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De acuerdo con los contenidos revisados con anterioridad, hemos visto que para
potenciar el desarrollo integral y el aprendizaje socioemocional de los estudiantes y
de la comunidad escolar en general, se requiere de estrategias a nivel de cultura
escolar que promuevan los valores institucionales declarados en el PEI. Todo esto nos
permite también afirmar, que la convivencia escolar se transforma en un objetivo de
aprendizaje en el marco de la comunidad. Al concebir la convivencia como
una construcción colectiva y un aprendizaje en sí mismo, es pertinente reflexionar
sobre el rol que cada uno deberá cumplir para aquella construcción de los
modos de convivir.
Reflexiona sobre las tres primeras palabras o imágenes, en las que piensas cuando
se habla de “disciplina”.
Es muy probable que aparezcan palabras como orden, reglas, castigo, anotación
negativa u otras que, de alguna manera, dan cuenta de la disciplina como un ámbito
asociado al control y la sanción. Sin embargo, también es posible concebir la disciplina
con enfoque formativo.
Según Banz (2015), la disciplina corresponde a “la apropiación y cumplimiento del rol
que cada uno de los actores tiene dentro de una comunidad organizada” (p.1). Es así
como, la disciplina debiese transformarse en una herramienta para orientar la
enseñanza y aprendizaje respecto de la convivencia y una oportunidad para
definir roles, en tanto derechos y responsabilidades, que cada integrante de la
comunidad educativa requiere cumplir, para lograr los objetivos que emanan del PEI.
Así, la indisciplina no es exclusiva de los y las estudiantes, ya que, desde esta
definición, la disciplina refiere a todos y todas quienes conforman la
comunidad.
Es preciso mencionar que cuando un niño, niña, joven o adolescente, pasa a ser
miembro de una comunidad formal, como la escuela, no tiene por qué saber cómo
comportarse dentro de esta o cómo desempeñar el rol que le corresponde. En otras
palabras, nadie nace sabiendo cómo ser estudiante, lo cual nuevamente posiciona la
formación como un elemento crucial para la convivencia. Las comunidades educativas
deben enseñar a sus estudiantes el rol que deben ejercer, para así lograr una
convivencia armónica al interior del espacio educativo. Es desde ahí, que la disciplina
y la gestión de esta, representa una oportunidad de enseñanza y de
aprendizaje vinculándose con el enfoque de Disciplina Formativa.
Tal como se orienta el rol de los estudiantes, también será ámbito de trabajo
reflexionar y definir los roles que cada actor requiere cumplir en la comunidad
escolar. Para ello, el Reglamento Interno, se constituye en el instrumento rector
para la definición de dichos roles, así como también, de las formas de convivencia que
se quieran lograr. Es fundamental hacer de este una construcción participativa, para
que los modos de convivir que se esperan sean reflexionados y definidos por
todos quienes conforman la comunidad educativa.
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