted un
edificio?, ¿para trabajar allí, como inversión, o como forma de protección?”. Entonces,
usted trata de encontrar una alternativa que satisfaga nuestros intereses.
Después hay que considerar las normas en vigencias, ¿cómo puedo convencerlo de que
el trato que está recibiendo es justo? ¿Cuál es el valor de mercado? ¿Cuál es la tasa
que se está pagando? ¿Cuáles son los antecedentes en este tema? ¿Qué dice la ley? Es
más importante que usted se convenza de que se lo está tratando con justicia que
limitarse a decir: “Yo no voy a cambiar”, porque yo puedo llegar a ser más testarudo
que usted. Finalmente, y antes de llegar aun acuerdo, quiero saber cuáles son las
alternativas que me quedan. Si no llegamos a un acuerdo, ¿qué otras posibilidades
hay?, ¡puedo llegar a un acuerdo con alguna otra persona?, ¿puedo recurrir a los
tribunales? De modo tal que estos siete elementos que definen mi compromiso
constituyen el listado de control que tengo en mente cada vez que me preparo para
una negociación, esté en Sudáfrica, en China, en Japón o en cualquier otro lado.
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Pues bien, nunca se puede contar con que los acuerdos con la otra parte habrán de ser
los ideales, pero yo trato de enseñarle a la gente que lo más importantes ser firme pero
amistoso, tener la mente abierta, ser persuasivos pero sin recurrir nunca a la coerción.
No sólo debe el negociador estar dispuesto a hablar sino a escuchar, y a escuchar con
interés. En consecuencia, debe ser bueno al expresar sus puntos de vista, pero debe
ser mejor cuando se trata de comprender las preocupaciones o intereses de los demás.
Esto redunda en su propio beneficio, porque permite una mayor apertura mental para
reexaminar las diferentes formas de ver estas cuestiones. Y eso es enormemente
importante.
También creo que es esencial ser creativo, imaginativo, pensar en cosas en las que
nadie ha pensado antes. Recuerdo una vez en Chipre cuando hablábamos de que el
ejército turco de ocupación constituía el 40% de la población y los griegos, el 60%. Se
estaba discutiendo con los griegos la posibilidad de dividir a Chipre y formar una
Federación, pero el tema era cómo dividirla, ¿en una proporción 40-6, o 50-50, por
ejemplo? Entonces dije: ¿por qué no hacemos una división 40-80? ¿Por qué no
resuelven que los turcos pueden usar un 40% de la isla y los griegos el 80%, de modo
tal que cada uno tenga un refugio seguro para sí y un espacio de tierra del 20% para
trabajar juntos? Esta idea les abrió la mente porque nunca antes habían pensado que
cada uno podía tener partes que sumadas dieran más de un 100%, y que así podían
compartir lugares como el aeropuerto o algunas de sus ciudades.
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¿Qué se puede hacer cuando la otra parte sigue diciendo que no?
Si la otra parte dice que no, usted tiene que descubrir por qué. Se puede lograr
diciendo, por ejemplo, lo siguiente “¿Qué tendría de malo hacer algo como esto?”.
Entonces, la otra parte pasará a contarle cuáles son sus intereses, por ejemplo: “Tiene
que ser este año, no puede ser el año próximo, o tiene que ser todo en efectivo”. Es
probable que no estén dispuestos a revelar sus razones de inmediato, pero nosotros
podemos sondear para ver cuáles son esas razones sugiriendo una serie de
posibilidades y, habitualmente, cuando los demás rechazan una idea tiene que explicar
por qué la rechazan, “porque el efectivo no es suficiente, porque hay demasiada gente,
porque es demasiado complicado”, y de esta manera usted descubre cuáles son sus
verdaderos intereses.
Usted también tiene que estar preparado para decir que no. Tiene que estar preparado
para decir: “sería bueno que nos tomáramos un descanso, si a ustedes les interesa
puedo volver a considerar este punto y regresar dentro de una semana más o menos”.
Usted nunca querrá decir: “¡Dios mío estoy tan desesperado por llegar a un acuerdo!”.
Por eso es importante que sepa cuáles son sus alternativas. Si la otra persona insiste
en que usted debería saber qué es lo que va a hacer, en el sentido de saber, por
ejemplo, qué haría si ellos no me vendieran la casa, si voy a seguir alquilando la que
tengo, o voy a tratar de comprar otra, es decir, saber qué es lo que realmente voy a
hacer, usted debería tener en cuenta siempre esa posibilidad para que pueda salir de
esa situación con naturalidad, sabiendo lo que va a hacer.
Si la persona está muy enojada y están saliendo a la superficie las emociones, entonces
tengo que ocuparme de ese problema. Tengo que hacerlo notar. Es probable que sí el
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problema me pone mal, yo quiera señalar que me gustaría saber qué es lo que está
sucediendo, hacerle saber a los demás que yo también tengo emociones. A veces es
necesario ocuparse de los problemas emocionales, pero el fondo de una negociación
nunca tiene que ver con un problema emocional, tiene que ver con llegar a un acuerdo
que se está complicando por las emociones, pero el acuerdo en sí se refiere a
cuestiones prácticas que pueden tener que ver con la tierra, el dinero, las condiciones,
etcétera.
En una oportunidad fui a Canadá, con un joven, que era mi asistente, a negociar con
una empresa. E este joven le llevó una hora conocer los estatutos de la compañía. Los
abogados se preguntaban qué era lo que estaba sucediendo por William, mi asistente,
ya conocía afondo la fusión y las complejidades de los datos. Sabía cuáles eran las
cifras y dónde estaban los problemas. Me encanta contar con alguien que pueda pensar
en la información detallada, alguien que la tenga lista para ponerla sobre la mesa
cuando la otra parte quiera.
En ocasiones, es útil contar con una persona experimentada que tenga una gran
presencia de ánimo y, en otras, lo que hace falta es criterio, muchos antecedentes,
pero no es menos cierto que también es bueno tener en el equipo alguien que sea
creativo, alguien que pueda decir: “Tomémosnos 30 minutos para ver si podemos
aportar algunas ideas nuevas”. Es necesario tener una persona dedicada a las
relaciones, porque ayuda mucho con la comunicación. También hace falta una persona
que se ocupe de los datos y de la información, alguien que realmente conozca la
información, y también alguien que tenga todo el criterio de un juez, capaz de ver qué
es lo que está sucediendo en el contexto más amplio.
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¿Qué se debe hacer en una situación de negociación cuando surge un gran
conflicto entre las partes en la misma mesa de negociaciones? ¿Cómo se
maneja esto?
Bueno, cuando esto ocurre es útil tomarse un descanso, ser absolutamente explícito y
decir: “Me temo que nos estamos dejando llevar por nuestras emociones, quizá yo esté
demasiado involucrado, quizá me esté poniendo hasta molesto, necesito un tiempo
para pensar en el tema y quiera darles a ustedes también un respiro; tomémosnos un
descanso”. Cuando las amenazas van y vienen no se hace nada constructivo, y lo
habitual es que tengamos más problemas de los que queremos y podemos manejar:
Algunas veces, en lugar de levantar la voz y hablar más rápido suelo bajar la voz y
hablar más lentamente, acercarme a alguien decirle: “No sé cómo se siente usted, y
tampoco estoy segura de que usted sea consciente de lo mal que me siento yo. Me
pone triste la forma en la que nos hemos estado tratando. Me voy a tomar un descanso
ahora, y si usted vuelve en quince minutos, voy a estar listo para continuar”. Limítese a
dejar en claro que usted también un ser humano; no deje que la otra parte asuma el
rol de tirano, se enoje y decida de qué se trata todo.
Entonces, cuando la persona con más experiencia es buena con la otra, ambos
aprenden. Al tener que concentrarse en observar, la persona de más edad tiene que
poder decir lo que vio, lo que estuvo bien, y eso lo ayuda a aprender a él también.
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Nosotros, los maestros, habitualmente pensamos que aprendemos más que nuestros
estudiantes porque tenemos que depurar con claridad las ideas unilaterales y
expresárselas a los demás, y esto cumple una función educativa importante para
nosotros.
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El tercer elemento clave es el análisis. Al estar en una negociación, usted puede hablar
con sus socios, con los que están del otro lado de la mesa y con los cuales usted ha
estado negociando, y decir: “¿Cuáles de las cosas que yo dije piensan ustedes que
fueron eficaces? ¿Qué cosas dije que pudieron sonar estúpidas? Déjeme ayudarlo: yo
pensaba que éste era un muy buen punto, pero me pareció que usted anduvo con
demasiados rodeos durante demasiado tiempo, y entonces me harté”. Lo que hay que
hacer es organizar las ideas, prepararse para esa situación, ponerla en práctica y luego
analizar lo que pasó, para después volver a ponerse a prueba. Usted no estará
haciendo exactamente lo mismo que hizo en un caso diferente, sino que estará
probando ideas similares en un contexto distinto.
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Yo me defiendo recurriendo al criterio. En una oportunidad, una persona me llamó por
teléfono y me dijo: “Queremos que nos dé una charla, le ofrecemos US$3.000 por un
discurso durante el almuerzo, en Minnesota”.
Uno puede ser muy firme sin necesidad de atacar al otro. Si mezclamos en esto el tema
de la personalidad, por una cuestión de raza, o porque usted es demasiado estúpido, o
demasiado viejo, o demasiado joven, o porque no sabe sobre esto, los demás
comienzan a ponerse a la defensiva, a ser menos flexibles. En cambio, si uno ofrece un
buen argumento, la situación es otra, porque es más fácil ceder ante un buen
argumento que ante mi comportamiento agresivo o mi comportamiento ignorante.
¿Quiénes son sus negociadores ideales? ¿Quiénes son las personas a las que
usted admira como buenos negociadores, y por qué?
Este es un punto interesante, porque los negociadores exitosos no suelen llamar la
atención. Trabajé durante años para el estudio jurídico de Dean Acheson, en
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Washington, cuando él acababa de dejar su puesto como secretario de Estado. Uno de
sus socios, con los cuales trabajé muy estrechamente durante alrededor de seis años,
era John Leyland. No era una persona que se hacía notar. Fue contratado por varios
gobiernos extranjeros, como Dinamarca, Colombia, Pakistán. Trabajé con él en una
serie de negociaciones en Irán, con el Sha; y era una persona muy tenaz. Cualquiera
podría haber pensado que el caso se había terminado, en cambio él se ponía a pensar
en lo que se podía hacer en ese momento. Era muy consciente de las relaciones. Les
prestaba la debida atención a las personas de la otra parte y cuidada mucho su trabajo.
Recuerdo que una vez estábamos trabajando un domingo y yo pensé que íbamos a
tomarnos un rato para almorzar, y que podría irme a casa para ver a mi esposa y a mis
amigos. Entonces, dijo: “No, voy a trabajar”. Yo agregué: “Bueno, entonces tengo que
llamar a mis amigos”. Y él dijo: “Y yo tengo que llamar a mi esposa para decirle que
reciba y atienda al embajador de Dinamarca de la mejor manera que pueda, porque yo
estoy trabajando”. Para él, el trabajo estaba primero. Era muy preparado, que no se
ponía nunca en primer lugar. A veces pienso que Henry Kissinger siempre creyó que
para ser eficaz era necesario forjarse una reputación en torno al poder, prestándole
demasiada atención en ocasiones a su propia apariencia, en lugar de ponerla en la
fuerza del caso por el que estaba negociado.
Creo que el secretario Cyrus Vance es una persona de perfil más bajo. En muchos
sentidos, es más eficaz atenerse al trabajo y no tanto a las personalidad, tratando
siempre de ser menos conspicuo.
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La estructura del acuerdo
Toda negociación consiste en la resolución de problemas
en forma conjunta.
James Sebenius
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La negociación es como un juego aunque no hay nada librado al azar. No hay
oponentes ni hay apuestas, no hay vencedores ni vencidos. Las supuestas partes en
conflicto son en realidad un equipo que, a veces sin saberlo, tiran para el mismo lado.
Pero para jugar es necesaria una estrategia sólida. Hay que conocer al otro jugador,
descubrir sus diferencias, saber cuáles son los intereses involucrados para así armar la
coreografía de la interacción.
En esta entrevista exclusiva con Gestión, James K. Sebenius analiza los pasos para
llegar a un acuerdo que satisfaga a las partes.
¿Qué es lo primero que hay que hacer antes de iniciar cualquier negociación?
Hay que analizar cuáles son las partes reales y las potenciales, los intereses y las
posibles alternativas para resolver el acuerdo y si uno junta todos esos elementos tiene
un problema compartido que hay que resolver. Este problema compartido es crear,
asignar y sostener el valor de lo que se va a negociar a través del tiempo. Toda
negociación consiste en la resolución de problemas en forma conjunta: cada parte trata
de acomodar sus intereses al trato antes que dejar de llegar a un acuerdo y la parte
esencial del proceso en cómo llegar a esa solución. Ese problema podría considerarse
en forma diferente según las distintas culturas. La gente ve las cosas de manera
diferente, con criterios económicos distintos, pero el problema compartido, que es
crear, asignar y mantener un valor es universal en la negociación, aún existiendo
condiciones económicas, culturales y psicológicas muy distintas.
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interesante”, “tendremos que analizarlo”, o “tal vez podamos discutir eso después” y
todo eso significa: “Olvídelo, de ninguna manera llegaremos a un acuerdo”. También
hay diferencias en los estilos de toma de decisiones y diferencias en cuanto a cómo se
encara el acuerdo: sí se parte de los detalles específicos o de las reglas generales. Es
riesgoso asumir que la gente de un mismo país comparte una misma cultura. Hay
diferencias entre los alemanes del norte y del sur, o entre la de los hombres de
negocios de Osaka y las de Tokio. También existen diferencias según los antecedentes
profesionales de las personas: entre quienes trabajan en las áreas de finazas, de
producción o de marketing.
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¿Qué pasa una vez que se construye este puente, es mejor tomar la iniciativa
o esperar que los otros lo hagan?
Depende de la situación y de las probabilidades de que se cumplan sus expectativas. A
veces la gente piensa que si avanzamos hacia ellos es un signo de debilidad de nuestra
parte y entonces replantean sus expectativas para aprovecharse de esto. En un caso
así, yo trataría de exhibir todos los elementos y dejaría que ellos sacaran sus
conclusiones. Eso sucede con frecuencia y, en realidad, es mucho mejor que ellos
sugieran algo y no nosotros, porque si uno lleva a la otra parte a hacer una sugerencia,
entonces ésa se transforma en su idea y es mucho más probable que piensen que está
bien y que no está concediendo algo si acepta la propuesta.
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de utilizarlas para separarnos, las capitalizamos. Esto no tiene nada que ver con un
proceso interpersonal, sino que se trata de comprender realmente la arquitectura para
realizar acuerdos valiosos y sostenibles.
Hay quienes dice que la negociación es un arte y otros sostienen que es una
ciencia, ¿usted qué opina?
La parte de ciencia es más como la física y el arte es como la ingeniería, que toma
principios físicos básicos y juega, construye y trata de crear valor improvisando en
ciertas cosas que jamás se le ocurrirían a un científico. Aunque la forma de resolver el
problema implica algunos principios básicos, podemos decir que es un arte: es muy
creativa y muy oportunista en el sentido de que no se pregunta qué puede ser posible
en una determinada situación. Obviamente, las dimensiones interpersonales tiene una
sólida base científica. Los psicólogos estudian las percepciones, cognición y la
comunicación aunque, honestamente, creo que la comunicación interpersonal tiene
también mucho de arte y no sé dónde termina la ciencia y comienza el arte. Lo que sí
sé es que se puede aumentar mucho la habilidad de una persona para negociar si se le
enseñan los principios generales –la ciencia, si se quiere. Y si después adquiere
experiencia practicándolo y observando a otros y eso es lo que ayuda a desarrollar el
arte. Los buenos negociadores parecen ser intuitivamente brillantes, pero si uno analiza
esa intuición, se da cuenta de que aplican principios muy generales y muy conocidos.
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necesitamos organizaciones más flexibles. Eso significa que hoy tenemos que hacer
algo diferente de lo que hicimos ayer y para hacer esa transición en forma efectiva hay
que negociar. Obviamente, el mando y la autoridad, son importantes pero insuficientes
para obtener la cooperación y el compromiso de la gente. Además, está aumentando el
número de participantes en cualquier negociación y a menudo éstos no pertenecen a la
cadena de mando. Creo que en Harvard reconocieron este hecho y por eso se tomó la
decisión de incluir la materia como obligatoria en lugar de dejarla opcional como era
antes. Hay cosas, como el liderazgo, que son muy difíciles para enseñar pero la
negociación entra en una categoría distinta: cada vez es más importante y hay más
herramientas para enseñar eficazmente.
LA HUELA VIRTUAL
Hace poco hubo una gran huelga de jugadores de baseball en Estados Unidos. Con
algunos colegas pensamos que la huelga y que los jugadores y los propietarios tendrían
que ponerse de acuerdo y continuar con los partidos de la temporada ya que esta
disputa afectaba a mucha otra gente: a las ciudades que dependían de los juegos, a los
que venden los programas y comida en los estadios y, por supuesto, a los que aman el
baseball. Pensamos que una opción podría ser que ninguno de ellos cobrara por esa
temporada y que todos los ingresos por la venta de entradas y derechos de
televisación fueran a un fondo a cargo de una tercera parte. Cada semana ese fondo
iría aumentando y al cabo de un par de meses llegaría a una cifra de US$500 millones o
más. Ni los jugadores ni los propietarios podrían tocar ese dinero hasta que no hubiese
firmado un contrato, en el que debía incluirse la futura asignación de las ganancias y
además, debían acordar cómo se repartiría el dinero acumulado. Así las dos partes
podrían ser tan duras como quisieran y mantenerse en esa posición. El objetivo era
separar los elementos financieros de los operativos: se podía mantener la batalla entre
los jugadores y los propietarios sin afectar el juego y al final habría una gran cantidad
de dinero para todos. El tema a discutir era cómo se iba a repartir ese dinero, porque si
se sabía con anticipación lo que recibiría cada parte, no iba a haber presión para llegar
a un acuerdo. También pensamos que si no llegaban a un acuerdo al cabo de un mes,
por cada semana más que pasara, se iba a retirar un 10% de ese fondo que se podría
destinar a un evento especial para discapacitados o para apoyar al hockey o a alguna
actividad que ellos detestaran.
Este tipo de acuerdo no se puede aplicar en todos los conflictos laborales. Para algunas
situaciones como una huelga entre los maestros y el Estado probablemente no
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funcionaría porque no hay dinero involucrado y ningún fondo aumente con el tiempo.
En segundo lugar, si una de las partes cree realmente que la huelga va a ejercer
presión sobre la otra, un elemento esencial de su posición no es el costo financiero que
puedan imponer, sino la creencia de que la huelga hará que terceras partes también
presionen a la otra. Un ejemplo de esto podría ser la huelga que hizo UPS (United
Postal Service) recientemente porque en ese caso el sindicato pensó que si la gente no
podía enviar sus encomiendas forzaría a la empresa a llegar a un acuerdo que fue lo
que en definitiva ocurrió.
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Trato hecho
Las múltiples dimensiones de un acuerdo exitoso,
Por Jack Wook y Thomas R. Colosi
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Jack Wood es profesor de Comportamiento Empresarial del IMD (Institute for
Management Development, Instituto para el Desarrollo del Management), con sede en
Laussane, Suiza, y consultor sobre implementación de cambios empresariales y
educación gerencial para varias importantes compañías europeas y norteamericanas.
Actualmente se dedica a la capacitación en el C.G. Jung Institute de Zurcí.
Como un negociador experimentado, usted intentará dirigir con éxito: las negociaciones
verticales entre su equipo y su organización, las negociaciones internas dentro de su
equipo, las negociaciones horizontales entre su equipo y la otra parte, y las
negociaciones externas con partes externas interesadas, como la prensa, el público o el
gobierno.
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importante, los intereses subyacentes en la negociación. Incítelos a considerar
la probable reacción de la otra parte ante su posición inicial y prepárelos para
cambiarla. AL controlar las expectativas de su organización con anticipación,
usted construye una flexibilidad futura en el proceso.
Mantenga informados a los altos cargos jerárquicos. En conversaciones
formales, brinde a su compañía vasta información periódica sobre su progreso.
¿Cuánta? Hasta que griten: “¡Basta!”.
Represente a la otra parte. A la larga, alguno de los argumentos de la
contraparte lo convence y usted dice a su compañía: “Lo que dicen los otros
tiene sentido. Nos gustaría cambiar nuestra posición”. En ese momento
comienzan a cuestionar su lealtad. “¿De qué lado está, después de todo?”,
pueden cuestionarse en su propia organización. Buena pregunta. Es una especie
de paradoja, pero los dos equipos eventualmente llegan a negociar con su
propia organización en nombre de la otra.
Mantenga al director ejecutivo fuera de la mesa de negociaciones.
Ocasionalmente querrá participar, directa o indirectamente, en la negociación.
Evítelo si puede; el CEO (Chief Executive Officer: Presidente Ejecutivo) sabe
menos de la negociación que usted. Si su presencia es inevitable, entonces
otórguele un papel simbólico o ceremonial después de que las discusiones
reales hayan terminado; de lo contrario, sin advertirlo, puede perturbar los
procedimientos o llevar a la compañía a una mala discusión.
Cuando miramos a quienes están del otro lado de una mesa de negociaciones, puede
parecer que se trata de un grupo homogéneo. No lo es. Al igual que cualquier grupo, la
contraparte está formada por individuos con diferentes visiones y personalidad y tiene
tanto una estructura formal como una informal. Las negociaciones dentro del equipo
suelen ser más difíciles que las negociaciones horizontales con la contraparte e
involucran más energía, más emoción y mucha menos diplomacia. La negociación es un
proceso de toma de decisiones y cuando, inevitablemente, surgen diferencias dentro de
un equipo, suelen aparecer tres subgrupos: los estabilizadores, los desestabilizadores, y
uno o más cuasi-mediadores. ¿Cómo se los reconoce?
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empresa. Si es un desestabilizador, quizás el equipo sea muy duro, irrite al otro
equipo e impida llegar a un acuerdo. Si una compañía entiende el proceso y
busca un acuerdo, elige a un cuasi-mediador para dirigir su equipo. El cuasi-
mediador coordina la totalidad de la negociación en sus múltiples dimensiones.
En este papel, usted se encontrará mediando entre puntos de vista conflictivos: entre
su equipo y el otro, dentro de su propio equipo, entre su equipo y su compañía, y entre
su compañía y las partes externas interesadas. Se puede considerar los siguientes
factores:
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suspensión del proceso para mantener conversaciones confidenciales lejos del
equipo contrario. Si durante una negociación ocurre algo que no comprende,
que lo hace sentir incómodo, irritado o desequilibrado, convoque a una reunión,
retírese con su equipo y trate la situación en privado.
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mesa de negociaciones le confiere más espacio para maniobrar; y facilita la
relación con la otra parte.
Evite desestabilizar al otro equipo. Los negociadores inexpertos creen a menudo
que obtienen ventajas sorprendiendo al otro. Esto es un error. Las sorpresas
desestabilizan y perturban. Pueden actuar de manera imprevista y entonces
usted pierde control sobre el proceso. Además, confiarán menos en usted y
tendrán, menos entusiasmo por representar su punto de vista dentro de su
empresa.
Notifique al otro equipo de sus intenciones. La previsibilidad ayuda a que la
contraparte confíe en usted; aumenta la estabilidad de la relación; construye su
credibilidad; le advierte de antemano la probable reacción del otro y le permite
cambiar el curso antes de quedar encerado públicamente en una postura
insostenible. Manténgalos informados.
Represente sus verdaderos intereses. Los negociadores inexpertos piensan que
es una buena táctica no atenerse al límite ya trazado, formulando demandas
ilógicas o tomando posiciones extremas. Estos suele ser imprudente. Las
posiciones extremas parecen no ser sinceras, entonces después se deberán
hacer concesiones importantes. Si usted no representa bien sus propios
intereses, ¿cómo podrá hacerlo la contraparte?
Formule preguntas. Un negociador eficaz debe crear dudas en la mente de los
contrarios sobre la viabilidad de su posición. Si confían en usted, le será más
fácil crear estas dudas. Es por eso que debe esforzarse al máximo por
desarrollar una buena relación con ellos. Formular preguntas sobre las posturas
de la contraparte, percepciones y presunciones crea dudas de manera más
efectiva que enunciándoles lo que usted quiere.
Tome mejores notas que ellos. Tomar notas detalladas de todas las reuniones y
llamadas telefónicas con la otra parte genera un registro preciso y crea un
marco par ala difícil tarea analítica que queda por delante.
Insista en comparar sus notas con las de ellos. Si las suyas son mejores, se
convertirán en aquéllas en las que todos confíen. Readaptar y resumir las
palabras de los otros y los procedimientos en sus propios términos y con el
consentimiento de la contraparte le permite controlar el lenguaje de la
negociación. Quien maneje las notas y el lenguaje controla la memoria de la
negociación. Quien domine la memoria, controla la totalidad del proceso.
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enemigo. Tratan de esconder información y de evitar el contacto con los periodistas.
Esta situación suele jugar en contra ya que los medios y otras partes interesadas
construyen y hacen pública una imagen distorsionada, basada en insinuaciones y
rumores. En general, se debería compartir cierta información, pero las partes
negociadores deberían acordarlas cuidadosamente y manejar conjuntamente su
exposición pública. Prepárese para manejar la información sobre las negociaciones con
suficiente anterioridad a las conversaciones formales.
CONCLUSIÓN
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