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CARPETA

Prof. ANGELO PAPACCHINI


Filósofo
Universidad del Valle - Cali

LOS DERECHOS HUMANOS


A TRAVÉS DE LA HISTORIA

1. EL CONCEPTO DE DIGNIDAD HUMANA EN


EL HUMANISMO V SU PAPEL EN LA CONQUISTA
DE AMÉRICA

stamos celebrando los 50 años de la Declaración


Universal de los derechos humanos de la ONU. Se
trata de un acontecimiento sin precedentes en la histo-
ria de la humanidad: al final de una guerra sangrienta y
después de los horrores del fascismo y del nazismo, se consolida un
consenso entre la mayoría de los pueblos de la tierra acerca de unos

-- principios básicos que regulen la convivencia pacífica. Como un pe-


queño homenaje a esta celebración, se presentará por fascículos una
breve historia de los derechos humanos, cuyo objetivo es el de esbozar
la genealogía de este producto privilegiado de la Modernidad, que se
ha transformado de manera paulatina en un punto de referencia obli-
gado y en un código de valores compartido por la humanidad en gene-
HANS HOLBElN. ALEMANIA rs, XVI)
ral. En esta primera entrega iniciamos el recorrido con las primeras
formulaciones del ideal de dignidad humana en el humanismo y en
el renacimiento, y con sus primeras aplicaciones prácticas en el
encuentro con el nuevo mundo.

A. Los aportes del Humanismo y del Renacimiento


a la teoría de los derechos humanos

Los derechos humanos responden a exi-


gencias humanas universales. Sin

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embargo, en su configuración específica son un pro- ben el orden feudal como una jaula que limita o re-
ducto de la modernidad. Su consolidación resultaría corta sus proyectos de una vida libre, forjada de acuer-
impensable por fuera de algunos fenómenos do con pautas dictadas por su propia razón más que
concomitantes que definen la modernidad en el pla- por la tradición y la costumbre. Como bien lo desta-
no ético-político: separación de niveles entre moral, ca E.Fromm, en la época feudal las personas se en-
derecho y religión; consolidación de un Estado no contraban atadas a un determinado lugar y al papel
confesional y laico; derrumbe del ordenamiento so- desempeñado en el interior de un orden social acep-
cial feudal por estamentos y surgimiento de una indi- tado como inmutable. Lo que implica la escasa o nula
vidualidad libre. posibilidad de pasar de una clase a otra: el lugar de
Resulta por lo tanto pertinente empezar el estu- nacimiento acababa por definir el destino del indivi-
dio de la genealogía de los derechos en el momento duo, quien por lo general sufría serias limitaciones
en el que se empieza a gestar el tránsito hacia lo mo- en cuanto a la posibilidad de elegir una profesión o
derno, es decir en el Humanismo. Como aportes ge- una forma de vida. Al poseer desde su nacimiento un
nerales a la teoría de los derechos del hombre por lugar específico en un todo estructurado, el indivi-
parte del Humanismo y del Renacimiento podríamos duo se identificaba a tal punto con su papel que se
destacar los siguientes: a) el lugar destacado que asu- percibía a sí mismo como «campesino, artesano o
me lo humano en las nuevas cosmovisiones, en con- caballero, más que como un individuo a quien le ha-
traste con la tendencia anterior a centrarlo todo en bía ocurrido tener esta o aquella ocupación». En la
función de la divinidad; b) el surgimiento progresivo época humanista, en que se empieza a gestar el trán-
de una individualidad libre, desatada de los amarres sito a la modernidad, sale a la luz en cambio un nue-
de un orden social asumido como si fuese un orden vo gusto por la libertad, ligado a su vez con
natural; e) la acentuación de la autonomía de la ra- transformaciones profundas en el interior de las per-
zón y cierta actitud irreverente frente a la autoridad sonas: una cantidad siempre más apreciable de indi-
establecida y al peso de la tradición. viduos aspiran ahora a elaborar una imagen original
En cuanto al primer punto, es evidente la atención acerca del mundo y a configurar su existencia de acuer-
prioritaria por lo humano, que se pone de manifiesto do con patrones elaborados por su propia conciencia,
en las creaciones artísticas de los maestros del Rena- en contraste con la actitud anterior dominada por el
cimiento, con sus insuperables representaciones de deseo de adecuarse a la armonía del orden social es-
la figura humana en toda su esplendorosa belleza y tablecido. En esta época se empieza a advertir con
armonía, en las obras de filósofos y retóricos dedica- especial fuerza el surgimiento de un nuevo sujeto
das a ensalzar lo humano, e incluso en el interés sin humano, caracterizado por el énfasis en la interiori-
precedentes por el cuerpo por parte de los anatomistas dad y el deseo de autonomía, tanto en el plano de la
del Renacimiento, impulsados por una sed de esfera pública como en su propia vida privada, que
conocimientos y una curiosidad por los misterios del constituye el supuesto ineludible para la teoría de los
organismo humano no menores de los que arrojaron derechos. Para el hombre de la antigüedad clásica o
a los grandes aventureros hacia tierras y pueblos des- de la edad media, -quien se concebía a sí mismo como
conocidos. Como bien lo ha destacado Burkhardt en un miembro de la polis o del imperio-, hubiera sido
su obra ya clásica sobre el Renacimiento, el Huma- impensable expresar sus reivindicaciones apelando al
nismo no es teocéntrico sino antropocéntrico: el cen- lenguaje de los derechos; resultaba más natural ha-
tro de gravedad se desplaza de la divinidad hacia el blar de las obligaciones frente a la totalidad superior
hombre, un cambio que se percibe con especial clari- de la que su existencia particular derivaba valor y sen-
dad en la nueva arquitectura, pensada a medida de lo tido.
humano y en claro contraste con la intención de los Estrechamente vinculado con este giro hacia la in-
maestros del arte gótico, interesados en resaltar y terioridad se encuentra la valoración siempre mayor
acentuar la insignificancia de lo humano frente al de la razón, que contrasta con el sometimiento pasi-
poder asombroso de lo divino. vo a la autoridad y a las tradiciones. Gracias a esta
Este interés por el hombre supone a su vez el sur- renovada confianza en la capacidad racional, lo exis-
gimiento de un nuevo tipo de individuos, que perci- tente es sometido a escrutinio crítico: los individuos

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ya no están tan dispuestos a confiar ciegamente en debe ser. El hombre es el vocero de todas la criaturas,
determinados documentos o instituciones, ni a aca- el intérprete de la naturaleza, el punto de intersec-
tar pasivamente una verdad sustentada sin más en el ción «entre la eternidad y el fluir del tiempo». A dife-
poder de una iglesia o en la autoridad hasta el mo- rencia de los animales, atados a las leyes del instinto,
mento no cuestionada de un filósofo específico. Para se caracteriza por la libertad de forjar su naturaleza y
ilustrar esta tendencia, es suficiente mencionar el re- determinar su destino. Para justificar esta condición
chazo del culto sagrado por la filosofía aristotélica, la de privilegio Pico recurre a una ingeniosa reconstruc-
puesta en tela de juicio de la autenticidad del docu- ción del relato bíblico relativo a la creación. Cuando
mento que testimoniaba la supuesta donación al pa- llegó el momento de crear al hombre - anota Pico -, a
pado, por parte de emperador Constantino, de la so- la potencia creadora se le habían prácticamente ago-
beranía sobre Occidente, o la renuncia a considerar tado las formas originarias, ya empleadas para la crea-
el código de ]ustiniano como el paradigma exclusivo ción de las demás especies. Sin embargo, una idea
para todo ordenamiento jurídico, desplazado de ma- brillante logró «sacar de apuros» a la divinidad: en el
nera paulatina por las directrices ofrecidas por el de- caso del ser humano no sería necesario idear un nue-
recho natural de la razón. En apariencia, la preocupa- vo molde; por el contrario, el mismo hombre se ep.-
ción de los humanistas es la de restaurar los vínculos cargaría de formarse y moldearse a sí mismo, de acuer-
rotos con la gran tradición clásica y rescatar del olvi- do con su libertad. El «mejor artesano» decretó así
do a los autores griegos y latinos. Sin embargo, esta que el hombre pudiese llegar a poseer todo lo que se
vuelta a los antiguos se transforma de hecho en un le había entregado en propiedad a cada especie, «pues
estímulo para el surgimiento de lo moderno: el «re- no podía dársele nada propio». Por esto le dio al ser
nacer» marca el nacimiento de un nuevo tipo de hu- humano una forma indeterminada, lo ubicó en el cen-
manidad, que será a la postre la que sustentará la tro del mundo y le habló así: «no te he dado ningún
moderna teoría de los derechos. puesto fijo, ni una imagen peculiar, ni un empleo de-
terminado. Tendrás y poseerás por tu decisión y elec-
B. La primera formulación de la idea ción propia aquel puesto, aquella imagen y aquellas
de dignidad humana tareas que tú quieras. Tú marcarás tu naturaleza se-
gún la libertad que te entregué( ...) Tú mismo te has
El aporte más evidente de los humanistas a la teo- de forjar la forma que prefieras para ti, pues eres el
ría de los derechos del hombre tiene que ver con la árbitro de tu honor, su modelador y diseñador».
exaltación de la dignidad humana, el valor que se ha La moraleja de este relato es evidente: puesto que
transformado en el soporte moral de los derechos el hombre no se encuentra atado a una forma dada
humanos, definidos por muchos autores contempo- de antemano que determine y oriente su actuación,
ráneos como la traducción en términos jurídicos de se ve obligado a inventar, casi que de la nada, el or-
valores éticos fundamentales como la dignidad y la den que quiera conferirle a su existencia y al sistema
libertad. Así lo sugiere el texto de la Declaración de relaciones con los demás. Lo que él llegue a ser
Universal de la ONU, que presenta «la fe en la digni- dependerá de su actuación libre y de su esfuerzo crea-
dad y el valor de la persona humana» y el reconoci- dor. Así que el hombre se crea a sí mismo; es el pro-
miento de un valor intrínseco para todo ser humano tagonista activo de su propia historia y de hecho se
-independientemente de las diferencias de raza, na- hace actuando. Es interesante anotar que Pico sigue
cionalidad, sexo, status, etc.>, como el fundamento utilizando la idea cristiana de dignidad humana sus-
de los derechos concretos. tentada en la creación del hombre como un ser crea-
El documento más conocido y famoso es sin duda do a imagen y semejanza de Dios. Sólo que esta se-
la oración Sobre la dignidad del hombre, redactada mejanza adquiere un sentido distinto, en la medida
por primera vez en 1486, en Firenze, por Pico della en que el hombre comparte con la divinidad el atri-
Mirandola. En ella el filósofo humanista destaca el buto más elevado: la misma capacidad creadora. Gra-
lugar privilegiado del ser humano en el conjunto de cias a este destino excepcional, el género humano se
los demás seres vivientes, por ser el único ente con el ubica por encima de los animales, condenados a re-
poder y la capacidad de llegar a ser lo que quiere y petir constantemente el ciclo vital impuesto por su

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naturaleza y sus instintos, pero también por encima icómo no llorar, ante un destino tan desafortunado!
de los mismos seres celestiales, obligados desde la Estas carencias serían el signo evidente de nuestra
eternidad a permanecer lo que siempre han sido. Sólo inferioridad: el hombre debe ser «un animal más in-
la libertad permite un desarrollo y una historia. digno que los demás, puesto que la Naturaleza lo tie-
En su interpetración del relato del Génesis Pico ne aborrecido y desamparado». La conclusión de este
destaca también el lado sombrío de esta libertad, un discurso fuertemente pesimista acerca de la condi-
don hermoso pero también peligroso y compromete- ción humana es que quien llegase a conocer de ver-
dor: de hecho la libertad de elección «puede rebajar dad la realidad de su destino, sólo podría desear la
al hombre a la condición de los animales o elevarlo muerte",
hacia lo divino». El teórico humanista alcanza a vis- En respuesta a estos argumentos, Antonio - el otro
lumbrar la otra cara, más inquietante, de la libertad protagonista del diálogo - sostiene, por el contrario,
de los modernos: la carencia de sólidos puntos de que el hombre es la criatura más hermosa y el pro-
referencia, que alimentan a su vez sentimientos de ducto más elaborado, en el que se percibe de manera
desarraigo o desamparo, o incluso el miedo a la liber- especial el reflejo de la excelencia de la divinidad.
tad, percibida a menudo como una carga pesada. De Hablar mal del hombre sería tanto como poner en
todas formas, se trata sólo de una posibilidad por tela de juicio el poder y la habilidad de Dios, «el artí-
ahora remota, obnubilada u opacada por el brillo de fice del hombre», quien quiso crear a alguien capaz
este ideal de libertad creadora, que le abre al hombre de apreciar las maravillas de la creación. La descrip-
la posibilidad de llegar a ser lo que quiere y a tener lo ción del cuerpo humano confirma esta apreciación,
que desea. Esta exaltación de la dignidad humana, por la belleza, armonía y «dignidad» que se refleja en
expresión de una «renovada confianza en el hombre cada uno de sus miembros. El autor subraya en espe-
y en sus posibilidades», se ha transformado con ra- cial la belleza de los ojos - «las hermosas ventanas
zón en el manifiesto del Humanismo. No es fortuito del alcázar de nuestra alma» -, y la postura erguida,
que aparezca en la Florencia de los Medici y bajo el una señal inequívoca de que el ser humano ha sido
dominio de Lorenzo el Magnífico, quien había con- creado para mirar las estrellas y aspirar hacia lo más
tribuido a transformar a la ciudad en el centro del sublime y elevado. El abogado de la dignidad huma-
humanismo, del arte y del saber. na destaca también el lugar central que ocupa el hom-
Entre las obras de los pensadores humanistas bre en el universo y sostiene que el desamparo inicial
merece también una mención especial el Diálogo de queda ampliamente compensado por dos dones de
la dignidad del hombre redactado por el español valor incalculable recibidos de la Naturaleza: la mo-
Fernán Pérez de Oliva (1494?-1531).La obra se desa- vilidad de las manos y la capacidad de entendimien-
rrolla en forma de diálogo entre Antonio, el abogado to. Gracias a estas prerrogativas se invierten pronto
de la dignidad, y Aurelio, quien destaca la miseria y las relaciones de fuerza frente a-los demás seres vi-
desprotección en la que se encuentra el ser humano vientes: el hombre llega al mundo desamparado más
en comparación con los demás seres vivientes. En su que cualquier otro animal, pero en seguida logra im-
argumentación, Aurelio llega incluso a elogiar la ig- poner su poderío sobre todos ellos. Sigue un elogio
norancia, que le prestaría al hombre un mejor servi- apasionado del conocimiento y de la cultura, gracias
cio que el conocimiento, pues gracias a la ceguera in- a los cuales el hombre surca los mares, descubre los
telectual pasarían más fácilmente desapercibidas la secretos del mundo y crea las letras, una herramienta
miseria y las limitaciones de nuestra humanidad, El valiosa para la conservación de la memoria del pasa-
personaje encargado de acentuar la desdicha de nues- do, que le permite al individuo confiar en que su obra
tra condición afirma que el ser humano es sin lugar a desafiará el tiempo y la muerte. Y el hecho de que el
dudas el animal más desprotegido de todos, puesto hombre pueda llegar a construir por sí mismo su pro-
que carece de pieles y plumas para protegerse del frío, pio mundo es una señal de aprecio especial, puesto
y de colmillos y garras para asegurar su subsistencia. que es más valioso crear con sus propias manos los
La oscura conciencia de esta desdicha explicaría tam- medios para defenderse del frío o del calor, que reci-
bién el llanto de los ni- birlo todo ya dado, sin la
ños Fernán Pérez de Oliva, Diálogo de la dignidad del hombre,
recién nacidos: posibilidad de modificarlo.
Editora Nacional, Madrid, 1982, p.79.

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El texto del humanista español parece evocar esa La exaltación humanista de la dignidad responde
ya clásica exaltación de lo humano consignada en el a los adelantos sin precedentes de las capacidades
coro de Antígona, uno de los documentos más signi- creadoras y del desarrollo de la cultura. Los hombres
ficativos de la tragedia griega, que expresa el sentir de ese entonces parecían disponer de razones pode-
de otra época privilegiada de la humanidad, compa- rosas para ensalzar la dignidad humana: un renovado
rable en cuanto a creatividad e ingenio al Humanis- interés por las letras y las ciencias -favorecido tam-
mo y al Renacimiento: «muchas cosas hay admira- bién por los aportes de los bizantinos cultos que hu-
bles, pero ninguna es más admirable que el hom- yeron hacia Italia y Florencia después de la conquista
bre... »; Para sustentar el valor especial de lo humano, de Constantinopla por parte de los turcos (1453)-,
Sófocles - el autor de la tragedia - evoca la capacidad un florecimiento sin precedentes en cuanto a crea-
de surcar los mares, el poderío sobre los animales, el ciones artísticas, el descubrimiento de la perspectiva,
arte de la palabra y el arte político, al igual que el la exigencia de rigor en la geometrización del arte,
descubrimiento de remedios frente a las enfermeda- etc. Pronto vendrían el encuentro con un nuevo mun-
des. Para el gran dramaturgo griego el poderío huma- do y con nuevas culturas, al igual que la oportunidad
no sólo encuentra un límite infranqueable: la finitud ofrecida por la imprenta de ensanchar de manera has-
y la muerte, ante la que se encuentra del todo desva- ta ese momento insospechada las posibilidades de
lido. En los tratados humanistas sobre la dignidad el comunicación entre los humanos.
tema de la muerte queda en cambio en la sombra, o Es interesante, sin embargo, destacar su coinci-
sirve de pretexto para acentuar el carácter relativa- dencia en el tiempo con unos acontecimientos que
mente imperecedero de la obra humana y de la cultu- de un lado justifican la confianza en el poderío y en
ra. el saber humano, pero del otro parecerían cuestionar
El humanista español hace notar también las ven- la tendencia a considerar al hombre como el centro
tajas presentes en el hecho de que el hombre llegue del universo. En esta época del Humanismo y del Re-
al mundo desnudo: de esta forma la divinidad pare- nacimiento se empieza a gestar la que algunos auto-
cería haber querido honrar la libertad de los diferen- res han denominado la «era planetaria», caracteriza-
tes seres humanos, y el gusto por las diferencias pre- da por el descubrimiento de un nuevo Continente, la
sente en cada uno de ellos. La semejanza con la divi- vuelta al mundo y sobre todo por la revolución
nidad tiene que ver así, al igual que en el caso de copernicana, gracias a la cual se descubre que la tie-
Pico, con el poder creador y con la capacidad del hom- rra es simplemente un planeta entre otros, y que los
bre de producir de acuerdo con la medida de todos planetas y la tierra giran sobre sí mismos y alrededor
los demás seres. Ese hombre «es cosa universal, que del sol. «Gracias a la conquista de América a la revo-
participa de todas las demás: por esto posee la liber- lución copernicana - anotan Morin y Kern - ha surgi-
tad de llegar a ser lo que quisiere». Sale a relucir, de do un planeta y se ha derrumbado un cosmos». Se
esta forma, uno de los rasgos de lo humano en los derrumba de pronto una arraigada concepción del
que pondrá especial énfasis, tres siglos después, el mundo, en la que la tierra ocupaba el centro del uni-
joven Marx. Me refiero a ese texto apasionado (Ma- verso: convertida en un satélite del sol, la tierra pier-
nuscritos de 1844) - que puede ser considerado con de su lugar privilegiado. Sin embargo, la cuestión del
razón como un tratado moderno acerca de la digni- lugar más o menos central ocupado por la tierra y el
dad humana -, en el que el pensador alemán expresa hombre en el universo reviste en últimas una impor-
su indignación frente a la explotación y degradación tancia secundaria para la autovaloración humana: la
de lo humano en la moderna sociedad capitalista: allí aparente insignificancia frente a la infinitud de la vida
Marx destaca, entre los rasgos peculiares que dife- cósmica acaba por transformarse, para el individuo
rencian al hombre de los demás seres vivientes, el de la modernidad, en una confirmación del valor de
carácter universal y libre de su actividad productiva, su propia conciencia, capaz de apreciar por igual los
gracias a la cual puede imitar las obras de todos los misterios y la armonía del universo y los que descu-
demás seres vivientes, e incluso posee el privilegio bre en su propia interioridad. Es interesante en fin
de crear sin el estímulo de la necesidad material in- anotar que en estas exaltaciones humanistas de la
mediata, impulsado por el simple goce estético. dignidad se destaca el valor del hombre en general.

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Sin embargo, de esta idea se derivarán pronto tras personas y a vuestras mujeres e hijos y los haré
consecuencias interesantes para cada uno de los com- esclavos, y como tales los venderé, y os haré todos
ponentes del género humano: esclavos, infieles, mu- los males y daños posibles como a vasallos que no
jeres, habitantes del nuevo mundo, etc. El propio obedecen ni quieren recibir a su señor, le resisten y
Pérez de Oliva asume una actitud favorable a los ha, contradicen». El documento concluía afirmando que
bitantes del nuevo mundo, al destacar la prioridad de la responsabilidad de estos actos de fuerza no recaería
la defensa de lo humano frente a la prepotencia y al sobre los invasores, sino sobre los mismos indios,
orgullo expansionista de España. Lo que parecería culpables de resistirse a una propuesta tan «razona,
reducirse a una inocente disquisición retórica acaba ble- y «justa». Para entender la lógica perversa del
por tener efectos prácticos significativos. «requerimiento», es necesario añadir que los reyes
de España alegaban un derecho legal sobre el nuevo
C. El tema de la dignidad humana en mundo, sustentado en dos bulas papales, en las que
el debate sobre la Conquista constaba la donación, por parte del Papa Alejandro
VI, de la soberanía absoluta e ilimitada sobre las tie-
Gracias al encuentro con el nuevo mundo, la exal- rras recién descubiertas, «con plena, libre y omnímoda
tación de la dignidad humana adquiere de pronto una potestad, autoridad y jurisdicción». En dichas bulas
relevancia práctica insospechada. Con el descubrí- el pontífice invitaba además a los reyes de Castilla y
miento y la conquista entra en primer plano la cues- León a enviar al nuevo mundo «a varones probos y
tión relativa al status de los habitantes del nuevo temerosos de Dios, doctos, peritos y expertos para
mundo, y más en concreto a la posibilidad o no de instruir a los residentes y habitantes citados en la fe
extenderles la dignidad y los privilegios peculiares de católica e inculcarles buenas costumbres». Una ex,
la especie humana. En el intenso debate político y hortación que los reyes católicos cumplieron al pie
moral que acompaña las hazañas guerreras, salen a de la letra, pero en sentido contrario.
relucir los temas relativos a la igualdad originaria en, Sin embargo, entre los mismos conquistadores se
tre los hombres y la dignidad inherente a todos ellos. levantan voces de protesta, que cuestionan la legiti-
1. La denuncia por parte de Las Casas del midad de la conquista y sobre todo de los métodos
trato inhumano y degradante impuesto a los empleados para lograrla. Los aventureros que busca,
habitantes de América. ban un enriquecimiento rápido, a cualquier precio,
El encuentro con los habitantes del continente re, tuvieron que enfrentar la resistencia y las protestas
cién descubierto ' una denominación algo eufemística de muchos hombres de Iglesia, quienes levantaron
para referirse a la conquista ' está marcado por la su voz para condenar la violación de la vida y los in,
voluntad de explotación, la barbarie y la violencia. El numerables atropellos de que fueron objeto los indí-
texto del así llamado «requerimiento», ideado para genas y los esclavos negros. Hombres como
justificar jurídicamente la Conquista, es una muestra Montesinos o Las Casas tuvieron el coraje y la valen,
elocuente de los atropellos sin límites y de la viola, tía de recordar a los colonizadores y a los mismos
ción de todos los derechos y libertades que acompa- Reyes de España que tales prácticas contradecían los
ñaron la conquista de América. Los capitanes espa- principios elementales de la ética cristiana. Particular
ñoles debían leerlo en voz alta a los indígenas, sin relieve adquiere la protesta de Bartolomé de Las Ca'
importar si éstos estuviesen o no en condiciones de sas, el fraile dominico que denuncia los horrores de
comprenderlo. En este documento los comandantes la conquista y llega a tildar de bárbaros a quienes
de las fuerzas españolas invitaban a los nativos a acep- atropellan, con actos atroces nunca antes vistos, a
tar de manera pacífica el señorío de los reyes de Es, unos indios pacíficos e indefensos.
paña y la acción evangelizadora de los misioneros. 2. La denuncia de los intentos de justificar
De lo contrario, deberían atenerse a las consecuen- esta clase de conducta.
cias: «certifico que con la ayuda de Dios yo entraré Un defensor hábil y culto de los intereses de los
poderosamente contra vosotros y os haré guerra por conquistadores, Ginés de Sepúlveda, intentó justífi-
todas las partes y manera que yo pudiese, os sujetaré car con argumentos teológicos o éticos la violencia
al yugo de la Iglesia y de sus Altezas, tomaré a vues- de la conquista, las matanzas y expoliaciones de los

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indios y su sometimiento. Llegó incluso a utilizar la bárbaros podrían ser sometidos sin problemas; no así
teoría aristotélica acerca de la existencia de esclavos los habitantes del nuevo mundo, sujetos libres y due-
por naturaleza para legitimar el sometimiento y la ños legítimos de sus bienes. «Si Dios crió los dichos
explotación de los indios. Anticipándose a las teorías indios libres y no subjectos», argumenta las Casas, ni
colonialistas del siglo XIX, el cronista de Carlos V su majestad el rey de España, ni el Papa, ni nadie
rechaza cualquier posibilidad de reconocerle a «esos está autorizado a repartirse sus bienes como un bo-
hombrecillos en los cuales apenas encontramos ves- tín, o a tratarlos como seres incapaces de autonomía
tigios de humanidad» una dignidad y un respeto y autocontrol. La violencia ejercida contra la vida, las
1ejanamente comparables con los que se merecían los propiedades y la libertad de los indígenas resulta por
conquistadores españoles. ¿Con qué derecho estos 10tanto arbitraria e injusta, y su reducción a la condi-
seres incultos, carentes de escritura, sin pasado y sin ción instrumentos de trabajo vivientes «es condena-
leyes, entregados a aberraciones sexuales de toda cla- da por toda ley natural, divina y humana» 3 • Las Ca-
se y a prácticas bárbaras como los sacrificios huma- sas llama además la atención sobre la particular ini-
nos o la antropofagia, podrían reivindicar un respeto quidad y crueldad de una violencia ejercida contra
similar al que se merecen los europeos? Sepú1veda seres indefensos y pacíficos, cuya actitud amistosa
no tiene ninguna duda acerca de la legitimidad de la contrasta con la crueldad, indigna de un ser humano,
conquista, por medio de la cual «una nación hu- de las aves de rapiña llegadas del viejo mundo, «tan
manísima y excelente en todo género de virtudes» inhumanas, tan sin piedad y tan feroces bestias, ene-
somete a «gentes tan incultas y bárbaras» para llevar- migas del linaje humano». De acuerdo con el obispo
les el don precioso del Cristianismo y de la cultura. de Chiapas, merecerían más la calificación de bárba-
Los indígenas, sostiene Sepúlveda, «no conocen las ros los propios conquistadores, quienes con su cruel-
letras ni conservan monumento alguno de su historia dad sin límites degradan la humanidad y ponen en
salvo cierta oscura y vaga reminiscencia de algunas entredicho la confianza en la dignidad y bondad de la
cosas consignadas en ciertas pinturas ... carecen de naturaleza humana.
leyes escritas y sólo tienen instituciones y costum- Las Casas no se limita a denunciar las atrocidades
bres bárbaras ..»2 • A juicio del doctor español los in- de la conquista, o a cuestionar la aplicación de la idea
dígenas del nuevo mundo constituyen además un caso de «esclavos por naturaleza» a los indios de América.
evidente de esa clase de hombres que Aristóteles En la medida en que la defensa de la causa indígena
consideraba esclavos por naturaleza, destinados des- apela a principios más universales y abarcadores - li-
de su nacimiento a servir a los individuos superiores bertad originaria, dignidad y valor intrínseco de todo
en capacidades, destrezas y racionalidad. De aquí su ser humano, etc. - la misma noción de esclavitud na-
obligación, sustentada en «la ley de la naturaleza», tural acaba por quedar en entredicho. Si la libertad es
de sujetarse al dominio de los españoles. un derecho originario, según 10 indica la idea de la
En su respuesta, las Casas empieza por cuestionar creación, la esclavitud aparece como una violación del
la inclusión de los indígenas de América en la cate- orden y de la justicia natural, que prescriben un res-
goría aristotélica de «esclavos por naturaleza», una peto igualitario para todos los pueblos. El fraile do-
caracterización eventualmente apropiada para los minico no se cansa de repetir que todas las naciones
bárbaros en sentido estricto - es decir para individuos son hombres, todos «huelen bien», todos comparten
sin cultura, sistemas legales y morada fija, que andan las mismas actitudes humanas fundamentales y una
vagando como bestias salvajes -, pero no para unos humanidad común: «todos tienen entendimiento y
pueblos que poseen, como en el caso de los indios de voluntad, todos tienen cinco sentidos exteriores y cua-
América, un sistema de leyes muy elaborado y una tro interiores, y se mueven por los objetos de ellos;
capacidad creativa que se expresa en obras arquitec- todos huelgan con el bien y sienten placer con 10 sa-
tónicas comparables en grandiosidad, refinamiento y broso y alegre; todos desechan y aborrecen el mal».
gusto estético a las rea- Más allá de las diferencias,
2 1. Hanke, La lucha española por la justicia en la conquista de
lizaciones culturales del América, Aguilar, Madrid, 1959, p. 210. se impone la unidad de li-
mundo clásico. Similares 3 Brevfsima relación de la destruccián de las Indias, Tratados de naje entre los humanos, y
fray Bsrtolomé de las Casas, Prólogo de 1. Hanke F.C.E, Méxi-
a las bestias salvajes, los co-Buenos Aires, 1965, p. 11.
por consiguiente una obli-

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gación de respeto por cada uno de ellos: «todo linaje habitantes del nuevo mundo, a quienes Vitoria reco-
de los hombres es uno, y todos los hombres en cuan, noce la capacidad de salvación, el derecho pleno so'
to a su creación y a las cosas naturales son semejan, bre sus bienes y la capacidad de instaurar por sí mis,
tes ... »; mos un ordenamiento civil. El autor sostiene además,
La idea de dignidad que sustenta la protesta de en contra de las tendencias imperialistas dominantes
Las Casas se alimenta de la tradición cristiana, en en su tiempo, que carece de fundamento la apelación
especial de la idea según la cual todo ser humano al poder del papa o del emperador para despojar a
posee un valor intrínseco por el hecho de haber sido los indios de sus propiedades, y que resulta igual,
creado a imagen y semejanza de la divinidad, y por su mente infundado apelar a culpas particularmente gra-
status privilegiado de persona, objeto del amor pa- ves o repugnantes ' sodomía, sacrificios humanos,
ternal de Dios. Sin embargo, a lo largo de la edad antropofagia ' para emprender una campaña de ani-
media, con el papel hegemónico desempeñado por quilación. Si esto fuera cierto, argumenta Vitoria, los
los valores que exaltaban la estratificación y turcos tendrían igual derecho a emprender una gue-
jerarquización social, la dignidadligada con el cargo rra contra los cristianos, por sus pecados y por su co-
y el status había acabado por desplazar o dejar en la rrupción, y un príncipe cristiano dejaría de ser tal en
sombra a la dignidad reconocida a cada individuo en el instante en el que incurriese en una culpa mortal.
razón de su simple humanidad. Se había impuesto Conviene en fin destacar la particular y original inter-
también la tendencia a medir la dignidad en razón pretación, por parte de Vitoria, de la ya debatida cues-
del grado de semejanza o cercanía con la divinidad, tión relativa a la desprotección del ser humano. A
de lo que se desprendía la supuesta pérdida de digni- juicio del maestro de Salamanca, la Naturaleza ha,
dad y respeto por parte de aquellos sujetos que, como bría dejado al hombre «frágil, pobre, enfermo, desti-
los criminales empedernidos o los herejes impeniten- tuido de todos los auxilios, indigente, desnudo e
tes, habían desfigurado con su conducta la imagen implume, como arrojado de un naufragio», para acen-
divina hasta el punto de hacerla casi irreconocible. tuar de manera inequívoca su destinación hacia la con,
En contravía de esta tendencia, la reflexión de Las vivencia en sociedad: el desamparo del individuo se'
Casas recupera el sentido primigenio y más auténti- ría confirmación ulterior de su naturaleza
co de dignidad, ligada con la simple pertenencia a la eminentemente social.
humanidad e independiente de la dignidad sustenta, La obra de estos humanistas ha sido objeto de
da en el valor personal y en los títulos, o en la perte- comentarios encontrados. Particularmente duros han
nencia a una nación o raza determinada. sido los ataques contra Las Casas, considerado por
3. La contribución de Vitoria. algunos de su connacionales como un paranoico peli-
Los atropellos de la conquista alimentan la re, groso, que habría fomentado, con su sensibilidad en,
flexión de otros insignes intelectuales españoles, en, fermiza, la leyenda negra de la Conquista, y cuestio-
tre los que cabe destacar los aportes de Francisco de nado por otros por su amor desmedido por los in,
Vitoria. El talante intelectual y el rigor lógico del maes- dios, que lo habría impulsado a proponer la importa,
tro de Salamanca contrastan con el tono apasionado ción de esclavos negros para aliviar el trabajo de los
de Las Casas. De una manera aparentemente más mo- indígenas. De hecho Las Casas le aconsejó al rey «com-
derada, pero no menos eficaz, Vitoria destaca la igual, prar los negros de Cabo Verde muy baratos, para en,
dad y hermandad universal entre los hombres, ape- viarlos en las Indias», si bien alcanzó después a arre,
lando al texto bíblico y a la idea de que todo ser hu, pentirse de esta sugerencia, que desconocía de ma-
mano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. nera tan evidente el reconocimiento de la igual digni-
Como consecuencia de esta dignidad y valor intrín- dad de todo ser humano. Se ha vuelto también co-
seco, todos los hombres poseen, por derecho natu- mún cuestionar los aportes efectivos de estos huma'
ral, un dominio o señorío sobre sus vidas y sus bie- nistas inspirados en valores y principios cristianos,
nes: cada ser humano es sujeto de derechos funda, quienes no habrían cuestionado en ningún momento
mentales independientemente de las diferencias de la legitimidad de la conquista, limitándose a denun-
raza o de religión. ciar los métodos empleados para llevarla a cabo. Las
Este principio universal se aplica también a los protestas de Las Casas y los argumentos de Vitoria

"SUU 1t:l.... CENTIt-k


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IN./I UWIVEItSI.AD IíIACIOa.u" COLOMBIANA
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-así argumentan sus críticos- pudieron contribuir a del formalismo jurídico español que fue el «requeri-
aliviar en algo la violencia, sin cuestionar seriamente miento», el rechazo de la violencia como método de
las causas de fondo que la alimentaban, y a lo mejor conquista, siguen despertando, a distancia de siglos,
acabaron por facilitar el doblegamiento de los indí- nuestro aprecio y simpatía. Ambos protestan contra
genas, más indefensos frente a métodos persuasivos la degradación y humillación de lo humano, y contri-
y humanitarios. Ante el desafío de la alteridad de los buyen de manera significativa a fomentar esa tenden-
indígenas y de su cultura, Las Casas sugiere el cami- cia hacia el «caminar erguido», para usar una bella
no del sometimiento por medio de la persuasión: expresión de E. Bloch, sin la que resultarían impen-
cuestiona la violencia aniquiladora, pero no llega a sables las luchas por los derechos. No es aventurado
contemplar la posibilidad de reconocer al otro en su sostener que la obra de Las Casas y Vitoria siguen
autonomía, ni se esfuerza seriamente por compren- siendo el aporte más significativo de España al hu-
derlo en su alteridad. Los habitantes del nuevo mun- manismo moderno y a la teoría de los derechos hu-
do tienen que ser asimilados, con su cultura y valo- manos.
res, a la cultura superior de Occidente, pero con me-
dios pacíficos y con la fuerza de los argumentos, a la
larga más eficaces que las armas para integrar de 11. LA LUCHA POR LA TOLERANCIA
manera duradera a estos nuevos individuos en la con- UN FACTOR ESENCIAL PARA LA GENEALOGiA
cepción del mundo y en el sistema productivo de los DE LOS DERECHOS HUMANOS
conquistadores. Sólo al final de su vida Las Casas se
habría acercado a un perspectivismo cultural, llegan- En el surgimiento de la idea de derechos humanos
do a comprender las prácticas de los indios como un juega un papel significativo la lucha por la tolerancia
elemento integral de su forma de vida y de su cultura religiosa, una reacción a las sangrientas guerras de
peculiar. Incluso un intelectual tan abierto a la mo- religión de los siglos XVI y XVII, que adquiere en la
dernidad como Vitoria, que llega a cuestionar la legi- actualidad nueva vigencia frente a la actual prolifera-
timidad de la posesión española sobre el nuevo mun- ción de diferentes formas de fundamentalismos reli-
do, sigue opinando que los indígenas no son más ca- giosos, políticos, culturales y raciales.
paces de gobernarse por sí mismos de cuanto lo sean
los locos, los animales y las bestias. Acaba así por A. Los fenómenos brutales de intolerancia religiosa,
legitimar una práctica común: la asimilación de los el contexto en el que surge la idea moderna
indios a menores de edad, incapaces de autonomía y de tolerancia.
por consiguiente de vivir sin la tutoría y protección
de otros. A los indios se les reconoce la racionalidad La historia de la tolerancia se entremezcla con la
mínima indispensable para realizarse como seres hu- historia de Occidente y con las tensiones y contradic-
manos y aceptar el cristianismo; pero se trata de una ciones que han marcado el desarrollo del cristianis-
racionalidad deficiente, oscurecida por la ignorancia mo, una religión que promulga el amor y el respeto
y las pasiones, y por consiguiente incapaz de una au- por todo ser humano y que, sin embargo, ha fomen-
téntica mayoría de edad. tado también el fanatismo, el sectarismo y el odio
Estas críticas no carecen de fundamentos. Sin em- religioso". La intransigencia se acentúa en los albo-
bargo, las obras polémicas y apasionadas de quien res de la modernidad a raíz de la Reforma, que rom-
consagró su vida a la causa de los indígenas, al igual pe la unidad religiosa de Europa y alimenta una serie
que las reflexiones más sobrias y argumentadas del de guerras sangrientas -religiosas y políticas a la vez-
maestro de Salamanca, constituyen un aporte entre el poder que pretende salvaguardar la ortodo-
invaluable a la causa de la dignidad y derechos del xia católica y restablecer la unidad religiosa, y los
hombre. La reivindicación del derecho a la vida, a la Estados que reivindican el derecho de seguir el cris-
propiedad y a la libertad de los indígenas, el tianismo reformado. La lucha entre el emperador
cuestionamiento del sis- Carlos V, impulsado por la
tema de encomienda y 4 Cfr. H.Kamen, Nacimiento y desarrollo de la tolerancia en la voluntad deliberada de ha-
Europa moderna, Alianza Editorial, Madrid, 1987, p.9., pp.l9-
de ese extraño engendro 20.
cer desaparecer el protes-

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146 u. NACIONAL DE COLOMBIA


BOGOTÁ, D.C.
ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

tantismo y restaurar la unidad religiosa del imperio, una ciudad protestante podía castigar a un hereje tan
culmina en 1555 con la paz de Augsburgo, que repre- rigurosamente como el tribunal de un arzobispo.
senta un primer paso hacia la paz religiosa y un reco- Buena parte del siglo XVI y la primera del siglo
nocimiento de la legitimidad de los Estados lutera- XVII quedan así marcadas por luchas religiosas sin
nos. Resulta sin embargo problemática la fórmula fin y por una actitud ferozmente intolerante con quie-
sugerida para asegurar una convivencia pacífica entre nes profesan credos distintos. Fue una época en la
individuos que profesan credos distintos: cada ciuda- que amar a la propia religión implicaba odiar a las
dano es obligado a seguir el credo religioso de su prín- demás. Las guerras civiles alemanas de la primera
cipe o, de 10 contrario, a emigrar hacia la región en la mitad del siglo XVI fueron guerras de religión; la ex-
que rigiese el tipo de religión acorde con su concien- pedición de la Armada invencible ~ encargada de
cia. aplastar la heterodoxia de Inglaterra y derrotada en
Conviene anotar que la lucha contra la herejía no 1588 ~ tuvo el carácter de una auténtica cruzada; la
se limita a las guerras contra los Estados que prego- guerra de los treinta años estalló por un acontecimien-
nan la fe reformada, y se dirige con igual intensidad to de intolerancia religiosa. El odio generalizado ha-
contra los enemigos internos: en los Estados católi- cia los herejes se expresa en formas particularmente
cos la lucha por la ortodoxia le confiere nuevo vigor inhumanas de violencia: la masacre, en 1572, de alre-
al poder de la Inquisición y se traduce en una prolife- dedor de veinticinco mil calvinistas franceses en la
ración de procesos y ejecuciones de individuos por tristemente célebre noche de San Bartolomé, el ex-
sus ideas heterodoxas, o en la quema de los libros terminio de tres mil habitantes del Vaux permitido
considerados ofensivos o peligrosos para le religión por Francisco 1, los autos de fe de Felipe II contra los
dominante. La muerte en la hoguera de Giordano protestantes y los seguidores de Erasmo en España,
Bruno, en 1600, y la quema de sus obras es un ejem- son prueba de ello. El fanatismo religioso fomenta
plo ilustrativo de esta tendencia propia de la en esta época fenómenos espeluznantes de barbarie:
Contrarreforma, inspirada por el intento de restaurar hombres obligados a morir por inanición, niños que-
con todos los medios la unidad religiosa y de preser- mados en el fuego, hombres enterrados vivos, etc.
var a cualquier precio la más estricta ortodoxia. Difícil decir cuál de los adversarios fue más cruel. La
Lo anterior podría sugerir la idea de que sólo la intolerancia era recíproca, y los métodos empleados
ortodoxia católica practicó la intolerancia. De hecho, por los hermanos enemigos fueron substancialmente
las hogueras de herejes se dieron por igual por el lado similares: la católica María "la sanguinaria" ordenó
de las religiones reformadas. Un ejemplo de ello es la tantas muertes como la anglicana reina Isabel. En
condena del médico y teólogo español Juan Servet, ambos casos se imponía el fanatismo intolerante, ilus-
obligado a huir de su país para escapar de la Inquisi- trado de manera lapidaria por esta fórmula de Bossuet:
ción española, y condenado en 1553 a la hoguera en "yo tengo el derecho de perseguirte porque poseo la
Ginebra ~ la ciudad en la que había buscado asilo ~ verdad y tú, en cambio, estás en el error". Algunas
por cuestionar el dogma de la Trinidad y criticar la sectas minoritarias, como los anabaptistas, fueron
Institución cristiana de Calvino. Igualmente signifi- objeto de persecución por parte de los ortodoxos de
cativo y revelador es el juicio en Ginebra contra Juan Roma, Wittemberg o Ginebra.
de Brujas tres años después de su muerte, y la ejecu- Como reacción a la sangre derramada, a los espec-
ción capital realizada de manera simbólica contra el táculos de barbarie propiciados por la intolerancia
cadáver del mismo, por el hecho de que había sido religiosa y al cansancio producido por ellos, empieza
descubierta su pertenencia al anabaptismo. El talan- a abrirse camino una actitud distinta en materia de
te intolerante de los grandes reformadores ha sido fe, sustentada al inicio en razones estratégicas y en
ampliamente subrayado y estudiado. "Hay que ma- criterios utilitaristas, que derivan la obligación de la
tar al perro rabioso que se lanza contra ti, si no, él te tolerancia a partir de los efectos perjudiciales produ-
matará", afirmaba Lutero refiriéndose a la necesidad cidos por el fanatismo intolerante: enfrentamientos
de reprimir la rebelión de los campesinos guiados por a muerte, inseguridad para la vida y la propiedad, des-
T. Muntzer. Calvino, por su parte reivindicaba el de- tierro, etc. La lucha contra la intolerancia religiosa se
recho de excomulgar a los herejes y consideraba que alimenta del descontento generalizado frente a una

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_. U"4\1!;.~I.AO NACIOIU(
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guerra aniquiladora, que desangra innecesariamente dición causa ningún perjuicio para los asuntos de otro
a las naciones y alimenta inseguridad, violencia y mi, hombre, se sigue que el cuidado de su salvación per-
seria. La opción por la tolerancia responde antes que tenece sólo a él mismo" 5• Las diferencias en materia
todo a un imperativo pragmático de paz y supervi- religiosa deben ser toleradas tanto por el Estado, que
vencia. En esta lógica se inscribe el edicto de Nantes, no tiene injerencia directa en asuntos de fe, como
promulgado por el rey Enrique IV en 1598 con la in, por las Iglesias, autorizadas a hacer proselitismo, pero
tención de evitar una guerra civil: este edicto, que por medio de la persuasión y no de la violencia.
pone término a 40 años de guerras de religión en Fran- 2. Límites a la intervención del Estado y al
cia, le concede a los hugonotes, con algunas restric- poder de las iglesias.
ciones, la libertad de culto y les permite acceder a los El ideal de la tolerancia exige que en la esfera pri-
cargos públicos en igualdad de condiciones con los vada de la conciencia y de las prácticas religiosas no
católicos. Sobra anotar que esta manera de valorar la sea admisible forma alguna de coerción. El individuo
tolerancia por sus efectos positivos en el plano polí- es libre y autónomo en estos asuntos. Como bien 10
tico y en los negocios supone un cambio en la menta, expresa Locke, "ninguna violencia o injuria ha de ser,
lidad colectiva: es evidente una mayor sensibilidad le infligida, sea cristiano o pagano( ...) Así 10 ordena
por los intereses económicos y el bienestar terrenal, el Evangelio, así 10 dicta la razón y así nos 10 exige la
que se imponen por encima de las preocupaciones natural camaradería en la cual hemos nacido. Si un
por la bienaventuranza en el más allá. hombre yerra en el justo camino, ello constituye su
propia desgracia y no una injuria contra ti'"'. La re'
B. Locke y los preceptos de la tolerancia nuncia al uso de la fuerza en asuntos religiosos afecta
en materia religiosa. antes que todo al poder del Estado: el gobernante
debe abstenerse de utilizar el poder coactivo del que
Muchos intelectuales empiezan así a tomar en se, dispone, por la sencilla razón de que su jurisdicción
rio la propuesta de una política tolerante en materia no abarca la esfera de la interioridad. Su función es la
religiosa. Los preceptos relativos a la tolerancia des, de garantizar la seguridad, los derechos y el bienestar
tacan la obligación para los gobiernos y las iglesias de los ciudadanos, pero no la de indicarles el camino
de respetar la libertad de conciencia y la autonomía a seguir para obtener su salvación eterna. El cuidado
de cada individuo en la práctica de su religión, de de las almas no es incumbencia del magistrado, quien
acuerdo con los dictados de su conciencia. Este res' por consiguiente no está autorizado a usar la fuerza
peto se concreta en la eliminación progresiva de la en este terreno: el gobernante no puede castigar a un
discriminación por razones religiosas y en la posibili- ciudadano por practicar una religión determinada,
dad de cada cual de gozar de sus derechos civiles o puesto que solamente se castiga 10 que es perjudicial
políticos independientemente de la religión profesa, "para los derechos de los otros hombres".
da. La "Carta sobre la tolerancia" de Locke, publica, A diferencia del Estado, las Iglesias parecerían te,
da en 1689, es uno de los documentos más ilustrativos ner alguna jurisdicción en la esfera interna de la con,
de esta nueva tendencia, y resume los puntos centra, ciencia. Sin embargo, los abanderados de la toleran,
les que concretan el ideal de tolerancia en la esfera cia destacan el hecho de que las instituciones ecle-
religiosa. siásticas se caracterizan por el recurso a la persuasión
1. Cada cual es autónomo en sus creencias y y no a la fuerza. Es esto 10 que las diferencia del apa-
prácticas religiosas. rato estatal, autorizado a ejercer la coacción para de,
En los asuntos privados, comenta Locke en la obra fender los derechos de los ciudadanos. Cuando se
mencionada, cada cual está en todo su derecho de desdibuja esta diferencia substancial entre la lógica
decidir 10 que más le conviene y seguir el camino que propia de una comunidad religiosa y la que orienta el
prefiera: "dado que nadie ejercicio del poder políti-
S Carta sobre la tolerancia, Alianza Editorial, Madrid, p.SO. Con
viola el derecho de otro co, las iglesias acaban por
anterioridad a Locke, el ideal de tolerancia religiosa se encuen-
por sus opiniones erró, tra esbozado en la «Querella por la paz de Erasrno», en los actuar como si fuesen Es,
neas ni por su indebida Ensayos de Montaigne y en las obras de Bodin, Grocio y tados, utilizando la caer,
Spinoza.
forma de culto, ni su per- 6 Ibtd., p.19.
ción o la intimidación para

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

obtener adeptos o conservar su lealtad. Esta apropia- nos". Ya en la obra de Locke se plantea así un proble-
ción indebida de prerrogativas propias del Estado tiene ma que se sigue debatiendo en la actualidad, acerca
consecuencias perniciosas para la libertad de concien- de la conveniencia de extender la tolerancia a los in-
cia de los ciudadanos y fomenta odios sin fin. tolerantes. Quienes cuestionan esta extensión cuen-
3. Los derechos del individuo no pueden tan con argumentos aparentemente sólidos: la tole-
ser violados con pretextos religiosos. rancia debe saberse defender a sí misma de quienes
Un corolario fundamental de la tolerancia es que pretenden aprovecharse de una clima de libertad para
nadie debe ser perseguido, molestado o castigado por hacer proselitismo e imponer el monopolio de sus
sus opiniones religiosas o prácticas de culto: el goce principios e ideas políticas. Sin embargo, resulta algo
de sus derechos como hombre privado o como ciuda- inconsistente la actitud de quien asume una postura
dano no depende de la profesión de una fe determi- tolerante sólo frente a quienes ofrecen garantías de
nada o de la lealtad hacia una iglesia determinada. respetar a su vez, en condiciones de reciprocidad, a
Ni las personas individuales, ni las iglesias ni los Es- quienes disienten.
tados, prosigue Locke, "tienen justos títulos para in-
vadir los derechos civiles y las propiedades munda- C. Los aportes de Voltaire y de la ilustración.
nas de los demás bajo el pretexto de la religión".
Queda por consiguiente deslegitimida cualquier dis- En su Tratado sobre la tolerancia, publicado casi
criminación motivada por convicciones en materia de un siglo después de la obra de Locke, en 1763, Voltaire
religión. A juicio de Locke, el peligro real para el Es- inicia su crítica del fanatismo a partir del relato de un
tado no reside en la diversidad de opiniones, sino en caso reciente de intolerancia religiosa - el juicio y eje-
la actitud intolerante de quienes pretenden aniquilar cución, por motivos religiosos, de Juan Calas - para
las opiniones diferentes, que acaba por fomentar con- rastrear a 10 largo de la historia de Occidente la géne-
flictos externos y guerras civiles. sis de esta actitud que ha producido tan graves fenó-
4. Los límites de la tolerancia. menos de crueldad y barbarie. A juicio del teórico de
Sin embargo, es conveniente anotar que la reivin- la Ilustración la actitud intolerante acaba por rebajar
dicación por parte de Locke de la tolerancia para las al ser humano a una condición bestial, o incluso a un
minorías religiosas no es ilimitada. A juicio del filó- estado más bajo que la de los propios animales: "el
sofo inglés, en algunos casos se justifica una actitud derecho de intolerancia es absurdo y bárbaro; es el
distinta por parte del poder político, en especial cuan- derecho de los tigres, e incluso más horrible, puesto
do quienes aspiran a ser tolerados no ofrecen garan- que los tigres no se destrozan sino para comer, y no-
tías serias de que respetarán a su vez la tolerancia sotros nos hemos exterminado por unas frases'? .
hacia los demás, o con sus opiniones y prácticas po- Voltaire no se cansa de censurar la tendencia de algu-
nen en peligro la convivencia civil. Para Locke la so- nos individuos a creer que la supuesta posesión de la
ciedad no puede ser tolerante con quienes cuestio- verdad revelada los autoriza para aniquilar a quienes
nan las bases éticas y las reglas morales indispensa- no comparten sus creencias religiosas. Esta forma de
bles para la convivencia civil, puesto que la toleran- pensar y actuar constituye para el ilustrado francés
cia en este terreno acabaría por "socavar de manera una clara violación de la ley natural, inscrita en la
evidente los cimientos de la sociedad". Por esta ra- naturaleza, que se resume en la célebre regla de oro
zón no deberían ser tolerados quienes niegan la exis- de la moralidad: "no hagas al otro 10 que no quieras
tencia de Dios, puesto que las promesas, convenios y que te hagan". De este precepto se derivaría fácil-
juramentos, que son los lazos de la sociedad huma- mente el imperativo de la tolerancia: no asumas con
na, no pueden tener poder sobre un ateo. Tampoco los demás esa actitud intolerante que no quieres que
tienen derecho a ser tolerados los "papistas" - es de- los demás tengan contigo.
cir los católicos -, puesto que estos últimos exigen la En su Diccionario de tilosoti« el exponente de la
tolerancia, pero al mismo tiempo "están preparados Ilustración enuncia otro argumento en favor de la to-
en cualquier ocasión a tomar el gobierno y apropiar- lerancia, desarrollado en nuestro tiempo por Popper:
se de las tierras y fortu- la posibilidad constante de
7 Voltaire, Tratado de la tolerancia, Editorial Crítica, Barcelona,
nas de sus conciudada- 1976, pp.42·43. equivocarse, a la que no

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logra substraerse ningún ser humano. Una vez que el do haber recibido el signo inequívoco de la predilec-
individuo tome conciencia de sus límites estructura, ción paterna, se encontró con la amarga sorpresa de
les, se verá obligado a desechar su actitud prepotente que los demás poseían un anillo idéntico. Y la dispu-
y no le quedará otra alternativa distinta de la toleran, ta, concluye Boccaccio, sigue pendiente. La moraleja
cia: "estamos todos impregnados de debilidades y del cuento, desarrollada por Lessing, parece inequí-
errores; por consiguiente, la primera ley de la natura' voca: no existen indicios para decidir cuál de las gran,
leza es la que nos obliga a perdonamos recíproca, des religiones históricas -cristianismo, judaísmo y re,
mente nuestras locuras" . Voltaire destaca, en fin, los ligión islámica' es la verdadera, puesto que todas pue-
efectos negativos producidos por el fanatismo into- den reivindicar con igual derecho el reconocimiento
lerante, que acaba por obstaculizar el desarrollo de por parte de la divinidad. Además, y 10 que más im-
las ciencias y las artes, y desencadena incluso conse- porta, estas religiones históricas poseen un núcleo
cuencias perniciosas para el bienestar social de una racional común, que debería ser acentuado y valo-
nación. Como ilustración de este principio se men- rado por encima de las diferencias -en el fondo
cionan los efectos producidos por la revocación, por insubstanciales' en cuanto al aparato dogmático, el
parte de Luis XlV, del ya mencionado edicto de Nantes, conjunto de ritos y prácticas, o los textos asumidos
que le significó a Francia la pérdida de recursos valio- como sagrados. El reconocimiento de este núcleo
sos a nivel humano y material, con la salida del país moral, racional común fomenta así una actitud de to-
de miles de personas que gozaban por 10 general de lerancia, respeto y diálogo, justo 10 contrario de la
buenos ingresos económicos y de una buena forma, tendencia a aniquilar a quienes no comparten a la
ción profesional. letra una creencia o un dogma de fe. La mayoría de
1. Una religiosidad rscionsl-nstursl, más allá los autores ilustrados confían en la capacidad
de la multiplicidad de religiones positivas. liberadora de la religiosidad moral, a su juicio la he,
La tendencia a diferenciar el núcleo de religiosi- rramienta más eficaz contra el odio y el fanatismo: si
dad racional más allá de las peculiaridades de las re, todos escucharan libremente su conciencia y descu-
ligiones positivas cumple un papel esencial en el sur, brieran en ella los principios esenciales de la religión,
gimiento de una actitud tolerante. Esta idea de una aprenderían a valorar las formas contingentes que
religiosidad pura inscrita en la naturaleza humana, y esta fe adquiere en las diferentes culturas y épocas, y
por consiguiente universal, aparece ya esbozada por las diferencias no resultarían tan inquietantes. La idea
algunos humanistas y se consolida en los grandes sis- de una religión racional, moral común a todos los
temas ético-políticos del siglo XVII y en la reflexión hombres deja sin piso uno de los supuestos básicos
de los ilustrados. El célebre drama de Lessing, Nathan del fanatismo religioso: la creencia de que existe un
el sabio, ilustra muy bien esta nueva actitud frente a único camino para lograr la salvación y una única re,
las diferencias en cuanto a credos religiosos. El expo- ligión verdadera, que debe ser defendida contra el
nente de la Ilustración utiliza un cuento del error y difundida a todo el género humano.
Decamerón,de Boccaccio, para proponer una actitud 2. Delimitscián entre Iglesia y Estado y
tolerante frente a quienes profesan religiones distin- carácter lsico del mismo.
tas. El célebre cuento de los tres anillos relata la his- Otro factor esencial para el desarrollo de la tole,
toria de un padre bondadoso y ecuánime, que amaba rancia hay que buscarlo en la demarcación de compe-
por igual a sus tres hijos y no sabía a cuál de los tres tencias entre autoridad civil y religiosa, que sigue
entregarle el anillo de oro que, además de su valor paralela con la afirmación de la soberanía absoluta y
intrínseco, iba a significar para el que 10 recibiera el el carácter laico del Estado. El poder político se limi-
derecho a toda la herencia y al respeto y obediencia ta a la defensa de los intereses y derechos ligados con
de los demás, hermanos. 41 fin decidió solucionar este la esfera externa del individuo, y renuncia a cualquier
dilema haciendo construir dos copias exactas del interferencia en las opiniones y prácticas religiosas.
anillo, que entregó por separado a cada uno de los Esta renuncia coincide a su vez con la proclamación
hijos. A la muerte del padre, cuando cada uno de los de su independencia frente a un credo determinado:
hermanos quiso hacer por encima de la lealtad
8 Voltaire, Dizionario fi/osofico, Scritri fi/osofici vol.ll, Laterza,
valer su derecho creyen- Bari, 1972, p.507.
profesada a una particular

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

religión histórica, el Estado reclama su autonomía, tolerancia se va desplazando poco a poco hacia otras
que le permite jugar, en las disputas religiosas, el pa- esferas y es utilizado para cuestionar formas de into-
pel de árbitro y garante de los derechos de las mino- lerancia relacionadas con el rechazo de determinadas
rías. La laicidad del Estado implica así la relegación opiniones políticas, la discriminación racial o social,
de lo religioso en la esfera privada, junto con los ob- la actitud despectiva hacia algunas formas de vida.
jetivos y planes de felicidad o realización personal En un período de secularización adquieren especial
que cada individuo se fija a lo largo de su vida. No es fuerza los fundamentalismos laicos: cuando la inquie-
que lo religioso pierda importancia; por el contrario, tudes de orden religioso pierden terreno frente a pre-
de acuerdo con esta nueva concepción la libertad re- ocupaciones de orden político, económico o social, la
ligiosa adquiere un valor tan grande como la defensa actitud fundamentalista acaba por trasladarse a esas
del derecho del individuo a organizar su vida frente a esferas, sin perder los rasgos peculiares de la intran-
la actitud totalitaria o intolerante. Lo que cae es esa sigencia y del fanatismo religioso. O simplemente la
mezcla brutal entre lo sagrado y lo profano, de acuer- actitud intolerante utiliza la religión como pretexto
do con la cual la profesión de un determinado credo para legitimar un odio visceral que tiene raíces socia-
religioso implicaba la pérdida de determinados dere- les, raciales o económicas.
chos civiles o políticos. El Estado moderno es laico 1. La intolerancia ideológica.
pero no antirreligioso, y una de sus tareas prioritarias La intolerancia y la censura tienden a abarcar la
es la de defender la libertad de conciencia de los ciu- totalidad de las opiniones y creencias acerca del sen-
dadanos. tido de la vida, cosmovisiones, valoraciones estéticas
El horizonte teórico en el que se inscribe la afir- y apreciaciones políticas. También en este terreno más
mación de la tolerancia religiosa se caracteriza así por amplio no es infrecuente la fijación de un régimen de
estos fenómenos concomitantes propios de la mo- verdad, con la consecuente intolerancia frente a quie-
dernidad: la separación entre Iglesia y Estado y la nes no comparten los dogmas establecidos. El esque-
consolidación del carácter laico del mismo; la tenden- ma de la intolerancia funciona de manera análoga al
cia a valorar las correspondencias y semejanzas, más de la intolerancia religiosa: el intolerante parte del
allá de las diferencias entre distintas religiones posi- supuesto de que existe una única opinión verdadera
tivas; y la acentuación del papel de la razón como -la suya-, y quien se atreva a disentir tendrá que pa-
instancia autónoma en la escogencia de creencias y gar con la exclusión o el desprecio. La intolerancia
prácticas de vida. El desarrollo de la tolerancia resul- religiosa aparece así como un caso especifico de una
taría impensable sin la afirmación progresiva de los negación más amplia del disenso. La intransigencia
derechos de la subjetividad: el avance de la toleran- hacia las opiniones distintas se basa en una confían-
cia corre paralelo con el desarrollo de la libertad de za exagerada por parte de algunos individuos o insti-
conciencia y de la autonomía moral, es decir con la tuciones en la infalibilidad de sus apreciaciones, en
consolidación de esa "ciudadela interior" en la que el la verdad absoluta e inquebrantable de sus creencias,
individuo busca el tribunal último de apelación para que hace que cualquier opinión distinta aparezca como
dirimir conflictos morales o dilemas relacionados con un extravío o un error. Para los que están seriamente
la justicia política. El énfasis en el derecho de cada convencidos de que sus principios éticos son los úni-
cual de buscar en su interioridad criterios de verdad y cos aceptables, carece de sentido el debate crítico y,
pautas de acción exige además, de acuerdo con la ló- por el contrario, resulta perfectamente justificada la
gica de la reciprocidad, que cada cual esté también censura a las opiniones consideradas falsas o peli-
dispuesto a reconocerle un derecho igual. a los de- grosas para la sociedad.
más, siempre y cuando no perturben el orden esta- 2. La intolerancia política.
blecido y no afecten las condiciones de posibilidad La actitud intolerante encuentra un terreno parti-
para el goce de los derechos básicos. cularmente fértil en el escenario político, donde es
bastante común encontrar a sujetos nada dispuestos
D. La lucha por la tolerancia en otros terrenos a tolerar diferencias en la búsqueda del bien común,
en la fijación de prioridades en cuanto a la política
Si bien surge en el terreno religioso, el ideal de social o en la determinación de una estrategia de lu-

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COlOMBIANA
DE PSICOlOGIA 151
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chao En casos extremos la no aceptación de una línea presa en modalidades distintas, que van desde la eli-
de acción fijada por un partido puede significar no minación de la persona intolerable - la quema en la
solamente la "excomunión" o "exclusión", sino la plaza pública del hereje -, hasta formas más benignas
aniquilación sin más del "hereje", culpable de no acep- o menos radicales como la cárcel, la expulsión de la
tar el único camino apropiado para lograr un deter- comunidad, la pérdida de derechos civiles o políti-
minado fin. La intolerancia cambia de signo y de es- cos, la quema de libros, la interdicción de cargos pú-
cenario, pero la estructura sigue siendo la misma: al- blicos, la desconfianza generalizada, etc. De manera
guien cree poseer el monopolio de la verdad, y quie- similar, la intolerancia frente a estilos de vida se con-
nes se resisten o no comparten sus ideas son juzga- creta en medidas de diferente intensidad:
dos como sujetos de mala fe, que se resisten a acep- ,marginalidad, desconfianza, rechazo, restricción de los
tar 10 evidente. Lo que caracteriza a los regímenes derechos civiles, etc.
totalitarios es precisamente la dificultad o imposibi- 4. La intolerancia racial y cultural.
lidad de tolerar las diferencias: la persona o grupo Actitudes igualmente intolerantes alimenta la con-
hegemónico impone por la fuerza su ley y sus valo- vivencia con minorías étnicas, lingüísticas o cultura-
res, eliminando cualquier espacio para la disidencia y les: es muy común que la convivencia forzosa, ali-
las diferencias. Sólo se admiten las voces que respal- mentada por la movilidad de nuestro tiempo, fomen-
dan y alaban el poder. te odio e intolerancia. El otro es percibido como una
En materia religiosa la actitud intolerante supone amenaza: quienes tipifican la "alteridad" racial o cul-
la tendencia a sacralizar un texto y a desvincularlo de tural despiertan recelos, odio o resentimiento. De
su contexto histórico concreto, condición indispen- manera similar a lo que acontece con el fanatismo
sable para que pueda adquirir un valor incondiciona- religioso, los abanderados del culto de la raza sólo
do, por encima de la contingencia y la finitud propias aceptan una única raza auténticamente humana, que
de la historia y la praxis humana. Sin embargo, este al igual que la única religión verdadera gozaría del
fenómeno no es un rasgo exclusivo de las religiones amor privilegiado de los dioses, y por consiguiente
históricas. Los acontecimientos de los últimos dos del monopolio de la cultura y de los logros de la civi-
siglos muestran varios ejemplos de textos "consagra- lización; y de manera análoga a 10 que acontecía en el
dos" como la revelación exclusiva de la verdad, y uti- caso de las diferencias religiosas, también en el caso
lizados para determinar, en el escenario de la vida del fundamentalismo racial la respuesta frente a las
pública, el límite entre ortodoxia y heterodoxia, en- diferencias ha venido utilizando la doble estrategia
tre 10 posible y 10 prohibido. El texto sacralizado se de la expansión y de la aniquilación.
ubica por encima de la multiplicidad de voces y opi-
niones, desafiando el tiempo y la historia: su verdad E. Una hipótesis explicativa acerca
ya dada de una vez para siempre sólo admite la ac- de la génesis de la Intolerancia
ción interpretativa de sujetos capaces de deletrear su
sentido. Su contenido de verdad queda así asegura- ¿Cómo explicar la actitud intolerante en cuanto a
do, al amparo de la contingencia de los acontecimien- creencias religiosas, opiniones o formas de vida? Las
tos, pero también al amparo de cualquier intento de ciencias sociales han elaborado varias hipótesis al res-
verificarlo o contrastarlo de manera dialógica. pecto, que conviene mencionar para una mejor com-
3. La intolerancia frente a formas de vida. prensión de este fenómeno inquietante. Es probable
Esta clase de intolerancia supone, en quienes la prac- que en la formación de actitudes intolerantes juegue
tican, la convicción inquebrantable en la bondad de un papel importante el miedo neurótico frente a la
un estilo de vida y en la maldad intrínseca de formas diferencia. En las formas religiosas, culturales o ra-
alternas, condenadas como perversas o inmorales. ciales de intolerancia se impone un elemento común:
Sólo existe una forma canónica de ejercer la sexuali- la percepción de la alteridad como un factor inquie-
dad, de organizar el tiempo libre y de buscar la felici- tante, a menudo insufrible e inaceptable. En todos
dad. Las conductas que se alejen de este paradigma los casos el sujeto intolerante apela al valor exclusivo
sólo merecen rechazo, condena moral o castigo. En la de una fe, una raza, una forma de concebir el mundo
intolerancia religiosa el rechazo del heterodoxo se ex- y la vida buena, que coinciden con la fe por él profe-

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BOGOTÁ, D.C.
ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

sada, la raza a la que pertenece, los sistemas de valo- en asuntos éticos o políticos, la libertad de palabra y
res que orientan su vida: todo lo demás, lo otro " es de expresión, la libertad en cuanto a prácticas y for-
rechazado sin más. La explicación de este fenómeno mas de vida. A pesar de este reconocimiento, es in,
se encuentra quizás en la tendencia arraigada a trans- negable también que la apelación a la tolerancia re,
formar el mundo sensorial de nuestra infancia en el sulta a menudo ambigua, o se revela como un ideal
paradigma de lo humano en general: las caras fami- ético insuficiente a la hora de definir las relaciones
liares que nos han reconocido, las primeras costum- con el otro, o el sentido y alcance de los derechos
bres y formas religiosas aprendidas, nos marcarían fundamentales. Por lo general sólo se tolera el mal, y
de manera indeleble. Las experiencias posteriores se habla de tolerancia frente a unas diferencias que
acaban por compararse y contrastarse con estas vi, producen disgusto o desaprobación. La tolerancia
vencias originarias de formas de vida y valores, que surge en conexión con asuntos desagradables: here-
asumen en la práctica el rol de fenómenos jía, subversión, prostitución, abuso de drogas, por,
paradigmáticos. Por esto el individuo tiende a medir nografía, aborto y crueldad hacia los animales. La
lo otro de acuerdo con la vara de su mundo y de sus misma etimología y el sentido de las primeras luchas
experiencias vitales, y no se siente a gusto cuando por la tolerancia parecerían justificar una interpreta,
experimenta algo radicalmente diferente. En esta bús- ción de este concepto en términos de desprecio por
queda obsesiva de seguridad y en la angustia origina, lo que se tolera. En muchos casos tolerancia es sinó-
da por el encuentro con creencias y formas de vida nimo de indulgencia frente a debilidades o errores.
distintas hundiría sus raíces la conducta intolerante. La tolerancia como indiferencia se toma incluso si,
El fanatismo parecería actuar como un mecanismo niestra cuando se aplica a conductas criminales y a la
de defensa y como una estrategia orientada a superar violación de los derechos fundamentales. Tolerar el
o mitigar la angustia frente a la alteridad: el sujeto disenso puede ser una virtud; tolerar -sin reaccionar,
amenazado responde con la negación o aniquilación las torturas, matanzas colectivas y genocidios pone
de aquello que él percibe un desafío al disfrute tran- en cambio de manifiesto una debilidad o complici-
quilo de sus certezas y de sus prácticas y formas de dad con los actores de la violencia. La tolerancia pa-
vida. Esta hipótesis parecería confirmada por el he, rece así desligarse de cualquier interés por el destino
cho de que el miedo y la intolerancia hacia lo distinto del otro, por el contenido de verdad o de justicia de
se incrementan en aquellos individuos o grupos que sus principios, por los éxitos o fracasos en el logro de
no han logrado consolidar de manera satisfactoria su sus objetivos vitales. Los críticos de la tolerancia han
propia identidad y no gozan de suficiente autoestima. hecho notar también que el precio a pagar por una
La actitud tolerante se caracteriza, por contraste, por actitud tolerante parecería ser la renuncia a cualquier
el interés y la curiosidad por lo ajeno, y por la capaci- convicción firme o a un compromiso serio con una
dad de debatir ideas u opiniones distintas. El sentí- verdad, una fe o un partido; la tolerancia indiferente
miento de desamparo experimentado frente a las di, frente a las diferentes concepciones morales y frente
ferencias podría explicar también la necesidad a la irreductible diversidad de concepciones de bien
compulsiva de apegarse a una autoridad absoluta, fomentaría a la larga el desarraigo y acabaría por de'
asumida de manera acrítica como punto de referen- bilitar los lazos sociales. La neutralidad estricta hacia
cia frente al vértigo provocado por el sinnúmero de formas y concepciones de bien puede significar en la
posibilidades en cuanto a proyectos de vida, opinio- práctica que una vida inspirada en los más elevados
nes y prácticas religiosas, y teorías sobre el mundo. valores cívicos de responsabilidad y solidaridad tiene
igual derecho a ser defendida y promovida que una
F. El papel de la tolerancia en la génesis de los existencia marcada por la farmacodependencia o el
derechos: Importancia y limItes de este valor alcoholismo, o por la explotación de las formas más
sombrías de la existencia.
La tolerancia ha desempeñado sin duda un papel La actitud tolerante adquiere un rasgo moral dis-
significativo en el proceso de consolidación de las li- tinto cuando se articula con el reconocimiento de unos
bertades y derechos propios de la tradición de Occi- derechos básicos del individuo a la libertad de con,
dente: la libertad de conciencia en materia religiosa y ciencia y expresión y a la búsqueda autónoma de fe,

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CARPETA

licidad. Sin embargo, en este caso resulta más apro- mente anteriores al contrato social y al Estado. En su
piado hablar de respeto por la dignidad del otro, una calidad de derechos naturales, los derechos del hom-
actitud que no se agota en la tolerancia indiferente y bre parecen adquirir una base sólida y firme: lejos de
toma en serio los fines vitales de los demás. Gracias ser una creación artificial y contingente, que puede
a su vinculación con los derechos, la tolerancia pare- ser fácilmente derogada, constituyen prerrogativas
cería haber alcanzado un fundamento sólido; el "úni- inherentes a la naturaleza humana - cada individuo
co" inconveniente es que esta forma de justificar la los recibe directamente de la Naturaleza y nace con
tolerancia parece condenarla, al mismo tiempo, a desa- ellos -, y por consiguiente resultan indisponibles para
parecer. En efecto, no parece el lenguaje más apro- la voluntad de quienes detentan el poder político.
piado tratar a los derechos básicos - a la libertad de 1. Los aportes del pensamiento griego-ro-
pensamiento y expresión, al desarrollo de la perso- mano.
nalidad, a la autonomía política - como algo que debe La idea de unos derechos arraigados en la propia
ser tolerado. Se tolera algo malo o inapropiado, pero Naturaleza se había consolidado a finales del siglo
no lo que constituye lo más valioso del ser humano. XVIII como una verdad evidente y de sentido común.
Una actitud ética centrada en el respeto permite ade- Supone, sin embargo, un largo proceso de elabora-
más superar las dificultades teóricas, casi que insu- ción conceptual y una rica tradición de pensamiento -
perables desde la perspectiva de la tolerancia, rela- la iusnaturalista - que se empieza a gestar en el siglo
cionadas con la conveniencia de tolerar a los intole- V antes de Cristo, a raíz del gran debate entre los
rantes. Por esto comparto la sugerencia de Goethe, pensadores griegos acerca del origen y el carácter de
en el sentido de que la tolerancia - a menudo ofensi- la justicia, y acerca de la forma de solucionar el con-
va para la persona que se tolera - debería desembo- flicto entre los preceptos inscritos en el ordenamien-
car en el reconocimiento y el respeto del otro. Esta to natural y las normas positivas, que derivan su va-
propuesta no significa, por cierto, desconocer el pa- lor de la iniciativa humana y de la voluntad del sobe-
pel histórico jugado por la tolerancia; simplemente rano.
se limita a proponer un ideal moral distinto, que con- Este enfrentamiento sale a relucir con particular
serva el núcleo racional de la tolerancia e integra al fuerza dramática en la tragedia de Antígona, una de
mismo tiempo la lucha contra el fanatismo con una las obras maestras de Sófocles (496-405 a.c.), quien
actitud respetuosa y solidaria con sujetos o grupos traduce en lenguaje poético la tensión antagónica que
diferentes en cuanto a credos religiosos, culturas o empieza a desgarrar la unidad y armonía de la ciudad
formas de vida. No molestar a nadie por sus opinio- griega. El drama pone de manifiesto un conflicto de
nes es un paso importante, pero insuficiente: se re- lealtades entre la necesidad de acatar un decreto ins-
quiere además el esfuerzo por comprenderlo en sus pirado en los intereses de la ciudad y la obligación
diferencias, percibidas ya no como una amenaza sino igualmente perentoria de respetar la ley eterna no
como una posibilidad de enriquecimiento de lo hu- escrita, obra de los dioses, cuyo origen se pierde en la
mano. noche de los tiempos. La protagonista del drama,
Antígona, opta por la segunda, puesto que percibe el
111. LOS DERECHOS HUMANOS decreto de Creón como un acto desmedido de vio-
COMO DERECHOS NATURALES lencia, que viola una de las aspiraciones más honda-
mente arraigadas en el alma griega: ser sepultado con
la honras debidas, evitando que el cuerpo quedase
A. La naturaleza como fuente expuesto a la intemperie y a la furia de los elementos
de derechos y obligaciones naturales. Por esto cubre de tierra, de manera simbó-
lica, el cuerpo del hermano muerto y se expone así a
Los derechos surgen en la Modernidad como de- la represalia del poder y a la muerte. Esta elección
rechos naturales. Quienes redactan las Declaraciones parece responder a la convicción del autor del drama,
del siglo XVIII reivindican para todo ser'humano unos quien tiende a creer que la justicia verdadera está del
derechos arraigados en la naturaleza humana y res- lado de las leyes no escritas, de origen divino, válidas
paldados por la ley natural, y por consiguiente ideal- para todos los individuos y para todas las épocas, más

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

que del lado de los decretos arbitrarios del gobernan- Naturaleza, a su juicio la fuente última de las normas
te. Por esto la figura de Antígona se ha transformado jurídicas y un sólido punto de referencia - en medio
en un personaje paradigmático, que simboliza la lu- de la variedad y multiplicidad de opiniones y costum-
cha por los derechos y un desafío constante frente a bres -, para la misma conducta moral. A juicio del
la fuerza avasalladora del Poder. autor latino, gracias a las indicaciones de la Natura-
Por lo demás, entre los protagonistas del debate leza disponemos de criterios seguros para diferenciar
acerca del carácter convencional o natural de la justi- lo justo de lo injusto, una buena ley de un decreto
cia no existe consenso acerca de la determinación de arbitrario, lo moralmente permitido de prácticas in-
lo que es "justo por naturaleza": si para Ripias, un morales y repugnantes. La Naturaleza le ofrece al
exponente de los círculos progresistas y humanita- hombre la ley natural, "la regla de lo justo y de lo
rios, reivindicar la justicia natural significaba defen- injusto", una norma anterior a cualquier ley escrita y
der los ideales de igualdad y equidad en contra de la a la constitución de cualquier ciudad. En cuanto ex-
arbitrariedad y la injusticia de las leyes escritas, para presión del orden natural, la ley respaldada por la
Calícles y Trasímaco -quienes expresaban las tesis pro- Naturaleza es universal, eterna e inderogable: se con-
pias de los sectores aristócratas y conservadores-, la serva por encima de las contingencias de la historia;
reivindicación de una legalidad arraigada en la natu- es la misma en todas partes, tanto en Roma como en
raleza servía para justificar la desigualdad y el domi- Atenas; no puede ser derogada o violada por decre-
nio del más fuerte. Sin embargo, lo que importa des- tos del senado o por decisiones de asambleas popu-
tacar es el hecho de que algunos se atrevan ya a cues- lares, y por el contrario sirve de criterio para juzgar
tionar la sacralidad de las normas y decretos de un los regímenes políticos existentes.
Estado específico, apelando a la sacralidad de orden 2. El iusnaturalísmo cristiano. Sto. Tomás.
superior de unos principios éticos universales y de Doce siglos después, el pensamiento tomista
unos criterios de justicia arraigados en la misma Na- reelabora, en la perspectiva cristiana, la idea de una
turaleza, más que en la decisiones arbitrarias y volu- legalidad natural. Para Sto. Tomás esta última es la
bles derivadas del albedrío humano. aplicación específica al ser humano de los mandatos
La idea de una justicia natural encuentra una ela- inscritos en el orden normativo que Dios le ha im-
boración ulterior con el pensamiento estoico: para esta puesto a todo lo existente. De acuerdo con esta con-
corriente de pensamiento el ideal ético-político su- cepción fuertemente teleológica o finalista de lo real,
premo es el de vivir de acuerdo con el orden racional cada ente tiene un lugar específico y un fin peculiar a
de la Naturaleza y en armonía con la justicia natural realizar en el orden del universo. El ser humano no
conocida a través de la recta razón. Cada criatura, y constituye la excepción y encuentra en la ley natural
el hombre entre ellas, debe descubrir su lugar en el la guía para la realización de sus potencialidades y
cosmos y su destino. Para los estoicos la naturaleza talentos peculiares. A diferencia de los entes carentes
adquiere un carácter normativo y sirve para sustentar de razón, el hombre posee el privilegio de descubrir
los ideales humanitarios de hermandad, igualdad y con su razón las pautas de conducta para lograr su
respeto de la personalidad de todo ser humano. El excelencia; por consiguiente, la ley natural se trans-
sistema de obligaciones se funda en "la recta razón forma en su caso en una ley moral, más que en una
de la naturaleza", en la "ley eterna" que, anterior y simple tendencia instintiva, que le indica a cada indi-
superior a la ley de la ciudad, impone un respeto por viduo, independientemente del grado de cultura o de
todos los seres humanos, independientemente de su la religión que profese, los deberes básicos inheren-
condición de bárbaros o esclavos. De esta forma em- tes a su condición humana y la forma correcta de ac-
pieza a ganar terreno la idea de una norma de huma- tuar para que su voluntad se adecúe a los fines inscri-
nidad y justicia independiente del poder del Estado, tos en su naturaleza.
que puede y debe ser utilizada para enjuiciar un de- De manera más específica, lo que manda la leyes
terminado ordenamiento político. que el hombre haga lo posible para asegurar su sub-
En este mismo orden de ideas se mueve la reflexión sistencia, se esfuerce por desarrollar sus más eleva-
de Cicerón, quien sostiene que cualquier investiga- das capacidades intelectuales y asuma como pauta
ción acerca de la moral y el derecho debe partir de la de conducta el principio general de hacer el bien y

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evitar el mal, del que se deducen normas más especí- En los albores de la Modernidad se conserva el
ficas relativas al respeto de la vida ajena, la fidelidad esquema iusnaturalista, pero con modificaciones
a los pactos, la obligación de no mentir, etc. Convie- substanciales: a) queda relegado en la sombra el ori-
ne aclarar que para Sto. Tomás, al igual que para casi gen divino de la ley natural, que se justifica por su
todos los pensadores de la antigüedad y de la edad carácter intrínsecamente racional, más que por su ori-
media, la apelación a la ley natural queda asociada gen trascendente; b) se invoca la ley natural para jus-
con deberes, más que con derechos: su función prio- tificar derechos, antes que deberes y obligaciones, a
ritaria es la de sustentar unas obligaciones de carác- tono con el papel siempre más importante que ad-
ter absoluto e incondicionado, destinadas a su vez a quieren la subjetividad y la libertad individual; clse
asegurar la estabilidad de un sistema social fuerte- afianza una interpretación de la ley natural centrada
mente jerarquizado. en la idea de una igualdad originaria entre todos los
Además, en el sistema tomista la ley natural no individuos, que contrasta con la concepción
actúa solamente como criterio y pauta última de mo- jerarquizada del orden natural tan característica de
ralidad. Constituye además un sólido punto de refe- los autores de la edad media; d)e1 esfuerzo por sus-
rencia para valorar el conjunto de normas y leyes vi- tentar sobre bases racionales el valor de la ley natural
gentes en una determinada sociedad, que sólo mere- corre paralelo con la tendencia a valorar el orden po-
cen ser acatadas si se amoldan a los principios uni- lítico como el producto de una decisión libre y de un
versales de justicia señalados por la ley natural. De contrato entre individuos originariamente indepen-
acuerdo con esta perspectiva, la ley positiva es una dientes, que crean este poder para proteger los dere-
creación arbitraria de los hombres, impuesta a menu- chos y libertades recibidos de la naturaleza.
do por grupos de poder y por intereses partidistas. Para autores como Locke, Pufendorf y Gracia, Dios
Para que merezca el nombre de ley necesita concor- sigue siendo el fundamento último, indiscutido e in-
dar con los dictados de ley natural, es decir con los discutible del orden y de la legalidad de la naturaleza
preceptos eternos asentados en la Naturaleza, más creada. Sin embargo, este orden podría subsistir in-
que en el la contingencia de un albedrío voluble y a cluso si Dios dejase de existir, puesto que su raciona-
menudo arbitrario. Para Sto. Tomás una ley positiva lidad interna es un motivo suficiente para acatarlo: la
que viole la ley natural no solamente es injusta; ni norma natural es válida porque es racional, más que
siquiera merece el nombre de ley y por consiguiente por su origen trascendente en una voluntad divina
el ciudadano está autorizado a no obedecerla. que la respalde. Para Gracia (1583-1645) la ley natu-
Es evidente en Sto. Tomás la preocupación por ral es "un dictado de la recta razón" que le señala al
asentar las normas legales y morales sobre bases só- ser humano la manera correcta de actuar: el autor
lidas. De aquí la búsqueda afanosa de un orden im- holandés no cuestiona su origen divino, pero aclara
perecedero y universal, capaz de desafiar el fluir del que incluso en la hipótesis de que Dios no existiese,
tiempo, las diferencias culturales y la multiplicidad no por esto perdería su vigencia y validez. En los ex-
de opiniones acerca de 10 que se considera correcto y ponentes de la modernidad aumenta siempre más la
justo para el individuo, la sociedad y el Estado. Es importancia asignada a la racionalidad humana, que
cierto que en el sistema tomista la apelación a un no se limita a descifrar los dictados de la Naturaleza
orden natural sirve en primera instancia para legiti- y de la racionalidad divina, y empieza a asumir poco
mar un sistema de privilegios propio de una sociedad a poco la función de instancia legisladora autónoma.
fuertemente jerarquizada. Sin embargo, resultaría uni- De esta forma se afianza el proceso que desembocará
lateral subrayar exclusivamente el carácter conserva- en la reivindicación por parte de filósofos como
dor de esta ideología del orden, en la medida en que Rousseau y Kant de la autonomía moral y política
la apelación a una justicia natural común a todos los del ser humano y de su derecho a obedecer solamen-
hombres busca garantizar también un mínimo de se- te a las leyes emanadas de su voluntad racional, res-
guridad y amparo frente a las prevaricaciones del po- ponsable y libre.
der y al albedrío del gobernante. Otro cambio substancial tiene que ver con la ape-
3. El orden natural como sustento de los lación a la ley natural para justificar derechos, más
derechos naturales. que para sustentar obligaciones. En consonancia ca

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el desarrollo de un espíritu fuertemente individualis- concibe el derecho en términos de "una cualidad mo-
ta propio de la Modernidad, la ley natural es utiliza- ral de la persona, que la habilita para poseer o hacer
da para sustentar un conjunto de derechos naturales algo correctamente". El autor holandés añade ade-
-a la vida, a la salud, a la libertad y a la propiedad-, más que esta facultad supone un poder del individuo
considerados como inherentes a la naturaleza huma- de actuar de cierta forma, y por consiguiente acaba
na y por lo tanto independientes del poder del Esta- por transformarse en sinónimo de libertad. Se con-
do. La obligación de no recurrir a la violencia en el solida de esta forma la idea del derecho como una
trato con los demás y a respetar sus vidas y sus bie- prerrogativa del individuo sobre su persona, su vida
nes se basa así en un derecho originario de cada indi- y sus bienes, y como una manera de realizar su liber-
viduo de conservar su vida, desarrollar sus talentos y tad.
adquirir propiedades para poder realizar sus planes
de seguridad y de felicidad. Es innegable que en la B. El sistema de los derechos en J. Locke
práctica resulta imposible deslindar o separar dere-
chos y obligaciones, que se implican y presuponen El pensamiento ético-político de Locke (1632-
recíprocamente. Sin embargo, este cambio de pers- 1704) se ha transformado en el paradigma del
pectiva y esta tendencia a centrar la atención en los iusnaturalismo moderno y de la concepción de los
derechos es un síntoma claro de un cambio de men- derechos humanos como derechos naturales. Anali-
talidad frente a la edad feudal, y una muestra paten- zaremos brevemente la función que desempeñan es-
te de esa afirmación insrrestable de la singularidad y tos últimos en la reflexión sistemática de quien ha
de la subjetividad, un fenómeno peculiar de la época sido considerado, y con razón, como uno de pensa-
moderna. La importancia creciente atribuida a la in- dores más influyentes del liberalismo y más en gene-
dividualidad explica el énfasis en los derechos, y el ral del pensamiento político de la Modernidad.
énfasis en los derechos del individuo, en contraste 1. Los derechos naturales, amparados por
con la costumbre medieval de considerar las liberta- la ley natural.
des y los derechos como un patrimonio del feudo, Locke comparte con la tradición iusnaturalista la
ciudad o aldea, que le correspondían al individuo sólo idea de una ley natural independiente de las leyes
en la medida en que estuviese enraizado en estas co- positivas de un Estado específico, que a su juicio "sólo
munidades". son justas en cuanto están fundadas en la ley de la
Para comprender la genealogía de la teoría moder- Naturaleza, por la que han de regularse y ser inter-
na de los derechos, resulta también importante ana- pretadas". Y para delimitar el sentido de esta ley re-
lizar las modificaciones de sentido que experimenta curre - al igual que los demás exponentes del
la palabra «derecho». El término latino originario iusnaturalismo moderno -, a la ficción del "estado de
-ius en singular y iurs, más usado, en plural- designa- naturaleza", un artificio conceptual de gran utilidad
ba la manera justa o correcta de resolver un enfrenta- para precisar el contenido de la legalidad natural y el
miento o litigio, y por extensión los procedimientos núcleo más auténtico de la naturaleza humana. En
judiciales por medio de los cuales se llegaba a deter- ese espejo no deformado por las actuaciones arbitra-
minar lo justo, es decir el conjunto del sistema legal y rias de los hombres ni por las sedimentaciones de la
la decisión judicial conforme a la normatividad vi- historia, cada cual debería poder percibir con clari-
gente. Sólo en los inicios de la modernidad la palabra dad meridiana las potencialidades auténticas del ser
ius empieza a ser utilizada para referirse a una facul- humano y las obligaciones que se desprenden de ellas.
tad del sujeto de actuar de una forma u otra, es decir En el estado de naturaleza la ley natural puede ser
como sinónimo de facultad de actuar. Para F. Suárez percibida de manera más clara y precisa que en el
(1548-1617), la palabra ius significa antes que todo estado civil, en el que aparece siempre mezclada con
"una forma de poder moral que posee cada ser hu- las leyes positivas. La descripción de ese estado - pen-
mano, tanto sobre su propiedad como sobre aquello sado como una ficción, más que como una etapa de
que le es debido". En tér- la historia humana - se
minos semejantes se ex- transforma así en un dispo-
9 Cfr. M. Fioravanti, Los derechos fundamentales, ed.Trorta, Ma-
presa Grocio, cuando drid. 1996, p.30.
sitivo de gran utilidad para

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CARPETA

determinar la naturaleza y el destino del ser humano, nario de cada individuo, derivado directamente de la
y el conjunto de sus derechos naturales originarios. Naturaleza, a conservar su vida, desarrollar sus ta-
De acuerdo con la descripción ofrecida por Locke, lentos y adquirir propiedades para poder realizar sus
la ley natural le impone a cada ser humano el deber planes de seguridad y de felicidad.
de respetar la vida, la libertad y los bienes de los de- La apelación a la Naturaleza cumple también la
más: "la razón, que coincide con esa ley enseña a cuan- función de asegurar una igualdad originaria de dere-
tos seres humanos quieran consultarla que, siendo chos entre todos los seres humanos. En el estado de
iguales e independientes, nadie debe dañar a otro en naturaleza todos los individuos gozan de iguales de-
su vida, salud, libertad o posesiones ... "lo. En la ley rechos naturales, de un igual derecho a la vida y a la
natural se encuentra así arraigada la obligación de apropiación de la tierra. "El estado de naturaleza
respetar la vida y los bienes de los demás, e incluso -escríbe Locke- es también un estado de igualdad, den-
de asumir una actitud solidaria hacia quienes com- tro del cual todo poder y toda jurisdicción son recí-
parten el mismo rango de seres humanos dotados de procos, en el que nadie tiene más que otro, puesto
razón. Esta obligación se relaciona a su vez con un que no hay cosa más evidente que el que seres de la
conjunto de derechos naturales básicos, que le co- misma especie y de idéntico rango, nacidos para par-
rresponden a cada persona en virtud de su simple ticipar sin distinción de todas las ventajas de la Ña-
pertenencia a la humanidad, entre los que sobresalen turaleza y para servirse de las mismas facultades, sean
el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad. también iguales entre ellos, sin subordinación ni so-
Cada ser humano llega al mundo con un derecho prio- metimiento ... "ll. Entre los preceptos de la ley natural
ritario a la subsistencia, del que se deriva de manera se encuentra así la obligación de respetar a todos los
inmediata el derecho de apropiarse de los bienes in- hombres, fundada en la unidad originaria y en la igual-
dispensables para garantizarla. De manera más espe- dad de todos los miembros del género humano, al
cífica, por ley natural todo individuo es dueño legíti- igual que el deber ligado con la conservación de la
mo de su cuerpo y de su fuerza de trabajo, lo que le vida propia y la prohibición de ejercer violencia sobre
asegura también un derecho sobre la materia prima la vida y los bienes de los demás.
transformada - gracias a su actividad - en un bien apto 3. Necesidad de un orden social para ase-
para satisfacer necesidades humanas básicas. Cada gurar la eficacia de los derechos naturales.
hombre posee por igual un derecho originario a la De acuerdo con la teoría de Locke, en el estado de
libertad, concebida como la capacidad del individuo naturaleza el ser humano goza ya de unos derechos
de organizar su vida y disponer de sus propiedades naturales amparados por la ley naturaL Sin embargo,
sin interferencias externas: en el estado de naturale- su protección sólo resulta eficaz en el ámbito de un
za cada cual goza de plena libertad "para ordenar sus orden civil, gracias a la constitución de un poder ca-
actos y para disponer de sus propiedades y de sus paz de garantizarlos frente a las agresiones externas.
personas como mejor les parezca, dentro de los lími- De hecho los derechos sólo existen en el momento
tes de la ley natural, sin necesidad de pedir permiso y en el que la ley y el poder del Estado los hacen posi-
sin depender de la voluntad de otra persona", bles. Nuestro filósofo no comparte la asimilación del
2. Carácter inalienable e imprescriptible de estado de naturaleza a una condición de conflicto,
los derechos humanos pensados como dere- violencia y constante amenaza de guerra. A diferen-
chos naturales. cia de Hobbes, el padre del liberalismo considera en
Los así denominados derechos naturales - a la vida, principio posible el goce de unos derechos naturales
a la salud, a la libertad y a la propiedad -, gozan del en una condición de ausencia del poder estataL Se
amparo de la ley natural, y en cuanto inherentes a la trata, sin embargo, de una condición precaria, debido
naturaleza humana poseen una relativa independen- a la relativa indefensión frente a la violencia o sim-
cia frente al poder del Estado. La obligación de no plemente a la carencia de un poder imparcial encar-
recurrir a la violencia en el trato con los demás y a gado de prevenirla o castigarla. Es suficiente que una
respetar sus vidas y sus sola persona viole las reglas
bienes se basa en reali- 10 J. Locke, Ensayo sobre el gobierno civil, Aguilar, Madrid, 1973, de convivencia dictadas por
p.6.
dad en un derecho origí- 11 Ibid, p.S.
la ley natural para que esta

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

condición ideal de paz entre en crisis: debido a la au- po, de acuerdo con este modelo de legitimación del
sencia de un poder coactivo común que se encargue poder, la función prioritaria del Estado es precisamente
de hacer justicia y de castigar los actos criminales, en la de permitir y asegurar el goce de estos derechos
el estado de naturaleza cada individuo posee el dere- naturales; del cumplimiento cabal de esta función
cho de hacer respetar por sí mismo la ley natural y de depende en últimas su legitimidad. Los derechos na-
castigar las violaciones de la misma, lo que da pie a turales señalan así, al mismo tiempo, la finalidad prio-
reacciones desmedidas y abusos. El estado de natu- ritaria del Poder y los límites del mismo: se imponen
raleza se transforma así en "un estado de odio y de como un dique frente al poder arbitrario del Estado,
destrucción", lo que impone la necesidad de un pacto puesto que le fijan unos límites jurídicos y morales
social, por medio del cual se establece "el poder civil, infranqueables, y le indican al mismo tiempo el de-
el remedio apropiado para los inconvenientes que rrotero a seguir para ganar y conservar su legitimi-
ofrece el estado de naturaleza". dad. En este sentido Locke nos ofrece una justifica-
En la sociedad civil o política, fundada en el con- ción no trascendente de la obediencia política: el es-
senso libre de todos, cada miembro delega en el cuer- fuerzo por sustentar sobre bases racionales el valor
po común su derecho originario de ejecutar directa- de la ley natural corre paralelo con la tendencia a va-
mente la ley natural, y gana a cambio seguridad y lorar el orden político como el producto de una deci-
protección. Por medio del pacto de asociación el in- sión libre y de un contrato entre individuos origina-
dividuo aliena en el poder civil las facultades de las riamente independientes, que crean este poder para
que goza en el estado de naturaleza, es decir "el po- proteger los derechos y libertades recibidos de la na-
der de hacer lo que bien le parece para su propia sal- turaleza. En este mismo orden de ideas se escribe la
vaguardia y la de los demás, dentro de la ley natu- legitimidad de un derecho de resistencia frente al
ral", y "el de castigar los delitos cometidos contra la despotismo. En contra de Hobbes, quien opina que
ley". El contrato originario podría aparecer como un los ciudadanos no gozan en ningún momento del de-
mal negocio para el individuo; sin embargo, una eva- recho de rebelarse contra el poder establecido, pues-
luación global muestra que se trata en realidad de to que éste por definición no puede actuar de manera
una ganancia considerable, puesto que la limitación injusta, Locke intenta legitimar un derecho de resis-
del albedrío absoluto del estado de naturaleza queda tencia frente a una autoridad injusta, que viole los
ampliamente compensado por una mayor seguridad principios inspiradores del pacto social. Su teoría po-
para los derechos naturales, que en el interior de la lítica cuestiona así las bases del absolutismo estatal y
sociedad civil cuentan con un poder común encarga- con la enunciación de los principios relativos a la di-
do de protegerlos. En últimas, si el estado de natura- visión de los poderes y la soberanía popular formula
leza nos indica con claridad la lista de derechos origi- las bases del moderno Estado de derecho.
narios, sólo el estado civil permite un goce efectivo y El modelo lockeano de los derechos naturales sus-
una protección eficaz de los mismos. tentados en la ley natural y protegidos por el poder
Esta teoría de los derechos naturales se liga así de la sociedad civil, ha tenido una enorme influen-
con una concepción acerca de la naturaleza, la géne- cia en las reivindicaciones de derechos del siglo
sis y la justificación del poder político, y resulta soli- XVIII. La idea de una igualdad originaria entre los
daria de una forma radicalmente novedosa de pensar hombres, la enumeración de unos derechos natura-
las relaciones entre ciudadanos y Estado. Conviene les sagrados e imprescriptibles conferidos por la Na-
destacar, antes que todo, la importancia de la tesis turaleza a todo ser humano, la relación dialéctica -
relativa a la existencia de unos derechos naturales de complementación recíproca - entre ordenamien-
idealmente anteriores al poder del Estado: la acen- to natural y poder político, la forma misma de con-
tuación de esta independencia pone de manifiesto el cebir los nexos entre libertad individual, derechos
hecho de que los derechos son algo más que una con- naturales y sociedad civil, fueron asimiladas, con
cesión generosa por parte de quienes detentan el po- diferentes matices, por los protagonistas de las re-
der, y contribuye de alguna forma a protegerlos fren- voluciones norteamericana y francesa y quedaron
te a las intervenciones arbitrarias de particulares o de plasmadas en los textos de las solemnes Declara-
los mismos funcionarios del Estado. Al mismo tiem- ciones de derechos.

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C. Un balance critico mente respaldada por el orden natural, es un buen


ejemplo para ilustrar este uso ideológico del esque-
1. Las críticas a la idea de derechos natura, ma iusnaturalista.
les. Iguales reparos se le han hecho a la presentación y
A lo largo de estos últimos dos siglos la teoría sustentación de los derechos humanos como dere-
iusnaturalista ha sido objeto de críticas feroces, por chos naturales. El adjetivo "natural" aplicado a un
parte de filósofos como Hume, Bentham, Marx, Hegel, derecho podría sugerir la idea de que se trata de un
Kelsen, para citar a los más conocidos. Ha sido puesta regalo de la naturaleza, cuando en realidad los dere-
en tela de juicio la conveniencia de recurrir a ficciones chos son el resultado de esfuerzos y luchas. Creo que
tales como el estado de naturaleza y el pacto origina, tienen la razón Hegel y Marx cuando sostienen que
rio para determinar el sentido y la finalidad de.la obra el ser humano no nace libre, sino que llega a serlo:
humana, o para legitimar el Poder. Se ha insistido, en las libertades son en realidad un producto de la cul-
especial, en la dificultad de definir la ley natural o la tura y un resultado del proceso histórico, más que un
naturaleza humana, que cada individuo, época o clase dato inicial. Como bien lo expresa Bloch, "no hay
concibe de acuerdo con sus intereses específicos: de derechos innatos, sino que todos son adquiridos en
hecho, no existe práctica, institución o privilegio que lucha". Por la mismas razones carece de sentido bus-
no haya logrado obtener alguna vez el status de dere- car en el estado de naturaleza una guía para precisar
cho natural, supuestamente amparado por el orden los derechos y los fines propios de lo humano: más
eterno o por la justicia divina. Prueba de eso es el he- que en los paraísos perdidos de una inocencia ani-
cho de que el orden natural ha sido utilizado para rei- mal, parece más apropiado ubicar los derechos en el
vindicar o defender tanto la igualdad como la desigual- escenario de la historia y de la cultura, y en un con-
dad "natural" entre los hombres, tanto la obligación texto de luchas por el reconocimiento.
de respetar al otro como el derecho a recurrir a la fuer- La presentación de los derechos en términos de
za, tanto la protección del débil por medio de la ley derechos naturales sugiere además otra idea igualmente
como el derecho de los poderosos de dar riendas suel- cuestionable: la transformación de los derechos en exi-
tas a su deseo de dominación. Otros autores han cues- gencias eternas, dadas de una vez por todas, como atri-
tionado la tendencia a buscar en la naturaleza una pauta butos de una naturaleza humana supuestamente inva-
para la acción humana: puesto que lo natural es mo- riable, que se ubican por encima del fluir temporal, a
ralmente neutral, resultaría trabajo perdido intentar la espera de que individuos y pueblos se percaten de
buscar en él directrices para determinar lo que es justo su existencia. Queda así en la sombra el carácter histó-
o moralmente correcto. ricamente determinado de los derechos humanos, que
Ante la dificultad de precisar con métodos racio- dependen en realidad de una serie compleja de facto-
nales el contenido de la ley natural, se abre el peligro res: visiones de mundo, reivindicaciones de clases y
de que cada quien tienda a proyectar en ella, de ma- grupos, nivel de desarrollo tecnológico y modos de pro,
nera más o menos consciente, todo lo que interesa ducción, organización social y distribución del poder,
proteger o defender. Se configura así un uso ideológi- etc. Los derechos no constituyen una totalidad ya dada
co de las herramientas iusnaturalistas: encubiertos con de una vez por todas, sino un conjunto de exigencias y
el noble manto del derecho natural o de la justicia reivindicaciones en constante movimiento, que se van
natural, los intereses específicos de un grupo o clase reestructurando, en un proceso de ensayo y error, a
determinada, o las instituciones peculiares - e inclu- medida que los individuos y los grupos experimentan
so los prejuicios - de una determinada cultura adquie- las ventajas o los inconvenientes de una determinada
ren de pronto el status privilegiado de exigencias vá- forma de concebir y llevar a la práctica los derechos
lidas para la humanidad sin más; y lo que correspon- fundamentales.
de a intereses contingentes y pasajeros se transforma 2. Lo que permanece de esta tradición de
de pronto en algo eterno, absoluto e inmodificable. pensamiento.
La elevación de la propiedad privada, y de una forma A pesar de estas críticas, en muchos sentidos jus-
específica de la misma, al rango de exigencia ineludi- tificadas, la idea de una ley natural como sustento
ble para cualquier realización humana, y supuesta- sólido de los derechos naturales sigue ejerciendo cier-

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ta fascinación y resulta plausible para el común de la inhumano. En opinión de estos intelectuales, la co-
gente, que experimenta dificultades mayores a la hora rriente iuspositivista acabaría por reducir o eliminar
de comprender otros intentos de justificación. De cualquier posibilidad de cuestionar lo existente; la
hecho ninguna teoría ha logrado reemplazar el papel veneración desmedida por la ley positiva colocaría a
hegemónico jugado antaño por el modelo las personas y a los pueblos en una condición de rela-
iusnaturalista, como bien lo demuestran los documen- tiva indefensión frente a leyes arbitrarias. Por con-
tos oficiales acerca de los derechos humanos, en ex- traste, cobraba nuevo interés la tradición del derecho
tremo parcos y algo eclécticos a la hora de precisar natural, en la que había ocupado un espacio privile-
las bases teóricas o el marco ético-político que sus- giado la posibilidad de apelar a unos principios éti-
tentan derechos y reivindicaciones. La angustia y la cos universales de justicia para justificar la resisten-
inseguridad que acompañan inevitablemente el reco- cia o desobediencia a un poder ilegítimo y arbitrario.
nocimiento de culturas y valores tan distintos, segui- Por encima de las normas positivas - habían enseña-
rá alimentando la nostalgia por la idea de un orden do los pensadores iusnaturalistas - existía un conjun-
eterno y justo, por un modelo de pensamiento que to de principios morales universalmente válidos e in-
parecía garantizar a las reivindicaciones humanas un mutables con los que dichas normas tenían que con-
lugar seguro - la Naturaleza o la divinidad -, al ampa- frontarse y contrastarse: las normas de un sistema
ro de las turbulencias de la historia y al amparo del jurídico tenían que ajustarse a principios morales y
mismo albedrío humano. de justicia, para evitar la amenaza de un poder des-
Por esto no es de extrañar que se encuentren resi- bordado y despótico.
duos de la teoría en el texto de la Declaración Uni- La otra idea que sigue siendo atractiva es la posi-
versal de los Derechos Humanos de 1948, a pesar del bilidad que ofrece esta teoría de tomar en serio los
interés explícito de los redactores de la misma de derechos humanos como aspiraciones morales legíti-
abandonar el paradigma iusnaturalista propio de las mas, incluso en aquellos casos en los que no cuentan
Declaraciones de derechos de las revoluciones bur- todavía con un reconocimiento por parte del ordena-
guesas. Cuando el texto afirma que "los hombres miento jurídico de un Estado determinado. Por esto
nacen libres e iguales en dignidad y derechos", es más no resulta extraño que incluso un autor marxista como
que evidente la deuda con la tradición del derecho E. Bloch aprecie los rasgos progresistas y revolucio-
natural. La misma creencia en derechos y valores hu- narios presentes en la tradición del derecho natural,
manos universales, más allá de las diferencias de con- que a su juicio habría contribuido de manera subs-
textos históricos o culturales, representaría para al- tancial a la reducción de la humillación y a la conso-
gunos una herencia de la tradición iusnaturalista, que lidación del "caminar erguido". Quizás sea ésta la
acentúa los rasgos propios de la naturaleza humana herencia ineludible de la teoría de los derechos natu-
por encima de las diferentes configuraciones peculia- rales, que justifica su regreso cíclico y recurrente: la
res de la misma. La idea de los derechos naturales posibilidad que ella ofrece de cuestionar el ordena-
sobreviviría incluso - por supuesto transformada y miento existente, la legitimación de unas demandas
depurada - en algunas vertientes importantes del pen- legítimas de minorías que no se han traducido toda-
samiento ético-jurídico actual, y en especial en las vía en derechos positivos, y la promesa de unos di-
tesis de quienes defienden los derechos humanos ques firmes y sólidos frente a un poder que tiende
como derechos morales. "por naturaleza" a extralimitarse.
3. Una exigencia actual e ineludible: la jus-
tificación ética de unos limites al poder.
Después de un largo período de crisis, la teoría IV. LOS DERECHOS DEL HOMBRE
iusnaturalista recobró cierta vitalidad al finalizar la EN LA REVOLUCiÓN FRANCESA
segunda guerra mundial. El balance de los horrores
de la guerra y del nazismo impulsó a varios intelec- A. La declaración de derechos de 1789: Una declara-
tuales a cuestionar abiertamente el iuspositivismo, al ción de guerra contra los restos feudales
que consideraron parcialmente responsable de la ac-
titud pasiva o cómplice frente a un régimen claramente La Revolución francesa es vivida por los contem-

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CARPETA

poráneos y por sus mismos protagonistas como un les, de las cargas y prestaciones personales de los cam-
evento que modifica substancialmente el curso de la pesinos, de los diezmos y de la manomuerta. Es cier-
historia e inaugura una nueva época para la humani- to que al día siguiente, pasado el momento de «con-
dad. La gran mayoría de los intelectuales europeos tagio sentimental que inundaba los corazones», se
siguen con entusiasmo el curso de los acontecimien- empezó a mirar con cabeza fría el alcance de las con-
tos en Francia y saludan la revolución política como cesiones de la noche anterior, y surgieron discusiones
el inicio de una regeneración total del ser humano y animadas a la hora de redactar los decretos definiti-
de la realización de los sueños milenarios de libertad. vos. No quedaba muy en claro cuáles de los derechos
Uno de los elementos que más influyó en esta acogi- feudales debían ser abolidos sin más, sin ningún tipo
da entusiasta fue sin duda la Declaración de los dere- de indemnización, y cuáles eran redimibles; y no fal-
chos del hombre, un documento por medio del cual taron los arrepentimientos en algunos representan-
los protagonistas de la Revolución tratan de legiti- tes del clero acerca de la renuncia al diezmo. De to-
mar su movimiento emancipa torio y la destrucción das formas, más allá de los debates, quedó bien en
del antiguo régimen. El texto de la Declaración fue claro el principio puesto al inicio del decreto definiti-
aprobado el día 26 de agosto, al cabo de un intenso vo: «la Asamblea Nacional suprime enteramente el
debate de siete días sobre un proyecto presentado régimen feudal». .
por la comisión sexta de la Asamblea Nacional. Mu- En este contexto de lucha contra los restos feuda-
chos críticos ~ Burke, Bentham, Hegel, Marx ~ han les los enunciados aparentemente abstractos de la
denunciado el carácter formal y abstracto de esta Declaración acerca de la libertad e igualdad origina-
Declaración de derechos, que seguiría apegada al fan- ria de los hombres adquieren un sentido bien concre-
tasma irreal de la naturaleza humana y del hombre to, como arma de lucha contra un régimen sustenta-
en general, olvidando las exigencias y necesidades de do en la desigualdad, los privilegios y los recortes sis-
los individuos concretos, las condiciones históricas y temáticos de las libertades. Volvamos a escuchar el
las reivindicaciones específicas de un pueblo y de una primer artículo: «los hombres nacen y permanecen
época determinada. Sin embargo, en ese preciso mo- libres e iguales en derechos; las distinciones sociales
mento esos principios que proclamaban la igualdad y sólo pueden ser fundadas sobre la utilidad común».
la libertad de los ciudadanos poseían un sentido muy Es claro que no se trata de un juicio descriptivo deri-
concreto, como arma de lucha contra la esclavitud, el vado de la experiencia, puesto que a finales del siglo
poder absoluto del monarca, la negación sistemática XVIII los hombres que miraran a su alrededor descu-
de las libertades básicas, la desigualdad frente a la brían que en muchos casos los hombres nacían y per-
ley, etc. Al declarar los derechos, los actores de la manecían esclavos. Se trata por el contrario de un
Revolución pretenden enunciar principios ético-jurí- enunciado deontológico: todo ser humano debe ser
dico-políticos absolutos, destinados a desafiar la his- tratado como un sujeto libre, puesto que la libertad
toria y válidos para la humanidad sin más; sin embar- no se reduce a un atributo accidental y, por el contra-
go, no pierden de mirar en ningún momento la reali- rio, está inscrita en la esencia misma de la naturale-
dad concreta en que se están moviendo, la relación za humana. El enunciado acerca de la libertad origi-
de fuerzas en juego y, en especial, los enemigos con- naria de todos los humanos adquiere así un carácter
tra quienes luchan. En este sentido, la declaración de normativo y expresa un «deber ser» contra la reali-
derechos es en realidad, como bien lo vio Mirabeau, dad de sometimiento y servidumbre: a pesar de que
«una declaración de guerra contra los tiranos». los hombres de hecho nacen sometidos y esclaviza-
No olvidemos que la Declaración fue preparada dos, y a pesar de que la sociedad se encarga de acen-
por la abolición de buena parte de los derechos seño- tuar las limitaciones a la libertad, los hombres debe-
riales. En la famosa noche del 4 de agosto surgió una rían ser tratados como entes por naturaleza libres.
emulación tan saludable como inesperada entre ex- La primera violación evidente de este principio lo
ponentes liberales de la nobleza y representantes del constituía la esclavitud, abolida casi al final del pro-
clero para renunciar a muchos privilegios, en aras del ceso revolucionario por medio de la ley del 4 de fe-
interés superior de la nación. En el plazo de pocas brero de 1794. Igualmente preocupante resultaba la
horas se declaró la abolición de los derechos señoria- supervivencia en el seno de la sociedad francesa de

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formas de servidumbre heredadas de la edad media: Naturaleza. Sin embargo, no es difícil advertir la pre-
si bien no se trataba de una violación de la libertad sencia de estas nociones compartidas por la mayoría
tan evidente como en el caso de la esclavitud, la con- de los maestros de la ciencia jurídica y política de los
dición social y jurídica en que se encontraba una par- siglos XVII y XVIII, e incorporadas de hecho a la
te del campesinado seguía afectando y limitando su percepción del derecho y del poder de la mayoría de
libertad y autonomía en cuanto al trabajo, la disponi- los hombres cultos de la época. Resulta evidente que
bilidad de bienes y patrimonios, la libertad de des- el carácter sagrado, inalienable e imprescriptible de
plazamiento, etc. En algunas regiones se seguía pe- los derechos se deriva de su estrecha vinculación con
nalizando a los campesinos por el abandono de la la ley natural, que los coloca de una vez en el plano
tierra que trabajaban y seguía vigente en muchas de 10 absoluto e imperecedero. Si fueran productos
partes la obligación de ejecutar trabajos forzosos para de una convención o pacto nada garantizaría su con-
el señor. La proclamación de la libertad como un de- servación frente al albedrío por naturaleza mudable y
recho inalienable de todo ser humano deja sin piso voluble. Su arraigo en el orden natural les asegura en
estos rezagos de la estructura feudal. cambio una vigencia sin límites, más allá de los acon-
De manera análoga, la afirmación de la igualdad tecimientos y azares de la vida política, y al amparo
originaria entre los hombres constituye un arma po- de toda eventual extralimitación o abuso del poder.
derosa para cuestionar la supervivencia de una socie- Por 10 demás, hubiera resultado problemático un
dad estructurada por estamentos. Puesto que el «or- acuerdo sobre la fundamentación filosófica de los
den natural» no justifica ninguna clase de desigual- diferentes artículos, debido a la manera tan distinta
dad originaria o de discriminación asentada en leyes, de concebir la ley natural, la condición del estado de
resulta injusto e irracional el sistema de privilegios y naturaleza y el paso al estado social. Los represen-
exclusiones sustentado en el orden civil y las conven- tantes del clero seguían apegados a la doctrina tradi-
ciones sociales. A pesar de las diferencias naturales y cional relativa al origen divino de la ley natural, a
de las diferentes situaciones culturales en que los se- diferencia de los miembros más ilustrados de la Asam-
res humanos llegan al mundo, los hombres deberían blea que compartían la reinterpretación en clave ra-
gozar de iguales derechos a la libertad y a la propie- cionalista de la doctrina tradicional elaborada por los
dad, independientemente de la dignidad conferida por grandes sistemas iusnaturalistas de siglo XVII. Al
un título nobiliario o de la pertenencia a un estamen- optar por una forma sencilla y escueta de enunciar
to determinado. Si el principio de la libertad natural los derechos, quedaban superados estos puntos de
originaria se dirigía contra la esclavitud y las formas discordia: todos podían compartir estos enunciados
de dependencia personal, el objetivo polémico del básicos que, en la intención de los redactores, debían
postulado de la igualdad lo constituyen las discrimi- ser de por sí evidentes, incontrovertibles y al alcance
naciones y los privilegios asentados en el sistema le- de todas las inteligencias. En cuanto a la apelación a
gal. L~ sociedad estamental del antiguo régimen era Dios, un asunto que podía causar controversias, se
no-igualitaria por naturaleza: derechos y deberes optó por invocar a la divinidad como garantía de los
variaban de acuerdo con el lugar ocupado en la escala derechos, pero no como el fundamento último de su
social, y de hecho las normas sancionaban el trato validez.
desigual y discriminatorio. La idea misma de elaborar una Declaración de prin-
cipios con anterioridad a la Constitución Política y
B. Los derechos del hombre como derechos naturales. como fundamento de la misma es otro rasgo típico
del modelo iusnaturalista, caracterizado por la nece-
Dado el carácter escueto de la Declaración, que en sidad de sustentar el ordenamiento jurídico positivo
contra de la propuesta de Sieyés de una «exposición sobre principios éticos sólidos e incontrovertibles.
razonada» se reduce a formular los derechos sin en- «Para que una constitución sea buena -afirma
trar a precisar la base ético-filosófica que los susten- Mounier- es necesario que esté fundada sobre los
ta, no se hace referencia expresa a ideas básicas de la derechos del hombre, y que ella los proteja en forma
teoría iusnaturalista como el estado de naturaleza o evidente». En términos parecidos se expresa La
la ley natural y ni siquiera se menciona la palabra Fayette, cuando afirma que el objetivo de una decla-

REVISTA
GlBU01ECA CERTItj,il. COLOMBIANA

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"CIOIlAl
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CARPETA

ración de derechos antepuesta a la constitución tiene plícita del derecho a la seguridad, presente en cam-
la finalidad básica de «recordar los sentimientos que bio en la Declaración jacobina de 1793, que 10formu-
la Naturaleza ha grabado en el corazón de cada indi- la en estos términos: «la seguridad consiste en la pro-
viduo», las verdades eternas sobre las cuales debe- tección acordada por la sociedad a cada uno de sus
rían fundarse todas las instituciones. La mayoría de miembros para la conservación de su persona, de sus
los protagonistas de la Revolución compartía el opti- derechos y de sus propiedades». Sin embargo, la ne-
mismo de Mirabeau, quien al asumir la redacción de cesidad de garantizar la libertad-seguridad del ciuda-
los derechos confiaba en la posibilidad de exponer dano frente a los demás y sobre todo frente a los
unos axiomas simples, evidentes e irrefutables, que atropellos del poder coactivo del Estado queda plas-
le asegurasen una base sólida y firme al ordenamien- mada en varios artículos. El 5° aclara que la ley sólo
to político de Francia y de cualquier nación civilizada. puede prohibir y reprimir las acciones transitivas que
Las verdades elementales acerca de la naturaleza, la afectan a los demás y a la sociedad, con 10 que se
libertad y la sociedad parecían al alcance de la mano: descarta la posibilidad de que puedan ser sanciona-
sólo hacía falta una lectura adecuada de ese libro sin dos pena1mente los delitos de opinión o determina-
misterios que era la naturaleza humana, utilizando das infracciones de la moral sexual que no perjudi-
de buena fe la propia razón. quen a terceros. Los artículos 7°, 8° y 9° precisan las
garantías judiciales y en general los principios
C. La libertad como derecho prioritario libertarios del derecho penal ya reivindicados por
muchos exponentes de la Ilustración - Beccaria y
La libertad encabeza la lista de los derechos natu- Vo1taire, entre otros - y que se han transformado en
rales e imprescriptibles, seguida por la propiedad, la los principios básicos del derecho penal moderno:
seguridad y la resistencia a la opresión. El texto de la legalidad de las incriminaciones, tipicidad de las pe-
Declaración ofrece una primera definición de la liber- nas, presunción de inocencia, reducción de la pena a
tad, junto con la exposición de las libertades especí- 10 estrictamente necesario para disuadir a los crimi-
ficas en las que se articula este derecho fundamental. nales potenciales, estricta igualdad frente a la ley pe-
1. La noción de libertad. nal. Contra la arbitrariedad y los atropellos del anti-
«La libertad - reza el artículo cuarto - consiste en guo régimen, se proclama el principio de que ningún
poder hacer todo 10 que no perjudica a los demás». hombre puede ser acusado o privado de la libertad
El derecho prioritario a la libertad le garantiza al in- sino en los casos determinados por la ley y en la for-
dividuo la potestad de vivir, actuar y gozar a su mane- ma por ella prescrita.· Se establece la presunción de
ra, sin interferencias externas, con la única condición inocencia hasta que la persona haya sido declarada
de que su acción no implique perjuicios y daños para culpable. En consonancia con los principios humani-
los demás. La libertad queda así asimilada a la tarios y con la concepción del castigo propios del si-
espontaneidad originaria de una voluntad que sólo glo de las luces, se habla de penas «estricta y eviden-
reconoce como restricciones legítimas las que se de- temente necesarias», que sólo pueden ser aplicadas
rivan del respeto de la integridad de las demás perso- con base en una ley vigente con anterioridad al cum-
nas y, de manera implícita, del igual derecho de los plimiento de la acción delictiva. En fin, en contraste
demás a hacer uso de su libertad. Se trata de una con el sistema penal fuertemente discriminatorio del
concepción «negativa- de la libertad - para usar las antiguo régimen, se proclama el principio de la más
categorías de 1. Berlin -, a tono con la más ortodoxa estricta igualdad: el monto de la pena es indepen-
tradición liberal que asimila la libertad con la no-in- diente del status del sujeto que ha delinquido o de la
terferencia en un espacio sagrado del individuo. De «dignidad» de la persona afectada - siervo o persona
aquí la crítica del joven Marx, quien denuncia esta libre, noble o burgués - y sólo tiene relación con la
reducción de la libertad al atributo de un sujeto gravedad del crimen cometido.
atomizado, que implica a su vez una clara disociación Los derechos del sujeto a la seguridad de su per-
entre libertad y sociabilidad. sona y a ciertas garantías frente al poder arbitrario se
2. La libertad como seguridad personal. complementan con el artículo 17°, que le reconoce a
En la Declaración de 1789 falta una definición ex- la propiedad privada el rango de derecho sagrado e

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inviolable. De esta forma la propiedad queda ampa- fuerza en el seno de la Asamblea se habían modifica-
rada frente a los caprichos del gobernante: el indivi- do a favor de los laicos-, recoge la tradición ilustrada
duo tiene derecho a adquirir bienes para su uso ex- y las experiencias de dos siglos de luchas por la liber-
clusivo y a gozar de ellos, y sólo en caso de necesidad tad religiosa, al proclamar «la libre comunicación de
pública evidente la sociedad está autorizada a expro- pensamientos y opiniones como uno de los derechos
piar sus propiedades, previa una indemnización. más preciosos del hombre». En esta nueva formula-
Muchos autores han pretendido encontrar en la con- ción la libertad de pensamiento y expresión adquiere
sagración de este derecho una prueba adicional del un valor positivo, al tiempo que se mencionan los
carácter individualista-posesivo de la teoría que ins- perjuicios para los demás, y no el orden público, como
pira esta Declaración de derechos. No olvidemos, sin una razón legítima para limitarla.
embargo, que las garantías de la propiedad han signi-
ficado por siglos un dique frente al poder despótico; D. Los derechos de ciudadanía
y que la propiedad que este derecho sanciona es la
propiedad específicamente burgués-moderna, en po- 1. La libertad como autonomía política.
lémica contra las formas precarias y diluidas de pose- De acuerdo con artículo 6° «la leyes la expresión
sión propias del sistema feudal. de la voluntad general, y todos los ciudadanos tienen
3. Libertad de expresión. el derecho de participar personalmente o por medio
Los artículos 10° y 11°delimitan otra dimensión de de sus representantes a su formación». Sale así a re-
la individualidad libre: la libertad de pensamiento y lucir otra dimensión de la libertad, que no se agota
expresión. El primero se limita a aplicar al caso es- en la no interferencia y abarca por igual la posibili-
pecífico de la libertad de expresión la noción general dad para el ciudadano de incidir en las decisiones del
de libertad como posibilidad de hacer todo lo que no cuerpo político: la participación en la actividad legis-
perjudica los demás: «nadie debe ser molestado por lativa debe estar abierta a todos, al igual que el acce-
sus opiniones, aún religiosas, siempre y cuando su so a la tareas de gobierno y a los cargos administrati-
manifestación no perjudique el orden público esta- vos. De esta forma la igualdad frente a la ley se com-
blecido por la Ley». En lugar de una afirmación posi- plementa con la posibilidad de concurrir por igual a
tiva y decidida de la libertad religiosa, el artículo se su formación. Estos derechos de participación demo-
limita a expresar, de manera tímida, que las opinio- crática se sustentan a su vez en un cambio substan-
nes y prácticas religiosas no deben ser reprimidas, con cial en cuanto a la forma de justificar el poder, cuya
tal de que no afecten «el orden público». Con base legitimidad queda condicionada al hecho de expresar
en la lógica de la reciprocidad y en el principio de los dictados de la voluntad general, la única fuente
que el ejercicio de un derecho encuentra un límite en legítima de la ley y del poder.
los derechos ajenos, bien se hubiera podido limitar la La apropiación de la doctrina rousseauneana de la
libre expresión de pensamientos con base en el igual voluntad general introduce una dimensión de la li-
derecho de los demás a expresar los suyos, o para bertad distinta de la defendida por la vertiente indi-
evitar perjuicios a la honra de los demás ciudadanos. vidualista del iusnaturalismo. Al lado de la libertad
La Declaración menciona en cambio la alteración del de los modernos obtiene un reconocimiento también
orden público como una razón suficiente para limitar la «libertad de los antiguos», es decir la libertad del
este derecho: la atención de los redactores parecería ciudadano, base y sustento de los derechos ligados
centrarse en los peligros que encierra la libertad reli- con el ejercicio de la democracia. La influencia del
giosa, más que en su valor intrínseco. Dada la ten- filósofo de Ginebra explica también el hecho de que
dencia más o menos consciente a identificar el «or- el énfasis en la participación ciudadana desplace en
den público» con el ejercicio del «culto público», el segundo plano el interés por las garantías constitu-
principio parecía sancionar los privilegios del catoli- cionales frente a eventuales abusos de la ley y del
cismo frente a otras religiones, cuyas prácticas y ritos poder del Estado. Si la leyes la expresión de la vo-
podrían ser eventualmente limitados apelando a la luntad general, parecería infundado el temor de que
tranquilidad ciudadana. En cambio el artículo 11° se transforme en una instancia opresiva: la participa-
-aprobado al día siguiente, cuando las relaciones de ción ciudadana constituye una garantía para la racio-

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nalidad y justicia de la ley, suficiente en principio para entre los albedríos individuales, asegurar al ciudada-
prevenir que las pasiones y los intereses particulares no las garantías judiciales, prevenir los actos perjudi-
se impongan a expensas del bien común. ciales para la sociedad o sancionar eventuales abusos
La voluntad que crea la ley tiene que ser general de la libertad. Como 10 expresa el artículo 12°, «la
en un doble sentido: sus decisiones deben ser impar- garantía de los derechos del hombre y del ciudadano
ciales y justas, pero al mismo tiempo todos los ciuda- necesita de una fuerza pública», indispensable para
danos deberían participar en su formación, personal- defender las libertades, castigar las violaciones de los
mente o a través de sus representantes. Entre estas derechos y conservar el nuevo orden jurídico-político
dos modalidades de participación democrática exis- contra las amenazas internas y externas.
ten por supuesto diferencias significativas: una cosa En esta insistencia en la necesidad de una ley con
es la democracia directa, en la que el ciudadano ejer- poder vemos cómo la reivindicación de los derechos
ce de manera ininterrumpida su soberanía y cuenta humanos va acompañada por la exigencia de un Es-
en cada momento con la posibilidad de expresar su tado de derecho, la antítesis del poder arbitrario del
voluntad o de ejercer una función fiscalizadora sobre Estado del antiguo régimen. Si bien la noción de «Es-
el desempeño del poder legislativo o del ejecutivo; tado de derecho» será formulada mucho más tarde,
otra, muy distinta, la democracia representativa, en es indudable que los autores de la Declaración tienen
la que la voluntad del ciudadano se expresa de mane- ya muy en claro que no podrían existir auténticos
ra periódica para delegar en otro la tarea legislativa y derechos por fuera del imperio de la ley y de un po-
las tareas ligadas con la administración del Estado. der estatal creado para garantizar su ejercicio. Inclu-
Cada una de estas modalidades ofrece ventajas y lí- so la función prioritaria del Estado es precisamente
mites: la primera acentúa la soberanía del ciudadano la de garantizar los derechos naturales originarios in-
y su libertad sin límites de participar directamente y herentes a cada persona. Se realiza de esta forma una
sin interrupciones como miembro activo del poder «revolución copernicana», para usar una expresión de
constituyente, si bien a costa de la estabilidad de las Bobbio, en la concepción del poder político y en la
instituciones y del poder constituido; la segunda ase- manera de articular las relaciones entre gobernantes
gura estabilidad y orden frente a la revolución per- y gobernados: por siglos se había impuesto la ten-
manente y le permite a los ciudadanos dedicarse a dencia a privilegiar los derechos del Príncipe y las
sus negocios privados, si bien a costa de una libertad obligaciones de los súbditos; con este nuevo enfoque
participativa muy recortada, que se agota en el man- del Estado de derecho orientado a la protección de
dato confiado de manera periódica, en el momento los derechos fundamentales salen en primer plano los
de la votación, a sus representantes. A pesar de las derechos de los gobernados, que tienen como con-
ventajas innegables del sistema representativo, pe- trapartida la obligación del gobernante de asegurar
san mucho las críticas de Rousseau a esta clase de su respeto. La sociedad es para el individuo, no al
democracia y muchos de los protagonistas de la re- revés, puesto que el fin de la asociación política es
volución no se conforman con esta délega periódica precisamente «la conservación de los derechos natu-
del poder: 10 que desean es su presencia constante, rales e imprescriptibles del hombre». Gracias a la fic-
más que una mera re-presentación de su voluntad. El ción de unos derechos naturales idealmente anterio-
texto de 1789 deja sin resolver esta alternativa, que res al Estado queda también muy en claro que los
alimentará las tensiones y contradicciones presentes derechos no son una concesión benévola del gober-
en el desarrollo futuro de los acontecimientos revo- nante, sino un patrimonio de cada individuo, relati-
lucionarios. vamente independiente del albedrío de quien detenta
2. Una nueva concepción del poder. el poder.
Si bien la Declaración habla de derechos naturales Al acentuar la función positiva del Estado que
idealmente anteriores al contrato social, es claro que encarna la voluntad general, el texto de la Declara-
éstos sólo adquieren eficacia en el contexto de un ción deja entrever una concepción optimista del po-
ordenamiento civil, gracias al poder coactivo de la ley der, que contrasta con la actitud de desconfianza pro-
y del Estado. De aquí la apelación constante y casi pia de los protagonistas de la revolución norteameri-
obsesiva a la ley, encargada de fijar el justo límite cana. A pesar de los recuerdos nada tranquilizantes

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acerca del poder estatal propio del antiguo régimen, permanente y una amenaza para la estabilidad de un
es evidente la confianza de los miembros de la Asam- determinado ordenamiento legal. Los protagonistas
blea en la creación de un poder inspirado por normas de la Revolución eran conscientes de estos peligros.
de justicia y por la defensa del bien común. A dife- Sin embargo, la necesidad de legitimar el proceso re-
rencia de sus colegas americanos, quienes insisten de volucionario se impone por encima de eventuales
manera reiterada en las amenazas ínsitas en el poder peligros de desestabilización. De aquí la decisión, de
como tal, independientemente de quien lo ejerza, los carácter político antes que jurídico, de sancionar la
miembros de la Constituyente confían plenamente resistencia a la opresión como un derecho natural e
en que la regeneración del ser humano impulsada por imprescriptible.
la Revolución producirá también un cambio radical
en quienes detentan el poder. De aquí el escaso inte- E. Luces y sombras de la nueva declaración
rés por el establecimiento de garantías adicionales
para defender las libertades y los derechos individua- El 24 de junio de 1793, poco después de la derrota
les contra eventuales desbordamientos del poder: fren- de la Gironda, la Convención decreta una nueva De-
te a una autoridad por naturaleza justa y racional, claración de derechos, en la que se conserva el enfo-
sólo interesada en el bien común, no tiene sentido que iusnaturalista, pero se modifican el orden y la
pensar en controles externos. Como bien lo resume jerarquización entre los derechos naturales. A tono
S. Rials, los revolucionarios franceses intentan «edi- con la influencia siempre mayor de las tesis de
ficar racionalmente un poder perfecto a partir de los Rousseau acerca de los nexos entre libertad e igual-
derechos del hombre», a diferencia de los colonos nor- dad, y sobre todo a raíz de lo aprendido a través de la
teamericanos interesados «en proteger tanto como experiencia revolucionaria, la igualdad desplaza a la
fuese posible los derechos del hombre contra un po- libertad como derecho prioritario, al tiempo que la
der necesariamente imperfecto». propiedad privada se conserva, pero pasa a ocupar el
J. El derecho de resistir a la opresión. último lugar. El énfasis en la igualdad se refleja en
Si el poder estatal sólo se legitima en la medida en una concepción más compleja de la democracia y so-
que garantiza los derechos humanos, parece razona- bre todo en la aparición de una nueva clase de dere-
ble pensar en un derecho del ciudadano de resistir chos, los denominados económicos y sociales, a su
frente a un atropello evidente de sus libertades por vez ligados con una diferente percepción de las fun-
parte de un poder despótico o tiránico. El derecho de ciones del poder.
resistencia y rebeldía cuenta con una larga tradición 1. Una ampliación de la democracia.
en la cultura de Occidente. La formulación más cer- De acuerdo con el artículo 29°, «todo ciudadano
cana a los revolucionarios franceses se encuentra qui- cuenta con un igual derecho a concurrir a la forma-
zás en la doctrina de Locke - elaborada para legitimar ción de la ley y al nombramiento de sus mandatarios
la «gloriosa revolución» de 1688 - de acuerdo con la o agentes». De esta forma queda en claro que la igual-
cual un gobierno que viola los derechos naturales se dad de los ciudadanos en cuanto a la posibilidad de
coloca en una condición de guerra contra su pueblo, gozar, sin discriminaciones, de la protección de la ley
por lo que queda autorizada la resistencia. A juicio tiene que complementarse con el derecho de partici-
de los redactores de la Declaración, el atropello de par en condiciones de igualdad en la formación de la
los derechos humanos supone la violación por parte misma. Queda por lo tanto sin piso la lógica que ha-
del Gobernante del pacto originario y la regresión al bía inspirado los decretos sobre ciudadanía, de acuer-
estado de naturaleza, en el que vuelve a cobrar vigen- do con la cual todos los franceses podían reivindicar
cia y legitimidad el poder constituyente y soberano el rango de ciudadanos pasivos, pero sólo unos cuan-
encamado en la voluntad de la nación. El derecho de tos privilegiados - es decir quienes contaban con de-
resistencia posee un carácter peculiar, en la medida terminados niveles de ingresos y propiedades - te-
en que su función prioritaria es la de proteger - como nían el derecho de elegir y ser elegidos, y de gozar del
un derecho «secundario» - la totalidad de los demás privilegio de la ciudadanía activa o plena. Ahora to-
derechos. Despierta además dudas e inquietudes en dos los miembros del Estado son reconocidos como
quienes ven en él una legitimación de la revolución ciudadanos en el sentido pleno de la palabra, por en-

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cima de las diferencias de riquezas y propiedades, y asume su participación como un deber sagrado. Se
todos tienen abierto por igual el acceso a los cargos llega incluso a decretar un auxilio económico espe-
públicos, condicionado exclusivamente a la posesión cial para permitirles a los más necesitados la posibili-
de actitudes y talentos. Este espíritu demócrata que dad de concurrir a las asambleas sin perjudicar su sub-
anima a la nueva Declaración se fundamenta a su vez sistencia o la de sus familias. El ciudadano se impone
en el postulado de la soberanía popular. Atribuir la por encima del hombre privado o burgués.
soberanía al pueblo, más que a la nación, significa en 2. Los derechos como respuestas
ese contexto reconocer la voluntad de los ciudadanos a necesidades primarias.
de carne y hueso como la raíz y la instancia última de La igualdad frente a la ley había constituido un
legitimación del poder. Es el pueblo, conformado por arma poderosa para eliminar las trabas de la estruc-
la totalidad de los ciudadanos, el depositario del po- tura corporativa y feudal que dificultaban el ejercicio
der soberano y el intérprete legítimo de la «voluntad de la libertad y el desarrollo de talentos, iniciativas y
general», que se identifica así con la voluntad popu- habilidades. La dinámica del proceso revolucionario,
lar. y en especial el relativo desencanto de quienes poco
Los hombres de la Convención no se conforman, o nada habían ganado con la igualdad jurídica y .con
por lo demás, con reducir esta voluntad popular a la la emancipación política, impulsa sin embargo hacia
opción por uno u otro de los candidatos en el mo- otras demandas de igualdad, ligadas con los medios
mento del sufragio. Más que una democracia formal para satisfacer necesidades básicas y la repartición
o representativa, lo que se busca es una participación equitativa de los recursos. «La libertad no es si no un
directa en la tareas legislativas y un control constante fantasma vacío cuando, gracias al monopolio, el rico
sobre quienes ejercen las funciones de gobierno. El ejerce el derecho de vida y muerte sobre sus seme-
texto de la Declaración parecería legitimar aquellas jantes» -proclamaba Jacques Roux-, "cuando una cla-
formas espontáneas de democracia que se habían de- se de hombres puede impunemente reducir al ham-
sarrollado en las asociaciones populares y en las sec- bre a la otra". El autor del «Manifiesto de los rabio-
ciones de París. Como bien lo aclara Soboul, la sobe- sos» expresaba la frustración de muchos ciudadanos
ranía popular no era una mera abstracción y evocaba que, a cambio de su entrega a la revolución, habían
por el contrario la realidad concreta del pueblo reuni- tenido que padecer un aumento de precios sin prece-
do en sus asambleas de sección y ejerciendo la totali- dentes, la carestía y el hambre. Al darse cuenta de
dad de sus derechos. La toma en serio de las críticas que sus luchas sólo habían producido la acumulación
de Rousseau a la democracia representativa se tradu- de riquezas en manos de una nueva aristocracia del
ce en la exhortación a los ciudadanos a no abandonar dinero, los ssns-culottes hambrientos empiezan a rei-
el espacio público y a desempeñar una eficaz tarea de vindicar de manera siempre más decidida igualdad
control. Puesto que la soberanía es por principio ina- en el goce y en las propiedades: aprenden en carne
lienable, el papel de los mandatarios debería limitar- propia que el logro de una igualdad jurídica o formal
se al de tramitadores o agentes de la voluntad popu- resulta estéril si subsisten las desigualdades en cuan-
lar. De aquí la delimitación precisa de las atribuciones to a riqueza, propiedades y oportunidades de educa-
y de la duración en el cargo de los funcionarios, y ción. De acuerdo con estas nuevas reivindicaciones,
sobre todo el derecho de los ciudadanos a pedir cuen- el Estado tiene que velar para que no le falten a na-
ta a cada momento a los mandatarios acerca de sus die los medios para la subsistencia y la satisfacción
actuaciones y a revocarles la confianza. Cada ciuda- de las necesidades vitales mínimas. Más allá de las
dano tiene derecho a conocer los actos de gobierno y diferencias ligadas al trabajo y a los talentos de cada
se institucionaliza la censura contra los funcionarios cual, se impone la obligación del Estado con los miem-
corruptos. Contra la actitud propiamente burguesa de bros más débiles y desprotegidos, que acaba por jus-
quienes prefieren dedicar tiempo y energías a sus ne- tificar una política de control de las riquezas y de los
gocios particulares, dejando que otros asuman en su precios, junto con una redistribución de los bienes de
lugar la responsabilidad de gobernar, se impone en acuerdo con criterios de justicia social.
este momento el ideal del ciudadano virtuoso direc- En consonancia con este interés prioritario por las
tamente comprometido con el cuerpo común, que condiciones de posibilidad para el ejercicio de las li-

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bertades, la nueva Declaración reconoce a los ciuda- efectos liberadores de la difusión de las luces. La in,
danos como sujetos de necesidades, tanto materiales clusión de la educación en la lista de derechos recoge
como culturales, y sobre todo consagra la obligación estas preocupaciones y ofrece una herramienta eficaz
positiva de la sociedad frente a las necesidades insa- para la realización del ideal ilustrado de una forma'
tisfechas de los miembros más desprotegidos del cuer- ción humana al alcance de todos.
po social. «La ayuda pública, reza el artículo 21° , es La consagración de esta nueva clase de derechos
una deuda sagrada. La Sociedad debe la subsistencia marca un cambio substancial frente a la Declaración
a los ciudadanos en condición de miseria, sea procu- anterior, transformando radicalmente la manera de
rándoles un trabajo, sea asegurando los medios de concebir las relaciones entre libertad individual, le,
existencia a los que no se encuentran en condición de galidad y Estado. De acuerdo con la lógica de los de,
trabajar». Es cierto que en ningún artículo se especi- rechos ligados a la libertad personal y a la propiedad,
fican los procedimientos concretos para hacer efecti- la acción estatal se concentraba en la defensa de una
va esta obligación de redistribuir los excedentes de esfera personal contra ataques o interferencias exter-
riquezas, y que se conserva la propiedad privada como nas, al tiempo que los derechos políticos le abrían al
un derecho natural. Sin embargo, el reconocimiento ciudadano la posibilidad de incidir en este poder ca,
de esta obligación por parte del Estado marca un cor- mún, imprimiéndole el sello de su voluntad. Con la
te radical en la historia de los derechos: estos últimos inclusión de los derechos sociales el individuo se ve
ya no se agotan en las garantías de las libertades in, autorizado a exigirle al Estado no solamente la pro,
dividuales frente al albedrío del poder o de los de, tección de su vida y bienes contra amenazas exter-
más ciudadanos, e incluyen al mismo tiempo deman- nas, sino también los medios y las condiciones mate,
das ligadas con los medios indispensables con la sa- riales de posibilidad para su derecho a la vida y a la
tisfacción de las necesidades humanas básicas y el cultura. Lejos de reducirse a una sociedad por accio-
desarrollo de la persona. nes de los propietarios, el Estado adquiere una fun-
En esta lógica de los derechos-créditos se inscribe ción eminentemente social y la legitimación de su
el reconocimiento del derecho a la vida, a la educa, poder acaba por depender de su capacidad de res,
ción y a la protección social. El primero ya no se ago- ponder de manera satisfactoria a las demandas de
ta en la seguridad frente a las agresiones externas y bienestar, instrucción y desarrollo personal de los ciu-
abarca por igual el derecho a los medios para poder dadanos.
subsistir. El artículo 22° reconoce la instrucción como 3. El terror como instrumento
una necesidad básica de todos: tan importante como de la política social.
la supervivencia física resulta la alimentación, por En la nueva Declaración se encuentran en germen
medio de la cultura, de la vida espiritual, condición los ideales de los movimientos políticos más avanza,
indispensable para el goce pleno de la libertad y de dos de los dos últimos siglos. La formulación más
los derechos. Puesto que las diferencias de saber progresista de los derechos humanos constituye, sin
engendran o ratifican diferencias de poder, reducien- embargo, una cara de la república jacobina; la otra,
do de hecho a unos pocos el pleno disfrute de los imposible de borrar u olvidar, es la experiencia del
derechos políticos o civiles, la consigna de una ins- terror, cuyo inicio coincide prácticamente con la apro-
trucción para todos adquiere una importancia básica bación del nuevo texto " que significó una violación
para el conjunto de los derechos humanos. Uno de sistemática de derechos supuestamente «sagrados»
los argumentos esgrimidos para limitar la participa, e «imprescriptibles». Entre septiembre de 1793 y ju-
ción política de los no, propietarios se había centrado lio de 1794 rodaron unas 17.000 cabezas, de todos
en la ignorancia de quienes consumían su existencia los rangos y clases sociales. El tribunal revoluciona'
en trabajos manuales agotadores. Ahora resulta evi- rio creado para acelerar los procedimientos de la jus-
dente que la imposibilidad de acceder a la educación ticia popular violó a menudo las garantías judiciales
es injusta y se establece la instrucción como un dere- sancionadas en la Declaración, expidiendo al por
cho básico para todos. Los filósofos de la Ilustración mayor condenas a la pena capital, y a menudo por
habían insistido hasta la saciedad en la necesidad de razones aparentemente fútiles como el escaso entu-
luchar contra las cadenas de la ignorancia y en los siasmo por los ideales revolucionarios o la simple sos'

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pecha de ser enemigos ocultos de la Revolución. La nes de derechos, es innegable que en el debate teóri-
guillotina se transforma pronto en uno de los símbo- co que acompaña estas formulaciones solemnes sa-
los de la Revolución, al lado del gorro frigio y la len a relucir las ideas básicas sobre derechos huma-
Carmañola. Junto con la vida, la mayoría de las liber- nos que constituirán, en los dos siglos siguientes, el
tades - de opinión, expresión, asociación, etc. - su- arma ideológica del liberalismo, del socialismo y de
fren serios recortes, al tiempo que se imponen prácti- la democracia. Incluso los intentos frustrados de lle-
cas que parecían pertenecer a un pasado de var a la práctica estas reivindicaciones por medio de
oscurantismo ya enterrado: quema de libros, perse- decretos o de nuevas instituciones, anticipan las difi-
cución de los sospechosos de herejía contra la orto- cultades que experimentará la humanidad en su es-
doxia revolucionaria, etc. «Resulta algo paradójico - fuerzo por satisfacer exigencias a ratos incompatibles
anota G. Gusdorf - atribuir el honor de los derechos y antagónicas. En este sentido la Revolución france-
del hombre a quienes pusieron el terror al orden del sa inaugura la historia moderna de los derechos hu-
día y promulgaron la ley de los sospechosos». manos y pone a la orden del día una serie de proble-
El estrecho parentesco entre derechos y terror ha mas que siguen siendo los nuestros.
sido utilizado para cuestionar o limitar el aporte de la
-.
Revolución francesa al desarrollo de los derechos
humanos y a la consolidación de la democracia mo- V. LOS APORTES DE LA FILOSOFíA CLÁSICA
derna. Algunos intérpretes han llegado incluso a in- ALEMANA A LA TEORíA DE LOS
terpretar los nexos entre la proclamación de los dere- DERECHOS HUMANOS
chos-créditos y el terror como una prueba adicional
de los efectos perversos que desencadenaría todo in- La revolución francesa, celebrada por Kant y Hegel
tento de política social de carácter redistributivo: el como un acontecimiento que instaura una nueva épo-
esfuerzo - bienintencionado - de trascender la con- ca en la historia de la humanidad, constituye un gran
cepción propiamente liberal de la libertad y de llevar reto para los grandes pensadores alemanes, que in-
a cabo una política social sensible a las desigualda- tentan aclarar en el plano conceptual los logros y los
des acabaría por engendrar, tarde o temprano, una límites de una experiencia política que despierta su
cadena de despotismo, violencia y terror. Sin duda entusiasmo y admiración. Es muy probable que su
puede provocar cierta extrañeza el hecho de que la interés por los derechos del hombre haya sido esti-
declaración del derecho a la vida y de los derechos mulado precisamente por la atención prestada a los
sociales coincida con una liberación peligrosa de la acontecimientos revolucionarios. Sin embargo, sus
pulsión de muerte y con un proceso ascendente de reflexiones ético-políticas poseen un alcance más
violencia en el que quedan al final atrapados los mis- amplio, y se han transformado en aportes
mos protagonistas de esta obra destructiva. Sin em- substanciales a la teoría de los derechos humanos.
bargo, no existen razones para transformar esta coin-
cidencia en el tiempo con una supuesta ley necesaria A - Dignidad y derechos humanos en Kant
de la historia. La experiencia de los Estados de bien-
estar muestra la posibilidad de tomar en serio los La dignidad humana se ha transformado en el so-
derechos de carácter social sin sacrificar las liberta- porte moral de los derechos, considerados como una
des básicas y sin necesidad de acudir a la violencia o derivación lógica del respeto que merece todo ser
al terror. Es innegable que la toma en serio de estos humano como portador de un valor inherente. En este
derechos «de segunda generación» se enfrenta con terreno los aportes de Kant son decisivos.
dificultades y obstáculos mucho mayores que en el 1. La idea kantiana de dignidad como fun-
caso de la libertad personal o de los mismos dere- damento de los derechos.
chos políticos; sin embargo, no hay razones para con- La noción de dignidad designa un complejo de
cluir que sólo es posible llevarlos a la práctica por creencias, valores, normas e ideales: incluye un pos-
medio de la violencia. Más allá de las tensiones y tulado acerca del valor intrínseco de lo humano, unas
contradicciones que marcan los acontecimientos re- pautas de conducta que se desprenden de este reco-
volucionarios y los textos mismos de las Declaracio- nocimiento y unas orientaciones acerca del camino a

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seguir para lograr una forma superior de humanidad. o mercancías, una cosa puede ser comparada y can,
En este último sentido la dignidad designa un ideal jeada por otra, de acuerdo con su valor relativo, puesto
de vida deseable y una forma de existencia con senti- que «en el lugar de aquello que tiene un precio, se
do. puede poner también otra cosa, su equivalente». En
a. Un postulado acerca del valor intrínseco de todo cambio el ser humano posee dignidad: "aquello que
ser humano. Kant subraya antes que todo, y de ma- constituye la condición bajo la cual exclusivamente
nera enfática, el valor interno que posee todo ser algo sea fin en sí mismo, no tiene meramente un va,
humano, independientemente de sus méritos, status lar relativo, es decir un precio, sino un valor interno,
o conducta. De acuerdo con su sentido originario el es decir una dignidad". El hombre no tiene valor de
término dignidad designaba una condición en la que cambio ni de uso, repite Kant hasta el cansancio, an-
alguien era especialmente honrado y estimado. En el ticipando la polémica marxista contra la reificación
contexto de la ética kantiana, por el contrario, lo que capitalista y retomando temas del pensamiento es,
era antaño el privilegio de unos pocos ' los toico y cristiano.
«dignatarios» " se transforma en una prerrogativa de Tratar a alguien con dignidad implica también acep-
todos los seres humanos. Dicho valor es independien- tar una normas mínimas acerca del respeto de la vida,
te del valor relativo, méritos o valor de mercado de integridad y bienes de cada cual, y la abstención de
un individuo, puesto que se desprende sin más de su cualquier trato cruel o degradante. Los actos de sevicia
naturaleza esencial como ser humano: los hombres y crueldad, los crímenes contra la vida y la reducción
poseen valor en virtud de su humanidad, no de su a la condición de esclavos constituyen las violaciones
rango social. En este sentido contrasta con otras con, más patentes de las obligaciones básicas ligadas con
cepciones que tienden a relacionar el valor de una el respeto de la humanidad en cada persona. Igual,
persona con el status o reconocimiento social, la no, mente violatoria de la dignidad inherente resulta la
bleza, los logros o méritos, o en general con la pose, tendencia a tratar a los demás como menores de edad
sión de rasgos socialmente deseables. La dignidad o a subordinar el valor de la vida individual a fines y
como estado moral no se pierde a pesar de los actos valores supuestamente superiores como el bienestar
considerados más indignos, ni por el hecho de que general o los intereses del Estado.
otros desconozcan con su práctica dicho valor. Obligaciones igualmente estrictas se derivan de la
b. No a la instrumentalización ya la violencia. Así obligación del sujeto consigo mismo, con su propia
concebida, la dignidad se transforma en un derecho dignidad. La obligación de no-instrumentalización de
moral básico, que le garantiza a cada cual un status lo humano empieza por la autoestima y por la valora'
inviolable e impone a los demás una serie de obliga, ción de nuestra propia persona, que no podemos en
ciones. Del postulado inicial acerca del valor intrín- ningún momento rebajar a la condición de simple
seco de cada persona se desprende un conjunto de medio o instrumento al servicio de fines ajenos, no
restricciones y normas en el trato con las personas: importa cuán importantes o sublimes nos puedan
puesto que éstas poseen un valor intrínseco, deben aparecer. La tendencia a creer que nuestro ser carece
ser reconocidas como tales por los demás y por el de un valor intrínseco y sólo tiene sentido en función
cuerpo social, al tiempo que ellas mismas se ven obli- de una instancia o finalidad superior, e incluso el re,
gadas a actuar de conformidad con este rango supe' ducir nuestras vidas a un simple medio para la reali-
rior. La humanidad de cada persona constituye un fin zación y felicidad de otro ser, viola el imperativo de la
en sí y por lo tanto no puede ser reducida al nivel de dignidad tanto como la tendencia a instrumentalizar
un instrumento al servicio de fines ajenos. Este im- a los demás. Esta obligación negativa con el valor in,
perativo supone una diferencia radical y cualitativa trínseco de nuestra propia persona se complementa a
entre cosas y personas, entre los entes que pueden su vez con el precepto positivo ligado con el desarro-
ser objeto de manipulación y aquellos otros que me' 110 personal, la realización de las potencialidades in,
recen respeto y consideración: estos últimos no pue- telectuales y morales, el cultivo del sentido de res,
den ser degradados al rango de simples medios para ponsabilidad y de la autonomía, etc.
fines de poder o placer, o de fichas estratégicas al ser, c. La solidaridad, la otra cara de la dignidad En la
vicio de una voluntad de poder. En el caso de objetos medida en que todos los seres humanos comparten

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COLOMBIANA
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estos fines esenciales, se justifica además la colabo- cionalmente un terreno abonado por el irrespeto, el
ración recíproca para el logro de los mismos. La obli- fanatismo y la intolerancia. Para Kant resulta parti-
gación negativa de no rebajar a la humanidad a un cularmente importante un compromiso serio con la
simple medio, se complementa así con la obligación dignidad en la esfera religiosa, puesto que la renun-
positiva de esforzamos por desarrollar las potenciali- cia al uso autónomo de la razón y la minoría de edad
dades inscritas en nuestra naturaleza, y de asumir la en este terreno "es la más dañina y la más humillan-
solidaridad con los demás. Afirmar que el otro es un te". La forma más brutal de desconocimiento de la
fin en sí significa también que yo estoy moralmente dignidad humana por razones de fe la constituye sin
obligado a compartir sus fines: la dignidad del otro duda la persecución, discriminación o aniquilación de
me impone, además de la prohibición de ejercer vio- quienes no comparten un determinado credo o son
lencia sobre su persona o de instrumentalizarlo, la considerados heterodoxos. Sin embargo, existen mu-
obligación de colaborar con el logro de los fines que chas otras maneras, -menos evidentes, pero igualmen-
él comparte conmigo como ser humano, racional y te peligrosas-, de desconocer la dignidad del ser hu-
moral. mano en esta dimensión tan significativa de su exis-
Por consiguiente, abstenerse del recurso a la vio- tencia: sometimiento pasivo a la autoridad eclesiásti-
lencia y controlar la tendencia a reducir al otro a sim- ca, imposición de dogmas sustentados en la autori-
ple objeto o mercancía resulta necesario pero insufi- dad más que en la convicción racional, obligación de
ciente para el respeto debido a la persona moral que acatar sin crítica las verdades y principios contempla-
exige por igual, de manera positiva, su reconocimien- dos en un texto sagrado, etc. Se trata de procedimien-
to como un sujeto de necesidades que merecen ser tos propios de las religiones dogmáticas y estatutarias,
atendidas, un individuo con concepciones de mundo sustentadas en la verdad incontrovertible de un texto
e ideales que deben ser honrados con la posibilidad sagrado, y en un aparato eclesiástico que detenta el
de expresión y el diálogo, y un ser humano con pro- monopolio hermenéutico y el poder sobre las con-
yectos vitales propios que ameritan formas de coope- ciencias de los fieles. De acuerdo con esta manera de
ración y solidaridad. concebir y practicar la religión, no existe un espacio
autónomo para el uso de la razón: todo está ya deci-
2. Un ideal ético con proyecciones en la dido, y sólo queda la confianza ciega y pasiva en la
esfera jurídico-política, económica y religio- autoridad. Para Kant, la única alternativa para la dig-
sa. nidad del creyente es la adecuación progresiva de las
El respeto por lo humano no se agota en el domi- religiones históricas al ideal de una pura religiosidad
nio exclusivo de la ética, y queda incorporado tam- moral, que se limita a unos pocos principios acerca
bién en la esfera jurídico-política, donde no resulta de las relaciones con la divinidad y con los demás
difícil percibir sus huellas. Su influencia se hace ya seres humanos, y se identifica, en últimas, con los
evidente en la concepción misma del ordenamiento preceptos mismos de la ética. A diferencia de la fe de
jurídico y del Estado de derecho, cuya función pri- Iglesia, esta religiosidad pura no necesita de una re-
mordial es la de asegurar la libertad en la esfera pri- velación externa, ni de un texto sagrado, ni de un
vada y la seguridad de los ciudadanos frente a agre- aparato de poder para interpretarlo o imponer obli-
siones externas, su igualdad frente a la ley y la posi- gaciones a los fieles: para ella es suficiente la revela-
bilidad de participar activamente en su funcionamien- ción interior, puesto que el único texto sagrado es la
to. A diferencia de lo que acontece con la moral, la verdad que la conciencia percibe por sí misma, lo que
obligación jurídica cuenta además con herramientas la transforma también en la única instancia legítima
de coacción externa. Sin embargo, a pesar de la dife- para decidir sobre cuestiones morales. Además, en la
rencia en cuanto a los medios empleados, la finali- medida en que cada persona está en capacidad de
dad del derecho no resulta sustancialmente distinta comprender por sí sola estos principios, no habrá que
de la que persigue la moralidad y apunta, al igual que apelar a la coacción, a la amenaza o a la fuerza: es
ésta, a garantizar el valor autónomo de cada persona. suficiente la persuasión.
Otro ámbito en el que la dignidad se impone de Los rasgos peculiares de la religión estatutaria
manera imperiosa es el de la esfera religiosa, tradi- -textos sagrados, revelación externa, aparato eclesial-

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

constituyen al mismo tiempo el caldo de cultivo para derechos sean impunemente pisoteados( ... ) El do-
el fanatismo, el odio religioso y la intolerancia. El blar las rodillas y plegarse hasta la tierra, aún cuando
miembro de una fe de iglesia o secta se siente orgu- no tiene otro fin que el de representar de manera sen-
lloso de la revelación especial recibida por la divini- sible la veneración por las cosas del cielo, es contra-
dad y su actitud hacia quienes no han contado con rio a la dignidad humana, al igual que los ruegos diri-
este favor especial o que se nieguen a reconocer la gidos a las imágenes; puesto que entonces vosotros
verdad que ellos intentan imponerles, estará marca- os humillais no frente a un ideal que os presenta vues-
da por el desprecio o el odio. También en este aspec- tra razón, sino frente a un ídolo, que es una creación
to las diferencias entre religión racional y fe estatutaria vuestra".
no podrían ser mayores: con el mismo celo con que la J. La dignidad como fundamento de los de-
primera une a los hombres que profesan diferentes rechos.
credos, invitándolos a reconocer la unidad sustancial Del imperativo ético de la dignidad, que además
por encima de las diferencias contingentes e insigni- impregna el sistema kantiano en su totalidad, no re-
ficantes, la fe sectaria agudiza la contraposición y las sulta difícil derivar los derechos concretos, en espe-
diferencias, estimulando un odio visceral contra he- cial los relativos a la tradición liberal en la que el au-
rejes e infieles y propiciando sangrientas guerras de tor se inscribe.
religión. La consolidación del ideal de religiosidad a. El derecho a la vida. El destino moral del hom-
pura constituye por consiguiente el mejor antídoto bre es lo que sustenta el valor superior de la vida
contra el fanatismo y la intolerancia, y la manera más humana. En caso de que nos viéramos obligados a
eficaz para promover la libertad religiosa y tomar en escoger entre vida y libertad, para Kant resultaría
serio el derecho de todo individuo de encontrar en su mezquina y despreciable la conducta de quien, im-
corazón y en su conciencia las verdades básicas y los pulsado por su instinto de conservación, se apegara a
preceptos de la religión racional y moral, que "cada la vida hasta el extremo de sacrificar todo aquello
cual puede reconocer en sí mismo, por medio de su que la hace digna de ser vivida. Sin embargo, quienes
propia razón". Los que defienden sus privilegios de exaltan el sacrificio de la vida en aras de la libertad y
poder en el interior de las religiones positivas trata- de la dignidad olvidan a menudo que la vida consti-
rán, por cierto, de oponerse con todos lo medios a la tuye la condición material para el ejercicio de la liber-
mayoría de edad en materia de fe, alegando los peli- tad, por lo que la pérdida de este bien considerado a
gros y los riesgos de la independencia. Sin embargo, veces con desdén o desprecio significa una pérdida
el respeto por la racionalidad y la dignidad de cada irreparable, en especial para quienes se resisten a con-
sujeto indica de manera inequívoca la dirección a se- siderar sus existencias singulares como un medio para
guir: lucha contra el fanatismo y el despotismo cleri- la realización de poderes e instancias superiores y que
cal, denuncia de los abusos contra la libertad de con- no se hacen demasiadas ilusiones acerca de la posibi-
ciencia, fomento en cada ser humano de una raciona- lidad de otra vida. El hecho de que el respeto de todo
lidad autónoma y crítica. ser humano como un fin en sí empieza por el respeto
Cabe destacar en fin, en la posición kantiana, la de su vida, y el reconocimiento de los múltiples dere-
reivindicación de la dignidad de la razón humana en chos en los que se despliega su dignidad presupone
contra del sometimiento pasivo a la divinidad. La el reconocimiento de su derecho básico a la existen-
obligación del individuo a no doblar la rodillas fren- cia. Esta obligación vale también en relación con nues-
te a nadie y de no renunciar al uso de su propia razón tra propia vida, que a juicio de Kant no puede ser
sigue vigente incluso en las relaciones con la divini- sacrificada sin más como un instrumento para fines
dad. Es lo que expresa Kant en un texto que podría externos (ampliación del poderío de un Estado, idea-
sonar presuntuoso y arrogante para muchos creyen- les políticos o religiosos, progreso de la ciencia, etc.).
tes: "este deber relativo a la dignidad de la humani- b. Libertad de conciencia, pensamiento y expre-
dad en nosotros, y que por consiguiente es también sión. Es interesante la manera como Kant relaciona
un deber hacia nosotros mismos - anota el autor - se el ejercicio del derecho a la libertad de pensamiento
puede ilustrar con los siguientes ejemplos. No seáis y de conciencia con el derecho a la libertad de expre-
esclavos de los hombres. - No permitáis que vuestros sión en materia religiosa, política y científica. Las De-

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claraciones de derechos del siglo XVIII se han cen- nomía no se agota en la esfera moral y ocupa tam-
trado más en la libertad de expresión que en la liber- bién un lugar destacado en el ámbito de la esfera
tad de pensamiento, debido a la creencia generaliza- política. Puesto que la única fuente de legitimidad
da de que las convicciones internas se encuentran por del poder es la voluntad unida del pueblo, los miem-
fuera del alcance de la coacción. Por eso la lucha ha- bros del cuerpo político gozan, si bien de manera li-
bía que darla en el campo de la exterioridad, donde mitada, del derecho de ejercer su soberanía y de par-
la intervención del poder es más evidente y donde ticipar en la formación de la voluntad racional-uni-
resulta más fácil precisar el alcance de esta clase de versaL De este postulado básico, que sustenta la dig-
derechos y señalar los obstáculos que impiden su rea- nidad política del ciudadano de un Estado republica-
lización. La razón que aporta Kant para tomar en se- no, se desprende "su derecho de obedecer solamente
rio la libertad de expresión se enmarca en cambio en a aquellas leyes exteriores a las que pudo haber dado
una interrelación más estrecha y vital entre pensa- su consentimiento", al igual que el derecho a "no re-
miento, comunicación y expresión. "Se acostumbra conocer otro superior, en el pueblo, sino a aquel a
decir - sostiene en su ensayo' ¿Qué significa orientar- quien podemos imponer una obligación jurídicamen-
se en el pensamiento?' - que el poder supremo puede te tan válida como la que él puede imponemos a no-
quitamos la libertad de hablar y escribir, pero no la sotros" .
libertad de pensar. Sin embargo, ihasta dónde y con
qué exactitud sabríamos pensar si no pensáramos por B. Hegel y los derechos humanos
así decir en comunidad con otros, que nos comunica-
ran sus pensamientos y nosotros los nuestros a ellos! El filósofo alemán se ha ganado la fama de teórico
Se puede por 10 tanto afirmar que aquel poder exte- del Estado prusiano, por 10 que no goza de buena
rior que arrebata a los hombres la libertad de comu- reputación en materia de derechos humanos. Sin
nicar públicamente sus propios pensamientos, les embargo, con su reflexión hace tres aportes significa-
quita también la libertad de pensar, la que constituye tivos a la teoría de los derechos: a)la toma de con-
el único tesoro que nos queda en medio de las pesa- ciencia del carácter histórico, dinámico y abierto de
das cargas de la condición civil...". El interés de Kant los derechos humanos; b)la articulación de los dere-
por la libertad de expresión se basa menos en una chos alrededor de una idea no individualista y social
presunta imposibilidad material de recortar o elimi- de libertad; c)la atención prestada a un espectro más
nar la libertad de pensamiento, que en la imposibili- amplio de derechos, que incluye los económicos y
dad de separar o deslindar pensamiento y expresión. sociales.
c. El derecho del individuo a buscar la felicidad a 1. Los derechos como producto de la mo-
su manera. Kant sostiene que nadie está autorizado a dernidad.
inmiscuirse en la esfera privada del individuo o a in- Hegel percibe con claridad la naturaleza histórica-
terferir con sus actividades, mientras no resulten per- mente determinada de los derechos, al igual que su
judiciales para la libertad y los intereses de los de- conexión con el espíritu de la Modernidad.
más. Cada persona tiene derecho a ser feliz, y a bus- a. Carácter históricamente determinado de los
car la felicidad a su manera, 10 que implica para los derechos. En contraposición con la tradición
demás y para el Estado la obligación de respetar es- iusnaturalista, que concebía los derechos como atri-
tas elecciones, incluso cuando las consideren butos peculiares inscritos en una naturaleza humana
inapropiadas o irracionales. Coherente con su defen- ahistórica e inmudable, el filósofo alemán los consi-
sa de la autonomía y de la mayoría de edad Kant dera como un logro de la civilización y de la historia.
formula una condena sin atenuantes del "gobierno El hombre no nace con derechos sino que por el con-
paternal", a sus ojos la peor forma de despotismo. El trario los va ganando en procesos de lucha; la liber-
déspota ilustrado pretende conocer mejor que sus tad no es algo originario -un don de la Naturaleza-
súbditos 10 que es de verdad bueno para ellos, por 10 sino el resultado de un largo proceso de aprendizaje,
que se siente autorizado a imponer sus propios crite- una conquista progresiva para el individuo y la espe-
rios de vida buena y de felicidad. cie. Su Filosofía de la historia constituye precisamen-
d. Mayoría de edad y derechos políticos. La auto- te un intento de reconstruir el largo camino a través

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del cual las libertades y los derechos se afianzan en la científico brotan más fácilmente en el interior de un
conciencia del hombre de Occidente; a él le debemos Estado libre, en el que se ha afianzado la conciencia
el primer esbozo de una genealogía de los derechos de que las leyes y las instituciones se fundan en la
humanos, desde la aparición del Cristianismo hasta libertad; en cambio una condición de servidumbre ge~
las Revoluciones del siglo XVIII. neralizada y de despotismo constituyen un terreno
Si los derechos humanos pertenecen al ámbito de particularmente desfavorable para el florecimiento de
la "segunda naturaleza", es decir a la cultura, es ob- las libertades más elevadas del espíritu.
vio que no pueden ser pensados al margen de las vi- b. Los derechos humanos como un producto de la
siones de mundo, formas de producción, desarrollo Modernidad Hegel es el primer pensador que alean-
técnico y relaciones de poder propias de una época y za a vislumbrar los nexos entre la problemática de los
cultura determinada. Llama la atención el hecho de derechos y el desarrollo de la Modernidad. A juicio
que un filósofo "idealista" como Hegel se interese del autor, en las diferentes manifestaciones cultura-
por las condiciones de posibilidad para que un dere- les de los últimos siglos ~ en la forma de organizar las
cho o una libertad puedan realizarse. Al exaltar el relaciones económicas, jurídicas y políticas, en las
goce intelectual del pensamiento libre, el autor no múltiples expresiones de la religiosidad, del arte o
olvida que esta satisfacción superior del espíritu su- del pensamiento ~, es posible descubrir un elemento
pone como condición de posibilidad la satisfacción común: siempre sale a relucir, con modulaciones dis-
de las exigencias más elementales de supervivencia: tintas, el reconocimiento de la libertad subjetiva como
el individuo apremiado por el hambre tendrá que ca- un derecho inenajenable. El hombre moderno ya no
nalizar sus capacidades intelectiva s hacia el objetivo se conforma con la libertad de los antiguos, que se
primario e inaplazable de satisfacerla, y difícilmente agotaba en el sentimiento de ser parte de un todo
le sobrarán tiempo y energías para un uso superior más amplio. Por el contrario, reivindica de manera
de su facultad racional. La libertad de pensar supone vigorosa los derechos de su singularidad e interiori-
la libertad frente a las necesidades, puesto que "sólo dad, que configuran la libertad peculiar de los mo-
después de haber satisfecho las necesidades elemen- dernos: autonomía intelectual y moral, el derecho de
tales de la vida el hombre ha empezado a filosofar". propiedad, derecho a una vida feliz, etc. La aspira-
El desarrollo del pensamiento libre requiere ausencia ción a la mayoría de edad, es decir el derecho del
de miedo, un clima generalizado de confianza y el individuo a no aceptar nada y a no dar su consenti-
desarrollo de ciertas libertades básicas. Hegel desta- miento sino a aquello que considera justo, valioso y
ca por igual la importancia de la ciudad como un verdadero, se transforma así en un derecho sagrado
ambiente particularmente propicio para el desarrollo irrenunciable. Alrededor de este carácter peculiar de
de las libertades y de los derechos, en contraste con la Modernidad ~ la formación del sujeto autónomo y
la pasividad y la tendencia a obedecer tan arraigados libre que se abre paso a través del Humanismo, la
entre .los trabajadores ligados a la tierra. Reforma y la Ilustración ~ se articularían los diferen-
La perspectiva histórica le permite también a Hegel tes derechos humanos. La relación establecida entre
percibir y subrayar la estrecha interdependencia en- Modernidad y derechos le permite a Hegel una justi-
tre las diferentes clases de derechos. En este sentido ficación historicista de los mismos: negarlos sería des-
él anota que la consolidación de libertad de pensa- conocer las aspiraciones de toda una época, que a su
miento y de expresión suponen un desarrollo míni- vez ponen de manifiesto una dimensión esencial de
mo de instituciones libres y un ambiente de toleran- la libertad y del espíritu.
cía; pero sostiene al mismo tiempo que el florecimien-
to de las libertades de conciencia, pensamiento y ex- 2. Una concepción del hombre como ser so-
presión juega un papel central en la superación de la cíal.
dependencia y en la consolidación de un régimen La célebre dialéctica del señor y el siervo, por me-
político basado en la libertad. El desarrollo de la cul- dio de la cual Hegel esboza las etapas ideales que
tura se caracteriza así por una interrelación dialéctica marcan la génesis ideal de lo humano y su desprendí-
entre diferentes clases de libertad. El propio autor miento progresivo de la primera naturaleza, pone de
anota que la libertad de pensamiento y el espíritu manifiesto que la relación social es algo más que un

"Sl 101EC.~ CERT~",


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simple agregado accidental para la persona. El deseo también destacar el hecho de que nuestro autor valo-
de reconocimiento brota precisamente de esta oscura re la vida por encima de la propiedad privada, puesto
pero acuciante necesidad de socialización que experi- que ésta última tiene sentido en cuanto herramienta
menta todo individuo: es el síntoma de una carencia que asegura o facilita la supervivencia.
estructural, tan grave como la carencia de medios para Por lo anterior, resulta unilateral y algo tendencio-
satisfacer las necesidades primarias. so ver en Hegel un enemigo visceral de los derechos
De hecho el sujeto humano sólo se constituye como humanos. Lo que él intenta elaborar es un modelo
tal gracias a la mirada de otro. Lo que implica tam- apropiado para responder a una necesidad de su tiem-
bién que resulta imposible e impensable realizar un po, es decir, a la exigencia de redefinir el sentido y el
proyecto de vida humana y de libertad por fuera de alcance de los derechos de cara a la experiencia re-
un contexto social y comunitario. Los alardes de au- ciente de las revoluciones burguesas, a la consolida-
tosuficiencia y omnipotencia del sujeto cartesiano se ción del Estado postrevolucionario y a los incipientes
desinflan frente a la evidencia de la necesidad de otro problemas del desarrollo capitalista. Sin embargo, esta
ser humano para la formación de la autoconciencia. propuesta pensada para un contexto y una época de-
Incluso la autonomía moral, el bien del que el sujeto terminada no ha perdido del todo su vigencia; sigue
se siente más orgulloso, constituye en realidad el re- siendo un punto de referencia obligado para enfren-
sultado de una interacción social, de un intercambio tar problemas complejos relacionados con la presen-
y diálogo permanentes con los demás: en el indivi- cia de múltiples conflictos entre derechos igualmente
duo la existencia como ser para sí no puede desligar- legítimos, con la dificultad de conciliar el carácter his-
se en ningún momento de su ser para otros. La toma tóricamente determinado y el valor absoluto de algu-
de conciencia por parte del individuo de que la pre- nos derechos básicos, o con los obstáculos prácticos
sencia de otro sujeto de libertad - a pesar de ser que se oponen a la transformación de las exigencias
percibida muchas veces como inquietante, incómoda ideales en derechos verdaderos.
o amenazante - es fundamental para su constitución
como persona y para el ejercicio de su libertad, cons- C. Los aportes de Marx
tituye el primer paso hacia el desplazamiento de la
voluntad unilateral de poder hacia el reconocimiento Marx es un crítico de los derechos del hombre,
de la deuda social y del respeto debido a los demás. que él considera a menudo como un aparato ideoló-
3. Una concepci6n más amplia y rica de los gico de la burguesía. Sin embargo, su reflexión cons-
derechos. tituye al mismo tiempo un aporte significativo para
La toma en serio del carácter eminentemente so- una nueva concepción de la dignidad y de los dere-
cial del ser humano supone una superación del para- chos humanos.
digma estrictamente individualista propio de la tra- 1. La postura crítica.
dición liberal, y cierta sensibilidad por lo que hoy Marx considera de manera crítica los derechos pro-
denominamos derechos sociales y económicos. Si bien clamados por la Revolución francesa, puesto que ve
no existe en la obra hegeliana un reconocimiento ex- en ellos los privilegios de una clase específica - la
plícito de los mismos, es posible encontrar indicacio- burguesía - más que el reconocimiento de los dere-
nes acerca de lo que será después la política del Esta- chos de la humanidad en general. De acuerdo con la
do de bienestar: ante las deficiencias estructurales de tesis defendida en La cuestián judía, el sujeto real de
la sociedad civil, que en medio de la riqueza produci- estos derechos no sería "el hombre en general", sino
da no es capaz de evitar la formación de una clase el individuo egoísta miembro de la sociedad burgue-
con un nivel de vida por debajo de lo humano, es sa, el ser privado que se interesa exclusivamente por
necesaria la intervención del Estado, obligado a in- su placer y su interés egoísta. La teoría de los dere-
tervenir para contrarrestar los altibajos del mercado chos ocultaría y encubriría a este sujeto real, al tiem-
y ofrecer asistencia a los menos favorecidos. En este po que lo transforma en el arquetipo y paradigma de
sentido el Estado racional propuesto por Hegel se la humanidad sin más. A juicio de Marx esta identifi-
asemeja mucho más al Estado social de derecho que cación del burgués con el hombre en general se perci-
al Estado de derecho de corte liberal. Es interesante be con especial claridad en la importancia prioritaria

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asignada a la propiedad privada, alrededor de la cual de una sociedad fundada en teoría sobre la libertad y
se articulan los demás derechos y libertades; y sale a el respeto de todo ser humano. A pesar de estos idea-
relucir en la reducción de los derechos civiles a sim- les, en la sociedad burguesa el obrero queda rebaja-
ples medios para la conservación y el goce de los de- do y degradado a una mercancía como otra, a una
rechos-privilegios de los propietarios. máquina que consume y produce, a un cuerpo que
Marx cuestiona también la noción de libertad que trabaja y necesita lo mínimo indispensable para con-
sustenta todos estos derechos: el entusiasmo patrió- servar sus fuerzas y para reproducirse: el individuo
tico y la retórica de la voluntad general encubren en obligado a vender su fuerza de trabajo se reduce a
realidad una concepción estrecha de la libertad, acor- una simple abstracción, puesto que sólo existe en
de con la visión igualmente limitada del hombre como cuanto mercancía o como productor de mercancías.
ser egoísta y originariamente asocial. La teoría de los La moderna economía política aparentemente valo-
derechos se sustenta así en un fundamento débil y ra al ser humano, puesto que reconoce la fuente del
pobre, sobre una idea de libertad que se agota en la valor en el proceso de trabajo y no en los metales
posibilidad para cada individuo de ejercer su albe- preciosos o en la naturaleza. Sin embargo, la praxis
drío absoluto dentro del estrecho margen de lo priva- del mercado contradice esta valoración: el obrero se
do. A juicio del autor, los teóricos de los derechos empobrece cuanto más produce, y la valoración del
humanos no han logrado superar esta visión indivi- mundo de las cosas es directamente proporcional a la
dualista y monádica de la libertad, con la consecuen- pérdida de valor del trabajado. Marx denuncia tam-
cia de que "cada hombre encuentra en el otro no la bién el carácter alienante del trabajo en el interior de
actuación, sino el límite de su propia libertad". la fábrica, que por su carácter mecánico, repetitivo y
2. Aportes a la teoría de los derechos, gra- deshumanizante embrutece y empobrece al ser hu-
cias a una nueva idea de dignidad humana. mano, atrofia sus potencialidades y le impide desa-
Una confirmación de las deficiencias radicales de rrollar libremente sus energías físicas y espirituales.
las revoluciones burguesas y del alcance limitado de Con igual fuerza el autor cuestiona la alienación y el
los derechos del hombre lo constituye para Marx la extrañamiento en la dimensión existencial, es decir
condición de miseria y alienación de la naciente so- la pobreza, la lucha contra el hambre, la imposibili-
ciedad industrial, celebrada por los teóricos liberales dad de satisfacer las necesidades vitales más elemen-
como el auténtico paraíso de los derechos del hom- tales. En fin, Marx pone de manifiesto la pérdida de
bre. En los Manuscritos de 1844 Marx formula una la sociabilidad y la carencia de una dimensión comu-
protesta apasionada en contra de la alienación y el nitaria en el interior de la sociedad capitalista, donde
extrañamiento producidos por la moderna sociedad las relaciones interhumanas se agotan en las
de mercado, creada supuestamente sobre los ideales interacciones como propietarios, productores o con-
revolucionarios, los derechos, la libertad y la digni- sumidores de bienes y mercancías.
dad. Si la mayoría de los hombres no ve asegurado Lo que anima la reflexión y la praxis de Marx es el
siquiera el derecho a la vida, si los obreros se encuen- ideal de una vida humana digna y plena, la aspiración
tran condenados a una existencia pobre y limitada, a una condición en la que la libertad solidaria, el res-
sin posibilidad de satisfacer necesidades vitales bási- peto recíproco y la no-instrumentalización sean algo
cas y tienen que aceptar un trabajo que, además de más que meras palabras. Y con base en este ideal de
embrutecerlos y de agotar su energía vital, aumenta dignidad es posible redefinir en sentido socialista al-
la represión y el poder social extraño, es claro que los gunos de los derechos proclamados por las Revolu-
derechos humanos proclamados por las revoluciones ciones burguesas. Para empezar, el derecho a la vida
burguesas resultan a todas luces insuficientes para no queda garantizado en la sociedad de mercado, en
realizar una auténtica liberación y emancipación hu- la que no existen para el individuo garantías serias
mana. frente al hambre y a la muerte por inanición. Por esto
Marx protesta por la reducción del ser humano a la primera tarea en una organización distinta de la
mercancía, a valor de uso o valor de cambio, por la sociedad debería consistir en asegurar a todos los
degradación en el trabajo y en la vida cotidiana, por medios para vivir y la asistencia contra el hambre, la
la instrumentalización y la reificación en el interior miseria y la desnutrición. Al mismo tiempo la vida

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humana no puede agotarse en una dimensión mera- miembros del cuerpo social. En este mismo sentido
mente animal, puesto que el ser humano necesita se orientan las críticas de Marx al comunismo "nive-
además los medios para una vida digna, que incluyen lador", que sugieren un derecho de todos los indivi-
un habitat decoroso y no contaminado. La denuncia duos a realizar de manera distinta y peculiar el ideal
de la "desmoralización bestial, de la completa, abs- común de libertad y dignidad. En contra de este falso
tracta y ruda simplicidad de la necesidad", parecería ideal de sociedad comunista, que propugna como ideal
justificar un derecho que hoy denominamos de terce- político y ético la negación de la cultura y el regreso a
ra generación: "para el obrero - sostiene Marx - in- la simplicidad del hombre sin necesidades, Marx rei-
cluso la necesidad de aire libre deja de ser una nece- vindica para cada individuo la posibilidad de un de-
sidad; el hombre vuelve a habitar las cavernas, ahora sarrollo autónomo de sus talentos y capacidades, por
envenenadas por los hálitos pestilentes de la civiliza- fuera de ese estrecho marco nivelador que acaba por
ción y que él ocupa de manera precaria, como un po- violar la dignidad y la autonomía personal.
der extraño, que le puede ser quitado, del que puede
ser expulsado de un día para otro, si no paga. El obrero
debe pagar por esta casa de muerte ...La luz, el aire, la VI. DIFERENTES TRADICIONES DE DERECHOS
más elemental limpieza animal, dejan de ser una ne-
cesidad para el hombre". A lo largo de los dos últimos siglos las declaracio-
De otro lado, la denuncia del trabajo alienado y nes de derechos de la revoluciones burguesas se han
de sus efectos perjudiciales para la salud física y men- venido integrando de manera progresiva en la estruc-
tal del obrero obliga a pensar desde una perspectiva tura jurídico-política de los diferentes Estados nacio-
más amplia el derecho al trabajo, sin reducirlo a la nales, y han sido asumidos como principios normati-
simple y llana libertad para todos de ofrecer sus fuer- vos encargados de regular las relaciones internacio-
zas al mejor postor. Marx no subvalora el carácter nales. Gracias a este proceso de positivación - en las
progresista de esta ausencia de trabas, que constitu- cartas constitucionales y en los pactos y convenios
ye una ganancia innegable en relación con las formas entre Estados - los derechos dejan de ser una aspira-
feudales de dependencia y dominación. Sin embar- ción moral o una declaración de buenas intenciones,
go, su análisis de la sociedad capitalista indica que para transformarse en derechos exigibles, en el con-
para los más débiles y desamparados la liberación de texto de un ordenamiento normativo. En estos dos
las relaciones laborales no ha significado nada más siglos de historia es posible diferenciar tres grandes
que miseria, explotación y embrutecimiento. Por con- tradiciones ético-políticas, cada una de las cuales se
siguiente, un derecho al trabajo debería incluir una caracteriza por la prioridad asignada a una clase es-
seguridad mínima en cuanto a la posibilidad de en- pecífica de derechos: el liberalismo de corte indivi-
contrar empleo, protección frente a la explotación y dualista, el pensamiento radical-demócrata, la social
garantías para que la actividad laboral se realice en democracia y el socialismo.
condiciones salubres y no se reduzca a una tarea me-
cánica y agotadora. Es necesario aclarar que en los A. La tradición liberal
Manuscritos Marx no menciona de manera expresa
un derecho al trabajo. De todas formas el contexto 1. La «libertad negativa», el núcleo de los
sugiere que es justa y legítima la aspiración a un tra- derechos liberales.
bajo creativo, que estimule la realización de las po- Para el liberalismo clásico, que se remonta a la
tencialidades humanas, permita al trabajador la rea- tradición de John Locke, Benjamín Constant, Alexis
lización de sus potencialidades y le asegure los me- de Tocqueville y john Stuart Mill, el valor supremo
dios para una vida digna. lo constituye el derecho a una esfera de libertad indi-
En fin, la denuncia del egoísmo y del empobreci- vidual y privacidad que ningún poder, bajo ningún
miento paulatino del ser humano producidos por el pretexto, puede violar. Su preocupación fundamental
apego a la propiedad privada parecería suponer el es la de defender esta esfera íntima de las
derecho a una vida culturalmente rica, en el marco de intromisiones externas o de las manipulaciones del
relaciones solidarias y armónicas entre los distintos poder social y político, puesto que si el individuo lle-

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

gase a alienar este ámbito mínimo de libertad renun- como garantía de los derechos individuales, los clási-
ciaría a su condición humana. El énfasis de esta con- cos del liberalismo no esconden su desconfianza fren-
cepción no recae sobre el contenido de la libertad te al poder creciente de una realidad estatal que
como despliegue y desarrollo de capacidades, sino en incrementa siempre más sus funciones y atribucio-
la necesidad de preservar de toda interferencia ajena nes, y que acaba por transformarse a menudo en una
un terreno que es de exclusiva jurisdicción del indivi- fuente adicional de violaciones para los derechos in-
duo. dividuales. Resulta indiferente que el poder absoluto
2. Los derechos prioritarios. lo ejerza un tirano o una asamblea popular: el despo-
De manera más específica la esfera de la libertad tismo más peligroso provendría incluso de ciertas
abarca el dominio interno de la conciencia, y supone modernas teorías demócratas que, en nombre de una
la libertad de conciencia, pensamiento y expresión. auténtica y verdadera libertad, llegan a justificar el
Como bien lo aclara Mill, es un derecho sagrado del despotismo de las asambleas populares y de la vo-
individuo el actuar de acuerdo con sus convicciones - luntad general sobre la libertad de la esfera indivi-
religiosas, éticas, estéticas -, y organizar su vida de dual. De aquí la preocupación por imponerle diques
acuerdo con principios y patrones de conducta libre- y límites a un poder desbordante y peligroso, y la
mente escogidos, puesto que "la única libertad que idea recurrente de que el Estado pierde legitimidad
merece este nombre es la de buscar nuestro propio cuando pretende sobrepasar las barreras de la auto-
bien a nuestra propia manera", por supuesto sin per- nomía individual.
judicar la igual libertad de los demás. Los derechos 4. Reservas liberales frente a los derechos
más sagrados para la tradición liberal son precisamen- polfticos y sociales.
te los relativos a la libertad de expresión y de estilo El énfasis en la inviolabilidad de la esfera privada
de vida, que los liberales reivindican en contra de toda deja en segundo plano los derechos políticos y socia-
clase más o menos encubierta de censura, intoleran- les.
cia y totalitarismo. Ellos insisten en especial en la a. Resistencia al sufragio universal Los autores
necesidad de defender los derechos de la esfera indi- liberales clásicos no esconden su miedo frente a la
vidual frente al dominio creciente de la sociedad, de ampliación del sufragio, en la que perciben un serio
la opinión pública y del Estado moderno que, con su peligro para el orden existente y la seguridad de la
aparato burocrático, "penetra mucho más a fondo en propiedad privada. Los profetas del liberalismo ex-
los detalles de la vida, llegando hasta a encadenar el presan sin tapujos estas inquietudes, que se traducen
alma". De acuerdo con esta tradición de pensamien- en propuestas que tienden a limitar o frenar la exten-
to la libertad personal supone además para el indivi- sión de la ciudadanía. Cuando la fuerza de las cosas
duo la posibilidad de contar con bienes de uso exclu- los obliga a aceptar el credo democrático y el sufragio
sivo, libres de interferencias externas. La propiedad universal, aceptan a regañadientes lo que consideran
privada adquiere incluso el status de condición indis- una tendencia involutiva de la humanidad hacia la
pensable para el desarrollo de una persona autóno- nivelación y la mediocridad colectiva: la irrupción de
ma, por lo que se transforma en un derecho tan sa- las masas incultas en el poder es vista como un desti-
grado e inviolable como la vida misma o la libertad. no irremediable, más que como un logro y un progre-
J. El "Estado de derecho", garantfa de los so. Por cierto, varían de un autor a otro los argumen-
derechos. tos esgrimidos para justificar esta exclusión: ignoran-
El Estado es un medio indispensable para asegu- cia y carencia de ilustración de las masas, falta de
rar el respeto de esta libertad negativa y evitar la interés o de idoneidad para decidir en asuntos que
amenaza permanente de una condición de anarquía, no les competen, necesidad de gozar de suficiencia y
en la que sólo podría imponerse la ley de la selva y autonomía económica para poder ejercer una ciuda-
del más fuerte. El Estado es considerado por consi- danía plena. De cualquier manera, es siempre evidente
guiente indispensable para una vida social ordenada la intención de limitar la ampliación de los derechos
y para que los individuos puedan confiar en un poder políticos y la esfera de la ciudadanía, factores
eficaz para el goce de sus derechos. Sin embargo, a percibidos como peligrosos para el estado de cosas
pesar de este reconocimiento del papel del Estado existente.

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COLOMBIANA
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~F.SI.AD N,t.CIOIU·
CARPETA

En este sentido Kant condiciona el ejercicio de la tencia. Sin embargo, a su juicio el aparato estatal no
autonomía política a la independencia económica, por tiene por qué comprometerse con una redistribución
lo que considera como ciudadanos en sentido pleno más equitativa de la riqueza y de la propiedad en be-
sólo a los propietarios, y relega a la condición de ciu- neficio de los menos favorecidos, puesto que al asu-
dadanos de segunda a quienes carecen de autosufi- mir esta tarea que no le compete de manera directa
ciencia en el terreno económico y sólo cuentan con acabaría por descuidar su función esencial, que es la
su fuerza de trabajo. De manera similar Constant pone de imponer y hacer respetar unas reglas mínimas igua-
como condición para el ejercicio pleno de la ciudada- les para todos. El Estado se transforma así en el ga-
nía una renta suficiente que le permita al individuo rante del "juego limpio", en la instancia que desplaza
vivir con independencia de toda voluntad extraña. Para la lógica del privilegio y de la fuerza por medio del
justificar esta medida claramente restrictiva el teóri- imperio de la ley, y que asegura las condiciones pro-
co liberal aduce dos razones básicas: a)las personas picias para que el reconocimiento social y las gratifi-
condenadas a vivir de su trabajo carecen de la posibi- caciones resulten proporcionales al trabajo y al méri-
lidad de adquirir la formación apropiada para ejercer to de cada cual. Cuando en cambio pretende interve-
de manera competente sus funciones de ciudadanos, nir directamente en la regulación de la vida económi-
al tiempo que la carencia de propiedad privada los ca, inspirado por principios de justicia distributiva,
asimila a la condición de extranjeros: "no tienen ma- se configura una amenaza seria para las libertades
yor interés que los extranjeros en una prosperidad públicas, la autonomía y la mayoría de edad.
nacional cuyos elementos no conocen y en cuyos be- Los teóricos liberales se limitan a proclamar en
neficios sólo participan indirectamente". Los derechos abstracto la igual libertad para todos: se preocupan
políticos quedan así subordinados al goce del dere- por que se respeten estas reglas de juego clara y lim-
cho de propiedad. Incluso un liberal progresista como pias, pero poco o nada les importa cuántos indivi-
Mili ve con preocupación la irrupción de las masas en duos están de verdad en condición de participar en el
la política, y sugiere mecanismos para impedir que el juego del mercado y de la política. Por esto los dere-
manejo del Estado quede en las manos de personas chos sociales y económicos no constituyen un interés
incompetentes. Por esto condiciona el derecho de voto prioritario para ellos, o son vistos con actitud crítica,
a un examen en el que el ciudadano potencial mues- puesto que traen consigo aspectos desagradables
tre ciertas habilidades en cuanto al dominio del len- como el crecimiento desbordado del Estado, la "con-
guaje y las reglas de cálculo, y propone un voto pon- fusión" entre libertad e igualdad, el riesgo del
derado, para que las opiniones de los sabios cuenten paternalismo y por consiguiente un obstáculo al es-
más que las elecciones de las personas incultas. Más píritu de iniciativa. Para ser más precisos, no es que
recientemente 1. Berlin reconoce de manera expresa los autores liberales no consideren algo valioso la
que la libertad negativa o liberal "no está conectada, posibilidad de que todos cuenten con lo mínimo para
por lo menos lógicamente, con la democracia o con el una vida digna. Lo que cuestionan es la pertinencia
autogobierno" . de que el Estado se transforme en el destinatario de
b. Renuencis a aceptar los derechos sociales. La esta reivindicación y tenga que asumir la carga de la
resistencia a aceptar derechos distintos de los que con- justicia social. Las reivindicaciones sociales deberían
figuran el núcleo básico de la tradición liberal se acen- dirigirse a una instancia más poderosa que el Estado,
túa en el caso de los derechos sociales. Incluso en a la "mano superior" del mercado, que logra algo apa-
liberales algo heterodoxos como Kant, no del todo rentemente imposible: la producción de bienestar y
insensibles a la problemática social, la política de bien- riqueza para todos a partir del juego de intereses y
estar tiende a ser concebida en términos de una op- del ansia de poder y enriquecimiento de los diferen-
ción de asistencia humanitaria, más que como una tes individuos que compiten en el mercado con sus
respuesta ineludible a derechos legítimos de todos esfuerzos, talentos y capacidades.
los ciudadanos. Por cierto, Kant no comparte las te- c. La ofensiva del neoliberalismo. En la actualidad
sis de Malthus, según la cual sólo podría reivindicar estos postulados del liberalismo clásico parecen co-
un derecho a la vida el individuo capaz de encontrar brar nueva fuerza, en un clima marcado por el desen-
en el mercado los medios necesarios para su subsis- canto con la experiencia del socialismo real y por la

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

crisis de las políticas de bienestar. Las tesis defendi- satisfacción de necesidades abonan el terreno para el
das por Nozick, Hayek, Friedman no son novedosas. despotismo y el terror.
La diferencia más notable frente a los exponentes del No es infrecuente que los autores liberales reivin-
liberalismo clásico consiste quizás en el hecho de que diquen ciertos derechos de paternidad sobre los de-
en estos últimos el descuido de la solidaridad no lle- rechos humanos. Lo arriba expuesto muestra sin em-
gaba por lo general hasta una oposición directa y ex- bargo que la tradición liberal ha fomentado de mane-
plícita a las políticas de bienestar. En cambio, entre ra prioritaria y ha tomado en serio sólo una parte, sin
los exponentes actuales del neoliberalismo el recha- duda importante, de los derechos humanos; lo que
zo de la idea de unos derechos sociales y la desvalo- implica la necesidad de analizar y evaluar los aportes
rización de las políticas de bienestar se transforman de otras tradiciones políticas.
en el tema dominante, hasta el punto que incluso la
exaltación tradicional de las libertades básicas pasa a a La tradición Socialista
un segundo plano o se transforma en un medio para
justificar la oposición visceral a todo lo relacionado El pensamiento socialista se caracteriza por el én-
con cuestiones de solidaridad social, justicia fasis en los derechos sociales, la crítica y denuncia de
distributiva, políticas de carácter social en beneficio los derechos del hombre como derechos del burgués,
de los menos favorecidos. En su "manifiesto liberta- y la subordinación de los derechos políticos al logro
rio" J. Hospers llega a afirmar que la pretensión de de una auténtica emancipación humana.
transformar las necesidades de algunos en derechos 1. Marx y los derechos humanos.
sobre los bienes de otros es equiparable a una forma La postura de Marx oscila entre la crítica radical
de canibalismo: "un caníbal en sentido físico es la de los derechos como reivindicaciones burguesas y el
persona que vive de la carne de otros seres humanos. reconocimiento de los mismos como una etapa im-
Un caníbal moral es el que cree poseer un derecho a portante en el camino hacia la cultura y la libertad, y
vivir del 'espíritu' de otros seres humanos -, la perso- una conquista valiosa en el proceso emancipatorio
na que cree poseer un derecho moral sobre la capaci- de la humanidad. Estas relaciones de crítica y de re-
dad productiva, el tiempo y los esfuerzos realizados conocimiento, de amor y odio, han dejado sus hue-
por otros". llas en la postura hacia los derechos humanos asumi-
La oposición a los derechos sociales ocupa un lu- das por los protagonistas de la experiencia histórica
gar significativo en la obra de Hayek, quien conside- del "socialismo real".
ra estas aspiraciones infundadas y peligrosas: la idea a. Los derechos humanos: ideología burguesa y fac-
de derechos sociales acabaría por producir efectos tor de emancipación. En su ensayo juvenil La cues-
"perversos", en la medida en que impone el desor- tión judía, en el que lleva a cabo un análisis crítico de
den en el cosmos del mercado, y pone en entredicho la Declaración de derechos de la Revolución France-
la posibilidad real de que se extienda la riqueza y por sa, Marx denuncia el carácter formal y abstracto de
consiguiente la posibilidad de que un mayor número los "derechos del ciudadano", y más en general de la
de personas tenga acceso a los bienes primarios y igualdad política instaurada por las revoluciones bur-
puedan satisfacer sus necesidades mínimas. El autor guesas. A juicio del pensador alemán la igualdad fren-
liberal resume así los argumentos para eliminar estos te a la ley constituye un logro nada despreciable fren-
"falsos derechos": a) carecen de justificación racio- te a las diferencias insalvables de la estructura feu-
nal; b) presuponen de manera equivocada que el po- dal. Sin embargo, el reconocimiento del individuo
der estatal tiene en sus manos la posibilidad de ade- como igual sujeto de derechos y como partícipe acti-
cuar el orden del mercado a las necesidades de los vo de la acción política, desconoce o subvalora la in-
miembros del cuerpo social; e) acaban por producir fluencia real que juegan las diferencias de poder, ri-
el efecto opuesto al que se proponen, porque obsta- quezas y status social, consideradas inesenciales para
culizan el crecimiento armónico de la economía; d) el reconocimiento de la ciudadanía, pero determinan-
los fracasos en el terreno de los derechos sociales pro- tes a la hora de fijar el alcance concreto de los dere-
ducen a menudo desconfianza hacia la totalidad de chos políticos de cada cual. Marx cree que esta igual-
los derechos humanos; e) la demandas ligadas con la dad abstracta frente a la ley y al Estado presenta fuertes

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analogías con la idea cristiana de la igualdad frente a se expresa en la teoría de los derechos: desde el hori-
Dios, que convive sin problemas con la desigualdad zonte del hombre como ser genérico y social hay que
en la condición empírica de la vida real: la igualdad redefinir el espectro de las libertades y de los dere-
formal en el nivel político no tiene en cuenta la desi- chos.
gualdad real, que determina de hecho grados y nive- De todas formas, a pesar de la denuncia de los
les en el ejercicio real de los derechos de ciudadanía. derechos como privilegios burgueses, Marx aprecia
Mucho más crítico resulta el juicio de Marx sobre la emancipación política - y por consiguiente la pro-
los "derechos del hombre", que no serían nada más clamación de los derechos humanos -, como una eta-
que el encubrimiento ideológico de los intereses del pa en el proceso hacia la auténtica liberación y eman-
hombre egoísta o burgués: "los así llamados dere- cipación del hombre. Sólo que este reconocimiento
chos del hombre distintos de los derechos del ciuda- del carácter progresista de la revolución política que-
dano no son otra cosa que los derechos del miembro da a menudo oscurecido por el interés prioritario del
de la sociedad civil, es decir del hombre egoísta, del autor por poner de relieve el carácter "ideológico" y
hombre aislado del hombre y de la comunidad". El encubridor de la noción misma de derechos huma-
sujeto a quien se le reconoce el status de hombre sin nos. Esto ha inducido a muchos teóricos marxistas a
más y se le atribuyen derechos absolutos es el indivi- denunciar sin más los derechos como ideología bur-
duo egoísta - descrito magistralmente por Maquiavelo guesa y a considerarlos como un obstáculo para la
y Hobbes - , que se interesa exclusivamente por su instauración de la sociedad socialista. Otros intérpre-
placer o interés; es el hombre aislado y separado de tes de Marx, en cambio, aun cuando señalaran los
la comunidad, cuyos nexos con los demás se fundan límites de esos derechos, los han considerado de to-
en las relaciones de intercambio y mercado y cuya das formas como un aporte valioso del pensamiento
preocupación central es la defensa y "conservación político de Occidente.
de la propiedad y de la persona egoísta". A juicio de b. La dificultad de pensar los derechos sin Estado.
Marx una prueba evidente de esta identificación en- En la sección dedicada a los aportes de la filosofía
tre hombre y burgués se encontraría en el contenido clásica alemana a los derechos humanos hemos des-
concreto de los derechos humanos, todos articulados tacado también la importancia de la reflexión mar-
alrededor de un derecho fundamental: el de la pro- xista sobre la dignidad humana y el reconocimiento
piedad privada. En efecto la igualdad, la libertad y la implícito que de ella se desprende de algunos dere-
seguridad están concebidas en función del derecho chos: a una vida, al trabajo, al desarrollo de la perso-
de cada cual de disponer a su antojo de los bienes nalidad, etc. Sin embargo, el reconocimiento de es-
propios, y presuponen una concepción estrecha de la tos derechos parece enfrentarse con un problema de
libertad como no interferencia, por fuera de cualquier difícil solución en el interior del horizonte marxista:
idea de solidaridad. Por esto Marx considera los "de- la determinación del destinatario de estas demandas.
rechos del hombre" como intereses disfrazados, que ¿A quién podrá apelar el individuo para poder reali-
sancionan y legitiman las libertades y los privilegios zar sus capacidades y potencialidades? ¿A qué ins-
burgueses. tancia se podrán dirigir estas reivindicaciones de ca-
Por lo anterior es claro que Marx considera insufi- rácter social, para que no queden en letra muerta? La
cientes las declaraciones de derechos de las revolu- respuesta no es nada fácil, puesto que el destinatario
ciones burguesas: corresponden a la emancipación más directo - el Estado - , es percibido como una ins-
política, pero no logran realizar una auténtica eman- tancia represiva y como una institución transitoria,
cipación humana, que presupone la superación de la destinada a desaparecer, junto con el Derecho. Ante
escisión del hombre en ser privado y ciudadano, la la imposibilidad de recurrir a la institución estatal,
reconstitución de la unidad en una forma más rica de concebida por Marx como un aparato de poder al ser-
humanidad y la consolidación de una libertad solida- vicio de los intereses y privilegios de la clase domi-
ria. No es suficiente, por lo tanto, ampliar la lista de nante, sólo queda la confianza en el nuevo ordena-
derechos. La tarea más importante tiene que ver con miento social inspirado en los ideales del socialismo.
una modificación substancial de la noción de libertad Una vez eliminada la propiedad privada, a juicio de
y más en general, de la concepción de lo humano que Marx la raíz última de la explotación y de la aliena-

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

ción, ya no existirían obstáculos para una apropia, países del "socialismo real" se fue modificando, bajo
ción no conflictiva de los productos de la naturaleza la consigna generalizada de que era necesario "com-
y para el goce de una libertad solidaria, acorde con la paginar armónicamente los intereses y derechos de
naturaleza social del ser humano, por fuera de la cons- cada hombre con los intereses y derechos del colecti-
trucción del Estado e incluso más allá del ordena' vo, de la sociedad, del Estado". Los documentos teó-
miento jurídico. ricos y políticos producidos en la posguerra expresan
c. Un balance crítico. Las oscilaciones en la actitud una valoración más positiva de las libertades y de los
de Marx, quien reconoce la importancia de los dere- derechos, que se fue imponiendo por encima de las
chos humanos como una etapa importante en el acer- denuncias de su carácter ideológico y burgués. Una
camiento a la libertad socialista, pero los denuncia al vez relegada en segundo plano la postura crítica, las
mismo tiempo como privilegios burgueses disfraza, diferencias con respecto a los teóricos de Occidente
dos, se refleja en la suerte alterna que ha tenido la se fueron concentrando en una jerarquización distin-
teoría de los derechos en la historia del socialismo y ta de los derechos humanos: sin despreciar u olvidar
en los múltiples intentos de construir una sociedad las libertades clásicas relacionadas con la libertad de
socialista. En los teóricos y en los protagonistas polí- conciencia, pensamiento y opinión, los teóricos de
ticos se encuentra la misma ambigüedad e indecisión los países socialistas han venido defendiendo el va'
a la hora de definir la posición socialista hacia los lor prioritario de los derechos de segunda generación,
derechos humanos, reconocidos en algunos casos es decir de los derechos sociales y económicos, con
como una conquista de la civilización, pero reducidos especial énfasis en el derecho al trabajo. Además, casi
en muchos otros a una expresión de la ideología bur- todos ellos han venido insistiendo en la necesidad de
guesa, o simplemente utilizados de manera pragmá- relacionar la problemática de los derechos con las
tica como una herramienta, sin valor moral intrínse- posibilidades y el poder real para llevarlos a la prácti-
co, al servicio de la revolución sociaL ca, al igual que en la importancia que revisten las con,
En el proceso de construcción del "socialismo real" diciones materiales para que derechos y libertades no
se conjugaron dos factores adicionales en contra de se reduzcan a simples deseos o aspiraciones.
los derechos: a}la tendencia a subordinar el valor del 2. Los aportes de la socialdemocracia.
individuo singular, y de sus derechos, a la consecu- Una posición muy distinta hacia los derechos hu,
ción de metas histórico, sociales más amplias; b) la manos es la que encontramos en los exponentes del
concepción materialista de la historia, y en especial "socialismo democrático", es decir en aquellos auto,
la reducción de las normas jurídicas y de las leyes res que han intentado integrar los ideales socialistas
morales a simple reflejo de las relaciones de produc- con el respeto de la democracia. Ellos han concebido
ción. El desplazamiento del valor de la persona como la justicia socialista como un desarrollo progresivo e
fin en sí en función de metas y fines superiores signi- integral de las exigencias ya implícitas en las declara,
ficó en la práctica un énfasis prioritario en los debe' ciones de derechos de la revoluciones burguesas. Los
res: más que en los derechos. A su vez la reducción principales exponentes de esta vertiente del socialis-
de la moral y del derecho a mero epifenómeno de la mo ' entre los que figuran L. Blanc, J. Jaurés, R.
sociedad mercantil, fundada sobre la ley del valor, Mondolfo, M. Adler, E. Bernstein " han compartido
influyó de manera decisiva en la tendencia a edificar el rechazo de la violencia proletaria como medio para
la sociedad comunista sobre valores radicalmente acceder al poder, la oposición a la idea de una dicta,
distintos de los que inspiraban la teoría de los dere- dura del proletariado y una concepción del tránsito a
chos, considerados como eminentemente burgueses. la sociedad socialista en términos de un desarrollo
Esta postura teórica influyó sin duda en el sinnúme- gradual y progresivo, a través de una ampliación de
ro de violaciones de derechos, en la violencia genera, las libertades básicas y de la democracia. Estos auto,
lizada y el terror que marcaron una etapa particular, res han compartido además la convicción de que los
mente sombría del proceso de construcción del so' ideales socialistas debían sustentarse en una sólida
cialismo. base moral, lo que ha motivado en todos ellos un
Una vez superada y condenada la violencia estali- interés muy grande por la ética y un profundo respe-
nista, la actitud hacia los derechos humanos en los to por los ideales clásicos de la libertad y dignidad de

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CARPETA

la persona, por la autonomía moral y en general por lo hemos ya mencionado, cuestionan la conveniencia
los derechos humanos. Además, en contra de la idea de que el Estado invierta energías en asuntos que no
de una pronta extinción del Estado y del Derecho, son de su competencia específica; otros llaman la aten-
estos autores han intentado pensar de una manera ción sobre las enormes erogaciones, que implican un
distinta el poder estatal, para que pudiese responder endeudamiento peligroso para los Estados; otros, en
de manera apropiada a las nuevas demandas de dere- fin, ponen en guardia acerca de los peligros represen-
chos sociales y económicos. Profundamente conven- tados por el crecimiento desmedido del aparato bu-
cidos del valor de las libertades logradas a través de rocrático y del mismo poder del Estado, consecuen-
la historia de occidente, y confiados en la posibilidad cias inevitables y en extremo peligrosas de estas po-
de ampliar la democracia y de transformar de manera líticas sociales. A nuestro juicio, la crítica más seria y
gradual el Estado en un instrumento democrático de preocupante tiene que ver con el peligro de que las
edificación socialista, estos exponentes del socialis- políticas de bienestar impuestas de manera arbitraria
mo humanista o democrático han propugnado la con- desde arriba y de manera homogénea para todos, aca-
quista pacífica del poder estatal por medios legales, a ben por desconocer la autonomía de los diferentes
través de la mayoría electoral. sujetos y el derecho de cada individuo a una resP':les-
J. La consolidación de un Estado social de ta apropiada a sus necesidades específicas. Existe un
derecho. riesgo real de que el Estado de bienestar acabe por
A finales del siglo pasado y ya entrado el actual, fomentar el paternalismo, es decir, la tendencia de
se fue desarrollando la tendencia a redefinir la fun- las autoridades a imponer desde arriba y de manera
ción del Estado. El hecho se debió al impulso de los coercitiva medidas que pretenden ofrecer bienes que
partidos obreros - de sus programas sociales y de sus los sujetos no reconocen como tales, y la tendencia
luchas - y a la necesidad de proponer alternativas dis- de los ciudadanos a esperar de manera pasiva la asis-
tintas al proyecto de una revolución que pretendía la tencia del Estado. Las respuestas mecánicas y
destrucción del Estado. Sobre todo en los países del estandarizadas a necesidades y sujetos distintos des-
norte de Europa se produjeron reformas de carácter conocen las diferencias de las situaciones personales
social, con el fin de asegurar a todos los ciudadanos concretas.
un mínimo de bienestar. Entre los logros más nota-
bles de estas políticas de reformas se encuentran la C. La tradición demócrata
creación de servicios nacionales de salud, la educa-
ción primaria y secundaria gratuita y la liberalización A diferencia de la· tradición liberal o socialista, la
del acceso a la Universidad, la constitución de segu- tradición demócrata destaca el papel del ser humano
ros para el desempleo, etc. Estas legislaciones de ca- como ciudadano y privilegia por consiguiente los de-
rácter social se sustentan en una concepción del Es- rechos de participación política o derechos de demo-
tado significativamente distinta de la teoría tradicio- cracia.
nal liberal del Estado de derecho: de acuerdo con la 1. Una idea distinta de libertad como sus-
lógica del Estado de bienestar, las necesidades se tento de los derechos.
transforman en auténticos derechos, que el indivi- La idea de libertad a la que se remiten estos auto-
duo puede reclamar frente al poder estatal, al igual res es la que Constant definía con cierto desdén como
que la protección de su esfera privada y de su integri- la libertad de los antiguos, es decir la posibilidad para
dad personal. De acuerdo con esta nueva concepción el ciudadano de ejercer la autonomía política y de ser
de los derechos y del poder, resulta indispensable para parte activa de las decisiones comunes y de la volun-
la legitimación del Estado su capacidad de responder tad general. La realización de esta posibilidad resulta
de manera satisfactoria a estas nuevas demandas, que prioritaria frente al interés propiamente liberal por la
por cierto implican un compromiso y un esfuerzo defensa de una esfera inviolable de libertad indivi-
mucho mayor. dual, o incluso frente a la posibilidad de acceder a los
En la actualidad parecen predominar voces críti- medios para satisfacer las necesidades elementales
cas acerca de los límites de esta política de bienestar, de supervivencia, salud o educación. La libertad se
cuyo éxito inicial fue notable. Los neoliberales, como relaciona en este caso con la posibilidad que se le

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

abre a la persona de influir en la formación de la vo- o grupos de presión por fuera de los canales tradicio-
luntad general, lo que le permite de paso acatar las nales de la representación y de los partidos políticos,
leyes que emanan de esta voluntad común como si constituyen una prueba de este deseo creciente de
fuesen los dictados de su propia razón. En la medida ejercer un papel protagónico y activo en la esfera pú-
en que el ciudadano es partícipe de la voluntad sobe- blica, que se expresa en múltiples y siempre nuevas
rana, el sometimiento a las leyes no es percibido como formas de participación. Hay que mencionar también
una limitación, sino como una realización de su liber- la proliferacion de programas de interés social orga-
tad. Esta idea de libertad, ampliamente desarrollada nizados y administrados por las comunidades locales
por Rousseau, está ligada con una ética centrada en de barrios y veredas, el papel desempeñado por las
los valores políticos, en el amor a la patria y en la organizaciones para la defensa de los derechos de la
capacidad de vivir y morir por un ideal común, es decir mujer, de los movimientos indígenas, la exigencia
en una ética civil, pensada desde el horizonte de la generalizada de que las demandas puedan surgir des-
ciudad y del bien común. Desde este horizonte de de abajo, sin manipulación, etc..
pensamiento queda en segundo plano la preocupa- b. Influencia positiva del ejercicio de la autono-
ción propiamente liberal por asegurar una esfera pri- mía política en las demás clases de derechos. Mu-
vada frente a la intervención estatal, puesto que para chos autores han puesto de relieve la interrelación
los autores que sustentan la soberanía en la voluntad entre la consolidación de la democracia, la protec-
general esta última no puede constituir una amenaza ción de las libertades personales de conciencia, pen-
para los derechos y libertades individuales. samiento y expresión, y el incremento y ampliación
2. Los derechos prioritarios. del bienestar global de la población y de los derechos
a. Prioridad a los derechos de participación. De sociales. La explicación de estas relaciones de pro-
acuerdo con este enfoque, los derechos básicos son porcionalidad directa entre las diferentes clases de
los derechos políticos, considerados también como derechos sería muy sencilla: al fin y al cabo el indivi-
la mejor garantía para los derechos socioeconómicos duo es el mejor juez de sus necesidades, sabe mejor
y los derechos de la tradición liberal. Los exponentes que nadie lo que le beneficia, así que su participación
de la tradición demócrata tienden a creer que la ex- activa en el poder en términos de igualdad con todos
pansión de la democracia participativa constituye el los demás acaba por producir, a mediano o largo pla-
instrumento más eficaz para una distribución más zo, una distribución más equitativa de los recursos e
equitativa de los recursos y para asegurar a todos el incluso una seguridad mayor para las libertades de la
acceso a un trabajo digno. Los verdaderos derechos esfera individual.
del hombre - sostiene uno de los exponentes más re- c. Sustento moral, no meramente pragmático, de
cientes de esta tradición - "son los derechos del ciu- esta clase de derechos. Muchos de los autores que se
dadano como derechos políticos de participación en inscriben en la tradición demócrata tienden a justifi-
el poder, que de un lado suponen los derechos de car los derechos de democracia a partir de una base
libertad, y del otro garantizan, por su misma existen- moral, al relacionarlos directamente con una faceta
cia, la toma en cuenta de las exigencias de solidari- de la dignidad humana: la aspiración del individuo a
dad o de hermandad". ser algo más que una rueda pasiva en el gran engra-
Por lo demás el sufragio es sólo una entre muchas naje del aparato estatal, el deseo de participar e in-
otras formas de expresar preferencias e intereses, o fluir en aquellas decisiones que afectan de manera
de influir en las grandes decisiones que afectan a la directa o indirecta el goce de sus libertades persona-
comunidad, y constituye el momento culminante de les o el incremento de su nivel de bienestar. El ejerci-
otras prácticas y modalidades en las que se materiali- cio de los derechos políticos se justifica así con base
za el deseo de participación y la necesidad de expre- en esa aspiración muy arraigada en el sujeto de la
sar intereses y aspiraciones. El recurso frecuente al modernidad, quien exige que su voluntad como actor
referendum, el fenómeno recurrente de demandas y político sea tomada en serio y reciba un reconocimien-
reivindicaciones surgidas en el seno de organismos e to análogo al que reivindica para sus opciones éticas,
instituciones de la sociedad civil y formuladas por económicas, religiosas o estéticas en su vida privada.
parte de individuos, asociaciones, sindicatos, gremios Por consiguiente, el ejercicio de la democracia perte-

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nece al orden de los fines y resulta moralmente va- nes distintas, cuando no se respeta la voluntad de la
lioso en la medida en que integra valores como la mayoría, o cuando se desconocen y aplastan las pre-
igualdad substancial, la solidaridad cívica y el prima- ferencias expresadas por las minorías.
do de la ética civil. La participación política posee un Cabe, en fin, destacar el enriquecimiento de la
valor interno independiente de los efectos en cuanto idea de democracia, gracias a la noción de "ciudada-
a incremento del bienestar social y de la seguridad, la nía social", elaborada por T.H.Marshall y acogida por
mayor o menor contribución a la salvaguardia de las muchos otros autores. A juicio de Marshall, después
libertades individuales, la contribución al funciona- de las grandes batallas por la ciudadanía civil y políti-
miento armónico del sistema social y a la prevención ca, la historia de las últimas décadas se ha caracteri-
de tensiones y conflictos. zado por la inserción progresiva de los derechos so-
3. Balance crítico y perspectivas. ciales en el área de la ciudadanía. La idea de ciuda-
a. La democracia, un modelo en expansión. A 10 danía social pretende dar cuenta de esta tendencia, al
largo de los dos últimos siglos, la participación de- integrar en el ideal democrático las consignas propias
mocrática se ha venido afianzando como un logro ya de la tradición socialista ligadas con los derechos eco-
irrenunciable de la civilización. A pesar de las oposi- nómicos y sociales. En una dirección similar apuntan
ciones y obstáculos, por encima de las regresiones las propuestas de quienes no se conforman con la
totalitarias, se fue imponiendo de manera paulatina "democracia formal", que conserva la desigualdad y
y gradual el sufragio universal, y se ha enriquecido el por 10 tanto resulta incapaz de asegurar a todos las
escenario político con nuevas formas de participación, condiciones para el ejercicio real de la ciudadanía, y
con la expansión de la ciudadanía y con el ingreso de reclaman una "democracia substancial", que incluye
nuevos estratos de la población en la arena política. al mismo tiempo la tutela de los derechos sociales y
De manera más específica, después de la segunda de un bienestar mínimo para todos, así como el dere-
guerra mundial - tras la caída del nazismo y del fas- cho a participar en la asignación de recursos y en la
cismo -, la democracia se ha impuesto y consolidado gestión de la política social.
como un valor universalmente reivindicado por indi- b. Los obstáculos con los que se enfrenta la ex-
viduos, grupos y pueblos muy distintos para justifi- pansión de la democracia. A pesar de esta tendencia
car sus aspiraciones libertarias o sus deseos de una generalizada hacia la ampliación y consolidación de
mayor justicia social. la democracia, existen también factores negativos que
Junto con la ampliación progresiva del sufragio, se nos obligan a descartar una visión demasiado opti-
ha consolidando la teoría de la democracia represen- mista acerca de su futuro, y parecen aumentar día a
tativa, sustentada fundamentalmente en la idea de día las voces de quienes expresan su desencanto con
que la soberanía debe ser delegada en individuos que este ideal clásico, desmentido a diario por la práctica
representan la voluntad y los intereses de los demás real de la política, por la corrupción siempre mayor,
ciudadanos, actúan en su nombre y los representan por la concentración de un poder desmedido en los
en los cuerpos colegiados encargados de la actividad partidos políticos, por el uso demagógico de las re-
legislativa. Por esto ha venido cobrando una impor- glas de la democracia. En el horizonte aparentemen-
tancia siempre mayor el establecimiento de garantías te despejado se divisan nubarrones amenazantes. Para
constitucionales y de sistemas de control eficaces, al empezar, no todos aprecian como un hecho positivo
igual que la fijación de reglas procedimentales claras la transformación de la democracia en una noción
y justas, que aseguren un "juego limpio" y con igua- hegemónica, compartida por todos, en la medida en
les posibilidades para todos. Por cierto, existen múl- que su sentido originario tiende a diluirse cuando se
tiples formas de definir y jerarquizar estas reglas del transforma en "la jerga oficial" del mundo moderno.
juego, de acuerdo con las innumerables definiciones Al mismo tiempo, son muchos los fenómenos que
y concepciones de la democracia. Sin embargo, pare- parecen obstaculizar de manera creciente el respeto
ce evidente que no se puede hablar de democracia de las reglas y del espíritu de la democracia: el au-
cuando se niega el derecho al voto a una parte signi- mento de la población, la concentración de funciones
ficativa de los ciudadanos mayores de edad, cuando y de poder en manos del Estado, el crecimiento en
éstos no son libres de votar a conciencia entre opcio- tamaño y complejidad de las organizaciones e insti-

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ANGELD PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

tuciones, la extensión de la esfera de influencia del derechos se materializa al final de una guerra particu-
aparato burocrático, etc. Sin hablar del creciente de- larmente destructiva, y expresa en buena medida la
sarrollo científico y tecnológico, que hace crecer día a voluntad de contraponerle un dique eficaz a las fuer-
día el número de problemas para los que se requie- zas irracionales y a las múltiples formas de violencia
ren soluciones técnicas, sólo confiables a las perso- desatadas por el renacer de mitos tribales y raciales;
nas competentes. No faltan en fin las críticas dirigi- quienes la redactan coinciden en la necesidad peren-
das al abismo existente entre el ideal de democracia toria y en el "imperativo categórico" de evitar a toda
y la democracia real, al peligro de que la lógica de la costa que las generaciones futuras vuelvan a experi-
ciudadanía acabe por fomentar la discriminación fren- mentar algo tan doloroso y traumático.
te al extranjero, obligado a vivir al margen de la ciu- La redacción del texto estuvo a cargo de una comi-
dadanía política y social. sión de la ONU, integrada por 18 miembros, que
c. Perspectivas. Quienes destacan las paradojas de trabajó en ella entre junio de 1946 y diciembre de
la democracia apuntan en muchos casos a problemas 1948. La función asignada a la comisión, en la que
reales, que no pueden ser desconocidos. Sin embar- jugaron un papel significativo René Cassin y Eleanor
go, en una época marcada por la crisis de las utopías, Roosvelt, era el de presentar informes y propuestas
el ideal de democracia y de los derechos con ella rela- para una carta internacional de derechos. Se trabajó
cionados, parece conservar intactos su poder sobre al inicio en varias iniciativas - elaboración de un pac-
las conciencias y su capacidad de fomentar esfuerzos to vinculante para los Estados, mecanismos
y luchas. Creo también que la consolidación y am- internacionales de defensa de los derechos humanos
pliación de los derechos políticos sustentados en una - hasta que al final se impuso la idea de una declara-
firme base moral, es decir en el valor de la autonomía ción de derechos, de más fácil y rápida aceptación
política estrechamente entrelazado con la autonomía por parte de los Estados. La presencia de enfoques
moral - tendrá a la larga efectos benéficos sobre las filosóficos, jurídico-políticos y culturales muy distin-
demás clases de derechos, en la medida en que: a) tos hizo más lento el trabajo de redacción. Los
favorece una redistribución más equitativa de los re- enfrentamientos entre tendencias iusnaturalistas y
cursos en beneficio de los menos favorecidos, sin iusposítivistas, el choque entre partidarios ele la tradi-
desconocer el derecho de autodeterminación y la au- ción liberal de los derechos y quienes propugnaban
tonomía de estos últimos; b) fomenta el desarrollo una perspectiva socialista, la tensión entre una con-
de las mismas libertades de la esfera individual, pues- cepción eminentemente occidental de los derechos y
to que la posibilidad de desplegar la autonomía en la el intento de incluir en ella principios éticos o religio-
esfera pública acaba por enriquecer la autonomía en sos de culturas distintas, marcaron un proceso de ges-
la esfera privada. tación nada fácil. El texto final, resultado de un ar-
duo trabajo de transacciones y concesiones recípro-
VII. LA DECLARACiÓN UNIVERSAL cas, fue aprobado por la Asamblea General el 10 de
'DE DERECHOS HUMANOS DE 1948 diciembre de 1948.

En diciembre de 1948 la asamblea general de la A. Lo novedoso de la nueva declaración


ONU aprobó la Declaración Universal de los Dere-
chos Humanos. Se trata de un acontecimiento sin 1. Unos derechos para la humanidad en ge-
precedentes, puesto que refleja el consenso de los neral.
pueblos civilizados acerca de unos principios básicos Si bien se inscribe sin soluciones de continuidad
de convivencia, considerados indispensables para evi- en el proceso de consolidación de los derechos tan
tar la recaída en la barbarie. Estos principios de con- característico de la modernidad, la Declaración se di-
vivencia, llamados a regular la vida interna de los ferencia sin embargo de los modelos anteriores, en
Estados y sus relaciones en el ámbito internacional, especial de los textos análogos del siglo XVIII, por
son precisamente los derechos humanos, que adquie- su pretensión de universalidad. "Con la Declaración
ren por primera vez una dimensión verdaderamente de 1948 - anota Bobbio - se inicia una tercera y últi-
universal. Conviene recordar que la Declaración de ma fase en que la afirmación de los derechos es al

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mismo tiempo universal y positiva: universal en el to por la vida, el deseo de una sociedad más solidaria
sentido de que los destinatarios de los principios en y la exigencia de un reconocimiento. Varían por cier-
ella contenidos son todos los hombres, y no solamente to las formas con las que se manifiestan estas
los ciudadanos de un Estado determinado; positiva, reivindicaciones, al igual que las expresiones de la
en el sentido en que ella inicia un proceso al final del indignación frente a la instrumentalización, la depen-
cual los derechos del hombres deberían ser no sola- dencia y las prácticas degradantes. Pero la variedad y
mente proclamados o simplemente reconocidos en el heterogeneidad de estas voces dejan entrever temas
plano teórico, sino efectivamente protegidos contra y cadencias comunes: más allá de la diversidad de
el mismo Estado que los ha violado'?". concepciones del mundo, mitos y creencias religiosas
Con evidentes resonancias del modelo iusnaturalis- en los que se enmarcan tanto los deseos de autono-
ta, la Declaración universal proclama de manera so- mía y libertad, como las protestas contra el
lemne que todos los seres humanos nacen libres e sometimiento y la reificación, no resulta difícil des-
iguales en dignidad y derechos: al salir del seno de la cubrir elementos similares.
naturaleza, todo individuo posee por igual el derecho La Declaración más reciente, que habla en nom-
a un respeto mínimo de su libertad y personalidad; y bre de la humanidad en general, más que de un ~-
las diferencias en cuanto a rasgos físicos, capacida- po, nación o clase en especial, se apropia de estos
des y opciones, tienen que ser miradas como universales culturales, y los integra al mismo tiempo
contingencias que no afectan esta igualdad sustan- con las reivindicaciones más específicas de libertad y
cial. Como lo aclara Cassese, la inspiración dignidad propias de la modernidad. Al lado de estas
iusnaturalista se conserva como raíz ideológica, si bien normas básicas de la convivencia civil, que incluyen
algo atenuada, de la Declaración universal: la refe- sustancialmente el respeto por la vida y el reconoci-
rencia, en el preámbulo, a la 'dignidad innata' de los miento de un mínimo de dignidad para cada perso-
seres humanos y a sus 'derechos iguales e imprescindi- na, el texto consagra también el valor de una deter-
bles', al igual que el artículo primero, que recupera la minada concreción de la de dignidad, que recoge y
idea de igualdad de nacimiento entre todos los seres asimila las luchas seculares por la libertad de pensa-
humanos propia de las declaraciones iusnaturalistas miento y de religión idea, la participación política, el
del siglo XVIII, servirían para comprobarlo. Más que recon~cimiento del valor del trabajo, que han marca-
un enunciado fáctico, la idea de que todos nacemos do los últimos siglos de la historia de Occidente. En
iguales implica así una obligación y un deber ser. las este sentido, aceptar el texto de la Declaración signi-
diferencias accidentales en cuanto a color de la piel, fica de un lado acoger estos valores mínimos de con-
capacidades naturales o poder no tienen por qué afec- vivencia, consolidados a lo largo de la historia de la
tar el reconocimiento de todo ser humano como un cultura; del otro, reconocer la legitimidad de aquellas
sujeto en sí valioso, que no puede ser degradado, reivindicaciones que hacen ya parte irrenunciable de
instrumentalizado o humillado. nuestra concepción peculiar de la dignidad, como el
Se ha insistido a menudo en la irreducible diversi- desarrollo de la autonomía moral y de la mayoría de
dad de culturas. De todas formas, la historia nos edad, el derecho a la participación política, el dere-
muestra al mismo tiempo que el respeto por la vida y cho al trabajo y los derechos sociales, el respeto por
la exigencia de un reconocimiento mínimo del valor las diferencias y la tolerancia frente a ideales y for-
no instrumental de la persona constituyen auténticos mas de vida, etc.
"universales humanos". Más allá de las diferencias Gracias a la nueva Declaración la humanidad dis-
en cuanto a tradiciones religiosas, ideales y formas pone al fin de un lenguaje común que permite un
de vida, organizaciones de la interacción social y del entendimiento mínimo entre pueblos culturalmente
intercambio con la naturaleza, se impone una exigen- distintos, pero animados por la misma fe en algunos
cia común de libertad, dignidad y respeto, que se ex- valores básicos como el respeto de la vida y de la
presa de diferentes maneras en lenguajes y contextos dignidad humana y unidos por el compromiso común
culturales distintos. Desde las culturas más lejanas con los ideales de libertad, justicia y paz.
en el espacio y en el tiempo nos llega esta aspiración 2. Un enriquecimiento de la tabla de dere-
universal hacia el respe- 12 N.Bobbio, Eetá dei diritti, Einaudi, Torino, 1990, p.23.
chos.

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ANGELO PAPACCHINI lOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

Particular interés reviste la inclusión de los dere- tricto. Así el gobierno de los Estados Unidos, como
chos económicos y sociales, un cambio no meramen- bien lo destaca Glen johnson, deseaba evitar cual-
te cuantitativo, puesto que la inclusión de los "dere- quier posible sugerencia de que la Declaración fuese
chos de segunda generación" presupone la supera- internacionalmente obligatoria en sentido legal. Sin
ción de la idea de libertad como simple no-interfe- embargo, a pesar de esta voluntad inicial, con el tiem-
rencia, al igual que un cambio sustancial en la actitud po un documento al que se le reconocía al inicio sólo
frente al poder, percibido como la instancia positiva una vis directiva, de orientación moral, acabó por asu-
encargada de satisfacer las demandas de salud, bien- mir también una vis coactiva. La Declaración fomen-
estar y dignidad de todo ser humano, más que como tó la firma de convenios regionales sobre derechos
una amenaza para su libertad. De acuerdo con la guía humanos o de pactos sobre diferentes clases de dere-
de lectura sugerida por R.Cassin para comprender la chos, que no se limitaban ya a expresar buenas inten-
lógica interna del texto, la Declaración descansaría ciones y, por el contrario, les imponían ya obligacio-
sobre 4 pilares fundamentales, entre los que se des- nes estrictas y eventualmente sanciones a los Esta-
tacan la importancia atribuida a los derechos políti- dos firmantes que incumpliesen con estos convenios
cos de participación y democracia, y los que se ejer- y pactos.
cen en el campo económico y social". Gracias a esta dinámica, en principio inesperada,
Convergen en ella los aportes teóricos y la expe- se ha realizado un cambio substancial en las relacio-
riencia del socialismo democrático y la socialdemo- nes entre los Estados. No es que haya desaparecido
cracia en cuanto a las políticas de bienestar, servicios el recurso a la fuerza; sin embargo, la tendencia tradi-
de salud, seguros para el desempleo, estímulos para cional a asimilar las relaciones entre Estados a la con-
la educación, etc. Esta tradición relaciona de manera dición hobbesiana de estado de naturaleza, conflicto
estrecha derechos y necesidades, e incluso reformula e inseguridad permanente, resulta ya inapropiada ante
de manera novedosa la noción de ciudadanía, gracias una realidad en la que los derechos de individuos y
a la idea de "ciudadanía social", pensada precisamente pueblos a la autodeterminación han venido ganando
para acentuar los nexos inescindibles entre derechos progresivamente fuerza y legitimidad, por lo que no
sociales, derechos de la persona y derechos de parti- pueden ser desconocidos o pisoteados sin más.
cipación. Incluso los países del Este dejan de lado la
critica marxista de los derechos humanos como ideo- B. Luces y sombras
logía burguesa, para promover una ampliación de la
gama de derechos y lograr que los derechos económi- 1. Las voces críticas.
cos, sociales y culturales queden oficialmente reco- Este código moral ha sido objeto de numerosas
nocidos y sancionados en el documento de la ONU. críticas. Quienes subrayan el fracaso de la moderni-
En la inclusión de los derechos económicos, socia- dad no encuentran en este texto nada más que la ra-
les y culturales resultó también determinante la pre- tificación de los principios de la ilustración, es decir
sión .de los países latinoamericanos, particularmente de ideales aparentemente humanitarios, que encubren
sensibles a la necesidad de trascender el modelo es- de hecho una voluntad de poder y, en la medida en
trictamente liberal de los derechos y de ampliar las que se consolidan como un régimen de verdad, aca-
funciones del Estado en relación con la presencia de ban por alimentar la intolerancia, la barbarie y el te-
necesidades vitales insatisfechas. rror. En este sentido Vattimo llama la atención sobre
los peligros que podría acarrear la tendencia a creer
J. Un punto de referencia para regular las que existe una "única forma verdadera" de realizar la
relaciones internacionales. humanidad, puesto que este supuesto de la teoría de
Es innegable - y en esto parecen coincidir quienes los derechos se puede transformar en un obstáculo
participaron en su redacción y aprobación - que la para la libre expresión de minorías étnicas, sexuales,
Declaración fue pensa- religiosas, culturales o esté-
da como un texto de ca- 13 Cfr. A.Cassese, Los derechos bumsnos en el mundo contempo- ricas!".
rácter moral, antes que ráneo, Ariel, Barcelona, 1991, p.47. Otros, más moderados,
14 G. Vattimo, La sociedad transparente, Paidós, Barcelona, 1990,
jurídico en sentido es- p.84.
se limitan a sostener que

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estas exigencias ideales ya se han agotado, por lo que dición marcada por violaciones particularmente gra-
deberíamos enfrentar el nuevo milenio con ves y sistemáticas de los derechos fundamentales; o
paradigmas novedosos, dejando de lado estas herra- la no inclusión del derecho de petición contra los abu-
mientas del siglo XVIII. Estas voces de rechazo se sos, otro derecho esencial de la tradición iusnaturalis-
unen a las críticas tradicionales centradas en aspec- tao De acuerdo con esta misma línea argumentativa
tos más específicos de la teoría de los derechos, que muchos han llamado la atención acerca de las defi-
denuncian su formalismo y eclecticismo. Así, algu- ciencias de la Declaración en cuanto a la justificación
nos cuestionan el carácter abstracto de estos princi- de los derechos enunciados, que no tendrían otro fun-
pios ideales, pensados para el hombre en general, más damento distinto de la "fe" de la humanidad en es-
que de cara a las necesidades específicas de seres hu- tos valores ideales.
manos insertos en un contexto histórico y cultural, y
por lo tanto alejados de la riqueza y complejidad de 2. Lo valioso de la Declaración.
lo real. Este formalismo abstracto explicaría también Es innegable el contraste con la compacta unidad
la incapacidad estructural de la teoría de los derechos ideológica de las declaraciones del siglo de las luces.
para sustentar y orientar políticas concretas: el texto Sin embargo, la ausencia de una ideología definida y
se reduciría a la formulación de "buenas intenciones", de vuelos retóricos resultó a la larga ventajosa: el 'ca-
agotándose en una afirmación teórica estéril, que bajo rácter parcialmente neutral frente a cosmovisiones
su ropaje retórico acaba por encubrir la violencia y la distintas ha favorecido su acogida por parte de seres
miseria de la realidad. humanos pertenecientes a tradiciones y culturas muy
Ha sido también criticada la falta de definición y distintas y su transformación de hecho, como lo des-
la actitud ecléctica, que se traduce en la carencia de taca Cassese, en un "decálogo para cinco millones de
criterios confiables para jerarquizar las diferentes cla- individuos". Incluso los países del tercer mundo en-
ses de derechos y dirimir eventuales conflictos entre contraron en los ideales de dignidad y autonomía
derechos antagónicos. "La Declaración Universal - -derivados de la tradición de occidente- una bandera
anota Cassese - no exhibe la fuerte tensión moral o de lucha en las guerras contra el colonialismo. El acuer-
religiosa que inspiró los documentos políticos do algo pragmático acerca de unos valores comunes,
estadounidenses, ni está impregnada del dogmatismo aceptados por encima de las diferencias en cuanto a
doctrinario y de la fe indiscutida en ciertos valores visiones de mundo, concepciones de la dignidad, de
supremos (los derechos naturales, la razón, el indivi- la libertad y del Estado, significó un paso significati-
duo) que empaparon la Declaración francesa de 1789 vo en el diálogo entre. culturas.
y marcaron los límites, pero también la fascinación, No se trata por cierto de conferirle un carácter sa-
de un documento tan vibrante y perentorio. Frente a grado a un texto marcado por la temporalidad y las
los grandes textos del pasado, la Declaración de 1948 exigencias de un momento histórico bien definido.
se muestra mortecina, casi gris, al carecer de la retóri- Es claro que no podemos conformarnos con una fe
ca solemne con que se formularon sus 'antepasadas' irracional en los principios enunciados por la Decla-
y del ímpetu emotivo que animaba a éstas?". En tér- ración, lo que supondría transformar este texto en un
minos similares se expresa Szabo, cuando afirma que nuevo Decálogo, sustentado simplemente en su
"la Declaración universal carece, en último término, sacralidad incuestionable. Por el contrario la Decla-
de un carácter político definido, y no ocupa una posi- ración tiene que ser a su vez interpretada y justifica-
ción clara en la escala de valores políticos( ...) Quie- da. Tampoco comparto la tendencia de Bobbio a
nes la redactaron buscaron adrede evitar todo lo que sobre dimensionar el sentido y alcance de este gran
le diera un carácter definido. Más aún, pretendieron pacto social: a pesar del acuerdo inicial, sigue vigente
diseñar un documento políticamente neutral". Se ex- el problema de la fundamentación de los derechos,
plica así la falta de definición frente al derecho de puesto que no nos podemos confiar sin más en la fe
rebeldía, borrado de la lista de derechos pero formu- en ellos o en un acuerdo fáctico que podría ser even-
lado de manera vaga en el preámbulo como una res- tualmente revocado; y sigue en pie la necesidad de
puesta eventualmente buscar soluciones razona-
justificable en una con- 15 Op. cit., p. 54.
bles a muchas cuestiones

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

problemáticas ligadas con el enfrentamiento entre de- cos que se deben superar para su puesta en práctica.
rechos básicos o a la realización concreta de un dere- El reconocimiento de los derechos y dignidad del
cho especifico, a las que buscaríamos en vano una "hombre en general" tiene que complementarse con
respuesta en la Declaración universal de 1948. un análisis de los derechos y aspiraciones de indivi-
Sin embargo, a pesar de lo anterior, creo que el duos de carne y hueso, insertos en determinadas re-
texto de 1948 sigue siendo un punto de referencia laciones de poder, que comparten en proporción dis-
obligado para cualquier debate ético-político. Si el tinta los logros de la lucha por la libertad y las cargas
compromiso prioritario del filósofo es el de interpre- milenarias de prejuicios, atropellos y violaciones. Fren-
tar y aclarar las convicciones morales y las certezas te al universalismo de la Declaración de derechos se
más arraigadas de su propio contexto social e históri- impone la necesidad de pensar estos valores de cara
co, este documento llamado a llenar el vacío dejado a las dificultades específicas con que se enfrenta su
por los códigos morales sustentados en una realización.
cosmovisión religiosa merece sin duda ser analizado En nuestro caso, la tarea de redefinición y concre-
y estudiado. ción de las aspiraciones humanas universales debería
empezar por la reivindicación de la importancia y la
C. Lo que queda por hacer prioridad del derecho a la vida, la atención prestada
al problema de la violencia, la necesidad de integrar
1. Necesidad de contextualizar un texto pen- la lucha por las libertades clásicas y el esfuerzo por
sado para el hombre en general. afianzar y hacer realidad los derechos-créditos, etc.
La Declaración ha sido pensada para la humani- De lo contrario, si nos limitamos a incorporar pasi-
dad en general, hace falta un trabajo regional para vamente la tabla de derechos en nuestro sistema nor-
traducir estos universales culturales de cara a las ne- mativo corremos el peligro de transformarlos en un
cesidades, al horizonte ideológico y a los problemas asunto retórico ineficaz, que poco o nada tiene que
de una sociedad determinada. Antes hemos insisti- ver con nuestra particular realidad sociaL Los dere-
do en la existencia de reivindicaciones universales chos fundamentales tienen que ser pensados junto
relacionadas con el respeto por la vida y una exigen- con los obstáculos específicos con los que se enfren-
cia mínima de reconocimiento. Pero no hay que des- ta su realización: el discurso acerca de la dignidad tie-
cuidar las diferencias en cuanto a los modos en los ne que enfrentar los fenómenos de crueldad, vejacio-
que se concreta esta exigencia común de dignidad, o nes y humillaciones, si no quiere reducirse a un ser-
a las formas de concebirla y justificarla. Estas aspira- món edificante.
ciones compartidas por toda la humanidad adquie- Se requiere además de un trabajo ulterior, para
ren una forma específica de acuerdo con las necesi- buscar en una determinada tradición cultural el arrai-
dades, los problemas, certezas compartidas o prejui- go y el lenguaje peculiar que los transforme en algo
cios de una época o sociedad determinada: de la pe- cercano y familiar, más que una ideología percibida
culiaridad de estas necesidades y de la manera como como ajena. En otras palabras el lenguaje de los de-
son percibidas depende la formulación de las deman- rechos tiene que integrarse en un ethos específico, si
das de libertad, reconocimiento y dignidad. La no- es que quiere lograr eficacia. Para salirle al paso a la
ción de "vida digna" adquiere matices distintos en acusación de formalismo abstracto, se hace inevita-
los diferentes contextos históricos y culturales y cada ble prestarle la debida atención al aspecto de la reali-
formación social recurre a estrategias distintas para zación de los derechos proclamados, precisando las
controlar la violencia y garantizar una seguridad mí- garantías reales y las condiciones materiales de posi-
nima. bilidad de estos valores universales, para evitar que
De aquí la importancia de un trabajo regional so- se reduzcan a hermosas ficciones poéticas.
bre los derechos humanos, que tenga como fin acla- 2. El esfuerzo por integrar los vacíos.
rar las expresiones de estas exigencias universales, su La inclusión de los derechos de segunda genera-
arraigo en una cosmovisión o en un sistema de valo- ción, que adquieren igual status al lado de las liber-
res, al igual que la importancia asignada a los dife- tades básicas propias de la tradición liberal, constitu-
rentes derechos, su alcance y los obstáculos específí- ye sin duda un gran adelanto. Se trata ahora de ase-

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It!LIOTECA CEpqT~,l COlOMBIANA
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gurarle también un espacio a las reivindicaciones sur- específico. Cuando nos enfrentamos con conflictos
gidas y consolidadas a lo largo de las últimas déca- entre vida y dignidad (como en el caso del aborto),
das, en especial al derecho de petición frente a las entre droits-Iibertés y droits-créences, entre derecho
violaciones, a los derechos de las minorías y a los a la dignidad y derecho a la felicidad, resulta difícil
derechos de los pueblos a la autodeterminación. La imaginar una solución cualquiera por fuera de una
Declaración Universal no tiene la pretensión de ser apelación a una determinada idea de libertad o de
un documento exhaustivo y definitivo y debería ser justicia, a un ideal de vida buena, a la naturaleza y
valorado como un logro y una etapa importante en fines de la organización social, al ergon más específi-
un proceso abierto y dinámico. Lo que implica la obli- co del ser humano; a menos que decidamos entregar
gación de irla ampliando, de acuerdo con nuevas exi- la solución del conflicto al azar o al poderío de las
gencias y nuevas posibilidades ofrecidas por el pro- fuerzas en juego, se impone una reflexión acerca de
greso de la civilización y las exigencias que salen a la justificación racional de los diferentes derechos.
relucir a través de la lucha por el reconocimiento pro- En cuanto a la utilidad de este trabajo de
tagonizada por diferentes actores sociales. contextualización, redescripción y justificación de los
3. El problema del fundamento no ha per- derechos fundamentales, no puedo no compartir la
dido vigencia. ironía de Bobbio acerca de quienes parecen creer que
A mi juicio Bobbio sobrevalora el consenso logra- el respeto de los derechos depende casi exclusi-
do en las circunstancias de la Declaración, y olvida vamente del descubrimiento de una razón o funda-
que el precio pagado por el acuerdo universal ha sido mento absoluto e incuestionable. Sin embargo, el
precisamente la renuncia a cualquier definición acer- reconocimiento de esta ilusión no justifica la reduc-
ca de la prioridad de una clase de derechos u otra. La ción de la filosofía a mera "ideología". Por cierto, la
convergencia en cuanto al reconocimiento de algu- disminución de la violencia no depende ni exclusiva
nos valores fundamentales encubre de hecho diferen- ni principalmente de un tratamiento adecuado por
cias sustanciales en cuanto al sentido y a la justifica- parte de los filósofos de los problemas relativos a la
ción de un "ideal de vida digno". En la coyuntura en justificación de los derechos básicos y de la dignidad
la que se encontraron los redactores de la Declara- humana; pero también es cierto que una reflexión
ción, la puesta entre paréntesis de las diferencias ideo- racional de más largo alcance acerca del sentido de la
lógicas constituía quizás la única salida para la posi- dignidad en nuestro medio puede contribuir a la re-
bilidad de un acuerdo. Sin embargo, por eso mismo ducción de la "incultura de la violencia" y a la conso-
el texto final resulta insuficiente cuando se necesita lidación de conductas más solidarias, sustentadas en
transformar estas exigencias universales en políticas el respeto recíproco.
y acciones concretas; al evitar de manera cuidadosa
cualquier toma de posición acerca de los diferentes
modelos de jerarquización de los derechos, este do- VIII. DEMANDAS DE NUEVOS DERECHOS
cumento ideológicamente neutral no nos ofrece pau-
tas seguras para fijar prioridades o resolver los inevi- A. Carácter dinámico e históricamente determinado
tables enfrentamientos entre reivindicaciones igual- de los derechos
mente legítimas.
A la hora de aplicar las diferentes clases de dere- 1. Los derechos como traducción normativa
chos, la postura ecléctica resultal insuficiente y vuelve de valores éticos fundamentales.
a aparecer el problema de la justificación racional. Los derechos humanos expresan demandas relati-
Conviene recordar que Bobbio, al igual que Perelman, vas a la protección de bienes primarios, de vital im-
insiste en la conveniencia de conformarnos con un portancia para individuos y grupos. Estos bienes cons-
fundamento suficiente y no absoluto de los derechos tituyen en la práctica la manera de concretar y reali-
humanos; ahora bien, el acuerdo de la ONU resulta zar, en cada época histórica, las demandas de libertad
un fundamento insuficiente para resolver nuestras y de dignidad, dos valores fundamentales e insepara-
dudas acerca de las prioridades y acerca del carácter bles que se han venido transformando de manera
más o menos sagrado o inalienable de un derecho paulatina en la condición de posibilidad para una exis-

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

tencia auténticamente humana. Existen buenas razo- algo peligroso y amenazante, para transformarse en
nes para creer que la demanda de libertad y la lucha la instancia positiva encargada de satisfacer las de-
por un reconocimiento mínimo como ser humano, que mandas de salud, bienestar y dignidad de todo ser
merece un trato distinto del que se reserva a anima- humano. Por fin, los «derechos de tercera generación»,
les o cosas, constituyen exigencias universales, contemplan las exigencias de relaciones pacíficas en-
substancialmente compartidas por todos, más allá de tre los hombres y de relaciones armónicas con la na-
las diferencias relativas a los contextos culturales, turaleza, la voluntad de los pueblos de autodetermi-
universos simbólicos y formas de vida. Sin embargo, nación y de autonomía en el uso de sus recursos, la
estos valores de dignidad y libertad adquieren una preocupación por las generaciones venideras. La idea
forma peculiar en un contexto histórico y cultural de una evolución progresiva de los derechos podría
determinado, lo que se traduce a su vez en distintas dar la impresión de que la historia de los derechos
configuraciones y tablas de derechos. humanos en estos últimos siglos se reduce a una toma
2. La lucha por los derechos, un proceso de conciencia progresiva y lineal: los derechos esta-
abierto. rían ya allí, a la espera de que el ser humano los des-
Desde esta perspectiva los derechos básicos pue- cubriera para reconocerlos y asumirlos, en una lista
den ser pensados en conexión directa con una diná- siempre más amplia y exhaustiva. Es ésta una visión
mica constante de búsqueda de reconocimiento, en simplista del proceso de formación y consolidación
la que persisten unos valores mínimos, pero al mis- de las libertades básicas, que pasa por alto el carácter
mo tiempo se opera un proceso constante de enri- a menudo antitético y antagónico de las diferentes
quecimiento. Las aspiraciones humanas universales clases de derechos, y desconoce los procesos de lu-
adquieren una forma específica de acuerdo con las cha que acompañan las proclamaciones de derechos
necesidades, el horizonte ideológico y los problemas y su difícil inserción en un ordenamiento legal.
concretos de una época o sociedad determinada: de J. Nuevos paradigmas de dignidad.
la peculiaridad de estas necesidades y de la manera Detrás de estos cambios en cuanto a la configura-
como son percibidas depende la formulación concre- ción de los derechos básicos y a la importancia relati-
ta de las demandas de libertad, reconocimiento y dig- va atribuida a cada uno de ellos se perfilan modifica-
nidad. Es posible dar cuenta así de la compleja dialé- ciones significativas en cuanto a la manera de conce-
ctica entre continuidad y cambio: en la dinámica de bir la dignidad humana, identificada al inicio por los
los derechos se conserva un núcleo básico, pero al maestros de la modernidad con el reconocimiento de
mismo tiempo se enriquece constantemente el espec- la igualdad jurídica y la autonomía moral y política
tro de las demandas que exigen satisfacción. de cada ser humano. La consolidación de la igualdad
Es necesario subrayar el carácter abierto y dinámi- formal marca sin duda un progreso notable en rela-
co de los derechos, que evolucionan en sintonía con ción con la influencia directa de las desigualdades de
los problemas y necesidades de cada época. Los «de- poder y riqueza en la esfera jurídica y política. Sin
rechos de primera generación», reivindicados por las embargo, la dinámica del proceso histórico y de los
grandes revoluciones burguesas, abarcan las liberta- movimientos sociales pone pronto de manifiesto los
des propias de la tradición liberal: libertad de pensa- límites de esta forma reductiva de concebir el valor
miento y expresión, el derecho a no ser molestado inherente de todo ser humano, que se limita a desta-
por creencias o prácticas religiosas, el derecho al uso car la igual dignidad de cada persona independiente-
y goce exclusivo de algunos bienes, el derecho de cada mente de las desigualdades en cuanto a poder, rique-
ciudadano a escoger su trabajo y a emplear el tiempo za y status social: la experiencia muestra que el paraí-
libre de manera autónoma, buscando la felicidad a su so de la igualdad jurídica y de los derechos puede
manera, etc. Con los «derechos de segunda genera- resultar un infierno para quien no pueda confiar en
ción» las reivindicaciones se desplazan hacia el terre- nada más que en su igualdad formal; si esta igualdad
no económico y social - derecho a la vida, al trabajo, es incapaz de asegurar el derecho a la vida, si una
a la educación y a la salud - lo que produce de paso parte notable de la población está condenada a des-
una modificación sustancial en las relaciones entre gastarse en trabajo embrutecedor, apenas suficiente
derechos y poder: éste deja de ser percibido como para la satisfacción de necesidades de reproducción,

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se impone la necesidad de buscar formas diferentes des revoluciones burguesas, el objetivo prioritario del
de emancipación, más acordes con la dignidad huma, proceso de emancipación era afianzar un ideal de
na. La lucha por el reconocimiento de la dignidad in, humanidad por encima de las diferencias en el color
corpora así de manera paulatina las reivindicaciones de la piel, de la diferenciación sexual o de las díferen-
ligadas con la satisfacción de las necesidades vitales cias en cuanto a culturas, tradiciones, leyes y costum-
y resulta solidaria de una nueva concepción de la li, bres. El programa ilustrado suponía el intento de neu-
bertad como liberación del yugo opresivo de necesi- tralizar las diferencias de sexo, raza, etnia, religión,
dades insatisfechas. para reducirlas al rango de variables «indiferentes»,
Cuando se proclaman como indiferentes las des, para que no influyeran en la asignación de derechos
igualdades en cuanto a poder y medios para el reco- civiles o en la definición de la participación ciudada-
nocimiento del sujeto como ciudadano activo o como na. La consigna actual de los grupos que exigen reco-
individuo libre e igual frente a la ley, se logra sin duda nocimiento se centra al contrario en la idea de que
un progreso nada despreciable frente a la interven, las diferencias cuentan y deben ser tenidas en cuenta
ción directa de lo económico en la dimensión jurídica tanto en la dimensión privada como en el espacio
y política. Sin embargo, el individuo pronto experi- público: feministas, grupos indígenas, inmigrantes,
menta el alcance limitado de esta dignidad como su' minorías marginadas, reivindican un espacio para 'sus
jeto jurídico o como persona moral autónoma: la au- necesidades peculiares y específicas. La igualdad fren-
sencia de obstáculos externos que impiden realizar te a la leyes percibida siempre más como un logro
objetivos vitales es necesaria pero insuficiente, pues, limitado e insuficiente. Hace dos siglos las aspiracio-
to que la libertad requiere además de avudasy estí- nes de Olympe de Gouches ' guillotinada por haber,
mulos para que la realización personal sea algo más se atrevido a jugar un papel activo en la política ' se
que una posibilidad abstracta. Por esto el paradigma reducían a una modificación muy sencilla de la decla-
clásico de dignidad como indiferencia frente a las ración de derechos: donde se mencionaba al «hom-
desigualdades se enriquece, hasta incluir como ele, bre» había que añadir «y de la mujer», para que los
mento esencial el valor de la solidaridad, que sirve a derechos reconocidos para el varón se hiciesen ex,
su vez de sustento de los derechos económicos, so' tensivos también a las mujeres. Se trataba de una
ciales y culturales. preocupación más que justificada en un contexto don,
de el sentido común y la opinión de los filósofos in,
B. Una nueva idea de dignidad, signes coincidían en considerar la diferencia de sexo
como sensibilidad por las diferencias como un factor de discriminación y compartían la idea
de que no era conveniente agobiar al «bello sexo»
El nuevo paradigma de dignidad y los derechos con la pesada y molesta carga de la ciudadanía; y la
con él relacionados encuentran amplio reconocimiento aclaración semántica, que podría resultar hoy en día
en la Declaración universal de 1948. Sin embargo, la superflua, tenía su razón de ser, puesto que todos
evolución en cuanto a la tabla de derechos y a la ma- parecían dar por sentado que la palabra «hombre»
nera de concebirlos no se ha agotado con este docu- incluía a las mujeres sólo cuando se trataba de obli-
mento, a pesar de que sigue siendo un punto de refe- gaciones, pero no a la hora de asignar derechos. Hoy
rencia obligado para nuestro tiempo. A lo largo de en día, en cambio, las feministas exigen una reestruc-
los últimos 50 años, bajo el impulso de las guerras de turación global del espacio político, que tome en cuen-
liberación nacional, las movilizaciones por los dere- ta las necesidades específicas de la mujer. El acceso a
chos civiles, las luchas por la liberación de la mujer y la ciudadanía ha sido un logro apreciable, pero queda
otras clases de movimientos sociales, han salido a mucho por hacer para que las mujeres no se sientan
relucir nuevas demandas, ligadas con una percepción como convidadas de piedra en un terreno construido
distinta de lo que significa tomar en serio el respeto para satisfacer las necesidades del varón.
de la dignidad humana. Si algo caracteriza a nuestro tiempo es la obsesión
1. La dignidad como sutenticidsd y sensibi- por la identidad: individuos, grupos y pueblos están
lidad por las diterencies. comprometidos con el intento de buscar sus raíces,
De acuerdo con los ideales consignados en las gran, determinar lo específico e irrepetible de su forma de

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

ser, de sus valores y de su mirada sobre el mundo. En el sujeto vacío portador de los valores de la humani-
el marco de la cultura de la autenticidad el individuo dad en general, se valoran determinadas expresiones
trata de precisar la identidad que puede descubrir en de humanidad. La autonomía remite a la originali-
sí mismo, como algo producido desde adentro y al dad y peculiaridad del sujeto moral, más que a abs-
que profesa lealtad y fidelidad. Por esto se resiste a tractos principios universales. Lo que vale para el in-
la idea de ser tratado como un ejemplar impersonal dividuo singular, se repite a su vez con grupos, etnias,
-uno entre muchos- de la especie humana y no recibe clases, naciones, que reivindican por igual su peculia-
de buen grado una solidaridad dirigida a la humani- ridad y sus diferencias. En estos casos el individuo
dad que alienta en él, a su dimensión nouménica, más tiende a pensar su identidad y sus diferencias en rela-
que a su concreción singular. Él reivindica, por el con- ción con los rasgos peculiares del grupo al que perte-
trario, que se lo reconozca y valore como un destino nece. El eje individuo-humanidad tiende a ser reem-
irrepetible, como una perspectiva original y novedosa plazado por todos esos vínculos y relaciones sociales
sobre el universo, como un proyecto de vida que reci- intermedios, cuya función es la de concretar la uni-
be sentido desde su propia interioridad. La «indife- versalidad abstracta y de darle un contenido a la sin-
rencia» hacia la singularidad, desplazada por el énfa- gularidad carente de contenido.
sis en la humanidad común, desconoce y pasa por En este contexto teórico se ubican las luchas de
alto aquella dimensión del reconocimiento que más las minorías para defender su identidad o para obte-
le interesa a individuos y grupos. Entre quienes com- ner un trato igualitario y no discriminatorio constitu-
parten la cultura de la autenticidad "se exige recono- yéndose en uno de los fenómenos más interesantes
cimiento y status para algo que no es universal y en de nuestro tiempo. Se habla de minoría - que no es
el que no todos participan". Por consiguiente, la po- un concepto meramente numérico o cuantitativo -
lítica neutral del Estado de derecho es percibida como cuando un grupo caracterizado por determinadas
represión y subyugación frente a aquellos rasgos úni- creencias religiosas o rasgos étnicos o culturales que
cos e inconfundibles en los que individuos y grupos lo diferencian del grupo dominante recibe un trata-
cifran lo esencial de su dignidad. miento jurídico de alguna forma desventajoso. Las
La idea de que cada individuo humano debe ser minorías - religiosas, lingüísticas o étnicas - han sido
valorado de acuerdo con su peculiaridad, ligada a su a menudo excluidas del goce de determinados dere-
vez con la creencia de que cada cual debe poder en- chos civiles o políticos, e incluso de su protección
contrar en sí mismo su propia medida, introducen como seres humanos. El logro de determinados dere-
modificaciones sustanciales en el paradigma kantiano chos, o incluso de una protección específica, ha sido
de la dignidad y autonomía: no es el respeto por la el resultado de un proceso de luchas por el reconoci-
humanidad en general, presente como un halo sagra- miento frente a la mayoría dominante.
do en cada persona, sino una consideración por el 2. Viejos derechos con un nuevo conteni-
individuo en su originalidad, con sus rasgos únicos e do.
irrepetibles que lo diferencian de todos los demás Esta convicción generalizada de que el respeto de
miembros de la especie humana. Un individuo no se la dignidadexige la valoración de las diferencias - que
siente suficientemente valorado cuando se lo trata por consiguiente no pueden ser simplemente relega-
con un respeto objetivo e impersonal; el sentimiento das en la esfera de la sociedad civil o de la privacidad,
más hondo de su dignidad exige que - al igual que en constituye un fenómeno peculiar y novedoso de nues-
el amor - su idiosincrasia y sus características pecu- tro tiempo. Las demandas de los grupos marginados
liares sean tomadas en cuenta, puesto que son ellas que exigen una atención especial por parte del Esta-
las que definen su carácter y personalidad. Las tesis do, en respuesta a la carencia crónica de los medios
formuladas hace dos siglos por Herder en contra de de subsistencia, se sitúan todavía en el paradigma de
su antiguo maestro - al que le reprochaba un la igualdad, puesto que lo que reclaman es que la
averroismo moral, por haber descuidado las diferen- desigualdad en cuanto a disponibilidad de bienes sea
cias y el papel de la singularidad irrepetible en aras tenida en cuenta a la hora de redistribuir la riqueza y
de los intereses de la humanidad - parecen cobrar día asignar recursos: tomar en serio las desigualdades sig-
a día más fuerza en el sentir común. En contraste con nifica en este caso luchar para que éstas tiendan a

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desaparecer, gracias a una intervención estatal cen- vida, acorde con sus ideales y con su percepción del
trada en criterios de justicia social. Al contrario, las mundo. A su vez, la libertad de pensamiento se trans-
demandas de las mujeres o de los grupos étnicos que forma en el derecho a una forma de pensar peculiar,
claman por la conservación de su identidad se cen- distinta de los paradigmas de racionalidad impuestos
tran en la necesidad de conservar y valorar estas dife- por unas minorías, un sexo o una cultura determina-
rencias, seriamente amenazadas por un sistema que da. El derecho a la libertad de expresión se traduce
tiende a asimilarlo y nivelarlo todo: la posible extin- entonces en el rescate de los discursos reprimidos y
ción de estas diferencias peculiares es visto incluso marginados por una racionalidad hegemónica. Debi-
como una de las formas más peligrosas de discrimi- do a la desconfianza creciente hacia todo 10 que pre-
nación. Y se perfila otra dimensión de la opresión: tenda encarnar la racionalidad universal, cada cual
quienes pretenden inducir en los demás una falsa idea reivindica el derecho a su perspectiva peculiar sobre
acerca de su identidad o una imagen degradante de sí el universo, o simplemente exige el respeto por la
mismos, atentan gravemente contra la dignidad de perspectiva del grupo o tradición que da sentido a su
quienes asumen e introyectan una imagen de sí mis- experiencia individual. El ideal kantiano de la mayo-
mos que acaba por bloquear sus energías. El proble- ría de edad supone la obligación de confrontar ideas
ma de las desigualdades económicas y sociales cons- y máximas con las de otros, para que estén ambas en
tituye un reto para el ideal moderno de dignidad y consonancia con una racionalidad universal compar-
obliga en algunos casos a violar el principio de la igual- tida. En cambio, desde el paradigma de la diferencia
dad. Se trata, sin embargo, de una violación aparen- la función prioritaria del encuentro y de la comunica-
te, puesto que el objetivo de la discriminación inver- ción es la de precisar las diferencias, más que la de
sa hacia los grupos marginados es el de reducir des- definir un horizonte común.
igualdades excesivas, que comprometen la valoración 3. Problemas abiertos.
social y el autorrespeto. Cuando el interés se despla- Este nuevo ideal de dignidad despierta inquietu-
za hacia la reivindicación de las diferencias, asumidas des, reticencias y dudas. Las voces críticas destacan
no como variables contingentes e indiferentes, sino la cara sombría de la cultura de la autenticidad, que
como los rasgos específicos que sustentan el valor alimentaría de manera desmedida el narcisismo de
peculiar de cada sujeto, el reto es mucho más serio. las pequeñas diferencias, el culto de 10 particular, la
En el primer caso, el reconocimiento de que existen obsesión por la originalidad y la auto indulgencia. El
sujetos con poderes, capacidades y bienes desigua- énfasis en 10 particular y la preocupación por la iden-
les, y que estas desigualdades cuentan, sigue supo- tidad podría alimentar una desconfianza generaliza-
niendo un ideal de dignidad sustancialmente similar: da hacia 10 diverso; de esta forma, 10 que constituye
los humanos, sin discriminación, tienen derecho a una reacción comprensible y legítima al proceso cre-
acceder a los bienes primarios de la autonomía moral ciente de homogeneización y a siglos de represión y
y de la autonomía política, y como condición para el ocultamiento de 10 diferente, podría propiciar - y de
acceso a estos bienes resulta ampliamente justificada hecho 10 está haciendo - regresiones peligrosas al
una intervención diferenciada por parte del Estado. tribalismo y a la intolerancia. Incluso el énfasis ex-
La idea de que es necesario tomar en serio las dife- clusivo en las identidades grupales podría aplastar las
rencias se basa en cambio en una noción distinta de reivindicaciones de los subgrupos que no se recono-
dignidad, que apela a la autenticidad, más que al igual cen en la identidad colectiva: si cada diferencia se
respeto por la humanidad presente por igual en los comporta en su interior como una identidad compac-
diferentes sujetos. ta y homogénea, es muy probable que no deje espa-
Alrededor de esta nueva idea de dignidad y de esta cios para el reconocimiento de diferencias más espe-
diferente actitud hacia las diferencias se podrían cíficas, percibidas como una amenaza para la salva-
redefinir los "derechos de tercera generación". El de- guarda de la identidad esencial. La cultura de la per-
recho a la vida ya no se agota en las garantías frente a tenencia, que contrapone al énfasis en la igualdad y
la violencia o en la posibilidad de acceso a los medios la solidaridad propio de las éticas universalistas el
para vivir: individuos y grupos reclaman además la culto por la diversidad y las diferencias, podría ser un
posibilidad de llevar a cabo una forma peculiar de terreno abonado para el resurgimiento del racismo y

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ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

de las formas de violencia desencadenadas antaño por de determinados estados de la existencia, en especial
el odio racial o por el fanatismo religioso. Lo que se de aquellos en los que el individuo se encuentra par-
ha ganado a través de siglos de historia, a través de la ticularmente indefenso y vulnerable.
lucha -por el reconocimiento, corre el riesgo de per- Se explica así la preocupación por precisar los de-
derse otra vez. La redefinición de la dignidad en tér- rechos del niño a la vida, a la salud, a la educación y
minos de respeto por las diferencias de cultura, po- a una asistencia especial, los derechos de los ancia-
dría incluso llevar a cuestionar el discurso moderno nos, de los enfermos y de los enfermos terminales,
de la dignidad humana, pensada como un producto de los discapacitados psíquicos, etc. Lo que inspira
de Occidente y como un instrumento de dominación. estas nuevas declaraciones de derechos es la sensibi-
Por esto la redefinición de la idea de dignidad y de lidad hacia unas necesidades específicas de sujetos
los derechos desde la lógica de la diferencia, sin sa- particularmente indefensos, que exigen especiales
crificar los logros en cuanto a la igualdad, constituye deberes de solidaridad por parte del cuerpo social.
el gran reto del presente y define una interesante ta- Para limitarme a dos ejemplos muy concretos, son
rea para el futuro. Entre el ideal utópico de una con- bien conocidos los atropellos que desde tiempos
vivencia armónica más allá de las diferencias y la con- inmemoriales han padecido los enfermos mentales,
dena a una lucha sin treguas por motivos raciales o tratados a menudo como animales peligrosos, al igual
tribales, entre la utopía del encuentro sin conflictos que el desconocimiento sistemático de la autonomía
de los diferentes y la desconfianza hacia cualquier de los enfermos competentes derivado de una con-
medida que pretenda evitar la carga de violencia y cepción eminentemente paternalista de la profesión
aniquilación que todo conflicto conlleva, se empie- médica. En estos casos resultan más que pertinentes
zan a vislumbrar alternativas más realistas, sustenta- unas declaraciones de derechos que reivindiquen un
das en especial en la progresiva toma de conciencia, espacio para la decisión autónoma del paciente com-
por parte de individuos y grupos, de que la identidad petente en cuanto a intervenciones quirúrgicas, apli-
individual o grupal, lejos de ser un telos inscrito de la cación de fármacos, etc., y que llamen la atención
eternidad, es en realidad el resultado de una serie de sobre la dignidad inherente a todo ser humano, que
interacciones y diferenciaciones. La percepción de las merece respeto incluso cuando haya perdido de ma-
diferencias culturales como sistemas abiertos, resul- nera parcial o total la capacidad de autocontrol y la
tado de diferentes aportes culturales y en constante autonomía intelectual y moral.
proceso de evolución, jugará sin duda en favor de una
actitud más tolerante y respetuosa hacia las diferen- C. La paz como un nuevo derecho
cias.
4. Los derechos ligados con una condición 1. Sentido y alcance del derecho a la paz.
específica del ser humano. Entre los derechos de tercera generación - al desa-
El proceso de redefinición de los derechos en fun- rrollo, al medio ambiente, al respeto del patrimonio
ción de las diferentes maneras de concretar lo huma- común de la humanidad, etc.> ocupa un lugar desta-
no - género, etnia, cultura, etc. - corre paralelo con la cado el derecho a la paz, valorado por muchos como
preocupación por precisar los derechos específicos li- el derecho que sintetiza a todos los demás y constitu-
gados con las diferentes etapas del desarrollo indivi- ye la condición de posibilidad para el goce de todos
dual (niñez, vejez), la condición peculiar de salud o ellos. La nueva Constitución de Colombia lo sancio-
enfermedad, etc. Es la que Bobbio denomina la "es- na en el artículo 22, que afirma que "la paz es un
pecificación" de los derechos en función de la condi- derecho y un deber de obligatorio cumplimiento". Este
ción peculiar en la que se encuentra el titular de los derecho abarca en realidad varias reivindicaciones, que
mismos: niño, anciano, enfermo, discapacitado. Así es conveniente analizar por separado: a) el derecho
como la noción abstracta de libertad se ha venido de todo ciudadano a influir de manera activa en las
determinando como libertad de conciencia, expresión decisiones acerca de la guerra y la paz; b) el derecho a
o movimiento, de manera análoga los derechos del no participar en un conflicto armado; e) el derecho
hombre en abstracto se han especificado como rei- del individuo - y del Estado al que pertenece - a vivir
vindicaciones ligadas con las necesidades concretas en paz frente a las amenazas de Estados enemigos y a

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no padecer los estragos de la guerra. nes serias, pero no insuperables. Es claro que no se
Cabe insistir en la importancia que reviste el dere- trata de aceptar de manera indiscriminada un dere-
cho de todo ciudadano a participar en la toma de cho del individuo a desobedecer a toda ley que consi-
decisiones acerca de un asunto de vital importancia y dere contraria a su conciencia moral. Los partidarios
que 10 afecta directamente, como es una declaración de la objeción de conciencia se limitan a pedir una
de guerra o la decisión de instaurar la paz. Lo que excepción específica en un caso en el que está de por
impulsa esta reivindicación es la conciencia siempre medio no una opinión cualquiera, sino una creencia
más generalizada de que las decisiones acerca de los moral o religiosa hondamente arraigada, a la que el
procesos de paz no deben ser un privilegio exclusivo sujeto le confiere una importancia significativa para
de los gobiernos de turno o de las cúpulas de los gru- la coherencia de su proyecto de vida. Lo que queda
pos insurgentes. Así concebido, el derecho a la paz se por precisar no es la legitimidad de esta reivindica-
inscribe en los derechos de ciudadanía y constituye ción, sino las condiciones y límites dentro de los cua-
un aspecto importante de la democracia participativa. les puede ser aceptada. Una reglamentación apropia-
Concebido de esta forma el derecho a la paz no ex- da evitaría que la apelación a la conciencia subjetiva
cluye del todo la guerra, puesto que en determinadas se pudiese transformar en un atentado constante al
circunstancias la opinión mayoritaria podría optar por ordenamiento jurídico y a la estabilidad institucional;
el conflicto armado. Existen, sin embargo, buenas y la reglamentación de un servicio social sustitutivo -
razones para pensar que el peso de una opinión pú- oneroso para el individuo y de utilidad para la socie-
blica ilustrada servirá de freno para las iniciativas dad -, permitiría evitar eventuales abusos.
bélicas, y no dará fácilmente su consentimiento a inter- Además del derecho a la objeción de conciencia y
venciones no estrictamente necesarias para preservar a participar activamente en las decisiones acerca de
los intereses, la libertad y la soberanía nacional. la paz y la guerra, el derecho a la paz incluye el dere-
Igualmente importante es el derecho a no partici- cho de individuos y Estados de gozar de una vida
par en acciones bélicas ni en el entrenamiento para la pacífica y de no verse involucrados en enfrentamientos
guerra por razones de conciencia. El Estado no puede bélicos. Una reivindicación de esta naturaleza puede
obligar a involucrarse directamente en la lógica de las ser fácilmente justificada, puesto que la paz respon-
armas y del enfrentamiento armado a individuos que de a un anhelo humano generalizado, y se transfor-
por razones religiosas o éticas se ven impedidos a ma en una derivación inmediata del derecho a la vida,
utilizar armas de fuego: por encima de la obligación y a una vida digna, que por 10 general sólo son via-
de cumplir la ley se impone aquí el respeto por unas bles en una condición de paz. Puesto que la vida cons-
convicciones éticas profundas. Cuando la obligación tituye la condición de posibilidad de los demás dere-
de acatar las normas se enfrenta con principios mo- chos, todo 10 que contribuye a garantizarlo - en este
rales substanciales, a los que el individuo no puede caso la aspiración a una convivencia pacífica - se trans-
renunciar sin comprometer seriamente la coherencia forma en un derecho adicional. De manera análoga,
de su proyecto vital, parecen existir buenas razones el hecho innegable de que la guerra fomenta a menu-
para resolver el conflicto en favor de la conciencia. do la instrumentalización más espantosa del ser hu-
No faltan objeciones y críticas por parte de quie- mano, y acaba por fomentar la crueldad, la barbarie y
nes aducen múltiples razones para impedir el recono- la violencia, parecería legitimar moralmente la nece-
cimiento de un derecho de esta naturaleza. En opi- sidad de buscar la paz, que por el contrario permite
nión de algunos, el reconocimiento de la objeción de un respeto de la dignidad humana.
conciencia quebrantaría uno de los principios básicos Un derecho a la paz supone la necesidad de garan-
del Estado de derecho: la obligación estricta, para tizar un bien que responde a necesidades hondamen-
todos los ciudadanos, de acatar por igual las normas, te arraigadas y a un anhelo milenario de la humani-
independientemente de las convicciones éticas per- dad, hastiada de los horrores de la guerra (uno de los
sonales; en caso de que el Estado tuviese que nego- males más temidos, junto con las pestilencias y el
ciar el sometimiento a las normas con los principios hambre). A 10 largo de la historia la guerra ha encon-
religiosos y las opiniones morales de cada cual, se trado una cantidad apreciable de defensores: algunos
abrirían paso la anarquía y el caos. Se trata de objecio- la han celebrado por su contribución al fomento de la

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BOGOTÁ, D.C.
ANGELO PAPACCHINI LOS DERECHOS HUMANOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA

cultura; otros la han exaltado como una condición transformarse en un derecho exigible. Es posible que
particularmente favorable para el patriotismo, el co- en un futuro no lejano podamos contar con un orde-
raje y las virtudes cívicas; los más atrevidos han lle- namiento jurídico internacional más eficaz, en el que
gado incluso a valorarla como un despliegue de la existan las condiciones para un derecho a la paz en
vitalidad y la voluntad expansionista de los Estados. sentido pleno y la aspiración de la humanidad civili-
Estas justificaciones de la guerra han perdido vigen- zada - siempre más hastiada de los estragos de la gue-
cia ante la posibilidad de una guerra aniquiladora, rra - cuente con una protección eficaz e imparcial.
capaz de acabar con la cultura y con la humanidad sin J. La relacián de doble vía entre derechos
más. Sin mencionar el hecho de que la exaltación humanos y paz.
romántica del conflicto bélico esconde o deja en se- La paz es moralmente valiosa en la medida en que
gundo plano el aspecto prosaico de miseria, horror, constituye la condición de posibilidad para el goce de
violencia y pérdidas de vidas humanas que acompa- las libertades y derechos fundamentales, el disfrute
ñan por lo general al enfrentamiento armado. Como de una vida digna y la posibilidad de ejercer la auto-
bien lo expresa Kant, la guerra es mala no solamente nomía en la esfera privada y pública. Tan es así que
por la cantidad de vidas y proyectos humanos que su valor queda en entredicho cuando el precio paga-
elimina para siempre, sino también porque fomenta do por el cese de las hostilidades y la instauración de
la maldad y la crueldad entre los hombres. Incluso la paz es la renuncia a la independencia y la acepta-
las guerras emprendidas en defensa de los ideales más ción de un estado de sometimiento. Existen al mis-
sublimes acaban por debilitar, en los protagonistas, mo tiempo buenas razones para sostener que el res-
principios morales arraigados y los factores que peto por los derechos y la dignidad, valioso en sí mis-
inhiben la tendencia a la violencia. mo, constituye además un medio eficaz para afianzar
2. Una evsluscián crítica acerca de la legi- el camino de la paz.
timidad de este nuevo derecho. Se configura así un "círculo virtuoso" entre dere-
No existen dudas acerca de la importancia de un chos humanos y paz, para salir del torbellino infernal
derecho a la paz concebido como el derecho a vivir en de la violencia: así como la paz asegura el goce de los
paz. Algunas dificultades surgen en cambio a la hora derechos, el respeto de estos últimos puede transfor-
de precisar los mecanismos específicos para hacerlo marse a su vez en condición de posibilidad para la
cumplir. Todo derecho supone un poder eficaz al cual paz. La paz es valiosa - y por consiguiente debe ser
apelar en caso de incumplimiento: sin un poder coer- buscada - en la medida en que favorece el goce de los
citivo encargado de asegurar las obligaciones derechos humanos. Al mismo tiempo, la experiencia
correspondientes y de sancionar eventuales violacio- muestra que el respeto por los derechos, incluso en
nes, un derecho se queda en simple aspiración moral. la guerra, puede ser un camino viable para la paz, en
En el caso del derecho a la paz los Estados pueden la medida en que el acuerdo previo sobre el rechazo
acudir a la ONU, cuyo poder coercitivo se encuentra de prácticas inhumanas y degradantes hace más fácil
sin embargo limitado por la necesidad de acudir al un reconocimiento futuro entre las partes enfrenta-
poder militar de algunos de sus miembros. No deja das y constituye incluso el primer paso de una nego-
de ser además paradójico el hecho de que para hacer ciación, en que el acuerdo sobre el respeto de los de-
eficaz el derecho a la paz y sancionar eventuales vio- rechos básicos puede extenderse de manera progresi-
laciones del mismo por parte de terceros no haya sa- va hacia otros temas que alimentan el conflicto.
lida distinta de la misma guerra. La confianza en esta relación recíproca parecería
De todas formas, es innegable la creciente y siem- desmentida por el hecho de que la dignidad y los de-
pre más generalizada voluntad de paz, que autoriza rechos alimentan, en algunos casos, la lucha armada:
cierto optimismo para el futuro. La tendencia inne- la defensa, con las armas, del derecho a la autodeter-
gable hacia la solución negociada de los conflictos minación de una nación frente a una agresión exter-
constituye un resorte poderoso para la superación de na, o los movimientos internos de lucha por la amplia-
las fallas e inconsistencias del Derecho internacional ción de las libertades individuales y la justicia social
actual, y para la consolidación de las condiciones ilustran esta posibilidad. Sin embargo, una lucha ar-
materiales indispensables para que la paz llegue a mada - interna o externa - inspirada en la defensa o

1t8UOTECA CERT~.u REVISTA


COLOMBIANA
DE PSICOLOGIA 199
CARPETA

ampliación de los derechos humanos tiene que ser quienes lo perciben como una instancia ajena y leja-
coherente con el objetivo que la justifica. 10 que sig- na, al servicio de intereses extraños, o como un po-
nifica que en el enfrentamiento armado se imponen der ineficaz para garantizar un mínimo de bienestar y
restricciones morales a las partes. De lo contrario, un seguridad.
eventual "derecho a la guerra" quedaría desvirtuado Por supuesto, una propuesta de paz realista no
por la violación del "derecho en la guerra", es decir puede descuidar los móviles que impulsan las acción
por un ejercicio de la guerra que viola y desconoce humana, ni descuidar el peso de las pulsiones agresi-
los principios humanitarios. vas presentes en nuestra naturaleza. Estas dificulta-
La restricción de la violencia favorece un recono- des para el logro de la paz no deberían sin embargo
cimiento más amplio entre las partes y allana el ca- desanimarnos o inducirnos a considerar como una ilu-
mino para el reconocimiento no como simples comba- sión el compromiso ético con la reducción de la vio-
tientes enfrentados, sino como sujetos que pueden lencia y el respeto de los derechos humanos. Se trata
compartir pacíficamente recursos, instituciones, nor- de un compromiso difícil, pero no imposible. La difi-
mas legales y valores. Es lo que muestra la experien- cultad de la tarea parece también sugerir la conve-
cia del conflicto salvadoreño, en el que las partes en- niencia de insistir en la paz como un deber, antes que
frentadas, al suscribir un acuerdo sobre derechos como un derecho. Cada acto en favor de los dere¿hos
humanos, estuvieron de acuerdo en un punto: que el humanos y en contra de la violencia es un pequeño
respeto de la dignidad humana no era un asunto ne- aporte, un granito de arena para el goce de las liberta-
gociable. La toma en serio de los derechos humanos des en un contexto de convivencia pacífica, una condi-
reduce además las causas más comunes del conflicto, ción aparentemente lejana, y que sin embargo debe
en especial en el caso del conflicto interno, alimenta- poder encontrar un espacio en nuestra realidad. A
do a menudo por la reducción de la participación po- pesar de los obstáculos, es importante que se afiance
lítica o la presencia de necesidades insatisfechas. Una una voluntad real de instaurar la paz, que no se
política seria en materia de derechos sociales y una desaliente por los tropiezos y fracasos y esté siempre
ampliación y fortalecimiento de la democracia aca- dispuesta a empezar de nuevo, a pesar del pesimis-
ban inevitablemente por fortalecer la legitimidad de mo que inspira la condición humana '1'
un régimen, seriamente comprometida a los ojos de

LUCAS CRANACH. ALEMANIA (S. XV-XVI)

No. 7 AÑo MCMXCV111

200 U. NACIONAL
BOGOTÁ. D.C.
DE COLOMBIA

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