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CRÍTICA
e Barcelona
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Jos titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes,
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o préstamo públicos.

Diseño de la cubierta: Luz de la Mora, Barcelona


© 2000. Jesús M.• Valdaliso y Santiago López García
© 2000 de la presente edición para España y América:
EDITORIAL CRÍTICA, S.L., Corsega, 270, 08008 Barcelona
ISBN: 84-8432-014-6
Depósito legal: B. 99-2000
Impreso en España
2000.- HUROPE, S.L., Lima, 3 bis, 08030 Barcelona
ÍNDICE

Introducción 1

PRIMERA PARTE.LA NATURALEZA ECONÓMICA


Y ESPACIAL DE LA EMPRESA

Tema 1. La naturaleza económica de la empresa y el empresario -


11
1.1. El empresario visto por los economistas: ¿héroe, villa-
no o inútil? 11
1.2. «El negocio es el negocio,,: la naturaleza y las funcio-
nes del empresario 28
1.3. La naturaleza económica de la empresa: de la empresa
como «caja negra>> a la empresa como centro de capa-
cidades y conocimientos . 40
Bibliografía seleccionada 60

Tema 2. Fábricas y rascacielos: la evolución de la arquitectura


de las empresas 61
2.1. Una taxonomía de las empresas según su arquitectura 63
2.2. La adaptación de la arquitectura a la naturaleza eco-
nómica de la empresa 77
2.3. La evolución de la arquitectura de las fábricas: de ver-
tical a horizontal . 85
2.4. La arquitectura comercial y la consolidación del rasca-
cielos como edificio representativo de la empresa 111
Bibliografía seleccionada 122
X InSTORIA ECONÓMICA DE LA EMPRESA

LA GÉNESIS
SEGUNDA PARTE.
DE LOS MERCADOS

Tema 3. La naturaleza de la empresa durante el período de for-


mación del capitalismo (c. 1300-c. 1760) 125
3.1. La lenta afirmación del capitalismo y la economía de
mercado 126
3.2. La empresa agricola en la transición hacia la economía
de mercado 137
3.3. La empresa en el comercio y las finanzas 146
3.4. La industria antes de la fábrica: estructuras organizati-
vas y lógicas diversas 159
Bibliografía seleccionada 175

Tema 4. La Revolución industrial (c. 1760-c. 1860) (1): el mundo


de los negocios y el mundo del trabajo . 177
4.1. Nacimiento y desarrollo del sistema fabril: mercado,
tecnología, estructuras sociales y organización del tra-
b~o . 1n
4.2. Un nuevo marco institucional (libertad para los facto-
res de producción) 186
4.3. Las empresas y el mundo de los negocios durante la
Revolución industrial: entre la familia y el contrato 198
4.4. Los orígenes sociales y la formación de los empresarios 201
4.5. Los orígenes y la formación de gerentes, empleados y
contables 206
4.6. La formación de la clase obrera y las relaciones entre
trabajadores y empresarios 208
Bibliografía seleccionada 221

Tema 5. La Revolución industrial (c. 1760-c. 1860) (11): especiali-


zación y dirección de empresa en la industria y los ser-
vicios 223
5.1. Especialización y dirección de empresa en el comercio
y el transporte marítimo . 225
5.2. La especialización en el sector financiero: la hegemo-
nía de las casas de banca y el surgimiento de los ban-
cos sociedades anónimas. 230
5.3. Especialización y dirección de empresa en la industria 233
5.4. La aparición de la «empresa moderna» en el transpor-
te ferroviario y las telecomunicaciones 240
Bibliografía seleccionada 266
íNDICE XI

TERCERA PARTE. LA INTEGRACIÓN DEL MERCADO


INTERNACIONAL

Tema 6 . Competencia capitalista y concentración empresarial


(c. 1870-c. 1940) (1): la <<primera ruptura industrial)) en
Estados Unidos, Europa y Japón 271
6.1. Los cambios en el mercado y en la tecnología durante
la Segunda Revolución industrial 272
6.2. La lucha por el mercado (I). Las estrategias de creci-
miento de las grandes empresas y sus lógicas . 287
6.3. La lucha por el mercado (II). De la competencia por el
precio a la competencia por el producto: las nuevas téc-
nicas de marketing e investigación de mercados 299
6.4. La lucha por el mercado (ID). Las variantes nacionales
de la concentración empresarial: trusts norteamerica-
nos, carteles y konzeme alemanes, holdings británicos,
y zaibatsu japoneses . 305
6.5. Alternativas a la gran empresa y la producción en
masa: pequeñas y medianas empresas (PYMEs), distri-
tos industriales y ((especialización flexible)) 322
Bibliografía seleccionada . 329

Tema 7 . Competencia capitalista y concentración empresarial


(c. 1870-c. 1940) (11): la emergencia del capitalismo ge-
rencial 331
7.1. La empresa y la intervención del Estado 332
7 .2. La empresa y su relación con los trabajadores y sus
sindicatos: organización del trabajo y relaciones labo-
rales 350
7.3. Una estructura más compleja y una gestión más profe-
sionalizada 366
7.4. La tenaz persistencia de la empresa familiar 384
Bibliografía seleccionada . 393

Tema 8. El apogeo de la gran empresa y el capitalismo gerencial


(c. 1945-c. 1973) 395
8.1. La difusión de la empresa gerencial y los sistemas
norteamericanos de administración de empresas en
Europa y Japón . 397
8.2. La expansión de las empresas multinacionales 412
8.3. La pervivencia del empresario . 418
8.4. Las diferentes caras de la intervención del Estado 428
XII HISTORIA ECONÓMICA DE LA EMPRESA

8.5. El mundo de los negocios: empresarios y directivos 438


8.6. Los cambios en la organización del trabajo y las rela-
ciones laborales . 444
Bibliografía seleccionada 455

LA FORMACIÓN DE
CUARTA PARTE.
UN MERCADO GLOBAL

Tema 9. La <<segunda ruptura industrial>>: las formas de produc-


ción flexible y la competitividad global de las empresas
desde 1973 en adelante 459
9.1. Las consecuencias de la incertidumbre tecnológica, la
fragmentación de la demanda y la globalización del
mercado 462
9.2. La diversidad de las formas y estrategias empresariales
a finales del siglo XX . 480
9.3. El papel ambivalente del Estado 503
9.4. Automatización, flexibilidad y organización del traba-
jo: ¿el fin del taylorismo o un taylorismo más sofisti-
cado? 512
Bibliografía seleccionada 521

Bibliografía . 523
índice alfabético 565
INTRODUCCIÓN

La Historia económica de la empresa: una disciplina híbrida


La Historia económica de la empresa ~ Historia empresarial, o
Historia de la empresa, puesto que no hay un acuerdo común so-
bre su denominación- es una disciplina híbrida, tanto por su ori-
gen, situada entre la historia, la economía y la dirección estratégi-
ca, como por el público al que va dirigida. Es una asignatura que
suele darse como optativa en los planes de estudio de las licencia-
turas de Economía y Administración de Empresas y de las diplo-
maturas de Administración de Empresas en las universidades es-
pañolas. 'fras la última reforma de los planes de estudio, que
eliminó o redujo sustancialmente la presencia de la historia eco-
nómica de los estudios de Administración de Empresas, la ubica-
ción de la asignatura en un plan o en otro resulta aún más deter-
minante a la hora de elaborar sus contenidos. En aquellas
universidades donde se imparte en el segundo ciclo de la licencia-
tura de Economía, las menos, los alumnos llegan con una buena
formación en historia económica; en aquellas otras donde se im-
parte en la licenciatura y/o diplomatura de Administración de Em-
presas, la formación en historia económica es sustancialmente
más reducida, cuando no inexistente. La formación teórica de los
alumnos sobre economía de la empresa también es muy dispar, lo
que es reflejo de las diferentes preocupaciones de los profesores
de economía y de administración de empresas y de su plasmación
en los planes de estudio. Aun a riesgo de simplificar excesivamen-
te, podemos esperar que los alumnos de economía, además de co-
nocer la microeconomía elemental, estén relativamente familiari-
zados con la economía industrial, la estructura de los mercados y
la formación de los precios, y con las aplicaciones de la teoría de
juegos. Esto no es tan evidente, sin embargo, para los alumnos de
la licenciatura y diplomatura de Administración de Empresas,
2 HISTORIA ECONÓMICA DE LA EMPRESA

aunque sus conocimientos de economía de la empresa, dirección


estratégica y marketing sean mucho más exhaustivos.
Ciertamente, a juzgar por los contenidos y asignaturas que se
imparten en los planes de estudio de las Facultades de Adminis-
tración de Empresas o, sobre todo, en las Escuelas de Negocios, el
conocimiento de la economía o, para ser más precisos, de la teo-
ría económica que se enseña en los manuales más empleados en
la carrera de Economía no parece ser un requisito fundamental
para la formación de los futuros directivos y/o empresarios. John
Kay, un influyente economista y consultor de empresas en Gran
Bretaña, señalaba en 1991 una interesante paradoja: que mientras
que las actividades y decisiones diarias de las empresas (costes,
precios, producción, mercados) constituyen la esencia de la mi-
croeconomía, sin embargo, esas funciones son desempeñadas por
contables, expertos en marketing o en dirección estratégica. Para
los empresarios, prosigue Kay, la economía es considerada sobre
todo como prospectiva de los posibles escenarios macroeconómi-
cos, y su confianza en la capacidad predictiva de la economía bas-
1 Kay (1991), p. 57. tante escasa.1 La opinión de Kay sobre las escasas relaciones en-
tre la teoría económica y el mundo de los negocios no refleja
solamente la opinión del mundo empresarial británico, tradicio-
nalmente muy apegado a la formación empírica y reacio a la edu-
2 Kay (1991), Grant (1996a), y Nelson cación formal y académica, sino del anglosajón en su conjunto.2
(1996). En el plano estrictamente académico resulta difícil negar que,
al menos hasta la última década, <<la contribución de la economía
a la estrategia [empresarial] ha seguido siendo de poca importan-
3 Kay (1994), p. 464. cian.3 Para una gran parte de la teoría económica de manual, la
empresa es representada como una función de producción, una
especie de «caja negran donde uno introduce los ingredientes (tec-
nología, trabajo y capital) y sale el producto elaborado. En cuan-
to al empresario, éste era, en el m ejor de los cas os, un agente exó-
geno que influía de algún modo sobre la economía. En el otro
extremo, la literatura sobre dirección estratégica ha sido incapaz
de ofrecer algo m ás que una colección de casos particulares y ex-
plicaciones ad hoc. Esta situación de aislamiento relativo de cada
disciplina ha sido sustituida por otra de convergencia creciente a
lo largo de los años noventa. Fruto de esa convergencia de trayec-
torias entre una rama de la economía, la Economía evolutiva, y
otra de la dirección estratégica, la visión de la empresa b asada en
sus recursos y capacidades, ha surgido la llamada «perspectiva de
la competencia,, de la empresa. Consideramos que esta perspecti-
va teórica es particularmente útil para la historia económica de la
INTRODUCCIÓN 3

empresa por su carácter híbrido, su reconocimiento explícito de la


importancia de la historia, su voluntad de construir un modelo ex-
plicativo dinámico y evolutivo y su concepción de la empresa, no
como una caja negra, sino como un centro de recursos, capacida-
des y conocimientos que aprende de la experiencia. Ello le permi-
te explicar, mejor que enfoques anteriores como la economía neo-
clásica o la de los costes de transacción, cuestiones como la
heterogeneidad empresarial (a nivel intra e ínter-industrial), las
fronteras de las empresas (la integración o la especialización), la
estructura y la estrategia de las mismas, en sus diferentes áreas
funcionales, y sus cambios a lo largo de la historia (véase el
tema 1). Aunque las relaciones entre la economía como disciplina
académica y el mundo de los negocios no parecen haber sido tan
estrechas como podría pensarse, lo cierto es que la teoría econó-
mica ha dado un mayor rigor analítico y capacidad de sistemati-
zación a la dirección estratégica de la empresa, al igual que la di-
rección estratégica ha introducido más realismo en la teoría
económica de la empresa.
¿Es necesaria la historia, en particular la historia económica de
la empresa, para la formación de empresarios y directivos? La res-
puesta a esta pregunta varía según los países. A. D. Chandler, Jr.,
cuenta la anécdota de un alto directivo que aconsejó a un colega
que podría ahorrarse los 100.000 dólares que la consultora Mc-
Kinsey & Co. iba a cobrarle por supervisar la reorganización de su
empresa leyendo el libro de Chandler Strategy and Structure, que
sólo costaba 2,95 dólares. Más allá del consejo en cuestión, lo cier-
to es que la influencia de Chandler y sus seguidores en el pensa-
miento directivo y en el propio mundo de los negocios norteame-
ricano parece haber sido bastante más palpable que la de la
economía.4 La metodología de casos, generalizada en la historia y 4 McCraw (1988), pp. 12-15; John
la dirección estratégica que se imparte en las escuelas de negocios ( 1997), p. 152. El propio Chandler, en el
prólogo a una reedición posterior de
de Estados Unidos, ha hecho a los empresarios y directivos más Strategy and Structure, reconoció su sor-
sensibles a las enseñanzas derivadas de la experiencia del pasado. 5 presa ante la amplia difusión de esta
Sin embargo, esta situación no es tan evidente en Europa y en obra en el mundo de los negocios.
5 Un ejemplo de esta metodología en
otras áreas geográficas. el manual de Chandler, McCraw y Ted-
La respuesta que intentamos dar en este libro es que la Histo- Jow (1996).
ria económica de la empresa, en tanto que materia docente, ofre-
ce tres ventajas sustanciales a los estudiantes de economia y ad-
ministración y dirección de empresas. La primera, un patrimonio
genético híbrido y diverso: es una disciplina situada entre la eco-
nomía, la dirección estratégica y la historia. La segunda, que
como era consciente el empresario de la anécdota de Chandler, co-
4 HISTORIA ECONÓMICA DE LA EMPRESA

nocer el pasado permite examinar cómo se resolvieron (o no) pro-


blemas similares a los que se enfrentan las empresas hoy en día y,
por lo tanto, es una herramienta utilísima para la torna de deci-
siones. La tercera, que acorde con su patrimonio genético, la his-
toria económica de la empresa muestra que la realidad es decidi-
damente plural, diversa y dinámica (en el sentido schurnpeteriano
del término), que no puede ser aprehendida con una teoría «uni-
versal», ni tampoco existe una única solución organizativa o tec-
nológica que garantice la ''excelencia)) empresarial. Se trata de ol-
vidar los análisis basados en una supuesta empresa representativa
que no existe y recuperar el razonamiento basado en poblaciones,
que tenga en cuenta los rasgos específicos de la empresa y el sec-
tor analizado y el medio económico e institucional en el que están
6 López García y Valdaliso ( 1997), p. 36. insertos, y que emplee modelos teóricos adaptados a ellos. 6
R. Grant sostiene que ,,el propósito del análisis estratégico no es
7 Grant (1996a), p. 54. dar respuestas, sino ayudar a comprender los problernas)). 7 Algo
similar podríamos decir de la Historia económica de la empresa.
La estructura y los contenidos de este libro intentan, por una
parte, responder al origen diverso del alumnado que elige esta
asignatura, aunque su procendencia mayoritaria sea, hoy por hoy,
de los estudios de Administración de Empresas; y, por otra, asu-
men plenamente la principal implicación que se deriva de la na-
turaleza híbrida de la disciplina para la docencia: es una materia
más compleja para el alumno, precisamente porque las fronteras
entre economía, historia y estrategia no están definidas; ahí resi-
de la dificultad y al mismo tiempo el atractivo de la asignatura.

Objetivos y estructura del libro


El objetivo general de este libro es ofrecer una historia económi-
ca de la empresa desde la Revolución industrial hasta nuestros
días. El objeto exclusivo de análisis son las empresas y los empre-
sarios pero, corno Chandler señalaba en la cita que precede a es-
tas páginas, en la medida que éstos han sido la fuerza conductora
de la economía, su estudio puede contribuir a una mejor com-
prensión de los grandes cambios económicos y sociales sucedidos
en esta época. Aclaremos de entrada que el libro no es, o al menos
no ha pretendido ser, una historia económica de este periodo con
una perspectiva más o menos empresarial; pero tampoco es una
historia intemalista, puesto que se analizan las relaciones de las
empresas con el Estado y con los trabajadores. De manera muy
general, podríamos decir que se ha tratado, por una parte, de exa-
minar los cambios experimentados por las empresas (en sus siste-
INTRODUCCIÓN S

mas de producción, comercialización y dirección) para hacer fren-


te a ese proceso continuo de «destrucción creadora» que ha sido
el capitalismo desde finales del siglo XVITI en adelante (utilizando
la expresión de Schumpeter); y, por otra, de analizar cómo los
cambios en la estructura y estrategia de las empresas y en las fun-
ciones de los empresarios han modelado o condicionado la evolu-
ción económica.
Esos objetivos generales, además de los estrictamente docentes
puesto que el libro se ha concebido como un manual para una asig-
natura concreta, han determinado su estructura, la perspectiva es-
pacial y temporal adoptada y los temas de estudio. Espacialmente,
hemos huido de la clasificación por países, tan abundante en los
manuales de Historia económica mundial y en algunos de esta
asignatura. 8 En su lugar, se ha adoptado una perspectiva global, 8 Por ejemplo, Garcfa Ruiz (coord.)
(1998), Blackford (1998) o McCraw (ed.)
aunque prestando una atención preferente al área económica don-
(1997).
de antes y con mayor intensidad se generalizó la Revolución in-
dustrial y la economía capitalista y que hoy en día constituye el
centro de la economía mundial: Europa, Estados Unidos y Japón. 9 9 Para su importancia actual, véase por
Salvando · los dos temas iniciales, hemos optado por seguir una ejemplo, UNCTAD (1993}, p. 167.
perspectiva temporal, estructurando el libro según los periodos es-
tablecidos por la historiografía económica y distinguiendo tres
grandes partes según la naturaleza de los mercados donde la em-
presa opera. En el tema 3 se examina la naturaleza de la empresa
y el empresario durante el periodo de formación del capitalismo y
la economía de mercado, de una manera general y distinguiendo
tres grandes sectores de actividad, agricultura, industria y servi-
cios. Los temas 4 y S están dedicados al mundo de los negocios y
el trabajo durante la Revolución industrial (1760-1860). El prime-
ro de ellos, además de analizar las modalidades de transición ha-
cia el sistema de fábrica, se centra en aspectos generales como el
cambio en el marco institucional, la financiación de las empresas,
el mundo de los negocios y la organización del trabajo. El segun-
do, con una perspectiva más sectorial, analiza las diversas modali-
dades de la especialización en la industria, el comercio y la banca,
y la aparición de lo que Chandler ha denominado «empresa mo-
derna>~ en el transporte y las comunicaciones. Este último epígra-
fe sirve de enlace con los temas 6 y 7 dedicados al periodo que he-
mos calificado como la «primera ruptura industrial>~ (1870-1940),
caracterizada por la difusión de tecnologías y sistemas de control
que permiten, por un lado, la integración del mercado internacio-
nal y, por otro, la generalización de la producción y la distribución
en masa y, con ambos fenómenos, la aparición de la gran empresa
6 HISTORIA ECONÓMICA DE LA EMPRESA

y el capitalismo gerencial. En el tema 6 se examinan con detalle es-


tas cuestiones, además de una lógica productiva que no desapare-
ce, la especialización flexible. El tema 7 se dedica a las relaciones
de las empresas con el Estado y los trabajadores, y a los cambios
experimentados en la estructura, administración y propiedad de
las empresas. El tema 8 cubre la llamada «edad dorada» del capi-
talismo y la gran empresa (1945-1973), fenómenos que coinciden
con la «americanización)) del mundo de los negocios, la difusión
de las lógicas productivas y administrativas de las empresas norte-
americanas. Por último, en el tema 9, y de manera forzosamente
abierta, se analizan los cambios más relevantes acaecidos desde la
crisis económica de los años setenta hasta la actualidad, cambios
que hemos simbolizado mediante el concepto de «Segunda ruptu-
ra industrial» (popularizado por M. Piare y C. Sabel, aunque el sig-
nificado que adquiere en este libro no sea el mismo que el que ori-
ginalmente dieron estos autores) y que abren un período de
globalización de los mercados y la competencia. En todos los te-
rnas se ha tratado de ofrecer una perspectiva común, muy influida
por la Economía evolutiva, que explique las funciones de los em-
presarios y las características de las empresas (su estrategia y es-
tructura) y los sectores industriales en relación con la tecnología,
1O Acerca de esta corriente, véanse Nel- los mercados y las instituciones y reglas del juego. 10
son (1995), y López García y Valdaliso Antes de estos siete ternas se ofrecen otros dos, dentro de un
(1997 y 1999).
apartado inicial dedicado a la naturaleza económica y espacial de
la empresa. El primero es un tema esencialmente teórico, donde
se intenta explicar la naturaleza económica de la empresa y el em-
presario y las herramientas analíticas que luego pueden emplear-
se en el desarrollo del resto del libro. El segundo está dedicado a
un aspecto habitualmente desdeñado en la historia económica de
la empresa y no demasiado conocitlo, la arquitectura del mundo
de los negocios. Sin embargo, consideramos que la dimensión es-
pacial de la organización productiva es tan importante como la
temporal, y por ello merecía la pena incluir un tema en el que se
explicase la coevolución del espacio y la arquitectura del trabajo
con la t ecnología de construcción, las lógicas productivas y los
objetivos de las empresas y los empresarios. Corno en el anterior,
también éste puede combinarse con lo señalado en el resto de los
temas.
En lo que respecta a los temas de estudio, la limitación más im-
portante ha sido la sectorial: el sector agropecuario, salvando un
epígrafe extenso en el tema 3, no está tratado; las empresas y los
empresarios analizados se dedican a actividades industriales y de
INTRODUCCIÓN 7

servicios. Las razones para ello son varias, pero hay dos que de-
searíamos destacar: la importancia decreciente del sector agrope-
cuario en las economías capitalistas más desarrolladas y la pecu-
liar naturaleza de la mayoría de empresas y explotaciones de este
sector. En cuanto a las funciones y actividades de las empresas y
empresarios, se ha procurado cubrir todas ellas. Algunas, como la
estructura y la estrategia, las relaciones con el Estado, la organi-
zación del trabajo, la formación y el reclutamiento de empresarios
y directivos, o la financiación, aparecen de manera sistemática a
lo largo del libro. Otras, como las estrategias de comercialización
y la distribución o las actividades de l+D, se incluyen en el capí-
tulo correspondiente al período en el que esas funciones comien-
zan a adquirir una mayor importancia.
Se ha tratado de hacer un manual polivalente, susceptible de di-
ferentes interpretaciones, tipos de explicaciones y alternativas di-
dácticas que pueden variar dependiendo de las preferencias del
profesor o de la formación de los alumnos. Para ello se han intro-
ducido además, diferenciados del texto principal, recuadros dedi-
cados a empresas o empresarios concretos, contrastaciones teóri-
cas, o explicaciones de teorías o conceptos. Entre las diferentes
propuestas, enumeramos a modo de ejemplo las siguientes: 1) una
perspectiva histórica y lineal que arranque del tema 3 y finalice en
el tema 9; rr) una perspectiva esencialmente teórica que analice los
principales problemas expuestos en el tema 1 (funciones del em-
presario, fronteras de las empresas, estrategias de integración o
diversificación) en algunos de los epígrafes de los temas siguien-
tes; . y m) una perspectiva temática que opte por elegir grandes
cuestiones (empresa y familia, empresa y Estado, empresa e inno-
vación, empresa y capital humano, financiación, etc.) y analizar-
las con el material suministrado a lo largo d e los diferentes temas.

Agradecimientos
La idea de este libro se gestó en el verano de 1994, aunque no co-
menzó a redactarse hasta 1996. Para ello, fue básica la estancia de
Jesús M.a Valdaliso en la Business History Unit de la London
School of Economics durante 1995, financiada por una beca de la
Dirección General de Investigación Científica y Técnica (PR95-
004). Algunas de las ideas iniciales de varios de los capítulos fue-
ron esbozadas en un curso de Doctorado que este autor ofreció en
la Universidad de Barcelona durante el curso 1996/97, gracias a la
gentil invitación de los profesores Jordi Nadal y Caries Sudria.
También ha sido determinante para la buena marcha del proyec-
8 IDSTORIA ECONÓMICA DE LA EMPRESA

to la libertad con que contó Santiago López para poner en prácti-


ca sus ideas y temario de forma experimental en la Universidad de
Salamanca, que le concedió una Ayuda a la Innovación Pedagógi-
ca para tal fin. Asimismo, agradecemos las invitaciones que la
Asociación de Historia Económica nos hizo para presentar sendas
ponencias sobre el programa y los contenidos de la Historia Eco-
nómica de la Empresa en el IV Encuentro de Didáctica de la
Historia Económica, celebrado en Pamplona en 1994 (Santiago
López) y en el VI que tuvo lugar en Jaén en 1999 (Jesús M.a
Valdaliso).
Este libro no hubiera sido posible sin la experiencia docente. A
lo largo de los cursos 1996/97, 1997/98 y 1998/99 hemos imparti-
do y discutido sus diversos borradores con nuestros alumnos de
Sarriko y Salamanca, cuyas opiniones y sugerencias -en particu-
lar, deseamos destacar las de Roberto Sánchez- han contribuido
a modelar la estructura final y sus contenidos. También nos he-
mos beneficiado de los comentarios que algunos colegas y amigos
han hecho sobre varios capítulos de esta obra, en especial, Mar
Cebrián, Pablo Dfaz Morlán, Ernesto López, Joan Roses, José An-
tonio Herce, Ricardo Robledo y Joseba de la Torre. A todos ellos,
gracias. Last, but not least, Josep Fontana no sólo confió en noso-
tros para hacer este trabajo, sino que además nos ha animado
continuamente. Esperamos no haberle defraudado.

Getxo y Salamanca, verano de 1999


Primer51 parte. LA NATURALEZA
ECONOMICA Y ESPACIAL DE
LA EMPRESA
Tema l. LA NATURALEZA ECONÓMICA DE
LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

SUMARIO: 1.1. El empresario visto porlos ecorwmistas: ¿héroe, villano o inútil? 1.2. «El negocio es el negocio»: La natu-
raleza y las funciones del empresario. 1.3. La naturaleza económica de la empresa: de la empresa como «caja negra»
a la empresa como centro de capacidades y conocimientos.

«Uno de los más enojosos malentendidos que surgieron de la primera edi-


ción de este libro fue que esta teoría del desarrollo económico olvida to-
dos los factores históricos de cambio excepto uno, a saber, la personali-
dad de los empresarios. Si mi modelo hubiera tenido la intención de ser
como esta objección señala, obviamente no tendría sentido. Pero no se
ocupa en absoluto de los factores concretos del cambio, sino del método
de funcim'lamiento de estos factores, del mecanismo de cambio. El "em-
presario" es, simplemente, el protagonista del mecanismo de cambio.)>
J. A. Schumpeter (1959)

«Una empresa es, esencialmente, un recipiente de recursos cuya utiliza-


ción es organizada en un marco administrativo.))
E. T. Penrose (1959)

1.1. EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS:


¿HÉROE, Vll.LANO O INÚTIL?

Desde el siglo xvm hasta la actualidad el debate principal entre los


economistas en tomo a la figura del empresario se ha centrado en
dilucidar cuál es la procedencia de sus ganancias, también deno-
minadas beneficio económico puro o beneficio empresarial. Dos
han sido las preguntas clave que, a su vez, son excluyentes: la re-
tribución que obtiene el empresario, ¿es la misma que la de un ca-
pitalista, o está más cercana a la de un trabajador cualificado del
tipo de un ejecutivo o un gerente? o, por el contrario, si su origen
es intrinseco a la función del empresario ¿cuál es realmente la la-
bor que se retribuye? El beneficio económico puro aparece cuan-
do la suma de los precios pagados por los productos excede a la
suma total de las cantidades abonadas a todos los factores pro-
ductivos. El problema estriba en que si todos los factores fueron
tenidos en cuenta a la hora de poner los precios a los productos,
12 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

entonces, ¿por qué aparece un beneficio? Hay tres argumentacio-


nes en economía al respecto. La primera opina que el beneficio es
una detracción sobre el capital, la tierra o el trabajo, consecuente-
mente entiende al empresario como un villano, porque su benefi-
cio es puramente especulativo. La segunda infiere que no hay be-
neficio puro propio del empresario, ya que lo que se retribuye es
su actuación como capitalista, propietario de recursos o trabaja-
dor, por lo tanto, la figura del empresario no es necesaria. La pre-
misa que comparten estas dos explicaciones es que no ha habido
ninguna producción adicional a la esperada. La tercera sostiene
que la retención que hace el empresario premia, al menos, su ca-
pacidad de anticipar la existencia de un beneficio; a partir de ese
momento estaremos hablando de un héroe, porque sí hubo una
producción adicional no prevista.

1.1.1. EL EMPRESARIO Y LA ASUNCIÓN DEL RIESGO: CANTILLON Y SAY

La palabra empresario comienza a ser usada en Francia en la épo-


ca medieval, designando a los responsables de expediciones mili-
tares. Hacia principios del siglo xvn ya aparecen unidos los con-
ceptos de empresario e incertidumbre: el empresario es aquel
que toma riesgos, pero no de cualquier entidad, la palabra se re-
serva para aquellos responsables de empresas extraordinarias,
como por ejemplo los grandes contratistas de obras públicas y
efectos militares con la Corona. Éste será su significado más acep-
tado durante los siglos xvn y XVIII. En estos casos, el empresario
era el encargado de combinar los factores de producción (para
construir un edificio, o armamento) y de aswnir el riesgo que la
1 Hoselitz (1950), pp. 194-195, 198 y contrata llevaba consigo, los dos aspectos que más tarde destaca-
200-205; Redlich (1949); Aymard (1991), rá Say. En Inglaterra, los empresarios recibieron los diversos nom-
pp. 791-795; y Mathias (1991), pp. 29-31.
El escolástico san Antonio de Florencia bres de underlakers, adventurers y projectors. El primero, y más co-
distinguía entre la industria del hombre mún, hacía referencia originalmente a aquellos que emprendían
de negocios y la labor del obrero. George una tarea, como la explotación de una mina, una plantación colo-
Ramsay (1800-1871) empleó la palabra
master en vez de entrepreneur. En Alema- nial o la construción inmobiliaria, y luego en el siglo XVIII se ex-
nia el término utilizado desde finales del tendió a las manufacturas; el término de adventurer se empleó so-
siglo xvm para designar a un empresario bre todo para aquellos dedicados al comercio; por último, el de
es el de untemehmer, Schumpeter ( 1994)
pp. 618-620. La acepción francesa es la projector tuvo una connotación peyorativa de especulador. 1
que ha pasado al italiano, véase Ayrnard R. Cantillon (1680-1734) es el primer autor que vincula la fun-
(1991), y al castellano (el Diccionario Ca- ción empresarial al concepto de incertidumbre, separándola cla-
sares define al empresario como «Persona
que por concesión o por contrata ejecuta ramente de la provisión de capital. En su Ensayo sobre la natura-
una obra o un servicio público»). leza del comercio en general (1725) señala que el empresario es
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 13

aquel que compra a precios ciertos y vende a precios inciertos. La


función empresarial, por tanto, era exclusivamente la de afrontar
la incertidumbre y el beneficio surgía de la diferencia entre lo
previsto y lo realmente ocurrido. Para Cantillon los empresarios
eran los que afrontaban el riesgo y la incertidumbre; en aquella
época eran los encargados de la producción, circulación e inter-
cambio de las mercancías, y se diferenciaban del príncipe, la aris-
tocracia terrateniente y los trabajadores dependientes.2 Aunque 2 Hoselitz (1950), pp. 208 y 214; Ma-
no consta influencia alguna de Cantillon en la obra de J. B. Say thias (1991), pp. 38-39; Aymard (1991),
pp. 797-798; y Santos Redondo (1997),
(1767-1832), también este autor asocia la función empresarial a la pp. 24-26.
asunción de la incertidumbre. Say consideraba el beneficio no
como el interés sobre el capital -como harán los economistas clá-
sicos ingleses-, sino como un premio por la asunción de ries-
gos. Pero si en las primeras ediciones de su Traité (1803) había
asignado el beneficio al capitalista, lo transfirió en la cuarta edi-
ción al empresario, estableciendo una clara distinción entre am-
bos. Este último sería el responsable de la dirección y el control de
la empresa, mientras que la función del capitalista sería la de pro-
porcionar el capital.3 Hoselitz sugiere que esa distinción pudo de- 3 Knight (1921), p. 25.
berse a la propia experiencia del autor, quien desde 1804 a 1812
dirigió una fábrica de hilados (de hecho, la cuarta edición aparece
después de esa última fecha). Pero, además de asumir la incerti-
dumbre, el empresario de Say era el principal agente de la pro-
ducción, puesto que era el encargado de combinar los distintos
factores productivos." Según Schumpeter, Say no se dio cuenta de 4 Hoselitz (1950), pp. 212-213 y 215-
que su frase «combinar los factores», cuando se aplica a la gran 216.
empresa en marcha o a la organización de una nueva, denota algo
más que una administración rutinaria. Quien sí apreció este matiz
fue H. von Mangoldt (1824-1868), que a mediados del siglo X1X
ofreció una teoría de la ganancia del empresario entendida como
renta de la capacidad o el talento.5 S Schumpeter (1994), pp. 565, 619 y
975.

1.1.2. EL EMPRESARIO COMO CAPITALISTA: LOS ECONOMISTAS


CLÁSICOS BRITÁNICOS

Los economistas clásicos, con A. Smith (1723-1790) a la cabeza, re-


conocieron la figura del empresario, pero no fueron capaces de dis-
tinguir los beneficios empresariales de los beneficios del capital.
Aunque a veces parecía reconocer una cierta especificidad a la fun-
ción empresarial, Smith asoció, en última instancia, la figura del
empresario con la del capitalista, señalando que los beneficios em-
14 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

6 Knig~t (1921), pp. 23-24. Antes que presariales corresponderían al interés del capital invertido.6 Esta
Smith, Jos fisiócratas habían llevado identificación fue adoptada por otros economistas clásicos, de Ri-
a cabo una identificación similar, Santos
Redondo (1997), pp. 31-32. cardo a Mili pasando por Marx.7 Se han señalado varias explicacio-
7 González (1995), pp. 14-16. nes posibles para esta asimilación. 8 En cualquier caso, la causa pa-
8 Kirzner (1979), pp. 41-47. rece residir en su noción de equilibrio y en su propia concepción del
desarrollo económico: Smith y luego, sobre todo, Ricardo y Marx,
trataron este proceso como virtualmente automático una vez que el
9 Blaug (1986), p. 221. capital necesario se había conseguido (e invertido).9 Para Smith los
intereses de los empresarios y los de la sociedad en general no siem-
pre eran coincidentes. No obstante, el afán de éstos por mejorar de
condición, su egoísmo individual, fue interpretado por Smith como
10 Santos Redondo (1997), pp. 38-39 y uno de los factores del desarrollo económico de la sociedad. 10
43. Subraya este autor que a pesar de la De todos los seguidores de Smith, fue J. Stuart Mili (1806-1873)
obsesión de Smith por diferenciarse de
Mandeville, el autor de la fábula de las -quien popularizó el término francés entrepreneur en Inglaterra-
abejas subtitulada •vicios privados, virtu- el más consciente de la existencia de una función empresarial espe-
des públicas•, las diferencias eran sólo cífica, pero su análisis no difirió sustancialmente del realizado por
de grado, ibid., pp. 40-42.
Smith. No obstante, para Mili, el beneficio empresarial, la tasa de ga-
nancia, no sólo incluía el interés sobre el capital invertido, sino tam-
bién una compensación al riesgo y la remuneración por el tiempo y
11 González (1995), pp. 21-22. trabajo invertido por el capitalista.11 La clave de que la renta del em-
presario no pueda ser estudiada desde una perspectiva clásica se
debe a que son unas ganancias que ceno son en absoluto rendimien-
tos permanentes, sino que se producen cada vez que una decisión
empresarial en condiciones de incertidumbre tiene éxito ... , , Las ga-
nancias del empresario no son origen de ganancias constantes, las
ganancias de los diferentes empresarios no se pueden igualar, 11como
12 Schumpeter (1994), pp. 618-634 y no sea en el nivel cero, .12 Es cierto que algunas de las ganancias del
975-980. empresario sí pueden tender a igualarse, como por ejemplo las de-
vengadas de su función gerencial, ya que se puede establecer un sa-
lario para ellas. Pero la ganancia derivada de la introducción de per-
feccionamientos tecnológicos, comerciales u organizativos en el
proceso económico no tiene nada que ver con la renta de la tierra, el
salario o los intereses, en el sentido de que una parte de la ganancia
del empresario tiene su razón de ser en lograr el aumento y mante-
ner la diferencia en la ganancia entre unos y otros empresarios.

1.1.3. LA DESAPARICIÓN DEL EMPRESARIO DE LA ECONOMíA


(ORTODOXA): NEOCLÁSICOS Y CONTRACTUALES

Aunque con un grado de imprecisión apreciable, A. Marshall


(1842-1924) y J. B. Clark (1847-1938) intentaron incluir al empre-
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTil.? 15

sario dentro de sus modelos de crecimiento económico. Para


Marshallla empresa es uno de los agentes esenciales del desarro-
llo económico. La principal contribución del autor inglés en este
terreno fue la de distinguir como factor productivo específico -y
por tanto, susceptible de remuneración- la capacidad organiza-
dora en los negocios. La oferta de este factor de organización es-
taría compuesta por la oferta de capital, de poder organizativo
para administrarlo y de capacidad organizadora para combinar
los insumas. El interés sería el precio del capital, el beneficio neto
de organización constituiría el precio del segundo y la ganancia
bruta de dirección el precio combinado del segundo y el tercero.
Estos «beneficios>> estarían incorporados en los costes de la em-
presa, y serían de orden rutinario en condiciones de equilibrio;
consecuentemente, también distingue unos beneficios extraordi-
narios. Marshall sintetizaba en el empresario caracteres y retribu-
ciones propias del capitalista y de trabajador cualificado (geren-
te), pero no profundizó en las ganancias ligadas al riesgo, la
incertidumbre y la innovación, aunque dejó abierta la posibilidad
de introducir ese tipo de ganancias bajo el concepto de beneficios
extraordinarios. Sería Clark quien más tarde iría más lejos, equi-
parando los beneficios ordinarios con la retribución de tipo sala-
rial por la realización de un trabajo concreto de gestión, mientras
que los beneficios extraordinarios -esa ganancia dinámica, en
palabras del autor- serían los beneficios puros propios del em-
presario. 13 La relación que establece entre introducción de perfec- 13 González (1995), pp. 24-25.
cionamientos (tecnológicos, organizativos ...) y beneficios empre-
sariales tiene como corolario que las ganancias del empresario no
evolucionan hacia la igualación, surgiendo así la necesidad de
cambiar los análisis del estado estacionario y en equilibrio con el
análisis dinámico, para poder introducir al empresario en el mo-
delo de la economía capitalista.
La fractura entre Marshall y Clark surge por la introducción
por parte del primero de consideraciones morales en el análisis de
la función empresarial. Para Marshall no había nada de malo en el
deseo de acumular, puesto que era el símbolo del éxito en los ne-
gocios. Pero, a continuación, señalaba que el reconocimiento so-
cial de su figura dependería de los medios empleados para ello.
«La caballerosidad en los negocios incluye el espíritu del bien pú-
blico», sostenía Marshall, y según él correspondía al economista
examinar si el empresario había acumulado su riqueza ((con
trampas, por informaciones falsas, por tratos fraudulentos o por
medio de la destrucción leal de los competidores,,, en cuyo caso
16 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

no sería acreedor de ningún reconocimiento, por grande que fue-


14 Los entrecomillados de Marshall ra su fortuna, o bien con métodos «nobles,, que sí le enaltecían. 14
proceden de Torrero Mañas (1996), pp. Desde Marshall en adelante, algunos economistas han tendido a
425-426.
introducir consideraciones éticas en la reflexión teórica, cuando
éstas resultan más apropiadas para la esfera normativa. Este pro-
blema ético desaparece en cuanto ligamos las ganancias propias
del empresario a la introducción de novedades. Esta labor suele
ser altamente retribuida por la sociedad capitalista, hasta el pun-
to de conceder monopolios temporales (como la explotación de
una patente) al innovador.
A pesar de estos problemas conceptuales, Marshall no dudaba
de que había que profundizar en el análisis de las ganancias del
empresario. Sin embargo, sus cuitas no fructificaron porque casi
al mismo tiempo que él, Lean Walras (1834-1910), el otro gran
neoclásico por excelencia, expulsó al empresario del análisis eco-
nómico. En el planteamiento walrasiano, cada agente económico,
en equilibrio a largo plazo, es remunerado por su productividad
marginal, y el valor del producto se consume por completo en la
retribución de los factores productivos. Por lo tanto, no queda ex-
cedente alguno para remunerar la función empresarial. En otras
palabras, el empresario no es un factor productivo especial, cual-
15 Blaug (1986), pp. 222-223. quiera puede desempeñar esa función. 15 La visión del empresario
para Walras es un exceso derivado del pensamiento de los econo-
mistas clásicos. Implícitamente, se retorna sin paliativos al princi-
pio por el cual la función del empresario va ligada a la del capita-
16 Santos Redondo (1997), p. 76, indica lista y, por tanto, su retribución será igual al interés del capital
sin embargo que el esquema de Walras invertido. A partir de entonces, esta visión del empresario se im-
será el punto de partida tanto de Knight puso en la teoría económica dominante, a pesar de la publicación
como de Schumpeter. A este respecto, re-
sulta interesante volver a hacer las pre- de las obras de Veblen, Knight, Dobb y Schumpeter a principios
guntas que Schumpeter planteó acerca de del siglo XX, hasta el punto que su figura desapareció del análisis
por qué la literatura sobre el empresario económico. 16
se desarrolló en Alemania y Estados Uni-
dos entre finales del siglo XIX y principios
del xx; «¿Acaso porque la figura del em-
presario destaca en aquel momento más 1.1.4. ENTRE LA VILLANíA Y LA INUTILIDAD: EL PENSAMIENTO
en Estados Unidos y Alemania que en In-
glaterra o Francia? ¿O acaso también DE VEBLEN Y KEYNES
porque los economistas ingleses [ellos al
menos] consideraban tan evidentes la En su Theory of Business Enterprise (1904) T. Veblen (1857-1929)
función empresarial y Jos beneficios del
empresario que no los creían más necesi- reconoce que la empresa moderna es la fuerza motriz del sistema
tados de análisis, una vez realizado el de industrial, sistema que constituye el núcleo de la civilización rno-
Marshall, igual que les pasó con el pro- derna.17 Según Veblen el principal motivo que mueve al empresa-
blema del interés?•, Schumpeter (1994),
p. 977. rio es la búsqueda del beneficio, la acumulación de capital a ni-
17 Veblen (1965), p. l. vel individual, siéndole indiferente si su conducta conduce al
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 17

bienestar general de la comunidad (o el país) o no. Más aún, en la


medida que sus beneficios se originan en las crisis y desequilibrios
de una economía, los empresarios están interesados en hacer de
esas crisis fenómenos amplios y frecuentes. 18 Esta visión negativa 18 Veblen (1904), p. 29.
del empresario procede de la dicotomía vebleniana entre la pro-
ducción, que crea una verdadera ganancia para la sociedad, y la
especulación, que sólo aporta beneficios particulares a costa del
interés general. La primera actividad, según Veblen, estaría prota-
gonizada por los tecnólogos e ingenieros, mientras que los empre-
sarios serian los encargados de la segunda, salvo excepciones. 19 El 19 Santos Redondo (1997), pp. 170-173.
pensamiento de Veblen ejercerá una profunda influencia en auto-
res como Keynes, Galbraith, Marglin y, como ya indicara Schum-
peter, en la visión popular de los empresarios como parásitos del
proceso productivo. 20 Pero si eliminamos de las ganancias del em- 20 Santos Redondo (1997), p. 169.
presario la retribución por la producción como trabajador inge-
niero, entonces reducimos su figura a la de un capitalista especu-
lador. Como Marshall, Veblen también imprime un criterio moral
a la función empresarial.
El componente especulativo de la figura del empresario veble-
niano está muy presente en la obra de J . M . Keynes (1883-1946),
quizá por su propia experiencia en el mundo de los negocios -se
enriqueció operando en los mercados financieros, ese fue el mun-
do empresarial que conoció-. Keynes trató la figura del empresa-
rio con una mezcla de distanciamiento, cinismo y escasa conside-
ración. En 1922 se referia al empresario como ccuna criatura
instintiva y elemental,. primitiva en su forma de expresión y falta
de sofisticación en el conocimiento de sí mismon. 21 Frente a la vi- 21 Citado por Torrero Mañas (1996),
sión necesariamente idealizada y caballeresca de Marshall, Key- p. 431.
nes apuntaba en 1926 que

Éste es un hennoso cuadro -del gran patrón-individual, que nos sir-


ve al tiempo que se sirve a sí mismo, tal y como lo hace cualquier otro ar-
tista. Sin embargo, cada vez dudamos más de que sea él quien nos con-
duzca al paraíso de la mano. Sugerir una acción social en favor del bien
público a la City de Londres es como discutir El origen de las especies con
un obispo de hace sesenta años. 22 · 22 Citado por Torrero Mañas (1996),
p. 432, del ensayo de Keynes, uEI fin del
"laissez-faire"n, en Keynes (1988).
Las referencias de Keynes a la City no son casuales. Influido por
Veblen, Keynes distinguió entre la especulación orientada al corto
plazo, que sólo desestabilizaba la economía, y el espíritu de em-
presa, preocupado por el crecimiento a largo plazo.23 No obstante, 23 Santos Redondo {1997), pp. 184-185.
Keynes reconoció la importancia del beneficio empresarial
18 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

-como principio rector de la inversión- en una economía. Tam-


bién señaló que el motivo que mueve al empresario es el dinero, la
acumulación, lo que puede justificarse siempre que sus ganancias
procedan de actividades productivas para la sociedad. La actitud
de Keynes hacia la figura del empresario fue, pues, ambiválente.
Donde no hubo medias tintas fue en el juicio que le merecieron los
empresarios británicos del periodo de entreguerras, calificados
24 Torrero Mañas ( 1996), pp. 432-440. como gestores mediocres de negocios que no habían creado.24
El triunfo de las políticas keynesianas después de la Segunda
Guerra Mundial y hasta los años sesenta, con su énfasis en la inter-
vención del Estado y la inversión de capital como factores explica-
tivos del crecimiento económico, contribuyó a la indiferencia acer-
25 Torres ( 1997), p. 56. ca del empresario y de la naturaleza de la empresa.25 A finales de la
década de 1960 W. Baumol se quejaba de estos desprecios, señalan-
do que en los modelos económicos de las teorías dominantes (neo-
clásica y keynesiana) no existían lugares para la empresa ni para la
26 Baumol (1968). iniciativa empresarial.26 Como también señalaba M. Blaug algo
más tarde, mientras se siguiera considerando que la economía se
hallaba en condiciones de equilibrio estático bajo una situación de
competencia (e información) perfecta, no habría lugar para las per-
27 Blaug (1986), p. 223. sonas que asumían los riesgos asociados a la incertidumbre. 27
Cuando a principios del decenio siguiente algunos economistas re-
tomen la preocupación por la empresa, tampoco su visión de la
misma contemplará la función empresarial: la empresa será para
ellos un «nexo de contratosn; en última instancia proponen deste-
rrar para siempre los conceptos de empresa y empresario del análi-
28 Véase el apartado 1.3.4 de este tema. sis económico.28 Hasta la propia disciplina de la historia empresa-
rial en los años sesenta y setenta aparcó al empresario a un lugar
secundario, centrándose en el análisis de la estrategia y la estructu-
ra de las empresas, especialmente de las grandes, donde el papel de
29 Corley (1993). los ejecutivos y gerentes solía anteponerse al de los empresarios.29

1.1.5. EL EMPRESARIO «DEMONIZADO»: LA SOCIOLOGíA MARXISTA


Y LA ECONOMÍA RADICAL

Paradójicamente, la «Conspiración de silencio» de la economía do-


minante respecto al empresario reforzó las posturas de aquellos, si-
tuados en el otro extremo del espectro ideológico, que considera-
ban al empresario como una figura superflua en el proceso
productivo, cuya única función era extraer un plusproducto a los
trabajadores. Esta visión del empresario como parásito procedía
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INúTIL? 19

directamente de K. Marx (1818-1883). Para este autor, como para el


resto de los clásicos, el empresario era, primordialmente, el propie-
tario del capital y el proceso de desarrollo era automático una vez
invertido el mismo. A diferencia de éstos, no obstante, Marx subra-
yó que gracias precisamente a la posesión del capital el capitalista
se convertía en empresario, controlaba el proceso de producción y
se apropiaba de una parte del valor generado. 30 La fortuna del em- 30 Santos Redondo (1997), pp. 157-
presario era el fruto de la extracción del valor añadido de los traba- 161.
jadores que no era remunerado en el salario. En la tradición radical
norteamericana, tan importante como Marx -y con una mayor di-
fusión entre el público general- fue la obra de Josephson, The Rob-
ber Barons, publicada en plena depresión económica de los años
treinta, y reflejo del sentimiento antiempresarial extendido en ese
período. Pero también se percibe la influencia de Veblen y, sobre
todo, de Keynes. En los años sesenta y setenta, la figura más signi-
ficada dentro de esta corriente ha sido S. Marglin, cuyo principal
mérito ha estribado en reforzar empíricamente la visión de Marx.
Para Marglin, la división del trabajo característica del sistema fa-
bril, pero ya iniciada en la industria doméstica, confería al empre-
sario un papel esencial en el proceso productivo, un papel que no
tenía bajo los sistemas artesanales primitivos y que le aseguraba
una «porción mayor del pastel» a costa de los trabajadores. 31 Mar- 31 Marg)in (1974), p. 62. Sobre el pen-
glin ha reforzado la característica de acumulador del empresario, samiento de Marglin y el debate sobre la
transición al sistema fabril, véase el apar-
con un evidente sesgo negativo (la acumulación se hace a expensas tado 4.1 de este libro.
de los verdaderos creadores de riqueza: los trabajadores) que pro-
cede de la teoría marxista de la plusvalía.
Otros autores de importancia dentro de esta corriente fueron
P. Baran y P. Sweezy, quienes, en su obra El capital monopolista,
sustituyeron la figura del empresario por la de la gran empresa.
Esta visión concuerda con la de J . K. Galbraith y no es sino un re-
flejo del crecimiento de las grandes empresas en Estados Unidos
en los años cincuenta y sesenta. 32 Sus análisis plantean cómo los 32 Baran y Sweezy (1966), especial-
trabajadores de «cuello blanco» (gerentes y ejecutivos) terminan mente pp. 17-46. Santos Redondo ( 1997),
pp. 189, 196 y 202-208.
absorbiendo el valor de los trabajadores de «cuello azuh (opera-
rios de la cadena de montaje) y repartiéndolo con el empresario y
los accionistas. La ventaja de este análisis es que permitía mirar a
la empresa capitalista y a la socialista (soviética) como fruto del
poder ganado por los tecnócratas de uno y otro lado del «telón de
acero». El problema del origen de la ganancia del empresario de-
saparecía, al diluir su figura en poco más que un accionista que
recoge los intereses del capital invertido y participa en el reparto
de la plusvalía obtenida del trabajador.
20 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

1.1.6. EL EMPRESARIO «CANONIZADO>,: KNIGHT, SCHUMPETER,


LA ESCUELA AUSTIÚACA Y ALGUNOS EPÍGONOS

Desde principios del siglo XX hasta prácticamente el decenio de


1980 la revolución marginalista primero, y después tanto keyne-
sianos como neoclásicos o marxistas excluyeron la figura del em-
presario de la teoría económica. Sin embargo, es entre los años
treinta y los sesenta cuando tienen lugar algunas de las reflexiones
más lúcidas sobre la relación entre el empresario y el desarrollo
económico, aunque su repercusión intelectual no haya comenza-
do a producirse hasta el decenio de 1980.
Una de aquellas reflexiones sobresalientes es la realizada en
los años veinte por F. H. Knight (1885-1972). Según este autor el
empresario o la empresa son, realmente, el único factor produc-
tivo, puesto que la tierra, el trabajo y el capital sólo son medios
de producción. La función primordial del empresario es la asun-
ción de riesgos y de ésta deriva su fuente de ingresos, el bene-
33 Knight (1921), p. 41. ficio. 33 El pensamiento de Knight no era enteramente original,
como él mismo reconoció: su libro Risk, Uncertainty and Profit es
deudor de los trabajos de los economistas alemanes Thünen
(1783-1850) y Mangoldt (1824-1868), y del inglés F. B. Hawley,
prácticamente coetáneo de Knight. No obstante, Knight tuvo el
mérito de ordenar, sistematizar y profundizar esas ideas de una
forma nueva. En smtesis, este autor distinguió entre riesgo e in-
certidumbre. El riesgo, que supone una incertidumbre objetiva,
puede ser estimado (cálculo de probabilidades) y, por tanto sus-
ceptible de s~r medido, computado en los costes y asegurarse
(según el valor actuaria! del riesgo); es la incertidumbre, la exis-
tencia de una ((verdadera incertidumbre)) subjetiva, lo que expli-
34 Knight (1921), pp. 231-232. ca la función del empresario. 34
La incertidumbre subjetiva es el fruto de nuestra racionalidad
limitada para conocer el futuro, pero, como indica L. A. Stinch-
combe, «la racionalidad implica necesariamente un análisis del
futuro,,, porque el propósito con el que realizamos los actos pre-
sentes está en función de la previsión (necesariamente limitada)
35 Stinchcombe (1990). de sus consecuencias futuras. 35 Si no existiera la incertidumbre, si
el empresario dispusiese del conocimiento perfecto del presente y
el futuro, entonces éste tan sólo sería un gerente (manager) dedi-
36 Knight (1921), pp. 267-268. Adviér- cado a funciones rutinarias.36 Sin embargo, al existir la incerti-
tase que Knight es el primero en introdu- dumbre y la diversidad de capacidades individuales y de funciones
cir el concepto de conducta tácita (ibid. ,
p. 211), luego desarrollado por Polanyi y tendrá lugar una especialización: aquellos con mayores capacida-
los economistas evolutivos (rutinas). des para afrontar la incertidumbre se convertirán en empresarios.
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 21

Para Knight las capacidades del empresario son innatas -aunque


su conocimiento mejora con el aprendizaje y la experiencia- y no
son susceptibles de ser comercializadas; precisamente por ello, su
retribución no toma la forma de salario, sino de beneficio.37 Su 37 Knight (1921), p. 311. Para Stinch-
análisis nos explica cómo la ganancia del empresario adopta la combe (1990), la reducción de la incerti-
dumbre se consigue mediante la creación
forma de beneficio. Se premia su capacidad exclusiva para perci- de estructuras de acopio y procesamiento
bir el negocio, capacidad que el empresario refuerza -aquí segui- de la información, que permitan antici-
parse -actuar con cierta racionalidad-;
mos el análisis de Stinchcombe- al contar con estructuras de in- la disponibilidad de información permite
formación dentro de la empresa (sistemas de contabilidad o transformar la incertidumbre en dosis
estudios de mercado, por ejemplo), ya que éstas le ayudan a redu- menores de riesgo. La ganancia del em-
cir la incertidumbre. Pero, en realidad, esa labor la hicieron los presario entendida como reducción de in-
certidumbre a la hora de llevar a cabo
grandes gerentes y administradores de empresas a principios del una actividad económica tendrla un com-
siglo XX, y no necesariamente los empresarios. La remuneración ponente como generador de estructuras
de información (dentro de la empresa) y
del empresario se encuentra en Knight a medio camino entre el otro como minimizador del riesgo en la
pago de un salario por ser un eficiente reductor de incertidumbre inversión. El problema de esta interpreta-
y el pago de intereses por una inversión de bajo riesgo. Como in- ción es que los beneficios derivados de es-
tas actividades pueden explicar pequeños
dica l. M. Kirzner, «el discernimiento empresarial del que Knight éxitos cotidianos en Jos negocios, incluso
habla tiene ante todo que ver con la cuidadosa ejecución, en un grandes fortunas acumuladas en muchos
mundo incierto, de las rutinarias tareas de gestión, y no tanto con años, pero no el enriquecimiento rápido
propio de algunos empresarios. Este últi-
la capacidad de discernir dónde y cómo aprovechar oportunida- mo aspecto Jo relaciona con el hecho de
des de obtener beneficio puro)).38 La ganancia del empresario de que el empresario puede resultar afortu-
Knight es baja porque se le retribuye su intento de entender el fu- nado por cambios absolutamente impre-
turo; sin embargo, la ganancia es alta cuando lo que se hace es visibles.
38 Kirzner (1995), pp. 109-110.
crear el futuro, y ese empresario es el schumpeteriano.
Fue precisamente J. A. Schumpeter (1883-1950) quien colocó
al empresario en el puesto central de la actividad económica. Para
el autor austríaco la economía habitualmente se encuentra en una
situación de equilibrio, en un mundo sin incertidumbre ni benefi-
cios, pero también sin desarrollo. Sólo periódicamente una inno-
vación rompe ese equilibrio y conduce a la economía a una etapa
de desarrollo. Según Schumpeter, el empresario es el agente de la
innovación -entendida como la creación de nuevas combinacio-
nes de factores productivos- y por lo tanto del desarrollo econó-
mico; en otras palabras, es la pieza clave en el mecanismo, el cata-
lizador del cambio económico; (que, como él subrayó, no es lo
mismo que decir que es el factor clave del cambio). Schumpeter
distinguió cinco tipos de innovaciones:

1. Introducción de un nuevo bien o una nueva cualidad de un


bien (innovación de producto).
2. La introducción de un nuevo método de producción (inno-
vación de proceso).
22 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

3. La apertura de un nuevo mercado.


4. La conquista de una nueva fuente de oferta de materias pri-
mas o bienes semimanufacturados.
5. La aparición de una nueva organización en cualquier sector
39 Schumpeter {1959), p. 66. productivo (innovación organizativa). 39

Hay que distinguir en el quinto tipo de innovaciones las que


sólo hacen referencia a los cambios en el tipo de estructura del
sector económico (monopolio, oligopolio o competencia perfecta)
asociados normalmente al tipo de producto y la organización del
mercado, y los verdaderos cambios originados en la estructura del
sector por la evolución de los sistemas gerenciales llevados a cabo
por los administradores, ejecutivos y directivos. En sus últimos
años modificó de forma sustancial su teoria, sosteniendo que la
gran empresa burocratizada había relegado al empresario a una
40 Schumpeter (1942), pp. 180-184. figura del pasado en la actividad económica. 40 Este giro schumpe-
teriano, junto con la tradición de la economía neoclásica, concli-
cionó el rumbo que tomaron las investigaciones dentro de la his-
toria empresarial norteamericana, que lógicamente se clirigió
41 Véase Corley (1993) y Livesay hacia la gran empresa como centro del análisis. 41
(1989), p. 5. Cuando Schumpeter estaba realizando su análisis sobre el em-
presario tenía como meta dilucidar cuál era la ganancia del em-
presario y cuál la del administrador. De hecho, esta era una vieja
polémica que ya tenía más de un siglo. Schumpeter no buscaba
las similitudes entre el empresario y el gerente, sino la diferencia
entre ambos. Fue sin duda el primer economista que lo hizo, pero
a costa de minusvalorar a los ejecutivos. Para él, ni el gerente, ni
el financiero o capitalista representan al empresario. Éste se ca-
racteriza por desempeñar una función, la de realizar nuevas com-
42 Schumpeter (1959), pp. 74-78. binaciones y, en cuanto esa función cesa, deja de ser empresario.42
Sin duda fue una delimitación estricta, pero fundamental para en-
tender la naturaleza última de la ganancia del empresario. Sin em-
bargo, como antes le había suceclido a Knight, sostuvo que las ca-
pacidades empresariales son en buena meclida innatas, y sólo
presentes en unos pocos individuos. Estas dos caracteristicas (rea-
lizar nuevas combinaciones y ser innato) le condujeron a inter-
pretar que el beneficio empresarial no es .una renta ni una remu-
neración al capital invertido, ni tampoco es un salario, «es la
expresión del valor de la contribución del empresario a la produc-
ción, en exactamente el mismo sentido que los salarios son la ex-
presión en valor de lo que el trabajador produce,. Pero, mientras
que los salarios son determinados de acuerdo con la productivi-
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, Vll.LANO O INÚTIL? 23

dad marginal del trabajo, el beneficio está excluido de esta ley.43 43 Schumpeter (1959), p. 153. Véase el
Las nuevas combinaciones no aparecen distribuidas uniforme- recuadro 1.1.
mente, sino de forma discontinua y generalmente agrupadas. A su
vez, los empresarios aparecen en racimos porque el surgimiento
de uno o unos pocos empresarios facilita la aparición de otros.44 44 Schumpeter (1959), pp. 228-230.
El gran acierto de Schumpeter radicó en el hecho de asociar la
actividad empresarial y la innovación, destacando ambos factores
como mecanismos del cambio económico. Él resolvió finalmente
el problema de la naturaleza de la ganancia del empresario; no
obstante, no llegó a ofrecer una explicación contrastable de uno y
otro. Ambos factores, actividad empresarial e innovación, parecen
ser contingencias exógenas a la economía. La dificultad estribaba
en la falta de análisis del marco institucional en el que se dan las
actividades empresarial e innovadora, que librase a la investiga-
ción sobre la innovación y el empresario del arbitrio de algo tan
etéreo como un llamado carácter innato. Otro de los problemas de
la visión de Schumpeter fue la asociación automática entre fun-
ción empresarial y éxito, ni el riesgo ni la posibilidad de fracaso
parecen estar presentes en su análisis.45 45 Santos Redondo (1997), pp. 104 y
Las teorías de Knight y Schumpeter no fueron asumidas plena- 118-119.
mente por la economía neoclásica, aunque sí admitidas como expli-
cación última de difícil formalización. Al fin y al cabo, ambos auto-
res, al recurrir a lo innato, dejaban a la actividad empresarial y a la
innovación tecnológica todavía como factores exógenos a la econo-
mía. No es casual que haya sido la Escuela Austríaca, que concibe el
mercado como un proceso y no como una situación de equilibrio, la
que volviera a plantear y a analizar el papel del empresario en la vida
económica. Es precisamente la ausencia de equilibrio la que permi-
te la aparición de oportunidades (de negocio) para el empresario,
quien, frente a lo sugerido por Schumpeter, es visto como una fuer-
za equilibradora en la economía (puesto que si el mercado está en
equilibrio existe plena información, luego no hace falta el empresa-
rio). Para !Grzner, el representante más conspicuo de esta escuela
en la actualidad, el empresario es el hombre que está atento, alerta
(alertness) al surgimiento de oportunidades de beneficio, de
manera más general, es el encargado de explotar el potencial para el
desarrollo económico que una sociedad ya posee.46 La ganancia del 46 Kirzner (1979), p. 115. La obra de
empresario sería consecuentemente la retribución por hacer rendir Mises ha ejercido una influencia crucial
en el pensamiento de Kirzner. Sobre este
a ese potencial, y no por ofrecer una rentabilidad al capital. Gracias autor, véase Santos Redondo (1997), pp.
a esta explicación los austríacos distinguen perfectamente entre el 238-248.
capitalista y el empresario, al cual se le retribuye en función delco-
nocimiento particular que posee sobre cómo se deben explotar o
24 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

combinar los factores productivos. Aunque muchas veces ambas fi-


guras están mezcladas, sin embargo no son la misma; en palabras
de Kirzner, «el hecho de que todo capitalista deba ser un empresario
no implica lógicamente de ningún modo que para convertirse en un
47 Kirzner (1979), p. 97. empresario uno deba ser un capitalista».47 Como Knight y Schum-
48 Kirzner (1980). peter, asume que la capacidad empresarial es un factor escaso.48 El
problema de Kirzner y, por extensión, de la Escuela Austríaca es que
su definición de empresario como alguien que posee un conoci-
miento particular y escaso no concuerda con el excesivo subjetivis-
mo que se desprende de otra de sus premisas, la asunción de que
toda conducta humana siempre ce economiza}} al tener que distribuir
unos recursos escasos entre una. amplia variedad de fines. En última
49 Kirzner (1979), p. 158. instancia, cccada decisión humana es una decisión empresarial». 49
Blaug ha señalado acertadamente que una definición tan general re-
SO Blaug (1986), p. 227. sulta escasamente válida para el análisis económico. 5°
Tanto en Knight como en Schumpeter o en K.irzner subsiste
una concepción no igualitaria de los individuos, quienes son con-
siderados como diferentes con respecto a sus motivaciones y a sus
capacidades, teniendo unos pocos la caracteristica innata de saber
reducir la incertidumbre subjetiva o innovar o estar alerta. El pro-
blema de los tres es la canonización que hacen del empresario;
por tanto, si lo humanizamos, si lo igualamos, entonces el proble-
ma se resuelve, tal y como demostró Baumol. Veámoslo. Como in-
dica K.irzner, el empresario queda asimilado a un equilibrador del
mercado. Desde esta perspectiva la ganancia del empresario se de-
riva de <<estar alerta}}, y se concreta en la retribución por equilibrar
el mercado de nuevo. Este reequilibrio puede proceder bien de una
innovación o de una reducción de la incertidumbre, pero también
del aprovechamiento del resquicio de una regla institucional, lo
• cual nos devuelve al empresario pirata, mafioso, buscador de ren-
tas del Estado, colusor para llegar a carteles, trust, holdings e in-
cluso al empresario que se enriquece con actividades improducti-
vas de bloqueo, como la judicialización de la economía por medio
de pleitos y contrapleitos. La ganancia del empresario tiene por
tanto un origen que puede ir desde la innovación hasta el crimen.
En todos los casos el objetivo es reequilibrar el mercado.
Si imponemos al empresario el requisito de una moral «acepta-
ble}}' es decir, si lo canonizamos, entonces podemos llegar a expli-
caciones espurias del crecimiento económico. La obra de Schum-
peter, Knight y K.irzner, junto con la de autores provenientes de la
sociología histórica como Weber o Sombart, ha ejercido una gran
influencia en las teorias psicológicas y sociológicas del empresario,
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 25

de una cierta popularidad incluso académica, pero de un valor


científico cuestionable. La asunción básica de Weber, Sombart y, en
fechas más recientes, autores como MacClelland y Hagen, es que
los países difieren en su dotación de empresarios, y esta desigual-
dad es lo que explica en última instancia el atraso o el desarrollo
económico. 51 En todos los casos se recurre a factores religiosos, 51 Santos Redondo (1997), pp. 121-124
culturales o psicológicos de difícil o imposible contrastación. En y 215-224.
general, los intentos de aplicar esas teorías al análisis histórico se
han saldado con un notorio fracaso. 52 Son las oportunidades de ne- 52 La mayor parte de los estudios his-
gocio, las instituciones-reglas del juego y los niveles de educación tóricos se realizaron en los decenios de
1960 y 1970. Landes propuso una expli-
los que determinan el mayor o menor número de empresarios, y el cación del atraso francés basado en la au-
hecho de que las ganancias y fortunas de los empresarios procedan sencia de empresarios dinámicos, que
más de la innovación o del crimen, pasando por todo el arco de po- fue contundentemente criticada por Ger-
schenkron, véase Mori (1970). Dávila
sibilidades intermedias, depende, en gran medida, de las normas (1986), cap. 2, ha realizado una acertada
institucionales que rigen en cada sociedad en cada momento. crítica de la teoría del propio Hagen y de
trabajos históricos basados en MacCie-
lland para el caso de Colombia. En Espa-
ña, Tortella (1994) ha intentando ofrecer
1.1.7. LOS INTENTOS DE SíNTESIS DE LEmENSTEIN Y CASSON una explicación similar a la de Landes
sin éxito, a juzgar por las críticas recibi-
das, Garda Sanz (1996). Véase también
Leibenstein distingue dos tipos de actividad empresarial: la «ruti- recuadro 3.2.
naria», asimilable a la llevada a cabo por los gerentes de las em-
presas, y la «schumpeteriana», que se plasma en las actividades
necesarias para crear una empresa en unas condiciones de inno·
vación e incertidumbre.53 El empresario sería una respuesta 53 Leibenstein (1968), pp. 72-73.
creativa al grado de ineficiencia en el empleo de recursos existen-
te en una empresa. Su concepción del empresario es similar a la
de la Escuela Austríaca: el empresario sería el encargado de apro-
vechar las oportunidades existentes (opp01tunity filler) en la eco-
nomía.54 Su teoría es demasiado general, pero su concepto de ine· 54 Leibenstein (1968), pp. 78-79, y Lei-
ficiencia interna ha tenido la virtud de poner de relieve las benstein (1986), p. 119.
carencias de la empresa neoclásica maximizadora y de llamar la
atención sobre los aspectos de la organización interna.
Para Casson el empresario es un individuo q:ue_~e...especializa
en tomar decisiones soore l~diña<;;ión..de....unos_.recur.l:i.mU~.s ca­
S0s:55-Sü-visióti.".~nta combinar la noción de incertidumbre (y SS Casson (1982), p. 23.
riesgo) de Knight con la economía de la información y de los cos-
tes de transacción; al mismo tiemEO trata de fusiO!l-ªI !IDll~P.li~a­
ció~_fuv.r,.\op;;ll,,.p~oPI~. ~7 ~rí~~Oi1:6-ri~-;¡~~n una ÍJ,lpi~.?.:tiy~.
propia de la historia económica. La influencia de Knight es visible
clliiñd.o"sefiálá "c!~~-i~ "u~~e~i~i;d de coordinación -por lo tanto del
empresario- surge de la existencia de incertidumbre. Como
Knight, también muestra que las capacidades empresariales son
26 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

innatas, aunque pueden mejorar con el aprendizaje y la experien-


cia. Pero además, el autor asume la existencia de costes de infor-
mación (lo que significa que los individuos difieren en su acceso a
la misma) y costes de transacción en el mercado.

Cuadro 1.1. El origen de las ganancias del empresario según los economistas

¿En qué sentido ¿En qué sentido


son similares son similares
La ganancia del el capitalista y el gerente asalaria·
AUTORES empresario es ... el empresario? do y el empresario? Problemas

Cantillon El pago por afrontar la incerti- En la provisión del En ninguno


(1680-1734) dumbre capital

Say (1767-1832) La asunción de la incertidumbre En la provisión del En las tareas de di-


capital rección y control
de la empresa
En combinar los fac-
tores productivos
como admirustrn-
dor rutinario

Smith La renta del capital En todos En ninguno Fuerza el principio por el cual la ganancia
(1730-1790) del empresario debe tender a la iguala-
ción

Mili Incluye cierta compensación por En la mayor parte En la retribución del


(1806-1873) el riesgo trabajo invertido

Marx El fruto de la extracción de la En que el empresario En runguno La ganancia es relacionada con la extrac-
(1818-1883) plusvalía a los trabajadores es el propietario ción de la plusvalía
del capital El empresario es un parásito social
No admite la relación del salario con la
productividad marginal del trabajo

Mangoldt La renta de la capacidad o talento No son similares No son similares


(1824-1868)

Marshall 1", la ganancia bruta por orgaru- En que obtiene el in- En el beneficio neto El concepto de ganancia bruta mezcla la
(1842-1924) zar los negocios que se descom- terés por la oferta por la oferta de su retribución como capitalista y como Im-
pone en interés y beneficio neto de capital capacidad organi- bajador
2", la retribución en forma de los zativa para combi- No explica la procedencia del beneficio ex-
beneficios rutinarios alcanzados nar los insumas traordinario
en una situación de equilibrio Impone la moralidad a la actividad empre-
económico sarial porque en situación de equilibrio
3", la retribución en forma de los los beneficios deben proceder de la justa
beneficios extraordinarios utilización del capital y las capacidades
de trabajo

Walrns Ninguna En todos En ninguno Únicamente admíte que la retribución del


(1834-1910) empresario es, dada una situación de
equilibrio a largo plazo, la remuneración
de la productividad marginal del capital
invertido
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 27
¿En qué sentido ¿En qué sentido
son similares son similares
La ganancia del el capitalista y el gerente asalaria-
AUTORES empresario es ... el empresario? do y el empresario? Problemas

Clark La retribución en forma de bene· No son similares No son similares El beneficio empresarial sólo es temporal,
(1847-1938) ficios extraordinarios propios porque los salarios tienden a igualar lo
del empresario y la retribución que el trabajo puede producir en mayor
por introducir perfeccionamien- cantidad tras la introducción de una me-
tos tecnológicos, comerciales y jora. El mundo estático ternúna predomi-
organizativos nando en su análisis debido a la premisa
de la retribución marginal de los factores

Veblen El fruto de la especulación En la obtención de Sólo si el empresario Establece una dicotomía entre lo producti-
(1857-1929) ganancias especu- obtiene su renta vo y la ganancia del empresario
lativas por su actividad
productiva (asimila
al buen empresario
con el ingeniero)

Keynes , El beneficio empresarial determi- En que el empresario No son similares Moraliza las ganancias del empresario, ya
(1883-1946) nado por la inversión puede ser un espe- que éstas sólo son admisibles si la activi-
El beneficio acumulado por las culador a corto pla- dad empresarial ha sido productiva para
inversiones productivas a largo zo la sociedad
plazo

Schumpeter La retribución de la puesta en No son similares No son similares Minusvalora las innovaciones de los direc-
(1883-1950) marcha de los procesos de inno- tivos
vación Detecta mallas innovaciones de tipo oga-
nizativo y gerencial
Propone un carácter innato a la capacidad
del empresario

Knight La retribución a la asunción del En la ganancia por el En parte de la ga- Sólo explica la ganancia pequeña, cotidia-
(1885-1972) riesgo y la reducción de las in- interés de la inver- nancia por su efi- na y acumulada a largo plazo
certidumbres sión, si el empresa- ciencia en la reduc- Mantiene que las capacidades para ser
rio ha invertido ción de la incerti- empresario son escasas y de carácter in-
dumbre más ruti- nato
naria

Marglin y otras El fruto de la acumulación, y ésta En que el empresario En ninguno, pero, las El empresario permanece visto como pa-
escuelas procede de la plusvalía de los es el dueño del ca- tecnoburocracias rásito social
radicales y neo- trabajadores pita! de las empresas par- No admite la relación del salario con la
marxistas tic!pan en la extrae- productividad marginal del trabajo
ción de la plusvalía
de los trabaj adores

Escuela Austria- La retribución por hacer rendir su No son similares No son similares Las capacidades del empresario son inna-
ca (Kirzner) potencial de estar alerta de las tas y, por tanto, socialmente escasas. El
oportunidades de beneficio, por empresario es canonizado como creador.
el conocimiento sobre cómo se
deben explotar los factores y por
reequilibrar el mercado. Por ser
creativo.

Leibenstein La retribución se debe al aumento No son similares La actividad rutina- Excesiva generalidad
de eficiencia que provoca gra- ria es asimilable a
cias a su actividad innovadora y la del gestor
rutinaria

Cassoñ La retribución se debe a la coordi- No son similares Establece alguna re- Las capacidades empresariales son inna-
nación que hace de los recursos lació n tas
escasos
28 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

1.2. ccEL NEGOCIO ES EL NEGOCIO>>: LA NATURALEZA


Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO

El presente apartado está dedicado a entender el comportamiento


económico de aquellos individuos que calificamos como empresa-
rios. Para conseguir este objetivo primero es necesario señalar y
describir cuáles son sus características esenciales y, segundo, de-
bemos averiguar si entre estas características existen relaciones
causales de unas sobre otras, es decir, si deben darse unas para
que se desarrollen otras. Como se sintetiza en el cuadro 1.2 y se
expondrá con más detalle en las páginas siguientes, la naturaleza

Cuadro 1.2. Caracterlsticas del empresario

Características o Ascendencia Implicaciones


Orden de prelación cornporUuEdentos Definición intelectual para la empresa

Prerrequisitos 1. Acumulador Quiere todo el mercado, •todo el mun- Marx, Búsqueda del monopolio
do• Veblen, (presión y/o innovación)
Extracción de la •plusvalía• Marglin Sindicatos

2. Coordinador y repetí- Eliminación continua, con éxito, de Say, «Mano visiblen


dor de actividades y costes de transacción Coase, (la empresa como sustituto
transacciones Internalización de actividades y tran- Williamson, del mercado)
sacciones Casson

Pauta de 3. Guiarse por el princi- Gestionar con el mínimo coste Baumol, Contabilidad y administra-
comportamiento pío de exclusión-despil- (reducción de ineficiencia interna) Leibenstein ción
farro (amoralidad) Moralidad = f (del mercado y las nor- Supervisión del trabajo
mas). El negocio es el negocio Gerencia
Funciones empresariales; productivas, Grupos de presión (bús-
improductivas y destructivas queda de rentas)

4. Estar alerta frente a •Estar a la que salta• K.irzner, Consejo de Administración


las oportunidades Racionalidad limitada Leibenstein Estudios de mercado (mar-
keting)
Departamento de publici-
dad

5. Regirse por la máxima Beneficio puro por descubrimientos K.irzner Departamento jurídico (pro-
de •quien lo descubre Validez de los diferentes derechos de tección de marcas, fór-
se lo queda• propiedad mulas, procesos y de-
rechos)

Potencialidades 6. Reductor de incerti- Prever el futuro, renovación de factores Say, Alta dirección y prospectiva
dumbre productivos, amortización y deprecia- Knight Contabilidad de capital
ción.

7. Promotor de innova- El empresario aplica la naturaleza crea- Schumpeter Ingeniería, centros de in-
dones (emprendedor) tiva de los individuos para transfor- Veblen vestigación, contratación
maria en innovaciones económicas de creativos.
Intangibles
EL «NEGOCIO ES EL NEGOCIO>>: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO 29

del empresario es siempre polifacética y multifuncional, depen-


diendo el carácter y/o la función predominante en cada caso con-
creto del mercado y las normas de la sociedad (las reglas del jue-
go). El orden en que se enumeran las características establece una
prelación -orden de prelación de la columna primera- entre
aquellos rasgos del empresario que son prerrequisitos, pautas de
comportamiento y potencialidades). Al cuadro se le han añadido
otras tres columnas. La primera es la de definiciones para facilitar
la comprensión de la característica. La segunda hace referencia a
los autores principales y, la tercera, indica algunas de las implica-
ciones que los comportamientos presentes en el empresario ten-
drán en la estructura y evolución de la empresa (algo que se irá
viendo en los temas siguientes).
En la economía capitalista de mercado toda persona, poten-
cialmente, puede convertirse en empresario; de hecho, siempre
que vamos al mercado a comprar hay alguna oportunidad que
aprovechar, como pueda ser la derivada de descubrir las diferen-
cias entre los precios de los mismos productos en distintos pues-
tos. Sin embargo, convertir las oportunidades descubiertas en rea-
lidades empresariales depende de tres factores:

l. Las preferencias de cada individuo. Aunque según Kirzner


toda persona en algún momento toma decisiones empresariales,
no por ello todos deseamos hacemos empresarios. Tal y como in-
dicara Say para el empresario y Coase para la empresa (véase
apartado 1.3.3), empresario y empresa son mecanismos de coor-
dinación de bienes y factores de producción. Pero, además, para
que sutja el empresario es necesario que una misma acción em-
presarial (por ejemplo, producir un bien o comprar en el mercado
de forma ventajosa) se repita varias veces (repetición de activi-
dades y transacciones), y en cada una de las repeticiones se ten-
ga el objetivo de ir reduciendo los costes de producción y transac-
ción. Para Marglin, incluso hay una condición previa que es el
deseo de acumulación, debido a que el sistema capitalista favo-
rece que este deseo o preferencia sea satisfecho empresarialmen-
te, cuando un individuo encuentra la posibilidad de enriquecerse
intemalizando las transacciones y/o extrayendo el esfuerzo de los
asalariados (plusvalía).
2. Las facilidades y obstáculos que las {(reglas del juego>> vigen-
tes ofrezcan y/o interpongan a las personas para realizar actividades
empresariales (entendiendo por «reglas del juego)) el conjunto de
normas, instituciones y leyes en que se basa una economía). Un
30 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

aspecto particularmente importante es la seguridad (o inseguri-


dad) de los derechos de propiedad (sobre los recursos y los cono-
cimientos), y la existencia o no de reglas aleatorias, imprevisibles
y/o arbitrarias en este sentido. Son las normas, instituciones y le-
yes, por encima de las preferencias individuales, las que determi-
nan el calibre de la función empresarial en la sociedad, tanto en lo
referente a su cantidad y calidad como a su moralidad, de forma y
manera que podemos encontrarnos desde sociedades donde hay
muchos empresarios, eficientes e intachables, hasta comunidades
donde los empresarios son pocos, destructivos y criminales, con el
56 Baumol (1993), p. 92. Murphy, consiguiente perjuicio para el crecimiento económico. 56
Shleifer y Vishny (1991) han desarrollado 3. La existencia de grupos empresariales de presión o empresas
un modelo similar. No existe en castella-
no un término exacto para definir «entre- que creen barreras de entrada y salida.
preneurship ".
Los factores dos y tres están presentes en el cuadro 1.2 ligados
a la caracteristica de guiarse por el principio de exclusión del des-
pilfarro, ¿por qué? Para saber cuál es la naturaleza económica del
empresario (es decir, la manera de actuar de forma empresarial
presente en los individuos) y la capacidad de una sociedad para
desarrollarla (lo que hemos dado en llamar anteriormente el cali-
bre de la ((empresarialidad» de una sociedad) necesitamos cono-
cer y poner en relación dos conceptos que están presentes en todo
comportamiento empresarial y que forman la pauta de comporta-
miento: el principio de exclusión del despilfarro (Baumol) y la
57 El concepto descubrimiento debe máxima de quien lo descubre se lo queda (Kirzner)Y
entenderse en este apartado en su senti- El principio de exclusión del despilfarro defendido por Bau-
do más amplio posible, como todo aquel
proceso mediante el cual el empresario mol sostiene que el empresario, en todas sus acciones económi-
aumenta o acelera la producción. cas, se guía por el razonamiento de que siempre debe optar por
aquella decisión cuya puesta en práctica cueste menos, tanto si es
en el terreno de la producción como en el de la negociación o la
comercialización. Por tanto, lo que hasta Baumol se había deno-
minado como instinto empresarial queda reducido a un compor-
tamiento que se guía por la máxima de la exclusión del despil-
58 Baumol (1993), pp. 28-31. farro, y explica la moralidad del empresario y su racionalidad. 58

1.2.1. LA MORALIDAD DEL EMPRESARIO

El principio de Baumol permite entender que la percepción del


beneficio por parte del empresario no debe ligarse a su moralidad
como ciudadano. El empresario tien e, ante cualquier decisión
económica que tome, el imperativo superior de no despilfarrar, y
EL <<NEGOCIO ES EL NEGOCIO»: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO 31

este imperativo no puede estar en función de su opinión como 59 Baumol (1993), pp. 97-98. Sobre
Baumol, véase Torres {1997), pp. 63-70.
persona de lo que es moral o inmoral. La moralidad del empresa- George Soros señala recientemente la dis-
rio se sintetiza en la consabida frase ~< el negocio es el negocio». tinción entre la amoralidad del empresa-
Son las normas, instituciones y leyes de la sociedad en la que viva rio y la moralidad del ciudadano: «Porque
creo que el mercado es amoral, como em-
las que harán del principio de exclusión del despilfarro una virtud presario quiero ser un competidor con
o un crimen (cuadro 1.2).59 La falta de escrupulos que puede deri- éxito en esos mercados. Al mismo tiempo,
varse de aquel principio puede que no sea una conducta muy no- reconozco que soy también un ser huma-
no y un miembro de la sociedad que debe
ble e incluso llegar a ser realmente repugnante en ciertas circuns- preocuparse por las cuestiones morales.
tancias, pero la <<inmoralidad» de un empresario sólo puede Pero si permito que las consideraciones
definirse históricamente, a partir de la transgresión de los límites morales influyan en nús decisiones de in-
versión, seria un pésimo competidor. Y en
que determinen las normas, instituciones y leyes de la sociedad en ningún caso influiría en los resultados,
la que actúa; jamás desde un modelo ético o moral aprioristico porque habrá alguien que ocupará mi lu-
(que considera a los empresarios como intrinsecamente virtuosos gar a un precio sólo escasamente diferen-
te.. , Soros y Madrick (1999), pp. 48-49.
o perversos). 60 Alonso y Torres (1995) y Torres (1997)
Debemos tener presente que para Baumollos empresarios son han precisado mejor un aspecto no dema-
~<aquellas personas con ingenio y creatividad para encontrar los siado tratado por Baumol, el relacionado
con las funciones empresariales producti-
cauces que acrecientan su propia riqueza, poder y prestigio,,; por vas. Siguiendo a Binks y Vale, señalan que
lo tanto, no figura entre sus preocupaciones centrales si el alcan- existirfan tres tipos de •nuevas combina-
ce de esas metas comporta además un enriquecimiento de la so- ciones,, en el sentido schumpeteriano del
término: la descrita por Schumpeter, que
ciedad (una línea de pensamiento que arranca de Marx y Veblen, en síntesis consiste en una actividad inno-
frente a la de autores como Kirzner). Ésa es la razón por la que vadora; la actividad empresarial asignado-
Baumol puede incluir entre las funciones empresariales (ver cua- m o reasignadora -de acuerdo con los
presupuestos de la Escuela Austríaca- de
dro 1.2) no sólo las productivas, 60 sino también las improducti- empresarios que responden a los cambios
vas -que benefician al empresario a costa de la sociedad- y las que se operan en los mercados y aprove-
destructivas -que empeoran la situación de ambos y eliminan chan las nuevas oportunidades a que dan
lugar; y por último, la actividad empresa-
recursos-. 61 El que predominen unas u otras estará, para Bau- rial dirigida a mejorar la eficiencia interna
mol, en función de las reglas del juego, las normas y leyes que ri- de la empresa -eficiencia organizativa-,
gen los beneficios relativos de cada actividad empresarial y el fun- en el sentido dado por Leibenstein. Corres-
pondiendo a cada una de las actividades
cionamiento de la economía en su conjunto. descritas habrfa otros tantos tipos de em-
El concepto de moralidad empresarial que se desprende del mo- presarios: heroicos, asignadores y mejora-
delo de Baumol es muy útil para analizar el fenómeno de los llama- dores. Binks y Vale ( 1990), pp. 40-44.
61 La descripción del empresario como
dos <e mercados politizados», donde los empresarios emplean recur- depredador quedaria en Baumol como un
sos en obtener ventajas o buscar rentas (rent-seeking) en la órbita empresario que se mueve entre tareas im-
del Estado (concesión de un servicio, monopolio, subvención, esta- productivas y destructivas. Por el contra-
rio, para Kirzner es incuestionable que el
blecimiento de un arancel y exención de impuestos) (columna de empresario siempre aumenta el tamaño
implicaciones del cuadro 1.2). Los costes de los recursos empleados de la tarta a repartir, razón por la cual no
y de las decisiones distorsionadas son <<costes de influencia» que admite que un empresario pueda ser des-
tructivo, esto siempre quedará como un
suelen tener consecuencias improductivas (aunque en algunos ca- problema de indefinición de los derechos
sos sean destructivas y en otros, menos, incluso productivas). 01- de propiedad en el mercado. Según este
son ha destacado que, en las sociedades contemporáneas, los indi- autor, la justicia o moralidad no está en el
sistema capitalista o en el empresario,
viduos y las empresas tienden a agruparse, formando grupos de sino en la forma e instauración preceden-
presión con la finalidad de obtener del Estado ventajas particulares te de los derechos de propiedad cuando se
inició históricamente el capitalismo.
32 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

62 Véase Olson (1986) para una aplica- a costa del resto de los ciudadanos. 62 Para Olson, no habrá países
ción concreta a Europa Occidental des- que logren una organización simétrica de todos los grupos con un
pués de la Segunda Guerra Mundial.
interés en común y que, por lo tanto, obtengan resultados óptimos
a través de una negociación global. En líneas generales, las organi-
zaciones y las coaliciones de intereses específicos reducen la efi-
ciencia y la renta global de las sociedades en que actúan, y consti-
tuyen un factor de división en la vida política. Dismiriuye el
incentivo para producir y aumenta el incentivo para pelear por una
mayor participación en el producto social. Olson defiende como
mejor solución para el desarrollo económico la no intervención del
Estado, dejando que las reglas del mercado libre actúen como re-
guladores. Sin embargo, Baumol ha demostrado cómo la acción
única del mercado puede conducir a resultados perversos y cómo la
mano visible del Gobierno puede mejorar el producto social. Sin in-
tervención del Estado, la industria (las empresas) nunca va a preo-
63 Baumol (1993), capítulo 3. cuparse por el interés general, sino por el particular. 63 Lo relevante
del modelo de Baumol es su énfasis en las reglas del juego, que son
las que determinan el nivel y la oferta de capacidades empresaria-
64 Milgrom y Roberts han señalado les en un país, y no explicaciones psicológicas o culturales. 64
que las conductas buscadoras de rentas y
los costes de influencia también existen
dentro de las empresas, Milgrom y Ro- Recuadro 1.1. Reglas del juego, conducta empresarial y ccmercados
berts (1993), pp. 316-333. politizados». España en el primer tercio del siglo xx: los casos de
Ramón de la Sota y Horado Echevarrieta

Ramón de la Sota y Horacio Echevarrieta fueron sin duda dos de los


empresarios más destacados en España en el primer tercio del siglo xx.
El primero comenzó sus negocios en la minería del hierro y el transporte
marítimo en el último cuarto del siglo XIX, diversificando sus negocios ha-
cia sectores relacionados como la construcción naval, los seguros, la ban-
ca y la siderometalurgia, entre otras actividades. A diferencia de Sota,
Echevarrieta continúa la tradición empresarial de su padre, quien al mo-
rir en 1903 le deja la dirección de sus negocios mineros (en Vizcaya, Mur-
cia y Teruel) e inmobiliarios. A partir de esa base inicial se introdujo en
numerosos negocios: astilleros, construcción de saltos de agua, transpor-
te aéreo, petróleo, madera, cemento, edificación de inmuebles, ferrocarri-
les, etc. En contraste con Sota, su estrategia conjunta será más de diver-
sificación que de integración vertical.
Sota y Echevarrieta comienzan su actividad empresarial en 1881 y
1903, respectivamente, y la terminan en vísperas de la Guerra Civil. Du-
rante este lapso de tiempo España tuvo tres regímenes políticos, la Res-
tauración monárquica hasta 1923 (una democracia restringida), la Dicta-
dura de Primo de Rivera entre 1923 y 1929 y, tras un año más de reinado
EL <eNEGOCIO ES EL NEGOCIO>>: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO 33

de Alfonso Xill, la Segunda República. Salvando las diferencias que se


dieron entre los tres regímenes, todos ellos compartieron una caracterís-
tica común, la debilidad del Estado frente a las presiones de los intereses
económicos particulares. En ese marco, los empresarios pusieron en
práctica políticas de ucaptura del Estado», de búsqueda de rentas me-
diante la estrategia de presión sobre el poder político para obtener privi-
legios, protección, subvenciones o exenciones diversas para sus negocios
(actividades improductivas).
R. de la Sota participó de forma destacada en varias asociaciones em-
presariales de su época, cuyo objetivo fundamental fue ejercer sobre el
Estado la influencia necesaria para que éste pusiera en práctica políticas
concretas que les beneficiasen. Presidió y controló la Asociación de Na-
vieros de Bilbao durante la mayor parte de su existencia y participó de
forma activa en el Círculo Minero y la Cámara de Comercio de Bilbao.
Además, mantuvo conexiones estrechas con algunos miembros de la Ad-
ministración, quizás la más destacable era la asignación mensual que pa-
gaba al Ministro de Fomento en 1914 y antiguo fiscal del Supremo
J. Ugarte, a sueldo de Sota desde principios de siglo XX. H. Echevarrieta,
por su parte, también estuvo presente {él directamente o sus agentes) en
prácticamente todas las asociaciones de empresarios de aquellos sectores
en los que tenía intereses: carbón, madera, construcción naval, minería,
propiedad inmobiliaria, etc. Pero la actividad de estos grupos sólo cubría
una parte de sus necesidades para con la Administración. El alcance y las
características de sus negocios -en los años veinte, sobre todo--le lleva-
ron a crear su propia red de influencias gracias a la cual pudo desenvol-
verse de forma independiente en sus relaciones con el Estado. Esta acti-
vidad fue llevada a cabo mediante tres vías: su amistad personal con altas
personalidades de los diferentes regímenes, Alfonso Xlli y Primo de Ri-
vera incluidos; la «Contrataciónn como directores de muchas de sus ini-
ciativas empresariales de altos cargos de la Administración Pública (que
continuaban en ellos a pesar de trabajar para Echevarrieta) como el Di-
rector General de Montes en sus negocios de maderas, el secretario del
Ministro de Marina en los asuntos navales, etc.; por último, poniendo en
nómina a individuos con altas responsabilidades políticas, el más llama-
tivo de todos ellos el Ministro de Fomento a la altura de 1918. ¿Quiere
esto decir que Sota y Echevarrieta se concentraron exclusivamente en ac-
tividades buscadoras de rentas, y por lo tanto improductivas? Antes que
nada, conviene advertir que resulta complicado hallar ejemplos de las
funciones empresariales de Baumol en su estado puro en los negocios de
estos empresarios. Ello se debe a que en la inmensa mayoría de ellos apa-
recen de forma simultánea varias de las funciones baumolianas.
Algunas de sus actividades podrían ser calificadas como innovadoras:
34 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

ambos fueron pioneros en varios sectores que están surgiendo en España


en el primer tercio del siglo XIX, como la hidroelectricidad, las teleco-
municaciones, el petróleo y la aviación civil en el caso de Echevarrieta, o
la construcción naval y la electricidad en el caso de Sota. Los negocios
mineros podrían ser calificados como actividades productivas. Se desa-
rrollaron en condiciones de competencia más o menos abierta, sin el re-
curso a subvenciones o protección. Pero, ¿cómo calificar a la actividad
empresarial invertida en denuncias mineras luego no explotadas o falli-
das; o el fracaso completo de Echevarrieta en crear una fábrica metalúr-
gica en Sevilla? En principio, cabria definirlas como improductivas, aun-
que también es cierto que hubo algunas ganancias (salarios, proveedores,
etcétera). La cuestión se complica con aquellos negocios que sobrevivie-
ron largo tiempo gracias al apoyo, la subvención o la protección estatal.
En principio, estas empresas serían ejemplos de actividades improducti-
vas --en cuanto, por ejemplo, que gracias al arancel o a la subvención
desvían rentas de los consumidores a la empresa-, pero conviene no
olvidar que pudieron tener extemalidades positivas: sobre el empleo (so-
ciales), sobre el desarrollo de la propia empresa o sector que acaba con-
virtiéndose en competitivo (económicas), sobre la innovación porque
gracias a la tecnología importada y la protección acaba realizando inno-
vaciones (tecnológicas).
Los pagos a políticos y periodistas, el mantenimiento de una red de in-
fluencias, la participación en grupos de presión serian algunos de los cos-
tes de influencia de aquellas actividades improductivas. Ahora bien, ¿del
éxito de estas políticas no podrían derivarse en algunas ocasiones conse-
cuencias positivas para la economía en su conjunto como las descritas en
el párrafo anterior? No puede olvidarse, además, que la España de la Res-
tauración y, en líneas generales, la de todo el primer tercio del siglo XX
puede calificarse como una sociedad donde las reglas del juego favorecen
las estrategias de búsqueda de rentas. En este sentido, Sota y Echevarrie-
ta no despilfarraron recursos en el pago a políticos, porque éste era un
coste (de influencia) asumido por todos los empresarios.
FUENTE: Elaborado a partir de Torres (1996) y Díaz Morlán (1999).

1.2.2. LA RACIONALIDAD DEL EMPRESARIO

El principio de la exclusión del despilfarro pone en entredicho el


fundamento de la microeconomía según el cual el empresario se
guía por la «búsqueda del máximo beneficio al mínimo coste».
Sólo se puede buscar el máximo beneficio cuando se conoce todo
EL ((NEGOCIO ES EL NEGOCIO»: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO 35

lo que ocurrirá en el futuro (información perfecta), lo cual es im-


posible debido a que nuestra racionalidad es limitada. 65 Por 65 Como indica Kirzner (1995, p. 75), el
consiguiente, la primera parte del axioma (<e buscar el máximo be- empresario no se enfrenta a situaciones
futuras partiendo de una situación de in-
neficio ... >)) queda invalidada, permaneciendo sólo la segunda par- formación imperfecta, sino de ignorancia
te (e<. •• al mínimo coste))), es decir, actuar en toda ocasión tratan- absoluta.
do de excluir el despilfarro. Para que el empresario pueda buscar
el beneficio realmente debe adelantarse a los acontecimientos fu-
turos e intentar dominarlos de alguna manera. Es decir, debe re-
ducir la incertidumbre. Pero, ¿cómo relacionar la exclusión del
despilfarro con la reducción de la incertidumbre que es una po-
tencialidad? La forma de hacerlo es incluyendo la característica
fundamental que Kirzner otorga al empresario: estar alerta fren-
te a cualquier ocasión de lograr excluir el despilfarro (cuadro 1.2).
El empresario, al permanecer constantemente alerta para excluir
el despilfarro, se sitúa en la mejor posición posible, y lo hace de
forma permanente, para descubrir ocasiones de hacer negocio, de re-
ducir costes, de explorar nuevas formas de organización y de uti-
lizar innovaciones. Con estas acciones el empresario reduce la in-
certidumbre a corto, y lo que es más importante por su potencia-
lidad, a medio y a largo plazo.
Moderar la incertidumbre augura la posibilidad de recibir be-
neficios en el futuro, pero para que esos posibles beneficios sean
recogidos por el empresario debe haber una norma permanente
(pasada, actual y futura) que le aseguren que realmente será due-
ño de los potenciales beneficios futuros por los que está trabajan-
do actualmente. ¿Cuál es esa norma que asegura la recompensa y
actúa corno un incentivo para estar alerta? Según Kirzner el estar
alerta es una consecuencia lógica de una norma fundamental del
capitalismo: «quien lo descubre se lo queda». Independiente-
mente de que el producto, la idea o el invento hayan sido produci-
dos, pensados y reconocidos por cualquier individuo, el verdadero
derecho de propiedad sobre ellos reside en la persona (empresa-
rio) que descubre cómo sacarles el rendimiento económico. La re-
compensa de estar alerta para descubrir posibles reducciones de
costes e innovaciones se basa en la norma citada y supone el be-
neficio puro d el empresario. Al igual que Schumpeter, podríamos
decir que en realidad lo que está haciendo el empresario es trans-
formar el invento en innovación, y que esta transformación es dig-
na de ser retribuida con el beneficio puro, pero, ¿qué conducta le
lleva a innovar, a convertirse en un promotor de innovaciones
también llamado emprendedor (ver cuadro 1.2)? Para responder
a esta última pregunta hay que establecer, primero, la diferencia
36 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

entre el principio de exclusión del despilfarro y el concepto de cos-


te de oportunidad y, segundo, entender que detrás del principio de
exclusión del despilfarro está, en última instancia, la certidumbre
por parte del empresario de que todo se deteriora con el tiempo,
de que las máquinas, y en su conjunto todo el capital instalado y
el capital humano, se deprecian o se desgastan, de que hay que
amortizar al máximo posible sin saber si se. podrá, o si se tendrá
que sustituir lo instalado y formado por otras instalaciones más
modernas y personas con cualificación diferente (cuadro 1.2, co-
66 Para entender la esencia de los pro- lumna tercera, fila sexta).66
cesos de depreciación en la economía es El principio de exclusión del despilfarro tiende a interpretarse
inevitable reconocer las aportaciones
trascendentales para la teoría realizadas como una variación del concepto de coste de oportunidad. Por
por Georgescu-Roegen (1996). ejemplo, el empresario, ante la alternativa de invertir su dinero en
su empresa que rinde al4 por 100 (con unos costes de salida del2
por lOO si la cierra) y un depósito bancario al7 por 100, optará por
lo segundo, ya que mantener la empresa tiene un coste de oportu-
nidad estimado en ese 1 por 100 menos de rentabilidad del capital
invertido. Nadie dudaría en ver esta decisión basada en el coste de
oportunidad como una exclusión del despilfarro. ¿Cuál es la dife-
rencia? Ésta reside en la distinta noción del tiempo en la que se ba-
san ambos conceptos. El empresario y su empresa son unas insti-
tuciones de sutiles fronteras entre el negocio de un día -tiempo
discreto- y el negocio continuo -tiempo continuo-. El concepto
de coste de oportunidad sirve para explicar decisiones aisladas en el
tiempo (discretas), que se toman en situaciones de baja incertidum-
bre. Pero lo que distingue precisamente al empresario es su capaci-
dad para buscar nuevas oportunidades (estar alerta), caracterizadas
por una elevada incertidumbre (en las que la ignorancia es absoluta
sobre el futuro), y su competencia para rebajarla descubriendo las
formas de reducir costes, promoviendo innovaciones y previendo la
sustitución de los activos depreciados. Literalmente, si el empresa-
rio se guiara por el principio del coste de oportunidad perdería el
tiempo (el futuro), se c;Ioedicaría a negociar con sus activos presentes
como si éstos nunca se deterioraran. Por el contrario, el principio de ·
exclusión del despilfarro le mantiene alerta para encontrar múlti-
ples ocasiones y operaciones que le permiten obtener beneficios (ga-
nando tiempo frente a la incertidumbre y la depreciación, eliminan-
do riesgos y estando preparado para los propios cambios que él
pone en marcha y que terminarán afectando a toda la economía).
El tiempo existe, y las decisiones que el empresario ha adopta-
do en una etapa anterior influyen en las que puede tomar ahora.
Siguiendo con el ejemplo anterior, la decisión de desinvertir en la
EL ((NEGOCIO ES EL NEGOCIO,: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO 37

empresa para adquirir activos financieros no es tan sencilla. El


empresario dispone de unos activos fijos (planta, máquinas y asa-
lariados) fruto de sus inversiones y contratos anteriores, cuya ven-
ta y/o renegociación pueden ser o no ser factibles en el mercado, y
tener unos costes determinados (sunk costs -costes de salida aso-
ciados a la suspensión de pagos y la comisión de liquidación y a la
fuerte depreciación que sufren sus activos-). Esa consideración,
junto a muchas otras menos cuantificables, puede explicar que el
empresario opte por sacrificar beneficios a corto plazo por una
potencial utilidad a largo plazo derivada de reinvertir sus benefi-
cios en la empresa (en aquellas líneas de negocio con una rentabi-
lidad superior a la media, abandonando otras menos rentables, o
en aquellas con una rentabilidad inferior con objetivo de mejorar-
las) y/o intente aumentar su poder sobre el mercado. A. Carnegie,
presidente de la U. S. Steel Co., exponía un planteamiento similar
a finales del siglo XIX:

Tal y como se realiza actualmente la manufactura, en enormes insta-


laciones donde se han invertido cinco o diez millones de dólares y con mi-
les de trabajadores, al fabricante le cuesta mucho menos incurrir en pér-
didas por tonelada o por yarda que comprobar su producción ... Aunque
continuar produciendo puede ser costoso, el fabricante sabe demasiado
bien que la suspensión seria la ruina. 67 67 Perelman (1997), pp. 128-129. Como
se verá en los temas 8 y 9 de este libro, las
crisis estructurales del siglo xx han pro-
Adviértase que el modelo de empresa/empresario que se deriva ducido cambios tan radicales que mu-
de uno (coste de oportunidad) y otro (exclusión del despilfarro) chas empresas no han sido capaces de
principio es radicalmente distinto. Una persona que sólo quisiera calibrar el grado de depreciación de sus
activos.
realizar un solo objeto y venderlo una sola vez, por ejemplo el fa-
bricante de un coche, sería un empresario para la teoría neoclási-
ca, puesto que ese fabricante compra insumas -minimizando
costes- y vende un producto -maximizando beneficios, en fun-
ción de la oferta y la demanda vende el coche- (y mañana será
otro día). En este tipo de situaciones el individuo puede guiarse
por el principio del coste de oportunidad. Pero, ¿es suficiente con
realizar esa función una sola vez para tener un empresario, o una
empresa? Si introducimos el tiempo (mañana es la continuación
de hoy) y pensamos en el coche número cien, entonces nos hare-
mos otras preguntas además de las anteriores: cómo se da a cono-
cer el fabricante, cuántas veces ha expuesto sus coches, está al día
de la moda o los nuevos materiales, se ha especializado en un tipo
de coche concreto, cómo compra sus componentes, fabrica todas
las partes o sólo las monta, tiene un representante o un agente,
38 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

cuándo tiene que sustituir a un trabajador agotado o a una má-


quina obsoleta. Todas estas preguntas son las implicaciones que
aparecen en la columna quinta del cuadro 1.2, y su resolución está
ligada a que el empresario se guíe por el principio de exclusión del
despilfarro, no por el del coste de oportunidad.

Recuadro 1.2. ¿Qué diferencia existe entre Ford y un cascarrabias


chatarrero tacaño? El principio de exclusión del despilfarro frente
a la maximización del beneficio y la minimización de los costes

Cuentan que Ford bajaba con regularidad a la línea de montaje y los talle-
res de su empresa y vigilaba si la tuerca más pequeña se colocaba, si lo ha-
cían correctamente, si se caían involuntariamente y si la perdían. Además,
visitaba los desguaces de coches donde preguntaba qué piezas de sus co-
ches se revendían. La sola existencia de un cigüeñal o una ballesta de se-
gunda mano le enfurecía. ¿Acaso le iba la vida en ello? ¿No tenía Ford la
empresa más moderna, productiva y eficaz del mundo? ¿Por qué un multi-
millonario empresario hacía aquellas cosas?¿No debería de dedicar todo
s~ tiempo a concebir nuevos mercados, modelos de fábricas y productos?
¿No incurría en un tremendo coste de oportunidad malgastando su tiempo
y capacidad en algo tan nimio? Y sin embargo, en aquellas excentricidades
ciertamente le iba la vida, porque Ford sólo estaba siguiendo el principio
fundamental de todo empresario, el de la exclusión del despilfarro.
Ford sabía cuál era la pieza de su modelo T que menos duraba. Esa pie-
za no se podía mejorar, dependía de factores como la fatiga del material in-
herente al tipo de aleación y la forma que debía tener. Cuando esa pieza se
rompía el coche estaba, en lo que se refería a Ford, consumido. Así que la
vida útil de todas las demás piezas no debía ser muy superior a la de la más
débil, de lo contrario estarían trabajando para otro negocio (el del vende-
dor de segunda mano o el del desguace). ¿Qué mayor despilfarro podía
darse en el negocio diario que regalar el esfuerzo de uno para que otros lo
vendieran?
En estas condiciones, ¿por dónde empezar a atajar el problema del
despilfarro del día a día? Se trataba de encontrar las piezas esenciales y
con mayor valor añadido que más durasen. A continuación, debían redi-
señarse para que su vida y resistencia se acercaran a la de la pieza menos
robusta. Para encontrar y modificar las piezas más tenaces había que gas-
tar tiempo y dinero; por lo tanto, no quedaba más remedio que, una vez
detectadas y reformadas, producirlas cada vez en mayor cantidad reba-
jando su coste de producción (desde esta perspectiva la producción por
medio de la cadena de montaje no sólo era una consecuencia de la bús-
queda de economías de escala, sino también un efecto de la exclusión del
EL «NEGOCIO ES EL NEGOCIO»: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO 39

despilfarro). Mientras tanto, también había que seguir investigando en la


pieza más endeble para hacerla más duradera, aunque el esfuerzo rayase
)a investigación básica en, pongamos por ejemplo, química de aleaciones.
De lo contrario, otro fabricante lo conseguiría y transformaría el negocio
de los coches (de vender coches con una duración media de diez años,
unas prestaciones de movilidad X -número de km recorridos a Y veloci-
dad- a un precio Z, se pasaría a vender coches con una duración de 15
años, unas prestaciones X + n a un precio Z - n).
El beneficio de Ford radicaba en un incierto equilibrio a la hora de no
despilfarrar tiempo y dinero en una opción (u empeorar» las piezas ro-
bustas) u otra (mejorar las piezas débiles) en función una de la otra. Lite-
ralmente, Ford tenía metido el modelo Ten evolución constante (por me-
dio de la recombinación de factores) en la cabeza en forma de parámetros
de debilidad y robustez. Sabía que, en esencia, ésa era su función y la cla-
ve de su negocio. Pero el riesgo era alto, porque su limilada racionalidad
le obligaba a concentrarse en un solo modelo representativo del compro-
miso más favorable entre robustez y debilidad que su empresa podía fa-
bricar a lo largo de un período de tiempo y ofreciendo determinadas pres-
taciones. Con esta estrategia Ford reducía la incertidumbre del día a
dia, pero comprometía seriamente su futuro a medio plazo, especialmen-
te en lo referente a los cambios de gusto por parte' de los consumidores.
En su racionalidad limitada no había mucho más lugar para las varia-
ciones de modelos, ni siquiera había espacio para pensar en un comprador
tipo diferente al del modelo T. De ahí algunos de sus estrepitosos fracasos
y despilfarros, como la construcción de la planta en Alemania en el perío-
do de entreguerras cuya capacidad productiva sólo fue empleada en un 13
por 100, frente a la General Motors. Ahora bien, Ford creía que su estrate-
gia de exclusión del despilfarro a largo plazo siempre mantendría viva a la
empresa (reducción de la incertidumbre a largo plazo), porque pensán-
dolo bien, ¿qué mayor despilfarro puede haber que desaparezca el negocio?
Sin embargo, ¿sabemos realmente cuál es el negocio de la empresa Ford?
El negocio de Ford era doble. Por una parte se trataba de explotar un
modelo mientras la restricción de la pieza más débil permaneciera (es el
negocio del día a día, del corto plazo), para luego sustituirlo por otro mo-
delo, siempre y cuando se haya dado un salto cualitativo en la mejora de
la pieza más débil (el negocio de diez en diez años, de largo plazo). El si-
guiente modelo T volverá a ser explotado reduciendo cada vez más la du-
ración de sus piezas robustas, hasta el próximo salto cualitativo en la pie-
za más débil y vuelta a empezar. Entre medias, el riesgo de perder cuota
de mercado a medio plazo se iba ampliando.
FUENTE: Dawkins (1996). Véase también el apartado 7.3 de este libro.

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