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Ser niño hoy

Mario Waserman

Este escrito fue presentado al XI Congreso Metropolitano de Psicología que se


desarrolló en Buenos Aires en el año 1997.Su título duplica el título del mismo Congreso.
Esto me obligó a un trabajo de apropiación al cual otorgo una importancia similar a lo que
después se constituye como el mismo trabajo en sí. Presento este escrito casi tal cual lo
presenté en el Congreso. Sin duda necesita de un trabajo de ampliación al cual estoy abocado,
pero, aún así, me parece suficientemente elocuente como para intentar su publicación.
Aunque el escrito es breve no puedo ir directamente al grano, necesito al comenzar
un espacio para lo introductorio, un espacio para los juegos preliminares, en fin, un espacio
para el placer. Cuando termine de introducirme desarrollaré el centro del trabajo, lo serio, que
incluye un intento clasificatorio de los niños que el analista encuentra en el campo de su
trabajo en el hoy, en cualquier hoy.
En cuanto a lo introductorio, se trata en primer lugar de un ejercicio lúdico alrededor
del título. ( el trabajo de importación- apropiación al que hice referencia) La levedad del
procedimiento no debe ocultar su pertinencia y su seriedad. Rescato el juego, lo lúdico de la
niñez, como un momento en la producción de conocimientos en un terreno desconocido y
como antídoto de la elocución repetitiva del discurso del otro. A través de cierto juego con las
cadenas de significantes entrelazados a un grupo conceptual es posible producir un nuevo
conocimiento, un conocimiento inédito que el propio pensante no puede anticipar; y sin ese
procedimiento que repito, rescata una experiencia constitutiva del pensamiento en la niñez no
hay modo de salir del discurso ya constituido.
Juguemos pues con el título del Congreso “ser niño...hoy” para que termine en
convertirse en título de este escrito. Ser niño hoy a me conduce inicialmente a buscar en mis
archivos a ver cómo está, en que estado está o se encuentra, mi infancia ...hoy. Ya que como
es sabido mi infancia, como la de cualquier otro, cambia de tanto en tanto.
Hoy mi infancia está un poco mejor que ayer, cuando yo era un niño, pero no está del
todo bien, sigue constituida por algunos rasgos definitorios sobre los que he trabajado toda mi
vida. Voy a traerlos a colación por motivos epistemológicos que ustedes encontraran mas que
justificados el motivo central es que creo que la investigación psicoanalítica no debe estar
muy alejada del fantasma que desvela al analista. Cuando están muy alejados, su trabajo, por
mejor construido que esté, por mas técnico que sea , parece carecer de significado.
Y mi fantasma tuvo en su fondo el ensamble de la sexualidad infantil y la guerra del
siglo. Recuerdo(encubridoramente) muy bien los terrores de mi infancia, de las que, como
dije, no estuvo ausente, aunque yo entonces no lo supiese, la segunda guerra mundial, vivida
en la Argentina por una familia judía que había dejado la mayoría de sus miembros bajo el
terror nazi en Polonia. Terrores de mi infancia que ojalá fuesen recuerdos y no repetición
como efectivamente lo son aún.
Yo nací en 1941 pocos meses después que los nazis invadieran Polonia. Si bien mis
sueños, cada vez que se presenta la ocasión, me hacen presente, bajo todo tipo de disfraz esos
terrores que me constituyeron y que trabaron y traban a su vez la constitución misma del
deseo, aún así, repito, si bien mis sueños representifican mis terrores hubo muchas cosas
maravillosas en mi infancia que creo que nunca me resignaré a perder y que guardo en mí para
que me acompañen siempre. En primer lugar estar rodeado del amor incondicional de mis
padres y de mi hermano. Esta vivencia, a la que yo considero el enclave fundamental donde se
asienta el yo, pertenece metapsicológicamente a mi infancia y yo debo ubicarme en el lugar
de niño para reencontrarla en su prístina existencia. Considero esta vivencia - complejo al que
llamo la sagrada familia- como una invariante de la constitución subjetiva, es decir, como una
experiencia que debe hacerse presente en la estructuración de un sujeto para otorgarle lo que
Winnicott llama, continuidad existencial.

Esta presentación de mi archivo personal titulado: ”como es mi infancia hoy” tiene


una gran importancia en el modo en que yo visualizo a los niños, de hoy y de siempre.
Para mi, que de algún modo soy un niño del holocausto -como todos los niños judíos
que nacieron del 40 al 45- para mí, los niños, los verdaderos niños están siempre dentro del
campo de concentración. Yo me identifico con los niños de las fotos del campo parados detrás
del alambrado. Sus ojos está n muy abiertos y ninguna risa se dibuja en sus caras. Los niños
que están afuera, que concurren felizmente a la escuela y a los cumpleaños están lejos de la
realidad. Lo único que me protege en ese otro lugar - en esa otra escena- es un inmenso amor
maternal. Una madre transida por el dolor y la angustia, por un sentimiento desesperado de no
tolerar más pérdidas. Lo único que me sostiene es el complejo de la sagrada familia que se
opone al complejo de Edipo en cuanto lugar de enfrentamientos, incesto y parricidio.
Desde allí, desde el cerco que rodea el campo, yo me pregunto: Qué hacen los niños
alegres despreocupados y ricos? Ellos no parecen pertenecer a este mundo. Este mundo, la
realidad misma, es ese lugar siniestro detrás del alambrado electrificado.
Este fantasma me ayuda hoy, a ver a los niños que aún hoy, permanecen en esa
situación en la cual, por supuesto... yo nunca estuve. Lo mío es sólo, afortunadamente, una
construcción fantasmal. Esta construcción me ayuda a reconocer a los niños que hoy debo
rescatar del dolor. Hay muchos niños de hoy que están actualmente viviendo ese ayer. No
necesito nombrarlos, todos vemos sus fotos en los diarios. Yo abogo por esos niños, por la
marca indeleble, por el fantasma desolador que les dejó su infancia. Rescato asimismo la
heroicidad del amor parental, único refugio esperanzado de una realidad social abrumadora.
Este es el marco que mi inconsciente impone a la realidad. Estoy seguro que, de ese modo, me
acerco a la realidad, mas que alejarme de ella.
Un segundo juego: Ser niño...hoy... es un deber. (Tomo aquí el nombre del título como
si fuese una máxima)En primer lugar lo primero que un niño de hoy debe ser, es ser niño. Será
niño hoy o no será nada. Lo primero que debe hacer es resistirse a la adultificación, resistirse a
las armas, a ser invadido por el sexo explícito de los adultos, a la carrera universitaria
pensada desde el jardín de infantes, etc.etc.
En cuanto al analista, el debe poder ser niño en el hoy. Ser niño...hoy para el analista,
vía la bendita disociación instrumental que mentó J.Bleger, es un deber ser en un doble
sentido. En el sentido metodológico al cual me referí al comienzo: Debe preservarse en lo
lúdico, eso del niño, que se constituye como juego del pensamiento y como humor y como
imaginación. No veo al analista de niños haciendo el muerto en un psicoanálisis. Un niño
necesita un analista a lo Winnicott que haya preservado una zona de juegos y la pueda poner
en juego. En segundo lugar, ser niño ...hoy, es un deber del analista de niños, en cuanto a la
identificación. Es decir, en cuanto a saber ponerse en su piel, sentir su lugar. Mas
precisamente, debe saber ponerse en el lugar del niño, que hoy, sufre.

A veces nos traen a la consulta niños que no sufren, y hasta que no nos conectamos
con su sufrimiento poco podemos hacer para ayudarlo. Debe haber para una ayuda, la que
fuese, un sufriente. Sin esa identificación con el niño que hoy sufre no tiene sentido nuestro
trabajo ni los congresos que se hagan alrededor de el.

II
Vamos ahora a dejar el juego y entrar en lo serio. En primer lugar tenemos que
considerar el término hoy. Hoy es un término que apunta a lo temporal, pero en este caso no
se puede disociar de lo espacial, en particular del espacio geográfico ,político y social. El hoy
de hoy es muy diferente para un niño de clase media alta que vive en Manhattan, de un niño
de la clase media empobrecida que vive en Buenos Aires. También es muy distinto el hoy de
un niño que vive en Barracas del que vive en Barrio Norte. Y ni que hablar de las diferencias
abismales de un niño del campo o de una villa de emergencia. Para la mayoría hoy sigue igual
que ayer, un mundo de hambre, miseria y genocidio, niños cuya fortuna es sobrevivir a la
violencia extrema de un medio que vamos a denominar alterado aunque sabemos que este
medio alterado es aún hoy el más extenso y el más "humano" de los medios.
Existe, como se ve, una particularidad del hoy. Pero también existe una universalidad
del hoy, que en la contemporaneidad tiende a hacerse más extensa por la evolución que tienen
los medios de comunicación. Pero sin ir tan lejos, hay en principio una universalidad del hoy
para todos los que participan del mismo calendario. Sea un niño de Canadá o un niño de
Tierra del Fuego, si usan para ubicarse en el tiempo el mismo calendario, ya esto implica un
significante que esos dos niños comparten. Están en el mismo hoy aunque estén en distintos
hoy. Así como hay un hoy calendario que unifica a la humanidad y a los niños, los calendarios
concretos de cada época cuentan la concepción del tiempo en que se forma la niñez de cada
generación. Estos son los diversos tipos de almanaque con los que cuenta cada generación.
Los de esta generación de niños son digitales y están incorporadas al reloj que en el niño de
hoy es un objeto muy significativo. Donde un niño porta hoy un reloj digital el está más en su
tiempo que uno que nunca lo haya llevado en su muñeca. Cada almanaque reflejara como
cada cultura particular y cada clase social pinta- digámoslo así - su tiempo, el hoy en el cual
vive. Hay una universalidad del hoy que va más allá del calendario, y que es un efecto de la
globalización y una causa de la misma. Una universalidad que está dada por ciertos iconos
que han alcanzado un grado de universalización: como el papel - dinero, la coca –cola,
Maradona, la televisión, los vídeo - juegos, iconos que introducen el hoy en niños que viven
en condiciones socioeconómicas muy diferentes y que introducen elementos discordantes y
concordantes en su subjetividad.
Esta apreciación del término hoy me lleva a una tripartición clasificatoria que de
algún modo implica el pensar el pasado en el hoy, el presente en el hoy y el futuro en el hoy.
El analista, teniendo en cuenta lo que acabo de mencionar, puede entonces encontrarse
con tres grandes grupos clasificatorios. En primer lugar a considerar, son los niños que sufren
los efectos de medios sociales alterados, o efectos traumáticos de hechos sociales. Están en
este grupo todos los niños víctimas del hambre, el genocidio, el subdesarrollo y la guerra.
Considero al niño del abuso como también víctima de una catástrofe social. En estos niños
son las condiciones sociales extremas los que introducen los padecimientos. Estas condiciones
son en su gran generalidad productos del subdesarrollo y se producen en países no
desarrollados o en zonas marginales de países desarrollados. Es la presencia del ayer como
pobreza extrema o terrorismo de estado, en el hoy. Vemos estos padecimientos como una
regresión temporal y tópica de la humanidad, en la medida en que la declaración de los
derechos humanos marca el momento temporal en el cual la humanidad formula un presente
que debe estar libre de esos flagelos. El niño acosado por estos flagelos es predominantemente
el niño que hoy sufre y constituye un gran campo de trabajo que no se puede realizar sino hay
una decisión política de parte del estado o del conjunto de las naciones para hacerlo, porque el
psicólogo no ve a estos niños ni en el consultorio ni en el hospital. Es un niño marginado que
a lo sumo llega a instituciones de bien público que trabajan específicamente estos problemas,
como el niño de la calle, el niño del delito, etc. Hay un compromiso ético con estos niños
porque han sido objeto de un daño social y es la sociedad la que debe hacerse cargo de su
reparación. La sociedad como un todo debe constituirse en un espacio terapéutico
El segundo grupo es un grupo numeroso. Y es el que aborda principalmente el
psicoanálisis. Es el niño del consultorio. Es el niño de la neurosis o la psicosis. Cuando
recibimos a un niño en el consultorio lo pensamos inicialmente en términos de sus síntomas y
de su estructura. Solo después puede surgir una circunstancia social traumática que entonces
cambia la consideración del cuadro. No vamos hacia ese niño como cuando nos convocan
para una emergencia social. Estos dos grupos debemos ser conscientes que siempre existirán y
serán el objeto de nuestra reflexión psicoanalítica. Entonces, el segundo grupo es el niño de la
neurosis o psicosis. Al igual que el anterior está influenciado por el hoy, pero no de un modo
determinante. La familia aquí se convierte en un determinante clave. Le he puesto el nombre
de familia persiniestra, cabalgante entre la perversión y la psicosis, al tipo de familia que
produce los trastornos psicopatológicos más graves.
El tercer grupo es, por decirlo así, el grupo de la vanguardia, y es el que refleja con
más claridad cual es el verdadero hoy del hoy, es decir, la contemporaneidad. Para
encontrarlo no hay que buscarlo en los textos psicoanalíticos que se ocupan de los grupos
anteriores .Para encontrarlo hay que salir un poco del psicoanálisis clínico y buscarlo en los
textos de los historiadores, los sociólogos, y los semiólogos. A mi me ha sido muy útil por su
sistematización los trabajos de una semióloga argentina, Cristina Corea. Ella tiene un trabajo
específico sobre el tema titulado “¿Se acabó la infancia?(1)en el cual plantea el fin de la
infancia como consecuencia del fin del discurso social que tomaba la infancia como objeto,
discurso propio del siglo XIX, que me ha servido para puntear algunos rasgos específicos del
niño de hoy cuyo fenomenología alcanza la clínica de nuestros consultorios. Por otra parte
marca la tendencia que seguirán los niños en su estructuración subjetiva en el milenio que
viene. Podemos decir, como tendencia general que el individualismo de la subjetividad se
hará más creciente hasta que por el contra - peso surja alguna tendencia nacional -
colectivista cuya violencia característica deberemos soportar
Voy a trabajar ahora algunos de estos rasgos característicos de la actualidad en los
cuales estaremos seguramente de acuerdo. Me detendré en cierto número de puntos que me
ayudaran a definir el niño de hoy. Esta focalización probablemente permita visualizarlo
también en el consultorio psicoanalítico. Los puntos a considerar, con suma brevedad son: La
imagen, El consumo, la opinión, el derecho, la familia, el genero y la violencia. En muchos de
estos ítems trataremos de ver al niño como objeto y como sujeto. No puedo desarrollar aquí el
marco conceptual –la teoría general de la relación de objeto - que sostiene este tipo de
análisis. Simplificando, diré que la relación de objeto debe ser pensado en términos
complementarios, donde el objeto ocupa alternativamente el lugar de sujeto y produce, por lo
tanto, consecuencias en el sujeto, en tanto objeto. Por ejemplo, el objeto de consumo dirige al
sujeto a su elección y comportamiento. Una marca de cigarrillos crea un tipo de consumidor.
Una ametralladora crea un tipo especial de gángster, etc. La televisión y la computadora con
sus pantallas crean un tipo particular de niño, cierta ropa crea un tipo particular de cuerpo, etc.
En primer lugar, podemos decir que el niño de hoy es un niño objeto de la imagen y
particularmente es un objeto de la televisión, así como mi generación fue un niño del cine al
cual recordamos con nostalgia. La T.V., te ve, tiene hoy con él una relación de objeto- es su
sujeto - y el mantiene una relación de objeto -ella es su objeto- con la televisión. Donde antes
estaba la fantasía, ahora está la televisión. Ocupa, por lo tanto una función de la mente.
Cuando la “te ve” termine de ocupar a la mente, la fantasía no existirá mas que en la mente de
los que escriben los guiones de la televisión. La televisión ama al niño, se dedica a él casi todo
el día y le da las buenas noches antes de que el se vaya a la cama. Se deja mirar cuando el
niño desea mirarla y ella “lo ve” todo el día. Tanto lo ama, que aun cuando ella esté
durmiendo no deja de construir sueños para él. Lo acompaña en su pieza, no lo deja dormir
solo. En realidad, hay una relación de fascinación mutua. Nunca dejan de mirarse. Ella mira a
ver si él la mira. , sabe bien pronto que solo llegara a ser un sujeto de verdad cuando el mismo
salga en la televisión. A esto se lo llama, el niño como sujeto de la imagen. Salir en
“chiquititas” o “cebollitas” es la máxima aspiración de cualquier niño. Después de la
experiencia del espejo, la experiencia constitutiva del yo es salir en la televisión, que los
demás lo vean allí, en ese espejo social. Por otra parte sabemos que en nuestra época tener la
palabra es tener el micrófono. Sin micrófono nunca se llega a ser sujeto, nunca se tiene la
palabra. El micrófono autoriza al sujeto, cualquiera que detente el micrófono puede hablar; sin
micrófono no hay sujeto de la palabra, por lo tanto, es el micrófono el que lo constituye.
La imagen también constituye los archivos del sujeto, pero no en tanto
representación. Mas que recordar sus experiencias, mas que contarlas las guarda en imágenes,
las fotografía, y aun mas las filma para que su reproducción de la realidad sea absoluta, un
copiado riguroso. La imagen archivada tiende a sustituir a la representación, más cercanas al
recuerdo y al dibujo.
Consecuentemente, el niño es menos escritura. Y menos lectura. La ortografía y la
gramática se van perdiendo. Solo se usan slogans – fashion que se descartan rápidamente
como cualquier producto. Las palabras son indicadoras de una posición más que articuladoras
de un relato. Loco y boludo son los modos prominentes de interlocución al otro. Toda una
definición del prójimo.
La imagen toma cada vez mas terreno cuando se introduce lo interactivo: la televisión
interactiva o el vídeo - juego o la computadora y al limite la realidad virtual. Allí ya hay que
hablar de un objeto de lo virtual y un sujeto de lo virtual. Este nivel implica una virtual
desaparición de la alteridad .El objeto y su representación casi coinciden. Cuando dos niños
juegan hoy, lo hacen uno al lado del otro, cada uno con la computadora sin interaccionar. El
otro aparece como un fantasma del otro en la pantalla. Los seres virtuales ya están en
circulación e interactuando con los reales, como el perrito japonés, el tomagoshi, al que hay
que cuidar para que no muera mediante operaciones sobre la computadora, como se ve, la
muerte no deja de introducirse finalmente en el mundo virtual. También hay una novia virtual
en el mercado. La misma concepción de lo vivo está rápidamente rotando. Creo que nos
alejamos cada vez más del viviente. El niño virtual no está aun presente, pero si lo está el
que vive dentro de la computadora. Ese seria el lugar donde vivir. Un lugar alejado
convenientemente de la realidad social y haciendo de ella una realidad de imagen, un
espectáculo. Cada vez mas alejados, los niños de la experiencia real. Cada vez más cerca del
campo alucinatorio creado por la tecnología. Cada vez más dentro de una abstracción creada
por el Otro.
Hablemos un poco del consumo: Al igual que con la imagen, el niño es objeto y sujeto
del consumo. En cuanto a objeto, el producto es su sujeto. El es el objeto atrapado por el
producto. El producto lo hipnotiza y lo conduce y el se deja apropiar, entrega su cuerpo y su
alma al objeto que lo consume. Por otra parte, el solo se hace sujeto si posee el objeto del
consumo que lo haga sujeto. El niño de hoy es el niño Nike, el niño Nintendo, el niño de la
camiseta de su equipo, pero una camiseta presentada como objeto de consumo y no de
pertenencia, es la camiseta llena de marcas de producto. Si no posee tal o cual objeto de
consumo, por ejemplo, si no viajó a Disney el se convierte en tanto sujeto en un deshecho.
Cae como cae el mismo objeto que pasa de moda. El cae como un objeto más .Últimamente la
TV. ha incorporado a los bebes como sujetos de consumo. El bebe llora si no ve el cartel de
Mac Donalds y se calma si lo ve. En otra, el bebe amado es el que toma Pepsi. Se apunta al
bebe que el niño ha sido, o los bebes miran mas tv de la que creemos?
El niño como sujeto - objeto de opinión y sujeto- objeto de derecho. Al igual que el
adulto de hoy el niño quiere dar su opinión, es un fanático del talk - shaw. Es un sujeto de
opinión. Se le pregunta su opinión y hoy es más grave no escucharlo dar ninguna que
interrumpir a los adultos para expresar la suya. Ha adquirido el derecho a la opinión y lo
ejerce. Al mismo tiempo ha convertido a la ley en una materia opinable, lo que introduce una
complicada posición de la subjetividad frente a la ley. Digamos que el niño se prepara para
que de la ley vaya quedando muy poco. Al mismo tiempo, y como siempre, es el eterno objeto
de la opinión del otro, lo que parece una suerte ineludible, necesaria a su constitución; nos
referimos a la violencia primaria constituyente-(P.Aulagnier). Lo nuevo es que el discurso
social incluye el discurso del bebé como constitutivo de ser padres. Estamos cerca del ridículo
y el exceso cuando el niño opinador se hace omnisciente, de todo opina. Allí mas que un
derecho es un fastidio. Junto a este ítem, está el derecho. Al constituirse como sujeto de
derecho y no solo objeto .esto podría significar, como dice Cristina Corea, el fin de la
infancia. Se estaría en el punto en el cual se abandona la tutelaridad de la infancia para que el
niño pase a la defensa de sus derechos. Y realmente se ha visto al niño de la vanguardia
haciéndoles un juicio a sus padres biológicos y eligiendo a sus adoptivos. Ejerce sus derechos
a través de un abogado personal. Este ha sido el tema de muchas historias, hechos reales y
películas. Esta conquista lo aleja sideralmente del niño de la antigüedad y pone sobre la mesa
la discusión de sus responsabilidades. Como dice Corea “seguimos usando la palabra infancia
pero deja de haber en el discurso social hechos que sostengan ese termino”. El niño como
sujeto de derechos es el que mas pone en cuestión la permanencia de la infancia como
institución social.
En cuanto a la familia, es un hecho que el niño de hoy es un componente de una
familia dispersa. La familia nuclear estalla, como la bomba homónima, porque la carrera del
individuo es cada vez mas poderosa. El individualismo que nació junto a la aparición de la
sociedad burguesa gana la batalla en todos los frentes. Los derechos del individuo, los
derechos humanos son una bandera que levanta la humanidad entera. Y el matrimonio como
institución social ha sido una de las instituciones que mas se le ha resistido. El individuo debía
sacrificarse por su familia y por sus hijos: Esa era la ley natural, la voz de Dios. Esta barrera
tampoco ha podido resistir. El matrimonio moderno solo resiste solo si satisface la felicidad de
cada uno de sus dos miembros. Y no parece satisfacerla mas que un tiempo cada vez mas
breve. El niño queda supeditado al deseo de sus padres. Es el deseo de cada uno el que va a
guiar sus pasos y el niño se tendrá que acomodar a este mundo. He pintado el mundo del niño
moderno como el mundo de la familia de Hamlet (2) El príncipe debe afrontar un matrimonio
nuevo de su madre, está furioso con el intruso, pero duda entre matarlo o fugarse de esa
convivencia incestuosa del intruso- nuevo marido que asesina al padre que debe irse de su
casa- de su madre. El niño se subjetiviza incorporando el mensaje de tus padres: busca sobre
todo tu propia felicidad, sigue el curso de tu propio deseo. El problema es como atravesar con
ese mandato la castración simbólica, castración que el psicoanálisis muy sabiamente ha
denunciado como la única condición posible de la asunción del sujeto. El mandato
inconsciente está cada vez mas alejado de la castración simbólica. La solitaria bomba de
Oklahoma contra el estado federal en E.E.U.U. está mostrando el contenido del próximo
terrorismo. El individuo contra el poder del control de estado. Es muy importante que
detectemos estos procesos inconscientes que corren en el discurso social para entender la
aparición de los niños asesinos que pronto serán los niños terroristas..Si como dijo Freud, en
todo delirio hay un fondo de verdad escuchemos esos delirios que nos sobrecogen y tratemos
de ver que estamos haciendo, que le estamos diciendo a los niños.
En cuanto al genero. Lo central en este punto es el cambio de posición de la mujer. No
solo ha cambiado la mujer sino también aquel que ha tomado su género, el femenino, como
propio. Este posicionamiento ha generado un impasse en el mundo de la salud mental y en la
mente del analista. La OMS ha declarado que para ella la homosexualidad no es considerada
una patología. Eso, por si solo, no ha borrado el problema. Y sobre todo con el niño. Cuando
se trae un niño a la consulta por la aparición de rasgos pronunciados de un genero que no
corresponde a su biología: debe un analista tomarlo en análisis? Está como se dice ante la
elección de un sujeto? Yo creo que el niño debe poder hacerse sujeto en un análisis, debe
dársele la oportunidad de hablar. No actuar prejuiciosamente ni negando la patología, ni
aceptándola. No guiarse por definiciones sociales o institucionales. El género se ha
transformado hoy día en un enigma y este enigma nos interroga.
En cuanto a la violencia, al igual que en los otros campos, la novedad es que el niño
no es solo como siempre lo ha sido el objeto de la violencia, sino también su sujeto. Sufre los
acontecimientos sociales y de un modo siniestro y misterioso los adultos han puesto a su
alcance las armas lo que solo parece servir para hacerlos más infelices. Durante muchos años
jugamos a cow-boys y espadachines. Desgraciadamente del “como-si” que nos dio tantas
satisfacciones estamos pasando a lo real y esto es otro signo del fin de la infancia.

Cristina Corea: La infancia agotada: el niño como sujeto de derechos.


Mario Waserman: Pensando en Jugar. Revista de Psicología N° 33-1983

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