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Cátedra: Deontología y Ética Profesional

Profesora: Zenaida Meneses


Alumnos: Adriano Allaix V-26.060.048; Estefania Uribe V-28.139.184

Análisis Crítico del Código de Ética del Licenciado en Administración

La profesión de Licenciado en Administración de Empresas puede ser conjunto a la


filosofía, contaduría, medicina y las matemáticas una de las ramas más antiguas del hombre
debido a que ese último al coexistir en sociedad configura sus conocimientos y recursos de
tal manera que se emprenda un negocio (propio o tercero) para no solamente la subsistencia
de un grupo familiar sino de todos los demás involucrados directa e indirectamente, como
por ejemplo lo son las panaderías, los comerciantes, los agricultores y en si todo aquello
donde se involucre un producto o servicio de forma rentable. Por tal motivo, al hablar sobre
el sentido ético de esta carrera universitaria es imposible no considerar en primera instancia
antes de abarcar el tema de interés que cualesquier que fueren las disposiciones prescritas
en un código jamás se debe olvidar la principal condición humana de “servir”; servir a los
demás, acudir a la ayuda oportuna de aquellos que requieran asistencia en las ciencias
administrativas con la meta de contribuir para y con la sociedad.
Ahora bien, en pleno desarrollo del siglo XXI y la galopante globalización a sus
andadas se necesita a fin de proporcionar un servicio reconocido y de talla mundial, que los
profesionales posean un ideal, así como su requerida ideología al instante de ejercer lo
aprendido, lo cual para efectos de este ensayo se traduce en el Código de Ética de los
Licenciados en Administración emitido en 1998 según la conformidad del numeral 2 del
artículo 27 de la Ley de Ejercicio de la Profesión de Licenciados en Administración cuyas
disposiciones generales contemplan en resumidas cuentas aquellas obligaciones, normas,
conceptos que los administradores deben adherirse durante el desempeño de sus actividades
tanto como en su vida pública y privada donde si ha de comportarse de forma contraria será
sujeto a las autoridades competentes.
Considerando lo previsto en el artículo 18 más precisamente que los licenciados
deben ser: “honestos, correctos, justos, íntegros y responsables, en las actuaciones frente al
público y en el contacto con sus colegas; siendo la fuerza moral que guía el proceder del
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gremio en todas sus esferas, conformando una conciencia de respeto hacia la institución
gremial, al trabajo, amor a la naturaleza…” Se argumenta que de acuerdo a los diversos
eventos suscitados ya durante más de 20 años por el régimen político actual se debe
precisamente recuperar o rescatar la consciencia, el respeto hacia las instituciones y la
dignificación del hombre contra un mal que ha azotado la moral social en Venezuela
denominado corrupción aunada a la desdichada practica de colocar los contactos (enchufes)
sobre los conocimientos y prestigios (meritocracia).
Por ende, como lo dice el numeral 3 del artículo 19, se amerita asegurar con mucho
recelo que: “su actuación este caracterizada por la seriedad, disciplina, conocimiento
profesional, cortesía, respeto a la dignidad humana y estricto cumplimiento de las leyes”.
Todo con el objeto de evitar la desmoralización deontológica del individuo y que pueda
intoxicar los valores inherentes de la sociedad con una imagen errónea de los profesionales
de la Administración. En este sentido, para precisamente fomentar una axiología pulcra que
esté orientada al éxito un administrador necesita funcionar y compaginar con los siguientes
valores: responsabilidad, preparación, imparcialidad, honestidad, contribución para el
mejoramiento y cumplimiento exacto de la Ley de Ejercicio (artículo 24); defendiendo
activamente a la Federación de Colegios de Licenciados en Administración y actuando bajo
las ordenes que éste le proporcione sin atender asuntos cuya presencia no fue solicitada.
Continuando con lo expuesto, cabe recalcar que nosotros los futuros administradores
sea nuestro ejercicio profesional dirigido hacia la docencia universitaria, relación bajo
dependencia o el libre ejercicio, jamás hemos de subyugarnos ante la inmoralidad, apatía,
subjetividad y lo más importante la mediocridad, cuya presencia se evidencia cada día mas
en los jóvenes estudiantes universitarios donde solamente les importa una nota en vez del
conocimiento que puedan adquirir y poner en práctica sus servicios, cuando en el mañana al
momento de ser administradores entonces solamente buscaran un salario sin aportar o
crecer más allá. Por ende, el código de ética también debe ser dirigido hacia los estudiantes
que optan por el título porque para que un árbol dé frutos y su tronco sea recto debe
sembrarse correctamente desde sus primeras etapas de crecimiento hasta la madurez.
Por otra parte, hemos de ser vigilantes de la legalidad de las operaciones mercantiles,
económicas o financieras que el cliente o patrón realice al poseer las aptitudes para
descifrar la procedencia de los fondos de manera discreta y atendiendo a los organismos

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competentes (artículo 66) a objeto de garantizar una comunidad local, nacional e
internacional sana. Sin embargo, de no ser el caso se amerita guardar el secreto profesional
relacionado al nombre de los clientes, patrón, datos, trabajo efectuado o circunstancias que
se tenga conocimiento como consecuencia del ejercicio de la profesión. A modo de punto
final ¿qué ocurre si se incumple con lo vislumbrado en el código? Pues, los artículos 90 y
91 son claros en ello donde se sancionará bajo lo establecido en la Ley de Ejercicio y se
suspenderá la colegiatura, pero más allá de ello queda la culpa y la vergüenza de haber
ofendido a esta profesión tan importante dentro de las empresas e instituciones al ser el
epicentro de las decisiones gerenciales.

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