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La fe y la cultura en la Constitución Pastoral Gaudium et spes

¿De qué manera la fe y la cultura se implican mutuamente, sin confundirse o reclamar una
autonomía absoluta? La propuesta de relación fe-cultura presente en la Constitución Gaudium et
Spes, se puede entender mejor, en primer lugar, a la luz de la intención del papa Juan XXIII al
convocar un concilio universal y, en segundo momento, desde los trabajos realizados por esta
asamblea conciliar, específicamente, en la elaboración y promulgación de la Constitución
Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual.
El Papa Juan XXIII expresa como inspiración divina el deseo de convocar un concilio universal,
lo consideró necesario para que la Iglesia, por medio de los bautizados, se capacitara mejor con el
fin de solucionar los problemas del hombre contemporáneo. Ello implicaba reflexionar sobre su
ser Iglesia y su relación con el mundo, lugar donde el hombre vive y crea cultura. Ella, aunque no
tiene una finalidad puramente terrenal, no puede “desinteresarse en su camino de los problemas
relativos a las cosas temporales” (Humanae Salutis 10, cf. 5).
La Constitución Gaudim et Spes expresa el sentir de la Iglesia con respecto a la situación del
hombre y su estar en el mundo: “El gozo y la esperanza, la angustia y la tristeza de los hombres
de nuestros días, sobre todo los pobres y toda clase de afligidos, son también el gozo y la
esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo” (no. 1). Hay una unión profunda de la
Iglesia, como comunidad de discípulos del Señor, con toda la familia humana.
La comunidad de quienes creen en el Señor debe sentirse y ser verdaderamente solidaria con la
humanidad y con su historia en el anuncio del Evangelio de la salvación a cada persona y la
renovación de la sociedad (cf. GS 1.3). Desde esta clave debe entenderse el capítulo II, de la
segunda parte de la Gaudium et Spes, en el que aborda el tema de la promoción de la cultura.
La noción de cultura en la Constitución Gaudium et Spes
En la constitución conciliar subyace la concepción bíblica de la cultura, concretamente, parte
desde el Génesis. A partir de esta visión se explayan los demás elementos sobre los que el
documento reflexiona; además, sobre esta base propone acciones concretas en este vasto campo
de la cultura. El documento tampoco separa la fe y la cultura, al contrario, habla de la relación
existente entre estas dos realidades.
El Génesis enseña el sentido pleno de cultura. Dios crea al hombre a su imagen y semejanza,
varón y mujer (cf. Gn 1, 27), en el culmen de su obra creadora, y les da un mandato: “sean
fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla” (Gn 1,28). ¿Qué significa someter la
tierra? “significa descubrir y confirmar la verdad del propio ser humano, de esa humanidad que
comparten en igual medida el varón y la mujer” 1. El mundo que Dios entrega al hombre-
humanidad es don y tarea a la vez. La misión concreta encomendada por Dios, es para el hombre
buscar y realizar la verdad sobre sí mismo y sobre el mundo.
El hombre interviene sobre la naturaleza de manera adecuada cuando toma en cuenta la finalidad
primaria de esta acción: buscar y realizar la verdad sobre sí y sobre el mundo. Si no se atiende a

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JUAN PABLO II, Libro-entrevista: Memoria e identidad/nación y cultura.
esta misión encomendada por Dios2, la intervención sobre el mundo visible no será correcta y se
abusará de él, en lugar de aprovecharlo para que crecer y desarrollarse plenamente.
La transformación del mundo a través de la ciencia, la técnica y las artes, ha evolucionado a lo
largo de la historia, en las últimas décadas ha sido vertiginoso. Juan XXIII, al convocar el
concilio, es consciente de estos nuevos escenarios que han causado una nueva situación de la
humanidad, nuevos problemas (cf. HS 2-4) y nuevos estilos de vida (cf. GS 54).
Por tanto, el hombre sigue el plan de Dios de someter la tierra y perfeccionar la creación cuando
“cultiva la tierra con sus manos o ayudándose de los recursos de la técnica y el arte […], y asume
su papel en la vida de los grupos sociales” (GS 57). Desde el punto de vista cristiano, cumple el
mandato de Cristo de entregarse a los hermanos en la caridad y en el servicio. También,
desarrolla la cultura a través de los estudios de la filosofía, de la matemática y de la ciencia
natural, del arte.
La fe y la cultura
Los cristianos tienen la tarea de construir un mundo más humano (cf. GS 57), la fe no consiste en
un espiritualismo desencarnado. El bautizado tiene como vocación “buscar el Reino de Dios
tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios” (LG 31). Los creyentes en Cristo
viven el Evangelio sirviendo a la persona y a la sociedad, buscando que el Reino permee la vida
de cada persona y la cultura donde vive y se desarrolla (cf. CHL 36.1).
Para realizar tan grande misión, de estar en el mundo sin ser del mundo (cf. Jn 17,15-16), la fe y
sus misterios da a los cristianos los estímulos y la ayuda para llevarla a cabo. La luz de la fe
brinda “el sentido pleno de las actividades que señalan a la cultura el puesto eminente que, en la
vocación del hombre, le corresponde” (GS 57).
La fe y la cultura hacen posible un clima nuevo en las relaciones entre las personas y las
instituciones. La interrelación entre ambas ayuda a la realización plena del sentido de cultura
como conocimiento de sí mismo y transformación del mundo. En esta ardua tarea del hombre,
todo conocimiento y avance científico, técnico y tecnológico, debe ser enfocado en la búsqueda
del bien común para todos dentro de la sociedad (cf. GS 59).
Es necesario desarrollar una cultura humana que cultive de manera íntegra a la persona y ayude a
todos a cumplir las obligaciones de cara a los demás para hacer más humana la vida social, tanto
en la familia con en toda la sociedad civil. Cuando el hombre hace cultura, “cumple
personalmente el plan mismo de Dios, manifestado a la humanidad al comienzo de los
tiempos” (GS 57), es decir: someter la tierra y perfeccionar la creación (cf. Gn 1,28). Creando
cultura, el mismo se perfecciona y obedece el supremo mandamiento de Cristo del amor oblativo.
El encuentro de la cultura con el Evangelio
La época contemporánea presentó muchos retos en el ámbito cultural. El avance de las ciencias y
de la técnica favoreció el fenomenismo, el agnosticismo y un cierto inmanentismo ateo y
arreligioso. Sin embargo, también se descubren valores positivos como: la fidelidad a la verdad

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JUAN PABLO II, Libro-entrevista: Memoria e identidad/nación y cultura.
en las investigaciones científicas, trabajo en equipos técnicos, el sentido de solidaridad
internacional, conciencia mayor de la ayuda y protección de los hombres, búsqueda de
condiciones de vida adecuada para todos. Los valores de la cultura, en toda época, preparan el
terreno para recibir el mensaje evangélico (cf. GS 57).
El vínculo existente entre el Evangelio y la cultura empieza con Cristo, el Hijo de Dios
encarnado, él hablo de acuerdo a las categorías de una cultura determinada. La Iglesia, por su
parte, siguiendo este modelo encarnatorio ha recurrido a la cultura de los pueblos para anunciar el
mensaje evangélico de salvación, para comprenderlo y expresarlo mejor en la liturgia y en la vida
de los fieles (cf. GS 58).
Es necesario aclarar que la Iglesia, en su ser y en su misión, no se identifica con cultura alguna
porque “puede entrar en comunión con las diversas formas de cultura” (GS 58), pero esta
interacción las enriquece. A la cultura la purifica y la eleva, fecunda las cualidades espirituales y
tradicionales de los pueblos y las hace nuevas en Cristo.
La cultura secularizada un desafío actual
La secularización es un fenómeno que trata de ocultar la religión del ámbito público, incluso, de
la intimidad de cada persona. Para la cultura secularizada Dios está ausente, por tanto, no puede
tener incidencia en la vida personal ni en los ámbitos de desarrollo humano: la política, las leyes,
la economía, la cultura3.
Para la Iglesia representa un reto llevar el mensaje evangélico a esta realidad, por eso, la
evangelización debe realizarse discerniendo los signos de los tiempos. Debe recuperar el valor
del testimonio y del servicio para que, en la fidelidad a Cristo y a su mensaje, los hombres
redescubran su vocación originaria de cultivar el mundo y conducirlo a Dios.
Ciertamente, las realidades temporales tienen su autonomía con respecto a la religión “la Iglesia
reconoce la autonomía legítima de la cultura humana, y especialmente de las ciencias” (GS 59)
debido, principalmente al designio creador de Dios, él quiere que el hombre llegue a ser pleno y
lo ame en y desde la libertad (cf. GS 36). Pero la cultura, la ciencia y la técnica no se deben
apartar de su finalidad, ni puede obviar la responsabilidad con respecto a la creación y a la
persona misma.
La Iglesia propone, como línea orientadora, educación para la cultura íntegra del hombre, quizá
no se puedan abarcar todos los elementos que conforman la cultura y los desarrollos en todos los
campos, sin embargo, no se debe olvidar que el ser humano está conformado de inteligencia,
voluntad, conciencia y fraternidad (GS 61). Además, la cultura humana puede estar consonancia
con la educación específicamente cristiana. Los nuevos descubrimientos y avances culturales,
científicos y de conocimientos, pueden ser para la fe medios para “estimular la mente a una más
cuidadosa y profunda inteligencia” (GS 62).
Por: Clementino García Rodriguez

3
Cf. P. RAMIREZ, A., «El “escenario cultural de fondo” en la tarea de una nueva
evangelización», Med, 149 (2012) 27-56.

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