Está en la página 1de 137

Página 1

Página 2
Créditos
Moderadora: Nayelii & Boom

Traductoras Correctoras
Agus901 Clau
Any Diaz Dabria Rose
ChiviSil Maye
Clau Sttefanye
Crys
GigiDreamer
Kath
Kyda
Loby
Magdys83
Melusanti
Molly Bloom
Nayelii
Nelly Vanessa
Nix
Pau Kyle
Valalele

Recopilación y Revisión
Sttefanye

Diseño
Mae
3
Página
Sinopsis
Chico conoce chica.
Chico se enamora de chica.
Chica se enamora de chico… ¡CHILLIDO!
No. No puede ser tan fácil. (Lo sabías, ¿verdad?)
Chico conoce a chica.
Chico no puede enamorarse de la chica, porque la chica viene de una
cultura diferente.
Ella también tiene secretos. Un montón de secretos que él está decido a
descubrir.
Él va a tratar de descubrir todos sus secretos. Pero al hacerlo, tendrá que
quitar los guantes detrás de los que se esconde. Dejarla desnuda y dolorida. ¿Y
qué pasa entonces?
Chica conoce a chico.
Chica se enamora de chico.
Chico no puede amarla.

4
Página
1
Ryan

A
lgunos días son simplemente de mierda y no hay nada que se pueda
hacer al respecto.
Miro mi teléfono. Mi reciente ex novia Samantha, tan reciente
como hace dos semanas, de hecho, me envió una vez más un mensaje de texto
con una lista de lugares viles donde le encantaría que empujara ciertas partes de
mi anatomía. Veo uno nuevo entrar y elevo las cejas. Ese realmente suena
interesante. Pero sería más divertido para mí que para ella.
Mi teléfono vibra de nuevo. Vete a la mierda, dice el texto más reciente.
Sí, ya me envió allí. Entonces se acostó con mi mejor amigo y tuve que
terminar las cosas con ella.
Todavía está enojada.
Nuestra relación sí de nuevo/ no de nuevo tiene que terminar.
Simplemente lo hace.
Meto mi teléfono en el bolsillo, a pesar de que todavía está vibrando como
loco. Las luces en la parte posterior de la tienda de tatuajes me dicen que la
puerta principal se abrió. Hay una campana sobre la puerta para las personas
que pueden oír, pero los Reed, que son los dueños de la tienda donde trabajo
como artista de tatuajes, instalaron luces intermitentes para mí.
Mi teléfono vibra de nuevo y lo saco con un suspiro.
El pene de Jeff no cuelga a la izquierda como el tuyo.
Bueno, como si lo supiera.
Jeff solía ser mi mejor amigo. Ahora es el tipo que se acostó con mi novia.
El de él cuelga a la derecha, escribo de regreso. ¿Sabes cómo lo sé?
Me lo dijo la otra chica con la que se acostó anoche.
Sacudo mi cabeza y lanzo el teléfono en el mostrador.
Lo malo de toda esta situación es que ella va a salir lastimada, y me da
rabia que esté siendo utilizada así.
Halo la cortina y camino hacia el área del taller. Sin embargo, mi mente
5

está en Samantha, así que no estoy prestando atención. Una sutil bocanada de
Página

delicioso perfume lila me golpea, incluso antes que la mujer. Ella levanta la
vista, sorprendida cuando la tomo por los hombros para estabilizarla.
Maldición, es bonita. Tiene el cabello largo y oscuro cayendo en un
desorden salvaje rizado sobre sus hombros. Y tiene ojos marrones que parece
que podrían sostener un mundo de dolor. O de miedo. No estoy seguro de cuál.
Tal vez de ambos.
Levanto mis cejas para preguntarle sin palabras si está bien. Ella asiente, y
respira profundo. Está de pie tan cerca de mí que puedo sentir sus senos
levantarse muy ligeramente con cada respiración. La miro. Demonios, tiene un
frente impresionante. No puedo evitar notarlo. Su cara se ruboriza cuando me
atrapa comiéndomela con los ojos y sus mejillas se ponen de color más rosa. Me
muerdo los labios para evitar sonreír. Atrapado.
Paul y Friday, propietarios de la tienda de tatuajes, salen de la trastienda y
Friday todavía está enganchando su liguero a la parte superior de sus medias.
Luego levanta la mirada y sonríe. Alguien acaba de tener suerte en la trastienda.
Paul palmea su trasero y ella levanta el dedo en señal de advertencia.
—¡Mira quién está aquí! —Friday hace señas dramáticamente mientras
habla. Me encanta que todos los Reed puedan hacer señas, y lo hacen cada vez
que estoy en la habitación. Ser un chico sordo en un mundo auditivo es un
desafío, pero lo hacen mucho mejor aquí. Hacen señas en español, lo que
significa que hacen señas en el mismo orden en que una persona que escucha
diría las palabras, en lugar del lenguaje de señas americano, mi primera lengua.
Pero es mejor que tratar de leer los labios, lo cual, a pesar de la forma en que lo
hacen ver en la televisión, es casi imposible—. ¿Qué podemos hacer por ti? —
pregunta Friday.
Es entonces cuando me doy cuenta que dos clientes han entrado en la
tienda. La que tropezó conmigo baja la vista y dice algo que no puedo entender.
Entonces susurra en el oído de Friday, y Friday frunce un poco el ceño.
Friday se mueve para que la mire. Supongo que todavía estaba viendo a la
chica. Ups.
—Lark quiere consultarte acerca de un tatuaje —dice, tanto en mi idioma
como en el de ella.
—¿Por qué yo? —pregunto en lengua de señas.
—¿Por qué tú? —repite—. Porque eres jodidamente impresionante en lo
que ella quiere, Ryan.
Sudor brilla en la frente de la chica a la que llamaron Lark, y le dice algo a
Friday. ¿Cambió de opinión acerca del tatuaje? Se ve como si estuviera
pensando en irse.
Por alguna razón, quiero mantenerla aquí.
—¿Qué quiere? —le pregunto a Friday.
—¿Cómo diablos se supone que voy a saberlo? —me pregunta. Apunta a
Lark—. ¡Pregúntale a ella! —Friday me lanza una mirada de muerte. Estaría
temblando en mis botas si nunca antes hubiera sido víctima de su
temperamento. He estado aquí por dos semanas, y ya me hizo saber quién está a
6

cargo desde el primer día. Había hecho una nota mental en ese mismo
Página

momento: Nunca sacar de sus casillas a Friday Reed.


Sin embargo, levanto mis manos. ¿Cómo diablos se supone que debo
hablar con Lark? No hablo. Y ella probablemente no sabe hacer señas.
Friday agarra mis manos y las mantiene en una posición de espera en
frente de mí. Luego señala a Lark.
—Habla con ella. Ella podría incluso responderte.
—¿Puedes hacer señas? —le pregunto en lenguaje de señas.
—Sí, puede hacer señas, idiota —espeta Friday. Tengo un repentino
impulso de darle un coscorrón, pero pondría en riesgo mis bolas si lo hiciera.
—¿Puedes hacer señas? —le pregunto a Lark de nuevo.
Ella sostiene su índice y pulgar a un centímetro de distancia y asiente,
vacilante.
Excelente. Probablemente puede deletrear. Averiguar lo que quiere será
como sacarle agua a una roca. Pero me muevo para que me siga hacia la parte de
la trastienda y cierro la cortina oscura a nuestro alrededor. Me muevo para que
se siente en una silla. Ella posa su trasero en el borde del asiento y dobla sus
dedos en su regazo. Es entonces cuando me doy cuenta de que está usando
guantes hasta el codo con los dedos cortados. ¿Qué tiene que ocultar?
—¿Estás aquí por un tatuaje? —le pregunto. Me aseguro de mover la boca
con mis palabras, para que tenga la oportunidad de entenderme.
Ella asiente.
—Tengo algunas cicatrices que me gustaría cubrir.
—¿Qué tipo de cicatrices?
Pasa sus manos por sus brazos enguantados, mientras se tranquiliza.
—En mis brazos. Tengo cicatrices de quemaduras de grasa.
Alcanzo el borde superior de su guante, pero se aleja. Su pulso comienza a
golpear sólidamente en su cuello. Puedo verlo saltar.
—¿Puedo ver? —pregunto. Espero a que me dé permiso para mirar. Miro
cuerpos durante todo el día, y toco cada uno, pero nunca he tocado a ninguna
persona que primero no quiere que la toque.
Ella niega.
—Sólo dime si puedes cubrir cicatrices primero, ¿de acuerdo? —Me hace
señas. Sus señas son un poco lentas, pero precisas, y puedo decir que está
traduciendo en su cabeza.
—No lo sabré hasta que las vea. —Algunas cicatrices pueden ser cubiertas.
Depende de la extensión del daño—. Las cicatrices arrugadas y los baches son
más difíciles, y se requieren varias sesiones de tatuaje para que la tinta pueda
ser aplicada.
—Las de mis brazos no son tan malas. Sólo son salpicaduras de grasa, de
verdad.
Alcanzo su guante de nuevo y ella cierra los ojos, pero no se aparta. Bajo
ligeramente el guante, teniendo cuidado de ir lento.
7

Se sienta tiesa como una tabla y toma una respiración mientras ruedo el
Página

guante más allá de su codo. Cuando llego a la mitad de su antebrazo, sus ojos se
abren y me detiene, agarrando frenéticamente mi mano, y sé de inmediato que
fui demasiado lejos. Me siento y levanto mis manos como rindiéndome a la
policía. Ella obliga a su cuerpo a relajarse.
Las cicatrices que tiene en sus brazos no son tan malas.
—¿Qué pasó? —le pregunto.
Ella baja la vista hacia sus brazos y pasa un dedo alrededor de uno de los
parches circulares de piel.
—Era el aniversario de mis padres y quería hacerles un pastel, así que
calenté un poco de aceite en una gran olla en la estufa. Ellos aún dormían y yo
lo tenía todo listo. Pero de repente la grasa comenzó a brincar. Me quemó los
brazos e hizo estas marcas.
Asiento.
Sus quemaduras son más como manchas decoloradas. No están fruncidas
ni son cicatrices terribles, y debe ser fácil cubrirlas.
—Puedo hacerlo.
La cortina comienza a moverse, y reconozco la manera de tocar de Friday.
Mueve la cortina hasta que me llama la atención. Halo la cortina para dejarla
entrar, y ella la cierra detrás.
—Sólo quería estar segura de que están bien —dice ella. Mira a Lark y
luego a mí. Y veo que el rostro de Lark está mojado debido a una lágrima que
rodó por su mejilla—. ¿Qué mierda le hiciste? —pregunta Friday, gesticulando.
Levanto mis manos en modo de rendición.
—Detente —dice Lark—. Él no hizo nada. Fue muy agradable. Es sólo que
no es fácil hablar de ello. —Sorbe—. Las quemaduras en mis piernas y
estómago son mucho peores, pero pueden cubrirse con facilidad con la ropa.
—¿Tienes más? —le pregunto. Señalo su estómago. Ella se levanta el borde
de su camisa. Friday se cubre la boca y supongo que está escondiendo un jadeo.
Pero Lark debe oírlo porque deja caer su camisa realmente rápido.
—Lo siento mucho —dice Friday.
—El fuego se extendió a las cortinas sobre la ventana de la cocina, y luego
al resto de la casa. Corrí arriba para despertar a mis padres, pero cuando
llegué allí, el fuego estaba demasiado fuera de control. Mi ropa se había
quedado atrapada en el fuego y mi papá apagó las llamas. Entonces me bajó
desde una ventana del segundo piso y volvió por mi madre. Nunca los volví a
ver.
Ahora es Friday quien está parpadeando para contener las lágrimas.
Lark no se ve como que quiere simpatía. Quiere un tatuaje. Me muevo
hacia Friday para que nos deje y lo hace. No pensé que desapareciera tan
fácilmente.
—Las que están en tus brazos, se pueden cubrir con facilidad. Tu
estómago sería más difícil. Tomaría más aplicaciones y tinta más pesada.
Ella asiente. Creo que le gusta que no hiciera gran cosa sobre sus padres
muriendo o sus quemaduras. Parece aliviada.
8
Página

Apunta a las dos quemaduras más grandes en su brazo izquierdo.


—Estaba pensando que podríamos cubrir esas dos grandes con algunas
gaviotas y tal vez una escena de playa. —Me frunce el ceño.
Asiento.
—Podríamos hacerlo. Podría hacer esas hoy, y luego vuelves y hago el
resto de ellas para ti la próxima vez. ¿Qué piensas?
Ella me sonríe, y maldición si mi corazón no deja de latir. Señalo su guante
doblado, que ahora descansa un poco arriba de su muñeca.
—¿Puedes quitártelos?
Ella niega.
—No.
Entrecierro mis ojos.
—¿Por qué no? —Ya vi sus quemaduras. ¿Cuánto peor pueden ponerse?
—No —dice de nuevo, poniendo sus dos primeros dedos juntos contra la
yema de su dedo pulgar en la seña de “no”.
—Bueno. Permíteme hacer algunos pájaros para ti. —Le doy una botella
de agua y voy a la mesa con luz al otro lado de la cortina.
Friday choca mi cadera con la de ella para que la mire.
—¿Ella está bien? —me pregunta.
Asiento.
—Está bien.
—¿Puedes ayudarla?
—Sí.
Me inclino para poder dibujar, pero Friday se pasea alrededor de la mesa
para poder entrar en mi cara.
—Se bueno con ella, Ryan —dice.
Levanto mis manos.
—Siempre soy bueno.
Ella resopla. Puedo decirlo por su nariz doblada y los espasmos de su
garganta. Me mira por unos minutos.
—No es tu tipo, ¿verdad?
—No es sorda, si es eso lo que quieres decir.
Friday asiente.
—Ella no es tu tipo, a pesar de su condición de audición.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Tienes tendencia a escoger chicas locas.
—Dios, Friday, ¿acaso tienes algún filtro? —Y no escojo chicas locas.
Ella sonríe.
—No. Nunca he necesitado un filtro.
9

Me agacho para volver al trabajo y ella pone una mano en mi brazo.


Página

—Hazle un tatuaje patea-traseros, ¿de acuerdo? —dice.


Asiento. Ya tengo ideas. Pero tengo que llegar a conocer un poco más de
ella antes de que sepa exactamente qué hacerle.
No es mi tipo porque puede oír. Así que Friday no tiene que preocuparse
por mí por tratar de entrar en sus pantalones. Aunque sus pantalones sean
jodidamente increíbles.
Termino mi dibujo y vuelvo a la zona con cortinas, donde está esperando.
—¿Lista? —pregunto.
Ella asiente y me sonríe, y juro que me roba el aliento por un segundo,
porque hay una gran cantidad escondiéndose detrás de esa sonrisa y quiero
saber todo sobre ella.

10
Página
2
Lark

R
yan me muestra el dibujo. Mira mi cara de cerca mientras lo coloca en
mi regazo y lo gira hacia mí. Ha dibujado dos perfectas gaviotas. Pero
no son gaviotas en absoluto. Una es definitivamente masculina y una
muy femenina. Sobre sus patas, están usando anillos de bodas. Una tiene un
brillante diamante y el otro una simple banda de oro.
—Mis padres —susurro, y estiro mi dedo para pasarlo sobre su creación.
Levanto la mirada y él está mirando mi boca, concentrándose duro—. ¿Lees
labios? —le pregunto.
Él niega y señala.
—No.
—Lo siento —respondo, frotando mi puño en forma de A sobre mi
corazón—. Hiciste de las gaviotas mis padres. —Mis ojos pican con lágrimas no
derramadas y pestañeo de vuelta. Él se estira, saca un pañuelo de una caja
cercana, y lo presiona en mi mano.
—No quería hacerte llorar. —Señala, haciendo una ligera mueca.
—Está bien —le digo. Sonrío a través de mis lágrimas—. ¿Puedes hacerlas
hoy? ¿Tienes tiempo?
Él asiente y comienza a sacar su equipo. Tomo un minuto para mirar su
trasero mientras se inclina a tomar botellas de tinta de un armario. Él es muy
guapo. No es masivamente enorme como los Reed. Es tan alto como ellos, cerca
de 1.90, supongo. Pero es delgado y fibroso. Las mangas de su camiseta se
estiran sobre sus brazos y puedo ver los gruesos músculos flexionarse debajo de
sus tatuajes. Tiene amplios hombros y una estrecha cintura. Sus jeans están
metidos en un par de botas. Tiene el cabello muy corto, ligero y oscuro y una
serie de aretes, una perforación en la ceja, y un aro a través de su labio.
Él lo succiona en su boca y entonces hace una mueca otra vez.
—No puedo hablar y tatuar al mismo tiempo —me advierte.
Asiento. Supongo que sus manos estarán ocupadas.
11

—¿Dónde me quieres? —pregunto.


Página

Sus mejillas se colorean muy ligeramente.


Oh, mierda. Dije eso mal.
—Quiero decir… ¿dónde debería sentarme?
Él sonríe y me dirige a una silla, y se sienta junto a mí.
—Primer tatuaje, ¿cierto? —pregunta.
Asiento.
—Soy virgen —deletreo “virgen” porque no tengo ni idea de qué seña se
usa para eso.
Sus cejas se elevan.
—Quiero decir… —Me apresuro a tomar eso de vuelta, pero no puedo
encontrar las palabras correctas en mi cabeza para señalar. Pero entonces sólo
dejo caer mi cara en mis manos y gimo un poco. Jodí tanto esto.
Él retira mis manos y lo encuentro sonriéndome. Un sonido que es
probablemente una risa estalla de su garganta.
—¿Primer tatuaje? —pregunta otra vez.
—Sí, primer tatuaje —respondo. Succiono una profunda respiración.
Él me muestra la seña para “virgen” haciendo una V en su sien y
arrastrándola hacia abajo por el lado de su cara hasta su barbilla.
—Primer tatuaje —digo otra vez. Y muerdo una sonrisa avergonzada.
Él está todavía sonriendo mientras coloca el diseño transferido en mi brazo
y lo aplica. Se sienta, levanta mi brazo en diferentes ángulos, y lo vuelve a bajar.
—¿Lista? —pregunta.
Asiento y sonrío. Él sonríe de vuelta, y hay todavía un poco de travesura en
sus ojos que ha estado ahí desde mi comentario de ser virgen. Una sonrisa tira
de las comisuras de sus labios. Respiro profundo y cierro mis ojos.
He escuchado diversas historias sobre tatuajes y no estoy segura de qué
esperar. Pero cuando él aplica la máquina en mi piel, no duele en absoluto. Pica
un poco, pero no es nada que no pueda manejar. Enciende la máquina,
deteniéndose para limpiar mi piel cada pocos trazos. De repente los
movimientos se detienen, y abro mis ojos para encontrarlo mirándome.
Sus ojos son color avellana, como todos los colores del invierno envueltos
en dos perfectos globos, con manchas café, verde, óxido, y naranja. Estoy
atrapada en su mirada, y no puedo alejar la vista.
Él empuja mi brazo, y alejo mi mirada de las profundidades de sus ojos y
miro su boca.
—¿Estás bien? —vocaliza sin sonido.
Levanto mis dedos en cinco y coloco mi pulgar contra mi pecho en la señal
de “bien”.
Él asiente, inclina su cabeza otra vez, y vuelve al trabajo.
Cierro mis ojos y no los abro otra vez hasta que termina. La tranquila paz
es de algún modo nostálgica, y dejo a mis pensamientos divagar al viaje de mi
12

familia a la playa los días antes del fuego.


Página

Mi padre había sostenido mi mano mientras mirábamos a un vendedor


ambulante dejar caer una masa en una olla llena de aceite caliente. Burbujeó e
hirvió, y finalmente el vendedor sacó una golosina pastosa perfectamente frita,
la cual bañó con canela y azúcar, y remató con sirope.
—Apuesto que podríamos hacer eso en casa. —Había dicho mi papá. Lucía
lo suficientemente fácil.
Sólo que no era fácil. Era realmente difícil. El aceite había estallado y
chisporroteado, y no esperé que eso pasara, así que usé un poco de agua para
enfriarlo, pero eso causó que explotara y quemara mi piel. Entonces el fuego
comenzó, y no podía apagarlo…
Algo me empuja fuera de mi memoria y abro mis ojos. Me sobresalto al
encontrar que mis mejillas están húmedas y mi nariz está chorreando. Limpio
debajo de ella con el dorso de mi mano, esnifando.
—¿Estás bien? —vocaliza Ryan.
Asiento y le señalo que continúe, pero él ubica la máquina a un lado, saca
sus guantes, y entonces arrastra su silla cerca de mí. Usa su pulgar para limpiar
las lágrimas de mis mejillas.
Respira hondo y arquea una ceja, como que quiere que haga lo mismo, así
que lo hago.
Él exhala, y yo también.
Vamos a través de este patrón no menos de diez veces, sus ojos otoñales
mirando los míos todo el tiempo.
—¿Mejor? —pregunta.
Asiento.
—Mucho.
—¿Recuerdos, o dolor?
—Recuerdos dolorosos —admito.
Asiente como si entendiera. Pero no hay forma de que pueda. Cargo con
tanta culpa que a veces se siente como que voy a ser arrasada por una gran
oscura corriente. Como las olas en la playa que te golpean cuando una te barre
realmente duro. Sólo que ellas amenazan con nunca dejarme ir.
Levanta su máquina, se coloca guantes nuevos, y sigue trabajando,
mirándome de vez en cuando para asegurarse de que estoy bien. Miro la cima de
su cabeza oscura, y mi mirada cae en el tatuaje al lado de su cuello. Es una nube
en forma de perro, eso me hace sonreír.
Él baja la máquina y me mira, atrapándome sonriendo.
—¿Qué es gracioso? —pregunta.
—Ese tatuaje me hace feliz —digo. Le señalo su cuello. Él lo cubre
brevemente con su mano.
—Mi perro murió, y el día que sucedió, vi esto en las nubes. Así que lo
dibujé y alguien lo tatuó así podría mantenerlo para siempre.
—Es hermoso —le digo.
13

—Tú también —responde. Entonces su cara se vuelve rosa otra vez, y aleja
la mirada.
Página

Calor crepita por mis mejillas y de repente encuentro difícil respirar.


Él sonríe cuando se voltea para enfrentarme. Señala mi brazo.
—¿Qué piensas?
—¿Has terminado? —pregunto.
—Por hoy, sí. —Me mira de cerca—. ¿Te gustan?
Me levanto y camino hacia el espejo, mirando las gaviotas que representan
a mis padres tan bien. Miro de cerca y veo que él ha hecho los anillos de bodas
un poco diferentes del dibujo.
—¿Cómo…?
Levanta la cadena de mi cuello y cuelgan los dos anillos de bodas que
siempre he usado. Son los anillos de mis padres, y los mantengo siempre
conmigo.
Pongo una mano en su brazo.
—Gracias —digo.
—Vuelve en una semana y podemos hacer más. —Me pregunta con la
cara.
Asiento.
—Definitivamente.
No puedo ni siquiera comenzar a decirle lo mucho que aprecio lo que me
da, porque estoy ahogándome en mis propias emociones ahora. Siento como si
una ola va a arrollarme.
Él en silencio limpia mi brazo y aplica algo de loción, y entonces lo
envuelve en plástico limpio y pone mi guante de vuelta.
—¿A la misma hora la próxima semana? —pregunta.
—Sí.
—Vendré con un buen dibujo para entonces. Creo que te gustará.
—Ya lo hace.
Él sonríe y abre la cortina, y lo sigo de regreso al frente de la tienda.
Estoy sorprendida de encontrar a mi hermana Finny y su prometido
consiguiendo tatuajes de los Reed. Niego y les sonrío.
—¿Terminaron? —pregunta Finny.
—Eso es todo lo que podemos hacer hoy —le digo. Le sonrío sobre mi
hombro a Ryan. Él realmente hace un hermoso trabajo y no puedo esperar para
ver con lo que vendrá después.
—Así que, ¿cómo es Ryan? —me susurra Finny. Ella no está señalando y él
no está mirando en su dirección, pero no se siente bien hablar de él, insensible.
—No hables de él como si no estuviera aquí —digo y señalo al mismo
tiempo.
Finny me hace una mueca.
14

—Y es muy agradable.
Página

Él me sonríe y alcanza mis manos.


Me tomo un minuto para mirar los tatuajes de Finny y Tag. Ellos están tan
jodidamente enamorados. Están consiguiendo tatuajes en el mismo maldito
lugar y son a juego. Nunca pensé que Finny se establecería, pero aparentemente
lo hizo. Y ahora está criando un niño. Dios, es loco.
Mi estómago protesta en voz alta con un gruñido. Pongo mi mano sobre mi
vientre y hago una mueca. Estaba demasiado nerviosa para comer algo esta
mañana.
—Mejor consigues algo de comida —dice Paul Reed. Él señala hacia Finny
y Tag—. Ellos no pueden irse todavía.
Vacilo por un segundo, pero entonces le digo a Ryan.
—¿Quieres unirte a mí para el almuerzo?
Se encoge de hombros.
—¿Por qué no?
—Deberías esperar a que Mark llegue aquí así él puede ir contigo —dice
Finny, su ceño frunciéndose. Mark es mi oficial de seguridad personal.
—Estaremos sólo al lado. —Disminuyo su preocupación.
Ryan sostiene la puerta abierta y salimos a la calle. De repente un
mensajero en bicicleta me pasa, y Ryan me agarra y me acerca. Me sostiene ahí
hasta que estoy estable, y puedo sentir su corazón latiendo.
Después de un momento, él me pone atrás. Me pregunta si estoy bien con
un arqueo de cejas. Asiento. Abre la puerta del deli de al lado y me señala que lo
preceda. Nos sentamos en una mesa y de repente él retrocede.
—¿Qué está mal? —pregunto.
Señala la esquina donde una chica tiene los labios sellados con un chico.
—Mi ex está aquí —dice.
Los miro.
—¿Cuánto tiempo ha sido una ex?
—Desde hace dos semanas.
Está bien, eso es… reciente.
—No luces con el corazón roto.
Niega.
—No. Feliz.
—¿Deberíamos irnos? Quiero decir… ¿es demasiado incómodo?
Él arrastra su piercing en su boca y suspira.
—Si ella viene aquí, sólo finge que no hablas el lenguaje de señas.
—Pero lo hago.
—Pero puedes escuchar. Así que ella no entenderá por qué estoy contigo.
—Yo tampoco entiendo.
15

Su ceño se frunce como pensando.


Página

—La gente sorda piensa en sordo. Es diferente para las personas que
escuchan que aprenden el lenguaje de señas. Culturalmente, no somos iguales.
—¿Así que a ella no le gustaré porque puedo escuchar?
—A ella no le disgustarás. Pero definitivamente cuestionará la relación.
—Interesante.
Él sonríe y se encoge de hombros.
—¿Así que nunca has salido con una chica que pueda escuchar?
Niega, y entonces mira el menú que la mesera deja.
Golpeo la mesa frente a él. Estoy molesta y tratando de retenerlo. No digo
lo que estaba a punto de decir, porque no era muy amable.
—¿Qué? —pregunta. Debe ver la mirada en mi cara.
—Nada.
—Es algo.
—No, no lo es. —Esta vez soy yo quien mira el menú. Él toca mi mano.
—¿Qué está mal? —pregunta.
—No entiendo por qué no puedes tener amigos que escuchen.
Su boca cae abierta en una mueca de sorpresa.
—Tengo bastantes amigos que escuchan.
—Pero no podrías llevar a una chica que escuche a tu casa a conocer a tu
madre. —Lo miro de cerca, mirando por pistas sutiles sobre cómo mi fisgoneo lo
hace sentir.
—Eso sería un reto.
—¿Por qué?
—La gente que escucha a veces mira por debajo a los sordos.
—Yo no te miro por debajo.
Él asiente y levanta un dedo para detener mi diatriba.
—Podrías no hacerlo, pero algunos lo hacen.
—Así que, ¿estás juzgando a todo un grupo de personas por las acciones
de unos pocos? ¿Es en serio?
—¿Por qué estamos discutiendo esto? —pregunta.
¿Porque lo encuentro confuso? Un cambio de tema podría ser una buena
idea en este punto.
—¿Te gusta trabajar con los Reed? —Los Reed son unas de las personas
más agradables que he conocido.
—Es genial. Conseguí ser el simbólico chico sordo.
—¿Qué?
—Eso es por lo que fui contratado. Logan estaba viajando mucho con
Emily, y ahora que está embarazada otra vez, necesitaban a alguien para
16

tomar su lugar en el reality de televisión. —Se señala—. Entra el simbólico


chico sordo.
Página

—¿Eso es lo que piensas?


Niega.
—Eso es lo que me dijeron ellos.
Eso me pone triste. Es un artista talentoso. Es muy bueno en lo que hace.
De repente, alguien en el restaurante grita.
—¡Oh mi Dios! ¡Ella es una Zero!
—Oh, mierda —suspiro. Miro alrededor, buscando una ruta de escape.
Cuando no puedo encontrar ninguna, agarro la gorra de béisbol de la cabeza de
Ryan y me la pongo, y entonces corro por la puerta.

17
Página
3
Ryan

E
lla me robó la maldita gorra de béisbol.
Salto para seguirla, sin tener idea de por qué se llevó la gorra.
Un grupo de adolescentes corren justo en frente de mí, y veo su
mirada, y entonces sus ojos se ponen como platos y toma ritmo. Ellos
la cortan para que no pueda volver a la tienda de tatuajes. Ella va en la otra
dirección.
Nunca alcanzaré su ritmo, no con ellos entre ella y yo, y realmente quiero
mi gorra de regreso. Mi abuelo me dio esa gorra. Fue lo último que me dio. La
compró cuando estábamos en un partido de fútbol de los Skyscapers de Nueva
York. Mi mayor miedo no es que me la robe, porque podría averiguar fácilmente
donde vive; es que vaya a perderla en su loca carrera por mantenerse delante de
la multitud. También tengo miedo de que vaya a salir lastimada.
Esquivo todo el grupo, que ahora está corriendo hacia la salida. Están
yendo rápidamente hacia ella, así que salto a través de un hidrante de incendios
y la persigo. Me encantaría gritarle, pero dudo que me oiga.
Finalmente, me paro a su lado y ella no deja de mirarme. Alguien llega por
detrás de su camisa, y lo empujo hacia atrás. Ella me mira, pidiéndome en
silencio que la ayude. Tomo su mano y le doy un tirón, halándola hacia la parte
delantera de un establecimiento con el que estoy familiarizado. Trabajé allí
como ayudante de camarero hace unos años. Pasamos por la puerta principal y
vamos hacia la parte posterior. Ella me mira con pregunta y gratitud en los ojos,
y no suelta mi mano.
Me vuelvo hacia los lados para ir más allá del dueño del club en el pasillo, y
él me mira como si realmente quisiera saber lo que está pasando, pero sonríe
cuando ve que tengo a una chica conmigo y me hace señas para que siga
adelante. La guío por la cocina y por la puerta trasera, y luego camino
enérgicamente por la calle. Sé exactamente dónde estoy. Estamos a dos cuadras
de mi apartamento. Ella trata de tirar de su mano de la mía, pero miro hacia
atrás, sin estar seguro si alguien nos alcanzará.
18

Camino rápidamente, tirando de ella, y se detiene en protesta después de


la primera cuadra. Llegamos a mi edificio de apartamentos y la llevo al ascensor.
Página

—¿Dónde estamos? —pregunta.


—En mi apartamento. —Puedo ver los números subir, y mi corazón
comienza a calmarse un poco.
—¿Por qué?
Me encojo de hombros.
—¿Por qué no?
Ella se echa hacia atrás.
—¿Por qué no? —Se inclina contra la pared del ascensor, su respiración
todavía rápida y furiosa.
—¿Dónde aprendiste a correr de esa manera?
—Se aprende mucho cuando se tiene ese tipo de fanáticos rabiosos —
dice—. Dios, me encantan, pero pueden ser brutales cuando hay una multitud
de ellos. Normalmente tenemos seguridad, pero no pensé que iba a necesitar
ninguna ya que estaba con Tag y Finny. Por no hablar de los Reed. —Sonríe—.
¿Dónde aprendiste a correr de esa manera?
—Parecía que necesitabas ayuda.
—Gracias —dice.
Las puertas se abren en mi piso y nos dejo entrar en mi apartamento.
—Tengo que llamar a seguridad para que venga a recogerme —dice
mientras saca su teléfono de su bolsillo.
Asiento hacia ella y empiezo a hurgar en la nevera por ingredientes para un
sándwich. Hago dos, uno para mí y uno para ella, y lo envuelvo en una servilleta.
Entonces pongo una botella de agua en el mostrador al lado de su sándwich y
espero a que baje el teléfono.
—Están en camino —dice—. ¿Cuál es tu dirección?
Se la digo y ella transmite la información.
Señalo el sándwich, indicándole que es para ella. Ella lo agarra y lo
muerde, sus ojos se cierran mientras mastica.
—Gracias —dice, después de que traga y pone el resto del sándwich
abajo—. Tenía más hambre de la que pensaba.
Se inclina sobre el mostrador y recoge la carne de su sándwich, y es
entonces cuando lo veo. Ahí es cuando lo sé.
Su guante se ha deslizado hacia su muñeca, y puedo ver lo que no quería
que viera antes. El que envolviera la parte superior de su brazo en plástico
después de su tatuaje probablemente no ayudó a que los guantes se quedaran en
su lugar. Sé que no quería que la viera. Finjo limpiar el mostrador en vez de
mirarlo, pero una y otra vez, mis ojos van de nuevo a ello.
Finalmente, no puedo soportarlo más.
—¿Qué edad tenías? —pregunto.
—¿Qué? —pregunta, frunciendo el ceño.
—¿Qué edad tenías? —pregunto de nuevo, y señalo donde su guante se ha
19

deslizado.
Página

Ella se lo sube, pero sabe que lo sé.


—No es lo que piensas —se apresura a decir, con las manos frenéticamente
haciendo señas.
—¿Qué edad tenías? —pregunto de nuevo, porque realmente quiero saber
la respuesta.
Ella suspira. Puedo sentirlo desde donde estoy parado.
—Quince —dice.
—¿Puedo verlo? —pregunto.
—No. —Niega y se aleja de mí.
—Quiero ver si puedo ocultarlo.
—No necesito cubrirlo —dice—. Puedo usar guantes cortos que terminen
en mis brazos. No es gran cosa.
—¿Por qué no me dejas verlo? —pregunto. La tomo por la muñeca,
tratando de ser tierno y cuidadoso.
—No quiero que nadie lo sepa —dice, y luego cierra los ojos. Pero no pelea
cuando empiezo a rodar su guante. Lo bajo todo hasta sus dedos y luego lo
deslizo por completo. Sus dedos son largos y delgados y agarro su pequeña
mano en mi gran mano.
Ella tiene cinco cicatrices de tajo en la muñeca.
—¿Qué usaste? —Hablo con una mano mientras sostengo su muñeca con la
otra.
—El borde dentado de un espejo roto.
Una lágrima rueda por su mejilla.
—Por favor, no se lo digas a nadie. —Me está pidiendo con los ojos.
Dejo caer su mano y tomo su rostro en mis manos para poder mirar sus
ojos. Y entonces uso mi voz. No hablo a menudo porque me han dicho que es
muy difícil entenderme. Pero por ella, lo haré.
—No voy a decir una palabra.
Limpio sus lágrimas con mis pulgares, como hice en la tienda de tatuajes.
Tengo una repentina e irresistible necesidad de besarla.
Ella salta y mira hacia la puerta. Alguien debe estar tocando. Le entrego su
guante de nuevo y ella se lo coloca.
Agarra mi camisa y me acerca.
—Prométeme que no lo dirás. —Tengo que leer sus labios porque sus
manos están agarrando mi camisa con fuerza.
—Te lo prometo —le digo.
Ella parece dudosa.
—Puedes confiar en mí —digo.
Ella suelta otro suspiro.
20

—Está bien. —Asiente—. Gracias por el sándwich.


—¿Quieres salir conmigo? —le pregunto de repente.
Página

Sus ojos se estrechan.


—¿Por qué?
Me encojo de hombros.
—¿Por qué no?
—Cuando tengas una mejor razón, pregúntamelo de nuevo, ¿de acuerdo?
—dice. Está siendo sarcástica. Puedo decirlo por la forma en que está
sosteniendo su cuerpo.
Va a la puerta, la abre y se va, y veo a dos grandes hombres esperando por
ella en el pasillo, así que sé que está bien. No es hasta cinco minutos después
que me doy cuenta de que estaba usando mi gorra cuando se fue.
Mierda.
Mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo saco.
Samantha: ¿Estabas con una Zero?
Yo: ¿Por qué es de tu incumbencia?
Samantha: ¿Es una broma? ¡Con una Zero!
Yo: Una vez más, no es asunto tuyo.
Samantha: ¿Todavía me odias?
Yo: Tienes que importarme para poder odiarte.
Samantha: Frío
No le respondo después de eso y ella tampoco. Sin embargo, le envío un
texto a Friday Reed.
Yo: ¿Tienes el número de teléfono de Lark?
Tatted Bombshell (Ella misma grabó su número y nombre en mi
teléfono.): ¿Por qué lo quieres?
Yo: ¿Por qué te importa?
Tatted Bombshell: ¿Estás hablando en serio en este momento?
Yo: Ella tiene mi gorra. Tengo que recuperarla.
Tatted Bombshell: Le enviaré un mensaje y se lo diré.
Yo: ¿Por qué no simplemente me das su número?
Tatted Bombshell: Tal vez no quiera que lo tengas.
Yo: Entonces ella puede decirme eso.
Tatted Bombshell: Voy a darle tu número. Ahora vete. Adiós.
Tengo dos citas para tatuajes esta tarde, así que puedo preguntárselo a
Friday de nuevo en persona. Realmente quiero mi gorra de regreso. Pero aún
más que eso, quiero el número de Lark. Y no puedo entender por qué. No es mi
tipo de mujer. No es en modo alguno lo que cuenta.
Diez minutos más tarde, recibo un mensaje de un número desconocido.
Número desconocido: Si alguna vez deseas ver tu gorra de
béisbol viva de nuevo, nos vemos en el restaurante italiano cerca de
21

Reeds' a las 8 p.m.


Página

Me río.
Yo: ¿Por qué?
Me envía una foto de mi gorra atada a una cuerda, y está colgando encima
del balcón de su apartamento.
Número desconocido: Voy a dejarla caer. Lo haré. Tienes diez
segundos para tomar tu decisión. Encuéntrame o la gorra será
castigada.
Número desconocido: 10
Número desconocido: 9
Número desconocido: 8
Número desconocido: 7
Número desconocido: 6
Yo: Bueno, bueno. Te encontraré.
Número Desconocido: Bien. Entonces la gorra estará segura.
Por ahora.
Yo: Te veré a ti Y A MI GORRA a las 8.
Número desconocido: No llegues tarde o la gorra pagará el
precio.
Número desconocido: Y tú invitarás.
Añado su número a mis contactos y le doy un nombre: Bonita Ladrona de
Gorras.
Luego lo borro y añado uno diferente: Atractiva Ladrona de Gorras.
Luego borro esa y utilizo: Lark La ladrona de Gorras
Me sorprendo sonriendo como un tonto y paso una mano por mi rostro.
Entonces hago otro sándwich y vuelvo al trabajo. Sin dejar de sonreír como un
tonto.

22
Página
4
Lark

L
lamo a la puerta del dormitorio de mi hermana Wren y espero a que me
indique que puedo pasar. No responde. Sé que está aquí. Su bolso está
en la mesa del vestíbulo. Entonces escucho el sonido de su cobertor y
doy un paso atrás.
Wren ha tenido una relación estable por el último par de meses, así que el
que esté teniendo sexo no es lo que me molesta. Es con quién lo está teniendo.
Lo odio con el fuego de mil soles. Él no es lo suficientemente bueno para ella, y
Wren es la única que no lo sabe.
La parte del sexo no me molesta. Diablos, cuando Finny vivía aquí, había
un desfile constante de amantes de una noche entrando y saliendo por la puerta.
Las camas crujiendo suavemente eran la menor de las preocupaciones.
Usualmente eran los golpes en la pared, los gritos, y un gemido orgásmico que
llegaba. Pero no en la forma en que un observador casual podría pensar. De
hecho, me ponía celosa como el infierno.
Cuando le dije a Ryan que era virgen en relación a los tatuajes, esa fue la
más pequeña de mis revelaciones. Soy una virgen de veintitrés años de la vida
real. Mi cinturón de castidad son las cicatrices en mis brazos. No puedo
sentirme lo suficientemente cómoda con un hombre para quitarme los guantes,
y odio la idea de tener intimidad con alguien a quien no le puedo mostrar la
totalidad de mí.
Ryan vio más de mí hoy que cualquiera que haya conocido. Bueno, aparte
de mis hermanas y nuestros padres Marta y Emilio. Ellos nos adoptaron a todas,
y tenía doce años cuando me recibieron. Nos adoptaron a todas al mismo
tiempo.
—Cinco niñitas de una sola vez —se quejaría Emilio cuando estuviera
frustrado por nosotras—, ¿en qué carajos estaba pensando? —Luego sonreiría y
sacaría uno de sus muchos instrumentos y comenzaríamos a jugar con ellos.
Olvidaría toda la mierda que hubiésemos hecho y nos acurrucaríamos con Led
Zeppelin, y cobertores. Olvidaría nuestro cabello largo obstruyendo el desagüe
23

de la ducha, o el baño de abajo desbordado por productos de higiene femeninos.


La puerta de Wren se abre y ella sale. Su novio asiente hacia mí y yo le
Página

muestro el dedo en respuesta. No para de hablar, pero sale.


—Me gustaría que al menos lo intentaras —dice Wren mientras abre la
puerta del refrigerador.
—Lo intenté. La primera vez que te engañó. Y la segunda. Ahora mi
“oportunidad para malditos” está agotada. —Ajusto mis manos—. No tengo más
para dar.
Wren gruñe y se sienta en un taburete.
—Espero que utilizaran preservativos. No se sabe qué clase de mierda está
llevando alrededor.
—Por supuesto que usé condón. —Suspira frustrada—. ¿Esto va a ser así
cada vez que él venga? Si es así, buscaré algún otro lugar donde vivir.
—Si eso es lo que quieres —gruño.
—Está bien, entonces —dice con una respiración pesada.
—No puedes obligarme a que me guste.
—Lo sé. —Se levanta para volver a su habitación. En la puerta, me mira por
encima de su hombro—. ¿Necesitabas algo?
Tengo que hablar con ella acerca de Ryan y la forma en que se enteró de mi
intento de suicidio. Necesito hablar con ella sobre mi interés por él y su
completo desinterés en una chica como yo. Y quiero algunos consejos sobre qué
usar esta noche cuando me encuentre con él.
—No —le digo—. No necesito nada.
Sus ojos se suavizan.
—¿Estás bien?
—Estoy bien. —Irrumpo en mi habitación y azoto la puerta un poco
demasiado fuerte.
Quería mostrarle el tatuaje que obtuve hoy. Quería mostrarle cómo Ryan
puso los anillos de mis padres en él sin siquiera tener que pedírselo. Quería
mostrarle lo especial que fue toda la maldita cosa y cuán hermoso lo hizo. Pero
no llegué a mostrarle nada.
Enrollo mis guantes y los retiro. Luego camino hacia el espejo y descubro
mi nuevo tatuaje, removiendo con suavidad la envoltura plástica que Ryan
colocó. Las gaviotas son perfectas. No puedo esperar a ver qué otra cosa se le
ocurre.
La primera vez que empecé a usar los guantes, fue porque no podía
soportar mirarme en el espejo y ver la evidencia de la forma en que destruí a mi
familia y maté a mis padres. Dolía cada vez que tenía que ver las cicatrices. Pero
ahora, van a desaparecer, y no podría estar más feliz.
Levanto la vista hacia la gorra de béisbol de Ryan de los Skyscrapers y la
posiciono sobre mis ojos. Me pregunto por qué quiere tanto que se la regrese. La
lanzo en la cama y voy a tomar una ducha.
Cuando me visto, lo hago con el conocimiento de que alguien que ya
conoce mi secreto estará mirándome. No tengo que esforzarme tanto por
24

esconderlo. Y salgo de casa con una sensación de libertad que no he tenido en


mucho tiempo.
Página
Ryan
Me deja sin aliento cuando viene alrededor de la esquina. Está llevando
una falda de jean y un top holgado y brillante. También usa largos guantes
blancos hasta más allá de los codos, a pesar de que un lado está un poco más
bajo que el otro, y veo el tatuaje que le hice esta mañana. Su cabello castaño está
suelto alrededor de sus hombros y sus ojos marrón oscuro brillan hacia mí.
—Hola —dice. Sonríe y agacha la cabeza.
—¿Mi gorra está a salvo? —pregunto. Miro el pequeño bolso que tiene
agarrado con la mano.
—Está a salvo —dice—. Por ahora. —Sonríe y mi corazón se sacude.
Miro las gaviotas que tatué en su brazo.
—Me gustas con tinta. Deberíamos añadir mucha más.
Ella sonríe.
—Me gusta la idea. —Asiente hacia el restaurante—. ¿Tienes hambre?
Me encojo de hombros.
—Podría comer. —A decir verdad, me muero de hambre. No he comido
nada desde el sándwich que tuve esta tarde—. ¿Qué hay de ti?
Asiente.
—Estás invitando. Por supuesto que tengo hambre.
—¿Quién dijo que iba a invitar? —Lo hago, pero aun así.
—Quieres ver tu gorra de nuevo, ¿verdad?
Asiento.
—Sí. —Abro la puerta y le señalo que pase delante de mí. El viento llega a
su camisa mientras avanzamos por la puerta y la levanta, dejándome dar un
vistazo a su vientre plano. Y... mi pene se pone duro. Oh, mierda. Esto es muy,
muy malo.
Seguimos a la camarera hasta nuestra mesa, Lark se desliza a un lado de la
cabina y yo tomo el otro lado. Estoy sinceramente agradecido por la mesa entre
nosotros. La camarera deja dos menús y se aleja.
Un grupo de adolescentes en una mesa cercana toman sus teléfonos y
comienzan a tomar fotos.
—Lo siento —dice—. Para el final de la noche, serás conocido en todos los
tabloides como el chico caliente al que estoy follando.
25

Niego como un perro sacudiéndose el agua del pelaje.


Página

—Lo siento, pero lo único que entendí de lo que acabas de decir es que
piensas que estoy caliente y que follaremos más tarde.
Su rostro se vuelve de color rosa brillante y aparta la mirada tímidamente.
—Eso no es lo que quise decir —dice.
—¿Entonces no crees que soy caliente? —bromeo.
Finalmente sonríe.
—No, creo que lo eres —se apresura a decir, sus dedos se mueven
rápidamente.
Sonrío.
—Bien. Creo que tú también eres bastante caliente. H-U-M-E-A-N-T-E —
explico con mis dedos y soplo las puntas como si me estuviera quemando con
fuego.
Su sonrisa crece y el rubor en sus mejillas se mueve hasta el fondo de su
pecho.
—Gracias —dice tímidamente.
Me inclino un poco hacia ella como si estuviese diciéndole un secreto.
—Ahora, respecto a follar… —Extiendo mis manos en señal de pregunta,
dejándola abierta para ella.
—Bueno, no tenemos que preocuparnos por eso, ya que no follas con
chicas que escuchan. —Se queda mirándome fijamente, y esta vez soy yo quien
se sonroja.
—No he dicho que no me gustan las chicas que escuchan. Solo que no
podía llevar una a casa de mis padres. —Debo ser el idiota más grande sobre la
faz de la tierra tras ese comentario. Pero no está molesta. Se recuesta de su silla
y simplemente se me queda mirando.
—¿Has tenido sexo con chicas que escuchan? —pregunta. Sus ojos buscan
mi rostro, como si estuviera buscando la pista más pequeña de si le digo una
mentira.
—Nunca he tenido la oportunidad —admito—. Mi círculo ha sido muy
pequeño.
Toma un sorbo de agua.
—Háblame de tu círculo. ¿A qué escuela fuiste?
Nombro una escuela del estado para sordos.
—¿Viviste allí todo el tiempo?
Asiento.
—Excepto los días festivos y semanas de descanso.
—¿Alguna vez te sentiste solo? —pregunta.
Niego.
—Nunca. Demasiadas personas alrededor.
—¿Luego fuiste a Universidad de Nueva York?
26

Asiento.
Página

—¿Cómo lo supiste?
Sonríe.
—Podría haberle preguntado a Logan.
—Conocí a Logan en NYU. Fue refrescante conocer a alguien sordo en
una escuela tan grande.
—Apuesto a que sí… ¿Por qué no fuiste a una universidad para sordos?
—Recibí una beca en la Universidad de Nueva York para estudiar arte.
—Dijiste que tu círculo era pequeño —me recuerda—. Si fuiste a la NYU, tu
círculo era enorme.
—No, la escuela era enorme, igual que la población estudiantil. Pero la
población sorda era pequeña.
La camarera vuelve y asumo que pregunta qué queremos, porque Lark
ordena y luego la camarera me mira. Señalo lo que quiero en el menú y ella lo
escribe. Ella le pregunta algo a Lark, quien me mira.
—¿Quieres un poco de vino? —me pregunta.
Niego.
Lark le dice que no y ella se aleja.
—¿No bebes? —me pregunta Lark.
—No cuando estoy en la primera cita.
Me sonríe y mi corazón salta el doble de tiempo.
—¿Ésta es una cita?
La miro fijamente a los ojos.
—Esta es una cita.
Pone una mano sobre su pecho y finge estar sorprendida.
—¡Pero soy una chica con audición!
—Lo sé, ¿cierto? Loco, ¿no es así? Sólo no se lo digas a mi madre.
Un hombre con traje se acerca a la mesa y habla con Lark. Ella mira a su
alrededor, y se da cuenta de que el número de personas interesadas en su
presencia aquí ha crecido.
—¿Quién era ese? —pregunto.
Alcanza su bolso.
—Mi guardia de seguridad.
—No sabía que tenías a alguien contigo.
Se encoge de hombros.
—Su trabajo es quedarse en las sombras. Sin embargo, tenemos que irnos
—dice.
—¿Por qué?
—Demasiadas personas saben que estoy aquí.
27

Los teléfonos están sacando fotos como locos. El camarero se apresura a


nuestra mesa y deja caer un par de bolsas.
Página

—Mark les pidió que cambiaran nuestra orden para llevar. ¿Eso está
bien?
Me pongo de pie y recojo las bolsas.
—¿Está bien contigo si lo llevamos a mi apartamento?
Asiento, arrojo una cantidad de dinero en efectivo sobre la mesa que creo
que cubrirá la cuenta, y la sigo hasta la puerta. Su guardia de seguridad habla
por un aparato Bluetooth en su oreja, y un auto se detiene en frente del
restaurante. Ella le hace un gesto.
—Es para nosotros.
Entramos, ella se acomoda a mi lado, y deja escapar una respiración
pesada. Puedo sentir el aire agitarse en mi brazo.
—¿Tu vida siempre es así? —pregunto.
Asiente.
—La mayor parte del tiempo. —Su rostro cae—. De verdad lo siento.
—Está bien. Lo entiendo. —Esto también ocurre cuando salgo con los
Reed. Son como la realeza.
El auto se detiene en su edificio de apartamentos, y subimos en un
ascensor realmente lujoso hacia un pasillo incluso más elegante.
—L-U-J-O-S-O —deletreo con mis dedos.
—V-A-C-Í-O —deletrea de vuelta.
Hace un gesto para que ponga las bolsas en el mostrador de la cocina y ella
saca los platos, luego comienza a transferir la comida.
—Sé que no es tan agradable como el restaurante —dice.
—Es mejor —digo. Le sonrío—. ¿Dónde está tu familia?
—Todas se encuentran con sus novios, y maridos. Sólo soy yo aquí. —Se
encoge de hombros y su boca se curva. Pero entonces sonríe—. Pero tengo tu
gorra de béisbol para hacerme compañía.
Miro alrededor.
—¿Dónde está?
—En mi cama. Te la devolveré antes de que te vayas.
Hace un gesto para que lleve mi plato y entre en la sala de estar. Se sienta
en el sofá y se mueve para que me siente a su lado. Pone su plato en la mesa de
café y luego acerca la mesa a nosotros. Pongo mi plato junto al suyo.
—Necesitamos bebidas —dice. Salta y va a buscar dos refrescos—. ¿Está
bien esto?
Asiento.
—Perfecto.
Nos sentamos en silencio y comemos, la comida está muy buena.
Deja caer accidentalmente un poco de salsa en su guante y lo frota.
28

—¿Por qué no te los quitas? —pregunto.


Niega.
Página

—Está bien.
Tomo su mano en la mía y alcanzo su codo. Sus ojos se cierran y puedo
sentir sus respiraciones profundas levantar los vellos en mi cuello. Arqueo mi
frente en señal de pregunta mientras enrollo el borde de su guante.
Asiente.
—Aunque yo puedo sacarlos.
No me detengo. Lo enrollo en mis manos hasta que puedo tirarlo de los
dedos y sacarlo por completo. Su mano tiembla en la mía.
—¿Estás bien? —pregunto.
Asiente.
—Es sólo que yo nunca… —Deja de hacer señas—. Olvídalo.
—Nunca, ¿qué? —pregunto.
—Nunca… se lo he mostrado… a nadie. —Mantiene la barbilla tensa y baja
la mirada—. Hasta ti.
Alcanzo su otro guante y hago lo mismo. Mantiene la parte inferior de su
brazo apartada de mí, pero entonces la gira y puedo ver los cortes en ese brazo.
—¿Ambos brazos? —Miro su cara.
—Sí.
—¿Al mismo tiempo? —Miro sus ojos. Ellos permanecen en los míos.
—Sí.
—¿Por qué?
—Culpa.
—¿Alguna vez lo hiciste después de eso?
Sonríe suavemente.
—No. Emilio me enseñó a tocar el piano.
—¿Emilio?
—Mi papá adoptivo. Él y Marta me adoptaron cuando tenía doce años.
—Cuando tus padres murieron, ¿no había ninguna otra familia que te
llevara?
Niega.
—No. —Me mira con timidez—. ¿Te sientes… diferente sobre mí… después
de ver las cicatrices?
—Sí —admito.
Su cara cae.
—No, no de esa manera. Hace que te admire.
—¿Porque traté de matarme? —Estrecha los ojos.
29

—No. Porque sobreviviste.


Página

Coloca sus piernas sobre el sofá y se gira para mirarme, su plato olvidado.
—Veo cicatrices todos los días —le digo—. Es algo así como mi
especialidad. Y entiendo por qué la gente quiere cubrirlas. De verdad lo
entiendo. Pero a veces me gustaría que dejaran de hacerlo.
—¿Por qué? —Su rostro está arrugado y casi enojado.
—Porque las cicatrices significan que sanaste. Pasaste por un trauma y tu
cuerpo se sanó. Las cicatrices significan que saliste adelante. Sobreviviste.
Su rostro se suaviza.
—Pero también puedo entender la necesidad de cubrirlas. Es por eso que
trato de hacer arte hermoso que signifique algo, para cubrirlas. —Levanto mis
manos como en señal de rendimiento—. Eso es todo lo que quise decir. Lo
prometo.
—Sobreviví —dice con señas.
Le sonrío.
—Sí, lo hiciste.
De repente, se inclina hacia mí, y su boca pende a una respiración de la
mía. Ni siquiera me tomo el tiempo para pensarlo. La beso. La beso con fuerza,
justo como he querido hacerlo desde que la conocí.
Sabe a ajo y deseo.
Sabe a todas las cosas que no puedo tener. Pero que por alguna estúpida
razón, las estoy tomando de todos modos.

30
Página
5
Lark

O
h, Dios. Sus labios están sobre los míos y su mano gentilmente
acuna mi cuello, sosteniéndome cerca, su pulgar deslizándose
tiernamente sobre el tendón de mi garganta con gentiles toques, las
puntas de sus dedos rozando tras mi oreja.
Él se aparta, levantando su boca de la mía lo suficiente para mirar mis
ojos, preguntándome en silencio si esto está bien. Asiento y me inclino para
besarlo de nuevo. Me coloca sobre su regazo y voy voluntariamente,
hundiéndome en él. Se aparta de nuevo y dice con su voz.
—¿Muy rápido? —Las palabras son suaves e incontrolables, pero lo
entiendo.
—No es muy rápido —digo. Lo beso de nuevo, pero ya está apartándose de
nuevo.
—No —dice—. Muy rápido para mí. —Apunta a su pecho. Su respiración
sale agitada y puedo sentir la rigidez de su pene presionándose contra mi
trasero. Está duro. Está excitado. Sé que lo está.
Pero me escurro de nuevo a mi lado del sofá.
—Lo siento mucho —digo.
—Espera —dice. Se estira hacia mí—. No te vayas.
Pero me muevo tan lejos que no puede alcanzarme, y luego me pongo de
pie. Mis piernas se sienten como goma, y la vergüenza fluye a mi rostro con
calor. Voy a la cocina y pretendo hurgar en el refrigerador, pero no estoy
buscando nada en particular. Salgo a la superficie con un tarro de mermelada y
nada más. Él camina hacia la cocina detrás de mí, ajustándose sutilmente.
Él mira la mermelada en mi mano.
—¿Tuviste un repentino antojo de mermelada de fresa? —pregunta, sus
ojos riéndose junto con su boca.
—Sí. —Saco una cuchara y la sumerjo en la mermelada, y la llevo a mis
31

labios. Luego me siento estúpida, así que sólo la dejo metida en mi boca.
—Me gusta la mermelada —dice. Le paso el frasco deslizándolo por el
Página

mostrador. Lo atrapa antes de que se caiga por el borde y se estrelle sobre los
azulejos—. Gracias —dice con una sonrisa. Luego va a los cajones y saca una
cuchara, la hunde en la mermelada, y la mete dentro de su boca—. La mejor
parte de estar sordo es que podemos hablar con nuestras bocas llenas. —
Señala.
Me río, aún con la cuchara metida, aunque la mermelada se ha ido. Él se
estira y retira la cuchara de mi boca. Luego arroja ambas cucharas en el lavabo
con un fuerte traqueteo.
—¿Quieres decirme qué fue todo eso? —Sacude su pulgar hacia el sofá.
—¿Creerías que de verdad quería algo de mermelada?
Él se ríe.
—¿Ese antojo sucede muy a menudo?
Sólo cuando tengo una cena con un tipo muy caliente quien ya me dijo que
no soy su tipo, y luego lo beso, y luego él me dice que me detenga y he
malinterpretado sus señales.
—No. —Niego—. Por lo general no.
Él asiente y camina lentamente hacia mí. Doy un paso hacia atrás y coloco
la mermelada de vuelta en el refrigerador. Me giro hacia él y hago una mueca.
—Siento que te haya incomodado.
Su rostro se arruga con duda.
—¿Qué?
—Cuando te besé. —Cierro mis ojos con fuerza por un segundo, y luego los
abro—. No fue mi intención incomodarte.
Él se ríe de nuevo.
—La única parte de mí que pusiste incomoda fue mi polla. Y esa es la
mejor clase de incomodidad en el mundo. A los chicos nos encanta estar
incómodos. Mi polla lo llamaría más felicidad que incomodidad. —Se ajusta su
pantalón de nuevo. Luego da dos pasos más cerca y de repente estamos
respirando el mismo aire—. Y eso es porque de verdad le gustan las chicas
calientes que me besan. —Se ríe—. No te preocupes. Lo superará. Después de
una larga ducha fría. O dos. —Sus ojos se entrecierran—. ¿Pensaste que había
frenado porque me sentía incómodo?
Toso sobre mi puño, tratando de bajar el nudo en mi garganta.
—¿No lo estabas?
—No. —Mira mis ojos.
—Entonces por qué… —Pero niego y comienzo a alejarme.
Gentilmente agarra mi codo y me gira para enfrentarlo.
—Lo detuve porque estaba sucediendo muy rápido.
—Apenas nos conocemos —me apresuro a decir.
Él niega y coloca un dedo sobre mis labios. Quiero inclinar mi cabeza,
32

morderlos, y luego ver qué sucede, pero resisto la urgencia.


—Quería saborearte. —Se encoge de hombros—. Eso es todo.
Página

—¿Qué?
—Quería hacer que durara. No quería que se acabara. Pero entonces
saltaste como si tu trasero estuviera en llamas.
Mi trasero estaba en llamas.
—¡No lo hice!
—Sí, lo hiciste. —Está sonriendo y me está haciendo enojar.
Agarra suavemente el frente de mi camiseta, pero con un fuerte agarre y
me empuja contra él. Sus brazos se envuelven a mi alrededor, sosteniéndome
fuerte. Mira mi rostro. Y entonces me besa. Sus labios tocan los míos con
suavidad, pero sólo por un momento. Después de los dos primeros segundos,
succiona mi labio inferior entre los suyos y lo mordisquea con suavidad,
presionándolos lo suficiente para excitarme, y entonces lame a lo largo de estos
para aliviar el dolor. Su lengua entra en mi boca y tengo que agarrarme de sus
hombros para poder quedarme de pie en mis temblorosas piernas.
Nunca he sido besada así antes. Podré ser virgen, pero he compartido más
que unos pocos besos. Y he hecho un montón de otras cosas. Algo inferior a
estallar la proverbial cereza y lo he hecho, pero esto es diferente. Es caliente,
relajante, excitante, maravilloso y… tengo que detenerme.
Descanso mi frente contra su pecho y respiro profundamente.
—¿Estás bien? —pregunta, usando su voz. Es más aire que sonido, pero
puedo entenderle. Asiento sin levantar mi rostro y él toca la parte trasera de mi
cabeza—. De verdad me gustas —dice.
Levanto la mirada.
—Pero no soy tu tipo, ¿recuerdas?
—Creo que acabas de probar que he estado completamente equivocado
sobre mi tipo hasta que te conocí. —Coloca mi cabello detrás de mi oreja con sus
amables dedos. Luego da un paso hacia atrás y comienza a hacer señales—. Con
eso dicho, acabo de salir de una relación y no sé… —Se detiene para rascarse la
nariz.
Lo detengo con un rápido movimiento.
—Está bien.
Él va hasta el fregadero y limpia su plato, lo coloca en el lavavajillas
después de enjuagarlo. Y coloca el mío también ahí.
—Gracias por la cena —digo.
—De nada. —Mira alrededor de mi apartamento—. Gracias por dejarme
venir.
Asiento, de repente incomoda. Me besó y ahora se está yendo. ¿Qué
esperaba? ¿Que me tomara rudamente en nuestra primera cita?
Ese beso… Ese beso fue como ningún otro beso que hubiera tenido alguna
vez. Fue… todo.
Cuando era una niña, mi madre jugaba a las muñecas conmigo, y yo
trataba de decidir si Barbie debería ir a una cita con Ken o con GI Joe, y ella me
33

dijo que Barbie sabría con quién debería salir por la forma en que la hicieran
sentir. Pero Barbie jamás tuvo un problema haciendo su elección. ¿Tengo yo
Página

una opción? ¿O espero?


No sé qué hacer.
Ryan se lleva la mano al bolsillo y saca un centavo. Lo arroja sobre el
mostrador y lo hace rodar hacia mí.
—Por tus pensamientos —dice.
Lo deslizo de nuevo hacia él.
—No sé qué pienso.
Asiente lentamente, como si entendiera y estuviera de acuerdo. Pero
desliza el centavo de vuelta hacia mí.
—Guárdalo. Me deberás un pensamiento cuando tengas uno.
Camino hasta la puerta con él y la abro, él sale por ella. Pero se detiene en
el umbral y se gira hacia mí.
—¿Cuándo puedo verte de nuevo?
—Tenemos un compromiso en seis días.
La esquina de su boca se levanta.
—¿Me vas a hacer esperar todo ese tiempo? —Pretende apuñalarse en el
pecho con un cuchillo.
Me río.
—Tal vez.
—Buenas noches —dice con un gesto a medias.
Camina fuera del umbral y cierro la puerta, pero no me alejo. Me paro de
puntillas y observo a través de la mirilla. Él se queda ahí por un minuto y luego
agita su puño en el aire y sonríe.
Eso me hace reír. Me inclino contra la puerta por un momento y luego voy
a sentarme en el sofá, sintiéndome como si caminara sobre una nube.
Luego recuerdo que olvidé darle su gorra. Pero no le escribo, porque no
quiero que venga directamente a recogerla. Si lo hiciera, no tendría una excusa
para escribirle mañana.

34
Página
6
Ryan

H
acer ejercicio con los Reed es como ejercitarse con Thor, Loki, Capitán
América, Iron Man, y todo su séquito. Tienen un gimnasio en su
edificio y me invitaron a usarlo, solo que no planeaba usarlo cuando
estuvieran todos allí.
Paul, el mayor de los hermanos Reed, está dirigiendo a Pete, el bebé de la
familia, mientras levanta una cantidad insultante de peso. Logan, el que recibió
un implante coclear el año pasado, está corriendo en la cinta detrás de Sam y
Matt. Ellos están retándose para ver quién puede ir más rápido. Matt mira a
Logan y a Sam, y se seca su rostro.
—Jódanse los dos, idiotas —dice mientras les enseña el dedo del medio a
ambos. Baja la velocidad a su cinta y se detiene.
De repente, Logan lleva su mano hasta la frente y sonríe. Es un juego
popular en los círculos sordos. Si hueles un pedo, levantas tu mano a tu frente,
como en la seña para “padre”, y esperas a que otra persona lo huela. Es una
manera de decir Yo no fui. ¿Fuiste tú?
Matt se cubre la boca con una toalla y se atraganta.
—¿Quién ha sido? —pregunta en lenguaje de señas mientras se tapa la boca
momentáneamente.
Ya tengo la mano levantada en mi frente. De ninguna manera me culparán
por esta. Es muy fétido incluso para mí.
—Sam —dicen todos a la vez y me doy cuenta que él es el único que no
tiene su mano levantada.
Se encoge de hombros.
—¡No pude evitarlo!
—Encuentra la manera de evitarlo la próxima vez —advierte Paul con una
mirada. Rubor cubre el rostro de Sam.
—Hice Quiche anoche —explica Sam.
35

—Bueno, no vuelvas a hacerlo nunca —se queja Pete. Empuja su hombro.


Página

Josh, el que está en silla de ruedas quien está casado con una de las
hermanas de Lark, finge toser en su puño cerrado.
—Bueno… He oído el rumor de que alguien tuvo una cita caliente anoche.
—Josh acaba de aprender el lenguaje de signos, así que sus movimientos son
dubitativos y lentos, pero lo está intentando.
—Divertido —digo—. No he oído ese rumor. —Señalo a mi oreja. El humor
sordo siempre es divertido.
—¿Con quién saliste? —pregunta Logan.
—Con nadie.
Empiezo a hacer levantamientos para no tener que hablar.
—Salió con Lark —dice Josh. Luego anima su rostro—. Y escuché que la
cita se puso un poco caliente.
Bajo mis cejas y le lanzo una mirada asesina.
Sam acaricia mi espalda mientras pasa por mi lado.
—Amigo, acostúmbrate a esto. Esas chicas se lo cuentan todo.
—¿Todo? —pregunto.
Asiente.
—Creo que todas saben la longitud y el ancho de mi polla. Y, lo que es
más, hasta de mi culo.
—Asco —dice Matt—. Cambio de tema, por favor.
Sonrío.
Sam se sienta frente a mí con una toalla sobre los hombros.
—¿Te gusta?
Asiento.
—¿Cuánto? —pregunta, entrecerrando sus ojos.
—Como que no es de tu jodida incumbencia en absoluto. —Me echo hacia
atrás.
—Oh, ¡ni hablar! —replica Sam—. Si es sobre una de mis cuñadas, es de mi
incumbencia. Confía en mí —dice—, preferirías tenerme a mí en tus asuntos que
a Emilio. —Se frota el puente de la nariz—. Es brutal cuando está enfadado.
Señalo mi brazo.
—Le hice su tatuaje. —Me encojo de hombros—. Eso es todo.
—¿Un tatuaje con cena incluida? —Sam mira a Pete—. ¿Has tenido alguna
vez un tatuaje con cena incluida?
—Tuve uno que incluía una mamada. Pero no una cena —contesta Pete.
Paul abre su boca para decir algo, pero Pete añade:
—Le hice a Reagan un corazón en el interior de su tobillo. —Paul se calma
inmediatamente.
36

Las palabras vienen cayendo, casi sin pedirlo, de la punta de mis dedos.
Página

—Me gusta mucho Lark, pero no es el tipo de chicas con las que suelo
quedar.
—¿Tetas muy pequeñas? —pregunta Pete.
Lo fulmino con la mirada.
—Sus tetas son perfectas.
—¿Culo muy grande? —dice Pete.
—Nada de eso —suelta Sam.
—Es muy lista para ti, ¿verdad? —pregunta Matt, pero está sonriendo.
—Definitivamente —coincido. Es inteligente, divertida y amable. Y
marcada en muchas maneras. Pero no puedo contar ninguna porque es revelar
su secreto. No mío.
—Entonces, ¿qué hace que no sea tu tipo? —pregunta Paul—. ¿Es por lo de
tu audición?
—¿Lo de mi audición? —pregunto, agitando las manos sarcásticamente—.
Lo haces sonar como si fuera nada. Ella puede oír. Yo no. Es algo bastante
grande.
—Peck toca la batería y yo no —dice Sam.
—Reagan patea culos y yo no —suelta Pete.
—No es lo mismo —protesto.
Sam me mira.
—Peck tartamudea y yo no. —La habitación se queda en silencio.
Logan habla más alto.
—Emily no puede leer bien, y yo sí.
Emily ha sido muy honesta últimamente en los medios sobre su dislexia y
ha empezado algunos programas para niños que encuentran difícil leer, así que
no estoy sorprendido de que Logan esté sacando el tema.
—Friday es malhablada —dice Paul. Se rasca la barbilla—. Espera, yo
también. Da igual.
Matt empuja su hombro.
—Todos somos diferentes —dice Josh, moviendo las ruedas de su silla de
adelante y atrás para impulsarse—. Afrontémoslo, hombre. La única cosa que
nos hace iguales es que somos muy diferentes unos de otros. Si vas a dejar que
el hecho de que ella pueda oír te impida conocerla, eso depende de ti… pero
podrías estar perdiéndote algo maravilloso.
Me miran hasta que el momento se vuelve incómodo, y vuelvo a tomar las
pesas para romper la tensión.
Todos vuelven a ejercitarse, parando la charla del asunto, pero puedo ver
que se lanzan miradas unos a otros, y puedo decir que después, esto va a ser
tema de conversación cuando yo no esté.
Mi teléfono vibra en mi bolsillo y lo saco. Es una foto de mi gorra de
béisbol apoyada en un hidrante contra incendios. Hay un perro parado al lado
37

de ella.
Página

Lark Ladrona de Gorras: Tu gorra está en peligro de muerte.


Puedo escoger salvarla de un perro que realmente parece que
necesita hacer pis. O puedo dejarla a su suerte. ¿Cuál es tu elección?
Yo: ¿Cuáles son mis opciones?
Lark Ladrona de Gorras: ¿Comer conmigo?
Yo: Ya tengo planes para comer. ¿Quieres acompañarme?
Lark Ladrona de Gorras: ¿Qué clase de planes?
Yo: Nos encontramos en la biblioteca a la una y te lo enseño. Si
tienes suficientes pelotas.
Lark Ladrona de Gorras: La última vez que comprobé, no tenía
pelotas.
Yo: ¿A la una? ¿En la biblioteca?
Lark Ladrona de Gorras: Tú me has obligado.
Yo: Ahora recoge mi gorra antes de que sea meada.
Lark Ladrona de Gorras: (Me envía un selfie con mi gorra puesta)
Yo: La cosa más bonita que he visto en todo el día.
Lark Ladrona de Gorras: ¿La gorra?
Yo: La chica de la gorra.
Lark Ladrona de Gorras: Tengo que ir a echarme un poco de
agua en mi rostro. Estoy totalmente sonrojada.
Yo: ¿Quieres hablar sobre mi polla? Eso sacará tu mente de tu
rubor.
Lark Ladrona de Gorras: Hombre, eso fue raro.
Yo: Mi polla quiere que sepas que tiene pelotas. Ya que tú no
tienes ninguna.
Ella no contesta.
Yo: ¿Te he molestado?
Lark Ladrona de Gorras: No, es que estaba muy ocupada
riéndome como para respirar. Tu polla tiene pelotas. Eso es útil.
Vienen en combo, según entiendo.
Yo: ¿Quieres decir que no soy único?
Lark Ladrona de Gorras: No cuando se trata de tus genitales,
me temo. Siento ser la portavoz de malas noticias.
Yo: Mejor la portavoz de malas noticias que la que lleva malos
zapatos. Tan sólo digo.
Lark Ladrona de Gorras: Te veo a la una en la biblioteca.
Yo: No lleves malos zapatos.
Lark Ladrona de Gorras: No tengo ningún par de zapatos
malos. Y estoy oficialmente ofendida.
38

Yo: Hablar de mi polla no te ofendió pero, ¿hablar de tus


Página

zapatos sí?
Lark Ladrona de Gorras: Los zapatos son sagrados.
Yo: También mi polla.
Lark Ladrona de Gorras: Demuéstralo.
Me paso una mano por la boca, tratando de borrar la sonrisa tonta que sé
que se me está cruzando.
Logan se sienta frente a mí.
—Llevas riéndote con tu teléfono durante los últimos cinco minutos.
Sostengo el teléfono.
—L-A-R-K —le digo.
Él asiente.
—¿Vas a dejar que lo de tu audición se interponga entre ustedes?
Niego.
—No.
Sonríe.
—Bien.
Yo: Quiero otra cita contigo.
Lark Ladrona de Gorras: Pensaré sobre ello.
Yo: Nos vemos a la una.
Lark Ladrona de Gorras: ¡Nos vemos!

39
Página
7
Lark

É
l está usando unos jeans y una camiseta azul, y es el hombre más
guapo de pie delante de la biblioteca. Está con un pequeño grupo de
personas haciendo señas, y dudo en interrumpir. Después de un
minuto o dos, me ve y me hace señas para que me acerque. Él está
sonriendo, y sus amigos con una mirada curiosa.
—Esta es mi amiga Lark. —Señala—. La invité a unirse a nosotros. —
Presenta a sus amigos muy rápido. Luego se detiene al lado de un hombre que
se parece mucho a él, pero es un poco más robusto y su cabello es más oscuro—.
Este es mi hermano Mick.
Extiendo mi mano.
—Encantada de conocerte.
—Encantado de conocerte también —No hace señas. Lo dice. Miro a Ryan.
Pensé que todos en su familia eran sordos.
—Él es el bicho raro que puede oír —dice Ryan—. Pero nuestros padres lo
mantuvieron de todos modos.
Todavía debo lucir confundida.
—Sólo está celoso porque puedo escuchar a las chicas guapas que me
silban. —Mick sonríe y me mira como si tuviera dos cabezas. O cuatro tetas. O
alguna otra cosa que no puede descifrar—. Te ves sorprendida —dice.
—Un poco, en realidad. —Caminamos como un grupo dentro de la
biblioteca.
—No tan sorprendida como yo —dice Mick en voz baja, para que sólo yo
pueda oír—. Nunca lo he visto con una chica que pueda oír. Hablando de eso, no
te quedes sola en un rincón con ningunas de ellas. No estoy seguro de que les
agrades. —Asiente hacia las chicas, que no se ven tan feliz de verme.
—Ya vuelvo —me dice Ryan y se acerca a hablar con una persona detrás
del mostrador de circulación.
40

—Entonces, ¿qué haces para ganarte la vida, Lark? —pregunta Mick.


Sonrío. Él no sabe quién soy.
Página

—Soy músico.
Entrecierra sus ojos.
—Y por alguna razón, eso te está haciendo lucir sospechosa como el
infierno.
Me encojo de hombros y me revuelco en la alegría de que no sepa quién
soy. Es liberador.
—Entonces, ¿cómo hizo mi hermano sordo, que no puede escuchar música,
para engancharse con un músico? —Se balancea hacia atrás sobre sus talones y
me sonríe.
—Me hizo un tatuaje.
—Y... —Hace una pausa y la extiende como si la palabra durara para
siempre.
—Y le robé su gorra de béisbol. Estoy teniéndola como rehén, por lo que va
a tener que salir conmigo de nuevo.
Sonríe.
—¿De nuevo?
El calor se arrastra hasta mis mejillas.
—Ya veremos.
Ryan se da vuelta y me hace señas. Mientras caminamos alrededor de la
esquina, su mano se desliza en la mía, y él me mira y sonríe. Es una pequeña
sonrisa culpable y con sueño, y mi corazón comienza a tropezar.
Mick mira nuestras manos entrelazadas y mira hacia otro lado
rápidamente, pero estoy bastante segura de que lo vi reprimiendo una sonrisa.
Entramos en una habitación grande con un grupo de niños sentados en el
suelo. Todos están frente a una mujer que está sentada en un taburete al lado de
una pila de libros. La expectativa cuelga pesada en el aire, como un niño
esperando a lamer los batidores cuando mamá está haciendo un pastel. La
mujer saluda mientras entramos.
Mick toma el taburete cuando ella lo abandona, y agarra el primer libro.
Ryan me lleva a un lugar en el fondo de la sala y apunta a una silla, pero me
siento en el suelo en su lugar, justo detrás de los niños, y cruzo las piernas frente
a mí. Algunos padres están en el borde de la habitación.
Los niños están entusiasmados a la espera de lo que está a punto de
suceder. Mick hace un gesto a la pila de libros.
—¿Qué libro queremos leer primero?
—¡La oruga muy hambrienta! —gritan los niños a la vez.
Mick se cruza de brazos y pretende verse molesto.
—Algo me dice que todos han escuchado estas historias antes.
—No, no, no —gritan—. ¡Nunca hemos oído estas antes! —Pretenden ser
inflexibles al respecto, pero puedo decir que esto es un juego que todos han
41

jugado antes.
—¿Están seguros de que nunca han oído hablar de La oruga muy
Página

hambrienta? —pregunta, y bromea al abrir el libro.


—¡Lo prometemos! —gritan uno encima del otro.
Él pone el libro abajo.
Ryan suelta una carcajada a mi lado. Es ruidosa y hermosa, al igual que él,
y estoy entusiasmada por dentro viendo lo emocionado que está.
Mick recoge un libro diferente y los niños animan por ese también, pero no
es tan fuerte como lo hicieron para el libro de la oruga. Una de las amigas de
Ryan va y se sienta en el suelo junto a Mick y extiende las manos.
Ella empieza a contar la historia en ASL, y Mick sigue junto con sus signos,
leyendo en voz alta mientras ella se va. Ella, obviamente, conoce la historia de
memoria, y acaba manteniendo el ritmo y mostrando las páginas, pero la
emoción es por la forma en que está contando la historia. No es sólo la
interpretación. Ella es la narración de cuentos. Está usando lenguaje de señas
para pintar un cuadro vivo de lo que está pasando en el libro para los niños. Está
actuando, haciendo gestos, y siendo en general divertida, hinchando las mejillas
y moviendo su dedo. Mick se ríe de ella y continúa leyendo, manteniendo el
tiempo con su historia, incluso si esto significa que tiene que hacer una pausa de
vez en cuando para que pueda dibujar elaboradamente una foto con sus manos.
Ella está contando una historia con las manos y el resto de su cuerpo.
Es fascinante.
Y es mucho más de lo que había pensado que la narración de cuentos
podría ser nunca.
Todos aplauden cuando ha terminado, y veo que un pequeño grupo de
niños ondean sus manos en el aire.
—Aplaudir para los niños sordos —explica Ryan. Veo que los niños están
usando audífonos y otros dispositivos. Disfrutaron de la historia
tremendamente, y también los que pueden escuchar.
Leen siete libros más, y cada persona en el grupo realiza una historia
diferente. Entonces es el momento para La oruga muy hambrienta. Mick agarra
el libro y los niños se vuelven locos.
Ryan me mira y guiña. Luego se levanta y va a sentarse en el suelo, junto a
Mick. No tenía idea de que estaría actuando.
Él empieza a contar la historia de una oruga muy hambrienta que nació de
un capullo. Muestra la lucha para salir del cascarón con sus manos y hace un
pequeño gusanito con el dedo, y luego tiene que arrastrarse para arriba y abajo
de su propio brazo. Él tiene que impartir cuán hambrienta la oruga está, por lo
que sostiene su vientre y lo sacude, chupando sus mejillas. Los niños están
fascinados a medida que avanza la historia. Está haciendo que cobre vida. Mick
lee y voltea las páginas para los niños, pero ninguno de ellos realmente está
mirando el libro. Están absortos viendo a Ryan, y puedo ver por qué.
Ryan es realmente bueno en esto. Cuando llega a la parte del libro en que
la oruga come naranjas, pretende pegarse en el ojo con un chorro de jugo. Los
niños ríen y ríen todo el camino hasta el final de la historia. Cuando todo ha
terminado, hay un audible suspiro de tristeza. Entonces los aplausos comienzan.
42

Ryan se levanta y hace una reverencia. Luego otra. Y otra. Y él es tan


exagerado que es hilarante. Mick hace un gran espectáculo de hacerlo parar
Página

enganchándolo con un bastón imaginario y tirando de él hacia atrás. El equipo


de voluntarios y narradores saludan a los niños, y ellos responden gritando sus
gracias.
Ryan viene a buscarme y me ayuda a levantarme, tomando mi mano.
—Fue increíble —le digo.
—¿Te gustó? —pregunta, con la cara vuelta hacia un lado como si estuviera
tímido. Él no era tímido hace un minuto.
—¿Bromeas? Me encantó. Fue fantástico.
Mick le da una palmadita en el hombro para llamar su atención.
—Estuviste genial —dice.
—Lo sé, ¿verdad? —responde Ryan—. ¿Qué puedo decir? Soy increíble.
—Y tan humilde —responde Mick—. Podría ser difícil que puedas superar
eso la próxima semana.
Ryan acaricia su pecho.
—Sin preocupaciones. Estoy haciendo una historia sobre Elmo y un árbol
de coco. Ya verás.
—¿Alguna vez utilizas accesorios? —pregunto.
Ryan se ve ofendido.
—Dos manos. Nada de accesorios.
—Oh, ya veo. —Doy un paso atrás, pero luego sonríe y sé que él no está
ofendido.
—Vamos a comer —dice Mick—. ¿Vienes? —le pregunta a Ryan.
Ryan me mira y arruga la cara.
—Sigue adelante. Nos vemos en casa de mamá el domingo.
Mick me mira.
—¿Estás seguro? —Señala con el pulgar hacia el grupo—. No les
importaría si Lark va.
—Demasiados problemas —dice Ryan—. Anda tú. Nos vemos más tarde.
—Se vuelve de nuevo hacia mí—. ¿Qué? —cuestiona.
Me señalo a mí misma.
—¿Soy demasiado problema?
Agita sus manos como si estuviera aclarando el aire delante de nosotros.
—No tú. Ellos.
—Pero habrías ido con ellos si yo no estuviera aquí.
Se encoge de hombros.
—Probablemente.
—Deberías ir.
—No quiero ir.
43

—De verdad, tienes que ir con tus amigos.


Página

—Prefiero salir contigo.


Mi corazón se calienta por su declaración, pero hay una pequeña cosa
minúscula que ni siquiera puedo identificar royéndome.
—Podríamos charlar con ellos.
—Charla de sordos —dice—. Te aburrirá.
—¿Cómo sabes lo que me va a aburrir?
Se encoge de hombros.
—Porque no eres sorda.
—Tampoco Mick.
—Pero la primera lengua de Mick es lenguaje de señas. Aprendió lenguaje
de señas antes de aprender a hablar. Él encaja.
—Oh. —Pero mi corazón está de repente pesado—. Crees que no voy a
encajar.
Me mira pero no dice nada.
—Gracias por traerme a ver la narración. Te lo agradezco. —Pretendo
bajar la mirada al reloj que no estoy usando—. Bueno, debo irme.
—¿No hay almuerzo? —dice.
Niego.
—Hoy no. Pero gracias.
Inclina la cabeza y me mira por un segundo.
—¿Que está mal?
—Nada. —Echo un vistazo alrededor como si estuviera apurada—. Me
tengo que ir. —Pero, sinceramente, no tengo ningún lugar donde necesite estar.
Nadie con quien reunirme. Y ningún grupo de sus amigos querrá pasar el rato
conmigo. Nunca.
—Oye —dice, mirando mi bolso—. ¿Trajiste mi gorra?
—No. —Pero desearía haberlo hecho. Debido a que es bastante claro que
esto no va en la dirección que esperaba, a pesar que ese beso casi quemaba los
dedos de mis pies anoche—. Pero seguramente te la daré de vuelta pronto. ¿De
acuerdo?
—Está bien. —Se inclina y besa mi mejilla, pero lo esquivo.
Frunce el ceño.
—Nos vemos más tarde —le digo—. Gracias de nuevo por invitarme a la
narración.
Me despido con la mano mientras empiezo a caminar a casa. Mi resguardo
de seguridad está detrás de mí, pero todavía me siento más sola que nunca.
44
Página
8
Ryan

A
cabo de sentarme a trabajar cuando Peck, la esposa de Sam, entra en
la tienda de tatuajes. La saludo con la mano, porque siempre ha sido
muy amable conmigo, y ella me fulmina con la mirada. Sam no está
aquí, así que asumo que está aquí para ver a Friday o uno de los otros hermanos
Reed.
Me sorprende como el infierno cuando camina directamente hacia mí,
excava en su bolso, saca mi gorra de béisbol y la empuja contra mi pecho. Oscilo
sobre mis talones mientras la sostengo contra mi pecho. Maldita sea, ella es
fuerte. Y está enojada. Y no puedo entender qué demonios he hecho.
—Ahí está tu estúpida gorra. —Señala.
La coloco sobre mi cabeza y jalo el borde hacia abajo.
—¿Por qué tienes mi gorra? —pregunto.
—Lark me pidió que te la trajera. Traté de convencerla de que la tirara al
inodoro, pero es demasiado buena para eso. Así que, ahí está tu estúpida
gorra. Disfrútala. —Ella me da la espalda.
Alcanzo su codo y trato de girarla para poder seguir hablando con ella,
pero me mira por encima del hombro, mirando fijamente mi mano hasta que la
quito y la mantengo en señal de rendición. Ella se va a hablar con Friday.
Saco el teléfono de mi bolsillo y le mando un texto a Lark.
Yo: ¿Enviaste mi gorra de vuelta?
Lark Ladrona de Gorras: Dijiste que la querías de vuelta.
No puedo imaginar qué decir, así que no digo nada. Si no tiene mi gorra,
no me va a enviar más fotos lindas de ella como rehén.
Yo: Estaba esperando ver adónde la llevarías la próxima vez.
Lark Ladrona de Gorras: Tal vez podrías dársela a alguien que
encaje con tu grupo y entonces esa persona puede enviarte fotos
lindas.
45

Oh, no. Eso no lo esperaba en absoluto.


Página

Yo: Herí tus sentimientos.


Ella no responde durante un minuto, y luego consigo una palabra.
Lark Ladrona de Gorras: Sí.
Yo: Lo siento. No era mi intención hacerlo.
Lark Ladrona de Gorras: Lo entiendo. No soy sorda. No encajo
con tu grupo. Siento haber sobrepasado mis límites y haber tratado
de infiltrarme en el santuario interno. Voy a volver a pararme en
mi rincón ahora.
Mierda. La cagué. Friday está ahora mirándome con el ceño fruncido a
través del cuarto igual que Peck. Ella se voltea cuando la miro demasiado
tiempo.
—¿Qué diablos hiciste? —me pregunta Paul Reed.
Meto mi teléfono en mi bolsillo.
—Lo arruiné.
—Bueno, eso es más que obvio. —Me sonríe—. Tienes testículos. Está
destinado a suceder. —Entrecierra los ojos—. ¿Fue malo?
Asiento.
—Aparentemente. —Señalo el borde de mi gorra—. Ella me envió mi gorra
de vuelta.
Parece perdido.
—No tengo idea para qué es ese código.
—Significa que ha terminado conmigo, creo.
Paul frunce los labios.
—No te tenía como alguien que podría rodar porque una chica está
enojada contigo.
Me paro un poco más erguido.
—No lo soy. —Y ella no está enojada. Está herida. Y eso es mucho peor.
—Entonces, ¿qué vas a hacer al respecto?
Miro alrededor, y sé que no tengo otra cita hoy. Sólo estaba aquí sentado
esperando tomar lo que entrara.
—¿Te importa si me voy?
Se apoya en el mostrador y se cruza de brazos.
—¿Adónde vas?
—Creo que necesito pedir disculpas.
—Siempre es un buen comienzo. —Asiente. Se gira y le grita a Peck—. ¡Oye,
Peck! —Al menos, asumo que está gritando porque ella se estremece y las venas
de su cuello sobresalen.
Ella se voltea lentamente, y si las miradas mataran, yo estaría tirado
muerto en el suelo.
46

—¿Qué?
—¿Sabes dónde está Lark? —le pregunta.
Página

Ella golpea sus caderas con los puños.


—¿Quién quiere saber?
—Oh, vamos —la engatusa—. Ayuda al pobre bastardo.
—¿Por qué debería?
—¡Porque cometí un puto error y necesito pedir disculpas! —interrumpo—
. Ahora, cualquiera de ustedes puede decirme dónde está o dónde puedo ir a
buscarla, y si tengo que ir a buscarla, va a tomar más tiempo para que me
disculpe correctamente, lo que significa que sus sentimientos estarán heridos
más tiempo, lo que significa que ella está sufriendo innecesariamente. —Y yo
también, pero mantengo esa parte para mí mismo.
Me duele como un hijo de puta el saber que herí sus sentimientos.
Friday bombea su puño junto a Peck, como si me estuviera animando.
Peck la mira.
—¿Qué? —dice Friday tímidamente—. Está arrastrándose. Eso significa
que ve el error de sus caminos. Dile dónde está.
—Está en su apartamento. Pero si vas a verla, probablemente va a
arrojarte algo. O darte un portazo en tu cara. O bien, un puñetazo en tus bolas.
Así que no te aconsejaría una visita.
Agarro mis testículos y hago una mueca de dolor.
Entonces saco mi teléfono.
Yo: ¿Puedo ir a verte?
Lark Ladrona de Gorras: ¿Por qué?
Yo: Porque mi gorra ya te echa de menos.
Lark Ladrona de Gorras: Estoy ocupada.
Yo: ¿Qué estás haciendo?
Lark Ladrona de Gorras: Lavando mi cabello.
Yo: Una historia probable.
Lark Ladrona de Gorras: Luego voy a afeitarme las piernas.
Estaré ocupada toda la noche. Incluso podría ponerme una
máscara de aguacate, y definitivamente no quieres ver eso.
Yo: Quiero ver lo que sea que tengas.
Lark Ladrona de Gorras: Pero no cuando estás alrededor de
tus amigos y tu familia.
Guardo mi teléfono de nuevo en mi bolsillo, limpio mi estación realmente
rápido y dejo la tienda de tatuajes. Camino hasta su edificio de apartamentos
donde consigo ser detenido por la seguridad del edificio.
Él me dice algo, pero no estoy seguro de qué es. No importa lo que algunas
personas te llevan a creer, es difícil leer los labios. No puedo atrapar ni el
cuarenta por ciento de lo que veo en los labios de alguien, y eso deja un montón
de agujeros.
—¿Qué? —pregunto.
47

Toma un lápiz y un bloc de papel. ¿Tienes una cita? Escribe. No estás en la


Página

lista.
Le mandé un mensaje de texto y ella dijo que me acercara. Escribo para
él.
Entrecierra los ojos y se mueve para que le muestre mi teléfono. Lo toma y
lee lo que escribí.
—Pobre bastardo —creo que dice, pero lo dice en voz alta, para que pueda
leer los labios. Podría estar equivocado. Me hace un movimiento para que pase
adelante.
El texto no dice realmente que ella quería que me acercara, pero sí implica
su conocimiento de que yo estaría llegando.
—Gracias —le digo.
—Buena suerte —creo que responde.
Tomo el ascensor y me detengo frente a su puerta. Me quito la gorra y paso
mi mano por mi cabello, tratando de mejorar mi apariencia.
Llamo y la puerta se abre.
Y ahí es donde mi corazón jodidamente se detiene.
Lark está parada en la puerta con una toalla envuelta estilo turbante
alrededor de su cabello mojado. Rizos húmedos están colgando alrededor de su
cuello, y el cuello de su pijama de Piolín está húmedo. Su rostro está cubierto
con una sustancia verde pegajosa, de manera que sólo sus ojos marrones y sus
labios están expuestos. En sus pies está usando pantuflas con personajes de
dibujos animados sobre los dedos de los pies. Piolín y Silvestre, creo.
Toma un bocado de un trozo de pizza que estaba en su mano y habla
alrededor de ello.
No tengo idea de lo que dijo, ya que sus manos y su boca están llenas.
—Eres tan jodidamente hermosa —le digo.
Rueda sus ojos y entra en la sala, dejando la puerta abierta detrás de ella.
La cierro y la sigo dentro de la habitación. Su pijama es pequeño y se abraza a su
culo. Estira su camisa hasta cubrirlo, lo que probablemente está bien, porque
creo que puedo ver la línea en donde su trasero se encuentra con su muslo. Y es
tan bonito y con curvas como el resto de ella.
Cierro la puerta y la sigo a la cocina.
Ella exhala un profundo suspiro.
—¿Qué quieres?
—Quiero disculparme.
Se encoge de hombros.
—Entonces hazlo, así puedo terminar de afeitarme las piernas.
Bajo la mirada, sólo porque soy curioso. Me dijo que es lo que iba a estar
haciendo, pero no le creí.
Entonces me doy cuenta que tampoco está usando guantes. Sólo me dejó
en la puerta y no tiene los brazos cubiertos.
48

—¿Dónde están tus guantes? —pregunto.


Página

—Estaba en el baño hace diez minutos —me dice, mirándome.


—Pero abriste la puerta sin los guantes puestos.
Rueda sus ojos.
—Ya has visto mis cicatrices.
—¿Y si no era yo?
—El portero me llamó y te describió. Sabía que eras tú. —Consigue una
botella de agua de la nevera y toma un sorbo. No me ofrece una.
Pero me doy cuenta de que ella acaba de abrirme la puerta sin sus guantes,
y eso significa que confía en mí. Eso hace que mi corazón se dispare.
—¿Qué quieres? —pregunta nuevamente. Mira a todas partes menos a mí.
—Quiero besarte —suelto.
—¿Por qué? —Su mirada fijamente en mí.
—Porque eres tan malditamente bonita.
Ríe, su boca abierta ampliamente.
—Me veo realmente hermosa en este momento. Estoy segura.
—Podrías estar usando un saco de patatas e incluso así te verías
hermosa.
Apunta su oreja.
—Aun escucho, por lo tanto nunca seré lo suficientemente buena para ti.
Va hacia el sofá y se deja caer sobre él, levantando sus zapatillas de aves y
gatos en el borde de la mesa de café.
Me siento a su lado.
—Lo lamento —digo—. Debería haberte preguntado si querías ir con ellos,
y luego dejarte decidir si querías pasar tiempo conmigo y con ellos. Estaba
siendo egoísta. No estaba realmente intentado mantenerte lejos de ellos. Solo
quería tenerte toda para mí. —Calor sube a mis mejillas—. Sé que parece
diferente, como que no quería que pasaras el rato con mis amigos, pero no es
el caso.
Me mira fijamente sin decir una palabra. No tiene emoción alguna en su
rostro. Bueno, no es que pueda ver su cara bajo el pegote verde, de todos modos.
—Quería almorzar contigo a solas así podría llegar a conocerte un poco
mejor. —Siento la necesidad de abanicar mi caliente rostro, pero trato de
abstenerme.
—No tienes que mentirme.
—Cuando enviaste mi gorra devuelta, sabía que la había jodido.
Arquea las cejas.
Sujeto la gorra entre nosotros.
—Esta es mi más preciada posesión en todo el mundo. Mi abuelo me la
compró en el juego de los Skycrapers y luego murió la semana siguiente. Así
que, estaba muy preocupado de que pudieras perderla. Pero luego me di
49

cuenta que es un riesgo que estaba dispuesto a tomar si la seguías


manteniendo, porque eso significaba que seguirías hablando conmigo.
Página

Aún sigue sin responder.


—Pienso que eres graciosa, e inteligente, y si no te importa que sea sordo,
no estaré en tu contra porque puedas oír. —Contonea los dedos de sus pies y las
zapatillas empiezan a estirarse, por lo tanto dejo que mis ojos recorran la
longitud de sus piernas. La mitad de su pierna ha sido depilada, y la otra mitad
no, pero parece no importarle.
Honestamente, incluso con ella luciendo como luce ahora, es la mujer más
caliente que jamás haya visto. Quiero más días como estos, cuando es vulnerable
y normal. Pero me gusta que sea feliz.
Extiendo mi mano para sacar un poco del pegote verde con mi dedo y
luego lo froto entre mi pulgar y el índice.
—¿Qué mierda es esta cosa?
—Mascarilla de aguacate —dice. Levanta el borde de su camiseta y limpia
mi dedo.
—Ahora tu camiseta está sucia —digo.
Finalmente sonríe. Hace señas hacia su cuerpo.
—¿Me has visto hoy? Una camiseta sucia es el último de mis problemas.
—Creo que te ves caliente. —Sonrío ampliamente. No puedo soportarlo—.
Muy caliente.
Muerde una frambuesa y sus labios vibran mientras lo hace.
—Eres un terrible mentiroso.
—Gracias por dejarme defender mi caso. —Froto mis palmas sudorosas de
arriba abajo por los muslos sobre los jeans—. Supongo que debería irme así
puedes volver a… —Levanto y bajo mi mano por la longitud de su cuerpo—… lo
que sea que estés haciendo.
—Se llama regocijarse. —Mira fijamente la televisión, que ni siquiera está
encendida.
—¿En qué consiste regocijarse?
—Rituales de belleza. —Apunta a su rostro—. Montones de comida poco
saludable. —Apunta hacia la cocina donde hay varias bolsas de comida
esperando—. No podía decidir qué quería.
—¿Qué conseguiste? —Por los menos me está hablando.
—Pizza. Comida china. Pollo a la parmesana del restaurante italiano.
Donas de la pastelería de la esquina. —Muerde sus labios—. Cuatro sabores de
helado. —Levanta las manos—. Así es como me regocijo.
—¿Saliste y conseguiste todo eso?
Niega.
—Envié a alguien. Uno de los beneficios de siempre tener seguridad
alrededor. Están dispuestos a buscar comida. Estoy en parte feliz de que hayas
aparecido, así no pensarán que comí todo esto sola. —Señala con el pulgar
hacia la cocina—. ¿Tienes hambre? Hay mucha comida.
50

—Podría comer. —Me encojo de hombros—. ¿Tienes planes para esta


noche?
Página

Ríe.
—Los estás viendo.
—¿Puedo pasar el rato contigo? —Contengo la respiración mientras
espero su respuesta.
—¿Quieres pasar el rato con esto? —Se señala a sí misma de nuevo.
—Me gusta esto —digo, haciendo un movimiento como si ella fuera el
premio de El Precio es Correcto—. Me gusta mucho. —Miro hacia su
televisión—. Podemos rentar una película.
Frunce el ceño.
—¿Te gustan las películas?
—Con subtítulos, sí. —Le sonrío—. Nunca has pasado mucho tiempo con
gente sorda, ¿verdad?
—Sólo Logan Reed… —Hace una mueca.
—¿Dónde aprendiste el lenguaje de señas?
—Todos aprendimos cuando éramos pequeños —dice—. Peck tenía un
serio tartamudeo, así que esa fue una de las formas en que podría
comunicarse. Luego cuando Peck se casó y entró a la familia de los Reed,
nosotros nos dimos cuenta que toda la familia lo utiliza para comunicarse, y
sentimos como si fuera maleducado no saber el lenguaje, por lo tanto tomamos
unas cuantas clases de repaso los fines de semana.
—¿En serio? —pregunto mientras quito un mechón de cabello húmedo de
su frente—. Eso fue algo maravilloso.
—No fue nada.
—Lo es todo —digo. Mi vientre hace un pequeño baile.
—Logan perdió su audición cuando tenía doce, por lo tanto él podría
hablar muy bien, pero incluso así, no podría entender todo lo que dijéramos
con solo leer nuestros labios. —Se tranquiliza por un minuto—. No hablas
mucho ¿o sí?
Niego.
—Está bien. —Agarra el control remoto y me lo extiende—. Tú elige la
película mientras voy a limpiar la mierda de mi cara, ¿quieres?
Asiento mientras agarro el mando a distancia.
—Puedo ayudarte con la cena, si quieres.
—Está bien.
Enciendo la TV mientras ella desaparece por una esquina. Encuentro los
canales pagos y exploro qué está disponible. Hay una película de terror que es
nueva, y se supone que es realmente aterradora. Compro esa. Tendré que
pagarle luego, porque estoy usando su cuenta. Lo dejo en espera y voy a la
cocina. Tiene toda la comida todavía en las bolsas, así que las vacío y saco dos
platos.
51

Ella aparece unos minutos después y lleva un pantalón de yoga negro que
se ciñe a su culo, y una camiseta gigante. Su rostro está limpio y brillante, y ha
Página

amarrado su cabello en una cola de caballo.


—¿Me veo aceptable? —pregunta. Se detiene en la entrada de la cocina.
—Hermosa —digo.
Sus mejillas se sonrojan.
—Gracias.
—Me gusta este aspecto en ti.
Ella resopla.
—Vivo todos los días, puedo ser normal. No tienes idea.
—Define normal.
—Viajamos mucho —dice—. Cuando estamos tocando, tenemos que
vestirnos para la ocasión, y siempre hay una gira de prensa. Algunas veces mi
alma solo ansia momentos de tranquilidad, momentos en donde pueda
sacarme el maquillaje, los guantes y solo ser yo. —Hace una pequeña pose—.
Esta soy yo —dice—. Tómalo o déjalo.
—Lo tomo —me apresuro a decir—. Lo estoy tomando.
Inclina la cabeza hacia un lado.
—¿Estás seguro que me quieres?
Camino hacia ella y acuno su mejilla en mi palma.
—Estoy más seguro de lo que alguna vez he estado.
Me sonríe y mi corazón golpetea.
—¿Qué película conseguiste?
—Una aterradora —digo.
—Oh, odio las películas de terror.
—Oh —digo—. Puedo cambiarla.
—No, quiero decir, amo las películas de terror, pero realmente me
aterrorizan. Puede que tengas que pasar la noche aquí para que no
enloquezca.
¿Pasar la noche?
—Te compraré una película de terror todas las noches, si ese es el caso.
Cada. Noche.
Le sonrío ampliamente, y ella rueda sus ojos.
—Dormiré con las luces encendidas.
—¿Acabas de retirar la invitación?
—Por ahora —dice, agachando la cabeza.
La sigo al sofá, donde espera que me siente. Luego toma asiento con su
muslo presionado al mío. Levanto el brazo para apoyarlo en el respaldo del sofá,
ella levanta sus piernas y se apoya en mí.
—Puedes iniciarla.
Enciendo los subtítulos en su TV y luego comienzo la película. Está tensa a
52

mi lado, y amo tenerla así de cerca. Toma un diferente mando a distancia y las
Página

luces en la habitación se atenúan.


—¿Así está bien? —pregunta. Puedo ver las señas bajo la luz de la TV. Se
inclina hacia mí, un poco más cerca.
—Sí, está bien —digo en voz alta. Levanta la cabeza, me mira y sonríe, y mi
corazón hace eso de golpetear que ha estado haciendo desde que llegué, y solo
empeora.
Casi me preocupo que pueda oírlo. Pero nuevamente, no me importa si
puede. Quiero que sepa cuánto me afecta. Quiero que sepa cuánto me gusta,
cuánto la respeto, y también quiero que sepa cuánto la quiero.
Porque lo hago.

53
Página
9
Lark

T
enemos treinta minutos viendo la película cuando vuelvo la cabeza
hacia el hombro de Ryan y grito en su camisa, la cual hice una bola
apretada en mi puño. Él se ríe entre dientes y toma el interruptor del
control remoto y enciende las luces. Entonces detiene la película.
Con dedos cariñosos, desencaja mis manos. Su camisa está arrugada tan
fuertemente que parece que la escurrí con mis uñas. La estiro, tratando de
aplanarla de nuevo.
—¿Por qué enciendes las luces? —pregunto.
—Quería preguntarte si estás bien —dice—, pero no podía ver tus manos
en la oscuridad. —Me sonríe.
—¿Por qué no tienes miedo?
Se encoge de hombros.
—No da miedo.
—¿Qué? —le grito con mis manos, haciendo mis señas grandes como
exageradas—. Había una música escalofriante, y entonces él se retira con un
destornillador casi sin advertencia.
Frunce el entrecejo.
—¿Había música escalofriante?
Cubro mi jadeo con la mano. Él no puede escuchar la música de terror.
¿Por qué no pensé en eso? Soy la peor cita de todos los tiempos.
—No puedes escuchar el dum-dum-dum-dum-dum de la música. La
música que dice que algo está al acecho alrededor de la esquina y va a
comerte. —Hago un agarre como de que voy por su rostro.
Él se ríe, me agarra y me rueda debajo de él en el sofá. Está recostado en su
lado, empujó entre los cojines, y la mitad se cierne sobre mí. Él se está riendo
tan fuerte que su pecho está temblando. Cuando finalmente se calma, dice:
54

—No puedo escuchar el dum-dum-dum-dum. —Se encoge de hombros—.


No creo que me esté perdiendo mucho. Sabía que él estaba en el armario.
Página

—¿Cómo sabías que él estaba en el armario?


—Había un rastro de sangre que se dirige allí.
—¿Lo había?
Él se ríe de nuevo.
—Sí, lo había.
Sé cómo me lo perdí. Estaba pensando en lo agradable que era sentarse
junto a Ryan en la oscuridad, justo hasta el minuto en que empezó la música
escalofriante.
—¿Quieres apagarla?
—¿Por qué? —Me mira, sus ojos tocando cada parte de mi rostro como si
estuviera memorizando mis rasgos. Mi corazón empieza a latir con fuerza.
—Porque no puedes escuchar la música y no es escalofriante para ti.
Él apunta a su pecho.
—¿Crees que voy a rendirme a la oportunidad de tenerte chillando en mis
brazos? Mi madre no crió a un tonto. —Niega—. Vamos a terminarla.
Se inclina sobre mí y agarra el control remoto, pero no nos sentamos. Él
atenúa las luces y rueda para hacer frente a la televisión. Ryan apoya su cabeza
en su palma y coloca una mano en mi cadera.
Gruñe un poco mientras cepilla mi cabello suelto entre nosotros. Entonces
sus labios tocan la piel sensible de mi hombro donde mi camiseta se ha
deslizado. Gime un poco entrecortado mientras inhala profundamente.
—Hueles bien —dice en voz alta. Es realmente difícil de entender, y si no
sigue oliéndome, no tendría idea en absoluto de lo que dijo. Pero creo que lo
entiendo. Presiona un botón y la película empieza de nuevo. Su mano dibuja un
pequeño círculo en mi cadera mientras vemos. De repente no parece tan
aterrador. Lo que es más aterrador es cómo sus dedos están jugando a lo largo
de la cadera de mi pantalón de yoga.
Saco una respiración rápida cuando sus dedos se deslizan por debajo del
borde de mi blusa para hacerle cosquillas a mi cintura. Sus dedos dejan de
moverse. Cubro su mano con la mía y le doy un apretón. No te detengas. Se
siente muy bien, le ruego en mi cabeza. Pero las luces son bajas y él no puede
escucharme o verme. Besa mi hombro de nuevo y se acurruca más cerca
mientras sus dedos reanudan sus suaves remolinos.
Mi corazón late como un taladro en mi pecho. Presiono mi rostro en la
almohada y muerdo el borde de la misma. Nunca, jamás me había sentido así
antes. Así es como siempre me imaginaba que sería, pero nunca lo había
encontrado. Por supuesto, nunca he sido vulnerable con nadie antes, y nunca he
dejado que nadie vea mis cicatrices.
Sus dedos detienen su paseo lento cuando roza las cicatrices disparejas en
mi estómago. Una vez más, cubro su mano y lo presiono contra mí. No te
detengas, deseo en mi mente. Se siente bien. Esto se siente tan bien. Él se siente
tan bien. Besa el lado de mi cuello y mordisquea la piel sensible debajo de mi
oreja, entonces baña con su lengua para aliviar el escozor.
55

Con un empujón suave en mi hombro, Ryan me rueda un poco sobre mi


vientre y vuelvo mi cara hacia la televisión. Pero no estoy viendo la televisión.
Página

Cierro mis ojos fuertemente y en su lugar me concentro en la forma que él está


levantando la parte posterior de mi blusa. Su mano explora las rugosidades y
protuberancias de mis cicatrices con suaves movimientos circulares de las
yemas de sus dedos, suaves roces con la palma de su mano, y golpes simples de
su pulgar. Engancha un dedo en el tirante de mi sujetador y lo jala, pidiendo en
silencio por mi permiso y entonces esperando a obtenerlo. Asiento en mi
almohada. Él gime mientras desabrocha mi sujetador y empuja los tirantes a un
lado.
Con movimientos suaves y roces sólidos, Ryan me tranquiliza y
desconcierta, todo a la vez. Él es gentil pero firme, tierno pero severo, delicado
pero duro. Sus dedos encuentran los músculos alrededor de mis costillas y
empiezan a presionar un poco más duro. Gimo. No puedo evitarlo.
Él se ríe entre dientes. ¿Sabe que hice eso?
Ruedo completamente sobre mi vientre y meto mis brazos debajo de la
almohada, aferrándome a ella para salvar su vida. Ryan lanza una pierna sobre
mis nalgas y levanta más la blusa. Entonces sus labios se unen a sus manos. Su
aliento es cálido y húmedo, y sus labios son suaves y tiernos.
Un ardor lento empieza entre mis muslos e impulso mis caderas en el sofá
tratando de aliviar el dolor. Ryan sigue explorando mi espalda, sin dejar un
centímetro sin tocar, ningún doblez sin explorar, ninguna cuesta sin probar.
Ningún corazón sin tocar.
Con sus dedos suaves y sus labios inquisitivos, está ofreciéndome algo que
nadie tiene. Está aceptando mi cuerpo, y a mí en consecuencia, sin restricciones.
Está tratándome como si estuviera hecha de cristal, mientras me deja saber que
quiere ver más de mí, tal vez incluso tener más.
De repente, las luces se encienden encima de nosotros. Ryan se congela,
pero solo por un momento. Entonces rápida y eficientemente engancha el
tirante de mi sujetador y baja mi blusa. Se sienta, y yo también.
Wren se encuentra en la entrada, y es una ruina. Su maquillaje corre en
riachuelos oscuros por su rostro.
—Debería irme —me dice Ryan.
No quiero que se vaya, pero tengo que averiguar lo que está mal con Wren.
No ha estado en casa desde que se fue enojada, y no tengo idea de dónde ha
estado. Pero la última vez que se veía así, fue porque el cabrón que había estado
viendo la engañó.
—Wren —le digo—. ¿Qué pasó?
Ella mira a Ryan y después a mí, y entonces zapatea hacia su habitación y
azota la puerta.
—¿Ella está bien? —pregunta Ryan—. ¿O tengo que ir a patear el culo de
alguien? —Él me mira, su ceño empañado con preocupación.
Hace a mi corazón expandirse dos tamaños por saber que él cuidaría de
una de mis hermanas, a pesar de que no la conoce.
—Estoy segura de que está bien —le digo—. Mejor voy a ver lo que está
mal.
56

—No terminamos la película. —Mete un mechón de cabello que ha caído


detrás de mi oreja.
Página

—Lo sé.
—No terminamos un montón de cosas. —Él sonríe.
Una sonrisa tira de mis labios mientras el calor cubre mi cara.
—Lo sé.
Me acerca a él y presiona mi frente contra su pecho, tomando un momento
para respirar. Huele a detergente y hombre puro, sin adulterar.
Ryan aprieta mis hombros y luego pasa sus manos ahuecadas por mis
brazos. Entonces me sorprende muchísimo cuando levanta mi brazo y presiona
un beso contra las cicatrices en el interior de mi muñeca. Trato de salir de su
agarre, pero él lo sostiene fuerte, sus ojos encontrándose con los míos mientras
sus labios se detienen. Me inhala, su boca cálida presionada contra mi piel.
—Tuve un montón de diversión esta noche —dice.
—Yo también.
Él respira profundo, casi como si se estuviera fortaleciendo, y entonces
dice:
—El cumpleaños de mi madre es este fin de semana. Vamos a tener una
fiesta. Me gustaría que vinieras conmigo.
Echo mi cabeza hacia atrás, completamente sorprendida por su petición.
—¿Quieres que conozca a tu madre?
Él asiente, y puedo decir que está nervioso por la forma en que sus ojos
están dando vueltas alrededor de mi cara.
—Me gustaría que conozcas a toda mi familia.
—¿Por qué? —Lo miro a los ojos, con la esperanza de que encontraré la
verdad allí.
—Porque me gustas mucho, y quiero que conozcas a mi mamá y a mi
papá, y al resto de mi familia. Si quieres, es todo. Sólo si tú quieres.
—Quiero —digo con indecisión.
—¿Estás segura? —Él se agacha para mirar mis ojos.
—Estoy segura. Gracias por la invitación. —Le sonrío y el calor de nuevo
inunda mi cara.
—Me quitas el aliento en un día normal, pero cuando tus mejillas se
vuelven de color rosa, siento que nunca me devolverás el aliento. —Se ríe.
—¿Obtengo puntos por sonrojarme? —pregunto.
—Obtienes puntos por todo.
De repente, algo se rompe en la habitación de Wren y escucho vidrio
hacerse añicos.
—Es mejor que vaya a verla.
Él asiente, y entonces se agacha y presiona un beso en mi mejilla.
Permanece allí un momento como si me está respirando. Y no quiero dejarlo ir.
57

Se va, y entonces miro la encimera y veo que dejó su gorra de béisbol.


Sonrío y empiezo a conspirar en mi cabeza lo que puedo hacer con ella después
Página

de darme una excusa para verlo antes de mi cita el sábado para trabajar en el
tatuaje.
Las ideas están corriendo en mi cabeza cuando la puerta de Wren vuela
abierta y ella entra en la sala.
—¿Se ha ido? —pregunta.
—Sí. ¿Por qué?
Lanza un cilindro blanco en el mostrador. Bajo la vista y veo un pequeño
signo de más en la ventana.
—Oh. —Respiro. Levanto la vista y la veo parpadeando para contener las
lágrimas—. Wren —digo en voz baja, y me acerco a ella como si fuera un animal
herido, porque eso es básicamente lo que es en este momento. Está asustada. Y
está luchando contra ello.
—Él me embarazó —dice en un sollozo—. Le iba a decir esta noche, y fui
temprano a su apartamento, y lo encontré en la cama con una de las chicas con
las que trabaja.
—Oh, Wren —digo, cubriendo mi boca.
—Él me preñó. Estoy embarazada. —Cubre su vientre con la mano—. ¿Qué
demonios voy a hacer?
—Lo resolveremos —le digo, aunque no tengo idea de qué diablos vamos a
hacer—. Lo resolveremos —digo de nuevo, tratando de convencerme a mí misma
tanto como estoy tratando de convencerla a ella—. Lo prometo, lo resolveremos.
Ella cae en mis brazos y empieza a sollozar.
Mi teléfono suena en mi bolsillo y ella da un paso atrás, sollozando y
limpiándose los ojos.
—Deberías responder a eso.
Saco mi teléfono.
Ryan: ¿Está todo bien?
Yo: No realmente.
Ryan: ¿Quieres que regrese?
Yo: Quiero que regreses más que nada, pero probablemente no
es el mejor momento para Wren. Te diré más mañana.
Ryan: ¿Puedo verte mañana?
Yo (el corazón latiendo de alegría): Tal vez. Olvidaste tu gorra.
Ryan: No la olvidé.
Una sonrisa se extiende sigilosamente por mi cara.
Yo: Bien. Revisa mañana conmigo y puedes ver la clase de
situaciones pegajosas en las que me meto.
Ryan: ¿Me estás hablando sucio?
Yo (carcajadas): Tal vez.
58

Ryan: Soy un hombre feliz. Hablamos mañana.


Página

Yo: Buenas noches.


Wren sopla un grande y mocoso pañuelo de papel lleno de mocos y dice:
—¿Ése era Ryan?
Asiento y guardo mi teléfono en el bolsillo.
—¿Estás radiante? —pregunta, con los ojos entrecerrados.
—No, no, no es así —me apresuro a decir.
Ella pone sus manos en sus caderas.
—Fui embarazada, engañada y tú estás jodidamente radiante. Tienes que
estar bromeando. —Pero está sonriendo, así que sé que no quiere decir nada
malo—. Espera —dice de repente—. ¿Dónde están tus guantes?
—Me los quité —digo en voz baja. Entonces las lágrimas empiezan a picar
en mis ojos, y las parpadeo de regreso tan pronto como puedo.
—Oh, Lark —dice y me abraza—. Sabía que un día conocerías a un hombre
que te haría sentir lo suficientemente segura para quitártelos. Sólo que no creí
que fuera un sordo artista del tatuaje que parece que podría cagar uñas y
después comérselas para el desayuno. Esperaba que te enamoraras de un chico
con un abrigo y mocasines, no con uno de sudadera de capucha y sandalias.
—Me quité los guantes —susurro como si estuviera sorprendida, y entierro
mi cara en su hombro.
—Estoy tan orgullosa de ti —me dice en voz baja. Me aparta y arranca un
pañuelo de papel de la caja sobre el mostrador, y luego lo presiona en mi
mano—. Míranos. Somos un desastre. Estás alterada porque estás empezando
algo nuevo. Y yo soy un desastre porque estoy terminando algo.
Miro su vientre.
—O empezando algo.
Ella niega.
—O terminando algo.
Mi estómago se aprieta.
—Oh.
—Necesito pensarlo.
—Lo que sea que decidas, estaré allí contigo. Voy a tomar tu mano si
decides que no estás lista para ser una madre. O voy a tomar tu mano en la sala
de partos. Lo que sea que quieras, estoy contigo un ciento por ciento.
—Lo siento si fui mala contigo el otro día. Mi periodo estaba atrasado y
tenía miedo, y mi temperamento mostró lo mejor de mí.
Voy al congelador, saco un litro de helado, y obtengo dos cucharas.
Sostengo una hacia ella y nos sentamos juntas en silencio y comemos toda la
cosa.
—Me gusta mucho Ryan —suelto de repente.
Ella sonríe.
—Te quitaste los guantes por él. Diría que es más que gustar.
59

Si. Lo hago. Más que gustarme.


Página

Y eso me asusta muchísimo.


10
Ryan

H
an pasado días desde la última vez que vi a Lark. Ella tiene una cita
hoy a las dos para terminar su tatuaje. Hemos hablado por mensaje
todos los días, conociéndonos silenciosamente y ha sido genial, pero
no es lo mismo que en realidad llegar a verla.
El lunes, me envió una foto de ella usando mi gorra de béisbol frente a la
oficina de un doctor.
Yo: No estás enferma, ¿verdad?
Lark Ladrona de Gorras: Estoy entreteniendo a tu gorra en el
consultorio del ginecólogo.
Yo: ¿En el qué?
Lark Ladrona de Gorras: Finny lo llama el médico coochie.
Yo (sonriendo como un tonto): ¿Llevaste mi gorra al médico
coochie?
Lark Ladrona de Gorras: Por qué, sí, lo hice.
Yo: Espera. ¿Estás usando un vestido de papel? ¿Abierto en el
frente? ¿Con los pies en esas cosas de caballos?
Lark Ladrona de Gorras: Creo que son llamados estribos.
Yo: Cosas de caballos. Y responde la pregunta.
Lark Ladrona de Gorras: Estribos. Y no, no estoy usando un
vestido de papel.
Yo: Entonces, ¿qué estás usando?
Lark Ladrona de Gorras: Tu gorra.
Yo (trago): ¿Eso es todo?
Lark Ladrona de Gorras: Deja de ser un pervertido. Estoy
usando ropa.
60

Yo: Maldición. Ahí va mi fantasía. ¿Por qué estás en el médico?


Lark Ladrona de Gorras: Estoy aquí con Wren.
Página

Yo: ¿Ella está bien?


Lark Ladrona de Gorras: En realidad no, pero creo que lo
estará. Tengo que irme. La están llamando.
Yo: ¿Puedo verte luego?
Lark Ladrona de Gorras: No puedo. Vamos a hacer las pistas
esta noche en el estudio de grabación. Probablemente todas las
noches de esta semana. ¡Adiós!
El martes me envió una foto de ella usando mi gorra en una tienda de
helados. Y pasó a tener la lengua afuera para poder lamer un cono enorme.
Yo: Esto no es muy justo.
Lark Ladrona de Gorras: ¿Que no es justo?
Envía otra foto con su lengua tocando el cono.
Yo: Mi gorra te ve más que yo. ¿Puedo verte esta noche?
Lark Ladrona de Gorras: No puedo. Estamos grabando.
Yo: ¿Pronto?
Lark Ladrona de Gorras: Probablemente no hasta este fin de
semana. Tenemos una cita para terminar mi tatuaje.
Yo: Estoy herido. Sólo me quieres por mis habilidades con la
tinta.
Lark Ladrona de Gorras: ¿Estaría mandándote imágenes
estúpidas de mí si sólo te quisiera por tus habilidades con la tinta?
No. Estoy tratando muy duro de conseguir (y mantener) tu
atención.
Yo: Misión cumplida. Mándame un texto más tarde, cuando
estés usando mi gorra en la ducha, ¿de acuerdo?
Lark Ladrona de Gorras: LOL. Buen intento. THMT.
El miércoles, le envío un mensaje.
Yo: Acabo de hacerle un tatuaje a un hombre que perdió a toda
su familia en un incendio en su casa. Él estaba en el trabajo cuando
ocurrió. Perdió a su esposa y sus tres hijos.
Hay una enorme pausa cuando ella no responde. Pero luego finalmente lo
hace.
Lark Ladrona de Gorras: ¿Qué tipo de tatuaje se hizo?
Yo: Rosas, que eran en honor de su boda, y un símbolo para
cada uno de los niños.
Lark Ladrona de Gorras: ¿Cuáles?
Yo: Un bloque de construcción, un auto de juguete, y un
conjunto de yaces, todo formando un diamante de béisbol. El bloque
fue la primera base. El auto era la segunda base, y los yaces fueron la
tercera. Las rosas eran el plato. Ellos se conocieron en un partido de
béisbol.
61

Lark Ladrona de Gorras: ¿Harías algo así para mi otro brazo?


Página

Oh, mierda. Me doy cuenta que estoy hablando con una mujer que perdió a
su familia en un incendio sobre un tatuaje que hice para alguien en una tragedia
similar. Soy un imbécil.
Yo: Lo siento mucho. Me acabo de dar cuenta lo similar. Nunca
debí haber dicho nada.
Lark Ladrona de Gorras: Me alegro de que me lo dijeras.
Obviamente te afectó.
Yo: Su dolor era como un ser vivo que respiraba allí en la
habitación con nosotros.
Lark Ladrona de Gorras: A mi madre le gustaba jugar
Scrabble. Mi padre prefería ajedrez. Y nuestra actividad favorita
los fines de semana era ir a la playa y volar cometas.
Yo: Puedo trabajar con eso.
Lark Ladrona de Gorras: Gracias. Y gracias por decirme sobre
ellos. La pena puede o bien hacerte seguir o romperte. Dejé que me
rompiera durante mucho tiempo. Ahora creo que estoy lista para
dejarla hacerme seguir. Espero que él llegue a ese punto también.
Yo: Estás allí.
Lark Ladrona de Gorras: Tengo que irme. Las chicas me miran
como si estuviera arruinando su día.
Yo: THMT.
El jueves, realmente quiero verla. Hay un famoso libro sobre cómo saber si
a un chico le gustas. Definitivamente ella me gusta. No puedo dejar de pensar en
ella. Quiero hablar con ella. Quiero oírla hablar de su día. Quiero saber cómo se
siente. En particular, quiero saber cómo se siente sobre mí.
Lark Ladrona de Gorras: ¿Cuál es el código de vestimenta para
la fiesta de tu madre?
Yo: ¿Código de vestimenta?
Lark Ladrona de Gorras: ¿Qué van a vestir?
Yo: Si no te digo, ¿vas a aparecer llevando nada?
Lark Ladrona de Gorras: Voy a aparecer y te voy a patear en
los huevos. ¿Qué tal eso?
Yo (instintivamente pongo una mano para proteger mis pelotas): Casual.
Es una comida al aire libre. Así que puedes usar algo libre-casual.
Lark Ladrona de Gorras: Libre-casual. Bueno. ¿Tu hermano
estará allí?
Yo: ¿Por qué lo preguntas?
Lark Ladrona de Gorras: Porque hay seguridad en los
números. Y ya lo conocí.
Yo: No hay necesidad de tener miedo. Son inofensivos.
Lark Ladrona de Gorras: Le dijo la araña a la mosca. Tengo
62

que irme. Hora del estudio.


Página

Yo: THMT.
El viernes, le mando un mensaje para saber qué está haciendo.
Lark Ladrona de Gorras: Noche de chicas. Mis hermanas y las
esposas Reed.
Yo: ¿Dónde?
Lark Ladrona de Gorras: No estoy autorizada a decirlo, o los
chicos Reed vendrán para reclamar a sus mujeres como hombres de
las cavernas con esteroides. Están en lo de Paul. Deberías unirte a
ellos.
Yo: ¿Quién está cuidando a los niños?
Los Reed tienen un millón de hijos ahora.
Lark Ladrona de Gorras: Los niños están con los hombres.
Yo: Demonios, no. Paso.
Lark Ladrona de Gorras: Los niños son adorables.
Yo: Tal vez cuando sólo hay uno. Pero tienen cincuenta o un
millar de ellos.
Lark Ladrona de Gorras: ¿Quieres hijos?
Yo: Nunca pensé en ello.
Silencio.
Yo: Hasta que te conocí.
Lark Ladrona de Gorras: Quiero niños. Algún día. Una niña
para poder entrenar su equipo de softball. O un niño que ame los
libros como yo. O podrían intercambiar roles. No me importaría.
Yo: ¿Vamos a llegar a tener otra cita pronto?
Lark Ladrona de Gorras: Creo que estamos más allá de eso.
Tengo que irme.
Yo: THMT.
Tres horas después, recibo un mensaje de ella.
Lark Ladrona de Gorras: ¿Eres consciente que nunca he tenido
sexo?
Yo: ¿Qué?
Lark Ladrona de Gorras: Soy, como, totalmente virgen.
Yo: Está bien...
Lark Ladrona de Gorras: Pero ahora que me quité los guantes,
en todo lo que puedo pensar es en quitarme el resto de la ropa.
Contigo.
Yo (mi polla se endurece.): ¿Estás borracha?
Lark Ladrona de Gorras: Mucho.
63

Lark Ladrona de Gorras: Y cachonda.


Página

Lark Ladrona de Gorras: Mi hermana va a tomar mi teléfono.


¡THMT!
Vaya. Eso es todo lo que puedo decir. Vaya.
El viernes por la mañana, me manda un mensaje de nuevo.
Lark Ladrona de Gorras: Lo siento mucho.
Yo: ¿Por qué?
Lark Ladrona de Gorras: Por sugerirte mis divagaciones
borrachas.
Yo: Me gustaron tus divagaciones borrachas.
Lark Ladrona de Gorras: ¿De verdad?
Yo: Sí. Mucho.
Lark Ladrona de Gorras: ¿Incluso sobre mí siendo… virgen?
Yo: Oye, puedes hablarme del estado de tu vagina cada vez que
quieras.
Lark Ladrona de Gorras: Pensé que tal vez te asustaría.
Yo: Nada de lo que hagas podría asustarme. De verdad me
gustaría que salieras conmigo en algún momento pronto, sin
embargo. Te extraño.
Lark Ladrona de Gorras: Sólo extrañas tu gorra.
Yo: No. A ti. Toda tú.
Yo: Tengo que irme. Hay clientes esperando. ¿THMT?
Lark Ladrona de Gorras: Te veré mañana.
Friday Reed se me acerca con las manos en sus caderas.
—¿Cuáles son tus intenciones con Lark?
Le sonrío.
—No es tu asunto.
—Al diablo con eso —dice ella. Toma un par de tijeras y se acerca. De
inmediato me cubro mi paquete y doy un paso atrás.
—Está bien, está bien —digo, como si estuviera rindiéndome a la policía.
Confía en mí, te habrías rendido también si tuvieras a un duendecillo con
colmillos dirigiéndose a ti con un par de tijeras, luciendo como si fuera a cortar
tus bolas y freírlas con huevos para el desayuno—. De verdad me gusta.
—¿Gustar de gustar? —pregunta.
—¿Cuántas formas de que me guste hay?
—¿Como, podrías amarla?
—Gustar de, me gustaría llegar a conocerla más. Gustar de, no puedo
dejar de pensar en ella. Gustar de, estoy enojado de que haya estado toda la
semana ocupada.
—Pero ella puede escuchar.
—Lo sé.
64

—Tú no sales con chicas así.


Página

—No salía con chicas así. Luego conocí a Lark. —Me encojo de hombros.
Ella sonríe, y empuja mi hombro.
—¿Puedo darte un consejo?
—Como si pudiera detenerte.
Luce supremamente satisfecha.
—Sigue haciendo exactamente lo que estás haciendo. —Se encoge de
hombros—. Eso es todo.
—Iba a hacer eso de todos modos.
—Pero ahora tienes mi permiso para seguir haciéndolo.
—¿Gracias? —digo con signo de interrogación al final. ¿Qué dices a eso?
¿En serio?
—De nada. —Aletea su pequeña falda corta—. Sé que rompe por completo
el código de chicas, pero voy a hacerlo y decirte que de verdad le gustas.
Mucho.
—Gracias.
—Ella habló sobre ti anoche.
—Está bien. —Ves, la cosa es, con Friday Reed, no tienes que preguntarle.
Ella va a decirte lo que piensa sin importar qué. Soy consciente de eso. Su
esposo Paul me da los pulgares arriba desde atrás. Ella sigue mis ojos, girándose
para mirarlo, y él convierte sus pulgares arriba en rascarse la cabeza.
—Sigue así de bien —me dice ella. Luego se aleja contoneándose a hacer lo
que sea que Friday hace. Como beber sangre tibia. O torturar pequeños cojines
en forma de pene con agujas afiladas.

***
El sábado, sigo mirando hacia la puerta, esperando ver la coleta de Lark y
sus ojos marrones, pero hasta ahora sólo ha sido un soldado tras otro.
Los Reed les hacen tatuajes a soldados con descuento, y una vez se corrió
la voz, se inundó de gente pasándose por la tienda. Ya que soy el chico nuevo, no
tengo muchos clientes regulares, y me quedo con una gran cantidad de clientes
sin cita. Al menos mis días han estado ocupados. Y me encanta hacer tatuajes
para soldados. Por lo general llego a escuchar las historias detrás de los tatuajes,
con alguno de los Reed traduciéndome, y no siento nada más que respeto por
los hombres y mujeres que protegen nuestra libertad. Termino con un cliente y
él trata de darme una gran propina, pero el honor fue mío, así que se la regreso.
Saco mi teléfono y busco en la pantalla un mensaje de Lark. Llega dos
minutos tarde para su cita. Las luces parpadean cuando la puerta delantera se
abre, y finalmente ella camina a través de esta. Sus ojos se encuentran con los
míos y no puedo quedarme quieto. Camino hacia ella. Pero justo detrás de ella,
hay un hombre alto de cabello largo con algunas canas en una cola de caballo en
la parte de atrás de su cuello. Él me intercepta, poniéndose entre ella y yo.
—Disculpe. —Hago las señas, moviendo mi boca con las palabras para que
pueda entender que, uno: soy sordo, y dos: quiero llegar donde Lark. Camino
65

alrededor de él y voy derecho a ella. No creo que alguna vez haya estado tan feliz
de ver a alguien. No desde la navidad del 99’ cuando atrapé a Santa dejando
Página

regalos bajo nuestro árbol de Navidad. Se parecía mucho a mi papá.


—Hola. —Señala Lark. Sus mejillas se ponen rosadas y mi corazón hace lo
del golpeteo de nuevo.
—Te extrañé —digo, mientras pongo mi brazo alrededor de ella para
abrazarla. Pero está tensa en mis brazos. Algo está mal. Y no tengo idea de qué
es. La aparto para poder mirar su cara—. ¿Qué pasa?
Apunta al caballero que entró tras ella. Él está de pie con sus brazos
cruzados tensamente, y me mira.
—Ryan, este es mi padre, Emilio Vasquez. Melio, este es Ryan.
—Así que este es el que te gusta —dice el hombre. Hace señas también,
pero es un poco brusco y puedo decir que no es fluido—. Es un poco flaco. —Sus
ojos me estudian, y me encuentro inquieto, aunque prefiero no mostrar ninguna
debilidad.
—Es un placer conocerlo, señor —digo. Extiendo mi mano. En lugar de
sacudir las manos, él extiende su puño y lo sostiene quieto para que así pueda
chocar mis nudillos con los suyos. Lo hago, y me sonríe.
—Voy a ir al baño antes de que comencemos —dice Lark. Apunta a
Emilio—. Compórtate.
Friday sonríe en la esquina, y Paul quita una sonrisa de su rostro.
—Estás jodido —dice Paul en advertencia.
Miro a Emilio y espero que señale algo. Él sólo me mira. Me mira hasta
que me pongo de todas las clases de incómodo. De repente, palmea una mano
en mi hombro y la aprieta hasta que hago una mueca.
—Tengamos una pequeña charla, ¿sí? —dice, mientras caminamos hacia
la trastienda.
Apoyo mi cadera contra el mostrador y pregunto.
—¿Qué puedo hacer por usted?
—¿Cómo hiciste que se quitara sus guantes? —pregunta.
Me paro derecho.
—No lo sé —digo honestamente. No tengo idea de por qué se los quitó.
—Sabes, comenzó a usar guantes antes de que siquiera la adoptáramos, y
nunca los dejó. Tratamos de hablar con ella sobre ellos, pero nunca funcionó. Y
entonces de repente me aparezco en su casa y está usando una camisa sin
mangas con sus brazos expuestos. Honestamente, es la primera vez que he
visto las cicatrices de su intento de suicidio. Bueno, no desde que las
desenvolvieron en el hospital. —Se detiene y piensa por un momento. Luego
mira mi rostro—. Lo que sea que hiciste, estoy agradecido, y sólo quería decirte
eso.
Trago el nudo que de repente está en mi garganta.
—De verdad no hice nada.
—Es casi una lástima que vayas a cubrirlas —dice.
66

Lo sé. Me siento de la misma forma.


—Es lo que quiere.
Página

—Lo sé, lo sé —dice, ondeando su mano como si estuviera restándole


importancia a mi comentario—. Todo este tiempo, todo lo que necesitaba era
conocer a un chico sordo que no tendría posibilidades de enamorarse de ella
para superar eso. Deseo haberlo sabido antes.
¿Eh?
—¿Qué? —pregunto
—Tú —dice, apuntando a mi pecho—. La haces sentir cómoda porque no
eres una amenaza. No está preocupada de que vayas a rechazarla, porque no
puedes enamorarte de ella de todos modos. No es tu tipo de chica, ¿verdad?
Él espera.
—Bueno… —dudo. Ella es totalmente mi tipo de chica. Es todo lo que
alguna vez he querido. Es graciosa y amable e inteligente. ¿A quién le importa si
puede escuchar? A ella no parece importarle que yo no pueda.
Él me mira.
—Bueno, ¿qué? —pregunta. Inclina su cabeza a un lado y me examina.
—Estoy feliz de poder ayudar —digo—. Terminaré hoy el tatuaje.
—Buen chico —dice—. Dice que tiene una cita este fin de semana, con un
hombre por el que tiene un gran flechazo.
Mi corazón deja de latir.
—¿Sí?
—Está muy emocionada por eso. Fue y compró un vestido nuevo y todo.
Le dije que nuestra barbacoa era casual, así que esto no podía ser por la
fiesta de mi mamá. No me había dado cuenta que estaba saliendo con alguien
más. No digo nada, porque no hay nada que decir. Me siento como si acabara de
ser apuñalado en la garganta.
Lark sale del baño y camina en mi dirección.
—¿Estás listo para comenzar? —pregunta.
Asiento y comienzo a alistar mi mesa.
Ella me observa por un momento con el ceño fruncido. Levanta un dedo.
—Danos sólo un minuto.
Asiento y sale por la cortina, arrastrando a su papá con ella. 67
Página
11
Lark

—¿Q
ué coño acabas de hacer? —le grito a Emilio.
Apunta un vacilante e inocente dedo hacia la
cortina.
—Estaba hablando con el joven antes que tú
maleducadamente me interrumpieras.
—¿Qué le has dicho? —pido saber.
Se rasca la barriga.
—No recuerdo.
—No recuerdas —digo lentamente.
—No. Dicen que tu memoria es lo primero que se va cuando empiezas a
envejecer. No puedo recordar qué pierdes después de eso. —Me sonríe.
—¿Lo has amenazado?
Me sonríe otra vez.
—¿Por qué haría eso?
Señalo hacia la puerta.
—Fuera —digo.
Pone una mirada de herido.
—¿Por qué? ¿Qué he hecho?
—¡No sé lo que has hecho! —grito—. Pero ahora lo tengo que averiguar. —
Muevo mi dedo—. Juro por Dios, Melio, si has arruinado esto para mí, nunca
voy a hablarte de nuevo.
—No pasa nada. Tengo otras cuatro hijas que me adoran. Esto es lo
maravilloso de adoptar tantas al mismo tiempo.
Le gruño y se ríe fuerte.
—No he hecho nada —insiste—. Solo probé al chico un poco.
68

De repente, la cortina se mueve rápido detrás de mí, y Ryan sale. Toma mi


Página

codo y me empuja detrás de la cortina. Estoy sorprendida. Realmente


sorprendida. Puedo escuchar a Emilio riéndose en el otro lado.
—¿Tienes alguna cita este fin de semana? —pregunta, sus dedos volando.
—Sí —digo tentativamente—. ¿No la tengo?
—¿Cómo demonios voy a saberlo?
—Mi cita es contigo, idiota.
Golpeo su pecho, sólo porque estoy molesta y él está ahí, inmóvil como una
estatua.
Puedo ver la realización en su rostro. Ha jugado con el mejor jugador.
—Tu padre acaba de joderme, ¿verdad? —Mueve su cabeza y puedo ver
los músculos pulsando en su mandíbula.
—No tengo idea de lo que te ha dicho, pero si parecía como joder, olía
como joder y sabía cómo joder, seguramente te ha jodido.
Sonríe.
—¿Sabía como joder?
—¡Oh! —gruño, pisoteando con mi pie. Luego agarro su camiseta y hago
una bola con mi puño. Amplía su postura para aguantarnos a ambos—. Me
gustas —digo, y lo hago leer mis labios.
Sonríe y mete un mechón de cabello detrás de mi oreja.
—Tú también me gustas.
Emilio abre la cortina y mete la cabeza.
—Se puso verde de envidia cuando creyó que ibas a salir con otro. Solo te
lo cuento. —Luego desaparece otra vez.
—¿Qué ha dicho? —pregunta Ryan.
Libero mi mano de su camiseta.
—Dijo que estabas celoso.
Ryan asiente.
—Lo estaba. Escandalosamente. Estúpidamente. Irracionalmente. Celoso.
Como, celoso para pararse mi corazón. Como si alguien me hubiera robado el
aire. Como para tirarme al suelo en una bola y chupar mis dedos de celoso.
—¿Lo estabas? —Mi estómago se aprieta en la mejor manera posible.
—Sí.
—¿Así que esto que hacemos, es más que simplemente jugar con tus
límites?
—Pensé que lo había dejado claro que esto iba volverse serio cuando te
invité a conocer a mis padres. Lo siento si no lo he hecho.
—Se muy claro, ¿quieres?
—Quiero una cita contigo a solas. Y quiero besarte, solo a ti. Quiero hacer
el amor contigo y solo contigo. Pero incluso más que esto, quiero ser el único
69

que te haga sonreír y reír y ser feliz. Cuando estés triste, quiero limpiar tus
lágrimas, y cuando necesites una pausa de tus responsabilidades, quiero
Página

aprovecharla. Y quiero que conozcas a mi madre.


—Vaya. —No puedo siquiera hablar—. ¿Y si no le gusto?
—No te va a odiar, pero no tendremos tampoco su aprobación.
—¿Te importa eso?
—Ella va venir por aquí. —Me mira fijo—. Ya le he contado de ti.
Teniendo aun el corazón acelerado.
—¿Le hablaste?
—Sí. —Aun no rompe el contacto visual conmigo.
—¿Vas a conseguir un tatuaje o qué? —grita Emilio desde el otro lado de la
cortina—. ¿O solo van a seguir con las tonterías de amor?
Gruño y las cejas de Ryan se fruncen.
—Emilio dice que deberíamos hacernos el tatuaje.
Baja la vista a su reloj.
—Sí, deberíamos. Tengo otro cliente a las seis. —Saca un trozo de papel
con un dibujo—. ¿Quieres verlo?
Miro a todas partes menos en ello.
—Confío en ti. Solo pónmelo.
—¿No quieres verlo?
Niego.
—Sé que va a ser perfecto.
Le estoy dando una enorme responsabilidad, lo sé, pero siento confianza
en cuanto a esto. En sus habilidades y la manera que me comprende.
—¿Te importa si tomo unas fotos antes? —pregunta.
—¿Por qué?
—Solo para mí. Prometo no enseñarlas. Me gusta comparar las fotos del
antes y después cuando trabajo en cicatrices.
Me encojo de hombros.
—No veo por qué no.
Saca su teléfono y le toma fotos a ambos de mis antebrazos. Luego me
sonríe.
—¿Lista?
Asiento y me meneo en la silla porque estoy tan nerviosa.
Ryan aplica la plantilla en mi antebrazo y Emilio pasa por la cortina. Da
una mirada a ello y después empieza a parpadear y aclarar su garganta.
—¿Es malo? —pregunt0.
—Ya te conoce —dice con su voz ronca.
—Creo que sí —digo en voz baja.
—Créeme, Lark, lo hace. Te conoce mejor que nadie alguna vez lo hizo.
70

—No lo conozco de hace mucho, Melio —digo. Hablamos fuerte, lo que sé


Página

que es maleducado, pero necesito alguna confirmación de lo que estoy sintiendo


es normal, que es real.
—El corazón tiene una tendencia de familiarizarse rápido —dice.
—Creía que era solo el pene y la vagina —provoco.
—Eso también —dice con una carcajada—. Pero el corazón, es la parte
importante, y este chico puede que haya llenado todo ese espacio en el tuyo. El
hueco que estaba dejado por tus padres, y la culpa que tomó su lugar… Es
tiempo de llenar esto con algo nuevo Lark. —Se sienta a mi lado apoyando sus
codos en sus rodillas.
—Estoy lista —le digo a Emilio.
—Por fin lo estás —dice suavemente.
Ryan pone en marcha su máquina, y hago una mueca cuando la aguja
comienza su trayecto. Ryan me sonríe para confortarme, y escucho a Emilio
cuando me cuenta aventuras desde que estábamos niñas. Son cosas que ni
siquiera recuerdo, pero Emilio tiene cada cosa almacenada en su cabeza como
un sistema de archivos, y puede sacar historias en todo momento. Es lo que le
hace tan buen autor de canciones.
Cada vez que Emilio dice que no puede recordar algo, sé que está
mintiendo. Pero es difícil permanecer enfadada con él, porque lo hace por
nosotras. Porque nos quiere.
La próxima vez, lo amenazará con desfigurarlo y desmembrarlo si hace
algo que pueda hacerme daño. Probablemente involucrará partes del cuerpo que
nadie quiere perder. Solo me pregunto cómo va a responder Ryan.

71
Página
12
Ryan
E stoy dudando un poco de mí. Dibujé el tatuaje y ahora espero como el
infierno que le guste. Si no le gusta, está atrapada con él. Hasta este
momento, estaba sintiéndome muy confiado. Pero mientras levanto
mi máquina, la pongo a un lado, y limpio el exceso de tinta en su antebrazo,
estaría mintiendo si dijera que no estoy un poco nervioso. Limpio el área y la
preparo para que la vea.
Lark ha estado sentada aquí hablando con su padre mientras trabajo. Él le
ha estado contando historias y se ríen y bromean. De vez en cuando, sus
hombros se sacuden con risa, y me hace sonreír ver que la hace tan feliz.
Aparentemente, el sentimiento es mutuo, y él esta tan feliz de estar con ella
como ella con él. Cada cierto tiempo, él se estira y quita un mechón de cabello de
su rostro y levanta su brazo para tocar el suyo, y me hace dar cuenta que el amor
de un padre no se compara con otra cosa; el sentimiento todavía es igual de
fuerte y eso es todo lo que importa.
—¿Estás lista para verlo? —le digo a Lark.
Asiente y me mira.
—Está terminado. —Bajo la vista a su antebrazo. Incluso yo tengo que
admitir que es bueno, y soy un poco tendencioso.
—Estoy nerviosa —dice.
—Ahora es muy tarde para estar nerviosa. No es como si pudieras hacer
algo con eso. —Bueno, podría cubrirlo con otra cita si lo odia. Pero no va a irse—
. Echa un vistazo.
Baja la vista y puedo sentir el aire de su jadeo. Cubre su boca y mira su
brazo. Sus ojos se inundan con lágrimas, pero ella las aleja parpadeando
furiosamente.
—Lo odias —digo.
Pero ella me detiene, agitando su mano en el aire.
—Es perfecto.
—Te dije que te conoce —dice su padre.
72

—Lo hace —responde, sus manos suaves con emoción.


Página

Sé algunas cosas de ella, haciendo el tatuaje. Su lugar favorito para visitar


es la playa, antes que sus padres murieran. Ya había hecho el tatuaje de las
gaviotas macho y hembra, el cual representa a sus padres, y cubre la quemadura
más grande que tiene en su brazo. El pájaro macho en verdad luce masculino, y
la hembra luce femenina. Ambos están usando anillos de boda en sus patas, los
mismos anillos que Lark tiene alrededor de su cuello todo el tiempo.
El desafío en este caso fue esconder las cicatrices de su intento de suicidio.
Los cortes a través de su antebrazo. También tuve que cubrir un montón de
manchas decoloradas donde el aceite caliente había tocado su piel y quemado.
Sus cicatrices de suicidio fueron algo que me negué a ocultar por completo.
Son parte de ella y pasó por ello, así que sentí que era importante que se
quedaran allí. Transformé sus cicatrices en nubes en un atardecer. Los bordes
dentados forman los bordes de las nubes. Para un extraño que no conoce su
historia, pensaría que es un atardecer perfecto. Pero no lo es. Es un atardecer
lleno de desafíos. Pero la cosa para recordar es que al final del día, el atardecer
siempre sucede y siempre será hermoso. Es la percepción de ello lo que importa.
¿Ves las cicatrices o ves el atardecer? Algunos días, necesitarás ver las cicatrices.
Algunos días, todo lo que verás es el atardecer, el final perfecto para el día
perfecto. Pero para tener el final perfecto, tienes que enfrentar todos los
desafíos. Todos lo hacemos, y quería que su tatuaje representara eso.
Transformé sus cicatrices más pequeñas en pequeñas conchas marinas que
llenan la playa. Son coloridas y juguetonas y ella sonríe mientras las cuenta. Son
veinticuatro en total.
Cuando miras todo el tatuaje, es como una pintura. Pero hay tantas partes
que no puedo imaginar que alguien al mirar el tatuaje lo entienda. Pero Lark las
entiende todas.
Observo su rostro mientras asimila el tatuaje.
—¿Te gusta? —pregunto.
—No.
Mi corazón se detiene.
—Puedo cubrirlo con otra cosa. Quizá en algunas semanas —me apresuro
a decir.
Atrapa mis manos y las detiene, luego las deja ir.
—No me gusta —dice—. Lo amo. Es perfecto. Pusiste todo lo que es
importante para mí, y nunca dejaré de mirarlo. Es maravilloso.
—¿En serio? —Miro su rostro.
Da un paso más cerca.
—En serio.
Luego sorprende el infierno cuando toma mi camiseta y me acerca, se pone
en puntillas, y presiona su boca contra la mía. Vagamente reconozco que su
padre deja el lugar donde hemos estado trabajando, pero no estoy seguro de que
me importe. Me besa, y calor se dispara justo a mi centro. He besado a unas
cuantas chicas, y he hecho mucho más con otras, pero nunca he tenido a
ninguna que me bese como ella.
73

Sus labios se estrellan contra los míos, y abre su boca, invitando a mi


Página

lengua a enredarse con la suya. Sus brazos se levantan y se envuelven alrededor


de mis hombros, presiona su pecho contra el mío, sus pezones duros y
apretados contra su camiseta. Puedo sentir todas sus curvas, y puedo saborear
la cruda emoción ahora luchando por salir. Envuelvo mis brazos alrededor de su
cintura y la sostengo más fuerte, arrastrándola tan cerca de mí que parecemos
una misma persona. Gime contra mis labios; puedo sentirlo en la vibración de
su pecho.
Las cortinas se sacuden y atrapan mi atención, levanto mi cabeza para
mirar. Friday mete su cabeza por las cortinas y nos mira. Debemos lucir como
un espectáculo. Las mejillas de Lark están rosas y mi respiración sale pesada de
mi pecho.
—Sabes que su papá está justo afuera, ¿verdad? —pregunta Friday,
enviando miradas furtivas hacia el otro lado.
—Sí. Lo sé. —Miro a Lark y alejo un mechón de cabello de su frente
sudada.
—Estoy dispuesta a apostar que tuviste un buen tatuaje —dice Friday con
una sonrisa.
Lark sonríe, y levanta su brazo para que Friday pueda echar un vistazo.
—Lo hice.
Veo los ojos de Friday entrecerrarse cuando nota las cicatrices del intento
de suicidio, pero no dice nada. Hace tatuajes todo el día, y tiene un ojo para el
arte. Por supuesto que se daría cuenta.
—Es hermoso —dice—. Uno de tus mejores trabajos. El mejor. Amo las
conchas marinas y cómo todas son diferentes. Amé los pájaros el otro día
cuando los hiciste, pero esto… esto es mágico.
Me encuentro sonrojándome con su frase.
—Salió bien.
—Está más que bien —me dice Lark—. Mis padres lo amarían.
—¿No más guantes? —digo, arqueando una ceja en pregunta.
Mira su otro brazo.
—Bueno, una vez que tenga este hecho, sí.
—¿Quieres hacerlo ahora?
Sus ojos se iluminan.
—¿Tienes tiempo?
—Cancelaré tu próxima cita —dice Friday con una sonrisa mientras se
contonea fuera de la habitación.
—Gracias —le digo, usando mi voz.
—¿Ya tienes algo dibujado?
—Sí. ¿Quieres verlo?
—No. —Me mira a los ojos. Se sienta en mi silla y mi corazón se hincha de
orgullo porque confía en mí para hacer esto.
74

Comienza a bajar su guante y toda la sangre en mi cuerpo se dispara


directo a mi pene. Besarla fue asombroso, pero tenerla desvistiéndose frente a
Página

mí es sorprendente, asombroso y apasionante. Ajusto mi pene, porque mi cierre


está provocándome una mueca de dolor.
—¿Algo está mal? —pregunta con una sonrisa descarada mientras muevo
mi silla al otro lado de la mesa, luego empujo mi mesa con ruedas que contiene
mi tinta.
—Mi pene esta duro. Lo siento.
Arquea sus cejas.
—Oh, ¿sí?
—Sí.
—¿Tu pene suele ponerse duro cuando terminas un tatuaje? —Entrecierra
sus ojos.
—Mi pene nunca antes se ha puesto duro en este lugar —admito—. Dale
un segundo. Dejará de intentar llegar a ti en un minuto.
—¿Está intentando llegar a mí? —Sonríe.
—Sí. Como un perro de caza que ve un pájaro. Quiere llegar a él. Lo
siento.
—Como un perro de caza que ve un pájaro…
Me encojo de hombros.
—Probablemente una mala analogía.
—No, me gusta. —Ahora está riendo, si la forma en la que sus hombros se
sacuden es una indicación—. Entonces, soy el pájaro y tú el perro.
—No. Tu vagina es el pájaro. Y el perro, mi pene, y quiere mucho al
pájaro. Como, demasiado.
Tuerce un mechón de cabello alrededor de su dedo, luego lo jala.
—Entonces, ¿qué haría el perro si atrapa al pájaro?
Contengo una risa.
—El perro se lo comería, estoy seguro. —La miro directo a los ojos.
—¿Todavía estás refiriéndote a mi vagina? —Señala su regazo—. Quieres
decir, ¿comerla, comerla?
—Entre otras cosas.
Se sienta en la silla. Su pecho pesado con… ¿necesidad? ¿Curiosidad? No
estoy seguro.
—Estaría bien con eso.
—¿Hoy? —pregunto. Sonriendo como un tonto—. ¿Quieres ir a mi casa
cuando terminemos aquí?
—Sí.
La cortina se sacude otra vez y su padre mete la cabeza.
—Tendrás más tinta, ¿no?
75

—Me encantaría que mis brazos estén todos terminados —dice.


Página

—¿Te importa si me quedo? —pregunta Emilio, rascando su cabeza.


—Estaría triste si te fueras —dice. Tiende una mano hacia él y se sienta
junto a ella—. Cuéntame la historia de cómo mamá te abofeteó la primera vez
que hablaste con ella —dice.
—¿Su esposa lo abofeteó? —pregunto.
—Oh, lo merecía por completo. Debería haberme dado un rodillazo en las
pelotas —dice. Luego empieza a contar la historia. Y me ocupo del segundo
tatuaje. Pero en la parte de atrás de mi mente, todo en lo que puedo pensar es en
el perro y el pájaro, y no puedo esperar para llevarla a casa conmigo para así
poder pasar más tiempo con ella. El perro no siempre obtiene lo que quiere.
Pero lo que yo quiero es ella, y la tomaré de cualquier modo que pueda. Quiero
las pequeñas cosas. Y quiero las cosas grandes. La quiero a ella.
Necesito saber una cosa para empezar este tatuaje.
—¿Cuál es el apellido de tus padres? —pregunto a Lark.
Mira a Emilio.
—Bueno, mi apellido es Vazquez. Solía ser Perry.
—Lo tengo. —Agarro mi lapicera y comienzo a dibujar a mano alzada en su
brazo. Su pasado chocará con su presente, pero tiene que pasar.

76
Página
13
Lark

E
stoy un poco más nerviosa por este tatuaje, pero solo porque no tengo
ni idea de cómo va a mejorar el primero. Hizo un trabajo tan hermoso,
y aunque sé que es un artista talentoso, hay límites en cuan creativo
una persona puede ser. Me gusta mucho el primer tatuaje.
Ryan arruga la nariz, y entonces la frota en su camisa.
—¿Pasa algo? —pregunto.
Sus manos están ocupadas así que no contesta, pero pasa su nariz contra
su camisa de nuevo, alzando su hombro y presionando su cabeza.
—¿Te pica la nariz?
Asiente y contonea la nariz.
—¿Quieres que la rasque?
Mueve las cejas. Menos mal que Emilio no está aquí.
Miro sus ojos.
—Rascaré ese pico luego. —Levanto mis dedos y pasa su nariz sobre ellos—
. ¿Mejor?
Asiente y me sonríe.
—¿Casi acabas? —le pregunto.
Asiente de nuevo. He estado intentando muy duro por no mirar, pero
donde está sentado, es difícil no bajar la mirada. Estoy deseando que acabe para
verlo.
Finalmente, deja su máquina, se levanta y estira sus brazos y hombros.
Luego limpia la tinta de mi piel y aplica crema.
—¿Qué piensas? —pregunta.
Bajo la mirada y mi corazón se para. Tomó todo lo que le dije sobre mis
padres y lo ha puesto en mis antebrazos. El nuevo tatuaje es otra escena de
playa, parecida a la del otro brazo, ya que tuvo que hacer muchas conchas
77

pequeñas para tapar las cicatrices. Pero tiene un sentimiento diferente.


Página

Mientras el primero se enfoca en pájaros, este tiene cometas.


Los hilos de la cometa son mis cicatrices de suicidio. Claramente puedes
ver lo que son, que una vez intenté matarme. Cada cometa parece un azulejo de
Scrabble, inclinados para que parezcan un diamante. Los cinco azulejos de
cometa deletrean la palabra Perry. Él fue tan lejos de incluir los puntos de
validez para cada azulejo en la cometa. En la base de cada hilo es una pieza de
ajedrez diferente, sujetando el hilo. Son el ancla, lo que mi padre era. Él era el
ancla. Mi madre era la que nos mantenía a todos soñando. Mi padre el que nos
mantenía en la tarea.
Es una representación perfecta de mi familia. Pero la pieza que me llega,
que me consume totalmente, es el hecho que lo ha unido todo junto con el
nombre Vasquez escrito en las nubes. Solo podrías encontrarlo si sabes lo que
estás buscando. Pero lo sé. Están unidos perfectamente.
—Explícame este —digo en voz alta y en señales también. Mi voz se rompe,
y estoy agradecida que no pueda oírlo. Señala los azulejos de Scrabble.
—Tu mamá.
Asiento.
Señala la pieza de ajedrez.
—Tu papá.
Asiento de nuevo, y trago el nudo en mi garganta.
Deja su dedo acariciar una de las cicatrices.
—Tu duelo cuando los perdiste. —Me mira a la cara—. Tal vez culpa. —
Entonces señala las nubes—. Esperanza. —Dibuja un círculo con su dedo sobre
toda la cosa—. Tu futuro no está definido por el pasado o el presente, pero sí te
guía a veces.
Saca su teléfono, toma algunas fotos de “después” de los tatuajes, y lo mete
de nuevo en su bolsillo.
Ryan enrolla ambos brazos con papel transparente, se quita los guantes y
estira la espalda.
—¿Estás muy cansado para salir esta noche? —pregunto.
Niego.
—No. —Entonces me sonríe—. ¿Podemos ver otra película de miedo?
—No te gustan las películas de miedo —le recuerdo, pero mi corazón está
golpeando.
—Me gusta que me abraces y me agarres fuerte. —Camina hacia mí
lentamente y presiona su frente contra la mía, sus ojos cerrados. Entonces frota
el lado de su nariz lentamente arriba y abajo sobre la mía, y entonces me besa, y
nunca ha sido tan perfecto.
—Quiero sujetarte fuerte, incluso si no vemos una película de miedo. —
Con mis piernas. Pero me quedo esa parte para mí.
78
Página
14
Ryan

E
n un día normal, Lark es hermosa. Pero hoy… hoy se ve radiante. Sus
brazos están al descubierto por lo que probablemente es la primera
vez en la historia, o al menos la primera vez desde que descubrió que
los guantes podían protegerla del pasado.
Le dice adiós a su papá y él le dice algo al oído. Su cara se ruboriza y lo
señala con el dedo. Le está advirtiendo sobre algo. Luego comienza a hablar con
Friday de su nuevo tatuaje, mostrándole las imágenes.
Emilio se me acerca.
—Me gustas, Ryan —dice.
—Gracias —digo. ¿Qué se supone que responda a eso?
—Pero…
Contengo la respiración.
Señala a Lark.
—Esa es mi niña.
—Lo entiendo —me apresuro a decir. Pero sacude el dedo y me
interrumpe.
—Esa es mi niña —repite—. Y haría cualquier cosa para proteger a mis
hijas.
Trago.
—¿Eso incluiría tener que esconder un cadáver? —le pregunto.
—Oh, no. —Agita una mano en el aire para desestimarlo—. Si le haces daño
a mi hija, nadie será capaz de encontrar lo suficiente de ti como para enterrar.
—Entiendo.
—¿Conoces esas canciones que escriben sobre los papás? Los que se
sientan en el porche limpiando sus armas y esperando que las citas de sus hijas
lleguen, y luego asustan hasta la mierda viva —deletrea esto con sus dedos, y
79

nunca he sido expuesto a una palabra como “mierda viva”, pero comprendo la
Página

idea—… a sus citas al hacerlos pensar que le dispararán?


—No escucho mucha música. —Señalo mi oído.
Él sonríe.
—Oh, así que no sabes sobre ello. Te lo voy a explicar. Algunos papás se
sientan en el porche con una gran escopeta y advierten al hombre sin decir
una palabra, simplemente dejando que el hombre sepa que el papá está
armado. Pero nunca haré eso.
—Oh, eso es bueno. —Dejo escapar el aliento.
—¿Sabes por qué no haré eso?
—No, pero apuesto que va a decirme. —Me balanceo sobre los talones.
—Bueno, ya que preguntas tan amablemente, no hago eso porque crié
cinco hijas brillantes. Son rudas cuando necesitan serlo, y suaves como el
algodón cuando es necesario. Huelen bien y lucen bonitas, pero patean culos. Y
Marta y yo les enseñamos cómo tratar a la gente correcta. Son amables,
respetuosas, y a veces hacen que mi corazón se detenga cuando entran en la
habitación, sólo porque estoy tan jodidamente orgulloso de ser su padre.
—Eso es bueno. —El nudo alrededor de mi corazón se afloja un poco.
—Nunca me preocupo acerca de sus opciones, ya que normalmente
toman buenas decisiones. Esa es la belleza de tener hijas brillantes. Apostaría
que los hombres que tienen hijos se preocupan por dónde van a meter sus… —
Su cara se arruga y le grita por encima del hombro a Paul Reed. Paul hace una
mueca y le muestra la señal para “pene”. Es la letra P apuntando a su nariz. Y
todo lo que puedo pensar para mí mismo es: oh santo infierno, él está a punto
de hablar sobre mi pene.
—Gracias —le dice Emilio a Paul. Luego se gira hacia mí—. Apuesto a que
un padre que tiene un hijo tiene que preocuparse de donde ese hijo va a meter
su pene. Pero afortunadamente para ellos, sólo tienen que preocuparse de ese
pene. —Sostiene un solo dedo.
Me ahogo, tosiendo en mi puño. Se detiene el tiempo suficiente para
golpearme en la espalda.
—Así que esta es la manera en que lo veo: los papás con hijos tienen que
preocuparse de ese único pene. Los papás con hijas tienen que preocuparse de
todos los penes. —Me mira—. ¿Tengo que preocuparme de tu pene?
Mi pene probablemente nunca se pondrá duro de nuevo. De hecho, creo
que mis bolas se han encogido para quedar dentro de mí.
—No, señor, no tiene que preocuparse de mi pene.
Me da una palmada en el hombro otra vez.
—Bueno, eso es bueno. Ni siquiera quiero pensar en tu pene, sabes.
—Me aseguraré de que jamás tenga una razón para pensar en mi pene.
Sonríe.
—Bien. Entonces hemos terminado aquí. —Besa a Lark en la mejilla, se
despide de los Reed, y se va.
80

—¿Qué te dijo? —pregunta Lark.


Página

—Prácticamente se aseguró de que nunca jamás consiguiera tener sexo


contigo.
Una pequeña V aparece entre sus cejas.
—¿Qué?
—Ahora mi polla tiene demasiado miedo para salir de su escondite, creo.
—Miro mi cintura—. Y él y yo teníamos una muy buena relación antes de todo
esto. —Niego—. Ahora me odia.
—¿Mi papá te odia?
—No. —Vuelvo a mirar al sur—. Mi polla. Me odia. Nunca me perdonará
por someterlo a eso.
De repente su cara se ve caliente.
—Bueno, me ofrecería a darle un beso y hacerlo sentir mejor, pero eso
sería muy inapropiado.
Mi polla aparentemente acepta la disculpa. Es un bastardo indulgente. De
hecho, creo que le gustaría salir y sentarse bajo el resplandor de ella diciendo
que lo lamenta. Estiro mi camiseta para cubrir el bulto cada vez mayor.
—¿Estás lista para salir de aquí? —¿Mientras todavía pueda caminar?
El sol se está poniendo cuando dejamos la tienda, pero nos encontramos
en el corazón de la ciudad. A pesar del ajetreo y el bullicio, la gente chocando
con mi hombro, y la forma en que Lark tiene que moverse de un lado a otro para
esquivar a las personas y los baches, cuando desliza su mano en la mía y
entrelaza nuestros dedos, nunca me sentí tan completo. Sostiene mi mano, y la
sensación de su confianza se hunde directamente en mi centro, y lo único que
importa es que ella está cerca de mí. Podría sostener su mano para siempre y
estar perfectamente feliz. Pero de repente Lark se detiene y mira detrás de
nosotros. Arruga la frente y me mira.
Quería tener una noche tranquila con mi chica, y ahora estoy atrapado en
medio de la ciudad con mi chica… y mi ex-novia, que no está muy feliz de
vernos. Particularmente de vernos tomados de la mano. Ella es como la mala
hierba, y no puedo evitar preguntarme por qué sigue apareciendo donde yo
estoy.
Samantha mira nuestros dedos entrelazados. Lark intenta sacar sus dedos
de los míos, pero los mantengo apretados y solamente la miro, tratando de
decirle con mis ojos que no se preocupe, que esto no va a ser un problema. Pero
sí va a ser un problema. Soy consciente de ello. Lark también.
De repente, dos hombres vestidos con traje se ponen a cada lado de
nosotros. Le dicen algo a Lark y ella se ve aliviada. Jala mi mano y apunta a un
auto oscuro estacionado junto a la acera. Un hombre uniformado mantiene la
puerta abierta.
—¿Para nosotros? —le pregunto.
Sonríe.
—Para nosotros.
Samantha tira de mi manga.
—¿Estás saliendo con ella? —pregunta.
81

Miro a Lark deslizarse dentro del auto y luego me pongo detrás de ella.
Página

Miro la puerta abierta y digo:


—Sí. Estoy saliendo con ella.
—¡Tu madre va a estar tan enojada!
Suelto un suspiro. Mi madre es un problema del que me preocuparé
mañana. En este momento, sólo quiero preocuparme de Lark. En este
momento, sólo quiero saber si le gusto tanto como ella me gusta. Quiero saber si
piensa en mí tanto como yo pienso en ella. Si cree que podríamos hacer esto real
y normal. Si un chico sordo puede amar a una chica con audición, quiero darle
una oportunidad. Sólo espero que también lo quiera, porque la necesito ahora.
Como el aire. Como el agua. Como la comida. Como el conocimiento. Como el
arte. Se ha convertido en mucho más que una ladrona de gorras.
Saco el teléfono de mi bolsillo y voy a mi lista de contactos. Cambio su
nombre en mi teléfono de Lark Ladrona de Gorras a Mi Lark.
Apoya su cabeza en mi hombro y mira lo que escribo. Entonces se sonroja
y entierra su cara en mi hombro. Presiono un beso contra su cabello. Aprieta mi
rodilla y deslizo mi mano bajo la suya para poder sostenerla. Podría sostener la
mano de esta chica para siempre.

82
Página
15
Lark

—¿Q
uieres ir a mi apartamento? —me pregunta.
—¿Ahora?
Asiente.
—Puedo hacer la cena.
—¿Cocinas?
—¿Bromeas? Hago un increíble queso a la parrilla.
—Me encanta el queso a la parrilla. —Inclino mi cabeza en su hombro y
cierro los ojos, respirando el limpio, varonil aroma que emana.
Gentilmente ahueca mi cara con su mano, inclina mi cabeza hacia arriba.
—¿Fue eso un sí? —pregunta con su voz.
—Sí —digo. Asiente y deletrea su dirección. Se la doy al conductor, que me
mira un segundo de más en el espejo retrovisor.
La frente de Ryan se frunce.
—¿Prefieres ir a tu apartamento?
—No. —Me apresuro a tranquilizarlo—. Quiero ir al tuyo.
Él sonríe y me besa rápidamente. El auto se detiene frente a su edificio y
mi conductor salta fuera para abrir la puerta.
—No te necesitaré por el resto de la noche —le digo.
—Te esperaré —dice. Mira a todos lados menos a mí.
—Dije que no te necesitaré.
—Esperaré de todos modos. —Pretende recoger una mota de pelusa de su
chaqueta.
—Haz lo que quieras —gruño.
Él me fulmina con la mirada y se va a estacionar el auto.
83

—¿Viene con nosotros? —pregunta Ryan.


Página

—Probablemente.
Su ceja sube.
—¿Dentro del apartamento?
—No, él probablemente se quedará en el pasillo.
—Puede entrar si necesitas que lo haga.
—No —le digo—. Te quiero todo para mí.
Hace una mueca.
—Eso podría ser difícil.
Subimos en el ascensor y no puedo averiguar lo que quiere decir con eso,
hasta que abrimos la puerta.
Hay una mesa de póquer en el centro de la habitación.
—Noche de póquer —me dice Ryan.
Hay cuatro hombres sentados alrededor de la mesa, y cada uno de ellos
tiene una pequeña pila de fichas delante de él. No levantan la vista cuando
entramos y luego me doy cuenta que todos son sordos.
Tiro de la manga de Ryan.
—¿Estás seguro que quieres que esté aquí justo ahora?
Asiente y me sonríe.
—Estoy seguro. Puedes conocer a mis amigos.
—¿En serio? —Mi corazón se siente como que le han crecido alas dentro de
mi pecho.
Caminamos más cerca de la mesa y por fin alguien nos ve.
—¿Dónde has estado? —pregunta el rubio. Señala la silla vacía en la mesa.
—No voy a jugar esta noche —dice Ryan. Me señala—. Ella es L-A-R-K. —
Cada uno de ellos dejan sus cartas sobre la mesa y de repente me siento como si
estuviera en exhibición. Doy un paso más cerca de Ryan.
Los saludo con la mano y digo:
—Hola.
Ryan señala uno a la vez, diciéndome sus nombres, pero sus dedos se
mueven tan rápido y estoy tan malditamente nerviosa que me pierdo la mayor
parte.
—Encantado de conocerte —dice uno de ellos.
Hago una forma de Y con mi mano y la muevo de ida y vuelta entre ellos y
yo.
—Igualmente.
—¿Quieres jugar al póquer? —pregunta uno de ellos. Señala la silla vacía.
—Oh, no. —Agito mi mano en el aire.
—Amigo —dice el moreno—, ella tiene una vagina. No puede jugar al
póquer. —Le golpea el hombro.
84

Mi cara debe estar rojo llameante para este momento, pero trabajo en ello.
Página

—Juego al póquer —digo—. A pesar de que tengo una vagina. Lo sé, lo sé


—me apresuro a decir, tratando de actuar frívola, pero estoy tan nerviosa que
mis manos están temblando mientras señalo—. Tener una vagina afecta a tu
cerebro, he oído, lo que te hace imposible sumar y restar. O sostener cartas. O
colocar apuestas responsables. —Bajo la mirada mi cintura—. Malditas
vaginas. ¿Quién sabía que tenían ese tipo de poder?
La habitación está completamente en silencio y me temo que he
estropeado todo.
Pero entonces Ryan me agarra y me abraza con fuerza, su pecho
temblando de risa. Sus amigos empiezan a reírse también, y uno de ellos se
levanta y saca una silla para mí. Mueve su brazo como si estuviera invitándome
a sentarme en un trono.
—No, no puedo. No quiero interrumpir su juego.
—¿Eres buena? —pregunta el que hizo referencia a mi vagina.
—Puede ser. Ya que tengo una vagina, nunca lo averiguarás. —Me muevo
de ida y vuelta sobre mis talones. Ryan hace un gesto para que me siente y se
para detrás de mí—. ¿Estás seguro? —pregunto.
Ryan asiente y me guiña. Me encojo de hombros y espero a que ellos
repartan las cartas.
Dos horas más tarde, estoy sentada con una pila de fichas frente a mí y
tengo cuatro nuevos amigos. Estaban muy tranquilos mientras jugábamos, ya
que sus manos estaban llenas de cartas, así que todo lo que tenía que hacer era
tratar de ser un buen oponente. Al parecer, era demasiado buena, porque todos
están enfurruñados.
Gano la última mano y tiro las fichas a mi lado de la mesa.
—Pateaste traseros —dice Ryan. Él ha estado de pie detrás de mí todo el
tiempo, excepto cuando se fue para hacerme un sándwich de queso a la parrilla.
Incluso llevó un sándwich y patatas fritas a mi conductor, que ha estado
esperando en el pasillo todo este tiempo.
—¿Están enojados? —le pregunto.
—No. Creo que quieren estudiar tu vagina para averiguar cómo los
derrotaste. —Ríe.
Los cuatro hombres asienten al unísono, sus cabezas sacudiéndose como
exagerados muñecos de tablero.
—Nos gustan las vaginas —dice uno de ellos. Señala al de cabello rubio
rojizo—. Bueno, excepto él.
—No me importaría mirar una vagina —se apresura a decir—. Es sólo que
no quiero poner mi polla en una.
Me río. Debido a que hombres gay contando chistes sobre vaginas es
gracioso.
Se levantan y comienzan a ponerse sus abrigos. Empujo el dinero cobrado
de las fichas de regreso hacia ellos.
—Aquí. No puedo quedármelo.
85

Me miran como si sólo traté de asesinar a sus abuelas. O matar a sus gatos.
Página

O cortar sus bolas.


—Ganaste. Te lo quedas. Pero tienes que volver la próxima semana para
darnos una oportunidad de ganarlo de regreso.
Miro a Ryan y él asiente lentamente, sonriéndome. Él se ve feliz.
—Tal vez —les digo. Me siento un poco mal por sentarme en medio del
grupo y luego tomar todo su dinero.
Uno por uno me dicen adiós, y luego Ryan y yo estamos completamente
solos.
—¿Hice eso mal? —le pregunto a Ryan.
—¿Hacer mal qué? —pregunta.
—¿Debería haberlos dejado ganar? —Lo miro, en busca de pistas.
Echa su cabeza hacia atrás y se ríe.
Hay una cosa que he aprendido esta noche. Las personas sordas son
ruidosas. Estos chicos hicieron un montón de ruido con chillidos de risa y
carcajadas maravillosas. Pero fue una buena cosa para experimentar, como lo es
la risa de Ryan.
—Me encanta cuando te ríes así —le digo.
Él acecha lentamente hacia mí.
—¿Lo haces?
Sonrío y doy un paso atrás, pero él viene más rápido por mí. Me doy vuelta
y corro, porque parece que quiere jugar, y engancha un brazo alrededor de mi
cintura y me levanta del suelo. Pateo y golpeo sus manos hasta que él se sienta
en el sofá y me coloca en su regazo. Me gira así puedo enfrentarlo.
—¿Dónde aprendiste a jugar al póquer? —pregunta.
—Emilio. —Me muevo en su regazo y él me ajusta de modo que más pierna
que trasero está en él, y me inclina hacia atrás contra el reposabrazos de forma
que él está parcialmente sobre mí.
—Emilio es un buen padre.
—Muy bueno. Tan diferente de mi verdadero padre, pero tan bueno al
mismo tiempo. —Ni siquiera puedo explicárselo. Son como la noche y el día,
pero tienen mucho en común, sobre todo que ambos me amaban hasta el
aburrimiento. Con Emilio, nunca me he sentido como una niña adoptada triste.
Me siento como una hija. Su hija.
—Me gusta verte sin guantes —dice Ryan, y levanta mi brazo para poder
presionar un beso rápido sobre mi tierna muñeca. Mis brazos están un poco
adoloridos, pero en el buen sentido—. Se sentirá como una quemadura de sol
mañana —dice.
—¿En serio?
Él asiente.
—Probablemente.
—¿Debería usar guantes cuando conozca a tus padres? —Miro su rostro
de cerca.
86

Mece su cabeza hacia atrás y hacia delante como si estuviera pensando en


ello, y mi corazón se aprieta. Luego dice:
Página

—No. A mamá no le importa los tatuajes. —Señala a sus propias mangas—


. ¿Me has visto últimamente? —Sonríe—. Ella va a estar bien con ello. —Señala
su labio—. Sin embargo, odia los piercings.
—Me gustan tus amigos.
Besa mis labios.
—Le gustas también. Jackson quería saber si él podía invitarte a salir.
—¿Qué le dijiste?
—Que no sales con perdedores.
Me río.
—¿Quién le dijiste que era yo? —Él había hablado con ellos de vez en
cuando, pero yo estaba tan ocupada viendo mis cartas y sus rostros que me
perdí la mayoría de sus respuestas.
—Mi novia. —Señala. Sin embargo, él luce cauteloso—. ¿Eso está bien?
Asiento.
—Sí. Está bien.
Él sonríe.
—Bueno. —Me empuja así lo miro—. ¿Puedes quedarte por un rato?
Asiento y me levanto de su regazo, mi corazón tronando en mi pecho.
—Me puedo quedar toda la noche.
Señala la puerta con el pulgar.
—¿Qué pasa con tu hombre?
—¿Qué pasa con él?
—¿Él sólo va a sentarse allí?
—Sí.
—¿Sí?
—Sí. —Me río—. Ese es su trabajo. Si se cansa, alguien vendrá y lo
relevará.
—¿En serio?
Me río de la mirada afligida en su rostro.
—En serio. ¿Qué pasa? —pregunto.
Su frente se frunce.
—Es como incómodo hacer los movimientos en ti mientras él está fuera.
Eso es todo.
—Su trabajo es estar sin notar nada —trato de explicar.
—¿Puedes enviarlo a casa?
—¿Por cuánto tiempo? —pregunto.
—Durante toda la noche, espero. —Esta vez él se sonroja, y es algo que no
me esperaba. Me encanta que sea inseguro. Me encanta que se está preguntando
87

qué tan lejos podemos llegar.


Página

Me levanto de su regazo y voy a la puerta. La abro y me inclino. El tipo de


seguridad está en el extremo del pasillo, mirando por la ventana.
—Creo que puedes dar por terminada la noche —le grito. Él se da la
vuelta—. Voy a pasar la noche.
—¿El apartamento es seguro? —pregunta.
—Puedes venir y comprobarlo. —Le hago un movimiento hacia el interior,
donde comprueba las cerraduras—. Vete a casa. Duerme un poco.
Él asiente y dice:
—Esperaré hasta que cierres la puerta.
Cierro la puerta y la trabo, y espero hasta que oigo sus pasos alejándose.
—Soy toda tuya —le digo a Ryan.
De repente, me apoya contra la puerta y me levanta del suelo,
presionándome con fuerza contra la pared. Mis piernas se levantan y se
envuelven alrededor de su cintura, y trabo mis pies detrás de su espalda.
—Toda mía —dice contra mis labios. Es más como una ráfaga de viento
lleno de palabras, pero lo entiendo—. ¿Toda la noche?
Asiento, y entonces me besa y pierdo cualquier temor que tenía sobre si él
quería o no que me quedara, porque está presionado duro contra mi vientre. Él
se mueve contra mí, y me agarro de sus hombros.
Me lleva a su habitación, y sé que nunca, jamás seré la misma. Ni nunca.

88
Página
16
Ryan

T
iembla en mis brazos y nunca he sentido algo tan dulce como esta chica
se siente en mis brazos. He tenido novias. He tenido sexo. Pero nunca
he tenido sexo con una novia que me importe del modo que me
importa ella. Consume mis momentos conscientes y luego me encuentra en mis
sueños.
La acuesto en mi cama, y me mira, su cabello oscuro formando un halo a
su alrededor en la almohada. Me quito mi camiseta y coloco una rodilla entre
sus piernas abiertas, balanceándome sobre ella.
Mete su labio inferior entre sus dientes y lo muerde. Cuando lo suelta,
puedo ver el patrón de sus dientes en la tierna piel, así que lo chupo en mi boca
y lo lamo con mi lengua.
Gime contra mis labios. Puedo sentir el retumbe contra mi pecho.
No puedo hablar mientras esté colgando sobre ella, así que me recuesto a
su lado.
—¿Quieres hablar? —pregunto.
Sonríe y niega.
Contengo mi sonrisa. No puedo evitarlo.
—¿Quieres ver una película?
Niega otra vez y su sonrisa se hace incluso más grande.
—¿Quieres desnudarte?
Ríe contra mi pecho y asiente.
—¿Estás segura?
Su mano toca el vello disperso de mi pecho y lo rasguña ligeramente, y se
dispara directamente a mi pene. Bajo mi mano y lo arreglo detrás del cierre. Sus
ojos siguen mi movimiento.
—¿Tú quieres hablar? —pregunta. Me sonríe con descaro.
89

Niego. Inclina su cabeza y lame mi tetilla, luego lo toma con fuerza entre
Página

sus dientes. Grito y me tambaleo hacia atrás, cubriéndolo con mi mano.


—¡Dientes afilados!
Ella ríe.
—¡Lo siento! ¡Tú tiraste!
Tomo el borde de su camiseta y la levanto hasta exponer su sostén.
—Veamos cómo te gustan los dientes —digo, y ataco su pezón desde su
sostén, resoplando y gruñendo juguetonamente mientras froto mi rostro por
todo. Ríe y puedo sentirlo desde su cuerpo al mío.
La ayudo a quitar su camiseta, luego me detengo, porque revelarla será
como quitar la cubierta de una preciosa pieza de arte, y quiero saborear cada
momento de ello.
—¿Puedo? —pregunto, y señalo el broche del sostén entre sus pechos.
Asiente, todavía mordiendo su labio inferior.
Desabrocho el delicado cierre y separo los lados. Cierra sus ojos y su
respiración cae pesada contra mi frente.
—Tan bonitas —digo en voz alta. Sus pechos son pequeños y redondos, con
perfectos pezones rosados.
—Tú también lo eres —responde.
Tomo su pezón en mi boca y lo estiro gentilmente, mi mano ahuecando los
tiernos pechos. Se retuerce por un segundo, luego se congela. Sus manos se
meten en el cabello de mi nuca y me sostiene en el lugar. La miro sin soltar su
pezón, finalmente me ve y asiente. Esto está bien, me deja saber. Esto está
perfecto. Es lo que quiero. Esto somos nosotros.
Huele como vainilla y lilas, como galletas y flores, y sabe a cielo. Su pezón
se endurece contra mi lengua, y lo suelto el tiempo suficiente para prestarle la
misma atención al otro.
Jala mi cabello, así que levanto la vista.
—¿Has hecho esto antes? —pregunta ella.
—¿Sexo?
Asiente.
—Sí. —Casi deseo poder decir que no, pero estaría mintiendo—. ¿Tienes
miedo? —La miro a los ojos mientras tiro suavemente de sus pezones con mis
dedos, estirándolos. Su boca se abre.
—No tengo miedo de ti —dice. Cierra sus ojos por un momento y respira
profundo. Puedo sentir el subir y bajar de su pecho.
—Yo tengo miedo de ti —confieso en voz alta.
Se congela.
—¿Por qué?
—Las otras… no eran nada. Lo que siento por ti… Ni siquiera puedo
describirlo. Siento como si volviera a casa después de un largo viaje. Como si
siempre hubiera estado destinado a esto.
90

—¿Incluso aunque estoy escuchando? —pregunta.


Página

—Sí. —Asiento—. Tú eres tú. Nunca me di cuenta que faltabas. Pero lo


hacías. Y ahora estás aquí, y siento que he llegado a casa. ¿Eso es estúpido?
Ríe.
—No. —Me mira a los ojos—. Es perfecto.
Beso su vientre y desabrocho el botón de su jeans, tomándome un minuto
para pasar mis manos sobre las cicatrices en su vientre.
—¿Puedo besarte aquí?
Asiente y me ayuda a quitarle los jeans y bragas, levantando su trasero
antes de deslizarlos por sus piernas y pies. Sus piernas son tan delgadas como
sus brazos, y hay más cicatrices esparcidas por el accidente del aceite. Su vientre
está lleno de baches de quemaduras e injertos de piel, y me tomo mi tiempo
para pasar mis manos por todo, haciéndole saber que está bien, que me gusta
cada centímetro de ella.
Beso su montículo, deteniendo mis labios hasta que tiembla y abre
ligeramente sus muslos. Los abro más, rozando con mis dedos la suave y
delicada piel del interior de sus muslos. Sacude sus caderas y soplo suavemente
contra sus pliegues, los cuales están rosas, brillantes y esperando para que la
pruebe. Su coño desnudo y húmedo, con solo un pequeño mechón de vello en la
cima. Tomaría su coño de cualquier modo que pudiera, pero amo que se afeite.
Lamo su clítoris, mirando su rostro atentamente. Cierra sus ojos y llena
sus pulmones con aire mientras sus manos se hacen puños en la cobija. No
puedo tenerla lo suficientemente cerca, así que tomo su trasero, la levanto hasta
mi boca y chupo su clítoris entre mis labios, lamiéndolo suave pero
intensamente, porque necesito que se venga rápidamente. Necesito que se venga
antes que yo lo haga en mi pantalón. Necesito sentirla hacerse pedazos.
Sus caderas encuentran un ritmo contra mi lengua, y uso la parte plana de
ella para lamerla. Sus muslos comienzan a temblar a cada lado de mi cabeza, y
se levantan para presionarse contra mis orejas mientras empuja contra mi boca.
Luego se derrumba. Siento cuando sucede, y la observo durante todo el
camino, sin soltar mi agarre en su trasero o mi ritmo frenético contra su clítoris
hasta que intenta alejarse de mí. Probablemente esta sensible ahora que se vino,
así que detengo mi lengua, bajándola de nuevo. Su vientre se aprieta en
pequeños espasmos y deseo que mi pene estuviera dentro de ella así podría
sentirlos. Algunos hombres dicen que pueden sentir el temblor en un coño, pero
si estás dentro de una mujer y acabas de hacerla venir como loca, prestas
atención y disfrutas cada segundo de ello. Miro su cuerpo, y dejo de mover mi
lengua cuando cae saciada en mi cama. Pone una mano en su pecho y mira el
techo, su respiración saliendo con dureza, su pecho pesado.
Limpio mi rostro en el edredón y trepo para tumbarme a su lado.
—Te corriste como loca, ¿verdad? —Me regodeo y simulo darme una
palmadita en la espalda.
Ella rueda y lanza su pierna por encima de mi cadera. Mi polla pulsa,
buscando su calor.
—¿Tienes un condón? —pregunta.
91

Asiento y busco detrás de ella, abro el cajón, y consigo un condón. Ella lo


toma y lo rasga con sus dientes.
Página

—¿Puedo hacerlo? —pregunta.


Asiento y la observo cuando se hunde un poco en la cama. La punta de sus
dedos juguetea con la cabeza de mi polla.
—Temo herirte —dice.
Tomo su mano y la aprieto.
—Es una polla —le cuento—. No vas a romperla. Se tan dura como
quieras.
Se ríe y desliza el condón hasta que está ajustado en la base de mi polla. Lo
estiro un poco más, y luego me coloco encima de ella. Presiono su centro, y ella
se congela.
—¿Estás segura? —pregunto, usando mi voz.
Inclina sus caderas.
—Sí, estoy segura.
—No quiero herirte.
Engancha sus piernas alrededor de mis caderas y me empuja con sus
talones, y me deslizo en ella lentamente. Su boca se abre y un suspiro escapa de
su boca. Cierra fuertemente sus ojos y las paredes codiciosas de su coño me
succionan.
—¿Estás bien? —pregunto.
Asiente y me alienta con sus talones. Voy un poco más profundo. Estaría
mintiendo si dijera que no quiero molerme contra ella. Pero es valiosa para mí.
Quiero hacer esto bien. Quiero hacerlo memorable. No quiero estropearlo hasta
que esté satisfecha también. Pero no estoy seguro de que vaya a ser posible, no
con ella tan envuelta alrededor, tomándome más profundo.
Cuando estoy tan profundo como puedo ir, levanto mis brazos para
empezar a moverme. Sus ojos se abren y me miran.
—Sí —dice. Puedo ver la palabra en sus labios y sentirlo en su cuerpo,
sentirlo mientras toma todo de mí una y otra vez. Se arquea para encontrar mi
cuerpo, y está tan malditamente apretada.
—No puedo aguantarlo —advierto. Me mira y niega. No sabe lo que dije—.
Voy a correrme —explico.
Asiente. Me detengo y la miro, realmente la miro. Está respirando con
dificultad, y sudor gotea de su frente. Pero todavía no está satisfecha.
—¿Estás herida? —pregunto.
Ahueca el costado de mi rostro con sus manos y me besa.
—No estoy herida.
—Es tu primera vez. No quiero ir demasiado rápido.
Inclina sus caderas y me deslizo un poco más profundo. Agarra
fuertemente mis antebrazos, y el cambio de ángulo es perfecto, porque araña la
parte de atrás de mis hombros y me sostiene, sus piernas levantándose más para
tomar más de mí. Presiono su muslo contra su pecho y la follo más fuerte,
92

pensando en hamburguesas con queso y cubitos de hielos para evitar correrme.


Mi profesora de ciencias de tercer grado.
Página

Ella golpetea mi hombro para así mirarla.


—Ahora —articula, y sus ojos se cierran mientras se deshace en mis brazos.
Cae sobre el acantilado, y me toma con ella. Envuelvo mis brazos a su alrededor
fuertemente, martilleando a través del orgasmo, empujándola tanto como puedo
ir, corriéndome en el condón, en ella, y nunca nada se sintió tan correcto.
Hasta que empieza a llorar.
Oh, mierda. Está llorando, y todavía estoy medio duro dentro de ella. Un
camino de lágrimas bajan por el costado de su rostro, a través de su sien y en su
cabello. Ella vuelve su rostro lejos de mí.
Salgo de su vagina apretada, siseando a la vez que mi polla sensible
protesta por la retirada, y tomo su rostro en mis manos.
—Lo siento —digo—. Lo siento, lo siento, lo siento.
Sus hombros se sacuden, pero me abraza. Ruedo a un lado, quitando todo
mi peso de ella, y la pongo para que descanse en mi pecho. Ella limpia su rostro
en mi pecho desnudo y estornuda.
—Lo siento —digo de nuevo—. No quise…
Levanta su cabeza y descansa su barbilla en mi pecho.
—¿No quisiste qué? —Sonríe suavemente.
—No quise hacerte llorar.
—Lamento que haya moqueado sobre ti. —Se ríe y limpia sus ojos.
—Te hice llorar. Merezco algo de moco. —La pongo sobre su espalda—.
Podemos hacerlo de nuevo. Puedo hacer que te corras en mi boca. Con mis
dedos. Lo puedo hacer mejor.
—Si lo hicieras mejor, moriría —dice. Luego se ríe, su pecho sacudiéndose
bajo el mío.
—¿Qué?
—Siento que me pusiera emocional. Era una gran cosa.
—¿Sexo? —Soy un chico. Acabo de tener un orgasmo, así que mi cerebro es
un lío.
—Sexo contigo. Primera vez. Perder mi virginidad. —Limpia su nariz de
nuevo—. No esperé que fuera tan bueno. Mis hermanas dijeron que sus
primeras veces apestaron.
—¿Fue bueno?
Asiente.
—Sí. —Empuja mi hombro—. ¡Para de esperar cumplidos!
Caigo contra la cama.
—Oh, gracias a Dios —me apresuro a decir—. Pensé que te herí o te hice
infeliz o algo. —Levanto mi cabeza—. ¿De verdad estás bien?
Se levanta, levanta mi camiseta y se la pone. Señala mi polla, que todavía
está envuelta en un condón usado.
93

—Podrías querer cuidar eso. Hicimos un pequeño desastre. —Sus mejillas


se enrojecen y bajo la vista para ver sangre rosa claro en él.
Página

Salto y me ocupo de todo, agarrando uno nuevo mientras ella cuida de sí


misma en el baño. Toco la puerta cuando no sale. Abre la puerta y camina lejos
de ella. Vapor sale desde mi ducha, y voy a encontrarla en ella. Mi camiseta está
en el suelo, y su culo desnudo desaparece detrás de la puerta de la ducha.
Paso una mano frustrada por mi cabello. Realmente nunca me preocupé
por cómo se sentía una chica después del sexo, pero todo lo que puedo hacer es
preocuparme por cómo se siente ésta, porque me preocupo por ella más de lo
que nunca pude imaginar.
La puerta de la ducha se abre.
—¿Quieres entrar conmigo? —pregunta. Baja la mirada a mi polla y
rápidamente se endurece y muerde su labio inferior.
Hago lo que cualquier hombre honorable haría. Voy a conseguir otro
condón y entro en la ducha con ella.
—¿Estás adolorida? —pregunto.
Niega.
—Todavía no. —Sonríe y vuelve su rostro hacia el agua.
Pongo mis manos en sus hombros y doy un paso más cerca, mi polla ya
alcanzando su calor. Pero entonces lo siento. Está temblando. Parecía tan
compuesta y feliz, y estaba tan suave en mis brazos hace un minuto. Pero ahora
está tiesa como un palo y temblando.
—No estás bien, ¿verdad? —pregunto cerca de su oreja.
Inclina sus codos en la pared de la ducha y presiona su frente contra los
azulejos. Luego niega.
Gentilmente tomo sus hombros y la giro. No puedo hablar con ella
dándome la espalda. Se inclina pesadamente contra el muro.
—¿Viniste aquí porque necesitabas un minuto lejos de mí?
Asiente y mira a todos lados excepto a mí.
Vale. Le daré eso. No tengo idea de lo que está pasando por su cabeza, pero
sé que es mi culpa. Sé que necesitaba un descanso y todavía necesita un
descanso de mí. O de lo que está sintiendo. No sé cuál. Puede que ambos.
Quiero empujarla hacia mí y abrazarla, pero no creo que eso sea lo que
necesita.
Quiero darle cada cosa que necesite.
Doy un paso fuera de la ducha y envuelvo una toalla alrededor de mis
caderas. El espejo se burla de mí, diciéndome que soy un bastardo quien fue
demasiado lejos.
Cierro la puerta de la ducha y ella me mira. No puedo decir si tiene agua en
los ojos o si están nadando en lágrimas.
—Fuimos demasiado lejos, ¿no? —pregunto.
Asiente, aguantando mi mirada. Es casi como si me golpeara en el pecho
94

con un cuchillo cuando ella aparta sus ojos de los míos y se inmersa en el agua.
Página

Camino fuera de la habitación, sin saber qué demonios se supone que haga
ahora.
17
Lark

M
e hundo hasta el piso de la ducha y me siento en las baldosas frías,
inclinando mi cabeza para que el rocío del agua golpee la cima de mi
cabeza. Me quedo así hasta que el temblor desaparece. Luego me lavo
el cabello con su champú, me lavo con su jabón y cierro el agua. Oleré a hombre,
pero no me importa.
Miro alrededor de la habitación. Pedazos de él están por todas partes. Hay
notas pegadas en el espejo e imágenes que él dibujó. Le gusta dibujar gatos y
convertirlos en caricaturas con refranes tontos. Me río a carcajadas, y luego tapo
mi boca, porque no quiero que piense que me estoy riendo por estar aquí.
Entonces recuerdo que no podría oír mi risa, y mis hombros se alivian.
Miro fijamente el espejo y limpio el rímel corrido que aún está debajo de
mis ojos.
Odio haber llorado, pero fue tan perfecto. Era él y yo, e hicimos algo tan
hermoso. He tenido orgasmos antes, auto-manipulados, pero nunca he tenido a
nadie que estudiara mis movimientos para saber lo que se sentía bien para mí, y
sé que es lo que él había estado haciendo. Me analizó y se ajustó, haciéndolo tan
bueno como fuera posible. Y fue increíble. Pero había algo que faltaba. Si tan
sólo yo supiera lo que era.
Las únicas personas que he permitido dentro de mi vida son mis
hermanas, Marta y Emilio. Todos los demás son conocidos casuales. No me
acerco a nadie, porque siempre me ha preocupado de que si lo hago, voy a
perderlos. Haré algo estúpido y se irán. Así que el hecho de que estoy sintiendo
algo tan profundamente por Ryan después de tan poco tiempo, está asustando
la mierda de mí. No quiero estropearlo.
Me envuelvo en una toalla y abro la puerta. La puerta de la habitación está
abierta y él se ha ido, así que entro al cuarto. Abro el cajón y veo un montón de
camisetas cuidadosamente dobladas. Saco una y la paso sobre mi cabeza. Cuelga
casi hasta mis rodillas. Luego voy a buscar a Ryan.
Lo encuentro en medio de la sala. Las luces están tenues y él está usando
95

nada más que un bóxer. Tapo mi boca con la mano porque está encendiendo
velas. Eso es casi la cosa más dulce que he visto.
Página

Levanta la vista y su rostro se suaviza cuando me ve.


—Pensé que tal vez podríamos hablar —dice.
—Está bien.
—¿Tienes hambre?
—No.
Se apresura alrededor encendiendo más velas.
—¿Quieres tomar un baño caliente? He oído que ayuda con… —hace un
gesto por debajo de su cintura, sus mejillas se enrojecen—… eso.
—Estoy bien.
—¿Estás segura? —Parece realmente preocupado, y me siento mal por
hacerlo sentir así.
—Sí, estoy segura.
Se sienta en el sofá y acaricia el lugar junto a él. Me siento y levanta mis
pies, colocando mis espinillas en su regazo. Usa una mano para masajear mis
piernas mientras habla con la otra.
—Cuando tenía doce años, decidí que quería un implante coclear —dice de
repente.
—¿Sí? ¿De verdad?
Asiente.
—Algunos de los niños de la escuela los consiguieron, y yo quería uno
también.
—No los tienes, ¿verdad? —Miro sus oídos.
Niega.
—No. Mis padres no lo permitirían. Me dijeron que podía hacer lo que
quisiera cuando cumpliera los dieciocho años y podría pagar por ello yo
mismo.
—¿Por qué no querían que tuvieras uno? —Me recuesto contra el brazo del
sofá y me pongo cómoda.
—Mis padres son sordos. Mis abuelos son sordos. Es parte de lo que
somos. Para ellos sería como cambiar el color de mi piel o el color de mis ojos.
No sería más quien soy.
—¿Estuviste de acuerdo con ellos?
—No inmediatamente. Pero con el tiempo, crecí más cómodo.
—¿Piensas conseguir uno ahora?
—Nunca.
—¿De verdad?
Niega.
—Nunca. —Hace una mueca—. Creo que es por eso que ellos preferirían
que salga con una chica sorda, ya que vendríamos de culturas similares.
96

—¿Eso es lo que estamos haciendo? ¿Saliendo?


—Bueno, hoy hemos tenido sexo, entonces diría que sí. —Sus mejillas se
Página

ruborizan—. Al menos que no quieras que salgamos. —Pretende lucir


ofendido—. ¿Sólo me usaste para entrar en tus pantalones? —Pero puedo decir
que hay una pequeña parte de él que quiere una respuesta seria.
—No te usé para entrar en mis pantalones —confirmo.
Chasquea sus dedos y dice:
—Maldita sea. Lo iba a presumir delante de todos los chicos.
No dice nada más por un momento, por lo que digo:
—Creo que todos somos más que el color de nuestra piel o el color de
nuestros ojos. Más que nuestro estado auditivo. Más que nuestra cultura.
¿Crees que sería más fácil para ti si formaras una familia con alguien que es
sorda?
—Tal vez. —Balancea su cabeza de lado a lado—. No estoy seguro.
—¿Quieres una familia? ¿Niños?
Asiente.
—Quiero. Y sé que lo quieres.
—Sí. —Sonrío—. Siempre lo quiero.
—¿Qué harías si no pudieras tocar más música?
Me encojo de hombros.
—No tengo idea.
—¿Qué tocas?
—Piano. Teclado. Lo que sea. —Alejo su pregunta en el aire. Me da
vergüenza hablar sobre música ya que no puede relacionarse con ella—. ¿Te
gusta la música?
—No me disgusta. —Se encoge de hombros.
—¿Alguna vez estuviste celoso porque Mick podía oír?
Se ríe.
—No. Pero él estaba celoso de no ser sordo.
—¿Por qué?
—Él quería dispositivos de asistencia y terapia del habla y todo el OT
especial que me dieron cuando era niño. Creció en un hogar de sordos. Nunca
se sintió como si encajara. Por no hablar de que se convirtió en el intérprete
automático para todos nosotros cuando teníamos que hablar con una persona
oyente. Todavía recuerdo el momento en que mi papá hizo que Mick llamara a
la compañía eléctrica para una factura. Permaneció allí e hizo señas de todo lo
que Mick tenía que decir, y Mick le dijo las respuestas. Papá se puso más y más
furioso, y comenzó a maldecir. Así que Mick lo transmitió. Es lo que haces
cuando traduces. Pero entonces, la persona en el otro extremo de la línea se
enojó y le colgó. Papá se puso furioso.
—¿Con Mick?
—Con el mundo, por no hacerlo más fácil para nosotros el comunicarse.
97

—Agarra el dedo de mi pie y lo jala juguetonamente—. A veces me sorprende


que sea tan fácil comunicarme contigo.
Página

—Me siento de la misma manera. Si no te hubiera conocido por un


tatuaje, no podría haber hablado contigo en absoluto. Podría haber tenido
miedo.
—Pero entonces me pediste un almuerzo. —Sonríe—. Y luego robaste mi
gorra. Y luego me hiciste quererte por ser tan malditamente linda con las
notas de rescate.
—¿Eso es todo lo que necesitaba? Maldita sea, eres fácil.
Sus ojos se estrechan.
—¿Estás preparada para una relación?
—Define preparada.
Cierra los ojos y respira profundamente. Luego los abre y se apresura con
las manos.
—Pienso en ti todo el tiempo. Quiero saberlo todo sobre ti. Quiero pasar el
rato con tu papá. Quiero jugar póker de striptease contigo. Quiero que toques
el teclado para mí con grandes altavoces para que pueda sentir la pasión con
la que tocas.
Agito una mano para detenerlo.
—¿Por qué asumes que tengo pasión cuando toco?
—Porque tienes este fuego en ti…
Señalo mi pecho.
—¿Yo?
—Si, tú. Ardes brillantemente.
—No me he quemado en un largo tiempo.
Mira mi muñeca, la toma y presiona sus labios contra mi piel sensible.
—¿Háblame sobre el día en que te hiciste esto?
Alejo mi brazo, pero me sostiene fuerte, la yema de su pulgar se arrastra de
lado a lado a través de mis cicatrices. Un escalofrío recorre mi espina dorsal. Mi
piel está realmente tierna por los tatuajes, pero él es suave.
—Nunca le dije a nadie sobre eso.
—Podrías comenzar conmigo. —Pone sus manos juntas como si estuviera
rezando—. ¿Empezó todo una triste y fría noche?
—No, empezó en un día brillante y soleado. Había estado deprimida
desde hacía bastante tiempo. Marta y Emilio estaban preocupados, por lo que
me hicieron ir a un terapeuta. Él me dio medicinas para la depresión, pero no
las tomaba. No quería escapar de mi dolor o mi soledad.
—¿Tenías cinco hermanas y aun así estabas sola?
—Sí. Esa es la cosa con la depresión. Puedes estar en una multitud y
todavía sentirte completamente solo.
Pongo mi cabeza contra la almohada. Su mano vuelve a frotar mi espinilla.
—Maté a mis padres, y tardé un largo tiempo para poder atravesar eso.
98

Todavía no lo consigo.
Página

—Tú no los mataste.


—Yo causé su muerte.
—Así que, no fuiste a terapia, y no tomaste tus medicinas… —Gira su dedo
para pedirme que continúe.
—Entonces no fui a terapia y no tomé mis medicinas y sentí como si
estuviera en caída libre todo el tiempo, como si no hubiera nada a lo que
aferrarse. Ese día fue especialmente malo. Era el aniversario de sus muertes.
—¿Quién te encontró?
—Marta. Creo que jamás me perdonará. —Respiro—. Mira, la cosa es que
realmente no quería morir. Sólo quería ponerme al día con la vida que estaba
pasando alrededor de mí. No podía. No lo entenderás. No puedo comenzar a
explicarlo.
—Ponme a prueba. Podría entender más de lo que piensas.
Tengo toda su atención.
—Quería ser nueva. Quería empezar de nuevo. Quería ser alguien más.
Pero cuando desperté en el hospital, estaba siendo yo. Mis padres todavía no
estaban. Pero Melio y Marta estaban allí, y mis hermanas también estaban
allí. Y estaban enojados conmigo. Melio me maldijo. Nos maldijo todo el
tiempo, porque es Emilio, pero en realidad nunca me insultó con ira. Y él
estaba muy enojado. Y asustado. Y Marta... estaba herida. Y en ese momento,
me di cuenta de que a pesar de que mis padres se habían ido, me habían dado
un regalo maravilloso y yo estaba malgastándolo. Así que fui a terapia. Tomé
las medicinas. El mundo se convirtió en un lugar más brillante. —Levanto mis
manos—. Eso. Eso es todo.
—¿Por qué los guantes? —pregunta—. ¿Por qué no simplemente usar
camisas de manga larga para cubrir las quemaduras?
Me río.
—No fueron las quemaduras lo que tenía que cubrir. Fueron las cicatrices
de suicidio. Herían a mis hermanas y mis padres cada vez que las veían. Así
que le eché la culpa a las quemaduras y me puse los guantes. No quería que
tuvieran que verlas. No quiero que recuerden. Y supongo que no quería
recordarlo tampoco.
—¿Alguna vez sentiste ganas de hacer eso otra vez? —pregunta.
—No. Nunca me he sentido así de nuevo. —¿Está preocupado de que vaya
a tratar de hacerme daño otra vez?
Me mira fijamente hasta que comienzo a retorcerme.
—¿Qué pasa? —pregunto—. ¿Te sientes diferente sobre mí que antes? —Mi
corazón golpea.
—Me gustas más que hace cinco segundos —dice, sus mejillas
enrojeciendo.
—¿Estás sonrojándote?
99

—Puede ser.
—Porque te gusto —bromeo—. Quieres besarme —digo cantado, al igual
Página

que la vieja canción de los niños. Pero luego me doy cuenta de que no puede
escuchar la melodía y no podría entenderlo.
—Sí quiero besarte —dice—. Pero fuimos demasiado lejos y demasiado
rápido, ¿verdad?
Niego.
—Estaba emocional. Fue una gran cosa para mí.
—¿Por qué te levantaste y te fuiste?
—Porque estabas todo asustado por mi llanto.
—No lo estaba.
—Sí lo estabas.
—No, lo único que me asustó fue cuando te levantaste. Quería abrazarte
para ayudarte a pasar por ello.
—¿La mayoría de los hombres no se asustan por el llanto?
Se ríe.
—No, porque tenía ganas de llorar también. Nunca ha sido así para mí.
—Envuelve su palma alrededor de dos dedos y hace un puño—. Estar dentro de
ti se sintió como se suponía que debía serlo. —Se inclina y me besa, sus labios
suaves y tiernos—. Todo el tiempo que he pasado contigo es el mejor que he
tenido. Desnudo. Con la ropa puesta. No importa. Lo quiero todo.
—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —Muevo los dedos de mis pies.
—¿Quieres jugar póker de striptease? —pregunta. Menea sus cejas.
—Todo lo que estoy usando es una camiseta.
Levanta el borde de la camisa.
—¿Sin bragas?
Me río y jalo la camisa más abajo.
—No.
Aparta mis manos.
—Déjame ver —dice.
—¡No! —grito, pero me estoy riendo y él lo sabe.
—Decirme que estás en mi sofá sin bragas es como darle a un niño un
regalo de Navidad y sólo dejarlo jugar con el papel de regalo.
Me levanta, por lo que estoy a horcajadas sobre sus muslos, mis piernas
abiertas. Me estabilizo con mis manos en sus hombros.
Se queda inmóvil y dejo que mi peso se hunda en él.
—Entonces, el llanto de antes, ¿no estabas lamentando lo que hicimos? —
pregunta.
—No. No me arrepiento de ello.
100

—¿Y no crees que realmente fuimos demasiado rápido?


—¿Pensé que fuimos demasiado rápido para una conexión emocional, tal
Página

vez? No lo sé.
—Mis emociones están conectadas.
—Las mías también. Pero no estoy enamorada de ti. —Sonrío. ¿No es eso
lo que todo hombre quiere oír?
—Aún.
Mi corazón se salta un latido.
—Dame una oportunidad.
—Está bien —le susurro, y luego lo beso.
Ryan palmea mi culo desnudo, apretándolo rudamente, frotando sus
palmas sobre mis nalgas mientras lo beso, y luego me acerca más para que su
pene se presione contra mi piel desnuda.
—¿Quieres volver a la cama? —pregunta en voz alta.
Asiento y luego entierro mi cara en llamas en su cuello. Se pone de pie y
me engancha más alto, y envuelvo mis piernas alrededor de su cintura. Sus
pasos son rápidos y decididos mientras me lleva al dormitorio. Se sienta en el
borde de la cama, abre un cajón y saca un condón. Me echo un poco hacia atrás
para que pueda bajar su bóxer, y lo veo ponerse el condón.
—¿Estás muy adolorida? —pregunta.
Niego.
—No lo creo.
Se desliza en la cama de modo que su cabeza está en la almohada, y lo sigo,
besando su pecho suavemente y luego su vientre. Su estómago se contrae
mientras me muevo alrededor, y miro su polla oscilando y lamo mis labios.
—No tienes que hacerlo —me dice mientras palmea mi nuca.
—Lo sé. Quiero.
—La próxima vez —dice, mientras me agarra por mis axilas y me levanta
para que nuestros rostros estén al mismo nivel. Abro mis piernas alrededor de
sus caderas, y da un pequeño golpe en mi entrada—. No quiero hacerte daño.
Me hundo en él lentamente, observando su rostro mientras lo tomo dentro
de mí. Su boca cae abierta y su gemido golpea mis oídos. Me deleito en su
placer, que puedo hacerlo feliz. Pero se trata de mucho más que escucharlo
encontrar el placer. Se trata de sentirlo.
Con un rápido movimiento, saca la camiseta que tomé prestada de él por
encima de mi cabeza y me levanto, apoyando mis manos en su pecho mientras
me levanto hasta llegar a la punta de su polla. Luego agarra mis caderas y me
empuja de vuelta hacia abajo. Clama una maldición gutural. Luego se congela.
Estoy bien, le digo sin palabras.
Me levanto y caigo, coincidiendo con el frenesí de sus manos en mis
caderas. Se sienta y me acerca de modo que pueda lamer mi pezón. Con los
dientes, la lengua, los labios y el calor, me lleva más alto, mientras que lo monto
101

rudamente. Se arquea a mi encuentro, y estoy segura de que no será capaz de


estar más cerca y no puede sentirse mejor, pero luego sus dedos se deslizan
Página

entre mis labios inferiores y acarician mi clítoris. Ralentiza mis caderas un poco
con las palmas de sus manos, guiándome.
—Voy a venirme demasiado rápido —dice en voz alta.
Aprieta mi clítoris suavemente entre el pulgar y el índice y lo rueda. Y la
combinación de él moviéndose dentro y sus atenciones sobre mi clítoris hacen
que mis movimientos se tornen desiguales y difíciles de manejar. Inhalo un
suspiro y miro sus ojos mientras mi orgasmo llega. Dejo de moverme,
frotándome tan duro como puedo sobre su polla, presionando contra sus dedos,
que no han dejado de moverse todavía. Coloco mis manos en su pecho y lo
monto, y me mira fijamente a los ojos, y luego a ese lugar en el que estamos
unidos, entonces envuelve un brazo alrededor de mi espalda y nos da la vuelta.
Chillo cuando aterrizo sobre mi espalda. Luego se mueve por encima de
mí, lento y medido, y estoy tan sensible que puedo sentir cada caricia y cada
apretón, frotándose desde el interior, llevándome a un nuevo estado de placer.
Cierro los ojos, apretando su polla dentro, y él atrapa mi rostro entre sus manos
y dice:
—Mírame.
Mis ojos se abren bajo protesta, y lo que encuentro me asusta. Los ojos de
Ryan están llenos de algo que entiendo, porque es lo que sentí la primera vez
que hicimos esto. No es sólo mi cuerpo abriéndose y tomándolo dentro. Es
también mi corazón.
Una lágrima corre por la punta de su nariz y gotea sobre mi mejilla. Lo
acerco más, y él envuelve sus brazos debajo de los míos, sus manos sobre mis
hombros, su cara en mi cuello, mientras canta:
—Sí, sí, sí, sí, sí.
Luego se rompe en pedazos en mis brazos. Se entierra dentro, astillándose
en trozos, y tomo cada pedacito. Lo tomo a él dentro de mí. Tomo todo de él, y
que me maldigan si alguna vez quiero devolverlo.
Cuando sus embestidas comienzan a disminuir, me muevo y él deja de
moverse. Se sienta un poco y me mira fijamente a la cara.
—Entiendo —dice.
—Lo sé. —Aparto un mechón de cabello oscuro de su frente.
—¿No es demasiado rápido?
—No, no lo es. —Paso mis manos por su espalda desnuda, que está sudada
y maravillosa.
—No es demasiado. —Esnifa.
—Sólo somos nosotros.
—Sólo nosotros —repite con un asentimiento.
—Sólo nosotros —vuelvo a decir. Cae a mi lado y me acerca para acostarme
sobre su pecho. Me hundo en él y envuelvo mi brazo con fuerza a su alrededor.
Puedo sentirlo moverse, remover el condón y tirarlo en la papelera junto a la
cama.
102

Sus dedos acarician mi cabello y cierro los ojos. Me abraza con fuerza,
como si fuera valiosa para él, mientras me quedo dormida.
Página
18
Ryan

D
espierto en el cielo con la sensación de una boca cálida envuelta
alrededor de mi polla. Bajo la mirada para ver una cabeza morena.
—Lark —digo.
Asiente, un lado de su rostro se presiona contra mi barriga, su cabello
salvaje y fuera de control mientras prueba cuán lejos puede llevarme en su boca.
No quiero que pare nunca. Pero lo hace. Maldita sea.
Deja salir mi polla de su boca con un pop, y se levanta en sus manos y
rodillas para mirarme desde arriba. Quiero gritar cuando levanta las manos
para hablarme, pero quiero que me hable a la misma vez. Y luego de nuevo, no.
Porque me acabo de levantar y me corrí dos veces anoche y realmente me
gustaría hacerlo de nuevo. En su boca.
—Siempre he querido intentar esto —dice, y luego me sonríe.
—No dejes que te detenga —digo, devolviendo la sonrisa mientras ajusto
mi almohada, sentándome un poco más alto así puedo verla.
—Es tan suave —dice, y después envuelve su mano alrededor de la base de
mi polla.
—Estoy ofendido —digo, e imito un puchero.
—¿Por qué? —Se ríe, sus hombros sacudiéndose.
—Me llamaste suave. —Señalo mi polla—. Eso no es suave.
Se ríe de nuevo y me lame desde la base hasta la punta.
Le doy un golpecito en el hombro.
—¿En tu boca? —sugiero. Suficiente de lengua. No es un helado.
Envuelve sus labios alrededor de la cabeza de mi polla y chupa un poco.
—¿Así?
—Sí, por favor. —No puedo quitar la sonrisa de mi rostro.
103

Me echo hacia atrás para observarla. Sus ojos se encuentran con los míos y
la chupa otra vez, como si fuera un bufo y es una piruleta, luego sonríe.
Página

—Te ves horriblemente cómodo.


—Soy un hombre, mi polla está dura y en tu boca. Estoy en el cielo.
Se ríe alrededor de mi polla, luego vacía sus mejillas y chupa fuerte. Coloca
el costado de su rostro en mi estómago así no puedo verla sonreír más, y enredo
mis dedos en su cabello, palmeando su nuca. Asiente, diciéndome
silenciosamente que está bien si la guío. Empujo su cabeza un poco, alentándola
para que tome un poco más. Aguantando el aliento, empujo en su boca y espero
que diga que sí o que no. A algunas mujeres no le gusta. A algunas sí. No tengo
ni idea de cómo es Lark, y ella tampoco. Hasta ahora.
Su mano rodea la base de mi polla, y la lleva a sus labios, y luego baja de
nuevo. Oh, mierda. Eso se siente realmente bien. Tan bien que son sólo
segundos antes de que sienta que me voy a correr.
Jalo su cabello de forma gentil para detenerla, pero niega y chupa más
fuerte. ¿Quiere que me corra en su boca? No puedo preguntarle si está segura
porque no me está enfrentando.
—Lark —digo en voz alta.
Asiente de nuevo, y chupa más fuerte. Mis pelotas se sienten como si
fueran a salir por mi garganta. Entonces empieza a gemir. Puedo sentir la
vibración de ello contra mi barriga, y eso es todo. Me corro, aguantando fuerte
su cabello mientras doy pequeños empujones en su boca, y lo toma, chupando
fuerte, tragando tanto que lo puedo sentir en su garganta. De repente, se echa
hacia atrás y acabo en mi estómago, mojando su mano.
Se sienta, me mira con una sonrisa en su rostro, y levanta su mano mojada.
Empiezo a saltar para conseguirle una toalla, desde que hice un desastre, pero
ella me aleja. Va al lavabo, se limpia, y luego corre desnuda hacia la cama. Me
pasa una toalla así puedo limpiar mi estómago y luego se hunde en las mantas.
Me limpio y luego uso mi pulgar para limpiar las esquinas de sus labios, lo
que le hace enrojecer. ¿Me tragó cuando me corrí en su boca y ahora se sonroja?
—Creo que eres increíble —le digo, y no sólo porque me dejó correrme en
su boca. Es todo sobre ella.
Pone los ojos en blanco.
—Eres un hombre. Todo lo que piensas es que las mamadas son geniales.
—Bueno, eso nubla nuestros cerebros. Pero tú… tú seguirías siendo
bastante especial así no lo hubieras hecho.
Aprieta su rostro.
—¿Lo hice todo bien?
Limpio sus labios de nuevo, incluso cuando están limpios.
—Bueno, si eso pasa, lo hiciste todo bien, ¿sabes?
Bajo las mantas y ella las agarra de nuevo, subiéndolas hasta su barbilla.
La beso hasta que se vuelve una masilla, y luego le doy un pequeño empujón, y
las deja ir.
104

—Eres tan hermosa —digo, pasando mis manos por todo su estómago y
caderas, luego me muevo a sus pechos—. Tan bonita. No debería dejarte salir
Página

nunca de esta cama.


Lanzo las mantas sobre mi cabeza y me muevo hacia abajo. Ella no me
detiene. Y en unos minutos está pateando las mantas, agarrando mi cabello y
presionando mi rostro en su coño, y me encanta cada segundo de ello. Ella toma
medidas drásticas en mis dedos mientras empujo contra la cima, y no paro
hasta que ella me hace hacerlo.
Subo por su cuerpo, de repente cansado, y quiero abrazarla. Pero se va a
un lado de la cama y empieza a vestirse.
—¿Adónde vas?
—Tengo que ir a casa y prepararme para la fiesta de tu madre.
—Prepárate aquí. —Realmente no quiero que se vaya.
—No puedo. Toda mi ropa está en casa. Y el regalo para tu madre está
allí.
Mi corazón se tensa.
—¿Le conseguiste un regalo a mi madre?
—Claro. Es un cumpleaños, ¿no?
Asiento.
—Podría estar enamorándome. —Dejo salir.
Se ríe y niega.
—Apuesto que le dices eso a todas las chicas que te dan mamadas.
Me congelo. Porque está equivocada. Mucho. Nunca se lo he dicho a nadie.
—No, no lo hago.
—Sí, seguro. —Echa su cabello hacia atrás, liberándolo de su cuello, y
luego lo levanta en un lío de coleta.
Se pone los zapatos, pero no puedo levantarme con el pensamiento de ella
yéndose sintiéndose así, como si sólo lo hubiese dicho porque me dio una
mamada, así que la agarro cuando pasa a mi lado y la pongo de nuevo en la
cama, luego me coloco encima de ella.
—No dije eso por lo que hiciste.
Sigue debajo de mí.
—Está bien. —Huye de mis ojos.
—¿Te pone incómoda cuando te digo cómo me siento?
—No... —Pero entonces niega—. Quizá… No lo sé.
—Todavía estaría enamorándome si no hubieras hecho eso.
—Está bien…
La beso rápidamente.
—Te lo mostraré.
—Está bien. —Asiente. Pero sigue estando rara.
105

—Nunca he sentido esto antes —le digo, mirándola a los ojos.


—Está bien. —Y asiente de nuevo, y me está poniendo nervioso, así que me
quito y la levanto—. ¿Quieres que vaya y te recoja? Podemos usar mi
Página

conductor.
—Seguro.
—¿Qué está mal? —Pone sus puños en sus caderas.
—Nada. —Todo.
—¿No quieres usar a mi conductor?
—No. —Niego—. Está bien. Recógeme al mediodía.
Se inclina y me besa, pero lo hago corto. Me mira por un momento, su
mirada confundida. Luego se sacude, se levanta y se va.
Lanzo mi almohada a la puerta, y me entierro en la cama. No tengo idea de
qué hacer con cómo está actuando, pero sé que tengo que hacer algo. Mierda.
Finalmente conozco a una chica con la que tengo sentimientos, y pasa esto.
¿Qué demonios hago ahora?

106
Página
19
Lark

A
bro la puerta de mi apartamento, entro y me quedo inmóvil cuando
veo a mis cinco hermanas en la sala. Finny levanta sus manos y
empieza a aplaudir. Es lento, fuerte y ofensivo como el demonio. Calor
llena mis mejillas, pero enderezo mis hombros y entro, tirando mis llaves en una
cercana mesa especial.
—Felicidades —dice Finny—. Te vez como si hubieras follado toda la noche.
—Se acerca y me susurra—: Solo dime ¿cuán grande es el pene de Ryan? Las
mentes curiosas quieren saber.
Una sonrisa curva las esquinas de mis labios, a pesar de estar mortificada
al ser puesta en la luz.
—No es de tu incumbencia —digo mientras me siento en el sofá—. ¿Qué
están haciendo todas aquí?
—Yo las llamé —dice Wren. Está mirando por la ventana desde su asiento
en el sofá. De repente, se voltea y veo una lágrima bajando por su mejilla—.
Necesito un consejo.
—¿Les has dicho ya? —pregunto en voz baja. Wren está trabajando en esto,
y haría lo que sea por ayudarla.
Niega, y hoyuelos aparecen en su mejilla donde está luchando contra las
lágrimas. Mis hermanas ya no están bromeando. Están serias y todas quieren
saber qué ha pasado.
—Estoy embarazada —dice Wren. Luego entierra su rostro en sus manos.
—¿De cuánto? —pregunta Finny.
Wren levanta la mirada.
—¿Importa?
Finny suspira.
—Sí, importa, dependiendo de qué estás planeando hacer al respeto.
107

—Quieres decir tener un aborto. —Mira fijo a Finny y levanta las manos en
frustración. Wren apunta un dedo en su dirección—. Y no puedes contarle a Tag.
Página

Tienes que prometerlo.


Finny mueve su cabeza.
—No puedo prometerte tal cosa. Somos un equipo.
Finny se casó con Tag, quien es el hermano biológico de Wren y Star. Él no
creció con ellas, pero lleva sus ADN, y es locamente protector con ellas.
—Dame tiempo para descubrir qué voy a hacer con ello, ¿quieres?
—¿Qué dice el padre del bebé? —pregunta Star. Star está embarazada
también, y deja caer una mano protectora en su barriga.
—Él no lo quiere. —Otra lágrima baja rodando por la mejilla de Wren—. O
a mí, si vamos al caso.
—Hombre, es un ga-ganador —dice Peck.
—Apuesto diez dólares que dirá que tiene algo cuando se dé cuenta que ser
el padre de un bebé de una Zero puede ser un buen negocio —espeta Finny.
La mandíbula de Wren cae. Luego le tira un cojín a Finny. Ella lo agarra y
lo mete detrás de ella.
—¿Qué? —grita—. No es un ejemplo de humanidad, Wren. Vamos.
—Es un idiota —dice Star.
—Un imbécil —añade Peck.
—Estúpido —dice entre dientes Wren.
—Es un cretino por pasar de algo tan fabuloso como tú y el bebé —añado.
—Entonces —dice Finny, aplaudiendo—, ¿qué estamos haciendo? ¿Vamos
a tener un bebé o vamos a decidir qué no?
—No es tan simple —protesta Wren.
—No —interrumpe Finny—, en verdad lo es. Una mujer tiene el derecho de
elegir. Ejerce tu derecho de no tenerlo. O de ser madre. De todas formas
nosotras estamos aquí.
—Pero él no —gimotea Wren.
—¿Qué tiene él que nosotras no? —pregunta Finny rotundamente—. ¿Un
pene? Puedo comprarte uno de esos.
Peck pone los ojos blancos.
—¿Has estado ya en el me-médico?
Wren niega.
—Creo que ese es el primer paso. Haz una cita e i-iré contigo.
—Vale.
—Bien, entonces tenemos un plan —comenta Finny—. Somos
extraordinarias. Tenemos la mierda hecha. Rockeamos. —Se levanta y hace un
pequeño baile.
—Eres una chupapollas —se queja Wren. Pero al menos está sonriendo. Se
voltea y me empuja el hombro—. Hablando de chupar… ¿Cómo fue el señor
108

Shepherd en la cama? ¿Chupa?


—Él… chupó… en varios… lugares —digo en voz baja mientras cubro mi
Página

rostro con un cojín y me dejo caer en mi silla. Carcajadas brotan de mi garganta.


—¡Te lo dije! —grita Finny. Señala a Star—. Me debes diez dólares.
Totalmente han hecho el acto.
—¿Has hecho una apuesta si había tenido o no sexo? —pregunto.
—Sí —alardea Finny—. Y he ganado. —Tiende su mano—. Paga, hermana.
Star le golpea la mano y Finny la retrae, sonriendo todo el tiempo.
—Danos algunos detalles —dice Finny—. ¿Cómo de grande es el pene de
Ryan? ¿Estás adolorida? ¿Puede durar mucho? ¿Aquellos tatuajes están en
todas partes?
—Bastante grande. Sí, estoy dolorida. Dura lo suficiente. Y sí, está lleno de
tatuaje.
—¿Tiene el pene perforado? —pregunta Peck—. Sam lo tiene. Es solo
curiosidad.
—No, no tiene perforaciones.
—¿Es divertido? —Se acerca Star, de repente entrando en el juego.
—¿Divertido cómo? —pregunto.
—¿Fue todo, como, serio? ¿O fue divertido?
—Él como que… lloró un poco. —Hago una mueca—. Después de yo
hacerlo, pero no tanto como yo. Pero aun así.
Finny se deja caer hacia atrás.
—¿Lloró? En serio, yo le habría pellizcado los huevos.
—Bueno, no se sorbió los mocos, pero tuvo los ojos en lágrimas una vez.
—¿Fue bueno contigo? —pregunta Star en voz baja.
—Mucho. No creo que pudiera haber sido mejor. —Bajo la vista a mi reloj—
. Oh, mierda. Tengo que ir a arreglarme. Voy a conocer a su madre.
Finny frunce el ceño.
—¿Por qué vas a conocer a su madre?
Me encojo de hombros.
—Es su cumpleaños. Hay una fiesta y me ha pedido que vaya con él. —Miro
sus rostros—. ¿Por qué? ¿Qué hay de malo en eso?
Las cejas de Finny se fruncen.
—¿Acaban de empezar a salir?
—Sí.
—¿Y solo tuviste sexo anoche?
—Sí.
—Y no has hecho ninguna promesa a otro. Ningún secreto de escaparse o
algo así.
—No.
109

—¿Entonces por qué demonios vas a conocer ya a su madre?


—Porque él me invitó. Creo que es algo bonito.
Página

—Es extraño.
—No lo es.
—Lo es. Creo que deberías cancelar y sólo volver a su casa para follarlo en
vez de esto.
—No voy a cancelar. —Me levanto—. Quiero conocer a su familia. Ya he
conocido a su hermano Mick.
—¿Qué ropa vas a ponerte? —pregunta Star.
—Es una barbacoa. ¿Puedes escoger algo para mí? —Pongo las manos
juntas como si estuviera rogando.
Star se levanta y va a mi armario y la sigo.
—Cierra la puerta, ¿quieres? —pide.
Cierro la puerta.
—¿Qué pasa?
Se sienta en el borde de mi cama.
—Estoy muy preocupada por Wren.
—Lo sé. Yo también.
—¿Qué crees que va a hacer?
—Sinceramente, creo que no está decidida.
—Está bien. —Se levanta y empieza a rebuscar por mi armario—. No me lo
ha dicho con anticipación. Me hizo esperar hasta que se lo contó a todo el
mundo.
Star y Wren siempre han sido las más cercanas de las cinco, ya que son las
únicas que son hermanas de sangre.
—Probablemente todavía está shock. Me sorprende que se lo haya contado
a todas.
—Estoy embarazada —dice, mientras sostiene una mano por encima de su
barriga.
—Lo sé.
—No me gusta que tenga que elegir entre aborto y tenerlo.
—Lo sé. Creo que probablemente es el por qué se lo ha contado a todas.
—Cuando supe que estaba embarazada, fue el mejor día de mi vida.
—Es porque tienes un marido que te apoya y va amar ese bebé. Ella está
sola en esto.
—No está sola.
—Lo está. En la parte que importa.
—Está bien —dice Star en voz baja. Saca un jean y una camiseta estampada
de mi armario—. Viste esto. Con tus sandalias. —Señala el baño—. Ve a
ducharte. Te arreglaré el cabello.
110

Suspiro y voy hacia Star. Apoyo una mano en su barriga y siento el firme
movimiento bajo mi palma.
Página

—Wren va estar bien —le digo.


—Lo sé —contesta, cubriendo mi mano con la suya—. Solo estoy
preocupada. —Agarra mi rostro y presiona un beso fugaz en mi mejilla con un
fuerte ruido—. Ve a ducharte. Hueles a hombre.
Me río y voy a hacer lo que me dice.
Me llama cuando entro al baño.
—Oye, Lark.
Miro atrás.
—¿Sí?
Sonríe.
—Entonces, ¿cuán grande es su pene?
Dejo escapar una fuerte carcajada.
—Enorme. Como el de un actor porno.
Hace una mueca.
—Me lo imaginaba. Siempre los flacuchos son los que tienen los penes más
grandes.
Treinta minutos más tarde, estoy arreglada y lista. Les digo adiós a todas y
me desean suerte, agarro la caja de galletas que Marta hizo para llevar a la
fiesta, y voy a la esquina a comprar un ramo de flores para la madre de Ryan.
Después tomo un largo respiro y subo al auto para ir a recoger a Ryan.
No puedo creer que esté haciendo esto. Voy a conocer sus padres. Padres a
los cuales probablemente no les voy a gustar porque no soy sorda.
Le envío un mensaje a Ryan antes de llegar ahí, así que está esperando en
la acera cuando el auto llega. No espera que el chofer le abra la puerta,
simplemente la abre y se desliza dentro. Está vistiendo un suéter color ciruela
que se ajusta a sus hombros anchos pero se pliega en la cintura y un jeans azul.
El olor sutil de su colonia me invade cuando me acerca y me besa.
—Te he echado de menos —dice.
Bajo la mirada hacia mi reloj que no llevo.
—¿Durante las dos horas?
—Te he echado de menos desde el primer minuto. —Sonríe y me besa de
nuevo y mi corazón hace esta voltereta que siempre hace cuando él me mira de
esta manera—. Y el segundo. Y el tercero.
Levanto la mirada para ver a mi chofer mirándonos por el espejo retrovisor
y me doy cuenta que está esperando indicaciones.
—¿Me puedes dar la dirección? —le pregunto a Ryan.
La teclea en el GPS de su teléfono y se la enseña al conductor, el cual se
mete en el tráfico de la calle.
111

Ryan se estira y recoge la caja de galletas que Marta hizo.


—¿Qué es esto?
Página

—Galletas para tu madre. No las comas.


Da golpecitos en la caja.
—¿Qué clase de galletas?
—No estoy segura. Las hizo Marta.
Coloca la caja a un lado.
—¿Qué le compraste a tu madre para su cumpleaños?
—Nada. —Se señala al pecho—. Tendrá como regalo mi compañía por un
día entero.
—¿Hablas en serio? —La miro fijamente hasta que empieza a reír.
—Hablo en serio. Es una norma. Sin regalos al menos que los hagamos
nosotros. —Se encoje de hombros—. Estoy pintándole un cuadro.
—¿Dónde está?
—En mi bolsillo trasero.
—¿Qué has dibujado?
—No lo digo. Tendrás que esperar y ver.
Me besa otra vez y siento que me estoy derritiendo en la silla.
—¿Podríamos tener una fiesta de pijama esta noche? —pregunta.
Sonrío. No puedo aguantar.
—¿Qué eres? ¿Un niño de doce años?
Asiente.
—Podemos hacer una tienda de sábanas y encabezar unas almohadas.
—Me encantan las tiendas de sábanas.
Sus ojos aumentan.
—Puedo acostarte en las almohadas y follarte en la tienda de sábanas.
Mi corazón salta.
—Entonces, ¿eso es un sí? —pregunta, juntando sus manos como si
estuviera rezando.
—Es un quizá. —Pero en mis adentros, sé que es un sí.
—Podemos jugar la lava caliente, y hacer un camino de cojines y sólo
podemos pasar cuando tengamos que dejar la tienda para ir al baño o
conseguir algo para comer.
—¿Qué pasa si me caigo en un cojín?
Se ríe y frota sus manos juntas como un científico loco.
—Entonces tengo que llegar con cosas asombrosas que te harán gritar.
—¿En el buen sentido o en el malo?
Se encoje de hombros.
112

—El que prefieras. —Se lame los labios—. Te gustó la otra noche cuando te
lamí el coño. —Hace el signo para “coño” haciendo un triángulo con sus dedos y
Página

después lamiendo el centro.


Le pego en las manos, bajándolas a su regazo.
—¡Para! —grito, mirando mi chofer.
Se ríe y coloca sus brazos a mi alrededor, después me besa la frente.
—Te he echado de menos cuando estuviste fuera —dice en voz alta.
Esta vez cuando mi corazón late, lo hace por una razón completamente
distinta. Dejo apoyada mi cabeza en su hombro.
Su teléfono vibra en su bolsillo y lo saca. Después su boca cae abierta y me
mira.
—¿Le has dicho a tus hermanas cuán grande es mi pene?
—¿Qué? —Agarro su teléfono y leo el mensaje que acaba de llegar.
Josh: Así que, he oído que tu pene es gigantesco y que sabes
cómo se usa. Supongo que las cosas van bien con Lark, ¿eh?
Entierro mi rostro en las manos y gimo.
—Lo siento. Lo hice sin querer. Star debe haberle contado.
Ryan sonríe y me besa rápidamente, y después empieza a escribir en el
teléfono.
Se lo quito cuando termina.
Ryan: No puedo hacer nada si tu esposa esta celosa porque mi
pene es más grande que el tuyo.
Otro mensaje llega y Ryan se ríe.
Josh: Amigo, a mi mujer le gusta bastante mi pene.
Ryan (conmigo mirándole escribir por encima del hombro): Entonces
¿por qué me estás escribiendo sobre el tamaño de mi pene?
Josh: Porque esa chica es como una hermana para mí, y si tú la
haces sufrir, tú y tu enorme polla van a ser separados rápidamente,
porque voy a cortarla. ¿Lo captas?
Ryan (después le da a la parte delantera de sus jeans una mirada solo para
asegurarse): No quiero captarte. Pero de todas formas, te ENTIENDO.
Josh: Bien. Diviértete hoy. Transmítele a tu madre feliz
cumpleaños.
—¿Conoce a tu madre? —le pregunto a Ryan.
—Ella ha ido al salón de tatuaje algunas veces cuando estábamos los dos.
Le cae bien. Dice que es divertido.
—No le veo lo divertido a escribirte sobre cosas personales.
—¿Estás bromeando? Esta mierda es cómica.
Escondo mi rostro por algo de vergüenza y después levanto la mirada.
—Lo siento por hablar de cosas personales con mis hermanas.
Besa mi frente otra vez.
113

—No pasa nada.


Página

—¿No estás enfadado?


Niega.
—Si le hubieras contado realmente cosas personales, puede que me
hubiera molestado. Pero no charlas de chicas.
—¿Qué es lo que calificas como cosas personales? —Muerdo mi labio
inferior.
—Como por ejemplo si discutimos y digo algo estúpido y tú les cuentas a
ellos y ellos lo usan en mi contra. Eso me puede enfadar. Pero no charlas de
chicas. —Me sonríe—. Puedes presumir del tamaño de mi pene todo lo que
quieras. —Mueve sus cejas en broma—. Quiero gritar a todo el mundo lo
apretado que era tu coño. Pero no diré ni una palabra, porque fue especial
para mí.
Inclino su rostro para poder mirar sus oscuros ojos.
—Fue especial para mí también.
Asiente.
—Peck estaba hablando sobre cómo está perforado el pene de Sam, y
simplemente me he metido en la conversación.
—¡No pasa nada! —dice dramáticamente—. Creo que es muy bonito que
Josh quiera protegerte.
—Voy a matarlo —murmuro para mi sola.
—¿Qué?
—Nada.
—¿Qué has dicho?
—No importa.
Me mira con el ceño fruncido.
—Sí importa. ¿Qué has dicho?
—He dicho que lo mataré por haberte enviado mensajes. Eso es todo.
—Ya me había advertido sobre ti.
—¿Sí?
—Sí, en nuestra primera cita.
—Oh.
—Ama a Star y Star te ama a ti. Es normal que se sienta protector.
Asiento y me apoyo en el asiento.
—Entonces, ¿hay algo que debería saber sobre tu madre?
Sonríe mientras el auto se detiene delante de una pequeña casa de piedra
rojiza.
—Tendrás que preguntarle a ella misma. —Sale del auto y me da la mano
para bajar—. ¿Preparada?
En realidad no. Me gustaría haber sido advertida antes, de algo que no luce
bonito para nada, porque estoy preocupada de meter la pata. No creo que
114

alguna vez haya estado tan nerviosa. Pero pongo mi mano en la suya y le dejo
sacarme del auto. Recoge mi regalo y caminamos de la mano por el camino de
Página

entrada.
Levanta mi mano y besa el dorso.
—Podría sostener tu mano para siempre —dice, mirando mis ojos—.
¿Preparada? —pregunta—. Respira hondo.
Lo hago, pero siento que estoy a punto de desmayarme.
—Tengo la esperanza de caerle bien —admito. Después cuadro mis
hombros.
—Yo te quiero lo suficiente por los dos —dice. Después abre la puerta y
entra. Mira atrás hacia mí, sus ojos brillando.
—No puedes decirme algo así y esperar que simplemente entre y conozca
a tu madre.
Intento dar un paso atrás, pero me agarra la mano y me jala. Entramos y
encuentro que la casa está completamente llena de gente. Están estirados en los
sofás y sentados en sillas, y hay personas en las otras habitaciones. La puerta
deslizante de cristal está abierta, y veo un montón de personas alrededor en la
parte trasera donde una barbacoa está haciéndose.
Las personas se callan y nos reciben, y Ryan me presenta. Reconozco
algunos de los chicos de la noche de póker, y algunos de ellos vienen a saludar.
Uno de mis guardaespaldas está detrás de nosotros. Se va ir tan pronto vea que
el lugar es seguro, pero da unas cuantas miradas raras.
—Él no va pasar realmente desapercibido entre la gente, ¿verdad? —le
pregunto a Ryan.
—¿A quién le importa? —Se encoje de hombros.
¿A mí?
Finalmente, Ryan se detiene delante de una mujer de cabello oscuro
peinado hacia atrás con ganchitos brillantes. Ella abre sus brazos y él la levanta,
dándole volteretas y ella chilla.
—Feliz cumpleaños, mamá. —Hace señas. Ella le da palmaditas en las
mejillas con cariño, y después pasa al lado y me señala—. Mamá, ella es L-A-R-
K —dice, y gesticula con sus manos como si fuera Vanna White y yo la Q que
nadie entendió alguna vez—. Mi novia.
Mi rostro se calienta pero hago caso omiso.
—Encantada de conocerla —le digo en el lenguaje de señas. Sostengo la
bonita caja de galletas—. Mi madre ha hecho unas galletas para usted. Feliz
cumpleaños.
Me mira con cautela, luego se acerca. Por instinto doy un paso atrás, y doy
justo en una pared. De hombre. Miro por encima de mi hombro.
—Hola, Lark. Es bueno verte de nuevo —dice Mick. Después pone sus
manos en mis hombros para sostenerme. Sin miedo.
Su madre se detiene a unos centímetros y mira mi rostro, sus ojos cayendo
115

a mi nariz, mis labios, mi cabello.


—Esta es la chica escucha, ¿verdad?
Página

—Mamá… —advierte Ryan.


Su madre pone los ojos blancos, y Ryan sonríe.
—Lark es muy guapa —dice ella. Mira a Ryan y asiente. ¿En aprobación?
Tal vez. El agarre alrededor de mi corazón empieza a aflojar.
—Gracias —contesto—. Y gracias por invitarme. —Tomo las flores de las
manos de Ryan—. Estas son para usted.
Las recoge con una sonrisa y las lleva a su nariz. Luego me abraza.
—Me alegro que estés aquí.
Ryan y Mick se miran y después los dos caen como muertos en el suelo al
mismo tiempo. Doy un paso atrás, pasando por encima del cuerpo de Mick en el
camino. Después me pongo en cuclillas al lado de Ryan y le toco el hombro. Me
mira sonriendo.
—¿Por qué estás en el suelo? —le pregunto.
—Bueno, mi madre dijo que iba a helarse el infierno antes que dejarme
salir con una chica que escucha —me cuenta Ryan—. Así que cuando te abrazó
dándote la bienvenida, me he desmayado. —Señala a Mick, el cual aún está
fingiendo estar helado—. Mick también lo hizo. ¿Ves? Simplemente estamos
sobrecogidos.
Mick levanta su cabeza.
—¿Los ladrones de cuerpos se apoderaron de mamá? —pregunta. Sin
embargo no se levanta, y tampoco lo hace Ryan. Simplemente yacen ahí.
—Tal vez se está volviendo loca por la vejez —replica Ryan.
Su madre resopla. Luego saca su trapo de cocina de su bolsillo trasero y
empieza a golpearles. Ellos chillan y se tapan los culos, saltando de pie para así
poder correr alrededor de la sala con ella persiguiéndoles. Alguien quien se
parece mucho a Ryan lo agarra y lo sostiene, mientras ella procede a golpearlo
con el trapo. Él finge que le duele pero se nota que no. Al final, lo deja ir y Ryan
me presenta a su padre.
La señora Shepherd me mira y sonríe.
—¿Te gustaría ayudarme en la cocina? —me pregunta.
El alivio me atraviesa.
—Me encantaría.
—Devuélvemela en una pieza —bromea Ryan.
—No eres gracioso —dice ella, y sacude su dedo.
—En absoluto —digo y le disparo una mirada. Mi guardaespaldas nos sigue
y le digo—: Puedes ir al auto. Estoy bien.
Niega y mira hacia el frente.
—Esperaré aquí.
—En serio, está bien.
Sus ojos se quedan en la señora Shepherd y encuentra un lugar en la
esquina, fuera del camino, donde puede esperar.
116

—No.
—Sabes que la mayoría de estas personas no pueden oír, no escuchan
Página

música, y no tienen idea de quién soy, ¿cierto?


—Esperaré —dice.
—Sírvete.
De pronto, un rostro familiar aparece a la vuelta de la esquina, usando un
delantal.
—¿Qué más podemos hacer? —pregunta la chica.
La señora Shepherd le sonríe.
—Puedes hablar con Lark mientras llevo esto afuera.
La señora Shepherd deja la habitación, y la ex novia de Ryan me mira
duro.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Ryan me invitó. ¿Y tú? —La miro igual de duro.
—Molly me invitó. Su madre.
—Es agradable conocerte. —Tiendo mi mano. Ella la golpea en vez de
sacudirla, y mi guardaespaldas viene hacia nosotras—. Está bien —le digo en voz
alta—. Lo tengo.
Samantha pone los ojos en blanco y toma la caja de galletas, sacudiéndola
mientras mira por la pequeña abertura de plástico.
—¿Qué clase de galletas son estas?
—Creo que son pecan algo —digo—. No estoy segura. Mi madre las hizo.
Tiene un brillo en sus ojos que no entiendo bien, pero lo dejo pasar.
—Molly las amará.
—Espero.
La madre de Ryan se apresura de nuevo en la habitación, y saca una
bandeja y algunos vegetales. Me los entrega, y luego me da un cuchillo. Corto y
acomodo vegetales en completo silencio, hasta que Ryan viene y abre su boca
como un pajarito, y espera que le meta una zanahoria. Mastica ruidosamente y
suspira.
—Papá dice que es hora de comer.
La señora Shepherd indica que la sigamos. Todos terminamos en el patio
trasero, donde hay mesas de picnic armadas. Ryan arma un plato para mí y uno
para él, nos sentamos en una mesa con Mick, Samantha, y algunas otras
personas. Samantha se sienta al otro lado de Ryan, y él se acerca más a mí. Esta
tan cerca que voy caerme del banco.
Me levanto y le indico que tome mi lugar, me mira con curiosidad, pero lo
hace. Luego me aprieto entre él y Samantha. La miro y sonrío.
—Ahí —digo—. Eso está mucho mejor.
Mike echa su cabeza hacia atrás y ríe.
—Me gustas, Lark —dice.
117

Sonrío.
—Tú también me gustas, Mick.
Página

—Debes tener unas bolas así de grandes —dice mientras imita tocar una
bola de béisbol con las dos manos.
Ryan debe haber leído nuestros labios, porque entra en la conversación.
—No las tiene —dice Ryan—. Lo comprobé. —Me besa en la mejilla
caliente. Es un fuerte golpe y es asombroso.
La señora Shepherd se acerca y tiende su mano.
—Mis regalos, por favor —le dice a Mick y a Ryan. Él alcanza su bolsillo
trasero y saca una hoja de papel. No estaba bromeando. Es el cuaderno anillado
y todo. Ella lo abre, luego se inclina y presiona un beso en su frente.
Ella me lo enseña.
—Solía contarle esta historia todas las noches antes de que se fuera a la
cama —me dice. Ryan ha dibujado una luna y algunas vacas y ovejas saltando
por ahí. Es verdaderamente hermoso—. Voy a ponerlo en la pared con los otros.
Mick le entrega algún tipo de nota.
—Él escribe poesía estúpida —dice Ryan. Luego pone los ojos en blanco.
—Ella ama mi estúpida poesía, muchísimas gracias —responde Mick.
Ella lo lee, sus ojos se ponen un poco llorosos, y parpadea. Entonces besa
su frente también, del mismo modo que hizo con Ryan.
—¡Ja! —grita Mick—. Le gusta más el mío que el tuyo.
—No es así. ¡Retíralo! —grita Ryan. Luego toma un tenedor lleno de
ensalada de patatas y engancha el final de este con su dedo, como si estuviera
listo para lanzárselo a Mick.
La señora Shepherd lo golpea en la nuca y él deja caer el arma casera.
—Mamá me ama más que a ti —le dice Mick.
Ryan levanta su dedo medio. Su madre ve eso y lo golpea, frunciendo el
ceño.
—¡Sean buenos! —advierte, señalándolos a ambos.
—¿Debería darle el regalo que le conseguí, o debería dejárselo? —le
pregunto a Ryan.
—¿Dónde está?
—En mi bolsillo.
Tiende su mano y coloco la pequeña caja en ella. Tira de la manga de su
madre y ella mira la caja.
—¿Qué es eso? —pregunta.
—De Lark —dice.
—¿Está hecho a mano? —pregunta.
Ryan comienza a decir:
—¿Eso importa?
Pero lo detengo.
118

—En realidad, lo es. Lo hice yo. —Mi rostro se calienta otra vez. Desearía
poder reducir el sonrojo.
Página

Ella sonríe y comienza a abrirlo. Luego se detiene y respira profundo,


cubriendo su pecho con su palma. Saca los pasadores plateados y los sostiene.
—¿Hiciste estos?
—Bueno, añadí las joyas —admito. Compré los pasadores y luego les añadí
dos gemas, una por la piedra de nacimiento de Ryan y otra por Mick—. Son sus
piedras natales —le digo.
—¿Cómo supiste mi fecha de cumpleaños? —pregunta Mick.
Pongo los ojos en blanco.
—Facebook —digo—. Obvio…
Sonríe.
—Bien jugado.
La señora Shepherd quita los pasadores que ya está usando de su cabello y
los remplaza por los míos.
—¿Cómo luzco? —le pregunta a los chicos.
—Hermosa —dicen al mismo tiempo.
—Y no luces ni un día más vieja —añade Ryan—. De hecho, creo que luces
más joven con esos puestos.
Saca el paño de su bolsillo otra vez y se lo lanza. Él se agacha y ríe.
—Ni siquiera lucen baratos —dice Samantha.
—No lo son —le digo, a pesar de que no puede escuchar el gruñido en mi
voz.
La señora Shepherd me hace muy feliz cuando me abraza, y luego va a
enseñar sus nuevos pasadores. Ryan me besa en la mejilla y dice:
—Le gustas.
—¿Eso crees? —Mi corazón todavía corre una milla por minuto.
—Sí —dice Mick—. Estás dentro.
Exhalo un suspiro aliviado.
—¡Qué alivio! —Paso mi mano por mi frente y pretendo limpiar el sudor.
Pero de pronto, la señora Shepherd comienza a jadear. Sostiene su
garganta y sus labios empiezan a volverse azules.
—¡Mamá! —grita Mick, Ryan corre a la casa y regresa de inmediato con
una inyectadora. Cae al suelo y la pinchan, pero su respiración no mejora.
Alguien grita por una ambulancia, y Ryan, Mick y su padre intentan ayudar a
estabilizarla, pero no está funcionando.
—¡Oh, Dios mío! —dice Samantha—. ¿Había nueces en las galletas que
trajiste?
—Mamá es alérgica a las nueces —dice Ryan. Está intentando
frenéticamente mantenerla despierta, y ella está luchando por respirar.
—¡Tú sabías que había nueces en las galletas! —le digo a Samantha.
119

—¿Cómo sabría eso? —pregunta, parándose más erguida en fingida


indignación.
Página

—¡Porque te lo dije!
—Quizás creíste hacerlo, pero tus señas no son muy buenas —dice.
Escucho las sirenas y espero junto con los otros mientras la cargan en la
ambulancia. Ryan y Mick se van juntos en el auto de Mick al hospital, y yo voy a
mi auto con mi guardia de seguridad.
—Se lo dijiste —me dice.
—Sé que lo hice.
—Perra confabuladora —murmura.
—Sí.
—¿Quieres ir al hospital?
—Sí, por favor.
Envío un mensaje grupal a mi familia.
Yo: Creo que acabo de matar a la madre de Ryan. Estamos en
camino al hospital.
Cuando llegamos, encuentro a Ryan caminando de un lado a otro en el
pasillo con Mick y su padre. Samantha está con él, y cada vez que deja de
caminar, ella empieza a frotar su brazo. Él levanta sus dedos y la aleja. Luego me
ve.
—Oh Dios mío, lo siento tanto —me apresuro a decir.
Me envuelve en un abrazo, enterrando mi rostro en su pecho. Levanto la
vista.
—No sabía que era alérgica, lo juro. Le dije a Samantha que tenían
nueces y ella dijo que tu madre las amaría.
—No entendí sus señas —protesta Samantha, y luego comienza a empujar
sus cutículas—. No es muy buena en ello.
—¡Eres una mentirosa, Samantha! —grita Mick mientras hace señas—.
¡Lo hiciste a propósito y lo sabes!
Se sonroja.
—¡No lo hice!
—Tu ojo izquierdo tiembla cuando mientes —le dice Ryan.
Golpea su pie.
—¡No lo hace!
—Lo hace —dice Mick—. Siempre lo ha hecho. Estás mintiendo ahora y
estabas mintiendo entonces. —Apunta la puerta—. Deberías irte.
—No lo haré.
—Oh sí, lo harás —dicen cuatro voces femeninas detrás de mí, giro para
encontrar a mis cuatro hermanas, junto con Emilio y Marta.
—No quieres molestar a mi hija —dice Marta, señalando a Samantha. He
120

visto a Marta volverse toda mamá oso antes, pero nunca le he visto tan
convincente. Señala la puerta—. ¡Fuera!
Página

Samantha da la vuelta y corre por el pasillo.


—Ella podría haberla matado —dice Ryan. Su rostro tan pálido que podría
iluminar una habitación.
—No lo hizo —dice Marta—. Tu madre estará bien.
—No sabe eso —dice él.
—Lo sé. Soy madre, Ryan. Nosotras sabemos todo.
—¿Qué hacemos ahora? —pregunta Mick.
—Ahora esperamos —dice Emilio.
Todos se sientan, Mick y Ryan no dicen una palabra sobre mis hermanas y
mis padres esperando con nosotros.
—¿Quieres que les pida que se vayan? —pregunto.
Niega.
—Pueden quedarse.
—Marta —bromea Emilio—. No te he visto ser tan feroz en un largo
tiempo. Es algo excitante.
—Alguien tenía que hacerlo —dice Marta. Señala a mis hermanas—. Dos
están embarazadas, y por lo tanto incapaz de luchar. No podía dejar que las
lastimaran.
Wren se congela cuando Emilio las mira a todas.
—Espera. ¿Dos de ustedes? ¿Qué mierda? —Sus ojos se mueven de una a la
otra—. Sé que Star está embarazada, porque de pronto está como una pelota de
baloncesto.
Star presiona una mano en su vientre.
—No lo estoy —murmuro.
—¿Quién más está? ¿Quién está embarazada? —demanda Emilio.
Wren levanta su mano tentativamente.
—Yo —chilla. Pero Peck y Finny también levantan sus manos.
—Oh, mierda —susurro.
—Me enteré ayer —dice Finny.
—Sam y yo estábamos esperando para decirles a todos —añade Peck.
¡Espera! ¿Mis cuatro hermanas embarazadas a la vez? Mi cerebro lucha
para ponerse al día.
Emilio suspira.
—Ustedes van a matarme chicas. Voy a morir de un ataque cardiaco y será
culpa de ustedes.
—Eres demasiado tacaño para morir —dice Marta.
—Malditamente correcto. —Emilio se sienta junto a Wren, porque sabe que
ella es quien lo necesita ahora, y toma su mano. No le dice nada más. Solo
121

sostiene su mano. Ella pone su mano en su hombro y todos esperamos.


Cada tantos minutos escucho a Emilio murmurar algo sobre “muchos
Página

malditos bebés al mismo tiempo”. Y “esto es lo que pasa cuando tienes cinco
niñas”.
—Ocho pequeñas manos y ocho pequeños pies —susurra. Mira a Wren,
aprieta su mano, ella llora un poco y asiente—. Lo tenemos. —Lo escucho
susurrar.
—Sé que lo hacemos —responde susurrando. Pero las lágrimas siguen
cayendo.

122
Página
20
Ryan

E
l alivio es palpable, cuando el doctor viene a decir que mamá va a estar
bien. Tengo un nudo en la garganta y Mick también. El médico le dice
a papá que una persona a la vez puede ir a verla, por lo él que va
primero.
Pongo a Lark en mis brazos y la abrazo con fuerza.
—Lo siento mucho —dice ella, cuando finalmente la suelto.
—No es tu culpa —le digo. Y no lo es. Es de Samantha. No puedo creer que
me quedé con esa perra tanto tiempo. Cuando me engañó fue el mejor día de mi
vida. No me di cuenta entonces. Luego conocí a Lark y todo mi mundo cambió.
—Tenemos que ir a alimentar a las futuras mamás —dice Emilio—.
¿Cafetería? —Mick y yo nos encogemos de hombros y los seguimos a la pequeña
cafetería que está al lado de la tienda de regalos.
—Así que Wren es la embarazada —me pregunta Mick cuando nadie está
mirando.
—Aparentemente es una de las embarazadas. —Todavía no puedo
entender todo eso.
—¿Cuál es su historia?
—No tengo idea. —Miro a Wren que está mirando a mi hermano con
curiosidad—. Deberías ir y hablar con ella.
—Está bien —dice. Y se pone al lado de ella en el mostrador. Ella se ríe de
algo que él dice y no puedo dejar de pensar que algo va a suceder allí.
Emilio viene a mi lado y dice:
—Supongo que tampoco tengo que preocuparme por el pene de Mick, ya
que está embarazada, ¿verdad?
—No lo creo. —Le sonrío.
—No vas a embarazar a Lark, ¿verdad? —pregunta. Me mira duramente.
123

—No, probablemente lo haré —admito—. No mañana. Y probablemente


no al día siguiente. Primero me gustaría pedirle que se casara conmigo.
Página

—¿Estás pidiendo permiso?


Me encojo de hombros.
—Lo haré algún día.
—Ven a verme cuando estés listo —dice—. Y lleva cigarrillos. Me gustan
los cigarrillos.
—Sí, señor.
Busco mi teléfono para poder anotar su número, pero mi teléfono no lo
encuentro.
—¿Algo está mal? —pregunta Lark mientras se acerca.
—No encuentro mi teléfono.
—¿No lo dejaste en la casa de tu mamá?
—No lo creo. Estaba en mi bolsillo.
—Tal vez lo perdiste en el auto.
Llevamos la comida de regreso a la sala de espera, y nos sentamos a
esperar. Unos minutos más tarde, papá sale y le doy el plato de comida que
tomé para él. Dice:
—Ella quiere ver a Lark.
Lark se atraganta con la comida que tiene en la boca. Una de sus
hermanas, todavía no puedo decir cuál es cuál, le da palmaditas en la espalda
hasta que se le pasa.
Papá apunta con el pulgar hacia el pasillo.
—Si no vas, va a venir aquí y hacer que vayas.
—Voy contigo —dice Marta mientras se pone de pie.
Lark levanta una mano.
—Está bien. Puedo hacerlo sola. —Ajusta su camisa y trata de poner en
orden su cabello.
—Te ves bien —le dice Marta.
Ella respira profundo.
—Tengo esto —dice.
Emilio mete un mechón de cabelló detrás de su oreja.
—Sí, lo tienes.
124
Página
21
Lark

E
ntro en la habitación y en realidad estoy reconfortada por los chirridos
y pitidos que quieren decir que la señora Shepherd está viva. Está
cansada y débil y su color aún no ha regresado, pero el médico dice
que va a estar bien.
—Nunca me gustó esa perra —dice con señas mientras me acerco a la
cama.
El alivio me inunda.
—No sabía que era alérgica. Lo siento mucho. He arruinado su
cumpleaños. Casi la maté.
—No lo arruinaste. Samantha lo hizo. Nunca me gustó esa chica, no desde
que era pequeña y solía lanzarle rocas a Mick porque podía oír.
—¡No lo hizo!
—Lo hizo. Así que fui con su madre y la amenacé con desechar su cuerpo
en una forma muy vil. De la madre, no la niña, porque la madre estaba a
cargo en esa época, y nunca tuvimos otro problema con ella.
Me río. Me gusta la señora Shepherd, y puedo ver de dónde sacó Ryan su
sentido del humor.
—Sin embargo esperaba que se casara con una mujer sorda, tengo que
admitir.
—Él todavía podría. —Hago una mueca de dolor.
Ella se ríe.
—No, no lo hará. Él tiene esa mirada en sus ojos. Sabía que algún día
conocería a alguien y se enamoraría, y sabía que no sería de Samantha, pero
nunca pensé que sería de alguien como tú.
—Sé que no soy lo que quería para él, pero…
Ella hace señas con su mano en el aire para que deje de hablar.
125

—Él es un hombre adulto. Es un artista talentoso. Tiene un buen trabajo y


una casa por su cuenta. Siempre será mi niñito, pero algún día será el marido
Página

de alguien… —Se detiene para limpiarse las lágrimas que se han formado en sus
ojos—. Y ésa es una decisión que tiene que hacer por su cuenta. Si te elige, los
apoyaré a los dos un cien por ciento.
—¿A pesar de que puedo escuchar?
—Oh, tendrás tus propios desafíos especiales. Siempre serás la que tiene
que contestar el teléfono cuando haya llamadas. Terminarás por traducirle
más de lo que piensas que harás. Y evitarás situaciones donde piensas que él
no va a encajar. Y él evitará situaciones similares para ti. Vas a cambiar tu
vida por él y él va a cambiar la suya por ti. Para él, odiará que tenga que
depender de ti para algunas cosas, y provocará a veces un distanciamiento
entre ustedes. Pero cuando amas a alguien, siempre hay cosas que se
interponen en ello, y escuchar sólo es un pequeño porcentaje de ellas.
Me siento en la silla junto a ella y me pongo cómoda.
—Estoy bastante segura de que estoy enamorada de él.
—Lo sé. Lo puedo decir. —Ella me sonríe—. Tienes mi bendición.
—Gracias.
—Ahora, ve a traer a mis chicos aquí así puedo hacerlos sentir mal.
—¿Disculpe…?
—¿No los has visto en la fiesta? Siempre metiéndose con el otro. Cuando
vayas allí, diles que me veo terrible, como que no lo voy a lograr. Diles que
deben ser realmente amables conmigo. Diles que merezco ser mimada. —Sus
ojos centelleando.
Así que hago justo lo que me dijo. Ellos regresan para verla juntos, y salen
veinte minutos después, ambos viéndose como cachorros golpeados.
—Ella se ve muy mal —dice Mick.
—Se veía bien cuando la vi —empieza a decir el señor Shepherd, pero
presiono el dedo en mis labios y él empieza a sonreír—. Probablemente está
muy cansada. Deberían ir todos a casa. Voy a pasar la noche.
—¿Estás lista para irte? —me pregunta Ryan.
Asiento.
—Lista cuando tú lo estés.
De la nada, Mick le pregunta a Wren si le gustaría un aventón a casa y ella
acepta muy tímidamente. Marta y Emilio llevan a Peck y Star a casa, mientras
Ryan y yo tomamos mi auto y conduce.
—¿Qué pasa con eso? —pregunta Ryan.
—¿Qué pasa con qué?
—Mi hermano y tu hermana.
—No tengo idea. —Levanto la vista hacia Ryan—. Él será amable con ella,
¿verdad?
—Por supuesto.
126

Nos metemos en el auto y voy a su casa.


—Estoy muy cansado para construir una fortaleza de sábanas —dice,
Página

rascándose el vientre mientras saca su camiseta sobre su cabeza.


Recojo almohadas del sofá y las lanzo al suelo.
—¿Qué pasa si me caigo en la lava? —pregunto mientras me balanceo en
un pie.
Él estrecha los ojos.
—Entonces consigo tener mi camino contigo.
Pretendo caer en la lava imaginaria.
—Ups.
Él me acecha y me arroja sobre su hombro. Cuando llegamos a su
habitación, me baja, me quita la blusa rápidamente, y después quita mi
pantalón y bragas. Me da la vuelta para desabrochar mi sujetador en la espalda.
Sin detenerse, me inclina sobre su cama. Escucho el tintineo de su cinturón, y
luego su pantalón cae hasta sus tobillos. Sondea mi entrada con su polla.
—¿Necesitamos un condón? —pregunta.
—Um, sí —le digo. No estoy en control de natalidad.
Él se aleja, va a la mesita de noche, y se pone un condón. Luego toma el
mismo lugar detrás de mi trasero, su polla provocándome.
Me presiono contra él en invitación. Se desliza lentamente, llenándome, y
presiona mis hombros hacia el colchón. Levanto el trasero para que pueda ir
más profundo.
—Dios, me encanta follarte —dice cerca de mi oreja.
Estoy de espaldas a él así que no podemos hablar mucho. No podría hablar
si quisiera después de una declaración como ésa.
Él desliza su mano entre el colchón y yo, y encuentra mi clítoris, y con unas
embestidas, me tiene aferrándome a las sábanas, con su codiciosa polla
tomando cada centímetro con empujes cortos y de poca profundidad, después
empujes largos y lentos.
Volteo mi cabeza así puedo besarlo y cuando me aparto, gruñe contra mis
labios y se corre conmigo, empujándome en el colchón con una mano en la parte
baja de mi espalda.
Me trepo desnuda hasta la cama y me deslizo bajo sus sábanas, y él viene
conmigo. Lo enfrento para que podamos hablar, a pesar de que no quiero nada
más que acurrucarme con él.
—¿Quisiste decir eso que dijiste más temprano? —pregunto.
—¿Qué cosa? —Él me sonríe, así que sé que lo recuerda.
—Esa cosa acerca de amarme.
Él pasa las suaves yemas de sus dedos contra mi entrepierna.
—Sí, lo dije en serio.
—¿Cómo lo sabes? —Retuerzo mis manos.
127

—Porque pienso en ti todo el tiempo. Quiero estar contigo todo el tiempo.


No puedo respirar cuando pienso en ti algunas veces, y no sé cómo decirte lo
Página

que siento.
—Eso es bastante bueno. —Aspiro una lágrima.
—Sé que tú no me amas —dice—. Todavía no, de todas formas. Pero
puedo esperar por ti.
Detengo sus manos de moverse.
—Te amo. ¿Por qué crees que mantuve tu gorra de béisbol? Me intrigaba.
Después estaba cautivada. Después estaba agradecida cuando aprendiste
sobre mis cicatrices y no te importó. Después estaba enamorada de ti.
—¿Cuándo lo supiste?
—Cuando besaste todas las cicatrices en mi estómago, cuando estábamos
en mi sofá. Supe entonces que tú eras especial. Y luego cuando me hiciste el
tatuaje de cometa, sabía que me conocías. Y sabía que quería conocerte. Quiero
conocer todo.
—Le pregunté a tu papá si podía casarme contigo algún día.
Me sacudo con atención.
—¿Qué dijo?
—Dijo que cuando esté listo para preguntar formalmente, le lleve
cigarrillos.
Me río.
—Ese es Emilio.
—Tu familia es bastante asombrosa.
—Así como la tuya. —Él me echa hacia atrás para recostarme en su pecho
y baja las luces. Me hundo en él, sabiendo que aquí es donde se supone que debo
estar.

***
A la mañana siguiente, me despierto con alguien sacudiendo mi hombro.
Levanto la vista y encuentro a Ryan.
—Despierta —dice.
—¿Qué pasa?
—Tus padres están aquí.
—¿Lo están? ¿Por qué? —Cepillo el cabello fuera de mis ojos.
—Algo pasó. Lo siento tanto.
Mi corazón hace un ruido sordo, salto de la cama y me visto.
Entro en la sala y Marta y Emilio se levantan.
—Lark —dice Emilio—. Conserva la calma.
—Alguien debería decirme lo que está pasando —sugiero.
—¿Recuerdas cuando ayer perdí mi teléfono? —dice Ryan, haciendo una
128

mueca de dolor.
—Sí. ¿Por qué?
Página

—Al parecer no lo perdí. Samantha lo robó.


—¿Y?
—Y ella vendió las fotografías a los medios de prensa.
—¿Qué fotografías?
Él hace una mueca.
—Las fotografías del antes y después de tus cicatrices y tatuajes.
Emilio se voltea hacia la televisión y encuentra un canal donde están
pasando las noticias.
—En noticias del entretenimiento de hoy —empieza el conductor.
Caigo en el sofá, mis rodillas débiles mientras veo mis cicatrices originales
y escucho la historia de cómo las conseguí, de mis padres muriendo en el
incendio, y mis intentos de suicidio.
—La gente sabe —les digo.
—¿Qué quieres hacer al respecto? —pregunta Emilio.
Cuadro mis hombros.
—Llama a una conferencia de prensa —le digo.
—¿Estás segura, mija? —pregunta Marta.
—Segura. —Nunca he estado más segura acerca de nada en mi vida.
—Está bien —dice en voz baja.
—Voy a prepararme —digo. Y voy a la ducha, y luego voy a casa a
cambiarme de ropa y me pongo maquillaje. Me pongo un atuendo bonito con
mangas cortas, y me presento en la conferencia de prensa.
La habitación se vuelve silenciosa cuando entro con mis hermanas, sus
maridos y novios, y con los Reed y sus esposas detrás de mí. Ryan está de pie
con su familia, incluida su madre, y el hecho de que ellos también están aquí,
me da directo en los intestinos. Deben haber venido directamente desde el
hospital. Las lágrimas queman mis ojos, pero las parpadeo de regreso. Tengo
que mantener la calma.
Doy un paso en el podio.
—Tomaré algunas preguntas ahora —digo en voz baja.
—¿Ha intentado suicidarse, señorita Vazquez? —pregunta alguien.
—Cuando tenía quince años, sí. Lo hice. Había perdido a mis padres
biológicos, y sentí que sus muertes fueron mi culpa. Me pareció difícil superar
su pérdida, y todavía no lo he superado. Todavía tengo periodos de dolor y
algunas veces la culpa me abruma.
—¿Toma medicamento para sus problemas? —pregunta alguien más.
—¿A qué problemas se refiere?
—Usted mencionó depresión y pensamientos suicidas.
—Si tomo o no medicamento no es relevante…
129

—Pero lo es —replica el reportero—. Estados Unidos quiere saber cómo


está manteniendo la calma.
Página

—¿Sabe por qué estoy aquí hoy? —pregunto a la multitud de periodistas.


Las cámaras hacen clic, los camarógrafos ajustan sus lentes y los
micrófonos son empujados más cerca.
Me aclaro la garganta para que pueda hablar más allá del nudo en ella.
—Estoy aquí hoy porque quiero que nuestros seguidores sepan que la
depresión es una enfermedad. No es una falta de fortaleza mental o una
debilidad emocional. —Golpeo mi pecho—. Si tuviera un problema con mi
corazón, sería instada a ver a un cardiólogo. Si tuviera un problema con mi
rodilla, alguien sugeriría que obtenga un antiinflamatorio para ello. Si mis
pulmones no funcionan, vería a un neumólogo y encuentro qué ruta médica
podría tomar para mejorar.
Mi voz se vuelve más fuerte porque ahora estoy enojada.
—Me gustaría saber por qué cuando alguien está deprimido, se convierte
un problema sobre la persona que tiene una falta de carácter o una falta de
fortaleza o algo para avergonzarse. Si alguien busca un medicamento para la
depresión, esa persona se fortalece, porque la enfermedad de él o ella está
siendo tratada. La depresión es una enfermedad, gente. No es una falta de
convicción y no es una falta de fortaleza mental. Es una enfermedad. Y debe ser
tratada con la misma agresividad como con cualquier otra enfermedad. De
modo que, sí, las personas que sufren de depresión suelen tomar medicamentos.
»Pero mi historial de recetas no es su asunto, y si tomara medicamento, no
sería asunto suyo, así como las píldoras para la presión arterial alta y la insulina
no sería asunto suyo. Su única pregunta debería ser “¿Está recibiendo
tratamiento, señorita Vazquez?” Sí, estoy recibiendo tratamiento. Mis días ya no
son oscuros, porque busqué tratamiento. No miro mi enfermedad como una
falta de auto-conocimiento, una falta de agudeza mental o una falta de
convicción. Lo vi como lo que es. Es un asunto médico. Conseguí tratamiento.
Estoy mejor.
Me aclaro la garganta. Y la habitación está en silencio.
—Mi familia y amigos probablemente no entendían por qué estaría de
acuerdo en pararme aquí y tomar preguntas sobre un tema tan delicado. Aquí
está el por qué. —Apunto al monitor—. Si tú que estás en casa sientes que no te
queda nada por vivir, si no tienes una cosa qué esperar o un motivo para
levantarte de la cama, hay tratamientos disponibles. Hay médicos que pueden
ayudar. No te quedes en casa y sin buscar ayuda porque te hace sentir débil al
pedir ayuda. Pide. Ayuda. Trata a tu cerebro con tanta simpatía como lo harías
con tu corazón, los pulmones, o cualquier otro órgano en tu cuerpo que necesita
medicamento. ¿Porque no es lo mismo? Si partes de tu cuerpo están enfermas,
las sanamos viendo a la clase correcta de doctor. Hazlo. Mejórate. —Veo a mi
familia, y a Ryan—. Se pone mejor. Lo prometo.
Mantengo mis brazos en alto.
—Solía tener horribles cicatrices que escondía del mundo. Todos ustedes
las han visto ya que ahora han sido pegadas en todas partes. Todavía están allí,
debajo de la hermosa tinta. Lo que una vez era un horrible recordatorio de mis
130

días más oscuros ahora están llenos de color… llenos de esperanza, amor, un
futuro, y un pasado. No dejes que la depresión te defina o te controle.
Les doy un número telefónico de una línea de ayuda que sé hace un buen
Página

trabajo. Luego les agradezco a todos por asistir.


Me alejo del escenario y me detengo frente a Ryan.
—¿Cómo lo hice?
—¿Quieres casarte conmigo? —pregunta, inclinando la cabeza.
Mi corazón salta en mi pecho, pero no con miedo.
—Sí.
—¿Cuándo?
—Cuando tú quieras.
Él toma mi mano y salimos juntos entre los chasquidos y flashes de las
cámaras.
—Podría tomar tu mano para siempre —le digo.
—Cuento con eso —responde.

131
Página
22
Ryan

C
Tres meses después
ubro mi cabeza mientras nos llueve alpiste fuera de la iglesia,
tratando de proteger a Lark tanto como puedo, pero ella sólo se ríe y
va hacia la limosina que está esperando por nosotros. Los Reed nos
están lazando una ráfaga de mierda, y están riendo como el infierno. Aceptamos
las felicitaciones de todos ellos. Sus padres están de pie en la puerta de la
limosina y ella se detiene para abrazarlos. Emilio la acerca y le susurra al oído.
Se le llenan los ojos de lágrimas y las pestañea, y entonces Marta la abraza.
Veo a mi mamá de pie en las puertas de la iglesia, así que le pregunto a
Lark si puede esperar un segundo. Corro, recojo a mi mamá, la giro alrededor, y
la vuelvo a bajar.
—Te amo, mamá.
—Te amo más —dice.
—No. No puedes amarme más. Es imposible.
—Sí, es posible. Mi corazón es más viejo, así que es más grande, lo cual
significa que puede sostener más amor. Lo siento, niño, no ganas en esto. —Me
sonríe.
Ese es un argumento de burla que hemos tenido siempre desde que era
pequeño. Nunca lo ganaré, pero sé que mi amor por ella es enorme. Y así es mi
amor por Lark. Mi mamá ni una vez ha dudado de mi amor por ella o que
disminuiría cuando Lark entró en mi vida. Escucho historias de horror de
algunos de mis amigos que dicen que sus madres odian a sus esposas, pero ese
no es el caso aquí. Mi mamá ama a Lark y pasan mucho tiempo juntas.
Ella señala a Lark y me regaña.
—Es rudo de tu parte dejarla esperando.
Le doy un caluroso beso en la mejilla, y corro de regreso a mi esposa.
132

Lark luce tan hermosa. Pensé que mi corazón iba a pararse cuando empezó
a bajar el pasillo. Y ella es mía, de ahora en adelante. Para tener y mantener. En
Página

la salud y en la enfermedad.
Fuimos esta mañana al lugar donde sus padres están enterrados. Creo que
era importante para ella hablarles, para decirles sobre mí, sobre nosotros y la
boda. Ella siempre pensó que su mamá arreglaría su velo el día de su boda, y lo
hizo. Sólo que no fue la mamá que le dio la vida. Marta arregló su velo y limpió
sus ojos y cuidó de ella, todo el camino hasta que se la dio a Emilio así él podía
entregármela.
Lark pasó cerca de una hora en las tumbas de sus padres, y entonces
estuvo lista para irse. Pasó la mañana con sus hermanas alistándose para la
boda.
Star se contoneó por el pasillo como un pingüino, y creo que Wren lucía un
poco verde en un punto. Finny es Finny, y ella sólo hizo bromas inapropiadas
sobre el tamaño de mi polla. Peck estuvo callada, pero tengo la sensación de que
ella no vacilaría en cortarme las bolas si hiciera algo para lastimar a Lark.
Ellas son parte de mi familia ahora y también Lark. Tomo su mano en la
mía. Su mano es mía para sostenerla por siempre.
—¿Estás bien? —pregunta.
Asiento.
—Estoy bien. —Sintiéndome sólo un poco indigno de todo lo que me han
dado, es todo. Cepillo un mechón de cabello de su frente—. Te amo mucho.
—Te amo también.
Abro una botella de champaña, y se ríe de mí cuando la consigo toda en el
pantalón de mi esmoquin.
—Sólo quiero agua —dice.
—¿Segura?
Ella asiente y le doy una botella de agua.
Decidimos casarnos en su ciudad natal, porque quería que se sintiera cerca
de sus padres hoy, así que también estamos realmente cerca de la playa, y
quiero llevarla ahí. Le pedí a Emilio que averiguara a qué playa ella solía ir con
sus padres e hice planes especiales.
Abro la ventana de la limosina y puedo sentir la humedad del océano. Va a
estar frío, pero no me importa. No creo que le importe tampoco.
—¿Dónde estamos? —pregunta, cuando finalmente nos detenemos.
—En un lugar especial —le digo. Salgo y sostengo mi mano para ella.
Todavía está usando su vestido de novia y luce como una princesa. Pone sus
manos en la mía como si tuviera toda la fe del mundo en mí.
Salimos y ella se congela. Entonces sus ojos se llenan de lágrimas.
—¿Cómo supiste? —pregunta. No señala, pero lo leo en sus labios.
Me encojo de hombros.
—Tengo mis maneras.
133

Estamos en la playa donde pasó el último fin de semana con sus padres
antes de que murieran. Ella camina hacia el agua, pateando sus zapatos fuera así
puede caminar descalza en la arena. Está frío, así que sé que no querrá quedarse
Página

mucho tiempo, pero unos cuantos minutos deberían ser suficientes.


Voy a la limosina y saco los cometas que compré ayer. Hay uno para ella y
uno para mí. Y compré cuatro más en caso de que rompamos uno o perdamos
uno en el viento.
—También tengo un tablero de ajedrez por si prefieres jugar a eso. —La
miro y veo su reacción.
Ella comienza a desenvolver su cometa y armarlo. Es uno barato, el tipo
que puedes conseguir en cualquier tienda de regalos en vacaciones. Cuando
están todos armados, ella corre por la arena y levanta su cometa al viento.
Despega y atrapa la brisa, y miro mientras ella lo deja elevarse en el aire. Me
sonríe, y el viento sopla su cabello alrededor. No le importa. Sólo lo deja volar.
Pongo mi cometa arriba y me paro a su lado, dejando nuestras espaldas al
viento, y dejándolo llenar nuestras cometas, levantándolos más alto y más alto.
Ella me mira y sus mejillas están húmedas.
—Este es el mejor día —dice.
—Lo sé. —Me río, porque es tan malditamente linda y es mía.
—¿Cuántos cometas conseguiste? —pregunta.
—Seis, ¿por qué?
—¿Uno para mí, uno para ti, y cuatro más para…? —Mira mi cara.
—Para extras.
—Guárdalos para nuestros hijos —dice. Me sonríe—. ¿Cuántos niños
vamos a tener?
Me río, porque se siente muy bien.
—Bueno, tenemos cuatro cometas… —Me encojo de hombros.
—Está bien —responde. Mira mis ojos—. ¿Podemos comenzar esta noche?
—¿Comenzar qué?
—Comenzar nuestra familia. ¿O es demasiado pronto?
Ella se para ahí en la arena en su vestido de novia, un cometa barato
alcanzando el cielo, un brazo extendido mientras se estremece con escalofríos, y
¿está preguntándome si podemos comenzar una familia?
—No es demasiado pronto.
—¿Podemos comenzar esta noche?
Miro alrededor a la playa donde tenemos una multitud.
—Podemos comenzar justo ahora, si quieres. —Señalo mi pulgar hacia la
limosina esperando.
Me mira mientras retrocede su cometa. Tiro del mío también, y corremos a
la limosina. Ella sonríe mientras guardamos los cometas. Levanta la pantalla de
134

privacidad con presionar un botón y sube a mi regazo, arreglando su falda


alrededor de nosotros. Es grande y voluminosa pero no me importa. Ella me
besa mientras desabotono mi pantalón y lo bajo, y ella baja sus bragas a un lado
Página

y se sienta lentamente sobre mi polla. Nunca he estado dentro de ella sin un


condón, y se siente tan malditamente bien.
Sostengo su cara en mis manos mientras se eleva y cae, tratando de atrapar
sus labios, pero no me deja. Está haciéndome desmoronarme debajo de ella, y
está montándome como si tuviéramos sólo un rato para hacer esto, en lugar de
toda una vida.
Gruño mientras abre sus piernas más amplio y se hunde más.
—Dios, sí —gimo—. Fóllame, Lark —le digo—. Fóllame más rápido.
Ella está apretada, húmeda y caliente y no hay barrera entre nosotros.
Tomo sus caderas en mis manos, guiándola para encontrar un ritmo que sé que
le gustará. He aprendido su cuerpo. Sé todo sobre él. Sé cómo hacerla feliz. Ella
grita mientras se acerca. Puedo sentir el zumbido de sus ruidos en su pecho, y
puedo sentir el viento húmedo de su llanto contra mi mejilla.
—Me voy a venir —digo, mientras siento sus paredes apretarse alrededor
de mí, tirándome más profundo y más profundo, y me vengo dentro de ella con
el conocimiento de que podríamos acabar de hacer una nueva vida, y me vengo
más duro de lo que lo he hecho antes.
Ella colapsa contra mi pecho, y la sostengo fuerte, besando su sien una y
otra vez. No puedo conseguir suficiente de ella.
Se menea y me deslizo fuera de ella, y entonces uso mi pañuelo para
limpiarla, y a mí. Subo mi pantalón y trato de conseguir algo de apariencia de
orden. Ella cae en el asiento a mi lado.
—Gracias por hoy —dice.
Sostengo su mano y la traigo a mis labios.
—Gracias por mañana —digo.
Me sonríe, su cabeza inclinada en mi dirección, y sé que aquí es justo
donde se supone que esté. En ningún otro lugar. Sólo aquí.
Recuerdo una cosa que quería preguntarle.
—¿Qué te dijo Emilio que te puso llorosa cuando estábamos entrando al
auto?
Ella sigue sonriendo, aunque sus ojos están un poco acuosos.
—Él dijo que mis padres estarían realmente orgullosos de mí hoy.
La acerco para acostarla contra mí y beso su sien.
Ella se aleja de repente. Entonces saca su teléfono y me muestra una foto.
Es mi gorra de béisbol.
—¿Qué pasa con mi gorra?
—Cosas terribles le pasarán a esa gorra al menos que me hagas feliz por
el resto de mi vida.
—Hecho —digo en voz alta.
135

—Hecho —repite.
—Hecho —digo otra vez. Y sonrío y la beso.
Página

No estoy preocupado por la gorra.


Sobre la autora
Tammy Falkner vive en una granja en una encantadora, en expansión
ciudad rural en Carolina del Norte con su marido apicultor y una casa llena de
chicos, unos cuantos perros, y un gato o dos, o cinco, ¿quién tiene tiempo de
contar? Como la mitad del equipo de Lydia Dare, ha coescrito diez libros,
incluyendo las series Westfield Wolves y Gentlemen Vampyre.
Es una gran fan de Regency England, a menudo se pregunta qué otros
tipos de mágicos, míticos y extrañas criaturas podrían vivir e interactuar dentro
de la alta sociedad. Explorando la teoría de que los Fae pueden caminar entre
Regency England y sus propias tierras, Tammy pasa tanto tiempo como es
posible con los Lord y señoras de la sociedad, los carruajes tirados por caballos,
y elegantes bailes. Ahora añade a eso algunos faeries, un poco de asesinato, un
poco de caos, un gnomo de jardín molesto y tienes sus emocionantes nuevas
series. Espera que disfrutes de su mundo tanto como ella lo hace.
También escribe como Lydia Dare.

136
Página
Página 137

También podría gustarte