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Clara caso Rodríguez

De rerum natura
Ciertamente, podrían surgir dificultades a la hora de asignar un género a De rerum natura,
principalmente porque nos presenta características tanto de épica como de poesía didáctica. Lo cierto
es que lo que está claro es que es poesía, pero dentro de esto tiene dos vertientes, una épica y una
didáctica.
La vertiente épica que tiene la obra no es al uso, porque no tiene lo que típicamente se asocia
con la poesía épica griega, pero sí que tiene rasgos que la relacionarían con este tipo de poesía; entre
ellos, la aparición de una invocación a una diosa, al principio de la composición, en este caso Venus
pues tiene que buscar una divinidad que tenga una relación clara y directa con la fertilidad; sin
embargo, cuando se lee, parece que la invocación a la diosa no es más que un pretexto para seguir las
normas de la épica y que, realmente, no cree en lo que está invocando. Además, tiene un léxico
típicamente épico, formado por compuestos con términos griegos, porque no había ningún filósofo
latino antes de Lucrecio y el vocabulario como tal no existía. Dentro de este léxico encontramos
palabras como Aeneadum, frugiferentis, frondiferasque, armipotens, Memmiadae, circumfusa.
La vertiente didáctica tiene una función clara, como su nombre indica, y es la de enseñar. Se
podría decir que es la primera obra filosófica porque, a pesar de haber otras obras que pretenden la
docencia, es también la primera que habla de algo no tangible.
Lucrecio tiene precedentes tanto en Grecia como en Roma. Dentro de los helénicos se nos
presenta Hesíodo con la Teogonía y los Trabajos y días. El primer título corresponde a épica didáctica
porque, aunque no nos cuenta hazañas de héroes como tal, nos narra el inicio del mundo y de los
dioses, así como sus batallas; es épica didáctica porque sirve para que los griegos de la época
memorizasen una historia religiosa muy importante en su tiempo. En cambio, en los Trabajos y días,
Hesíodo da un toque mucho más didáctico al ser un tratado de agricultura escrito para que la gente
aprendiera a hacerlo. En la literatura latina tenemos los carmina de la época preliteraria, en los que se
nos dan consejos agrícolas por medio de refranes que la gente memorizaba y utilizaba para aprender
a cultivar los campos; podemos también hablar de Catón y su tratado de agricultura en el que dice
qué tiene que hacer el dueño del fundus para saber llevarlo correctamente.
Se dedica una gran parte del poema al elogio de Venus y se utilizan términos que tienen que ver
con la fertilidad, con el deseo, con el amor y el placer porque son los dones que se le atribuyen a la
diosa; se nombra también la paz y es en ese momento cuando se contrapone a la divinidad con su
amante, Marte, dios de la guerra.
Aun habiendo mencionado a dos dioses, el fragmento termina negando la religión y la existencia
de los dioses o, por lo menos, la utilidad que los hombres tienen para ellos y viceversa. Pero toda la
primera parte es un elogio a una diosa, esto se podría explicar por lo que se le atribuye a Venus y lo
que sigue en el poema. Lucrecio nos habla de la creación de la naturaleza y del origen de las cosas,
esa podría ser una razón para que cantara a la diosa de la fertilidad y de la época de siembra. Es una
alegoría del nacimiento de los seres vivos, que es posible gracias a un ente que primero llama “Venus”
y más tarde “naturaleza”, por lo que las asemeja dándonos a conocer la parte mítica y la parte
científica de lo mismo.
El héroe del poema no se nos presenta hasta el verso 66, en el que se nos habla de un griego

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que ya había luchado el primero contra los dioses, este griego es Epicuro. En esto se aleja también de
la épica, puesto que no nos habla de un héroe divino y todopoderoso, sino un héroe de la mente, de
la filosofía y el racionalismo; este héroe lucha contra los dioses en vez de rendirles pleitesía y por eso
es una imagen tan importante. Se nos habla de Epicuro como el primer hombre que abandonó la
creencia de los dioses y pasó a respetar lo “real”, lo científico y no lo divino. A partir de ahí empieza
una crítica feroz a la religión que concluye diciendo que queda a nuestros pies.
En el pasaje final de De rerum natura, Lucrecio nos habla de la peste que asedió Atenas; un
tema de candente actualidad por la situación que nos ha tocado vivir. Se habla de cómo afectaba la
enfermedad no solo a la salud física de los atenienses, sino también a la mental y al miedo y la desidia
colectivos que se apoderaron de la población. Quienes contraían la enfermedad se daban
directamente por muertos y eran repudiados por miedo al contagio, eso mismo (aunque más leve) es
lo que está pasando hoy en día con el tema del COVID-19, que una histeria colectiva se está
apoderando de la población y está nublando el raciocinio de la mayoría de personas.

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