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El origen de la Educación Artística en Occidente

La cultura occidental tuvo su origen en Grecia, y sus grandes filósofos, Platón y Aristóteles,
no sólo escribieron sobre educación sino también sobre el lugar que ocupan las artes dentro
de ella; en consecuencia, aquí es donde debe comenzar la historia de la educación artística.

En el intervalo posterior seremos testigos del auge y la caída de Roma, de la Europa


medieval, del Renacimiento italiano, del descubrí miento y la conquista del Nuevo Mundo,
y de la fundación de los Estados Unidos.

 La educación artística en la época clásica

Se consideraba que las artes eran ocupaciones poco dignas, impropias de los hijos de las
mejores familias. La pintura y la escultura eran consideradas ocupaciones inferiores,
comparables al trabajo común, y por lo tanto sólo tenían un papel menor en la educación
formal de la progenie de los aristócratas.

Aquellos que se ganaban la vida como alfareros, tejedores, pintores o grabadores aprendían
sus oficios en los talleres familiares, donde el padre transmitía sus habilidades a los hijos.
En ocasiones se introducían personas ajenas a la familia como aprendices. En la última
época del Imperio Romano, el emperador promovía el estudio de la arquitectura con la
concesión de un estipendio a los estudiantes de mayor talento, gracias a lo cual la carrera
adquirió un estatus algo más elevado.

La cultura helenística se puso de moda en Roma hacía el 200 a. de C., y la posesión de


objetos de arte de alta calidad convertía a sus propietarios en hombres refinados y cultos;
sin embargo, el autor de tales objetos siguió siendo un mero artesano.

La educación en Esparta

En el 800 a. de C. acudían a Esparta los artistas, los poetas y los músicos de los extremos
más alejados de Grecia en busca del reconocimiento y el éxito. Pero hacia el 550 a de C. ya
no patrocinaba las artes, sólo cultivaba el arte de la guerra.

Tras dos guerras en las que la ciudad-Estado se vio atrapada en una lucha a vida o muerte
contra los mesemos. Cuando Esparta se alzó con la victoria, su clase gobernante se
convirtió en una aristocracia militar terrateniente y la gente bajo su gobierno se vio
reducida al estatus de una servidumbre campesina, de cuyo trabajo dependía la subsistencia
material de los espartanos. Esparta se había convertido en un Estado militar gobernado por
ciudadanos-soldados profesionales. Mientras que las artes y todo lo que pudiera contribuir
embellecer la vida era dejado a un lado.

A la edad de siete años comenzaba la instrucción estatal, o agogé, que duraba trece años.
Entre los siete y los once años de edad los niños vivían en casa y asistían a clases para
practicar juegos y entrenarse físicamente. Entre los doce y los quince años de edad
abandonaban su casa y entraban en lo que venía a ser un internado espartano, donde se les
imponía un tratamiento aún más duro, tras el cual recibían cuatro años de instrucción
militar formal. Terminada su instrucción, los nuevos soldados comenzaban a servir al
Estado.

También se les enseñaba algo de lectura y escritura, así como los poemas de Tyrtaeus, las
canciones nacionales, y también música y danza en la medida en que indujeran al espíritu
marcial. Las matemáticas eran ignoradas porque estaban relacionadas con el comercio, y la
enseñanza de la retórica estaba prohibida. El arte no estaba prohibido en la educación, pero
era empleado como un medio para alcanzar un fin. El amor por lo bello hubiera sido
impensable.

Diferencias entre Atenas y Esparta


La mayoría de los atenienses se ganaban la vida por medio de la artesanía y el comercio, y
a pesar de las diferencias que pudieran existir en relación con la riqueza y el prestigio, eran
iguales ante la ley.

Tanto la religión como la Constitución que servía de base al Gobierno según leyes, así
como los festivales, el teatro y las obras de los artistas atenienses, reforzaban, cada uno a su
manera, los mismos valores y tendencias culturales; cada uno contribuía a un mismo
modelo de vida comunal: la polis.

La educación en Atenas

A efectos de cuidar las antiguas tradiciones permitiera ocupar el lugar de la vieja


aristocracia. Surgió una nueva concepción de la educación cuyo objetivo era «la buena
vida», que se basaba en el desarrollo completo de la personalidad, incluidos sus aspectos
físicos, intelectuales, estéticos y morales. El modelo educativo reflejaba un cuidadoso
equilibrio entre la gimnasia y la música (mousike: cualquiera de las artes y las ciencias que
se hallaban bajo el dominio de las musas). La gimnasia era la educación de la fuerza y la
gracia del cuerpo, mientras que la música lo era del alma.

El Estado no proporcionaba las escuelas sino que estipulaba las condiciones que se debían
cumplir para abrir escuelas privadas, entre las cuales estaban los horarios de apertura y
cierre, así como los medios para garantizar la seguridad y la supervisión moral.

Buena parte de la educación griega giraba alrededor del aprendizaje de las obras de los
grandes poetas, y la música que acompañaba al texto proporcionaba el ritmo y la atmósfera
necesarios para darle carácter.

El dibujo en la Grecia helenística

Las primeras clases de dibujo tuvieron lugar en Sición, en el siglo IV a. de C, gracias a la


influencia de Panfilo, uno de los maestros de Apeles, y desde allí se extendió al conjunto de
Grecia.

Aristóteles las clasificó como una asignatura extra que los alumnos añadían a su currículo
normal de literatura, gimnasia y música, pero un siglo más tarde el profesor de dibujo
aparecía como un miembro regular del personal educativo.

Se cree que los niños aprendían a dibujar con el carbón y a pintar sobre una tabla de madera
de boj, y que la actividad principal consistía en dibujar modelos del natural.

La educación artística en la República de Platón

Platón se interesó por las artes en la medida en que formaban parte integral de la educación
adecuada para los gobernantes aptos.

A lo largo de toda La República, Platón sostiene que el arte supremo es el arte de gobernar,
y concibe al estadista a la vez como un educador y como un legislador. Señala que escuchar
poesía y contemplar bellas esculturas y obras arquitectónicas se hallan entre los mayores
placeres que tienen a su alcance los ciudadanos, pero que tal placer no es un test suficiente
para valorar la eficacia del arte.

Para Platón, la realidad última debía buscarse en las «formas ideales», que son eternas y
sólo pueden ser aprehendidas a través de la educación del poder de la razón. Las imágenes
que aparecen en las pinturas son, entonces, «imitaciones de imitaciones», y al estar
separadas por dos grados del ideal proporcionan un conocimiento menos fiable. Por lo
tanto, todas las pinturas son engañosas como fuentes de conocimiento, pues no nos dicen
toda la verdad, y por extensión todo arte está sujeto a error, incluso el arte de grandes
poetas como Homero. Así pues, las artes son metafísicamente sospechosas como modos de
conocimiento.
Las artes se hallaban bajo sospecha porque eran imitaciones de imitaciones. Esto era tan
cierto en el caso de las estatuas y las pinturas como en el de la poesía. Una segunda
preocupación era el peligro que representaban para el decoro público. Sólo una de las artes,
la música, escapaba a esta sanción; como no imitaba a la naturaleza sino a las virtudes
mismas, se la consideraba más próxima a las «formas ideales». Por este motivo se atribuyó
a la música un lugar más elevado en la educación del que se atribuía a las otras artes. De
todas formas, no defendía la eliminación de las artes de la educación.

El arte y la Política en La Política de Aristóteles

Para Aristóteles no existía ningún mundo separado de las formas. Todas las cosas de la
naturaleza encarnan ciertos «universales», que pueden ser conocidos directamente a través
de los sentidos. Rechazaba la idea de Platón de que la poesía y las otras artes eran inferiores
como fuentes de conocimiento, pues al presentar los universales de la experiencia el poeta
se centra en el aspecto realmente importante del conocimiento.

El artista era una persona hábil en la realización de imitaciones. El adiestramiento artístico


va más allá del simple dominio del medio: los artistas también deben conocer lo que son las
causas y los efectos en la naturaleza y los motivos y las consecuencias en las acciones
humanas.

Aristóteles consideraba que la música y la poesía eran esencialmente educativas en un


sentido moral; es más, no limitaba su papel educativo a la enseñanza de los jóvenes sino
que lo extendía también a la cultura de los ciudadanos maduros.

En la Política, Aristóteles distinguió cuatro ramas en la enseñanza, a saber, la lectura y la


escritura, los ejercicios gimnásticos, la música, y en ocasiones el dibujo. La lectura, la
escritura y el dibujo se justifican por su utilidad en la vida; el entrenamiento gimnástico por
su capacidad de infundir coraje.

Pensaba que el ocio es aquello que hacemos por la satisfacción intrínseca que produce, y en
lo que podemos encontrar la mayor de las felicidades. Tal es la naturaleza de la música,
pues se trata de una actividad intelectual que se valora por sí misma.

La música merece ser practicada «por el mero placer», como un goce intelectual. Pero el
verdadero fin de tal educación es la virtud. El goce y el juicio pueden limitarse en un primer
nivel a la estética de la propia música, pero en un nivel superior son el goce y el juicio de
«los admirables rasgos de carácter y las nobles acciones que la música sea capaz de
representar» los que le dan su importancia educativa.

La decadencia de la música y la Gimnasia en la época Helenística

La música y la gimnasia habían perdido su estatus como medios para la educación de los
jóvenes; de este modo, cuando la educación helenística pasó a Roma, habían dejado de ser
elementos importantes del currículo.

Las artes en la educación Romana

En la época de Cicerón, un romano bien educado era alguien que tenía una formación
griega. La tradición aristocrática de coleccionar obras de arte que antes reconocíamos entre
los griegos en la época helenística también se introdujo en la sociedad romana. En realidad,
había muchos escultores en Roma que se ganaban la vida haciendo copias de las estatuas
griegas.

En el siglo III d. de C, Plotino, el fundador de la tradición neoplatónica, desarrolló una


filosofía de la belleza basada en la concepción platónica de la inspiración. Según Plotino, el
artista inspirado es capaz de encarnar las formas platónicas en los materiales de este mundo
gracias a un poder que le confiere la actividad de su alma.
La belleza pasó a definirse como la encarnación de las formas ideales, y era vista como
algo más que una fuente de placer, también constituía una forma de aprehensión intelectual,
pues el arte hace que las formas sean accesibles a los sentidos.

 La enseñanza de las artes durante la Edad Media

Tras la caída de Roma, la actividad secular en el campo de las artes visuales quedó
virtualmente paralizada, al igual que el comercio y la comunicación. El mecenazgo de los
artistas, los músicos y los poetas llegó virtualmente a su fin. Con la extensión del caos
económico, los talleres de los artesanos fueron desapareciendo gradualmente.

Con el auge del sistema feudal, Europa se convirtió en un mosaico de feudos hereditarios,
cada uno de los cuales constituía una entidad económica autosuficiente, incluidas las
comunidades monásticas enmarcadas dentro de la Iglesia. Cada feudo disponía de talleres
para elaborar los utensilios necesarios para la vida diaria.

La Iglesia se esforzó activamente por eliminar todos los vestigios de la cultura pagana.
Tanto las artes como la propia enseñanza entraron en un período de decadencia. Sin
embargo, algunos elementos de la cultura pagana fueron conservados por los monjes y los
escribas, muchos de los cuales habían sido educados en la tradición clásica.

Las artes y las ciencias, así como todo pensamiento y acción, emanaban de la misma
concepción religiosa del mundo, según la cual el significado de todas las cosas quedaba
expresado y explicado en términos del mundo por venir.

La clave para comprender la sociedad medieval es la tierra. La tierra le había sido entregada
al hombre por Dios, para que pudiera trabajar por su salvación eterna. El trabajo estaba
siempre directa o indirectamente relacionado con las labores del campo, que era al mismo
tiempo una forma de penitencia y una forma de ennoblecer la vida. Los monjes de los
monasterios eran principalmente reclutados entre las clases aristocráticas, y, no era
infrecuente que el hijo de un noble, que «de otro modo no habría manejado nunca un
pincel, un cincel o una paleta, entrara en contacto directo con las artes».

Las escuelas monásticas, los scriptoria y los talleres

EI descenso en los niveles de alfabetización hizo necesario un mayor uso de las artes para
guiar a los creyentes hacia Dios. Hacía la época del papa Gregorio el Grande, se podían
usar pinturas y estatuas para ilustrar las enseñanzas de la fe, aunque Gregorio advirtió que
no se debían adorar las imágenes en sí mismas, sino que debían emplearse para guiar el
alma hacia Dios. Ello promovió un uso más extendido de las artes como medio para
propagar la fe. El fin que perseguían las primeras escuelas monásticas coincidía con el fin
último de la vida monástica: la salvación de las almas.

Benito estableció una serie de reglas para guiar la vida en el monasterio, conocidas como la
Regla Benedictina. La regla 43 declaraba que la ociosidad es el mayor enemigo del alma,
por lo cual todos los monjes deben mantenerse ocupados en todo momento, sea en labores
manuales o en lecturas sagradas. Los monjes se convirtieron en hábiles artesanos de la
madera, el cuero, los metales preciosos y el vidrio. Se convirtieron en granjeros y
transmitieron información a los campesinos sobre cuestiones agrícolas. En los conventos
para mujeres había estipulaciones parecidas en relación con las labores manuales, como
tejer ropa y bordar. El deber de lectura hizo que en las bibliotecas del monasterio se
conservaran colecciones de manuscritos y que se realizaran copias para el intercambio con
otros monasterios.

En las primeras escuelas monásticas el contenido educativo era muy rudimentario y se


dirigía únicamente a la preparación de los monjes para los deberes esenciales de la vida
monástica. Se exigía a los novicios que aprendieran a leer para que pudieran estudiar los
textos sagrados, a escribir para que pudieran copiar los manuscritos, a cantar para que
pudieran tomar parte en las actividades litúrgicas diarias, y la aritmética necesaria para
calcular la fecha de las celebraciones religiosas. La escuela monástica era la única
institución educativa que operaba a principios de la Edad Media, y aunque su función
principal era preparar a los monjes, también admitía a algunos jóvenes, que en la mayoría
de los casos eran los hijos de los nobles.

Había muchos artesanos distintos implicados en la elaboración de un libro. El primero era


el escriba, que trazaba las letras negras del texto. Más adelante venía el pintor, que no sólo
era un experto dibujante sino que debía saber cómo preparar el mordiente, aplicar una capa
dorada y darle brillo. Luego llegaba el encuadernador. Al principio, las ilustraciones
estaban limitadas a las letras mayúsculas.

Algunos monasterios habían comenzado a desarrollar sofisticados talleres que merecen el


nombre de escuelas de arte monásticas. En numerosos monasterios —como por ejemplo en
Fulda y Hildesheim— se abrieron talleres de artesanía destinados principalmente a fines
educativos, los cuales proporcionaban un flujo constante de artistas jóvenes a los
monasterios y catedrales, así como a las casas feudales y las cortes.

En la baja Edad Media habían aparecido los gremios artesanales para los diversos oficios,
que pasaron a ocupar una parte importante del panorama educativo. Tales organizaciones
operaban bajo licencias otorgadas por autoridades civiles o eclesiásticas; a cambio de tal
reconocimiento, se encargaban de imprimir una rigurosa disciplina y mantener el control
entre sus miembros.

El sistema de aprendizaje

La función latente del gremio era controlar la oferta profesional a través de una drástica
limitación del número de aprendices que podían acceder a la formación y de aquellos que
podían impartirla, pues tomar aprendices era un privilegio que correspondía únicamente a
los maestros. Por lo común, los aprendices iniciaban su período de aprendizaje a la edad de
trece o catorce años. En algunos casos, la familia debía pagar al maestro por sus
enseñanzas, aunque en otros casos los aprendices percibían una paga. Un aprendiz con
talento tenía muchas más probabilidades de recibir una retribución por sus servicios en
Italia que en el norte de Europa. Tras un período de cinco o seis años, el aprendiz recibía
habitualmente un certificado, y tras pasar un test oficial, que a menudo incluía la
elaboración de una «pieza maestra», estaba en condiciones de obtener el rango de maestro.
Un maestro podía abrir su propio taller y tomar aprendices.

A lo largo de este período de intenso adiestramiento técnico, el joven aprendiz debía acatar
las estrictas normas del gremio local. Tales normas estaban relacionadas con la
preservación de los secretos del oficio; también limitaban el derecho del aprendiz a vender
objetos de su propia elaboración.

La enseñanza se realizaba a través de la imitación del maestro o de los asistentes, y el


resultado se juzgaba en términos de la exactitud de la imitación. El sistema no estaba
pensado para estimular la originalidad artística sino más bien para asegurar la transmisión
de un alto nivel de calidad artesanal, y en este sentido cumplía muy bien su función.

Tratados de Taller

Durante la Edad Media algunos artesanos escribieron tratados sobre los problemas
relacionados con la producción artesanal de objetos.

Una serie de prescripciones para la «elaboración» de las obras o bien en una serie de
modelos a seguir.

 La enseñanza de las artes visuales durante el Renacimiento


La separación de las bellas artes respecto de la artesanía iba a tener profundas
consecuencias para la enseñanza del arte.

El humanismo renacentista

Los humanistas se centraban en el estudio de la literatura de la antigüedad, incluida la


historia, la filosofía y la poesía. Desarrollaron la práctica de acudir a los documentos
originales de las fuentes clásicas y bíblicas. Por encima de todo, los humanistas difundieron
el ideal de que la educación general, en y por sí misma, era valiosa para todo el mundo, y
que no debería estar limitada a los clérigos o a los médicos.

La educación humanística triunfó gracias al establecimiento de nuevas escuelas que


supieron atraerse mejor a los jóvenes que las escuelas monásticas o catedralicias de épocas
anteriores. Estas nuevas escuelas se preocupaban especialmente por la recuperación de la
herencia intelectual clásica. El resultado fue un nuevo modelo de escuela secundaria que
habría de dominar la educación europea durante varios siglos.

Las escuelas de los humanistas se distinguían de sus predecesoras medievales por su mayor
uso de los textos impresos, en lugar de las lecturas propias de las escuelas anteriores. Los
estudiantes aprendieron a apreciar la belleza de la literatura, la arquitectura, la poesía y el
teatro del pasado. Por primera vez se dio importancia a la educación estética, un elemento
completamente ausente de la educación medieval.

La cultura neoplatónica y su influencia sobre las artes

En el último tercio del siglo XV, un reducido círculo de humanistas se reunieron en


Florencia bajo el patrocinio de Cosimo y más delante de Lorenzo de Medici. Interpretaron
de las doctrinas platónicas sobre el amor y la belleza, altamente alegórica como todos sus
comentarios sobre textos clásicos, tendría una influencia especial sobre las artes y su valor
dentro de la experiencia humana.

Éstos contribuyeron a abrir el camino hacia la aceptación del artista como un miembro de la
élite cultural, a diferencia de la concepción medieval del artista como mero artesano
cualificado. Ahora se le veía como un individuo con unas dotes únicas para participar en
labores creativas cuasidivinas.

La teoría del Arte renacentista

Tres de los principios de Alberti reflejan claramente las enseñanzas de los humanistas: 1.
Una pintura debe evocar una sensación de realismo espacial e histórico gracias a una
combinación de la perspectiva y de un sistema de proporciones y escalas basados en la
figura humana. 2. Una pintura debe tener una istoria, o tema, una situación dramática o
episodio histórico tomado de la literatura clásica o de la Biblia. 3. El tema escogido debe
representarse por medio de un uso adecuado del color, la luz, la proporción y la
composición, de modo que transmita al espectador un drama vivo y plástico capaz de
edificarlo, aterrorizarlo, deleitarlo o instruirlo.

El propósito de la obra se alcanza cuando despierta en el espectador la adecuada intuición


moral o religiosa. Las obras que alcanzan este objetivo encarnan la verdadera concepción
humanística del arte.

La educación artística renacentista

Se cuestionara la validez de una educación artística controlada exclusivamente por los


gremios. El taller no podía ofrecer a los maestros potenciales la educación humanista tan
necesaria para la formación integral del artista.

Tras el éxito de figuras como Leonardo o Miguel Ángel, los artistas se preocuparon más
por expresar su visión personal y buscaron la libertad de escoger a sus patrones igual como
hacían los humanistas, los cuales podían moverse de una ciudad a otra y de una corte a otra.
El hecho de que el artista hubiera terminado por ocupar una posición respetable en las
cortes de los príncipes y los papas aumentaba la necesidad de una concepción más amplia
de la educación artística que la que podía ofrecer el sistema medieval.

Tanto Leonardo como Miguel Ángel exhibieron una activa curiosidad científica, y ambos
lograron imprimir el sello único de su personalidad a sus obras. No fueron únicamente
reconocidos como unos maestros dotados de unas habilidades superlativas, sino como
genios cuyo talento tenía un origen divino. Tan pronto como el arte comenzó a ser visto
desde esta perspectiva, todo el programa educativo de los gremios, con su sumisión servil al
maestro local, se vio en peligro.

Resultado de ello fueron las academias, donde los profesores y los alumnos podían
desarrollar y compartir el conocimiento de la teoría y la filosofía de la práctica artística,
basada en la búsqueda del saber artístico universal.

Las primeras academias renacentistas consistían más bien en grupos de artistas de edades
diversas, algunos neófitos y otros artistas consumados, que se reunían para dibujar o para
contemplar las demostraciones que hacían otros de técnicas o principios novedosos, o bien
para discutir teorías del arte y otras tendencias culturales de carácter general. Se trataba de
círculos filosóficos informales reunidos bajo los auspicios de un mecenas importante o tal
vez un príncipe de la Iglesia. El currículo, si podemos llamarlo así, consistía en una serie de
teorías desarrolladas por los propios artistas contemporáneos, relacionadas con la
fundamentación matemática de las artes, la anatomía o la investigación humanística de la
antigüedad.

Las ideas de Leonardo acerca de la enseñanza del arte se encuentran en su tratado sobre la
pintura. “Primero de todo, copiar dibujos realizados por un buen maestro a partir de la
naturaleza y no como ejercicios; luego, copiar a partir de un relieve, teniendo cerca un
dibujo realizado a partir del mismo relieve; luego a partir de un buen modelo; y todo esto
debería servir como práctica”.

Más tarde, las academias privadas se convirtieron en algo común en Italia hacia finales del
siglo XVI y principios del XVII. Su existencia se puede considerar una evidencia de que la
vocación de artista había ganado en respetabilidad desde los días del primer Renacimiento.

Para los hermanos Caracci, Bolonia - Italia, la pintura era una ciencia que podía enseñarse
a partir de una serie de reglas fijas, y tales reglas podían descubrirse a través del estudio del
ejemplo de los buenos maestros.

La enseñanza había reducido el arte a un conjunto de reglas absolutas fundadas en la


autoridad indiscutida de los genios del arte del alto Renacimiento.

 La época absolutista y la Academia francesa

La actitud renacentista había dejado paso a la duda y el cuestionamiento. El cisma de la


Iglesia, las guerras y las agitaciones sociales marcaron el fin del Renacimiento. La sociedad
optó por el absolutismo político, por la razón y la ciencia. En el siglo XVII fue tomando
forma una nueva conciencia que habría de influir sobre la enseñanza de las artes hasta
finales del siglo XIX.

La ideología absolutista

Para las artes, el principio del absolutismo significaba que su papel principal era reafirmar
el poder y el prestigio del Estado. En el caso de Luis XIV, él era el estado: «L'etat, c'est
moi». A tal fin, Francia estableció una serie de academias para las diversas artes, las
ciencias y la literatura.

La posición de las artes en el estado absolutista


La arquitectura, la música, la pintura y la escultura eran usadas sistemáticamente para
construir una imagen de gloria y grandeza. La grandeza era la estrategia empleada para
expresar la legitimidad divina de los reyes y al mismo tiempo situar a Francia en una
posición de liderazgo entre las demás naciones de Europa.

La novedad del reinado de Luis XIV fue el grado en que llegó a institucionalizarse tal
política en el aparato de las academias instauradas por el Gobierno para controlar el
mecenazgo, la censura y la educación.

Los cambios introducidos en la educación general

Hacia el fin del siglo XVI, sin embargo, los métodos de los maestros de escuela habían
comenzado a degenerar en una especie de formalismo lingüístico, basado en ejercicios que
se centraban en la repetición de palabras y la memorización rutinaria. La educación
secundaria había quedado reducida al aprendizaje de las reglas, las declinaciones y las
conjugaciones de la gramática latina y a la memorización de largos pasajes de los clásicos.

La educación artística en la Academia francesa

La Academia Francesa de Pintura y Escultura fue fundada en 1648. Los artistas de la corte
que no eran miembros del gremio idearon un plan para escapar a sus normas, a saber, la
creación de una academia. Elevaron una instancia a la corona para que creara una
institución de este tipo. Su solicitud contenía un esbozo del programa de educación artística
que se desarrollaría en la Academia, que incluía enseñanzas de arquitectura, geometría,
perspectiva, aritmética, anatomía, astronomía e historia.

La Academia estaba encargada de transmitir los principios del arte a sus miembros por
medio de conferencias y lecciones impartidas a los estudiantes a través de dibujos tomados
del natural. Cada mes se designaba un nuevo profesor, que era el encargado de escoger el
modelo. Dos horas al día estaban reservadas a la clase de dibujo del natural. En ningún
lugar fuera de la academia estaba permitida su enseñanza.

En 1663 todos los pintores de la corte estaban obligados a ingresar en la Academia, y no


hacerlo significaba la pérdida de los beneficios del mecenazgo; ahora bien, los miembros de
la Academia gozaban de un enorme prestigio, y el hecho de ser miembro se consideraba
más un privilegio que una obligación.

La Academia tenía una capacidad para dictar cánones estéticos que habría asombrado y
escandalizado a Leonardo y Miguel Ángel. Los artistas formaban parte ahora del aparato
del Estado.

El programa de la Academia estaba dividido en una clase de nivel superior y otra de nivel
inferior. Los estudiantes de nivel inferior debían copiar los dibujos de los profesores,
mientras que los de nivel superior dibujaban directamente a partir del modelo.

La Academia se concentraba en proporcionar a los estudiantes los conocimientos teóricos a


través de las lecciones académicas, mientras que la formación técnica corría a cargo de los
talleres de los académicos.

Las clases de la Academia

Se concedía gran importancia a las lecciones sobre perspectiva, geometría, anatomía y


sobre todo al análisis de pinturas, a partir del cual se formulaban las reglas del método.
Estas reglas o préceptes positifs debían ponerse por escrito para beneficio de los aspirantes
a artistas.

En los diversos Tratados que establecía una jerarquía entre los distintos géneros pictóricos.
Las naturalezas muertas ocupaban el último lugar y los paisajes se hallaban por encima de
las naturalezas muertas, seguidos por las escenas de la vida animal. Ya dentro del reino de
los seres humanos, las personas eran más importantes que los animales, los nobles más
importantes que los campesinos, y así sucesivamente. En lo alto de la escala estaba la
representación de acontecimientos históricos importantes.

Las manufacturas reales

La Academia era responsable de la supervisión de las manufacturas reales, donde se


elaboraban los objetos para la decoración de la residencia real y los edificios públicos.

Le Brun y otros académicos proporcionaban los diseños de los objetos que debían elaborar
los artesanos que trabajaban en estas manufacturas. Le Brun también era responsable de la
educación artística de los artesanos, y empleaba con ellos esencialmente el mismo sistema
de enseñanza que con los artistas. Así pues, la Academia era algo más que una escuela de
arte: formaba parte de los planes para el desarrollo económico de Francia por medio de las
artes.

La educación artística para aficionados

En las primeras décadas del siglo XVII, los ideales cortesanos de Castiglione se
convirtieron en el modelo del buen caballero. Aunque se consideraba que el dominio de las
artes visuales era un rasgo caballeresco, no era visto como una afición seria.

En Pensamientos sobre la educación, John Locke señalaba que era deseable que un
caballero aficionado a los viajes tuviera un cierto conocimiento del dibujo, pero añadía
rápidamente que no aconsejaba que «su hijo se convirtiera en un perfecto pintor», pues eso
restaría tiempo a «otros progresos de mayor importancia».

 La educación artística durante la Ilustración

Para el Siglo XVIII el absolutismo fue reemplazado por sistemas de gobierno


parlamentario. A lo largo del siglo siguiente los frutos de la investigación científica
hicieron posibles una serie de mejoras en la tecnología que sentaron las bases para la
Revolución Industrial. El progreso técnico y el aumento de las libertades
constitucionalmente garantizadas señalaron sin duda este período como una época de
progreso.

La concepción del Mundo en el Siglo XVIII

En el siglo XVIII el universo era comparado con un gigantesco reloj, y Dios era su autor.
Dios había creado el sistema de las estrellas y los planetas, así como las leyes que
gobernaban su movimiento.

La religión del siglo XVIII debía basarse en principios racionales accesibles para las
personas educadas.

Surgieron nuevas políticas económicas para favorecer la expansión del comercio y la


acumulación de riqueza privada.

La idea de que la sociedad debía garantizar la educación de todos sus miembros también
tuvo una gran influencia. Dentro de este espíritu los gobernantes de los estados germánicos
fueron pioneros en la organización de nuevas academias para la enseñanza del arte que
respondieran a las necesidades de las industrias. En los estados protestantes del norte las
oportunidades para la educación se habían ampliado enormemente, aunque la enseñanza
obligatoria no apareció hasta comienzos del siglo XIX.

La educación en la América colonial

Los primeros colonos de Boston eran puritanos que habían abandonado Inglaterra en
búsqueda de la libertad religiosa. El objetivo de la enseñanza era garantizar un cuerpo de
hombres de letras y pastores cultos que pudieran estudiar las Escrituras en sus lenguas
originales, gracias a su conocimiento del latín, el griego y el hebreo. En 1642 la Corte
General de Massachusetts Bay Company aprobó una ley por la que todos los municipios
debían tomar medidas para que los niños aprendieran a leer y a escribir, y fueran capaces de
comprender los principios de la religión y las leyes del país. También estipulaba la
imposición de multas por incumplimiento. Estas leyes sobre escolarización representaban el
primer intento de establecer un sistema escolar universal, basado en impuestos y
controlado por el Estado, en la América colonial.

Entre sus detractores se encontraba Benjamin Franklin, cuando en 1749 redactó su


propuesta para establecer una academia en Filadelfia. Recomendaba que se impartieran
asignaturas prácticas como por ejemplo inglés, idiomas modernos, aritmética, navegación y
dibujo. A nosotros nos interesa el sorprendente hecho de que ni siquiera se planteara el
tema del dibujo. Franklin tuvo éxito a la hora de obtener el apoyo económico de ciudadanos
prominentes de Filadelfia, pero obtuvo una respuesta claramente menor a la hora de
asegurarse el respaldo para los aspectos prácticos de su propuesta, y poco después de la
fundación de la escuela el currículo volvió a los estudios clásicos.

La posición de las artes en el Siglo XVIII

La idea de que el arte era un artículo que se podía comprar y vender en el mercado ganó
una amplia aceptación. Inglaterra y los americanos del período colonial no tenían ninguna
política consciente en relación con las artes. Tenían en común el desprecio por la
ornamentación artística en lugares de culto.

A mediados de siglo, sin embargo, los americanos comenzaron a ser más receptivos a las
modas sobre arquitectura, muebles, ropa, música y baile que se originaban en Europa. Los
objetos de moda procedían de la importación y los estudiantes de arte iban a formarse al
extranjero.

La educación artística formal en el Siglo XVIII

A lo largo del siglo XVIII la Academia francesa sirvió como modelo para las escuelas de
arte en todo el continente, y a finales dicho siglo en América. A diferencia de la institución
francesa, la mayoría de estas nuevas academias y escuelas de arte no fueron fundadas por
motivos políticos, sino más bien por motivos económicos.

Francia la idea de que las bellas artes eran algo distinto de la artesanía estaba tan
implantada que Luis XVI declaró que el arte debía contribuir a la perfección de las artes de
la industria y a la promoción del comercio.

El arte dentro de la educación general

Franklin propuso la idea de una academia que proporcionara a sus estudiantes una
educación clásica y también estudios prácticos como el inglés, la navegación y el dibujo.
Afirmó: “Todos deberían aprender a escribir con una buena caligrafía, y con rapidez, lo
cual siempre es útil. Y junto a ello se debería aprender algo de dibujo, a partir de la
imitación de ilustraciones, así como algunos de los principios básicos de la perspectiva”.

Los aspectos innovadores de la propuesta de Franklin nunca llegaron a ser implantados, y


sus ideas generales sobre la orientación práctica de la educación no hicieron mella hasta el
siglo posterior. Durante la primera mitad del siglo XIX las academias privadas se
convirtieron en los principales centros de educación secundaria, y en algunas de estas
escuelas se enseñaba dibujo.

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