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Historia

Jesús M.ª Valdaliso


Santiago López García

CRÍTICA
Barcelona
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© 2000. Jesús M.ª Valdaliso y Santiago López García
© 2000 de la presente edición para España y América:
EDITORIAL CRÍTICA, S.L., Corsega, 270, 08008 Barcelona
ISBN: 84-8432-014-6
Depósito legal: B. 99-2000
Impreso en España
2000. - HUROPE, S.L., Lima, 3 bis, 08030 Barcelona
ÍNDICE

Introducción 1

PRIMERA PARTE.LA NATURALEZA ECONÓMICA


Y ESPACIAL DE LA EMPRESA

Tema l. La naturaleza económica de la empresa y el empresario


11
1.1. El empresario visto por los economistas: ¿héroe, villa-
no o inútil? 11
1.2. «El negocio es el negocio»: la naturaleza y las funcio-
nes del empresario 28
1.3. La naturaleza económica de la empresa: de la empresa
como «caja negra» a la empresa como centro de capa-
cidades y conocimientos 40
Bibliografía seleccionada 60

Tema 2. Fábricas y rascacielos: la evolución de la arquitectura


de las empresas 61
2.1. Una taxonomía de las empresas según su arquitectura 63
2.2. La adaptación de la arquitectura a la naturaleza eco-
nómica de la empresa 77
2.3. La evolución de la arquitectura de las fábricas: de ver-
tical a horizontal 85
2.4. La arquitectura comercial y la consolidación del rasca-
cielos como edificio representativo de la empresa 111
Bibli()grafía seleccionada 122
X IDSTORIA ECONÓMICA DE LA EMPRESA

SEGUNDA PARTE. LA GÉNESIS


DE LOS MERCADOS

Tema 3. La naturaleza de la empresa durante el período de for-


mación del capitalismo (c. 1300-c. 1760) 125
3.1. La lenta afirmación del capitalismo y la economía de
mercado 126
3.2. La empresa agrícola en la transición hacia la economía
de mercado 13 7
3.3. La empresa en el comercio y las finanzas 146
3.4. La industria antes de la fábrica: estructuras organizati-
vas y lógicas diversas 159
Bibliografía seleccionada 175

Tema 4. La Revolución industrial (c. 1760-c. 1860) (I): el mundo


de los negocios y el mundo del trabajo . 177
4.1. Nacimiento y desarrollo del sistema fabril: mercado,
tecnología, estructuras sociales y organización del tra-
bajo 178
4.2. Un nuevo marco institucional (libertad para los facto-
res de producción) 186
4.3. Las empresas y el mundo de los negocios durante la
Revolución industrial: entre la familia y el contrato 198
4.4. Los orígenes sociales y la formación de los empresarios 201
4.5. Los orígenes y la formación de gerentes, empleados y
contables 206
4.6. La formación de la clase obrera y las relaciones entre
trabajadores y empresarios 208.
Bibliografía seleccionada 221
.,
\Tema 5. La Revolución industrial (c. 1760-c. 1860) (11): especiali-
zación y dirección de empresa en la industria y los ser-
vicios 223
5.1. Especialización y dirección de empresa en el comercio
y el transporte marítimo . 225
5.2. La especialización en el sector financiero: la hegemo-
nía de las casas de banca y el surgimiento de los ban-
cos sociedades anónimas. 230
5.3. Especialización y dirección de empresa en la industria 233
5.4. La aparición de la «empresa moderna» en el transpor-
te ferroviario y las telecomunicaciones 240
Bibliografía seleccionada 266
ÍNDICE XI

TERCERA PARTE. LA INTEGRACIÓN DEL MERCADO


INTERNACIONAL

Tema 6. Competencia capitalista y concentración empresarial


(c. 1870-c. 1940) (1): la «primera ruptura industrial» en
Estados Unidos, Europa y Japón 271
6.1. Los cambios en el mercado y en la tecnología durante
la Segunda Revolución industrial 272
6.2. La lucha por el mercado (I). Las estrategias de creci-
miento de las grandes empresas y sus lógicas 287
6.3. La lucha por el mercado (II). De la competencia por el
precio a la competencia por el producto: las nuevas téc-
nicas de marketing e investigación de mercados 299
6.4. La lucha por el mercado (III). Las variantes nacionales
de la concentración empresarial: trusts norteamerica-
nos, carteles y konzerne alemanes, holdings británicos,
y zaibatsu japoneses 305
6.5. Alternativas a la gran empresa y la producción en
masa: pequeñas y medianas empresas (PYMEs), distri-
tos industriales y «especialización flexible» 322
Bibliografía seleccionada 329

Tema 7. Competencia capitalista y concentración empresarial


(c. 1870-c. 1940) (11): la emergencia del capitalismo ge-
rencial 331
7.1. La empresa y la intervención del Estado 332
7.2. La empresa y su relación con los trabajadores y sus
sindicatos: organización del trabajo y relaciones labo-
rales 350
7.3. Una estructura más compleja y una gestión más profe-
sionalizada 366
7.4. La tenaz persistencia de la empresa familiar 384
Bibliografía seleccionada 393

Tema 8. El apogeo de la gran empresa y el capitalismo gerencial


(c. 1945-c. 1973) 395
8.1. La difusión de la empresa gerencial y los sistemas
norteamericanos de administración de empresas en
Europa y Japón 397
8.2. La expansión de las empresas multinacionales 412
8.3. La pervivencia del empresario 418
8.4. Las diferentes caras de la intervención-del Estado 428
XII HISTORIA ECONÓMICA DE LA EMPRESA

8.5. El mundo de los negocios: empresarios y directivos 438


8.6. Los cambios en la organización del trabajo y las rela-
ciones laborales 444
Bibliografía seleccionada 455

CUARTA PARTE. LA FORMACIÓN DE


UN MERCADO GLOBAL

Tema 9. La «segunda ruptura industrial»: las formas de produc-


ción flexible y la competitividad global de las empresas
desde 1973 en adelante 459
9.1. Las consecuencias de la incertidumbre tecnológica, la
fragmentación de la demanda y la globalización del
mercado 462
9.2. La diversidad de las formas y estrategias empresariales
a finales del siglo XX . 480
9.3. El papel ambivalente del Estado 503
9.4. Automatización, flexibilidad y organización del traba-
jo: ¿el fin del taylorismo o un taylorismo más sofisti-
cado? 512
Bibliografía seleccionada 521

Bibliografía 523
Índice alfabético 565

\
Tema 1. LA NATURALEZA ECONÓMICA DE
LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

SUMARIO: 1.1. El empresario visto por los economistas: ¿héroe, villano o inútil? 1.2. «El negocio es el negocio»: La natu-
raleza y las funciones del empresario. 1.3. La naturaleza económica de la empresa: de la empresa como «Caja negra»
a la empresa como centro de capacidades y conocimientos.

«Uno de los más enojosos malentendidos que surgieron de la primera edi-


ción de este libro fue que esta teoría del desarrollo económico olvida to-
dos los factores históricos de cambio excepto uno, a saber, la personali-
dad de los empresarios. Si mi modelo hubiera tenido la intención de ser
como esta objección señala, obviamente no tendría sentido. Pero no se
ocupa en absoluto de los factores concretos del cambio, sino del método
de funcionamiento de estos factores, del mecanismo de cambio. El "em-
presario" es, simplemente, el protagonista del mecanismo de cambio.»
J. A. Schumpeter (1959)

«Una empresa es, esencialmente, un recipiente de recursos cuya utiliza-


ción es organizada en un marco administrativo.»
E. T. Penrose (1959)

1.1. EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS:


¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL?

Desde el siglo XVIII hasta la actualidad el debate principal entre los


economistas en tomo a la figura del empresario se ha centrado en
dilucidar cuál es la procedencia de sus ganancias, también deno-
minadas beneficio económico puro o beneficio empresarial. Dos
han sido las preguntas clave que, a su vez, son excluyentes: la re-
tribución que obtiene el empresario, ¿es la misma que la de un ca-
pitalista, o está más cercana a la de un trabajador cualificado del
tipo de un ejecutivo o un gerente? o, por el contrario, si su origen
es intrínseco a la función del empresario ¿cuál es realmente la la-
bor que se retribuye? El beneficio económico puro aparece cuan-
do la suma de los precios pagados por los productos excede a la
suma total de las cantidades abonadas a todos los factores pro-
ductivos. El problema estriba en que si todos los factores fueron
tenidos en cuenta a la hora de poner los precios a los productos,
12 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

entonces, ¿por qué aparece un beneficio? Hay tres argumentacio-


nes en economía al respecto. La primera opina que el beneficio es
una detracción sobre el capital, la tierra o el trabajo, consecuente-
mente entiende al empresario como un villano, porque su benefi-
cio es puramente especulativo. La segunda infiere que no hay be-
neficio puro propio del empresario, ya que lo que se retribuye es
su actuación como capitalista, propietario de recursos o trabaja-
dor, por lo tanto, la figura del empresario no es necesaria. La pre-
misa que comparten estas dos explicaciones es que no ha habido
ninguna producción adicional a la esperada. La tercera sostiene
que la retención que hace el empresario premia, al menos, su ca-
pacidad de anticipar la existencia de un beneficio; a partir de ese
momento estaremos hablando de un héroe, porque sí hubo una
producción adicional no prevista.

1.1.1. EL EMPRESARIO Y LA ASUNCIÓN DEL RIESGO: CANTILLON Y SAY

La palabra empresario comienza a ser usada en Francia en la épo-


ca medieval, designando a los responsables de expediciones mili-
tares. Hacia principios del siglo XVII ya aparecen unidos los con-
ceptos de empresario e incertidumbre: el empresario es aquel
que toma riesgos, pero no de cualquier entidad, la palabra se re-
serva para aquellos responsables de empresas extraordinarias,
como por ejemplo los grandes contratistas de obras públicas y
efectos militares con la Corona. Éste será su significado más acep-
tado durante los siglos XVII y XVIII. En estos casos, el empresario

,, _.!
era el encargado de combinar los factores de producción (parp.
construir un edificio, o armamento) y de asumir el riesgo que la
1 Hoselitz (19So), pp. 194-195, 198 y contrata llevaba consigo, los dos aspectos que más tarde destaca-
200-205; Redlich (1949).; Aymard (1991), rá Say. En Inglaterra, los empresarios recibieron los diversos nom-
pp. 791-795; y Mathias <i'\91), pp. 29-31.
El escolástico san Antonio de Florencia bres de undertakers, adventurers y projectors. El primero, y más co-
distinguía entre la industria del hombre mún, hacía referencia originalmente a aquellos que emprendían
de negocios y la labor del obrero. George una tarea, como la explotación de una mina, una plantación colo-
Ramsay (1800-1871) empleó la palabra
master en vez de entrepreneur. En Alema- nial o la construción inmobiliaria, y luego en el siglo XVIII se ex-
nia el término utilizado desde finales del tendió a las manufacturas; el término de adventurer se empleó so-
siglo XVIII para designar a un empresario bre todo para aquellos dedicados al comercio; por último, el de
es el de unternehmer, Schumpeter (1994)
pp. 618-620. La acepción francesa es la projector tuvo una connotación peyorativa de especulador. 1
que ha pasado al italiano, véase Aymard R. Cantillon (1680-1734) es el primer autor que vincula la fun-
(1991), y al castellano (el Diccionario Ca- ción empresarial al concepto de incertidumbre, separándola cla-
sares define al empresario como «Persona
que por concesión o por contrata ejecuta ramente de la provisión de capital. En su Ensayo sobre la natura-
una obra o un servicio público»). leza del comercio en general (1725) señala que el empresario es
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 13

aquel que compra a precios ciertos y vende a precios inciertos. La


función empresarial, por tanto, era exclusivamente la de afrontar
la incertidumbre y el beneficio surgía de la diferencia entre lo
previsto y lo realmente ocurrido. Para Cantillon los empresarios
eran los que afrontaban el riesgo y la incertidumbre; en aquella
época eran los encargados de la producción, circulación e inter-
cambio de las mercancías, y se diferenciaban del príncipe, la aris-
tocracia terratenient~ y los trabajadores dependientes. 2 Aunque 2 Hoselitz (1950), pp. 208 y 214; Ma-
no consta influencia alguna de Cantillon en la obra de J. B. Say thias (1991), pp. 38-39; Aymard (1991),
pp. 797-798; y Santos Redondo (1997),
(1767-1832), también este autor asocia la función empresarial a la pp. 24-26.
asunción de la incertidumbre. Say consideraba el beneficio no
como el interés sobre el capital -como harán los economistas clá-
sicos ingleses-, sino como un premio por la asunción de ries-
gos. Pero si en las primeras ediciones de su Traité (1803) había
asignado el beneficio al capitalista, lo transfirió en la cuarta edi-
ción al empresario, estableciendo una clara distinción entre am-
bos. Este último sería el responsable de la dirección y el control de
la empresa, mientras que la función del capitalista sería la de pro-
porcionar el capital. 3 Hoselitz sugiere que esa distinción pudo de- 3 Knight (1921), p. 25.
berse a la propia experiencia del autor, quien desde 1804 a 1812
dirigió una fábrica de hilados (de hecho, la cuarta edición aparece
después de esa última fecha). Pero, además de asumir la incerti-
dumbre, el empresario de Say era el principal agente de la pro-
ducción, puesto que era el encargado de combinar los distintos
factores productivos. 4 Según Schumpeter, Say no se dio cuenta de 4 Hoselitz (1950), pp. 212-213 y 215-
que su frase «combinar los factores», cuando se aplica a la gran 216.
empresa en marcha o a la organización de una nueva, denota algo
más que una administración rutinaria. Quien sí apreció este matiz
fue H. von Mangoldt (1824-1868), que a mediados del siglo XIX
ofreció una teoría de la ganancia del empresario entendida como
renta de la capacidad o el talento. 5 5 Schumpeter (1994), pp. 565, 619 y
975.

1.1.2. EL EMPRESARIO COMO CAPITALISTA: LOS ECONOMISTAS


CLÁSICOS BRITÁNICOS

Los economistas clásicos, con A. Smith (1723-1790) a la cabeza, re-


conocieron la figura del empresario, pero no fueron capaces de dis-
tinguir los beneficios empresariales de los beneficios del capital.
Aunque a veces parecía reconocer una cierta especificidad a la fun-
ción empresarial, Smith asoció, en última instancia, la figura del
empresario con la del capitalista, señalando que los beneficios em-
14 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

6 Knight (1921), pp. 23-24. Antes que presariales corresponderían al interés del capital invertido. 6 Esta
Smith, los fisiócratas habían llevado identificación fue adoptada por otros economistas clásicos, de Ri-
a cabo una identificación similar, Santos
Redondo (1997), pp. 31-32. cardo a Mill pasando por Marx. 7 Se han señalado varias explicacio-
7 González (1995), pp. 14-16. nes posibles para esta asimilación. 8 En cualquier caso, la causa pa-
8 Kirzner (1979), pp. 41-47. rece residir en su noción de equilibrio y en su propia concepción del
desarrollo económico: Smith y luego, sobre todo, Ricardo y Marx,
trataron este proceso como virtualmente automático una vez que el
9 Blaug (1986), p. 221. capital necesario se había conseguido (e invertido). 9 Pa:ra Smith los
intereses de los empresarios y los de la sociedad en general no siem-
pre eran coincidentes. No obstante, el afán de éstos por mejorar de
condición, su egoísmo individual, fue interpretado por Smith como
10 Santos Redondo (1997), pp. 38-39 y uno de los factores del desarrollo económico de la sociedad. 10
43. Subraya este autor que a pesar de la De todos los seguidores de Smith, fue J. Stuart Mill (1806-1873)
obsesión de Smith por diferenciarse de
Mandeville, el autor de la fábula de las -quien popularizó el término francés entrepreneur en Inglaterra-
abejas subtitulada «vicios privados, virtu- el más consciente de la existencia de una función empresarial espe-
des públicas», las diferencias eran sólo cífica, pero su análisis no difirió sustancialmente del realizado por
de grado, ibid., pp. 40-42.
Smith. No obstante, para Mill, el beneficio empresarial, la tasa de ga-
nancia, no sólo incluía el interés sobre el capital invertido, sino tam-
bién una compensación al riesgo y la remuneración por el tiempo y
11 González (1995), pp. 21-22. trabajo invertido por el capitalista. 11 La clave de que la renta del em-
presario no pueda ser estudiada desde una perspectiva clásica se
debe a que son unas ganancias que «no son en absoluto rendimien-
tos permanentes, sino que se producen cada vez que una decisión
empresarial en condiciones de incertidumbre tiene éxito ... ». Las ga-
nancias del empresario no son origen de ganancias constantes, las
ganancias de los diferentes empresarios no se pueden igualar, «como
12 Schumpeter (1994), pp. 618-634 y no sea en el nivel cero». 12 Es cierto que algunas de las ganancias del
975-980. empresario sí pueden tender a igualarse, como por ejemplo las dy-
vengadas de su función gerencial, ya que se puede establecer un sa-
lario para ellas. Pero la ganancia derivada de la introducción de per-
feccionamientos tecnológicos, comerciales u organizativos en el
proceso económico no tiene nada que ver con la renta de la tierra, el
salario o los intereses, en el sentido de que una parte de la ganancia
del empresario tiene su razón de ser en lograr el aumento y mante-
ner la diferencia en la ganancia entre unos y otros empresarios.

1.1.3. LA DESAPARICIÓN DEL EMPRESARIO DE LA ECONOMÍA


(ORTODOXA): NEOCLÁSICOS Y CONTRACTUALES

Aunque con un grado de imprecisión apreciable, A. Marshall


(1842-1924) y J. B. Clark (1847-1938) intentaron incluir al empre-
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 15

sario dentro de sus modelos de crecimiento económico. Para


Marshall la empresa es uno de los agentes esenciales del desarro-
llo económico. La principal contribución del autor inglés en este
terreno fue la de distinguir como factor productivo específico -y
por tanto, susceptible de remuneración- la capacidad organiza-
dora en los negocios. La oferta de este factor de organización es-
taría compuesta por la oferta de capital, de poder organizativo
para administrarlo y de capacidad organizadora para combinar
los insumos. El interés sería el precio del capital, el beneficio neto
de organización constituiría el precio del segundo y la ganancia
bruta de dirección el precio combinado del segundo y el tercero.
Estos «beneficios» estarían incorporados en los costes de la em-
presa, y serían de orden rutinario en condiciones de equilibrio;
consecuentemente, también distingue unos beneficios extraordi-
narios. Marshall sintetizaba en el empresario caracteres y retribu-
ciones propias del capitalista y de trabajador cualificado (geren-
te), pero no profundizó en las ganancias ligadas al riesgo, la
incertidumbre y la innovación, aunque dejó abierta la posibilidad
de introducir ese tipo de ganancias bajo el concepto de beneficios
extraordinarios. Sería Clark quien más tarde iría más lejos, equi-
parando los beneficios ordinarios con la retribución de tipo sala-
rial por la realización de un trabajo concreto de gestión, mientras
que los beneficios extraordinarios -esa ganancia dinámica, en
palabras del autor- serían los beneficios puros propios del em-
presario.13 La relación que establece entre introducción de perfec- 13 González (1995), pp. 24-25.
cionamientos (tecnológicos, organizativos ... ) y beneficios empre-
sariales tiene como corolario que las ganancias del empresario no
evolucionan hacia la igualación, surgiendo así la necesidad de
cambiar los análisis del estado estacionario y en equilibrio con el
análisis dinámico, para poder introducir al empresario en el mo-
delo de la economía capitalista.
La fractura entre Marshall y Clark surge por la introducción
por parte del primero de consideraciones morales en el análisis de
la función empresarial. Para Marshall no había nada de malo en el
deseo de acumular, puesto que era el símbolo del éxito en los ne-
gocios. Pero, a continuación, señalaba que el reconocimiento so-
cial de su figura dependería de los medios empleados para ello.
«La caballerosidad en los negocios incluye el espíritu del bien pú-
blico», sostenía Marshall, y según él correspondía al economista
examinar si el empresario había acumulado su riqueza «con
trampas, por informaciones falsas, por tratos fraudulentos o por
medio de la destrucción leal de los competidores», en cuyo caso
16 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

no sería acreedor de ningún reconocimiento, por grande que fue-


14 Los entrecomillados de Marshall ra su fortuna, o bien con métodos «nobles» que sí le enaltecían. 14
proceden de Torrero Mañas (1996), pp. Desde Marshall en adelante, algunos economistas han tendido a
425-426.
introducir consideraciones éticas en la reflexión teórica, cuando
éstas resultan más apropiadas para la esfera normativa. Este pro-
blema ético desaparece en cuanto ligamos las ganancias propias
del empresario a la introducción de novedades. Esta labor suele
ser altamente retribuida por la sociedad capitalista, hasta el pun-
to de conceder monopolios temporales (como la explotación de
una patente) al innovador.
A pesar de estos problemas conceptuales, Marshall no dudaba
de que había que profundizar en el análisis de las ganancias del
empresario. Sin embargo, sus cuitas no fructificaron porque casi
al mismo tiempo que él, Leon Walras (1834-1910), el otro gran
neoclásico por excelencia, expulsó al empresario del análisis eco-
nómico. En el planteamiento walrasiano, cada agente económico,
en equilibrio a largo plazo, es remunerado por su productividad
marginal, y el valor del producto se consume por completo en la
retribución de los factores productivos. Por lo tanto, no queda ex-
cedente alguno para remunerar la función empresarial. En otras
palabras, el empresario no es un factor productivo especial, cual-
15 Blaug (1986), pp. 222-223. quiera puede desempeñar esa función. 15 La visión del empresario
para Walras es un exceso derivado del pensamiento de los econo-
mistas clásicos. Implícitamente, se retorna sin paliativos al princi-
pio por el cual la función del empresario va ligada a la del capita-
16 Santos Redondo (1997), p. 76, indica lista y, por tanto, su retribución será igual al interés del capital
sin embargo que el esquema de Walras invertido. A partir de entonces, esta visión del empresario se im-
será el punto de partida tanto de Knight puso en la teoría económica dominante, a pesar de la publicac~(m
como de Schumpeter..·A este respecto, re-
sulta intere~te ·volver a hacer las pre- de las obras de Veblen, Knight, Dobb y Schumpeter a principios
guntas que Scliumpeter planteó acerca de del siglo XX, hasta el punto que su figura desapareció del análisis
por qué la literatura sobre el empresario
económico. 16
se desarrolló en Alemai:'\; y Estados Uni-
dos entre finales del siglo XIX y principios
del xx; «¿Acaso porque la figura del em-
presario destaca en aquel momento más
1.1.4. ENTRE LA VILLANÍA Y LA INUTILIDAD: EL PENSAMIENTO
en Estados Unidos y Alemania que en In-
glaterra o Francia? ¿O acaso también DE VEBLEN Y KEYNES
porque los economistas ingleses [ellos al
menos] consideraban tan evidentes la
En su Theory of Business Enterprise (1904) T. Veblen (1857-1929)
función empresarial y los beneficios del
empresario que no los creían más necesi- reconoce que la empresa moderna es la fuerza motriz del sistema
tados de análisis, una vez realizado el de industrial, sistema que constituye el núcleo de la civilización mo-
Marshall, igual que les pasó con el pro-
derna.17 Según Veblen el principal motivo que mueve al empresa-
blema del interés?», Schumpeter (1994),
p. 977. rio es la búsqueda del beneficio, la acumulación de capital a ni-
17 Veblen (1965), p. l. vel individual, siéndole indiferente si su conducta conduce al
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 17

bienestar general de la comunidad (o el país) o no. Más aún, en la


medida que sus beneficios se originan en las crisis y desequilibrios
de una economía, los empresarios están interesados en hacer de
esas crisis fenómenos amplios y frecuentes. 18 Esta visión negativa 18 Veblen (1904), p. 29.
del empresario procede de la dicotomía vebleniana entre la pro-
ducción, que crea una verdadera ganancia para la sociedad, y la
especulación, que sólo aporta beneficios particulares a costa del
interés general. La primera actividad, según Veblen, estaría prota-
gonizada por los tecnólogos e ingenieros, mientras que los empre-
sarios serían los encargados de la segunda, salvo excepciones. 19 El 19 SantosRedondo(1997),pp.170-173.
pensamiento de Veblen ejercerá una profunda influencia en auto-
res como Keynes, Galbraith, Marglin y, como ya indicara Schum-
peter, en la visión popular de los empresarios como parásitos del
proceso productivo. 20 Pero si eliminamos de las ganancias del em- 20 Santos Redondo (1997), p. 169.
presario la retribución por la producción como trabajador inge-
niero, entonces reducimos su figura a la de un capitalista especu-
lador. Como Marshall, Veblen también imprime un criterio moral
a la función empresarial.
El componente especulativo de la figura del empresario veble-
niano está muy presente en la obra de J. M. Keynes (1883-1946),
quizá por su propia experiencia en el mundo de los negocios -se
enriqueció operando en los mercados financieros, ese fue el mun-
do empresarial que conoció-. Keynes trató la figura del empresa-
rio con una mezcla de distanciamiento, cinismo y escasa conside-
ración. En 1922 se refería al empresario como «Una criatura
instintiva y elemental, primitiva en su forma de expresión y falta
de sofisticación en el conocimiento de sí mismo». 21 Frente a la vi- 21 Citado por Torrero Mañas (1996),
sión necesariamente idealizada y caballeresca de Marshall, Key- p. 431.
nes apuntaba en 1926 que

Éste es un hermoso cuadro -del gran patrón-individual, que nos sir-


ve al tiempo que se sirve a sí mismo, tal y como lo hace cualquier otro ar-
tista. Sin embargo, cada vez dudamos más de que sea él quien nos con-
duzca al paraíso de la mano. Sugerir una acción social en favor del bien
público a la City de Londres es como discutir El origen de las especies con
un obispo de hace sesenta años. 22 • 22 Citado por Torrero Mañas (1996),
p. 432, del ensayo de Keynes, «El fin del
"laissez-faire"», en Keynes (1988).
Las referencias de Keynes a la City no son casuales. Influido por
Veblen, Keynes distinguió entre la especulación orientada al corto
plazo, que sólo desestabilizaba la economía, y el espíritu de em-
presa, preocupado por el crecimiento a largo plazo. 23 No obstante, 23 Santos Redondo (1997), pp. 184-185.
Keynes reconoció la importancia del beneficio empresarial
18 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

-como principio rector de la inversión- en una economía. Tam-


bién señaló que el motivo que mueve al empresario es el dinero, la
acumulación, lo que puede justificarse siempre que sus ganancias
procedan de actividades productivas para la sociedad. La actitud
de Keynes hacia la figura del empresario fue, pues, ambivalente.
Donde no hubo medias tintas fue en el juicio que le merecieron los
empresarios británicos del periodo de entreguerras, calificados
24 Torrero Mañas (1996), pp. 432-440. como gestores mediocres de negocios que no habían creado. 24
El triunfo de las políticas keynesianas después de la Segunda
Guerra Mundial y hasta los años sesenta, con su énfasis en la inter-
vención del Estado y la inversión de capital como factores explica-
tivos del crecimiento económico, contribuyó a la indiferencia acer-
25 Torres (1997), p. 56. ca del empresario y de la naturaleza de la empresa. 25 A finales de la
década de 1960 W. Baumol se quejaba de estos desprecios, señalan-
do que en los modelos económicos de las teorias dominantes (neo-
clásica y keynesiana) no existían lugares para la empresa ni para la
26 Baumol (1968). iniciativa empresarial.2 6 Como también señalaba M. Blaug algo
más tarde, mientras se siguiera considerando que la economía se
hallaba en condiciones de equilibrio estático bajo una situación de
competencia (e información) perfecta, no habria lugar para las per-
27 Blaug (1986), p. 223. sonas que asumían los riesgos asociados a la incertidumbre. 27
Cuando a principios del decenio siguiente algunos economistas re-
tomen la preocupación por la empresa, tampoco su visión de la
misma contemplará la función empresarial: la empresa será para
ellos un «nexo de contratos»; en última instancia proponen deste-
rrar para siempre los conceptos de empresa y empresario del análi-
28 Véase el apartado 1.3.4 de este tema. sis económico. 28 Hasta la propia disciplina de la historia empresa-
_.! rial en los años sesenta y setenta aparcó al empresario a un lugi\i.r
secundario, centrándose en el análisis de la estrategia y la estructu-
ra de las empresas, especialmente de las grandes, donde el papel de
29 Corley (1993). los ejecutivos y gerentes solía anteponerse al de los empresarios. 29

1.1.5. EL EMPRESARIO «DEMONIZADO»: LA SOCIOLOGÍA MARXISTA


Y LA ECONOMÍA RADICAL

Paradójicamente, la «conspiración de silencio» de la economía do-


minante respecto al empresario reforzó las posturas de aquellos, si-
tuados en el otro extremo del espectro ideológico, que considera-
ban al empresario como una figura superflua en el proceso
productivo, cuya única función era extraer un plusproducto a los
trabajadores. Esta visión del empresario como parásito procedía
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 19

directamente de K. Marx ( 1818-18 83). Para este autor, como para el


resto de los clásicos, el empresario era, primordialmente, el propie-
tario del capital y el proceso de desarrollo era automático una vez
invertido el mismo. A diferencia de éstos, no obstante, Marx subra-
yó que gracias precisámente a la posesión del capital el capitalista
se convertía en empresario, controlaba el proceso de producción y
se apropiaba de una parte del valor generado. 30 La fortuna del em- 30 Santos Redondo (1997), pp. 157-
presario era el fruto de la extracción del valor añadido de los traba- 161.
jadores que no era remunerado en el salario. En la tradición radical
norteamericana, tan importante como Marx -y con una mayor di-
fusión entre el público general- fue la obra de Josephson, The Rob-
ber Barons, publicada en plena depresión económica de los años
treinta, y reflejo del sentimiento antiempresarial extendido en ese
periodo. Pero también se percibe la influencia de Veblen y, sobre
todo, de Keynes. En los años sesenta y setenta, la figura más signi-
ficada dentro de esta corriente ha sido S. Marglin, cuyo principal
mérito ha estribado en reforzar empíricamente la visión de Marx.
Para Marglin, la división del trabajo caracteristica del sistema fa-
bril, pero ya iniciada en la industria doméstica, conferia al empre-
sario un papel esencial en el proceso productivo, un papel que no
tenía bajo los sistemas artesanales primitivos y que le aseguraba
una «porción mayor del pastel» a costa de los trabajadores. 31 Mar- 31 Marglin (1974), p. 62. Sobre el pen-
glin ha reforzado la caracteristica de acumulador del empresario, samiento de Marglin y el debate sobre la
transición al sistema fabril, véase el apar-
con un evidente sesgo negativo (la acumulación se hace a expensas tado 4.1 de este libro.
de los verdaderos creadores de riqueza: los trabajadores) que pro-
cede de la teoria marxista de la plusvalía.
Otros autores de importancia dentro de esta corriente fueron
P. Baran y P. Sweezy, quienes, en su obra El capital monopolista,
sustituyeron la figura del empresario por la de la gran empresa.
Esta visión concuerda con la de J. K. Galbraith y no es sino un re-
flejo del crecimiento de las grandes empresas en Estados Unidos
en los años cincuenta y sesenta. 32 Sus análisis plantean cómo los 32 Baran y Sweezy (1966), especial-
trabajadores de «cuello blanco» (gerentes y ejecutivos) terminan mente pp. 17-46. Santos Redondo (1997),
pp. 189, 196 y 202-208.
absorbiendo el valor de los trabajadores de «Cuello azul» (opera-
rios de la cadena de montaje) y repartiéndolo con el empresario y
los accionistas. La ventaja de este análisis es que permitía mirar a
la empresa capitalista y a la socialista (soviética) como fruto del
poder ganado por los tecnócratas de uno y otro lado del «telón de
acero». El problema del origen de la ganancia del empresario de-
saparecía, al diluir su figura en poco más que un accionista que
recoge los intereses del capital invertido y participa en el reparto
de la plusvalía obtenida del trabajador.
20 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

1.1.6. EL EMPRESARIO «CANONIZADO»: KNIGHT, SCHUMPETER,


LA ESCUELA AUSTRÍACA Y ALGUNOS EPÍGONOS

Desde principios del siglo XX hasta prácticamente el decenio de


1980 la revolución marginalista primero, y después tanto keyne-
sianos como neoclásicos o marxistas excluyeron la figilra del em-
presario de la teoría económica. Sin embargo, es entre los años
treinta y los sesenta cuando tienen lugar algunas de las reflexiones
más lúcidas sobre la relación entre el empresario y el desarrollo
económico, aunque su repercusión intelectual no haya comenza-
do a producirse hasta el decenio de 1980.
Una de aquellas reflexiones sobresalientes es la realizada en
los años veinte por F. H. Knight (1885-1972). Según este autor el
empresario o la empresa son, realmente, el único factor produc-
tivo, puesto que la tierra, el trabajo y el capital sólo son medios
de producción. La función primordial del empresario es la asun-
ción de riesgos y de ésta deriva su fuente de ingresos, el bene-
33 Knight (1921), p. 41. ficio. 33 El pensamiento de Knight no era enteramente original,
como él mismo reconoció: su libro Risk, Uncertainty and Profit es
deudor de los trabajos de los economistas alemanes Thünen
(1783-1850) y Mangoldt (1824-1868), y del inglés F. B. Hawley,
prácticamente coetáneo de Knight. No obstante, Knight tuvo el
mérito de ordenar, sistematizar y profundizar esas ideas de una
forma nueva. En síntesis, este autor distinguió entre riesgo e in-
certidumbre. El riesgo, que supone una incertidumbre objetiva,
_!
puede ser estimado (cálculo de probabilidades) y, por tanto sus-
ceptible de ser medido, computado en los costes y asegurarse
(según el valor actuaria! del riesgo); es la incertidumbre, la exis-
tencia de una «verdadera incertidumbre» subjetiva, lo que expli-
34 Knight (1921), pp. 2~'h.232. ca la función del empresario. 34
La incertidumbre subjetiva es el fruto de nuestra racionalidad
limitada para conocer el futuro, pero, como indica L. A. Stinch-
combe, «la racionalidad implica necesariamente un análisis del
futuro», porque el propósito con el que realizamos los actos pre-
sentes está en función de la previsión (necesariamente limitada)
35 Stinchcombe (1990). de sus consecuencias futuras. 35 Si no existiera la incertidumbre, si
el empresario dispusiese del conocimiento perfecto del presente y
el futuro, entonces éste tan sólo sería un gerente (manager) dedi-
36 Knight (1921), pp. 267-268. Adviér- cado a funciones rutinarias. 36 Sin embargo, al existir la incerti-
tase que Knight es el primero en introdu- dumbre y la diversidad de capacidades individuales y de funciones
cir el concepto de conducta tácita (ibid.,
p. 211), luego desarrollado por Polanyi y tendrá lugar una especialización: aquellos con mayores capacida-
los economistas evolutivos (rutinas). des para afrontar la incertidumbre se convertirán en empresarios.
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 21

Para Knight las capacidades del empresario son innatas -aunque


su conocimiento mejora con el aprendizaje y la experiencia- y no
son susceptibles de ser comercializadas; precisamente por ello, su
retribución no toma la forma de salario, sino de beneficio. 37 Su 37 Knight (1921), p. 311. Para Stinch-
combe (1990), la reducción de la incerti-
análisis nos explica cómo la ganancia del empresario adopta la dumbre se consigue mediante la creación
forma de beneficio. Se premia su capacidad exclusiva para perci- de estructuras de acopio y procesamiento
bir el negocio, capacidad que el empresario refuerza -aquí segui- de la información, que permitan antici-
parse -actuar con cierta racionalidad-;
mos el análisis de Stinchcombe- al contar con estructuras de in- la disponibilidad de información permite
formación dentro de la empresa (sistemas de contabilidad o transformar la incertidumbre en dosis
estudios de mercado, por ejemplo), ya que éstas le ayudan a redu- menores de riesgo. La ganancia del em-
presario entendida como reducción de in-
cir la incertidumbre. Pero, en realidad, esa labor la hicieron los certidumbre a la hora de llevar a cabo
grandes gerentes y administradores de empresas a principios del una actividad económica tendria un com-
siglo XX, y no necesariamente los empresarios. La remuneración ponente como generador de estructuras
de información (dentro de la empresa) y
del empresario se encuentra en Knight a medio camino entre el otro como minimizador del riesgo en la
pago de un salario por ser un eficiente reductor de incertidumbre inversión. El problema de esta interpreta-
y el pago de intereses por una inversión de bajo riesgo. Como in- ción es que los beneficios derivados de es-
tas actividades pueden explicar pequeños
dica l. M. Kirzner, «el discernimiento empresarial del que Knight éxitos cotidianos en los negocios, incluso
habla tiene ante todo que ver con la cuidadosa ejecución, en un grandes fortunas acumuladas en muchos
mundo incierto, de las rutinarias tareas de gestión, y no tanto con años, pero no el enriquecimiento rápido
propio de algunos empresarios. Este últi-
la capacidad de discernir dónde y cómo aprovechar oportunida- mo aspecto lo relaciona con el hecho de
des de obtener beneficio puro». 38 La ganancia del empresario de que el empresario puede resultar afortu-
Knight es baja porque se le retribuye su intento de entender el fu- nado por cambios absolutamente impre-
visibles.
turo; sin embargo, la ganancia es alta cuando lo que se hace es 38 Kirzner (1995), pp. 109-110.
crear el futuro, y ese empresario es el schumpeteriano.
Fue precisamente J. A. Schumpeter (1883-1950) quien colocó
al empresario en el puesto central de la actividad económica. Para
el autor austríaco la economía habitualmente se encuentra en una
situación de equilibrio, en un mundo sin incertidumbre ni benefi-
cios, pero también sin desarrollo. Sólo periódicamente una inno-
vación rompe ese equilibrio y conduce a la economía a una etapa
de desarrollo. Según Schumpeter, el empresario es el agente de la
innovación -entendida como la creación de nuevas combinacio-
nes de factores productivos- y por lo tanto del desarrollo econó-
mico; en otras palabras, es la pieza clave en el mecanismo, el cata-
lizador del cambio económico; (que, como él subrayó, no es lo
mismo que decir que es el factor clave del cambio). Schumpeter
distinguió cinco tipos de innovaciones:

1. Introducción de un nuevo bien o una nueva cualidad de un


bien (innovación de producto).
2. La introducción de un nuevo método de producción (inno-
vación de proceso).
22 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

3. La apertura de un nuevo mercado.


4. La conquista de una nueva fuente de oferta de materias pri-
mas o bienes semimanufacturados.
5. La aparición de una nueva organización en cualquier sector
39 Schumpeter (1959), p. 66. productivo (innovación organizativa). 39

Hay que distinguir en el quinto tipo de innovaciones las que


sólo hacen referencia a los cambios en el tipo de estructura del
sector económico (monopolio, oligopolio o competencia perfecta)
asociados normalmente al tipo de producto y la organización del
mercado, y los verdaderos cambios originados en la estructura del
sector por la evolución de los sistemas gerenciales llevados a cabo
por los administradores, ejecutivos y directivos. En sus últimos
años modificó de forma sustancial su teoria, sosteniendo que la
gran empresa burocratizada había relegado al empresario a una
40 Schumpeter (1942), pp. 180-184. figura del pasado en la actividad económica. 40 Este giro schumpe-
teriano, junto con la tradición de la economía neoclásica, condi-
cionó el rumbo que tomaron las investigaciones dentro de la his-
toria empresarial norteamericana, que lógicamente se dirigió
41 Véase Corley (1993) y Livesay hacia la gran empresa como centro del análisis. 41
(1989), p. 5. Cuando Schumpeter estaba realizando su análisis sobre el em-
presario tenía como meta dilucidar cuál era la ganancia del em-
presario y cuál la del administrador. De hecho, esta era una vieja 1

polémica que ya tenía más de un siglo. Schumpeter no buscab~


las similitudes entre el empresario y el gerente, sino la diferencia
entre ambos. Fue sin duda el primer economista que lo hizo, pero
\ a costa de minusvalorar a los ejecutivos. Para él, ni el gerente, ni
el financiero o capitalista representan al empresario. Éste se ca-
racteriza por desempeñar una función, la de realizar nuevas com-
42 Schumpeter (1959), pp. 74-78. binaciones y, en cuanto esa función cesa, deja de ser empresario. 42
Sin duda fue una delimitación estricta, pero fundamental para en-
tender la naturaleza última de la ganancia del empresario. Sin em-
bargo, como antes le había sucedido a Knight, sostuvo que las ca-
pacidades empresariales son en buena medida innatas, y sólo
presentes en unos pocos individuos. Estas dos caracteristicas (rea-
lizar nuevas combinaciones y ser innato) le condujeron a inter-
pretar que el beneficio empresarial no es una renta ni una remu-
neración al capital invertido, ni tampoco es un salario, «es la
expresión del valor de la contribución del empresario a la produc-
ción, en exactamente el mismo sentido que los salarios son la ex-
presión en valor de lo que el trabajador produce». Pero, mientras
que los salarios son determinados de acuerdo con la productivi-
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 23

dad marginal del trabajo, el beneficio está excluido de esta ley. 43 43 Schumpeter (1959), p. 153. Véase el
Las nuevas combinaciones no aparecen distribuidas uniforme- recuadro l. l. .

mente, sino de forma discontinua y generalmente agrupadas. A su


vez, los empresarios aparecen en racimos porque el surgimiento
de uno o unos pocos empresarios facilita la aparición de otros. 44 44 Schumpeter (1959), pp. 228-230.
El gran acierto de Schumpeter radicó en el hecho de asociar la
actividad empresarial y la innovación, destacando ambos factores
como mecanismos del cambio económico. Él resolvió finalmente
el problema de la naturaleza de la ganancia del empresario; no
obstante, no llegó a ofrecer una explicación contrastable de uno y
otro. Ambos factores, actividad empresarial e innovación, parecen
ser contingencias exógenas a la economía. La dificultad estribaba
en la falta de análisis del marco institucional en el que se dan las
actividades empresarial e innovadora, que librase a la investiga-
ción sobre la innovación y el empresario del arbitrio de algo tan
etéreo como un llamado carácter innato. Otro de los problemas de
la visión de Schumpeter fue la asociación automática entre fun-
ción empresarial y éxito, ni el riesgo ni la posibilidad de fracaso
parecen estar presentes en su análisis. 45 45 Santos Redondo (1997), pp. 104 y
Las teorías de Kllight y Schumpeter no fueron asumidas plena- 118-119.
mente por la economía neoclásica, aunque sí admitidas como expli-
cación última de difícil formalización. Al fin y al cabo, ambos auto-
res, al recurrir a lo innato, dejaban a la actividad empresarial y a la
innovación tecnológica todavía como factores exógenos a la econo-
mía. No es casual que haya sido la Escuela Austríaca, que concibe el
mercado como un proceso y no como una situación de equilibrio, la
que volviera a plantear y a analizar el papel del empresario en la vida
económica. Es precisamente la ausencia de equilibrio la que permi-
te la aparición de oportunidades (de negocio) para el empresario,
quien, frente a lo sugerido por Schumpeter, es visto como una fuer-
za equilibradora en la economía (puesto que si el mercado está en
equilibrio existe plena información, luego no hace falta el empresa-
rio). Para Kirzner, el representante más conspicuo de esta escuela
en la actualidad, el empresario es el hombre que está atento, alerta
(alertness) al surgimiento de oportunidades de beneficio, de
manera más general, es el encargado de explotar el potencial para el
desarrollo económico que una sociedad ya posee. 46 La ganancia del 46 Kirzner (1979), p. 115. La obra de
empresario sería consecuentemente la retribución por hacer rendir Mises ha ejercido una influencia crucial
en el pensamiento de Kirzner. Sobre este
a ese potencial, y no por ofrecer una rentabilidad al capital. Gracias autor, véase Santos Redondo (1997), pp.
a esta explicación los austríacos distinguen perfectamente entre el 238-248.
capitalista y el empresario, al cual se le retribuye en función del co-
nocimiento particular que posee sobre cómo se deben explotar o
24 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

combinar los factores productivos. Aunque muchas veces ambas fi-


guras están mezcladas, sin embargo no son la misma; en palabras
de K.irzner, «el hecho de que todo capitalista deba ser un empresario
no implica lógicamente de ningún modo que para convertirse en un
47 Kirzner (1979), p. 97. empresario uno deba ser un capitalista». 47 Como Knight y Schum-
48 Kirzner (1980). peter, asume que la capacidad empresarial es un factor escaso. 48 El
problema de Kirzner y, por extensión, de la Escuela Austríaca es que
su definición de empresario como alguien que posee un conoci-
miento particular y escaso no concuerda con el excesivo subjetivis-
mo que se desprende de otra de sus premisas, la asunción de que
toda conducta humana siempre «economiza» al tener que distribuir
unos recursos escasos entre una. amplia variedad de fines. En última
49 Kirzner (1979), p. 158. instancia, «cada decisión humana es una decisión empresarial». 49
Blaug ha señalado acertadamente que una definición tan general re-
50 Blaug (1986), p. 227. sulta escasamente válida para el análisis económico. so
Tanto en Knight como en Schumpeter o en K.irzner subsiste
una concepción no igualitaria de los individuos, quienes son con-
siderados como diferentes con respecto a sus motivaciones y a sus
capacidades, teniendo unos pocos la característica innata de saber
reducir la incertidumbre subjetiva o innovar o estar alerta. El pro-
blema de los tres es la canonización que hacen del empresario;
por tanto, si lo humanizamos, si lo igualamos, entonces el proble-
ma se resuelve, tal y como demostró Baumol. Veámoslo. Como in-
dica K.irzner, el empresario queda asimilado a un equilibrador del
mercado. Desde esta perspectiva la ganancia del empresario se de- 1

riva de «estar alerta», y se concreta en la retribución por equilibrar '


el mercado de nuevo. Este reequilibrio puede proceder bien de una
innovación o de una reducción de la incertidumbre, pero también
del aprovechamiento del resquicio de una regla institucional, lo
cual nos devuelve al empresario pirata, mafioso, buscador de ren-
tas del Estado, colusor para llegar a carteles, trust, holdings e in-
cluso al empresario que se enriquece con actividades improducti-
vas de bloqueo, como la judicialización de la economía por medio
de pleitos y contrapleitos. La ganancia del empresario tiene por
tanto un origen que puede ir desde la innovación hasta el crimen.
En todos los casos el objetivo es reequilibrar el mercado.
Si imponemos al empresario el requisito de una moral «acepta-
ble», es decir, si lo canonizamos, entonces podemos llegar a expli-
caciones espurias del crecimiento económico. La obra de Schum-
peter, Knight y K.irzner, junto con la de autores provenientes de la
sociología histórica como Weber o Sombart, ha ejercido una gran
influencia en las teorías psicológicas y sociológicas del empresario,
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 25

de una cierta popularidad incluso académica, pero de un valor


científico cuestionable. La asunción básica de Weber, Sombart y, en
fechas más recientes, autores como MacClelland y Hagen, es que
los países difieren en su dotación de empresarios, y esta desigual-
dad es lo que explica en última instancia el atraso o el desarrollo
económico. si En todos los casos se recurre a factores religiosos, 51 Santos Redondo (1997), pp. 121-124
culturales o psicológicos de difícil o imposible contrastación. En y 215-224.
general, los intentos de aplicar esas teorías al análisis histórico se
han saldado con un notorio fracaso.s 2 Son las oportunidades de ne- 52 La mayor parte de los estudios his-
gocio, las instituciones-reglas del juego y los niveles de educación tóricos se realizaron en los decenios de
1960 y 1970. Landes propuso una expli-
los que determinan el mayor o menor número de empresarios, y el cación del atraso francés basado en la au-
hecho de que las ganancias y fortunas de los empresarios procedan sencia de empresarios dinámicos, que
más de la innovación o del crimen, pasando por todo el arco de po- fue contundentemente criticada por Ger-
schenkron, véase Mari (1970). Dávila
sibilidades intermedias, depende, en gran medida, de las normas (1986), cap. 2, ha realizado una acertada
institucionales que rigen en cada sociedad en cada momento. crítica de la teoría del propio Hagen y de
trabajos históricos basados en MacCle-
lland para el caso de Colombia. En Espa-
ña, Tortella (1994) ha intentando ofrecer
1.1. 7. Los INTENTOS DE SÍNTESIS DE LEIBENSTEIN y CASSON una explicación similar a la de Landes
sin éxito, a juzgar por las críticas recibi-
das, García Sanz (1996). Véase también
Leibenstein distingue dos tipos de actividad empresarial: la <<ruti- recuadro 3.2.
naria», asimilable a la llevada a cabo por los gerentes de las em-
presas, y la «schumpeteriana», que se plasma en las actividades
necesarias para crear una empresa en unas condiciones de inno-
vación e incertidumbre. s3 El empresario sería una respuesta 53 Leibenstein (1968), pp. 72-73.
creativa al grado de ineficiencia en el empleo de recursos existen-
te en una empresa. Su concepción del empresario es similar a la
de la Escuela Austríaca: el empresario sería el encargado de apro-
vechar las oportunidades existentes (opportunity filler) en la eco-
nomía. s4 Su teoría es demasiado general, pero su concepto de ine- 54 Leibenstein (1968), pp. 78-79, y Lei-
ficiencia interna ha tenido la virtud de poner de relieve las benstein (1986), p. 119.
carencias de la empresa neoclásica maximizadora y de llamar la
atención sobre los aspectos de la organización interna.
Para Casson el empresario es un individuo que se especializa
en tomar decisiones sobre la coordinación de unos recursos esca-
sos. ss Su visión intenta combinar la noción de incertidumbre (y 55 Casson (1982), p. 23.
riesgo) de Knight con la economía de la información y de los cos-
tes de transacción; al mismo tiempo trata de fusionar una explica-
ción funcional, propia de la teoría económica, con una -indicativa,
propia de la historia económica. La influencia de Knight es visible
cuando señala que la necesidad de coordinación -por lo tanto del
empresario- surge de la existencia de incertidumbre. Como
Knight, también muestra que las capacidades empresariales son
26 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

innatas, aunque pueden mejorar con el aprendizaje y la experien-


cia. Pero además, el autor asume la existencia de costes de infor-
mación (lo que significa que los individuos difieren en su acceso a
la misma) y costes de transacción en el mercado.

Cuadro 1.1. El origen de las ganancias del empresario según los economistas

¿En qué sentido ¿En qué sentido


son similares son similares
La ganancia del el capitalista y el gerente asalaria·
AUTORES empresario es ... el empresario? do y el empresario? Problemas

Cantillon El pago por afrontar la incerti- En la provisión del En ninguno


(1680-1734) <lumbre capital

Say (1767-1832) La asunción de la incertidumbre En la provisión del En las tareas de di-


capital rección y control
de la empresa
En combinar los fac-
tores productivos
como administra-
dor rutinario

Smith La renta del capital En todos En ninguno Fuerza el principio por el cual la ganancia
(1730-1790) del empresario debe tender a la iguala-
ción

Mill Incluye cierta compensación por En la mayor parte En la retribución del


(1806-1873) el riesgo trabajo invertido

Marx El fruto de la extracción de la En que el empresario En ninguno La ganancia es relacionada con la extrac-
(1818-1883) plusvalía tL los trabajadores es el propietario ción de la plusvalía
.._, del capital El empresario es un parásito social
No admite la relación del salario con la
productividad marginal del trabajo

Mangoldt
(1824-1868)
La renta de 's capacidad o talento No son similares No son similares

Marshall 1º, la ganancia bruta por organi- En que obtiene el in- En el beneficio neto El concepto de ganancia bruta mezcla la
(1842-1924) zar los negocios que se descom- terés por la oferta por la oferta de su retribución como capitalista y como tra-
pone en interés y beneficio nei:o de capital capacidad organi- bajador
2º, la retribución en forma de los zativa para combi- No explica la procedencia del beneficio ex-
beneficios rutinarios alcanzados nar los insumos traordinario
en una situación de equilibrio Impone la moralidad a la actividad empre-
económico sarial porque en situación de equilibrio
3º, la retribución en forma de los los beneficios deben proceder de la justa
beneficios extraordinarios utilización del capital y las capacidades
de trabajo

Walras Ninguna En todos En ninguno Únicamente admite que la retribución del


(1834-1910) empresario es, dada una situación de
equilibrio a largo plazo, la remuneración
de la productividad marginal del capital
invertido
EL EMPRESARIO VISTO POR LOS ECONOMISTAS: ¿HÉROE, VILLANO O INÚTIL? 27
¿En qué sentido ¿En qué sentido
son similares son similares
La ganancia del el capitalista y el gerente asalaria-
AUTORES empresario es ... el empresario? do y el empresario? Problemas

Clark La retribución en forma de bene- No son similares No son similares El beneficio empresarial sólo es temporal,
(1847-1938) ficios extraordinarios propios porque los salarios tienden a igualar lo
del empresario y la retribución que el trabajo puede producir en mayor
por introducir perfeccionamien- cantidad tras la introducción de una me-
tos tecnológicos, comerciales y jora. El mundo estático termina predomi-
organizativos nando en su análisis debido a la premisa
de la retribución marginal de los factores

Veblen El fruto de la especulación En la obtención de Sólo si el empresario Establece una dicotomía entre lo producti-
(1857-1929) ganancias especu- obtiene su renta vo y la ganancia del empresario
lativas por su actividad
productiva (asimila
al buen empresario
con el ingeniero)

Keynes , El beneficio empresarial determi- En que el empresario No son similares Moraliza las ganancias del empresario, ya
(1883-1946) nado por la inversión puede ser un espe- que éstas sólo son admisibles si la activi-
El beneficio acumulado por las culador a corto pla- dad empresarial ha sido productiva para
inversiones productivas a largo zo la sociedad
plazo

Schumpeter La retribución de la puesta en No son similares No son similares Minusvalora las innovaciones de los direc-
(1883-1950) marcha de los procesos de inno- tivos
vación Detecta mal las innovaciones de tipo oga-
nizativo y gerencial
Propone un carácter innato a la capacidad
del empresario

Knight La retribución a la asunción del En la ganancia por el En parte de la ga- Sólo explica la ganancia pequeña, cotidia-
(1885-1972) riesgo y la reducción de las in- interés de la inver- nancia por su efi- na y acumulada a largo plazo
certidumbres sión, si el empresa- ciencia en la reduc- Mantiene que las capacidades para ser
rio ha invertido ción de la incerti- empresario son escasas y de carácter in-
dumbre más ruti- nato
naria

Marglin y otras El fruto de la acumulación, y ésta En que el empresario En ninguno, pero, las El empresario permanece visto como pa-
escuelas procede de la plusvalía de los es el dueño del ca- teen o burocracias rásito social
radicales y neo- trabajadores pital de las empresas par- No admite la relación del salario con la
marxistas ticipan en la extrae- productividad marginal del trabajo
ción de la plusvalia
de los trabajadores

Escuela Austría- La retribución por hacer rendir su No son similares No son similares Las capacidades del empresario son inna-
ca (Kirzner) potencial de estar alerta de las tas y, por tanto, socialmente escasas. El
oportunidades de beneficio, por empresario es canonizado como creador.
el conocimiento sobre cómo se
deben explotar los factores y por
reequilibrar el mercado. Por ser
creativo.

Leibenstein La retribución se debe al aumento No son similares La actividad rutina- Excesiva generalidad
de eficiencia que provoca gra- ria es asimilable a
cias a su actividad innovadora y la del gestor
rutinaria

Casson La retribución se debe a la coordi- No son similares Establece alguna re- Las capacidades empresariales son inna-
nación que hace de los recursos lación tas
escasos
28 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

1.2. «EL NEGOCIO ES EL NEGOCIO»: LA NATURALEZA


Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO

El presente apartado está dedicado a entender el comportamiento


económico de aquellos individuos que calificamos como empresa-
rios. Para conseguir este objetivo primero es necesario señalar y
describir cuáles son sus características esenciales y, segundo, de-
bemos averiguar si entre estas características existen relaciones
causales de unas sobre otras, es decir, si deben darse unas para
que se desarrollen otras. Como se sintetiza en el cuadro 1.2 y se
expondrá con más detalle en las páginas siguientes, la naturaleza

Cuadro 1.2. Características del empresario

Características o Ascendencia Implicaciones


Orden de prelación comportamientos Definición intelectual para la empresa

Prerrequisitos l. Acumulador Quiere todo el mercado, «todo el mun- Marx, Búsqueda del monopolio
do» Veblen, (presión y/o innovación)
Extracción de la «plusvalía» Marglin Sindicatos

2. Coordinador y repeti- Eliminación continua, con éxito, de Say, «Mano visible»


dor de actividades y costes de transacción Coase, (la empresa como sustituto
transacciones Intemalización de actividades y tran- Williamson, del mercado)
sacciones Casson

Pauta de 3. Guiarse por el princi- Gestionar con el mínimo coste Baumol, Contabilidad y administra-
comportamiento pio!1e exclusión-despil- (reducción de ineficiencia interna) Leibenstein ción
farro (amoralidad) Moralidad = f (del mercado y las nor- Supervisión del trabajo
"' mas). El negocio es el negocio
Funciones empresariales: productivas,
Gerencia
Grupos de presión (bús-
improductivas y destructivas queda de rentas)
\
4. Estar alerta frente a «Estar a la que salta» Kirzner, Consejo de Administración
las oportunidades Racionalidad limitada Leibenstein Estudios de mercado (mar-
keting)
Departamento de publici-
dad

5. Regirse por la máxima Beneficio puro por descubrimientos Kirzner Departamento juridico (pro-
de «quien lo descubre Validez de los diferentes derechos de tección de marcas, fór-
se lo queda» propiedad mulas, procesos y de-
rechos)

Potencialidades 6. Reductor de incerti- Prever el futuro, renovación de factores Say, Alta dirección y prospectiva
dumbre productivos, amortización y deprecia- Knight Contabilidad de capital
ción.

7. Promotor de innova- El empresario aplica la naturaleza crea- Schumpeter Ingenieria, centros de in-
ciones (emprendedor) tiva de los individuos para transfor- Veblen vestigación, contratación
maria en innovaciones económicas de creativos.
Intangibles
EL «NEGOCIO ES EL NEGOCIO»: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO 29

del empresario es siempre polifacética y multifuncional, depen-


diendo el carácter y/o la función predominante en cada caso con-
creto del mercado y las normas de la sociedad (las reglas del jue-
go). El orden en que se enumeran las características establece una
prelación -orden de prelación de la columna primera- entre
aquellos rasgos del empresario que son prerrequisitos, pautas de
comportamiento y potencialidades). Al cuadro se le han añadido
otras tres columnas. La primera es la de definiciones para facilitar
la comprensión de la característica. La segunda hace referencia a
los autores principales y, la tercera, indica algunas de las implica-
ciones que los comportamientos presentes en el empresario ten-
drán en la estructura y evolución de la empresa (algo que se irá
viendo en los temas siguientes).
En la economía capitalista de mercado toda persona, poten-
cialmente, puede convertirse en empresario; de hecho, siempre
que vamos al mercado a comprar hay alguna oportunidad que
aprovechar, como pueda ser la derivada de descubrir las diferen-
cias entre los precios de los mismos productos en distintos pues-
tos. Sin embargo, convertir las oportunidades descubiertas en rea-
lidades empresariales depende de tres factores:

1. Las preferencias de cada individuo. Aunque según Kirzner


toda persona en algún momento toma decisiones empresariales,
no por ello todos deseamos hacemos empresarios. Tal y como in-
dicara Say para el empresario y Coase para la empresa (véase
apartado 1.3.3), empresario y empresa son mecanismos de coor-
dinación de bienes y factores de producción. Pero, además, para
que surja el empresario es necesario que una misma acción em-
presarial (por ejemplo, producir un bien o comprar en el mercado
de forma ventajosa) se repita varias veces (repetición de activi-
dades y transacciones), y en cada una de las repeticiones se ten-
ga el objetivo de ir reduciendo los costes de producción y transac-
ción. Para Marglin, incluso hay una condición previa que es el
deseo de acumulación, debido a que el sistema capitalista favo-
rece que este deseo o preferencia sea satisfecho empresarialmen-
te, cuando un individuo encuentra la posibilidad de enriquecerse
intemalizando las transacciones y/o extrayendo el esfuerzo de los
asalariados (plusvalía).
2. Las facilidades y obstáculos que las «reglas del juego» vigen-
tes ofrezcan y/o interpongan a las personas para realizar actividades
empresariales (entendiendo por «reglas del juego» el conjunto de
normas, instituciones y leyes en que se basa una economía). Un
30 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

aspecto particularmente importante es la seguridad (o inseguri-


dad) de los derechos de propiedad (sobre los recursos y los cono-
cimientos), y la existencia o no de reglas aleatorias, imprevisibles
y/o arbitrarias en este sentido. Son las normas, instituciones y le-
yes, por encima de las preferencias individuales, las que determi-
nan el calibre de la función empresarial en la sociedad, tanto en lo
referente a su cantidad y calidad como a su moralidad, de forma y
manera que podemos encontramos desde sociedades donde hay
muchos empresarios, eficientes e intachables, hasta comunidades
donde los empresarios son pocos, destructivos y criminales, con el
56 Baumol (1993), p. 92. Murphy, consiguiente perjuicio para el crecimiento económico. 56
Shleifer y Vishny ( 1991) han desarrollado 3. La existencia de grupos empresariales de presión o empresas
un modelo similar. No existe en castella-
no un término exacto para definir «entre- que creen barreras de entrada y salida.
preneurship».
Los factores dos y tres están presentes en el cuadro 1.2 ligados
a la característica de guiarse por el principio de exclusión del des-
pilfarro, ¿por qué? Para saber cuál es la naturaleza económica del
empresario (es decir, la manera de actuar de forma empresarial
presente en los individuos) y la capacidad de una sociedad para
desarrollarla (lo que hemos dado en llamar anteriormente el cali-
bre de la «empresarialidad» de una sociedad) necesitamos cono-
cer y poner en relación dos conceptos que están presentes en todo
comportamiento empresarial y que forman la pauta de comporta- !

~ miento: el principio de exclusión del despilfarro (Baumol) y la


57 El concepto descubrimiento debe máxima de quien lo descubre se lo queda (Kirzner). 57
entenderse en este apartado.~n su senti- El principio de exclusión del despilfarro defendido por Bau-
do más amplio posible, como'"odo aquel
proceso mediante el cual el empresario mol sostiene que el empresario, en todas sus acciones económi-
aumenta o acelera la producción. cas, se guía por el razonamiento de que siempre debe optar por
aquella decisión cuya puesta en práctica cueste menos, tanto si es
en el terreno de la producción como en el de la negociación o la
comercialización. Por tanto, lo que hasta Baumol se había deno-
minado como instinto empresarial queda reducido a un compor-
tamiento que se guía por la máxima de la exclusión del despil-
58 Baumol (1993), pp. 28-31. farro, y explica la moralidad del empresario y su racionalidad. 58

1.2.1. LA MORALIDAD DEL EMPRESARIO

El principio de Baumol permite entender que la percepción del


beneficio por parte del empresario no debe ligarse a su moralidad
como ciudadano. El empresario tiene, ante cualquier decisión
económica que tome, el imperativo superior de no despilfarrar, y
EL «NEGOCIO ES EL NEGOCIO»: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO 31
59 Baumol (1993), pp. 97-98. Sobre
este imperativo no puede estar en función de su opinión como Baumol, véase Torres (1997), pp. 63-70.
persona de lo que es moral o inmoral. La moralidad del empresa- George Soros señala recientemente la dis-
rio se sintetiza en la consabida frase «el negocio es el negocio». tinción entre la amoralidad del empresa-
rio y la moralidad del ciudadano: «Porque
Son las normas, instituciones y leyes de la sociedad en la que viva creo que el mercado es amoral, como em-
las que harán del principio de exclusión del despilfarro una virtud presario quiero ser un competidor con
o un crimen (cuadro 1.2). 59 La falta de escrúpulos que puede deri- éxito en esos mercados. Al mismo tiempo,
reconozco que soy también un ser huma-
varse de aquel principio puede que no sea una conducta muy no- no y un miembro de la sociedad que debe
ble e incluso llegar a ser realmente repugnante en ciertas circuns- preocuparse por las cuestiones morales.
tancias, pero la «inmoralidad» de un empresario sólo puede Pero si permito que las consideraciones
morales influyan en mis decisiones de in-
definirse históricamente, a partir de la transgresión de los límites versión, sería un pésimo competidor. Y en
que determinen las normas, instituciones y leyes de la sociedad en ningún caso influiría en los resultados,
la que actúa; jamás desde un modelo ético o moral apriorístico porque habrá alguien que ocupará mi lu-
gar a un precio sólo escasamente diferen-
(que considera a los empresarios como intrínsecamente virtuosos te», Soros y Madrick (1999), pp. 48-49.
o perversos). 60 Alonso y Torres (1995) y Torres (1997)
Debemos tener presente que para Baumol los empresarios son han precisado mejor un aspecto no dema-
siado tratado por Baumol, el relacionado
«aquellas personas con ingenio y creatividad para encontrar los con las funciones empresariales producti-
cauces que acrecientan su propia riqueza, poder y prestigio»; por vas. Siguiendo a Binks y Vale, señalan que
lo tanto, no figura entre sus preocupaciones centrales si el alcan- existirían tres tipos de <<nuevas combina-
ciones», en el sentido schumpeteriano del
ce de esas metas comporta además un enriquecimiento de la so- término: la descrita por Schumpeter, que
ciedad (una línea de pensamiento que arranca de Marx y Veblen, en síntesis consiste en una actividad inno-
frente a la de autores como Kirzner). Ésa es la razón por la que vadora; la actividad empresarial asignado-
ra o reasignadora -<le acuerdo con los
Baumol puede incluir entre las funciones empresariales (ver cua- presupuestos de la Escuela Austríaca- de
dro 1.2) no sólo las productivas, 60 sino también las improducti- empresarios que responden a los cambios
vas -que benefician al empresario a costa de la sociedad- y las que se operan en los mercados y aprove-
chan las nuevas oportunidades a que dan
destructivas -que empeoran la situación de ambos y eliminan lugar; y por último, la actividad empresa-
recursos-. 61 El que predominen unas u otras estará, para Bau- rial dirigida a mejorar la eficiencia interna
mol, en función de las reglas del juego, las normas y leyes que ri- de la empresa -eficiencia organizativa-,
en el sentido dado por Leibenstein. Corres-
gen los beneficios relativos de cada actividad empresarial y el fun- pondiendo a cada una de las actividades
cionamiento de la economía en su conjunto. descritas habría otros tantos tipos de em-
El concepto de moralidad empresarial que se desprende del mo- presarios: heroicos, asignadores y mejora-
dores. Binks y Vale (1990), pp. 40-44.
delo de Baumol es muy útil para analizar el fenómeno de los llama- 61 La descripción del empresario como
dos «mercados politizados», donde los empresarios emplean recur- depredador quedaría en Baumol como un
sos en obtener ventajas o buscar rentas (rent-seeking) en la órbita empresario que se mueve entre tareas im-
productivas y destructivas. Por el contra-
del Estado (concesión de un servicio, monopolio, subvención, esta- rio, para Kirzner es incuestionable que el
blecimiento de un arancel y exención de impuestos) (columna de empresario siempre aumenta el tamaño
implicaciones del cuadro 1.2). Los costes de los recursos empleados de la tarta a repartir, razón por la cual no
admite que un empresario pueda ser des-
y de las decisiones distorsionadas son «Costes de influencia» que tructivo, esto siempre quedará como un
suelen tener consecuencias improductivas (aunque en algunos ca- problema de indefinición de los derechos
sos sean destructivas y en otros, menos, incluso productivas). 01- de propiedad en el mercado. Según este
autor, la justicia o moralidad no está en el
son ha destacado que, en las sociedades contemporáneas, los indi- sistema capitalista o en el empresario,
viduos y las empresas tienden a agruparse, formando grupos de sino en la forma e instauración preceden-
presión con la finalidad de obtener del Estado ventajas particulares te de los derechos de propiedad cuando se
inició históricamente el capitalismo.
32 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

62 Véase Olson (1986) para una aplica- a costa del resto de los ciudadanos. 62 Para Olson, no habrá países
ción concreta a Europa Occidental des- que logren una organización simétrica de todos los grupos con un
pués de la Segunda Guerra Mundial.
interés en común y que, por lo tanto, obtengan resultados óptimos
a través de una negociación global. En líneas generales, las organi-
zaciones y las coaliciones de intereses específicos reducen la efi-
ciencia y la renta global de las sociedades en que actúan, y consti-
tuyen un factor de división en la vida política. Disminuye el
incentivo para producir y aumenta el incentivo para pelear por una
mayor participación en el producto social. Olson defiende como
mejor solución para el desarrollo económico la no intervención del
Estado, dejando que las reglas del mercado libre actúen como re-
guladores. Sin embargo, Baumol ha demostrado cómo la acción
única del mercado puede conducir a resultados perversos y cómo la
mano visible del Gobierno puede mejorar el producto social. Sin in-
tervención del Estado, la industria (las empresas) nunca va a preo-
63 Baumol (1993), capítulo 3. cuparse por el interés general, sino por el particular. 63 Lo relevante
del modelo de Baumol es su énfasis en las reglas del juego, que son
las que determinan el nivel y la oferta de capacidades empresaria-
64 Milgrom y Roberts han señalado les en un país, y no explicaciones psicológicas o culturales. 64
que las conductas buscadoras de rentas y
los costes de influencia también existen
dentro de las empresas, Milgrom y Ro- Recuadro l. l. Reglas del juego, conducta empresarial y «mercados !

berts (1993), pp~16-333. . politizados». España en el prim.er tercio del siglo xx: los casos de
Ramón de la Sota y Horado Echevarrieta

Ramón de la Sota y Horacio Echevarrieta fueron sin duda dos de los


empresarios más destacados en España en el primer tercio del siglo xx.
El primero comenzó sus negocios en la mineria del hierro y el transporte
maritimo en el último cuarto del siglo XIX, diversificando sus negocios ha-
cia sectores relacionados como la construcción naval, los seguros, la ban-
ca y la siderometalurgia, entre otras actividades. A diferencia de Sota,
Echevarrieta continúa la tradición empresarial de su padre, quien almo-
rir en 1903 le deja la dirección de sus negocios mineros (en Vizcaya, Mur-
cia y Teruel) e inmobiliarios. A partir de esa base inicial se introdujo en
numerosos negocios: astilleros, construcción de saltos de agua, transpor-
te aéreo, petróleo, madera, cemento, edificación de inmuebles, ferrocarri-
les, etc. En contraste con Sota, su estrategia conjunta será más de diver-
sificación que de integración vertical.
Sota y Echevarrieta comienzan su actividad empresarial en 1881 y
1903, respectivamente, y la terminan en vísperas de la Guerra Civil. Du-
rante este lapso de tiempo España tuvo tres regímenes políticos, la Res-
tauración monárquica hasta 1923 (una democracia restringida), la Dicta-
dura de Primo de Rivera entre 1923 y 1929 y, tras un año más de reinado
EL «NEGOCIO ES EL NEGOCIO»: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMP.RESARIO 33

de Alfonso XIII, la Segunda República. Salvando las diferencias que se


dieron entre los tres regímenes, todos ellos compartieron una caracterís-
tica común, la debilidad del Estado frente a las presiones de los intereses
económicos particulares. En ese marco, los empresarios pusieron en
práctica políticas de «Captura del Estado», de búsqueda de rentas me-
diante la estrategia de presión sobre el poder político para obtener privi-
legios, protección, subvenciones o exenciones diversas para sus negocios
(actividades improductivas).
R. de la Sota participó de forma destacada en varias asociaciones em-
presariales de su época, cuyo objetivo fundamental fue ejercer sobre el
Estado la influencia necesaria para que éste pusiera en práctica políticas
concretas que les beneficiasen. Presidió y controló la Asociación de Na-
vieros de Bilbao durante la mayor parte de su existencia y participó de
forma activa en el Círculo Minero y la Cámara de Comercio de Bilbao.
Además, mantuvo conexiones estrechas con algunos miembros de la Ad-
ministración, quizás la más destacable era la asignación mensual que pa-
gaba al Ministro de Fomento en 1914 y antiguo fiscal del Supremo
J. Ugarte, a sueldo de Sota desde principios de siglo xx. H. Echevarrieta,
por su parte, también estuvo presente (él directamente o sus agentes) en
prácticamente todas las asociaciones de empresarios de aquellos sectores
en los que tenía intereses: carbón, madera, construcción naval, minería,
propiedad inmobiliaria, etc. Pero la actividad de estos grupos sólo cubría
una parte de sus necesidades para con la Administración. El alcance y las
características de sus negocios -en los años veinte, sobre todo- le lleva-
ron a crear su propia red de influencias gracias a la cual pudo desenvol-
verse de forma independiente en sus relaciones con el Estado. Esta acti-
vidad fue llevada a cabo mediante tres vías: su amistad personal con altas
personalidades de los diferentes regímenes, Alfonso XIII y Primo de Ri-
vera incluidos; la «contratación» como directores de muchas de sus ini-
ciativas empresariales de altos cargos de la Administración Pública (que
continuaban en ellos a pesar de trabajar para Echevarrieta) como el Di-
rector General de Montes en sus negocios de maderas, el secretario del
Ministro de Marina en los asuntos navales, etc.; por último, poniendo en
nómina a individuos con altas responsabilidades políticas, el más llama-
tivo de todos ellos el Ministro de Fomento a la altura de 1918. ¿Quiere
esto decir que Sota y Echevarrieta se concentraron exclusivamente en ac-
tividades buscadoras de rentas, y por lo tanto improductivas? Antes que
nada, conviene advertir que resulta complicado hallar ejemplos de las
funciones empresariales de Baumol en su estado puro en los negocios de
estos empresarios. Ello se debe a que en la inmensa mayoría de ellos apa-
recen de forma simultánea varias de las funciones baumolianas.
Algunas de sus actividades podrían ser calificadas como innovadoras:
34 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

ambos fueron pioneros en varios sectores que están surgiendo en España


en el primer tercio del siglo XIX, como la hidroelectricidad, las teleco-
municaciones, el petróleo y la aviación civil en el caso de Echevarrieta, o
la construcción naval y la electricidad en el caso de Sota. Los negocios
mineros podrian ser calificados como actividades productivas. Se desa-
rrollaron en condiciones de competencia más o menos abierta, sin el re-
curso a subvenciones o protección. Pero, ¿cómo calificar a la actividad
empresarial invertida en denuncias mineras luego no explotadas o falli-
das; o el fracaso completo de Echevarrieta en crear una fábrica metalúr-
gica en Sevilla? En principio, cabría definirlas como improductivas, aun-
que también es cierto que hubo algunas ganancias (salarios, proveedores,
etcétera). La cuestión se complica con aquellos negocios que sobrevivie-
ron largo tiempo gracias al apoyo, la subvención o la protección estatal.
En principio, estas empresas serían ejemplos de actividades improducti-
vas -en cuanto, por ejemplo, que gracias al arancel o a la subvención
desvían rentas de los consumidores a la empresa-, pero conviene no
olvidar que pudieron tener extemalidades positivas: sobre el empleo (so-
ciales), sobre el desarrollo de la propia empresa o sector que acaba con-
virtiéndose en competitivo (económicas), sobre la innovación porque
gracias a la tecnología importada y la protección acaba realizando inno-
vaciones (tecnológicas).
Los pagos a políticos y periodistas, el mantenimiento de una red de in¡-
fluencias, la participación en grupos de presión serían algunos de los cos-
tes de influencia de aquellas actividades improductivas. Ahora bien, ¿del
éxito de estas políticas no podrian derivarse en algunas ocasiones conse-
\ cuencias positivas para la economía en su conjunto como las descritas en
el párrafo anterior? No puede olvidarse, además, que la España de la Res-
tauración y, en líneas generales, la de todo el primer tercio del siglo XX
puede calificarse como una sociedad donde las reglas del juego favorecen
las estrategias de búsqueda de rentas. En este sentido, Sota y Echevarrie-
ta no despilfarraron recursos en el pago a políticos, porque éste era un
coste (de influencia) asumido por todos los empresarios.
FUENTE: Elaborado a partir de Torres (1996) y Díaz Morlán (1999).

1.2.2. LA RACIONALIDAD DEL EMPRESARIO

El principio de la exclusión del despilfarro pone en entredicho el


fundamento de la microeconomía según el cual el empresario se
guía por la «búsqueda del máximo beneficio al mínimo coste».
Sólo se puede buscar el máximo beneficio cuando se conoce todo
EL «NEGOCIO ES EL NEGOCIO»: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO 35

lo que ocurrirá en el futuro (información perfecta), lo cual es im-


posible debido a que nuestra racionalidad es limitada. 65 Por 65 Como indica Kirzner (1995, p. 75), el
consiguiente, la primera parte del axioma («buscar el máximo be- empresario no se enfrenta a situaciones
futuras partiendo de una situación de in-
neficio ... ») queda invalidada, permaneciendo sólo la segunda par- formación imperfecta, sino de ignorancia
te(« ... al mínimo coste»), es decir, actuar en toda ocasión tratan- absoluta.
do de excluir el despilfarro. Para que el empresario pueda buscar
el beneficio realmente debe adelantarse a los acontecimientos fu-
turos e intentar dominarlos de alguna manera. Es decir, debe re-
ducir la incertidumbre. Pero, ¿cómo relacionar la exclusión del
despilfarro con la reducción de la incertidumbre que es una po-
tencialidad? La forma de hacerlo es incluyendo la característica
fundamental que Kirzner otorga al empresario: estar alerta fren-
te a cualquier ocasión de lograr excluir el despilfarro (cuadro 1.2).
El empresario, al permanecer constantemente alerta para excluir
el despilfarro, se sitúa en la mejor posición posible, y lo hace de
forma permanente, para descubrir ocasiones de hacer negocio, de re-
ducir costes, de explorar nuevas formas de organización y de uti-
lizar innovaciones. Con estas acciones el empresario reduce la in-
certidumbre a corto, y lo que es más importante por su potencia-
lidad, a medio y a largo plazo.
Moderar la incertidumbre augura la posibilidad de recibir be-
neficios en el futuro, pero para que esos posibles beneficios sean
recogidos por el empresario debe haber una norma permanente
(pasada, actual y futura) que le aseguren que realmente será due-
ño de los potenciales beneficios futuros por los que está trabajan-
do actualmente. ¿Cuál es esa norma que asegura la recompensa y
actúa como un incentivo para estar alerta? Según Kirzner el estar
alerta es una consecuencia lógica de una norma fundamental del
capitalismo: «quien lo descubre se lo queda». Independiente-
mente de que el producto, la idea o el invento hayan sido produci-
dos, pensados y reconocidos por cualquier individuo, el verdadero
derecho de propiedad sobre ellos reside en la persona (empresa-
rio) que descubre cómo sacarles el rendimiento económico. La re-
compensa de estar alerta para descubrir posibles reducciones de
costes e innovaciones se basa en la norma citada y supone el be-
neficio puro del empresario. Al igual que Schumpeter, podríamos
decir que en realidad lo que está haciendo el empresario es trans-
formar el invento en innovación, y que esta transformación es dig-
na de ser retribuida con el beneficio puro, pero, ¿qué conducta le
lleva a innovar, a convertirse en un promotor de innovaciones
también llamado emprendedor (ver cuadro 1.2)? Para responder
a esta última pregunta hay que establecer, primero, la diferencia
36 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

entre el principio de exclusión del despilfarro y el concepto de cos-


te de oportunidad y, segundo, entender que detrás del principio de
exclusión del despilfarro está, en última instancia, la certidumbre
por parte del empresario de que todo se deteriora con el tiempo,
de que las máquinas, y en su conjunto todo el capital instalado y
el capital humano, se deprecian o se desgastan, de que hay que
amortizar al máximo posible sin saber si se podrá, o si se tendrá
que sustituir lo instalado y formado por otras instalaciones más
modernas y personas con cualificación diferente (cuadro 1.2, co-
66 Para entender la esencia de los pro- lumna tercera, fila sexta). 66
cesos de depreciación en la economía es El principio de exclusión del despilfarro tiende a interpretarse
inevitable reconocer las aportaciones
trascendentales para la teoria realizadas como una variación del concepto de coste de oportunidad. Por
por Georgescu-Roegen (1996). ejemplo, el empresario, ante la alternativa de invertir su dinero en
su empresa que rinde al 4 por 100 (con unos costes de salida del 2
por 100 si la cierra) y un depósito bancario al 7 por 100, optará por
lo segundo, ya que mantener la empresa tiene un coste de oportu-
nidad estimado en ese 1 por 100 menos de rentabilidad del capital
invertido. Nadie dudaria en ver esta decisión basada en el coste de
oportunidad como una exclusión del despilfarro. ¿Cuál es la dife-
rencia? Ésta reside en la distinta noción del tiempo en la que se ba-
san ambos conceptos. El empresario y su empresa son unas insti-
tuciones de sutiles fronteras entre el negocio de un día -tiempo
discreto- y el negocio continuo -tiempo continuo-. El concepto
de coste de oportunidad sirve para explicar decisiones aisladas en ~l
tiempo (discretas), que se toman en situaciones de baja incertidum-
bre. Pero lo que distingue precisamente al empresario es su capaci-
dad para buscar nuevas oportunidades (estar alerta), caracterizadas
por una elevada incertidumbre (en las que la ignorancia es absoluta
sobre el futuro), y su competencia para rebajarla descubriendo las
formas de reducir costes, promoviendo innovaciones y previendo la
sustitución de los activos depreciados. Literalmente, si el empresa-
rio se guiara por el principio del coste de oportunidad perderia el
tiempo (el futuro), se dedicaria a negociar con sus activos presentes
como si éstos nunca se deterioraran. Por el contrario, el principio de ·
exclusión del despilfarro le mantiene alerta para encontrar múlti-
ples ocasiones y operaciones que le permiten obtener beneficios (ga-
nando tiempo frente a la incertidumbre y la depreciación, eliminan-
do riesgos y estando preparado para los propios cambios que .él
pone en marcha y que terminarán afectando a toda la economía).
El tiempo existe, y las decisiones que el empresario ha adopta-
do en una etapa anterior influyen en las que puede tomar ahora.
Siguiendo con el ejemplo anterior, la decisión de desinvertir en la
EL «NEGOCIO ES EL NEGOCIO»: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO 37

empresa para adquirir activos financieros no es tan sencilla. El


empresario dispone de unos activos fijos (planta, máquinas y asa-
lariados) fruto de sus inversiones y contratos anteriores, cuya ven-
ta y/o renegociación pueden ser o no ser factibles en el mercado, y
tener unos costes determinados (sunk costs -costes de salida aso-
ciados a la suspensión de pagos y la comisión de liquidación y a la
fuerte depreciación que sufren sus activos-). Esa consideración,
junto a muchas otras menos cuantificables, puede explicar que el
empresario opte por sacrificar beneficios a corto plazo por una
potencial utilidad a largo plazo derivada de reinvertir sus benefi-
cios en la empresa (en aquellas líneas de negocio con una rentabi-
lidad superior a la media, abandonando otras menos rentables, o
en aquellas con una rentabilidad inferior con objetivo de mejorar-
las) y/o intente aumentar su poder sobre el mercado. A. Carnegie,
presidente de la U. S. Steel Co., exponía un planteamiento similar
a finales del siglo XIX:

Tal y como se realiza actualmente la manufactura, en enormes insta-


laciones donde se han invertido cinco o diez millones de dólares y con mi-
les de trabajadores, al fabricante le cuesta mucho menos incurrir en pér-
didas por tonelada o por yarda que comprobar su producción ... Aunque
continuar produciendo puede ser costoso, el fabricante sabe demasiado
bien que la suspensión seria la ruina. 67 67 Perelman (1997), pp. 128-129. Como
se verá en los temas 8 y 9 de este libro, las
crisis estructurales del siglo XX han pro-
Adviértase que el modelo de empresa/empresario que se deriva ducido cambios tan radicales que mu-
de uno (coste de oportunidad) y otro (exclusión del despilfarro) chas empresas no han sido capaces de
principio es radicalmente distinto. Una persona que sólo quisiera calibrar el grado de depreciación de sus
activos.
realizar un solo objeto y venderlo una sola vez, por ejemplo el fa-
bricante de un coche, sería un empresario para la teoría neoclási-
ca, puesto que ese fabricante compra insumos -minimizando
costes-y vende un producto -maximizando beneficios, en fun-
ción de la oferta y la demanda vende el coche- (y mañana será
otro día). En este tipo de situaciones el individuo puede guiarse
por el principio del coste de oportunidad. Pero, ¿es suficiente con
realizar esa función una sola vez para tener un empresario, o una
empresa? Si introducimos el tiempo (mañana es la continuación
de hoy) y pensamos en el coche número cien, entonces nos hare-
mos otras preguntas además de las anteriores: cómo se da a cono-
cer el fabricante, cuántas veces ha expuesto sus coches, está al día
de la moda o los nuevos materiales, se ha especializado en un tipo
de coche concreto, cómo compra sus componentes, fabrica todas
las partes o sólo las monta, tiene un representante o un agente,
38 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

cuándo tiene que sustituir a un trabajador agotado o a una má-


quina obsoleta. Todas estas preguntas son las implicaciones que
aparecen en la columna quinta del cuadro 1.2, y su resolución está
ligada a que el empresario se guíe por el principio de exclusión del
despilfarro, no por el del coste de oportunidad.

Recuadro 1.2. ¿Qué diferencia existe entre Ford y un cascarrabias


chatarrero tacaño? El principio de exclusión del despilfarro frente
a la maximización del beneficio y la minimización de los costes

Cuentan que Ford bajaba con regularidad a la línea de montaje y los talle-
res de su empresa y vigilaba si la tuerca más pequeña se colocaba, si lo ha-
cían correctamente, si se caían involuntariamente y si la perdían. Además,
visitaba los desguaces de coches donde preguntaba qué piezas de sus co-
ches se revendían. La sola existencia de un cigüeñal o una ballesta de se-
gunda mano le enfurecía. ¿Acaso le iba la vida en ello? ¿No tenía Ford la
empresa más moderna, productiva y eficaz del mundo? ¿Por qué un multi-
millonario empresario hacía aquellas cosas?¿No debería de dedicar todo
su tiempo a concebir nuevos mercados, modelos de fábricas y productos?
¿No incurría en un tremendo coste de oportunidad malgastando su tiempo
y capacidad en algo tan nimio? Y sin embargo, en aquellas excentricidades
ciertamente le iba la vida, porque Ford sólo estaba siguiendo el principio
fundamental de todo empresario, el de la exclusión del despilfarro.
Ford sabía cuál era la pieza de su modelo T que menos duraba. Esa pie-
za no se podía mejorar, dependía de factores como la fatiga del material in-
herente al tipo de aleación y la forma que debía tener. Cuando esa pieza se
rompía el coche estaba, en lo que se refería a Ford, consumido. Así que la
vida útil de todas las demás piezas no debía ser muy superior a la de la más
débil, de lo contrario estarían trabajando para otro negocio (el del vende-
dor de segunda mano o el del desguace). ¿Qué mayor despilfarro podía
darse en el negocio diario que regalar el esfuerzo de uno para que otros lo
vendieran?
En estas condiciones, ¿por dónde empezar a atajar el problema del
despilfarro del día a día? Se trataba de encontrar las piezas esenciales y
con mayor valor añadido que más durasen. A continuación, debían redi-
señarse para que su vida y resistencia se acercaran a la de la pieza menos
robusta. Para encontrar y modificar las piezas más tenaces había que gas-
tar tiempo y dinero; por lo tanto, no quedaba más remedio que, una vez
detectadas y reformadas, producirlas cada vez en mayor cantidad reba-
jando su coste de producción (desde esta perspectiva la producción por
medio de la cadena de montaje no sólo era una consecuencia de la bús-
queda de economías de escala, sino también un efecto de la exclusión del
EL «NEGOCIO ES EL NEGOCIO»: LA NATURALEZA Y LAS FUNCIONES DEL EMPRESARIO 39

despilfarro). Mientras tanto, también había que seguir investigando en la


pieza más endeble para hacerla más duradera, aunque el esfuerzo rayase
la investigación básica en, pongamos por ejemplo, química de aleaciones.
De lo contrario, otro fabricante lo conseguiría y transformaría el negocio
de los coches (de vender coches con una duración media de diez años,
unas prestaciones de movilidad X -número de km recorridos a Y veloci-
dad- a un precio Z, se pasaría a vender coches con una duración de 15
años, unas prestaciones X + n a un precio Z - n).
El beneficio de Ford radicaba en un incierto equilibrio a la hora de no
despilfarrar tiempo y dinero en una opción («empeorar» las piezas ro-
bustas) u otra (mejorar las piezas débiles) en función una de la otra. Lite-
ralmente, Ford tenía metido el modelo T en evolución constante (por me-
dio de la recombinación de factores) en la cabeza en forma de parámetros
de debilidad y robustez. Sabía que, en esencia, ésa era su función y la cla-
ve de su negocio. Pero el riesgo era alto, porque su limitada racionalidad
le obligaba a concentrarse en un solo modelo representativo del compro-
miso más favorable entre robustez y debilidad que su empresa podía fa-
bricar a lo largo de un período de tiempo y ofreciendo determinadas pres-
taciones. Con esta estrategia Ford reducía la incertidumbre del día a
día, pero comprometía seriamente su futuro a medio plazo, especialmen-
te en lo referente a los cambios de gusto por parte de los consumidores.
En su racionalidad limitada no había mucho más lugar para las varia-
ciones de modelos, ni siquiera había espacio para pensar en un comprador
tipo diferente al del modelo T. De ahí algunos de sus estrepitosos fracasos
y despilfarros, como la construcción de la planta en Alemania en el perío-
do de entreguerras cuya capacidad productiva sólo fue empleada en un 13
por 100, frente a la General Motors. Ahora bien, Ford creía que su estrate-
gia de exclusión del despilfarro a largo plazo siempre mantendría viva a la
empresa (reducción de la incertidumbre a largo plazo), porque pensán-
dolo bien, ¿qué mayor despilfarro puede haber que desaparezca el negocio?
Sin embargo, ¿sabemos realmente cuál es el negocio de la empresa Ford?
El negocio de Ford era doble. Por una parte se trataba de explotar un
modelo mientras la restricción de la pieza más débil permaneciera (es el
negocio del día a día, del corto plazo), para luego sustituirlo por otro mo-
delo, siempre y cuando se haya dado un salto cualitativo en la mejora de
la pieza más débil (el negocio de diez en diez años, de largo plazo). El si-
guiente modelo T volverá a ser explotado reduciendo cada vez más la du-
ración de sus piezas robustas, hasta el próximo salto cualitativo en la pie-
za más débil y vuelta a empezar. Entre medias, el riesgo de perder cuota
de mercado a medio plazo se iba ampliando.
FUENTE: Dawkins (1996). Véase también el apartado 7.3 de este libro.
40 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

1.3. LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA:


DE LA EMPRESA COMO «CAJA NEGRA» A LA EMPRESA
COMO CENTRO DE CAPACIDADES Y CONOCIMIENTOS

Holstrom y Tirole han señalado que las teorías económicas de la em-


presa deben al menos abordar dos cuestiones principales: el porqué
de la existencia de las empresas y, en segundo lugar, las «fronteras»
68 Holmstron y Tirole (1989), p. 65. de las mismas -la escala y la gama de actividades que realizan-. 68
Estos van a ser los criterios empleados para analizar el tratamiento
dado a la empresa por las diferentes teorías económicas. Como acer-
tadamente ha señalado Chandler, la primera pregunta ha preocupa-
do mucho más a los economistas que a los historiadores económi-
cos, quienes, preocupados con la práctica, no han tenido nunca
69 Chandler (1992a), p. 483. graves problemas a la hora de identificar una empresa. 69 En cual-
quier caso, su planteamiento ayudará a mejorar nuestra compren-
sión de la empresa como unidad de análisis histórico y económico.

1.3.1. LA ECONOMÍA NEOCLÁSICA (1):


LA EMPRESA COMO FUNCIÓN DE PRODUCCIÓN

Para la economía neoclásica la empresa es una función de pro-


ducción que, combinando diversas cantidades de factores y tecno-
logía produce una cantidad determinada de un producto a un pre-
70 Este apilttado se basa en Nelson y cio también determinado. 70 La empresa en la teoría neoclásica
Winter (1982), cap. 3; Wirtter (1991); y
sería una especie de «Caja negra», puesto que no se sabe lo que ocu-
Segura (1996), cap. 1. Sobre los orígenes
de esta teoría, véase Mo~(1984). rre dentro de ella. En un mundo sin costes de transacción y donde
la información de los agentes es perfecta, los mercados son asigna-
dores eficientes. La única función de la empresa es la de minimizar
costes o maximizar beneficios en el proceso productivo y eso lo
puede realizar un solo individuo. En palabras de Demsetz, «la em-
presa de esta teoría no necesita ser una organización ... La organi-
71 Demsetz (1997), p. 20. zación complica innecesariamente las cosas». 71 Una teoría de estas
características presenta numerosas limitaciones, entre otras:

a) al asumir la existencia de una empresa representativa, no re-


conoce la heterogeneidad de las empresas ni le interesan sus causas;
b) es incapaz de explicar tanto las estructuras organizativas
(existencia o no .de departamentos y/o divisiones, agencias, dele-
gación de poder, flujos de información), como las fronteras (pro-
cesos de integración vertical y/o horizontal, economías de gama),
o el tamaño (gran empresa, PYME) de las empresas;
LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA: DE LA EMPRESA COMO «CAJA NEGRA» 41

e) no es capaz de explicar los procesos de cambio tecnológico


y organizativo, ni los factores del mismo;
d) supone que el objetivo de maximización del beneficio es el
único posible y, al asumir una racionalidad e información perfec-
tas, que su logro no plantea problemas internos.

En definitiva, para la economía neoclásica la institución cen-


tral del análisis económico es el mercado, no la empresa. De ahí la
falta de preocupación por sus características, o por lo que sucede
dentro de ella.

1.3.2. LAS PRIMERAS CRÍTICAS A LA CONDUCTA MAXIMIZADORA:


LA TEORÍA «CONDUCTISTA» DE LA EMPRESA DE SIMON,
CYERT y MARCH

En 194 7 H. Simon publicó su Administrative behavior, un libro de


impacto tardío, pero profundo tanto en la economía como en
otras ciencias humanas. En síntesis, este autor cuestionó -sin
ambages, destruyó- el concepto de racionalidad perfecta (con-
ducta maximizadora) y acuñó el concepto de racionalidad aproxi-
mada (conducta satisfizadora), y formuló -no explícitamente-
las primeras ideas de path-dependency, rutinas y conocimiento tá-
cito luego recogidas por M. Polanyi y por la economía evolutiva. 72 72 Simon (1957); Nelson y Winter
El pensamiento de Simon ha ejercido una gran influencia en (1982), pp. 91-94.

autores como O. Williamson (economía del coste de transacción)


y S. Winter (economía evolutiva). De forma más inmediata, su tra-
bajo estimuló la realización de otra obra, publicada en 1963, aho-
ra ya dedicada explícitamente a la empresa, que cuestionó los con-
ceptos hasta entonces sagrados de maximización de beneficios y
de conocimiento perfecto. Sus autores, R. Cyert y J. March, fueron
los primeros en concebir la empresa como una organización, una
coalición de individuos y grupos con objetivos e intereses a menu-
do contradictorios, una organización que es adaptable y que
aprende de la experiencia. 73 73 Cyert y March (1992), pp. 31-33 y
117-118.

1.3.3. «EMPRESAS FRENTE A MERCADOS».


LA ECONOMÍA DEL COSTE DE TRANSACCIÓN

El origen de esta teoría se encuentra en un artículo de R. Coase pu-


blicado en 1937. El punto de partida de Coase es la consideración
42 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

de la actividad económica como un conjunto de transa~ciones que


pueden ser organizadas a través del mercado (mediante el meca-
nismo de precios) o bien en empresas. La existencia de éstas se
debe a que hay un coste asociado a la utilización del mecanismo de
precios, un coste de transacción. La elección de una u otra alternati-
74 Coase (1937). Siguiendo a Knight, va vendrá determinada por los costes de transacción de cada una. 74
quien señalaba que la empresa surgía Como bien ha señalado Williamson, el argumento de Coase era cla-
como consecuencia de la existencia de
incertidumbre (era una forma de redistri- ramente tautológico y, por lo tanto, difícil de verificar. 75 El triunfo de
buir el riesgo entre propietario-empresa- la microeconomía neoclásica dejó aparcado el trabajo de Coase has-
rio y empleados), Coase entendía la em- ta que Williamson y otros autores, a partir de los años setenta, lo han
presa como una relación de autoridad,
aunque las partes tenían libertad para retomado intentando hacerlo analíticamente operativo.
cancelar o renegociar los contratos. Véa- Williamson asume dos supuestos conductistas de partida: la
se Demsetz (1997), pp. 13-17. racionalidad limitada de los agentes económicos (debido a la
75 Williamson (1985), pp. 15-16. Véase
Coase (1991a) y (199lb) para una expli- existencia de incertidumbre e información asimétrica) y su pro-
cación a posteriori de su artículo original. pensión al oportunismo, derivado de la condición anterior y de
la búsqueda del propio interés (hay dos tipos de oportunismo, el
llamado «azar moral», cuando el agente actúa, ex post, de forma
distinta a la pactada originalmente, y la «Selección adversa»,
cuando uno de los agentes oculta información relevante al otro
antes de pactarse, las condiciones de la transacción). Aquella or-
ganización económica que disminuya la limitación del primero 7
"
-·~ reduzca los riesgos asociados al segundo será, previsiblemente,
la más eficiente. La unidad básica del análisis económico en esta
teoría es la transacción, no la empresa. Para Williamson,, «el
propósito principal y el efecto de las instituciones económicas
del capitalismo son el de economizar los costes de transacción».
Los costes de transacción en los mercados se refieren a tres
actividades: identificar y poner en contacto las partes que inter-
vienen en la transacción (costes de información), negociar y re-
dactar los contratos (costes de negociación), y vigilar su cumpli-
miento (costes de garantías). Los costes de transacción dentro de
la empresa hacen referencia a los costes de transmitir la infor-
mación y de vigilar su cumplimiento. Las transacciones difieren
en algunos atributos básicos:

1. La especificidad de los activos empleados: es el más importan-


te, se refiere al grado en que un activo puede destinarse a usos alternati-
vos (productos y clientes) sin sacrificar su valor productivo. Supongamos
que una transacción entre un fabricante de automóviles y un proveedor
de amortiguadores supone para la segunda la inversión en activos muy
específicos (la especificidad puede referirse al emplazamiento, a los acti-
vos físicos, a los activos humanos y/o a los activos complementarios), di-
LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA: DE LA EMPRESA COMO «CAJA NEGRA» 43

fícilmente empleables en transacciones alternativas. En esas circunstan-


cias, el proveedor puede exigir al fabricante de automóviles garantías
contractuales que le aseguren la continuación de esa transacción. Si no
las obtiene, o piensa que el riesgo de que éste incumpla su contrato es ele-
vado aun a pesar de las garantías ofrecidas, entonces el proveedor puede
no realizar esas inversiones y el fabricante verse obligado a realizarlas él
mismo. 76 En general, la Economía del Coste de Transición (ECT) piensa 76 Véase, por ejemplo, el recuadro 1.6.
que si las inversiones no son muy específicas, el fabricante puede obtener Adviértase que este criterio reconoce la
importancia de la identidad de las partes
los productos que necesita recurriendo al mercado, pero si sucede lo con- y la durabilidad de los activos, frente a la
trario tendrá que fabricarlos (véase cuadro 1.3 y recuadro 1.4). economía neoclásica donde las transac-
2. La incertidumbre inherente a las transacciones, función de la ciones ocurren en mercados impersona-
les, «sin rostro», y atemporales, donde las
existencia de racionalidad limitada, información asimétrica y conducta decisiones de las partes no se ven influi-
oportunista de los agentes económicos (en el ejemplo anterior, una de las das por las que tomaron con anteriori-
partes puede romper su contrato si encuentra otro fabricante o proveedor dad.
que le ofrezca precios o condiciones mejores, véase recuadro 1.4), y su
complejidad (no es lo mismo adquirir una determinada cantidad de car-
bón que contratar la construcción de una planta de refino de petróleo).
3. La frecuencia y la duración de las transacciones: si es elevada los
incentivos para acometer inversiones en activos específicos son mayores,
tanto por parte del fabricante como del proveedor; en caso contrario, si el
fabricante no encuentra un proveedor especializado, se verá obligado a
realizar la inversión él mismo (desempeña un papel similar al del tamaño
del mercado en Smith y otros autores, véase recuadro 1.5). 77 77 Un resumen de los presupuestos bá-
sicos de esta teoría se encuentra en Wil-
liamson (1985), (1989) y (1991a). Véase
Cuadro 1.3. Algunas transacciones ilustrativas también Milgrom y Roberts (1993), pp.
35-43; y Salas Fumas (1987), capítulo l.
Características de la inversión

No específicas Mixtas Idiosincrásicas


(muy específicas)
Frecuencia

Ocasional Compraventa Compraventa de Construcción de


de equipo equipo a la medida una planta
estandarizado

Recurrente Compraventa Compraventa de Transferencia de


de equipo equipo a la medida productos
estandarizado intermedios a sitios
específicos a través
de etapas sucesivas

FUENTE: Elaboración propia a partir de Williamson (1985), p. 82.

Para la ECT la empresa no es una función de producción, es


una estructura de gobierno como también lo son los mercados
44 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

78 Williamson (1985), p. 24. y otras alternativas «híbridas» de contratación. 78 La empresa es


la alternativa menos costosa en transacciones frecuentes que im-
plican activos muy específicos o idiosincrásicos. Por el contrario,
para transacciones ocasionales donde se emplean activos no es-
pecíficos es el mercado la alternativa más eficiente. Entre ambas
estructuras existen fórmulas mixtas como los acuerdos entre em-
presas o aquellos sometidos a evaluación o arbitraje de terceros
(véase cuadro 1.4).

Cuadro 1.4. «Estructuras de gobierno» de las transacciones

Características de las inversiones

No específicas Mixtas Idiosincrásicas


(muy específicas)
Frecuencia

Ocasional Mercado Acuerdos Acuerdos


trilaterales trilaterales/
(arbitraje) Empresa

Recurrente Mercado Acuerdos Empresa


bilaterales
(entre empresas)

.... FUENTE: Williamson (1985), p. 87 .


\
La primera aplicación de la ECT fue el análisis de la integra-
ción vertical, explicada sobre todo en función del grado de especi-
ficidad de los activos. Cuando éste es alto y la frecuencia y dura-
ción de las transacciones es elevada, la integración de sucesivas
fases productivas dentro de una empresa ahorra costes de tran-
sacción, mejora los flujos de información y, obteniendo derechos
de propiedad absolutos, evita la aparición de conductas oportu-
nistas en el mercado (integración vertical como respuesta a las im-
79 Williamson (1985), capítulo 4. En lí- perfecciones del mercado). 79 No obstante, la integración vertical
neas generales, la contrastación empírica también tiene sus costes, en concreto, unos costes de gobernación
ha corroborado la importancia de la es-
pecificidad de los activos como factor ex- mayores y unos incentivos menores para las partes, y una menor
plicativo, aunque también ha señalado posibilidad de aprovechar economías de escala y alcance que si se
otros factores. recurre al mercado. 80 Para Williamson, la gran empresa multidivi-
80 Williamson (1985), capítulo 6. Sobre
la integración vertical, véase el apartado sional integrada verticalmente es la fórmula organizativa más efi-
6.2.2. ciente. Si para la economía neoclásica el propósito de la gran em-
presa es la maximización de beneficios (y por consiguiente, la
búsqueda del monopolio), para la ECT su propósito es economi-
zar costes de transacción.
LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA: DE LA EMPRESA COMO «CAJA NEGRA» 45

La ECT ha proporcionado una mejor explicación de la existen-


cia, las fronteras y la organización de la empresa. Sin embargo, su
análisis presenta varias limitaciones: 81 81 Un resumen de éstas en Williamson
(1985), p. 393, Winter (1991), Demsetz
(1991), Foss (1993), Bartlet y Ghosal
a) La contrastación empírica de la ECT ha señalado que la elección (1993), y Langlois y Robertson (1995).
entre mercado o jerarquía no es sólo una cuestión de costes de transac-
ción, sino también de costes de producción: no se puede asumir una sus-
titución perfecta entre jerarquía (empresa) y mercado (otros producto-
res), porque no todas las firmas pueden producir bienes y servicios igual
de bien.
b) Su insistencia en la jerarquía como solución más eficiente le lleva
a descuidar otras formas organizativas intermedias o «híbridas» (consor-
cios, acuerdos de colaboración, cuasi-integraciones).
e) Su unidad de análisis son las transacciones y no la empresa, lo
que nos dice sobre esta última es bastante poco.
d) Es una teoría estática, que sigue basada en los modelos de equili-
brio general; no tiene en cuenta las consecuencias que cambios en las tec-
nologías o en los mercados pueden tener sobre la organización empresa-
rial (en una empresa o en un sector industrial), ni tampoco las derivadas
del aprendizaje de las empresas y los mercados sobre la tecnología o las
instituciones.
e) Su énfasis en el oportunismo como única regla de conducta (y
la no consideración de otras conductas como la cooperación o el al-
truismo).

Williamson ha recogido parte de estas críticas (en especial las


dos primeras) y refinado su teoría para introducir las estructuras
híbridas como alternativas explícitas a los mercados y las jerar-
quías. 82 Sin embargo, las tres últimas no han podido ser solventa- 82 Williamson (1991b).
das satisfactoriamente, algo que sí han conseguido las teorías evo-
lutiva y de la empresa basada en sus recursos y capacidades como
veremos más adelante (apartado 1.3.5).

1.3.4. LA ECONOMíA NEOCLÁSICA (11). LA EMPRESA COMO NEXO


DE CONTRATOS: LAS RELACIONES DE AGENCIA
Y LOS CONTRATOS INCOMPLETOS

La asunción básica de estas teorías es que la información no es un


bien libre, sino que tiene un coste, lo que significa que el grado de
acceso de los individuos a la misma no es igual (información im-
perfecta y asimétrica). El edificio central de la teoría de la agen-
46 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

cia se construye sobre ese supuesto y sobre la propensión al opor-


tunismo de los agentes económicos. Para Fama y Jensen, dos de
sus principales representantes, la separación entre propietarios y
gestores plantea el problema de que los primeros (principal) pue-
den definir objetivos precisos a cumplir por los segundos (agen-
tes), pero carecen de la información necesaria para poder relacio-
nar con exactitud las decisiones del agente con los resultados
obtenidos. Esta relación de agencia conlleva unos costes: los gas-
tos de control por parte del principal, los gastos de garantía de fi-
83 Fama (1984); Jensen y Meckling delidad por parte del agente y la pérdida residual del principal. 83
(1976). La teoría de la agencia asume la La teoría de la agencia considera a la empresa como una «fic-
existencia de una división entre propie-
dad y dirección en la gran empresa, algo ción legal» que sirve de marco para establecer relaciones contrac-
que ha sido cuestionado por numerosos tuales entre individuos. 84 En otras palabras, la empresa puede ser
estudios. Véase Demsetz (1997), pp. 60- definida como un nexo de contratos bilaterales entre el agente
63. Las relaciones de agencia se examinan
desde una perspectiva histórica a lo largo central y cada uno de los propietarios de insumos. La empresa su-
de los temas 3 al 7 de este libro. planta la contratación multilateral del mercado por un conjunto
84 El término corresponde a Jensen y de contratos bilaterales, de los cuales es el nexo común, planteán-
Meckling (1976).
dose como objetivo la reducción de los costes de agencia inheren-
tes a los mismos. Para autores como Fama y Cheung tanto el con-
cepto de empresario como el de empresa deben ser, de nuevo, '
exorcizados de la teoría económica (recuérdese la opinión de Wal-
ras un siglo antes).
Ahora bien, ¿cuál es la razón de suplantar la contratación mul-
tilateral por la bilateral? Según Alchian y Demsetz, la producción
en equipo organizada en una empresa es más eficiente -tecnoló-
gicamente- que la producción individual. La forma más eficiente
de coordinar la producción en equipo para impedir el gorroneo es
asignar los derechos de propiedad a una sola persona que sería el
85 Alchian y Demsetz (1972). Este tra- empresario. 85 Por el contrario, Grossman y Hart han insistido más
bajo ha recibido numerosas críticas, véa- en la dificultad de especificar todos los derechos de propiedad y
se Holmstron y Tirole (1989), pp. 67-68; y
Putterman (1994). Esta cuestión se anali- de prever todas las contingencias futuras derivadas de los contra-
zará con más detalle en el tema 4 de este tos establecidos entre los diferentes agentes (contratos incomple-
libro. tos). Según estos autores, cuando es imposible predecir todos los
86 Alchian y Demsetz (1972), Gross-
man y Hart (1986). derechos sobre los activos en juego en un contrato puede ser ópti-
87 Moore (1992), p. 496. Se trata de los mo agrupar los no previstos -residuales- bajo una sola propie-
derechos a tomar decisiones sobre el em- dad. 86 La empresa es una colección de activos físicos sobr<;: los
pleo de los recursos que no se anticipan
en contrato entre las partes que cooperan cuales el propietario posee unos derechos de control residual. 87 La
en el proceso de producción. Algunos au- proposición más fuerte de esta teoría, no demasiado alejada del
tores, como Klein (1991), han reconocido sentido común, es que los activos complementarios deben ser in-
que la concepción de la empresa como
un nexo de contratos es incompleta y tegrados dentro de una sola firma, mientras que la propiedad de
equívoca. los activos económicamente independientes debe estar separada. 88
88 Moore (1992), p. 499. Otra línea argumental ha hecho hincapié en la reputación de las
LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA: DE LA EMPRESA COMO «CAJA NEGRA» 47

empresas como un medio de contrarrestar el oportunismo deriva-


do de los contratos incompletos. 89 89 Homstron y Tirole (1989), pp. 76-78;
Demsetz ha propuesto recientemente un nuevo enfoque como Milgrom y Roberts (1993), pp. 304-316.
Ejemplos de la importancia de la buena
alternativa a la ECT. Para este autor la empresa neoclásica es una reputación para disminuir los costes de
unidad de producción especializada (en el sentido que produce transacción se ofrecen en los temas 3, 4 y
para entes ajenos a ella). La reducción de los costes de transacción 5 de este libro.

en el mercado no trae consigo una sustitución de las empresas por


los mercados, sino una mayor especialización (las empresas se
subdividen y tienden a reducir la gama de sus actividades). Vice-
versa, un aumento de los costes de transacción en el mercado pro-
voca una disminución del número de empresas y un aumento de
la autosuficiencia en esa economía. Siguiendo a Smith-Young-Sti-
gler, Demsetz asume una relación positiva entre tamaño de mer-
cado y división del trabajo (especialización), y una inversa entre
coste de transacción y tamaño del mercado. 90 90 Demsetz (1997), pp. 20-23.

Cuadro 1.5. Diferencias entre la teoría de la especializacion y la ECT

Demsetz Coase!Williamson
(Teoría de la especialización) (ECT)

Organización económica con Especialización Mercados


costes de transacción bajos (muchas empresas)

Organización económica con Autosuficiencia Empresas


costes de transacción elevados (pocas empresas)

Información Perlecta Costosa

Racionalidad/conducta Perlecta/Maximizadora Aproximada/


satisfizadora

FUENTE: Elaboración propia a partir de Demsetz (1997), y Williamson (1985).

Recuadro 1.3. Tamaño de mercado y especialización intra e inter-


industrial: Smith, Babbage, Young, Stigler y Richardson

Desde A. Smith en adelante, una serie de autores han esbozado una teo-
ría del crecimiento de las empresas y las industrias que es expresamen-
te dinámica y que, en síntesis, plantea que el crecimiento del tamaño
del mercado conduce a una mayor especialización intra e interindustrial
que, a su vez, trae consigo un incremento de la productividad general
de la economía. A. Smith planteó por primera vez esta relación. En sín-
tesis, señala que en un mercado pequeño, una persona tiene que reali-
zar muchas actividades: en las Tierras Altas de Escocia, por ejemplo, un
carpintero no se limita a ser un carpintero, «sino que es además en-
48 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

samblador, ebanista e incluso tallista, al tiempo que hace ruedas de ca-


rro, arados, carretas y vagones»; mientras que un mercado de mayores
dimensiones permite sobrevivir a ese carpintero desempeñando una sola
actividad (además existirían ganancias derivadas de la especialización:
mayor destreza, ahorro de tiempo, mayor facilidad para el empleo de
maquinaria especializada). Para C. Babbage, a principios del siglo XIX,
la mayor especialización de las empresas facilitaba la mecanización y la
estandarización. A diferencia de D. Ricardo y otros, Smith y Babbage no
tomaban las capacidades de las empresas y los individuos como dadas
y exógenas. La economía neoclásica posterior asumió, pero no explicó
esta división del trabajo entre empresas y mercados.
Young (1928) extendió ese principio del individuo y la empresa al sec-
tor industrial. Para este autor, el aumento del tamaño del mercado para
una mercancía tiene el efecto de aumentar el mercado para otras: así, las
empresas dejan de fabricar productos que antes realizaban y pasan a ser
elaborados por otras empresas especializadas (economías de especializa-
ción) dentro de un proceso que tendría rendimientos crecientes (algunos
ejemplos de este fenómeno se ven en el tema 5).
Stigler (1951) asume la existencia de costes de producción y costes de
coordinación. Estos últimos aumentan conforme lo hace la gama de acti-
vidades llevadas a cabo por la empresa; por el contrario, si una empresa
reduce su gama de actividades aumentará la escala de producción de las
que le quedan. Para Stigler, el teorema de Smith implica que a medida que
una industria crece se pasará de una integración a una especialización
vertical, mientras que en industrias maduras se volverá a la integra-
ción vertical (cuando el tamaño del mercado se reduce, las empresas vol-
verán a integrar actividades). Matiza que la opción de la integración no
siempre es la menos costosa: en sectores muy concentrados geográfica-
mente --como los distritos industriales- se pueden obtener las mismas
ganancias vía especialización.
Richardson (1972) también asume que a medida que el mercado cre-
ce, las empresas tenderán a especializarse en aquellas actividades que re-
quieran capacidades «similares», dejando el resto a otras empresas. Pero
además de empresas y mercados, distingue una tercera alternativa a la or-
ganización de la producción, lo que él denomina «Cooperación interem-
presarial», y que hace referencia a las amplias gamas de acuerdos que
existen entre diferentes empresas (un ejemplo que aduce es la subcontra-
tación, pero su perspectiva permite entender el surgimiento de las redes
de productores en el último cuarto del siglo XX, véase apartado 9.2). Estos
acuerdos se establecerían para coordinar la producción de actividades di-
ferentes, pero complementarias, y proporcionarían un mecanismo de co-
ordinación más efectivo que el ofrecido por el mercado. Richardson es,
LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA: DE LA EMPRESA COMO «CAJA NEGRA» 49

junto con E. Penrose, el primer autor que se refiere de forma explícita a


las «Capacidades» de las .empresas, concepto que luego será retomado por
las teorías evolutivas.
FUENTE: Young (1928), Stigler (1951), Richardson (1972), Perry
(1989), Langlois y Robertson (1995), y Knudsen (1996).

1.3.5. LA EMPRESA COMO RECIPIENTE DE CAPACIDADES


Y CONOCIMIENTO: LA ECONOMÍA EVOLUTIVA Y LA TEORÍA
DE LA EMPRESA BASADA EN LOS RECURSOS Y CAPACIDADES

Para estas teorías es la empresa y no las transacciones lo que im-


porta. Sus antecedentes intelectuales son muy distintos, pero
existe un antepasado común con una influencia muy importan-
te, E. Penrose. Siguiendo a esta autora, estas teorías consideran
la empresa como un recipiente de recursos, capacidades y cono-
cimientos, muy específicos e idiosincrásicos, que determinan
tanto sus ventajas competitivas en un momento dado como su
capacidad para evolucionar en el futuro. 91 Ambas asumen, por 91 Penrose (1959), pp. 5 y 24.
tanto, la heterogeneidad empresarial, a nivel inter e intraindus-
trial, y la importancia de la historia. La combinación de las teo-
rías evolutiva y de la empresa basada en sus recursos y capaci-
dades, junto con la influencia de la historia de la empresa, en
especial la obra de A. Chandler, está dando lugar a enfoques di-
námicos, que intentan explicar cómo las empresas mantienen y/o
transforman sus ventajas competitivas frente a los cambios en el
medio donde operan (mercado, tecnología, competidores). Ése es
el objetivo de los diversos modelos que se explican en las si-
guientes páginas. Más recientemente, Teece, Pisano y Shuen han
destacado un nuevo concepto, el de «capacidades dinámicas»,
que hace referencia a la habilidad de la empresa para integrar,
construir o modificar competencias -internas o externas- con
el objeto de enfrentarse a cambios rápidos en la tecnología y/o
en los mercados. 92 El concepto de «capacidades dinámicas» es 92 Teece, Pisano y Shuen (1997), p.
análogo al de «capacidades organizativas» que han propuesto 516. Véase también Nelson (1996), pp.
111-113.
autores como Nelson y Winter desde la economía evolutiva,
Grant desde la dirección estratégica, y Chandler desde la histo-
ria de la empresa93 (véase figura l. l. y recuadro 1.5). Aunque al- 93 Nelson y Winter (1982), cap. 5;
gunos de sus defensores prefieren hablar de perspectiva y no de Grant (1996a); y Chandler (1992a) y
(1992b).
teoría, puesto que se trata más bien de un conjunto de teorías
que comparten una serie de asunciones, lo cierto es que se está
convirtiendo en el enfoque dominante en el área de la dirección
50 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

estratégica, y una alternativa teórica, cada vez más consolidada,


94 Foss, Knudsen y Montgomery a la teoría neoclásica y a la contractual. 94 ·
(1995), pp. 3-4; Foss (1996), pp. 9-10;
La perspectiva de la competencia no ha escapado de las críti-
Knudsen (1996), pp. 13-14.
cas. Quizás la más recurrente sea la ambigua definición de con-
ceptos como conocimiento y competencia/capacidad, que puede
llevar a argumentos circulares del tipo: las empresas con éxito lo
son porque poseen recursos únicos, y deben alimentar esos recur-
sos para seguir teniendo éxito. No obstante, argumentos circula-
res de ese tipo también se encuentran expuestos en la ECT, en las
95 Porter (1991), p. 108; y Carroll y teorías contractuales y en la Economía evolutiva. 95 Algunos auto-
otros (1996).
res defienden que el mejor medio para superar esos argumentos es
utilizar una perspectiva evolutiva, que recurra al análisis histórico
de poblaciones de empresas y que sintetice las diferentes aproxi-
maciones teóricas existentes en este área utilizando la más ade-
96 Porter (1991); Barnett y Burgelman cuada para el tipo de problema o análisis que se esté realizando. 96
(1996); Teece, Pisano y Shuen (1997), p.
516.

A) La teoría evolutiva: rutinas, competencias


y capacidades dinámicas

La Economía evolutiva recoge y sintetiza las ideas de Penrose 1


Schumpeter y Chandler, junto a los supuestos de la teoría conduc-1.
97 Nelson y Wtnter (1982), pp. 33-45; y tista, algunos de los planteamientos de Williamson y la filosofía
Foss (1993), pp. 132 y ss. Posteriormente, del conocimiento .de M. Polany. 97 En palabras de uno de los prin-
también recogerá la influc;:ncia de la teo-
cipales representantes de esta teoría, «las empresas son organiza-
ría evolutiva de juegos inic~a por May-
nard Smith (1982). ciones que saben cómo hacer cosas». 98 Las empresas tienen unas
98 Winter (1991), p. 263. «rutinas organizativas», similares a las habilidades y capacida-
99 Nelson y Winter (1982), pp. 16-17,
des de los individuos, que desempeñan un papel análogo al de los
73, 124 y 134-35.
100 Teece (1988), pp. 264-265. La acep- genes en las personas. Esas rutinas se adquieren a través del
ción de competencia empleada en caste- aprendizaje y aumentan con la experiencia. Tienen, pues, un ele-
llano es la de aptitud e idoneidad para vado componente tácito y, por lo tanto, no son fácilmente transfe-
algo. El mismo sentido se da al término
capacidad ( «capability» ). ribles.99 Las rutinas organizativas, junto con los recursos (físicos
101 Teece, Rumelt, Dosi y Winter y humanos) y la habilidad en el empleo de una o varias tecnolo-
(1994), p. 19.
gías forman la competencia ( «competence») de una empresa, la
102 Teece y Pisano (1994); Eriksen y
Mikkelsen (1996), pp. 62-63. Por eso, la base de su ventaja competitiva en uno o varios negocios. 100 Exis-
alternativa que Coase y Williamson plan- ten cuatro tipos de competencias: asignadoras (qué producir y
teaban entre «Comprar» (mercado) y «ha- cómo), tecnológicas (capital físico y humano, I+D), transacciona-
cen> (jerarquía) no es siempre posible.
Adviértase que en el mundo de la econo- les (producir o comprar) y administrativas. 101 Las competencias o
mía evolutiva las empresas aprenden en capacidades, como las rutinas, son acumulativas y tienen una di-
un medio cambiante, mientras que en el
mensión tácita. No son fácilmente imitables, ni por lo tanto pue-
mundo de la ECT las empresas son me-
ras entidades que reaccionan a los cam- den ser compradas o vendidas en un mercado, tienen que ser
bios, Foss (1993), p. 142. construidas dentro de la empresa. 102 Esto explica la heterogenei-
LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA: DE LA EMPRESA COMO «CAJA NEGRA» 51

dad empresarial en cuanto a conductas, características y resul-


tados.103 103 Teece y Pisano (1994); Dosi y Ma-
Según esta teoria, una empresa puede integrar actividades es- rengo (1994), p. 160; Nelson (1996), p.
113.
trechamente relacionadas con las que ya lleva a cabo, sobre las
cuales tiene un cierto grado de conocimiento relevante. 104 Para al- 104 Winter (1991), p. 265.
gunos autores, existe una especie de «Coherencia» en las activida-
des integradas dentro de una empresa. Los elementos explicativos
de esa teoria de la coherencia empresarial serian varios: 1) apren-
dizaje, incorporado en las rutinas y competencias de la empresa;
su intensidad y dirección dependerán sobre todo de las oportuni-
dades tecnológicas disponibles para ella; 2) la historia previa de la
empresa -path-dependency-, que implica reconocer que las posi-
bles estrategias de crecimiento futuro de una empresa están de-
terminadas por lo que ésta ha venido haciendo y por sus rutinas y
competencias actuales; 3) la existencia de activos complementa-
rios y su importancia (tecnologías complementarias, sistemas de
distribución, etc.); 4) la trayectoria tecnológica del sector indus-
trial donde la empresa opera y las oportunidades tecnológicas,
el ritmo y dirección del cambio tecnológico; y S) la selección, la
fuerza de la competencia en el mercado. La contrastación empíri-
ca de esta teoria, realizada sobre una muestra de cerca de 20.000
empresas, ha permitido elaborar una matriz de «coherencia em-
presarial» (véase cuadro 1.6) que distingue claramente algunas
formas organizativas: 1º5 105 Teece, Rumelt, Dosi y Winter
(1994). El estudio se realizó a partir del
censo de establecimientos mayores de 20
a) Empresas especialistas: exigencia de aprendizaje rápido (indus- empleados en Estados Unidos en 1987,
trias jóvenes), amplias oportunidades tecnológicas, trayectorias tecnoló- cerca de medio millón, y sobre un total
gicas cerradas; es muy probable que sean empresas jóvenes, porque las de 18.620 empresas (una vez eliminadas
las unidades administrativas, las empre-
oportunidad~s tecnológicas tenderán a disminuir conforme el sector al- sas sin ánimo de lucro y empresas públi-
cance la madurez. cas, y las empresas no diversificadas).
b) Empresas integradas verticalmente: industrias maduras (aprendi-
zaje lento), presencia'de activos muy específicos, trayectorias tecnológi-
cas marcadas; empresas maduras (integración vertical como fruto de una
estrategia de crecimiento y diversificación).
c) Diversificadores coherentes: exigencia de aprendizaje rápido, tra-
yectorias tecnológicas amplias, poco marcadas (tecnologías genéricas).
d) Conglomerados: trayectorias poco marcadas, industrias maduras
(aprendizaje lento), selección débil (forma transicional, pues cuando la
selección es más fuerte desaparece).
e) Redes de empresas («joint-ventures», cuasi-integraciones, alianzas
estratégicas): exigencia de aprendizaje rápido (industrias jóvenes), tra-
yectorias tecnológicas convergentes (por ejemplo, de la convergencia de
52 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

telecomunicaciones y ordenadores se explican las relaciones corporativas


de AT&T; relaciones entre biotecnología y empresas farmacéuticas; alian-
zas estratégicas entre IBM, Intel y Microsoft; o entre Motorola y Toshiba);
si el ritmo de aprendizaje se ralentiza, es muy posible que las empresas se
diversifiquen integrándose verticalmente.
f) «Corporaciones huecas», que tenderán a desaparecer a menos que
surjan rutinas organizativas que agrupen esas actividades tan diversas
(algunas de ellas tienen formas parecidas a las de nexo de contratos de la
que hablan Cheung y otros); tanto su crecimiento como su quiebra son
rápidos, debido a la carencia de capacidades propias.

Cuadro 1.6. Matriz de «coherencia» empresarial

Selección fuerte Selección fuerte Selección débilt Selección débil

Aprendizaje Aprendizaje Aprendizaje Aprendizaje


lento/ rápido! lento/ rápido!
oportunidades muchas oportunidades muchas
Trayectoria# reducidas oportunidades reducidas oportunidades

Ancha Diversificadores Diversificadores Conglomerado «Corporación


coherentes coherentes* (crecimiento hueca»
(crecimiento (crecimiento lento) (crecimiento
lento) rápido) IBM, · rápido)
BMW, Hewlett
Packard...

! Estrecha Empresa de un Empresa de un Conglomerado «Corporación


único producto único producto (crecimiento hueca»
' -especialista-
e integ. vertical
(crecimiento
-especialista-
(crecimiento
rápido) Compaq
lento) (crecimiento
rápido)

\ lento) Exxon, Computer, Sun


Shell, Dupont ... Mycrosystems,
Intel, Boeing,
Airbus ...

Convergente Redes de Redes de Conglomerado «Corporación


empresas empresas (crecimiento hueca»
(relación lateral (relación lateral lento) (crecimiento
y vertical) y vertical) rápido)
(crecimiento (crecimiento
lento) rápido) AT&T

FUENTE: Elaboración propia a partir de Teece, Rumelt, Dosi y Winter (1994).


* Empresas integradas lateralmente.
# No sólo tecnológica. Está influida por las competencias nucleares de las em-
presas, sus activos complementarios y las oportunidades tecnológicas que se pre-
sentan. Una trayectoria «estrecha» condiciona mucho más la evolución futura de la
empresa que una «ancha», por ejemplo, los costes hundidos son mucho mayores y
las oportunidades de empleo alternativo de la tecnología son mucho más reducidas.
t Ya que la selección es débil, en este medio pueden también aparecer formas
organizativas del medio anterior.
LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA: DE LA EMPRESA COMO «CAJA NEGRA» 53

Langlois y Robertson han propuesto un modelo explicativo


más general. Para estos autores la empresa se compone de dos
partes: un «núcleo intrínseco», compuesto por rutinas y capacida-
des, que comprende elementos idiosincrásicos e inimitables y que
constituye la fuente principal de sus ventajas competitivas; y unas
capacidades auxiliares que son imitables y pueden no ser únicas.
Estas últimas pueden estar internalizadas o bien pueden adquirir-
se en el mercado, la elección dependerá de los costes relativos de
producción y de transacción (si los costes de producirlas interna-
mente son más bajos que los de adquirirlas en el mercado, enton-
ces se opta por la primera alternativa, en caso contrario, se recu-
rre a otras empresas). Tanto el núcleo como las capacidades
auxiliares de las empresas pueden cambiar a lo largo del tiempo y,
por lo tanto, también las fronteras de éstas. No obstante, los pro-
cesos de diversificación no suelen ser aleatorios, las empresas
tienden a integrar actividades que requieren capacidades similares
a las que ya poseen. 106 106 Langlois y Robertson (1995), capí-
Siguiendo con el ejemplo del apartado 1.3.3, la decisión de un tulo 2. Adviértase que el concepto de si-
milaridad, que procede de Richardson
fabricante de automóviles de integrar o desintegrar la producción (1972), es análogo al de coherencia em-
de amortiguadores dependerá de los siguientes factores: 1) exis- pleado por Teece, Rumelt, Dosi y Winter
tencia de capacidades para desempeñar esa actividad (no existen, (1994).
la empresa en cuestión dispone de ellas, están disponibles en otras
empresas); 2) en el caso de que existan, los costes relativos de pro-
ducción (el fabricante puede producirlos a costes más bajos que
los de otras empresas, o no); 3) los costes de transacción (si son
muy elevados, el fabricante puede verse obligado a producirlos en
casa, a pesar de que sus costes de producción sean altos); 4) los
«costes de transacción dinámicos», los costes en los que incurre el
fabricante cuando no posee las capacidades que necesita en un
momento determinado (serían equivalentes a los costes de nego-
ciación, coordinación y enseñanza de proveedores externos ante
un cambio económico o una innovación); y 5) las condiciones de
apropiabilidad de la innovación (si las patentes son efectivas pue-
den inducir a la empresa a acometer su producción y disfrutar sus
beneficios).
Las «fronteras» de la empresa varían en relación a los cambios
que se producen en el mercado, la tecnología y el conocimiento
(que determina las capacidades de las empresas). En un primer
estadio, la existencia (o necesidad) de capacidades muy específi-
cas y unos altos costes de transacción (estáticos y dinámicos)
darían como resultado un elevado grado de integración vertical.
A medida que aumenta el tamaño del mercado y los conocimien-
54 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

tos y la tecnología (y por lo tanto las capacidades) se difunden, los


costes de transacción disminuirían, y las capacidades de las em-
presas tenderían a ser menos idiosioncrásicas y más generales.
Ello significaría, especialmente en lo que respecta a las capacida-
des auxiliares, que podría ser más atractivo para las empresas ad-
quirirlas en el mercado que producirlas internamente. A largo pla-
zo, por lo tanto, habría que esperar un proceso de desintegración
vertical o especialización (en la línea de lo propuesto por Smith-
Young-Stigler) a medida que los productos maduran, las tecnolo-
gías se difunden y las capacidades son cada vez más imitables (y
obtenibles en el mercado) a costes de transacción más reducidos
(véase recuadro 1.4). Por supuesto, este resultado no es inevitable
y el exacto curso de los acontecimientos varía de sector a sector,
107 Langlois y Robertson (1995), capí- incluso de empresa a empresa. 107
tulo 3.

Recuadro 1.4. Las lógicas de la integración vertical en la industria


automovilística de Estados Unidos. El caso de General Motors y
Fisher Body

La economía del coste de transacción considera la integración vertical


como una solución organizativa eficiente frente a las imperfecciones del
mercado (estrategia defensiva). Klein, Crawford y Alchian han señalado
que la inversión en activos muy específicos puede generar cuasi-rentas es- 1
pecializadas apropiables por alguna de las partes. Uno de los ejemplos
aducidos fue la relación entre el fabricante de automóviles General Mo-
tors (GM) y el de carrocerias Fisher Body (FB). Ambas empresas firma-
ron un contrato a largo plazo en 1919 por el cual FB se comprometía a
abastecer de carrocerias cerradas a GM. Como las inversiones que la pri-
mera tenía que realizar eran muy específicas, el contrato estipulaba la
obligación para GM de comprar todas sus carrocerias a FB. Para evitar
que esta última pudiese aprovecharse de esta cláusula de exclusividad, se
estipuló también un mecanismo de fijación de precios. La validez del con-
trato se veía reforzada por el hecho de que GM poseía el 60 por 100 de las
acciones de FB. Sin embargo, el fuerte incremento de la demanda de ca-
rrocerias cerradas provocó que FB retuviera a GM, no variando sus mé-
todos de producción -muy intensivos en trabajo- y negándose a situar
sus plantas cerca de las de GM. Finalmente, GM optó en 1926 por hacer-
se con el control total de esta empresa.
El propio Coase señala que esta explicación es incompleta porque, de
otro modo, no se entiende bien que seis años después otra empresa, A. O.
Smith, fabricara chasis para GM -su cliente principal- en plantas si-
tuadas a más distancia, y lo haya continuado haciendo en las siguientes
LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA: DE LA EMPRESA COMO «CAJA NEGRA» 55

décadas sin que hayan aparecido problemas de oportunismo. Coase su-


giere que el oportunismo también tiene un coste, la pérdida del cliente,
aunque implícitamente reconoce que, entonces, existía un mercado lo su-
ficientemente amplio para que esa pérdida no afectara gravemente a la
cartera de pedidos de la empresa.
Langlois y Robertson proporcionan una explicación más convincen-
te de este caso y de la evolución de la industria automovilística norte-
americana durante el primer tercio del siglo xx. Según ellos, en sus orí-
genes (1900-1908) la industria automovilística estaba muy concentrada
en los estados de Michigan, Ohio e Indiana, donde existían multitud de
empresas que se dedicaban al montaje de piezas fabricadas por provee-
dores externos. Pero a medida que los procesos de producción se hacían
más sofisticados, las empresas más innovadoras se encontraron con que
sus necesidades sobrepasaban el talento de sus proveedores; por ello co-
menzaron a integrar verticalmente diferentes actividades (y a desarro-
llar capacidades propias) desde la fabricación de piezas hasta la de ma-
quinaria, siendo Ford el mejor ejemplo. La estandarización del producto
condujo a una innovación de proceso, la producción en masa (en serie).
La estrategia de Ford consistió en reducir los costes de los componen-
tes y los de ensamblaje, lo que le obligó a participar en el diseño y fa-
bricación de maquinaria para fabricarlos. La integración vertical en
Ford puede ser interpretada como el resultado de la existencia de cos-
tes de transacción dinámicos asociados a la innovación, o bien como
producto de la existencia de capacidades disponibles que se emplean
para invertir en negocios similares o coherentes. En los dos casos la de-
cisión es una estrategia ofensiva, asociada a las capacidades y compe-
tencias de la empresa, a las oportunidades tecnológicas y al tamaño del
mercado. El otro extremo fue GM, que también desarrolló una estrate-
gia de integración vertical pero a través de la adquisición de acciones en
empresas relacionadas (fabricación de piezas, palancas, transmisio-
nes ... ) independientes. No obstante, GM era sólo un seguidor, puesto
que el liderazgo tanto por tecnología como por cuota de mercado co-
rrespondía a Ford.
A partir de 1918 el crecimiento de la demanda se ralentizó, además el
modelo único comenzó a ser reemplazado por una gama más amplia de
modelos que cambiaban anualmente. Además, el crecimiento del tamaño
del mercado impulsó el surgimiento de un número cada vez más elevado
de proveedores independientes con competencias cada vez más sofistica-
das. Tecnológicamente la etapa de innovaciones-proceso dio paso a la de
innovaciones-producto -la más importante el chasis cerrado- más gra-
duales y acumulativas, llevadas a cabo por los fabricantes de componen-
tes, no por las grandes empresas de montaje. La gran empresa integrada
56 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

verticalmente que era Ford (especializada en un solo modelo) comenzó a


declinar ante sus dificultades para adaptarse a los cambios en la tecnolo-
gía y en el mercado, mientras que GM, mucho más dependiente de pro-
veedores externos, vio incrementar su cuota de mercado. De hecho, Ford
se vio obligada a desintegrar parte de sus actividades.
¿Por qué entonces GM adquirió FB en 1926? Según Langlois y Ro-
bertson, lo que elevó los costes de transacción fue el rápido crecimiento
de la demanda del chasis cerrado. A diferencia de Ford, GM no era un in-
novador y tenía que competir con otros fabricantes por los chasis. Su es-
trategia de cambio anual del producto y de una gran escala de producción
le obligaba a disponer de un flujo continuo de carrocerías. Para evitar la
conducta oportunista de FB, GM optó por invertir una cantidad relativa-
mente pequeña para adquirir el control total de un proveedor en el que ya
tenía un interés mayoritario. Es más que probable que, de no haber teni-
do esa participación, GM hubiera recurrido al mercado para proveerse de
carrocerías, como por otra parte sucedió pocos años más tarde.
FUENTE: Elaboración propia a partir de Klein, Crawford y Alchian
(1978), Coase (199la, by c), Klein (1991), y Langlois y Robertson (1995).

B) La teoría de la empresa basada en sus recursos y capacidades

La teoría de la empresa basada en sus recursos surge de las áreas


.... -
\ de la economía industrial y la dirección estratégica de la empresa.
Hasta el decenio de 1980 existían en este campo dos escuelas con
trayectorias y planteamientos muy diferentes, la de Chicago y la
de Harvard. La primera considera que la estructura de una indus-
tria es el resultado -eficiente- de la diferente dotación de recur-
sos de las empresas, no tiene en cuenta la posibilidad de variables
como el poder de mercado o las barreras de entrada. El enfoque
de Harvard, cuyo representante más destacado en los últimos
años ha sido M. Porter, es el de estructura-conducta-resultados:
la estructura de una industria (demanda del producto, tecnología
y costes de producción, número y distribución de las empresas,
condiciones de entrada, tipo de información y acceso a la misma)
determina la conducta de las empresas (competitiva o estratégica
-colusiones, barreras de entrada, discriminación de precios-) y,
a su vez, esta conducta determina los resultados de las empresas,
o sea, sus beneficios. El modelo inicial sostenía una causalidad li-
108 Kay (1991); Segura (1993), pp. 45- neal, pero luego se ha aceptado la existencia de relaciones en cual-
48. La denominada Nueva Economía in-
dustrial no es sino la unión de estos enfo- quier dirección. 108
ques con la teoría de juegos. Ambas escuelas hacían del sector industrial, no de la empresa,
LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA: DE LA EMPRESA COMO «CAJA NEGRA» 57

la unidad preferente de análisis. Las teorías de la empresa basada


en sus recursos y capacidades, por el contrario, centran su análi-
sis en la empresa, aunque combinándolo con el del sector indus-
trial. Su objetivo principal es analizar la ventaja competitiva de
las empresas, cómo se obtiene y se consigue mantener a lo largo
del tiempo, derivando de ese análisis implicaciones para la direc-
ción estratégica de la empresa. Para sus principales representan-
tes, las empresas están determinadas por los recursos y las capa-
cidades-competencias que poseen. Los recursos son de tres tipos:
tangibles (activos físicos y financieros), intangibles (tecnología,
reputación y cultura) y humanos (conocimientos y destrezas espe-
cializadas, capacidades de comunicación y de relación y motiva-
ción). Los tangibles se deterioran con el tiempo, el resto puede
mejorar o también deteriorarse. Estos recursos se distribuyen de
forma heterogénea entre las empresas: aquellas con mejores re-
cursos obtendrán unas rentas diferenciales (ricardianas o de mo-
nopolio). La posesión de mejores recursos y su movilidad imper-
fecta también pueden ser una barrera de entrada contra futuros
competidores. 109 Pero la ventaja competitiva de las empresas no 109 Wernerfelt (1984), Prahalad y
depende sólo de la posesión de buenos recursos, sino sobre todo Hammel (1990), Peteraf (1993), y Collis y
Montgomery (1995). Un buen resumen
de su capacidad de usar una misma dotación de recursos de for- en castellano en Fernández (1993) y Ló-
ma más productiva, o sea, de sus capacidades organizativas o pez Sintas (1996). A medio camino entre
competencias. Las empresas tienen unas competencias generales la teoría evolutiva y la basada en los re-
cursos, aunque con un grado de indefini-
y unas competencias básicas o distintivas, que son muy idiosin- ción todavía notable, algunos autores es-
crásicas, que residen en las rutinas organizativas de las empresas tán destacando el papel del conocimiento
y que aumentan y mejoran con la experiencia. Estas últimas cons- como principal fuente de ventaja compe-
titiva de las empresas, Grant ( 1996b) y
tituyen la fuente de su ventaja competitiva (véase figura 1.1). Spender (1996).
En resumen, las razones por las que consideramos que este
conjunto de teorías, a caballo entre la economía y la dirección es-
tratégica, proporcionan la perspectiva analítica más útil para la
historia económica de la empresa son la siguientes, de lo general
a lo particular: 1) su carácter ecléctico, que permite integrar he-
rramientas analíticas procedentes de teorías anteriores (como, por
ejemplo, los costes de transacción); 2) su reconocimiento explícito
de la importancia de la historia para explicar la realidad de una
empresa y/o una industria en un momento dado y su evolución re-
ciente y futura; 3) su voluntad de construir un modelo explicativo
dinámico y evolutivo que conjugue los cambios en la estructura,
estrategia, escala y gama de actividades de las empresas con los
experimentados en la tecnología, el mercado/sector y las institu-
ciones; y 4) su concepción de la empresa (como un centro de re-
cursos, capacidades y conocimientos) permite explicar, mejor que
58 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

Factores
clave del
éxito del
Ventaja 1 _
1 sector
~i--------1 Estrategia ~------~

''----.-----~
competitiva 1 -

i
Capacidades organizativas
Áreas funcionales:
Dirección corporativa Coordinación inter
Información para la e intra área:
dirección Reglas y directrices
I+D Rutinas organizativas
Fabricación
Diseño de producto
Marketing
Ventas y distribución

,.
RECURSOS
Tangibles: Intangibles: Humanos:
Físicos Tecnología Conocimientos y destrezas especializadas
y Financieros Reputación Capacidad de comunicación y relación
\ Cultura Motivación
Figura l. l. Relación entre recur-
sos, capacidades y ventaja competi-
tiva. FUENTE: Elaboración propia a partir de Grant (1996a), pp. 159-174.

los enfoques anteriores, cuestiones como la heterogeneidad empre-


sarial (a nivel intra e interindustrial), las fronteras de las empresas
(la integración o la especialización), la estructura y la estrategia
de las mismas, en sus diferentes áreas funcionales, y sus cambios
a lo largo de la historia.

Recuadro 1.5. Historia empresarial y teoría económica. El punto


de vista de un historiador

A. Chandler ha reconocido explícitamente la validez analítica de la pers-


pectiva evolutiva. Para este autor, el concepto clave que explica el surgi-
miento y el desarrollo de las empresas industriales modernas es el de «Ca-
pacidad organizativa», que incluiría los activos físicos y las habilidades
funcionales y administrativas de los empleados, ambos coordinados por
la dirección. La capacidad organizativa de las empresas es altamente tá-
LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA: DE LA EMPRESA COMO «CAJA NEGJµ_» 59

cita y específica, creada mediante un proceso de aprendizaje basado en el


ensayo y error. Según Chandler, tanto la teoría neoclásica como la teoría
de la agencia contribuyen muy poco a explicar el funcionamiento de una
empresa moderna. La ECT tiene más relevancia, pero su unidad básica
son las transacciones, no las empresas. Esa teoría ayuda a comprender
los motivos de la integración vertical y horizontal, pero esa integración
debe ser analizada en relación con las capacidades específicas de la em-
presa y las características tanto de la industria como del mercado en el
que la empresa opera en el tiempo en que los cambios se producen, algo
que sólo hace la teoría evolutiva.
Además, Chandler señala que la estrategia más frecuente de las grandes
empresas norteamericanas, alemanas y británicas tras la Primera Guerra
Mundial no fue la integración vertical o la horizontal, sino la expansión
hacia nuevos mercados y nuevos productos. La fuerza motriz de esa estra-
tegia no fue el deseo de reducir costes de transacción y otros costes de in-
formación, sino el deseo de utilizar la ventaja competitiva creada por las
rutinas aprendidas y coordinadas en la producción, distribución, marke-
ting y en la mejora de productos y procesos productivos ya existentes.
FUENTE: Chandler (1992a) y (1992b).

Cuadro l. 7. Un resumen de las principales teorías económicas de la empresa

Economía evolutiva-
Economía del coste de perspectiva de la
Economía neoclásica transacción competencia

Definición de empresa Nexo de contratos (empresa Estructura de gobierno Centro de conocimientos y


representativa- capacidades (empresa
homogeneidad idiosincrásica-
industrial) heterogeneidad industrial)

Unidad básica de análisis Individuos, contratos Transacciones (en la empresa Rutina/empresa/sector


o en el mercado)

Supuestos conductistas Maximización, Racionalidad aproximada, Racionalidad aproximada,


riesgo moral oportunismo creatividad, aprendizaje,
conducta tácita,
oportunismo y altruismo

Factores explicativos más Relación de agencia, Especificidad de los activos Rutinas organizativas,
importantes contratos incompletos competencias, capacidades y
recursos

Agentes económicos Propietarios/gerentes Gerentes Empresarios y empresas

Categoría de costes más Costes de información y Costes de transacción Costes de producción,


importante agencia información y transacción
60 LA NATURALEZA ECONÓMICA DE LA EMPRESA Y EL EMPRESARIO

Economía evolutiva-
Economía del coste de perspectiva de la
Economía neoclásica transacción competencia

Estructura de interacción Dilema del prisionero Juego de negociación Juego de coordinación


(incentivos y reputación) (incentivos y reputación)

Situación del mercado/sector Equilibrio a corto plazo Equilibrio (intertemporal) Desequilibrio (la historia
importa)

Objeto de explicación Existencia y fronteras de la Existencia y fronteras de la Existencia y fronteras de la


empresa cuando inputs, empresa cuando outputs y empresa cuando inputs,
outputs y tecnología están tecnología están dados outputs y tecnología están
dados cambiando
Fuentes de ventajas
competitivas

Autores representativos Fama Coas e Penrose


Jensen & Meckling Williamson Nelson & Winter
Alchian & Demsetz Joskow Wernerfelt
Grossman & Hart Prahalad & Hamel
Teece
Teece, Rumelt, Dosi & Winter
Langlois & Robertson ·
Grant

BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA

Para el apartado 9 .1. Santos Redondo ( 1997) ofrece un completo ,


estado de la cuestión. Baumol (1993) y Torres (1997) son buenas
lecturas para completar la visión de las funciones empresariales
\ que se explican en el apartado 9.2. Acerca del apartado 9.3, Salas
Fumas (1993) y Femández (1993) proporcionan buenos resúme-
nes en castellano de los desarrollos teóricos más recientes. Tam-
bién pueden consultarse las lecturas compiladas por Putterman
(1994) y por Williamson y Winter (1991), los capítulos 1 y 2 de
Langlois y Robertson (1995) y el prefacio de Penrose (1995) a la
tercera edición de su Theory of the Growth of the Firm. Son asi-
mismo muy recomendables los manuales de dirección estratégica
de Milgrom y Roberts (1993), especialmente el capítulo 16, el de
Kay (1994), y sobre todo el de Grant (1996a).

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