Está en la página 1de 4

Los 30 días de calvario de Joane Florvil

Autor: Carla Ruiz Pereira

Reportajes 07-10-2017
La acusaron, detuvieron y criminalizaron por abandonar a su hija. Luego supieron que todo había sido una confusión,
donde el problema había sido el idioma. Las versiones de este caso son muchas, pero en la historia hay dos hechos:
una haitiana que nunca entendió lo que estaba pasando y que terminó sus días en la ex Posta Central. Acá, el último
mes de vida de una inmigrante que no volvió a ver nunca más a su hija.

Mi beba, mi beba. El 27 de septiembre, Joane Florvil volvió a preguntar por su hija. Llevaba 27 días internada en la ex
Posta Central, 27 días sin ver a su hija. Y habían pasado 27 días desde el incidente que la hizo conocida por,
supuestamente, abandonar a su guagua de dos meses.

Era cerca del mediodía y la mujer de nacionalidad haitiana había sido trasladada a una de las salas del quinto piso, a la
Unidad de Cuidados Intensivos. Su condición había empeorado. Junto a ella estaba Wilfred, su pareja, y Roxana, su
cuñada. Joane se había descompensado.

Entró una enfermera para empezar con el procedimiento habitual: conectarla a las máquinas y sedarla para disminuir el
dolor. A Joane le pesaba el cuerpo, tiritaba. Pero lo que le dolía era otra cosa, le faltaba algo.

—Hermana, tú, ayuda, la beba –le suplicó a Roxana.

Fue lo último que alcanzó a decir Joane Florvil. Murió dos días después.

* 30 de agosto

Se podría decir que hasta el 29 de agosto la vida de Joane Florvil era más o menos ordinaria. Hace siete meses había
decidido venirse desde Juana Méndez, en Haití, buscando una mejor calidad de vida, pero las cosas en Chile no habían
sido fáciles. Aun así, la familia había logrado establecerse en una casa en Cerro Navia. Ella y Wilfred trabajaban en lo que
apareciera con tal de generar ingresos: limpiar, pintar, transportar cosas.

Por eso, cuando un hombre se acercó a Joane y le ofreció trabajo para su marido, a ella le pareció una buena
oportunidad. El trabajo, según fuentes de la Municipalidad de Lo Prado que vieron lo sucedido, era simple. Le pedían
sacar el pasto del jardín de la Oficina de Protección de Derechos de la Infancia de Lo Prado.

–Lo que había pasado es que este hombre, desconocido y sin aparente vínculo municipal, le pidió permiso al guardia de
la oficina para entrar al jardín a “sacar pasto para los conejos” –dicen desde la municipalidad.

Fue en ese contexto que a Wilfred le robaron su mochila, donde estaba su pasaporte, el carné de identidad de su hija y
lo que más le importaba a Joane: el carné para el consultorio de la niña. Wilfred, desesperado, hizo una denuncia en la
Oficina de Migración de la misma municipalidad e incluso un funcionario lo acompañó a su hogar.
Al día siguiente, a las cinco de la tarde, cuando aún faltaba media hora para que la OPD de Lo Prado cerrara, llegó Joane
Florvil a pedir que le devolvieran la mochila de su marido.

–Ella llegó con su guagüita. Entró y habló con el guardia. Pero lo único que dijo fue “ayuda marido”. El guardia le explicó
que allí no atendía la oficina de migración, pero ella no entendió nada –dice una fuente municipal.

Para los haitianos, según Roxana, la cuñada de Joane, las personas con uniforme -como los guardias o policías- son vistos
como autoridades respetables y de quienes se pueden fiar. Joane necesitaba explicar bien lo que había pasado, y como
su español era bastante reducido, decidió ir a buscar un traductor. Por eso, dicen desde la familia Florvil, Joane dejó a su
hija con el guardia.

La haitiana de 27 años salió desde el edificio municipal caminando. Primero fue a una construcción cercana, donde
trabajaban haitianos, pero nadie la quiso ayudar. Luego decidió ir a su casa, que está, exactamente, a ocho minutos
caminando desde la OPD de Lo Prado.

En la oficina municipal ni siquiera habían pasado 10 minutos desde que Joane había dejado a su hija con el guardia.
Fuentes de ese lugar explican que apenas vieron a la guagua sin su madre emitieron una alarma de que había sido
abandonada y que la directora de la Dirección de Desarrollo Comunitario (Dideco), Adriana Sanhueza, comenzó a dar
órdenes. Que se contactaran inmediatamente con Carabineros y luego con el Sename. Aunque la niña dormía tapada y
tranquila en su coche, la orden fue textual: había que deshacerse del problema.
Según consta en el parte de Carabineros, fue Lya Araya Díaz una de las denunciantes y quien entregó fotografías que
habían sido tomadas por dos funcionarios municipales que siguieron a Joane Florvil: Marcelo Sandoval Vivanco y Felipe
Rivera Valenzuela. Ambos, según el parte, habían incluso grabado un video de la haitiana mientras entraba a su casa.

-Pero si la siguieron, si le sacaron fotos, por qué no conversaron con ella. Sabían que era inmigrante. Deberían haberla
parado, preguntarle qué le pasaba y se hubiesen dado cuenta de que no entendía nada. No hicieron ningún esfuerzo -
explica una alta fuente municipal.

Fue alrededor de las 18 horas que Carabineros de la 48 Comisaría de Asuntos de Familia en Santiago recibió la denuncia
de abandono de una menor y se dirigieron a la casa de Joane. Intentaron hablar con ella, pero como no hablaba español
y, según consta en el documento de Carabineros, un vecino hizo de traductor.

A las 21 horas, por instrucción del fiscal Julio Contardo Zúñiga, se detuvo a Joane Florvil por presunto abandono de
menor. La traducción de sus derechos al creolé también fue hecha por su vecino.

–En ningún protocolo está establecido que Carabineros lleve a un traductor –explica desde la institución.

El director de la Fundación Fre, ONG que apoya a la familia Florvil, José María del Pino, explica que desde ese momento
hay una nebulosa en la historia.

—Hay 12 horas, desde que Joane es detenida, en que no tenemos claridad de los hechos.

Esas 12 horas son claves, porque son las que detonan la seguidilla de irregularidades que hay.

El parte de Carabineros detalla una cronología. Entre 21.00 y 22.25 horas, Joane Florvil estaba conversando con
Carabineros intentando explicar lo sucedido. Ya a las 23.38 es ingresada, en calidad de detenida, al segundo pabellón de
aislamiento de la 48 Comisaría. Allí era observada mediante las cámaras de seguridad. Eso, hasta que a las 23.55
comenzó a golpearse la cabeza contra el muro del calabozo.

* 31 de agosto

A las 0.12, Joane Florvil fue trasladada hasta la ex Posta Central. Su registro de ingreso al servicio de urgencia fue a las
0.34. A las 6.30 horas seguía en la posta.
La detenida, según órdenes del fiscal, debía permanecer bajo custodia hasta que un juez resolviera lo contrario. Entre las
8 y las 11 de la mañana, Joane Florvil estuvo custodiada por diferentes funcionarios de Carabineros. Hasta que a las
11.45 fue ingresada a la UCI, por una falla renal.

Ni Wilfred, su pareja; ni Samantha Florvil, su hermana; ni Roxana, su cuñada, sabían dónde estaba Joane. Habían pasado
la noche recorriendo comisarías sin éxito. Luego les comunicaron que estaba grave y hospitalizada, pero tampoco les
señalaron dónde. Recién al mediodía lograron dar con el paradero de Joane en la ex Posta Central. Allí les dijeron que la
mujer tenía epilepsia, pero la información los sorprendió, porque ella nunca había sufrido esa enfermedad. Después les
explicaron que sólo era un cuadro epiléptico.

Desde hacía horas que Wilfred había comenzado a preguntar desesperado por su hija. Les decía a los carabineros que
custodiaban a Joane que él era el padre, que lo ayudaran. Le pidieron documentación que acreditara el parentesco, pero
esos documentos se los habían robado.

* 4 de septiembre

–¿Y la beba?

Cuando el 4 de septiembre Joane Florvil salió de la UCI, lo primero que hizo fue preguntar por su hija. Pero “la beba”,
como ella la llamaba, estaba a cargo del Sename, en la Casa Nacional del Niño, por instrucciones del Juzgado de Familia
de Pudahuel.
Wilfred salía todos los días a las 6 de la mañana desde su casa en Cerro Navia a Ñuñoa para ver a la niña. Pero Joane no
tenía ninguna posibilidad de saber que su hija estaba bien. Repetía una y otra vez: “Foto, foto pa’ la mama”, por lo que
Wilfred pidió autorización en la Casa Nacional del Niño para sacarle una foto a su hija. Le dijeron que no, que estaba
prohibido.

Cada vez que Wilfred salía de la pieza en la ex Posta Central, recuerda su cuñada Roxana, la cara le cambiaba.

–Me decía: “Joane se va a morir sin la beba. Yo tengo mucho problema, mucho problema”. Y se quebraba.

* 13 de septiembre
La familia de Joane Florvil en Haití pedía a diario reportes de su salud y fotos para ver cómo evolucionaba. Las imágenes
del 13 de septiembre, al fin, los calmaron. Joane parecía verse bien y, de hecho, se sentía mucho mejor. Pero
anímicamente estaba cada vez más decaída.

—Estaba muy triste, lloraba. Le comenzó una depresión horrorosa por el tema de su hija. Le decíamos ‘la beba está bien,
la están cuidando’. Pero Joane estaba desesperada y en su desesperación decía ‘mi beba no está y no me quieren decir’
–recuerda Roxana, cuñada de Joane.

Entre las visitas a la ex Posta Central, Wilfred, Samantha y Roxana hacían las gestiones para recuperar a la niña. El 20 de
septiembre tenían la primera audiencia para ratificar la medida proteccional: Wilfred inició los trámites para recuperar
sus documentos.
Estaba en eso cuando el 13 de septiembre recibió una llamada desde la OPD de Lo Prado anunciándole que habían
aparecido los documentos.

Sin embargo, en una audiencia el 27 de septiembre, el Juzgado de Familia de Pudahuel ratificó que la niña seguiría bajo
el cuidado del Sename.

* 27 de septiembre

—¡Joane! ¡Joane, grave, grave, grave! –gritaba Wilfred al teléfono.

A las tres de la tarde, Joane Florvil había sido trasladada nuevamente a la UCI. Estaba grave, muy grave, y eso era lo que
Wilfred intentaba decirle a Roxana por teléfono. Cuando ella llegó, alcanzó a hablar por última vez con Joane y esta le
suplicó que le trajera a su hija. Luego la entubaron y sedaron.

–Ella está grave, tiene una hepatitis fulminante. Necesita un trasplante de hígado –recuerda Roxana que le dijo el doctor
en su oficina. Ella, dice, comprendió de inmediato la gravedad de la situación y le preguntó lo que no quería preguntar:

—¿Debe viajar la familia desde Haití?

* 28 de septiembre

Los huracanes habían dejado estragos en Centroamérica. Haití fue azotado por el huracán María. Había gente varada en
el país, vuelos retrasados. Roxana no podía comprar un pasaje para que algún familiar de Joane viajara a Chile y acá las
noticias empeoraban.
Según los médicos de la ex Posta Central, no existían los recursos para hacerle un trasplante de hígado a Joane. Debían ir
a un hospital o a una clínica. Le dijeron a la familia que estuviera tranquila, que estaban haciendo todos los esfuerzos.

Roxana, Wilfred y Samantha esperaron hasta las 10 de la noche del 27 de septiembre que trasladaran a Joane. No pasó
nada. Al día siguiente, la haitiana estaba convulsionando. Una de las enfermeras le pasó a Wilfred una receta para que
comprara un medicamento. Levetiracetam era el compuesto.

En la farmacia, justo al frente de la ex Posta, lo tenían por el nombre de “Kopodex”, a 42.990 pesos. Pero cuando Wilfred
llegó con el medicamento, ni siquiera había un médico. Le tuvo que pedir a una enfermera que le diera el remedio a
Joane.

En un español apenas entendible, Wilfred recuerda ese momento:

—Debilidad, falta de fuerza, impotencia. Mucha tristeza, mucha tristeza.

* 29 de septiembre

— ¿Cuántos días? –preguntó Roxana.

La doctora Javiera Espinoza Torres solo la miró.

—Tengo un vuelo para el miércoles, llegan el jueves acá –explicó Roxana.

—No creo que pase del lunes –respondió la doctora.

Roxana estaba en estado de shock. Durante la noche del 29 de septiembre habían trasladado de urgencia a Joane al
Hospital Clínico UC. La doctora le explicó que Joane había llegado con muerte cerebral y que ya no estaba en la lista de
espera para trasplantes. Roxana ni siquiera podía llorar.

Cuando abrió la puerta de la habitación donde estaba Joane vio a Wilfred al lado de la camilla sosteniendo la mano de su
mujer y acariciándola suavemente. Roxana no quiso interrumpir e intentó cerrar la puerta, pero alcanzó a escuchar las
palabras en creolé que Wilfred le decía a Joane:
–Mama, ya po, mama.

* 30 de septiembre

A las 4.10 de la mañana entró una llamada al celular de Roxana desde el Hospital UC. A las 5.00, Roxana llamó a Wil.

—Vente a la clínica, porque Joane no está bien.

Roxana, Wil y Samantha llegaron al hospital alrededor de las 6.00. Pasaron a la habitación de Joane, acercaron unas sillas
a la cama y se pusieron a esperar. Ella estaba entubada, ellos apenas la miraron. Los tres pares de ojos estaban clavados
en el monitor. A las 7.15, después de 30 días, Joane Florvil murió.

La causa de muerte, según el parte de Carabineros, fue un paro cardiorrespiratorio producido por una falla hepática
fulminante. Según exámenes de la ex Posta Central, Joane no presentaba disfunción hepática, pero el fármaco
proporcionado alertaba sobre efectos adversos ante un cuadro de esas características. La Fiscalía Centro Norte abrió una
investigación, a cargo del fiscal Marcelo Cabrera, para determinar la causa de muerte de Joane.

—Le pedí disculpas, porque mi país le había hecho tanto daño. A ella, a su hija, a Wilfred. Me sentí tan impotente por no
haber podido hacer nada, dice Roxana entre lágrimas.

-Se fue diciendo: “Hermana, tu país, tú trae bebé”. Ella sufrió hasta el último minuto porque no pudo ver a su bebé. Se
murió pensando que su hija estaba muerta.

* Post mortem

A casi una semana de su muerte, el hermano de Joane, Realyno Florvil, se ve compuesto. Es jueves 5 y acaba de llegar a
Chile.

En las oficinas de la ONG Acción, Mujer y Madre, otra de las instituciones colaboradoras, vestido con una chaqueta azul
y pantalones café, habla con voz calma con los abogados. A su lado está Roxana, su cuñada, quien ha sido la vocera de la
familia desde que ocurrió la detención, y Samantha Florvil, que apenas es capaz de hablar. Desde ahora, Realyno
representará a la familia.

–Esta situación le causó mucho dolor a mi familia y mucho daño, porque destruyeron la imagen de los Florvil. Es la
muerte de Joane más el daño a su honra –dice Realyno.

–Pero el foco hoy es repatriar el cuerpo de mi hermana. Queremos que vuelva a su país, a Juana Méndez. Allá todos
están esperando para hacerle una ceremonia. Y nuestro otro objetivo es recuperar a la niña, comenta.

El 17 de noviembre es la audiencia para definir quién estará a cargo del cuidado personal de la hija de Joane. Respecto
del sobreseimiento definitivo de la causa contra Joane por el supuesto abandono, la audiencia será el 22 de noviembre.

A las ocho de la noche la familia Florvil se dirige a su casa, ahora con el hermano mayor a la cabeza. Realyno está
cansado, lleva más de un día viajando. Roxana también está agotada, ha sido durante un mes la vocera de los Florvil. De
pronto, mira su teléfono. Allí está una de las últimas fotos de Joane con vida, cuando estaba en la ex posta. Están las dos,
riéndose, a pesar de la situación. Roxana guarda el celular. Mañana será otro día para defender a Joane.

–Porque ya no es la mujer haitiana que abandonó a su bebé. Nunca lo fue.

También podría gustarte