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CentroCristianodeApologéticaBíblica 2020
TEMAS ESCATOLÓGICOS REVELADORES
Por Ps. Miguel Rosell Carrillo
Contenido
(Lucas 21: 25-32) "Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y
en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las
olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que
sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza,
porque vuestra redención está cerca. También les dijo una parábola: Mirad la higuera
y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el
verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas,
sabed que está cerca el reino de Dios. DE CIERTO OS DIGO, QUE NO PASARÁ
ESTA GENERACIÓN HASTA QUE TODO ESTO ACONTEZCA".
El Señor Jesús, se dirigía a los judíos, no a la iglesia (que todavía no existía como
tal), y se refiere aquí, hablando a sus discípulos, a los judíos que vivirán en el tiempo
aún futuro de la Gran Tribulación.
Cuando esas cosas aludidas (que jamás han ocurrido tal y como ocurrirán en ese
tiempo), empiecen a ocurrir, será como los árboles que empiezan a brotar en
primavera anunciado la pronta aparición del verano; en este caso, la venida del reino
milenial, previa venida del Rey.
Apostilla diciendo que la generación que vea esas cosas ocurrir, será la que verá la
venida del Rey de reyes en gloria, y el reino establecerse en esta tierra. Ese es el
sentido de la frase:"…no pasará esta generación hasta que todo esto
acontezca".
Por otra parte, todo esto nada tiene que ver con el Arrebatamiento de la Iglesia, ni
con la Iglesia en sí, ya que ésta habrá sido arrebatada antes, justo para que todas
esas cosas citadas, y las anteriores del capítulo se puedan cumplir, siempre a partir
del cumplimiento del tiempo de los gentiles (V. 24)
Recordemos que el Señor se dirige a los judíos, no a la Iglesia en todo esto.
Seguimos.
(Lucas 21: 34-38) "Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no
se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de
repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que
habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis
tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie
delante del Hijo del Hombre. Y enseñaba de día en el templo; y de noche, saliendo,
se estaba en el monte que se llama de los Olivos. Y todo el pueblo venía a él por la
mañana, para oírle en el templo".
El arminianismo y similar se ha aprovechado de este texto para conferir miedo a sus
seguidores de que podrían "perder su salvación", si ese día les agarra de
improvisto… pero, realmente, ¿A qué, y a quién se estaba refiriendo el Señor Jesús
cuando dijo estas palabras?
Sin menoscabo del hecho de que todo hijo de Dios debe ocuparse en su salvación
con temor y temblor (Fil. 2: 12), lo que implica crecimiento en santidad experimental,
las palabras del Señor, no van dirigidas a los miembros de la Iglesia, los cuales han
sido declarados santos, y por tanto, jamás pueden ellos perder lo que Dios les ha
otorgado en Cristo en materia de salvación, sino que, como ya venimos diciendo, y
que va en el contexto de este capítulo, van dirigidas concretamente a los judíos que
vivirán después del tiempo de la Iglesia, cuando el tiempo de los gentiles se haya
cumplido (V. 24), en el tiempo de la Gran Tribulación, previo a la venida gloriosa
Suya, como hemos leído.
Es a los judíos del tiempo futuro de la Gran Tribulación, que el Señor les dice: "Velad,
pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas
cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre". La Iglesia ya hará
algunos años que habrá partido al cielo, a raíz del cumplimiento del tiempo de los
gentiles (Lc. 21: 24; Romanos 11: 25)//
...
CUANDO SE PRODUZCA LA VENIDA DE CRISTO, LA IGLESIA YA ESTARÁ EN
EL REPOSO
I. La cuarta bestia:
La cuarta bestia que ve Daniel, y siempre en relación a Israel, es el cuarto imperio
sobre la tierra, y se refiere a Roma.
A pesar de que el imperio romano de occidente, como tal, cayó en el 476 d.C., siguió
a través del papado hasta nuestros días. A la sazón, se ve tambalear la institución
papal, de una manera jamás conocida como todos sabemos, dando a entender que
tal institución, cabeza del catolicismo romano, puede tener sus días contados.
Siempre hemos dicho que la cuarta bestia, iba a resurgir a través de la Unión
Europea, pero la Unión Europea, lejos de ser ese gran éxito que muchos auguraban,
está en un declive espantoso. El Brexit a las puertas, y una deuda pública galopante
por parte de naciones claves, como Italia, España; la desaceleración de Alemania,
etc. Parece todo hecho exprofeso para que ese proyecto europeo fracase.
Me vienen a la cabeza las palabras de un socialista, Javier Solana, que fuera, entre
otras cosas, nada más y nada menos que, Secretario General de la OTAN (1995-
1999), Alto Representante del Consejo para la Política Exterior y de Seguridad
Común de la Unión Europea (1999-2009) y Comandante en Jefe de la EUFOR
(1999-2009). Él dijo públicamente:
1. España
2. Bélgica
3. Dinamarca
4. Holanda
5. Liechtenstein
6. Luxemburgo
7. Mónaco
8. Noruega
9. Reino Unido
10.Suecia
¿Serán esas casas reales los diez cuernos de la cuarta bestia? No lo podemos
afirmar, ni negar con rotundidad, pero indiscutiblemente, esos diez cuernos (el
cuerno significa poder), serán diez "reyes" que formarán la base del alzamiento del
cuerno número once, la Bestia Anticristo, en su momento.
(Apocalipsis 17: 12) "Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, QUE AÚN NO
HAN RECIBIDO REINO; pero por una hora recibirán autoridad como reyes
juntamente con la bestia".
En el tiempo de Juan, todavía no estaban presentes esos diez cuernos como tales,
y se nos dice que recibirán el poder al final de los días, un poco antes que lo reciba
la Bestia.
Hay que entender que esos diez cuernos surgirán al final con la debida notoriedad,
por tanto, es posible que siendo esas diez casas reales los diez cuernos, no vengan
a ser tales cuernos poderosos sino hasta que venga a ser el tiempo, entendiendo
que hoy por hoy, su peso específico en la política actual no parece ser muy
grande…pero, ¿Qué ocurriría ante una debacle de la Unión Europea? ¿Podría ser
motivo, o más bien excusa, para el levantamiento de esas casas reales como aporte
de suficiente garantía de estabilidad y firmeza en la vieja Europa?
Puede ser que uno de esos cuernos, de los tres que caerán (Dn. 7:20), sea el original
suyo, su nación de origen. Sería de esperar, ya que empieza siendo un "cuerno
pequeño" (Dn. 7: 8), lo cual nos hablaría de debilidad en su surgimiento, hasta que
crece por encima del resto de los cuernos.
En mi opinión, la actual Unión Europea va a caer, por las razones descritas arriba.
Sólo que eso ocurra, el anuncio de un nuevo "orden" para Europa se hará público.
En ese contexto se anunciarán los "DIEZ", los que se presentarán para restablecer
el orden, la "paz y la seguridad" en el viejo continente.
Las gentes clamarán por un libertador, por alguien que traiga paz y seguridad; lo
tendrán, pero resultará ser un fraude. Será el hijo de perdición, el inicuo, el falso
príncipe de paz (2 Ts. 2 ss)
Parte de lo que voy a escribir es doctrina, y otra es simple opinión. No significa que
estoy afirmando nada al poner algunas fechas, simplemente aporto esa posibilidad.
Nada más.
(Oseas 6:2-3) “Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y
nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará,
y viviremos delante de él. Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová;
como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la
lluvia tardía y temprana a la tierra”.
Según esta profecía concerniente a los judíos, después de dos mil años (dos días),
Israel volverá vivir (Ez. 37, valle de los huesos secos), y en ese tercer día, es decir,
el Milenio, Israel vivirá delante de Él.
(Salmos 90: 4) “Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer…”
(2 Pedro 3:8) “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es
como mil años, y mil años como un día”
Este es un dato claro. Dios apartó Sus ojos de Israel, al Israel rechazar al Mesías, y
la Palabra nos dice que lo hace por 2.000 años, que son esos dos días proféticos de
Oseas.
Además, esos dos mil años se corresponden con el tiempo de la Iglesia en esta
tierra.
¿Nacimiento, o muerte?
Siempre hemos pensado que esos 2.000 años, empiezan con el nacimiento de
Jesús, pero ¿Es así?, no, no es así. No, porque Israel rechazó al Mesías al cabo de
Su ministerio, en aquel Domingo glorioso de su entrada en Jerusalén montado sobre
aquel pollino.
“Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Decid a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna,
sobre un pollino, hijo de animal de carga” (Mateo 21: 4,5) Ver Mateo 21: 1-11
Por tanto, necesariamente los 2.000 años aludidos deberán empezar aquel día,
cuando Jesús seguidamente lloró sobre Jerusalén, y exclamó: “He aquí, vuestra
casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis, hasta que llegue el
tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor” (Lc.13: 35)
También vemos que el trato de Dios hacia Israel a través de las setenta semanas de
años de Daniel 9, se interrumpen abruptamente con la muerte del Mesías: “…Y
después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías,…” (Daniel 9:
26), y vemos que hay un enorme salto en el tiempo hasta el siguiente versículo (27)
El año de Su crucifixión, fue el año 30 d.C., según muchos eruditos (otros dicen año
33), pero vamos a pensar que fue el año 30.
Cabe señalar que a las pocas semanas, surgía la iglesia en la Fiesta de Pentecostés
(Hechos 2).
Los dos mil años de apartamiento de Israel deberían concluir entonces hacia el 2030
(años solares).
(Daniel 9: 27) “Y por una semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la
semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las
abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está
determinado se derrame sobre el desolador”
Sabiendo que Dios dispone de una semana de años, es decir, siete años, para
acabar tratar con Israel (ver Daniel 9: 20-27), estos siete años deberían comenzar
en el 2023, eso nos lleva a pensar que hacia el año 2023 debería producirse el
Arrebatamiento de la Iglesia, año más, año menos, y no más tarde. Veremos si es
así.
En el día de hoy, y viendo como los acontecimientos se producen, perfectamente
podría ser de este modo. Esta sociedad cada vez más convulsa, está muy cerca de
experimentar una crisis económica sin precedentes, con la violencia que seguro
generará, caos, desesperación, etc. Todo pensado y llevado a cabo para que las
gentes impías clamen por un salvador, este será la Bestia Anticristo:
La iglesia está en este mundo para que en el Espíritu manifestado en poder que vino
en el día de Pentecostés de Hechos 2, ser testigo de Cristo “hasta lo último de la
tierra”.
El hecho de ser testigo “hasta lo último de la tierra”, sugiere con claridad un fin de la
actividad apostólica (evangelizadora) de la iglesia, cuando el Evangelio haya llegado
hasta el último lugar de este planeta, en una conclusión de espacio y tiempo (Ro.
11:25b)
Cuando el último miembro del cuerpo de Cristo sea una realidad, y
consecuentemente tal cuerpo quede completo, será ese momento. Eso sólo Dios lo
sabe.
Si la iglesia tuvo un comienzo (que lo tuvo), para cumplir con su misión, obviamente
deberá tener un fin.
La iglesia llegó a ser, porque no sólo sus miembros eran creyentes en el Mesías,
sino porque fueron bautizados y llenos del Espíritu, esto último es la característica
principal que la diferencia de los justos del AT.
Entrados en intentar entender los entresijos del final de los tiempos respecto a la
iglesia, y el que se levantará en este mundo antes de la venida gloriosa de Cristo,
vemos algo muy interesante en 2 Ts. 2: 7-9;
“Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente
lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. 8 Y entonces se
manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y
destruirá con el resplandor de su venida; 9 inicuo cuyo advenimiento es por obra de
Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos,
El misterio de la iniquidad, la obra de Satanás cuyo fin es el colocar a su hijo de
perdición como cabeza en este mundo, como dios de este mundo, se ha ido
gestando poco a poco, y tendrá su cénit con su surgimiento, no obstante, eso no
puede de ninguna de las maneras ocurrir, mientras la Iglesia, como tal, esté en la
tierra. Lo entendemos así por lo que dice la Escritura, y hemos leído, y analizaremos.
El Espíritu Santo, el mismo que vino para levantar la iglesia en Hechos 2, ha ido
deteniendo o frenando el avance de la acción del misterio de la iniquidad (el cual
opera, entre otras maneras, desde las regiones superiores, aéreas, donde se hallan
las “huestes espirituales de maldad” (Ef. 6: 12). La culminación de dicho misterio, es
la proclamación de la Bestia Anticristo (Ap. 13)
“…hasta que él a su vez sea quitado de en medio”: Enfáticamente vemos que el
Espíritu Santo, será quitado de en medio, de manera que, en un momento dado, ese
Anticristo se pueda manifestar, ya que entonces no será frenado por el poder de
Dios.
Ahora bien, si la iglesia lo es, porque un día vino a ser como tal (Hechos 2), porque
el Espíritu mora en cada miembro (Juan 14: 17b), pero llegará el día en que ese
hecho dejará de ser, como hemos leído, es obvio entonces que la iglesia habrá
terminado su cometido, lo cual nos lleva a la conclusión siguiente: así como la iglesia
vino a ser, dejará de ser en este mundo. Esto nos habla del arrebatamiento
pretribulacional (ver 1 Ts. 4: 13-18; 1 Co. 15: 50-52)
La iglesia transformada, ascenderá a los cielos a recibir al Señor en el aire, con el
Espíritu, en Su manifestación de poder.
Sólo hay tres fiestas, a la sazón, que todavía no se han cumplido en el Mesías, y se
tendrán que cumplir, a saber: la fiesta de las trompetas (Yom Terúah o Rosh
HaShaná), Expiación (Yom Kippur), y la de Tabernáculos.
Si la iglesia nació como tal en una de las siete fiestas del Señor, en Pentecostés,
¿Sería muy extraño que fuera levantada a recibir al Señor en el aire en otra fiesta,
una que no ha tenido cumplimiento todavía, y que fuera el propósito mesiánico de la
misma?
(Éxodo 32: 1-7) "Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se
acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan
delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de
Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos
de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras
hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían
en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio
forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos
son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó un
altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová.
Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de
paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse. Entonces
Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de
Egipto se ha corrompido"
Introducción
Dios había llamado a Moisés a encontrarse con Él en la cima de aquel ardiente Sinaí,
y allí estuvo a solas con Dios por muchos días para entre otras cosas, recibir la Ley,
mientras tanto, el pueblo aguardaba abajo del monte. Dios les estaba probando.
Hay un tiempo cuando parece que Dios está lejos de nosotros, es un tiempo de
buscar a Dios, de aferrarse a Él, y ese tiempo es comparable al que pasó Israel en
el Sinaí.
Moisés y Cristo
(V. 1) "Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron
entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de
nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no
sabemos qué le haya acontecido":
Moisés es un tipo de Cristo. Fue el guía y mediador entre Dios y Su pueblo durante
el devenir por el desierto, camino de la Tierra Prometida.
Así como aquéllos, a éstos les encanta vivir una vida terrenal de goces y placeres.
Buscan la misma “excelencia” que los impíos en sus metas y en sus obras, y los
mismos objetivos en la vida, con un barniz más o menos grueso de cristianismo.
Moisés estuvo arriba en la cima del Sinaí, así como Cristo está arriba, sentado a la
diestra del Padre.
Así como aquéllos, éstos en vez de buscar las cosas que son las de arriba, donde
está Cristo sentado a la diestra de Dios (Col. 3: 1), buscan sólo las cosas que son
las de la tierra, así como aquellos apóstatas del Sinaí. Nada ha cambiado.
Aarón aquí, figura del ministro cobarde
(Vv. 2-4) "Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de
vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo
el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón;
y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro
de fundición":
Aarón representó en ese pasaje la figura del ministro cobarde, que se deja doblegar
y convencer por la insistencia de las masas apóstatas, con tal de evitar la
confrontación y los problemas.
Hoy en día existen ministros así también. Prefieren agradar al pueblo y a los
consiervos, antes que agradar a Dios. Son cobardes.
Pero Aarón se equivocó también aquí. Dios busca el ser adorado tal y como Él
dispone, y no según la imaginación, obra o voluntad del individuo. Aarón se engañó
a sí mismo.
"... y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un
becerro de fundición":
Ese becerro de oro fue el resultado de la entrega de las posesiones y trabajo
humanos para la “construcción” de un dios (el oro que poseían)
(Vv. 4, 5) "Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra
de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón,
y dijo: Mañana será fiesta para Jehová":
Es interesante como el pueblo entendió el asunto de una manera, y Aarón de otra,
aunque el fin fue el mismo.
El pueblo dijo que ese becerro era la representación de los dioses (nótese el plural)
que sacaron a Israel de Egipto, mientras que Aarón dijo que la honra de todo ello
era para Jehová.
Hoy en día ocurre igual. Aunque quizás no con tanta exageración como ocurrió con
el pueblo del Sinaí, muchos hoy en día ya no le dan la gloria a Cristo, sino que se la
dan a sí mismos, o a otros.
Dándose prisa
(V. 7) "Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que
sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido"
Creo que está ocurriendo de igual manera hoy en día. Mucho del pueblo evangélico
está muy ocupado en comer, beber y regocijarse, vivir para sí, en definitiva. Creo
que la venida del Señor está cerca.
Lejos de esperar un surgir glorioso de la Iglesia antes de la venida del Señor a por
ella, más bien parece que va a ser el asunto muy similar a como fue en el Sinaí,
cuando Dios le dijo a Moisés que descendiera pronto.
El pueblo estaba desenfrenado. Hoy el pueblo de Dios está dormido. Siempre hay
excepciones, como las hubo entonces. Es tiempo de dejar de lado las ofertas
hedonistas de esta sociedad, y buscar el agradar a Dios en nuestra cotidianidad.//
(Apocalipsis 13: 16, 17) “Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres,
libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y
que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de
la bestia, o el número de su nombre".
Desde el principio, siempre fue un enigma este pasaje de la Escritura. Nadie podía
comprender a cabalidad su significado. Hoy en día, sí.
Estos versículos nos hablan de que la segunda bestia, la que “subía de la tierra; y
tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón” (V.
11), hará que a todos los habitantes de la tierra, no importa su condición social o
económica, se les pueda colocar una “marca”.
Esta marca (Karagma en griego) es un elemento que denotará pertenencia a la
Bestia. Todos los que tengan esa “marca”, pertenecerán al Anticristo, y serán
condenados (Ap. 14: 9-11)
Esa marca, entendemos hoy, será, no sólo un distintivo o símbolo, sino que
avanzada como está la tecnología, contendrá toda la información identificativa del
sujeto que la tenga, entre otras cosas, y sólo a través de ese medio se podrá
comprar, y se podrá vender.
Es de todos sabido que el actual jefe del Vaticano, Bergoglio, apoya abiertamente la
implantación del chip, RFID, (1) (2) para el 2017. Hay que decir que, como poco,
esto implica una profanación del cuerpo, y una dependencia insana de un medio
extraño al mismo.
Llegado el momento, nadie que no tenga la marca de Ap. 13, podrá comprar ni
vender; ¿cómo llegará a ser eso?
Hilvanando…
Por años se pensó que esa marca, sería un distintivo que los fieles a la Bestia
llevarían de forma visible, como lo hacían los nazis con la esvástica o cosa similar,
de manera que todos aquellos que la llevaran, tendrían permiso para comprar, o
para vender…pero eso ya quedó atrás.
La marca no será un simple distintivo identificativo visible, sino que será, entre otras
cosas, un objeto implantado necesario para efectuar transacciones comerciales; es
decir, comprar y vender.
En España, país europeo, “En abril de 2012, el Consejo de Ministros aprobó fijar en
un máximo de 2.500 euros para los pagos en efectivo en las transacciones
comerciales en las que intervenga, al menos, un profesional o una empresa” (3).
Esa cantidad, quedará reducida a 1.000 euros solamente, a partir del 1 de enero del
año que entra (4).
Se estrecha el círculo.
En los cerca de cinco años que han transcurrido entre las dos medidas, el dinero
en circulación se ha reducido a menos de la mitad (5).
Leemos en la prensa diaria: “Triunfa el plástico. Hace ya unos meses que el pago
con tarjeta ha destronado al que era el rey de la economía real: el dinero contante y
sonante” (6)
No es necesario ser muy inteligente para entender en todo esto que la finalidad
principal de todo este asunto es el que venimos diciendo: que desaparezca “el dinero
contante y sonante”. ¿Por qué, realmente?
Sigamos.
En Suecia, uno de los países más ricos del mundo, los pagos desde teléfonos
celulares y con tarjetas de crédito están reemplazando velozmente al dinero físico.
Muchos bancos ya no aceptan dinero en efectivo, y los pagos digitales siguen
prosperando, el dinero en efectivo representa solamente el 2% de la economía
nacional. (7)
Esto sólo se podrá hacer cuando previamente haya desaparecido todo el dinero
físico, de ahí el afán de los dirigentes en que esto suceda.
Conclusión
Cuando uno tiene su dinerito en los bolsillos, puede entrar y salir, pasear, viajar,
comprar aquí o allá, etc. y nadie le puede controlar. Es libre.
Sin dinero en la cartera, con los bolsillos vacíos, estamos a merced del sistema, o
más bien, de quien lo dirige.
Este mundo se está preparando para entrar bajo un CONTROL absoluto, que durará
tres años y medio exactamente, y concluirá con la venida gloriosa de Cristo. Mientras
tanto, se está “domando” a las masas con un sutil control, hasta que esté todo
dispuesto. Entonces el control será absoluto.
¿Cuánto tiempo más nos queda de estar en este mundo?, creo que muy poco. Por
ello, entiendo que para los cristianos, esto es una buena noticia.
Diciembre 2016
www.centrorey.org
EL ARREBATAMIENTO DE LA IGLESIA ES PREVIO
AL DÍA DEL SEÑOR
(2 Ts. 2: 1,2) “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra
reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro
modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si
fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor HA LLEGADO”
Ese error fue reforzado por algunos mensajes que recibieron, los cuales les
anunciaban erróneamente de que estaban en el “día del Señor”.
Insistimos en este punto. Los de Tesalónica creían, así como hay que creer, que el
Arrebatamiento es anterior a los días de juicio, de los cuales hablaré también.
Existen diecinueve usos claros acerca del modismo “el Día del Señor” en el AT, y
cuatro en el NT (ver Hchs. 2:20; 2 Ts.2:2; 2 P. 3:10). Los profetas del AT escribieron
acerca del “Día del Señor” para describir juicios históricos próximos (Is.13:6-22; Ez.
30:2-19; Jl. 1:15; Am. 5: 18-20; Sof 1: 14-18), o juicios escatológicos y divinos lejanos
(Jl. 2:30-32; 3:14; Zac. 14:1; Mal. 4:1,5).
En seis ocasiones y más, se califica como un “día grande”, y “terrible”, y cuatro veces
como “el día de la venganza”. El NT lo llama un día de “ira”, “el día de la visitación”,
y “aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Ap. 16:14). Así que se trata de juicios
aterradores y justos por parte de Dios (Jl. 2:30, 31; 2 Ts. 1:7-10), todos por causa y
contra la gran pecaminosidad del mundo, por el dar la espalda a los mandamientos
de Dios (anomia) (ver Mt. 24:12).
El “Día del Señor” futuro que desatará por completo la ira de Dios, tendrá lugar en
dos periodos: 1) al final de la Tribulación de siete años (Ap. 19:11-21), y 2) al final
del Milenio. Ambos “días” están separados por mil años literales, y Pedro se refiere
al final de los Mil años, en conexión con el “Día del Señor”, al final de los tiempos (2
P. 3:10; Ap. 20:7-15).
3. La apostasía
(Vv. 3-5) “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes
venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4 el
cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto;
tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.
5 ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?”:
Es lógico que Pablo les enseñara de este modo, me explico. El “Día del Señor” no
puede venir hasta que suceda la apostasía. De hecho, por causa de esta apostasía,
viene el juicio de Dios contra esta humanidad que ha renegado de los principios
judeo cristianos.
Siempre ha habido apostasía, pero la que va a haber cuando se todo apunte hacia
el levantamiento de la Bestia Anticristo, será atroz. En términos de lo que
comúnmente llamamos iglesia, habrá una deserción y rebelión sin precedentes en
la historia, como culmen del “misterio de la iniquidad” (V. 7). De los millones de
cristianos profesantes que existen, una enorme masa de ellos apostatarán
visiblemente, yendo en pos del Falso Profeta (Ap. 13:11), y consecuentemente
cayendo en manos de la primera bestia, llamado también el “Inicuo”. Todos ellos,
jamás nacieron de nuevo.
(V.5) “¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?”:
Pablo les había enseñado a los de Tesalónica en numerosas ocasiones, los detalles
de los planes futuros de Dios. En este instante les recordaba las cosas que
demostraban cuán equivocados estaban los falsos maestros en cuanto al “día del
Señor”. El apóstol les había dicho antes que la aparición manifiesta del Anticristo,
antecede al “día del Señor”, y como aún no había surgido ese hombre hijo de
Satanás, era imposible que ya estuvieran en el tiempo de los juicios finales, o “día
del Señor”.
(Vv.6-9) “Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo
se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay
quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y
entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su
boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por
obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos”
Los tesalonicenses sabían que era lo que detenía la aparición del hijo de perdición,
por eso Pablo no lo repite, pero, ¿podemos nosotros saberlo? Pienso que sí.
Algunos han sugerido que lo que detiene la manifestación del Inicuo son varias
cosas:
¿Qué puede estar sujetando el poder del maligno hasta el punto descrito en la
Palabra? El mismo poder que hace que la Iglesia pueda ser Iglesia en este mundo,
cumpliéndose la premisa: “Sabemos que somos de Dios (la Iglesia), y el mundo
entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19)
Ese poder del Espíritu Santo que descendió de los cielos en Hchs 2 y que potenció
que la Iglesia lo fuera: “…recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo…” (Hchs.1:8). Esa manifestación poderosa del Espíritu Santo, será
de nuevo recibida en los cielos, al tiempo que la Iglesia abandona este mundo, ya
que la Iglesia no es Iglesia sin el poder del Espíritu Santo, el cual llena a todo
creyente verdadero.
Concluimos diciendo que mientras la Iglesia esté en este mundo, y como está, por
el poder del Espíritu, hace que la anomia o maldad no sea total, ¡imaginemos cuando
no esté!
(Romanos 11: 19-26) “Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese
injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie.
No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales,
a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad
ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces
en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. Y aun ellos, si no
permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para
volverlos a injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo
silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos,
que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo? Porque no quiero,
hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a
vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que
haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo, como está
escrito: Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad. Y este será
mi pacto con ellos, cuando yo quite sus pecados”
Introducción
Veremos en este pequeño estudio, que el apóstol Pablo en esas palabras que dirige
a los convertidos de origen gentil en Roma, y por ende, a toda la Iglesia de origen
gentil, está de hecho profetizando sobre los últimos días de la Iglesia aquí en la
tierra.
Si leemos cuidadosamente este pasaje de arriba, nos podemos dar cuenta que de
una manera muy elegante, el apóstol declara la historia de los creyentes, no sólo
conocida en aquél tiempo, sino la que tenía que acontecer.
Básicamente Pablo está diciendo que las ramas del olivo silvestre (los gentiles),
fueron injertados (contra natura, v.24) en el olivo, cuya raíz representa a Abraham,
o más bien la promesa dada por Dios a Abraham (Ro.9:7-9; Gl.3:29; 4:21-31), porque
todos los verdaderos creyentes, tanto de origen israelita como gentil, somos
descendencia espiritual de Abraham.
Así que vemos, por un lado el olivo natural (V.17), que no es Israel, ni es la Iglesia,
sino que lo podemos definir siguiendo el símil, como el árbol de la bendición divina,
el pacto de salvación que Dios estableció con Abraham (Gn.12:1-3;15: 1-21; 17:1-
27). Por otro lado, las ramas de ese olivo natural, que es Israel, y, las ramas del olivo
silvestre, que son los gentiles. Este es el cuadro.
Algunas de las ramas del olivo natural debían ser desgajadas (V.17). No es que
fueron desgajadas con el fin de que las ramas del olivo silvestre fuesen injertadas,
sino porque fueron desgajadas; y dice por qué: “por su incredulidad” (V.20)
El plan de Dios es que a causa del rechazo de Israel respecto al Mesías, la fe del
Hijo de Dios fuera redirigida a aquellos que en otro tiempo estaban sin
Cristo…ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo
(Ef. 2:12); los gentiles.
Por ese mismo principio soberano, Dios por medio de Pablo ya está en estos pasajes
de Romanos 11, anunciando que el tiempo de los gentiles, el tiempo de salvación
de Dios hacia todos aquellos que no son Israel, que mayormente coincide con el
tiempo de la Iglesia, se terminará; cuando “haya entrado la plenitud de los
gentiles”(V.25b), para luego crear salvación grande y manifiesta a Israel (V.26), cuál
pueblo, Dios jamás desechó (V.1) (Nótese que Pablo en ese versículo primero del
capítulo 11, está claramente hablando de Israel, y no de la Iglesia)
Genéricamente hablando, ¿cómo es la iglesia de hoy en día?/ Sobre el fin del tiempo
de la Iglesia
En estos pasajes paulinos vemos por tanto dos principios que parecen
contradecirse, pero que en realidad no. Por un lado, vemos clarísimamente la
soberanía de Dios manifestada en Su elección o predestinación, y por otro lado,
vemos sin ambages el llamamiento de Dios hacia los hombres para que se
arrepientan de sus pecados, y vivan de acorde a Sus principios, y por tanto el sentido
de la responsabilidad de los hombres. Véase:
1. Dios establece los tiempos y Su salvación, primero con Israel, luego con los
gentiles, y luego de nuevo a Israel (Soberanía divina)
2. Dios manda tanto a judíos como a gentiles que vivan vidas que le agraden (vivir
en fe y no en incredulidad; estar por la fe en pie; permanecer en la bondad de Dios;
Vv.20,22) (Responsabilidad humana)
No hay contradicción alguna. Ambas cosas son verdad, aunque nuestra mente finita
no lo pueda comprender.
De todo ello vemos que Dios anda siempre “con un paso por delante de los
hombres”.
Creo firmemente, porque así lo dice la Escritura, que el Señor Jesucristo va a volver,
no sólo en gloria poniendo Sus pies sobre el monte de los Olivos en Jerusalén (Zac.
14: 4), sino antes, desde el aire, a llevarse a su Novia, la Iglesia (1 Ts. 4: 17).
Este será para nosotros, los creyentes, un evento glorioso, en el cual se cumplirá lo
dicho por el apóstol Juan: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha
manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste,
seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3: 2)
1. La pregunta importante
Nos hacemos una pregunta que parece de Perogrullo, pero no lo es. ¿A quién viene
Cristo a llevarse? La respuesta sin ambages, es: a los suyos; a todos aquellos que
han sido justificados por Sus méritos en la cruz:
“a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes
a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a
los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó;
y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Romanos 8: 29, 30)
Entonces, todos a los que Cristo viene a buscar, tienen algo en común. Tienen la fe
que vence al mundo: “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta
es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo,
sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5: 4, 5)
Por lo tanto, podrá entre ellos haber personas más avivadas, más santificadas, o
menos, pero independientemente de su fidelidad, y teniendo en cuenta que la
Escritura nos enseña que somos infieles por naturaleza (2 Ti. 2: 13; Ro. 7: 14, 15),
son de Cristo, porque un día nacieron de nuevo (Jn. 3: 3), y ese fue un acto de Dios,
no humano.
Todos los santos; y santo es aquel que ha nacido de Dios (Jn. 3: 3; 1 Juan 3: 9), es
parte del cuerpo de Cristo, por lo tanto, resucitará en Cristo, y si vive para ese día
glorioso para la Iglesia, será transformado (1 Co. 15: 50-52)
¿Por qué digo todo esto? ¿Acaso para fomentar alguna actitud laxa o algo parecido
en los cristianos? ¡Jamás! Todo aquel que tiene esta esperanza en Él, se purifica a
sí mismo, así como Él es puro (1 Juan 3: 3).
Digo todo esto porque es necesario exponer la verdad y toda la verdad. Allá voy.
Por pretender forzar a los creyentes hacia una santificación, más bien llevada en la
carne, que en el Espíritu (legalismo), en el más que evidente contexto arminiano, se
ha hecho del Rapto o Arrebatamiento una especie de vara de medir, por la cual y
acerca de los creyentes, unos se irían con el Señor, y otros se quedarían en tierra,
y que para que eso último no ocurriera, el creyente debería hacer un esfuerzo
singular para alcanzar una cuota suficiente de santidad (nadie sabe exactamente
cuánta). A tal punto ha llegado esto, que muchos, por su sensibilidad y temor, no
saben si aplican para ser llevados por Cristo, o por lo contrario han llegado a creer
que lo más probable es que se van a quedar en tierra.
Si bien es cierto que la Palabra nos exhorta en esta vida a ocuparnos en nuestra
salvación con temor de Dios, lo cual significa ser diligentes en buscar crecer en
santificación, que es nuestro fruto en Cristo y voluntad explícita de Dios, y siendo de
esta manera que nos será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pr. 1: 11) - hermanos - por mucho que un
hijo de Dios se esfuerce, no va a ser más santo. Déjenme explicar esto último.
La santidad que un hijo de Dios tiene, no es suya ni es ganada por él, por su
hipotético esfuerzo, de otra manera la salvación sería por mérito, lo cual es
imposible. La santidad del creyente es Cristo en él: “Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne,
lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gl.
2: 20)
Los hijos de Dios se van con su Padre celestial; los que no son hijos, no.
Así como no podemos añadir un codo a nuestra estatura, tampoco podemos ser más
hijos de lo que somos todos y cada uno de los hijos de Dios. Un hijo no puede ser
más hijo; podrá ser mejor hijo, pero no más hijo de lo que ya es.
Por lo tanto en el Arrebatamiento de la Iglesia, nos vamos todos los que somos de
la Iglesia, la de todos los tiempos; la Iglesia que conoce el Señor (2 Ti. 2: 19), el
verdadero cuerpo de Cristo. De la misma manera que hay en el cielo innumerables
santos que en esta vida sus obras no pasaron la prueba de fuego, y van a ser
resucitados como todos los demás (1 Co. 3: 15), habrá en el momento del
Arrebatamiento cristianos de la misma índole, que también serán transformados
junto con los demás... ¿o es que aquellos cristianos del pasado no van a ser
resucitados?, lo serán porque son hijos, quizás a la manera de aquel hijo pródigo,
pero hijos de todos modos.
Introducción
1. El cristianismo de los primeros siglos en cuanto a escatología
2. Algunos autores a través de los siglos
Victorino, obispo de Pettan
Efraín de Nisbis
Joseph Mede
Morgan Edwards
John Gill
3.Consideraciones y comentarios de Mateo 24ss
La abominación desoladora y la desaparición de la Iglesia
A) La segunda venida en Mateo 24
Un rapto que no es el Rapto
4. Israel es la clave
5. Principales diferencias entre el Arrebatamiento y la Segunda Venida
6. Concluyendo
Introducción
“No te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino
la raíz a ti. Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.
Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te
ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti
tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad
ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces
en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. Y aun ellos, si no
permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para
volverlos a injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo
silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos,
que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?” (Romanos 11: 18-
24)
El cristianismo de los primeros siglos, sin lugar a dudas, era premilenarista y
pretribulacionista, tal como los apóstoles enseñaron.
Premilenarista, ya que creían que el Señor regresará glorioso a esta tierra para
instaurar el reino milenial prometido a Israel (Is. 2: 1-3; Hchs 1: 6), reino este todavía
no establecido en este mundo el cual sigue bajo el maligno (1 Jn. 5: 19).
Pretribulacionista, porque la Iglesia necesariamente tendrá que ser sacada de aquí
antes del advenimiento de la Bestia y de su breve periodo de nefasto gobierno
mundial, así como antes de que todo Israel sea salvo (Ro. 11: 25, 26).
En cuanto a los segundo, la Iglesia primitiva creía que Dios iba a obrar en relación a
Israel para su salvación, pero el Espíritu Santo por medio del apóstol Pablo, se
anticipó al hecho de que la iglesia gentil se olvidaría de esa promesa, como así fue,
de ahí la admonición del apóstol Pablo de que nosotros, los gentiles, no debíamos
ser arrogantes en cuanto a nosotros mismos, sino proceder sin jactancia en la pura
bondad de Dios.
El periodo mínimo de tiempo para que Dios produzca el resultado final, en cuanto a
la salvación prometida a Israel, es de siete años (Dn. 9: 27)
Los creyentes de los tres primeros siglos habían recibido la doctrina apostólica, y
conocían acerca de estas cosas.
Comentando acerca de las plagas de ese tiempo de la tribulación que todavía está
por llegar a este mundo, dijo: “Esto sucederá en los últimos tiempos, cuando la
Iglesia haya sido quitada de en medio”.
El amilenarismo niega el futuro reino milenial en esta tierra, o en todo caso asegura
que el reino es ahora, y de ahí el postmilenarismo que ejerce un énfasis tremendo
en esta última cuestión, llegando a la conclusión de que la Iglesia reina de facto en
este mundo, sin el Rey presente. Por otra parte, una estupidez.
Esa doctrina, parte del entendimiento católico romano, y para sí es una de sus dos
teatrales columnas, el llamado “poder temporal”. Como decimos, esto partió de
Agustín de Hipona, llamado comúnmente San Agustín, en el siglo V.
Por ello, durante muchos siglos, y a partir de Agustín, la cristiandad fue básicamente
amilenarista/postmilerista; prácticamente todo el tiempo de la influencia nefasta del
catolicismo romano.
Efraín de Nisbis
En cuanto al pretribulacionismo, es decir, el Arrebatamiento de la Iglesia antes de
la Tribulación que ha de venir sobre este mundo, previa a la venida gloriosa del
Señor para establecer su Reino Milenial prometido a Israel, hay que destacar que
en el siglo IV, un tal Efraín de Nisbis (306-373 d. C), conocido también como Efraín
el Sirio, que fuera uno de los principales teólogos de la primitiva Iglesia Oriental
Bizantina, prolífico escritor, por cierto, declaró lo siguiente:
“Porque todos los santos y elegidos de Dios están reunidos antes de la Tribulación
que ha de venir, y son llevados al Señor antes que vean la confusión que llenará al
mundo…”
Aunque no fuera específico en cuanto al número de los años que la Biblia nos dice
durará la tribulación, y que en su conjunto son siete, correspondiéndose con la última
shabúa (Dn. 9: 27), es suficientemente claro Efraín, al decirnos que el Rapto será
antes de la tribulación, es decir, será pretribulacional.
Es evidente que esa confusión que llenará el mundo a la que se refiere Efraín el Sirio
no puede ser sino la que traerá el gobierno infame de la Bestia Anticristo y sus
consecuencias.
A pesar de la negación de la escatología bíblica (y de muchas otras doctrinas,
muchas de ellas vitales en cuanto a la fe) por causa de la influencia directa y atroz
de la gran ramera de Roma, paulatinamente algunos escritos de tiempo en tiempo
llegaron hasta nuestras manos.
Joseph Mede
Tal es el caso de Joseph Mede (1586- 1638), quien siglos más tarde, escribiera:
Morgan Edwards
Pasó el tiempo, y llegamos al siglo XVIII. Morgan Edwards (1722-1795), pastor
bautista, escribió en su libro Millenium, Last Days, una argumentación acerca del
regreso de Cristo para buscar a su Iglesia, antes de la Tribulación. El dijo lo
siguiente en su libro, escrito en 1788:
“Los santos muertos serán levantados, y los santos vivos serán transformados en el
momento en que Cristo aparezca en el aire (1 Ts. 4: 17); y esto acontecerá como
tres años y medio antes del Milenio, como veremos a continuación: pero ¿Estarán
Él y ellos todo el tiempo en el aire? No: Ellos ascenderán al paraíso, o a alguna de
las muchas moradas de la casa del Padre, y así desaparecerán durante el consabido
periodo de tiempo. La razón de esa retirada y la desaparición será para juzgar a los
resucitados y transformados santos…”
¿Dónde irá la Iglesia resucitada y transformada? Pues la Palabra nos lo dice con
claridad:
“…juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2: 6)
Esto se corresponde con lo que la misma Palabra de Dios asegura: “…y así
estaremos siempre con el Señor” (1 Ts. 4: 17)
La Iglesia una vez arrebatada no desciende con el Señor cuando Él viene a buscarla
(1 Ts. 4: 17), sino que van al cielo, que es su Patria, y después de un corto tiempo
desciende – parte de ella (Ap. 19: 14) – con el Señor a instaurar el reino milenial.
John Gill
Cuarenta años antes del escrito de Morgan Edwards, el famoso teólogo bautista de
ese siglo XVIII, John Gill, publicó su comentario del Nuevo Testamento en el año
1748.
“El apóstol (Pablo) tiene algo nuevo y extraordinario que enseñar, concerniente a la
venida de Cristo, la primera resurrección o la resurrección de los santos, la
transformación de los santos vivos, y el arrebatamiento de ambos, los resucitados y
los vivos en las nubes, para encontrarse con Cristo en el aire…aquí Cristo se
detendrá y será visible a todos…mas sin embargo no descenderá a la tierra
porque no está lista para recibirle...”
Claramente Gill asegura en su escrito que Cristo no descenderá a la tierra (como así
será cuando venga en gloria poniendo sus pies sobre el Monte de los Olivos). La
razón que da es que la “tierra no estará lista para recibirle”. Esto es correcto, porque
antes deberán pasar todos los juicios de la Tribulación descritos en el libro de
Apocalipsis.
El hecho de estar el Señor en el aire (1 Ts. 4: 17) para recoger Su Iglesia, implica
que será visto de todos, (o todos podrán ver algo fuera de lo normal), lo cual no
contradice Mateo 24: 30, que describe su venida gloriosa, donde leemos que
todos “verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran
gloria”. Por tanto en ambos eventos de aproximación, el Señor y todo lo que conlleva
dichos eventos, será visto por todos, como no puede ser de otro modo, dadas las
circunstancias absolutamente espectaculares.
Lo que los hombres verán, no será un hombre o figura humana o similar, sino ¡una
llama de fuego! Y por supuesto, todo ojo le verá.
La venida de Cristo en el aire a por su Iglesia no será secreta ni silenciosa, sino que
será muy notoria. La Palabra así lo describe:
“Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de
Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (I Ts. 4: 16)
“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle
los edificios del templo. 2 Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os
digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. Y estando él
sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo:
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del
siglo?”(Mt. 24: 1-3)
Cuando el Señor se sentó en el Monte de los Olivos (Mt. 24), se estaba dirigiendo
en primera instancia a una audiencia judía que creía en Él (V. 3). A resultas de las
preguntas de sus discípulos, todos ellos judíos (la Iglesia todavía no había surgido
como tal), el Maestro les narra toda una serie de acontecimientos proféticos, que
es menester ordenar con cuidado.
En Mateo 24: 4ss el Señor les previno en contra de ser engañados, ya que se iban
a levantar diferentes falsos ungidos. Uno de ellos fue Bar Kobja (el hijo de la Estrella),
quien se autoproclamó el Mesías, y en el año 135 D.C. condujo a Israel a la derrota
definitiva y a su desaparición como nación.
Varias señales comentó antes del fin (entendiendo por fin, el fin de esta dispensación
de la gracia): guerras, rumores de guerras, levantamientos naciones contra
naciones, enfermedades, pandemias, hambruna, terremotos. Todo ello diciendo
sería principio de dolores de parto.
Se iban a levantar falsos profetas, lo cual también se atribuye tanto a judíos como a
cristianos, etc. etc.
Ahora bien, el templo ya hace siglos que no existe, no obstante Israel volvió a ser de
nuevo nación, y ¡en un solo día! (Is. 66: 8). Sólo es menester que pase poco tiempo
antes que levanten de nuevo el templo.
En Daniel 9: 27 vemos que una vez empezada la última shabúa (la última semana
de años: siete años), a la mitad de ese tiempo, se producirá de nuevo la abominación
desoladora. Este es el evento predicho por el Señor en Mateo 24: 15, y obviamente
va dirigido a los judíos que creerán en Él en aquel tiempo.
¿Por qué el Señor se está dirigiendo ahora en Mt. 24 al Israel creyente en Él y no a
la Iglesia como tal? Pues porque en el tiempo de la abominación desoladora, la
Iglesia ya no estará.
Antes de proseguir, es menester hacernos la gran pregunta, ¿Por qué no vemos con
claridad en todo este relato del Monte de los Olivos, comentario acerca del
Arrebatamiento de la Iglesia? La respuesta es sencilla, porque todo este relato va
dirigido en primera instancia a Sus discípulos judíos vivos en aquel momento, y al
Israel que será salvo; en este orden.
Sólo los residentes en Jerusalén pueden huir a los montes de Judea, los
judíos.
En invierno hace frío en Israel (no en la república del Salvador, por ejemplo)
El guardar el sábado sólo lo han de hacer los judíos.
Pero volviendo al relato de Mateo 24: 29ss, ahí vemos que el Señor nos está
hablando de Su segunda venida, la gloriosa, la cual se producirá después de la
Tribulación: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días…”, con
las señales que ocurrirán en los cielos (V. 29, 30)
En ese evento, la Iglesia hará algún tiempo que habrá sido glorificada y reinará
juntamente con Cristo. Luego desciende con Él (Mt. 25: 31(*) para juzgar a las gentes
que hayan quedado en esta tierra después de los horrores de la Tribulación.
(*) La versión Reina Valera traduce la palabra en griego por “ángeles”, pero su
traducción también es “enviados”.
Lo primero que hará el Señor será reunir ante Él a todos sus escogidos. Nótese que
no dice Su Iglesia, sino “sus escogidos”. Esos escogidos serán los salvos vivos de
la Tribulación, los cuales pondrá a su derecha, para que hereden el reino milenial
(Mt. 25: 32, 34). Los escogidos en ese contexto, son los santos de la tribulación,
también se les llama el resto de la descendencia de la mujer de Ap. 12: 17.
La Biblia de forma muy clara y específica nos enseña que todavía quedan unos años
determinados sobre Israel y Jerusalén para que sean salvos (Ver Daniel 9: 24). En
concreto son siete años (Dn. 9: 27). De esta manera se cumplirán las palabras
proféticas neotestamentarias: “Y luego todo Israel será salvo” (Romanos 11: 26)
Ese tiempo de siete años que restan de los 483 ya cumplidos (Dn. 9: 24-26) coincide
con el tiempo de la tribulación que ha de venir, y que empezará con la confirmación
del pacto con muchos (Israel y sus vecinos), que ha de realizar el que visiblemente
llegue a ser la Bestia Anticristo (Dn. 9: 27).
A la mitad de esos siete años, empezará la Gran Tribulación, y durará tres años y
medio (la segunda mitad de esos años).
Necesariamente la Iglesia deberá ser sacada de este mundo, coincidiendo con el fin
del endurecimiento en parte de Israel, y con el fin de la entrada de la plenitud de los
gentiles [en la Iglesia] (Ro. 11: 25), para que Dios empiece de nuevo con Israel de
manera que el Israel nacional sea salvo, y herede el reino prometido (Hchs. 1: 6)
El Arrebatamiento tendrá lugar antes del día de la ira. La segunda venida será al
final de ese día.
6. Concluyendo
Los que niegan el Rapto pretribulacional argumentan diciendo que esa doctrina hace
que los creyentes no se preparen para pasar por la Gran Tribulación… pero yo les
digo lo siguiente: ¿Cómo habría uno que prepararse para pasar por la Gran
Tribulación? ¿De qué estamos hablando?
Lo único que pueden esos inicuos hacer ahora mismo al respecto, es hacernos dudar
de la Bendita Esperanza, y no amar la venida del Señor, para de ese modo intentar
que no seamos dignos de escapar de las cosas que han de venir (Lc. 21: 36)
Una cosa es clara: hasta que el poder del Espíritu Santo no sea llevado de nuevo al
cielo, no se puede levantar el Anticristo (2 Ts. 2: 7, 8), con la consiguiente
Tribulación. La pregunta entonces es simple, amado fiel a Cristo, ¿Se puede
imaginar usted en este mundo sin la llenura y el poder del Espíritu Santo? Pues
según los detractores del Rapto usted y yo seremos desposeídos de la presencia
poderosa del Espíritu Santo para que se pueda manifestar el Inicuo… ¡menudo sin
sentido!
¡Lo que Dios nos dio, no nos lo va a quitar, y esto es el poder del Espíritu Santo!
(Hchs. 1: 8)
Dios ha dicho cosa muy diferente: la Iglesia nada tiene que ver con el Anticristo, sino
con Cristo, y ¡Él viene a por Su amada! ¿Está preparado?
Dios les bendiga.
Bibliografía:
Aviso Final……………………………………………………..Grant. R. Jeffrey
Apocalipsis sin velo……………………………………………Tim La Haye
Morgan Edwards: Another Pre-Darby Rapturist………………..Thomas Ice
Comentario del Apocalipsis…………………………………….John Gill
EL AMILENIALISMO, EL QUE HACE DE LA IGLESIA
UN REINO SIN EL REY PRESENTE, Y LE NIEGA A
ISRAEL SU RAZÓN DIVINA DE SER
(Hechos 1:6) “Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor,
¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”
Esto último choca de frente con la misma Escritura que asegura que el mundo entero
está bajo el maligno (1 Juan 5:19b)… ¿Cómo podrán coexistir dos reinos al mismo
tiempo?
Sin embargo eso fue así, el cristianismo primitivo fue premilenial, es decir, que creía
que cuando regrese Jesucristo, reinará desde Jerusalén, y sólo cambió la creencia,
cuando al romanismo le vino muy bien la teología antisemita de la negación del
Milenio, haciendo converger todas y cada una de las promesas dadas a Israel, a la
iglesia, y por tanto, asumiéndolas de hecho y en la práctica, en relación a Roma y
sus papas.
Cuando la iglesia visible fue reconocida y patrocinada por el estado (el Imperio),
inmediatamente después del triunfo del emperador Constantino, el catolicismo llegó
a ser dominante; los creyentes comenzaron a perder su vívida expectación del
pronto regreso del Señor, y comenzaron a buscar la Supremacía Temporal (Poder
Temporal), como un cumplimiento –falso a todas luces – del reino prometido de
Cristo en la tierra.
El Amilenialismo no sucumbió con la Reforma, sino que en muchos casos (no todos),
fue fortalecido y seguido hasta hoy en los círculos reformados. Podemos entender
que aquellos hombres de la Reforma bastante tenían ya con la defensa de una
soteriología bíblica, con toda la oposición del papado y el peligro que, por tanto, sus
vidas corrían. No nos cabe la menor duda de ello. No obstante, también es sabido
que la Iglesia ha de ser “Semper Reformanda”, pero en esta cuestión escatológica,
ha quedado como una simple anécdota, poco más.
No obstante, la Biblia asegura que habrá un reino literal, tangible, visible, una
auténtica Teocracia sobre este planeta, por mil años (Ap.20), a partir del momento
en que el Señor Jesucristo, ponga sus pies sobre el monte de los Olivos, y de ese
modo, todas y cada una de las promesas mesiánicas se cumplirán sobre el Israel de
Dios, que entrará en ese reino, como cabeza de las naciones, algo que jamás se ha
producido en la historia, pero Dios que no miente, lo hará, y será un hecho ese reino
milenial sobre este planeta:
“Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo
postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como
cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las
naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de
Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos
por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y
juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas
en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni
se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:2-4)
Índice
Introducción
1. Daniel, el hombre de Dios
2. Daniel y Gabriel y las Setenta semanas de años
3. Las Setenta Shabuim (Daniel 9: 24-27)
Tres periodos para los 490 años
De la orden de reconstrucción de Jerusalén a la manifestación del
Mesías
Las siete shabuim y las sesenta y dos shabuim
Haciendo cálculos aritméticos
Un poco de historia
4. La última shabua y el salto de 2000 años
El príncipe que ha de venir
5. Los Dos Días
Al tercer día
Y sólo a través de Jesucristo, en hebreo: Yeshua Ha Mashiach
“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para
terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la
justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a
Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas;
se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las
sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de
un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con
inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana
confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la
ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador,
hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el
desolador” (Daniel 9: 24-27)
Introducción
Las promesas que Dios dio a Abraham, fueron para Israel, y consecuentemente
también para la Iglesia. No obstante, existen muchas promesas dadas por Dios que
sólo conciernen a Israel, y no a la Iglesia, como por ejemplo todo lo implica acerca
del territorio, la Tierra que Dios prometió a Abraham, y muchos otros aspectos, de
los cuales no tenemos espacio para tratar en este artículo.
Sabemos por la Palabra, que Dios tiene un tiempo reservado exclusivo para Israel y
para Jerusalén, y que es de siete años (Dn. 9: 27). Este será el tema de estudio de
este artículo, el cual desarrollaremos a continuación, y que nos ayudará, de paso, a
entender varias cosas:
Pero Daniel, fue más grande todavía que eso, porque era fiel a Dios. Allí en tierra
extraña, ese varón oraba cada día siempre tres veces al día, a pesar de la prohibición
satánica impuesta a través de los gobernantes impíos (Dn. 6: 10-13). Esto casi le
cuesta la vida, pero Dios supo librarle.
Su oración era constante de gratitud e intercesión por el pueblo cautivo. Pero Daniel
no sólo era constante en la oración, también, a diferencia de una inmensa mayoría
de ministros de hoy en día, conocía los tiempos, porque conocía y creía a la
profecía. Leemos así en el libro que lleva su nombre:
“En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a
ser rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo Daniel
miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al
profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en
setenta años” (Daniel 9: 1, 2)
En el año 538 a. C., Daniel, estando él en oración (Dn. 9: 20, 21), clamando a Dios
por la liberación de los opresores de Su pueblo, y faltando apenas dos años para
que se cumplieran los setenta años de cautiverio profetizados por Jeremías (Ver Jer.
25: 11), el arcángel Gabriel se le presentó en persona, con un mensaje
importantísimo de parte de Dios (ver. Dn. 9: 20-23).
Gabriel le explica en voz audible, que había sido enviado para darle sabiduría y
entendimiento sobre acontecimientos que iban a producirse en el futuro (Dn. 9: 22).
La razón primera que aduce Gabriel para justificar ese proceder, era porque Daniel
era muy amado (Dn. 9: 23; 1 Co. 2: 9) Démonos cuenta que la razón de ser tan
querido Daniel por parte del Cielo, era a causa de su amor por Israel, y de su oración
constante por el pueblo de Dios. Ese es un ejemplo a seguir.
Daniel experimentó en ese momento, lo que muy pocos hombres han experimentado
en sus vidas, y nosotros somos también bendecidos a causa de leer lo que ocurrió,
y de entender también, y quizás mejor que el propio Daniel dada nuestra avanzada
posición en la historia, y por tanto mejor perspectiva, “la orden y la visión” de
Dios(Dn. 9: 23)
Cuando ya estaba a punto de cumplirse el plazo del tiempo del cautiverio, Dios envía
al atalaya Daniel una revelación impresionante por mediación de un arcángel. Esa
revelación profética se llama de las Setenta Semanas (leer Daniel 9: 24-27), y nos
ayudará tremendamente a entender de forma precisa los tiempos, y la actuación de
Dios sobre Israel y Jerusalén.
Gabriel le dice de parte de Dios a Daniel, principal de Israel en esos momentos, que
existe un periodo de tiempo determinado para cumplirse con referencia a Israel (el
pueblo de Daniel), y Jerusalén (la santa ciudad de los judíos y su capital).
2) Se pondrá fin al pecado. Otra vez, eso se refiere a Israel y a Jerusalén. El pecado
(anomia en gr.) que lo definimos como desorden en el sentido de rechazo de la Ley,
o de la voluntad de Dios; como iniquidad; como saber hacer lo bueno, y no hacerlo
(1 Juan 3: 4; Stgo. 4: 17). La diferencia entre el punto anterior, “prevaricación”, y
este, “pecado”, es que el primero tiene que ver con trasgresión, es decir, con
infracción de la Ley, mientras que el pecado tiene que ver con el rechazo de la
voluntad de Dios, vivir de espaldas a Dios, con la “disposición mental que lleva al
pecador a hacer la propia voluntad en oposición a la de Dios” (1)
Llegará un día en el contexto de las Setenta Semanas, que para Israel se terminará
la prevaricación, y se pondrá un fin al pecado (ver Romanos 11: 26, 27)
Cristo dio su vida por todos los hombres; por los judíos, y por los gentiles. La
iniquidad, que no es sino la maldad, fue vencida por la sangre de la Cruz; es decir,
por la justicia de Cristo. En cuanto a Israel este mensaje de hace 2000 años atrás,
llegará a calar como individuos y nación, y traer el consiguiente fruto de
arrepentimiento, perdón de pecados y vida eterna. Ese será el Gran Avivamiento
que sí está profetizado en la Palabra (ver Zac. 12: 10; 13: 1; Romanos 11: 25-27,
etc.).
La visión y la profecía selladas, también tiene el sentido de ser “cerradas, o sea, sus
funciones tendrán su fin, pues todo se habrá cumplido” (3)
“Se refiere a consagrar el Lugar Santísimo en un templo futuro que será el centro de
adoración en el reino milenario (Ez. 40-48)”
Ahora bien, ¿qué significan esas Setenta Semanas? En primer lugar, debemos
prestar atención al término “Semanas”. La palabra hebrea es Shabuim, que es el
plural de Shabua, que lo podríamos traducir por “un grupo de sietes”.
Nuestra “semana” consta de siete días, pero en el hebreo, existen semanas no sólo
de días, sino de meses y de años. Así pues, esas “Setenta Shabuim”, tanto pueden
ser de días, como de meses, como de años.
Llegamos a la sencilla conclusión que son 490 años los determinados por Dios para
que se cumplan los seis puntos expuestos con anterioridad.
a) En el período de siete semanas (49 años), Jerusalén fue reedificada “en tiempos
angustiosos”. Esto tuvo su cabal cumplimiento, conforme a la profecía, y fue
atestiguado y relatado por Esdras y Nehemías.
b) Sesenta y dos semanas de años más tarde (434 años), el Mesías vino a los suyos
(v. 25)
c) Los siete años restantes (la última shabua) todavía tiene que cumplirse.
Ahora bien, la pregunta es, ¿Cuándo empezaron esos 490 años? Eso nos lleva al
versículo siguiente.
(*) (Cálculos según Sir Robert Anderson, corregidos por un trabajo posterior del Dr.
Harold W. Hoehner)
(Daniel 9: 25) "Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar
y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y
dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos"
El arcángel Gabriel le insiste a Daniel que sepa y que entienda que hay un periodo
en esos 490 años, concretamente de siete shabuim y sesenta y dos shabuim, a partir
del momento en que se dé la salida de la orden para restaurar y edificar Jerusalén.
En el momento en que Daniel está escuchando a Gabriel, el pueblo de Dios estaba
cautivo en Babilonia, no olvidemos eso. Faltaban sólo dos años para que se
cumplieran los setenta años de cautiverio profetizados por Jeremías, por lo tanto,
Daniel comprendió perfectamente de qué estaba hablando Gabriel.
Dos años más tarde de la conversación de Gabriel con Daniel, Ciro rey de Persia,
cumpliendo con la profecía de Isaías (Is. 45: 1-7) conquistó Babilonia, y acabó con
el imperio caldeo. Así que fue en el 536 a. C. también, que Ciro el Persa dio orden
para que se empezara a reconstruir el templo en Jerusalén (véase Esdras 1: 1-3; 2
Crónicas 36: 20-23), pero esa no fue la orden para “restaurar y edificar a Jerusalén”.
"…hasta el Mesías Príncipe…". Aquí acaba el periodo de las siete y las sesenta y
dos shabuim respectivamente. En un momento veremos en detalle acerca de ese
periodo de tiempo tan misteriosamente presentado, pero, ¿qué significa “hasta el
Mesías Príncipe”?
Por ello, Jesús se lamentó (no por él, sino por ellos), y podemos leer en Lucas 19:
41-44 cual fue ese lamento, especialmente el que vemos en el versículo 42, donde
dirigiéndose a Jerusalén textualmente dijo: "¡Oh, si también tú conocieses, a lo
menos en este tu día, lo que es para tu paz!". Justamente, ese fue el día de la
manifestación del Mesías Príncipe. Ese día fue el 10 de Nisán (el 30 de Marzo del
33 d.C.), comúnmente llamado Domingo de Ramos, y se cumplían precisamente las
siete shabuim y las sesenta y dos shabuim, que hacen un total de 483 años lunares.
Pero veamos más de cerca esas cifras.
¿Por qué Gabriel hace una diferenciación de dos periodos de tiempo, es decir, siete
semanas de años por una parte, y sesenta y dos semanas de años por otra?
62 X 7= 434 años.
Así que, si nos damos cuenta, de todo ese periodo de tiempo, Gabriel enfatiza dos
cosas: La reconstrucción de Jerusalén, y la manifestación mesiánica de Jesús de
Nazaret.
Recapitulando, tenemos ante nosotros la suma de las siete shabuim, más las
sesenta y dos shabuim: (7 X 7) + (62 X 7) = 483. Estos son los años que ya
transcurrieron para Judá y Jerusalén, es decir, sesenta y nueve shabuim. Sesenta y
nueve, uno menos de setenta.
Así que, tengamos lo siguiente claro en la mente: De los 490 años (setenta shabuim),
hasta el momento ya se cumplieron 483 años (Dn. 9: 25). Siempre años lunares.
"Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por
sí…"
Ahora bien, justo después de cumplirse las sesenta y dos semanas de años, y para
que no nos quede ninguna laguna por el medio, Gabriel anuncia algo casi misterioso
para Daniel, pero que para nosotros ha sido el motivo de nuestra salvación: Al
Mesías se le quita la vida. Ese es el cumplimiento de la muerte expiatoria de Jesús
en la cruz del Calvario, lo cual ya estaba previsto desde antes de la fundación del
mundo (1 Pedro 1: 19, 20)
Para quienes quieran confirmar estos cálculos de las sesenta y nueve semanas (483
años) transcurridos, sigan por favor los siguientes pasos que se dan a continuación:
Desde el 5 de marzo del 444 a. C. hasta el 30 de marzo del 33 d.C. pasan 476 años
de 365 días cada uno, que hacen un total de 173. 855 días.
(De hecho, exactamente el valor es: 365,24219879 días. Esta es la cifra exacta de
un año solar contemporáneo, en otras palabras, por 365 días, 5 horas, 48 minutos,
45.975 segundos)
Añadan ahora los 25 días que hay entre el 5 de marzo del 33 d.C. al 30 de Marzo
del 33 d.C. (el Domingo de Ramos; la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén como
Mesías 173.855 + 25= 173.880 días.
Si dividen estos días por el equivalente a los días de un año lunar, que son 360,
obtienen ustedes los 483 años.
Cuando la Palabra nos da datos concretos, es porque esos datos son reales y no
meras alegorías.
Como ya venimos diciendo, esos 483 años son las sesenta y nueve semanas
(shabuim) de años que ya transcurrieron.
¿Y qué de la última shabua, es decir, la semana de años que todavía falta para
completar las Setenta?
Como todos sabemos, los seis puntos destacados por Gabriel (leer vers. 24) no se
han cumplido todos sobre Israel y Jerusalén todavía. Podemos asegurar que la
última semana de años que todavía no se ha cumplido, es la expresión pura de la
misericordia de Dios sobre Israel, y la prueba indubitable de que la llamada
“teología del Reemplazo”, la que enseña que todo lo referente a Israel pasó a
la Iglesia y que Dios ya abandonó definitivamente a Su pueblo, es del todo falsa
y absolutamente refutable.
Un poco de historia
Antes de entrar en todos esos asuntos tan sumamente importantes, consideremos
el resto del versículo 26; “…y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá
la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra
durarán las devastaciones”
A modo de concesión, Gabriel de parte de Dios le informa a Daniel de algo que iba
a ocurrir unos 600 años más tarde en Jerusalén. Nosotros ya lo sabemos por la
historia, y el relato es el siguiente: En el año 68 d.C., Nerón había muerto. El nuevo
emperador de Roma sería Tito Flavio Vespasiano, antiguo general del anterior finado
césar.
Su hijo, también llamado Tito, por lo tanto príncipe, en el año 70 d.C. destruyó la
ciudad y el templo. Más acertadamente, y tal y como lo reveló Gabriel, fue el pueblo
de ese príncipe, es decir, el ejército romano, que por codicia, quemó el templo hasta
que no quedó piedra sobre piedra (tal y como lo predijo el Señor - Lc. 21: 5, 6), para
poder arrebatar el oro fundido. La destrucción fue total, y se cumplió lo profetizado
por el Señor cuarenta años antes en el Monte de los Olivos, justo antes de ir a la
cruz (ver Lc. 21: 20-24).
“La destrucción del templo de Jerusalén fue total. Como dijo el Señor, no quedó
piedra sobre piedra”
Flavio Josefo, el historiador, en su “Guerra de los Judíos”, libro V, cap. 11, sección
II, describe las colinas que rodean a Jerusalén tachonadas por miles de cruces hasta
donde el ojo podía ver durante ese horroroso asedio a Jerusalén. Cuando el pueblo
de Jerusalén, instigado por el odio de Satanás, increpaba a Pilatos diciendo de
Jesús “que sea crucificado” (Mt. 27: 23), y “su sangre sea sobre nosotros y sobre
nuestros hijos” (Mt. 27: 25), todo ello tuvo, aun sin ellos habérselo propuesto, un
trágico y literal cumplimiento.
Irónicamente, con el botín del saqueo del templo de Jerusalén, Tito Vespasiano hijo
financió la edificación del Coliseo romano, el tristemente célebre Anfiteatro Flavio en
honor de su padre, el cual todavía se mantiene parcialmente en pie en Roma, el
lugar de muerte y fornicación (esto último, bajo los arcos de dicha construcción),
donde morían en su arena muchos cada día para divertimento del emperador, de los
nobles, las vestales, y de la plebe. Esa maldición, fue en parte el resultado del
adulterio espiritual de los judíos, y del rechazo de su Mesías (Lc. 21: 20-24)
“Ruinas del Coliseo romano, construido con el oro sustraído del templo de
Jerusalén”
Nota: Consideremos que la muerte del Mesías y la destrucción del templo unos 40
años más tarde, son hechos no contemplados en el contexto de las
Setenta shabuim, ya que dijo el arcángel: “Y después de las sesenta y dos
semanas…” (v. 26), cuando todavía, y como veremos, quedarán siete años
(una shabua) para completar las Setenta.
Escribe Scofield:
Podemos entender en todo ello, que la muerte del Mesías, fue un acto redentivo para
toda la humanidad, no exclusivo para Israel.
“26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no
por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario;
y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones”
Como vemos, ese “hasta el fin”, nos viene a decir que Jerusalén, no sólo iba a
padecer en esa fecha del 70 d.C. sino que iba a sufrir devastación y guerra en lo
sucesivo, como así fue. Hoy por hoy, Jerusalén sigue estando en el ojo del huracán
de las naciones (Zac. 12: 2).
Por lo tanto la Escritura aquí parece estar diciendo que un período indeterminado de
tiempo iba a suceder, a partir de la destrucción del templo, en el 70 d.C. como así
ha sido, ya por 2000 años.
Recapitulemos. Con la venida poderosa del Espíritu Santo sobre aquellos 120 que
oraban en el aposento alto en Jerusalén una vez el Señor fuera ascendido a los
cielos, la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo empezó su singladura en este mundo
(Hchs. 2)
Cincuenta y cuatro días atrás, cuando Jesús aquel domingo triunfal lloraba sobre
Jerusalén, dijo textualmente: “He aquí, vuestra casa os es dejada desierta; y os
digo que no me veréis, hasta que llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que
viene en nombre del Señor” (Lucas 13: 35)
Esa casa, era la casa de Israel. Dios declaró que la iba a abandonar en ese
momento, y por dos mil años hasta ahora. En el plan redentivo de Dios estaba el
llevar el Evangelio a todas las naciones, y hasta lo último de la tierra. Empezaba el
tiempo de la Iglesia, la cual al principio estaba formada por creyentes judíos (Hchs.
2).
Israel, al poco, desapareció como nación territorial, siendo dispersado por todas las
demás naciones, tal y como Moisés les advirtió (Deut. 28: 63-65), y muchos han
creído que Dios terminó definitivamente con Israel, pero no fue así. Ahora Israel está
en su tierra de nuevo, en Israel… ¡Gloria a Dios!
Démonos cuenta de que el Señor dijo: “…no me veréis, hasta que llegue el
tiempo...”
(Daniel 9: 27) “Y por una semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la
semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las
abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está
determinado se derrame sobre el desolador”
Hemos aprendido que de las Setenta Shabuim, es decir, de los 490 años
determinados sobre Israel y Jerusalén, se han cumplido fehacientemente 483 años,
lo cual nos indica que una shabua de años (7 años), todavía falta por cumplirse,
como venimos diciendo.
Escribe Scofield:
“La duración de la semana septuagésima no puede ser sino de siete años. Hacerla
más larga viola el principio de interpretación que se ha confirmado por la profecía ya
cumplida. El v. 27 trata de la última semana”
Esos siete años, son la semana o shabua de la que habló Gabriel, “Y por una
semana…”(Dn. 9: 27)
“…la irrefutable deducción es que los eventos de aquella semana pertenecen a una
época aún futura…Tal era la creencia de la iglesia primitiva…Hipólito, obispo y
mártir, que escribió a principios del siglo III, es bien definitivo a este respecto. Citando
el versículo (Dn. 9: 27), él dice: “Por una semana él significaba la última semana,
que tiene que ser al final de todo el mundo; de esta semana los profetas Enoc y Elías
tomarán la mitad; porque ellos predicarán durante 1260 días, vestidos de
saco” (*) (5)
Ahora bien, veamos más detalles sobre lo que ocurrirá en esa final semana de años
que es parte de las Setenta anunciadas por Gabriel, de las cuales sesenta y nueve
ya se cumplieron.
“El que “confirmará el pacto con muchos”, según el v. 27, es el “príncipe que ha de
venir” mencionado en v. 26, y cuyo pueblo (el pueblo romano) destruyó el templo en
el año 70 de nuestra era. El es el mismo personaje presentado como el “cuerno
pequeño” en el capítulo 7”
Ese príncipe, por lo tanto, que pertenece a la realeza, que surge del contexto del
Imperio Romano, llegará a ser el Anticristo que se ha de levantar (Ap. 13) una vez
el remanente de Cristo ya no esté aquí.
Tanto Tito, como el que pronto se levantará en este mundo por breve tiempo, como
el séptimo rey (ver Ap. 17: 10) tenían en común cuna, y rango real.
Esa cuna es el Imperio Romano, y es la actual Europa unida con su moneda única,
el imperio romano renacido (ver Dn. 2: 40-44a; 7: 7, 8). Sabemos entonces por la
Biblia, que el Anticristo provendrá de una monarquía europea, y en las venas de ese
hombre de pecado, están todas las sangres de los reyes de Europa.
¿Sabemos más? Sí, aunque sea gentil, tendrá también en sus venas sangre del
linaje de David; ¿por qué? Entre otras cosas, porque de otra manera no podría ser
aceptado por los rabinos judíos como su mesías, porque él se presentará como el
Mesías de Israel.
Por esa razón aludida, podrá “confirmar”, o “hacer que prevalezca” ese pacto de
falsa paz entre Israel y sus enemigos de alrededor.
“El hará un pacto con los judíos para restaurar los sacrificios del templo por una
semana (siete años), pero a mediados de esta semana, romperá el pacto y cumplirá
Dn. 12: 11; 2 Ts. 2: 3, 4”
Ese “nuevo” Tito, el príncipe que ha de venir, no vendrá esta vez a destruir Jerusalén
como la vez anterior, pero engañará a Jerusalén con promesas de paz y seguridad
que no se cumplirán.
Ese pacto que debería durar siete años, será interrumpido hacia la mitad de esos
años, y se ordenará a los judíos que cesen sus rituales de sacrificios, etc. ¡Será un
jarro de agua fría! También interrumpirá la práctica religiosa judaica que
posiblemente empezará una vez se construya el templo en Jerusalén.
Escribe Scofield:
“El v. 27 trata de los últimos tres años y medio de los siete que forman la semana
septuagésima, y que son idénticos con la “gran tribulación” (Mt. 24: 15-28), el
“tiempo de angustia” (Dn. 12: 1), y “la hora de la prueba” (Ap. 3: 10)”
La Bestia Anticristo, muerta y “viviendo” de nuevo (Ap. 13: 3), se mostrará a Israel y
al mundo entero como lo que realmente es, un monstruo, y se sentará en el lugar
Santísimo del nuevo templo (ver Dn. 12: 11; Mt. 24: 15; 2 Ts. 2: 3b-4) a modo de su
antecesor y tipo, Antíoco Epifanes o Epimanes IV en el 168 a.C. que sacrificó una
cerda en el lugar Santísimo.
Entonces, al poco, empezará lo que la Biblia llama “La Angustia para Jacob” (Jer.
30: 7; Hab. 3: 16), pero como dice la misma Escritura, de esa angustia al final será
librado el verdadero Israel, cumpliéndose así también las palabras del apóstol
Pablo: “…ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la
plenitud de los gentiles; y luego todo Israel será salvo…” (Romanos 11: 25, 26)
Ese “Nero redivivus” tendrá tres años y medio (Ap. 13: 5) (la segunda mitad de esa
semana de años), para desarrollar su maldad, pero al final, será destruido por el
mismo Señor Jesucristo en su venida gloriosa, y lanzado al lago que arde con fuego
y azufre (Ap. 19: 20), esa es la “consumación” aludida, y al poco, se iniciará el
Milenio, ¡el Reino que muchos equivocadamente creen que es ahora!
“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años,
y mil años como un día” (2 Pedro 3: 8)
Desde Abraham hasta Jesucristo fueron dos mil años. Curiosamente también, desde
Adán a Abraham fueron dos mil años. Y curiosamente también desde Jesucristo
hasta nuestros días son también dos mil años… Hacen un total de seis mil años.
Para Dios mil años es como un día (2 Pr. 3: 8), así que tenemos los seis días
cumplidos ya. Ahora la Palabra nos dice que al séptimo día Dios reposó (Gen. 2: 3),
esto se corresponde con el Milenio.
Podemos ver con extrema claridad que Dios tiene prefijado el orden de los tiempos
(Hchs. 17: 26), de modo que todo ocurre de forma exacta conforme fue dispuesto
por Él desde antes de la fundación del mundo, y todo se cumple al detalle conforme
a Su agenda.
Dios determinó un tiempo de dos mil años de exclusión de Israel de su tierra a causa
de su desobediencia y rechazo del Mesías. Veámoslo.
Esos dos días son dos mil años. Esos dos mil años de castigo para Israel, se
corresponden con los cuarenta jubileos que el pueblo de Dios jamás cumplió
(Levítico 16: 1-34, y 25: 9, 10). En toda su historia, no existe ninguna evidencia de
que Israel haya observado nunca el Año Sabático de la tierra, o el Año sagrado del
Jubileo, dejando descansar la tierra por completo, en obediencia al mandato de Dios.
Ahora bien, cada jubileo consta de 50 años; 40 jubileos son entonces ¡2.000 años!
Del año 33 d.C. al 2014 d.C.=1980 años solares (del 1 a.C. al 1 d.C. va un solo año)
Durante dos mil años, la tierra de Israel ha estado sin Israel en su tierra. La deuda
ha sido saldada. La prueba la tenemos en el hecho de que Israel es de nuevo una
nación, y eso ocurrió en un solo día, el 14 de Mayo de 1948, como también fue
profetizado:
“¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día?
¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz
sus hijos”(Isaías 66: 8)
La Biblia enseña que Israel no iba a desaparecer para siempre, pero eso sí, iba a
desaparecer como nación de forma momentánea, volviendo de nuevo a ser nación
con su territorio (Joel 3: 20, 21; Zac. 14: 11, etc.). Ahora es nación muy secularizada,
como de “huesos secos” (leer, Ezequiel 37: 1-3), pero en ellos, en su día, entrará
espíritu (Ez. 37: 5 ss.
Al tercer día
Oseas 3: 4, 5 “Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe,
sin sacrificio, sin estatua, sin efod y sin terafines. Después volverán los hijos de
Israel, y buscarán a Jehová su Dios, y a David su rey; y temerán a Jehová y a su
bondad en el fin de los días”
Esos muchos días son dos mil años, y al tercer día, volverá a la vida:
Cristo se fue y les abandonó yéndose al Cielo, pero volverá cuando reconozcan su
error y pecado, y eso será en tiempos de angustia, la mencionada “Angustia para
Jacob” (Jer. 30: 7), al final de esa semana de años, la última shabua.
Sin excepción alguna, todos los que sean salvos, lo serán únicamente a través de
Yeshúa Ha Mashiach, Jesucristo, porque en ningún otro hay salvación; porque no
hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos, y eso
incluye también a todos esos benditos judíos del final de esta dispensación (Hchs.
4: 12; Zac. 12: 10; 13: 1, etc.)
Cuando finalicen esos siete años, lo se llama también la Tribulación, volverá glorioso
el Señor, el León de la tribu de Judá, y con Él, gloriosa, la Iglesia (Ap. 5: 5; 19: 14;
Zac. 14: 5 etc.), e Israel entrará en el Milenio, presidiendo las naciones que queden,
y recibiendo así el cumplimiento del resto de todas las promesas que Dios le dio,
principiando con Abraham.
Obvia decir que este mundo perverso, tal y como lo conocemos, habrá terminado
para siempre, y el “Nuevo Orden Mundial” que tan afanosamente en la actualidad
están preparando sus adeptos con tanto inútil esfuerzo, habiendo logrado levantar
al hijo de perdición, acabará junto con aquél. (Ap. 6: 12-17; 2 Ts. 2: 3, etc.)
El Señor está a las puertas para recoger a Su Amada, la Iglesia, y así recomenzar
con Israel. Preparen sus corazones.
Notas:
1. Diccionario Bíblico Ilustrado Vila/Escuain.
2. Ibid.
3. Sir Robert Anderson, “El Príncipe que ha de venir”, pág. 110
4. Comentarista de Matthew Henry.
5. Sir Robert Anderson, “El Príncipe que ha de venir”, pág. 114
LA IGLESIA LO ES PORQUE EN ELLA MORA EL
ESPÍRITU SANTO
Índice
(Colosenses 3:9-11) “…habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y
revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando
hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni
incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en
todos”
La Iglesia rompió con todos los cánones antiguos. La Iglesia es, por tanto, UNA
NUEVA CREACIÓN a partir de Hechos 2, porque toda la raza humana converge
para ser una raza renovada en Cristo, una nueva creación (2 Co. 5:17), de cara a
los escogidos (Ef. 1:3-11).
“pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos…” (Hechos 1:8)
La promesa de Cristo fue que el Consolador, el Espíritu Santo, iba a estar con la
Iglesia siempre; no iba a ser conocido ni reconocido por el mundo; en esos
momentos estaba con ellos, pero en Hechos 2 en adelante iba a estar en ellos; es
decir, en la iglesia.
Esto ha sido así desde aquel día de Pentecostés, y será hasta el momento en que
la Iglesia sea quitada de este mundo, lo que se denomina el Arrebatamiento (1 Ts.
4: 13-18). Y, ¿Cuándo será eso?...
Sobre el Arrebatamiento
EL “DÍA DEL SEÑOR”, ES DECIR, LOS JUICIOS DE DIOS SOBRE ESTE MUNDO,
NO VENDRÁ ANTES DE QUE SE PRODUZCAN LOS SIGUIENTES EVENTOS:
a) La apostasía
“3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la
apostasía…”
Antes debía de producirse la APOSTASÍA. Esa apostasía empezó como tal, a partir
de Constantino y el advenimiento de la “religión de Pedro” como única del Imperio; el
levantamiento del falso pontífice romano en la Edad Media y su falsa doctrina, y
tendrá su auge final, cuando se acabe de producir la unión blasfema entre Roma y
las demás confesiones llamadas cristianas, que sucumben a ella. Muchos de los que
se dicen cristianos hoy en día, son en realidad apóstatas.
El cénit de esa apostasía, fruto del misterio de la iniquidad, tiene lugar cuando todos
aquellos que se denominan evangélicos, pero que nunca nacieron de Arriba (Jn.
3:5), apostatan deliberadamente, uniéndose en masa a la última y grande
manifestación de la Gran Ramera, encabezada por la segunda Bestia (Ap. 13: 11ss).
Con evidencia constatable, podemos decir con verdad que la sociedad occidental es
ya apóstata.
Siempre, cuando hablamos de apostasía, hemos de pensar en una vuelta atrás del
cristianismo nominal. Sólo eso es apostasía.
(Vv. 5, 6) ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía
esto? Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se
manifieste…”
Los de Tesalónica lo sabían, muchos creyentes hoy en día, no, y pelean contra ello.
La Iglesia lo es como tal por esa manifestación del Espíritu Eterno en ella; sin Él, no
existiría tal Creación llamada Iglesia. Por ello, la Iglesia y el Anticristo no pueden
coexistir en este planeta.
(Mateo 16: 18) “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta Roca edificaré
mi iglesia; y las puertas del hades no prevalecerán contra ella”
Cristo iba a edificar Su Iglesia sobre la base de la confesión de Pedro: “Tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Las puertas del Hades (el gobierno de Satanás), no
pueden prevalecer contra la Iglesia en esta tierra. Esto significa entre otras
cuestiones, que el Anticristo, la “joya de la corona” del diablo, no se puede levantar
mientras la Iglesia esté aquí. El diablo no puede prevalecer en sus propósitos
mientras la Iglesia sea Iglesia, y en esta tierra. Así de rotundo. Iglesia y Anticristo no
pueden coexistir.
El misterio de la iniquidad, su meta, levantar a la Bestia
(Vv. 7,8) “Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al
presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se
manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca…”
La llenura del Espíritu Santo en la Iglesia, lo detiene; “Y fueron todos llenos del
Espíritu Santo…” (Hchs. 2: 1), y el mismo propósito de Dios a través de la Iglesia.
La Iglesia lo es del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.
Los judíos creyentes serán físicamente preservados para entrar en el Milenio como
nación, y la multitud incontable de Ap. 7:9 será decapitada, y, resucitando, reinará
con Cristo por mil años sobre la tierra (Ap. 20:4)
Los santos de la tribulación, no serán la Iglesia como tal, ya que la Iglesia no estará
aquí en la tierra, para cuando ellos vengan a salvación. Es la voluntad de Dios que
mientras la Iglesia esté en el mundo, el misterio de la iniquidad no pueda llegar a
manifestase del todo (2 Ts.2: 6,7), es decir, que se manifieste la Bestia Anticristo.
Después que se manifieste esa Bestia, los santos de la Tribulación padecerán la
persecución de la Bestia (Ap. 13: 7; (Ap. 7:9-17), y padecerán su represalia.
Introducción
1. Razonemos
2. Veamos todo esto paso a paso, empezando desde el principio
3. Entendiéndolo con mayor detalle
(Mateo 25: 1-13) “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que
tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. 2 Cinco de ellas eran prudentes
y cinco insensatas. 3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo
aceite;
4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.
5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. 6 Y a la medianoche
se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! 7 Entonces todas aquellas
vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. 8 Y las insensatas dijeron a las
prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. 9 Mas
las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras,
id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. 10 Pero mientras
ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él
a las bodas; y se cerró la puerta. 11 Después vinieron también las otras vírgenes,
diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! 12 Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo,
que no os conozco. 13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo
del Hombre ha de venir”.
Introducción
La doctrina arminiana, que se coló con fuerza abrumadora 250 años atrás,
promovida sin duda por los jesuitas para destruir el protestantismo, enseña a partir
de sus derivados, y en concreto respecto a esta parábola, que el creyente, y por
tanto, hijo de Dios por adopción (Jn. 1; 12), que en el momento de la venida del
Señor no esté suficientemente avivado, no sólo se quedará en tierra, sino que
además el Señor le dirá: “No te conozco”, lo cual implica que habría dejado de ser
hijo (lo cual es un contrasentido, ¿cómo se puede dejar de ser hijo?)
1. Razonemos
¿Le diría Cristo a un verdadero hijo de Dios, “no te conozco”? Obviamente en ningún
caso.
Otra pregunta que nos debemos hacer es, y siempre teniendo en cuenta que esta
historia es una parábola, es decir, un medio para obtener conocimiento de una
verdad espiritual, ¿Son todas esas vírgenes, verdaderas creyentes? Siendo
entonces obvio que el Señor jamás diría a un verdadero creyente: “no te conozco”,
es necesario llegar a la conclusión de que las cinco vírgenes insensatas, no se
corresponden con verdaderos creyentes, sino tan sólo con creyentes nominales.
(V. 1) “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando
sus lámparas, salieron a recibir al esposo”:
Jesús, dirigiéndose a sus discípulos en el Sermón del Monte de los Olivos, todos
ellos judíos (porque Jesucristo vino a rescatar a las ovejas perdidas de Israel, esto,
en primera instancia), les dice que “el reino de los cielos será semejante a”.
Obviamente el Señor está hablando, no de aquel tiempo, ni del tiempo de la Iglesia,
sino del tiempo del final de la Gran Tribulación, cuando la Iglesia habrá sido ya
sacada de este mundo, y todo esté presto para dar comienzo el Reino visible sobre
esta tierra, por supuesto, en el contexto de Su gloriosa Segunda Venida.
Dice el Señor que en ese tiempo todavía venidero, los que recibirán el reino milenial,
y están representados por diez vírgenes (al menos cinco de ellas), salieron a recibir
al esposo. La palabra que la Reina Valera traduce por “esposo”, es en el griego
original “nimpsion”, que significa tres cosas: “novio”, “desposado”, “recién casado”.
Cristo será en ese momento el novio recién casado.
Curiosamente, en algunos manuscritos antiguos, y sus correspondientes
traducciones bíblicas, ese versículo primero, lo leemos así:
"Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus
lámparas salieron a recibir AL ESPOSO Y A LA ESPOSA" (Mt. 25: 1) (versión Torres
Amat)
"En aquel tiempo el reino del Cielo será semejante a diez doncellas que tomaron sus
lámparas y salieron al encuentro DEL NOVIO Y LA NOVIA" (Mt. 25: 1) (versión
Peshitta)
El que se dice creyente, pero no ha nacido de lo Alto (Jn. 3: 3), puede hacer profesión
pública de fe; en este caso, llevaría su lámpara, que sería él mismo, dando incluso
testimonio con su boca de las cosas de Dios (el falso profeta Balaam también hacía
eso).
Tendría el poco aceite que da el hecho de que la Luz vino a los hombres (Jn. 1: 9;
3: 19), habiendo sido iluminado por el Espíritu Santo, habiendo gustando del don
celestial, (He. 6: 4, 5), pero, como dice también la parábola del Sembrador, no
tendría raíz, y se secaría. Por tanto, no es un verdadero creyente, porque no
permanece ni puede permanecer en Cristo. Es sólo un creyente nominal, es decir,
de nombre.
(Vv. 4, 5) “mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus
lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron”:
Aquí vemos a otros creyentes, representados por las otras cinco vírgenes, los cuales
son verdaderos creyentes, ya que pueden conseguir el aceite para colocarlo en sus
lámparas. Son verdaderos templos del Santo Espíritu. Esas vírgenes, sí tenían
acceso total al bendito Espíritu.
El dormirse, entra dentro de la condición humana. Vemos eso con los discípulos,
cuando estaban rendidos de sueño en el monte de la Transfiguración (Lc. 9: 31-33),
o durmiendo cuando el Señor oraba en el Huerto de los Olivos poco antes de ser
prendido (Mt. 26: 44-46). Implica el hecho de que nada de lo que es la obra de Dios
está bajo nuestro control, sino bajo el control y la determinación divinas, como la
venida del Señor.
Vv. (6-10)
¿Esas diez vírgenes son la Iglesia? Esas diez vírgenes no son la Iglesia. En ningún
lugar se identifica a la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo con diez vírgenes, o con
diez doncellas.
Las diez vírgenes, son las diez damas de honor que deben estar presentes en una
boda judía como las del tiempo de Jesús, y eso lo entendían bien Sus discípulos.
Las doncellas no se casan con el novio, de otra manera eso resultaría ser poligamia,
condenada esta por Cristo, por cierto.
Por otro lado, ningún cristiano nominal puede ir a un verdadero hijo de Dios y pedirle
que le traspase un poco de la justificación con la cual este último ha sido justificado
por Cristo, pero esto es lo que intentaban estos falsos creyentes representados por
las cinco doncellas insensatas. Nadie puede venir a salvación si Dios no la
da: “Ninguno puede venir a Mí, si el Padre que me envió no le trajere…” (Jn. 6: 44)
La respuesta de las prudentes a las insensatas, fue: id y arreglaos con Dios. Esa es
una respuesta parecida a la que Pedro le dio a Simón el Mago: “…ruega a Dios, si
quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura
y en prisión de maldad veo que estás” (Hchs. 8: 22, 23)
Mientras iban a conseguir lo que no tenían, fue demasiado tarde, porque el Señor
llegó. Bien, si estas personas, representadas por las cinco doncellas insensatas,
hubieran sido cristianas, aunque poco espirituales digamos, seguirían siendo hijas
de Dios; serían como aquel hijo pródigo que por ser hijo, aunque mal siervo, volvió
a casa de su padre, y su padre le recibió; siendo así, jamás hubieran sido
condenadas, como fueran estas cinco, y sin embargo, apréciese la respuesta del
Señor: “De cierto os digo, que no os conozco” (V. 12)
Las que estaban preparadas lo estaban porque eran de Cristo; las que no estaban
preparadas, jamás lo iban a estar, porque no eran de Cristo.
Es harto evidente que no se trata de la Iglesia, ya que la Iglesia está formada sola y
exclusivamente por los santos de Dios.
La parábola de las diez vírgenes, no tipifica a la Iglesia, sino al Israel del final de la
Gran Tribulación. En ese Israel, habrá verdaderos creyentes, y creyentes sólo
profesantes, así como es en la actualidad la que llamamos iglesia, la que es visible.
Las vírgenes o doncellas que entran en las bodas, son los invitados a esas bodas,
pero no son los contrayentes, ya que no son parte de la Iglesia, sino que son los
convidados a las bodas. Evidentemente en ese momento (Mt. 25: 10), se celebrará
la última parte de las solemnidades de la boda del Cordero con Su esposa, la Iglesia,
y será aquí en la tierra.
“Las vírgenes… se trata de los invitados a la cena del Cordero (Ap. 19: 9), que tiene
lugar después de la Gran Tribulación y durante el Milenio….estas vírgenes [las diez]
no son la novia, sino sólo acompañantes, lo cual conviene más al remanente judío
en la 2ª venida. La ocupación de estas vírgenes es salir al encuentro del esposo…la
condición necesaria para recibir al esposo dignamente es tener las lámparas
encendidas cuando venga el esposo…el aceite en las lámparas es símbolo del
Espíritu Santo que será derramado en aquel tiempo sobre la casa de David y sobre
los moradores de Jerusalén precisamente para que estén preparados para el retorno
del Mesías (Zc. 12: 10)” (Matthew Henry)
Así es. Esas cinco vírgenes que estaban preparadas, se corresponden con los
convidados a las Bodas: “Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero…” (Ap. 19: 9)
Por invitados a las bodas (Ap. 19: 9), debemos entender que son personas salvas,
pero que no pertenecen a la Iglesia como tal. Por lo tanto deben ser judíos de antes
del Pentecostés (Hchs. 2) y del tiempo de la Gran Tribulación. Los primeros están
en el cielo y participarán en las bodas como invitados. Los segundos, y con ellos
muchos salvos de origen gentil del tiempo de la Gran Tribulación que habrán
quedado, serán invitados a las bodas que se celebrarán en tierra. Las bodas tendrán
su celebración en el cielo, y luego vendrá el esposo con la esposa (Cristo y la Iglesia)
a la tierra a seguir celebrando los esponsales. Todo ello justo antes de juzgar a las
naciones, y proceder a inaugurar el Reino prometido a Israel en esta tierra y por mil
años (Mt. 25: 31ss; Ap. 20)
Mayormente el sentido de la parábola hay que dirigirlo, por tanto, a los que vayan a
quedar en la Gran Tribulación, para recibir a Cristo, el Esposo con su Esposa.
El Señor Jesús viene en breve. ¡Sí, ven Señor Jesús! © Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid,
¿MEJORARÁN LAS COSAS EN ESTE MUNDO?
Esta es parte de las conferencias que he dado en Lexington; Kentucky, en la
Iglesia Maranatha, en Mayo del corriente 2013.
INTRODUCCIÓN
I) LA IGLESIA
Atendiendo a la Palabra más que nunca antes
El ataque desde el Vaticano, por activa y por pasiva
El falso mover apostólico y profético (Nueva Reforma Apostólica)
II) EL AUMENTO DE LA MALDAD
Los días de Noé
Los días de Noé: El materialismo y ateísmo práctico, como
fundamento y base para la maldad
Los días de Noé: Rechazo de la Palabra de Dios
El tiempo previo a los días de Noé
Impiedad y apostasía de Caín
El inicio de los viajes
Surgimiento de las ciudades
Ganadería industrial; industria metalúrgica; industria musical
Adulterio y violencia
III) La maldad de los hombres en los días de Noé y de hoy
IV) Los días como los de Lot
El mundo va mal, pero es por el pecado
Concluyendo
“Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase
señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo;
porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene
arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! ¡que sabéis distinguir el aspecto del cielo mas
las señales de los tiempos no podéis! (Mateo 16: 1-3)
INTRODUCCIÓN
Antes de entrar de pleno en la cuestión de los últimos días, en los que ya estamos,
entendamos primero como ha sido y es el orden de Dios desde los inicios.
Esto mismo está pasando hoy en día, cuando el regreso del Señor es inminente.
Por tanto, Dios quiere que seamos conocedores de todo lo que es y ha sido su mover
hacia los hombres, a lo cual llamamos dispensaciones, es decir, resoluciones divinas
hacia los hombres en cuanto a diferentes tiempos, paralelas a Sus Pactos; todo lo
cual está en la Biblia.
En la Biblia encontramos los diferentes Pactos que Dios ha hecho con el hombre,
así como sus diferentes dispensaciones.
“El trato ordenado con los hombres por parte de Dios en la variada administración
de Sus caminos en distintos tiempos”
La Dispensación De La Gracia:
La gracia es “la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor para con los
hombres...nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho” (Tito
3: 4, 5)
Entendiéndolo de ese modo, la gracia siempre contrasta con la Ley, ya que esta
última siempre demanda su cumplimiento, reclamando justicia de parte del hombre,
mientras que la gracia otorga la justicia de Dios al pecador.
I) LA IGLESIA
Empecemos:
I) LA IGLESIA
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo
comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,
4 y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4: 3, 4)
Más que nunca antes en la historia de la Iglesia, las ganas de oír cuentos y fábulas,
y el aumento de los fabulistas que ocupan grandes púlpitos, es demencial.
“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con
él, os rogamos, hermanos, 2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de
pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera
nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. 3 Nadie os engañe en
ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se
manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición…” (2 Tesalonicenses 2: 1-3)
Esa apostasía profetizada es una realidad hoy en día, y es preludio del levantamiento
del Anticristo, lo que nos lleva a entender que el Arrebatamiento de la Iglesia está a
las puertas.
“Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos;
27 porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. 28 Por tanto, mirad
por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos,
para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. 29 Porque
yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces,
que no perdonarán al rebaño.30 Y de vosotros mismos se levantarán hombres
que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. 31 Por tanto,
velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de
amonestar con lágrimas a cada uno” (Hechos 20: 26-31)
Más nunca antes es preciso enseñar todo el consejo de Dios desde el púlpito.
Más que nunca antes hay que ver como andamos ante Dios.
Más que nunca antes es preciso cuidar de la verdadera grey.
Más que nunca antes la infiltración en las iglesias evangélicas es un hecho.
Más que nunca antes la herejía y los herejes vestidos de piel de cordero
(G12, D12, Nueva Reforma Apostólica, Dominionismo, Movimiento
Emergente, etc. etc.) buscan el arrastrar a los fieles hacia la apostasía.
Más que nunca antes es menester VELAR.
A poco menos de un mes de que Bergoglio haya sido hecho jefe vaticanista, el
cardenal emérito de Washington, Theodore McCarrick, cree que el sumo pontífice
puede "cambiar de arriba abajo" la región latinoamericana con “su nuevo mensaje”.
En cuanto a los viajes que “Francisco” tiene previstos hacer, a Brasil, en julio, y a
Argentina y Chile, en septiembre, ha dejado claro, que FRENAR EL AVANCE DE
LA IGLESIA EVANGÉLICA deberá ser una prioridad.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/04/08/actualidad/1365440704_778230.html
Infiltración
La ocultista Alice Bailey (mística profeta del ocultismo, y madre del Movimiento de la
Nueva Era), reveló un ingenioso plan en su libro “La Exteriorización de la
Jerarquía” (1957) por el cual agentes de la Cábala se iban a infiltrar en la Iglesia
Cristiana para modificar su mensaje, transformándolo en un instrumento para la
Religión Universal del siglo XXI.
"Surgirá la Iglesia Universal, y sus contornos definidos van a mostrarse hacia el final
de este siglo... la iglesia cristiana en sus muchas ramas puede servir como núcleo a
través del cual la iluminación del mundo se puede lograr... la iglesia como un factor
de enseñanza debe tener las grandes doctrinas (rompiendo las viejas formas en las
que se expresa)" (Alice Bailey, La Exteriorización de la Jerarquía, 1957, Lucis
Publishing.)
“Alice Bailey”
Pero eso está muy bien planeado, y es parte del gran engaño hacia la Iglesia.
“Benjamin Creme”
Usando términos de la Kabala (ocultismo) escribe el falso apóstol Rony Chaves: “El
Año 5773 (el 2013), está totalmente relacionado al número 73 y con este a las letras
hebreas correspondientes a esos números, estas son AYIN GIMEL, cuyo significado
profético está directamente relacionado con el: CAMELLO y el TRIÁNGULO”
“Castellanos y Luna, son dos de los promotores principales del fatídico G12”
Prestemos atención
El Señor no va a esperar a enviar a Su Hijo hasta que nosotros los cristianos
pongamos a Sus enemigos por estrados de Sus pies (S. 110: 1; 1 Co. 15: 24, 25;
Hchs. 2: 34), eso lo hace el Padre.
Conclusión: No van a ser mejores ni más “gloriosos” los días que están por venir en
relación a lo que comúnmente entendemos como iglesia visible.
“Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y
hambres, y terremotos en diferentes lugares. 8 Y todo esto será principio de dolores.
9 Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas
las gentes por causa de mi nombre.10 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán
unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. 11 Y muchos falsos profetas se
levantarán, y engañarán a muchos; 12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor
de muchos se enfriará” (Mateo 24: 7-12)
“Mas como en los días como los de Noé, así será la venida del Hijo del
Hombre” (Mateo 24: 37)
El Señor Jesucristo no nos dijo el día en que iba a volver (Mt. 24: 36), pero nos dio,
entre otras, una pista: Su venida gloriosa sería como en los días que fueron como
los de Noé.
Lo primero que podemos destacar de esos días aludidos, es que en absoluto fueron
días de triunfo y conquista. En absoluto fueron días de establecimiento del Orden
Divino sobre la tierra conforme a pureza, santidad y temor de Dios, sino, de forma
radical, todo lo contrario:
Los días de Noé: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha sobre la
tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo
s olamente el mal” (Génesis 6: 5)
El estudiar los días que fueron los de Noé y los de Lot, nos va a ayudar a entender
varias cosas. Una de ellas es acerca de los tiempos actuales, otra, la tremenda
similitud de aquellos días con estos de ahora.
“Porque en los días antes del diluvio, estaban comiendo y bebiendo, casándose y
dándose en casamiento” (Mateo 24: 38)
Noé fue en este sentido un tipo de iglesia fiel, que predica la Palabra de Dios.
Tristemente, no sólo los actuales impíos actúan de forma similar a los hombres del
mundo antiguo, sino que muchos creyentes, a modo de la mujer de Lot, tampoco,
viviendo en su cotidianidad secularizada, como si nunca fuera a volver el Señor a
por los Suyos. Muchos de seguir así, no estarán listos para cuando Él regrese.
Por ello, nos será muy útil entender cuáles fueron los días previos al colmo de la
maldad que hizo que Dios tuviera que exterminar aquella creación, excepto ocho
personas y muchos animales.
Sin embargo, Abel dio una ofrenda a Dios que sí aceptó con agrado. La sangre de
lo mejor y más estimado de los primogénitos de sus ovejas, representaba el póstumo
sacrificio del Cordero de Dios; el Hijo de Dios, el primogénito de toda creación (Col.
1: 15), como ofrenda por la redención de la humanidad.
Cuando Caín vio que no consiguió agradar a Dios (aunque no buscaba hacerlo),
buscó el agradar a su dios, al maligno, al cual a sabiendas o no, servía. Sin lugar a
dudas, Caín fue el primer satanista de la historia de la humanidad. Caín entregó a
su hermano a la muerte, muerte de la cual Satanás iba a tener por aquel entonces
el imperio (ver He. 2: 14b). La sangre del justo Abel que derramó, fue ofrenda al
diablo (véase bien Gn. 4: 11). Toda sangre injustamente derramada por el hombre,
es ofrenda y poder para el maligno, porque en la sangre está la vida (Lv. 17: 11)
Por aquel entonces, el diablo estaba “tomando” su lugar en este mundo (1 Jn. 5:
19b). Por ello, a la par de su devenir inicuo, Caín encabezó lo que podríamos
denominar el avance tecnológico y cultural de aquellos primeros tiempos. Muchos
de esos logros fueron por inspiración y dirección satánicas.
Adulterio y violencia
Sumándose al amor por lo material, en los días de Caín surgieron la
poligamia y de nuevo la violencia (Gn. 4: 19, 23, 24). Esto llegó magnificado
hasta los días de Noé... ¿y no les suena familiar hoy en día?
La violencia de todo tipo es moneda de cambio cada minuto de cada día en cualquier
lugar del planeta. Y si hablamos de poligamia, también; ¿De cuántos adulterios
podríamos hablar, incluso entre aquellos que se llaman cristianos?
Sólo un hombre, Noé, no era suficiente para aplacar la justa indignación y juicio de
Dios. Inexorablemente, la destrucción vendría sobre toda la faz de toda la tierra.
De igual manera, en estos días nuestros, la maldad ha proliferado sin freno desde el
momento en que, a raíz de la revolución industrial de finales del siglo XIX y el
consiguiente culto a lo material, la población mundial fue aumentando
vertiginosamente llegando a los más de 6 mil millones y medio actuales, cantidad
inconcebible hace sólo 70 años atrás.
Sin lugar a ninguna duda, los mismos días de Noé, son los días de hoy, no obstante,
aun y viviendo en los días como los de Noé, una inmensa cantidad de personas ni
siquiera se da cuenta de la realidad.
“Asimismo como sucedió en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían,
plantaban, edificaban, mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego
y azufre, y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre se
manifieste” (Lucas 17: 28-30)
Como vemos, el Señor Jesús también comparó los días de Su regreso a los días
como los que vivió Lot.
Como comparó el día de Su venida con los días de Noé, esta vez tampoco el Señor
en primera instancia nos habla de “grandes” pecados. Si nos damos cuenta, según
la norma del hombre natural, llevaban sus vidas. Por ello, era una cotidianidad
totalmente ausente del temor de Dios, materialista a ultranza, como la de hoy en día.
Como dice MacArthur: “Ninguna de las cosas citadas por Jesús en relación con los
días de Noé o de Lot era pecaminosa en sí misma, pero las personas estaban tan
absorbidas en las cosas de esta vida, que no estaban preparadas en lo más
mínimo para la llegada inminente del juicio”
En Ezequiel, leemos al respecto de Sodoma y las demás ciudades destruidas por
el juicio de Dios:
“He aquí que esta fue la maldad de Sodoma: soberbia, saciedad de pan, y
abundancia de ociosidad tuvieron ella y sus hijas...” (Ezequiel 16: 49)
Esto mismo es lo que está ocurriendo en esta sociedad materialista actual: saciedad
de lo necesario, y saciedad de lo innecesario.
A esto hay que añadir las diferentes abominaciones que caracterizaron a Sodoma
(de donde viene la palabra sodomita, es decir, homosexual). Seguimos leyendo en
Ezequiel:
Fueron quitadas de la vista de Dios, porque fueron destruidas por fuego y azufre.
Esas ciudades de los días de Lot se llenaron de orgullo – llegaron a creer que podían
subsistir por sí mismas sin necesidad de Dios, como ocurre hoy en día – e hicieron
todo tipo de abominación, exactamente como ocurre hoy en día.
La abominación que acaece en nuestro tiempo es como la de los días de Lot. Sólo
de un poco a esta parte, los “matrimonios” entre personas del mismo sexo, y hasta
la adopción de niños por parte de ellas son una lamentable y abominable realidad.
Lo sintomático de esto, es que relativamente no ha habido protestas masivas. Se ha
creído el engaño de que hay que aplicar el principio de la tolerancia aquí, pero en
realidad han aprendido a llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno.
Jesús lanzó al aire una pregunta: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en
la tierra?” (Lc. 18: 8), y la respuesta la encontramos en Mt. 24: 37 y en Lc. 17: 26;
28-30: Los días como los de Noé y como los de Lot.
Los días como los de Noé y como los de Lot en los que el Señor volverá, no son
días de fe en la tierra, avivamiento y gloria, sino de mucha maldad y apostasía.
“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en
los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3: 13)
“Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está
encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los
incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo,
el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4: 3, 4)
Concluyendo
En lo natural, las cosas no irán a mejor en este mundo, el cual está destinado al
juicio ineludible de Dios, como lo estuvo el mundo de Noé, el cual fue enteramente
destruido por agua.
Ante todas estas cosas que están por venir a este mundo, la verdadera Iglesia que
todavía está en él, pero que no es parte de él, debe más que nunca buscar su diaria
santificación en Cristo, obrando para Él, y velando para el Arrebatamiento, porque
no sabemos el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir (Mt. 25: 13),
aunque de seguro, ese día está al caer, porque nosotros no estamos en tinieblas
para que aquel día nos sorprenda como a ladrón (1 Ts. 5: 4).
Antecedentes
1. Los dos barcos escatológicos
2. El famoso Y2K (el efecto año 2000)
3. ¿Qué espera realmente el Señor de Su Iglesia en estos últimos días? (sólo
un atisbo)
4. No es lo mismo una cosa que otra
¿Todo es “por fe”…?
Antecedentes
“Los dos barcos; una analogía a modo de metáfora marinera que nos ayudará a
comprender un concepto”
Va a buen puerto, a recibir al Señor en las nubes. Sube a los cielos con toda la
verdadera Iglesia, es testigo del paso de la Iglesia por el Tribunal de Cristo, es testigo
también de las Bodas, y luego desciende con todos los santos glorificados, con el
Señor como capitán, a proclamar el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a
todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar
de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu
angustiado (1 Ts. 4: 13-18; 2 Co. 5: 10; Ap. 19: 7; Zac. 14: 5; Is. 61: 2, 3)
Realmente, y por años me mareé bastante con tanto trajín y con tantas olas. Por un
lado esperaba la venida del Señor a por su Iglesia de un momento a otro, por otro
lado creía que la Iglesia tenía la encomienda del Señor de establecer el Reino en
este mundo, antes de Su venida, y pensaba… ¿Cómo va a haber tiempo material
para hacer toda esa tarea, si el Señor ya viene? Y ¿Cómo va la Iglesia a establecer
el Reino en esta tierra sin el Rey presente?
No me salían los números. En ese momento, fui consciente de estar en dos barcos
a la vez, navegando en direcciones opuestas, hasta que, definitivamente me quedé
en un solo barco, el de bandera premilenarista, y en él avanzo seguro en el rumbo
que marca la Biblia, sin lugar a dudas… y hasta aquí valga esta metáfora marinera.
…Y llegaba el año 2000. Una gran mayoría esperaba el paso del terrible “efecto del
año 2000”, en inglés el famoso, ya caduco y olvidado Y2K.
Ese fue el momento en el que muchos pensaban que el mundo se iba a pique por la
caída de todas las computadoras. Muchos hicieron un buen negocio con todo ello,
y los falsos profetas y profetisas también, porque se les escuchó más que nunca
antes.
También decían que gracias a ese evento sin precedentes, la Iglesia iba a tomar
posiciones de autoridad en la tierra, y que las gentes, en desesperación iban a correr
a las iglesias cristianas buscando ayuda y entregándose al Señor sin paliativos;
algunos aseguraban que ese evento iba a ser el disparador del ansiado y tantas
veces anunciado “Gran Avivamiento Mundial”… Todas sus falsas predicciones iban
precedidas del manido “Así dice el Señor…”.
Pero llegó el uno de enero del año 2000, y nada, absolutamente nada ocurrió en el
mundo, y todo lo que profetizaron esos profetas y profetisas, quedó reducido a
simple y vano vapor de humo.
Muchos se acordaron de Deuteronomio 18: 22, donde la Biblia habla de los falsos
profetas que hablan en el nombre del Señor, y no se cumple lo que dicen, que esa
no es palabra que el Señor ha hablado.
Los deseos de muchos de ver el ansiado avivamiento quedaron truncados, aunque
esto no fue del todo en vano. Gracias a lo ocurrido, y no sólo en cuanto a mi persona,
sino a más hijos de Dios, fue motivo para hacerse la gran pregunta:
“El llamado Efecto Año 2000 fue inexistente, como inexistentes ante Dios fueron el
sinfín de “profecías” que se dieron anteriormente a ese tiempo, y en relación a ello,
“en el nombre del Señor”
“…hasta Berea…recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las
Escrituras para ver si estas cosas eran así” (Hchs. 17: 10, 11)
Veamos. Si uno espera que Dios ha de convertir a naciones enteras (por supuesto,
la de uno), y que por tanto vamos a tener una labor indescriptible en “discipular a las
naciones” (caso este que en ningún lugar encontramos en la Biblia), pues eso tiene
y tendrá toda una serie de consecuencias en la vida del que así procede.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda
bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1: 3)
Si uno cree que todas las obras y bendiciones de Dios para Sus hijos, las cuales
Dios ha dispuesto en términos de eternidad, son para aquí y ahora, entonces
también eso tiene y tendrá toda una muy importante serie de consecuencias en la
vida del que así cree.
No es lo mismo creer que estamos ya reinando, a creer que somos siervos (Jn. 18:
36; 1 Co. 4: 8)
No es lo mismo creer que conquistamos las naciones, a creer que es Cristo el que
conquistará las naciones (Ap.19: 11ss)
No es lo mismo creer que las religiones falsas caerán, cuando cada vez surgen
nuevas y más dispares abominaciones por todas partes (Mt. 24: 5, 11, 12)
No es lo mismo creer que los gobernantes y las naciones enteras se rinden a Cristo,
que ver que ocurre todo lo contrario (Mt. 10: 25; Hchs. 24: 25; 26: 24, 28)
No es lo mismo creer que los reyes y potentados, así como los humildes, y las gentes
en general en este tiempo caerán de rodillas confesando sus pecados y recibiendo
a Cristo, que creer y ver que es más bien todo lo contrario (Ap. 9: 20, 21; 11: 18; 18:
3)
No es lo mismo creer que las riquezas de este mundo pasarán a manos de los
cristianos, que ver que los cristianos cada vez estamos más en todo tipo de
estrechura (como siempre ha sido) (Jn. 16: 33)
No es lo mismo creer que Cristo vendrá cuando el mundo le esté esperando, a creer
que el tiempo de la segunda venida de Cristo será como el tiempo de los días de
Noé o de Lot (Lc. 17: 26, 28)
No es lo mismo creer que el mundo se rendirá a Cristo, a creer que Cristo hará que
el mundo se rinda a Él (S. 2: 5 ss; Ap. 2: 27)
No es lo mismo creer que la Iglesia conquista el mundo para Cristo, a creer que es
el Padre el que pone a Sus enemigos por estrado de Sus pies (S. 110: 1; 1 Co. 15:
27)
¿Saben cuál es el más peligroso de los engaños del diablo? Aquel que es agradable
al oído del que está dispuesto a creer cualquier cosa porque cree que “todo es por
fe”.
Por un mal concepto de lo que es “por fe” se llega a creer y hacer cualquier cosa.
El diablo está encantado con las malas interpretaciones de frases bíblicas como: “Al
que cree todo le es posible” (Mr. 9: 23)
Muchos creen que todo está basado en “creer”, pero olvidan que es creer conforme
a lo que es de Dios, no conforme al parecer de cada cual, a pesar de la buena
intención, la cual no basta.
Muchos dicen que todo “es por fe”, y así creen cualquier cosa; pero olvidan que es
por fe sólo que es según la fe de Dios, no el sueño, el deseo, la interpretación al uso
de cada uno, aún y sonando el asunto muy “espiritual”.
Por eso el diablo hace su agosto con ese tipo de creyentes que todo lo creen. Y,
díganme, ¿Verdad que la idea de contemplar la Iglesia reinando aquí y ahora en
este mundo es deseable, atractiva? Pero ¿es digna de ser creída? y – por qué no –
“por fe”?
Evidentemente, eso no es amar a Dios, sino a uno mismo, con la excusa de decir
que se ama a Dios…
(Continuará)
Hay un reto que debemos asumir: el de creer y obedecer a Dios, por encima de
nuestro entendimiento y voluntad (Jn. 4: 34)
Pedro se dejó llevar por su propia apreciación de las cosas espirituales cuando le
dijo a Cristo que tuviera compasión de sí mismo y no fuera a la cruz; y ya sabemos
la respuesta del Señor (ver Mt. 16: 22, 23). Pedro habló esas palabras guiado por
un falso sentido de la espiritualidad y la misericordia; y cómo le agrada al diablo ese
tipo de conducta.
1. Debemos creer la verdad por encima de cualquier otra consideración
“… porque no es de todos la fe” (2 Ts. 3: 2)
Como cristianos, desearíamos que este mundo literalmente se rindiera a los pies de
Cristo; que en esta dispensación, todos – o al menos – la mayoría de los hombres
se entregaran a Él, y así recibieran la vida eterna. Ese es un encomiable sentimiento;
pero, ¿es realmente inspirado?
Esa es la lógica humana, no obstante siendo así, los hombres dejarían de ser
hombres para convertirse en seres controlados desde afuera, en este caso por Dios.
Ese no es el estilo del Altísimo.
Como cristianos, anhelamos ver un mundo feliz en Cristo; una sociedad formada por
individuos que amen a Dios porque le conozcan y le sigan. Sin embargo, como
cristianos debemos entender que esto último es el Cielo, no la tierra.
Para Pedro era más importante lo que le fuera a ocurrir a su Maestro; para Cristo lo
más importante era obedecer al Padre.
Como cristianos, una cosa es lo que nos gustaría que fuese, otra bien distinta es la
que es, y va a ser, conforme a Dios.
“Como en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían,
bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el
arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días de
Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; mas el día en que
Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos. Así será
el día en que el Hijo del Hombre se manifieste” (Lucas 17: 26-30)
¿No es cierto que estas palabras distan mucho del concepto explicado
de “avivamiento mundial” al final de este tiempo de gracia?
Por otro lado, pareciera como que las palabras de Jesús destilan derrota y fracaso.
En todo caso es la derrota y el fracaso del hombre pecador que desecha a Dios, no
un fracaso atribuible al Altísimo, de la misma manera que tampoco lo fue la obra de
la cruz, razón de nuestra salvación.
2. ¿Existe de veras una pugna entre el bien y el mal en este mundo?
Si hiciéramos esta pregunta a muchos verdaderos cristianos, una gran mayoría
rápidamente responderían que sí, y estarían equivocados. Otra vez, las apariencias
nos engañan. Escuchen: si bien el diablo lucha contra Dios; Dios es Dios.
Ese concepto, especie de ying-yang “cristiano”, o dualismo “cristiano”, tan propio del
G12 y de otras malas hierbas, es imposible encontrarlo en las Escrituras. Yahwéh
es el Creador, y el diablo, una simple y finita criatura.
Dios es el que está en control. Dios es quien está sentado en el Trono.
Por lo tanto, que la Iglesia sea artífice más o menos directo, co-causante del
imaginario “gran avivamiento mundial”, no es algo que el Señor espera de ella. Lo
que el Señor espera de la Iglesia es justamente, ni más ni menos, lo que la
encomendó hacer:
“…id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura…id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y
del Espíritu Santo” (Mr. 16: 15; Mt. 28: 19)
Existe una insalvable diferencia entre predicar el Evangelio, y salvar a la gente.
Nosotros no salvamos a nadie, sólo ayudamos a salvar.
Existe una insalvable diferencia entre hacer discípulos a todas las naciones, y
discipular las naciones.
Si Dios nos ha revelado algo, ¿será que no es importante? ¿Es que Dios habla de
balde?
Naturalmente que hay consecuencias por creer lo que no hay que creer al respecto
de lo que hemos estado viendo.
Vamos a ver algunas de las consecuencias en este estudio, que no van a ser todas,
ni muchos menos, por falta de espacio.
Muchas han sido, son y van a ser en este sentido, las oraciones no contestadas
levantadas con mucho fervor y pasión, pero que no pasan del techo de la sala de
reunión, del congreso, o de la pieza, porque no casan con la revelación bíblica. Van
a ser obras de heno y hojarasca que el fuego consumirá (1 Co. 3: 12, 13)
El creer que los cristianos ya reinamos, no sólo es mentira, sino que esa mentira
está llevando a muchos a mucho mal: fanatismo; engaño espiritual (con sus obvias
consecuencias); inmadurez; exigencias; carnalidad; fantasía e irrealidad; ambición y
codicia; orgullo; pésimo testimonio; burla del Evangelio (por parte de los impíos), etc.
El creer que los cristianos tenemos el derecho de disfrutar de todas las bendiciones
y privilegios ahora (sanidad total, posición económica, trabajo, relaciones, etc. etc.),
así como que vamos a liderar todas las instituciones, las sociedades, los gobiernos,
“el mundo a los pies de la Iglesia”, etc. etc. no sólo es mentira, sino que esa mentira
está llevando a muchos a mucho mal: a creer más mentiras; a esperar lo
inesperable; fantasía e irrealidad; exigencias; desilusión; pérdida de la fe (cuando
no ocurre lo que se espera “por fe”); ridículo ante los impíos; burla de los cristianos;
pésimo testimonio; confusión; abandono; etc. etc.
Unos pocos se enriquecen a costa de muchos ingenuos, a los cuales se les enseña
a que deben “pactar con Dios” para obtener esto o aquello, lo cual significa que
deben dar dinero o bienes al “ministerio” de esos charlatanes engañadores. Esto es
un escándalo. Muchísimos impíos nada quieren saber del Evangelio por causa de
esas prácticas y abusos, y muchos cristianos se apartan también.
El creer que los cristianos estamos en este mundo para provocar y ver el “gran
avivamiento mundial” no sólo es mentira, sino que esa mentira está llevando a
mucho mal: un ecumenismo brutal(cuantos más seamos no importa cómo, mejor; lo
importante es la “unidad” por encima de lo que creamos, y todo con la escusa del
“amor”)
Argumentan que en esa unidad de todos los que se llaman cristianos, el mundo
conocerá que Cristo vino, pero no es así; olvidan que no es en esa falsa unidad, sino
en la perfecta unidad:
“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad…” (Juan 17: 23)
Evangelización forzada y forzosa(ganar almas como sea, con la escusa de tener
“pasión” por las almas; esa expresión no la encontramos en la Biblia).
El querer “ganar el mundo para Cristo” y para eso adoptar y adaptar tantas cosas
del mismo, está haciendo que el mundo esté entrando a bocajarro en las iglesias, y
en las vidas de muchos creyentes.
Con la manida excusa de que no hay que juzgar a nadie (cosa que no es cierta),
muchos son muy permisivos con el mal, aduciendo que el motivo es ganar a muchos
para Cristo.
La cantante mejicana Yuri, la cual participa en los festivales del ecuménico Luis
Palau, se presentó en el nuevo centro nocturno de West Hollywood, “The Factory”,
una discoteca gay de Los Ángeles; según la intérprete, apoyar a un club de este
estilo no va en contra de sus creencias, “yo no soy quién para juzgarlos. Yo voy a
llevarles mi música y mi alegría” –dijo. (Agencia Órbita)
Juzguen ustedes mismos.
El “algo nuevo de Dios” (se cree que Dios está haciendo “algo nuevo”, no revelado
en las Escrituras necesariamente, y hay que aceptarlo “por fe”, porque es la manera
de que se produzca el “avivamiento”, ya que – dicen – es el poder del Espíritu Santo
en acción. Pero veamos que dice la Escritura:
“Se levantarán falsos ungidos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios,
de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mt. 24: 24)
Señales, manifestaciones, prodigios engañosos, fenómenos engañososetc. que
compiten y aun niegan lo declarado en la Escritura: caídas y desvanecimientos,
golpes con el saco (chaqueta)a los creyentes; empujones que provocan caídas,
falsas invocaciones del Espíritu Santo; sacudidas y temblores incontrolados,
mesmerismo e hipnosis de masas puesta en marcha por falsos hombres y mujeres
de Dios, provocando las caídas en el “espíritu”. Es decir: falsedad, desorden, y la
consecuente burla de muchos.
Sigo: falsos milagros (milagrería), caída de polvo de oro (falso), aceite en las
manos…
Mi amigo el Dr. Antonio Bolainez me comentó que un “evangelista” se le acercó y le
dijo que podría tener más éxito en su ministerio si hacía caer “polvo de oro”, que él
le iba enseñar cómo se hacía. La respuesta de mi amigo a ese tunante se la pueden
imaginar…
Encuentros del G12 o del D12 (ya usan otros nombres pero es lo mismo), idolatría,
regresiones, psicodramas, psicología ocupando el lugar de la fe escritural, falsas
liberaciones, falsas maldiciones generacionales (en Cristo las maldiciones se han
roto, sólo toca echar fuera demonios, en todo caso); salidas del cuerpo (proyección
astral o bilocación), levitación, trances (manifestación demoníaca en realidad), etc.
etc.
Este mensaje de tantos “profetas” que se ha estado vertiendo en los últimos lustros
de que la iglesia primitiva se quedó muy corta frente a la iglesia del final de los
tiempos, la cual estará rebosante de poder y unción, no es más que una mentira
diabólica.
Oremos por los gobernantes para que la maldad que el diablo quiere esparcir a
través de ellos sea frenada.
Los malvados buscan camuflar esa maldad con suaves descripciones, pero es
maldad.
Oremos en contra:
No sólo creemos que Jesucristo es el Salvador que ya vino; también creemos que
es el Rey que va a volver, y que no tardará en hacerlo: "He aquí que viene con las
nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra
harán lamentación por él. Sí, amén" (Ap. 1: 7)
Esperamos que en este sitio, puedas hallar lo que estás buscando de parte de Dios.
Recibe un caluroso saludo de parte de todos en CENTRO REY
http://www.centrorey.org/centrorey.php
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rosell-carrillo/