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#9 HHH PDF
#9 HHH PDF
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Créditos
Moderadora: Nayelii & Boom
Traductoras Correctoras
Agus901 Clau
Any Diaz Dabria Rose
ChiviSil Maye
Clau Sttefanye
Crys
GigiDreamer
Kath
Kyda
Loby
Magdys83
Melusanti
Molly Bloom
Nayelii
Nelly Vanessa
Nix
Pau Kyle
Valalele
Recopilación y Revisión
Sttefanye
Diseño
Mae
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Sinopsis
Chico conoce chica.
Chico se enamora de chica.
Chica se enamora de chico… ¡CHILLIDO!
No. No puede ser tan fácil. (Lo sabías, ¿verdad?)
Chico conoce a chica.
Chico no puede enamorarse de la chica, porque la chica viene de una
cultura diferente.
Ella también tiene secretos. Un montón de secretos que él está decido a
descubrir.
Él va a tratar de descubrir todos sus secretos. Pero al hacerlo, tendrá que
quitar los guantes detrás de los que se esconde. Dejarla desnuda y dolorida. ¿Y
qué pasa entonces?
Chica conoce a chico.
Chica se enamora de chico.
Chico no puede amarla.
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Ryan
A
lgunos días son simplemente de mierda y no hay nada que se pueda
hacer al respecto.
Miro mi teléfono. Mi reciente ex novia Samantha, tan reciente
como hace dos semanas, de hecho, me envió una vez más un mensaje de texto
con una lista de lugares viles donde le encantaría que empujara ciertas partes de
mi anatomía. Veo uno nuevo entrar y elevo las cejas. Ese realmente suena
interesante. Pero sería más divertido para mí que para ella.
Mi teléfono vibra de nuevo. Vete a la mierda, dice el texto más reciente.
Sí, ya me envió allí. Entonces se acostó con mi mejor amigo y tuve que
terminar las cosas con ella.
Todavía está enojada.
Nuestra relación sí de nuevo/ no de nuevo tiene que terminar.
Simplemente lo hace.
Meto mi teléfono en el bolsillo, a pesar de que todavía está vibrando como
loco. Las luces en la parte posterior de la tienda de tatuajes me dicen que la
puerta principal se abrió. Hay una campana sobre la puerta para las personas
que pueden oír, pero los Reed, que son los dueños de la tienda donde trabajo
como artista de tatuajes, instalaron luces intermitentes para mí.
Mi teléfono vibra de nuevo y lo saco con un suspiro.
El pene de Jeff no cuelga a la izquierda como el tuyo.
Bueno, como si lo supiera.
Jeff solía ser mi mejor amigo. Ahora es el tipo que se acostó con mi novia.
El de él cuelga a la derecha, escribo de regreso. ¿Sabes cómo lo sé?
Me lo dijo la otra chica con la que se acostó anoche.
Sacudo mi cabeza y lanzo el teléfono en el mostrador.
Lo malo de toda esta situación es que ella va a salir lastimada, y me da
rabia que esté siendo utilizada así.
Halo la cortina y camino hacia el área del taller. Sin embargo, mi mente
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está en Samantha, así que no estoy prestando atención. Una sutil bocanada de
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delicioso perfume lila me golpea, incluso antes que la mujer. Ella levanta la
vista, sorprendida cuando la tomo por los hombros para estabilizarla.
Maldición, es bonita. Tiene el cabello largo y oscuro cayendo en un
desorden salvaje rizado sobre sus hombros. Y tiene ojos marrones que parece
que podrían sostener un mundo de dolor. O de miedo. No estoy seguro de cuál.
Tal vez de ambos.
Levanto mis cejas para preguntarle sin palabras si está bien. Ella asiente, y
respira profundo. Está de pie tan cerca de mí que puedo sentir sus senos
levantarse muy ligeramente con cada respiración. La miro. Demonios, tiene un
frente impresionante. No puedo evitar notarlo. Su cara se ruboriza cuando me
atrapa comiéndomela con los ojos y sus mejillas se ponen de color más rosa. Me
muerdo los labios para evitar sonreír. Atrapado.
Paul y Friday, propietarios de la tienda de tatuajes, salen de la trastienda y
Friday todavía está enganchando su liguero a la parte superior de sus medias.
Luego levanta la mirada y sonríe. Alguien acaba de tener suerte en la trastienda.
Paul palmea su trasero y ella levanta el dedo en señal de advertencia.
—¡Mira quién está aquí! —Friday hace señas dramáticamente mientras
habla. Me encanta que todos los Reed puedan hacer señas, y lo hacen cada vez
que estoy en la habitación. Ser un chico sordo en un mundo auditivo es un
desafío, pero lo hacen mucho mejor aquí. Hacen señas en español, lo que
significa que hacen señas en el mismo orden en que una persona que escucha
diría las palabras, en lugar del lenguaje de señas americano, mi primera lengua.
Pero es mejor que tratar de leer los labios, lo cual, a pesar de la forma en que lo
hacen ver en la televisión, es casi imposible—. ¿Qué podemos hacer por ti? —
pregunta Friday.
Es entonces cuando me doy cuenta que dos clientes han entrado en la
tienda. La que tropezó conmigo baja la vista y dice algo que no puedo entender.
Entonces susurra en el oído de Friday, y Friday frunce un poco el ceño.
Friday se mueve para que la mire. Supongo que todavía estaba viendo a la
chica. Ups.
—Lark quiere consultarte acerca de un tatuaje —dice, tanto en mi idioma
como en el de ella.
—¿Por qué yo? —pregunto en lengua de señas.
—¿Por qué tú? —repite—. Porque eres jodidamente impresionante en lo
que ella quiere, Ryan.
Sudor brilla en la frente de la chica a la que llamaron Lark, y le dice algo a
Friday. ¿Cambió de opinión acerca del tatuaje? Se ve como si estuviera
pensando en irse.
Por alguna razón, quiero mantenerla aquí.
—¿Qué quiere? —le pregunto a Friday.
—¿Cómo diablos se supone que voy a saberlo? —me pregunta. Apunta a
Lark—. ¡Pregúntale a ella! —Friday me lanza una mirada de muerte. Estaría
temblando en mis botas si nunca antes hubiera sido víctima de su
temperamento. He estado aquí por dos semanas, y ya me hizo saber quién está a
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cargo desde el primer día. Había hecho una nota mental en ese mismo
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Se sienta tiesa como una tabla y toma una respiración mientras ruedo el
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guante más allá de su codo. Cuando llego a la mitad de su antebrazo, sus ojos se
abren y me detiene, agarrando frenéticamente mi mano, y sé de inmediato que
fui demasiado lejos. Me siento y levanto mis manos como rindiéndome a la
policía. Ella obliga a su cuerpo a relajarse.
Las cicatrices que tiene en sus brazos no son tan malas.
—¿Qué pasó? —le pregunto.
Ella baja la vista hacia sus brazos y pasa un dedo alrededor de uno de los
parches circulares de piel.
—Era el aniversario de mis padres y quería hacerles un pastel, así que
calenté un poco de aceite en una gran olla en la estufa. Ellos aún dormían y yo
lo tenía todo listo. Pero de repente la grasa comenzó a brincar. Me quemó los
brazos e hizo estas marcas.
Asiento.
Sus quemaduras son más como manchas decoloradas. No están fruncidas
ni son cicatrices terribles, y debe ser fácil cubrirlas.
—Puedo hacerlo.
La cortina comienza a moverse, y reconozco la manera de tocar de Friday.
Mueve la cortina hasta que me llama la atención. Halo la cortina para dejarla
entrar, y ella la cierra detrás.
—Sólo quería estar segura de que están bien —dice ella. Mira a Lark y
luego a mí. Y veo que el rostro de Lark está mojado debido a una lágrima que
rodó por su mejilla—. ¿Qué mierda le hiciste? —pregunta Friday, gesticulando.
Levanto mis manos en modo de rendición.
—Detente —dice Lark—. Él no hizo nada. Fue muy agradable. Es sólo que
no es fácil hablar de ello. —Sorbe—. Las quemaduras en mis piernas y
estómago son mucho peores, pero pueden cubrirse con facilidad con la ropa.
—¿Tienes más? —le pregunto. Señalo su estómago. Ella se levanta el borde
de su camisa. Friday se cubre la boca y supongo que está escondiendo un jadeo.
Pero Lark debe oírlo porque deja caer su camisa realmente rápido.
—Lo siento mucho —dice Friday.
—El fuego se extendió a las cortinas sobre la ventana de la cocina, y luego
al resto de la casa. Corrí arriba para despertar a mis padres, pero cuando
llegué allí, el fuego estaba demasiado fuera de control. Mi ropa se había
quedado atrapada en el fuego y mi papá apagó las llamas. Entonces me bajó
desde una ventana del segundo piso y volvió por mi madre. Nunca los volví a
ver.
Ahora es Friday quien está parpadeando para contener las lágrimas.
Lark no se ve como que quiere simpatía. Quiere un tatuaje. Me muevo
hacia Friday para que nos deje y lo hace. No pensé que desapareciera tan
fácilmente.
—Las que están en tus brazos, se pueden cubrir con facilidad. Tu
estómago sería más difícil. Tomaría más aplicaciones y tinta más pesada.
Ella asiente. Creo que le gusta que no hiciera gran cosa sobre sus padres
muriendo o sus quemaduras. Parece aliviada.
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Lark
R
yan me muestra el dibujo. Mira mi cara de cerca mientras lo coloca en
mi regazo y lo gira hacia mí. Ha dibujado dos perfectas gaviotas. Pero
no son gaviotas en absoluto. Una es definitivamente masculina y una
muy femenina. Sobre sus patas, están usando anillos de bodas. Una tiene un
brillante diamante y el otro una simple banda de oro.
—Mis padres —susurro, y estiro mi dedo para pasarlo sobre su creación.
Levanto la mirada y él está mirando mi boca, concentrándose duro—. ¿Lees
labios? —le pregunto.
Él niega y señala.
—No.
—Lo siento —respondo, frotando mi puño en forma de A sobre mi
corazón—. Hiciste de las gaviotas mis padres. —Mis ojos pican con lágrimas no
derramadas y pestañeo de vuelta. Él se estira, saca un pañuelo de una caja
cercana, y lo presiona en mi mano.
—No quería hacerte llorar. —Señala, haciendo una ligera mueca.
—Está bien —le digo. Sonrío a través de mis lágrimas—. ¿Puedes hacerlas
hoy? ¿Tienes tiempo?
Él asiente y comienza a sacar su equipo. Tomo un minuto para mirar su
trasero mientras se inclina a tomar botellas de tinta de un armario. Él es muy
guapo. No es masivamente enorme como los Reed. Es tan alto como ellos, cerca
de 1.90, supongo. Pero es delgado y fibroso. Las mangas de su camiseta se
estiran sobre sus brazos y puedo ver los gruesos músculos flexionarse debajo de
sus tatuajes. Tiene amplios hombros y una estrecha cintura. Sus jeans están
metidos en un par de botas. Tiene el cabello muy corto, ligero y oscuro y una
serie de aretes, una perforación en la ceja, y un aro a través de su labio.
Él lo succiona en su boca y entonces hace una mueca otra vez.
—No puedo hablar y tatuar al mismo tiempo —me advierte.
Asiento. Supongo que sus manos estarán ocupadas.
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—Tú también —responde. Entonces su cara se vuelve rosa otra vez, y aleja
la mirada.
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—Y es muy agradable.
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—La gente sorda piensa en sordo. Es diferente para las personas que
escuchan que aprenden el lenguaje de señas. Culturalmente, no somos iguales.
—¿Así que a ella no le gustaré porque puedo escuchar?
—A ella no le disgustarás. Pero definitivamente cuestionará la relación.
—Interesante.
Él sonríe y se encoge de hombros.
—¿Así que nunca has salido con una chica que pueda escuchar?
Niega, y entonces mira el menú que la mesera deja.
Golpeo la mesa frente a él. Estoy molesta y tratando de retenerlo. No digo
lo que estaba a punto de decir, porque no era muy amable.
—¿Qué? —pregunta. Debe ver la mirada en mi cara.
—Nada.
—Es algo.
—No, no lo es. —Esta vez soy yo quien mira el menú. Él toca mi mano.
—¿Qué está mal? —pregunta.
—No entiendo por qué no puedes tener amigos que escuchen.
Su boca cae abierta en una mueca de sorpresa.
—Tengo bastantes amigos que escuchan.
—Pero no podrías llevar a una chica que escuche a tu casa a conocer a tu
madre. —Lo miro de cerca, mirando por pistas sutiles sobre cómo mi fisgoneo lo
hace sentir.
—Eso sería un reto.
—¿Por qué?
—La gente que escucha a veces mira por debajo a los sordos.
—Yo no te miro por debajo.
Él asiente y levanta un dedo para detener mi diatriba.
—Podrías no hacerlo, pero algunos lo hacen.
—Así que, ¿estás juzgando a todo un grupo de personas por las acciones
de unos pocos? ¿Es en serio?
—¿Por qué estamos discutiendo esto? —pregunta.
¿Porque lo encuentro confuso? Un cambio de tema podría ser una buena
idea en este punto.
—¿Te gusta trabajar con los Reed? —Los Reed son unas de las personas
más agradables que he conocido.
—Es genial. Conseguí ser el simbólico chico sordo.
—¿Qué?
—Eso es por lo que fui contratado. Logan estaba viajando mucho con
Emily, y ahora que está embarazada otra vez, necesitaban a alguien para
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Ryan
E
lla me robó la maldita gorra de béisbol.
Salto para seguirla, sin tener idea de por qué se llevó la gorra.
Un grupo de adolescentes corren justo en frente de mí, y veo su
mirada, y entonces sus ojos se ponen como platos y toma ritmo. Ellos
la cortan para que no pueda volver a la tienda de tatuajes. Ella va en la otra
dirección.
Nunca alcanzaré su ritmo, no con ellos entre ella y yo, y realmente quiero
mi gorra de regreso. Mi abuelo me dio esa gorra. Fue lo último que me dio. La
compró cuando estábamos en un partido de fútbol de los Skyscapers de Nueva
York. Mi mayor miedo no es que me la robe, porque podría averiguar fácilmente
donde vive; es que vaya a perderla en su loca carrera por mantenerse delante de
la multitud. También tengo miedo de que vaya a salir lastimada.
Esquivo todo el grupo, que ahora está corriendo hacia la salida. Están
yendo rápidamente hacia ella, así que salto a través de un hidrante de incendios
y la persigo. Me encantaría gritarle, pero dudo que me oiga.
Finalmente, me paro a su lado y ella no deja de mirarme. Alguien llega por
detrás de su camisa, y lo empujo hacia atrás. Ella me mira, pidiéndome en
silencio que la ayude. Tomo su mano y le doy un tirón, halándola hacia la parte
delantera de un establecimiento con el que estoy familiarizado. Trabajé allí
como ayudante de camarero hace unos años. Pasamos por la puerta principal y
vamos hacia la parte posterior. Ella me mira con pregunta y gratitud en los ojos,
y no suelta mi mano.
Me vuelvo hacia los lados para ir más allá del dueño del club en el pasillo, y
él me mira como si realmente quisiera saber lo que está pasando, pero sonríe
cuando ve que tengo a una chica conmigo y me hace señas para que siga
adelante. La guío por la cocina y por la puerta trasera, y luego camino
enérgicamente por la calle. Sé exactamente dónde estoy. Estamos a dos cuadras
de mi apartamento. Ella trata de tirar de su mano de la mía, pero miro hacia
atrás, sin estar seguro si alguien nos alcanzará.
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deslizado.
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Me río.
Yo: ¿Por qué?
Me envía una foto de mi gorra atada a una cuerda, y está colgando encima
del balcón de su apartamento.
Número desconocido: Voy a dejarla caer. Lo haré. Tienes diez
segundos para tomar tu decisión. Encuéntrame o la gorra será
castigada.
Número desconocido: 10
Número desconocido: 9
Número desconocido: 8
Número desconocido: 7
Número desconocido: 6
Yo: Bueno, bueno. Te encontraré.
Número Desconocido: Bien. Entonces la gorra estará segura.
Por ahora.
Yo: Te veré a ti Y A MI GORRA a las 8.
Número desconocido: No llegues tarde o la gorra pagará el
precio.
Número desconocido: Y tú invitarás.
Añado su número a mis contactos y le doy un nombre: Bonita Ladrona de
Gorras.
Luego lo borro y añado uno diferente: Atractiva Ladrona de Gorras.
Luego borro esa y utilizo: Lark La ladrona de Gorras
Me sorprendo sonriendo como un tonto y paso una mano por mi rostro.
Entonces hago otro sándwich y vuelvo al trabajo. Sin dejar de sonreír como un
tonto.
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Lark
L
lamo a la puerta del dormitorio de mi hermana Wren y espero a que me
indique que puedo pasar. No responde. Sé que está aquí. Su bolso está
en la mesa del vestíbulo. Entonces escucho el sonido de su cobertor y
doy un paso atrás.
Wren ha tenido una relación estable por el último par de meses, así que el
que esté teniendo sexo no es lo que me molesta. Es con quién lo está teniendo.
Lo odio con el fuego de mil soles. Él no es lo suficientemente bueno para ella, y
Wren es la única que no lo sabe.
La parte del sexo no me molesta. Diablos, cuando Finny vivía aquí, había
un desfile constante de amantes de una noche entrando y saliendo por la puerta.
Las camas crujiendo suavemente eran la menor de las preocupaciones.
Usualmente eran los golpes en la pared, los gritos, y un gemido orgásmico que
llegaba. Pero no en la forma en que un observador casual podría pensar. De
hecho, me ponía celosa como el infierno.
Cuando le dije a Ryan que era virgen en relación a los tatuajes, esa fue la
más pequeña de mis revelaciones. Soy una virgen de veintitrés años de la vida
real. Mi cinturón de castidad son las cicatrices en mis brazos. No puedo
sentirme lo suficientemente cómoda con un hombre para quitarme los guantes,
y odio la idea de tener intimidad con alguien a quien no le puedo mostrar la
totalidad de mí.
Ryan vio más de mí hoy que cualquiera que haya conocido. Bueno, aparte
de mis hermanas y nuestros padres Marta y Emilio. Ellos nos adoptaron a todas,
y tenía doce años cuando me recibieron. Nos adoptaron a todas al mismo
tiempo.
—Cinco niñitas de una sola vez —se quejaría Emilio cuando estuviera
frustrado por nosotras—, ¿en qué carajos estaba pensando? —Luego sonreiría y
sacaría uno de sus muchos instrumentos y comenzaríamos a jugar con ellos.
Olvidaría toda la mierda que hubiésemos hecho y nos acurrucaríamos con Led
Zeppelin, y cobertores. Olvidaría nuestro cabello largo obstruyendo el desagüe
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—Lo siento, pero lo único que entendí de lo que acabas de decir es que
piensas que estoy caliente y que follaremos más tarde.
Su rostro se vuelve de color rosa brillante y aparta la mirada tímidamente.
—Eso no es lo que quise decir —dice.
—¿Entonces no crees que soy caliente? —bromeo.
Finalmente sonríe.
—No, creo que lo eres —se apresura a decir, sus dedos se mueven
rápidamente.
Sonrío.
—Bien. Creo que tú también eres bastante caliente. H-U-M-E-A-N-T-E —
explico con mis dedos y soplo las puntas como si me estuviera quemando con
fuego.
Su sonrisa crece y el rubor en sus mejillas se mueve hasta el fondo de su
pecho.
—Gracias —dice tímidamente.
Me inclino un poco hacia ella como si estuviese diciéndole un secreto.
—Ahora, respecto a follar… —Extiendo mis manos en señal de pregunta,
dejándola abierta para ella.
—Bueno, no tenemos que preocuparnos por eso, ya que no follas con
chicas que escuchan. —Se queda mirándome fijamente, y esta vez soy yo quien
se sonroja.
—No he dicho que no me gustan las chicas que escuchan. Solo que no
podía llevar una a casa de mis padres. —Debo ser el idiota más grande sobre la
faz de la tierra tras ese comentario. Pero no está molesta. Se recuesta de su silla
y simplemente se me queda mirando.
—¿Has tenido sexo con chicas que escuchan? —pregunta. Sus ojos buscan
mi rostro, como si estuviera buscando la pista más pequeña de si le digo una
mentira.
—Nunca he tenido la oportunidad —admito—. Mi círculo ha sido muy
pequeño.
Toma un sorbo de agua.
—Háblame de tu círculo. ¿A qué escuela fuiste?
Nombro una escuela del estado para sordos.
—¿Viviste allí todo el tiempo?
Asiento.
—Excepto los días festivos y semanas de descanso.
—¿Alguna vez te sentiste solo? —pregunta.
Niego.
—Nunca. Demasiadas personas alrededor.
—¿Luego fuiste a Universidad de Nueva York?
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Asiento.
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—¿Cómo lo supiste?
Sonríe.
—Podría haberle preguntado a Logan.
—Conocí a Logan en NYU. Fue refrescante conocer a alguien sordo en
una escuela tan grande.
—Apuesto a que sí… ¿Por qué no fuiste a una universidad para sordos?
—Recibí una beca en la Universidad de Nueva York para estudiar arte.
—Dijiste que tu círculo era pequeño —me recuerda—. Si fuiste a la NYU, tu
círculo era enorme.
—No, la escuela era enorme, igual que la población estudiantil. Pero la
población sorda era pequeña.
La camarera vuelve y asumo que pregunta qué queremos, porque Lark
ordena y luego la camarera me mira. Señalo lo que quiero en el menú y ella lo
escribe. Ella le pregunta algo a Lark, quien me mira.
—¿Quieres un poco de vino? —me pregunta.
Niego.
Lark le dice que no y ella se aleja.
—¿No bebes? —me pregunta Lark.
—No cuando estoy en la primera cita.
Me sonríe y mi corazón salta el doble de tiempo.
—¿Ésta es una cita?
La miro fijamente a los ojos.
—Esta es una cita.
Pone una mano sobre su pecho y finge estar sorprendida.
—¡Pero soy una chica con audición!
—Lo sé, ¿cierto? Loco, ¿no es así? Sólo no se lo digas a mi madre.
Un hombre con traje se acerca a la mesa y habla con Lark. Ella mira a su
alrededor, y se da cuenta de que el número de personas interesadas en su
presencia aquí ha crecido.
—¿Quién era ese? —pregunto.
Alcanza su bolso.
—Mi guardia de seguridad.
—No sabía que tenías a alguien contigo.
Se encoge de hombros.
—Su trabajo es quedarse en las sombras. Sin embargo, tenemos que irnos
—dice.
—¿Por qué?
—Demasiadas personas saben que estoy aquí.
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—Mark les pidió que cambiaran nuestra orden para llevar. ¿Eso está
bien?
Me pongo de pie y recojo las bolsas.
—¿Está bien contigo si lo llevamos a mi apartamento?
Asiento, arrojo una cantidad de dinero en efectivo sobre la mesa que creo
que cubrirá la cuenta, y la sigo hasta la puerta. Su guardia de seguridad habla
por un aparato Bluetooth en su oreja, y un auto se detiene en frente del
restaurante. Ella le hace un gesto.
—Es para nosotros.
Entramos, ella se acomoda a mi lado, y deja escapar una respiración
pesada. Puedo sentir el aire agitarse en mi brazo.
—¿Tu vida siempre es así? —pregunto.
Asiente.
—La mayor parte del tiempo. —Su rostro cae—. De verdad lo siento.
—Está bien. Lo entiendo. —Esto también ocurre cuando salgo con los
Reed. Son como la realeza.
El auto se detiene en su edificio de apartamentos, y subimos en un
ascensor realmente lujoso hacia un pasillo incluso más elegante.
—L-U-J-O-S-O —deletreo con mis dedos.
—V-A-C-Í-O —deletrea de vuelta.
Hace un gesto para que ponga las bolsas en el mostrador de la cocina y ella
saca los platos, luego comienza a transferir la comida.
—Sé que no es tan agradable como el restaurante —dice.
—Es mejor —digo. Le sonrío—. ¿Dónde está tu familia?
—Todas se encuentran con sus novios, y maridos. Sólo soy yo aquí. —Se
encoge de hombros y su boca se curva. Pero entonces sonríe—. Pero tengo tu
gorra de béisbol para hacerme compañía.
Miro alrededor.
—¿Dónde está?
—En mi cama. Te la devolveré antes de que te vayas.
Hace un gesto para que lleve mi plato y entre en la sala de estar. Se sienta
en el sofá y se mueve para que me siente a su lado. Pone su plato en la mesa de
café y luego acerca la mesa a nosotros. Pongo mi plato junto al suyo.
—Necesitamos bebidas —dice. Salta y va a buscar dos refrescos—. ¿Está
bien esto?
Asiento.
—Perfecto.
Nos sentamos en silencio y comemos, la comida está muy buena.
Deja caer accidentalmente un poco de salsa en su guante y lo frota.
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—Está bien.
Tomo su mano en la mía y alcanzo su codo. Sus ojos se cierran y puedo
sentir sus respiraciones profundas levantar los vellos en mi cuello. Arqueo mi
frente en señal de pregunta mientras enrollo el borde de su guante.
Asiente.
—Aunque yo puedo sacarlos.
No me detengo. Lo enrollo en mis manos hasta que puedo tirarlo de los
dedos y sacarlo por completo. Su mano tiembla en la mía.
—¿Estás bien? —pregunto.
Asiente.
—Es sólo que yo nunca… —Deja de hacer señas—. Olvídalo.
—Nunca, ¿qué? —pregunto.
—Nunca… se lo he mostrado… a nadie. —Mantiene la barbilla tensa y baja
la mirada—. Hasta ti.
Alcanzo su otro guante y hago lo mismo. Mantiene la parte inferior de su
brazo apartada de mí, pero entonces la gira y puedo ver los cortes en ese brazo.
—¿Ambos brazos? —Miro su cara.
—Sí.
—¿Al mismo tiempo? —Miro sus ojos. Ellos permanecen en los míos.
—Sí.
—¿Por qué?
—Culpa.
—¿Alguna vez lo hiciste después de eso?
Sonríe suavemente.
—No. Emilio me enseñó a tocar el piano.
—¿Emilio?
—Mi papá adoptivo. Él y Marta me adoptaron cuando tenía doce años.
—Cuando tus padres murieron, ¿no había ninguna otra familia que te
llevara?
Niega.
—No. —Me mira con timidez—. ¿Te sientes… diferente sobre mí… después
de ver las cicatrices?
—Sí —admito.
Su cara cae.
—No, no de esa manera. Hace que te admire.
—¿Porque traté de matarme? —Estrecha los ojos.
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Coloca sus piernas sobre el sofá y se gira para mirarme, su plato olvidado.
—Veo cicatrices todos los días —le digo—. Es algo así como mi
especialidad. Y entiendo por qué la gente quiere cubrirlas. De verdad lo
entiendo. Pero a veces me gustaría que dejaran de hacerlo.
—¿Por qué? —Su rostro está arrugado y casi enojado.
—Porque las cicatrices significan que sanaste. Pasaste por un trauma y tu
cuerpo se sanó. Las cicatrices significan que saliste adelante. Sobreviviste.
Su rostro se suaviza.
—Pero también puedo entender la necesidad de cubrirlas. Es por eso que
trato de hacer arte hermoso que signifique algo, para cubrirlas. —Levanto mis
manos como en señal de rendimiento—. Eso es todo lo que quise decir. Lo
prometo.
—Sobreviví —dice con señas.
Le sonrío.
—Sí, lo hiciste.
De repente, se inclina hacia mí, y su boca pende a una respiración de la
mía. Ni siquiera me tomo el tiempo para pensarlo. La beso. La beso con fuerza,
justo como he querido hacerlo desde que la conocí.
Sabe a ajo y deseo.
Sabe a todas las cosas que no puedo tener. Pero que por alguna estúpida
razón, las estoy tomando de todos modos.
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Lark
O
h, Dios. Sus labios están sobre los míos y su mano gentilmente
acuna mi cuello, sosteniéndome cerca, su pulgar deslizándose
tiernamente sobre el tendón de mi garganta con gentiles toques, las
puntas de sus dedos rozando tras mi oreja.
Él se aparta, levantando su boca de la mía lo suficiente para mirar mis
ojos, preguntándome en silencio si esto está bien. Asiento y me inclino para
besarlo de nuevo. Me coloca sobre su regazo y voy voluntariamente,
hundiéndome en él. Se aparta de nuevo y dice con su voz.
—¿Muy rápido? —Las palabras son suaves e incontrolables, pero lo
entiendo.
—No es muy rápido —digo. Lo beso de nuevo, pero ya está apartándose de
nuevo.
—No —dice—. Muy rápido para mí. —Apunta a su pecho. Su respiración
sale agitada y puedo sentir la rigidez de su pene presionándose contra mi
trasero. Está duro. Está excitado. Sé que lo está.
Pero me escurro de nuevo a mi lado del sofá.
—Lo siento mucho —digo.
—Espera —dice. Se estira hacia mí—. No te vayas.
Pero me muevo tan lejos que no puede alcanzarme, y luego me pongo de
pie. Mis piernas se sienten como goma, y la vergüenza fluye a mi rostro con
calor. Voy a la cocina y pretendo hurgar en el refrigerador, pero no estoy
buscando nada en particular. Salgo a la superficie con un tarro de mermelada y
nada más. Él camina hacia la cocina detrás de mí, ajustándose sutilmente.
Él mira la mermelada en mi mano.
—¿Tuviste un repentino antojo de mermelada de fresa? —pregunta, sus
ojos riéndose junto con su boca.
—Sí. —Saco una cuchara y la sumerjo en la mermelada, y la llevo a mis
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labios. Luego me siento estúpida, así que sólo la dejo metida en mi boca.
—Me gusta la mermelada —dice. Le paso el frasco deslizándolo por el
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mostrador. Lo atrapa antes de que se caiga por el borde y se estrelle sobre los
azulejos—. Gracias —dice con una sonrisa. Luego va a los cajones y saca una
cuchara, la hunde en la mermelada, y la mete dentro de su boca—. La mejor
parte de estar sordo es que podemos hablar con nuestras bocas llenas. —
Señala.
Me río, aún con la cuchara metida, aunque la mermelada se ha ido. Él se
estira y retira la cuchara de mi boca. Luego arroja ambas cucharas en el lavabo
con un fuerte traqueteo.
—¿Quieres decirme qué fue todo eso? —Sacude su pulgar hacia el sofá.
—¿Creerías que de verdad quería algo de mermelada?
Él se ríe.
—¿Ese antojo sucede muy a menudo?
Sólo cuando tengo una cena con un tipo muy caliente quien ya me dijo que
no soy su tipo, y luego lo beso, y luego él me dice que me detenga y he
malinterpretado sus señales.
—No. —Niego—. Por lo general no.
Él asiente y camina lentamente hacia mí. Doy un paso hacia atrás y coloco
la mermelada de vuelta en el refrigerador. Me giro hacia él y hago una mueca.
—Siento que te haya incomodado.
Su rostro se arruga con duda.
—¿Qué?
—Cuando te besé. —Cierro mis ojos con fuerza por un segundo, y luego los
abro—. No fue mi intención incomodarte.
Él se ríe de nuevo.
—La única parte de mí que pusiste incomoda fue mi polla. Y esa es la
mejor clase de incomodidad en el mundo. A los chicos nos encanta estar
incómodos. Mi polla lo llamaría más felicidad que incomodidad. —Se ajusta su
pantalón de nuevo. Luego da dos pasos más cerca y de repente estamos
respirando el mismo aire—. Y eso es porque de verdad le gustan las chicas
calientes que me besan. —Se ríe—. No te preocupes. Lo superará. Después de
una larga ducha fría. O dos. —Sus ojos se entrecierran—. ¿Pensaste que había
frenado porque me sentía incómodo?
Toso sobre mi puño, tratando de bajar el nudo en mi garganta.
—¿No lo estabas?
—No. —Mira mis ojos.
—Entonces por qué… —Pero niego y comienzo a alejarme.
Gentilmente agarra mi codo y me gira para enfrentarlo.
—Lo detuve porque estaba sucediendo muy rápido.
—Apenas nos conocemos —me apresuro a decir.
Él niega y coloca un dedo sobre mis labios. Quiero inclinar mi cabeza,
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—¿Qué?
—Quería hacer que durara. No quería que se acabara. Pero entonces
saltaste como si tu trasero estuviera en llamas.
Mi trasero estaba en llamas.
—¡No lo hice!
—Sí, lo hiciste. —Está sonriendo y me está haciendo enojar.
Agarra suavemente el frente de mi camiseta, pero con un fuerte agarre y
me empuja contra él. Sus brazos se envuelven a mi alrededor, sosteniéndome
fuerte. Mira mi rostro. Y entonces me besa. Sus labios tocan los míos con
suavidad, pero sólo por un momento. Después de los dos primeros segundos,
succiona mi labio inferior entre los suyos y lo mordisquea con suavidad,
presionándolos lo suficiente para excitarme, y entonces lame a lo largo de estos
para aliviar el dolor. Su lengua entra en mi boca y tengo que agarrarme de sus
hombros para poder quedarme de pie en mis temblorosas piernas.
Nunca he sido besada así antes. Podré ser virgen, pero he compartido más
que unos pocos besos. Y he hecho un montón de otras cosas. Algo inferior a
estallar la proverbial cereza y lo he hecho, pero esto es diferente. Es caliente,
relajante, excitante, maravilloso y… tengo que detenerme.
Descanso mi frente contra su pecho y respiro profundamente.
—¿Estás bien? —pregunta, usando su voz. Es más aire que sonido, pero
puedo entenderle. Asiento sin levantar mi rostro y él toca la parte trasera de mi
cabeza—. De verdad me gustas —dice.
Levanto la mirada.
—Pero no soy tu tipo, ¿recuerdas?
—Creo que acabas de probar que he estado completamente equivocado
sobre mi tipo hasta que te conocí. —Coloca mi cabello detrás de mi oreja con sus
amables dedos. Luego da un paso hacia atrás y comienza a hacer señales—. Con
eso dicho, acabo de salir de una relación y no sé… —Se detiene para rascarse la
nariz.
Lo detengo con un rápido movimiento.
—Está bien.
Él va hasta el fregadero y limpia su plato, lo coloca en el lavavajillas
después de enjuagarlo. Y coloca el mío también ahí.
—Gracias por la cena —digo.
—De nada. —Mira alrededor de mi apartamento—. Gracias por dejarme
venir.
Asiento, de repente incomoda. Me besó y ahora se está yendo. ¿Qué
esperaba? ¿Que me tomara rudamente en nuestra primera cita?
Ese beso… Ese beso fue como ningún otro beso que hubiera tenido alguna
vez. Fue… todo.
Cuando era una niña, mi madre jugaba a las muñecas conmigo, y yo
trataba de decidir si Barbie debería ir a una cita con Ken o con GI Joe, y ella me
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dijo que Barbie sabría con quién debería salir por la forma en que la hicieran
sentir. Pero Barbie jamás tuvo un problema haciendo su elección. ¿Tengo yo
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34
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6
Ryan
H
acer ejercicio con los Reed es como ejercitarse con Thor, Loki, Capitán
América, Iron Man, y todo su séquito. Tienen un gimnasio en su
edificio y me invitaron a usarlo, solo que no planeaba usarlo cuando
estuvieran todos allí.
Paul, el mayor de los hermanos Reed, está dirigiendo a Pete, el bebé de la
familia, mientras levanta una cantidad insultante de peso. Logan, el que recibió
un implante coclear el año pasado, está corriendo en la cinta detrás de Sam y
Matt. Ellos están retándose para ver quién puede ir más rápido. Matt mira a
Logan y a Sam, y se seca su rostro.
—Jódanse los dos, idiotas —dice mientras les enseña el dedo del medio a
ambos. Baja la velocidad a su cinta y se detiene.
De repente, Logan lleva su mano hasta la frente y sonríe. Es un juego
popular en los círculos sordos. Si hueles un pedo, levantas tu mano a tu frente,
como en la seña para “padre”, y esperas a que otra persona lo huela. Es una
manera de decir Yo no fui. ¿Fuiste tú?
Matt se cubre la boca con una toalla y se atraganta.
—¿Quién ha sido? —pregunta en lenguaje de señas mientras se tapa la boca
momentáneamente.
Ya tengo la mano levantada en mi frente. De ninguna manera me culparán
por esta. Es muy fétido incluso para mí.
—Sam —dicen todos a la vez y me doy cuenta que él es el único que no
tiene su mano levantada.
Se encoge de hombros.
—¡No pude evitarlo!
—Encuentra la manera de evitarlo la próxima vez —advierte Paul con una
mirada. Rubor cubre el rostro de Sam.
—Hice Quiche anoche —explica Sam.
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Josh, el que está en silla de ruedas quien está casado con una de las
hermanas de Lark, finge toser en su puño cerrado.
—Bueno… He oído el rumor de que alguien tuvo una cita caliente anoche.
—Josh acaba de aprender el lenguaje de signos, así que sus movimientos son
dubitativos y lentos, pero lo está intentando.
—Divertido —digo—. No he oído ese rumor. —Señalo a mi oreja. El humor
sordo siempre es divertido.
—¿Con quién saliste? —pregunta Logan.
—Con nadie.
Empiezo a hacer levantamientos para no tener que hablar.
—Salió con Lark —dice Josh. Luego anima su rostro—. Y escuché que la
cita se puso un poco caliente.
Bajo mis cejas y le lanzo una mirada asesina.
Sam acaricia mi espalda mientras pasa por mi lado.
—Amigo, acostúmbrate a esto. Esas chicas se lo cuentan todo.
—¿Todo? —pregunto.
Asiente.
—Creo que todas saben la longitud y el ancho de mi polla. Y, lo que es
más, hasta de mi culo.
—Asco —dice Matt—. Cambio de tema, por favor.
Sonrío.
Sam se sienta frente a mí con una toalla sobre los hombros.
—¿Te gusta?
Asiento.
—¿Cuánto? —pregunta, entrecerrando sus ojos.
—Como que no es de tu jodida incumbencia en absoluto. —Me echo hacia
atrás.
—Oh, ¡ni hablar! —replica Sam—. Si es sobre una de mis cuñadas, es de mi
incumbencia. Confía en mí —dice—, preferirías tenerme a mí en tus asuntos que
a Emilio. —Se frota el puente de la nariz—. Es brutal cuando está enfadado.
Señalo mi brazo.
—Le hice su tatuaje. —Me encojo de hombros—. Eso es todo.
—¿Un tatuaje con cena incluida? —Sam mira a Pete—. ¿Has tenido alguna
vez un tatuaje con cena incluida?
—Tuve uno que incluía una mamada. Pero no una cena —contesta Pete.
Paul abre su boca para decir algo, pero Pete añade:
—Le hice a Reagan un corazón en el interior de su tobillo. —Paul se calma
inmediatamente.
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Las palabras vienen cayendo, casi sin pedirlo, de la punta de mis dedos.
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—Me gusta mucho Lark, pero no es el tipo de chicas con las que suelo
quedar.
—¿Tetas muy pequeñas? —pregunta Pete.
Lo fulmino con la mirada.
—Sus tetas son perfectas.
—¿Culo muy grande? —dice Pete.
—Nada de eso —suelta Sam.
—Es muy lista para ti, ¿verdad? —pregunta Matt, pero está sonriendo.
—Definitivamente —coincido. Es inteligente, divertida y amable. Y
marcada en muchas maneras. Pero no puedo contar ninguna porque es revelar
su secreto. No mío.
—Entonces, ¿qué hace que no sea tu tipo? —pregunta Paul—. ¿Es por lo de
tu audición?
—¿Lo de mi audición? —pregunto, agitando las manos sarcásticamente—.
Lo haces sonar como si fuera nada. Ella puede oír. Yo no. Es algo bastante
grande.
—Peck toca la batería y yo no —dice Sam.
—Reagan patea culos y yo no —suelta Pete.
—No es lo mismo —protesto.
Sam me mira.
—Peck tartamudea y yo no. —La habitación se queda en silencio.
Logan habla más alto.
—Emily no puede leer bien, y yo sí.
Emily ha sido muy honesta últimamente en los medios sobre su dislexia y
ha empezado algunos programas para niños que encuentran difícil leer, así que
no estoy sorprendido de que Logan esté sacando el tema.
—Friday es malhablada —dice Paul. Se rasca la barbilla—. Espera, yo
también. Da igual.
Matt empuja su hombro.
—Todos somos diferentes —dice Josh, moviendo las ruedas de su silla de
adelante y atrás para impulsarse—. Afrontémoslo, hombre. La única cosa que
nos hace iguales es que somos muy diferentes unos de otros. Si vas a dejar que
el hecho de que ella pueda oír te impida conocerla, eso depende de ti… pero
podrías estar perdiéndote algo maravilloso.
Me miran hasta que el momento se vuelve incómodo, y vuelvo a tomar las
pesas para romper la tensión.
Todos vuelven a ejercitarse, parando la charla del asunto, pero puedo ver
que se lanzan miradas unos a otros, y puedo decir que después, esto va a ser
tema de conversación cuando yo no esté.
Mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo saco. Es una foto de mi gorra de
béisbol apoyada en un hidrante contra incendios. Hay un perro parado al lado
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de ella.
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zapatos sí?
Lark Ladrona de Gorras: Los zapatos son sagrados.
Yo: También mi polla.
Lark Ladrona de Gorras: Demuéstralo.
Me paso una mano por la boca, tratando de borrar la sonrisa tonta que sé
que se me está cruzando.
Logan se sienta frente a mí.
—Llevas riéndote con tu teléfono durante los últimos cinco minutos.
Sostengo el teléfono.
—L-A-R-K —le digo.
Él asiente.
—¿Vas a dejar que lo de tu audición se interponga entre ustedes?
Niego.
—No.
Sonríe.
—Bien.
Yo: Quiero otra cita contigo.
Lark Ladrona de Gorras: Pensaré sobre ello.
Yo: Nos vemos a la una.
Lark Ladrona de Gorras: ¡Nos vemos!
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Página
7
Lark
É
l está usando unos jeans y una camiseta azul, y es el hombre más
guapo de pie delante de la biblioteca. Está con un pequeño grupo de
personas haciendo señas, y dudo en interrumpir. Después de un
minuto o dos, me ve y me hace señas para que me acerque. Él está
sonriendo, y sus amigos con una mirada curiosa.
—Esta es mi amiga Lark. —Señala—. La invité a unirse a nosotros. —
Presenta a sus amigos muy rápido. Luego se detiene al lado de un hombre que
se parece mucho a él, pero es un poco más robusto y su cabello es más oscuro—.
Este es mi hermano Mick.
Extiendo mi mano.
—Encantada de conocerte.
—Encantado de conocerte también —No hace señas. Lo dice. Miro a Ryan.
Pensé que todos en su familia eran sordos.
—Él es el bicho raro que puede oír —dice Ryan—. Pero nuestros padres lo
mantuvieron de todos modos.
Todavía debo lucir confundida.
—Sólo está celoso porque puedo escuchar a las chicas guapas que me
silban. —Mick sonríe y me mira como si tuviera dos cabezas. O cuatro tetas. O
alguna otra cosa que no puede descifrar—. Te ves sorprendida —dice.
—Un poco, en realidad. —Caminamos como un grupo dentro de la
biblioteca.
—No tan sorprendida como yo —dice Mick en voz baja, para que sólo yo
pueda oír—. Nunca lo he visto con una chica que pueda oír. Hablando de eso, no
te quedes sola en un rincón con ningunas de ellas. No estoy seguro de que les
agrades. —Asiente hacia las chicas, que no se ven tan feliz de verme.
—Ya vuelvo —me dice Ryan y se acerca a hablar con una persona detrás
del mostrador de circulación.
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—Soy músico.
Entrecierra sus ojos.
—Y por alguna razón, eso te está haciendo lucir sospechosa como el
infierno.
Me encojo de hombros y me revuelco en la alegría de que no sepa quién
soy. Es liberador.
—Entonces, ¿cómo hizo mi hermano sordo, que no puede escuchar música,
para engancharse con un músico? —Se balancea hacia atrás sobre sus talones y
me sonríe.
—Me hizo un tatuaje.
—Y... —Hace una pausa y la extiende como si la palabra durara para
siempre.
—Y le robé su gorra de béisbol. Estoy teniéndola como rehén, por lo que va
a tener que salir conmigo de nuevo.
Sonríe.
—¿De nuevo?
El calor se arrastra hasta mis mejillas.
—Ya veremos.
Ryan se da vuelta y me hace señas. Mientras caminamos alrededor de la
esquina, su mano se desliza en la mía, y él me mira y sonríe. Es una pequeña
sonrisa culpable y con sueño, y mi corazón comienza a tropezar.
Mick mira nuestras manos entrelazadas y mira hacia otro lado
rápidamente, pero estoy bastante segura de que lo vi reprimiendo una sonrisa.
Entramos en una habitación grande con un grupo de niños sentados en el
suelo. Todos están frente a una mujer que está sentada en un taburete al lado de
una pila de libros. La expectativa cuelga pesada en el aire, como un niño
esperando a lamer los batidores cuando mamá está haciendo un pastel. La
mujer saluda mientras entramos.
Mick toma el taburete cuando ella lo abandona, y agarra el primer libro.
Ryan me lleva a un lugar en el fondo de la sala y apunta a una silla, pero me
siento en el suelo en su lugar, justo detrás de los niños, y cruzo las piernas frente
a mí. Algunos padres están en el borde de la habitación.
Los niños están entusiasmados a la espera de lo que está a punto de
suceder. Mick hace un gesto a la pila de libros.
—¿Qué libro queremos leer primero?
—¡La oruga muy hambrienta! —gritan los niños a la vez.
Mick se cruza de brazos y pretende verse molesto.
—Algo me dice que todos han escuchado estas historias antes.
—No, no, no —gritan—. ¡Nunca hemos oído estas antes! —Pretenden ser
inflexibles al respecto, pero puedo decir que esto es un juego que todos han
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jugado antes.
—¿Están seguros de que nunca han oído hablar de La oruga muy
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A
cabo de sentarme a trabajar cuando Peck, la esposa de Sam, entra en
la tienda de tatuajes. La saludo con la mano, porque siempre ha sido
muy amable conmigo, y ella me fulmina con la mirada. Sam no está
aquí, así que asumo que está aquí para ver a Friday o uno de los otros hermanos
Reed.
Me sorprende como el infierno cuando camina directamente hacia mí,
excava en su bolso, saca mi gorra de béisbol y la empuja contra mi pecho. Oscilo
sobre mis talones mientras la sostengo contra mi pecho. Maldita sea, ella es
fuerte. Y está enojada. Y no puedo entender qué demonios he hecho.
—Ahí está tu estúpida gorra. —Señala.
La coloco sobre mi cabeza y jalo el borde hacia abajo.
—¿Por qué tienes mi gorra? —pregunto.
—Lark me pidió que te la trajera. Traté de convencerla de que la tirara al
inodoro, pero es demasiado buena para eso. Así que, ahí está tu estúpida
gorra. Disfrútala. —Ella me da la espalda.
Alcanzo su codo y trato de girarla para poder seguir hablando con ella,
pero me mira por encima del hombro, mirando fijamente mi mano hasta que la
quito y la mantengo en señal de rendición. Ella se va a hablar con Friday.
Saco el teléfono de mi bolsillo y le mando un texto a Lark.
Yo: ¿Enviaste mi gorra de vuelta?
Lark Ladrona de Gorras: Dijiste que la querías de vuelta.
No puedo imaginar qué decir, así que no digo nada. Si no tiene mi gorra,
no me va a enviar más fotos lindas de ella como rehén.
Yo: Estaba esperando ver adónde la llevarías la próxima vez.
Lark Ladrona de Gorras: Tal vez podrías dársela a alguien que
encaje con tu grupo y entonces esa persona puede enviarte fotos
lindas.
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—¿Qué?
—¿Sabes dónde está Lark? —le pregunta.
Página
lista.
Le mandé un mensaje de texto y ella dijo que me acercara. Escribo para
él.
Entrecierra los ojos y se mueve para que le muestre mi teléfono. Lo toma y
lee lo que escribí.
—Pobre bastardo —creo que dice, pero lo dice en voz alta, para que pueda
leer los labios. Podría estar equivocado. Me hace un movimiento para que pase
adelante.
El texto no dice realmente que ella quería que me acercara, pero sí implica
su conocimiento de que yo estaría llegando.
—Gracias —le digo.
—Buena suerte —creo que responde.
Tomo el ascensor y me detengo frente a su puerta. Me quito la gorra y paso
mi mano por mi cabello, tratando de mejorar mi apariencia.
Llamo y la puerta se abre.
Y ahí es donde mi corazón jodidamente se detiene.
Lark está parada en la puerta con una toalla envuelta estilo turbante
alrededor de su cabello mojado. Rizos húmedos están colgando alrededor de su
cuello, y el cuello de su pijama de Piolín está húmedo. Su rostro está cubierto
con una sustancia verde pegajosa, de manera que sólo sus ojos marrones y sus
labios están expuestos. En sus pies está usando pantuflas con personajes de
dibujos animados sobre los dedos de los pies. Piolín y Silvestre, creo.
Toma un bocado de un trozo de pizza que estaba en su mano y habla
alrededor de ello.
No tengo idea de lo que dijo, ya que sus manos y su boca están llenas.
—Eres tan jodidamente hermosa —le digo.
Rueda sus ojos y entra en la sala, dejando la puerta abierta detrás de ella.
La cierro y la sigo dentro de la habitación. Su pijama es pequeño y se abraza a su
culo. Estira su camisa hasta cubrirlo, lo que probablemente está bien, porque
creo que puedo ver la línea en donde su trasero se encuentra con su muslo. Y es
tan bonito y con curvas como el resto de ella.
Cierro la puerta y la sigo a la cocina.
Ella exhala un profundo suspiro.
—¿Qué quieres?
—Quiero disculparme.
Se encoge de hombros.
—Entonces hazlo, así puedo terminar de afeitarme las piernas.
Bajo la mirada, sólo porque soy curioso. Me dijo que es lo que iba a estar
haciendo, pero no le creí.
Entonces me doy cuenta que tampoco está usando guantes. Sólo me dejó
en la puerta y no tiene los brazos cubiertos.
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Ríe.
—Los estás viendo.
—¿Puedo pasar el rato contigo? —Contengo la respiración mientras
espero su respuesta.
—¿Quieres pasar el rato con esto? —Se señala a sí misma de nuevo.
—Me gusta esto —digo, haciendo un movimiento como si ella fuera el
premio de El Precio es Correcto—. Me gusta mucho. —Miro hacia su
televisión—. Podemos rentar una película.
Frunce el ceño.
—¿Te gustan las películas?
—Con subtítulos, sí. —Le sonrío—. Nunca has pasado mucho tiempo con
gente sorda, ¿verdad?
—Sólo Logan Reed… —Hace una mueca.
—¿Dónde aprendiste el lenguaje de señas?
—Todos aprendimos cuando éramos pequeños —dice—. Peck tenía un
serio tartamudeo, así que esa fue una de las formas en que podría
comunicarse. Luego cuando Peck se casó y entró a la familia de los Reed,
nosotros nos dimos cuenta que toda la familia lo utiliza para comunicarse, y
sentimos como si fuera maleducado no saber el lenguaje, por lo tanto tomamos
unas cuantas clases de repaso los fines de semana.
—¿En serio? —pregunto mientras quito un mechón de cabello húmedo de
su frente—. Eso fue algo maravilloso.
—No fue nada.
—Lo es todo —digo. Mi vientre hace un pequeño baile.
—Logan perdió su audición cuando tenía doce, por lo tanto él podría
hablar muy bien, pero incluso así, no podría entender todo lo que dijéramos
con solo leer nuestros labios. —Se tranquiliza por un minuto—. No hablas
mucho ¿o sí?
Niego.
—Está bien. —Agarra el control remoto y me lo extiende—. Tú elige la
película mientras voy a limpiar la mierda de mi cara, ¿quieres?
Asiento mientras agarro el mando a distancia.
—Puedo ayudarte con la cena, si quieres.
—Está bien.
Enciendo la TV mientras ella desaparece por una esquina. Encuentro los
canales pagos y exploro qué está disponible. Hay una película de terror que es
nueva, y se supone que es realmente aterradora. Compro esa. Tendré que
pagarle luego, porque estoy usando su cuenta. Lo dejo en espera y voy a la
cocina. Tiene toda la comida todavía en las bolsas, así que las vacío y saco dos
platos.
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Ella aparece unos minutos después y lleva un pantalón de yoga negro que
se ciñe a su culo, y una camiseta gigante. Su rostro está limpio y brillante, y ha
Página
mi lado, y amo tenerla así de cerca. Toma un diferente mando a distancia y las
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Página
9
Lark
T
enemos treinta minutos viendo la película cuando vuelvo la cabeza
hacia el hombro de Ryan y grito en su camisa, la cual hice una bola
apretada en mi puño. Él se ríe entre dientes y toma el interruptor del
control remoto y enciende las luces. Entonces detiene la película.
Con dedos cariñosos, desencaja mis manos. Su camisa está arrugada tan
fuertemente que parece que la escurrí con mis uñas. La estiro, tratando de
aplanarla de nuevo.
—¿Por qué enciendes las luces? —pregunto.
—Quería preguntarte si estás bien —dice—, pero no podía ver tus manos
en la oscuridad. —Me sonríe.
—¿Por qué no tienes miedo?
Se encoge de hombros.
—No da miedo.
—¿Qué? —le grito con mis manos, haciendo mis señas grandes como
exageradas—. Había una música escalofriante, y entonces él se retira con un
destornillador casi sin advertencia.
Frunce el entrecejo.
—¿Había música escalofriante?
Cubro mi jadeo con la mano. Él no puede escuchar la música de terror.
¿Por qué no pensé en eso? Soy la peor cita de todos los tiempos.
—No puedes escuchar el dum-dum-dum-dum-dum de la música. La
música que dice que algo está al acecho alrededor de la esquina y va a
comerte. —Hago un agarre como de que voy por su rostro.
Él se ríe, me agarra y me rueda debajo de él en el sofá. Está recostado en su
lado, empujó entre los cojines, y la mitad se cierne sobre mí. Él se está riendo
tan fuerte que su pecho está temblando. Cuando finalmente se calma, dice:
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—Lo sé.
—No terminamos un montón de cosas. —Él sonríe.
Una sonrisa tira de mis labios mientras el calor cubre mi cara.
—Lo sé.
Me acerca a él y presiona mi frente contra su pecho, tomando un momento
para respirar. Huele a detergente y hombre puro, sin adulterar.
Ryan aprieta mis hombros y luego pasa sus manos ahuecadas por mis
brazos. Entonces me sorprende muchísimo cuando levanta mi brazo y presiona
un beso contra las cicatrices en el interior de mi muñeca. Trato de salir de su
agarre, pero él lo sostiene fuerte, sus ojos encontrándose con los míos mientras
sus labios se detienen. Me inhala, su boca cálida presionada contra mi piel.
—Tuve un montón de diversión esta noche —dice.
—Yo también.
Él respira profundo, casi como si se estuviera fortaleciendo, y entonces
dice:
—El cumpleaños de mi madre es este fin de semana. Vamos a tener una
fiesta. Me gustaría que vinieras conmigo.
Echo mi cabeza hacia atrás, completamente sorprendida por su petición.
—¿Quieres que conozca a tu madre?
Él asiente, y puedo decir que está nervioso por la forma en que sus ojos
están dando vueltas alrededor de mi cara.
—Me gustaría que conozcas a toda mi familia.
—¿Por qué? —Lo miro a los ojos, con la esperanza de que encontraré la
verdad allí.
—Porque me gustas mucho, y quiero que conozcas a mi mamá y a mi
papá, y al resto de mi familia. Si quieres, es todo. Sólo si tú quieres.
—Quiero —digo con indecisión.
—¿Estás segura? —Él se agacha para mirar mis ojos.
—Estoy segura. Gracias por la invitación. —Le sonrío y el calor de nuevo
inunda mi cara.
—Me quitas el aliento en un día normal, pero cuando tus mejillas se
vuelven de color rosa, siento que nunca me devolverás el aliento. —Se ríe.
—¿Obtengo puntos por sonrojarme? —pregunto.
—Obtienes puntos por todo.
De repente, algo se rompe en la habitación de Wren y escucho vidrio
hacerse añicos.
—Es mejor que vaya a verla.
Él asiente, y entonces se agacha y presiona un beso en mi mejilla.
Permanece allí un momento como si me está respirando. Y no quiero dejarlo ir.
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de darme una excusa para verlo antes de mi cita el sábado para trabajar en el
tatuaje.
Las ideas están corriendo en mi cabeza cuando la puerta de Wren vuela
abierta y ella entra en la sala.
—¿Se ha ido? —pregunta.
—Sí. ¿Por qué?
Lanza un cilindro blanco en el mostrador. Bajo la vista y veo un pequeño
signo de más en la ventana.
—Oh. —Respiro. Levanto la vista y la veo parpadeando para contener las
lágrimas—. Wren —digo en voz baja, y me acerco a ella como si fuera un animal
herido, porque eso es básicamente lo que es en este momento. Está asustada. Y
está luchando contra ello.
—Él me embarazó —dice en un sollozo—. Le iba a decir esta noche, y fui
temprano a su apartamento, y lo encontré en la cama con una de las chicas con
las que trabaja.
—Oh, Wren —digo, cubriendo mi boca.
—Él me preñó. Estoy embarazada. —Cubre su vientre con la mano—. ¿Qué
demonios voy a hacer?
—Lo resolveremos —le digo, aunque no tengo idea de qué diablos vamos a
hacer—. Lo resolveremos —digo de nuevo, tratando de convencerme a mí misma
tanto como estoy tratando de convencerla a ella—. Lo prometo, lo resolveremos.
Ella cae en mis brazos y empieza a sollozar.
Mi teléfono suena en mi bolsillo y ella da un paso atrás, sollozando y
limpiándose los ojos.
—Deberías responder a eso.
Saco mi teléfono.
Ryan: ¿Está todo bien?
Yo: No realmente.
Ryan: ¿Quieres que regrese?
Yo: Quiero que regreses más que nada, pero probablemente no
es el mejor momento para Wren. Te diré más mañana.
Ryan: ¿Puedo verte mañana?
Yo (el corazón latiendo de alegría): Tal vez. Olvidaste tu gorra.
Ryan: No la olvidé.
Una sonrisa se extiende sigilosamente por mi cara.
Yo: Bien. Revisa mañana conmigo y puedes ver la clase de
situaciones pegajosas en las que me meto.
Ryan: ¿Me estás hablando sucio?
Yo (carcajadas): Tal vez.
58
H
an pasado días desde la última vez que vi a Lark. Ella tiene una cita
hoy a las dos para terminar su tatuaje. Hemos hablado por mensaje
todos los días, conociéndonos silenciosamente y ha sido genial, pero
no es lo mismo que en realidad llegar a verla.
El lunes, me envió una foto de ella usando mi gorra de béisbol frente a la
oficina de un doctor.
Yo: No estás enferma, ¿verdad?
Lark Ladrona de Gorras: Estoy entreteniendo a tu gorra en el
consultorio del ginecólogo.
Yo: ¿En el qué?
Lark Ladrona de Gorras: Finny lo llama el médico coochie.
Yo (sonriendo como un tonto): ¿Llevaste mi gorra al médico
coochie?
Lark Ladrona de Gorras: Por qué, sí, lo hice.
Yo: Espera. ¿Estás usando un vestido de papel? ¿Abierto en el
frente? ¿Con los pies en esas cosas de caballos?
Lark Ladrona de Gorras: Creo que son llamados estribos.
Yo: Cosas de caballos. Y responde la pregunta.
Lark Ladrona de Gorras: Estribos. Y no, no estoy usando un
vestido de papel.
Yo: Entonces, ¿qué estás usando?
Lark Ladrona de Gorras: Tu gorra.
Yo (trago): ¿Eso es todo?
Lark Ladrona de Gorras: Deja de ser un pervertido. Estoy
usando ropa.
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Oh, mierda. Me doy cuenta que estoy hablando con una mujer que perdió a
su familia en un incendio sobre un tatuaje que hice para alguien en una tragedia
similar. Soy un imbécil.
Yo: Lo siento mucho. Me acabo de dar cuenta lo similar. Nunca
debí haber dicho nada.
Lark Ladrona de Gorras: Me alegro de que me lo dijeras.
Obviamente te afectó.
Yo: Su dolor era como un ser vivo que respiraba allí en la
habitación con nosotros.
Lark Ladrona de Gorras: A mi madre le gustaba jugar
Scrabble. Mi padre prefería ajedrez. Y nuestra actividad favorita
los fines de semana era ir a la playa y volar cometas.
Yo: Puedo trabajar con eso.
Lark Ladrona de Gorras: Gracias. Y gracias por decirme sobre
ellos. La pena puede o bien hacerte seguir o romperte. Dejé que me
rompiera durante mucho tiempo. Ahora creo que estoy lista para
dejarla hacerme seguir. Espero que él llegue a ese punto también.
Yo: Estás allí.
Lark Ladrona de Gorras: Tengo que irme. Las chicas me miran
como si estuviera arruinando su día.
Yo: THMT.
El jueves, realmente quiero verla. Hay un famoso libro sobre cómo saber si
a un chico le gustas. Definitivamente ella me gusta. No puedo dejar de pensar en
ella. Quiero hablar con ella. Quiero oírla hablar de su día. Quiero saber cómo se
siente. En particular, quiero saber cómo se siente sobre mí.
Lark Ladrona de Gorras: ¿Cuál es el código de vestimenta para
la fiesta de tu madre?
Yo: ¿Código de vestimenta?
Lark Ladrona de Gorras: ¿Qué van a vestir?
Yo: Si no te digo, ¿vas a aparecer llevando nada?
Lark Ladrona de Gorras: Voy a aparecer y te voy a patear en
los huevos. ¿Qué tal eso?
Yo (instintivamente pongo una mano para proteger mis pelotas): Casual.
Es una comida al aire libre. Así que puedes usar algo libre-casual.
Lark Ladrona de Gorras: Libre-casual. Bueno. ¿Tu hermano
estará allí?
Yo: ¿Por qué lo preguntas?
Lark Ladrona de Gorras: Porque hay seguridad en los
números. Y ya lo conocí.
Yo: No hay necesidad de tener miedo. Son inofensivos.
Lark Ladrona de Gorras: Le dijo la araña a la mosca. Tengo
62
Yo: THMT.
El viernes, le mando un mensaje para saber qué está haciendo.
Lark Ladrona de Gorras: Noche de chicas. Mis hermanas y las
esposas Reed.
Yo: ¿Dónde?
Lark Ladrona de Gorras: No estoy autorizada a decirlo, o los
chicos Reed vendrán para reclamar a sus mujeres como hombres de
las cavernas con esteroides. Están en lo de Paul. Deberías unirte a
ellos.
Yo: ¿Quién está cuidando a los niños?
Los Reed tienen un millón de hijos ahora.
Lark Ladrona de Gorras: Los niños están con los hombres.
Yo: Demonios, no. Paso.
Lark Ladrona de Gorras: Los niños son adorables.
Yo: Tal vez cuando sólo hay uno. Pero tienen cincuenta o un
millar de ellos.
Lark Ladrona de Gorras: ¿Quieres hijos?
Yo: Nunca pensé en ello.
Silencio.
Yo: Hasta que te conocí.
Lark Ladrona de Gorras: Quiero niños. Algún día. Una niña
para poder entrenar su equipo de softball. O un niño que ame los
libros como yo. O podrían intercambiar roles. No me importaría.
Yo: ¿Vamos a llegar a tener otra cita pronto?
Lark Ladrona de Gorras: Creo que estamos más allá de eso.
Tengo que irme.
Yo: THMT.
Tres horas después, recibo un mensaje de ella.
Lark Ladrona de Gorras: ¿Eres consciente que nunca he tenido
sexo?
Yo: ¿Qué?
Lark Ladrona de Gorras: Soy, como, totalmente virgen.
Yo: Está bien...
Lark Ladrona de Gorras: Pero ahora que me quité los guantes,
en todo lo que puedo pensar es en quitarme el resto de la ropa.
Contigo.
Yo (mi polla se endurece.): ¿Estás borracha?
Lark Ladrona de Gorras: Mucho.
63
—No salía con chicas así. Luego conocí a Lark. —Me encojo de hombros.
Ella sonríe, y empuja mi hombro.
—¿Puedo darte un consejo?
—Como si pudiera detenerte.
Luce supremamente satisfecha.
—Sigue haciendo exactamente lo que estás haciendo. —Se encoge de
hombros—. Eso es todo.
—Iba a hacer eso de todos modos.
—Pero ahora tienes mi permiso para seguir haciéndolo.
—¿Gracias? —digo con signo de interrogación al final. ¿Qué dices a eso?
¿En serio?
—De nada. —Aletea su pequeña falda corta—. Sé que rompe por completo
el código de chicas, pero voy a hacerlo y decirte que de verdad le gustas.
Mucho.
—Gracias.
—Ella habló sobre ti anoche.
—Está bien. —Ves, la cosa es, con Friday Reed, no tienes que preguntarle.
Ella va a decirte lo que piensa sin importar qué. Soy consciente de eso. Su
esposo Paul me da los pulgares arriba desde atrás. Ella sigue mis ojos, girándose
para mirarlo, y él convierte sus pulgares arriba en rascarse la cabeza.
—Sigue así de bien —me dice ella. Luego se aleja contoneándose a hacer lo
que sea que Friday hace. Como beber sangre tibia. O torturar pequeños cojines
en forma de pene con agujas afiladas.
***
El sábado, sigo mirando hacia la puerta, esperando ver la coleta de Lark y
sus ojos marrones, pero hasta ahora sólo ha sido un soldado tras otro.
Los Reed les hacen tatuajes a soldados con descuento, y una vez se corrió
la voz, se inundó de gente pasándose por la tienda. Ya que soy el chico nuevo, no
tengo muchos clientes regulares, y me quedo con una gran cantidad de clientes
sin cita. Al menos mis días han estado ocupados. Y me encanta hacer tatuajes
para soldados. Por lo general llego a escuchar las historias detrás de los tatuajes,
con alguno de los Reed traduciéndome, y no siento nada más que respeto por
los hombres y mujeres que protegen nuestra libertad. Termino con un cliente y
él trata de darme una gran propina, pero el honor fue mío, así que se la regreso.
Saco mi teléfono y busco en la pantalla un mensaje de Lark. Llega dos
minutos tarde para su cita. Las luces parpadean cuando la puerta delantera se
abre, y finalmente ella camina a través de esta. Sus ojos se encuentran con los
míos y no puedo quedarme quieto. Camino hacia ella. Pero justo detrás de ella,
hay un hombre alto de cabello largo con algunas canas en una cola de caballo en
la parte de atrás de su cuello. Él me intercepta, poniéndose entre ella y yo.
—Disculpe. —Hago las señas, moviendo mi boca con las palabras para que
pueda entender que, uno: soy sordo, y dos: quiero llegar donde Lark. Camino
65
alrededor de él y voy derecho a ella. No creo que alguna vez haya estado tan feliz
de ver a alguien. No desde la navidad del 99’ cuando atrapé a Santa dejando
Página
—¿Q
ué coño acabas de hacer? —le grito a Emilio.
Apunta un vacilante e inocente dedo hacia la
cortina.
—Estaba hablando con el joven antes que tú
maleducadamente me interrumpieras.
—¿Qué le has dicho? —pido saber.
Se rasca la barriga.
—No recuerdo.
—No recuerdas —digo lentamente.
—No. Dicen que tu memoria es lo primero que se va cuando empiezas a
envejecer. No puedo recordar qué pierdes después de eso. —Me sonríe.
—¿Lo has amenazado?
Me sonríe otra vez.
—¿Por qué haría eso?
Señalo hacia la puerta.
—Fuera —digo.
Pone una mirada de herido.
—¿Por qué? ¿Qué he hecho?
—¡No sé lo que has hecho! —grito—. Pero ahora lo tengo que averiguar. —
Muevo mi dedo—. Juro por Dios, Melio, si has arruinado esto para mí, nunca
voy a hablarte de nuevo.
—No pasa nada. Tengo otras cuatro hijas que me adoran. Esto es lo
maravilloso de adoptar tantas al mismo tiempo.
Le gruño y se ríe fuerte.
—No he hecho nada —insiste—. Solo probé al chico un poco.
68
que te haga sonreír y reír y ser feliz. Cuando estés triste, quiero limpiar tus
lágrimas, y cuando necesites una pausa de tus responsabilidades, quiero
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71
Página
12
Ryan
E stoy dudando un poco de mí. Dibujé el tatuaje y ahora espero como el
infierno que le guste. Si no le gusta, está atrapada con él. Hasta este
momento, estaba sintiéndome muy confiado. Pero mientras levanto
mi máquina, la pongo a un lado, y limpio el exceso de tinta en su antebrazo,
estaría mintiendo si dijera que no estoy un poco nervioso. Limpio el área y la
preparo para que la vea.
Lark ha estado sentada aquí hablando con su padre mientras trabajo. Él le
ha estado contando historias y se ríen y bromean. De vez en cuando, sus
hombros se sacuden con risa, y me hace sonreír ver que la hace tan feliz.
Aparentemente, el sentimiento es mutuo, y él esta tan feliz de estar con ella
como ella con él. Cada cierto tiempo, él se estira y quita un mechón de cabello de
su rostro y levanta su brazo para tocar el suyo, y me hace dar cuenta que el amor
de un padre no se compara con otra cosa; el sentimiento todavía es igual de
fuerte y eso es todo lo que importa.
—¿Estás lista para verlo? —le digo a Lark.
Asiente y me mira.
—Está terminado. —Bajo la vista a su antebrazo. Incluso yo tengo que
admitir que es bueno, y soy un poco tendencioso.
—Estoy nerviosa —dice.
—Ahora es muy tarde para estar nerviosa. No es como si pudieras hacer
algo con eso. —Bueno, podría cubrirlo con otra cita si lo odia. Pero no va a irse—
. Echa un vistazo.
Baja la vista y puedo sentir el aire de su jadeo. Cubre su boca y mira su
brazo. Sus ojos se inundan con lágrimas, pero ella las aleja parpadeando
furiosamente.
—Lo odias —digo.
Pero ella me detiene, agitando su mano en el aire.
—Es perfecto.
—Te dije que te conoce —dice su padre.
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76
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13
Lark
E
stoy un poco más nerviosa por este tatuaje, pero solo porque no tengo
ni idea de cómo va a mejorar el primero. Hizo un trabajo tan hermoso,
y aunque sé que es un artista talentoso, hay límites en cuan creativo
una persona puede ser. Me gusta mucho el primer tatuaje.
Ryan arruga la nariz, y entonces la frota en su camisa.
—¿Pasa algo? —pregunto.
Sus manos están ocupadas así que no contesta, pero pasa su nariz contra
su camisa de nuevo, alzando su hombro y presionando su cabeza.
—¿Te pica la nariz?
Asiente y contonea la nariz.
—¿Quieres que la rasque?
Mueve las cejas. Menos mal que Emilio no está aquí.
Miro sus ojos.
—Rascaré ese pico luego. —Levanto mis dedos y pasa su nariz sobre ellos—
. ¿Mejor?
Asiente y me sonríe.
—¿Casi acabas? —le pregunto.
Asiente de nuevo. He estado intentando muy duro por no mirar, pero
donde está sentado, es difícil no bajar la mirada. Estoy deseando que acabe para
verlo.
Finalmente, deja su máquina, se levanta y estira sus brazos y hombros.
Luego limpia la tinta de mi piel y aplica crema.
—¿Qué piensas? —pregunta.
Bajo la mirada y mi corazón se para. Tomó todo lo que le dije sobre mis
padres y lo ha puesto en mis antebrazos. El nuevo tatuaje es otra escena de
playa, parecida a la del otro brazo, ya que tuvo que hacer muchas conchas
77
E
n un día normal, Lark es hermosa. Pero hoy… hoy se ve radiante. Sus
brazos están al descubierto por lo que probablemente es la primera
vez en la historia, o al menos la primera vez desde que descubrió que
los guantes podían protegerla del pasado.
Le dice adiós a su papá y él le dice algo al oído. Su cara se ruboriza y lo
señala con el dedo. Le está advirtiendo sobre algo. Luego comienza a hablar con
Friday de su nuevo tatuaje, mostrándole las imágenes.
Emilio se me acerca.
—Me gustas, Ryan —dice.
—Gracias —digo. ¿Qué se supone que responda a eso?
—Pero…
Contengo la respiración.
Señala a Lark.
—Esa es mi niña.
—Lo entiendo —me apresuro a decir. Pero sacude el dedo y me
interrumpe.
—Esa es mi niña —repite—. Y haría cualquier cosa para proteger a mis
hijas.
Trago.
—¿Eso incluiría tener que esconder un cadáver? —le pregunto.
—Oh, no. —Agita una mano en el aire para desestimarlo—. Si le haces daño
a mi hija, nadie será capaz de encontrar lo suficiente de ti como para enterrar.
—Entiendo.
—¿Conoces esas canciones que escriben sobre los papás? Los que se
sientan en el porche limpiando sus armas y esperando que las citas de sus hijas
lleguen, y luego asustan hasta la mierda viva —deletrea esto con sus dedos, y
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nunca he sido expuesto a una palabra como “mierda viva”, pero comprendo la
Página
Miro a Lark deslizarse dentro del auto y luego me pongo detrás de ella.
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Página
15
Lark
—¿Q
uieres ir a mi apartamento? —me pregunta.
—¿Ahora?
Asiente.
—Puedo hacer la cena.
—¿Cocinas?
—¿Bromeas? Hago un increíble queso a la parrilla.
—Me encanta el queso a la parrilla. —Inclino mi cabeza en su hombro y
cierro los ojos, respirando el limpio, varonil aroma que emana.
Gentilmente ahueca mi cara con su mano, inclina mi cabeza hacia arriba.
—¿Fue eso un sí? —pregunta con su voz.
—Sí —digo. Asiente y deletrea su dirección. Se la doy al conductor, que me
mira un segundo de más en el espejo retrovisor.
La frente de Ryan se frunce.
—¿Prefieres ir a tu apartamento?
—No. —Me apresuro a tranquilizarlo—. Quiero ir al tuyo.
Él sonríe y me besa rápidamente. El auto se detiene frente a su edificio y
mi conductor salta fuera para abrir la puerta.
—No te necesitaré por el resto de la noche —le digo.
—Te esperaré —dice. Mira a todos lados menos a mí.
—Dije que no te necesitaré.
—Esperaré de todos modos. —Pretende recoger una mota de pelusa de su
chaqueta.
—Haz lo que quieras —gruño.
Él me fulmina con la mirada y se va a estacionar el auto.
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—Probablemente.
Su ceja sube.
—¿Dentro del apartamento?
—No, él probablemente se quedará en el pasillo.
—Puede entrar si necesitas que lo haga.
—No —le digo—. Te quiero todo para mí.
Hace una mueca.
—Eso podría ser difícil.
Subimos en el ascensor y no puedo averiguar lo que quiere decir con eso,
hasta que abrimos la puerta.
Hay una mesa de póquer en el centro de la habitación.
—Noche de póquer —me dice Ryan.
Hay cuatro hombres sentados alrededor de la mesa, y cada uno de ellos
tiene una pequeña pila de fichas delante de él. No levantan la vista cuando
entramos y luego me doy cuenta que todos son sordos.
Tiro de la manga de Ryan.
—¿Estás seguro que quieres que esté aquí justo ahora?
Asiente y me sonríe.
—Estoy seguro. Puedes conocer a mis amigos.
—¿En serio? —Mi corazón se siente como que le han crecido alas dentro de
mi pecho.
Caminamos más cerca de la mesa y por fin alguien nos ve.
—¿Dónde has estado? —pregunta el rubio. Señala la silla vacía en la mesa.
—No voy a jugar esta noche —dice Ryan. Me señala—. Ella es L-A-R-K. —
Cada uno de ellos dejan sus cartas sobre la mesa y de repente me siento como si
estuviera en exhibición. Doy un paso más cerca de Ryan.
Los saludo con la mano y digo:
—Hola.
Ryan señala uno a la vez, diciéndome sus nombres, pero sus dedos se
mueven tan rápido y estoy tan malditamente nerviosa que me pierdo la mayor
parte.
—Encantado de conocerte —dice uno de ellos.
Hago una forma de Y con mi mano y la muevo de ida y vuelta entre ellos y
yo.
—Igualmente.
—¿Quieres jugar al póquer? —pregunta uno de ellos. Señala la silla vacía.
—Oh, no. —Agito mi mano en el aire.
—Amigo —dice el moreno—, ella tiene una vagina. No puede jugar al
póquer. —Le golpea el hombro.
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Mi cara debe estar rojo llameante para este momento, pero trabajo en ello.
Página
Me miran como si sólo traté de asesinar a sus abuelas. O matar a sus gatos.
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Página
16
Ryan
T
iembla en mis brazos y nunca he sentido algo tan dulce como esta chica
se siente en mis brazos. He tenido novias. He tenido sexo. Pero nunca
he tenido sexo con una novia que me importe del modo que me
importa ella. Consume mis momentos conscientes y luego me encuentra en mis
sueños.
La acuesto en mi cama, y me mira, su cabello oscuro formando un halo a
su alrededor en la almohada. Me quito mi camiseta y coloco una rodilla entre
sus piernas abiertas, balanceándome sobre ella.
Mete su labio inferior entre sus dientes y lo muerde. Cuando lo suelta,
puedo ver el patrón de sus dientes en la tierna piel, así que lo chupo en mi boca
y lo lamo con mi lengua.
Gime contra mis labios. Puedo sentir el retumbe contra mi pecho.
No puedo hablar mientras esté colgando sobre ella, así que me recuesto a
su lado.
—¿Quieres hablar? —pregunto.
Sonríe y niega.
Contengo mi sonrisa. No puedo evitarlo.
—¿Quieres ver una película?
Niega otra vez y su sonrisa se hace incluso más grande.
—¿Quieres desnudarte?
Ríe contra mi pecho y asiente.
—¿Estás segura?
Su mano toca el vello disperso de mi pecho y lo rasguña ligeramente, y se
dispara directamente a mi pene. Bajo mi mano y lo arreglo detrás del cierre. Sus
ojos siguen mi movimiento.
—¿Tú quieres hablar? —pregunta. Me sonríe con descaro.
89
Niego. Inclina su cabeza y lame mi tetilla, luego lo toma con fuerza entre
Página
con un cuchillo cuando ella aparta sus ojos de los míos y se inmersa en el agua.
Página
Camino fuera de la habitación, sin saber qué demonios se supone que haga
ahora.
17
Lark
M
e hundo hasta el piso de la ducha y me siento en las baldosas frías,
inclinando mi cabeza para que el rocío del agua golpee la cima de mi
cabeza. Me quedo así hasta que el temblor desaparece. Luego me lavo
el cabello con su champú, me lavo con su jabón y cierro el agua. Oleré a hombre,
pero no me importa.
Miro alrededor de la habitación. Pedazos de él están por todas partes. Hay
notas pegadas en el espejo e imágenes que él dibujó. Le gusta dibujar gatos y
convertirlos en caricaturas con refranes tontos. Me río a carcajadas, y luego tapo
mi boca, porque no quiero que piense que me estoy riendo por estar aquí.
Entonces recuerdo que no podría oír mi risa, y mis hombros se alivian.
Miro fijamente el espejo y limpio el rímel corrido que aún está debajo de
mis ojos.
Odio haber llorado, pero fue tan perfecto. Era él y yo, e hicimos algo tan
hermoso. He tenido orgasmos antes, auto-manipulados, pero nunca he tenido a
nadie que estudiara mis movimientos para saber lo que se sentía bien para mí, y
sé que es lo que él había estado haciendo. Me analizó y se ajustó, haciéndolo tan
bueno como fuera posible. Y fue increíble. Pero había algo que faltaba. Si tan
sólo yo supiera lo que era.
Las únicas personas que he permitido dentro de mi vida son mis
hermanas, Marta y Emilio. Todos los demás son conocidos casuales. No me
acerco a nadie, porque siempre me ha preocupado de que si lo hago, voy a
perderlos. Haré algo estúpido y se irán. Así que el hecho de que estoy sintiendo
algo tan profundamente por Ryan después de tan poco tiempo, está asustando
la mierda de mí. No quiero estropearlo.
Me envuelvo en una toalla y abro la puerta. La puerta de la habitación está
abierta y él se ha ido, así que entro al cuarto. Abro el cajón y veo un montón de
camisetas cuidadosamente dobladas. Saco una y la paso sobre mi cabeza. Cuelga
casi hasta mis rodillas. Luego voy a buscar a Ryan.
Lo encuentro en medio de la sala. Las luces están tenues y él está usando
95
nada más que un bóxer. Tapo mi boca con la mano porque está encendiendo
velas. Eso es casi la cosa más dulce que he visto.
Página
Todavía no lo consigo.
Página
—Puede ser.
—Porque te gusto —bromeo—. Quieres besarme —digo cantado, al igual
Página
que la vieja canción de los niños. Pero luego me doy cuenta de que no puede
escuchar la melodía y no podría entenderlo.
—Sí quiero besarte —dice—. Pero fuimos demasiado lejos y demasiado
rápido, ¿verdad?
Niego.
—Estaba emocional. Fue una gran cosa para mí.
—¿Por qué te levantaste y te fuiste?
—Porque estabas todo asustado por mi llanto.
—No lo estaba.
—Sí lo estabas.
—No, lo único que me asustó fue cuando te levantaste. Quería abrazarte
para ayudarte a pasar por ello.
—¿La mayoría de los hombres no se asustan por el llanto?
Se ríe.
—No, porque tenía ganas de llorar también. Nunca ha sido así para mí.
—Envuelve su palma alrededor de dos dedos y hace un puño—. Estar dentro de
ti se sintió como se suponía que debía serlo. —Se inclina y me besa, sus labios
suaves y tiernos—. Todo el tiempo que he pasado contigo es el mejor que he
tenido. Desnudo. Con la ropa puesta. No importa. Lo quiero todo.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —Muevo los dedos de mis pies.
—¿Quieres jugar póker de striptease? —pregunta. Menea sus cejas.
—Todo lo que estoy usando es una camiseta.
Levanta el borde de la camisa.
—¿Sin bragas?
Me río y jalo la camisa más abajo.
—No.
Aparta mis manos.
—Déjame ver —dice.
—¡No! —grito, pero me estoy riendo y él lo sabe.
—Decirme que estás en mi sofá sin bragas es como darle a un niño un
regalo de Navidad y sólo dejarlo jugar con el papel de regalo.
Me levanta, por lo que estoy a horcajadas sobre sus muslos, mis piernas
abiertas. Me estabilizo con mis manos en sus hombros.
Se queda inmóvil y dejo que mi peso se hunda en él.
—Entonces, el llanto de antes, ¿no estabas lamentando lo que hicimos? —
pregunta.
—No. No me arrepiento de ello.
100
vez? No lo sé.
—Mis emociones están conectadas.
—Las mías también. Pero no estoy enamorada de ti. —Sonrío. ¿No es eso
lo que todo hombre quiere oír?
—Aún.
Mi corazón se salta un latido.
—Dame una oportunidad.
—Está bien —le susurro, y luego lo beso.
Ryan palmea mi culo desnudo, apretándolo rudamente, frotando sus
palmas sobre mis nalgas mientras lo beso, y luego me acerca más para que su
pene se presione contra mi piel desnuda.
—¿Quieres volver a la cama? —pregunta en voz alta.
Asiento y luego entierro mi cara en llamas en su cuello. Se pone de pie y
me engancha más alto, y envuelvo mis piernas alrededor de su cintura. Sus
pasos son rápidos y decididos mientras me lleva al dormitorio. Se sienta en el
borde de la cama, abre un cajón y saca un condón. Me echo un poco hacia atrás
para que pueda bajar su bóxer, y lo veo ponerse el condón.
—¿Estás muy adolorida? —pregunta.
Niego.
—No lo creo.
Se desliza en la cama de modo que su cabeza está en la almohada, y lo sigo,
besando su pecho suavemente y luego su vientre. Su estómago se contrae
mientras me muevo alrededor, y miro su polla oscilando y lamo mis labios.
—No tienes que hacerlo —me dice mientras palmea mi nuca.
—Lo sé. Quiero.
—La próxima vez —dice, mientras me agarra por mis axilas y me levanta
para que nuestros rostros estén al mismo nivel. Abro mis piernas alrededor de
sus caderas, y da un pequeño golpe en mi entrada—. No quiero hacerte daño.
Me hundo en él lentamente, observando su rostro mientras lo tomo dentro
de mí. Su boca cae abierta y su gemido golpea mis oídos. Me deleito en su
placer, que puedo hacerlo feliz. Pero se trata de mucho más que escucharlo
encontrar el placer. Se trata de sentirlo.
Con un rápido movimiento, saca la camiseta que tomé prestada de él por
encima de mi cabeza y me levanto, apoyando mis manos en su pecho mientras
me levanto hasta llegar a la punta de su polla. Luego agarra mis caderas y me
empuja de vuelta hacia abajo. Clama una maldición gutural. Luego se congela.
Estoy bien, le digo sin palabras.
Me levanto y caigo, coincidiendo con el frenesí de sus manos en mis
caderas. Se sienta y me acerca de modo que pueda lamer mi pezón. Con los
dientes, la lengua, los labios y el calor, me lleva más alto, mientras que lo monto
101
entre mis labios inferiores y acarician mi clítoris. Ralentiza mis caderas un poco
con las palmas de sus manos, guiándome.
—Voy a venirme demasiado rápido —dice en voz alta.
Aprieta mi clítoris suavemente entre el pulgar y el índice y lo rueda. Y la
combinación de él moviéndose dentro y sus atenciones sobre mi clítoris hacen
que mis movimientos se tornen desiguales y difíciles de manejar. Inhalo un
suspiro y miro sus ojos mientras mi orgasmo llega. Dejo de moverme,
frotándome tan duro como puedo sobre su polla, presionando contra sus dedos,
que no han dejado de moverse todavía. Coloco mis manos en su pecho y lo
monto, y me mira fijamente a los ojos, y luego a ese lugar en el que estamos
unidos, entonces envuelve un brazo alrededor de mi espalda y nos da la vuelta.
Chillo cuando aterrizo sobre mi espalda. Luego se mueve por encima de
mí, lento y medido, y estoy tan sensible que puedo sentir cada caricia y cada
apretón, frotándose desde el interior, llevándome a un nuevo estado de placer.
Cierro los ojos, apretando su polla dentro, y él atrapa mi rostro entre sus manos
y dice:
—Mírame.
Mis ojos se abren bajo protesta, y lo que encuentro me asusta. Los ojos de
Ryan están llenos de algo que entiendo, porque es lo que sentí la primera vez
que hicimos esto. No es sólo mi cuerpo abriéndose y tomándolo dentro. Es
también mi corazón.
Una lágrima corre por la punta de su nariz y gotea sobre mi mejilla. Lo
acerco más, y él envuelve sus brazos debajo de los míos, sus manos sobre mis
hombros, su cara en mi cuello, mientras canta:
—Sí, sí, sí, sí, sí.
Luego se rompe en pedazos en mis brazos. Se entierra dentro, astillándose
en trozos, y tomo cada pedacito. Lo tomo a él dentro de mí. Tomo todo de él, y
que me maldigan si alguna vez quiero devolverlo.
Cuando sus embestidas comienzan a disminuir, me muevo y él deja de
moverse. Se sienta un poco y me mira fijamente a la cara.
—Entiendo —dice.
—Lo sé. —Aparto un mechón de cabello oscuro de su frente.
—¿No es demasiado rápido?
—No, no lo es. —Paso mis manos por su espalda desnuda, que está sudada
y maravillosa.
—No es demasiado. —Esnifa.
—Sólo somos nosotros.
—Sólo nosotros —repite con un asentimiento.
—Sólo nosotros —vuelvo a decir. Cae a mi lado y me acerca para acostarme
sobre su pecho. Me hundo en él y envuelvo mi brazo con fuerza a su alrededor.
Puedo sentirlo moverse, remover el condón y tirarlo en la papelera junto a la
cama.
102
Sus dedos acarician mi cabello y cierro los ojos. Me abraza con fuerza,
como si fuera valiosa para él, mientras me quedo dormida.
Página
18
Ryan
D
espierto en el cielo con la sensación de una boca cálida envuelta
alrededor de mi polla. Bajo la mirada para ver una cabeza morena.
—Lark —digo.
Asiente, un lado de su rostro se presiona contra mi barriga, su cabello
salvaje y fuera de control mientras prueba cuán lejos puede llevarme en su boca.
No quiero que pare nunca. Pero lo hace. Maldita sea.
Deja salir mi polla de su boca con un pop, y se levanta en sus manos y
rodillas para mirarme desde arriba. Quiero gritar cuando levanta las manos
para hablarme, pero quiero que me hable a la misma vez. Y luego de nuevo, no.
Porque me acabo de levantar y me corrí dos veces anoche y realmente me
gustaría hacerlo de nuevo. En su boca.
—Siempre he querido intentar esto —dice, y luego me sonríe.
—No dejes que te detenga —digo, devolviendo la sonrisa mientras ajusto
mi almohada, sentándome un poco más alto así puedo verla.
—Es tan suave —dice, y después envuelve su mano alrededor de la base de
mi polla.
—Estoy ofendido —digo, e imito un puchero.
—¿Por qué? —Se ríe, sus hombros sacudiéndose.
—Me llamaste suave. —Señalo mi polla—. Eso no es suave.
Se ríe de nuevo y me lame desde la base hasta la punta.
Le doy un golpecito en el hombro.
—¿En tu boca? —sugiero. Suficiente de lengua. No es un helado.
Envuelve sus labios alrededor de la cabeza de mi polla y chupa un poco.
—¿Así?
—Sí, por favor. —No puedo quitar la sonrisa de mi rostro.
103
Me echo hacia atrás para observarla. Sus ojos se encuentran con los míos y
la chupa otra vez, como si fuera un bufo y es una piruleta, luego sonríe.
Página
—Eres tan hermosa —digo, pasando mis manos por todo su estómago y
caderas, luego me muevo a sus pechos—. Tan bonita. No debería dejarte salir
Página
conductor.
—Seguro.
—¿Qué está mal? —Pone sus puños en sus caderas.
—Nada. —Todo.
—¿No quieres usar a mi conductor?
—No. —Niego—. Está bien. Recógeme al mediodía.
Se inclina y me besa, pero lo hago corto. Me mira por un momento, su
mirada confundida. Luego se sacude, se levanta y se va.
Lanzo mi almohada a la puerta, y me entierro en la cama. No tengo idea de
qué hacer con cómo está actuando, pero sé que tengo que hacer algo. Mierda.
Finalmente conozco a una chica con la que tengo sentimientos, y pasa esto.
¿Qué demonios hago ahora?
106
Página
19
Lark
A
bro la puerta de mi apartamento, entro y me quedo inmóvil cuando
veo a mis cinco hermanas en la sala. Finny levanta sus manos y
empieza a aplaudir. Es lento, fuerte y ofensivo como el demonio. Calor
llena mis mejillas, pero enderezo mis hombros y entro, tirando mis llaves en una
cercana mesa especial.
—Felicidades —dice Finny—. Te vez como si hubieras follado toda la noche.
—Se acerca y me susurra—: Solo dime ¿cuán grande es el pene de Ryan? Las
mentes curiosas quieren saber.
Una sonrisa curva las esquinas de mis labios, a pesar de estar mortificada
al ser puesta en la luz.
—No es de tu incumbencia —digo mientras me siento en el sofá—. ¿Qué
están haciendo todas aquí?
—Yo las llamé —dice Wren. Está mirando por la ventana desde su asiento
en el sofá. De repente, se voltea y veo una lágrima bajando por su mejilla—.
Necesito un consejo.
—¿Les has dicho ya? —pregunto en voz baja. Wren está trabajando en esto,
y haría lo que sea por ayudarla.
Niega, y hoyuelos aparecen en su mejilla donde está luchando contra las
lágrimas. Mis hermanas ya no están bromeando. Están serias y todas quieren
saber qué ha pasado.
—Estoy embarazada —dice Wren. Luego entierra su rostro en sus manos.
—¿De cuánto? —pregunta Finny.
Wren levanta la mirada.
—¿Importa?
Finny suspira.
—Sí, importa, dependiendo de qué estás planeando hacer al respeto.
107
—Quieres decir tener un aborto. —Mira fijo a Finny y levanta las manos en
frustración. Wren apunta un dedo en su dirección—. Y no puedes contarle a Tag.
Página
—Es extraño.
—No lo es.
—Lo es. Creo que deberías cancelar y sólo volver a su casa para follarlo en
vez de esto.
—No voy a cancelar. —Me levanto—. Quiero conocer a su familia. Ya he
conocido a su hermano Mick.
—¿Qué ropa vas a ponerte? —pregunta Star.
—Es una barbacoa. ¿Puedes escoger algo para mí? —Pongo las manos
juntas como si estuviera rogando.
Star se levanta y va a mi armario y la sigo.
—Cierra la puerta, ¿quieres? —pide.
Cierro la puerta.
—¿Qué pasa?
Se sienta en el borde de mi cama.
—Estoy muy preocupada por Wren.
—Lo sé. Yo también.
—¿Qué crees que va a hacer?
—Sinceramente, creo que no está decidida.
—Está bien. —Se levanta y empieza a rebuscar por mi armario—. No me lo
ha dicho con anticipación. Me hizo esperar hasta que se lo contó a todo el
mundo.
Star y Wren siempre han sido las más cercanas de las cinco, ya que son las
únicas que son hermanas de sangre.
—Probablemente todavía está shock. Me sorprende que se lo haya contado
a todas.
—Estoy embarazada —dice, mientras sostiene una mano por encima de su
barriga.
—Lo sé.
—No me gusta que tenga que elegir entre aborto y tenerlo.
—Lo sé. Creo que probablemente es el por qué se lo ha contado a todas.
—Cuando supe que estaba embarazada, fue el mejor día de mi vida.
—Es porque tienes un marido que te apoya y va amar ese bebé. Ella está
sola en esto.
—No está sola.
—Lo está. En la parte que importa.
—Está bien —dice Star en voz baja. Saca un jean y una camiseta estampada
de mi armario—. Viste esto. Con tus sandalias. —Señala el baño—. Ve a
ducharte. Te arreglaré el cabello.
110
Suspiro y voy hacia Star. Apoyo una mano en su barriga y siento el firme
movimiento bajo mi palma.
Página
—El que prefieras. —Se lame los labios—. Te gustó la otra noche cuando te
lamí el coño. —Hace el signo para “coño” haciendo un triángulo con sus dedos y
Página
alguna vez haya estado tan nerviosa. Pero pongo mi mano en la suya y le dejo
sacarme del auto. Recoge mi regalo y caminamos de la mano por el camino de
Página
entrada.
Levanta mi mano y besa el dorso.
—Podría sostener tu mano para siempre —dice, mirando mis ojos—.
¿Preparada? —pregunta—. Respira hondo.
Lo hago, pero siento que estoy a punto de desmayarme.
—Tengo la esperanza de caerle bien —admito. Después cuadro mis
hombros.
—Yo te quiero lo suficiente por los dos —dice. Después abre la puerta y
entra. Mira atrás hacia mí, sus ojos brillando.
—No puedes decirme algo así y esperar que simplemente entre y conozca
a tu madre.
Intento dar un paso atrás, pero me agarra la mano y me jala. Entramos y
encuentro que la casa está completamente llena de gente. Están estirados en los
sofás y sentados en sillas, y hay personas en las otras habitaciones. La puerta
deslizante de cristal está abierta, y veo un montón de personas alrededor en la
parte trasera donde una barbacoa está haciéndose.
Las personas se callan y nos reciben, y Ryan me presenta. Reconozco
algunos de los chicos de la noche de póker, y algunos de ellos vienen a saludar.
Uno de mis guardaespaldas está detrás de nosotros. Se va ir tan pronto vea que
el lugar es seguro, pero da unas cuantas miradas raras.
—Él no va pasar realmente desapercibido entre la gente, ¿verdad? —le
pregunto a Ryan.
—¿A quién le importa? —Se encoje de hombros.
¿A mí?
Finalmente, Ryan se detiene delante de una mujer de cabello oscuro
peinado hacia atrás con ganchitos brillantes. Ella abre sus brazos y él la levanta,
dándole volteretas y ella chilla.
—Feliz cumpleaños, mamá. —Hace señas. Ella le da palmaditas en las
mejillas con cariño, y después pasa al lado y me señala—. Mamá, ella es L-A-R-
K —dice, y gesticula con sus manos como si fuera Vanna White y yo la Q que
nadie entendió alguna vez—. Mi novia.
Mi rostro se calienta pero hago caso omiso.
—Encantada de conocerla —le digo en el lenguaje de señas. Sostengo la
bonita caja de galletas—. Mi madre ha hecho unas galletas para usted. Feliz
cumpleaños.
Me mira con cautela, luego se acerca. Por instinto doy un paso atrás, y doy
justo en una pared. De hombre. Miro por encima de mi hombro.
—Hola, Lark. Es bueno verte de nuevo —dice Mick. Después pone sus
manos en mis hombros para sostenerme. Sin miedo.
Su madre se detiene a unos centímetros y mira mi rostro, sus ojos cayendo
115
—No.
—Sabes que la mayoría de estas personas no pueden oír, no escuchan
Página
Sonrío.
—Tú también me gustas, Mick.
Página
—Debes tener unas bolas así de grandes —dice mientras imita tocar una
bola de béisbol con las dos manos.
Ryan debe haber leído nuestros labios, porque entra en la conversación.
—No las tiene —dice Ryan—. Lo comprobé. —Me besa en la mejilla
caliente. Es un fuerte golpe y es asombroso.
La señora Shepherd se acerca y tiende su mano.
—Mis regalos, por favor —le dice a Mick y a Ryan. Él alcanza su bolsillo
trasero y saca una hoja de papel. No estaba bromeando. Es el cuaderno anillado
y todo. Ella lo abre, luego se inclina y presiona un beso en su frente.
Ella me lo enseña.
—Solía contarle esta historia todas las noches antes de que se fuera a la
cama —me dice. Ryan ha dibujado una luna y algunas vacas y ovejas saltando
por ahí. Es verdaderamente hermoso—. Voy a ponerlo en la pared con los otros.
Mick le entrega algún tipo de nota.
—Él escribe poesía estúpida —dice Ryan. Luego pone los ojos en blanco.
—Ella ama mi estúpida poesía, muchísimas gracias —responde Mick.
Ella lo lee, sus ojos se ponen un poco llorosos, y parpadea. Entonces besa
su frente también, del mismo modo que hizo con Ryan.
—¡Ja! —grita Mick—. Le gusta más el mío que el tuyo.
—No es así. ¡Retíralo! —grita Ryan. Luego toma un tenedor lleno de
ensalada de patatas y engancha el final de este con su dedo, como si estuviera
listo para lanzárselo a Mick.
La señora Shepherd lo golpea en la nuca y él deja caer el arma casera.
—Mamá me ama más que a ti —le dice Mick.
Ryan levanta su dedo medio. Su madre ve eso y lo golpea, frunciendo el
ceño.
—¡Sean buenos! —advierte, señalándolos a ambos.
—¿Debería darle el regalo que le conseguí, o debería dejárselo? —le
pregunto a Ryan.
—¿Dónde está?
—En mi bolsillo.
Tiende su mano y coloco la pequeña caja en ella. Tira de la manga de su
madre y ella mira la caja.
—¿Qué es eso? —pregunta.
—De Lark —dice.
—¿Está hecho a mano? —pregunta.
Ryan comienza a decir:
—¿Eso importa?
Pero lo detengo.
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—En realidad, lo es. Lo hice yo. —Mi rostro se calienta otra vez. Desearía
poder reducir el sonrojo.
Página
—¡Porque te lo dije!
—Quizás creíste hacerlo, pero tus señas no son muy buenas —dice.
Escucho las sirenas y espero junto con los otros mientras la cargan en la
ambulancia. Ryan y Mick se van juntos en el auto de Mick al hospital, y yo voy a
mi auto con mi guardia de seguridad.
—Se lo dijiste —me dice.
—Sé que lo hice.
—Perra confabuladora —murmura.
—Sí.
—¿Quieres ir al hospital?
—Sí, por favor.
Envío un mensaje grupal a mi familia.
Yo: Creo que acabo de matar a la madre de Ryan. Estamos en
camino al hospital.
Cuando llegamos, encuentro a Ryan caminando de un lado a otro en el
pasillo con Mick y su padre. Samantha está con él, y cada vez que deja de
caminar, ella empieza a frotar su brazo. Él levanta sus dedos y la aleja. Luego me
ve.
—Oh Dios mío, lo siento tanto —me apresuro a decir.
Me envuelve en un abrazo, enterrando mi rostro en su pecho. Levanto la
vista.
—No sabía que era alérgica, lo juro. Le dije a Samantha que tenían
nueces y ella dijo que tu madre las amaría.
—No entendí sus señas —protesta Samantha, y luego comienza a empujar
sus cutículas—. No es muy buena en ello.
—¡Eres una mentirosa, Samantha! —grita Mick mientras hace señas—.
¡Lo hiciste a propósito y lo sabes!
Se sonroja.
—¡No lo hice!
—Tu ojo izquierdo tiembla cuando mientes —le dice Ryan.
Golpea su pie.
—¡No lo hace!
—Lo hace —dice Mick—. Siempre lo ha hecho. Estás mintiendo ahora y
estabas mintiendo entonces. —Apunta la puerta—. Deberías irte.
—No lo haré.
—Oh sí, lo harás —dicen cuatro voces femeninas detrás de mí, giro para
encontrar a mis cuatro hermanas, junto con Emilio y Marta.
—No quieres molestar a mi hija —dice Marta, señalando a Samantha. He
120
visto a Marta volverse toda mamá oso antes, pero nunca le he visto tan
convincente. Señala la puerta—. ¡Fuera!
Página
malditos bebés al mismo tiempo”. Y “esto es lo que pasa cuando tienes cinco
niñas”.
—Ocho pequeñas manos y ocho pequeños pies —susurra. Mira a Wren,
aprieta su mano, ella llora un poco y asiente—. Lo tenemos. —Lo escucho
susurrar.
—Sé que lo hacemos —responde susurrando. Pero las lágrimas siguen
cayendo.
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Página
20
Ryan
E
l alivio es palpable, cuando el doctor viene a decir que mamá va a estar
bien. Tengo un nudo en la garganta y Mick también. El médico le dice
a papá que una persona a la vez puede ir a verla, por lo él que va
primero.
Pongo a Lark en mis brazos y la abrazo con fuerza.
—Lo siento mucho —dice ella, cuando finalmente la suelto.
—No es tu culpa —le digo. Y no lo es. Es de Samantha. No puedo creer que
me quedé con esa perra tanto tiempo. Cuando me engañó fue el mejor día de mi
vida. No me di cuenta entonces. Luego conocí a Lark y todo mi mundo cambió.
—Tenemos que ir a alimentar a las futuras mamás —dice Emilio—.
¿Cafetería? —Mick y yo nos encogemos de hombros y los seguimos a la pequeña
cafetería que está al lado de la tienda de regalos.
—Así que Wren es la embarazada —me pregunta Mick cuando nadie está
mirando.
—Aparentemente es una de las embarazadas. —Todavía no puedo
entender todo eso.
—¿Cuál es su historia?
—No tengo idea. —Miro a Wren que está mirando a mi hermano con
curiosidad—. Deberías ir y hablar con ella.
—Está bien —dice. Y se pone al lado de ella en el mostrador. Ella se ríe de
algo que él dice y no puedo dejar de pensar que algo va a suceder allí.
Emilio viene a mi lado y dice:
—Supongo que tampoco tengo que preocuparme por el pene de Mick, ya
que está embarazada, ¿verdad?
—No lo creo. —Le sonrío.
—No vas a embarazar a Lark, ¿verdad? —pregunta. Me mira duramente.
123
E
ntro en la habitación y en realidad estoy reconfortada por los chirridos
y pitidos que quieren decir que la señora Shepherd está viva. Está
cansada y débil y su color aún no ha regresado, pero el médico dice
que va a estar bien.
—Nunca me gustó esa perra —dice con señas mientras me acerco a la
cama.
El alivio me inunda.
—No sabía que era alérgica. Lo siento mucho. He arruinado su
cumpleaños. Casi la maté.
—No lo arruinaste. Samantha lo hizo. Nunca me gustó esa chica, no desde
que era pequeña y solía lanzarle rocas a Mick porque podía oír.
—¡No lo hizo!
—Lo hizo. Así que fui con su madre y la amenacé con desechar su cuerpo
en una forma muy vil. De la madre, no la niña, porque la madre estaba a
cargo en esa época, y nunca tuvimos otro problema con ella.
Me río. Me gusta la señora Shepherd, y puedo ver de dónde sacó Ryan su
sentido del humor.
—Sin embargo esperaba que se casara con una mujer sorda, tengo que
admitir.
—Él todavía podría. —Hago una mueca de dolor.
Ella se ríe.
—No, no lo hará. Él tiene esa mirada en sus ojos. Sabía que algún día
conocería a alguien y se enamoraría, y sabía que no sería de Samantha, pero
nunca pensé que sería de alguien como tú.
—Sé que no soy lo que quería para él, pero…
Ella hace señas con su mano en el aire para que deje de hablar.
125
de alguien… —Se detiene para limpiarse las lágrimas que se han formado en sus
ojos—. Y ésa es una decisión que tiene que hacer por su cuenta. Si te elige, los
apoyaré a los dos un cien por ciento.
—¿A pesar de que puedo escuchar?
—Oh, tendrás tus propios desafíos especiales. Siempre serás la que tiene
que contestar el teléfono cuando haya llamadas. Terminarás por traducirle
más de lo que piensas que harás. Y evitarás situaciones donde piensas que él
no va a encajar. Y él evitará situaciones similares para ti. Vas a cambiar tu
vida por él y él va a cambiar la suya por ti. Para él, odiará que tenga que
depender de ti para algunas cosas, y provocará a veces un distanciamiento
entre ustedes. Pero cuando amas a alguien, siempre hay cosas que se
interponen en ello, y escuchar sólo es un pequeño porcentaje de ellas.
Me siento en la silla junto a ella y me pongo cómoda.
—Estoy bastante segura de que estoy enamorada de él.
—Lo sé. Lo puedo decir. —Ella me sonríe—. Tienes mi bendición.
—Gracias.
—Ahora, ve a traer a mis chicos aquí así puedo hacerlos sentir mal.
—¿Disculpe…?
—¿No los has visto en la fiesta? Siempre metiéndose con el otro. Cuando
vayas allí, diles que me veo terrible, como que no lo voy a lograr. Diles que
deben ser realmente amables conmigo. Diles que merezco ser mimada. —Sus
ojos centelleando.
Así que hago justo lo que me dijo. Ellos regresan para verla juntos, y salen
veinte minutos después, ambos viéndose como cachorros golpeados.
—Ella se ve muy mal —dice Mick.
—Se veía bien cuando la vi —empieza a decir el señor Shepherd, pero
presiono el dedo en mis labios y él empieza a sonreír—. Probablemente está
muy cansada. Deberían ir todos a casa. Voy a pasar la noche.
—¿Estás lista para irte? —me pregunta Ryan.
Asiento.
—Lista cuando tú lo estés.
De la nada, Mick le pregunta a Wren si le gustaría un aventón a casa y ella
acepta muy tímidamente. Marta y Emilio llevan a Peck y Star a casa, mientras
Ryan y yo tomamos mi auto y conduce.
—¿Qué pasa con eso? —pregunta Ryan.
—¿Qué pasa con qué?
—Mi hermano y tu hermana.
—No tengo idea. —Levanto la vista hacia Ryan—. Él será amable con ella,
¿verdad?
—Por supuesto.
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que siento.
—Eso es bastante bueno. —Aspiro una lágrima.
—Sé que tú no me amas —dice—. Todavía no, de todas formas. Pero
puedo esperar por ti.
Detengo sus manos de moverse.
—Te amo. ¿Por qué crees que mantuve tu gorra de béisbol? Me intrigaba.
Después estaba cautivada. Después estaba agradecida cuando aprendiste
sobre mis cicatrices y no te importó. Después estaba enamorada de ti.
—¿Cuándo lo supiste?
—Cuando besaste todas las cicatrices en mi estómago, cuando estábamos
en mi sofá. Supe entonces que tú eras especial. Y luego cuando me hiciste el
tatuaje de cometa, sabía que me conocías. Y sabía que quería conocerte. Quiero
conocer todo.
—Le pregunté a tu papá si podía casarme contigo algún día.
Me sacudo con atención.
—¿Qué dijo?
—Dijo que cuando esté listo para preguntar formalmente, le lleve
cigarrillos.
Me río.
—Ese es Emilio.
—Tu familia es bastante asombrosa.
—Así como la tuya. —Él me echa hacia atrás para recostarme en su pecho
y baja las luces. Me hundo en él, sabiendo que aquí es donde se supone que debo
estar.
***
A la mañana siguiente, me despierto con alguien sacudiendo mi hombro.
Levanto la vista y encuentro a Ryan.
—Despierta —dice.
—¿Qué pasa?
—Tus padres están aquí.
—¿Lo están? ¿Por qué? —Cepillo el cabello fuera de mis ojos.
—Algo pasó. Lo siento tanto.
Mi corazón hace un ruido sordo, salto de la cama y me visto.
Entro en la sala y Marta y Emilio se levantan.
—Lark —dice Emilio—. Conserva la calma.
—Alguien debería decirme lo que está pasando —sugiero.
—¿Recuerdas cuando ayer perdí mi teléfono? —dice Ryan, haciendo una
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mueca de dolor.
—Sí. ¿Por qué?
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días más oscuros ahora están llenos de color… llenos de esperanza, amor, un
futuro, y un pasado. No dejes que la depresión te defina o te controle.
Les doy un número telefónico de una línea de ayuda que sé hace un buen
Página
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22
Ryan
C
Tres meses después
ubro mi cabeza mientras nos llueve alpiste fuera de la iglesia,
tratando de proteger a Lark tanto como puedo, pero ella sólo se ríe y
va hacia la limosina que está esperando por nosotros. Los Reed nos
están lazando una ráfaga de mierda, y están riendo como el infierno. Aceptamos
las felicitaciones de todos ellos. Sus padres están de pie en la puerta de la
limosina y ella se detiene para abrazarlos. Emilio la acerca y le susurra al oído.
Se le llenan los ojos de lágrimas y las pestañea, y entonces Marta la abraza.
Veo a mi mamá de pie en las puertas de la iglesia, así que le pregunto a
Lark si puede esperar un segundo. Corro, recojo a mi mamá, la giro alrededor, y
la vuelvo a bajar.
—Te amo, mamá.
—Te amo más —dice.
—No. No puedes amarme más. Es imposible.
—Sí, es posible. Mi corazón es más viejo, así que es más grande, lo cual
significa que puede sostener más amor. Lo siento, niño, no ganas en esto. —Me
sonríe.
Ese es un argumento de burla que hemos tenido siempre desde que era
pequeño. Nunca lo ganaré, pero sé que mi amor por ella es enorme. Y así es mi
amor por Lark. Mi mamá ni una vez ha dudado de mi amor por ella o que
disminuiría cuando Lark entró en mi vida. Escucho historias de horror de
algunos de mis amigos que dicen que sus madres odian a sus esposas, pero ese
no es el caso aquí. Mi mamá ama a Lark y pasan mucho tiempo juntas.
Ella señala a Lark y me regaña.
—Es rudo de tu parte dejarla esperando.
Le doy un caluroso beso en la mejilla, y corro de regreso a mi esposa.
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Lark luce tan hermosa. Pensé que mi corazón iba a pararse cuando empezó
a bajar el pasillo. Y ella es mía, de ahora en adelante. Para tener y mantener. En
Página
la salud y en la enfermedad.
Fuimos esta mañana al lugar donde sus padres están enterrados. Creo que
era importante para ella hablarles, para decirles sobre mí, sobre nosotros y la
boda. Ella siempre pensó que su mamá arreglaría su velo el día de su boda, y lo
hizo. Sólo que no fue la mamá que le dio la vida. Marta arregló su velo y limpió
sus ojos y cuidó de ella, todo el camino hasta que se la dio a Emilio así él podía
entregármela.
Lark pasó cerca de una hora en las tumbas de sus padres, y entonces
estuvo lista para irse. Pasó la mañana con sus hermanas alistándose para la
boda.
Star se contoneó por el pasillo como un pingüino, y creo que Wren lucía un
poco verde en un punto. Finny es Finny, y ella sólo hizo bromas inapropiadas
sobre el tamaño de mi polla. Peck estuvo callada, pero tengo la sensación de que
ella no vacilaría en cortarme las bolas si hiciera algo para lastimar a Lark.
Ellas son parte de mi familia ahora y también Lark. Tomo su mano en la
mía. Su mano es mía para sostenerla por siempre.
—¿Estás bien? —pregunta.
Asiento.
—Estoy bien. —Sintiéndome sólo un poco indigno de todo lo que me han
dado, es todo. Cepillo un mechón de cabello de su frente—. Te amo mucho.
—Te amo también.
Abro una botella de champaña, y se ríe de mí cuando la consigo toda en el
pantalón de mi esmoquin.
—Sólo quiero agua —dice.
—¿Segura?
Ella asiente y le doy una botella de agua.
Decidimos casarnos en su ciudad natal, porque quería que se sintiera cerca
de sus padres hoy, así que también estamos realmente cerca de la playa, y
quiero llevarla ahí. Le pedí a Emilio que averiguara a qué playa ella solía ir con
sus padres e hice planes especiales.
Abro la ventana de la limosina y puedo sentir la humedad del océano. Va a
estar frío, pero no me importa. No creo que le importe tampoco.
—¿Dónde estamos? —pregunta, cuando finalmente nos detenemos.
—En un lugar especial —le digo. Salgo y sostengo mi mano para ella.
Todavía está usando su vestido de novia y luce como una princesa. Pone sus
manos en la mía como si tuviera toda la fe del mundo en mí.
Salimos y ella se congela. Entonces sus ojos se llenan de lágrimas.
—¿Cómo supiste? —pregunta. No señala, pero lo leo en sus labios.
Me encojo de hombros.
—Tengo mis maneras.
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Estamos en la playa donde pasó el último fin de semana con sus padres
antes de que murieran. Ella camina hacia el agua, pateando sus zapatos fuera así
puede caminar descalza en la arena. Está frío, así que sé que no querrá quedarse
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—Hecho —repite.
—Hecho —digo otra vez. Y sonrío y la beso.
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