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Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Escena extra
Glosario Tiara
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Título: Tiara
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©JessDharma
El mechón de ellas
completará las puntas de los herederos
cerrando así la era antigua e iniciando:
MIL VUELTAS A LOS SOLES DE FELICIDAD
Adhair: Te lo prometo.
Dyzek: También quiero que sepas que entiendo que las mujeres de
Airus son muy feas y por eso tienes que venir.
Hago una mueca y me río. Ya está de mejor humor.
Adhair: No lo has entendido bien, voy a Terrae porque las pobres se
quejan de que las tenéis muy insatisfechas.
Dyzek: Pienso darte una paliza cuando te vea.
Adhair: Te estaré esperando, a ver cuándo te dejas caer por aquí. Te
echo de menos.
Dyzek: Espero que pronto.
Adhair: Tengo que ir a entrenar, los soldados me esperan.
Dyzek: Cuídate, hermano.
Adhair: Tú también.
∞∞∞
Tiara
Ya han pasado unas cuantas jornadas desde que volví a la vida, en las
que Adhair se ha pasado el tiempo recompensándome por haberme echado.
La verdad es que no es necesario porque estoy totalmente enamorada de él,
pero me gusta que me cuiden y me mimen, es algo nuevo para mí.
Aboe se pasó varios soles llorando, aunque ya no tenía motivos, la dejé
porque sé que, en el caso contrario, yo hubiera sufrido igual. Ella y Adam
están enamorados y se unirán una vez que lo hagamos nosotros, todo por un
tema de respeto al príncipe que yo considero una auténtica tontería.
Anamara nos ha adoptado como sus hijas y no puedo ser más feliz. Hoy
es el día de nuestro enlace, Anamara me preguntó si quería un vestido, a lo
que claramente contesté que prefería ir de las telas que siempre uso, y que
conste que Adhair no se queja.
Aún me queda hablar con el Alquimista por el tema de mis poderes,
Adhair me ha dicho que él puede que sepa algo, tenemos que ir a la
ceremonia oficial a la capital, donde nos uniremos con el consentimiento
del rey. Allí podré hablar con él.
Estoy nerviosa y siento mariposas en el estómago. Adhair entra en la
habitación donde estoy preparándome y sonríe al verme.
—Estás hermosa, Tiara. No necesitas ningún vestido para deslumbrar a
todos.
Me acerco a él y lo beso con pasión.
—Tú eres el que me hace sentir hermosa, mi amor.
Adhair me ofrece su brazo y juntos salimos de la habitación,
dirigiéndonos hacia el jardín donde se celebrará el maryaj. Él quería una
gran conmemoración para demostrarme cuando me ama, pero yo quería
algo íntimo con Aboe, Adam y Anamara. Ya tendremos bastante fiesta en la
corte.
Cuando llegamos al jardín, veo que nuestra familia está esperándonos
con una sonrisa en el rostro. Me abrazan y me felicitan por mi unión con
Adhair, y me siento feliz de tenerlos a mi lado.
La ceremonia es corta y sencilla, pero llena de amor y felicidad. La
reina nos da su bendición y todos los presentes nos felicitan y nos desean lo
mejor. Después de la ceremonia, tenemos una cena íntima con nuestros
seres queridos, en la que reímos y compartimos historias.
Finalmente, Adhair y yo nos retiramos a nuestra habitación nupcial,
donde nos amamos con pasión y ternura. Me siento completa a su lado, y sé
que juntos enfrentaremos todo lo que el futuro nos depare.
La jornada siguiente partimos hacia la capital para nuestra presentación
oficial como pareja unida en maryaj. Aboe y Adam se vienen con nosotros,
así como Anamara y su séquito. El camino es largo, pero lo hacemos con
alegría y entusiasmo.
Cuando llegamos a la capital, somos recibidos con una gran
celebración. Los ciudadanos nos aclaman y nos felicitan, y yo me siento
feliz de estar junto a Adhair en este momento.
Antes de la ceremonia tenemos tiempo de hablar con el Alquimista y
para conocer a su padre, debemos informar del problema que vi en la
barrera del reino de Airus, y sobre mis poderes. Sé que sus hermanos
estarán también aquí con sus parejas, estoy un poco nerviosa por conocer a
esas nobles lanus, porque eso supongo que son todas.
—Esto es solo el comienzo, Tiara. Juntos enfrentaremos todo lo que
venga, y siempre estaremos unidos.
Le sonrío y le beso con amor.
—Siempre juntos, mi amor. Siempre y para siempre.
No puedo ser más feliz cuando una voz grita:
«¡Nos atacan!».
Desconcertada, miro a todos los sitios buscando qué es lo que
estropeará el mejor día de mi vida. Entonces lo veo, los monstruos de todos
los reinos han abandonado los Caminos y vienen directos hacia el castillo.
Capítulo 29
Adhair
Cuando todo es maravilloso algo cambia, mejor dicho, todo cambia;
parece que el caos se ha desatado en Centrum. Cuando escucho una voz
gritar, todo mi cuerpo ya está con el vello de punta, lo que me avisa del
peligro que se nos viene encima.
—¡Nos atacan!
Mi primer instinto es mirar a mis seres queridos, necesito ponerlos a
salvo, es mi prioridad antes de enfrentarme a lo que podría acabar con todos
los seres de los reinos. Miro a la mujer que amo y la abrazo.
—Tiara, necesito que me ayudes, tienes que coger a mi madre, a Adam
y a Aboe y llevarlos dentro. Escondeos en un lugar seguro hasta que todo
esto acabe.
Creo que es la vez que peor me ha mirado, y eso que me ha echado unas
cuantas que me podrían haber calcinado en el momento.
—No digas tonterías, ¿crees que soy una dama a la que tienen que
salvar? Si piensas eso es que no me conoces en absoluto.
—Sé que eres una gran guerrera, pero si te pierdo, todo esto, lo que nos
rodea, hasta el aire que respiro, dejará de tener sentido para mí.
—Ves, sabes exactamente cómo me sentiría yo si te pasara a ti. Así que
deja de decir tonterías y vamos a luchar. Adam, pon a salvo a Aboe y a
Anamara —ordena como si ya fuera la reina.
—Pero no quiero dejaros solos, en esta batalla es necesario utilizar a
todos los guerreros posibles —rebate, y le entiendo.
—Lo sé, al menos ponlas a salvo y luego únete a la batalla. Pero, por
favor, Adam, tu misión es casi más importante que matar a los monstruos
que nos atacan.
—Tienes razón —contesta antes de dirigirse a las mujeres.
Mi madre se acerca corriendo hasta nosotros y nos abraza.
—Os quiero a los dos, así que, por favor, no dejéis que os maten.
Sé que quiere a Tiara como si fuera su propia hija, y los tres nos
fundimos en un abrazo antes de que Adam tiré de ellas al interior del
castillo.
—Vale, ahora que ya podemos pensar con claridad, ¿cómo lo hacemos?
Se están acercando, no tenemos demasiado tiempo —pregunta Tiara,
desenfundando los cuchillos nuevos que le he regalado.
—Creo que lo mejor sería que fuéramos a la puerta de Airus, seguro que
mis hermanos hacen lo mismo con el resto. Si conseguimos detener su
salida de los Caminos, tendremos alguna posibilidad.
—Pues vamos, no hay tiempo que perder —me apremia, y le robo un
beso rápido; espero que no sea el último.
Nos dirigimos a toda prisa mientras los soldados de mi padre
interceptan a los que ya han salido por las puertas, espero que sea
suficiente. Yo he traído algunos hombres porque tampoco pensé que
fuéramos a entrar en guerra. Todo es caos a nuestro alrededor, los gritos de
la gente asustada es lo que ocupa todo el espacio.
Estamos alcanzando nuestro destino mientras veo cómo los igrim salen
a tropel de la puerta. No me quiero mentir, esto va a ser muy difícil, no sé si
conseguiremos sobrevivir, pero si tengo que perecer lo haré a su lado. Ella
me sonríe y por un momento me distraigo, cuando vuelvo a mirar al frente
no estamos solos, el Alquimista está en una de las ventanas del castillo
gritándonos.
—¡No hay tiempo para que os explique, Adhair, tenéis que atacar
juntos!
—¿Juntos te refieres a ella y yo?
—Sí, juntos, como si fuerais uno solo.
Y, sin más, desaparece de nuestra vista.
—No sé aún de lo que será capaz mi poder, aunque llevo muchas
jornadas entrenando, pero si debe ser así, así es como lo haremos. —Tiara
se encoge de hombros.
—Sí, vamos.
Nos colocamos frente a la puerta, los monstruos están llegando como si
estuvieran envueltos en una ola de locura, y sé que no nos queda mucho
tiempo. Nos situamos uno al lado del otro y cogemos nuestras manos. Con
la que nos queda libre nuestra magia se empieza a liberar formando una
bola de energía: la mía amarilla y la suya morada. Tenemos que conseguir
el suficiente para poder detenerlos.
Un hormigueo recorre mi cuerpo, como si me acariciaran, Tiara debe
sentir algo parecido porque automáticamente me mira. Entonces algo
increíble sucede, el cabello que le quedaba de color blanco ahora es de
color amarillo, como si nos estuviéramos fundiendo en uno solo.
—Tu pelo —me dice.
En ese momento oímos el graznido de un ave, miramos para arriba y lo
vemos majestuoso, volando como si estuviera tocando el segundo sol, da
dos vueltas y después cae. Sé que ha llegado el momento, miro a Tiara y
ella asiente. Y soltamos la bola de poder que cada uno portamos.
Como van en la misma dirección llega un momento que se juntan y
explotan en una gran bola mágica de los dos elementos que con su luz lo
eclipsa todo, es tan potente que tenemos que taparnos los ojos para evitar
que nos ciegue. Y seguido, siento una onda que nos impulsa hacia atrás,
haciendo que caiga contra el suelo y Tiara a mi lado.
Cuando empezamos a poder ver con claridad no puedo creer lo que
tengo delante de mí. Todos lo que hasta hace un momento eran igrim ahora
son lanus con un mechón que están en el suelo tirados, desnudos, pero no
muertos. Veo que se mueven poco a poco.
—¡No puede ser! —exclamo asustado.
—¿Qué tipo de magia habría podido hacer algo tan horrible?
—No lo sé, pero lo averiguaremos. Ahora debemos volver dentro y ver
si todos están a salvo.
Regresamos al interior y veo a Adam con Aboe y mi madre. No sé qué
está pasando y decido que lo mejor es que las saque de aquí por los
pasadizos del castillo que él tan bien conoce. Quedamos en reunirnos en
casa de nuevo. Las chicas se despiden y yo le hago prometer a mi amigo
que cuide de mi madre como si fuera la suya. Parece ser que han recuperado
la memoria que mi padre les borró y ya saben que los monstruos existen
desde hace relativamente poco.
Una vez dentro, tengo una reunión con mi padre y mis hermanos,
nuestras mujeres se quedan fuera, en el salón del trono, con Kairos, el mejor
amigo de mi hermano Dyzek. Lo conozco y sé que es de fiar, por lo que no
me preocupo de Tiara; además, ella se puede defender sin problema.
Mi padre nos propone celebrar en este instante la ceremonia de Alianza
para quedar unidos de una forma más profunda que con el maryaj.
Aceptamos, y en la primera luna todos, las cuatro parejas, nos disponemos
frente a mi padre, el cual oficiará dicha ceremonia. El Alquimista está en
todo momento a su lado.
—Bienvenidas a la familia —dice mi padre cuando ya ha terminado de
pronunciar las palabras del libro que sostiene. Baja de su trono para
abrazarnos uno a uno a los ocho—. Ahora seréis protegidas como el ser
preciado que sois.
Unas sirvientas me entregan una copa con el color de mi reino y otra
blanca para Tiara, hacen lo mismo con mis hermanos. Mi padre tiene la
suya y todos bebemos para sellar la Alianza tras el brindis real. No termino
de beber cuando escucho a mi padre gritar y caer al suelo, revolviéndose de
dolor.
—No os acerquéis —nos pide el Alquimista y todos rodeamos a nuestro
padre.
—¿Qué sucede? —pregunta Mizu.
—Se está muriendo —contesta el Alquimista sin inmutarse.
—¿Cómo lo sabes? —inquiere Brann, listo para atacar.
—Porque se está bebiendo el veneno que había puesto en la copa de
vuestras mujeres.
—Haced algo, hijos míos —suplica mi padre, y todos nos miramos.
—Yo le puedo escupir —suelta Tiara.
La mujer de Dyzek tiene fuego rosa en su mano, la de Mizu está algo
elevada del suelo y la de Adhair ha sacado una daga.
—¿Por qué, padre? —murmura Mizu dolido. Él es quien mejor se lleva
con el rey.
—Porque ellas son el principio de mi fin. Tienen que morir —gruñe y
veo en su mano que está dispuesto a matar a alguna de nuestras mujeres con
una masa verde que se forma entre sus dedos.
En ese momento, Adhair lo eleva en el aire, Mizu lo mete en una
especie de burbuja y yo lanzo una bola de fuego rosa que se queda atrapada
dentro con él, haciendo que grite de dolor. Las llamas lo consumen entre
gritos hasta que sabemos que ha muerto. Dyzek se encarga de hacer
desaparecer lo poco que queda de él.
Los cuatro nos miramos y asentimos mientras abrazamos a nuestras
mujeres.
El Alquimista llega hasta nosotros, nos observa, sonríe y grita:
—¡El rey ha muerto, larga vida a los cuatro reyes!
Epílogo
Tiara
Cuando todo ha regresado a la calma hemos vuelto a casa, creo que
ahora los hermanos y Adhair están más unidos, y es que nunca elegimos a
los padres que nos tocan. El Alquimista nos ha ayudado a todos a entender
la profecía y todo lo que tenía que pasar antes o después, el rey lleva
buscando a las cuatro elegidas desde que supo que seríamos las causantes
de que tuviera que dejar el trono.
Y todos hemos sufrido, pero me alegro porque, de lo contrario, no
habría conocido a la que es ahora mi familia, y no habríamos liberado a los
reinos de su opresor; ahora todos tenemos la esperanza de ser felices.
Adam y Aboe ya se han unido, y algo me dice que me van a hacer tía,
pero no porque me haya dicho nada mi amiga, es algo que pienso
constantemente. Ahora estamos disfrutando de una comida en el jardín, que
es el sitio preferido de Anamara. Adam y Adhair están haciendo sus bromas
de siempre, son como niños, pero le amo por eso, nunca debes perder esa
parte tan importante de ti.
He conseguido convencerlo para que me deje entrenar con los demás,
que conste que no quería, no porque fuera mujer, sino porque sabe que a
más de uno le voy a patear las tripas, y eso les dañará su orgullo masculino.
Me da igual, que aprendan, así no se lo tendrán tan subidito.
Una voz anuncia que tenemos visita y me saca de mis pensamientos, me
vuelvo para ver de quién se trata y veo que es el obxilón, al que pensé ya
muerto porque no le he encontrado, aunque he mandado mensajeros a
buscarlo por todos los reinos. Como si Aboe hubiera poseído mi cuerpo, me
lanzo a sus brazos por la alegría de ver que está bien.
—Por los elementos, ¡estás vivo! —Me devuelve el abrazo con gran
cariño.
Detrás de mí se oye una silla al caer y miro, aun entre los brazos de mi
amigo. Anamara ha perdido el color de su rostro y tiene lágrimas en los
ojos. Está mirando fijamente al hombre que acompaña al obxilón.
—¿Es real? —pregunta llorando.
—Sí, mi amor, es real.
Ella corre a su encuentro y se dan el beso más bonito y tierno que haya
visto en mi vida, y eso que Adhair cuando quiere se pone muy romántico.
Entonces todo cobra sentido para mí, es el amor de su vida, el hombre que
creyó muerto o perdido para siempre ha vuelto a ella.
—Por favor, sentaos —les invita Adhair, cediendo su propio sitio.
Y los visitantes, agradecidos, comen y beben con nosotros mientras nos
cuentan lo ocurrido. El día que el obxilón habló en la mina con el amor de
Anamara, alguien les estaba escuchando y se lo dijo al rey. Dejó que
escaparan y, cuando se adentraron en el bosque, les tendió una emboscada y
los encerró en lo más profundo del castillo de Centrum. El rey les hizo creer
a ambos que su historia de amor fue de una manera diferente, les implantó
el recuerdo y alteró su tiempo, pero al deshacer todo, las cosas volvieron a
su mente. Todos los de las minas fueron sacados de allí ya que, en ese lugar,
se trabajaba antes por voluntad propia; ahora ha vuelto a ser así.
Nunca pensé que la felicidad estaba hecha para mí, pero viendo a toda
mi familia me doy cuenta de que no podría pedir nada más en el mundo. Y
que el amor no entiende de tiempo, de separación ni de clases sociales, si es
de verdad, todo lo vencerá para que dos almas vuelvan a estar juntas.
Escena extra
El Alquimista
No puede ser, no es posible lo que me ha dicho la visionaria de mi
familia que vive en los bosques de Aquares. Miro la nota de nuevo y la leo.
Tu hija fue madre, tienes una nieta que nació durante el fuego sagrado
del solsticio de la estación de Esplendor, cuando brilla sobre el Portal de la
Tierra, la estrella del Sur se alinea con el horizonte del Océano de la
Eternidad y la constelación de lo Eterno se eleva sobre la Montaña de los
Vientos.
Glosario Tiara
Hace mucho que dejé de ser Feyer, del reino de Lumen.
Llevo diez años en la esclavitud, la sangre y el dolor son parte de cada
una de mis jornadas, hasta que en una de ellas casi muero. Un morbidaar
ataca a nuestro grupo y yo quedo atrapada en el Camino, lista para morir,
pero no lo hago.
Cuando despierto y creo estar a salvo tengo frente a mí al príncipe
Dyzek de Terrae, él me da más miedo que cualquiera de los monstruos de
Etherum, porque no quiere solo matarme, no, quiere hacerme sufrir y hacer
que cada una de mis jornadas se convierta en la peor de mi vida.
Cuatro reinos, cuatro príncipes y un destino entrelazado por la magia y
la profecía. Adéntrate en un mundo donde el amor y la fantasía desafían a
monstruos y leyendas en la encrucijada del destino.
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