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JUAN MANUEL OLIVA PENAL I – CAT.

A – MATERIAL DE ESTUDIO

BOLILLA 7
TIPICIDAD OBJETIVA (I). EL NEXO ONTOLÓGICO EN
TREACCIÓN (U OMISIÓN) Y RESULTADO

BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA
JUAN MANUEL OLIVA PENAL I – CAT. A – MATERIAL DE ESTUDIO

BOLILLA 7
MAPA CONCEPTUAL
JUAN MANUEL OLIVA PENAL I – CAT. A – MATERIAL DE ESTUDIO

PUNTO 1
ACCIÓN Y OMISIÓN: CONCEPTOS ELEMENTALES

DE LA RUA, Jorge, TARDITTI, Aída, Derecho penal. Parte general, T. 1, 2014, Ed. Hammurabi, Buenos Aires, 2014,
pgs. 332 a 338.

https://drive.google.com/file/d/1jDCP2OY1SPOdPDaPkPEDbUA78GRzBAkp/view?usp=sharing
332 Jorge de la Rúa- Aída Tarditti Derecho penal. Parte general 333

negligencia ignora o yerra acerca de la diversidad entre lo recetado y lo Desde la perspectiva del criterio ontológico o naturalístico, se pro­
vendido— que es el núcleo del riesgo potencial pero de ningún modo re­ cura con prescindencia del tipo, distinguir entre la actividad —comi­
moto para la salud y, por tanto, tampoco colisionará con el principio de sión—yla inactividad—omisión—. No debe confundirse este criterio,
culpabilidad en su amplia significación. con el concepto de acción inclusivo de ambas formas del comportamien­
Mayores dificultades presentan los grupos de tipos de peligro abs­ to. En este sentido, cada concepción de la acción que ha procurado de­
tracto que configuran meras infracciones a los ordenamientos admi­ limitar sus componentes positivos, se ha esforzado en trasladarlos
nistrativos de regulación de ciertas actividades por razones de interés hacia la omisión.
público, como la tenencia de armas (de guerra o de uso civil), que a En una concepción causal así como la acción —en el sentido de com­
nuestro ver deberían haberse regulado como contravenciones pero que portamiento activo— tiene que haber sido impulsada por la voluntad,
se han incriminado como delitos. ésta también causa la inactividad118. En una concepción finalista, tam­
En relación a este grupo la conexión con el bien jurídico (seguridad bién la omisión se presenta como un “no hacer” cierta actividad guiada
pública) es más remota y, si bien se trata de tipos dolosos, no contienen al menos potencialmente por la finalidad119. En las concepciones socia­
añadidas finalidades de uso ilícito. Las alternativas dogmáticas en el les de la acción, se considera a la omisión como una “expectativa” de ac­
nivel del tipo (admisión de la prueba en contra acerca de la inocuidad, ción con relevancia social aún cuando ella no esté jurídicamente funda­
imprudencia en torno a la falta de adopción de medidas para eliminar da120. Y dentro de las concepciones funcionalistas también se procura
el peligro concreto) presentan dificultades que no logran persuadirnos dotar a la omisión del mismo componente positivo requerido para la ac­
a favor de alguna de ellas. Y esto es porque quizás no puede pretender­ ción, por ejemplo extendiendo la evitabilidad (causación evitable en la
se que todos los problemas se resuelvan en el ámbito del tipo objetivo,
ya que resta para determinar el injusto nada menos que el nivel de la
antijuridicidad. En ese nivel operan las causas de justificación, que po­
118 Por cierto que esta exigencia varía entre los sostenedores de la acción causal,
drán invocarse porque si bien actuará típicamente quien tiene o porta
desde sus desarrollos más clásicos que prescindían de todo criterio normativo y reque­
un arma en infracción con el régimen legal que regula la circulación de rían que la voluntad “contuviera” a los nervios motores que hubieran impulsado el mo­
esos objetos, si actúa en estado de necesidad o legítima defensa, es de­ vimiento (véanse las opiniones doctrinarias en ese sentido citadas por Roxin, Derecho
cir en salvaguarda de otro bien jurídico que prevalece frente al peligro penal. Parte general, 1997,1.1, p. 237); a la doctrina más contemporánea que considera
un doble criterio —ontológico y normativo— y acepta una voluntariedad “potencial”
abstracto de la seguridad pública y no habrá injusto. Asimismo, fuera
porque la voluntad “actual” puede faltar —por ejemplo, quien omite por olvido— (así
de estas situaciones, restará aún el nivel de la culpabilidad, ámbito en Núñez, Manual de derecho penal. Parte general, 59 ed., 2009, p. 141).
el cual se verá lo atinente al error de prohibición.
119 En tal sentido, la omisión es “un no hacer una acción posible subordinada al po­
der final del hecho de una persona concreta”, siendo suficiente con el dominio potencial
como ocurre con quien olvida ejecutar una acción (Welzel, Derecho penal alemán. Parte
— §36 —
general, 1970, p. 277). Más contemporáneamente se sostiene que la omisión, en cuanto
Tipo objetivo de omisión estructura óntica al igual que la acción configura “una conducta humana dirigida a un
a — Las diferencias entre omisión y comisión fin y dominada por voluntad dirigente” (Maurach - Gossel - Zipf, Derecho penal. Parte
general, 1994,1.1, p. 220). En similar opinión, se la caracteriza como “la no realización
Diferenciar entre omisión y comisión, requiere identificar cuál es el de una acción finalista que el sujeto podía realizar en la situación concreta en que se ha­
criterio que posibilita distinguirlas. Se discute si este criterio es onto- llaba” (Cerezo Mir, Derecho penal. Parte general, 2008, p. 973).
lógico o normativo. 120 Jescheck - Weigend, Tratado de derechopenal. Parte general, 2002, p. 239.
334 Jorge de la Rúa - Aída Tarditti Derecho penal. Parte general 335

acción, no evitación evitable en la omisión)121; o también dotada de una En opiniones que compartimos, comisión y omisión se distinguen
forma de “manifestación de personalidad”122. por las diferencias existentes entre las normas infringidas125. En este
En nuestra opinión, no cabe esperar del concepto de acción compo­ sentido, se considera que las normas entendidas como proposiciones
nentes positivos comunes entre ésta y la omisión123, de modo que este jurídicas que preceden lógica y conceptualmente a los tipos126, pueden
nivel configura un filtro que sólo descarta previamente al nivel del ti­ ser prohibiciones o mandatos, correspondiendo a la comisión la contra­
po, los comportamientos en los que concurren los condicionamientos riedad con una norma prohibitiva127 y a la omisión la vulneración de
negativos comunes a ambas. De ello se sigue que no podrá haber omi­ una norma preceptiva o mandato de hacer algo128.
sión cuando se trate de inactividades que configuran modos de ejerci­
cio del ámbito de libertad comprendido por la libertad de pensamiento
y su expresión (no expresar la ideología política o religiosa), el ámbito te general, 2005, ps. 300,302). En la doctrina española, a favor de los criterios normati­
de intimidad (no bañarse) y el ámbito personalísimo de libertad (no vos Bacigalupo (Derecho penal. Parte general, 2- ed., 1999, ps. 533 y 534); Mir Puig (De­
cantar); o la inactividad forzosa por la fuerza física irresistible o impe­ recho penal. Partegeneral, 4- ed., 1996, p. 295). En la doctrina alemana Maurach (Mau-
rach- Gossel - TÁpí,Derecho penal. Parte general, 1994, t. I,ps. 215 y 216); Jescheck(Jes-
dida por una inconsciencia no procurada imputablemente.
check - Weigend, Tratado de derechopenal. Partegeneral, 2002, p. 648); Jakobs (La omi­
Como criterio diferenciador, el considerar a la omisión sólo como sión: estado de la cuestión, en “Sobre el estado de la teoría del delito”, 2000, p. 129 y ss.).
inactividad para contraponerla a la comisión, es por lo menos insufi­
125 Acerca de que éste es el criterio normativo esencial, existe un conjunto muy re­
ciente por cuanto su caracterización demanda de criterios normativos,
levante de opiniones. En la doctrina nacional, aun cuando se discuta si son sólo manda­
ya que sólo puede ser conceptualizada como inactividad (y aún como la tos las normas infringidas para todas las omisiones, véase en la doctrina clásica el man­
realización de cualquier otra actividad diferente) frente a una acción dato como la norma infringida en la omisión propia (Núñez, Manual de derecho penal.
debida u ordenada. Acerca de que son criterios normativos los que po­ Parte general, 5- ed., 2009, p. 140) y la prohibición para la omisión impropia (p. 142); en
la doctrina contemporánea es predominante el mandato —mandato imperativo en la
sibilitan la delimitación existe un amplio consenso doctrinario, aun­
omisión propia y mandato prohibitivo en la omisión impropia (véase Creus, Derechope­
que como se verá seguido, se discuta acerca de ellos124. * nal. Parte general, 5~ ed., 2004, ps. 175 y 176); mandato para todas las omisiones (Don-
na, Derecho penal. Parte general, 2010, t. VI, ps. 254 y 255; Lucero Offredi, en Derecho
penal. Parte general, 2005, p. 303)—. En la doctrina española se opina que los tipos omi­
sivos (propios e impropios) expresan una infracción a un mandato de acción (Bacigalu­
121 Jakobs, Derecho penal. Parte general. Fundamentos y teoría de la imputación, po, Derechopenal. Parte general, 29 ed., 1999, ps. 537 y 538), en similar sentido se seña­
1997, p. 175. la que en las omisiones se trata de una norma preceptiva (mandato) que también recep­
122 En tal sentido Roxin, aunque admitiendo las limitaciones para todos los casos ta el tipo comisivo para la omisión impropia (véase Mir Püig, Derecho penal. Parte gene­
de un concepto pre-típico en la omisión cuando no se trata de expectativas sociales de ac­ ral, 4- ed., 1996, ps. 295,300). En la doctrina alemana considera Jescheck que todas las
ción (Derechopenal. Parte general, 1997,1.1, ps. 256 y 257). omisiones “son infracciones de normas preceptivas”, abandonando la anterior posición
acerca de que en la omisión impropia se infringe una norma prohibitiva (Jescheck - Wei­
123 Véase Capítulo VII, §26,/).
gend, Tratado de derecho penal. Parte general, 2002, ps. 648,653).
124 En nuestra doctrina, los autores clásicos complementaban las diferencias onto-
126 En tal sentido, sostuvimos al aludir a la función sistemática del tipo que en él se
lógicas con las normativas (Soler, Derecho penal argentino, 1970,1.1, p. 381; Núñez, Ma­
delimita cuál es la conducta contraria a la norma que configura una proposición jurídi­
nual de derecho penal. Parte general, 5- ed., 2009, p. 140), en otras opiniones clásicas se
ca que se infiere del tipo y cuya necesidad de precedencia lógica es aceptada, véase Ca­
alude sólo a los criterios normativos (Fontán Balestra, Derecho penal. Introducción y
pítulo VIII, §28, b).
Partegeneral, 11- ed., 1987, p. 217), en las posiciones contemporáneas, es la posición do­
minante (Zaffaroni - Alagia - Slokar, Manual de derecho penal. Parte general, 2007, p. 127 Quien amenaza a otro, actúa en contra de una norma de prohibición.
444; Fierro, Causalidad e imputación, 2002, p. 363; Lucero Offredi, Derechopenal. Par- 128 Quien omite el auxilio a otro, infringe el mandato de actuar.
336 Jorge de laRúa-Aída Tarditti Derecho penal. Parte general 337

En otras opiniones, en cambio, las normas no se diferencian según otro grupo se fundamenta en la imputación por quebrantamiento de de­
prohibiciones y mandatos, sino que lo decisivo es la. configuración con­ beres “positivos” que incumben respecto de ciertas instituciones (las fa­
creta de los tipos, porque todas son mandatos de respeto hacia los bie­ miliares, las estatales), en los cuales también convergen prohibiciones
nes jurídicos129 o todas son prohibiciones130, de modo que las diferen­ y mandatos y no distingue entre comisión y omisión134.
cias entre comisión y omisión están dadas por la estructura de los tipos La intercambiabilidad entre prohibición y mandato no parece ser
objetivos (activos u omisivos)131. tal, porque en general predominan las prohibiciones y correlativa­
La diferenciación entre comisión y omisión es reemplazada, en otra mente los tipos comisivos, en relación a los mandatos y los tipos omisi­
opinión, por las diferencias entre el fundamento normativo de la res­ vos, porque se protege a los bienes jurídicos preponderantemente a
ponsabilidad (como imputación) entre dos grupos de delitos (en los que través de la incriminación de modos de ataques activos que en relación
se reconducen todos los tipos) en cada uno de los cuales aquéllas son “in­ a la penalización de conductas salvadoras de ellos135. Tampoco cabe
tercambiables” 132 Un grupo de delitos se fundamenta según la impu­ aceptar la intercambiabilidad o conversión entre comisión y omisión,
tación por organización (deber negativo de no dañar), de modo que en pues ello ya es cuestionable desde la perspectiva de los tipos como se
ellos convergen tanto prohibiciones como mandatos, con la consiguien­ verá en tomo a los cuestionamientos sobre la omisión impropia.
te intercambiabilidad o convertibilidad entre acción y omisión133. El En los casos concretos, pueden existir dificultades para distinguir
entre comisión y omisión cuando el autor realiza comportamientos
mixtos. Así ¿ha de enjuiciarse como comisión u omisión al médico que
129 En tal sentido, Maurach considera que “la norma es concebida siempre en su fi­ inyecta un fármaco de alto riesgo de contraindicación para ciertas pa­
gura ideal ajena a la ley penal como un mandato de respeto de, por ejemplo, la vida u
tologías persistentes sin ordenar un previo anáfisis de ellas? En éstas
otros bienes jurídicos concretamente determinados...”, abandonando su anterior po­
sición según la cual la omisión contraría un mandato y la omisión impropia una prohi­ y otras situaciones semejantes (muy frecuentes en el ámbito de los de­
bición, ya que la norma —según aquella figura ideal— “por lo general es aprendida y litos culposos de tráfico), se adopta el criterio de la causalidad, en el
concretada en todos los tipos, tanto en forma de prohibición como de mandato” (Mau­
rach - Góssel - Zipf, Derecho penal. Parte general, 1994,1.1, ps. 216,224).
130 Así Zaffaroni, quien considera que las normas deducibles de los tipos “son siem­ riables (Jakobs, Derecho penal. Parte general. Fundamentos y teoría de la imputación,
pre prohibitivas”, pudiendo expresarse técnicamente en los tipos en forma diferente a 1997, p. 948).
través de un enunciado prohibitivo —tipo comisivo— o imperativo —tipo omisivo—
(Zaffaroni - Alagia - Slokar, Manual de derecho penal. Parte general, 2007, p. 443). 134 Aquí también considerará más significativa que la diferencia entre comisión y
omisión, mandato y prohibición, el fundamento de la responsabilidad “en virtud de in­
131 Existe sin embargo, como se verá en tomo a los cuestionamientos en una clase
cumbencia institucional” (Jakobs, Derecho penal. Parte general. Fundamentos y teoría
de omisiones (comisión por omisión u omisión impropia), un problema acerca de la ad­
de la imputación, 1997, p. 949).
misión de ella también en los tipos comisivos.
135 Muy claramente se dice que esto es así “porque esencialmente no puede ser mi­
132 Tal la posición de Jakobs, como se verá, desarrollada en Derecho penal. Parte ge­
sión de las sanciones penales invitar a los destinatarios de las normas a la salvaguarda
neral. Fundamentos y teoría de la imputación, 1997, ps. 448 y 449; ídem, “La omisión: es­
por medio de su intervención personal de los bienes jurídicos puestos en peligro” (Jes-
tado de la cuestión”, en Sobre el estado de la teoría del delito, 2000, p. 129 y siguientes.
check - Weigend, Tratado de derecho penal. Parte general, 2002, p. 648). La preponde­
133 En tal sentido, sostiene que los mandatos y las prohibiciones tienen aquí el fun­ rancia de las prohibiciones se argumenta desde la perspectiva del principio de reserva
damento de la “responsabilidad en virtud de incumbencia por organización” que es una o de clausura (art. 19, CN), ya que cuando una norma prohibitiva se reconvierte a man­
diferencia más significativa que la distinción que separa comisión y omisión, porque és­ dato “expande el alcance prohibitivo”, “no matarás no es idéntico a cuidarás la vida del
tas pueden ser convertibles, ejemplificando con el conductor que para no atropellar a un prójimo” (Zaffaroni - Alagia - Slokar, Manual de derecho penal. Parte general, 2007, p.
peatón “tenga que frenar (hacer) o no seguir acelerando (omitir)” lo que depende de va- 443).
338 Jorge de la Rúa- Aída Tarditti Derecho penal. Parte general 339

sentido que si ha habido un actuar activo (causalidad e imputación ob­ tica de tipos de omisión impropia o puede construirse una equivalencia
jetiva), se adopta en principio como criterio el enjuiciamiento del com­ con los tipos comisivos de resultado138.
portamiento desde la perspectiva del tipo objetivo comisivo y sólo si no
concurren sus presupuestos se analiza el tipo omisivo136. • 1 — Omisión propia

El tipo objetivo de los delitos de omisión propia tiene como compo­


b — Clases de omisión nentes la determinación de la situación de la cual dimana el deber de ac­
tuar, la no realización de la acción debida y la capacidad de realizarla.
En la omisión se diferencia entre omisión propia y omisión impro­
La determinación de la situación se efectúa en el mismo tipo a tra­
pia. Ambas modalidades infringen una norma que asume la forma de
vés de la descripción de un determinado contexto situacional del cual
un mandato de acción que tiene distintos alcances.
emerge el deber de acción, de modo que éste existe en la medida que se
En la omisión propia el mandato de acción se limita al deber de ac­
configuren esos presupuestos tácticos139. En el recurrente ejemplo de
tuar cuya infracción describe el tipo objetivo, sin que se incluyan las
la omisión de auxilio (art. 108, CP), forma parte de la situación el en­
consecuencias de peligro o daño material para el bien jurídico137. Así,
contrar perdido o desamparado a un menor de diez años o a una perso­
la omisión de auxilio (art. 108, CP), configura un tipo de omisión pro­
na herida o inválida o amenazada de un peligro cualquiera, como tam­
pia pues capta la ausencia de “auxilio necesario” o de “aviso” inmedia­
bién la inexistencia de “riesgo personal” para actuar. Puede también
to ala autoridad, cuando podía realizar cualquiera de estas alternati­
contextualizarse una determinada calidad en el autor140, como sucede
vas sin riesgo personal, de cualquiera que encuentre perdido o desam­
en la omisión de denuncia del delito de tortura (art. 144 cuarto, ines. 2-
parado a un niño o una persona herida, inválida o amenazada de un pe­
y 39), en el que a más de requerirse los hechos que lo configuran (tor­
ligro. Las consecuencias no se encuentran comprendidas dentro del
mentos físicos, sufrimientos psíquicos de personas privadas de su liber­
ámbito del tipo, que limita su radio a la falta de las acciones mandadas,
tad) y el conocimiento de ellos, se exige ciertas calidades (funcionarios
sea porque quien omite permaneció totalmente inactivo o realizó ac­
públicos que los conocen por sus funciones). La función del contexto si­
ciones diferentes a las debidas (v. gr., continuó su camino).
tuacional, limita desde luego el círculo de los obligados por la norma al
En la omisión impropia el mandato de acción alcanza no sólo a la in­
mandato de acción, lo cual es un rasgo distintivo de la omisión pues no
fracción del deber de actuar —que puede por sí sólo ser atípico—, pues
todos se encuentran obligados a desarrollar acciones beneficiosas, en
se extiende, a diferencia de la omisión propia, a la evitación de un re­
sultado material de peligro o daño del bien jurídico previsto en nn tipo.
No todas las personas se encuentran alcanzadas por este mandato si­
no aquellas situadas en la llamada posición de garante respecto de 138 Las fuentes de esta posición y la problemática en tomo de los tipos específicos o
ciertos bienes jurídicos y se discute si es necesaria la previsión especí- no de omisión impropia se abordarán infra, b), 2.
139 De allí que se señale que como la acción indicada “debe realizarse sólo en esa si­
tuación típica”, ésta es de importancia fundamental porque de ella depende la prohibi­
ción de la omisión (Zaffaroni - Alagia - Slokar, Manual de derecho penal. Parte general,
136 En tal sentido, véase Jescheck-Weigend, Tratado de derecho penal. Parte gene­ 2007, p. 445).
ral, 2002, p. 650. Se considera que éste es el criterio que se ha impuesto (Bacigalupo, De­ 140 Sostiene correctamente que esto es habitual cuando se trata de omisiones en el
recho penal. Parte general, 2- ed., 1999, p. 535).
campo de ciertos deberes de la función pública, Lucero Offredi (en Derecho penal. Parte
137 Desarrollaremos el contenido del tipo objetivo infra, b), 1. general, 2005, p. 305).
JUAN MANUEL OLIVA PENAL I – CAT. A – MATERIAL DE ESTUDIO

PUNTO 2 - 3
RESULTADO: TEORÍA DEL RESULTADO EN SU CONCRETA
CONFIGURACIÓN. 3. DISTINCIÓN ELEMENTAL ENTRE
CAUSALIDAD E IMPUTACIÓN

PEREZ BARBERÁ, Gabriel, Causalidad, resultado y determinación, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2006, Primera parte, punto
1.2., pgs.29/33 (falta esta bibliografía no se encontró por ningún lado).

HILGENDORF, Eric, VALERIUS, Brian, Derecho penal. Parte general, 2ª edic., trad. de Leandro A. Dias y Marcelo
Sancinetti, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2017, nº 30, p. 57.

https://drive.google.com/file/d/1FkjRedTh8ll9DmbD-Eyul4jA6AbBVPmj/view?usp=sharing
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Eric Hilgendorf / Brian Valerias § 4. El delito de comisión doloso consumado: El tipo S7

1 • Teptía_de Ja¡ condición o de Ia_equiyatencia / ■este caSQ>-jg§la.^:añaAe a la p^Qigxu<causa y


sigue teniendo^efecto.1?. .-<’•' ■ ■' • ■, . . ■ •,’. ••■ • /.-:: .■ \ ;• •. .'•
25 La- opinión dominante evalúa la causalidad según la llamada fórmula de la
29 Ejemplo: A mezcla un veneno mortal en el .yogur con.cereales dei,desayudo.,de su
indicio úne.qua non (feondiáo sine qua “condición sin la cual no”). Según
ésta, xma^aGcMn.^.s.£aus^.respecto„de un^^tadp..d.et?nMado> sLeUamp jjwido^^Alirse B hacia su trabajo, el veneno^cpnuenza a tener efecto, de modo que
B aúnjSugde seguir mqyiéndqse\sój.oje.nt^mente. El hp^^a^^iatCapíQyecha la
p^e^ser..§up.rin^^ .Hpe . eljresultado desaparezca^ep^u
. oc^jQn/lejsner tal'“.blanco, fácir y dispara contra,4»;Jnatán^olp^ antps.de que éste
. omi figurado n^onc reta.’j La cuestión de si existe una tal relación causal se
muriera del veneno.
deriva de upa-consideración del acontecer puramente empírico en el sentido
:T" ~A“^iféréñcirde loque ocurre éñ él ejemplo anterior (v süprajñ.?ñCÍTJTUse^acppla^
.de las,ofendas .naturales.
^uí aja cadena_$£us£^ PuesJLdige a.Jlí;opip..2|Djeti,vp,
26 Si uno observa con mayor detalle la fórmula de la coiidicio sitie qua non, ésta precisamente por el feechp. deque ést£ aún.puede,seguir avanzando, pero,sólor a pasq
lento (como c.Qusecucacia dpLxeneno). Por .ello, |a,xelaciónj:ausal.qo. está in.terrum-
contiene dos declaraciones diversas, que son descriptas cómo teoría de la
pida. .
condición y teoría de la equivalencia. Segúnkj£^^^^^^a<í/zunaxQadJ^ta
es_causalnuando.no puede-ser suprimida mept^hnente [sin que desaparezca En todo caso, una punibilidad de A por delito de homicidio consumado no fracasa \
el resultado]. Esto, significa^-la vez. que es-posible. una intercepción delnexo por el hecho de que falte la causalidad. Sin embargo, lo cuestionable es si a ella puede i,
serle imputada la muerte de B como su obra. Dado que esto debería ser negado por |
causal. Si una (primera).condición no sigue teiüendo.efectosJxastejapro-
¡a intervención habida entremedio por la propia responsabilidad de C (v. itijra, n.° m. \
< .elección.delresultado, en razófedeque p? pifesfe’ ó.tra. (s.cguuda).. cpjndiciqn
61;s.),z4 sólo será punible, nuevamente, pór;un delito de-■Homicidio tentado. .
que.pixiíluc^elresultadopor sisóla, sedalina así ^^á^cáá^lidadh^^
pjetjte (desde JaMp^rspectiya_deJa primera condición), o qniidp^fi^ (desde la 30 Al e$teble.£e^J^cau^U^^íi^ue^b^rse

persprectíya.,de la^seggnd^ondición),18 racián.couaxta,). Por ello, los cjKscts. deLacontecer puramente teóricos, que no
repercuten en,un^QuxspAíausgl,pu^stp,^n.vniarcha, cojxsdruy^n^ung^^/7.,/¿?.
27 Ejempfo: yd mezclajm veneno mortal de efecto lento en el yogur: .con. cereales del m^^no.dignand^Q2^sjd,eración, la cual no puede m fuQdamentar la propia
desayuno^e^su^marido.B. Al irse^hacia su trabajo, B. es matado^d^jan drojjor el cau^dad.iú^ni4^/.y.Q^relacipn cau^aUxistente. Antes bien, los^curso^cau-
jiomicida ^rialC, aúp antes de qye el veneno desplegarajt.feún^efectp.
_sales_hip_Q,tético5^debidQ.a.laaveriguación^ délaxausaljdadjÍ6inodo empirico,
Si bien At al envenenar el yogur, ha puesto en marcha una cadena causal que habría según las ciepdas.natux^les,> quedan, enjDrincjpio, fuera, de^Qnsidéración
podido conducir a la muerte de B, esra.relacidft.c;ausal.fa&inteíxunipida, sin embargo, (sobrela excepción para el caso déla llamada.cuasircausalidad endosjdelitos
p(^atConducta4.hqmici¿a^de.C. Qádq^que el ygn.encude^/í no-desplegá^úiMÚugún impropios de omisión, v. infrá^ § 11, n.° m. 28ss.),20
efecto,^GnQ^e;acpp]p.a-k,primera,xondirión-puest^pQ£,4d/ de modo-que.se .da.un
.casqdcttc£us^d^

Por consiguiente, debidoa la falta, de causalidad de. su acción respecto de la muerte


31 A mezcla un veneno mortal y de rápido efecto en el yogur con cereales de su
■ .^^y^Qjes^pumbk^or hpn^dic^ni por asesinato. Subsistedap.utúbilidad de^d
marido B, de modo que B muere aún estando sentado a la mesa del desayuno.
por,un4eUtQ.dc •/ -• / i • ’
Si B se hubiera ido de la casa, como lo hacía usual mente,! habría^idpjTiaUdo
28 En cambio,no^epuede:hablar.de.ima-inteOTpdón_deJa-.tdaclóncausalcuan- de camino al trabajo por el homicídaj^pakC. ■•■■', ’
doelautor,.que.pphe un.a^segunda caqsa Jig.Qdifi^Q.,^/^el resultadí
¿Punibilidad de A conforme al § 212, StGB?
(por■ ep dándole,el ‘‘tiro de gxítcig”,,a la yíctima ya herida^prtalmente). En

17 BGHSt 11, p 332(333); L 39, p. 195 (197); Rengi¿r,>T, § 13/n.0 m 3; Weisefs / Beulke / Sa^’*^ Wessels /Beuike75atzget,'n'9’m. 164 s. --t ‘Ir’./
n.°m.l56. 1 •Kiiidháuser, AT, § 10, n.° m. 18; Iírey / Esser, n.Q m, 310; Rengier, AT, § 13, n.° m. 17; Wessels
Í8
18 Kindháuser, AT, § 10, o.° m. 24; Kühl,^4T, § 4, n.° m. 33; Wessels / Beulke / Satzger, n.° m. 167. i/Beulke / Satzger, n.° id. 161. ■ .’.• ...... -. . : ’ . •
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JUAN MANUEL OLIVA PENAL I – CAT. A – MATERIAL DE ESTUDIO

PUNTO 3
DISTINCIÓN ELEMENTAL ENTRE CAUSALIDAD E
IMPUTACIÓN

HILGENDORF, Eric, VALERIUS, Brian, Derecho penal. Parte general, 2ª edic., trad. de Leandro A. Dias y Marcelo
Sancinetti, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2017, nº 43 a 65, pgs. 63 a 65; & 15 p. 337.

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Eric Hilgendorf / frían Valerius § 4. El delito de comisión doloso consumado: El tipo 63
62

acumulativamente,, sin_gue desapaTez_ca_d.resultado, cada una es causal del 5. Tipo subjetivo (+)
resultado.29 Para esclarecer esta problemática sirve lo siguiente. II. Antijuridicidad (4-)

III. Culpabilidad (+)

41 A y ñ,.sin-.sab.$i. nada..cada, uno del otro, vierten en-el café-dejCLuníL¿osis. IV. Consecuencia

respectivamente mortal de un veneno.C muere, A es punible conforme al § 212, párr. 1, StGB.


¿Punibilidad de Á conforme al § 212, StGB?

42 Punibilidad de A conforme al § 212, párr. 1, StGB IV. Teoría de la disputación objetiva

Habiendo puesto A veneno en el café de C, él podría ser punible por homi­ Jurisprudencia seleccionada: BGHSt, t. 32, p. 262 (Caso de la inyección de heroína respecto de
cidio. T**- la auto-puesta en peligro con propia responsabilidad).

Bibliografía de estudio seleccionada: Kudlich, Obfektive und snbjektive Zunchnung von Erfolgen - eme
I. Tipo
Einfuhrun^jA, 2010, p. 681; Seher, Die objektive Zurechmmgnnd ihrcDarstellung im strafrechtlichen
4. Tipo objetivo Gutacbtm^xxizy 2001, p. 814.

- . Acción yjéSultado (+)...] ; } - :


1. Fundamentos . *
El agregar veneno, por parte de A, en el café de C, tendría que haber sido
causal de su muerte. Según la fórmula de la condido sine qua nony una acción es 43 La fórmula de la condido sine qua non va demasiado lejos, como para decidir
causal, respecto de un resultado determinado, si ella no puede ser suprimida por sí sola sobre la tipicidad de una conducta (v. sufra, n.° m. 33). Por ello,
mentalmente sin que desaparezca el resultado en su configuración concreta. según el criterio general, sus consecuencias deben ser restringidas. Sin em­
Pero, en el presente caso, ya el veneno de B habría producido la muerte por bargo, no domina un criterio uniforme acerca de cuál es la forma en que eso
envenenamiento de C. Entonces, la acción de A —al igual que la acción de deba darse.
B— puede ser suprimida mentalmente sin que desaparezca el resultado en
44 En parte se aboga por una restricción ya dentro de la causalidad misma. Así, según
su configuración concreta. Por ello, habría que negar en sí la causalidad. Iría
la teoría de la adecuación, una relación causal debe ser negada si el curso causal es com­
en beneficio del autor el hecho de que, simultáneamente, aún otra relación
pletamente extraordinario e imprevisible.30 La jurisprudencia sigue esta teoría en el
causal haya producido ei mismo resultado. Pero no incriminarlo por un delito
Derecho civil.31
consumado, debido a este suceso, con frecuencia fortuito, parece injusto. .
Parauresolver.casos,de esta índole¡de^múltiple ^causaBdad, jurisprudencia 45 Lafnrisprudenda penal realiza las correcciones necesarias, predominantemente,
doctrina modifican la fórmula de la condicM^n^qug-non, del sigmént^;giodo: recién al tratar el dolo.32 Conforme a ella, la cuestión de si un resultado
de varias^ condiciones que,pgp cierto,,pued^ producido causalmente puede serle imputado al autor, es irrelevante para el
en forma ait^úti^.ge^.pg^^^^^^^nce^^^que^^aggrezca^el tipo objetivo y recién debe ser analizada en el tipo subjetivo. La imputación
resujjaáp4j$^del resultado. En el presente caso, por cierto, se excluye cuando el curso causal dado de hecho se desvía esencialmente del
curso causal que el autor se representó. Este no es el caso, cuando el cursó
suprimidosnientalmente>>c^daru,nQ_d£.por.sí,-SÍn..que-G.muera_envenenado> causal se mantiene aún dentro de los Emites de lo previsible, según la expe-
perodno.pueden-serlo-eonjuntameote.^Po^ende, h ^cián..de.xá.$?-.9^^láe

Rengier, AT, § 13, n.°. m. 9; Stratenwerth / Kuhlcn; § 8, n.° tri. 21; Wessels / Beuil$e / Satzger,
h.® m. 169; Zieschang, n.® m. 62.
29 BGHSt, t. 39, p. 195 (198); Rcngiex, ATt § 13, n.® m. p. 137 (141); Wessels / Beulke / Satzger, n.° m. 181.
críticamente, Kudlich, Pr/U^ylT, Caso 38. This document is available free of charge on
StuDocu.com íecto, véase Rengier, AT, § 13, n.° m. 42.

Descargado por Juan Manuel Oliva (juanmaoliva10@gmail.com)


c
(
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§ 4. El delito de comisión doloso consumado: El tipo 65 €

rienda general de la vida y no justifica una valoración diferente del hecho?3


(
V;? ?: ej,, basarse, al tratar un tipo penal, primero en la imputación objetiva, y, en
En cambio, en caso de un desvío esencial, la jurisprudencia niega el.dolo del el siguiente delito, en la falta de dolo respecto del cursó causal. (
autor con relación a la producción-causal deí resultado. Existe entonces un
error sobre el curso causal, curso éste que debe ser considerado como un ele­
49 En el fondo, aquello de lo que se trata en la cuestión de la imputación, es de c
mento .dd.típp^’óBjetivo (no escrito) y, entonces, requerirá doló-(v. supra,
¿ averiguar aquel responsable o aquella circunstancia cuya “obra” la constituye
el resultado típico. Sólo cuando el respectivo resultado puede ser considerado
c
n.° m. 24). ■ como obra delautor, según la teoría de la imputación objetiva, él puede ser res­ c
ponsabilizado penalmente de la realización del ilícito de resultado. En cambio,
.46 el.p_unto.de vista.dominante en la doctrina, las consecuencias de la cau­ (
salidad tienen que ser corregidas ya en el tipo objetivo, para no reprocharle ........ .. ^hr^i^^^$e^be”á':circüñstañaas¿exgr^2(^^’de^¿ásüahdád)'’q¿¿L
al actuante la. realización del ilícito del hecho del delito respectivo?4 Por eso, producción sae en el ámSito de resppnsabilidad.de. uxi. tercerQ.<ide Uxpropia ¿ (
la pojia deja imputación comprensión de sus.adep.tos, le. aña­
de a la causalidad (empírica, f según ^ciencias naturales) ungrado^de. análisis
víctima (obra de otro), se excluye una imputación del resultado al autor?7
c
50 Losj£f$ar deseosos más importantes de la..impüXasÍá£LP.bje¿va^rezan: riesgo
(
..ulterior ..(yalorativo). La posibilidad dejmputar presupone quej;! autor haya general de la. vida^ disminución, del riesgo, cu^o^ausales^extr^rdinarios,
cread.p„ua.peligrQ jnrídicamenterelevante^que se haya.reahzad^en^resui- to-daño. o. auto-puesta en peligrQjde.prDpia-rsspoxisabilidad. intervendón de. f
^ tadqr,t(pi?o. Conforme a esto, un .resultado típico, le; es impulable^al^autor
jLQló-SÍ.enrellqi^e..j:ealiza. un riesgo jurídicamente jepxobadQ,sgreadíLpot él,
unjSKSXo,. en. e.UnKgn, co¡^oj^.respp^sabüida£l, fin de prc>teccjón.dg la.
uenna y relación d^cmi^w^ad djieber. En las paneras .dos. coas (elaciones
C;
. es decir, si,¿xiate.úna:reiación de riesgo ,eñtrédeL.peJigCSl..¿jSad^p^xM^liIor ? :'L .? casos deLrie_sgo. general de la..ydday^d^a?disnmución deljtiesgo^eLautQf c
yehresj^tadq^ ’•’• L.rfo pu^^ltt^liQ.QS^biteado^.y^po^Ihechq^dequejaodaaxreade-un^á^a
JnJdicawentea’elevanteJ^rAQjpt^^^^tpos de casos lajnipuución fracasa en
c
47 Se le objeta en forma crítica a h xeona de la imputación objetiva que J^b.iéaJajQi-
mula J^tr¿>«¿/^jí//í.^flü«sej?^a.e_CwYaloraciopes,de-ino.dQ^qucih,&2n.ttaposición
razQXLdequejdjie^gQ.p.ucs.tQ,p.or_-eLautor<n.ors.q^aZ!^í^mebresultado^típicoJ8 f
_fintre,.ima^fm^a^hL.causaUdadv(supuestameQte).íí^entaíde-Jv^j^ac¡ón^y una -t 51 En lo que sigue son explicados los grupos de casos particulares de la mano de r
fórmula de imputación .(supuestamente) ^Wora^’Lq^orxp^tly^ no es convincente. J
A ello hay que añadir, <jue en jos,punltq$. de vista
ejemplos (sobre la relación del fin de protección y la relación de contrariedad
al deber véase las explicaciones relativas a imprudencia, infra, § 12, n.° m. 30
c
“realizaqió^delpesgo¿\jpismQ...&e.o€ulta-un punto-,d&^d^ta causal. Finalmente, la ss.). Las soluciones siguen, a este respecto, la teoría de la imputación objetiva. (
teoria .de la imputeció^nbjgtiva argumenta, sobre todo, Ja SegúnMfflspajdgflgia,. ■
probabífid^; relaci^^§,,causales%de.,pmbábihdádít^íúyi^c^nducta?..qjie£npfincre- g
jnent^ el riesgpy di^í^ÚciQfíe^del riesgo.mo.JftafeW^d^í&wX,?111-01, ®sta ^ea
(
básica merece aprobación. En su forma general, empero, la teoría de la imputación
objetiva es (¿todavía?) demasiado indefinida como para convencer por completo?6 2. Grupos de casos ... (
48 En los trabajos de análisis de casos, en principio, puede ser seguida tanto la a) Riesgo general de ¡a vida c
jurisprudencia como también la doctrina, dado, que ambos puntos de vista
(
llegan a consecuencias bien defendibles (y en general similares). Pero lo
importante es mantenerse en forma consecuente en una opinión y no, por (
52 Para eliminar a su marido A, B lo envía a remontar un barrilete, cuando está
acercándose una tormenta. Ella espera que, al hacer esto, A sea alcanzado (
mortaímente por un rayo. Para gran sorpresa de B, esto sucede efectivamente.
» BGHSt, t. 7, p. 325 (329); t 38, p. 32 (34). (
Kindháuser, z4T, §11, n.° rn. 1 ss.; Kühl, AT, § 4, n.° m. 36 ss.; Rengier, Al, § 13, n. m. 4U;
.......*
SOSfe RpxiniW.Í, Wesséls 7rBeulke7 Satzgér; ñ,A^178^ücámente?Zieschahg,-^
¿Punibilidad de B confirme al^, 212, StGB? t.
.(
; n.° m.
w Jáget,y4T, n.° m. 55; Rengier, ylT, § 13, n.M m. 46; Wesscls / heuike/ batzger; n.- m. i/y. •
3^ JV-.ÍVW. ■ (■
56 Con mayor detalle, Hilgendorf, FJ* Weber, pp. 33 ss.; c£. además Baumann / Webcr / Mitsch, §14,
n.° m. 65 ss. . . . . £
•iv
: '&•
. 37.
\.:.V• Rengier, z4T, § 13, n.Q m; 48.
38
>. ■, ■ ..
Rcngier, AT, § 13, íi.° m. 49; otra distinción en Wessels / Beuike / Satzgcr, n.° m. 180.
<
Descargado pór Juan Manuel ¡juánfnaolívá1Ó@gmáil.com) ' <•
í ■
■i’

í
c
í7' f.

§15.

A. Causalidad e imputación
acción es causal deju^resultado

4^^?í^2^^jy..?2n.6g^Xtó^poncre|a (v*'ttprat § 4, n.° m. 25). /


!ÜfcVyS*n nM¡

de

^adaj¿a^es„.c¿u8aLdel4'^yU^d^ (v* ¿“P** §>4, n.°fmr40) •' ■-■^♦7-r’ •%'-* VJ»J


rV í?, - 4 ;7í ‘¿:v.-

IÍL££l^l4^^^&^W^^^¿¿^^tor^ai>~en,.6lxasQ,s,s£j:eglÍM.un
2B£*£2jrá^^ J*X*> § 4, n.° m. 46).

B.JDqId e imprudencia
c» Qsjovs lá YdüntadjÍeJ£alizar,.uíLjipQ^p^nal, en^c^^hment2jgj¿d^^s
circunstancias de,hecho objetiyas (v. $uprat § 4, n,° m. 67).

w Exissgjiacu^do^c^so^causal
Éste
no es el caso, cuando ei curso causal se mantiene aún dentro dé los límites
de io previsible, según la experiencia general de ia vida, y no se justifica una
valoración distinta del hecho (v. SHpra, § 4, n.° m. 45).

Ssgúflla elautor
ᣣW2aMa!?W< c^ráoreconoce co®oOSbtomQ»^
JU®a!¡ZaááM^^ Ea cambio,v£XÍSÍfctaa.^ólo
WÉ^tneii.msó^f.SMóás> 4 autor confía jei'iamente y no sólo .vagamente
^^^ón del^típo__Ugal rio se producirá (v. supra, § 4, n.° m. 89).

.gyig^i^be.^acpnduc^esped^
debi
•? íl- -;. i'-.*» .í1- ■& f' '■'.^'■•■:^ "y: .-¿c '--'j.;•;. - ■ ‘ ■ ■' •. •
?' eiíi(iahs^4)^M9yeil^uetiene que ser obviofiara^áígí Sía (v. sabra, § 12,
•;»5ÍW«
n.° m. 4).
JUAN MANUEL OLIVA PENAL I – CAT. A – MATERIAL DE ESTUDIO

PUNTO 4
CAUSALIDAD. TEORÍA CONJUNTA DE LA CONDICIÓN
(NECESARIA) Y DE LA EQUIVALENCIA DE LAS
CONDICIONES. CONTRAFÁCTICOS CAUSALES: FÓRMULA DE
LA CONDITIO SINE QUA NON

HILGENDORF, Eric, VALERIUS, Brian, Derecho penal. Parte general, 2ª edic., trad. de Leandro A. Dias y Marcelo
Sancinetti, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2017, nº 33 a 35, pgs. 58, 59.

https://drive.google.com/file/d/1FkjRedTh8ll9DmbD-Eyul4jA6AbBVPmj/view?usp=sharing

PROBLEMAS PARTICULARES: CAUSAS SUSTITUTIVAS,


ALTERNATIVAS Y ACUMULATIVAS

HILGENDORF, Eric, VALERIUS, Brian, Derecho penal. Parte general, 2ª edic., trad. de Leandro A. Dias y Marcelo
Sancinetti, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2017, nº 36 a 42, pgs.59 a 63.

https://drive.google.com/file/d/1FkjRedTh8ll9DmbD-Eyul4jA6AbBVPmj/view?usp=sharing

CURSOS CAUSALES HIPOTÉTICOS

ROXIN, Claus, Derecho penal. Parte general, 2º ed., Traducción de Diego Manuel Luzón Peña, Miguel Díaz y García
Conlledo, y Javier Remesal, Ed. Civitas, Madrid, 1997, t. 1, &11, nº 19 a 30, pgs. 353 a 359.
https://drive.google.com/file/d/1k9dj6xdSnWr3DEzKGe-Q8WJ2IYlPbfdM/view?usp=sharing
CAUSALIDAD. TEORÍA CONJUNTA DE LA CONDICIÓN (NECESARIA) Y DE LA
EQUIVALENCIA DE LAS CONDICIONES. CONTRAFÁCTICOS CAUSALES:
FÓRMULA DE LA CONDITIO SINE QUA NON

53 Eric Hiigendorf I brian Valerius § 4. El delito de comisión doloso consumado: El tipo 59

32 Punibilidad de A conforme al § 212, StGB rios no exduyen la relación causal en el sentido de las ciencias naturales,22
De este modo, hace falta. una r‘estricción,de. l^üinjitedas conseQuencias-de
Mediante ;el suministro, de veneno en el yogur matutino de 3, A podría ser la causalidad^(empírica), restricción^que, según la opinión dominante, s^da
punible-por homicidio. em.djm^co dej^ím^ (v. ¿ttfra, n.° m. 46 ss.)j
mientras que, según la jurisprudencia, por vía del error .sobre el^cursQ. causal
I. Tipo
(v. ínfra, n.° m. 45).
1. Tipo objetivo
34 La fórmula de la condiáo sirle qua non no está totajinente libre de discusión.23 Entre otras .
[... Acción y resultado (+)...] ~"”co^sseléjKproc££pi^üp^
a Jeyes rdeja naturaleza, entre acción y resultado/ Si, en cambio, existe, una causa
Que >4 haya mezclado veneno-en el yogur con cereales matutino de 3 tendría sustitutiya, en.razón jde, que varias condiciones .a la vez.-producen<ehresuLtado<en*'Su
que haber sido causal de su muerte. Existe una relación causal tal, según la configuración concreta (causalidad múltiple), lai fqrtpulafracasa í¿pbrc la causalidad
fórmula de La condiáo áne qua non, cuando la acción no puede ser suprimida alternatiy^, v. infra, n.° m. 39 ss.). Además, en los delitos; impropios de^qmisión^ja
mentalmente sin que desaparezca el resultado en su configuración concreta. fórmuladelan^«4^^w^í?■}iont& topa con sus línútes, dado que aMpreds.agienteitao
Síy4 no hubiera envenenado el yogur con cereales de su marido 3, éste no 5e^j^uta^un^acapujqpcproduzca,un.re^ultadQ/áíno>que el reproche d^pupíbilidad
habría muerto del veneno. El hecho de que 3, de todos modos, cuando se cqnsistecgi.no haber evitado un resultado, por medio de un quedarse inactivo (v. infra,
fí 1, n:° m?28 sí)?..
alejara de la casa, habría sido muerto de un disparo por el homicida serial C,
constituye solamente un cursó cátisal hipotético, que no repercute sobre la - .35.. Por ello, algunas, voces de la doctrina defienden. ^ a
relación causal efectivamente existen te; En. este caso ’se ¿rata de una causá de ' -Esta se basa en lá cuestión'dé si.el.x^ultudó^se^^<derivar^c .unaIe^Ü^_gmph
reserva que no es digna de consideración. Al ponerle veneno al yogur con ..rica y.J&dererminadas.condiciones.antecedentes. Según esto, la fórmulat de hjrondiáo
áne qua /w? solamg.nto e,s un medio auxiliar.para determinarJa/causalidad. Por tanto,
cereales matutino de 3, A ha puesto así una condición causal de su muerte.
no se pregunta si la acción podría ser, suprimida rnentalmente. síix.que desaparezca
2. Tipo subjetivo (4-) clrcsultado,,sino..si las modificaciones en el mundo externo que se hgn producido
enseguida.jde ja acción van necesariamente acompañadas, según las leyes naturales
II. Antijuridicidad (+) conocidas,.de l^.accióíi.cqncreta, y, entonces, representaíisu jrq^ujtadq’’ concreto.24
Las consecuencias de esta doctrina apenas se diferencian, por cierto, de los resultados
III. Culpabilidad (+) de la fórmula de la condiáo sitie qua non (en parte, modificada); pero son teóricamente
dignas de consideración y, ante la idea de causalidad vigente en otras disciplinas,
IV. Consecuencia
científicas, son pasibles de generar adhesión.
A es punible conforme al § 212, parí; 1, StGB.

33 La segunda2ecÍaraGÍón de la en que 2. Casos; especíales


todas las cpndiciones:.tienen.iguaLvalor, es decir, ^on^qui^ilentes. Con ello,
a) Causalidad acumulativa
ja fórmula contiene, además de. U^eQ^cfeJacondición, también la llamada
teoría dí'la':^iwaí¿nda^ Ella ¿berga en sí, a la vez, e^roHego^ea^al^de ■36 Con la causalidad acumulativa se describen constelaciones deseas osexk,
la fórmula de la condiáo sinoqua non* de, que, poLlg gquiyalencig^de.,todas Es es decir,
conSciones, también producen el resultado ^.cunst^cias,dclo,4iftás.temoTas que el re^ijfcadQ.se. basa en eLffá&ílW Con ello se
e inesenciales. Dicho a modo de Ejemplo, el.procrear al ulterior asesino.por
parte de sus padres es tan causal de la muerte cometida por su.hijo como lo
es la ventade z 22i Kindháuser, AT, § 10, n.° m. 22; Kühl,^47’, § 4, n.° m. 29 s.
2Í Un resumen en Jágcr> ;/lT, ñ:° m. 28; Rengíer, z4T> § D» n.° m. 8 ss. •
únpievistos yexga¿rdm7 r .; .> ’
• ‘? 24 Al respecto, véase Jeschgck / Weígend, § 28, n, 4; Kindháuser, AT, § 10, a.° m. 12; Krey / E$ser,
ñ.° m. 320: Kühl. A^E. S 4. n.° m. 22 ss.; Wcssels / Beulke / Satzger, n.° m. 168a.
'9; Kuhl, ATy § 4, n.q m. 21; Rengter, A7\ § 13, n.° m. 34; Wessels
* Jagar^T, n.° m. 27; KJgdhguser, AT, § 10, n.° m. 2 This document is available free of charge on
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PROBLEMAS PARTICULARES: CAUSAS SUSTITUTIVAS,
ALTERNATIVAS Y ACUMULATIVAS

53 Eric Hiigendorf I brian Valerius § 4. El delito de comisión doloso consumado: El tipo 59

32 Punibilidad de A conforme al § 212, StGB rios no exduyen la relación causal en el sentido de las ciencias naturales,22
De este modo, hace falta. una r‘estricción,de. l^üinjitedas conseQuencias-de
Mediante ;el suministro, de veneno en el yogur matutino de 3, A podría ser la causalidad^(empírica), restricción^que, según la opinión dominante, s^da
punible-por homicidio. em.djm^co dej^ím^ (v. ¿ttfra, n.° m. 46 ss.)j
mientras que, según la jurisprudencia, por vía del error .sobre el^cursQ. causal
I. Tipo
(v. ínfra, n.° m. 45).
1. Tipo objetivo
34 La fórmula de la condiáo sirle qua non no está totajinente libre de discusión.23 Entre otras .
[... Acción y resultado (+)...] ~"”co^sseléjKproc££pi^üp^
a Jeyes rdeja naturaleza, entre acción y resultado/ Si, en cambio, existe, una causa
Que >4 haya mezclado veneno-en el yogur con cereales matutino de 3 tendría sustitutiya, en.razón jde, que varias condiciones .a la vez.-producen<ehresuLtado<en*'Su
que haber sido causal de su muerte. Existe una relación causal tal, según la configuración concreta (causalidad múltiple), lai fqrtpulafracasa í¿pbrc la causalidad
fórmula de La condiáo áne qua non, cuando la acción no puede ser suprimida alternatiy^, v. infra, n.° m. 39 ss.). Además, en los delitos; impropios de^qmisión^ja
mentalmente sin que desaparezca el resultado en su configuración concreta. fórmuladelan^«4^^w^í?■}iont& topa con sus línútes, dado que aMpreds.agienteitao
Síy4 no hubiera envenenado el yogur con cereales de su marido 3, éste no 5e^j^uta^un^acapujqpcproduzca,un.re^ultadQ/áíno>que el reproche d^pupíbilidad
habría muerto del veneno. El hecho de que 3, de todos modos, cuando se cqnsistecgi.no haber evitado un resultado, por medio de un quedarse inactivo (v. infra,
fí 1, n:° m?28 sí)?..
alejara de la casa, habría sido muerto de un disparo por el homicida serial C,
constituye solamente un cursó cátisal hipotético, que no repercute sobre la - .35.. Por ello, algunas, voces de la doctrina defienden. ^ a
relación causal efectivamente existen te; En. este caso ’se ¿rata de una causá de ' -Esta se basa en lá cuestión'dé si.el.x^ultudó^se^^<derivar^c .unaIe^Ü^_gmph
reserva que no es digna de consideración. Al ponerle veneno al yogur con ..rica y.J&dererminadas.condiciones.antecedentes. Según esto, la fórmulat de hjrondiáo
áne qua /w? solamg.nto e,s un medio auxiliar.para determinarJa/causalidad. Por tanto,
cereales matutino de 3, A ha puesto así una condición causal de su muerte.
no se pregunta si la acción podría ser, suprimida rnentalmente. síix.que desaparezca
2. Tipo subjetivo (4-) clrcsultado,,sino..si las modificaciones en el mundo externo que se hgn producido
enseguida.jde ja acción van necesariamente acompañadas, según las leyes naturales
II. Antijuridicidad (+) conocidas,.de l^.accióíi.cqncreta, y, entonces, representaíisu jrq^ujtadq’’ concreto.24
Las consecuencias de esta doctrina apenas se diferencian, por cierto, de los resultados
III. Culpabilidad (+) de la fórmula de la condiáo sitie qua non (en parte, modificada); pero son teóricamente
dignas de consideración y, ante la idea de causalidad vigente en otras disciplinas,
IV. Consecuencia
científicas, son pasibles de generar adhesión.
A es punible conforme al § 212, parí; 1, StGB.

33 La segunda2ecÍaraGÍón de la en que 2. Casos; especíales


todas las cpndiciones:.tienen.iguaLvalor, es decir, ^on^qui^ilentes. Con ello,
a) Causalidad acumulativa
ja fórmula contiene, además de. U^eQ^cfeJacondición, también la llamada
teoría dí'la':^iwaí¿nda^ Ella ¿berga en sí, a la vez, e^roHego^ea^al^de ■36 Con la causalidad acumulativa se describen constelaciones deseas osexk,
la fórmula de la condiáo sinoqua non* de, que, poLlg gquiyalencig^de.,todas Es es decir,
conSciones, también producen el resultado ^.cunst^cias,dclo,4iftás.temoTas que el re^ijfcadQ.se. basa en eLffá&ílW Con ello se
e inesenciales. Dicho a modo de Ejemplo, el.procrear al ulterior asesino.por
parte de sus padres es tan causal de la muerte cometida por su.hijo como lo
es la ventade z 22i Kindháuser, AT, § 10, n.° m. 22; Kühl,^47’, § 4, n.° m. 29 s.
2Í Un resumen en Jágcr> ;/lT, ñ:° m. 28; Rengíer, z4T> § D» n.° m. 8 ss. •
únpievistos yexga¿rdm7 r .; .> ’
• ‘? 24 Al respecto, véase Jeschgck / Weígend, § 28, n, 4; Kindháuser, AT, § 10, a.° m. 12; Krey / E$ser,
ñ.° m. 320: Kühl. A^E. S 4. n.° m. 22 ss.; Wcssels / Beulke / Satzger, n.° m. 168a.
'9; Kuhl, ATy § 4, n.q m. 21; Rengter, A7\ § 13, n.° m. 34; Wessels
* Jagar^T, n.° m. 27; KJgdhguser, AT, § 10, n.° m. 2 This document is available free of charge on
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60 V,
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caracteriza, en el fondo, el caso normal de un proceso del acontecer, dado ■“ [Habría que analizar (y responder afirmativamente) sVémpero^X^Q^HXtíhJe

que, en razón de la equivalencia de todas las condiciones, no hay explicacio­ ^orhomicicfiojem^o^xijjjudadde.acáQmcon.UUa.lesióxixprpW.lpcligrosa
nes mono-causales de un resultado producido. También la procreación de un ••ó’ consumada^ cop.forme.alos.§§212, párr. 1,22,224, párr. 1,52, StGB. En esa
posterior asesino es una causa (de efecto acumulativo) de su hecho posterior. medida, ewteup^p^^jQa^ciimuJathay^indSK^^^dado que,^
.i
Por consiguiente, en el caso de la causalidad acumulativa lo que está en el la cantidad„daveneno.de^dpQ.dría habéX¿fectadg. lajncolun^fed coxpor^
centro de las reflexiones jurídicas no es tanto la relación causal, como más "
bien la cuestión de la imputación.

b)Ca usaíidadaíternatiy^ \ .
Caso
39 También en la causalidad alternativa (o bienj;ausali.dacLdp,ble_qjnúltíple), se
37,Aj/fi» sin saber nada cada uno del otro, vierten en el café de C, pon dolo de
JhgjXL^io^a.dS^Tsn^ Pero la cantidad investiga .la_causaÍÍdaíLde_dps..o_má.s,.cc>íidiciones respecto.-de«un. r.re^lgdo
•i
■ i
total de ambos venenos tiene .efectos letales* C muera/ -■ ?' típico. Pero, a diferencia de lo que sucede en la causalidad acumulativa, en este
caso laS-COndicionesprqduccn el resultado típico predsamenje no reciénpor
¿Punibilidad de A conforme al § 212, StGB? .■ ■. ■ ?' . •
efecto conjunto. Antes bien, en esa medida, al menos una de las ¿a»J<zrhabna
38 Punibilidad de A conforme al § 212, párr. 1, StGB sido_¿z$gxfe?, porque la otra causa (o las otras) ya habrían) sido suficientes
$.0
.’J ’íiíi
.^rapr^ucitAX^Jtado^típicO;^/ •.:, •
/ • : Por haber puesto veneno en elIcafé de un.horm- í/.?.vV
' Es irrelevante la cuestión de si las diferentes condiciones son recoridúcibles a distin­
tas personas (así, probablemente la regia general en los casos de los manuales; véase
I. Tipo también enseguida, caso 7, infra, n.° m. 41 s.) o si un mismo autor pone dos o más
causas de un mismo resultado. Así, el BGH harámitído una causalidad alternativa
3. Tipo objetivo
(con la consecuencia de la causalidad del resultado ,de, todas -las..condiciones) eruun
[... Acción y resultado (+),..] caso enA-cuaLel autor le había disparado dos^tiros, respectivamente mortales,^por
espacio de cinco minutos, a la víctima.27 Por ello, el que al autor (solo) en el segundo
El agregar, una dosis; de yenenQifm^mQrffl.por parte^de^^/q^^e^café^de^C,
disparo nojwbiera^gdido probárseleel dglo.de
tendría que haber producido causalmente Su muerte. UíJíLa&áánwiWSlá? por delftqj¿¡&eü£idw..d^^
un xesultadod^rminado^segúnJa fórmula déla itilpXVdcnLCrcpmctido.p.orjrnedip.delsegundQ^disparo retrocede^por^ubsidiariedad.28 v H v
ella no puede, ser suprimida mentalmente^sin que desapaxczT.a^Lr^sultado
p.msu eonfiguraciónconcreta. ¿iA no le.^piera. pues to^eftenoal^ café jde 40 En la constelación precedente —a diferencia de lo que ocurre en la causalidad
C, el café solamente habría contenido la cantidad, de.yeney^ nojnortaljje ■■■>, acumulativa:— ya la propia relación causal necesaria parece cuestionable. Pues
B, y,..c90 ello,.la muerte,, de £.$$,.habría.podid.Q3prqcjjArse. Lajnezcla deja la consideración hipotética de la fórmula de la condicio sitie qua non^ de si una
y
I
r dosisjJe^vepeno. de^4 •(p.Q^íssohrnq.oipxtal),’ en . ■ condición podría suprimirse mentalmente sin que desaparezca el resultado
suprimjda mentalmente,,sin.que^u,m.uerte,pox enyenenamieniodesapare^. típico en su configuración concreta, sugiere negar aquí una causalidad entre
-X
Entonces, la acción .d.e es eausaldeJa-mua^-de^C. la acción (superflua) y el resultado. Para evitar esto por razones de justicia,
la opll)jón^mmantej]^^^JaXóxmula,d^a/^z«}?^w^^. j^_ga^a
[No obstante, en el presente caso no sería punible por homicidio^consu-
cpnstejactóíudfija causalidad.alternatiya: de varias condiciones aue^.nor
jinadQ* dado que la muerte de£,.d^bido.a la de B^y
£ es^ecir^lueno
r~ cierto, pueden..
^en,s.er^upmxúdas^ment,aJm^te..en^forma.,alterpativa, perc^ao
*
if ¡fe •’Ó ¿- • le es imputable (v. infra‘: n£'m¿
.r;O- :"J - - ■ : ■' ....... -X--ZZ- SWAS-
■■■

?■
II. Consecuencia m;457;
27 BGHSt, L 39, p. 195 (197 s.).
Anexes punible conforme ,al^ 21-2, párr. 1, StGB. M BGHSt, t 39, p. 195 (198 s.). :.
• ■- < ' He
Descargado por Juan Manuel Oliva íjuanmaolival0@gmail.com)
Eric Hilgendorf / frían Valerius § 4. El delito de comisión doloso consumado: El tipo 63
62

acumulativamente,, sin_gue desapaTez_ca_d.resultado, cada una es causal del 5. Tipo subjetivo (+)
resultado.29 Para esclarecer esta problemática sirve lo siguiente. II. Antijuridicidad (4-)

III. Culpabilidad (+)

41 A y ñ,.sin-.sab.$i. nada..cada, uno del otro, vierten en-el café-dejCLuníL¿osis. IV. Consecuencia

respectivamente mortal de un veneno.C muere, A es punible conforme al § 212, párr. 1, StGB.


¿Punibilidad de Á conforme al § 212, StGB?

42 Punibilidad de A conforme al § 212, párr. 1, StGB IV. Teoría de la disputación objetiva

Habiendo puesto A veneno en el café de C, él podría ser punible por homi­ Jurisprudencia seleccionada: BGHSt, t. 32, p. 262 (Caso de la inyección de heroína respecto de
cidio. T**- la auto-puesta en peligro con propia responsabilidad).

Bibliografía de estudio seleccionada: Kudlich, Obfektive und snbjektive Zunchnung von Erfolgen - eme
I. Tipo
Einfuhrun^jA, 2010, p. 681; Seher, Die objektive Zurechmmgnnd ihrcDarstellung im strafrechtlichen
4. Tipo objetivo Gutacbtm^xxizy 2001, p. 814.

- . Acción yjéSultado (+)...] ; } - :


1. Fundamentos . *
El agregar veneno, por parte de A, en el café de C, tendría que haber sido
causal de su muerte. Según la fórmula de la condido sine qua nony una acción es 43 La fórmula de la condido sine qua non va demasiado lejos, como para decidir
causal, respecto de un resultado determinado, si ella no puede ser suprimida por sí sola sobre la tipicidad de una conducta (v. sufra, n.° m. 33). Por ello,
mentalmente sin que desaparezca el resultado en su configuración concreta. según el criterio general, sus consecuencias deben ser restringidas. Sin em­
Pero, en el presente caso, ya el veneno de B habría producido la muerte por bargo, no domina un criterio uniforme acerca de cuál es la forma en que eso
envenenamiento de C. Entonces, la acción de A —al igual que la acción de deba darse.
B— puede ser suprimida mentalmente sin que desaparezca el resultado en
44 En parte se aboga por una restricción ya dentro de la causalidad misma. Así, según
su configuración concreta. Por ello, habría que negar en sí la causalidad. Iría
la teoría de la adecuación, una relación causal debe ser negada si el curso causal es com­
en beneficio del autor el hecho de que, simultáneamente, aún otra relación
pletamente extraordinario e imprevisible.30 La jurisprudencia sigue esta teoría en el
causal haya producido ei mismo resultado. Pero no incriminarlo por un delito
Derecho civil.31
consumado, debido a este suceso, con frecuencia fortuito, parece injusto. .
Parauresolver.casos,de esta índole¡de^múltiple ^causaBdad, jurisprudencia 45 Lafnrisprudenda penal realiza las correcciones necesarias, predominantemente,
doctrina modifican la fórmula de la condicM^n^qug-non, del sigmént^;giodo: recién al tratar el dolo.32 Conforme a ella, la cuestión de si un resultado
de varias^ condiciones que,pgp cierto,,pued^ producido causalmente puede serle imputado al autor, es irrelevante para el
en forma ait^úti^.ge^.pg^^^^^^^nce^^^que^^aggrezca^el tipo objetivo y recién debe ser analizada en el tipo subjetivo. La imputación
resujjaáp4j$^del resultado. En el presente caso, por cierto, se excluye cuando el curso causal dado de hecho se desvía esencialmente del
curso causal que el autor se representó. Este no es el caso, cuando el cursó
suprimidosnientalmente>>c^daru,nQ_d£.por.sí,-SÍn..que-G.muera_envenenado> causal se mantiene aún dentro de los Emites de lo previsible, según la expe-
perodno.pueden-serlo-eonjuntameote.^Po^ende, h ^cián..de.xá.$?-.9^^láe

Rengier, AT, § 13, n.°. m. 9; Stratenwerth / Kuhlcn; § 8, n.° tri. 21; Wessels / Beuil$e / Satzger,
h.® m. 169; Zieschang, n.® m. 62.
29 BGHSt, t. 39, p. 195 (198); Rcngiex, ATt § 13, n.® m. p. 137 (141); Wessels / Beulke / Satzger, n.° m. 181.
críticamente, Kudlich, Pr/U^ylT, Caso 38. This document is available free of charge on
StuDocu.com íecto, véase Rengier, AT, § 13, n.° m. 42.

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CURSOS CAUSALES HIPOTÉTICOS

§ 11. La imputación al tipo objetivo § 11

unos golpes mortales no son causales porque los golpes de otra persona han
cooperado a la muerte y posiblemente incluso la han acelerado ^*. Sin embargo,
una modificación del suceso solamente no es causal si es irrelevante para el
modo y forma, así como para el tiempo y lugar de la realización de un elemento
del tipo ^'. Por tanto, quien ha pintado el jarrón que posteriormente destruye
de un golpe un tercero no es causante de los daños; pues es cierto que hay
una diferencia entre la destrucción de un jarrón pintado y la de uno no pintado,
pero para el único resultado de daños requerido legalmente (en el § 303) la
pintura del objeto no es relevante de ningún modo imaginable ^^ (sólo sería
distinta la situación si p.ej. una decoración hubiera aumentado la fragilidad
del jarrón).
Ciertamente, en el punto de vista de la relevancia, que se acaba de indicar, se encierra 18
un elemento valorativo. De ello Puppe •'^ extrae la consecuencia de una radical normativiza-
ción del concepto de resultado. Así, sólo considera como resultado una modificación de su
estado "desventajosa (perjudicial) para el bien jurídico"; y la "situación de partida" también
debe sacarse fuera del nexo causal '^: "En consecuencia, quien ha vendido a la víctima del
hurto la cosa que posteriormente es botín del ladrón no es causa respecto del concreto
resultado del hurto, del mismo modo que tampoco lo es quien ha nombrado funcionario al
autor respecto de los delitos cometidos por éste". Ello supone renunciar a la teoría de la
equivalencia y regresar a un concepto jurídico de causalidad al modo de las teorías indivi-
dualizadoras (cfr. nm. 6); y de esa forma la mayor parte de la teoría normativa de la impu-
tación (nm. 36 ss.) se introduce dentro del concepto causal, lo que es inadecuado, puesto
que una teoría —incluso jurídica— de la causalidad no puede acoger las complejas reglas de
la moderna teoría de la imputación e impediría su desarrollo. La separación de causalidad
e imputación es un logro dogmático que no se debería volver a abandonar precipitadamente.
Igual que aquí Jakobs ^^: "No se ve por ningún lado ima ventaja de esa formulación de un
problema de responsabilidad como problema causal".

2. En los delitos comisivos carecen en principio de influencia en la causa- 19


lidad los cursos causales hipotéticos (sin embargo, cfr. sobre una pequeña
restricción nm. 30). Por tanto, si alguien es acusado de un delito de homicidio
porque durante el "Tercer Reich" provocó un intemamiento en un campo de
concentración —que acabó con la muerte de la víctima—, no puede discutir
su causalidad argumentando que de lo contrario otros hubieran provocado el
intemamiento (BGHSt 2, 20). Y si alguien lesiona a otra persona al atrope-
Uarla, su causalidad "no se pone en tela de juicio por el hecho de que el mismo

^* En contra tb. Hertel, NJW 1966, 2418; Kion, JuS 1967, 499; Schlüchter, JuS 1976, 380; Bau-
mannAVeber, Al*, § 17 II 3, n. 23.
^' Jakobs, AT^, 7/14: las "condiciones para las circunstancias acompañantes del resultado... son
irrelevantes"; en dicho lugar (7/15 ss.) tb. más detalles sobre la delimitación. Actualmente esta
cuestión ha perdido en gran medida su importancia práctica, dado que, si se afirma la causalidad,
en todo caso se excluye la imputación (nm. 45 ss.).
^ Cfr. sobre ello, en polémica con la denominada consideración abstrayente del resultado, M. L.
Müller, 1912, 10 ss.; Engisch, 1931, 11 ss.; Samson, 1972, 29 ss.
" Puppe, ZStW 92 (1980), 880. Esta autora llega por ello a un rechazo de principio de la teoría
de la "configuración concreta".
'^ En esto hay una cierta similitud con la jurisprudencia de tráfico del BGH criticada en nm. 9.
'^ Jakobs, AT', 7/17, n. 19.

353
§ 11 Sección 3^- Tipo
resultado también se habría provocado por la conducta de un tercero" (BGHSt
30, 228) 3".
Por regla general también se puede obtener esa conclusión con la fórmula tradicional del
"suprimir mentalmente"; pues si se suprime mentalmente la actuación del autor, el resultado
se habría producido ciertamente asimismo, pero no exactamente de la misma manera y modo
concreto. Pero es que incluso aunque el resultado y la forma externa de su producción
hubieran sido exactamente los mismos —como en el caso ideado por Engisch ^^, en que C
le proporciona a A, para que éste dé una paliza, un bastón, que si no se lo hubiera dado
D—, es decir aunque la conducta del inculpado (en este caso C) se pudiera tranquilamente
suprimir mentalmente y en ese caso el resultado siguiera produciéndose exactamente igual,
según la fórmula de la condición conforme a leyes ello no cambia lo más mínimo la causalidad
de C (cfr. nm. 12) ^*.

3. Asimismo los casos de causalidad ciltemativa ^^ (nm. 12) deben solucionarse


exclusivamente conforme a la fórmula de la condición conforme a leyes. Por
tanto, en el caso ya mencionado en que A y B, actuando independientemente uno
del otro, le sirven a C en el café una dosis de veneno, cada una letal por sí sola,
ambos son causa de un homicidio consumado si con un análisis químico se puede
demostrar que ambas sustancias venenosas han cooperado a la muerte de C. Si
por el contrario se comprueba que el veneno empleado por A ha provocado la
muerte antes de que pudiera op)erar la sustancia de B, en B sólo se da un homi-
cidio intentado. Si se demuestra que sólo im veneno ha resultado eficaz, pero ya
no se puede comprobar posteriormente si procedía de A o de B, entonces hay
que castigar a ambos, en virtud del principio in dubio pro reo, por tentativa.
También estamos ante un caso de causalidad alternativa si el autor hace un
disparo doloso y otro imprudente a la víctima y cada disparo por sí solo hubiera
sido mortal, pero la víctima muere in concreto por la conjunción de los resultados
lesivos de ambos disparos; pero en tal caso el homicidio imprudente es desplazado
como subsidiario por el doloso (BGHSt 39, 195).
Ya se ha expuesto (nm. 12 s.) que la fórmula de la "supresión mental" no ayuda más en
tales casos y sólo dificulta la solución. Por ello se ha ideado para estos casos una fórmula
de la eliminación "corregida" ^*: "De varias condiciones que ciertamente pueden ser supri-
midas mentalmente de modo alternativo, pero no cumulative, sin que desaparezca el resul-

^^ Sobre esa sent. Puppe, JuS 1982, 660; Kühl, JR 1983, 32.
'^ Engisch, 1931, 15 ss.
'* Schlüchter, JuS 1976, 518 s., opina que el resultado nunca es el mismo si se intercambia
aunque sea una sola de sus condiciones por otra. Si, suprimiendo mentalmente a C, A hubiera
recibido de D el garrote, ya por esa razón el resultado sería otro distinto (apaleamiento con un
bastón de D en vez de con uno de C), con lo que el procedimiento de la supresión mental prueba
totalmente su validez. Pero si se convierten todas las condiciones en elementos integrantes del
resultado —lo que en definitiva es una cuestión terminológica—, ya antes hay que saber qué factores
pertenecen a las condiciones conforme a leyes del resultado y nos podemos ahortar la "supresión
mental". Así pues, en este punto la teoría del resultado en su "configuración concreta" (cfr. nm. 17)
tropieza con sus propios límites.
" Para más detalles Joerden, 1986; idem, JBl 1987, 432, sobre un caso del OGH austríaco, JBl
1987, 191,
'* Traeger, 1904, 12; Welzel, StrafR", 45 [= PG, 1987, 68 s.; N. del T.]; cfr. tb. Puppe, ZStW 92
(1980), 876 ss.; Ebert/Kühl, Jura 1979, 568. En el sentido de la fórmula "corregida" tb. BayObLG
NJW 1960, 1964; al respecto Eser/Burkhardt, StrafR l", caso 5, nm. 32 ss.

354
§ 1 1 . La imputación al tipo objetivo § 11
tado, cada una de ellas es causal respecto del resultado". Es cierto que esta fórmula, a
diferencia de la supresión mental de la aportación individual, permite castigar a ambos
autores por delito consumado, pero la misma también conduciría a esa conclusión aunque
la aportación de uno no hubiera sido en absoluto eficaz, es decir cuando sólo sería licito
imponer la pena de la tentativa. Por tanto, no es mejor que la originaria fórmula de la
eliminación, sino que sólo sustituye un defecto por otro.

4. El carácter anómalo o inusual de un nexo condicional no tiene in- 23


fluencia sobre la causalidad. Si p.ej. A incita a B a dar un paseo, en el que
B es mortalmente atropellado por C, A es exactamente igual de causal
respecto de la muerte de B como C y el propio B, por mucho que no pudiera
prever ese curso de los acontecimientos. O si alguien lesiona a otro y éste
muere posteriormente en el hospital por la anestesia (RGSt 29, 218), por
un fallo médico o incluso por un incendio en el hospital, no obstante el
lesionante es causa de la muerte; y lo mismo sucede con quien le da a otro
una bofetada, que sólo por una concatenación de circunstancias desgracia-
das acaba provocando la muerte de la víctima (BGHSt 1, 332). Y tampoco
cambia para nada la causalidad de un extraño el hecho de que la causa
"decisiva" respecto del resultado radique en la constitución corporal o en
la culpa del propio lesionado. Por tanto, también es causal el que le produce
a otro una lesión leve que sólo acarrea su muerte porque de modo impre-
visible resulta que es hemofílico (RGSt 54, 349), o porque padece una an-
quilosis de columna vertebral (BGH, LM, § 222 n.° 1); o el que realiza con
otro una carrera de motos, en la que el otro sufre un accidente mortal por
su propia falta de cuidado (BGHSt 7, 112). Es cierto que en tales casos
falta la posibilidad de imputación y por tanto la punibilidad (cfr. nm. 87),
pero eso no es una cuestión de causalidad.
5. La causalidad tampoco se "interrumpe" porque entre la conducta y el 24
resultado esté la acción dolosa de un tercero. Eso es lo que defendió antigua-
mente la teoría de .la "prohibición de regreso" ^': según ella, el regreso (retomo)
a las condiciones que precedieron temporalmente a un delito doloso estaría
(prescindiendo de las regulaciones especiales sobre inducción y cooperación)
prohibido; y el nexo causal es interrumpido por el hecho doloso de otra per-
sona. Actualmente esa teoría sólo puede defenderse a lo sumo en el sentido
de una interrupción o ruptura del nexo de imputación (para más detalles al
respecto § 24, nm. 27 ss.); pues un nexo conforme a las leyes naturales existe
o no existe, pero no se puede interrumpir. Y en efecto, la jurispr. también ha
rechazado siempre esa teoría, por primera vez en RGSt 61, 318: quien cons-
truye una buhardilla no autorizada por las normas sobre edificación y peli-
grosa en caso de incendio también es causal respecto de la muerte de un
morador que perece en un incendio posterior, aunque el incendio haya sido

^' Desarrollada por Frank, StGB, '*1931, § 1 III 2 a. Sobre la importancia de la teoría de la
prohibición de regreso en el marco del delito imprudente cfr. § 24, nm. 27 ss.

355
§ 11 Sección 3." - Tipo
provocado dolosamente por un tercero, ya que la muerte, o al menos su con-
creto modo y forma, ha sido (co-)condicionada por el estado de la buhardilla.
Muy gráfica también la sent. RGSt 64, 370: si la amante le entrega a su amigo
un veneno, con el que éste mata a su esposa, aquélla ha causado la muerte
de ésta aunque no conociera el fin para el que se iba a emplear el veneno.
Asimismo RGSt 63, 316; 77, 17. El BGH ha continuado esa jurispr.: así, si
como consecuencia de una acción abortiva nace prematuramente un niño y
entonces se le mata, el aborto, con independencia del homicidio doloso, es
causal respecto del resultado (BGHSt 10, 291); y si alguien deja abandonado
un revólver cargado, con el que otro se mata de un disparo, es causal pese al
suicidio doloso (BGHSt 24, 342).
Con mayor razón aún, las causas intermedias imprudentes carecen de in-
fluencia sobre el nexo causal. Si una persona, al entregar su abrigo en el
guardarropa del teatro, deja en el bolsillo un revólver cargado y un acomoda-
dor coge el revólver, que se había caído, y en broma aprieta el gatillo apun-
tando a otro, el espectador es exactamente igual de causal respecto del resul-
tado que el acomodador (RGSt 34, 91). Lo mismo sucede en caso de que unas
lesiones, debido solamente a la conducta imprudente del lesionado (RGSt 6,
249; 22, 173), acaben dando lugar a la muerte (CÍT. ya nm. 23). También es
instructivo el caso de BGHSt 4, 360: el sujeto que deja su camión sin ilumi-
nación es causa de la muerte de un automovilista que choca con el mismo
aunque se diera la circunstancia de que luego se había colocado una linterna
de aviso y un policía descuidadamente la había vuelto a quitar prematuramente
(sobre la cuestión de la imputación en ese caso cfr. nm. 104).
Por el contrario, falta el nexo causal si una serie causal puesta en marcha
es "interrumpida", "adelantada" por una segunda serie de tal modo que aquélla
ya no es operativa y por tanto ya no se halla en un nexo conforme a leyes
con el resultado. Así, si A le sirve a B una comida envenenada, cuyo efecto
mortal no se producirá hasta el día siguiente, pero durante el primer día B
fallece en un accidente de tráfico, A no ha llegado a ser causa de la muerte
de B, pues el envenenamiento no ha repercutido de ningún modo en la muerte
de B; por tanto, A sólo puede ser castigado por tentativa de homicidio (en
sentido amplio). Distinto sería si B, tras los primeros síntomas de malestar,
se hubiera dirigido al médico y durante el camino hubiera muerto en un
accidente. Entonces la cadena causal puesta en marcha por A hubiera reper-
cutido sobre las circunstancias concretas de la muerte y A sería causa; pero
también aquí la cuestión de si esa causación de muerte le sería imputable
como homicidio, vuelve a ser harina de otro costal (nm. 59). El RG formuló
con gran claridad los criterios decisivos para la "ruptura de una serie causal"
en un caso en el que un falso testimonio no tuvo repercusión en la conclusión
de una sentencia injusta por otras causas (RGSt 69, 44, 47): "El presupuesto
para aceptar la existencia de un nexo causal es, naturalmente, que la originaria

356
§ 1 1 . La imputación al tipo objetivo § 11
acción dirigida a un determinado resultado también haya continuado operando
realmente hasta la producción del resultado, es decir que haya llegado a ser
realmente causal, y que p.ej. el posterior suceso dirigido al mismo resultado
no haya eliminado esa continua operatividad y no ocurra que, con indepen-
dencia de la acción que se enjuicia y abriendo una nueva serie causal, haya
provocado el resultado". Por eso se pudo condenar al autor ciertamente por
falso testimonio consumado, pero sólo por tentativa de estafa procesal, puesto
que entre su testimonio y el perjuicio patrimonial de la peirte contraria no
existió nexo causal alguno.
6. Por último, tampoco falta la causalidad si el nexo conforme a leyes es 27
producido (transmitido) a través de la psique de otro *". Es cierto que a veces
se afirma que el principio causal fracasa cuando se conectan factores psíquicos
en el nexo condicional, porque la libertad de la voluntad humana contradice
la necesidad de las leyes causales "•. En la inducción y complicidad psíquica
(auxilio moral), así como en los casos de prohibición de regreso (nm. 24 s.)
o de producción del perjuicio de la estafa mediante un error del engañado
(§ 263), e incluso en los accidentes provocados por reacciones psíquicas, ello
excluiría el nexo conforme a leyes y de ese modo pondría totalmente en tela
de juicio la aplicabilidad del concepto causcJ en la ciencia del Derecho. Sin
embargo, la op. dom. no se ha adherido a dichas objeciones, y con razón.
Para los deterministas es sin más indudable la validez de la ley causal en el
ámbito psíquico; pero tampoco los indeterministas negarán la causación de
una decisión mediante el consejo de otro o mediante circunstancias extemas
por el hecho de que al agente también le hubiera sido posible adoptar otra
decisión; pues in concreto la decisión ha sido motivada por este o aquel fac-
tor ''^. El que entre los factores condicionantes hubiera coparticipado la vo-
luntad presuntamente libre del agente no excluye (como tampoco la excluye
en otros casos la concurrencia de diversas circunstancias) la causíilidad.
La comprobación del nexo condicional también se produce en principio en 28
la causalidad psíquica de la misma forma que en otros casos. No es correcta
la opinión del BGH (E 13, 15) de que es inadmisible transferir "principios,
conforme a los que se suelen juzgar los nexos causales en la naturaleza exte-
rior, ... a procesos espirituales en el interior del hombre". Lo incorrecto de esa
postura lo muestra precisamente el caso en el que se basaba la sentencia: Un
licenciado en Derecho en período de prácticas en la Justicia, que tomó decla-
ración a un acusado, había conseguido fraudulentamente que éste le hiciera
un préstamo afirmando que se lo podría devolver pronto. Posteriormente el

*" Para más detalles sobre los problemas que aquí se plíintean, Schulz, Lackner-FS, 1987, 45 ss.;
Bemsmami, ARSP 1982, 536 ss., que propugna un "esquema de causación no-causal" (p. 554).
"' Cfr. últimamente Kahrs, 1968, 22 ss., con citas de la bibliografía más antigua (p. 25, n. 43).
*^ En cuyo caso, desde la perspectiva indeterminista hay que considerar suñciente un "nexo
empírico" en lugar del nexo conforme a leyes (cfr. Schulz, Lackner-FS, 1987, 45 ss.).

357
§ 11 Sección 3.^ - Tipo
interrogado declaró que él le hubiera dado también el dinero aunque no hu-
biera habido esa simulación, pues ya la posibilidad de ayudar a una persona
de los Tribunales en un apuro dinerario hubiera sido sucifíente motivo para
él. El BGH acepta la causalidad entre el engaño y el perjuicio, porque el
interrogado en el caso concreto se había fiado de las mentiras del licenciado
en prácticas y fueron ellas las que le movieron a conceder el préstamo. "El
curso real de la formación de la voluntad no pierde... su existencia porque en
su lugar podría haberse producido otro, pero no se ha producido." Es cierto
que esta solución es difícilmente alcanzable con la fórmula del suprimir men-
talmente usual en la jurispr., pero concuerda totalmente con lo que también
rige en otros casos sobre la irrelevancia de los cursos causales hipotéticos para
constatar nexos conforme a leyes (nm. 12, 19). Ahora bien, la causalidad fal-
taría si de antemano el interrogado se hubiera sentido movido a entregar el
dinero exclusivamente por la idea de ser complaciente con una persona de la
Justicia, cuestión fáctica que tendría que haber sido aclarada con más pro-
fundidad en el tribunal de instancia *^.
29 7. El caso más espinoso para la teoría de la condición lo constituye la
constelación (rara en la práctica) de acciones de impedir cursos causales sal-
vadores ^. Así p.ej., el autor retira una lancha neumática o un perro que se
dirigen hacia una persona que se está ahogando en el agua, y muere ahogada
la víctima, que de lo contrario se habría salvado '*^. O bien: alguien destruye
la única medicina que puede salvar a otro; o alguien raja las mangueras de
los bomberos que, si no fuera por ello, habrían extinguido un incendio •**.
Existe un acuerdo unánime en que en tales casos el agente debe ser castigado
como autor de un delito comisivo consumado si el curso causal interrumpido
por él hubiera impedido el resultado típico con una probabilidad rayana en
la seguridad, pero es dudoso cómo se puede fundamentar la causalidad del
agente. En efecto, ésta falta, si por causalidad se entiende una "fuerza opera-
tiva" dinámica y causante del resultado; pues entonces en nuestros ejemplos
sólo serán causales el agua, la enfermedad o el fuego, mientras que la actua-
ción humana no incide en el curso causal real, sino que sólo le ha quitado de
en medio obstáculos potenciales "''. Y existe un sector que deduce de tal argu-
mentación la inidoneidad general del principio causal *^.

*^ Para más detalles sobre este caso Engisch, v. Weber-FS, 1963, 247 ss.; Schlüchter, JuS 1976,
521 s.
** Fundamental sobre ese grupo de casos Engisch, 1931, 27 s.; Arm. Kaufmann, 1959, 195 ss.
"•^ Ejemplos de Arm. Kaufmann, 1959, 195 s.
^ Ejemplos de Schmidhäuser, LB AT^ 8/76; idem, StuB AT^ 5/74.
"' Por ello Walder, SchwZStr 93 (1977), 139, opina: "El legislador debería... castigar específica-
mente estos casos merecedores de pena".
"** De modo especialmente claro en ese sentido Schmidhäuser, LB AT^, 8/50, 60, 76; idem, StuB
AT^ 5/59, 63, 74; cfr. tb. Kahrs, 1968, 22.

358
§ 1 1 . La imputación al tipo objetivo § 11
Sin embarco, tal concepto causal "metafísico" "" no es el del Derecho (cfr. 30
nm. 4). Este se conforma con la sucesión conforme a leyes de los aconteci-
mientos, y ésta no falta aquí, pues el hecho de impedir el acontecimiento
salvador está tan condicionado conforme a leyes como el que tal aconteci-
miento hubiera evitado el resultado según las leyes generales. Si no fuera así,
el autor no podría conducir de ese modo al resultado un plan exactamente
calculado. Es cierto que esta constelación, en comparación con todos los res-
tantes casos de causalidad comisiva, ofrece la peculiaridad de que para veri-
ficarla hay que acudir a un curso causal hipotético: a la salvación que se habría
producido si el autor no hubiera actuado. Pero ello no supone una refutación,
sino sólo una precisión del principio según el cual nunca se puede sustituir
el nexo real del acontecimiento por cursos causales hipotéticos (nm. 19), ya
que aquí la actuación del sujeto no se sustituye, sino que sólo se complementa
mediante un curso causal añadido mentalmente. Ahora bien, dentro de ésa
complementación hay que tener en cuenta todas las circunstancias hipotéticas:
por tanto, el agente no es causal si p.ej. derrama un suero que salvaría la vida,
pero "que durante el vuelo hacia el lugar donde estaba B moribundo de todos
modos se hubiera destruido por efecto del calor" ^''.

TV. Teoría de la adecuación y de la relevancia

Junto a la teoría de la equivalencia, durante largo tiempo se ha sostenido 31


también en la doctrina científica la teoría de la adecuación, cuyo fundador es
el lógico y médico friburgués Johannes v. Kries (1853-1928) ^'. Según su teoría,
en sentido jurídicopenal sólo es causal una conducta que posee una tendencia
general a provocar el resultado típico, mientras que las condiciones que sólo
por casualidad han desencadenado el resultado son jurídicamente irrelevantes.
Esta teoría también ha ejercido una fuerte influencia sobre la jurisprudencia
en el Derecho civil, mientras que en Derecho penal sólo ha encontrado parti-
darios en la doctrina, y antiguamente también se utilizó con frecuencia para
conseguir una restricción de la responsabilidad en los delitos cualificados por
el resultado. Dado que hasta el año 1953 bastaba la mera causación del re-
sultado más grave para imponer la pena superior (cfr. § 10, nm. 121), gracias
al criterio de la adecuación era posible excluir al menos las condiciones que
imprevisiblemente y sin culpa del autor habían provocado el resultado más
grave. Por lo demás, la teoría de la adecuación también permite la deseada
eliminación de nexos causales totalmente inusuales: la misma evita el regressus

"^ Cfr. sobre ello Samson, 1972, 32.


^ Ejemplo de Samson, 1972, 32; de otra opinión Jakobs, AT^, 7/24.
^' Escritos, entre otros: Die Prinzipien der Wahrscheinlichkeitsrechnung, 1886; Über die Begriffe
der Wahrscheinlichkeit und Möglichkeit und ihre Bedeutung im Strafrecht, ZStW 9 (1889), 528.

359
JUAN MANUEL OLIVA PENAL I – CAT. A – MATERIAL DE ESTUDIO

PUNTO 5
ÁMBITOS PROBABILÍSTICOS O ESTADÍSTICOS

PEREZ BARBERÁ, Gabriel, Causalidad, resultado y determinación, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2006.

Resumen de la Cátedra en el Aula Virtual.


Síntesis sobre categorías de determinación aplicables en derecho penal: Determinación
estadística y Determinación probabilística.

Jerónimo Franco Trigo *

Lo que sigue es una síntesis1 del trabajo titulado “Causalidad y Determinación” de


Gabriel E. Pérez Barberá, publicado en la obra homenaje a Claus Roxin, artículo en el
cual, el autor desarrolla una tesis para la determinación de resultado, basada en criterios
de relevancia estadística segura, frente a casos en los que es imposible verificar con
seguridad la causación a través de leyes causales2.

Partiendo de la base de entender que, la causalidad constituye solo una de las


categorías posibles de la determinación en general, pueden mencionarse entonces, con
una importante aplicación práctica en el derecho penal, además de la determinación
causal, la determinación estadística y la determinación teleológica (probabilística).

Estas dos categorías pertenecen, en rigor de verdad, ambas a una misma


clasificación, pues así la determinación probabilística constituye una sub-clase de la
determinación estadística (mayor especificidad), como seguidamente será visto.

La categoría de determinación estadística, es la que permite explicar


ontológicamente un enunciado a través de una inferencia probabilística de carácter
inductivo (son las premisas-datos las que nos llevan a una conclusión determinada), es
decir, se arriba a una conclusión general a partir de datos particulares, sobre “lo que
resulta ser”. Así, por ejemplo, el enunciado probabilístico “existen una probabilidad de
0.95 de que quien ingiera la droga D se cure de la enfermedad E”, se infiere de las
premisas-datos “100 personas sufrían la enfermedad E; a todas ellas le suministraron la
droga D, y 95 de las 100 se curaron tras ingerir esa droga”.

Por otra parte, la categoría teleológica (o teleológico-probabilística), se caracteriza


por explicar ontológicamente la ocurrencia de un suceso en términos de razones, motivos,
propósitos u objetivos. Debe advertirse que las explicaciones auténticamente teleológicas
no son reconducibles a explicaciones causales. Ello porque, en primer lugar, los motivos y
razones no son causas; en segundo lugar, porque las leyes teleológicas son leyes
estadísticas o probabilísticas, de allí que sea incluso preferible denominar a esta categoría
“teleológico-probabilística”. Como antes se dijo, ella constituye, en rigor una sub-clase de
la determinación estadística, solo que con características tan particulares respecto a sus
premisas-datos que tornan conveniente su escisión. Cada vez que se mencione a la
categoría de determinación “teleológica” deberá entenderse que se está haciendo
referencia a la determinación “teleológico-probabilística”. La explicación teleológica es
reconstruible, al igual que la causal, conforme al método deductivo, arribando a la
conclusión sobre “aquello que quería conseguir el agente”: “X prepara en una academia el

* Jerónimo Franco Trigo. Adscripto de la cátedra “A” de Derecho Penal I, Facultad de Derecho de
la Universidad Nacional de Córdoba. jeroft2@gmail.com

1
Es una síntesis del artículo publicado en “Nuevas Formulaciones en las Ciencias Penales.
Homenaje a Claus Roxin. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Nacional de
Córdoba, 2001, p. 87“ para alumnos de grado de Derecho Penal I, sin exponerse aquí valoración
o crítica alguna.

2
Véase en la obra citada, pp. 102 a 111 y 117 a 126.
examen de una materia”, se explica en función del propósito de X de aprobar esa materia
(premisa-dato) y de la ley teleológica “quien se propone algo realiza normalmente las
acciones adecuadas para lograrlo”.

Entrando al sector práctico, puede referirse cómo un ámbito determinado


estadísticamente, aquellos vinculados especialmente con la legitimidad de condenas
basadas -según se cree- “solamente” en probabilidades estadísticas, tal como sucedió,
por ejemplo, en el famoso caso español del “aceite de colza” (envenenamiento masivo de
personas por la venta de aceite desnaturalizado y vendido de manera fraudulenta). Tal
episodio, es un buen ejemplo de cómo, por haberse tratado el problema de la
determinación en función de la categoría causal, en lugar de habérselo considerado
conforme a la categoría estadística, queda siempre la sensación de que la afirmación de
la existencia del nexo causal en tales supuestos tienen un déficit de fundamentación, pues
en ningún caso pudo comprobarse con un 100% de seguridad que dicho aceite era lo que
realmente había causado el daño en la salud de las víctimas.

Ante dicha situación, en la cual es imposible verificar con seguridad una causación,
se propone como solución de emergencia aceptar que, en dichos ámbitos, “no queda otro
remedio” que demostrar la causalidad a través de leyes estadísticas. De lo contrario, si no
se ofreciera solución alguna, la alternativa seria renunciar a toda imputación del hecho,
cuestión que nadie estaría dispuesto a tolerar.

El problema de esta solución de emergencia estriba en que ella no escapa


satisfactoriamente de una objeción fundamental: aparecería una flagrante violación al
principio in dubio pro reo. Dar por existente un nexo causal en base a leyes
probabilísticas, implica aceptar la explicación de un suceso sin haberla comprobado
fehacientemente, lo cual, en el ámbito del derecho procesal penal, significa la nulidad de
la sentencia por violación del principio in dubio pro reo. El déficit de dicha sentencia no
solo sería de fundamentación sino también de legitimidad, y es obvio que un argumento
emotivo (no podemos permitir la absolución en dicho caso), no es idóneo ni suficiente
para enervar semejante defecto.

Por ello, aceptado que un suceso ha sido determinado estadísticamente -y no


causalmente- es lícito recurrir a leyes estadísticas o probabilísticas para demostrarlo. Ello
es así, porque un suceso determinado estadísticamente debe ser explicado conforme a
leyes probabilísticas, las que, en su ámbito de aplicación, son tan seguras y confiables,
como las causales en el suyo. Este esquema conceptual es el que permitiría solucionar de
manera prolija y coherente el deficit anterior señalado, lo cual aporta tanto
fundamentación coherente como legitimidad a condenas en casos de intoxicaciones
masivas, (relacionados con la responsabilidad penal por el producto), y en otros
vinculados al derecho penal del medio ambiente, el derecho penal económico y el
derecho penal de la medicina y de la construcción.

Aquí cabe hacer algunas referencias vinculadas al principio in dubio pro reo. Lo
correcto sería sostener que dicho principio debe amoldarse a las características de cada
ámbito de determinación.

En ámbitos de determinación causal, “certeza objetiva” significa que el enunciado


que conforma aquello que se quiere explicar (explanandum) no ha podido, hasta el
momento, ser falseado. Se trata de una hipótesis que ha adquirido tal grado de
verosimilitud que el juez no puede permitirse dudar, pero sí podrá y deberá dudar si se
presenta al menos un caso que pueda tener algún efecto falseante.
Por su parte, en ámbitos de determinación estadística, “certeza objetiva” significa
que el enunciado probabilístico que conforma el explanandum mantiene una correlación
estadística fuerte con los antecedentes fácticos y legales del explanans (razones con las
que se pretende explicar), esto es, “no existe ninguna variable de prueba que demuestre
la irrelevancia de la variable en cuestión (explanans) respecto de la segunda
(explanandum)”. A esto se hace referencia cuando, en esta clase de determinación, se
habla de “alta probabilidad”.

La certeza exigida por el in dubio pro reo será, por lo tanto, la que se corresponda
con cada categoría de determinación. En consecuencia, en los ámbitos determinados
estadísticamente, el juez solo podrá permitirse dudar cuando la correlación estadística
sea lo suficientemente débil como para tornar dudosa la relevancia de los antecedentes
fácticos y legales respecto del consecuente. Y obviamente esto no ocurrirá ante la sola
posibilidad hipotética de un caso aislado en contra, o incluso de varios, pues la certeza
que puede proporcionar un enunciado estadístico no depende de su grado (cualitativo) de
probabilidad, sino, como se dijo, de que sea absolutamente segura la relevancia
estadística del antecedentes respecto del consecuente.

Con estas especificaciones es claro que no habría lugar ya para la tan extendida
“objeción del in dubio pro reo” en contra de la teoría del incremento del riesgo, a la que
acude gran parte de la doctrina para explicar esta clase de sucesos, pues conforme a los
principios propios de la explicación estadística, “incremento del riesgo” no puede significar
otra cosa que “relevancia estadística del antecedentes respecto del resultado típico”, lo
cual solo podrá afirmarse si, acerca de tal relevancia, no existe ninguna duda (que sería
igual a la certeza estadística).

Que esa relevancia estadística segura se exprese por medio de un enunciado


probabilístico, no da lugar a ninguna paradoja. Pues, aun a precio de ser reiterativo, cabe
aquí insistir: “probabilístico” no indica en este contexto un grado de exactitud (no es un
barrero cualitativo), sino el tipo de relación que existe entre antecedente y consecuente.

Desde el punto de vista procesal es preciso acotar que, sin perjuicio de lo que
aconseje cada estrategia defensiva en particular, es el Ministerio público el único obligado
a demostrar que no hay ninguna duda acerca de la relevancia estadística del antecedente
respecto al consecuente. Esa es una tarea ciertamente posible (epistemológica y
probatoriamente posible), pero de ninguna manera una tarea sencilla. Pues,
contrariamente a lo que podría parecer a primera vista, también respecto de la
determinación estadística el in dubio pro reo es sumamente exigente: descartar toda
variable de prueba que pueda poner en duda la relevancia estadística de un suceso
respecto de un resultado típico requiere una investigación extremadamente meticulosa, de
vasto alcance, normalmente a cargo de especialistas (peritos) y, por lo tanto,
permanentemente sujeta a la crítica de quien opere como contraparte. Y así debe ser,
pues la condena de un ciudadano, en cualquier ámbito de determinación, solo puede ser
legítima si se ha despejado de todo margen de duda.

Conforme la tesis desarrollada, en este ámbito solo podrá reputarse probada la


determinabilidad cuando no exista ninguna duda acerca de la relevancia estadística de los
antecedentes en juego respecto del resultado típico. Y precisamente esta es la
consecuencia -ciertamente correcta desde el punto de vista político-criminal- que siempre
pretendieron alcanzar los partidarios de la teoría tradicional del incremento del riesgo,
aunque hasta ahora a través de una fundamentación no del todo satisfactoria.

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