Todos los estudios coinciden en que la crisis la están padeciendo más las mujeres que los hombres. Las dificultades económicas abocan a un modelo más tradicional, en el que se retorna a las funciones que culturalmente se atribuían a las mujeres y que les negaban la posibilidad de lograr su independencia económica y su realización profesional. Los patrones paternalistas hacen su aparición. Las mujeres, incluso las directivas, deben acoplarse a horarios laborales a tiempo parcial. En una situación de paro laboral como estamos padeciendo, es posible que el salario masculino deje de percibirse y sea la mujer que con sus tareas menos remuneradas y apreciadas se convierta en el sostén familiar. Y a menudo ella simultaneará su trabajo exterior con las tareas propias del hogar. Es muy estresante. En el 2008, la diferencia salarial para un mismo puesto de trabajo, respecto al hombre, era del 12%; en el 2009 alcanzó el 17%. La Comisión Europea cifra en un 17,4% menos el salario que cobra una mujer por hacer un trabajo similar al que ejecuta un hombre. Si analizamos las diferencias salariales entre directivos, se ve que estas van desde las directoras de recursos humanos, que cobran un 23,51% menos que sus colegas varones, hasta el 3,69% de las directoras comerciales. La crisis actual puede hacer peligrar las medidas de igualdad tendentes a acabar con la discriminación y favorecer la conciliación. Sin embargo, los expertos consideran que sería un grave error frenarlas. Numerosos estudios demuestran que las empresas que cuentan con mujeres tienen mejor productividad y resultados económicos. Las mujeres son más participativas y saben influir positivamente sobre su entorno. Ello es debido no sólo a las diferencias socioculturales y cerebrales sino también a la presencia de una sustancia, la oxitocina. El nivel de esta se asocia significativamente con un aumento de la confianza y la empatía. Los malos jefes provocan elevación de la presión arterial, aumento del cortisol, hormona que se eleva en los estados de estrés y puede llegar a producir deterioro físico. La mujer siempre ha tenido ese rol en la historia o una forma similar. Pero con interpretación machista, dominador de la mujer, a la que muchas veces solo ve desde la genitalización. Es imprescindible un esclarecimiento claro. Unas leyes que comporten el abandono de este tipo de vejaciones; un fuerte compromiso del Estado que erradique de una vez por todas la barbarie a que son sometidas. Esto traerá, por consiguiente, el que sean respetadas.