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El pensamiento ecológico
(Fragmentos seleccionados)
El panorama ecológico que nos espera no es una imagen de algún objeto acotado o
«economía restrictiva», un sistema cerrado. Es una extensa malla de
interconexiones sin un centro o contorno determinados. Es intimidad radical, es
coexistencia con unos seres, ya sean sensibles o no (¿cómo es que los
distinguimos con tanta facilidad?). El pensamiento ecológico plantea preguntas
relativas a los cíborgs, la inteligencia artificial y la irreductible incertidumbre de qué
es una persona. Ser una persona significa no estar nunca seguro de que lo eres. En
una ecología sin naturaleza, trataríamos a muchos más seres como personas, al
mismo tiempo que deconstruiríamos nuestras ideas acerca de aquellos que cuentan
como personas. Pensemos en Blade Runner o Frankenstein: la ética del
pensamiento ecológico reside en considerar a los seres como personas aunque no
lo sean. El animismo antiguo trata a los seres como personas, prescindiendo del
concepto de “Naturaleza” (página 25).
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Tawny Moreno Baloco
La ciencia trata sobre la capacidad de admitir que nos hemos equivocado, lo que
significa que, si queremos vivir en una sociedad basada en la ciencia, tendremos
que vivir a la sombra de posibles injusticias (página 30).
Cuanto más sabemos, menos independientes nos volvemos como seres humanos
(página 57).
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Tawny Moreno Baloco
La ecología no gira sólo entorno a la inmensidad del espacio, sino también entorno
a la inmensidad del tiempo. El tiempo ecológico y el tiempo geológico son difíciles
de comprender de maner intuitiva (página 64).
Para tener ecología, debemos renunciar a la naturaleza; pero, puesto que llevamos
siendo adictos a la “Naturaleza” desde hace tanto tiempo, la renuncia será dolorosa.
Renunciar a una fantasía es más difícil que renunciar a la realidad (página 123).
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Tawny Moreno Baloco
Remontándose desde un árbol hasta la inmensidad del espacio, al igual que Milton,
Kant representa la vastedad del pensamiento ecológico (página 124).
Eso es complicado: asumir responsabilidades por algo que no puedes ver. Pero no
es más complicado que asumir responsabilidades, digamos, por no matar: no
necesitas una razón, simplemente no matas, y luego te preguntas por qué. Por eso
se llama decisión ética (página 127).
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Tawny Moreno Baloco
Hay una razón evidente para que los republicanos estadounidenses nieguen de tal
manera el calentamiento global. Aceptar la verdad del calentamiento global
significaría que la realidad no tiene instalación para el neoliberalismo o el
individualismo o las jerarquías rígidas o casi ninguna de las otras vacas sagradas de
la derechona. La primera es directamente una orden: «bueno, el calentamiento
global se está produciendo, pero dejemos que la “naturaleza/evolución” siga su
curso». Ese mandato implica que no somos culpables ni responsables del
sufrimiento de seres vivos ni de la alteración de los ecosistemas. También implica
que en cierto modo se está desarrollando un proceso automatizado (llamado
“Naturaleza”) en el que no deberíamos interferir: es una mano invisible, conectada a
esa realidad que hay allá lejos, más allá de nuestras intenciones, más allá de la
sociedad (que a su vez se inspira, desde ese punto de vista, en un contrato social
entre personas libres). El segundo género de afirmación es una negación de la
totalidad: «bueno, la semana pasada nevó en Boise, Idaho, luego no están subiendo
las temperaturas donde me encuentro yo, luego esa chorrada del calentamiento
global...». Hay demasiadas razones para negar el calentamiento global, razones que
se contradicen entre sí. El calentamiento global se está produciendo y nosotros
deberíamos dejar que la “Naturaleza” siguiera su curso; el calentamiento global no
se está produciendo, así que deja de lloriquear. En realidad hay un tercer género de
afirmación, algo así como «de acuerdo, se está produciendo, pero no hay pruebas
de que lo hayamos causado nosotros».
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Tawny Moreno Baloco
¿No es imposible que el hombre del futuro haya construido con esos materiales
alguna cosa semejante a la espiritualidad? Llegará un día en que cuidemos los
hiperobjetos. Los hiperobjetos son los verdaderos tabúes, la inversión demoníaca de
las sustancias sagradas de la religión (página 165).
Desde sus inicios el capitalismo ha utilizado las guerras y las catástrofes para
reinventarse. La catástrofe actual no es una excepción. Deberíamos rechazar la
falsa elección entre la «política de la posibilidad» y «el regreso a la naturaleza».
Usemos, en cambio, este momento para imaginar qué clase de sociedad
anticapitalista queremos (página 166).
Podría haber en la religión semillas de futuras formas de estar juntos, como las hay
en el arte. Quizás las nuevas ecorreligiones sean indicios de una coexistencia
poscapitalista (página 168).
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Tawny Moreno Baloco
Cómo cuidar del prójimo, eso es, del extraño forastero, y del hiperobjeto: son los
problemas que plantea el pensamiento ecológico. Este desarrolla
considerablemente nuestro concepto del tiempo y del espacio (páginas 168 a 169).
Los extraños forasteros y los hiperobjetos nos conducen a niveles más altos de
conciencia, lo que implica más estrés, más decepción, menos gratificación (aunque
tal vez más satisfacción) y más perplejidad. Pero una vez que empiezas a pensar en
él (pensamiento ecológico), no puedes desaprenderlo. Nosotros hemos empezado a
pensar en él. En el futuro, todos pensaremos en el pensamiento ecológico. Es
irresistible, como el verdadero amor (página 169).