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Escena y página
Crear investigando es producir nuevas experiencias
Susana Tambutti
Universidad Nacional de las Artes (UNA)
> Resumen
Si la investigación en artes es un tema todavía sujeto a discusión, lo es aún más si ese arte es la danza. El
presente artículo se centra específicamente en los problemas generados por aquellas tesis finales fundadas en
creaciones escénicas. Por lo general, las mismas deben ser acompañadas por un escrito académico que confiera
un “marco teórico” y legitime la propuesta artística. En consecuencia, el tratamiento dicotómico actual deviene en
dos producciones autónomas (práctica escénica, por un lado; traslado a la escritura, por otro) generando, a la
vez, una escisión en la forma de producción del conocimiento. El objetivo es analizar los conflictos metodológicos
originados a partir del momento en que dichas tesis intentan ser aceptadas como modo de investigación válido.
Este texto pretende cumplir una doble función: por un lado, repensar el lugar de la investigación artística referida
al ámbito específico de la danza y su relación con las formas académicas, y por otro, visualizar otras formas
posibles en que podrían establecerse los vínculos entre la escena y la página.
> Abstract
If research in arts is a subject still under big discussion, it is even more so if that art is dance. This article
focuses on the difficulties posed by the artistic practice-based research in dance. Especifically, the center of
attention will be the problems that the final theses based on scenic dance practice must face. In general, they
must be accompanied by an academic writing which has the function, as a theoretical framework, of justifying the
artistic proposal. The current dichotomous treatment becomes in two autonomous productions (scenic practice, on
one hand; writing about that practice, on the other). This sort of split generates, at the same time, a fracture in the
form of knowledge production. The objective is to analyze the methodological conflicts originated from the moment
when thesis based on practice need to be accepted as a legitimate mode of research. This text aims to fulfill a
double function: on the one hand, rethink the place of artistic research referred to the specific field of dance and its
relationship with academic forms, and on the other, visualize other possible ways in which the links between the
scene and the page could be established.
> Keywords
Artistic practice, research, methodology, page, thesis
Escena y página
Crear investigando es producir nuevas experiencias
Introducción
El presente artículo se sitúa en el contexto de los desarrollos y debates generados a partir del momento
en que la práctica artística intenta instalarse como modo de investigación legítimo, según los parámetros de
la investigación académica. Este texto pretende cumplir una doble función: por un lado, repensar el lugar de
la investigación artística referida al ámbito específico de la danza y su relación con la academia, y por otro,
1
precisar mejor los vínculos entre la escena y la página presentes en aquellas tesis finales que tienen por
objeto la creación artística. El mayor reto que dichas tesis deben asumir es el de desafiar la centralidad
teórica de las modalidades de investigación basadas en las ciencias sociales o en formas estructuradas y
sistemáticas propias del método científico.
En la medida en que la práctica artística de la danza ingresa como objeto de investigación en el ámbito
universitario, las tesis finales basadas en dicha práctica (grado o posgrado) debieron amoldarse a la
normativa establecida por los requerimientos de la estructura del sistema educativo estatal en el que se
insertan las instituciones dedicadas a la teoría y práctica de las artes. En consecuencia, las creaciones
escénicas tuvieron que ser acompañadas por un escrito académico que confiriera un “marco teórico” a la
propuesta artística, es decir, “si toda investigación tiene por meta producir conocimiento, en la investigación
artística, el conocimiento generado se distribuye entre la obra producida y el trabajo escrito” (López-Cano y
San Cristóbal Opazo, 2014: 184).
Antes de entrar en el tema quisiera destacar que, a diferencia de la tradición europeo-continental, no hay
en América Latina un espacio común de educación superior como tampoco existe una relación entre los
sistemas nacionales de títulos y grados; es decir, no solo no existe un proyecto de integración académica
sino que existen diferencias en cuanto a modelos educativos, estructuras de grado, prácticas académicas y
pedagógicas. En vez de orientarse hacia una mayor homogeneidad institucional, los sistemas nacionales
de educación superior en América Latina “se encuentran sujetos a fuertes tendencias centrífugas, de
1. Por economía se utilizará el término “tesis” para designar a todas las producciones escritas que implican un cierre
evaluatorio de un proceso de formación, pero que en diferentes instituciones pueden llamarse de otras formas: tesinas,
trabajo final integrador, tesis final, etc.
En Argentina, el debate acerca de la investigación artística se instaló cuando las escuelas de arte
autónomas y las instituciones llamadas de nivel terciario, junto con las carreras de orientación pedagógica y
la modalidad de “conservatorios” (música, teatro y danza), se transformaron en instituciones universitarias.
A partir de ese momento surgieron los retos teóricos acerca de la diferencia existente entre los paradigmas
que guían la práctica artística y las metodologías investigativas tradicionales con sus procedimientos,
procesos y requisitos académicos. Óscar Cornago señala: “el diálogo entre arte e investigación puede ser
estudiado como una consecuencia tanto de ciertas tendencias artísticas consolidadas en el último tercio del
siglo XX como de nuevos planteamientos en la investigación y los modos de producción del conocimiento”
(Cornago, 2010: 3).
Comparada con la tradición académica de otras áreas de estudio, la inserción de la danza en una
estructura universitaria es relativamente reciente. Su adecuación a las estructuras académicas todavía está
en construcción, y la producción en investigación aún ensaya nuevos modos de aproximación a este
fenómeno artístico. Aunque la demora en la inclusión de la danza en los niveles educativos universitarios y
las complejas razones que la motivaron no son el objeto de este artículo -además es un tema que no
permite un análisis superficial-, de todos modos, queda por preguntarse si dicha dilación no se debe a que
esta práctica escénica fue una de las áreas artísticas que ofreció mayor resistencia al acto de apropiación
iniciado por el conocimiento disciplinario. Esto posiblemente tenga alguna relación con las dificultades que
ofrece este arte por sus diferencias ontológicas, metodológicas y epistemológicas con respecto al campo
general de las artes.
Un tipo es el de un artista visual consumado, que no solo quiere escribir sino que es capaz de escribir un
extenso discurso. Otro tipo de candidato es aquel que recibió una introducción completa a una literatura
académica especializada como estudiante universitario, pero tiene poca experiencia en el trabajo práctico en
artes visuales. Este candidato está principalmente interesado en producir una tesis escrita, pero busca el
contacto cercano con un entorno de producción artística que pocos departamentos de humanidades pueden
proporcionar. Un tercer tipo de estudiante es aquel que crea obras de arte y que también lee con
Para otros autores estas categorizaciones son insuficientes y no abarcan exhaustivamente las posibles
formas de investigación artística (Borgdorff, 2012). Juan Luis Moraza Pérez (2017), en el título de su
ensayo “Aporías de la Investigación (tras, sobre, so, sin, según, por, para, hasta, hacia, desde, de, contra,
con, cabe, bajo, ante, en) Arte”, incluye las múltiples preposiciones que podrían funcionar como un enlace
posible entre los términos “investigación” y “arte”. El juego verbal propuesto por este autor muestra la
dificultad a la hora de vincular ambos términos. En este artículo tomaremos solo uno de los aspectos de la
investigación en artes: la investigación-guiada-por-la-práctica, referida, en este caso, al ámbito de la danza.
Utilizamos esta categoría, aceptada por el AHRC (Arts and Humanities Research Council), por ser la más
utilizada para denotar el tipo de investigación centrada-en-la-práctica (Borgdorff, 2012: 39).
1.1. Investigación-guiada-por-la-práctica
2
Dentro del Marco de cualificaciones para el espacio europeo de educación superior, desarrollado en el contexto del
proceso de Bolonia, los Descriptores de Dublín enuncian genéricamente las expectativas típicas con respecto a los
logros y habilidades relacionados con las cualificaciones que representan el fin de cada ciclo de Bolonia.
No obstante, y aunque muy resistida, la actitud investigativa en la danza tiene una larga historia. Bastaría
con recordar a Loïe Fuller y a sus experimentos sobre la luz, el radio, los efectos de los colores sobre
nuestra percepción, su trabajo con Marie Curie y Thomas Edison, su “Conferencia sobre el Radio”, su
utilización de proto-proyectores linterna en sus espectáculos, la creación de su obra Radium Dance de la
que Marinetti (1972) dijo "nosotros, los futuristas, preferimos a Loïe Fuller (…) por su utilización de la luz
eléctrica y los mecanismos" (138). O bien, el estudio de François Delsarte sobre el principio trinitario que
hizo que Ranciére (2013) lo reconociera como “fundador de una ciencia de la expresión exacta”, por lo cual,
“los reformadores de la danza darán a Delsarte el título de innovador” (100). Delsarte investigaba “los
términos de una semiótica de la vida anímica que cumpliera con los requisitos de universalidad” (Marin,
2010: 20). Rudolf von Laban, investigador sobre el espacio armónico (coreútica), y autor de textos como El
dominio del movimiento, hizo un aporte decisivo a la improvisación en danza, como puede verse en las ya
muy reconocidas video conferencias en las que William Forsythe desarrolla su metodología llamada
Improvisation Technologies. También sus descubrimientos se utilizaron en campos tan variados como
pueden ser la capacitación de actores a través del sistema Laban -Yat Malmgren; los estudios de mayor
rendimiento en el trabajo, a través de la teoría del ritmo industrial de Laban - F.C. Lawrence y Warren
Lamb; o la fisioterapia, a través de los Fundamentos de Bartenieff (Salazar Sutil, 2013: 4). La relación de la
danza con la investigación está también presente en los diseños coreográficos basados en teoremas
matemáticos, como por ejemplo, en Scènes de ballet (1948), creada por Frederick Ashton. En una
entrevista con Jacqueline Lesschaeve, Cunningham relacionaba su conocimiento de aquella afirmación de
Einstein, según la cual no existen "puntos fijos en el espacio": su obra, Points in Space fue un ejemplo de
ese postulado. El fragmento siguiente (de 1968) muestra su interés por investigar el uso de computadoras
en relación con una forma de notación electrónica:
Creo que una posible dirección ahora sería hacer una notación electrónica (...) eso es tridimensional (...) se
puede pegar figuras o lo que sea, pero se mueven en el espacio para que pueda ver detalles de la danza; y
En el momento en que Cunningham hizo esta declaración, la tecnología informática para crear o mostrar
el movimiento de figuras humanas tridimensionales aún no existía. Cunningham estaba interesado en el
diseño de una tecnología informática que permitiera mostrar figuras tridimensionales en una pantalla de
computadora. Investigó las figuras y la relación espacial que mantienen entre ellas (Schiphorst, 1986: 4).
En la década de 1970, el floreciente campo de la teoría de sistemas encontró ecos en obras de coreógrafos
minimalistas como Lucinda Childs, cuyas estructuras de repetición surgían del análisis de conceptos
algebraicos. En el 2004, el coreógrafo Wayne McGregor, interesado en la inteligencia artificial, iniciaba un
proyecto titulado Coreografía y cognición, para investigar cómo las redes neuronales, los sistemas
sensoriales-motores y cognitivos pueden informar los conceptos y prácticas de la coreografía. La segunda
parte de ese proyecto incluyó un grupo de cinco científicos y fue organizado por el Departamento de
Psicología Experimental en Cambridge (Roy, 2004 s/p). El coreógrafo David Bintley en su obra e=mc2
(2009), eligió como tema el libro de David Bodanis, E = mc2: una biografía de la ecuación más famosa del
mundo. Bintley investigaba el movimiento basado en nociones de energía, “desde la electromagnética y la
estática”. (Brown, 2009: s/p). El coreógrafo Mark Baldwin, en su obra Comedia del cambio (2009), investigó
sobre la historia natural y el comportamiento animal, con sus innumerables ejemplos de acción,
comunicación y locomoción.
Dentro del medio argentino, el coreógrafo Edgardo Mercado investiga la relación entre danza y lenguajes
multimediales. En Plano difuso (2007), abordó la relación entre las formas arquitectónicas y los fractales,
manifestando su interés por “la influencia de las nuevas tecnologías en la subjetividad contemporánea”
(Papa, 2006). Las coreógrafas Margarita Bali y Alejandra Ceriani desarrollan en sus obras un extenso
proceso investigativo acerca de la convergencia de los diversos lenguajes artísticos desde la videodanza, el
mapping a gran escala, las instalaciones, hasta las experiencias interactivas surgidas de la exploración de
nuevas tecnologías. En el caso de que se realizara una historiografía de la investigación artística podría
demostrarse que, desde el Renacimiento hasta la Bauhaus, “siempre se han realizado investigaciones en y
a través de las prácticas artísticas” aunque esas investigaciones no hayan calificado como investigaciones
académicas (Borgdorff, 2005: 149).
La mayoría de las investigaciones artísticas citadas serían afines con lo que podría llamarse
“investigación aplicada” dado que se refieren a estudios orientados a resolver problemas específicos en un
contexto determinado, es decir, buscan la aplicación de conocimientos según el área de interés del creador,
con el propósito de orientar la investigación hacia las necesidades concretas de la práctica artística. En
todos los casos, estas investigaciones, amplían y enriquecen futuras propuestas escénicas. Por estar
“ligadas a una práctica, un hacer o una actitud, una dimensión performativa del conocimiento”, están a
distancia de lo que llamamos ciencia que, “a pesar de que en muchos casos se apoye en prácticas de
laboratorio o estudios de campo”, se vincula “con la idea de la observación, especulación, discurso
abstracto y reflexión teórica” (Cornago, 2010: 6). Por otra parte, las “investigaciones” citadas suceden fuera
de los sistemas institucionales de educación y gestión del conocimiento, por consiguiente, no son
reconocidas como tales por la comunidad que domina la investigación científica y humanística pero, a
cambio, no atraviesan los problemas y exigencias que afectan a la investigación basada en la práctica
artística cuando entra en contacto con los formatos académicos. Borgdorff (2005) establece una distinción
entre las formas de investigar en las escuelas de danza y teatro, conservatorios, academias de arte y otras
escuelas profesionales de las artes, y los procesos investigativos no académicos. Estos últimos serían “de
En resumen: una rama artística de la investigación no necesita ser desarrollada desde cero; ni la
investigación como tal contradice la naturaleza del arte. Cuando hablamos de integrar la investigación en el
dominio artístico, no deberíamos pensar tanto en traer nuevas prácticas a ese dominio como en apoyar y
canalizar las energías que ya permanecen allí. Al hacerlo, crearemos un punto medio entre las disciplinas
artísticas, en el que la investigación se desarrolla de manera informal, y la investigación como disciplina.
Para decirlo de otra manera, tratamos de conferir cierta disciplina a lo informal. (Borgdorff y Schuijer, 2010: 2,
el destacado es nuestro)
Esta perspectiva nos permite otorgar prioridad a las situaciones empíricas a partir de las cuales el
creador alcanza el resultado final, es decir, la práctica como proceso, como formas de hacer, como un
concepto que trasciende su realización puntual. En consecuencia, el énfasis estaría puesto en preguntas
tales como:
¿Cómo se articulan?
Diana Szeinblum, actriz y coreógrafa argentina, lo expresaba de este modo, al referirse a su obra 34
metros:
Desde el principio, aparecieron diferentes puntas de trabajo. Apareció la idea de investigar la perspectiva de
ese largo pasillo de 34 metros de largo y 5 de ancho. (…) tenía la idea de hacer algo más teatral pero, ya
dentro del lugar, me di cuenta de que nada de lo que pudiera hacer fuera de este espacio funcionaría. Es
como si el espacio nos hubiera dirigido a nosotros. (…) trabajo desde los intérpretes que tengo; trato de crear
algo con lo que esa gente me devuelve. A partir de ahí, voy entendiendo la dramaturgia de una obra (Cruz,
2004: s/p, el destacado es nuestro).
En la afirmación “es como si el espacio nos hubiera dirigido a nosotros”, se evidencia una cierta paradoja
en la que el artista deja de ser guía y comienza a ser guiado, “sometiéndose” al proceso de configuración.
El pasaje continuo de la prueba al error, la posibilidad de retroceder y volver a empezar, hasta llegar a una
forma final, que nunca se dará por concluida, muestran la naturaleza fundamentalmente no conceptual de
este acto de configuración, que precede a cualquier reflexión de orden argumentativo causal y permite
poner nuestro pensamiento en movimiento, invitándonos a una reflexión inacabada. “La investigación
artística es la articulación deliberada de ese pensamiento inacabado” (Borgdorff, 2005: 172).
Luis Biasotto, coreógrafo argentino, co-director de la compañía Krapp, creada en 1998, cuenta cómo
aparecen y se desvanecen las imágenes que guían el proceso, mientras que Daniel Abreu indica la
necesidad de partir de una tabula rasa para empezar a construir, porque solo así puede crear un espacio
para lo impensable, lo inesperado.
Luis Biasotto: Yo tenía dos ideas en mente, la primera era la imagen de un bosque, solo una imagen, pero
fuerte y caprichosa. La otra era la transformación. Finalmente, en el proceso, ese elemento se nos agotó
pero fuimos viendo cómo una puesta superaba otra puesta acerca de lo mismo (…) un discurso que se va
construyendo mientras se lo evoca, como quien va recordando de a poco y se confunde o inventa.
(Friedenberg, 2016: s/p, el destacado es nuestro)
Daniel Abreu: La destrucción es una parte inherente de lo creativo. La destrucción siempre es algo
fundamental en cualquier proceso. Para mí es fundamental romper los papeles para construir cualquier cosa.
Esta obra, en concreto, se presenta muy fragmentada; se habla desde el shock al recibir una noticia;
entonces, me interesaba mucho entender la conducta desde las múltiples lecturas que puede haber sobre
esa noticia. Como ves, había mucho que destruir para construir. (Abreu, 2018: s/p, el destacado es nuestro).
El concepto ofrece una diversidad de aspectos y transformaciones -tema que excede el objeto de este
artículo-, que produjeron una apertura del término al instalar otras nociones divergentes. Si pensamos la
noción de forma como una fuerza organizativa que se despliega desde dentro del proceso de configuración
y desvinculamos el concepto de las pautas externas compositivas, la forma pasaría a ser una ley interna
centrada en la potencia, el germen o en el proceso de configuración interno, diferente de la idea de imagen
o figura acabada. Lo que aporta esta noción formal es la capacidad de la obra de “auto-formarse” a partir
de tal ley interna.
Luigi Pareyson (1954) en su Estetica. Teoria della formatività define la creación como el proceso de dar
forma, modo único de organización de las obras de arte, “es un puro intentar” en el que las reglas son
inventadas y descubiertas cada vez, extraídas del propio proceso: las reglas de la producción se descubren
en el propio hacer en una “simultaneidad de invención y ejecución” (citado en Uribe Miranda, 2014: 80). El
proceso cognitivo reside justamente en el modo en que se inventa y descubre ese hacer, que no sigue
ningún protocolo preestablecido ni cumple con las directivas de un proyecto determinado de antemano,
sino que en el transcurso de la acción inventa el modus operandi.
A partir de lo dicho puede pensarse que cada coreógrafo va inventando y descubriendo su proceso,
singular y propio, cuando inicia una nueva práctica artística: el proceso de configuración es una actividad
que se mantiene en el ámbito de la posibilidad, se inscribe en “un tal hacer que, mientras hace, inventa el
modo de hacer, producción que es, al mismo tiempo e indivisiblemente, invención” (citado en Uribe
Miranda, 2014: 80). Jeison Andrés Suárez Aztaiza (2010) describe cómo el formar es configuración; y
agrega “cuando la persona elige como actividad específica el hacer arte, la formatividad “asume una
tendencia, una dirección, una intencionalidad completamente suya” (64). A esta búsqueda Pareyson la
denomina forma formans (formas formantes), pero su particularidad es la de estar contenidas en la forma
formata (forma formada). Es decir: la forma formans es la búsqueda más el resultado de esa búsqueda; el
creador inventa la obra (forma formata) y al mismo tiempo el conocimiento y las experiencias que la
constituyeron (forma formans) y a ese hacer, que a la vez que hace inventa el modo de hacer, Pareyson lo
llama “formatividad”. “En todas las operaciones humanas se trata de hacer inventando al mismo tiempo el
modo de hacer: alcanza a hacer una obra sólo quien ha sabido hacerla” (65).
Para que ese hacer sea “formativo”, de acuerdo con Pareyson, no debe seguir algo dado ni obedecer
alguna norma establecida. Es en este contexto de descubrimiento, las acciones artísticas incorporan un
conocimiento pre-reflexivo no accesible para la justificación. Las palabras de los artistas citados (la “pura
intuición”, la “incertidumbre”, el “recuerdo de algo que aparece de a poco”, “el no-método”), intentan dar
cuenta de un conocimiento en la acción producido durante el proceso, sucedido asistemáticamente,
En las entrevistas que siguen, los coreógrafos (todos ellos argentinos) muestran cómo la dinámica
interna de la práctica artística difiere de las metodologías basadas en las ciencias sociales o en las formas
estructuradas y sistemáticas propias del método científico en cuanto a sus procedimientos, hallazgos y
puntos de partida. Los coreógrafos/as al hablar del comienzo de su proceso de investigación se alejan
notablemente del dictum “identificación y delimitación de un problema” y se acercan a lo que aquí estamos
llamando “conocimiento en la acción”. Carlos Casella define como “entusiasmo” a ese impulso inicial que
motoriza la creación de una obra, Celia Rena Argüello habla de “algo mágico”, Pablo Rotemberg destaca el
“caos” inicial como necesario, Laura Kalauz “desnaturaliza” lo dado:
Carlos Casella: Cuando empiezo, siempre tengo una idea previa, pero cuando la confronto con otros, me doy
cuenta que hay que transgredir esa primera idea, que se va transformando en otra cosa. (…) hay una
pérdida de rumbo, no de objetivo, sino que para llegar a ese objetivo hay que tomar otros caminos. (…) El
punto de partida es siempre la necesidad o el entusiasmo de crear un mundo para el nuevo espectáculo; y
de allí en más comienzo a trabajar con aquellos elementos que se vinculan con ese mundo, de manera
directa, incluso con los clichés sobre el tema; pero también con otros elementos que surgen en el proceso
creativo y que son más independientes (Pinta, 2006: s/p, el destacado es nuestro).
Celia Argüello Rena: ¿Qué me moviliza a hacer? No sé… a veces pienso que es como algo mágico, como si
se me presentara alguna idea o la necesidad de hacer algo. Sí proviene de distintas fuentes, como pueden
ser: imágenes, un tema específico, un interés, una conversación, ganas de trabajar con ciertas personas que
quiero, que me entusiasman y me incentivan (Meli Watanabe, 2015: s/p, el destacado es nuestro).
Pablo Rotemberg: A veces nos quedábamos dos horas con un material solo y nos generaba una especie de
presión y no sabíamos qué hacer (…) a veces me siento perdido. Los procesos son así (…) el caos siempre
Laura Kalauz: Para mí hay que hacer cosas, y para eso cada uno tiene distintas herramientas, bagajes de
conocimiento que adquirimos en las distintas experiencias más o menos oficiales, más o menos académicas.
El proceso que hago constantemente cuando trabajo es desnaturalizar lo que está dado. (…) Para mí es más
importante pensar cómo querés trabajar y a partir de eso ver qué técnicas, qué modos de hacer vas a ir
eligiendo -entendiendo que el modo de hacer ya es una forma de decir algo. (Vallejos y González, 2013: s/p,
el destacado es nuestro).
En las entrevistas citadas, aparece siempre la idea de empezar por el “hacer”. Donald Schön desarrolla el
concepto de “conocimiento en la acción” para describir el tipo de conocimiento que se obtiene en la vida
cotidiana y que -en muchas ocasiones- no se puede describir; “se trata de lo que hoy llamamos en el
campo de la educación el Conocimiento Procedimental o el Saber hacer (…) para ello, desarrollamos una
secuencia de acciones para alcanzar una meta, pero, cuando ya lo sabemos hacer bien, tenemos dificultad
para decir cómo lo logramos” (Casís Larraín, 2011: 55). Borgdorff retoma este concepto y lo describe como
la “perspectiva de la acción” o “perspectiva inmanente”, basado en la no separación entre teoría y práctica
en las artes.
Celia Argüello Rena explica de este modo el tránsito por su tesis de grado: “En Villa Argüello (mi tesis,
que me llevó varios años) tuve que hacer un trabajo de investigación más textual, pero en un momento lo
abandoné y me quedé con el hacer, el resolver con los demás” (Watanabe, 2015: s/p, el destacado es
nuestro). El “conocimiento en la acción” es el tipo de conocimiento que se genera en lo que llamamos
investigación-basada-en-la-práctica, que no solo reconfigura la relación tradicional entre el sujeto
investigador y el objeto de estudio, sino que plantea preguntas específicas referidas a los aspectos
epistemológicos y metodológicos que los coreógrafos solo responden tangencialmente.
Rakhal Herrero, al relatar el inicio de su investigación coreográfica para su obra Francotiradores, explica
su “método” del siguiente modo: “era pura intuición hasta dar con un puñado de interrogantes que se fueron
profundizando. La idea era trabajar sobre la irrupción, sobre la incertidumbre como algo a habitar,
arriesgarse en distintos planos a un tránsito errático (…)" (Cruz, 2016: s/p). Ese conocer el problema a
través del “hacer”, presente en estas y otras entrevistas, no proviene de una operación intelectual sino de
un tipo de proceso del conocer, reconocido como conocimiento implícito, al que Michael Polanyi (1958)
describe como “conocimiento tácito”, cuyo rasgo fundamental es ir más allá de lo que podemos contar. El
título de su libro, Personal Knowledge (Conocimiento personal), pareciera incluir una contradicción, “porque
el verdadero conocimiento se considera impersonal, universalmente establecido, objetivo”, pero la aparente
contradicción, afirma Polanyi, se resuelve modificando la concepción del conocimiento (5). La implicación
personal en todas las entrevistas no hace que la comprensión sea subjetiva.
La comprensión no es un acto arbitrario ni una experiencia pasiva, sino un acto responsable que reclama
validez universal. Tal conocimiento es de hecho objetivo en el sentido de establecer contacto con una
realidad oculta; un contacto que se define como la condición para anticipar un rango indeterminado de
implicaciones verdaderas aún desconocidas (y quizás aún inconcebibles). Parece razonable describir esta
fusión de lo personal y lo objetivo como conocimiento personal (Polanyi, 1958: 5).
La tesis fundamental de Polanyi consiste en entender el conocimiento como una skillful action (acción
hábil) al afirmar que realmente conocemos algo cuando somos capaces de realizar una acción que nos
Aunque se ha tratado el tema extensamente en los diferentes ámbitos artísticos, todavía en la danza
estos debates están desligados de propuestas concretas que permitan establecer nuevas coordenadas
para la construcción de un espacio propio en el ámbito académico.Como ya se dijo, existe una fase inicial
cognitiva simultánea al proceso de configuración en la que el conocimiento se da de manera tácita y está
conformado por el bagaje personal experiencial, elementos inconscientes, prejuicios, recuerdos, vivencias
personales, en donde no existe el distanciamiento requerido por el análisis o reflexión racional. Los
registros escritos de esta primera instancia no sistemática corresponderían a lo que aquí vamos a llamar
Cuaderno de artista. A esta etapa inicial y simultánea a la creación, le sigue una segunda instancia cuyo
objetivo sería un análisis crítico sobre el proceso y su resultado. En este caso, la página devela las
preguntas que surgieron durante la búsqueda no sistemática y reflexiona sobre ellas. A esta segunda
instancia podríamos llamarla Reflexión analítica.
Un primer problema es clarificar la función de la página para que no sea el "suplemento escrito" de la
escena ni tampoco la “defensa académica” del objeto en cuestión. Ambas instancias (cuaderno y reflexión)
3. “El componente escrito, verbal o discursivo que acompaña al resultado material de la investigación puede utilizar tres
direcciones. Muchos ponen énfasis en una reconstrucción racional del proceso de investigación, aclarando cómo se
lograron los resultados. Otros utilizan el lenguaje para proporcionar acceso interpretativo a los hallazgos: los productos
materiales y las prácticas generadas por la investigación. Una tercera posibilidad es expresar algo en y con el lenguaje
que pueda entenderse como una "verbalización" o "mimesis conceptual" del resultado artístico. Los conceptos,
pensamientos y expresiones se "unen" alrededor de la obra de arte, de modo que la obra comienza a hablar. En
contraste con una interpretación de la obra artística o una reconstrucción del proceso artístico, esta última opción implica
una emulación o imitación de, o una alusión a, el contenido no conceptual incorporado en el arte” (Borgdorff, 2012: 168).
Un/a coreógrafo/a recurre no solo a líneas, esquemas, colores para capturar una idea fugaz sino también
a todo tipo de asociaciones, incluso táctiles, para capturar una intensidad o una relación espacial, como
comenta Kozel (2015):
Una vez hice la coreografía y actué en una pieza llamada Liftlink, la ubiqué en un ascensor, y recuerdo haber
comprado un cuaderno largo, fino y espiralado para usar en el proceso de diseño. Tenía la forma de un
hueco de ascensor. No tengo idea donde está, pero sé que existió. Incluso puedo recordar físicamente estar
escribiendo y dibujando en ese cuaderno. Mis dedos recuerdan la textura cremosa y espesa del papel, la
extrema estrechez que hacía que las oraciones largas fueran poco prácticas, forzándome a hacer notas
cortas y dibujos. Los dibujos viajaban por la página de arriba hacia abajo (57).
Esta cartografía que toma la forma de dibujos, gráficos, frases, gestos, frecuentemente no es tenida en
cuenta y, como sugiere Renato Ferracini (2016), no importa cuál sea la fuente, puede estar constituida por
un elemento relacional, una charla accidental, un libro que haya modificado el proceso, es decir, “todo el
campo afectivo necesita ser tenido en cuenta” (2). Un buen ejemplo de cuaderno de artista son los bocetos
inéditos de los cuadernos personales de Hopper, publicados bajo el título: Edward Hopper. Pinturas y
dibujos de los cuadernos personales. En su prólogo, Adam D. Weinberg (2012), director del Whitney
Museum de Nueva York, explica cómo esos bocetos:
(…) revelan la percepción que Hopper tenía sobre la composición de las obras y las figuras que aparecían
en ellas (…) se reproducen por primera vez las pinturas reales junto a sus páginas correspondientes en los
cuadernos, permitiendo una cuidadosa comparación entre ambas y dando idea de lo que el artista percibía
en la tarea de re-visión de su trabajo antes de que este saliese del estudio (s/p).
(…) de pistas que guían la ruta de la investigación siempre considerando los efectos del proceso de
investigación sobre el objeto de investigación, el investigador y sus resultados (…) De las pistas del método
cartográfico queremos discutir, en este texto, la inseparabilidad entre saber y hacer, investigar e intervenir:
toda investigación es intervención. Aunque, si lo afirmamos, tenemos que dar un paso más, porque la
intervención siempre se lleva a cabo a través de una inmersión en la experiencia que agencia sujeto y objeto,
teoría y práctica, en el mismo plano de producción o co-emergencia (Passos y Benevides de Barros, 2015:
17).
Se trata de elaborar una forma de relaciones en los que la ambigüedad encuentre un espacio y adquiera
un valor positivo. “El mapa se propone producir otras relaciones, poner en marcha nuevas interpretaciones,
nuevos procesos, crear, quizás, otras, nuevas máquinas” (Pérez de Lama, 2009: 128). Esta cartografía no
En esta segunda instancia se reflexiona sobre los posibles aportes al conocimiento que la práctica ofrece
desde las modalidades compositivas utilizadas, cuando se analizan los datos sobre el contexto de la
creación, los vínculos teóricos con obras de otros creadores, o se examinan conceptos provenientes de
otros programas artísticos tomados como referencia; es un proceso de autorreflexión en donde se es
críticamente consciente del conocimiento construido a partir de un eje experiencial. En esta instancia es
cuando se reflexiona sobre los problemas enfrentados y sobre las decisiones artísticas que se
implementaron durante el proceso, y se plantean nuevas preguntas dirigidas a un desarrollo futuro.
4. Aquí conviene aclarar que no entran en esta consideración escritos sobre la danza, como pueden ser los análisis de
obras o las críticas de danza, en donde existe una separación entre sujeto y objeto de estudio. Muy por el contrario, nos
estamos refiriendo a un tipo de conocimiento que se produce junto con la práctica, lo cual trae a primer plano problemas
de tipo epistemológico y metodológico que la naturaleza del objeto plantea.
Palabras finales
En este artículo se intentó aportar elementos a la búsqueda de una estructura adecuada para repensar la
relación entre las prácticas artísticas y las formas discursivas requeridas por las exigencias académicas.
Incorporar ideas que respalden la emancipación de formas de conocimiento no discursivo, la utilización de
métodos de investigación no convencionales, y poner en movimiento la pregunta: ¿cómo evitar que el
escrito académico deprecie el conocimiento no sistemático que se fue adquiriendo durante la experiencia
procesual? Pregunta inextricablemente ligada no solo a la investigación guiada por la práctica en la danza
sino también a la necesaria conexión entre el orden de las ideas y el de la acción.
> Referencias
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