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, Dunmore Press, págs.

i-a-rangí's legacy: Prop­


;ance and intervention».
unta de la Asociación de
cacional y la Asociación
:acional, disponible en
G92.384. 6

:formative praxis». Tesis


lAuckland. La ética y la política en la
es: Research and lndige­
investigación cualitativa
.tíon and empowerment:
ut disability», American Clifford G. Christians
págs. 671-695.
,thnography?», en S. B.
': The Feminist Practice
19s. 111-119.
ualitative research», en
ibook of Qualitatíve Re·
a edición, págs. 175-188.
La visión del mundo típica de la TIustración se congregaba alrede­
luId be the ones to write dor de una dicotomía descomunal, que los historiadores de las ideas a
ih (comp.), Natives and menudo resumen en términos del dualismo entre sujeto y objeto, hecho
American Indíans, Lin­ y valor, o materia y espíritu. Es cierto que los tres binomios son inter­
90-200. pretaciones válidas de la cosmología heredada de Galileo, Descartes y
elational epistemology», Newton. Ninguno de ellos, sin embargo, da cuenta del núcleo duro de la
mentalidad iluminista, que podemos caracterizar como una noción ge­
neralizada de autonomía. El culto de la libertad humana prevaleció,
lsearch approaches: An
valga la redundancia, en toda su libertad. Los seres humanos estipula­
tal Researcher, 31 (9),
ron ellos mismos las leyes que debían regirlos, y se desataron del yugo
de cualquier fe que reclamara su lealtad. Orgullosamente autocons­
iatíon: The interview as ciente de la autonomia humana, la visión del mundo del siglo XVllI con­
~-45. sideraba a la naturaleza como un campo de juegos dotado de un sinnú­
. Culturally Responsivo mero de posibilidades para demostrar la soberanía de la persona, su
rk, State University of dominio sobre el orden natural. La salida de la naturaleza engendró in­
dividuos que se consideraban independientes de cualquier autoridad. El
motivo de la libertad, origínado en el Renacimiento y entrado en la ma­
Struggle without End, durez con la llustraci6n, era la principal fuerza de tracción. 1

J Para enoontrar más detalles sobre este argumento, véase Christians, Fcne y
Fackler(1993, págs. 18·32 y 41-44).
283
Obviamente, uno puede llegar a la autonomía partiendo del dua­ La Ilustración comenzé
lismo entre sujeto y objeto. En la construcción de la cosmovisión ilu­ tad humana debe disti¡
minista, el prestigio de la ciencia natural jugó un rol clave para que ficativamente en él.
las personas pudieran ser libres. Los logros obtenidos en matemática, Jean-Jacques Rol.
fisiea y astronomía les permitieron a los humanos dominar la mísma noción de libertad radi
naturaleza que antiguamente los había dominado. La ciencia se reveló determinación de la pe
como una evidencia insoslayable de que, mediante la aplicación de la Sin embargo, Roussem
razón sobre la naturaleza y los seres humanos, la gente podía tener, tuarlo en el círculo del
de modos claramente palpables, la posibilidad de vivir vidas cada vez dsta de Newtun o el COl
más felices. El crimen y la locura, por ejemplo, no requerían ya de ex­ conformó con sólo aisla'
plicaciones teológicas represivas, y en su lugar podían recibir solucio­ curso sobre el origen de
nes empíricas terrenales. responde abiertamentE
Del mismo modo, puede llegarse al self autónomo si se aborda el Rousseau repres!
problema en términos de una discontinuidad radical entre los hechos belada contra su raciol
duros y los valores subjetivos. La Ilustración puso los valores en riesgo guidores en el curso de
mediante la disyunción entre el conocimiento de lo que es y el conoci­ nentes y emergentes,
miento de lo que deberia ser; el materialismo ilustrado, en todas sus Incluso admitiendo la :
formas, aisló la razón de la fe y el conoLimiento de la creencia. Como leza humana, Roussea1.
afirmaba con tesón Robert Hooke en 1663, en la época en la que tra­ que implicaba no sólo €
bajaba en la fundación de la Royal Society en Londres, «para mejorar Iglesia, sino también h
el conocimiento de la naturaleza, esta Sociedad no se entrometerá con quier autorídad dada. :
las cuestiones de la dívinidad, la metafIsica, la moral, la política ni la ser humano y el centro
retórica» (Lyons, 1944, pág. 41). A medida que la facticidad ganaba orías rousseaunianas ,
peso en la visión del mundo íluminista, aquellas regiones del interés la axiología. Al reconoc,
humano que involucraban deberes, restricciones e imperativos, sim­ Rousseau fue mucho [
plemente dejaron de aparecer. .En efecto, quienes definieron la Ilus­ concepto débil de libert
tración a partir de la separación entre hechos y valores identificaron contró consistía en un
una dificultad central. Del mismo modo, los dominios del espíritu pue­ capaz de disfrutar bel
den disolverse fácilmente en el terreno del misterio y la intuición. En tento, capaz de vivir el
la medida en que el mundo espiritual carece de toda fuerza de cohe­ terminado orden mora
sión, cede ante las especulaciones de los teólogos, muchos de los cuales
aceptaron la creencia iluminista en que los resultados de su búsqueda
serían finalmente evanescentes. Experimentalism
Pero la doctrina de la autonomía característica de la Ilustración
produjo el más grande de los daños. Y la autodeterminación individual Los debates reSI
aparece en el centro del problema que la Ilustración nos legó, a saber, giran, típicamente, en
la cuestión de la integración de la libertad humana y el orden moral. cias naturales. Sin en
En permanente lucha con las dificultades y acertijos que abría este versa sobre el modo en
problema, la Ilustración se negó finalmente a sacrificar la libertad per­ rales, sino sobre su ins.
sonal. Si bien la cuestión resultaba particularmente urgente en el con­ La teoría política afirm
texto del siglo XVIll, la respuesta iluminista no consistió en su resolu­ XVII y xvrn dejó en mar
ción, sino en la insistencia categórica con la autonomía. Tomando en vidas, sin restriccione,
cuenta los regímenes políticos despóticos y los sistemas eclesiásticos psicología, la sociologí.
opresivos propios del período, semejante postura resulta entendible. nas o morales en los si
284
)mia partiendo del dua­ La Ilustración comenzó y terminó con la presuposición de que la liber­
l de la cosmovisión ilu­ tad humana debe distinguirse del orden moral, y no integrarse signi­
) un rol clave para que ficativamente en él.
tenidos en matemática, Jean-Jacques Rousseau fue quizás el defensor más franco de esta
mos dOITÚnar la misma noción de libertad radical. Su obra dio sustancia a la idea de la libre
Ido. La ciencia se reveló deterITÚnación de la personalidad humana como el bien más elevado.
ante la aplicación de la Sin embargo, Rousseau es una figura compleja; no resulta posible si­
s, la gente podía tener, tuarlo en el círculo del racionalismo cartesiano, la cosmología mecan;­
de vivir vidas cada vez cista de Newton o el concepto del self egocéntrico de Locke; tampoco se
, no requerían ya de ex­ conformó con sólo aislar y sacralizar la libertad, al menos no en su Dis­
r podían recibir solucio­ curso sobre el origen de la desigualdad ui en su Contrato social, donde
responde abiertamente a Hobbes.
utónomo si se aborda el Rousseau representa el ala romántica de la Ilustración que, re­
radical entre los hechos bolada contra SU racionalismo, supo ganar un amplio espectro de se­
llSO los valores en riesgo guidores en el curso del siglo XIX debido a su defensa de valores inma­
de lo que es y el conoci­ nentes y emergentes, en lugar de valores dados y trascendentes.
ilustrado, en todas sus Incluso admitiendo la finitud y las linútaciones propias de la natura­
to de la creencia. Como leza humana, Rousseau apostó por una libertad inmensamente amplia,
. la época en la que tra­ que implicaba no sólo el desacoplamiento de los mandatos de Dios o la
Londres, «para mejorar Iglesia, sino también la total libertad con respecto a la cultura o cual­
d no se entrometerá con quier autoridad dada. La autonomía se convirtió, así, en el núcleo del
el moral, la política ni la ser humano y el centro del universo. En ella se basan, de hecho, las te­
Ile la facticidad ganaba orías rousseaunianas de la igualdad, el sistema social, el lenguaje, y
las regiones del interés la axiología. Al reconocer las consecuencias de la autonoITÚa individual,
nos o imperativos, sim­ Rousseau fue mucho más astuto que quienes se confortaron con un
enes definieron la Ilus­ concepto débil de libertad negativa. La única solución tolerable que en­
; y valores identificaron contró consistía en una idea del ser humano como naturaleza noble,
,minios del espíritu pue­ capaz de disfrutar beneficiosamente de su propia libertad y, por lo
sterio y la intuición. En tanto, capaz de vivir en armonía, en un sentido muy vago, con un de­
de toda fuerza de cohe­ terminado orden moral.
os, muchos de los cuales
¡ultados de su búsqueda
Experimentalismo libre de valores
,rística de la Ilustración
eterminación individual Los debates respecto de la naturaleza de las ciencias sociales
ración nos legó, a saber, giran, típicamente, en torno de las teorías y metodologías de las cien­
imana y el orden moral. cias naturales. Sin embargo, la discusión que abordaremos aquí no
acertijos que abría este versa sobre el modo en que las ciencias sociales se parecen a las natu­
¡acríficar la libertad per­ rales, sino sobre su inscripción en la mentalidad ilumiuista doITÚnante.
nente urgente en el con­ La teoria política afirma que el Estado liberal de la Europa de los siglos
~ consistió en su resolu­ XVll y XVllr dejó en manos de los individuos la dirección de sus propias
mtonomía. Tomando en vidas, sin restricciones procedentes de la Iglesia o el orden feudal. La
s sistemas eclesiásticos psicología, la sociología y la economía, conocidas como ciencias huma­
;ura resulta entendible. nas o morales en los siglos XVllr y XIX, eran consideradas «artes libera­
285
les» que abrian la mente y liberaban la imaginación. A medida que se sea buena, y el Estado
consolidaban simultáneamente las ciencias sociales y el Estado liberal, tener la gente. Es prefel
los pensadores iluministas de Europa defendían y fomentaban «los re­ que el Estado elija bien
sultados, las capacidades y las técnicas» del razonamiento experimen­ en su ensayo Sobre la li
tal como un medio de apoyar al Estado y a la ciudadanía (Root, 1993, acuerdo con nuestras pr,
págs. 14-15). remos ser autónomos: «,
En consonancia con la supuesta prioridad de la libertad individual de los ingredientes prine
sobre el orden moral, las instituciones básicas de la sociedad fueron re­ del progreso individual
diseñadas con el fin de proteger «la neutralidad entre diferentes concep­ 1966,pág.303,n·2).Es
ciones del bien» (Root, 1993, pág. 12). Se prohlbió al Estado «qUe reqni­ autonomía individual el
riera o, incluso, alentara a los ciudadanos a adherir a alguna tradición tansmo (1861/1957) y d
religiosa, forma de vida familiar o expresión de característica personal o (1843/1893). Para MilI,
artística, en particular, sobre otra» (Root, 1993, pág. 12). Dada una CÍr­ duo disfrute de plena lib
~'Unstancia hlstórica en la que ya no existían concepciones del bien com­ a los demás» (Copleston
partidas, profundamente arraigadas y ampliamente extendidas como en riSillo clásico a su máxi
el pasado, la toma de partido en temas morales y la insistencia en ideales del Estado liberal en sin
sociales eran consideradas contraproductivas. La neutralidad axiológica del razonamiento indue
parecía la alternativa natural <<para una sociedad cuyos miembros son feccionó las técnicas ind,
devotos de numerosas religiones, se dedican a muchas actividades dife­ tiéndolas en una metod(
rentes y se identifican con muchas costumbres y tradiciones muy distin­ capaz de sustituir con éJ
tas entre sí» (Root, 1993, pág. 11). La teoría y la práctica de la ciencia so­ De acuerdo con Mi
cial dominante reflejan esta filosofia liberal procedente de la Ilustración, conocimiento nuevo al ¡
como lo hacen la educaci6n,la ciencia y la política. Por eso, sólo si vuelven todos los hombres son n:
a integrarse la autonomía y el orden social resultará posible fundar un virtud de su humanidad,
paradigma alternativo en ciencias soclales." allá de la premisa (véas
objetivo crucial no consi¡
distinguir el conocimien1
La filosoña de la ciencia social de MilI queda de la verdad, la ge
avanzar inductivamente
Para John Stuart Mill, "la neutralidad es necesaria si se quiere certificar las reglas que.
fomentar la autonomía [... l. No puede forzarse a una persona para que MilI se esforzó por establ
a partir de lo conocido (l
2 Michael Root (1993) es único ontre los filósofos deJas ciencias sociales, por el certeza científica si se si
vínculo que ha sabido establecer entre la ciencia social y los ideales y las prácticas del posiciones se derivan de
Estado liberal1 con el fundamento de que ambas instituciones "buscan la neutralidad terialmente a partir de 1
entre concepciones enfrentadas de lo bueno» (pág. XV). Según explica. {(si bien ellibe~ establece cuatro modos ¿
ralismo es principalmente una teoría del Estado, sus principios pueden aplicarse a
cualquiera de las instituciones básicas de una sociedad, desde el momento en que uno
desacuerdo, los restos, y
puede afirmar que el tipo de vida que una persona desea para sí no ha de ser dictami­ (Mill, 1843/1893, m, 8, j
nado, o ni siquiera recomendado, por roles como los del médico, la empresa. la asocia­
ción universitaria o profesional. La neutralidad puede servir así como un ideal para
la operatoria de estas instituciones tanto como para el Estado. Su rol, podría decirse, a Sí bien comprometido
debería consistir en la tarea de fa~ilitar cualquier tipo de vida que un estudiante! pa­ delinear los cánones o métodm
ciente, cliente o miembro quiera alcanzar, y no en la promoción de un tipo de vida es­ creencia en la uniformidad de 1
pecífico sobre otros. (pág. 13). Las interpretaciones dol trab'lio d. MilI y Weber, ela­ nos se someten a relaciones de
boradas por Root¡ son cruciales para mis propios argumentos. la cosmología newtoniana.

286
ación. A medida que se sea buena, y el Estado no deberia dictaminar qué tipo de vida debe
ales y el Estado liberal, tener la gente. Es preferible que un individuo elija mal por sí mismo a
n y fomentaban «los re­ que el Estado elija bien por él» (Root, 1993, págs. 12-13). Según afirma
lonamiento experimen­ en su ensayo Sobre la libertad (1859/1978), planear nuestras vidas de
iudadanía (Root, 1993, acuerdo con nuestras propias ideas y propósitos es fundamental si que­
remos ser autónomos: «el libre desarrollo de la individualidad es uno
de la libertad individual de los ingredientes principales de la felicidad humana, y el fundamento
le la sociedad fueron re­ del progreso individual y social» (pág. 50; véase también Copleston,
entre diferentes concep­ 1966, pág. 303, nO 2), Esta neutralidad basada en la supremacía de la
ió al Estado «qUe requí­ autonomía individual es también el principio fundamental del Utili­
18m a alguna tradición tarismo (186111957) y del Sistema de la 16gica inductiva y deductiva
:aracteristica personal o (1843/1893). Para Mili, «el principio de la utilidad exige que el indivi­
pág. 12). Dada una cir­ duo disfrute de plena libertad, excepto de la libertad de ocasionar daño
lcepciones del bien com­ a los demás» (Copleston, 1966, pág. 54). Además de llevar el utilita­
mte extendidas como en rismo clásico a su máximo nivel de desarrollo y establecer las bases
la insistencia en ideales del Estado liberal en sintonía con Locke, Mill delineó los fundamentos
a neutralidad axÍológica del razonamiento inductivo como método para la ciencia social. Per­
lad cuyos miembros son feccionólas técnicas inductivas, modeladas por Francis Bacon, convir­
auchas actividades dife­ tiéndolas en una metodología orientada a la resolución de problemas,
'tradiciones muy distll­ capaz de sustituir con éxito la lógica deductiva aristotélica.
práctica de la ciencia so­ De acuerdo con Mili, los silogismos no son capaces de aportarle
edente de la llustración, conocimiento nuevo al ser humano. Cuando decimos que, dado que
l. Por eso, sólo si vuelven
todos los hombres son mortales, el duque de Wellington es mortal en
litará posible fundar un virtud de su humanidad, no estamos avanzando verdaderamente más
allá de la premisa (véase MilI, 1843n893, II, 3, 2, pág. 140). Pues el
objetivo crucial no COIllliste en reordenar el mundo conceptual, sino en
distinguir el conocimiento genuino de la mera superstición. En la bús­
queda de la verdad, la generalización y la síntesis son necesarias para
avanzar inductivamente de lo conocido a lo desconocido. Más que por
,Bnecesaria si se quiere certificar las reglas que otorgan consistencia formal al razonamiento,
a una persona para que Mill se esforzó por establecer esta función de la lógica como Íníerencia
a partir de lo conocido (Mili, 1843/1893). Es posible aproximarse a la
le las ciencias sociales, por el certeza científica si se sigue con rigor el método inductivo, si las pro­
los ideales y las prácticas del posiciones se derivan de la empina y el conocimiento se conforma ma­
iones «buscan la neutralidad terialmente a partir de la experiencia." Para las ciencias físicas, Mil!
,egún explica, «si bien ellibe~ establece cuatro modos de razonamiento experimental: el acuerdo, el
lrincipios pueden aplícal"Be a desacuerdo, los restos, y el principio de las variaciones concomitantes
desde el momento en que uno
.para sí no ha de ser dictami~ (Mili, 1843/1893, III, 8, págs. 278-288). Milllos considera los únicos
nédico1 1a empresa. la asoeia~
rervir así como un ideal para
3 Si bien comprometido ron lo que llama «lógica de las ciencias morales» para
'stado. Su rol, podría decirse,
delinear los cánones o métodos de inducción, MilI compartió con la denoia natura.lla
e vida que un estudiante, pa­
creencia en la uniformidad de la naturalw-.a y el presupuesto de que todos los fenóme­
moción de un tipo de vida'es­
nos se someten a relaciones de causa-efecto. Sus cinco principios de inducción reflejan
trabajo de Mili y Weber, ele­
la cosmología newtoniana.
entos.
287
métodos de prueba de la experimentación, al menos si se cree, con los
ción de la sociedad es a
naturalistas, que la naturaleza está estructurada por uniformidades. 4
tífico de esta clase (pá~
En el Libro VI del Sistema de la lógica, «Sobre la lógica de las
Como también oc
ciencias morales», Mill (1843/1893) desarrolla su programa del expe­
de la ciencia social de :M
rimentalismo inductivo como método científico para estudiar «los di­
y fines. Los ciudadano<
versos fenómenos que constituyen la vida social» (VI, 6, 1, pág. 606).
ción de los fines en un!
Si bien concibe a la ciencia social como una disciplina capaz de proveer
know-how para lograrl<
explicaciones causales del comportamiento humano, Mill se previene
de medios, pero no tieIl
contra el fatalismo de la plena predictibilidad: «las ciencias sociales
las ciencias sociales del
son hipotéticas, consisten de generalizaciones de base estadística que,
tancia y contenido, y lir
por su misma naturaleza, admiten excepciones» (Copleston, 1966, pág.
de los posibles cursos d,
101; véase también Mill, 1843/1893, VI, 5, 1, pág. 596). De este modo,
liberal «deben ser pres,
el conocimiento instrumental confirmado empíricamente sobre el com­
cos; deben combatir la I
portamiento humano tiene un poder predictivo mayor cuando trata de
pág. 129). La investig2
masas colectivas que cuando trata de agentes individuales.
sino sólo verdadera o f,
Obviamente, el positivismo de Mill determina su trabajo sobre
ciones» (Root, 1993, pá~
la investigación experimentaL" Sobre la base de la obra de Auguste
aboga por una neutraH
Comte, Mill definió la materia como «la posibilidad permanente de sen­
viduos o grupos» a los
sación» (Mill, 1865, pág. 198); según su creencia, nada más podía de­
«tratar como seres acti'
cirse respecto de las sustancias metafísicas. 6 Con Hume y Comte, Mill
sables de sus decisiones
insistía en que las sustancias metafísicas no son reales, y que sólo los
pia concepción de la bUl
hechos sensibles existen verdaderamente. Dado que no habria esencias
o realidades finales más allá de las sensaciones, Mill (1865/1907, 1865)
Y Comte (1848/1910) argumentaban que los científicos sociales debe­
La neutralidad axio},
rían limitarse a trabajar con hechos particulares, como una fuente de
datos de la cual sería posible extraer leyes validadas experimental­
Cuando los científ
mente. Para ambos, éste es el único tipo de conocimiento que provee
xx quieren afirmar que:
beneficios prácticos (Mill, 1865, pág. 242); de hecho, incluso la salva­
los ensayos que Max W
cuenta la importancia q
gía y la economía, tantc
tinción entre juicios ori,
4 El utilitarismo de John Stuart MilI fue pensado como una amalgama entre el
principio de la mayor felicidad de Jeremy Bentham, la filosofía empirista, el concepto se ha vuelto canónica.
de utilidad como bien moral de David Hume y los mandamientos positivistas de Au~ Weber distingue e
guste Cornte, en el sentido de que las «cosas en sí mismas» son incognoscibles, y que los valores. Reconoce qu
el conocimiento se restringe a las sensaciones. En su influyente Sistema de la lógica, eliminarse por completE
MilI (1843/1893) típicamente se caracteriza como una combinación de los principios políticos [ ... ]. Lo que los
del positivismo francés (tal como lo desarrolló Comte) y el empirismo británico en un
sistema simple.
s Para una elaboración de la complejidad en el positivismo (incluyendo referen­
7 Mili (1873/1969) esp'
cias a sus conexiones con Mill) véase Lincoln y Guba (1985, págs. 19-28).
6 Mili desarrolla el realismo más explícitamente en su Examen de la filosofía
tivo inverso o histórico: «Se tr,
de Sir William Hamilton (1865). Nuestra creencia en un mundo externo común, según la encontré en Comte; y si no
él, depende del hecho de que nuestras sensaciones de la realidad fisica <~pertenecen 126). Mili explícitamente sig¡
tanto a otros humanos O seres sensibles como a nosotros mismos» (pág. 196; véase social. Mill publicó dos ensa)
también Coplestoll, 1966, pág. 306, n° 97). reeditados como Auguste Con
1873/1969, pág. 165).
288
Hmos si se cree, con 108 clón de la sociedad es algo coutingente de cara a un conocimiento cien­
.da por uniformidades." tífico de esta clase (pág. 241).7
"Sobre la lógica de las Como también ocurre con su ética consecuencialista, la filosofia
su programa del expe­ de la ciencia social de Mili se construye sobre la dicotomIa entre medios
) para estudiar «los di­ y fines. Los ciudadanos y los políticos son responsables de la articula­
al» (VI, 6, 1, pág. 606). ción de los fines en una sociedad libre, y la ciencia es responsable del
:iplina capaz de proveer know-lww para lograrlos. La ciencia es intrínsecamente amoral; habla
mano, Mili se previene de medíos, pero no tiene la capacidad de dictar fines. Los métodos en
1: «las ciencias sociales las ciencias sociales deben guiarse por el desinterés en cuanto a su sus­
de base estadística que, tancia y contenido, y limitarse rigurosamente a los riesgos y beneficios
» (Copleston, 1966, pág.
de los posibles cursos de acción. Los protocolos para ejercer una ciencia
,ág. 596). De este modo, liberal «deben ser prescriptivos, pero no en términos morales o políti­
ricamente sobre el com­ cos; deben combatir la mala ciencia, no la mala conducta» (Root, 1993,
, mayor cuando trata de pág. 129J. La investigación no puede juzgarse correcta o incorrecta,
individuales. sino s610 verdadera o falsa. «La ciencia sólo es política en sus aplica­
'rmina su trabajo sobre ciones» (Root, 1993, pág. 213). Dado este liberalismo democrático, Mill
, de la ohra de Auguste aboga por una neutralidad "preocupada por la autonomía de los indi­
dad permanente de sen­ viduos o grupos» a los que la ciencia social busca servir, y que debe
::ia, nada más podía de­ «tratar como sores activos, pensantes y dotados de voluntad, respon­
:on Hume y Comte, MilI sables de sus decisiones y con la libertad de elegir» por mayoría su pro­
on reales, y que sólo los pia concepción de la buena vida (Root, 1993, pág. 19).
o que no habria esencias
1, Mill (1865/1907, 1865)
ientíficos sociales debe­ La neutralidad axiológica en la obra de Max Weber
res, comO una fuente de
'alidadas experimental­ Cuando los científicos sociales de la corriente dominaute del siglo
onocimiento que provee xx quieren afirmar que la ética no es asunto suyo, invocan típicamente
hecho, incluso la salva- los ensayos que Max Weber escribió entre 1904 y 1917. Tomando en
cuenta la importancia que ha tenido la obra de Weber para la sociolo­
gía y la economfa, tanto en el nivel teórico como metodológico, su dis­
tinción entre juicios orientados políticamente y neutralidad científica
como una amalgama entre el
se ha vuelto canónica.
ilosofía empirista, el concepto
lamientos positivistas de Au­ Weber dístingue entre la autonomía axiológica y la relevancia de
lRSlJ son incognoscibles, y que los valores. Reconoce que, en la etapa de descubrimientos, «no pueden
fluyente Sístcma de la l6gica, eliminarse por completo los valores personales, culturales, morales o
combinación de los principios políticos L..]. Lo que los científicos sociales eligen investigar L••• llo eli­
el empirismo británico en un

sítlvismo (incluyendo referen­


, MilI (1873/1969) específicamente acredita a Comte su uso del método deduc­
985, págs. 19-28).
tivo inverso o histórico: «Se trataba de una idea completamente nueva para mí, cuando
, en su Examen de la fi!.oso{f.a
la encontré en Comte; y sí no fuera por él~ quizás nunca hubiera llegado a ella» (pág.
mundo externo común) según
126). Mili explícitamente sigue a Comte en su distinción de la estática y la dinámica
la realidad fisica «pertenecen
social. Mili publicó dos ensayos bajo la influencia de Comte en Westminster Review,
ros mismos» (pág. 196; véase
reeditados como AugusÚ! Comte y el positivismo (Mili, 1865/1907; véase también Mill,
1873fl969, pág. 165).
289
gen sobre la base de determinados valores» en función de los enales es­ De cualquier manera, ir
peran que se rija su investigación (Root, 1993, pág. 33). Pero insiste cias sociales tanto comE
con que la ciencia social debe ser libre de valores en la presentación son libres de valores. 1
de sus resultados. Los descubrimientos no deben expresar ningún jui­ torna iIU1ecesarios losju
cio de carácter moral o político; los profesores deben colgar sus valores deliberadamente juicio:
junto con sus abrigos al entrar en el aula de clases. SUB conferencias y publi,
«Una actitud de indiferencia moral», escribe sin embargo Weber dad, está en cuestión eE
(1904/1949b), «uo tiene relación alguna con la objetividad científica» investigador y el docan1
(pág. 60). El significado de esta puntualización alude claramente a la dicional, el establecimiE
distinción entre la autonomía axio16gica y la relevancia axio16gica. loraciones políticas» (W
Para ser racionales y tener fines, las ciencias sociales deben estar su­ La oposición de Vi
jetas a «valores relevantes». fue impulsada por ciren
versidades prusianas, e
Los problemas de la ciencia social son elegidos según la relevan­ si los profesores limitat
cia a"iológica de los fenómenos tratados [... ]. La expresión «relevancia científica. Con la elecci<Í
axiológica» alude sólo a la interpretación filosófica de ese «interés» es­ tradores políticos, el COI
pecíflcamente científico que determina la selección de un objeto de es­ mantenían lejos de la el
tudio dado y de ciertos problemas para analizar empíricamente (Weber, Pocos cargos adm
1917/1949a, págs. 21-22). alemanes de aquella ép
En las ciencias sociales, el estimulo para plantear problemas
das para resolver probl
científicos surge siempre de «cuestiones» prácticas. Por lo tanto, el re­ forma de incrementar el
conocimiento mismo de la existencia de un problema científico coincide era formar una nueva el
con la posesión de ciertos motivos y valores con una orientación especi­ y silenciosa sobre los fil
fica (Weber, 1904l1949b, pág. 61). consagrarse a este entr.
Weber, 1973, págs. 4-8)
Sin las ideas evaluativas del investigador, no habría principio de El argumento prát
selección alguno capaz de determinar un objeto de estudio, así como y su aparente limitaciór
no sería posible albergar conocimiento significat.ívo de la. realidad con­ sión del tema de la neu!
creta. Sin la convicción del investigador respecto de la significación de ciencias sociales del sigl,
determinados hechos culturales, todo intento de analizar la realidad un empirista radical COI
concreta resultaría completamente vano (Weber, 1904/1949b, pág. 82).
ción positivista entre de!
epistemología sistemáti,
Mientras las ciencias naturales, según Weber (1904l1949b, pág.
72), buscan las leyes naturales que gobiernan todos los fenómenos em­
píricos, las ciencias sociales estudian aquellas realidades que nuestros
valores consideran significativas. Y mientras que el mundo natural in­ mas sociales consistía en dese
dica por sí mismo las realidades a ser investigadas, las infinitas posi­ y conducta personal (véase, J
9 Como un ejemplo d(
bilidades del mundo social se ordenan según «los valores culturales refiere al nombramiento de 1
con los cuales nos aproximamos a la realidad. (1904l1949b, pág. 78)." Universidad de Berlin. A pé~
micos, el ministro de Educa
Weber, 1973, págs. 4-30). SeJ
8 Emi1e Durkheim es más explicito y directo en relación con la causalidad, tanto y particulares subyace a su E

en el mundo natural como en el cultural. Si bien Durkheim afirmaba la primacía cau~ los postulados de la teoría e'
sal de lo sociol6gico sobre lo psicológico en la conducta, y no creía que la iutención pu­ fervorosas convicciones polit
diera provocar acciones. también consideraba, unívocamente, que la tarea de las cien M
intelectual (pág. v).
290
mción de los cuales es­ De cualquier manera, incluso si la relevancia axiológica rige a las cien­
pág. 33). Pero insiste cias sociales tanto como a las naturales, Weber considera que ambas
res en la presentación son libres de valores. El objeto de estudio de las ciencías naturales
n expresar ningún jui­ torna innecesarios los juicios de valor, y loS científicos sociales excluyen
,ben colgar sus valores deliberadamente juicios respecto de «lo deseable y lo indeseable» de
ses. sus conferencias y publicaciones (1904l1949b, pág. 52). «Lo que, en ver­
be sin embargo Weber dad, está en cuestión es la exigencia intrínseca muy simple de que el
objetividad científica» investigador y el docente deben mantener separados, de modo incon·
alude claramente a la dicional, el establecimiento de hechos empíricos [...] y sus propias va­
t'elevancia axiológíca. loraciones políticas» (Weber, 1917/1949a, pág. 11)•
•ciales deben estar su­ La oposición de Weber a los juicios de valor en ciencias sociales
fue impulsada por circunstancias prácticas. En el ambiente de las uni­
versidades prusianas, era más fácil obtener cierta libertad académica
egidos según la relevan· si los profesores limitaban su trabajo profesional a la pura expertícia
...a expresión {<relevancia científica. Con la elección de los cargos docentes en manos de adminis­
Jfica de ese {<Ínterés» es­
tradores políticos, el control sólo podía distenderse si los profesores se
,ción de un objeto de es·
. empíricamente (Weber, mantenían lejos de la crítica y el compromiso político.
Pocos cargos administrativos en el gobierno y el empresaríado
alemanes de aquella época estaban a cargo de personas bien entrena­
Ira plantear problemas das para resolver problemas de medios. Weber pensaba que la mejor
;Ícas. Por lo tanto, el re· forma de incrementar el poder y la prosperidad económica de Alemania
:>lema científico coincide era formar una nueva clase gerencial entrenada en términos de medios
L una orientación espeCÍ­ y silenciosa sobre los fines. Según Weber, las universidades deberían
consagrarse a este entrenamiento (Root, 1993, pág. 41; véase también
Weber, 1973, págs. 4_8),9
r, no habría principio de El argumente práL1;ico de la libertad de valores que ofrece Weber
~to de estudio, así como y su aparente limitación a la fase de investigación hicieron que su ver­
.tivo de la realidad COn­ sión del tema de la neutralidad fuera especialmente atractiva para las
,ro de la significación de ciencias sociales del siglo XXI. Weber no es un positivista como Comte ni
de analizar la realidad
or, 1904l1949b, pág. 82). un empirista radical como MilI; de hecho desminti6la crÍf¡pada disyun­
ción positivista entre descubrimiento y justificación, y no desarrolló una
ber (1904l1949b, pág. epistemología sistemática comparable con la fllosofia política liberal de
los los fenómenos em­
alidades que nuestros
l el mundo natural in­ cias socíales consistía en descubrir los encadenaDÚentos causales entre hechos sociales
las, las infinitas posi· y conducta personal (véase, por ejemplo, Durkheim, 1966, págs. 44 y 297-306).
.os valores culturales 9 Como un ejemplo del abuso que resistió Weber, Root (1993, págs. 41-42) se

1904!1949b, pág. 78).8 refiere al nombramiento de Ludwig Bernhard como profesor titular de economía en la
Universidad de Berlín. A pesar de que Bernhard no contaba con antecedentes acadé­
micos, el :ministro de Educación le asignó el cargo sin que mediara concurso (véase
Weber, 1973, págs. 4-ll0). Según Shil. (1949), "una masa de preocupaciones C<,lncreta.
6n con la causalidad, tanta y particulares subyace a su ensayo [de 1917]: su recurrente intención de penetrar en
afirmaba la primacía cau­ los postulados de la teoría económica. su pasión ética por la libertad académica, sus
creía que la intención pu­ fervorosas convicciones políticas nacionalistas y su perpetua exigencia de integridad
;el que la tarea de las clen- intelectual (pág. v).
291
MilI. Aun así, la neutralidad axiológica de Weber refleja la autonomía Desde la pe
ilustrada de un modo similar. En el proceso de mantener su distinción partir de [a evider
entre la relevancia axiológica y la libertad axiológica, Weber separa los cidad humana qUE
mente el que mue
hechos de los valores y los medios de los fines. Apela a la evidencia em­ desde este punto ¿
pírica y al razonamíento lógico enraizados en la racionalidad humana. problemático desd
«La validez de un imperativo práctico como una norma», escribe, «y el científicamente de
valor de verdad de una proposición empírica son absolutamente hetero­ o16gicos y metafIsi
géneos en carácter» (Weber, 1904f1949b, pág. 52). «Una prueba científica cidibles (Taylor, 1:
sistemáticamente correcta en las cienciss sociales» puede ser dificil de
lograr por completo, pero esto se debe, probablemento, a «datos defec­ La ética utilitari
tuosos», y no a una imposibilidad conceptual (1904l1949b, pág. 58).10 cálculo de cantidades
Para Weber, como para Mill, la ciencia empírica trata con cuestiones de mental de que, «si la f
medios, y su advertencia contra la inculcación de valores morales y po­ el curso de acción corr,
líticos presume de una dicotomía entre medios y fines (véase Weber, ble» (Taylor, 1982, pá¡
1917/1949a, págs. 18-19; 1904l1949b, pág. 52). árbitro de las disputa!
Como concluye Michael Root (1993), «el llamado a la neutralidad Una vez que ell
en ciencias sociales que formula John Stuart Mil! se basa en la creencia» de las consecuencias f
de que ellengueje de la ciencia «toma conocimiento de un fenómeno y pone que existe «un de
se esfnerza por encontrar sus leyes» (pág. 205). Max Weber, de forma junto de consideracion
similar, "da por hecho que puede existir un lenguaje cientffico, una co­ hacer». Esta «reduccióI
lección de verdades, que excluya todos los juicios de valor, reglas u orien­ temente epistemológi(
taciones de conducta» (Root, 1993, pág. 205). En ambos casos, el conoci­ admiración y el desdél
miento científico existe por y para sí mismo, con completa prescindencia ración, la convicción, I
de cualquier orientación moral. Para ambos, la neutralidad es deseable 1982, págs. 132-133). 1
pues "las cuestiones axio[ógicas no son resolubles racionalmente» y la nan factores subjetivo
neutralidad en ciencias sociales se considera capaz de contribuir "al des­ dad [... ); expresan lo q'
arrollo de [a autonomía personal y política» (Roút, 1993, pág. 229). De lor, 1982, pág. 141). E,
este modo, el argumento weberiano de la relevancia axiológica no con­ maximizar la felicidad
tradice el ideal iluminista, de largo aliento, de la neutralidad científica cualquier otro tipo de
entre distintas concepciones del bien que rivalizan entre sí. con ella, como la distJ
como éste resultan atr
ciencias sociales axiol.
La ética utilitarista los llamados "lenguaje
una atractiva "perspec
Además de su humanismo mundano, la ética utilitarista resultó de la teoría de la elecci
atractiva por su compatibilidad con el pensamíento científico y por el pectiva «despliega tod(
modo en que concuerda con los cánones del cálculo racional tal como susceptibles de recibir
fueron desarrollados por la cultura intelectual de la Ilustración: pág. 117). De cualquie
representa «una apari
lO Si bien las bases que permitieron In creación del Consejo de Investigación en
todo lo que no pnede s
Ciencias Sociales en 1923 tienen muchas capas, es índudable que) en su intento de
vincular la experticia académica con la investigación política, tanto como en su prefe~
11 En la ética profcsi
rencia por la metodología científico..gocial dgurosa. estas bases reflejan, e implemen­
tan. las ideas de Weber, cialismo y el utilitarismo e

292
,r refleja la autonomía Desde la perspectiva utilitarista, una posición ética se valida a
nantener su distinción partir de la evidencia dura. Tomando como base la medición de la feli­
.gica, Weber separa los cidad humana que resulta de uno u otro curso de acción, se elige final­
pela a la evidencia em­ mente el que muestra un total favorable mayor. La felicidad humana,
racionalidad humana. desde este punto de vista, es considerada como algo esencialmente no­
l norma,), escribe, «y el
problemático desde el punto de vista conceptual, un dominio de hechos
científicamente defInido que permite dejar de lado todos los factores te­
absolutamente hetero­ ológicos y metañsicos que hacían que las cuestiones éticas fueran inda­
.Una prueba científica cídibles (Taylor, 1982, pág. 129).
es» puede ser diñcil de
,mente, a «datos defee­ La ética utilitarista sustituye las distinciones metafísicas por el
.904/1949b, pág. 58).10 cálculo de cantidades empíricas, de acuerdo con la exigencia procedi­
trata con cuestiones de mental de que, «si la felicidad de cada agente tiene un valor de 1 L..},
e valores morales y po­ el curso de acciÓn correcto será el que satisfaga el número mayor posi­
y fmes (véase Weber, ble» (Taylor, 1982, pág. 131). La razón autónoma, de este modo, es el
árbitro de las disputas morales.
,mado a la neutralidad Una vez que el razonamiento moral se identifica con el cálculo
se basa en la creencia» de las consecuencias para la felicidad humana, el utilitarismo presu­
3nto de un fen6meno y pone que existe «un dominio simple y consistente de lo moral, un con­
Max Weber, de forma junto de consideraciones que determinan lo que debemos, moralmente,
:uaje científico, una co­ hacer». Esta «reducciÓn y homogenE-ización de lo moral, de sentido fuer­
le valor, reglas u orien­ temente epistemolÓgico, mar¡,rinaliza los lenguajes cualitativos de la
ambos casos, el conoci­ admiraciÓn y el desdén: por ejemplo, la integridad, el cuidado, la libe­
:ompleta prescindencia ración, la convicci6n, la deshonestidad y la autoindulgencia» (Taylor,
teutralidad es deseable 1982, págs. 132-133). En términos utilitaristas, estos lenguajes desig­
es racionalmente» y la nan factores subjetivos «que no se corresponden con nada en la reali­
lZ de contribuir «al des­
dad [...}; expresan lo que sentimos, y no la realidad de las cosas" (Tay­
ot, 1993, pág. 229). De lor, 1982, pág. 141). Esta perspectiva unidimensional no s610 nos exige
ncia axiológica no con­ maximizar la felicidad general, sino que también considera irrelevante
t neutralidad científica
cualquier otro tipo de imperativo moral que pueda entrar en conflicto
an entre sL con ella, como la distribución igualitaria. Modelos de un solo factor
como éste resultan atractivos para «la debilidad epistemológica de las
ciencias sociales axiol6gicamente neutrales, que no se llevan bien con
los llamados "lenguajes contrastivos·'" Más aun, el utilitarismo ofrece
una atractiva «perspectiva de cálculo exacto de las políticas [.. .] a partir
;ica utilitarista resultó de la teoría de la elección racional» (Taylor, 1982, pág. 143). Esta pers­
ento científico y por el pectiva «despliega todos los asuntos morales como problemas discretos,
.culo racional tal como susceptibles de recibir soluciones mayormente técnicas» (Euben, 1981,
lal de la Ilustraci6n: pág. 117). De cualquier modo, para SUB críticos, esta clase de exactitud
representa «una apariencia de validez» que excluye terminantemente
:;onsejo de Investigación en todo lo que no puede ser calculado (Taylor, 1982, pág. 143)."
lable quet en su intento de
íca, tanto como en su prefe­
Jases reflejan, e implemen~ 11 En la ética profesional, hoy en día, se distingue a menudo entre el c()nsecuen~
cíalismo y el utilitarismo en términos más generales. Abandonamos la idea de maxi­

293
Dado el dualismo de medios y fines característico de la teoría uti­ 1. ConsentimÚ?nto inf.
litarista, el dominio del bien aparece como algo extrínseco. Todo lo que la autonomía índivid
vale la pena someter a valoración es una función de sus consecuencias. Weber insiste en que
Prima faeie, el deber es inconcebible en estos términos. No cuenta en tienen derecho a esta!
absoluto el grado en el cual los propios actos y enunciados expresan cías de los experimenl
verdaderamente lo que es importante para alguien. El pensamiento la libertad humana in
ético y político en términos consecuencialistas legisla la exterioridad primer lugar, los suje
de la valoración intrínseca (Taylor, 1982, pág. 144). La exterioridad de de su participación, e:
la ética es, así, tomada como garantía de la neutralidad axio16gica de de ninguna clase; en ,
los procedimientos experimentales. '2 sado en información E
del tribunal de Núre'
que los sujetos deben
Códigos de ética posibles riesgos, así c<
participan» (Soble, 19
En la ciencia social libre de valores, los códigos de ética son el El carácter auto
formato convencional que asumen los principios morales en las asocia­ sión por la ética raciol
ciones académicas y profesionales. Hacia 1980, las principales asocia­ ha generado debates (
ciones académicas ya teman sus respectivos códigos, los cuales hacían «en distintos trabajos
énfasis en cuatro puntos coincidentes vinculados a la conducción de dilema de que el conSE
los medios de investigación inductiva, orientados a fines mayoritarios. de la identidad y las
mente un determina(
medios característico
conclusión general d.
guía para el trabajo d
mizar la felicidad, pero ,4;odavía tratamos de -evaluar diferentes cursos de acción pu­
ramente en ténnínos de sus consecuencias, con la esperanza de indicar todo 10 que participacióu, pues «u
valga la pena someter a consideración en nuestras descripciones consecuenciales". gar a «obstaculizar e
Como ,sea, incluso esta versión expandida del utilitarismo, en términos de Taylor, «to­ «inocuas)> y «no~probl(
davía legisla algunos bienes más allá de la existeneía" (Taylor, 1982, pág. 144). Del
mismo modo, ésta es una definición restrictiva del bien que favorece el cálculo racional 2. Engallo. Al enfatÍ2
y evita que abordemos seriamente todas las facetas de la moral y del pensamiento po­
lftico normativo (Taylor. 1982). Como observa Yvonna Lincoln. 01 problema inevitable
ética de las ciencias ¡
del utilitarismo es que «al abogar por la mayor felicidad para la mayor cantidad de quiera los argumento
gente,los grupos pequeños de personas (todas las minorías, por ejemplo) experimentan gañar a criminales, al
el régimen político de la «tiranía de la mayoríft», Lineoln se :refiere conectamente á capacidades mentalel
«la tendencia del liberalismo a reinstalar la opresión en virtud del principio utilitario» de las prácticas engai
(comunicación personal, 16 de febrero de 1999).
12 Dada la naturaleza de la investigación positivista, Jenníngs y Callahan
mentos de Stanley Mi
(1983) llegan a la conclusión de que sólo un número acotado de problemas éticos entra especial: la tergivers¡
en consideración, y que estos problema..-" «tienden a identificarse con los cánones de la gación está prohibida
metodolOgía cíentífica profesional. L..] La honestidad profesional, la supresión de los tidario de la línea du
prejuicios personales, la recolección cuidadosa y la presentación adecuada de. la infor­ que el engaño «no se
mación, la admisión de los límites de la validación científica de estudios empíricos; en términos práctico:
éstos han sido, centralmente, los únicos problemas que era posible abordar. Desde el
momento en que estas responsabilidades éticas no son particularmente polémicas (al
queda académica» (p.
menos en principio) no es sorprendente que durante este períodQ [la década de 19601 La aplicación a
ni quienes trabajaban sobre ética ni los científicos sociales se hayan tomado mucha investigadores son ca
molestia en analizarlos o discutirlos» (pág. 6). lerse del engaño acti'
294
¡erístico de la teoría uti­ 1. Consentimiento informado. En consonancia con su compromiso con
, extrínseco. Todo lo que la autonomía individual, la ciencia social en la tradición de MilI y
in de sus consecuencias. Weber insiste en que los sujetes que participan de las investigaciones
términos. No cuenta en tienen derecho a estar informados sobre la naturaleza y las consecuen­
y enunciados expresan cias de Jos experimentos en los que toman parte. El respeto que merece
[guíen. El pensamiento la libertad humana incluye, en general, dos condiciones necesarias: en
¡ legisla la exterioridad primer lugar, los sujetes deben acordar voluntariamente los términos
144). La exterioridad de de su participación, esto es, sin que medie coerción física o psicológica
mtralidad axiológica de de ninguna clase; en segundo lugar, su consentimiento debe estar ba­
sado en información exhaustiva y de acceso irrestricto. «Los Artículos
del tribunal de Núremberg y de la Declaración de Helsinki afirman
que los sujetos deben conocer de antemano la duración, los métedos y
posibles riesgos, así como el propósito o meta del experimento del que
participan» (Soble, 1978, pág. 40; véase también Veatch, 1996).
códigos de ética son el El carácter autoevidente de este principio no es puesto en discu­
's morales en las asocia­ sión por la ética racionalista. Su aplicación significativa, sin embargo,
, las principales asocia­ ha generado debates que siguen vigentes. Como observa Punch (1994),
,digos, los cuales hacían -en distintos trab"lios de campo no parece haber salida con respecto al
ldos a la conducción de dilema de que el consentimiento informado (que implica la divulgación
los a fines mayoritarios. de la identidad y las metas del Íllvestigador) puede paralizar total­
mente un determinado proyecto» (pág. 90). Fiel al predominio de los
medios característico de un modelo de medios-fines, Punch llega a la
conclusión general de que los códigos de ética deberían servir como
:erentes cursos de acción pu~ guía para el trab"lio de campo, pero no inmiscuirse en el ámbito de la
ra.ru:a de indicar todo lo que participación, pues «una aplicación estricta de los códigos» podría lle­
cripciones cOllsecucnciale5». gar a «obstaculizar e impedir» una gran cantidad de investigaciones
[), en términos de- 'l'aylor, ..to.. <<ÍIlo('"Uas» y «no-problemáticas» (pág. 90).
:Taylor, 1982, pág. 144). Del
te favorece el cálcuJo racional
moral y del pensamiento po­
2. Engaño. Al enfatizar el consentimiento informado, los códigos de
ncolu, el problema inevitable ética de las ciencias sociales se oponen firmemente al engaño. Ni si­
i para la mayor cantidad de quiera los argumentos paternalistas que sugerían que era posible en­
s, por ejemplo) experimentan gañar a criminales, alumnos de la escuela primaria o personas con dís­
n se refiere OOX'l"ectamente a capacidades mentales son ya diguos de crédito. La revelación actual
irtud del principio utilitario»
de las prácticas engañosas que se han llevado a cabo desde los experi­
lvista, Jennings y Canaban mentos de Stanley Milgram le dio a este principio social una relevancia
do de problemas éticos entra especial: la tergiversación deliberada de los términos de una investi­
mearse con los cánones de la gación está prohibida en la actualidad. Bulmer (1982) es un típico par­
)fesional, la supresión de los tidario de la línea dura; su conclusión, de acuerdo con los códigos, es
ltaci6n adecuada de la ínfor­ que el engaño <<110 se justifica en términos éticos ni resulta necesario
tífica de estumos empíricos;
~I'a posible abordar. Desde el
en términos prácticos, ni es de ayuda a la sociología en cuante bús­
llticularmente polémicas (al queda académica» (pág. 217; véase también Punch, 1994, pág. 92).
, perlodo [la década de 1960] La aplicación a rajatabla de este principio hace suponer que los
les se hayan tomado mucha investigadores son capaces de díseñar experimentes diferentes sÍll va­
lerse del engaño activo. Pero, con respecto a las construcciones éticas
295
exteriores a la iniciativa científica, ninguna aplicación que no sea am­ no debe ser expuest>
bigua es posible. Dado que la búsqueda del conoL'Ímiento es obligatoria nicacÍón avanza agro
y que el engaño está codificado como inaceptable moralmente, en cier­ tección de datos priv
tas situaciones es imposible satisfacer ambos criterios a la vez. En el nimidad respecto de 1
marco de la psicología y la medicina, cierta clase de información re­ pág. 94).
sulta inaccesible si no entra en juego, al menos, el engaño por omisión.
La solución estándar para este dilema consiste en la permisión de un 4. Fidelidad. La cem
«monto mínimo» de engaño cuando existan razones utilitarias explíci­ un principio cardinal
tas que lo justifiquen. En los hechos, la oposición al engaño en los có­ cación, el material fr
digos se redeime en estos términos: si «el conocimiento a obtener de mismo tiempo nO-CÍel
experimentos engañosos» es indudablemente útil desde el punto de terna como externarr
vista social, «entonces el engaño de personas en el proceso constituye ámbito, tanto a nivel
sólo un defecto menor» (Soble, 1978, pág. 40). instrumentalista y ro<
por los mfsmos proce
3. Priuacidad y confidencialidad. Los códigos de ética insisten en la evaluadas como mon
protección de la identidad de la gente y de las locaciones en las que se
efectúan investigaciones. La confidencialidad debe estar garantizada
en cuanto constituye el primer resguardo contra el riesgo de exposición Los Comités Ins
no deseada. La información personal de cualquier tipo debe estar ase­
gurada u oculta; en caso de hacerse pública, debe eslar protegida por Como condición
un escudo de anonimato. El protocolo profesional, de manera uniforme, mentales en varios pa
prescribe que nadie debe sufrir daño físico o moral como resultado de tituciones involucrad,
determinadas prácticas de investigación insensibles. "La causa de blezcan órganos de re
daño más habitual en ciencias sociales» es la publicación de datos per­ de Conducta Ética en
sonales considerados dañinos por los sujetos investigados (Reiss, 1979, fera de acción, presu~
pág. 73; véase también Punch, 1994, pág. 93). En 1978 comem
A medida que la autonomía ilustrada se desarrollaba en la an­ dos Unidos para la PJ
tropología filosófica, un self interno sagrado se volvió esencial para la gación Biomédica y dE
construcción de la noción de unicidad personal. Ya en el pensamiento dio a conocer como el
de John Locke, este dominio privado gozaba de un status incondicional. pios, como estándare,
La vida democrática se articulaba fuera de estas unidades atomísticas, manos: respeto por la:
como un dominio secundario de contratos condicionales (negociables)
y comunicación problemática. En la lógica de la investigación social, 1. La sección rel!
que gira en torno del mismo concepto de la autonomía como impresa exigencia de los códig¡
en el ser, la invasión de la privacidad frágil pero distintiva de la per­ la investigación de mal
sona resulta intolerable. los procedimientos y l¡
A pesar del consenso respecto de la protección de la privacidad, nivel más profundo, e
la confidencialidad hermética ha demostrado ser imposible. Los seu­ mientos éticos básicos
dónimos y las locaciones alterados a menudo son reconocidos por per­ dos como agentes autó
sonas cercanas. Lo que los investigadores consideran inocente, muchos nomía disminuida (lO!
participantos piensan que es engaño o incluso traición; lo que en un recibir protecciÓn» (UI
artículo parece neutral, a menudo es conflictivo en la práctica. Si, por
ejemplo, se estudia un organismo gubernamental, una institución edu­ 2. Bajo el princi]
cativa o una organización de salud, ¿cuál es la dimensión privada que gencia de garantizar e
296
.icación que no sea am­ no debe ser expuesta? ¿Quién debe ser culpado si un medio de comu­
,cimiento es obligatoria nicación avanza agresivamente en la investigación? Codificar la pro­
le moralmente, en cier­ tección de datos privados es inútil cuando «no existe consenso o una­
,riterios a la vez. En el ninridad respecto de lo que es público y lo que es privado» (Punch, 1994,
ase de información re­ pág. 94).
el engaño por omisión.
, en la permisión de un 4. [t'ídelidad. La certeza respecto de la fidelidad de los datos constituye
mes utilitarias explíci­ un principio cardinal en los códigos de las ciencias sociales. La falsifi­
ón al engaño en los c6­ cación, el material fraudulento, las omisiones y las invenciones son al
lcimiento a obtener de mismo tiempo no-científicas y no-éticas. Los datos validados tanto in­
útil desde el punto de terna como externamente son la única moneda de curso legal en este
n el proceso constituye ámbito, tanto a nivel experimental como moral. En una ciencia social
instrumentalista y axiológicamente neutra, las definiciones implicadas
por los mismos procedimientos establecen los fines por los cuales son
de ética insisten en la evaluadas como morales.
ocaciones en las que se
:lebe estar garantizada
l el riesgo de exposición Los Comités Institucionales de Conducta Ética
ler tipo debe estar ase­
~be estar protegida por Como condición para el financiamiento, las agencias guberna­
11, de manera uniforme, mentales en varios países han insistido en la necesidad de que las ins­
.oral como resultado de tituciones involucradas en investigaciones con sujetos humanos esta­
msibles. «La causa de blezcan órganos de revisión y monitoreo. Los Comités Institucionales
lblicación de datos per­ de Conducta Ética encarnan la agenda utilitarista en términos de es­
;estigados (Reiss, 1979, fera de acción, presupuestos y pautas metodológicas.
En 1978 comenzó a funcionar la Comisión Nacional de los Esta­
desarrollaba en la an­ dos Unidos para la Protección de los Sujetos Humanos en la Investi­
volvió esencial para la gación Biomédica y del Comportamiento. Como resultado, en lo que se
.. Ya en el pensamiento dio a conocer como el -Informe Belmont» se desarrollaron tres princi­
un statUB incondicional. pios, como estándares morales para la investigación con sujetos hu­
s unidades atomísticas, manos: respeto por las personas, beneficio social y justicia.
licionales (negociables)
la investigación social, 1. La sección relacionada con el respeto por las personas reitera la
,t,momía como impresa exigencia de los códigos en cuanto a que las personas se involucren en
lro distintiva de la per­ la investigación de manera voluntaria y con información adecuada sobre
los procedimientos y las posibles consecuencias del experimento. En un
~cción de la privacidad, nivel más profundo, el respeto por las personas involucra dos manda­
ser imposible. Los seu­ mientos éticos básicos: «en primer lngar, que los individuos sean trata­
,on reconocidos por per­ dos como agentes autónomos y, en segundo, que las personas con auto­
deran inocente, muchos nomía disminnida (los ímnaduros y discapacitados) tengan derecho a
) traición; lo que en un recibir protección» (Universidad de TIlinois, Urbana-Champaign, 2003).
'0 en la práctica. Si, por
,al, una institución edu­ 2. Bajo el principio de beneficio, los investigadores tienen la exi­
dimensión privada que gencia de garantizar el bienestar de los sujetos sobre los que conducen
297
experimentos. Las acciones beneficiosas son aquellas que, o bien evitan por instituciones aca
el daño o, si ciertos riesgos son condición del logro de beneficios sus­ servicio de un gobien
tanciales, minimizan el daño tanto como sea posible: los regímenes burocr,
namiento y racionali
En el caso de determinados proyectos particulares, los investiga­ los experimentos cier
dores y los miembros de las respectivas instituciones tienen la obliga­ gación en ciencias soc
ción de prever el modo de maximizar los beneficios y reducir los riesgos a los sujetos del daño
que puedan surgir del proceso de investigación. En el caso de la inves­
el trablljo de etnógrafi
tigación científica en general, los miembros de la sociedad entendida
como 111J todo deben reconocer los beneficios y riesgos de largo plazo que
en entornos naturale,
pueden resultar del mejoramiento del estado del conocimiento y el des­ digma biomédico es u
arrollo de procedimientos médicos, psicoterapéuticos y sociales novedo­ la paja que cae a un e
sos (Universidad de Illinols, Urbana-Champaign, 2003). I Parte 46 del Código
protocolos para regul,
3. El principio de la justicia insiste en la distribución equitativa públicas, al día de hoy
de los beneficios y las cargas de la investigación. Ocurre una injusticia dos múltiples que con,
cuando un determinado grupo (una minoría étnica, un grupo de usua­ cional de conducta éti,
rios de ayuda social o de personas internadas en centros de salud men­ pes, 2000, págs. 1-2).
tal o de ancianos, por poner algunos ejemplos) es usado sin restriccio­ Mientras que e,
nes en una investigación, debido a que resulta disponible o fácil de nuado de manera inca:
manipular. Si se trata de una investigación financiada públicamente de Conducta Ética no
que «conduce al mejoramiento o la invención de dispositivos y procedi­ Continúan predomina
mientos terapéuticos, la justicia exige que sus beneficios no se reserven el estudio del compon
a aquéllos capaces de pagarlos" (Universidad de Illinois, Urbana­ bertad axiológica. La 1
Champaign, 2003). gacionas sociales sin I
Estos principios reiteran los temas básicos del experimentalismo pende generalmente (
axiológicamente neutral: autonomía individual, beneficios máximos Institucional de Cond
con riesgos mínimos, separación entre fines éticos y medios científicos. sentimiento informad,
Los procedimientos basados en ellos reflejan las mismas pantas que resulta simplemente Íl
dominan los códigos de ética: consentimiento informado, protección de que interactúa con ser.
la privacidad, prolúbición del engaño. La autoridad de los Comités Ins­ de estudiarlos en un 1:
titucionales de Conducta Ética se amplió notablemente en 1989, ciertas mejoras téenie
cuando el Congreso aprobó la NIH Revitalization Act y formó la Comi­ Ética obstaculizan y dE
sión para la Integridad de las Investigaciones. En ese momento, el foco tos de investigación de
estaba puesto en la tergiversación, omisión y distorsión de la informa­ ficiales y no desviarse d
ción. La falsifl.cación, la invención y el plagio de datos siguen siendo de personas muy lejan,
categorías de falta de ética profesional a nivel federal, según un nuevo
informe de 1996 que añade, incluso, advertencias contra el uso no au­ 13 El grueso de la invE
torizado de información confidencial, la omisión de datos importantes Los investigadores tienen la
potenciales a los qUé van a
y la interferencia (es decir, el daño fisico del material de otros). antes de que se Inicie la inv
Los Comités Institucionales de Conducta Ética continúan y re­ lugar en el escenario en el (
viven la tradición abierta por MilI, Comte y Weber. La ciencia libre de un proceso de «interacción p
valores es capaz de cumplir con estándares de responsabílídad ética munidad que está siendo es
mediante la implementación de procedimientos racionales controlados consenso debe ser negociado
ción a una entrevista estrucl
298
leilas que, o bien evitan por instituciones académicas neutrales respecto de los valores y del
ogro de beneficios sus­ servicio de un gobierno imparcial. En consonancia con el modo en que
lsible: los regímenes burocráticos anónimos tienden a buscar un mayor refi­
namiento y racionalización en aras de la eficiencia, la regulación de
articulares, los investiga­ los experimentos cientificos y médicos se extiende aliora a la investi­
Luciones tienen la obliga­ gación en ciencias sociales y httnlanas. Hoy en día, el ideal de proteger
[¡cíos y reducir los riesgos a los sujetos del daño físico en experiencias de laboratorio sobrevuela
in. En el caso de la inves~ el trabajo de etnógrafos, historiadores y estudiosos del comportamiento
de la sociedad entendida en entornos naturales. En la metáfora de Jonathon Church, «el para­
riesgos de largo plazo que digma biomédico es una cosechadora, y la investigación etnográfica es
del conocimiento y el des­
éuticos y sociales novedo­ la paja que cae a un costado» (2002, pág. 2). Mientras que el Título 45
dgn,2003). / Parte 46 del Código de Regulaciones Federales (45 CFR 46) diseñó
protocolos para regular una investigación financiada por 17 agencias
distribución equitativa públicas, al día de hoy la mayor parte de las universidades tiene acuer­
l. Ocurre una injusticia dos múltiples que consignan toda la investigación a un comité institu­
trica, un grupo de usua­ cional de conducta ética interno, bajo los términos del 45 CFR 46 (Sho­
fl centros de salud men­
pes, 2000, págs. 1-2).
es usado sin restriccio­ Mientras que este proceso de expansión burocrática ba conti­
Ga disponible o fácil de nuado de manera incansable, la mayoria de los Comités Institucionales
rlanciada públicamente de Conducta Ética no ha cambiado la composición de sus miembros.
~ dispositivos y pro ce di­
Continúan predominando los científicos procedentes de la medicina y
eneficios no se reserven el estudio del comportamiento, bajo la égida de la neutralidad y la li­
.d de Illinois, Urbana­ bertad axiológica. La revisión rápida (bajo la ley común para investi­
gaciones sociales sin riesgo de provocar daño físico o psicológico) de­
's del experimentalismo pende generalmente de la flexibilidad organizacional de un Comité
al, beneficios máximos Institucional de Conducta Ética particularmente ilttnlinado. El con­
cos y medios científicos. sentimiento informado, obligatorio antes de llll experimento médico,
las mismas pautas que resulta simplemente incongruente con la investigación interpretativa
¡formado, protección de que interactúa con seres hnmanos en sus entornos naturales, en lugar
idad de los Comités Ins­ de estudiarlos en un laboratorio (Shopes, 2000, pág. 5)_13 A pesar de
lotablemente en 1989, ciertas mejoras técnicas, "los Comités Institucionales de Conducta
on Act y formó la Comi­ Ética obstaculizan y desalientan la curiosidad intelectual. Los proyec­
En ese momento, el foco tos de investigación deben limitarse a preguntas enteramente super­
istorsión de la informa­ ficiales y no desviarse de un caonino trazado a la distancia por un grupo
de datos siguen siendo de personas muy lejanas [. ..l. A menudo, el proceso de revisión parece
rederal, según un nuevo
:las contra el uso no au­ ta: El grueso de la investigación biomédica tiene lugar dentro de un laboratorio.
Loa investigadores tienen la obligación de informar a los participantes sobre los riesgos
,n de datos importantes potenciales a los que van a someterse y deben asimismo obtener su consentimiento
laterial de otros). antes de que se inide la Ínvestigación. En cambio, la investigación etnográfica tiene
a Ética continúan y re­ lugar en el escenario en el que las personas viven y el consentimiento informado es
eber. La ciencia libre de un proceso de ..interacción permanente entre el investígador y los miembros de la co­
e responsabilidad ética munidad que está siendo estudiada [... ]. Deben afirmarse vinculas de confianza y el
3 racionales controlados
consenso debe ser negociado (...) a lo largo de Semanas O íncluso meses, no con antela­
ción a una entrevista estructurarla en preguntas binarias» (Church. 2002. pág. 3).
299
más una cuestión de astucia que otra cosa. No puede imaginarse una del mundo, por lo cual
forma más eficaz si lo que se busca es estropear por completo la prác­ vestigación involuntar
tica de la investigación» (Blanchard, 2002, pág. 11). ley Milgram (1974) y
En su estructura conceptual, la política de los Comités está dise­ un baño público y lue
ñada para producir la mejor relación costo-beneficio. Ostensiblemente, (1970, 1972) provocar<
éstos buscan a los sujetos que caen bajo los protocolos que aprueban. los sujetos investigado
Sin embargo, dadas las funciones utilitarias tramadas en la estructura dad de ciertos científie
de las ciencias sociales, de la universidad y del mismo Estado identifi­ denses en Vietnam.
cado y promovido por Mill, los Comités Institucionales de Conducta La encendida pn
Ética, en realidad, protegen sus propias instituciones más que a las tir de la década de 198(
poblaciories estudiadas de la sociedad en general (véase Vanderpool, y el desarrollo de los cé
1996, caps. 2-6). Sólo si las asociaciones profesionales, como la Asocia­ titucionales de Conduc
ción Antropológica Norteamericana, pudieran crear su propio estándar sofrenar formas ultraj,
de prácticas para la investigación etnográfica sería posible que los Co­ putaciones por fraude,
mités Institucionales de Conducta Ética dieran un importante paso en menor escala, y gener2
la dirección correcta. Pero tal renovación sería contraria a la homoge­ tes sobre el significado
neidad centralista del sistema cerrado de los Comités Institucionales. l ' sores con actitud de en
destinados a la investi!
que impone el control i
La crisis actual investigación social de
pervisión exhaustiva SI
Mill Y Comte, cada uno a su manera, suponían que la ciencia so­ Por debajo de los.
cial experimental era capaz de beneficiar a la sociedad mediante el de la ciencia social, se t
descubrimiento de hechos desconocidos acerca de la condición humana. de la epistemología qu
Durkheim y Weber, por su parte, creían que el estudio científico de la filosofía de la investig'
sociedad podría ayudar a la gente a enfrentarse con «el desarrollo del en la noción de neutrali
capitalismo y la revolución industrial». La Asociación Norteamericana que la visión del mund
de Ciencias Sociales fue creada en 1865 con la meta de tender un acreditada. El modelo
puente entre «el elemento real de la verdad» y «los grandes problemas orden moral en una poI
sociales de hoy en día» (Lazarsfeld y Reitz, 1975, pág. 1). Este mito de rrota. Ni siquiera la VE
la ciencia benefactora quedó hecho trizas «con las revelaciones hechas lenguajes contrastivos '
durante los juicios de Núremberg (respecto de los "experimentos mé­ Tampoco resultaría del
dicos" nazis en los campos de concentración) y con el rol que tuvieron gas éticos tendiente a ve
muchos científicos destacados en el Proyecto Manhattan» (Punch, en su discurso. La exigE
1994, pág. 88). dos, así como el refuer.
La crisis de confianza se intensificó con el Experimento Tuskegee rección, son medidas de
(sobre la sífilis) y el Experimento Willowbrook (sobre la hepatitis). En timo, una redefinición
la década de 1960, el Proyecto Camelot (una iniciativa del ejército es­ reformulación de la con
tadounidense para evaluar y prevenir procesos revolucionarios y fenó­ flejar el carácter plura:
menos de insurgencia) fue duramente criticado a lo largo y a lo ancho rían, también, insuficie
En el utilitarismo,
perimentales se homog'
14 Para una crítica sociológica y epistemológica de los Comités Institucionales, dación racional. Los ser
véase Denzin (2003, págs. 248-257). delo como agentes clari
300
puede imaginarse una del mundo, por lo cual debió ser cancelado. El engaño a sujetos de in­
r por completo la prác­ vestigación involuntarios en las experiencias llevadas a cabo por Stan­
.11). ley Milgram (1974) y la investigación engañosa de homosexuales en
" los Comités está disa­ un baño público y luego en sus casas de parte de Laud Humphreys
fieio. Ostensiblemente, (1970, 1972) provocaron escándalo por maltratar psicológicamente a
3tocolO8 que aprueban. los sujetos investigados. Noam Chomsky, a su vez, reveló la complici­
madas en la estructura dad de ciertos científicos sociales con iniciativas militares estadouni­
mismo Estado identifi­ denses en Vietnam.
ucionales de Conducta La encendida preocupación por la ética de la investigación a par­
,uciones más que a las tir de la década de 1980, el apoyo financiero procedente de fundaciones
ral (véase Vanderpaol, y el desarrollo de los códigos de ética y del aparato de los Comités Ins­
anales, como la Asocia­ titucionales de Conducta Ética se justificaban como formas válidas de
rilar su propio estándar sofrenar formas ultrajantes de maltrato. De cualquier manera, las im­
ería posible que los Co­ putaciones por fraude, plagio y tergiversación continuaron, aunque en
un importante paso en menor escala, y generaron dilemas, enigmas y controversias constan­
contraria a la homoge­ tes sobre el significado y la aplicación de las pautas éticas. Los profe­
mités Institucionales.14 sores con actitud de empresarios que compiten por los escasos dólares
destinados a la investigación, generalmente cumplen con los términos
que impone el control institucional, pero la vastedad del campo de la
investigación social dentro y fuera de la universidad hace que la su­
pervisión exhaustiva sea imposible.
mían que la ciencia so­ Por debajo de los pros y contras de la administración responsable
l sociedad mediante el de la ciencia social, se han hecho visibles las deficiencias estructurales
,e la condición humana. de la epistemologia que la sustenta (Jennings, 1983, págs. 4-7). Una
estudio científico de la filosofía de la investigación social de cuño positivista insiste todavía
e con «el desarrollo del en la noción de neutralidad respecto de definiciones sobre el bien, aun­
iación Norteamericana que la visión del mundo que impulsa esta creencia esté ya muy des­
la meta de tender un acreditada. El modelo ilustrado que sitúa la libertad humana y el
,los grandes problemas orden moral en una polaridad enfrentada está francamente en banca­
5, pág. 1). Este mito de rrota. Ni siquiera la versión más blanda de Weber, centrada más en
as revelaciones hechas lenguajes contrastivos que en entidades opuestas, nos resultaría útiL
los "experimentos mé­ Tampoco resultaría demasiado efectiva una reelaboración de los códi­
con el rol que tuvieron gos éticos tendiente a volverlos más explícitos y menos melodramáticos
l Manhattan» (Punch, en su discurso. La exigencia de tomar cursos de ética para los gradua­
dos, así como el refuerzo de las políticas gubernamentales en esta di­
Experimento Tuskegee rección, son medidas deseables, pero de importancia marginal. Por úl­
(sobre la hepatitis). En timo, una redefinición del proceso de revisión institucional y una
liciativa del ejército es­ reformulación de la composición de los Comités que les permitiera re­
revolucionarios y fenó­ flejar el carácter pluralista de la investigación académica actual se­
l a lo largo y a lo ancho rían, también, insuficientes.
En el utilitarismo, el pensamiento moral y los procedimientos ex­
perimentales se homogeneizan en un modelo unidimensional de vali­
los Comités Institucionales, dación racionaL Los seres humanos autónomos funcionan en este mo­
delo como agentes clarividentes, capaces de alinear medios y fines, y
301
de objetivizar los mecanismos que les permiten comprenderse a sí mis­ pone, acríticamente, «!
mos y al mundo que los rodea (véase Taylor, 1982, pág. 133). Esta de­ sición».16 En términos
finición restrictiva de la eticidad responde por algunos de los bienes 195), la ciencia social E
que perseguimos, tal como ocurre con la minimización de los daños, el orden social medianl
pero aquellos bienes situados por fuera del cálculo utilitario se exclu­ diseñadas por las auto:
yen rigurosamente. Por ejemplo, «la emocionalidad y la intuición» se liberalismo de la iguale
relegan «a una posición secundaria» en el proceso de toma de decisio­ bien representa un ala
nes, y no se le presta la menor atención a «la ética del cuidado» basada con otras concepciones
en «particularidades concretas» (Denzin, 1997, pág. 273; véase también Este modelo no-c,
Ryan, 1995, pág. 147). El modo concreto en que el poder y la ideología observador objetivo y 1
tienen influencia sobre las instituciones sociales y políticas es pasado como se producen», igm
por alto; bajo la pátina retórica de la elección voluntaria y la ilusión poder asociadas con el¡
de la creatividad autónoma, el sistema de medios y fines opera, fun­ etnicidad, la raza y la
damentalmente, en sus propios términos. jerárquico (asimetría el
Este entorno restringido ya no nos permite tratar adecuada­ tigado) y proclive al pat
mente con los complejos problemas que enfrentamos día a día en el es­ etnógrafo está implicad
tudio del mundo social. Muchos científicos sociales se vuelven famosos, y la cultura». Los cient.
ganan estatus y prestigio. Es el caso de McGeorge Bundy en la época universitaria cuando se
de J. F. Kennedy, del cientista político Henry Kissinger, y de Daniel investigaciones» (Denzi
Moynihan, que fue senador. Sin embargo, el fracaso de la iniciativa co­ págs. 144-145).'7 No ex
nocida como «guerra contra la pobreza», las contradicciones respecto experticia propia de los
del bienestar y algunos estudios deficientes de la situación habitacio­ pertenecen, en principiE
nal urbana han vuelto dramáticas las limitaciones del cálculo utilitario miento especializado (VI
que ocupa, hoy en día, la totalidad del ámbito ético. l5
Es cierto que el grado de éxito o de fracaso es algo siempre sujeto
a debate incluso en el marco de las mismas ciencias sociales. Para la El comunitarismo
corriente empirista, más perturbador y amenazante que los resultados
decepcionantes es el reconocimiento de que la neutralidad no es plu­ La ética social
ralista por naturaleza, sino más bien imperialista. Si reflexionamos
sobre la experiencia pasada, la investigación desinteresada en supues­ A lo largo de la últ
tas condíciones de neutralidad axiológica es considerada, cada vez más, minista ha provocado Ul
como una reinscripción de facto de la agenda en los propios términos
de esta ideología. Procedimentalmente, el empirismo está comprome­
tido con la neutralidad del cálculo, con prescindencia del modo en que 16 Esto repite la objeci(
dividuales: «El liberalismo no
los sujetos investigados pueden constituir, sustancialmente, los fines
ras, sino la expresión política
de la vida. Pero el experimentalismo no constituye un punto de en­ tibIe con otros rangos. Ellih
cuentro neutral para ideas diferentes; antes bien, es una «doctrina de cultural completa. En sí mism
guerra» que impone sus propias ideas a los demás al tiempo que su­ el multiculturalismo, tal com
con esta imposición de alguna!
que potencia esta imposición.
15 Según Taylor (1982), <\el debate moderno acerca del utilitarismo no es sobre supremamente culpables dese
si éste ocupa algo del espacio moral, sino sobre si ocupa el espacio completo». «Consolar nial, en parte por la marginal
a los moribundos» es un imperativo moral en la CaIcuta contemporánea, incluso si proceden de otras culturas» ('1
«los moribundos se encuentran en una situación tan extrema que torna irrelevante el 17 En este pasaje, Denzi
cálculo [utilitario]" (pág. 134). rato gobernante)).
302
omprenderse a sí mis­ pone, acriticamente, «la misma superioridad que potencia esta impo­
12, pág. 133). Esta de­ sición».'6 En términos más categóricos de Foucanlt (1979, págs. 170­
algunos de los bienes 195), la ciencia social es un régimen de poder que ayuda a mantener
lización de los daños, el orden social mediante la normalización de los sujetos en categorías
lllo utilitario se exclu­ disefiadas por las autoridades políticas (véase Root, 1993, cap. 7). Un
.dad y la intuición» se liberalismo de la igualdad no es en modo alguno neutral, sino que más
so de toma de deeisio­ bien representa un ala de ideas específicas, incompatibles, a su vez,
:a del cuidado» basada con otras concepciones del bien.
'ig. 273; véase también Este modelo no-contextual y no-situacional, que supone que «un
el poder y la ideología observador objetivo y moralmente neutral accederá a los hechos tal
; y políticas es pasado como se producen», ignora «el carácter situacional de las relaciones de
roluntaria y la ilusión poder asociadas con el género, la orientación sexual, la clase social, la
ios y fines opera, fun­ etnicidad, la raza y la nacionalidad». Este modelo, por definición, es
jerárquico (asimetría entre el científico-investigador y el sujeto-inves­
alte tratar adecuada­ tigado) y proclive al patriarcado. «Glosa el modo en que el observador­
,mos día a día en el es­ etnógrafo está implicado e inscrito en el "aparato legal" de la sociedad
es se vuelven famosos, y la cultura». Los científicos «portan el cetro» de la autoridad de raíz
rge Bundy en la época universitaria cuando se aventuran en la «comunidad local para hacer
:Gssinger, y de Daniel investigaciones» (Denzin, 1997, pág. 272; véase también Ryan, 1995,
:asO de la iniciativa eo­ págs. 144-145).17 No existe, pues, un cuestionamiento orgánico de la
tltradieciones respecto experticia propia de los científicos en las sociedades democráticas que
la situación habitado­ pertenecen, en principio, a ciudadanos que no comparten este conoci­
es del cálculo utilitario miento especializado (véase Euben, 1981, pág. 120).
tiCO. '5
es algo siempre sujeto
ncias sociales. Para la El comunitarismo feminista
mte que los resultados
neutralidad no es plu­ La ética social
ista. Si reflexionamos
,interesada en supues­ A lo largo de la última década, la ética de orientación social y fe­
liderada, cada vez más, minista ha provocado una ruptura radical con las doctrinas de la au­
n los propios términos
,rismo está comprome­
16 Esto repite la objeción famosa al liberalismo democrático de los derechos in~
lencia del modo en que dividuales: «Elliberalísmo no es un espacio de encuentro posible para todas las cultu­
Gancialrnente, los fines ras, sino la expresión política de un rango particular de culturas" más bien incompa­
ituye un punto de en­ tible con otros rangos. El liberalismo no puede y no debe arrogarse la lléutralidad
lll, es una «doctrina de cultural completa. En sí mismo, el liberalismo ea una religión de guerra. Por su parte,
más al tiempo que su- el multic1l1turalismo, tal como se 10 discute hoy en día, tiene una marcada relación
con esta imposición de algunas culturas sobre otras, y con la superioridad presupuesta
que potencia esta imposición. Las sociedades liberales occidentales son consideradas
del utilitarismo no es sobre. supremamente culpables desde este punto de vista, en parte debido a su pasado colo­
~pacio completo». «Consolar nial, en parte por la marginalizaclón de determinados segmentos de la población que
l contemporánea, incluso si proceden de otras culturas. (Taylor y otros, 1994, págs. 62-63)
~ma que toma irrelevante el 17 En este pasaje, Denzte acredita a Snrith (1987, pág. 107) el concepto de .apa­
rato gobernante».
303
tonomia individual y de la suposición racionalista, ambas típicas de la seña a «abordar probl
ética canónica (véase Koehn, 1998). Los paradigmas éticos de Agnes como merecedores de d
Heller (1988, 1990, 1996, 1999), de Charles Taylor (1989, 1991, 1995; Steiner, 1997).
Taylor y otros, 1994), de Carole Paterman (1985,1988,1989), de Edith Si bien comparte
Wyschogrod (1974, 1985, 1990, 1998), de Kwasi Wiredu (1996) y de Charlene Seigfried (19
Cornel West (1989, 1991, 1993); así como la ética feminista de Carol dings. Vinculando el fe
Gilligan (1982, 1983; Gilligan, Ward y Taylor, 1988), de Nel Noddings nero es concebido coml
(1984,1989, 1990), de Virginia Held (1993) y de Seyla Benbabib (1992) ecuación simplista de n
están reconstruyendo la teoría ética de un modo fundamental (véase justicia y autonomía» (1
Code, 1991). Más que buscar principios neutrales a los que puedan uno de los sexos sea su
apelar todas las partes, la ética social se fundamenta aquí en una com­ es reemplazado por el
pleja visión del juicio moral como elemento integrante de un todo or­ mujer no significa man
gánico hecho de diversas perspectivas (experiencia cotidiana, creencias par en un proceso abier
sobre el bien, sentimientos de aprobación y rechazo), en términos de de la feminidad y la ml
relaciones humanas y estructuras sociales. Nos encontramos, pues, con practicar una moral so'
un enfoque filosófico que sitúa el dominio moral en el contexto de los son centrales, pero estí
propósitos generales de la vida humana que la gente comparte situa­ rando hacia una comu:
cionalmente y a través de fronteras culturales, raciales, históricas y más vincularidad para
de género. Idealmente, esta perspectiva ha de generar un nuevo rol Heller y Edith Wyscho¡
ocupacional y un nuevo núcleo normativo para las ciencias humanas social que asume el de
(White, 1995). frenta abiertamente a 1
Carol Gilligan (1982, 1983; Gilligan y otros, 1988) caracteriza la ras conceptuales de la ,
voz moral de las mujeres como una ética del cuidado; una dimensión Heller, discípula,
del desarrollo moral arraigada en la primacía de las relaciones huma­ sora titular de la cátedJ
nas. La compasión y el cuidado resuelven las responsabilidades en con­ cuela de Investigación
flicto entre las personas; como tales, estos estándares se encuentran contemporánea de la É
en las antípodas de la mera reducción de daños. Ul En su obra Caring, torno de lo que Heller II
Nel Noddings (1984) rechaza de plano las «éticas de principio, ambi­ existen; ¿cómo es posil
guas e inestables» (pág. 5) e insiste en que el cuidado humano debería de una ética basada el
jugar el papel principal en el proceso moral de toma de decisiones. Para humanos. Sólo los act¡
Julia Wood (1994), la ética del cuidado es sostenida por «un sentido in­ ción, cada uno a su mal:
terdependiente del selfo, sentido con el cual nos mantenemos cómoda­ pág. 3). La sabiduría a(
mente independientes al tiempo que «actuamos cooperativamente, en elecciones de decencia, :
relación con otros» (págs. 108, 110). En la obra de Linda Steiner, el fe­ el amor, la felicidad, la
minismo aparece como una crítica de las convenciones de la imparcia­ moderna, no-absolutist
lidad y la formalidad en la ética y, al mismo tiempo, como un análisis En Saints and H
preciso de la afectividad, la intimidad, el cuidado, la empatía y los pro­ menta que las luchas e
cesos igualitarios y colaborativos. La autoconciencia ética feminista ces ario presuponer qUE
también identifica formas sutiles de opresión y desequilibrio, y nos en- grod representa una é
Emmanuel Levinas (vé
la Las metodologías de investigación y las conclusiones aportadas por Gilligan
fueron debatidas por un amplio número de académicos. Para este debate y los proble­ "Levinas (1905-1995
mas que se le vinculan, véase Brabeck (1990), Card (1991), Tong (1989, págs. 161-168; terra) y director de la Escn,
«ha continuado la tradición (
1993, págs. 80-157), Wood (1994) y Seigfried (1996).
304
ta, ambas típicas de la seña a «abordar problemas sobre aquellos intereses que son vistos
¡gmas éticos de Agnes como merecedores de debate» (Steiner, 1991, pág. 158; véase también
,lor (1989, 1991, 1995; Steiner, 1997).
, 1988, 1989), de Edith Si bien comparte el alejamiento de la ética del cálculo abstracto,
si Wiredu (1996) y de Charlene Seigfried (1996) se opone a la tradición de Gilligan y Nod­
iea feminista de Carol dings. Vinculando el feminismo con el pragmatismo, en el cual el gé­
988), de Nel Noddings nero es concebido como un constructo social, Seigfried contradice «la
Seyla Benhabib (1992) ecuación simplista de mujeres con cuidado y protección, y hombres con
lo fundamental (véase justicia y autonomía» (pág. 206). De facto, la moral de género hace que
ales a los que puedan uno de los sexos soa subsidiario del otro. En su ética social, el género
lenta aquí en una com­ es reemplazado por el engeneramiento [engendering}: «ser hombre o
egrante de un todo Of­ mujer no significa manifestar una naturaleza inmutable, sino partici­
~ia cotidiana, creencias
par en un proceso abierto de negociación de las expectativas culturales
~hazo), en términos de
de la feminidad y la masculinidad. (pág. 206). Seigfried nos desafía a
encontramos, pues, con practicar una moral social en la cual lOE valores del cuidado maternal
ti en el contexto de los son centrales, pero están contextualizados en redes, y construidos mi­
gente comparte situa­ rando hacia una comunidad «con más autonomía para las mujeres y
1, raciales, históricas y
más vincularidad para los hombres» (pág. 219). Las obras de Agnes
, generar un nuevo rol Heller y Edith Wyschogrod son dos promisorios ejemplos de una ética
, las ciencias humanas social que asume el desafio planteado por Seigfried y también se en­
frenta abiertamente a la contingencia, el asesinato masivo, las fractu­
DS, 1988) caracteriza la ras conceptuales de la ética y la hiperrealidad contemporánea.
uidado; una dimensión Heller, discípula de Georg Lukács y disidente húngara, es profe­
le las relaciones huma­ sora titular de la cátedra de Filosofía Hannah Arendt en la Nueva Es­
3ponsabilidades en con­ cuela de Investigación Social. Su trilogía, que desarrolla una teoría
ándares se encuentran contemporánea de la ética social (Heller, 1988, 1990, 1996), gira en
8. 18 En sU obra Caring,
torno de lo que Heller llama la pregunta decisiva: «las buenas personas
cas de principio, ambi­ existen: ¿cómo es posible que existan?» (1988, pág. 7). Heller reniega
üdado humano debería de una ética basada en normas, reglas e ideales externos a 108 seres
Jma de decisiones. Para humanos. Sólo los actos excepcionales de responsabilidad bajo coac­
ruda por «un sentido in­ ción, cada uno a su manera, son «merecedores de interés teórico» (1996,
s mantenemos cómoda­ pág. 3). La sabiduria acumulada, el sentido moral de nuestras propias
·s cooperativamente, en elecciones de decencia, los permanentes llamados al Otro, reintroducen
de Linda Steiner, el fe­ el amor,la felicidad, la simpatía y la belleza en una teoria de la moral
,nciones de la imparcia­ moderna, no-absolutista y regida por principios.
empo, como un análisis En Saints and Postmodernism, Edith Wyschogrod (1990) argn­
do, la empatía y los pro­ menta que las luchas contra la autoridad son posibles sin que sea ne­
,ciencia ética feminista cesario presuponer que nuestras elecciones son voluntarias. Wyscho­
desequilibrio, y nos en- grod representa una ética social del yo y el otro en la tradición de
Emmanuel Levinas (véase Wyschogrod, 1974).19 .El otro abre las puer­
iones aportadas por Gilligan
,. Levina. (1905-1995) fue profesor de f!losofia en la Universidad de París (Nan­
?a:ra este debate y los proble­
terre) y director de la Escuela Normal Israelita en París. Según Wyschogrod (1974)•
.), Tong(1989, págs. 161-168;
«ha continuado la tradición de Martin Buber y Franz Rosenwcig» y ha sido «el primero

305
tas de la ética, el lugar donde ocurre la existencia ética». El otro, «pie­ pleto. Dada la primacía
dra de toque de la existencia moral, no es un mero anclaje conceptual, estar si no usamos nUI
sino una fuerza viva». Los otros funcionan como «un reactivo crítico». demás.
Su existencia acarrea «una insoslayable fuerza moral. (Wyschogrod, Más que privilegi
1990, pág. xxi). Profesora en filosofía y pensamiento religioso en la. sitúa, en esta perspect
Universidad de Rice, con un interés especial en la narrativa moral, sible, en lo creatural y
Wyschogrod cree que el encuentro COn la Otredad es la vida santa, de­ sentido, la ética [... ] es
finida como aquella «en la que la compasión por el Otro, sin que im­ un movimiento primor
porte el costo para el santo, es lo central». Los santos «ponen sus pro­ thuis, 1997, pág. 141).
pios cuerpos y bienes a disposición del Otro [... J. No sólo enfrentan las de Levinas:
prácticas y las creencias de las instituciones, sino que, de un modo más
sutil, enfrentan también el orden de la narratividad en sí mismo» El rostro hUI
(1990, págs. xxii-xxiii). sita, un encuentro
Junto con esta inclinación hacia la Otredad a través de un amplio amenazante t pero (
espectro de sistemas de creencias que «vivieron, sufrieron y trabajaron terrumpido; ahora
en la realidad», Wyschogrod (1990, pág. 7) examina un conjunto de na­ desoír) una respon!
rrativas históricas en busca del modo en que se describe la automani­ huésped que se orl,
festación del Otro. Su preocupación principal tiene que ver con el modo una responsabilida
en que las comunidades dan forma a sus experiencias compartidas res­ a cualquier iniciati
pecto de distintos cataclismos y calamidades, exigiendo una práctica
historiográfica capaz de situarse «en una relación dinámica con ellas» En la trama de la
(1998, pág. 218). Según su perspectiva, el desafío principal de la ética criaturas comunicativ8
tiene que ver con la manera que encuentran los historiadores de entrar logo, los sujetos crean
en una comunidad que crea y da sustancia a la esperanza en términos moral del otro. La ética
de inmediatez: «una presencia aquí y ahora», pero «que debe aplazarse» dieal del ser humano e
al futuro (1998, pág. 248). Hasta que no se vuelve tangible y capaz de 1991).
ser manejada, la esperanza sirve a quienes tienen el control. La espe­ Más aún; en térn
ranza que s610 proyecta una redención futura oculta los abusos de rostro del Otro, no veo
poder y las necesidades humanas en el presente. una tercera parte: la hl
Martin Ruber (1958) hace de las relaciones humanas un tema del otro traza una línea
central en sus famosas palabras: «En el principio fue la relación» (pág. Benhabib (1992), esto e:
69) Y «la relación es la cuna de la vida» (pág. 60). Las relaciones socia­ daridad universal está:
les son preeminentes: <,la palabra originaria es la combinación Yo-Tú.
(pág. 3). Este fenómeno irreductible, la realidad relacional, el «en­
'lO Marlha Nussbaum
medio-de», el lazo recíproco, lo interpersonal, en una palabra, no puede
la virtud en estos términoa, 11
descomponerse en elementos más simples sin ser destruido por com­ aplicación a nivel intercultu
sociaJ. En su modelo; varias
todas las culturas represent,
en estudiar y dar a conocer la obra de Husserl [... ] en la escuela fenomenológica fran­ frente a la buena o mala sue
cesa» (págs. vii-viii). Si bien Wyschogrod ha trabajado sobre Heidegger, Hegel y Hus· extranjeros. el manejo de la
serl (véase) por ejemplo! Wyschogrod, 1985), y está compenetrada con las obras de De­ otros temas. Nuestras experil
rrida, Lyotard, Foucault y Deleuze, su trabajo en ética no vuelve al discurso filoSÓfico ulterior» (pág. 247), Y nuesó
convencional; sino a las expresiones concretas de las transacciones entre el yo y el otro definición estrecha o nomina
en las artes visuales, la literatura, la historiografía y la naturalización de la muerte Sobre esta base, podemos h
en las noticias. miento que resulta ade.euadc
306
Lética». El otro, «pie­ pleto. Dada la primacía de las relaciones, negamos nuestro propio bien­
o anclaje conceptual, estar si no usamos nuestra libertad para ayudar al desarrollo de los
«un reactivo critico». demás.
noral» (Wyschogrod, Más que privilegiar un racionalismo abstracto, el orden moral se
iento religioso en la. sitúa, en esta perspectiva, en la dimensión más íntima y personal po­
· la narrativa moral, sible, en 10 creatural y corpóreo, más que en lo conceptual. «En este
1es la vida santa, de­ sentido, la ética L.,] es tan vieja como la miama creación. Ser ético es
· el Otro, sin que 00­ un movimiento primordial en la fuerza comunicativa de la vida» (01­
.ntos «ponen sus pro­ thuis, 1997, pág. 141). Un buen ejemplo de esta perspectiva es la ética
:>lo sólo enfrentan las de Levinas:
que, de un modo más
ividad en sí mismo» El rostro humano es la epifanía de la desnudez del Otro, una vi­
sita, un encuentro un decir que brota en la pasividad del rostro; no
t

a través de un amplio amenazante, pero exigente. Mi mundo se ha rote, mi contente se ha in­


umeron y trabajaron terrumpido; ahora estoy obligado. Aquí hay un llamado que no puedo
tla un conjunto de na­ desoír, una responsabílídad de la que no puedo escapar; un estado de
¡escribe la automani­ huésped que se orienta hacia el rostro del Otro, el rostro que me revela
Le que ver con el modo una responsabilidad previa a cualquier comienzo, a cualquier decisión,
a cualquier iniciativa de mi parte (Olthuis, 1997, pág. 139).
Lcias compartidas res­
dgiendo una práctica
n dinámica con ellas» En la trama de la vida diaria, los seres humanos se definen como
D principal de la ética
criaturas comunicativas. A través del encuentro que se da en el diá­
istoriadores de entrar logo, los sujetos crean vida juntos y cuidan el uno de la obligación
moral del otro. La ética de Levinas supone y articula una ontología ra­
speranza en términos
) «que debe aplazarse» dical del ser humano en relación (véase, por ejemplo, Levinas, 1985,
1991).
re tangible y capaz de
m el control. La espe­ Más aún; en términos de Levinas, cuando me vuelvo frente al
rostro del Otro, no veo sólo carne y sangre, sino que también adviene
oculta los abusos de
una tercera parte: la humanidad entera. Responder a las necesidades
es humanas un tema del otro traza una línea de referencia para toda la raza humana. Para
Benhahib (1992), esto es el «universalismo interactivo•.20 Nuestra soli­
) fue la relación» (pág.
daridad universal está arraigada en el principio de que «tenemos obli­
· Las relaciones socia­
a combinación Yo-Tú»
ad relacional, el «en­
20 Martba Nussbaum (1993) argumenta en favor de una versión de la ética de
una palabra, no puede
la virtud en estos términos~ luchando por un modelo enraizado en Aristóteles que tiene
er destruido por com­ aplicación a nivel interculturaI, sin desprenderse tampoco de ciertas formas de vida
social. En su modelo, varias esferas de la experiencia humana que se encuentran en
todas las culturas representan cuestiones a responder y elecciones a tomar: actitudes
cuela fenomenológica fran­ trente a la buena o mala suert.e de los demás~ frente a la cuestión de cómo tratar ron
re Heidegger, Hegel y Hus­ extranjeros. el man~o de la propiedad, el control sobre los apetitos corporales, entre
etrada con las obras de De­ Qtros temas. Nuestras experiencias en estos terrenos "fijan un tema para investigación
vuelve al discurso fiJos6fico ulterior» (pág. 247), Y nuestra reflexión en cada una de estas esferas nos dará «una
lcciones entre el yo y el otro definición estrecha o nominal» de una virtud relevante para esa esfera en particular.
,aturalización de la muelie Sohre esta base. podemos hablar a través de distintas culturas sobre el comporta­
miento que resulta adecuadO' para cada esfera (véase NussbauID 1 1999).
307
gaciones mutuas unos con otros que no pueden ser desoídas más que a lugar de prestar ate]
riesgo de perdol' nuestra propia humanidad» (Peukert, 1981, pág. 11). por supuesto, simult
Hables, el comunitar
estar comunitario. 1
Un modelo comunitario feminista ción, están dirigidas
elementos intrínseco
«Feminismo comunitario» os la propuesta de Denzin (1997, págs. munidad dada.
274-287; 2003, págs. 242-258) para una teoría ética que nos permita Por lo tanto, la
resolver nuestros problemas actuales. 21 Se trata de un modelo norma­ la de ayudar a que p:
tivo, capaz de funcionar como antídoto en contra del utilitarismo indi­ gentelosinstrulllent
vidualista, cuya premisa es que la comunidad es ontol6gica y axiol6gi­ Lo que se trata de l.
camente anterior a las personas. Según esta perspectiva, la identidad per se, sino la trans:
humana se constituye en el dominio social. Nacemos en un universo tiene que la investig:
sociocultural en el que los valores, compromisos morales y significados diante el empoderam
existenciales se negocian en el diálogo, y en el que las metas nunca se cisiones del individu,
cumplen en el aislamiento, sino a través del vínculo humano, en el epi­ en su diseño y partic
centro de la formación social. sepultados en los are
Para los comunitaristas, el liberalismo de Locke y de MilI con­ de investigación prel
funde un mero agregado de búsquedas individuales con una noción ge­ tes de una investiga(
neral de bien común. Los agentes morales necesitan de un contexto de un foro para reactiva
compromisos sociales y lazos comunitarios para determinar valores. rígmo experimentalÍ!
Lo que debe ser preservado como un bien no puede autodeterminarse rigen el abordaje de 1
en condiciones aisladas, sino sólo establecerse en el marco de situacio­ más que la perspecti'
nes sociales específicas en las cuales se cuida de la identidad humana. que los financian.
La esfera pública es concebida, así, como un mosaico de comunidades En la investiga
particulares abigarradas y eventualmente rivales, un pluralismo de nen voz respecto de el
identidades éticas que se entrecruzan para formar lazos sociales. En para efectivamente r
de decisiones sobre le
todos adecuados par,
21 Root (1993, cap. 10) t.ambién esooge un modelo comunitario, alternativo al
o aceptables y el mod
paradigma dominante. En su versión, la teoría crítica. la investigación particlpativa plementarse» (Root, :
y la ciencia social feminista son tres ejemplos del enfoque oomunitario. Este capítulo sus rafces "en la coml
ofrece una perspectiva más compleja del cúmunítarismo, desarrollada en la filosofía . nidad vecinal». Dado
política y la historia intelectual, y no limitada a la teoría social y la práctica política. en la que se efectúa,
Entre los comunitarist.. filosóficos (Sandel, 1998; Taylor, 1989, Walzer, 1983, 1987),
earole Pateman (1985, 1989) es explícitamente feminista. y su tópico de la promesa dmiento y diseñador
forma el eje para el principio de la representación multivocaI aquí descrito. En nuestro véase también Denzi
modelo comunitario feminista, la teorfa crítica se integra con el tercer Ímpérativo ético: encuentra su princip
empoderamiento y resistencia. A pesa!' de esa diferencia de énfasis, estoy de acuerdo bitros de su propia pl
con la conclusión de Root (1993); «las teorías criticas son siempre criticas para una co­ Para el eomuni
munidad particular} y los valores que intentan desarrollar son los valores de esa co­
munidad. En ese sentido, las teorías críticas son comunitarias (..,]. Para los teóricos
discursivo de «articu.1
criticos, el estándar para elegir o aceptar una teoría social es la aceptabilidad reflexiva lllunidad local y el a
de la teoría por 100 miembros de la comunidad para la cual la temía es crítica» (págs. debido a que la gentE
233-234). Para una revisión de la temática cornunitariata en términos de Foucault, vista en la situación,
véase Olosen (2002). gados en la experien.
308

r desoídas más que a lugar de prestar atención mínima a la naturaleza social del self y dar
kert, 1981, pág. 11). por supuesto, simultáneamente, un dualismo de dos órdenes inconci­
liables, el comunitarismo entrelaza la autonomía personal con el bien­
estar comunitario. Las acciones moralmente apropiadas, por defini­
ción, están dirigidas a la comunidad. Los valores morales comunes son
elementos intrínsecos ala existencia diaria y a la identidad de una co­
e DenZÍn (1997, págs. munidad dada.
tica que nos permita Por lo tanto, la misión de la investigación en ciencias sociales es
de un modelo norma­ la de ayudar a que prospere la vida de la comunidad, ofreciéndole a la
del utilitarismo indi­ gente los instrumentos necesarios para llegar a conclusiones comunes.
ontológica y axiológi­ Lo que se trata de lograr no es un excesivo volumen de información
,pectiva, la identidad per se, sino la transformación de la comunidad. El lugar común sos­
emos en un universo tiene que la investigación propulsa los intereses de la comunidad me­
norales y significados diante el empoderamiento de la capacidad de razonar y de calcular de­
le las metas nunca se cisiones del individuo. Pero la investigación apunta a ser colaborativa
110 humano, en el epi- en su diseño y participativa en su ejecución. Más que códigos de ética
sepultados en los archivos de los despachos universitarios e informes
Locke y de Mill con­ de iuvestigación preparados para clientes, son los mismos participan­
les con una nocióu ge­ tes de una investigación de orientación comunitaria los que acceden a
tan de un contexto de un foro para reactivar la palís entre todos. En contraste con el utilita­
, determinar valores. rismo experimentalista, las concepciones sustanL"Íales del bien que di­
lde autodeterminarse rigen el abordaje de los problemas reflejan la mirada de la comunidad,
1 el marco de situacio­ más que la perspectiva experta de los investigadores o de las agencias
la identidad humana. que los rmancian.
saieo de comunidades En la investigación comunitaria feminista, los participantes tie­
les, un pluralismo de nen voz respecto de cómo debería llevarse a cabo la investigación y voto
<lar lazos sociales. En para efectivamente llevarla a cabo, «lo que incluye voz y voto respecto
de decisiones sobre los problemas que deberían ser estudiados, los mé­
todos adecuados para estudiarlos, los resultados a considerar válidos
nIDunitario, alternativo al o aceptables y el modo en que los descubrimientos podrán usarse o im·
lIlveatigación participativa plementarse» (Root, 1993, pág. 245). Este tipo de investigación hunde
comunitario, Este capitulo sus rafees «en la comunidad, la gobernanza compartida [... ] y la frater­
fesarrollada. en la filosofía nidad vecinal». Dado su mutoalismo cooperativo, «sirve a la comunidad
,ocial y la práctica política. en la que se efectúa, más que a la comunidad de productores de cono­
1989, Walzer, 1983, 1987),
, Y su tópico de la promesa
cimiento y diseñadores de políticas» (Lincoln, 1995, págs. 280 y 287;
II aquí descrito, En nuestro véase también Denzin, 1997, pág. 275). La investigación comunitaria
n el ten~er imperativo ético: encuentra su principio en la máxima de que «las personas son los ár­
e énfasis, estoy de acuerdo bitros de su propia presencia en el mundo» (Denzin, 1989, pág. 81).
empre criticas para una co­ Para el comunitarismo feminista, los humanos tienen el poder
r son 106 valores de esa co­
arias [... ]. Para los teóricos
discursivo de «articular reglas morales situacionales basadas en la co­
:s la aceptabilidad reflexiva munidad local y el acuerdo grupah,. El entendimiento moral avanza
1 la teoría es crítica» (págs. debido a que la gonto «tiene la capacidad de compartir sus puntos de
1 en términos de Foucault, vista en la situación social". El cnidado y el acuerdo recíprocos, arrai­
gados en la experiencia emocional, y no en el consenso formal, son la
309
base sobre la cual el discurso moral es posible (Denzin, 1997, pág. 277; La representación 1
véase también Denzin, 1984, pág. 145; Reinharz, 1993).
En una comunidad local existen espacios sociales y morales múl­ En el marco de 1.
tiples; «cada acto moral cuenta como un resultado contingente» medido múltiples que funcioI
contra el fondo de los ideales de respeto universal por la dignidad hu­ diaria. El self dialógi<
mana, con prescindencia de la raza, el género, la edad o la religión decisivos de raza, gér
(Denzin, 1997, pág. 274; véase también Benhabib, 1992, pág. 6). A tra­ tractualismo, en el cu
vés del orden moral, resistimos los valores sociales divisionistas y ex­ tienen lugar ante el E
clusivistas. entre sí. Las narrativa
de una comunidad a
cumplen las promesas
La cuestión de la suficiencia interpretativa En la filosofla co
ciopolíticas no deben e
En el marco de un modelo feminista comunitario, la misión de la lación de promesas es
investigación social consiste en alcanzar suficiencia interpretativa. En los sercs humanos ca]
contraste con el experimentalismo de la eficiencia instrumental, este sus propias relacione,
paradigma trata de abrir todas las dimensiones dinámicas del mundo bién Pateman, 1985, ]
social. La noción amplia de suficiencia reemplaza la estrechez de la responsabilidad. euar
mirada técnica, externa y estadísticamente precisa: más que reducir la obligación de actual
los problemas sociales a cuestiones financieras y administrativas, la los individuos no le ha
investigación en ciencia social permite que las personas articulen sus tratos políticos, sino B
situaciones cotidianas en sus propios términos. obligaciones están ba,
La suficiencia interpretativa busca que se tomen en serio las instituciones y a quien
vidas de las personas, cargadas con múltiples interpretaciones e in­ lo cual, sólo en las con
mersas en una rica complejidad cultural (Denzin, 1989, págs. 77 y 81). existir obligaciones mI
Los informes etnográficos «deben poseer un grado tal de profundidad, Pateman expone
detalle, emocionalidad, matices y coherencia que permita la formación nocemos a nosotros Ir
de una conciencia crítica de parte del lector. Los textos también deben como pensadores replE
exhibir adecuación representacional, en el sentido de evitar (y desar­ la superación de duali,
ticular) el estereotipado social, sexual o racial» (Denzin, 1997, pág. 283; mente y cuerpo, razón.
véase también Christians y otros, 1993, págs. 120-122). la mutualidad de las r
Desde la perspectiva de la ética del comunitarismo feminista, el 38). El compromiso mo
discurso interpretativo es auténticamente suficiente si cumple con las y verificarse, a la acc
siguientes tres condiciones: representar una multiplicidad de voces, mantener las promaSE
aumentar la capacidad de juzgar moralmente y promover la transfor­ queda indolente, pues]
mación social. De acuerdo con las normas basadas en la comunidad sino que se deriva de 1
por las que aquí abogamos, el foco no está puesto en la ética profesional
considerada en sí misma, sino en la moral genera!."' Nos convert
dernos a nosotros 1
a través de modos
cambio con los otrc
Elhechodel
22 Para una elaboración de la cuestión de la suficiencia interpretativa en rela* el proceso ocurre el
ción con el inlbrme periodístico, véase Christians (2004, págs. 46·55). con los demás, en 1
310
Denzin, 1997, pág. 277;
La representación multivocal e íntercultuxal
rz,1993).

sociales y morales múl­


En el marco de las entidades sociales y políticas existen espacios
do contingente» medido
múltiples que funcionan como construcciones progresivas de la vida
'sal por la dignidad hu­ diaria. El sel! dialógico se sitúa y se articula al interior de contextos
0, la edad o la religión
decisivos de raza, género, clase y religión. En contraposición al con­
lib, 1992, pág. 6). A tra­ tractualismo, en el cual el consentimiento tácito y la responsabilidad
iales divisionistas y ex- tienen lugar ante el Estado, las personas hacen y cumplen promesas
entre s1. Las narrativas de la investigación reflejan las múltiples voces
de una comunidad a través de las cuales se formulan, circulan y se
cumplen las promesas.
va En la ñlosoffa comunitaria de Carole Pateman, las entidades so­
ciopolfticas no deben entenderse en términos contractuales. La formu­
mitario,la misión de la lación de promesas es simplemente uno de los modos básicos en que
mcia interpretativa. En los seres humanos capaces de ponerse de acuerdo «crean libremente
ncia instrumental, este sus propias relaciones sociales» (Pateman, 1989, pág. 61; véase tam­
's dinámicas del mundo bién Pateman, 1985, págs. 26-29). Toda promesa lleva implícita una
,laza la estrechez de la responsabilidad. Cuando los individuos se prometen cosas, adquieren
~ecisa: más que reducir la obligación de actuar en consonancia con lo que han prometido. Pero
lB y administrativas, la los individuos no le hacen promesas a las autoridades a través de con­
personas articulen sus tratos políticos, sino a sus pares, es decir, a otros ciudadanos. Si las
l. obligaciones están basadas en promesas, se deben a otros colegas en
, se tomen en serio las instituciones y a quienes participan en las prácticas comunitarias. Por
3 interpretaciones e in­ lo cual, sólo en las condiciones de la democracia participativa pueden
in, 1989, págs. 77 y 81). existir obligaciones morales autoimpuestas como las promesas.
ado tal de profundidad, Pateman expone la naturaleza del agenciamiento moral. Nos co­
~e permita la formación nocemos a nosotros mismos a través de la acción, y derivadamente
lS textos también deben como pensadores replegados de la esfera de la acción. Sólo a partir de
ltido de evitar (y desar­ la superación de dualismos tradicionales como el de pensador y agente,
(Denzin, 1997, pág. 283; mente y cuerpo, razón y voluntad, podemos concebirnos como seres «en
120-122). la mutualidad de las relaciones personales» (MacMurray, 1961a, pág.
mítarismo feminista, el 38). El compromiso moral surge de la acción y vuelve, para encarnarse
ciente si cumple con las y verificarse, a la acción. Desde una perspectiva dialógica, hacer y
multiplicidad de voces, mantener las promesas a partir de la acción no constituye una bús­
y promover la transfor­ queda indolente, pues nuestro modo de ser no se genera interiormente,
sadas en la comunidad sino que se deriva de la interacción social.
lo en la ética profesional
leral. 22 Nos convertimos en agentes humanos plenos, capaces de enten­
dernos a nosotros mismos y, por ende, de definir nuestra identidad [...l
a través de modos de expresión complejos que aprendemos en el inter­
cambio con los otros [...l.
El hecho de que yo descubra mi propia identidad no significa que
lencia interpretativa en rela­ el proceso ocurre en mi aislamiento, sino en la negociación, en el diálogo
págs. 46-55). con los demás, en parte manifiesto, en parte interno; mi propia identi­
311
dad depende centralmente de mis relaciones dialógicas ccn los otros casos, la libertad per.;
[...l. didas de un modo unl
En las culturas de la autenticidad, las relaciones se consideran tualismo es un códig(
el lugar clave del autodescubrimiento y la autoafumación (Taylor y que escríben los cont!
otros, 1994, págs. 32, 34 Y 36). (pág. 230). En cambi(
mesa, el objetivo prilH
Si la vincularidad moral fluye horizontalmente y la obligación es etnias, religiones y el
recíproca por naturaleza, la afirmación y el cumplímiento de las pro­ moralmente como ser
mesas es necesariamente intercultural. El desaflo contemporáneo de Norman Denzir
la diversidad cultural, sin embargo, dobló la apuesta y logró que nin­ ción multicultural de
guna solución fácil pueda ser aplicable. Uno de los problemas más ur­ estadounidense que l.
gentes y complejos en la agenda democrática actual no es sólo la obli­ nico que honre la dif
gación moral de abordar con justicia el tema de las diferencias étnicas, excepcionalmente a .
sino también la manera de reconocer explícitamente la carga política niega a defmir «al oi
de los grupos culturales. blanco corriente» o er.
Como base para el desarrollo de la pluralidad étnica, 01 comuní­ 6). Más que «una esté
tarismo rechaza la homogeneidad de la metáfora del crisol de razas, lismo de los probIem,
reemplazándola por la política del reconocimiento. El problema básico en la agenda modern
es el de determinar si las democracias son discriminatorias para con su argumentación en
sus ciudadanos de un modo antiético, cuando las instituciones domi­ multidisciplinaria y I
nantes no pueden ya representar las múltiples identidades de sus más, «la idea de un de
miembros (Taylor y otros, 1994, pág. 3). ¿De qué modo podrían (y de­ «estética basada en la
berían) participar de la agenda pública los rasgos culturales y sociales conciencia de raza cr!
específicos de los afroamericanos, los estadounidenses asiáticos, los na­ oria crítica de la raza
tivos los budistas los judíos, los discapacitados y los menores? ¿Las En términos de
"
instituciones públicas no deberían limitarse a garantizar que 1os CIU­
.
táneamente política l
dadanos de una democracia compartan los mismos derechos en lo re­ bricada en teorías so'
lativo a las libertades políticas y jurídicas, prescindiendo de su raza, yel bien común. El co
género o religión? Detrás de la retórica se esconde una disputa filosó­ «al generar crítica sO(
fica fundamental que Taylor llama "la política del reconocimiento». «El cia» (Denzin, 2002, p
no-reconocimiento o la falta de reconocimiento pueden infligir daño, gracionista «dirigida
pueden ser un modo de opresión, al encerrar a alguien en una forma racial», sino que «ofh
de ser falsa, distorsionada o reducida. El reconocimiento debido no es espacio para nuevas:
una cuestión de cortesía; es una necesidad humana vital» (Taylor y estándar general pos
otros, 1994, pág. 26). El problema fundamental relativo al carácter de ción moral; es decir, ::
la identidad cultural debe ser resuelto para que el pluralismo cultural moral (Christians, 2(
se haga realidad, y el comunítarismo feminista es un marco no-asimi­ Partiendo de la
lativo en el !-'nal esa solución puede encontrarse. nen algo importante ]
De todos modos, el procedimentalismo liberal no es capaz de sa­ noce los valores cultu
tisfacer esta necesidad humana. Hacer hincapié en la igualdad de de­ mana universal (el
rechos sin que medie una vlaión sustantiva de la buena vida «sólo pro­ interpretativa en su •
vee un reconocimiento muy limitado de las diferentes identIdades una relación no-com¡
culturales» (Taylor y otros, 1994, pág. 52). Insistir en la neutralidad términos amplios», y
carente de fines compartidos sólo puede garantizar, en el mejor de los tes las cosas en el 1"
312
dialógicas con los otros casos, la libertad personal y la seguridad jurídica y económica, enten­
didas de un modo univoco. En palabras de Bunge (1996), «el contrac­
"elaciones se consideran tualismo es un código de conducta para los fuertes y duros: aquellos
ltoafirmación (Taylor y que escriben los contratos, no los que firman sobre la línea punteada»
(pág. 230). En camhio, en la formación comunitaria basada en la pro­
mesa, el objetivo principal consiste en el florecimiento de determinadas
_ente y la obligación es etnias, religiones y culturas, objetivo con el cual nos comprometemos
I1plímiento de las pro­ moralmente como seres humanos.
mo contemporáneo de Norman Denzin (2002) demuestra el modo en que la representa­
uesta y logró que nin­ ción multicultural debería operar en la construcción del orden social
los problemas más ur­ estadounidense que les toca a los medios de comunicación. Un cine ét­
tual no es sólo la obli­ nico que honre la diferencia racial no es asimilacionista, ni «celebra
as diferencias étnicas, excepcionalmente a los negros» en apoyo de los valores blancos; se
1ente la carga politica niega a definir «al otro étnico por contraposición al estadounidense
blanco corriente» o en términos de «piel negra contra piel negra» (pág.
_dad étnica, el comuni­ 6). Más que «una estética cinematográfica didáctica, basada en el rea­
,ra del crisol de razas, lismo de los problemas sociales (estética que desL'rÍbe como «atrapada
too El problema básico en la agenda modernista»), Denzin sigue a Hal Foster y bell hooks en
riminatorias para con su argumentación en favor de una estética anti-estética o posmoderna,
as instituciones domí­ multidisciplinaria y orientada a lo vernacular. Denzin rechaza, ade­
es identidades de sus más, «la idea de un dominio estético privilegiado» (págs. 11 y 180). Una
lé modo podrían (y de­ «estética hasada en la actuación, feminista, negra o chicana», crea «una
}s culturales y sociales conciencia de raza crítica y contrahegemónica» que implementa la te­
_enses asiáticos, los na­ oría crítica de la raza (pág. 180).
'8 y los menores? ¿Las
En términos de comunitarismo feminista, esta estética es simul­
~arantizar que los ciu­
táneamente política y ética, pues la diferencia racial se encuentra im­
mos derechos en lo re­ hricada en teorías sociales y concepciones del ser humano, la justicia
scindiendo de su raza, y el bien común. El comunitarismo feminista necesita una estética que,
lde una disputa filosó­ «al generar crítica social [... ] también sea capaz de engendrar resisten­
el reconocimiento». «El cia» (Denzin, 2002, pág. 181). No es una iniciativa de protesta o inte­
, pueden infligir daño, gracionista «dirigida a informar al público blanco sobre la injusticia
alguien en una forma racial», sino que «ofrece nuevas formas de representación que crean el
ocimiento debido no es espacio para nuevas formas de conciencia racial crítica» (pág. 182). El
Lmana vital. (Taylor y estándar general posible gracias a esta estética está m'liorando la ac­
relativo al carácter de ción moral; es decir, actúa como un catalizador para el discernimiento
, el pluralismo cultural moral (Christians, 2002a, pág. 409).
es un marco no-asimi­ Partiendo de la hipótesis de que todas las culturas humanas tie­
,. nen algo importante para decir, la investigación en ciencia social reco­
eral no es capaz de aa­ noce los valores culturales particulares de acuerdo con la dignidad hu­
é en la igualdad de de­ mana universal (Christians, 1997a, págs. 11·14). La suficiencia
a buena vida «sólo pro­ interpretativa en su dimensión multicultural «sitúa a las personas en
liferentes identidades una relación no-competitiva y no-jerárquica con el universo moral en
istir en la neutralidad términos amplios», y les ayuda «a imaginar cómo podrían ser diferen­
,izar, en el mejor de los tes las cosas en el mundo cotidiano, a imaginar nuevas formas de
313
transformación y emancipación humanas, poniendo en acto estas saldar disputas y clarí
transformaciones en el diálogo» (Denzin, 2002, pág. 181). las teorías normativa
discurso moral común.
necesarias para que pl
Discernimiento moral presenta «completam¡
más bien un conjunto
Las sociedades son encarnaciones de instituciones, prácticas y mente, sostienen otro I
estructuras reconocidas internamente como legítimas. Sin la lealtad pág. 99). En lugar de e
con respecto a una red de relaciones dadoras de orden, la sociedad se tiza la historia, Reinh
vuelve, literalmente, inconcebible. Las comunidades no son meras en­ sociales inevitables, p
tidades lingüísticas, sino que requieren de un mínimo de compronúso teóricos» llamado bien
moral orientado al bien común. Dado que las entidades sociales son la moralidad común, 1
órdenes morales y no sólo arreglos funcionales, el compromiso moral putas de manera inter
constituye al self-en-relación. Nuestra identidad se constituye a partir el discurso en la osfe
de lo que consideramos bueno o digno de ser enfrentado. Sólo a través mutuo» al tiempo que
de la dimensión moral podemos dar sentido a la acción humana. En municativa para tom
palabras de Mulhall y Swift (1996): final (pág. 66; véase t¡
El comunitarisrr
Desarrollar, mantener y articular [nuestras intuiciones moraios y proceso de articulaciól
reaccionesJ no es algo que los Beres humanos podamos dejar de lado fá­ cia duradera de la en
cilmente [... J. Ya no podemos imaginarnos una vida humana que no fensa de) su base norrr
aborde el problema de su orientación en el espacio morai, así como tam­ permitirnos «descubrí
poco podemos imaginarnos lUla vida humana en la que desarrollar el sen­ narrativas deben «dar
tido de lo que es arriba y abajo, la izquierda y la derecha sea considerado relato de aquellos prol
una tarea optativa [...]. La orientación moral es inevitable, porque las 284). El comunitaris~
cuestiones de las cuales el mareo moral provee respuestas son, a su vez,
inevitables (págs. 106-108; véase también Taylor, 1989, págs. 27-29). moral internamente. 1
que refuerzan su com:¡:
y la recompensa, y el E
Elself existe sólo en una «red de interlocutores», y toda interpre­
modelar el vocabulario
tación de uno mismo de un modo implícito o explícito «reconoce elori­
de nuestra condición h
gen necesariamente social de todas y cada una de las concepciones del
como selves éticos de
bien y de sí mismo» (Mulhall y Swift, 1996, págs. 112-113). Los marcos
desenvuelve dialéctic¡
morales son fundamentales para orientarnos en el espacio social, así
dos qne colaboran con
como es fundamental la necesidad de establecernos en 01 espacio fisico.
Nuestras convic(
La dimensión moral debe considerarse, por lo tanto, algo intrínseco al
arrollan a través del.
ser humano, y no un sistema de reglas, normas e ideales externos a la
comunidades que alin
sociedad. El deber moral se alimenta de las demandas de conexión so­
tan una alternativa r.
cial, y no de una teoría abstracta.
modernidad. Pero, en
El núcleo de la moralidad social común es un acuerdo preteórico.
son parto de lo univer
De cualquier manera, "lo que cuenta como moralidad común no sólo
nomía individual, es (
es algo impreciso, sino también variable [ ... ] y dificil en términos prác­
obligación a cuidar el
ticos» (Bok, 1995, pág. 99). La obligación moral debe articularse con
ter sagrado primigeni
las voces falibles e irresueltas de la vida cotidiana. Entre desacuerdos
moral y el nuevo pun
El incertidumbres de diverso tipo, buscamos criterios y sabiduría para
1997b, 1998).
314
,omendo en acto estas saldar disputas y clarificar los momentos de confusión; en este sentido,
,pág. 181). las teorías normativas de tipo interactivo pueden fortalecer nuestro
discurso moral común. Pero las teorías generalmente aceptadas no son
necesarias para que prospere el bien común. Pues el bien común no re­
presente «completamente la moralidad de cada participante [... l, sino
más bien un conjunto de acuerdos entre personas que además, típica­
stituciones, prácticas y mente, sostienen otro tipo de creencias éticas compartidas» (Bok, 1995,
19ítimas. Sin la lealtad pág. 99). En lugar de esperar más coherencia teórica que la que garan­
le orden, la sociedad se tiza la historia, Reinhold Niebuhr nos inspira a trabajar en conflictos
dades no son meras en­ sociales inevitables, pero mantemando «un revoltijo de acuerdos no­
mínimo de compromiso teóricos» llamado bien común (Barry, 1967, págs. 190-191). A partir de
entidades sociales son la moralidad común, podemos aproximarnos al consenso y zanjar dis­
s, el t'Ompromiso moral putas de manera interactiva. En términos de JÜ!gen Habermas (1993),
a
.d se constituye partir el discurso en la esfera pública debe orientarse «al entendimiento
mentado. Sólo a través mutuo» al tiempo que debe permitir a los participantes .la libertad co­
la acción humana. En municativa para tomar posiciones» basadas en reclamos de validez
final (pág. 66; véase también Habermas, 1990).
El comunítarismo desafía a los investigadores a participar en el
tras intuiciones morales y proceso de articulación moral de una comunidad. De hecho, la existen­
podamos dejar de lado fá­ cia duradera de la cultura depende de la identificación con (y la de­
tna vida humana que no fensa de) su base normativa. Por lo tanto, los textos etnográficos deben
lacio moral1así como tam­ permitirnos «descubrir verdades morales sobre nosotros mismos»; las
n la que desarrollar el sen­
narrativas deben "darle un compás moral a sus lectores» mediante el
a derecha sea considerado
es inevitable, porque las
relato de aquellos problemas que afectan sus vidas (Denzin, 1997, pág.
~ respuestas son; a su veZ
284). El comunitarismo feminista trata de engendrar razonamiento
1
lor, 1989, págs. 27-29). moral internamente. Las comunídades están tramadas por narrativas
que refuerzan su comprensión común de lo bueno y lo malo, la felicidad
ltores», y toda interpre­ y la recompensa, y el significado de la vida y la muerte. Recobrar y re­
pUcito «reconoce el ori­ modelar el vocabulario moral nos ayuda a amplificar Jo más profundo
de las concepciones del de nuestra condición humana. Los investigadores no están constituidos
s. 112-113). Los marcos como selDes éticos de antemano, sino que el discernimiento moral se
m el espacio social, así desenvuelve dialécticamente entre los investigadores y los investiga­
nos en el espacio físico. dos que colaboran con ellos.
anto, algo intrínseco al Nuestras convicciones morales ampliamente compartidas se des­
, e ideales externos a la arrollan a través del discurso, en el marco de una comunídad. Estas
nandas de conexión so- comunídades que alimentan y comparten el discurso moral represen­
tan una alternativa radical frente al individualismo utilitarista de la
un acuerdo preteórico. modernidad. Pero, en el comunitarlsmo feminista, las comunidades
,ralidad común no sólo son parte de lo uníversal: el opuesto dialéctico de una ética de la auto­
ifícil en términos prác­ nomía individual, es decir, la solidaridad humana universal. Nuestra
ti debe articularse COn obligación a cuidar el uno del otro define nuestra existencia. El carác­
.na. Entre desacuerdos ter sagrado primigemo de todos, sin excepción, es el corazón del orden
;m'ios y sabiduría para moral y el nuevo punto de partida para nuestro teorizar (Christians,
1997b, 1998).
315
El fundamento de la vida humana es la reverencia por la vida en les dan clase a los sujet
la Tierra. La naturaleza viva se reproduce a sí misma según su propio es buscar formas de h,
carácter. En el mundo animado está inscrito el sentido de dar vida. grado de la vida, para
Por lo tanto, dentro del orden natural existe un llamado moral que se provee una infinita ab,
eleva hacia nosotros, por su propia voluntad y de acuerdo con su propio El tema en cuesti.
derecho. El cuidado de la vida tiene carácter de presupuesto, más allá en una comunidad, y n.
de las preferencias subjetivas. La reverencia por la vida en la Tierra vestigadores consider¡
es un don preteórico que hace posible el orden moral. El carácter sa­ sobre cultura no es el d.
grado de la vida no es un imperativo abstracto, sino la base de la acción principios genéricos y :
humana."" Es un absoluto primordial, que subyace a toda reificación espacio moral de la gel
en principios éticos, un vinculo orgáníco que todos compartimos, inevi­ tiva, las estrategias de
tablemente. En nuestra reflexión sistemática sobre esta protonorma, «robustez experimenta
nos damos cuenta de que conlleva principios éticos básicos como la dig­ iluminar el modo en qu·
nidad humana y la no-violencia. y Denzin, 2000, pág. l(
La reverencia por la vida en la Tierra establece un campo de
juego para la colaboración multicultural en el terreno de la ética, en
cuanto representa un universalismo que se desarrolla de abajo hacia Políticas de resisl
arriba. Muchas sociedades articulan esta protonorma de diferentes
maneras y la ejemplifican localmente, pero toda cultura, en verdad, La ética del femir
puede llevar esta norma fundamental a la mesa de negociación con el la resistencia y prom,
fin de ordenar las relaciones políticas y las instituciones sociales. Vi· {véase Habermas, 1971
vimos con nuestros valores en un entorno comunitario en el cual se ex­ de la investigación inte
perimenta la vida moral y se articula el vocabulario moral. Protonor­ humana de las múltiplt
mas tales como la reverencia por la vida sólo pueden reconquistarse gión, la política, la etní,
localmente. El lenguaje las sitúa en la historia. El carácter sagrado de Desde su propia I
la vida refleja nuestra condición común como especie, pero actuamos necesidad de reinventa
de acuerdo con ella sólo a través de la realidad inmediata mediada por
la geograffa, la etnicidad y la ideología. De acuerdo con el comunita­ Desde mi pu
rismo feminísta, al ingresar en este domÍllÍo comunítario, no desde la tl'ansformaci6n rad
perspectiva de la toma de decisiones individual, sino desde una noción exige no ya obtener
universal de comunídad, podemos sustentar la creencia en la colabo­ efectuar algunas re
tema, según lo veo} ,
ración entre investigadores e investigados en el ámbito moral. Los in­
crear un diferente t
vestigadores no llegan al campo con un paquete de recetas con las cua­ arroga, corno si fue
metatlsica (citado e

Ciertamente, es n
22 El carácter sagrado de la vida) entendido como protononnu. difiere funda­ dores examinen los bloc
mentalmente del racionalismo ético morwcultural propio de la Ilustraci6n, en el cual
los imperativos universales éran eQnsiderados obligatorios para todas las naciones y
cos, tecnológicos, políti,
épocas. El fundamentaliamo cartesiano y el formalismo kantiano aSUTIÚan puntos de de Freire, el poder es u
partida no-contingentes. La solidaridad humana universal, no. Tampoco surge del pla~ en consonancia con él, 1
tonismo, es decir, la participación de lo finito en lo infinito, del cuall'ecibe su esencia minísta cuestiona el at
(véase Christians, 1997b, págs, 3-6). Además de esta protonorma, existen otras ape­ nítivos. La cuestión, en
laciones a lo universal que no son occidentales ni asumen una cosmolOgía de l'aíz new­ sí mismo,
toniana (véase Christian., 2002bl.
316
everencia por la vida en les dan clase a los sujetos que investigan; por el contrario, lo que hacen
misma según su propio es buscar formas de hacer realidad, en la interacción, el carácter sa­
el sentido de dar vida. grado de la vida, para lo cual cada cultura y cualquier circunstancia
n llamado moral que se provee una infinita abundancia de sentidos y aplicaciones.
le acuerdo con su propio El tema en cuestión es de qué manera el orden moral se conforma
e presupuesto, más allá en una comunidad, y no, principalmente, cuál es la manera que los in­
por la vida en la Tierra vestigadores consideran virtuosa. El desafio para quienes escriben
1 moral. El carácter sa­ sobre cultura no es el de limitar sus perspectivas morales a sus propios
sino la base de la acción principios genéricos y neutrales, sino el de involucrarse en el mismo
byace a toda reificación espacio moral de la gente que están estudiando. Desde esta perspec­
dos compartimos. inevi­ tiva, las estrategias de investigación no se legitiman en términos de
sobre esta protonorma, «robustez experimentah., sino en términos de «vitalidad y vigor para
leos básicos como la dig­ iluminar el modo en que podemos generar bienestar humano» (Lincoln
y Denzin, 2000, pág. 1062).
establece un campo de
! terreno de la ética, en
,sarrolla de abajo hacia Políticas de resistencia
)tonorma de diferentes
)da cultura, en verdad, La ética del feminismo comunitsrio genera critica social, lleva a
la de negociación con el la resistencia y promueve la acción entre sujetos que interactúan
stituciones sociales. Vi­ (véase Habermas, 1971, págs. 301-317). Por lo tanto, una norma básica
mitario en el cual se ex­ de la investigación interpretativa es la de permitir la transformación
ulario moral. Protonor­ humana de las múltiples esferas de la vida comunitaria, como la reli­
pueden reconquistarse gión, la política, la etnícidad y el género.
. El carácter sagrado de Desde su propia perspectiva dialógica, Paulo Freire habla de la
especie, pero actuamos necesidad de reinventar el significado del poder:
inmediata mediada por
uordo con el comunita­ Desde mi punto de vista, la transformación real principal, la
lmunitario, no desde la transformación radical de la sociedad en este punto de nuestro siglo
1, sino desde tma noción exige no ya obtener poder de aquellos que hoy en día lo detentan, no ya
a creencia en la colabo­ efectuar algunas reformas, algunos cambios en esta estructura [,.,J, El
II ámbito moraL Los in­ tema, según lo veo) ya no es tomar el poder, sino reinventarlo. Es decir,
, de recetas con las cua­ crear un diferente tipo de poder, negar la necesariedad que el poder se
arroga, como si fuera una forma burocratizada y antidemocrática de
metafísica (citado en Evans, Evans y Kennedy, 1987, pág. 229).

Ciertamente, es necesario que los investigadores y sus colabora­


) protollorma, difiere funda­ dores examinen los bloques de poder y monopolios opresivos (económi­
I de la Ilustración, en el cual

08 para todas las naciones y


cos, tecnológicos, políticos). Dada la orientsción político-institucional
mntiano asumían puntos de de Freire, el poder es una noción central para el análisis social. Pero,
!1, no, Tampoco slll'ge del pla­ en consonancia con él, la investigación basada en el comunitarismo fe­
to, del cual recibe su esencia minists cuestiona el abordaje del poder en términos meramente cog­
)tollorma, exisbm otras ape­ nitivos. La cuestión, en cambio, es cómo puede el pueblo darse poder a
una cosmología de raíz new~
sfmismo.

317
La comprensión dominante del poder está basada en su carácter lizan la voz de los no-e:.
no-mutuo; se trata de un tipo de poder intervencionista, ejercido de solución. Por el contra
forma competitiva y en aras del control; en la concepción comunita­ adentro es imposible sal
rista, el poder es relacional, y se caracteriza por la mutualidad más en lugar de ser los objet
que por la soberanía. El poder, desde esta perspectiva, es la reciproci­ sale de la debilidad dE
dad entre dos sujetos, una relación no de dominio, sino de intimidad y fuerte como para libera
vulnerabilidad: un poder cercano al de Alcohólicos Anónimos, en el Según Freire (197
cual, al rendirse a la comunidad, el individuo vence sus problemas. dida como la conciencia
Como se ve con claridad en el abordaje indígena kaupapa maorí: «el y la reflexión sobre la 1
investigador es guiado por los miembros de la comunidad, y no pre­ lenguaje y el modo de s
tende dirigir, o tener un poder del que puede renunciar» (Denzin, 2003, sin contradicción. Pero·
pág. 243). capacidad específicamel
El diálogo es el elemento clave en una estrategia emancipatoria (Freire, 1970b, pág. 75.
desarrollada con el fin de liberarnos, más que encerrarnos en manipu­ «los derrotados son des·
laciones o relaciones de confrontación. Si bien en su versión de control su cultura» (1970b, pág.
el poder considera que la mutualidad es sinónimo de debilidad, el em­ pueden recuperar su PI
poderamiento maximiza nuestra humanidad y, por lo tanto, destierra su cultura (1970a, págs
la endeblez. En el proceso de investigación, el poder es desenmasca­ la transmisión de datos
rado y subordinado a la solidaridad del equipo que conforman investi­ por su contenido, el ca
gador e investigado. No existe la presuposición monológica de que «el Freire (197Gb, pág. 47) •
investigador le da poder al grupo. (Denzin, 2003, pág. 243). Más que la cual los oprimidos «s.
jugarjuegos semánticos con la noción de poder, los investigadores car­ realidad», sólo es posibI
gsn contra las barricadas. Según insiste Freire, sólo si todos y cada La resistencia a h
uno ocupan su espacio político, al punto de la desobediencia civil si es ductiva en sus interatici
necesario, el empoderamiento significará algo revolucionario (véase, sociales en las cuales es
por ejemplo, Freire, 197Gb, pág. 129). tiva se incuba en los pat
Lo que está fuera de negociación en la teoría del poder de Freire ciación voluntaria, ontl
es la participación directa de los oprimidos en la dirección de la forma­ interacción y esfuerzo r
ción cultural. Si es necesario resolver un problema social relevante, los no-violencia es un medio
más vulnerables tendrán que decidir el rumbo: «la práctica revolucio­ no existe alternativa a
naria no puede tolerar una absurda dicotomía en la cual la praxis de de la gente pueda ganar
la gente se reduce meramente al seguimiento de las decisiones» de una a través de medios dialó
élite dominante (Freire, 1970a, pág. 120; véase también Freire, 1978, personas, no es meraml
págs. 17 y sigs.l. 24 Los políticos arrogantes, apoyados por una pandilla condición fundamental]
de contadores, abogados, economistas e investigadores sociales, trivia­

24 El mutualismo es una característica cardinal del modelo oomunítario feminista


26 Dado su compromis(
en general) y por esto es crucial para el principio de) empoderamiento. Por esta razón,
la teoría crítica se inscribe en el tercer principio, en lugar de seguir a Root (véase nota Freire, evita las debilidades {
18), lo que le permite funcionar como un ejemplo de comUIÚtarismo. Root (1993, pág, cuales 108 investigadores libe'
238) observa que la troría crítica a menudo falla en el intento de transferir los «ideales zin [2003, págs. 242-245) cita
de la experticia» a los sujetos que investiga, o no lcs da plena voz en el disefío y la inter­ pcctiva radical, no postula. e,
pretación de las investigaciones. Sin un pasaje fundamental a la interacción comunita­ sus teorías pueden líderaDj a J
ria, la investigación en todas sus formas es proclive a la falacia distributiva. pág. 246, citando a Bishop, 11

318
Jasada en su carácter lizan la voz de los no-expertos como irrelevante para el problema o su
lcionista, ejercido de solución. Por el contrario, la acción transformadora surgida desde
,oncepción comunita­ adentro es imposible salvo que los oprimidos tomen parte activamente,
r la mutualidad más en lugar de ser los ol:6etos de la acción de los líderes. «Sólo el poder que
Jctiva, es la reciproci­ sale de la debilidad de los oprimidos puede ser lo suficientemente
o, sino de intimidad y fuerte como para liberarlos a ambos» (Freira, 1970b, pág. 28).25
jeos Anónimos, en el Según Freire (1973), el objetivo es la toma de conciencia, enten­
Tenee sus problemas. dida como la conciencia crítica que dirige el flujo continuo de la praxis
a kaupapa maorí: «el y la reflexión sobre la vida cotidiana. En una cultura del silencio, el
~omunidad, y no pre­ lenguaje y el modo de ser de los opresores son aceptados fatalmente,
meiar» (Denzin, 2003, sin contradicción. Pero la conciencia crítica nos habilita a practicar la
capacidad específicamente humana de «decir una palabra verdadera»
ategia emancipatoria (Freire, 197Gb, pág. 75). En las condiciones del control sociopoUtico,
cerrarnos en manipu­ "los derrotados son despojados de su palabra, de su expresividad, de
. su versión de control su cultura» (1970b, pág. 134). Es a través de la toma de conciencia que
.0 de debilidad, el em­ pueden recuperar su propia voz y colaborar en la transformación de
)or lo tanto, destierra su cultura (1970a, págs. 212-213). Por lo tanto, la investigación no es
JOder es desenmasca­ la transmisión de datos especializados, sino, por su estilo tanto como
110 conforman investi­ por su contenido, el catalizador de la conciencia crítica. Sin lo que
monológica de que «el Freire (1970b, pág. 47) llama «una comprensión critica de lo real», en
3, pág. 243). Más que la cual los oprímidos «se apoderan con sus mentes de la verdad de sU
os investigadores car­ realidad», sólo es posible la aquiescencia con el statu quo.
" sólo si todos y cada La resistencia a la que conduce el empoderamiento es más pro­
sobediencia civil si es ductiva en sus intersticios, es decir, en las fisuras de las instituciones
'evolucionarío (véase, sociales en las cuales es posible la acciÓn auténtica. La resistencia efec­
tiva se incuba en los patios traseros, en los espacios abiertos, en la aso­
ía del poder de Freira ciación voluntaria, entre vecinos, en las escuelas, en escenarios de
dirección de la forma­ interacciÓn y esfuerzo mutuo alejados de las élites. Dado que sólo la
ta social relevante, los no-violencia es un medio moralmento aceptable para el cambio social,
,la prád;ica revolucio­ no existe alternativa a la opción educativa, en la cual el movimiento
m la cual la praxis de de la gente pueda ganar su propia voz y alimentar SU conciencia crítica
las decisiones» de una a través de medios dialógicos. El desarrollo desde abl.\Ío, basado en las
también Freire, 1978, personas, no es meramente un fin en sí mismo, sino sobre todo una
ados por una pandilla condición fundamental para la transformación social.
ldores sociales, trivia­

)delo comunitario feminista


leramiento. Por esta razón, 2fí Dado su compromiso fundamental con el diálogo. el empoderamiento, según

e seguir a. Root (véase nota Freire, evita las debilidades de los conceptos monológicos del empoderamiento en Jos
litarismo. Root (199:>, pág. cuales los investigadores liberan a los débiles y desafortunados (sumariados por Den­
ro de transferir los «ideales zin [2003, págs. 242-245] citando a Bishop, 1998). Si bien Freire representa una per...
1 voz en el diseño y la inter­ pectiva ra.dical, no postula, como «muchos otros te6ricos radica1es», que «s6lo ellos y
I a la interacción comunita~ sus teorías pueden Jiderar» a los investigados en su camino a la libertad (Denzin, 2003,
lda distributiva. pág. 246, citando a Bishop, 1998).

319
Hacia la transformación de los Comités Dado que la partic
Institucionales de Conducta Ética «firmar papeles indican
lidad no es un tema, «d
La suficiencia interpretativa, como filosofía de la ciencia social, Los participantes no se
transforma sustancialmente el sistema de Comités Institucionales de telación, sino que «actú
Conducta Ética, tanto en forma como en contenido, al hacer énfasis in­ vistas a producir cambie
cansablemente en la precisión, pero entendiéndola como la auténtica Dado que existen e
resonancia del investigador con el contexto y la autorreflexión del su­ mana, la revisión de 101
jeto como agente moral. En una aproximación maorí al conocimiento, cabo entre pares, en de]
por ejemplo, «la experiencia concreta es el criterio del significado y de la liares con estas metod.
verdad» y los investigadores «se dejan llevar a descubrirla a través de tomar un ejemplo, ha ce
los miembros de la comunidad» (Denzin, 2003, pág. 243). Como sea, en Jidades como guías del·
la medida en que la relación investigador-investigado es recíproca, la Evaluación», como se lE
invasiÓn de la privacidad, el consenso informado y el engaño no consti­ marco. para evaluar la i
tuyen cuestiones problemáticas en el sentido que plantean los Comités la historia oral, Linda I
Institucionales de Conducta Ética. En el comunitarismo, la noción del entendido en términos 1
bien es compartida por los sujetos investigados, y los investigadores co­
laboran en el proceso de hacerla realidad. «Los participantes tienen voz El sistenla re~
sobre sujetos huma]
y voto por ignal en temas como el modo en que la investigación debe con­
de recabar informal
ducirse, qué debe ser estudiado, con qué métodos, qué resultados serán mente para obstacu
considerados válidos o aceptables, cómo serán implementados y cómo se definición de la ínve,
evaluarán las consecuencias de estas acciones» (Denzin, 2003, pág. 257). toriadores tienen uy
De este modo, la suficiencia interpretativa trasciende el alcance de nuestro trahajo y
del sistema regulatorio que actualmente domina el ámbito de la inves­ para los métodos de
tigación con seres humanos, por lo cual este sistema recomienda una reconociera de una. 1
política de estricto territorialismo para el régimen de los Comités Ins­ cubierto por la ley '"
titucionales de Conducta Ética. Dado su origen histórico en la esfera
biomédica, y con la explosión tanto de la investigación genética como Denzin enriquece
de la investigación biomédica con financiamiento privado, el 45 CFR grarla con la ética de la
46 deberia confinarse a estudios médicos, biológicos y clínicos, así como la investigación kaupap'
a la investigación positivista y pospositivista más afín desde el punto tatutos de mucho.s puebl
de vista epistemológico. Las metodologías de investigación que han pativo de conocimiento y
roto las barreras entre investigadores e investigados deberían estar a
salvo de la intromisión de los Comités Institucionales de Conducta Estos derecho
Ética. Como observa Denzin: culturales de la com
el nuevo conocimien
La autoetnograffa performativa, por tomar un ejemplo, cae fuera tatutos incorporan e
del alcance del sistema [de los Comités Institucionales de Conducta ralo Enuncian, espea:
Ética] como muchas otras formas participativas de investigación"aooión, y respetar los derec!
etnografía reflexiva, investigación cualitativa de testimonios, historias
de vida, narrativas personales, autobiografía performativa, análisis de
26 Thomas Puglisí {20C
la conversación, etnodrama, etcétera. En todos estos casos, los sujetos ciaeÍón de Historia Oral no se
investigados y los investigadores desarrollan relaciones pedag6gicas quier modo,la experiencia..re
púhlicas y colaboratívas (2003, pág. 249). dice. su desacuerdo en térmm
320
.tés Dado que la participación es voluntaria, los sujetos no necesitan
«firmar papeles indicando su consenso "informado"» ... La confidencia­
lidad no es un tema, «dado que no hay nada que ocultar o proteger».
a de la ciencia social, Los participantes no se someten a procedimientos aprobados con an­
tés Institucionales de telación, sino que «actúan juntos, investigadores e investigados, con
lo, al hacer énfasis in­ vistas a producir cambios en el mundo» (Denzin, 2003, págs. 249-250).
ola como la auténtica Dado que existen diferentes concepciones de la investigación hu­
autorreflexión del su­ mana, la revisión de los métodos de investigación debería llevarse a
laorí al conocimiento, cabo entre pares, en departamentos universitarios o instancias fami­
, del significado y de la liares con estas metodologías. La Asociación de Historia Oral, por
escubrirla a través de tomar un ejemplo, ha codificado una serie de principios y responsabi­
íg. 243). Como sea, en lidades como guías del trabajo con la historia oral. Estas "Pautas de
Gigado es recíproca, la Evaluación», como se las llama habitualmente, resultarían un buen
y el engaño no conati­ marco para evaluar la investigación cualitativa.·-6 En su referencia a
, plantean los Comités la historia oral, Linda Shopes se refiere al comunitarismo feminista
.tarismo, la noción del entendido en términos holísticos:
·los investigadores co­
¡rticipantes tienen voz El sistema regulatorio que actualmente controla la investigación
nvestigación debe con­ sobre sujetos humanos es sencillamente incongrnente con los métodos
de recabar información de la historia oral. Se lo ha usado indebida­
:, qué resultados serán mente para obstaculizar la investigación critica, y está basado en una
plementados y cómo se deflllición de la investigación que caducó hace mucho. Más aun, los his­
tenzin, 2003, pág. 267). toriadores tienen una conciencia muy aguda de las dimensiones éticas
l trasciende el alcance de nuestro trabajo y han desarrollado buenos estándares profesionales
l el ámbito de la inves­ para los métodos de entrevista de la historia oral. Me gustaría que se
tema recomienda una reconociera de una vez que la historia oral no yace dentro del dominio
en de los Comités lns­ cubierto por la ley comÜll (Shopes, 2000, pág. 8).
histórico en la esfera
,igación genética como Denzin enriquece la ética del comunitarismo feminista al inte­
lto privado, el 45 CFR grarla con la ética de la investigación indígena, particularmente la de
cos y clínicos, as! como la investigación kaupapa maorí (2003, págs. 242-248, 267-258). Los es­
ás afín desde el punto tatutos de muchos pueblos indígenas están basados en un modo partici­
lllvestigación que han pativo de conocinlÍento y suponen derechos colectivos, no individuales:
~ados deberían estar a
lcionales de Conducta Estos derechos incluyen el control y la propiedad sobre los bienes
culturales de la comunidad L.,] y el derecho de los indígenas a proteger
el nuevo conocimiento y la diseminación de sn propia cultura. Estos es­
lar un ejemplQ, cae fuera tatutos incorporan códigos de ética dentro de la perspectiva más gene­
itucÍonales de Conducta ral. Enuncian, espeefficamento, CÓmo los investigadores han de proteger
s de investigación-acción, y respetar los derechos e intereses de los pueblos indígenas, utilizando
de testimonios, historias
performativa, análisis de 2. Thomas Puglisi (2001) argumenta que la••Pautas de Evaluación» de la Aso­
18 estos casos los sujetos
1
ciación de Historia Oral no son incompatibles con las regulaciones federales. De cual­
1 relaciones pedagógicas quier modo, la experiencia real con 108 Comités Institucionales de Conducta Ética in~
dica su desacuerdo en términos de teoría y práctica..

321
los mismos protocolos que regulan a diario la vida moral de estas cul­ Si se fundament
turas (Denzin, 2003, pág. 257). vista, las explicacione
bies con las descripcic
Este modelo de investigación colaborativa «hace al investigador su problemática, form,
responsable no de una disciplina (o institución), sino de aquellas per­ vestigaciones supone
sonas que está estudiando», y pone la ética de la investigación en linea clara que los no-experl
«con una politica de la resistencia, la esperanza y la libertad» (Denzin, promoción de la auton
2003, pág. 258). neutralidad axiológica
de trasladar esta pers
limitar el involucrami
Conclusión su autocomprensión CI
ideal de los seres raciOl
Como argumentan Guba y Lincoln (1994), los problemas de las de lo bueno» y toman I
ciencias sociales deben vincularse, en última instancia, con las visiones dares de verificación e
del mundo que los abarcan. «Las cuestiones de método son menos im­ neutralidad presuntal
portantes que las cuestiones de paradigma, que definimos como el sis­ racionales libres e igu
tema de creencias o la visión del mundo básica que guía al investigador ducta» (Root, 1993, pi
no sólo en sus elecciones metodológicas, sino también en sus funda­ feminista escapa a es
mentos ontológicos y epistemológicos» (pág. 105). La mirada conven­ vida humana dentro d
cional, con su ética extrínseca, nos ofrece solamente un paradigma
trunco y rústico que necesita ser transformado ontológicamente. Esta
perspectiva histórica de la teoría y la práctica indica la necesidad de Referencias bibl:
un modelo enteramente nuevo de ética investigativa en el cual la ac­
ción humana y las concepciones del bien surgen de la interacción. Barry, B. (1967). «Jl:
«Desde el momento en que la relación entre las personas consti­ (comp.), Polítical P
tuye su existencia como personas, L..] la acción moralmente correcta versity Press, págs.
es [aquella] que se dirige a la comunidad. (MacMurray, 1961b, pág.
119). En el comunitarismo feminista, el ser personal está atravesado Benhabib, S. (1992). S
por el universo social. El bien común nos es accesible sólo en forma modernism in Con,
personal; su fundamento,e inspiración residen en la ontología social Polity.
del ser humano. 27 "La ontologia debe ser rescatada de su sumersión Bishop, R. (1998). ,,~'rl
en las cosas y pensarse enteramente desde la perspectiva de la persona research: A Maori ¡
y, por lo tanto, del Ser» (Lotz, 1963, pág. 294). «Sólo hay verdadera on­ Journal of Qualitat
tologia donde las personas la piensan, y las personas sólo son personas Blanchard, M. A. (ene
si son ontológicas» (Lotz, 1963, pág. 297). the eommon Rule'
panel, Departame
www.aaup.org:lpuh
27 Michael1'heunissen (1984) argumenta que el yo relacional de Buber (y su le­ Bok, S. (1995). Comn
gado en Levinas, Freire, Reller, Wyschogrod y Taylor) difiere de la subjetividad del Press.
existencialismo continental IAl esfera subjetiva de Husserl o Sartre, por ejemplo, «no
tiene relaciones con un Tú ni forma parte de un Nosotros» (pág. 20; véase también Brabeck, M. M. (comp
pág. 276). "De acuerdo con Heidegger, el yo sólo puede realizarse en una separación ucationallmplicati
involuntaria de otros yoes. De acuerdo con Buber, el ser del yo sólo es posible enla!"e~
lación- (pág. 284). Buber, M. (1958).1 an

322
ida moral de estas cul­ Si se fundamentan en una concepción del mundo de cuño positi­
vista, las explicaciones de la vida social son consideradas incom pati·
bIes con las descripciones ofrecidas por los mismos participantes. En
,hace al investigador su problemática, forma lingüística y de contenido, la producción de in­
sino de aquellas per­ vestigaciones supone una mayor experticia y una comprensióu más
nvestigación eu línea clara que los no-expertos que resultarán beneficiarios. La protección y
·la libertad" (Deuzin, promoción de la autonomía individual ha sido la piedra de toque de la
neutralidad axiológica desde sus orígenes en Mill. Pero la incoherencia
de trasladar esta perspectiva a las ciencias sociales ya es evidente. Al
limitar el involucramiento activo de parte de seres racionales o juzgar
su autocomprensión como falsa, los modelos empiristas contradicen el
ideal de los seres rad.onales que «eligen entre concepciones enfrentadas
los problemas de las de lo bueno» y toman decisiones «111crecedoras de respeto». Los están­
mcia, con las visiones dares de verificación de un sistema instrumentalista «alejan lo que la
1étodo son menos ím­ neutralidad presuntamente debía proteger: una comunidad de seres
lefinimos como el sis­ racionales libres e iguales que legislan sus propios principios de con­
e guia al investigador ducta» (Root, 1993, pág. 198). La ontología social del comunitarismo
,mbíén en sus funda­ feminista escapa a esta coutradicción mediante la reinserción de la
). La mirada conven­ vida humana dentro del orden moral.
!llente un paradigma
ntológicamente. Esta
tldica la necesidad de Referencias bibliográficas
~tiva en el cual la ac­
de la interacción. Barry, B. (1967). «Justice and the common good .., en A. Quinton
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