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Libro I, Dios
Dios no es un cuerpo Espíritu y Santo son atributos divinos comunes a las Tres
personas divinas (CEC 691).
El Verbo Divino, la luz por la que podemos ver a Dios Jesús ha revelado a Dios como Padre en un sentido nuevo
Padre. como el Antiguo Testamento lo consideraba, no solo en
cuanto creador, sino que es Padre en relación a su Hijo único,
que recíprocamente solo es Hijo en relación a su Padre (CEC
239; Mt 11,27).
El Verbo es la imagen de Dios invisible (Col 1,15) el
resplandor de su gloria y la impronta de su esencia (Hb 1,3;
CEC 241).
Para el Concilio Vaticano II, Cristo el Verbo encarnado,
también es el hombre perfecto que ha restaurado en la
descendencia de Adán la semejanza divina deformada desde
el primer pecado (GS 22)
Inhabitación de Dios: Hace un templo puro para sí y digno Toda la vida cristiana es comunión con Dios, con cada una de
se sí. las tres divinas personas sin separarlas de ningún modo
(CEC 259).
Desde esta vida somos llamados a ser habitados por la
Santísima Trinidad: “si alguno me ama guardará mi Palabra,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada en
él” (Jn 14,23; CEC 260). Gs 39,3
La Bienaventuranza Cristiana nos hace participar de la
naturaleza divina (2 P 1,4) y de la vida eterna (cf. Jn 17,3).
Con ella entra en la gloria eterna de Cristo (cf. Rm 8,18) y en
el gozo de la vida trinitaria (CEC 1721).
La vida del Espíritu le infunde caridad al cristiano y además
forma a la Iglesia (CEC 1997).
Estamos llamados por la gracia a participar de la vida eterna
de Dios, aquí en la tierra en la oscuridad de la fe, y después
de la muerte, en la luz sempiterna (Pablo VI, creo del pueblo
de Dios, no. 9)
El Espíritu Santo no es un cuerpo El Espíritu Santo es Dios, así como cada una de las tres
personas de la Santísima Trinidad lo es. Si Dios no es un
cuerpo el Espíritu Santo participa de la misma naturaleza de
Dios (CEC 253).
Espíritu y Santo son atributos divinos comunes a las Tres
personas divinas (CEC 691).
Hay distintos símbolos para hablar del Espíritu Santo: El
agua, la unción, el fuego, la nube y la luz, el sello, la mano, el
dedo, la paloma
El Espíritu santo es un poder santificante. La comunión con el Espíritu Santo (2 Cor 13, 13) es la que,
en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza
perdida por el pecado (CEC 734).
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En Cristo hay dos naturalezas: la divina y la humana.
El Hijo unigénito de Dios es su sabiduría hipostáticamente
existiendo.
Cristo es la verdad y la vida de todo lo que existe.
La generación del Hijo es desde siempre y eterna, él es
Hijo por naturaleza no por adopción.
Cristo es imagen de Dios invisible.
Cristo
La Iglesia llama “Encarnación” al hecho de que el Hijo de Dios
haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella
nuestra salvación (CEC 461).
El Hijo de Dios se hizo verdaderamente hombre sin dejar de ser
verdaderamente Dios. Jesucristo es verdadero Dios y verdadero
hombre (CEC 464).
Se ha de reconocer a un solo y mismo Cristo Señor, Hijo único en
dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división ni
separación (CEC 467).
El nombre de Sabiduría, que es propio de la segunda persona (1
Cor 1,24) y que, por tanto, alude al modo y forma de su
procedencia, muestra que el Hijo es engendrado por el Padre
mediante un acto cognoscitivo.
Jesucristo es el Verbo eterno del Padre, nacido del Padre antes de
todos los siglos y consubstancial al Padre (Pablo VI, Credo del
Pueblo de Dios, no. 11).
La dogmática siempre ha creído que la generación del Hijo por el
Padre hay que concebirla como puramente intelectual, o sea como
acto del entendimiento.
La expresión «imagen de Dios invisible» (Col 1,15) o «trasunto de
la sustancia de Dios» (Hb 1,3) indica claramente que el Hijo es
engendrado por aquella actividad del Padre que por naturaleza
 tiene tendencia asimilativa, es decir, por una actividad
cognoscitiva.
Dios es luz y Cristo es gloria de esta luz.

El Padre es Dios, el Hijo es Dios; así como el Padre es

omnipotente también el Hijo lo es.

Cristo la luz eterna, consejo del Padre y Bondad

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