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Derecho Ambiental M2 - resumen canvas

Derecho Ambiental (Universidad Siglo 21)

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DERECHO AMBIENTAL – MODULO 2


LECTURA 1
AMBIEBTE Y DERECHO

Con la 昀椀nalidad de proteger el ambiente, y a través de ello la calidad de vida,


surge el derecho ambiental ante la insu昀椀ciente respuesta del derecho
tradicional. Como expresa Lorenzetti respecto a las cuestiones ambientales:

Se trata de problemas que convocan a todas las ciencias a una nueva 昀椀esta,
exigiéndoles un vestido nuevo. En el caso del derecho, la invitación es amplia:
abarca lo público y lo privado, lo penal y lo civil, lo administrativo, lo procesal,
sin excluir a nadie, con la condición de que se adopten nuevas características.

¿Qué es el derecho ambiental?

Coincidimos con Goldenberg al pensar que "el derecho ambiental se encuentra


en una etapa de plena formación" (Goldenberg, en Ca昀昀eratta, 2004, p. 9). En los
últimos años, particularmente a partir de los eventos a nivel internacional de la
década de 1970, ha ido ganando importancia a la par de los derechos y bienes
jurídicos protegidos, entre los que encontramos: el medioambiente, la calidad
de vida, el desarrollo sustentable, la biodiversidad, la salud, etc.

En referencia al surgimiento del derecho ambiental en nuestro país, Rosatti


(2007) distingue cuatro etapas:

Primera etapa
Una primera etapa de sesgo privatista que regula el uso de los recursos
naturales especí昀椀cos (ej.: agua, bosques, fauna, etc.). Se trata de normas
pragmáticas más que de protección.

Segunda etapa
En una segunda etapa, ya surge una serie de derechos de recursos naturales
especí昀椀cos.

Tercera etapa
En una tercera etapa, surge el derecho de los recursos naturales, en plural,
aunque esta pluralidad es entendida como mera sumatoria de los componentes
individuales (fragmentaria).

Cuarta etapa
En la cuarta etapa surge el derecho ambiental a partir de la concepción integral
del ambiente, virando hacia su protección, publicista e internacionalista.

En esa línea, Ca昀昀eratta expresa: Hemos pasado […] de un derecho de los


recursos naturales, con una visión parcial, más estrecha, de base ecologista,
aunque pensando en el desarrollo, a un derecho ambiental, más amplio,
comprensivo no solo de la tutela del patrimonio natural, sino también el cultural,
con anclaje en los derechos de incidencia colectiva (o intereses difusos)

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referidos a los bienes colectivos y los valores colectivos, de fuerte compromiso


social, con instituciones tanto sustantiva como procedimentales y procesales,
que ponen énfasis en la prevención (y precaución), la recomposición y
responsabilidad objetiva por daño ambiental.

No hay acuerdo entre los juristas sobre el signi昀椀cado y alcance del derecho
ambiental, ya sea que designe un conjunto de normas jurídicas que regulan
cuestiones ambientales o que se re昀椀era a la disciplina o ciencia jurídica que se
ocupa de dichas normas.

Se han ensayado variadas de昀椀niciones de derecho ambiental. Entre las notas


comunes de dichas conceptualizaciones, encontramos que se trata de un
conjunto de principios y normas destinados a la protección, conservación y uso
racional del medioambiente (Ca昀昀eratta, 2004).

Algunos de los conceptos son restrictivos, limitándose a resolver, desde lo


jurídico, la contaminación; mientras que, desde el otro extremo, se considera
que todo el derecho es ambiental (Ca昀昀eratta, 2004).

De una manera inicial, el jurista mexicano Raúl Brañes, de昀椀ne el derecho


ambiental como "un conjunto de reglas que se ocupan de la protección jurídica
de aquellas condiciones que hacen posible la vida, en todas sus formas"

Tiempo atrás, el notable jurista Guillermo Cano enseñaba que el derecho


ambiental comprende las normas legales referentes al uso y conservación de
todos los bienes, fenómenos y elementos que componen el ambiente humano,
que se integra a su vez, por el entorno natural, formados por los recursos vivos
o biológicos y los recursos naturales inertes; y el entorno creado, cultivado,
edi昀椀cado por el hombre y ciertos fenómenos naturales, en tanto in昀氀uyan en la
calidad del entorno desde el punto de vista del interés humano; la doctrina
conducente a su formulación e interpretación; las decisiones jurisprudenciales, y
los usos y costumbres correlativos.

Cabe destacar, como surge de la de昀椀nición, que, para este autor, el derecho
ambiental está compuesto por las normas, la doctrina, la jurisprudencia y los
usos y costumbres.

La lista de de昀椀niciones sobre derecho ambiental podría ser interminable, el


motivo de ello podemos encontrarlo en que la falta de acuerdo sobre la
conceptualización de ambiente origina que esta tarea deba realizarse en todas
las obras que se re昀椀eren a él (Brañes, 2000).

Para cerrar este apartado, citamos a Brañes, que de昀椀ne al derecho ambiental
(en el sentido de derecho positivo) como

el conjunto de normas jurídicas que regulan las conductas humanas que pueden
in昀氀uir de una manera relevante en los procesos de interacción que tienen lugar
entre los sistemas de los organismos vivos y sus sistemas de ambiente,
mediante la generación de efectos de los que se espera una modi昀椀cación
signi昀椀cativa de las condiciones de existencia de dichos organismos. (Brañes,

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2000, p. 29).

De dicho concepto de derecho ambiental se destacan, según Brañes (2000), las


siguientes tres características esenciales:
1 El derecho ambiental regula conductas humanas consideradas de
interés ambiental.
2 Esas conductas humanas de interés ambiental son las que pueden in昀氀uir
en los procesos de interacción entre los organismos vivos y sus sistemas
de ambiente.
3 Esas conductas humanas interesan al derecho ambiental, debido a que
pueden modi昀椀car de una manera importante (quizás irreversible) las
condiciones de existencia de los organismos vivos.
Autonomía y relación con otras ramas del derecho
el derecho ambiental está integrado por normas interdisciplinarias (que
exceden el ámbito jurídico), de derecho público (constitucional, penal,
administrativo) y privado (civil, comercial). En esta línea, Jaquenod de Zsögön
enseña que el derecho ambiental es público y privado al mismo tiempo,
especialmente protector de intereses colectivos, preventivo y transnacional. Por
ello, algunos especialistas consideran al derecho ambiental como un derecho
"horizontal", transversal a las distintas ramas del derecho. En este sentido,
según Ca昀昀eratta (2004), más que una nueva rama del derecho, con principios,
instituciones y reglas propias, el derecho ambiental, para quienes piensan de
esta forma, tiende únicamente a penetrar todas las especialidades jurídicas
reconocidas y consagradas por la doctrina para orientarlas en un sentido
ambientalista, lo que equivale a sostener que carece de especi昀椀cidad
sistemática propia.
Avanzando en la caracterización del derecho ambiental como disciplina jurídica,
no ya como derecho positivo, algunos autores de昀椀enden su autonomía como
una nueva disciplina jurídica, mientras que otros consideran que se trata de una
"disciplina en formación". Particularmente, el argumento que alude a la falta de
autonomía del derecho ambiental se re昀椀ere a la carencia de un objeto que le
sería propio como disciplina jurídica. "Este argumento enfatiza que aquello que
se llama derecho ambiental se encuentra constituido, de manera principal, por
un conjunto de normas jurídicas que 'pertenecen' a sectores perfectamente
de昀椀nidos del sistema jurídico" (Brañes, 2000, p. 48). Frente a este argumento,
Brañes considera que olvida los nuevos principios y técnicas que trae el derecho
ambiental, como así también la especi昀椀cidad de su objeto, que está dada por la
legitimidad de su enfoque (la manera como tal objeto es analizado) (Brañes,
2000). Este autor mexicano de昀椀ende la autonomía del derecho ambiental en los
siguientes términos:
El derecho ambiental tiene un objeto especí昀椀co. La especi昀椀cidad de este objeto
está dada, en muchos casos, no por la pertenencia a lo que se ha identi昀椀cado
como legislación ambiental, de manera exclusiva y excluyente, de las normas
jurídicas respectivas, sino por la especi昀椀cidad del enfoque propio del derecho
ambiental. En otros casos, sin embargo, a dicha especi昀椀cidad se agrega la que
resulta del hecho de que la norma en cuestión ha sido exclusivamente
concebida para efectos ambientales y no tiene ninguna otra relevancia.

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En otras palabras, Morales Lamberti, expresa: "El derecho ambiental, como


especialidad de la ciencia jurídica, se basa en nuevos principios epistemológicos
y axiológicos, introduciendo nuevas estructuras, instituciones y procedimientos
al derecho tradicional".
Características del derecho ambiental
Enrolado en la postura que le da una identidad propia al derecho ambiental,
Bustamante Alsina enumera una serie de características propias que le otorgan
especi昀椀cidad a esta rama del derecho. Entre ellas destacamos las siguientes:

Carácter interdisciplinario
esto es consecuencia de la naturaleza interdisciplinaria del medio ambiente. El
derecho requiere, para establecer las necesarias medidas de protección, las
indicaciones y la asistencia de otras disciplinas que estudian los aspectos
físicos, químicos y biológicos del medio ambiente; como así también que
describan los deterioros de la biósfera, evaluando y proponiendo soluciones que
el legislador deberá traducir al lenguaje jurídico, teniendo en cuenta,
igualmente, los datos que los economistas y sociólogos puedan aportar.

Carácter sistemático
el ambiente debe ser interpretado como un conjunto de elementos que se
interrelacionan sistemáticamente, no como una mera acumulación de ellos. Esto
se ve re昀氀ejado en el derecho ambiental, que, como vimos, tuvo una incipiente
primera manifestación como derecho de los recursos naturales

Carácter supranacional
los elementos que componen el medio ambiente, como los problemas
ambientales no reconocen fronteras; de ahí la importancia de la cooperación
internacional, la que se evidencia en los compromisos asumidos por los Estados
en diferentes conferencias internacionales sobre medio ambiente. El derecho
ambiental internacional es un re昀氀ejo de esta característica.

Especi昀椀cidad 昀椀nalista
este criterio 昀椀nalista tiene por objeto suprimir o eliminar el impacto de las
actividades humanas sobre los elementos o los medios naturales.

Énfasis preventivo
en el derecho ambiental, es fundamental la prevención del daño, ya que por sus
características la sanción posterior en la mayoría de los casos resultará ine昀椀caz
(difícilmente se pueda restablecer el ambiente a su estado anterior).

Rigurosa regulación técnica


la normativa que integra el derecho ambiental contiene prescripciones
rigurosamente técnicas que determinan las condiciones precisas en que deben
realizarse las actividades afectadas. La discrecionalidad de la administración
pública para adaptar las regulaciones a situaciones particulares y diferenciadas
es muy limitada.

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Vocación redistributiva
el derecho ambiental intenta corregir las de昀椀ciencias que presenta el sistema de
precios, incorporando a los costos las externalidades ambientales.

Primacía de los intereses colectivos


el derecho ambiental es sustancialmente derecho público. La tutela del
ambiente apunta a mejorar la calidad de vida de la humanidad y a lograr el
desarrollo sostenible como legado para las generaciones futuras. En este
sentido, se habla del derecho ambiental como un derecho bifronte: aunque
predominantemente se trata de un derecho social, colectivo o grupal, al mismo
tiempo, se presenta como un derecho humano personalísimo

A las características anteriores se puede agregar que el derecho ambiental se


constituye para poner un límite a la idea del progreso ilimitado propio de la
razón moderna, con niveles de vida, producción y consumo insostenibles,
demostrando un desprecio hacia la capacidad de carga de la naturaleza. En
otras palabras, el derecho ambiental viene a replantear la relación del hombre
con la naturaleza. El derecho ambiental se ocupa de regular las relaciones entre
la sociedad y la naturaleza, como así también entre los seres humanos con
vistas a la protección del ambiente.
MODULO 2 – LECTURA 2
Fuentes del derecho ambiental
Generalidades

Por fuentes de derecho se entiende, en un sentido 昀椀gurado, la designación del


origen de donde proviene todo lo que llamamos derecho. Aunque hay quienes
consideran que es más claro hablar de medios de expresión del derecho
(Garrone, 1993). Las fuentes se dividen generalmente en formales y materiales,
aunque la justi昀椀cación de esa diferenciación no es uniforme en la doctrina.

La mayoría de los doctrinarios hispanohablantes distingue entre fuentes


materiales y formales, entendiendo que las primeras son las razones o causas
(económicas, políticas, sociales, culturales, etc.) por las que una norma jurídica
surge; en tanto las formales son las normas y principios en sentido propio
(manifestaciones de orden jurídico que crean, modi昀椀can o extinguen derechos y
obligaciones).
Otros autores entienden que las fuentes materiales o reales son ajenas al
derecho, constituyen su antecedente y pre昀椀guran su contenido. Se trata de "los
factores y circunstancias que provocan la aparición y determinan el contenido
de las normas jurídicas". (Garrone, 1993, p. 176). Entre esos factores, la
doctrina enumera las circunstancias políticas, históricas, económicas, sociales,
culturales, ideológicas, religiosas, cientí昀椀cas susceptibles de in昀氀uir en la
producción del derecho. En cambio, las fuentes formales son la manifestación
exterior de una voluntad dispuesta a crear el derecho.
Esta proviene de un acto humano, individual o colectivo, que le da origen y la
hace surgir a la realidad; pero, como la voluntad del hombre utiliza

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necesariamente una forma para manifestarse (ley, costumbre, sentencia,


etcétera), es esta forma la que se llama fuente del derecho, la cual no es otra
cosa que el medio de exteriorización de la voluntad creadora del orden jurídico.

Entre las fuentes formales se incluyen: 1) la ley (como norma legislada), 2) la


costumbre jurídica, 3) la jurisprudencia. Algunos autores consideran que la
doctrina es fuente formal del derecho, mientras que otros entienden que se
trata de una fuente material.

Desde otro punto de vista, observando la actividad del jurista que consiste en
solucionar con昀氀ictos, Lorenzetti (2014) entiende que las fuentes son "criterios a
los que se recurre en el proceso de creación normativo en búsqueda de
objetividad, lo cual exige una mirada retrospectiva hacia el principio de
autoridad (fuente formal) o hacia el argumento 'razonable' (fuente material)".
Las normas formales son obligatorias conforme a una norma de reconocimiento,
entre ellas, encontramos: a) la ley, que es general y obligatoria; b) la
costumbre; c) la jurisprudencia obligatoria; d) las decisiones de tribunales
internacionales y de organismos creados por tratados internacionales en los
supuestos previstos por la Constitución. Las fuentes materiales carecen de
obligatoriedad, pero son importantes porque 昀椀jan el contenido del derecho.
Lorenzetti destaca la doctrina y la jurisprudencia no obligatoria.

La Ley General del Ambiente N.º 25675 nos brinda, en su artículo 4, diez
principios de la política ambiental. A esos principios enumerados en una ley
(una de las fuentes del derecho), se agregan estos citados por el máximo
tribunal de nuestro país. Cabe aclarar que estos dos principios novedosos —in
dubio pro natura e in dubio pro aqua—.
El principio in dubio pro natura establece que "en caso de duda, todos los
procesos ante tribunales, órganos administrativos y otros tomadores de decisión
deberán ser resueltos de manera tal que favorezcan la protección y
conservación del medio ambiente, dando preferencia a las alternativas menos
perjudiciales. No se emprenderán acciones cuando sus potenciales efectos
adversos sean desproporcionados o excesivos en relación con los bene昀椀cios
derivados de los mismos"

Por su parte, el principio in dubio pro aqua establece que "las controversias
ambientales e hídricas, ante las cortes, deberán resolverse, y las leyes
aplicables interpretarse de la manera en la cual sea más probable proteger y
conservar los recursos hídricos y los ecosistemas relacionados".

Según una clasi昀椀cación muy extendida en la doctrina, particularmente en el


derecho ambiental, las fuentes pueden provenir del derecho interno, pero
también del derecho internacional. En este sentido, López Alfonsín (2012)
expresa que la incorporación del artículo 75, inciso 22 2, a la Constitución
nacional con la reforma de 1994 modi昀椀có radicalmente el sistema de fuentes de
nuestro sistema jurídico, "al producir la internacionalización de los derechos
humanos" (López Alfonsín, 2012, p. 42). Es decir, que a partir de dicha reforma
coexiste en nuestro ordenamiento jurídico un doble sistema de fuentes. Por un
lado, la fuente interna, entre las que encontramos la Constitución nacional, las
leyes nacionales, las constituciones locales y la legislación provincial. Por otro

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lado, la fuente externa integrada por los instrumentos internacionales, la


costumbre internacional y los principios generales del derecho.

Brañes presenta lo que sería un mapa del derecho ambiental, reseñando


algunas de sus fuentes provenientes del derecho interno. Expresa que la
Constitución es la primera de las fuentes por la jerarquía de sus normas
(aunque, en la mayoría de los casos, también por razones de orden
cronológico). Teniendo en cuenta nuestro sistema federal de gobierno, se toma
en consideración a las constituciones locales o provinciales. La segunda fuente
del derecho ambiental se constituye por la legislación ambiental moderna o
legislación propiamente ambiental, que se re昀椀ere al conjunto de los problemas
ambientales. El autor hace la salvedad de que lo más común es la legislación
que se re昀椀ere a problemas ambientales especí昀椀cos o sectoriales (legislación
sectorial de relevancia ambiental). La tercera fuente del derecho ambiental está
constituida por "las normas de relevancia o interés ambiental" contenidas en
una legislación que versa sobre otros temas. Aquí encontramos los distintos
códigos de fondo y legislación conexa. Por último, se incorpora la jurisprudencia
y la costumbre como fuentes del derecho ambiental.

Fuentes externas

A diferencia de lo que ocurre en el resto de las ramas del derecho, en el derecho


ambiental, las fuentes internacionales son de gran relevancia. Aquí incluimos a
los tratados y convenciones internacionales formalmente concluidas que se
re昀椀eren en todo o parte a cuestiones de carácter ambiental, así como también
lo que se denomina el derecho internacional emergente (ejemplo: las
resoluciones de los organismos intergubernamentales y las declaraciones
políticas sobre cuestiones ambientales internacionales)

Enumerar la totalidad de las fuentes externas es una tarea de difícil conclusión.


Por ello, solo destacaremos, en concordancia con Brañes, que los principios
básicos del derecho internacional para la protección del ambiente se encuentran
tanto en la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio
Humano, como en la Declaración de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el
Medio Ambiente y el Desarrollo.
López Alfonsín (2012) considera que, a pesar de la amplia percepción de la
Agenda 21 que surgió de la Conferencia de Río 92, continúa el tratamiento del
tema ambiental de manera sectorial convencional. Luego, enumera los
obstáculos que se presentan para la codi昀椀cación del derecho internacional
ambiental. Entre ellos, mencionamos: a) la complejidad que reviste dicha tarea
y la posibilidad de incluir los problemas locales y regionales en un acuerdo
general; b) ante la movilidad que caracteriza a las normas ambientales, dicho
Código se volvería desactualizado rápidamente; c) además, se esgrime la
inutilidad de un acuerdo general, cuando los mecanismos de aplicación y control
se enfrentan a distintos niveles de desarrollo en los países respectivos.
Fuentes internas
entre las fuentes nacionales o internas podemos destacar la Constitución, los
códigos de fondo, las constituciones provinciales (por la forma de Estado
federal), la legislación propiamente ambiental, otras leyes sectoriales.

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Constitución nacional

Al comenzar a referirse al marco constitucional, Valls hace la salvedad de que


esta norma suprema in昀氀uye de manera genérica sobre el derecho ambiental
cuando "昀椀ja las bases del derecho argentino, atribuye funciones a los tres
poderes y distribuye la competencia entre los Gobiernos locales y el federal"
(Valls, 2016, p. 106).

Pero podemos decir que in昀氀uye directamente sobre el derecho ambiental a


partir de la reforma de 1994, donde se incorpora el artículo 41 3 al capítulo
segundo titulado "Nuevos derechos y garantías". A través de dicha disposición,
la Constitución nacional ha receptado el derecho a un ambiente sano dentro de
los derechos de tercera generación (derechos de solidaridad), en contraposición
a los derechos civiles y políticos (primera generación) y a los derechos sociales
y económicos (segunda generación).

Artículo 41.- Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano,
equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las
generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental
generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la
ley.

Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización


racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y
cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales.

Corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los presupuestos


mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para complementarlas,
sin que aquéllas alteren las jurisdicciones locales.

Se prohíbe le ingreso al territorio nacional de residuos actual o potencialmente


peligrosos, y de los radiactivos.
Como puede observarse, la norma se estructura en varias partes y destaca lo
siguiente:
 El derecho-deber a un ambiente sano de todos los habitantes y la cuestión
intergeneracional: se caracteriza al ambiente como sano, equilibrado y
apto para el desarrollo humano. Además, se incorpora el principio de
desarrollo sustentable a través de la protección a las generaciones
futuras.
 El daño ambiental y la obligación prioritaria de recomponer: siempre que
se produzca un daño ambiental se generará el deber de recomposición, es
decir, de volver las cosas al estado anterior en el que se encontraban,
siempre que fuera posible.
 Las obligaciones de las autoridades de proveer a la protección de este
derecho a un ambiente sano: se entienden incluidas las autoridades
nacionales, provinciales y municipales, como así también las que
desempeñan funciones ejecutivas, legislativas y judiciales.

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 El reparto de competencias entre nación y provincias: los presupuestos


mínimos ambientales a través de los cuales el Gobierno nacional
establece una protección ambiental mínima para todo el país, debiendo
cada provincia complementarla.
 Prohibición de los residuos peligrosos y radiactivos.
En concordancia con dicha norma, el artículo 124 in 昀椀ne de la Constitución
nacional establece que "… corresponde a las provincias el dominio originario de
los recursos naturales existentes en su territorio". Por su parte, el artículo
43 establece la acción de amparo ambiental, especialmente en el párrafo
segundo.
Constituciones provinciales
Esta fuente del derecho ambiental es de particular importancia por nuestra
forma de Estado federal. Debe tenerse en cuenta lo prescripto por el artículo
317 de la Constitución nacional, que establece que las leyes federales son ley
suprema de la nación, estando obligadas las autoridades provinciales a
conformarse a ellas.

En casi todas las provincias se consagran normas protectoras del ambiente a


nivel constitucional, aunque con diferente alcance. Es de destacar que, en un
primer momento, las cartas magnas provinciales se preocuparon por tutelar
aquellos recursos naturales que tenían mayor in昀氀uencia en sus economías,
resabios que aún quedan presentes en varias de ellas.

Leyes de presupuestos mínimos


La Constitución nacional en su artículo 41, al hacer el deslinde de competencias
entre nación y provincias, establece que "corresponde a la nación dictar las
normas que contengan presupuestos mínimos de protección y a las provincias
las necesarias para complementarlas, sin que aquellas alteren las jurisdicciones
locales"8.

El concepto de presupuestos mínimos de protección ambiental ha suscitado


discusiones doctrinarias que se profundizaron tras su de昀椀nición legal en el
artículo 6 de la Ley General del Ambiente, que expresa lo siguiente:

Se entiende por presupuesto mínimo, establecido en el artículo 41 de la


Constitución nacional, a toda norma que concede una tutela ambiental uniforme
o común para todo el territorio nacional, y tiene por objeto imponer condiciones
necesarias para asegurar la protección ambiental. En su contenido, debe prever
las condiciones necesarias para garantizar la dinámica de los sistemas
ecológicos, mantener su capacidad de carga y, en general, asegurar la
preservación ambiental y el desarrollo sustentable.

Las leyes de presupuestos mínimos vigentes en Argentina son las que se


detallan a continuación:
 Ley de Gestión Integral de Residuos Industriales y Actividades de Servicios
N.º 25612 (29/7/2002).
 Ley para la Gestión y Eliminación de los PCB N.º 25670 (19/11/2002).
 Ley General del Ambiente N.º 25675(28/11/2002).
 Ley de Gestión Ambiental de Aguas N.º 25688 (3/1/2003).
 Ley Régimen de Libre Acceso a la Información Pública Ambiental N.º
25831 (7/1/2004).
 Ley Integral de Gestión de Residuos Domiciliarios N.º 25916(7/9/2004).

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 Ley Protección Ambiental de Bosques Nativos N.º 26331 (26/12/2007).


 Ley de Control de Actividades de Quema N.º 26562(23/11/2010).
 Ley Régimen de Presupuestos Mínimos para la Preservación de los
Glaciares y del Ambiente Periglacial N.º 26639 (28/10/2010).
 Ley Sistema Federal de Manejo del Fuego N.º 26815(16/1/2013).
 Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental para la Gestión de
los Envases Vacíos de Fitosanitarios N.º 27279

Códigos de fondo
Según el artículo 75, inciso 12, de la Constitución nacional: "corresponde al
Congreso […] dictar los Códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería, y del Trabajo
y Seguridad Social".
Esta normativa nacional también constituye una fuente del derecho ambiental,
aunque directamente no se re昀椀era a la temática. En el nuevo Código Civil y
Comercial sancionado en 2014 se incluyen normas importantes, como, por
ejemplo: los artículos 14, 240 y 241, que hacen referencia a los derechos de
incidencia colectiva y a los presupuestos mínimos. Con respecto al Código Penal,
destacamos el capítulo de daños dentro de los delitos contra la propiedad, y
otros artículos que se re昀椀eren a incendios, explosiones e inundaciones,
envenenamiento o adulteración de agua potable, entre otros. En cuanto al
Código de Minería, en el año 1995, por la Ley 2458523 se incorporó la sección 2,
"De la protección ambiental, para la actividad minera", dentro del título 13,
"Condiciones de la explotación".
MODULO 2 – LECTURA 3
Derecho al ambiente
El artículo 41 de la Constitución nacional establece que "todos los habitantes
gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo
humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades
presentes sin comprometer las de las generaciones futuras.

Podemos observar que nuestra Carta Magna hace referencia al derecho de


todos los habitantes al medio ambiente, sin discriminar según sean nacionales o
extranjeros, ciudadanos con derechos políticos o no. Además, este primer
párrafo del artículo 41 hace referencia a tres características del ambiente: 1) el
ambiente sano que impacta en el derecho a la salud, como un derecho
metaindividual, social; 2) el ambiente equilibrado, que se re昀椀ere a lograr una
relación armónica entre el hombre y la naturaleza; 3) el que deba ser apto para
el desarrollo humano coloca al hombre como centro de las preocupaciones del
desarrollo sustentable desde una visión antropogénica.

La contracara de este derecho la constituye el deber de preservarlo, reconocido


por el mismo artículo 41 tanto para todos los habitantes como para las
autoridades.

Derecho humano al ambiente

López Alfonsín y Tambussi (2007) consideran que la conciencia de la íntima


relación entre los derechos humanos y el medio ambiente surge como
consecuencia de dos factores: por un lado, la profundización de los problemas
ambientales tanto en los países desarrollados como subdesarrollados y, por

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otro, la imposibilidad de ejercer libremente otros derechos humanos como


consecuencia de las condiciones ambientales desfavorables.

El derecho a un medio ambiente sano es en sí mismo un derecho humano


fundamental y, a su vez, constituye un presupuesto indispensable para el
disfrute y ejercicio de los demás derechos humanos.

"No se perciben las consecuencias de la degradación ambiental como


violaciones de derechos humanos" (CEDHA, 2002, p. 5). Ello tiene como
consecuencia que sus víctimas no se reconozcan como tales, quedando en una
absoluta indefensión; mientras que los grandes contaminadores quedan
impunes.

Las violaciones a derechos humanos originadas en problemas ambientales


revisten una extrema gravedad, ya que en la mayoría de los casos se trata de
conductas o actividades sistemáticas, que afectan a grupos de personas o
comunidades enteras, con continuidad en el tiempo y efectos que se multiplican
y trascienden su origen, vulnerando múltiples derechos humanos. Son, en
especial, los sectores más desposeídos y, por ende, más expuestos, quienes
soportan, casi sin oponer resistencia, las consecuencias de la degradación
ambiental. Esta falta de reacción es atribuible a diversas razones, tales como el
desconocimiento imperante en torno a las consecuencias de la problemática
ambiental; la escasa o nula información disponible sobre situaciones potenciales
o actualmente peligrosas, la no percepción de las víctimas de degradación
ambiental como víctimas de violaciones de derechos humanos y la di昀椀cultad de
acceder a la justicia.

En lo que respecta a los derechos humanos, se distinguen tres generaciones:

 1

los derechos de primera generación son fundamentalmente los derechos


civiles y políticos;

 2

los derechos de segunda generación conformados por los derechos económicos,


sociales y culturales;
 3
los derechos de tercera generación, que son los derechos colectivos o
intereses difusos, también llamados derechos de la solidaridad y derechos
de la humanidad. Entre estos últimos derechos encontramos el derecho a
la paz, a un medio ambiente sano, a la protección del patrimonio común
de la humanidad, a la protección de los usuarios y consumidores, a la
defensa de la competencia, entre otros

Cabe destacar que, en el último tiempo, varios doctrinarios consideran que el


derecho a un ambiente sano podría cali昀椀carse tanto como derecho humano de
tercera generación —en cuanto está basado en valores fundantes de la paz, la
solidaridad y la cooperación— como de cuarta generación —por velar no solo
por la defensa de las generaciones presentes, sino también futuras y perseguir
昀椀nes de calidad de vida— (Ca昀昀eratta, 2013). Una de las características de la

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problemática ambiental la constituye el con昀氀icto de intereses entre las


generaciones presentes y las futuras, en este sentido:

La conciliación entre crecimiento o desarrollo con las limitaciones de los


recursos y las aspiraciones —y derechos— de todos los habitantes a un
ambiente sano y equilibrado, teniendo en cuenta el compromiso con las futuras
generaciones (art. 41 CN) implica que la tutela ambiental no solo es un derecho
de incidencia colectiva en función del presente, sino que supone la obligación
de solidaridad generacional, de garantizar que aquellos que heredarán el
ambiente deben vivir en condiciones como mínimo iguales o mejores que las
presentes a 昀椀n de facilitar su desarrollo efectivo .

En cuanto al marco normativo constitucional, antes de la reforma de 1994, se


consideraba que el derecho a un medio ambiente sano estaba incluido entre los
derechos no enumerados o implícitos a los que se re昀椀ere el artículo 33 2. Luego,
en 1994, se han incorporado en la Constitución nacional los derechos de
incidencia colectiva dentro del capítulo segundo "Nuevos derechos y garantías".
En el artículo 41 expresamente se reconoce al medio ambiente sano como
presupuesto para el desarrollo humano, como derecho fundamental para la vida
del hombre.

Es muy importante destacar, que además del artículo 41, con la reforma de
1994 se ha dado jerarquía constitucional a los tratados de derechos humanos
enumerados en el artículo 75, inciso 223, lo cual ensancha enormemente el
marco normativo constitucional. Particularmente, el derecho humano al
ambiente fue incorporado en importantes instrumentos jurídicos
internacionales, ya sea de manera explícita como implícita. Explícitamente, en
el Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en
materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, conocido comúnmente
como Protocolo de San Salvador de 1988, se establece el derecho de toda
persona a vivir en un medio ambiente sano, y la obligación de los Estados de
proteger, preservar y mejorar el medio ambiente 4. De manera implícita, en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, o Pacto de San José de Costa
Rica, se reconoce en el artículo 4 inciso 1 el derecho a la vida, y en el artículo 5
inciso 1, el derecho a la integridad personal.

Orden público ambiental

Las leyes de orden público constituyen "aquella parte del orden jurídico que
asegura los 昀椀nes esenciales de la colectividad" (Garrone, 1993, p. 639). En otras
palabras, son aquellas normas jurídicas que no pueden ser dejadas de lado por
los particulares porque su 昀椀n es asegurar un mínimo de condiciones
indispensables para la normal convivencia. La consecuencia es, entonces, que
las leyes de orden público marcan el límite de la autonomía de la voluntad

En este sentido, el artículo 12 del Código Civil y Comercial señala que "las
convenciones particulares no pueden dejar sin efecto las leyes en cuya
observancia está interesado el orden público".

En lo que respecta a lo ambiental particularmente, como consecuencia de la


expansión de las actividades dañosas al ambiente, el orden jurídico ha

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comenzado a limitar los derechos individuales a través de este tipo de normas


que prevalecen sobre la voluntad de las partes

podemos decir que existe una relación doble entre los derechos humanos y el
medio ambiente. Por un lado, los problemas ambientales, agravados en los
últimos años, impiden el ejercicio y goce pleno de derechos humanos
preexistentes. Mientras que, por otro lado, el derecho al ambiente sano
constituye un derecho humano en sí mismo, íntimamente relacionado con el
derecho a la vida, a la integridad personal y a la salud.

Es importante percibir esta relación y tomar conciencia de que la degradación


ambiental constituye en sí misma una violación a los derechos humanos. Para
asegurar un mínimo de protección ambiental que no puede ser vulnerado por
los particulares es que se establecen las normas de orden público.

MODULO 2 – LECTURA 4

Participación ciudadana

Tomamos como punto de partida la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente


y el Desarrollo (CNUMAD) de 1992, que en sus principios recoge correctamente
la función del derecho a la información ambiental encuadrándolo en el contexto
de la participación. Destacamos el principio 10, que hace referencia a los
derechos de acceso: a la información, a la participación y a la justicia ambiental.

PRINCIPIO 10: El mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la


participación de todos los ciudadanos interesados, en el nivel que corresponda.
En el plano nacional, toda persona deberá tener acceso adecuado a la
información sobre el medio ambiente de que dispongan las autoridades
públicas, incluida la información sobre los materiales y las actividades que
encierran peligro en sus comunidades, así como la oportunidad de participar en
los procesos de adopción de decisiones. Los Estados deberán facilitar y
fomentar la sensibilización y la participación de la población poniendo la
información a disposición de todos. Deberá proporcionarse acceso efectivo a los
procedimientos judiciales y administrativos, entre éstos el resarcimiento de
daños y los recursos pertinentes.
Derecho a la información

El acceso a la información ambiental posee en sí misma una signi昀椀cativa


importancia: no solo permite tomar conocimiento sobre el estado del ambiente,
sino que también posibilita y dinamiza la participación ciudadana en materia
ambiental. Al mismo tiempo, el acceso a la información ambiental tiene una
doble faz de derecho-deber. Ya que, por un lado, signi昀椀ca el derecho que tienen
los ciudadanos de acceder (solicitar y obtener en tiempo y forma adecuada) a la
información pública que es administrada por el Estado o por particulares sobre
los que recae la obligación de informar. Por otro lado, el derecho a la
información supone el deber del Estado de producir, elaborar, organizar,
sistematizar y difundir la información.

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En otras palabras, podemos decir que la información pública se convierte en


una herramienta de contralor del poder público, a la par que equilibra la
asimetría de información que existe entre gobernantes y gobernados, los cuales
solo estando bien informados pueden tomar buenas decisiones y ejercer el
derecho a participar (Basterra, 2006). Por eso, el derecho de acceso a la
información pública funciona como un derecho (instrumento) necesario o
condicionante para el ejercicio pleno de otros derechos, como ser el derecho a
la salud, a la educación, al ambiente sano, a la libertad de expresión, al debido
proceso; y es una precondición para el ejercicio de la participación de los
derechos políticos y los derechos sociales (Basterra, 2006). En de昀椀nitiva, la
información es, para el derecho ambiental, un instrumento de gestión y una
prerrogativa esencial sin la cual el resto de los derechos se vuelven ilusorios.

El derecho a la información pública ambiental tiene en Argentina raigambre


constitucional, especialmente a través del artículo 41 1, el cual dispone en su
segundo párrafo: "Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a
la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio
natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación
ambientales". También se reconoce en instrumentos internacionales que poseen
rango constitucional (tratados de derechos humanos según el artículo 75 inc.
222 de la Constitución nacional) e importantes declaraciones que han
in昀氀uenciado el derecho interno de nuestro país; las principales son la
Declaración de Río, a través de su principio 10 (1992) y el Programa 21. A esto
se ha incorporado recientemente (marzo de 2018) el Acuerdo de Escazú, un
acuerdo regional especí昀椀co en materia de acceso a la información, participación
y acceso a la justicia ambiental.

En el plano legal, lo primero que debemos abordar son las leyes de


presupuestos mínimos ambientales, leyes especiales, que surgen de la
delegación de competencia legislativa al Gobierno federal efectuada por las
provincias según el tercer párrafo del artículo 41 de nuestra ley suprema. Estas
normas, según la Constitución nacional y la Ley General del Ambiente N.º
25675, tienen una jerarquía vertical especial, no pudiendo ser desconocidas por
ninguna esfera provincial ni municipal, extendiendo también su obligatoriedad
de modo horizontal hacia el resto de las leyes, como así también al accionar de
todas las autoridades de cada nivel de gobierno.
A la fecha, Argentina ha sancionado once leyes de presupuestos mínimos, entre
ellas la Ley General del Ambiente N.º 25675, la más importante de todas, y
particularmente la ley de presupuestos mínimos N.º 2583. La Ley General del
Ambiente aborda el derecho de acceder a la información pública ambiental en
sus artículos 16 a 18, remarcando la obligatoriedad de proporcionar la
información en manos de actores públicos y privados, la necesaria existencia de
un mecanismo de solicitud de información pública, la creación de un sistema de
información ambiental y la obligación del Poder Ejecutivo Nacional de elaborar
un informe ambiental anual para ser presentado en el Congreso Nacional.
Por su parte, la ley de presupuestos mínimos que regula el régimen de libre
acceso a la información pública ambiental N.º 25831 fue sancionada en el año
2003 y amplía los artículos de la Ley N.º 25675. De昀椀ne la información pública
ambiental en su segundo artículo como "toda aquella información, en cualquier
forma de expresión o soporte, relacionada con el ambiente, los recursos
naturales o culturales y el desarrollo sustentable […]". Con respecto a la
legitimación para solicitar información, es amplia y gratuita, y establece que los

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sujetos obligados son todas las autoridades públicas de cualquier esfera del
Gobierno nacional, provincial o municipal, así como privados prestatarios de
servicios públicos7. A pesar de lo anterior, es importante destacar que el artículo
7 enumera un elenco de excepciones basado principalmente en la protección de
la defensa, secretos comerciales, industriales o cientí昀椀cos, con昀椀dencialidad
dispuesta por ley o vinculada a datos personales, o cuando la solicitud es
imprecisa, debiendo ser fundada dicha negativa.
Sobre las condiciones de ese acceso a la información, el artículo 3 9 de la ley
expresa que será libre y gratuito, siendo exceptuados solamente los gastos
vinculados con los recursos utilizados para la entrega de la información
solicitada, siempre y cuando estos no impliquen un menoscabo para el ejercicio
del derecho de acceder a la información. Además, no es necesario acreditar
razones ni interés determinado, solo se debe presentar la solicitud formal ante
quien corresponda, donde conste la información requerida y la identi昀椀cación del
solicitante.

Pasando el nivel constitucional y el de presupuestos mínimos, nos encontramos


con la regulación propia de cada esfera del Gobierno federal, provincial, de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, municipal o comunal. Al ser el acceso a la
información una temática de predominante orden administrativo, cada ámbito
legisla sus propios mecanismos de acceso, siempre debiendo respetar el marco
normativo comentado

A nivel federal, nos encontramos con la Ley nacional N.º 27275, sancionada en
el año 2016. Su estructura presenta, en primer lugar, un título preliminar, el cual
expone los objetivos de la ley y sus principios. Continúa luego con el título
primero, dedicado al mecanismo de acceso a la información pública, el cual
contiene de昀椀niciones necesarias para la aplicación del régimen. Establece una
legitimación activa amplia; gratuidad, salvo gastos de reproducción; obligación
de entregar la información en el estado en el que se encuentre y en formatos
digitales abiertos; sujetos obligados, incluyendo a todas las estructuras de los
tres poderes del Gobierno federal, sumando también concesionarios, institutos,
cooperativas, 昀椀deicomisos y otros sujetos privados vinculados al Estado, así
como algunas personas públicas no estatales. El régimen continúa detallando
las excepciones para la entrega de información; la tramitación del pedido; los
requisitos para la denegatoria total o parcial, y las alternativas en caso de
denegatoria injusti昀椀cada o silencio, pudiendo acudir a una vía judicial (amparo)
o a un mecanismo de reclamo ante la Agencia de Acceso a la Información
Pública (Roth, Strauss y Vera, 2018). El título II está destinado a las medidas de
transparencia activa, detallando en un listado el conjunto de datos que cada
repartición está obligada a hacer público y sus excepciones. Finalmente,
culmina con un título III, el cual posee disposiciones transitorias.
Participación ciudadana

Cuando nos referimos a la gestión ambiental, generalmente la asociamos con lo


que se hace desde las instituciones del Gobierno en relación con los temas
ambientales, sin pensar en lo que hacemos los ciudadanos al respecto. En este
sentido, en los últimos años se desarrollaron gran cantidad de encuentros y
convenciones internacionales y nacionales que llevaron a la sanción de leyes y
la formulación de políticas ambientales, pero se señala que no tuvieron el éxito
esperado. La causa de este fracaso se encuentra en que dichas políticas, al
haberse construido en esas "esferas lejanas", no pueden implementarse de

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manera sostenida en una sociedad que no participó en su construcción, en la


que no se tuvo en cuenta las características de los modos de vida de los
pobladores locales, sus intereses, su cultura.

En esta línea, en concordancia con lo expresado anteriormente, la información,


la educación y la descentralización de la gestión ambiental son fundamentales
para el fortalecimiento de las capacidades de gestión y participación de la
sociedad (Morales Lamberti, 2005). Valls (2016) expresa que es conveniente y
hasta necesario que el individuo administre junto con sus semejantes el
ambiente compartido. En otras palabras, "la gestión ambiental y de los recursos
naturales requiere de oportunidades o espacios para la participación de la
comunidad en el proceso de toma de decisiones públicas"

La Ley General del Ambiente (N.º 25675), entre los objetivos de la política
ambiental nacional, enumera el de "fomentar la participación social en los
procesos de toma de decisiones". Luego le dedica un título denominado
"Participación ciudadana" en el que especi昀椀ca normas de presupuestos mínimos
en tres artículos. El primero de ellos declara que toda persona tiene derecho a
opinar en procedimientos administrativos que se relacionen con la preservación
y protección del ambiente, ya sean de incidencia general o particular.
Además, y como contrapartida de este derecho, impone a las autoridades el
deber de "institucionalizar procedimientos de consultas o audiencias públicas
como instancias obligatorias para la autorización de aquellas actividades que
puedan generar efectos negativos y signi昀椀cativos en el ambiente" 13. Es muy
importante destacar los efectos de las opiniones u objeciones de los
participantes, ya que no serán vinculantes para las autoridades, "pero en caso
de que estas presenten opinión contraria a los resultados alcanzados en la
audiencia o consulta púbica deberán fundamentarla y hacerla pública".
Por su parte, el artículo 21 especi昀椀ca que "La participación ciudadana deberá
asegurarse, principalmente, en los procedimientos de evaluación de impacto
ambiental y en los planes y programas de ordenamiento ambiental del territorio,
en particular, en las etapas de plani昀椀cación y evaluación de resultados"
Como surge de la normativa, entre los instrumentos más relevantes de
participación pública, resaltan las audiencias públicas, que al decir de Morales
Lamberti (2005, p. 169) "constituyen mecanismos de encuentro y debate entre
ciudadanos (individuos, grupos, sectores representativos y organizaciones no
gubernamentales) y los representantes de organismos con responsabilidad de
tomar decisiones (nacionales, provinciales y municipales)".
¿Por qué es importante este derecho de acceder a la información ambiental?
¿Cómo impacta este en la participación ciudadana?

Coincidimos con Vera (2014) al considerar que acceder a la información y


participar en los temas públicos son las únicas maneras de vivir en una real
democracia ambiental. En otras palabras, se constituyen en elementos
fundamentales tanto para la formulación de políticas (preventivas) como para la
solución de con昀氀ictos derivados de impactos negativos sobre el ambiente.
Debemos constituirnos en parte activa de las decisiones que afectan nuestro
destino común.

No queremos dejar de aclarar que el derecho de acceso a la información en


materia ambiental tiene una naturaleza instrumental como también autónoma o
sustancial. En este sentido, a lo largo del recorrido, se a昀椀rmó que la información

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ambiental constituye un presupuesto de los mecanismos de participación; pero


también se lo interpreta como derecho subjetivo autónomo. Ya que se trata de
un derecho oponible al Estado, quien tiene la obligación de recolectar la
información ambiental y procesarla para suministrarla y difundirla públicamente

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