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Apreciación cinematográfica
Adolfo León Cardona
Antes de la aparición del cine, propiamente dicho, surgieron ciertos aparatos que ya
vislumbraban los principios y fundamentos sobre los cuales se edificaría el “séptimo arte”.
Posteriormente, en el año 1893, Thomas Alba Edison presentó el “Cinetoscopio”. Este fue
el precursor de moderno proyector de películas; introdujo el enfoque básico que se
convertiría en el estándar para todas las proyecciones cinematográficas antes del
advenimiento del vídeo, al crear la ilusión de movimiento transportando una tira de película
perforada con imágenes secuenciales sobre una fuente de luz con un obturador de alta
velocidad.
Fue, entonces, el cinematógrafo el que abrió paso al cine como tal. Félix Mesguich, Albert
Promio y Francis Doublier fueron los primeros camarógrafos y proyeccionistas del mundo.
Poco después, el mago e ilusionista George Méliès empezó a seguir el camino de los
hermanos Lumière. Méliès encauzó su producción por el rumbo de la nueva magia y de la
fantasía, valiéndose del cine como un instrumento de prestidigitación. Méliès descubrió e
intuyó casi todos los trucajes del cine moderno: las apariciones, los objetos que se mueven
solos, los personajes voladores, las sobre impresiones, los encadenados, los fundidos y los
fotogramas coloreados a mano.
Los hermanos Lumière fueron los primeros documentalistas, pero Méliès fue el primer
cinematografista. Los primeros no hicieron más que filmar sencillas escenas de la vida
diaria, del modo más espontáneo; pero el segundo opuso la elaboración artificiosa del
estudio y el trucaje del ilusionista. Así surgieron los dos polos antitéticos del cine: la
realidad y la fantasía.
Por ello, aunque en principio veamos imágenes de forma independiente, tras presentarse de
modo sucesivo, éstas nos otorgarán una sensación de continuidad. Por lo tanto, el cine
aprovechará el efecto de la persistencia retiniana para crear una sensación ficticia de
movimiento donde realmente se observan imágenes estáticas.
Esto se ha intentado demostrar de diversas maneras, utilizando muchos efectos ópticos que
recrean los supuestos motivos que nos causan la impresión de apreciar una imagen de forma
continua. Uno de ellos es el taumátropo, un disco con dos imágenes, una en cada cara, que al
girarlo rápidamente nos hace ver una única instantánea.