Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. INTRODUCCIÓN
Las parejas sienten, sin quererlo, ni poderlo frenar que tienden a ubicar compulsivamente al otro en la posición
de objeto ilusorio, a manera de recorte estereotipado que atrae, fascina, irrita y genera violencia. En tanto el
otro inevitablemente diferente no se superpone totalmente a aquel lugar de ilusión, vivido como intruso y
pierde el encanto que supiera tener. Esta producción vincular deriva de un funcionamiento primitivo, y a
nuestro entender está conectada con exigencias correspondientes al deseo de ser y tener cada uno para el
otro un objeto ilusorio.
Sobre esta base se genera la dificultad de admitir la diferencia entre el yo Y el otro, así como su correlato en
la diferencia de sexos. Conservar dicho funcionamiento implica elegir un determinado objeto.
Los acuerdos y pactos inconscientes indican la manera y el tipo de objeto a elegir. El ser humano cuenta con
diversas inscripciones de vínculos y relaciones con objetos parentales y luego con objetos extraparentales
significativos con los cuales integró un complejo sistema de opciones acerca de la elección del yo a un otro
(puesto que elige un determinado otro) y cómo se ofrece a su vez para ser elegido por él.
2. ZOCALO INCONSCIENTE
Llamamos zócalo inconsciente de la relación de pareja a la estructura profunda reguladora de la misma, lo
subyacente a todas las modalidades de interacción, el nivel de lo observable. En éste hay un amplio espectro
de modalidades de relación, sostenido en la ilusión de variabilidad y multiplicidad de las mismas.
En realidad, sus protagonistas, utilizando la inducción, detectan regularidades y desde ahí hacen
generalizaciones mediante las cuales imaginan poder predecir: Describen interacciones encubridoras porque
pasan cerca de la conciencia. Son modelos contingentes. Deben su coherencia al carácter repetitivo de una
determinada modalidad de relación, derivados de la estructura profunda del vínculo. A un orden o a una
estructura profunda del vínculo. Remiten a un orden o a una estructura inconsciente y determinan la forma
de ser pareja. Para obtener modificaciones estructurales profundas será necesario utilizar una teoría científica
desde la cual el planteo y elaboración de las contradicciones inconscientes adquiera un nuevo significado
posible.
Las diversas contingencias de la vida producen cambios de código. En el transcurso de su modificación pueden
ocurrir los síntomas de la relación de pareja. Aquello que unía, ahora es percibido como aquello que separa.
El posible sufrimiento lleva a refugiarse en conductas seguras; conocidas, infantiles, buscando de esta manera
recuperar una sensación de certidumbre contra la incertidumbre de lo desconocido referida a la evolución a
mayor complejidad vincular, generadora de ansiedad. El conflicto se produce cuando es mayor la necesidad
de mantener inmovilizado el vínculo dejando excluidas las nuevas exigencias de la pareja.
Sostenido por acuerdos y pactos inconscientes provee un código dador de sentidos implícitos. Establece el
conjunto de regulaciones para lo permitido y lo prohibido para esas dos personas. Incluye y a la vez se
diferencia de códigos intrasubjetivos propios de cada uno. Desde el nuevo código especifico, cada pareja, sin
saberlo, organiza nuevos acuerdos-entendimientos según los cuales selecciona de una gama infinita una
determinada modalidad de relación. Es el zócalo el lugar desde el cual se produce el recorte de las
circunstancias, cuya tendencia a la repetición puede generar un contexto significativo.
Tiene representaciones objetales y vínculos entre ellas. Contiene deseos infantiles insatisfechos, también la
problemática inherente a la diferencia de sexos, ya que en cada· etapa de la vida y crisis vital adquiere un
nuevo sentido. Además incluye identificaciones históricas primarias y secundarias y representaciones
socioculturales inconscientes, elementos importantes dadores de pertenencia y que requieren a su vez de
nuevos y variados acuerdos en los mundos de la pareja.
El zócalo inconsciente es una estructura estable pero no inmutable. En los casos de una pareja cuya relación
evoluciona hacia el crecimiento o en aquellos otros que recurren a un tratamiento psicoanalítico de pareja, es
posible modificar la cualidad de los vínculos. De esta manera se libera la disposición a otras identificaciones y
elecciones objetales contenidas en la misma estructura, pero inmovilizadas por la repetición o reprimidas por
el conflicto.
El zócalo inconsciente es un organizador de la relación en sus distintas modalidades de intercambio:
emocional, sexual, económica, de palabras.
3.1 Descripción
El vínculo con otro estable dotado del carácter exclusividad y necesariedad, a quien nadie podría reemplazar,
buscado por el yo sin el cual se ve amenazado por la vivencia de aniquilación da lugar a este peculiar vínculo
que hemos llamado el “objeto único”. Es la primera organización objetal investida aún de narcisismo
originario. De ahí deriva la búsqueda de sensación oceánica y de fusión con ese objeto investido por lo tanto
de cualidades omnipotentes, omnipresentes, omniscientes. Esta relación se recrea en el enamoramiento.
El Objeto Único es aquel que inicialmente provee la acción específica, discrimina mundo interno y mundo
externo, yo/no-yo, da los primeros índices de realidad, tiene la aptitud de anticiparse al deseo -prever-, así
como suministrar al yo inerme y desamparado, un yo auxiliar capaz de significar. El Objeto Único es la
contraparte del desamparo originario motor y verbal basado en la inmadurez del bebé. Se asocia con el objeto
amoroso y único dador de seguridad y amor incondicional.
Tomamos como punto de partida del desarrollo psíquico inicial el primitivo estado de indiferenciación donde
rige una forma primaria y sensorial de metabolizar lo proveniente de los mundos externos al incipiente aparato
psíquico (los estímulos corporales y los del mundo externo). Las sensaciones polares placer-dolor otorgan una
primera organización. Determinan la creación de un espacio mental y corporal de funcionamiento primario
guiado por la lógica de las emociones, al que Piera Aulagnier describió como funcionamiento originario.
Queda inscripto como representación de emoción. En este estadio los objetos parentales suministran la
asistencia imprescindible, siendo quienes deben llevar a cabo, por y para el bebé, todos los actos necesarios
(acción específica) para la supervivencia, por lo cual se transforman en responsables de placer y de dolor.
3.2 El asistente
El registro del objeto en su condición de placentero como derivado de la vivencia de satisfacción. Pero el
mismo puede convertirse en otro comento en dolorígeno, esto es, derivado de la vivencia de dolor.
El Objeto Único tiene una doble inscripción vincular (se puede ubicar en un rol u otro), desde el bebé como
deseo perentorio de contar con un Objeto Único y desde éste como un deseo de instalarse como tal para un
Otro en quien se proyectó la indefensión. De esta manera el yo y el otro se instalan en un vínculo de completud
en el que la duda no cabe. La peculiar satisfacción obtenida al ser considerado asistente único puede ofrecer
la ilusión de una relación objetal pero se transforma fácilmente en una trampa narcisista. Se convierte en su
majestad el asistente. Este modelo vincular se reactiva en momentos de extrema desprotección y siempre
está la disposición a ligarse asociativamente con el desamparo originario. En las crisis vitales tanto como en
aquellas desencadenadas por conflictos, puede renovarse la demanda de un Objeto Unico asistente. También
se puede activar la necesidad de ser un Objeto Unico mesiánico para un otro desamparado intentando
restablecer la organización vincular que éste determina. Lleva el riesgo de infantilizar al otro por necesidades
megalomaníacas del yo.
Se instala un vínculo basado en el anhelo de proveer y recibir adecuada protección durante situaciones críticas.
El conflicto transforma el anhelo en una exigencia dirigida al objeto. Si bien éste fue elegido por sus
características ofreciendo un apoyo a cualidades que Io ubican en posición favorable para ser considerado
objeto natural protector (único), el índice de realidad suministrará la información acerca de las condiciones
del otro para desempeñar esta función (relación objetal-objetivable). De esta manera es factible establecer la
diferencia entre desamparo originario y desprotección. El intercambio basado en protección mutua está
implícitamente incluido en el contrato matrimonial y también en algunos encuadres peculiares, como por
ejemplo el encuadre de amigos.
El bebé inviste narcisísticamente a los objetos y éstos, complementariamente, lo invisten narcisísticamente
como importante. Para el bebé la madre es imprescindible. Para la madre, el bebé es tan sólo privilegiado, si
bien parcialmente y en relación con su feminidad es el símbolo más importante de su capacidad de crear. Es,
en un comienzo, parte de su propio cuerpo, al cual puede un comienzo, parte de su propio cuerpo, al cual
puede cuidar y reconocer. Los resabios narcisistas y la fuente de placer que le otorga ser “todo” para el otro
en una relación asimétrica, la lleva a reforzar la creencia en la bondad de su función. En la pareja, el ser
recíprocamente lo más importante para el otro en lo genital, puede fácilmente confundirse con el modelo
primitivo.