Modelo de Medición de La Obsolescencia-Gabriel Velandia Word 2003 Seminario 2

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IBERGECYT 2014
La Habana, Cuba

PRESENTACIÓN DE UN MODELO DE MEDICIÓN DE LA OBSOLESCENCIA EN EL


VALOR DEL CAPITAL INTELECTUAL
PRESENTATION OF A MODEL FOR MEASURING THE OBSOLESCENCE IN THE
VALUE OF INTELLECTUAL CAPITAL

Gabriel Jacob Velandia Pacheco


Estudiante de Maestría, Líder de Investigación
Universidad de la Costa CUC
Calle 58 N 55-66 Barranquilla, Colombia
3017551914
gvelandi1@cuc.edu.co
Resumen

Esta ponencia presenta un modelo de la medición del capital intelectual considerando la


obsolescencia del conocimiento como el factor que puede generar cambios en su valoración. Es
derivada del trabajo de investigación “El capital intelectual, su obsolescencia y su medición; una
aproximación a una medición razonable” en el que se recopiló información para identificar los
diferentes modelos de medición del intangible, estudiarlos, identificar fortalezas y debilidades y
aceptar uno como modelo de base para el trabajo. Asimismo, se construye un concepto de
obsolescencia coherente con las necesidades inherentes a este trabajo y se propone un
modelo para medirla y ajustar el valor del intangible a una medición más razonable. Se
recolectó información a través de un cuestionario que se aplicó en 146 grandes empresas de la
ciudad de Barranquilla y su área metropolitana con la intención de identificar organizaciones
que consideraran el capital intelectual y su medición en su proceso de gestión. La investigación
fue de carácter cuantitativo, utilizando el método descriptivo. El objetivo principal en la
construcción de esta ponencia es la puesta en discusión de estas nuevas ideas para el
desarrollo de otro trabajo de investigación que propende por incluir el concepto de
obsolescencia en los procesos de gestión del conocimiento. La hipótesis que orientó dicho
trabajo fue: “la obsolescencia del conocimiento afecta el valor del capital intelectual y ese efecto
no es considerado por los presentes modelos de medición del intangible”

Abstract

This paper presents a model for measuring the intellectual capital, considering the obsolescence
of knowledge as a factor that may generate changes in its valuation. It is derived from the
research project "Intellectual capital, its obsolescence and its measurement; an approach to a
reasonable measurement" in which information was collected to identify the different
measurement models of the intangible, study them, identify strengths and weaknesses and
accept one as a base model for the work. Furthermore, a coherent concept of obsolescence is
built with the needs inherent in this work, and it is proposed a model to measure and adjust the
value of the intangible to a more reasonable measurement. Data was collected through a
questionnaire, which was applied in 146 large companies in the city of Barranquilla and its
metropolitan area, with the intention of identifying organizations that consider the intellectual
capital and its measurement in their management process. The research was quantitative, using
the descriptive method. The main objective in the construction of this paper is to generate
discussion of these new ideas, to develop another research work that tends to include the
concept of obsolescence in the processes of knowledge management. The hypothesis that
guided this study was: "the obsolescence of knowledge affects the value of intellectual capital
and this effect is not considered by the present measurement models of the intangible"

Palabras clave

Capital intelectual, obsolescencia, medición, razonabilidad.

Key words

Intellectual capital, obsolescence, measurement, fair value.

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1. INTRODUCCIÓN

El presente trabajo pretende abordar los diferentes modelos ya existentes de medición del
capital intelectual, realizar una análisis de los mismos, determinar fortalezas y ventajas, escoger
un modelo de medición, proponer la obsolescencia como el aspecto que puede causar cambios
en los valores de los activos intangibles y proponer un modelo de medición de la misma. En
este sentido, se hace menester que se expliquen los fundamentos por medio de los cuales se
determinó la obsolescencia como el factor determinante de cambios en el valor del capital
intelectual.
Así mismo, se presenta un modelo inicial, que puede servir como una primera aproximación a la
intención de medir la obsolescencia en los productos y en el conocimiento de las
organizaciones, el cual presenta cuatro estados del valor asignado: valor utópico de capital
intelectual, demanda real del producto, nivel de aceptación y obsolescencia, por medio de los
cuales se pretende encontrar un valor más razonable asignado a un activo intangible como el
conocimiento.
Este trabajo cobra importancia debido a los cambios que han producido en el entorno
económico la inclusión de las tics y al gran ámbito de posibilidades que estas han creado,
generando así un entorno cada vez más inestable y altamente volátil, en donde la vigilancia del
mismo y del estado de la organización (empresa, ciudad, país e incluso el individuo) en ese
entorno se convierte en una capacidad indispensable para propender por garantizar su
sostenibilidad. En este sentido, no es prudente esperar que sea el entorno quien determine si el
conocimiento de dicha organización está avanzando de manera positiva hacia la obsolescencia,
sino que más bien, las organizaciones deben de desarrollar capacidades de vigilancia y control
que les permitan realizar diagnósticos y predicciones del estado actual de sus activos basados
en el conocimiento.
Actualmente, existen diferentes formas o modelos que pretenden asignar un valor al capital
intelectual y que han sido presentados como respuesta a la necesidad de algunas
organizaciones en las décadas de los noventa en adelante. Aquí no se pretende discutir sobre
los diferentes modelos, sino presentar la propuesta de incluir una forma de determinación de la
obsolescencia de ese capital intelectual una vez haya sido medido o calculado por algunos de
los modelos existentes. Sin embargo, se hace necesario adoptar el modelo que se acoja mejor
a las intenciones de este trabajo.

2. METODOLOGÍA

Este trabajo se basó en La caracterización de los diferentes modelos de medición del capital
intelectual y en la determinación de un aspecto que genere cambios en el valor del activo
(obsolescencia). Esta investigación inicialmente tuvo una fase exploratoria que agotó en la
medida de lo posible, la información existente de los diferentes modelos de medición del capital
intelectual y luego tras el análisis teórico se buscó justificar la influencia de la obsolescencia en
la valoración del activo. De la misma manera, se pretendió caracterizar el estado de la
consideración del capital intelectual en los procesos de gestión de las empresas de Barranquilla
y su área metropolitana. Aplicando una encuesta a 149 grandes empresas de una población de
664 que se encontraban registradas en la Cámara de Comercio de dicha ciudad en el año 2009.
Se realizó un estudio de cómo se determina el aspecto que puede ser el que afecte
directamente la naturaleza de los activos tangibles, con la intención de aplicar de manera
análoga el mismo procedimiento a los activos intangibles. Vale aclarar que no se trata de
valorar los intangibles de la misma forma que los tangibles, sino, se trata de estudiar de qué
manera se determina la forma como se deduce el aspecto influyente en el valor y aplicar los
mismos procedimientos en la determinación del aspecto influyente en el valor de los intangibles.

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3. DESARROLLO

3.1 ECONOMÍA Y CONTABILIDAD

La manera como evolucionó el siglo XX, en sus aspectos económicos, sociales y políticos, trajo
como resultado la valoración y glorificación del conocimiento, esto es, pasando de una sociedad
industrial, a una sociedad, inicialmente de la información, para luego llegar a una sociedad del
conocimiento (Quijano, 2005). Lo cual pone a la contabilidad y a los dedicados a las disciplinas
contables, ante una nueva necesidad de registro. Ahora el éxito de las empresas no se basa en
los tradicionales factores de producción. El conocimiento y la relación con los clientes y
proveedores se han convertido en la fuente más importante de conseguir ventajas competitivas
seguras. (Dragonetti, 2001)
Esta nueva cosmovisión desborda la esfera productiva, pues presenta una nueva perspectiva
de las organizaciones. Pone en primer término la parte creativa y de conocimiento y no
simplemente la reproductiva o la ejecución apresurada del objeto social de la empresa, lo que
permite caracterizar el nuevo régimen de acumulación a partir de esta perspectiva, ya que por
medio de ella es que la sociedad se transforma y en la que manifiesta su creatividad. (Moulier,
2004)
Como consecuencia de esta evolución económica y social a nivel mundial, se han introducido
en el ámbito relacionado con la contabilidad, conceptos tales como: Propiedad Intelectual,
Capitalismo Inmaterial - weithtless economy-, Sociedad de la Información, Contabilidad
Ambiental, Contabilidad Social, Capital Intelectual, entre otras. Poniendo nuevamente a las
disciplinas contables ante una nueva necesidad de registro, esta vez, en un contexto un poco
diferente a la corriente tradicional en la que ha devenido el desarrollo del saber contable.
La contabilidad debe de reinventarse, haciendo propuestas de medición de la realidad que
favorezcan mejor a la toma de decisiones. Tal como lo señala Edvinsson (1998) en las
siguientes palabras:
En una época en que no sólo compañías sino categorías enteras de productos pueden
desaparecer de la noche a la mañana, y en que los competidores pueden cambiar a
diario sus relaciones y su relativa participación en el mercado, los estados de pérdidas y
ganancias y los balances generales ofrecen poco más que instantáneas de donde estuvo
la compañía. Peor aún, la mayoría de esas instantáneas están sesgadas o mal
orientadas. Al fin y al cabo ¿A quién le importa cuánta tierra posee la compañía si su
tecnología no va a ser aceptada por el mercado? ¿Y qué valor tienen las existencias,
fuera de servir para relleno de tierras, si el mercado ha adoptado una norma diferente?
(p.10)

Es por eso que la información que genere la contabilidad debe de ser capaz de generar valor
para la compañía, esta debe de convertirse en un sistema de información que trabaje más que
datos. Obeso (2002) escribe: “Los sistemas de información en su proceso de pasar datos a
información añaden valor a los datos. El conocimiento implícito cuando se transfiere sólo a
través de sistemas de información pierde valor en el camino”. El conocimiento se deriva de la
información, de la misma manera que la información de los datos, pero es necesario que las
personas hagan todo el trabajo, para que la información se transforme en conocimiento. (Ortiz,
2003)
Desafortunadamente, “dada la escasa apreciación de los factores no materiales en la actividad
económica hasta épocas muy recientes, la técnica contable no ha prestado excesiva atención a
la valoración de activos intangibles como el fondo de comercio. Debido a ello, la revelación de
información sobre estos activos ha adolecido de la base teórica necesaria para el
establecimiento de criterios de medición y reconocimiento, frustrándose el propósito de
proporcionar una imagen fiel del verdadero valor de las empresas. De hecho, el criterio ínsito

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en los principios generales de la contabilidad de que los activos inmateriales y el fondo de
comercio se deprecian por el uso, ha quedado desvirtuado por la realidad económica global del
tercer milenio, que demuestra, día a día, la ilimitada capacidad de generación de rentas futuras
de los activos intangibles” (Ruiz, 2003)

3.2 MODELOS DE MEDICIÓN DEL CAPITAL INTELECTUAL

Conscientes de la importancia de la revelación de información oportuna por parte de la


contabilidad, se empezará este trabajo definiendo el capital intelectual como el “conjunto de
activos intangibles de una organización, que pese a no estar reflejados en los estados
contables tradicionales, en la actualidad genera valor o tiene potencial de generarlo en el futuro”
(Carrión, 2002).
Estos activos intangibles, con capacidad de generar valor a la organización han sido sometidos
a diferentes intentos de medirlos a través de diferentes modelos de medición. Entre los más
importantes se encuentran:
 La Q de Tobin
Un investigador de la Universidad de Yale y premio Nobel, James Tobin presentó uno de los
primeros enfoques para la medición del capital intelectual. La Q de Tobin resulta de dividir el
valor actual de la empresa entre el costo de reposición de los activos reales de la misma.
Interpretando el indicador, se pueden encontrar tres aspectos, a saber:
1. Si el indicador es mayor que 1, entonces puede deducirse que la empresa está valorada
por encima de su valor real material. Esto significa que la rentabilidad de sus activos es
superior a la rentabilidad exigida por el mercado.
2. Si el índice de Q es menor que 1, indica que el valor de la empresa se encuentra por
debajo del valor de la inversión realizado por la misma. En este caso se recomienda que
la empresa aumente su interés por la adquisición de activos financieros e intangibles y
disminuya la adquisición de los activos materiales.
3. Si Q es igual a 1, significa que la empresa está valorada exactamente por su valor, la
rentabilidad de sus activos es igual a la exigida por el mercado. En este caso se debe
examinar hacia dónde tiende Q para tomar decisiones al respecto.
 Sistema Delfín Navegador
En este sistema se depende de la escogencia de unos indicadores que deben responder a la
representatividad de cinco factores fundamentales: financiero, de proceso, de innovación, de
desarrollo y humano. La empresa que desarrolló este modelo es Skandia, donde se obtuvieron
150 indicadores que se han depurado en 21 índices claves:
1. Ingresos resultantes de operaciones de nuevos negocios
2. Inversión en desarrollo de nuevos mercados
3. Inversión en desarrollo de la industria
4. Inversión en desarrollo de nuevos canales
5. Inversión en tecnologías de la información para ventas servicio y apoyo
6. Inversión en tecnología de la información para administración
7. Valoración en inventario de tecnología de información
8. Inversión en apoyo a clientes
9. Inversión en servicio a clientes
10. Inversión en entrenamiento a clientes
11. Gasto en clientes no relacionado con productos
12. Inversión para desarrollar la competencia de los empleados
13. Inversiones en apoyo y entrenamiento de empleados para nuevos productos
14. Educación especial para empleados no basados en las necesidades de la compañía
15. Inversión especial en entrenamiento, comunicación y apoyo para empleados
permanentes de tiempo completo

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16. Programas especiales de entrenamiento y apoyo para empleados temporales de tiempo
completo
17. Inversión especial en entrenamiento, comunicación y apoyo para empleados temporales
de medio tiempo
18. Inversión en desarrollo de sociedades y operaciones conjuntas
19. Actualización de sistema de intercambio electrónico de datos
20. Inversión e identificación de marca
21. Inversión en patentes nuevas y derechos de autor
Basándose en estos indicadores, Skandia formuló una serie de relaciones del capital intelectual
y planteó una ecuación que pretende medir la eficiencia del uso de los mismos, son nueve
relaciones y el resultado en todos los casos es un porcentaje: valor de mercado, índice de
satisfacción del cliente, índice de liderazgo, índice de motivación, índice de recursos en
renovación y desarrollo, índice de horas de entrenamiento, cumplimiento de la meta de calidad,
retención de empleados y eficiencia administrativa en términos monetarios. La mencionada
ecuación busca hallar el promedio de estos nueve índices: i=(n/x)
Donde:
i= coeficiente de eficiencia de la empresa
n= suma de los valores decimales de los nueve índices de eficiencia
x= número de índices
Este modelo lo que busca principalmente es medir la eficiencia con que se usa el capital
intelectual. Su implementación resulta un tanto costosa debido a que se requiere que la
empresa este bien estructurada y contar con un buen sistema de comunicación para la
obtención de los datos.
 Monitor de activos intangibles
El principal objetivo de ésta herramienta desarrollada por Sveiby, es guiar a los directivos en
la identificación del flujo y renovación de los activos intangibles, así como evitar su pérdida.
Se centra en tres activos intangibles: de estructura externa, de estructura interna y de
capacidades de las personas.
La empresa sueca Celemi cuya actividad social es el desarrollo y venta de herramientas ha
relacionado estos tres activos intangibles de la siguiente manera:
a. Nuestros clientes. Haciendo relación a la estructura externa
b. Nuestra organización. Haciendo relación a la estructura interna
c. Nuestra gente. Haciendo relación a las capacidades de sus empleados
 Modelo Holístico de Rambool
Este modelo considera ocho indicadores para evaluar los intangibles en toda la organización.
La característica implícita en su nombre, de holístico, se debe a que pretende ser un modelo
integral que incluye variables como impacto social y satisfacción de los empleados. A pesar de
todo, por la forma en que se da su medición, parece ser que estas dos variables son medidas
con propósitos estrictamente mercantiles.
Cuando el Modelo Holístico de Rambool mide la variable de satisfacción del personal, lo que
principalmente pretende medir es la disposición del personal de seguir trabajando en la
empresa y cuando mide el impacto de sus acciones en la sociedad lo que busca conocer es la
imagen de la empresa antes que la preservación del medio ambiente. Por último, este modelo
tiene algunas variables que puede tomar valores diferentes dependiendo de quién las mida,
como es el caso de la visión del futuro y el desarrollo empresarial.
 Cuadro de Mando Integral o Marcador Equilibrado
Este modelo, creado por Kaplan y Norton, fue construido sobre la premisa de que para tener
una organización con éxito se deben satisfacer los requisitos demandados por tres grupos de
individuos: los inversionistas, los clientes y los empleados. A pesar de todo, el modelo es
criticado por la razón de que aunque pretenda medir la productividad del personal y de los
procesos establecidos, no se garantiza que esas mediciones reflejen objetivamente el potencial

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que pueda aportar el factor humano en el futuro. Así como la imposibilidad de poder diferenciar
las ventajas dadas por el factor humano o por el empleo de tecnologías.
De la misma manera, se critica también, el hecho de que las mediciones con las que se
pretende calcular la satisfacción de los clientes y los empleados, en realidad lo que miden es el
desempeño en los resultados alcanzados por todo el personal que posee la empresa. Se dice
que no existe un verdadero interés por satisfacer a los clientes, debido a que no maneja
indicadores como: mejoramiento en la calidad de vida de los clientes, cuidado del medio
ambiente, racionalidad en el consumo, satisfacción en el empleo, reconocimiento de su labor,
etc. Por último, se considera que los indicadores con los que pretenden medir los clientes en
realidad son un complemento para medir el rendimiento financiero, por lo que se deduce que
este modelo sólo satisface los requisitos demandados por los inversionistas.
Sin embargo para Nevado (2002) el aporte de este modelo, respecto a otros, es la
incorporación de la estrategia, sirviendo como marco para describir y comunicarla a toda la
organización, haciéndola operativa y medible a través de unos indicadores de las distintas
perspectivas del cuadro de mando integral.
 Modelo de Dirección Estratégica por Competencias: el capital intelectual
Este modelo está integrado por cuatro tipos de capital, a saber: organizativo, humano,
tecnológico y relacional; los cuales se encuentran relacionados en la siguiente fórmula:

Donde:
CI= capital intelectual
CH= capital humano
CO= capital organizativo
CT= capital tecnológico
CR= capital relacional
Es prudente mencionar además, que este modelo se basa en tres pilares básicos: el
conocimiento (Co), Capacidades (Ca) y actitudes y valores (A). Juntos constituyen las
Competencias Básicas Distintivas (CBD), para lograr calcularla se recurre a la siguiente
fórmula:

Donde:
h= competencia de las personas, suma de actitudes, valores, conocimientos y capacidades.
o= competencias de la organización y suma de actitudes y valores de sus activos intangibles.
t= competencias tecnológicas de los conocimientos tecnológico incorporados.
r= competencias del entorno, suma de las actitudes o de la visión estratégica y de los
conocimientos incorporados.
Las principales críticas que pueden llegar a tener lugar en este modelo son las siguientes: el
modelo incorpora el concepto de competencia, limitando al potencial del ser humano solamente
a lo que se supone que es su competencia. Lo cual desde el punto de vista de algunos autores,
se hace sumamente restrictivo. Además, este modelo hace una distinción entre capacidades del
individuo y capacidades de la organización, lo que pudiera ser algo subjetiva, porque si el
individuo no tiene las capacidades para incorporarse a los procesos empresariales y no asume
como propios los valores que imponen los mandos directivos no es posible hablar de que “la
organización tiene la capacidad” (Funes, 2001).

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 Technology Broker
Este modelo fue desarrollado por Annie Brooking (1997), fundadora y directora de la empresa
de consultoría inglesa The Technology Broker, líder en el servicio de desarrollo del capital
intelectual.
Para Brooking el capital intelectual está formado por cuatro clases de activos:
a- Los activos de mercado: Incluye marcas, clientes, imagen, cartera de pedidos,
distribución y capacidad de colaboración.
b- Los activos humanos: consideran la educación, conocimientos específicos del trabajo,
formación profesional y habilidades.
c- Activos de propiedad intelectual: Hace referencia a patentes, derechos de autoría
derechos de diseño y secretos comerciales.
d- Activos de infraestructura: tienen en cuenta la filosofía del negocio, la cultura
organizativa, los sistemas de información y base de datos existentes en la empresa.
Este modelo, a diferencia de los anteriores, revisa una lista de cuestiones cualitativas, sin llegar
a la elaboración de indicadores cuantitativos. Además sugiere que, previo a contar con una
medida capital intelectual que se pueda generalizar, se requiere del desarrollo de metodologías
para asignar un valor a aspectos inmateriales. Por último y a manera de conclusión de este
resumen se cita de manera textual las palabras de Funes (2001):

“ En cuanto a la validez y confiabilidad de los modelos para medir el capital intectual


es necesario hacer una investigacion más profunda; sin embargo, consideramos
que con los elementos aquí analizados no se pueden tomar como válidos porque si
los activos inmateriales de una organización no son homogéneos sería absurdo
suponer que un mismo método pueda dar buenos resultados para todos los activos.
Por otro lado es más facil valorar algunos activos, como las marcas de fábrica y las
patentes en el impacto de la tecnología de la información o el potencial de los
conocimientos; son multiples las variables que hay que tener en cuenta. Habría que
investigar si es posible realmente encontrar la manera de administrar el
conocimeinto aplicado al trabajoy a la creación de memorias corporativas”

3.3 POSIBLES CAMBIOS QUE PUEDE SUFRIR EL VALOR DEL CAPITAL


INTELECTUAL

Ahora bien, independientemente de la forma que se escoja para calcular el valor del Capital
Intelectual de una compañía, una vez determinado, se deben tener en cuenta los posibles
cambios que este pudiera sufrir. Esta variabilidad se encuentra determinada por el valor de
mercado de las acciones de la empresa (dado el caso que la empresa sea una sociedad de
capital y que cotice sus acciones en bolsa), situación que la pone en riesgo, debido a que esta
se entera del cambio en el intangible una vez este ya ha sido afectado por el mercado. En este
orden de ideas, se hace menester la identificación de un factor que permita determinar o
detectar la variación en el Capital Intelectual de manera previa al efecto que esta tiene sobre el
valor del mercado de la empresa.
En Colombia y más concretamente en el área metropolitana de Barranquilla, son pocas las
empresas que cotizan sus acciones en bolsa. Más aún, teniendo en cuenta que la economía
colombiana se encuentra constituida en su mayoría por la mediana y pequeña empresa
(MIPYMES), por lo que resulta aún más oscuro y difícil determinar un valor razonable y
oportuno de Capital Intelectual. Las encuestas aplicadas demostraron que tan sólo el 14 % de
las empresas tienen pensado considerar la medición del capital intelectual, sin embargo no se
ven acciones claras que confirmen esa afirmación. Lo anterior indica que este tema apenas se
encuentra en su etapa de conformación en el ámbito empresarial de Barranquilla.

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En trabajos anteriores, los estudiantes de Contaduría Pública Gabriel Velandia y Ronald
Gutiérrez (2008) en una ponencia clasificada para exposición en el XX Congreso Nacional de
Estudiantes de Contaduría Pública, celebrado en la ciudad de Cali, presentaron una
aproximación a una valoración más razonable del Capital Intelectual, donde se propone la
“Obsolescencia del conocimiento” como una característica que deteriora o degrada el Activo
Intangible en cuestión.
Ahora bien, los valores calculados por cada uno de los métodos de valoración del capital
intelectual puede que represente de alguna manera la realidad económica en determinado
momento particular, pero la realidad es cambiante y en el postmodernismo, cambia más
rápidamente. Como se mencionó en palabras anteriores, esperar a que el cambio en el Activo
se refleje en el valor del mercado es poner en riesgo el patrimonio de la empresa. Por tal razón,
se llegó a referenciarse en las formas tradicionales de valorar un activo tangible para tratar de
encontrar un método que permita valorar el Capital Intelectual de manera más razonable y
oportuna.
Técnicamente en Colombia, un activo, dependiendo de su naturaleza, puede sufrir tres tipos de
variación, a saber: Valorización, Depreciación y Agotamiento. La valorización, puede definirse a
partir de los artículos 37, 64, 85, 91, 93, 94 y 95 del Decreto Reglamentario 2649 de 1993 que
reglamenta la contabilidad en Colombia. (Concejo técnico, 2002) El cual en el artículo 85 reza:
“Valorizaciones. Las valorizaciones representan el mayor valor de los activos, con relación a su
costo neto ajustado, establecido con sujeción a las normas técnicas. Dichas valorizaciones se
deben registrar por separado dentro del patrimonio”. (Decreto 2649/93)
“Comprende la utilidad potencial (no realizada) medida como la diferencia entre el costo en
libros de las inversiones y el valor intrínseco o el de cotización en bolsa de las mismas. Para las
propiedades, planta y equipo, corresponde a la diferencia entre el costo neto y el avalúo
comercial; para los semovientes será la diferencia entre el costo neto en libros y el actualizado a
31 de diciembre de cada año de acuerdo con el valor dado por el Ministerio de Agricultura o por
avalúo técnico”. (Decreto 2649/93)
En ese mismo sentido, “La Depreciación debe basarse en la vida útil estimada del bien. Para la
fijación de ésta es necesario considerar el deterioro por el uso y la acción de factores naturales,
así como la obsolescencia por avances tecnológicos o por cambios en la demanda de los
bienes producidos o de los servicios prestados. La vida útil podrá fijarse con base en conceptos
o tablas de depreciación de reconocido valor técnico.
Cuando se adquiera un bien que haya estado en uso y por lo tanto haya sido total o
parcialmente depreciado, el ente económico deberá depreciarlo, teniendo en cuenta la vida útil
restante.” (Decreto 2649/93)
Por último, el concepto de Agotamiento se define como “la acumulación de las alícuotas o
valores llevados a cuentas de resultado, por la distribución o prorrateo del costo de un recurso
natural, calculado con base en las reservas probadas mediante estudio técnico en las unidades
producidas, extraídas u otros factores de reconocido valor técnico.” (Decreto 2649/93)
Puede decirse entonces, que existen tres aspectos de variabilidad para los activos tangibles y
que están dados por la naturaleza de los mismos: la valorización para aplicar a activos como los
terrenos, la depreciación, para aplicarla sobre propiedad planta y equipo y el agotamiento,
aplicable sobre los recursos naturales como yacimientos de petróleo o minas de carbón.
Ahora bien, siguiendo esta misma corriente de ideas, una vez definido el concepto de capital
Intelectual como el conjunto de activos intangibles de una organización, que pese a no estar
reflejados en los estados contables tradicionales, en la actualidad genera valor o tiene potencial
de generarlo en el futuro (Carrion, 2002). Salta a la vista por sí sola la pregunta: ¿Qué tipo de
cambio o variabilidad pueden sufrir los activos intangibles?
Para tratar de dar una respuesta al anterior interrogante se tuvo en cuenta que los aspectos con
los que se define la variabilidad de los activos tangibles están estrechamente ligados a su
propia naturaleza, esto quiere decir que un yacimiento de petróleo no se deprecia, a menos que

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no se esté explotando y que el precio del crudo este en descenso. En condiciones económicas
normales, durante la explotación de un yacimiento petrolífero, el crudo se agota, se acaba, es
consumido por el hombre hasta quedar completamente agotado.
Por otra parte, un activo tangible, como una maquinaria por ejemplo, no se agota, pues su
naturaleza vista desde el valor de uso (Marx 1946) de la mercancía, permite al hombre crear
una imagen o concepto de ésta en razón de la utilidad que ésta pueda dar a quien tiene la
propiedad de dominio de la misma. Éste enfoque permite, entre otras cosas, determinar una
vida útil que servirá como referencia para ir amortizando del valor inicial la tarifa calculada para
su total depreciación o aprovechamiento de la utilidad que puede brindar el activo, esta vez
comparada con su valor de cambio en el mercado, es por medio de esta última comparación
que se propende por determinar un valor ajustado y razonable del activo tangible.
Siguiendo el mismo camino, se observa el Capital Intelectual desde su propia naturaleza y se
determina que este se encuentra constituido principalmente por conocimiento y que a su vez,
como uno de sus más importantes componentes, existe la protección de ese conocimiento. El
saber, el conocer, es pues la esencia misma de este activo en cuestión, pero este conocimiento
debe estar ligado a la filosofía de propiedad privada del conocimiento, de derechos de autor y
patentes, muy bien fundamentada por el modo de producción dominante de la época, el
capitalismo.
Si determinado conocimiento se hiciera de uso libre y público, perdería de inmediato el valor de
cambio que es el que determina el mayor valor para la compañía y el instrumento que le da
ventaja sobre las demás empresas, en cambio conservaría intacto su valor de uso. Como la
filosofía capitalista es la del derecho a la propiedad privada y al usufructo particularizado de los
bienes materiales e inmateriales, se ha trabajado en constituir organismos que velen por la
protección de los derechos de autor y de la propiedad intelectual. Algunos de estos organismos
son: La Organización Mundial de Comercio (OMC), La Organización Mundial de la Propiedad
Intelectual (OMPI) y La Comunidad Andina de Naciones (CAN). En Colombia ya se cuenta
hasta con el blindaje jurídico por medio del Decreto 2085 del 2002 en la protección de datos no
divulgados.
En este sentido, se puede decir que estudiando la naturaleza misma del conocimiento, se
puede llegar a encontrar una característica que determine el valor de uso del mismo. Esta
característica se encuentra estrechamente ligada al concepto de utilidad, es decir, es posible
que el conocimiento sea bueno, que se maneje con propiedad determinada disciplina o área
específica, pero que tal vez no sea útil. Cuando algo cae en la inutilidad a pesar de estar en
perfectas condiciones, se vuelve obsoleto. Obsolescencia, es la principal característica de las
cosas que en la actualidad han quedado claramente anticuadas.
Aplicando este concepto de obsolescencia al sector del conocimiento empresarial, se puede
observar que el desarrollo tecnológico ha dejado atrás productos que anteriormente eran la
fuente de ingresos de muchos empresarios. Ejemplo de esto, son los casos de las empresas
que se dedicaban a la fabricación y reparación de máquinas de escribir, o las fábricas de tizas.
Esas empresas manejan un buen conocimiento de cómo hacer lo correspondiente, pero en la
actualidad, ese conocimiento tiene poco valor de cambio.
A manera de síntesis, se puede decir que “la obsolescencia es la caída en desuso del capital
intelectual motivado, no por un mal funcionamiento del mismo, sino por un insuficiente
desempeño de sus funciones en comparación con las nuevas ideas introducidas en el mercado.
Por lo tanto, se puede decir que la obsolescencia pude ser incluida como una nueva
característica de los activos que hasta ahora sólo se habían clasificado en depreciables, no
depreciables y agotables, siendo esta característica exclusiva de los activos intangibles.”
(Velandia, 2008)
Asimismo, la obsolescencia puede ser considerada el factor que permita detectar cambios en la
valoración del Capital Intelectual de manera oportuna y previa a la aparición del impacto en el
valor del mercado de la empresa. En otras palabras, por medio de la determinación del grado

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de obsolescencia, se puede detectar a tiempo, sin esperar a que sea el valor del mercado de la
empresa el objeto que muestre la variación, cualquier asenso o disminución en el valor del
Capital Intelectual.
La presentación de esta nueva idea de valoración del Capital Intelectual, da lugar a una
objeción lo suficientemente puntual. Se trata de aseverar que no se puede llegar a considerar la
valoración de un activo intangible, desde la forma como se valora un activo tangible. Ahora
bien, lo que se ha presentado aquí como un camino para encontrar una forma más razonable
de valoración del Capital Intelectual, no entra en conflicto con tal refutación, por tal motivo,
puede decirse que las ideas contenidas aquí se encuentran encausadas con las ideas
contenidas en la objeción. Lo que se ha hecho es analizar el procedimiento que se usó en los
diferentes tipos de activos ya existentes para determinar un valor razonable.
En ese orden de ideas, se puede considerar que por tal razón es que existen diferencias en los
conceptos y formas de valorar los mismos activos tangibles. A pesar de encontrarse todos
contenidos en una misma caracterización (de tangibles). Se tiene en cuenta la naturaleza de los
mismos para denominar la característica que permita valorarlos más razonablemente. Por tal
razón, es que existen tres cualidades diferentes (depreciables, no depreciables y agotables) y
no una para dar valor razonable a este tipo de activos.
En síntesis, durante el desarrollo de este capítulo, lo que se ha hecho es utilizar el mismo
procedimiento, o adoptar el mismo enfoque, por el cual se determina la condición implícita en su
misma naturaleza, que permita considerar una variación desde el sentido que conviene a la
parte interesada (de uso o de cambio) para encontrar la característica que pudiera generar
cambios en el valor del activo intangible en cuestión, respetando de ese modo la diferencia que
puede existir debida a su propia naturaleza, es decir, la diferencia en este caso la determina su
naturaleza. Como el enfoque que se usa para determinar la variante en el valor del activo es
desde su propia naturaleza, este enfoque respeta implícitamente las diferencias que puedan
existir de un activo a otro.
Basado en todo lo aquí expuesto, se puede decir que la forma actual de valorar el Capital
Intelectual, de algún modo no se encuentra acorde con la realidad económica y social de los
medios de producción, debido a que no posee ningún mecanismo o procedimiento que permita
revalorarlo. Asimismo, se tiene en cuenta la propuesta de la obsolescencia como posible agente
variante en la determinación del valor del Capital Intelectual. Ahora bien, si se habla de
obsolescencia, se debe hablar también de alguna forma de medición de ésta. Más adelante se
propondrá un modelo que propende por encontrar la satisfacción de este objetivo.

3.4 FALENCIA EN LA VALORACIÓN DEL CAPITAL INTELECTUAL

Al determinar el valor del Capital Intelectual, por cualquiera de los métodos existentes, no se
tienen en cuenta los cambios que este experimente, sino, que se calcula un valor a determinada
fecha y se toma como válido en todo su contexto. Para el caso por ejemplo, de la Q de Tobin,
en el denominador de la división se encuentra contenido el valor de reposición del mercado,
como si este fuera un factor fijo o constante en el tiempo. El valor de mercado de la empresa
puede verse afectado por múltiples factores ajenos a la compañía sobre los cuales no se tiene
ningún control y que en ningún momento guarden relación con el conocimiento y su posibilidad
de explotación, debido a que la valoración del capital intelectual por medio de la Q de Tobin se
encuentra inmersa en la ley de oferta y demanda, el valor del activo puede verse afectado por
otras relaciones de mercado independientes del valor del conocimiento.
En este sentido, puede decirse que aunque el valor en el mercado de la empresa sufra una
variación, gracias a la influencia del Capital Intelectual, este no es el único que puede provocar
cambios que se deban tener en cuenta al momento de valorar al activo en cuestión. Por
ejemplo, en los periodos de crisis económica o de guerra, las acciones de muchas empresas
llegan a tener precios muy degradados y de ninguna manera esto debe representar un mayor o

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menor valor en el conocimiento que determinado ente pueda llegar a tener acerca de algo. La
degradación o valorización de este tipo de activo debe encontrar asidero en otro tipo de
enfoque contable que permita una valoración más objetiva de la realidad que la contabilidad
propenda por representar.
De todas formas, en algún momento en el tiempo, dependiendo de las condiciones sociales y
económicas, la valoración del Capital Intelectual por medio de la Q de Tobin pudiera ser una
representación válida para el activo intangible, pero ésta valoración se queda escindida si no se
consideran los cambios que éste sufriera en el tiempo, dando de esta manera cabida al no
cumplimiento del principio contable de revelación y al de integridad.
Como se presentó al principio, existen diferentes formas de intentar dar valor al capital
intelectual, los cuales han enfrentado fuertes críticas, al mismo tiempo que han sido aceptados
por muchos profesionales en la implementación de un registro de Capital Intelectual en las
empresas. Durante el desarrollo de este trabajo se consideraron la mayor cantidad de estos
enfoques, teniendo en cuenta sus fortalezas, así como sus falencias. Luego, después de un
análisis y de una libre escogencia, se consideró utilizar, la Q de Tobin, como el modelo que
represente o determine por primera vez el valor del Capital Intelectual para el desarrollo del
mismo. El principal aporte de éste estudio se encuentra contenido en la idea de registrar el valor
de la variación que sufre el activo referido, después de haber sido determinado por primera vez
por cualquiera de los métodos presentado por los autores anteriormente mencionados.
Aclarado lo anterior y considerando que el concepto de Capital Intelectual está estrictamente
ligado al conocimiento, mejor aún, al valor de ese conocimiento enfocado desde su valor de uso
y de cambio, se puede llegar a la idea de que, como en todos los procedimientos contables y
cualquier aspecto de la realidad en donde el hombre trate de representar una verdad, existen
falencias que separan la realidad representada de la verdad que se estudia. Por tal razón es
que los estados financieros se consideran, para el mejor de los casos, razonablemente
representados, nunca se podrá hablar, de estados financieros exactos o certeros.
Es precisamente por esta razón que surgen tantas críticas para la mayoría de los enfoques
contables y por la misma razón la ley permite el uso de “normas especiales [que] pueden
autorizar la utilización de otros métodos de reconocido valor técnico” (Decreto 2649/93, artículo
63) La falencia que se pretende mostrar en este capítulo, no está contenida en el método de
determinar el valor para el Capital Intelectual, sino más bien, en que una vez determinado, a
este no se le hace un ajuste que permita valorar los cambios que dicho activo haya presentado.
Ésta valoración de los cambios debe de hacerse desde el concepto de conocimiento y desde la
posibilidad de explotación de éste.

4. PRESENTACIÓN DE UNA PROPUESTA PARA REGISTRAR EL VALOR DE CAPITAL


INTELECTUAL DE UNA FORMA MÁS RAZONABLE

En el trabajo adelantado por Velandia y Gutiérrez (2008), el cual se titula: “El Capital Intelectual,
la Obsolescencia y su Medición” y que fue clasificado para exposición en el XX Congreso
Nacional de Estudiantes de Contaduría Pública, celebrado en la ciudad de Cali, 2008, se hace
una propuesta de medición del nivel de obsolescencia del Capital Intelectual, más tarde, esas
ideas fueros mejoradas por Velandia (2011) en la investigación de la cual se deriva esta
ponencia. Los conceptos básicos que soportan estas ideas son los siguientes:
1. Demanda Real (X): ventas reales realizadas dentro de la población escogida a
encuestar.
2. Nivel de Aceptación (Y): ventas reales más ventas no realizadas por razones ajenas a la
voluntad del comprador, es decir, en muchos casos las personas no adquieren el
producto, no porque no lo deseen, sino porque se les imposibilitó por cualquier razón,
como por ejemplo, la no accesibilidad al producto o el servicio.

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3. Valor Utópico de Capital Intelectual: representa el valor que se la asignaría al activo
intangible si se lograra llevar el producto o servicio a cada una de las personas que
participaron de la encuesta.
4. Obsolescencia: es representada por el valor de diferencia entre el valor utópico de
Capital Intelectual y el valor de aceptación. Corresponde estrictamente, a la población
encuestada que no compro el producto porque decidió comprar otro que lo reemplace.
El siguiente esquema estructura los cuatro aspectos anteriores de manera gráfica:

GRÁFICA 1

DEMANDA DEL PRODUCTO O SERVICIO “A”


DEMANDA Y NIVEL DE
ACEPTACIÓN
PORCENTAJE 2009 2010 2011
0%
20% Demanda real
40%
Valor utópico Nivel de aceptación
60% X X X
80% Y Y Y
Obsolescencia
100%
Fuente: ejemplo

4.1 APROXIMACIÓN A LA MEDICIÓN DE LA OBSOLESCENCIA POR MEDIO DE LA


DEMANDA DEL PRODUCTO

La estadística es una herramienta indispensable para la aplicación de este método, ya que por
medio de ella se puede conocer el nivel de aceptación del producto en el mercado. El objetivo
es conocer el porcentaje de la población que no compró el producto, porque éste fue
reemplazado o sustituido por otro más innovador. Obteniendo éste porcentaje se procede a
comparar el dato en una tabla de DEMANDA DEL PRODUCTO como se muestra a
continuación en el siguiente ejemplo:

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GRÁFICA 2

DEMANDA DEL PRODUCTO O SERVICIO “A”


DEMANDA Y NIVEL DE ACEPTACIÓN
Porcentajes 2008 2009 2010
0%
5%
10%
15%
20%
25%
30%
35%
40%
45%
50% X
55%
60%
65%
70% X Y
75%
80% X
85% Y
90% Y
95%
100%
Fuente: Ejemplo

Donde;

X = Demanda real del producto o venta realizada


Y= Nivel de aceptación, es decir la venta realizada más la venta que no se realizó por razones
ajenas a la voluntad del comprador

Para todos los casos:

X≤Y

Además la tabla consta de una columna de porcentajes, que para el caso de éste ejemplo, se
encuentra en una escala de 5 en 5, los usuarios podrán variar ésta escala de acuerdo a sus
necesidades. Las siguientes columnas de la tabla muestran los años a relacionar con el
propósito de medir la demanda y el nivel de aceptación. La demanda del producto (X) es
obtenida en la encuesta o en la información contable de la cuenta de ventas y el nivel de
aceptación (Y) se calcula sustrayendo de la porción de la población que no compró el producto
el porcentaje correspondiente a la obsolescencia y luego adicionando este resultado a la
demanda del producto, es decir a (X). (Velandia, 2008)
Tratando de ser más explicativo, se puede mencionar que el (100 %) representa la total
aceptación del producto, es decir, si la encuesta arroja que el cien por ciento de las personas

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encuestadas compraron el producto, entonces el valor de Capital Intelectual calculado para la
empresa está representado en su totalidad. En este sentido, si la encuesta arroja que el (90 %)
de las personas encuestadas compraron el producto y que otro (5%) deseó comprarlo y no lo
hizo, el valor del Capital Intelectual, calculado por cualquiera de los métodos aplicables, está
representado en un noventa y cinco por ciento, ya que su valor de Capital Intelectual, posee la
capacidad de crecer hasta el punto en el que alcance la aceptación y compra por parte de todos
los individuos.
Este enfoque lo que intenta es determinar por medio de una encuesta y el uso de la estadística
el nivel o la calidad del conocimiento, representado en su utilidad, característica que se ve
reflejada en su capacidad de generar ventas. En otras palabras, el punto ideal de toda empresa,
sería que el cien por ciento de las personas hayan comprado el producto o usado el servicio
que prestan y ese punto utópico representaría el cien por ciento del valor del Capital intelectual,
por tal razón se le designaría ese porcentaje al valor calculado para el activo intangible.
Si de la misma forma, la encuesta demuestra que sólo el ochenta y cinco por ciento de los
encuestados compraron y aceptaron el producto, entonces el valor del Capital Intelectual que se
había calculado (con la Q de Tobin, por ejemplo), será representado por ese porcentaje,
pudiendo calcular desde ese punto el valor utópico de Capital Intelectual o cien por ciento de la
siguiente forma:
Si la Q de Tobin dice que el valor del Capital Intelectual de la compañía K es de 52’000,000.oo
y la tabla de demanda del producto muestra que este tuvo una compra y aceptación del 85%
por parte de los clientes, entonces el valor utópico de Capital Intelectual será igual a:

De igual manera, puede decirse que la diferencia existente entre el valor utópico de Capital
Intelectual y el valor de aceptación constituye la cifra que representa la obsolescencia. Es
posible objetar entonces, que en los productos nuevos que aún no han sido conocidos en el
mercado y que por ende el nivel de compra es bajo, mostraría un nivel de obsolescencia alto a
pesar de que sea un producto innovador. Pero debe tenerse en cuenta primero, que la tabla de
demanda del producto cuenta con una variable que es el nivel de aceptación del producto, la
cual tienen en cuenta las compras que no se realizaron, no por la no aceptación del producto,
sino por razones ajenas a la voluntad del comprador, como por ejemplo, la falta de recursos. En
todos los casos, es necesaria la aplicación correcta de las disciplinas estadísticas en aras de
recopilar datos eficaces, ya que de la calidad de la encuesta depende la representación
razonable del activo.

Siguiendo el ejemplo de la gráfica número dos, en el año 2008, el 70% de la población compró
el producto, por lo tanto, se puede decir que el producto tiene un 70% de aceptación por
compras realizadas, asimismo, tiene un 90% de aceptación, a pesar de que no se realizaron la
totalidad de las ventas que la empresa tuvo la oportunidad de realizar. También se puede notar
que el 10% de la población no compró el producto porque lo sustituyó por otro más innovador, o
porque simplemente no le interesa, siendo éste último porcentaje el que indica el nivel de
obsolescencia. Además el 20% correspondiente de la deducción del nivel de aceptación con la
demanda real del producto indica el nivel de ventas que se dejó de realizar por cualquier razón
y que amerita atención por parte de la gerencia en aras de incrementar sus ventas explotando
un mercado ya ganado y no utilizado.

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Siguiendo el mismo ejemplo, se puede ver que en el año 2009 la obsolescencia fue del 30% de
la población, lo cual indica que la obsolescencia se aumentó en un 20% y en el año 2010 se
tuvo una recuperación del 15%.
Para poder identificar la obsolescencia en el capital intelectual, es necesario que primero se
calcule éste por cualquiera de los métodos propuestos por los diferentes autores, a razón de
conocer cuánto vale el activo en la empresa. Para éste caso se usa el método de la Q de Tobin.
Esta, se basa en la lógica elemental de la porcentualidad, pues, calcula un indicador por medio
de la división del valor de mercado de los activos de la empresa entre el costo de reposición
estimado. El valor de mercado de los activos lo forman: el valor de mercado de las acciones
más todos los títulos de deuda emitidos por la empresa. El denominador de esta relación, es
decir, el costo de reposición estimado, incluye todos los activos de la empresa calculados a
valor de reposición. (Andersen, 1997) En este sentido, se puede decir que el cociente de esta
división indica el valor que se tiene de Capital Intelectual por cada peso que se tenga de activos
tangibles.
La razón por la que se escogió la Q de Tobin como el método de valoración del capital
intelectual para este trabajo, es porque dicho método guarda mayor pertinencia con el concepto
de valor también utilizado aquí. Para este trabajo, el valor se establece a partir de la capacidad
de generar flujos de efectivo futuros, es decir, una organización tiene valor ante los ojos de un
inversionista, si esta promete flujos de efectivo futuros que permitan conservar el capital y
generar beneficios. En este sentido, el valor entonces es una cualidad que se da de manera
subjetiva a un bien y que por medio de él se determina un precio o importe que se está
dispuesto a sacrificar a costa de poseer el derecho de dominio del mismo (Jaramillo, 2010)
Esa misma lógica se encuentra inmersa en la Q de Tobin, pues, el método parte del precio en el
mercado de las acciones de una organización y busca establecer un indicador que pretende
demostrar el grado de representatividad de los activos intangibles en relación a los tangibles.
Es como hacer el mismo proceso de manera inversa. Es decir, si se conoce el importe que
están dispuestos a dar los inversionistas, entonces se puede conocer el valor a través de un
indicador.
Por lo tanto, si la Q de Tobin muestra un capital intelectual de $80.000 para el año 2008 y la
aceptación del producto fue del 90%, entonces se puede decir que $80.000 es el 90% del total
del capital intelectual, por lo tanto, el capital intelectual total estaría avaluado en $88.889 y que
los $ 8.889 corresponden a la obsolescencia para ese año. Si para el año 2009 la Q de Tobin
muestra un valor de $90.000 para el capital intelectual y un 70% de aceptación del producto, se
puede decir que la obsolescencia para el 2009 es de $38.571 y que en comparación con el año
anterior se obtiene un resultado de $ 29.682 más de obsolescencia.
A pesar de que en este procedimiento resalta fácilmente a la vista la variación que puede tener
el hecho de calcular el valor del capital intelectual por medio de la Q de Tobin, que se debe a la
razón por medio de la cual fue criticado anteriormente, de que no sólo el capital intelectual es el
factor que puede llegar a modificar los valores del numerador y denominador de la ecuación de
la Q de Tobin, por lo menos, ajusta un poco a la realidad de los sucesos económicos, de
manera contemporánea a los mismos, la realidad contable registrada en los estados
financieros. Es decir, a pesar de que en el año 2009, el valor del capital intelectual fue mayor
que el del 2008, el producto mostró una mayor obsolescencia, lo que quiere decir que el
contexto económico ha sido afectado por otras razones que no son la utilidad del conocimiento
que se intenta medir aquí. Lo que se pudiera estar esperando cuando el valor del capital
intelectual aumente en comparación con el año anterior, es que el nivel de obsolescencia haya
disminuido, pero pudiera ser posible que se presente un caso como se mostró en el ejemplo.
De todas maneras, lo que se propone aquí es sólo una aproximación a la idea inicial que
sugiere estudios y ensayos reales posteriores que permitan estudiar las tendencias de los dos
valores: el del capital intelectual Vs obsolescencia.

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4.2 CARACTERÍSTICAS DEL MÉTODO DE LA APROXIMACIÓN A LA MEDICIÓN DE LA
OBSOLESCENCIA DEL CAPITAL INTELECTUAL POR MEDIO DE LA DEMANDA DEL
PRODUCTO

 Es necesario realizar una encuesta cada vez que se desee aplicar el método.
 Cuando se aplique éste método a productos nuevos que aún no se encuentren con
facilidad en el mercado, por lo general la demanda real del producto será muy baja en
comparación con la aceptación.
 En la demanda del producto no se tiene en cuenta las personas que compraron el
producto por razones diferentes a la aceptación de éste.
 También permite ver el nivel de ventas no realizadas por razones diferentes a la no
aceptación del producto.
 Es aplicable para cualquier producto o servicio.
 Permite conocer el nivel de ventas que no se realizaron por cualquier razón ajena a la
voluntad del posible comprador e identificar si las causas de la no venta está a cargo de
la compañía, como por ejemplo, la no satisfacción de la demanda por insuficiencia en la
cantidad de unidades distribuidas en algún sector. Y tomar las respectivas acciones
correctivas.

5 CONCLUSIONES

El cambio que ha sufrido la economía, debido principalmente al desarrollo de las TIC, ha hecho
que la competencia entre las organizaciones sea más fuerte, lo que indica que las empresas
deben velar cada vez con más empeño a volverse más competitivas. Esta nueva esfera
comercial ha deshecho gran parte de los monopolios, debido a que el conocimiento y la
interacción ahora está al alcance de casi todas las personas. Esto ha hecho que los factores
diferenciadores ya no sean el dominio de un mercado a través de un monopolio o a través del
poder, sino que cada vez se allana más el terreno presentando otros factores como los
indicadores de competitividad y sostenibilidad, tales como: las capacidades dinámicas, la
observación del entorno, el conocimiento, entre otras.
Esta nueva versión del mundo comercial trae también sus nuevas exigencias a las
organizaciones, una de ellas es la necesidad de permanecer vigentes en el mercado en un
ambiente turbulento o altamente cambiante de productos y servicios cada vez más
desarrollados, innovadores y mejorados. En este nuevo ambiente el conocimiento juega un
papel, fundamental, pues, este es un factor altamente influyente a la hora de hablar de
competitividad. El conocimiento, visto desde su propia naturaleza no se desmejora, más bien
puede llegar a desarrollarse, sin embargo, si este no es susceptible de generar valor, se llega a
convertir, en términos netamente económicos, en obsoleto.
Lo anterior, ubica a la obsolescencia como una característica que debe ser considerada y
vigilada por las organizaciones que quieran ser competitivas. La medición de esta característica,
debido a su álgida importancia, no puede ser hecha o detectada una vez haya ocurrido la
pérdida de valor en la organización, sino que se debe desarrollar un método que permita
identificar aspectos obsoletos a tiempo para tomar las medidas necesarias.
El método de medición de la obsolescencia propuesto aquí, lejos de ser un método completo,
busca establecer las bases para otras investigaciones que ayuden a afinar las ideas acá
presentadas. Al hablar del valor del capital intelectual, ya aquí se habla de cuatro estados del
mismo: Demanda real del producto, Nivel de aceptación, Valor utópico de capital intelectual y
obsolescencia. Los cuales buscan representar de manera más razonable el valor del intangible.
Una vez calculada la obsolescencia, la dirección de la empresa tendrá mayor información para
la toma de decisiones.

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BIBLIOGRAFÍA

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