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Unidad 2 Derecho Ambiental PDF
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DERECHO AMBIENTAL
UNIDAD 2 DERECHO
AMBIENTAL
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Las primeras proponen incluir dentro de su ámbito no sólo lo relativo a la tutela del
ambiente propiamente dicho sino también otros asuntos relacionados, tales como las
fuentes de energía, el derecho alimentario y la preservación del patrimonio cultural.
Son los casos de Mario Valls, quien entiende que “el Derecho Ambiental norma la
creación, modificación, transformación y extinción de relaciones jurídicas que
condicionan el disfrute, la preservación y la mejora del ambiente” (Valls, 2001).
O bien, la propuesta por Brañes Ballesteros, que lo señala como “aquel sector del
ordenamiento jurídico que regula las conductas humanas que pueden influir, con
efectos en la calidad de vida en de las personas, en los procesos de interacción que
tienen lugar entre el sistema humano y su sistema de ambiente” (Brañes Ballesteros,
2000).
El medio ambiente es un bien jurídico –entendido éste como aquello que caracteriza
las personas, las cosas o las instituciones que sirven para el libre desarrollo en un
Estado social y democrático de Derecho (Kindäuser, 2009)–. Dentro de los bienes
jurídicos protegidos son individuales aquellos que sirven a los intereses de una persona
o de un determinado grupo de personas; se denominan colectivos a aquéllos que
sirven a los intereses de muchas personas, de la generalidad. El medio ambiente se
inserta dentro de estos últimos. Es decir, el medio ambiente es un bien jurídico
colectivo, el sentido de que pertenece a una generalidad de individuos -como tal es
además indivisible –en el sentido de que es conceptual, fáctica o jurídicamente
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Por último, los terceros, son aquellos que pertenecen a toda la comunidad y al mismo
tiempo a nadie en particular, se dan frecuentemente en el ámbito de la tutela del
ambiente y del consumidor. Pertenecen a personas indeterminadas o de difícil
determinación, unidas por circunstancias de hecho, como vivir en una misma ciudad.
En otras palabras, esta generalidad indeterminada o de difícil determinación de sujetos
con idéntico derecho sobre un mismo bien jurídico, no reconoce un vínculo jurídico
previo, sino que se identifican por circunstancias fácticas y variables. Y este es el caso
del derecho ambiental.
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En el ámbito del Derecho, por “fuentes” se entiende aquellos actos o hechos mediante
los cuales se crean, modifican o extinguen las normas jurídicas. Generalmente la
doctrina las clasifica en:
Existen gran cantidad de tratados y convenios internacionales que, una vez ratificados,
según la jerarquía de fuentes, tienen valor supra legal, es decir, están o se aplican por
sobre la ley y bajo la Constitución Política (art. 7). Se trata además de normas
autoejecutables, pues no requieren de reglamentación interna para la aplicación de
sus principios. Sin embargo, en la aplicación cotidiana ha sido frecuente que se
desconozca o se olvide tan importante regla de jerarquía, remitiéndose o empleándose
únicamente la legislación local cuando se resuelven los procesos judiciales. Además,
aunque el art. 7 constitucional dispone que para integrar nuestro ordenamiento
jurídico los tratados deben ser ratificados (aprobados por la Asamblea Legislativa), en
materia ambiental existe mayor amplitud. La Sala Constitucional ha indicado al
respecto que las convenciones suscritas por Costa Rica, en “las que se busca la
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Dado el sustrato técnico meta-jurídico que caracteriza esta disciplina, las normas de
menor jerarquía (decretos ejecutivos, reglamentos, directrices, etc.), son de frecuente
aplicación y tienen una relevancia destacada. Se actualizan además con más facilidad.
Son los factores y elementos (las riquezas naturales, las ideas políticas, morales,
religiosas de la sociedad concreta, el medio geográfico, el clima, la organización
económica, etc.) que determinan el contenido de las normas e inciden en mayor o
menor medida en su contenido. Esta segunda categoría resulta trascendental en
materia ambiental, dado su carácter meta-jurídico y su transversalidad, al nutrirse su
contenido normativo de la información suministrada por otras ciencias sociales y
naturales, como la ecología, la biología, la sociología, la economía, etc.
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Ahora bien, recorrer las distintas aristas y manifestaciones que el Derecho Ambiental
hace tanto en el contexto internacional como en los sistemas jurídicos nacionales,
sería una tarea tediosa y ajena a los fines de la presente publicación.
Sin embargo, es posible rastrear aquellos principios que inspiran las distintas formas
jurídicas que tutelan el ambiente, y que fueron arribados en el ámbito de las dos
Conferencias de las Naciones Unidas (Estocolmo y Río de Janeiro) por consensos
generales de distintos sectores (científicos, los Estados, organizaciones no
gubernamentales, etc.) en torno a lo que debe iluminar la norma ambiental.
Cafferatta (2004) define los principios como “ideas directrices, que sirven de
justificación racional de todo el ordenamiento jurídico; son, pues, pautas generales de
valoración jurídica. Líneas fundamentales e informadoras de la organización”. “Las
líneas directrices que informan algunas normas e inspiran directa o indirectamente
una serie de soluciones por lo que pueden servir para promover y encauzar la
aprobación de nuevas normas, orientar la interpretación de las existentes y resolver
los casos no previstos”.
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En otras palabras, manda a actuar tomando medidas anticipadoras del daño, en los
supuestos en que se desconozca si este puede o no ocurrir.
Este principio nace hacia finales de la década de los 80, cuando el pensamiento en la
materia comenzó a cambiar hacia una actitud más cautelosa y también más severa,
que tuviera en cuenta incertidumbres científicas y los daños a veces irreversibles que
podrían derivar de actuaciones fundadas en premisas científicas que luego pudieran
resultar erróneas (Juste Ruiz, 1999).
Son tres principios distintos pero entrelazados entre sí: el derecho a la información
ambiental impone el derecho al acceso irrestricto a ella y como contracara la
obligación de ponerla a disposición por parte de los agentes públicos y privados que la
posean; el derecho a participar en los procesos de adopción de decisiones, se inspira
en la necesidad de conjunción de gestionar los asuntos ambientales con una
democracia más participativa, lo que se traduce en crear mecanismos institucionales
que alberguen la posibilidad de oír las voces de los ciudadanos (tales como las
audiencias públicas, en muchos casos obligatorias en las Evaluaciones de Impacto
Ambiental); y el acceso a la justicia es la garantía de tutela efectiva y control de los
derechos ambientales.
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Desde el punto de vista del derecho romano, los recursos naturales-la tierra, el agua,
los yacimientos minerales, la flora, la fauna, los recursos panorámicos y el ambiente en
sí- son, en términos generales, “res communi”, es decir, cosas de la comunidad, que
pueden ser empleadas por todos, salvo en cuanto hubieren determinado derechos
particulares sobre pequeñas porciones individuales.
Mientras los usos particulares de los recursos no afectaron en general la naturaleza
(por ser relativamente inidóneos para provocar verdaderos desastres ecológicos),
ningún obstáculo legal o económico impidió el uso y el abuso de tales bienes.
b) Derecho al uso
Mientras “el desastre ecológico” no existió, los malos usos de la naturaleza no fueron
advertidos, ni por la técnica ni por la política, ni por el derecho. Y los principios de
propiedad establecidos fueron eficientes para regular el uso de los bienes naturales.
Pero la estructura jurídica empezó a dar síntomas de obsolescencia e inoperancia y las
leyes empezaron a disponer primero normas de uso técnico, que implicaron, antes que
nada, normas morales incorporadas al derecho positivo.
Así, por ejemplo, el derecho de aguas trae, desde el siglo pasado, principios y
recomendaciones que tienden un uso sustentable del recurso, y tal tipo de normas fue
también instrumentándose en otras regulaciones.
Nuestro Código Civil en su reforma de 1968, al abandonar el principio del abuso y
disponer de algunas normas tendientes a la conservación de recursos y adecuado
parcelamiento de inmuebles, demuestra un cierto espíritu de reacción contra los
postulados hasta entonces existentes.
Un concepto moral, en el uso de la propiedad, empezó a exhibirse en la legislación,
que tiende en primer lugar a restringir usos no sustentables.
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d) Nuevas regulaciones
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Debe interpretarse para optimizar la eficacia de la norma, dando solución al caso pero
a la vez previniendo o remediando el daño o las conductas que pueden perjudicar al
ambiente, sin distorsionar su contenido
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