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a) Secularización.
De una concepción de la naturaleza estática fatalista, se pasa a una concepción del mundo y de
la historia del hombre, como historia dinámica, dominada por la libertad del hombre. El
fatalismo cede ante la responsabilidad.
Se produce una nueva escala de valores, el hombre deja de quedar mirando el cielo y afirma
los pies firmemente en la tierra y descubren una nueva escala de valores, llamados,
temporales, humanos, como la justicia, la solidaridad, la libertad, la igualdad, la dignidad de la
persona humana. Construcción de un mundo nuevo, de una humanidad futura y diversa.
Cfr. Gastaldi, Italo Francisco (1986). El hombre, un misterio. Don Bosco. Argentina. Págs. 13-18
a) Interrogantes sobre la esencia del hombre (lo que es) y sobre el significado de su
existencia (para que existe). La vida misma con sus situaciones adelanta y plantea
problemas.
• Pueden nacer del asombro y la admiración frente al universo o frente al hombre y sus
creaciones. Admiración por una actitud contemplativa, sofocada por la sociedad
industrial pero no apagada. Asombro por la fascinación de la amistad, del amor, de los
ojos inocentes de un niño. O la frase del poeta bíblico “¿Quién es el hombre para que
te acuerdes de él?”
• Pueden nacer de la frustración o del fracaso. Un accidente, una bancarrota económica,
la muerte de un ser querido, una enfermedad que frustra proyectos. También la
experiencia del vacío y la nada frente a una civilización industrializada, dominada por
la técnica y el funcionalismo. Vacío existencial que produce el hastío de la civilización,
el aburrimiento. La sociedad opulenta satisface necesidades, pero se despreocupa del
“sentido”, del “para qué”.
• La raíz última de esta frustración es no hallarle sentido a la propia existencia. De aquí
nace la necesidad de encontrarle a la vida un significado último. El hombre prevé lo
que ha de venir, por eso se preocupa por su futuro inmediato, esto lo diferencia del
resto de los animales, que viven prisioneros del presente. Al hombre le surge la
pregunta sobre el sentido de la vida y del mundo en que vive: ¿Cuál es mi finalidad?
¿Para qué estoy en este planeta? ¿Hacia donde marcha esta aventura de la
humanidad? La pregunta antropológica surge en la confrontación entre una vida
preciosa y sagrada que busca una libertad definitiva, un fundamento eterno de amor,
una razón válida para esperar… y esa frontera oscura de la muerte que parece
destruirlo todo.
Albert Camus: “Yo estoy dispuesto a perder la vida todas las veces que fuera
necesario. Pero ver desvanecerse, ver que desaparece el sentido de la vida, eso es
insoportable”.
Friedrich Nietzsche: “Quien tiene un porqué para vivir, encontrará siempre el cómo”.
Hablar del sentido es hablar del valor, de la finalidad de una cosa cualquiera; en este caso de la
existencia considerada globalmente. Desde que prima la razón, el hombre quiere no sólo ser y
obrar, sino además saber para qué es y obra, hacia donde se encamina, cuál es el desenlace de
su existencia.
Desde los tiempos de Copérnico el hombre ha hecho estallar esa casa de la naturaleza, los
límites espaciales y temporales de este con la ciencia y se sintió perdido en su inmensidad
cósmica, perdió su centro, su minúscula casa en el planeta, se descubrió como sujeto y
comenzó a interrogarse sobre el sentido de su existencia.
“Dios, Mundo y el Hombre” son los temas eternos del pensamiento humano. Pero cada época
pone el acento en la totalidad del ser de uno de estos tres vértices de la realidad. Hubo una
época cosmocéntrica, otra teocéntrica y ahora una antropocéntrica, ésta última surgió en
occidente en la modernidad; Kant dio un paso importante en esa dirección. El hombre se
convierte en “centro de perspectiva”, todo lo vemos a través del prisma del propio yo. Hasta
cuando planteamos el problema de Dios, lo hacemos para resolver el problema del hombre.
Este giro antropocéntrico nos lleva a plantearnos mas que nunca y buscar una solución a:
“¿Quién soy? ¿Cuál es mi origen? ¿Cuál es mi destino? ¿Estoy destinado a desaparecer del
todo? ¿Cuál es mi situación en el universo? ¿Qué vale mi vida?... en síntesis ¿Qué es el
hombre?
Respuestas:
El hombre es un sujeto, una persona, no una cosa entre las cosas es más bien para
quien son las cosas. Para conocerlo debemos mirarnos dentro de nosotros mismos y
descubrirnos como distintos del resto del mundo animal, vegetal y mineral.
Aquí seguimos tres métodos: la fenomenológica, la hermenéutica y la trascendental.
a) Fenomenológica: fase descriptiva, se recogen los datos relativos al ser del hombre.
“Un análisis de lo puramente vivido” (Brehier). Trata de captar el significado de las
cosas mismas, se despoja de teorizaciones previas. Levinas dice, “de aquella
experiencia olvidada se nutre el pensamiento abstracto”.
b) Hermenéutica: se trata de realizar una lectura interpretativa de la existencia
humana para captar el significado fundamental. Una autocomprensión derivada de
la experiencia común al realizarnos en el mundo. Tenemos una visión panorámica
de los contenidos aislados y los comprende a la luz de la totalidad. Paul Ricoeur,
dice, que la filosofía vive de lo “que se ha comprendido ya sin ser reflexionado”,
tratará de concienciar y explicitar esa autocomprensión que acompaña nuestras
experiencias. Esa interpretación esclarecedora es la hermenéutica.
c) Fase trascendental: aquí difiere totalmente de las ciencias positivas, lo podríamos
llamar, metafísica, ya que estudia al hombre a la luz del ser y de sus leyes.
Entiende que el fenómeno no puede interpretarse separadamente del ser,
sabiendo que es el ser mismo en su manifestarse (Heidegger), trata de buscar en la
profundidad de los fenómenos, para descubrir sus raíces últimas, las condiciones
que hacen posibles esos mismos fenómenos. Este método fue usado, por Platón,
Aristóteles, S. Agustín, Sto. Tomás de Aquino, M. Blondel y la mayoría de los
filósofos cristianos. Tiene un principio filosófico: el obrar sigue al ser, se obra
porque se es; la operatividad, deriva de la naturaleza del ser y la manifiesta, tiene
que haber proporción entre causa y efecto. Por este camino se trata de ir a la raíz
de todo lo específico, efecto y obra del hombre: lenguaje, conciencia moral, las
artes, el mito, la religión, los instrumentos, la ciencia, la socialidad, etc.
Resumen realizado del libro El Hombre, un Misterio de Italo Gastaldi, por Prof. Luis Dario
Barrios, textos en cursiva con citas de videos son agregados por el autor del resumen.