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Samir Otero Carvajal – 1831303

Apreciación cinematográfica
Adolfo León Cardona

Precursores del cine

Antes de la aparición del cine, propiamente dicho, surgieron ciertos aparatos que ya
vislumbraban los principios y fundamentos sobre los cuales se edificaría el “séptimo arte”.

El primero de esta serie de invenciones se llamó “Fenaquistiscopio” y fue desarrollado por


el físico belga Joseph Plateau en el año 1832, tras 4 años de experimentos. Fue un juguete
óptico que permitía reproducir el movimiento de una imagen mediante el principio de la
persistencia retiniana (o persistencia de la visión). Este aparato se compone de dos discos
de cartón, sujetos a un mismo eje y separados por una distancia de 2.5 cms. El disco
delantero, pintado de negro, posee una serie de ranuras equidistantes que coinciden con las
figuras dibujadas sobre un fondo blanco en el otro disco. El aparato se hace girar con
rapidez y el espectador obtiene la sensación de ver imágenes en movimiento. La separación
entre las rendijas hace la función de obturador de forma que la imagen retenida en el
cerebro puede unirse con la imagen siguiente del disco, dando sensación de movimiento
cuando el cartón gira a una velocidad adecuada.

Posteriormente, en el año 1893, Thomas Alba Edison presentó el “Cinetoscopio”. Este fue
el precursor de moderno proyector de películas; introdujo el enfoque básico que se
convertiría en el estándar para todas las proyecciones cinematográficas antes del
advenimiento del vídeo, al crear la ilusión de movimiento transportando una tira de película
perforada con imágenes secuenciales sobre una fuente de luz con un obturador de alta
velocidad.

Luego, en el año 1895, los hermanos Aguste y Luis Lumière presentaron su


“Cinematógrafo”. Fue la primera máquina capaz de filmar y proyectar imágenes en
movimiento. Aunque es muy similar al cinetoscopio de Edison, el cinematógrafo cuenta
con un sistema de accionamiento con garfios, basado en el mecanismo de las máquinas de
coser, que inmoviliza por unos instantes la imagen delante de la ventanilla de proyección y
hace que la película avance intermitentemente.

Fue, entonces, el cinematógrafo el que abrió paso al cine como tal. Félix Mesguich, Albert
Promio y Francis Doublier fueron los primeros camarógrafos y proyeccionistas del mundo.

Poco después, el mago e ilusionista George Méliès empezó a seguir el camino de los
hermanos Lumière. Méliès encauzó su producción por el rumbo de la nueva magia y de la
fantasía, valiéndose del cine como un instrumento de prestidigitación. Méliès descubrió e
intuyó casi todos los trucajes del cine moderno: las apariciones, los objetos que se mueven
solos, los personajes voladores, las sobre impresiones, los encadenados, los fundidos y los
fotogramas coloreados a mano.
Los hermanos Lumière fueron los primeros documentalistas, pero Méliès fue el primer
cinematografista. Los primeros no hicieron más que filmar sencillas escenas de la vida
diaria, del modo más espontáneo; pero el segundo opuso la elaboración artificiosa del
estudio y el trucaje del ilusionista. Así surgieron los dos polos antitéticos del cine: la
realidad y la fantasía.

Persistencia retiniana – Persistencia de la visión

La persistencia retiniana es el fenómeno causante de apreciemos adecuadamente el


movimiento en los diferentes productos audiovisuales. Según esta teoría, las imágenes que
vemos permanecen en nuestra retina una décima de segundo antes de desaparecer por
completo. Esto permitiría que veamos la realidad como una secuencia de imágenes
ininterrumpidas y que podamos calcular fácilmente la velocidad y dirección de un objeto
que se desplaza. Si no existiese, veríamos pasar la realidad como sucesión de imágenes
independientes y estáticas.

Por ello, aunque en principio veamos imágenes de forma independiente, tras presentarse de
modo sucesivo, éstas nos otorgarán una sensación de continuidad. Por lo tanto, el cine
aprovechará el efecto de la persistencia retiniana para crear una sensación ficticia de
movimiento donde realmente se observan imágenes estáticas.

Esto se ha intentado demostrar de diversas maneras, utilizando muchos efectos ópticos que
recrean los supuestos motivos que nos causan la impresión de apreciar una imagen de forma
continua. Uno de ellos es el taumátropo, un disco con dos imágenes, una en cada cara, que al
girarlo rápidamente nos hace ver una única instantánea.

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