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Gerd Baumann.

El enigma multicultural.

El núcleo del emergente modelo de pluralismo cultural en la mayor parte de las


sociedades occidentales es que los distintos grupos étnicos, culturales, lingüísticos
y religiosos que forman la sociedad deben tener el mismo acceso a las fuentes
económicos, políticas o de poder.

Ejercitar la lectura crítica no solo implica apreciar lo que es bueno de las peores
fuentes sino también educar al ojo para los defectos y las contrariedades que se
esconden entre líneas de las más válidas.

La mayoría de las teorías con las que nos encontramos no están uncidas con la
túnica de gran teoría, sino vestidas con la toga de la humildad respecto a cómo los
lectores deberían pensar para ayudar en asuntos prácticos.

Al invertir en multiculturalismo, examinaremos el criterio debe ser el mismo:


¿extraen la esencia de ideas como la del Estado-nación, la identidad étnica, la
religión o incluso la cultura en general, o van más allá de esas reificaciones
absolutas.

El multiculturalismo más pluralistas también pueden ser muy imprecisos y en el


Reino Unido se puede observar un ejemplo de esto. Gajendra Verma aborda el
futuro multicultural con el inclusivismo ilimitado que muchas personas esperarían
de un filósofo hindú: en su raíz, toda realidad es plural y solo la necesidad de vivir
juntos, es decir, los accidentes de la historia han apartado a una cultura, sociedad
y etnicidad de la otra.

Con un lapso de pensamiento analítico, volvemos a ver una sociedad moderna de


intersecciones entrelazadas, como si hubiera un manto de múltiples colores o
creencias, en el que todas se pudieran definir por sí mismas y operaran sin
consultar a las otras.

Estado-nación. Solo quiere ver la diversidad cultural dentro del marco de la


identidad nacional. Todos deben aceptar los valores fundamentales, sobre los que
se basan las ideologías nacionales. Uno se debe preguntar hasta qué punto esta
es una postura realista.

La segunda cuestión se evita por medio de la imprecisa demanda de que los


distintos grupos étnicos y religiosos que forman la sociedad tengan el mismo
poder en términos de acceso a las fuentes económicas y políticas.
La teoría multicultural que sus distintos patrocinadores han camuflado bajo el
disfraz del prólogo, por un funcionario británico; el segundo prólogo, por una
mezquita oficial, y el prefacio del autor. En esos fragmentos añadidos, en los
fragmentos que se encuentran en el texto principal, se puede encontrar la teoría y,
sostengo, esta teoría oculta es engañosa en varios aspectos del pensamiento
pluralista.

El islam es una forma de vida, con puntos de vista firmes y claros sobre una gran
diversidad de asuntos tales como la higiene, la dieta, la educación, el papel de la
mujer e, incluso, la vida después de la muerte.

El razonamiento de semejante argumento está claro: puesto que la única


diferencia que cuenta es la diferencia de religión, el propio islam es el que necesita
una conciencia multicultural desde las escuelas, los hospitales, los asistentes
sociales y las cárceles. Así de simple es la vida para un administrador
multiculturalista contratado por el estado.

Remy Leveau el historiador de la cultura musulmana más experto de Francia,


estima que la proporción es de cerca de un tercio y señala una paradoja de lo más
sorprendente: “La rigurosa interpretación del islam entre los creyentes
intelectuales parece ser una estrategia para hacer frente a la sociedad francesa.

Una vez que hemos analizado una visión multiculturalista carente de sentido
crítico del Estado-nación y otra igualmente multiculturalista que reduce la cultura
popular a su religión de nacimiento, fijemos ahora en la tercera reificación que se
debe superar: la reducción de la cultura popular a su identidad étnica.

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