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¿CÚAL ES LA IMPORTANCIA DEL CEREBRO?

El sistema nervioso está constituido por cien mil millones de neuronas, y esta gran
proporción de estructuras unitarias, pero ampliamente interrelacionadas, genera
una extrema complejidad que ha hecho que esta masa de no más de 1.400
gramos, sea el órgano más importante del sistema nervioso.
Si hablamos de órganos vitales vienen a la mente ejemplos tales como el corazón,
responsable de que nuestra sangre circule, o los pulmones, protagonistas en la
respiración. Pero, ¿qué hay del cerebro?, ¿sabemos realmente cuáles son sus
misiones y por qué son básicas para nuestra existencia?
El encéfalo humano constituye la estructura más compleja del protoplasma
existente en la Tierra, o quizás incluso en nuestra galaxia. Producto de la herencia
y el ambiente, funcionando durante decenas de millones de años, este conjunto
celular tiene todavía un potencial desconocido (Diamond et al., 1996).
Entonces, ¿Cuál es el logro más importante de este órgano que es tan pequeño
que cabe en nuestras manos? Quizás sea la capacidad para formarse un
concepto de universo de diez mil millones de años-luz de una parte a otra, o un
mundo microscópico que queda fuera del alcance de nuestros sentidos; en otras
palabras, modelar mundos completamente independiente de la realidad que
podemos, ver, oír, sentir y oler. Un logro importante tiene que ver con la capacidad
de nuestro encéfalo para adaptarse a la diversidad cultural: con cambios químicos
y estructuras mesurables, nuestros encéfalos incrementan literalmente las
ramificaciones de las células nerviosas en respuesta al entrenamiento y al
aprendizaje, con independencia de nuestra edad. Y, a la inversa, nuestro encéfalo
está aprendiendo a remodelar el ambiente en el que vivimos, obteniendo
beneficios o sufriendo las consecuencias.
En el sistema nervioso, el cerebro es el encargado de recibir los estímulos que
llegan tanto del exterior (a través de los sentidos) como del interior (preconceptos,
ideas, valores, etcétera) (Braidot, 2013). Gracias a esta interacción, los seres
humanos percibimos de forma única cada uno de los estímulos que recibimos y
esto explica por qué un mismo hecho puede suscitar diferentes versiones. Cada
persona interpreta el mundo a partir de lo que ve, siente, huele, oye y toca, y de la
interrelación de estas percepciones con lo que existe en su mundo interno, esto
es, de lo que le interesa y lo que no, lo que hace y deja de hacer, lo que admira y
desprecia, lo que cree y no cree, lo que la hace feliz o desgraciada...
El encéfalo y sus obras son únicas para cada persona. Casi todos los órganos del
cuerpo son potencialmente trasplantables. El trasplante de encéfalo equivaldría al
trasplante de persona. No obstante, el encéfalo no realiza todas sus funciones
solo sino que es una parte de una unidad global: el cuerpo humano. El encéfalo
depende del trabajo conjunto del corazón, hígado, riñones, pulmones y sistema
inmunitario (Diamond et al., 1996).
En un trasplante de corazón se sigue siendo uno mismo, pero si se hace algo que
dañe el cerebro, el carácter y personalidad podría cambiar, por lo tanto, el cerebro
somos nosotros mismos.
Con cada conexión la mente y el cuerpo se fusionan para formar lo que somos; Y
en el mando está el centro de comando más notable del mundo, cada sistema en
el cuerpo es complejo pero hay uno solo que rige todo lo que hacemos. Cada
segundo desde que comienza el día, el cerebro está guiando, custodiando y
dando órdenes, definiendo nada menos de lo que se es.
Por medio de una súper autopista informativa de nervios que se abren en abanico
por todo el cuerpo, el cerebro lleva la cuenta de cada parte de nosotros. Los ojos y
las orejas, la piel y los huesos, el corazón y los músculos; por medio de cien mil
millones de células especializadas llamadas neuronas que disparan millones de
señales eléctricas y químicas hasta 330 km/hr, estas gotas de grasa y agua nos
permiten, nada más que pensar, sentir, querer recordar y reaccionar. Es lo que
realmente nos hace humanos porque encapsula todo. Desde la habilidad de pintar
un cuadro, construir un edificio, infringir violencia en otra persona, etc.
En el cerebro reside todo lo que una persona fue, es y puede llegar a ser, lo que
ha vivido, aprendido y memorizado, su conciencia y su metaconciencia. También
están allí sus habilidades y dificultades, lo que acepta y rechaza, lo que ama y
cómo lo ama, lo que está presente y lo que cree haber olvidado. No es en el
corazón, sino en el cerebro, donde se encuentra la predisposición para el rencor o
el perdón, para sentir miedo o valentía, para ser optimista o pesimista, para
sentirse alegre o deprimido. Aunque todos los seres humanos vienen al mundo
con esta extraordinaria plataforma de lanzamiento, su desarrollo dependerá de lo
que cada uno perciba, experimente y procese a lo largo de su vida, ya que,
cuando nacemos (exceptuando la información genética), todos los cerebros están
programados biológicamente para realizar las mismas funciones.

Por su parte Braidot en 2013 señala qué, lo que diferencia el cerebro de una
persona del de otra es la intrincada estructura de redes neuronales que se va
formando a medida que las células se comunican entre sí como resultado de los
estímulos que reciben del medio ambiente.

Ahora bien, cuando hablamos de conocimiento en los tiempos actuales nos


referimos a las tareas de procesar información, como, por ejemplo, elaborar
conceptos, formar creencias o bien obtener una nueva información a partir de
otras. En segundo lugar, para poder procesar información acerca del mundo
externo y también acerca de nuestro cuerpo, necesitamos representar las cosas
del mundo y los eventos de nuestro cuerpo. Es decir, nuestro cerebro no conoce ni
las cosas ni el cuerpo introduciendo dentro de sí mismo a unas y a otro, sino
elaborando representaciones de ambos. Tales representaciones son, dichas
abruptamente, modificaciones distintas en las neuronas de nuestro encéfalo, y en
particular son modificaciones distintas en las neuronas de nuestros dos
hemisferios cerebrales.
En términos generales la función básica del cerebro humano, y que resulta ser la
más importante para el mantenimiento de nuestra vida, es la función de conocer
(Martínez, 2012).

El cerebro es el órgano cabecilla de todo el cuerpo: da órdenes prácticamente a


todas las demás partes del cuerpo indicándoles qué tienen qué hacer,
constantemente, independientemente de que seas consciente de ello o no. No
solo controla lo que piensas y sientes, cómo aprendes cosas y las recuerdas y la
forma en que te mueves, sino también muchas cosas de las que te das menos
cuenta, como el latido del corazón, tener sueño o estar despierto.

El cerebro es como una computadora central que controla todas las funciones del
organismo, entonces el sistema nervioso vendría a ser una red o entramado que
envía mensajes en ambas direcciones entre el cerebro y las distintas partes del
cuerpo. Lo hace a través de la médula espinal, la cual, partiendo del cerebro,
desciende por la espalda y contiene nervios en forma de filamentos que se
ramifican hacia los demás órganos y partes del cuerpo. Cuando llega un mensaje
al cerebro procedente de cualquier parte del cuerpo, el cerebro le indica al cuerpo
cómo reaccionar.

El cerebro humano tiene como función básica la función de conocer. A su vez, el


conocimiento humano es nuestro mayor resorte de adaptación, ya que nos permite
desarrollar las ciencias y las tecnologías asociadas que posibilitan nuestro dominio
del medio. En términos individuales, por su parte, el cerebro forma
representaciones del entorno y proporciona respuestas en las diversas
circunstancias de la vida; si el cerebro muere, perdemos la capacidad de
respuestas y, con ello, la propia vida.
REFERENCIAS

Braidot, N. (2013). Como funciona tu cerebro para dummies. Barcelona: Ceac.

Diamond, M., Scheibel, A., y Elson, L. (1996). El cerebro humano. España: Ariel.

Martínez, P. (2012). Cerebro humano y conocimiento. Uciencia: revista de


divulgación científica de la universidad de Málaga, 1, 32-33.

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