Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Es así que las neurociencias estudian los fundamentos de nuestra individualidad: las
emociones, la conciencia, la toma de decisiones y nuestras acciones sociopsicológicas.
Todos estos estudios exceden el interés de los propios neurocientíficos, ya que también
captan la atención de diversas disciplinas, de los medios de comunicación y de la sociedad
en general. Como todo lo hacemos con el cerebro, es lógico que el impacto de las
neurociencias se proyecte en múltiples áreas de relevancia social y en dominios tan
disímiles. Por ejemplo, la neuroeducación tiene como objetivo el desarrollo de nuevos
métodos de enseñanza y aprendizaje, al combinar la pedagogía y los hallazgos en la
neurobiología y las ciencias cognitivas. Se trata así de la suma de esfuerzos entre
científicos y educadores, haciendo hincapié en la importancia de las modificaciones que se
producen en el cerebro a edad temprana para el desarrollo de capacidades de aprendizaje y
conducta que luego nos caracterizan como adultos.
El sistema nervioso central está constituido por el encéfalo y la médula espinal. Están
protegidos por tres membranas (duramadre, piamadre y aracnoides), denominadas
genéricamente “meninges”. Además, el encéfalo y la médula espinal están cubiertos por
envolturas óseas, que son el cráneo y la columna vertebral respectivamente. Las cavidades
de estos órganos están llenas de un líquido incoloro y transparente que recibe el nombre de
“líquido cefalorraquídeo”. Sus funciones son muy variadas: sirve como medio de
intercambio de determinadas sustancias, como sistema de eliminación de productos
residuales, para mantener el equilibrio iónico adecuado y como sistema amortiguador
mecánico. Las células que forman el sistema nervioso central se disponen de tal manera
que dan lugar a dos formaciones muy características: la sustancia gris, constituida por los
cuerpos neuronales; y la sustancia blanca, formada principalmente por las prolongaciones
nerviosas (dendritas y axones), cuya función es conducir la información.
El cerebro
El cerebro está compuesto por dos hemisferios y el cuerpo calloso que los une. Aunque
no lo parezca, el cerebro humano tiene una superficie aproximada de 2 m2, pero cabe en el
cráneo debido a que está plegado de una forma muy peculiar. Por su función
preponderante, es el único órgano completamente protegido por una bóveda ósea llamada
“cavidad craneal”.
Sustancia blanca y sustancia gris
La sustancia blanca es una parte del sistema nervioso central compuesta de fibras
nerviosas mielinizadas (recubiertas de mielina, sustancia que permite transmitir más
rápidamente el impulso nervioso). Las fibras nerviosas contienen sobre todo axones (un
axón es la parte de la neurona encargada de la transmisión de información a otra célula
nerviosa). La llamada “sustancia gris”, en cambio, está compuesta por las dendritas y
cuerpos neuronales. En el cerebro, la sustancia blanca está distribuida en el interior,
mientras que la corteza y los núcleos neuronales del interior se componen de sustancia gris.
Esta distribución cambia en la médula espinal, en donde la sustancia blanca se halla en la
periferia y la gris, en el centro.
La corteza cerebral es una capa delgada de sustancia gris que cubre la superficie de cada
hemisferio cerebral. Dicha corteza, como hemos dicho, es de una extensión superior a la
que cabría desplegada dentro del cráneo. Para lograrlo, la superficie cortical se pliega y, al
plegarse, forma los denominados “surcos” o “cisuras” que no son más que la expresión
visible de dichos pliegues.
Las áreas que se encuentran visibles entre los pliegues es lo que llamamos “giros” o
“circunvoluciones”. Existen tres cisuras principales que dan lugar a la división más
utilizada en neuroanatomía que es la de los lóbulos cerebrales. Así, la cisura de Silvio (o
cisura lateral), la cisura de Rolando (o surco central) y la cisura parieto-occipital dan lugar
a los denominados:
● lóbulos frontales,
● lóbulos parietales,
No existe una respuesta definitiva acerca de por qué se produjeron estos cambios
anatómicos y funcionales. Sin embargo, la clave para aproximarse a esta problemática es
pensarlo en función de la supervivencia y la selección natural. Para nuestros ancestros, del
mismo modo que para los animales, poder tener un control de sus sistemas de percepción
(es decir, contar con una buena visión o audición para percibir la presencia de un predador)
y de su sistema motor (para huir o luchar ante una posible amenaza) implicaba contar con
los recursos necesarios para sobrevivir en determinado medio ambiente. La alimentación,
la reproducción y evitar amenazas son los objetivos fundamentales de cualquier ser vivo y,
para ello, es fundamental contar con habilidades que permitan asimilar la información del
medio ambiente y actuar en consecuencia. Así, por ejemplo, ante los cambios climáticos
que hicieron que menguaran las junglas y abundaran las praderas, adoptar la posición
bípeda trajo como ventaja el poder advertir la presencia de predadores con mayor facilidad,
evitar la excesiva exposición al sol y aprovechar al máximo la energía al no tener que
utilizar las cuatro extremidades para caminar. Ante un ambiente en constante cambio, cada
vez más complejo y con un número de amenazas creciente, se volvió esencial para
sobrevivir contar con un conjunto de conductas que permitieran cumplir con los objetivos
de alimentación y reproducción. De este modo, el aumento del tamaño del cerebro y su
reorganización funcional podrían haber hecho posible la cooperación social de los seres
humanos para la búsqueda de plantas y la caza, así como su capacidad para fabricar
herramientas y armas de mayor complejidad.
Muchas de nuestras actuales capacidades son un efecto secundario accidental del
proceso evolutivo. característica fundamental de nuestros cerebros: su plasticidad. El
cerebro, como resultado de la experiencia, posee la habilidad de modificarse a sí mismo y
consolidar así una nueva memoria o aprendizaje.
De hemisferios y hemisferios
Otros de los estudios esclarecedores que sobre este tema realizó Michael Gazzaniga
contribuyeron a demostrar que el hemisferio izquierdo posee mayor capacidad de procesar
la información en forma secuencial, mientras que el hemisferio derecho aborda la
información de manera más holística y en paralelo.
En los tiempos actuales en que todo lo “NEURO” está tan de moda -neuroeducación,
neuromarketing, etc. Es muy común interpretar de forma parcial o inadecuada gran parte
de los descubrimientos científicos, lo cual explica el origen de los llamados neuromitos,
que están muy arraigados en educación.
Durante el primer año, en el cerebro del bebé se produce una gran reorganización
neuronal, con un enorme incremento de sinapsis (Sinaptogénesis), aunque este desarrollo
no sigue el mismo ritmo en todas las regiones cerebrales. Así, por ejemplo, la
sinaptogénesis en la corteza visual alcanza su pico en los ocho primeros meses, y a partir
de entonces se inicia un proceso de disminución continua hasta que se alcanzan los niveles
adultos, en torno a los diez años de edad. En cambio, en la corteza prefrontal se llega al
máximo en el decimoquinto mes, y luego el proceso se ralentiza mucho y los niveles
adultos no se alcanzan hasta pasada la adolescencia.
EJE Nº 2: NEUROPLASTICIDAD
A lo largo de nuestra vida, nuestro cerebro se transforma de manera constante. La
experiencia y el ambiente modifican los circuitos neuronales y regulan la expresión de
nuestros genes. Nuestro cerebro es fundamentalmente un órgano adaptativo. Se denomina
“neuroplasticidad” a la capacidad del sistema nervioso para modificarse o adaptarse a los
cambios. Este mecanismo permite a las neuronas reorganizarse al formar nuevas
conexiones y ajustar sus actividades en respuesta a nuevas situaciones o a cambios en el
entorno. La neuroplasticidad existe a diferentes niveles: a nivel molecular, a nivel celular y
a nivel de las conexiones de las células del sistema nervioso entre sí (circuitos). Uno de los
desarrollos fundamentales de la plasticidad se da a nivel de la conexión entre las neuronas
(la denominada “sinapsis”). La plasticidad sináptica es la capacidad que las neuronas
tienen para alterar su capacidad de comunicación entre ellas. Cada vez que nos
enfrentamos a una nueva pieza de información que se debe almacenar en nuestra memoria,
se generan nuevas sinapsis, se fortalecen otras, algunas se debilitan y otras se podan. Este
proceso representa un mecanismo evolutivo fundamental de aprendizaje, presente en
organismos básicos como la aplysia (un molusco) y complejos como nosotros los
humanos. También evidenciamos plasticidad cerebral en el nivel de los grandes circuitos:
si un hemisferio cerebral se lesiona, el hemisferio intacto puede -a veces- llevar a cabo
algunas de las funciones de su par afectado. Esto sucedería porque se desenmascaran
conexiones de circuitos neuronales preexistentes pero que eran poco funcionales hasta ese
momento. El cerebro es capaz así de compensar parcialmente el daño al reorganizar y
formar nuevas conexiones entre neuronas intactas. Es evidente que la neuroplasticidad
constituyó uno de los principales mecanismos a través de los cuales las especies fueron
evolucionando a lo largo del tiempo, y se adaptaron así a cambios del ambiente más allá de
aquello que estaba predeterminado genéticamente.
Han identificado que hay alumnos que creen que la inteligencia es fija y que debido a
los determinismos genéticos no podemos hacer nada para cambiarla (mentalidad Fija).
Como consecuencia de ello, piensan que el esfuerzo solo será útil para aquéllos menos
capaces, son menos resistentes ante las nuevas dificultades y más proclives a realizar
trampas -como es copiar en los exámenes- para obtener los resultados esperados. Y,
aunque no existe una dicotomía, hay alumnos convencidos de que pueden desarrollar y
mejorar sus capacidades a través del esfuerzo o de buenas estrategias y consejos
(mentalidad de crecimiento), lo cual los hace centrarse en el proceso de aprendizaje y no
en el mero resultado, y les empuja a ser más perseverantes ante las tareas y las dificultades
que puedan surgir. Creer que la inteligencia es maleable repercute positivamente en el
rendimiento académico del alumno.
Desde el nacimiento ,los seres humanos estamos programados para aprender a través de
la imitación -neuronas espejo-. Esta tendencia natural adquiere gran importancia en el
contexto del aula porque, en consonancia con lo que ya sabemos hace tiempo sobre el
efecto Pigmalión, las expectativas del profesor sobre el alumno pueden condicionar su
comportamiento hacia él y afectar su motivación y su evolución académica. cuando el
docente cree que las capacidades de los alumnos son estables, es más fácil que se centre en
los resultados académicos y no en el proceso de aprendizaje. Sin embargo, cuando tiene la
adecuada mentalidad de crecimiento es más proclive a animar al alumno y a no encasillarlo
según sus creencias.
Junto a esta estrategia, resulta también imprescindible generar un clima emocional
seguro en el que se asume con naturalidad del error -todos nos equivocamos, también el
profesor-, se pregunta, se anima, se elogia al alumno por su esfuerzo y no por su
capacidad. En donde las expectativas de los alumnos y de los profesores son siempre
positivas. Sin olvidar la importancia de generalizar la colaboración a todos los miembros
de la comunidad educativa profesores, familias y alumnos.
Sueño
Asimismo, se ha demostrado la importancia del sueño cuando precede a la tarea de
aprendizaje y, aunque una siesta de pocos minutos puede producir ciertas mejoras en la
memoria, los mejores resultados se obtienen con periodos de tiempo más prolongados. En
un estudio en el que los jóvenes participantes debían aprender una tarea numérica a las
doce de la mañana y a las seis de la tarde, aquellos a los que se les permitió dormir una
siesta de cien minutos entre las dos sesiones mejoraron sus resultados en la segunda,
mientras que la capacidad de aprendizaje de los que estuvieron despiertos todo el día se vio
mermada. Estos beneficios útiles en la infancia y en la adolescencia son especialmente
relevantes para los niños en educación infantil, porque tienen unas necesidades de sueño
mayores y a menudo no duermen lo suficiente a causa de las exigencias de los horarios
laborales de los padres.
Por otra parte, el sueño incide en la mejora del pensamiento creativo al facilitar la
aparición de ideas ingeniosas (insight) que muchas veces nos permiten resolver problemas
que nos provocaban esos bloqueos mentales tan comunes. Existe en esta importante etapa
educativa un desplazamiento hacia el cronotipo que retrasa la activación cognitiva por
la mañana del estudiante, es decir, sus ritmos circadianos están más adaptados a los
horarios de la tarde que a los de la mañana. Una de las razones por la que se cree que
los adolescentes necesitan dormir más y suelen acostarse más tarde es porque los niveles
de la hormona responsable de modular los patrones de sueño, la melatonina, alcanza
niveles superiores y se libera de forma más tardía.
Hemos visto que las investigaciones en neurociencia parecen demostrar que el sueño es
imprescindible para mantener nuestro cerebro en un estado óptimo, ya que favorece la
neuroplasticidad necesaria para fortalecer y regenerar circuitos neuronales utilizados
durante la vigilia. Es este efecto reparador el que nos permite adquirir, consolidar e integrar
las memorias y, en definitiva, aprender.
El agua
información que ha sido presentada hace unos minutos. Estaríamos usando esta memoria
si, en el ejemplo anterior, hubiésemos hecho el esfuerzo de retener el número de teléfono y
recordado media hora después.
información que ha sido presentada hace unos días; por ejemplo, lo que hicimos este
último fin de semana.
información que ha sido presentada hace unos años; por ejemplo, las cosas que sucedieron
cuando íbamos a la escuela.
La memoria selectiva
La mayoría de las personas tienen una memoria muy selectiva, y tienden a recordar los
datos o eventos relevantes a su interés, sea del trabajo o de sus pasatiempos.
Esto no ocurre, como hemos referido, con memorias asociadas a emociones intensas.
Múltiples experimentos han demostrado que la memoria asociada a una carga emocional
intensa logran una mejor consolidación, puesto que dichas emociones disparan cascadas
químicas y fisiológicas en nuestro organismo que favorecen la formación de nuevas
memorias.
“Más información, menos conocimiento”
La evidencia científica indica que cada vez que recuperamos una memoria de un hecho,
esta se hace inestable permitiendo la incorporación de nueva información. Cuando
almacenamos nuevamente esta memoria como una nueva memoria, contiene información
adicional al evento original. Esas nuevas instancias permiten abrir ventanas para cambiar la
manera en que un recuerdo traumático está conformado y las reacciones emocionales que
lo acompañan. Por ejemplo, cuando un paciente que sufre un trastorno de estrés
postraumático evoca, con ayuda de un terapeuta y en un contexto seguro, los recuerdos de
la situación vivida, para poder atenuar progresivamente las reacciones emocionales
intensas que acompañan el recuerdo, está trabajando sobre la reconsolidación de esa
memoria. O cuando un paciente con una depresión puede modificar en la psicoterapia el
modo en que interpreta ciertos eventos de su vida, al cambiar los significados atribuidos,
está agregando información adicional o diferente a la que estaba ya almacenada y que
realimentaba el sufrimiento una y otra vez.
El proceso continuo mediante el cual las memorias a corto plazo se van convirtiendo en
memorias a largo plazo se conoce como consolidación de la memoria y es el que, en
definitiva, posibilita el aprendizaje.
La memoria de trabajo
Imaginemos que hemos de multiplicar mentalmente los números 43 y 22. Para que este
cálculo lo podamos realizar deberemos recordar los dos números, aplicar las reglas propias
de la multiplicación, almacenar la información correspondiente a los productos intermedios
e ir procesándola atentamente para evitar las distracciones que perjudicarían la secuencia
adecuada que nos conduzca al resultado final. Este es un ejemplo de utilización de la
memoria de trabajo, que consiste en almacenar de forma consciente durante un breve
periodo de tiempo una pequeña cantidad de información para ser utilizada en cualquier
tarea cognitiva. Posibilita combinar la información que nos llega del entorno con 1a
almacenada en la memoria a largo plazo, resulta fundamental para la reflexión y la
resolución de problemas.
No obstante, en la práctica sí que podemos ayudar a los alumnos a utilizar de forma más
eficiente la memoria de trabajo enseñándoles estrategias mnemotécnicas, en situaciones
concretas, de organización del material, por medio de elementos visuales, reduciendo la
cantidad de información que han de recordar, incrementando el sentido y significado
de las actividades propuestas.
A escala neuronal, se aplica aquello de, porque aprender significa ir fortaleciendo las
conexiones neuronales a través de la repetición, esto es, la práctica perfecciona y es un
requisito para la memoria a largo plazo. Desde la perspectiva educativa esta debe ser una
práctica deliberada que no ha de estar reñida ni con la variedad ni con la reflexión, porque
como nuestro cerebro aprende a través de la asociación de patrones, son los
conocimientos previos y la constante adquisición de cultura lo que va construyendo nuestro
talento. Porque tener un conocimiento sólido de base es también un requisito
fundamental para ser creativos.
EJE Nº6: EMOCIONES Y DOLOR SOCIAL
El Cerebro y Las Emociones
La emoción es un proceso influenciado por nuestro pasado evolutivo y personal que
desata un conjunto de cambios fisiológicos y comportamentales claves para nuestra
supervivencia. Tanto, que interviene en procesos cognitivos trascendentes como la
memoria, tal cual lo hemos visto en el capítulo anterior, y la toma de decisiones, como lo
desarrollaremos en este capítulo. La emoción, entonces, involucra al comportamiento en sí,
y también cambios corporales internos (viscerales y sistema nervioso autónomo), el tono
de la voz (prosodia) y los gestos (que incluyen la expresión facial).
Ekman postuló que cada emoción básica debería estar asociada a un circuito cerebral
particular y la neurociencia afectiva ha dedicado grandes esfuerzos a determinar qué
estructuras de nuestro cerebro se asocian a cada emoción básica en particular.
El cerebro social
Dado que la conducta social tiene demandas únicas, se tiende a pensar que posee
sistemas cerebrales especializados. La conducta social requiere de una identificación muy
rápida de los estímulos y signos sociales (tales como el reconocimiento de las personas y
su disposición hacia nosotros), una importante y necesaria integridad de la memoria (para
recordar quién es amigo y quién no lo es en base a nuestra experiencia), una rápida
anticipación de la conducta de los otros, y la generación de múltiples evaluaciones
comparativas. Por otro lado, los desafíos cognitivos requeridos para la interacción social
parecen ser diferentes de aquellos requeridos para los objetos (no humanos).
Dolor Social
La International Association for the Study of Pain (IASP) define dolor como “la
experiencia desagradable sensorial y emocional asociada a un daño real o potencial de
los tejidos o descrita en términos de dicho daño”.
Se ha demostrado que una evaluación social negativa, con comentarios de rechazo por
parte de otros, activa estas regiones relacionadas con la dimensión afectiva del dolor.
A nivel práctico, expresar los sentimientos y las preocupaciones sobre las experiencias
dolorosas de estrés social reduce la probabilidad de que se produzcan rumiaciones
obsesivas con el tiempo y de que aparezca un incremento en la actividad fisiológica, así
como podría facilitar un afrontamiento más adaptativo mediante la información recibida, el
apoyo emocional, la comprensión que el hecho de expresar produce, etc. Estudios
experimentales sobre la divulgación o la expresión emocional a través de la escritura
expresiva o del habla plantean que mejora la salud en promedio con efectos no muy
robustos, probablemente mediante factores moderadores.
Un aspecto interesante de la interacción entre ambos tipos de dolor es el hecho
probado de que las experiencias de rechazo o la exclusión social a menudo conducen a
un comportamiento agresivo desadaptativo, ya que dificulta la reconexión social. Sin
embargo, si se interpreta a la luz de la superposición de vías neurales implicadas
comienza a tener más sentido. La amenaza o la experiencia de dolor físico provocan
una acción agresiva generalmente adaptativa, ya que si uno está siendo dañado
físicamente surge la necesidad de atacar para defenderse. Desde esta perspectiva
aparece la posibilidad de que la agresión posterior al rechazo social desadaptativa
pueda ser un subproducto de una respuesta adaptativa al dolor físico.