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UNIVERSIDAD TECNOLOGICA DE EL SALVADOR

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


ESCUELA DE PSICOLOGÍA

ASIGNATURA: PSICOLOGÍA DESARROLLO


PROFESOR: LICDA. SANDRA BEATRIZ DE HASBÚN
UNIDAD 2: NIÑEZ MEDIA DE 6 A 11 AÑOS

Competencia: Mantener permanentemente un desarrollo personal y social, con ética y pensamiento reflexivo y
critico

Tomado para efectos didácticos del libro


Desarrollo Humano 13ª Edición, Papalia y Martorell.

Se sugieren adquirirlo como libro de consulta.

INFLUENCIAS DEL DESARROLLO NEUROLÓGICO, LA CULTURA Y LA EDUCACIÓN


Piaget afirmaba que el cambio del pensamiento rígido e
ilógico de los niños más pequeños al pensamiento lógico
y flexible de los mayores depende tanto del desarrollo
neurológico como de la experiencia de adaptación al
ambiente. El apoyo a la influencia neurológica proviene
de mediciones desde el cuero cabelludo de la actividad
cerebral durante una tarea de conservación. Los niños
que comprenden la conservación de volumen tenían
patrones de ondas cerebrales distintos de los que aún
no la habían comprendido, lo que sugiere que podrían
estar usando diferentes regiones cerebrales para la
tarea (Stauder, Molennar y Van der Molen, 1993).

Ciertas capacidades, como la de conservación, pueden depender en parte de la familiaridad con los
materiales manipulados; los niños pueden pensar de manera más lógica en las cosas que conocen. De
este modo, la comprensión de la conservación puede resultar no sólo de nuevos patrones de
organización mental, sino también de la experiencia en el mundo físico definida por la cultura. Los
escolares actuales tal vez no avancen por las etapas de Piaget con tanta rapidez como lo hicieron sus
padres. Cuando se examinó a 10 000 niños ingleses de 11 y 12 años en conservación de volumen y peso,
su desempeño estaba dos o tres años detrás del de sus contrapartes de 30 años antes (Shayer, Ginsburg
y Coe, 2007). Esos resultados sugieren que a los escolares actuales quizá se les haga practicar mucho las
materias básicas (lectura, escritura y aritmética) pero no se les proporciona la suficiente experiencia
práctica con la forma en que se comportan los materiales.

RAZONAMIENTO MORAL
Para conocer el pensamiento moral de los niños, Piaget (1932) les contaba una historia acerca de dos
niños: “Un día Augusto se dio cuenta de que el tintero de su padre estaba vacío y para ayudarlo decidió
llenarlo. Mientras abría el frasco, derramó mucha tinta sobre el mantel. El otro niño, Julián, jugaba con
el tintero de su padre y derramó un poco de tinta sobre la ropa”. Luego les preguntaba “¿Cuál de los
niños fue más malo y por qué?” Los niños menores de siete años por lo general decían que Augusto era
más malo porque había hecho la mancha más grande. Los niños mayores reconocían que Augusto tenía
buena intención y que había ocasionado la mancha grande por accidente, mientras que Julián había
producido la mancha pequeña mientras hacía algo que no debía hacer. Piaget concluyó que los juicios
morales inmaduros sólo se centran en el grado de la ofensa; los juicios con cierto grado de maduración
consideran la intención.

Piaget (1932; Piaget e Inhelder, 1969) propuso que el razonamiento moral se desarrolla en tres etapas.
Los niños avanzan de manera gradual de una etapa a otra en distintas edades.

La primera etapa (de alrededor de los dos a los siete años, que corresponde con la etapa
preoperacional) se basa en la obediencia rígida a la autoridad. Debido a su egocentrismo, los niños
pequeños no pueden imaginar más de una manera de ver un problema moral. Creen que las reglas no
pueden matizarse o cambiarse, que su conducta es correcta o incorrecta y que cualquier ofensa (como
la de Augusto) merece castigo, sin que importe la intención.

La segunda etapa (de los siete u ocho años a los 10 u 11, correspondiente con la etapa de las
operaciones concretas) se caracteriza por la flexibilidad creciente. A medida que los niños interactúan
con más gente y entran en contacto con una mayor variedad de puntos de vista, empiezan a descartar la
idea de que hay un único estándar absoluto del bien y el mal y a desarrollar su propio sentido de la
justicia basado en el trato justo o igual para todos. Como pueden considerar más de un aspecto de la
situación, pueden hacer juicios morales más flexibles.

Alrededor de los 11 o 12 años, cuando adquieren la capacidad del razonamiento formal, llega la tercera
etapa del desarrollo moral. La creencia de que todos deberían ser tratados del mismo modo cede el
paso al ideal de equidad, que impone tener en consideración circunstancias específicas. De este modo,
un niño de esta edad podría decir que uno de dos años que derramó tinta sobre el mantel debería ser
sometido a un estándar moral menos exigente que uno de 10 años que hizo lo mismo. Con la edad,
aumenta el énfasis no sólo en lo que sucedió, sino en las intenciones del actor.

Los estudios clásicos de Piaget al parecer apoyaban la idea de que, en términos generales, el
razonamiento moral de los niños progresa de esta manera. Sin embargo, estudios más recientes
sugieren que el razonamiento moral de los niños tiene más matices de lo que antes se creía. Por
ejemplo, la negligencia (si la gente que comete una transgresión tendría que haber anticipado o no las
consecuencias de sus acciones) influye en las decisiones de los niños acerca de la culpa. Cuando se tiene
en consideración la negligencia, es más probable que los niños más pequeños se enfoquen en las
intenciones y que sus juicios sobre el castigo sean más parecidos a los de los adultos (Nobes, Panagiotaki
y Pawson, 2009).

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