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M.° Isabel Hombrados Mendieta

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Prólogo

PARTE 1

LA NATURALEZA CONCEPTUAL DE LA PSICOLOGÍA COMUNITARIA

1. Características y modelos de intervención comunitaria

1.1. Orígenes de la psicología comunitaria

1.1.1. Antecedentes

1.1.2. La Conferencia de Boston

1.2. Características de la intervención comunitaria

1.2.1. ¿Qué hacen los psicólogos comunitarios?

1.3. Modelos de intervención comunitaria

1.3.1. Modelos de estrés y salud

1.3.2. Modelos ecológicos

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

2. Conceptos básicos de la intervención comunitaria

2.1. Calidad de vida

2.1.1. Concepto

2.1.2. Componentes de la calidad de vida

2.2. Bienestar subjetivo: satisfacción con la vida y felicidad

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2.2.1. Conceptos de bienestar subjetivo, satisfacción con la vida y felicidad

2.2.2. Dimensiones del bienestar subjetivo

2.2.3. Enfoques y teorías del bienestar subjetivo

2.3. Prevención

2.4. Resiliencia

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

3. Sentido de comunidad

3.1. Comunidad

3.2. Sentido de comunidad

3.2.1. Evaluación del sentido de comunidad

3.3. El contexto del barrio y el sentido de comunidad

3.4. Sentido de comunidad e interculturalidad

3.5. Sentido de comunidad y calidad de vida

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

PARTE II

PERSPECTIVAS METODOLÓGICAS

4. Métodos de investigación-acción comunitaria

4.1. Los objetivos de la investigación-acción comunitaria

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4.2. El contexto de la investigación comunitaria

4.3. El papel del investigador comunitario

4.4. Los procedimientos de la investigación comunitaria

4.4.1. Estrategias analíticas para la investigación comunitaria

4.4.2. Estrategias orientadas a la acción para la investigación comunitaria

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

5. Evaluación de necesidades

5.1. Concepto y características de la evaluación de necesidades

5.2. Modelos de evaluación de necesidades

5.2.1. Modelo de discrepancia

5.2.2. Modelo de marketing

5.2.3. Modelo de toma de decisiones

5.3. Métodos de evaluación de necesidades

5.3.1. La observación

5.3.2. Técnicas de encuestas

5.3.3 Indicadores sociales

5.3.4. Informantes claves

5.3.5. Grupos estructurados

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

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6. Programas de intervención comunitaria

6.1. La intervención comunitaria

6.1.1. La metodología de la intervención comunitaria

6.1.2. Cómo elaborar un programa de intervención

6.2. Fases en el diseño de un programa de intervención comunitaria

6.2.1. Identificación del problema y evaluación de necesidades

6.2.2. Diseño, programación y planificación de la acción

6.2.3. Ejecución e implementación

6.2.4. Evaluación

6.2.5. Seguimiento

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

PARTE III

LA INTERVENCIÓN COMUNITARIA: RECURSOS, TÉCNICAS Y CONTEXTOS


DE INTERVENCIÓN

7. Apoyo social

7.1. Concepto de apoyo social

7.2. Perspectivas de estudio del apoyo social

7.2.1. Perspectiva funcional

7.2.2. Perspectiva estructural

7.2.3. Perspectiva contextual

7.3. Modelos teóricos del apoyo social

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7.3.1. Modelo de los efectos principales o directos

7.3.2. Modelo del efecto amortiguador o de los efectos protectores

7.4. Apoyo social de las redes sociales y felicidad

7.5. Efectos del apoyo social

7.6. Evaluación del apoyo social

7.6.1. Análisis de redes sociales

7.6.2. Evaluación del apoyo social percibido

7.7. El apoyo social en la intervención comunitaria

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

8. Grupos de apoyo social y autoayuda

8.1. Definición

8.2. Funciones, características y efectividad de los grupos de apoyo y autoayuda

8.2.1. Funciones de los grupos de apoyo y autoayuda

8.2.2. Características de los grupos de apoyo y autoayuda

8.2.3. Efectividad de los grupos de apoyo social y autoayuda

8.3. El papel del profesional en los grupos de apoyo

8.4. Intervención con los grupos de apoyo social y autoayuda

8.4.1. Intervención con los grupos de apoyo social y autoayuda en personas mayores

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

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9. Intervención psicosocial en crisis, desastres y catástrofes

9.1. Conceptos de crisis, desastres y catástrofes

9.1.1. Concepto de crisis

9.1.2. Conceptos de desastre y catástrofe

9.2. Fases de la intervención psicosocial en desastres

9.3. Componentes de la primera ayuda psicológica

9.3.1. Protocolos de actuación

9.3.2. Habilidades de comunicación

9.4. Modelo ecológico de actuación ante desastres

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

10. Animación sociocultural

10.1. Principios generales fundamentales

10.1.1. Fundamentación del concepto

10.1.2. Características y definición

10.2. Funciones y bases de la animación sociocultural

10.2.1. Funciones de la animación sociocultural

10.2.2. Bases de la animación sociocultural

10.3. Fases en la elaboración de un proyecto de animación sociocultural

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

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11. Participación social y voluntariado

11.1. Participación social y voluntariado

11.1.1. Participación social

11.1.2. Voluntariado social

11.2. La conducta de ayuda del voluntariado

11.2.1. La conducta de ayuda

11.2.2. Las características del voluntariado

11.3. Modelos explicativos de la actividad del voluntariado

11.3.1. Modelo del proceso del voluntariado

11.3.2. Modelo de la identidad de rol del voluntario

11.3.3. Modelo funcional de las motivaciones

11.3.4. Modelo de las tres etapas de la permanencia del voluntariado

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

12. Familias en situación de riesgo

12.1. Concepto de familia

12.2. Familias multiproblemáticas

12.2.1. Intervención social con familias en riesgo

12.2.2. Concepto y características de las familias monoparentales

12.3. Familias, estadios vitales y apoyo social

12.3.1. Vida adulta y personas mayores

12.3.2. Niños y adolescentes

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Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

13. La prevención del consumo de drogas en la población juvenil

13.1. La prevención del consumo de drogas en la población juvenil

13.2. Estrategias de prevención primaria

13.2.1. Estrategias de difusión de la información

13.2.2. Estrategias de educación afectiva

13.2.3. Estrategias de generación de alternativas

13.2.4. Estrategias de adquisición de habilidades

13.2.5. Estrategias de aprendizaje de competencias

13.3. Pautas de intervención en la prevención de las drogodependencias en la


adolescencia

Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

14. Inmigración y relaciones interculturales

14.1. Inmigración e interacción intercultural

14.2. Intervención con mujeres inmigrantes

14.3. El fenómeno migratorio y las nuevas formas familiares: la pareja mixta o


intercultural

14.3.1. Estrategias de intervención utilizadas en la gestión de las diferencias culturales

14.3.2. Apoyo social y pareja intercultural

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Resumen

Objetivos y competencias

Actividades formativas

Referencias bibliográficas

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La psicología comunitaria es una disciplina que se plantea como objetivos la promoción
de la calidad de vida, la reducción de los problemas sociales desde una perspectiva
positiva y actuar siempre en consonancia con las necesidades sociales de la comunidad.
Es precisamente la búsqueda del bienestar comunitario la esencia de esta disciplina y ha
hecho de ello una de sus principales señas de identidad.

El enfoque de este manual se fundamenta principalmente en un análisis psicosocial de


la realidad. Es por ello que el contenido del mismo puede interesar a todos aquellos
profesionales involucrados en la intervención comunitaria que trabajan sobre los aspectos
psicológicos y sociales de la comunidad. Su temática se ha elaborado atendiendo al
estudio del contexto social.

La primera parte trata de la naturaleza conceptual de la psicología comunitaria. En el


Capítulo 1 se analizan los elementos sociales, históricos y conceptuales que confluyen en
el origen de la psicología comunitaria y en la aparición de un nuevo perfil profesional. Se
destacan las principales características de la psicología comunitaria que delimitan su
campo de actuación y los principales modelos de intervención comunitaria. Éstos se
agrupan en modelos de estrés y salud y modelos ecológicos. En el Capítulo 2 se hace una
revisión de conceptos fundamentales de la psicología comunitaria como la calidad de
vida, el bienestar subjetivo, la prevención y la resiliencia. Se analizan los diferentes
enfoques teóricos explicativos de estos conceptos y se incluyen algunos de los
instrumentos de evaluación comúnmente utilizados. El sentido de comunidad es otro
concepto clave que se aborda en el Capítulo 3, se exponen las definiciones más
importantes, los componentes, las dimensiones del concepto y algunos de los
instrumentos de evaluación más utilizados. Se finaliza con las consecuencias positivas
que tiene para la calidad de vida, la integración social y las relaciones interculturales el
sentido de comunidad en el contexto del barrio urbano.

La segunda parte del volumen trata sobre las perspectivas metodológicas de la


psicología comunitaria. En el Capítulo 4 se describen los objetivos, el contexto y el papel
del investigador comunitario y se explican los procedimientos de la investigación
comunitaria agrupados en estrategias analíticas y estrategias orientadas a la acción. En el
Capítulo 5 se aborda el concepto de necesidad y los diferentes modelos que guían el
proceso de evaluación de necesidades. Se hace una revisión de los métodos de
evaluación más empleados centrándonos específicamente en la utilización de los
indicadores sociales, las técnicas de encuesta, la observación, los informantes claves y las
técnicas de los grupos estructurados. El Capítulo 6 se dedica a la elaboración y el
desarrollo de los programas de intervención comunitaria. En este capítulo se explica la
metodología a seguir para elaborar programas de intervención y el contenido de las

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distintas fases se expone de forma práctica siguiendo ejemplos concretos.

La tercera parte del manual aborda la intervención comunitaria que comprende los
recursos, las técnicas y los contextos de la intervención. El Capítulo 7 está dedicado a
analizar conceptualmente el apoyo social, las principales perspectivas de estudio
(funcional, estructural y contextual) y los efectos beneficiosos sobre la salud y la
felicidad. Se exponen las diferentes formas de evaluar el apoyo social y se dan a conocer
las principales estrategias de intervención que se derivan del mismo. En el Capítulo 8 se
presenta un análisis de los grupos de apoyo y autoayuda como una de las principales
estrategias que se derivan del apoyo social y que tiene que ver con la capacidad de las
personas para organizarse y proporcionarse apoyo y ayudarse. Se explican las funciones,
las características y el papel del profesional en estos grupos. También se hace una
propuesta metodológica para ponerlos en marcha y evaluarlos. El Capítulo 9 aborda los
conceptos de crisis, desastres y catástrofes. Se exponen las pautas de intervención más
adecuadas y las fases de la intervención en desastres. También se explican los diferentes
protocolos de actuación psicosocial y especialmente se analizan los componentes de la
primera ayuda psicológica. El Capítulo 10 analiza la animación sociocultural como una
acción que promueve la participación. Se exponen los elementos y las funciones que la
caracterizan y se explican las fases para elaborar un proyecto de animación sociocultural.
En el Capítulo 11 se plantean las diferentes formas de participación social y se hace una
revisión de las variables relacionadas con la decisión de ser voluntarios y con la
permanencia del voluntariado. Se concluye con los modelos más destacados que explican
el proceso y la permanencia del voluntariado. En el Capítulo 12 se aborda el concepto de
familia y se exponen las características de las familias en riesgo y las familias
multiproblemáticas por su interés para la intervención comunitaria. Se profundiza en las
familias monoparentales ya que por sus circunstancias psicosociales son consideradas, en
muchos casos, familias en situación de riesgo que acaban convirtiéndose en familias
multiproblemáticas. El Capítulo 13 plantea el problema de las drogas desde la pers
pectiva de la prevención. Se explican las estrategias de prevención más utilizadas
indicando las aportaciones y limitaciones de cada una de ellas y se dan pautas de
intervención para prevenir el consumo en la etapa adolescente, estos programas de
prevención se abordan desde una perspectiva ecológica. El último capítulo del libro,
Capítulo 14, lo dedicamos el estudio de las migraciones desde una óptica psicosocial. Se
definen los conceptos de aculturación, choque cultural y competencia cultural. Se destaca
el papel del apoyo social en el proceso de ajuste de los inmigrantes y la intervención se
centra en el colectivo de mujeres inmigrantes por su situación de vulnerabilidad. Se
concluye con el análisis de la familia intercultural que es un fenómeno creciente
relacionado con la inmigración.

Cada capítulo se completa al final con tres recursos didácticos para facilitar la
comprensión de los temas tratados y la asimilación de los contenidos, éstos son: resumen,
objetivos y competencias, y actividades formativas.

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En la psicología comunitaria confluyen muchos campos de interés teórico y aplicado.
En este manual se ha realizado un esfuerzo de síntesis para establecer los trazos más
significativos de la disciplina y abordar los contenidos más relevantes en la actualidad.

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1.1. Orígenes de la psicología comunitaria

El origen de la psicología comunitaria hay que situarlo bajo un contexto histórico y social
amplio. En él intervienen eventos políticos, movimientos sociales y el propio desarrollo
de la psicología

1.1.1. Antecedentes

La psicología comunitaria emerge a mediados de los años sesenta tras un periodo de gran
efervescencia en toda la sociedad. Ésta nace en un momento en el que se producen
cambios importantes dentro de muchas instituciones de la sociedad y el concepto de
Estado de bienestar está en pleno apogeo. El movimiento de reforma social de los años
sesenta incrementó la conciencia de la sociedad acerca de los problemas sociales y la
discriminación. Se trata de una sociedad que aspira a una mejora de la calidad de vida y
en la que la salud ocupa un lugar central. Se produce un aumento del interés social y
legislativo por los problemas de salud mental, crece la idea de que el tratamiento
temprano debe prestarse lo antes posible. La forma en que están organizados y
administrados los servicios de salud fueron también objeto de críticas, se vio la necesidad
de prestar ayuda a las personas en su propia comunidad y de distribuir los servicios de
forma más equitativa. Algunos estudios de la época (v.g., Ho llingshead y Redlich, 1958)
mostraron que los servicios de salud estaban desigualmente distribuidos y que existía una
importante relación entre clase social y enfermedad mental: las clases sociales bajas
cuentan con menos recursos y manifiestan más problemas de salud. Hay una clara
evidencia de que el modelo de prestación de servicios es inadecuado, un modelo basado
en la espera y en el tratamiento individualizado resulta insuficiente para cubrir todas las
necesidades relacionadas con la salud. Así en 1963 el Presidente J.F.Kennedy firma el
Acta de Creación de los Centros de Salud Mental. El objetivo principal de estos centros
era crear un nuevo sistema de distribución de servicios de salud mental en la comunidad
local para asegurar la intervención temprana. La psicología comunitaria y el movimiento
de salud mental comunitaria comparten su desarrollo histórico. Se va perfilando un nuevo
concepto de salud del que la psicología comunitaria se hace partícipe, se prefieren
métodos preventivos para abordar la solución de los problemas a gran escala en la
comunidad, se tiende hacia un concepto de salud positiva y se asume la influencia directa

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del contexto en la aparición de los problemas de salud.

Otro de los acontecimientos que se consideran claves para el nacimiento de la


psicología comunitaria tiene que ver con el desarrollo de teorías que incorporan el
ambiente como elemento fundamental para explicar el comportamiento humano. Un
ejemplo lo constituyen las teorías del estrés, cuyo concepto está incluido en modelos
explicativos de la psicología comunitaria y relacionado con otros conceptos tan
importantes como el apoyo social.

También en la psicología social numerosas concepciones han ayudado al desarrollo de


la psicología comunitaria, entre las que cabe destacar los trabajos de Asch (1956) sobre
los efectos de la presión grupal, los trabajos de Tajfel (1959) sobre identidad social o la
concepción gestáltica de Lewin (1946, 1947).

Sin embargo, uno de los aspectos esenciales que contribuyen al desarrollo de la


psicología comunitaria es que durante la década de los 60 se comienza a gestar dentro de
la psicología social una gran preocupación por la relevancia social de los estudios. Esta
preocupación de la psicología social por lo aplicado favorece el desarrollo de áreas de
conocimiento que parten de un interés por los problemas y las necesidades sociales. La
psicología comunitaria nace con una vocación aplicada e intenta garantizar la relevancia
del conocimiento a través de la unión entre el conocimiento práctico-teórico y el
conocimiento básicoaplicado. En este sentido, la obra de Lewin (1988) es fundamental
para el desarrollo de la disciplina ya que desde esta perspectiva la teoría, la investigación
y la práctica deben mantener una continua interrelación. Es por ello, que la psicología
comunitaria se plantea entre sus principales objetivos la relevancia social de sus estudios
y la promoción de la calidad de vida.

1.1.2. La Conferencia de Boston

En mayo de 1965 una treintena de psicólogos se reunió en Swampscott (Boston) para


tratar el papel del psicólogo en la comunidad y como consecuencia definieron el área de
actuación de la psicología comunitaria.

La Conferencia de Boston supuso un avance importante de la disciplina, se produjo el


cambio de denominación, se perfilaron algunas líneas de actuación y se abordó el tema
de la formación del psicólogo comunitario que desde un principio ponía el acento en la
formación interdisciplinar. Algunas de las conclusiones más relevantes fueron:

1.La psicología comunitaria va más allá de la salud mental por tanto se acuña el
término de psicología comunitaria en sustitución del término de salud mental
comunitaria. De ahí que se le atribuya a la Conferencia de Boston el
acontecimiento en el que tiene lugar el nacimiento formal de la psicología
comunitaria.

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2.La psicología social contribuye al desarrollo de la psicología comunitaria pues de
ella arrancan los principales presupuestos que sustentarán a la disciplina. La
psicología comunitaria no es un área independiente ni una mera aplicación, hay
que entenderla como un área dentro de la psicología social que además supone una
ampliación de su campo profesional.

3.Se aboga por un modelo de formación donde se conjuga la investigación con la


preparación profesional. El psicólogo comunitario debe conjugar teoría y praxis.
Desde la psicología comunitaria se pretende contribuir científicamente al desarrollo
de un conocimiento que incorpore actuaciones en el orden teórico-práctico y que
busque soluciones a los problemas sociales sin olvidar la perspectiva científica.

4.La psicología comunitaria debe inclinarse hacia la prevención y el fomento de la


calidad de vida, por tanto debe potenciar el desarrollo de las capacidades y
competencias a través de una acción social planificada.

5.El psicólogo comunitario se define como agente de cambio social y analista de


sistemas sociales, por ello se inclina hacia el estudio de temas relevantes
socialmente para que el conocimiento generado pueda ser utilizado en pro del
bienestar social.

6.La investigación en psicología comunitaria debe abordarse desde una perspectiva


ecológica que incorpore la importancia de las condiciones ambientales y
socioculturales sobre el comportamiento y que se centre en la interacción entre
personas y ambientes.

1.2. Características de la intervención comunitaria

A continuación señalamos las características que la mayoría de los autores, hoy en día,
están de acuerdo en aceptar y que permiten delimitar el campo de actuación de la
psicología comunitaria.

1.2.1. ¿Qué hacen los psicólogos comunitarios?

Las principales características se resumen en las siguientes:

-La psicología comunitaria amplía su ámbito de intervención más allá de la salud


mental e intenta situar la intervención en el desarrollo de modelos de cambio
social; está interesada en el cambio de sistemas sociales y quiere que la
intervención se dirija a múltiples niveles para asegurar el impacto social, por lo que
la intervención se sitúa preferentemente en los niveles organizacionales,
institucionales y comunitarios.

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-Las ciencias sociales han de perseguir el desafío social y proporcionar una guía en la
búsqueda de nuevas soluciones personales y sociales. La psicología comunitaria se
hace eco de ello, tiene una clara vocación aplicada, de compromiso social y de
búsqueda del bienestar. En definitiva, se plantea la ciencia social como instrumento
de cambio.

Larelevancia social de los estudios y la contribución que los psicólogos comunitarios


pueden hacer para promover el bienestar social se convierten en aspectos de sumo
interés. Sin embargo, este interés por la relevancia va acompañado de un
desarrollo teórico y metodológico acorde con los objetivos de la investigación. La
preocupación por la relevancia social y el desarrollo conceptual se intentan
garantizar a través de la unión de lo práctico y lo teórico. La investigación evalúa y
redirige la teoría y la práctica. La práctica nos pone en contacto con la realidad
social y conecta claramente la disciplina con la mejora del bienestar humano. Por
tanto la estrategia metodológica seguida por la psicología comunitaria es
esencialmente la investigación-acción, por ello utiliza una gran variedad de
procedimientos de investigación, desde metodología cuasi experimental a
metodología cualitativa. El interés principal se centra en buscar el mejor
procedimiento para el caso concreto que se esté estudiando. Esta amplitud de
miras viene condicionada nuevamente por el carácter aplicado de la disciplina, que
no duda en elegir aquellos procedimientos que aseguren la pertinencia de los
resultados. El sentido práctico y de utilidad guía la acción comunitaria volcada
sobre las necesidades de las personas; al tiempoque la investigación y el desarrollo
de teorías da solidez y sustentan su quehacer práctico. En definitiva, la
investigación-acción con su interrelación de la teoría, la investigación y la práctica
vendrían a representar la conexión entre teoría y práctica que caracterizan a la
psicología comunitaria.

Lapsicología comunitaria se plantea el problema de los valores en la ciencia social. El


concepto de ideología o la responsabilidad del psicólogo en la acción social son
buena muestra de ello. Ya lo señalaron autores como Iscoe (1974) cuando decía
que la psicología comunitaria es la conciencia social de la psicología. La
responsabilidad social es un aspecto clave, la intervención comunitaria prefiere
centrarse sobre las comunidades más marginadas socialmente para proporcionarles
los recursos más adecuados. La necesidad de dar respuesta a los problemas
sociales y el compromiso social caracterizan la actuación de la psicología
comunitaria, que hace que ésta se plantee como objetivo indiscutible el cambio
social e institucional. Es una psicología de la innovación y el cambio social. Este
cambio social es fruto de la intercomunicación que se produce entre los individuos
y las instituciones u organizaciones y como consecuencia se generan nuevas
formas o modelos para comprender la realidad. Por tanto, se trata de un cambio
positivo y de búsqueda de las innovaciones que hagan posible el progreso.

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Por ello, la psicología comunitaria no está exenta de valores, muy al contrario la
investigación social está cargada de valores que parten de las necesidades de la
comunidad. Esto influye en una nueva filosofía de prestación de los servicios. Se
perfila un nuevo papel profesional, la intervención en la comunidad requiere un
acercamiento del psicólogo que abandona el rol de "experto" para analizar las
características y demandas de la comunidad. El psicólogo debe encontrar la mejor
forma de dar su conocimiento, convirtiéndose en un transmisor de habilidades y
estrategias para solucionar los problemas que afectan a la comunidad. Se potencia
la utilización de paraprofesionales para desarrollar la transmisión de competencias y
se utilizan equipos interdisciplinares para contemplar diferentes análisis y puntos de
vista ante los problemas existentes.

El énfasis en la comunidad requiere que el psicólogo promueva la participación de


la comunidad en la planificación y desarrollo de la intervención. Sin su
participación directa en la elaboración de planes de acción, la psicología
comunitaria no habría conseguido uno de sus objetivos primordiales: actuar
conforme a las necesidades de la comunidad para mejorar la calidad de vida. El
individuo y la comunidad no tienen vidas separadas, ambos sistemas se
interrelacionan y dependen el uno del otro para su existencia.

La unidad de análisis de la psicología comunitaria trasciende lo individual para


dirigirse a lo supraindividual. Esto no significa que olvide al individuo, al contrario,
aborda las necesidades de éste desde el contexto donde se desenvuelve para dar
una mejor solución a los problemas sociales. El psicólogo comunitario atiende al
caso individual, rehabilitándolo y asistiéndolo, pero lo rebasa para situarlo en el
contexto social del que procede y pide a los sujetos su participación activa, su
colaboración en la comunidad, para que adopten un sentido de comunidad y de
pertenencia al grupo (Montero, 1987).

Lapsicología comunitaria intenta ser útil y relevante en la solución de problemas


sociales. Su misión es ayudar a crear organizaciones más efectivas, procurar una
prestación de servicios acordes con las necesidades sociales y proporcionar las
bases para el desarrollo comunitario. La primera cuestión que plantean es el
excesivo "centraje en la víctima", tradicionalmente la definición del problema se ha
centrado en la persona, lo que conlleva el inmediato etiquetado y la dependencia
de los sujetos. Como alternativa, una adecuada intervención se dirige hacia el
análisis del contexto y las necesidades de los individuos. Sólo así los sujetos
tendrán más control sobre su entorno y serán más competentes. -- --- - - -- - - - --
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El análisis holístico de la realidad conlleva un análisis conjunto del individuo en


su contexto y la intervención del profesional se dirige a proporcionar más recursos
y hacer más útiles los servicios que les presta la sociedad. Por ello las poblaciones

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objetivo del psicólogo comunitario son aquellas que se mueven en un entorno
social más desfavorecido. En realidad, la solución de los problemas no ha de
centrarse exclusivamente sobre la "víctima" o el ambiente sino que debe tender a
que los sujetos desarrollen aquellas habilidades que les hagan poseedores del
control de sus propios recursos y solo así se evitará dar una solución paternalista a
los problemas

Lacreación de comunidades competentes es otro de los elementos que caracterizan la


psicología comunitaria; lo que entraña además un fuerte compromiso con la
intervención. La construcción de comunidades competentes es una respuesta de la
teoría ante la desigualdad social, la dependencia, la indefensión y la falta de
participación (Reiff, 1966). Las estrategias para construir comunidades
competentes se resumen en dos amplias perspectivas: el desarrollo de la
comunidad y el cambio social. El desarrollo comunitario es un proceso diseñado
para crear las condiciones sociales más adecuadas con la participación de toda la
comunidad. Las estrategias básicas de acción se dirigen a buscar la participación de
los ciudadanos, la cooperación de voluntarios, la creación degrupos de autoayuda y
la formación de líderes de la comunidad. El papel del profesional además se
encamina a facilitar el proceso de solución de problemas, generar nuevos entornos
de ayuda, aumentar la responsabilidad e implicación entre las personas, facilitar el
contacto interpersonal, la disponibilidad de apoyo, la creación de nuevas redes
sociales, etc. El cambio social sólo se produce si existe un verdadero interés y
motivación entre los individuos por hacer prosperar y desarrollar su propia
comunidad.

Otrode los aspectos que cabe resaltar es la utilización de un modelo proactivo de


intervención. Para el interventor comunitario es esencial la preparación anticipada
y el desarrollo de estrategias que permitan inhibir o afrontar situaciones
problemáticas. Se sustituye el modelo de espera por un modelo de búsqueda
caracterizado por una intervención anticipada. La elección de los temas de estudio
son una muestra de ello: la potenciación de recursos personales y sociales, el
apoyo social, la calidad de vida, etc., el profesional busca el ajuste psicosocial, el
desarrollo de destrezas, de competencias que permitan generar los recursos
necesarios y prevenir dificultades futuras en pos de una mejora del bienestar.

-Un elemento fundamental que la caracteriza es que adopta una perspectiva ecológica.
La interrelación del ambiente y el comportamiento ofrecen numerosos datos de
interés al psicólogo comunitario, que se preocupa especialmente por conocer el
funcionamiento de los sistemas sociales donde intervienen en mutua
interdependencia el ambiente y los organismos. Cuando la atención se centra en el
cambio comunitario más que en el cambio individual es necesario poner el énfasis
en la relación del individuo con el ambiente. El peso que tienen dentro de la
intervención comunitaria las influencias externas sobre el comportamiento es

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evidente. El análisis de numerosos factores sociales como el nivel económico, las
características del entorno o la clase social, han revelado la existencia de grandes
diferencias comportamentales que han dado lugar a la existencia de grupos de
riesgo, de poblaciones marginadas, etc., e indican al psicólogo comunitario el
camino a seguir.

Son numerosas las definiciones sobre lo que es la psicología comunitaria, aunque


como dirían Spielberger e Iscoe (1977), la psicología comunitaria no es ni más ni menos
que aquello que hacen los psicólogos comunitarios. Para comprender mejor aquello que
hacen los psicólogos comunitarios presentamos un resumen de las características que
mejor definen esta intervención (ver cuadro 1.l).

Cuadro 1.1. Cuadro resumen de las principales características de la intervención


comunitaria

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La psicología comunitaria es una disciplina formal que se caracteriza por una forma
de abordar los problemas que refleja ciertos valores, entre ellos y quizás el más
importante hacer una psicología del interés público, que actúa en consonancia con las
necesidades sociales y nunca de espaldas a la comunidad. Se plantea una unión
indisoluble entre lo básico y aplicado y su objetivo es la promoción de la calidad de vida.
Por ello, en la mayoría de los estudios existe un interés por la utilización de variables de
marcado carácter psicosocial.

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Los estudios se realizan en contextos naturales, utilizando una metodología acorde
con los objetivos de la investigación, lo que refleja los esfuerzos de los psicólogos
comunitarios por estudiar los problemas en el contexto y sin olvidar un adecuado marco
teórico referencial. En definitiva, con todo lo expuesto podemos afirmar con Murrell
(1973) que la psicología comunitaria puede definirse como el campo de la ciencia
psicológica que estudia las transacciones entre sistemas sociales, poblaciones e
individuos; que desarrolla y evalúa métodos de intervención que propician las
adaptaciones entre las personas y sus ambientes; que diseña y evalúa nuevos sistemas
sociales; y que a partir de dicho conocimiento y cambio pretende incrementar la cantidad
de recursos psicológicos que se ofrecen al individuo y a la comunidad.

1.3. Modelos de intervención comunitaria

El desarrollo de la disciplina ha dado lugar al surgimiento de distintos marcos teóricos que


comparten una serie de características: todos ellos tienen un importante carácter aplicado,
se centran en conceptos claves de la psicología comunitaria y proponen pautas para la
intervención en la comunidad. A continuación, se exponen algunos de los más relevantes.

1.3.1. Modelos de estrés y salud

Dentro de este apartado se han incluido los modelos más importantes y que dan pautas
para la intervención.

A) Modelo de estrés psicosocial de Dohrenwend (1978)

El modelo se construye en tomo al concepto de estrés psicosocial; incluye la dimensión


temporal y permite analizar la conducta atendiendo a la interacción de elementos
personales y ambientales. La autora conecta el estrés psicosocial con el proceso
psicopatológico y diferencia la respuesta emocional inmediata de estrés de la respuesta
psicopatológica: la primera aparece como una reacción normal ante un suceso anormal,
mientras que la respuesta psicopatológica es el resultado de una combinación de aspectos
psicológicos individuales (estrategias y habilidades) y de factores ambientales (v.g., apoyo
social disponible) (ver figura 1.1).

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Figura 1.1. Modelo de estrés psicosocial (Dohrenwend, 1978).

El modelo se explica atendiendo a los siguientes momentos:

1.Los eventos vitales estresantes vienen determinados por las características


psicológicas de la persona en la situación (características que se han formado a
partir de componentes educativos y de socialización) y por los elementos
ambientales (que dependen del contexto social).

2.Ante la presencia de los eventos vitales estresantes se produce una reacción de


estrés transitoria influida por mediadores situacionales (son agentes externos como
el apoyo social) y mediadores psicológicos (aspiraciones, habilidades, estrategias de
afrontamiento).

3.La reacción de estrés transitoria interactúa con los factores ambientales y personales
para producir uno de estos tres tipos de experiencias:

a)El individuo domina la situación y se produce un crecimiento psicológico, es


decir, supone una experiencia enriquecedora.

35
b)No se produce ningún cambio psicológico sustancial.
c)Aparece la respuesta psicopatológica definida como reacción disfuncional
continua y persistente. Por tanto, es un modelo de estrés psicosocial que pone el
acento tanto en las circunstancias de la vida como en los recursos del individuo
(psicológicos, materiales y sociales) disponibles para hacer frente a tales
demandas.
4.Intervención.

a)Terapias correctivas. Dirigida a buscar soluciones cuando el problema está


instaurado. Esta intervención se correspondería con la prevención terciaria y la
prevención de recaídas.
b)Intervención en crisis. Su actuación se centra sobre la reacción transitoria de
estrés de forma temprana para evitar la respuesta psicopatológica. La
intervención temprana de los eventos estresantes es más efectiva cuando se
trabaja con un concepto de estrés vital, que permita predecir a lo largo de la
vida, una serie de eventos vitales sobre los que actuar para prevenir la respuesta
psicopatológica (v.g., la etapa adolescente, etapa de jubilación, etc.). Habría que
planificar una intervención en crisis que diera respuesta a las cuestiones de
dónde, cuándo, cómo y sobre quién intervenir. Todas las actividades centradas
en la reacción transitoria de estrés se realizarían principalmente a través de
terapias breves e intervención en crisis. Esta intervención se correspondería con
la prevención secundaria y la intervención en grupos y situaciones de riesgo.
c)Prevención. La prevención se dirige hacia los mediadores psicológicos y
situacionales. La intervención sobre los mediadores psicológicos se centra en el
entrenamiento de estrategias individuales de afrontamiento para alcanzar un
nivel óptimo de habilidad. Algunos ejemplos, los encontramos en conocidos
programas dirigidos a poblaciones infantiles para proporcionarles un adecuado
ajuste psicosocial en las etapas del desarrollo. Es el caso de los programas
escolares elaborados para enseñar estrategias de solución de problemas
interpersonales. Estos programas insertos dentro del currículo escolar, u otro
tipo de programas dirigidos a la población general (v.g., programas de educación
para la salud), dotan a las personas de competencias y estrategias de
afrontamiento para prevenir situaciones de riesgo.

La intervención en los mediadores situacionales se encamina a incrementar o


proporcionar todos aquellos recursos que son necesarios para afrontar los problemas.
Uno de los recursos más conocidos es el apoyo social. La intervención supone la
creación de redes de apoyo, el fortalecimiento del sentimiento de comunidad, y en
definitiva la identificación de todos aquellos recursos emocionales, materiales e
instrumentales que conlleven la mejor adaptación al medio. En muchos casos, la
intervención ha de situarse en la creación de las condiciones de vida necesarias para
mejorar la situación social de los grupos riesgo. Según Dohrenwend hay que desarrollar

36
programas que eliminen las circunstancias que producen los eventos vitales estresantes.
Un ejemplo lo forman los programas dirigidos al fortalecimiento del sentido de
comunidad y del apoyo social. Esta intervención se correspondería con la prevención
primaria.

B) Modelo de competencia de Elias (1987)

El modelo se centra en el desarrollo de la competencia de individuos, grupos y


contextos. El desarrollo de la competencia o, por el contrario, la aparición de problemas,
es una razón variable entre la existencia de estresores y factores de protección. En la
medida en que aumentan los factores de protección (recursos de apoyo social, recursos
económicos, vínculos positivos) y disminuyen los estresores (enfermedades, problemas
económicos, conflictos familiares), los individuos y grupos sociales tendrán menor riesgo
de enfrentarse a situaciones problemáticas, serán menos vulnerables y por tanto más
competentes. La fórmula que plantea es la siguiente:

El modelo ofrece pautas para la prevención ya que los profesionales pueden intervenir
en determinados contextos para reducir los factores de riesgo. Por ejemplo, en el
contexto familiar se pueden definir una gran cantidad de estresores: divorcio de los
padres, nacimiento de un hijo con discapacidad, la presencia de un familiar dependiente,
enfermedades, etc., y también se pueden diseñar factores de protección como: fomentar
la comunicación, las relaciones de afecto, el apoyo social, etc., con el fin de aumentar la
competencia de la familia y prevenir situaciones problemáticas.

C) Modelo de bienestar de Lin y Ensel (1989)

Este modelo analiza el papel desempeñado por los factores sociales, psicológicos y
físicos sobre el bienestar. Para los autores, el estrés viene determinado por tres contextos:
social, psicológico y fisiológico. Cada uno de estos contextos dispone de recursos y
estresores que inciden en el bienestar de las personas (ver cuadro 1.2).

Cuadro 1.2. Componentes del modelo de Lin y Ensel (1989)

37
La propuesta integradora de Lin y Ensel permite definir al profesional los contextos
más vulnerables y diseñar estrategias de intervención eficaces dirigidas a la optimización
de recursos vinculados con cada contexto.

El modelo tiene un importante valor práctico y facilita la especificación de hipótesis, la


secuenciación causal de conceptos y el análisis simultáneo de diferentes hipótesis (Lila,
2006).

1.3.2. Modelos ecológicos

Para Rappaport (1986) la perspectiva ecológica es la que mejor sirve a los intereses de la
intervención comunitaria. El principio que mueve la perspectiva es que el contexto ejerce
una influencia importante sobre las personas y que éstas pueden llegar a tener un mayor
control sobre su comportamiento a través de un conocimiento más exhaustivo de las
influencias ambientales. La perspectiva ecológica estudia la relación de la persona con el
ambiente y se centra principalmente en la evaluación de las variables del contexto social;
quiere conocer los principios bajo los que operan los ambientes y analiza el ambiente y
los sistemas en los que actúan las personas. Levine y Perkins, (1987) indican una serie
de principios que guían esta perspectiva:

1.El primero de ellos es la "interdependencia". Los cambios en un componente del


ecosistema producirán a su vez cambios en otros componentes del sistema. La
interdependencia se refiere no solo a una influencia mutua entre los componentes
comunitarios sino también a una interacción dinámica todo el tiempo. Por ejemplo,
la interacción positiva entre el contexto escolar y el contexto familiar favorecerá la
adaptación y el éxito escolar. El principio de interdependencia asume además que
la unidad de análisis en la intervención es precisamente la comunidad más que los
sujetos individuales.

2.El segundo principio se refiere a la "reutilización de los recursos". La intervención


supone la identificación de los recursos; para ello se deben conocer los recursos
propios de cada comunidad y la forma en que se prestan y son aprovechados. Los

38
recursos se definen generalmente como aquellas estrategias, cualidades, estructuras
o acontecimientos que pueden ser puestos en marcha en una comunidad dada,
para resolver un problema específico o contribuir al desarrollo de la misma. Por
ejemplo, el proceso de desinstitucionalización de los hospitales psiquiátricos, con el
tiempo se ha comprobado que una falta de previsión sobre los recursos necesarios
para esta población ha hecho fracasar en gran parte el proceso de reinserción de
los enfermos mentales en la comunidad.

3.El tercer principio es la "adaptación". La adaptación se describe como el proceso


por el cual los individuos varían sus conductas en función de los recursos
disponibles. La intervención se debe centrar en la selección de los recursos y de las
estrategias más adaptativas. Cuanto mayor sea el número de habilidades y
estrategias que desarrolla el individuo mayor será su capacidad de adaptación. Por
ejemplo, los programas dirigidos a la enseñanza del idioma en la población
inmigrante amplían la capacidad de éstos para enfrentarse a nuevas situaciones y
mejoran las estrategias adaptativas en el nuevo contexto.

4.El cuarto principio es la "sucesión". El ambiente no es estático, está en continuo


cambio. El principio de sucesión se refiere al universo de alternativas que ofrecen
los recursos y a la posibilidad de intercambio de los mismos. Los grupos de
autoayuda son un buen ejemplo de cómo diferentes personas que comparten una
misma situación llegan a beneficiarse a través del intercambio mutuo de recursos.

A partir de aquí se derivan cinco principios de práctica para la intervención


comunitaria:

1.Los problemas surgen en un entorno o situación. Los elementos del entorno


desencadenan, incrementan o mantienen los problemas. Este principio indica que
la intervención no se debe dirigir exclusivamente a las características de los
individuos sino más bien partir de un diagnóstico de la situación, de las
posibilidades o recursos que proporciona el entorno y realizar un análisis de la
relación de interacción que mantienen los sujetos con la comunidad.

2.Los problemas se mantienen cuando el entorno social no dispone de los recursos


necesarios para hacerles frente. En este caso, el principio de adaptación prevalece
en función de los recursos necesarios, nuevamente se plantea una intervención
centrada principalmente en proporcionar aquellos recursos de orden social,
emocional, etc., que procuren una adecuada adaptación al entorno.

3.Ayudar a localizar adecuadamente la manifestación de los problemas en los entornos


que los sujetos identifican como problemáticos.

4.Los objetivos de la intervención deben ser consistentes con los valores y objetivos

39
del entorno. Intervenir sobre objetivos o valores distintos a los que se mantienen
en el contexto pueden generar conflicto y resistencia a la intervención. Los
cambios deben ser consistentes con los valores implícitos o manifiestos de la
comunidad.

5.Una adecuada intervención proporciona las bases para que la comunidad se


desarrolle de forma autónoma a partir de sus propios recursos. Se trataría de
institucionalizar los propios recursos del entorno a través de creación de redes de
apoyo, organizaciones de voluntarios, etc., para proporcionar una base adecuada
donde asentar la comunidad.

La idea que subyace a todos estos principios es que el individuo está en un continuo
estado de transacción con los diferentes contextos donde pasa la mayor parte de su
tiempo. Este estado de transacción se caracteriza por una influencia recíproca. Actuar
conforme a la perspectiva ecológica supone considerar a las personas y los entornos
como recursos en sí mismos para alcanzar un desarrollo positivo de las comunidades, y
dirigir la intervención a preservar e incrementar los recursos de la comunidad. Las
estrategias de intervención se describen en términos de participación e implicación en las
organizaciones comunitarias. Algunos modelos representativos de la perspectiva ecológica
se muestran a continuación:

A) Modelo ecológico del desarrollo humano (MEDH) de Bronfenbrenner (1995, 2005)

Según el modelo, el desarrollo humano se produce a través de procesos de interacción


complejos entre la persona, el ambiente inmediato y otros contextos de cuya influencia a
veces no somos conscientes, como los valores de la cultura en la que estamos inmersos.
Para el autor los sistemas sociales en los que se integran los individuos forman un
conjunto de estructuras anidadas, cada una dentro de la siguiente, como un juego de
muñecas rusas. En el centro de dicha estructura se encuentra el individuo que está
influido en mayor o menor grado por los entornos más inmediatos y los más distantes
(ver figura 1.2). Todos los sistemas sociales están en continua interacción, constituyendo
un sistema dinámico de tal forma que lo que sucede en los distintos sistemas sociales
influye en el individuo. A estas estructuras anidadas las denomina:

a)Microsistema: se define como el conjunto de actividades y relaciones


interpersonales que la persona va desarrollando en sus entornos inmediatos como
la familia, que es el principal microsistema, y comprende la interacción con los
padres, hermanos y otros familiares; y la escuela que comprende la interacción con
profesores y grupo de iguales. Al microsistema llega la influencia del resto de los
sistemas.

b)Mesosistema: se define por la interacción entre dos o más microsistemas. Aquello


que ocurra en un sistema puede influir en otro y viceversa. Por ejemplo, las

40
interrelaciones entre el grupo de iguales, los profesores y los progenitores hay que
analizarlas para explicar los problemas de desadaptación escolar.

c)Exosistema: se define como una extensión del mesosistema que representa las
estructuras sociales formales (v.g., el trabajo) y las informales (v.g., red de
relaciones sociales). El exosistema no incluye a la persona en desarrollo como
participante pero influye de manera indirecta. Por ejemplo, un problema con la
justicia de un miembro de la familia repercutirá en el resto de los familiares.

d)Macrosistema: este nivel se refiere al patrón cultural, los valores dominantes y las
creencias que caracterizan el entorno cultural en el que se encuentra el individuo y
que puede afectar al resto de los niveles. Por ejemplo, las diferencias culturales
entre parejas mixtas o interculturales pueden producir conflictos en la pareja
cuando no se utilizan mecanismos adecuados para regular estas diferencias.

e)Cronosistema: el tiempo se incorpora al desarrollo de las personas ya que el manejo


de las situaciones cambian a lo largo del ciclo vital. Algunos ejemplos son las
etapas de crisis económicas, los cambios laborales, la transformación de la familia,
etc.

41
Figura 1.2. Representación gráfica del MEDH.

El modelo proporciona pautas importantes para intervenir sobre problemáticas


sociales en las que están interrelacionados todos los contextos descritos (v.g., consumo
de drogas, violencia contra las mujeres, acoso escolar, etc.).

B) Modelos de Empowerment (Potenciación)

El concepto de empowerment o potenciación se considera un constructo muy


importante en el desarrollo de la psicología comunitaria. Rappaport (1987) desarrolla el
concepto de empowerment con la intención de ampliar el campo de actuación de la
intervención comunitaria y su desarrollo teórico. El autor llega a escribir que "El objetivo
propio de la teoría en Psicología Comunitaria puede ser resumido en una palabra,
empowerment" (Rappaport, 1987, p. 129). El empowerment debe entenderse como el
proceso a través del cual los individuos, grupos y comunidades llegan a tener la
capacidad de controlar sus circunstancias y de lograr sus propios objetivos para conseguir
una mayor calidad de vida. Este proceso opera desde un punto de vista ecológico en los
niveles, individual, familiar, grupal, organizacional y comunitario y en los diferentes
ámbitos de la vida de las personas. A partir del concepto se derivan diferentes modelos
de intervención.

•El Modelo Multinivel de empowerment de Zimmerman (1995). El autor define


diferentes niveles de análisis interdependientes unos con otros: nivel individual,
organizacional y comunitario. Los presupuestos de los que se parte son los
siguientes:

-El empowerment toma diferentes formas para diferentes personas. Los distintos
grupos de población tienen diferentes características sociodemográficas (edad,
sexo, estatus socioeconómico, etc.) y diferentes necesidades. Por tanto las
estrategias o habilidades que necesita desarrollar una persona que acaba de
perder un empleo no son las mismas que las de un adolescente que ha
empezado a consumir drogas.
-El empowerment toma diferentes formas en diferentes contextos. Las
características del contexto determinan el tipo de actuación que se debe
desarrollar. En cada contexto (familia, trabajo, amigos) necesitamos unas
estrategias diferentes. Podemos sentimos desplazados en el trabajo y
absolutamente competentes en el contexto familiar.
-El empowerment es dinámico y cambia continuamente. No es un rasgo estático;
los individuos no desarrollan un sentido de empowerment de forma permanente,
este va a cambiar dependiendo de las necesidades de los sujetos y de las
características de los diferentes contextos.
Para el autor es importante establecer diferencias entre el empowerment o

42
potenciación como proceso y como resultado. En el proceso de potenciación hay
que analizar cómo las personas, las organizaciones y comunidades acceden a los
recursos, cómo desarrollan habilidades, cómo participan en organizaciones, etc. El
resultado del empowerment se refiere a las consecuencias de este proceso. Por
ejemplo, si los profesionales quieren conseguir el empowerment de la comunidad
como resultado de su intervención, el proceso de intervención habrá de
caracterizarse por: hacer participar a los miembros de la comunidad en el desarrollo,
ejecución y evaluación de la intervención; desarrollar el sentido de identidad y
pertenencia al grupo; asumir el papel de colaborador en la intervención y desarrollar
estrategias entre los sujetos para que ellos mismos sean capaces de dar solución a
los problemas sin sentirse dependientes de los profesionales (ver cuadro 1.3).

Cuadro 1.3. Niveles de análisis, procesos y resultados de la potenciación

En relación con esto, es interesante anotar que el profesional, para conseguir


potenciar el nivel individual, ha de tener en cuenta la interacción de estos tres
componentes: intrapersonal (cuando la persona se cree capaz de influir en un
contexto dado); interactivo (cuando la persona comprende y participa en la
organización de un contexto dado) y comportamental (cuando la persona desarrolla
conductas para controlar el contexto).

El componente intrapersonal se refiere a cómo las personas se ven a sí mismas


respecto a su percepción de control, de autoeficacia, de dominio, de competencias
o habilidades para influir en diferentes esferas de su vida como en la familia, el
trabajo, las organizaciones, etc. El componente interactivo se refiere a la idea que
las personas tienen de su comunidad y a la capacidad de poder ejercer control
sobre su ambiente, lo que implica compartir normas y valores en un contexto
determinado, desarrollar una conciencia crítica de su propio ambiente, movilizar
recursos y tomar decisiones para solucionar problemas. El componente
comportamental se refiere a actuaciones concretas y directas encaminadas a
conseguir unos objetivos que favorezcan la potenciación. Estas actuaciones pueden
ser tanto estrategias de afrontamiento al estrés como el desarrollo de habilidades

43
para adaptarse a los cambios. Dependiendo de las necesidades de los sujetos las
actuaciones requeridas van a variar. Por ejemplo, las conductas que favorecen el
incremento de poder en personas que padecen enfermedades crónicas pueden ser
la decisión de formar o participar en grupos de autoayuda, mientras que para un
adolescente puede ser participar en una asociación juvenil (ver cuadro 1.4).

Un ejemplo de cómo pueden aparecer estos tres componentes en un contexto


determinado se puede ver si analizamos la estructura y desarrollo de los grupos de
ayuda mutua. El componente intrapersonal lo encontramos en la percepción de
control y de competencia para afrontar los problemas que tienen cada miembro del
grupo. El componente interactivo lo encontramos en la comprensión y aceptación
de las normas del grupo, la colaboración entre los miembros y la ayuda mutua. El
componente comportamental guarda relación con el diseño de estrategias de
afrontamiento y con la toma de decisiones concretas respecto a la marcha del
grupo, definición de roles, nivel de participación, etc. Aunque los contenidos de
cada uno de estos componentes variarán de un contexto a otro (Hombrados y
Gómez, 2001).

Cuadro 1.4. Componentes del nivel individual del empowerment

•El Modelo de empowerment desarrollado por Fawcett et al. (1994) es un modelo


ecológico que parte de la comprensión del empowerment como resultado de la
interacción de los factores ambientales y comportamentales y también puede
desarrollarse en diferentes niveles: individuo, familia, barrio, ciudad, sociedad. El
aspecto más relevante del modelo es que introduce el análisis de recursos y
barreras que facilitan o impiden el desarrollo del empowerment (ver cuadro 1.5).

Los elementos facilitadores y las barreras en el área personal y familiar pueden variar
de acuerdo con la etapa y contexto en el que se encuentran los individuos. El papel del
profesional se ha de centrar en identificar las barreras para desarrollar estrategias
alternativas que fortalezcan a las personas y en identificar los recursos facilitadores para
potenciarlos.

44
Cuadro 1.5. Nivel de empowerment como resultado de la interacción de factores
personales y ambientales

En general, los modelos de empowerment aportan elementos de análisis orientados a


incrementar los recursos de las personas y comunidades de una forma dinámica a través
de la participación activa de los sujetos. Desde el modelo, el objetivo del interventor
comunitario es hacer posible que la propia comunidad descubra que posee recursos para
ser su propio agente de cambio y procuren resolver sus problemas. Más que dar solución
a los problemas habría que dar estrategias para que los sujetos aprendan a resolverlos por
sí mismos. A medida que el interventor aumenta la accesibilidad y disponibilidad de
recursos, los sujetos se sienten menos vulnerables y más capaces de afrontar las distintas
circunstancias que le rodean. La información, la autonomía y la adecuada organización
del entomo son algunas de las estrategias utilizadas para el desarrollo del poder en la
comunidad. El acercamiento a los recursos tiene importantes implicaciones en la
intervención comunitaria pues supone una mayor participación de los usuarios en la
práctica del trabajo comunitario. Lejos de una actitud paternalista centrada en un modelo
de déficits desde el modelo de potenciación los individuos y grupos se consideran con
suficientes recursos y habilidades como para ayudar y ser ayudados. Desde esta
perspectiva, el profesional adopta un rol de colaborador y se plantea como objetivo

45
último el cambio social. En relación con esto, algunas de las intervenciones propuestas
para facilitar el empowerment de un grupo de población con unas necesidades específicas
como, por ejemplo, las personas mayores, son:

•Analizar las necesidades económicas, de apoyo y los temas de interés de las personas
mayores.

•Crear cooperativas, clubes, asociaciones que canalicen la participación.

•Desarrollar actividades de interés común que propicien la autoayuda.

•Desarrollar oportunidades de empleo en el cuidado de niños, cuidado del entorno del


barrio, etc.

•Promover actuaciones que sirvan para mejorar la salud física (programas de


educación para la salud) y mental (formación de grupos de apoyo social).s

•Desarrollo de estrategias y habilidades que les permitan ser líderes de grupos o


asociaciones dentro de la comunidad.

En la actualidad, los modelos de empowerment o potenciación tienen una gran


aplicación en el marco de la intervención comunitaria. Un ejemplo lo constituye la puesta
en marcha, en diversas instituciones gubernamentales, de los presupuestos participativos.
Esta actuación requiere un proceso de empowerment y de participación de los
ciudadanos que tiene como resultado la toma de decisiones activa y el fortalecimiento de
la comunidad (García, Domínguez y Hombrados, 2011).

Resumen

En el capítulo se analizan los elementos sociales, históricos y conceptuales que confluyen


para dar origen a la psicología comunitaria y a un nuevo perfil profesional. Se destacan
las principales características de la psicología comunitaria que delimitan su campo de
actuación y los principales modelos de intervención comunitaria. Estos modelos se han
agrupado en Modelos de estrés y salud (Modelo de estrés psicosocial, Modelo de
competencia y Modelo de bienestar) y Modelos ecológicos (Modelo ecológico de
desarrollo humano y Modelos de empowerment). Los modelos plantean elementos de
análisis orientados a la intervención y se dan pautas de actuación a los profesionales.

Objetivos y competencias

-Conocer las características de la intervención comunitaria y los principales modelos


de intervención comunitaria.

-Ser capaz de analizar la realidad social a partir de los diferentes modelos teóricos.

46
-Saber analizar el contexto donde se desarrollan las conductas a partir de la aplicación
de los modelos expuestos.

Actividades formativas

1.Definir cinco características representativas de la intervención comunitaria.

2.Poner un ejemplo para cada uno de los principios que guían la perspectiva
ecológica: interdependencia, reutilización de los recursos, adaptación y sucesión.

3.Indicar el análisis del contexto y de las variables más relevantes en cada uno de los
modelos expuestos.

4.Definir el papel del profesional en los modelos propuestos.

5.A partir del modelo de empowerment de Fawcett et al. (1994) identificar las
barreras y los elementos facilitadores personales y ambientales que puede
encontrar diferentes grupos de riesgo (v.g., La población inmigrante en el proceso
de adaptación a la nueva cultura).

6.Aplicar el Modelo de Bienestar de Lin y Ensel (1989) para identificar los principales
estresores y recursos sociales, psicológicos y fisicos que podemos encontrar en el
ámbito familiar.

47
48
2.1. Calidad de vida

A continuación se expondrán las principales definiciones y los componentes más


importantes para analizar la calidad de vida de la comunidad.

2.1.1. Concepto

El concepto calidad de vida en un primer momento se identificó con el de nivel de vida


para hacer referencia a las características ambientales y socioeconómicas del entorno.
Posteriormente se fue introduciendo el concepto de calidad de vida más identificado con
el bienestar social. Los diferentes investigadores han concluido que la calidad de vida se
refiere tanto a indicadores objetivos -las condiciones de vidacomo a indicadores
subjetivos -la satisfacción con la vida-. Por ejemplo, la aparición de una enfermedad
crónica como la diabetes es un hecho objetivo que tiene un impacto directo sobre el
estado de salud y el estilo de vida de las personas. Sin embargo, la satisfacción con la
vida (indicador subjetivo) puede ser distinta en diferentes personas y relativamente
independiente de los indicadores objetivos, ya que estas diferencias en la satisfacción con
la vida pueden derivarse de la utilización de estándares de comparación diferentes. Para
una persona joven la aparición de esta enfermedad crónica va a suponer incorporar unos
cuidados de salud que van a condicionar su estilo de vida. En cambio, para una persona
mayor siendo el hecho obje tivo similar podría afectarle menos si la persona mayor
compara su estado de salud con el de otras personas que son de edad similar.

De acuerdo con esta argumentación Blanco (1985) señala que la calidad de vida no es
el resultado de una aproximación cuantitativa o estrictamente económica sino que ésta se
relaciona con el nivel de satisfacción que a uno le proporcionan sus condiciones de vida
objetivas (salud, vivienda, trabajo...) cuando las compara, de acuerdo con baremos
personales, con la situación en que se desenvuelve la vida de otras personas.

También, es importante señalar que la calidad de vida no se centra exclusivamente en


la comparación entre personas, sino que más bien supone tener en cuenta la relación que
se establece entre una realidad y unos propósitos, objetivos o niveles deseables (Casas,
1996).

49
En este sentido, para Word (2001) uno de los principales problemas se plantea a la
hora de armonizar las distintas dimensiones que componen la calidad de vida, ya que
cada una de ellas está formada a su vez por una serie de subdimensiones concretas, en
función del nivel de referencia, del momento y del ámbito elegido (ver cuadro 2.1).

Cuadro 2.1. Dimensiones y criterios de comparación de la calidad de vida

Siguiendo con esta argumentación, la Organización Mundial de la Salud define la


calidad de vida como la percepción del individuo de su posición en la vida, en el contexto
de la cultura y sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos,
expectativas, estándares y preocupaciones. También para Hajiran (2006) la calidad de
vida debería ser definida como el producto de la interacción entre la personalidad del
individuo y los continuos sucesos que ocurren a lo largo de la vida. Estos sucesos vitales
tienen lugar dentro de un conjunto multidimensional de ámbitos.

Por tanto, las definiciones de calidad de vida incluyen múltiples ámbitos (salud,
relaciones sociales, situación económica) que se evalúan en función de múltiples
dimensiones (necesidades, expectativas, valores, aspiraciones y recursos).

50
2.1.2. Componentes de la calidad de vida

Uno de los aspectos más estudiados es la identificación de los componentes que se


consideran importantes para determinar la calidad de vida de la comunidad. La definición
de estos componentes permite operacionalizar el concepto y evaluar la calidad de vida a
través de la selección de los componentes más adecuados. En general, existe bastante
acuerdo en que la calidad de vida debe evaluarse teniendo en cuenta tanto las
condiciones externas objetivas como los factores subjetivos. El interventor comunitario
deberá garantizar que están cubiertas las necesidades básicas de los grupos sociales con
los que trabaja. Una vez que estas necesidades básicas objetivas están cubiertas (sanidad,
educación, vivienda, salud, etc.,) irán cobrando más importancia los indicadores
subjetivos para valorar la calidad de vida.

Cummins, McCabe, Romeo y Gullone (1994) realizaron un estudio para analizar


cuáles eran los principales componentes de la calidad de vida utilizados por los
investigadores y concluyeron que en el 85% de las definiciones fue incluido el bienestar
emocional, en el 70% la salud, en el 70% cuestiones relacionadas con la intimidad, y en
el 56% la actividad laboral.

Lawton (1983) señala que los componentes serían los siguientes:

a)Competencia conductual: comportamiento social adecuado y capacidad funcional.

b)Bienestar psicológico: relación positiva entre los objetivos deseados y alcanzados en


la vida.

c)Calidad de vida percibida: satisfacción de la persona consigo misma y con su


entorno (familia, amigos, trabajo, etc.).

d)Medio ambiente objetivo: características del entorno físico y social.

Para Shalock y Verdugo (2003) la calidad de vida es un concepto multidimensional


formado por atributos y valores consensuados culturalmente, posee componentes
objetivos y subjetivos que se aplican en los tres niveles de los sistemas sociales
(microsistema, mesosistema y macrosistema). Los autores identifican ocho dimensiones
de la calidad de vida que se medirían a través de una serie de indicadores (ver cuadro
2.2).

Cuadro 2.2. Dimensiones e indicadores de medida de la calidad de vida

51
2.2. Bienestar subjetivo: satisfacción con la vida y felicidad

A continuación se explican los conceptos de bienestar subjetivo, satisfacción con la vida y


felicidad, las dimensiones más importantes de cada concepto y los principales enfoques
teóricos del bienestar subjetivo.

2.2.1. Conceptos de bienestar subjetivo, satisfacción con la vida y felicidad

El bienestar subjetivo es la evaluación que realizan las personas de su vida, un proceso


que incluye las emociones y la satisfacción. De acuerdo con Cummins y Cahill (2000), el
bienestar subjetivo refleja una evaluación de afecto respecto a una serie de ámbitos de la
vida o respecto a la vida como un todo. Se dice por tanto que el bienestar es el resultado
de la satisfacción con la vida, la felicidad y una buena salud.

Se han identificado algunos ámbitos de la vida que representan adecuadamente el


bienestar subjetivo. Estos ámbitos serían: la satisfacción con uno mismo, con la pareja,
con la vida familiar, con los amigos, disponer de tiempo para hacer cosas, la relación con
los vecinos, el alcanzar logros en la vida, la seguridad personal, estar integrados en la
comunidad, los ingresos, la vida social, el nivel de vida y la salud personal.

En general, el bienestar subjetivo está compuesto por dos componentes, un


componente cognitivo y otro de carácter afectivo:

-El componente afectivo del bienestar subjetivo constituye el componente emocional,


hace referencia a las emociones y estados de ánimo de las personas y está
determinado por el nivel de afecto positivo y negativo que presenta el individuo y
la diferencia entre estos estados emocionales.

-El componente cognitivo del bienestar subjetivo se conoce con la denominación de

52
satisfacción con la vida. La satisfacción con la vida es una conceptualización
cognitiva, una evaluación de la felicidad.

El bienestar subjetivo es un concepto que incluye tanto la felicidad como la


satisfacción con la vida. El bienestar subjetivo es un estado afectivo permanente que está
formado por tres componentes: a) la experiencia de felicidad en ámbitos destacados de la
vida, b) la experiencia de afecto negativo acumulado en ámbitos destacados de la vida, y
c) las evaluaciones de la vida en general.

Según Veenhoven (1994), los recursos disponibles y las diferentes formas de


afrontamiento hacen que las experiencias vividas puedan ser positivas o negativas, por lo
que la evaluación que se realiza sobre la propia vida se hace tanto de forma global como
atendiendo a estándares que son considerados relevantes. Entre las condiciones
necesarias para el bienestar se encuentran las indicadas en el cuadro 2.3:

Cuadro 2.3. Condiciones necesarias para el bienestar (Veenhoven, 1994)

2.2.2. Dimensiones del bienestar subjetivo

En el análisis del bienestar subjetivo se tienen en cuenta las siguientes dimensiones:

a)Dimensión afectiva-cognitiva. Se producen dos tipos de evaluaciones: la valoración


afectiva donde la persona evalúa sus sentimientos positivos y negativos; y la
valoración cognitiva relacionada con la satisfacción con la vida, en la que el
individuo evalúa como se ha desarrollado su vida, y si ha alcanzado las metas
propuestas.

Pavot y Diener (1993) desarrollaron la Escala de Satisfacción con la Vida

53
(SWLS) que es una de las medidas más empleadas para medir la dimensión
cognitiva del bienestar subjetivo. Los autores desarrollaron una medida general y
unidimensional de la satisfacción con la vida. Esta escala está compuesta por 5
ítems cortos diseñados para medir de forma global los juicios cognitivos de la
propia vida que se responden conforme a una escala Likert de 1 a 7 (1 =
Completamente en desacuerdo, 7 = Completamente de acuerdo) (ver cuadro 2.4).

Cuadro 2.4. Escala de satisfacción con la vida de Pavot y Diener (1993)

b)Dimensión positiva-negativa. Dentro de la dimensión afectiva aparecen dos tipos de


componentes: positivos y negativos. Los primeros se relacionan con variables
sociales como el apoyo social o la participación; en cambio los afectos negativos se
relacionan con situaciones de estrés, problemas de salud, etc.

c)Dimensión frecuencia-intensidad. La intensidad constituye una referencia


importante de las experiencias emocionales, independientemente de la frecuencia y
de si estas son positivas o negativas, ya que las personas con alta intensidad
afectiva valoran más intensamente los acontecimientos vitales en general.

d)Dimensión interna-externa. El componente afectivo positivo se relaciona con


variables externas como el apoyo social y el componente afectivo negativo se
relaciona con variables internas como la baja autoestima o la ansiedad. Por tanto,
la discrepancia entre lo que uno tiene y lo que tienen los demás, se centraría más
en los aspectos externos de la comparación social, mientras que la valoración de
los logros alcanzados formaría parte de una dimensión más interna del individuo.

2.2.3. Enfoques y teorías del bienestar subjetivo

Son numerosos los enfoques teóricos de la felicidad y el bienestar subjetivo. Según


Diener (1994) éstos se pueden resumir en seis:

1.Teorías finalistas. Desde estas teorías la felicidad se consigue cuando se alcanzan


ciertas metas o se satisfacen las necesidades del plan de vida que cada uno se ha
marcado. Sin embargo, no siempre alcanzar ciertas metas nos proporciona la

54
felicidad ya que a veces puede suponer la aparición de otros conflictos.

2.Teorías de la actividad. La teoría del flujo de Csikszentmihalyi (1977) es una de las


más representativas, para el autor la felicidad depende de la propia actividad del
ser humano. El autor entiende esta experiencia de flujo como una actividad tan
placentera que las personas continuaran realizándola pese al coste que tenga.

3.Teorías del placer-dolor. La teoría del proceso contrario de Solomon (1980) señala
que la pérdida de algo bueno nos hace infelices mientras que la pérdida de algo
malo nos hace felices. Es la privación la que se relaciona con la felicidad, ya que
quienes no han sufrido carencias, en algún ámbito de su vida que valoren como
importante, difícilmente sentirán felicidad en ese ámbito.

4.Teorías de Juicio. La felicidad es el resultado de comparar las condiciones reales


con unos estándares. Son muchos los enfoques teóricos que pueden incluirse bajo
esta concepción: la teoría de la comparación social de Festinger (las personas
valoran la realidad social comparándola con la de otras personas); La teoría de la
comparación social descendente (las personas se sienten más felices cuando se
comparan con otras más desgraciadas); la teoría del nivel de aspiración (la felicidad
es la diferencia entre lo que uno desea y lo que consigue); la teoría del nivel de
adaptación (la felicidad se relaciona con la mejora de la situación actual en
comparación con situaciones pasadas); la teoría de las discrepancias múltiples (la
feli cidad es resultado de valorar positivamente las discrepancias resultantes en
diferentes niveles, como lo que uno tiene y lo que desea, lo que tiene actualmente
y ha tenido en el pasado, lo que tienen otras personas, lo que esperaba tener, y así
sucesivamente).

5.Teorías asociacionistas. Las personas que se sienten más felices atribuyen los
hechos positivos a aspectos cognitivos internos y estables; también las personas
que se sienten más felices son las que tienen experiencias positivas relacionadas
con hechos cotidianos, son las que tienden a ver el lado positivo de las cosas.

6.Teorías de abajo-arriba y teorías de arriba-abajo. Cuando nos aproximamos al


concepto de bienestar es posible hacerlo a través de dos aproximaciones: La
aproximación de arriba hacia abajo (top-down) que considera el bienestar como
una evaluación global de la vida y sus dominios desarrollada principalmente por
Diener. Estas teorías conciben la tendencia a la felicidad como un rasgo o
predisposición a percibir los acontecimientos de forma positiva. La aproximación
de abajo-arriba (bottom-up), considera que el estado general de felicidad se
consigue con la suma de estados de felicidad parciales o situacionales procedentes
de distintas áreas de la vida, en este caso la felicidad se considera como un estado.

Cada uno de estos enfoques pone el acento en cuestiones que podrían ser

55
complementarias, lo que denota la complejidad del tema, porque para ser felices entran
en juego muchos elementos que interactúan entre sí, unos más relacionados con factores
internos del individuo y otros con factores del contexto social.

Para muchos autores la felicidad, la satisfacción con la vida, el bienestar y la calidad


de vida son relativamente estables, aunque pueden alterarse por sucesos vitales que
aparecen a lo largo de la vida, tanto positivos (conseguir un empleo), como negativos
(enfermedad). En este sentido, uno de los trabajos más conocidos es el de Brickman,
Coates y Janoff-Bulman (1978), quienes comprobaron cómo después de un periodo de
adaptación, los ganadores de un concurso de lotería no eran mucho más felices que un
grupo control y un grupo de personas parapléjicas, que a su vez, no eran mucho más
infelices que la gente corriente. Los resultados concretamente muestran que no había
diferencias entre el grupo de ganadores de lotería y el grupo control, con respecto a
niveles pasados, presentes y futuros de felicidad. En cambio, el grupo de personas
parapléjicas por accidente, mostró que su felicidad pasada era superior y su felicidad
actual inferior a la del grupo control, pero no se encontraron diferencias entre estos tres
grupos en lo que respecta a la felicidad futura. Aunque este estudio no fue longitudinal,
los resultados vienen a mostrar cómo las personas acaban adaptándose a los sucesos que
se producen a lo largo de su vida, ya sean éstos positivos o negativos.

Para Hajiran (2006) el objetivo final de la vida de la mayoría de las personas es ser
feliz. Mejorar la calidad de vida es sólo un medio y no un fin en sí mismo. El objetivo
final de mejorar la calidad de vida es mantener y mejorar la felicidad de la persona. De
hecho, las personas procuran maximizar las experiencias positivas, pero a lo largo de la
vida nos enfrentamos continuamente a numerosos sucesos vitales estresantes. Al
enfrentamos con estos acontecimientos de la vida, hay tres procesos principales que se
dan, antes, durante y después de ese evento o suceso:

1.Una evaluación de los recursos personales, capacidades, competencias, y de la


experiencia previa acumulada, que normalmente se compara con la de los demás.

2.Creación de expectativas en pos del resultado más probable (antes y durante el


evento), y tras la obtención de los resultados (después del evento).

3.Consideración de las expectativas de placer o dolor asociadas con el evento (antes,


durante y después del evento).

Mientras vivimos la interacción de estos tres procesos aparecen sentimientos positivos


que producen placer (logro, éxito, seguridad, amor) que conducen a la felicidad, y
sentimientos negativos (miedo, estrés, fracaso, apatía) que hacen que las personas se
sientan infelices.

Para algunos autores (v.g., Griffin, 2007) el uso común del término felicidad tiene que

56
ver con la situación que envuelve a la persona, (tener suerte, ser afortunado) y el propio
estado de la mente (uno es feliz, está alegre, está contento). En esta segunda acepción,
ser feliz es estar contento o satisfecho (subjetividad) en la medida en que se tiene aquello
que se considera importante en la vida (objetividad). En general, las personas son felices
si están satisfechas con la vida que han tenido en aquello que consideran importante.

Pero realmente ¿qué necesitamos para ser felices?, frente a la dificultad de responder
a la cuestión: ¿Qué es la felicidad? parece que es relativamente fácil conseguirla o al
menos está bastante más al alcance de nuestra mano de lo que creemos. Según Argyle
(1992) es evidente que se puede incrementar la felicidad personal y ajena, para ello
propone las siguientes recomendaciones:

1.Se pueden producir incrementos a largo plazo de los estados de ánimo positivos
pensando en hechos agradables recientes, viendo películas divertidas, escuchando
la música que nos gusta o haciendo afirmaciones positivas sobre uno mismo.
Aunque los efectos sean breves lo podemos hacer de modo regular.

2.Identificar las actividades de la vida cotidiana que nos resultan más agradables para
aumentar su frecuencia (v.g., conversar con los amigos, pasear, leer...).

3.La acumulación de bienes materiales no incide directamente en la felicidad. Tener


más dinero, una casa o un coche mejor parece que tiene una influencia muy débil
en el bienestar.

4.Las redes de apoyo y las buenas relaciones con los demás son una fuente
importante de felicidad: tener amigos, pareja, buenas relaciones familiares y buenas
relaciones con los compañeros de trabajo y con los vecinos. En general, la
existencia de interacciones positivas con los que nos rodean influye positivamente
en la felicidad.

5.El ocio y el trabajo satisfactorios son otras dos fuentes fundamentales de la


felicidad. Practicar algún deporte mejora la salud física y mental, buscar un
espacio para la relajación o simplemente tener tiempo para distraerse de las tareas
habituales influyen positivamente en la felicidad. En el ámbito laboral, el desarrollo
de habilidades, las relaciones positivas con los compañeros, la responsabilidad,
constituyen también elementos que contribuyen a que nos sintamos más felices.

El objetivo último de la intervención comunitaria es incrementar el bienestar de la


comunidad. El profesional se debe centrar en la optimización de recursos personales y
sociales que favorezcan todos los elementos y dimensiones que conducen al aumento del
bienestar. Entre estas actuaciones caben destacar: el desarrollo de las redes familiares y
sociales, fomentar el sentido de control y competencia, fortalecer el sentido de
comunidad, mejorar las conductas de afrontamiento, favorecer la igualdad, etc.

57
2.3. Prevención

Gran parte de los objetivos de la intervención comunitaria se centran en la prevención de


problemas psicosociales. Además la prevención constituye una característica fundamental
de la psicología comunitaria ya que el diseño de estrategias proactivas tendrá efectos más
beneficiosos sobre los grupos sociales que la intervención cuando los problemas están
instaurados.

El origen de la noción de prevención se sitúa en el campo de la salud pública como


medio de control de las enfermedades contagiosas. Desde la psiquiatría Adolph Meyer
(1948) fue un pionero al proponer programas de rehabilitación para prevenir las recaídas
de los pacientes, una vez que regresaban a su comunidad y crear programas para educar
a la población en materia de salud mental. Por su parte, Lindemann (1944) intentó
elaborar algunos principios de Psiquiatría Preventiva dirigidos principalmente al desarrollo
de métodos de ayuda en situaciones de crisis. Pero fue sin duda Gerald Caplan (1964)
quien desarrolló el con cepto de prevención en su libro Principios de psiquiatría
preventiva. El autor tomó los conceptos tradicionales de prevención en salud pública y
los aplicó al campo de la salud mental. A partir de aquí elaboró programas de acción
útiles para la práctica en la salud mental.

Describe tres tipos de prevención: primaria, secundaria y terciaria. El principio de la


prevención terciaria es reducir el grado de perturbación mental en la comunidad, a través
del desarrollo de programas que reduzcan la duración de la enfermedad y su deterioro. El
autor diferencia entre la rehabilitación dirigida al individuo particular y la prevención
terciaria que reduce los problemas en toda la comunidad, en palabras de Caplan la
comunidad es el cliente. Los métodos utilizados por Caplan en la elaboración de
programas de prevención terciaria involucran en el tratamiento a la familia y a la
comunidad. Hay que trasladar los cuidados a la comunidad y crear los recursos
adecuados (v.g., centros de día) para que eso sea posible. El concepto de prevención
terciaria también implica la calidad del cuidado dentro del hospital, para los que se crean
las condiciones socioambientales más óptimas, se desarrollan programas especiales de
rehabilitación con la intervención de voluntarios, paraprofesionales, etc.

La prevención secundaria se refiere a programas que reducen el grado de incapacidad


debida a un trastorno o el número de casos de riesgo identificados en una población
dada. La reducción del problema puede hacerse modificando los factores que conducen a
nuevos casos o reduciendo la severidad y duración de los casos existentes, a través del
diagnóstico y la intervención temprana. Los programas de prevención secundaria se
dirigen también a maximizar los recursos para reducir los problemas de enfermedad
mental dentro de la comunidad.

La prevención primaria es el tipo de prevención que más se aleja de la actividad


profesional tradicional de la salud mental. Las actividades que se derivan de la

58
prevención primaria en salud mental comunitaria son especialmente útiles a la psicología
comunitaria. Para Caplan la prevención primaria es un concepto comunitario, implica la
disminución de la proporción de casos nuevos de trastornos mentales en una población
durante cierto tiempo, se trata de reducir el riesgo de toda la comunidad. Los programas
de prevención primaria se dirigen a identificar aquellos factores del contexto que influyen
en la habilidad de la comunidad para enfrentarse a los estresores vitales. Los métodos
preventivos utilizados son la acción social y la acción interpersonal. La acción social
implica realizar cambios en la comunidad para que ésta proporcione los apoyos físicos,
psicosociales y socioculturales necesarios, al tiempo que debe ofrecer medios de
asistencia a los sujetos en situaciones de crisis. La acción interpersonal trata de hacer los
cambios en los individuos particulares, con la intención de que el impacto de la actuación
de los profesionales en salud mental alcance a toda la comunidad.

Las actuaciones en prevención en el ámbito de la psicología comunitaria van más allá


de la intervención en salud mental, dirigiendo la intervención tanto a poblaciones con
necesidades específicas (inmigrantes, personas mayores, escolares) como a problemas
psicosociales muy diferentes (drogodependencia, maltrato, adicciones).

El diseño de estrategias de prevención ha de contemplar tanto el tipo de problema


como la población específica hacia la que están dirigidas. Por tanto las características de
intervención en prevención las resumimos a continuación:

a)Prevención primaria:

•Se dirige a toda la comunidad


•Su objetivo es disminuir la incidencia
•Se centra en disminuir el riesgo de toda la población
•Debe tener un enfoque comunitario
•Utiliza la educación y técnicas sociales individualizadas
•Debe dotar de recursos a las personas, la información es necesaria pero
insuficiente.
b)Prevención secundaria:

•Su objetivo es la reducción de los efectos del problema


•Se centra en la detección precoz
•Actúa en las primeras fases del problema
•Implica la disminución de la prevalencia
•Identifica individuos vulnerables y situaciones de alto riesgo
e)Prevención terciaria:

59
•Se identifica con rehabilitación
•Se refiere al diseño de estrategias de reinserción social
•Previene las recaídas
•Permite desarrollar un seguimiento posterior a la intervención

Es importante señalar que siempre que hay prevención es porque hay un posible
riesgo, los factores de riesgo se refieren a determinadas condiciones biológicas,
psicológicas o sociales medidas mediante variables directas o indicadores que participan
en los antecedentes de diferentes problemas sociales (Casas, 2006), aunque más que
hablar de factores de riesgo se habla de factores multiriesgo, en la medida en que existen
más factores de riesgo, las probabilidades de que aparezca el problema son mayores y
por tanto es más necesaria la prevención. Por ejemplo, un niño cuyos padres consumen
drogas y que vive en un barrio donde existe disponibilidad de la misma, tiene más
factores de riesgo asociados al consumo que un niño que viva en unas circunstancias
opuestas.

Aunque hablemos de prevención primaria siempre existe un posible riesgo de que


aparezca un problema. Por ejemplo, si queremos desarrollar un programa de prevención
primaria para evitar el consumo de drogas, elegimos como población objetivo los
escolares en la etapa adolescente ya que aunque no hayan consumido drogas son los que
más riesgo corren y por tanto los que más beneficios pueden obtener de la intervención.

Aunque la diferencia es muy sutil se puede distinguir entre promoción de la salud en


general (se refiere al fortalecimiento de conductas saludables positivas como hacer
ejercicio, comida saludable y buenos hábitos en general) y la prevención primaria, que se
debe dirigir a poblaciones específicas con riesgo de aparición de un problema
determinado, sin que el problema haya aparecido.

Cuando aumentan los factores multiriesgo o si el problema está en las primeras fases
(v.g., consumidores ocasionales de drogas de fines de semana) nos dirigimos hacia la
prevención secundaria donde las estrategias de detección precoz tienen un alto valor.

Cuando el problema ya se ha instaurado la prevención terciaria se dirige a la


reinserción social, el desarrollo de conductas de autocuidado y la prevención de las
recaídas.

Un error habitual es creer que sólo con información se puede hacer prevención.
Especialmente cuando se diseñan actuaciones de prevención primaria se suele recurrir a
este recurso. Sin embargo, aunque la información es necesaria no es un recurso que por
sí solo produzca cambios comportamentales. Por ello, cuando se diseñan actividades de
prevención, se deben incluir actividades que fomenten el cambio de actitudes. por
ejemplo, debatiendo en pequeños grupos la información aportada, para asegurarse de que

60
se ha entendido y asimilado en la dirección adecuada. También se deben programar
actividades para desarrollar habilidades y estrategias para afrontar una situación
conflictiva. Así en el caso de la prevención del consumo de alcohol en adolescentes, se
debe entrenar a los sujetos en habilidades sociales para que sepan "decir no" ante una
situación de presión grupal.

2.4. Resiliencia

Los estudios sobre los efectos que los factores de riesgo tienen sobre diferentes
poblaciones han desvelado que no todas las personas responden de la misma forma ante
las mismas situaciones de riesgo. De hecho, en condiciones similares de riesgo, los niños
dentro de la misma familia no tienen por qué responder de la misma manera: unos
pueden reaccionar negativamente y otros, en cambio, consiguen afrontar la situación de
forma exitosa, es decir, desarrollan la capacidad de ser resilientes ante situaciones
adversas.

Cuando se habla de resiliencia es obligado citar el conocido estudio de Werner y


Smith (1982): Vulnerables pero invencibles: un estudio longitudinal de niños y jóvenes
resilientes. En el estudio los autores observaron durante 32 años a 505 individuos que
vivían en condiciones de adversidad similares e identificaron los factores que
diferenciaban a quienes se adaptaban positivamente a la sociedad de aquellos que
desarrollaban conductas de riesgo.

El concepto de resiliencia se deriva etimológicamente del latín resilere, que significa:


saltar hacia arriba, rebotar, apartarse; y del anglicismo resilency: recuperarse, ajustarse,
resistir a los choques. Desde las ciencias sociales se utiliza el concepto para describir la
capacidad de las personas, que a pesar de vivir en condiciones de adversidad, son
capaces de hacer frente a estas adversidades, superarlas y obtener una buena calidad de
vida. Por tanto la resiliencia no se refiere a la invulnerabilidad ante el riesgo, sino que se
refiere a un proceso mediante el cual la persona desarrolla la capacidad para hacer frente
a las adversidades en todos los órdenes de la vida (trabajo, relaciones personales, salud,
etc.) y la habilidad de superar dichas adversidades aprendiendo de ellas y fortaleciéndose
de la experiencia. Para Rutter (1993) la resiliencia es aquello que caracteriza a personas
que a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente
sanas y exitosas.

La investigación en resiliencia ha ido mostrando cómo la conducta resiliente es algo


más que la suma de factores, ya que implica la combinación y la interacción de
elementos personales, biológicos y sociales que funcionan como factores protectores y
que aumentan la posibilidad de ser resiliente. Las características individuales, las
familiares y las condiciones sociales y ambientales pueden ser factores que aumenten la
resiliencia del individuo. Sin embargo, la resiliencia depende tanto de la presencia de

61
estos elementos protectores como de la forma en que estos son integrados en la propia
experiencia personal. Promover factores de resiliencia requiere diferentes estrategias y es
difícil detallar un listado de factores que aumentan directamente la posibilidad de ser
resiliente, ya que dependerá en gran parte, de los factores de riesgo a los que estén
sometidos los individuos y grupos de población. Aún así, los estudios sobre resiliencia
han destacado aquellos elementos presentes en las personas que han logrado un
desarrollo positivo en circunstancias adversas, en las que otras personas, en
circunstancias similares, no lo han conseguido. Estos elementos son:

Independencia y capacidad de mantener distancia emocional y fisica sin caer en el


aislamiento.

-Influencia positiva de un adulto significativo que favorece una autoestima


consistente.

-Capacidad de interaccionar positivamente con los demás.

-Tener iniciativa y creatividad.

-Tener sentido del humor y evitar sentimientos negativos.

-Tener valores y la capacidad de comprometerse con el bienestar de los demás.

Se podría decir que la resiliencia es una disposición general que incluye competencia
social, capacidad de resolución de problemas, habilidad para actuar con autonomía y
aspiraciones saludables. Estas cuatro características se consideran básicas para constituir
el perfil de la persona resiliente.

La resiliencia, por tanto, no es una simple respuesta, sino un proceso en el que


Grotberg (1995) identifica una serie de factores que permiten promover la resiliencia
tanto a nivel individual como a nivel grupal y comunitario. Estos factores resilientes se
organizan agrupándolos en tres categorías:

1.Yo tengo: Apoyos externos que favorecen la resiliencia. Se refiere a personas del
entorno en quienes puedes confiar y que te ayudan ante la dificultad.

2.Yo soy: Fortaleza interior. Se refiere a ser respetuoso consigo mismo y con los
demás, tener valores y hacer gestos positivos.

3.Yo puedo: Habilidades. Se refiere a habilidades de resolución de problemas,


habilidades de control y de comunicación.

Teniendo en cuenta estos factores, para promover el proceso de resiliencia sería


necesario poner en marcha las siguientes estrategias:

62
-Promoción de factores resilientes: Desarrollar los apoyos externos, la fortaleza
interior y las habilidades.

-Desarrollar el comportamiento resiliente: Identificar la adversidad, los riesgos y


seleccionar la respuesta adecuada.

-Valorar los resultados de la resiliencia: Aprender de la experiencia, conocer el


resultado de la conducta resiliente y actuar para mejorar la calidad de vida.

Para evaluar la resiliencia se han elaborado algunos instrumentos como la Escala de


resiliencia de Wagnild y Young (1993) que incluye una subescala de competencia
personal y otra de aceptación de uno mismo y de la vida. El instrumento se responde
conforme a una escala tipo likert de 7 puntos (1 = muy en desacuerdo, 7 = muy de
acuerdo). La subescala de competencia personal se construye sobre características
resilientes referidas al Yo puedo (habilidades personales que nos hacen capaces de
interactuar con el medio). Indica autoconfianza, independencia, decisión, invencibilidad,
poderío, ingenio y perseverancia (ver cuadro 2.5).

Cuadro 2.5. Subescala de competencia personal (Wagnildy Young 1993)

La subescala de aceptación de uno mismo y de la vida representa características


resilientes definidas como el Yo soy (fortalezas internas y condiciones personales). Indica

63
adaptabilidad, balance, flexibilidad y una perspectiva de vida estable (ver cuadro 2.6).

Cuadro 2.6. Subescala de aceptación de uno mismo y de la vida (Wagnild y Young 1993)

Resumen

En este capítulo se hace una revisión de conceptos fundamentales de la psicología


comunitaria: calidad de vida, bienestar subjetivo, prevención y resiliencia. Estos
conceptos habitualmente son el objeto de la intervención comunitaria. Se analizan los
diferentes enfoques teóricos explicativos de estos conceptos y se incluyen algunos
instrumentos de evaluación comúnmente utilizados.

Objetivos y competencias

-Conocer los conceptos fundamentales de la intervención comunitaria

-Saber analizar los conceptos fundamentales de la intervención comunitaria

-Ser capaz de aplicar los principales conceptos utilizados en la intervención


comunitaria

Actividades formativas

1.Describir las características comunes y los elementos que diferencian los conceptos
analizados: calidad de vida, bienestar subjetivo, satisfacción vital y felicidad.

2.Identificar un problema social (v.g., drogodependencias, maltrato, violencia escolar)


e indicar qué actividades de prevención primaria, secundaria y terciaria se pueden
diseñar para intervenir sobre el problema.

64
3.Indicar ante una situación adversa (v.g., el diagnóstico de una enfermedad) qué
conductas promueven la resiliencia y qué conductas se alejan de ésta.

65
66
3.1. Comunidad

Las personas han vivido en comunidades desde tiempos prehistóricos. La función de las
comunidades en el mundo contemporáneo es mucho más compleja que en el pasado. El
término comunidad se utiliza ampliamente en las ciencias sociales y en ocasiones existe
cierta ambigüedad asociada a su uso porque son muchos los significados que se le
atribuyen y no siempre están diferenciados de forma precisa. La comunidad puede ser
entendida bajo tres acepciones, como:

1.Un lugar (ubicación y características del entorno físico).

2.Un conjunto de personas (características sociales de sus habitantes).

3.Un sistema social (pautas de interacción y redes sociales).

También existen dos grandes maneras de describir la comunidad, como:

a)Lugar geográfico (el barrio).

b)Grupo de relaciones y recursos (sentido de comunidad).

Para Blanco (1988), el concepto de comunidad se mueve en torno a:

a)Un ingrediente ecológico (concentración de individuos en un espacio determinado).

b)Un factor macrosocial (estructura y organización social).

c)Un elemento microsocial (relación social entre grupos y personas).

d)Un factor psicológico (sentido de comunidad).

De acuerdo con esto, la comunidad puede ser definida como el conjunto de grupos de
población que viven juntos en un lugar, urbano o rural, en condiciones específicas de
organización y de cohesión social y cultural. Los miembros de la comunidad están
ligados, en grados variables, por características comunes (culturales, profesionales, etc.),
y/o por intereses y aspiraciones que pueden devenir comunes, y en donde cobra especial
importancia la interacción psicosocial entre los grupos de la comunidad (San Martín y

67
Pastor, 1984).

Figura 3.1. Estructura de la comunidad (Nombrados y Gómez, 1995, p. 287).

Especial mención requiere la obra de Tónnies Comunidad y asociación (1979) cuyo


esfuerzo va encaminado a mostrar la existencia de dos modos de estructuración social: la
comunidad (Gemeinschaft) y la asociación (Gesellschaft). La primera representa los
valores, las relaciones comunitarias, personales, familiares y afectivas; la segunda la
individualidad, la legalidad, la competencia y las normas. Para el autor las conexiones
afectivas van desapareciendo conforme nos acercamos a la asociación, más propia de la
vida urbana donde priman los intereses individuales y se hace necesaria la aparición de
las normas para regular la convivencia.

El sentido de relación y cooperación entre los miembros y una acción común, que
hace que la comunidad funcione como un todo, se repite en numerosas definiciones. El

68
concepto de comunidad es complejo y está ligado tanto a los aspectos objetivos del
entorno físico, como a los aspectos subjetivos de la interacción social. Siguiendo una
perspectiva ecológica, la comunidad constituye el punto de partida esencial a partir del
cual se estructuran las necesidades comunitarias y la actuación de las instituciones. Esta
estructura de la comunidad donde interaccionan la estructura informal (solidaridad,
apoyo, sentido de comunidad) y la estructura formal (acción institucional) se muestra en
la figura 3.1.

En general, los datos apoyan el concepto de comunidad más allá de la localización


espacial concediendo gran importancia a los aspectos de redes sociales o interacción
social. Es con relación a estos aspectos cuando se habla de sentido psicológico de
comunidad, sentido de comunidad o sentido de pertenencia.

3.2. Sentido de comunidad

El concepto de sentido de comunidad es complejo, se trata de un concepto que hace


referencia tanto a lugares, como a personas o sentimientos e incluso para entender el
término se necesitan varias acepciones del mismo: sentido de comunidad, sentimiento de
comunidad o sentido psicológico de comunidad. Para referirse a la experiencia individual
se utilizan normalmente los términos de sentimiento o sentido psicológico de comunidad,
mientras que para referirse al nivel de análisis grupal se suele utilizar el término de
sentido de comunidad, siendo esta última la acepción más ampliamente utilizada. Éste se
define como el sentido de que uno pertenece a una colectividad mayor, de la cual es
parte significativa; el sentido de que, aunque haya conflicto entre las necesidades del
individuo y las de la colectividad, estos conflictos deben ser resueltos de forma que no se
destruya el sentido psicológico de comunidad; el sentido de que hay una red y una
estructura de relaciones que se fortalecen y no se diluyen en sentimientos de soledad
(Sarason, 1977). El mismo autor señala que los ingredientes básicos del sentido de
comunidad son:

a)Percepción de similitud con los otros miembros de la comunidad.

b)Reconocimiento de la interdependencia que se da entre los miembros de la


comunidad en cuestión.

e)Deseo de mantener dicha interdependencia, que se traduce en comportarse con los


demás como nosotros esperamos y deseamos que ellos se comporten con
nosotros.

d)Sentimiento de que uno es parte de una estructura social superior estable y de la


que depende.

Esta constituye la acepción más corriente del término, colocando el autor el sentido

69
psicológico de comunidad en la intersección de lo individual y lo colectivo, de lo
psicológico y social. Podemos decir que la obra de Sarason (1974), El sentido psicológico
de la comunidad, marca el inicio de una línea de investigación psicosocial que ha
propuesto al sentido psicológico de comunidad como el concepto central de la psicología
comunitaria.

Posteriormente, el concepto ha sido ampliamente estudiado y clarificado por autores


como McMillan y Chavis (1986) para quienes el sentido de comunidad es un concepto
multidimensional compuesto de las siguientes características:

1.Membrecía. Es un sentimiento de pertenencia, de ser parte de una red de relaciones


sociales que implica el sentimiento de que la persona está integrada en el grupo y
tiene un lugar en él, estaría formado por una serie de componentes:

a)Límites: proporcionan a los miembros de la comunidad seguridad para la


expresión de sus sentimientos y la satisfacción de sus necesidades. El lenguaje o
las costumbres constituyen señales externas de identificación.
b)Seguridad emocional: se refiere a la protección de la intimidad del grupo, a veces,
para proteger la seguridad emocional el grupo se hace uso de barreras físicas
como es la delimitación geográfica de los barrios.
e)Sentido de pertenencia e identificación: implica la creencia y la expectativa de que
uno se inserta en el grupo y tiene un lugar en él. Implica también un sentimiento
de aceptación del grupo, las expresiones que hacen referencia a "mi barrio", "mi
grupo" constituyen un reflejo de este sentido de pertenencia.
d)Inversión personal: el individuo trabaja para ser aceptado por el grupo. La
pertenencia al grupo se convierte en algo muy valorado y significativo. La
existencia de líderes en el barrio o la pertenencia a asociaciones constituyen un
buen ejemplo de ello.
e)Sistema simbólico común: el conocimiento del sistema de símbolos de una
comunidad es un prerrequisito para conocerla correctamente. Por ejemplo,
cuando una persona se traslada a vivir a otra ciudad necesita conocer el
funcionamiento y las normas sociales del nuevo contexto, sobre todo si emigra a
otro país donde existen diferencias culturales respecto al país de origen.
2.Influencia. Sentimiento de que las acciones de los individuos pueden influir en la
comunidad, a la vez que lo que ocurre en ésta puede influir en el comportamiento
de los primeros. Hay una influencia recíproca entre la comunidad y sus miembros.
Los miembros de una comunidad se sienten más atraídos por ella cuando creen
que tienen poder e influencia. El empowerment o potenciación de la comunidad
está siendo cada vez más analizado como un elemento clave para la integración
social.

3.Integración y satisfacción de necesidades. Se refiere a la percepción de que aquello

70
que los miembros de la comunidad necesitan lo pueden encontrar en la misma.
Una comunidad fuerte debe garantizar la posibilidad de que sus miembros sean
capaces de satisfacer sus necesidades.

En la actualidad, se están desarrollando por parte de los profesionales


intervenciones que tienen como protagonista al ciudadano y como objetivo la
satisfacción de las necesidades. Un ejemplo claro donde se han de consensuar las
necesidades individuales y comunitarias son los presupuestos participativos, donde
los vecinos de un mismo barrio se han de poner de acuerdo para priorizar sus
necesidades y tomar decisiones consensuadas respecto a las inversiones
presupuestarias que han de realizar las instituciones de la ciudad en sus barrios.

4.Conexión emocional. Los miembros de la comunidad comparten una historia, un


lugar y unas experiencias comunes La conexión emocional estará determinada por
el deseo de interactuar de las personas y de conseguir unas relaciones de calidad.
Es un componente eminentemente afectivo, según esto hay que destacar que:

a)La interacción debe permitir la resolución de los problemas y la superación de las


crisis individuales y grupales.
b)La creación de redes sociales y la percepción de apoyo social favorecen la
conexión emocional.

El establecimiento de redes sociales en el propio barrio constituye un elemento


esencial para la integración social. Estas relaciones de interacción y de conexión
emocional se suelen producir más frecuentemente en el ámbito rural, de hecho las
personas mayores suelen encontrar en estos contextos una ayuda que se proporciona de
forma natural entre las redes y contactos que mantienen con los demás miembros de la
comunidad. En cambio, en las grandes ciudades las personas mayores carecen de esta
conexión emocional y la provisión de ayuda la proporcionan principalmente las
instituciones (v.g., la ayuda a domicilio).

3.2.1. Evaluación del sentido de comunidad

El sentido de comunidad está relacionado con la regulación del contacto y el control


sobre las interacciones, más concretamente se refiere al deseo de identidad y unidad del
individuo con el grupo. El anonimato típico de la gran ciudad es un indicativo de un nivel
de logro elevado de privacidad o de una escasa conciencia de comunidad. En realidad, en
nuestra sociedad se tiende a proteger más la privacidad que la comunidad, lo que va en
detrimento de esta última. La evaluación de este sentimiento del nosotros se
operacionaliza en aquellas conductas tendentes a desarrollar un sentimiento de
pertenencia, en la búsqueda de contactos en el medio, en el establecimiento de lazos de
amistad, o en el intento de satisfacer las necesidades sociales dentro de un contexto

71
determinado (Hombrados y Gómez, 1997).

Existen en la actualidad numerosos instrumentos de evaluación. Cabe citar por su


complejidad el cuestionario desarrollado por Glynn (1981) con más de cien preguntas
muy generales sobre sentido de comunidad. También son importantes los instrumentos
de medida desarrollados por Chavis et al., (1986), que apoyan el modelo teórico de
componentes del sentido de comunidad como se explicó anteriormente. Estas escalas se
utilizan para la evaluación del sentido de comunidad en el contexto del barrio. Con
propositos más macrosociales se construye la escala de Davidson y Cotter (1986) para
medir el sentido de comunidad en relación con la ciudad de residencia. También se han
construido instrumentos para relacionar el sentido de comunidad con algunos conceptos
como el de privacidad (Hombrados y Gómez, 1995). Esta escala está inspirada en la
elaborada por Tumbull (1979) para tal fin. El autor entiende el sentimiento de comunidad
como la tendencia de los sujetos a comprometerse y relacionarse con los demás y al
deseo de participar en acciones conjuntas. De acuerdo con esta concepción se elabora la
escala utilizando como grupos de referencia la vida comunitaria y la regulación y deseo
de contacto con los vecinos y el barrio.

También, Perkins, Florin, Rich y Wandersman (1990) han elaborado el índice de


sentido de comunidad (SCI), y en nuestro país cabe destacar la elaboración de la Escala
de sentido de comunidad elaborada por Sánchez Vidal (2001) a partir del concepto de
sentido de comunidad de Sarason y en la que se evalúan las dimensiones: arraigo
territorial/pertenencia, relación/interacción, interdependencia/mutualidad, similitud con
otros, competencia social/influencia.

De forma coherente con los estudios precedentes Peterson, Speer y McMillan (2008)
diseñaron una Escala breve de sentido de comunidad (Brief Sense of Community Scale,
BSCS) compuesta por 8 ítems nuevos diseñados para ser consistentes con el modelo de
McMillan y Chavis (1986). En el cuadro 3.1, se muestra el cuestionario con sus cuatro
dimensiones: satisfacción de necesidades (ítems 1 y 2); membrecía (ítems 3 y 4);
influencia (ítems 5 y 6) y conexión emocional (ítems 7 y 8). El cuestionario se responde
conforme a una escala tipo likert (1 = muy en desacuerdo, 5 = muy de acuerdo).

Cuadro 3.1. Escala breve de sentido de comunidad (Peterson, Speer y McMillan (2008)

72
Otros autores han evaluado el sentido de comunidad con relación al contexto
específico que ha de ser estudiado de acuerdo con esto para evaluar el sentido de
comunidad en relación con el bloque donde uno vive. Schweitzer, Rosenbaum, Campos
y Gardi (2002) desarrollan el Cuestionario de sentido de comunidad. Este cuestionario
pregunta a los residentes sobre la relación que tienen con los vecinos del bloque. A
continuación se señalan, en el cuadro 3.2, las dimensiones que se miden en este
cuestionario con un ítem de ejemplo. El cuestionario se responde conforme a una escala
tipo likert donde 1 = totalmente en desacuerdo y 5 = totalmente de acuerdo.

Cuadro 3.2. Dimensiones del cuestionario de sentido de comunidad con relación al


bloque (Schweitzer, Rosenbaum, Campos y Gardi, 2002)

73
Cuadro 3.3. Encuesta de Evaluación Comunitaria (Jakes y Shanon, 2002)

Para evaluar el sentido de comunidad con relación al contexto del barrio se encuentra
la Encuesta de evaluación comunitaria (Jakes y Shanon, 2002). Este instrumento mide el
sentido de comunidad preguntando a los residentes sobre la relación que tienen con los
vecinos del barrio. En el cuadro 3.3, se señalan las dimensiones que se miden en este

74
cuestionario con un ítem de ejemplo. El cuestionario se responde conforme a una escala
tipo likert donde 1 = totalmente en desacuerdo y 5 = totalmente de acuerdo.

En la actualidad podemos contar con numerosos instrumentos para evaluar el sentido


de comunidad y la mayoría de ellos evalúan el sentido de comunidad atendiendo a la
estructura multidimensional del concepto.

3.3. El contexto del barrio y el sentido de comunidad

El barrio es el contexto fundamental donde se centran los estudios de sentido de


comunidad. Como unidad de análisis es considerado como un sistema social a pequeña
escala que pone en evidencia las peculiaridades que le son propias y las diferencias de sus
habitantes con el resto de los que integran la ciudad. El barrio se define por cuatro
elementos claves:

1.Aspectos físicos como barreras arquitectónicas o características de edificios.

2.Instituciones existentes bajo ese área

3.Factores sociodemográficos como tipo de residentes o lugar de residencia.

4.Interacción y participación de los residentes.

En realidad, un barrio puede ser considerado como una comunidad, aunque el


concepto de comunidad sea más amplio que el de barrio y aplicable a otros contextos. El
barrio urbano representa un sistema social en miniatura donde los individuos comparten
el espacio y regulan sus interacciones.

Una definición ya clásica es la que considera el barrio como un área local que tiene
barreras físicas, tejido social, uso de los recursos del área y connotaciones simbólicas y
emocionales especiales para sus habitantes (Keller, 1968). Para algunos autores, esta
definición se corresponde más con los barrios tradicionales, porque el barrio urbano
moderno potencia más la movilidad individual y la búsqueda de recursos fuera del área
propia del barrio, de esta forma los límites y el espacio geográfico cobran menos
importancia. Sin embargo, el barrio permanece como modelo de planificación urbana,
formando la base para nuevas ciudades y es punto de interés para numerosos
investigadores. Así, en el contexto del barrio urbano encontramos que una adecuada
organización incrementa y promueve el bienestar entre sus residentes y se convierte en
un modelo de estrategia de afrontamiento frente a los estresores ambientales.

En muchos aspectos, la calidad de vida en el barrio es y puede ser influida de forma


importante por cómo los residentes se relacionan unos con otros como vecinos y cómo
cuidan de su ambiente físico. Es decir, el tipo de barrio, las características de sus

75
residentes y las relaciones que mantienen entre ellos pueden actuar como patrones de
regulación de la vecindad que influyen en la satisfacción con el entorno y la calidad de
vida. Este aspecto tiene importantes repercusiones para la intervención social, ya que el
profesional ha de dirigir la intervención en los barrios hacia la promoción del sentido de
comunidad, incrementando las redes sociales entre los vecinos, fomentando la adecuada
convivencia y la participación. Existen actuaciones culturalmente asentadas en la
tradición popular que fomentan la participación activa de los vecinos en el barrio e
inciden directamente en el sentido de comunidad, como son las fiestas populares de las
Cruces de Mayo en Granada o la decoración de los patios andaluces en Córdoba. En
todas estas actuaciones se involucran activamente los vecinos en la decoración de su
propio barrio y se estrechan los lazos de amistad y las relaciones de ayuda entre ellos. El
conocido estudio de Christmas Street (Altman, Werner, Oxley y Haggard, 1987) es un
ejemplo de estudio en el que se muestra cómo las actividades de decoración de las casas
y calles del barrio en navidad aumentan el sentido de comunidad y la calidad percibida de
los residentes del barrio.

Continuando con los sistemas de regulación de la vecindad se ha estudiado la


organización social de los barrios y se han extraído tres dimensiones que los caracterizan:
interacción (grado de intercambio social en el barrio); identidad (grado de identificación
individual con el barrio); y conexión (lazos de unión con su comunidad, organizaciones
del barrio, etc.). A partir de aquí se obtienen patrones de diferentes tipos de barrio donde
puede emerger el conflicto con mayor o menor dificultad dependiendo del grado de
control social que se pueda ejercer. De acuerdo con esto la clasificación incluye:

a)Barrios heterogéneos. En composición social, diseño físico, valores, estilo de vida,


perfiles de población, etc.

b)Barrios inestables. Se caracterizan por un alto grado de movilidad de los residentes,


no viven otros miembros de la familia, predominan los pisos de alquiler y existe
incertidumbre respecto a las reglas que llegarán a prevalecer en los procesos
sociales.

c)Barrios en transición. Están sufriendo transformaciones que cambian el estilo de


vida de los residentes, pasan de ser barrios tranquilos y silenciosos a ser
bulliciosos, de estar aislados a constituirse en centro comercial, de acogida de
población inmigrante, de encuentros de "botellón", etc.

d)Barrios con identidad y homogeneidad. Tienen una historia particular, sus residentes
tienen un tiempo alto de permanencia y conocen las reglas que rigen la vida en la
vecindad.

e)Barrio privado. Los residentes comparten estilos de vida similares, el sentido de


pertenencia viene por una identidad social estable, ofrece paz sin interacción,

76
prima la elección por el prestigio del barrio sobre la existencia de raíces o lazos
familiares.

En los tres primeros tipos de barrio aumenta el anonimato, los residentes no se sienten
responsables del barrio, ejercen poco control sobre su espacio y el control social informal
(control interno impuesto por la propia vecindad) es escaso. En tales circunstancias los
sentimientos sobre la falta de predicción, incertidumbre y escaso control influirán
negativamente sobre el sentido de comunidad y la satisfacción con el barrio. En el caso
del barrio homogéneo y con identidad existe un fuerte control social informal, un fuerte
sentimiento de comunidad, y de satisfacción con el barrio. Por último, el barrio privado
se caracteriza por un alto control social formal (control externo impuesto por entidades
que no pertenecen al barrio, buena prestación de servicios, de recursos, etc.), los
sentimientos de comunidad son menores que en el caso anterior, pero la similitud entre
sus residentes permite que el nivel de incertidumbre sea bajo y que se sientan satisfechos
con sus barrios.

En términos de prevención, los criterios para la acción social se deben dirigir a la


reducción o modificación de las circunstancias ambientales inadecuadas, por ejemplo,
creando diseños ambientales adecuados a las necesidades y proporcionando recursos que
permitan a los ciudadanos desarrollar competencias y sentimientos positivos a través del
proceso de participación. De esta forma, el apoyo social, la creación de redes sociales y
la participación comunitaria se convierten en ingredientes claves para aumentar el control
social del ambiente residencial. Para evaluar la identificación que hacen los residentes de
sus respectivos barrios se elabora la escala "Identificación del tipo de barrio"
(Hombrados, 1993) en la que se incluyen tres tipos de indicadores para definir las
características de organización social en cada barrio, a saber: Identidad (ítems 3, 6, 8, 10,
13, 15 y 18) incertidumbre (ítems 1, 4, 7,11, 14, 16 y 19) y privacidad (ítems 2, 5, 9,
12, 17). El cuestionario se responde con una escala likert (1 = muy en desacuerdo, 5 =
muy de acuerdo) (ver cuadro 3.4).

Cuadro 3.4. Cuestionario de identificación del tipo de barrio

77
3.4. Sentido de comunidad e interculturalidad

En el momento actual es fundamental analizar los procesos de integración de los


inmigrantes en las áreas de recepción dentro de las ciudades. La inmigración implica un
proceso adaptativo en contextos interculturales, no siempre positivo para las personas
inmigrantes, lo que incrementa su vulnerabilidad. Este mayor riesgo psicosocial dificulta
su integración social, ya que en este proceso están involucrados tanto los inmigrantes
como los miembros de la sociedad de acogida. Por tanto, en este contexto el sentido de
comunidad es un buen indicador de la integración social, entendida en el sentido de que
la persona inmigrada cuenta con los mismos derechos y oportunidades que la población
autóctona en todos los niveles: social, educativo, sanitario, cultural, económico y político.
La comunidad es el entorno donde se ha de producir la integración y es en este contexto
donde el sentido de comunidad tiene un importante papel como vía de integración de la
población inmigrante y el desarrollo de estrategias que favorecen una adecuada
convivencia.

El estilo de vida en el barrio y el tipo de barrio inciden en el sentido de comunidad.


Las transformaciones y los cambios que se producen en el entorno del barrio influyen en
el sentido de comunidad de los residentes. En la actualidad vivimos momentos de
transformaciones importantes en los estilos de vida y características de la población.

78
Especialmente, hay un fenómeno que contribuye a ello, como es el asentamiento de la
población inmigrante en determinadas zonas de la ciudad. Es por ello, que se están
realizando estudios que analizan los entornos a través del sentido de comunidad ya que
éste facilita la relación, la identidad, la organización social y la adaptación a los nuevos
contextos. Las migraciones actuales conllevan una mayor diversificación en todos los
órdenes, generando gran variedad de perfiles y modelos de asentamiento, con la
inmigración, las experiencias personales y colectivas están relacionadas con el
asentamiento en lugares diversos.

Los inmigrantes tienden a concentrarse espacialmente en unas pocas zonas


geográficas. Por tanto, la percepción que los autóctonos tienen de los inmigrantes puede
variar considerablemente según su mayor o menor proximidad con ellos, siendo para
algunos un hecho próximo y cotidiano, mientras que para otros es algo lejano o poco
común. Es por ello que adquiere una especial relevancia el estudio de la relación que los
residentes mantienen con las personas inmigradas en el entorno en el que conviven. Es
importante conocer, las reacciones que provoca entre la población autóctona la
convivencia con los inmigrantes, los problemas de convivencia que aparecen en los
bloques de vivienda y la valoración que hacen los residentes de aquellos inmigrantes que
conocen personalmente. Así pues, es clave analizar cuál es el sentido de comunidad de
estos grupos de población ya que el sentido de comunidad es un elemento potencialmente
fortalecedor de la integración social y la calidad de vida. El conocimiento de esta realidad
es fundamental para conocer y anticipar los efectos no deseados de la inmigración y
permite desarrollar estrategias concretas de intervención adecuadas a las necesidades de
los residentes y a la convivencia intercultural. En un estudio en el que analizamos el
sentido de comunidad y la calidad de vida de la población autóctona que convive con
inmigrantes (Hombrados, Gómez y Domínguez, 2009) los resultados mostraron que los
residentes que no conviven con inmigrantes perciben más conexión entre los vecinos,
participan en más actividades sociales, tienen más sentido de pertenencia al lugar y
perciben más apoyo social que aquellos residentes que conviven con inmigrantes en el
bloque. Estas diferencias se hacen más patentes cuando se evalúa la calidad de vida,
nuevamente perciben más calidad de vida los residentes que no conviven con
inmigrantes. En cambio, son especialmente interesantes los resultados hallados cuando se
analizan únicamente el sentido de comunidad y la calidad de vida de los residentes que
conviven con inmigrantes. En este caso, aumenta el sentido de comunidad y la calidad de
vida conforme aumenta el contacto con los inmigrantes. Igualmente ocurre cuando nos
centramos en los residentes que conviven con inmigrantes en el barrio ya que la
presencia de inmigrantes se corresponde con un aumento en el sentido de comunidad y
en la calidad de vida percibida por los residentes autóctonos.

Estos resultados son muy importantes para planificar una correcta intervención social
que facilite la integración con los inmigrantes a través del sentido de comunidad. La
presencia de inmigrantes en el barrio no afecta de forma diferente a los residentes que

79
conviven con ellos cuando los comparamos con los residentes que no tienen inmigrantes
en sus barrios. En cambio, las diferencias más importantes se producen cuando la
convivencia se produce en el ámbito más cercano de la interacción social, es decir, en el
mismo bloque. En este caso sí que se ve afectado tanto el sentido de comunidad como la
calidad de vida. Como ya se indicó, el sentido de comunidad es complejo y éste puede
referirse tanto al entorno más cercano (bloque, casa) como al entorno menos próximo
(barrio, ciudad). En los dos estudios realizados hemos encontrado que la presencia de
inmigrantes tiene una influencia diferente en los residentes dependiendo del grado de
proximidad e interacción. Esto nos hace pensar que es necesario crear estrategias de
intervención que faciliten las relaciones interculturales entre inmigrantes y autóctonos.
Esta idea tiene aún más fuerza cuando nos centramos únicamente en los residentes que
conviven con inmigrantes puesto que la adecuada convivencia mejora el sentido de
comunidad y la calidad de vida percibida tanto en el contexto del barrio como en el del
bloque.

Los hallazgos confirman, como muestran la mayoría de los estudios revisados, la


relación positiva entre sentido de comunidad y calidad de vida. Otro hallazgo importante
es que el sentido de comunidad es un elemento fortalecedor de la interacción social y la
calidad de vida. En la medida en que aumenta la interacción positiva con los inmigrantes
aumentan el sentido de comunidad y la calidad de vida de los residentes autóctonos. Por
ello es importante que se realicen políticas sociales que desarrollen intervenciones que
favorezcan la mediación en las relaciones interculturales como una forma de evitar
conflictos y de facilitar la integración social.

3.5. Sentido de comunidad y calidad de vida

Los hallazgos de diferentes estudios indican una fuerte relación positiva entre el sentido
de comunidad y la satisfacción con la calidad de vida. Los resultados muestran que
cuando la interacción social aumenta en el entorno social inmediato (barrio, bloque,
calle), las personas están más interesadas en la vida y el bienestar del resto de sus
vecinos; considerando que la interacción social es uno de los componentes del sentido de
comunidad, se puede extrapolar que este se relaciona con el interés y preocupación por
los vecinos y las personas más próximas. En cambio, ya mostraron los miembros de la
Escuela de Sociología Urbana de Chicago que el desarraigo con la comunidad genera
violencia y desadaptación. También, se encuentra relación entre sentido de comunidad y
las redes de apoyo social. Los barrios con alto sentido de comunidad realizan más
actividades sociales con sus vecinos, y como es sabido, las personas satisfechas con el
apoyo social, muestran menor estrés que quienes experimentan menor nivel de apoyo.

El sentido de comunidad se relaciona con mayor tiempo de estancia en la comunidad,


más competencia social y mayor satisfacción con la vida. El sentido de comunidad
también media entre la estabilidad del vecindario y el bienestar de los residentes.

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Respecto al contexto, se ha encontrado que el sentido de comunidad y la calidad de vida
son más altas en ciudades pequeñas o en pueblos que en las ciudades mayores y se
relacionan positivamente con el número de vecinos conocidos, la satisfacción con la
composición del barrio, valorar positivamente el hecho de conocerse unos a otros y
satisfacción con los hogares. En otro estudio (Hombrados y García, 2005) relacionan
sentido de comunidad y calidad de vida y encuentran que la variable predictora que tiene
una mayor influencia sobre la calidad de vida es la seguridad, ésta hace referencia a que
los residentes hacen posible que el lugar donde viven sea más seguro. También el apoyo
social, la pertenencia y la participación son buenos predictores de la calidad de vida.

Estos datos son sumamente importantes ya que confirman como en las comunidades
pequeñas (v.g., pueblos) o en las comunidades que facilitan la interacción social, la ayuda
entre los vecinos es una realidad social que permite a determinados grupos de población
como son las personas mayores prolongar sus redes sociales más allá del entorno familiar
y encontrar el apoyo que necesitan en su entorno más próximo.

Resumen

En este capítulo se analizan las definiciones más importantes del sentido de comunidad,
los componentes, las dimensiones del concepto y algunos de los instrumentos de
evaluación más utilizados. El sentido de comunidad se estudia en el contexto del barrio
urbano y se exponen las consecuencias positivas que tiene para la calidad de vida, la
integración social y las relaciones interculturales.

Objetivos y competencias

-Conocer el concepto de sentido de comunidad, los diferentes componentes que lo


definen y los diferentes instrumentos de evaluación.

-Conocer las consecuencias psicosociales del sentido de comunidad.

-Ser capaz de diseñar estrategias que favorezcan el sentido de comunidad en


diferentes contextos.

-Ser capaz de analizar la relación entre sentido de comunidad, integración social y


calidad de vida.

Actividades formativas

1.Definir los conceptos de comunidad y sentido de comunidad. Establecer similitudes


y diferencias.

2.Definir los componentes del sentido de comunidad. Incluir un ejemplo de cada uno
de ellos.

81
3.Describir las principales consecuencias psicosociales que el sentido de comunidad
tiene para la calidad de vida y las relaciones interculturales.

4.Proponer estrategias de intervención comunitaria en el contexto del barrio que


permitan incrementar el sentido de comunidad entre los residentes y fortalecer las
relaciones interculturales.

82
83
84
85
4.1. Los objetivos de la investigación-acción comunitaria

La metodología constituye un concepto complejo cargado de matices, cuando hablamos


del método de la psicología comunitaria nos estamos refiriendo a un conjunto de
procedimientos, de prácticas, de operaciones concretas relativas a su realidad empírica. A
este conjunto de prácticas se le denomina genéricamente investigación. En definitiva, la
metodología es la herramienta que permite llevar a buen término el proceso de
investigación y el desarrollo del conocimiento.

La elección metodológica depende de un gran número de factores, Heller et al. (1984)


han señalado al menos cuatro:

1.El conocimiento que se tiene del fenómeno en cuestión.

2.Las restricciones prácticas y éticas a las que tiene que hacerle frente el investigador.

3.Los objetivos que se plantea el investigador.

4.La elección del nivel de análisis apropiado al fenómeno que se desea estudiar.

La metodología implica una aproximación estratégica que abarca la definición de cuál


es el fenómeno de interés y cuál es la naturaleza de la relación entre el investigador y el
objeto de estudio. Utilizando algunas metodologías el investigador puede convertirse en
un participante activo de la comunidad y actuar como colaborador en la solución de
problemas de la comunidad, también puede actuar como observador objetivo o como
parte del fenómeno a estudiar.

Los objetivos que un investigador comunitario puede considerar en el desarrollo de un


plan de investigación pueden variar ampliamente e influir de forma diferente en la
elección del método:

-Un posible objetivo es la exploración y formulación de hipótesis. En este sentido es


necesaria una investigación exploratoria que nos permita desarrollar hipótesis que
determinen el curso de la acción.

86
-Un segundo objetivo es dirigir la investigación comunitaria hacia la información como
guía para la acción. Es el caso en el que el investigador debe conocer las
necesidades de los grupos de la comunidad para intervenir.

-Un tercer objetivo es cuando el investigador tiene un interés teórico y elabora


hipótesis y busca explicaciones alternativas de los hallazgos.

-Un cuarto objetivo puede ser el desarrollo y estudio de nuevos métodos de


investigación.

Por tanto la metodología debe estar al servicio de los objetivos, es necesario conocer
cuáles son los objetivos para tomar decisiones acerca del tipo más adecuado de
metodología.

Otro elemento crítico en la elección de una metodología particular en la investigación


comunitaria se refiere a la unidad de análisis más apropiada al fenómeno de interés.
Desde la psicología comunitaria es necesario estudiar cómo en los fenómenos sociales y
comunitarios tienen lugar complejas interacciones entre variables y cómo operan en
múltiples niveles de análisis. Es importante analizar la interacción entre personas y su
ambiente social. El ambiente social de los individuos se refleja no sólo en la relación entre
los individuos sino también en la influencia que grupos, organizaciones y comunidades
tienen sobre la conducta.

4.2. El contexto de la investigación comunitaria

La elección del contexto es un problema metodológico común al que deben hacer frente
los investigadores que estudian el fenómeno comunitario y que afecta a psicólogos
comunitarios, trabajadores sociales, sociólogos o antropólogos sociales. Este problema se
refiere a la elección del medio más adecuado para desarrollar la investigación.
Tradicionalmente las metodologías más empleadas por los científicos sociales han sido
aquellas diseñadas para investigar en ambientes pla nificados y controlados. Esto plantea,
sin duda, un problema para aquellos científicos que desean estudiar el fenómeno
comunitario en el contexto en el que se produce, es decir, en el contexto natural. Por ello
vamos a examinar algunas de las características más relevantes en los ambientes
naturales:

a)Se produce un escaso control sobre los miembros del grupo. Los investigadores
estudian el comportamiento de los grupos y comunidades tal y como se desarrollan
en su ambiente. Las comparaciones se establecen sin buscar causalidad aunque sí
analizando las características que producen las diferencias entre los grupos (v.g.,
características de barrios con alto índice de marginalidad versus bajo índice de
marginalidad; redes sociales que proporcionan apoyo versus redes sociales que no
lo proporcionan, etc.).

87
b)Existe escaso control sobre la ocurrencia de los hechos. Aunque algunas veces la
variable independiente puede estar bajo el control del investigador (v.g.,
introducción del tratamiento en un programa de intervención), en muchas
ocasiones, el investigador no puede manipular la variable independiente y ha de
estudiar cómo se produce ésta en el contexto natural.

c)El grado de control sobre las fuentes de información es variable. A menudo el


fenómeno objeto de estudio no se puede medir directamente como consecuencia
aumenta el grado de inferencia del investigador.

d)Utilización de metodología cualitativa y cuantitativa. La metodología cualitativa, a


veces, resulta ser más precisa para describir el fenómeno comunitario que el uso
de metodología cuantitativa, al menos en las primeras fases de la investigación y
teniendo en cuenta además que la unidad de análisis trasciende lo individual para
dirigirse a la comunidad. Sin embargo, lo cualitativo y lo cuantitativo no debe
plantearse como aspectos dicotómicos, más bien el investigador debe elegir una
mezcla de atributos de ambos paradigmas que le permitan el mejor análisis posible
del problema de investigación. Por tanto no hay razón para decantarse por la
utilización de uno u otro método.

e)Implicación de los sujetos en la investigación. En algunas ocasiones la relación del


investigador con los sujetos puede ser importante, por ejemplo en la observación
participante. Por tanto en mayor o menor grado siempre se va a requerir la
implicación de la comunidad en el proceso de investigación.

f)Estilo de colaboración. El papel del investigador, lejos de mostrarse como sujeto


anónimo busca la colaboración necesaria para llevar a cabo la investigación.

g)La intervención se desarrolla en la comunidad. Suele ocurrir que el investigador se


encuentre con la dificultad de no poder reproducir el fenómeno de interés en el
contexto del laboratorio. En la investigación comunitaria la elección del contexto se
sitúa en el medio donde se reproducen los hechos, es decir, en el contexto de la
comunidad.

h)La unidad de análisis es la comunidad. De todo lo anterior se deriva la preferencia


de la investigación comunitaria por el estudio en el contexto natural de los
fenómenos comunitarios, prefiriendo por tanto el análisis de la comunidad como
un todo antes que el estudio de la conducta individual.

La distinción entre ambiente planificado y natural no es dicotómica. Más bien, los dos
conceptos definen puntos extremos de un mismo continuo. Muchos de los diseños de
investigación existentes combinan componentes de ambos extremos del continuo, (v.g.,
los diseños cuasiexperimentales). Por tanto una disciplina no debe definirse en función de

88
un grupo reducido de métodos sino por los tipos de variables que estudia, las relaciones
que entre ellas establece, el tipo de análisis que realiza, etc.

En este sentido, Cowen (1976) en su discurso presidencial de la División de


Psicología Comunitaria de la APA señaló que desde los años sesenta del siglo pasado con
los trabajos de Guerra a la Pobreza, los psicólogos comunitarios habían ampliado
considerablemente el rango de variables dependientes objeto de análisis (v.g., aspectos
económicos, emocionales, de bienestar social, etc.). Sin embargo, lo que realmente
distinguía a la psicología comunitaria de otras disciplinas era su particular selección de
variables independientes o variables de intervención tales como el apoyo social, la
potenciación o el sentido psicológico de comunidad.

4.3. El papel del investigador comunitario

Los textos interesados en la investigación de las ciencias sociales, a menudo, obvian un


componente crítico en la tarea de investigar: el investigador. Más específicamente, se le
presta poca atención a la influencia que los valores y prejuicios del investigador pueden
tener en cada fase del proyecto de investigación, incluidas la selección del fenómeno de
estudio, la elección de los métodos de investigación, etc. De forma similar, también se
olvidan otras dimensiones importantes de la relación del investigador con las personas,
organizaciones y comunidades a las que estudia. Cada vez existe un mayor
reconocimiento entre los científicos sociales del profundo impacto que tienen los valores
personales en la investigación. Es más los valores y prejuicios sociales de los científicos
están duramente influidos por el momento histórico y social en el que ellos viven. Los
científicos sociales no son inmunes a las fuerzas sociales e históricas en las que se
encuentran inmersos, más bien ellos están influenciados por muchos de los fenómenos
que estudian.

Para la psicología comunitaria es indispensable la comunicación con el entorno y la


relación del investigador con la comunidad. Por ello, revisaremos algunas cuestiones
relacionadas con los valores del investigador y con las interacciones entre investigadores
y el contexto social. Una vez reconocida la importancia de las fuerzas sociales sobre la
investigación es necesario admitir que la ciencia y los valores no son incompatibles y que
es inevitable que los investigadores tengan valores que pueden influir en la investigación.
Todo esto obliga al investigador a hacer sus valores lo más explícitos posible e intentar
comprender el impacto sobre su trabajo (Heller et al., 1984).

La calidad de las relaciones que el investigador establece con los participantes de un


estudio es crucial para el éxito de la investigación. El trabajo comunitario requiere la
contribución de cada una de las partes. En otras palabras, la relación está basada en un
intercambio de recursos. La comunicación entre investigadores y miembros de la
comunidad se hace imprescindible y supone un cambio en el rol tradicional del

89
investigador. Este intercambio es valorado por muchos autores que consideran que sirve
para: a) incrementar la calidad de la investigación en las ciencias sociales; b) aumentar el
uso potencial de los hallazgos de la investigación; c) estimular el apoyo y colaboración de
los individuos hacia la investigación; d) ayudar a las personas a que se ayuden a sí
mismos (Chavis et al., 1983).

Price y Cherniss (1977) elaboraron una serie de características que debe tener en
cuenta el investigador comunitario y que nosotros suscribimos:

a)Las variables analizadas o los problemas estudiados nacen de las necesidades de la


comunidad. La formulación de un problema nace de la percepción de una
necesidad real en el entorno comunitario. La necesidad es percibida por los
miembros del entorno, por los investigadores comunitarios o más adecuadamente
por ambos.

b)La investigación es una herramienta para la intervención. Como la teoría, la


investigación es una herramienta que persigue la acción social.

c)La investigación proporciona productos útiles. El producto puede variar


dependiendo del problema bajo consideración y de los objetivos y valores de la
investigación pero intenta en cualquier caso resolver un problema social real.

d)La evaluación de la acción social es un imperativo ético. Si el investigador


comunitario fracasa en proporcionar una base adecuada donde medir el impacto de
la intervención se pone en peligro o puede afectar de manera importante el
bienestar de los miembros de la comunidad.

Este papel que ha de desempeñar el psicólogo comunitario tiene importantes


implicaciones:

a)las investigaciones van a tardar más tiempo en completarse ya que es necesario


conocer bien las necesidades de la comunidad.

b)han de tratar con políticos de los barrios y organizaciones comunitarias ya que las
comunidades son entidades políticas y económicas.

c)el ámbito académico en el que se mueve el psicólogo comunitario puede hacerle


entrar en conflicto con personas que valoran altamente el papel tradicional del
investigador que actúa como verdadero científico (Heller et al., 1984).

4.4. Los procedimientos de la investigación comunitaria

Hay determinadas aproximaciones que tienen como objetivo examinar o analizar el statu

90
quo de una situación y otras que están orientadas a la acción. Es decir, se centran en el
cambio de alguna característica del individuo, grupo o comunidad. Estas estrategias de
acción se plantean como propósito la mejora de la calidad de vida de una comunidad o la
comprensión más profunda de un fenómeno. Ambas aproximaciones han de estudiarse
no de forma aislada sino teniendo presentes los objetivos del investigador y el grado en
que las ventajas e inconvenientes de cada aproximación permiten alcanzar los objetivos
de la misma.

4.4.1. Estrategias analíticas para la investigación comunitaria

A continuación se detallan las estrategias analíticas más importantes para la investigación


comunitaria: la observación participante, la etnografía, las redes sociales, la epidemiología
y los indicadores sociales.

A) La observación participante

La observación participante permite al investigador sistemáticamente observar y


participar en el día a día de la vida en la comunidad. La característica crítica es el grado
de implicación del investigador con las personas que va a estudiar. Los observadores
participantes mantienen relaciones cara a cara con las personas que estudian, comparten
sus experiencias cotidianas y se involucran en la vida de las personas que desean estudiar
(Selltiz et al., 1976). Esto permite: a) minimizar la distancia social y las diferencias de
comunicación que normalmente existen entre el investigador y las personas estudiadas; b)
posibilita mayor conocimiento cualitativo del fenómeno social; e) permite conocer el
fenómeno social desde la perspectiva de la persona que lo está experimentando; y d)
contribuye a aumentar nuestro conocimiento sobre los procesos involucrados en el
fenómeno comunitario. Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que aporta a la
investigación comunitaria, la observación participante también cuenta con algunas
limitaciones derivadas del grado de implicación del investigador en la comunidad, que se
describirán en el capítulo siguiente.

B) La aproximación etnográfica

En la investigación comunitaria es importante reconocer que las personas objeto de


estudio tienen una forma de vida propia y pertenecen a una determinada cultura. La
aproximación etnográfica ha sido ampliamente desarrollada por los antropólogos
culturales, que reconocen la necesidad de comprender cómo viven otras personas su
propia experiencia. El método etnográfico nos permite estrechar los lazos culturales y
apreciar mejor la diversidad cultural de las comunidades. Los etnógrafos hacen
inferencias acerca de lo que la gente dice, de cómo actúan, y de las características del
entorno cultural. La aproximación etnográfica utiliza habitualmente como herramienta de
análisis la entrevista. A través de la entrevista se recoge información sobre lo que las

91
personas dicen, sobre los eventos que se producen en su entorno y sobre el significado
que ellos les atribuyen a tales eventos.

En la investigación etnográfica el objetivo se centra en la escena cultural, la vida


cotidiana la vivimos en diferentes situaciones sociales, tratando con diferentes problemas,
y haciendo cosas diferentes que representan diferentes escenas culturales. Una única
persona puede tener conocimiento de muchas escenas culturales y servir como
informante de ellas.

Quizá la gran contribución de la aproximación etnográfica a la investigación


comunitaria sea su habilidad para comprender la vida social de los miembros de la
comunidad bajo sus propios términos, obligando al investigador a olvidar sus
presupuestos teóricos sobre la naturaleza de la realidad social sometida a estudio. Sin
embargo, una de las grandes limitaciones es la generalización de los hallazgos, por ello es
necesario entrevistar de manera intensiva a varios informantes y en distintos periodos de
tiempo, y aún así puede ocurrir que la información no abarque en su totalidad el
significado cultural y social del contexto estudiado. De igual forma es necesario que los
distintos investigadores utilicen los mismos métodos con los mismos informantes para
conseguir una correcta interpretación de los datos.

C) Análisis de redes sociales

Una red puede ser representada como un conjunto de puntos conectados por líneas.
Los puntos representarían a los individuos, y las líneas o interconexiones representarían
las relaciones sociales. El conjunto de puntos puede representar también toda una
organización e incluso comunidades. Desde la perspectiva de las redes sociales el
resultado es el mismo. El ambiente social queda representado en una especie de malla
donde las relaciones sociales quedan interconectadas entre diversos nodos o puntos. En
realidad, toda la sociedad puede contemplarse como una red social donde cada persona
establece relaciones y puntos de contactos con otras personas. El concepto de red social
proporciona una amplia visión de las relaciones sociales y los ambientes sociales y
permite analizar un concepto intermedio entre la relación que pueden mantener dos
personas y la relación con todo el sistema social. Los lazos de las redes sociales son
canales de comunicación potenciales que nos permiten comprender cómo son enviados y
recibidos los distintos mensajes en el contexto de las estructuras sociales.

Un aspecto muy importante para el psicólogo comunitario es analizar el impacto tanto


de dimensiones estructurales como funcionales sobre la conducta de los individuos,
grupos y comunidades. Existen también limitaciones, por ejemplo, los investigadores se
cuestionan si las redes sociales que analizan son las que realmente existen o son las
percibidas por los sujetos. Aún teniendo en cuenta las limitaciones, las redes sociales
contribuyen de forma importante a la investigación comunitaria:

92
a)Las redes sociales no se centran necesariamente sobre una única institución u
organización comunitaria, ya que es posible estudiar el ambiente social de un
individuo o grupo a través de diferentes esferas vitales (trabajo, familia...). Esto
permite establecer un mapa de interconexiones entre las esferas vitales y la
influencia que pueden tener unas y otras sobre los individuos.

b)Permiten conectar diferentes niveles de organización social (individuo, grupo,


comunidad), evaluar las influencias recíprocas y su impacto.

c)Permiten analizar la actuación de individuos y grupos para acceder a los recursos de


la comunidad, lo cual es muy importante para desarrollar estructuras de recursos
que favorezcan la oportunidad e igualdad entre las comunidades.

D) Epidemiología

La epidemiología es el estudio de la frecuencia y de las causas de las alteraciones


mentales y físicas. Los epidemiólogos contabilizan los casos de desorden en una
población para determinar si se producen fluctuaciones en la ratio del desorden, y para
identificar los grupos de personas de alto riesgo. Los investigadores también identifican
condiciones particulares socioeconómicas o demográficas que pueden contribuir al
desarrollo de los desórdenes en tales grupos. La investigación epidemiológica consiste en
dos fases secuenciales: primero, determinar la frecuencia de un desorden en una
población (epidemiología descriptiva); y en segundo lugar, aislar las variables que
contribuyen al desarrollo del desorden (epidemiología analítica). Dos técnicas se utilizan
normalmente para analizar los casos de desorden en una población:

1.Incidencia que es el número de nuevos casos de un desorden (entendiendo por


"nuevos casos", el primer caso que aparece de un desorden en la vida de un
individuo) en un intervalo específico (un día, una semana, un mes, un año...).

2.Prevalencia que es el total de número de casos de un desorden en una población en


un momento dado.

Una de las limitaciones que se plantean es la de la fiabilidad, es difícil obtener


estimaciones fiables de la incidencia y la prevalencia ya que es muy complicado incluir
los datos de aquellas personas que no reciben tratamiento profesional. A pesar de este
problema, la investigación epidemiológica puede proporcionar una información vital a los
investigadores comunitarios, pues permite ofrecer una estimación de la naturaleza y
severidad de los problemas psicológicos en una comunidad dada. La epidemiología
descriptiva proporciona datos sobre la frecuencia de diferentes tipos de desórdenes lo que
posibilita tomar decisiones respecto a la distribución de recursos y servicios. La
epidemiología analítica permite a los investigadores establecer correlaciones entre los
factores implicados en el desarrollo de los problemas (v.g., relación entre clase social y

93
problemas psicológicos; relación entre consumo de tabaco y cáncer de pulmón).

E) Indicadores sociales

Son medidas de bienestar social y comunitario. Ejemplos de indicadores sociales lo


constituyen la proporción de delincuencia, divorcios, desempleo, etc., que se producen
en un área determinada. Una característica importante del indicador social es que son
medidas de intervalos de tiempo regulares, que permiten determinar la tendencia y la
fluctuación de un hecho dado, por ejemplo permiten analizar la proporción de
desempleados en un periodo de tiempo determinado, o examinar si la proporción de
desempleo varía entre hombres y mujeres. El objeti vo de los indicadores sociales es
medir, analizar, e informar sobre las condiciones sociales que afectan al bienestar. Uno de
los principales objetivos que persigue el investigador que utiliza indicadores sociales es
establecer relaciones entre medidas de bienestar. Los datos estadísticos aislados
contribuyen escasamente a la comprensión del bienestar social, por lo que se estudian las
relaciones entre diversos indicadores sociales.

La mayoría de los estudios realizados con indicadores sociales comparten el interés


por proporcionar datos que puedan ser empleados en la realización de políticas sociales.
Existen numerosas aplicaciones de los indicadores sociales: son elementos fundamentales
en la evaluación de necesidades, se utilizan para examinar el impacto sobre la calidad de
vida, de cambios sociales a gran escala; para evaluar programas sociales; para tomar
decisiones acerca del desarrollo y planificación de programas; para describir condiciones
sociales; para analizar el cambio social y predecir eventos sociales y patrones de vida
social, etc.

Sin embargo, es necesario estudiar más profundamente la relación entre indicadores y


construir modelos que permitan dirigir los estudios empíricos de forma más correcta.

4.4.2. Estrategias orientadas a la acción para la investigación comunitaria

A continuación se detallan las principales estrategias orientadas a la acción para la


investigación comunitaria: la acción-investigación, el experimento de campo y la
aproximación cuasiexperimental.

A) La acción-investigación

Utilizando la metodología de la acción-investigación y los diseños de evaluación más


apropiados, el investigador comunitario puede evaluar la efectividad de un programa y
arrojar conclusiones sobre su utilidad potencial en otras comunidades.

La tradición de la acción-investigación arranca de los trabajos de K.Lewin (1946,

94
1988), quien intentó conseguir la integración de la ciencia y la práctica en la acción-
investigación. Es, sin duda, muy importante para la investigación comunitaria conseguir
esta relación entre el mundo teórico y el práctico. Por ello, el autor plantea un modelo
cíclico donde se encuentran involucrados los procesos de investigación, acción y
evaluación. Desde su aproximación los métodos de investigación se utilizan para
estructurar los objetivos comunitarios y estos objetivos, a su vez, se convierten dentro de
la acción comunitaria en estrategias o programas concretos. Los resultados de tales
programas son evaluados, para dar lugar nuevamente al proceso cíclico. Lewin (1988)
señala la importancia de que este proceso cíclico arranque del estudio de las necesidades
de los miembros de la comunidad y que se produzca una comunicación continua entre
éstos y el investigador para que tenga lugar un auténtico cambio social. La acción-
investigación no está confinada a la utilización de algún tipo concreto de procedimiento
de recogida de datos, método u orientación teórica particular.

B) Experimentos de campo

Hay ocasiones en que el investigador comunitario ha de enfrentarse con decisiones o


cuestiones relacionadas con dos o más programas, políticas o prácticas. Las cuestiones
planteadas al investigador pueden ser de carácter práctico y requerir únicamente
información como guía para la acción; o las cuestiones pueden tener implicaciones
teóricas y el investigador ha de elaborar sus hipótesis de trabajo. La mejor forma de que
el investigador actúe en estos casos es a través del desarrollo de experimentos de campo
que comparen los efectos de programas para poder decidir cuál es superior o cuál
permite conseguir el mejor resultado. Ciertamente, esto no es nada fácil pues la compleja
realidad social impide discriminar claramente si las diferencias entre programas se deben
a las características de los mismos o a factores desconocidos. Para asegurar que las
diferencias se deben a ellos mismos se asignan al azar a los participantes dentro de cada
programa. En el contexto del laboratorio es relativamente fácil controlar sistemáticamente
estas diferencias, pero cuando el contexto se traslada a la comunidad el investigador ha
de enfrentarse con problemas de aleatorización, de falta de cooperación por parte de los
sujetos, de mortalidad experimental diferenciada y de heterogeneidad en la aplicación de
los tratamientos (Martínez Arias, 1987). A cambio difícilmente pueden ser acusados de
falta de realismo.

No es fácil encontrar intervenciones sociales que cumplan en su totalidad los


requisitos del experimento. Las principales violaciones a éstos vienen dadas por el
deficiente control experimental y por el incumplimiento de la aleatorización (Gómez y
Hombrados, 1988).

Sin embargo, nos encontramos con ejemplos notables de experimentos de campo


realizados en la comunidad y que proporcionan claras respuestas a las cuestiones
relacionadas con la efectividad de diferentes programas o políticas sociales. Esta

95
aproximación ha sido muy empleada para evaluar la repercusión de nuevos servicios de
salud en la comunidad, para estudiar la efectividad de programas educativos, etc.

La gran ventaja de esta aproximación es que actúa como un experimento verdadero y


las limitaciones están más relacionadas con las cuestiones prácticas, con las posibilidades
reales de llevarlo a cabo, con los problemas éticos, etc.

C) Aproximación cuasiexperimental

Los cuasiexperimentos poseen aparentemente todas las características de los


experimentos verdaderos. La principal diferencia radica, según los casos, en la
imposibilidad de manipular la variable independiente y/o asignar aleatoriamente los
sujetos a las condiciones experimentales. Comparten con los experimentos de campo su
ejecución en ambientes naturales, lo cual les otorga un escaso control. Podrían ser
calificados de adaptaciones ingeniosas de los experimentos verdaderos, con el objetivo de
separar los efectos debidos a la intervención de los provocados por las variables no
controladas.

Los diseños cuasiexperimentales son agrupados por (Campbell y Stanley, 1978) en:

a)Diseños de grupo control no equivalente: cuentan con la presencia de un grupo


experimental y de un grupo control no equivalente. El investigador no ha podido
cumplir el requisito de aleatorización y garantizar con ello la equivalencia de los
grupos. Ninguno de los grupos ha tenido una medición previa a la introducción de
la variable independiente.

b)Diseños de series temporales interrumpidas: una serie temporal consiste en


observaciones repetidas de una o más variables. Se utiliza tanto para determinar si
hay algo más sistemático que el puro azar en una sucesión de observaciones
naturalistas, como para analizar el efecto sobre una variable de una determinada
intervención ocurrida de forma natural o inducida por el investigador.

Entre las ventajas, la aproximación cuasiexperimental permite hacer inferencias sobre


las causas de las diferencias en la conducta de dos o más grupos, organizaciones o
comunidades, y se utilizan en la evaluación de programas comunitarios. Entre los
inconvenientes se han señalado algunos relacionados con la posibilidad de poder realizar
correctamente los diseños en la práctica (v.g., encontrar grupos control similares al grupo
experimental, razones de carácter ético en relación a los grupos control que no reciben el
tratamiento, etc.). En el cuadro 4.1, se expone un resumen de estas estrategias.

Cuadro 4.1. Procedimientos de la investigación comunitaria

96
Resumen

En este capítulo se describen los objetivos, el contexto y el papel del investigador


comunitario. Se analizan los procedimientos de la investigación comunitaria agrupados en
estrategias analíticas (observación participante, aproximación etnográfica, análisis de
redes sociales, epidemiología e indicadores sociales) y estrategias orientadas a la acción
(acción-investigación, experimentos de campo y cuasi-experimentos).

Objetivos y competencias

-Conocer los objetivos y el contexto de la investigación-acción comunitaria.

-Conocer los procedimientos de la investigación-acción comunitaria.

-Saber aplicar las estrategias de la investigación comunitaria.

Actividades formativas:

1.Definir las características más relevantes de los ambientes naturales.

2.Definir el papel del investigador en la comunidad.

3.Aplicar alguno de los procedimientos explicados para desarrollar un programa de


prevención en el contexto escolar.

97
98
5.1. Concepto y características de la evaluación de necesidades

El proceso de intervención social debe comenzar por un análisis de necesidades ya que


cualquier acción social que se plantee debe responder a las necesidades de los grupos de
población a los que se dirige. La primera cuestión que hay que resolver es la definición
de necesidad. La definición clásica de Mckillip (1989) señala que la necesidad debe
entenderse como: "Un juicio de valor de que un grupo de población tiene un problema
que puede ser solucionado" (p. 10). En esta definición hay cuatro aspectos
fundamentales:

1.Identificar una necesidad implica un juicio de valor. Personas con diferentes valores
reconocerán necesidades diferentes.

2.Las personas identifican las necesidades en relación con unas circunstancias


concretas. La definición de la población objetivo y las características del entorno
constituyen dos elementos fundamentales.

3.Un problema es un resultado inadecuado, es un resultado que no se ajusta a las


expectativas.

4.Identificar la necesidad conlleva la búsqueda de soluciones potenciales.

Según las expectativas Bradshaw (1972) identifica cuatro tipo de necesidades:

a)Necesidad normativa: la expectativa se basa en la definición que realizan expertos


sobre los resultados que deben obtenerse (v.g., comité de expertos en
drogodependencias).

b)Necesidad percibida: se refiere a la expectativa de los miembros de la población y


dependen de la percepción que la población tenga de sus problemas (v.g.,
encuestas de población)

e)Necesidad expresada: esta necesidad se fundamenta en los resultados obtenidos del


análisis del comportamiento de la población objeto de estudio (v.g., grado de
participación en un programa).

d)Necesidad comparativa: las expectativas se centran en la comparación de la

99
población objetivo con otro grupo de población (v.g., necesidades educativas).

McKillip (1987) desarrolla un modelo general para llevar a cabo una evaluación de
necesidades en el que establece cinco fases:

1.Identificación de usuarios (los que encargan el estudio) y posibles usos del análisis
de necesidades.

2.Descripción de la población objetivo (características sociodemográficas, recursos


disponibles, características del entorno, etc.).

3.Identificación de necesidades. Se identifican los problemas y las posibles soluciones,


para lo que se utilizarán diferentes métodos de identificación de necesidades.

4.Evaluación de necesidades. Jerarquizar y determinar las más importantes para la


población objeto de estudio.

5.Comunicación de los resultados a toda la población implicada.

A partir de aquí se han definido diferentes características de la evaluación de


necesidades (v.g., Pérez-Campanero, 1991). Las más importantes se han resumido en el
cuadro 5.1.

Cuadro 5.1. Características fundamentales de la evaluación de necesidades

100
5.2. Modelos de evaluación de necesidades

Existen diferentes modelos que guían el proceso de evaluación de necesidades. A


continuación se hace una descripción de los más importantes.

5.2.1. Modelo de discrepancia

Kauffman (1979) desarrolla un modelo de evaluación que se fundamenta en las


expectativas normativas y establece tres fases:

1.Definición de objetivos: "lo que debería ser".

2.Evaluación de la situación actual: "lo que es".

3.Identificar las discrepancias entre "lo que es y lo que debería ser".

La definición de discrepancias depende de la valoración de expertos que identifican


las necesidades.

5.2.2. Modelo de marketing

101
Algunos autores (Kotler, 1982; Nieckerns, Purga y Noriega, 1980) proponen un modelo
con base en el concepto de intercambio, y con un abordaje derivado del análisis oferta-
demanda. Este modelo se plantea la evaluación de necesidades como un proceso de
feedback en el que la oferta de intervenciones sociales, entendida como bien de
consumo, trata de adaptarse a la demanda real del mercado, integrado por los potenciales
beneficiarios de esas intervenciones. Kotler (1982) defiende este planteamiento de
mercado al insistir en el hecho de que será la oferta de unos servicios ajustados a las
necesidades de los ciudadanos lo que permita la permanencia y crecimiento de las
organizaciones que ofrecen esos servicios, en este caso, de intervención social. Se podría
decir que la evaluación de necesidades desde esta perspectiva cumple una función
instrumental en la detección de las carencias y deseos de la ciudadanía para,
posteriormente, satisfacerlos a través del diseño y prestación de servicios y programas
viables. En este sentido, esta viabilidad deberá quedar reflejada en las tasas de utilización
del servicio por parte de los destinatarios del mismo.

Las fases que se siguen desde este modelo en la adecuación a las necesidades reales
de la población objetivo son las siguientes:

a)Determinar inicialmente la población real o potencial que podría requerir unos


determinados servicios, atendiendo a sus características y déficits que presenta.

b)Establecer el grado en que la oferta actual de servicios satisface esta demanda,


distinguiendo los servicios que se pretende ofrecer de los ya facilitados por otras
instituciones públicas o privadas.

c)Desarrollar una estrategia efectiva de marketing. De acuerdo con esta estrategia, se


seleccionarían aquellas prestaciones y servicios que vayan a ofrecer una tasa de
utilización lo suficientemente alta como para garantizar su utilidad y, por tanto, su
viabilidad económica.

5.2.3. Modelo de toma de decisiones

Desde este modelo se atienden simultáneamente distintas fuentes de información para


evaluar una misma necesidad (Edwards y Newman, 1982; Keeney y Rafia, 1976). En
este sentido, se entiende que ningún indicador ni criterio aislados permiten evaluar
adecuadamente la realidad o necesidad social, entendida como constructo complejo y con
numerosos matices. Como su nombre indica, este modelo va claramente orientado a la
toma de una decisión sobre qué necesidad o necesidades son prioritarias de cara a la
intervención social. Si bien, toda evaluación de necesidades tiene una finalidad de
planificación en la acción futura y, por tanto, de toma de decisiones, a diferencia con los
modelos anteriores, en éste se atiende especialmente a los valores y percepciones de los
usuarios. A éstos se les otorga explícitamente un importante peso en el resultado final del
proceso. Será la razón, aplicada sobre la información procedente de distintas fuentes y

102
perspectivas, la que permita llegar a esa decisión efectiva. Igualmente, en línea con su
carácter objetivo, el modelo permite otorgar diferentes pesos a las distinas fuentes de
información tenidas en cuenta en el proceso.

Este modelo supone una adaptación al campo de la intervención social del conocido
como Análisis multiatributivo de utilidad (Edwards y Newman, 1982). En este proceso
de identificación de las necesidades prioritarias, se llevarán a cabo las siguientes acciones:

1.Seleccionar las potenciales necesidades o aspectos de la realidad que pueden ser


especialmente problemáticos en la población sobre la que se pretende intervenir.

2.Elegir los métodos y técnicas de recogida de información que se van a emplear. En


este sentido, se establecen lo que se conoce como "atributos" (fuentes de
información que se tendrán en cuenta en el proceso de la toma de decisiones).
Esas técnicas de recogida de información serán, entre otras, por ejemplo,
entrevista a informantes claves, encuesta, empleo de grupos focalizados, etc. A
éstas, se podrán sumar otras como el análisis de la demanda de un servicio o, por
ejemplo, datos acerca de la incidencia real de una problemática en una comunidad
(número de casos detectados).

3.Recogida de la información y ajuste de las puntuaciones obtenidas a una escala


común que permita su comparación. El resultado de este proceso será la obtención
de un índice para cada una de las necesidades evaluadas.

4.Toma de decisión de acuerdo con los índices de necesidad obtenidos. En este


sentido, se otorgará una posición más destacada en la prelación de necesidades en
orden a su intervención a aquella que obtenga un mayor índice.

Uno de los principales problemas de la evaluación de necesidades se centra en la


integración de la información, ya que se deben conjugar criterios de decisión muy
diferentes (por ejemplo, análisis de las demandas recogidas, necesidad percibida por la
población, opinión de los expertos, etc.). La tarea de integración será más complicada
cuanto mayor sea el número de métodos de recogida de información que se emplee.

5.3. Métodos de evaluación de necesidades

Algunos de los métodos más utilizados para el análisis de necesidades son los que
explicamos a continuación.

5.3.1. La observación

Las diversas técnicas e instrumentos diseñados para realizar la observación suelen medir
la forma, la duración, la frecuencia, los antecedentes y las consecuencias de los

103
comportamientos sociales, estructuras sociales y relaciones entre comportamientos y
estructuras sociales.

Una de las modalidades de observación es la participante, ésta se define como la


investigación que involucra la interacción social entre el investigador y los informantes
durante la cual se recogen datos de modo sistemático y no intrusivo (Taylor y Bogdan,
1986). El estudio de los grupos, masas, organizaciones y comunidades pueden recibir un
importante aporte de este procedimiento metodológico. Según el tipo de participación del
observador y el conocimiento que los miembros del grupo tienen de él, se derivan cuatro
tipos de observación participante:

1.El investigador social es conocido como tal por la comunidad en la que se


encuentra.

2.El investigador adopta el punto de vista de uno más en el contexto, aunque todos
saben que es un investigador interesado en conocer la realidad social.

3.El investigador actúa ocultando su verdadera identidad aunque adopta un papel que
le permite recoger información del grupo sin levantar sospechas (v.g., periodista).

4.El investigador participa como uno más del grupo ocultando que se encuentra
recabando información.

Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que aporta a la investigación comunitaria la
observación participante requiere un gran entrenamiento y cuenta con algunas
limitaciones derivadas del grado de implicación del investigador en la comunidad.

Un serio problema estudiado es que la observación participante produce cambios en la


conducta del grupo bajo estudio, el efecto que un observador tiene sobre un grupo es
difícil de determinar. Para reducir este efecto se aconseja que el observador sea sensible
a los efectos de su presencia sobre la vida del grupo y que los datos se comiencen a
recoger después de que haya transcurrido un tiempo del investigador dentro del grupo.
Otro peligro de la observación participante es que el investigador se involucre tanto que le
afecte a su habilidad para desarrollar hipótesis, es decir, se corre el riesgo de que el
investigador abandone su rol de observador para convertirse en un miembro más del
contexto que está estudiando. Por otro lado, los datos del observador pueden estar
sujetos a una percepción selectiva de los hechos. Los observadores se centran en
aquellas conductas que quieren o esperan ver. Para tratar con estos problemas se
aconseja utilizar más de un observador para determinar la fiabilidad interjueces; utilizar
más de una técnica de recogida de datos, usando una aproximación multimétodo y
finalmente utilizar estudios pilotos para el entrenamiento de los observadores
(Hombrados, 1996).

104
5.3.2. Técnicas de encuestas

La encuesta es "una investigación realizada sobre una muestra de sujetos representativa


de un colectivo más amplio, que se lleva a cabo en el contexto de la vida cotidiana,
utilizando procedimientos estandarizados de interrogación, con el fin de obtener
mediciones cuantitativas de una gran variedad de características objetivas y subjetivas de
la población" (García Ferrando, 1994, p. 147).

En teoría, es uno de los métodos más objetivos y globales, pues proporciona una
información muy amplia, general, representativa y cuantitativamente muy rigurosa. En
contrapartida es muy costosa, requiere un análisis y una planificación muy cuidadosos.
Están plenamente indicadas para el estudio de actitudes, valores, creencias y motivos;
son especialmente recomendables para recuperar información sobre hechos que ya han
pasado y bien estructuradas tienen una gran capacidad para estandarizar datos, lo que
facilita su posterior análisis estadístico.

Para la elaboración de una encuesta diversos autores han propuesto determinados


pasos (v.g., Bizquerra, 1989) (ver cuadro 5.2).

Un aspecto fundamental en la técnica de encuesta es el muestreo que, básicamente,


se puede hacer según tres métodos:

1.Muestreo al azar: sin conocer las características demográficas de la población.

2.Muestreo estratificado: estableciendo las características generales de la población


(edad, sexo, nivel de estudios, etc.) para que, en la misma medida, aparezcan
reflejadas proporcionalmente en la muestra.

3.Muestreo por conglomerados: en este caso, la población se agrupa en agregados que


no están relacionados con las variables (por ejemplo, conjunto de viviendas,
barriadas, escuelas, etc.).

Cuadro 5.2. Pasos para la elaboración de encuestas

105
Existen diversas formas de recoger la información. Los métodos de encuestas más
utilizados en el análisis de necesidades son:

-La encuesta personal: es aquella que se realiza en forma de entrevista personal. Es el


método idóneo pero tiene inconvenientes como el coste económico, la preparación
de entrevistadores y la presencia del entrevistador puede restar confidencialidad.

-La encuesta telefónica: sustituye la interacción personal por la comunicación


telefónica, en comparación con la encuesta personal, disminuye los costes
económicos y permite acceder a lugares muy lejanos (Rubio y Varas, 1997). Entre
los principales inconvenientes se encuentran la frialdad de la interacción y el
muestreo sesgado, pues quedan excluidas todas las personas que no están en la
guía telefónica.

-La encuesta por correo: se envían por correo esperando que el encuestado devuelva
sus respuestas por correo. También en este caso se reducen los costes
económicos, aumenta la confidencialidad de las respuestas y permiten acceder a
grandes muestras de población. En cuanto a las desventajas se encuentra el factor
tiempo ya que el proceso suele ser más lento, se carece del control de cómo se ha
contestado la encuesta o el grado de comprensión de las preguntas y por último la
baja tasa de respuestas.

-La encuesta por correo electrónico: su auge es cada vez mayor, pues permite acceder
a un gran número de población aunque como en el caso ante riorse carece del

106
control de cómo se ha contestado la encuesta o el grado de comprensión de las
preguntas.

5.3.3. Indicadores sociales

Los indicadores sociales son fundamentales en la evaluación de necesidades. Son


medidas objetivas de comparación que se utilizan para evaluar o valorar cambios y
permiten operacionalizar de forma cuantitativa las variables objeto de estudio. Expresan
una situación determinada que se compara con situaciones pasadas o con aquellas que se
espera alcanzar. En muchas ocasiones se obtienen fácilmente de las estadísticas oficiales
(v.g., número de habitantes) y hacen posible realizar comparaciones normativas. Una
característica importante del indicador social según Land y Spilerman (1975) es que son
medidas de intervalos de tiempo regulares, que expresan la tendencia y la fluctuación de
un hecho dado, por ejemplo permiten analizar la proporción de divorcios en un periodo
de tiempo determinado, o examinar si la proporción de desempleo varía entre hombres y
mujeres. Constan de cinco componentes: clase de sujetos, periodo de tiempo, propiedad
de los miembros de la clase, medida estadística y lugar (v.g., tasa del consumo de drogas
en adolescentes en un año en Málaga).

Para garantizar su validez, los indicadores han de reunir una serie de características:

a)Tienen que ser precisos y deben estar definidos sin ambigüedad.

b)Deben ser específicos del tema que se vaya a investigar.

c)Deben ser consistentes y tener relación directa con el tema estudiado.

d)Han de ser sensibles y reflejar los cambios que se producen en el fenómeno


estudiado.

En el análisis de necesidades los indicadores se utilizan principalmente para describir


la población objetivo, analizar factores de riesgo e identificar a los usuarios de un servicio
(Chacón, Barrón y Lozano, 1989).

5.3.4. Informantes claves

La técnica de informantes claves es una técnica sencilla y de bajo coste que consiste en
recabar información de personas que poseen un amplio conocimiento de las necesidades
estudiadas. Suelen ser profesionales con información relevante, líderes de la comunidad y
técnicos que trabajan en el ámbito de estudio donde se realiza la investigación: director
del centro de salud; director colegio/instituto; presidente cofradías, peñas, asociaciones,
club de mayores, párroco, etc.

107
Esta técnica es útil tanto en las primeras fases de la investigación como en el posterior
desarrollo del programa ya que los informantes constituyen importantes vías de acceso a
la comunidad.

Los pasos para aplicar la técnica son los siguientes:

a)Definir los objetivos de estudio.

b)Seleccionar a los informantes en función de los objetivos definidos. En esta fase


suele utilizarse la técnica de la bola de nieve que consiste en pedir a cada
informante clave una lista de personas que puedan aportar información relevante.

c)Diseño del instrumento. La forma más habitual de obtener la información suele ser
la entrevista abierta o semiestructurada. Es recomendable que en la entrevista
aparezcan preguntas generales sobre las necesidades que se están evaluando,
similares para todos los informantes y otras específicas en función del área, ámbito
y funciones que represente cada informante. También es importante introducir
cuestiones que permitan a los informantes aportar diversas soluciones a los
problemas planteados, esto permite además contrarrestar uno de los principales
inconvenientes de esta técnica que es el sesgo de los informantes que se centran
más en los problemas que en las posibles soluciones.

d)Una vez recogida la información se elabora un informe y se intenta reunir a todos


los informantes para discutir los resultados.

A modo de ejemplo mostramos una entrevista a informantes claves que se elaboró en


un estudio para valorar las necesidades de los residentes de los diferentes barrios de la
ciudad (cuadro 5.3).

5.3.5. Grupos estructurados

Los grupos estructurados son un método de detección que consiste en reunir un grupo de
la comunidad para que identifique sus necesidades. Existen diversas técnicas de grupos
estructurados (McKillip, 1989):

1.Grupos focales. El objetivo del grupo focal es obtener de los miembros del grupo su
opinión sobre la problemática social que se analiza y se suele utilizar cuando los
evaluadores no pertenecen a la población estudiada.

Cuadro 5.3. Entrevista a informantes claves

108
Los moderadores pueden ser uno o dos, dirigen la discusión y deben conocer
los problemas que se analizan. Su papel es conseguir que los miembros del grupo
centren su atención en sus sentimientos y creencias sobre el problema.

Los participantes, entre 8 y 10, deben representar a la población objetivo y la


principal característica es que los grupos deben ser homogéneos para facilitar la
detección de necesidades y la interacción entre los miembros. Si queremos utilizar
los grupos focales para evaluar las necesidades en un barrio podemos decidir crear
grupos de un estatus social similar (grupos de parados, grupos de amas de casa,
etc.), o atendiendo a las diferencias de edad (grupos de jóvenes, grupos de
personas mayores, etc.), para que identifiquen las necesidades de la población que
representan. Se formarán tantos grupos como sean necesarios en función de los
objetivos, del tamaño de la población y del grado de consenso.

El desarrollo de las sesiones puede variar entre 1 y 2 horas y sigue dos fases:

-Presentación del tema por parte del moderador con una pregunta general planteada

109
de forma objetiva para fomentar que los miembros del grupo expresen sus
necesidades.
-Registro de las opiniones e ideas buscando el consenso de la comunidad.
2.Grupos nominales. La técnica del grupo nominal se utiliza para la identificación de
problemas y la búsqueda de soluciones evitando los problemas derivados de las
dinámicas de grupo. Se reúnen entre 6-9 participantes relacionados con el
problema durante 2-3 horas.

Las etapas son:

-Planteamiento del problema: se formulan preguntas abiertas sobre las dimensiones


del problema que hagan pensar a los participantes en diferentes soluciones.
-Generación de ideas: cada participante escribe de forma individual las alternativas
y soluciones que considera más adecuadas durante 10-15 minutos.
-Registro de ideas: las ideas de cada participante se exponen individualmente por
turno sin permitir la discusión, cada miembro ordena de forma individual las
cinco ideas con las que más se identifique. El moderador recoge en un listado
todas las ideas expuestas.
-Discusión: cada miembro del grupo puede aclarar cualquiera de sus ideas y se
inicia la discusión sobre las ideas expuestas.
-Elección de ideas: cada componente del grupo elige nuevamente las cinco ideas
que considera más importantes y el coordinador integra las más votadas.
-Integración: se repite el mismo proceso para cada cuestión planteada y se integran
las votaciones de los diferentes subgrupos.
3.Técnica Delphi. Con esta técnica se analiza la opinión de varios expertos sobre un
mismo tema y se utiliza cuando tenemos que identificar necesidades ante un
proceso de cambio, estimar el impacto de un programa, calibrar la reacción frente
a las líneas de actuación o diseñar un plan de intervención.

El procedimiento combina la recogida anónima de información,


retroalimentación para los informadores y posibilidad de modificar las respuestas.

La recogida de información se aplica a través de cuestionarios que adoptan la


forma de diálogo estructurado entre varias personas que responden de forma
anónima y que en ningún momento llegan a reunirse por lo que se evita la presión
grupal a la hora de realizar las valoraciones individuales.

Los pasos de la técnica Delphi son los siguientes:

-Formulación del problema: hay que definir de forma objetiva la información que
queremos recoger de los expertos.

110
-Selección del grupo de expertos: la selección se realiza en función de los
conocimientos profesionales y del ámbito específico que cada experto
represente. El número de expertos variará en función de los objetivos y grado de
consenso alcanzado, este número fluctúa entre 10 y 30 expertos.
Diseñoy aplicación de cuestionarios: se diseña un cuestionario con preguntas,
generalmente de elección múltiple y donde se exige una valoración numérica en
el que se valoran los problemas que se van a tratar. El cuestionario se distribuye
entre los expertos asignándoles un código para garantizar el anonimato y la
confidencialidad de las respuestas. Los expertos remiten los cuestionarios y se
analizan las respuestas calculando la distribución de las contestaciones a cada
pregunta, generalmente se calcula la diferencia intercuartil. En el siguiente
cuestionario aparecen las contestaciones originales y los estadísticos de cada
pregunta, se le da la opción de cambiar las respuestas y si hay mucha desviación
en alguna pregunta respecto a la tendencia central se le pide que justifique su
opinión. Se vuelven a analizar las respuestas y se distribuye el cuestionario por
tercera vez con los datos estadísticos y los argumentos de las opiniones más
alejadas. Generalmente en este cuestionario se ordenan las respuestas indicando
si hay consenso, mayoría o desacuerdo. Se puede cambiar otra vez de
respuestas y el proceso continúa hasta que se consigue un equilibrio entre el
grado de consenso y las discrepancias de los expertos seleccionados.
4.Foros comunitarios. Los foros se utilizan para conseguir una gran implicación de la
comunidad en el análisis de necesidades y cuando éste depende del consenso entre
diferentes grupos sociales. Los pasos a seguir son los siguientes:

-Se seleccionan los miembros de un comité de tal manera que estén representados
todos los grupos sociales que participan en el estudio.
-Se seleccionan "testigos" o personas implicadas en los problemas que se estén
tratando y se les explica el funcionamiento.
-Se planifica una audiencia a la que están invitados todos los miembros de la
comunidad aunque únicamente intervienen los miembros del comité y los
testigos.
-Se elabora un informe y se comunican los resultados.
Resumen

Se analiza el concepto de necesidad y los diferentes modelos que guían el proceso de


evaluación de necesidades. Se hace una revisión de los métodos de evaluación más
empleados. Se explica la utilización de los indicadores sociales, las técnicas de encuesta,
la observación, los informantes claves y las técnicas de los grupos estructurados (grupos
focales, grupos nominales, técnica delphi y foros comunitarios).

Objetivos y competencias

111
-Conocer conceptos, características y modelos de evaluación de necesidades.

-Conocer y saber aplicar la metodología de la evaluación de necesidades.

-Saber aplicar las distintas técnicas de evaluación de necesidades.

Actividades formativas

1.Definir la evaluación de necesidades y explicar sus aplicaciones en la intervención


comunitaria.

2.En un barrio multicultural se han detectado problemas de convivencia derivados de


la situación de marginalidad y de la convivencia entre autóctonos e inmigrantes de
distinta procedencia. Para analizar las necesidades de los residentes del barrio se va
a utilizar la técnica de informantes claves y la técnica de grupo nominal. Para ello
se propone responder a las siguientes cuestiones:

a)Definir los informantes claves que participan en el estudio.


b)Desarrollar las preguntas de la entrevista a los informantes claves.
c)Definir los criterios para la formación de grupos nominales.
d)Definir las características de los participantes que van a formar parte de ellos.
e)Explicar cómo aplicar la técnica de grupos nominales.

112
113
6.1. La intervención comunitaria

A continuación se detallan las principales características de la metodología de


intervención comunitaria para llevar a cabo la elaboración de los programas de
intervención.

6.1.1. La metodología de la intervención comunitaria

La intervención en el marco comunitario está configurada por la integración de cuatro


componentes:

1.El estudio de la realidad, de sus problemas, necesidades, recursos y conflictos.

2.La programación de actividades

3.La acción social.

4.La evaluación de lo realizado.

La metodología de la intervención comunitaria debe abordarse desde una perspectiva


ecológica que incorpore la importancia de las condiciones ambienta les y socioculturales
sobre el comportamiento y que se centre en la interacción entre personas y ambientes. Es
por ello que la metodología de acción comunitaria debe de contemplar los siguientes
elementos:

-Se centra en colectivos y grupos de personas

-Persigue objetivos de potenciación, desarrollo, competencia y prevención - Se


desarrolla en la comunidad o contexto en que se genera la problemática

-Analiza las necesidades y recursos del grupo

-Usa modelos conceptuales supraindividuales como la perspectiva ecológica

114
-Maximiza la iniciativa y participación del propio colectivo

-Utiliza una perspectiva multidisciplinar

-El estilo interventivo es proactivo (actuar antes y desde las causas)

6.1.2. Cómo elaborar un programa de intervención

La elaboración de un programa de intervención comunitaria requiere la elección de una


metodología de acción. Tanto la investigación-intervención preventiva (IIP) como la
investigación-acción participativa (IAP) han desarrollado una metodología orientada a la
realización de programas de intervención.

Desde las propuestas de investigación-acción (Action-Research) de Kurt Lewin


(1946) uno de los aspectos más relevantes es la estrecha relación que mantienen lo
básico y lo aplicado. Desde la perspectiva Lewiniana:

La teoría guía la investigación y la práctica y es recíprocamente informada por


ellas. La investigación evalúa y redirige la teoría y la práctica. La práctica nos
pone en contacto con la realidad social y conecta claramente la disciplina con la
mejora del bienestar humano. Sin práctica, la teoría y la investigación se pueden
convertir en sistemas mutuamente reforzantes, aislados y divorciados de los
temas sustanciales (Fisher, 1982, p. 29).

Por ello, Lewin plantea un modelo cíclico de intervención donde se encuentran


interrelacionados los procesos de investigación, acción y evaluación.

Desde el paradigma de la Investigación-Intervención preventiva Mrazek y Haggerty


(1994) proponen una metodología de acción compuesta de cinco fases:

1.Investigación e identificación del problema.

2.Revisión de trabajos de investigación que analicen los factores de riesgo y


protección relacionados con el problema.

3.Especificar las estrategias de intervención.

4.Realizar ensayos y estudios pilotos para asegurar la generalización.

5.Desarrollar la implementación del programa en la comunidad.

Ambos modelos de intervención han aportado elementos muy importantes en el


desarrollo de programas. En la actualidad, Wandersman, Imm, Chinman, y Kafgtarian
(1999, 2000) presentan una metodología integradora de obtención de resultados en el

115
modelo de trabajo Getting to Outcomes (GtO) que se basa en la respuesta a diez
preguntas formuladas para asegurar los resultados de la intervención comunitaria y que se
estructuran en cuatro fases (García, Albar, Morano y Castro, 2007) (ver cuadro 6.1).

Cuadro 6.1. Fases y preguntas para la intervención

6.2. Fases en el diseño de un programa de intervención comunitaria

La intervención comunitaria es compleja por la multitud de escenarios, problemas y


poblaciones con las que se ha de intervenir, por lo que no existe una única propuesta
metodológica de actuación aunque sí que existen acuerdos sobre las cuestiones más
relevantes que se han de tener en cuenta tal y como hemos visto. Teniendo en cuenta
estos acuerdos, los pasos que hay que seguir para desarrollar un programa de acción
comunitaria se podrían concretar en: identificación del problema y evaluación de
necesidades; diseño, programación y planificación de la acción; ejecución e
implementación; evaluación y seguimiento, que se desarrollarán en los siguientes
apartados.

6.2.1. Identificación del problema y evaluación de necesidades

El proceso de intervención social debe comenzar por la identificación del problema y el


análisis de necesidades ya que cualquier acción social que se plantee debe responder a las
necesidades de los grupos de población a los que se dirige.

116
A) Identificación del problema

El primer paso es la identificación y definición del problema o necesidad sobre la que


realizamos la intervención. El programa se puede plantear para intervenir tempranamente
en la detección de situaciones de riesgo, para promocionar comportamientos saludables,
para prevenir problemas futuros o para solucionar problemas que se están produciendo
en el momento presente.

La definición del problema ha de hacerse de forma operativa y situándolo en un


marco teórico de referencia. La intervención debe estar ligada a la teoría que permite al
investigador conocer mejor la realidad sobre la que interviene y que le proporciona a su
vez estrategias de intervención psicosocial. El investigador deberá referirse tanto a la
teoría como a la investigación empírica disponible para definir la situación objeto de
estudio. Por ello deberá identificar las variables asociadas al problema. Por ejemplo, en la
intervención sobre el consumo de drogas en adolescentes existen numerosos estudios que
identifican variables personales (v.g., falta de habilidades sociales, búsqueda de
sensaciones, etc.); variables familiares (v.g., patrones de disciplina inconsistente,
dificultad de comunicación); variables relacionadas con el grupo de iguales (v.g., carencia
de red de apoyo, presión del grupo de iguales), así como los factores de riesgo y
protección que están asociados. La identificación de las variables es fundamental para
operativizar el problema. También los modelos de intervención comunitaria que se
mostraron en el capítulo 1 constituyen un marco de referencia teórico del que partir para
analizar la situación sobre la que se va a intervenir.

B) Evaluación de necesidades

Se utiliza la evaluación de necesidades como un procedimiento por el cual se


establece la naturaleza y magnitud de las necesidades que afectan al aspecto, sec tor o
situación de la realidad social sobre la que intervenimos. En la evaluación de necesidades
se deben incluir tanto la evaluación de los déficits o problemas (v.g., consumo de drogas)
como la evaluación de los recursos disponibles (redes de apoyo, centros de ayuda, etc.).
El conocimiento de ambos aspectos nos permitirá diseñar una intervención acorde a la
realidad social con la que trabajamos.

La evaluación se dirige tanto a la población objeto de estudio como al contexto donde


se produce. Para evaluar a la población podemos incluir diferentes niveles de análisis:

a)Individual. En este nivel se evalúan tres dimensiones:

1.Conocimiento sobre el problema (v.g., información sobre drogas).


2.Actitudes (v.g., actitud positiva/negativa ante el consumo).
3.Comportamental (v.g., nivel de consumo de drogas legales e ilegales).

117
b)Grupal. En el nivel grupal se han de evaluar las características de la familia y del
grupo de iguales.

c)Comunitario. En el nivel comunitario se tienen que evaluar los aspectos del contexto
donde se produce el problema tales como las características del barrio y del
contexto escolar.

La evaluación del contexto debe describir las características del entorno físico y social
para tener un conocimiento más exhaustivo de las condiciones naturales donde se va a
llevar a cabo la intervención.

Para recabar la información relativa al problema contamos con numerosos métodos


de identificación, desarrollados en el capítulo 5, de naturaleza cualitativa (v.g.,
informantes claves, foros comunitario, etc.) y cuantitativa (v.g., técnicas de encuesta).
Suele ser habitual comenzar la evaluación con medidas cualitativas, como son las
entrevistas en profundidad a los informantes claves ya que esto tiene un doble efecto, por
un lado tomamos contacto con el problema desde diferentes perspectivas (sanitaria,
vecinal, escolar) y por otro los informantes claves se convierten en poderosos frentes de
entrada a la comunidad, ya que suelen facilitarle al investigador el contacto con los
grupos a los que representan (v.g., colegio, vecinos, centro de salud...). Dependiendo de
la naturaleza del problema y de los objetivos se podrán utilizar otros métodos de
evaluación de necesidades como los indicadores sociales para conocer el estado en el que
se encuentra el problema en la población o la utilización de grupos focales o nominales
para tener información directa de la población que puede aportar información sobre la
situación objeto de estudio.

6.2.2. Diseño, programación y planificación de la acción

Una vez que se ha definido el problema y evaluado las necesidades y recursos, se ha de


planificar la intervención de acuerdo con los siguientes aspectos:

A) Planificación de las metas y los objetivos

El punto de partida de la intervención se sitúa en la definición de las metas. Las metas


son enunciados generales que describen los impactos que se pretende alcanzar en la
población diana. Por ejemplo, nos podemos plantear la siguiente meta:

Meta

Los objetivos son cambios que se espera que ocurran como resultado de acciones

118
específicas, e incluyen cambios comportamentales, organizacionales y comunitarios.

Objetivo general

Los objetivos se dirigen hacia una población que denominamos población diana. Esta
es la población objeto de nuestra intervención y beneficiaria del programa, por tanto hay
que especificar de qué forma van a participar en el programa y cómo vamos a contactar
con ella.

Población diana

Tras la clarificación de las metas y objetivos se han de elegir los programas


identificados como las mejores prácticas y que son programas, basados en resultados de
investigación, que han demostrado de manera consistente que se pueden utilizar para
alcanzar las metas. En muchos casos estos programas se han de ajustar para adecuarlos a
la comunidad objeto de la intervención.

B) Planificación de los objetivos específicos

Se trata de concretar el objetivo general a través de objetivos específicos que resultan


más operativos para la intervención.

Los objetivos específicos se organizan atendiendo a: conocimientos (v.g., conocer los


efectos del consumo); actitudes (v.g., actitudes positivas/negativas frente al consumo) y
comportamientos (v.g., desarrollar estrategias de afrontamiento efectivas).

Los objetivos específicos son:

-Conocer los efectos del consumo.

-Fomentar una actitud positiva frente al no consumo.

-Desarrollar estrategias de afrontamiento efectivas.

A cada objetivo le deben corresponder unas actividades para que la relación objetivos-
actividades esté bien coordinada. Es importante proponer objetivos realistas ya que todo
programa debe ser viable y operativo en cuanto a objetivos y recursos. Más
concretamente, el programa debe ser realizable dentro del marco social para el que fue

119
concebido y elaborado, para ello se habrán de determinar las capacidades
organizacionales para implementar el programa:

Habilidades y capacidades humanas (voluntarios, paraprofesionales, equipo


interdisciplinar).

-Capacidades técnicas (recursos e infraestructuras).

-Capacidad económica (financiación y recursos económicos en general).

C) Programación de las actividades

Consiste en decidir qué hay que hacer. Las actividades se han de programar de
acuerdo con los objetivos. Por ejemplo, para el objetivo de desarrollo de estrategias de
afrontamiento efectivas para hacer frente a la presión del grupo de iguales se pueden
planificar varias actividades como: entrenamiento en habilidades sociales a través del role
playing, desarrollo de habilidades de comunicación a través de dinámicas grupales, etc.

La programación de las actividades se debe realizar atendiendo a dos aspectos


fundamentales:

1.Pautas para la programación. Consiste en definir y enunciar claramente las


actividades: qué se quiere hacer y con qué finalidad. Para ello habrá que
especificar, sincronizar y distribuir las actividades en unidades periódicas de
tiempo. Con ello se establece el tiempo y el ritmo del programa. Es importante
precisar el tiempo requerido para realizar cada actividad y el tiempo total del
programa y sus diferentes etapas. Esto requiere realizar un cronograma donde
aparezcan los objetivos y las actividades diseñadas incluyendo el tiempo de
duración de cada actividad, fecha de comienzo y finalización así como el momento
de aplicación de cada una de ellas.

2.Descripción de las acciones y contenidos. Consiste en determinar qué contenido


tienen las actividades planificadas. El contenido de cada actividad propuesta
depende de los objetivos y metas que se han definido. Por tanto, el desarrollo del
contenido de las actividades debe responder a los objetivos de conocimiento,
actitudes y pautas comportamentales. La mayoría de los programas de
intervención que desarrollan actividades centradas exclusivamente en contenidos
informativos tienen escasos o nulos efectos sobre la población diana. Por tanto,
aunque las actividades que incrementan el conocimiento sobre el problema son
necesarias, son también insuficientes para fomentar el cambio de actitud y de
comportamiento. Por ello el contenido de las actividades debe seguir las fases
siguientes:

120
a)Fase educativa. El objetivo es incrementar la información y modificar las
actitudes, utilizando estrategias de persuasión frente al problema. La eficacia de
un mensaje persuasivo depende fundamentalmente del efecto que produzcan en
el receptor cuatro elementos claves: la fuente, el contenido del mensaje, el canal
comunicativo y el contexto. Los efectos de estos cuatro elementos se ven
modulados por ciertas características de los receptores, como su grado de
susceptibilidad ante la persuasión. Los efectos psicológicos que los mensajes
pueden producir en el receptor son cuatro: atención, comprensión, aceptación y
retención. Se ha comprobado que aquellos programas que utilizan en esta fase
mensajes persuasivos adaptados a las características de la población tienen
efectos positivos sobre el cambio de actitud.
b)Fase de entrenamiento en habilidades. Se realizan experiencias de aprendizaje de
diferentes habilidades o competencias como habilidades de solución de
problemas, habilidades de autocontrol o habilidades sociales.
c)Fase de aplicación. Se practica lo aprendido en situaciones artificiales o naturales.
Es importante que las habilidades se practiquen en situaciones que permitan a
los individuos poner en marcha las habilidades y competencias para resolver los
problemas y cubrir sus necesidades. Estas habilidades y competencias serán
muy diferentes dependiendo de los objetivos del programa, el tipo de población
y las necesidades sobre las que se intervenga. Por ejemplo, en un programa
dirigido a inmigrantes es necesario que se pongan en práctica competencias
dirigidas a la elaboración de un currículo, búsqueda de empleo, aprendizaje del
idioma, creación de redes de apoyo, etc., mientras que en un programa dirigido
a adolescentes para la prevención del consumo de drogas se han de practicar
competencias relativas a no ceder ante la presión del grupo de iguales,
habilidades sociales y de comunicación, etc.

En el cuadro 6.2, se muestra un ejemplo de la organización y coordinación entre


objetivos, actividades y temporalización.

Cuadro 6.2. Ejemplo de relación entre objetivos-actividades-temporalización

121
6.2.3. Ejecución e implementación

Una vez diseñado el plan de actuación se han de establecer las estrategias de ejecución
del programa. Hay que determinar cuál es la capacidad organizacional para ejecutar y
mantener el programa y si contamos con suficientes recursos humanos, técnicos y
económicos para implementar el programa. En este punto hemos de ser conscientes de
que no se puede intervenir de espaldas a la comunidad, por ello es necesario contar con
su colaboración y definir los frentes de entrada. Más concretamente se determinarán los
siguientes aspectos:

1.Colaboración de la comunidad.

a)Formas de acceso a la comunidad (v.g., informantes clave)


b)Interdisciplinariedad. ¿Qué profesionales ejecutan el programa?
e)Mecanismos de participación. ¿Contamos con la presencia de líderes, voluntarios
o mediadores comunitarios?
2.Barreras y obstáculos. Se han de identificar las barreras y obstáculos con los que
nos podemos encontrar en la aplicación del programa y las posibles soluciones
(v.g., posible reticencia a ejecutar el programa).

122
3.Presupuesto. Hay que definir claramente el presupuesto del programa, los gastos
previstos para cada actividad, los recursos necesarios y los recursos disponibles.
En la medida de lo posible la elaboración del presupuesto debe ajustarse a la
realidad sobre la que se diseña el programa y eso implica en muchas ocasiones
aprovechar los recursos existentes y optimizar otros que habitualmente están
infrautilizados.

6.2.4. Evaluación

Habrá que establecer tanto la evaluación de los resultados como la evaluación de


proceso.

A) Evaluación de los resultados

En la evaluación de los resultados habrá que indicar si el programa funcionó y por


qué; qué podría modificarse para que fuera más efectivo y si debemos continuar
implementándolo. Para ello el investigador deberá indicar los cambios deseados y
medidos, deberá tomar precauciones para observar los efectos secun darlos. Debería
asegurarse la integridad de los datos en términos de su validez y ausencia de sesgos. Se
trata de comprobar si aquello que pretendíamos cambiar realmente se ha modificado
(habilidades, actitudes, conductas, contextos, comunidad). Para ello, debemos utilizar
diseños de investigación acordes con los obj etivos del programa (v.g., diseños
cuasiexperimentales).

B) Evaluación del proceso

También hay que evaluar el proceso, saber si se han respetado las programaciones
temporales, si se emplearon los recursos previstos, si las actividades planteadas se han
correspondido con los objetivos previamente definidos. En definitiva, se trata de evaluar
los puntos fuertes y débiles de las acciones desarrolladas en el programa. Esto permite
conocer las actividades y acciones que están funcionando bien y tienen un impacto
beneficioso sobre la población diana o al contrario aquellas que no están teniendo un
impacto positivo o de cambio. Asimismo permite obtener datos que expliquen los
resultados finales de la evaluación.

6.2.5. Seguimiento

Es importante planificar cómo se realizará el seguimiento de la intervención para


garantizar sus efectos a largo plazo. Rodríguez-Marín, Cañadas, García del Castillo y
Mira (2007) señalan cuatro aspectos fundamentales en la planificación del seguimiento:

1.Determinar la finalidad del seguimiento. Para ello se distingue entre el impacto y la

123
mejora del programa. El seguimiento del impacto se refiere tanto a las
consecuencias directas sobre la población diana como a las consecuencias sobre el
entorno social.

El seguimiento de la mejora se refiere a la detección de los puntos fuertes y


débiles del programa y al desarrollo de medidas de mejora.

2.Determinar quién va a realizarlo. Los responsables del seguimiento pueden ser


instituciones externas o personas vinculadas al programa.

3.Determinar los objetivos del seguimiento. Especificando los contenidos, las tareas y
los contextos que hay que evaluar.

4.Determinar los momentos de evaluación del seguimiento. A partir de la finalización


del programa se establece una dimensión temporal que se corresponde con una
evaluación a corto, medio y largo plazo.

A continuación se muestra un cuadro resumen de las fases del programa (ver cuadro
6.3).

Cuadro 6.3. Resumen de las fases de un programa de intervención

Resumen

La elaboración de un programa de intervención comunitaria requiere la elección de una


metodología de acción. En este capítulo se explica cómo elaborar un programa de

124
intervención y el contenido de las distintas fases del programa. Además se presenta un
ejemplo de cada una de las fases.

Objetivos y competencias

-Conocer cómo se diseñan e implementan programas de intervención comunitaria.

-Conocer diferentes programas en los ámbitos específicos de la intervención


comunitaria.

-Ser capaz de diseñar programas de intervención comunitaria.

Actividades formativas

Siguiendo la metodología propuesta se propone diseñar un programa de intervención


dirigido a una población y a un problema específico (v.g., consumo de drogas, violencia
escolar, problemas de salud etc.). Se ha de definir el contenido de cada fase.

En la primera fase se han de identificar los problemas y necesidades. Se analizarán


las variables asociadas al problema, los modelos teóricos empleados y las técnicas
de evaluación de necesidades más adecuadas.

En la segunda fase se definirán las metas, objetivos, actividades, recursos y


temporalización del programa.

-En la tercera fase se han de establecer las estrategias de ejecución del programa y el
presupuesto.

-En la cuarta fase se han de indicar los modos de evaluación.

-En la quinta fase se ha de especificar cómo se realizará el seguimiento.

125
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127
128
7.1. Concepto de apoyo social

El apoyo social ha dirigido en las últimas décadas buena parte de los intereses de los
científicos sociales que redescubren la importancia de los vínculos interpersonales en la
salud y la calidad de vida. Este tópico de investigación encuentra sus antecedentes en el
clásico trabajo de Durkheim (1897) sobre el suicidio, en el que expone la influencia
negativa que tiene el aislamiento social y la ruptura de las redes sociales en el aumento de
la mortalidad y más concretamente en el suicidio.

También a principios del siglo XX los investigadores de la denominada Escuela de


Sociología Urbana de Chicago (Park, Burguess, Mckenzie) comprobaron los efectos
negativos que tenían la falta de apoyo social y la ruptura de las redes sociales sobre los
problemas de integración social y la aparición de problemas sociales. Más tarde los
trabajos de Faris y Dunham (1939) sobre los correlatos ecológicos de la enfermedad
mental, mostraron de nuevo que existía una correlación positiva entre la escasez de
recursos, la desorganización social y el aumento de las tasas de enfermedad mental. Pero
es en concreto en la década de los 70 cuando se sitúa el inicio de la investigación de
apoyo social. Más concretamente hay que destacar los trabajos de Cassel (1976) en los
que concluye que la intervención se debe dirigir, más que a la reducción de los estresores,
al fortalecimiento de las redes de apoyo y al incremento de la percepción de apoyo; las
investigaciones de Cobb (1976) en las que se destaca la importancia de enseñar a los
pacientes estrategias para dar y recibir apoyo como una forma efectiva de afrontamiento
y los estudios de Caplan (1974) que muestran el papel protector del apoyo social frente a
los efectos del estrés. En general, todos los estudios hacen hincapié en que el apoyo
social desempeña un papel positivo en el bienestar.

El apoyo social forma parte de manera natural de la vida de las personas, pero lo más
importante es que su existencia tiene una influencia definitiva sobre la salud y el
bienestar, de ahí el interés que ha despertado entre los investigadores sociales. El apoyo
social constituye un concepto fundamental en psicología comunitaria, sin él no se
entendería algo tan elemental para la vida humana como es la necesidad de amar o ser
amados, aunque éste sólo sea un nivel del apoyo social, el denominado apoyo social
informal, es el apoyo que se deriva de las relaciones más íntimas (pareja, familia). Este
nivel es muy importante porque juega un papel fundamental en el mantenimiento del
bienestar ya que las personas buscan ayuda para resolver sus problemas dentro de sus
redes de apoyo informales. Existen otros niveles de apoyo social que cubren otras
necesidades de interacción como el nivel medio o de redes sociales, este es el apoyo que
obtenemos de las interacción con personas que forman parte de un entramado social
(v.g., lugar de trabajo) y un tercer nivel que surge de la necesidad de integración con la

129
comunidad total, es el que proporciona el sentido de comunidad y el que se conoce como
nivel macro o comunitario (Lin, 1986).

No escapa tampoco este concepto de la polémica objetivo-subjetivo que se suscita


para gran cantidad de variables psicosociales. Ni escapa a la constatación de que hay una
separación entre los aspectos objetivos y reales del apoyo social y lo que los sujetos
perciben, por lo que se hablaría de un apoyo social real más relacionado con las
condiciones objetivas del apoyo, existencia de redes, recursos comunitarios, etc., y de un
apoyo social subjetivo más relacionado con los recursos de apoyo percibidos. Sin
embargo, ambos aspectos son complementarios puesto que la existencia de redes implica
la potencialidad del ambiente para dar apoyo y la percepción de apoyo hace que los
sujetos perciban a las fuentes potenciales (amigos, familia, instituciones comunitarias,
etc.) como dispuestos a prestar el apoyo que necesitan. Según esto último para que el
apoyo social funcione ha de ser percibido. Los estudios indican que debe haber una
congruencia entre el apoyo recibido y la valoración que hacen las personas sobre su red
social y la satisfacción con los recursos que de ella provienen (Cohen y Syme, 1985).

Por tanto el apoyo social es una transacción social que implica aspectos estructurales,
contextuales y perceptivos.

Es mucha la literatura existente y las definiciones con las que contamos pues es un
concepto complejo y dinámico que varía en función de las necesidades y situaciones a las
que tenemos que hacerles frente a lo largo de la vida. En una primera aproximación al
concepto podríamos decir que el apoyo social es una transacción interpersonal de ayuda
que se produce entre una fuente de apoyo y el receptor de la ayuda, que implica
emociones, ayuda material e información y que se da en un contexto determinado
(familiar, laboral, asistencial). Sin embargo, una de las más completas definiciones es la
de Lin, Dean y Ensel (1986) que lo definen como el conjunto de provisiones expresivas o
instrumentales, percibidas o recibidas, proporcionadas por la comunidad, las redes
sociales y las relaciones íntimas y de confianza y que pueden producirse en situaciones
cotidianas y de crisis a lo largo de la vida. Gracia, Herrero y Musitu (1995) destacan que
esta definición tiene en cuenta los cuatro ejes principales en tomo a los que se define el
apoyo social:

1.La estructura de la red social (características y tipos de fuentes).

2.Las funciones del apoyo social (instrumentales, expresivas).

3.La naturaleza percibida y recibida del apoyo social.

4.Las condiciones y situaciones en las que se produce el apoyo social.

También para Barrón (2003) es importante distinguir entre las distintas funciones que

130
cumple el apoyo social (emocional, instrumental e informacional); la fuente de la que
procede el apoyo (relaciones íntimas, grupos o comunidad) así como la diferenciación
entre el apoyo real, recibido, y la percepción y satisfacción con el mismo.

Generalmente se adopta una concepción multidimensional del concepto. Siguiendo a


Laireiter y Baumann (1992) desde una perspectiva multidimensional el apoyo social
consta de cinco componentes:

1.Las redes de apoyo, considerando las dimensiones de estructura, características de


la interacción y funciones.

2.Clima o ambiente de apoyo, entendido como calidad de las relaciones.

3.El apoyo realizado y el recibido.

4.El apoyo percibido.

5.La integración social entendida como participación social en la comunidad: la


participación activa de las personas en la vida de la comunidad juega un papel
importante en la provisión de apoyo y en la mejora de la calidad de vida.

De este análisis conceptual se puede destacar que el apoyo social es un concepto


complejo. Los estudios han revelado diferencias entre los diferentes subtipos de apoyo;
los diferentes proveedores de apoyo y entre la cantidad de apoyo y la satisfacción con el
mismo. Para un análisis completo del apoyo social es necesario tener en cuenta todos
estos elementos, ya que la distinción de los diferentes tipos de apoyo, de las fuentes que
lo proporcionan en un contexto determinado y la distinción entre la frecuencia y
satisfacción con el apoyo contribuirán a conocer mejor cómo se desarrolla la experiencia
de apoyo en la población.

7.2. Perspectivas de estudio del apoyo social

El apoyo social se ha de estudiar desde una concepción multidimensional, por ello es


importante analizar: el apoyo percibido, los tipos de apoyo, las redes de apoyo, las
características de la interacción, la satisfacción con las relaciones, las fuentes de apoyo
social y la participación social. De este modo se han delimitado diversas perspectivas de
estudio como son: la perspectiva funcional, la perspectiva estructural y la perspectiva
contextual.

7.2.1. Perspectiva funcional

La perspectiva funcional se centra en la percepción que tiene la persona sobre el apoyo


social recibido o que podría recibir. Las evaluaciones que se realizan sobre el apoyo

131
social recibido, mediadas por la percepción y representaciones personales del sujeto,
parecen ser en mayor medida predictoras de sus efectos sobre la salud. Desde esta
perspectiva es necesario concretar el contexto específico en el que tiene lugar, precisando
la multifuncionalidad del apoyo y las acciones específicas de apoyo ante un determinado
contexto, ya que la totalidad del apoyo social disponible no permite conocer de forma
específica la experiencia real de apoyo. Así, los tres tipos de apoyo que suelen aparecer
en todas las clasificaciones son:

a)Apoyo emocional. Este tipo de apoyo hace que las personas se sientan amadas o
queridas y con sentimientos de ser valorados. Se refiere a la expresión de
emociones y sentimientos, a la posibilidad de contar con un confidente al que
expresar nuestros sentimientos y problemas.

b)Apoyo material o instrumental. Este tipo de apoyo se puede concretar en ayuda


económica, ayuda de servicios, ayuda doméstica, etc. Tiene que ver con la
prestación de ayuda directa. El apoyo que se presta de forma habitual por personas
cercanas supone una reducción importante de la sobrecarga en las tareas de la vida
diaria.

c)Apoyo informativo. Con este tipo de apoyo las personas pueden resolver sus dudas
o los problemas que tienen a través de consejos o información que reciben de
distintas personas. Desde la intervención social se ha reconocido la importancia
que tiene la información sobre los recursos disponibles en la solución de problemas
sociales. De hecho, desde el ámbito de los servicios sociales existen programas
específicos de orientación e información.

De esta forma, el apoyo social estaría representado a nivel afectivo (apoyo


emocional), a nivel conductual (apoyo material) y a nivel cognitivo (apoyo informativo).

Los tres tipos de apoyo tienen efectos positivos sobre la salud, aunque existe un cierto
grado de acuerdo en que el apoyo emocional es el más importante para una gran cantidad
de problemas y el que está más vinculado con el bienestar (Cutrona, 1986), pero, sin
duda, cada tipo de apoyo cumple con una función específica. Hay que tener en cuenta
que la satisfacción con el apoyo viene determinada, en gran medida, por las necesidades
de los sujetos (Lin, 1986). Este aspecto queda recogido en la Teoría de la especificidad
de Cohen y McKay (1984), quienes plantean que el apoyo social será más efectivo
cuanto más se ajuste al problema que hay que dar respuesta.

7.2.2. Perspectiva estructural

Desde la perspectiva estructural el interés se ha centrado en la existencia y tamaño de


relaciones sociales que se posee. El tamaño es considerado como el número de personas
con las que se mantiene contacto. Así, el número de miembros que componen la red

132
social ofrece una idea sobre la cantidad y diversidad de los recursos que la persona tiene
disponibles. Otras variables que también se han estudiado han sido la densidad, que
explicaría la intimidad o cercanía de esas relaciones y la dispersión o centralidad,
entendida como la facilidad para contactar con los distintos miembros de la red. Esta
perspectiva permite acercamos a conceptos como la integración y la participación social.
De este modo, contar con una amplia red social nos facilita los contactos con diversos
sectores, personas, instituciones u otros ámbitos, que pueden facilitar el sentirse integrado
en la red social. Además, el hecho de tener más contactos variados también nos permite
poder asistir y participar en diversos encuentros y actividades de participación social.

Entre las dimensiones de las redes sociales más estudiadas se encuentran:

a)Tamaño de la red. Número de miembros que forman la red social de una persona.
Las redes grandes tienen efectos más beneficiosos que las redes pequeñas. El
número de personas que componen la red social no es un predictor directo de las
respuestas de afrontamiento del individuo pero sí explica la disponibilidad de la red
para prestar apoyo. Cuando el tamaño de la red es escaso el sujeto dispondrá de
pocos recursos de apoyo social para afrontar los estresores. En cambio, cuando
aumenta el tamaño también aumenta la disponibilidad para prestar apoyo aunque
no garantiza la calidad del mismo.

b)Composición de la red y calidad del apoyo. Diversidad de personas que conforman


la red social (amigos, familiares, compañeros de trabajo, compatriotas, etc.). Las
fuentes de apoyo y los contextos en los que éste se produce permiten analizar la
diversidad de recursos de apoyo social de los que dispone el individuo. Esta
variabilidad puede ir desde la existencia de fuentes de apoyo jóvenes hasta fuentes
de apoyo mayores y se pueden dar en diferentes contextos como el familiar, el
laboral, el educativo, etc. Para analizar la calidad del apoyo se ha de preguntar
directamente al sujeto por el tipo de apoyo que percibe disponible de las diferentes
fuentes en los diferentes contextos (v.g., Señale el tipo y satisfacción con el apoyo
que le brindan sus amigos).

c)Densidad de la red. Número de vínculos e intensidad de los mismos que se


establecen entre los miembros que forman parte de la red social y la persona. La
densidad de la red se refiere a las interconexiones entre los miembros de la red
dentro de un mismo contexto (familiar) o entre los diferentes contextos (familiar y
laboral). Cuando aumentan las conexiones entre los sujetos, tenemos una red muy
densa, cuando disminuyen las conexiones entre los sujetos tenemos una red poco
densa. En general, las redes densas son más beneficiosas cuando el sujeto necesita
una ayuda urgente por una situación de crisis o por un problema de salud ya que la
interconexión les permite reaccionar más rápido en la prestación de apoyo. En
cambio, cuando los problemas tienen que ver con miembros de la red, por ejemplo
en una situación de divorcio, las redes poco densas permiten restablecer antes el

133
contacto con otros miembros de la red que no están vinculados a la situación de
estrés en la que se encuentra el sujeto.

d)Reciprocidad. Grado en el que los recursos de la red son intercambiados de forma


equitativa entre las partes. Las relaciones recíprocas promueven más la salud que
aquellas que no lo son. La medida de reciprocidad del apoyo social garantiza la
correspondencia en la prestación y recepción de ayuda de la red. La reciprocidad
es una dimensión clave para que se mantengan los recursos de apoyo social. Hay
numerosas intervenciones que se sustentan en el marco teórico del apoyo social
que diseñan estrategias que se fundamentan en la reciprocidad del apoyo. Un
ejemplo claro lo constituyen los grupos de autoayuda, donde todos los miembros
son fuente y receptores de apoyo a la vez, ya que los papeles son absolutamente
intercambiables.

e)Frecuencia. Número de veces que se establece contacto con los miembros de la red
social. El aumento del contacto también está más asociado a la salud que la
escasez de contacto con los miembros de la red. Aunque nuevamente la frecuencia
no garantiza la calidad de la interacción. Sin embargo, sí aumenta la potencialidad
de la red para prestar apoyo.

f)Multiplicidad. Aquellos miembros de la red que proporcionan más de un tipo de


apoyo. Las relaciones multidimensionales se refieren al intercambio de apoyo con
los miembros de la red y a menudo representan una importante percepción de
apoyo social ya que los miembros de la red que es tán dispuestos a prestar más de
un apoyo están más vinculados con las diferentes necesidades de los sujetos. En
un mapa de redes sociales la dimensión multidimensional ha de prevalecer sobre la
unidimensional para garantizar la calidad del apoyo.

g)Dispersión. Facilidad o dificultad para poder contactar con los miembros de la red.

h)Homogeneidad. Grado de semejanza entre los miembros de la red, atendiendo a


dimensiones como las características sociodemográficas, las actitudes, etc. En
general las redes sociales más homogéneas facilitan una mejor interacción.

Esta perspectiva también suscita algunas críticas, como el hecho de no profundizar en


otros factores como los aspectos perceptivos o valorativos por parte de los participantes,
que ocupa un lugar secundario.

7.2.3. Perspectiva contextual

Desde la perspectiva contextual el interés se centra en las fuentes de apoyo teniendo en


cuenta sus características peculiares, analizando las distintas variables implicadas:
Características individuales; relación entre quien recibe y proporciona el apoyo; las

134
necesidades individuales; las características del estresor; las características del entorno y
las condiciones sociales y culturales, entre otras. Desde esta perspectiva, se han analizado
tres aspectos fundamentales:

1.La naturaleza y características del estresor, puesto que puede verse afectado de
forma distinta dependiendo de las variables contextuales. De este modo, cuando
los estresores son de tipo crónico, se puede producir un agotamiento o deterioro de
las redes debido al mantenimiento de respuestas de apoyo a largo plazo (Gracia,
1997).

2.La valoración del sujeto sobre las acciones de apoyo recibido, resultando esta
valoración influenciada por la percepción del sujeto sobre sí mismo y sobre la
calidad de la relación que mantiene con otras personas.

3.Las fuentes de apoyo, se han distinguido hasta nueve tipos de fuentes de apoyo:
cónyuges o compañeros, familiares, amigos, vecinos, jefes, compañeros de
trabajo, cuidadores, grupos de autoayuda y profesionales de la saludo servicios
sociales (House, 1981).

Si nos centramos en el ámbito familiar y en los cuidados de salud, la fuente principal


dispensadora de ayuda tiene un claro componente de género, ya que son las mujeres las
principales fuentes de apoyo. Los resultados de las investigaciones han encontrado que
las mujeres son más elegidas como fuentes de apoyo (Burda, Vaux y Shill, 1984). Más
concretamente, en el caso de las madres, se ha visto que durante la adolescencia
temprana éstas son consideradas como la fuente de apoyo más importante para los
jóvenes (Furman y Buhrmester, 1985). También en la dinámica habitual de las
interacciones familiares se ha encontrado que las mujeres mayores recurren a sus hijas
cuando necesitan ayuda y los hombres a sus esposas. Las mujeres cuando son madres
tienen un papel fundamental en el cuidado de los hijos y al mismo tiempo son las hijas las
que continúan desempeñando un papel fundamental en el cuidado de sus padres.
También son las abuelas maternas las que prestan más ayuda en el cuidado de los nietos.
Es el familiar preferido para prestar apoyo emocional y dispensar cuidados de salud.
Diversos estudios han mostrado que las mujeres dedican a los cuidados de salud el doble
de tiempo que los hombres. Si nos centramos en los cuidados a personas dependientes
ocurre algo similar, los hombres reciben ayuda sobre todo de su cónyuge y de las hijas,
mientras que a las mujeres dependientes son las hijas las que les prestan el mayor apoyo.
Ello indica que la carga en la atención a la dependencia recae fundamentalmente en la
mujer, más del 80% del total de cuidadores de personas dependientes son mujeres, que
se sitúan entre los 45-52 años. Las consecuencias físicas, psicológicas y sociales que el
cuidado prolongado tiene sobre el cuidador son evidentes. En el intento de proporcionar
el mejor cuidado al familiar, las cuidadoras renuncian a cubrir sus propias necesidades.
En el ámbito laboral para las mujeres cuidadoras las responsabilidades familiares
constituyen un obstáculo para crecer profesionalmente y muchas de ellas se ven

135
abocadas al abandono del empleo. En general, los cuidadores están sometidos a una
situación de estrés continua y, cuando los estresores son de tipo crónico, se puede
producir un agotamiento o deterioro de las redes debido al mantenimiento de respuestas
de apoyo a largo plazo. El 80% de los familiares que cuidan a dependientes sufren estrés,
ansiedad, agotamiento, sentimientos de soledad, carecen de tiempo para el ocio y
perciben una escasa red de apoyo social.

Hay que llamar la atención sobre estos datos y visibilizar el papel de la mujer en el
ámbito familiar como principal proveedora de apoyo para que se proporcionen los
recursos necesarios y para evitar los efectos negativos que sufren muchas mujeres, que
actúan como la única y principal fuente de apoyo en el contexto familiar, sin que estas
funciones sean a menudo reconocidas.

7.3. Modelos teóricos del apoyo social

Son también muchos los enfoques y teorías acerca del apoyo social. Para analizarlos
Barrón (1996) propone la siguiente clasificación:

-Modelos generales de apoyo social: están centrados en el estrés y analizan los efectos
del apoyo social sobre la salud y el bienestar. Se han propuesto dos grandes
modelos para tratar de explicar cómo actúa el apoyo social: La teoría del efecto
directo y la teoría del efecto amortiguador.

-Modelos específicos de apoyo social: estudian los mecanismos a través de los cuales
el apoyo social tiene efectos beneficiosos.

7.3.1. Modelo de los efectos principales o directos

Desde esta perspectiva se propone que el apoyo social potencia el bienestar y la salud
con independencia del nivel de estrés experimentado por las personas. La hipótesis que
preside este modelo es que a mayor nivel de apoyo social, mayor será el bienestar
psicológico. En cambio, cuando el nivel de apoyo es menor, mayor será el malestar
psicológico. Esta hipótesis cuenta en la literatura con abundante apoyo experimental (v.g.,
Lu y Hsien, 1997).

Para explicar los mecanismos de actuación de esta perspectiva se han desarrollado


diferentes modelos. Vaux (1988) propone cinco mecanismos que explican los efectos
directos:

a)La participación social y el contacto con las redes posibilita el desarrollo de roles
que incrementan la autoestima y la sensación de poder y ello contribuye a
aumentar el bienestar del individuo.

136
b)El sentido de comunidad y pertenencia a un grupo aumenta el bienestar personal.

c)La estima y el respeto que recibimos de los demás también influyen positivamente
en nuestra autoestima y como consecuencia conlleva un mayor bienestar.

d)La presencia de redes sociales y el contacto con los demás proporcionan


experiencias positivas que influyen en el bienestar.

e)El contacto con las redes sociales permiten el desarrollo de identidades sociales
(amigo, compañero, madre) que influyen en una satisfactoria participación social.

En general, desde esta perspectiva se asume que la integración en la red social


incrementa la percepción de que el sujeto va a disponer de apoyo cuando el sujeto lo
necesite, lo que conlleva un aumento de percepción de control, autoestima positiva y
mejora del estado de ánimo. El incremento de estados psicológicos positivos promueve
las conductas saludables y correlaciona positivamente con la salud.

7.3.2. Modelo del efecto amortiguador o de los efectos protectores

Desde esta perspectiva se propone que el apoyo social amortigua los efectos negativos
del estrés sobre el individuo. La hipótesis que preside este modelo es que en presencia de
estresores el apoyo social protege a las personas de los efectos negativos del estrés. En
cambio, en ausencia de estresores el apoyo social no influye en el bienestar. También
existe abundante evidencia empírica de esta hipótesis (Lakey y Heller, 1988).

Para explicar los mecanismos de actuación de esta perspectiva se han propuesto


numerosas formas de actuación del apoyo social. Por su parte, Cohen y Syme (1985)
consideran que el apoyo social actúa entre los eventos vitales estresantes y la respuesta
de estrés, atenuando la respuesta de evaluación frente al estrés y también puede
intervenir entre la experiencia de estrés y la respuesta patológica al reducir o eliminar la
reacción de estrés. El apoyo social, por tanto, actuaría únicamente en condiciones de
estrés elevado protegiendo a las personas del efecto negativo del mismo y fortaleciendo
las conductas de afrontamiento efectivas.

Para Vaux (1988) los mecanismos de actuación del apoyo social se concretarían en
los siguientes:

a)El apoyo social ejerce una acción protectora directa previniendo la ocurrencia de
ciertos estresores.

b)El apoyo social "inocula" al sujeto frente al estrés al reducir la importancia del
estresor.

137
e)Los recursos aportados por los demás permiten ejercer una acción directa y un
afrontamiento eficaz.

d)El apoyo social facilita una evaluación más realista de los recursos, permite
reevaluar el estresor como menos amenazante y desarrollar estrategias de solución
de problemas.

e)Cuando no se puede evitar la ocurrencia de un problema el apoyo social actúa


permitiendo manejar las emociones negativas.

Los modelos de efecto directo y protector no son excluyentes, ambos modelos poseen
validez en la explicación de los efectos beneficiosos del apoyo social. Aunque la mayoría
de los autores concluyen que aquellas medidas que se basan en un concepto estructural
del apoyo social tienden a confirmar la hipótesis de los efectos directos, mientras que las
medidas que incluyen componentes funcionales tienden a confirmar la hipótesis del
efecto protector del apoyo social.

7.4. Apoyo social de las redes sociales y felicidad

Muchos estudios han mostrado la relación positiva entre el apoyo social proporcionado
por las fuentes y la felicidad. En un estudio sobre la calidad de vida Campbell, Converse
y Rodgers (1976) muestran que la predicción de la satisfacción vital en diversos campos
dio como resultado los coeficientes de regresión que se presentan a continuación e
indican la influencia independiente de cada red de relación: vida familiar (.41);
matrimonio (.36); amistades (.26); comunidad (.25); organizaciones (.12).

Otro estudio realizado por Argyle y Furnham (1983) sobre la satisfacción con
diferentes fuentes de apoyo encontró tres dimensiones de satisfacción: ayuda material y
tangible, intereses compartidos y apoyo emocional. La principal fuente de satisfacción es
el cónyuge, seguida de los amigos íntimos y los familiares, y después los compañeros de
trabajo.

Se han realizado numerosos estudios para analizar el apoyo proporcionado por las
diferentes redes que habitualmente nos proporcionan apoyo y sus beneficios sobre el
bienestar. Algunas de las conclusiones más importantes se muestran a continuación:

1.Apoyo social de la pareja. Cómo señala Argyle (1992), el más claro ejemplo de una
relación que produce felicidad es sin duda el enamoramiento y la principal fuente
de apoyo emocional, por tanto, es la pareja. Los estudios muestran que las
personas casadas son por término medio más felices que las solteras, divorciadas o
viudas, siendo mayor el efecto en los hombres casados que en las mujeres. En
cambio los hombres solteros son menos felices que las mujeres solteras, por lo que
parece que los hombres casados obtienen más beneficios del matrimonio que las

138
mujeres. Según Vanfossen (1981) la mujer proporciona más apoyo al marido y es
mejor confidente, en cambio las mujeres prefieren recurrir a sus amigas o
familiares femeninos en busca de dicho apoyo.

2.Apoyo social de los amigos. Quienes tienen más amigos o pasan más tiempo con
ellos tienden a ser más felices (Larson, 1978). La relación con los amigos
constituye una fuente de felicidad menor que la que proporciona la pareja y los
familiares pero más importante que la que proporciona la relación con los
compañeros de trabajo, los vecinos o la comunidad. Los amigos son importantes
fuentes de apoyo porque permiten compartir intereses comunes, actividades y
ocio; proporcionan apoyo material, ayuda tangible e información cuando los
necesitamos y constituyen una fuente importante de apoyo emocional, actuando
como confidentes, mostrando simpatía y dando consejos.

3.Apoyo social de los hijos. Parece que la aparición de niños pequeños en la pareja
disminuye la satisfacción matrimonial, aunque los autores que han estudiado el
tema vienen a mostrar que, aunque suponen un coste físico importante cuando son
pequeños y emocional cuando son adolescentes, al mismo tiempo, proporcionan
una gran satisfacción y un apoyo emocional exclusivo de esa relación y de la que
carecen las personas sin hijos. Más concretamente Hoffman y Manis (1982)
muestran que los niños pequeños fundamentalmente proporcionan un apoyo
emocional muy importante que tiene ver con el amor y la compañía.

Cuando los hijos crecen constituyen una fuente importante de apoyo no sólo
emocional sino también instrumental. Especialmente las hijas se convierten en las
principales dispensadoras de cuidados a los padres.

4.Apoyo social de familiares. Dentro de este grupo se encuentran todos los familiares
con los que mantenemos algún contacto: hermanas, hermanos, padres, hijos
adultos, tíos, primos, etc.

Uno de los aspectos más importantes es que generalmente están dispuestos a


brindar un tipo de apoyo importante como prestar dinero o cuidar a los niños. La
frecuencia del contacto y el nivel de ayuda se pueden mantener a lo largo de toda
la vida. Hay que destacar el papel importante de los abuelos que han hecho posible
con su ayuda conciliar la vida laboral y familiar de muchas mujeres. Atendiendo al
género en el ámbito familiar, como ya hemos mostrado, la fuente principal
dispensadora de ayuda son las mujeres.

5.Apoyo social de los compañeros de trabajo. La satisfacción laboral es una


dimensión importante de la felicidad, y dentro del ámbito laboral la relación con los
compañeros de trabajo es un elemento crucial. El apoyo social es
fundamentalmente instrumental, a través de la ayuda directa, el consejo o la

139
cooperación, aunque en muchas ocasiones se convierte en un apoyo emocional
que se extiende más allá del ámbito laboral y de las relaciones profesionales
aparecen relaciones de amistad que constituyen también una importante fuente de
apoyo.

6.Apoyo social de los vecinos. Aunque habitualmente se ha considerado una fuente


de apoyo menos importante con relación a la felicidad, hay que destacar que la
pequeña ayuda mutua que se suele producir (prestarse cosas, recoger el correo,
etc.) es importante para la familia, especialmente para las personas mayores que
pasan mucho tiempo en casa porque a veces se convierten en la única fuente de
contacto. A veces, la relación positiva puede ser más importante si los vecinos son
capaces de asociarse para reivindicar o mejorar las condiciones del barrio donde
viven. En este sentido, el apoyo social de los vecinos constituye un elemento muy
importante del sentido de comunidad o de pertenencia al contexto en el que uno se
encuentra.

7.5. Efectos del apoyo social

El apoyo social se relaciona continuamente con las condiciones de vida estresantes,


aquellas que son permanentes (v.g., vivir con una enfermedad crónica) o aquellas otras
relacionadas con momentos de crisis que se suceden a lo largo de la vida (v.g.,
separación, muerte de un ser querido). También se relaciona con los estresores
ambientales que surgen en el medio en que vivimos (hacinamiento, aislamiento en las
ciudades) que son fuente de malestar e impiden crear una adecuada red de relaciones en
el contexto. En todos estos casos, el apoyo social constituye un componente o un
mediador importante para la calidad de vida, ya que actúa previniendo el estrés, la
enfermedad y fomentando la salud. Los estudios que relacionan el apoyo social con la
salud se suelen clasificar según se trate de salud física o de salud mental y en ellos
también se analiza si el apoyo social tiene un efecto directo o protector sobre la salud. La
mayoría de los estudios que relacionan apoyo social y salud mental apoyan la hipótesis
del efecto protector por el cual la incidencia del estrés sobre la salud mental es menor
cuando la persona goza de un buen apoyo social. Ello significa que en ausencia de algún
acontecimiento estresante no existe una relación fuerte entre salud mental y apoyo social.
Los estudios que relacionan apoyo social y salud física también han encontrado evidencia
positiva de tal relación. Trabajos epidemiológicos han encontrado una asociación positiva
entre falta de apoyo social y morbilidad/mortalidad. Otros problemas de salud como las
enfermedades cardiovasculares, las complicaciones con el embarazo, o el cáncer, han
encontrado algún beneficio en la posesión de una buena red de relaciones. La
investigación revela los efectos beneficiosos del apoyo social sobre los enfermos con
diferentes tipos de patologías, pues facilitan el ajuste físico y psíquico de los sujetos y
mejoran las estrategias de afrontamiento efectivas frente a la enfermedad.

140
Además de los estudios sobre la salud, los efectos beneficiosos del apoyo social se
han estudiado en poblaciones de riesgo. Muchos de estos trabajos han mostrado el efecto
positivo del apoyo social sobre la calidad de vida y la disminución de la soledad en
grupos vulnerables como las personas mayores, los inmigrantes o las mujeres que sufren
violencia.

Los trabajos que muestran efectos negativos del apoyo social lo explican
principalmente atendiendo a que el apoyo social que se ha prestado ha sido inadecuado,
esto se produce cuando:

a)El apoyo no es recíproco, pues éste puede crear un sentimiento de dependencia en


el receptor que influye negativamente en su autoestima, también la fuente de
apoyo se encuentra insatisfecha porque no recibe el apoyo que necesita.

b)El apoyo que se presta no se corresponde con el tipo de apoyo específico que el
sujeto necesita.

c)Los miembros de la red de apoyo actúan como modelos inadecuados de conducta.

En definitiva, si el apoyo social es inadecuado, no es percibido como tal por el


individuo y por tanto no funcionan los efectos positivos.

7.6. Evaluación del apoyo social

La diferenciación conceptual del apoyo social implica una diferenciación metodológica,


los aspectos estructurales, contextuales y funcionales actúan de forma complementaria,
ya que cada uno suministra un tipo de información de cómo funciona el apoyo social.

7.6.1. Análisis de redes sociales

Desde la perspectiva estructural se evalúa la existencia de personas que son fuentes de


apoyo, real o potencial, lo que implica el análisis de redes sociales. Para analizar las
características de las redes sociales que prestan apoyo se construyen mapas de redes
sociales que permiten analizar las fuentes de apoyo, el tamaño de la red, los contextos en
los que se presta el apoyo y todas las dimensiones de la red anteriormente citadas. El
mapa de la red social permite analizar estas dimensiones en relación con un tipo de apoyo
social específico (v.g., emocional) o a varios tipos (material, informacional) dependiendo
del objetivo del estudio. A continuación, se pone un ejemplo en el que vamos a analizar
algunas de las dimensiones de red explicadas. Si queremos analizar las características de
las redes sociales que le proporcionan apoyo emocional a una persona seguimos los
siguientes pasos (Dalton, Ellas y Wandersman, 2001):

141
A) Descripción de las redes sociales

Pedimos que escriba una lista de las personas que pueden proporcionarle ayuda
ante un problema personal o emocional. Se hace hincapié en que no enumere
todos los amigos de que dispone y que señale únicamente aquellos que considera
que pueden prestarle el tipo de ayuda que necesita. Asimismo se indica que puede
incluir tanto a las personas con las que interacciona cara a cara como aquellas con
las que el contacto lo establece a través de Internet o por teléfono. Debe escribir el
nombre de cada uno separado por una línea, lo que nos permitirá conocer el
tamaño de la red.

-Sobre las líneas que separan a cada una de las personas debe indicar la relaciones
que mantiene con ellas (padre, madre, hermano, amigo, compañero de trabajo,
confidente...) lo que nos permitirá conocer las relaciones unidimensionales o
multidimensionales de la red.

-En las mismas líneas debe señalar los entornos donde más frecuentemente se
relaciona con cada una de esas personas (casa, trabajo, facultad, barrio,
asociación).

-En cuarto lugar, debe poner una marca sobre la línea de cada persona que crea que
probablemente le pediría ayuda también a causa de sus problemas personales o
emocionales, lo que nos indicaría la reciprocidad en la prestación de apoyo.

B) Construcción del mapa de redes sociales

Para construir el mapa de redes sociales seguimos los siguientes pasos:

-Hacemos un círculo o punto en el centro de una página que representa a la persona


objeto de estudio y dividimos el espacio en diferentes segmentos, cada uno de los
cuales representa un entorno en el que al menos hay una persona que puede
prestarle el apoyo que necesita. Los segmentos pueden ser más pequeños o más
grandes dependiendo del número de personas que lo compongan.

-En cada uno de los segmentos se representan con pequeños círculos todas las
personas que componen la red social del sujeto, los círculos más cercanos al
círculo central (la persona objeto de estudio) son los que representan una ayuda
más importante y los más lejanos los que representan una ayuda menos
importante. Cada uno de los círculos se identifica con la inicial de la persona que lo
representa.

-Se dibujan líneas que conectan el círculo central con el círculo de aquellas personas
con las que comparte una relación multidimensional. Esta debe ser una línea

142
gruesa, bien marcada, que indica que mantiene una relación multidimensional con
la red y que le puede proporcionar más de un tipo de apoyo (v.g., puede ser amiga
y compañera de trabajo). Las relaciones unidimensionales no se dibujan en el
mapa y se refieren a todos los puntos que aparecen en el mapa sin estar conectado
con el sujeto central.

-Dentro del mapa también se unen con líneas aquellas personas que entre ellas son
amigos o confidentes. Estas líneas son más delgadas y pueden dibujarse entre los
diferentes segmentos. Esto indicaría la densidad de la red del individuo.

C) Análisis de la red social

La realización del mapa de la red social del individuo permite conocer todas las
características anteriormente descritas: el tamaño de la red; la composición de la red y la
calidad del apoyo; la reciprocidad; la multidimensionalidad y la densidad de la red entre
otras características (figura 7.1). Es un proceso complejo (para una revisión más en
profundidad ver Maya, 2009).

143
Figura 7.1. Mapa de la red de apoyo social.

7.6.2. Evaluación del apoyo social percibido

Son numerosos los instrumentos con los que se cuenta en la actualidad para evaluar el
apoyo social. Desde la perspectiva funcional del apoyo social se analizan los aspectos
más subjetivos del apoyo que incluyen preferentemente la evaluación de los tipos de
apoyo, la cantidad de apoyo recibido y la satisfacción con el mismo. También
dependiendo del nivel de análisis se han desarrollado escalas para medir el apoyo social
informal derivado de las relaciones íntimas (Ensel y Lin, 1991), el nivel de redes sociales
y el nivel comunitario como la Escala de apoyo comunitario percibido de Gracia y
Herrero (2006) formada por tres subescalas: Integración comunitaria, Participación
comunitaria y Apoyo en las organizaciones comunitarias y la Escala de apoyo social para
residentes (Hombrados, 1995), esta última escala mide la percepción del tipo de apoyo
que perciben los residentes de sus vecinos y que contempla los aspectos relativos a la
función que cumple el apoyo social, distinguiéndose entre el apoyo emocional,
instrumental e informacional.

Las cuestiones sobre el apoyo emocional hacen referencia a los sentimientos de


pertenencia y de afecto recibidos de los otros residentes; las preguntas sobre apoyo
instrumental aluden a la percepción que tienen los sujetos de que pueden disponer de la
ayuda directa o material de sus vecinos cuando la necesitan y, por último, las cuestiones
sobre el apoyo informacional se refieren a la percepción de los sujetos de que pueden
contar con el consejo de sus vecinos para resolver sus problemas (ver cuadro 7.l).

Cuadro 7.1. Cuestionario de apoyo social para residentes

144
Para analizar el apoyo social desde una perspectiva multidimensional se diseña el
Cuestionario de frecuencia y satisfacción con el apoyo social (Hombrados et al., 2012).
Este cuestionario evalúa tanto la frecuencia del apoyo recibido de la red social como el
grado de satisfacción con el apoyo recibido de las fuentes. Permite analizar el contexto
donde se produce el apoyo, las fuentes de apoyo y el tipo de apoyo recibido: emocional,
instrumental e informacional. Este cuestionario permite incorporar tantas celdas como
sean necesarias para evaluar los diferentes contextos y fuentes de apoyo. Para evaluar la
percepción de apoyo en el contexto familiar y escolar se han incluido las diferentes
fuentes que lo componen: el padre, la madre, los compañeros de clase y los profesores.
Para cada fuente de apoyo y para cada tipo de apoyo se evalúa la frecuencia con que se
recibe el apoyo y la satisfacción con el mismo. El cuestionario utiliza una escala de
respuesta tipo Likert de 1 a 5 puntos, tanto para la frecuencia de apoyo recibido (1=
nunca y 5 = siempre), como para medir el grado de satisfacción con el mismo apoyo (1=
insatisfecho y 5= muy satisfecho). Por tanto, en cada sujeto se analizan las redes que le
proporcionan apoyo, el tipo de apoyo que le dan (emocional, instrumental e
informacional), la frecuencia con que recibe cada tipo de apoyo y la satisfacción con el
mismo (ver cuadro 7.2).

Cuadro 7.2. Cuestionario de frecuencia y satisfacción con el apoyo social

145
146
7.7. El apoyo social en la intervención comunitaria

El apoyo social constituye en la actualidad una de las herramientas más potentes de la


intervención social. Para Gottlieb (2000) las intervenciones basadas en el apoyo social

147
implican la interacción social con el entorno y obligan al profesional a optimizar o
desarrollar los recursos de apoyo necesarios para satisfacer las necesidades psicosociales
de los individuos y es esto lo que la distingue de otras intervenciones. Muchos
profesionales resaltan la importancia de intervenir para modificar o incrementar los
recursos sociales más que centrarse exclusivamente en los estresores, que en muchas
ocasiones no se pueden cambiar. Las estrategias de intervención que promueven el apoyo
social favorecen los sentimientos de competencia y empowerment ya que hacen a las
personas participantes activos en la solución de los problemas.

Normalmente las personas obtienen el apoyo social de su sistema de apoyo natural


que está formado principalmente por las redes sociales de familiares y amigos. Esta red
natural aporta una gran cantidad de tipos de apoyo (emocional, instrumental e
informacional), suele estar disponible en el contexto social cotidiano y se intercambia de
forma recíproca por lo que resulta muy efectiva y estable a lo largo del tiempo. Sin
embargo, cuando esta ayuda no es adecuada o resulta insuficiente, se recurren a los
sistemas de ayuda formal o profesional.

Son muchas las tipologías que se han creado para clasificar las intervenciones que
promueven el apoyo social. Barrón (1996) establece una tipología bidimensional. La
primera dimensión se refiere a los niveles de intervención: individual, grupal y
comunitario. La segunda dimensión se refiere al objetivo de la intervención: a)
intervenciones basadas en el efecto directo, es decir, orientadas a mejorar las redes
sociales de los individuos y b) intervenciones basadas en el efecto amortiguador, es decir,
dirigidas a facilitar estrategias de afrontamiento de personas que están en riesgo o
atraviesan una situación problemática.

Atendiendo a los niveles de análisis la clasificación de Gottlieb (1986) es la más


comúnmente aceptada:

1.Nivel individual. Se pretende mejorar las competencias y habilidades individuales


para solicitar ayuda de la red social cuando el sujeto lo necesita. A veces, las
personas se resisten o tienen una actitud contraria a solicitar ayuda por razones
diversas como no suponer una carga para su red o no reconocer su vulnerabilidad.
En otras ocasiones, no cuentan con habilidades suficientes para solicitar el apoyo
de la red. En general, las intervenciones se dirigen al entrenamiento en habilidades
sociales, habilidades de comunicación o modificación de actitudes.

También a nivel individual se interviene para desarrollar competencias en la


prestación de ayuda. Este último aspecto es muy importante porque, a veces, la
red está dispuesta a prestar apoyo pero no sabe cómo prestarlo. A menudo, es
necesario trabajar con los familiares o con la red de apoyo más cercana de la
persona que está atravesando la situación problemática. Un ejemplo claro lo
encontramos en las personas que padecen un cáncer. El cáncer al igual que otras

148
enfermedades graves puede alterar la red de apoyo de la persona. Por ejemplo, una
persona con cáncer puede ser "victimizada" por su familia y amigos. Algunos
autores han señalado que las reacciones que genera el cáncer en personas cercanas
pueden ser variadas: sentimientos de miedo, sentimientos de aversión, sentimientos
de evitación o creencia de que hay que mantener una actitud alegre y optimista
ante el paciente todo el tiempo. El no saber cuál es la forma adecuada de tratar al
enfermo puede producir sentimientos de ambivalencia hacia éste y ansiedad ante la
interacción. Por tanto, esto puede producir efectos indeseables y contrarios a la
percepción de apoyo que pueden dar lugar a la evitación física del enfermo o a la
evitación de la comunicación acerca de la enfermedad. La prestación de apoyo de
forma inadecuada puede llevar al enfermo de cáncer a sentirse rechazado o
abandonado por su red de apoyo más cercana.

2.Nivel diádico. Estas intervenciones implican la movilización del apoyo social de una
persona clave de la red social existente o la introducción de un nuevo miembro en
la red social del individuo. Normalmente se ha de preparar el miembro de la red
que presta el apoyo para que éste se desarrolle de forma efectiva. Sin embargo, las
investigaciones han mostrado que normalmente este tipo de ayuda se produce de
forma recíproca, es decir, no sólo se beneficia el receptor de la ayuda sino también
la fuente que la proporciona. Son numerosas las intervenciones que se han
desarrollado centradas en el nivel diádico, especialmente en el ámbito de los
servicios sociales. Algunas de ellas son:

a)Los programas de visitas al hogar para madres e hijos en situación de riesgo


social. Estos programas son conducidos principalmente por profesionales que
proporcionan el apoyo necesario a madres con determinadas características
(v.g., madres adolescentes, hogares monoparentales, etc.) que no poseen
recursos ni redes de apoyo adecuadas. En estos casos se actúa para prevenir los
problemas durante el embarazo, el maltrato infantil y la conducta antisocial.
b)Programas abuelo-nieto. Personas mayores previamente entrenadas proporcionan
apoyo a los hijos de familias con una escasa red social o con escasos recursos
como las familias monoparentales o de inmigrantes. En estos casos se produce
un intercambio de apoyo entre "el abuelo" que se siente útil y ocupa su tiempo
en el cuidado de "los nietos" que de otra forma no obtendrían el apoyo
emocional (manifestación de afecto), instrumental (ayuda en los deberes,
acompañarlo al colegio) e informacional (consejo) de esta figura de apoyo.
c)Programas de alojamiento intergeneracional. Este programa ha sido puesto en
marcha por diversas universidades y ofrece la oportunidad a los estudiantes de
compartir piso con una persona mayor que vive sola. Requiere un trabajo previo
de evaluación para adecuar lo más posible los perfiles de las personas que van a
convivir juntas y un seguimiento de la convivencia. En estos casos se produce
un intercambio de apoyo, la persona mayor que vive sola recibe principalmente

149
apoyo emocional y los estudiantes, con dificultades económicas, cubren
principalmente sus necesidades de apoyo instrumental, aunque muchos
desarrollan también lazos de amistad estables.
d)Programas de animales de compañía. Numerosos trabajos han mostrado los
efectos beneficiosos de los animales de compañía en poblaciones vulnerables, ya
que proporcionan principalmente apoyo emocional (manifestaciones de cariño
de las mascotas) y apoyo instrumental como el que proporcionan los perros
lazarillo. En general se han utilizado con personas mayores que viven solas,
personas discapacitadas y niños enfermos.
3.Nivel grupal. Las intervenciones a nivel grupal tienen como objetivo crear un
sistema de apoyo duradero y consistente con las necesidades del sujeto. Se dirigen
a la optimización del apoyo social en el contexto natural del sujeto, por ejemplo la
reconstrucción o el análisis de las redes sociales, o intervenciones dirigidas a crear
nuevos vínculos de apoyo. En este caso la intervención más conocida es la de los
grupos de apoyo y autoayuda que se desarrollará en el capítulo siguiente.

4.Nivel comunitario. El objetivo de estas intervenciones se centra en fortalecer el


apoyo social de la comunidad y desarrollar estrategias de empowerment
comunitario. Un ejemplo son las actividades que fomentan el apoyo entre los
vecinos y crean sentido de comunidad. También el uso del banco de tiempo puede
ser considerado como una actividad que fortalece el apoyo social de la comunidad,
ya que es un sistema de intercambio de servicios por favores que fomenta las
relaciones sociales y el intercambio de los diferentes tipos de apoyo.

5.Nivel sistémico. Estas intervenciones tienen como objetivo introducir cambios


estructurales y organizacionales en el contexto social en el que se encuentran las
personas con el objetivo de mejorar la provisión de apoyo social. Una vez que se
diseñan estas intervenciones los recursos pueden ser empleados por todos los
miembros que pertenecen a esa organización. Sin embargo, son difíciles de
implantar, pues suponen en muchos casos cambios estructurales importantes. Un
buen ejemplo son las intervenciones que se diseñan en el ámbito hospitalario para
formar a los profesionales de la salud en cómo prestar apoyo a enfermos
oncológicos y sus familiares.

Resumen

El capítulo comienza revisando los principales conceptos y modelos de apoyo social. Se


analizan las principales perspectivas de estudio (funcional, estructural y contextual) y los
efectos beneficiosos de la percepción de apoyo sobre la salud. Más concretamente se
muestra la relación positiva entre el apoyo social proporcionado por las fuentes y la
felicidad. Se exponen las diferentes formas de evaluar el apoyo social desde la
perspectiva funcional y desde el análisis de redes y se dan a conocer las principales

150
estrategias de intervención que se derivan del apoyo social

Objetivos y competencias

-Conocer el concepto y los principales modelos de apoyo social

-Conocer los principales mecanismos explicativos propuestos para explicar los efectos
beneficiosos del apoyo social

-Conocer las diferentes formas de evaluar el apoyo social

-Ser capaz de utilizar el apoyo social como herramienta para la intervención social

Actividades formativas

1.Explicar los elementos que diferencian las perspectivas funcional, estructural y


contextual del apoyo social.

2.Analizar los principales mecanismos que se proponen desde los modelos de apoyo
social para explicar los efectos beneficiosos del mismo.

3.Elegir un colectivo con especiales necesidades de apoyo (v.g., familias


monoparentales, personas mayores, etc.) y proponer intervenciones que
promuevan la percepción de apoyo.

4.Evaluar la red de apoyo de una persona utilizando la técnica del mapa de red.

151
152
8.1. Definición

Los grupos de apoyo aparecen como una alternativa al modelo de salud tradicional, han
surgido en diferentes campos tales como las adicciones, las enfermedades físicas y
mentales, las crisis vitales, etc., por lo que se dirigen principalmente a grupos de riesgo,
situaciones de crisis, transiciones vitales o personas con problemas crónicos. Se
fundamentan en las teorías del apoyo social haciendo especial hincapié en el efecto
protector del mismo.

Una definición clásica de los grupos de apoyo es la de Katz y Bender (1976) que los
definen como aquellos grupos pequeños constituidos voluntariamente para alcanzar un
fin específico. Suelen estar integrados por iguales que se reúnen para ayudarse
mutuamente para satisfacer una necesidad común, superar un hándicap, alcanzar un
deseo social o conseguir un cambio personal. Los miembros de estos grupos perciben
que sus necesidades no pueden ser satisfechas por las instituciones sociales existentes.
Enfatizan las interacciones cara a cara y la responsabilidad personal en la solución de los
problemas intercambiando recursos y diferentes tipos de apoyo.

En estos grupos se potencia el poder de las personas para ayudarse a sí mismas y


para ayudar a otras personas a ayudarse a sí mismas (Hess, 1982). Al contrario de lo que
ocurre con otras formas de ayuda, los grupos de apoyo facilitan el desarrollo de la
autonomía personal. Desde la perspectiva de la potenciación (empowerment) los grupos
de apoyo son considerados como un buen ejemplo de es trategia de intervención basada
en los principios de dicha perspectiva (Hombrados y Gómez, 2001). Estos grupos
intentan devolverles a los sujetos el control sobre sus propias vidas, los sujetos se
convierten en participantes activos en el desarrollo de recursos, en el afrontamiento de
situaciones problemáticas y en la provisión de apoyo. La persona puede ayudar
convirtiendo su experiencia personal en un potencial de ayuda para sí misma y para otros
(Riessman, 1995).

En general, los grupos de apoyo ofrecen ayuda, proporcionan sentimientos de


pertenencia y desarrollan el poder de los individuos (Katz, 1993).

153
Términos como autoayuda, apoyo o ayuda mutua se han utilizado indistintamente
para referirse a grupos cuya estrategia va encaminada a crear vínculos sociales basados
en la prestación mutua de apoyo. En este sentido, Gottlieb (1988) hizo una diferenciación
comúnmente aceptada: los grupos de apoyo están dirigidos por un profesional, están
limitados en el tiempo, el número de miembros es fijo y combinan la experiencia con el
conocimiento experto. Los grupos de autoayuda no están limitados en el tiempo y
funcionan de manera autónoma sin la presencia de un profesional, aunque alguna vez
puedan buscar ayuda profesional o institucional. En la actualidad, para la mayoría de los
autores (Taylor, Falke, Shoptaw y Lichtman, 1986; Barrón, 1996) estas no son
categorías diferentes o grupos independientes, ambos pueden formar parte de un
continuo donde al principio el grupo es dirigido por un profesional hasta que se consigue
su autonomía como grupo de autoayuda

8.2. Funciones, características y efectividad de los grupos de apoyo y autoayuda

A continuación se explican las principales funciones y características de los grupos de


apoyo y las teorías más importantes que explican la efectividad de los mismos.

8.2.1. Funciones de los grupos de apoyo y autoayuda

Las funciones más reconocidas de los grupos de apoyo son las definidas por Levine y
Perkins (1987):

1.Promueven el sentimiento psicológico de comunidad ya que proporcionan un


sentimiento de pertenencia a una estructura social amplia y un sentimiento de
vinculación con otras personas.

2.Proporcionan una ideología que da significado a las circunstancias particulares de la


vida diaria. El conocimiento adquirido a través de las expe riencias particulares
vividas y el conocimiento de otras experiencias sirven a los miembros del grupo
para afrontar sus circunstancias especiales.

3.Ofrecen una oportunidad para la crítica mutua al compartir los miembros


experiencias similares, lo que da lugar a estrategias consensuadas que proceden del
grupo y al fomento de la solidaridad grupal.

4.Proporcionan modelos de conducta: los papeles son absolutamente intercambiables,


las conductas positivas sirven como modelo a los demás miembros del grupo, por
lo que se fomenta la comparación social ya que todos los miembros pueden
expresar conductas que pueden servir como modelos para los demás.

5.Enseñan estrategias efectivas de afrontamiento: los grupos de apoyo permiten


desarrollar estrategias de afrontamiento eficaces. El objetivo de estos grupos no se

154
limita a expresar experiencias y sentimientos comunes sino que en ellos los
participantes desarrollan los recursos necesarios para afrontar las circunstancias
por las que atraviesan y la búsqueda de soluciones.

6.Facilitan el acceso a una red de relaciones, esta red igualitaria reduce el aislamiento
y mitiga los aspectos negativos. La creación de nuevos lazos y la ampliación de las
fuentes de apoyo constituyen un objetivo esencial.

8.2.2. Características de los grupos de apoyo y autoayuda

Los grupos de apoyo son sistemas informales de ayuda, son grupos voluntarios de
sujetos que comparten una situación problemática común. Aunque existen al menos
cinco características fundamentales que los diferencian de otros sistemas de ayuda
naturales como la familia o los amigos (Herrero, 2004):

1.Los miembros comparten un problema común: la percepción de que comparten un


problema común facilita la comparación social y hace que disminuyan las
autoevaluaciones negativas.

2.El estatus de los miembros es de igual a igual: entre los miembros del grupo no se
establecen jerarquías y se ha de garantizar la participación por igual de todos ellos.

3.Todos los miembros reciben y proporcionan apoyo: este es un aspecto fundamental


ya que el hecho de proporcionar ayuda y recibirla del grupo les hace desarrollar un
papel activo en el proceso de afrontamiento y aumenta la percepción de
reciprocidad en la prestación del apoyo.

4.Persiguen un objetivo definido: los grupos de apoyo se organizan conforme a unas


normas compartidas y se marcan unos objetivos para alcanzar el cambio o ajuste
psicosocial necesario.

5.Funcionan autónomamente: los miembros del grupo han de descubrir que poseen
los recursos necesarios para afrontar sus problemas. Las soluciones no provienen
directamente del profesional sino del propio grupo. El profesional adopta un papel
de facilitador.

El objetivo de esta forma de intervención es crear un proceso de interacción, que sea


capaz de satisfacer las necesidades psicosociales de las personas optimizando el ajuste
entre las necesidades y las provisiones sociales y emocionales que se producen (Gracia,
Herrero y Musitu, 1995).

8.2.3. Efectividad de los grupos de apoyo social y autoayuda

155
Se han utilizado diferentes marcos teóricos como las teorías de atribución social, teorías
de roles, clima social, etc., para explicar la efectividad de estos grupos, aunque las teorías
explicativas más comúnmente aceptadas señalan como conceptos explicativos básicos los
siguientes:

1.Las teorías del apoyo social: las intervenciones basadas en el apoyo social han
mostrado efectos muy beneficiosos para los sujetos participantes (Hombrados,
Perles, Martimportugués, 1993; Hombrados y García 2003). Especialmente en los
grupos de apoyo se hace hincapié en la relación, evitando el aislamiento y en el
efecto protector, desarrollando conductas de afrontamiento adecuadas que
emergen del propio grupo.

2.La teoría de la atribución social: en los grupos de apoyo y autoayuda los sujetos
aprenden a realizar atribuciones externas sobre las causas de los problemas (la
causa está en el entorno social), evitando la culpabilidad; e internas sobre la
solución de los problemas (la respuesta está en el sujeto) lo que aumenta la
percepción de control y de responsabilidad a la hora de resolver las diferentes
situaciones.

3.Teoría de la equidad: la creación de redes simétricas de personas que comparten un


problema común hace posible que se produzca un intercambio recíproco entre
redes sociales similares. Para que el apoyo social funcione ha de ser reciproco, la
percepción de asimetría o desigualdad entre las redes sociales produce efectos
negativos que producen disminución de la autoestima o percepción de dependencia
(Hombrados, Martimportugués, Perles y Gómez, 1993). Los grupos de apoyo y
autoayuda permiten intercambios recíprocos de apoyo entre las redes, lo que
garantiza a lo largo del tiempo beneficios para las personas implicadas.

4.Teoría de escenarios de conducta: desde la perspectiva ecológica los grupos de


apoyo incrementan los recursos adaptativos de los sujetos, amplían las respuestas
de afrontamiento y permiten una interacción adecuada con el entorno ya que en
los grupos se atienden las demandas de los sujetos en el entorno social en el que se
encuentran.

8.3. El papel del profesional en los grupos de apoyo

Los profesionales encargados de formar y asumir el acompañamiento del grupo han de


estar entrenados en dinámicas de grupo y en grupos de apoyo social. El grupo ha de
tener claro el papel del profesional, éste ha de actuar como moderador, punto de apoyo y
fuente de información, aportando habilidades técnicas a través de la educación,
formación y supervisión. También es importante el asesoramiento, especialmente en las
etapas iniciales de formación y en el desarrollo de nuevos grupos.

156
En concreto, los profesionales en estos grupos deben:

a)Ayudar a definir y delimitar los temas de trabajo y a identificar y expresar las


necesidades de los participantes.

b)Fomentar que sean los propios miembros del grupo los que, a raíz de su propia
experiencia, ofrezcan estrategias de afrontamiento.

e)Proponer técnicas, actividades o dinámicas de grupos que sirvan de apoyo al tema


que se esté trabajando durante la sesión.

d)Garantizar la estructura de funcionamiento de las reuniones y guiar las sesiones


buscando la participación de todos los miembros, fomentando la cohesión, la
calidad del apoyo, la empatía, la confianza, la confidencialidad y el buen clima del
grupo.

e)Ayudar a los miembros del grupo a tomar conciencia de los recursos de los que
disponen.

f)Ayudar a que los miembros del grupo progresivamente vayan aumentando su


autonomía y asumiendo su responsabilidad personal en la solución de los
problemas reservándose el papel del profesional a tareas de consejo y orientación
en temas y casos puntuales.

g)Dar a conocer al grupo desde el principio que sus miembros han de jugar un papel
activo en la solución de problemas.

En cuanto al tiempo que debe permanecer el profesional en el acompañamiento del


grupo, va a depender de una serie de aspectos como las características del problema, la
capacidad de afrontamiento de los miembros del grupo, las caracte rísticas de los
miembros del grupo, la evolución del problema, etc. Algunos autores (v.g., Villalba,
1996) sugieren que el proceso de acompañamiento del profesional no debe ser superior a
seis meses si se quiere que el grupo alcance su autonomía.

8.4. Intervención con los grupos de apoyo social y autoayuda

Los grupos de apoyo social se consideran en la actualidad uno de los recursos más
valiosos con los que cuenta la intervención psicosocial para afrontar los problemas de
adaptación, aceptación o solución de las eventualidades que se presentan en el transcurso
de la vida: enfermedad grave, adicciones, separaciones, duelos, etc. Los grupos de apoyo
se han convertido en un importante recurso para la salud, especialmente para aquellas
enfermedades que se etiquetan como estigmatizantes como son el cáncer, el alcoholismo
o el sida, ya que este tipo de problemas puede conllevar un cierto aislamiento de las redes

157
habituales de apoyo social. De esta forma, la ayuda mutua entre personas que comparten
un mismo problema se convierte en una importante herramienta para la intervención. El
origen de estos grupos se sitúa en EEUU con la creación de Alcohólicos Anónimos en
1935. Los miembros del grupo descubrieron que el control de la adicción guardaba
relación con la ayuda que se prestaban entre sí los alcohólicos. A este proceso de poder
proporcionar y recibir ayuda simultáneamente se ha denominado: "la ayuda como
terapia" (Gartner y Riessman, 1984). Para estos autores, los beneficios de ayudar a los
demás se produce porque el adoptar el rol de ayuda implica poner en marcha diferentes
mecanismos de afrontamiento: a) cuando se adopta un rol se tiende a cumplir con las
expectativas que implica ese rol; b) las personas empiezan a percibirse a sí mismas de
una forma diferente y con capacidad de afrontar el problema; c) cuando las personas
ayudan comienzan a sentirse útiles; d) el proceso de ayuda hace a las personas menos
dependientes; e) ayudando a otras personas con problemas similares se tiene la
oportunidad de analizar su propio problema desde fuera; f) cuando se persuade a los
miembros del grupo de determinadas acciones se produce también una autopersuasión.

Un aspecto complejo en la puesta en marcha de los grupos de apoyo es encontrar una


metodología consensuada. Una propuesta clásica es la de Cá y Wainer (1994) que desde
un enfoque gestáltico dan una serie de pautas y normas que se han de aplicar:

a)Hay que animar a los participantes para que compartan su historia desde la
experiencia del "aquí y ahora". Lo que debe interesar en los grupos de apoyo es el
presente aunque sea un recuerdo o un hecho pasado.

b)Se debe buscar la autorresponsabilización, por lo que es importante que las frases
utilizadas se personalicen para no desvincular a la persona de sus actos y
emociones.

c)No se debe hablar del grupo fuera del mismo ni hablar de nadie que se encuentre
ausente.

d)No se debe forzar a los miembros del grupo a hablar de algo de lo que no quieran
hablar, hay que respetar el proceso de participación de cada persona.

e)No se deben hacer juicios de valor de lo que se expresa ante el grupo.

f)Se ha de proporcionar ayuda recurriendo a los propios medios que poseen los
participantes del grupo. Para no desarrollar una situación de dependencia cada
persona ha de responsabilizarse de su propio proceso de cambio.

Con relación al desarrollo y dinámica interna de los grupos de apoyo hemos elaborado
una propuesta estructurada en diversas fases (ver cuadro 8.1).

158
Cuadro 8.1. Fases para el desarrollo de los grupos de apoyo

8.4.1. Intervención con los grupos de apoyo social y autoayuda en personas mayores

En este apartado vamos a explicar cada una de las fases con un ejemplo concreto. La
propuesta planteada se aplicó a un grupo de población con especiales necesidades
psicosociales como son las personas mayores (Hombrados et al., 2004). Las personas
mayores tienen unas necesidades específicas que se corresponden con la etapa de la vida
que están atravesando. Estas tienen que ver fundamentalmente con necesidades de
atención sanitarias, económicas, y psicosociales.

En el contexto de la interacción se producen cambios importantes en la configuración,


características y uso de las redes de apoyo social (muerte de la pareja, abandono de la
casa por parte de los hijos, etc.), con lo que la calidad y cantidad de contactos sociales se
ve disminuida. La aparición de situaciones nuevas como la jubilación incide también en
aspectos de la interacción social como la pérdida de estatus, de reconocimiento social, y
de reducción del contacto con las redes formadas por los compañeros de trabajo.
También se producen con frecuencia cambios en el contexto habitual de residencia que
pueden desembocar en situaciones de aislamiento y soledad (desplazamiento a
residencias, domicilio de otros familiares, etc.). Todos estos elementos de la interacción
social suponen cambios importantes en la vida de la persona que lo exponen a una mayor
vulnerabilidad, e influyen de manera definitiva en la estructura y funciones de la red de
apoyo social. Es por ello que la calidad de vida y el bienestar de esta población pueden
verse deteriorados. La mayoría de los estudios realizados acerca del apoyo social en
personas mayores informan de los efectos beneficiosos del mismo. Por tanto, la
propuesta de intervención con grupos de apoyo en personas mayores contempla las

159
siguientes fases:

Fase 1: Selección del grupo

A)Selección y evaluación de los miembros del grupo. Es importante a la hora de


trabajar con grupos seleccionar a los miembros de forma adecuada. Para ello se
emplean varias sesiones de evaluación donde, además de informar sobre los
grupos de apoyo, se tienen en cuenta las necesidades particulares, las
características personales, las propias expectativas de los participantes, las razones
que le han llevado a participar en el grupo y lo que esperan encontrar en ellos. De
esta manera se garantiza en cierta medida el éxito de la intervención. Las razones
que mayoritariamente aducen las personas mayores evaluadas tienen que ver con
el deseo de conocer a otras personas, de aumentar su red de relaciones, de poder
comunicarse con los demás y de compartir intereses comunes relacionados con la
etapa de la vida que están atravesando. Por tanto se forman estos grupos de
personas mayores con el objetivo de ayudarles a afrontar las crisis asociadas al
proceso de envejecimiento.

Los aspectos que se tienen en cuenta en la selección y constitución de los


grupos son los siguientes:

-Homogeneidad: cuanto más homogéneo sea el grupo en cuanto a las necesidades


de sus miembros, antes se produce el proceso de identificación y empatía con el
resto de los miembros.
-Objetivos comunes: el objetivo del grupo de apoyo de mayores es afrontar las
situaciones específicas derivadas de la etapa de la vida por la que están
atravesando con personas que se encuentran en su misma situación.
-Necesidad/demanda de apoyo: todos los participantes manifiestan su necesidad de
aumentar su red de relaciones y el deseo de conocer a otras personas y
comunicarse con ellas.
-Número de participantes por grupo: los grupos deben estar formados por entre 8 y
10 miembros pues un número mayor dificulta la interacción.
B)Formación del grupo. Las primeras sesiones son especialmente importantes, en
ellas tienen lugar la formación del grupo, la presentación de los profesionales, el
establecimiento de las normas del grupo, etc. Por tanto, se pasa a describir los
aspectos concretos para poner en funcionamiento los grupos de apoyo social:

1.Presentación y toma de contacto. Se comienza con la presentación de los


profesionales del grupo, se aclara qué son los grupos de apoyo social y los
objetivos que pretenden, ya que los miembros informados suelen mostrar una
mejor adaptación. La dinámica que se ha de seguir en todo el proceso es la
siguiente:

160
-Presentación de los profesionales: los profesionales que llevan cada grupo
pueden ser dos. Uno cumple la función de dinamizar el grupo y el otro va
anotando los aspectos más formales como por ejemplo, quién interviene,
quién ha faltado, quién da estrategias de afrontamiento más efectivas, etc.

-Presentación de los miembros del grupo: se le pide al grupo que se presente.


Para que los miembros del grupo se vayan conociendo, se inicia un turno de
presentaciones a través de una dinámica grupal, donde cada miembro debe
decir su nombre, alguna afición y el objetivo que tiene respecto al grupo. Es
de especial interés: motivo por el que acuden, qué esperan del grupo, que
esperan del profesional, que temas les preocupan, etc.

-Definición del grupo de apoyo social: se corrigen las ideas erróneas que tengan
acerca de las cuestiones planteadas y se define el grupode apoyo social. A
los participantes les debe quedar claro que: a) Son personas que se reúnen
para resolver una situación problemática común; b) El objetivo es
proporcionar apoyo mutuo; e) Se dan estrategias de solución entre todos, de
forma simultánea; d) Se fomentará la autonomía del grupo.

-Definir el papel del profesional: el grupo ha de tener claro el papel del


profesional, éste ha de actuar como moderador, punto de apoyo y fuente de
información. Lieberman (1989) ha señalado tres estrategias básicas del
profesional: la transferencia de tecnología, aportando habilidades técnicas a
través de la educación, formación y supervisión; el asesoramiento,
especialmente en las etapas iniciales de formación, y el desarrollo de nuevos
grupos.

2.Establecer horarios, frecuencia y duración de las sesiones. Es importante que los


miembros del grupo participen en la organización del horario en el que se van a
desarrollar los grupos ya que tiene que diseñarse un espacio temporal en el que
todos puedan asistir. En esta primera fase de formación y evaluación del grupo
las reuniones han de ser semanales. Posteriormente el desarrollo de las sesiones
se produce cada quince días con una duración de hora y media.
3.Establecer las normas del grupo. En el grupo es necesario aceptar y respetar unas
normas. Se hace hincapié en aspectos como el compromiso de asistencia a las
reuniones, el respeto a los horarios y la puntualidad. Por otro lado, se debe
informar del derecho y deber de la confidencialidad, así como de la necesidad de
que la participación sea activa, pero siempre sin realizar críticas destructivas
hacia los demás y respetando las intervenciones, propuestas y soluciones que
planteen los miembros del grupo. Es fundamental que los integrantes del grupo
entiendan y acepten que el grupo como entidad tiene más capacidad que cada
persona individualmente, y que, por tanto, al ser tomadas las decisiones entre

161
todos y por consenso, la opinión de cada miembro tiene el mismo peso. De
forma resumida se pueden destacar las siguientes normas para el grupo de apoyo
social:
-Compromiso de asistencia.

-Puntualidad y respeto por los horarios.

-Participación activa.

-Respetar la confidencialidad de los temas tratados en el grupo.

-Respetar las intervenciones de los miembros, sus opiniones y su forma de


exponer los problemas.

-No realizar críticas destructivas.

-Toma de decisiones consensuada.

-Respeto de los turnos de palabra.

Tras la exposición de las normas se le pide al grupo su opinión acerca de las


mismas, si creen que son necesarias, si incluirían alguna nueva y si están dispuestos
a aceptarlas.

Esta primera fase ocupa el primer mes y es en este momento antes de iniciar el
desarrollo de las sesiones cuando se producen las principales bajas por diversos
motivos: necesidad de atención más individualizada, falta de correspondencia con
expectativas y problemas de adecuación al horario fijado.

Fase II: Desarrollo del grupo

A)Definición del contenido de las sesiones. El contenido de los temas varía


dependiendo de la población y tipo de problema con el que se trabaje. En nuestro
caso al trabajar con personas mayores los temas tratados están relacionados con la
etapa de la vida en la que se encuentran. Este es un grupo de desarrollo personal,
de afrontamiento ante situaciones de crisis y de prevención ante situaciones
problemáticas que se pueden presentar. En este momento se les sugiere unos
posibles temas y se les pide que en función de sus necesidades hagan propuestas
concretas. A partir de aquí, se elabora una lista con las cuestiones que les resultan
más necesarias y es el grupo quien decide por qué temas comenzar, el objetivo
específico que persiguen con cada una de las propuestas y el compromiso por
parte de todos para llevarlos a cabo. Los temas propuestos son los siguientes:

1.Sentimientos de soledad producidos por diferentes circunstancias: situaciones de

162
viudedad, separación, inexistencia de una red de relaciones y necesidad de
cuidado, afecto e interacción.
2.Aprender a envejecer: procurar el apoyo psicosocial y las competencias
necesarias para afrontar el proceso de envejecimiento. Desarrollar las
posibilidades de autonomía.
3.Relaciones familiares: problemas de convivencia y relaciones intergeneracionales.
4.Autocuidado de la salud: control y afrontamiento de problemas de salud y
prevención.
5.Ocupación del tiempo libre: educación para el ocio.
6.Fortalecimiento de las redes sociales, participación social e integración en la
comunidad.
En este momento se aclaran las dudas concretas que plantean los miembros del
grupo. Los tres primeros temas son considerados los más importantes y son los
que ocupan mayor tiempo dentro del grupo.

B)Desarrollo de las sesiones. Para organizar la dinámica interna de las sesiones es


importante tener presentes las pautas recomendadas por Cá y Wainer (1994) para
el desarrollo de las mismas y las estrategias básicas que debe poner en marcha el
profesional.

Todas las sesiones han de tener una estructura similar aunque lógicamente todas
se deben adaptar a las necesidades específicas del grupo. Al principio de cada
sesión, antes de comenzar, se deja un tiempo para que los miembros entren en
contacto de manera informal, pues la formación de lazos afectivos entre ellos es
fundamental para el buen funcionamiento del grupo. Se inicia la sesión comentando
las actividades o tareas propuestas en la sesión anterior, se analizan las posibles
dificultades surgidas y el grupo da soluciones alternativas. Después se introduce el
tema de cada sesión de forma clara, dando más importancia a las interacciones y
comentarios del grupo.

La dinámica a seguir en todas las reuniones es que en cada una de ellas se


plantea una situación o problema que el grupo esté dispuesto a solucionar y en las
que sus miembros participen aportando estrategias de afrontamiento basadas en su
propia experiencia. El papel del profesional en este momento es muy importante ya
que ha de poner en práctica todas las estrategias comentadas anteriormente. Al
final de cada sesión se aclaran las dudas surgidas y se plantea el tema o el aspecto
a tratar en la siguiente sesión. Finalmente se proponen tareas de forma que se
generalice tanto el aprendizaje como los conocimientos adquiridos en las sesiones
de grupo a las situaciones cotidianas de cada persona. Cada sesión se concluye
realizando un resumen de la misma, despedida y recordatorio de la siguiente
sesión.

163
De forma resumida sería: a) Resumen de la sesión anterior; b) Breve
introducción por parte de los profesionales o miembros del grupo del tema elegido;
c) Discusión del tema, aportando cada persona su punto de vista y sus estrategias;
d) Acuerdo de puesta en marcha de las nuevas estrategias para resolver un
problema o afrontar una situación y e) Resumen de la sesión y despedida.

A modo de ejemplo, se expone cómo se desarrolla una sesión de las llevadas a


cabo en el grupo (ver cuadro 8.2).

Esta fase se realiza durante cuatro meses con una periodicidad quincenal. Los
profesionales durante este tiempo van dando pautas para que progresivamente el
grupo vaya ganando en autonomía.

Cuadro 8.2. Ejemplo del contenido de una sesión

164
Fase III: Autogestión del grupo

165
Uno de los objetivos fundamentales de un grupo de apoyo social es que acabe como
grupo de autoayuda. Los profesionales durante este tiempo van dando pautas para que
progresivamente el grupo vaya ganando en autonomía. Por ejemplo, coordinar algunas
sesiones, buscar recursos necesarios para desarrollar alguna sesión, organizar diversas
actividades propuestas, preparar algunos temas, etc. Cuando el grupo se sienta preparado
podrá comenzar a funcionar autónomamente y el profesional intervendrá puntualmente
para asesoramiento en algunas cuestiones, a petición del grupo. Los grupos de mayores
comenzaron a autogestionarse a partir de los cinco meses, se constituyeron en
asociación, esto les permitió solicitar ayudas para organizar actividades, contratar
profesionales, etc.

Fase IV: Evaluación del grupo

Para evaluar el funcionamiento interno de los grupos, es recomendable utilizar la


propuesta del modelo tripartito de Strupp y Hadley (1977) que plantean evaluar tres
aspectos fundamentales: la satisfacción del sujeto con el grupo, el grado en que son
cubiertos los objetivos grupales y el nivel de cambio en el funcionamiento psicosocial.

Es importante evaluar estos tres aspectos ya que a veces en estos grupos se puede
producir una cierta discrepancia entre las mejoras percibidas por sus miembros y los
cambios reales que se han producido respecto al cumplimiento de objetivos o respecto a
la adquisición de estrategias de afrontamiento efectivas. Hay que indicar que los grupos
de apoyo no son únicamente un espacio para el desahogo emocional o un espacio donde
crear nuevas redes sociales sino que además han de suponer una herramienta eficaz de
intervención para el cambio psicosocial.

El profesional ha de tener un conocimiento lo más exhaustivo posible de lo que ocurre


dentro del grupo por lo que ha de evaluar los siguientes aspectos:

a)Evaluación del funcionamiento del grupo. Es necesario conocer la percepción que


los participantes tienen del grupo, si se tratan temas relevantes o si se pueden
expresar libremente. Para ello se diseñó un instrumento con el que puede evaluarse
a los miembros del grupo al menos una vez durante cada una de las fases de
intervención (ver cuadro 8.3).

Cuadro 8.3. Evaluación del funcionamiento del grupo de apoyo social

166
b)Evaluación del clima social del grupo. El profesional debe conocer la percepción de
los miembros sobre el clima del grupo, si las sesiones se desarrollan en un clima de
cordialidad, cooperación, etc. Para ello se ha diseñado un diferencial semántico
que puede pasarse a los miembros del grupo al menos una vez durante cada una
de las fases de intervención (ver cuadro 8.4).

Cuadro 8.4. Evaluación del clima social del grupo de apoyo

167
c)Evaluación de la satisfacción con la participación en el grupo de apoyo. Antes de
finalizar el acompañamiento del profesional como grupo de apoyo y antes de
constituirse como grupo de autoayuda, el profesional debe saber si el grupo ha
servido como herramienta eficaz para el logro de objetivos, si están satisfechos con
la experiencia y si el grupo ha funcionado adecuadamente. Para ello se elaboró el
instrumento que se muestra en el cuadro 8.5.

Cuadro 8.5. Escala de valoración de la satisfacción con el grupo

d)Evaluación de la participación de los miembros del grupo. El profesional ha de


hacer un seguimiento de cada una de las sesiones para lo que se ha diseñar una
hoja de registro en la que aparezcan los nombres de cada participante y
observaciones de cada uno ellos sobre: asistencia al grupo, nivel de participación,
implicación, propuesta de estrategias efectivas de afrontamiento y grado de
colaboración.

e)Evaluación de la percepción de apoyo social. Los grupos de apoyo y autoayuda


funcionan sobre la base de que la ayuda mutua es una herramienta que permite a
las personas afrontar los efectos negativos de las situaciones estresantes, es por
ello que la evaluación del apoyo social es fundamental para conocer si los recursos
de apoyo han contribuido a mejorar la situación de las personas cuidadoras. Esta
evaluación se debe realizar al comienzo y finalización de la experiencia. Para
evaluar la percepción del apoyo y las fuentes principales contamos con numerosos
instrumentos.

168
En general, la metodología empleada en el desarrollo de los grupos fue la adecuada
para alcanzar los objetivos propuestos. Los participantes se encontraron satisfechos con
la marcha del grupo, desarrollaron estrategias de afrontamiento adecuadas frente a los
problemas comunes vividos ante el proceso de envejecimiento y especialmente
importante fue el cambio producido en la percepción de apoyo social. Las personas
mayores tras la intervención aumentaron significativamente la frecuencia de contactos
con las fuentes suministradoras de apoyo (amigos, familiares, hijos y pareja) e
incrementaron también significativamente la satisfacción con el apoyo recibido.

Resumen

En este capítulo se analizan las funciones y características de los grupos de apoyo social
y autoayuda. Se da a conocer el papel del profesional y los marcos conceptuales que
explican la efectividad de los mismos. Se hace una propuesta metodológica para poner en
marcha el grupo y se explica cómo se realiza la evaluación de los mismos. Para explicar
las fases se sigue un ejemplo de intervención con el colectivo de personas mayores.

Objetivos y competencias

-Conocer las características que definen los grupos de apoyo social y autoayuda.

-Conocer las principales funciones y los elementos asociados con su efectividad.

-Conocer el papel que desempeña el profesional en estos grupos.

-Saber aplicar la dinámica grupal.

-Ser capaz de aplicar la metodología de los grupos de apoyo social.

Actividades formativas:

1.Indicar las principales funciones del los grupos de apoyo social.

2.Definir el papel del profesional.

3.Explicar la metodología de los grupos y poner un ejemplo de cada fase.

169
170
9.1. Conceptos de crisis, desastres y catástrofes

Antes de explicar en qué consiste la intervención psicosocial en crisis, desastres y


catástrofes vamos a definir cada uno de estos conceptos.

9.1.1. Concepto de crisis

Una crisis es un estado temporal de trastorno y desorganización, que se caracteriza


principalmente por la incapacidad de la persona para afrontar situaciones particulares
utilizando los métodos habituales para la solución de problemas. El trastorno emocional,
el desequilibrio y el fracaso en la solución de problemas suelen ser elementos que
identifican a la crisis. El estado de crisis está limitado en el tiempo (el equilibrio se
recupera de 4 a 6 semanas), casi siempre se manifiesta por un suceso que lo precipita y
la resolución final depende de una serie de factores, entre los que se incluyen: los
recursos personales del individuo (estrategias efectivas de solución de problemas), los
recursos sociales (ayuda disponible) y la gravedad del suceso precipitarte (Slaikeu, 1988).

Las crisis se clasifican en:

1.Crisis circunstanciales: son accidentales e inesperadas, por ejemplo un desastre


natural como un terremoto, un incendio, un accidente de tráfico, o el diagnóstico
de una enfermedad grave.

2.Crisis de desarrollo: suelen coincidir con el paso por las diferentes etapas a lo largo
de la vida, muchas de estas crisis son predecibles, por ejemplo la etapa de la
adolescencia, la jubilación o las rupturas. Éstas pueden ser fácilmente identificables
y sobre ellas se pueden desarrollar programas de prevención para dar herramientas
adecuadas de afrontamiento.

La vida desde el nacimiento hasta la muerte se caracteriza por la evolución y el


cambio continuo. Por tanto, todas las personas pueden estar expuestas a lo largo de la
vida a situaciones que desembocan en crisis, ya sean accidentales o de desarrollo.

La crisis es una situación en la que un suceso altera el equilibrio personal del individuo

171
que lo percibe como una amenaza o una pérdida. Esto conlleva asociados sentimientos
de tensión e impotencia. Más concretamente Halpem (1973) identifica las siguientes
respuestas:

-Sentimientos de cansancio y agotamiento

-Sentimientos de desamparo e indefensión

-Reacciones fisiológicas y de ansiedad

-Alteración del funcionamiento de las relaciones, familiares, laborales y sociales

-Desorganización de las actividades sociales

El individuo en la situación de crisis puede sentirse incapaz de abordar las


circunstancias que está viviendo y de dar una respuesta adecuada con sus recursos
habituales de afrontamiento. Para algunos autores el afrontamiento efectivo a la crisis
debe seguir las pautas del modelo de estrés de Lazarus y Folkman (1984): en la
Evaluación Primaria, cuando ocurre el suceso amenazante, el individuo realiza una
primera valoración del mismo (centrada en las demandas de la situación) y una
Evaluación Secundaria (centrada en los recursos personales). En la primera evaluación,
cuando el sujeto identifica el suceso, puede hacer diferentes valoraciones: a) el suceso
representa un daño físico o pérdida; b) puede representar una amenaza del bienestar
presente o e) puede representar un reto o una oportunidad de crecimiento. La segunda
valoración cognitiva se dirige a un cambio y adaptación de las respuestas subjetivas
asociadas con la situación de estrés. Sin embargo, en la crisis se produce una alteración
de estos procesos ya que la solución racional es imposible y el individuo se siente incapaz
de manejar los aspectos subjetivos (miedos, indefensión, ansiedad, etc.).

La noción de crisis conlleva en su definición la resolución en un tiempo limitado entre


4 y 6 semanas, lo que ha supuesto entre los diversos investigadores objeto de discusión,
pues algunas crisis pueden llevar años en su resolución. En este sentido, los autores
consideran necesario diferenciar entre la restauración del equilibrio y la resolución de la
crisis. El periodo de las 6 semanas es el intervalo de tiempo durante el cual el equilibrio
de la persona se restaura, es decir, se reducen las reacciones emocionales intensas del
primer momento de la crisis y los niveles altos de desorganización conductual. Este límite
de tiempo tiene importantes implicaciones para prestar los servicios de ayuda en los
primeros momentos. En cambio, la resolución de la crisis dependerá de una serie de
factores más amplios entre los que se encuentran: los recursos del individuo, la red de
apoyo, la ayuda recibida y la gravedad del suceso precipitarte.

Horowitz (1976) describe las reacciones de tensión en la crisis de la siguiente forma:


la reacción inicial suele manifestarse con llanto, pánico, lamentos. El llanto conduce a la

172
negación a no "creerse lo que ha ocurrido" y a la intrusión involuntaria de ideas y
sentimientos de dolor (v.g. pesadillas, pensamientos recurrentes, etc.). Conforme avanza
este proceso algunas personas progresan siendo capaces de expresar sus sentimientos y
experiencias mientras que otros necesitan ayuda externa. En la etapa final la persona
debe ser capaz de integrar la crisis dentro de lo que es su propia experiencia vital.
Aunque el recuerdo de la experiencia le pueda producir tristeza, la persona ha sido capaz
de incorporarlo en su propio desarrollo, ha llegado a aceptar que el suceso forma parte de
su trayectoria y experiencia personal, lo que implica una adaptación y un cambio al
mismo tiempo.

La intervención en crisis es una propuesta de intervención encaminada a conseguir


que las personas resuelvan adecuadamente las crisis accidentales y las crisis vitales. El
objetivo principal de la primera ayuda psicológica es restablecer el afrontamiento
inmediato, lo que incluye el proceso de solución de problemas y el manejo de los
sentimientos. Junto a este objetivo principal se encuentran tres objetivos específicos: a)
Proporcionar apoyo y ayuda, y permitir que las personas hablen y expresen sentimientos;
b) Reducir la mortalidad, tomando medidas para controlar la situación y reducir las
reacciones destructivas (v.g., en casos de violencia familiar); y c) Proporcionar enlace a
recursos de ayuda.

Desde el Modelo de estrés psicosocial de Dohrenwend (1978) la intervención en crisis


se centra sobre la reacción transitoria de estrés de forma temprana para evitar la
respuesta psicopatológica. Esta intervención se correspondería con la prevención
secundaria y la intervención en grupos y situaciones de riesgo.

9.1.2. Conceptos de desastre y catástrofe

Un desastre se puede definir como un suceso relativamente imprevisible que afecta


profundamente a la comunidad poniendo en peligro vidas humanas, alterando el orden
social y la conducta habitual de las personas (Jiménez Burillo, 1981). En general, se
habla de desastres naturales y desastres producidos por el hombre. Ambos pueden
producirse de forma inesperada o ser de larga duración. Un ejemplo de desastres
naturales que aparecen de forma súbita son los terremotos o inundaciones. Mientras que
las epidemias tendrían el carácter de larga duración. En el caso de los desastres
producidos por el hombre, las guerras se encuadran dentro de las de larga duración,
mientras que los atentados o los accidentes tendrían una ocurrencia súbita.

La catástrofe se refiere a un desastre masivo con consecuencias que abarcan una


mayor extensión e implica la puesta en marcha de numerosos recursos personales,
sociales y económicos. La probabilidad de que un desastre se convierta en catástrofe
depende de una serie de factores como: a) la amenaza (peligro latente y probabilidad de
que aparezca el suceso en un determinado lugar y en un cierto momento) y b) la

173
vulnerabilidad (recursos disponibles y estado en el que se encuentra un individuo o una
comunidad frente a una amenaza concreta en un determinado momento). Por ejemplo,
estamos acostumbrados a escuchar en las noticias y en los medios de comunicación que
un terremoto en un país con escasos recursos ha producido innumerables pérdidas entre
la población y habitualmente se requiere ayuda internacional (v.g., terremoto de Haití).
Este mismo hecho en países con recursos económicos y preparados para este tipo de
sucesos tiene escasos efectos sobre la población.

9.2. Fases de la intervención psicosocial en desastres

En el año 2002 el Instituto Nacional de Salud Mental de Estado Unidos (NIMH, 2002)
reunió a un grupo de expertos en desastres de diferentes países que elaboraron un
documento de consenso sobre las pautas de intervención más adecuadas en caso de
desastre. El modelo de intervención se estructura en cuatro fases: fase de impacto (0-48
horas); fase de rescate (0-1 semana); fase de recuperación (1-4 semanas) y fase de
regreso a la vida (2 semanas-2 años).

1.Fase de impacto (0-48 horas). En esta fase el objetivo principal es fomentar la


comunicación y asegurar la supervivencia. Las intervenciones psicosociales que se
proponen en esta primera fase se muestran en el cuadro 9.1.

2.Fase de rescate (0-1 semana). En esta fase el objetivo debe ser la orientación, el
ajuste y proporcionar los recursos que se necesiten. Las intervenciones
psicosociales que se proponen se muestran en el cuadro 9.2.

Cuadro 9.1. Intervención psicosocial en la fase de impacto (NIMH, 2002)

174
Cuadro 9.2. Intervención psicosocial en la fase de rescate (NIMH, 2002)

175
3.Fase de recuperación (1-4 semanas). En esta fase el objetivo se centra en
acompañar el duelo, dar pautas para controlar pensamientos intrusivos y dar las
estrategias necesarias de afrontamiento. Para ello la atención se dirige hacia los
más afectados, al tiempo que se hace un seguimiento de los servicios que se están
prestando y de la información que se facilita desde los medios de comunicación
para evitar rumores que alarmen a la población (v.g., miedo a que se vuelva a
producir un terremoto).

4.Fase de regreso a la vida (2 semanas-2 años). En esta fase se trata de que el


individuo vaya recuperando la normalidad y se vaya reintegrando en sus tareas
habituales. Este periodo es variable según el grado con el que haya impactado en el
sujeto y la capacidad de afrontamiento del mismo. Por tanto, las consecuencias
pueden ser vividas de forma muy diferente (estrés postraumático, ansiedad, etc.,).
Según el diagnóstico, la intervención estará encaminada a reducir los problemas
utilizando diferentes tratamientos como psicoterapia individual, intervención con
familias o intervención grupal. En el caso de la intervención grupal, los grupos de
apoyo social y autoayuda se han mostrado muy efectivos con las víctimas de
desastres o con los familiares de víctimas. En estos grupos se consigue reunir a
personas que comparten una vivencia similar, que se sienten plenamente
identificados entre sí, muchos de los cuales sienten que sólo una persona que haya
pasado por la misma situación los puede entender y ayudar.

9.3. Componentes de la primera ayuda psicológica

A continuación se van a exponer algunos de los protocolos más conocidos de actuación

176
de la primera ayuda psicológica y las habilidades de comunicación más importantes que
el profesional ha de poner en marcha para intervenir en momentos de crisis.

9.3.1. Protocolos de actuación

Para establecer las pautas de actuación en la primera ayuda psicológica se han elaborado
algunos protocolos de primeros auxilios. Uno de los protocolos más conocidos es el de
los cinco componentes de ayuda de Slaikeu (1988) que se resumen a continuación:

1.Hacer contacto psicológico. El profesional debe tener una actitud de empatía con
los sentimientos expresados por la víctima, animarla a que exprese sus
sentimientos y relate los hechos como pasaron. El profesional debe estar atento y
mostrar interés. Este primer contacto se realiza también utilizando el lenguaje no
verbal (v.g., tocando o abrazando a la persona afectada). En este momento el
objetivo es conseguir que la persona se sienta escuchada y apoyada para reducir el
dolor asociado a la situación de crisis y reducir la intensidad emocional.

2.Examinar las dimensiones del problema. Para determinar la dimensión del problema
se deben analizar los aspectos emocionales: ¿cómo se siente?; interpersonales:
¿cuál es el impacto sobre la familia y amigos?; somáticos: ¿qué reacciones físicas
tiene?; cognitivo: ¿qué pensamientos tiene?; y conductual: ¿cómo se ha alterado su
comportamiento? Para analizarlos se propone el sistema CASIC:

C.Conducta
A.Afecto y emociones
S.Somático
I.Interpersonal
C.Cognitivo
En un caso de violencia de género tras la primera atención a la víctima se
establecen las siguientes conclusiones aplicando el sistema CASIC:

-Conductual: la mujer muestra incapacidad para salir sola, dificultad para conciliar
el sueño y poco apetito.
-Afectivo: temor por otra agresión, sentimiento de tristeza y ansiedad.
-Somático: secuelas de golpes, dolores de cabeza, de estómago y cansancio
generalizado.
-Interpersonal: la mujer está aislada no quiere solicitar ayuda a amigos y familiares.
-Cognitivo: rumiaciones, autopercepción negativa de sí misma, pensamientos
continuos sobre el ataque y pesadillas.
El objetivo principal es ordenar las necesidades de la persona para tratar de

177
inmediato las áreas más afectadas. A veces hay poco tiempo para explorar todos los
aspectos pero el profesional debe valorar cada uno de ellos aunque no los pregunte
de forma directa, a través del discurso y el relato de la historia que hace la persona
afectada. En esta fase la simple exposición de lo ocurrido y la descarga emocional
pueden tener un efecto positivo inmediato sobre el individuo.

3.Examinar las soluciones posibles. Se trata en esta etapa de identificar soluciones


alternativas para cubrir las necesidades inmediatas. Se le pregunta sobre lo que ha
intentado y se le ayuda a que el mismo genere alternativas valorando los pros y los
contras. Se trata de hacerles ver que existen posibles soluciones. Habría que llegar
a un acuerdo sobre las soluciones aceptadas.

4.Ayudar a tomar una acción concreta. En relación con el momento anterior la


persona debe actuar de forma concreta para afrontar la crisis. Sin embargo, la
actitud del profesional en esta fase puede ser facilitadora o directiva. Es facilitadora
cuando la persona es capaz de actuar en su propio beneficio y directiva si el riesgo
de mortalidad es alto (hay peligro para sí mismo o para otras personas) o no es
capaz de tomar las medidas necesarias para controlar la situación. En este caso el
profesional debe buscar los recursos de la comunidad o institucionales que sean
necesarios (v.g., hospitalización).

5.Seguimiento. Se debe establecer un procedimiento que permita revisar el progreso


de la persona, por lo que habrá de definirse el momento y el lugar del contacto con
el fin de proporcionar retroalimentación y analizar los progresos en relación con las
metas anteriormente definidas.

En nuestro país, García-Vera, Labrador, Muñoz y Sanz (2008) elaboraron el


protocolo ACERCARSE tras los atentados del 11 de marzo de 2004. Este protocolo tiene
como objetivo facilitar la labor del psicólogo en la fase de impacto. El protocolo consta
de ocho etapas que se estructuran del siguiente modo: 1. Ambiente; 2. Contacto; 3.
Evaluación; 4. Restablecimiento emocional; 5. Comprensión de la crisis; 6. Activar; 7.
Recuperación del funcionamiento y 8. SEguimiento.

1.Ambiente. El profesional debe conocer lo ocurrido y la magnitud de los hechos,


determinar las necesidades más importantes y las redes de apoyo disponibles. Se
deberá establecer un orden jerárquico en la atención a las víctimas, seleccionando
aquellas más vulnerables. Una vez seleccionadas se deberá valorar el grado de
riesgo (v.g., intento de suicidio, ataques de pánico, etc.).

2.Contacto. Para iniciar el contacto con la víctima es importante controlar el lenguaje


no verbal, los gestos y expresiones deben ser congruentes con la situación. El
contacto se debe hacer desde el respeto sin cuestionar actitudes ni buscar
responsabilidades. Es conveniente ayudarle a salir de la situación buscando un

178
lugar alternativo para comenzar a hablar. Las primeras preguntas deben ser
sencillas y dirigidas a hechos objetivos evitando centrarse exclusivamente en los
aspectos emocionales (v.g., ¿qué ha pasado?, ¿dónde estaba?, etc.).

3.Evaluación. En este momento se debe evaluar el estado general del sujeto, la


identificación del suceso precipitarte, el estado emocional (miedos, pánico, rabia) y
cognitivo (v.g., interpretaciones, negación, etc.) Es importante conocer los recursos
de afrontamiento de que dispone fomentando el estilo de afrontamiento activo y
los recursos de apoyo social con los que cuenta.

4.Restablecimiento emocional. En esta fase hay que facilitar la expresión emocional


utilizando técnicas como la escucha activa y técnicas de relajación. El profesional
debe comunicar su disponibilidad para estar accesible en todo momento y ayudarle
a recuperar su red de apoyo natural (familia, amigos, etc.).

5.Comprensión de la crisis. La persona afectada debe conocer las reacciones


normales ante situaciones de estrés, ayudarle a entender lo que ha pasado,
corrigiendo ideas irracionales y dando respuesta a todo lo que pregunte sobre la
situación actual del suceso.

6.Activar. Se debe activar y orientar a la persona afectada a recuperar un adecuado


procesamiento cognitivo haciendo que se centre en la realización de determinadas
actividades para lo que se elaborará un plan de acción y un compromiso verbal.

7.Recuperación del funcionamiento. Se trata de planificar tareas que le permitan ir


recuperando la normalidad. Es aconsejable garantizar una red de apoyo (amigos,
voluntarios, etc.) que le proporcionen compañía e ir fomentando el funcionamiento
independiente.

8.Seguimiento. Se debe plantear un seguimiento a corto y medio plazo (un mes) para
que la persona perciba que la prestación de ayuda psicológica tendrá continuidad
en el tiempo.

9.3.2. Habilidades de comunicación

La comunicación verbal y no verbal es una de las habilidades más importantes que el


profesional ha de poner en marcha para intervenir en momentos de crisis. Respecto a las
habilidades no verbales Feixas y Miró (1995) establecen aquellas que se deben poner en
marcha y aquellas que se deben evitar en la primera ayuda psicológica (ver cuadro 9.3).

Cuadro 9.3. Habilidades no verbales de comunicación en la primera ayuda psicológica

179
También existe un cierto acuerdo entre los autores sobre las técnicas de comunicación
verbal que se han de poner en marcha. Para exponerlas seguimos la propuesta de
Fernández Millán (2005) (ver cuadro 9.4).

Cuadro 9.4. Técnicas de comunicación verbal más empleadas

180
181
9.4. Modelo ecológico de actuación ante desastres

La intervención psicosocial ante desastres y catástrofes se debe centrar en una


perspectiva ecológica multinivel que abarque tanto los aspectos individuales como los del
contexto en el que tiene lugar. San Juan (2001, 2006) presenta un modelo ecológico de
actuación ante desastres (ver figura 9.1). El modelo constituye el punto de partida teórico
para desarrollar una intervención psicosocial. En el modelo la respuesta adaptativa o
desadaptativa de los individuos depende de la interacción de elementos socioambientales
(v.g., infraestructuras, vivienda, alimentación) y de elementos individuales (v.g.,
habilidades de afrontamiento, redes de apoyo).

Figura 9.1. Modelo ecológico de respuesta humana ante desastres naturales (San Juan,

182
2001)

Entre los componentes socioambientales e individuales se encuentran recursos y


estresores tal y como plantean Lin y Ensel (1989).

Los recursos y estresores se presentan en cuatro niveles: social, psicológico,


fisiológico y ambiental. La aparición de estresores naturales como terremotos no se
pueden prevenir pero el hecho de que un estresor se convierta en un desastre depende en
gran parte del número de recursos y del grado de vulnerabilidad. La magnitud de las
catástrofes viene determinada por el grado de vulnerabilidad del contexto y la población
que las padece más que por la intensidad física. Por ello para reducir los efectos de los
estresores gran parte de la intervención debe dirigirse a la reducción de la vulnerabilidad
en diferentes niveles:

-Nivel psicobiológico: potenciar la resiliencia y el afrontamiento eficaz.

-Nivel sociocomunitario: desarrollo de un tejido social articulado y favorecer la de


calidad de las redes de apoyo social.

-Nivel político-económico: garantizar las necesidades básicas de la población.

-Nivel político-ambiental: políticas ambientales que favorezcan el desarrollo


sostenible, viviendas adecuadas, etc.

-Nivel cultural: potenciar valores culturales favorables a los procesos de participación


social.

Resumen

En el capítulo se dan a conocer los conceptos de crisis, desastres y catástrofes. Se


exponen las pautas de intervención más adecuadas y las fases de la intervención en
desastres. Se explican los diferentes protocolos de actuación psicosocial (CASIC,
ACERCARSE) y especialmente se analizan los componentes de la primera ayuda
psicológica. Se concluye con la aplicación del modelo ecológico de actuación en
desastres.

Objetivos y competencias

-Conocer los protocolos de actuación en las crisis, desastres y catástrofes.

-Conocer los componentes de la primera ayuda psicológica.

-Saber aplicar los modelos de actuación.

183
Actividades

1.Diferenciar los conceptos de crisis, desastres y catástrofes.

2.Describir las fases de la intervención psicosocial en desastres.

3.Se diseñará una situación en la que se pongan en práctica mediante role playing las
técnicas de comunicación verbal y no verbal más empleadas.

4.Mediante datos documentales se recopilarán episodios de desastres y catástrofes


naturales. Se analizarán las consecuencias y la actuación psicosocial a través del
modelo ecológico. Se explicarán los componentes del modelo ecológico y se
definirán los estresores, los recursos y los tipos de vulnerabilidad.

184
185
10.1. Principios generales fundamentales

A continuación se explican los orígenes y las principales características y definiciones de


la animación sociocultural.

10.1.1. Fundamentación del concepto

Desde la psicología comunitaria el tema de la participación comunitaria ocupa un lugar


preeminente. Son muchas las citas que desde el inicio de la psicología comunitaria hasta
nuestros días proponen a la participación ciudadana como la mejor forma de romper con
el anonimato y el aislamiento producido por la civilización urbana moderna; Se hace
imprescindible participar en estructuras intermedias como el barrio, la familia, las
asociaciones voluntarias porque constituyen la mejor expresión de los valores y
necesidades reales de las personas en nuestra sociedad.

La animación sociocultural (ASC) tal y como la entendemos es una acción que


promueve la participación y la acción solidaria de las personas a través de la potenciación
de los verdaderos valores de la comunidad y que alcanza pleno sentido cuando se trata
de promover la participación de sectores de población aquejados de anomia cultural,
aislamiento social e indiferencia política. Es por ello un proceso mediante el cual la
comunidad se convierte en protagonista de su propio desarrollo (Barrado, 1982).

La ASC es animar, mover, motivar, potenciar y capacitar. Está presente donde hay
concienciación, participación, cambio, comunicación e identidad. Hace falta reflexionar
poco para caer en la cuenta de cómo tales aspectos van en paralelo con los más puros
supuestos de la psicología comunitaria (Martín, 1988, p. 245).

Desde la psicología comunitaria se encuentran numerosas coincidencias en puntos de


partida, objetivos y características de la intervención con la ASC. Para ambas el punto de
partida y el objetivo final se resumen en el cambio social. Desde esta óptica es
imprescindible insistir en aspectos tales como la participación, la prevención, la
potenciación, la educación, el desarrollo de recursos, la concienciación y la implicación
de la comunidad.

La ASC se inserta de pleno derecho dentro de la psicología comunitaria. Ésta


encontrará en la psicología comunitaria una metodología de investigación-acción que le

186
permitirá conocer y acercarse a la comunidad y unos supuestos ideológicos y teóricos
con los que alcanzar los objetivos de participación que persigue. Por otro lado el carácter
interdisciplinar de la psicología comunitaria le hace mantener un estrecho contacto con
animadores, voluntariado social y otros paraprofesionales. Por tanto ambas coinciden en
la búsqueda del bienestar social y la calidad de vida a través de una política de
intervención basada fundamentalmente en programas de educación para la prevención y
el desarrollo comunitario (Martín, 1988).

Por animación sociocultural se entiende hoy día un amplio abanico de acciones e


intervenciones de muy diversa índole, que van desde el desarrollo de talleres de tipo
lúdico, festivo o didáctico hasta la gestión de proyectos culturales, pasando por el
desarrollo de fiestas, pequeños proyectos de intervención en barrios, intervenciones de
asociaciones o movimientos educativos. Esto significa que introducirse en el concepto de
ASC supone irremediablemente un acercamiento al tema a partir de la experiencia. Es
ella la primera instancia que puede arrojar luz sobre el significado que cobra la palabra
animación dentro de nuestro lenguaje coloquial y que la relaciona con su doble origen
etimológico. Por un lado, podemos hablar de que vamos a "animar" a nuestro equipo
favorito y por otro que intentamos "reanimar" a una persona que ha sufrido un accidente.
Estas son dos situaciones reconocibles con connotaciones distintas y que provocan
estados de ánimo diferentes. En el primer caso se trata de movilizar a nuestro equipo
infundiéndole ánimo (animus), y en el segundo se trata de que recobre el sentido, la vida
(anima). La doble raíz latina que fundamenta la noción de animación implica entender
animación como anima: vida, sentido y animación como animus: movimiento,
dinamismo. Etimológicamente, por tanto, la animación infunde vida e incita a la acción.
Este doble significado se recoge con diferentes matices en la expresión con la que se ha
desarrollado la noción de la ASC en Europa. Podemos decir que existen dos
manifestaciones correspondientes a las dos grandes corrientes lingüísticas europeas en
torno a las que ha venido madurando el concepto:

a)La corriente francófona que utiliza la expresión "Animación sociocultural"


(animation socioculturelle).

b)La corriente anglosajona que se utiliza para aludir a tal noción con la expresión
"Desarrollo sociocultural comunitario" (socio-cultural community development).

La animación no institucionalizada ha existido siempre. En los pueblos, en los barrios,


ha habido hombres y mujeres con ciertas responsabilidades sociales, que hacían las
funciones de representantes, consejeros, responsables de grupo, etc.

La ASC surge y comienza a ser preocupación de las políticas culturales de diferentes


países, como consecuencia de las características y problemas que plantea la sociedad
industrial y urbana. Su necesidad se hace patente como consecuencia de los problemas
surgidos ante los cambios sociales, económicos y culturales de las sociedades modernas,

187
los problemas de masificación y despersonalización. Surge como una tentativa de aportar
soluciones a determinados problemas de nuestro tiempo.

La primera vez que se utilizó el término animación fue en el año 1955 en Austria en el
curso de una reunión organizada por la UNESCO, pero indudablemente donde adquirió
carta de naturaleza fue en los años sesenta del siglo pasado en Francia. Después de la
Segunda Guerra Mundial, Francia se encontró con la necesidad de reconstruir muchas de
sus ciudades, barrios enteros, con población nueva a los que había que dotar de un
sentido de comunidad. La animación fue un instrumento al servicio de esta finalidad.
Posteriormente, pasó a actuar en comunidades necesitadas económicamente que carecían
de proyectos comunes y habían perdido sus señas de identidad. El uso del término se
extendió enseguida por todo el mundo cultural de habla francesa. No ocurrió así en los
países anglosajones que como hemos visto acuñan el concepto de community
development.

Con el tiempo, los intercambios mantenidos en el Consejo de Europa entre todos los
gobiernos miembros del mismo han determinado que se llegue al acuerdo de usar
indistintamente ambas denominaciones. Ambas expresiones reflejan aspectos de una
misma realidad, con una clara complementariedad a la hora de llevarlos a la práctica, ya
que la alusión al desarrollo de energías individuales es resaltada por la expresión francesa,
mientras que la alusión a la comunidad como ámbito de intervención se resalta desde la
vertiente anglosajona. Esta dialéctica entre lo individual y lo colectivo es tanto más
importante en cuanto que se sitúa como elemento definitorio de la ASC. La dificultad de
teorización sobre la ASC se debe en gran parte a la diversidad de actuaciones que se
atribuyen a esta denominación. Por ello es particularmente problemático cualquier intento
de definirla.

10.1.2. Características y definición

A pesar de ser relativamente corto el período de vida que se reconoce a la ASC, existe un
buen elenco de definiciones publicadas al respecto. La animación es un hecho global que
puede aplicarse a todos los sectores de la vida social. Las definiciones son múltiples y
dada la diversidad de campos la ASC se entiende de modo diferente, desde una función
social, una actitud, una profesión o hasta un conjunto de técnicas o métodos específicos
(Monera, 1988).

No obstante, Moulinier (1973) propone dos tipos de animación de acuerdo con la


distinción anterior:

a)Animar como dar vida o hacer revivir al que la pierde. El autor alude a la relación
del médico con el enfermo para ejemplificar el carácter externo y vertical de la
acción, otorgando a este tipo de animación un carácter directivo y paternalista.

188
b)Animar como poner en relación. Se resalta desde esta perspectiva el carácter
dinámico e instrumental del concepto. La imagen del animador ya no es la del
médico sino la del mediador que posibilita la implicación de la gente en su propio
desarrollo del entorno.

Ambas categorías aparecen indistintamente en las diferentes definiciones y


constituyen dos categorías plenamente explicativas del concepto.

En general, la ASC es un proceso que surge en el seno de los grupos sociales, los
cuales mediante la participación activa de sus miembros van a ser capaces de generar
cultura.

La animación sociocultural es una metodología, una determinada forma de trabajo


social y cultural cuyo objetivo fundamental es la dinamización de los individuos, los
grupos y colectivos sociales para que quieran, sepan y puedan participar, intervenir
activamente en la vida de su comunidad y estén en condiciones de transformar la realidad
en la medida de sus necesidades (Riva, 1988).

Las bases teóricas sobre las que se articula esa metodología son las propias de la
participación social. Los métodos y técnicas a través de los cuales se pone en práctica
proceden de campos científicos diversos como la antropología, la sociología, la
psicología, etc.

Algunos autores (v.g., López de Ceballos y Salas, 1987; Pujol, 1986; Viche, 1989)
tras una revisión profunda de las definiciones de ASC extraen una serie de elementos que
configuran las características que van a definirla:

-Conjunto de técnicas sociales de intervención sobre los colectivos sociales.

-El grupo social y el territorio son los elementos base sobre los que se generan los
procesos de intervención sociocultural.

-Se basa en una acción participativa que hace al individuo sujeto activo de la
intervención.

-Crea procesos sociales que una vez iniciados es el propio medio quien ha de resolver
con su particular dinámica interna.

-Crea situaciones de transformación social.

-Ha de tender a la creación de cultura, con su intervención se modifican los modos de


organización del medio, los modos de comunicación y los modos de relación,
creando nuevas realidades culturales.

189
-Ha de tender a la mejora de la calidad de vida, al tiempo que debe favorecer los
procesos de comunicación y socialización.

Promueve la vida asociativa. Ésta se realiza sobre todo en instituciones de base


asociativa y voluntaria.

-Es multigeneracional, no distingue edades, hay animación juvenil, de adultos y de


personas mayores.

Se establecen procesos de comunicación interpersonal. Es necesario crear una


adecuada red de relaciones que cohesione al grupo.

-La acción abarca todos los campos de la vida social y cultural de una comunidad.

Con estos enunciados parece que coinciden la mayoría de los autores (Monera, 1985;
Riva, 1988), así pues se puede intentar concretar:

En primer lugar, en la animación sociocultural la comunidad es el sujeto


protagonista de su propio proceso de desarrollo. La animación se orienta al
conocimiento de la realidad, al desarrollo de la identidad social y cultural de la
comunidad, estimulando la información, la expresión y la comunicación, el sentido
crítico y la iniciativa.

-En segundo lugar, la animación se extiende a una diversidad de campos, pero


cualquiera que sea su ámbito de actuación parece implicar tres procesos conjuntos:

a)Un proceso de desarrollo que pretende crear las condiciones necesarias para que
la comunidad resuelva sus problemas.
b)Un proceso de puesta en relación de las personas entre sí para instaurar la
comunicación y el diálogo.
c)Un proceso de creatividad, desarrollando la iniciativa y la responsabilidad, tanto a
nivel individual como colectivo.
-En tercer lugar, la participación y la comunicación son objetivos e instrumentos
claves del proceso de desarrollo social y cultural. La animación vincula los
procesos a los problemas, a las necesidades y situaciones reales de las personas y
al medio donde éstas viven, tendiendo a concretar esos procesos en proyectos de
actuación, de intervención en la realidad con el objetivo de transformarla.

10.2. Funciones y bases de la animación sociocultural

La animación sociocultural presenta unas funciones que nos ayudan a identificarla y de


estas funciones se desprenden una serie de elementos fundamentales a la hora de analizar

190
cualquier proceso de animación en la comunidad.

10.2.1. Funciones de la animación sociocultural

La animación sociocultural, además de ser un concepto, es una realidad social compuesta


por numerosas personas integradas en grupos y asociaciones de todo tipo. Por su misma
naturaleza los límites de la animación sociocultural no están muy marcados. Sin embargo,
presenta unas funciones que nos ayudan a identificarla y distinguirla. Vamos a comentar
las más importantes (Debesse y Mialaret, 1988):

1.Función de adaptación y de integración social. La animación cumple un cometido


de instrumento facilitador de las comunicaciones sociales y de reducción de los
conflictos, mediante la participación en actividades y tareas colectivas y la
utilización del diálogo. Mejora el ambiente social y permite que los individuos y los
grupos puedan expresarse en un contexto social normalizado.

2.Función de cohesión y crecimiento. En la medida en que se le asigna a la ASC una


función de adaptación también constituye un factor de crecimiento al permitir un
fortalecimiento de la cohesión social. Como instrumento de reducción o regulación
de los conflictos sociales y la marginalidad permite la normalización de los
comportamientos y una mayor integración de los individuos en la comunidad.

3.Función de desarrollo cultural y función crítica. Es el medio de expresión de la


cultura popular. Ésta constituye una fuente de creaciones nuevas y formas de
expresión social.

4.Función reguladora de los intercambios sociales y culturales. Desempeña un


importante cometido a nivel de la regulación de los intercambios sociales y en el
proceso de igualación cultural. Facilita que unos individuos que hubiesen quedado
marginados puedan acceder a determinados niveles culturales.

10.2.2. Bases de la animación sociocultural

De la exposición de las características y funciones propias de la ASC se desprenden una


serie de factores que se consideran fundamentales a la hora de analizar cualquier proceso
de animación. Desde esta óptica se consideran bases de la animación sociocultural las
siguientes (Viché, 1989):

a)La comunidad. La ASC toma la comunidad como centro de intervención y acción


sociocultural, tratando de interpretar la comunidad desde su interior para
comprender realmente los valores que la integran y favorecer un desarrollo
autónomo. Es desde la comunidad desde donde debe partir la intervención
sociocultural para conocer las verdaderas condiciones de vida y necesidades de la

191
población.

b)El grupo. Entendido como unidad básica de la vida asociativa que posibilita el
acceso a la participación, engloba tanto al pequeño grupo como a las asociaciones.
El grupo se constituye en función de unos objetivos comunes a todos sus
miembros. Este objetivo común puede ser muy diferente: cultural, deportivo,
educativo, político y va a determinar tanto su campo de actuación social como sus
formas de participación. Por tanto es necesario conocer la dinámica interna de
estos grupos para realizar una adecuada ASC.

e)Las relaciones interpersonales. Se establecen entre los miembros del grupo, son otra
de las bases que legitiman los procesos de animación sociocultural. Estas relaciones
que se establecen en el seno del grupo posibilitan el análisis del medio y facilitan el
conocimiento y crecimiento tanto del individuo como del grupo. Por tanto el
conocimiento de las relaciones interpersonales y de las redes de apoyo constituye
otra de las bases fundamentales en la que se apoya la ASC.

10.3. Fases en la elaboración de un proyecto de animación sociocultural

Hablar de la práctica de la ASC es entrar en el problema de la metodología de la


animación ya que ante todo hay que tener en cuenta que no existe una única metodología
aunque existe acuerdo en que debe ser una metodología participativa y que se debe
adaptar a la realidad y contexto social concreto sobre el que se actúa.

Como guía para el análisis de la situación sociocultural, Ander-Egg (1992) propone


diez pasos: investigación-diagnóstico de la situación sociocultural; estudio de las
necesidades socioculturales; estudio de la demanda sociocultural; jerarquización de
necesidades y problemas; inventario de los recursos disponibles; programación de
actividades socioculturales; ejecución del proyecto; aplicación de técnicas psicosociales;
desarrollo de actividades específicas de la animación sociocultural y evaluación de la
animación sociocultural.

1. Investigación-diagnóstico de la situación sociocultural

Esta fase comprende el estudio de la situación sociocultural y la caracterización de la


situación propiamente dicha.

A)Estudio de la situación sociocultural. Ninguna situación sociocultural se da en el


vacío. Para comprenderla hay que estudiarla en el contexto del que forma parte.
Por ello se han de analizar los aspectos sociodemográficos de la forma más
completa posible (ver cuadro 10.1).

192
Cuadro 10.1. Características sociodemográficas

B)Caracterización de la situación sociocultural propiamente dicha. Esta situación se


infiere a través de algunos indicadores:

-Vida sociocultural.
•Cómo se informan las personas de las actividades culturales.

•Tipo de actividades que se desarrollan, servicios socioculturales que se ofrecen.

•Actividades y manifestaciones de mayor arraigo popular.

•Detección de las personas, grupos y colectivos que tienen mayor participación.

• Principales destinatarios de las actividades que realizan.

-Potencial sociocultural.
•Recuento de organizaciones que promueven actividades socioculturales.

193
•Infraestructura y equipamiento: bibliotecas, centros sociales y recreativos.

-Modos o estilos socioculturales.


•Modelos y patrones culturales dominantes.

•Valores culturales dominantes.

•Procesos culturales más importantes.

2. Estudio de las necesidades socioculturales

Si el concepto de necesidad ya no resulta fácil de precisar, mucho menos lo es la


noción de necesidades socioculturales. No obstante, las necesidades socioculturales son
aquellas que se relacionan con los procesos de expresión creativa, favorecen la
adquisición de conocimiento, las manifestaciones lúdicas y la creación de ámbitos de
encuentro y comunicación que dan lugar a la vida asociativa.

Los tres ámbitos operativos principales en los que se pueden desarrollar programas de
animación sociocultural son: el grupo, una organización o institución y una zona o área
territorial.

A)Estudio de las necesidades socioculturales del grupo. El grupo se trata de ordinario


de un ámbito reducido y homogéneo. Por ejemplo grupo de ado lescentes, de
personas mayores, etc. En general, tratándose de un grupo, hay que conocer las
siguientes cuestiones fundamentales:

1.Formas de llenar el tiempo de ocio.


2.Motivos por los que cada uno pertenece al grupo.
3.Objetivos del grupo.
4.Cuál es su práctica en actividades socioculturales.
5.Qué expectativas tiene el grupo en cuanto a la realización de un programa de
animación sociocultural.
Con respecto a las técnicas que se han de utilizar en este nivel, pueden ser
suficientes las entrevistas individuales, las grupales y la observación.

B)Estudio de las necesidades socioculturales de una organización o institución (v.g.,


asociaciones de vecinos, peñas, instituciones culturales). El propósito es realizar un
programa de actividades socioculturales destinado a sus miembros o asociados. Lo
mismo que en el caso del estudio de las actividades socioculturales de un grupo
también hay que describir las de la institución. Las técnicas a utilizar pueden ser:
análisis documental, entrevistas con responsables de la institución y con los

194
usuarios y la observación.

C)Estudio de las necesidades socioculturales de la población de un área: barrio,


pueblo o ciudad. Este estudio es más complicado por la amplitud que abarca el
estudio y a veces por la heterogeneidad de la población objeto de estudio.
Atendiendo a estas dos razones el estudio de las necesidades se ha de hacer
atendiendo a diferentes criterios:

1.Características individuales: edad, sexo, participación en actividades


socioculturales.
2.Grupos específicos: pertenecientes a organizaciones o grupos informales con
necesidades comunes.
3.Ubicación geográfica: subáreas o sectores; lugar de residencia, posibilidades de
acceso a los recursos socioculturales, etc.
4.Existencia de áreas multiculturales o multiétnicas: donde se examinan la variedad
de tradiciones y expresiones culturales así como sus necesidades socioculturales
propias.

En cuanto a las técnicas que se han de utilizar se ha propuesto una gran variedad:
observación participante; técnicas de grupos nominales y foro público; informantes
claves; indicadores sociales; encuestas y entrevistas grupales.

3. Estudio de la demanda sociocultural

Lo que se pretende con el estudio de la demanda es analizar las distintas clases de


población con el fin de elaborar la estrategia de acción. Por tanto el estudio de la
demanda debe hacerse teniendo en cuenta las distintas categorías de usuarios culturales:
usuarios habituales, usuarios potenciales y los que no participan de las actividades
socioculturales.

4. Jerarquización de necesidades y problemas

No basta con haber obtenido un listado de necesidades y problemas es necesario


establecer una jerarquización, esto es especialmente importante ya que la animación
pretende generar procesos de participación. Algunos de los criterios de priorización
pueden ser:

a)La carencia de algo que se considera fundamental e importante de satisfacer.

b)Que sea capaz de movilizar recursos humanos e institucionales.

c)Todo aquello que pueda tener repercusión social.

195
d)Que existan recursos para las demandas concretas.

5. Inventario de los recursos disponibles

Un programa de animación sociocultural puede desembocar en un fracaso porque no


se atendió a algo tan elemental como los medios y recursos para llevarlo a cabo. Como es
aceptado de manera generalizada hay que distinguir cuatro tipos de recursos: Materiales,
financieros, técnicos y humanos.

6. Programación de actividades socioculturales

La tarea de programación se apoya en los resultados de la evaluación en la que se


describe la situación problema. Por tanto programar es la acción consistente en utilizar un
conjunto de procedimientos mediante los cuales organizar un conjunto de acciones y
actividades con las que se pretende alcanzar determinadas metas y objetivos. Los pasos a
tener en cuenta son los siguientes:

-Definir y enunciar claramente objetivos y metas.

-Proponer objetivos y metas realistas.

-Establecer prioridades para el logro de objetivos.

-Hacer elecciones compatibles entre los objetivos.

-Articular coherentemente metas propuestas y recursos disponibles.

-Asignar los recursos en cantidad y tiempo oportunos para cada actividad.

-Determinar los instrumentos y medios adecuados a los fines.

-Establecer el tiempo y ritmo del programa.

7. Ejecución del proyecto de animación sociocultural

Para conseguir que los individuos participen en actividades sociales y culturales es


necesario tener en cuenta tres cuestiones principales:

1.Momentos de las tareas de animación sociocultural

a)Fase de sensibilización y motivación. Esta fase busca generar procesos de


participación, lo que intenta es despertar el interés por las actividades culturales.
Para ello hay que crear una valoración positiva por lo cultural y por la

196
participación en la vida asociativa como forma de afrontar los problemas
comunes. Esta labor implica conectar con los centros de interés de las personas
y crear actitudes y comportamientos favorables al iniciar un proceso de
participación.
b)Detección de las minorías activas o grupos de incidencia. De lo que se trata es de
detectar aquellos conjuntos de personas que por sus inquietudes e intereses
inciden de manera significativa en los procesos y en la vida social y cultural de
un colectivo o en el conjunto de la comunidad. Una vez detectados hay que
tomar contacto de una manera formal con las personas, grupos o instituciones
mediante entrevistas o a través de convocatorias abiertas realizadas por los
responsables del programa de animación.
e)Capacitación de animadores voluntarios para la promoción de actividades
socioculturales. Es necesaria la capacitación de aquellos que están en
condiciones de participar más activamente. De lo que se trata es de formar a los
líderes naturales y a los animadores voluntarios.
2.Promover la organización y puesta en marcha de actividades socioculturales. Los
momentos anteriores deben conducir a la realización de actividades, ya que un
principio básico de la animación es "aprender haciendo". La animación como
metodología cuyo objetivo principal es promover la participación implica
irremediablemente el problema de la transferencia o traspaso gradual de
conocimientos técnicos/operativos que permite a las personas actuar de manera
eficaz. Lo ideal es que aumente la participa ción de la población destinataria del
programa, al mismo tiempo que disminuye la intervención de los animadores.

3.Determinar el contexto donde se realizan las actividades. Se deben realizar las


actividades en el lugar más cercano posible a donde se desarrolla la vida de la
gente, en tomo a puntos claves de la vida social: escuela, asociación de vecinos,
centros sociales, bibliotecas, etc.

4.Determinar cuándo realizar las actividades. El cuadro temporal de la animación


sociocultural se sitúa esencialmente durante el tiempo libre. Es habitual que los
programas de animación se sitúen durante el tiempo de ocio para hacerlos
compatibles con el horario laboral.

8. Técnicas psicosociales empleadas

Para poner en marcha las actividades de ASC las técnicas más utilizadas son las que
se señalan en el cuadro 10.2.

Cuadro 10.2. Técnicas habituales para iniciar actividades de ASC

197
198
9. Actividades específicas de la animación sociocultural.

Las actividades de animación pueden clasificarse en cinco grandes categorías, cada


una a su vez comprende una amplísima diversidad de acciones psicosociales:

1.Actividades de formación. Puede estar ligada a la educación de adultos para


compensar ciertos déficits de determinados sectores de la población o como un
modo de educación no formal. Respecto a las actividades de formación dentro de
la animación, se han de tener en cuenta dos cuestiones principales:

Modalidadesque pueden adoptar las actividades de formación, entre las más


conocidas: conferencias, talleres, cursos, mesas redondas, etc.
Temas: entre los que se incluyen todos los que afectan en alguna medida a algún
aspecto de la vida de las personas, grupos o al conjunto de la comunidad.
2.Actividades de difusión cultural. Se intenta que el propio patrimonio histórico-
cultural se vincule con la afirmación de la propia identidad cultural.

3.Actividades de expresión artística no profesional. A través de ellas se favorece el


desarrollo de las capacidades humanas, de manera particular, mediante el
descubrimiento de las posibilidades expresivas. Se trata de crear los espacios y los
medios que proporcionen oportunidades de autoexpresión y creatividad.

Lo artístico no profesional puede tener una variadísima gama de


manifestaciones en las artes tradicionales, la composición musical, la literatura y las
diferentes formas de expresión cultural.

También se incluyen aquí la decoración de casas, calles y barrios que necesitan


de la participación de los vecinos. Estas acciones implican fuertes sentimientos de
comunidad y de percepción de apoyo.

4.Actividades lúdicas: Fiestas, juegos, música y deportes han sido siempre una parte
importante de la vida de las personas que ha servido para expresar actitudes y
comportamientos culturales. Son manifestaciones diversas de la cultura:

a)Las fiestas populares, vistas desde la práctica de la animación sociocultural, son


un medio para llegar a un mayor número de personas de un barrio o comunidad
para estrechar lazos, para afirmar su propia identidad cultural y para contribuir a
la cohesión social. La fiesta debe ser una forma de integración del barrio tanto
más cuanto más débiles sean las redes sociales.
b)El juego es una forma de descanso, recreación y renovación que durante el
tiempo de ocio se puede disfrutar y en el que se implican diferentes colectivos:
niños, adultos, personas mayores.

199
c)Recreación y esparcimiento. El contacto con la naturaleza es una de las
actividades de recreación más desarrolladas en los programas de animación para
mantener la salud física y mental. Aunque estos programas cada vez están
teniendo más aceptación dentro de una de las actividades recreativas por
excelencia: el turismo.
d)Las actividades deportivas. En los programas de animación sociocultural las
actividades deportivas han de servir para: un mejor empleo del tiempo libre; para
mejorar las condiciones físicas y psíquicas de quienes lo practican; para
desarrollar el sentido de la solidaridad y como prevención de problemas de salud
y equilibrio psicológico.
5.Actividades sociales. Este ámbito de actuación es muy cercano a los que se
denominan programas de desarrollo de la comunidad o de promoción social. De lo
que se trata es de dinamizar el movimiento ciudadano, con el fin de asociar nuevas
personas a la realización de actividades socioculturales. Se trata de lograr la
participación ciudadana y el desarrollo del asociacionismo. En lo que atañe al tipo
de asociaciones que se pueden promover desde los programas de animación,
pueden ser de muy diversa índole, entre ellas se encuentran asociaciones de
padres, asociaciones recreativas, peñas, etc.

10. Evaluación de la animación sociocultural

La evaluación de la animación sociocultural no puede hacerse exclusivamente en


función de los resultados finales y únicamente en función de los datos objetivos y
cuantitativos. Ésta se ha de producir durante todo el proceso combinando datos objetivos
y subjetivos y analizándolos cuantitativa y cualitativamente. Se deben evaluar los
siguientes aspectos:

a)Los procesos generados con el programa: personales, grupales y comunitarios.

b)Los procedimientos metodológicos utilizados

e)El grado de consecución de los objetivos (cognitivos, afectivos, de acción) y la


incidencia social que éstos han tenido.

d)La participación que se ha producido durante el proceso de la acción: estructuras de


participación; toma de decisiones; grado de implicación de los destinatarios; nivel
de participación alcanzado e incidencia social del proceso de participación.

e)El grado de satisfacción de los participantes en la acción, opinión de los mismos


sobre el proceso y actitudes generadas hacia el mismo.

Resumen

200
Se fundamenta el concepto de animación sociocultural (ASC) como una acción que
promueve la participación. Se analizan los elementos y las funciones que la caracterizan.
Se define la práctica de la ASC y se explican las fases para elaborar un proyecto de ASC
y las técnicas psicosociales empleadas.

Objetivos y competencias

-Conocer distintas técnicas y dinámicas participativas aplicadas a la intervención


comunitaria.

-Conocer y manejar técnicas grupales.

-Saber aplicar la ASC a grupos de riesgo.

-Ser capaz de aplicar distintas técnicas que favorezcan la participación en grupo y el


adecuado funcionamiento del mismo.

Actividades formativas

1.Definir las características y funciones de la animación sociocultural.

2.Explicar las técnicas grupales analizadas (técnicas de iniciación, de cohesión, de


producción grupal y de medición) y poner un ejemplo de dinámica grupal de cada
una de ellas.

3.Realizar una propuesta de animación sociocultural para un grupo de adolescentes en


riesgo de exclusión social en un barrio marginal de la ciudad. Diseñar un proyecto
de ASC siguiendo la metodología explicada.

201
202
11.1. Participación social y voluntariado

A continuación se explican las diferentes formas de participación social y los criterios


para que una actividad se considere de voluntariado.

11.1.1. Participación social

La participación social en la sociedad necesita para su desarrollo la participación activa


del conjunto de los ciudadanos. Este planteamiento se recoge en la Constitución Española
(artículo 9.2) y en las Leyes Autonómicas de los servicios sociales en donde se incide en
la necesidad de facilitar la participación de todas las personas en la vida política, cultural,
social y económica como un medio de luchar contra la exclusión de determinados grupos
sociales y de fomentar la cohesión de la comunidad.

Una comunidad que se cree incapaz de transformar el entorno social que le afecta no
desarrolla el sentido de comunidad, ni el fortalecimiento o empowerment necesarios para
afrontar las necesidades de la comunidad. En estos casos aparece la indefensión y la
apatía propias de las comunidades que se sienten impotentes frente a la transformación o
el cambio social (Clark, 1964; Sue y Zane, 1980). Por tanto, la participación se dirige
hacia la transformación de una realidad, es importante que la comunidad perciba que
para atender las necesidades sociales y la solución a los problemas es necesaria la acción
social.

En general, cuando se habla de participación se establecen cinco formas principales:

1.Participación individual. Se refiere al ejercicio de los derechos individuales, como es


por ejemplo la conducta de voto.

2.Participación social de ayuda informal. Se refiere a las conductas de ayuda no


planificadas para atender las necesidades de otros miembros próximos de la
comunidad. Por ejemplo, la ayuda que puede surgir entre los vecinos de un mismo
bloque.

203
3.Participación en movimientos sociales. Se refiere a la acción colectiva para resolver
un problema social con una intención de transformación social como, por ejemplo,
las acciones para proteger el medio ambiente de movimientos ecologistas.

4.Participación en asociaciones. Se refiere a la pertenencia de forma estable a una


organización (enfermos, mujeres, etc.) formada por personas con unos intereses
comunes que acuerdan voluntariamente servir a unos fines determinados y lícitos
conforme a unos estatutos. Hay movimientos sociales que desembocan en una
asociación y también hay asociaciones que se crean sin que exista un movimiento
social, son todas aquellas que no se enfrentan al poder establecido pero que
defienden un espacio normativo en el que desarrollarse (v.g., deportivas,
gastronómicas, etc.).

5.Participación en voluntariado. Se refiere a una conducta de ayuda planificada que se


desarrolla a través de instituciones de carácter público o privado.

11.1.2. Voluntariado social

El auge del voluntariado en la actualidad ha llevado a la Administración Pública a la


promulgación de la Ley Reguladora del Voluntariado Social (Ley 6/1996) que fija una
serie de criterios para que una actividad se considere de voluntariado:

a)La realización de la actividad debe ser libre sin que existan obligaciones personales
ni judiciales.

b)La actividad debe realizarse sin contraprestación económica.

c)La actividad debe tener carácter altruista y solidario.

d)La actividad se debe desarrollar a través de instituciones públicas o privadas de


acuerdo a proyectos concretos.

Además a nivel local también se han desarrollado reglamentos municipales de


voluntariado.

Sin embargo, más allá de reconocer la importancia del tema actualmente en nuestra
sociedad, el interés por el voluntariado desde la psicología social tiene que ver con el
hecho de que el ejercicio de esta actividad está ligada a una conducta de ayuda. Esto nos
lleva a plantearnos dos cuestiones fundamentales: a) ¿Cuáles son las características de
esta conducta de ayuda?; y b) ¿Qué motivos se dan en esta conducta de ayuda?

11.2. La conducta de ayuda del voluntariado

204
En este apartado se explicará en qué consiste la conducta de ayuda del voluntariado y se
analizarán las principales características asociadas a la conducta del voluntario.

11.2.1. La conducta de ayuda

Smithson, Pearce y Amato (1983) diferencian las distintas situaciones de ayuda en una
clasificación bidimensional de acuerdo a que la ayuda sea considerada importante versus
poco importante y espontánea versus planificada. De acuerdo con esta clasificación el
voluntariado se situaría en la dimensión de conducta de ayuda importante y planificada.
Sin embargo, la mayoría de los estudios en la investigación psicosocial se sitúan en el
estudio de conductas de ayuda que pueden ser poco importantes (v.g., ayudar a una
persona mayor a cruzar la calle) o importantes (v.g., salvar la vida de una persona en un
incendio) pero todas ellas tienen un denominador común y es que son conductas no
planificadas, lo que las convierte en las más adecuadas metodológicamente para abordar
el tema del altruismo.

La conducta de ayuda no planificada implica que la relación es anónima, se establece


entre desconocidos, y momentánea por lo que no se espera ningún tipo de recompensa
por parte del receptor de la ayuda. El voluntariado, en cambio, al ser una actividad
importante y planificada, se caracteriza por:

a)La relación se inicia entre desconocidos pero al prolongarse en el tiempo se produce


una relación de interacción continuada entre el emisor y el receptor de la ayuda.

b)El voluntario ha de organizar sus actividades cotidianas (trabajo, familia) y


planificar dentro de éstas el tiempo que ha de invertir en actuaciones de
voluntariado.

c)El voluntario toma la decisión sobre el tipo de problema en el que prefiere actuar, o
quiénes van a ser los receptores de su ayuda.

d)La conducta de ayuda del voluntario no se caracteriza por ser una reacción frente a
una situación de emergencia sino por ser una decisión en la que interviene
activamente, definiendo el marco de su prestación de ayuda.

11.2.2. Las características del voluntariado

Los investigadores a la hora de analizar este fenómeno tan complejo se han preguntado si
los voluntarios tienen características diferenciadoras del resto de las personas que no
participan en actividades de voluntariado. Para ello se han realizado numerosos estudios
que han incidido en el análisis de variables asociadas a la conducta de voluntariado.

205
A) Variables sociodemográficas

Según la Teoría de la inversión personal (Wandersman, Florin, Friedmann y Meier,


1987) y la Teoría del estatus dominante (Smith, 1983), las personas que ocupan
posiciones de relevancia social y mayor nivel educativo y económico están más
interesados en sus comunidades y tienen más probabilidad de actuar como voluntarios.
En general, esto responde a un perfil de personas que están casadas, tienen varios hijos,
poseen propiedades, no se plantean cambiar de lugar de residencia y tienen una amplia
red de amistades.

También diversos estudios encuentran que los voluntarios que están más motivados y
permanecen en mayor medida son de mayor edad y presentan un mayor nivel educativo
y económico.

Respecto a la edad, se distinguen claramente tres grupos:

a)Los jóvenes cuyo nivel de participación ha aumentado considerablemente en los


últimos años. Sin embargo, es el grupo que está expuesto a más cambios vitales y
por tanto el que más fluctúa en su permanencia.

b)Los adultos de edad media con una larga experiencia en actividades de participación
social.

e)Las personas mayores que constituyen un grupo de gran importancia en la


actualidad debido a su alto grado de implicación y a la disponibilidad de tiempo.

Respecto a la ocupación laboral hay una gran variabilidad: estudiantes, parados,


jubilados, personas con trabajo a tiempo parcial y a tiempo completo. Aunque hay que
aclarar que, a pesar de que tener tiempo disponible sea imprescindible, esto no significa
que quien más tiempo tiene se involucra más, ya que previamente se ha de tener la
motivación para buscar el tiempo que se quiere dedicar al voluntariado (Unger, 1991).

Respecto al tipo de actividad de voluntariado, las mujeres prefieren involucrarse en


actividades de ayuda a colectivos con especiales necesidades (v.g., enfermos, niños,
inmigrantes, personas mayores, etc.), mientras que los hombres prefieren actividades que
entrañan ciertos riesgos como las intervenciones en emergencias o actividades de
protección civil.

Es importante señalar que en los últimos años los cambios socioeconómicos han sido
importantes y la diversidad del voluntariado también se ha incrementado, por lo que estos
datos deben considerarse como orientativos.

B) Variables de personalidad

206
Los estudios muestran que existen características de personalidad que están más
vinculadas con la disposición de ayuda, entre las que cabe destacar: la empatía, la
percepción de autoeficacia, la extroversión, el compromiso social y el bajo autoritarismo,
principalmente.

C) Variables situacionales

Los estudios se centran en el análisis de las situaciones donde el voluntario realiza su


labor y las diversas situaciones en las que se encuentran las personas voluntarias.

Respecto a las condiciones donde el voluntario desempeña su tarea, la mayoría de los


estudios han mostrado que las variables situacionales predictoras de la permanencia en la
organización son: la formación del voluntario, la definición de las tareas, los refuerzos
positivos por parte de la organización, la atención a las necesidades de los voluntarios, la
orientación y supervisión de las tareas y la percepción de apoyo social.

En cuanto a las variables relacionadas con el entorno inmediato del voluntario parece
que las relaciones de amistad con otros voluntarios, el conocimiento sobre el problema o
la población sobre la que se actúa e incluso las circunstancias personales y laborales
pueden incidir en la decisión de ser voluntario.

D) Variables actitudinales

La mayoría de los estudios muestran que las actitudes que se relacionan con la
decisión de ser voluntario y que diferencian a los voluntarios de los no volunta ríos son
aquellas que manifiestan las acciones positivas y los beneficios que pueden tener en las
poblaciones sobre las que actúan. Sin embargo, aunque la actitud positiva sea necesaria,
no siempre influye directamente en la ejecución de la conducta. Para predecir la
conducta de voluntariado se han utilizado el enfoque teórico de la acción razonada
(Fishbein y Ajzen, 1975) y la Teoría de la acción planificada (Ajzen, 1985).

Desde la Teoría de la acción razonada nuestras creencias determinan nuestras


actitudes y nuestras normas subjetivas y, por ello, aunque de forma indirecta, también
determinan nuestras intenciones y conductas. La conducta está determinada directamente
por la intención conductual que a su vez está influida por la actitud hacia la conducta y
por la norma subjetiva. El elemento principal como antecedente de la conducta es la
intención conductual, de la cual depende tanto la ejecución de la conducta motivada,
como la intensidad con la que se lleve a cabo. La intención está determinada a su vez por
dos variables: una variable personal (evaluación favorable o desfavorable por parte del
sujeto de esa conducta) y una variable social referida a las expectativas que, respecto a
esa conducta, el sujeto percibe en su medio social (presión social que le induce a realizar
o no realizar cierta conducta), denominada influencia social normativa o norma subjetiva.

207
Desde la Teoría de la acción planificada se añade una nueva variable predictiva, el
control conductual percibido, es decir, el grado en que la persona percibe que la acción
está bajo su control, tras valorar los recursos disponibles para su ejecución (v.g.,
disponibilidad de tiempo). Con ello se incrementa el poder de predicción de la conducta
de voluntariado.

Esta variable, a diferencia de las anteriores, puede influir directamente en la


realización de la acción además de intervenir a través de la intención. Los antecedentes
que explican esta variable son las creencias acerca de la habilidad de ejecución, es decir,
la confianza que el individuo posee acerca de sus capacidades y las creencias acerca de la
facilidad o dificultad de realizar una acción. Ambos tipos de creencias se ciñen a la
conducta y situación en la cual ha de ser realizada, pudiendo impedir o facilitar su
ejecución.

E) Variables motivacionales

Clary y Snyder (1991) postulan que las motivaciones del voluntariado pueden estar
determinadas por motivos muy diferentes para una misma actividad e incluso que los
motivos iniciales que condujeron a una persona a ser voluntario pueden cambiar a lo
largo de su experiencia como tal. Para explicar por qué una misma actividad puede estar
conducida por motivos diferentes los autores se apoyan en la Teoría funcional (Katz,
1960) según la cual las personas pueden tener las mismas actitudes por razones muy
distintas, ya que responden a funciones psicológicas diferentes, e incluso dentro del
mismo individuo pueden tener varias funciones psicológicas. Desde esta teoría, las
principales funciones que pueden tener las actitudes para la personalidad según su base
motivacional se clasifican en:

1.Función de expresión de valores. Las actitudes pueden servir para expresar los
valores más importantes, al tiempo que ayuda a la persona a comportarse de
acuerdo a la imagen que tiene de sí misma y contribuye a la afirmación de la
identidad. El voluntariado constituye una expresión de valores relacionados con el
deseo de ayudar a los demás (v.g., actuar por motivos religiosos).

2.Función adaptativa o instrumental. Las actitudes pueden servir para adaptarse a un


gran número de situaciones, en este caso la actitud es un medio para conseguir un
fin. El voluntariado puede cumplir la función de incrementar las redes sociales del
individuo (v.g., relacionarse con otras personas que comparten valores similares).

3.Función normativa. Las actitudes pueden servir para desarrollar un marco


normativo que permita la integración del individuo. El voluntariado puede cumplir
la función de integrarse en un grupo de referencia (v.g., amigos, familia).

4.Función de defensa del yo. Las actitudes pueden ayudar a manejar situaciones que

208
nos hacen sentir más vulnerables o que suponen una amenaza. El voluntariado
permite enfrentarse a situaciones que pueden provocar temor (v.g., enfermedades).

Los estudios realizados por Clary y Snyder muestran que las motivaciones de los
voluntarios pueden cumplir estas funciones aunque es, sin duda, la expresión de valores,
la que aparece en casi todos los estudios de voluntariado. También aparece la función de
conocimiento (v.g., para tener experiencia laboral), siendo la de defensa del yo la función
con menor apoyo empírico.

Por su parte Omoto y Snyder (1995) identificaron cinco motivaciones en voluntarios


que trabajan con enfermos de sida (ver cuadro 11.1).

Este mismo estudio fue replicado en nuestro país por Chacón y Vecina (1999)
apareciendo nuevamente las motivaciones de conocimiento, interés por la comunidad y
valores, y dando lugar a una nueva motivación denominada relaciones sociales.

También Clary et al. (1998) desarrollan el Inventario de funciones del voluntariado en


el que identifican las siguientes motivaciones: Valores (v.g., Siento que es importante
ayudar a otras personas); conocimiento (v.g., El volunta riado me permite aprender más
sobre aquello en lo que estoy trabajando); relaciones sociales (v.g., Tengo amigos que
son voluntarios); mejora del currículum (v.g., El voluntariado puede abrirme puertas al
trabajo que quiero); defensa del yo (v.g., El voluntariado es una buena forma de escapar
de mis desgracias) e incremento de la autoestima (v.g., El voluntariado hace que me
sienta bien conmigo mismo).

Cuadro 11.1. Motivaciones de los voluntarios Omoto y Snyder (1995)

Un problema que señalan Chacón y Vecina (2002) cuando se miden las motivaciones
de los voluntarios a través de cuestionarios es que probablemente las personas no tengan
clara la distinción entre las circunstancias que facilitan o dificultan la decisión de hacerse
voluntario (v.g., tiempo libre); las expectativas o anticipaciones de lo que ocurrirá (v.g.,
aprender) y las motivaciones que son las verdaderas razones por las que se toma la
decisión de hacerse voluntario y mantenerse en esta actividad. Por ello se recomienda el

209
uso de entrevistas como una forma de evaluación complementaria.

En general, teniendo en cuenta la variabilidad de motivaciones, la investigación en


voluntariado ha permitido concluir que las motivaciones que anteceden al voluntariado
cumplen funciones diversas para diferentes personas e incluso para una misma persona.

11.3. Modelos explicativos de la actividad del voluntariado

De entre todos los modelos desarrollados para explicar cómo se produce y permanece la
conducta de voluntariado hemos destacado los más importantes y se concluye con un
modelo que aborda este fenómeno de una forma integral.

11.3.1. Modelo del proceso del voluntariado

Omoto y Snyder (1995) desarrollaron un modelo sobre el proceso de voluntariado en el


que distinguen tres fases:

1.Fase antecedente. En esta fase los autores incluyen tres aspectos fundamentales que
influyen en la decisión de las personas de ser voluntarios:

-Características de personalidad. Existen características de personalidad que están


más vinculadas con la disposición de ayuda, entre las que cabe destacar: la
empatía, la percepción de autoeficacia, la extroversión, el compromiso social y
el bajo autoritarismo, entre otras.
-Motivaciones. Qué explican los motivos que las personas aducen para ser
voluntarios (valores, conocimiento, incremento de la autoestima, interés por la
comunidad y desarrollo personal).
-Características ambientales como el apoyo social o las características grupales
también son consideradas variables antecedentes y que se refieren al grado de
apoyo con el que cuentan los voluntarios en su contexto.
2.Fase de experiencia o proceso de voluntariado. En esta fase los autores incluyen dos
aspectos relacionados con la experiencia de voluntariado: La satisfacción (grado en
el que están satisfechos con su labor) y la integración (grado de identificación con
los objetivos de la organización). Numerosos estudios relacionan estas variables
con la permanencia del voluntariado.

3.Fase de consecuencias. En esta fase se intenta predecir la duración y los cambios de


actitudes del voluntariado.

En el estudio de Omoto y Snyder (1995) con una muestra de voluntarios, que


desarrollan su actividad con enfermos de sida, aplican el modelo y obtienen una serie de
conclusiones, en relación con las variables que predicen la permanencia de los

210
voluntarios:

a)Respecto a las variables de la fase antecedente, son las motivaciones autocentradas


las que influyen más positivamente sobre el tiempo de permanencia; mientras que
las características de personalidad como la disposición de ayuda es la característica
que influye más positivamente sobre la integración y la satisfacción.

b)Respecto a las variables de la fase de experiencia, es la satisfacción con el


voluntariado la que se relaciona directa y positivamente con la permanen cia
mientras que la integración en la organización sólo influye a través de su relación
con la satisfacción.

11.3.2. Modelo de la identidad de rol del voluntario

Este modelo propuesto por Callero, Howard y Piliavin (1987) parte de que el
voluntariado es una conducta de ayuda y para explicar la permanencia se analizan las
normas personales (lo que la persona piensa que debe hacer), las normas sociales (lo que
los demás creen que debe hacer esa persona), el compromiso con la organización y la
identidad del rol del voluntario. Convertirse en voluntario durante un periodo largo de
tiempo aumenta el compromiso con la organización y produce cambios en el
autoconcepto del voluntario. Es decir, cuando se incorpora el rol del voluntario al
autoconcepto, las conductas del voluntariado se mantendrán con independencia de las
normas personales y sociales. Por tanto, un buen predictor de la permanencia es la
experiencia pasada en actividades de voluntariado.

11.3.3. Modelo funcional de las motivaciones

Este modelo propuesto por Clary y Snyder (1999) se centra en las diferentes
motivaciones individuales ya analizadas. Para los autores la satisfacción con las
motivaciones es el principal predictor de la permanencia. Estas motivaciones son diversas
para diferentes personas y también en una misma persona estas motivaciones van
cambiando a lo largo del tiempo. Por tanto para asegurar la permanencia de los
voluntarios habría que conocer muy bien cuáles son esas motivaciones.

Los motivos que manifiestan los voluntarios son muy variados y se han clasificado en
tres tipos:

1.Motivos heterocentrados, centrados principalmente en la expresión de valores y en


la ayuda a los demás.

2.Motivos autocentrados, centrados en uno mismo, por ejemplo para conocer a otras
personas o para tener más experiencia.

211
3.Motivos binarios en los que las personas manifiestan motivos de ayuda a los demás
y a sí mismos.

Los motivos que consideran más importantes los voluntarios son los heterocentrados
como motivos antecedentes. Sin embargo, los estudios de Clary y Snyder (1991)
muestran que la experiencia del voluntariado cambia al voluntario y puede que esta
experiencia cambie las motivaciones iniciales, de carácter más altruista. De hecho,
algunos estudios encuentran que los voluntarios con más experiencia y permanencia en la
organización expresan más motivos autocentrados que heterocentrados.

11.3.4. Modelo de las tres etapas de la permanencia del voluntariado

Para predecir la permanencia Chacón, Vecina y Dávila (2007) desarrollan un modelo que
parte del supuesto de que la variable que mejor explica la permanencia es la intención
conductual. El modelo se desarrolla en tres momentos a lo largo del tiempo e integra el
modelo funcional de las motivaciones y el modelo de identidad del rol del voluntario:

a)En un primer momento el mejor predictor de la permanencia serían la satisfacción


de las necesidades y los afectos positivos derivados de la experiencia participativa.
La satisfacción con las tareas, con las motivaciones y con la gestión de la
organización se relacionan con menores índices de abandono.

b)En un segundo momento, para que la permanencia se desarrolle durante periodos


más largos de tiempo es necesario que el voluntario se comprometa y los motivos
se vayan haciendo más internos porque la satisfacción de los motivos externos va a
resultar insuficiente cuando el voluntario comience a sufrir los efectos negativos de
la participación. Es necesario que se genere compromiso con la organización.

c)En un tercer momento, para predecir niveles de participación y permanencia muy


altos se debe producir la identidad de rol, es decir, se producen cambios en el
autoconcepto de los voluntarios que se ven a sí mismos como voluntarios ya que
integran esa característica como parte de su identidad personal. Por tanto, los
niveles más altos de compromiso y de permanencia se producen cuando el rol del
voluntario llega a formar parte de la identidad personal. Cuando esto se produce
las conductas de participación se mantienen en el tiempo ya que las personas
tienden a realizar acciones coherentes con su identidad.

Del modelo se derivan una serie de implicaciones prácticas que deben poner en
marcha los responsables de los programas para la permanencia del voluntariado que se
resumen a continuación:

-Los responsables deben preguntar al voluntario sobre el tiempo de permanencia ya


que las personas intentan evitar la inconsistencia entre lo que piensan y lo que

212
hacen y tratan de ser consistentes con su estimación inicial

-Los responsables de los programas de voluntariado deben prestar principal atención a


los primeros meses del voluntario ya que en estos primeros momentos es cuando
se producen las principales tasas de abandono o los principales motivos que les
hacen posteriormente abandonar.

-Los responsables de los programas de voluntariado deben tener estrategias proactivas


más que reactivas para gestionar los conflictos que suelen aparecer en la
organización, para ello se proponen algunas actuaciones como: definir bien los
roles, concretar las tareas, potenciar la comunicación, desarrollar habilidades, etc.

-Se debe favorecer el apoyo de la organización sobre el voluntario, ya que la


percepción de apoyo influye en la satisfacción y este es un elemento fundamental
para la permanencia.

-Los responsables deben conocer las motivaciones del voluntariado ya que el ajuste
entre las motivaciones personales y la situación inciden en la satisfacción del
voluntario y en su permanencia.

Resumen

En este capítulo se explica la conducta de ayuda del voluntariado y se hace una revisión
de las variables relacionadas con la decisión de ser voluntarios y con la permanencia del
voluntariado, entre las que se encuentran: variables sociodemográficas, de personalidad,
situacionales, actitudinales y motivacionales. Se concluye con los modelos más
destacados que explican el proceso y la permanencia del voluntariado.

Objetivos y variables

-Conocer las características que definen el voluntariado desde una perspectiva


psicosocial.

-Diferenciar los modelos explicativos del proceso y permanencia del voluntariado.

-Conocer las variables estudiadas con relación al voluntariado.

-Identificar las implicaciones prácticas del voluntariado.

Actividades formativas

1.Diferenciar la conducta de ayuda del voluntariado de otras conductas de ayuda.

2.Diferenciar los modelos explicativos del proceso y permanencia del voluntariado.

213
3.Identificar las variables sociodemográficas, de personalidad, situacionales,
actitudinales y motivacionales más relacionadas con la decisión de ser voluntario.

214
215
12.1. Concepto de familia

Es el grupo fundamental de la sociedad, una institución que ha existido a lo largo de la


historia, ha compartido siempre las mismas funciones entre ellas, la crianza de los hijos,
la supervivencia y la unión entre sus miembros (Minuchin y Fishman, 1985).

La familia se concibe como un sistema abierto que está en continuo cambio. Los
miembros están íntimamente relacionados entre sí y, por lo tanto, la conducta de cada
uno influirá en la de los demás. Sin embargo, en la actualidad se ha planteado que las tres
dimensiones que conforman la definición clásica de familia, la sexualidad, la procreación
y la convivencia, han experimentado profundas transformaciones y han evolucionado en
direcciones diferentes, lo que ha producido una creciente multiplicidad de formas de
familia y de convivencia. Las investigaciones coinciden en señalar que la mayoría de los
cambios en la estructura familiar son graduales y se ven afectados por el contexto social
en el que se encuentran inmersas (Meil, 1995). Algunos de estos cambios se resumen en
el cuadro 12.1.

Nos encontramos ante una institución cuyos contenidos varían en el tiempo y en el


contexto, existiendo una gran diversidad de modelos familiares en cada sociedad y en
cada cultura. Es por ello que no existe un concepto único y universal de familia que
permita integrar la gran variedad de relaciones, estructuras y funciones que caracterizan a
los sistemas familiares hoy en día.

Cuadro 12.1. Cambios en la estructura familiar

216
El análisis del funcionamiento familiar ha sido objeto de estudio de muchos
investigadores. Más concretamente, estamos de acuerdo con Musitu (2006) cuando
afirma que en toda familia deben satisfacerse ciertas condiciones mínimas de
funcionamiento, entre las más significativas se encuentran: a) la predictibilidad de la vida
de sus miembros; b) la coordinación de las actividades familiares; e) la creación de unos
niveles de exigencia y d) la creación de un clima de buena comunicación y apoyo
recíproco. Especial importancia tienen en el adecuado funcionamiento familiar la
comunicación, el afecto y el apoyo para adaptarse a los continuos cambios y situaciones
de estrés a los que se enfrentan las familias.

Existen múltiples situaciones de estrés que se clasifican como estresores normativos o


esperados y que suelen ocurrir en la mayoría de las familias (v.g., nacimiento de un hijo,
conflictos padres e hijos) y estresores no normativos que ocurren de manera inesperada
(v.g., enfermedad grave, muerte del cónyuge). Tanto unos como otros pueden tener una
duración breve o convertirse en estresores crónicos y todos obligan a la familia a
introducir algún cambio en su funcionamiento. Sin embargo, la capacidad y los recursos
de los que disponen las familias son diferentes, de tal forma que hay familias con más
capacidad de afrontar situaciones difíciles que otras. Según Olson (1991) hay dos
grandes dimensiones del funcionamiento familiar: a) La cohe Sión y grado de vinculación
emocional entre los miembros de la familia y b) la adaptabilidad o capacidad de la familia
para introducir cambios.

217
Figura 12.1. Modelo de adaptación familiar al estrés (Musitu et al., 2001).

Posteriormente Musitu et al. (2001) desarrollan el Modelo de adaptación familiar al


estrés (ver figura 12.1). El modelo considera que cuanto mayor es el número de
situaciones difíciles y estresantes que tenga que afrontar una familia, más probable es que
surjan dificultades en su funcionamiento. Los elementos culturales, económicos, políticos
y sociales también inciden en los amigos, en los familiares y en el tipo de relación que la
familia mantiene con estas personas. En concreto, se trataría de potenciar los recursos
que contribuyen de forma positiva al bienestar: La comunicación, el grado de apoyo
mutuo, la capacidad para cambiar roles, reglas y estructuras de poder. Por tanto, el
modelo analiza:

a)El tipo de estresores y el grado en el que se dan.

b)El sistema familiar y su capacidad para obstruir o potenciar el desarrollo de sus


miembros.

218
c)La percepción de estrés que tienen los integrantes de la familia.

d)Los recursos personales y sociales de los distintos miembros de la familia


(autoestima, capacidad de afrontamiento y percepción de apoyo social).

e)El grado de adaptación y ajuste de la familia. Una adecuada adaptación produce


bienestar y satisfacción familiar. En cambio, los problemas de adaptación y ajuste
pueden conllevar la aparición de violencia familiar, problemas de adicciones,
abandono de las funciones parentales, etc.

12.2. Familias multiproblemáticas

Son muchos los aspectos que se pueden analizar en el contexto familiar. Según Spoth
(2010), el análisis de la familia se puede realizar atendiendo al menos a tres cuestiones:

1.Los diferentes estadios vitales y las situaciones de estrés vinculadas a ellas: El


nacimiento, la infancia, la adolescencia, la vida adulta y la vejez son etapas que
llevan asociados unos estresores y circunstancias vitales que repercuten en la
dinámica familiar.

2.Las características sociodemográficas y necesidades sociales específicas, situaciones


de crisis económicas, desempleo o inmigración son algunos ejemplos.

3.Las situaciones de riesgo. En este caso hay familias que por sus circunstancias
psicosociales son definidas con diferentes niveles de riesgo dando lugar en muchos
casos a familias multiproblemáticas: familias monoparentales, familias donde se
produce maltrato, familias con hijos drogodependientes, son algunos ejemplos.

Para los profesionales de la intervención comunitaria tienen un especial interés las


familias multiproblemáticas. Según Gómez, Muñoz y Haz (2007) en estas familias se dan
cuatro características que suelen aparecer entrelazadas en la práctica:

a)Polisintomatología y crisis recurrentes. Estas familias no presentan un síntoma


particular, sino un conjunto de problemas y factores de estrés como la violencia
intrafamiliar, o el consumo de drogas. Normalmente la presencia de los problemas
es de una gran complejidad y gravedad, y las crisis tienen un carácter recurrente,
ya que pueden aparecer como reacción a dificultades materiales o físicas (v.g.,
enfermedades crónicas), relaciones conflictivas en el contexto social (v.g.,
discriminación, marginación), y relaciones conflictivas en el sistema familiar (v.g.,
abusos, violencia).

b)Desorganización. Son familias con una comunicación disfuncional y carecen de


normas de organización y de una definición clara de roles. Muchas veces la

219
estructura de estas familias se caracteriza por numerosas rupturas y
reconstituciones y son mayoritariamente monoparentales. También se observan
patrones incongruentes de comunicación verbal y no verbal, lo que se traduce en
una ambigüedad respecto a las normas y a las interacciones. La falta de empatía en
la comunicación se traduce en sensación de abondono. Cuando la comunicación
no funciona se pasa al uso de la violencia verbal, los gritos y golpes se hacen
habituales en los patrones de comunicación de estas familias. Estos patrones de
interacción se transmiten de forma transgeneracional.

c)Abandono de las funciones parentales. Estas familias tienden a abandonar sus


funciones parentales mostrando un alto nivel de incompetencia que a veces se
acompaña de situaciones de maltrato infantil e inhabilitación legal de los padres. Se
delega sistemáticamente el cuidado de los hijos a terceros como otros familiares,
vecinos o profesionales. Todo ello dificulta la formación del apego y el normal
desarrollo y adaptación social del niño.

d)Aislamiento. Esta característica se refiere al distanciamiento físico y emocional y a


la escasa red de apoyo social con la que cuentan. Habitualmente el apoyo social
proviene de redes informales que suelen estar formadas por familiares, conocidos
y vecinos. Sin embargo, estas redes no proporcionan el apoyo necesario para
afrontar las situaciones de crisis por las que atraviesan, porque suelen reforzar
también conductas no resilientes para solucionar los problemas. Incluso cuando
tienen una red de apoyo social disponible estas familias carecen de habilidades
sociales para mantener una interacción adecuada (v.g., son normales las críticas,
descalificaciones y reproches) por lo que los vínculos de apoyo se vuelven frágiles
e inestables.

12.2.1. Intervención social con familias en riesgo

La Ley define expresamente las situaciones de riesgo como "aquellas en las que existen
carencias o dificultades en la atención de las necesidades básicas que los menores
precisan para su correcto desarrollo físico, psíquico y social, y que no requieran su
separación del medio familiar" (Ley 1/1998 de 20 de abril). La Ley obliga a la
administración a actuar en estos casos al establecer que la apreciación de la situación de
riesgo conllevará la elaboración y puesta en marcha de un proyecto de intervención social
que deberá recoger las actuaciones y recursos necesarios para su eliminación. De acuerdo
a este mandato legal, se ponen en marcha diversos programas de actuación: "Programa
de Intervención con familias desfavorecidas y en situación de riesgo social" (Consejería
de Asuntos Sociales, 2000), "Tratamiento a Familias con Menores" (Consejería de
Asuntos Sociales, 2002).

La finalidad principal de estos programas se dirige a preservar los derechos y el

220
desarrollo integral de aquellos menores en situación de riesgo por circunstancias de
dificultad familiar. Se trata de evitar la separación de la familia, mediante un tratamiento e
intervención específica e integradora que permita la adquisición de pautas rehabilitadoras.
Este tratamiento debe compensar la situación de desventaja social que pueda afectar
directa o indirectamente el desarrollo de los niños. Asimismo, la intervención
administrativa ante casos de desprotección debe garantizar la efectividad de los derechos
de los menores a través de dos objetivos. Por un lado, evitar y, en su caso, poner fin a
situaciones de maltrato y desprotección y, por otro, colaborar con la familia de los
menores para proporcionarles una asistencia que ésta no puede asumir de forma
temporal. Junto a ello se arbitran mecanismos para que queden salvaguardados los
derechos de los padres con relación a sus hijos durante todo el procedimiento. Para ello
se constituyen equipos multidisciplinares compuestos normalmente por psicólogos,
trabajadores sociales y educadores. Estos equipos se suelen integrar dentro de los
servicios sociales en los proyectos de intervención familiar y en los programas de
tratamiento familiar. En concreto, las líneas generales de actuación que guían estos
programas son:

a)Utilizar un marco teórico y una perspectiva ecológica que guíe los procesos de
evaluación e intervención y que permita tener una visión integral de la situación de
los niños y de sus familias.

b)Adaptar las estrategias y técnicas de tratamiento a las necesidades de la familia.

e)Ayudar a las familias para que sean competentes en sus funciones parentales.

d)Colaboración y coordinación entre todas las instituciones y profesionales


implicados.

e)Trabajo en equipo e interdisciplinariedad y búsqueda del consenso entre


profesionales respecto a la toma decisiones sobre los casos y protocolos de
actuación.

El tratamiento psicosocioeducativo que se presta en estos programas es una fase de la


intervención donde se pretende un cambio terapéutico, momento en que el equipo tiene
definidos los objetivos, cambios y recursos necesarios para realizar la intervención
familiar. Un resumen de este tratamiento se detalla en el cuadro 12.2.

Cuadro 12.2. Tratamiento psicosocioeducativo con familias en riesgo

221
12.2.2. Concepto y características de las familias monoparentales

Las familias monoparentales, por sus circunstancias psicosociales son consideradas, en


muchos casos, familias en situación de riesgo que acaban convirtiéndose en familias
multiproblemáticas. Las familias monoparentales han existido siempre, aunque en los
últimos tiempos han sufrido un incremento notable ya que se encuentran dentro de estas
familias situaciones familiares y sociales muy diversas: progenitores solteros, viudos,
adoptivos, divorciados. Según datos del Instituto de la mujer (2010), la cifra de familias
monoparentales va en aumento no sólo en España sino también en el resto de Europa
(Eurostat, 2009). Aproximadamente una de cada diez familias españolas está a cargo de
un solo progenitor, habitualmente de la madre, por esta razón de género algunos autores
prefieren hablar de "familias monomarentales" o de madres solas (González, Jiménez y
Morgado, 2003).

Se conocen como familias monoparentales aquellas en las que un solo progenitor es


responsable de sus hijos e hijas (Consejo de Europa, 1995). Sin embargo, dentro de esta
definición caben situaciones muy diversas, pues en ella tendrían cabida tanto una persona
mayor viuda con hijos mayores de edad, como una madre soltera con hijos menores a su
cargo, o una madre adolescente con un bebé. Con estos ejemplos vemos que las
condiciones emocionales, sociales y económicas probablemente sean muy diferentes
dependiendo del caso. Por ello, con poste rioridad se han definido las familias
monoparentales como: La situación familiar de convivencia de uno o de varios hijos
menores con uno sólo de sus progenitores, sea el padre o la madre, por cualquier causa
(Comisión de los Derechos de la Mujer, 1998). Los elementos que mejor caracterizan a
las familias monoparentales son las siguientes:

222
-Presencia de un único progenitor

-Convivencia con uno o varios hijos

-Presencia de hijos menores e hijos no emancipados

-Diversidad de circunstancias que dan lugar a la monoparentalidad

- Situación de vulnerabilidad

-Escasa percepción de apoyo social

Hay acuerdo en que las causas de la monoparentalidad son múltiples y por ello una
gran diversidad de las mismas. En este sentido Ussel (1988) establece cuatro categorías
de familias en función de las diferentes circunstancias que la originan:

1.Monoparentalidad vinculada a la natalidad, circunstancia que da lugar a los núcleos


monoparentales de las madres solteras.

2.Monoparentalidad vinculada a la relación matrimonial, categoría que acoge todas las


situaciones de ruptura voluntaria e involuntaria de la pareja.

3.Monoparentalidad vinculada al ordenamiento jurídico, tipología que acoge la


maternidad y paternidad social a través de los procesos de adopción.

4.Monoparentalidad vinculada a situaciones sociales y cuya naturaleza se fundamenta


en la ausencia de uno de los cónyuges por motivos de trabajo, privación de
libertad, enfermedades prolongadas y emigración.

En las familias monoparentales nos encontramos, la mayoría de las veces, que el


progenitor se encuentra en una situación de vulnerabilidad, ya que es al mismo tiempo: el
principal cuidador, la fuente de apoyo más importante y el único proveedor económico
de la familia. Esto hace que muchas de estas familias se consideren familias en riesgo de
exclusión social, ya que suelen ser las madres las únicas fuentes de apoyo. Los datos de
UNICEF en Europa informan de una mayor incidencia de la pobreza entre los niños
provenientes de hogares de progenitor único. Estos datos se repiten también en EEUU
donde la mayoría de las familias sin hogar están encabezadas por madres jóvenes solteras
con varios hijos en edad preescolar (Masten, 2010).

Esta situación es cada vez más frecuente en ambos extremos de la escala social. Se da
tanto en situaciones donde mujeres profesionales e independientes económicamente
deciden vivir la maternidad en solitario, como en el polo opues to, en situaciones de
marginalidad. Es en los estratos más marginales y excluidos donde la situación es
preocupante sobre todo en inmigrantes y minorías étnicas. Esta situación de pobreza, a

223
menudo, les hace incumplir sus responsabilidades familiares pasando a depender de la
seguridad social o de la protección pública.

En el caso de las familias monoparentales nos encontramos que uno de los factores de
protección más importantes, es la presencia de una red social de apoyo. Cuando esta red
de apoyo está disponible le permite al progenitor contar con ayuda en el cuidado y
crianza de los hijos y encontrar apoyo en las rutinas diarias: disponer de alguien que
pueda recoger los niños del colegio, llevarlos al médico o cuidarlos cuando están solos. Si
la conciliación de la vida familiar y laboral es complicada en las familias biparentales, esta
situación se hace eminentemente más difícil en las familias monoparentales. Además, la
escasez de apoyo social prestado a los progenitores correlaciona de forma importante con
el desarrollo de conductas de abuso y maltrato a menores. Por estas razones, la
evaluación del apoyo social está incluida dentro de los criterios de valoración de los
solicitantes de acogimiento y adopción en la Comunidad Andaluza (Consejería de
Asuntos Sociales, 1999).

En el caso de las familias monoparentales las investigaciones han confirmado la


importancia de las redes de apoyo social para mantener o mejorar las condiciones
económicas o para hacer frente a las dificultades que presentan las mujeres al frente de
hogares monoparentales. Se ha encontrado evidencia sobre el papel beneficioso del
apoyo social en la reducción de complicaciones en el embarazo y parto de mujeres bajo
condiciones de alto estrés, como es el caso de las madres solteras. En concreto, respecto
al tipo de apoyo más beneficioso, se ha hallado en mujeres jóvenes solteras con bajos
ingresos y cargas familiares que el apoyo social instrumental tiene importantes efectos
positivos. También en el embarazo y postparto tanto el apoyo emocional como el
instrumental son importantes. Durante el embarazo el apoyo social del padre es
importante pero a falta de éste tener un confidente íntimo también incide positivamente
en la percepción de apoyo. Por tanto, en las madres jóvenes el apoyo social de la familia
es crucial. Las necesidades de apoyo se relacionan continuamente con las condiciones de
vida de las familias monoparentales, aquellas situaciones que son permanentes (v.g., vivir
como madre sola con menores a su cargo y con sobrecarga de roles) o aquellas otras
relacionadas con momentos de crisis que se suceden a lo largo de la vida (v.g.,
separación, viudedad, etc.).

Como se ha comprobado, la existencia de apoyo social se relaciona positivamente con


mayor salud y calidad de vida, ya que aquellas personas que tienen una red de contactos
sociales (pareja, amigos, familia) que les atienden material y emocionalmente tienen una
vida más saludable que aquellos que no disponen de tal apoyo. Los estudios muestran
que recibir apoyo, afecto e información positiva de personas relevantes para el individuo
es una fuente central para adquirir una autoimagen positiva que contribuye a la
integración en una red social amplia y percibida como beneficiosa (García, 2003). En
este sentido, la mayoría de las intervenciones se dirigen a la optimización y creación de
redes de apoyo.

224
Los hogares monoparentales han sufrido una pérdida o deterioro de relaciones
sociales (fallecimiento de la pareja, divorcios, separaciones), que pueden complicarse
ante la sobrecarga de roles por los cuidados que demandan los menores a su cargo, lo
cual conduce a otros problemas: pérdida de trabajo, cambios de residencia, etc., por lo
que sería fundamental realizar en este tipo de familias intervenciones centradas en el
apoyo social, ya que las madres solas requieren no sólo apoyo emocional, sino también
informacional sobre cómo aprender a manejar los problemas con los que se enfrentan,
resultando útil en este caso la ayuda institucional a través de servicios sociales y grupos
de autoayuda (Sánchez, 1996).

12.3. Familias, estadios vitales y apoyo social

La familia se ha considerado una fuente primaria de apoyo social (Beehr, 1985), pues sus
miembros están en condiciones de ofrecerse la ayuda que necesitan - cariño, cuidado,
asistencia-. La mayoría de los estudios realizados acerca del apoyo social en el contexto
familiar informan de los efectos beneficiosos del mismo, haciendo hincapié en el efecto
directo y protector del mismo. En los estudios se resalta la importancia de la
participación, la interacción, la provisión de apoyo, la calidad del apoyo y el
establecimiento de redes. Estos aspectos tienen un claro referente en el grupo familiar, ya
que en este ámbito es donde tienen lugar procesos de interacción capaces de satisfacer
las necesidades psicosociales de los miembros. La familia constituye el principal contexto
social del desarrollo humano y se convierte en la principal red de relaciones y fuente de
apoyo.

Son numerosos los trabajos de investigación que muestran el efecto beneficioso del
apoyo social sobre la salud y el bienestar psicológico de la persona (v.g., Barrón, 1990,
1996; Cohen y Syme, 1985; Díaz-Veiga, 1993). Su déficit impide satisfacer necesidades
psicosociales básicas como el afecto o la integración social (Fernández Ballesteros et al.,
1992) y hace que las personas tengan peor calidad de vida y sean más vulnerables a la
soledad y al estrés (Cohen, 1985). Estos efectos son más acuciantes dentro del entorno
familiar en las diferentes etapas del ciclo vital:

12.3.1. Vida adulta y personas mayores

En la vida adulta la percepción de apoyo emocional en la familia ayuda a preservar la


salud de los padres que envejecen. La mayoría de los cuidados se dan por un cónyuge
femenino o por las hijas. En las relaciones de pareja las diferencias de longevidad hacen
que el hombre tenga más apoyo de su pareja que la mujer. También es importante llamar
la atención sobre la importancia que la relación de pareja tiene como fuente de apoyo a lo
largo del ciclo vital. Se han analizado los beneficios del matrimonio en la salud,
hallándose que el matrimonio se asocia a una mejor salud y a menos depresión. Se ha
demostrado además que la ruptura conyugal o de la pareja es uno de los eventos más

225
estresantes y que el divorcio se correlaciona con altas tasas de trastornos fisicos y
mentales. De hecho, de acuerdo con tales estudios, las mujeres experimentan más la
ansiedad por la separación y reciben menos apoyo instrumental y emocional que los
hombres. Además las redes de apoyo de los hombres son significativamente mayores que
las de las mujeres (Landero, y González, 2006).

La escasez de redes sociales o de relaciones familiares en la vejez genera sentimientos


de soledad, aislamiento social e insatisfacción con la vida. En cambio, la presencia de
apoyo social les permite a las personas mayores desarrollar estrategias de afrontamiento,
vencer la soledad, favorecer la comunicación, disminuir la angustia y aumentar el control
ante diversas situaciones (Flórez, 1992). En la edad avanzada el deseo de contactos con
los amigos parece disminuir. Sin embargo, el apoyo de los amigos está más vinculado con
el disfrute y la calidad de vida. A la familia se recurre cuando se la necesita, a los amigos
cuando se quiere disfrutar de compañía. Por tanto, ambas fuentes de apoyo son
imprescindibles para garantizar una adecuada calidad de vida en esta etapa de la vida. Un
ejemplo de intervención con personas mayores que están solas son los programas
intergeneracionales, los programas de animales de compañía, o los grupos de autoayuda.

12.3.2. Niños y adolescentes

En los procesos de socialización familiar de niños y adolescentes el apoyo social


constituye uno de los aspectos psicosociales más significativos. La investigación empírica
muestra consistentemente que el apoyo social es un predictor importante del bienestar
psicológico de los niños y de los jóvenes (Ryan, Kalil y Leininger, 2009). En la infancia,
la seguridad afectiva y la provisión regular de apoyo emocional, contribuyen al éxito de
los niños en la escuela y en su relación con los iguales al estimular la competencia social.
En la adolescencia, las principales fuentes de apoyo son la familia y el grupo de iguales.
Las madres son consideradas por los jóvenes dentro del contexto familiar la principal
fuente de apoyo. El adolescente necesita también el apoyo del grupo de amigos porque el
apoyo social no es intercambiable.

La red de apoyo constituye, sin duda, uno de los principales recursos con los que
cuenta el adolescente para afrontar cambios y situaciones nuevas. La mayor parte de la
investigación sobre la red social del adolescente se ha centrado en la familia,
preferentemente en los padres, y en las relaciones con los amigos. En gene ral, se acepta
que estas relaciones tienen un gran impacto en el desarrollo de los adolescentes
(Smetana, Campione-Barr, y Metzger, 2006; Woolley, Kol, y Bowen, 2009). Los
adolescentes que perciben mayor apoyo de sus padres utilizan también estrategias de
afrontamiento más efectivas (Barrera y Li, 1996). Por el contrario, la carencia real o
percibida de apoyo parental representa un importante factor de riesgo en el desarrollo de
los problemas de conducta. Además, las investigaciones que han analizado el apoyo
parental diferenciando la figura del padre y de la madre han concluido que estas fuentes

226
de apoyo contribuyen de un modo independiente al ajuste de los hijos. En general,
durante la adolescencia hay una tendencia a que el apoyo de los padres decrezca,
mientras que el apoyo de los amigos aumenta (Klineberg et al., 2006). Especialmente el
apoyo del padre es el que muestra una pérdida mayor (Colarossi y Eccles, 2003). En un
estudio reciente (Hombrados et al., 2012) sobre las principales fuentes de apoyo en el
ámbito familiar y escolar y los tipos de apoyo más importantes para el adolescente los
datos han mostrado que dentro del contexto familiar la madre aporta significativamente
más apoyo que el padre, tanto en frecuencia como en satisfacción con los tres tipos de
apoyo analizados (emocional, instrumental e informacional), mientras que en el contexto
escolar son los amigos los que proporcionan significativamente más apoyo que los
profesores.

En cuanto al análisis de las fuentes de apoyo (padre, madre, compañeros, profesores)


se confirma que la madre es la principal fuente de apoyo, seguida del padre, los amigos y
los profesores. Este patrón se reproduce desde los 12 hasta los 14 años de una manera
estable, pero a partir de los 15 se producen fluctuaciones importantes, llegando a ser el
apoyo de los amigos similar o superior al proporcionado por el padre. Los datos revelan
el importante papel de la madre como la principal proveedora de apoyo. De los tres tipos
de apoyo que suministra, el más destacado ha sido el emocional seguido del instrumental
e informacional, siendo similar el apoyo proporcionado tanto a las chicas como a los
chicos. En cambio, los datos hallados muestran importantes diferencias en el apoyo
proporcionado por el padre según el género. En los chicos no se encuentran diferencias
entre los tres tipos de apoyo proporcionados por el padre. En cambio, en las chicas el
principal apoyo que proporciona el padre es el instrumental seguido del informacional y
por último del emocional. Además el apoyo del padre es inferior al proporcionado por la
madre y los amigos, únicamente el apoyo del padre es superior al proporcionado por los
profesores. Estos datos son interesantes para llamar la atención de la función del padre
respecto a las relaciones de apoyo que mantienen con los hijos y especialmente con las
hijas. También los datos han mostrado el papel diferencial que juegan los padres en las
relaciones de apoyo con los hijos. Respecto a los tipos de apoyo proporcionados por
cada fuente, éste se mantiene en las diferentes edades de manera estable. Los padres
principalmente proporcionan apoyo emocional e instrumental, los amigos apoyo
emocional e informacional y los profesores apoyo informacional.

Los resultados concuerdan con los de otras investigaciones que han encontrado que
las mujeres son más elegidas como fuentes de apoyo (Burda, Vaux y Shill, 1984). Más
concretamente en el caso de las madres, se ha visto que durante la adolescencia
temprana éstas son consideradas como la más importante fuente de apoyo (Furman y
Buhrmester, 1985). En cambio, el apoyo del padre tiende a ser más pequeño durante la
adolescencia. Estos datos han de ser tenidos en cuenta para diseñar intervenciones en el
ámbito familiar.

Resumen

227
En el capítulo se aborda el concepto de familia y se exponen las características de las
familias en riesgo y familias multiproblemáticas por su interés para la intervención
comunitaria. Se analizan las familias monoparentales ya que por sus circunstancias
psicosociales son consideradas, en muchos casos, familias en situación de riesgo que
acaban convirtiéndose en familias multiproblemáticas. Se explican los efectos
beneficiosos del apoyo social en el ámbito familiar.

Objetivos y competencias

-Conocer el concepto y tipos de familias.

-Conocer las características de las familias multiproblemáticas y en riesgo.

-Ser capaz de analizar modelos de funcionamiento familiar y aplicar estrategias de


intervención que permitan hacer frente a las necesidades o problemas de las
poblaciones en riesgo.

-Ser capaz de detectar poblaciones en riesgo de marginación y exclusión social.

Actividades formativas

1.Explicar las características de las familias multiproblemáticas.

2.Indicar las líneas de actuación con familias en riesgo.

3.Aplicar el Modelo de adaptación familiar al estrés a familias en riesgo y definir


estresores y recursos de afrontamiento.

228
229
13.1. La prevención del consumo de drogas en la población juvenil

El consumo de drogas constituye actualmente un importante problema de salud pública y


es en la etapa de la adolescencia donde se inicia el consumo. La necesidad de la
prevención viene determinada por la incidencia de la droga en nuestra sociedad. El
problema de las drogodependencias en la población juvenil requiere de actuaciones
preventivas eficaces que incidan en la interacción de una serie de elementos que influyen
de manera constante: la sustancia, las características personales del sujeto y la naturaleza
del contexto sociocultural en el que se produce el consumo.

En el ámbito de las drogodependencias las estrategias de intervención se centran cada


vez más en las medidas tendentes a la prevención. Por ello, ésta se convierte en el
principal objetivo y es considerada como la única herramienta capaz de incidir
directamente en las causas que propician el consumo y como una de las soluciones más
eficaces. Dado que la edad de inicio del consumo se sitúa principalmente en la
adolescencia, esta población se convierte en objeto de especial atención en los estudios
de prevención. La edad de iniciación, en la mayoría de los casos, se sitúa entre los 12 y
los 17 años. Generalmente la secuencia va del consumo de tabaco y alcohol al consumo
de marihuana y, posteriormente, al consumo de otras drogas, el riesgo de acabar
consumiendo marihuana será mucho más elevado que si uno nunca ha bebido o fumado
y el riesgo de acabar consumiendo cocaína es mucho mayor para alguien que ha
consumido marihuana que para alguien que nunca lo ha hecho (Newcomb y Bentler,
1986). Por tanto, estos datos sugieren que la intervención debe centrarse en la
prevención del consumo del tabaco y el alcohol, especialmente entre la población juvenil.

Una gran parte de los programas de prevención dirigidos a la población juvenil se


centran en la reducción de la demanda y en intervenciones de prevención primaria que
tienen como objetivo la población que aún no ha comenzado a consumir drogas. La
mayor parte de las iniciativas desarrolladas han consistido en campañas dirigidas al
conjunto de la población y en programas aplicados en el contexto escolar.

13.2. Estrategias de prevención primaria

230
A menudo, es complicado diseñar programas de prevención primaria dirigidos a
poblaciones que no han padecido aún el problema. Sin embargo, en el tema de las
drogodependencias, tanto por las características de la población (adolescentes) como por
el contexto donde se desarrollan estos programas (escolar) es posible el diseño de
estrategias de prevención. Son muchos los factores de riesgo y protección asociados al
consumo, pero la identificación de estos factores ha permitido diseñar estrategias de
prevención eficaces.

Entre los factores de riesgo sociales se han señalado: la percepción y actitudes ante las
drogas, los estereotipos sociales, la presencia social y la oferta de las drogas, la presión
grupal, la ocupación del ocio y tiempo libre, los valores culturales y la situación social y
personal.

Entre los factores de protección social se han señalado: los valores sociales y las
conductas sociales alternativas (solidaridad, cooperación), los modelos de ocio
alternativo, la integración escolar, el desarrollo personal, la integración familiar y laboral y
la acción comunitaria (Edis, 2000).

Para analizar los factores de riesgo y protección relacionados con el consumo de


distintas drogas (alcohol, tabaco y drogas ilegales) se han realizado numerosos estudios.
Específicamente en la población adolescente se han estudiado las habilidades sociales y la
ocupación del tiempo libre (Hombrados y Domínguez, 2003). Las principales
conclusiones respecto a las habilidades sociales y la ocupación del tiempo libre es que los
consumidores tienden a manifestar más problemas para decir no a sus amigos o
enfrentarse a ellos cuando están en desacuerdo, lo que les hace una población más
vulnerable frente al grupo de iguales, ya que el consumo de drogas es socialmente
inducido y controlado por el grupo de referencia, por lo que esta población tendría menos
estrategias de afrontamiento en este sentido. Respecto a la ocupación del tiempo libre,
tanto el deporte como el pertenecer a asociaciones o fomentar valores positivos como la
solidaridad son considerados factores de protección que tienen escasa presencia en la
población de consumidores, al tiempo que realizan conductas de riesgo como salir de
fiesta con mucha frecuencia. En este punto, tenemos que recordar, como muestran
diversos estudios, (v.g., Clayton, 1991) que ha aumentado considerablemente el
consumo de fines de semana entre los jóvenes, convirtiéndose así en una población de
riesgo que comienza su consumo con drogas legales a muy temprana edad, durante los
fines de semana y que pueden convertirse posteriormente en consumidores habituales de
todo tipo de drogas. Por ello, la intervención se debe centrar en la realización de medidas
de prevención que pongan el acento en los factores de protección y que sirvan de
alternativa a las conductas de riesgo.

En cuanto a las estrategias de prevención diseñadas para hacer frente a estos factores,
Martín (1994) hace una revisión de las mismas clasificándolas en: estrategias de difusión
de información; estrategias de educación afectiva; generación de alternativas; estrategias

231
para la adquisición de habilidades de resistencia social y aprendizaje de competencias con
especial énfasis en el entrenamiento de habilidades personales y sociales.

13.2.1. Estrategias de difusión de la información

Las estrategias de difusión de la Información son imprescindibles en los programas de


prevención, ya que proporcionan un incremento objetivo del conocimiento sobre las
drogas y promueven un cambio de actitud. Sin embargo, estas estrategias por sí solas son
insuficientes para conseguir que la población a la que se dirige desarrolle habilidades
adecuadas de afrontamiento. Los programas de prevención basados en la información no
consiguen demostrar efectos positivos sobre el comportamiento, aunque han demostrado
tener efectos importantes sobre el aumento de conocimiento, sobre las consecuencias
negativas de las drogas y las actitudes antidrogas. Esto es importante porque la
percepción de peligrosidad, de riesgo o la actitud de rechazo se consideran factores de
protección importantes frente al consumo.

13.2.2. Estrategias de educación afectiva

Las estrategias de educación afectiva tratan de promover el desarrollo afectivo. Se


centran en el aumento del autoconocimiento y aceptación de sí mismo a través de
actividades de fortalecimiento de valores y de responsabilidad en la toma de decisiones
por ejemplo en el uso de las drogas. Estas estrategias inciden más en una actitud negativa
ante las drogas que en la propia conducta de consumo.

13.3.3. Estrategias de generación de alternativas

Las estrategias de generación de alternativas frente al consumo, como el desarrollo de


hobbies, el uso del tiempo libre, la pertenencia a asociaciones o el voluntariado son
estrategias utilizadas habitualmente en los programas de prevención. Más concretamente,
la utilización racional del tiempo libre es considerada como un factor de protección
adecuado, ya que especialmente en la adolescencia contribuye a favorecer la integración
social y la cooperación mutua. Posibilita un desarrollo integral del individuo, mejora el
autoconcepto y facilita la adquisición de una identidad personal y social (Ajangiz,
Apodaka, Ruiz de Gauna, y Sampedro, 1990). Sin embargo, estas estrategias son útiles
en el contexto de un programa amplio, ya que por sí mismas y de forma aislada son
difíciles de valorar.

13.3.4. Estrategias de adquisición de habilidades

Las estrategias para la adquisición de habilidades de resistencia social están orientadas a


hacer más conscientes a los jóvenes de los diferentes modos de presión social. Consisten
en la enseñanza de habilidades específicas de resistencia a la presión del grupo de iguales

232
y de los medios de comunicación social. Estas estrategias se han mostrado muy efectivas.

13.3.5. Estrategias de aprendizaje de competencias

Las estrategias de aprendizaje de competencias tratan de enseñar habilidades genéricas


para enfrentarse con la vida de forma amplia. La falta de habilidades sociales y la presión
del grupo de iguales constituyen un factor de riesgo importante en la adolescencia, ya que
hace a los sujetos más vulnerables, por ello la enseñanza de habilidades genéricas de
solución de problemas, habilidades sociales, toma de decisiones, etc., han mostrado su
efectividad principalmente sobre variables relacionadas con el no uso de drogas. Incluye
el aprendizaje de habilidades de solución de problemas y toma de decisiones; habilidades
cognitivas generales para la resistencia a la presión interpersonal; habilidades para el
incremento del autocontrol, habilidades de afrontamiento al estrés, etc. Estas habilidades
se presentan utilizando la combinación: a) Instrucción; b) Demostración; e) Feedback; d)
Reforzamiento; e) Ensayo de Conducta y f) Asignación de tareas para ponerlo en
práctica en contextos reales.

De forma más específica las aportaciones y limitaciones de estas estrategias se


muestran en el cuadro 13.1.

Cuadro 13.1. Aportaciones y limitaciones de las estrategias prevención en


drogodependencias

233
13.3. Pautas de intervención en la prevención de las drogodependencias en la
adolescencia

Para prevenir las causas de las conductas de riesgo es preciso adoptar una perspectiva
ecológica considerando tanto las características del adolescente como su relación con el
ambiente que le rodea. Desde el Modelo ecológico (Bronfenbrenner, 1981) se puede
analizar dentro de cada sistema las conductas y situaciones de riesgo asociadas al
consumo:

a)El microsistema o entorno inmediato en el que se encuentra el adolescente: ausencia


de normas en el ámbito familiar.

b)El mesosistema o relación de microsistemas entre sí: relación inexistente entre

234
familia y escuela.

c)El exoxistema o relación con otros sistemas: relación con grupo de iguales en riesgo,
influencia negativa de los medios de comunicación.

d)El macrosistema o influencia de los valores de la sociedad: situaciones de


marginación, discriminación.

Al uso de drogas se hallan asociados múltiples factores pero los más importantes en la
población adolescente tienen que ver con las relaciones interpersonales, la familia, la
escuela y los amigos. Por tanto a continuación exponemos estrategias de intervención
preventiva que han resultado efectivas en estos ámbitos:

Cuadro 13.2. Estrategias de prevención en los ámbitos de adolescentes, familia, grupo de


iguales y contexto escolar

235
Por tanto los programas de prevención en jóvenes adolescentes deben realizarse
teniendo en cuenta los siguientes elementos:

a)Acrecentar los factores de protección y reducción de los factores de riesgo

b)Reforzar los compromisos personales contra el consumo de drogas y elevar la


competencia social (comunicación, relaciones con el grupo de iguales, autoeficacia,
autoafirmación)

c)Incluir métodos interactivos (discusión grupal)

d)Favorecer la participación de la familia

e)Deben desarrollarse a lo largo de toda la etapa escolar y especialmente en las etapas


de transición

236
f)Cuanto mayor es el riesgo de la población más intenso debe ser el programa y más
pronto debe ponerse en marcha

g)Deben ir dirigidos a una edad en concreto adecuada al desarrollo del sujeto

h)Deben dirigirse a la naturaleza específica del problema del consumo de drogas en la


comunidad local

Resumen

Se analiza el problema de las drogas desde la perspectiva de la prevención. Se explican


las estrategias de prevención más utilizadas indicando las aportaciones y limitaciones de
cada una de ellas y se dan pautas de intervención para prevenir el consumo en la etapa
adolescente. Los programas de prevención en drogodependencias se abordan desde una
perspectiva ecológica.

Objetivos y competencias

-Conocer las estrategias de prevención en el ámbito de las drogodependencias.

-Conocer las pautas de intervención en la prevención del consumo. - Saber aplicar las
estrategias de prevención.

Actividades formativas

1.Explicar las aportaciones y limitaciones de las estrategias de prevención primaria en


el ámbito de las drogodependencias.

2.Desde una perspectiva ecológica indicar los contextos y estrategias de prevención


más adecuados para intervenir con la población adolescente.

3.Diseñar un programa de prevención primaria en el contexto escolar teniendo en


cuenta las estrategias y líneas de actuación expuestas.

237
238
14.1. Inmigración e interacción intercultural

El estudio de las migraciones desde una perspectiva psicosocial se centra


fundamentalmente en el estudio de las relaciones intergrupales que tienen lugar en
relación con la pertenencia a un grupo y en el análisis del proceso de socialización a una
nueva cultura cuando los individuos cambian de contexto sociocultural.

La comprensión de los movimientos migratorios actuales conlleva la necesidad de un


planteamiento sistémico y dinámico donde los aspectos personales y grupales se
entremezclan en el proceso de aculturación. El hecho de que grupos culturalmente
dispares entren en contacto unos con otros va a provocar todo un conjunto de
consecuencias que van a variar en función de las condiciones en las que se produce esta
interacción. El término aculturación fue utilizado por primera vez a finales del siglo XIX
dentro del campo de la antropología social norteamericana. Pero fue Graves (1967) quien
acuñó el término de aculturación psicológica para referirse al aprendizaje de un nuevo
repertorio conductual apropiado al nuevo contexto cultural y al abandono de otros
repertorios previos que no son adecuados al país de acogida.

Los modelos que estudian los factores que afectan al proceso de socialización a una
nueva cultura se denominan Modelos de Aculturación y analizan los cambios que se
producen en el individuo, en la sociedad de origen y en la de acogida. En un primer
momento se considera la aculturación como un proceso lineal que únicamente afecta a
las personas que se desplazan. Sin embargo, Berry en el Mo delo Bidimensional de
Aculturación (1997) incorpora la perspectiva bidireccional, convirtiéndose en uno de los
principales modelos de aculturación. Así, las personas inmigrantes deben tomar
decisiones como las siguientes: decidir si mantienen la propia cultura en el nuevo contexto
y decidir si establecen relaciones con personas pertenecientes al país de acogida. Las
decisiones adoptadas generan distintas estrategias en las relaciones intergrupales, entre
miembros de la sociedad de acogida y las personas inmigrantes:

1.Asimilación. Deseo de abandonar la identidad de origen, adoptando la cultura del


país de acogida.

2.Segregación o separación. Mantenimiento de la cultura original evitando el contacto

239
con la cultura del país de acogida.

3.Marginación. Pérdida del interés por mantener la propia cultura así como la cultura
del país de acogida.

4.Integración. Mantenimiento de la propia identidad cultural al tiempo que se produce


un interés y acercamiento hacia la sociedad y cultura del país de acogida.

El Modelo de Berry distingue tres grupos de variables en el proceso de aculturación:

a)Variables grupales que se refieren a las características de la sociedad de acogida y la


de origen (situación económica, política, demográfica).

b)Variables moderadoras previas a la aculturación (edad, género, motivación,


expectativas, distancia cultural).

c)Variables moderadoras durante la aculturación (estrategias de aculturación,


afrontamiento, apoyo social, prejuicios).

Por tanto, el modelo propone que la aculturación es un proceso bidireccional que


dependerá tanto de factores individuales como grupales y en donde las estrategias de
aculturación adoptadas van a tener un papel importante en la integración del inmigrante.
Otros modelos se han desarrollado, como el de Piontkowski y Florack (1995), que
incluyen variables predictoras de actitudes en el proceso de aculturación para la sociedad
de origen y de acogida (sesgo endogrupal, similitud endo-exo grupal...) y que analizan las
diferencias entre grupos de llegada y acogida diferentes; y el Modelo Ampliado de
Aculturación Relativa (MAAR) de Navas et al., (2004) que distinguen entre un plano real
(estrategias) y un plano ideal (actitudes). Estas estrategias y actitudes son diferentes
dependiendo del ámbito que estemos analizando (social, familiar, religioso, político...), la
interrelación entre ellos hace que la modificación en uno produzca cambios en los
restantes. Algunos estudios (v.g., Navas et al., 2009) han encontrado que existe una
relación significativa entre la estrategia elegida por el inmigrante y el choque cultural, de
forma que las estrategias de integración se relacionan con niveles de estrés mínimos,
mientras que las estrategias de separación y marginación se relacionan con niveles
elevados de estrés y las estrategias de asimilación con niveles medios de estrés.

El resultado principal del contacto intercultural es el denominado choque cultural o


estrés intercultural, término introducido por Oberg (1960) para describir la experiencia de
estrés proveniente de la pérdida de todos los símbolos y signos familiares que tienen lugar
durante la exposición a un ambiente extraño. Otros aspectos importantes señalados en la
aparición del choque cultural son: a) la pérdida de redes sociales; b) los problemas de
comunicación (dificultad para entender el idioma); c) la disparidad entre la cultura de
origen y la de los autóctonos; d) la inconsistencia con las expectativas del inmigrante; e)

240
sentimiento de pérdida de identidad y confusión de roles; f) sentimientos de impotencia
por falta de competencias; g) sentimiento de pérdida y desarraigo cultural; h) tensión
psicológica por el esfuerzo de adaptación.

Cuando el estrés por aculturación permanece en el tiempo puede dar lugar al


Síndrome de Ulises o Síndrome del estrés crónico del inmigrante (Achotegui, 2000).

Desde una perspectiva ecológica el proceso de aculturación se debe analizar


atendiendo tanto a aspectos individuales como del contexto social, ya que la interacción
entre inmigrantes y la sociedad de acogida hace que se produzcan cambios en el contexto
a todos los niveles: grupal, institucional, político, etc. Es por ello, que el concepto de
competencia cultural como objeto de la intervención adquiere aquí pleno sentido.
Martínez et al., (2006) la definen como el conjunto de conocimientos, actitudes y
conductas que se dan en una persona o institución que la capacitan para trabajar o
convivir con eficacia en contextos interculturales. Esto significa que se refiere a un gran
número de contextos (v.g., barrios, instituciones...) y de personas (vecinos,
profesionales...). Por tanto podemos hablar de diferentes niveles y formas de
competencia cultural.

Cuando se analizan las variables más relacionadas con el proceso de ajuste de los
inmigrantes se le ha concedido una gran importancia al apoyo social.

El apoyo social obtenido de la relación con personas de la propia cultura y con


personas autóctonas tiene efectos beneficiosos sobre la población inmigrante, ya que las
redes sociales facilitan la integración del individuo y proporcionan recursos adaptados a
las necesidades de los sujetos. En la población inmigrante el apoyo social se refiere a los
miembros de las redes sociales de pertenencia ya sean integrantes significativos de la red
de origen o pertenezcan a la comunidad de acogida (Martínez, 1997).

El Modelo del convoy social de Khan y Antonucci (1980) explica cómo las redes
sociales se adaptan en el proceso de transacción según las propias caracte rísticas del
inmigrante y del contexto. Así el término convoy social hace referencia a ese proceso
dinámico en el que las redes sociales naturales de personas inmigrantes influyen sobre el
ajuste y el bienestar personal. El modelo analiza las necesidades de apoyo, la estructura
de la red personal y la adecuación del apoyo social. Más concretamente, los
determinantes y efectos de las propiedades del convoy social en inmigrantes se
concretarían en los siguientes:

a)Análisis de las características del inmigrante (edad, género, etnia, estatus,


autoestima) y análisis de las características del contexto (expectativas, recursos,
marco normativo, demandas, mercado de trabajo).

b)Requerimientos de apoyo (emocional, material, informacional).

241
c)Estructura de la red personal (familia, autóctonos, compatriotas, profesionales).

d)Adecuación del apoyo social (satisfacción con el apoyo, disponibilidad de la red,


reciprocidad del apoyo).

e)Efectos sobre el inmigrante (bienestar psicológico, integración, competencia


multicultural, desarrollo de la identidad social).

Por tanto el modelo del convoy proporciona una perspectiva que permite explicar
cómo la red personal se ajusta a las condiciones de vida de los sujetos, cambiando su
estructura para garantizar el intercambio de apoyo. Es al mismo tiempo dinámico y
duradero: algunos lazos pueden cambiar, pero otros suelen permanecer. Sus autores lo
presentan como un conjunto de círculos concéntricos que envuelven a las personas,
simbolizando diferentes niveles de proximidad, relevancia y afectividad.

Muchas investigaciones aplicadas al contexto migratorio han comprobado los efectos


positivos del apoyo social sobre el bienestar y la salud mental de los inmigrantes. Se ha
estudiado, por ejemplo, la importancia que tiene el tamaño de la red social (Noh,
Speechley, Kaspar y Wu, 1992); la presencia y número de autóctonos en la red
interpersonal del inmigrante (Maya, 1999); los beneficios acarreados por la presencia de
familiares (Martínez et al., 1996); o los beneficios del apoyo social sobre la felicidad de
las mujeres inmigrantes (Domínguez y Hombrados, 2008), entre otras.

También a partir del apoyo social se han diseñado numerosas estrategias de


intervención, ya comentadas en el capítulo 7, y que se han aplicado específicamente en
la población inmigrante como: el desarrollo de habilidades sociales para dar y recibir
apoyo; el apoyo a nivel diádico (apoyo de abuelos voluntarios en el cuidado de niños
inmigrantes); apoyo a través de los grupos de apoyo social y autoayuda, etc.

En la actualidad, se pueden destacar una serie de elementos que caracterizan la


inmigración, de forma resumida estos serían:

a)Está aumentando el retorno de los inmigrantes a sus países debido a la crisis


económica y al incremento del paro.

b)La situación de irregularidad de una gran parte del colectivo.

c)La institucionalización de la inmigración a través de políticas y programas.

d)La convivencia con la población autóctona y los cambios sociodemográficos en los


barrios donde se han producido los asentamientos.

e)La feminización de la inmigración.

242
f)la aparición de nuevas formas familiares: la familia intercultural.

Por sus implicaciones para la intervención comunitaria, específicamente en este


capítulo, analizaremos el fenómeno de las mujeres inmigrantes y de las familias
interculturales.

14.2. Intervención con mujeres inmigrantes

En los últimos años los movimientos migratorios se han convertido en uno de los grandes
temas de interés de las ciencias sociales. Sin embargo, quedan muchos aspectos por
analizar y sin duda las diferencias de género son uno de los principales, debido a la
reciente incorporación de la perspectiva de género en los estudios sobre las migraciones.
Las mujeres habitualmente relegadas a un segundo plano han sido ignoradas en su
contribución en el proceso migratorio, se niega su diversidad y el papel que pueden
representar. Los proyectos migratorios femeninos se suelen desencadenar principalmente
por (Actis y Pereda, 2000): a) mujeres que emigran, no por decisión personal, sino que lo
hacen por seguir a sus maridos; b) mujeres que emigran para asegurar la subsistencia del
grupo familiar, especialmente la de los hijos; c) mujeres solteras que buscan promoción
personal y ayudar a la familia; d) mujeres que ven la evasión a otro país como una forma
de escapar de un modo de vida o de costumbres no compartidas con su país de origen; y
d) segunda generación de muj eres que emigran por reagrupación familiar para unirse a
sus familiares.

Las mujeres inmigrantes se convierten en un colectivo especialmente vulnerable


porque a los problemas que conlleva la inmigración se les unen los problemas de la
discriminación por ser mujer. Por tanto, es especialmente importante desarrollar pautas
de intervención dirigidas a mujeres inmigrantes para cambiar las relaciones de
desigualdad de esta población. Es fundamental que cualquier intervención planteada
conlleve el compromiso tanto de organismos formales (por ejemplo servicios sociales)
como naturales (la propia comunidad) e informales (asociaciones de vecinos, peñas,
etc.), haciendo especial hincapié en la importancia de la competencia cultural como
verdadero medio de relación e interacción entre personas y grupos. La intervención
comunitaria debe abordarse desde una perspectiva ecológica que incluya el nivel
individual, grupal, institucional y comunitario. En concreto debe dirigirse al
fortalecimiento del empowerment, al desarrollo de redes sociales que aumenten el apoyo
social y a la mejora de la competencia cultural. Por ello se propone la integración de
forma simultánea de cinco ámbitos de actuación (Domínguez y Hombrados, 2008) (ver
cuadro 14.1).

Cuadro 14.1. Ámbitos de actuación que han de integrarse simultáneamente en la


intervención con mujeres inmigrantes

243
244
245
14.3. El fenómeno migratorio y las nuevas formas familiares: la pareja mixta o
intercultural

En la actualidad, el creciente y constante flujo de inmigrantes y su progresiva


estabilización, junto a una mayor interacción entre extranjeros y autóctonos, ha permitido
crear aquellas condiciones que facilitan a los individuos de distintas nacionalidades tomar
la decisión de formar una familia, a la que tradicionalmente se ha llamado mixta o
intercultural. En la literatura sobre el tema, se considera una unión como mixta de
manera muy variada, así que generalmente se habla de matrimonios interétnicos cuando
se tiene en cuenta la conciencia de cada individuo de pertenecer a un determinado grupo
étnico; matrimonio interreligioso cuando el matrimonio sigue cultos religiosos diferentes;
matrimonios internacionales en el caso de los matrimonios que proceden de distintas
naciones, o matrimonios interculturales donde los cónyuges comparten distintas culturas.

En general, por pareja mixta o intercultural se entiende aquella unión entre individuos
que pertenecen a contextos culturales, nacionales o religiosos diferentes. Esto conlleva el
análisis de diferencias en los patrones de socialización, los diferentes modelos de
atribución de roles, las diferentes concepciones de la familia y la pertenencia a distintos
grupos sociales significativamente diferentes.

La pertenencia a una religión, una ideología o un origen étnico implica,


intrínsecamente, la adhesión a un sistema normativo específico. Así que las
características personales no tienen un significado particular si no se relacionan con un
proceso colectivo de construcción cultural de las semejanzas y de las dife rencias. Cohen
(1985) afirma que cada grupo social define progresivamente su propia identidad eligiendo
determinados atributos y que la percepción de distancia cultural entre grupos está

246
mediada por el estatus que se atribuye a los grupos de origen de las parejas extranjeras.
También Fenaroli y Panari (2006) hablan de pertenencia a la cultura dominante, o a la
minoritaria, según el contexto sociocultural al que pertenezca la pareja. Por tanto, las
diferencias culturales en las parejas mixtas se enmarcan dentro de las dinámicas de
"poder" que caracterizan las relaciones entre distintos grupos dentro de la misma
sociedad (Monacelli, Mancini, 2005).

En las parejas interculturales se ha prestado especial atención a las motivaciones que


están detrás de las uniones interculturales. Distintos investigadores han examinado una
serie de variables que influyen en la probabilidad de contraer matrimonios mixtos:

-La proximidad social en muchas áreas de la vida social que reduce la distancia entre
distintos grupos étnicos y culturales.

-La mayor distribución de la población con distintas características étnicas y culturales


que incrementa la probabilidad de contraer matrimonio intercultural.

-Individuos de distintos grupos étnicos o culturales con un alto nivel socioeconómico


tienen más probabilidades de contraer matrimonio mixto.

El matrimonio mixto o intercultural se considera el ejemplo más claro y positivo de


transición de la coexistencia hacia la convivencia de los grupos dominantes y minoritarios
y de la convivencia entre autóctonos e inmigrantes.

El matrimonio mixto o intercultural no es sólo un evento que concierne a la pareja en


sí misma, sino que además tiene unas importantes implicaciones a nivel social. Las
parejas interculturales contribuyen a determinar una gran trasformación social, en cuanto
que introduce elementos de novedad y de cambio. Como por ejemplo, cuestionando la
fidelidad a un sistema social dado, al mismo grupo cultural de origen, o introduciendo
nuevas reglas matrimoniales. La presencia de estos nuevos núcleos familiares nos ayuda
a comprender el grado de integración del inmigrante y al mismo tiempo a estudiar un
nuevo perfil de familia.

Dentro del matrimonio intercultural tiene una gran importancia la confrontación, la


negociación y la labor de adaptación recíproca, tanto en su interior como en su exterior,
ya que las parejas mixtas conviven en la diversidad cultural. La aceptación de sus
diferencias implica hacer frente a situaciones de crítica y hostilidad por algunos sectores
de la sociedad en la que se encuentran. Dentro de una relación intercultural se producen
continuas situaciones que son verdaderos desafíos para la estabilidad de la pareja y para
su integración social. Factores como la etnia, la nacionalidad, la diferencia cultural, el
idioma, la clase social, la religión, la historia migratoria, etc., y la combinación de estas
variables abren un importante escenario de estudio.

247
El estudio y análisis de las parejas interculturales se sitúa en el marco de la
intervención comunitaria, no sólo en relación con factores interpersonales, sino también
en términos intergrupales. En el universo de las parejas interculturales hay una gran
cantidad de variables que pueden influir negativamente generando ámbitos de conflictos,
pero al mismo tiempo estos factores de diversidad, según como sean tratados, pueden
generar un enriquecimiento recíproco tanto de la familia mixta así como de la comunidad
de acogida. Ghiringelli (1997) sintetiza así tres posibles niveles de conflicto:

1.Interindividual: aquí nos referimos a la interacción entre los miembros de la pareja y


al posible conflicto debido a la distancia cultural y al tipo de socialización que cada
uno ha recibido dentro de su respectiva cultura de origen. Este conflicto se puede
manifestar, por ejemplo, en la educación de los hijos, en la elección de los amigos,
en la adopción de ciertos rituales y tradiciones, a la hora de elegir el idioma que se
debe utilizar dentro de la familia, con los hijos, etc.

2.Intercomunitario: se refiere a aquellas interacciones con las distintas comunidades


de origen. Según la autora, las comunidades entre sí más lejanas por tradiciones,
lenguas, cultura, religión, etc., tendrán más dificultad en aceptar o compartir la
decisión de contraer un matrimonio fuera del propio grupo cultural. Muchas veces
el matrimonio mixto se siente aislado por parte de las comunidades de origen. Las
parejas cambian de amigos y reducen los contactos con las familias de origen, y es
a partir de las familias de origen y de los amigos que se manifiestan prejuicios,
estereotipos y presiones hacía la unión mixta.

3.Interestatal: la falta de acuerdos jurídicos en la regulación del matrimonio entre


países es particularmente estresante para los miembros de la pareja. Por ejemplo
cuando se producen divorcios surgen problemas a la hora atribuir la custodia de los
hijos, en caso de herencia, o en el caso de substracción de menores.

14.3.1. Estrategias de intervención utilizadas en la gestión de las diferencias culturales

Las parejas interculturales además de solventar los problemas habituales de la


convivencia deben gestionar los problemas derivados de las diferencias culturales.
Bertolani (2001) expone las estrategias adoptadas por las parejas mixtas en la gestión de
su diferencia cultural. Según la autora el éxito o el fracaso de una relación intercultural
pasa por las estrategias que utilizan los miembros de la pareja.

La autora llegó a identificar cuatro estrategias principales que denominó: ampliación


de las posibilidades o de las opciones culturales, mediación, asimilación y afirmación
cultural.

Estas estrategias se mueven a lo largo de ejes que incluyen la abertura, la negociación,


el alejamiento consentido de los propios hábitos culturales, la capacidad de autocrítica, el

248
respeto y el valor por la diversidad.

Pero a su vez, pueden incluir también una excesiva preponderancia del propio ámbito
cultural, tanto en la vida de pareja, como en la educación de los hijos, o al contrario,
también hay estrategias más centradas en la reducción de las diferencias culturales que
pueden conllevar el abandono total o parcial, normalmente por parte del miembro
autóctono, de aquellos elementos que representan su identidad cultural (religión, comida,
idioma, etc.) atribuyendo así a esta complejidad cultural un valor negativo.

Las estrategias utilizadas por las parejas mixtas en la gestión de la complejidad cultural
no se pueden considerar de manera absoluta sino que es posible adoptar diferentes
estrategias de gestión según los distintos ámbitos de confrontación cotidiana que hay
dentro de la pareja intercultural. Éstas son:

a)Estrategias de ampliación. En la estrategia de la ampliación hay un alejamiento


consciente y equilibrado de las propias tradiciones culturales. Las tradiciones
culturales ni se abandonan ni se les da demasiada importancia. En esta estrategia el
doble patrimonio cultural se vive como factor de enriquecimiento en cuanto que
amplía el número de alternativas comportamentales. Aquí la variedad de estímulos
culturales es algo deseado, cultivado y mantenido. La diversidad cultural no es la
simple suma de las diferentes culturas, sino que contiene una constante
reelaboración de los elementos culturales que comporta para la pareja una gran
actividad de diálogo y confrontación.

b)Estrategia de mediación. La estrategia de mediación supone también una


disponibilidad al diálogo y una confrontación acerca de las preferencias culturales.
El estilo de la mediación se puede considerar como un acomodamiento entre las
dos culturas, pudiéndolo considerar también como una constante búsqueda de
acuerdos. El diálogo tiene una gran relevancia, porque es a través de la constante
confrontación y negociación como se definen las prioridades y aquellas
condiciones que son imprescindibles para cada miembro en relación con la vida
familiar.

La mediación se puede considerar como una constante búsqueda de elementos


comunes, es decir, un conjunto de referencias y acuerdos que, aunque mínimos
pero estables y compartidos, son la base de partida para detectar soluciones a las
diferentes situaciones de la vida cotidiana.

c)Estrategia de asimilación. En la asimilación, las diferencias culturales de cada uno


no son valoradas de la misma manera e importancia. Quien elige la asimilación
minimiza o, incluso, considera la doble cultura como causa de malos entendidos y
problemas familiares. El sujeto infravalora sus elementos culturales, favoreciendo,
de manera acrítica, los aspectos culturales de la pareja (normalmente autóctona) o

249
del ambiente social que le rodea. El sujeto renuncia parcialmente o totalmente a
muchos aspectos de su cultura, llegando a considerarla, incluso, dañina para la
propia integración y la de sus hijos en cuanto que podría ser motivo de
discriminación.

La asimilación se puede considerar una estrategia para la reducción de


conflictos entre la pareja, atribuyendo a la complejidad cultural un valor negativo, o
considerarlo un obstáculo para el bienestar de la pareja y de los hijos.

d)Estrategia de afirmación cultural. En la afirmación cultural no existe la negociación


sobre ciertos elementos culturales. Se trata de una estrategia donde hay voluntad
de adoptar los elementos culturales (idioma, religión, costumbres, valores, etc.) en
su conjunto. Es decir, todos aquellos elementos que el individuo considera
fundamentales en su cultura. Quien adopta esta estrategia actúa como "portavoz"
de su propia cultura y la promoción de la misma puede ser muy estricta hasta
incluso imponerla a la pareja y a los hijos. La complejidad cultural existente dentro
de la familia hay que reducirla y neutralizarla a través de la adopción de la propia
cultura por parte de la pareja e hijos. Quien adopta este tipo de estrategia considera
la propia cultura y la de su pareja como no comparables, la confrontación y la
elección de otros elementos culturales puede ser considerada como potencialmente
dañina para la dignidad e identidad individual.

14.3.2. Apoyo social y pareja intercultural

Son numerosos los estudios que muestran los efectos beneficiosos del apoyo social en la
integración social de los inmigrantes y en la convivencia familiar pero hasta la fecha han
sido pocos los estudios que analizan la relación beneficiosa del apoyo social en el
contexto de la familia intercultural. En este sentido, Shute y Spitzberg (2003) compararon
parejas interculturales con parejas autóctonas atendiendo a las variables de apoyo social y
satisfacción marital y demostraron que:

a)Las parejas interculturales reciben menor apoyo social por parte de sus familias
respecto al apoyo recibido por las familias autóctonas.

b)Existe una correlación positiva entre el apoyo que recibe la mujer por parte de la
familia con la satisfacción marital.

c)Para los hombres la satisfacción marital correlaciona positivamente tanto con el


apoyo por parte de los amigos como por parte de la familia.

En otro estudio con parejas mixtas (Hombrados y Moscato, 2008) se comprobó que
los hombres extranjeros, sobre todo cuando tienen una mayor distancia cultural, perciben
significativamente más apoyo emocional por parte de su pareja española que el que

250
reciben las mujeres extranjeras de su pareja española. Y al mismo tiempo experimentan
también una mayor satisfacción con este tipo de apoyo. También se encontró que de los
tres tipos de apoyo analizados (emocional, instrumental e informacional), el apoyo
emocional, experimentado por el extranjero de la pareja, influye significativamente sobre
la satisfacción con la relación. Estos datos sugieren la necesidad de seguir realizando
estudios que profundicen en el papel del apoyo social en el ámbito de las familias
interculturales. En estas familias, debido a las circunstancias de encuentro/desencuentro
cultural, hay una gran cantidad de elementos que deben ser negociados y redefinidos
continuamente. De lo contrario, las cuestiones culturales no resueltas pueden generar una
multitud de eventos estresantes que indudablemente influirán negativamente sobre la
satisfacción de la pareja, sobre su equilibrio y sobre la relación con las familias de origen.
Esto hace que las necesidades de apoyo, en todos sus niveles (individual, de redes o
comunitario), sean especialmente importantes en estas familias. Por ello, los grupos de
autoayuda se han convertido en una estrategia de intervención eficaz con esta población.
Los grupos de apoyo permiten facilitar a las parejas unas herramientas alternativas para
poder manejar algunas de las situaciones conflictivas que surgen dentro de su contexto
familiar, ayudándolos a desarrollar, de tal manera, un mayor control sobre su vida
familiar e interpersonal. En concreto algunos de los objetivos que se plantean en estos
grupos son los siguientes:

a)Una mayor comprensión de la diferencia cultural de sus miembros.

b)El desarrollo de estrategias más funcionales para la gestión de la diferencia cultural


y educativa.

c)Una mejora de las relaciones con las familias de origen.

d)Una mayor integración comunitaria de la familia.

Resumen

Se analiza el estudio de las migraciones desde una perspectiva psicosocial. Se definen los
conceptos de aculturación, choque cultural y competencia cultural. Se destaca el papel
del apoyo social en el proceso de ajuste de los inmigrantes. Centramos la intervención en
el colectivo de mujeres inmigrantes por su situación de vulnerabilidad y se concluye con
el análisis de un fenómeno creciente relacionado con la inmigración: la familia
intercultural.

Objetivos y competencias

-Conocer y respetar la diversidad cultural e individual, las creencias y valores de otros


grupos humanos.

251
-Conocer que las migraciones conllevan cambios aculturativos en la sociedad de
acogida.

-Conocer que las mujeres inmigrantes son una población de riesgo.

-Conocer las nuevas formas de familias interculturales.

-Desarrollar habilidades para trabajar en un contexto multicultural.

Actividades formativas:

1.Definir los conceptos de aculturación, choque cultural y competencia cultural.

2.Explicar el Modelo del convoy social de Khan y Antonucci aplicado a la población


inmigrante.

3.De acuerdo con las pautas de actuación indicadas, diseñar estrategias de


intervención dirigidas a la integración y participación de las mujeres inmigrantes en
la comunidad.

4.Explicar las estrategias de gestión de las diferencias en las parejas interculturales


poniendo un ejemplo de cada una de ellas: ampliación de las posibilidades;
mediación; asimilación y afirmación cultural.

252
253
Con el propósito de poner en la práctica unos principios ecológicos, económicos y
prácticos, el listado completo y actualizado de las fuentes bibliográficas empleadas por la
autora en este libro se encuentra disponible en la página web de la editorial:
www.sintesis.com.

Las personas interesadas se lo pueden descargar y utilizar como más les convenga:
conservar, imprimir, utilizar en sus trabajos, etc.

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260
Índice
Prólogo 18
1. Características y modelos de intervención comunitaria 24
1.1.2. La Conferencia de Boston 27
1.2. Características de la intervención comunitaria 28
1.3. Modelos de intervención comunitaria 33
1.3.2. Modelos ecológicos 37
Resumen 46
2. Conceptos básicos de la intervención comunitaria 47
2.1.2. Componentes de la calidad de vida 50
2.2. Bienestar subjetivo: satisfacción con la vida y felicidad 51
2.2.2. Dimensiones del bienestar subjetivo 53
2.2.3. Enfoques y teorías del bienestar subjetivo 54
2.3. Prevención 57
2.4. Resiliencia 60
Objetivos y competencias 64
3. Sentido de comunidad 65
3.2. Sentido de comunidad 68
3.2.1. Evaluación del sentido de comunidad 71
3.3. El contexto del barrio y el sentido de comunidad 74
3.4. Sentido de comunidad e interculturalidad 77
3.5. Sentido de comunidad y calidad de vida 79
Actividades formativas 81
4. Métodos de investigación-acción comunitaria 84
4.2. El contexto de la investigación comunitaria 86
4.3. El papel del investigador comunitario 88
4.4. Los procedimientos de la investigación comunitaria 90
4.4.2. Estrategias orientadas a la acción para la investigación
94
comunitaria

261
5. Evaluación de necesidades 97
5.2. Modelos de evaluación de necesidades 100
5.2.2. Modelo de marketing 101
5.3. Métodos de evaluación de necesidades 103
5.3.2. Técnicas de encuestas 104
5.3.3 Indicadores sociales 107
5.3.5. Grupos estructurados 107
6. Programas de intervención comunitaria 112
6.1.2. Cómo elaborar un programa de intervención 114
6.2. Fases en el diseño de un programa de intervención comunitaria 115
6.2.1. Identificación del problema y evaluación de necesidades 116
6.2.2. Diseño, programación y planificación de la acción 118
6.2.3. Ejecución e implementación 122
6.2.4. Evaluación 122
6.2.5. Seguimiento 123
7. Apoyo social 127
7.2. Perspectivas de estudio del apoyo social 131
7.2.2. Perspectiva estructural 132
7.2.3. Perspectiva contextual 134
7.3. Modelos teóricos del apoyo social 136
7.3.1. Modelo de los efectos principales o directos 136
7.3.2. Modelo del efecto amortiguador o de los efectos protectores 137
7.4. Apoyo social de las redes sociales y felicidad 138

262

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