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Sergi Inequivalencia
Sergi Inequivalencia
Natalia Sergi
I. Introducción
10
Sobre las confusiones con el tratamiento penitenciario y la importancia de su
diferenciación, cfr. Salt, Los derechos fundamentales de los reclusos, p. 226,
11
Salt, Los derechos fundamentales de los reclusos, p. 224.
12
Salt, Los derechos fundamentales de los reclusos, p. 225.
13
Cfr. asimismo, la reglamentación en el Decreto 306/99, el Reglamento de las
Modalidades Básicas de la Ejecución. El reglamento presenta varios problemas que
exceden este trabajo, especialmente referidos a la constante violación al principio de
legalidad, sobre los problemas del reglamento, cfr. Plat, Notas sobre el régimen de
progresividad de la pena. Aspectos críticos del Reglamento de las Modalidades Básicas
de la Ejecución.
14
Salt, Los derechos fundamentales de los reclusos, p. 235 y ss. art. 12 y ss. de la ley
24.660.
15
art. 13 Durante el período de observación el organismo técnico-criminológico tendrá a
su cargo:
a) Realizar el estudio médico, psicológico y social del condenado, formulando el
diagnóstico y el pronóstico criminológico, todo ello se asentará en una historia
criminológica debidamente foliada y rubricada que se mantendrá permanentemente
actualizada con la información resultante de la ejecución de la pena y del tratamiento
instaurado;
b) Recabar la cooperación del condenado para proyectar y desarrollar su tratamiento. A
los fines de lograr su aceptación y activa participación, se escucharán sus inquietudes;
c) Indicar el período y fase de aquel que se propone para incorporar al condenado y el
establecimiento, sección o grupo al que debe ser destinado;
d) Determinar el tiempo mínimo para verificar los resultados del tratamiento y proceder
a su actualización, si fuere menester.
16
art. 14 En la medida que lo permita la mayor o menor especialidad del establecimiento
penitenciario, el período de tratamiento podrá ser fraccionado en fases que importen
para el condenado una paulatina atenuación de las restricciones inherentes a la pena.
3
tratamiento, donde los internos pasarán la mayor parte del tiempo de la
condena17; iii) período de prueba18, es donde se prevé los cambios
sustanciales en las condiciones de cumplimiento con una significativa
disminución de la coerción; iv) libertad condicional19, es la última etapa
del régimen progresivo, consiste en la posibilidad de cumplir parte del
plazo de la condena en libertad, bajo determinadas condiciones que
establece el CP, 1320. Este último período, a diferencia del resto, ha sido
regulado en nuestro sistema penal en el Código Penal, no en la Ley de
Ejecución21.
Estas fases podrán incluir el cambio de sección o grupo dentro del establecimiento o su
traslado a otro.
17
El Reglamento de la Modalidades Básicas de la Ejecución, establece la división del
período en tres fases: socialización, consolidación y confianza. En la etapa de confianza
aumentan las posibilidades de autodeterminación cuyas consecuencias se refieren al
alojamiento en lugar diferenciado, supervisión moderada, mayor posibilidad de
participación de actividades, lugar diferenciado para la visita y recreación, cf. Salt, Los
derechos fundamentales de los reclusos, p.238.
18
art. 15, luego será transcripto.
19
Modificada por la ley 25.892, sancionada el 5 Mayo de 2004, promulgada el 24 de
mayo de 2004
art. 1º — Sustitúyese el artículo 13 del Código Penal, por el siguiente:
Artículo 13. El condenado a reclusión o prisión perpetua que hubiere cumplido treinta y
cinco (35) años de condena, el condenado a reclusión o a prisión por más de tres (3)
años que hubiere cumplido los dos tercios, y el condenado a reclusión o prisión, por tres
(3) años o menos, que hubiere cumplido un (1) año de reclusión u ocho (8) meses de
prisión, observando con regularidad los reglamentos carcelarios, podrán obtener la
libertad por resolución judicial, previo informe de la dirección del establecimiento e
informe de peritos que pronostique en forma individualizada y favorable su reinserción
social, bajo las siguientes condiciones:
1º.- Residir en el lugar que determine el auto de soltura;
2º.- Observar las reglas de inspección que fije el mismo auto, especialmente la
obligación de abstenerse de consumir bebidas alcohólicas o utilizar sustancias
estupefacientes;
3º.- Adoptar en el plazo que el auto determine, oficio, arte, industria o profesión, si no
tuviere medios propios de subsistencia;
4º.- No cometer nuevos delitos;
5º.- Someterse al cuidado de un patronato, indicado por las autoridades competentes;
6º.- Someterse a tratamiento médico, psiquiátrico o psicológico, que acrediten su
necesidad y eficacia de acuerdo al consejo de peritos.
Estas condiciones, a las que el juez podrá añadir cualquiera de las reglas de conducta
contempladas en el artículo 27 bis, regirán hasta el vencimiento de los términos de las
penas temporales y hasta diez (10) años más en las perpetuas, a contar desde el día del
otorgamiento de la libertad condicional.
art. 2º — Sustitúyese el artículo 14 del Código Penal, por el siguiente:
artículo 14. La libertad condicional no se concederá a los reincidentes. Tampoco se
concederá en los casos previstos en los artículos 80 inciso 7º, 124, 142 bis, anteúltimo
párrafo, 165 y 170, anteúltimo párrafo.
art. 3º — Sustitúyese el segundo párrafo del artículo 15 del Código Penal, por el
siguiente:
En los casos de los incisos 2º, 3º, 5º y 6º del artículo 13, el Tribunal podrá disponer que
no se compute en el término de la condena todo o parte del tiempo que hubiere durado
4
El período de prueba tiene una importancia especial pues es en dicha fase
donde se establece una modificación cualitativa de la ejecución realmente
sustancial. Así lo establece la LEP, 15:
El período de prueba comprenderá sucesivamente: a)
La incorporación del condenado a establecimiento
abierto o sección independiente de éste, que se base
en el principio de autodisciplina; b) La posibilidad de
obtener salidas transitorias del establecimiento; c) La
incorporación al régimen de la semilibertad.
La LEP22 no establece los requisitos para el ingreso al período de prueba,
sino solamente para obtener las salidas transitorias y la semilibertad 23,
que tienen una importancia fundamental pues permiten a la persona
condenada el goce, bajo determinadas condiciones, de libertad
ambulatoria fuera del ámbito carcelario por períodos discontinuos de
tiempo24. El art. 17 de la ley de ejecución establece las condiciones para
su otorgamiento25, la norma sostiene:
art. 19. Corresponderá al juez de ejecución o juez competente disponer las salidas
transitorias y el régimen de semilibertad, precisando las normas que el condenado debe
observar y efectuar modificaciones, cuando procediere. en caso de incumplimiento de
las normas, el juez suspenderá o revocará el beneficio cuando la infracción fuere grave o
reiterada.
27
Salt, Los derechos fundamentales de los reclusos p. 243, Zaffaroni, Alagia y Slokar, en
Derecho Penal. Parte General, p. 952 y ss.; art. 23. La semilibertad permitirá al
condenado trabajar fuera del establecimiento sin supervisión continua, en iguales
condiciones a las de la vida libre, incluso salario y seguridad social, regresando al
alojamiento asignado al fin de cada jornada laboral. Para ello deberá tener asegurada
una adecuada ocupación y reunir los requisitos del artículo 17.
28
art. 54. La libertad asistida permitirá al condenado sin la accesoria del artículo 52 del
Código Penal, el egreso anticipado y su reintegro al medio libre seis meses antes del
agotamiento de la pena temporal.
El juez de ejecución o juez competente, a pedido del condenado y previo los informes del
organismo técnico-criminológico y del consejo correccional del establecimiento, podrá
disponer la incorporación del condenado al régimen de libertad asistida.
El juez de ejecución o juez competente podrá denegar la incorporación del condenado a
este régimen sólo excepcionalmente y cuando considere, por resolución fundada, que el
egreso puede constituir un grave riesgo para el condenado o para la sociedad.
29
Sobre los problemas que presenta la libertad asistida y su revocación, cfr. Colombo,
Libertad asistida (Un análisis sobre las condiciones para su otorgamiento y la dudosa
constitucionalidad de la regla que habilita su rechazo), p. 67 y ss.
30
Salt, Los derechos fundamentales de los reclusos, p. 253.
31
Salt, en Los derechos fundamentales de los reclusos, p. 255, sostiene correctamente
que, salvo el caso de la utilización de estas medidas para el reemplazo de las penas
privativas de la libertad menores a seis meses, no se trata de verdaderas penas
alternativas, esto es, medidas diferentes al encierro que se deciden en el momento de la
imposición de la condena, sino de alternativas que se deciden como modificaciones en la
forma de ejecución de penas ya impuestas.
32
Análisis más exhaustivo sobre estas modalidades, cfr. Cesano, Las alternativas al
encierro carcelario clásico en la Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad , p.
123 y ss.
7
Se prevé, ampliando el régimen de la prisión domiciliaria del Código Penal
(art. 10º), la posibilidad de que la autoridad judicial disponga que
personas mayores de setenta años y aquellos que padezcan una
enfermedad incurable en estado terminal puedan cumplir la pena en
detención domiciliaria (LEP, 33)33.
1. El principio de proporcionalidad
47
Maier, Derecho procesal penal, p. 528.
48
Adviértase como Vélez Mariconde, Derecho procesal penal, Tomo II, p. 333 y Clariá
Olmedo, Tratado de derecho procesal penal, Tomo V, p. 313, cuando se refieren a la
prisión preventiva vinculan sus límites principalmente al análisis de la relación alrededor
de la pena conminada.
49
Cafferata Nores, Código Procesal Penal de la provincia de Córdoba Comentado, Tomo I,
p. 681, el resaltado pertenece al original.
50
Bovino, El encarcelamiento preventivo en los tratados de derechos humanos, p.457, el
resaltado no pertenece al original.
51
En este último sentido actúa, aunque no siempre de manera efectiva, como límite
temporal. De hecho, esta exigencia, constituyó, históricamente, el primer límite temporal
a la prisión preventiva, dando paso, luego, al límite como garantía individual, Maier,
Derecho procesal penal, p. 529; Llobet Rodríguez, La prisión preventiva (límites
constitucionales), p. 292. No advierte las diferencias que puedan existir ni le asigna
importancia, Solimine, Tratado sobre las causales de excarcelación y prisión preventiva en
el Código Procesal Penal de la Nación, p. 662
52
Maier, Derecho procesal penal, p. 528.
53
En El encarcelamiento preventivo en los tratados de derechos humanos, p. 456 y ss.
11
Este principio no ha operado como límite sino como justificación para la
prolongación del encierro preventivo, produciendo efectos perniciosos que
pervierten la medida cautelar convirtiéndola en la condena misma.
IV. Inequivalencia
58
Pastor, Encarcelamiento preventivo, p. 58; CIDH, Informe12/96, párrafo 88.
59
Con excepción de Bovino, a partir de El fallo “Suárez Rosero”, y más recientemente en
Contra la inocencia.
60
En Código Procesal Penal de la provincia de Córdoba Comentado, Tomo I, p. 681.
61
En Tratado sobre las causales de excarcelación y prisión preventiva en el Código Procesal
Penal de la Nación, p. 661 y 252.
13
Es que aparentemente tanto la doctrina, la ley, como la jurisprudencia
sólo se preocupa por evitar que al preso preventivo se le aplique una
medida cautelar tan gravosa como la condena en casos en donde la pena
no es privativa de la libertad. Allí respeta la entidad de la medida cautelar.
Sin embargo, una vez que ha equiparado pena y encarcelamiento
preventivo en cuanto a la calidad (ambas privativas de la libertad), lo
hace también en cantidad (el tiempo) y le resulta inevitable aceptar la
equivalencia entre medida cautelar y condena.
62
Cfr. Sergi, Límites temporales a la prisión preventiva.
63
Cfr. Bovino, Contra la inocencia, punto V3. El anacronismo y los ilustrados.
64
Maier, Cuestiones fundamentales sobre la libertad del imputado, p. 20, entre otros.
14
social65 (concepto), como se realiza respecto a un condenado al que se
ejecuta una pena con un fin que la ley establece es de resocialización.
65
art. 101 de LEP, El interno será calificado, asimismo, de acuerdo al concepto que
merezca. Se entenderá por concepto la ponderación de su evolución personal de la que
sea deducible su mayor o menor posibilidad de adecuada reinserción social.
66
Cfr., asimismo, Cafferata Nores, Código Procesal Penal de la provincia de Córdoba
Comentado, Tomo I, p. 689
67
Bovino, El fallo “Suárez Rosero”, p. 652.
15
como expliqué, la pena no se determina sólo en la escala penal, lo que se
analizará en el punto siguiente.
68
En el sentido que le da Maier, Derecho procesal penal, p. 478 al juicio previo como
sentencia judicial de condena firme.
69
Crf. Sergi, Límites temporales a la prisión preventiva, p. 139.
70
En Escolios de la ley de limitación temporal del encarcelamiento preventivo, p. 303.
71
Cfr. Sergi, Límites temporales a la prisión preventiva, p. 139.
72
En ¿Ley ley 24.660 da cabida a una `semi-prisiòn preventiva` o a nuevas hipótesis
excarcelatorias?, reafirmado recientemente en el Código Procesal Penal de la provincia
de Córdoba Comentado, Tomo I, p.689. Luego recogido por la doctrina Zaffaroni, Alagia y
Slokar, Derecho Penal. Parte General; Cesano, Las alternativas al encierro carcelario
clásico en la Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad; Solimine, Tratado
sobre las causales de excarcelación y prisión preventiva en el Código Procesal Penal de
la Nación, p. 543 y ss.
16
este sentido, deja en claro que el principio de proporcionalidad no sólo
veda que la medida de coerción tenga una duración en el tiempo mayor al
de la hipotética pena, sino que también influye en la modalidad de
cumplimiento de la prisión preventiva73.
73
Cafferata Nores, Código Procesal Penal de la provincia de Córdoba Comentado, Tomo I,
p. 681.
74
Debo advertir, asimismo aunque un examen exhaustivo excede este trabajo que el
Reglamento de las Modalidad Básicas de la Ejecución en el art. 5° así como el
Reglamento de Procesados (Decreto 303/96 y 18/97) en el art. 35 y ss, prevén la
posibilidad de incorporar al interno a la Ejecución Anticipada Voluntaria. El art. 37
(también el art. 5° del Reglamento de Modalidades Básicas de la Ejecución) del
Reglamento de Procesados prohíbe que éstos alcancen la última fase del tratamiento de
la progresividad. Evidente resulta que dicha prohibición no puede tener valor alguno si la
ley suprema para resguardar el principio de inocencia impone la libertad.
75
art. 7º. El condenado podrá ser promovido excepcionalmente a cualquier fase del
período de tratamiento que mejor se adecue a sus condiciones personales, de acuerdo
con los resultados de los estudios técnico-criminológicos y mediante resolución fundada
de la autoridad competente.
76
En ¿Ley ley 24.660 da cabida a una `semi-prisiòn preventiva` o a nuevas hipótesis
excarcelatorias?, p. 211.
77
Cfr. Salt, Comentarios a la nueva Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad,
p. 674, sostiene que el legislador cayó en una tentación inadmisible en un Estado de
Derecho, aceptar como una realidad que, de la manera en que funciona el sistema, la
prisión preventiva es pena y, por esta situación asimila la situación del preso preventivo
a la del condenado.
17
Asimismo, Cafferata Nores afirma78 que las salidas transitorias y la
semilibertad resultan aplicables a los presos preventivos por aplicación
del principio de proporcionalidad pues la medida cautelar no puede ser
más gravosa que la pena cuya imposición cautela, para ello aplica
supletoriamente los criterios previstos en el CPPN, 314, como la
posibilidad de atemperar el rigor de la ejecución de la prisión preventiva.
78
En ¿Ley ley 24.660 da cabida a una `semi-prisiòn preventiva` o a nuevas hipótesis
excarcelatorias?, p. 212.
79
Solimine sostiene que cuando se aplican estos supuestos debe neutralizarse el riesgo
procesal, Tratado sobre las causales de excarcelación y prisión preventiva en el Código
Procesal Penal de la Nación, p. 558, sostiene que si bien el riesgo de fuga no puede
obstar la concesión de las salidas transitorias, semilibertad, etc, de existir, debe tomarse
los recaudos para neutralizarlo. Así, sostiene Cafferata Nores, en Proceso penal y
derechos humanos. La influencia de la normativa supranacional sobre derechos humanos
de nivel constitucional en el proceso penal argentino, p. 188, que la extrema necesidad de
evitar riesgos es la única razón que puede invocarse para justificar la detención o la
prisión preventiva, si no existen tales riesgos o existiendo pueden neutralizarse de otra
forma. El criterio de necesidad influye tanto en la imposición como en el mantenimiento
de la medida de coerción. En cuanto aquélla desaparezca, por la desaparición de las
razones que la determinaron (v. gr. la prisión preventiva dura el tiempo previsto como
pena máxima para el delito imputado –ejemplo extremo-), o por su atenuación (v.gr. la
disminución de la amenaza penal por el transcurso del tiempo de encierro), la prisión
preventiva deberá cesar o ser sustituida por otra medida más leve.
Considero que debe tenerse en cuenta que si al momento de tomar la decisión de la
morigeración pueden adoptarse medidas de neutralización del riesgo procesal, entonces,
era posible realizarlo con anterioridad, lo que violenta el principio excepcionalidad de la
medida cautelar. En otro sentido, considero que si se ha llegado al plazo por el cual el
encarcelamiento preventivo se ha equiparado a la pena, entonces, el Estado debe asumir
el riesgo procesal y no el imputado, aunque no sea más que morigeradamente.
80
En Derecho Penal. Parte General, p. 959.
81
Cfr. Cesano, Las alternativas al encierro carcelario clásico en la Ley de Ejecución de la
Pena Privativa de la Libertad, p. 123 y ss,
18
De esta manera, la doctrina más moderna acepta una suerte de
incorporación de nuevos supuestos, no previstos por la ley, al CPPN, 317,
equiparando la situación al inc. 5° (referido a la libertad condicional),
pues, en efecto, no existe ningún motivo legal para impedirlo,
especialmente analizado desde el principio de proporcionalidad. De esta
manera, una vez cumplidos los plazos mínimos previstos para las salidas
transitorias, semilibertad, etc, y cumplidos los otros requisitos
establecidos para su obtención para los condenados referidos
especialmente, a los informes de la administración, se admite una
suerte de “semiprisión preventiva” 83, o “libertad intermitente”84. El preso
preventivo obtiene salidas transitorias, semilibertad, etc, como un
condenado, aunque ello resulta lógico y aceptable desde el principio de
proporcionalidad, implica que el encarcelamiento preventivo equivaldrá a
la pena.
Es por ello que la aplicación de los supuestos de la ley 24.660 debe darse
bajo ciertos recaudos pues aceptar la equivalencia resulta, a mi juicio,
inadmisible en nuestro Estado de Derecho (del mismo modo que lo es
cualquier supuesto previsto en el CPPN, 317). El encarcelamiento
preventivo no puede equivaler a la pena y se deben establecer criterios
para lograr dicha inequivalencia en calidad y cantidad, a pesar de que la
normativa material y de fondo así lo permite.
1. El plazo
82
Cfr. Solimine, Tratado sobre las causales de excarcelación y prisión preventiva en el
Código Procesal Penal de la Nación, p. 549. Sostiene, por una parte, en cuanto a la
relación entre libertad asistida y libertad condicional, adecuadamente, que no suman sus
bondades. Sin embargo, por otra parte, sostiene que la libertad asistida sólo será
aplicable en el caso en que no sea más beneficiosa que la libertad condicional, pues
sostiene que existirán casos paradójicos en donde la libertad asistida posibilitará la
libertad antes que el plazo de la libertad condicional (en una condena de penas leves).
Empero, debo indicar que la ley penal no establece de modo alguno que la libertad
condicional deba prevalecer sobre la libertad asistida, ni que los plazos mínimos para
obtener la libertad a través de la libertad condicional, sean inamovibles por la libertad
asistida, ni mucho menos que la libertad asistida sólo proceda para los reincidentes que
no puedan obtener la libertad condicional. El problema también es advertido por Salt, en
Los derechos fundamentales de los reclusos, p. 253, aunque lo resuelve adecuadamente,
al sostener que entiende que los plazos mínimos de cumplimiento de la pena con
encierro efectivo previsto por la ley penal para que un condenado egrese
anticipadamente al medio libre, han perdido vigencia ahora, ya que, en todo caso, el
interno podrá optar por la libertad asistida que no prevé plazos mínimos de
cumplimiento para su otorgamiento.
83
Como la llama Cafferata Nores en ¿Ley ley 24.660 da cabida a una `semi-prisiòn
preventiva` o a nuevas hipótesis excarcelatorias?
84
Como la llama Solimine en Tratado sobre las causales de excarcelación y prisión
preventiva en el Código Procesal Penal de la Nación, p. 542.
19
Se debe establecer un tiempo de detención preventiva que nunca pueda
asimilarse al que se puede imponer o determinar durante la ejecución.
Empero, ¿qué plazo se establece menor que la pena?; ¿un día, dos, tres,
un mes o cinco?; ¿cómo puede establecerse en nuestro sistema normativo
un criterio para dicha disminución del plazo? Es por ello que sostengo
que, como criterio, se utilicen aquellos que establece la ley de ejecución,
para siempre evitar que la medida cautelar se iguale a la condena. La
utilización de los plazos que establece la ley de ejecución permite un
resguardo adecuado frente al abuso y la conversión del encarcelamiento
preventivo en la pena misma.
20
En dicho supuesto, la inequivalencia se mantendrá pues no podrán
aplicarse los mismos criterios para obtener la libertad en el proceso que
los que se utilizan para obtener la libertad en la ejecución de la pena
(informes de conducta y concepto, observancia regular de los
reglamentos carcelarios).
85
Han existido tradicionalmente diferentes interpretaciones doctrinarias sobre qué debe
entenderse por observancia regular de los reglamentos carcelarios, que tal vez con la
reciente modificación del art. 13 pueda variar. Esta discusión se centró en determinar si
observancia de los reglamentos significaba exclusivamente el análisis de la disciplina, o
si incluía otros aspectos relativos a la futura reinserción social del condenado, cfr. al
respecto, Zaffaroni, Derecho Penal. Parte General, p. 960 y De la Rúa, J, Código Penal
Argentino, 2° edición, p. 219 y ss.
86
Así lo establece el art. 1º, La ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus
modalidades, tiene por finalidad lograr que el condenado adquiera la capacidad de
comprender y respetar la ley procurando su adecuada reinserción social, promoviendo la
comprensión y el apoyo de la sociedad. El régimen penitenciario deberá utilizar, de
acuerdo con las circunstancias de cada caso, todos los medios de tratamiento
interdisciplinario que resulten apropiados para la finalidad enunciada.
Así lo establecen los tratados internacionales de derechos humanos, PIDCP, 10.3 y CADH,
5.6, cfr., Salt, Comentarios a la nueva Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la
Libertad, p. 662 y ss.
21
requisitos para obtener la libertad no estarán relacionados a la imposición
de una pena por parte del Estado.
Debo advertir, por último, que el preso preventivo podrá optar por su
ingreso en el régimen progresivo y ser evaluado por la administración,
aunque ello no podrá obstaculizar la obtención de la libertad durante el
proceso, sino que, en caso de ser condenado, constará una evaluación
anterior para la concesión inmediata de las salidas transitorias o
semilibertad por el remanente de la condena cumplir87.
87
Cfr. art. 68 del Reglamento de las Modalidades Básicas de la Ejecución, que establece
que El procesado incorporado al régimen de Ejecución Anticipada Voluntaria, mantendrá
la calificación de conducta y de concepto alcanzados al momento de recibirse la
sentencia condenatoria firme.
22
Bibliografía
El fallo "Suárez Rosero", en revista "Nueva Doctrina Penal", Ed. del Puerto,
Buenos Aires, 1998/A, p. 631, con transcripción del fallo.
23
COLOMBO, Marcelo, Libertad asistida (Un análisis sobre las condiciones
para su otorgamiento y la dudosa constitucionalidad de la regla que
habilita su rechazo), en “Cuadernos de doctrina y jurisprudencia penal”,
nº 17, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2004.
Derecho procesal penal, Ed. del Puerto, Buenos Aires, 1996, 2ª edición, T. I.
24
La privación de la libertad durante el proceso en el derecho comparado,
en revista "Nueva Doctrina Penal", Ed. del Puerto, Buenos Aires, 2004/A, p.
y ss..
VÉLEZ MARICONDE, Alfredo, Derecho procesal penal, Tomo II, 2ª edición, Ed.
Lerner, Buenos Aires, 1969. tomo I 3 edicion
25