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La terapia ocupacional será definida en este ensayo como una “profesión que busca la promoción
de salud y calidad de vida a través de la ocupación y el involucramiento en actividades” ( Gajardo y
Aravena, 2016), la cual tiene como objetivo principal el “capacitar/habilitar a las personas para
que puedan participar en las actividades de la vida diaria con mayor autonomía e independencia
posible, de acuerdo a su cultura y comunidad…” (Colegio de Terapeutas Ocupacionales de Chile
[COLTOChile], 2019). La visión biopsicosocial que tiene la Terapia Ocupacional permite observar la
interacción dinámica entre la persona, el ambiente y la ocupación, lo que posibilita generar
intervenciones más integrales donde se abarque los factores que influyen en el correcto
desempeño ocupacional de la persona en los distintos ámbitos en los que se desenvuelva.
La incorporación de la Terapia Ocupacional en las residencias de protección, es un tema relevante
tanto para la profesión como para la población perteneciente a las residencias, sobre todo para los
y las adolescentes entre 14 y 18 años que pierden el contacto con sus familias biológicas y
permanecen en las residencias hasta cumplir la mayoría de edad, debido a que, además de ser un
grupo en situación de vulnerabilidad e institucionalizado, tienen que enfrentar su pronta salida de
las residencias enfrentándose al mundo actual caracterizado por un modelo económico
competitivo que genera marginalización. Por esta razón considero relevante el rol del terapeuta
ocupacional en este grupo de jóvenes, ya que permitiría generar intervenciones más integrales
desde una perspectiva biopsicosocial, contribuyendo a una mejor calidad de vida, tanto dentro de
estas residencias como cuando estos adolescentes egresen.
Esta incorporación de la disciplina en las residencias de protección, ¿aporta significativamente en
la calidad de vida de este grupo institucionalizado?, ¿Cuál sería el rol de la Terapia Ocupacional en
los adolescentes que pierden el contacto con sus familias, próximos a su salida de las residencias?
Debido a la poca experiencia que tiene la profesión en el ámbito de las residencias de protección,
esta presenta escasa evidencia sobre la metodología de intervención y los resultados que se han
obtenido de estas. Sin embargo, la evidente información que hay sobre las necesidades y
problemas que tiene este grupo de la población tras la vulneración de sus derechos, y la posterior
institucionalización y permanencia en SENAME, es clara y preocupante.
La institucionalización prolongada por más de seis meses provocará la desvinculación y desapego
con la familia (Figueroa, F., 2017). Esto traerá consecuencias en los niños y niñas “en el ámbito
afectivo, cognitivo, social, y fisiológico” (Lecannelier, 2006), generando poca seguridad y confianza
en el medio y en la conformación de relaciones a futuro. Respecto a esto, la Organización Mundial
de la Salud también se ha pronunciado respecto a las instituciones residenciales, donde menciona
que estas tienen un impacto negativo en la salud y el desarrollo de los niños (López y Palumbo,
2013, p.45).
Por lo tanto, la vulneración de los derechos que sufren estos NNA desde la infancia, traerá
consecuencias físicas y psicosociales que afectarán su desarrollo. A su vez, una institucionalización
en un establecimiento que no sea óptimo y que no tenga las herramienta ni capacidades para
entregar una atención integrada y un óptimo cuidado de estos, perjudicará aún más la situación y
el desarrollo de estos niños, niñas y adolescentes, lo que se verá reflejado en las dificultades que
pueden presentar al querer incorporarse y desempeñarse de manera óptima en la sociedad.
Cabe mencionar, que a pesar de que se tenga conocimiento de la dimensión de esta problemática
a nivel nacional, de lo ineficiente que son estos recintos tanto de las residencias propias del
SENAME como las pertenecientes a organismos privados, para responder antes las necesidades
que presenta este grupo de la población, “…no se han generado grandes cambios en la políticas
públicas para otorgar medidas de cuidados alternativas que ayuden a descongestionar estos
lugares y pongan freno a los riesgos que la institucionalización genera” ( Herrera y Shae, 2016,
p.49).
Por otra parte, el ingreso y la permanencia de los NNA en las residencial de protección, provocará
una limitación de variados aspectos, ya que las residencias pueden tener espacios e interacciones
restringidas por la normativa del establecimiento, como pueden ser los espacios reducidos, la
imposición de actividades en el tiempo libre, como consecuencia de la poca indagación de los
intereses y motivaciones de los(as) jóvenes, entre otros. Tras esto, y lo mencionado
anteriormente, las residencias pueden actuar directa o indirectamente en la “privación de
procesos de conformación de identidad de NNA; su arraigo a una familia, comunidad y territorio;
sus vínculos afectivos, sus roles, sus hábitos, rutinas, etc., que ya vienen transgredidos desde la
vulneración misma” (Corporación Crece Mejor, s.f., p.6).
En consecuencia, la permanencia de estos jóvenes en residencias que no estén aptas para
entregar una buena atención, perjudicarán aún más el desarrollo de estos a nivel social, físico y
mental, debido a la restricción de ciertos patrones de ejecución, lo que repercutirá en la volición y
habituación de los(as) jóvenes, comprometiendo su desempeño ocupacional y limitando la
participación en las diferentes ocupaciones significativas, lo que puede verse reflejado tanto
dentro de la residencia como cuando egresan de estos recintos.
Según datos del SENAME, “aún existen largas permanencias asociadas a egresos hacia la vida
independiente” (SENAME, 2016), lo que significa que prevalece un porcentaje considerable de
adolescentes que permanecen en las residencias hasta los 18 años de edad. Sin embargo, este
egreso estará marcado por las dificultades que tendrán que enfrentar al momento de dejar las
residencias, dejando a estas personas con un futuro de incertidumbre.
Este proceso de desinstitucionalización es un hito importante, sobre todo en el caso de los
adolescentes que no siguen en contacto con sus familias, debido a que se pasa a la vida
independiente, en donde el ingreso a los estudios superiores y/o la búsqueda de un trabajo son
aspectos característicos de esta etapa del ciclo vital. En este sentido, la institucionalización
prolongada provocará que estas personas “carezcan tanto de redes y lazos afectivos como de
preparación para la vida adulta autónoma” (Red Latinoamericana de Acogimiento Familiar
[RELAF], 2011, p. 27). Por otra parte, también se ven afectado sus intereses y habilidades, debido a
la poca relevancia que se le da estos aspectos tan primordiales para el desarrollo de la autonomía
e independencia, tras la escasa “… identificación de sus vocaciones y desarrollo a través del
estudio como la preparación de habilidades y aptitudes para el trabajo” (RELAF, 2011, p.27), por
parte de estas residencias.
Por lo tanto, hay que entender que el proceso de egreso desde las residencias, “no solo es un
proceso difícil en lo emocional, también lo es en lo práctico, es decir, en ámbitos, como lo
académico, económico o laboral” (Poza, 2017, p.44). Este proceso de egreso se complica en lo
práctico debido a que los lineamientos de estas residencias están enfocados principalmente en
entregar un lugar de acogida donde estos adolescentes puedan vivir y comer, pero no están tan
enfocados en entregar una atención integral donde se le dé importancia a las necesidades
ocupacionales e intereses que tengan estos individuos.
La Terapia Ocupacional al ser una disciplina holística permite realizar intervenciones más
integrales, puesto que “considera no sólo las necesidades sino también las fortalezas, habilidades
y competencias de los adolescentes” (Muñoz y Goycolea, 2015). Por lo tanto, el poder identificar
las necesidades y fortalezas que tengan estos adolescentes, ayudará a establecer de mejor manera
los intereses que tengan, para que de esta forma puedan saber lo que quieren para su futuro
luego de su salida de las residencias, lo que permitiría el poder comenzar a trabajar en la creación
de un proyecto de vida en el tiempo que les quede ante de cumplir su mayoría de edad.
Tras esto, la Terapia Ocupacional tiene un rol importante en poder responder antes las
necesidades ocupacionales que tenga este grupo, identificando los intereses, para potenciar y/o
desarrollar ciertas habilidades y competencias que promocionen la autonomía e independencia en
todos los ámbitos de estos adolescentes. Por esta razón, el foco de las intervenciones por parte de
la disciplina en estas residencias de protección, tiene que estar en abarcar como eje central la
autonomía e independencia, en donde se tenga que trabajar la volición y habituación de estos
para que tengan un adecuado desempeño ocupacional en su reintegración a la sociedad y así
optar a una mejor calidad de vida.
En síntesis, la vulneración de derechos que sufren los NNA, los conllevará a las residencias de
protección pertenecientes al Servicio Nacional de Menores, las cuales han demostrado la
ineficiencia para responder a las necesidades de esta población, donde esta vulneración de sus
derechos sumado a la institucionalización, generará un impacto negativo en la calidad de vida de
este grupo, sobre todo en los adolescentes próximos a su salida de estas residencias y que no
tangan contacto con sus familias. Todo esto influirá en los lazos y redes que tienen; las cuales son
precarias o nulas, y también en el desarrollo de estos adolescentes; donde los intereses,
motivaciones y habilidades son escasamente trabajadas y desarrolladas dentro de estos recintos,
lo que afectará en el desempeño de estos cuando egresen e intenten reintegrarse en la sociedad.
Es por esto que la incorporación de la Terapia Ocupacional a las residencias de protección es un
hecho relevante, tanto para este grupo de adolescentes como para la misma profesión, donde los
y las terapeutas pueden trabajar en la búsqueda de sus intereses para comenzar a potenciar su
volición y habituación, lo que aportará en el desarrollo de la autonomía e independencia de estos
adolescentes.
Además, se abre la posibilidad de comenzar a terminar con un sistema ineficiente que, por lo visto,
su principal foco es netamente proporcionar un hogar y alimentación para estos NNA, dejando de
lado el desarrollo integral que deben tener, sobre todo en una situación de vulneración de sus
derechos. Por lo mismo, esta incorporación de la profesión en las residencias puede y debe ser
una oportunidad para que los y las terapeutas comiencen a promover y aportar en políticas
públicas respecto a los derechos de los niños, niñas y adolescentes en situación de vulnerabilidad,
teniendo como foco central el favorecer la calidad de vida, tanto dentro de estas residencias como
cuando estos NNA egresen de estos recintos.
Referencias
Gajardo, J., Aravena, J. 2016. ¿Cómo aporta la terapia ocupacional en el tratamiento de las
demencias?. https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-
92272016000300008&lng=en&nrm=iso&tlng=en
López y Palumbo. (2013). Intervención psicoterapéutica con Educadores de Trato directo que
atienden a niños, niñas y adolescentes en Centros residenciales del Servicio Nacional de Menores;
Aspectos a considerar para promover la Ética del cuidado como narrativa alternativa. Revista
Señales. https://www.sename.cl/web/wp-content/uploads/2017/02/Revista-Senales-Diciembre-
2018.pdf
Muñoz E., I., & Goycolea M., R. (2015). Desafíos de la Terapia Ocupacional en la inclusión social de
jóvenes infractores de ley, en medios de régimen cerrados de internación en Chile. Revista Chilena
de Terapia Ocupacional, 15(2). doi:10.5354/0719-5346.2015.38165
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. (2020). Niños, niñas y adolescentes en Chile 2020.
https://www.unicef.org/chile/sites/unicef.org.chile/files/2020-05/Cifras-infancia-UNICEF-2020.pdf