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para justificar el horror de la guerra. En segundo año, el alumno Juan Pablo Martínez consideró que
puede ser una contradicción leer y analizar El diario de Ana Frank y luego Mi lucha de Adolfo
Hitler, a lo que se le contestó que al contrario, que es necesario tener la mayor cantidad de contexto
posible para poder armar una interpretación sobre el hecho histórico.
Se comentó que en general el tema tuvo una buena aceptación por parte de los alumnos. Sin
embargo era necesario, de algún modo, orientar el gusto de los temas o centrarlos para que la gama
fuera más amplia que las generalidades que los alumnos propusieron. Aunque la mayoría de los
alumnos propuso temas como armamento, batallas importantes o campos de concentración, también
hubo quien mostró interés por el arte que se creó durante la guerra, la vida y obra de Adolfo Hitler,
el cine de la guerra, la publicidad, los discursos, el simbolismo de la esvástica… Incluso se habló de
los videojuegos que tienen el tema de la Segunda Guerra Mundial.
Se llegó al acuerdo de que el martes 23 de enero a las 12:00 hrs., en el patio de la
Secundaria Freinet, se llevaría a cabo una actividad de contextualización para los chicos. Se
elegirían los fragmentos de algunas películas, con la finalidad de que los chicos tuvieran un
panorama más amplio de la guerra, y se les transmitiría el fragmento de un discurso de Adolfo
Hitler. Se le designó el corte y edición de los videos al profesor Francis; el discurso, a Mariso, y la
bitácora del proyecto a Alejandro Solano. La reunión se concluyó a las 13:00 hrs.
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investigación sobre los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial, presentada como un mapa
mental o de manera creativa.
En general se obtuvieron buenos resultados, trabajos de bastante calidad, algunos incluso se
propusieron para conformar la revista digital. De ahí se consiguieron los primeros productos del
proyecto y con ello se dieron por iniciadas, oficialmente, las actividades del proyecto transversal.
Una vez arrancado el proyecto, la maestra Mariso solicitó a todos los docentes, para ser más
específicos, el miércoles 24 de enero, una lista de temas que relacionaran su disciplina con la
Segunda Guerra Mundial para entregarse en la próxima reunión de Consejo Técnico.
Sin embargo, el viernes 26 de enero no todos los docentes pudimos entregar dicha
lista.Algunos confesaron que por la premura de la petición, otros, simplemente, no se enteraron o,
de plano, lo olvidamos (siento incluirme entre ellos). Nos comprometimos a entregar la lista para el
siguiente lunes o en el transcurso de esa semana, a más tardar.
Las listas se fueron entregando a cuenta gotas y el compilado de los temas fue complejo, ya
que no sólo consideramos los temas propuestos por los docentes, sino también los que propusieron
los mismos alumnos. Se creó un formato para que los alumnos eligieran tres temas que les
interesara trabajar. Pensábamosrealizarlo en pares o hasta en tríos. No fue hasta la siguiente semana
que los alumnos llenaron los formatos. Cada uno eligió un tema. Como la elección fue muy variada,
se decidió que los alumnos trabajaran individualmente y que los productos finales los eligieran los
asesores, es decir, los docentes responsables de las investigaciones y los productos de cada alumno.
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maestro Alejandro Uscanga se comprometieron a hablar con ellos para explicarles la importancia de
realizar un proyecto de estas características.
Se encontró otra problemática: las evaluaciones se encontraban muy cerca. Tanto alumnos
como docentes se veían preocupados no sólo por la aplicación de exámenes y actividades
evaluativas diversas, sino también por concluir los contenidos bimestrales. Se decidió pausar las
actividades del proyecto transversal, de tal modo que los docentes concluyeran con su programación
y los alumnos no se sintieran presionados en sus evaluaciones.
Después de la reunión, en charla de pasillo, comentamos que un problema que tienen los
adolescentes es que son muy dispersos en sus intereses, por lo tanto, terminan por hartarse rápido de
las cosas. Entonces, observamos que una hora diaria de trabajo en el proyecto transversal podría ser
perjudicial para el desarrollo de las actividades, que los chicos iban a cansarse rápido, basados,
claro, en experiencias previas. Los profesores Héctor y Ariadna se encargaron de llevar la nueva
propuesta, trabajar el proyecto dos veces por semana en diferentes horarios, a la dirección. En ésta
se aceptó la proposición y los argumentos dados. Al mismo tiempo se llegó a la conclusión de que
se necesitaba una calendarización no sólo para organizar nuestro trabajo con los alumnos, sino, más
importante aún, para que los alumnos organizaran sus investigaciones, su tiempo y sus recursos
materiales.
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Finalmente se acordó que la maestra Ari realizaría unos formatos de seguimiento y
organización de las sesiones. Estos los llenarían los alumnos para organizar su investigación y que
ellos anoten cómo avanzan y qué les falta por hacer.
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horizontes de su trabajo y no sólo limitarlo a la temática de la Segunda Guerra Mundial, sino más
bien de la violencia en los videojuegos y eso cómo afecta a los usuarios, incluso, dicen ellos, en un
nivel más de desarrollo académico y profesional. Estos chicos, incluso, previsualizan un trabajo de
campo que incluya una encuesta y un debate sobre las ventajas y desventajas del uso de los
videojuegos.
Este fenómeno se replicó en los otros grupos. Por ejemplo, en segundo grado, dos alumnos
que habían elegido el mismo tema, “Aviación de la Segunda Guerra Mundial”, deciden dividirse el
trabajo y centrarse cada uno en los dos bandos. Los que trabajaban “Campos de concentración”
definen sus investigaciones en función de lo que sus compañeros están trabajando, dicen ellos, para
no repetir la información y para aportar otro enfoque aunque sea el mismo tema.
En tercer grado, por otro lado, solicitan constantemente que sus clases no sean
interrumpidas por el trabajo del proyecto transversal. Así, vuelve a comenzar la negociación con
ellos, a veces con la maestra Lucero, a veces con la maestra Mariso. Terminan cediendo, pero
avanzan lentamente, a excepción de algunos quienes no sólo tienen bien definido el camino de su
investigación, el caso de Samantha o Emanuel, sino que la realizan con gusto, incluso con la
intención de comenzar lo antes posible con su producto final.
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para comenzar a concretizar el conocimiento. Se eligen productos y se les pide que se esfuercen en
cuanto a creatividad y presentación. Para este momento, algunos alumnos ya han ahondado mucho
en su investigación y pueden comenzar a acotar y a realizar actividades del producto final.
En este momento se nos presentó un problema particular. Un par de docentes, la maestra de
Español I y el de Formación Cívica y Ética I, tuvieron que abandonar sus clases. Eso produjo un
momento de cierta tensión en los alumnos que eran sus asesorados. El profesor Alejandro Solano se
encargó de los chicos de primero y de Kira de segundo grado. Con Kira no tuvo mayor problema,
pero los alumnos de primer grado resintieron el cambio y el profesor Solano no estaba seguro de
cómo habían trabajado esos chicos, además de que los temas que estaba asesorando la maestra no
estaban muy ligados con la asignatura deEspañol, como el asunto de la producción de armas, por
ejemplo. Sin embargo, sólo bastó platicar con los alumnos para conocer su enfoque y su modo de
trabajo. La investigación continuó sin mayor problema.
En tercer grado avanzan lentamente, ponen mucha resistencia, intentan negociar todo lo
relacionado con el proyecto. Al final trabajan, a regañadientes, pero trabajan.
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Semana uno de productos
(9-13 de abril)
Después de las vacaciones de Semana Santa, los alumnos aún no habían concluido con los
productos de sus investigaciones. Algunos eran productos muy elaborados que requerían un par de
horas extra para ser finalizados. Lo teníamos en consideración, pero no se acordó nada en particular.
En dirección se tomó la decisión de recalendarizar fechas de trabajo con la intención que los
alumnos concluyeran sus productos. Sin embargo, no todos los docentes se enteraron o no se les
aviso con tiempo, por lo que hubo algunas quejas de pasillo. Al final, se tomó la calendarización y
se siguió con el trabajo, mas no se había acordado una fecha de entrega o que marcara el fin del
proyecto. Los alumnos que ya habían entregado su producto comenzaron a aburrirse o perdieron un
poco el interés. Con los alumnos de primero y segundo, decidimos hacer actividades extra para
obtener otros productos o, en algunos casos, como el armado de modelos a escala, propusimos que
los alumnos más avanzados ayudaran a sus compañeros que tuvieran problemas para concluir con
sus proyectos. En tercer grado, los alumnos tardaron en arrancar; algunos comentaron que no tenían
idea de que producto haría o estaban esperando que sus asesores les dijeran qué hacer. Hablamos
con ellos para incitar su iniciativa propia; les volvimos a explicar que la función de los asesores no
era decirles qué hacer, sino apoyar en caso de dudas o de información específica, que al final era un
producto individual. Entonces algunos de ellos comenzaron a trabajar en sus productos.
La falta de fecha de cierre del proyecto les provocó cierta confianza a los alumnos, no veían
un horizonte fijo y a veces flojeaban más de lo habitual. Algunos alumnos comenzaron a llegar a la
desesperación y pedían una fecha de entrega.
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límite para la entrega del proyecto, pero que ellos lo plantearían para una semana después, para que
los chicos aprovecharan los puentes y con ello alcanzar a sus compañeros de los otros grupos.
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paradecidir cuáles se exponían y cuáles no. Tomamos en consideración la calidad del producto y la
calidad de la investigación. Encontramos que en algunos casos era mayor la calidad de la
investigación que el cartel o la infografía; a esos alumnos los invitamos a participar en las mesas
redondas. En otros casos había un equilibrio entre ambas cosas, por lo que a esos alumnos les
solicitamos que o participaran en las mesas, o presentaran sus carteles, maquetas y modelos, o, si así
querían, participaran en ambas actividades. Tuvimos una buena respuesta de los chicos. Se sentían
seguros con sus trabajos y estaban dispuestos a participar, a mostrar que su trabajo había sido
importante para ellos.
23 de mayo de 2018
Un par de semanas antes del coloquio, preparamos a algunos de los chicos para que participaran en
las mesas redondas, el debate y la muestra de maquetas, carteles y videos. Nos informaron, unas
semanas antes, que tendríamos la visita de los alumnos de sexto grado de la Primaria Freinet y
algunos padres de familia. Estábamos seguros que los alumnos manejaban sus temas en un nivel
bastante aceptable, sin embargo no estábamos seguros de cómo organizaríamos el debate. Al final,
con el apoyo del maestro Alejandro Solano y Héctor Moreno, se hicieron algunas preguntas guía
que servirían para orientar la discusión y las posturas que tomarían los alumnos. La participación en
el debate fue voluntaria, incluso se excedió en el número de alumnos solicitados. Se hizo una
selección con base en la investigación que los alumnos habían hecho de acuerdo con las preguntas
que se les plantearon y su capacidad para defender o crear un argumento.
A los chicos se les acomodó en diferentes mesas: Arte y literatura de la Segunda Guerra
Mundial, Sistemas de comunicación, Campos de concentración y Ciencia y tecnología I y II. Cada
uno de los chicos presentó una ponencia que debía durar entre tres y cinco minutos. Algunos
docentes fungieron como moderadores de las mesas y otros más ayudaron en la proyección de
diapositivas y apoyos visuales. En general estas mesas se llevaron a cabo en el tiempo estimado.
Esta actividad comenzó muy bien, de hecho se hicieron aportaciones bastante interesantes,
entre las que destacan los análisis de tres poemas de la Segunda Guerra Mundial, realizados por
Regina Güemes; la explicación del por qué Hitler prohibió las vanguardias artísticas en Alemania,
por IsabellaUscanga; el análisis del Diario de Ana Frank, por Aranza Llera; la exposición de las
técnicas de persuasión a través de la publicidad nazi, expuesto por Luis Bojórquez; el análisis de la
afectación de la violencia de los videojuegos en los adolescentes, un trabajo que presentaron en
conjunto cuatro alumnos de primer grado; la descripción de los campos de concentración, por
Valeria Méndez; la explicación de la fusión y la fisión por Ian de tercer grado, así como la del
funcionamiento de la Bomba Atómica por Miguel Ángel de tercer grado; las aportaciones de
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algunos matemáticos en el periodo de la guerra, de Guillermo; el funcionamiento de la Máquina
Enigma, por Jorge Saxon; el recorrido de las cosas que usamos en nuestra cotidianidad, pero que se
inventaron en la guerra, tema del que habló Hazel de segundo grado y Axel de tercero. Aunque
éstas fueron las participaciones más destacadas, en general se notó un trabajo bastante amplio de los
alumnos. Incluso, en algunas mesas hubo participaciones del público en las que se pudo extender la
información.
Sin embargo, la actividad se llevó a cabo en un tiempo bastante prolongado, toda la
mañana; fueron tres horas seguidas de mesas redondas, ponencias, preguntas y respuestas. Los
chicos del público al final estaban cansados, con hambre y un poco fastidiados. Además, en la mesa
de Ciencia y tecnología II hubo problemas con una presentación de los alumnos que participaron,
pues no hizo un respaldo y su original no pudo usarse, lo cual le quitó tiempo y tornó más
desesperante la situación.
Después del receso se llevó a cabo la actividad de exposición de infografías, carteles,
maquetas y videos. Nuestros invitados, alumnos de sexto grado de Primaria Freinet y padres de
familia, fueron a las diferentes estaciones donde estaban expuestos los productos. En términos
generales hubo muy buenos comentarios, no sólo de los trabajos, del producto físico, sino también,
más importante aún, de las exposiciones de la información. Los alumnos de todos los grados
resolvían dudas concretas de los invitados, explicaban los temas y creaban una atmósfera de
colaboración académica entre pares bastante sana.
Vale la pena mencionar el caso particular de Manuel de segundo grado, quien es un chico
que tiene dificultades de aprendizaje, no trabaja al mismo ritmo que sus compañeros y eso le crea
cierta inseguridad para referirse a un público. En la actividad se veía suelto, desinhibido, seguro y
confiado de su trabajo de investigación y de su maqueta, que por cierto fue una de las más
completas. El alumno, dicho de su propia boca, quedó muy satisfecho y sabe que aportó al
conocimiento de sus compañeros menores.
Para finalizar el día, los alumnos que se prepararon para el debate por fin pudieron
encontrarse. Fue un debate bien argumentado, en términos generales, con razonamientos que ni los
mismos invitados y público se esperaban. Esta actividad fue pensada como el broche de oro del
coloquio y no nos quedó a deber. Sobre todo se notó la preparación y la experiencia de los alumnos
de tercer grado: Samantha, Juan Alonso y Emanuel, quienes proporcionaron las razones mejor
planteadas y justificadas, incluso a pesar de que les tocó a favor el uso de armas de destrucción
masiva, por ejemplo. En el otro bando, Santiago y Aldo de segundo grado tuvieron participaciones
bastante buenas. Los otros compañeros intervenían eventualmente, con argumentos secundarios que
apoyaban un principal, digamos, terminaban de redondear el contenido de la elucubración. Los
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alumnos fueron muy aplaudidos y felicitados, pues se notó su preparación exhaustiva, su capacidad
de argumentar y contraargumentar, y, por supuesto, su valor de presentarse frente a un público para
defender un punto de vista. Incluso un padre de familia solicitó más ejercicios como éste.
Conclusiones
Se podría decir, sin temor a equivocarse, que éste fue un proyecto exitoso, en comparación con el
anterior. Sin embargo, todavía falta ajustar algunos asuntos, sobre todo de organización y
coordinación. Los proyectos anteriores fueron por grado, con temas separados, incluso el de
segundo grado (Canal de Panamá) al final no se presentó, pues no cumplió con los estándares
mínimos de calidad. En este caso, se trabajó un solo tema en los tres grados, ése fue uno de los
aciertos más importantes, porque no sólo se podían coordinar mejor los trabajos, sino que se
produjo un verdadero sentido de transversalidad.
Los proyectos anteriores tenían un parámetro limitado en cuanto a la injerencia de las
diferentes áreas de estudio, por ejemplo, la maestra de Español I no estaba segura de cómo
intervenir en la investigación sobre las inundaciones o en tercer grado la maestra de matemáticas
intervino de manera parcial, casi sin intervenir, en el asunto de los pueblos indígenas. No es que los
profesores no se hayan comprometido, sino que el mismo avance de los proyectos los desplazaba de
a poco. Fue muy complicado hacer que las áreas de conocimiento no sólo se relacionaran, sino que
se cruzaran en un trabajo continuo. En segundo grado, en gran parte a esto se debió el fracaso del
primer proyecto transversal, pues el trabajo sólo se concentró en el área de Español, las otras áreas
se aislaron e incluso se mostraron indiferentes.
Una diferencia importante es que en el proyecto de la Segunda Guerra Mundial, los
alumnos pudieron escoger un tema de interés particular y trabajarlo con un asesor que los orientara
en sus investigaciones. Los mismos chicos han declarado que no les gusta que se les obligue a
trabajar algo que no les importa, caso del Canal de Panamá, o que por lo menos los dejen trabajar
algún área de interés particular. Por ejemplo, a Regina Güemes no le interesan las guerras, pero sí la
poesía, entonces enmarcó su investigación en la poesía y abrió su mente al sufrimiento de la
guerra;aNahomy de primero le gustan las clases de matemáticas, así que quiso trabajar con la
maestra de dicha materia, lo cual la hizo sentir cómoda e interesada en lo que iba aprendiendo. Se
trata solamente dos ejemplos que ilustran el punto: es necesario que los alumnos trabajen de
acuerdo con sus intereses, así no se vuelve tediosa una investigación —piénsese en los alumnos de
los posgrados universitarios, los cuales investigan un tema de dos a cuatro años, ¿cómo sobreviven
a la investigación? Simplificando la respuesta: les gusta lo que investigan, nadie los obligó a entrar
al posgrado ni a tener el área de especialidad que desean— y también es muy importante que los
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alumnos trabajen con alguien que los haga sentir cómodos, con un docente que les pueda resolver
dudas específicas y que entienda cuáles son los alcances y limitaciones de los alumnos, del tema y
de la propia investigación.
En cuanto a la transversalidad, se partió primero de conceptos generales para después llegar
a los particulares, es decir, seguimos una metodología deductiva para darle orden a las
investigaciones de los alumnos. La cuestión siempre es cómo intervienen o se relacionan las
diferentes áreas de estudio. Al principio, es verdad, ni nosotros estábamos seguros de cómo sería,
pero las mismas investigaciones se fueron relacionando. Por ejemplo, los chicos de primero que
trabajaron videojuegos tenían un enfoque social del problema, es decir, cómo afecta el objeto de
estudio a la sociedad que los rodea, pero, conforme avanzaba su investigación, se dieron cuenta que
les hacían falta elementos técnicos, como la forma correcta de hacer una encuesta o la progresión de
las preguntas o el modo ideal de preguntar para no aburrir al encuestado. Estos alumnos sintieron la
necesidad de acercarse al profesor de Metodología de la Investigación para tener un conocimiento
que les hacía falta. Anice de segundo se atoró en su trabajo cuando comenzó con el cine, pues no
comprendía el funcionamiento interno de las cámaras antiguas, así que se acercó al profesor de
Física y pidió orientación de dónde encontrar información sobre el asunto. Sólo por mencionar dos
ejemplos. Los maestros de Español apoyaban a los alumnos de Ciencias y los de Matemáticas a los
de Cívica y Ética, y éstos a los de Español. El resultado se pudo observar perfectamente en el
coloquio final: el mismo tema se discutió y se interpretó desde todas las áreas de conocimiento; las
investigaciones se hicieron con intervención de un asesor, pero con dos o tres maestros que
apoyaron tanto en el proceso como en el producto.
Otra ventaja para los alumnos fue apelar a su propia creatividad, quitarnos la desconfianza
en sus propias habilidades y en su imaginación. Quiero decir, los productos finales —aunque se
acordó que los asesores indicarían qué harían como muestra física de la investigación— fueron
propuestos por los propios alumnos, algo que quisieran hacer como lo quisieran hacer. Es verdad
que tuvimos que evaluar la calidad de los productos, pero se puede decir que el 80% de ellos
cumplen con los requerimientos necesarios para exponerse: presentación, contenido y ortografía. De
ésos, un 60% están incluso por encima de los requerimientos básicos, fueron productos realmente
muy buenos,respaldados en investigaciones muy profundas. El hecho de que los alumnos tuvieran
la oportunidad de hacer un producto que les acomodara, los obligó a hacerlo lo mejor posible y les
dio el chance de explorar su propia creatividad, su imaginación y sus capacidades físicas e
intelectuales. Como en el caso de Alfredo de segundo, un chico con capacidades diferentes, que
realizó un video tan bueno que consideramos que debía ser proyectado para toda la escuela.
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Hay un par de cosas que deben mencionarse: por un lado fue sumamente importante que se
hiciera una planeación desde el principio del proyecto y que a su vez se distribuyeran las
obligaciones entre todo el cuerpo docente, coordinado por un responsable en cada grado; la
repartición de compromisos libera la carga para una sola persona y permite un trabajo más
armónico, pues se le da cierta libertad de acción a los docentes y, a la vez, a los alumnos, incluso
aunque se esté trabajando con un plan diseñado previamente. Por otro lado —un poco en
contradicción— es necesario evitar las sorpresas, sobre todo en cuanto a la planeación. Como se
mencionó en la bitácora, a veces se tomaban decisiones que no estaban consideradas en el plan
original, como la inclusión de más semanas de investigación o recorrer la fecha del coloquio final
varias veces, que afectaban la continuidad del trabajo o que los alumnos lo tomaban como una falta
de seriedad en el asunto. Se entiende que de algún modo hay atenuantes que no están en el control
de la escuela o de los directivos o de los profesores, pero sí es necesario evitarlo lo más posible.
Una cosa de la que los mismos chicos se quejaron fue que el coloquio final se extendió
demasiado, cansado, incluso, se dijo, “aburrido”, pero más bien se referían a que lo sintieron
pesado. Debemos buscar que la presentación de los productos se haga en dos días, a lo mejor, quizá
hasta en tres. Y tratar de evitar que se cruce con alguna fecha de interés para ellos, como en este
caso fue la semana del estudiante. Es simple, ellos no ven lo que nosotros vimos, ni son tan
tolerantes al escuchar a las personas de forma tan continua como lo hace un adulto. Es verdad, se
comportaron muy bien, a la altura de la situación, incluso participaron y preguntaron cosas
interesantes, pero sí sintieron la actividad pesada. También es necesario buscar un mecanismo para
atraer a los alumnos que se mostraron apáticos o que de plano ni siquiera intentaron hacer algo,
quizá pensar en premios en cuanto a calificación o algo así.
En resumen, se puede considerar un proyecto transversal exitoso porque se hizo una
planeación desde el principio, porque se distribuyeron las responsabilidades entre el personal
docente que funcionó como asesores, monitores y apoyo de las investigaciones y los productos
(¿acaso esos no deben ser los roles del docente?); porque los alumnos trabajaron temas de su interés
con personas con las se sienten cómodos a pesar de que se partiera de un solo tema general; porque
los alumnos diseñaron, crearon y expusieron sus productos, los cuales lograron acercarse mucho a
la excelencia; porque se comportaron con respeto y de forma participativa en el coloquio final. Hay
cosas que se deben mejorar, como el respeto a la planeación conjunta y los canales de comunicación
entre los involucrados (entre directivos y docentes, entre profesores o con los alumnos) para que no
se caiga en la incertidumbre, exceso de comodidad, aburrimiento de los alumnos o que se piense
que no hay seriedad ante el proyecto. Hay que evaluar el tiempo destinado a la presentación de los
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productos para que los alumnos no se abrumen o lo sientan pesado, pensar en dos días y que no sea
en la semana del estudiante.
En lo particular, me pareció un proyecto que aportó mucho no sólo a los chicos, sino a la
configuración de las clases. Ellos se entregaron y nos contagiaron su pasión por las cosas que
investigaban o que descubrían. Es muy importante generar la curiosidad en los alumnos e, insisto,
confiar en su capacidad creativa. Si los maestros limitamos eso, su imaginación, su vitalidad,
entonces deberíamos dedicarnos a otra cosa.
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