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LA ERA VICTORIANA

Con la llegada de la era victoriana, hubo grandes cambios con respecto al sexo, se condeno
toda actividad sexual, que no tuviera como fin la reproducción, la iglesia tuvo mucha
influencia , predicando insistentemente, cuales debían ser las practicas permitidas, y
condenando enérgicamente todo lo que fuera contrario a sus mandatos
Hasta inicios del siglo XVII, los cuerpos se exhibían y las prácticas sexuales se realizaban
sin mayores restricciones, pero con la llegada de la Burguesía Victoriana, la sexualidad fue
replegada y encerrada en la alcoba conyugal, siendo su único objetivo la reproducción, solo
los burdeles y manicomios eran la excepción, convirtiéndose en el lugar de las sexualidades
ilegitimas.
La grandeza británica alcanza su cúspide con la llegada de Victoria I de Inglaterra (1819-
1901), quién subió al trono en 1837 y gobernó el Imperio Británico, devolviéndole la
estabilidad a la corona. Su reinado es considerado uno de los más prósperos de su época,
por lo cual llegó a convertirse en símbolo de un período que tomara su nombre: “la era
victoriana”.
Con la reina Victoria en el poder (1837-1901), la dominación británica del mundo, alcanzó
niveles inusitados, su reinado, convertido en emblema de la consolidación del Imperio
Británico, fue testigo del ascenso de las clases medias y se caracterizó por una moralidad
profundamente conservadora y un intenso nacionalismo.
Se realizaron una serie de reformas electorales y sociales, la proliferación de las grandes
empresas capitalistas había favorecido la toma de conciencia política de la clase obrera, a
partir de inicios del siglo, las reformas fueron más radicales, en 1913, logró introducir una
reforma electoral, en la cual extendió el sufragio de tal manera, que sólo quedaron sin votar
las mujeres y los sirvientes.

Una gran rigidez moral caracterizó a la sociedad de dicho período histórico, esta
época tenía sed de vigor, de corrección, de dignidad y aspiraba a la estabilidad moral
humana, por lo que el romanticismo, los sentimientos, las emociones, es decir, las
“aventuras”, provocaban desconfianza y desprecio. El buen burgués soñaba con el orden
absoluto, con una sociedad donde las emociones y los sentimientos debían ocultarse y su
utopía era la del capitalismo de un mercado de competencia perfecta.
La cultura burguesa creía ciertamente en la disciplina, el ahorro y el sentido práctico, todos
aquellos elementos conducían, de una forma u otra, hacia una sociedad ordenada, racional y
sobria, donde no tenían cabida los agentes subversivos y disociadores, el mal gusto y la
chapucería, por ello, las formas y las buenas maneras eran requisitos indispensables para la
promoción y desarrollo de una forma de vida civilizada, moral y con objetivos lúcidos.
Todo buen inglés debía mostrar ante sus semejantes una conducta recta y honesta, a pesar
de que aquellas virtudes, en muchos casos, fueran sólo una apariencia, el desorden y la
rebeldía eran considerados anarquía, pues constituían una forma de cuestionar el modo en
que la burguesía industrial británica expresaba su visión del mundo, por lo que
ésta debía ser reprimida a cualquier costo.
La familia constituía la base fundamental. El padre era el genio tutelar, pero “terrible,
infalible y despiadado”; la mujer, esposa y madre, no tenía voz ni voto; se encontraba, al
igual que en el resto del mundo, relegada al trabajo hogareño: debía cuidar de la casa y de
los hijos, era mal visto que una mujer pretendiera ejercer una profesión universitaria, en las
clases elevadas, la mujer era considerada más angelical que humana; debía cuidársela,
aislarla y preservarla de cualquier tentación.
La reina quiso hacer de la Familia Real, un ejemplo de honestidad, moralidad y felicidad.
Victoria intentaba ser amable con todo el mundo, se proponía gobernar con dulzura y
sonrisas, no obstante, la reina era una mujer tenaz, a veces violenta e impaciente, y se decía
que no olvidaba jamás las ofensas.
Los Hombres de esta era son sin duda personajes muy particulares, siendo su característica
más interesante (y explotable a nivel rol), la famosa “doble moral victoriana”, consistente
en el mantenimiento de una fachada de sobriedad, religiosidad, conservadurismo y
moralidad ante el resto de la sociedad mientras que se cometen las acciones mas atroces e
inmorales en el ámbito privado, en mayor o menor grado todos los individuos
(especialmente los de la alta sociedad) se manejan de esta manera; pudiendo sus pecados ir
desde negocios no muy legales o
affaire con el servicio doméstico hasta asesinatos brutales (se sospecha que Jack el
Destripador era un miembro de la elite londinense). Sin duda el personaje paradigmático
de esta época es elDr.Jekyll, el personaje de la novela de Robert L. Stevenson que era un
miembro eminente de su comunidad pero se convertía en una bestia (llamada Mr.Hyde) por
efecto de una poción.
Los miembros de las clases privilegiadas de la sociedad victoriana siguen el modelo de lo
que llaman “caballero”, una persona de ingresos cuantiosos, notorio buen gusto,
modales refinados y de intachable conducta, solían juntarse en “clubes de caballeros” de
diversas orientaciones (de caza, de viajes, de debate, de financistas, etc.) en los que pasaban
gran parte de su tiempo libre y en los que desarrollaban gran parte de su vida social.
La vestimenta era de importancia capital y los caballeros se esmeraban tanto, o más que las
mujeres en lucir bien, siendo que quienes no lo lograban eran salvajemente criticados
y ridiculizados, los hombres podían tener toda clase de vicios secretos; abusar de drogas
(ajenjo, opio, cocaína), manifestar tendencias sádicas o masoquistas, frecuentar burdeles y
diversas desviaciones sexuales (muchas personas escapaban de las inmensas represiones de
la sociedad en el único lugar privado: la alcoba).

Las mujeres en la Era Victoriana eran relegadas a un segundo plano, aquellas que
pertenecían a las clases altas llevaban una existencia que a simple vista podría parecer
medieval, aunque existían numerosas diferencias, en la mayor parte de los casos se casaban
de bastante jóvenes con caballeros que sus padres y hermanos elegían de entre sus
pretendientes por su condición económica y social, una hija mujer era vista como poco
menos que un castigo por un padre y era casada tan pronto como era posible, como ya se
dijo, recibían un trato cuasi-medieval, enseñándoseles desde la infancia las labores de una
dama, el protocolo para toda ocasión social, la doctrina religiosa, determinadas artes y
algunos idiomas, estas damas eran quienes mantenían activa gran parte de la vida social de
la época, organizando en sus lujosas viviendas bailes, tes, ágapes y tertulias a los que solo
eran invitadas las personas que por su riqueza, fama, prestigio o carisma eran consideradas
dignas, determinando de esta forma quién y qué esta de moda y quién y qué no lo está,
estos eventos eran de enorme importancia, además, porque en ellos se conocían personas de
condiciones similares a las propias y se presentaba en sociedad a hijos e hijas en la edad
apropiada.
Es en el contexto de esta sociedad patriarcal, con gran influencia de la iglesia, la virginidad,
se considero como un tesoro de la mujer, ya que antiguamente la mujer tenia un precio, por
lo que la castidad prenupcial era cuidada por el padre de la doncella con muchísimo
esmero, la costumbre de la época consistía en que la noche de bodas la dama sea raptada,
real o simuladamente siendo el corolario de la ceremonia, el arrebatamiento de
su virginidad o rotura del himen.
El matrimonio, se erigió como destino único y supremo de la mujer, lo que le proveía el
status de “apta” para desarrollarse en la sociedad, siempre al cuidado del varón que se
había hecho cargo de ella al casarse, aquellas que permanecían solteras, eran despreciadas
por su comunidad, pasando a ejercer un puesto de segunda en su casa paterna, o en hogares
ajenos, una solución era el convento.
El matrimonio se hacia por contrato, donde se discutían exhaustivamente las condiciones,
entre el suegro y yerno, sin que se tomara en cuenta la opinión de la futura esposa, ellas
habían sido educadas desde su infancia con la idea de que el matrimonio era una vocación
femenina inedulible, que le depararía amor, hogar, comida, y garantías legales.
La frigidez, durante siglos se ha entendido, y por desconocimiento aun se entiende, como
la falta de goce sexual en la mujer, siendo asimilado por ellas, influidas culturalmente para
asumir con dolor y resignación todas las culpas, el desconocimiento de la anatomía
femenina y sus procesos, a causa de pautas represoras, a través de la educación y la
religión, impidieron que muchas mujeres conozcan a fondo su cuerpo y sus necesidades, a
esto se agrega que muchas veces el sexo se practica como una embestida vaginal, lo que
obligaba a las mujeres a fingir el orgasmo y no desear el acto sexual.

Según Master y Jonson, hasta la mitad del siglo pasado, el sexo represento algo que el
varón debía revelar a la mujer durante la noche de bodas, siendo esta reservada para su
placer y el rol femenino de esclava del sexo, de esta situación derivan los estereotipos de la
virilidad masculina, y el desinterés sexual atribuido a la mujer.
El papel a desempeñar por el varón se tomaba como una conjunción de actividad, agresión,
mayor frecuencia de deseo y rechazo de emociones y afectos, el era el ser activo que
tomaba la iniciativa en el juego del amor suponiendo que la mujer debía adaptarse a su
modo y exigencias, se reducían los momentos sexuales a la erección, y por lo tanto, a lo
genital y a la penetración, no estaba bien visto que la mujer pretendiera gozar con el sexo,
cuando en definitiva el acto tenia como único fin el de la reproducción.
Siempre se considero como obligación de la mujer el deber satisfacer a su compañero no
solo en lo referido al sexo, ya que a través de la renunciación de sus aspiraciones personales
y proyectos, debía dedicar su vida a sus hijos y esposo, para el bien de la familia.

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