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INSTITUTO MILTON H.

ERICKSON DE SANTIAGO
C ENTRO P ARA EL D ESARROLLO DE LA P SICOTERAPIA E STRATÉGICA B REVE

CONTRIBUYENDO A LA ALIANZA TERAPEUTICA


Empatía terapéutica: Abriendo caminos para el cambio
usando el lenguaje del cliente

Ps. Mario Pacheco

En general, las interacciones entre un terapeuta y sus clientes pueden tomar la forma de
una entrevista o de una conversación.
En la terapia tradicional, esas interacciones caen dentro de la categoría de las entrevistas,
que Anderson y Goolishian (1996) describen en la siguiente forma:
«Tradicionalmente, en terapia las preguntas dependen de la pericia del terapeuta, pericia que
refleja una comprensión teórica y el conocimiento de los fenómenos psicológicos y del
comportamiento humano. Es decir, que el terapeuta explica (diagnostica) y trata (interviene)
el fenómeno o el comportamiento desde esta base de un conocimiento anterior, desde la
teoría generalizada. Al hacerlo, el terapeuta destaca (y protege) su propia coherencia
narrativa, no la del cliente. Esta posición de conocimiento es similar a lo que Brunner califica
como “postura paradigmática”, en oposición a una “postura narrativa”. En la postura
paradigmática, el intérprete centra su atención en la explicación que destaca una
comprensión denotativa y establece categorías generales y reglas amplias. […] En terapia,
hacer preguntas desde una posición de conocimiento encaja muy bien dentro de la postura
paradigmática de Brunner, en el sentido que la respuesta se limita a la perspectiva teórica
previa del terapeuta. Por el contrario, la posición de ignorancia –similar a la “postura narrativa”
de Brunner– indica un tipo diferente de pericia: una pericia que se limita al proceso de la
terapia y no al del contenido (diagnóstico) y cambio (tratamiento) de la estructura
patológica.» (p. 52)

Esos autores describen la conversación terapéutica del siguiente modo:


«La pregunta terapéutica o conversacional es la herramienta más importante de que se vale
el terapeuta para expresar su pericia. Es el medio por el cual el terapeuta se mantiene en
camino hacia la comprensión. Las preguntas terapéuticas surgen siempre de una necesidad
de saber más acerca de lo que acaba de decirse. Así, el terapeuta está siempre informado
por los relatos del cliente y aprende siempre un nuevo lenguaje y una nueva narrativa. Las
preguntas que están abiertamente regidas por una metodología corren el riesgo de malograr
la oportunidad del terapeuta de que los clientes le introduzcan en sus propios mundos. La base
del interrogatorio terapéutico no es simplemente interrogar al cliente o recoger información
para convalidar o apoyar la hipótesis. […]

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En este sentido hermenéutico, durante el proceso de la psicoterapia el terapeuta no está


aplicando un método de interrogación, sino que está continuamente adaptando su
comprensión a la de otra persona. Así, el terapeuta está siempre en proceso de comprensión,
siempre en camino a la comprensión, siempre en proceso de cambio. Las preguntas
formuladas desde la ignorancia reflejan esta posición del terapeuta y este proceso
terapéutico. De este modo, el terapeuta no domina al cliente con su conocimiento
psicológico; al menos, sólo lo domina en la misma medida en que se ve conducido por el
cliente y aprende de su pericia. La tarea del terapeuta, por lo tanto, no consiste en analizar
sino en intentar comprender, comprender desde la cambiante perspectiva de la experiencia
vital del cliente.» (Anderson y Goolishian, 1996, p. 52-53)

Desde la perspectiva de los factores de la eficacia terapéutica (Duncan et al., 1998), las
investigaciones han encontrado que las siguientes pautas del terapeuta contribuyen a este factor
de eficacia:
Ø Cuando las intervenciones se adaptan a las metas del cliente;
Ø Cuando el tratamiento se adapta a la forma en que el cliente ve la relación terapéutica;
Ø Cuando el terapeuta adopta las actitudes descritas por Carl Rogers como “condiciones
necesarias y suficientes”1 de la terapia: Empatía, Respeto, Autenticidad; y Validación del
cliente.

La actitud de “ignorancia”2 del terapeuta propuesta por Anderson y Goolishian (1996)


puede contribuir eficazmente al fortalecimiento de la alianza terapéutica; como lo han expresado
muy bien DeJong y Berg (1998):
«Si […] usted desea colocar a sus clientes en la posición de ser expertos respecto a sus propias
vidas, tiene que saber cómo dejar a un lado su propio marco de referencia lo más que sea
posible, y explorar el de sus clientes. En otras palabras, debe aprender cómo adoptar la postura
de no saber . […] un profesional nunca sabe a priori (en virtud de un marco de referencia
experto) el significado de las experiencias y acciones del cliente. Por el contrario, el profesional
debe apoyarse en las percepciones y explicaciones del cliente.» (p. 21)

Grenberg et al. (1996), han definido las condiciones necesarias de Rogers del siguiente
modo:
Ø Armonía empática: «El terapeuta intenta continuamente tomar contacto y mantener una
comprensión auténtica de la experiencia interna o marco de referencia del cliente. Como Rogers
ha dicho: …ser empático es percibir el marco de referencia interno del otro con exactitud y con los
componentes emocionales de significado… como si uno fuera la persona, pero sin perder jamás la
condición de “como si”.» (p. 131)
Ø Aprecio: «Además de ser empático, es también esencial que el terapeuta fomente el vínculo
terapéutico desarrollando y comunicando una sensación de afecto y respeto por el cliente.

1 Actualmente dentro de la tradición humanista no se acepta el aserto de Rogers respecto a que las condiciones
definidas por él como “necesarias y suficientes” de la terapia sean “suficientes”. Desde el punto de vista de los
factores de eficacia de la terapia, la alianza terapéutica es un factor en un conjunto de cuatro factores.
2 La traducción literal de la acepción de DeJong y Berg (1998) para esta postura es “ no saber .”

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Distinguimos dos aspectos subordinados de esta actitud: aceptación (incondicionalidad o


consistencia) y afecto. Aceptación se refiere […] a una actitud de interés, congruente, auténtica y
no crítica, y a la tolerancia a todos los aspectos del cliente. […] Aceptar al cliente
incondicionalmente requiere un acto de “renunciar” no sólo a las preconcepciones y expectativas
respecto a él, sino también a los valores, preferencias y puntos personales del terapeuta. […] La
calidez, es un estado más fuerte y activo, que el terapeuta puede experimentar, a veces, en
terapia. En determinados momentos el terapeuta experimenta una sensación activ a e inmediata
de cariño, aprecio, de sentirse privilegiado y de valorar al cliente en el momento dado. La calidez
también supone desear lo mejor para el cliente, o valorarlo, o desearle lo mejor, pero sin sentirse
responsable de “fijar” cómo es el cliente.» (p. 134-135)
Ø Autenticidad: «Si la empatía y el aprecio comunicados por el terapeuta no se basan en la
comprensión y la preocupación auténtica por el cliente, es muy probable que sean vistos como
falsos y puedan dar desconfianza en el cliente. Así, el aspecto final del vínculo terapéutico es la
autenticidad, expresada en la idea que el terapeuta sea apropiadamente congruente, íntegro,
abierto, “real” o auténtico en la relación. […] La relación terapéutica se concibe como una
relación real y humana en la que el terapeuta evita desempeñar roles o esconderse detrás del “rol
del experto”.» (p. 135-136)

Sin embargo, la empatía terapéutica debe ser comunicada al cliente. Rogers (Rogers y
Kinget, 1971), Greenberg et al. (1996) y DeJong y Berg (1998) han descrito una serie de pautas para
comunicar la empatía y validación al cliente.3

ENFOQUE DE ROGERS
Rogers y Kinget (1971) distinguen tres modalidades de comunicación de la empatía, que
denominan respuesta-reflejo.
Esos autores afirman lo siguiente: «Puesto que el terapeuta rogeriano no trata de juzgar,
interrogar o dar seguridad, ni de explorar o interpretar, sino que por el contrario, trata de participar
en la experiencia inmediata del cliente, se deduce, fácilment e, que sus respuestas deben
adaptarse al pensamiento de éste hasta el punto de rehacerlo dándole una forma equivalente o
que, al menos, el cliente reconozca como suya. […] Reflejar consiste en resumir, interpretar, o
acentuar la comunicación, manifiesta o implícita del cliente.» (p. 62) (Énfasis en el original)
Distinguen los siguientes tipos de reflejo terapéutico:

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La empatía terapéutica y su comunicación al cliente poseen un objetivo diferente en los enfoques de Rogers
y Grennberg et al., comparados con el enfoque orientado a la solución representado por DeJong y Berg.
En la terapia no directiva de Rogers y en el enfoque vivencial procesual de Greenberg et al., un gran objetivo
terapéutico es que el cliente pueda reformular su noción de si mismo (Rogers); y un procesamiento vivencial
óptimo que conduzca al crecimiento y a la autodeterminación del cliente (Greenberg et al.).
El objetivo de la terapia orientada a la solución “es ayudar a los clientes a hacer algo distinto, cambiando su
conducta interactiva y/o su interpretación de la conducta y las situaciones, de modo que pueda llegarse a
una conclusión (a la solución de su queja [aquello que ha motivado al cliente para buscar terapia])”. (de
Shazer, 1986/1999, p. 123) Generalmente, las metas en este enfoque son metas mínimas, mientras que en
la terapia de Greenberg et al. las metas pueden ser mínimas o de más largo alcance.

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1) Reiteración. Es una forma elemental que se dirige al contenido manifiesto del mensaje.
Es breve y consiste en resumir la comunicación del cliente o colocar de manifiesto un
elemento importante, o reproducir las últimas palabras para facilitar la continuación del
relato. Se emplea sobre todo cuando la actividad del cliente es descriptiva, con poco
contenido emocional, sin mayores significados implícitos.
Sirve para establecer una atmósfera de acogida y relajación, necesaria para activar las
fuerzas de crecimiento y autonomía del cliente. Suele formularse según las mismas
palabras del cliente, y su valor específico parece ser de tipo afectivo: el cliente se siente
acompañado, no observado por el terapeuta, y esto le da la tranquilidad y seguridad
para adoptar su papel de un modo espontáneo. Es la respuesta privilegiada del
rogeriano, ya que representa la expresión más pura de los principios de empatía y de
consideración positiva incondicional que fundamentan esta terapia.

Ejemplo: (Rogers y Kinget, 1971, p. 80)


C: […] Me di un buen banquete, hablé con la persona que esta en la mesa de al lado y… figúrese
que me puse a imitarle a usted… a hacer el papel de “catalizador”. Lo llama usted así, ¿no?
Quiere decir…, a hacer… agente…
T: ¿Catalizador?
C: Catalizador. Sí. Claro que es eso. ¡Qué tonterías! Bueno, pues de agente catalizador y ella, en
menos de […] Sólo que la lata con ese tipo de sentimiento es que…, es que… se puede
comparar a la que siento cuando Arnold (su marido) me anuncia que tiene que irse de viaje…
me siento desgraciada porque sé que después de ese sentimiento maravilloso, vuelvo a caer
en la depresión.
T: Teme usted que se trate de una reacción pasajera.
C: Eso es. Sin embargo […]

2) Reflejo de sentimiento. Trata de sacar a la luz la intención, la actitud o el sentimiento


inherentes a las palabras del cliente, proponiéndolos sin imponérselos. Consiste en
iluminar el “fondo” de la comunicación con el fin de permitir al sujeto que se dé cuenta
de si hay en él elementos susceptibles de integrarse en la “figura”, para modificarla o
realzarla. Se trata de poner de manifiesto el significado personal emocional de las
palabras del cliente, lo cual confirma la comprensión y aceptación del sentimiento
inherente a las palabras. Esto forma una especie de “trampolín” desde el cual el cliente
puede lanzarse de modo natural a una explicación más completa, o introducirse en
asuntos más profundos. A partir del momento en que el terapeuta se muestra capaz de
captar el sentimiento vivido, aunque no expresado de modo manifiesto, la relación y el
proceso toman un giro más constructivo.

Ejemplo 1: (Rogers y Kinget, 1971, p. 86-87)


C: ¡Ehh!... ¿Usted es creyente?..., quiero decir… ¿Cree usted en… la religión?

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[Comentario de Rogers: “Estas palabras representan una pregunta que trata de obtener una
simple información. En cierto sentido, completamente secundario, eso es lo que la pregunta
significa. Pero su significado personal es de orden emocional. Esta pregunta no está inspirada
en el interés de la cliente por el terapeuta. […] El contexto de la relación y de la conducta no
verbal –tono de voz, expresión de la cara– de la cliente sugieren que su “pregunta” es una
manifestación de inseguridad, de temor de no ser comprendida, de no encontrar el respeto
necesario para poder expresar sentimientos profundos. Por eso el terapeuta dirige su respuesta
al significado emocional.”]
T: ¿Quiere usted decir que… sin ser creyente… no podría comprender lo iba a decirme?
[Comentario de Rogers: “La cliente, olvidando su pregunta y quizá agradablemente
sorprendida y tranquilizada a la vez, al comprobar que el terapeuta es capaz de adivinar el
sentimiento que motivaba sus palabras y de reflejárselo de un modo que le resulta fácil
admitirlo, se lanza al fin, a expresar el obstáculo que impedía el desarrollo de una actitud de
confianza hacia el terapeuta.”]
C: Pues… no sé. Suele suceder que la gente como usted… en fin…, como mi marido y su círculo no
son creyentes.
T: Y… muchas veces… estima que vale más guardar para usted ciertas cosas que le importan
verdaderamente… por las que siente una cierta… reverencia, como pasa con las cuestiones
religiosas.
C: Sí. No sirve (el hablar) más que para parecer estúpida o para quedar aislada.
T: Es un sentimiento que parece resultarle familiar.
C: Es el pan de cada día.
T: Un pan un poco amargo… Y que se lo proporcionan a usted su marido y su círculo de amigos, si
no me equivoco.
[Comentario de Rogers: “Estas últimas palabras, directamente articuladas sobre el sentimiento
de la cliente, forman, por decirlo así, un trampolín desde el que ella se puede lanzar, de modo
natural, a una explicación más completa.”]

Ejemplo 2 (Rogers y Kinget, 1971, p. 90-93)


C: Sé muy bien que no estará de acuerdo conmigo en este tema. Sé muy bien que los psicólogos y
los psiquiatras no aprueban este tipo de concepciones. Todo lo que se publica en psicología
aboga por la falta de trabas, de hacer concesiones, por el relativismo moral. En una palabra, sé
muy bien que mis ideas no están de moda en estas cuestiones.
T: Usted tiene la impresión de que todo lo que se publica en psicología trata, en cierto modo, de
afectar las buenas costumbres y alterarlas.
C: ¿La impresión? ¿Cree que se trata de una impresión, de una simple opinión?
T: ¡Hmmm! No es una cuestión de impresión. Es un hecho.
C: Absolutamente.
T: ¡Hmmm!
C: Tome cualquier libro. Vaya a la librería T (librería universitaria). Muéstreme un solo libro que no
sea, moralmente, subversivo.
T: Todos los que usted ha examinado allí son más o menos, subversivos.
C: ¿Hay alguna razón para creer que lo que vende un librero como R… no es representativo de
este terreno?

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T: ¡Hmmm! Usted no ve ninguna razón.


[…]
C: Me doy cuenta que he sido terriblemente pretencioso al afirmar esto. Pero, a pesar de todo
pienso que es un hecho.
T: No le gusta a usted parecer pretencioso, pero estima que se trata, indudablemente, de hechos.
[…]
C: Evidentemente, sería presuntuoso creer que se pertenece a esos pocos. Eso es claro.
T: A usted lo le gustaría parecer presuntuoso… Pero si no me equivoco, no puede evitar el contarse
entre esos pocos.
C: Muy bien doctor. Muy bien. Ya veo que me he metido en un dilema.
T: Un dilema.
C: Si sigo “sí”, soy presuntuoso. Si digo “no”, me contradigo a mi mismo y me resulto absurdo.
T: Le sería difícil escoger entre esos dos males.
C: Bueno, supongo que… puedo encontrar una salida.
T: ¡Hmmm!
C: No sé se es una solución. Pero me temo que sea una conclusión. Una conclusión correcta,
probablemente. Soy, probablemente, pretencioso. Sin quererlo seguramente. Sin darme
cuenta, plenamente.
T: Es un conclusión dura… pero…
C: ¡Qué más da!
T: Encuentra que es difícil escapar a tal conclusión.

3) Elucidación. Se trata de poner de manifiesto sentimientos y actitudes que no se derivan


directamente de las palabras del suj eto, sino que pueden deducirse razonablemente
(por vía lógica, no hipotética) de la comunicación o de su contexto. Es una deducción,
que se caracteriza por una cierta agudeza intelectual que no tienen las otras
variedades del reflejo, y que suele suscitar un interés más vivo en el cliente porque le
parece más activo, más sustancial e indicativo de la competencia del terapeuta. La
consecuencia es que puede fomentar la tendencia a la dependencia del cliente. Por
el hecho de acercarse a la interpretación, es un tipo de respuesta más susceptible de
contener elementos extraños al campo de la percepción, y por tanto de “amenazar” la
tendencia auto-ayuda del cliente. Por esto es útil formular el contenido de esta
respuesta de un modo no categórico (“si no me equiv oco...” ; “no sé si lo capto
correctamente...” ; etc). Puesto que la elucidación se parece bastante a la
interpretación, el terapeuta rogeriano evita esta modalidad, ya que no es la mejor
manera de consolidar la interacción centrada en el cliente (puede implicar que el
terapeuta no se refiera sólo a los puntos de vista del cliente, sino al significado que tales
puntos de vista pudieran tener para el terapeuta)

Ejemplo (Rogers y Kinget, 1971, p. 105)


C: (Terminando de presentar la conducta de su jefe que impide su ascenso, tanto desde el punto
de vista de la categoría como de sueldo)… por eso, le aseguro que compadezco a este

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individuo. Lo compadezco. Una persona tan ciega respecto a sus responsabilidades y de la


justicia más elemental, es digna de compasión. Lo compadezco más de lo que lo desprecio.
Pero no me iré. No, eso no. El no tiene autoridad para despedirme. Y la Compañía tiene
necesidad de mis servicios. Hay muy pocos estadísticos especializados en este campo. Por eso,
fácilmente, podría obtener un puesto en otra parte. Pero me quedaré. Sé que algún día se
arrepentirá de su conducta conmigo. No podrá escapar.
T: Veamos si capto el sentimiento que parece usted expresar… El modo de portarse de su jefe le
priva a usted de los ingresos, del prestigio y de las satisfacciones que se desprenderían,
normalmente, de su trabajo, pero, sin embargo…, si no me equivoco…, la perspectiva de ver
un día que él se arrepentirá de su conducta con usted, es una razón sufriente para soportar las
pruebas y sacrificios de que usted habla.
C: Sí.
T: Es decir, que esos sacrificios se los impone a si mismo tanto como a él. ¿Es eso? La perspectiva de
ver sus remordimientos le parece una compensación muy suficiente…

ENFOQUE DE GREENBERG ET AL.


Greenberg et al. (1996) han descrito una serie de comportamientos verbales y no verbales
que comunican la empatía terapéutica y que ayudan a la auto-exploración al cliente. Los dividen
en los siguientes tipos:

1) Comprensión Empática: Son las respuestas del terapeuta que simplemente intentan
comunicar la comprensión del mensaje o experiencia inmediata del cliente, y tratan de
proporcionar una empatía “sólida”. Sirven para fomentar la relación cliente-terapeuta, para
ofrecer aprecio y apoyar al cliente, y subrayar los temas emergentes.

Ejemplo (Greenberg et al., 1996, p. 150)


C: Mi madre tenía la presión alta y problemas de corazón, pero creo que era hipocondríaca. Y
cuando nos hicimos mayores, ella apenas hacía nada y nos lo dejaba todo a nosotras. Tenía que
hacerlo yo o nadie lo hacia.
T: Ajá. De modo que o lo hacías o no la hacía nadie, la sensación de “¡tengo que hacerlo!” [El
terapeuta trata de mostrar comprensión de lo que la cliente sentía]
En contraposición con:
T: De modo que quizá esto conecta con el hecho que te resulte difícil ahora hacer el trabajp de casa
cuando te lo dejan todo a ti, porque te hace sentir como entonces. [El terapeuta no comunica
comprensión, sino que está interpretando en la búsqueda de insight para una mayor
comprensión de si misma de la cliente.]

Se distinguen dos tipos:


Ø Reflejo empático: transmite comprensión y aprecio de una manera óptima cuando
se centran en los sentimientos, significados subjetivos y reacciones internas más
esenciales o intensos del cliente. El terapeuta no responde sólo a la emoción, sino a
toda la experiencia, incluyendo su significado para el cliente. Esta respuesta es

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difícil de dominar, y requiere cuidadosa armonía con la naturaleza, calidad e


intensidad de la siempre cambiante experiencia del cliente. Es preciso que el
terapeuta use la “selección empática” para identificar lo que va a reflejar,
basándose en una sensación intuitiva de los aspectos “nucleares” o más intensos
del mensaje del cliente

Ejemplo 1 (Greenberg et al., 1996, p. 151)


C: Tuve muchos problemas con tus padres. Eran muy controladores. Cuando era pequeña mis
padres me hacían comer todo lo que había en el plato, permanecían de pie a mi lado
vigilándome y ¡no podía soportarlo!, me sentía tan desvalida.
T: Que te forzarán así era más de lo que podías aguantar.

Ejemplo 2 (Greenberg et al., 1996, p. 152)


C: Y después de burlarse de mi por sentirme satisfecha de cómo lo había hecho, mi sensación
de logro desapareció.
T: La chispa se esfumó y te dejó como si te hubieran robado.

Ø Respuestas de seguimiento: Son pequeños signos de comprensión, conocidos


también como “reconocimientos”: ajá; um; ya veo; entiendo; sí, de acuerdo;
asentimiento con la cabeza y sonrisas. Sirven para comunicar en gran medida la
comprensión del terapeuta, permitiendo al cliente continuar y elaborar.

Ejemplo 2 (Greenberg et al., 1996, p. 152-153)


C: Es como si tuviera una nueva parte en mí, que nunca hubiera aceptado antes, está
empezando a salir.
T: [silenciosamente] sí
C: Y (pausa) siento que tengo miedo
T: Ajá
C: Pero empiezo a dejarlo salir, (silencio)
T: Sí.
C: Siento rabia.
T: Sí, estás un poco asustada, pero también sientes rabia.

2) Exploración empática: Es facilitadora de la exploración del cliente dentro de un marco


empático. Esta respuesta trata de comunicar comprensión y ayudar al cliente a entrar en
su experiencia de un modo más intenso o avanzar hacia los límites difusos o emergentes de
su experiencia. Proporciona un nuevo modo de facilitación del cliente, combinando las
intenciones de comprensión y exploración, creando una alianza co-exploratoria. Se
distinguen los siguientes tipos:

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Ø Reflejos exploratorios: Son las respuestas destinadas a crear una situación co-
exploratoria y a guiar o estimular la exploración del cliente, comunicándole su
comprensión de un modo tentativo. Se expresan como el propio intento del
terapeuta de seguir al cliente, y se centra en los límites, los aspectos difusos o
emergentes de la experiencia del cliente.

Ejemplo 2 (Greenberg et al., 1996, p. 153)


T: [Dicho con una calidad interrogante de la voz] No estoy seguro…, me da la impresión de
que te sentiste defraudada cuando él dijo eso.

Pueden describirse los siguientes subtipos de estos reflejos:

o Reflejos evocativos: Tratan de “destapar” el significado del cliente, con un


lenguaje fresco, vívidas imágenes, maneras expresivas o formas tentativas y
exploratorias.

Ejemplo (Greenberg et al., 1996, p. 153-154)


C: Mi madre tenía la presión alta y problemas de corazón, pero creo que era una
hipocondríaca. Y cuando nos hicimos mayores, ella apenas hacía nada y nos lo
dejaba todo a nosotras. Tenía que hacerlo yo o nadie lo hacía.
TA: Casi como si dijera, “¡Oh, mi corazón! — ¡Hazlo tú!” Y tú sintieras ese tremendo
sentido de responsabilidad.

O
TB: Y, de este modo, te trasladaron una pesada carga y todo lo que hiciste fue
apretar los dientes y llevarla.

o Reflejo de apertura de límites: centra el foco de la atención en el límite


abierto o “director” de la experiencia del cliente (el más vivo o intenso de
la exposición del cliente), de modo que promueva una exploración
posterior.

Ejemplo (Greenberg et al., 1996, p. 154)


C: Me gustaría ser capaz de hablar más en clase, realmente me gustaría, pero
cuando pienso en algo que decir, me asusto y me cierro.
TA: De modo que realmente quieres hablar en clases, pero al mismo tiempo tienes
demasiado miedo. [Aquí se equilibran las dos partes del los sentimientos en
conflicto, por lo cual no se abren posibilidades.]
TB: Incluso aunque te asuste, me da la impresión de que realmente deseas ser capaz
de hablar, poner voz a tus pensamientos. [Para abrir “límites”, el terapeuta dirige
el foco a sólo una de las partes del conflicto]

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TC: Así, sólo de pensar en hablar, sientes una especie de miedo, una especie de
tensión, no sé, es demasiado arriesgado abrir la boca. [Reflejo exploratorio
centrado en el miedo]

o Reflejos orientados al crecimiento: seleccionan el límite de crecimiento del


cliente o sus nuevas posibilidades, y son útiles para centrar al cliente en su
trayectoria de desarrollo emergente.

Ejemplo (Greenberg et al., 1996, p. 155)


C: Me siento como si estuviera atrapada en el fondo de un gran pozo oscuro. Estoy
tan sola y atrapada. Lucho por salir, pero no parece que lo consiga.
T: Es tan oscuro y profundo que es difícil salir, no puedes hacerlo, pero sigues tratando
desesperadamente de salir, de establecer contacto.

Ø Preguntas exploratorias: alientan la exploración de la experiencia del cliente, y no


sólo una mera recogida de información.

o Pregunta sobre la experiencia: indagación acerca de distintos aspectos


de la experiencia presente o pasada del cliente: sentimientos emociones,
percepciones de las situaciones, sensaciones corporales, significados,
anhelos o deseos, intenciones. Algunas variaciones son: ¿qué estás
experimentando ahora?, ¿de qué te diste cuenta entonces?, ¿cómo se
siente eso?

o Preguntas de colaboración: el terapeuta se para a mitad de una frase y


deja un espacio definido o un límite abierto para ayudar al cliente a
rellenarlo o a elaborarlo. Cliente y terapeuta colaboran para construir la
frase.

o Preguntas de ajuste: buscan la confirmación del terapeuta o la


afirmación del cliente y ayudan al terapeuta a mantener la capacidad
de respuesta y evitar imponerse al cliente (¿se ajusta eso?, ¿es así como
lo sientes?). Se combinan más frecuentemente con los reflejos
exploratorios.

Ø Conjetura empática: el terapeuta “adivina” empáticamente lo que el cliente


puede estar sintiendo en ese momento, pero que aún no ha sido expresado en voz
alta. Estas respuestas se refieren a la experiencia interior presente (expresada de
manera no verbal, o “entre líneas”), y ayudan a captar la experiencia actual del
cliente, en vez de interpretar una experiencia no reconocida. Tratan de promover

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la experiencia del cliente, no de ayudarle a ver algo de manera diferente. Son


especulativas, y se hacen de un modo tentativo, una mezcla de reflejo-pregunta, o
combinada con una pregunta de ajuste, alentando al cliente a comprobar la
conjetura frente a lo que él o ella experimenta.

Ejemplos (Greenberg et al., 1996, p. 157)


C1: No sé, de algún modo no puedo sacar la energía necesaria para hacerlo, por tanto lo voy
a dejar. (suspiros)
T: Me parece oír una tristeza real. ¿Es así como te sientes?

C2: (Voz temblorosa) No sé si es bueno hablar de ello. No estoy segura.


T: Quizá dé un poco de miedo en este momento.

Además de las comunicaciones verbales descritas mas arriba, Greenberg et al (1996), el


terapeuta puede comunicar su “presencia vivencial” en la sesión a través de los siguientes
comportamientos no verbales:
Ø Uso de silencios: El silencio parece facilitar la exploración interna y la emergencia de
nuevas experiencias; de modo que el terapeuta demuestra paciencia y respeto por los
procesos internos del cliente al guardar silencio y esperar que el cliente finalice lo que
está tratando de decir y evita interrumpirle y hablar demasiado.
Ø Calidad vocal: La cualidad de la voz del terapeuta debiera ser congruente con el
trabajo que está realizándose.
Ø Comportamiento no verbal: son importantes la postura y la distancia física apropiadas,
los gestos al hablar, el contacto visual o la mirada y la expresión facial.

APORTES DE LA TERAPIA ORIENTADA A LA SOLUCIÓN (DeJong y Berg)


DeJong y Berg (1998) reconocen el aporte de la comunicación empática descrita más
arriba, promueven su uso, y aportan otras pautas para los terapeutas que son complementarias a
las ya descritas.

Ø Conducta no verbal
o un tono de voz que haga juego con el del cliente
o contacto visual
o movimientos afirmativos ocasionales con la cabeza que muestran que el profesional
está de acuerdo con lo que el cliente dice
o expresiones faciales cambiantes en respuesta a lo que el cliente dice
o sonrisas en puntos apropiados para demostrar calidez y comprensión
o gestos con las manos ocasionales
o sentarse cerca de los clientes
o uso de una velocidad moderada del habla
o inclinarse levemente hacia el cliente para indicar interés y concentración

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o toques ocasionales.

Ø Hacer eco de las palabras del cliente


«Los clientes usan el lenguaje para describir sus relaciones y sus experiencias. A
menudo, aunque su lenguaje tiene mucho significado para ellos, puede parecerle
vago a usted. Una forma de aclarar la ambigüedad es simplemente repetir o hacer
eco de las palabras clave usadas por los clientes. Las palabras clave son aquellas
que los clientes usan para capturar sus experiencias y el significado que le atribuyen
a esas experiencias. Por ejemplo, un cliente podría decirle: "Mi vida es un desorden."
Si usted desea saber más respecto a lo que quiere decir el cliente, todo lo que
necesita es repetir la palabra "desorden" con un tono de voz elevado, o simplemente
preguntar, "¿Qué quiere decir por 'desorden'?" El cliente casi siempre toma esto
como una invitación a decir más respecto a lo que está sucediendo en su vida.
El uso del lenguaje del cliente es la forma primaria por medio de la cual transmiten sus
marcos de referencia. Es crucial, entonces, en la construcción de soluciones que
usted escuche cuidadosamente y explore las palabras que elige su cliente para
comunicarse. La exploración de las palabras del cliente es además una forma
importante para demostrar respeto hacia él. En conexión con esto, creemos que es
una falta de respeto que mina la confianza del cliente, redefinir las palabras del
cliente en la jerga profesional.» (DeJong y Berg, 1998, p. 23-24)

Ø Uso de preguntas abiertas


Por ejemplo:
"¿Puede hablarme de la relación con sus padres?"
"¿Me pregunto qué sucedió entre usted y sus padres la noche que no regresó hasta las 3 A.M.?"
"Si las cosas mejoraran entre usted y sus padres, ¿qué sería diferente?"

En contraposición con los mismos temas explorados a través de preguntas cerradas:


"¿Le gustan sus padres?"
"¿Le pidió a sus padres un cambio en el horario de regreso a casa antes que se decidiera a
quebrantarlo?"
"¿Quiere arreglar las cosas entre usted y sus padres?

Ø Resumir
«Cuando usted efectúa resúmenes, usted devuelve en forma periódica al cliente sus
pensamientos, acciones y sentimientos. Usted usa esta técnica después que ha
obtenido una descripción detallada de una parte de la historia del cliente, con el uso
juicioso de ecos y preguntas abiertas.» (DeJong y Berg, 1998, p. 25)

Ejemplo (DeJong y Berg, 1998, p. 25-26)

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«T: [pregunta abierta] ¿Cómo esperas que pueda ayudarte?


C: Mis padres son unos chapados a la antigua; ¡No puedo creerlo!
T: [con curiosidad genuina y haciendo eco] ¿"Chapados a la antigua"?
C: Sí. Como esa regla ridícula que tienen, que tengo que estar en la casa a las 10 durante la
semana. Dicen que necesito acostarme temprano para que me vaya bien en la escuela, en
lugar de andar por ahí con mis amigos. [en forma cínica] Sí. ¡eso! Sólo porque están
colocándose viejos y tienen que irse a la cama temprano.
T: De modo que tú no lo ves como ellos.
C: Seguro que no. De hecho, la razón por la que me hicieron venir aquí a verlo a usted fue que
la semana pasada me volví loco y no llegué temprano a la casa.
[C se detiene y mira en forma hosca hacia la distancia, con sus brazos cruzados sobre su
pecho.]
T: [pregunta abierta] ¿Puedes contarme respecto a qué sucedió esa noche?
C: [suspirando] La misma cosa de siempre. Les dije que un grupo de nosotros iríamos a ver
películas de 2 dólares y después a una tienda de comida rápida o donde uno de mis amigos.
Me dijeron que tenía que regresar a las 10 y les dije que no podía, y entonces comenzaron a
gritar. Me dijeron que mis calificaciones estaban bajando y que incluso yo ni debiera salir;
debiera estar estudiando. Les dije que lo estaba haciendo OK. Me ordenaron quedarme en la
casa, y me volví loco y me fui y me quedé toda la noche en la casa de uno de mis amigos
después de la película. Sus padres se habían ido de vacaciones.
T: [resumiendo] OK, déjame ver si estoy en lo correcto. Estas aquí porque tus padres te hicieron
venir. Discutiste recientemente con ellos respecto a la hora de llegada a la casa, te enojaste
por lo que te dijeron, y te quedaste fuera sin permiso para dormir toda la noche en la casa de
un amigo.
C: Sí, correcto. Nosotros peleamos por esto casi toda la semana. Son muy chapados a la
antigua; ninguno de mis amigos tiene que llegar a la casa a las 10. Usted no pensaría que se
acuestan a esa hora; estamos viviendo en los 90, usted sabe.»

Ø Parafraseo
«Las parafrases son más breves que el resumen y por lo tanto no interrumpen el tren
de pensamientos del cliente. Son muy útiles para demostrar al cliente que usted
realmente lo está escuchando. Cuando usted realiza una parafraseo, ofrece a su
cliente una invitación a clarificar y expandir su historia. Como en los resúmenes,
recomendamos que cuando usted entregue parafrases, incluya las palabras del
cliente.
[En el ejemplo de más arriba] En lugar de resumir, T podría haber escogido
simplemente parafrasear lo que C dijo: "Bien, desobedeciste las reglas de tus padres
chapados a la antigua y te quedaste fuera toda la noche." C habría tenido la
oportunidad de modificar la comprensión de T.
Usted puede usar el parafraseo para llevar la conversación con el cliente en una
dirección que usted piensa que es más útil. […] una vez que los clientes han descrito
sus dificultades, exploramos que les gustaría que fuera diferente en su vida. Otra

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parafrase que T podría haber usado con C sería: "Bien, no estás feliz como van las
cosas en tu relación con tus padres; quieres ver algo diferente." Est a parafrase le
demostraría a C que está siendo escuchado y también sirve como una invitación a
comenzar a pensar en una alternativa, un futuro mucho mejor con sus padres.»
(DeJong y Berg, 1998, p. 27)

Ø Mostrarse a si mismo
«Hay una amplia variación entre el uso que hacen los profesionales de esta técnica.
Algunos profesionales muestran sus propios sentimientos y experiencias como una
forma de educar y motivar a sus clientes. Otros evitan esta práctica, en la creencia
que interfieren con la autodeterminación del cliente y socava la confianza del cliente
en si mismo.
[DeJong y Berg] no recomendamos que usted les hable a sus clientes de sus propias
experiencias personales. La noción que subyace a la construcción de soluciones es
que el primer lugar –y usualmente el único lugar necesario– para buscar las soluciones
se encuentra dentro del propio marco de referencia y las experiencias pasadas del
cliente. Sin embargo, esto no significa que usted nunca debe revelar a los clientes lo
que está en su mente; a veces es importante decirle al cliente lo que usted está
pensando. Por ejemplo, a un cliente que deja de hablar en forma abrupta, usted
podría decirle, "Me doy cuenta que ha dejado de hablar; ¿puede decirme qué
significa eso?" Por otro lado, si usted escucha una contradicción en lo que el cliente
dice, usted podría hacer un comentario: "Anteriormente usted dijo que las cosas entre
usted y su mamá estaban mucho mejor. Recién dijo que está enfermo debido a ella.
Estoy confundido; ¿puede explicarme cómo encajan esas dos cosas?" El uso
apropiado de esas aperturas nos puede ayudar a comprender cómo los clientes
están experimentando la entrevista y clarificar las percepciones de ellos respecto a su
vida.» (DeJong y Berg, 1998, p. 29-30)

Ø Procesos, no contenidos
«El contenido se refiere al mensaje verbal del cliente –la información que entregan
respecto a sus problemas y las personas y eventos importantes en su vida. El proceso
se refiere a la forma en que el cliente expresa la información –es decir, el afecto o
sentimiento que el cliente transmite cuando da la información. Este afecto puede ser
revelado, por ejemplo, a través de una postura del cliente (derecho o hundido en la
silla), el grado del contacto visual, el tempo de su habla, el uso del silencio, la
capacidad de estar concentrado en el tema en cuestión, expresión facial y el tono
de la voz.
A menudo el contenido y el proceso del cliente coinciden, y el profesional
parafrasea y resume el contenido para el cliente, para asegurar que los dos

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comparten la misma comprensión del cliente respecto a su situación. A veces, sin


embargo, el contenido y el proceso del cliente no coinciden. Por ejemplo, una
cliente que está alejada de su esposo puede decir que su esposo ya no significa
nada para ella, pero sus ojos se llenan de lágrimas. Cuando los profesionales
advierten esas discrepancias aparentes entre el contenido y el proceso, pueden
elegir responder a ellas a través del parafraseo, el resumen, el mostrarse a si mismos, o
sólo guardando esa información en su mente por el momento, quizá para ser
incorporado posteriormente en la entrevista. La decisión del profesional respecto a
que hacer debiera estar siempre basado en cómo ayudar mejor al cliente –es decir,
cómo proceder de modo que los sentimientos del cliente en la entrevista se
movilicen en una forma constructiva.» (DeJong y Berg, 1998, p. 30-31)

Ø Elogiar
Es una práctica frecuente en el enfoque orientado a la solución, que los terapeutas
elogien a los clientes respecto a sus fortalezas, esfuerzos o sus propias soluciones a sus
problemas. Esta estrategia no busca halagar al cliente para serle agradables, sino
que deben estar basados en la realidad, en el sentido que se derivan de lo
comunicado por el cliente.
DeJong y Berg indican que cuando los elogios se introdujeron por primera vez en el
Centro de Terapia Familiar Breve (BFTC) en Milwaukee, eran usados principalmente al
término de la entrevista para dirigir la atención de los clientes a las fortalezas y éxitos
pasados que podrían ser útiles en el logro de sus metas. Sin embargo, poco a poco,
los profesionales comenzaron a usar el elogio a lo largo de la sesión, debido a que el
procedimiento parecía ayudar a los clientes a desarrollar más esperanza y confianza.
DeJong y Berg distinguen dos tipos de elogios:

o Elogio directo: es una evaluación positiva o una reacción del terapeuta en


respuesta al cliente. Por ejemplo, “Usted parece ser una madre que cuida
mucho a sus hijos.” Si un cliente que está tratando de dejar de beber indica que
no ha bebido durante cuatro semanas, el terapeuta podría exclamar “¡Guau!“
Esa reacción es también un elogio directo. DeJong y Berg indican que prefieren
usar las evaluaciones positivas con moderación y las reacciones positivas con
frecuencia. Ambos tipos de elogios se usan mejor cuando reflejan lo que el
cliente valora.

o Elogio indirecto es una pregunta que implica algo positivo acerca del cliente.
Una forma de elogio indirecto es solicitar más información respecto a un
resultado declarado por el cliente. Por ejemplo, podría preguntársele a una
madre, “¿Cómo se las ha arreglado para hacer que la casa esté tan calmada?”

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Otra forma es implicar algo positivo a través de la relación; es decir, el terapeuta


le pide al cliente una respuesta a una pregunta desde el punto de vista
ventajoso de otra persona o personas: “Si sus hijos estuvieran aquí y yo les
preguntara qué es lo que hace usted para ser la buena madre que es, ¿qué
supone usted que ellos dirían?” Y una tercera forma es implicar que el cliente
sabe que es lo mejor, por ejemplo: “¿Cómo supo que es importante para usted
tratar a cada uno de sus hijos como alguien especial?” Los elogios indirectos son
preferibles a los elogios directos porque su formato de pregunta lleva al cliente a
descubrir y afirmar sus propias fortalezas y recursos.

Ø Afirmación de las percepciones del cliente


Obsérvese el siguiente diálogo:

«T: Comprendo que el Servicio de Menores está investigando su situación hogareña para ver si
están satisfecha con la forma en que usted est á cuidando a sus hijos.
C: Cierto, y estoy realmente asustada. Tengo cuatro hijos: Bill que tiene 4 años, Stacey de 3, y
mis mellizos que tienen 10 meses. Me dan un montón de trabajo.
T: Estoy seguro que debe ser así. Debe ser difícil para usted tener cuatro preescolares.
C: Cierto; me siento muy abrumada con los pañales y los platos, y a veces parece que todos
me necesitaran al mismo tiempo. Lo que empeora la situación es que mi esposo está recién
empezando con sus negocios y siempre sale.
T: [elogiando] Usted parece ser una madre que cuida mucho a sus hijos, intentando darles a
cada uno de ellos lo que necesitan.
C: [llorosa] Sí, pero a veces no puedo y se arma un lío. Pero intento darles un poco de tiempo a
casa uno por separado; cada niño necesita saber que es especial.
T : [continúa elogiando] Parece que está trabajando realmente duro para ser una buena
madre. Estoy interesado en esta idea de que cada hijo es especial. Parece ser algo muy
importante para usted. ¿Esto fue algo que descubrió por si misma, o lo tomó de otra
persona?
C: Mi mamá tuvo un montón de hijos, y ella estaba realmente enferma con depresión y tuvo
que ser hospitalizada. Nunca tuvo tiempo para nosotros, mucho menos para cada de
nosotros en forma separada. Entonces decidí hace mucho tiempo atrás que sería diferente
cuando yo tuviera mis propios hijos; prestaría atención en forma separa a cada uno de ellos.
T : [elogiando nuevamente] Puedo ver que ha pensado mucho respecto a esto. Dígame,
exactamente qué es lo que hace cuando trata a cada niño como alguien especial.»
(DeJong y Berg, 1998, p. 31-32)

DeJong y Berg reflexionan: «La exploración y la afirmación de las percepciones del


cliente, como las describen éstos, constituye un rasgo principal de lo que se hace en
las entrevistas orientadas a la solución. [El extracto de la entrevista de más arriba] es
un ejemplo de cómo pueden usarse los elogios para afirmar las percepciones del
cliente. […] Advierta como T continuamente le pide a C que se expanda en sus

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afirmaciones y dé más descripciones de su situación y cómo ella ha optado por


enfrentarla.
[En nuestras clases y talleres no hacen preguntas como las siguientes] “¿Siempre
afirma las percepciones de los clientes? ¿Y si un cliente está considerando el suicidio
como el escape a su depresión? ¿O amenaza con golpear a un rival de amores?
[…] Nosotros encontramos que los clientes consideran acciones extremas dentro de
un contexto o algunas percepciones asociadas. Cuando exploramos y
comprendemos, esas percepciones nos ayudan a nosotros y a ellos a darle un
sentido a lo que los impulsa a hablar en esa forma. Por consiguiente, recomendamos
que cuando se encuentre con clientes así, les pida respetuosament e que aporte
más información acerca de sus percepciones extremas. Por ejemplo, para un cliente
que piensa golpear a un hijo, podríamos decirle, “¿Qué está sucediendo en su vida
que le dice a usted que los golpes podrían ser útiles en esta situación? ¿Cómo haría
que eso fuera útil? ¿Funciona?” Y podríamos continuar con: “Si estuviera decidida a
hacer eso, ¿qué sería diferente entre usted y su hijo? ¿Qué sería diferente entre usted
y sus otros hijos? ¿Qué sería diferente entre usted y la corte?
[…] Muchas personas podrían asumir que la afirmación de esas percepciones del
cliente podría aumentar la oportunidad para los clientes hicieran eso o que estamos
perdonando comportamientos como golpear a los hijos. Irónicamente, hemos
encontrado justo lo opuesto. Cuando se les pregunta en forma respetuosa a los
clientes por las percepciones que rodean las posibilidades como el suicido y
golpeara otros, ellos usualmente son más capaces de relajarse, y por si mismos llevan
la conversación hacia posibilidades menos extremas.» (DeJong y Berg, 1998, p. 35-36)

Ø Regresar el foco al cliente


DeJong y Berg afirman: «Pensamos que es importante escuchar y respetar esas
percepciones [de los clientes], porque ellas representan cómo los clientes ven esas
partes de sus vidas en el momento que están hablando. También pensamos que
para llevarlos desde un sentimiento de falta de poder personal4 a uno de poder, los
clientes tienen que colocar su foco en si mismos. Permitirles enfocarse menos en lo
que no aprecian respecto a otras personas y sus circunstancias actuales, y más en lo
que ellos pueden hacer en forma diferente en la situación y cómo ellos se ven a si
mismo participando en la solución. […] Algunos ejemplos de preguntas que pueden
hacerse para invitar a los clientes a regresar el foco a si mismo, son las siguientes:

4
Algunos ejemplos de frases de clientes: (DeJong y Berg, 1998, p. 39)
“Mis hijos son flojos. No quieren levantarse en la mañana y se quedan acostados durante el día sólo mirando
TV. No parecen darse cuenta que a veces los necesito”
“A mi hijo le está yendo mal en la escuela. Pienso mucho de esto tiene que ver con el hecho que tiene
necesidades especiales de aprendizaje, las cuales los profesores no saben cómo manejar.”
“Si mi jefe solamente dejara de hablarme. A veces me trata como si yo fuera un niño.”

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“¿Qué le da esperanza que este problema puede ser resuelto?”


“¿Qué cosas estarán mejor, qué ocurrirá en forma diferente? ¿Quiénes advertirán que usted lo
está haciendo en forma diferente?”
“¿Qué hará que las cosas estén un poquito mejor?”
“Si su jefe estuviera aquí y yo le preguntara a él respecto a lo que usted podría hacer en forma
diferente para que él no le hablara tanto, ¿qué cree que él diría?» (DeJong y Berg, 1998, p. 39)

Ø Amplificación de las conversaciones acerca de las soluciones


Duncan et al. (1998) afirman que se promueven los factores del cliente en la terapia,
cuando los terapeutas se centran en las fortalezas de los clientes, más que en sus
déficit. Es más probable que la alianza terapéutica se vea favorecida cuando a
través de la conversación el terapeuta se centra en las experiencias exitosas del
cliente y se construye a partir de ellas. A la vez, esto promueve optimismo a la terapia.

Permítasenos citar a de Shazer (1999, p. 94-95) para exponer este punto:


«Como primera parte de un experimento, imagine que usted se ha pasado la última media hora
hablando con el señor A sobre todos los problemas de la vida de esta persona, haciendo
particular hincapié en sus sentimientos de depresión. ¿Cómo se siente usted después de esa
media hora?
Cuando les formulé esta pregunta a algunos terapeutas, todos me hablaron de cómo, mientras
escuchaban a las personas describir sus problemas y buscar una explicación, sentían que los
"hechos" se iban sumando unos a otros y que, como resultado de ello el problema se iba
haciendo, a los ojos del terapeuta, cada vez más pesado. Después de cuarenta y cinco minutos
el terapeuta comienza a percibir toda la situación como aplastante, complicada y hasta
desesperada.
Si esto es lo que sienten los terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente
después de cuarenta y cinco minutos?
Como una segunda parte de este experimento, imagine que ha pasado usted la última media
hora hablando con el señor B sobre todo lo que ha marchado bien en la vida de esa persona,
haciendo particularmente hincapié en sus sentimientos de éxito. ¿Cómo se siente usted después
de esa media hora?
Cuando les hice esta pregunta a algunos terapeutas, todos ellos me hablaron sobre cómo,
mientras escuchaban a las personas describir sus logros y éxitos, sentían que los "hechos" se
sumaban unos a otros y que, como resultado de ello, la situación se iba haciendo, a los ojos del
terapeuta, cada vez más placentera. Después de cuarenta y cinco minutos, el terapeuta
comienza a percibir toda la situación como notable y estimulante.
Si eso es lo que sienten los terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente
después de cuarenta y cinco minutos?»

En el diálogo que se transcribe a continuación, T invita a C a hablar acerca de su


vida cuando el problema esté resuelto; el foco se coloca en que haría él que sería
diferente, y T trabaja para amplificar esas diferencias.

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Según DeJong y Berg, la conversación acerca de las soluciones es útil para


contrarrestar el sentimiento de falta de poder personal que presenta el cliente
cuando solicita atención.

«T: Cuando su problema esté resuelto, ¿qué sería diferente?


C: No habría d rogas.
T: ¿Qué haría cuando tuviera ansias [de consumir]?»
C: Algo constructivo de modo que no pensaría mucho en eso, por lo cual haría algo, jugar
básquetbol, correr y hacer algo que las aleje, o hablar con alguien, usted sabe.
T: ¿Eso ayudaría?
C: Sí.
T: [recordando el comentario de él acerca que estuvo sin drogas durante una estadía previa en
el hospital] ¿Eso fue lo que lo ayudó cuando estuvo en el hospital?
C: Sí, usted sabe, hacer chistes o algo más.
T: ¿Hacer chistes ayuda?
C: Sí, cuanto usted está sentado hablando con un montón de gente y alguien está riéndose
debido a algo que usted dijo, usted sabe, eso lo hace sentir bien; entonces usted no necesita
drogas para hacer eso.
T: Ya veo. ¿Usted tiene buen sentido del humor?
C: Sí.
T: ¿Es lo que otras personas le dicen?
C: Sí.
T: ¿Realmente? ¿Usted siempre ha sido en esa forma?
C: Sí.
T: Ah-ha. ¿Y usted está diciendo que eso lo ayuda?
C: Sí, eso me ayuda.
T: ¿Qué otra cosa lo ayuda a hacer frente a las ansias?
C: Mis hijos.
T: ¿Sus hijos? ¿Cómo lo ayudan?
C: Ellos me recuerdan mis ansias. Es como cuando estoy alrededor de ellos, usted sabe, estoy
pensando en algo sucio para hacer, obtener algunas drogas, y mi hijo mayor me habla –
usted sabe, cuando las ansias aumentan– y lo miro y le presto atención, y después hago algo
constructivo con él y después hacemos algo como… [silencio]
T: ¿Cómo qué? ¿Qué cosas constructivas?
C: Escribimos su nombre, hacemos números, el ABC, usted sabe.
T: ¿Sí? ¿Le enseña a él cómo hacerlo?
C: Sí.
T: Oh, bien. ¿Eso ayuda?
C: Sí.
T: ¿Y le gusta hacer eso?
C: Sí.
T: [advirtiendo emoci ón en la voz de él] A él le gusta eso, ¿aparentemente?
C: Sí. Le gusta.
T: Usted debe amarlo mucho.

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C: Sí, amo mucho a todos mis hijos.» (DeJong y Berg, 1998, p. 40-41)

Referencias

Anderson, H. y Goolishian, H. (1996) El experto es el cliente: La ignorancia como enfoque terapéutico, en S.


McNamee y K.J. Gergen (Eds.) La terapia como construcción social, Ed. Paidós, Barcelona, 1996, p. 45-60
DeJong, P. and Berg, I. (1998) Interviewing for Solutions. Pacific Grove, Ca: Brooks/Cole Publishing
de Shazer, S. (1999) En un origen las palabras eran magia. Ed. Gedisa, Barcelona
de Shazer, S.; Berg, I.; Lipchik, E.; Nunnally, E.; Molnar, A.; Gingerich, W.; y Weiner-Davis, M. (1986/1999) Terapia
Breve; Desarrollo centrado en soluciones. En G. Nardone y P. Watzlawick (Eds.), Terapia Breve: Filosofía y Arte.
Ed. Herder, Barcelona, p. 121-146
Duncan, B.; Miller, S. and Hubble, M. (1998) An Uncommonly Common Therapy: Focusing on What Works. In W.
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Rogers, C. y Kinget, G. M. (1971) Psicoterapia y Relaciones Humanas. Teoría y práctica de la terapia no directiva.
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