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MONOPOLIO DE AGUARDIENTE Y

ALCOHOLISMO EN LOS ALTOS DE CHIAPAS

Un estudio “incómodo” de Julio de la Fuente

1
Introducción
Stephen E. Lewis
Universidad del Estado de California, Chico

El presente libro narra uno de los más enorgullecedores episodios en la historia del
incipiente indigenismo mexicano. Entre 1954 y 1955, el conocido educador y antropólogo
Julio de la Fuente estuvo a cargo de un proyecto de investigación en torno a los efectos
sociales y económicos de la industria del alcohol en Chiapas. Este grupo de
investigadores, conocido como la Comisión para el Estudio del Problema del Alcoholismo
en Chiapas, fue creado por el Instituto Nacional Indigenista y el gobierno estatal
chiapaneco después de una serie de confrontaciones entre indigenistas del Centro
Coordinador Indigenista Tzeltal-Tzotzil y agentes de la productora de alcohol estatal, un
monopolio ilegal liderado por los hermanos Hernán y Moctezuma Pedrero Argüello. La
Comisión fue supuestamente creada para estudiar los efectos del alcohol en sus víctimas,
la mayor parte de las cuales eran indígenas. Sin embargo, bajo el liderazgo del Profesor
De la Fuente, el monopolio se convirtió en el foco principal de las investigaciones.

El INI abrió su Centro Coordinador piloto en los Altos de Chiapas en 1951, muy poco
después de que los Pedrero consolidaran su monopolio. Para principios de la década de
los cincuenta los precios del alcohol “oficial” chiapaneco producido por el monopolio
habían ido aumentando mientras que su calidad había disminuido. En respuesta, las
comunidades mayas tzeltales y tzotziles comenzaron a favorecer la producción
clandestina de aguardiente. Por su parte y con el objeto de proteger sus intereses, el
monopolio comenzó a organizar abusivas redadas de decomisos en las comunidades de
los Altos donde el INI había comenzado su trabajo; el Instituto se opuso a estas
incursiones y se le acusó de “solapar” el clandestinaje. El reporte de la Comisión, el cual
se presenta en este libro en un formato abreviado, es un fascinante documento histórico y
etnográfico; la información contenida en éste eventualmente forzó a los protagonistas a
entrar en negociaciones y el resultado de dicho enfrentamiento sentó las bases para las
futuras relaciones entre el INI, el gobierno chiapaneco y las comunidades tzeltales y
tzotziles de los Altos.

2
El autor principal, Julio de la Fuente.

Julio de la Fuente nació, quizá apropiadamente, en San Lorenzo de los Negros (ahora
Yanga), un pueblo fundado por esclavos prófugos del estado de Veracruz. Desde joven,
De la Fuente dejó claras sus simpatías por los desamparados y se vio atraído por las
rebeliones y conflictos de clase. A principios de las década de los veinte se involucró con
el movimiento inquilinario en Veracruz, dirigiendo e ilustrando su boletín. Posteriormente
viajó a la Ciudad de México para estudiar Ciencias Químicas en la Universidad Nacional
de México, pero dejó la carrera en 1926 y aceptó trabajo en una fábrica. En 1928 se mudó
a la ciudad de Nueva York, donde se unió a una liga antiimperialista y se desempeñó
como ilustrador, pintor y traductor. La Gran Depresión lo llevó de regreso a Veracruz,
donde se convirtió en un maestro rural y trabajó con la Liga de Comunidades Agrarias, lo
cual representó su primer contacto sostenido con comunidades campesinas. En 1935
ayudó a fundar y dirigir la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), aunque el
hecho de que los pintores “revolucionarios” no tuvieran la preparación política y teórica
necesaria le generaba preocupación. En 1937, De la Fuente perdió un ojo en un
accidente de tráfico y, a partir de entonces, su trabajo dejó atrás el arte y el activismo
social para centrarse en el análisis social.1

El interés de De la Fuente por el campo de la antropología nació de su experiencia como


maestro rural. En 1939 Alfonso Caso lo invitó a trabajar para el Instituto Nacional de
Antropología y no pasó mucho tiempo antes de que De la Fuente se encontrara
colaborando con el antropólogo funcional británico Bronislaw Malinowski en su estudio
sobre los mercados oaxaqueños. A principios de la década de los cuarenta, De la Fuente
estudió con Malinowski en Yale, Miguel Othón de Mendizábal en el Instituto Politécnico
Nacional y Sol Tax y Robert Redfield en la Universidad de Chicago. En 1949 publicó su
estudio seminal, Yalalag: Una villa zapoteca serrana, el cual continúa siendo un texto

1 Félix Báez-Jorge, “Introducción,” en Pensamiento antropológico e indigenista de Julio de la Fuente


(México: Instituto Nacional Indigenista, 1980), 9-17; en la misma colección, véase Gonzalo Aguirre Beltrán,
“Julio de la Fuente: Antropólogo e indigenista,” 23-4. Sobre el movimiento inquilinario en Veracruz, véase
Andrew Grant Wood, Revolution in the Street: Women, Workers, and Urban Protest in Veracruz, 1870-1927
(Wilmington: Scholarly Resources Inc., 2002 [2001]).
3
fundamental en el campo de la antropología mexicana.2 En 1951 aceptó un puesto en el
INI, en 1952 dirigió el Centro Coordinador piloto en San Cristóbal y, un año más tarde,
comenzó a trabajar para la Jefatura de la Comisión Técnica Consultiva del INI en la
Cuidad de México. Su trabajo con la Comisión para el Estudio del Problema del
Alcoholismo en Chiapas comenzó a finales de la primavera de 1954.3

De la Fuente era conocido por su lealtad, combatividad y gran integridad. Al igual que con
muchos otros pensadores mexicanos de la época, sus convicciones nacionalistas y
antiimperialistas contenían una fuerte dosis de marxismo. Ricardo Pozas, quien a pesar
de tener varios desacuerdos profesionales con De la Fuente nunca perdió el respeto por
su colega, se refería a él como un “proletario de la ciencia.”4 La mayor parte del trabajo
antropológico de De la Fuente se centraba en las relaciones interétnicas y cambios
sociales en comunidades indígenas.5 También era un apasionado defensor de la
educación bilingüe, convencido de que la mejor manera de enseñar el español a los
indígenas mexicanos era alfabetizándolos primero en su lengua materna. 6 Mucho antes
de que el INI se convirtiera en el blanco popular de acusaciones de imperialismo cultural y
paternalismo, De la Fuente criticó la teoría de la “incorporación” como un proyecto
inherentemente colonialista y se preguntó por qué es que los indígenas mexicanos
habrían de seguir los dictados de aquellos que no eran indios.

En 1980, para conmemorar el décimo aniversario de su muerte, el INI publicó una


importante antología de ensayos en su honor. Agustín Romano, quien dirigiera el Centro
Coordinador en los Altos de Chiapas cuando la Comisión llevó a cabo su estudio (1954-
55), observó que la actitud directa y combativa de De la Fuente probablemente dañó su
carrera y afectó su legado:

2 Julio de la Fuente, Yalalag: Una villa zapoteca serrana (México: Instituto Nacional de Antropología e
Historia, 1949).
3 Aguirre Beltrán, “Julio de la Fuente,” 25-27.
4 Báez-Jorge, “Introducción,” 13.
5 Véase, por ejemplo, Julio de la Fuente, Relaciones interétnicas (México: INI, 1965).
6 Véase varios capítulos en Julio de la Fuente, Educación, antropología y desarrollo de la comunidad

(México: INI, 1964).


4
Su rebeldía e inconformidad contra la superficialidad, la demagogia y la improvisación, no
le permitió seguramente pese a ser reconocido como uno de los más destacados
antropólogos mexicanos, alcanzar cargos de mayor significación que los que se le
concedieron como premio de consolación a sus innegables méritos ni, tampoco, lograr
una más amplia difusión de su pensamiento.7

Esta sagaz observación también explica el énfasis y tono del reporte de la Comisión, cuya
postura es tan categórica y analíticamente astuta como su autor principal. Pretendiendo
estudiar el alcoholismo indígena en Chiapas, la comisión liderada por De la Fuente
investigó y redactó una mordaz condena del monopolio de alcohol de los Pedrero
Argüello, revelando la complicidad del gobierno chiapaneco en el proceso. El carácter por
demás explosivo del reporte final llevó a que el gobierno chiapaneco retirara su apoyo a la
Comisión y bloqueara la publicación del informe. De la Fuente debe haber esperado
semejantes consecuencias, pero su integridad y sentido de la justicia le llevaron a
presentar sus hallazgos de todas formas. Desde su punto de vista, el monopolio (de por sí
abusivo e ilegal) tenía que ser disuelto y no había soluciones intermedias.

El contexto histórico.

La investigación cuyos resultados se presentaron en el reporte de la Comisión se llevó a


cabo durante un periodo de seis meses y, como reconoció el mismo De la Fuente, las
limitaciones temporales impidieron que los investigadores averiguaran la historia del
surgimiento del monopolio de los Pedrero. Las siguientes páginas buscan esclarecer
dicho proceso a través de documentos localizados en el Archivo General de la Nación.
Estos narran cómo fue que, para finales de la década de los treinta, los rematantes y los
productores de alcohol habían eliminado a la competencia y forjado monopolios
regionales, irónicamente durante una etapa en la cual las autoridades federales y
estatales habían lanzado una campaña para limitar la producción y consumo del alcohol.
Para la década de los cuarenta, los monopolios de alcohol regionales en Chiapas habían

7Agustín Romano Delgado, “Julio de la Fuente, el hombre y el antropólogo,” en Pensamiento antropológico


e indigenista de Julio de la Fuente, 31.
5
comenzado a corromper a los gobiernos locales. Aquellos que tenían el valor de
denunciarlos vivían aterrados.

En un estado con muy poca industria, la producción y distribución chiapaneca del alcohol
hacía mucho se habían convertido en uno de los intereses principales entre los
poderosos, además de una fuente importante de impuestos para los gobiernos locales.
Las políticas sociales posrevolucionarias, sin embargo, requerían la promoción de
campañas en contra del alcohol. En Chiapas, estas campañas estaban a cargo de la
Secretaría de Educación Pública (SEP). Comenzando en 1929, escuelas, sindicatos y
otras organizaciones afiliadas al gobierno federal se dedicaron a promover los deportes y
alabar la sobriedad a través de obras de arte en espacios públicos y teatros. También se
crearon ligas de mujeres en contra del consumo de alcohol. Se esperaba que los
maestros dedicaran una hora semanal a exponer los riesgos de la bebida y que
organizaran “conferencias culturales” públicas semanales que incluyeran obras de teatro y
charlas condenando el alcoholismo. Pero estos esfuerzos de base resultaron esporádicos
y por lo general insuficientes en un estado donde los ciudadanos más prominentes y el
gobierno mismo se beneficiaban directamente de la venta de alcohol y la mayor parte de
las autoridades municipales complementaban sus salarios produciendo o vendiendo
bebidas alcohólicas. Poco después de haber inaugurado la campaña nacional de
sobriedad a principios de 1929, el presidente Emilio Portes Gil recibió una carta de un
miembro del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en San Cristóbal, quien atestiguaba
la distancia geográfica (y quizá también política y programática), entre esta localidad y la
Ciudad de México: “Desgraciadamente en los lugares alejados del centro, todo se
convierte en lirismo y soflamerías,” escribió. “Al pobre indio se le persigue por ebriedad,
que es inofensiva, en cambio la burguesía goza de privilegios y se emborracha día y
noche en los lugares más céntricos de la población, sin que la policía los moleste para
nada, mientras que ellos molestan con sus escándalos a todo el público y alarman a la
sociedad con sus balaceras.”8 De acuerdo con este informante, el presidente municipal de
San Cristóbal, Mariano Bermúdez, era el destilador principal del pueblo: “Tiene tres

8Archivo General de la Nación (de aquí en adelante AGN), Portes Gil, Chiapas, Gob. del Estado, 3/699,
Leg. 3, de Manuel Maldonado al Pres. Emilio Portes Gil, Palacio Nacional, México, D.F., San Cristóbal de
Las Casas, 18 de mayo de 1929.
6
fábricas y dieciocho expendios ubicados en las principales arterias del lugar, y al frente de
cada expendio una querida, por ser un consumado sátiro.” Siguiendo las órdenes de
Bermúdez mismo, la policía local arrestaba a los indígenas que se emborrachaban en
estos expendios y les hacía pagar multas, convirtiendo las virtuosas proclamas impresas
del presidente municipal en una verdadera farsa.9

El presidente Lázaro Cárdenas (1934-40) hizo de la sobriedad parte de su agenda social,


particularmente en el caso de pueblos indígenas y áreas rurales. Muy pronto, la SEP
estaba negociando con gobernadores estatales en un intento por prohibir la venta de
alcohol en comunidades indígenas y ejidos, campos petroleros y mineros, y a lo largo de
vías de ferrocarril. El gobernador Victórico Grajales (1932-36) pasó estas leyes a
regañadientes, pero fueron pocos los inspectores y funcionarios de la SEP que se dejaron
engañar por su “palabrería y simple bluff.”10 Aunque el gobernador cardenista Efraín
Gutiérrez (1936-40) introdujo varios aspectos del indigenismo federal a Chiapas,
incluyendo la campaña por la sobriedad, la evidencia sugiere que los rematantes de
impuestos sobre el alcohol, al igual que sus productores y distribuidores, tuvieron
enfrentamientos públicos en sus intentos por asumir el control de esta lucrativa industria.

Hernán y Moctezuma Pedrero aparecen por primera vez en documentos históricos


durante la administración de Gutiérrez. En 1938 la oficina de la presidencia comenzó a
recibir reportes ominosos sobre el monopolio de alcohol que se estaba consolidando en la
parte sur de Chiapas. Moctezuma Pedrero, de hecho, no sólo estaba produciendo y
distribuyendo alcohol: también era el principal recaudador de impuestos sobre el alcohol
en los Altos centrales y en la región de Comitán, cerca de la frontera con Guatemala. Ese
mismo año, empleados supuestamente borrachos de Pedrero iniciaron un par de
balaceras en el pueblo de Las Margaritas. Se reporta que sólo la intervención de las
tropas federales pudo prevenir muertes accidentales. También en ese año, un guardia de
aduanas fue muerto por los pistoleros de un monopolio de alcohol no especificado,

9Ibid.
10Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública (de aquí en adelante AHSEP), Dirección de
Educación Rural, Caja 1375 (236), Exp. 29, Fo. 26, del Jefe de la Misión Miguel Espinosa y otros, al
Secretario de Educación Pública, Depto. de Enseñanza Agrícola y Normal Rural en México, D.F., Ocosingo,
29 de mayo de 1935.
7
aunque probablemente se trataba de aquel liderado por Moctezuma Pedrero y Jaime
Coello.11 Varias fuentes alegan que, en 1940, el gobernador Gutiérrez recibió sobornos
por parte del monopolio dirigido por Coello y los Pedrero. Una de estas fuentes calculó
que el monopolio generaba más de un millón de pesos anuales y controlaba la mitad del
estado. “Esto no es chisme político y mala boluntad,” escribe un informante. “Mande usted
un investigador de incógnito que esté aquí varios días y pronto lo averiguará porque todo
el mundo lo sabe.”12

En 1940, Coello y los Pedrero construyeron una de las más grandes destiladoras
chiapanecas en la finca de Cacaté, cerca de los pueblos indígenas de Chamula,
Larráinzar, Zinacantán, Bochil y Jitotol. Esto constituía una clara violación de la ley
autorizada por Gutiérrez en 1937, la cual prohibía la producción y venta de alcohol cerca
de localidades indígenas y colonias agrarias.13 Sin embargo, ya que tanto el gobernador
como los inspectores y los directores de las oficinas federales de Hacienda habían sido
supuestamente sobornados por el monopolio, Coello y los Pedrero recibían avisos
anticipados cuando los inspectores visitaban el lugar. “Cuando la Secretaría de Hacienda
u otra autoridad superior ordena una visita, inmediatamente dan aviso este negocio y
desaparecen los equipos de fábricas o se preparan a recibir la visita para por medio de
dinero los inspectores den un informe satisfactorio,” escribió un informante quien también
sostenía que la visita del presidente a Chiapas en la primavera de 1940 “de nada sirvió…
para este pobre grupo de degenerados de Cacaté.”14

Mientras tanto, nuevos monopolios regionales estaban surgiendo en otras partes de


Chiapas y eliminando a sus competidores. Aparentemente, en el Soconusco y Comitán,
un español, un chino y un mexicano recibieron los derechos exclusivos sobre la venta del
aguardiente y el ron regional conocido como “comiteco” a principios de la administración
de Gutiérrez. De acuerdo con aquellos que “arriesgaron sus vidas” al denunciar dicho
arreglo, el precio del aguardiente de caña había subido de 3 a 20 pesos por garrafón

11 AGN, Cárdenas, 564.3/25, de Vicente Alvardo to Presidente, Comitán, 3 de diciembre de 1938; y del
Sindicato de Trabajadores de la Sría de Hacienda y Crédito Público, México, DF, 29 de diciembre de 1938.
12 AGN, Cárdenas, 564.3/25, anónimo al Presidente, abril de 1940.
13 AGN, Cárdenas, 553/47, Circular Núm. 4, del Gobernador Gutiérrez al C. Pres. Municipal, Tuxtla, 1 de

febrero de 1937.
14 AGN, Cárdenas, 553/47, anónimo al Presidente, abril de 1940.

8
durante el gobierno de Gutiérrez, mientras que el comiteco se había incrementado de 10 a
35 pesos. Los dueños de los monopolios invirtieron sus ganancias en fincas bananeras,
granjas y más fábricas de aguardiente. Para empeorar las cosas, el aguardiente que
vendían incluía químicos adicionales utilizados para incrementar la producción, “con
graves y tenebrosos resultados para los humildes consumidores de la clase más humilde
y pobre de nuestro pueblo.”15 No eran pocos los ricos y ambiciosos que, contando con
conexiones, intentaban incorporarse a este lucrativo negocio. En junio de 1941 el
presidente Manuel Ávila Camacho recibió una carta de parte del coronel Daniel Córdoba,
quien sostenía haber sido uno de los legendarios Dorados de Pancho Villa. Córdoba
condenaba a los presentes dueños de los monopolios y los describía como extranjeros,
“personas que en nada nos ayudaron en la campaña electoral, y no partidarios del
Régimen actual.” Enfatizaba sus credenciales “Ávilacamachistas,” recordaba al presidente
que ya habían hablado en privado y pedía que se le concedieran los derechos de
producción y distribución de aguardiente bajo las mismas condiciones que habían sido
otorgadas a los monopolios durante el gobierno de Gutiérrez. 16 Juan M. Esponda, el
nuevo secretario general del gobernador chiapaneco, respondió con consumada
hipocresía a la demanda de Córdoba, indicando al secretario privado de Ávila Camacho
que “explicamos al señor Córdoba que no había motivo legal para proceder así porque
violaríamos la libertad de comercio y autorizaríamos el establecimiento de un monpolio,
algo que condenan nuestras Leyes.” Esponda, quien se convirtió en gobernador en 1944,
no sólo negó implícitamente que existieran monopolios regionales de alcohol en el
Soconusco, Comitán y otras partes de Chiapas, también aseguró que si se llevaban a
cabo alteraciones en el status quo esto daría lugar a la formación de monopolios.17

Denunciar a los monopolios de alcohol en Chiapas era un asunto peligroso. En mayo de


1942, un valiente tendero de Simojovel llamado Julio Santiago escribió a Ávila Camacho
con información detallada sobre el funcionamiento interno del monopolio de Moctezuma
Pedrero en los Altos centrales. Pedrero, quien aún era el rematante, también era dueño

15 AGN, Ávila Camacho, 553/7, de Carlos Sánchez al Presidente, Tapachula, 5 de enero de 1941.
16 AGN, Ávila Camacho, 553/40, del Coronel Daniel Córdoba C., Jefe Nato de los Dorados en Chiapas, al
Srio. Particular Jesús González Gallo, México, DF, 19 de junio de 1940.
17 AGN, Ávila Camacho, 553/40, del Sec. General de Gobierno Juan M. Esponda al Srio. Particular del

Presidente Jesús González Gallo, Tuxtla, 5 de agosto de 1941.


9
de dos destilerías locales de aguardiente, una en el pueblo de Bochil y la otra en su
rancho, Cucalvitz. Los tenderos locales se veían obligados a comprar su aguardiente y,
como relataba Santiago, Pedrero nunca entregaba recibos a sus compradores. También
les indicaba que no debían pagar el timbre, o impuesto federal sobre el alcohol, ya que,
como rematante regional, él tenía un “arreglo” con las autoridades federales. En la
superficie esta política parecía beneficiar a los compradores, pero de hecho permitía que
Pedrero tuviera control total sobre ellos. Si se atrevían a comprarle aguardiente a algún
otro proveedor, lo único que tenía que hacer Pedrero era mandar inspectores federales de
Hacienda a sus establecimientos; estos requerirían los recibos de venta y pago de
impuestos y acabarían por confiscar el aguardiente. De acuerdo con Santiago, el
inspector de timbre Roberto Méndez Verduzco viajaba en compañía de dos empleados
armados de Pedrero y usaba una Chevrolet perteneciente a éste, mientras que el director
de la Oficina Federal de Hacienda en San Cristóbal era un “maniquí” de Pedrero. De
hecho, el aguardiente de Santiago había sido confiscado por empleados de Méndez y
Pedrero. Refiriéndose a Pedrero como “el Dios del aguardiente en esta región” y “el
primer defraudador de los intereses de la Nación,” Santiago cerraba su misiva con una
pregunta abierta al presidente:

Si nosotros que nos encontramos en una población de importancia como es Simojovel, se


nos atropella con semejantes actos ¿qué no se hará a los pobres que se encuentran
recluidos en sus fincas, solitarios sin más esperanza que Dios y expuestos al arbitrio de
los pistoleros del Señor Moctezuma Pedrero?18

Varios otros denunciantes llegaron a pedir a los presidentes Miguel Alemán o Adolfo Ruiz
Cortines que mandasen un equipo de investigación a Chiapas y forzaran la disolución de
los monopolios. Sin embargo, cuando el mando presidencial pedía la intervención del
estado chiapaneco, los denunciantes retiraban sus cargos. En 1953 varias personas de
Las Margaritas denunciaron al monopolio de Pedrero y pidieron una audiencia con Ruiz
Cortines. Sin embargo, tan pronto como el secretario privado del presidente refirió el
asunto a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, los denunciantes declararon que
enemigos desconocidos habían buscado incriminarlos: ellos nunca habían mandado la

18 AGN, Ávila Camacho, 553/63, de Julio Santiago al Presidente, Simojovel, 26 de mayo de 1942.
10
carta, nunca habían pedido audiencia con el presidente y sus firmas habían sido
falsificadas.19 Tres meses después, Ernesto Medina Gómez, un mecánico de 69 años
residente en Tuxtla, escribió una petición al presidente e incluyó recortes de periódico que
ilustraban el vasto alcance del monopolio. El secretario del presidente refirió el caso al
gobernador Efraín Aranda Osorio (1952-56) y, al poco tiempo, Medina se vio a sí mismo
en la oficina del procurador del estado, donde se le mostró una copia de la carta que
había enviado al presidente el 3 de mayo. En una misiva dirigida a la oficina del
presidente, Octavio H. Serrano, el secretario general del estado, constató que Medina
“manifestó que no reconoce ni el contenido de la carta o escrito que fue dirigido al C.
Presidente de la República ni menos la firma que calza dicho escrito por no haberlo hecho
ni haber tomado ninguna intervención en este asunto.” De acuerdo con Serrano, el
mecánico sospechaba “que lo haya hecho algún despechado o enemigo gratuito que
tomó su firma con el fin de eludir alguna responsabilidad, ya que el declarante tiene un
alto concepto de las Autoridades del estado que le merecen todo respeto por la labor que
vienen desarrollando.”20

Un tercer caso ilustra el clima de terror que se vivía en Chiapas y corrobora que ninguna
institución estatal había escapado la corrupta influencia del monopolio. En octubre de
1953, Evandro Ruiz de Comitán escribió que el gobernador, los tesoreros federales y
todos los inspectores habían recibido sobornos por parte de los Pedrero. Adicionalmente,
el monopolio había comenzado a sembrar caña en el sistema de drenaje del Río Blanco
(cerca de Venustiano Carranza) y estaba causando la “ruina absoluta” de municipios
cañeros como Las Margaritas. Ruiz, quien se describía a sí mismo como “un hombre
honrado, un ciudadano que no aguanta más y arriesgando caer bajo las balas de los
pistoleros de estos canallas, NO TIENE MIEDO Y LE DICE LA VERDAD,” sostenía que la
administración del gobernador Aranda Osorio estaba involucrada con el monopolio al igual
que lo había estado aquella de Francisco Grajales (1948-52).21 La oficina presidencial no
remitió la carta a las autoridades estatales; sin embargo, Ruiz se vio presa del pánico

19 AGN, Ruiz Cortines, 553/12, de Rubén Morales Trujillo, Matilde Mora de Cordero y Emilio Tovar al
Presidente, Las Margaritas, marzo de 1953.
20 Ibid., del Srio. General del Gobierno Octavio H. Serrano al Oficial Mayor de la Presidencia Luis García

Larrañaga, Tuxtla, 12 de agosto de 1953.


21 AGN, Ruiz Cortines, 553/12, de Evandro Ruiz al Presidente, Comitán, 6 de octubre de 1953.

11
cuando recibió noticia de que la carta se había remitido a la Secretaría de Gobernación.
Rápidamente envió una carta dirigida tanto a la presidencia como al Ministro del Interior
sosteniendo “que no he dirigido al Señor Presidente de la República ni a ninguna
Dependencia del Ejecutivo escrito de NINGÚN GÉNERO.” Al igual que los otros
denunciantes, alegó que su nombre había sido utilizado para ocultar la identidad del
verdadero autor.22

Si bien aquellos que denunciaban al monopolio se sentían posteriormente obligados a


retractarse, otros ciudadanos encontraron maneras más sutiles e indirectas de registrar
sus quejas. Muchos pedían que el presidente les brindara apoyo moral y material para
establecer comités locales o campañas en contra del alcohol. Docenas de Ligas
Femeniles simplemente se limitaban a solicitar que el gobierno cerrara los “centros de
vicio” locales. Los comités ejidales hacían lo mismo, argumentando que no tenía sentido
que el gobierno mantuviera los ejidos si los ejidatarios estaban tan borrachos que no eran
capaces de llevar a cabo actividades productivas.23 Muchas de estas cartas venían de
Comitán y Las Margaritas, al sur de Chiapas. La primera era una pequeña ciudad
comercial donde se producía el nacionalmente famoso ron comiteco, la segunda un centro
de producción cañera. Otra táctica más cuidadosa era la de pedir que se iniciaran
campañas en contra del alcohol y condenar la baja calidad del aguardiente “oficial” sin
mencionar a los Pedrero por su nombre. Como escribió Adolfo Gamboa Altúzar desde
Comitán en noviembre de 1954, “el Alcóhol que se está elaborando por esta Región es a
base de sustancias químicas que está degenerando la raza y envenenando la humanidad,
por lo que hay que combatir por todos los medios este… destructor de hogares
conyugales.”24

La consolidación del monopolio de alcohol Pedrero.

Mientras que es cierto que los gobernadores chiapanecos de las décadas de los treinta y
cuarenta no tenían ni el interés ni los recursos para implementar las leyes estatales sobre

22 Ibid., 23 de octubre de 1953. Énfasis en el documento original.


23 AGN, Ruiz Cortines, 553/15, varios de 1953.
24 AGN, Ruiz Cortines, 553/6, de Adolfo Gamboa Altuzar al Presidente, Comitán, 22 de noviembre de 1954.

12
el consumo y producción de alcohol, la administración del general Francisco J. Grajales
(1948-52) se mostró más dispuesta que ninguna otra a mantener una asociación abierta
con los productores y sus intereses. El fraude organizado por el bando de Grajales
durante el plebiscito del PRI y las elecciones generales de 1948 es uno de tantos
episodios en la historia electoral del sureste mexicano. El gobernador interino César Lara
canalizó dinero a la campaña de Grajales y utilizó a la policía local para amedrentar a sus
opositores. Los representantes de la legislatura local, los presidentes municipales y las
autoridades agrarias se vieron obligados a instrumentar la victoria de Grajales. A los
sacerdotes se les exigió condenar a los opositores como “comunistas.” De acuerdo con
varios observadores, la facción de Grajales trasladó gente desde el istmo de Tehuantepec
en Oaxaca para que votaran por el ex-general en Chiapas. Las casillas electorales
sirvieron raudales de aguardiente. De acuerdo con un informante, “la población
indígena…fue llevada no sólo ignorando el acto a que concurrían, sino por la fuerza y a
manadas, arreados por hombres montados y armados a votar por el General Grajales." 25

Una vez electo, Grajales colmó de favores a sus seguidores y, entre ellos, a Coello y los
Pedrero. La limitada experiencia política de Grajales, su nepotismo, corrupción e intentos
por controlar a la prensa le hicieron famoso. Un crítico escribió al presidente Alemán, Si el
caído gobernador Esponda mereció la crítica dura del pueblo por su despotismo y
manejabilidad del aperfumado marioneta Efraín Aranda Osorio, el Sr. Gral. Grajales
merece la condenación popular unánime por su vacuidad, sus bufonas mesas redondas
que son meras tomadas de pelo… sus escasas visiones para nombrar colaboradores
honestos y responsables ante el pueblo…y el tráfico escandaloso con los monopolios de
aguardiente, del azúcar, del maíz y todos los artículos necesarios que consume la clase
humilde del pueblo.... El liderismo y la incapacidad gubernamental constituyen la
gangrena que corroe y tiene paralizada casi la vida de Chiapas.26

25 AGN, Alemán, 544.2/65, Atropellos gobierno del estado, varios, incluso del Lic. Julio Serrano Castro al
Sec. Part. de la Presidencia Rogelio de la Selva, 27 de mayo de 1948; también 544.2/6-C.
26 AGN, Alemán, 544.2/65, Atropellos gobierno del estado, de Rosendo Esquinca Catelazo H. al Presidente,

Tuxtla, 3 de abril de 1949; véase también Sarelly Martínez Mendoza, La prensa maniatada: el periodismo en
Chiapas de 1827 a 1958 (México: Fundación Manuel Buendía, A.C., 2004), 375-76.
13
En 1949 la administración de Grajales suprimió el sistema regional de recaudación de
impuestos. Con esto abrió el camino al control fiscal de un monopolio a nivel estatal.
Grajales también aprobó una restrictiva ley sobre el alcohol que otorgaba derechos casi
exclusivos a ciertos productores y distribuidores, en parte a través de la revocación de
una ley previa que permitía la venta de alcohol a mayordomos indígenas. 27 Unos días
después Coello y los Pedrero inauguraron “Aguardientes de Chiapas.” Fue entonces que,
por razones desconocidas, Coello dejó de participar en el negocio y el monopolio quedó
en manos de los dos hermanos.

El reporte de De la Fuente detalla cómo fue que, durante el gobierno de Grajales, los
Pedrero eliminaron a la competencia restante (véase páginas ).28 Para 1954,
Aguardientes de Chiapas era dueño de cada una de las cinco destilerías de aguardiente
legales en el estado, controlaba 27 de las 33 bodegas de distribución de alcohol y
aguardiente en el estado, tenía el control indirecto de las restantes seis, y poseía o
indirectamente controlaba todas y cada una de las 915 cantinas legales en el estado, ya
que se había convertido en el único productor y distribuidor en Chiapas (véase el cuadro
50, “Chiapas: Desarrollo del monopolio aguardentero de 1948 a 1954,” p. ????). 29 Como
menciona el reporte de la Comisión, cada paso del monopolio de los Pedrero había tenido
enormes consecuencias económicas y sociales para los miles de cañeros, destiladores,
distribuidores, vendedores y consumidores de alcohol en el estado.30

El número de productoras clandestinas en las comunidades de los Altos se incrementó en


respuesta al alza de los precios oficiales establecidos por el monopolio. El clandestinaje
era particularmente difícil de suprimir porque no se requería de mucho para practicarlo.

27 Diario Oficial, 26 de enero de 1949; "Monopolio" en Julio de la Fuente, coord., Comisión del estudio del
problema del alcoholismo en Chiapas. INI, 1954 (estudio no publicado) Vol. 1, Cap. 2, 72-76.
28 Para un síntesis del reporte de la Comisión, véase Stephen E. Lewis, “La guerra del posh, 1951-1954: Un

conflicto decisivo entre el Instituto Nacional Indigenista, el monopolio del alcohol y el gobierno del estado de
Chiapas,” en Mesoamérica 46 (enero-diciembre de 2004): 111-134.
29 "Distribución,” Cap. 1, 33, 36-37; "Monopolio,” Cap. 2, 16, 73-79, 94, 102; y "Resumen de las
conclusiones y recomendaciones" en De la Fuente, coord.
30 "Entrevista con el señor Rafael García (Presidente, Comité Directivo, Asociación Nacional de

Cosecheros)," en Anexos, 4, 8; "Plática con los directivos de la Asociación Regional de Cañeros de Comitán
y Margaritas," en Anexos, 4, 11, 115-116; "Funcionamiento de la Asociación de Cañeros de Villa de las
Margaritas," en Anexos, 4, 13; y "Resumen de las conclusiones y recomendaciones," en De la Fuente,
coord., Vol. 3, 4.
14
Como el mismo Moctezuma Pedrero reconoció ante la Comisión durante una entrevista
(véase página (Anexos 12)), el interesado podía adquirir un tambo de hierro por menos de
50 pesos, un serpentín flexible por 20 y una olla de barra por otros pocos pesos. Los
proyectos de construcción de caminos en los Altos y la expansión de la industria del
transporte, ambos promovidos por el INI, dejaban a su paso grandes contenedores y
barriles que los clandestinos utilizaban para hacer sus preparaciones caseras. Ni los
tzeltales ni los tzotziles consideraban la producción clandestina como un acto criminal.
Todo lo contrario: se creía que los contrabandistas brindaban un útil servicio público y
algunas comunidades los consideraban héroes. Proveían un producto socialmente
necesario de alta calidad por aproximadamente la mitad del costo del aguardiente del
monopolio y al hacerlo se arriesgaban a sufrir las represalias de los productores que
gozaban del apoyo estatal. Y cuando los clandestinos emboscaban a agentes estatales
de Inspección Fiscal y de Alcoholes, “los indígenas de los parajes” parecían mostrar “gran
solidaridad con los asaltantes por cuanto que no los denuncian o las averiguaciones que
se hacen no conducen a descubrirlos.”31

El alcohol y su significado en los Altos de Chiapas.

El apartado de “Aspectos sociales,” un evidente producto de De la Fuente, es una de las


más completas y útiles secciones en el estudio de la Comisión. Ahí se describe el papel
del alcohol y, en particular, el aguardiente, en la vida secular y religiosa de los tzotziles y
tzeltales no protestantes. El “posh,” como se le conoce en los Altos indígenas, ha sido
producido en la región desde la conquista y reemplazó a la chicha como la bebida ritual
para todo tipo de ocasiones, desde audiencias hasta arreglos matrimoniales. Formaba
parte de todos los momentos ceremoniales del ciclo de vida, comenzando por el
nacimiento y el bautismo. A las parteras se les pagaba con comida y aguardiente mientras
que los padres celebraban el nacimiento de su hijo con vastas cantidades de la bebida.
Cuando el niño se acercaba a la adolescencia, el posh jugaba un papel central en los
complejos rituales de noviazgo. Se esperaba que, habiendo aceptado regalos de
aguardiente por parte del pretendiente o sus representantes, los padres de la chica
accedieran a entregar la mano de su hija. Al final de la vida, el aguardiente y la chicha

31 "Entrevista con el Sr. Moctezuma Pedrero," en Anexos, IV: 144; y De la Fuente, coord., Cap. 3, 30, 65.
15
estaban presentes durante velorios, procesiones funerales y entierros, en parte para
aliviar tensiones. A los difuntos comúnmente se les enterraba con bebidas alcohólicas.32

La palabra “posh” también significa “medicina” en tzotzil, y la bebida era adicionalmente


utilizada en la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades. Los chamanes
solían verter aguardiente sobre sus pacientes o sobre rocas calientes para exponer al
paciente a los vapores. También lo utilizaban para entrar en trance y averiguar las causas
de una determinada enfermedad. Los boticarios ladinos de San Cristóbal y otros
emprendedores practicantes de la medicina occidental también hacían amplio uso del
aguardiente y el alcohol desnaturalizado.33 De hecho, inducían a su venta y consumo al
preparar bebidas mixtas a las que atribuían poderes curativos. Por ejemplo, el aceite
guapo (o aceite de San Serapio) se recetaba como analgésico y tenía la ventaja añadida
de que supuestamente facilitaba la adquisición del castellano.34

En resumen, el aguardiente era un componente integral de la vida secular y religiosa de


los mayas tzeltales y tzotziles. Era un componente ubicuo en trabajo y los momentos de
esparcimiento, las celebraciones familiares y comunitarias, eventos políticos y religiosos,
momentos de salud y enfermedad. Servía para calentar el cuerpo durante las frías
mañanas en el monte, rompía con la monotonía y disminuía los dolores de una vida dura.
La importancia cultural y económica del aguardiente en los Altos de Chiapas era tal que
cualquier intento por limitar su producción y distribución habría tenido serias
consecuencias sociales, además de fomentar la producción clandestina.35

El consumo excesivo de alcohol tiene, por supuesto, sus serias desventajas. Como
señalaba De la Fuente, otros antropólogos habían reportado casos de niños de no más de
siete años tirados en las calles o plazas, tan borrachos que habían perdido el
conocimiento. El alcohol afectaba la asistencia escolar, drenaba los recursos comunitarios

32 "Aspectos sociales" en De la Fuente, coord., Vol. 2, Cap. 3, 1-16; véase también Christine Eber, Women
and Alcohol in a Highland Town (Austin: University of Texas Press, 1995); y Evon Z. Vogt, Zinacantán: A
Maya Community in the Highlands of Chiapas (Cambridge, MA: The Belknap Press of Harvard University
Press, 1969), 195-212, 218-220, 233-235.
33 El alcohol desnaturalizado, también conocido como alcohol metílico, es alcohol etílico no potable que

tiene fines industriales.


34 "Glosario," en Vol. 3, 1; y "Aspectos sociales" in De la Fuente, coord., Vol. 2, Cap. 3, 8-9.
35 “Aspectos sociales” in De la Fuente, coord., Cap. 3, 5-7;

16
y, en muchas ocasiones, llevaba a la violencia y la disolución familiar. Era costumbre que
familias enteras se emborracharan juntas, pero eran las mujeres quienes, por lo general,
se convertían en el foco de la ira embriagada de sus maridos. El aguardiente también
jugaba un papel esencial en el enganche, cuando agentes de las plantaciones de las
tierras bajas se encargaban de endeudar a los indígenas de los Altos antes de la cosecha
del café. Como recientemente indicó Aaron Bobrow, “la mayor parte de los ladinos se
rehúsan categóricamente a establecer conexiones entre la co-evolución histórica de la
prosperidad ladina y el alcoholismo indígena, aunque el vínculo no podía ser más obvio.”
Las plantaciones de los Altos “combinaban la producción de azúcar y café en un eficiente
sistema en el que el aguardiente destilado de la primera cosecha lubricaba la producción
de la segunda.”36 Dada la situación, no es de sorprender que reformadores sociales de
todo tipo hayan intentado suprimir el consumo del alcohol en los Altos de Chiapas, desde
los grupos protestantes que iniciaron su trabajo en la década de los treinta hasta las más
recientes comunidades organizadas en torno a la teología de la liberación y el EZLN.

El clandestinaje, el monopolio Pedrero y el INI.

La postura del INI con respecto al alcoholismo entre los indígenas tenía un cariz práctico
influenciado por la observación antropológica. El consumo excesivo de la bebida daba
lugar a lo que los indigenistas dieron en llamar “desorganización social” e incluía “una
reducción en las expectativas de vida… pobreza extrema y un mayor riesgo de
inmoralidad sexual, delincuencia y criminalidad.”37 Los alcohólicos eran menos
productivos como trabajadores, llevaban vidas caóticas y eran más difíciles de dirigir y
controlar.38 Las escuelas y campañas del INI promovían la sobriedad mientras que sus
promotores alentaban las actividades deportivas y el consumo de otras bebidas. Las
clínicas del INI ofrecían alternativas a los rituales de curación que involucraban el
intercambio y consumo de alcohol.39 Sin perder vista de la importancia del alcohol en las
comunidades tzotziles y tzeltales no protestantes y deseosos de ganarse su confianza, los

36 Aaron Bobrow-Strain, Intimate enemies: Landowners, power, and violence in Chiapas (Durham: Duke
University Press, 2007), 69.
37 “Aspectos sociales,” en De la Fuente, coord., Cap. 3, 1.
38 "Distribución," en De la Fuente, coord., Vol. 1: 72; Cap. 3, 47.
39 "Resumen de las conclusiones y recomendaciones," en De la Fuente, coord., 14-15.

17
antropólogos del INI advirtieron sobre los riesgos de un ataque directo en contra de los
productores clandestinos. Dicha actitud llevó a que los enemigos locales del Instituto le
acusaran de “proteger” delincuentes.

El INI se vio forzado a confrontar al monopolio de los Pedrero a los pocos meses de
comenzar sus operaciones en los Altos. El 8 de noviembre de 1951 varios inspectores
estatales y la policía fiscal fueron víctimas de una emboscada organizada por chamulas
en la aldea de Las Ollas. Los agentes acababan de confiscar una destilería clandestina
cerca de los pueblos de Pajaltón y Tzontewitz. De acuerdo con las versiones oficiales, los
agentes fueron atacados cuando se detuvieron a comer en Las Ollas. Armados con palos,
machetes y escopetas, residentes de Pajaltón y Tzontewitz mataron a dos agentes,
hirieron a otros tres y lograron recuperar el alambique de aguardiente. Al menos dos
chamulas murieron en el enfrentamiento (para una versión completa del encuentro en Las
Ollas véase “Anexos XXIII”).40

En lo que respecta al primer director del Centro Coordinador Indigenista (CCI) en San
Cristóbal, Gonzalo Aguirre Beltrán, el enfrentamiento no podía haber ocurrido en peor
momento. Aguirre envió telegramas desesperados a Alfonso Caso, el entonces director de
INI, pidiéndole que involucrara al Procurador de Asuntos Indígenas del estado en el caso,
ya que se temían “represalias.”41 La situación fue de mal en peor, tal y como lo había
predicho Aguirre. Al día siguiente, la policía local organizó una redada y apresó a cinco
chamulas, cuatro de los cuales dijeron no saber nada ni del aguardiente clandestino ni de
la emboscada. Se mandaron tropas federales al área y la mayor parte de los chamulas
huyeron hacia las montañas. Varios días después, las policías estatal y municipal, tropas
federales, agraristas y otros ladinos saquearon Las Ollas y localidades vecinas,
golpeando a hombres y mujeres y robándose rifles, cobijas, caballos, guajolotes y dinero.
Se encarceló a otros once chamulas y se dejó morir a un hombre que había sido herido
por un sargento del ejército. Después de la redada, Aguirre Beltrán envió un telegrama al

40 "Asalto en Las Ollas," en De la Fuente, coord., Anexos V, 590-591; “Balacera entre fiscals y fabricantes
clandestinos,” La Opinión, 13 de noviembre de 1951.
41 Archivo Histórico del Centro Coordinador Indigenista Tzeltal-Tzotzil (de aquí en adelante AHCCITT), 1-

1951/1, del Dir. Gonzalo Aguirre Beltrán al Dir. de Asuntos Indígenas Mariano Samayoa, Las Casas, 9 de
noviembre de 1951.
18
gobernador Grajales con las palabras: “TODO PARAJE LAS OLLAS ENCONTRÁBASE
DESIERTO. IGUAL SITUACIÓN ENCONTRASE PAJALTON, TZONTEHUITZ,
CHILINJOVELTIC Y PARTE ROMERILLO. MUJERES Y NIÑOS SE HAN REMONTADO
SIERRA DEJANDO ANIMALES Y SIEMBRAS.” Por si acaso el gobernador no entendía el
propósito del mensaje, Aguirre Beltrán añadía que “VIOLENCIA ENGENDRA VIOLENCIA
Y SE ESTÁ INCUBANDO ZONA INDÍGENA GRAVE INTRANQUILIDAD. EMPLEO
FUERZA FEDERAL FUNCIONES POLICÍA AGRAVA SITUACIÓN.”42 En una carta
separada a Caso, Aguirre mencionaba que “Lo lamentable de todo esto… es el grave
estado de intranquilidad que se ha creado y que no creo que pueda resolverse
fácilmente.” Continuaba así:

Dudo mucho que los parajes hoy desiertos vuelvan a ser rápidamente poblados… las
implicaciones económicas derivadas del abandono de las siembras y los animales, así
como la gran confianza que los chamulas habían depositado en nosotros no podrán
ser subsanados tan violentamente como sería de desear.43

El INI, por su parte, llevó a cabo su propia investigación sobre el incidente en Las Ollas.
Los indigenistas se enteraron de que algunos de los agentes fiscales que habían
confiscado la destilería y cuatro desafortunados chamulas eran empleados de los
Pedrero. Antes de forzar a los cuatro hombres a cargar las piezas desarmadas de la
destilería cuesta abajo hasta San Cristóbal, los agentes los colgaron e intentaron
extorsionarlos por 1,300 pesos, lo cual ostensiblemente les hubiera dado el derecho de
continuar produciendo aguardiente de forma ilegal. Los chamulas fueron puestos en
libertad cuando accedieron a pagar la suma acordada, pero en lugar de ir a buscar el
dinero convencieron a los vecinos de atacar a los funcionarios. En el camino de regreso a
San Cristóbal, los fiscales se detuvieron en Las Ollas, donde saquearon casas y se
robaron aves, cobijas y dinero. El ataque ocurrió cuando se sentaron a comer.44

42 AHCCITT, 11-1951/1, de Aguirre Beltrán al Gobernador del Estado, Las Casas, 15 de noviembre de 1951.
43 Centro de Documentación “Juan Rulfo,” Informe del Centro Coordinador Indigenista Tzeltal-Tzotzil (de
aquí en adelante CDJR/ICCITT), 1951, de Aguirre a Caso, 15 de noviembre de 1951.
44 "Asalto en Las Ollas," en De la Fuente, coord., Anexos V: 594-599.

19
El conflicto de Las Ollas sentó la base de las futuras relaciones entre el INI, el gobierno
del estado y el monopolio de los Pedrero. Aguirre pronto se dio cuenta de la magnitud de
los obstáculos que enfrentaba y escribió:

Tuve un fuerte altercado con [el agente del Ministerio Público] y le hice ver que estaba
violando las garantías individuales y provocando un estado de intranquilidad que podía
traer funestas consecuencias. Le informé que inmediatamente nombraría abogados
que se encargarían de la defensa de los indígenas y que vigilarían siguieran con los
indígenas los procedimientos constitucionales a que tienen derecho como
mexicanos.45

Pero Aguirre tenía muy poca fe en el sistema judicial local y creía que el único defensor
público efectivo sería un abogado perteneciente al INI, alguien “desconectado de los
intereses creados de esta entidad, ya que son estos intereses los que impiden a los
abogados defensores actuar con la energía y valor que se requiere en estos casos.”46
Mientras Aguirre daba rienda suelta a su ira, el gobernador Grajales envió una queja a
Caso protestando la intervención del CCI en Las Ollas. Caso entonces escribió una carta
a Aguirre pidiéndole “proceder con mucha cautela” en lo que se refería al gobernador y
otros funcionarios estatales.47

Los decomisos violentos continuaron a lo largo de 1952 y 1953, mientras que las
relaciones entre el INI y el monopolio se deterioraron aún más. En la edición de diciembre
de 1953 de la revista Acción Indigenista, funcionarios del INI en la Cuidad de México
dieron rienda suelta a su frustración a través de mordaces comentarios. Sin mencionar a
Chiapas por su nombre, explicaban cómo era que monopolios de alcohol industriales
habían eliminado a los pequeños productores legales, incrementando los precios y
forzando a algunos grupos indígenas a participar en la producción clandestina. Luego,

45 CDJR/ICCITT, 1951, de Aguirre a Caso, Las Casas, 15 de noviembre de 1951.


46
Ibid.
47 CDJR/ICCITT, 1951, de Caso a Aguirre, México, D.F., 7 de diciembre de 1951; y de Caso al Gobernador

Francisco Grajales, sin fecha.


20
“tomando como bandera un falso puritanismo antialcohólico, se pretende combatir el uso y
abuso del alcohol entre los pueblos indígenas por medios legales.”48

Si el INI estaba a la espera de un incidente que llevara a una confrontación final con el
monopolio y sus defensores la oportunidad se presentó durante un decomiso en
Zinacantán en enero de 1954. Siete agentes estatales, un policía fiscal y soldados del
ejército mexicano confiscaron unos 100 litros de aguardiente clandestino en dicha
localidad. Después de que uno de los agentes le disparara a un chamula embriagado a
quemarropa, el grupo se vio forzado a refugiarse en el ayuntamiento para escapar la ira
de más de 1,000 chamulas y zinacantecos. Una vez que las tropas federales habían
“levantado el sitio,” los agentes acusaron al personal del INI de promover la producción
clandestina.49 Tras la muerte del chamula, el INI pagó la mitad del costo de su ataúd y
transportó el cuerpo a Chamula en uno de sus vehículos. El personal de Instituto se había
involucrado política, logística y emocionalmente en una situación que parecía ir de mal en
peor. El nuevo gobernador del estado, Efraín Aranda Osorio, había hecho poco por
cooperar y, lo que es más, el monopolio y sus agentes en el gobierno habían tomado una
actitud cada vez más abusiva y beligerante ante el INI.

La Comisión.

Fue en este momento crítico que tanto el INI como el estado de Chiapas decidieron
actuar. En junio de 1954 formaron una comisión para estudiar tres asuntos
interrelacionados:

1. Reducción del consumo de bebidas alcohólicas por la población indígena y


mejoramiento de la calidad de dichas bebidas.
2. Eliminación de las tensiones y fricciones derivadas de la producción, tráfico y control
de dichas bebidas y modificación de las causas que originan esas tensiones.
3. Estudio de la importancia de la industria alcoholera en el Estado de Chiapas, de la

48 “El alcoholismo,” en Acción Indigenista,” #6 (diciembre de 1953); véase también AGN, Ruiz Cortines, Las
Ollas, 542.1/400.
49 "Casos de decomisos y atropellos a indígenas: Homicidio de Mariano Pérez Hacienda," en De la Fuente,

coord., Anexos V, 609-610.


21
forma en que pueden nivelarse los ingresos del Estado y de la Federación de
modificarse la situación actual, y la posibilidad de dirigir la producción de caña a la
elaboración de productos distintos del alcohol.50

El equipo lidereado por Julio de la Fuente contaba con seis miembros. Cuatro de ellos
eran representantes del gobierno federal: el economista Horacio Garduño García
representaba a la Secretaría de Economía, el economista fiscal Alfonso García Caraveo
trabajaba para la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la Secretaría de Salubridad
había enviado un médico, mientras que De la Fuente mismo representaba al INI y presidía
sobre la Comisión. El gobierno del estado había nombrado dos miembros, Lisandro Díaz
y Octavio Gudiño, pero ninguno de los dos participó en la elaboración del estudio. Los
hallazgos de la Comisión habrían de mantenerse en privado hasta que los gobiernos
estatal y federal hubieran leído y evaluado el informe final. El estudio sería publicado tan
sólo si ambas partes otorgaban su autorización.51

El gobernador Aranda Osorio se encontraba claramente nervioso ante la envergadura y


posibles resultados del proyecto. Durante la primera reunión suplicó a los investigadores
mantener “constantemente una actitud objetiva en sus investigaciones, discusiones y
proposiciones.” Incluso sugirió que se llamasen a sí mismos “Comisión para el Estudio
Objetivo del Problema del Alcoholismo entre los Indígenas de Chiapas.”52 Para Osorio el
“problema” eran los alcohólicos indígenas y no el monopolio, aunque éste, además de ser
anticonstitucional, defraudaba a las tesorerías estatal y federal, arruinaba las vidas de
miles de cañeros, destiladores y distribuidores independientes, violaba los derechos de
ciudadanos mexicanos rutinariamente y, en ocasiones, hasta los mataba. El INI, ansioso
por mitigar los miedos del gobernador y contar con su cooperación, estuvo de acuerdo.
Aceptaron el nombre sugerido con pequeños cambios y, a la larga, esta decisión
estratégica rindió frutos. Al mantener las apariencias y fingir que la Comisión sólo estaba
interesada en el alcoholismo entre los indígenas, sus integrantes pudieron concentrarse

50 "Resumen de la conclusiones y recomendaciones," en De la Fuente, coord., Vol. 3, 2.


51 "Memorandum sobre la composición, forma de trabajo y objeto de la comisión nombrada por el gobierno
del estado de Chiapas y el Instituto Nacional Indigenista para resolver el problema del alcoholismo indígena
en el estado," México, D.F., 10 de junio de 1954, en De la Fuente, coord., Anexos, 1-2.
52 Carta el Director del INI Alfonso Caso a Julio de la Fuente, et. al., Tuxtla Gutiérrez, Chis., 6 de abril de

1955, en “Conclusiones y recomendaciones,” en De la Fuente, coord.


22
en la región de los Altos e investigar el alcance del monopolio y sus más patentes
violaciones.

Durante seis meses, la Comisión consultó documentos estatales y federales, condujo


entrevistas y visitó 24 municipios, 15 de los cuales se encontraban total o
mayoritariamente habitados por indígenas. El producto final fue un estudio exhaustivo de
319 páginas con 82 cuadros, 25 páginas de conclusiones y 694 páginas de anexos (como
se indicó anteriormente, aquí se presenta una versión abreviada). Se trata de un texto que
expone, con implacable y a veces reiterado detalle, el complejo caso del alcoholismo
indígena en los Altos y la tremenda influencia política y económica del monopolio de los
Pedrero, no sólo en la región sino también en la sede del gobierno estatal en Tuxtla
Gutiérrez. En palabras de De la Fuente:

la Comisión entrevistó a toda suerte de personas diversamente conectadas con el


problema: funcionarios y empleados Estatales y Federales, Presidente y Secretario
Municipales, fabricantes, ex-fabricantes y expendedores de licores, autorizados o no,
agricultores, profesionales, indígenas, miembros de grupos religiosos, abstemios,
bebedores y personas numerosas que tenían alguna opinión o algún dato de valor.53

Las entrevistas más relevantes se encuentran en la sección de “Anexos” incluida en este


volumen.

A pesar de su extensión y amplitud el reporte tiene sus deficiencias. La Comisión no viajó


a las regiones zoque o mam, a pesar de que los mam eran, supuestamente, bebedores
empedernidos. Tampoco estudió los patrones de consumo de alcohol en los cafetales del
Soconusco y prestó muy poca atención al alcoholismo entre los ladinos. Sólo tres
miembros de la Comisión, los dos economistas y De la Fuente, podían dedicarse al
estudio de tiempo completo. Los representantes del estado chiapaneco se presentaban a
las reuniones pero, por diversas razones, rara vez podían acompañar a los miembros
federales en sus inspecciones. El resultado es un reporte con una gran predisposición
hacia lo económico y lo fiscal, y la misma Comisión admitió que mucho del análisis

53 Ibid.
23
económico y fiscal estaba basado en datos poco confiables o incompletos. Como
indicaron en una carta al director Caso: en varios aspectos (volumen de la producción y el
consumo de bebidas alcohólicas, por ejemplo) no se da siquiera una visión aproximada de
la realidad. En estos puntos, las lagunas resultan de la ignorancia de muchos informantes,
la ocultación de datos consecuente a la protección de intereses y lo difícil de hacer ciertas
mediciones.54

También hace falta una discusión detallada de las ramificaciones legales del monopolio.
El gobierno estatal nombró al abogado José Casahonda Castillo como miembro de la
Comisión, mientras que el gobierno federal asignó a Sergio Muñoz de Alba. Los abogados
se reunieron pero no lograron “conciliar sus opuestos puntos de vista. El Lic. Muñoz de
Alba regresó a México” y ninguno de los dos presentó un informe a la Comisión.

El reporte final es un muy buen ejemplo del trabajo del profesor De la Fuente. Mientras
que tanto él como los economistas federales mantuvieron la ilusión de que el estudio se
centraba en el alcoholismo entre los indígenas, lo cierto es que compilaron una fiera,
rigurosa y devastadora denuncia del alcance político y económico del monopolio de los
Pedrero. Fue en algún momento de la investigación que el gobierno chiapaneco se dio
cuenta de que le había salido el tiro por la culata: había perdido control de la Comisión y
sus investigadores y no tenía interés alguno en colaborar en un proyecto cuyos resultados
habían de humillarlo junto con muchos de sus ciudadanos más ilustres.

En marzo de 1955, miembros de la Comisión viajaron a Tuxtla Gutiérrez para hacer la


presentación formal del estudio y discutir sus resultados. Al llegar se enteraron de que “el
Gobierno del Estado [había modificado] el procedimiento inicialmente establecido de que
todos los miembros de la Comisión discutirían el informe, las conclusiones y las
recomendaciones, dejando todo esto a cargo de los Representantes Federales.”55 Para
complicar más las cosas, Lisandro Díaz y Octavio Gudiño no aparecían por ningún lado.
Cuando los representantes del INI finalmente lograron ponerse en contacto con ellos,
ambos hombres pretendieron no tener un rol oficial en la Comisión ya que,

54 Ibid.
55 Ibid.
24
supuestamente, sus nombramientos habían expirado a finales de 1954. Tampoco habían
tenido contacto con el gobernador. Tiempo después, los representantes federales
recibieron la noticia de que Aranda estaba en la Cuidad de México. Claramente, los
representantes del gobierno chiapaneco no tenían interés alguno en discutir los hallazgos
del estudio con los representantes federales de la Comisión, así que optaron por no
presentarse a esta última y crucial reunión y dejaron la responsabilidad de discutir y
aprobar el documento a los representantes federales. Es muy posible que el gobierno
chiapaneco nunca haya leído el informe final, pero tampoco lo hizo nadie más: el reporte
se quedó almacenado por más de 50 años en los archivos del INI, ahora la CDI, y esta es
la primera vez que se le publica.

Los hallazgos de la Comisión.

El reporte de la Comisión mostraba claramente que los Pedrero contaban con el apoyo
del gobierno del estado, desde los estratos más bajos hasta los más altos. Los
inspectores estatales habían establecido impuestos altísimos sobre el aguardiente y
productos alcohólicos de otros estados mientras que los agentes fiscales aprovechaban
cualquier pretexto para confiscar productos importados como la cerveza y el tequila, los
cuales competían de manera indirecta con las bebidas del monopolio (para más detalles
véase el Vol. 3, 7-10 y el “Resumen de las conclusiones y recomendaciones”). El poder
ejercido por el monopolio sobre la política estatal y el régimen fiscal era equiparable al
control que gozaba sobre los inspectores de alcohol estatales y federales y los rematantes
de impuestos, todos los cuales sucumbían, en mayor o menor grado, a sus sobornos y
presión: “violaban de modo constante, al igual que otras autoridades, los preceptos
constitucionales relativos a las garantías individuales, creando una grave situación en el
área de trabajo del Centro.”56 Era un hecho comprobado que muchos de ellos habían
entregado reportes falsos, y los inspectores gustaban de acusarse los unos a los otros de
haber llevado a cabo los abusos sufridos por los contrabandistas indígenas (según los
agentes federales, la brutalidad de los agentes estatales era producto de “su

56 De la Fuente, coord., Vol. 3, 1.


25
analfabetismo, su ignorancia general y su falta de preparación”57). Como concluyó la
Comisión, “no son delincuentes los clandestinos sino los que suprimen el clandestinaje.”58

El siguiente punto a tratar por la Comisión era el de la calidad del alcohol “oficial.” Ya que
los Pedrero controlaban la producción estatal y a los inspectores, el monopolio no tenía
incentivo alguno para producir alcohol de calidad a precios competitivos. De hecho, la
calidad de todas excepto dos de las 22 bebidas alcohólicas producidas por los Pedrero
era patentemente baja y se les sospechaba de causar ceguera e, incluso, la muerte. Los
cantineros solían pasar el aguardiente oficial por un filtro antes de servirlo a sus clientes y
con frecuencia añadían tinturas y edulcorantes para ocultar su aspecto nebuloso y
amarillo o, en ocasiones, hasta café. El aguardiente barato de los Pedrero estaba
destinado al consumo indígena y por lo general se le guardaba en contenedores
oxidados. De acuerdo con un vendedor de Chilón, los mestizos “ni de relajo quieren tomar
ese aguardiente.”59

Tras haber recopilado una impresionante cantidad de información con respecto al


monopolio y sus abusos, la Comisión pidió entrevistar a Moctezuma Pedrero en su oficina
(para la entrevista véase la sección “Anexos”). La actuación de Pedrero fue por demás
brillante. Haciendo uso del viejo lamento de que el gobierno federal no se ocupaba de
Chiapas, el empresario comenzó por indicar sus contribuciones al desarrollo e
infraestructura estatales. Pero también indicó que si el clima mercantil en el estado se
volvía en su contra pensaba trasladarse a Oaxaca, donde ya tenía una refinería de
azúcar. En resumen, se presentó a sí mismo como una víctima, un benefactor
incomprendido: “Ya es exasperante estar sufriendo eso de que los Pedrero son esto y lo
otro, que son los envenenadores del pueblo y otras cosas así. Ya no tenemos necesidad
de tener que aguantar todo esto. Antes era distinto,” dijo.60

Finalmente, la Comisión redactó sus recomendaciones (véase el “Resumen de las


conclusiones y recomendaciones,” Vol. 3, 15-16). Se pedía la disolución del monopolio y

57 “Aspectos sociales” en De la Fuente, coord., Vol. 2, Cap. 3, 68.


58
"Aspectos sociales" en De la Fuente, coord., Vol. 2, Cap. 3, 30.
59 "Distribución" en De la Fuente, coord., Vol. 1: 46-48.
60
"Entrevista con el Sr. Moctezuma Pedrero," en De la Fuente, coord., Anexos, IV, 142-153.
26
más control fiscal sobre las instituciones estatales afiliadas a éste. Se recomendaba que
se federalizaran todos los impuestos sobre la elaboración del aguardiente, el alcohol y
mezclas alcohólicas como las ofrecidas por las farmacias, y que se instalaran medidores
que reportasen la cantidad de alcohol producida en las destilerías. La Comisión también
pedía una purga del personal de inspección e impuestos a nivel estatal, sugiriendo que el
gobierno federal tomara el control parcial de algunos de estos puestos. Efectivamente, el
último día de 1954 se disolvió el cuerpo de inspección estatal y el gobierno federal asumió
la responsabilidad de la producción y venta del alcohol. Algunos miembros de la prensa
local recibieron las noticias con júbilo. Entre ellos se encontraba el periódico Más Allá…!,
una publicación coleta que solía criticar al INI pero que esta vez comparó el
comportamiento de los fiscales anteriores a aquel de la Gestapo.61 Las demás
recomendaciones de la Comisión se enfocaban en el mejoramiento de las pésimas
medidas de higiene en la industria del alcohol.62

Las consecuencias del reporte.

El meticuloso reporte de la Comisión tuvo un final decepcionante. No se ha encontrado


ningún documento escrito que sugiera que el gobierno chiapaneco haya leído el reporte o
seguido sus recomendaciones, pero los eventos históricos sugieren que el INI y el
gobierno estatal pronto entraron en negociaciones en un intento por aliviar las tensiones
que se habían acumulado a lo largo de cuatro años. En una entrevista conducida en 1998,
el antiguo director del CCI, Agustín Romano Delgado, declaró que se había llegado a un
acuerdo.63 Los Pedrero perdieron el control absoluto de la producción de aguardiente pero
continuaron gozando de una posición bastante favorable en el mercado estatal. Por otro
lado, los tzeltales y tzotziles obtuvieron el derecho de solicitar y recibir permisos para la
manufactura legal de aguardiente en sus comunidades. De hecho, en mayo de 1955, un
emprendedor grupo de zinacantecos se dirigió a Aguirre Beltrán en la Cuidad de México
para pedir que el INI apoyara la construcción de una gran destilería de aguardiente.
Aguirre indicó que el INI se oponía a la producción y consumo de bebidas alcohólicas en

61
“La Policía de Alcoholes cesada,” Más Allá…!, 18 de enero de 1955.
62
"Resumen de las conclusiones y recomendaciones," en De la Fuente, coord., Vol. 3, 15-17.
63
Entrevista con Agustín Romano Delgado, 15 de julio de 1998.
27
las comunidades indígenas y que, de acuerdo con la ley estatal chiapaneca (la cual aún
favorecía a los Pedrero), cualquier nueva destilería debía pagar impuestos altísimos,
argumento que convenció a los zinacantecos de abandonar su plan. No es coincidencia
que, ese mismo mes, el CCI de San Cristóbal haya decidido incrementar la producción de
refrescos en su fábrica Yalel en un intento por fomentar el consumo de bebidas no
alcohólicas.64

Los Pedrero, por otro lado, salieron ilesos de la “guerra del posh” y mantuvieron su
reputación intacta. En 1953 y a principios de 1954, durante el periodo más encarnizado de
su batalla con el INI, los hermanos escribieron al presidente Ruiz Cortines pidiendo un
préstamo de 7 millones de pesos para construir un ingenio azucarero en Pujiltic. Sin el
más mínimo dejo de ironía, los dueños del monopolio más famoso de Chiapas escribían:
“tenemos plantaciones de maíz, de trigo, de arroz, de café y de árboles frutales
dedicándonos intensamente a la agricultura con el propósito de cooperar en el programa
de usted relativo al abaratamiento de las subsistencias.”65 Los pleitos con el INI tampoco
afectaron sus ambiciones políticas. Moctezuma Pedrero fue uno de los candidatos
priístas al gobierno de Chiapas en 1958. Aunque tanto él como los otros contrincantes
fueron vencidos por Samuel León Brindis, quien al parecer era en candidato “oficial”del
gobernador Aranda Osorio y los priístas locales, en otro escrito a Ruiz Cortines Pedrero
sostuvo haber enviado 9,000 cartas de agradecimiento a aquellos que habían apoyado su
campaña. En un evidente intento por granjearse las simpatías de quien posiblemente
sería el próximo presidente mexicano durante el sexenio de 1958-64, Pedrero mandó una
copia de su carta al candidato presidencial priísta, Adolfo López Mateos.66

Los negocios de los Pedrero tampoco sufrieron mayores pérdidas. Tal y como había
sugerido en su entrevista con la Comisión, Moctezuma y su hermano intentaron
incorporarse al mercado del alcohol nacional en años posteriores. A pesar del éxito del
comiteco Balún Canán, los Pedrero no fueron capaces de competir con productores de

64
AHCCITT, 1955, Ser: Dirección, Sec: Dirección, 1955, 1-1955/1, del Sub-Dir. del INI Gonzalo Aguirre Beltrán al Dir. el
CCITT Agustín Romano, México, D.F., 27 de mayo de 1955.
65
AGN, Ruiz Cortines, 523.1/81, Pedrero, del Gerente Hernán Pedrero Argüello y Comisario Moctezuma Pedrero
Argüello, Plantaciones Agrícolas Intensivas, S. de R.L. de C. V., a Ruiz Cortines, Tuxtla, 7 de enero de 1954.
66
AGN, Ruiz Cortines, 544.2/1, varios.
28
ron internacionales como Bacardi. A la larga se conformaron con su destacada posición
en el mercado chiapaneco, incrementaron sus posesiones urbanas y diversificaron sus
inversiones. También se dieron cuenta de que podían ayudar a sabotear planes
encabezados por el INI—por ejemplo, la formación del Sindicato de Trabajadores
Indígenas, un proyecto cardenista retomado por el Instituto en 1952.

El INI, por su parte, se vio seriamente constreñido como resultado de las negociaciones
con la administración de Aranda Osorio y accedió a no extender sus actividades a las
fincas de los Pedrero, donde peones acasillados indígenas continuaron trabajando hasta
entrada la década de los setenta. Lo que es más, el INI tranquilizó a los Pedrero y otros
ladinos a través de la privatización de algunas de sus operaciones. Con el tiempo, los
ladinos de San Cristóbal cooptaron a una buena parte de la privilegiada clase de
promotores y escribanos indígenas, lo cual habría de dar lugar a un nuevo tipo de
caciquismo en los Altos; Chiapas ha tenido que vivir con las consecuencias de éste
sistema desde entonces.67

El estado chiapaneco tuvo que aprender a tolerar la presencia del INI, aunque no por eso
dejó de intentar socavar el programa federal al implementar sus propios proyectos
indigenistas locales. En lo que parece ser el resultado de un cuidadoso acuerdo, muchos
de los miembros de la desmantelada policía estatal fiscal terminaron trabajando para el
Departamento General de Asuntos Indígenas (DGAI) en Chiapas. Algunos fueron a dar al
mismo INI.68

En resumen, el reporte de la Comisión trajo consecuencias poco satisfactorias para el


Instituto. Aunque el monopolio de los Pedrero se vio obligado a reducir sus operaciones,
el INI se vio limitada en términos de jurisdicción, privatizó y puso en riesgo algunos de sus
proyectos, y dio lugar a la creación de institutos indigenistas estatales rivales. De hecho,

67 Véase, por ejemplo, Luz Olivia Pineda, Caciques culturales (El caso de los maestros bilingües en los
Altos de Chiapas (Puebla: Altres Costa-Amic, 1993); Ricardo Pozas Arciniega, La antropología y la
burocracia indigenista (México: Editorial de Cuadernos para Trabajadores, 1976); y Jan Rus, “The
‘Comunidad Revolucionaria Institucional’: The Subversion of Native Government in Highland Chiapas, 1936–
1968”, en Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent, eds, Everyday Forms of State Formation: Revolution and the
Negotiation of Rule in Modern Mexico (Durham: Duke University Press, 1994), 289.
68 Rus, 289.

29
poco después de la finalización del acuerdo, el INI comenzó a hospedar a sus visitantes
distinguidos en el Hotel Bonampak de Tuxtla, ¡una posesión más de Moctezuma Pedrero!
Por otro lado y en términos de corto plazo, la lucha contra el odiado monopolio le granjeó
el apoyo de comunidades tzotziles que, hasta entonces, habían opuesto resistencia a las
escuelas, clínicas de salud y campañas de salubridad establecidas por el INI.

El encuentro entre el Centro Coordinador piloto del INI, el gobierno chiapaneco y el


monopolio de los Pedrero llevó a la negociación de un punto muerto cuyo carácter habría
de afectar la creación de programas de desarrollo implementados por el INI, no sólo en
Chiapas sino también en otras partes de la república. Sin embargo, este encuentro no ha
sido estudiado con el detalle que se merece. No sólo es esta la primera publicación del
reporte de la Comisión--hay que notar que las detalladísimas etnografías documentadas y
escritas por antropólogos en las décadas de los cincuenta y sesenta apenas mencionan
este evento crucial. Si bien es posible que los etnógrafos cuyo trabajo se enfocaba en el
estudio comunitario no creyesen que dicho encuentro era importante para su
investigación, es más probable que hayan estado sumamente conscientes de las
tensiones políticas y sociales en los Altos y simplemente hayan optado por distanciarse
del conflicto, ignorando las consecuencias de su resolución.

Por otro lado, puede ser que Agustín Romano y otros antiguos empleados del INI hayan
elegido omitir la confrontación de sus análisis y memorias por lealtad, honrando el pacto
de silencio que aparentemente negociaran el INI y el gobierno chiapaneco. También es
posible que el episodio les haya causado tristeza ya que anunciaba un patrón en el que,
estando en juego los poderosos intereses locales, el INI se vería obligado a retractarse.69
Como sea, el reporte de De la Fuente constituye un elemento fundamental para el
entendimiento de un periodo crucial en la historia moderna de Chiapas. Y por si esto fuera
poco, quizá se trate de la mejor historia oculta en los anales del incipiente indigenismo
mexicano.

69Véase, por ejemplo, Agustín Romano Delgado, Historia evaluativa del Centro Coordinador Indigenista
Tzeltal-Tzotzil Vol. 1-2 (México: Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2003).
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A continuación se presenta una versión ligeramente abreviada del reporte original de la
Comisión. La mayor parte de los 82 cuadros estadísticos ha sido eliminada ya que
algunos se han deteriorado con el paso del tiempo; otros hubieran presentado problemas
de reproducción y algunos otros eran simplemente representaciones gráficas de material
ya incluido en el texto.

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