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MARCIANO VIDAL

MORAL DE ACTITUDES
TOMO SEGUNDO

ETICA DE LA PERSONA

EDITORIAL Covarrubias, 19. M A O R I D - I O


Volúmenes que integran la obra:

M O R A L DE ACTITUDES

I. MORAL FUNDAMENTAL
II. ETICA DE LA PERSONA
III. MORAL SOCIAL
Primera edición: febrero 1977
presentación
Segunda edición: mayo 1977

Este libro forma parte de un proyecto más amplio y unitario:


ofrecer un síntesis de Teología Moral para los cursos de iniciación
teológica en las Facultades de Teología y Centros similares. Después
de haber tratado el tema de la fundamentación del ethos cristiano y
las categorías éticas generales (objeto del primer volumen, ya apa-
recido) se comienza, en este segundo volumen, a exponer los pro-
blemas de la ética concreta, agrupándolos en torno al eje moral de
la Persona. En el tercer volumen se completaré la temática de la
ética concreta abordando los problemas que giran en torno al eje de
la Sociedad.
La finalidad apuntada explica tanto la metodología como la
selección y el tratamiento de los temas de este volumen. El libro ha
nacido dentro de las tareas y de las urgencias actuales de la
docencia teológico-moral y hacia ellas se encamina. Ello no impide
el que pueda ser utilizado como ayuda para una puesta ai día en la
temática teó/ogico-moral.
Con licencia eclesiástica
Quiero expresar mi agradecimiento a todos los que con sus
ISBN. 84-284-0553-0 (Obra completa) sugerencias y su interés me han animado a proseguir la obra
ISBN. 84-284-0290-6 (Tomo 10-1977 iniciada, bajo el lema de una «Moral de actitudes». De un modo
particular, agradezco a Ernestina Albiñana el trabajo de pasar a
Depósito legal: M. 13.685-1975
máquina el manuscrito y a Basilio Caballero el interés que, como
LIPAL, S. A. - Avda. Pedro Diez, 3 - Madr¡d-19 -1977 director de la editorial P. S., ha puesto en la edición del libro.
contenido
introducción
hacia un humanismo ético

Introducción: HACIA UN HUMANISMO ETICO

Primera parte: ETICA FUNDAMENTAL DE LA PERSONA

1. APROXIMACIÓN HISTÓRICA
Diversos modelos éticos de la persona en la historia Se puede hablar de la persona desde muchos ángulos de vista y
de la moral. desde distintas perspectivas. Aquí pretendemos hacerlo desde un
ángulo moral para descubrir su flanco ético. Es la valoración ética
2. APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA lo que nos interesa considerar.
Teoría global sobre la dimensión ética de la persona. Advertimos, sin embargo, que no se puede hacer una consi-
deración ética de la persona si no se tiene en cuenta la dimensión
antropológica integral. El «deber ser» (o «quehacer») corresponde
Segunda parte: ETICA CONCRETA DE LA PERSONA al «ser» de la realidad.
De una manera global, sintetizamos el sentido y función de
3. MORAL DE LA «CONCIENCIACION» Y DE LA «MA- nuestra visión moral de la persona en esta expresión: construir
NIPULACIÓN» un humanismo ético. Pero ¿qué entendemos por «humanismo
ético»? y ¿cómo una «ética de la persona» puede construirlo?
4. BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD HU-
MANA En esta breve introducción queremos responder a estas pre-
guntas situando el alcance y la finalidad de la «Etica de la per-
5. MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD sona» que ofrecemos en este tomo.
6. MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL
1. PUNTO DE PARTIDA:
Conclusión: MAS ALLÁ DEL PERSONALISMO ETICO EL HOMBRE EN CUANTO «MEDIDA DE LA REALIDAD»

Si hacia los años veinte afirmaba Ortega y Gasset que «el tema
de nuestro tiempo» era la vida (1), en el último tercio del siglo el
tema y la preocupación es el «hombre». Ningún otro problema
apasiona tanto como el problema humano; ninguna otra aventura
compromete tan intensamente como la fascinante aventura del
conocimiento del hombre. El imperativo helénico «conócete a ti

(1) J. ORTEGA Y GASSET, Obras completas, t. V. (Madrid, 19553), pá-


ginas 143 ss.
8 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA INTRODUCCIÓN: HACIA UN HUMANISMO ETICO 9

misrno» se ha convertido en tema de toda una época de la huma- Media fue resquebrajada con la aparición de las ciencias en el
nidad. Renacimiento (3); pero es en nuestros días cuando asistimos a la
M. Buber, en un hermoso esbozo de antropología filosófica, ha última etapa de ese proceso desacraiizador. El teocentrismo me-
caracterizado la historia de la reflexión del hombre sobre sí mismo dieval fue sustituido por el humanismo renacentista; pero aquel
como un camino de rodeo. «Se cuenta del rabino Bunam de humanismo «culturalista» no encontró su culminación hasta el
Przysucha, uno de los últimos grandes maestros del jasidismo, que humanismo «radical» de nuestra época (4). El giro antropológico
habló así una vez a sus discípulos: 'Pensaba escribir un libro, cuyo de la filosofía tiene todavía en Descartes un carácter de signo
título sería Adán, que habría de tratar del hombre entero. Pero «dubitativo»; desde Kant hasta nuestros días, la filosofía se ha
luego reflexioné y decidí no escribirlo.' En estas palabras de timbre convertido en antropología trascendental y el saber humano se ha
tan ingenuo, de un verdadero sabio, se expresa —aunque su convertido en saber del hombre (5).
intención se endereza a algo distinto— toda la historia de la medi- Esta «reducción antropológica» de nuestra cultura puede ser
tación del hombre sobre el hombre. Sabe éste, desde los primeros interpretada de varias y diversas maneras. Lo que no se puede
tiempos, que él es el objeto más digno de estudio, pero parece negar es la primacía del hombre en toda discusión seria sobre lo
como si no se atreviera a tratar este objeto como un todo, a real. Sigue siendo válida la afirmación de Max Scheler de que «no
investigar su ser y sentido auténticos. A veces inicia la tarea, pero hay problema filosófico cuya solución reclame nuestro tiempo con
pronto se ve sobrecogido y exhausto por toda la problemática de más peculiar apremio que el problema de una antropología filo-
esta ocupación con su propia índole y vuelve atrás con una tácita sófica» (6). Por eso «la pregunta ¿qué es el hombre? es la que
resignación, ya sea para estudiar todas las cosas del cielo y de la ocupa al máximo la filosofía» (7).
tierra menos a sí mismo, ya sea para considerar al hombre como
individuo en secciones, a cada una de las cuales podrá atender en Hemos de reconocer que no faltan voces que proclaman «la
forma menos problemática, menos exigente y menos comprome- muerte del hombre». A partir de la desaparición del hombre del
tedora» (2). horizonte de las ciencias positivas y teniendo por telón de fondo la
deshumanización de nuestro mundo tecnificado, representantes
La historia de este rodeo del hombre para encontrarse consigo cualificados tanto del estructuralismo (Foucault, Lévi-Strauss)
mismo podríamos dividirla —limitando nuestra atención a la cul- como de la interpretación no humanista del marxismo (Althusser),
tura occidental— en tres grandes etapas; 1.a) el hombre existiendo
con las «cosas»: el hombre tuvo que «objetivarse» o «cosificarse»
para poder tener de sí mismo una imagen o una fotografía; la gran
preocupación de la filosofía griega fue analizar y comprender la (3) Cfr. J . ORTEGA Y GASSET, En torno a Galileo: Obras completas,
tomo V (Madrid, 19553), 9-164. Parecida problemática plantea B. BRECHT en
realidad (época del realismo filosófico); 2.a) el hombre existiendo su obra de teatro Galileo Galilei.
bajo la mirada de «Dios»: fue la época del saber teológico; el (4) Para una visión histórica del humanismo, ver: J . TOFFANI, Historia
pensamiento medieval organizó un universo perfecto circular, pero del humanismo desde el siglo XIII hasta nuestros días (Buenos Aires,
cerrado; el hombre vivía bajo la mirada de «Dios», que era el 1953).
punto central de ese u/tíverso; 3.a) el hombre sabiendo que existe: (5) J. GÓMEZ CAFFARENA, El hombre como centro de la metafísica
con la Edad Moderna comienza el hombre la gran aventura de poscrítica: Razón y Fe 169 (1964), 117-130.
(6) M. SCHELER, La idea del hombre y la historia: Revista de Occi-
preguntarse, de un modo crítico, sobre sí mismo; el hombre co-
dente 4 ( 1926), 137. Un año antes, y en la misma revista, escribía ORTEGA Y
mienza a distanciarse de Dios (inicio del ateísmo) para poder GASSET sobre una disciplina «aún no intentada y que desde hace años me
encontrarse consigo mismo. ocupa y preocupa. Suelo darle el nombre de 'conocimiento del hombre o an-
En nuestros días recogemos los frutos del giro antropológico tropología filosófica'» (Para una psicología del hombre interesante: Revis-
ta de Occidente 3 (1925), 1).
iniciado en la Edad Moderna. La cosmovisión sacral de la Edad (7) J . HESSEN, Lehrbuch der Philosophie, III (München-Basel, 1950),
página 210 (citado por S. ALVAREZ TURIENZO, Revisionismo y diálogo
(2) M BUBFR, ¿Qué es el hombre? (México, 19706), 11. (Madrid, 1969), 181).
10 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA INTRODUCCIÓN: HACIA UN HUMANISMO ETICO 11

hablan del hombre como de «una invención reciente» o de un 2. META DE LLEGADA:


«mito filosófico» (8). LA RAZÓN ETICA DE LO HUMANO O EL «HUMANISMO ETICO»
Aun sin entrar en la discusión de estas orientaciones que
proclaman «la muerte del hombre» (9), se puede seguir afirmando Entendemos la «Etica de la persona» como la búsqueda de la
la primacía de lo humano. Según un lúcido testigo de tales pers- razón ética de lo humano. En este sentido, la finalidad perseguida
pectivas científico-culturales, «el abandono del humanismo en la es la construcción de un «humanismo ético».
exploración científica del ser humano en ningún modo equivale a La expresión «humanismo ético» debe ser sometida a varias
despreocupación por el hombre real. El antihumanismo de las precisiones para que sea correctamente entendida. En primer
ciencias humanas nada tiene que ver con una presunta animad- lugar, no identificamos humanismo «ético» con humanismo «nor-
versión o desinterés hacia los hombres, como a veces se reprue- mativo», si por este último se entiende la formulación de una
ba desde una burda comprensión o, más bien, incomprensión de norma ideal y abstracta para lo humano. La búsqueda de una
aquél. Lo 'humano' que es blanco de oposición por parte del «naturaleza humana normativa», además de ser una labor infruc-
antihumanismo no es el hombre existente o los grupos humanos tuosa, no escaparía a la tentación de lo ideológico. El humanismo
reales, sino la humanidad abstracta y esencia!, la supuesta natu- es «ético» en la medida en que incide sobre el hombre real y
raleza humana universalmente realizada, o también el sujeto huma- concreto para lograr una coherencia de lo humano en cada situa-
no trascendental de la filosofía idealista» (10). ción histórica.
Adoptemos como punto de partida para el planteamiento y
La segunda anotación se refiere al término y al concepto de
desarrollo de la «Etica de la persona» la primacía del hombre en la
«humanismo». Somos conscientes de las críticas que se hacen al
toma de conciencia que la humanidad hace de ella misma en este
humanismo en cuanto ideología (13): vinculación a la filosofía
momento histórico. El Concilio Vaticano II lo expresó del siguiente
«existencialista», referencia a una concepción abstracta e idealista
modo: «Creyentes y no creyentes están generalmente de acuerdo
del hombre, marcado tono intimista, etc. Estas críticas son reales
en este punto: todos los bienes de la tierra deben ordenarse en
cuando se aplican a una determinada forma de entender el huma-
función del hombre, centro y cima de todos ellos» (11).
nismo. Sin embargo, se puede hablar crítica y coherentemente de
Nos complace colocar en el pórtico de nuestra consideración «humanismo» cuando por tal expresión se entiende la concepción
ética de la persona el principio del sofista Protágoras: «El hombre sobre el sentido global y último de lo humano (14).
es medida de todas las cosas» (12). Ulteriores precisiones y des-
arrollos, aunque necesarios, no pueden invalidar esta intuición Al decir que la «Etica de la persona» tiene por meta la for-
axiológica inicial: el valor absoluto de lo «humano» es el origen de mulación y la construcción de un «humanismo ético», entendemos
nuestra «Etica de la persona». esta expresión desde la purificación a que ha sido sometida por las
críticas antes aludidas. De este modo creemos conectar con el
«nuevo humanismo» de que habla el Concilio Vaticano II.
Al describir la situación en que se encuentra la cultura en el
mundo actual, constata el Concilio que el hombre moderno se
(8) Ver un lúcido resumen de estas orientaciones en: A. FIERRO, El evan-
vuelve cada vez más consciente de ser él mismo «el artífice y el
gelio beligerante (Estella, 1975), 106-111. promotor de la cultura». «En el mundo entero progresa cada vez
(9) Ver las finas anotaciones críticas de J. MARTIN VELASCO, El en- más, junto al sentido de la autonomía, el de la responsabilidad...
cuentro con Dios. Una interpretación personalista de la religión (Ma- Somos testigos del nacimiento de un nuevo humanismo; el
drid, 1976), 195-203.
(10) FIERRO, o.c.,110.
(11) Gaudium et Spes, n. 12. (13) Ver la o. c. en la nota 8.
(12) DIELS, Protágoras, B. (14) Cfr. MARTIN VELASCO, o. «., 197.
12 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA INTRODUCCIÓN: HACIA UN HUMANISMO ETICO 13

hombre se define, ante todo, por la responsabilidad que asume En relación con esta impostación conviene anotar la importancia
ante sus hermanos y ante la historia» (15). que cobra en la actualidad la razón ética como instancia explica-
En cada forma de humanismo se encuentra implicada una cier- tiva y realizadora de lo humano. Dondeyne advierte que «resulta
ta comprensión del hombre, expresable en una definición. La his- confortante comprobar que una buena parte de nuestras filosofías
toria nos ha legado múltiples definiciones del hombre, de acuerdo modernas son filosofías de la primacía de la ética, de la justicia
con otros tantos humanismos diferentes. Aristóteles habla del social y del amor» (18). La misma constatación hace Bóckle cuan-
hombre como «animal político» (en referencia a la situación libre do habla de la «rehabilitación de la filosofía práctica» y cuando
del ciudadano en la ciudad griega); el cristiano de la Edad Media dice que «la Etica está en el centro de la discusión filosófica» (19).
define al hombre por el «deseo natural de ver a Dios»; Descartes
lo define como «ser pensante» (teniendo en cuenta la aparición de
la razón); para Pascal, «el hombre es una caña, lo más débil de la 3. ALCANCE Y LIMITE DE NUESTRA «ETICA DE LA PERSONA»
naturaleza, pero es una caña que piensa... Aun cuando el universo
lo aplastara, el hombre seguiría siendo más noble que aquello que La «Etica de la persona» que ofrecemos en este volumen está
lo matase, porque él sabe que muere»; el humanismo del siglo XIX concebida dentro del horizonte del humanismo ético. Pero hemos
es un humanismo de la libertad y de la liberación (revolución fran- de confesar que no pretendemos hacer coincidir nuestra «Etica de
cesa y revolución marxista). la persona» con todo el amplio campo de la razón ética de lo
humano. De ahí que sea conveniente delimitar el alcance de las
Cuando ahora definimos al hombre por su responsabilidad,
reflexiones morales que ofrecemos en este tomo.
hace su aparición otro tipo de humanismo. Lo podemos llamar
«humanismo de responsabilidad» o «humanismo ético». «En efec-
to, sentirse responsable respecto a sus hermanos y hacia la his- a) Dentro del marco de la Moral concreta (o Moral Especial)
toria quiere decir darse cuenta de que lo que constituye la ver-
dadera grandeza del hombre es la razón ética, mucho más que la La reflexión ética de este volumen versa sobre la persona, pero
razón especulativa o la razón operante. La razón ética o, si se este tratamiento de la persona puede entenderse de dos modos.
prefiere, la dimensión ética de la existencia, es el poder que el Se puede hablar de una ética de la persona en el sentido en que la
hombre posee de decir 'no' a su voluntad de poder y de placer, persona se convierta en centro o ambiente de toda la ética. De
para abrirse a la llamada que viene hacia él desde la mirada del este modo la expresión «Etica de la persona» sería algo contra-
otro. Por más que mi prójimo no sea sino mi igual, en el cum- puesto a «Etica de la felicidad», «Etica del deber», «Etica de los
plimiento de la justicia social y en el servicio del amor, yo me valores», etc. Con tal calificación quiere expresarse el sentido
someto a él y puedo llegar a dar mi vida por él, como si fuera mi general de una ética: se acepta la persona como base, eje y
superior o mi dueño, como si el Totalmente Otro viniera a mi confluencia de todos los tratados éticos (podría decirse que es la
encuentro a través de la mirada del otro» (16). persona el principio formal de la ciencia ética y hasta el eje de su
tematización).
El humanismo ético se consigue realizando la razón ética de lo
humano y, consiguientemente, propugnando una «ética humanis- Pero se puede hablar de una ética de la persona en un sentido
ta», al modo como la propone E. Fromm (17). Dentro de este más estricto, o al menos más restringido. En esta segunda acep-
horizonte de la ética humanista como concreción del humanismo ción, «Etica de la persona» se convierte en la parte de la ética que
ético situamos nuestra «Etica de la persona». trata de los valores y de las pautas de conducta que se exigen del
individuo para realizar su personalidad. El objeto de la ética de la
(15) Gaudium et Spes, n. 55.
(16) A. DONDEYNE, El desarrollo de la cultura: La Iglesia en el mundo (18) DONDEYNE, I. c , 578.
de hoy, II (Madrid, 1970), 577-578. (19) F. BOCKLE, Natürliches Gesetz ais gottliches Gesetz in der Mo-
(17) E. FROMM, Etica y psicoanálisis (México, 19695,. raltheologie: Naturrecht in der Krik (Mainz, 1973), 166 ss.
14 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA INTRODUCCIÓN: HACIA UN HUMANISMO ETICO 15

persona serían los valores singulares de la persona o, en lenguaje de las Virtudes, en la tradición tomista. En el reciente movimiento
más clásico, las obligaciones, virtudes y bienes de cada individuo. de renovación de la Teología Moral se han propuesto otras formas
Si entendemos la expresión «Etica de la persona» en el pri- de división del contenido de la Moral especial, sin que podamos
mero de los sentidos, tendríamos que hacer una exposición formal decir que se haya llegado a un acuerdo pleno (22). Recordamos
de toda la Etica, tratando de ver cómo la realidad moral y el estudio únicamente la división que establece Háring en su obra La ley de
ético se basan en la persona. Tendríamos que ver cómo los valo- Cristo (23). Admite la división en dos partes generales: Moral ge-
res éticos corresponden a la misma definición de la persona. neral (tomo I), titulándola «Principios fundamentales de la vida
cristiana», y Moral especial, que la subdivide en dos partes: «Vida
Aunque este primer sentido de la expresión es sumamente en comunión con Dios y con el prójimo» (tomo II), en que trata
importante y decisivo, no es precisamente el objeto de nuestro las tres virtudes teologales, la virtud de la religión y la virtud de la
estudio. Estamos completamente de acuerdo en que la moral cris- caridad al prójimo, y «Nuestra respuesta al universal dominio de
tiana es una Moral de la persona antes que una «Moral de la ley» Dios» (tomo III), en que trata las virtudes morales y el desarrollo
o una «Moral de felicidad», etc. Pero si nos colocásemos en esta de la existencia cristiana en la práctica (en cinco ámbitos sucesi-
perspectiva estaríamos en el terreno de la Moral fundamental; y vos: en la comunidad familiar, estatal y eclesial; en la vida y la
nuestra intención es hacer un tratado de Moral concreta (o Moral salud; en la sexualidad; en los bienes temporales, y en la verdad).
Especial).
Sin entrar directamente en la discusión del tema (24), optamos
En efecto, ya en Santo Tomás encontramos la división de la por una organización de la Moral Especial a partir de la selección
Moral en «general» y «especial» (20). La Moral «general» estudia de los problemas morales más importantes del momento actual:
la fundamentación de la eticidad y las categorías generales del selección que inicialmente puede ser meramente pragmática, es
obrar moral (21), mientras que la Moral «especial» se ocupa de los decir, nacida de los intereses reales del momento (25), pero que
problemas concretos (por eso también se llama Moral «concreta») puede encuadrarse dentro de un esquema conceptual de la reali-
de los diversos sectores (por eso también se la llama Moral «sec- dad. Creemos que ésta es sustancialmente la manera de proceder
torial») del compromiso ético. del Concilio Vaticano II cuando, en la segunda parte de la Gau-
Aunque no faltarán referencias a la fundamentación ética, dium et Spes, estudia «algunos problemas más urgentes».
nuestro estudio sobre la «Etica de la persona» se sitúa en el marco Teniendo en cuenta estos criterios, juzgamos acertada la divi-
de la Moral «especial» (o «concreta», o «sectorial»)- sión que se ha introducido en algunas Facultades de Teología: se
organiza la materia de la Moral Especial en dos partes o dos
b) Una parte de la Moral concreta (o Moral Especial) grandes grupos de problemas; el primer grupo de problemas se
integra en torno a la «Persona», y el segundo grupo en torno a la
La Moral especial abarca todo el amplio campo de los proble-
«Sociedad». Nacen de esta suerte dos grandes tratados: Moral de
mas concretos del compromiso moral. Todo este material ha sido
la persona y Moral social.
y es organizado de diversa manera a la hora de conformar una
serie de tratados independientes, dentro del marco de la llamada La «Etica de la persona» que presentamos en este volumen ha
Moral especial. de ser entendida dentro de esa división general de la Moral espe-
La Moral casuista se sirvió preferentemente de dos esquemas:
el de los Mandamientos, en la tradición jesuítico-alfonsiana, y el (22) J . GRÜNDEL, Teología Moral: ¿Qué es Teología? (Salamanca,
1969), 267-276.
(20) «La ciencia moral, tratado de los actos humanos, debe exponerse pri- (23) B. HARING, La Ley de Cristo, l-ll I (Barcelona, 19685).
mero en universal (l-ll) y después en particular (ll-ll)» (l-ll, q. 6 c ) . (24) Ver las anotaciones que hemos hecho sobre el tema en: Moral de
(21) Sobre los problemas metodológicos y de contenido de la llamada actitudes, I. Moral fundamental, (Madrid, 1977'»!, 544-550.
«Moral general», ver: M. VIDAL, Moral de actitudes, I. Moral Fundamental, (25) Esta es la solución propugnada por D. CAPONE, Introduzione alia
(Madrid, 1977"), páginas 81-90. Teología Morale (Bologna, 1972), 147-150.
16 MORAL OE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

cial. No intentamos abarcar todos los problemas de la Moral con- primera parte
creta, sino únicamente aquéllos que giran más directamente en
torno a esta realidad ética que llamamos «Persona». Dejamos para
otro volumen el tratamiento de los problemas más directamente
relacionados con la dimensión ética de la «Sociedad».
ética fundamental de la persona
Queremos advertir, sin embargo, que no se ha de entender
nuestra «Etica de la persona» como si fuese una ética individual
frente a otra parte que sería la ética social. Concebimos la «Etica
de la persona» como la aglutinación de varios problemas éticos en
torno a la realidad de la persona; pero esos problemas éticos
deben ser planteados y solucionados necesariamente en clave
social. Todo problema ético tiene un horizonte personal y social;
de ahí que no pueda entenderse la división de la Moral concreta
(«Moral de la persona» y «Moral social») con mentalidad dualista y
dicotómica. Esta división nace, en última instancia, por razones
prácticas de exposición, aunque se conjugue con el criterio siste-
matizador en torno a dos realidades éticas: la persona y la so-
ciedad.
Dividimos el contenido de este volumen, dedicado al estudio
de la ética de la persona, en dos partes. En la primera, titulada
«Etica fundamental de la persona», exponemos las bases de una
teoría moral sobre la persona humana; en la segunda, titulada
«Etica concreta de la persona», abordamos los principales pro-
blemas morales en que se concreta el ethos personal.

A p r o x i m a c i ó n histórica.
Diversos modelos éticos de la persona
en la historia de la Moral

A p r o x i m a c i ó n sistemática.
Teoría global sobre la dimensión ética
de la persona.
2 Etica de la persona
18 MORAL DE ACTITUDES II ETICA DE LA PERSONA

1
aproximación histórica
diversos m o d e l o s éticos de la persona
en la historia de la moral
Antes de hacer una exposición detallada de los problemas
concretos en que se desarrolla el ethos de la persona (objeto de la
segunda parte de este volumen), es necesario someter a reflexión
el mismo sentido ético de la realidad humana. ¿Tiene el hombre
una dimensión moral? ¿Cómo puede ser asumida críticamente tal
dimensión moral, si se justifica su existencia?
Así formuladas, las preguntas parecen pertenecer a la Moral No carece de sentido comenzar la Etica de la persona con una
Fundamental. Sin embargo, las entendemos dentro del horizonte exposición de los diversos modelos éticos que se han propuesto
de la Moral Especial. Pretendemos exponer los cuadros formales en la historia de la Moral para la realización de la persona humana.
de una teoría ética sobre la persona, dentro de cuyo alcance han Tal aproximación histórica nos situará en la pista adecuada para el
de ser estudiados los temas de la parte concreta. De ahí que estudio sistemático de los problemas fundamentales de la dimen-
titulemos esta parte: Moral fundamental de la persona. sión moral de la persona, objeto del próximo capítulo.
Dividimos la exposición en dos apartados, que corresponden a En esta aproximación histórica, nos interesa resaltar únicamen-
las dos formas de aproximación con que queremos estudiar el te un aspecto de la teoría ética de la persona: el modelo ético de
realización personal que ofrecen los diversos sistemas morales.
tema:
Creemos que es el punto más importante que puede aportar la
— aproximación histórica: Diversos modelos éticos de la consideración histórica del tema.
persona en la historia de la Moral;
Las distintas épocas y las diversas situaciones de la historia
— aproximación sistemática: Teoría global sobre la dimen- han proyectado su imagen normativa del hombre. Tal imagen,
sión ética de la persona. como dice Aranguren, es el contenido de la Moral. Para él, la
«¡dea de hombre» vigente en cada época constituye la «materia»
de la Moral. Pero ¿cómo se constituye esa imagen del hombre?
«Esta idea del hombre se nutre de elementos religiosos y de 'incli-
naciones' naturales —ligación a la felicidad, obligación de la ley
natural, etc. — , así como de otros condicionamientos situacionales
e históricos» (1).
La idea del hombre de las diferentes épocas históricas queda
«decantada» en la imagen normativa que los diversos sistemas
éticos proclaman en sus síntesis morales. Es esta imagen decan-
tada en los sistemas éticos la que tratamos de recoger a conti-

(1) J . L. L. ARANGUREN, Etica (Madrid, 1972&), 83-84.


20 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 21

nuación. Como es obvio, no pretendemos hacer una exposición II. M o d e l o s éticos PRAGMÁTICOS
general de los sistemas éticos, sino recoger de ellos el modelo
ético que presentan para la realización de la persona humana, que (Modelos éticos que tienen una orientación preferen-
suele coincidir con la intuición fundamental y con el núcleo básico temente práctica, aunque se apoyan en sistemas glo-
de las diversas síntesis morales. bales de moral)
Para la exposición del tema de este capítulo conviene tener de 1. El hombre «estoico», según Epicteto.
fondo un conocimiento exacto de la historia de la Moral. Recor- 2. El hombre «de la moral provisional», según Des-
damos algunas de las síntesis actuales sobre este punto: cartes.

V. J . BOURKE, Histoire de la morale (París, 1968). F. GREGOIRE,


3. El hombre «utilitarista», según S. Mili.
Les grandes doctrines morales (París, 1964). J . LECLERCQ, Las III. M o d e l o s éticos ANTIHUMANISTAS
grandes líneas de la Filosofía Moral (Madrid, 1956). R. LE SEN —
NE, Tratado de Moral General (Madrid, 1973). J. MARITAIN, (Modelos éticos que traducen en términos morales
Filosofía Moral. Examen histórico-crítico de los grandes sistemas una visión antihumanista del hombre)
(Madrid, 1966). A. MACINTYRE, Historia de la ética (Buenos
Aires, 1970). 1. El «superhombre», según Nietzsche.
Para hacer una exposición completa del tema de este capítulo 2. El hombre de la «ética científica», según Monod.
tendríamos que recorrer toda la historia de la Moral. No lo vamos Apéndice: Galería de retratos éticos del hombre.
a intentar, por razones obvias. Optamos por hacer una selección
de perspectivas, teniendo en cuenta estos dos criterios: la impor-
tancia objetiva de cada una de ellas y la repercusión que han I
tenido y siguen teniendo en la formulación del proyecto ético
cristiano para la persona humana. MODELOS ÉTICOS «HUMANISTAS»
Dejamos fuera del horizonte de este capítulo las preocupacio-
nes morales del cristianismo y las síntesis que se han hecho en la
historia de la Moral cristiana. Como quiera que el próximo capítulo Reunimos en este grupo tres modos de formular la imagen
tendrá una marcada orientación cristiana, en éste preferimos reco- normativa del hombre. Los tres modelos éticos se apoyan sobre
ger los modelos éticos de los sistemas morales no cristianos. una concepción global de la realidad y constituyen el núcleo de un
programa humanista para la construcción de la historia humana.
En concreto, nos vamos a fijar en ocho modelos éticos u ocho
Por este motivo los denominamos modelos éticos humanistas.
imágenes normativas para la comprensión y realización de la per-
sona. En lugar de desarrollarlos siguiendo un orden rigurosamente Evidentemente, además de estos tres existen otros modelos
cronológico, preferimos sistematizarlos en tres grupos, que clasifi- éticos que reúnen las condiciones para ser catalogados dentro de
camos del siguiente modo: este grupo. Sin embargo, los seleccionados pueden considerarse
como representativos de esta orientación.
I. M o d e l o s éticos HUMANISTAS
1. EL HOMBRE «VIRTUOSO»
(Modelos éticos que se apoyan en una concepción
Ideal moral «elitista» para el ciudadano civilizado, según Aris-
global del hombre y de la realidad) tóteles.
1. El hombre «virtuoso», según Aristóteles.
ARISTÓTELES, Moral. La gran Moral. Moral a Eudemo (Buenos
2. El hombre «del deber», según Kant. Aires, 1948); Etica nicomaquea. Política (México, 1969 ). J . L.
3. El hombre «nuevo», según Marx. ACKRILL, Aristotle's ethics (London, 1973). H. BUCHNER
22 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 23

Grundzüge der arístote/ischen Ethik: Phil. Jahrbuch 71 (1963- Aristóteles no afirma que debamos tender a la felicidad. Lo
1964) 230-240. R. A. GAUTHIER, La monte d'Aristote (París, da, por supuesto, como una realidad que es inherente al hombre.
1963), con nota bibliográfica en pp. 135-138. W. F. R. HARDIE,
Arístotle's ethical theory (London, 1968). E. V. IONESCU, La filo-
En efecto: «todo arte y toda investigación científica, lo mismo que
sofía moral de Aristóteles en sus etapas evolutivas (Madrid, toda acción y elección, parecen tender a algún bien; y por ello
1973), dos tomos. L. OLLÉ-LAPRUNE, Essai su la mora/e d'Aris- definieron con toda pulcritud el bien los que dijeron ser aquello a
tote (París, 1881). W. D. ROSS, Aristóteles (Buenos Aires, 1957), que todas las cosas aspiran» (Ibíd., I, 1).
268-334. H. SEIDL, Das sittliche Gute (ais Glückseligkeit) nach
Aristóteles: Phil. Jahrbuch 87 (1975), 31-54.
El telón de fondo de la figura ética del hombre, según Aris-
tóteles, está constituida por esa tendencia a un fin, y un fin que
se convierte en un bien (5). Para Aristóteles es fundamental la
Uno de los modelos éticos más enraizados en la conciencia
investigación sobre el Bien. En efecto: «con respecto a nuestra
moral occidental ha sido el del «hombre virtuoso». Idéntica afir-
vida, el conocimiento de este bien es cosa de gran importancia, y
mación podemos hacer en relación con los sistemas éticos. Como
teniendo presente, como los arqueros, el blanco, acertamos
dice Aranguren, «el libro de moral más importante de la antigüe-
mejor donde conviene. Y si así es, hemos de intentar comprender,
dad, la Etica nicomaquea, y el libro de moral más importante de
en general, cuál pueda ser, y la ciencia teórica y práctica de que
la Edad Media, la segunda parte de la Summa Theologica,
depende» {Ibíd., I, 2).
constituyen sistemas de virtudes» (2). Tanto la moral como la
ascética cristianas han encontrado en el esquema de las virtudes el La tendencia finalista y la búsqueda del bien se realizan en la
cauce más adecuado para exponer el dinamismo normativo del prosecución y consecución de la felicidad. He ahí la gran reali-
cristiano. La misma ética filosófica ha vuelto a insistir reciente- dad ética para Aristóteles (6).
mente en la importancia de la virtud como cauce expresivo de la Pero, ¿en qué consiste la felicidad o eudaimonía? (7). En una
moral (3). aproximación global, consiste en el estado del hombre, en el cual la
Entre los sistemas éticos que han propuesto como imagen nor- naturaleza humana y sus aspiraciones esenciales han logrado su
mativa al «hombre virtuoso», destaca la concepción moral aristo- realización plena, y ello en conformidad con la verdadera jerarquía
télica. Sobre el fondo de la virtud, diseña Aristóteles el ideal moral de los fines de dicha naturaleza. Por eso, la felicidad humana
«elitista» del ciudadano civilizado. Aunque la ética de Aristóteles consiste en el cumplimiento perfecto de la naturaleza humana.
tiene una orientación marcadamente social (4), también formula La gran máxima de moral, «seguir la naturaleza», que se repe-
los rasgos configurados de la vida práctica del hombre. Estos
rasgos pueden ser sintetizados del siguiente modo:
ética de Aristóteles evidentemente es social, y su política es ética; no olvida
en la Etica que el hombre individual es esencialmente miembro de una socie-
a) Todo el edificio Moral aristotélico gravita sobre una reali-
dad, ni en la Política que la virtud del Estado depende de la virtud de los
dad: la felicidad. La dimensión ética del hombre consiste en reali- ciudadanos.»
zar la forma y el estilo de vida necesarios para conseguir la felici- (5) «El primer aspecto del Bien es así, para él, el aspecto del Fin. Y la
dad. Según Aristóteles, tanto la masa como los espíritus selectos primera cuestión para la filosofía moral es la cuestión del Bien Soberano. Este
«suponen que es lo mismo vivir bien y obrar bien que ser feliz» tema se hará clásico, por siglos, en la tradición filosófica occidental, hasta la
(Etica nicomaquea. I, 4). revolución kantiana» (J. MARITAIN, La filosofía moral. Examen histérico-
crítico de los grandes sistemas (Madrid, 1966), 59).
(6) «La ética de Aristóteles es netamente teleológica» (ROSS, o. c , 269).
(2) ARANGUREN, o. c , 375. (7) «El adjetivo correspondiente (a eudaimonía) significaba primitivamente
(3) H. REINER, Vieja y nueva etica (Madrid, 1964); O. F. BOLLNOW, 'vigilado por un buen genio', pero, en el uso ordinario de la lengua griega, la
Esencia y cambio de las virtudes (Madrid, 1960). Cfr. ARANGUREN, o. c , palabra significaba simplemente buena fortuna, con frecuente alusión particu-
páginas 375-378. lar a la prosperidad exterior. No es adecuado traducir en la Etica esta palabra
(4) Sobre la relación entre «Etica» y «Política» en Aristóteles, cfr. ARAN- por 'felicidad'... La expresión 'bienestar', que es más vaga, es por tanto
GUREN, o. c , 41; W. D. ROSS, Aristóteles (Buenos Aires, 1957), 268: «La mejor» (Ibíd., 272).
24 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 25

tira en muchas éticas posteriores, ha de entenderse según la com- ¿Cómo conecta Aristóteles el tema de la felicidad con el de la
prensión que se tenga de «naturaleza humana». Por eso mismo, virtud? Del siguiente modo. «Siendo la felicidad una actividad del
para determinar en qué consiste la felicidad, es necesario conocer alma, conforme a la virtud perfecta, consideraremos ahora la na-
el «sentido de la vida humana» o los fines de la naturaleza huma- turaleza de la virtud, pues quizá de este modo podremos percibir
na. Es necesario descubrir el supremo bien, en cuya consecución, mejor la de la felicidad» (Ibíd., I, 12).
el ser racional encuentra su realización. La felicidad es una actividad en concordancia con la virtud.
La aportación de Aristóteles es decirnos en qué consiste la Además, la felicidad no se consigue por azar, ni es regalo de los
felicidad: en qué Bien supremo encuentra el hombre su realización dioses; es el fruto de la virtud. De ahí que el análisis del concepto
en cuanto naturaleza racional. Felicidad, Bien supremo y Fin son y realidad de la virtud ocupe la mayor parte de las reflexiones éticas
tres visualizaciones complementarias de la realidad ética funda- de Aristóteles.
mental de Aristóteles. No nos interesa recordar aquí su teoría sobre la virtud: natu-
«Ser feliz»: ése es el primer y más fundamental rasgo o impe- raleza, división, propiedades (recuérdese la importancia del «justo
rativo de la figura ética del hombre, según Aristóteles. Es la su- medio»).
prema justificación de la vida del hombre. «Lo que se persigue, Para nuestro propósito, es de mayor interés recoger el conjun-
por sí mismo, lo declaramos más final que lo que se busca para to de virtudes que deben aparecer en el hombre perfecto. En la
alcanzar otra cosa; y lo que jamás se desea con ulterior referencia, Etica a Eudemo (libro III, c. 3) y en la Etica a Nicómaco (libro II,
más final que todo lo que se desea, al mismo tiempo, por sí y por capítulos 6-7), traza Aristóteles una lista de virtudes que cons-
aquello; es decir, que lo absolutamente final declaramos ser aque- tituyen los rasgos concretos de la figura ética del hombre.
llo que es apetecible siempre por sí y jamás por otra cosa. Tal nos Esta parte de la Etica presenta una explicación viva y a menu-
parece ser, por encima de todo, la felicidad» (Ibíd., I, 2). do entretenida de las cualidades que admiraban o despreciaban los
Aristóteles define la felicidad en su realidad conceptual. Es un griegos cultos del tiempo de Aristóteles. El método adoptado
bien autosuficiente, y por este carácter de autosuficiencia no es es justamente el inverso del seguido por Platón. Platón (en la
componente de algún otro estado de cosas, ni tampoco un bien República) toma las cuatro virtudes cardinales reconocidas en su
más entre otros. Pero en ¿qué consiste, en concreto, la felicidad? época: sabiduría, coraje, dominio de sí y justicia, y las interpreta
La felicidad, que para Aristóteles «es la más bella y mejor de las de una manera tan amplia que cada una de ellas está en peligro de
cosas» (Etica a Eudemo, I, 1), no puede identificarse ni con el abarcar todas las otras, y dos de ellas, la sabiduría y la justicia,
placer, ni con el honor, ni con la virtud, ni con el lucro. La tienden a ser casi identificadas con la virtud como un todo. En
riqueza no puede ser el bien, porque sólo es medio para un fin; Aristóteles, las esferas de las diferentes virtudes están estricta-
tampoco el honor, ya que aparece como un subproducto de la mente limitadas, y eso nos capacita mejor para estimar la ampliación
virtud. La identificación del bien con el placer la descarta Aristó- y espiritualización de ios ideales morales que han aportado los siglos
teles diciendo que es «tener decididamente alma de esclavos el posteriores a Aristóteles. El orden es fortuito; dos virtudes car-
elegir una vida de bestias». dinales estudiadas primero y con gran detalle (el estudio de las
De un modo positivo, considera la felicidad en la línea de la otras dos se aplaza, para tratarlas en los libros V y VI); las otras
actividad, y de la actividad específica del hombre: la actividad virtudes son consideradas cuando aparecen en el espíritu de Aris-
racional, es decir, la contemplación (Etica nicomaquea. I, 7;X). tóteles (8).
He aquí el cuadro de virtudes morales con que Aristóteles
b) Sobre el fondo de la felicidad, como dimensión ética fun- diseña la figura ética del hombre (9):
damental de la persona, traza a continuación Aristóteles unos (8) Ibíd., 289-91.
rasgos que definen esa figura ética del hombre. Y lo hace me- (9) Seguimos el esquema de G. FRAILE, Historia de la Filosofía, I (Ma-
diante otro concepto: el de virtud. drid, 1956), 506.
MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 27

Sin entrar en la crítica directa de este esquema aristotélico de


virtudes, conviene, sin embargo, recordar algo que ya han seña-
lado los comentaristas de Aristóteles: la descripción de las virtudes
es aguda y brillante (10), pero se reduce a ser un reflejo de las
3'g " i preferencias del griego cultivado de aquella época (11). Falta la
reflexión y la sistematización personales.
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c) La consecución de la felicidad y la realización de la virtud
tienen lugar únicamente cuando el hombre se dedica a la contem-
! V»5 plación de la verdad. El libro X de la Etica nicomaquea des-
.a > cribe la «vida ideal» del hombre feliz y virtuoso.

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Si la felicidad «es la actividad, conforme a la virtud», la preo-
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O cupación de Aristóteles está en determinar qué actividad del hom-
(0 0 a ü bre puede presentarse conforme a la virtud. Afirma que única-
lo mente puede realizar tal pretensión la actividad humana más ele-
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vada. Ahora bien, para Aristóteles, la actividad más elevada es la
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{ i. (O O)
contemplación de la verdad. Luego, la vida ideal del hombre es la
vida del filósofo, que se dedica a contemplar la verdad.
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Como inmediatamente se advierte, esta apreciación moral se
apoya sobre la comprensión aristotélica del hombre. Valora al hom-
E bre ante todo por el espíritu, y dentro del espíritu por la parte racional
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(no por la parte irracional del alma) y aún dentro de la parte ra-

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"O c (10) «Los pormenores>de la descripción aristotélica de virtudes particulares


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revelan un análisis brillante y una gran penetración, especialmente en el caso

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(U c c de la valentía» (A. MACINTYRE, Historia de la ética (Buenos Aires, 1970),
(1) O) O) E w página 74).
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03 W » - '*M
3 (11) «Con Aristóteles, como con Sócrates, y mucho más todavía que con
_i 5 ^ Q > 00 < 2
Platón, podemos averiguar este hecho: que la teoría ética trabaja sobre el
(0 fondo de las estructuras morales previamente existentes en la comunidad
• 2 humana y se emplea con gran frecuencia para justificar la escala de valores y
(D C las reglas de conducta aceptadas por la conciencia común en un área de cul-
Ú I . S , tura y en una época dada. En el caso que nos ocupa, se trata del mundo
o « <"E
co-O
griego del siglo IV antes de Cristo, y es bien sabido que incluso la esclavitud,
<8 o 8> que era uno de los fundamentos de este mundo, ha sido considerada por el
° - 3 filósofo como fundada en la razón y requerida por la naturaleza (Política, I, 4)»
ü « OT
2 JS
05
^ c (MARITAIN, o. c , 64-65). «La enumeración de virtudes en la Etica no des-
0. » o cansa en las preferencias y valoraciones personales de Aristóteles. Refleja lo
CC .2 o que éste considera como el 'código del caballero' en la sociedad griega con-
saivaoi/M sa a nía 1 A temporánea. Y él mismo respalda el código. Asi como en el análisis de las
constituciones políticas considera normativa a la sociedad griega, al explicar
las virtudes considera normativa a la vida griega de las clases altas» (MACIN-
TYRE, o. c , 73).
28 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 29

cional del alma, por su función especulativa (y no por su fun- ANOTACIONES CRITICAS
ción práctica). De esta suerte, resulta que la actividad más perfec-
ta del hombre es la función especulativa del alma racional. De No se puede negar la importancia que ha tenido esta visión
hecho, trata Aristóteles de probar (Ibíd., 7-8) que la contem- moral aristotélica en la cultura occidental, sobre todo a partir de
plación de la verdad es la acción más alta, más deleitosa, más su incorporación a la corriente cristiana. Tampoco se puede pasar
independiente, más buscada por ella misma, más reposada, et- por alto la validez de muchos rasgos de esa imagen normativa.
cétera. Sin embargo, son varios los puntos negativos que presenta el
modelo ético de Aristóteles. He aquí los más importante:
d) La descripción del modelo ético del hombre, según Aris- — El ideal ético de Aristóteles está pensado para un pequeño
tóteles, no quedaría completa si no le añadimos otro rasgo: la número de individuos (una reducida aristocracia de filóso-
dimensión política o ciudadana. Ya en la división de Etica fos). Es radicalmente elitista (12).
aparece con claridad este rasgo. La Etica se divide en «monástica»
— Además de elitista, la imagen normativa que ofrece Aristó-
(la que se ocupa de la vida del individuo), «económica» (la que se
teles es clasista. Acepta las diferencias de clase y hasta
ocupa de la vida de la sociedad doméstica) y «política» (la que se
las justifica (baste recordar la justificación que hace de la
ocupa de la sociedad civil). Para Aristóteles, esta última tiene el
esclavitud).
lugar de prevalencia. La política es la «ciencia arquitectónica»
(Ibíd., I, 1). «Si pues todas las comunidades humanas apuntan a — El ideal ético aristotélico supone la tranquilidad del hombre
algún bien, es manifiesto que al bien mayor entre todos habrá de libre; es una moral para tiempos de calma y tranquilidad.
estar enderezada la comunidad suprema entre todas y que com- Difícilmente se adapta a las contradicciones de la realidad
prende a todas las demás; ahora bien, ésta es la comunidad humana.
política a la que llamamos ciudad» (Política, I, 1). — La imagen normativa que presenta la ética aristotélica se
La vida ideal del hombre se tiene que realizar en la ciudad y basa en una primacía exagerada de la «teoría», al mismo
compartiendo la convivencia con los demás hombres felices. «Re- tiempo que en un menosprecio injustificado de la «praxis».
sulta manifiesto que la ciudad es una de las cosas que existen por En este sentido, la concepción aristotélica no escapa de la
naturaleza, y que el hombre es, por naturaleza, un animal político; tentación platónica.
y resulta también que quien, por naturaleza y no por casos de — Tampoco evita la tentación del egoísmo. Considerando la
fortuna, carece de ciudad, está por debajo o por encima de lo que felicidad como bien supremo, es difícil liberarse de la ten-
es el hombre» (Ibíd., 1,1). tación egoísta.
Vivir «humanamente» es compartir la vida ciudadana. El hom- Para Maritain, la ética aristotélica contiene una paradoja: «No
bre únicamente se realiza conviviendo con sus conciudadanos. «El hay sistema moral más real y auténticamente humanista. Y no hay
que sea incapaz de entrar en esta participación común o que, a sistema moral que sea más decepcionante para el hombre» (13).
causa de su propia suficiencia, no necesite de ella, no es más
parte de la ciudad, sino que es una bestia o un dios» (Ibíd., I, 1).
(12) «El auditorio de Aristóteles consiste en una pequeña minoría ociosa.
A partir de esta dimensión política, cobran sentido en el ethos Ya no nos enfrentamos con un telos de la vida humana como tal, sino con el
de la persona las actitudes de convivencia. Aristóteles ha dedicado telos de una forma de vida que presupone un cierto tipo de orden jerárquico
un largo desarrollo a las actitudes de justicia y de amistad. y también una visión del universo en la que el reino de la verdad intemporal es
metafísicamente superior al mundo humano del cambio, la experiencia sensi-
ble y la racionalidad ordinaria» (MACINTYRE, o. c , 88).
(13) MARITAIN, o. c , 74. «La filosofía moral de Aristóteles, que es la
más verdadera y la más auténtica, la más noble de las teorías éticas pura-
mente filosóficas, carece de eficacia, porque es un sistema de medios depen-
30 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
APROXIMACIÓN HISTÓRICA 31

2. EL HOMBRE «DEL DEBER»


en ella late la pretensión de dar a la Razón humana una moral
Ideal moral «ilustrado» para el hombre a u t ó n o m o , según Kant. madura, que sustituyese la minoría de edad de las morales ante-
riores.
De la ética kantiana brota una imagen normativa del hombre,
M. KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres
(Buenos Aires, 1967 3); Crítica de la razón práctica (Madrid, 1963 9. cuyos rasgos fundamentales pueden exponerse del siguiente
B. H. ACTON, Kant's moral philosophy (London, 1970). F. CU- modo:
BELLS, Kant: consideraciones éticas en tomo a su inversión co-
a) No nos interesa directamente aquí hacer una formulación
pernicana: Estudios de Metafísica (Valencia, 1971/72), 47-63.
G. KRUGER, Critique et Morale chez Kant (París, 1961). M. LE- de la ética kantiana en sus aspectos generales. Sin embargo, no
TOCART, La morale kantienne (Bruxelles, 1954). I. MANZANO, está mal que recordemos los puntos cardinales de su ética,
Las dimensiones metafísicas de la persona, según Kant: Ahto- para hacer una colocación perfecta del tratamiento moral de la
tonianum 46 (1971), 443-485. J . MOREAU, Kant et la morale: persona. He aquí esos puntos esenciales:
Archives de Philosophie 25 (1962), 163-184. H. J . PATÓN, 77?e
Categórica/ Imperative (New York, 1946). O. REBOUL, Hegel, — «Desinterés», como presupuesto negativo. Kant elimina de
Critique de la morale de Kant: Revue de Métaphisique et de Mo- la ética todo lo que suponga interés: tal como sucede en la
rale 80 (1975), 80 ss.; La dignité humaine chez Kant: Revue de ética de la felicidad de Aristóteles y en muchas exposicio-
Mét. et de Morale 75 (1970), 180-217. D. ROSS, Kant's ethical
nes de la ética cristiana. El bien, en su diversidad de for-
theory. A commentary on the «Grundlegung zur Metaphysik der
Sitien» (Oxford, 1954). E. VERONDINI, La filosofía morale di mas, puede entrar a formar parte en la actuación del hom-
Emanuele Kant (Bologna, 1966). G. R. ZITAROSA, La morale bre, pero nunca puede jugar un papel formal (de motiva-
kantiana (Roma, 1972). ción determinante) en la intención del acto moral.
— Radicación de la bondad moral en la «buena voluntad».
Otro modelo ético que ha tenido gran influencia en la cultura Únicamente puede encontrarse el valor moral en la voluntad
occidental es el que apoya la normativa de la persona sobre la humana; ella es el único lugar propio de los valores mo-
categoría del deber. El esquema «deontológico» ha sido utilizado rales.
con frecuencia para expresar el contenido de la ética cristiana: — Primacía del «deber». Precisamente, la voluntad es el lugar
deberes para con Dios, deberes para con uno mismo y deberes propio de la moralidad, porque se deja conducir únicamente
para con el prójimo (14). Con tal esquema, se ha trivializado a por el deber. La voluntad se justifica en sí misma. La bon-
veces el contenido de la moral, reduciéndolo a un conjunto de dad moral se le presenta al hombre como algo impositivo;
«obligaciones» más o menos externas y jurídicas. más aún, como algo incondicional (15).
Dejando aparte estas trivializaciones, vamos a recoger del pen- — Las cualidades de la moral. De los tres postulados anterio-
samiento kantiano la formulación más seria y crítica del ideal moral res (desinterés, radicación en la voluntad y primacía del
de la persona, basado en la categoría del deber. deber) se siguen las propiedades fundamentales del juicio
Si el giro antropológico de la filosofía comienza a efectuarse de ético: a) categorialidad; b) autonomía; c) formalidad.
una manera crítica en Kant, lo mismo sucede con el giro antro-
pológico de la ética. Kant ha construido un edificio moral de (15) «Kant da el paso de modo que nos puede resultar tortuoso: sólo es
acuerdo a las exigencias de la Razón humana, autónoma e ilus- buena aquella voluntad que actúa por el deber, no por ningún otro móvil de
trada. La ética kantiana es la ética de los tiempos modernos; utilidad o por la busca de la propia felicidad. Esta manera de razonar puede
resultar chocante y está desde luego condicionada por las circunstancias tem-
peramentales e históricas en que se movía Kant. El fondo válido que, sin
embargo, tiene puede quizá expresarse mejor así: hay un peso tal en esa
dientes de un fin que no posee el valor de un fin práctico absoluto, ni el valor
bondad sin límite de la posible voluntad buena, que resulta irrenunciable para
de un fin prácticamente accesible, ni el valor de un fin con practicabilidad
el hombre, se le impone como un deber» (J. GÓMEZ CAFFARENA, Metafí-
obligatoria» (Ibíd., 78).
sica fundamental (Madrid, 1969), 178).
(14) M. VIDAL, Moral de actitudes, I (Madrid, 1977"), 547.
32 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
APROXIMACIÓN HISTÓRICA 33
b) Para Kant, el valor moral es algo que pertenece al hombre. nada con valor absoluto; mas si todo valor fuera condicionado y,
La persona humana es el centro de los valores morales. «No por tanto, contingente, no podría encontrarse para la razón ningún
hay absolutamente nada en el mundo —más aún, ni es posible principio práctico supremo» (Fundamentación, 83-84).
pensarlo fuera del mundo— que pueda ser tenido por bueno sin
limitación, sino una buena voluntad» (Fundamentación de la meta- c) De la consideración de cada hombre, como un fin en sí
física de las costumbres (Buenos Aires, 19632), 27). mismo, nace el concepto del reino de los fines, un concepto que
Por otra parte, el contenido de la bondad moral reside en la para Kant es muy «fructífero» (Fundamentación, 90). He aquí
actitud coherente con la realidad de la persona. El valor moral del cómo explica este concepto. «Por el reino entiendo el enlace
hombre no lo examina Kant de una manera concreta (dentro de lo sistemático de distintos seres racionales por leyes comunes. Mas,
que él llamaría «metafísica de las costumbres»), sino que lo trata como las leyes determinan los fines, según su validez universal,
dentro del estudio formal de la ética (en la «Crítica de la Razón resultará que, si prescindimos de las diferencias personales de los
práctica» y en la «Fundamentación de la Metafísica de las cos- seres racionales y, asimismo, de todo contenido de sus fines pri-
tumbres»). Sin embargo, nos ofrece un conjunto de apreciaciones vados, podrá pensarse un todo de todos los fines (tanto de los
fundamentales para descubrir el valor del hombre y entender el seres racionales como fines en sí, como también de los propios
punto de vista desde donde lo observa. fines que cada cual puede proponerse) en enlace sistemático; es
decir, un reino de los fines, que es posible, según los ya citados
En la segunda formulación del imperativo categórico encontra- principios. Pues todos los seres racionales están sujetos a la ley
mos la valoración más fundamental del hombre: «El imperativo que cada uno de ellos debe tratarse a sí mismo y tratar a todos los
práctico será, pues, como sigue: obra de tal modo que uses a la demás, nunca como simple medio, sino siempre al mismo
humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier tiempo, como fin en sí mismo. Mas de aquí nace un enlace
otro, siempre como un fin, al mismo tiempo, y nunca como un sistemático de los seres racionales por leyes objetivas comunes;
medio» [Fundamentación, 84). esto es, un reino que, como esas leyes se proponen referir esos
El hombre es un fin en sí y como tal debe ser tratado. «El seres unos a otros como fines y medios, puede llamarse muy bien
hombre, y en general todo ser racional, existe como fin en si un reino de los fines (desde luego que sólo un reino ideal)» (Funda-
mismo, no sólo como medio para usos cualesquiera de esta o mentación, p. 90-91).
aquella voluntad; debe, en todas sus acciones, no sólo las diri-
gidas a sí mismo, sino las dirigidas a los demás seres racionales, Dentro de este reino de los fines es donde se hace posible la
ser considerado siempre al mismo tiempo como fin... Los moralidad y la realización de las personas. Rigen estos principios:
seres, cuya existencia no descansa en nuestra voluntad, sino en la
naturaleza, tienen, empero si son seres irracionales, un valor me- — todos pueden pertenecer a este reino: «Un ser racional per-
ramente relativo, como medios, y por eso se llaman cosas, en tenece al reino de los fines como miembro de él, cuando
cambio, los seres racionales llámanse personas, porque su natu- forma en él como legislador universal, pero también como
raleza los distingue ya como fines en sí mismos, esto es, como sujeto a estas leyes. Pertenece al reino como jefe, cuando
algo que no puede ser usado meramente como medio, y, por como legislador no está sometido a ninguna voluntad de
tanto, limita en este sentido todo capricho (y es un objeto de otro» (Fundamentación, 91).
respeto). Estos no son, pues, meros fines subjetivos, cuya exis- — la moralidad descansa en la relación de las personas: «el
tencia, como efecto de nuestra acción, tiene un valor para nos- deber no descansa en sentimientos, en impulsos e incli-
otros, sino que son fines u objetivos, esto es, cosas cuya exis- naciones, sino sólo en la relación de los seres racionales
tencia es en sí misma un fin, un fin tal, que en su lugar no puede entre sí, en la cual, la voluntad de un ser racional debe
ponerse ningún otro fin para el cual debieran ellas servir de medio, considerarse siempre, al mismo tiempo, como legisladora,
porque sin esto no hubiera posibilidad de hallar en parte alguna pues si no no podría pensarse como fin en sí mismo»
(Fundamentación, 92).
3 Etica de la persona
34 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 35

— dentro del reino de los fines, sólo el hombre tiene dignidad: ANOTACIONES CRITICAS
«en el reino de los fines, todo tiene o un precio o una
dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por No hace falta resaltar la importancia y la influencia que ha
algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima tenido la ética kantiana. «La ética de Kant es la obra más genial y
de todo precio y, por tanto, ni admite nada equivalente, potente que los tiempos modernos hayan edificado en materia de
eso tiene dignidad... Así pues, la moralidad y la humanidad, filosofía moral» (16).
en cuanto que ésta es capaz de moralidad, es lo único que La valoración ética de la persona adquiere en Kant una critici-
posee dignidad» (Fundamentación, 92-93). «Sólo la dig- dad manifiesta. Kant es el profeta de la autonomía moral del
nidad del hombre, como naturaleza racional, sin considerar hombre y el defensor del valor absoluto de la persona. En la
ningún otro fin o provecho a conseguir por ella, esto es, moral kantiana, el hombre ocupa el lugar privilegiado.
sólo el respeto por una mera idea, debe servir, sin embargo,
A pesar de esos méritos indiscutibles, conviene recordar las
de imprescindible precepto de la voluntad, y precisamente reservas que la crítica ha emitido, en relación con la síntesis moral
en esta independencia, que desliga la máxima de todo de Kant:
resorte semejante, consiste su sublimidad y hace a todo
sujeto racional digno de ser miembro legislador en el reino — El excesivo «formalismo». Kant no se preocupa lo suficiente
de los fines» (Fundamentación, 99). por el contenido de la moral, dedicando su atención casi
— sólo a la persona se le debe respeto: «El respeto se aplica exclusivamente al «formalismo ético». Las «éticas de los
siempre sólo a personas, nunca a cosas. Estas últimas valores» (sobre todo, la de M. Scheler) se presentarán
pueden despertar en nosotros inclinación, y cuando son como reacción frente al formalismo temtiano.
animales (v. gr. caballos, perros, etc.), incluso amor o tam- — La importancia otorgada a la «voluntad», como sede de la
bién terror, como, el mar, un volcán, una fiera, pero nunca moralidad. Aunque en la síntesis kantiana, la «buena volun-
respeto...» (Crítica de la razón práctica, Madrid, 19632, tad», el «deber», el «imperativo categórico» y otras cate-
151). gorías éticas similares, tengan su coherente sentido, esto
— el hombre es «santo»: «La ley moral es santa (inviolabi- no obsta para que en ellas se advierta el comienzo de ese
lidad). El hombre, en verdad, está bastante lejos de la san- característico desviacionismo hacia el «voluntarismo» y
tidad; pero la humanidad, en su persona, tiene que serle hacia una «moral del deber», que ha calificado popular-
santa. En toda la creación puede todo lo que se quiera mente al kantismo moral.
y sobre lo que se tenga poder, ser también empleado como — Reducción de la religión a la moral. Para Kant, la religión
mero medio; únicamente el hombre, y con él toda criatura queda encuadrada dentro de los «límites de la razón» y, por
racional, es fin en sí mismo» (Crítica, 171-172). otra parte, a la razón práctica se le concede la primacía.
Como puede verse, para Kant, el hombre es persona por ser Esto conduce a un tipo de moral en que la actitud reli-
sujeto de moralidad (Crítica, 171) y estar inserto en el reino de los giosa queda subordinada (indebidamente) a la actitud
fines. «El magnífico ideal de un reino universal de los fines en sí moral.
(seres racionales), al cual sólo podemos pertenecer como miem- Además de estas críticas generales, existen otras de carácter
bros cuando nos conducimos cuidadosamente, según las máximas más particular. Para los marxistas, la ética kantiana es el reflejo de
de la libertad, cual si ellas fueran leyes de la naturaleza, produce en los intereses de la burguesía alemana de su época (17). Para los
nosotros un vivo interés por la ley moral» (Fundamentación,
136). El criterio fundamental para una ética de la persona, según (16) MARITAIN, o. c , 157.
Kant, es, por tanto, la consideración del hombre como un fin en sí (17) «Kant se daba por contento con la simple 'buena voluntad' aunque
y la concepción de las relaciones interpersonales, como un reino no se tradujera en resultado alguno, y situaba en el más allá la realización
de los fines en sí. de esta buena voluntad, la armonía entre ella y las necesidades e impulsos de
36 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 37

cristianos, el sistema moral de Kant, da la impresión de ser una Gran parte de los hombres de hoy entienden y tratan de reali-
versión secularizada de los ideales cristianos (por ejemplo, el «ma- zar su existencia dentro de la cosmovisión marxista. El marxismo
ravilloso reino de los fines en sí» puede entenderse como la se ha convertido en uno de los horizontes teóricos y existenciales
secularización del «Reino de la Caridad») (18). de nuestro tiempo. El hombre actual, creyente y no creyente, no
puede prescindir de la confrontación con el marxismo.
3. EL HOMBRE «NUEVO» En el cuadro de los modelos éticos que la historia ha propuesto
Ideal moral «revolucionario» para el hombre alienado, según para la realización de la persona humana, no puede faltar el
Marx. modelo ético marxista. Modelo que vamos a recoger de la
fuente del marxismo, es decir, de Marx. Aunque es necesario
P. BIGO, Marxismo y humanismo (Madrid, 1966). E. FROMM, Marx tener en cuenta las distintas interpretaciones del marxismo, nues-
y su concepto del hombre (México, 19756). E. FROMM y otros. tro interés se concentra en la exposición del pensamiento de Marx
Humanismo socialista (Buenos Aires, 1971). R. GARAUDY, Pers- sobre el ideal normativo del hombre.
pectivas del hombre (Barcelona, 1970). J . D. GARCÍA BACCA,
Humanismo teórico, práctico y positivo, según Marx (México, La pregunta sobre la imagen normativa del hombre en el pen-
19742). A. GORTZ, El hombre cristiano y el hombre marxista (Bar- samiento de Marx presupone otras cuestiones de carácter más
celona, 1967). C. I. GOULIANE, El marxismo ante el hombre general. Dejando aparte las preguntas sobre el sentido del mate-
(Barcelona, 1970). G. GUIJARRO, La concepción del hombre en rialismo histórico, sobre la interpretación dialéctica de la realidad,
Marx (Salamanca, 1975). K. KOSIK, Dialéctica de lo concreto
(México, 19762). J. LACROIX, Marxismo, existencialismo, persona-
sobre el carácter científico del socialismo (19), juzgamos necesario
lismo (Barcelona, 1971). R. MONDOLFO, El humanismo de Marx tener en cuenta dos cuestiones previas al estudio del modelo ético
(México, 1973). H. POPITZ, Der entfremdete Mensch (Frankfurt, del hombre en Karl Marx:
1967). A. SCHAFF, Filosofía del hombre. ¿Marx o Sartre? (Méxi-
co, 1965); Marxismo e individuo humano (México, 1967). R.
— En primer lugar, está el debatido problema de la existencia
VANCOURT, Anthropologie thomiste et anthropologie marxiste: o no existencia de un aliento humanista en la obra de Marx.
Mélanges de Science Religieuse 31 (1974), 145-175. VARIOS, La respuesta a este interrogante divide a los marxistas en dos
Marxismo y humanismo (México, 1972). VARIOS, Polémica sobre grandes grupos: los marxistas «humanistas» y los marxistas «anti-
marxismo y humanismo (México, 19745). humanistas» (20). Este problema está condicionado a otro: la
unidad o ruptura de pensamiento en las obras de Marx (con la
debatida cuestión del Marx «joven» y del Marx «maduro») (21).
los individuos. Esta buena voluntad de Kant corresponde por entero a la
importancia, a la pequenez y a la miseria de los burgueses alemanes, cuyos siquiera fue el Nuevo Testamento, sino el Antiguo, el padrino de su ética»
mezquinos intereses no han sido nunca capaces de desarrollarse hasta con- (F. MEHRING, Emanuel Kant: En defensa del marxismo (Gospolitizdat,
vertirse en los intereses comunes, nacionales, de una clase, razón por la cual 1927), 175).
fueron constantemente explotados por los burgueses de todas las demás na- (19) Sobre estos puntos remitimos a las síntesis sobre el pensamiento
ciones» (K. MARX-F. ENGELS, La ideología alemana (Montevideo, 1959), marxista. Ver, entre otros: H. LEFEVRE, Síntesis del pensamiento de Marx
página 212).
(Barcelona, 1971); J . GUICHARD, El marxismo. Teoría y práctica de la re-
(18) Este aspecto de la ética kantiana lo han señalado también autores no volución (Bilbao, 1975); J.-Y. CALVEZ, El pensamiento de Carlos Marx
teólogos. Para A. GANIVET (Idearium español: Obras completas (Madrid, (Madrid, 1958); G. R. DE YURRE, El marxismo, 2 tomos (Madrid, 1976).
(19512), 167), «el 'imperativo categórico', que parece algo íntimo, es sólo un Sobre la confrontación entre cristianismo y marxismo, ver, entre otros: G. Gl-
reflejo, en la intimidad de cada espíritu, de un estado social creado por el RARDI, Marxismo y cristianismo (Madrid, 1968); VARIOS, Cristianos y
espíritu cristiano». Un marxista hace la anotación siguiente: «En ningún otro marxistas: Los problemas de un diálogo (Madrid, 1969); R. GARAUDY-
aspecto es tan marcado el filisteísmo de Kant como en su ética, con el agra- K. RAHNER-J. B. METZ, Del anatema al diálogo (Barcelona, 1968).
vante de que es un filisteo por cuyas venas corre sangre malsana dé la
teología. Su doctrina del deber, con sus imperativos categóricos, no es más (20) Cfr. L. ALTHUSSER-J. SEMPRUN-M. SIMON-M. VERRET, Polémi-
que una repetición de los diez mandamientos mosaicos, y su teoría de la ca sobre el marxismo y humanismo (México, 19745).
maldad absoluta de la naturaleza humana, el dogma del pecado original. Ni (21) Ver el estado de la cuestión sobre este punto en: G. GUIJARRO, La
concepción del hombre en Marx (Salamanca, 1975), 26-68.
38 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 39

Desde una vertiente ética, las dos cuestiones se resumen en la categoría decisiva, ya que constituye —según se afirma repetida-
pregunta por la existencia o no existencia de una moral en mente— el criterio de la verdad. Con relación al hombre, la praxis
Marx (22). aglutina un conjunto de rasgos antropológicos que caracterizan la
— En segundo lugar, antes de exponer el ideal normativo que visión marxista de lo humano.
Marx propone para la realización del hombre, es necesario tener en — Como telón de fondo para comprender el significado de la
cuenta su concepción antropológica. Las dos interpretaciones praxis como categoría antropológica es necesario colocar la visión
aludidas, «humanista» y «antihumanista», exponen la visión de autogenerativa, materialista, histórica y social que Marx pro-
Marx sobre el hombre de una manera diversa, de acuerdo con la yecta sobre el hombre.
hermenéutica global de la obra marxiana. Siguiendo a Hegel, Marx concibe al hombre como una «auto-
Sin entrar en el estudio directo de estos problemas internos del generación». «Lo grandioso de la Fenomenología hegeliana y de
marxismo, aceptamos la existencia del aliento humanista en la su resultado final (la dialéctica de la negatividad, como principio
obra total de Marx, y la presencia de un visión antropológica, motor y generador) es, pues, en primer lugar, que Hegel concibe
coherente con esa cosmovisión humanista. A partir de estas op- la autogeneración del hombre como un proceso, la objetivación
ciones metodológicas, concretamos a continuación los rasgos de como desobjetivación, como enajenación y como supresión de
el ideal ético del hombre según Marx. esta enajenación; que capta la esencia del trabajo y concibe el
Sintetizamos la imagen normativa del hombre en tres rasgos, que hombre objetivo, verdadero porque real, como resultado de su
constituyen los elementos básicos de la antropología de Marx, según propio trabajo» (Manuscritos: economía y filosofía (Madrid,
Guijarro: «La praxis, la alienación y el hombre nuevo son los tres ejes 19724) 189-190). La génesis del hombre por él mismo no es otra
en torno a los cuales gira toda la concepción marxista acerca del cosa que la historia humana. De ahí que, juntando en el trabajo la
hombre. La praxis es el presupuesto fundamental de ella. La aliena- autogeneración del hombre y el sentido de la historia, pueda decir
ción es el cristal a través del cual se observa al hombre concreto que Marx: «Toda la llamada Historia universal no es otra cosa que
ha pasado por la historia hasta el momento en que se desmorone la la producción del hombre por el trabajo humano» (Ibíd., 155).
sociedad capitalista. El hombre nuevo constituye la meta hacia la que Si la pregunta sobre el ser del hombre nos remite, dentro de
se dirige esta filosofía del hombre, que también ha de estar funda- los presupuestos marxistas, a la pregunta sobre su autogenera-
da en una actividad crítico-práctica» (23). ción, ésta no se puede entender en términos idealistas (tentación
hegeliana), sino en clave materialista. Siguiendo a Feuerbach,
a) El hombre: ser de la praxis. Marx entiende al hombre como un «ser sensible». «Ser sensible,
Una de las realidades básicas que definen al hombre, según es decir, ser real, es ser objeto de los sentidos, ser objeto sen-
Marx, es la praxis. Dentro del sistema marxista, la praxis es una sible, en consecuencia, tener objetos sensibles fuera de sí, tener
objetos de su sensibilidad» (Ibíd., 195), Por eso mismo «la sensi-
(22) E. KAMENKA, Los fundamentos éticos del marxismo (Buenos bilidad (véase Feuerbach) debe ser la base de toda ciencia» (Ibíd.,
Aires, 1972); R. RUBEL, Páginas escogidas de Marx para una ética* 152). Marx supera el materialismo de Feuerbach colocando la
socialista, 2 tomos (Buenos Aires, 1974): R. GARAUDY, Qu'est ce que la «sensibilidad» en la realidad concreta de los hechos económicos;
moraie marxiste (París, 1963); J . L. i . ARANGUREN, El marxismo como
el materialismo contemplativo de Feuerbach pasa a ser un mate-
moral (Madrid, 1968); W. ASH, Marxismo y moral (México, 1969); G. BES-
SE, La morale selon Kant et selon Marx 'París, 1963); Zeitschrift für ev. rialismo práxico en Marx. El sistema de producción produce al
Ethík 17 (1973), Heft 5 monográfico sobte Marxismus und Moral»; J . PIEG- hombre: «la producción produce al hombre, no sólo como mer-
SA, Marxistische Ethik auf der Suche nach ihrem Proprium: Theologie cancía, mercancía humana, hombre determinado como mer-
uro Gidube 65 (1975), 351-365. cancía; lo produce, de acuerdo con esa determinación, como un
(23) G. GUIJARRO, La concepción del hombre en Marx (Salamanca, ser deshumanizado, tanto física como espiritualmente» (Ibíd., 125).
1975), 166. En la exposición del pensam i • >to antropológico de Marx nos
declaramos deudores de la síntesis de este ^,.tor. Cuando Marx habla del hombre como ser que se autogenera
40 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 41

dentro de la realidad material de la producción, no lo hace en mano. El hombre, para Marx, es ante todo un ser de la praxis»
términos abstractos. Para él, el hombre es siempre un hombre (25). Pero, ¿qué contenido tiene esta definición del hombre?
concreto, un ser que nace del sistema socio-económico vigente. — El hombre es ser de la praxis, en primer lugar, porque es un
Hablar de hombre dentro del marxismo es hablar de un hombre ser que transforma la naturaleza. «Podemos distinguir al hom-
histórico. Por eso mismo, la antropología marxista se inserta bre de los animales por la conciencia, por la religión o por lo que
dentro de los análisis sobre la realidad socio-económica de su se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a
época. Como dice Moltmann, «el especial significado de Marx partir del momento en que comienza a producir sus medios de
para la antropología moderna estriba en que él fue el primero que vida, paso éste que se halla condicionado por su organización
emprendió el intento de leer e interpretar antropológicamente corporal» [La ideología alemana (Barcelona, 1970,19).
las nuevas circunstancias de la sociedad industrial capitalista que Para que el hombre puede transformar la naturaleza, hay que
está surgiendo» (24). entenderlo como un ser relacionado con ella. Para Marx, existe
La dimensión histórica del hombre nos remite ineludiblemente una relación estrecha entre el hombre y la naturaleza, de tal
a su dimensión social. El hombre es un ser histórico, porque se manera que considera a ésta como «el cuerpo inorgánico del
realiza transformando las relaciones humanas, sobre todo las rela- hombre» (Manuscritos, 111). Por otra parte, Marx interpreta la
ciones de producción. En la sexta tesis sobre Feuerbach, resu- estrecha conexión del hombre con la naturaleza desde la com-
me Marx, de una manera certera, su pensamiento: «La esencia prensión del ser humano como un «ser de necesidades». El hom-
humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su bre, «como ser natural, corpóreo, sensible, objetivo, es, como el
realidad, el conjunto de las relaciones sociales». Si la historia animal y la planta, un ser paciente, condicionado y limitado; esto
humana se concreta en la transformación de las relaciones de es, los objetos de sus impulsos existen fuera de él, en cuanto
producción, la dimensión social del hombre hay que entenderla objetos independientes de él, pero estos objetos son objetos de
también dentro de esa visión materialista. Los vínculos sociales se su necesidad, indispensables y esenciales para el ejercicio y afir-
establecen al transformar la naturaleza mediante la actividad pro- mación de sus fuerzas esenciales» dbíd»., 194). Tanto la relación
ductiva. Las relaciones sociales se constituyen básicamente con del hombre con la naturaleza como la comprensión de éste, en
aquellos que participan del mismo proceso de producción. Las cuanto «ser de necesidades», no las concibe Marx en términos
relaciones de producción son las que crean al hombre histórico y abstractos, sino en referencia al tipo determinado de sociedad que
social a su imagen y semejanza. genera el sistema de producción. Los diversos modos de produc-
ción engendran el tipo de necesidades humanas (en su amplitud y
La categoría marxista de praxis recoge las diversas resonan- en su especificidad). Por otra parte, la naturaleza entra a formar
cias temáticas que sobre el hombre emiten los escritos de Marx. parte, mediante la praxis, de la realidad humana y condiciona las
Es, por otra parte, la categoría propia desde la cual supera las relaciones sociales de los hombres. El modo de producción confi-
antropologías de Hegel y de Feuerbach y expone la originalidad de gura la relación del hombre con la naturaleza (26).
su pensamiento. «Toda crítica a Feuerbach y todos los fundamen-
tos para una recta comprensión del hombre convergen en un En la transformación de la naturaleza, el hombre ejerce un tipo
único tema clave, que sintetiza todo este aspecto de la filosofía peculiar de actividad. No es como la actividad unilateral del ani-
marxista: la praxis. Desde ella captamos la inconsistencia de la
imagen feuerbachiana del hombre y desde ella únicamente pode- (25) GUIJARRO, o. c , 143.
mos adentrarnos en la concepción marxista acerca del ser hu- (26) «Los diversos modos de producción condicionan la clase y amplitud
de las necesidades humanas, el tipo concreto de trabajo, la manera en que se
efectúa la apropiación de los productos y la relación que entablan los diversos
hombres en la producción. En una palabra, los distintos modos de producción
(24) J. MOLTMANN, El hombre. Antropología cristiana en los con- condicionan la relación del hombre con la naturaleza y con los demás hom-
flictos del presente (Salamanca, 1973), 73. Ver también: GUIJARRO, o. c , bres. Cada momento de producción determina el proceso por el que el
71-77. hombre se hace a sí mismo hombre» (GUIJARRO, o. c , 95).
42 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 43

mal, quien «produce unilateralmente», es decir, «lo que necesita Podemos, pues, considerar la praxis como uno de los rasgos
inmediatamente para sí y para su prole» (Ibíd., 112). El hombre normativos del ideal ético del hombre, según Marx. Es esto cierto,
tiene una actividad multilateral, en cuanto que «produce umver- sobre todo si entendemos la praxis como acción revolucionaria
salmente», es decir, «libre de la necesidad física y sólo produce para crear el verdadero hombre; si identificamos la praxis revolu-
realmente liberado de ella» [(Ibíd., 112). cionaria con el imperativo de echar por tierra todas las relaciones
El hombre se realiza en la transformación de la naturaleza. Lo en que el hombre es un ser humillado y esclavizado.
que es el hombre coincide «con su producción, tanto con lo que
produce como con el modo cómo produce» (La ideología ale- b) El hombre: ser alienado
mana, 19). Al transformar la naturaleza, «su cuerpo inorgánico»,
el hombre transforma también su mismo cuerpo orgánico y toda La «alienación» es otra de las categorías básicas de la antro-
su realidad histórico-social. Este es el primer contenido que pode- pología marxista. El estudio de la alienación en el proceso humano de
mos dar a la praxis marxista. objetivación «recorre todas las obras de Marx y puede consi-
— En segundo lugar, el hombre es ser de la praxis, porque es derarse como el nervio de toda su concepción del hombre»
un ser que transforma las relaciones de producción. Es éste (28). Con dicho concepto expresa Marx la situación de extraña-
uno de los rasgos en que Marx trata de superar la antropología de miento en que el hombre ha perdido su propia identidad y se ha
Hegel y de Feuerbach. Para él, el hombre se realiza transformando convertido en extraño a sí mismo. Por desgracia, la historia hu-
las relaciones humanas, que en el fondo son relaciones de pro- mana se identifica con la sucesión de las formas en que se ha ido
ducción. Ahora bien, tal transformación sólo se logra mediante la concretando la alienación del hombre. Aunque Marx se concentra
praxis revolucionaria. en el análisis de alienación en la sociedad capitalista, utiliza este
concepto para hablar de las diversas formas de deshumanización
A partir de esta última afirmación se abren perspectivas inte-
por las que ha pasado históricamente el hombre.
resantes dentro del marxismo: sentido de la revolución, el portador
de la revolución (¿el individuo o una clase social?), el modo de la El análisis de la alienación humana no se cierra en una visión
revolución, etc. Pero no queremos entrar en el desarrollo de estos enteramente pesimista. Se abre al optimismo. La alienación descri-
temas, para no ampliar excesivamente esta exposición. be la «prehistoria de la sociedad humana». El hombre puede supe-
rarla y, de este modo, hacer que aparezca la verdadera sociedad
Baste con afirmar de nuevo la importancia que cobra la ca-
humana. Este será «el salto de la humanidad, del reino de la
tegoría de praxis en la antropología marxista. Como dice Guijarro,
necesidad al reino de la libertad» (29).
«todas las determinaciones del hombre confluyen en su actividad
práctica. Con ella, el ser humano transforma los instrumentos de Para un estudio serio del significado de la alienación en Marx
trabajo, transforma la naturaleza, transforma las relaciones sociales habría que aludir a dos cuestiones previas, de carácter hermenéu-
y se transforma a sí mismo. Según Marx, ésta es la auténtica tico: la peculiaridad de la comprensión de Marx, en confrontación
concepción del hombre. Por eso, la filosofía no se puede empan- con el concepto de alienación en Hegel y Feuerbach, y la evo-
tanar en consideraciones abstractas o en disputas que dejen inal- lución del pensamiento dentro de las mismas obras de Marx. Tam-
terada la realidad humana. La filosofía debe cooperar en la tarea y bién tendríamos que distinguir la alienación esencial (de carácter
la transformación del hombre mismo. Esto explica el que Marx económico) y las alienaciones derivadas (social, política, filosófica,
concluya las Tesis sobre Feuerbach con la declaración de la religiosa).
primacía absoluta de la praxis, incluso en los terrenos que hasta Ciñéndonos a lo más principal, nos fijamos únicamente en la
entonces algunos habían considerado estrictamente especulativos: alienación primordial (la de carácter económico), tal como es ana-
'los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos
modos el mundo; de lo que se trata es de transformarlo'» (27).
(28) Ibíd., 169.
(27( Ibíd., 159. (29) F. ENGELS, Anti-Dühring (México, 1968), 280.
44 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 45

lizada, sobre todo, en los Manuscritos. En este escrito, «la alie- hombre vende su trabajo. Por eso mismo, no puede ser feliz en su
nación obrera no aparece como un tema más, sino como el núcleo actividad: «en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se
de todo su pensamiento» (30). niega; no se siente feliz, sino desgraciado; no desarrolla una libre
En el análisis que Marx hace de la sociedad capitalista, descubre energía física y espiritual, sino que mortifica su cuerpo y arruina su
la alienación radical, origen de las restantes alienaciones: el obrero espíritu. Por eso, el trabajador sólo se siente en sí fuera del
está alienado en su trabajo. Esta alienación se concreta en cuatro trabajo, y en el trabajo fuera de sí» (Ibíd., 109). De este modo, lo
direcciones: humano del obrero queda relegado a las «funciones animales».
«De esto resulta que el hombre (el trabajador), sólo se siente libre
— Alienación con respecto a los productos de su trabajo. en sus funciones animales, en el comer, beber, engendrar, y todo
«Ciertamente, el trabajo produce maravillas para los ricos, pero lo más en aquello que toca a la habitación y al atavío; y, en
produce privaciones para el trabajador; produce palacios, pero cambio, en sus funciones humanas se siente como animal. Lo
para el trabajador, chozas. Produce belleza, pero deformidades animal se convierte en lo humano y lo humano en animal»
para el trabajador. Sustituye el trabajo por máquina, pero arroja (Ibíd., 109).
una parte de los trabajadores a un trabajo bárbaro, y convierte en
máquinas a la otra parte. Produce espíritu, pero origina estupidez — Alienación con respecto al ser genérico del hombre. Para
y cretinismo para el trabajador» (Manuscritos, 108). El trabajador Marx «el hombre es un ser genérico no sólo porque en la teoría y en
se encuentra ante los productos de su trabajo como ante objetos la práctica toma como objeto suyo el género, tanto el suyo propio
extraños, que no le pertenecen. «El trabajador se relaciona con el como el de las demás cosas, sino también, y esto no es más que otra
producto de su trabajo como un objeto extraño» (¡bíd., 106). expresión para lo mismo, porque se relaciona consigo mismo como
Esos objetos no son para cubrir sus necesidades. Además, en ellos el género actual, viviente, porque se relaciona consigo mismo como
pierde el obrero su vida, la manifestación de su capacidad crea- un ser universal y por eso libre» (Ibíd., 110). El obrero, al alienar la
dora: «el hombre pone su vida en el objeto, pero a partir de actividad de su trabajo, pierde su relación universal (genérica) con la
entonces ya no le pertenece a él, sino al objeto» (Ibíd., 106). Más naturaleza: «el trabajo enajenado, al arrancar al hombre el objeto de
aún, el producto del trabajo sirve para engrosar el capital y, consi- su producción, le arranca su vida genérica, su real objetividad, y
guientemente, para dominar todavía más al obrero: «La apropia- transforma su ventaja respecto del animal en desventaja, pues se ve
ción del objeto aparece en tal medida como extrañamiento, que privado de su cuerpo inorgánico, de la naturaleza» (Ibid., 112-113).
cuantos más objetos produce el trabajador, menos alcanza a po- Por otra parte, al tener que trabajar para subsistir, el obrero reduce
seer y tanto más sujeto queda a la dominación de su producto, es su actividad a simple medio; «convierte el trabajo enajenado de la
decir, del capital» (Ibíd., 106). Esta es la descripción de los obre- vida genérica del hombre en un medio para su existencia física»
ros alienados en el producto de su trabajo; el capitalismo y sus (Ibíd., 113). A esta misma consecuencia lleva la división del trabajo
teóricos «no los conocen como hombres, sino como instrumentos en la sociedad capitalista; este tipo de trabajo coarta la actividad múl-
de la producción, que deben aportar lo más posible y costar lo tiple en la que el hombre desarrolla su peculiaridad.
menos posible» (Ibíd., 67).
— Alienación con respecto a otro hombre. «Una consecuen-
— Alienación con respecto a la misma actividad del tra- cia inmediata del hecho de estar enajenado el hombre del producto
bajo. Vimos cómo para Marx, el trabajo es la autogeneración del de su trabajo, de su actividad vital, de su ser genérico, es la
hombre. Ahora bien, en la sociedad capitalista, el trabajo deja de enajenación del hombre respecto del hombre (Ibid., 113). Para
ser del obrero. Este queda enajenado en la actividad del trabajo Marx las relaciones sociales se miden desde el grado del desarrollo
mismo. «El trabajo es externo al trabajador, es decir, no perte- humano de los que se relacionan. Si el hombre está alienado, las
nece a su ser» (Ibíd., 108). En unas relaciones de producción, el relaciones humanas tienen que padecer necesariamente de la misma
alienación. Alienación que se concreta en el inevitable enfrentamien-
(30) GUIJARRO, o. c , 214. to de las dos clases: la obrera y la capitalista. «Recuérdese la afirma-
46 MORAL DE ACTITUDES II ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 47

ción antes hecha de que la relación del hombre consigo mismo única- Los rasgos fundamentales que identifican al hombre nuevo de
mente es para él objetiva y real a través de su relación con los otros la sociedad futura según Marx son los siguientes:
hombres. Si él, pues, se relaciona con el producto de su trabajo, su
trabajo objetivado, como con un objeto poderoso, independiente de — La superación de toda alienación: es ésta la característica
él, hostil, extraño, se está relacionando con él de forma que otro global del hombre nuevo. De este modo, el hombre adquiere
hombre independiente de él, poderoso, hostil, extraño a él, es el el dominio sobre los dos elementos que integran la praxis: su
dueño de este objeto» (Ibld.). relación con la naturaleza y con los demás hombres.
— La supresión de la propiedad privada: con la desaparición
c) El «hombre nuevo» de la propiedad privada y la aparición del comunismo se
supera toda alienación y se restablece la auténtica relación del
Marx no solamente describe la situación alienada en que se hombre con la naturaleza (naturalismo) y con los demás
encuentra el hombre en la sociedad capitalista, sino que trata de hombres (humanismo). Este el modo de presentar el hombre
descubrir dentro del capitalismo aquellas condiciones que posibilitan nuevo en los Manuscritos. «El comunismo como superación
el cambio hacia una sociedad nueva. «El hombre nuevo y la nueva positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento
sociedad no sirven para proyectar en un remoto porvenir el anhelo, del hombre, y por ello como apropiación real de la esencia
siempre acariciado por la fantasía humana, de un mundo sin maldad, humana por y para el hombre; por ello como retorno del
sin egoísmo, sin explotación del hombre por el hombre y sin todo hombre para sí en cuanto hombre social, es decir, humano»
aquello que convierte en tragedia la vida humana. Cuando Marx (Ibid., 143). Con la desaparición de la propiedad privada, «el
esboza algunos rasgos característicos de esa sociedad o de ese hombre produce al hombre, a sí mismo y al otro hombre; el
hombre futuro lo hace con la misma pretensión objetiva que al objeto, que es la realización inmediata de su individualidad,
describirnos los individuos en la actual sociedad capitalista» (31). es, al mismo tiempo, su propia existencia para el otro hombre,
A lo largo de sus obras, tanto en las de juventud como en las la existencia de éste y la existencia de éste para él» (Ibid. ,145).
de madurez, va divisando Marx la futura sociedad en la cual vive el
hombre al que califica de «nuevo», «total», «pleno», «rico», «univer- — La supresión de la división del trabajo: mientras que la
sal», «completo», «multilateral», etc. A ese hombre del futuro lo ve sociedad alienada se caracteriza por la división del trabajo,
adelantarse en los intentos de revolución comunista: Comuna de la nueva sociedad hará posible al hombre una actividad
París, etc. Las mismas reuniones de los obreros comunistas multilateral. De este modo, el hombre podrá exteriorizar la
revelan un nuevo tipo de hombre: «Cuando los obreros comunistas totalidad de sus capacidades creativas.
se asocian, su finalidad es, inicialmente, la doctrina, la propaganda, — La posibilidad de disfrutar del «tiempo libre» (con el
etcétera. Pero, al mismo tiempo, adquieren con ello una nueva consiguiente disfrute de los valores espirituales y de una
necesidad, la necesidad de la sociedad, y lo que parecía medio se ha formación plenamente humana). La futura sociedad no solo
convertido en fin. Se puede contemplar este movimiento práctico en humanizará las relaciones de producción, sino que también
sus brillantes resultados cuando se ve reunidos a los obreros posibilitará al hombre el ejercicio de los valores que po-
socialistas franceses. No necesitan ya medios de unión o pretextos demos llamar espirituales. «Para cultivarse espiritualmente
de reunión como el fumar, el beber, el comer, etc. La sociedad, la con mayor libertad, un pueblo necesita estar exento de la
asociación, la charla, que, a su vez, tienen la sociedad como fin, les esclavitud de sus propias necesidades corporales, no ser ya
bastan. Entre ellos la fraternidad de los hombres no es una frase, sino siervo del cuerpo. Se necesita, pues, que ante todo le
una verdad, y la nobleza del hombre brilla en los rostros endurecidos quede tiempo para poder crear y gozar espiritualmente.
por el trabajo» (Manuscritos, 165). Los progresos en el organismo del trabajo ganan este
tiempo (Manuscritos, 61). Mediante el tiempo libre, la
(31) lbíd.,305. nueva sociedad «produce», como su realidad durable, al
48 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 49

hombre en esta plena riqueza de su ser, al hombre rica y una situación histórica, la situación capitalista? ¿No existen
profundamente dotado de todos los sentidos (Ibid., 151). en el hombre otras zonas donde la alienación cobra mayor
Esta imagen del hombre nuevo en Marx contrasta con cierta importancia o influencia?
propaganda actual de algunos países socialistas. «El hombre — El concepto de praxis es decisivo para la concepción del
nuevo no es el que bate el récord en la productividad del trabajo, hombre; la antropología le debe a Marx el haber señalado
aunque sea con un desgaste vertiginoso de sus energías físicas en su importancia. Sin embargo, al convertir la praxis en cri-
un trabajo pesado y desagradable; tampoco es el obrero que terio de verdad ¿no se puede caer en una ética utilitarista y
acepta con gusto un trabajo unilateral, monótono, poco cuali- oportunista? ¿No se reduce al hombre a «medio» para
ficado, pero con la conciencia de sacrificarse por el socialismo o conseguir un fin? Además, al proclamar la autogeneración
por el programa del partido comunista. Cuando Marx habla aquí del hombre por la praxis ¿no se cae en un círculo vicioso?
del hombre nuevo no menciona la abnegación o el sacrificio, sino — La relación entre individuo y sociedad no siempre guar-
la riqueza de apropiación (consumo abundante que responda a da en el marxismo una dialéctica justa. Esto lleva a muchos
necesidades humanas abundantes), la riqueza de una actividad autores a señalar en él una carencia notable: la carencia de
múltiple, plenamente cualificada y de mero control de la producción, la «subjetividad», de la «interioridad», de la «autonomía
y la riqueza de tiempo libre para su ulterior formación. La caricatu- humana», de la «libertad», etc.
ra del hombre nuevo, que algunos marxistas presentan como — El conflicto forma parte de la existencia y de la compren-
encarnación del pensamiento de Marx, no fluye de los textos sión del hombre. Sin embargo, la traducción de esa conflic-
originales, sino de la necesaria justificación de una realidad que en tividad en clave preferencial de lucha de clases (nacida
nada responde al modelo de sociedad futura trazado por Marx» (32). a su vez, de las contradicciones en las relaciones de pro-
ducción) parece llevar el signo de la exageración.
ANOTACIONES CRITICAS — La antropología de Marx está excesivamente vinculada a
las condiciones de un momento histórico determinado
El ideal que propone Marx para la realización del hombre posee (la sociedad capitalista del siglo XIX).
un atractivo singular. Atractivo que se basa sobre el valor interno — El ideal del hombre nuevo, con la supresión de toda
de su mensaje antropológico. Sin querer someterlo a una revisión alienación y la aparición de una sociedad plenamente
extensa (33), queremos indicar solamente algunos aspectos ne- humanizadora, es subyugante; pero sobre él se cierne la
gativos: duda de si se trata de «un bello sueño que acaso no sea de
— El hombre que Marx analiza y proyecta está excesiva- este mundo» (34) o si «es tan teóricamente atractivo como
mente determinado por las relaciones de producción. No prácticamente inservible» (35).
se puede negar la importancia de tales relaciones de pro-
ducción, pero tampoco se puede enfatizar tanto que lleguen II
a convertirse en la causa determinante de la historia y
consiguientemente de la antropología. MODELOS ÉTICOS «PRAGMÁTICOS»
— La alienación del hombre es descrita, consiguientemente,
desde un enfoque restringido. La alienación económica
¿es la principal y las demás derivadas de ella? ¿No circuns- En este apartado aludimos brevemente a los modelos éticos de
cribe excesivamente Marx su análisis sobre la alienación a carácter pragmático. La llamada «moral popular» se ha identificado

(32) Ibíd., 370-371. (34) M. BENZO, Sobre el sentido de la vida (Madrid, 1971), 67.
(33) Remitimos a la bibliografía consignada en el texto y en la nota 19. (35) MOLTMANN, o. c , 84.
4 Etica de la persona
50 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 51
de ordinario, con estos modelos pragmáticos. Por otra parte, se los escritos de los Padres (37). También conviene recordar el
trata de comprensiones éticas que se presentan con la pretensión componente estoico que tiene el ethos general de determinados
de orientar de un modo eficiente el comportamiento de la hu- países (38). El estoicismo moral ha constituido un ideal ético
manidad. importante dentro de la cultura occidental.
También en este apartado nos reducimos a la exposición de Dentro del conjunto de las ideas de la escuela estoica nos
tres modelo éticos. Hacemos la selección por razón de la diversi- fijamos de un modo expreso en la doctrina de Epicteto en su
dad de orientaciones y por la influencia que han tenido en la Manual (o Máximas) (39). ¿Qué ideal ético nos presenta para la
historia de la moral. realización de la persona humana?
a) El ideal del hombre consiste en vivir conforme a la natu-
1. EL HOMBRE «ESTOICO»
raleza. Así pues, el punto de partida de la ética estoica es el
Ideal moral «ascético» para el hombre que padece, según Epic-
(37) L. ALSTON, Stoic and Christian in 2 Century (London, 1906);
teto.
M. SPANNEUT, Le stolcisme des Peres de l'eglise de Clément de Rome
á Clément d'Alexandrie (París, 1957); G. GERMAIN, Epictéte et la Spiri-
G. DU VAIR, The Moral Philosophy of the Stoicks (New Bruns- tualité stoicienne (París, 1964); A. RODRÍGUEZ, Incrustación de la moral
wick, 1951). E. ELORDUY, El estoicismo, 2 tomos (Madrid, 1972). de Séneca en la revelación cristiana: Actas del Congreso Internacional de
J . ETIENNE, Sagesse et prudence se/on le stoi'cisme: Revue Filosofía en conmemoración de Séneca en el XIX Centenario de su muerte
Théol. de Louvain 1 (1970) 175-182. L. MAHIEU, Cicerón mora- (Madrid, 1967) III, 211-215; M. SPANNEUT, Epictéte chez les moines:
liste: Mélanges Science Religieuse 5 (1948) 89-108. G. RODIS- Mélanges de Science Religieuse 29 (1972), 49-57; D. J . M. BRADLEY, The
LEWIS, La mora/e stoicienne (París, 1970). M. SPANNEUT, Per- Transformation of Stoic Ethic in Clément of Alexandria: Augustinia-
manence du Stoi'cisme. De Zénon á Malraux (Gembloux, 1973). num 14 (1974), 41-66.
J . TODOLI, La moral en Séneca:, Crisis 12 (1965) 183-202. (38) A. GANIVET, Idearium español: Obras completas I (Madrid, 1951)
señala la importancia del estoicismo en el carácter español: «Cuando se
El estoicismo es una corriente filosófica muy diversificada. El examina la constitución ideal de España, el elemento moral y en cierto modo
hombre de la escuela estoica (proveniente de la «stoa» o pórtico religioso más profundo que en ella se descubre, como sirviéndole de cimiento,
es el estoicismo; no el estoicismo brutal y heroico de Catón, ni el estoicismo
donde reunía Zenón a sus primeros discípulos hacia los años 300
sereno y majestuoso de Marco Aurelio, ni el estoicismo rígido y extremado de
antes de C.) ha entrado en el lenguaje ordinario para calificar una Epicteto, sino el estoicismo natural y humano de Séneca» (pp. 153-154). «Es
forma de conducta que se resume en estas dos palabras «sufre» y inmensa, mejor dicho, inconmensurable, la parte que al senequismo toca en la
«abstente». conformación religiosa y moral, y aun en el derecho consuetudinario de
Dentro de la evolución de la escuela estoica se distinguen los España» (p. 155). Por lo que respecta a la relación entre cristianismo y es-
toicismo afirma: «El punto en que tuvo lugar la conjunción (entre cristianismo
siguientes períodos: estoicismo antiguo (contemporáneo de los
y filosofía grecorromana), el injerto, fue la moral estoica» (p. 159).
acontecimientos que siguieron a la muerte de Alejandro); estoicis-
(39) De este Manual dice Quevedo que es «corto para leído, grande para
mo medio, centrado ya en Roma; estoicismo imperial. En este obrado; pocas horas consume su estudio, muchas logra; bien se ocupa la vida
último período destacan tres nombres: Epicteto (muerto hacia 117); en estudiarle, cuando con obedecerle merece llamarse vida» (Obras comple-
Séneca (4 a. C.-65 d. C ) ; y Marco Aurelio (121-181). El estoi- tas. Obras en verso (Madrid, 1952^), 796-797). El mismo Quevedo, que
cismo reaparece con frecuencia a lo largo de la historia. Recuérde- tradujo el Manual y redactó una reseña biográfica de Epicteto, sintetiza así la
se el neo-estoicismo de los siglos XVI-XVII (36). doctrina de éste: «Cerró nuestro filósofo toda la doctrina de las costumbres en
estas dos palabras: sufre, abstente... Hizo un libro en estas dos palabras:
Por lo que respecta a la moral estoica, hay que señalar la que se oyen en una cláusula, y que no necesita de repeticiones a la memoria»
influencia que ha tenido en el cristianismo, sobre todo a través de (p. 802); «enseña a sufrir y a abstenerse, puerto cerrado en dos palabras,
donde no se sienten las borrascas del siglo, que se ven feas y se oyen roncas»
(p. 796). Sobre el estoicismo de Quevedo, traductor de Epicteto y Séneca, y
(36) M. SPANNEUT, Permanence du Stoi'cisme au XVI siécle (Pa- admirador de Montaigne, ver: L. ASTRANA MARÍN, La vida turbulenta de
rís, 1944). Quevedo (Madrid, 1945?), 420, 424, 441-443.
52 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 53

«naturalismo». La «homología» con la naturaleza es el primer en las relaciones entre hombre y animal (Séneca es un testigo
principio del estoicismo (40). Este conformarse a la naturaleza es elocuente de esta «humanidad»); 3. a ) la dignidad de todo lo
lo mismo que «imitar» a la naturaleza (41). humano es otra de las ideas vulgarizadas por el estoicismo: «el
El hombre si quiere conseguir la felicidad y, por lo tanto, ser hombre es una cosa sagrada para el hombre»; 4. a ) el estoicismo
virtuoso, tiene que acomodar su actividad a la estructura de la también ha contribuido a vulgarizar la idea de «conciencia moral»
naturaleza. Cuanto mejor realice en su vida la manera de ser de las como voz y fuerza interior innata inscrita en el corazón del hom-
leyes de la naturaleza más cerca está del ideal humano. bre. Existe, pues, un humanismo estoico nacido de su concepción
b) De aquí que la perfección moral para un estoico sea la moral (43).
apatheia, es decir, la ausencia de la pasión. La apatheia es la Para completar la exposición de la moral estoica vamos a
virtud de los fuertes (distinta de la «apatía» en su sentido vulgar). recoger unos cuantos textos del «Manual» de Epicteto en los que
Es el estado del alma que ha llegado a tal dominio de sí misma se podrá ver dibujada la figura ética del hombre estoico.
que no sufre la fuerza de las pasiones.
Moderación: «No desees nada con pasión; porque si deseas
Por eso mismo el estoico es un ser que acepta. Es un ser que
cosas que no dependen de ti es imposible que no te veas frus-
se resigna, pero no en un sentido de tristeza, sino en un sentido
trado; y si deseas las que de ti dependen, advierte que no estás
de valentía. La apatheia es una postura de triunfo.
bastantemente instruido de lo que es necesario para desearlas
c) ¿Cómo conseguir esta apatheia? En primer lugar, mediante honestamente. Por lo cual, si quieres hacer bien acércate a ellas
la ataraxia, la cual consiste en no dejarse turbar por nada: ni por de manera que puedas retirarte cuando quieras. Pero todo esto se
el destino que tenemos (emperador, como Marco Aurelio; o escla- ha de hacer con medida y discrección» (Vil).
vo, como Epicteto; cada uno debe permanecer en la vocación en
que el hado le colocó), ni por los acontecimientos que nos sobre- Terapéutica psicológica: «Cuando se te ofrece algún objeto
vienen. En segundo lugar, mediante una altísima conciencia de enojoso, acostúmbrate a decir en ti mismo que no es lo que
la dignidad humana; en este sentido, existe una igualdad pro- parece sino pura imaginación. Luego que hayas hecho reflexión,
funda entre todos los seres. examina el objeto por la regla que ya tienes para ello. Considera si
es cosa que depende de t i ; porque si no depende, dirá que no te
d) Dentro de la moral estoica juega un papel de gran impor- toca» (VI). «Por ejemplo: cuando manejas una olla de barro, piensa
tancia la noción de lo que «conviene», según la naturaleza en que es una olla de tierra la que manejas, y que puede quebrarse
general y según la vocación que uno tiene. El término kathéokon fácilmente. Porque, habiendo hecho esta reflexión, si acaso se
es decisivo en este sentido. Cicerón lo traduce por «officium». De quebrase, no te causará alteración. Asimismo, si amas a tu hijo o
esta tendencia nacen los famosos tratados morales de los «debe- tu mujer, acuérdate que es mortal lo que amas, y por este medio
res de estado» (42). te librarás del impensado sobresalto cuando la muerte te los
e) La ética culmina en un humanismo de grandes calidades: arrebate» (VIII).
1.a) paso de la polis a la «cosmópolis»; el hombre no se siente Desprendimiento: «Si te hallases embarcado y el bajel viniese
ciudadano exclusivamente de una ciudad, sino de una comunidad a tierra, te sería permitido desembarcar para buscar agua; y,
extendida a la humanidad entera; el estoicismo es la filosofía de asimismo, nadie te impediría el coger las cónchelas que te hallares
esta nueva forma de civilización: «En cuanto que yo soy Antonio, en tu camino; pero te convendría tener la vista siempre en el bajel,
mi patria es Roma; pero en cuanto que soy hombre mi patria es el atendiendo a cuando el piloto te llamase, y entonces sería menes-
mundo» (Marco Aurelio); 2. a ) la «humanitas» aparece como el clima ter dejarlo todo de modo que no te hiciese embarcar atado de pies
de las relaciones interpersonales (aún entre amo y esclavo) y hasta y manos como una bestia. Lo mismo sucede en la vida. Si Dios te
da mujer e hijos, permitido te es amarlos y gozar de ellos. Pero si
(40) G. RODIS-LEWIS, La morale stoicienne (París, 1970), 26-30.
(41) I. GOBRY, Le modele en morale (París, 1962), 17-46.
(42) RODIS-LEWIS, o. c , 46-51. (43) Ibíd., 128-133.
54 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACION HISTÓRICA 55

Dios te llama, conviene dejarlo sin más pensar, y correr ligera- res, y si tuvieres que acudir a ellas, reflexiona y cuida tus acciones
mente a la nave. Y si ya eres viejo, guárdate de alejarte y de no para que no caigas insensiblemente en la manera de obrar del
estar prevenido cuando seas llamado» (XIII). pueblo» (XLV). «De todo lo que sirve al cuerpo (como el comer, el
Aceptación: «Nunca pidas que las cosas se hagan como beber, los vestidos, las cosas y los criados), no tengas más que lo
quieras; más procura quererlas como ellas se hacen. Por este que pide la necesidad y cuanto ha menester el espíritu para estar
medio todo te sucederá como lo deseas» (XIV). sano, y desecha todo lo que sirve ai lujo y a los deleites» (XLVI).
«Abstente cuanto te fuere posible del placer de las mujeres hasta
La vida como un teatro: «Acuérdate que conviene que que seas casado y cuando lo seas, usa el matrimonio legítima-
representes la parte que te ha querido dar el autor de la comedia.
mente y como lo manda la ley» (XLVII). «Si te vienen a decir que
Si es corto tu papel, represéntate corto; si largo, represéntate
alguno ha hablado mal de ti, no te esfuerces en negar lo que ha
largo. Si te manda hacer el papel de pobre, hazlo naturalmente lo
dicho; responde solamente que no sabe todos tus otros vicios, y
mejor que pudieres. Y si te da el de príncipe, el de cojo o el de un
que de conocerlos hubiera señalado muchos más» (XLVIII).
oficial mecánico, a tí te toca el representarlo y al autor el de
escogértelo» (XXIV). Sobriedad: «El aplicarse demasiado a las cosas corporales es
señal de un alma baja, como es ser continuo en ejercicios de comer
La consideración de la muerte: «Ten cada día delante de los y beber mucho, el darse demasiado a las mujeres y gastar más
ojos la muerte, el destierro y las otras demás cosas que la mayor tiempo del que es menester en las demás funciones del cuerpo.
parte de los hombres ponen en el número de males. Pero ten Todo esto se ha de hacer de prisa y como de paso. Al espíritu se
cuidado particularmente de la muerte, porque por este medio no han de dar todos nuestros cuidados» (LXIII).
tendrás ningún pensamiento bajo ni servil, ni desearás nunca nada
con pasión» (XXIX).
Tranquilidad: «Por opinión que tenemos de las cosas que nos ANOTACIONES CRITICAS
tocan podemos conocer lo que desea la Naturaleza. Cuando el
criado de tu vecino rompe un vidrio decimos, luego, que aquello La influencia del estoicismo ha sido inmensa. Además de haber
sucede ordinariamente; conviene comportarse de la misma manera sido la escuela de moral más importante de los últimos siglos
cuando te rompa el tuyo, y quedar tan mesurado como cuando se paganos, su prestigio ha sido considerable entre los cristianos. Los
rompió el de tu vecino. Aplica esto también a las cosas mayores. Padres de la Iglesia lo admiran, lo critican y lo citan. Numerosos
Cuando el hijo o la mujer de tu vecino se mueren, no hay quien preceptos de sabios estoicos pasan a la literatura cristiana y a
no diga que eso es natural; pero cuando nos sucede tal accidente nos través de ésta llegan hasta nuestros días; la semejanza del estoi-
desesperamos y gritamos diciendo: «¡Ah, cuan desgraciado soy! cismo y del cristianismo parece tan sorprendente que en la Edad
¡Ah, cuan miserable!». Pero deberás recordar en este suceso lo Media corre la leyenda de relaciones entre San Pablo y Séneca.
que sientes cuando a otro le acontece la misma cosa» (XXXIII). Se publican incluso, casi sin cambiar, adaptaciones cristianas del
Manual de Epicteto» (44).
Normas de vida: «Conviene que te prescribas una cierta ma-
nera de vivir o una ley que observes inviolablemente en cualquier Desde un punto de vista negativo, hacemos los siguientes
parte que puedas estar, sea conversando entre los hombres o reproches al ideal ético propugnado por el estoicismo:
retirado en tu vida privada» (XLI). «Guarda silencio cuando te
— Individualismo: en la descripción de la imagen normativa
fuere posible...» (XLII). «Cuando estuvieres entre tus amigos, si la
del hombre apenas tiene relieve la dimensión social del
conversación fuere poco honesta, haz cuanto pudieres para hacer-
compromiso ético (45).
los mudar de discursos; más, si estás entre extraños, no hables ni
palabra» (XLIII). «No rías mucho, ni a menudo, ni a carcajadas. Si (44) J. LECLERCQ, Las grandes lineas de Filosofía Moral (Ma-
puede ser, nunca jures, y si te incitan a que jures, haz primero drid, 1956), 208.
todo lo posible por excusarlo» (XLIV). «Evita las fiestas popula- (45) ARANGUREN, o. c , 46-47.
56 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 57

— Orgullo perfeccionista y eliminación de la vida afecti- va la duda teórica). En la tercera parte de su Discurso del Método,
va (46): el estoicismo presenta como modelo a un tipo de Descartes plantea, del siguiente modo, la necesidad y la naturaleza
hombre seco, replegado sobre él mismo y, en el fondo, de esta moral provisional: «Como para empezar a reconstruir la
egoísta. casa en que se vive no basta haberla derribado y haber hecho
— Para Hegel el estoicismo es la ideología de una época acopio de materiales y arquitectos, o haberse ejercitado uno mis-
de esclavitud general: el esclavo reacciona ante la dura mo en la arquitectura y haber trazado cuidadosamente el plano,
realidad elevándose por encima del ideal del señor, mediante sino que también hay que proveerse de alguna otra habitación en
una abstracción de los contenidos reales. donde pasar cómodamente el tiempo que dura el trabajo, de igual
modo, con el fin de no permanecer irresoluto en todas mis accio-
— Sobre el naturalismo ético inherente a la moral estoica ya
nes mientras la razón me obligase a serlo en mis juicios, y no dejar
hemos insistido en otro lugar (47).
de vivir desde luego lo más felizmente que pudiese, me formé una
moral provisional que consistía solamente en tres o cuatro máxi-
mas que voy a exponer». (Discurso del Método (Madrid, 1974),
2. EL HOMBRE DE LA «MORAL PROVISIONAL»
87).
Ideal moral «provisional» para el hombre de la duda teórica,
según Descartes La «moral provisional» de Descartes se apoya en la opción por
la seguridad pragmática, aunque no exista idéntica seguridad
R. DESCARTES, Discurso del método (Madrid, 1974). N. F. DE teórica. Para Aranguren los hombres de hoy tenemos que vivir esa
MERCKAERT, Les trois moments moraux du Discours de la provisionalidad ética: «Descartes habló de una moral «provisoire»
Méthode: Revue Phil. de Louvain 73 (1975), 607-627. E. FRUTOS, y Kant propuso una moral «formal». Pero somos nosotros los que,
La moral de Séneca en Descartes: Actas del Congreso de Séneca
si de verdad estamos animados a una actitud moral, tenemos que
(Madrid, 1965), 137-161. M. GAGNON, Le role de la raison dans la
mora/e cartésienne: Laval Théol. et Philos. 25 (1969), 268-306. vivir ésta como formal y provisional, lo que en la realidad vivida no
A. KLEMMT, Descartes und die Moral (Meisenheim am Glan, fue el caso de Kant, ni de Descartes» (50).
1971). A. M. MARTÍNEZ, Fundamentos de la moral en Descartes: Las máximas o principios de la moral provisional según
Revista de Filosofía (Chile) 1 (1950), 419-435. N. PONSA, Moral y Descartes, son las siguientes:
libertad en Descartes (La Plata, 1960). G. RODIS-LEWIS, La
mora/e de Descartes (París, 1970). R. SPAEMANN, La mora/e — «Consistía la primera en obedecer las leyes y costumbres de
provisoire de Descartes: Archives de Philosophie 35 (1972), mi país, conservando constantemente la religión en que Dios me ha
353-367. concedido la gracia de que me instruyera desde niño, rigiéndome en
las restantes cosas según las opiniones más moderadas y más
Renato Descartes ocupa un puesto de importancia en la histo- apartadas de todo exceso, que fuesen comúnmente aceptadas en
ria de la filosofía y del pensamiento cultural occidental (48). Sin la práctica por las personas más sensatas con quien tuviera que
embargo, en la historia de la moral no goza de la misma importan- convivir. Porque habiendo comenzado ya a no contar para nada
cia. «Descartes escribió muy poco sobre moral. Apenas roza el con las mías propias, puesto que pensaba someterlas todas a un
tema en las escasas reglas del Discurso del Método, en sus cartas nuevo examen, seguro estaba de no poder hacer cosa mejor que
a Chanut, a la reina Cristina y a la princesa Elisabeth, y un poco al seguir las de los más sensatos» (Ibid., 87-88).
final del Tratado de las pasiones» (49).
— «Mi segunda máxima fue la de ser lo más firme y resuelto
El hombre de la ética de Descartes queda reducido <> una
que pudiese en mis acciones y seguir con tanta constancia en las
situación provisional o de «mientras tanto» (mientras no se resuel-
opiniones más dudosas, una vez resuelto a ello, como si fueran
(46) LECLERCQ, o. c , 204-207. muy seguras. Imitaba en esto a los viajeros que, extraviados en
(47) M. VIDAL, Moral de actitudes I (Madrid, 1977"), 31.
(48) G. FRAILE, Historia de la filosofía III (Madrid, 1966). (50) J. L. L. ARANGUREN, Moralidades de hoy y de mañana (Ma-
(49) Ibíd., 540. drid, 1973), 168.
58 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 59

algún bosque, no deben vagar dando vueltas por una y otra parte, de mi razón y adelantar todo lo posible en el conocimiento de la
ni mucho menos detenerse en un lugar, sino caminar siempre lo verdad, según el método que me había prescrito» (Ibíd., 90-91).
más derecho que puedan, hacia un sitio fijo, sin cambiar de
«Una vez seguro de estas máximas, y habiéndolas colocado
dirección por leves razones, aun cuando, en un principio, haya
aparte juntamente con las verdades de la fe, que siempre han.
sido sólo el azar el que haya determinado ese rumbo, pues de este
sido las primeras en mi creencia, juzgué que podía, libremente,
modo, si no llegan precisamente a donde quieren ir, por lo menos
acometer la empresa de deshacerme del resto de mis opiniones»
acabarán por llegar a alguna parte en que probablemente estarán
(Ibíd., 91-92).
mejor que en medio del bosque. Y como muchas veces las accio-
nes de la vida no admiten demora, es una verdad muy cierta que, Esta doctrina ética del Discurso del Método es completada un
cuando no está en nuestro poder discernir las opiniones más poco —por vía de yuxtaposición— con el final del Tratado de las
verdaderas, debemos seguir las más probables; y, aunque no Pasiones. En esta última obra propone algunas reglas de moral,
hallemos mayor probabilidad en unas que en otras, debemos, sin calcadas del estoicismo:
embargo, decidirnos por algunas y considerarlas después, en — Todas las pasiones «son buenas en su naturaleza, y lo úni-
cuanto referidas a la práctica, no como dudosas, sino como muy co que tenemos que evitar es su mal uso o sus excesos,
verdaderas y ciertas, ya que lo es la razón que nos ha determinado contra los cuales podrían bastar los remedios que he expli-
a seguirlas. Y esto fue bastante para librarme, desde entonces, cado si todo el mundo se cuidara bien de practicarlos»
de todos los arrepentimientos y remordimientos que suelen agitar (Art. 211).
las conciencias de esos espíritus débiles y vacilantes que con tanta — De las pasiones depende todo el mal y todo el bien de esta
inconstancia practican como buenas, cosas que después conside- vida: «Por lo demás, el alma puede tener sus placeres apar-
ran malas» (Ibíd., 88-89). te; mas los que le son comunes con el cuerpo dependen
— «Mi tercera máxima fue procurar siempre vencerme a mí enteramente de las pasiones: de suerte que los hombres a
mismo antes que a la fortuna y alterar mis deseos antes que el los que más pueden afectar son capaces de sacarle a esta
orden del mundo; y acostumbrarme a creer que sólo nuestros vida los más dulces jugos. Verdad es que también pueden
pensamientos están enteramente en nuestro poder, de manera encontrar en ella la máxima amargura cuando no saben
que, después de haber obrado lo mejor que hemos podido, en lo emplearlas bien y la fortuna es contraria; mas en este punto
tocante a las cosas exteriores, cuanto nos sale mal es absoluta- es donde tiene su principal utilidad la cordura, pues enseña
mente imposible para nosotros. Y esto, por sí solo, me parecía a dominar de tal modo las pasiones y a manejarlas con tal
bastante para impedirme desear, en el porvenir, nada que no destreza, que los males que causan son muy soportables,
pudiese adquirir y mantenerme contento; pues, no deseando nues- y que incluso de todo ello puede sacarse gozo» {Art. 212).
tra voluntad otras cosas que las que el entendimiento le presenta
de algún modo como posibles, es evidente, que si consideramos
como igualmente lejanos de nuestro poder todos los bienes que ANOTACIONES CRITICAS
están fuera de nosotros, no nos causará mayor pena habernos
privado de los que parecían correspondemos por nuestro naci- Ante una exposición tan somera del proyecto ético de Descar-
miento, siempre que no los perdamos por nuestra culpa, que no tes, no procede una crítica extensa. Únicamente señalamos las si-
ser dueños de los reinos de la China o de México» (Ibíd., 89-90). guientes anotaciones restrictivas:
— «En fin, como conclusión de esta moral, tuve la idea de — La postura propugnada en la ética de Descartes es neta-
pasar revista a las ocupaciones diversas que los hombres tienen mente conservadora. Se proclama como ideal un tipo de
en esta vida para tratar de elegir la mejor; y sin que por esto quiera hombre que no quiere arriesgarse ni comprometerse en
decir nada de las demás, pensé que nada mejor podía hacer que empeños éticos nuevos.
continuar en la que tenía, es decir, aplicar mi vida entera al cultivo — De esa postura inicial brota otra: la del conformismo.
60 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 61

Descartes opta por atenerse a lo ya establecido, a lo ya ción típica entre los moralistas ingleses de los siglos XVIII y XIX.
aprobado, y al parecer de la mayoría. Se echa de menos «De Bentham a Sidgwick, el utilitarismo se ha convertido en la
el aliento de la originalidad y de la aspiración. moral clásica de Inglaterra» (52).
— En el fondo, la ética cartesiana se desliza hacia la hipo- Dentro del utilitarismo inglés también existen diversidad de
cresía moral. Se pretende salvar unas apariencias de co- matices. Para el penalista Bentham, figura representativa del uti-
rrección cuando la duda corroe el mismo núcleo de la per- litarismo, lo decisivo es conseguir la mayor suma posible de pla-
sona. La hipocresía culmina en una escisión del hombre: ceres, fijando para ello una especie de «aritmética de place-
dudoso en teoría, pero seguro en su práctica ético-religiosa. res» (53). Stuart Mili señala que no sólo hay que tener en cuenta
la cantidad, sino también la calidad en la consecución de los
placeres, añadiendo que en el conflicto entre el interés particular y
3. EL HOMBRE «UTILITARISTA» el interés general ha de prevalecer el segundo. Matices propios
Ideal moral «egoísta» para un hombre conservador, según aportan también los restantes utilitaristas: Adam Smith, Sidg-
S. Mili wick, etc.
A continuación vamos a recoger la descripción que hace Stuart
S. MILL, El utilitarismo (Buenos Aires, 1968"). Ph. DEVAUX, L'uti- Mili del ideal ético utilitarista. Para ello transcribimos los párrafos
litarisme (Bruxelles, 1955). R. LE SENNE, Tratado de moral gene- más significativos de su obra El utilitarismo (Buenos Aires, 1968").
ral (Madrid, 1973), 114-116 (bibliografía); 228-239 (el utilitarismo
según Bentham); 373-388 (síntesis sobre el utilitarismo). a) El núcleo de una concepción utilitarista de la vida se
concreta en la siguiente afirmación: el placer y la exención del
Otro importante modelo ético de carácter pragmático es el que
dolor son las únicas cosas deseables como fines. «El credo que
se apoya sobre una concepción preferentemente hedonista de
acepta la Utilidad o Principio de la Mayor Felicidad como funda-
la vida humana; concepción que podría concretarse en este prin-
mento de la moral, sostiene que las acciones son justas en la
cipio fundamental: es bueno todo aquello que aporta placer y es
proporción con que tienden a promover la felicidad; e injustas en
malo lo que impide la consecución del placer o trae consigo el
cuanto tienden a producir lo contrario de la felicidad. Se entiende
sufrimiento.
por felicidad el placer y la ausencia de dolor; por infelicidad, el
El hedonismo ético es una corriente permanente en la historia dolor y la ausencia del placer. Para dar una visión clara del criterio
de la moral, aunque aparece de un modo más visible en ciertas moral que establece esta teoría, habría que decir mucho más par-
situaciones o sistemas especiales. Pensemos en el «hedonismo ticularmente qué cosas se incluyen en las ideas de dolor y placer y
vulgar» de Gorgias y Aristipo de Cireno (para los cuales la norma hasta qué punto es ésta una cuestión patente. Pero estas explica-
del comportamiento es el goce inmediato), en el «epicureismo» ciones suplementarias no afectan a la teoría de la vida en que se
materialista de Epicuro (quien, en interés del mismo goce, afirma apoya esta teoría de la moralidad: a saber, que el placer y la
la necesidad de elegir entre los placeres que se presentan ante el exención de dolor son las únicas cosas deseables como fines; y
hombre). El «utilitarismo» también puede ser situado dentro de la que todas las cosas deseables (que en la concepción utilitaria son
corriente hedonista, a pesar de que introduce en ella algunos fac- tan numerosas como en cualquier otra), lo son o por el placer
tores de corrección y de novedad. inherente a ellas mismas, o como medios para la promoción del
El utilitarismo, entendido como variante del hedonismo, tiene placer y la prevención del dolor» (Ibld., 29). «Según el Principio de
a su vez distintas presentaciones, con sus correspondientes pecu- la Mayor Felicidad, tal como se acaba de exponer, el fin último
liaridades. Hasta en la ética actual se puede hablar de un neo-uti- por razón del cual son deseables todas las otras cosas (indiferen-
litarismo (51). Sin embargo, el utilitarismo ético tiene su formula-
(52) R. LE SENNE, Tratado de moral general (Madrid, 1973), 374.
(51) Ver su aplicación, por ejemplo, al tema del aborto: G. G. GRISEZ, El (53) En LE SENNE, o. c , 228-239, se encuentra la discripción del «utilita-
aborto. Mitos, realidades y argumentos (Salamanca, 1972), 437-452. rista según Bentham».
62 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 63

temente de que consideremos nuestro propio bien o el de los entre dos dolores, o cuál es la más intensa entre dos sensaciones
demás) es una existencia exenta de dolor y abundante en goces, placenteras, sino el sufragio general de los que están familiariza-
en el mayor grado posible, tanto cuantitativa como cualitativa- dos con ambos? Ni los dolores ni los placeres son homogéneos, y
mente» (Ibid., 37). el dolor siempre es heterogéneo respecto del placer. ¿Qué puede
decidir si un placer particular merece adquirirse a costa de un
b) No todos los placeres tienen la misma calidad; existe una dolor particular, excepto los sentimientos y el juicio de los exper-
jerarquía de placeres: «Es perfectamente compatible con el prin- tos? Por tanto, cuando esos sentimientos y ese juicio declaran
cipio de utilidad reconocer el hecho de que algunas clases de que, aparte de su intensidad, los placeres derivados de las facul-
placer son más deseables y más valiosas que otras. Sería absurdo tades superiores son específicamente preferibles a aquellos de que
suponer que los placeres dependen sólo de la cantidad, siendo así es susceptible la naturaleza humana, separada de las facultades
que, al valorar todas las demás cosas, se toma en consideración superiores, es que tienen el mismo derecho a dar un dictamen
la cualidad tanto como la cantidad. sobre este asunto» (Ibíd., 35-36).
Si se me pregunta qué quiere decir diferencia de cualidad
d) De las aproximaciones anteriores se deduce una marcada
entre los placeres, o qué hace que un placer, en cuanto placer,
opción elitista en la catalogación de las personas. «Es indiscu-
sea más valioso que otro, prescindiendo de su superioridad cuan-
tible que los seres cuya capacidad de gozar es baja tienen mayores
titativa, sólo encuentro una respuesta posible: si de dos placeres
probabilidades de satisfacerla totalmente; y un ser dotado supe-
hay uno al cual, independientemente de cualquier sentimiento de
riormente siempre sentirá que, tal como está constituido el mun-
obligación moral, dan una decidida preferencia todos o casi todos
do, toda la felicidad a que puede aspirar será imperfecta. Pero
los que tienen experiencia de ambos, ése es el placer más desea-
puede aprender a soportar sus imperfecciones, si son de algún
ble. Si quienes tienen un conocimiento adecuado de ambos colo-
modo soportables. Y éstas no le harán envidiar al que es incons-
can a uno tan por encima del otro que, aun sabiendo que han de
ciente de ellas, a no ser que tampoco perciba el bien al cual afean
alcanzarlo con un grado de satisfacción menor, no lo cambian por
dichas imperfecciones. Es mejor ser un hombre insatisfecho que un
ninguna cantidad del otro placer que su naturaleza les permite
cerdo satisfecho; es mejor ser Sócrates insatisfecho que un loco
gozar, está justificado atribuirle al goce preferido una superioridad
satisfecho. Y si el loco o el cerdo son de distinta opinión es
cualitativa tal que la cuantitativa resulta, en comparación, de pe-
porque sólo conocen su propio lado de la cuestión. El otro extre-
queña importancia» (Ibld., 31-32). La jerarquía de placeres se
mo de la comparación conoce ambos lados» (Ibíd., 33-34).
organiza teniendo en cuenta «la superioridad de lo mental sobre lo
corporal» (Ibíd., 31) y dando «marcada preferencia al modo de e) En las situaciones conflictivas entre el interés individual y
existencia que emplea las facultades superiores» (Ibíd., 32). el interés público, S. Mili opta por este último. «El utilitarismo
exige a cada uno que entré su propia felicidad y la de los demás
c) La regla para medir la superioridad cualitativa de los sea un espectador tan estrictamente ¡mparcial como desinteresado
placeres está en la preferencia que sienten los que tienen mejores y benevolente. En la norma áurea de Jesús de Nazaret leemos
oportunidades de experiencia, junto con los hábitos de la reflexión todo el espíritu de la ética utilitarista: 'Haz como querrías que
y propia observación. «Sobre la cuestión de cuál es el más valioso hicieran contigo y ama al prójimo como a ti mismo.' En esto
entre dos placeres, o cuál es el modo de existencia más grato a consiste el ideal de perfección de la moral utilitarista. Como me-
los sentimientos, aparte de sus atributos morales y de sus conse- dios para conseguir la más exacta aproximación a este ideal, el
cuencias, debe admitirse como final el juicio de aquellos que están utilitarismo exigiría los siguientes: primero, que las leyes y dispo-
más capacitados por el conocimiento de ambos, o, si difieren siciones sociales colocaran la felicidad o (como prácticamente po-
entre sí, el de la mayoría. Y no hay lugar a la menor vacilación en demos llamarla) el interés de cada individuo del modo más aproxi-
aceptar este juicio con respecto a la cualidad del placer, puesto mado, en armonía con el interés común; segundo, que la educa-
que no hay otro tribunal a que acudir, ni aun respecto a la can- ción y la opinión, que tan vasto poder tienen sobre el carácter
tidad. ¿Qué método hay para determinar cuál es el más agudo humano, usaran su poder para establecer en la mente de cada
MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 65
64

individuo una asociación indisoluble entre su propia felicidad y el III


bien de todos, especialmente entre su propia felicidad y la práctica
de aquellos modos de conducta, positiva y negativa, que la consi- M O D E L O S ÉTICOS « A N T I H U M A N I S T A S »
deración de la felicidad universal prescribe. Así, el individuo no
sólo sería incapaz de concebir su felicidad en oposición con el bien En este último grupo encuadramos los modelos éticos que tie-
general, sino que uno de los motivos de acción habituales en él nen como denominador común la dependencia de una compren-
sería el impulso a promover directamente el bien general. Además, sión «antihumanista» del hombre. Por comprensión antihumanista
los sentimientos correspondientes ocuparían un lugar preeminente del hombre (56) entendemos la negación científica de la peculia-
en la existencia sintiente de todo ser humano» (Ibíd., 45-46). ridad específica que en una consideración espontánea se atribuye
a la realidad humana (libertad, subjetividad, capacidad de destino
trascendente, etc.).
ANOTACIONES CRITICAS La consideración humanista o antihumanista del hombre es
tema de discusión, sobre todo en ambientes marxistas. «Pero,
Son bien conocidos los reproches que se pueden hacer al más o menos conscientemente, todas las grandes expresiones
sistema moral utilitarista. Es el fiel reflejo de los ideales de una intelectuales contemporáneas se sitúan en uno u otro campo. Así,
sociedad liberal: ideal del liberalismo económico reflejado en el para citar algunos ejemplos, son humanistas el personalismo de
tema clave del «interés», e ideal del individualismo reflejado en el Scheler, de Buber, de Mounier; el existencialismo de Sartre, el
tema del «bienestar individual». Esta moral de «banqueros paci- psicoanálisis socialista de Fromm. Y son inhumanistas la reflexolo-
fistas» (54): gía de Pavlov, el conductismo de Watson, el neo-positivismo ló-
— No se libra de la tentación del egoísmo. A pesar de la gico de Wittgenstein, el estructuralismo de Lévi-Strauss, el marxis-
tentativa de juntar el altruismo con el utilitarismo, el ideal mo científico de Althusser» (57).
ético utilitarista se mueve dentro de un horizonte egoísta. Por nuestra parte, alargamos un poco más el horizonte y en-
La relación entre interés público e interés privado no en- cuadramos a Nietzsche dentro de esta comprensión antihumanis-
cuentra el equilibrio exacto a partir de los presupuetos de ta. El nihilismo de Nietzsche es el precursor del antihumanismo
este sistema moral. actual.
— Puede inducir al sacrificio de valores fundamentales Además del modelo ético nietzscheano exponemos el ideal
en orden a conseguir la felicidad, el interés o la eficacia. Un moral que presenta Monod a partir de su propuesta de una «moral
ideal ético basado en la eficacia, el interés o la felicidad del conocimiento científico». Por no alargar excesivamente la ex-
conduce fácilmente a la pérdida de los valores más básicos posición no tratamos otras formas de antihumanismo (estructura-
de la persona, como la libertad. lismo, interpretación científica del marxismo, etc.).
— Se plantea dentro de un mínimo moral. «El utilitarismo
corresponde, en líneas generales, a la moral popular, que
es también una moral mínima. El argumento al que mayor
parte de los hombres es sensible consiste en que serán
desgraciados si no respetan la ley moral» (55).

(56) Puede verse una buena síntesis de la disputa entre humanismo y


(54) Ibíd., 385. antihumanismo en: M. BENZO, Sobre el sentido de la vida (Madrid, 1971),
(55) J . LECLERCQ, Las grandes líneas de la Filosofía moral (Madrid, 10-32.
1956), 120. (57) Ibíd., 10.
5. Etica de la persona
66 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 67

1. EL «SUPERHOMBRE» nihilismo es el signo de un aumento de poder en el espíritu: nihi-


Ideal moral «aristocrático» para un hombre entendido como lismo activo, b) El nihilismo es decadencia y retroceso del poder
«voluntad de poder», según Nietzsche del espíritu: nihilismo pasivo» (61).
Dentro del pensamiento nietzscheano la reflexión moral ocupa
F. NIETZSCHE, Obras completas, 12 tomos (Madrid, 1932-1933). un puesto privilegiado. Considerado a veces como un «inmoralis-
E. BISER, Nietzsche y la destrucción de la conciencia cristiana
ta», Nietzsche tiene el destino trágico de ser el testigo cualificado
(Salamanca, 1974). J . CHAIX-RUY, Síntesis del pensamiento de
Nietzsche (Barcelona, 1974). E. FINCK, La filosofía de Nietzsche del vacío moral en que se debate nuestra época.
(Madrid, 1966). R. GARATE, Nietzsche. Su filosofía y su trage- De su amplia concepción moral nos interesa únicamente des-
dia en tomo del bien y del mal (Bilbao, 1968). L. JIMÉNEZ MO- tacar aquellos puntos fundamentales que pueden constituir los
RENO, Nietzsche (Barcelona, 1972). H. LEFEBVRE, Nietzsche rasgos básicos del modelo ético nietzscheano. Los resumimos en
(México, 1975?). K. LOWITH, De Hegel a Nietzsche (Buenos
Aires, 1968), 246-282, 363-366, 398-401, 421-425, 445-450, 506-
los siguientes:
513. O. REBOUL, Nietzsche critique de Kant (París, 1974), 61- a) Nietzsche protesta violentamente contra la pretensión de
108. R. ROGERS, The moral philosophy of Nietzsche: Persona-
entender la existencia humana desde una moral de esclavos.
list 46 (1965), 18-37. H. G. ULRICH, Anthropologie und Ethik bei
Friedrich Nietzsche. Interpretationen zu Grundproblemen theolo- Para Nietzsche, uno de los males de la cultura europea es haber
gischer Ethik (München, 1975). B. WELTE, El ateísmo de Nietzs- configurado la existencia humana a través de una tabla de valores
che y el cristianismo (Madrid, 1962). basados en la debilidad («moral de esclavos») y en la igualdad
(«moral de rebaño»).
De todos es conocida la importancia que ha cobrado última- Con trazos fuertes describe Nietzsche el ideal de hombre pro-
mente el pensamiento nietzscheano. Nietzsche ha sido revaloriza- pugnado por la moral de esclavos:
do, sobre todo como testigo del vacío originado en el interior de la — Postura negativa: «Mientras que toda la moral aristocrá-
cultura occidental moderna. Para Lowith, Nietzsche vivió y expre- tica nace de una triunfal afirmación de sí misma, la moral
só la «nada de la modernidad», la «decadencia del mundo»; por de los esclavos opone desde el principio un 'no' a lo que
eso, «Nietzsche es para nuestra época lo que Hegel fue para la no forma parte de ella misma, a lo que es diferente de ella,
suya» (58). Según Lukács, en Nietzsche se encuentra una de las a lo que es su 'no-yo', y este 'no', es su acto creador» (62).
líneas de fuerza del irracionalismo contemporáneo (59). — El resentimiento como fuente creadora de valores. «La
En cuanto testigo del vacío del alma europea, Nietzsche es el rebelión de los esclavos en la moral comienza cuando el
profeta del nihilismo. Con la mirada puesta en el futuro, anuncia 'resentimiento' mismo se hace creador y engendra valores:
el advenimiento del nihilismo. En el prefacio a La voluntad de el resentimiento de estos seres a quienes la verdadera crea-
dominio dice Nietzsche: «Lo que voy a relatar es la historia de los ción, la de la acción, les está prohibida y no encuentran
dos siglos que se aproximan. Y describo lo que viene, lo que no compensación sino en una venganza imaginaria» (63).
tiene más remedio que venir: 'la irrupción del nihilismo'» (60). Para — La tabla de valores propugnada. «La mirada del esclavo
Nietzsche, el nihilismo no es necesariamente algo enteramente ne- es desfavorable a las virtudes de los poderosos. El esclavo
gativo. Puede ser síntoma de decadencia, pero también de forta- es escéptico y desconfiado respecto de todas las 'cosas
lecimiento; puede conducir a una desgana de vivir, pero también buenas' que los demás veneran; querría convencerse de
a una nueva voluntad de existir. «El nihilismo es equívoco: a) El que, aun entre éstos, la felicidad no existe. Por el contra-
rio, el esclavo ofrece a plena luz las cualidades que sirven
(58) K. LOWITH, De Hegel a Nietzsche (Buenos Aires, 1968), 52, 245,
246. (61) Ibíd., 16.
(59) G. LUKÁCS, El asalto a la razón (México, 19723), 249-323. (62) Genealogía de la moral: o. c . Vil, 261.
(60) La voluntad de dominio: Obras completas VIII (Madrid, 1932), 1. (63) Ibíd., 261.
68 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
APROXIMACIÓN HISTÓRICA 69
para suavizar la existencia de los que sufren. Aquí vemos vidualidad; transformar todo el amor a las cosas terrenas y
honrada la compasión, la mano complaciente y servicial, al poder terrenal en odio contra todas las cosas de tejas
el corazón ardiente, la paciencia, la aplicación, la humildad, abajo: He aquí la tarea que se impuso la Iglesia y que debía
la amabilidad, pues estas son las cualidades más útiles, casi imponerse hasta que, por fin, merced a ella, 'ascetismo',
los únicos medios para aligerar la carga de su existen- 'vida espiritual' y 'hombre superior' se hubiesen fundido en
cia» (64). un solo sentimiento» (67).
«La impotencia que no usa represalias se convierte, por una — El judeo-cristianismo tomó partido a favor de los «es-
mentira, en 'bondad'; la bajeza medrosa, en 'humildad'; la sumi- clavos». «Los judíos han sido los que, con una lógica for-
sión a los que se odia, en 'obediencia' (es decir, en la obediencia a midable, han osado derribar la aristocrática ecuación de los
uno del que dicen que ordena esta sumisión, y le llaman Dios). Lo valores (bueno, noble, poderoso, bello, feliz, amado de
que hay de inofensivo en el ser débil, su cobardía, esa cobardía de Dios). Han mantenido esta inversión con el encarnizamien-
la que tan rico es y que le hace antecámara y espera a la puerta to de un odio sin límites (el odio de la impotencia) y han
inevitablemente, esta cobardía se adorna aquí con un nombre afirmado: los miserables son únicamente los buenos, los
biensonante que se llama 'paciencia', a veces 'virtud', sin más; 'no enfermos y los deformes son también los únicos piadosos,
poderse vengar' equivale a 'no quererse vengar', y, a veces, hasta los únicos benditos de Dios; a ellos corresponde la beati-
el perdón de las ofensas ('¡pues no saben lo que hacen!')» (65). tud; por el contrario, vosotros, los nobles y poderosos,
«El hombre bueno, según la manera de ver de los esclavos, seréis perpetuamente malos, crueles, avariciosos, insacia-
debe ser siempre el hombre 'inofensivo'. Es bonachón, fácil de bles, impíos, y eternamente seréis los reprobos, los maldi-
engañar, quizá un poco estúpido; en una palabra, es un 'bon- tos, los condenados...» (68).
homme'. Dondequiera que la moral de los esclavos llega a domi- — Al proclamar la igualdad, el cristianismo hace triunfar
nar, el lenguaje muestra una tendencia a aproximar las palabras la moral de rebaño. «Inclinémonos ante los hechos con-
'bueno' y 'tonto'» (66). sumados: el pueblo es el que ha vencido o bien 'los escla-
b) Para eliminar la moral de esclavos es necesario suprimir su vos', o bien 'el populacho', o bien 'el rebaño', llamadle
causa principal: el cristianismo. Para Nietzsche, el cristianismo como queráis... Los 'señores' han sido abolidos; la moral
es uno de los males que torturan el alma moderna. El cris- del hombre común ha triunfado. Podéis, si queréis, com-
tianismo «ha sido, hasta el presente, la más funesta de las pre- parar esta victoria a un envenenamiento de la sangre (ha
tensiones». producido la mezcla de razas), yo no me opongo a ello;
pero es indudable que esta intoxicación ha triunfado. La
Con relación a la moral, el cristianismo representa el prototipo 'redención' o la 'liberación' del género humano (quiero de-
y la causa principal de la moral de esclavos: cir, la emancipación del yugo de los 'señores') está en buen
— Inversión de valores realizada por el cristianismo. camino; todo se judaiza, o se cristianiza, o se aplebeya a
«Quebrantar a los fuertes, debilitar las grandes esperanzas, ojos vista» (69).
hacer sospechosa la dicha en la belleza, abatir todo lo que
es soberano, viril, conquistador y dominador; aplastar todos c) Lo único que justifica la moral es la voluntad de domi-
los instintos que son propios al tipo más elevado y mejor nio. «Toda moral sana está dominada por el instinto de la vida.»
logrado del hombre, para sustituirlos por la incertidumbre, por Ello supone cambiar la «moral de esclavos» por la «moral de
el remordimiento de conciencia, por la destrucción de la indi- señores». Según este segundo tipo de moral, la bondad tiene su

(64) Más allá del bien y del mal: o. c . Vil, 202-203. (67) lbíd.,73.
(65) Genealogía de la moral: o. c . Vil, 271. (68) Genealogía de la moral: o. c . Vil, 258.
(66) Más allá del bien y del mal: o. c . Vil, 203. (69) lbíd.,260.
APROXIMACIÓN HISTÓRICA 71
70 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

origen en los hombres superiores. «El juicio 'bueno' no emana, arena, el hormigueo de las hormigas, el miserable contento
en modo alguno, de aquellos a quienes se ha prodigado la bon- de sí mismo, la 'felicidad del mayor número'» (74).
dad. Más bien son los 'buenos', es decir, los hombres de distin- De una manera sintética, podríamos decir con Heidegger: «El
ción, los que son superiores por su situación y su elevación de término 'superhombre' nombra la esencia de lo humano que em-
alma, los que se han considerado a sí mismos como 'buenos', los pieza a entrar en la perfección esencial de su edad con lo que se
que han juzgado sus acciones 'buenas', es decir, de primer orden, considera lo moderno. El 'superhombre' es el hombre que es hom-
estableciendo esta tasación por oposición a todo lo que era bajo,
bre desde la realidad que se determina por la voluntad de poder.
mezquino, vulgar y plebeyo» (70).
El hombre cuya creencia es lo que se quiere desde la voluntad de
«La conciencia de superioridad y de la distancia, el sentimiento poder, ése es el superhombre» (75).
general fundamental, duradero y dominante de una raza superior y
reinante, en oposición con una raza inferior, con un 'bajo fondo
humano': He aquí el origen de la antítesis entre 'bueno' y
ANOTACIONES CRITICAS
'malo'» (71).
d) La meta que se ofrece a la existencia humana es dar paso No se puede negar grandes valores positivos a la moral de
al ideal del superhombre. Para Nietzsche, el superhombre apa- Nietzsche. Su actualidad es indicio de que supo acertar con las
rece como la culminación de todas las cualidades proyectadas fibras más sensibles del alma contemporánea. Nietzsche «se en-
sobre el hombre. cuentra en el punto en que todas las influencias contradictorias del
— El superhombre es la superación del hombre: Zaratus- siglo XIX están llamadas a manifestarse» (76). La forma aforística
tra anuncia al pueblo: «Yo predico al superhombre. El hombre de exposición (77) aumenta la brillantez y la capacidad sugerente
es algo que debe ser superado. Vosotros, ¿qué habéis hecho del pensamiento nietzscheano.
para superarlo? Todos los seres, hasta hoy, han producido Frente a estos méritos tenemos que señalar también serios
algo superior a ellos; ¡y vosotros queréis ser el reflujo de esta reparos:
marea, prefiriendo volver a la animalidad a vencer al hom- — El irracionalismo. Nietzsche entra dentro de la corriente
bre!» (72). voluntarista y ciega, cuyo antecesor inmediato es Scho-
— El superhombre realiza la fidelidad al «sentido de la penhauer. La definición del hombre por la «voluntad de
tierra»: «Escuchad, y os diré lo que es el superhombre. El dominio» puede conducir a aberraciones históricas, tales
superhombre es el sentido de la tierra. Que vuestra voluntad como el nazismo.
diga: ¡sea el superhombre el sentido de la tierra! ¡Yo os con-
— El nihilismo. Aunque tenga su vertiente positiva, prevalece
juro, hermanos míos, a que permanezcáis fieles al sentido de
la dimensión negativa en el nihilismo de Nietzsche. El vacío
la tierra y no prestéis fe a los que os hablan de esperanzas ul-
moral no solamente es objeto de constatación, sino, en
traterrenas!» (73).
gran parte también, contenido de proclamación profética.
— El superhombre se va realizando a través del esfuerzo
del mismo hombre: «¿Cómo será 'superado' el hombre?...
¡Superad, hombres superiores, las pequeñas virtudes, las
pequeñas prudencias, las consideraciones para los granos de (74) Ibíd., 262-263.
(75) Citado por L. JIMÉNEZ LOZANO, Nietzsche (Barcelona, 1972), 141.
(76) MACINTYRE, o. c , 216.
(70) lbíd.,251. (77) Parece clara cierta dependencia de Gracián, a quien admiró y cuyo
(71) lbíd.,251. «Oráculo manual» conoció a través de la versión de Schopenhauer: B. GRA-
(72) Así habló Zaratustra: Obras completas VI (Madrid, 1932), 3-4. CIÁN, Obras completas. Estudio preliminar, edición, bibliografía y notas de
(73) lbíd.,4. ARTURO DEL HOYO (Madrid, 1960), pp. CCV-CCVI.
72 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 73

— El odio al judeo-cristianismo. Más allá de la crítica a antes de poder proponer el de la naturaleza humana, en unos
veces acertada en relación con las formas históricas del términos que no sean metafísicos» (p. 9).
cristianismo, existe en Nietzsche un odio radical y visceral Si la biología es el punto de partida, la intención de Monod es
a la raza judía y al cristianismo. llegar a plantear el tema en un terreno interdisciplinar: el de la
filosofía natural. Y esto lo hace por un imperativo urgente: «El
deber que se impone, hoy más que nunca, a los hombres de
ciencia de considerar su disciplina dentro del conjunto de la cul-
2. EL HOMBRE DE LA «ETICA CIENTÍFICA»
tura moderna, para enriquecerla no sólo de conocimientos técni-
Ideal moral «positivista» para el hombre científico, según
Monod cos importantes, sino también de las ideas salidas de su ciencia,
que pueden considerarse humanamente significativas» (p. 11).
J . MONOD, El azar y la necesidad (Barcelona, 1971). M. BARTHE-
LEMY-MADAULE, La ideología del azar y de la necesidad (Bar- a) El contenido del libro de Monod puede resumirse del si-
celona, 1974). A. BAUCHAU, La philosophie moderne selon guiente modo:
J. Monod: Nouvelle Revue Théologique 93 (1971), 290-300.
M. BENZO, Sobre el sentido de la vida (Madrid, 1971), 33-47. — La exposición propiamente científica de los últimos resul-
M. CORVEZ, La philosophie de la biologie moderne: Nouvelle tados de la teoría de la Evolución y de la Genética (capí-
Revue Théologique 93 (1971), 301-316. P. 'GUILLUY-C. HEDDE- tulos 3-7) queda encuadrada y puesta en función de:
BAUT, Philosophie naturelle de la biologie moderne, á propos du — La reflexión filosófica de Iqs capítulos iniciales (1 y 2) y
livre de M. J. Monod: Mélanges de Science Religieuse 28 (1971),
65-88. G. LADRILE, Le hasard et la nécessité selon J. Monod: finales (8 y 9).
Salesianum 36 (1974), 567-590. J . MONOD-L. ALTHUSSER-
J. PIAGET, Del idealismo físico al idealismo biológico (Madrid,
No vamos a fijarnos aquí en la exposición científica de Monod.
1972) (con bibliografía). O. RABUT, Une philosophie naturelle des Tampoco haremos valoración de estos capítulos. Nos interesa úni-
scientifiques? U. Monod): Revue Théologique de Louvain 2 camente su visión del hombre; nos interesa lo que Monod llama
(1971), 191-201. «ideas sugeridas por la ciencia» (p. 11).
Los dos primeros capítulos se sitúan en el terreno de la epis-
El «best-seller» de Monod El azar y la necesidad (Barcelo- temología. ¿Cómo comprender el sentido de la vida? ¿Con qué
na, 1971) hace un nuevo planteamiento de la ética que es digno metodología reflexionar sobre la aparición y significado de los
de ser tenido en consideración. El hecho de que un gran biólogo, seres vivos?
premio Nobel de Fisiología y Medicina, aborde el tema ético ya es Monod rechaza las teorías «vitalistas» y «animistas». Las teo-
significativo. Y más todavía si lo hace conscientemente por un rías vitalistas «implican una distinción radical entre los seres vivos
deseo de diálogo interdisciplinar. A eso se añade la acogida que el y el universo inanimado» (p. 37). Las teorías animistas «ven a
libro ha tenido en el público: tanto entre especialistas como entre los seres vivos como los productos más elaborados, más perfec-
la gente culta de la calle. tos, de una evolución universalmente orientada que ha desembo-
El punto de partida es la biología, la ciencia que «ocupa, entre cado, porque debía hacerlo, en el hombre y en la humanidad»
las ciencias, un lugar a la vez marginal y central» (p. 9). Puesto (página 37). Entre las teorías vitalistas señala el vitalismo metafí-
marginal, porque el mundo viviente no constituye más que una sico de Bergson (pp. 37-38) y el vitalismo científico de Elsasser
parte ínfima del universo conocido. Pero, puesto central: ya que (páginas 39-40). «El vitalismo necesita, para sobrevivir, que sub-
«si la ambición última de la ciencia entera es fundamentalmente, sistan en biología, si no verdaderas paradojas, al menos algunos
como creo, dilucidar la relación del hombre con el universo, en- 'misterios'. Los avances de estos últimos veinte años en biología
tonces es justo reconocer a la biología un lugar central, puesto molecular han reducido singularmente el ámbito de estos mis-
que es, entre todas las disciplinas, la que intenta ir más direc- terios, dejando sólo abierto a las especulaciones vitalistas el cam-
tamente al centro de los problemas que se deben haber resuelto po de la subjetividad: el de la conciencia. No se corre gran riesgo
74 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACION HISTÓRICA 75
al prever que, en este dominio por el momento aún 'reservado', sidad» (según las palabras de Demócrito citadas al comienzo del
estas especulaciones resultarán tan estériles como en todos donde libro: «Todo lo que existe en el universo es fruto del azar y de la
han actuado hasta el presente» (p. 40). Las teorías animistas se necesidad»).
encuentran en la proyección animista del hombre primitivo, en la Para Monod, el azar está en el punto de partida de los cam-
filosofía de Hegel, en la filosofía biológica de T. de Chardin, en el bios. Sin embargo, el azar (indeterminismo de la materia) ha de
materialismo dialéctico de Marx (pp. 41-50). entenderse en relación con la necesidad (la racionalidad de las
En contra de estas explicaciones vitalistas y animistas, Monod estructuras). De tal modo que la evolución descansa en la «idea
propugna como único método el «ideal objetivista de la ciencia». darwiniana de que la aparición, la evolución, el refinamiento pro-
El principio de objetividad postula, según Monod, una concepción gresivo de estructuras cada vez más intensamente teleonómicas,
puramente física de la vida. De entre las tres propiedades esen- es debido a perturbaciones sobrevenidas a una estructura pose-
ciales que distinguen al ser vivo (teleonomía, morfogénesis autó- yendo ya la propiedad de invariancia, capaz, por consecuen-
noma e invariancia reproductiva) (p. 24), las propiedades de teleo- cia, de conservar el 'azar' y por ello de someter los efectos al
nomía y de invariancia hacen que la vida y su evolución com- juego de la selección natural» (p. 35). El acontecimiento del ser
partan una paradoja: un ser que tiene «proyecto» y que, sin vivo nacido del azar es repetido invariablemente. «Una vez inscrito
embargo, debe permanecer fiel a las leyes de la invariancia. en la estructura del ADN, el accidente singular, y como tal esen-
Al tratar de solucionar esta paradoja, al tratar de solucionar cialmente imprevisible, va a ser mecánicamente y fielmente repli-
esta dualidad, es donde nacen las diferentes soluciones. El vita- cado y traducido, es decir, a la vez multiplicado y traspuesto a
lismo y el animismo hacen prevalecer la teleonomía sobre la inva- millones o a miles de millones de ejemplares. Sacado del reino del
riancia. En cambio, Monod piensa que la ley de la invariancia es la puro azar, entra en el de la necesidad, de las certidumbres más
fundamental y que el aparente proyecto de movimiento evolutivo implacables. Porque es a escala microscópica, la del organismo,
es el producto de la fijación por el principio de invariancia de que opera en la selección» (p. 133).
algunos acontecimientos aleatorios en la inmensa serie de los que El paso del animal al hombre también lo entiende Monod del
comporta la agitación de átomos y moléculas. mismo modo. De las características retenidas habitualmente para
Las explicaciones vitalistas y animistas nacen de dar una pre- especificar este paso: reflexión [homo sapiens), invención del ins-
valencia al principio de teleonomía. «Todas las demás concepcio- trumento (homo faber), uso del lenguaje (homo loquens), Monod
nes que han sido explícitamente propuestas para rendir cuenta de retiene e insiste preferentemente en la tercera (movimiento evolu-
la rareza de los seres vivientes, o que están implícitamente arropa- tivo en términos de información) (cfr. pp. 124-149). La aparición
das por las ideologías religiosas y la mayoría de los grandes siste- del lenguaje se debió, en última instancia, al azar (p. 149), pero
mas filosóficos, suponen la hipótesis inversa: que la invariancia ahora condiciona la manera de ser de la naturaleza humana.
es protegida, la ontogenia guiada, la evolución orientada por Una vez colocada en este terreno de la aparición del hombre,
un principio teleonómico inicial, del que todos estos fenómenos la reflexión desemboca en los altos problemas del sentido de la
serían manifestaciones» (p. 36). Estas explicaciones son, para Mo- vida humana y del fundamento de la ética.
nod, «concepciones erróneas» (p. 51). Por otra parte, «en la base
b) La ética del conocimiento, que propugna Monod, ha de
de estos errores hay, con toda seguridad, la ilusión antropocen-
trista» (p. 51; leer pp. 51-54). entenderse dentro del conjunto de toda su explicación.
«El día en que el Austolántropo o alguno de sus congéneres
Para Monod, «la invariancia precede necesariamente a la teleo- llegó a comunicar no sólo una experiencia concreta y actual, sino
nomía» (p. 35). Es éste un postulado de la «objetividad de la el contenido de una experiencia subjetiva de una 'simulación' per-
naturaleza», que es la piedra angular del método científico (p. 31). sonal, nació un nuevo reino: el de las ideas. Una nueva evolución,
A partir de este planteamiento, Monod explica el fenómeno de la de la cultura, se hacía posible. La evolución física del Hombre
los seres vivos y su evolución como juego de «azar» y de «nece- debía proseguirse aún durante mucho tiempo, estrechamente aso-
APROXIMACIÓN HISTÓRICA 77
76 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

ciada en adelante a la del lenguaje, sufriendo profundamente su que, como un Zíngaro, está al margen del universo donde debe
influencia que trastornaba las condiciones de la selección» (pá- vivir. Universo sordo a su música, indiferente a sus esperanzas, a
gina 175). sus sufrimientos y a sus crímenes» (p. 186).
Desligado de la dependencia con relación al mundo físico, el El cambio consiste en desechar la fundamentación animista de
hombre se enfrenta consigo mismo. Nace la lucha intraespecífica. ios valores éticos y aceptar una ética del conocimiento. «Acep-
Esto pudo favorecer la expansión de las razas mejor dotadas, pero tar el postulado de objetividad es, pues, enunciar la proposición de
debió también favorecer la cohesión de la banda, la agresividad base de una ética: la ética del conocimiento» (p. 189). Esta ética
del grupo más que el valor solitario y el repeto a las leyes de la «difiere radicalmente de las éticas animistas que en su totalidad se
tribu (pp. 176-177). consideran fundadas sobre el conocimiento de las leyes inmanen-
tes, religiosas o naturales, que se impondrían al hombre. La ética
Así se explica (a partir de la cohesión social) que el hombre del conocimiento no se impone al hombre; es él, al contrarío,
haya debido crear mitos que la fortifiquen. «Esta evolución debía quien se la impone, haciendo de ella axiomáticamente la con-
no sólo facilitar la aceptación de la ley tribal, sino crear la nece- dición de autenticidad de todo discurso o de toda acción. La ética
sidad de la explicación mítica que la cimenta confiriéndole la so- del conocimiento, creadora del mundo moderno, es la única com-
beranía. Nosotros somos los descendientes de esos hombres. Es patible con él, la única capaz, una vez comprendida y aceptada, de
de ellos sin duda que hemos heredado la exigencia de una expli- guiar su evolución» (p. 190).
cación, la angustia que nos constriñe a buscar el sentido de la
exigencia. Angustia creadora de todos los mitos, de todas las Monod cree que en esta ética del conocimiento tienen cabida
religiones, de todas las filosofías y de la ciencia misma» (p. 181); las aspiraciones de las «más altas cualidades humanas» (p. 191) y
leer p. 182). «el sueño de un verdadero socialismo» (pp. 192-193).
Esta es la conclusión del libro: «La antigua alianza está ya rota;
Pero esta explicación mítica debe desaparecer cuando hacen el hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente
su aparición «en el reino de las ideas las del conocimiento objetivo del universo, de donde ha emergido por azar. Igual que su des-
como única fuente de verdad auténtica» (p. 183). Esta explicación, tino, su deber no está escrito en ninguna parte. Puede escoger
fría y austera, cuesta ser aceptada, a pesar de que las sociedades entre el Reino y las tinieblas» (p. 193).
modernas deben su desarrollo a la misma ciencia. «Las sociedades
modernas han aceptado las riquezas y los poderes que la ciencia
les descubría. Pero no han aceptado, apenas han entendido, el ANOTACIONES CRITICAS
profundo mensaje de la ciencia: la definición de una nueva y única
fuente de verdad, la exigencia de una revisión total de los funda- El juicio valorativo del libro de Monod tiene que ser muy
mentos de la ética, de una radical ruptura con la tradición ani- diversificado según los planos en los que nos situemos.
mista, el abandono definitivo de la 'antigua alianza', la necesidad
de forjar una nueva» (p. 184). Este paso cuesta mucho; supone un — Como apreciaciones globales, llaman la atención: 1) las sim-
desgarramiento profundo. Más aún, se pretende vivir en la objeti- plificaciones que hace de las teorías que él llama «vitalis-
vidad de la nueva fuente de verdad sin abandonar las explicacio- tas» y «animistas»; en un hombre de ciencia se desearía
nes animistas. Se vive en una repugnante mezcla de verdad y ani- mayor rigor en su planteamiento; 2) las generalizaciones
mismo. «El mal del alma moderna es esta mentira, en la raíz del que hace a partir de los conocimientos biológicos; cierta-
ser moral y social» (p. 185). mente que Monod pretende hacer una filosofía natural y
realizar así un diálogo interdisciplinar, pero este diálogo no
Si el hombre acepta el mensaje de la ciencia debe cambiar es válido si no escucha las voces del pensamiento filosó-
mucho. «Si acepta este mensaje en su entera significación le es fico (condición que no aparece del todo clara en el libro).
muy necesario al hombre despertar de su sueño milenario para
descubrir su soledad total, su radical foraneidad. El sabe ahora — Desde el punto de vista estrictamente científico, también
78 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 79
se han escuchado serias reservas: la prevalencia de los áci- APÉNDICE
dos nucleicos sobre las proteínas; la explicación del azar;
la explicación neo-darwiniana de la evolución, etc. (78). GALERÍA DE RETRATOS ÉTICOS DEL HOMBRE
— Desde el punto de vista filosófico-antropológico es desde
donde las objecciones se hacen más fuertes e insistentes: En las páginas precedentes hemos recordado algunos «mo-
postulado gratuito del conocimiento científico como la úni- delos éticos» de los muchos que en la historia de la moral se
ca fuente de objetividad (¿por qué no van a existir otras han propuesto para la realización de la persona humana. Quere-
fuentes de conocimiento objetivo?); explicación gratuita y mos completar el tema indicando algunas pistas de estudio para
simplista del fenómeno religioso (prejuicios del viejo escien- aumentar la galería de retratos éticos del hombre.
ticismo y del neo-positivismo); la explicación del azar esen- R. Le Senne en su Tratado de moral general (Madrid, 1973),
cial y de la mutación fortuita como base explicativa del se- páginas 135-300 dedica la primera parte de la obra al estudio de
creto de la vida (determinismo); la admisión del viejo me- las «Semblanzas morales». Se trata de una exposición de 10
canicismo, aunque con corte nuevo, dado por la informáti- retratos éticos del hombre:
ca y la cibernética, para explicar la evolución; el influjo del
— El «liberado viviente», según el Budismo.
racionalismo cartesiano en la admisión del criterio científico
como única fuente de objetividad (modelos matemáticos); — El «ciudadano-filósofo», según Aristóteles.
la reducción de lo psíquico a lo físico en el problema de las — El «estoico», según Epicteto.
relaciones entre espíritu y materia (influencia también car- — El «cristiano», según San Agustín.
tesiana); la negación de toda «alianza» entre el hombre y la — El «hombre que vive bajo la conducta de la razón»,
naturaleza; la definición del lenguaje y la explicación del según Spinoza.
paso de la animalidad a la humanidad no tienen en cuenta
— El «utilitarista», según Bentham.
las leyes de la reciprocidad inter-subjetiva.
— El «hombre del deber», según Kant.
— Desde el punto de vista de la ética, los interrogantes son — El «hombre en quien se niega la voluntad», según
consecuencia de los anteriores. He aquí algunos: 1) Monod Schopenhauer.
parece afirmar que las éticas anteriores se basaban en la
naturaleza; pero esto no es cierto, ya que han existido éti- — La «felicidad por el arte», según Ruskin.
cas basadas en la interioridad del sujeto; 2) para Monod, el — «Conformismo y espiritualidad», según Bergson.
conocimiento «verdadero» reposa en último análisis sobre Desde una perspectiva más social M. Rader expone en su
un postulado ético; a su vez, la ética no puede apoyarse libro Etica y democracia (Estella, 1975), pp. 281-405, los «ideales
más que en el conocimiento; pero entonces surge el dile- sociales» que configuran los diversos modelos de la sociedad:
ma (que denota una «petitio principii»): o no hay más que
ciencia y se excluye el conocimiento de los valores, o bien — El ideal aristocrático.
el conocimiento es un valor y debe ser juzgado por los — El ideal democrático.
valores; 3) las exigencias que postula Monod pueden ase- — El ideal liberal.
gurarse desde una concepción ética que parta del valor abso- — El ideal fascista.
luto de la persona.
— El ideal socialista.
La sociología de la moral puede ayudar a descubrir los distintos
modelos éticos que han tenido vigencia según los diferentes inte-
(78) A. BAUCHAU, La philosophie moderne selon J. Monod: Nouvelle reses socio-culturales. M. Ossowska, Para una sociología de la
Revue Théologique 93 (1971), 290-300. moral (Estella, 1974), pp. 225-322, analiza «el ethos de la nobleza y
80 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN HISTÓRICA 81

el ethos burgués» (guerrero homérico; la nobleza en la Edad H. BERGSON, Las dos fuentes de la moral y de la
Media; el cortesano; el «gentleman»; la moralidad burguesa; fusión religión (Buenos Aires, 1962).
del ethos burgués y el ethos de la nobleza). O. F. Bollnow, — La persona: categoría axiológica en la moral de Sche-
Esencia y cambios de las virtudes (Madrid, 1960), estudia la varia- ler: M. A. SUANCES, Max Scheler. Principios de una
ción, el descenso y el auge de las virtudes morales según los ética personalista (Barcelona, 1976).
diversos modelos de hombre; ofrece abundante material para una — El personalismo comprometido de Mounier: C. DÍAZ,
sociología de la moral. Por su parte, J . L. L. Aranguren, dedica Mounier, ética y política (Madrid, 1975).
un capítulo de su Etica (Madrid, 1972 5 ), pp. 429-440, al «descu- — El humanismo existencialista: J . P. SARTRE-M. HEI-
brimiento histórico de las diferentes virtudes morales»; analiza las
DEGGER, Existencia/ismo y humanismo (Buenos Aires,
instancias éticas de las diferentes culturas: egipcia, china,
1963).
hindú, helénica, romana, cristiana (en su doble versión: católica y
protestante); además, formula los aspectos de mayor interés — El personalismo dialógico (Buber, Laín, Rof, etc.):
moral para la situación actual. P. LAIN ENTRA LGO, Teoría y realidad del otro
2 tomos (Madrid, 1961). J . ROF CARBALLO, El
En estrecha relación con la sociología de la moral se encuentran hombre como encuentro (Madrid, 1973).
los estudios sobre los «caracteres morales». Se trata de un género
— El hombre crítico del «gran rechazo» (Escuela de
literario muy cultivado en la historia de la moral y que puede
Frankfurt: Horkheimer, Marcuse, etc.): H. MARCUSE,
ofrecer abundante material para organizar la galería de retratos
El hombre unidimensional (Barcelona, 1971).
éticos del hombre. Recordamos tres autores de tres épocas distin-
tas y de tres intereses diversos: Teofrasto, Caracteres morales — El psicoanálisis socialista de Fromm: E. FROMM, Psi-
(Buenos Aires, 1947 2 ); B. Gracián, Obras completas (Madrid, coanálisis de la sociedad contemporánea (México,
1960 2 ): el Héroe, el Político, el Discreto, etc.; M . Scheler, El 1967 8 ); El miedo a la libertad (Buenos Aires, 1968);
Santo, el Genio, el Héroe (Buenos Aires, 1971). etcétera.
Otra fuente importante de materiales para organizar la galería — El hombre en la interpretación antihumanista del
de retratos éticos nos la proporcionan las «síntesis antropológicas». marxismo: A. ALTHUSSER, Polémica sobre marxismo
De entre las muchas existentes recordamos las dos siguientes: M . y humanismo (México, 1974B).
Benzo, Sobre el sentido de la vida (Madrid, 1971): estudia la idea — El hombre: un haz de reflejos condicionados: B. F.
de hombre en el antihumanismo (sobre todo, de L. Althusser), en SKINNER, Más allá de la libertad y la dignidad (Bar-
el joven Marx, en Freud, en Sartre, en algunos psicólogos con- celona, 1973).
temporáneos, etc. J . Moltmann, El hombre. Antropología cristia- — Etcétera.
na en los conflictos del presente (Salamanca, 1973): señala como
ideales humanos del mundo actual la utopía del hombre total, la
revolución de derechas, el hombre ideal, la vida dialogal, la ironía
del «hombre sin atributos», el corazón aventurero.
En el pensamiento contemporáneo es donde se podrán descu-
brir aquellos retratos éticos que más interesan al hombre de hoy.
A título de ejemplo señalamos algunos sin que por ello minusvalo-
remos otros ni nos identifiquemos con todos los enumerados:
— La concepción del hombre ético en Freud: A. PLE,
Freud y la moral (Madrid, 1974)
— La llamada del «héroe» en la moral abierta de Bergson:
6 Etica de la persona
2
aproximación sistemática
teoría global sobre la dimensión
ética de la persona

No pretendemos reflexionar sobre la dimensión ética en gene-


ral. Consiguientemente, no presentamos una teoría general sobre
la ética. Lo que intentamos es ofrecer los cuadros formales para
asumir adecuadamente la dimensión moral de la persona en cuanto
realidad ética concreta. Desde esos cuadros formales se podrá
después estudiar de una manera coherente cualquiera de los pro-
blemas de moral concreta relacionados con la misma persona
(problemas de bioética, de sexualidad, de manipulación humana,
etcétera).
A nuestro juicio, tres son los elementos básicos que configuran
una teoría sobre la dimensión ética de la persona. En primer lugar,
se precisa disponer de una categoría global para asumir coheren-
temente su dimensión ética. En segundo lugar, se requiere una
metodología adecuada para respetar en toda reflexión moral la
estructura de esa dimensión ética. El tercer elemento de una
teoría sobre la dimensión ética de la persona lo constituye la for-
mulación de un modelo ético global desde el cual pueda ser
visualizado cada tema concreto.
A continuación estudiaremos los tres puntos señalados y que
formulamos del siguiente modo:
1. Dimensión ética de la persona. Categoría ética glo-
bal para una moral de la persona.
2. Estructura de la dimensión ética de la persona.
Metodología ética para el estudio moral de la persona.
3. Modelo ético para la realización cristiana de la
persona. Imagen normativa del hombre en el Nuevo
Testamento.
84 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 85

En la búsqueda de la categorización ética de la dimensión


moral de la persona, en cuanto primer elemento de una teoría
DIMENSIÓN ETICA DE LA PERSONA global sobre la ética de la misma persona, seguiremos estas tres
etapas:
La categoría ética global para una moral de la persona
— en primer lugar, pondremos de relieve cómo en la compren-
sión (antropología) y en la realización (humanismo) de lo humano
Como punto de partida, aceptamos la existencia de una instan- cobra importancia la instancia de lo ético, pudiendo hablarse de
cia moral al interior de la realidad humana. El hecho moral se una «persona ética»;
impone como un dato espontáneo de la conciencia humana. — en segundo lugar, señalaremos la categoría ética que juz-
Como dice Hume, autor nada sospechoso de dogmatismo, «aque- gamos capaz de asumir con suficiencia crítica la instancia de lo
llos que han negado la realidad de las distinciones morales pueden
ético en la persona;
ser clasificados entre los disputantes de mala fe» (1). Este dato
espontáneo de la conciencia humana (la «ethica utens» de San — por último, trataremos de entender la criticidad ética dentro
Alberto Magno) puede ser sometido a reflexión crítica, dando del horizonte cristiano, ya que nuestra intención es construir una
lugar a la ciencia moral (la «ethica docens» según el mismo autor). teoría ética de la persona desde la fe cristiana.
Esta última afirmación la hacemos no desconociendo las res-
puestas negativas que han dado a la validez de la reflexión moral
las críticas del neopositivismo lingüístico, del cientifismo crítico, 1. LA «PERSONA ETICA»: CONCRECIÓN DE LA INSTANCIA ETICA
DE LO HUMANO
etcétera.
Concretando lo que acabamos de afirmar al horizonte de la R. BENJAMÍN, Notion de personne et personnalisme (La Haya,
ética de la persona, no es nuestra intención disputar sobre la 1962). D. CAPONE, L'uomo ¿persona in Cristo (Bologna, 1973).
existencia de la dimensión ética en la realidad de la persona. Acep- P. CAUSSAT, Rédéfinir la personne: Esprit 41 (1973). 1251-1263:
tamos como dato espontáneo de la conciencia humana el peso CONCILIUM 75 (1972): «El hombre en una nueva sociedad». A.
axiológico de las acciones que dicen relación a la persona. Nuestro GUGGENBERG, Persona: Conceptos Fundamentales de Teolo-
gía III (Madrid, 1967), 444-457. J . S. LUCAS HERNÁNDEZ, Es-
interés se concentra en la búsqueda de aquella categoría ética que tructura ontológica de la persona humana (Boletín de antropolo-
sea suficientemente crítica para asumir, a nivel de reflexión o de gía moral y metafísica): Incunable 10 (1974), 209-211. Ch.
ciencia moral, ese dato espontáneo de la conciencia humana. SCHUTZ-R. SARACH, El hombre como persona: Mysterium Sa-
Como es obvio, el hallazgo de tal categoría ética no será un ha- lutis II/2 (Madrid, 1970), 716-737. C. SORIA, La persona humana:
llazgo estéril o autogratificante, sino que tendrá la misión de Curso de doctrina social católica (Madrid, 1967), 111-179.
transformar la realidad desde la coherencia de la criticidad des-
cubierta en la reflexión. Para poder hablar críticamente de la dimensión ética de la
persona es necesario colocar como punto de partida la afirmación
de la «persona ética». Ahora bien, ¿qué comporta dicha afirmación?
A nuestro modo de entender, tres aspectos sucesivamente com-
(1) D. HUME, Investigación sobre la moral (Buenos Aires, 1945), 27. plementarios: la consistencia de esta realidad que llamamos
«Por más grande que sea la insensibilidad de lo Justo y de lo Injusto y, por «hombre»; la comprensión del hombre como «persona»; y la
obstinados que sean sus prejuicios, debe observar que otros son susceptibles
de impresiones iguales. Por tanto, el único medio de convertir a un adversario
valoración de la persona como «realidad ética». Sin la afirmación
de esta clase es dejarlo a sí mismo. Porque, al notar que nadie mantiene de estos tres contenidos es imposible hablar coherentemente de
controversia con él es muy probable que, al fin, espontáneamente y por mero dimensión ética en la persona.
cansancio, cambie de opinión y se ponga de parte del sentido común y de la La manera de entender estas afirmaciones está condicionada
razón» (Ibíd., 28).
por la comprensión que se tenga de la realidad. Por nuestra parte.
86 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 87

queremos entenderlas dentro de una cosmovisión en la que se A partir de esa comprensión se puede construir un modelo de
integren el respeto por la persona y la aceptación del componente lo humano. Esa es la meta de todo humanismo. Ese es también el
estructural que ha puesto de relieve tanto el materialismo histórico contenido y la finalidad de toda Etica de la persona.
como el positivismo científico. Por eso señalamos, como primer elemento de la «persona
ética», la afirmación del hombre como una realidad consistente
a) El «hombre», una realidad más allá de la invención ideológica por ella misma y como el núcleo fontal de toda realidad. Desde el
sentido del «hombre» comienza a cobrar sentido la «persona
Más arriba (2) hemos expuesto las consideraciones «científica» ética».
y «antihumanista» del hombre. Ambas tendencias proclaman la
«muerte del hombre». Para una consideración científico-positiva el b) El hombre, comprendido como «persona»
término «hombre» carece de significado real; desde él no se puede
construir un edificio axiológico tal como pretenden los «humanis- Hablar de «persona» en referencia al hombre puede significar
mos». A idéntica conclusión llega el estructuralismo al considerar para algunos una simple tautología. En la definición integral de
al «hombre» como mero soporte de las estructuras. Por su parte, hombre entra como elemento fundamental el de «ser personal» (5).
la interpretación científica del materialismo histórico, al modo al- Sin embargo, creemos que es necesario poner de relieve la
thusseriano, relega toda consideración humanista al reino de las dimensión personal de lo humano. Y al decir «dimensión personal»
ideologías ya que el hombre queda reducido al conjunto de las nos referimos a la comprensión del hombre desde la subjetividad.
relaciones sociales. Así, como es necesario entender la realidad de «hombre»
No consideramos necesario volver a consignar las reservas que dentro del contexto de crítica que se hace a los «humanismos»
hicimos en su momento a estas interpretaciones del hombre. ingenuos, abstractos e idealistas, también hay que entender la
Tampoco juzgamos necesario repetir los elementos positivos que, realidad de «persona» teniendo en cuenta las críticas lanzadas a
a modo de correctivos, aportan tales consideraciones para la los «personalismos» de corte existencial y de orientación priva-
comprensión del hombre. tística (6).
Se puede hablar de una situación «posthumanista» si por ella se Aun teniendo en cuenta tales críticas, no se puede vaciar de
entiende la oportunidad o la sazón del pensamiento humano para sentido el concepto de persona. Tanto la conciencia de la huma-
formular una comprensión del hombre en que queden relegadas al nidad, en su devenir histórico, como la reflexión más crítica de los
olvido las ideologías vacías de sentido y en que cobren mayor pensadores ponen de manifiesto, dentro de la gran diversidad de
relieve los datos científico-positivos y la fuerza de las estructuras a matices (7), la importancia que ha ido cobrando el concepto de
la hora de proyectar el ideal de una humanidad nueva. persona como plasmación de las valoraciones más fundamentales
Dentro de ese contexto crítico frente a los «humanismos» (3) de lo humano: libertad, dignidad, respeto, derecho, etc.
hacemos la afirmación del hombre como la realidad más con- Al afirmar la consistencia del hombre en cuanto persona,
sistente; más aún, como el núcleo frontal de toda la realidad. El comprendemos lo humano no desde las «mediaciones» (políticas,
hombre es una realidad más allá de la invención ideológica. Desde
los datos de las diversas ciencias (biología, psicología, sociología,
etcétera) se puede formular una comprensión integral del hombre de actitudes, I (Madrid, 1977"), 139-162. Además de la bibliografía allí
en cuanto ser de significados últimos y de valores absolutos (4). consignada, recomendamos la lectura de la síntesis antropológica de
J. MOLTMANN, El hombre. Antropología cristiana en los conflictos del
presente (Salamanca, 1973).
(2) Ver más arriba, pp. 65-71, 72-78. (5) Cfr. VIDAL, o. c , 144-147.
(3) Cfr. A. FIERRO, El evangelio beligerante (Estella, 1975), 15-65; (6) Cfr. FIERRO, o. c , 15-65.
106-112. (7) J . MARTIN VELASCO, El encuentro con Dios (Madrid, 1976), 206-
(4) Remitimos al esbozo de antropología integral que hicimos en: Moral 210.
88 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 89

económicas, culturales, etc.), sino desde la realidad fontal del sus actos, sino como componente interior de la persona: hacerse
hombre como sujeto. Las mediaciones tienen sentido (y mayor del persona, podemos decir con P. Ricoeur, es "dar a la individualidad
que a veces se ha pensado), pero siempre desde la presencia en nosotros una cierta significación"» (10).
original e inmediata de la persona (8). La afirmación de la persona como «realidad ética» es el origen y la
Únicamente desde esta comprensión del hombre como persona meta de aquel tipo de humanismo que se apoya sobre la tierra firme
se puede plantear una ética. Toda transformación económica y de un continente axiológico (11) y que supera las contradicciones
política cobra densidad ética si parte de la afirmación del valor de la cosmovisión «individualista» y de la cosmovisión «estatista»
primordial del hombre como sujeto, es decir, como persona (9). (12).
La integración de los tres elementos señalados (consistencia real
c) La persona en cuanto «realidad ética» del hombre más allá de toda invención ideológica; comprensión del
hombre como persona; y valoración de la persona en cuanto realidad
El tercer elemento que integra el contenido de «persona ética» ética) es lo que constituye la realidad que hemos llamado «persona
es, precisamente, la dimensión moral. No solamente hay que ética». En ella, por otra parte, se concreta la instancia ética de lo
afirmar la consistencia del «hombre» y del hombre entendido humano.
como «persona», sino que se requiere comprender esta realidad
desde el(flanco preferentemente ético.
No han faltado comprensiones de la persona en las que el 2. LA CATEGORÍA MORAL PARA ASUMIR LA DIMENSIÓN ETICA
factor decisivo de definición ha sido el ético. Recordemos a este DE LO HUMANO
respecto las comprensiones estoica y kantiana, en las que se
resalta de forma privilegiada el carácter ético. Lo humano tiene una estructura ética; lo acabamos de constatar.
Pero, ¿con qué categoría podemos asumir coherentemente, a nivel
Más aún, en todas las corrientes de signo personalista aparece de reflexión moral, esa dimensión ética?
la dimensión ética como un rasgo definidor de la persona. En
sintonía con el pensamiento de Ricoeur y de Bonhóffer, afirma Señalamos a continuación algunas de las categorías que se
Martín Velasco: «Ser personalmente es hacer acto de ser, hacerse han utilizado para expresar la dimensión ética de la persona. A la
cargo no de unas cualidades o propiedades, sino del hecho mismo exposición acompañarán algunas anotaciones crítico-valorativas.
del ser. Esta existencialización de la persona introduce así la Juzgamos que es difícil proponer una categoría como única y
responsabilidad, la decisión, la libertad en el seno mismo del ser definitivamente válida. Aunque no ocultamos nuestra preferencia
personal. Lo ético con ello aparece no como una esfera super- por la categoría que anotamos en último lugar, no dejamos por
puesta de la persona que afecte a sus actos o a los resultados de eso de reconocer la validez de las demás y la posible carencia de
total perfección en la categoría preferida.

(8) Creemos que es exacta la orientación antropológica que propone


W. PANNENBERG, Antropología cristiana y personalidad: Anales Valenti-
nos 1 (1975), 216-217: «La antropología cristiana ha de resolver el problema de (10) MARTIN VELASCO, o. c , 215.
desarrollar un nuevo concepto de personalidad del hombre, que evite los (11) «El personalismo constituye así, más que una filosofía determinada de
extremismos de la subjetividad abstracta e independizada. La antropología la persona, una forma de pensar y una inspiración que surge de la conciencia
presta así su colaboración para la superación real del subjetivismo y de su de la originalidad de la persona y de la decisión de aceptarla como punto de
ideal de un libre autodespliegue como valor supremo de la praxis vital huma- partida para la interpretación de la realidad y, lo que es más importante, como
na, pero sin abandonar con esta revisión crítica el personalismo cristiano, con base para una reorganización y una transformación del mundo y una re-
su convicción del valor infinito del individuo humano.» orientación de la historia» (MARTIN VELASCO, o. c , 216-217).
(9) Así lo entiende MOUNIER cuando afirma que «la revolución moral será (12) Ver el desarrollo que, en este sentido, hace sobre la ética de la
económica o no será en absoluto», pero que «la revolución económica será persona R. JOLIVET, Tratado de Filosofía Moral (Buenos Aires, 1959),
'moral' o no será nada» (citado por MARTIN VELASCO, o. c , 202). 187-195.
90 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 91

a) Grandeza y dignidad del hombre coaccionados. Porque Dios tiene en cuenta la dignidad de la
persona humana que El mismo ha creado, la cual debe regirse por
J. M. GUIX FERRERES, Fundamentos filosófico-teológicos de la su propia determinación y gozar de libertad» (n. 11).
dignidad de la persona humana: Comentarios a la «Pacem ¡n La grandeza y dignidad del hombre pueden ser comprendidas
terris» (Madrid, 1963), 127-159. K. RAHNER, Dignidad y libertad
de una manera incorrecta y, consiguientemente, dar lugar a la
del hombre: Escritos teológicos II (Madrid, 1962), 245-274. W.
SEIBEL, El hombre, imagen de Dios: Mysterium Salutis II/2
formulación de una categoría ética inexacta. Existen muchas
(Madrid, 1969), 902-914. maneras de interpretar imperfectamente la grandeza y dignidad del
hombre en su sentido axiológico. Entre ellas, destacamos las dos
siguientes:
Ha existido y existe actualmente en las diversas formas de
pensamiento humanista una convergencia hacia el reconocimiento — Comprensión «cuantitativa» de la dignidad del hombre:
de la grandeza y dignidad del hombre. Cristianos, marxistas, y entender al hombre dentro de la línea ascendente de los
pensadores, en general, están de acuerdo en que el hombre cons- restantes seres de la creación con un grado mayor de
tituye un centro de valor y en que es ai hombre al que hay que perfección. Se proclama la dignidad del hombre por razón
salvar. de su origen (intervención especial de Dios); por razón de
Los conceptos de grandeza y dignidad han sido y son utiliza- su naturaleza (en el orden natural: el cuerpo con sus valo-
dos como categoría moral para expresar la dimensión ética de la res biológicos, el alma con sus valores espirituales, el
persona. Baste recordar el relieve que tales conceptos han tenido compuesto humano; en el orden sobrenatural); y finalmente
en la fundamentación axiológica con que el Concilio Vaticano II ha por razón de su destino.
estudiado los problemas del hombre actual. Esta manera de entender la dignidad del hombre no es
La Constitución Pastoral Gaudium et Spes dedica un capítulo de definitiva para comprender al hombre como centro de
su primera parte al estudio y a la proclamación de la «dignidad de valores morales. Únicamente hacen su aparición los valores
la persona humana» (nn. 12-22). Pero es sobre todo la Declaración morales cuando emerge el hombre en cuanto persona. Al
Dignitatis humanae sobre la Libertad Religiosa la que pone par- ser persona, el hombre origina valores morales: nacen los
ticular énfasis en resaltar la dignidad de la persona. Comienza la derechos y obligaciones. Pero esto supone una compren-
Declaración constatando que «la dignidad de la persona humana sión «cualitativa» de la dignidad y grandeza del hombre.
se hace cada vez más clara en la conciencia de los hombres de — Comprensión del hombre únicamente en cuanto «ciuda-
nuestro tiempo» (n. 1). El Concilio «declara que el derecho a la dano»: algunos pensadores marxistas hacen la distinción
libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de entre hombre y ciudadano, y creen que únicamente tiene
la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada derechos y obligaciones el «ciudadano» o el hombre en
de Dios y por la misma razón natural» (n. 2); «cuanto este Conci- cuanto pasa a la situación de «publicidad» (en cuanto reci-
lio Vaticano declara acerca del derecho del hombre a la libertad be el bautismo o la regeneración del ser-social). Compren-
religiosa tiene su fundamento en la dignidad de la persona, cuyas diendo así la dignidad y grandeza de la persona humana
exigencias se han ido haciendo más patentes cada vez a la razón caemos en el totalitarismo y perdemos todo fundamento
humana a través de la experiencia de los siglos» (n. 9). La digni- verdaderamente personal de la dignidad del hombre. Los
dad de la persona es el criterio de actuación en relación con la valores morales no pueden fundarse en esa comprensión de
persona: «la verdad debe buscarse de modo apropiado a la digni- la persona humana.
dad de la persona humana» (n.3). Este es también el criterio para
entender las relaciones de Dios con el hombre: «Dios llama cierta-
La comprensión correcta de la grandeza y dignidad del hom-
mente a los hombres para servirle en espíritu y en verdad, en
bre, para que pueda constituirse en categoría moral, tiene que
virtud de lo cual éstos quedan obligados en conciencia, pero no
aceptar los siguientes contenidos:
92 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 93

— En primer lugar, es necesario admitir que la persona es algo «Creyentes y no creyentes están generalmente de acuerdo en este
original en el orden de la creación; supone una cualidad punto: todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función
nueva en el orden de los seres; supone una especie de <¡tel hombre, centro y cima de todos ellos» (14).
«salto cualitativo» con relación a los seres de la creación. Para expresar ese carácter de centro axiológico que tiene lo
Únicamente se puede plantear una moral a partir de la humano se utilizan un grupo de categorías que giran en torno a
estructura personal del hombre como una realidad hueva en los conceptos de absoluto/relativo y fin/medio.
el orden creado. Ello originará una nueva perspectiva axio- — El hombre es y debe ser tratado siempre como «fin» y
lógica. Si el planteamiento actual se caracteriza por su nunca como «medio». Hemos visto más arriba cómo la ética
sensibilidad antropológica, ésta no es sólo de tipo episte- kantiana descansa sobre esta consideración axiológica del hombre.
mológico, sino también de carácter axiológico (13). Para Kant la bondad moral reside en la actitud coherente con la
— En segundo lugar, es necesario admitir que la persona es realidad de la persona. Ahora bien esa actitud se expresa con la
valor ético en su doble vertiente de realidad «privada» y de categoría de fin/medio. En efecto, la segunda fórmula del impe-
realidad «pública»; pero entendiendo estas dos vertientes con rativo categórico suena de este modo: «Actúa de manera que
una referencia dialéctica permanente. Si reducimos la siempre tomes a la humanidad, tanto en tu persona como en la de
persona a su valor privado caemos en la injusticia del tota- cualquier otro, como fin y nunca como puro medio» (15).
litarismo individualista; pero si reducimos la persona a su — El hombre es una realidad «absoluta» y no «relativa».
valor público entonces caemos en la injusticia del totalita- La persona tiene una dimensión moral porque no es un ser que se
rismo colectivista. Y no puede existir valor ético allí donde constituya en cuanto tal por la referencia a otro ser. El hombre es
existe una injusticia de base. un centro de iniciativa y de atracción. Es como un universo de
Entendidas de este modo la grandeza y dignidad de la persona carácter absoluto. No queremos negar el que la persona tenga la
humana, podemos decir que tales conceptos constituyen el valor instancia de apertura a los demás y a Dios. Pero aún en ese
fundamental de la moral de la Persona y, consiguientemente, su movimiento de apertura no puede perder su dimensión de centro;
categoría ética global. no puede deponer su carácter de absoluto.
Estos dos grupos de categorías «fin/medio» y «absoluto/relati-
b) El hombre es un valor absoluto (no relativo) y un fin (no un vo» tienen una gran validez no sólo para asumir críticamente la
medio) dimensión ética de la persona sino incluso para fundamentar todo
el edificio de la Moral (16). Por otra parte, tienen el marchamo de
J. GIRARDI, Ateísmo y teísmo ante el problema del valor absoluto lo tradicional ya que han sido utilizadas dentro de la más genuina
del hombre: Diálogo, revolución y ateísmo (Salamanca, 1971), tradición del respeto al valor de la persona. La conciencia moral
171-194. M. KANT, Fundamentarían de la Metafísica de las
actual también acude a ellas para protestar frente a los atropellos
costumbres (Buenos Aires, 19632!; Crítica de la razón práctica
que con frecuencia padece el valor del hombre. Más aún, en el
(Madrid, 19632). M. VIDAL, El valor moral de la persona como
dimensión crítica de toda manipulación: Pentecostés 10 (1972),
centro mismo del debate contemporáneo entre el ateísmo y el
115-134. teísmo están en litigio las categorías de lo absoluto/relativo en la
valoración del hombre (17).
El giro antropológico de la moral trae como consecuencia
colocar al hombre como centro y cima de todos los valores.
(14) GaudiumetSpes, n.° 12.
(13) Para J . GIRARDI, Ateísmo y teísmo ante el problema del valor (15) M. KANT, Fundamentación de la Metafísica de las costumbres
absoluto del hombre: Diálogo, revolución y ateísmo (Salamanca, 1971), (Buenos Aires, 19632), 84.
171-172. Esa perspectiva axiológica es muy importante para la comprensión (16) VIDAL, o. c , 110-114.
del pensamiento moderno y no ha sido suficientemente estudiada. (17) GIRARDI, o. c , 171-194.
94 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 95

c) El hombre es un ser personal Esta consideración de la dimensión ética de lo humano con la


categoría moral de «ser personal» empalma de una forma coheren-
En estrecha relación con las categorías que acabamos de te con las corrientes personalistas del pensamiento actual. El
anotar se utiliza otra muy semejante: la que afirma de una manera Concilio Vaticano II se mueve dentro de ese horizonte axiológico.
directa y expresa la «estructura personal» del ser humano. En La aspiración de muchos hombres por una «ética humanista», al
efecto, únicamente el mundo personal puede ser origen y centro estilo de la que propone E. Fromm (19), brota de una conside-
de valores morales. El ser personal es el único ser que puede ración del hombre como «ser personal». La persona es centro de
constituirse en justificación de los valores éticos. valores por su misma condición de persona. Es el valor absoluto
Al utilizar el concepto de «ser personal» como categoría moral en el universo de la naturaleza.
global para la Etica de la persona se quiere poner de relieve dos
aspectos principales. Por una parte, se pretende dejar de consi- d) Personalismo de aiteridad política
derar a la naturaleza humana abstracta e invariable como lugar o
fundamentación de la moral. La fuente normativa no es la natura- Juzgamos que una categoría válida para expresar la instancia
leza abstracta, sino la persona. De ahí que deban ser tenidos en ética de la persona es la afirmación de un «personalismo de
cuenta los aspectos que concretizan al ser personal: la dimensión aiteridad política» (20).
histórica y la dimensión social. No puede existir una moral desen- La expresión «personalismo de aiteridad política» quizá adolez-
carnada (abstracta). Toda moral tiene una referencia a la persona ca de una ambigüedad interna, al tratar de integrar comprensiones
y por eso mismo no se puede eludir el planteamiento de los en sí mismas dispares y no susceptibles de unificación. No falta-
problemas dentro de las coordenadas que son propias del ser rán quienes vean en este planteamiento un deseo de «conciliación
personal. imposible» y hasta un afán de «estar al día» sin querer (o sin
Por otra parte, con esta categoría se afirma la necesidad de poder) hacer un cambio necesario de la estructura misma de la
superar la concepción metafísica de la moral para llegar a una moral. Estamos preparados para recibir tales críticas y para modi-
auténtica fundamentación personalista. Como dice Girardi: «El ficar nuestro modo de pensar si se nos muestra un camino más
valor tiene que basarse en el ser; pero no en el ser en cuanto tal. En coherente. Hoy por hoy, y ateniéndonos no a una pre-compren-
otras palabras: el poder servir de fundamento al valor no es propio sión del ideal a que debemos llevar el discurso ético cristiano sino
de cualquier ser. Efectivamente, el valor fundamental es aquel que a las posibilidades reales de un discurso teológico-moral en la
es digno de ser buscado por sí mismo. Pues bien, solamente un situación presente, juzgamos como un paso importante —al que
ser que es fin para sí mismo, puede ser amado por los demás deben seguir otros— afirmar como mediación válida para la moral
como fin. Entonces, es imposible amar, en definitiva, a un ser que no cristiana de la persona el personalismo de aiteridad política.
sea intelectualmente consciente; sólo se puede amar a una per- Pensamos que los tres términos, personalismo-alteridad-po-
sona. Un ideal es digno de ser buscado por sí mismo porque liticidad, no se oponen entre sí; más bien, se completan al
expresa lo que la persona o la comunidad humana tienen que ser. relativizarse mutuamente y al ofrecerse ámbitos de realización para
La persona en esta concepción es el objeto propio de la voluntad su peculiar autonomía. No defendemos, como la mediación para la
en su ser y en su deber-ser: esto exige que se dé un sentido moral cristiana de la persona, un personalismo a secas, sino un
personalista y comunitario a la tesis clásica del «bien» como objeto
propio de la voluntad» (18).
la persona es amable por sí misma: en otras palabras, es un absoluto en el
orden del valor. Un ser relativo, contingente, es, sin embargo, absoluto en el
(18) J. GIRARDI, Reflexiones sobre el fundamento de una moral sentido de su relación con el absoluto» (Ibíd., 214).
laica: Diálogo, revolución y ateísmo (Salamanca, 1971), 213. «La persona es (19) E. FROMM, Etica y psicoanálisis (México, 1969).
un valor fundamental en dos sentidos: en cuanto que el valor es un atributo (20) A continuación recogemos algunas páginas ya publicadas: M. VIDAL,
del ser, y en cuanto que es igualmente norma de ser. En primer lugar, porque ¿Existe una ética cristiana?: Pentecostés 14 (1976), 30-36.
MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 97
96
humanismo entendido como alteridad y mediado, a su vez, en el afirmación, sin embargo, no comporta aliarse con un concepto
ámbito político; tampoco entendemos la alteridad como una auto- «privatístico» y «existencialista» de la persona. Tampoco conlleva el
suficiente y estéril relación yo-tú, sino como una problematizada «fijarse» en el personalismo como la única o la principal ideología
relación de personas en un mundo convulso y necesitado de para entender y transformar la realidad. Cuando afirmamos el
reedificación; por otra parte, la mediación de lo político no ten- personalismo moral como mediación válida para la moral cristiana
dría para nosotros sentido si no están comprometidas en ella coafirmamos también:
personas relacionadas y relacionables. — Que el personalismo no puede entenderse como ideo-
Al afirmar como mediación global el personalismo de alteridad logía única o, preferentemente, justificadora del orden
política optamos por una moral cristiana basada y encarnada en el moral;
siguiente ámbito intramundano y con las siguientes características — que, por tanto, debe ser entendido dentro de una racio-
estructurales: nalidad más totalizadora.
Si se prefiere, la moral cristiana de la persona ha de ser
Personalismo moral planteada dentro de un clima post-personalista, post-humanista o
post-existencialista. Esta situación se entiende como una supera-
Hablar de personalismo moral es referirse a una etapa ya con- ción del personalismo en cuanto ideología justificadora y como
seguida en la moral católica posconciliar, aunque todavía queden una aceptación del valor de la persona incorporado a la cultura
algunos que piensan en mentalidad no personalista. Aquí no juz- occidental.
gamos necesario «defender» dicho personalismo moral ante los No carece de sentido y de actualidad resaltar el valor funda-
que lo critican por excesivo progresismo (21); más necesario nos mental del hombre cuando abrimos para la teología el ámbito de la
parece «seguir afirmándolo» ante aquellos que lo juzgan como mediación política. «A la base de esta teología está necesariamen-
«reaccionario», «apolítico» e «ideológico». Ante esta última postura te una experiencia nueva: la experiencia del hombre, sin la cual
quisiéramos hacer algunas anotaciones. toda verdadera teología política se desploma. Esta experiencia
Estamos de acuerdo en que el «personalismo» —también basal, punto de partida y óptica abrazadora de la teología política,
podríamos llamarlo «humanismo» y hasta «existencialismo», sa- que, además, se repite constantemente y en modos diversos, es la
biendo que existen matices diferenciadores entre estas tenden- constatación, en el momento primero del nacimiento de una
cias— pertenece a una etapa ya superada dentro de la marcha del teología política, y la justa valoración del siguiente hecho: la
pensamiento occidental; también reconocemos que el lenguaje especie humana entera está necesitada de salvación liberadora. La
personalista puede haber pasado a «formar parte de la retórica de liberación del oprimido y la del opresor son dos liberaciones dife-
las ideologías conservadoras» y que difícilmente puede vertebrar renciales de una única e imprescindible liberación, la cual, a su
un saber y dar razón de una praxis ya que «no pasa de ser un vez, no las reduce a una liberación unívoca, sino que las ensambla
mero principio formal (como la justicia y la autenticidad) suscepti- en el sistema total de la salvación. (23)»
ble de ser rellenado con los más diversos contenidos» (22). Estos y
otros reproches los suscribimos sin dificultad.
Moral de alteridad
Sin embargo, no podemos dejar de fundamentar todo empeño
ético y toda reflexión moral sobre el valor de la persona. No cabe Al añadir este aspecto de la alteridad tenemos que hacer otra
pensar en otro lugar ético que el mundo personal. Hacer esta «justificación». En primer lugar, para que no se entienda como
una redundancia de lo anteriormente dicho sobre el personalismo
(21) Ver, por ejemplo: T. URDANOZ, La moral y su valor objetivo.
Nueva moralidad y moral de Santo Tomás: Angelicum 52 (1975), 179-277. (23) J. DE LA TORRE, Nuevos supuestos metodológicos de la teolo-
(22) FIERRO, o. c , 111. gía política: Studia Moralia 12 (1974), 215-216.
7 Etica de la persona
98 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA
99
moral. Somos conscientes de que la alteridad pertenece esencial- «entre», para emplear la terminología de Buber; esa es la protoca-
mente al concepto y a la realidad de persona. Precisamente, la tegoría de la existencia humana (25).
comprensión actual de persona destaca su apertura y comunicabi- La alteridad corrige una visión individualista y abstracta del
lidad, rasgos que reciben variadas formulaciones: consideración personalismo. El encuentro intersubjetivo es el origen de los va-
del hombre como «animal político» (Aristóteles), como «ser indi- lores morales. Difícilmente se puede pensar un compromiso ético
gente y oblativo» (Laín), como «realidad sintáctica» (Zubiri), como dentro de una visión solipsista del hombre. La ética cristiana no ha
«ser para el encuentro» (Rof), como «ser dialogal» (Buber), etc. Si introducido todavía con valentía esta categoría de la alteridad en el
hablamos de moral de alteridad queremos prolongar las afirmacio- estudio de las normativas concretas. Es cierto que se puede
nes sobre el personalismo moral dando un paso adelante. entender de una manera superficial la alteridad y consiguiente-
Es obligada otra segunda «justificación». Nos referimos a la mente provocar desvíos morales (26); pero también es cierto que
alteridad como ideología o movimiento filosófico-cultural. De la consideración solipsista del hombre ha conducido a una ética
nuevo recogemos la anotación del pensamiento crítico y alertado egoísta y estéril.
de Fierro, quien nos advierte de las trampas en que ha caído y Por otra parte, la mediación política no puede ser reducida a
puede caer la teología al revestirse de categorías de intersubjeti- leyes de producción, de trabajo, etc. Las relaciones de la media-
vidad, de encuentro, de relación yo-tú. A una teología basada ción política son en el fondo relaciones humanas. También aquí se
preferentemente sobre la categoría de encuentro le acechan los puede afirmar que la protocategoría de la existencia política es el
peligros del intimismo, de la privatización, del narcisismo perfec- «entre», la intersubjetividad, el encuentro, la relación de personas.
cionista, de la evasión pseudo-religiosa, del misticismo autograti- «Al principio —de todo, de la existencia humana y de la existencia
ficante. Este tipo de teología, lo mismo que la personalista y política— era la relación».
existencialista, padece notables carencias: «Las determinaciones
históricas, sociales, económicas, tales como la clase social, el Entendida de este modo, la alteridad no impide rescatar el
puesto dentro del proceso de producción o de unas estructuras de sujeto real concreto para la moral cristiana. Al contrario, nos pone
poder, no entran en consideración. El hombre concreto queda en la pista de la apertura del personalismo hacia la mediación
volatizado entre el género y la individualidad imprecisa. El hombre política. Es lo que vamos a señalar a continuación.
de esta teología es un hombre indeterminado, sin sus circunstan-
cias. Hablar de política en un contexto así hubiera sonado, en Mediación política de la Moral
imagen de Guichard, "como un tiro de pistola en medio de un
concierto"» (24). El personalismo de alteridad para que pueda superar las contra-
Al proponer el personalismo moral de alteridad como media- dicciones internas que lleva consigo, en una consideración autosu-
ción ético-antropológica para la moral cristiana de la persona no ficiente, ha de abrirse a la mediación política. Tiene que ser un
queremos caer en una redundancia ni tampoco en los peligros de «personalismo de alteridad política» (o, si se prefiere, un «perso-
una ideología alienadora del sujeto real concreto. Por el contrario, nalismo político de alteridad»).
creemos que la alteridad puede ser el correctivo y la complemen- Según presupuestos básicos de las teologías políticas, para
taridad tanto del solo personalismo como de la sola politicidad. recuperar el sujeto real concreto se requiere vivir la fe en media-
Por una parte, el hombre no es el sujeto ni el valor fundamen- ción política. Frente a la tentación individualista de la teología
tal de la moral en una consideración cerrada de sí mismo. Única-
(25) M. BUBER, ¿Qué es el hombre? (México, 1970"), 146-147.
mente merece respeto ético el hombre en cuanto es intersubjeti- (26) El «Dossier sur l'avortement» de la revista «Etudes» (enero, 1973), al
vidad. Los valores morales afloran cuando surge la persona. hacer la distinción entre «vida humana» y «vida humanizada», introduce una
Ahora bien, el hecho decisivo que da origen a la persona es el comprensión superficial e incorrecta de alteridad. Cfr. las críticas de B. HA
RING, Reflexión sobre el «Dossier sur l'avortement»: Pentecostés 11
(24) FIERRO, o. c , 24-25. (1973), 261-262.
100 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 101

existencial es necesario recuperar la dimensión social de las de- La dimensión ética de la persona se puede entender y realizar
cisiones personales. Como afirma Metz: «Precisamente para llegar desde una comprensión religiosa de la realidad. Tal es el caso del
hasta la existencia, hoy día no podemos hablar de una manera cristiano. Para el creyente la Etica de la persona, lo mismo que
existencial» (27). La mediación política crea un ámbito teológico todo compromiso moral, cobra un horizonte nuevo: el que ofrece
nuevo, no, precisamente, en el sentido de nuevos contenidos para la aceptación de la presencia del Absoluto en la persona de Jesús
la reflexión teológica, sino, más bien, en cuanto introduce una de Nazaret confesado como Salvador (30).
categoría hermenéutica nueva (28). Por eso sería más exacto El horizonte cristiano de la dimensión ética de la persona co-
hablar de «interpretación política del Evangelio» que de «teología mienza por ser un dato histórico. En efecto, el cristianismo ha
política». constituido un factor importante en la génesis y desarrollo de la
Sin entrar en la discusión sobre la validez o no validez de las noción y valoración del hombre como persona (31). Como dice
teologías políticas, sobre su continuidad o discontinuidad con la Pannenberg, «el concepto persona tiene un origen precristiano,
tradición teológica, etc., reconocemos que si la reflexión teológi- pero ha sido el cristianismo el que le ha dado su carácter específi-
co-moral quiere hablar de y para el hombre real concreto tiene co... Sólo a través del cristianismo ha alcanzado, la palabra «per-
que servirse de la mediación política. «En este sentido lo político sona», su rasgo característico, referido a la singularidad de la
equivale a lo antropológico o, más sencillamente, a lo humano, individualidad humana. Y este rasgo constituye el presupuesto
tomado a la vez en su mayor generalidad y en su máxima con- para nuestra conciencia moderna sobre la dignidad de la persona
cretez» (29). de cada hombre en particular» (32). Desde la forma de vivencia re-
Una moral de la persona políticamente mediada no deja de ser ligiosa del cristiano en relación con Dios hasta las formulaciones
una moral personalista y una moral de la alteridad. Así como la teológicas sobre la Trinidad, el cristianismo ha ofrecido un ámbito
mediación política corrige los desviacionismos del personalismo propicio para el desarrollo del concepto metafísico y axiológico de
individualista y de la alteridad autogratificante, también se siente persona humana.
ella internamente alertada y corregida por el personalismo y la El cristianismo ha podido ser factor importante en la toma de
alteridad. conciencia del valor de la persona humana porque la cosmovisión
cristiana presenta un horizonte religioso en que adquiere mayor
3. HORIZONTE CRISTIANO DE LA DIMENSIÓN ETICA DE LA profundidad y más autenticidad ia dimensión ética de lo humano.
PERSONA Surge, así, un conjunto de categorías de antropología teológica
J. ALFARO, Persona y Gracia: Cristología y Antropología (Ma- que vienen a dar relieve cristiano al valor ético de la persona
drid, 1973), 345-366. J. BARATA-MOURA, Da pessoa como humana.
categoría Critica á pessoa como categoría ética. A propósito do
tema da «Pessoa» em S. Tomás de Aquino: Didaskalia 4 (1974),
Desde el horizonte cristiano el hombre es comprendido como
357-398. A. DI MARINO, Antropología tomista e morale cristiana: «imagen de Dios» y como «reflejo de Cristo» (33). Estas categorías
Rivista di Teología Morale 6 (1974), 697-716. J. MOLTMANN, B teológicas profundizan la dimensión ética de la persona. Afirma-
hombre. Antropología cristiana en los conflictos del presente (Sa- ción que vamos a desarrollar siguiendo el pensamiento de Santo
lamanca, 1973). W. PANNENBERG, Was ¡st der Mensch? Die Tomás (34).
Anthropologie der Gegenwart im Líente der Theologie (Góttin-
gen, 1962); Antropología cristiana y personalidad: Anales Valenti- (30) Ver el desarrollo de esta afirmación en: M. VIDAL, a. c , 46-53.
nos 1 (1975), 209-220. A. SANCHIS, La estructura moral de la (31) Cfr. MARTIN VELASCO, o. c , 207-208 (con las citas allí recogidas);
persona en el pensamiento de Santo Tomás: Angelicum 61 (1974), PANNENBERG, a. c , 209-220.
212-234. (32) PANNENBERG, a. c , 211. Todo el artículo trata de ver la «correla-
ción» entre las principales comprensiones de la persona y el cristianismo.
(27) J. B. METZ, Teología del mundo (Salamanca, 19712), 167. (33) Véase una buena síntesis de estas afirmaciones teológicas en: MOLT-
(28) D. SÜLLE, Teología política (Salamanca, 1972), 70. MANN, o. c , 143-158.
(29) FIERRO, o. c , 44. (34) Recogemos a continuación parte de un articulo ya publicado: M. VI-
102 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 103

Creemos que la fundamentación tomasiana de la moral hay actos» (39). La autoiluminación y el autodominio constituyen las
que buscarla a partir de una perspectiva antropológico-teológica. instancias de arranque de la moralidad humana y cristiana.
La comprensión teológica del hombre es al mismo tiempo el punto Cuando el hombre se tiene a sí mismo en su ser y, sobre
de arranque, el contenido y la meta de Santo Tomás sobre la todo, en su quehacer es imagen de Dios y, consiguientemente, es
dimensión moral de la existencia cristiana (35). Los rasgos fun- un ser «moralizado». La toma de conciencia humana coincide con
damentales de ese horizonte de antropología teológica son los la toma de conciencia de la dimensión moral.
siguientes: Para comprender en toda su profundidad la afirmación que
acabamos de hacer habría que tener en cuenta todo el contenido
antropológico y teológico que subyace a la expresión «el hombre,
a) Comprensión del hombre como «imagen de Dios» imagen de Dios». La Biblia, la Patrística y la reflexión teológica
han puesto de relieve la importancia de esta categoría para explici-
La comprensión del hombre como imagen de Dios es lo que tar el misterio del hombre (40); el mismo Santo Tomás ha dedica-
permite a Santo Tomás dar calidad teológica al estudio que realiza do reflexión directa al tema (41). En la actualidad ha cobrado
sobre los aspectos morales de la vida cristiana (36). Esta visión del más relieve, si cabe, la categoría de imagen para describir el ser y
hombre introduce todo el tratamiento moral dentro de la órbita el actuar del hombre. «La doctrina de la semejanza divina del
«teológica». Al colocar el tema del hombre como imagen de Dios hombre es el núcleo fundamental de la antropología cristiana y
en el pórtico de la segunda parte de la Suma, establece Santo contiene en sí todos sus temas, de manera que podría desarrollarse
Tomás el puente seguro entre lo moral y lo dogmático. Es, en a partir de ella una doctrina sistemática sobre el hombre.» (42)
efecto, el tema de la imagen el que une la segunda parte (estudio
de la imagen) con la primera parte (estudio del Ejemplar). Pero la autoposesión dinámica de su ser y de su historia
únicamente la puede tener el hombre al saberse referido a Dios
Siguiendo a otros autores (37), creemos que la comprensión como a su Principio y a su Ejemplar. «La semejanza divina consis-
antropológica del hombre como imagen de Dios es el fundamento te en la referencia esencial y permanente del hombre a Dios como
más seguro de la construcción moral tomasiana, máxime si se fundamento y figura de su ser. No es una propiedad neutra frente
acepta el binomio exemplar-imago como la clave explicativa de a la relación con Dios, sino que incluye en sí el estar referido a
la arquitectura de la Suma Teológica (38). Todos los otros apoyos Dios como centro de su esencia... Esa semejanza le convierte en
de la moral radican en éste. En efecto, de aquí arrancan la necesi- el representante soberano de Dios y le declara centro y fuente de
dad, la forma y el contenido de la moral cristiana. sentido de todas las cosas visibles que existen por causa de él y que
La comprensión del hombre como imagen de Dios es tan decisi- quieren ser modeladas por él. (43)»
va y totalizante que hace del hombre un ser «moralizado». Para Si al hombre no le queda otra salida que ser una realidad
Santo Tomás, el hombre como imagen de Dios «es principio de «moralizada» por el hecho de ser imagen de Dios, es esta misma
sus obras por estar dotado de libre albedrío y dominio sobre sus razón lo que orienta todo el contenido de la moral. La realización
de la imagen de Dios es el contenido del dinamismo moral. El
DAL, Antropología teológica y moral. Fundamentación de la moral obrar humano encuentra en la conformidad con el arquetipo divino
según Santo Tomás: Pentecostés 12 (1974), 15-23.
(35) Véase la justificación y la explanación de esta afirmación en el a. c.
en la nota anterior, pp. 10-14. (39) l-ll, prol.
(36) Th. DEMAN, Aux origines de la théologie morale (París, 1951), (40) M. FLICK-Z. ALSZEGHY, Antropología teológica (Salamanca,
100-102. 19712), 97-112 (con bibliografía en pp. 70-73); W. SEIBEL, El hombre. Ima-
(37) S. RAMÍREZ, De hominis beatitudine, I (Madrid, 1942), 72; B. Htt- gen de Dios: Mysterium Salutis, II/2 (Madrid, 1969), 902-914.
RING, La Ley de Cristo, I (Barcelona, 19685), 49-5O; DEMAN, o. c , 100-102. (41) I, q. 93.
(38) G. LAFONT, Structures et méthode dans la Somme théologique (42) SEIBEL, o. c , 910-911.
de Saint Thomas d'Aquin (Brujas, 1961). (43) Ibíd., 911.
104 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 105

su razón de ser y su perfección, ya que «tratando del hombre se inaugura la moral tomasiana lo mismo que se inauguraba la
nada se puede decir definitivamente esencial sin referirse al arque- Etica a Nicómaco de Aristóteles, «aunque la idea fundamental de
tipo divino; la descripción de esta imagen de Dios, que es el la felicidad es en Santo Tomás completamente diferente a la
hombre, lleva, necesariamente, a pensar en Dios, su autor y felicidad aristotélica» (48).
prototipo» (44). La comprensión del hombre como realidad tendente hacia el
La moral cristiana de la persona, tanto en su estructura como futuro no debe quedar reducida a la consideración de la importan-
en su contenido, es una moral centrada en la comprensión antro- cia del fin último en la moral tomasiana. Nos descubre, más bien,
pológica del hombre como imagen de Dios. De ahí arranca la un trazo decisivo tanto de la antropología teológica como de la
moral y ahí se concreta. moral de Santo Tomás: el sentido de dinamicidad (49). La mora-
lidad reside en la continua tensión del hombre hacia el futuro, en
concreto, hacia Dios. De ahí que dentro de la moral cristiana de la
b) El hombre, realidad dinámica y tensional hacia el futuro persona entren de lleno los temas de la conversión como dina-
mismo continuo del hombre hacia Dios, y de la caridad como
Otra de las instancias antropológicas que para Santo Tomás expresión de esa conversión y de ese movimiento hacia Dios.
concretizan la dimensión moral cristiana es la comprensión del
hombre como un ser en permanente tensión y dinamismo hacia el
futuro. c) La cristificación como instancia de la antropología teológico-
Si el tema de la imagen aparece en el pórtico de la segunda moral
parte de la Suma, el tema del dinamismo hacia el futuro aparece
ya en la misma división inicial. Habla Santo Tomás de la moral La tercera instancia que encontramos en la antropología teoló-
como del «movimiento de la criatura racional hacia Dios» (45). gico-moral de Santo Tomás es la cristificación. Este rasgo de la
antropología teológica tomasiana tiene profundas repercusiones
Para muchos comentaristas de Santo Tomás, la idea de la
para la moral.
moral como «retorno de la criatura racional hacia Dios» entra de
lleno en el esquema de pensamiento de la síntesis teológica toma- Por un afán de reducir la moral de Santo Tomás a la segunda
siana. Para ellos la Suma se estructura según el esquema platónico parte de la Suma podemos caer en la trampa de no conectarla con
de exitus-reditus, asimilado por Santo Tomás a través de la la cristología. Y, sin embargo, no es ésta la forma de pensar de
tradición neoplatónica cristiana, sobre todo de Dionisio (46). Al Santo Tomás. Ya en el prólogo a la primera parte nos habla de
unificar todo el saber teológico «bajo el gran tema —clásica, «Cristo, que, en cuanto hombre, es nuestro camino para ir a
filosófica y religiosamente— de la emanación y del retorno a Dios» Dios» (50); y en el prólogo a la tercera parte nos muestra a Cristo
(47), la moral constituye el momento del «reditus». «como la vía de la verdad por la cual podemos llegar a la resurrec-
ción y a la bienaventuranza de la vida inmortal» (51).
Esta visión de la moral en sentido de «retorno» cobra mejor
relieve al tener en cuenta algo que salta a la vista en el esquema Todos los comentaristas actuales insisten en la necesidad de
moral de Santo Tomás y sobre lo que han insistido siempre los introducir la visión cristológica dentro de la moral, tal como la
autores: la importancia otorgada al tema del «fin último». Con él entendió Santo Tomás. En este sentido se señala cómo la organi-
zación de la Suma no puede ser reducida al esquema de exem-
plar-imago ni al esquema exitus-reditus. Para A. von Kol y para
(44) HARING, o. c . I, 49.
(45) I, q. 2 prol.
(46) M. D. CHENU, Introduction á l'étude de Saint Thomas d'Aquin (48) HARING, o. c . I, 51.
(París, 1950), 258-273; ID., St. Thomas d'Aquin et la théologie (París, (49) D. CAPONE, L'uomo é persona in Cristo (Bologna, 1973), 15-19.
1959), 182. (50) I, q. 2 prol.
(47) M. D. CHENU, en: Iniciación teológica, II (Barcelona, 1962), 8. (51) III, prol.
-[06 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 107

E. Schillebeeckx esos esquemas han de ser integrados en la pers- El teólogo protestante Kühn ha realizado un estudio profundo
pectiva cristólogica (52). Es el mismo Schillebeeckx quien afirma de la ley en Santo Tomás (55). En él nos hace ver cómo en el
que la segunda parte debiera ser leída después de la tercera (53). tratado de la ley se manifiesta toda la estructura de la moral
Esta conexión entre la tercera parte y la segunda de la Suma tomasiana y, de un modo todavía más general, todo el esquema
nos indica que para Santo Tomás era decisiva la perspectiva de la Suma. Para otros autores es el tema de la ley nueva lo que
cristólogica para entender tanto la antropología teológica como, constituye para Santo Tomás la especificidad de la moral cris-
consiguientemente, la moral. No juzgamos necesario detenernos tiana (56).
más en este punto por creerlo suficientemente aceptado por Además de esta importancia intrínseca del tema de la ley
todos. nueva en Santo Tomás, conviene añadir el hecho de que el
Aquinate recoge en este tratado la tradición más genuina de San
Pablo y San Agustín. Por otra parte, esta consideración tomasiana
d) El cristiano: ser «re-moralizado» por la presencia del Espíritu a de la ley nueva, ofrece un puente de comprensión entre el protes-
través de la ley nueva. tantismo y el catolicismo; de ahí que se haya destacado el valor
ecuménico de la doctrina tomasiana sobre la ley nueva.
Vamos a referirnos, por último, a otra instancia de la antropo- Hechas estas anotaciones para comprender mejor el puesto
logía teológica de Santo Tomás, que tiene también muchas reper- que ocupa el tema de la ley nueva en la doctrina moral de Santo
cusiones para la comprensión y la vivencia de la moral cristiana de Tomás, tenemos que afirmar que es la presencia de la ley nueva
la persona. Nos referimos a la presencia del Espíritu y a la «ley en el cristianismo lo que constituye la instancia más específica de
nueva» como forma de actuación de ese mismo Espíritu en la vida la moralidad cristiana de la persona.
cristiana.
¿Qué es la ley nueva para Santo Tomás? He aquí su respuesta,
Dentro del esquema de la moral de Santo Tomás hay tres formulada en varias ocasiones en su estudio: «La ley nueva se
cuestiones (las qq. 106-108 de la l-ll) que constituyen una «joya de llama "ley de fe", en cuanto que su principalidad consiste en la
moral»: están dedicadas al estudio de la ley nueva. Su interés y misma gracia que se da interiormente a los creyentes, por lo cual
su contenido son tan abarcadores y globalizantes que vienen a ser se llama "gracia de la fe". Pero secundariamente tiene algunas
como «hitos» de la síntesis tomasiana de la moral. En este sentido obras, ya morales, ya sacramentales, en las cuales no consiste la
superan la colocación que tienen de hecho en el esquema de la principalidad de la ley nueva, como consistía la de la antigua» (57).
Suma. «Dice el Filósofo que "cada cosa se denomina por aquello que en
Sin negar importancia intrínseca e histórica al tratado global ella es principal". Ahora bien, lo principal en la ley del Nuevo
sobre la ley en Santo Tomás, hemos de reconocer que «teológica- Testamento y en lo que está toda su virtud es la gracia del Espíritu
mente la verdadera cumbre de todo el tratado se halla en las Santo, que se da por la fe en Cristo. Por consiguiente, la ley
cuestiones últimas, en torno a la ley positiva divina, la ley dada nueva, principalmente, es la misma gracia del Espíritu Santo, que
expresamente por Dios, que señala el camino y mueve eficaz- se da a los fieles de Cristo... Tiene, sin embargo, la ley nueva
mente a los hombres hacia la bienaventuranza sobrenatural, sobre ciertos preceptos como dispositivos para recibir la gracia del
todo en su última expresión, la única válida actualmente en su Espíritu Santo y ordenados al uso de la misma gracia, que son
integridad, que es la ley nueva o evangélica (qq. 106-108)» (54). como secundarios en la ley nueva, de los cuales ha sido necesario
que fueran instruidos los fieles de Cristo, tanto de palabra como
(52) Ver testimonios en: F. COMPAGNONI, La specificitá dalla morale
cristiana (Bologna, 1972), 68-69. (55) U. KÜHN, Via caritatis. Theologie des Gesetzes bei Thomas von
(53) Ibíd., 68. Aquin (Góttingen, 1965).
(54) C. SORIA, Tratado de la Ley en general: Suma Teológica, VI (Ma- (56) COMPAGNONI, o. c , 63-93.
drid, 1956), 9. (57) l-ll, q. 107, a. 1 ad 3.
MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 109
108
por escrito, ya sobre lo que se ha de creer como sobre lo que se A estas estructuras morales se les puede dar el nombre de
ha de obrar. Y, así, conviene decir que la ley nueva es principal- coordenadas, porque constituyen las pautas o perspectivas en
mente la ley infusa; secundariamente es la ley escrita» (58). donde se tienen que colocar todos los problemas morales de la
La ley nueva, que es la estructura normativa para el cristiano, persona. Son algo así como los principios fundamentales a tener
es la transformación del hombre en Cristo Jesús por la presencia en cuenta, como telón de fondo, todo a lo largo de la ética
del Espíritu. Nos encontramos aquí con un planteamiento de la concreta.
moral cristiana de la persona en términos plenamente bíblicos. El Anotamos desde el primer momento que las estructuras o
ethos personal es el Indicativo cristiano traducido a Imperativo. La coordenadas morales de la persona hay que entenderlas de un
moral cristiana del hombre es la antropología teológica en dina- modo dialéctico. En efecto, cada una de las coordenadas se
mismo (o la antropología teológica dinámica). constituye en la asunción tensional de dos polaridades que, en
cuanto tales, se contradicen y tienden a excluirse mutuamente.
Como en todo análisis de la persona, también aquí falla el método
puramente abstraccionista por conducir a un falso simplismo. Es
II
necesario, por tanto, utilizar un método que mantenga la riqueza
ESTRUCTURA DE LA DIMENSIÓN ETICA DE LA PERSONA de la complejidad y que al mismo tiempo aporte la claridad de la
unidad. Tales exigencias las puede realizar el método dialéctico.
La metodología ética para el estudio moral de la persona
De entre otras varias estructuras éticas que se podrían señalar
escogemos las siguientes: dialéctica entre «naturaleza» e «histo-
La persona es una realidad moral; tiene un peso ético que le ria»; dialéctica entre «sagrado» y «profano»; dialéctica entre «indi-
proporciona una dimensión nueva y única en el conjunto de los vidualidad» y «publicidad». A continuación no hacemos más que
seres. En el apartado anterior hemos tratado de analizar y exponer insinuar un posible desarrollo de estos aspectos de la metodología
el constitutivo y categoría de esa eticidad totalizante de la per- ética aplicable al estudio de los problemas morales relacionados
sona. con la persona.
Ahora queremos dar un paso adelante en la fundamentación
sistemática de la ética de la persona. Después de haber visto cuál
1. DIALÉCTICA ENTRE «NATURALEZA» E «HISTORIA»
puede ser la categoría ética global para expresar la dimensión
moral, pretendemos exponer las líneas fundamentales de una me- J. ALFARO, Lo natural y lo sobrenatural (Madrid, 1952). F. BÜCK-
todología ética coherente con la estructura de esa dimensión LE, Kritische Überlegungen zum Naturbegriff: Arzt und Christ 18
moral de la persona humana. (1967), 1-9. P. COLÍN, Ambigüités du mot nature: Le Supplé-
ment n.° 81 (1967), 251-268. D. COMPOSTA, Natura e raggione.
Juzgamos que la estructura de la instancia ética de la persona Studio su/le indinazioni natura/i ¡n rapporto al diritto natura/e
no es simple, sino compleja. Por lo mismo, creemos que la meto- (Zürich, 1971); De vi et natura inclinationum hominis cum instinc-
dología para el estudio de sus problemas morales no puede ser tu comparatarum: Doctor Communis 24 (1971), 124-133. M. B.
una metodología simple, sino compleja. CROWE, Human Nature: Inmutable or Mutable?: Irish Theol.
Quarterly 30 (1963), 204-231. J . DE FINANCE, Realtá e normati-
Dentro, pues, de esta realidad ética globalizante que es la v'rtá de/la natura umana: Vita e Pensiero 10 (1971), 5-22. H. DE
persona, intentamos descubrir un conjunto de estructuras morales VOS y otros, Natur ais Norm in der Moraltheologie (München,
que la configuran en cuanto tal. Así como en el análisis antropo- 1970). A. DONDEYNE, Le concept d'ordre nature/, norme de mo-
lógico de la persona se articula su totalidad a partir de determi- ralité: Revue du Clergé Africain 21 (1966), 370-376. L. ELDERS,
nadas estructuras antropológicas, así también se pueden señalar Nature et moralité: Aquinas 18 (1975), 58-79 (en Aristóteles y en
estructuras éticas al querer analizar su realidad moral. Santo Tomás). J . ETIENNE, La nature est-elle un critére de mo-
ralité?: Revue Phil. de Louvain 64 (1966), 582-593. E. FROMM,
The Question of Human Nature: Cross Currents (1973), 129-139.
(58) l-ll, q. 106, a. 1.
110 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA m

H. GOUTHIER, La crise e l'idée de nature: Rev. Hist. Ph. Relig. a) Lo «natural» y su significado normativo en las éticas «natu-
55 (1975), 5-12. J . M. GUSTAFSON, What is the normatively ralistas»
human?: American Eccl. Review 165 (1971), 192-207. G. W. KAUF-
MAN, A problem of theology: the concept of nature: Harvard Pocos términos han tenido tantas significaciones como el de
Theological Review 65 (1972), 337-366. W. KLUXEN, Men-
«naturaleza» (59) y pocos conceptos ofrecen tanta riqueza y tanta
schliche Natur und Ethos: Münchener Theol. Zeitsch. 23 (1972),
1-17. H. KUHN-S. OTTO, «Naturaleza», en Conceptos fundamen- ambigüedad de significación real como el concepto «naturale-
tales de la Teología, III (Madrid, 1967), 183-196. W. E. MAY, za» (60). Desde las ciencias positivas hasta la teología (61), pasan-
Christian Ethics and the «Human»: The American Eccl. Review do por la filosofía de la ciencia (62), la reflexión humana se ha
(1973), 651-671. S. MOSCOVICI, Sociedad contra natura (Méxi- detenido con predilección en el significado de «lo natural» frente a
co, 1975). H. J . MUELLER, The Modern Concept of Nature. lo artificial, lo sobrenatural, etc.
Essays on theoretical Biology Evolutlon (Albany, 1972). M. NÉ-
DONCELLE, Personne húmame et nature (París, 1973). H. P. «El punto central del que proceden las múltiples significaciones
OWEN, Nature and morality: Theology 76 (1973), 304-314. del concepto de naturaleza —distintas, aunque relacionadas entre
R. PANIKKER, El concepto de naturaleza (Madrid, 1951). J . PE- sí— es la idea de una realidad que se realiza a partir de sí misma,
GUEROLES, Naturaleza y persona en S. Agustín: Augustinus 20 sin influencias exteriores. A este núcleo significativo corresponde
(1975), 17-29. A. PEINADOR, El dominio de la naturaleza humana
por el hombre y sus posibles implicaciones morales: Salmanti-
el origen del concepto expresado en griego por phisis y en latín
censis 16 (1969), 489-507. W. N. PITTINGER, Nature of human por natura, términos que designan el hecho de crecer, engendrar,
nature: Princeton Seminary Bulletin 64 (1972), 46-55. E. G. nacer» (63).
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Expositor 69 (1972), 199-213. G. SIEGMUND, Die Frage nach der
Natur des Menschen: Erbe und Auftrag 48 (1972), 38-48. M.
se orienta en dos direcciones: a) En una dirección de carácter
SPANNEUT, La notion de nature des stoiciens aux Peres de cualitativo o intensivo. En este sentido, naturaleza viene a coin-
l'Église: Recherches Theol. Anc. Méd. 37 (1970), 165-174. cidir con esencia (esencialidad); se dice que algo es «natural»
B. STAEHLIN, Wir brauchen ein neues Verstandnis der Natur des cuando tiene su propia forma singular que lo especifica según un
Menschen: Deutsches Pfarrerblatt 83 (1973), 511-515. A. VAN conjunto de leyes determinantes (en los seres superiores, como en
MELSEN, Reflection on the relationship between nature and mo-
el hombre, lo natural así entendido adquiere un carácter de validez
rality (Duquesne University, 1967). L. VELA, La naturaleza huma-
na como norma moral: Revista Española de Derecho Canónico 24 normativa, dando lugar al nacimiento de las categorías de lo nor-
(1968), 365-388. K. F. VON WEIZSÁCKER, Historia de la natu- mal o lo anormal), b) En una dirección de carácter cuantitativo
raleza (Madrid, 1962). A. N. WITEHEAD, El concepto de natura- o extensivo. En este sentido, se dice que algo pertenece a lo
leza (Madrid, 1968). natural cuando se lo quiere separar de todo aquello que forma la
no-naturaleza. En concreto, se señalan tres ámbitos fundamentales
donde reina la no-naturaleza: el hombre, en cuanto «homo faber»
Lo humano es una síntesis entre «naturaleza» e «historia». que puede configurar y dominar la naturaleza; el espíritu, en
La persona humana únicamente puede ser comprendida correc- cuanto facultad humana distinta de las propiedades naturales y
tamente a través de la dialéctica de estas dos polaridades. Ser dotada de libertad; Dios, en cuanto ser que crea la naturaleza y en
persona supone pertenecer tanto al reino de la naturaleza (nece-
sidad) como al reino de la historia (libertad). Un estudio crítico de
los problemas morales relacionados con la persona ha de realizarse (59) R. PANIKKER, El concepto de naturaleza (Madrid, 1951), ha reco-
gido veinte sentidos diferentes del término «naturaleza».
teniendo en cuenta esta tensión inherente a la estructura de lo (60) Remitimos a la bibliografía consignada en el texto.
humano. (61) R. ALFARO, Lo natural y lo sobrenatural (Madrid, 1952).
(62) J . MONOD, El azar y la necesidad (Barcelona, 1971), 15-17.
(63) H. KUHN, Naturaleza: Conceptos fundamentales de Teología, III
(Madrid, 1967), 183-184.
112 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 113
cuanto ser con el que el hombre puede establecer una relación b) Lo «histórico» y su significado normativo en las óticas «histé-
religiosa. rico-relativistas»
Aplicando el concepto de naturaleza al hombre, nos encon-
tramos con un aspecto en lo humano al que llamamos «natural». En lo humano existe un conjunto de aspectos que, al no
No nos interesa en este momento señalar en qué consiste en identificarse con la llamada «naturaleza humana», se los denomina
concreto ese aspecto natural del hombre: algunos lo entenderán «historia». En esta dimensión histórica de lo humano entran a
como «natura rationalis» (tendencia aristotélico-tomista); otros formar parte muchos factores, entre los que destacamos los si-
como capacidad para el amor recíproco (tendencia agustiniana y guientes:
franciscana); otros como conjunto de relaciones sociales, etc. Lo — el carácter creativo del hombre;
que queremos anotar aquí es la existencia en el hombre de un con-
junto de factores dados por su condición natural. Factores que — las hechuras culturales;
integran lo que llamamos «naturaleza humana» o, según prefieren — el proceso histórico como realización libre de los hom-
otros, «estructura humana» (64). El contenido de esa naturaleza o bres;
estructura tiene que ser descubierto desde las aportaciones de — las instituciones humanas en lo que tienen de libertad
todas las ciencias humanas (65). Solamente así se puede tener y de cultura.
una aproximación exacta del significado real de lo natural en el Así como hemos constatado en la historia de la moral «reduc-
hombre. ciones naturalistas», también se pueden verificar «reducciones his-
La reflexión moral se ha servido con mucha frecuencia del toricistas», en las que se exagera indebidamente el carácter rela-
concepto de «naturaleza» para formular los valores éticos del tivo de los valores morales. Recordemos los siguientes sistemas
hombre. En concreto, la moral cristiana ha considerado la «natu- morales en los que aparece ese reduccionismo histórico-relati-
raleza» como el lugar abstracto de los valores y de los principios vista:
éticos. Han nacido así los sistemas morales denominados natu-
— el sociologismo moral del siglo XIX (Durkheim);
ralistas, porque situaban el modelo normativo de lo humano en la
«naturaleza». Dentro de la diversidad de modelos éticos naturalis- — la negación de la moral como ciencia normativa y su
tas conviene recordar el «modelo cosmocéntrico» (lo natural = reducción a «sociología de las costumbres morales»
= naturaleza cósmica) propio de la moral estoica; el modelo «bio- (Lévy-Bruhl);
logicista» (lo natural = los procesos biológicos), propio de la — la comprensión de la moral como descripción etno-
moral basada en la sacralización de los procesos naturales del gráfica del origen y desarrollo de las ideas morales
hombre; el «modelo yusnaturalista» (lo natural = naturaleza abs- (Westermarck);
tracta e inmutable), propio de la moral basada en la concepción de — el sociologismo moral psicoanaiítico que identifica la
un derecho natural abstracto e inmutable. moral con el «super-yo» social introyectado (Freud);
Estas «reducciones naturalistas» de la moral han hecho quiebra — el relativismo existencial (Sartre).
en la renovación reciente de la reflexión ética. Se trata de una de
las variaciones básicas que condicionan el cambio de la estimativa c) La síntesis: moral de ia persona comprendida desde la «natura-
moral, tanto a nivel de vida como de reflexión (66). leza» y desde la «historia»
(64) J. M. AUBERT, Le droit naturel, ses avatars historiques et son Para evitar los reduccionismos éticos tanto «naturalistas» como
avenir: Le Supplément n. 81 (1967), 312; I. GOBRY, Le modele en morale «historicistas» y para asentar la reflexión moral sobre una meto-
(París, 1962), 17-21.
(65) AUBERT, a. c , 313-322. dología crítica, es necesario basar la ética de lo humano sobre una
(66) Sobre este punto, remitimos al desarrollo que hemos hecho en: Mo- comprensión de la persona como síntesis dialéctica de «naturale-
ral de actitudes, I (Madrid, 1977"), 30-32. za» e «historia».
8. Etica de la persona
114 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 115

Los valores éticos no residen ni en el cielo inmutable de la Desde esta comprensión de la persona y desde esta metodolo-
abstracción (= naturaleza humana), ni en el devenir continua- gía dialéctica se pueden enfocar correctamente los problemas mo-
mente variable de lo relativo (= historia). El sujeto fundamental de rales del hombre, ya que así no solamente se resalta el carácter
la moral es la persona, un ser que se define por su estructura o universalmente válido de las soluciones éticas, sino también la
necesidad y por su libertad o deseo. acomodación de tales soluciones a los cambios operados en el
Si «lo natural» en el hombre orienta la moral de la persona mundo moderno (69); se tiene en cuenta el carácter histórico de lo
hacia valoraciones con validez fija y universal, «lo histórico» aporta humano (70); y se busca una presentación inteligible para el hom-
otros aspectos para la valoración ética de la misma: dimensión bre actual comprometido en la realización del mundo (71).
histórica de los valores morales; su carácter dinámico; importancia
del pluralismo cultural como soporte de la valoración moral; nece- 2. DIALÉCTICA ENTRE «SAGRADO» Y «PROFANO»
sidad de opciones plurales y no unívocas como respuesta ante los
J . M. ESCUDE, Aproximación a una ética secular: Razón y Fe 889
problemas morales, etc. Solamente teniendo en cuenta esta ten-
(1972), 131-140. T. GOFFI, Secularización: Diccionario Enciclopé-
sión de polaridades se puede plantear adecuadamente una ética de dico de Teología Moral (Madrid, 1974), 991-1003. B. HARING,
la persona (67). Secularización y moral cristiana (Madrid, 1973). INSTITUTO «FE Y
Comprendida como síntesis de «naturaleza» e «historia», puede SECULARIDAD», Fe y nueva sensibilidad histórica (Salamanca,
1972), con bibliografía general sobre secularización en pp. 397-
la persona ser el lugar adecuado de la normativa humana. «La 467, y en particular sobre «ética cristiana y secularización» en
persona de que aquí se trata no es, evidentemente, una abstrac- páginas 451-454. R. MEHL, La sécularisation de la morale: Theo-
ción: se la considera dentro del contexto estructural de sus rela- logische Zeitschrift 24 (1968), 338-345. C. J . PINTO DE OLIVEI-
ciones con los demás hombres y con la naturaleza, de sus condi- RA, La secularización y la revisión de los fundamentos de la
cionamientos biológicos, psicológicos, económicos, políticos, so- moral: Idoc 10 (1968). C. VAN OUWERKERK, Secularidad y ética
ciales, etc. Además, no se la considera estáticamente, como una cristiana: Concilium 25 (1967), 274-312.
realidad ya constituida, sino dinámicamente, como una realidad
que se está haciendo, como un centro de iniciativa personal e (69) «En los dos o tres últimos siglos, nuestra comprensión del hombre y
histórica. Por eso preferimos hablar de persona en vez de natu- de su mundo ha cambiado dramáticamente. Han tenido lugar las revoluciones
raleza humana. En efecto, esta última expresión es interpretada industrial, científica, democrática y educacional. Desafortunadamente, todos
los cambios en la comprensión por parte del hombre en sí mismo y de su
ordinariamente en un sentido individualista y estático, con todo lo mundo han tenido todavía muy poco efecto o ninguno sobre la teología moral
que supone de abstracto en la elaboración de la moral «natural» o católica. Una llamada al cambio y a la evolución no implica una falta de res-
del derecho «natural» (aun cuando sea verdad que también el peto por la tradición y por lo que nos ha precedido... John Kenneth Galbraith
término de persona se ve expuesto a ambigüedades de este gé- ha dicho que el problema de la mayoría de las teorías económicas no es un
nero). A pesar de eso no consideramos que haya que rechazar sin error original, sino una antigüedad sin corregir. Las teorías ya no se acomodan
a los hechos y circunstancias del presente» (Ch. CURRAN, Introducción:
más ni más la noción de naturaleza humana: porque las diferencias ¿Principios absolutos en la Teología Moral? (Santander, 1970), 10—11).
y los cambios profundos que hay que señalar entre los hombres y
(70) Sobre este punto remitimos al estudio de S. I. LOBO, Una moral
entre las diversas épocas históricas no llegan a borrar del todo la para tiempo de crisis (Salamanca, 1975).
comunión y la continuidad que existe entre ellos: y esto nos (71) «Una de las tareas más urgentes es la elaboración de una ética del
autoriza a hablar, a pesar de todas las vicisitudes, de una historia hombre histórico y social, situado precisamente en las condiciones históricas y
'humana'» (68). sociales de sus actividades y obligaciones. El hombre de nuestros tratados
morales actuales es el sujeto individual cargado de obligaciones para con Dios
y para con el prójimo; no es el hombre comprometido en la construcción del
(67) Ver el desarrollo de esta afirmación en el I. c , en la nota anterior, mundo y llamado a tomar postura en la causa de la justicia y de la paz, del
páginas 32-34. progreso y de la organización» (Y.-M. J . CONGAR, Tareas actuales de la
(68) J . GIRARDI, Reflexiones sobre el fundamento de una moral Teología: Teología de la renovación, 1. Renovación del pensamiento religioso
laica: Diálogo, revolución y ateísmo (Salamanca, 1971), 213-214. (Salamanca, 1972), 45).
116 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 117

Nos queremos referir brevemente en este apartado a otra ten- propio de la forma de pensar cristiana (74); llevaría a una inco-
sión dialéctica existente en la comprensión de la persona: la sacra- rrecta interpretación de la relación del hombre con Dios.
lidad y la profanidad. De una manera directa nos interesa señalar Por eso mismo, no puede formularse una ética de la persona a
la relación que guarda esta tensión con la metodología moral para partir de una falsa sacralización de lo humano. De tal considera-
el estudio de los problemas relacionados con la persona humana. ción se han originado sistemas éticos «sacrales» que tienen como
denominador común el considerar el carácter «intocable» o «sa-
a) La persona humana no es una realidad puramente «sagrada» grado» de la persona humana como la fuente y fundamento de los
valores morales. Tales son, por ejemplo, los sistemas éticos:
(Incoherencia de las «éticas sacrales» de la persona)
— de carácter tabuístico;
La fe bíblica supone y opera una desacralización liberadora de — de carácter mítico;
todos los tabúes y de todas las formas de mitificación de la natu-
— de carácter pre-científico.
raleza. Las aspiraciones del hombre de hoy de un mundo secu-
larizado encuentran en la cosmovisión bíblica su apoyo más La moral cristiana no se ha visto libre del todo de estas orien-
auténtico. «Las doctrinas bíblicas sobre la trascendencia de Dios, taciones «sacrales». Baste recordar —y en referencia con los pro-
la creación de todo lo visible e invisible, la libertad del hombre blemas morales concretos de la persona humana— el tratamiento
hecho a imagen y semejanza de Dios, etc., conducen espontá- que a veces ha tenido la ética sexual (con residuos netamente
neamente al 'desencantamiento' de la naturaleza, a la afirmación tabuísticos y míticos) y la ética de la corporalidad (con plantea-
radical de la profundidad de todo lo que existe y a la entronización mientos de base pre-científica). En la segunda parte de este volu-
del hombre como centro del mundo y agente de su propia his- men, dedicada a la moral concreta, tendremos ocasión de cons-
toria. La fe en el Dios vivo y salvador hizo de Israel el pueblo más tatar tales orientaciones en la historia de la moral cristiana.
secularizado de la antigüedad. Su lucha contra los ídolos y las
falsas esperanzas está en el origen de la moderna seculariza- b) La persona humana no es una realidad puramente «profana»
ción» (72).
(Incoherencia de las «éticas objetivo-manipuladoras» de la persona)
La persona humana no puede ser considerada como una reali-
dad puramente «sagrada». Tal comprensión estaría en contradic- La persona humana no es una realidad puramente «profana»
ción con las afirmaciones bíblicas sobre el puesto responsable del en el sentido de un ser que pueda reducirse a plena «objetivación»
hombre en el mundo; no admitiría la racionalidad de la realidad científica y a total «manipulación» técnica. Siempre que nos en-
humana (73) ni la validez de un pensamiento antropocéntrico, frentamos con el mundo de la persona humana topamos con el
«misterio», un misterio que no puede ser escamoteado, ya que se
vuelve siempre contra ios que lo «profanan». Toda educación lla-
(72) F. SEBASTIAN, Secularización y vida religiosa (Madrid, 1970), 60. mada «naturalista» y, consiguientemente, toda moral «naturalista»
Ver el estudio de A. GONZÁLEZ, La secularización desde la perspectiva llevan el fracaso en su mismo planteamiento.
del Antiguo Testamento: Fe y nueva sensibilidad histórica (Salamanca,
1972), 201-252.
La comprensión de la persona como fin (no como medio) y
(73) «Nada ni nadie en el mundo tiene un valor sagrado en el sentido de como valor absoluto (no como valor relativo) nos impide consi-
estar exento de las leyes de la Naturaleza y la racionalidad... Todo lo que hay derar al hombre como una realidad puramente «profana».
en el mundo está abierto a la exploración del hombre y sometido a su domi- A la misma conclusión se llega desde la cosmovisión cristiana.
nio. No hay dioses. Estamos solos dentro de nuestro mundo. La presencia del
«En la concepción cristiana del hombre nada puede ser exclusi-
Dios verdadero es la presencia de un Dios ausente, un Dios que nos deja
cargar con el peso y la responsabilidad de nuestra vida en el mundo, un Dios vamente profano. Hay un espesor de la vida humana, lo cual
que quiere que vivamos en el mundo sin El, y esto en acción de gracias y
como gloria suya» (SEBASTIAN, o. c , 63-64). (74) J . B. METZ, Antropocentrismo cristiano (Salamanca, 1972).
118 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 119

pertenece al hombre como parte principal de la naturaleza, que cristiana no significaría otra cosa que la «modernización» de ésta,
tiene sus propias leyes y requiere un tratamiento especial y técni- tanto en el lenguaje como en los contenidos. Sería la aplicación
co. Pero cuando el hombre asume y realiza este sector natural y del «desarrollismo» en el campo de la moral. No hará falta decir
racional de su propia vida tiene que hacerlo en el marco de la que no entendemos a este nivel la relación entre secularidad y
realidad total, con una referencia de ¡da y vuelta respecto de su ética cristiana.
propio misterio sagrado y de Dios mismo, cuya presencia de crea- Tratando de tomarla en toda su profunda seriedad, entende-
ción y de gracia provoca su propia dimensión mistérica y sagrada. mos la secularidad como una nueva condición de lo humano en
Los hombres tenemos una dimensión sagrada porque Dios ha el momento actual, sobre todo dentro de la cultura occidental.
querido ser prójimo nuestro haciéndonos hijos suyos y partícipes Entendemos esta «condición» no en un sentido exterior o sim-
de su vida eterna. Por eso, cuanto el hombre vive y hace, sin plemente condicionante, sino a nivel de la misma estructura de lo
alterar su propia consistencia interior y secular, tiene que insertarlo humano como una forma existencial de ser el hombre y su his-
dentro de este contexto de la realidad humana total» (75). toria.
La historia de la moral conoce también reducciones éticas en Desde esta perspectiva, hablar de un «mundo secularizado»
las que la persona humana queda rebajada al nivel de «objeto»: resulta una afirmación excesivamente compleja y consiguiente-
— en éticas de signo religioso: la persona humana es un mente ambigua. Puede referirse al proceso ¡ntracultural de secu-
«instrumento» al servicio de los intereses de la Insti- larización (con sus delimitaciones de tiempo y espacio: preferen-
tución; temente los últimos siglos dentro de la cultura occidental), a la
— en éticas de signo totalitario: reducción del hombre al mentalidad secularizada (pragmatismo, cientifismo, etc.), al secu-
nivel de «medio» para conseguir las finalidades del larismo como ideología justificadora y hasta mitificadora de la
Estado, de la Raza, etc.; secularización, etc. En nuestro contexto preferimos hablar de
secularidad, en cuanto que este concepto expresa una condición
— en éticas de carácter tecnocrático, en las que desapa-
de lo humano.
rece el aliento humanista.
La secularidad lanza un reto decisivo a la fe cristiana (76), reto
que ha tratado de asumir la teología tematizando el hecho de la
c) La síntesis: moral de la persona como valor absoluto dentro de secularización.
la situación secular La teología moral también se siente interpelada por la secula-
ridad. A nuestro entender, dos son las cuestiones fundamentales
La moral de la persona humana ha de plantearse desde la com- que plantea la correlación entre secularidad y ética cristiana: en
prensión del hombre como ser responsable. La dicotomía de sa- primer lugar, ¿en qué medida en un hombre pueden coexistir la
cralidad y profanidad queda superada con la afirmación de la res- fundamentación secular de la moral y la fundamentación cristiana?
ponsabilidad personal. Desde esta perspectiva se puede formular En segundo lugar, ¿es posible hablar críticamente de moral cris-
una moral de la persona humana como valor absoluto dentro de la tiana dentro de un mundo en el que la secularidad aparece como
situación actual secularizada. opción atea?
¿Cómo entendemos esta relación entre secularidad y ética La cuestión coincide, de hecho, con el problema de la auto-
cristiana de la persona? Nos parece que el postulado de una nomía. De hecho, la secularidad puede entenderse como estruc-
«moral cristiana secular» puede ser trivializado y convertido en una tura autónoma de lo humano; por otra parte, el proceso de secu-
moda pasajera para el planteamiento de la dimensión ética cris- larización ha coincidido con el proceso de emergencia autónoma
tiana. En este sentido, la secularidad en relación con la moral del hombre dentro de la cultura occidental. No faltan quienes

(75) SEBASTIAN, o. c , 108-109. (76) H. FRÍES, Un reto a la fe (Salamanca, 1971), 189-211.


120 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 121

hablan sobre la «posibilidad de una moral secular» planteando la 3. DIALÉCTICA ENTRE «INDIVIDUALIDAD» Y «PUBLICIDAD»
cuestión sobre la posibilidad de una valoración autónoma de lo
humano a partir de la misma fe cristiana. En este sentido, la moral J. LACROIX, Le public et le privé: Socialisation et personne humaine
católica ha estado más cercana al proceso de secularización que la (Lyon, 1961).
misma síntesis dogmática católica y que la concepción ética pro-
testante. Al reconocer la posibilidad de un orden moral humano, Los problemas morales de la persona no tendrán un plantea-
aunque referido a Dios, la moral católica ha apostado a favor del miento exacto si no son formulados dentro de la tensión dialéctica
proceso secularizador. Congar ha señalado cómo los conceptos de entre «individualidad» y «publicidad».
ratio y de lex naturae en los siglos XII-XIII pueden ser conside- En la historia de la reflexión moral se constata un movimiento
rados como elementos de humanización y de secularización de la pendular de la insistencia privada a la insistencia pública y vice-
ética general de lo humano; entre Dios y la conciencia se inter- versa (79). Ello nos indica la dificultad de conjugar estas dos pola-
pone algo (la ratio normativa) que impide la total subyugación de ridades en una síntesis equilibrada.
lo humano a lo religioso (77). En la actualidad, la tensión entre «individuo» y «relación social»
Entendida la secularidad como autonomía humana, una moral constituye uno de los aspectos más difíciles de la metodología
cristiana secular sería lo mismo que una moral cristiana autóno- moral en relación con la persona. Ciertas corrientes actuales de
ma. A este respecto afirmamos que las mediaciones ético-antro- pensamiento, entre las cuales conviene destacar el marxismo y el
pológicas de la moral cristiana crítica no pueden dejar de ser estructuralismo, ponen en cuestión el valor objetivo del «indivi-
autónomas; consiguientemente, diríamos que no pueden dejar de duo». Por otra parte, el descuido de lo «social» dentro de la
ser, en este mismo sentido, «seculares». Añadimos que la moral comprensión de lo humano sigue siendo una laguna en las formas
cristiana tiene que hacer una revisión seria de sus categorías y de tradicionales de pensamiento ancladas en presupuestos de orienta-
sus contenidos desde los presupuestos de una secularidad = au- ción marcadamente individualista.
tonomía: desmitificar los valores morales, liberar las formulaciones Como quiera que más arriba, en el capítulo dedicado a la
éticas de formas supranaturalistas, desacralizar los modelos mora- exposición y valoración de los diversos modelos éticos que en la
les, etc. (78). historia de la reflexión moral se han propuesto en relación con el
hombre, ya hemos tratado de esta tensión entre «individualidad» y
(77) Y. M. CONGAR, Teología del nuevo modo de hablar sobre Dios: «publicidad», nos limitamos a señalar aquí algunas anotaciones de
Teología de la renovación, I. Renovación del pensamiento religioso (Salaman- carácter sistemático.
ca, 1972), 75-76. Parecida observación hace A. WINGELL, Conjunción histó-
rica de la moral y el orden cósmico: La nueva moral (Salamanca, 1972),
83-85. Sin embargo, para Ph. DELHAYE, La aportación del Vaticano II a la
a) Los extremos reduccionistas de las óticas tanto «privatistas»
Teología Moral: Concilium 75 (1972), 209-210, en la Edad Media se dio una
identificación entre ley natural y evangelio, originando una moral sacralizada. como «totalitarias»
(78) «Una primera característica básica del cambio de situación podemos
describirla como 'desacralización de la naturaleza'. Con este concepto no se- La exageración del aspecto individual en el hombre con-
ñalamos todo el fenómeno del mundo secularizado, como ahora se dice, sino duce a una consideración ética de la persona de signo «privatista».
sólo un aspecto específico en el que el hombre de hoy vive la realidad que
tiene a mano... Cuanto más se profundice en el análisis de la misma realidad,
con tanta mayor facilidad perderá ésta sus numinosidades y los tabúes que de hablando ya no vuelve a ser normativo para la moral. Cierto que esto no
ellas se originan. Mientras una inteligencia pre-racional de la naturaleza se constituye en la historia de la cultura un nuevo proceso, pero sí se realiza con
inclina a personalizar a ésta y, por tanto, a moralizarla, es decir, a situar la toda su agudeza en nuestro 'ilustrado' siglo» (F. BÜCKLE, Temas morales
realidad natural en una relación normativa respecto del hombre y de su con- urgentes en la predicación moderna: Concilium 33 (1968), 423-424).
ducta, la ciencia desacraliza la naturaleza. A esta desacralización sigue inme- (79) Ver el desarrollo de esta afirmación en: J. L. L. ARANGUREN, Etica
diatamente una 'desmoralización', es decir, lo extramundano formalmente (Madrid, 19725), capítulo IV.
122 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 123

La moral católica de los últimos siglos, y en general la moral Esta orientación ha nacido como reacción frente a la tendencia
occidental, ha tenido una tonalidad excesivamente individualista. individualista y ha sido favorecida por un conjunto de factores,
Entre los factores que han influido en la génesis y desarrollo de entre los cuales hay que destacar:
esta tendencia hay que enumerar los siguientes:
— la repercusión de la praxis revolucionaria en la com-
— el énfasis otorgado a la responsabilidad individual; prensión del hombre y en la formulación táctica de su
— la búsqueda de la perfección o autorrealización en cla- liberación social;
ve egoísta y hasta narcisista; — la aparición del colectivismo como forma de vivir y de
— la formulación de la salvación o condenación escato- pensar;
lógicas en términos supranaturalistas y privatísticos; — la deposición de las responsabilidades individuales en el
— la aparición de la conciencia de los «derechos» del anonimato de las estructuras y de la vida social;
individuo en clave liberal. — la quiebra de los sistemas individualistas y liberales.
Una moral puramente individualista es una moral estéril: no
Una moral de este signo no puede dejar de ser inhumana,
sirve para transformar la realidad, ya que sus presupuestos y fina-
tanto en su formulación como en las conclusiones a que conduce.
lidades se colocan en el terreno del absentismo y escapismo. Ade-
Por eso mismo tenemos que rechazarla como una forma más de
más, ese tipo de moral es radicalmente egoísta: crea sujetos con
«reduccionismo» antropológico y moral.
una fuerte carga de perfeccionismo narcisista y con el consiguien-
te acompañamiento de compiejos neurotizantes (sobre todo de
culpabilidad). b) La síntesis: moral de la persona comprendida como valor sin-
Frente a esta orientación individualista ha surgido en los últi- gular y original dentro de la urdimbre de la relación social
mos años una fuerte tendencia en orden a lograr la «desprivati-
zación de la moral» (80), tendencia que se advierte en todos los La persona tiene un carácter privado y a la vez público; es
campos del saber teológico. Se reacciona contra una orientación inviolable tanto en su intimidad y singularidad como en su dimen-
demasiado «existencialista» y se preconiza la formulación de la sión social. No es correcto dar la primacía a un aspecto en contra
teología con mediaciones de carácter «político». El mismo Concilio de otro: ni al público con menoscabo del privado (como hace el
Vaticano II exhorta a sobrepasar una ética meramente individua- comunismo), ni al privado con menoscabo del público (como hace
lista: «La profunda y rápida transformación de la vida exige con el liberalismo). Lo público y lo privado constituyen el ámbito per-
suma urgencia que no haya nadie que, por despreocupación frente sonal total. La pura publicidad despersonaliza al hombre, pero
a la realidad o por pura inercia, se conforme con una ética mera- también lo despersonaliza el reducirlo al ámbito meramente pri-
mente individual» (81). vado.
Por otra parte, la exageración del aspecto social en el hom- El ser personal se define por dos polos o vertientes comple-
bre conduce a una formulación de la ética de signo «totalitario». mentarias: interioridad y relación. Persona significa el ser más ínti-
Las éticas comunistas no se ven libres de esa tentación (82). mo de cada hombre, su yo. Únicamente la pesona tiene interio-
ridad: una interioridad de autoconciencia (inteligencia) y de auto-
(80) Cfr. M. VIDAL, Moral de actitudes, I (Madrid, 1977"), 65-66. posesión (voluntad); interioridad que es inconmensurable y escapa
(81) Gaudium et Spes, n. 30. a todo dominio. De este factor de interioridad, esencial en la
(82) J . DE GRAAF, Moral, marxismo y ética en la Unión Soviética
noción de persona, se deducen muchos principios y criterios mo-
(Salamanca, 1970); S. VAGOVIC, Etica comunista (Bilbao, 1974); V. EFI-
MOV-I. PETROV, Etica (Buenos Aires, 1966); A. F. SHISKHIN, Etica mar- rales sobre la convivencia ¡nterhumana. A la persona no se la
xista (México, 1966); P. EHLEN, Die philosophische Ethik in der Sowjet- puede dominar, ni alienar; la persona no puede perder su interio-
union (München, 1972). ridad y su autoposesión.
124 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 125

Pero la interioridad de la persona únicamente es comprensible Por idéntica cosmovisión humana y cristiana el valor individual
a partir de su carácter relacional. El yo de la persona únicamente y original de toda persona humana ha de entenderse y realizarse
es inteligible a partir de un «tú» y un «nosotros». Por eso mismo dentro de la urdimbre de las relaciones sociales. Es impensable e
la persona es el ser más íntimo del hombre, en cuanto inteligible irrealizable el ser humano fuera de la relación social. Por eso
en una relación recíproca con el tú y, a través del tú, con el mismo se ha de destacar con igual fuerza la dimensión social de la
nosotros. La relación interpersonal es un elemento constitutivo de persona humana.
la persona en cuanto persona. No se puede pensar en una per- Los problemas concretos de la ética de la persona tienen que
sona «aislada». Esto se puede traducir en cristiano con aquella ser planteados y solucionados dentro de esta síntesis dialéctica en
frase: «unus christianus, nullus christianus». que se afirma al mismo tiempo el valor original de cada hombre y
El aspecto relacional de la persona reviste diversos caracteres. la fuerza antropológica y normativa de la urdimbre de las relacio-
Los principales son los siguientes: a) Carácter verbal: en cuanto nes sociales.
que la persona nace de una llamada y se orienta hacia una res- III
puesta (es necesario admitir en el constitutivo de la persona y en
su relación con los demás los elementos inherentes a la forma MODELO ETICO PARA LA REALIZACIÓN CRISTIANA
dialogal: la verdad, la autenticidad, etc.). b) Carácter de acepta- DE LA PERSONA
ción y de entrega: la persona se fundamenta en un don y aparece
en una tarea a realizar (no puede haber persona si no se admite el La imagen normativa del hombre en el Nuevo Testamento
juego dialéctico de don-entrega), c) Carácter amoroso: en cuanto
que la persona tiene un carácter creativo; tiene una dinámica crea-
Hemos expuesto hasta aquí dos elementos de la teoría ética
tiva (la persona no es un concepto y una realidad estática, sino
global sobre la persona: la determinación de la categoría capaz
dinámica y siempre creadora).
de asumir críticamente la dimensión moral de lo humano y la
Si la persona consiste en la interioridad y en la relación, el fun- formulación de la metodología válida para el estudio de la com-
damento de la persona está en la relación que tiene con el Tú de pleja estructura de la instancia moral del hombre. Falta la exposi-
Dios creador y con el Tú de Cristo. Todo nuestro ser personal ción del tercer elemento de la teoría ética: proponer un modelo
consiste en esa respuesta amorosa al Tú divino. Por eso mismo la ético para la realización coherente del ser personal.
moral cristiana de la convivencia interhumana descansa en la Antes de comenzar a desarrollar este último punto queremos
aceptación de la comunión con Dios y con Cristo. aclarar el sentido de la cuestión. Al hablar aquí de «modelo ético»
Desde esas perspectivas humanas y cristianas aparece la per- para la realización de la persona no nos referimos a la figura ética
sona humana, toda persona humana, como un valor individual y en que se concreta la moralidad total de un hombre; este último
original. Así lo ha recordado Juan XXIII con formulación exacta: aspecto se expone en el tratado de Moral Fundamental, que en
«En toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay lenguaje tradicional se llama «Tratado de la Viilud» y actualmente
que establecer como fundamento el principio de que todo hombre se puede llamar «Tratado de la Figura Etica» (84). Tampoco enten-
es persona, esto es, naturaleza dotada de inteligencia y libre albe- demos aquí por «modelo ético» ios rasgos concretos en que se
drío y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo derechos y encarna la dimensión ética de la persona; este último aspecto
deberes, que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su pertenece a la Moral concreta y no a la teoría ética global sobre la
propia naturaleza. Estos derechos y deberes son, por ello, inviolables persona. Expresándolo de una manera positiva, entendemos por
y universales y no pueden renunciarse por ningún concepto» (83). «modelo ético» aquel conjunto de rasgos globales que constituyen

(84) Remitimos a la exposición que de este tratado hemos hecho en: Mo-
(83) Pacem in terris, n.9. ral de actitudes, I (Madrid, 1977"), 501-550.
126 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 127
la «forma» que da sentido y unidad a los diversos aspectos con- se puede descubrir una imagen n o r m a t i v a del hombre (86). La
cretos en que se singulariza la moral de la persona humana. El Biblia proyecta un «modelo ético» de hombre desde el cual son
modelo ético así entendido, más que identificarse con rasgos con- valoradas las diversas situaciones en que la persona humana pone
cretos de moral viene a coincidir con la estructura en que aquéllos en juego su sentido humano-religioso.
adquieren su sentido y su criterio de interpretación unitaria. En el presente apartado pretendemos recoger los rasgos bási-
Partiendo de esa noción de modelo ético, nos interesa señalar cos que el Nuevo Testamento ofrece para construir la imagen nor-
ante todo los rasgos globales que aparecen desde la cosmovisión mativa del hombre para un creyente. Por razones prácticas y
cristiana del hombre. Es esta cosmovisión la que deseamos expo- metodológicas reducimos el horizonte al Nuevo Testamento (más
ner, ya que es nuestra intención formular un modelo ético para la concretamente, evangelios sinópticos, teología paulina y teología
realización cristiana de la persona. Para ello juzgamos necesario joanea), ya que la referencia al Antiguo Testamento supondría
señalar la imagen normativa del hombre que nos presenta el Nue- tener que exponer previamente un conjunto de presupuestos te-
vo Testamento. mático-metodológicos. Por otra parte, la exposición se ceñirá di-
Se puede hablar de antropología bíblica desde distintas pers- rectamente al texto bíblico, aunque tenga como telón de fondo los
pectivas. En primer lugar, los diversos escritos de la Biblia supo- diversos estudios sobre la Moral neotestamentaria.
nen y proyectan un determinado concepto cultural del hombre: en
este sentido se puede estudiar las diversas imágenes de hombre
que subyacen en los diversos escritos bíblicos. En segundo lugar, 1. CATEQUESIS DE LOS SINÓPTICOS
el mensaje de la Biblia proyecta también de una manera explí-
cita e implícita un determinado sentido del hombre en relación Los evangelios sinópticos nos ofrecen un conjunto de períco-
con su origen y su destino: tal mensaje es la base bíblica de toda pas o catequesis en las que el tema puede ser considerado como
antropología teológica. En tercer lugar, la cosmovisión bíblica pue- la descripción de la imagen normativa del hombre. He aquí las
de ser entendida como una forma de pensar antropocéntrica: a más representativas:
partir de esta orientación se hablará de la antropología trascenden-
tal o de la forma de pensamiento antropocéntrico en la Biblia.
a) Valor absoluto de la persona humana
Estas tres maneras de entender la antropología bíblica se consta-
(frente a cualquier institución o «tradición» de los hombres)
tan en diversos estudios sobre la imagen del hombre en la Biblia, y
más particularmente en el Antiguo Testamento (85).
Dentro de un contexto literario de «controversia» y con una
Juzgamos que también se puede hablar de la imagen bíblica gran carga «cristológica», los evangelios sinópticos ponen de relie-
del hombre desde una perspectiva ética. Y esto no solamente en ve el valor original y decisivo de la persona humana frente a las
cuanto que el tema del hombre constituye un aspecto esencial de valoraciones antihumanas «añadidas» por las deformaciones reli-
las llamadas «Eticas bíblicas», sino porque en los escritos bíblicos giosas. En el evangelio de Marcos existe un bloque literario (2, 13-
3, 6) en el que Jesús es presentado en su actuación como el
«dueño» de las instituciones humanas, dominio y libertad que tras-
(85) Cfr. el boletín de F. LAGE, Antropología del Antiguo Testamento:
Pentecostés 10 (1972), 43-54. Recordar las «antropologías bíblicas» de: W. G. mite a todo hombre que le sigue (2, 28: «el hombre es señor
KUMMEL, Das Bild des Menschen im Neuen Testament (Zürich, 1948); también del sábado»); de este modo, el valor de la persona se
W. ZIMMERLI, Das Menschenbild des Alten Testaments (München, conecta con el «señorío» de Jesús puesto de manifiesto en su
1949); G. PIDOUX, El hombre en el Antiguo Testamento (Buenos Aires, actuación libre frente a las instituciones religiosas. El bloque lite-
1969); A. GELIN, El hombre según la Biblia (Madrid, 1962); L. L. SCHEF-
FCZYK, El hombre actual ante la imagen bíblica del hombre (Barcelo-
na, 1967); H. W. WOLFF, Antropología del Antiguo Testamento (Sala- (86) B. VAN IERSEL, La imagen normativa del hombre en el Evan-
manca, 1975). gelio: Concilium 75 (1972), 194-206.
128 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 129

rario de Marcos encuentra también sus paralelos en Mateo (12, — Definición del prójimo por el «más necesitado»:
1-14) y en Lucas (5, 27-6, 11). Le 10, 25-27 (recordar cómo hay que hacer la
- Me 2, 23-28 (anotar w . 27-28); 3, 1-6 (anotar v. 4). «lista de invitados» por razón de su necesidad:
Le 14, 12-14).
- Mt 12, 1-8 (anotar v. 7); 12, 9-14 (anotar v. 12).
- Le 6, 1-5; 6, 6-11 (anotar v. 9). — Identificación de Jesús con los débiles (tema que apa-
rece repetidas veces en el evangelio de Mateo dentro
En otro bloque literario de «controversia», en que se presenta a de contextos de gran importancia temática y literaria):
Jesús desenmascarando el sinsentido de las «tradiciones» de los
hombres y devolviendo el sentido de los valores originales, apare- Mt 10, 42 (Me 9, 41).
ce de nuevo la valoración absoluta y original de la persona huma- Mt 18 (passim).
na frente a dichas «tradiciones» de los hombres: Me 7, 1-23 (pa- M t 2 5 , 31-46.
ralelo: Mt 15, 1-20).
Estos rasgos de preferencia por el débil definen la actuación de
- Me 7, 8-13 (anotar v. 13). Jesús y orientan éticamente la actuación de los creyentes. Rasgos
que cobran mayor relieve si se los considera dentro de la unidad
- Mt 15, 1-9 (anotar v. 6).
de mandamiento entre el amor a Dios y el amor al prójimo pro-
En estos bloques literarios se subraya el valor original del hom- clamado por Jesús: Me 12, 28-43; Mt 22, 34-49; Le 10, 25-28.
bre. Para un seguidor de Jesús, la norma propia de actuación del
hombre es el hombre mismo.
c) Interioridad y radicalidad: actitudes normativas

b) Preferencia por el débil En la imagen normativa que nos ofrecen los evangelios sinóp-
ticos sobre el hombre hay dos rasgos que pueden ser descritos
En la actuación de Jesús se advierte una preferencia por el con el término de «actitud». Concretamente, nos referimos a las
débil (pobre, marginado, «pecador», etc.). Este es un rasgo básico actitudes de interioridad y radicalidad. Toda consideración ética de
de la moral vivida de Jesús; rasgo ético que se convierte al la persona humana cobra relieve sobre el fondo de estas dos
mismo tiempo en rasgo mesiánico: la actuación de Jesús con los actitudes típicamente evangélicas:
«pobres» constituye las credenciales de su misión mesiánica (Le 7,
— La ley de la interioridad en la valoración ética de la
19-23).
persona humana:
En los evangelios sinópticos encontramos una serie de períco-
Me 7, 14-23 (Mt 15, 10-20): superación de las ca-
pas en las que, juntando la actuación de Jesús con su enseñanza,
tegorías de lo «puro» e «impuro» (categorías de
se proyecta este rasgo normativo de la imagen del hombre: el cre-
yente ha de preferir siempre colocarse al lado del débil y no del la exterioridad) por las categorías de la «interio-
poderoso. He aquí algunas de estas catequesis de «preferencia por ridad».
el débil»: Mt 6, 1-18 (5, 28): la interioridad como ámbito de
la vida ético-religiosa.
— Convivencia solidaria con los «marginados» por motivo
religioso (los recaudadores y los descreídos): — La ley de la radicalidad en la valoración ética de la per-
sona humana:
Me 2, 13-17 (anotar v. 17).
Mt 9, 10-13 (anotar w . 12-13). Mt 6, 24: opción radical ineludible entre dos «con-
Le 5, 27-32 (anotar v. 32). trarios».
9 Etica de la persona
130 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 131

Me 8, 34-38 y paral.: la opción radical como entra- Los evangelios sinópticos son el testimonio de esa «memoria cris-
da en el «discipulado». tológica» de la primitiva comunidad cristiana. Baste anotar, a título
Mt 10, 37-39 y paral.: la vida del enviado es vida de ejemplo, el alto grado de normatividad que proyectan sobre la
de radicalidad. imagen del hombre los «resúmenes de la pasión» en el evangelio
de Marcos:
Para los evangelios sinópticos el hombre se valora a sí mismo y
a los demás a partir de un «desde» que condiciona la imagen Me 8, 34-38: el discípulo tiene que entregar la vida como
normativa de la persona humana: «desde» el interior y «desde» la el Maestro.
radicalidad. Toda otra valoración es incorrecta por «exterior» y por Me 9, 33-37: el discípulo debe ser el servidor de todos, ya
«periférica». Esto supone entender la imagen normativa del hom- que el Maestro no vino a ser servido, sino a servir (10,
bre desde una comprensión profética (y no ritual-cultual) de la 44-45).
moral y desde una toma de conciencia de la importancia escato-
lógica del «momento» que obliga al creyente a vivir a nivel de
opciones radicales (y no en el atolondramiento de lo pasajero y su- 2. RASGOS NORMATIVOS DE LA ANTROPOLOGÍA PAULINA
perficial: Me 13, 28-37 y paral.).
La antropología paulina tiene, además de otras perspectivas,
d) La contrafigura: moral farisaica una v e r t i e n t e ética (88). Se puede hablar de una imagen norma-
tiva del hombre en los escritos de Pablo. Uno de sus rasgos es el
Los evangelios sinópticos proyectan también de una manera de la referencia a Cristo: a través del tema de la «imagen», Pablo
negativa la imagen normativa del hombre cuando se oponen a las conecta la normatividad del hombre con la persona de Cristo. El
actitudes ético-religiosas de los letrados y fariseos. En cada evan- hombre refleja la imagen del creador en la medida en que refleja la
gelio encontramos un bloque literario al respecto (dos bloques en imagen de Cristo (1 Cor 15, 49; 1 Cor 3, 18; 4, 4; Col 1, 15; 3, 10).
Lucas): Fijándonos más directamente en la comprensión antropológica
Me 12, 38-40. de Pablo destacamos los tres rasgos siguientes como aquellos que
configuran fundamentalmente la imagen normativa del hombre:
Mt 23, 1-36.
Le 20, 45-47; 11, 37-54.
En la contrafigura moral farisaica resaltan los siguientes rasgos: a) El hombre «nuevo»
vanidad, mentira, hipocresía, dictadura moral, orgullo, dar impor-
tancia a lo que no la tiene, descuidando lo importante; explotar a La «novedad» es una categoría de la antropología ético-religio-
los demás, apego a las riquezas, etc. Frente a estas actitudes sa de Pablo. Puede traducirse actualmente por «originalidad»: el
negativas surge la tríada de valores ético-religiosos: «honradez, cristiano es el hombre nuevo o el «tercer hombre» en contrapo-
compasión, sinceridad» (Mt 23, 23). sición con las dos comprensiones religiosas más conocidas para
Pablo: la griega (sin esperanza y sin religiosidad auténtica) y la
judía (definida fundamentalmente por la autosuficiencia emanada
e) Jesús: la imagen normativa del hombre
de una concepción religiosa de cumplimiento legalista):
Rom 3, 21-31: corolario en que se proclama la origina-
La comunidad primitiva «grabó la imagen de Jesús en su me-
moria, por significar para ella la imagen normativa del hombre, y lidad del existir cristiano frente al existir ético-religioso del
hasta incluso la única imagen normativa del ser humano» (87).
(88) Ver la síntesis de R. SCHNACKENBURG, El testimonio moral del
(87) Ibíd., 197. Nuevo Testamento (Madrid, 1965), 213-233.
132 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA APROXIMACIÓN SISTEMÁTICA 133

judaismo y del paganismo. «Dios rehabilitará a los cir- transformar por la nueva mentalidad, para ser vosotros
cuncisos en virtud de la fe y a los no circuncisos también capaces de distinguir lo que es voluntad de Dios, lo
por la fe» (v. 30). bueno, agradable y acabado».
Si la figura ético-religiosa del cristianismo la define Pablo por
la fe («rehabilitados ahora por la fe»: Rom 5, 1), la existencia c) El hombre libre»
cristiana es un existir en gracia y en esperanza: «Por El (Jesucris-
to) tuvimos la entrada en esta situación de gracia en que nos La libertad constituye un rasgo básico de la antropología ético-
encontramos y estamos orgullosos con la esperanza de alcanzar el religiosa de Pablo. Hasta podemos decir que Pablo define la exis-
esplendor de Dios» (Rom 5, 2). Esto supone entender y realizar la tencia cristiana como un existir en libertad (cfr. Carta a los Gálatas
vida ética del cristiano como un vivir en novedad: y a los Romanos). Por eso mismo, no ha de extrañarnos que uno
Rom 8, 5-14; Gal 5, 16-24: (la vida del Espíritu). de los rasgos fundamentales de la imagen normativa del hombre
Ef 4, 22-24: (vida del hombre nuevo). sea la libertad. «A vosotros hermanos, os han llamado a la li-
Pablo resume este rasgo del hombre nuevo con la exclamación bertad» (Gal 5, 13).
axiológica: «¡Circuncisión o no circuncisión, qué más da! Lo que La libertad ético-religiosa que proclama Pablo puede ser consi-
importa es una nueva humanidad» (Gal 6, 15. derada con dos vertientes. Siguiendo la terminología de E. Fromm,
hablamos de una libertad «de» y una libertad «para»:
— Libertad «de». El hombe creyente ha sido liberado de
b) El hombre «que discierne» tres grandes realidades: el pecado (Rom 6, 11. 18. 22;
8, 2); de la muerte (Rom 6, 16-23); y de la ley (Rom 7,
Discernimiento es la capacidad de valorar toda situación con- 2-4; Gal 4, 21-31)
forme a los criterios evangélicos. Para Cullmann el verbo «discernir» — Libertad «para». La libertad del hombre creyente con-
es «la clave de toda moral neotestamentaria» (89). El discerni- siste en «estar al servicio de los demás» (Gal 5, 13).
miento es para Pablo otro de los rasgos de la imagen normativa
del hombre. Recordamos dos pasajes paulinos en que se formulan
las dos vertientes del discernir (90): 3. RASGOS NORMATIVOS DE LA ANTROPOLOGÍA JOANEA
— El sujeto del discernimiento: Fil 1, 9-11 «que vuestro
amor crezca más y más en penetración y en sensibi- Dentro del gran contenido moral que ofrecen los escritos de
lidad para todo, a fin de acertar con lo mejor. Así, Juan (91), podemos destacar tres aspectos que pueden ser consi-
seréis sinceros y llegaréis sin tropiezo al día de Cristo, derados como otros tantos rasgos de la imagen normativa del
colmados de ese fruto de rectitud que viene por Jesu- hombre.
cristo, para gloria y alabanza de Dios».
— El objeto del discernimiento: Rom 12, 1-2. «Os suplico a) El hombre como «ser iluminado»
que ofrezcáis vuestra propia existencia como sacrificio
vivo, sagrado, agradable a Dios, como vuestro culto Para Juan los valores morales se polarizan en torno al hecho
auténtico; y no os amoldéis a este mundo, sino dejaos de Cristo. Todo cobra sentido a través de Cristo, «Camino, Ver-
dad y Vida» (14, 6). Ahora bien, Cristo es presentado en la teolo-
gía joanea ante todo como una fuerza de iluminación: como Ver-
(89) O. CULLMANN, Cristo y el tiempo (Barcelona, 1967), 202.
(90) Sobre el tema del «discernimiento» en Pablo, cfr. G. THERRIEN, Le
discernement moral dans l'építre aux Romains: Studia Moralia VI (1968) (91) N. LAZURE, Les valeurs morales de la théologie joannique (Pa-
77-135. rís, 1965); J. M. CASABO, La teología moral en San Juan (Madrid, 1970).
134 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

dad, como Logos. La acción salvífica de Cristo es una acción ilu- segunda parte
minadora. La fe, en cuanto aceptación de la Salvación, es expre-
sada como dejarse invadir y penetrar por la Luz; por el contrario,
el hombre que no acepta la Salvación permanece en las tinieblas
(8, 2; 12, 46).
ética concreta de la persona
La persona humana para Juan adquiere un rasgo normativo en
esa capacidad de iluminación. Ser nombre auténtico es:
— positivamente, aceptar la iluminación del Logos: 1,
1-18.
— negativamente, liberarse de las Tinieblas interiores: 3,
19-21; 8, 44.

b) El hombre, «ser en comunión»

Si en el cuarto evangelio el rasgo decisivo del hombre ético-re-


ligioso es el de su capacidad iluminativa, en la primera carta de
Juan el rasgo más sobresaliente es el de la comunión. El hombre
se define y se realiza por su capacidad de koinonía o comunión.
Solamente a través de esa comunión el hombre creyente puede
«permanecer en Dios».
También este rasgo de la imagen normativa del hombre en los
escritos de Juan puede ser considerado desde una doble vertiente:
— Comunión diacrónica o histórica, entrando en la parti-
cipación del mensaje de los «testigos»: 1 Jn 1-4.
— Comunión sincrónica o presente, siendo «solidarios
unos de otros» (1 Jn 1, 7). para tener la comunión con
Dios ( U n 3, 24).

c) El hombre, «reducido a fe y amor»

Creer y amar son los dos verbos en que «reductivamente» se


expresa y se realiza el existir del hombre creyente. Tal «reducción»
puede ser considerada como otro de los rasgos normativos de la
imagen del hombre en los escritos joaneos:
3. Moral de la «concienciación» y de la «manipulación».
— Creer es: la salvación (3, 18); es la vida (5, 24; 6, 47);
es la obra a realizar (6, 29); es la victoria sobre el 4. Bioética o Moral de la corporalidad.
mundo (1 Jn 5, 4-5).
5. Moral del amor y de la sexualidad.
— Amar es: el mandamiento «nuevo» (13, 34-35); el man-
miento «antiguo» (1 Jn 4,7-21). 6. Moral de la convivencia interpersonal.
MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

3
moral de
la " c o n c i e n c i a c i ó n " y de la " m a n i p u l a c i ó n "

En esta parte pretendemos hacer una exposición de los as-


pectos más importantes en que se concreta la dimensión ética de
la persona. Por fuerza tendremos que seleccionar aquellos que
juzgamos de mayor interés, omitiendo los restantes. Comenzamos el desarrollo de la moral concreta de la persona
Tanto el desarrollo como la selección están condicionados por por la instancia más fundamental: la subjetividad. La persona es
un interés sistematizador. Ahora bien, la sistematización de los «sujeto» y en cuanto tal ha de ser considerada y tratada.
problemas éticos de la persona la hacemos depender de la catego- Todos los problemas éticos de la persona se reducen a este
ría de «condición básica» de la persona. En ésta pueden ser núcleo moral de la subjetividad. De ahí que un desarrollo completo
señaladas un conjunto de condiciones básicas que originan otros de esta dimensión ética abarcaría todo el campo de la moral de la
tantos ámbitos de comportamiento. La moral concreta de la per- persona.
sona queda, pues, sistematizada dentro de ese esquema de
condiciones básicas del ser personal. Sin embargo, limitamos nuestra consideración a los aspectos
globalizantes. Desde el punto de vista positivo, la persona tiene
He aquí las condiciones que consideramos básicas y que dan una exigencia ética de «concienciación» (de este modo se realiza
lugar a otros tantos capítulos de la moral concreta de la persona: como «sujeto»). Desde la perspectiva negativa, la persona ha de
conjurar el riesgo de la «manipulación» (para no caer en la tenta-
1. Subjetividad: Moral de la «concienciación» y de la «manipulación»
ción de ser «objeto» de programación).
2. Corporalidad: Bioética o moral de la corporalidad.
Dividimos, pues, el capítulo en dos apartados:
3. Sexualidad: Moral del amor y de la sexualidad.
4. Alteridad: Moral de la convivencia interpersonal. I. La persona: exigencia ética de «concienciación».
II. La persona: riesgo de manipulación.

I
LA PERSONA: EXIGENCIA ETICA DE «CONCIENCIACIÓN»

La persona se realiza como sujeto si vive su existencia de una


forma concienciada. La concienciación es una forma de ser del
hombre. De ahí que tenga que ser asumida esta instancia dentro
de la ética cristiana de la persona.
138 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACIÓN Y DE LA MANIPULACIÓN 139

La moral de la concienciación suscita un gran interés en la El verbo concienciar (o «concientizar») no es un verbo ni total-
actualidad. Por otra parte, tiene una importancia decisiva para la mente activo ni totalmente reflejo; es un verbo que expresa reci-
vida del pobre, del marginado y del oprimido. Sin embargo, este procidad. «Es utilizado en el sentido de una toma de conciencia de
tema se encuentra todavía en una fase de búsqueda y de explora- la realidad, del universo que nos rodea; a través de esta realidad, el
ción; se vivencia y se intuye con más riqueza de la que pueden hombre se descubre a sí mismo, descubre sus relaciones con los
expresar las categorías que poseemos dentro de la moral. demás» (1).
Dividimos la exposición en tres puntos: Concienciación significa toma de conciencia. La conciencia
1. La concienciación: dimensión moral de la persona. humana es la gran realidad dentro del universo. Supone todo lo
2. Actitudes de la concienciación. que el hombre es y lo que el hombre hace. «Mediante la concien-
3. Pérdida del autodominio y de la concienciación cia somos capaces de adquirir una perspectiva con respecto a los
(Problema moral de las drogas). demás, con respecto al universo y con respecto a nosotros
mismos. Por la conciencia, nosotros nos miramos como en un
espejo, miramos a los demás como alguien distinto de nosotros,
1. LA CONCIENCIACIÓN: DIMENSIÓN MORAL DE LA PERSONA podemos analizar la materia en sus mínimos detalles. A l mismo
tiempo, la conciencia nos permite entrar en comunión. Nos des-
J . ARROYO, Paulo Freiré. Su ideología y su método (Zarago- cubrimos idénticos a nosotros mismos, pero siempre deseándonos
za, 1973). R. G. BARROS, La educación ¿utilitaria o liberadora? conocer mejor. Podemos entrar en comunión con los demás con-
(Madrid, 1971). F. FRANCO, El hombre: construcción progresiva. servando siempre nuestra identidad y respetando la de los demás,
La tarea educativa de Paulo Freiré (Madrid, 1973). P. FREIRÉ, La pero alcanzando una unión de amor. Nos sentimos como parte del
educación como práctica de la libertad (Santiago de Chile, 19(50);
universo, pero capaces de transformarlo, de unirlo más a nosotros,
Pedagogía del oprimido (Madrid, 1975?). IDOC n.° 41 (1971),
69-84: «Liberté humaine et conscientisation». INODEP, El mensaje para hacerlo más humano. Pero adquiero conciencia de mí mismo
de Paulo Freiré. Teoría y práctica de la liberación (Madrid, 1973). en la medida en que me conocen y aman los demás. El hijo se va
S. SÁNCHEZ, Freiré, una pedagogía para el adulto (Ma- haciendo consciente en la medida que le conocen y le aman sus
drid, 1974). padres. Esta conciencia que adquiero de mí mismo es la de al-
guien que vive inserto en la materia: en un cuerpo, en un univer-
El tema de la concienciación tiene múltiples resonancias e so, que es la prolongación de mi cuerpo; es la conciencia que
implicaciones en diversos campos, sobre todo en el de la pedago- adquiere alguien que necesita alimentarse, vestirse, abrigarse bajo
gía. No es éste el lugar adecuado para una exposición detallada de techo, hacer movimientos, etc. A modo de consecuencia, en la
tales implicaciones. Únicamente pretendemos poner de relieve medida en que he de enfrentarme con este universo y en la
cómo la concienciación es una de las dimensiones morales funda- medida en que se resiste a ser captado por mí y en que yo lo
mentales de la persona en cuanto que ésta tiene que actuar y ser transformo y lo asumo, me voy haciendo más consciente. Este
considerada como sujeto. En función de esta afirmación global encuentro con el universo va indisolublemente ligado a mis rela-
recordamos algunos aspectos relacionados con el concepto y la ciones con los demás. No es una tarea exclusiva mía, sino que
realidad de la concienciación. está llamada a ser cada vez más la tarea de todos. En la medida
en que yo soy más consciente, puedo ayudar a los demás a serlo
también y viceversa» (2).
a) N o c i ó n de c o n c i e n c i a c i ó n
Para definir la concienciación es necesario tener en cuenta las

El término «concienciación» (lo mismo que el verbo «concien-


(1) R. G. BARROS, La educación, ¿utilitaria o liberadora? (Madrid,
ciar») es de origen iberoamericano y ha comenzado a ser utilizado 1971), 47, nota 4.
con una nueva carga de contenido desde hace muy poco tiempo. (2) Ibíd., 19-20.
140 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACIÓN Y DE LA MANIPULACIÓN 141

diversas formas de toma de conciencia que puede tener el hombre experiencia; b) interpretación de la experiencia; c) sistematización
frente a la realidad. Estas diversas formas de conciencia ante la de la realidad en orden a poseer una visión global para intentar un
realidad originan actitudes humanas y políticas muy diferentes. esfuerzo de superación.
Según Paulo Freiré existen dos niveles de conciencia: — La toma de conciencia como proyección. Después de
— Conciencia «intransitiva»: se encuentra en los hombres haber analizado, interpretado, sistematizado y llegado a una visión
acríticos y en comunidades cerradas. Se caracteriza por una casi global de la situación, la conciencia quiere ir más allá, quiere
impermeabilidad a los problemas y a los estímulos situados fuera transformar y elaborar una nueva realidad existente. Dicho de otro
de la esfera de lo biológicamente vital (alimentarse, subsistir, in- modo, intenta proyectar los objetivos. Esta etapa o momento de la
munizarse contra todo lo que pueda atentar contra la vida misma proyección comporta: a) proposición de objetivos; b) adopción de
del hombre o de la comunidad); por la casi ausencia de conciencia una estrategia para alcanzar los objetivos; c) reflexión sobre las
histórica (el hombre está como anclado de alguna forma en un operaciones que se han de emprender para realizar el cambio.
tiempo que parece tener una sola dimensión: el presente; no tiene — La toma de conciencia (concienciación) ha de conti-
sino una débil conciencia en su triple dimensión de ayer, hoy y nuarse en la elección de opciones, en acciones transformadoras,
mañana); y por una captación y una comprensión principalmente en evolución crítica permanente y en evaluaciones de la transfor-
mágicas de la realidad, de la que necesariamente se deriva una mación emprendida. Estas son otras tantas etapas del proceso de
acción principalmente mágica. liberación, del que forma parte la concienciación. Lo específico de
— Conciencia «crítica»: se caracteriza por la profundidad en la concienciación, en ese proceso de liberación, es lo siguiente: la
la interpretación de los problemas; por la sustitución de las expli- toma de conciencia ha permitido una reflexión crítica sobre la
caciones mágicas por el estudio de las causas reales; por la segu- realidad, pero por su dinamismo se ha visto impulsada a una
ridad en la argumentación; por la práctica del diálogo y no de la superación de la situación. Ha sido llevada a reflexionar en cuanto
polémica; por la receptividad ante lo nuevo (sin por eso rechazar al tipo de realidad que hay que construir (objetivo), la manera de
lo antiguo); por no transferir y abandonar su responsabilidad: conseguirlo (estrategia) y la actividad que ha de emprenderse para
La concienciación supone el paso de la conciencia intransitiva realizar las transformaciones necesarias (operaciones).
a la conciencia crítica. Es un proceso más bien que una acción.
Este proceso de concienciación coloca al hombre en una postura
especial: el hombre no se deja encerrar en una situación, sino que b) Concienciación: realidad «personal» y realidad «política»
la domina siendo capaz de superarla con una crítica valorativa.
La concienciación es una realidad bifronte: tiene una dimensión
Esta toma de conciencia como proceso del hombre tiene un
personal y otra dimensión política (entendiendo este término en su
conjunto de aspectos o etapas. R. G. Barros los describe del
sentido más amplio). Crear hombres «concienciados», es crear
siguiente modo (3):
hombres «politizados».
— La toma de conciencia como reflexión sobre la reali-
dad. La conciencia humana puede llegar a estar casi totalmente 1.°) La concienciación radica en la estructura personal
inmersa o absorbida por la realidad, sin capacidad para tomar del hombre. El hombre —en definición de Zubiri— es un «animal
perspectivas para criticarla y superarla. La toma de conciencia de realidades». Su función es «inteligir realidades». No está coer-
crítica frente a la realidad es un momento o una etapa del proceso citivamente condicionado por los estímulos en un esquema cerra-
de concienciación. El esfuerzo de reflexión sobre la realidad para do de estímulo-respuesta. Es una estructura abierta, en la que
aprehenderla y criticarla llega a ser un elemento esencial de la entra lo imprevisible. Esto supone que el hombre está, en cierto
toma de conciencia. Esta reflexión comporta: a) análisis de la sentido, por encima de la realidad: no como ausente o escapado,
sino en la función de «hacerse cargo» de la situación. Este carác-
(3) Ibíd., 19-20. ter de «ser alertado» supone en él la concienciación.
142 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACIÓN Y DE LA MANIPULACIÓN 143

Paulo Freiré (4) ha analizado la forma de relación que mantiene de sociedad cerrada: las sociedades de Latinoamérica, las de Áfri-
el hombre con el mundo y ha descubierto la existencia de una ca, las áreas semicerradas en las sociedades manipuladoras. Sin
concienciación como estructura antropológica fundamental. Mien- embargo, hay algo común a todas ellas: la «estructura de domina-
tras que el animal tiene «contactos» con el mundo, el hombre ción». «Las sociedades cerradas, como totalidades en sí mismas,
tiene «relaciones». Las características de estas «relaciones» son: son parcialidades de una totalidad mayor en la que se encuentran
en relación de dependencia respecto a las sociedades manipula-
— postura crítica (en el animal: ausencia de postura crítica).
doras o centrales. De esta manera, en tal relación de dependencia,
— pluralidad (en el animal: singularidad).
las sociedades cerradas no pueden ser "la verdad de sí mismas",
— consecuencia (en el animal: inconsciencia).
sino que, por el contrario, se encuentran a sí mismas como "la
— trascendencia (en el animal: inmanencia).
verdad de las sociedades manipuladoras"» (6). Puede darse, ade-
más, que ciertos grupos vivan dependientes de otros grupos élites
2.°) Dimensión «política» de la concienciación. La con-
(primera dependencia) dentro de una sociedad cerrada (segundo
cienciación lleva consigo una elevación del nivel político de los
grupo de dependencia).
hombres:
Dentro de la sociedad cerrada la conciencia es «conciencia
— concienciar es crear una «sociedad-sujeto»; para otro»; no existe la conciencia propia: el centro decisor está
— eso lleva consigo una autorreflexión y una autodecisión fuera (colonización); se acalla la cultura propia («silencio de la
( = ser actores y no espectadores) en un tiempo y un cultura»; «mimetismo intelectual»). Una «conciencia para otro» es
espacio determinados; una conciencia silenciosa.
— todo ello conduce a la «elevación del pensamiento de
Una «conciencia para otro» es una conciencia que «está siem-
las masas»; y a eso lo podemos llamar «politización».
pre sujeta, condicionada por la realidad objetiva de su sociedad
La autorreflexión lleva a las masas a la profundización que sigue cerrada; es una sociedad "inmersa" en la realidad misma. En tal
a su toma de conciencia y que tiene por efecto su inserción en la situación la conciencia "inmersa o semi-intransitiva» sufre una
Historia, no como espectadores, sino como actores y protago- especie de obliteración que, por una parte, restringe su campo de
nistas. percepción y, por otra, su comprensión de la verdadera causali-
dad. De aquí que la conciencia, a este nivel, no es capaz, general-
mente, de tener una percepción estructural de la realidad. Por esta
c) Correlación entre «niveles de conciencia» y «formas de razón, su tendencia, con respecto a las "situaciones-límite" es
sociedad»
buscar sus causas fuera de la misma objetividad. A veces, en la
"voluntad de Dios" o en "la fuerza del destino", a veces en la
Tratando de correlacionar la conciencia con el tipo de sociedad misma "incapacidad natural" de los hombres. A este nivel de
establece Freiré los siguientes niveles (5): «submergencia», conciencia el comportamiento del hombre puede calificarse como
«emergencia», «inserción» y «flotación». Naturalmente estos nive- mágico» (7).
les están en relación directa con la realidad estructural de la
sociedad en su constante devenir. Además, estos niveles hay que Otra característica de la sociedad cerrada y de la conciencia
entenderlos en términos de preponderancia y no de exclusividad. semi-intransitiva es el fatalismo. Los hombres, a este nivel de
conciencia, no creen en sí mismos, en su capacidad de transfor-
— Conciencia de « s u b m e r g e n c i a » = sociedad cerrada. mación de la realidad. Esta situación fatalista es una buena opor-
Hay que tener en cuenta que son muy diferentes los diversos tipos tunidad para aceptar las situaciones injustas a las que se ven

(4) P. FREIRÉ, La educación de los adultos como acción cultural


(Roma, 1969), 9-16. (6) Ibíd., 31.
(5) Ibíd., 29-56. (7) Ibíd., 42-43.
144 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACIÓN Y DE LA MANIPULACIÓN 145

sometidos. Por otra parte, los grupos elitistas manipuladores unidad dinámica entre ellos... En sentido estricto, proceso humano
tendrán mayores garantías para mantener su actitud paternalista. es aquel del que el hombre toma conciencia, aquel que somete a
crítica, y cuya evolución él orienta para hacerse más hombre en la
— Conciencia de emergencia = sociedad en apertura. En libertad, la responsabilidad y la solidaridad con los demás» (9).
el momento en que una sociedad cerrada comienza a abrise bajo
el impacto de factores internos y externos (como una función de
la interacción misma de sus contradicciones, entonces cambia su d) La concienciación y los proyectos éticos de la educación
fisonomía. La sociedad cerrada, al convertirse en «dividida», entra humana
en un proceso de transición.
Pero este proceso de transición lleva consigo un rechazo de los 1.°) Educación para la libertad («educación liberadora»)
viejos valores (sobre todo, son los jóvenes los que comienzan a
hacerlo); además, las clases manipuladas, antes «sumergidas», Ante la acción educadora se abren dos opciones: ser una
comienzan a operar una acción de «emergencia». educación para la libertad; o ser una educación para la «domesti-
cación». La primera considera y trata al hombre como «sujeto»; la
«El emerger se refiere al momento de la conciencia de este
segunda considera y trata al hombre como «objeto» (10).
mundo, como un mundo en que ella empieza a descubrirse a sí
misma en su condición de dependencia... El emerger sería imposi- La educación, sobre todo en los aspectos y formas de educa-
ble si el ser que está emergiendo no estuviera previamente inmer- ción básica, alfabetización o educación popular, aparece hoy día
so o semi-inmerso. Pero, por otra parte, el emerger sería imposible como una de las formas básicas de concienciación y de liberación.
también si no existiera otro ser, en un estado contrario, para dar Precisamente, se considera como una de las tareas fundamentales
testimonio del emerger del otro» (8). de la educación liberadora y respetuosa de la persona la de «ex-
pulsar la sombra aplastante de la opresión, mediante la concienti-
La conciencia en esta situación de emergencia no es capaz zación» (11).
todavía de reconocer clara y distintamente su propia condición.
De ahí que se conecte la educación de un modo particular con
Por eso es todavía una conciencia transitiva ingenua.
el tema y con la realidad del «desarrollo».El concepto y la realidad
Sin embargo, es obvio que la simple presencia de la gente en del desarrollo ha pasado por varias conceptualizaciones y por
la «superficie» de la sociedad, como resultado de su «fisura» varias praxis. Se ha hablado del desarrollo: a) en su aspecto
provoca la aparición de un nuevo estilo de vida política. Nace el económico («acondicionar el funcionamiento de la actividad eco-
«populismo» (el líder populista que actúa como intermediario nómica de forma que se produjera el máximo de bienes en el plazo
entre la masa y las élites). Vienen las contradicciones de la socie- más corto y al coste más bajo»); b) en su aspecto social («los
dades: cada día son mayores las contradicciones entre las élites bienes producidos no podían permanecer exclusivamente en mano
del poder y las masas populares emergentes. de un grupo reducido»); c) en su aspecto político («para superar
— Conciencia de inserción = sociedad abierta. La con- ciertas contradicciones, para realizar ciertos cambios en la estruc-
ciencia crítica supone una auténtica concientización de los hom- tura de la sociedad, para asegurar ciertas orientaciones del des-
bres y da lugar a un tipo de sociedad abierta. La conciencia crítica arrollo, era necesario una voluntad política»); d) desde hace poco
se empeña en una praxis liberadora. se insiste en la dimensión cultural del desarrollo («hacer descubrir
La concienciación es el alma del proceso humano de liberación. el desarrollo como algo global: el desarrollo de todo el hombre, de
«Proceso significa un conjunto de fenómenos en evolución, en cada hombre y de todos los hombres»).
movimiento, en desarrollo. Para que estos fenómenos se convier-
tan en un proceso, hace falta una cierta coherencia y una cierta (9) B A R R O S , o . c , 14, nota 1 .
(10) P. FREIRÉ, La e d u c a c i ó n c o m o p r á c t i c a de la libertad (Santiago
de Chile, 1969).
(8) I b í d . , 48. (11) I b í d . , 14.
10. Etica de la persona
146 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 147

Si el proceso de liberación humana es la exigencia fundamental La educación para la «domesticación» es una nueva forma de
de nuestro tiempo, sobre todo para ciertas sociedades y para entender este tipo de educación utilitaria y bancaria. Este tipo de
ciertos grupos, la educación «no puede considerarse sino como educación es una forma domesticadora de los individuos frente a
proceso de liberación en el significado existencial y global que hay la realidad. Es un instrumento de dominación (14).
que darle. La perspectiva de una educación liberadora ha de — La educación liberadora, es la educación para la «con-
orientar el conjunto del proceso educativo, concretar de nuevo sus cienciación». Intenta despertar y desarrollar en todos los ciuda-
objetivos, situar a educadores y educandos en otro tipo de rela- danos una crítica, «por medio de la cual se hagan capaces:
ción completamente distinto, valorar nuevamente la utilización de
los diversos medios de comunicación, revisar toda una serie de — de interpretar y valorar su experiencia y su situación;
sistemas educativos vigentes» (12). — anudar con los demás relaciones de diálogo y de
comunicación en un esfuerzo de interpelación recíproca;
No se trata del enfrentamiento de dos «pedagogías», sino de — comprometerse con los demás en la transformación del
dos «concepciones» del hombre y del mundo. De ahí que deba- universo y de la sociedad para conseguir mayor libera-
mos señalar cuáles son las características de estos dos tipos de ción y comunión» (15).
educación:
La educación liberadora tiene sus leyes: primacía de la praxis;
— La educación para la «domesticación». También se la respeto a la libertad del sujeto; la educación como algo continuo
llama educación «utilitaria» y educación «bancaria». La educación y permanente; democratización cultural; reconocerse los edu-
«utilitaria» puede describirse del siguiente modo: el objetivo de la candos como creadores de la historia y como protagonistas de
educación de tipo utilitario es ir integrando progresivamente la misma; culminación de la educación en su proceso de liberación
sectores cada vez más amplios de la población en la sociedad humana.
existente. En estas sociedades, lo más frecuente es que la crea-
Tal tipo de educación exige una pedagogía especial: a) la
ción cultural sea privilegio de los grupos que están en posesión del
comunicación no puede ser la comunicación de un contenido
poder y con los que participan indirectamente en él. Deciden
elaborado previamente; b) el educador debe convertirse en un
prácticamente cuál ha de ser el tipo de hombre y de sociedad
animador: su papel es el de interpelar al grupo o la comunidad; c)
que se ha de promover, o intentar hacerlo de forma que se
el educando desarrolla al máximo sus cualidades creativas y trans-
asegure su permanencia en el poder. La creación cultural la hacen
formadoras de la realidad.
esos grupos para su propio servicio.
La educación «bancaria» viene a decir lo mismo que la educa- 2.°) La acción cultural (educación de adultos)
ción utilitaria, aunque mira sobre todo la relación educador-edu-
cando. Según esta concepción, el educando es como un «reci- P. FREIRÉ, La educación de los adultos como acción cultural
piente» en el cual el educador va haciendo sus «depósitos»; se (Roma, 1969). J. M. DE CÓRDOBA; Cultura popular y cristianis-
considera la educación como un acto pasivo de recibir donaciones mo (Madrid, 1970). A. DEL VALLE, Cultura popular. Exigencia
e imposiciones de otros. En el fondo de esta forma de educación imperativa de una sociedad democrática (Madrid, 1971).
existe una falsa concepción del hombre; concepción mecanicista
de la conciencia; freno de todo lo que suponga creatividad; nega- La acción cultural con relación a los adultos ha recibido
ción del carácter crítico; aceptación de una visión estática de la muchos nombres: «alfabetización», «educación de base», «educa-
realidad (13). ción de adultos», «educación popular», «cultura popular», etc. En
sentido auténtico la educación de adultos comprende (16): a) la

(12) BARROS, o. c . , 4 1 . (14) FREIRÉ, o. c , 64-66.


(13) A. DEL VALLE, Cultura popular (Madrid, 1971), 44-48; P. FREIRÉ, (15) BARROS, o. c.,44.
La educación de los adultos como acción cultural (Roma, 1969), 25-29. 116) A. DEL VALLE, Cultura popular (Madrid, 1971), 26-27.
148 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 149

alfabetización; b) la educación sanitaria, doméstica, alimentaria y cultural, se pueden distinguir cinco aspectos diferentes: a) La
nutritiva, prácticas agrícolas y de pequeña industria; c) la forma- experiencia íntima que hace el hombre de sí mismo, de su propia
ción cívica, política, económica y sindical; d) la cultura en sentido conciencia y de sus enfrentamientos...; b) A partir de esta expe-
estricto (historia, literatura, arte, música, cine, teatro, ciencias y riencia, el hombre se forma una idea de sí mismo y de los demás
técnica, biología y física; e) la educación para el uso adecuado del hombres, elabora un determinado concepto del universo y de la
tiempo libre; f) la formación profesional. sociedad. En otros términos, elabora una ideología, una doctrina o
participación mediante la confrontación con otros, en la elabora-
La educación de los adultos tiene una larga historia, sobre todo
ción de una ideología común; a partir de su experiencia proyecta
a partir del siglo XIX (17). La Unesco ha celebrado tres Conferen-
un tipo de hombre y de una sociedad, c) Esta experiencia íntima y
cias Internacionales sobre la Educación de Adultos: 1949 (Elsinor);
esta ideología la expresa el hombre mediante signos visibles; el
1960 (Montreal); 1972 (Tercera Conferencia Internacional).
lenguaje, los gestos, las manifestaciones artísticas, las ciencias, las
La educación de adultos aparece como una necesidad todavía técnicas e incluso los mitos. Los signos constituyen con bastante
más perentoria en el momento actual: nos damos cuenta de la frecuencia un intento de transformación y de humanización de la
necesidad de un «reciclaje»; mejor, de una educación permanente. realidad, d) El acto cultural tiene siempre una dimensión social. Es
De hecho, existe todo un programa de la educación de adultos en fruto de una comunicación entre los hombres. Necesita una
el mundo. «En los últimos años se está produciendo en España, estructura social para expresarse. Se inserta en una familia, en un
calladamente, pero con vigor, un fenómeno muy interesante: poco grupo, en una sociedad, e) Finalmente, el acto cultural tiene una
a poco van apareciendo aquí y allá, por toda la geografía nacional dimensión moral: dicho de otro modo, los cuatro aspectos que
personas y grupos fuertemente preocupados por la educación de acabamos de enumerar tienen consecuencias en cuanto al com-
adultos y la cultura popular, que lleva a cabo experiencias y portamiento humano y le plantean exigencias (leyes, normas
ensayan fórmulas —más o menos bien enfocadas— con la finali- morales, etc.).
dad de conseguir una promoción del pueblo» (18). En Latinoamé-
rica es muy conocida la experiencia de Paulo Freiré. Desde un punto de vista más dinámico, podemos decir que
estos cinco aspectos constituyen en el fondo dos polos con res-
La acción cultural con adultos tiene que entenderse de un pecto al acto cultural:
modo correcto. A veces se la identifica con alguno de los aspec-
tos que la integran, pero que no constituyen lo fundamental de — la «toma de conciencia» por el hombre (que corres-
una acción cultural. No se la puede identificar (19): ponde al primer aspecto).
— las estructuras en las que se expresa esta toma de
— con una enseñanza de carácter compensatorio o com- conciencia y que la condicionan (corresponde a los
plementario, otros cuatro elementos).
— con el saneamiento de los tiempos libres,
— con los medios gubernamentales de política educa- La tensión que se produce entre estos dos polos les imprime
cional, movimiento y los empuja a una superación (20).
— con la «versión popular» de la cultura burguesa.
La acción cultural es una realidad mucho más rica y mucho e) La concienciación como valor moral de la persona
más compleja. «Desde el punto de vista descriptivo, en el acto
La concienciación constituye una forma de ser del hombre. Por
(17) M. SALAS, Perspectiva histórica de la educación de adultos: eso mismo es un quehacer moral. Podríamos decir que la conden-
A. DEL VALLE, Cultura popular (Madrid, 1971), 23-38.
(18) DEL VALLE, o. c , 9.
(19) J . M. DE CÓRDOBA, Cultura popular y cristianismo (Madrid,
1970), 16-28.
so) BARROS, o. c, 17-19.
150 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACIÓN Y DE LA MANIPULACIÓN 151

ciación nos da un valor ético decisivo de la persona. Valor que Veremos la autenticidad de la persona en dos niveles: como
puede desdoblarse en los siguientes aspectos: constitutivo de la existencia personal (la autenticidad como reali-
— El hombre debe luchar por huir del polo de la «domes- dad de la persona) y como tarea moral (la autenticidad como tarea
ticación» y buscar el polo de la «concienciación». moral de la persona).
— El hombre debe ser tratado como una «conciencia
crítica» (como «sujeto») y nunca como una «conciencia 1.°) La autenticidad: constitutivo de la existencia personal
intransitiva» (como «objeto»).
— El hombre debe vivir en un proceso de concienciación. A tres niveles podemos ver cómo la autenticidad es un cons-
Este proceso llevará a formar: a) un hombre solidario titutivo de la existencia personal: a nivel existencial (la autenticidad
(apertura a los demás); b) un hombre abierto a la como un existencial humano), a nivel psicológico (la autenticidad
praxis; c) un hombre «alertado». como estructura antropológica) y a nivel cristiano (la autenticidad
— La concienciación debe ser el gran medio para romper como estructura de lo cristiano).
las injusticias. Debe ser la auténtica «moral del oprimi- Aceptamos como definición de la autenticidad existencial la
do». siguiente: «la fidelidad al propio proyecto vital» (21). Para verificar
esta definición se requieren dos condiciones esenciales. En primer
lugar, se requiere que el hombre viva su enfrenta miento con la
2. ACTITUDES DE LA CONCIENCIACIÓN
realidad «desde sí mismo». No se puede abdicar de la propia
originalidad; la persona es siempre origen y no término de estímu-
los exteriores. En segundo lugar, la autenticidad supone que el
La exigencia ética de la concienciación se pone de manifiesto y
proyecto vital está de algún modo dado previamente a su deci-
se realiza a través de un conjunto de actitudes de la persona y en
sión. El hombre tiene que conformarse consigo mismo. Toda de-
relación con la persona. Sin pretender exponer todas las actitu-
cisión que fuerce el propio fondo del hombre lanza la existencia
des morales de la concienciación humana, limitamos la considera-
personal a la inautenticidad.
ción a dos de ellas: la autenticidad y la libertad.
El concepto de autenticidad puede traducirse por el concepto
de vocación. Es una llamada que no procede de fuera, sino del
a) Actitud de autenticidad más auténtico yo que llevamos dentro. Es la «mismidad» profunda
de nuestro ser. «Se dice que un determinado ser humano es
J. FERRATER MORA, Autenticidad: Diccionario de Filosofía I (Bue- auténtico cuando es, o llega a ser, lo que verdadera y radical-
nos Aires, 1971), 159-160 (con bibliografía). J . M. GÓMEZ CAF- mente es, cuando no está enajenado» (22).
FARENA, Metafísica fundamental (Madrid, 1969), 169-176. Han sido los filósofos de la existencia los que han tematizado
Ph. LERSCH, La estructura de la personalidad (Barcelona, 1966),
con mayor insistencia y profundidad el concepto de autenticidad.
514-539.
Para Heidegger existen dos modos de realizar la existencia huma-
na: modo auténtico y modo inauténtico. La persona corre conti-
La «autenticidad» es una de las palabras tópico que califican el nuamente el peligro de vivir en la inautenticidad. Por eso resuena
espíritu de nuestra época. Basta acudir al léxico de ios jóvenes también en su interior la llamada continua a la autenticidad.
para percatarnos de este fenómeno. A través de este carácter de
tópico debemos penetrar en la profundidad del significado de la
autenticidad. El ser auténtico es una de las estructuras básicas de (21) J . M. GÓMEZ CAFFARENA, Metafísica fundamental (Madrid,
la persona; la autenticidad pertenece a lo más nuclear del per- 1970), 170.
(22) J . FERRATER MORA, Autenticidad: Diccionario de Filosofía, I
sonalismo. (Buenos Aires, 19715), 159.
152 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 153

El sujeto o el «quien» de la existencia inauténtica no es un inautenticidad se extiende no sólo a la apariencia exterior, sino
existente determinado; es un sujeto esencialmente neutro e imper- también intenta afectara la propia intimidad.
sonal: el «se» del «se dice esto», «se piensa así», «se hace esto», La autenticidad y la inautenticidad se emplean en cuanto a la
«se hace de tal modo». En este caso la existencia es la del «se» relación de una manifestación externa con la intimidad, es decir,
dictatorial e impersonal. Al ser de este «se» de la existencia inau- cuando la exteriorización busca con ella proporcionarse una fiso-
téntica pertenecen unas características existenciales: la distancia- nomía exterior.
lidad o necesidad de un continuo enfrentamiento con lo que otros
En el siguiente cuadro puede verse situada la expresión inau-
hacen; la medianidad o imperativa sujección a cierto nivel medio;
téntica dentro del conjunto expresivo de la persona:
el aplanamiento o achatamiento de todas las posibilidades de ser;
la publicidad de las interpretaciones de la existencia; el descargo
EXTERIORIZACIÓN
del ser; etc.
(Forma de vivir hacia afuera)
Al vivir en la existencia inauténtica del «se» la persona se
adocena, se anonimiza, se despersonaliza y se trivializa. Cosa que
sucede con mucha frecuencia en la vida social. Pero ¿todo coe- / \
xistir es un coexistir en la existencia inauténtica? EXPRESIÓN ESPONTANEA FORMA PURA
(auténtica) (esquema)
Hay que admitir al lado de la existencia inauténtica una exis-
tencia auténtica. La autenticidad es existencia y mismidad según
el «sí mismo». Esta solamente se logra cuando la persona adopta V
la decisión de aceptar la angustia y aceptar la vida que es un MASCARA
vivir-para-la-muerte. El aceptar a sangre fría, sin ceder pie atrás, la (con intención expresiva)
angustia; el estar preparado a la angustia y aceptar así la vida: eso
es «estar decidido» y eso es la cumbre de la vida auténtica.
En la autenticidad existencial se fundamenta la vivencia moral / \
INAUTÉNTICA HIPÓCRITA, FINGIDA
del hombre. La Moral se apoya en la estructura existencial de la (La forma de vivir hacia afuera, (La forma de vivir hacia afuera,
autenticidad. Este punto es decisivo para fundamentar la moral en debería ser interiorizada sin conse- sólo debe actuar exteriormente,
una antropología metafísica. guirlo.) sin ser intimamente esenciada.)
La autenticidad existencial se concreta en la autenticidad
psicológica. Lersch (23) ha realizado un análisis detallado de esta La inautenticidad puede darse en los distintos niveles de la per-
dimensión del psiquismo humano. Para él la autenticidad e inau- sonalidad. Puede haber sentimientos inauténticos. También puede
tenticidad han de ser definidas por la integración o no integración darse una voluntad inauténtica, cuando la decisión no «llega al
del fondo endotímico con el yo superior. fondo», es decir, no arrebata consigo el fondo endotímico, inte-
grándolo. El hombre es inauténtico en sus pensamientos cuando
La inautenticidad no es lo mismo que insinceridad (hipocresía,
expresa sus juicios «sin que éstos provengan como decisiones de la
disimulo o mendacidad). Tienen algo en común: las dos son gober-
inquietud de la búsqueda, del planteamiento de un problema, y sin
nadas por la estructura superior de la persona y las dos tienen una
que influyan como convicciones en su conducta vital presente y
cierta intencionalidad en la conducta. Sin embargo, en la insince-
futura. Sus juicios se convierten entonces en nuevas 'habladurías',
ridad esta intencionalidad se expresa solamente como un aparentar concepto que es lícito poner en paralelo con el de afecta-
algo que no se tiene; en cambio, la intencionalidad propia de la ción» (24).

(23) Ph. LERSCH, La estructura de la personalidad (Barcelona, 1966),


514-539. (24) Ibíd., 521.
154 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 155

La inautenticidad tiene unas condiciones especiales intrapsíqui- básica de una Etica personal adaptada a la época». «Mientras los
cas. Se puede hablar de raíces o causas de la inautenticidad. He hombres estuvieron acostumbrados y dispuestos por sus creencias
aquí cuatro raíces fundamentales: a) adaptación a lo que se espera a aceptar la verdad moral no era preciso incluir la voluntad de
de uno; b) la fuerza sugestiva del ambiente; c) la tendencia a la verdad entre las cuestiones fundamentales de la Etica de la per-
notoriedad; d) el hambre vivencial coexistente con una impotencia sonalidad. Otra es la situación de hoy, cuando no sólo se ha roto
vivencial. la conexión de verdad religiosa y verdad moral para una gran parte
Puede llegar a hablarse de una estructura caracterial de in- de los hombres, sino que incluso se ha puesto en cuestión la
autenticidad cuando la inautenticidad pasa a ser un signo rele- verdad ética y su contenido en general... Precisamente la moderna
vante que se manifiesta en todas las exteriorizaciones de un indi- psicología ha puesto de relieve qué peligroso papel puede jugar el
viduo. La personalidad histérica es una concrección de lo que afir- insconsciente, con los motivos que de él proceden, en el autoen-
mamos. gaño del hombre.
El aspecto psicológico de la autenticidad y de la inautenticidad Ahora bien, la tentación del autoengaño se ha hecho mucho
quedaría más profundizado y mejor comprendido con la referencia más fuerte en un tiempo como el nuestro, en que fuertes escuelas
a la psicología freudiana. Pero no queremos prolongar el tema por filosóficas se esfuerzan por demostrar que en el campo moral no
este camino, muy sugestivo por cierto. puede haber ningún conocimiento verdadero, y que la verdad es
diferente y más cómoda para el hombre que la que éste encuentra
La autenticidad humana (en su doble nivel: existencial y psi-
en la intuición y en la ley de su conciencia. De ello se deduce que
cológico) queda plenificada por la autenticidad cristiana. El
en el campo moral el hombre ha de obtener hoy la verdad en
cristianismo es una situación de autenticidad. El cristianismo es un
lucha consigo mismo; por ello, la voluntad absoluta de veraci-
existir en autenticidad:
dad pasa a ser la actitud ética fundamental» (25).
— Un existir en la «autenticidad» de Dios: que se revela en
verdad y de verdad. La historia de salvación es una historia autén- • Puntos fundamentales de esta moral de la autenti-
tica, donde los signos corresponden a la realidad, donde las pro- cidad. Tratando de resumir en algunos puntos los imperativos que
mesas corresponden a los dones (cfr. 2 Cor 1, 17-22). la autenticidad impone a la persona, señalaríamos los siguientes:
— Un existir en la «autenticidad» de Cristo: El es «verdadero» — Aceptación de sí mismo. Aceptarse como la única posibi-
Dios y hombre. No es admisible un docetismo ni una simulación lidad que se tiene de edificarse auténticamente. Esta aceptación se
en la persona ni en la obra de Cristo. extiende a diversos planos: aceptación del tiempo y del espacio;
— Un existir en la «autenticidad» de la Iglesia, donde los sig- aceptación de la constitución bioantropológica; aceptación de las
nos corresponden a la realidad. Sin embargo, la Iglesia debe condiciones sociales, etc. Aceptación que no es pasividad, sino
buscar continuamente su autenticidad como una tarea funda- impulso de creatividad.
mental. — Tener un núcleo fundamental desde donde vivir la propia
— Un existir en, por y desde la «autenticidad» de cada cris- vida. Es necesario construir continuamente esa «mismidad».
tiano: ésta es la realidad de la «originalidad» cristiana. — Comprometerse en todos los niveles, sabiendo integrarlos.
Que los sentimientos sean «humanos». Que los pensamientos sean
2.°) La autenticidad: tarea moral de la persona «convicciones». Que las voluntades sean «decisiones».
— La autenticidad llevará a buscar la verdad en las diversas
De la autenticidad como constitutivo de la persona hay que expresiones de la persona: trabajos «auténticos» (no «engañarse
pasar a la autenticidad moral. La persona tiene que buscar su nunca a sí mismo») llevados hasta la perfección.
autenticidad.
Para Messner, la «voluntad de verdad» constituye la «actitud (25) J . MESSNER, Etica general y aplicada (Madrid, 1969), 93-94.
156 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 157

Otros muchos aspectos podrían deducirse del imperativo esen- lita delta liberté: Angelicum 48 (1971), 302-354. J . FERRATER
cial de la autenticidad personal. No se puede crear una conviven- MORA, Libertad: Diccionario de Filosofía II (Buenos Aires, 1971),
cia humana perfecta si no se edifica sobre la autenticidad de las 49-56. E. FROMM, El miedo a la libertad (Buenos Aires, 1968).
personas. R. GARCÍA DE HARO, La conciencia cristiana (Madrid, 1971).
J. GÓMEZ CAFFARENA, Libertad y salvación: ¿Qué aporta el
* Prolongación del tema de la autenticidad en ciertas cristianismo al hombre de hoy? (Bilbao, 1969), 67-86. S. LYON-
NET, Libertad y ley nueva (Salamanca, 1964). J . B. METZ, Frei-
líneas de moral. A modo de insinuación para un trabajo particu- heit ais philosophisch-theologisches Grenzproblem: Gott in Welt I
lar, proponemos ciertas líneas por donde podría prolongarse el (Freiburg. 1964). S. MILL, Sobre la libertad (Madrid, 1971).
tema de la autenticidad en moral: J. MOUROUX, La liberté chrétienne (París, 1966). R. POUND,
Evolución de la libertad (México, 1964). K. RAHNER, Teología de
— La autenticidad psicológica (Freud). De la mano de Freud, la libertad: Escritos de Teología VI (Madrid, 1969), 210-232.
uno de los «maestros de la sospecha», habría que ver cómo la H. SCHLIER, Eleutheros: ThW II (1935), 484-500. G. SIEWERTH-
autenticidad moral debe realizar el imperativo psicoanalítico: «Wo G. RICHTER-J. B. METZ, Libertad: Conceptos fundamentales de
'es' war, solí 'ich' werden» («Donde había 'ello' debe ir haciéndose Teología II (Madrid, 1966), 506-533. VARIOS, Libertá-liberazione
'yo'»: Obras completas, Madrid, 1948, II, p. 824). En esta frase nella vita mora/e (Brescia, 1968). R. ZAVALLONI, La libertad hu-
mana según la psicología de la conducta (Madrid, 1959).
encontramos un válido programa del imperativo moral (26).
— La autenticidad social (Marx). De la mano de Marx, otro de La libertad es una noción y una realidad sumamente rica y por
los «maestros de la sospecha», tendríamos que ver cómo la per- eso muy compleja. Por otra parte, es un tema vivenciado de un
sona se encuentra alienada (fuera de su autenticidad) y cómo modo particular en el momento actual. La juventud siente en
debe realizar el camino de la liberación o de la autenticidad. carne viva la realidad de la libertad.
— La autenticidad existencial (Heidegger-Sartre). Se puede
tematizar en discurso moral la filosofía de la «autenticidad» tanto 1.°) La libertad: constitutivo de la persona
de Heidegger como de Sartre.
— La autenticidad personal (Bergson). Frente a una moral de Aquí entendemos la libertad a su nivel más profundo. La con-
la coacción hay que formular una moral de la «aspiración». Sin sideramos como estructura existencial de la persona. ¿Qué signifi-
embargo, esta autenticidad personal no ha de entenderse como ca la libertad a ese nivel y qué repercusiones tiene para la moral
una oposición a todo lo social. de la persona?

— Autenticidad moral (Brecht). Frente a la situación del mun- Nota bene: El desarrollo de este punto puede verse en el
do, ¿no podemos ser «buenos» y tenemos que emplear dos caras? primer tomo de esta obra: Moral de actitudes, I. Moral
Ese es el problema que plantea B. Brecht en su obra La persona fundamental (Madrid, 19774), 195-200.
buena de Sechuam.
2.°) La libertad: tarea moral de la persona
b) Actitud de libertad La libertad es una tarea. La persona es libre, pero tiene que
hacerse libre. Tiene que conquistar día a día y minuto a minuto
A. ADAM, La virtud de la libertad (San Sebastián, 1959).
su libertad. Esta moral de la libertad podríamos resumirla en los
W . BRANDT, Freiheit in NT (München, 1932). J . DE FINANCE,
Existence et Liberté (París-Lyon, 1955). R. DE PURY, Aux sour- siguientes aspectos generales:
ces de la liberté (París, 1967). C. FABRO, Orizzontalitá e vertica-
* Deber de «liberación» (conquistar la libertad «de»). La
persona tiene que vivir en un continuo proceso de «liberación». La
(26) Cfr. GÓMEZ CAFFARENA, o. c , 169-170. meta es conseguir una libertad liberada.
158 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 159

Ahora bien, para liberar la libertad es preciso transformar al pliando a medida que el hombre toma conciencia de sí mismo
mismo hombre. Mouroux ha escrito páginas hermosas sobre la como posibilidad de libertad. En el grado ínfimo está la exigencia
libertad liberada (27). Concreta la liberación de la libertad en las de verse libre de vínculos discriminatorios: la esclavitud, la situa-
siguientes exigencias: transformación de las raíces de la libertad ción de ser prisionero. Después aparece la exigencia de sentirse
(ver claro, ser dueño de uno mismo, amar y entregarse), trabajo libre en la actuación (poder moverse a discreción), al mismo tiem-
continuo por encontrar la libertad. po que garantizado en esa libertad (reconocimiento de los dere-
chos de libertad). Actualmente, la libertad está cobrando nuevas
Un primer ámbito donde debe operarse la liberación de la zonas de concienciación que están haciendo de la persona una
libertad es en la relación de la persona con la sociedad. La per- «voluntad de libertad» (frente a la «voluntad de poder» de otros
sona necesita liberarse del anonimato de una falsa integración tiempos).
social. Esta libertad (libertad sociológica) es la autonomía del indi- Pero estas exigencias de la libertad siempre han ido unidas a la
viduo frente a la colectividad, para orientar su propia vida. Pre- toma de conciencia de la dignidad de la persona humana. Libertad
cisamente es en el ámbito social donde se encuentra el primer y conciencia de la dignidad de la persona humana son dos reali-
contexto de aparición de la vivencia de la libertad. dades correlativas. La misma metafísica de la persona está con-
Un segundo ámbito donde debe realizarse la liberación de la dicionada por la conciencia de la libertad, al mismo tiempo que la
libertad es el psicológico. La persona tiene que liberarse de las condiciona.
determinaciones naturales y de la anarquía de las pulsiones para La libertad de la persona se realiza cuando los hombres se
que la acción humana emerja así del nivel de la simple respuesta tratan como fines en sí. Únicamente puede sentirse el hombre
condicionada y de la anarquía de la decisión por el impulso. Esta libre cuando la convivencia de los hombres se plantea como un
libertad (libertad psicológica) se encuentra muy problematizada en «reino de los fines en sí». Entonces, la convivencia será una
la actualidad. convivencia en la libertad; los otros no serán el «infierno» (Sartre),
Un tercer ámbito de la liberación se encuentra en el propio sino serán una posibilidad de vivir en libertad.
sujeto. La persona tiene que liberarse de sí misma. ¿En qué senti- La moral de la libertad tiene que profundizarse con el tema de
do? Liberarse del narcisismo (con su extremo, el autismo), de la la dignidad de la persona humana y plantearse desde ese nivel
tendencia a una autoperfección estéril, del infantilismo. profundo. Ser hombre significa pertenecerse a sí mismo de una
Por último, el cristiano encuentra un nuevo ámbito de libe- manera fundamental e intransferible. Nunca puede ser sustituido o
ración en la realidad del pecado, de la ley y de la muerte (remi- explicado por otro (ni siquiera por la propia representación de sí
timos a lo que hemos dicho más arriba sobre la doctrina de la mismo). Es auténtico origen: no está fundado sobre otra cosa ni,
libertad en el N. T.). por lo mismo, es deducible a partir de otra cosa explicable por
ella.
• Deber de conquistar la libertad «para». La persona tiene
Esta dignidad de la persona —vista a través de la libertad-
que deducir para su vida el dinamismo constructivo de la libertad:
encuentra en el cristianismo su grado máximo de comprensión y
a) liberarse para sí misma (seguridad, integración); b) liberarse
de fundamentación. No hace falta acudir a la historia de la teolo-
para los demás (servicio); c) liberarse para Dios en Cristo Jesús.
gía para probar esta afirmación. Por lo que respecta a la moral,
Además de estos aspectos generales, la moral de la libertad puede echarse de ver en la doctrina de la conciencia «errónea»
tiene algunos aspectos particulares que es necesario señalar. (con los derechos que lleva consigo).
La libertad tiene un contexto sociológico. Y es precisamente El Concilio Vaticano II ha vuelto a poner de relieve la impor-
dentro de ese ámbito donde comenzó el hombre a sentir la aspi- tancia de la libertad humana y la dignidad del hombre (cfr. GS,
ración de ser «libre». El contenido de esas libertades se va am- números 12-22). En el n. 17 de la Gaudium et Spes hay un párrafo
(27) J . MOUROUX, La liberté chrétienne (París, 1966).
dedicado expresamente a ensalzar la grandeza de la libertad.
160 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACIÓN Y DE LA MANIPULACIÓN 161

3. PERDIDA DEL AUTODOMINIO Y DE LA CONCIENCIACION


diante la libertad llegamos a descubrir en el hombre el autodo-
(Problema moral de las drogas)
minio.
En la moral tradicional católica encontramos un tema que tiene
F. ANGELINI, Gli stupefacienti e i problemi mora/i connesi: Medi- conexión directa con la realidad del autodominio: la moral de la
cina e Morale (Roma, 1969), 111-137; Alcoholismo e persona gula y de la ebriedad. Recordamos el planteamiento y la solución
umana: Medicina e Morale (Roma, 1970), 169-192. O. APARICIO, que ofrecen al respecto dos manuales representativos de la moral
Drogas y toxicomanías (Madrid, 1972). E. BASELGA, Los droga-
dictos (Madrid, 1971). C. CASTILLA DEL PINO, Aspectos psico-
casuista.
lógicos del alcoholismo: Vieja y nueva psiquiatría (Madrid, 1971), Merkelbach, a quien escogemos como representante de la mo-
201-217. L. CHATERLON, El tráfico de drogas (Barcelona, 1963). ral casuista tomista, plantea el problema de la gula y de la ebrie-
P. CHAUCHARD, Moral y medicamentos (Madrid, 1967). dad en los cuadros de la virtud de la templanza. La gula es el vicio
G. CLARIDGE, Orugs and Human Behaviour (London, 1970).
S. COHÉN, Historia del LSD (Madrid, 1972). H. DUCHESNE,
contrario a la virtud de la abstinencia (28). Siguiendo la doctrina
Tratamiento del alcoholismo (Madrid, 1953). M. GÓMEZ ORTIZ, de Santo Tomás (ll-ll, q. 148), define la gula como «apetencia y uso
Las drogas, una nueva religión (Madrid, 1971). P. KIELHOLZ- desordenados de la comida y bebida, buscando el placer» (29).
D. LADEWIG, Die Drogenabhángigkeit des modernen Menschen Señala cinco modos diversos de buscar la delectación de la
(München, 1972). P. LAURIE, Las drogas. Aspectos médicos, gula: «praepopere, laute, nimis, ardenter, studiose» (30). La
psicológicos y sociales (Madrid, 19733). S. LUCARINI, Dossier
divide en dos clases: «crápula» (apetito desordenado de alimento y
sulla droga (Roma, 1970). C. OLIVENSTEIN, Las drogas {droga-
dos y toxicómanos) (Madrid, 1971). G. PERICO, Giovani e alluci- bebida común) y «ebrietas» (apetito desordenado de bebida in-
nogeni: Civiltá Cattolica 121 (1970), 417-433. A. y M. POROT, ebriante). Según Merkelbach, «crápula per se est peccatum ve-
Las toxicomanías (Barcelona, 1971). L. ROSSI, La droga: consi- níale ex genere suo, etiamsi perducatur usque ad vomitum, quia
derazioni mora/i e sociali: Anime e Corpi 31 (1970), 247-268; est solus excessus in appetitu rei de se indifferentis; etiam si quis
Droga: Diccionario Enciclopédico de Teología Moral (Madrid, vomitum provocet ut iterum possit edere et bibere, nisi id esset
1974), 247-254. D. H. SALMAN, Las drogas psicodélicas y la
experiencia religiosa: Concilium 50 (1969), 433-439. J . SANTO-
grave scandalum alus, aut indicium quod ipse in cibís delectetur ut
DOMINGO, Alcoholismo, hoy: Razón y Fe 183 (1971), 15-18. in fine suo ultimo» (31). La ebriedad pasa a ser el vicio contrario a
G. VARENNE, El abuso de las drogas (Madrid, 1971). VARIOS, la virtud de la sobriedad (32). La define como «exceso voluntario
// problema de/la droga, oggi (Milano, 1974). Zeitschrift für ev. en bebida embriagante, por deleite» (33). El pecado de ebrie-
Ethik 18 (1974), Helf 3: Sobre las drogas.

(28) B. H. MERKELBACH, Summa Theologiae Moralís, II (París,


Después de haber señalado en el apartado anterior las actitu- 19352), 891-919.
des positivas de la concienciación (autenticidad y libertad), que- (29) Ibíd., 917, n. 977.
remos referirnos ahora al aspecto negativo del tema. La pérdida (30) Ibíd., 918, n. 978: «Appetitus enim alimenti potest esse inordinatus
de la concienciación se realiza de muchos modos. Sin embargo, a) Quoad ipsum alimentum vel 1) Circa substantiam, quaerendo sel. cibos
delicatos vel nimis praetiosos, attento statu hominis (laute); vel 2) quantum ad
limitamos la consideración a uno de ellos: la pérdida del autodo-
qualitatem, quaerendo cibos nimis aecurate et sapide praeparatos (studiose);
minio y de la concienciación mediante el uso de drogas. vel 3) quantum ad qualitatem in ipsa nimis excedendo (nimis); b) quoad eius
El autodominio es una estructura existencial de la persona. sumptionem, vel 4) quando fit ante extra tempus debitum (praepopere);
Es la concreción y la consecuencia de la autenticidad y de la 5) quando non servat modum debitum, sed veraciter fit et nimis avide (ar-
libertad. La autenticidad no se puede realizar si no es dentro de la denter).»
(31) Ibíd., 918-919, n. 979.
autoposesión; precisamente la autenticidad supone una «mismi-
(32) Ibíd., 920-927, nn. 981-993. La distinción entre sobriedad y abstinen-
dad». Ahora bien, la mismidad presupone la existencia de un cia radica en el objeto: «Servare mensuram in potu ut detectabile in se (absti-
sujeto que pueda decir «mío» (un sujeto que se autoposee). Por nencia), et servare mensuram in potu delectabile ex fumositate perturbante
otra parte, la libertad radical se vive y se expresa en el autodo- usum rationis (sobriedad)» (pp. 920-982).
minio. La autodeterminación es una exigencia de la libertad. Me- (33) Ibíd., 922, n. 985.
11 Etica de la persona
162 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 163
dad lo califica del siguiente modo: «Ebrietas plene voluntaria a) La drogadicción como hecho
est de se peccatum mortale ex genere suo, etiam semel tantum
admissa» (34). Como complemento hace algunas anotaciones so- Para captar el sentido del fenómeno de las drogas es necesario
bre el «uso de narcóticos» (morfina, opio, cocaína, cloroformo, partir de esta realidad: la posibilidad que tiene el hombre de cam-
éter, etc.). biar su vida psíquica mediante la utilización de ciertas sustancias
El manual de Aertnys-Damen, a quien escogemos como repre- (naturales o artificiales). Cuando esta posibilidad se verifica nos
sentante de la moral jesuítico-alfonsiana, trata este tema en el encontramos con el hecho de las drogas.
tratado de Los pecados (apartado de los pecados capitales) bajo Este hecho puede ser interpretado de muchas maneras. Puede
un único pecado capital: la gula, dividiéndolo en dos epígrafes: verse como una relación patológica del hombre con dichas sus-
«gula en general» y «ebriedad» (35). Con relación a la gula añade tancias. En este caso se habla de «toxicomanía». En tal consi-
a la doctrina que hemos visto expuesta en Merkelbach dos anota- deración, lo importante es la relación de dependencia, de falta
ciones: una matización con respecto a la moralidad de la «crápula» de libertad, entre la persona y una sustancia determinada. Res-
(«implere se cibo et potu usque ad vomitun, ob voluptatem») (36), pecto a esa situación de dependencia, puede hablarse de un
y otra referencia a la comida de carne y sangre humana (37). Con espectro continuo que va desde la utilización normal hasta la de-
relación a la ebriedad, además de exponer la doctrina, desciende a pendencia patológica («adiction»), pasando por una progresiva
aplicaciones casuísticas. La exposición queda completa con dos intensificación del hábito. La forma patológica recibe el nombre de
«scholia»: sobre el uso del cloroformo y sobre el uso de la mor- toxicomanía, que puede ser definida como una «apetencia anormal
fina, opio, cocaína, etc. y prolongada manifestada por ciertos sujetos hacia sustancias tóxi-
Creemos que la problemática de la moral tradicional sobre las cas o drogas, cuyos efectos analgésicos, euforísticos o dinámicos
virtudes de la abstinencia y de la sobriedad (con sus vicios con- han conocido accidentalmente o buscado voluntariamente; ape-
trarios: gula y ebriedad) pueden tener su puesto en este momento tencia que se convierte rápidamente en hábito tiránico y compor-
de la síntesis de la ética de la persona. También juzgamos que el ta, casi inevitablemente, un aumento progresivo de las dosis» (38).
planteamiento tradicional ha de ser enriquecido con la referencia al En esta manera de interpretar el hecho por razón de dependencia
problema moral del uso de estupefacientes, drogas, alcohol, etcé- del hombre frente a ciertas sustancias tóxicas (específicamente o
tera. Es lo que intentamos a continuación, reduciendo a unidad de por uso intenso y prolongado), se colocan las definiciones y cata-
tratamiento el problema moral de los tóxicos. logaciones de la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud, de-
pendiente de la O.N.U.) (39).
Otra forma de interpretar el hecho es la de verlo como un
(34) Ibíd., 923, n. 986. Prueba la afirmación mediante textos de la Sagra- deseo o búsqueda de placer. En esta interpretación lo decisivo
da Escritura (Gal 5-21; 1 Cor 6-10; Rm 13, 13; Le 21-34; Is 5-11; Prov 33, estaría en una apetencia de goce. El hombre prolongaría así sus
20.31.29...) y mediante un raciocinio basado en la repugnancia que supone a posibilidades normales de gozar. La moral tradicional se situó fun-
la recta razón el perder el uso de la razón, el bien que distingue al hombre de damentalmente en esta perspectiva al colocar estos problemas
los animales. dentro de la virtud de la templanza (que modera el apetito «con-
(35) J . AERTNYS-C. A. DAMEN, Theologia Moralis, I (Torino, 1950 ,6 ). cupiscible»).
215-220.
(36) Ibíd., 215, n. 253: Hay quienes afirman que es pecado mortal. «Ve- Otra forma de entender el hecho se coloca en la línea de la
rum probabile est id per se, secluso nempe scandalo aut notabili nocumento evasión. El hombre haría uso de las sustancias tóxicas para esca-
valetudinis, esse veníale tantum. Ita communiter.» parse de la realidad (cfr. la expresión «la religión es el opio del
(37) Ibíd., 215-216, n. 253: «Si ex mera gula fíat, videtur peccatum mor- pueblo»), para vivir en la inacción, en'un mundo de irrealidad. Lo
tale, quum graviter repugnet pietati defunctis debitae et viam pandat homi-
cidio. Ex iusta causa licitum esse videtur, ut si quis secus fame moreretur, (38) A. y B. POROT, Las toxicomanías (Barcelona, 1971), 7.
modo ne ideo occidat hominem.» Esta doctrina la toma de LESSIUS. (39) Cfr. Ibíd., 8-9.
164 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 165

decisivo en estos comportamientos radicaría en la división de la venenos sedativos del espíritu (euphorica): opio y sus alcaloides,
necesaria responsabilización humana. cocaína; 2) los venenos embriagadores (inebrientia): alcohol, éter;
Prolongando la interpretación anterior en términos más perso- 3) los venenos alucinatorios de los sentidos (phantastica): hachís,
nales, otros creen que el uso de tóxicos ha de entenderse como mescalina; 4) los venenos excitantes (excitantia): cafeína, tabaco.
un intento de provocar un cambio de situación de la persona. Una tercera clasificación se hace teniendo en cuenta el origen
Al no poder hacerse ese cambio desde el sistema de referencias y que provocó o sigue provocando la situación. Pueden distinguirse
posibilidades del sujeto, se recurre a un procedimiento más «eco- las siguientes formas: 1) toxicomanías justificadas (uso de anal-
nómico» desde el punto de vista psíquico: la evasión mediante el gésicos en casos de dolor extremo); 2) toxicomanías por preser-
uso de tóxicos. vación (uso de analgésicos o hinópticos en momentos de crisis de
¿Cuál es la interpretación más correcta? Las tres señalan as- la salud); 3) toxicomanías por perversión (placer, evasión, curiosi-
pectos que se dan en el hecho. Cuál sea el preponderante depen- dad, iniciación, etc.).
de muchas veces del sujeto. Como definición más profunda nos Otra forma de clasificar el fenómeno de la drogadicción es por
agrada la última; sin embargo, la primera tiene ventajas de orden razón de las sustancias empleadas. Es difícil hacer una clasifi-
práctico (clasificación, etc.). cación perfecta de las sustancias que provocan la toxicomanía.
Hay drogas naturales (como el opio, la cannabis, la coca, el pe-
yote) y drogas sintéticas (como el LSD); hay drogas de tipo se-
b) Las formas de la drogadicción (tipología)
dante, de tipo estimulante, de tipo alucinógeno; hay drogas «do-
mésticas», como el alcohol, la nicotina o la cafeína. Y así podría-
El hecho de la relación del hombre con sustancias tóxicas
mos continuar señalando formas diferentes de sustancias, tanto
(entendida tal relación como «dependencia», como «búsqueda de
por su constitución como por sus efectos.
goce», como deseo de «evasión» o como búsqueda frustrada de
una «resituación») reviste formas muy diversas. Además, esta di- Para entendernos, y desde un punto de vista descriptivo, las
versidad de formas admite una tipología de clasificación diversi- dividimos en las siguientes categorías: 1) alcohol; 2) estupe-
ficada, según el criterio que se adopte para ello. facientes clásicos (opio, morfina, heroína, etc.); 3) drogas moder-
Un primer criterio de clasificación es la mayor o menor inten- nas, generalmente alucinógenas; 4) sustancias de aspecto apa-
sidad. En este sentido hay que hablar de: 1) dependencias peque- rentemente inofensivo, pero que pueden provocar toxicomanías
ñas respecto a ciertas sustancias inofensivas en su uso habitual y latentes o enmascaradas (analgésicos, tranquilizantes, antidepresi-
moderado (alcohol, tabaco, té, café); 2) hábito frente al uso de los vos, etc.); 5) drogas de tipo «doméstico» (tabaco, café, té, etc.).
tóxicos, que lleva consigo el soportar una dosis cada vez más * Con relación al alcoholismo, existen muchos aspectos que
elevada y el tener cierta independencia respecto a los tóxicos; merecen un estudio pormenorizado: catalogación de bebidas al-
3) toxicomanía, que se caracteriza por los siguientes rasgos: es- cohólicas; acción del alcohol en el organismo; análisis estadístico y
tado de necesidad o invencible deseo de seguir consumiendo el sociológico del alcoholismo (accidentes de trabajo, accidentes de
tóxico y de obtenerlo por todos los medios, tendencia a aumentar tráfico), etc. (41). Aquí nos limitamos a un par de anotaciones.
la dosis, dependencia de orden psíquico y hasta físico respecto a
En primer lugar, interesa señalar la definición. Recogemos la
los efectos de los tóxicos, accidente en caso de privación brusca
que aporta Castilla del Pino: «Llamamos alcohólico a todo aquel
(colapso circulatorio en el morfinómano, «delirium tremens» en el
alcohólico). hombre que busca la provocación de un cambio de su situación a
través de la toma de alcohol. Esta definición implica: a) que existe
Otra clasificación proviene de los efectos fisiológicos de la una situación que, más o menos claramente formulada por la pro-
droga utilizada. Lewin hace la siguiente clasificación (40): 1) los
(41) Cfr. M. E. CHAFETZ-H. W. DEMONE, Alcoholism and Society
(40) Recogido por POROT, o. c , 10. (Oxford); POROT, o. c , 89-99.
166 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACIÓN Y DE LA MANIPULACIÓN 167

pia persona, resulta insoportable (desde no deseada hasta intole- una propensión y susceptibilidad particular para el alcohol. Tam-
rable) para el sujeto que la vive; b) que no puede ser cambiada poco se pueden desatender las causas orgánicas; ciertos autores
desde el sistema de referencias y de posibilidades del sujeto por admiten que la carencia de vitaminas B puede crear una necesidad
una acción ordenada y adecuada sobre la realidad; c) que, dadas de beber alcohol. Entre las causas reales que están en la base de
las condiciones a) y b), el modo más 'económico' para el psiquis- la afección alcohólica hay que colocar las siguientes: problemas
mo de esa persona resulta ser la evasión de esa realidad, que afectivos mal resueltos (sentimientos de soledad, decepciones
incluye tanto la realidad externa como la realidad del propio yo conyugales, etc.); los problemas del surmenage; la situación com-
—su conciencia respecto de su capacidad, por ejemplo—, me- petitiva en que tiene que desarrollarse el trabajo profesional, etc.
diante los efectos que el alcohol produce y que por razones de
habitat tiene a su 'alcance'» (42). Así pues, «para que exista el • Entre los estupefacientes clásicos hay que situar el opio,
alcoholismo, esto es, para que una persona sea alcohólica, hace la morfina, la heroína, etc. «El opio es una savia espesa que se
falta la conjunción de una realidad (ante la cual bebe) y la con- extrae por incisión de la yema de una variedad especial de ador-
ciencia, más o menos oscura, de su incapacidad para la modifi- midera, el Papever somniferun álbum, cuyo cultivo constituye la
cación por sí de ella. Es, pues, la situación la raíz del conflicto que principal riqueza de los países asiáticos (Asia Menor, India, China,
en la persona se dramatiza y que, al no poderse resolver por el Irán). Del opio se han llegado a extraer unos quince alcaloides, los
encaramiento, es decir, por la plena concienciación de la misma más utilizados de los cuales son: morfina, tebaína, codeína, papa-
para la adopción ulterior de la praxis adecuada, se intenta su falaz verina, narceína, narcotina, etc. El uso del opio o de sus alcaloides
recuperación mediante la evasión —negación de la realidad, de la crea una intoxicación muy especial y tiránica. En Oriente, el opio
situación—, o mediante la adquisición de una pseudopotenciación se fuma y se come. En Occidente, la morfina inyectada ha repre-
de su persona que haga posible su acción sobre la realidad y, por sentado, durante mucho tiempo, la forma más aguda de tal intoxi-
tanto, la modificación de ella (beber 'para estar en forma', para cación, hasta que ha sido sustituida, en uso clandestino, por la
agredir, etc.)» (43). heroína (clorhidrato de diacetilmorfina). Algunos preparados con-
tienen todos los alcaloides del opio (pantopón, paverón). Además,
Esta definición del alcoholismo a partir de la «situación» como ciertos preparados farmacéuticos a base de opio —especializados
clave del conflicto es más clara (supera la clasificación y catalo- o no— han servido para crear o mantener toxicomanías de igual
gación de los sujetos mediante el criterio de la mayor o menor naturaleza (sedol, láudano, elixir paregórico, etc.)» (45). Las toxi-
cuantía o frecuencia); es más integral (frente a las explicaciones comanías opiáceas pueden adquirirse por diversos procedimientos:
psicológicas, basadas en las «tensiones internas»; frente a las inyecciones subcutáneas o intravenosas, absorciones bucales, res-
explicaciones psiquiátricas: estructura psicopática de la persona- piratorias, nasales e incluso rectales.
lidad; frente a las explicaciones psicoanalíticas: carácter oral nar-
cisístico); y es más real en cuanto que toma en cuenta la rela- Los morfinómanos han logrado ser la caracterización de los
ción del sujeto con la situación. toxicómanos durante mucho tiempo; se inyectan por doquier, pero
principalmente en el antebrazo, en la cara externa de las piernas y
La segunda anotación que queremos hacer en relación con el en la pared abdominal (el uso de la ampolla esterilizante ha dis-
alcoholismo se refiere a las causas concretas que lo provocan (44). minuido notablemente la frecuencia de los abscesos, antes muy
No hay que descartar totalmente las causas hereditarias; según numerosos). Los efectos consisten en una euforia morfínica inicial,
opinión de algunos autores, los hijos de alcohólicos llevan en sí pero que tiene una continuación angustiosa (46); a pesar de ello,

(42) C. CASTILLA DEL PINO, Aspectos sociológicos del alcoholismo: (45) POROT, o. c , 19-20.
Vieja y Nueva Psiquiatría (Madrid, 1971), 202-203. (46) El doctor Jacquet describe así sus efectos: «Pasados dos o tres minu-
(43) Ibíd., 204. tos, se experimentaba un relajamiento muy dulce de las piernas, casi volup-
(44) Cfr. el desarrollo en G. CRUCHON, Conflictos, angustias, actitu- tuosamente; después, de todo el cuerpo. A partir del quinto o sexto minuto,
des (Alcoy, 1970). las sensaciones dolorosas se diluían por así decirlo, y se desvanecían, al mis-
168 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 169

el morfinómano puede mantener su vida social si se detiene en psicodislépticos: mescalina, psicocibina, LSD 25, etc. Estas drogas
dosis moderadas, salvo las variaciones de humor y las alternancias desatan unos fenómenos insólitos que hasta la fecha eran exclu-
de depresión y de vivacidad que le imponen el ritmo de sus in- sivos de las psicosis: ilusiones sensoriales, alucinaciones, modifi-
yecciones; si está ligado a dosis muy elevadas, se le verá adel- caciones de la afectividad, alteraciones de la conciencia; además,
gazar, palidecer, adquirir una mirada inmóvil y a largo plazo llegar perturban profundamente el funcionamiento del psiquismo. Por
a un verdadero estado de caquexia. eso se les ha dado también el nombre de «psicodislépticos». Los
Los heroinómanos padecen los mismos efectos de la morfina, efectos principales son: 1) alteración de las percepciones mediante
pero más brutales, con una nota de impulsividad particular en el una hiperestesia sensorial que altera y exalta las percepciones: en
momento de la privación y una angustia más violenta. Existen la visión, en la audición, sinestesias sensoriales, síntomas de so-
otros muchos modos derivados de los estupefacientes clásicos, matognesia; 2) alteraciones afectivo-intelectuales y del comporta-
por ejemplo la codeína, y los estupefacientes sintéticos. Los seña- miento: la droga altera la personalidad, desorganiza la conciencia,
lados son los principales. modifica el estado tímico e introduce un verdadero descalabro en
el equilibrio mental; 3) efectos orgánicos: fenómenos neurovegeta-
• Actualmente cuando se habla de drogas se suele pensar en tivos, que recuerdan el mareo.
las drogas que podemos llamar modernas, generalmente de carác-
ter alucinógeno. Estas pueden ser: naturales o sintéticas. Las * En el cuarto grupo de la clasificación que hemos hecho de
naturales se pueden agrupar en torno a la cannabis (el cáñamo) y las sustancias tóxicas entran los hipnóticos, los tranquilizantes
sus derivados: hachís, kif, marihuana, etc. Existe una geografía y los estimulantes. Las condiciones de la vida moderna ponen al
diversificada para cada una de estas drogas naturales. La intoxi- hombre en situación de crear el hábito frente a un tipo de medi-
cación aguda tiene varias fases, cuya duración proporcional de- camentos: los barbitúricos. En general, se produce un acostum-
pende en gran medida de la dosificación y modo de administra- bramiento leve, con precisión de tomar el medicamento para po-
ción: fase alucinatorio-impulsiva, en que las fantasías se convier- der dormir y necesidad de ir incrementando la dosis; un porcentaje
ten en alucinaciones, coincidiendo con una pérdida de la noción pequeño de personas se hacen verdaderos toxicómanos, precisan-
del tiempo y del espacio; fase de beatitud, con una sensación do los barbitúricos no sólo por la noche, sino también durante el
subjetiva sumamente placentera de tranquilidad y de paz, tras la día. Las grandes intoxicaciones de barbitúricos, generalmente con
que el sujeto se va adormeciendo lentamente, pasando a las fases fines suicidas, llevan al coma y frecuentemente a la muerte. Los
de somnolencia y de sopor, quedando al despertar incapacitado tranquilizantes han sustituido a los sedativos de la antigua farma-
durante varias horas para cualquier actividad (47). A esta clase de copea. El número de estos medicamentos tranquilizantes aumenta
drogas naturales puede sumarse la cocaína (muy difundida en diariamente y se mantiene muy elevado. Tomados sin control y en
Europa durante la primera guerra mundial); la embriaguez de co- todas las ocasiones, estos medicamentos pueden ser peligrosos;
caína tiene tres fases: de euforia, alucinatoria y de somnolencia. anulan los reflejos y pueden provocar accidentes físicos. Las ami-
Las drogas modernas por excelencia son las alucinógenas o nas estimulantes (anfetaminas o aminas psicotónicas o psicami-
nas) constituyen una especie de anestesia de la fatiga, con sen-
sación de facilidad mental, de capacidad de trabajo sin cansancio.
mo tiempo que las preocupaciones y los temores. Empezaban períodos de «Se emplearon mucho en la última guerra mundial, y en tiempos
euforia cerebral: el juego de las fuerzas intelectuales parece más fácil, más
de paz las usan sujetos cuya profesión les exige sobreponerse al
vivo, uno se cree más inteligente. Pura ilusión, sin embargo. Este erotismo
intelectual contrasta con la tranquilidad física que lo acompaña; la embriaguez sueño, en condiciones de fatiga (conductores de camiones, avia-
morfínica es puramente interior. El morfinómano desea el silencio y se com- dores, etc.), pero su 'clientela' especialmente la constituyen los
place, para mejor saborear su tranquilidad y su efímero bienestar físico, en la estudiantes en época de exámenes. Si el uso es esporádico no
calma y la inmovilidad» (citado por POROT, o. c , 32-33). suele provocar toxicomanías, pero en individuos predispuestos psi-
(47) Cfr. J . Á. VALLE JO-NAJ ERA, Introducción a la Psiquiatría (Bar- cológicamente aparecen toxicomanías graves y tenaces cuando su
celona, 1969 4 ).
170 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 171

uso ha sido reiterado... La intoxicación crónica no se caracteriza c) Comprensión sicosociológica de la drogadicción


tanto por el síndrome de euforia después de la administración de
la droga como en las demás toxicomanías, sino porque el indi- No pretendemos una explicación completa del hecho de la de-
viduo sólo es capaz de tener una actividad relativamente normal pendencia del hombre actual frente a las sustancias tóxicas (50).
bajo la acción del medicamento. Con el tiempo se producen sín- Tampoco vamos a referirnos a los aspectos anecdóticos del pro-
dromes alucinatorio-delirantes, con claridad de conciencia, muy blema: mercado negro, métodos de ocultamiento, procedimientos
parecidos a esquizofrenias paranoides, con las que es muy difícil policíacos, etc. Nos interesa señalar únicamente un conjunto de
establecer el diagnóstico diferencial si se desconoce la existencia aproximaciones explicativas del fenómeno de las drogas, sobre
de la toxicomanía» (48). todo en el mundo actual.
— Una primera aproximación nos la proporciona la relación
• En el último grupo, las que hemos llamado drogas de tipo que existe entre la geografía de las drogas y el desarrollo econó-
doméstico, hay que colocar el tabaco, el café y el té. Con rela- mico. Por una parte, llama la atención la coincidencia entre la
ción al tabaco, recogemos el siguiente texto de Cruchon: «El geografía de los estupefacientes y la geografía del subdesarrollo:
tabaco, cuyo abuso no tiene consecuencias muy graves, es un a) el subdesarrollo de China (anterior al comunismo) y de otros
excitante del sistema simpático, que acelera la actividad cardíaca, pueblos orientales encuentran probablemente una causa en la con-
contracciona los capilares y provoca la liberación de azúcar en la sumición del opio; b) el uso de la marihuana y otras hierbas
sangre, favoreciendo así, en cierta medida el trabajo muscular y tóxicas se ha considerado como una de las explicaciones de la
cerebral, pero pudiendo fatigar el corazón, lo que lo hace des- indolencia y del subdesarrollo de Latinoamérica; c) similar es la
aconsejable a los deportistas y a las personas que tienen dema- situación en algunos países árabes, por ejemplo Afganistán, donde
siada tensión. También se ve en él una causa de cáncer, aunque el uso del hachís está muy extendido; d) el alcohol ha sido consi-
no está ciertamente comprobado. Su efecto psicológico relajante derado la droga del pobre y desesperado. Por otra parte, el con-
es, más que nada, debido a la imaginación antes que a la realidad, sumo de drogas, sobre todo de drogas modernas, es indicio de
como lo demuestran ciertas experiencias hechas con tabaco falso. gran desarrollo económico. De este modo, el uso de las drogas
En cuanto a ver en el cigarrillo, el puro o la pipa, un símbolo dice una relación doble con el desarrollo económico: con el sub-
sexual, recordando, por ejemplo, las delicias de la succión y los desarrollo y con el desarrollo más avanzado.
mordiscos del estadio oral, pensamos que no se necesita comen-
tario alguno, porque sería dificilísimo aplicar la teoría a un caso — Existe otra segunda aproximación que es de tipo social.
concreto» (49). Conviene distinguir entre las causas que provocan un caso par-
En cuanto al café y al té, su uso normal, en dosis moderadas, ticular y las causas que están provocando la situación de empleo
es inofensivo; incluso útil en ocasiones, por la excitación cerebral tan masificado y extendido (entre los jóvenes y entre buen número
y la euforia que su ingestión produce. Pero su abuso es induda- de adultos). Podemos señalar, entre otros, los siguientes factores
blemente nocivo, y crea en ciertos sujetos un hábito tiránico y a sociales: a) el sentido de protesta frente a todo orden establecido;
veces unos desórdenes tóxicos del organismo que nos permiten b) la situación de una sociedad tremendamente opulenta en lo
alinearlos entre las toxicomanías menores. económico, pero pobre en valores espirituales; c) la dispersión del

(50) Nos hemos referido a las sustancias y a las toxicomanías de carácter


«normal». Existen otros tipos de toxicomanías. En efecto, todo es susceptible
de ocasionar una toxicomanía: inhalación de gasolina («cola de avión»), absor-
ción de cantidades considerables de nuez moscada, etc. Existen intoxicaciones
por monóxido de carbono, intoxicaciones mercuriales, intoxicaciones por el
(48) Ibíd., 267-268.
plomo, etc. (cfr. VALLEJO-NAJERA, o. c , 271-274).
(49) CRUCHON, o. c , 214.
172 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA Dé LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 173

grupo (la «anomía») (51); d) el montaje competitivo de la sociedad mada actualmente por sesenta naciones, redactada en la Conferen-
actual, etc. cia de La Haya de 1912; Convención Internacional de Ginebra de
1925, de 1931, de 1936, etc. Dependiente de la O.N.U., existe la
— Otra aproximación nos la proporciona el análisis psicológico
Comisión de Estupefacientes, y en el seno de la O.M.S. un «Co-
del hombre de hoy. Factores principales: a) aumento en el deseo y
mité de expertos en drogas susceptibles de engendrar toxicoma-
en la capacidad de «experiencias»; b) deseo de resolver los con-
nía». En la actualidad existe una atención especial por parte de los
flictos familiares o individuales mediante una solución «económi-
Gobiernos en este sector de las drogas (mercado negro, uso ilí-
ca» (en este caso, las drogas); c) necesidad de descartar los con-
cito, etc.).
flictos individuales con el sistema más «económico» desde el pun-
to de vista psicológico; d) la búsqueda de «evasión» del hombre La moral cristiana también tiene que tomar parte en este pro-
actual, etc. blema. ¿Cómo? De diversos modos. De un modo general: a) acep-
tando (con sentido crítico) las aspiraciones que se advierten en el
— Existen también causas de índole religiosa (o pseudoreli- mundo actual, sobre todo de la juventud (aspiraciones que, con
giosa). El hombre de hoy necesita colmar su hambre religiosa. A frecuencia, están a la base del uso extensivo de las drogas): bús-
veces no sabe encontrar un camino auténtico; otras veces no queda de experiencia humana, búsqueda de un mundo mejor,
quiere, y otras no encuentra en las formas religiosas de hoy el búsqueda de una religión mejor formulada; b) haciendo ver que el
sentido auténticamente religioso. El acudir a las drogas supone en camino de las drogas no lleva a la consecución de esas finalidades
algunos casos (como un ingrediente más de todo el fenómeno) una o aspiraciones, ya que aparecen fallos fundamentales: escapismo
suplencia o sustitutivo de la vivencia religiosa (52). de la libertad, religiosidad frustrada, inmadurez, etc.; c) trabajando
por elevar el nivel ético del mundo actual; el hecho de las drogas
no es un hecho aislado, sino conexo con todo el planteamiento de
d) Valoración moral
la situación actual; es imprescindible abordar los problemas éticos
de una manera conjunta y no aislada.
El problema de las drogas requiere, para su solución, una con-
junción de fuerzas. Se precisa, en primer lugar, una ajustada te- Tratando de hacer un juicio moral del uso de los tóxicos habría
rapéutica (preventiva y curativa): terapéutica que tenga en cuenta que tener en cuenta muchos factores, entre los cuales destacan
la dimensión psicosomática de la realidad (terapéutica «holística»); los siguientes:
centros asistenciales y de prevención; a veces, hasta será posible — el factor de «explotación comercial» que condiciona todo el
una rehabilitación mediante las técnicas de terapia de grupos. mundo de las drogas (su producción, su exportación, su
Dentro de esta visión terapéutica se requiere lo que podríamos venta, etc.).
llamar una «terapéutica de la sociedad»: un montaje nuevo de
— el factor de «política subyacente»: se ha hablado de la polí-
sociedad. El problema de las drogas no es un problema aislado,
tica del opio, queriendo ver en la exportación del opio una
sino dependiente de la manera de organización de la sociedad; sin
orientación de corrupción y propaganda subversiva;
esa curación de la sociedad entera será difícil lograr la solución del
problema concreto de las drogas. Se requiere, además, una legis- — el factor de la «destrucción o edificación» de la persona.
lación adecuada, junto con una vigilancia policial consiguiente. A
este respecto, existen convenciones internacionales y organismos Evidentemente, el juicio moral tiene que ser entendido, sobre
internacionales con esta finalidad: Congreso Internacional de todo, en los dos primeros niveles. Se trata de una manipulación
Shangai (1909), Primera Convención Internacional del Opio, fir- humana y de un crimen contra el valor moral de la humanidad en
cuanto tal.
(51) Cfr. CASTILLA DEL PINO, o. c , 208 s. Colocados en el último nivel (el nivel personal), el juicio moral
(52) Sobre la relación de la droga con la mística, cfr. J . J. LÓPEZ IBOR, tiene que matizarse del siguiente modo: a) el uso de tóxicos es
De la noche oscura a la angustia (Madrid, 1973), 24-33. moralmente lícito en un tratamiento médico controlado y en una
MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 175
174 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

(1971). VARIOS, Manipolazione e futuro dell'uomo (Bologna,


experimentación moralmente lícita; b) el uso incontrolado por par- 1972). VARIOS, Manipulación del hombre y moral (Madrid,
te de los individuos es moralmente reprobable. Su perversión 1973). J . ENDRES, L'uomo manipo/atore (Roma, 1974). K. RAH-
moral variará: subjetivamente por razón de las condiciones del NER, Libertad y manipulación en la sociedad y en la Iglesia
sujeto (sobre todo teniendo en cuenta si se trata de un enfermo, (Pamplona, 1971). Manipulación social del hombre: Iglesia viva
de una persona predispuesta o de una persona normal) y por 57(1975).
razón de la finalidad que se proponga en el uso de las drogas; El polo negativo de la «concienciación» es la manipulación.
objetivamente: por razón de la mayor o menor entrega o depen- La persona es «sujeto» y debe ser tratada como «sujeto». Pero la
dencia de los tóxicos. persona puede ser convertida y tratada como «objeto». Este es
Las razones morales que apoyan las últimas afirmaciones radi- uno de sus mayores riesgos.
can en los contravalores que se dan en el uso indiscriminado de En este apartado vamos a someter a reflexión ética el hecho de
los tóxicos. Son varios valores de la persona los que quedan vul- la manipulación humana, secundando las preocupaciones de la
nerados en tal comportamiento: moral cristiana actual (53). Aunque el tema no ha encontrado
— valor de «autodominio»: la persona tiene el imperativo de todavía unos esquemas claros de desarrollo, no podemos dejar de
autoposeerse; el uso indiscriminado de los tóxicos coloca a la traducir al lenguaje de la reflexión moral las precomprensiones que
persona en una condición de esclavitud psíquica y somática; el hombre de hoy tiene con relación al fenómeno humano de la
— valor de «responsabilidad»: la persona que mediante las manipulación.
drogas se evade de la realidad es una persona no responsabilizada. Por el momento, dejamos de tratar los aspectos morales de la
Es una deposición de la «libertad» (es una huida de la condición manipulación en el campo de la biología humana; remitimos, para
humana mediante una fuga a los «estados orgiásticos», tal como ello, al capítulo de la bioética. Tampoco pretendemos abordar de
los describe Fromm); una manera detallada todos los aspectos concretos y todas las
— valor de «realizarse»: la persona que se lanza al mundo de formas diversificadas de manipulación. Nos fijamos en el fenóme-
los tóxicos no quiere afrontar sus problemas y resolverlos; no global, y en referencia al hecho global de la manipulación
— valor de la persona como realidad «no manipulable» a ca- desarrollamos los dos aspectos siguientes:
pricho: en plan de experimentación, búsqueda de novedad, deseo 1. Aproximación al hecho de la manipulación.
de placer. 2. Valoración moral de la manipulación.
A todos estos contravalores de carácter personal hay que su-
mar los contravalores de tipo social. El que vive en el mundo de 1. APROXIMACIÓN AL HECHO DE LA MANIPULACIÓN
las drogas hace descender el nivel ético de la humanidad y pro-
voca un descenso en el afán de superación del hombre en todos La realidad de la manipulación no ha sido sometida todavía a
los sectores de la vida social. una reflexión sistematizada. Rahner constata el hecho sintomático

(53) Los moralistas han dedicado gran atención en los últimos años al
II tema de la manipulación: en 1971, la revista «Concilium» dedicó el numero
anual de moral al tema de «el hombre manipulado» (n. 65); en 1972, los
LA PERSONA: RIESGO DE MANIPULACIÓN moralistas italianos trataron el tema de la manipulación en su IV Congreso:
«Manipolazione e futuro dell'uomo» (Bologna, 1972); en el mismo ano, ei
Instituto Superior de Ciencias Morales de Madrid organizó su IV Semana de
B. HARING, Ethics of Manipulation: Issues in Medicine, Behaviour
Moral sobre «Manipulación del hombre y moral» (Madrid, 1973); en 1973 tuvo
Control and Genetics (New York, 1976). VARIOS, L'homme ma-
lugar un congreso de moralistas europeos en Estrasburgo sobre el «Poder del
nipulé. Pouvoir de l'homme sur l'homme, ses chances et ses limi-
hombre sobre el hombre»: «L'homme manipulé» (Strasbourg, 1974).
tes (Strasbourg, 1974). El hombre manipulado: Concilium 65
176 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 177

de que este término no ha entrado en los diccionarios de las ción, represión, desublimación, todo ello para el ámbito de conse-
ciencias políticas y sociales. cuencias referidas a las personas; y con la publicidad, la propaganda,
Tratando de clarificar conceptualmente la realidad de la mani- la ingeniería social, la unificación, la explotación o la demagogia,
pulación humana, hacemos a continuación un conjunto de apro- para el ámbito de las consecuencias preferentemente relativas a la
ximaciones parciales. Para ello, tenemos en cuenta las aportacio- sociedad. Como demuestra esta lista, ciertamente no completa, de
nes de los autores que en los últimos años han reflexionado sobre conceptos estrechamente emparentados y no claramente delimita-
esta realidad. dos entre sí, el concepto de manipulación abarca prácticamente todo
el conjunto de técnicas de influencia social —excluida únicamente la
utilización de la fuerza bruta — , sin permitirnos reconocer una dife-
a) Concepto de manipulación rencia específica entre los conceptos señalados, lo cual resulta indis-
pensable para una definición válida» (55). c) El concepto de mani-
H. LUTHE, ¿Qué se entiende por manipulación?: Concilium 65 (1971), pulación suele utilizarse con una cualificación expresamente nega-
169-186. F. FERRERO, Manipulación del hombre y moral. Boletín tiva; sin embargo, no siempre tiene esa connotación peyorativa.
bibliográfico: Manipulación del hombre y moral (Madrid, 1973),
95-114. E. FREIJO, Sobre la manipulación: Iglesia viva 57 (1975), 2?) Acepción etimológica. A partir del estudio del tema en
243-255. las obras clásicas de Forcellini y Du Cange y en los diccionarios
etimológicos de las lenguas modernas, Ferrero llega a las siguien-
1°) Uso del término «manipulación». La expresión «mani- tes conclusiones sobre la acepción etimológica de manipulación:
pulación del hombre» es ambigua e imprecisa. Se trata de una «El término 'manipulación' y sus derivados provienen, en todas las
palabra tópico, con todas las características que ello comporta: lenguas occidentales (alemán, español, francés, inglés, italiano y
imprecisión, carga emotiva, calidad sugerente más que aclarato- portugués), del latín manipulus, manipulare, manipulatio, manipu-
ria, etc. El uso que de ella se hace nos habla de un espectro lator, compuestos, a su vez, de las raíces latinas manus (mano) y
grande de significados, que se deslizan desde el campo de las pleo (llenar). Por eso su significado original está relacionado con la
ciencias naturales al de la crítica social, para terminar en el ámbito idea de lo que se lleva en la mano o de lo que puede ser
de la pura polémica (54). contenido en la mano. Era idea propia de manipulus en el latín
Los diversos empleos que se suelen hacer del término «mani- decadente hablando de hierbas, flores, semillas, sustancias quí-
pulación» dependen de los siguientes factores e intereses: a) Un micas o metálicas, etc., sobre todo en relación con la alquimia, la
primer factor de diversificación nos lo proporciona la variedad de farmacia, el arte, la orfebrería o la alfarería, hasta convertirse en
campos en que ha sido y es empleada: en la praxis médico- medida (M). La acción correspondiente, manipulare, manipulatio,
quirúrgica, en la experimentación física y química, en el influjo se refería, paralelamente, a la acción y al arte de combinar o
bioquímico sobre los genes, en la experimentación sociológica manejar esos elementos para obtener un resultado especial, dis-
científica («manipulación de las variables dadas»), en la crítica tinto del que podía esperarse de ellos abandonados a sí mismos.
social, etc. Esta primera constatación nos habla de un desliza- De aquí la idea de tratamiento, elaboración, manejo y trans-
miento del uso del concepto manipulación desde el campo de las formación que el hombre hacía con sus propias manos del cuer-
ciencias naturales al de la crítica social para terminar en el ámbito po humano (medicina y cirugía), de los productos químicos (quí-
de la pura polémica, b) Dentro del ámbito de la crítica social, el mica y farmacia), de las tierras y metales (arte, cerámica y orfe-
concepto de manipulación tiene unas fronteras poco definidas. En brería). Es el matiz propio que aún conserva cuando se trata del
efecto, «en el plano descriptivo se sitúa frecuentemente en equi- significado metafórico: un tratamiento y un manejo de los mate-
valencia a retórica, arte de persuadir o de adoctrinar, inhabilita- riales manipulados y de sus posibilidades para obtener un resul-
tado concreto partiendo de una alteración de la naturaleza o modo
(54) H. LUTHE, ¿Qué se entiende por manipulación?: Concilium 65
(1971), 169-170. (55) Ibíd., 172.
12 Etica de la persona
178 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 179

de ser de estos elementos, aprovechando sus propiedades, sus miento crítico del interesado. El hombre no percibe el ataque,
cualidades, las energías y leyes intrínsecas de cada uno. El mani- igual que no percibe una combinación química. Los estímulos de
pulador, en sentido etimológico, obtiene resultados maravillosa- la manipulación son percibidos de forma inconsciente; por medio
mente distintos de los que son propios de los ingredientes origi- de un arreglo hecho hábilmente permanecen ocultos a la concien-
nales, pero sin alterarlos previamente. Por eso supone en él un cia. Crean así una.falsa conciencia, a partir de la cual la víctima de
conocimiento, una ciencia y un arte de las propiedades y de las las prácticas de manipulación cree falsamente que ha tomado una
leyes a que esos elementos están sujetos, siendo todo ello desco- decisión racional. Al aprovecharse de forma irresponsable de una dis-
nocido, secreto, a cuantos de alguna manera pueden estar intere- posición fundamental del hombre, de su naturaleza social, parali-
sados por el resultado de la manipulación. Esta ciencia y este zando así su capacidad de objetivación y de distanciamiento, su
secreto son la base de la ganancia, del prestigio y de la eficacia libertad, la manipulación r>a de ser considerada de hecho como
del manipulador» (56). más inhumana que todas las demás formas de violencia o de
opresión» (57).
3.°) Definición conceptual. Tratando de definir el concepto
de manipulación, tenemos que distinguirlo y no confundirlo con Para Bóckle también es la ausencia de criticidad en el mani-
otros bastante parecidos. La manipulación humana, tal como aquí pulado la nota específica del concepto de manipulación. «Tomada
la entendemos, no se identifica con: en su sentido más amplio, la palabra 'manipulación' significa hoy
algo así como 'preparación del hombre', lo que designa una
— violación abierta y descarada de la libertad del hombre influencia ejercida selectiva y certeramente sobre procesos de des-
(desde la esclavitud propiamente dicha hasta las nuevas arrollo tanto individuales como sociales, sin que los concernidos
formas de servidumbre humana); mismos puedan entrever suficientemente ni el proceso en sí mis-
— violencias físicas o morales infligidas sobre otra persona, mo ni los objetivos y métodos de la persuasión a que se les
que las padece y aguanta porque no puede deshacerse de somete. En esta condición precisamente se pone todo el énfasis,
ellas (por ejemplo, injusticias en el mundo laboral u opresio- ya que ni la persuasión interhumana ni la intervención en procesos
nes en el ámbito político); vitales son, en principio, algo nuevo. El problema de la manipu-
— formas de deshumanización, realizadas por el sujeto mismo lación reposa en la falta de transparencia para los concerni-
que las padece o por otro agente ajeno a él. dos» (58).

La manipulación es una violación de la libertad, es una violen-


cia y es una forma de deshumanización. Pero no toda deshumani- b) Comprensión humano-cristiana de la manipulación
zación, ni toda violencia, ni toda violación de libertad han de (Libertad y manipulación)
entenderse como acciones manipuladoras.
K. RAHNER, Libertad y manipulación en la sociedad y en la Igle-
El concepto de manipulación lleva consigo una nota específica
sia (Pamplona, 1971), R. BELDA, Cristianismo y manipulación hu-
que lo califica en cuanto tal: la ausencia o supresión de toda mana: Iglesia viva n.° 57 (1975), 257-264. I. MANCINI, Manipolazio-
dimensión crítica por parte del manipulado, y la asunción o acep- ne e futuro dell'uomo. Aspetto filosófico: Manipolazione e fu-
tación de tal acriticidad por parte del manipulador. turo dell'uomo (Bologna, 1972), 83-151. R. SIMÓN, La mani-
«Manipulación no significa una mera influencia o ejercicio de polazione dell'uomo: prospettiva teológica: Manipolazione e futu-
ro dell'uomo (Bologna, 1972), 153-183.
poder como tales, sino una forma del todo específica, irracional,
de ejercer la influencia y el poder. Es el ejercicio del poder sin legi- El fenómeno de la manipulación no ha sido sometido todavía a
timación, sin autoridad. La manipulación descarta todo razona- una reflexión teológica seria y detallada. Por eso mismo, las anota-
(56) F. FERRERO, Manipulación del hombre y moral. Boletín biblio- (57) LUTHE, a. c , 173.
gráfico: Manipulación del hombre y moral (Madrid, 1973), 96-97. (58) F. BÜCKLE, Presentación: Concilium 65 (1971), 165.
180 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 181

ciones teológicas que siguen tienen la debilidad de ser algo frag-


3.°) Esta manipulación institucionalizada puede ser, y de hecho
mentarias y no del todo sistemáticas (59).
lo es en la mayor parte de las veces, una manipulación objetivamente
1.°) La manipulación hay que entenderla en relación con la pecaminosa. Rahner la entiende como «un aspecto de la condición
libertad humana. La libertad, de suyo, es infinita; pero se realiza concupiscente del hombre, en cuanto que la concupiscencia no
dentro de un ámbito finito, donde a la vez experimenta su propia debe concebirse abstractamente ni limitarse a una interioridad psico-
condición de finitud y de infinitud. La finitud le viene dada por las lógica del hombre sino que abarca todo aquello que, en la situación
realidades y las circunstancias que preceden a la libertad de los de libertad humana, a la que pertenece también la dimensión socio-
hombres, por las leyes de la física y de la biología, por todas las leyes lógica, aparece condicionado por la libertad ajena y que procede de
fisiológicas y psicológicas a que se halla sometido el hombre, aunque la culpa libre del prójimo, que hace agónica la situación de libertad
esas mismas leyes pueden, en cierta medida, ser objeto de una del otro y que a su vez entraña una dinámica tendente a nuevas
acción humana libre transformadora. A estas «limitaciones» no se le opciones equivocadas, o sea, tendente al pecado» (62). Esta situa-
puede llamar manipulación. «Pero cuando los perfiles concretos del ción de manipulación institucionalizada se entiende como situación
ámbito de libertad de un individuo o de una sociedad son, a su vez, concupiscente «no sólo porque, por ejemplo, aun estando la persona
objetivación de la libertad de otros, entonces sí cabe y se debe hablar debidamente orientada hacia Dios, en virtud de la gracia experimenta
de manipulación de la libertad. Una acción libre que, intencionada o impulsos opuestos a esa orientación, sino también porque nuestra
inintencionadamente, transforma el ámbito de libertad de otro, con situación sociológica espacio-temporal, en la que vivimos ineludi-
anterioridad al consentimiento de éste, sí puede denominarse, en blemente inmersos, se halla tan marcada por el pecado que nunca
un sentido metafísico antropológico y teológico, 'violencia o mani- deja de ofrecernos impulsos contrarios a esta opción buena de Dios,
pulación'» (60). y que siempre nos convierte inexorablemente en usufructuarios de
un orden engañoso que el egoísmo pecador ha establecido y defien-
2.°) La manipulación puede aparecer institucionalizada socioló- de una y otra vez» (63).
gicamente cuando el acontecimiento que priva del ámbito de libertad
4.°) Tratando de relacionar el concepto de libertad con el de
a los miembros de una sociedad alcanza una cierta duración y
manipulación, es necesario afirmar que el hombre no es ni un ser
generalidad, en virtud de los individuos de esta sociedad o de una
absolutamente ajeno a toda manipulación ni un ser totalmente
sociedad anterior. ¿Cómo ocurre esto? «Esto puede ocurrir de muy
manipulable. Se dan las dos realidades. Pero esta suma no siempre
diversas maneras: por unos esquemas universales de pensamiento o
de conducta, surgidos como objetivaciones de una libertad previa, o es legítima, más aún, podemos pensar que siempre es objetivamente
sea, por costumbre, por el ethos históricamente condicionado de imperfecta. La libertad es la que tiene derecho a existir, mientras que
una sociedad; además, por una suerte de leyes y normas humanas la situación concupiscente de la manipulación es lo que hay que
que, en cuanto tales, también podrían ser concebidas de otro modo; vencer continua y progresivamente. De aquí que la historia humana
y finalmente por la acción de unas simples realidades de importancia se entienda como una historia de la libertad en lucha contra la
física, biológica o técnica que se imponen a todos. Es evidente que manipulación.
estas diversas formas de institucionalización sociológica de la mani- 5.°) Pero no se puede entender esta relación entre libertad y
pulación se mantienen en una mutua relación de interdependencia, y manipulación como una historia ciega. «Esta historia de las rela-
que por ello convierten al hombre en un ser necesariamente mani- ciones entre manipulación y libertad no es, en último término, un
pulado» (61). proceso que pueda explicarse según el modelo de la evolución que se
desarrolla fatalmente. Se trata siempre de una historia creadora que
apela a la libre responsabilidad del hombre. En ella no hay nada que
(59) Seguimos de cerca a K. RAHNER, Libertad y manipulación en la surja automáticamente, nada que marche bien espontáneamente; en
sociedad y en la Iglesia (Pamplona, 1971).
(60) lbíd.,25.
(62) Ibíd., 28.
(61) Ibíd., 27-28.
(63) Ibíd., 30.
182 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 183

última instancia, esta historia no contiene dentro de sí ningún (sociedad, cultura, grupo social, nación, partido, asociación) el que
principio que ya de antemano garantice el que esta historia vaya a intente manipular la libertad de los demás.
lograr efectivamente su meta en cuanto ¡ntramundana, o sea el
que, por ejemplo, vaya a alcanzar realmente, y no sólo aparente- — Por razón del sujeto manipulado: manipulación personal,
mente, un ámbito de libertad más amplio que el anterior» (64). social o ambiental, según se intente controlar la libertad a partir de
la persona, del grupo social (entendido en sentido amplio) o del
6.°) De ahí que nazcan para el cristiano un conjunto de impe-
medio ambiente (en cuanto contradistinto del social) en que vive
rativos en relación con la realidad de la manipulación:
inmersa. A su vez, la manipulación personal puede ser: somática (o
— la obligación de luchar contra toda manipulación ilegítima en psicosomática) y psicológica, según se realice a partir del cuerpo o
favor de un ámbito de libertad más amplio; por medios psicológicos que actúan directamente sobre el espíritu.
— «esta tarea cristiana de transformar la relación existente entre
la libertad y manipulación debe adecuarse: a las condiciones nor- — Por razón del modo como se realiza: manipulación me-
males de la actividad humana; al respeto de la dignidad de cualquier diata o inmediata, consciente o inconsciente, vulgar o cien-
hombre, que no puede sacrificarse en beneficio del hombre del día tífica.
de mañana; al escepticismo cristiano que no sólo es oportuno y — Por razón de los efectos que va a producir en la persona
aceptable de cara a lo tradicional, sino también de cara al futuro o en el grupo manipulados: manipulación inocua (sin otros
¡ntramundano» (65); efectos que la manipulación de la libertad y la consecución de los
— la Iglesia debe ser el lugar de la libertad, donde esté ausente la fines que se había propuesto el manipulador), perfectiva (corrige o
manipulación. mejora el modo de ser del sujeto manipulado, procurándole, según la
estimación social establecida, un beneficio, aunque no sea eso lo
que directamente busca el manipulador) o perjudicial (si, además
c) Formas de manipulación. (Ámbitos de la manipulación humana) de manipular su libertad, le origina otros daños).

El hombre es un ser manipulable. No ha de extrañarnos, por — Por razón del fin que se propone el manipulador: mani-
tanto, que existan en él muchos flancos de manipulación. Allí donde pulación necesaria (nace del contexto sociocultural en que vive el
el hombre se realiza podemos encontrar un posible ámbito de manipulador y el sujeto manipulado), útil (busca mejorar la situación
manipulación. del sujeto manipulado o la de ambos), terapéutica (pretende curar,
Se pueden hacer diversas clasificaciones de las formas de mani- de alguna manera, al sujeto manipulado, enfermo o incapaz de
pulación. Consignamos a continuación dos: una clasificación siste- guiarse normalmente por sí mismo en el uso de su libertad), expe-
mática y otra descriptiva-concreta. rimental (quiere experimentar prácticas o medicamentos que pue-
den resultar beneficiosos para el sujeto manipulado o para toda la
humanidad), egoísta (cuando solamente busca la utilidad del suje-
1. °) Tipología sistemática to manipulador sin tener en cuenta la persona de los demás).

Haciendo una consideración sistemática del hombre y de la — Por razón de los medios que se emplean para manipu-
manipulación, se puede llegar, como lo hace Ferrero, a la siguiente lar: manipulación somática, psicológica, social, cultural, según
clasificación: se tengan en cuenta las leyes y condicionamientos que pueden
influir sobre la libertad a partir del cuerpo (medicamentos, opera-
— Por razón del sujeto manipulador: manipulación indivi-
ciones, transplantes, drogas, etc.), del espíritu (métodos psicoló-
dual o institucionalizada, según sea un individuo o una institución
gicos y parapsicológicos en toda su amplitud) o del medio socio-
cultural (educación, medios de comunicación social, grupo, fami-
(64) Ibíd., 40-41.
(65) Ibíd., 48. lia, ideología, utopías, etc.).
184 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 185

— Por razón de la moralidad: manipulación lícita o legíti- los instintos humanos de agresividad, sexualidad, poderío,
ma, justificada (aunque se dude de su legitimidad) y pecami- etcétera (70);
nosa o inmoral, conforme al significado que normalmente se da — manipulación social en sus varias vertientes: económi-
a estos términos» (66). ca (71), política, ideológica;
— manipulación de la opinión pública;
2.°) Clasificación descriptiva-concreta — manipulación de la racionalidad del obrar humano (manipu-
lación y cibernética) (72);
Más interesante que una tipología sistemática de la manipu- — manipulación en el plano religioso (73).
lación es una exposición descriptiva de las principales formas
manipuladoras del hombre actual. He aquí algunas de ellas: Todas estas formas de manipulación pueden resumirse en una
sola: la modificación del mismo hombre. Tal modificación puede
— manipulación de la bioesfera en la que vive el hombre:
entenderse como una «autoprogramación» del futuro o como una
contaminación del ambiente, sobre todo del aire y de las
influencia irracional y acrítica, por parte del que la padece, en
aguas (manipulación macro-ecológica); deshumanización de
orden a configurar un tipo de hombre que mejor se acomode para
la arquitectura (manipulación microecológica) (67);
otros fines. El primer aspecto se puede asimilar con el concepto y
— manipulación en la cultura y en el arte: instrumentalización la realidad de la experimentación humana en orden a modificar al
y comercialización del arte (por ejemplo, el cine); educación mismo hombre (experimentación que se entiende, prevalentemen-
utilitaria y para un orden establecido (68). Por eso mismo se te, en el campo biológico). El segundo aspecto encuentra su lugar
postula hoy una cultura y educación liberadoras; más adecuado en el campo de la hechura social del hombre.
— manipulación a través de los medios de comunicación so-
cial (69): es la existencia de estos medios la que explica y d) La manipulación social: forma privilegiada de las manipula-
posibilita, en gran parte, todas las otras formas de manipu- ciones actuales
lación. Es éste un aspecto muy desarrollado en la crítica H. MARCUSE, El hombre unidimensional (Barcelona, 19703); Ma-
social actual; nipulación social del hombre: Iglesia Viva 57 (1975). J.-M. PO-
— manipulación publicitaria, sirviéndose fundamentalmente de
(70) J . NAVARRO VALLE, La manipulación publicitaria. Una antro-
pología del consumo (Barcelona, 1971); A. GARCÍA CALVO, De la cerve-
za, la poesía y la manipulación del alma: Lalía (Madrid, 1973), 213-245.
(66) FERRERO, I. c , 103-104. (71) Th. McMAHON, Manipulación y bienes de consumo: Concilium
(67) LUTHE, a. c , 175-177. «La desmembración y, en consecuencia, la 65 (1971).
desintegración de las ciudades, la estrechez de espacio a que es reducida la (72) K.-W. MERKS, Cibernética social o ética social. Consideraciones
humanidad, la destrucción del potencial afectivo en los grandes bloques de vi- sobre la racionalidad del obrar humano: Concilium 65 (1971), 252-262;
viendas no deberían interesar únicamente a los funcionarios de la asistencia N. WIENER, Cibernética y sociedad (Buenos Aires, 1969); Ch. WAGNER,
social» (Ibíd., 176).
La cibernética social como tarea permanente: Concilium 35 (1968), 238-
(68) Ibíd., 177-180. «Una comparación entre las culturas, tanto en sentido 255; W. KORFF, Investigación social empírica y teología moral: Conci-
horizontal como vertical, permite reconocer a lo largo de las diferencias de lium 35 (1968), 197-213; Ibíd., Aporías de una moral sin culpa: Conci-
estructura, en los sistemas políticos y económicos, la constante de la mani- lium 56 (1970), 390-410. Para una noción precisa de cibernética, cfr. H. STAC-
pulación» (p. 179). «El contenido y la forma de la comunicación de la cultura, HOWIAK-H. DENSER, Kybernetik: Staatslexikon, t. 10, 2 supl. (Friburgo,
elemento indispensable para la pervivencia de toda sociedad, tal como se veri-
19706), 576-596; H.-J. FLECHTNER, Grundbegriffen der Kybernetik (Stut-
fica en los casos citados, se encuentra bajo una estricta delimitación y con-
tgart, 19672).
trol» (p. 179).
(73) J.-M. POHIER, ¿Es unidimensional el cristianismo?: Concilium 65
(69) M. McLUHAN, Understanding Media: The Extensions of Man (New (1971), 187-199; J . M. DIEZ ALEGRÍA, Manipulación y libertad en la Igle-
York, 1969); LUTHE, a. c , 180-181; Th.-M. GARRET, Manipulación y me- sia: Concilium 65 (1971), 228-236; R. BELDA, Cristianismo y manipulación
dios de comunicación social: Concilium 65 (1971), 218-227. humana: Iglesia Viva 57 (1975), 257-264.
186 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 187

HIER, ¿Es unidimensional el cristianismo?: Concilium 65 (1971), a fin de que lo viva como suyo (el «imput» o entrada desencade-
187-199. J . GRITTI, Pouvoir de l'homme sur l'homme: La mise nará un «output» o salida sin «ruidos» vivenciales).
en question par les sciences humaines: L'homme manipulé (Stras-
bourg, 1974), 69-95. Para descubrir la fuerza manipuladora del sistema sería necesa-
rio realizar un análisis de la estructura configuradora de la socie-
Acabamos de señalar que las formas de manipulación se uni- dad actual. Indicamos las pistas por donde podría encauzarse
fican en la elaboración de un «tipo de hombre» que mejor se dicho análisis:
acomode para los fines que el manipulador persigue. Con ello • La cultura tecnológica y su incidencia en la sociedad es-
afirmamos también que la forma privilegiada de manipulación es la tructuralmente manipuladora.
de carácter social. La «unidimensionalidad» socialmente manipu-
lada viene a ser el núcleo originario de todas las fuerzas manipu- E. FREIJO, El hombre de la civilización técnica: Estudios Trinita-
ladoras del hombre actual. rios 4 (1970).
La manipulación social puede ser verificada de un modo con-
La tecnologización de nuestra sociedad y de nuestra cultura es
creto en las manifestaciones de la vida social actual. Se
un hecho. Lo diferenciador y específico de la revolución tecnoló-
constata el poder de la manipulación en los diversos niveles de la
gica con respecto a otras revoluciones anteriores (la neolítica, la
realidad social: en la publicidad, en la opinión pública, en la ela-
industrial, etc.) es que «está pasando la barrera de la hasta ahora
boración y en la fuerza de las ideologías, en los sistemas educa-
inabordable intimidad del hombre, cuya originalidad y libertad pa-
tivos, en el ejercicio de la autoridad, en el planteamiento permisivo
recían estar a cubierto, más allá de la influencia de la tecnolo-
de la vida social actual, en la programación de la economía, en las
gía» (77). Pero no está el problema en la tecnologización; ésta, de
técnicas de encuesta, en las realizaciones de los diferentes grupos
por sí, no lleva a una manipulación humana. El fantasma de la
humanos, etc. Un discernimiento sobre estas formas de manipu-
manipulación aparece por el hecho de que no todos los grupos
lación (74) nos conduce a la conclusión de que «la manipulación
tienen la misma posibilidad de apropiarse las objetivaciones tec-
constituye un hecho no exclusivo, pero sí típico de las sociedades
nológicas. «Las nuevas clases ostentadoras del poder económico,
industriales avanzadas» (75).
social, político y cultural son las que realmente se apropian de la
Creemos que el problema debe ser planteado a un nivel todavía nueva objetivación de los hombres y de los pueblos que han
más profundo. La manipulación aparece en las manifestaciones de hecho posible la actual tecnología mediadora, y, en consecuencia,
la vida social presisamente porque la estructura social actual los expropian de sí mismos» (78). La intervención de las clases
tiene una configuración manipuladora. Es precisamente esta es- detentadoras del poder es la que introduce el mal de la manipu-
tructura social la que desencadena todo el proceso manipulati- lación dentro de la sociedad tecnológica. Como afirma Belda,
vo (76): a) crea a «lo que manipula», dando origen a hombres, «desde un punto de vista sociológico, la manipulación supone un
grupos o sistemas que necesariamente originan «lo manipulado» al modelo de sociedad elitista y autoritaria basada en la desigualdad
hacer fácil la existencia de hombres o grupos de hombres que radical. Este modelo puede concretarse en formas muy diversas,
creen actuar por su propia cuenta aunque de hecho están siendo que van desde una sociedad descaradamente fascista a una socie-
programados (telespectadores, lectores de periódico, asamblea dad industrial avanzada formalmente democrática... El dinamismo
obrera, etc.); b) crea «el manipular» en cuanto operación calcula- de la manipulación requiere estos tres soportes: a) desigualdad
da para transmitir un mensaje determinado a un receptor humano social institucionalizada; b) relaciones sociales fundadas en el do-
minio de una minoría sobre la mayoría; c) manejo de la conciencia
individual, gracias a los servicios de las instituciones educativas y
(74) Cfr. B. HARING, Ethics of Manipulation (New York, 1976).
(75) R. BELDA, Cristianismo y manipulación humana: Iglesia Viva 57
(1975), 258. (77) Ibíd., 249.
(76) E. FREIJO, Sobre la manipulación: Iglesia Viva 57 (1975), 248. (78) Ibíd., 251.
188 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 189

de los medios de comunicación de masas» (79). Frente a esta La sociedad está proyectada y se expande dentro de una civi-
manipulación estructural sólo cabe la alternativa de una reestruc- lización dominada por la ley del «consumo». La industrialización
turación social, en la que, desde una verdadera democratiza- de antesdeayer, el urbanismo y la masificación de ayer y el tec-
ción, se logre el «desposeer a las nuevas clases de poder de sus nicismo de hoy abocan necesariamente a una «sociedad opulenta»
injustas apropiaciones explotadoras y manipuladoras, para devol- y de consumo. Esta situación es el origen de la manipulación
vérselas al hombre y a los pueblos» (80). estructural que acompaña a la sociedad actual.
• La «unidimensionalidad» de la sociedad como origen de
la manipulación humana estructural. 2. VALORACIÓN MORAL DE LA MANIPULACIÓN:
El valor moral de la persona como dimensión crítica de toda
H. MARCUSE, El hombre unidimensional (Barcelona, 19703). manipulación

La escuela de Frankfurt coloca la manipulación en la elimi- E. CHIAVACCI, Riflessioni per una mora/e della manipolazione
nación de la capacidad del hombre para desarrollar la función crítica dell'uomo: Rivista di Teología Morale 2 (1970), 25-28. A. DI GIO
de su razón y la función utópica del sentido de la totalidad. VANNI, Manipolazione e Persona: Manipolazione e futuro dell'uo-
mo (Bologna, 1972), 291-308. M. NEDONCELLE, La manipularon
Marcuse ha concretado esta afirmación general señalando que la des esprits: L'homme manipulé (Estrasbourg, 1974), 53-67.
manipulación humana surge cuando se reduce al hombre a la L. ROSSI, Manipulación del hombre {aspectos mora/es): Diccio-
«unidimensionalidad». Tal unidimensionalidad la descubre en las nario Enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 611-616.
sociedades industriales avanzadas, dentro de las cuales «la cultura, M. VIDAL, El valor moral de la persona como dimensión crítica
la política y la economía se unen en un sistema omnipresente que de toda manipulación: Manipulación del hombre y moral (Ma-
devora o rechaza todas las alternativas. La productividad y el drid, 1973), 47-66.
crecimiento potencial de este sistema estabilizan la sociedad y
contienen el progreso técnico dentro del marco de la conmina- Tratando de hacer una valoración moral de la manipulación se
ción. La razón tecnológica se ha hecho política» (81). En las so- impone previamente la necesidad de preguntarse sobre la dimen-
ciedades industriales avanzadas se podría propiciar el reino de las sión ética de esta realidad. Solamente a partir de la respuesta a
libertades con tal de que se diese fin a la racionalidad tecnológica. esa pregunta inicial se puede formular una valoración moral.
Únicamente haciendo desaparecer la «unidimensionalidad» se po-
drá lograr la liberación y, por tanto, la eliminación de la manipu-
lación humana. a) La manipulación: ¿una realidad moralmente neutra?

• La «sociedad opulenta» y su manipulación a través del El término y el concepto de manipulación tienen una conno-
consumismo tación inicialmente negativa. Esta connotación corresponde a la
definición que hemos dado de manipulación y que se puede ex-
J. K. GALBRAITH, La sociedad opulenta (Barcelona 1969?). Socie-
presar como «el intento deliberado de impedir el acceso de algu-
dad de consumo: Iglesia Viva 26 (1970). R. REMOND, La crisis nas personas a niveles de libertad históricamente posibles, sin que
espiritual en la llamada sociedad de consumo: Concilium 49 ellas lo adviertan» (82).
(1969), 331-342. M. VIDAL, ¿Es «inmoral» la sociedad de consu- Definida de ese modo, la manipulación es un contravalor ético.
mo?: Pastoral Misionera 6 (1970), 305-318.
El manipulador se aprovecha de la ausencia o de la supresión de la
actitud crítica por parte del manipulado en orden a realizar sobre él
una programación o un control sin contar con su libre decisión.
(79) BELDA, a. c , 258-259.
(80) FREIJO, a. c , 252.
(81) H. MARCUSE, El hombre unidimensional (Barcelona, 19703), 27. (82) BELDA, a. c , 258.
190 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 191

Sin embargo, se puede entender de una manera más amplia el conclusión de que existe una manipulación moralmente neutra. Se
concepto de manipulación. Se puede hablar de «poder manipu- precisa, por tanto, un discernimiento ético para clarificar su signi-
lador» del hombre en referencia a la necesaria transformación que ficado. Es lo que intentamos hacer a continuación.
la persona realiza en el mundo tanto extra huma no como infra-
humano para conseguir una cada vez más creciente «humaniza- b) Discernimiento moral de la manipulación
ción» (83); aunque tales acciones transformadoras están sometidas
a la valoración ética no son de por sí malas desde el punto de ¿Qué valoración moral hacer de la manipulación? Esta es la
vista moral. En este sentido hablaremos en el siguiente capítulo de pregunta que nos inquieta y a la que nos cuesta responder. No
«manipulaciones biológicas»: son acciones transformadoras que queremos trivializar el magno problema de la manipulación redu-
requieren un discernimiento moral, pero en principio no han de ser ciéndolo a unos principios morales de sabor casuista. Sin embar-
consideradas como inmorales. La manipulación entendida en este go, no podemos por menos de trazar unos criterios para entender
sentido amplio es moralmente neutra (puede ser buena o mala), ya moralmente este hecho tan importante.
que es una consecuencia y confirmación de «que el hombre es un Por motivos de claridad vamos a exponer la valoración del
ser del futuro» (84). fenómeno de la manipulación en una serie de proposiciones o
La manipulación es moralmente neutra en un segundo aspecto: conclusiones. A pesar de emplear esta forma expresiva de «con-
en cuanto que la relación entre libertad y manipulación no puede clusiones», no damos a las afirmaciones un valor apodíctico e
entenderse de una manera ideal. El encuentro real e histórico de irreversible. Las ofrecemos como un inicio de diálogo.
las libertades humanas origina manipulaciones inevitables. En efec- 1) Si hemos afirmado que la realidad de la manipulación es
to, la alteración libre del ámbito de libertad de otro individuo, inicialmente una realidad moralmente neutra, tenemos ahora que
previa al consentimiento de éste, puede ser inevitable y hasta, en asumir tal afirmación, desde el punto de vista ético, del siguiente
ciertos casos, favorecedora, y entonces no es inmoral. modo: pueden existir, y de hecho existen, manipulaciones inevi-
«Desde un punto de vista teológico, hay que reconocer que tables, dada la condición del hombre. Tales manipulaciones se
una tal manipulación de la libertad de uno por parte de otro se da deben: al carácter progresivo de la humanidad en general o de un
inevitablemente. Y esto simplemente porque toda realización de grupo en particular; a las imperfecciones técnicas, no coincidentes
una libertad —que es legítima y que es radicalmente espacio-tem- con imperfecciones morales, y a la misma condición finita de la
poral, corpórea e incluso sociológica— siempre implica ineludible- libertad humana. Este tipo de manipulación no la «hacemos», sino
mente una alteración del ámbito de la libertad de otro y no podría que la «padecemos». Desde el punto de vista moral, exigiríamos
concebirse si, en cada caso, dependiera del consentimiento del una lucidez y autenticidad por parte de todos para darse cuenta de
otro. La libertad ya de suyo entraña una cierta manipulación esa finitud o condición imperfecta del hombre y de su historia.
violenta del otro, con anterioridad a la cuestión de bajo qué Sólo así no sería aprovechada en orden a otras formas de mani-
condiciones se justifica moralmente, en cada caso concreto, este pulación secundarias y, por tanto, de carácter responsable.
carácter de manipulación violenta de la libertad (de uno) por parte
de la libertad (de otro)» (85). 2) Existe un imperativo moral en la humanidad, en todo hom-
Esto nos indica que es necesario afirmar que el hombre no es bre y en cada grupo, que le obliga a extender continuamente el
ni un ser absolutamente libre ajeno a toda manipulación ni un ser ámbito de la libertad humana y a ir suprimiendo el dominio de la
manipulación. Tal imperativo se apoya en la afirmación de que la
totalmente manipulable y manipulado ajeno a la libertad.
libertad (tanto en la forma de libertad «de» como en la forma de
Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, podemos sacar la libertad «para») es una obra de conquista permanente; es la liber-
tad la que tiene todo el derecho a existir, mientras que la mani-
(83) Cfr. J . ENDRES, L'uomo manipolatore (Roma, 1974).
(84) Ibíd., 39.
pulación debe desaparecer. Este imperativo se ha de concretar en
(85) RAHNER, o. c , 26-27. muchos frentes de actuación:
192 MORAL DE ACTITUDES II ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 193

— En el descubrimiento crítico de las situaciones personales y


3) La lucha por la libertad en contra de toda manipulación no
sociales donde se ha instalado la negación de la libertad
ha de entenderse como un episodio, sino como una realidad per-
y que constituyen situaciones alienadas y alienantes, frus-
manente. La manipulación siempre la tendremos con nosostros.
tradas y frustantes; en esta labor nos ayudará mucho la
Ello nos obliga a adoptar una postura moral adecuada. He aquí
metodología y el talante adoptados por los llamados «maes-
algunos rasgos de esta postura:
tros de la sospecha» (Marx, Nietzsche, Freud).
— En el discernimiento de las opciones nuevas (ideologías, — La libertad y la manipulación van enfrentándose, en térmi-
sistemas, utopías) para saber separar lo bueno de lo malo, nos generales, en ámbitos cada vez más «humanizados».
la paja del grano; ésta es la forma del juicio mesiánico-es- Si en épocas o sectores primarios —por emplear términos
catológico (Le 3, 17), el juicio moral del cristiano (Rm 12, 2; económicos— las manipulaciones son preferentemente «pri-
14, 22-23) y el juicio que se requiere, sobre todo, en la si- marias», en épocas mas evolucionadas serán de tipo «se-
tuación presente. cundario» y «terciario». El moralista ha de estar muy atento
— En la praxis continua a favor de la libertad, ya que la «his- a esta variación para saber estar en su puesto de servicio
toria de las relaciones entre manipulación y libertad no es, a ios hombres.
en último término, un proceso que pueda explicarse según — En la manipulación del hombre existe una historia: puede
el modelo de una evolución que se desarrolla fatalmente. haber avances y retrocesos, cambios y transformaciones.
Se trata siempre de una historia creadora que apela a la — En la lucha por la libertad ha de evitarse tanto el «nervio-
libre responsabilidad del hombre. En ella no hay nada que sismo» pseudoescatológico como la falsa «tranquilidad»,
surja automáticamente, nada que marche bien espontánea- también pseudoescatológica.
mente; en última instancia, esta historia no contiene dentro
de sí ningún principio que ya de antemano garantice el que 4) Dijimos más arriba que la manipulación puede darse de un
esta historia vaya a lograr efectivamente su meta en cuanto modo institucionalizado. Esta forma de manipulación es la que,
intramundana, o sea, el que, por ejemplo, vaya a alcanzar para un moralista, comporta la acentuación más fuerte desde el
realmente y no sólo aparentemente un ámbito de libertad punto de vista de la inmoralidad. La manipulación institucionali-
más amplio que el anterior» (86). zada o estructural es una situación objetivamente pecaminosa.
Rahner la entiende como «un aspecto de la condición concupis-
Esta afirmación no está en contradicción con la promesa de la cente del hombre».
esperanza cristiana en el reino escatológico, ya que «de acuerdo Esta manera de entender la manipulación institucionalizada en
con la palabra de Dios, es igualmente concebible que la llegada la clave teológica de la «concupiscencia» no debe desvirtuar su
escatológica del reino de Dios se produzca a través de los fracasos importancia moral. La manipulación institucionalizada es una for-
humanos más que mediante los triunfos de la humanidad» (87). ma de lo que se llama «pecado estructural» o «situación de pe-
El imperativo de extender los ámbitos de la libertad (sometien- cado». El pecado se da siempre en el interior del hombre, pero el
do a crítica las «negaciones» de la realidad, discerniendo las op- pecado pasa luego a las actividades humanas, a las estructuras
ciones y comprometiéndose en una praxis por la libertad) urge a creadas por el hombre (cfr. Rm 8, 20). De ahí que surgen situa-
todo hombre y a todos los grupos humanos. Pero de un modo ciones que, subjetivamente libres de la inmediata responsabilidad,
particular urge al cristiano y a la comunidad de los que creen y son objetivamente situaciones de pecado: constituyen un desor-
celebran la Resurrección de Cristo como un Memorial de Libe- den, lo manifiestan o lo engendran. La manipulación instituciona-
ración. lizada pertenece a esta forma de pecado estructural. Es la forma
más fuerte de pecado en la actualidad.
(86) Ibíd., 40-41. La manipulación institucionalizada o estructural se patentiza en
(87) Ibíd., 41
muchas formas:
13 Etica de la persona
194 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONCIENCIACION Y DE LA MANIPULACIÓN 195

— en instituciones concretas: educativas, recreativas (TV., cine, — En el plano jurídico, puede existir una forma de manipu-
etcétera), políticas, económicas y hasta religiosas; lación muy sutil, también señalada claramente por la Octo-
— en la manera de entender y de proyectar la condición hu- gésima adveniens: el reconocimiento puramente «formal»
mana (cfr., por ejemplo, las críticas de Marcuse y Fromm de los derechos (n. 23).
sobre la sociedad actual). — Parecida advertencia hace la misma Octogésima adveniens
¿Qué postura moral hay que adoptar ante una manipulación de con relación a la manipulación ideológica, la cual crea una
tipo estructural? La primera respuesta es sencilla: superar esa «dictadura de los espíritus, la peor de todas» (n. 25).
situación de manipulación con la implantación de la libertad. Pero
6) Todo hombre debe vivir en un proceso continuo de «con-
la segunda respuesta a la segunda pregunta sobre ¿cómo? ya no
cienciación». La moral debe asumir con categorías éticas este
es tan sencilla. He aquí algunas opciones concretas: admitir el mal
nuevo aspecto de la «concienciación» en la ascensión progresiva
moral como situación inevitable (postura protestante clásica); dis-
de la humanidad. Todo hombre tiene como imperativo ético de
tinguir entre colaboración material y colaboración formal; salirse
realización el luchar por huir del polo de la «domesticación» y
de la estructura injusta; adoptar una postura de denuncia profé-
buscar el polo de la «liberación». Este principio tiene particular
tica; adoptar una praxis contestataria, etc.
aplicación en el terreno de la moral de la educación.
5) A la persona no se la puede, no se la debe tratar nunca
como una conciencia intransitiva o acrítica, para emplear el len- 7) Se ha hablado de una «educación del oprimido». También
guaje de P. Freiré. Sería reducirla a un «objeto»; sería tratarla podemos hablar de una «moral del oprimido». El gran principio
como «medio». Esta afirmación general debe traducirse a situacio- moral de una praxis comprometida en la ruptura de la opresión,
nes concretas. por parte de los mismos oprimidos y por parte de los que colabo-
ran con ellos en tal empeño, debe ser la supresión de la manipu-
— Por lo que se refiere al nivel político, no se puede reducir lación. Esta es la primera y más radical forma de injusticia. De ahí
tanto el ámbito de la libertad personal y agrandar tanto el que sea más conveniente un proceso de liberación a partir de la
ámbito de la programación que las decisiones políticas de concienciación que a partir de una acción violenta. El amor edifi-
una comunidad sean previas a la opción libre y responsable ca; el odio dispersa. Esta afirmación general no pretende invalidar
de los sujetos. La carta apostólica Octogésima adveniens planteamientos y opciones diferentes en situaciones-límite.
ha advertido del peligro de una excesiva tecnocracia, de
corte manipulador: «Ciertamente, las disyuntivas propuestas
8) El empeño moral por desterrar la manipulación humana
a la decisión son cada vez más complejas, las considera-
debe comenzar y terminar en la creación de un nuevo tipo de
ciones a tener en cuenta, múltiples; la previsión de las con-
hombre: un hombre solidario (apertura a los demás), un hombre
secuencias, aleatoria; aun cuando las ciencias nuevas se
que se transforma en la praxis, un hombre «alertado». El cambio
esfuerzan por iluminar la libertad en estos momentos im-
de estructuras queda invalidado si no le acompaña un cambio de
portantes. Por eso, aunque a veces se imponen límites,
corazones.
estos obstáculos no deben frenar una difusión mayor de la
participación en la elaboración de las decisiones, en su 9) La Iglesia debe ser el lugar de la libertad, en donde esté
elección misma y en su puesta en práctica. Para hacer ausente la manipulación. Solamente así puede declararse como
frente a una tecnocracia creciente hay que inventar formas «sacramento de salvación» y solamente así puede ser la instancia
de democracia moderna, no solamente dando a cada hom- crítica de libertad dentro de las sociedades profanas. Lo que deci-
bre la posibilidad de informarse y de expresar su opinión, mos de la Iglesia lo afirmamos de un modo todavía más radical en
sino de comprometerse en una responsabilidad común» referencia a las comunidades de religiosos, a los grupos sacerdo-
(número 47). tales y a las comunidades de seglares más comprometidas.
196 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

10) En la lucha contra la manipulación hay que estar atentos


a no caer en la «manipulación de la liberación». «La contramani- 4
pulación manipuladora' es tan alarmante como la manipulación
estructural e institucionalizada, porque pretende luchar contra la
manipulación siguiendo su misma dialéctica» (88).
bioética o moral de la corporalidad

La persona realiza la totalidad de su proyecto ético desde su


condición corporal. La corporalidad es una estructura condicio-
nante de la vida personal y, por eso mismo, marca profundamente
todo el dinamismo moral de la persona.
Esta condición de encarnación origina en la existencia del hom-
bre un ámbito especial de comportamiento. La dimensión de cor-
poralidad introduce a la persona en situaciones propias de un
«espíritu encarnado». Aunque tales situaciones hacen referencia al
hombre como sujeto totalizante, no cabe duda que la persona está
implicada en ellas por razón de su dimensión.
Vamos a referimos en el presente capítulo a los problemas
morales que suscita en el hombre esta instancia de la corporali-
dad. Dentro de la temática general de la ética cristiana de la
persona entra coherentemente el tema concreto de la bioética o
moral de la corporalidad humana.
Agrupamos el amplio contenido del capítulo en los siguientes
apartados:
I. En primer lugar, aludiremos al planteamiento histórico y
actual de la relación entre corporalidad humana y
ética cristiana.
II. Como problema básico, es necesario discutir la temática
moral de la vida y de la muerte, junto con el ethos de
la salud y de la enfermedad.
III. La transmisión de la vida humana es una tarea que
coloca al hombre en la ineludible situación de tomar
(88) FREIJO, a. c , 254. opciones éticas.
BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD
199
198 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

Entre los vicios opuestos a la justicia conmutativa (ll-ll,qq.64-


IV. También en su condición corporal, el hombre está ex-
78) señala Santo Tomás dos grupos: los vicios que se dan en los
puesto a la intervención de la ciencia y de la técnica.
cambios involuntarios (qq. 64-76) y los que tienen lugar en los
¿Dónde se encuentran los criterios éticos de la experi-
cambios voluntarios (qq. 77-78). El primer grupo es, a su vez,
mentación, de la manipulación y de la programación
dividido en dos apartados: injurias en hechos (qq. 64-66) e injurias
técnica en el campo de la corporalidad humana?
en palabras (qq. 67-76). Entre las injurias de obra trata Santo
Tomás los problemas morales de la corporalidad: homicidio, mu-
tilación, flagelación, encarcelamiento. El tema más desarrolla-
I do es el del homicidio, al que dedica una cuestión entera (q. 64) y
en el que discute también la licitud de la pena de muerte y la
INTRODUCCIÓN
licitud del suicidio; los otros temas (mutilación corporal, flagela-
Pasado y presente de la bioética ción, encarcelamiento) reciben un tratamiento corto, al encon-
trarse agrupados en una cuestión (q. 65).
Forzoso es reconocer que tanto el encuadramiento como el
En esta breve introducción queremos poner de manifiesto la
desarrollo de los temas no tienen en la Suma de Santo Tomás un
forma de planteamiento que ha tenido en la historia de la moral
singular relieve. Por lo que respecta a la colocación, el Aquinate
y que tiene en la actualidad el tema de la bioética. Esta conside-
sigue los cuadros formales de Aristóteles en el libro V de la Etica a
ración nos servirá de punto de partida para el planteamiento moral
Nicómaco, principal fuente inspiradora del tratado de la justicia de
de los apartados siguientes.
la Suma Teológica (1).
El renacimiento tomista de la segunda escolástica (siglos XVI-
1. LA ETICA DE LA CORPORALIDAD EN LA HISTORIA XVII) tuvo una particular sensibilidad hacia los temas jurídico-
DE LA MORAL morales de la justicia. Como fruto de tal sensibilidad estudiosa
surgieron los grandes tratados De Justitia et Jure (Soto, Báñez,
La moral cristiana, tanto a nivel de exhortación práctica Molina, Salas, Pérez, Lessio, Lugo), que constituyen una de las
( = moral vivida) como a nivel de formulación teórico-científica glorias de la moral católica.
( = moral formulada), ha tenido una preocupación notable por los Los temas morales de la corporalidad son discutidos dentro de
problemas relacionados con la vida corporal (aborto, homicidio, los cuadros formales del tratado De Justitia et Jure. Baste recor-
suicidio, integridad física, etc.). Limitando la consideración al cam- dar dos de ellos. El dominico Soto, siguiendo la división aristoté-
po específico de la reflexión teológico-moral, creemos que se lica aceptada por Santo Tomás de cambios voluntarios y no vo-
deben destacar las perspectivas siguientes en la presentación que luntarios, estudia las injusticias en relación con estos últimos en
la teología moral ha hecho de los problemas éticos de la corpo- las cuestiones 1 y 2 del libro V (2): homicidio, mutilación de los
ralidad: miembros, flagelación, encarcelamiento; se reduce a un comen-
tario cercano al texto de las cuestiones 64 y 65 de la ll-ll de la
Suma Teológica de Santo Tomás. El jesuíta Lugo introduce el
a) La ética de la corporalidad en el esquema moral de la virtud de
la Justicia (Santo Tomás y la tradición tomista)
(1) T. URDANOZ, Tratado de la Justicia: Suma Teológica, t. VIII (Ma-
La ética de la vida corporal entró en el esquema teológico- drid, 1956), 161-164.
moral de Santo Tomás a través de la virtud de la justicia. En la Suma (2) D. SOTO, De Justitia et Jure libri decem (Salmanticae, 1559). Líber
Teológica fue el tratado de esta virtud cardinal el que dio horizonte quintus, De iniustitia, quae ex iniuriosa actione nascitur: nempe de homicidio
propio a los problemas morales de la corporalidad. et reliquis.
200 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 201

tema (3) dentro de un cuadro formal más desarrollado: dentro del temas morales de la vida corporal. Nos limitamos a unas breves
esquema cuatripartito de las injurias («circa bona corporis, circa anotaciones.
bona famae, circa bona honoris, circa bona fortunae, quae divitiae El libro del jesuíta Azor, que suele ser considerado como el
appellari solent»). En el grupo de las injurias contra los «bienes del primer manual de moral casuista, desarrolla los problemas morales
cuerpo» coloca no sólo el homicidio, la mutilación y el encarce- de la vida corporal (homicidio, duelo, guerra, etc.) en la exposi-
lamiento, sino también el estupro y el adulterio (4). Al tema del ción del V Mandamiento (7). Lo mismo hace Busenbaum en su
homicidio, mutilación, flagelación, etc., le dedica Lugo dos largas Medulla (8), aunque los aspectos de «restitución» por las injurias
«Disputationes» (la X y la XI). cometidas contra la vida corporal de otros los trata en la exposi-
La tradición tomista seguirá fiel a la forma de colocación y de ción del Vil Mandamiento (9). Los carmelitas de Salamanca, Sal-
tratamiento iniciada por la Suma Teológica de Santo Tomás con manticenses, también introducen los problemas morales de la vida
relación a los temas morales de la corporalidad. En una larga corporal en el V Mandamiento (10); en la exposición de este pre-
«Dissertatio» estudia Billuart los problemas morales de la vida cepto del Decálogo es donde se encuentra el célebre tema de la
corporal como vicios opuestos a la virtud de la justicia conmu- moral de las «corridas de toros» (11).
tativa (5). El texto de moral de Merkelbach puede ser considerado El tratamiento de la moral de la corporalidad dentro del esque-
como fiel exponente de la integración de los problemas morales de ma del V Mandamiento encuentra en San Alfonso el sello de
la vida corporal dentro del esquema de la virtud de la justicia (6). garantía (12). Como en el desarrollo de otros temas, San Alfonso

b) La ética de la corporalidad en el esquema moral del V . ° M a n - (7) J . AZOR, Institutiones Morales, t. III (Romae, 1611). Pars Tertia, De
damiento. (San Alfonso y la moral casuista.) Quinto et reliquis praeceptis Decalogi; Líber secundus, De Quinto praecepto
Decalogi.
(8) H. BUSENBAUM, Medulla Theologiae Moralis, t. I (Romae, 1844),
En la historia de la moral católica ha existido otra tendencia en Liber III, De Praeceptis Decalogi, et Ecclesiae; Tractatus IV, De quinto et
la manera de situar y de tratar los problemas éticos de la vida sexto Praecepto; Caput I, Quid quinto praecepto prohibeatur (pp. 171-187).
corporal: dentro del esquema moral del V Mandamiento. La tradi- (9) Ibíd., 220-222.
ción jesuítico-alfonsiana ha mostrado una particular preferencia (10) SALMANTICENSES, Cursus Theologiae Moralis, t. VI (Matriti,
1754"), Tractatus XXV, De quinto Decalogi praecepto. En el «proemio» pon-
por el esquema de los Mandamientos y lo ha introducido no sólo deran con brillante estilo la malicia del homicidio: «Et mérito quidem tali poena
en los Manuales de Moral, sino también en la conciencia moral del homicidium a Deo punitur; cum sit maius ex ómnibus nocumentis, quibus
pueblo cristiano. laeditur homo. Sed pro hominum malitia, et sanguineis deploranda lachry-
No tiene interés hacer un recorrido exhaustivo por los manua- mis misera conditio. Cum enim sit homicidium adeo contra naturae leges, ut
etiam pleraque animada contra alia propriae speciei minime saeviant, ea est
les de moral casuista y constatar el tratamiento que reciben los barbara hominis saevitia, ut ex levissima aut nulla causa contra proprios fra-
tres adeo irascitur et furit, ut non solum eorum sanguinem fundat, verum et
(3) J . DE LUGO, Disputationes scholasticae et morales, t. VI (Parisiis, dulcissime ebibat.»
1893), Disputatio X y XI. (11) Ibíd., Punctum IX, «De Taurorum agitationibus». He aquí cómo ex-
(4) «Sub bonis corporis multa comprehenduntur: nimirum vita corporalis, presan los motivos y la finalidad de este tema: «Seorsum hanc difficultatem
cui opponitur homicidium: membra etiam, vel sanitas, aut integritas corporis, exagitare decrevimus: Tum quia plura sunt circa illa scitu digna. Tum quia nihil
quibus opponuntur mutilatio, vulnera, percussio, et símiles laesíones. ítem est ¡n nostra Hispania frequentius, et absque remorsu conscientiae usitatius.
claustrum vírginale, et pudicitia, quibus opponitur stuprum, et adulteríum, et Tum denique, ut satisfaciamus aliquorum rationibus Hispanos in hac materia,
violatio injusta: de quibus sigillatim dicendum erit» (LUGO, I. c , d. X, initio). tanquan barbaros, carpentium.» Sobre la moral de la corrida, cfr. J . PEREDA,
(5) C. R. BILLUART, Summa S. Thomae hodiernís accademiarum Los toros ante la Iglesia y la Moral (Bilbao, 1945).
moribus accommodata, t. X (Wircerburgi, 1758), Dissertatio X (pp. 56-213). (12) SAN ALFONSO, Theologia Moralis, t. I (Romae, 1905). Liber ter-
(6) B. H. MERKELBACH, Summa Theologiae Moralis, t. II (Parisiis, tius. De praeceptis Decalogi et Ecclesiae; Tractatus quartus. De quinto et
19352), 343-382. sexto praecepto; Caput I, Quid quinto praecepto prohibeatur; «Non occides».
202 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 203

elige como punto de partida el planteamiento de Busenbaum. Las c) La ética de la corporalidad en tratados morales «autónomos»
aportaciones personales son presentadas como adiciones al texto
de la Medulla. El interés práctico-pastoral hace descender el pen- En la historia de la Teología Moral puede hacerse la consta-
samiento alfonsiano a la casuística más interesante de su época: tación siguiente: cuando un tema preocupa mucho a los moralis-
penas eclesiásticas en que incurren los homicidas, tanto los mis- tas suele desprenderse del conjunto teológico-moral para llegar a
mos asesinos como los que se sirven de ellos (nn. 363-364), y los formar un tratado autónomo. Los problemas jurídico-morales de
organizadores y asistentes a las corridas de toros (n. 365); licitud la justicia siguieron esta trayectoria de autonomía a través de ios
del suicidio (para evitar una muerte peor; incendiando la nave para tratados clásicos De Justitia et Jure y de las recientes síntesis de
no caer en manos de los enemigos, n. 367; en peligro de viola- la llamada «Doctrina social de la Iglesia».
ción, n. 368); ilicitud de la autoejecución de la pena de muerte
También los problemas morales de la vida corporal han tenido
(número 369) y de las acciones en que se pone en peligro grave la
un tratamiento autónomo y, consiguientemente, más extenso y
vida (n. 369); ilicitud probable («probabilior») de la castración de
más profundo de lo que toleraba la síntesis de un manual de
los niños cantores para conservar la voz blanca (n. 374); casuística
moral. Si se quiere tener una idea exacta de la moral tradicional
en relación con el condenado a pena de muerte (obligación de
sobre los problemas de la vida corporal hay que acudir a estos
darle tiempo para confesar y comulgar; puede comulgar sin estar
tratados autónomos.
en ayunas, etc., n. 397); licitud de la occisión del agresor (para
defender la propia vida, n. 830; para defender una cosa de gran Como no juzgamos necesario hacer aquí un resumen-exposi-
valor, n. 383; para defender el pudor, n. 386; etc.); casuística ción de esa doctrina tradicional, nos limitamos a indicar algunos
moral con relación al aborto directo e indirecto (nn. 394-397); de los estudios más representativos. Estudios que, a su vez, pue-
moralidad del homicidio casual (n. 398); problemática del duelo den ser clasificados en vanos géneros literarios: pastoral médica;
(números 399-401) y de la guerra (nn. 404-408). tratados de moral médica; magisterio pontificio; deontología de las
profesiones sanitarias.
Los manuales de moral casuista siguen la orientación marcada
por San Alfonso, aunque, como es natural, desarrollan las apli- Los libros de medicina pastoral se presentaron como ayuda
caciones de los principios para alcanzar los problemas nuevos que en los quehaceres del ministerio sacerdotal relacionados con cues-
van surgiendo. En la exposición del V Mandamiento, los manuales tiones en las que hay que tener en cuenta los datos de la medici-
alcanzan cada vez mayor precisión y sistematización a partir de los na. No está ausente de tales tratados la valoración moral de los
presupuestos de la moral casuista. Recordemos, entre otros, los problemas:
manuales de Noldin-Schmitt (13), Aertnys-Damen (14) o Zal- L. ALONSO MUÑOYERRO, Moral médica en los Sacramentos de la
ba (15). Iglesia (Madrid, 1955). J . ANTONELLI, Medicina Pastoralis (Ro-
ma, 19062), 2 tomos. C. CAPELLMANN, Medicina Pastoral (Bar-
celona, 19042). A. NIEDERMEYER, Compendio de medicina pas-
(13) H. NOLDIN-A. SCHMITT, Summa Theologial Moralis, t. II. De toral (Barcelona, 1955). J . PUJIULA, De medicina pastorali. Re-
Praeceptis Dei et Ecclesiae (Oeniponte/Lipsiae, 1941?), 306-340. La proble- centiores quaestiones quaedam exponuntur (Torino, 1948). J . L.
mática moral queda agrupada en torno a las siguientes cuestiones: obligación SORIA, Cuestiones de Medicina Pastoral (Madrid, 1973).
de conservar la vida; suicidio y mutilación propia; occisión del malhechor;
occisión del injusto agresor; occisión del inocente (homicidio, punción del Las síntesis de Moral y medicina abordan los problemas
corazón antes de la sepultura, craneotomía y aborto); duelo; guerra. morales de la corporalidad de una manera sistemática y con mayor
(14) J . AERTIMYS-C. A. DAMEN, Theologia Moralis, t. I (Torino, extensión y profundidad que en los manuales de moral. De entre
1950'6), 457-488. los numerosos estudios destacamos los siguientes:
(15) M. ZALBA, Theologiae Moralis c o m p e n d i u m , t. I (Madrid, 1958).
Zalba integra el esquema de Mandamientos dentro del esquema de Virtudes.
Así, en el tratado de la Justicia introduce el V Mandamiento («Justicia en relación con los bienes exteriores»), y el VIII Mandamiento («Injusticia en rela-
relación con los bienes del cuerpo»), el Vil y X Mandamientos («Justicia en ción con los bienes internos»). La materia del V Mandamiento la agrupa en
torno a cuatro palabras-clave: suicidio, homicidio, duelo, guerra.
204 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 205

J. GARCÍA F. BAYON, Medicina y moral. Cuestiones morales mo- 2. LA ETICA DE LA CORPORALIDAD DE CARA A L FUTURO
dernas relacionadas con la medicina (Madrid, 1941). E. F. HEA-
LY, Etica médica (México, 1959). G. KELLY, Medico-Moral Pro- Como los restantes temas de la moral, también la ética de la
blems (St. Louis, 1958). J . F. KENNY, Principies of Medical
Ethics (Westminster, 1961). Ch. J . McFADEN, Etica y medicina
corporalidad se encuentra ante un reto: el que le lanza la situa-
(Madrid, 1958). S. NAVARRO, Problemas médico-morales (Madrid, ción presente. Sin menospreciar el pasado, la moral tiene que
1954). T. O'DONNEL, Etica médica (Madrid, 1965). J . SURBLED, orientarse preferentemente por las urgencias del futuro.
La moral en sus relaciones con la medicina y la higiene (Barce- Sin la pretensión de hacer una detallada exposición de los ca-
lona, 1950). minos por donde debe orientarse la ética de la corporalidad, juz-
gamos conveniente señalar las perspectivas básicas para un co-
El magisterio pontificio, sobre todo el de Pío XII, ha encon- rrecto planteamiento de la relación entre corporalidad y ética cris-
trado en los problemas morales de la corporalidad un campo de tiana. Entendemos que tal planteamiento ha de realizarse sobre las
singular preferencia. Ha marcado orientaciones decisivas en las tres bases siguientes.
soluciones de los moralistas católicos:

A. ALCALÁ GALVE, Medicina y moral en los discursos de Pió XII a) Primera perspectiva: antropología y teología de la corporalidad
(Madrid, 1959). M. ZALBA-J. BOZAL, El magisterio eclesiástico
y la medicina (Madrid, 1955).
A. AGUIRRE, Filosofía del cuerpo en M. Merleau-Ponty: Anthropo-
logica 3 (1975), 69-94. C. BRUAIRE, Philosophíe du corps (Pa-
rís, 1968). F. CHIRPAZ, Le corps (París, 19692). A. DE CASTRO
Dentro de la moral profesional, la Deontoiogía de las profe-
ALBARRAN, Concepto pagano y concepto cristiano de cuerpo
siones sanitarias ha ocupado un lugar de relieve. En estos tra- (Salamanca, 1962). M. DE TOLLENAIRE, Le corps et le monde.
tados también se encuentran exposiciones sistemáticas de la ética Une ontologie du temporal (París, 1967). J . FAST, El lenguaje del
de la corporalidad. cuerpo (Barcelona, 1971). F. P. FIORENZA-METZ, El hombre
como unidad de cuerpo y alma: Mysterium Salutis 11/2 (Madrid,
1969), 661-715 (con bibliografía). M. JENTSCH, Die Bedeutung
L. ALONSO MUÑOYERRO, Código de deontoiogía médica (Ma- der Leiblichkeit: Wege zum Menschen 13 (1961), 20-28. M. LEKO,
drid, 1942); Código de deontoiogía farmacéutica (Madrid, 1955). // problema etico del corpo. Un saggío di teología bíblica: Studia
E. ARCUSA, Responsabilidad médica (Bogotá, 19662). H. BON, Moralia 13 (1975), 67-107. J . J . LOPEZ-IBOR-J. J . LOPEZ-IBOR
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206 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 207

La comprensión humano-cristiana de la corporalidad es la base car la comprensión griega del hombre como una concepción de
primera de la bioética. La instancia moral de la corporalidad tiene tipo dualístico: el hombre está compuesto de «alma» y «cuerpo».
como fundamento de valoración y como meta de realización Por otra parte, esta visión dicotómica se traduce en una minus-
su sentido humano-cristiano. De ahí que sea necesario tomar valoración del cuerpo y en una supravaloración del alma. Los
como punto de partida para la bioética los resultados de la antro- órficos consideraban el cuerpo como el «sepulcro» del alma. En el
pología y de la teología en sus estudios sobre la condición cor- mundo griego se experimentaba la experiencia somática somo una
poral del hombre. «prisión extraña»; el cuerpo no sólo es la sede de las bajas pasio-
En relación con otras etapas del pensamiento, por cierto aún nes, sino también un obstáculo para el alma; la materia es la
no lejanas, se constata en la actualidad una variación profunda causa del error, del mal y del desorden. La liberación del hombre
en la manera de comprender la corporalidad humana. Recordamos se expresa fundamentalmente como una liberación del cuerpo.
los aspectos más decisivos para el planteamiento de una moral de Por el contrario, en el mundo bíblico el hombre se concibe
la corporalidad: ante todo como una unidad de potencia vital, gracias a la cual se
— Del «cuerpo» a la «corporalidad». En la antropología encuentra originaria y constantemente en relación con Dios y con
actual se distingue entre «cuerpo» y «corporalidad». «El cuerpo es el mundo que le rodea. Por encima de todas las distinciones y
el que estudia el anatómico y el fisiológico. La corporalidad es la partes que se establezcan en el hombre predomina la visión uni-
experiencia vivida, la del cuerpo como realidad fenomenológica. taria y sintética de la persona. Además, no aparece dentro de la
Está constituida por las manifestaciones del hombre, tal como comprensión bíblica del hombre una consideración dualística al
aparecen en la vida misma. La vida humana está siempre ligada al estilo griego.
ser corporal del hombre. En los últimos tiempos se han hecho La teología actual trata de recuperar la visión unitaria del hom-
estudios muy detallados sobre este aspecto corporal del ser huma- bre, eliminando las infiltraciones «dualísticas» que se han intro-
no (Plessner, G. Marcel, Plüge, V. von Weizsácker, Zutt, Merleau- ducido en la teología al contacto con filosofías despreciativas de lo
Ponty, Sartre, Buytendijk, Lorscheid, etc.). A Scheler debemos el corporal (18). Desde esa comprensión unitaria se vuelven a «leer»
análisis fenomenológico más claro de este problema de la corpo- las afirmaciones dogmáticas sobre la condición corporal del hom-
ralidad, que es un problema central en la antropología contempo- bre: creación, pecado, salvación, escatología, etc. (19).
ránea. Tras de tantos trabajos de los autores citados, no puede — Del «desprecio» del cuerpo a una valoración más
afirmarse que los puntos de vista de Max Scheler hayan sido su- exacta y equilibrada de la condición corporal del hombre.
perados desde el punto de vista filosófico» (16).
No hace falta recordar las exageraciones que se han formulado en
La corporalidad es el carácter peculiar de la condición humana; relación con el cuerpo, considerado como enemigo, tumba o cár-
afecta a la totalidad de la persona, tanto en su vida de intimidad cel del alma. La biografía de Plotino escrita por Porfirio comienza
como en su relación con los demás. Por razón de la corporalidad, con estas palabras: «Plotino parecía un hombre que se avergon-
el hombre asume su vivir con unas características especiales: zaba de existir en el cuerpo.» Górres (20) anota que «un autor
pasibilidad e influjo del mundo; manifestación y ocultamiento; español, J. M. Escrivá, fundador del Opus Dei, refleja en su libro
temporalidad; individuación permanente (17). Camino el sentir de muchos cristianos: Si sabes que tu cuerpo es
— De la concepción «dicotómica» (helénica) a ia visión
«integral» (bíblica). Como característica global, podemos califi- (18) Ver la bibliografía consignada en el texto, especialmente: F. P. FIO-
RENZA-J. B. METZ, El hombre como unidad de cuerpo y alma: Myste-
rium Salutis (Madrid, 1969), II/2, pp. 661-715.
(16) J . J . LÓPEZ IBOR-J. J . LOPEZ-IBOR ALIÑO, El cuerpo y la cor- (19) K. RAHNER, El cuerpo y la salvación: VARIOS, El cuerpo y la
poralidad (Madrid, 1974), 16-17. salvación (Salamanca, 1975), 43-44.
(17) J . B. METZ, Corporalidad: Conceptos fundamentales de la Teolo- (20) CORRES, Caro cardo salutis: VARIOS, El cuerpo y la salvación
gía, I (Madrid, 1966), 317-326. (Salamanca, 1975), 43-44.
208 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 209
tu enemigo, y enemigo de la gloria de Dios, al serlo de tu santi- 1.°) La nueva situación de la medicina
ficación, ¿por qué lo tratas con tanta blandura?» (n. 227).
En la literatura teológica de los últimos años se ha dado un J. BERNARD, Grandeur et tentations de la medicine (París, 1973).
viraje al respecto. Prescindiendo de algunas «exageraciones», la G. BOYER CHAMMARD-P. MONZEIN, La responsabilité medí-
valoración humano-cristiana de la condición corporal se realiza cale (París, 1974). L. ISRAEL, La médecin face au malade (Bru-
dentro de una mayor exactitud y con mayor equilibrio. Sin dejar xelles, 196831. P. LAIN ENTRALGO, La medicina actual (Ma-
drid, 1973).
de reconocer la «incomodidad» y el «escándalo» de «existir en la
materia» (21), se señala al mismo tiempo la grandeza y dignidad
de la existencia corporal. Desde un punto de vista teológico, se Laín concreta en cuatro rasgos la situación actual de la medi-
recuerda la frase de Tertuliano «caro cardo salutis» (la carne es el cina. «La medicina de hoy es actual por la obra conjunta —y a
quicio de la salvación) y se ve en ella la respuesta esencial de la fe veces conflictiva— de cuatro rasgos o notas principales:
al problema de la corporalidad. «Dios entra en la esfera cerrada de 1. Su extrema tecnificación instrumental y una peculiar acti-
lo no divino y se abre a sí mismo, girando en el quicio del cuerpo tud del médico ante ella.
y del mundo, las puertas cerradas... La encarnación de Dios es la 2. La creciente colectivización de la asistencia médica en
que posibilita al hombre un contacto, provechoso y salvador, con
todos los países del globo.
Dios; la cercanía corporal de ver y oír a Jesucristo, tocar y apro-
vecharse de aquellos elementos, de los que él participa; la re- 3. La personalización del enfermo en cuanto tal y, como
cepción corporal de los sacramentos: todo esto nos entrega en la consecuencia, la resuelta penetración de la noción de persona en
carne la divinidad oculta» (22). el cuerpo de la patología científica.
4. La prevención de la enfermedad, la promoción de la salud
Las perspectivas que acabamos de señalar en la actual com-
y el problema de si es técnicamente posible una mejora de la natu-
prensión humano-cristiana de la corporalidad proporcionan un
apoyo coherente y unitario a la bioética. Si la corporalidad se raleza humana» (23).
entiende como una condición básica de toda la persona, la moral
de la corporalidad se plantea correlativamente desde los presu- 2.°) Los progresos de la ciencia en el campo biológico
puestos éticos de la normativa moral de la persona. La bioética es
un ámbito concreto en que tienen aplicación los criterios generales G. LEACH, The Biocrats. Implications of Medical Progress (Lon-
de la ética de la persona. don, 19722). j . ROSTAND, El correo de un biólogo (Madrid,
1971); inquietudes de un biólogo (Barcelona, 1969). G. R. TAY-
LOR, La revolución biológica (Barcelona, 1971). VARIOS, Ethical
b) Segunda perspectiva: situación actual de la ciencia y de la Responsability in Medicine. A christian Approach (Edinburgh-
asistencia médica London, 1967). VARIOS, The Challenge of Life. Biomedical Pro-
gress and Human Valúes (Basel-Stuttgart, 1972).
La ética de la corporalidad no puede ser formulada de espaldas
La bioética se encuentra permanentemente retada por los
a la realidad. La repetición cuasi-mecánica de fórmulas y solucio-
avances científicos en el campo de la biología. A veces se le pide
nes de otros tiempos no es la postura adecuada ante los nuevos
al moralista que improvise una valoración moral al hilo de una
planteamientos de los problemas.
información, más o menos seria, sobre nuevos descubrimientos
Simplificando al máximo la nueva situación, juzgamos conve- científicos.
niente tener en cuenta:
No es nuestra intención desarrollar los dos aspectos en que
acabamos de concretar la situación actual para la que tiene que
(21) ibíd., 41-52.
(22) lbíd.,61. (23) P. LAIN ENTRALGO, La medicina actual (Madrid, 1973), 31.
14 Etica de la persona
210 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 211

hablar la moral de la corporalidad. Tal desarrollo cae fuera del clave «individualista» y «privatística»; se trata de un personalismo
horizonte propio de nuestro estudio. Sin embargo, queremos con- entendido y valorado desde la alteridad. Los problemas concretos
signar la necesidad de ser tenida muy en cuenta la nueva situación de moral médica gravitan sobre la normatividad ética de la per-
de la ciencia y de la asistencia médicas para la formulación cohe- sona. Moralistas católicos y protestantes lo han puesto de relieve
rente de una moral de la corporalidad. en sus estudios; destacamos dos nombres representativos:
B. HARING, Moral y medicina. Etica médica y sus problemas actua-
c) Tercera perspectiva: revisión de los planteamientos morales les (Madrid, 19732). P. RAMSEY, The Patient as Person. Explo-
ration in Medical Ethics (New Haven, 1970).
La moralidad de la corporalidad está sufriendo actualmente el — Liberada la moral de los residuos tabuísticos de un «orden
impacto de las variaciones que se han dado en el terreno general natural» sacralizado y proyectada sobre el principio básico de la
de la ética. La bioética no puede ser formulada de espaldas a esos persona como realidad normativa, conviene entender la ética de la
cambios; ha de aceptarlos en la medida en que sean convincentes corporalidad como la instancia normativa del proceso de
y ha de verificarlos en el campo específico de la corporalidad humanización ascendente. La influencia del hombre y de la so-
humana. ciedad sobre la condición corporal humana tiene la clave de inter-
A nuestro juicio, la revisión de los planteamientos morales en pretación y de normatividad preferentemente en el futuro: en la
su aplicación a la bioética debe concretarse en las siguientes idea de hombre que deseamos realizar. La bioética se plantea
orientaciones generales: dentro de las claves de la «esperanza» y de la «auténtica planifi-
— En primer lugar, las formulaciones éticas de la corporalidad cación humana». Esta orientación ha sido formulada correctamen-
han de liberarse de los residuos tabuísticos de una moral excesi- te por un autor tan representativo como Moltmann:
vamente «temerosa» ante las intervenciones del hombre en este
J. MOLTMANN, L'infíuence de l'homme et de la société sur le
ámbito de su realidad. Por otra parte, la mitificación y la falsa progrés bio-médical: Le Supplément 108 (1974), 27-45; La espe-
sacralización de un «orden natural» ha conducido a la ética de la ranza y el futuro biomédico del hombre: Selecciones de Teolo-
corporalidad a los callejones sin salida de una normatividad moral gía 13(1974), 3-11.
«fisicista» y «naturalista». La bioética tiene que hacer un gran
esfuerzo por liberarse de tales planteamientos. Entre otros mora- — No todo progreso técnico ha de inscribirse sin más dentro
listas, ha sido Curran quien ha puesto de relieve esta orientación: del proceso de humanización. De aquí que la moral de la corpo-
ralidad ha de tener en cuenta los criterios del discernimiento
Ch. E. CURRAN, Normas absolutas y ética médica: ¿Principios para expresar la instancia ética de los avances científico-técnicos
absolutos en Teología Moral? (Santander, 1970), 106-153. en el campo de la biología. Los juicios morales han de buscar el
camino difícil e incierto entre la Scylla de una aceptación ingenua
— De una moral «naturalista» es necesario pasar a una moral de todo lo nuevo y la Charybdis de una reserva reaccionaria ante
en la que el criterio fundamental sea la persona. Ahora bien, la los progresos científico-técnicos. Reconocemos que es difícil en-
comprensión normativa de persona es necesario entenderla dentro contrar la ruta segura. No es fácil resolver certeramente la ambi-
de una visión integral. «La moral médica del futuro está buscando güedad latente en todo avance humano. La moral de la corpora-
un concepto de totalidad que abarque todo: La dignidad y el lidad se encuentra emplazada entre la «manipulación» y la «huma-
bienestar del hombre, en cuanto persona, en su relación esencial nización». ¿Cuáles son los criterios para discernir entre la una y la
para con Dios, para con el hombre y para con el mundo que le otra? Esa es una de las tareas de la bioética. Citamos a dos
rodea» (24). Este personalismo moral no ha de entenderse en moralistas que se confrontan en este aspecto de la aceptación
más o menos ingenua o más o menos sospechosa de los avances
(24) B. HARING, Moral y medicina (Madrid, 1972), 66. científico-técnicos en el campo de la biología:
212 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 213

J. FLETCHER, Moráis and Medicine (Boston, 1960); Medicine, Mo- M. NOLAN, The Posith/e Doctrine of Pope Pius XII on the Prin-
ráis and Religión: Theology Today (1974), 39-46. B. HARING, cipie of Totality: Augustinianum 3 (1963), 209-234; El principio de
Ethics of Manipulation: Issues in Medicine, Behaviour Control totalidad en Teología Moral: ¿Principios absolutos en Teología
and Genetics (New York, 1976). Moral? (Santander, 1970), 235-251. J . MADIRAN, Le principe de
totalité (París, 1963). G. QUARELLO, Male físico e male mora/e
nei conflitti di coscienza: Salesianum 34 (1972), 295-314. L. ROS-
— Se ha hablado en los últimos años de la necesidad de for- SI, «Diretto» e «indiretto» in teología morale: Rivista di Teología
mular la moral en términos «provisionales», al estilo de la moral Morale 3 (1971), 37-65; II limite del principio del duplice effetto:
aceptada por Descartes durante la «duda metódica». Este carác- Rivista di Teología Morale 4 (1972), 11-37; Doble efecto (Princi-
ter de provisionalidad y de búsqueda tiene su aplicación en el pio den: Diccionario Enciclopédico de Teología Moral (Madrid,
terreno de la bioética. Como dice Sporken, «las intuiciones éticas 1974), 233-247. C. J . VAN DER POEL, El principio de/ doble
efecto: ¿Principios absolutos en Teología Moral? (Santander,
que se nos han transmitido aparecen hoy día, debido a la muta- 1970), 187-211. M. ZALBA, Totalidad (Principio de): Diccionario
ción de nuestra idea del hombre y del mundo, sometidas a una Enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 1094-1102.
profunda revisión crítica. Esto ha de decirse aún con más énfasis
en lo que respecta a la ética médica, dado que la investigación
médica y la asistencia facultativa se encuentran en un desarrollo 3. ANOTACIONES BIBLIOGRÁFICAS
progresivo extraordinariamente rápido. De ahí que resulte empresa
atrevida ésta de publicar un libro sobre ética médica en medio de Dejando la bibliografía particular para la exposición de cada
semejante evolución. Todavía no pueden darse respuestas defini- tema, señalamos aquí ios estudios de carácter global. Por otra
tivas a los problemas que se plantean tanto las ciencias médicas y parte, anotamos que la bibliografía consignada es selectiva y no
sus anejas como la misma sociedad humana de nuestra hora» (25). exhaustiva.
El libro de Sporken es una muestra de esta forma de plantear la
moral de la corporalidad:
a) Planteamiento general de la bioética
P. SPORKEN, Medicina y ética en discusión (Estella, 1974).
R. A. McCORMICK, The new medicine and Mora/ity: Theology
— La moral tradicional ha concedido mucha importancia en la Dígest 21 (1973), 308-321; Genetic Medicine: Notes on the Moral
solución de los problemas morales de la vida corporal a un con- Literature: Theologícal Studíes 33 (1972), 531-552; Questions on
junto de «principios» o axiomas, tales como el de «doble efecto» y bioethics: Theologícal Studíes 36 (1975), 117-129. Ch. E. CU-
el de «totalidad». El planteamiento actual de la bioética tiene que RRAN, Normas absolutas y ética médica: ¿Principios absolutos en
Teología Moral? (Santander, 1970), 106-153. J . ESSER, Ethics
tener en cuenta la revisión a que han sido sometidos tales and human biology: Humaníst (1972), 5-19. P. R. FEEDMAN,
principios. «Recordamos a continuación algunos de los estudios La medicine dans le monde d'aujourd'hui: ses limites et ses espe-
sobre esos principios: rances: Revue de Théologíe et Philosophíe 3 (1975). R. T. FRAN-
COEUR, We can — we must: Reflections on the technological
L. BENDER, Ex duobus malis minus est eligendum?: Periódica 40 imperative: Theologícal Studíes 33 (1972), 428-439. J . M. GUS-
(1951), 256-264. R. G. FREY, Some Aspects to the Doctrine of TAFSON, Basic ethical issues in the biomedical fields: Sounding
Double Effect: Canadian Journal of Philosophy 5 (1975), 259- 53 (1970), 151-180. R. KAUTZKY, Progreso técnico y problemas
283. A. M. HAMELIN, El principio de totalidad y la libre disposi- morales dentro de la medicina actual: Concilium 45 (1969), 245-
ción de si mismo: Concilium 15 (1966), 98-112. P. KNAUER, La 260. W. DE LYRA, O ethos da atividade clínica: Revista Ecle-
détermination du bien et du mal moral pour le principe du double siástica Brasíleira 34 (1974), 74-91. J . MOLTMANN, L'infíuence
effet: Nouvelle Revue Théologique 87 (1965), 356-376. D. A. de l'homme et de la société sur le progrés bio-médical: Le Sup-
MONGILLO, II principio di totalitá: Asprenas 16 (1969), 109-126. plément 108 (1974), 27-45. E. VON WEIZACKER, Ethische Pro-
bleme aus der Biologie: Zeitschrift für Evangelische Ethik 16
(1972), 150-157.
(25) P. SPORKEN, Medicina y ética en discusión (Estella, 1974).
214 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 215

b) Estudios de síntesis sobre los problemas de bioética 2. La vida humana en sus comienzos plantea serios interro-
gantes éticos, sobre todo en referencia al aborto.
E. BONÉ, La préoccupation bioéthique dans les pays anglosaxons:
3. El final de la vida coloca al hombre ante complejas opcio-
Revue Théologique de Louvain 4 (1973), 340-356. Ch. E. CURRAN,
Politics, Medicine and Chrístian Ethics. A Dialogue with P. Ramsey nes éticas.
(Philadelphia, 1973). F. J . EBLING, Biology and Ethics (London, 4. La conservación de la vida también conlleva importantes
1970-1973). V. EDMUNDS, The Changing Face of Medical Ethics exigencias éticas, entre las cuales destacamos para la con-
(Amsterdam, 1965). V. EDMUNDS-G. G. SCORER, Ethical Res- sideración la referente a los trasplantes de órganos.
ponsability in Medicine (London, 1967). J. FLETCHER, Moráis
and Medicine (Boston, 1960). B. HÁRING, Moral y medicina.
Etica médica y sus problemas actuales (Madrid, 1973). G. V. 1. PROBLEMÁTICA MORAL DE LA VIDA HUMANA (Visión global)
LOBO, Problems in Medical Ethics (Allahabad, 1974). P. RAMSEY,
The Patient as Person. Exploration in Medical Ethics (New Haven,
Antes de entrar en el estudio más detallado de los tres temas
1970). L. ROSSI, Problemi mora/i in un decennio di «Anime e
Corpi»: Anime e Corpi 11 (1973), 173-187. P. SPORKEN, Medi- concretos enunciados, parece conveniente ofrecer una visión global
cina y ética en discusión (Estella, 1974). VARIOS, Religión and de los problemas morales relacionados con la vida humana. Lo
Medicine 2 tomos (London, 1970-1973). VARIOS, Etica y medi- hacemos señalando el elenco de los temas más importantes, que
cina (Madrid, 1972). tienen cabida en este momento de la síntesis moral. ;
Tratando de hacer un elenco de los problemas morales rela-
II
cionados con la vida corporal, los dividimos en tres grupos fun-
VALOR DE LA V I D A H U M A N A Y EXIGENCIAS ETICAS damentales: los que se refieren a la privación total de la vida
(muerte), los que se relacionan con el riesgo a perder la vida y los
que se concretan en las opciones que el hombre debe tomar para
Desde el judaismo, la conciencia moral occidental ha expre-
vencer la enfermedad y vivir en salud.
sado el ethos de la corporalidad mediante el respeto a la vida
humana: «No matarás». Este imperativo es el eje de todas las
exigencias éticas en relación con la vida humana. Más aún, el a) Privación de la vida. (La muerte impuesta.)
respeto a la vida humana es uno de los núcleos primarios en torno
a los cuales se ha desarrollado la conciencia moral de la huma- A pesar de los avances culturales, la humanidad no ha logrado
nidad. desterrar la muerte en cuanto realidad impuesta y manipulada por
La formulación del V Precepto del Decálogo ha venido a ser en el mismo hombre. No han calado todavía las exigencias de la
la moral cristiana, sobre todo en la manualística, la expresión moral veterotestamentaria: «no matarás»; «la vida es un derecho
sintética de todos los problemas morales relacionados con la vida de Dios»; etc.
corporal del hombre. Aunque la riqueza de la temática actual La conciencia moral de la humanidad tiene que enfrentarse
desborde el esquematismo tradicional, no podemos olvidar la im- todavía con los problemas éticos siguientes:
portancia decisiva del valor de la vida corporal y las exigencias que
comporta. De ahí que le dediquemos este apartado al comienzo 1.°) Suicidio. Son múltiples las formas en que el hombre
de la exposición de la moral concreta en relación con la corpora- puede llegar a disponer de su propia vida: la «cobarde desgana del
lidad humana. vivir» tiene múltiples versiones históricas; la exaltación exagerada
de un valor (la patria, la virginidad, una operación bélica, etcé-
Al no poder desarrollar todos y cada uno de los aspectos aquí tera) (26). En todas esas situaciones existe un «descrédito» del
implicados, optamos por la siguiente selección:
1. Expondremos, en primer lugar, la problemática moral ge- (26) «El problema nos invita a no situar todos los actos de suicidio siempre
neral en relación con la vida humana. al nivel de una vulgar deserción frente a las obligaciones morales. En los
216 MORAL DE ACTITUDES II ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 217

vivir. La humanidad actual necesita una elevación moral, ya que Sero no ser. El problema del suicidio (Madrid, 1964). E. STENGEL,
en el mundo actual el problema del suicidio adquiere unas dimen- Psicología del suicidio y los intentos suicidas (Buenos Aires, 1965).
siones trágicas, constatables no sólo en la elevación estadística, N. TETAZ, Le suicide. Suivi d'une appréciation théologique de
K. Barth. (Genéve, 1971).
sino también en las formas de suicidio. «Es la sociedad contempo-
ránea la que se halla en entredicho, porque no sabe humanizar al
hombre ni suprimir los motivos que conducen a ese gesto fatal. 2.°) Homicidio. Quitar la vida a un ser humano es irrumpir
Una sana profilaxis social tendrá que analizar el suicidio desde el en el santuario más sagrado de la dignidad humana. Es usurpar
punto de vista individual y social, psicológico y moral, objetivo y sacrilegamente el poder del Dios de la vida y de la muerte. «El que
subjetivo, religioso y laico» (27). causa la muerte se hace esclavo de la muerte, el reino de la
muerte, contrario al Dios de la Vida. Aunque se crea tener miles
Tanto el suicidio «desesperación» como el suicidio «contesta- de argumentos. No hay ningún argumento que valga más que la
ción» suponen una pérdida de sentido. La fe en el Dios vivo es la vida de un hombre, que es sagrada por ser hijo de Dios, y ahora
que liberará al hombre de la tentación del suicidio. Como dice miembro de Cristo, de hecho o de derecho, mientras esté en
Bonhóffer, «al desesperado no le salva ley alguna que apela a la camino como nosostros hacia la casa del Padre. Matar a un hom-
propia fuerza, esa ley le impulsa más bien de manera más deses- bre es de alguna manera como matar a Cristo» (29).
perada a la desesperación; al que desespera de la vida sólo le
ayuda la acción salvadora de otro, el ofrecimiento de una nueva El homicidio se origina en el reducto de maldad del corazón
vida, que se vive no por propia virtud, sino por la gracia de humano: nace del odio, de la venganza, de la codicia, etc. Otras
Dios» (28). veces acompaña, casi inevitablemente, a una vida de marginación
social (robos, secuestros, subversión, etc.). En ciertas regiones, la
M. BARBERO, El suicidio (Madrid, 1966). D. BONHÓFFER, Etica vida del hombre «no vale nada», y es juzgada con una frivolidad
(Barcelona, 1968), 115-120. F. CASTELLI, Yukio Mischima. II pasmosa. En ciertos grupos todavía se practica el homicidio con
suicidio come protesta e come spettaculo: La Civiltá Cattolica 126 justificaciones mágico-religiosas.
(1975) I, 229-244. F. HAMMER, Se/bsttótung philosophisch gese-
hen (Dusseldorf, 1975). D. LUM, Responding to suicida! crisis
Estas y otras formas de quitar la vida a un hombre sitúan a la
(Grand Rapids, 1974). Z. MEYNARD, Le suicide. Etude mora/e humanidad todavía en una exigencia de concienciación con res-
et méthaphisique (París, 1966 ). L. MAYS, The Right of Suicide: pecto al valor de la vida humana. Por desgracia, el hombre actual
Dialog (1973, 289-292. L. ROSSI, Suicidio: Diccionario enciclopé- —aún el más civilizado— hace objeto de «contemplación» y de
dico de Teología Moral (Madrid, 1974), 1035-1040. G. SIEGMUND, «diversión» (cine, TV, prensa, etc.) el que un hombre quite la vida
a otro hombre.
suicidios heroicos es precisamente el proseguir viviendo lo que tendría que
P. CHAUCHARD, Le respect de la vie (París, 1963), G. PERICO,
considerarse una fácil deserción frente a lo que se experimenta como un deber
Defendamos la vida (Alcoy, 1966). A. A. RICAUD, La vida es
imperioso y durísimo. Y ni tan siquiera cabe medir con el mismo rasero todos
sagrada (Buenos Aires, 1950). VARIOS, Peut-on tuer? (Tuen-
los suicidios llamados heroicos. Uno es el caso del comandante que se hunde
hout, 1964).
con el barco torpedeado por un malentendido sentido del orgullo y de la fide-
lidad; distinto es el caso de los 'kamikazes' japoneses que pilotaban un avión
cargado de explosivos para hundir los portaaviones, volando hacia la muerte, 3.°) La muerte legalizada. («Pena de muerte», la muerte en
arrastrados por un malentendido amor a la patria; otro es el caso de los la guerra; la muerte por mantener el orden público, etc.)
bonzos que se convierten en teas humanas para gritar libremente su protesta; La humanidad no se ha liberado todavía de la amenaza de la
diferente es el caso de las viudas hindúes, constreñidas por una bárbara tra-
muerte «legalizada». Es cierto que se da una gran diferencia entre
dición, a dejarse abrasar por las mismas llamas que incineraban el cadáver del
marido» (L. ROSSI, Suicidio: Diccionario enciclopédico de Teología Moral el «asesinato legal», las ejecuciones como represalia o escarmien-
(Madrid, 1974), 1028).
(27) Ibíd., 1035. (29) A. INIESTA, Homilía sobre los textos de la Misa del Domingo
(28) D. BONHÓFFER, Etica (Barcelona, 1968), 118. veintisiete (4 de octubre 1975), p. 1.
218 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 219

to, la muerte provocada por operaciones bélicas, la pena de muer- pero jamás en el caso de pena de muerte. Por otra parte, existen
te impuesta por un delito, la muerte inferida para rechazar una otros medios de evitar que ciertos individuos perjudiquen a la vida
perturbación del orden público, etc. Es cierto que el discerni- social, recluyéndolos mientras sea necesario, y aun entonces
miento moral de estas y otras situaciones en que se provoca la debemos ayudarles allí, con el fin de reeducarlos o sanarlos en su
muerte de un modo más o menos legalizado debe hacerse median- caso. Esto sin contar con que la sociedad debe examinarse cons-
te un estudio minucioso y matizado. Sin embargo, se puede afir- tantemente a todos los niveles en qué aspectos produce o co-
mar globalmente que no es indicio de elevado sentido moral el labora con la criminalidad desde la aparente honestidad, por sus
recurrir a la privación de la vida humana para solucionar las con- estructuras, sus ejemplos, sus móviles principales» (31).
flictividades existentes en la sociedad. La conflictividad social
solamente encuentra un camino de solución en el análisis de los C. BECCARIA, Dei de/itti e de/le pene (Florencia, 1950). J . CHAR-
factores que la provocan y en la implantación de una adecuada PENTIER-A. NAUD, La pena de muerte (Barcelona, 1967). C.
justicia. No cabe trasladar sin más a este terreno los principios GARCÍA VALDES, La pena de muerte (Madrid, 1973); No a la
morales clásicos de la «legítima defensa» (30). pena de muerte (Madrid, 1975). J . K. MAS GODAYOL, La pena
de muerte (Barcelona, 1973). K. ROSSA, La pena de muerte
En relación con la pena de muerte, suscribimos las afirmacio- (Barcelona, 1971). L. ROSSI, Pena de muerte: Diccionario enci-
nes de A. lniesta:«Con la moral cristiana en la mano no se puede clopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 793-799. D. SUEIRO,
negar con evidencia que un estado tenga derecho a reprimir cier- La pena de muerte (Madrid, 1974).
tos delitos con la amenaza legal de la pena de muerte, en atención
al bien común. Los argumentos principales que se esgrimen, que
b) La vida en peligro
ya no están sacados directamente de nuestra fe, sino de la razón,
son los siguientes: En primer lugar, el de la intimidación, que
Una exigencia moral importante frente a la vida corporal es la
supone que el miedo a la pena de muerte reprimirá a los posibles
de librarla de los riesgos a que puede verse sometida. Recordamos
culpables. En segundo lugar, el de la reparación, que busca la
algunas de estas situaciones peligrosas:
compensación de un mal y un desequilibrio social dando la muerte
al delicuente, que antes la ha causado voluntariamente a otro 1.°) Accidentes laborales (Seguridad en el trabajo). Es exi-
hombre. Sin embargo, una gran parte de la sociedad entre los que gencia de la comunidad social crear unas condiciones laborales en
me cuento y cuyo número va constantemente en aumento, opina- las que, además de otros aspectos básicos de justicia, se realice
mos que la pena de muerte se debe eliminar de los códigos moder- una seguridad física. Los accidentes de trabajo son una continua
nos, sin que entremos a juzgar lo que hicieron siglos anteriores amenaza para la vida del hombre.
en otras circunstancias... Y somos opuestos a la pena de muerte, en i
primer lugar, porque no parece que consiga el efecto de reprimir a 2.°) Tráfico. Otro de los factores que más contribuyen en la
los posibles delincuentes de nuevos asesinatos... Además, un sociedad actual a la pérdida de vidas humanas es el tráfico, en sus
muerto no puede compensar en nada a la sociedad, no puede variadas formas. La responsabilidad moral encuentra aquí uno de
contribuir en modo alguno a ninguna reparación; se le ha quitado a él los ámbitos de mayor importancia.
y a la sociedad toda esperanza de regeneración sin que haya sido
Dios mismo quien se la haya quitado, sino los hombres, que F. APPEDINO, Tráfico: Diccionario enciclopédico de Teología Moral
nunca sabemos el cambio que podría dar un hombre hacia el bien (Madrid, 1974), 1119-1137. R. DAGUERRE, Moralidad de los deli-
tos de circulación por carretera: Hechos y Dichos 34 (1958),
si se le ayuda... Existe, además, la posibilidad de un error, que en
165-176. V. HERNÁNDEZ GARCÍA, Para ti, conductor. Moral del
el caso de pena de reclusión se puede reparar de alguna manera, conductor (Bilbao, 1966); El tráfico, antigua y moderna preocu-
pación de la Iglesia: Ecclesia, n.° 1.639 (1973), 23. A. JANSEN,
(30) Cfr. S. VISINTAINER, Legítima defensa: Diccionario enciclopédico
de Teología Moral (Madrid, 1974), 549-553 (con bibliografía). (31) INIESTA, I. c , p. 2.
220 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 221
Le code de la route et la mora/e: Ephemerides Theologicae Lova-
nienses 34 (1958), 522-534. B. LÓPEZ, Las leyes de tráfico obligan debilidad, ya que tales situaciones son inevitablemente inherentes
en conciencia: Religión y cultura n.° 73 (1973), 21-43. G. PERICO, a la condición humana. Pero aún entonces cabe una actitud ética
El pecado de la carretera: Realidad del pecado (Madrid, 1962) de signo positivo.
242-280. H. RENARD, L'automobiliste et la Morale chrétienne
A continuación nos limitamos a consignar un conjunto de
(París, 1967).
aspectos, en los cuales el hombre necesita tomar opciones éticas
en relación con el campo de la salud y la enfermedad:
3.°) Deportes peligrosos. La moral tradicional ha conside-
1.°) Ethos humano-cristiano de la salud y de la enferme-
rado como situaciones de peligro para la vida humana ciertos
dad. La salud, la enfermedad, el dolor: he ahí tres palabras que
deportes: boxeo, alpinismo, etc.
denotan una profunda riqueza de realidad humano-cristiana. Existe
un ethos peculiar para asumir coherentemente estas situaciones.
G. PERICO, Deporte: Diccionario enciclopédico de Teología Moral
(Madrid, 1974), 196-205 (con bibliografía). R. BIOT, Salud humana (Buenos Aires, 1948). J . BROWKER, Pro-
blems of Suffering in Religions of the World (Cambridge, 1970).
4.°) Tortura, mutilación. El sistema punitivo de todos los J. RUSSIERT, La souffrance (París, 1973). J . SARANO, La gué-
grupos sociales es un campo apropiado para la injusticia en rela- rison (París, 19662! S. SPINSANTI, Enfermedad: Diccionario
enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 293-298; L'etica
ción con la persona. Se trata de un problema antiguo, pero cristiana della malatia (Roma, 1971) (con bibliografía).
siempre actual. Requiere un tratamiento ético con horizonte más
amplio; pero también puede ser considerado aquí como una forma
brutal de ir en contra de la integridad física y hasta de la misma 2.°) Cuidado de la salud: exigencia ética. La moral tradi-
vida del hombre. cional se preocupó, junto al aspecto negativo de las acciones que
lesionan el valor de la vida corporal, de las exigencias morales que
G. MARTÍNEZ, Valoración histórico-critica de la tortura judicial: comporta el cuidado de la salud y de la vida: obligación general;
Miscellanea Comillas 42 (1964), 5-42. MELLOR, La torture. Son
histoire, son abolition, sa réapparition au XX siécle (París, 1961).
distinción entre medios ordinarios y extraordinarios, etc. Además
J. J. RODRÍGUEZ, La tortura, un arma ignominiosa de los estados de esa perspectiva preferentemente individual habría que tener en
modernos: Sal Terrae 64 (1976), 508-514. J . VIALATOUX, La cuenta otra más importante, la social: la ética del servicio sanitario
répression et la torture (París, 1957). dentro de la sociedad (igualdad de oportunidades, justicia en la
administración, socialización de los servicios, etc.).
5.°) Huelga de hambre. En determinadas situaciones-límite
G. DAVANZO, Salud {cuidado de la): Diccionario enciclopédico de
hay hombres que se abstienen de comer en señal de protesta, Teología Moral (Madrid, 1974), 978-981.
poniendo así en peligro su propia vida. ¿Qué valoración moral
merece este hecho de vida? Remitimos al siguientes estudio:
G. HIGUERA, Etica de la huelga de hambre: Razón y Fe n.° 923 3.°) Medicamentos y terapia medicamentosa. El proble-
(1974), 389-399. ma moral de los medicamentos tiene una gran complejidad de
contenido y de solución: va desde la producción-venta-consumo
de medicamentos hasta la terapia medicamentosa pasando por la
c) Opciones éticas en la salud y la enfermedad ética profesional del farmacéutico. Como en los otros temas de
este apartado, no hacemos más que señalarlo.
El hombre tiene derecho a luchar contra toda forma de enfer-
medad, a fin de vivir en el bienestar que comporta la salud. Es P. CHAUCHARD, Moral y medicamentos. Psicología y ética de la
cierto que no siempre podrá eliminar toda forma de malestar y de medicación (Madrid, 1967). J . P. DUPUY-S. KARSENTY, L'inva-
sion pharmaceutique (París, 1974).
222 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA D£ LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 223

4.°) Intervenciones quirúrgicas. La moral se ha ocupado El aborto es un problema antiguo en la historia de la huma-
de hacer un discernimiento sobre la licitud e ¡licitud de las ope- nidad. Los hombres de otras etapas históricas y de otras culturas
raciones. Los juicios morales se han orientado por estos criterios: han tenido que afrontarlo desde la peculiaridad de su situación.
— el peligro.en la intervención (operaciones peligrosas), Tanto a nivel teórico como a nivel práctico, el aborto es un inte-
rrogante planteado a la conciencia humana de todas las épocas.
— la corrección de defectos físicos (cirugía plástica),
Sin embargo, en el momento actual advertimos una radicaliza-
— la intervención indirecta en el psiquismo humano (psico- ción del problema. El aborto adquiere una amplitud y una pro-
cirugía). fundidad de planteamiento hasta ahora insospechadas. No se
B. HARING, Laleyde Cristo III (Barcelona, 1968"), 255-271. plantea únicamente como procedimiento expeditivo para liberarse
de una fecundidad no deseada (por razones de control de nata-
Hemos hecho un elenco de los principales problemas relaciona- lidad, por razones de buen parecer social, etc.). Ni siquiera se
dos con el valor de la vida humana. Quedan otros muchos por justifica por «indicación» médica para salvar la vida o la salud de la
señalar (uso de psicofármacos y estupefacientes; problemas éticos madre. El aborto se encuentra planteado dentro de un contexto
de la psicoterapia, etc). Nuestra intención no es hacer un des- más amplio: el de la «revolución sexual» (admitiendo una disocia-
arrollo moral de cada uno de ellos. Nos limitamos, en los apar- ción entre el derecho al ejercicio sexual y la exigencia de la pro-
tados siguientes, a tres aspectos típicos y al mismo tiempo de creación); el de la posibilidad del descubrimiento de taras here-
gran interés para la ética de la corporalidad. ditarias en la vida intrauterina (con la consiguiente posibilidad de
su eliminación mediante el aborto); el del paso de la clandestinidad
2. EL ABORTO DESDE EL PUNTO DE VISTA MORAL a la publicidad de los comportamientos desviantes; el de la acep-
tación de una «sociedad liberal avanzada», en la que cada vez es
M. BLAZQUEZ, Bibliografía sobre el aborto: Studium 13 (1973), mayor el grado de aceptabilidad de las prácticas abortivas (con la
527-542. D. CALLAHAN, Abortion: Law, Choice and Morality
(New York, 1970), P. CHAUCHARD, L'avortement: Realité biolo-
consiguiente liberalización jurídica). Estos y otros factores nos
gique, consequences philosophiques et juridiques: Review Tho- indican que la cuestión del aborto ha sufrido un cambio radical en
miste 74 (1973), 33-44. G. DAVANZO, Aborto: Diccionario enci- el planteamiento actual.
clopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 13-17. B. FORCANO, La abundancia bibliográfica sobre el aborto es correlativa a la
El aborto (Madrid, 1975). G. GRISEZ, El aborto. Mitos, realidades,
argumentos (Salamanca, 1973). Lumiére et Vie, n.° 109 (1972):
importancia actual del problema. Pocos temas atraen tanto la
«L'avortement». N. MAY, The morality of abortion: Linacre Quar- atención como el del aborto.
terly 41 (1974), 66-77. J . T. NOONAN y otros, Morality of Abor- Por nuestra parte, queremos referirnos al problema de una
tion (Cambridge, 1970). G. PERICO, L' aborto (Milano, 1975). manera global y sintética, reduciendo la exposición a los elemen-
G. PERICO-G. BRUNETA, L'aborto (Milano, 1975). E. QUARELLO tos fundamentales. En la bibliografía consignada se encontrará la
y otros, Discussione sull'Aborto: (Roma, 1975). A REGAN, Abor-
tion. The Moral Aspect: Studia Moralia 10 (1972), 127-217. M.
posibilidad de un desarrollo ulterior más matizado y enriquecido. El
SCHOYANS, L'avortement, probléme politique: Nouvelle Revue punto de vista adoptado es el de la perspectiva moral, aunque
Théol. 97 (1975), 25-50. Selecciones de Teología 13 (1974), nú- para emitir un juicio ético se requiere tener en cuenta otros aspec-
mero 51, pp. 225-243: «Problemática en torno al aborto». D. TE- tos del problema. Dejamos de lado el aspecto jurídico de la lega-
TTAMANZI, L' attuale problemática morale-giurídica sull'aborto: lización del aborto.
Scuola Cattolica 100 (1972), 163-190; La comunitá cristiana e
/'aborto (Barí, 1975). VARIOS, El aborto (Madrid, 1951). VARIOS,
Avortement et respect de la vie humaine (París, 1972). VARIOS, a) La realidad del aborto
Libéraliserl'avortement? (Gembloux, 1972). VARIOS, Sullproblema
dell'aborto (Milán, 1975). VARIOS, Problémes éthiques de l'avor- CAHIERS LAENNEC (marzo, 1971): Avortement et reforme de la lé-
tement (Toulouse, 1973). VARIOS, Si o no all'aborto (Roma, gislation. J. GAFO, La polémica sobre el aborto en Francia:
1976). Razón y Fe n.° 905 (1973), 523-534. B. HARING, Reflexión sobre
226 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 227

tamiento abortivo negativo: cuando interviene la responsabilidad desarrollo de la vida intrauterina? Son preguntas de una gran
en una acción que induce un contravalor en este ámbito de la ges- trascendencia y que requieren una respuesta muy matizada.
tación. La moral católica ha introducido una clasificación en la Sin tener la intención de recensionar la diversidad de opiniones
realidad del aborto, distinguiendo entre aborto «directo» y aborto —remitimos para ello a la bibliografía—, propondremos nuestro
«indirecto». Más adelante veremos la ambigüedad de tal distin- punto de vista en asertos breves y sintéticos:
ción.
— En primer lugar, juzgamos conveniente hacer un cambio
en la terminología: en lugar de hablar de «animación» o de
b) La base antropológica para la valoración moral «infusión del alma» para referirse al comienzo de la vida humana
(Comienzo de la vida humana.) preferimos el término de «hominización». De este modo se supera
un tipo de planteamiento muy condicionado por la preocupación
M. J . BUSS, The beginning of human Ufe as an ethical problem: de hacer coincidir la aparición del sujeto humano con la «creación
Journal of Religión 47 (1967), 244-255. F. BOCKLE, Um den del alma por Dios». Prescindiendo de la explicación que haya que
Beginn des Lebens: Arzt und Christ 14 (1968) 65-73. J . J . dar a esta fórmula de la teología clásica (35), el comienzo de la
DIAMOND, Abortion, animation and biológica/ Humanization:
Theological Studies 36 (1975), 305-324. A. R. DI IANNI, Is the
vida humana no puede ser planteado desde los presupuestos dua-
fetus a person: American Ecclesiastical Review 158 (1974), 309- listas y desde concepciones excesivamente espiritualistas y aleja-
326. E. DI MENNA, L'animazione: prospettive biologiche e teo- das de los datos de la realidad.
logiche: Anime e Corpi 34 (1971), 151-160. J . F. DONCELL, — La segunda anotación se refiere a la metodología: el pro-
Immediate animation and delayed hominization: Theological
blema del comienzo de la vida humana no pertenece específica-
Studies 31 (1970), 76-105. J . ENGLISH, Abortion and the Con
cept of a Person: Canadian Journal of Phi'losophy 5 (1975) mente al ámbito del discurso teológico. Es una cuestión propia de
233-243, V. FAGONE, // problema deH'inizio delta vita dell'uomo. la reflexión humana. El juicio teológico-moral se tiene que apoyar
A proposito dell'aborto: La Civiltá Cattolica 124 (1973) II, 531-546 sobre el juicio de la criticidad humana. Ahora bien, dentro del
E. GENTILI, // momento del/'animazione razionale: studio siste- saber humano, la ciencia positiva (la genética, la embriología, etc,.)
mático: La Scuola Cattolica 92 (1964), 221-240. H. M. GERING no tiene la exclusiva para determinar el comienzo de la vida humana.
De tempore animationis foetus humani: Angelicum 28 (1951) Los conceptos de «persona», «vida personal», «vida humana»
18-29. A. E. HELLEGERS, Fetal Development: Theological Stu
dies 31 (1970), 3-9. B. HONINGS, Aborto e animazione umana.
rebasan el horizonte específico del saber estrictamente positivo. Se
Un tema interdisciplinare al vaglio de/la teología (Roma, 1973) precisa la intervención de un saber humano integral, de carácter
J . LEJEUNE, El comienzo del ser humano: Nuestro tiempo (1975) filosófico. Consiguientemente, el modo de abordar el problema del
5-18. A NIERDERMEYER, L'animation foetale: Saint-Luc Médi comienzo de la vida humana no puede ser otro que el de la inter-
cale 22 (1950), 57-58. A. PLE, Alerte au traduccianisme. A pro pos disciplinaridad.
de l'avortement: Le Supplément n.° 96 (1971), 59-71. W. RUFF,
Individualitat und Personalitát im embryonalen werden: Theologie — A partir de las dos anotaciones anteriores juzgamos como
und Philosophie 45 (1970), 24-59; Das embryonale werden des inadecuadas para el momento actual las respuestas que la teología
Menschen: Stimmen der Zeit 181 (1968). G. SAUSER-M. VODIPI- ha dado en un período precientífico al problema del comienzo
VEC, Medikotheologische Anmerkungen zum Problem der Huma- de la vida humana. Los Padres de la Iglesia se dividieron en dos
nontogenese: Gott in Welt II (Freiburg, 1964), 850-872. corrientes de opinión: los que eran partidarios de la animación
«inmediata» (desde el momento de la concepción) y los que lo
En el fondo de todas las cuestiones morales y jurídicas, sobre
el aborto existe una realidad: la vida humana. Pero, ¿cómo defi-
(35) J . FEINER, El origen del hombre: Mysterium Salutis, II/2 (Madrid,
nimos la vida humana? ¿Cuándo comienza la vida humana? La 1970), 653-658 («el origen de los individuos postadamitas»); A. PLÉ, Alerte au
instancia moral se apoya sobre la realidad del ser personal. Pero traducianisme. A propos de l'avortement: Le Supplément 96 (1971),
¿cuándo podemos constatar la existencia de un ser personal en el 60-63.
228 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 229

eran de la animación «mediata» (después de un cierto tiempo); pero ¿hay que afirmar la presencia de una vida personal desde
estas tomas de postura están condicionadas en gran parte por ese momento? La vida humana debe ser respetada desde el primer
otros aspectos de la síntesis cristiana (36). La Escolástica se incli- instante, pero ¿ha de ser respetada como un nuevo y distin-
nó por la animación «mediata»: el alma racional aparece en el to ser personal? A esta pregunta el Magisterio eclesiástico ac-
varón a los 40 días, y en la mujer a los 80. La moral casuística, sin tual contesta que la vida humana debe ser respetada con todos
negar la probabilidad de la animación «mediata», solucionó los los derechos de persona desde la fecundación (40). Sin em-
problemas morales más bien desde la aceptación práctica de la bargo, no faltan teólogos que tratan de matizar esta afirmación
animación «inmediata». El Magisterio de la Iglesia no intervino habida cuenta de la dificultad de precisar exactamente la aparición
decisoriamente en la disputa; únicamente condenó las dos propo- de una vida propiamente personal. «Por parte de algunos estudio-
siciones extremas: que el alma se infunde en el momento de nacer sos católicos se comienza a proponer —no sin fundamento— que
(Inocencio IX, en 1679), y que la infusión del alma tiene lugar en el momento en que se puede hablar con cierta tranquilidad de vida
el primer acto de inteligencia del niño (León XIII, en 1887, contra humana nueva ya totalmente individualizada, no es anterior al
Rosmini) (37). En general, se puede afirmar que «toda la tradición momento de la implantación del embrión sobre la pared uterina.
de la reflexión moral católica ha estado siempre muy incierta, y Tales autores, consiguientemente, retienen que no se puede
—salvo en algunos decenios— más bien propensa a retardar hablar de homicidio antes de ese momento. Mi opinión personal
semanas y meses el momento de la hominización» (38). está en esa línea de pensamiento, pero un poco modificada... Es
imposible determinar el preciso momento del comienzo de una
— Los datos a tener en cuenta para emitir un juicio suficien- nueva vida. Es un misterio que se escapa. Es necesario llegar a
temente crítico sobre el comienzo de la vida humana han de una solución convencional. Dada la variedad de opiniones, no la
deducirse del conocimiento que poseemos actualmente del desa- pondría antes de la anidación» (41). Otros autores le dan impor-
rrollo de la vida intrauterina. Para hablar de una vida específica- tancia a la aparición de la corteza cerebral como factor decisivo en
mente humana hay que tener en cuenta cuatro momentos prin- orden a determinar la hominización (42); en relación con esta
cipales en el proceso de evolución (39): 1) fusión de los gametos opinión escribe Háring: «La teoría que presenta la hominización
(fecundación), momento en que aparece un genotipo distinto del como dependiendo del desarrollo de la' corteza cerebral, tiene su
padre y de la madre con posibilidades de autodesarrollo coherente; propia y real probabilidad. Pienso, pues, que podemos decir que,
2) segmentación, momento en que se puede hablar de una indi- al menos antes del día 25 al 40, el embrión no puede ser conside-
viduación en el caso sobre todo de mellizos idénticos; 3) la implan- rado todavía como una persona humana, o afirmarse distinta-
tación en el útero, momento en el que la pérdida de óvulos fecun- mente, alrededor de ese tiempo, que el embrión se convierte en
dados decrece y en el que se puede hablar de una independencia
y al mismo tiempo de una relación estrecha del nuevo ser con la (40) CONCILIO VATICANO II: «La vida desde su concepción ha de ser
madre; 4) aparición de la corteza cerebral, considerada como el salvaguardada con máximo cuidado» (Gaudium et Spes, n. 51; sobre la
sustrato biológico de la racionalización, de un modo paralelo a lo historia de la redacción de esta afirmación, cfr. HARING, o. c , 78-79). De-
que se piensa en relación con la filogénesis. claración de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe sobre
el aborto provocado (1974), n. 13.
— Teniendo en cuenta los datos anteriores, es necesario afir- (41) CHIAVACCI, o. c , 286-287. Pueden verse citados los autores que
mar que hay vida humana desde el momento de la fecundación; mantienen esta postura en BÜCKLE, o. c , 292-296. Por su parte, dice
BÜCKLE: «Acerca del comienzo de la vida específicamente humana, no existe
una opinión unánime en el ámbito de la teología católica. Motivos de peso
(36) PLÉ, a. c , 63-65. abogan por la tesis de que antes de la implantación apenas se puede hablar de
(37) Dz. 2135. 3220. Cfr. FEINER, I. c , 658. un individuo y, por consiguiente, tampoco de aptitud para la existencia dia-
(38) E. CHIAVACCI, Studi de teologia morale (Assisi, 1971), 285-286. logal» (Ibíd., 298).
(39) Ver las exposiciones sintéticas de B. HÁRING, Moral y medicina (42) W. RUFF, Das embryonale werden des Menschen: Stimmen de¿
(Madrid, 1972), 78-87; F. BOCKLE, Etica y medicina (Madrid, 1972), 284- Zeit 181 (1968), 331-355; Individualitát und Personalitát in embryonalen
301; SPORKEN, o. c , 91-118. werden: Theologie und Philosophie 45 (1970), 24-59.
230 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O. MORAL DE LA CORPORALIDAD 231

un ser con todos los derechos fundamentales de una persona c) Valoración morai del aborto
humana. Pero en el momento actual esto no es más que una
opinión que merece una reflexión seria y una discusión posterior. Magisterio de la Iglesia.
En mi opinión, no proporciona en absoluto suficiente fundamento
El aborto (Madrid, 1974): Nota de la Comisión Episcopal para la
para privar al embrión del derecho básico a la vida; pero si la Doctrina de la Fe (1974); Declaración de la Sagrada Congrega-
teoría consigue una acogida general ante los técnicos en la mate- ción para la Doctrina de la Fe (1974). G. CAPRILE, Non ucclde-
ria, contribuiría poderosamente en la solución de aquellos casos re. II magistero del/a Chiesa sull'aborto (Roma, 1973). Ph. DEL-
difíciles que implican conflicto de conciencia o conflicto de debe- HAYE, Le magistére catholique et l'avortement: Esprit et Vie 83
res» (43). (1973), 433-446, 449-457.

— Un poco al margen de los datos directos de la genética, el


«dossier» sobre el aborto de la revista «Etudes» hizo la distinción Historia de la Moral.
entre «vida humana» y «vida humanizada» para enfocar el proble-
ma moral y político del aborto: «Creemos que es posible distinguir A. GARNIER, La protection du foetus depuis les rituels trancáis
entre vida humana y vida humanizada, pues creemos que si real- des XVII et XVIII siécles jusqu'aux Codes de deontologie des
médecins et sagesfemmes: Ami du Clergé 62 (1952), 257-263.
mente el individuo no es humanizado, sino mediante su relación B. HONINGS, L'aborto ne/la domina mora/e del Manualisti. Da
con los demás, por y para los demás —si recibe su propio ser de SanfAlfonso a B. Háring: Studia Moralia 12 (1974), 257-323;
los otros—, la relación de reconocimiento, tal como la hemos L'aborto nei librí penitenziali: Apollinaris 48 (1975), 501-523.
esbozado, es reveladora, si no instauradora, del carácter plena- G. PALAZZINI, lus fetus ad vitam eiusque tutela ¡n fontibus ac
mente humano del ser en gestación. En otras palabras, igual que doctrina canónica usque ad saeculum XVI (Roma, 1943). C. PA-
LOMO, Doctrina de San Agustín sobre la malicia del aborto y su
el ser humano no existe sin cuerpo, tampoco es humanizado, sin
influencia en la doctrina penitencial de la Edad Media (Salaman-
esa relación a los otros» (44). Esta distinción ha sido recha- ca, 1959). M. ZALBA, Mora/Has abortus in doctrina St. Thomae:
zada (45), sobre todo si con ella se pretende entender la «homini- Doctor Communis 25 (1972), 104-126; ¿Santo Tomás a favor del
zación» como una relación que se puede dar o quitar al ser aborto terapéutico? Opinión de algunos moralistas italianos del
humano. Creemos que no puede ser utilizada como criterio para siglo XIX: Doctor Communis 30 (1974), 42-70.
determinar la existencia de una vida personal. Sin embargo, a
nuestro parecer, tiene grandes ventajas educativas al entender tal
«hominización» ( = vida hominizada) como una exigencia que Valoración moral actual.
tiene toda la sociedad en relación con una «vida humana».
F. BAK, A/cune opinioni confuse in materia di aborto: Rassegna di
Teología 12 (1971), 323-336. M. BLAZQUEZ, El aborto y los mé-
El juicio moral hay que hacerlo sobre la base de estas afir-
dicos: Studium 13 (1973), 433-470. J . F. CHAMORRO, El aborto
maciones acerca del comienzo de la vida humana. Es normal, por o el rechazo de la vida: Studium 13 (1973), 417-431. A. DUMAS,
tanto, que la valoración ética quede matizada por esta toma de Punto de vista moral sobre el aborto: Pentecostés 12 (1974),
postura previa (46). 333-339. J . GAFO, La moral católica y el aborto: Razón y Fe 915

abanico de hipótesis mucho más amplio: desde el momento de la fecundación


(43) HARING, o. c , 86-89. a la posición extremista de los metodistas unidos, que creen que no se puede
(44) Pour une reforme de la législation franca ¡se relativo á l'avorte- hablar de persona antes del nacimiento... Para el judaismo, el aborto viene
ment: Etudes 13 (1973), 71. considerado un crimen después del cuarenta día de la fecundación; para el
(45) Cfr., por ejemplo, la toma de postura de B. HARING, Reflexión islamismo, el feto viene considerado ser humano después del ciento veinte
sobre el «Dossier sur l'avortement»: Pentecostés 11 (1973), 257-262. día, pero recientemente algunos centros islámicos han condenado el aborto
(46) «Si la discusión entre los teólogos católicos viene actualmente redi- sin especificación de tiempo. El sintoísmo, muy difundido en Japón, y el
mensionada desde el momento de la fecundación al período de la anidación budismo no conocen prohibiciones contra el aborto» (G. DAVANZO, Aborto:
(cerca de unos diez días), los teólogos cristianos no católicos presentan un Diccionario enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 14).
232 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 233

(1974), 333-347. J. GRUNDEL, Unterbrochenes Schwangerschaft. social, moral) que pueda exhibir un título válido para una
Ein moraltheologisches Tabú?: Theologie der Gegenwart 13 directa disposición deliberada sobre una vida humana
(1970), 202-207. R. HECKEL, O aborto na hora da verdade: Bro- inocente.
taría 100 (1975), 468-475. J . M. HUMBER, The case against
Abortion: Thomist 39 (1975), 65-84. M.-M. LABOURDETTE, Le
— Solamente se justifica el llamado «aborto indirecto».
probléme mora/e de l'avortement: Revue Thomiste 74 (1973), 401-
414. E. LÓPEZ AZPITARTE, Reflexiones sobre el aborto: Razón y 2.°) Hacia una metodología moral más coherente (48).
Fe 889 (1972), 143-153. J . G. MILHAVEN, The Abortion Debate:
an epistemológica! Interpretation: Theological Studies 31 (1970),
En el discurso moral sobre el aborto se manejan una serie de
106-124. D. MONGILLO-F. D'AGOSTINO-F. CAMPAGNONI, conceptos y términos que han de ser sometidos a una considera-
L'aborto: Rivista di Teología Morale 4 (1972), 355-392. J . T. ción crítica desde el punto de vista metodológico.
NOONAN, Responding to persons: methods of moral argument El valor más importante que se utiliza es el del valor de la
in the debate over abortion: Theology Digest 21 (1973), 291-
307. G. PERICO, L'aborto eugenico: Rassegna di Teología 16
vida. Ahora bien, ¿cómo formular este valor para el hombre de
(1975), 354-360. B. RIBES, Les chrétiens face á l'avortement. hoy y en el momento actual?
Pour surmonter les tensions: Études 339 (1973), 405-423, 571- • Juzgamos conveniente tener en cuenta las siguientes pautas
583. L. ROSSI, L'aborto procurato per il cattolico: Problemí di en orden a una formulación correcta del criterio moral apoyado en
morale oggí (Assísi, 1971), 115-130. D. TETTAMANZI, L'attua/e
discussione sull'aborto {1972-1975): Rassegna di Teología 16
el valor de la vida humana:
(1975), 461-478. M. VIDAL, Moral del aborto. Reflexiones sobre — En primer lugar, es necesario que la vida humana se valore
una «metodología moral coherente»: Pentecostés 12 (1974), 175-
179.
desde la garantía del plano humano; es decir, que se valore una
vida propiamente humana. Esto supone tener que apoyar el dis-
Propondremos la valoración moral del aborto desde la pers- curso moral sobre los datos científico-filosóficos del «cuándo y
pectiva de la moral católica. Para ello recordaremos la solución cómo aparece la vida propiamente humana». Toda formulación
«oficial» del magisterio eclesiástico, expondremos una formulación ética precientífica o prefilosófica está debilitada desde la base. A
que pretende ser más coherente con la metodología moral actual veces, se han mezclado emociones precientíficas, miedos mágicos
y, por último, haremos alusión a las «situaciones conflictivas» del y pautas tabuísticas en los planteamientos morales sobre el abor-
aborto. to, cosa que no es válida desde las exigencias de una metodología
moral crítica.
1.°) Doctrina oficial católica (Magisterio eclesiástico)
— La formulación del valor de la vida humana ha de evitar, en
La doctrina oficial de la Iglesia Católica sobre la moralidad del segundo lugar, conceptualizaciones y expresiones que se muevan
aborto es clara y taxativa. Apoyándose en las afirmaciones de la todavía dentro de un universo sacralizado. En este sentido, sería
Biblia, en la tradición cristiana, en las intervenciones del Magis- conveniente superar la formulación en términos y conceptos de
terio y en la razón (47), la Iglesia Católica formula su doctrina «santidad» o «inviolabilidad» de la vida humana.
sobre el aborto del siguiente modo:
— En tercer lugar, la moral del aborto debiera expresar el valor
— Todo ser humano, incluido el niño en el seno materno, posee de la vida humana más en forma positiva que negativa. En vez de
el derecho a la vida inmediatamente de Dios, no de los padres hablar en términos de «límites» de la vida humana sería conve-
ni de cualquier otra autoridad humana. niente formular el deber de despliegue que lleva consigo la vida
— Por tanto, no existe hombre alguno, autoridad humana humana. Todo el que va a entrar en la población humana tiene
alguna, ningún tipo de «indicación» (médica, eugenésica,
(48) Recogemos a continuación algunas ¡deas ya publicadas: M. VIDAL,
(47) Ver un desarrollo de esta argumentación en la Declaración de la
Moral del aborto. Reflexiones sobre una «metodología moral coheren-
Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el aborto pro-
te»: Pentecostés 11 (1973), 175-179.
vocado (1974).
234 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOETICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 235
derecho a entrar en una historia en la que le sea posible la reali- logia de la «voluntariedad indirecta» o del «doble efecto», sería
zación de su vida personal humana. preferible hacerlo mediante un examen ponderativo de los valores
* Oeemos que el valor de la vida humana, que está a la base de que entran en juego de manera conflictiva;
todo juicio moral sobre el aborto, ha de formularse en clave de — la valoración de las llamadas «indicaciones». La solución mo-
«humanización». La exigencia de «humanizar» al máximo toda vida ral que haya de darse al aborto terapéutico, al aborto eugenésico,
humana ha de estar en la base. A partir de esta opción metodo- al aborto socio-económico y al aborto socio-ético debiera proceder
lógica la moral del aborto insistirá en los aspectos siguientes: de un estudio ponderativo de los valores que entran en juego
— Destacará la importancia que tiene toda vida humana. El también de modo conflictivo. Si se utiliza esta metodología habrá
juicio moral sobre el aborto es al mismo tiempo una afirmación de más coherencia teórica y práctica a la hora de las soluciones. En
la igualdad valorativa de todo ser humano. La dimensión absoluta concreto, con relación al aborto terapéutico (conflicto entre la vida
de todo hombre confiere a la persona el carácter de inalienabilidad del feto y la vida de la madre) se podrán encontrar soluciones más
y de trascendencia frente a toda posible reducción a una cosa o a coherentes y racionales.
un instrumento. Aceptar la metodología del «conflicto de valores» supone acep-
— La moral del aborto ha de comportar un proyecto de tar también la metodología de las «situaciones-límite». En efecto,
acción en orden a que la exigencia de humanización no sea frus- los valores se hacen conflictivos en las situaciones concretas. Mu-
trada. En este sentido, todo lo que suponga una elevación en el chas de estas situaciones, por otra parte, son situaciones-límite.
nivel de la paternidad es al mismo tiempo una ayuda en el pro- Pertenece a la moral del aborto establecer la «coherencia
grama ético de cara al aborto. humana» dentro de la instancia pletórica de las situaciones-límite.
La valoración moral del aborto tiene la peculiaridad de tener que
— Es necesario también que la moral de la comunidad huma- asumir en su consideración la referencia concreta a una conciencia
na, y concretamente la moral del grupo cristiano, mantenga una singularizada. En este sentido, la moral del aborto asume esa di-
postura de coherencia con relación al respeto debido a la vida mensión de «sobrecarga humana» de la situación concreta, que
humana. No se puede enjuiciar negativamente el aborto y justificar puede tener algo de «irracional» y «oscuro».
al mismo tiempo acciones que atenían contra la misma vida hu-
mana: guerras, etc. 3.°) Valoración moral global y «situaciones conflictivas»
• La metodología moral del aborto tiene que asumir, además, Teniendo en cuenta la metodología moral esbozada anterior-
dos instancias que tanta importancia tienen, sobre todo hoy día, mente, reconocemos la inmoralidad del aborto tomado globalmen-
en el discurso moral: la instancia del «conflicto» y la instancia de te y despojado de las sobrecargas que le pueden sobrevenir. Esta
la «situación-límite». valoración se apoya en los contenidos humanos que integran la
realidad del aborto.
El proceso de humanización —clave en la que hemos entendido
y formulado el valor de la vida humana— ha de admitir una jerar- Háring expresa así el núcleo fundamental de la moral del abor-
quización en su desarrollo y realización. Es propio de una valo- to: «En el aborto están en juego los siguientes valores fundamen-
ración moral hacer una jerarquización de valores que pueden inter- tales: 1) el reconocimiento del derecho de todo ser humano a las
ferirse en la realidad humana. más básicas condiciones de vida y a la vida misma; 2) la protec-
ción de este derecho a vivir, sobre todo por parte de aquellos que
Aplicando este criterio y esta pauta metodológica al tema del han colaborado con el amor creador de Dios; 3) la defensa de una
aborto, debiera interpretarse a la luz del principio del «conflicto de
idea recta de la maternidad; 4) el principio ético del médico 'como
valores»:
el que protege y cuida la vida humana y nunca llega a ser su des-
— la problemática del llamado «aborto indirecto». En lugar de tructor'. La fuerza de la argumentación se deduce de nuestra fe en
asumir y formular moralmente tales situaciones con una metodo- la dignidad de toda persona humana, creada a imagen y seme-
236 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA 0 MORAL DE LA CORPORALIDAD 237

janza de Dios, y de nuestra fe en la llamada del hombre a la — En el llamado «aborto terapéutico», cada vez más raro por
fraternidad universal por un amor, respeto y justicia mutuas. To- razón de los avances de la medicina, también cabe plantear la
dos estos valores llegan a un punto céntrico y a una urgencia dimensión moral en clave de conflicto de valores. Ya hace bas-
especial en la familia, en la relación entre la madre y el hijo y entre tantes años se preguntaba Háring: «En los raros casos en que
el padre y el hijo... La humanización de todo el género humano y resulta evidente que de todas formas el feto está destinado a
la totalidad de las relaciones humanas no pueden ser separadas de morir, ¿puede calificarse de aborto, de atentado contra la vida, la
esta relación fundamentalísima y que da la vida entre la madre y el extracción del feto irremisiblemente condenado a muerte, cuando
niño no nacido. Todos los intentos de explicación arbitraria para éste es el único medio de salvar la vida de la madre?» (51). Con
justificar el aborto conducirán a otras formas de racionalización de algunos moralistas actuales (52), nos atrevemos a creer que en tal
las relaciones interpersonales y a explosiones posteriores de vio- situación no se trata de aborto «moral» (53), en el sentido de una
lencia» (49). acción totalmente mala sin posibilidad de ser referida a otro valor
Afirmada la inmoralidad global del aborto, juzgamos conve- que se trata de salvaguardar, como es la vida de la madre.
niente plantear la dimensión ética de las llamadas «situaciones — El «aborto eugenésico» plantea una pregunta cuya contes-
conflictivas» en términos de conflicto de valores. Solucionar la tación es difícil de dar apodícticamente. Es una situación típica en
moralidad de tales situaciones con la distinción del aborto «direc- la cual los principios éticos son claros a nivel abstracto, pero re-
to» e «indirecto» no nos parece adecuado. quieren una gran dosis de comprensión a nivel concreto. «Supo-
A partir de una ponderación del conflicto de valores que entran niendo que en un próximo futuro el hombre alcanzara certeza
en juego habría que matizar la solución moral en relación con las moral de que el embrión en un determinado estadio no está aún
siguientes situaciones: dotado de vida humana (no es todavía una persona) y suponiendo
— Ante la certeza actual sobre el momento de la aparición de que los procedimientos progresivos de diagnosis puedan determi-
una vida propiamente humana suscribimos la anotación general de nar anomalías en el feto antes de ese estadio, habría margen para
Háring: «Hasta el momento de la individuación, el juicio tradicional una intervención responsable basada en criterios rígidos de euge-
sobre la inmoralidad absoluta de la interrupción directa del emba- nesia» (54).
razo puede modificarse en casos de conflicto muy grave de valo-
res y deberes. En este punto, no podemos desconocer el hecho
importantísimo de que durante los siglos pasados moralistas cató- 3. PROBLEMAS MORALES DE LA MUERTE. (Eutanasia y distanasia.)
licos justificaron demasiado fácilmente matanzas masivas de hom-
bres completamente desarrollados bajo los términos de 'guerras M. ALCALÁ, Nueva sabiduría de la muerte. Ante los problemas
de la eutanasia y distanasia: Razón y Fe 915 (abril de 1974),
justas'. Nuestras preocupaciones acerca de la pena capital y nues-
349-361. F. BdCKLE, Eutanasia: riflessioni sugli equivoci di un
tros esfuerzos enérgicos para liberar la humanidad de la antigua termine: Studia Patavina 20 (1973), 451-454; Menschenwürdiges
esclavitud de la guerra llegarían a ser increíbles si se justificara, en Sterben: Neue Ordnung 29 (1975), 293-300. La muerte y el cris-
términos de moral, el aborto en el pleno sentido de la palabra. Sin tiano: Concilium 94 (1974). A. DE SOBRADILLO, La eutanasia:
embargo, en casos difíciles y particularmente durante el período Estudios Franciscanos 63 (1962), 421-440. V. EID y otros, Eutha-
en que la individuación muy probablemente no se ha dado, parece nasie oder Solí man auf Verlangen tóten? (Mainz, 1975). G. HI-
que estamos autorizados a remitirnos a la doctrina tradicional GUERA, Distanasia y moral: Experimentos con el hombre (San-
tander, 1973), 249-270. Th. LOHMANN, Euthanasie in der Diskus-
sobre el conflicto de deberes y de valores. Sin embargo, estos sion. Zu Beitragen aus Medizin und Theohgie seit 1945 (Düssel-
casos deben ser cuidadosamente delimitados, mucho más cuida-
dosamente de lo que la teología moral tradicional delimitó los (51) B. HÁRING, La ley de Cristo, III (Barcelona, 19685), 231-232.
problemas de la 'guerra justa'» (50). (52) Cfr. DAVANZO, I. c , 16.
(49) HARING, o. c , 89-99. (53) B. HÁRING, Moral y medicina (Madrid, 1972), 108.
(50) Ibíd.. 101-102. (54) Ibíd., 109.
238 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 239

dorf, 1975). V. MARCOZZI, «Moriré con dignitá»: La Civiltá Cat- — la lucha contra la muerte y su valoración ética: por ejem-
tolica 124 (1973), II, 162-167. J . MEHL, L'euthanasie: Revue plo, la hibernación (56);
Hist. et Ph. Religieuses 30 (1950), 156-158. Nota sobre la euta-
— el derecho del moribundo a conocer la verdad sobre su situa-
nasia del Consejo Permanente del Episcopado Francés: Ecclesia
36 (1976), 1117-1119. J . M. ORTIZ-VILLAJOS, Distanasia. Valor ción y el deber de los parientes y personal sanitario de
y precio de una vida humana: Razón y Fe 70 (1970), 379- decírsela (57);
399. G. PERICO, ¿Existe un derecho a morir?: Palabra (marzo — abreviación de la vida humana (eutanasia);
de 1976), 18-21. P. RAMSEY, The Patient as Person (New Ha-
ven, 1970), 59-164. B. RIBES, Donner de mourir. Jalons pour — prolongación indebida de la vida (distanasia).
une approche anthropologique et éthique de l'euthanasie: Etudes
343 (1975), 645-667. P. RIGA, Euthanasia: Linacre Quarterly 41
Por razones de brevedad, haremos un breve desarrollo sólo de
(1974), 55-63. M. RIQUET, La réanimation. Reflexión mora/e: los dos últimos puntos. A ellos anteponemos dos consideraciones
Cahiers Laénnec (marzo 1962), 66-72. L. ROSSI, Eutanasia: Dic- generales: noción y determinación de la muerte clínica y reconoci-
cionario enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 365- miento del derecho del hombre a morir humanamente.
370. M. SARDA, Le Droit de vivre et de mourir (París, 1975).
A. SANCHIS, Posibilidad ética de limitar los medios extraordina-
rios de vida: Escritos del Vedat (1973), 643-656. J . SANTO-DO-
MINGO, Psicosociologla de la muerte (Madrid, 1976). J . M. SE- a) Noción y determinación de la muerte clínica
TIEN, Eutanasia pecado o eutanasia delito: Lumen 11 (1962),
121-140. G. SIEGMUND, Begrenzte Euthanasie?: Stimmen der Desde las corrientes de pensamiento existencialistas, la muerte
Zeit 174 (1964), 387-391. P. SPORKEN, Le droit de mourir (Pa- ha sido «reinterpretada» por la antropología y la teología (58).
rís, 1974). E. TESSON, Reammation et casuistique: Etudes 296 También la ciencia clínica ha dado pasos importantes para la de-
(1958), 96-98. Theological Studies 34 (1973), 65-77 (boletín).
H. TROWELL, The Unfinished Debate on Euthanasia (London, terminación del fenómeno biológico de la muerte. Limitando la
1973). VARIOS, Eutanasia (Madrid, 1951). J . WUNDERLY, Euta- consideración a esta última perspectiva, nos interesa recordar la
nasie oder über die Würde des Sterbens (Stuttgart, 1974). noción actual de muerte clínica y el modo de determinarla.

La realidad de la muerte sitúa al hombre en el profundo mis- 1.°) Noción de muerte. «En general, se considera como
terio de su vida. La inevitable evidencia del morir no elimina el muerte la supresión de toda manifestación de vida del organismo
profundo interrogante del porqué de la muerte. Desde distintos en su conjunto, mientras que la extinción de una determinada
ángulos, el hombre ha tratado y trata de encontrar el sentido de parte del cuerpo se llama 'necrosis'» (59). La muerte es un proce-
esta realidad que conmueve los cimientos del edificio humano. so gradual, que comienza por el fallo funcional de un órgano vital.
Teóricamente, se puede decir que el momento-muerte correspon-
También la ética trata de aportar su específica visión al pro- de «al límite más allá de cual, en este proceso degenerativo, no es
blema del morir. Se dan bastantes aspectos que pueden ser some-
tidos a una consideración moral:
(56) P. BEISHEIM, Datos científicos sobre las tendencias de la mo-
— ethos del hombre ante la muerte: actitudes ético-religiosas derna tanatologia: Concilium 94 (1974), 137-143.
del hombre ante la muerte (55); (57) Cahiers Laénnec 2 (1974): «Rencontre avec les mourants»;
P. SPORKEN, Le droit de mourir (París, 1974), 45-57; R. SPITHAKIS, La
(55) J . L. L. ARANGUREN, Etica (Madrid, 197?5), 477-492; Ph. ARIES, vérité et le cáncer (París, 1973).
La mort inversée. Le changement des attitudes devant la mort dans les (58) Desde el punto de vista teológico, recordamos los siguientes estudios:
sociétés occidentales: La Maison-Dieu 101 (1970), 57-89; P. RICOEUR, Le R. W. GLEASON, The World to come (New York, 1958); K. RAHNER, Sen-
volontaire et linvolontaire (Aubier, 1963), 428-435; A. TORNOS, Para un tido teológico de la muerte (Barcelona, 1965); R. TROISFONTAINES, Yo
morir «auténtico»: Razón y Fe 924 (1975), 62-70; S. PINSANTI, Muerte: no muero (Barcelona, 1966); L. BOROS, Mysterium mortis. El hombre y
Diccionario enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 684-692; su última opción (Madrid, 1972).
R. MEHL, La signification éthique de la mort: Rev. Hist. et Phil. 54 (1974), (59) Ch. KAUFER, El fenómeno de la muerte desde el punto de vista
249-260. médico: Concilium 94 (1974), 29.
240 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA 0 MORAL DE LA CORPORALIDAD 241
posible el retorno y una revivificación» (60). La irreversibilidad es terio para juzgar de la aparición de la muerte» (63). En condiciones
lo que caracteriza fundamentalmente la muerte. favorables, el corazón sobrevive a la interrupción del riego san-
guíneo de una a una hora y media; los ríñones, dos horas y
2.°) Determinación de la muerte. La confirmación de la
media; el hígado, de veinte a treinta minutos; los pulmones, de
muerte es un dato y una tarea que pertenecen a la ciencia.
treinta a sesenta minutos; el cerebro, a lo sumo de ocho a diez
Pío XII declaró que era competencia del médico, y no de la teolo-
minutos.
gía, la confirmación del momento de la muerte: «Es competencia
del médico dar una determinación clara y precisa de la 'muerte' y A partir de estos datos, se trata de definir el momento de la
del 'momento de la muerte' de un paciente que muere sin recobrar muerte tomando como parámetro no el corazón, sino el cerebro.
la conciencia. En tal caso, uno puede recurrir al concepto ordi- Se considera a una persona muerta clínicamente cuando en ella se
nario de separación del alma y del cuerpo; sin embargo, en un ha producido una degeneración irreversible de la masa cerebral;
nivel práctico, es necesario estar muy atentos a la relación entre cuando ha sucedido esto, el sujeto es totalmente irrecuperable a la
los términos 'cuerpo' y 'separación'... En cuanto a la declaración de vida. «Al prevalecer como criterio la pérdida de función del cere-
muerte, en ciertos casos, la respuesta no puede inducirse de prin- bro en lugar de la del corazón, existe actualmente unanimidad en
cipios religiosos y morales, y, consiguientemente, es un aspecto determinar el momento de la muerte cuando tiene lugar la muerte
que está fuera de la competencia de la Iglesia» (61). orgánica del cerebro. A este respecto, se considera decisiva la
comprobación indudable de la pérdida irreversible de todas las
Hasta hace poco se consideraba como final de la vida el último
funciones cerebrales antes de que pueda certificarse la defunción
latido del corazón: se consideraba que se había producido la
en el caso de muerte cerebral» (64).
muerte cuando el corazón había cesado de latir. La interrupción de
la actividad cardíaca provoca instantáneamente la pérdida de la Aceptada la definición de la muerte del hombre como muerte
conciencia y el colapso de los demás sistemas orgánicos. del cerebro, se hace necesario tener un conjunto de criterios para
comprobar la pérdida irreversible de la totalidad funcional del cere-
En torno al acontecimiento de los trasplantes de corazón apa-
bro. Diversos centros y entidades han propuesto una serie de
rece una nueva forma de definir la muerte y de determinar su
criterios para determinar el momento de la muerte, sobre todo
momento. «La ciencia médica de todo el mundo afronta el pro-
cuando entra en juego la extracción del corazón para un trasplante
blema de determinar el momento de la muerte con una nueva
subsiguiente. Un grupo de cirujanos, juristas y clérigos reunidos en
perfección después del primer trasplante de corazón. Parece que
Londres (1966) propusieron cinco criterios:la dilatación completa
los éxitos principales de estos avances quirúrgicos no fueron tanto
de las pupilas sin ninguna respuesta refleja a la luz; la ausencia
la prolongación de la vida de unos pocos individuos, cuanto la
total de respiración espontánea después que el respirador mecá-
consecución de nuevas percepciones referentes al momento de la
nico ha cesado cinco minutos; el descenso continuo de la presión
muerte y, con ello, el progreso en el conocimiento de la existencia
sanguínea a pesar de la dosis masiva de drogas vasopresoras, y un
humana» (62).
trazado EEG plano durante varios minutos. La cesación total de
El fallo de corazón ha perdido el valor significativo de la irre- los latidos del corazón no fue considerada como evidencia de la
versibilidad que es propia de la muerte. «El sentido de la posibili- muerte. Esta y otras formas (65) de determinación del momento
dad de reanimación cardíaca se encuentra fundamentalmente en el de la muerte ponen de manifiesto la importancia del cerebro como
hecho de que el fallo del corazón ha perdido su carácter definitivo criterio decisivo.
(de irreversibilidad) y, por consiguiente, su importancia como cri-
Sucedida la muerte irreversible del cerebro, el hombre es con-
siderado muerto clínicamente. Si se ha producido la destrucción o
(60) G. PERICO, Trasplantes: Diccionario enciclopédico de Teología Mo-
ral (Madrid, 1974), 1140. (63) KAUFER, a. c , 32.
(61) AAS 49 (1957), 1027-1033. (64) Ibíd., 34-35.
(62) B. HARING, Moraly medicina (Madrid, 1972), 130. (65) Ver en HARING, o. c , 133; PERICO, I. c , 1140.
16. Etica de la persona
242 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 243

degeneración de los centros superiores, la reanimación no podrá su humana existencia. Forma parte de esta asistencia también el
conseguir volver al sujeto a la vida cerebral. Sin embargo, median- que al enfermo no se le deje solo en su necesidad de encontrar
te acciones reanimadoras pueden ser reactivadas ciertas funciones una respuesta al problema del origen y del fin de la vida, ya que
del organismo, mediante el restablecimiento de la circulación y la son éstos los últimos problemas religiosos que no se pueden eli-
respiración. Se puede hablar entonces de una «vida biológica» de minar ni rechazar. En tales momentos, la fe constituye una ayuda
un sujeto clínicamente muerto. «Mientras haya circulación y venti- eficaz para resistir y hasta para superar el temor a la muerte, ya
lación forzada, el sujeto podrá aparecer vivo biológicamente, pero, que da al moribundo una sólida esperanza» (67).
de hecho, no tendrá ya posibilidad de volver a ser 'hombre' en el
El derecho del hombre a morir dignamente comporta una serie
sentido pleno. Será vida sólo aparente y mecánica, que llegará a
de exigencias que han de ser realizadas sobre todo por parte de la
ser muerte total apenas se interrumpa el contacto con las máqui-
sociedad. Señalamos las siguientes como las más decisivas:
nas de la reanimación» (66).
— Atención al moribundo con todos los medios que posee
actualmente la ciencia médica: para aliviar su dolor y pro-
b) El «derecho a morir humanamente» longar su vida humana.
— No privar al moribundo del morir en cuanto «acción per-
En la actualidad, se habla con frecuencia del «derecho a mo- sonal»: el morir es la suprema acción del hombre.
rir». La expresión apareció por vez primera en una «Declaración de
los derechos del enfermo», redactada en 1973 por la Asociación — Liberar a la muerte del «ocultamiento» a que es sometida
de los Hospitales Americanos. en la sociedad actual: la muerte es encerrada actualmente
en la clandestinidad (68).
Este derecho puede entenderse incorrectamente: como un de-
recho a la eutanasia. Pero puede ser comprendido también de un — Organizar un servicio hospitalario adecuado a fin de que la
modo coherente. Así lo queremos entender aquí. Lo colocamos muerte sea un acontecimiento asumido conscientemente
como criterio moral decisivo antes de entrar en los problemas más por el hombre y vivido en clave comunitaria (69).
concretos de la eutanasia y de la distanasia. — Favorecer la vivencia del misterio humano-religioso de la
El Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Alemana muerte; la asistencia religiosa cobra en tales circunstancias
formuló el contenido de este derecho básico del hombre del si- un relieve especial.
guiente modo: «Al afrontar un problema tan fundamental es nece-
sario, primero, mantener firme un punto: que todo hombre tiene c) Eutanasia y distanasia
derecho a una muerte humana. La muerte es el último aconteci-
miento importante de la vida, y nadie puede privar de él al hom- Después de haber señalado como criterio fundamental de la
bre, sino más bien debe ayudarle en dicho momento. Esto signi- ética de la muerte el «derecho a morir humanamente», nos vamos
fica, ante todo, aliviar los sufrimientos del enfermo, eventualmente a detener brevemente en la valoración moral de algunos compor-
incluso con el suministro de analgésicos, de forma tal que pueda tamientos en relación con la abreviación y la prolongación de la
superar humanamente la última fase de su vida. Ello significa que
es necesario darle la mejor asistencia posible. Y ésta no consiste
solamente en los cuidados médicos, sino, sobre todo, en prestar
(67) Ecclesia 35 (1975), 1239.
atención a los aspectos humanos de la asistencia, a fin de crear en
(68) Ph. ARIES, La mort inversée. Le changement des attitudes de-
torno al moribundo una atmósfera de confianza y de calor humano vant la mort dans les sociéfes occidentales: La Maison-Dieu 101 (1970),
en los que él sienta el reconocimiento y la alta consideración hacia 57-89; N. VERSLUIS, Desconocimiento social de la muerte: Concilium 65
(1971), 291-303.
(69) P. BEISHEIM, Datos científicos sobre las tendencias de la mo-
(66) PERICO, I. c , 1142. derna tanatología: Concilium 94 (1974), 137-143.
BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 245
244 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

y dimensión subjetiva y entre consideración moral (pecado) y con-


vida del moribundo. Estos comportamientos reciben el nombre de
sideración jurídica (crimen) (73).
eutanasia (si se trata de la abreviación) y de distanasia (si se trata
de prolongación). 2.°) Uso de calmantes. Hemos dicho que pertenece al con-
Más concretamente, se entiende por eutanasia «la práctica tenido del «derecho a morir humanamente» el proporcionar al
que procura una muerte o, mejor, abrevia una vida, para evitar moribundo todos los remedios oportunos para calmar el dolor, aun-
grandes dolores y molestias al paciente a petición del mismo, de que este tipo de terapia comporte una abreviación de la vida y suma
sus familiares o, sencillamente, por iniciativa de tercera persona al moribundo en un estado de inconsciencia. Sin embargo, no se le
que presencia, conoce e interviene en el caso concreto del mori- puede privar al moribundo de la posibilidad de asumir su propia
bundo» (70). Se solía dividir en: lenitiva y occisiva; hoy se prefiere muerte, de hacerse la pregunta radical de su existencia, de la
la división en: eutanasia negativa y eutanasia positiva. «Por euta- libertad de optar por vivir lúcidamente aunque con dolores, etcé-
nasia negativa se quiere decir la omisión planificada de los cuida- tera.
dos que probablemente prolongarían la vida. La eutanasia positiva 3.°) Situaciones distanásicas. Revisten una gran diversidad
se refiere a la institución planificada de una 'terapia' encaminada a las situaciones distanásicas. Sin embargo, todas se pueden enmar-
procurar la muerte antes de lo que sería esperada en otro con- car dentro de un afán desmesurado de prolongar la vida humana
texto» (71). Por distanasia se entiende «la práctica que tiende a (o, a veces, la vida vegetativa del organismo humano). Creemos
alejar lo más posible la muerte, prolongando la vida de un en- que entra dentro del «derecho a morir humanamente» no prolon-
fermo, de un anciano o de un moribundo, ya inútiles, desahucia- gar indebidamente la vida del hombre más allá de lo que presu-
dos, sin esperanza humana de recuperación; y utilizando para ello miblemente es el espacio de la realización de la libertad humana.
no sólo los medios ordinarios, sino extraordinarios, muy costosos Mientras que juzgamos inmoral todo procedimiento conducente a
en sí mismos o en relación con la situación económica del enfer- la eutanasia (positiva o negativa), opinamos que debieran propo-
mo y de su familia» (72). nerse pistas más abiertas para orientar la conciencia moral con
La valoración moral con relación a los comportamientos de relación a las situaciones distanásicas. En concreto, nos referimos
eutanasia y de distanasia puede hacerse del siguiente modo: a las siguientes situaciones:

1.°) Eutanasia positiva y negativa (abreviación de la vida — Nadie está obligado a recurrir a tratamientos extraordi-
humana con procedimientos positivos o negativos). No hace falta narios para prolongar la vida de un moribundo, sobre todo en una
repetir los argumentos que se han dado repetidamente por la situación prácticamente desesperada. «El médico está obligado a
moral para condenar toda acción que tienda a abreviar directa- proporcionar al enfermo los cuidados 'ordinarios' para evitar su
mente la vida del moribundo: inviolabilidad de la vida humana; muerte y prolongar su vida. Esta obligación incumbe también a la
sin-sentido de la proposición de otros valores por encima del valor familia o a quien tenga el deber de cuidar al enfermo. Pero ni el
de la vida humana; peligro de arbitrariedad por parte de los «po- médico ni la familia están obligados a recurrir a curas que son
derosos» (autoridad, técnicos, etc.); consideración «utilitarista» de 'extraordinarias', ya consideradas en sí mismas, en cuanto que
la vida del hombre; pérdida de nivel moral en la sociedad, etc. forman parte de tratamientos médicos altamente especializados, ya
Esta valoración no impide que se tengan en cuenta los ma- en sentido relativo, en cuanto que su empleo, dadas las circuns-
tices diversos que nacen de la distinción entre dimensión objetiva tancias en que el enfermo se encuentra, provocan en él una re-
pugnancia invencible. En el caso de un paciente inmerso ya en un
coma prolongado e irreversible, cuya vida está reducida al ejercicio
de sólo las funciones vegetativas, y aun en el caso de enfermos
(70) G. HIGUERA, Distanasia y moral: Experimentos con el hombre
(Santander, 1973), 252. (73) L. ROSS, Eutanasia: Diccionario enciclopédico de Teología Moral
(71) B. HARING, o. c , 143. (Madrid, 1974), 366-368.
(72) HIGUERA, I. c , 253.
246 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 247
todavía conscientes, que se encuentran en la fase final de su
enfermedad y que son mantenidos en vida artificialmente, sin es- negativa, no hay obligación de prolongar la vida del paciente.
peranza alguna de poderse recuperar o mejorar, no se está obli- Conviene, sin embargo, advertir que este «dejar morir» no es lo
gado a recurrir a medios extraordinarios o, si se ha recurrido a mismo que «hacer morir» (cosa esta última que se identifica con la
ellos, se pueden legítimamente suspender» (74). Hay que tener en eutanasia) (79).
cuenta que en muchas situaciones distanásicas actuales los me- — Con respecto a la reanimación, pueden presentarse situa-
dios son siempre extraordinarios (75). Por lo demás, es interesante ciones diversas. Si se llega a comprobar que ha tenido lugar la
constatar cómo los moralistas actuales aplican a estas nuevas si- «muerte clínica» (muerte irreversible de la corteza cerebral) no
tuaciones distanásicas el principio tradicional de los «medios ordi- tiene sentido mantener la vida puramente vegetativa. Aun cuando
narios y e> traordinarios» (76). no pueda comprobarse la existencia de la muerte clínica, se dan
— Existen situaciones en las que no hay obligación de pro- situaciones en las que la reanimación lo único que puede lograr es
longar la vida humana y en las que sé puede dejar morir al la prolongación de una vitalidad parcial, a veces reducida a reflejos
paciente. «El derecho a una muerte humana no debe significar que casi exclusivamente vegetativos. En tales situaciones no es inmo-
se busquen todos los medios a disposición de la medicina, si con ral, y a veces será recomendable (atendiendo a razones econó-
ellos se obtiene como único resultado el de retrasar artificialmente micas, familiares, psicológicas, etc.), suspender el tratamiento dis-
la muerte. Esto se refiere al caso en el que, por una intervención tanásico (80). Pío XII se expresó de la siguiente manera en 1957:
de carácter médico, una operación, por ejemplo, la vida se pro- «Si es evidente que la tentativa de reanimación constituye, en
longa realmente poco y con duros sufrimientos, hasta tal punto realidad, para la familia tal peso que no se le puede en conciencia
que el enfermo, en breve período de la propia vida, se encuentre imponer, ella puede insistir lícitamente para que el médico inte-
sometido, a pesar de la operación o justamente como resultado de rrumpa sus intentos, y el médico puede condescender lícitamente
la misma, a graves trastornos físicos o psicológicos... Si el pa- con esa petición. No hay en este caso ninguna disposición directa
ciente, sus parientes y el médico, tras haber sopesado todas las de la vida del paciente, ni eutanasia, la cual no sería lícita» (81). El
circunstancias, renuncian al empleo de medicinas y de medidas cardenal Villot, secretario de Estado, en carta dirigida en nombre
excepcionales, no se les puede imputar el atribuirse un derecho del Papa al secretario general de la Federación Internacional de las
ilícito a disponer de la vida humana» (77). La prolongación de la Asistencias Médicas Católicas, ha escrito (1970): «En muchos
vida tiene un criterio claro de discernimiento en «una estima razo- casos, ¿no sería una tortura inútil imponer la reanimación vege-
nable en la esperanza de la prolongación de la vida, y de la tativa en la última fase de una enfermedad incurable? El deber del
cuantía de sufrimiento y desilusión que la vida prolongada puede médico consiste más bien en hacer lo posible por calmar el dolor
causar al paciente y a su familia» (78). En caso de respuesta en vez de alargar el mayor tiempo posible, con cualquier medio y

(74) V. MARCOZZI, en el diario «Ya» (H-XII-75), p. 25.


(75) HIGUERA, I. c , 267-268. «En la distanasia han pasado a ser ex- ha de ser ponderado. Dice HARING: «Figurémonos un padre que ha trabajado
traordinarios muchas veces los medios más ordinarios y, por tanto, no obliga- duramente y aprovechado toda su vida para asegurar una buena educación
torios en moral o, sencillamente, han dejado de ser medios para el fin de para sus hijos; qué terrible sufrimiento tiene que ser para él ver que la breve
recobrar la salud, que es el pretendido» (p. 268). prolongación de su vida ya desahuciada disipe todos b s ahorros y recursos
(76) AUER, o. c , 175; G. DAVANZO, Salud: Diccionario enciclopédico necesarios para el futuro de los hijos» (Ibíd.).
de Teología Moral (Madrid, 1974), 980; HIGUERA, I. c , 265-268; HARING, (79) Cfr. MARCOZZI, I. c.
o. c , 139; PERICO, ¿Existe un derecho a morir?: Palabra (marzo 1976), 21. (80) HIGUERA, I. c . 269. Ver en el mismo sentido: HARING, o. c . 138;
Ver la doctrina de Pío XII: AAS 45 (1975), 1031. Y. CONGAR, Etica y medicina (Madrid, 1972), 210-211; G. PERICO, Tras-
(77) Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Alemana (1974): plantes: Diccionario enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 1142-
Ecclesia 35 (1975), 1239-1240. 1143; G. DAVANZO, Salud: Diccionario enciclopédico de Teología Moral
(78) HARING, o. c 139. Aunque el criterio económico no sea el principal. (Madrid, 1974), 980; F. BOCKLE, Etica y medicina (Madrid, 1972), 251-252.
(81) AAS 49 (1975), 1030.
248 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 249

en cualquier condición, una vida que ya no es del todo humana y sociales que acompañan la acción del trasplante (determinación
que se dirige naturalmente hacia su acabamiento» (82). del momento de la muerte y sus posibles manipulaciones; comer-
cialización subyacente, etc.).
Limitamos nuestra consideración al aspecto moral de los tras-
4. TRASPLANTES DE ÓRGANOS plantes en sí mismos considerados, no en relación con los aspec-
tos concomitantes que acabamos de insinuar. Colocados en esa
L. BENDER, Organorum humanorum transplantatio: Angelicum 31
(1954), 139-160. Critéres de la mort et greffes d'organes: Cahiers
perspectiva, tenemos que decir que el problema moral tiene un
Laénnec (sept. 1970). B. J . CUNNINGHAM, The morality of or- interés preferentemente metodológico. En el estudio de este
ganic transplantation (Washington, 1944). R. DIERKENS, Les tema se ha puesto a prueba la validez de los llamados «principios
droits sur le corps et le cadavre de l'homme (París, 1966). P.-J. morales» que servían de base a la moral de la corporalidad (por
DOLL, La discipline des greffes, des transplantations et des autres ejemplo, el principio de totalidad). También se ha constatado
actes concernant le corps humain (París, 1971). R. EGENTER,
cómo la colocación de un problema nuevo dentro de un esquema
Die Verfügung des Menschen über seinen Leib im Licht des
Totalitásprinzip: Münchener Theologische Zeitschrift 16 (1965), viejo vicia la solución moral (en el caso: colocar el tema de los
167-178. J. FUCHS, / trapianti e l'esperimentazione umana: Me- trasplantes como una forma más de la mutilación).
dicina e Morale (Roma, 1969), 161-181. G. HIGUERA, Los tras- Por razón de este interés metodológico, merece la pena de-
plantes de órganos humanos en teología: Experimentos con el
hombre (Santander, 1973), 199-248. M. HONECKER, Libertad
tenerse un poco sobre el estudio de la valoración moral de los
para aceptar la muerte. Consideraciones teológicas a propósito trasplantes de órganos.
del trasplante de órganos: Selecciones de Teología 10 (1971),
280-285. Ch. HUGHES, A moral judgment concerning the trans-
plantation of organs (Roma, 1959). R. A. McCORMICK, Trans- a) Precisiones técnicas (noción, tipología, posibilidades, etc.)
plantation of Organs. A Comment on Paul Ramsey: Theological
Studies 36 (1975), 503-509. L. L. McREAVY, Transplantation of
Kidneys Ínter vivos: Clergy Review46 (1961), 419-424. G. PERICO,
1.°) Noción. «Se llama trasplante o injerto la operación qui-
Trasplantes [humanos): Diccionario enciclopédico de Teología rúrgica por la que se inserta en el organismo receptor un tejido
Moral (Madrid, 1974), 1137-1144. P. RAMSEY, The Patient as obtenido del donante» (83). Se trata del paso (quirúrgico) de un
Person (New Haven, 1970). A. REGAN-J. KUNICIC, Los trasplan- órgano (o parte del cuerpo) de un organismo a otro a fin de que
tes: en pro y en contra (Madrid, 1970). L. ROSSI, L'etica dei cumpla las funciones que poseía. Aquí nos referimos a los tras-
trapianti (Genova, 1968). J. SNOEK, Transplantacáo orgánica en-
plantes de tejidos y órganos en relación con el hombre (cuando el
tre yivos humanos: Revista Ecclesiastica Brasileira 19 (1959), 785-
795. E. TESSON, Greffe humaine et morale: Cahiers Laénnec 16 hombre es siempre el receptor y casi siempre también el donante).
(1956), 28-33. M. ZALBA, La mutilación y el trasplante de órga-
nos: Razón y Fe 195 (1956), 522-548. J . G. ZIEGLER, Moral- 2.°) Tipología. Los diferentes tipos de trasplantes orgánicos
theologische Uberlegungen zur Organtransplantation: Scripta pueden agruparse en el siguiente cuadro (84):
Theologica 1 (1969), 175-185.
— Trasplante autoplástico (autoinjerto): traslado de tejidos de
un lugar a otro del mismo organismo.
El problema humano de los trasplantes de órganos es prefe- — Trasplante heteroplástico: traslado de órganos de un orga-
rentemente un problema técnico. La valoración moral del mismo nismo a otro organismo. El cual puede ser:
ha perdido el interés polémico que tuvo hace algunos años. Por
otra parte, las exigencias éticas no se sitúan tanto en la interven-
ción quirúrgica en sí misma cuanto en los aspectos personales y
(83) G. PERICO, Trasplantes (humanos): Diccionario enciclopédico de
Teología Moral (Madrid, 1974), 1137.
(82) Ver también la declaración del Consejo Permanente de la Conferencia (84) G. HIGUERA, Los trasplantes de órganos en teología: Experimen-
Episcopal Alemana (1974): Ecclesia 35 (1975), 1240. tos con el hombre (Santander, 1973), 228-229; PERICO, I. c , 1137.
250 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 251

• aloplástico (o heterólogo): cuando el trasplante se hace toria, aunque requiere mucha competencia, no es superior a otras
de un individuo de una especie a otro individuo de espe- técnicas operatorias; «el esfuerzo que la ciencia está realizando en
cie diferente; este momento para hacer la intervención más segura es el conte-
* homoplástico (homólogo): cuando el trasplante se hace ner y eliminar, si fuera posible, la acción defensiva inmunitaria del
entre individuos de la misma especie. organismo receptor» (86). En relación con otros órganos, «existe
una perspectiva prometedora para el trasplante de pulmones y de
En orden a la moral tiene interés introducir dentro de los tras- hígado con el uso de órganos de personas muertas» (87).
plantes homoplásticos dos distinciones:
Técnicamente considerado, el problema de los trasplantes
— pueden ser: de vivo a vivo, o de muerto a vivo; comporta otros aspectos de gran interés, como son: el «arraiga-
— pueden ser: de órganos sencillos (vitales o no vitales), o de miento»; la «incompatibilidad»; el «rechazo»; la «conservación de
órganos dobles (vitales o no vitales). los órganos»; la «regeneración»; etc. (88). Sin embargo, para una
valoración moral basta con las precisiones que acabamos de
3.°) Posibilidades. Los éxitos obtenidos en las operaciones hacer.
de trasplantes humanos abren amplias perspectivas para un mayor
empleo en el futuro. Los trasplantes autoplásticos tienen una
mayor posibilidad de arraigamiento, ya que es idéntico el organis- b) Valoración moral de los trasplantes
mo donante y receptor; se utilizan, sobre todo, en la cirugía plás-
tica o estética (sustitución de partes quemadas o infectadas, re- Sintetizando la valoración moral (89), podemos señalar los si-
lleno de zonas carentes de tejido, operaciones plásticas en zonas guientes principios iluminadores:
heridas o cicatrizadas, etc.). Entre los trasplantes homoplásticos
— Los trasplantes autoplásticos no presentan ningún proble-
se realizan con suficientemente éxito los trasplantes de glándulas
ma moral. Todas las partes de un organismo dicen referencia al
endocrinas, vasos sanguíneos, tejidos óseos; también se realiza el
todo. Es la totalidad de la persona la que impone sus leyes. Para
trasplante de córnea. Por lo que respecta al trasplante de riñon,
salvarla se puede admitir la pérdida de algún miembro; con mucha
«viene practicándose ya desde hace unos veinte años, al comienzo
mayor razón, es lícito el trasplante dentro del mismo organismo
con resultados más bien desafortunados, después cada vez más
humano, «aunque la finalidad perseguida fuera tan sólo un razo-
positivos; hoy, aunque sigue siendo comprometida, es una inter-
nable y proporcionado embellecimiento, según las distintas cir-
vención bastante segura y con muy alta posibilidad de supervi-
cunstancias personales, por medio de la cirugía estética» (90).
vencia. El ideal sería que el riñon proviniese de un consanguíneo,
por la mayor afinidad biológica; pero se extrae también de un — Los trasplantes aloplásticos (de un organismo animal al
extraño, e incluso de un cadáver. También las técnicas inmuno- organismo humano) son enteramente lícitos con tal de que no
supresivas van perfeccionándose cada vez más. La provisión de produzcan una alteración de la personalidad. Por razón de este
ríñones para trasplante se obtiene de seres vivos, de operados, último aspecto. Pío XII se proclamó en contra del trasplante de
de traumatizados, de enfermos bajo reanimación ya en fase de glándulas sexuales a un ser humano (91).
coma irreversible. El trasplante de riñon, si se realiza en institutos
especializados, da actualmente resultados satisfactorios: sea por-
(86) Ibíd., 1139.
que ya hace tiempo que se experimenta, sea porque en caso de
(87) B. HARING, Moral y medicina (Madrid, 1972), 135.
una posible crisis se puede recurrir a la diálisis extracorpórea (riñon (88) Cfr. PERICO, I. c , 137-139.
artificial)» (85). El trasplante de corazón tiene su mayor problema (89) Puede verse con amplitud, y al mismo tiempo con claridad, en HI-
en el control de la fase de rechazo inmunitario; la técnica opera- GUERA, I. c , 229-248. También en: PERICO, I. c , 1140-1150.
(90) HIGUERA, I. c , 229.
(91) Pío XII, Mensaje a un grupo de oculistas sobre el trasplante de
(85) PERICO, I. c , 1139. córnea (14 de mayo de 1956): AAS 48 (1956), 460.
252 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 253
— Los trasplantes homoplásticos de vivo a vivo (de un
va a otros trasplantes. «La práctica de estos tipos de trasplantes la
organismo humano vivo a otro organismo humano vivo) no ofre-
estimamos moralmente licita con tal de que el donante esté
cen problemas cuando se trata de «una parte del propio cuerpo,
realmente muerto guardadas las convenientes garantías médico-
que no deja, en la funcionalidad del propio ser y de la propia
jurídicas, ya que el único principio sustancial moralmente aplicable
operatividad, consecuencias sustanciales, o que pueden con el
aquí es la prohibición del homicidio, con todo su peso enmar-
tiempo ser reintegradas o fácilmente reparadas. Tales son las
cado en las enseñanzas sobre la distanasia y la obligación de usar
transfusiones de sangre, una cantidad limitada de fragmentos de
medios ordinarios o extraordinarios para conservar la vida» (95).
piel, pequeñas esquirlas de huesos, segmentos de tendones, frag-
Hay que respetar, además, los privilegios de que gozan los parien-
mentos de cartílago, pequeñas secciones de glándulas o de vasos
tes en orden a la disponibilidad del cuerpo a falta de la voluntad
sanguíneos» (92).
explícita del difunto. «Tales privilegios, en el ámbito de nuestro
Con respecto al trasplante de órganos integrales, tales como el problema, no deben llegar a ser un obstáculo para la consecu-
riñon, los moralistas católicos han estado divididos. El motivo de ción de un fin mucho más amplio y precioso, como es el bien de
tal enfrentamiento lo constituía fundamentalmente el manejo de las personas vivas... Se daría un impulso notable a estas dona-
los principios de «técnica moral» como el de totalidad, de doble ciones «post mortem» si la opinión pública fuera debidamente
efecto, etc. Para los que aplicaban de una manera casi mecánica educada acerca del aspecto de alto servicio social de tales gestos
estos principios, los trasplantes aparecían como una mutilación de donación, en interés de los que tienen todavía deberes que
directa y por lo tanto inmoral. Sin embargo, otros moralistas cumplir entre los vivos» (96).
apelaron al principio de la caridad, al principio de totalidad (93), al — Además de esta valoración diversificada que acabamos de
principio de solidaridad humana y cristiana, etc., y de esta manera hacer es necesario tener en cuenta otros valores concomitantes
aceptaron la licitud del trasplante de riñon. Esta discusión de en el problema de los trasplantes de órganos humanos. Nos limita-
«principios» (94) sirvió para hacer avanzar no solamente el pro- mos a señalarlos: a) determinación exacta de la muerte antes de
blema concreto de los trasplantes, sino también la metodología extraer de un cadáver un órgano para ser trasplantado (remitimos
moral en general. a los criterios que hemos señalado más arriba); b) el riesgo que
Por nuestra parte, aceptamos la licitud de los trasplantes ho- corre el paciente receptor; c) la disponibilidad del cadáver del donan-
moplásticos por los valores de solidaridad que entraña y porque no te y las leyes positivas; d) el coste económico de algunos trasplan-
supone, dado el avance de la medicina, graves riesgos para el tes; e) la licitud o la ilicitud de la venta de órganos; f) el riesgo de
donante ni para el receptor. Se supone, naturalmente, que la alterar la personalidad del receptor, sobre todo si en un futuro son
donación se realice con plena libertad y que la intervención tenga posibles los trasplantes cerebrales y de órganos genitales (97).
suficiente probabilidad de éxito.
— Los trasplantes homoplásticos de muerto a vivo son, III
en sí mismos, enteramente lícitos. El problema ha sido agudizado
por los trasplantes de corazón, pero la valoración ética es extensi- TRANSMISIÓN DE LA VIDA HUMANA
Y OPCIONES ETICAS
(92) PERICO, I. c , 1140.
(93) Pío XII se mostró contrario a la utilización del principio de totalidad en La transmisión de la vida humana presupone, conlleva y realiza
el problema moral de los trasplantes homoplásticos (ver en HIGUERA, I. c , un conjunto de valores que afectan a lo más nuclear de la per-
235).
(94) Ver esta discusión en: A. REGAN-J. KUNICIC, Los trasplantes: en
pro y en contra (Madrid, 1970). Un resumen certero en: A.-W. VON EIFF- (95) HIGUERA, I. c , 236.
F. BOCKLE, El experimento en la investigación clínica: Concilium 65 (96) PERICO, I. c , 1141.
(1971), 248, notas 4 y 5. (97) Sobre esta interesante casuística, remitimos a HIGUERA, I. c , 240-
247; PERICO, I. c , 1141-1144.
254 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
BIOÉTICA 0 MORAL DE LA CORPORALIDAD 255

sona humana. Transmitir la vida humana no es una acción técni- 1. INTERVENCIONES HUMANAS PARA FAVORECER
ca, sino una obra de humanidad. Podemos decir que entran en LA TRANSMISIÓN DE LA VIDA HUMANA
juego las dimensiones más profundas del hombre. Uno de los bienes mayores de la humanidad es la posibilidad
Por eso mismo la moral de la transmisión de la vida humana de transmitir la vida. Este valor tiene su concreción más exacta en
engloba una gran variedad y cantidad de aspectos. En este apar- el amor fecundo de la pareja humana. En afirmación del Concilio
tado de la ética de la corporalidad limitamos conscientemente el Vaticano II, «los hijos son, sin duda, el don más excelente del
ángulo de visión para abarcar únicamente aquellos problemas mo- matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios
rales que tienen su lugar adecuado en este momento de la síntesis padres... De ahí que el cultivo auténtico del amor conyugal y toda
moral. la estructura de la vida familiar que de él deriva, sin dejar de lado
Concretamente nos referiremos a la valoración moral de las los demás fines del matrimonio, tienden a capacitar a los esposos
intervenciones humanas especiales en el campo de la trans- para cooperar con fortaleza de espíritu con el amor del Creador y
misión de la vida humana. El adjetivo «especiales» lo empleamos del Salvador, quien, por medio de ellos, aumenta y enriquece
para señalar aquellas intervenciones que no entran dentro del pro- diariamente a su propia familia» (98).
ceso ordinario o «natural». Precisamente en tales intervenciones el No ha de extrañarnos, pues, que el hombre trate, por todos los
hombre se siente obligado a tomar opciones que, además de medios a su alcance, de vencer las dificultades que se presentan
otras dimensiones, tienen una vertiente moral. para participar del don de la paternidad/maternidad. Son estas
Desde el primer momento queremos dejar sentado que no pre- intervenciones especiales del hombre para favorecer la transmisión
juzgamos positiva o negativamente el valor de las intervenciones de la vida humana las que a veces crean problemas éticos y
humanas especiales en la transmisión de la vida humana. Es necesa- exigen un discernimiento moral.
rio confrontarlas con los valores que entran en juego, bien sea a
nivel de finalidad o a nivel de medio para conseguir el fin pro-
puesto. De este modo, situamos la consideración moral en el a) La esterilidad y sus alternativas
terreno de los valores y no en el campo de un «orden natural»
sacralizado y, por lo mismo, refractario a toda intervención humana. Para hacer una valoración exacta de las intervenciones huma-
Es la ética de la humanización la que ha de darnos los criterios nas que tienden a favorecer la transmisión de la vida humana
exactos para valorar las intervenciones humanas especiales en la debemos partir de un conjunto de principios que sitúen correc-
transmisión de la vida humana. tamente el problema. He aquí los que juzgamos más importantes:
Dividimos este apartado en dos puntos: — En primer lugar, hay que reconocer que la carencia de hijos
1. Valoración de las intervenciones humanas que tienen como puede causar serias dificultades para la pareja humana. Por lo
finalidad favorecer la transmisión de la vida humana. tanto, todos los esfuerzos encaminados a solucionar este proble-
ma son dignos de elogio. Llama la atención, sin embargo, la
2. Valoración de las intervenciones humanas que tienen como
menor importancia que ha tenido este tema si se lo compara con el
finalidad impedir la transmisión de la vida humana.
opuesto, la limitación de la natalidad. «Si se quisiera coleccionar
En el siguiente apartado (IV) volveremos sobre el tema de la en un espacio todos los libros que se han escrito en los últimos
transmisión de la vida humana, pero visto desde el ángulo de la veinte años en relación con el control de natalidad, se necesitaría
experimentación y manipulación. Aquí nos fijamos únicamente una sala muy grande. Por el contrario, los libros que se ocupan
en las intervenciones humanas especiales que tienden a favorecer del fomento de la fecundidad podrían colocarse cómodamente en
o a impedir la transmisión de la vida humana. un pequeño anaquel. Cierto que es exacto decir que 'solamente'

(98) Gaudium et Spes, n. 50, 1.


BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 257
256 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

alrededor del ocho por ciento de los matrimonios no tienen hijos. mination artificie/le: Rech. de Se. Reí. 62 (1974), 515-539. H.
SPRINGER, Sterilization and artificial insemination: Theological
Pero, por otra parte, muchas veces, los problemas creados por Studies 31 (1970), 507-509. P. TIBERGHIEN, La fécondation arti-
una situación de matrimonios sin hijos son mucho más graves y ficie/le: Mélanges de Science Réligieuse 1 (1944), 339-344. R.
angustiosos que los que plantea una fecundidad muy grande»(99). TROISFONTAINES, L'insémination artificie/le. Problémes éthi-
También llama la atención el que la doctrina de la Iglesia, que ha ques: Nouvelle Revue Théologique 95 (1973), 764-778. VARIOS,
insistido tanto en la finalidad procreativa del matrimonio, haya La fecundación artificial en los seres humanos (Madrid, 1951).
VARIOS, La fecundación artificial en seres humanos (Buenos
sido, por otra parte, restrictiva ante las intervenciones humanas
Aires, 1950). R. VON ALLEN, Artificial Insemination {AIH): A
para hacer posible «artificialmente» la fecundidad en la pareja. contemporary Re-analysis: Homiletic and Pastoral Review 70
— Aunque sea necesario señalar el valor de la fecundidad no (1970), 363-372.
se lo puede enfatizar de tal manera que aparezca como la única
finalidad de la pareja. El matrimonio no se justifica totalmente por 1.°) Noción y forma. «Por inseminación artificial se entiende
los hijos. Además, existen «alternativas», suficientemente válidas, la intervención médica, mediante la cual se introduce el semen en
a la realidad de la esterilidad: la adopción puede ser un modo el organismo femenino, no a través de un acto sexual normal, sino
de solucionar el problema; en otros casos puede ser la entrega de manera artificial; a fin de producir la fecundación» (100). No es
más plena a un servicio social o pastoral. exacto el nombre de «fecundación artificial»; es preferible hablar
de «inseminación», ya que se trata de una manipulación técnica
— Cuando hablamos aquí del valor de la paternidad/materni-
para introducir el esperma del hombre en la vagina o en el útero
dad lo entendemos dentro de la .realidad de la pareja que se realiza
de la mujer (101). Se han propuesto otros términos, entre los
en el ámbito del matrimonio. Una fecundidad al margen del ám-
cuales el más exacto, aunque difícil para el uso, podría ser «esper-
bito conyugal es, hoy por hoy, una fuente de contravalores per-
mateisfora instrumental» (102).
sonales y sociales. De ahí que las intervenciones humanas para
vencer la esterilidad han de ser pensadas en relación con la pareja El proceder a la inseminación sólo es «indicado» cuando la
humana que se realiza dentro del matrimonio. mujer es fecunda, pero existen dificultades para realizar normal-
mente el acto sexual. «En el hombre pueden darse anormalidades
del pene, ya sean congénitas o de origen traumático: todas las
b) Inseminación artificial formas de impotencia nerviosa y psíquica. En la mujer, las causas
pueden ser nerviosas (vaginismo) o anatómicas, tocante a la va-
M. DI IANNI, Fecundación artificial: Diccionario enciclopédico de
gina, la cerviz o el útero. También hay que señalar los impedi-
Teología Moral (Madrid, 1974), 412-422. D. GIESEN, Die künst-
liche Insemination ais etisches und rechtliches Problem (Bielefeld, mentos químicos con procesos tóxicos sobre los espermatozoides:
1962). G. B. GUZZETTI, La fecondazione artificíale de/la donna lipoplastia del aparato genital y las aberraciones sexuales» (103).
nelle ultime pub/icazioni catoliche: La Scuola Cattolica 78 (1950), Los tipos de inseminación pueden concretarse en tres: insemi-
192-208. F. HURTH, La fécondation artificie/le. Sa valeur mora/e nación fuera del matrimonio (una mujer soltera que desea tener un
et juridique: Nouvelle Revue Théologique 68 (1946), 402-426;
Annotationes in allocutionem ad membra Congressus Internatio-
hijo, pero no marido); inseminación de una mujer casada con
nalis medicorum cath. die 29 sept. 1949 habitam: Periódica (1949), semen de su propio marido (= inseminación homologa); insemina-
279-295. P. PALAZZINI, De mora/itate examinis spermatís: Divi- ción de una mujer casada con semen de un hombre extraño
nitas 1 (1957), 161-173. G. PUERTO, Fecundación artificial: Ilus- (= inseminación heteróloga).
tración del Clero 43 (1950), 148-151. A. M. SCHELLEN, Artifi-
cial Insemination in the Human (Amsterdam, 1957). R. SIMÓN,
Expérimentatíon et déplacements éthiques. A propos de L'insé- (100) Ibíd., 159.
(101) A. AUER, Etica y medicina (Madrid, 1972), 153-154.
(102) Cfr. M. DI IANNI, Fecundación artificial: Diccionario enciclopédico
(99) P. SPORKEN, Medicina y ética en discusión (Estella, 1974), de Teología Moral (Madrid, 1974), 412-413.
157-158. (103) Ibíd., 413.
17. Etica de la persona
BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 259
258 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

2.°) Valoración moral tradicional (Pío XII). La valoración matrimonio, bástenos por el instante recordar estos principios de
moral de la inseminación fue muy discutida entre los moralistas derecho natural: el simple hecho de que el resultado al cual se
católicos desde finales del siglo XIX (104). La intervención de aspira, se obtenga por este camino no justifica el empleo del medio
Pío XII en la audiencia del 29 de septiembre de 1949, concedida a mismo; ni el deseo, en sí muy legítimo, de los esposos de tener un
los participantes del IV Congreso Internacional de los Médicos hijo basta para probar la legitimidad del recurso a la fecundación
Católicos, trató de poner claridad entre la diversidad de valoracio- artificial, que realizaría este deseo. Sería falso pensar que la posi-
nes que existían en la enseñanza de los moralistas católicos. He bilidad de recurrir a este medio podría volver válido el matrimonio
aquí la doctrina de Pío XII: entre personas ineptas para contraerlo por el hecho del «impedi-
mento de impotencia».
«No podemos dejar pasar la ocasión presente sin indicar con
brevedad y a grandes líneas el juicio moral que se impone en esta 5. Por otra parte, es superfluo observar que el elemento acti-
materia. vo no puede jamás ser procurado lícitamente por acto contra la
naturaleza.
1. La práctica de esta fecundación artificial, en cuanto se
trata del hombre, no puede ser considerada ni exclusivamente, ni 6. Aunque no se puede a priori excluir nuevos métodos por el
principalmente, desde el punto de vista biológico y médico, dejan- sólo motivo de su novedad, no obstante, en lo que toca a la
do de lado el de la moral y el derecho. fecundación artificial, no solamente hay que ser extraordinaria-
mente reservado, sino que hay que descartarla absolutamente.
2. La fecundación artificial fuera del matrimonio ha de con-
denarse pura y simplemente como inmoral. Tal es, en efecto, la 7. Al hablar así, no se prohibe necesariamente el empleo de
ley natural y la ley divina positiva, de que la procreación de una ciertos medios artificiales, destinados únicamente sea a facilitar el
nueva vida no pueda ser fruto sino del matrimonio. Sólo el matri- acto natural, sea a hacer llegar a su fin el acto natural normalmen-
monio salvaguarda la dignidad de los esposos (principalmente la te llevado a cabo» (105).
de la mujer en este caso), su bien personal. De suyo, sólo él
3.°) Nuevos puntos de vista en la valoración moral. Los
provee al bien y a la educación del niño.
moralistas actuales siguen rechazando la inseminación artificial en
Por consiguiente, respecto a la condenación de una fecunda- el caso de una mujer soltera. El deseo de maternidad no justifica
ción artificial fuera de la unión conyugal, no es posible ninguna una forma de llevarlo a cabo que comporta la desintegración
divergencia de opiniones entre católicos. El niño concebido en misma del valor. Con mucha razón hay que rechazar como inmo-
estas condiciones sería, por este mismo hecho, ilegítimo. rales los «bancos de esperma», en los que no está ausente el
3. La fecundación artificial en el matrimonio, pero producida sucio negocio (106).
por el elemento activo de un tercero, es igualmente inmoral; y También se sigue descartando la inseminación heteróloga por
como tal debe reprobarse sin apelación. Sólo los dos esposos la mayoría de los moralistas cristianos. «Todo ser humano que
tienen un derecho recíproco sobre sus cuerpos para engendrar una viene a la vida debe ser engendrado en una relación de amor de
nueva vida, derecho exclusivo, imposible de ceder, inalienable. A dos personas de sexo diverso, ligadas por el vínculo del matrimo-
todo aquel que da la vida a un pequeño ser la Naturaleza le nio» (107). A esta razón básica conviene añadir otros aspectos
impone, en virtud misma de este lazo, la carga de su conservación negativos que comporta la inseminación heteróloga: se desvirtúa
y de su educación. Pero entre el esposo legítimo y el niño fruto
del elemento activo de un tercero —aunque el esposo hubiera (105) AAS 41 (1949), 556-560. Ver también otras intervenciones de Pío XII
consentido— no existe ningún lazo de origen, ninguna ligadura en el mismo sentido: AAS 48 (1956), 469-471; AAS 50 (1958), 733. Cfr. tam-
moral.y jurídica de procreación conyugal. bién la respuesta del Santo Oficio de 26 de marzo de 1897: AAS 29 (1897),
704.
4. En cuanto a la licitud de la fecundación artificial en el (106) B. HARING, Moral y medicina (Madrid, 19721,93.
(107) DI IANNI, I. c . , 4 2 1 .
(104) Ibíd., 414-415.
260 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
BIOÉTICA 0 MORAL DE LA CORPORALIDAD 261
el sentido de la maternidad/paternidad humanas; trae problemas
que tener lugar dentro del contexto de una relación de amor
jurídicos, psicológicos y médicos; etc. (108). Auer apoya su re-
marital; pero el acto físico de la unión sexual natural no parece ser
chazo moral en las siguientes razones: la inseminación heteróloga
una necesidad moral absoluta y determinante» (111).
lesiona el principio básico de la comunidad conyugal; amenaza los
fundamentos de lo humano; presenta al médico exigencias radi- Por su parte. Di lanni considera que «puede darse el caso de
cales y excesivas (109). unos cónyuges que después de haber experimentado todos los
Por lo que respecta a la inseminación homologa, estamos de remedios médico-quirúrgicos no logran obtener prole, a causa
acuerdo con los matices que algunos moralistas actuales introdu- incluso de una disfunción de orden traumático sobrevenida des-
cen en la doctrina de Pío XII. pués de la boda: entonces se podrá realizar la fecundación artifi-
cial homologa, con tal de que haya un acto conyugal que exprese
E. Chiavacci, ante la negativa de Pío XII frente a toda forma de el amor entre las dos personas, aunque no se den todos los
inseminación artificial por la nzón de separación del aspecto pro- componentes de una relación normal, por lo que se necesita recu-
creativo y del aspecto unitivo en la relación conyugal, propone el rrir a ciertos artificios que ayuden, sin sustituir, a lo que exige la
siguiente matiz personal: «Yo personalmente creo que el juicio naturaleza de la persona humana» (112). Sporken coloca el pro-
puede ser más matizado: en una inseminación artificial verdadera- blema moral de la inseminación homologa en el bien y en la dig-
mente homologa la intención unitiva y procreativa son ciertamente nidad del matrimonio y no en los aspectos biológicos del proble-
muy fuertes, y ciertamente más fuertes que en muchos casos de ma: «Si la inseminación artificial por medio del semen del propio
procreación natural. El niño nace por eso en un contexto de amor marido es lícita o no, es algo que no depende de las medidas
y de espera siempre seguramente dominante en el ánimo de los adoptadas en el campo biológico, sino de la situación general del
progenitores» (110). matrimonio: es decir, depende de que los cónyuges puedan supe-
Ch. E. Curran matiza el juicio de Pío XII del siguiente modo: rarlo psíquicamente y de que en ello se tenga suficientemente en
«Pío XII enseñó que tal inseminación artificial era mala porque el cuenta el bien de los hijos que hayan de nacer» (113).
acto de la unión sexual tiene que ser siempre una acción personal
Por los motivos que aportan los autores citados, juzgamos que
que sea expresión de amor. Algunos teólogos, antes de las alocu-
no puede descartarse como inmoral una inseminación homologa
ciones pontificias, pensaron que una condenación absoluta de la
cuando no daña la dignidad de la persona y puede aportar un bien
inseminación artificial pone demasiado énfasis en la acción física
a los cónyuges y a la futura prole (114). P. Ramsey aprueba la
individual como tal. Ordinariamente el proceso de la concepción
inseminación homologa incluso mediante la hibernación del semen
comienza por la acción de depositar el semen masculino en la
en el caso de una inevitable vasectomía del marido (115). Sin
vagina de la mujer mediarte la unión sexual física. Sin embargo,
embargo, repugna a la sensibilidad humana convertir el matrimo-
ocasionalmente puede suceder que tal unión normal no propor-
nio en un «laboratorio biológico» y programar la fecundidad «a
cione buenas condiciones para que se consiga la concepción. Al
pasar por alto el modo normal de inseminación, la ciencia puede
proporcionar una mejor posibilidad para que la semilla del marido
fertilice el óvulo de su mujer. Es cierto que la inseminación tiene (111) Ch. E. CURRAN, Normas absolutas y moral médica: ¿Principios
absolutos en Teología Moral? (Santander, 1970), 110.
(112) DI IANNI, I. c , 421.
(113) SPORKEN, o. c , 166.
(108) SPORKEN, o. c , 166-172. (114) Con respecto a la dignidad del matrimonio, escribe ROSSI: «No cabe
(109) AUER, o. c , 141-142. pensar que se ofenda al matrimonio precisamente cuando se verifica lo que se
(110) E. CHIAVACCI, Studi di teologia morale (Assisi, 1971), 270. En la deseaba desde hacía tiempo (la llegada de un hijo), cosa que se logra final-
página 73 da un juicio positivo a la inseminación artificial homologa en los mente obtener gracias a la contribución médica» (L. ROSSI, Esterilidad:
casos en que de otro modo la procreación sería imposible. Diccionario enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 344).
(115) P. RAMSEY, El hombre fabricado, (Madrid, 1972), 131-133.
BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 263
262 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

Al declarar inmoral la obtención del semen por masturbación,


distancia» (116). La inseminación artificial debe ser pensada y se el magisterio y la teología «a todas luces opera con un concepto
realiza como último recurso asistencial (117). de naturaleza unilateral y fisiológico que la teología moral ha de-
Se tiene que seguir reprobando el «manipular» con la posibi- mostrado entretanto que es insostenible. La masturbación sólo
lidad de una inseminación arbitraria: la selección, la clasificación y constituye algo 'en sí malo' Kintrínsece malum) cuando en ella se
conservación del semen (aunque sea en orden a una selección aisla el sexo de la relación yo-tú y es usado egocéntricamente.
genética); en esta línea de posibilidad, un poder político dictatorial Pero en nuestro caso, el hecho externo estaría dentro de un
podría fabricar ciudadanos de una manera determinada; hasta un contexto personal completamente distinto; en consecuencia, tam-
poder económico suficientemente fuerte podría crear, a través de bién debe ser juzgado de otro modo» (122). Gran parte de los
una presión cultural y publicitaria, el uso y la necesidad de una moralistas actuales está de acuerdo en distinguir la masturbación
procreación cualitativamente programada, relegando la relación propiamente «moral» (ipsación) de la masturbación biológica,
conyugal, con el uso de los contraceptivos, a la pura función como sucede en el caso de la obtención del semen para la inse-
unitiva. Tal manipulación es inmoral desde su raíz (118). minación artificial (123).
4.°) Recogida del semen (aspecto moral). En relación con Esta valoración moral también es válida cuando se trata de
el tema de la inseminación artificial está el de la licitud de la procurar el semen para realizar el «test de esterilidad».
recogida del esperma a base de procurar el semen masculino por
la masturbación. Pío XII habló en contra de esta práctica. La razón
fundamental es que el uso de la facultad sexual nunca está per- c) Fecundación y/o gestación artificial
mitido, aun con un fin laudable, si no es dentro de las finalidades
a ella asignadas por la Naturaleza (119). Para algunos teólogos, la R. G. EDWARD, Problems of artificial Fertilization: Nature 233
(1971), 23-25. J . FERIN, Fertilisation in vitro et transferí d'oeufs:
negativa de Pío XII a la inseminación artificial homologa dependió L'homme manipulé (Strasbourg, 1974), 25-34. J . GAFO, Niños de
en gran parte de su oposición a una eyaculación voluntaria como laboratorio: Razón y Fe 922 (1974), 285-293. G. B. GARBELLI,
medio de obtener el esperma (120). Manipulación e investigación biológica: Diccionario enciclopédico
Sin embargo, los moralistas actuales matizan la postura de de Teología Moral (Madrid, 1974), 559-567. G. HIGUERA, La mo-
ralidad de la fecundación en el laboratorio: Experimentos con el
Pío XII. Como dice Curran, «los teólogos contemporáneos no se hombre (Santander, 1973), 159-198. A. PEREGO, La fecondazio-
han convencido de que tal acción es mala» (121). ne in vitro e sua problemática mora/e e teológica (Brescia, 1964);
Implicazioni mora/i della produzione de/la vita umana «in vitro»:
Aquinas 4 (1961), 170-193. VARIOS, Perspectives nouvelles en
matiers de reproduction humaine (Leuven, 1973). VARIOS, Insé-
(116) AUER, o. c , 136: «Por sólo citar un ejemplo, se cuenta que durante mination artificielle et reproduction humaine (Leuven, 1973).
la segunda guerra mundial fueron transportadas en avión a la patria ampollas
que contenían esperma de 20.000 soldados americanos combatientes en el
frente para hacer posible la fecundación de las mujeres que se encontraban en
1.°) Diversas finalidades de la fecundación artificial.
sus casas.» Se habla de «fecundación artificial» o «fecundación in vitro»
(117) SPORKEN, o. c , 160. cuando la fecundación del óvulo y el desarrollo de la célula germi-
(118) CHIAVACCI, o. c , 270-271. Desde el punto de vista literario, pue-
den leerse las anotaciones «críticas» de G. PAPINI. profesores y otras personas interesadas en Teología Moral en el Colegio Regis,
(119) AAS 48 (1956), 472 (alocución al II Congreso Mundial de Fertilidad y de Toronto, Canadá, en junio de 1963. Véase L. M. WEBER, Onanismus, en
Esterilidad, 19 de mayo de 1956); 45 (1953), 678 (alocución a los urólogos
«Lexikon für Theologie und Kirche» (Freipurg: Herder, 1962), vol. 7, 1157-
italianos, 8 de octubre de 1953). Cfr. Decreto del Santo Oficio de 2 de agosto
1158.»
de 1929: AAS 21 (1929), 490. Ver también la nota 8.
(122) AUER, o. c , 135-136.
(120) HARING, o. c , 93.
(123) HARING, o. c , 93-94; SPORKEN, o. c , 164-166; DI IANNI, I. c ,
(121) CURRAN, I. c , 109. En la nota 12 de la p. 277 dice textualmente:
«B. Háring, C.SS.R., propuso esta opinión como probable en un curso para 419; ROSSI, I. c , 443.
264 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 265

nal, sobre todo en sus estadios iniciales, ocurren fuera del seno de fecundación artificial en lo que tiene de «manipulación», nos fija-
la madre. mos por el momento en una sola perspectiva: cuando se utiliza
La fecundación artificial adquiere muchas modalidades, según para vencer la esterilidad.
sea la finalidad que se persigue. Puede provocarse la fecundación Mirando el problema desde ese ángulo, se puede pensar en
«¡n vitro» por finalidades puramente científicas: para conocer el diversas formas de intervención del hombre en la fecundación y/o
modo y las características de la fecundación humana y el des- gestación para vencer la esterilidad. El profesor J. M. Bedoya las
arrollo de la célula germinal; también se puede llevar a cabo con sintetiza del siguiente modo: «Desde un punto de vista teórico, en
finalidades terapéuticas: para adquirir un conocimiento más exacto los países en que es ley la monogamia (en otros las cosas podrían
de las taras hereditarias y tener la posibilidad de curarlas; a veces variar un tanto), podrían darse las posibilidades siguientes:
se realiza la fecundación artificial para tener un conocimiento
exacto del poder «manipulador» del hombre sobre la fecundación * Fertilización 'in vitro' del óvulo de la esposa con esperma-
y la gestación: ¿hasta qué estadios es posible mantener la ges- tozoides del marido, seguida de la implantación en el útero de la
tación de la vida humana fuera del ámbito «natural»? ¿Es posible esposa misma. Sería útil a mujeres estériles por afectaciones tu-
producir «niños in vitro» o «niños de probeta»? ¿Es posible veri- báricas irremediables. El hijo heredaría caracteres de ambos pro-
ficar científica y técnicamente los sueños creadores del hombre, genitores y sería un hijo 'total' del matrimonio.
tal como aparecen descritos en el Mundo feliz de Huxley? * Fertilización del óvulo de una esposa con espermatozoides
Los datos que poseemos sobre las posibilidades actualmente del esposo, seguida de implantación en el útero de otra mujer, que
reales no son de total garantía, ya que muchas veces se deben a lo llevaría durante el embarazo. Este proceder podría servir para
reportajes o a entrevistas más o menos sensacionalistas. La prensa cuando la esposa no tiene útero o no lo tiene 'útil', o en abor-
mundial anunció en 1963 que el profesor Petrucci, de Bolonia, tadoras habituales por factores maternos, tanto si asientan en el
había conseguido en varias ocasiones la fecundación humana en el aparato genital o no. También en esposas cuya vida correría serio
laboratorio, y que además había logrado que la vida así obtenida peligro si hubieran de soportar un embarazo. El niño heredaría
se fuera desarrollando durante tres o cuatro semanas. Estas expe- todos los caracteres de los esposos y sería, biológicamente, un
riencias no eran las primeras, ya que el doctor J. Rock, de Har- hijo 'total' del matrimonio; la otra mujer sería, biológicamente
vard, había logrado lo mismo algunos años antes, pero sin divul- también, poco más (o acaso nada más) que una nodriza.
gar la noticia. Los doctores P. Steptoe y R. Edwards, de Cam- * Fertilización del óvulo de una donante con espermatozoides
bridge, han perfeccionado las técnicas para la fecundación de un del esposo, seguido de implantación en el útero de la esposa.
óvulo fuera del seno materno con líquido seminal obtenido del Podría ser útil cuando la esposa no tiene ovarios o no tiene
marido de la mujer y hasta anunciaron en 1974 que habían nacido ovulaciones. Nacería un niño con caracteres heredados.del padre y
tres niños concebidos previamente en probeta. Dignos de mención de la mujer que donó el óvulo; pero ninguno de la esposa, que lo
son los trabajos de Shettles en los años cincuenta. llevó durante el embarazo. Sería, pues, un hijo auténtico del
Estas y otras noticias suelen venir envueltas con el halo del esposo, pero no de la esposa, aunque siempre sería mucho más
sensacionalismo. Es interesante constatar la reserva de las per- que un hijo adoptivo.
sonas científicas en entrevistas posteriores a la difusión de aque-
llas noticias (124). * Fertilización de un óvulo de donante, con espermatozoides
de donante e implantado después en el útero de una esposa.
2.°) La fecundación y/o gestación artificial para vencer Serviría esta modalidad para cuando ambos cónyuges son estéri-
la esterilidad. Dejando para más adelante la consideración de la les, pero la mujer conserva un útero capaz de albergar un emba-
razo; excepcionalmente, también en una soltera en condiciones
(124) Ver, a modo de ejemplo, el reportaje de Gaceta Ilustrada (n. 771,
18 de julio de 1971), pp. 55-64. Lo mismo en el diario «Ya» (17 de julio de semejantes. El nacido así no sería un hijo auténtico del matrimonio
1974). y no heredaría ninguno de los caracteres de los esposos: sus pa-
266 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
BIOÉTICA 0 MORAL DE LA CORPORALIDAD 267
dres biológicos son los donantes. La mujer que llevó al niño en su y último medio para participar del don de la fecundidad tiene dos
interior durante el embarazo es poco más que una nodriza, aunque soluciones fundamentales. Los que no aceptan como lícita la inse-
psicológicamente sea bastante más que una madre adopti- minación artificial homologa, tampoco aceptan la fecundación ar-
va» (125). tificial; aplican a ésta los principios que Pío XII expuso en relación
3.°) Valoración moral. Descartamos como inmorales las for- con la inseminación artificial (128). De los que aceptan moralmen-
mas de fecundación artificial que no se realizan dentro del ámbito te la inseminación artificial homologa, los hay que rechazan la
de la pareja humana (con elementos fertilizantes «donados» o fecundación artificial porque la intervención no se concreta en el
«comprados»; o realizadas entre personas solteras). Las razones semen, sino en el embrión con posibles peligros para un ser hu-
de esta negativa son prácticamente las mismas que las aportadas mano (el futuro niño) (129), pero los hay también que aceptan la
para desechar la inseminación artificial heteróloga. El deseo de fecundación artificial con tal de que no se prevea con cierta segu-
maternidad/paternidad no tiene coherencia y sentido pleno si no ridad peligros para el nuevo ser.
se realiza y se vive dentro del horizonte humanizador de la pareja. Por nuestra parte, nos colocamos en esta última perspectiva y
Tampoco aceptamos como válidas todas aquellas formas de hacemos nuestra la valoración de Chiavacci: «En cuanto a la fe-
«gestación artificial» en las que el útero normal es sustituido por cundación 'in vitro', prescindiendo de toda intervención manipula-
otro. No entra dentro de una realización auténtica de la materni- dora, nos parece que se puede decir que, abstractamente, in se y
dad el que la esposa busque una «madre huésped» (voluntaria o a per se, los motivos y las condiciones de licitud deben ser las
sueldo) para que realice la labor materna de la gestación. Situa- mismas que para la inseminación artificial: se trata de hecho del
ción distinta sería si un día fuese posible trasplantar con seguridad mismo esquema lógico, y de las mismas confrontaciones de valo-
un embrión del útero de una mujer que está en inminente peligro res. Decimos esto en abstracto: en concreto, hoy nadie ignora que
de muerte o no puede ser salvada sin interrumpir el embarazo al la técnica plantea gravemente el problema moral del riesgo de la
de otra mujer que lo pueda gestar. Háring no tendría «sustanciales muerte y deformación a la que se expone la nueva vida» (130).
objecciones morales» en contra de este último comportamien-
to (126).
Con respecto a la fecundación artificial dentro-del ámbito de la d) Otras formas de intervención especial para vencer la este-
rilidad
pareja para vencer la esterilidad hay que decir que el tema merece
una consideración detallada y que tenga en cuenta muchos fac-
tores (médicos, jurídicos, etc.) (127). Fijándonos exclusivamente Además de la inseminación y de la fecundación «artificiales»,
en la vertiente moral del problema, creemos que la valoración ética existen, y pueden existir en el futuro, otras formas de intervención
es similar a la que se hace con respecto a la inseminación artificial especial para vencer la esterilidad. Recordamos únicamente dos:
homologa, aunque la fecundación/gestación es una realidad de Trasplantes de ovarios: La prensa ha dado la noticia de que se
mayor compromiso que la inseminación. han realizado con éxito trasplantes de ovario y que la mujer-recep-
Partiendo de este presupuesto, la valoración moral de la fecun- tora ha quedado ulteriormente embarazada. El nacido es «hijo
dación artificial que tiene lugar en el ámbito de la pareja como único genético» de la donante, aunque «hijo corporal» de la madre-re-
ceptora.

(125) En el reportaje citado de Gaceta Ilustrada, pp. 61-62.


(128) Cfr. HIGUERA, I. c , 185-194. «Parece, pues, que puede afirmarse
(126) B. HARING, Ethics of Manipularon: Issues in Medicine, Beha-
que la fecundación 'in vitro' tiene los mismos inconvenientes morales de la
viour Control and Genetics (New York, 1976).
fecundación artificial propiamente dicha entre cónyuges, aumentada por otras
(127) Puede verse un estudio muy detallado en G. HIGUERA, La mora-
circunstancias analizadas» (p. 194).
lidad de la fecundación en el laboratorio: H.-R. WEBER-G. HIGUERA,
(129) Así, B. HARING, o. c.
Experimentos con el hombre (Santander, 1973), 159-198.
(130) CHIAVACCI, o. c , 273.
BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 269
268 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

ella» (131). En los textos de Moral causista se solía entender la


Placenta artificial. Según indicaciones médicas, un feto pue-
esterilización (en sus varias concreciones) como una forma de
de ser removido del seno materno y puesto en una incubadora
«mutilación».
cuando tiene veinticinco semanas de vida. Pero no faltan esperan-
zas de éxito a las tentativas hechas para mantener con vida fetos Esa colocación daba la orientación básica a la valoración
humanos expulsados por aborto espontáneo cuando tienen diez moral. La dimensión ética de la «infecundización» se situaba prefe-
semanas. rentemente al nivel «físico» de la intervención correspondiente. La
bondad o maldad moral se deducía a partir de los siguientes
Estas y otras intervenciones humanas para lograr o ayudar la
criterios básicos:
fecundidad humana han de ser valoradas: no a partir de un con-
cepto de «orderl natural» sacralizado, sino mediante un discerni- — el hombre tiene derecho a la integridad física, en la cual
miento de los valores que entran en juego en tales intervenciones. entra la potencia y la función de reproducción;
— únicamente se justifica la intervención humana sobre la po-
tencia y la función de la reproducción si se requiere para el
2. INTERVENCIONES HUMANAS PARA IMPEDIR bien del todo corporal (a partir del principio de «totalidad»
LA TRANSMISIÓN DE LA VIDA HUMANA
o del «doble efecto»).
El problema de la natalidad y de la población tiene perspectivas Juzgamos necesario cambiar de perspectiva para hacer la valo-
mucho más amplias de las que pretendemos abarcar en este mo- ración de las intervenciones humanas que tienen por finalidad la
mento. Desde la «paternidad responsabilizada» hasta la «justicia «infecundización». Los criterios morales no pueden ser deducidos
en la demografía humana», existen muchos problemas técnicos y preferentemente del derecho del hombre a la integridad física, sino
morales en relación con la natalidad. Sospechamos que la moral, más bien de los valores humanos que entran en juego en tales
cuando ha abordado el tema del control de la natalidad, no siem- intervenciones.
pre ha tenido una visión sintética y global del problema. Situado el problema moral no a nivel del «bien físico», sino a
No queremos caer, una vez más, en ese fallo de «reducción nivel del «bien humano», los criterios éticos que han de iluminar
óptica» al tratar los aspectos éticos que entran en juego en las las acciones humanas tendentes a lograr la «infecundización» son
intervenciones humanas que tienen por finalidad impedir la trans- fundamentalmente los siguientes:
misión de la vida humana. La dimensión moral de estas inter-
venciones debe ser entendida a partir de los criterios generales de — el respeto a la decisión personal debe prevalecer frente a
la ética de la natalidad humana. Aunque aquí nos limitamos al todo intento de manipulación y de imposición por parte de
aspecto de la corporalidad, no podemos perder de vista el amplio cualquier autoridad;
panorama moral en que está encuadrado el problema. — la infecundización ha de entenderse y programarse dentro
del marco de una planificación responsable de la natalidad
y no en el ambiente caótico de la irresponsabilidad;
a) Planteamiento exacto del problema moral — las intervenciones humanas en orden a la infecundización
tienen que ser valoradas también a partir del desarrollo ar-
Las intervenciones humanas para impedir la transmisión de la mónico de la persona, teniendo en cuenta el valor de la
vida humana han sido catalogadas en la moral tradicional dentro vida sexual y el equilibrio entre lo corporal y lo psíquico.
del derecho del hombre a la «integridad física». Aun los moralistas
Los criterios señalados pueden servir de orientación para resol-
más críticos, como Sporken, siguen dándole la misma coloca-
ver los problemas morales que plantea la intervención humana
ción; este autor dice de la «infecundización»: «Aquí se trata sin
duda del tema más importante en relación con la integridad física
y las correspondientes intervenciones que pueden hacerse sobre (131) P. SPORKEN, Medicina y ética en discusión (Estella, 1974), 263.
MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
270 BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 271

tendente a impedir la transmisión de la vida. A continuación alu- los motivos que las «indicaron» (134). Por motivos ascéticos, se
diremos a la valoración moral de dos formas de tal intervención. castró uno de los escritores más fecundos de toda la historia
humana (Orígenes). Por motivos de venganza y para que no
continuase la relación amorosa con Eloísa, fue castrado violenta-
b) Castración y esterilización mente Abelardo por un eclesiástico, tío de Eloísa. Las capillas
F. BÓCKLE, Ethische Aspekte der freiwilligen operativen Sterilisa-
musicales romanas practicaron la castración para conservar las
tíon: Stimmen der Zeit 192 (1974), 755-760. Ch. E. CURRAN, voces blancas; la Capilla Sixtina de ios Papas continuó con esta
Sterilization: exposition, critique and refutation of past teaching: costumbre hasta finales del siglo XIX (1884). La esterilización ha
New Perspectives in Moral Theology (Notre Dame, 1974), 194- sido utilizada por los Estados como castigo; los moralistas han
212. P. LUMBRERAS, Controversia: sterilizatío directa aut indirec- discutido su licitud; en esta discusión no estuvo ausente el magis-
ta: Angelicum 41 (1964), 370-379. M. RIQUET, Castración (Ma-
terio pontificio: «En la primera edición oficial de la encíclica Casti
drid, 1951). L. ROSSI, Esterilidad {y esterilización): Diccionario
enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 343-348 (con connubii (1930), Pío XI tomó una clara postura, condenando la
bibliografía). M. SHERIDAN, Sterilization: Social Justíce Rev. esterilización incluso de los delincuentes; pero enseguida hubo de
(1973), 279-283. H. SPRINGBR, Sterilization and artificial insemi- cambiar su posición, ya que en la siguiente edición se dejaba
nation: Theological Studies 31 (1970), 507-509. nuevamente abierta y a la libre discusión de los teólogos la legiti-
midad de la esterilización como pena» (135). La castración tam-
1.°) Nociones. «Por castración se entiende la intervención bién ha sido utilizada con fines terapéuticos: para curar anorma-
operativa consistente en la extirpación de las glándulas sexuales lidades de tipo sexual; la experiencia ha demostrado que no se
(los ovarios o los testículos), o bien la anulación total de las consiguen los resultados deseados.
funciones de estos órganos por otros procedimientos» (132). La En la actualidad se ha dado una profunda variación en las
ablación de las glándulas sexuales tiene repercusiones para el «indicaciones» de la castración y de la esterilización. Por lo que
equilibrio psíquico y somático de la persona, dado el papel que respecta a la primera, la indicación prevalente es la de tipo médi-
desempeñan en la producción de las hormonas del ser humano. co: por razones curativas, se hace a veces indispensable extirpar
De la esterilización se puede hablar en un sentido muy general los ovarios o los testículos. Por el contrario, la esterilización es
y entonces viene a significar todos aquellos procedimientos que practicada no tanto por indicación médica cuanto por indicaciones
tienen por finalidad impedir la procreación. «En un sentido más eugenésicas y sociales (en general, para impedir una procreación
estricto, se entiende por esterilización la intervención operativa no deseada).
mediante la cual se estrangula el conducto del semen o el ovi-
3.°) Valoración moral tradicional. La castración fue valo-
ducto, o bien son sustraídos parcialmente. El acto sexual sigue
rada en la moral tradicional a partir de los criterios empleados para
siendo posible, pero nunca podrá llevar a un embarazo» (133). La
la mutilación. Aunque el hombre tiene derecho a la integridad
sección de los conductos deferentes (vasectomía) y la ligadura de
física, sin embargo cuando la conservación o funcionamiento de
las trompas son los procedimientos más ordinarios para llevar a
algún miembro u órgano constituyen directa o indirectamente una
cabo la esterilización. La esterilización tiene efectos menos impor-
seria amenaza para todo el cuerpo pueden ser amputados o redu-
tantes que la castración para el equilibrio de la persona.
cidos a la incapacidad de funcionamiento si no se dispone de otro
2.°) El hecho de la castración y de la esterilización (pa- medio (136). Esta argumentación es válida en relación con las
sado y presente). La castración y la esterilización han sido un
hecho en la historia de la humanidad. Baste recordar algunos de (134) L. ROSSI, Esterilidad (y esterilización): Diccionario enciclopédico
de Teología Moral (Madrid, 1974).
(135) Ibíd., 345.
(132) Ibíd., 264. (136) Pío XII, Ai participanti al XXVI Congresso della Societá italiana
(133) Ibíd., 266. di Urología (3oct. 1953): AAS( 1953), 674.
272 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 273

glándulas sexuales. De este modo, la castración directa es repro- de releerse de manera atenta, tomando en consideración otros
bada moralmente como una mutilación indebida, mientras que se valores» (140).
acepta moralmente la castración indirecta. Desde las perspectivas señaladas, la castración únicamente
La mecánica moral del principio del «voluntario directo e indi- puede ser justificada por razón del valor integral de la persona:
recto» es también aplicada por la moral tradicional a los casos de cuando lo exija el bien de la salud del individuo. No existen otros
esterilización. La afirmación siguiente de Pío XII resume el parecer valores capaces de «indicar» y cohonestar una intervención huma-
de la moral tradicional y el magisterio oficial de la Iglesia católica: na de tal importancia para el equilibrio integral del hombre.
«La esterilización directa, es decir, la que tiende a hacer imposible Con respecto a la esterilización, es necesario rechazar cualquier
la procreación como fin y como medio, es una violación grave de intervención violenta y manipuladora de la autoridad que tienda a
la ley moral y por consiguiente ilícita» (137). Pablo VI ha vuelto a suplantar la decisión personal de los interesados. Es inmoral toda
recordar esta doctrina en la encíclica Humanae vitae: «Hay que esterilización impuesta y programada, aunque pretenda un razona-
excluir igualmente, como el magisterio de la Iglesia ha declarado ble control de la natalidad. Tampoco se puede acudir a procedi-
muchas veces, la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto mientos esterilizantes para regular la natalidad sin haber agotado
del hombre como de la mujer» (n. 14). las posibilidades de otros métodos de menor influencia para la
4.°) Nuevos puntos de vista en la valoración moral. integridad de la persona. «En la medida en que se disponga de
Creemos, con muchos moralistas actuales, que en la valoración otros métodos seguros y menos radicales, se evitará el recurrir a la
moral de la castración y de la esterilización —lo mismo que en esterilización como método normal. O dicho más concretamente:
otros problemas de la bioética — , ha tenido una importancia deci- si a un matrimonio le puede ofrecer suficiente seguridad el servirse
siva el principio técnico del «doble efecto» (del «voluntario directo de un buen anticonceptivo, sería erróneo y absurdo proceder sin
e indirecto»), cuya utilización, por otra parte, ha situado el" juicio más a la esterilización» (141).
moral en niveles más bien formales y de mecánica ética que en el La esterilización no puede ser considerada como método nor-
plano exacto de la realidad y de los valores humanos. Juzgamos, mal de regulación de la natalidad, a pesar de ciertas propagandas
por lo tanto, que la valoración moral ha de seguir otra metodolo- que quieren hacerlo viable en la sociedad actual. No nos conven-
gía distinta, abandonando el rígido esquema del principio del doble cen los argumentos empleados: eficacia en el control; liberación
efecto, que en nuestro caso resulta insuficiente (138) y no del de tabúes y prejuicios sexuales; facilidad de la operación; etc. Las
todo inteligible para el hombre de hoy (139). soluciones «rápidas» y «eficaces» suelen prescindir de la persona y
Colocado el problema moral a nivel de los valores humanos de su capacidad de hominización. Por otra parte, este procedi-
que entran en juego y no en el terreno formal de los principios miento expeditivo suele con frecuencia estar expuesto a «manipu-
técnicos, estamos de acuerdo con Rossi en que es necesario llegar laciones» por parte de los poderosos con relación a los más débiles.
a un «concepto ético» de esterilización que puede no ser coinci- Por razones de «hominización» y no por prejuicios de un «orden
dente con el «concepto biológico»: «Porque el dato ético, según natural sacralizado» defendemos que la esterilización no puede ser
muchos, no puede reducirse al puro dato biológico, sino que ha considerada como el método normal de control de natalidad.
Sin embargo, pueden darse situaciones en que el único méto-
do aconsejable para conseguir el valor de una natalidad respon-
(137} Pío XII, Alocución a la Unión Católica Italiana de Comadronas: sable (tanto a nivel conyugal como a nivel social) sea la esterili-
AAS 43 (1951), 835-854. Cfr. Casti Connubii: AAS 22 (1930), 564-565; De- zación. En tales situaciones la moral no debiera ofrecer dificulta-
creto del Santo Oficio de 22 de febrero de 1940: AAS 32 (1940), 73; Pío XII, des, ya que lo que se intenta es realizar de una manera respon-
Al Vil Congreso de la Sociedad Internacional de Hematología: AAS 50
(1958), 734-735.
(138) ROSSI, I. c , 347. (140) ROSSI, I. c , 347.
(139) B. HÁRING, Moral y medicina (Madrid, 1972), 92.
(141) SPORKEN, o. c.,269.
18. Etica de la persona
MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 275
274

sable un valor humano. Son bastantes los moralistas actuales que 1.°) Colocación del tema: población; paternidad respon-
aceptan este planteamiento. Háring plantea el problema en tér- sable; control de natalidad; métodos anticonceptivos. El
minos de responsabilidad intraconyugal y lo resuelve del siguiente tema de ia valoración moral de los métodos anticonceptivos hay
modo: «Si un médico competente puede dictaminar, de total que situarlo y estudiarlo dentro de un contexto más amplio: el
acuerdo con su paciente, que para esta persona un nuevo emba- contexto de la problemática que suscita la racionalización de la
razo debe descartarse ahora y siempre, porque sería totalmente población o de la demografía, dentro del cual hay que entender la
irresponsable, y si la esterilización es la mejor solución posible, responsabilidad de los cónyuges en la paternidad. Solamente a
desde un punto de vista médico, no puede ser contra la moral partir de estas dos realidades fundamentales (racionalización de-
médica, ni es contra la «ley natural» (recta ratio). Por ejemplo, si mográfica y paternidad responsable) se puede plantear correcta-
una mujer ha adquirido durante los dos últimos embarazos una mente el tema del control de natalidad con la correspondiente
psicosis de embarazo y no hay esperanza de que su marido actúe valoración de los métodos para lograrlo.
responsablemente, en este caso la ligadura tubárica puede ser el • No corresponde a la moral cristiana proponer «soluciones
único, o al menos el mejor medio de salvar a la madre para el técnicas» al problema de la población. Su misión es la de ilumi-
cumplimiento de su misión como esposa o madre en su situación nar esta realidad desde la proclamación explícita de la dignidad de
ya penosa. Existen muchos casos de parecida gravedad» (142). De la persona y de los valores de una auténtica comunidad humana.
idéntico parecer es Rossi (143). Por su parte, Auer también se He aquí dos criterios fundamentales de esa iluminación:
inclina por esta solución y recuerda la formulación de la Comisión — Es derecho de todo ser humano entrar en la historia y
Pontificia para Problemas Demográficos y Regulación de la Na- formar parte de la «población» con aquellas condiciones y garan-
talidad, que data del verano de 1966: «La esterilización, por ser tías que le posibiliten una vida plenamente «humana». Por eso
una intervención drástica e irreversible en materia de gran impor- mismo, todo nacido tiene derecho a no ser «programado» como
tancia, generalmente debe excluirse como medio responsable de un objeto más de nuestra técnica, sino a ser «amado» con un
evitar la concepción» (144). afecto que se traduzca en posibilidades reales de una auténtica
Sporken prolonga la solución a perspectivas sociales: «Pienso, hominización.
por ejemplo, en una situación extrema en que resulte muy ame- — Es deber de la comunidad humana crear aquellas condicio-
nazadora la expansión demográfica tal como se encuentra en algu- nes que hagan posible una «población» de la tierra cada vez más
nos países desarrollados. Me parece que en tales casos no se justa y una racionalización de la demografía que responda a un
puede condenar sin más una aplicación más generalizada de la proceso de creciente hominización: con el reparto justo de los
esterilización» (145). recursos económicos, con un «habitat» en que sea posible la con-
vivencia familiar, con el equipamiento adecuado de estructuras
c) Métodos anticonceptivos educativas y sanitarias, etc.
F. BÜCKLE, La regulación de los nacimientos. Discusión dentro de • El derecho y el deber de una población cada vez más hu-
la Iglesia: Concilium 1 (1965), 101-129. B. HÁRING, Interpreta- mana se traduce en términos éticos en la normatividad expresada
ción moral de la «Humanae vitae» (Madrid, 1969); La crisis de la por el principio de paternidad responsable tal como lo acepta el
«Humanae vitae» (Madrid, 1970); Paternidad responsable (Madrid, Concilio Vaticano II (146). Los hijos no deben ser fruto de la ins-
1970). A. VALSECCHI, Contracepdón: Diccionario enciclopédico
de Teología Moral (Madrid, 1974), 131-136; Regulación de los
tintividad o de la irresponsabilidad, sino del amor maduro y res-
nacimientos. Diez años de reflexión (Salamanca, 19683). ponsable de los hombres.
Los sujetos principales de la responsabilidad en la paternidad
(142) HÁRING, o. c , 92.
humana son la comunidad conyugal y la comunidad social:
(143) ROSSI, I. c , 347.
(144) A. AUER, Etica y medicina en discusión (Madrid, 1972), 120.
(146) Gaudium et Spes, n. 50, 2.
(145) SPORKEN, o. c , 275.
276 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 277

— Corresponde a la comunidad conyugal (a los esposos) emi- lógico, desde el punto de vista jurídico, etc. Conscientemente nos
tir el juicio último sobre el ejercicio del don de su fecundidad, limitamos a enumerar aquellos métodos más comunes y de mayor
teniendo en cuenta el sentido fecundo de su amor conyugal, los utilización. Entre ellos destacamos los siguientes:
diversos valores que entran en juego (los suyos, los de los hijos — abstinencia periódica: método del calendario; método de la
nacidos o todavía por nacer, etc.), discerniendo las circunstancias, temperatura basal; método combinado;
etcétera (147). — «coitus interruptus»;
— La comunidad social (a través de sus varios servicios: auto- — barreras mecánicas: preservativo, diafragma;
ridades, sociólogos, médicos, psicólogos, etc.) tiene el derecho y
el deber de informar de los aspectos «técnicos» en que los cón- — barreras químicas;
yuges han de tomar la opción procreativa (148), al mismo tiempo — dispositivos intrauterinos (D.I.U.);
que le incumbe la obligación de crear unas condiciones adecuadas — hormonales: pildora, inyecciones.
para el ejercicio justo de la paternidad por parte de los cónyuges. Una consideración «técnica» de los métodos de control de
Las intervenciones de la comunidad social tienen un límite en la natalidad debiera tener en cuenta diversos aspectos: la eficacia, el
dignidad de la persona y en el valor inalienable de sus decisio- coste, la educación requerida para su utilización, las contraindica-
nes (149). ciones, tanto somáticas como psíquicas; la sencillez del uso. To-
* El ejercicio de la paternidad responsable conducirá en mu- dos estos factores son los que indican la mayor o menor valía
chas ocasiones a tener que regular la natalidad. La moral cris- técnica de un método en concreto.
tiana acepta esta regulación, declarando la bondad y la necesidad
de la intimidad conyugal (150). El control de natalidad es una con- 3.°) Valoración moral de los métodos anticonceptivos.
secuencia y aplicación del principio de paternidad responsable y de No queremos volver a recordar el íter de la polémica suscitada
la racionalización de la población. dentro y fuera de la Iglesia en torno a los métodos de control de
natalidad. Frente a la doctrina monolítica de la Iglesia Católica de
Es precisamente en este momento cuando comienza el tema negación rotunda ante los métodos «artificiales» de control de
de los métodos anticonceptivos, sobre el que limitamos nuestra natalidad, se alzaron voces de moralistas antes del Concilio Vati-
atención por el momento. cano II tratando de abrir algunas brechas (151). El Concilio Vati-
2.°) La doble vertiente de los métodos anticonceptivos. cano II se colocó en una línea aperturista, aceptando el principio
La utilización de los métodos para la regulación de la natalidad de paternidad responsable, pero no descendió a la valoración
tiene una vertiente «científico-técnica» y una vertiente «moral». moral de los métodos concretos (152). Esta valoración fue objeto
Aquí nos interesa exponer la dimensión moral; sin embargo, con- de estudio por parte de una Comisión Pontificia especial, cuyos
viene recordar los procedimientos que actualmente existen para miembros se dividieron en dos opiniones expresadas en sendos
controlar la natalidad. documentos no publicados oficialmente, pero suficientemente
conocidos: la mayoría era de signo aperturista (153). La interven-
El estudio de los métodos anticonceptivos supondría un análisis
ción de Pablo VI con la encíclica_«Humanae vitae» y las subsi-
muy diversificado: desde el punto de vista científico-técnico, des-
de el punto de vista sociológico, desde el punto de vista psico-
(151) A. VALSECCHI, Regulación de los nacimientos. Diez años de
(147) Ibíd. reflexión (Salamanca, 19683); M. CUYAS, En torno a la «Humanae vitae».
(148) Gaudium et Spes, n. 87, 3; Populorum progressio. n. 37 (= Oc- 1. La investigación científica previa: Selecciones de libros 6 (1969), 10 ss.
togessima adveniens, n. 18). (152) Gaudium et Spes, n. 51, nota 14.
(149) Gaudium et Spes, n. 87, 3; Humanae vitae, n. 17. (153) VARIOS, Control de natalidad. Informe para expertos. Los do-
cumentos de Roma (Madrid, 1967).
(150) Gaudium et Spes, n. 51, 1.
278 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 279

guientes tomas de postura de las Conferencias episcopales (154) y — Las tomas de postura del magisterio eclesiástico en relación
de los teólogos (155), crearon uno de los problemas intraeclesiales con los métodos de control de natalidad han de interpretarse
más serios e importantes después del Concilio Vaticano II. dentro de esa búsqueda general por encontrar los procedimientos
Superados los nerviosismos propios de un momento de polé- más humanos para regular los nacimientos y realizar así una pater-
mica, podemos resumir del siguiente modo los criterios éticos nidad plenamente responsable. El magisterio eclesiástico, a través
con relación a los métodos de control de natalidad: de una visión integral del hombre, tiene el cometido de orientar
negativa y positivamente el empleo de las soluciones técnicas,
— El ejercicio de la paternidad responsable ha de compaginar- pero no entra en su competencia el señalar dichas soluciones
se con el respeto a la vida humana; por eso mismo es necesario concretas. Pablo VI ha invitado muchas veces «a los hombres de
declarar como inmorales los métodos de control de carácter abor- ciencia a hacer converger sus estudios y sus realizaciones para
tivo. Más arriba hemos expuesto también cómo es necesario va- favorecer una sana regulación de la procreación humana», y ha
lorar el uso de la esterilización como método de control de na- señalado que el criterio de sus intervenciones ha sido «defender
talidad. sin tregua la vida humana, don inestimable de Dios, y las leyes
— La normativa moral de los diversos métodos anticoncep- sagradas que la rigen» (158). Si, a pesar de esta interpretación del
tivos ha de sobrepasar una consideración puramente «instintiva» magisterio eclesiástico, surgen para los católicos auténticos «con-
(156) y puramente «biologicista» de la sexualidad humana, y ha de flictos de conciencia» en relación con la utilización de ciertos
ser buscada en una visión integral, tanto del matrimonio como del métodos proclamados por la misma moral cristiana, seguirá siendo
amor humano (157). En este sentido, parecen objetivas las críticas válido siempre el principio básico de la inviolabilidad de la conciencia
que se han hecho a la noción de «naturaleza» y de «artificialeza» moral (159).
que utiliza la doctrina tradicional de la Iglesia hasta la encíclica
«Humanae vitae». Por otra parte, esta doctrina tradicional se basa — Prescindiendo de estas situaciones conflictivas, la utilización
en una consideración excesivamente «procreatista» del matrimonio. de los métodos estrictamente anticonceptivos (no abortivos, ni
esterilizantes) ha de ser objeto del libre y responsable discerni-
— Los métodos actuales no reúnen, a juicio de los técnicos, miento de los cónyuges. Tal discernimiento ha de atender a
una bondad absoluta. No existe, por el momento, un método que diversos factores: «su eficacia habrá de acomodarse al grado de
tenga todas las ventajas arriba señaladas: eficacia, poco coste, urgencia con que debe ser evitado, temporal o permanentemente,
eliminación de contraindicaciones, etc. Por otra parte, la moral un nuevo embarazo; si es posible elegir entre varios procedi-
cristiana no es competente para entrar en las soluciones meramente mientos, se escogerá el que entrañe menos elementos negativos y
técnicas del problema. Por eso mismo, es incoherente y arriesgado exprese adecuada y suficientemente el amor mutuo; a la hora de
inclinar la valoración moral por un método determinado. elegir los medios también juega la disponibilidad concreta en una
determinada región o en un momento dado o para un matrimonio
(154) E. HAMEL, Conferentiae episcopales et Encyclica HV: Periódica determinado; pero sobre todo deberán tener en cuenta, los cón-
58 (1969), 243-349; M. CUYAS, En tomo a la «Humanae vitae». 2. Decla- yuges, que la entrega y la procreación sólo se entienden recta-
raciones episcopales: Selecciones de libros 6 (1969), 249-318. mente como expresión y realización de un auténtico amor personal»
(155) M. CUYAS, En torno a la «Humanae vitae». 3. Algunos libros:
Selecciones de libros 6 (1969), 318-390.
(156) Cfr. Mater et Magistra, n. 193.
(157) Gaudium et Spes, n. 51, 3: «Cuando se trata, pues, de conjugar el (158) PABLO VI, Alocución a la XXV Asamblea de la Federación
amor conyugal con la responsable transmisión de la vida, la índole moral de la Internacional Farmacéutica y al XXXIV Congreso Internacional de Cien-
conducta no depende solamente de la sincera intención y apreciación de los cias Farmacéuticas (septiembre de 1974).
motivos, sino que debe determinarse con criterios objetivos tomados de la (159) «En el análisis final, la conciencia es inviolable, y el hombre no debe
naturaleza de la persona y de sus actos, criterios que mantienen íntegro el ser forzado a actuar de forma contraria a su conciencia, como afirma la tra-
sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el dición moral de la Iglesia» (Documento de la Sagrada Congregación para el
amor verdadero.» Clero con ocasión del «caso Washington»: Ecclesia 1.598, 1 de julio de 1972).
280 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 281

(160). Teniendo en cuenta estos y otros aspectos, cualquier 2.° Criterios éticos de la manipulación genética.
método anticonceptivo de los arriba señalados puede ser utilizado 3.° Eugenesia y moral.
desde un punto de vista . ,ioral. 4.° Programación cerebral del hombre.

IV 1. EXPERIMENTACIÓN HUMANA EN MEDICINA:


VALORACIÓN MORAL
EXPERIMENTACIÓN, PROGRAMACIÓN Y MANIPULACIÓN
B. BARBER-J. J . KELLEY, Research on Human Subjects: Problems
DEL H O M B R E : V A L O R A C I Ó N ETICA of Control in Medical Experimentation (New York, 1973). G.
BOURGEAULT, Experimentation húmame et manipulation de
l'homme: Relations 34 (1974), 240-244. I. J . CONNELL, Medical
La ética de la corporalidad tiene que enfrentarse con un con- Experimentation on condemned Crimináis: American Ecclesiastical
junto de problemas que giran en torno a estas palabras: experi- Review 140 (1959), 199-201. E. DE SOUZA, The Ethics of Hu-
mentación, programación, manipulación. Pocos ámbitos de la vida man Experimentation as Viewed by a Basic Scientist: Cath. Me-
humana están tan sometidos a la intervención manipuladora del dical Quarteriy (1973), 173-177. P. A. FREUND (ed.), Experimen-
tation with human Subjects (London, 1972). S. GERAGHTY,
hombre como la biología humana. Podemos decir que nos encon-
Etica en la experimentación médica: Estudios 50 (1961), 180-185.
tramos ante la más seria ambigüedad de la raza humana: tiene en J . KATZ, Experimentation with Human Beings (New York,
sus manos un poder tan amplio como su misma realidad, ya que 1972). F. PEIRO, La experimentación médica a la luz de un
puede programarse a sí misma, interviniendo en la misma fuente documento pontificio: Revista Española de Derecho Canónico 7
de la vida. (1952), 951-956. G. PERICO, Experimentación clínica: Dicciona-
rio enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 370-379. VA-
Por otra parte, los temas no se plantean más que en sus RIOS, La experimentación humana en medicina (Madrid, 1950).
«comienzos». El presente no hace más que iniciar un futuro cada L. VILLA, Etica e deontología delta sperimentazione (Torino,
vez más audaz. Tanto es así que el hombre actual tiende a perder 1966). A. W . VON EIFF-F. B0CKLE, El experimento en la inves-
la capacidad de asombro ante los avances de la técnica humana. tigación clínica: Concilium 65 (1971), 237-251. H.-R. WEBER-
G. HIGUERA, Experimentos con el hombre (Santander, 1973)
Ante esa realidad, ¿cómo puede ser planteada la moral? Cree- (con bibliografía en pp. 149-155).
mos que la instancia ética ha de acompañar y, en cierta medida,
preceder todos los avances técnicos, sobre todo los que se refie-
ren a la constitución del mismo hombre. Sin embargo, la metodo- a) La experimentación: hecho científico y realidad moral
logía moral no está preparada todavía para afrontar con mirada
prospectiva los problemas del presente y del futuro. Habituada a 1.°) Necesidad de la experimentación. Los progresos de la
emitir juicios sobre realidades existentes, la moral se encuentra en medicina no son imaginables sin el desarrollo de las ciencias natu-
gran penuria para afrontar la dimensión ética de los nuevos pro- rales. Ahora bien, el fundamento del progreso científico es el
blemas relacionados con la biología humana. experimento; la experimentalidad cuenta entre las propiedades
A pesar de tales dificultades, se hace ineludible tener que más sobresalientes de la ciencia moderna. Por eso mismo el
formular un discernimiento ético sobre los problemas que plantea progreso de la medicina tiene que apoyarse en la experimentación.
la tecnología aplicada al terreno de la corporalidad humana. Con- La razón empírica de la medicina postula la necesidad del expe-
cretamente nos vamos a referir en este apartado a los puntos rimento.
siguientes: Pero no bastan los experimentos sobre organismos inferiores al
1.° Experimentación humana en medicina: su valoración moral. hombre. El paso a lo humano supone un riesgo inédito. De ahí
que deba situarse la experimentación al mismo nivel de lo humano
(160) AUER. I. c , 172. en el que van a tener su finalidad los progresos pretendidos. «Para
282 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 283

adquirir conocimientos aplicables a los seres humanos, a fin de una tentativa» (164). Se trata de la experimentación inespecífica
cuentas, no nos queda más remedio que observar y experimentar que acompaña a todo tratamiento.
en esos mismos seres humanos. Los experimentos en animales, la El experimento propiamente dicho se define por unos
fisiología comparada y otros procedimientos preliminares, son rasgos específicos, que provienen de la intención y de los métodos
útiles y necesarios, pero no pueden reemplazar la observación y la de la experiencia. Es una auténtica investigación clínica, «que
confirmación de la respuesta humana a los nuevos métodos tera- tiende a verificar o constatar determinadas hipótesis o intuiciones,
péuticos» (161). relativas a la aplicación al hombre de nuevos fármacos y de
La moral tiene que constatar inicialmente que el progreso de la técnicas aún no probadas en seres humanos» (165).
medicina, con sus múltiples beneficios para la humanidad, se debe La experimentación humana puede dividirse en:
en gran medida a los experimentos. Aunque no todas las investi- — experimentación no-terapéutica (simple experimentación):
gaciones y experimentos promueven el progreso, no se puede cuando se realiza al margen de la acción directa e inmedia-
dejar de reconocer el gran valor de la investigación y de la expe- tamente terapéutica, aunque últimamente tenga una finali-
rimentación. El reconocimiento del valor de la experimentación dad curativa (tratando de encontrar nuevas técnicas de
nos parece la mejor actitud inicial para proyectar un discernimiento curación);
ético sobre esta realidad (162). El cerrarse a toda investigación y a — experimentación terapéutica: cuando se realiza juntamente
todo experimento no es la actitud correcta y coherente con una
con la acción directa e inmediatamente terapéutica; reviste
cosmovisión humano-cristiana que cree en el proceso de una
dos formas básicas:
humanización cada vez más creciente (163).
• experimentación en la medicación;
2.°) Noción y tipos de experimentación. Nos colocamos • experimentación en la intervención quirúrgica (166).
en el terreno humano y hablamos, por tanto, de la experimenta-
ción humana. Situados en este nivel, hemos de afirmar que todo 3.°) Formas reales de experimentación (históricas y actua-
tratamiento terapéutico lleva consigo una dosis de experimenta- les). La experimentación clínica con el hombre es un dato de
ción, ya que «todo sujeto enfermo sometido a tratamiento com- la realidad. En la historia se recuerdan diversas formas de experi-
porta un modo individual de capacidades reactivas y de modalida- mentación clínica: experimentos sobre personas sanas (previa su
des bioquímicas en respuesta a los fármacos, que exponen fatal- aceptación); experimentos sobre encarcelados; experimentos sobre
mente al experto y a toda su terapia o intervención a un cierto condenados a muerte (167). Los experimentos sobre seres huma-
margen de riesgo. En este sentido, al menos bajo algún aspecto nos llevados a cabo por los nazis constituyen un capítulo especial
y en cierta medida, toda iniciativa en el campo clínico viene a ser en la degradación de la conciencia moral de la humanidad (168).
En la actualidad se siguen realizando experiencias con el
(161) H.-R. WEBER, Experimentos con el hombre (Santander, 1973),
hombre. La humanidad sigue sacrificando la integridad y hasta la
29. vida de seres humanos por una falsa comprensión de la investiga-
(162) Cfr. B. HARING, Moral y medicina (Madrid, 1972), 202. ción y del progreso científico (169).
(163) Ch. E. CURRAN hace este reproche a la moral católica: «La doctrina
moral católica no ha sido favorable a la experimentación. La certeza con que (164) G. PERICO, Experimentación clínica: Diccionario enciclopédico de
algunas acciones se han propuesto como inmorales (si no se hubiera ignorado Teología Moral (Madrid, 1974), 370.
ampliamente) hubiera impedido multitud de experimentos médicos útiles... (165) Ibíd., 370.
Una creencia rígida en la certeza absoluta de la inmoralidad de los procedi- (166) Puede verse otra forma de clasificación de la experimentación en:
mientos médicos hace muy difícil a los científicos católicos la experimentación WEBER, o. c , 30-31.
y el progreso médico. En el futuro los teólogos católicos habrán de ser más (167) Ver detalles en PERICO, I. c , 371-372.
prudentes al insistir en que algunas acciones son ciertamente y siempre inmo- (168) Ibíd., 372.
rales» (Normas absolutas y ética médica: ¿Principios absolutos en Teología (169) Cfr. J . GAFO, Experimentación y manipulación del hombre:
Moral? Santander. 1970 , 113). Vida Nueva 911 (15 de diciembre de 1973), 23-31.
284 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 285

4.°) La dimensión ética de la experimentación humana. b) Código módico sobre los experimentos: Declaración de
Urge, pues, someter a discernimiento ético la realidad de la experi- Helsinki
mentación con el hombre. «Mientras que el experimento afecta
sólo a la realidad extrahumana, no plantea —al menos directa- Con motivo del proceso de Nüremberg fue elaborado un
mente— ningún problema ético. El problema comienza a plan- código médico para servir de base en orden al procesamiento de
tearse cuando el hombre mismo aparece como objeto de las los científicos e investigadores que hicieron e hiciesen experiencias
ciencias naturales. En el ámbito de la moderna medicina ello es, criminales con los seres humanos: Triáis of War Crimináis before
empero, ineludible. Más aún, podemos decir que todas las cues- the Nüremberg Militan/ Tribunals under Control Council Law,
tiones de la ética médica tienen su raíz en último término en el número 10, vol. II (Washington, 1949), 181 ss.
hecho de que el objeto tratado con el método fundamentado por
Una codificación más madura y menos partidista es la
las ciencias naturales se enfrenta al médico como un sujeto, como
declaración de Helsinki: «recomendaciones para guiar a los mé-
una persona. Existe una nueva conceptualización que expresa esto
dicos en la investigación clínica», resolución adoptada por la XVII
claramente: se habla aquí, en efecto, de 'antropotécnica'» (170).
Asamblea Médica Mundial (junio de 1964) de la Asociación Médi-
La experimentación médica se convierte en un problema ético ca Mundial. Dada la «rectitud sólida de este documento» (172), lo
de gran importancia. «La técnica manipulada no sólo tiene que recogemos a continuación:
enjuiciarse a sí misma por un control constante de su eficiencia,
sino que tiene también que preguntarse si puede seguir libremente
DECLARACIÓN DE HELSINKI
la tendencia que le es inmanente. Precisamente porque debemos
al progreso científico una cosificación radical del objeto, hay que
plantearse la cuestión de hasta qué punto es posible y adecuada Introducción
esta cosificación, de tal manera que ella no nos haga perder de
vista el fin en sentido propio, el mejoramiento de la conditio La misión del médico es salvaguardar la salud de los hombres.
humana en su más amplio sentido... De aquí que el experimento Su ciencia y su conciencia están dedicadas al cumplimiento de
médico con el hombre y en el hombre haya de ser considerado, esta misión.
por principio, como problemático. Sus límites no han de verse tan La Declaración de Ginebra de la Asociación Médica Mundial
sólo en sus posibilidades de realización técnico-científica. De otro liga ai médico con las palabras: «La salud de mi paciente será mi
lado, no debe tampoco delimitarse, en principio, el experimento primera preocupación», y el Código Internacional de Etica Médica
respecto a la terapia, teniendo solo a ésta última como lícita. El declara que «cualquier acto o consejo que pueda debilitar la resis-
progreso en la terapia descansa, necesariamente, en el experi- tencia mental o física de un ser humano únicamente puede ser
mento. Por esta razón nos son precisos criterios que nos permitan empleado en interés de él mismo».
trazar dentro del experimento mismo un límite entre lo lícito y lo
Puesto que es esencial que los resultados de laboratorio sean
ilícito» (171).
aplicados a seres humanos para un conocimiento científico supe-
El paso de la experiencia del laboratorio o del animal al hombre rior y para ayudar a la humanidad sufriente, la Asociación Médica
constituye algo tan decisivo para la persona que requiere un dis- Mundial ha preparado las siguientes recomendaciones, como una
cernimiento ético. A continuación expondremos un conjunto de guía para todo médico en la investigación clínica. Hay que sub-
principios para realizar la valoración moral. rayar que las recomendaciones delineadas son solamente una guía
para los médicos de todo el mundo. Los médicos no son exonera-

(170) A.-W. VON EIFF-F. BÜCKLE, El experimento en la investigación


clínica: Concilium 65 (1971), 245. (172) HARING, o. c , 203. Ver las adiciones y omisiones que introduce
(171) Ibíd., 247. WEBER, o. c , 49-55.
286 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 287
dos de su responsabilidad criminal, civil y ética, según las leyes de una explicación plena. En caso de incapacidad legal del
sus países. paciente, debe ser conseguido también el consentimiento
En el campo de la investigación clínica debe reconocerse una del tutor legal; en el caso de incapacidad física, el permiso
distinción fundamental entre la investigación clínica, en la que el del tutor sustituye al del paciente.
fin es, esencialmente, terapéutico para el paciente, y la investiga- 2. El médico puede combinar la investigación clínica con el
ción clínica cuyo objeto esencial es meramente científico y sin cuidado profesional, siendo el objetivo la adquisición de
valor terapéutico para la persona sometida a la investigación. nuevo conocimiento médico, sólo en la medida en que la
investigación clínica sea justificada por su valor terapéutico
para el paciente.
A. Principios fundamentales

1.La investigación clínica debe ajustarse a los principios C. Investigación clínica no terapéutica.
morales y científicos que justifican la investigación médica
y debe estar basada en experimentos de laboratorio, reali- 1. En la aplicación puramente científica de la investigación
zados con animales, o en otros hechos científicamente esta- clínica llevada a cabo en un ser humano, es obligación
blecidos. del médico seguir siendo el protector de la vida y de la
2. La investigación clínica debe ser dirigida solamente por salud de la persona en la que se está realizando la inves-
personas cualificadas científicamente y bajo la supervisión tigación clínica.
de un médico cualificado.
2. La naturaleza, el fin y el riesgo de la investigación
3. La investigación no puede llevarse a cabo legítimamente clínica deben ser explicados al sujeto por el médico.
si la importancia del objetivo no está en proporción con el
riesgo inherente para la persona sujeta a la investigación. 3a. La investigación clínica en un ser humano no puede ser
emprendida sin su libre consentimiento después de que
4. Todo proyecto de investigación clínica debe ser precedido ha sido informado; si él es legalmente incompetente,
de una cuidadosa valoración de los riesgos inherentes en debe obtener el consentimiento del tutor legal.
comparación con los beneficios previsibles para el sujeto o
para otros. 3b. El sujeto de la investigación clínica debe estar en un
estado mental, físico y legal tal que sea hábil para ejercer
5. Precaución especial debe ejercerse por el médico al realizar
su poder de elección.
una investigación clínica en la que la personalidad del
sujeto sometido a la investigación está expuesta a altera- 3c. El consentimiento, por lo general, debe obtenerse por
ciones a causa de drogas o del procedimiento experimental. escrito. Sin embargo, la responsabilidad de la investiga-
ción clínica siempre está en el investigador, y nunca recae
en el sujeto, aun después de obtenido el consentimiento.
B. La investigación clínica combinada con el cuidado profesional
4a. El investigador debe respetar el derecho de toda persona
1. En el tratamiento de una persona enferma, el médico debe a salvaguardar su integridad personal, especialmente si el
ser libre para usar una medida terapéutica nueva, si a su sujeto está en una relación de subordinado respecto del
juicio ofrece esperanza de salvar la vida, restablecer la investigador.
salud o aliviar el sufrimiento. 4b. En cualquier momento, durante el desarrollo de la investi-
Si es posible, de acuerdo con la psicología del paciente, gación clínica el sujeto sometido a ella o su tutor debe
el médico debe obtener el consentimiento del enfermo ser libre para retirar la autorización a proseguir la inves-
libremente dado después que le haya sido proporcionada tigación.
BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 289
288 MORAL DE ACTITUDES II. .ETICA DE LA PERSONA

4c. El investigador o el equipo debe interrumpir la investiga- nace de la libre disposición del sujeto sobre sí mismo. «Nadie
ción si a juicio del investigador o del equipo puede ser puede entrometerse en su esfera, sin recibir de él específica auto-
dañosa para el individuo si se continúa. rización; él es el único responsable de los compromisos asumidos
frente a sí mismo, frente a la comunidad y frente a Dios; nadie
puede sustituirlo en sus acciones. Sólo en el caso de que sus
capacidades arbitrales (inteligencia, razón, crítica, perdieran su efi-
c) Valoración moral de la experimentación humana
ciencia, será posible sustituirlo en sus elecciones, en línea con sus
Para los católicos tiene importancia la Alocución de Pío XII (14 auténticos intereses. Por obvia presunción jurídica, se considera
de septiembre de 1952) a los participantes del I Congreso Interna- como tal sustituto al pariente, al tutor o eventuales delegados;
cional de Patología Cardíaca y Sistema Nervioso sobre las fron- sólo en el caso de que éstos no estén disponibles o en circuns-
teras éticas de la investigación médica y métodos de tratamien- tancias de urgencia, el consentimiento del sujeto podrá presu-
to (173). Teniendo en cuenta este magisterio de Pío XII y la mirse, con tal de que se haga a su favor; cabe incluso que dicho
reflexión moral actual exponemos la valoración moral de la expe- consentimiento contraríe la elección irresponsable del paciente
rimentación humana en dos momentos: que, por razones de inconsciencia o de miedo, rechaza la inter-
vención salvadora» (175).
1.°) Valores a tener en cuenta. Para hacer un discerni- Sin embargo, hay que tener en cuenta que el sujeto no puede
miento coherente de la experimentación humana es necesario disponer arbitrariamente de sí mismo. Un interés injustificado del
tener en cuenta un conjunto de valores, que sintetizamos en los paciente no justifica cualquier investigación o tratamiento. Pío XII
tres criterios siguientes: recuerda que «el paciente no puede conferir más derechos que los
— El supremo criterio para discernir sobre la moralidad de un que él mismo posee. En lo que concierne al paciente, él no es
experimento es la consideración del hombre como Persona. dueño absoluto de sí mismo, de su cuerpo, de su espíritu. No
Toda experimentación que convierta al ser humano en «objeto» no puede, por tanto, disponer libremente de sí mismo, como a él le
tiene la garantía de la autenticidad humana. Únicamente tiene plazca» (176).
sentido aquella experimentación que acepte y prosiga la dignidad — La dignidad de la persona y el respeto a su libre decisión
inalienable de la Persona. han de entenderse no en contexto individualista (quizás aparezca
No existe ningún otro valor que justifique el reducir al hombre excesivamente marcada esta óptica en la alocución citada de
a «objeto». Ni siquiera el valor de la ciencia: «porque la ciencia no Pío XII) sino dentro de una consideración comunitaria. La vi-
es el valor más alto al que todos los otros órdenes de valores (o sión totalizante de la Persona engloba: a) la totalidad corpórea-
en un mismo orden de valor, todos los valores particulares) están espiritual; b) y la realización del ser total del hombre en la comu-
sometidos» (174). nidad de personas.
A partir de la vocación integral del hombre hay que ponderar lo Tratando de juntar este criterio con los anteriores, podría
que Pío XII llama «límites morales» a la investigación y métodos formularse un único principio del siguiente modo: «en primer lu-
médicos y cuya exposición constituye el contenido de la alocución gar, que la justificación de experimentos con el hombre sólo
arriba mencionada. puede fundarse en la preocupación por el bien de este mismo
hombre, y en segundo lugar, que este hombre no debe ser enten-
— Respetado el valor absoluto del hombre en cuanto Per- dido individualísticamente, como si la experimentación con el
sona, un experimento no se puede llevar a efecto si la decisión no hombre tuviera su justificación justamente en el provecho que
podría derivarse de ella para este individuo. Persona, en efecto,
(173) AAS 44 (1952), 779-789 = Ecclesia 12, II (1952), 342-345 ( = M.
ZALBA-J. BOZAL, El magisterio eclesiástico y la medicina (Madrid,
1955), 220-237). (175) PERICO, I. c , 373.
(174) PIÓ XII, en: ZALBA-BOZAL, o. c , 223. (176) En: ZALBA-BOZAL, o. c , 224-225.
19. Etica de la persona
290 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 291
dice más que sustancialidad individuada. Persona es un con- guros, para experimentar otro medicamento; bien, exponién-
cepto social, y en su definición entra esencialmente su relación... dole a efectos secundarios no deseados;
La moral católica debería, a nuestro parecer, partir más consecuen- b) que sea otorgado el libre consentimiento por parte de la
temente de este concepto de persona. Muchas fórmulas tradicio- persona objeto del experimento.
nales de los manuales, y también de la autoridad eclesiástica,
parten todavía de una visión excesivamente individualista del — Cuando se trata de una experimentación no-terapéu-
hombre. Ello se debe en parte a la preocupación por la integridad tica. Si los experimentos con hombres sanos o enfermos no se
corporal y ética del individuo» (177). realizan en beneficio directo de estos mismos, trascendiendo en
todo caso la consideración individual y personal del hombre, tales
Es cierto que ninguna autoridad puede imponer al hombre experimentos sólo pueden ser aceptados con las siguientes garan-
formas de experimentación como contribución al bien común, y es tías (182):
cierto que no se aplica aquí el «principio de totalidad» (178). Sin
embargo, no puede dejar de ponderarse la contribución que todos a) consentimiento libremente dado por el sujeto;
los hombres han de aportar al bien común de la humanidad. En b) no puede exponerse el valor de la vida o de la integridad
este sentido, «el derecho a la libre decisión no encierra de por sí, psicosomática;
sin más la libertad ética de negarse al experimento. Al contrario, c) ha de existir proporción entre el posible daño producido por
en determinadas circunstancias existe la obligación ética, es decir, el experimento y el bien que se pretende;
un deber de participar en trabajos de investigación necesarios para
d) posibilidad de interrumpir el experimento cuando el sujeto
el bien de la comunidad humana. A nuestro entender es un impe-
voluntario lo solicite;
rativo urgente de nuestro tiempo, en lugar de manifestarse unila-
teralmente contra manipulaciones en los medios clínicos, adquirir e) de la operación experimental ha de excluirse toda circuns-
conciencia también en este terreno de la obligación social y, por tancia de carácter inmoral u ofensiva a la dignidad del
medio del interés y de la participación, hacer imposible toda sujeto voluntario.
influencia 'manipulativa', es decir, alienante de la libertad» (179). — No se puede someter a experimentación la vida humana.
Por este motivo es necesario descartar como inmorales las expe-
2.°) Situaciones concretas. Los valores que acabamos de riencias indiscriminadas con la fecundación humana «in vitro»
señalar son criterios para descubrir la instancia moral de las distin- (183).
tas situaciones en que puede ser sometido el hombre a experimen-
tación clínica. No juzgamos necesario entrar en una casuística
detallada (180). Únicamente queremos hacer las anotaciones si- 2. CRITERIOS ÉTICOS DE LA MANIPULACIÓN GENÉTICA
guientes:
— Cuando se trata de una experimentación terapéutica. E. BONÉ, Quelques thémes actuéis de bioéthique: manipulation de
Por lo que respecta a la experimentación de nuevos medicamentos l'homme et expérimentation sur l'homme: Revue Théologique de
y nuevas prácticas médicas que se realizan en orden a la curación Louvain 6 (1975), 412-437; La préocupation bioéthique dans les
pays anglosaxons: Revue Théologique de Louvain 4 (1973), 340-
inmediata del paciente hay que salvar estos valores (181): 356. M. BURNET, Genes, sueños y realidades (México, 1976).
a) no causar daño al paciente, ya que ésta es la ley supre- E. CHIAVACCI, Problemi mora/i de/la manipolazione dell'uomo
ma de toda terapia: bien, privándole de los medicamentos se- con part¡colare riguardo alia sperimentazione in embriología: Me-
dicina e Morale (Roma, 1970), 47-71; Riflessioni per una mora/e
(177) EIFF-BOCKLE, a. c , 250-251. della manipolazione dell'uomo: Rivista di Teología Morale 8
(178) En: ZALBA-BOZAL, o. c , 229-234. (1970), 13-28; Problemi mora/i della manipolazione genética: Studi
(179) EIFF-BOCKLE, a. c , 251.
(180) Remitimos a PERICO, I. c , 375-378. (182) PERICO, I. c , 377.
(181) EIFF-BOCKLE, a. c , 238-245. (183) E. CHIAVACCI, Studi di Teología Morale (Assisi, 1971), 282-283.
292 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 293

di Teología Morale (Assisi, 1971), 268-288. Ch. E. CURRAN, en el campo de la manipulación genética y haremos una valora-
Theology and Genetícs: A Multi-faceted Dialogue: Ecumenical ción general de las mismas.
Studies 7 (1970), 61-89; Moral Theology and Genetícs: Cross Cur- Con este término de manipulación genética comprendemos
rents 20 (1970), 64-82. J . FLETCHER, Ethical Aspects of Genetíc
todo el conjunto de intervenciones especiales del hombre en rela-
Control: New England Journal of Medicine 285 (1971), 776-783.
L. GEDDA, La manipolazione deH'uomo con partlcolare r¡guardo ción con los fenómenos de la reproducción y de la herencia (184).
alia sperimentazione in embriología: Medicina e Morale (Roma, Más arriba, ya hemos hecho referencia a algunas de las interven-
1970), 39-46. M. GUSTAFSON, Basis Ethical Issues in the Bio- ciones especiales del hombre para favorecer la fecundidad hu-
Medical Fields: Soundings 53 (1970), 151-180. M. HAMILTON mana: inseminación artificial, fecundación artificial, gestación arti-
(editor), The New Genetícs and the Future of Man (Grand Ra- ficial. Aquí visualizamos el tema desde la perspectiva de la mani-
pids, 1973). L. KASS, Making Babies, the New Biology and the
'Oíd' Morality: The Public Interest, Winter (1972), 18-56. K.
pulación: en orden a lograr una mejora o una transformación de la
KAUFMANN, Der Menschenmacher. Die Zukunft der Menschen reproducción y de la herencia.
in einer biologisch gesteuerten Weft (Hamburg, 1964). M. LIP- Antes de entrar en el desarrollo del tema nos parece conve-
KIN-P. T. ROWLEY (ed.), Genetíc Responsability: On Choosing niente precisar tanto la terminología como el contenido relacio-
our Children's Genes (New York, 1974). P. OVERHAGE, Experi-
ment Menschheit. Steuerung der menschlichen Evolution (Frank-
nados con la llamada «manipulación genética». Se constata una
furt, 1967). K. RAHNER, Zum Problem der genetischen Manipu- gran fluidez al respecto, fluidez que con frecuencia condiciona
la tion: Schriften zur Theolog'ie (Zurich, 1967), 286-321. P. RAM- negativamente la comprensión de la realidad (185).
SEY, El hombre fabricado (Madrid, 1973). A. ROSENFELD, El Hablar de «manipulación» en relación con las intervenciones
hombre futuro (Caracas, 1970). L. ROSSI, Le manipolazioni gene-
tiche suH'uomo: Problemi di morale oggi (Assisi, 1971), 141-153.
especiales del hombre en el campo de la genética parece que es
H. ROTTER, Die Manipulation des Menschens: Arzt und Christ 16 partir de una valoración peyorativa de las mismas. Es necesario
(1970). J . RUBIO, Recientes avances en ingeniería genética: Ra- evitar esa ambigüedad inicial. Los conocimientos y los tratamien-
zón y Fe 934 (1975), 251-269. H. RYFFEL, Probleme der Bio- tos genéticos pueden ser utilizados incorrectamente, tanto a nivel
technik in soziologischer Sicht: Arzt und Christ 11 (1965), 193- individual como a nivel social; pero también pueden servir para el
212. P. STEFANINI, Aspetti eticí delta sperimentazione clínica:
desarrollo del proceso de humanización. De ahí que en lugar de
Medicina e Morale (Roma, 1970), 19-25. G. R. TAYLOR, La revo-
lución biológica (Barcelona, 1971). Theological Studies 33 (1972) «manipulación» podría hablarse de «intervención genética».
número 3: «Genetic Science and Man»: R. ROBLIN, «Some Re- Otros emplean el término de «control genético»^ Aquí seguiremos
cent Development in Genetics», 401-410; M. LAPPÉ, «Moral Obli- utilizando el término de «manipulación genética,», aunque lo enten-
gation and the Fallacies of 'Genetic Control'», 411-427; J . FLET- demos sin la connotación negativa.
CHER, «The Brink: the Parent-Child bond in the genetic Revo-
lution», 457-485; R. A. McCORMICK, «Genetic Medicine: Notes La adjetivación de «genética» delimita el campo de la inter-
on the Moral Literature», 531-552. A. VALSECCHI, Considerazio- vención: se refiere a la aplicación sobre el hombre de los cono-
ne sulla problemática morale delta sperimentazione clínica: Anime cimientos genéticos. En este sentido preciso no entran las «tec-
e Corpi 32 (1970), 379-390; Principí etici generali sulla sperimen- nologías» o intervenciones especiales del hombre en los mecanis-
tazione clínica: Medicina e Morale (Roma, 1970), 27-38. VARIOS, mos de reproducción humana, tales como la inseminación artificial
Ciba Symposium. Man and his future (London, 1973). F. WAG-
NER (Hrgb.), Das Problem der genetischen Manipulierung des
o la fecundación «in vitro».
Menschen (München, 1969). Delimitado así el campo de las «intervenciones genéticas» se
puede hablar de manipulación genética en clave de terapia y,
entonces, recibe el nombre de «terapia genética» (o. «cirugía ge-
El tema a desarrollar en este apartado reviste una gran com-
plejidad, tanto desde el punto de vista científico-técnico como (184) G. B. GARBELLI, Manipulación e investigación biológica: Dic-
desde el punto de vista de la valoración moral. Dada la orientación cionario enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 625.
de este libro —no dirigido a especialistas de la ciencia médica—, (185) J . RUBIO, Recientes avances en ingeniería genética: Razón y
recogeremos algunos datos referentes a las posibilidades actuales Fe 934 (nov. 1975), 254-257.
294 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 295

nética»), o en clave de transformación, y entonces recibe el nom- 2.°) Posibilidades actuales. «Tras la 'época de la física',
bre de «ingeniería genética». que ha marcado la primera mitad de nuestro siglo, con el descu-
brimiento de los misterios del átomo, la desintegración nuclear y
sus aplicaciones, hemos entrado en la que podría denominarse la
a) La manipulación genética: finalidad y posibilidades 'era de la biología'. Las conquistas más recientes de las modernas
disciplinas bioquímicas y biológicas son el resultado de una apa-
sionante investigación y comprensión de los mecanismos celulares
1.°) Finalidad perseguida. Podemos concretar en los si-
más íntimos, y ofrecen a la humanidad un poder inimaginable
guientes intereses la finalidad perseguida por las intervenciones del
hace tan sólo algunos años, hasta tal punto que no se puede
hombre en el campo de la genética:
excluir que el hombre llegue a incidir sobre los mecanismos más
— En primer lugar, es obvio que la manipulación genética es íntimos y delicados que sustentan la base de la vida, e incluso
utilizada como un instrumento eficaz en orden a la investiga- llegue a poder cambiar, para bien o para mal, la misma humanidad
ción. Los avances científicos y técnicos se pueden realizar de una y los restantes seres vivientes» (186).
manera más rápida mediante la experimentación y la manipulación Sin pretender hacer una exposición técnica y detallada de los
directa sobre la realidad genética del hombre. En el apartado progresos científicos en el campo de la genética, nos vamos a
anterior expusimos los criterios a tener en cuenta en todo tipo de referir a las más importantes posibles manipulaciones del hombre
experimentación con el hombre. Tienen su aplicación también en en este terreno. Enumeramos las siguientes (187):
este campo de la genética.
* Terapéutica genética. Las enfermedades genéticas están
— Con mucha fuerza y entusiasmo es proclamado el interés constituyendo una grave preocupación, sobre todo en los países
terapéutico de las manipulaciones genéticas. Con ellas se preten- más desarrollados. Se conocen más de 150 enfermedades genéti-
de corregir enfermedades hereditarias. Más aún, con la manipula- camente determinadas. «Su última causa es siempre la alteración
ción genética se quiere salir al paso del peligro de degeneración de un gen, cuya manifestación primaria es una anomalía enzimá-
biológica que acecha a la humanidad. El deterioro del patrimonio tica. La consecuencia es una disfunción en uno u otro de los
genético de la humanidad tiene una correlación con la falta de la múltiples procesos metabólicos integrados que dan lugar al des-
selección natural como factor de equilibrio. En este sentido, para arrollo y al funcionamiento del organismo; esa disfunción impide la
algunos científicos la Medicina se ha vuelto contra la misma síntesis de productos necesarios, acumula sustancias nocivas o no
humanidad, en cuanto que ha hecho desaparecer la selección las elimina de modo regular y normal. En algunos casos esas dis-
natural. Para salir al paso de esta situación, se propugna una funciones bioquímicas dan lugar a malformaciones orgánicas
manipulación genética en orden a corregir las taras hereditarias y a durante el desarrollo» (188).
salir al paso del deterioro del patrimonio genético de la huma- La terapéutica de las enfermedades genéticamente determina-
nidad. das puede realizarse de varios modos. Los que actualmente cono-
— En los programas de manipulación genética no falta el inte- cemos pertenecen, por lo general, a lo que se puede llamar tera-
rés transformativo de la misma naturaleza humana. El hombre péutica «paliativa», en cuanto que no curan el defecto genético
se siente con un gran poder y pretende hacer el papel de «crea- radical, que, por otra parte, será transmitido hereditariamente. ¿Se
dor». Sin llegar a los linderos de la ciencia-ficción, el hombre puede lograr una corrección a nivel más profundo? «Desde tiempo
actual busca el dominio de su misma naturaleza, tratando de
manipular las fuentes de la vida. (186) GARBELLI, I. c , 616-617.
(187) Cfr. R. ROBLIN, Some recent Developments in Genetics: Theo-
Además de estos intereses básicos, habría que señalar otros de logical Studies 33 (1972), 401-410 (con bibliografía); GARBELLI, I. c , 617-
menor densidad humana, como un afán desmedido de novedad, 625; RUBIO, a. c , 257-267.
un deseo incontrolado de poder científico-técnico, etc. (188) RUBIO, a. c , 253.
296 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 297

atrás han concedido los genetistas y médicos la posibilidad de un — Para todo el conjunto de intervenciones del hombre en
tratamiento radical y definitivo de las enfermedades hereditarias, el campo de la genética humana son válidos los siguientes criterios
que tendería a suprimirlas del patrimonio hereditario: 'la terapia éticos generales: 1) No se puede cerrar las puertas a la investi-
genética' por corrección o reemplazamiento del gen anormal» (189). gación por prejuicios de falsas «sacralizaciones» de la naturaleza
Sin embargo, hay que reconocer que, por el momento, «la terapia humana; el ethos que emana de la creación tiene que llegar hasta
genética de nuestras enfermedades hereditarias no asoma aún por este terreno tan importante: debe ser «conocido» científicamente y
el horizonte» (190). debe ser «humanizado». 2) En todas las consideraciones y trata-
mientos a que sea sometida la genética humana ha de respetarse
* Ingeniería genética. Esta forma de intervención en los genes su «peculiaridad», ya que la genética humana supone un salto
humanos pretende una transformación del patrimonio genético. cualitativo con relación a la genética de los otros seres vivos: debe
Para ello se precisan dos cosas fundamentales: en primer lugar, ser considerada sin «extrapolaciones» sub-humanas y ha de ser
obtener el gen que se desea manipular; en segundo, nacerlo llegar respetada desde la vocación integral de la persona. 3) El hombre
a la célula en cuestión. Las posibilidades reales están todavía en el actual está particularmente tentado a dejarse dominar por el espí-
terreno de la hipótesis y en el de la ciencia-ficción. ritu tecnológico: se precisa un estudio interdisciplinar de cada
• Reproducción asexuada {reproducción clonal; «cloning»). tema en cuanto que no se trata exclusivamente de un problema
La reproducción asexuada se realizaría mediante el siguiente pro- tecnológico, sino de una realidad humana.
ceso: extirpar el núcleo de un óvulo fecundado y sustituirlo por el — Por lo que respecta a la terapia genética, no se puede, en
núcleo de una célula somática. De esta manera la dotación gené- principio, negar su coherencia y su valor. El intento de estas expe-
tica es la misma que la del donante del núcleo (puede ser mascu- riencias es bueno en sí: la corrección radical de taras hereditarias
lina o femenina). Más aún, se podrían reproducir «copias» a volun- (lo cual redundaría en bienestar para la humanidad). Esta bondad
tad; y hasta se podría llegar a formar una sociedad de solo en sí tiene que ser contrastada con los riesgos a que puede ser
mujeres o de solo hombres. Esta técnica, que es ya aplicada en sometido el hombre, ya que se trata de intervenciones delicadas.
algunas especies animales, todavía está lejos de tener verificación Sin embargo, no se pueden impedir tales intervenciones única-
en el hombre. mente por razón de posibles riesgos normales; de otro modo, la
humanidad no podría nunca avanzar. Por otra parte, la terapia
genética es un medio mucho más humano que las «alternativas»
b) Valoración moral (191)
que se ofrecen para curar las enfermedades hereditarias: no aten-
der al recién nacido que viene con taras hereditarias; provocar el
Las intervenciones especiales del hombre en el campo de su aborto eugénico; impedir drásticamente la procreación a los tara-
genética tienen profundas repercusiones para la comprensión y la dos, etc.
vocación globales de la humanidad. De ahí que no pueden dejar
— En cuanto a la ingeniería genética conviene señalar un
indiferente al moralista preocupado por la vocación integral del
criterio positivo como principio orientador: es digno de elogio todo
hombre. La valoración moral, integrada dentro de un enfoque
intento de construir un hombre mejor; no se puede condenar, en
interdisciplinar (192), tiene por cometido iluminar desde la ins-
principio, el deseo de lograr una mejora en el hombre, aun en el
tancia ética los cauces de un auténtico proceso de humanización.
terreno tan importante de la genética. El hombre es un «ser histó-
(189) Ibíd., 254. rico»; tiene que construirse; tiene que «humanizarse». Este impera-
(190) Ibíd., 257. tivo de la humanización consciente y libremente asumida es el
(191) M. LAPPÉ, Moral Obligations and the Fallacies of «Genetic criterio principal para iluminar las intervenciones del hombre en sus
Control»: Theological Studies 33 (1975), 411-427; P. RAMSEY, El hombre fa- propias estructuras (193). Por otra parte, «hay que retener —al
bricado (Madrid, 1972).
(192) Ver las tomas de postura ética de los mismos científicos: RUBIO, (193) Remitimos al importante estudio de K. RAHNER, Zum Problem der
a. c , 462-470. genetischen Manipulation: Schriften zur Theologie (Zurich, 1967), 286-321.
298 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 299

menos como opinión bien fundada— que la posibilidad de una mani- El tema de la eugenesia viene preocupando, de una manera
pulación alterativa no debe ser desechada por razón de una intan- reflexiva, al hombre occidental desde el siglo pasado. Hay que
gibilidad metafísica de la misma naturaleza humana en su acepción afirmar, sin embargo, que los planteamientos actuales son distin-
biofísica» (194). Sin embargo, como contrapartida, es necesario tos de los formulados en el comienzo de la toma de conciencia del
reconocer que existen unos «límites éticos» a la ingeniería genética, problema. Se habla de una «vieja» y de una «nueva» eugene-
límites que son los cauces de una realización coherente: es discutible sia (198). La novedad radica fundamentalmente en la aplicación de
la actitud pesimista de deterioro genético sobre la que se apoya con las técnicas de control genético a la eugenesia.
frecuencia (195); hay que reconocer que, además de la genética, La eugenesia es una ciencia aplicada que busca mantener o
tiene mucha importancia el ambiente como factor de humaniza- mejorar las potencialidades genéticas de la especie humana. «La
ción (196); no se puede concebir ni realizar la ingeniería genética si genética, en su sentido más estricto, se ocupa de la investigación
con ello se pretende alterar la unidad de la especie humana en de la herencia y de las leyes que rigen la transmisión de los
cuanto proyecto integral; es necesario tener en cuenta la ley de la factores hereditarios. La eugenesia, por su parte, se ocupa en
proporcionalidad entre los riesgos y las ventajas; nunca se pueden particular del fomento de la salud de la descendencia» (199).
realizar tales intervenciones con una mentalidad utilitarista que no La finalidad de la eugenesia se puede conseguir con dos tipos
respeta el misterio inalienable de la persona. de procedimientos: influyendo sobre la misma genética del indivi-
— Creemos que la reproducción clonal no puede ser apli- duo en cuestión, y actuando sobre los posibles transmisores de la
cada al hombre si lleva consigo —y hoy por hoy los llevaría— los herencia genética. El primer modo se identifica prácticamente con
siguientes contravalores: riesgos evidentes y serios para el hom- las intervenciones que hemos señalado en el apartado anterior de-
bre; eliminación del sentido humano de la relación sexual; olvido dicado a la manipulación genética: la «terapia genética» puede ser
de los valores del matrimonio y la familia; sería ocasión propicia considerada también como eugenesia negativa o preventiva, y la
para la proliferación de otras manipulaciones (económicas, polí- «ingeniería genética» también puede ser considerada como euge-
ticas, etc.). Por todos estos motivos, es necesario descartar la nesia «progresiva» o «positiva».
aplicación del cloning a la realidad humana (197). En el segundo tipo de procedimientos, que inciden sobre los
posibles transmisores de la herencia, entran todos aquellos medios
3. EUGENESIA Y MORAL que se centran en el control de la fecundidad. «Tales medios
serían la práctica del control de la concepción por aquellas per-
E. CHIAVACCI, / problemi morale dell'eugen etica: Medicina e mo-
rale IV (Roma, 1971), 171-194. J. FLETCHER, The Brink: the
sonas a quienes así se les aconsejara en las clínicas genéticas; la
Parent-Child ¡n the Genetic Revolution: Theological Studies 33 esterilización voluntaria; la inseminación artificial por razones euge-
(19721,457-485. G. B. GARBELLI-A. VALSECCHI, Visita prema- nésicas, con semen de donante distinto del marido (AID), que a
trimonial: Diccionario enciclopédico de Teología Moral (Madrid, veces se denomina 'pre-adopción'; el 'embarazo adoptivo' o inovu-
1974), 1211-1214. W. LEROY, Ethical issues in experimentation lación artificial, que es lo inverso del AID y puede ser realizado de
on the human fetus: Journal of Religious Ethics 2 (1974), 33-75. tal modo que produzca un individuo cuyo patrimonio genético no
J. M. PORTO, Eugénique prématrimoniale: Saint-Luc Medical 22
sea ni del marido ni de la esposa, que es mero 'huésped' —debe-
(1950), 58-63. J . PUJIULA, La eugenesia ante la Iglesia y ante la
ciencia: Revista Internacional de Sociología 2 (1943), 113-153. ría decir 'recepcionista'— durante el desarrollo del feto; por último,
P. RAMSEY, The Ethics of Fetal Research (London, 1975). la partenogénesis (concepción virginal inducida por medios cien-
G. L. REBACK, Fetal experimentation. Moral, legal and medical tíficos')» (200).
implications: Stanford Law Rev. 26 (1974), 33-75.

(194) CHIAVACCI, o. c , 276. (198) M. LAPPÉ, Moral Obligation and the Fallacies of «Genetic Con-
(195) LAPPÉ, a. c , 419-424; RAMSEY, o. c , 35 ss. trol»: Theological Studies 33 (1972), 415-417.
(196) RAMSEY, o. c , 17 ss. (199) SPORKErVo. c , 177.
(197) Ibíd., 79-124. (200) RAMSEY, o. c , 22-23.
300 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 301

a) Valores a tener en cuenta. (Aproximación global) ditarias, se propone como procedimiento la consulta prematrimo-
nial. Tal consulta se puede entender con mayor o menor amplitud
Para hacer una valoración global de la eugenesia es necesario y con mayor o menor carácter obligatorio. Juzgamos como un
tener en cuenta los siguientes valores que se convierten en otros deber ético la consulta prematrimonial, al menos en relación con
tantos criterios iluminativos: posibles enfermedades hereditarias; también creemos que perte-
— En primer lugar, hay que reconocer en la eugenesia un nece a la exigencia moral el intercambio entre los prometidos del
deber ético de la humanidad. A todos, individuos y grupos, in- test genético prematrimonial. Por lo que respecta a la obligato-
cumbe la obligación de mantener y mejorar las potencialidades de riedad socialmente impuesta, hay que tener en cuenta el diverso
la especie humana. Desde el punto de vista negativo, la humani- contenido que puede tener tal consulta. Juzgamos suficientemen-
dad tiene que prevenirse de las taras hereditarias, ya que son ellas te matizada la siguiente solución: «Somos partidarios de la pres-
las que suponen una gran carga para el bien común. cripción obligatoria de una visita, cuyo contenido se limite a algu-
nas comprobaciones fundamentales de orden anatómico, genético
— El derecho a tener hijos no es un derecho ilimitado ni y funcional, que deberían establecerse teniendo también en cuenta
incontrolado. «Las enseñanzas cristianas siempre han mantenido la diferente sensibilidad y disponibilidad de los diversos ambien-
que, al procrear, el individuo cumple una obligación que tiene para tes...; por otro lado, el legislador debería limitarse a favorecer, de
con las futuras generaciones humanas; la procreación no es, por forma explícita e implícita, la libre consulta prematrimonial en sus
lo tanto, el resultado de la satisfacción egoísta de los presuntos formas más amplias y articuladas, haciéndola gratuita para quien
padres. Si la situación real descubierta por la genética demuestra deseara someterse a ella, o sea encargando de ello a las entidades
que una determinada persona no puede ser progenitor de des- mutualistas; estimulando con las adecuadas disposiciones financie-
cendientes sanos (o, al menos, no demasiado defectuosos) en las ras la constitución de consultorios equipados y cualificados; alen-
próximas generaciones, entonces su 'derecho a tener hijos' se tando la difusión de una información seria al respecto y la forma-
convierte en obligación de no tenerlos, o de tener menos de los ción de la correspondiente conciencia social. Ni que decir tiene
que desearía (puesto que él nunca tuvo derecho a tener hijos por que hacer obligatoria la visita prematrimonial, en los límites arriba
su propio interés)» (201). descritos, e incluso hacer obligatorio el conocimiento de los resul-
— Los procedimientos para realizar la eugenesia han de res- tados entre los futuros cónyuges, no significa intervenir coerciti-
petar la dignidad de la persona. No es válido, desde el punto vamente para inhibir el matrimonio, en caso de que estos resul-
de vista moral, cualquier procedimiento para llevar a cabo los tados fuesen contraindicados» (202).
programas de eugenesia. Los criterios que se señalan en relación
— Esterilización preventiva. Más arriba hemos discutido la
con los métodos de natalidad son aplicables analógicamente a los
moralidad de la esterilización como método de regulación de la
procedimientos eugenésicos.
natalidad. Cuando con ella se pretende una finalidad eugenésica,
han de hacerse las siguientes precisiones éticas: no se puede
b) Procedimientos concretos de eugenesia acudir a la esterilización antes de haber agotado otros procedi-
mientos menos «comprometedores» para la persona; no puede ser
Teniendo en cuenta los criterios que acabamos de señalar, llevada a cabo indiscriminadamente y violentando la capacidad de
podemos hacer las siguientes anotaciones morales en relación con decisión de las personas. Con estas garantías éticas la esteriliza-
los procedimientos concretos de eugenesia: ción preventiva puede ser considerada como un «mal menor» en
relación con el mal mayor de una fecundidad irresponsable.
— Chequeo genético («consejo genético», «visita prematri-
monial», etc.). A fin de prevenir nacimientos con serias taras here-
(202) G. B. GARBELLI-A. VALSECCHI, Visita prematrimonial: Diccio-
(201) Ibíd., 46. nario enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 1214.
302 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA O MORAL DE LA CORPORALIDAD 303

— Diagnosis prenatal. Se lleva a cabo preferentemente con La exploración del cerebro humano no sólo tiene por finalidad
el procedimiento de la amniocentesis. Consiste en efectuar en las su conocimiento científico, sino también encontrar caminos segu-
primeras semanas del embarazo una punción de la bolsa en que se ros para una mejora del hombre. La curación de enfermedades y
encuentra el feto para extraer una pequeña cantidad de líquido la potencialización de las posibilidades del hombre pueden encon-
amniótico, cuyo análisis permite determinar el sexo del futuro niño trar en la exploración del cerebro una gran ayuda.
o la presencia de ciertas anomalías graves, como el mongolismo. Reducimos nuestro ángulo de visión a la valoración de las
Este procedimiento comporta en grado pequeño el riesgo para la intervenciones especiales del hombre en relación con el cerebro
salud de la madre y del feto. Cuando se realiza la amniocentesis humano. Tales intervenciones se pueden realizar de muchos
con finalidad eugénica, se suele tener la intención de utilizar el modos:
aborto como método eugénico (203). Sin negar la licitud de una — mediante la utilización de drogas psicoactivas o psicotró-
diagnosis prenatal, no podemos aceptar sin más el aborto como
picas;
procedimiento eugénico según hemos expuesto más arriba.
— mediante la cirugía psíquica;
— mediante el control físico de la mente.
4. PROGRAMACIÓN CEREBRAL DEL HOMBRE Sobre los dos primeros modos ya hemos hablado en las pá-
E. LAUSH, Manipularon. Der Griff nach dem Gehirn (Stuttgart, ginas de este libro. Vamos a referirnos brevemente al tercer pro-
1972). J . M. RODRÍGUEZ DELGADO, Control físico de la mente. cedimiento, partiendo de los datos e interpretaciones que apor-
Hacia una sociedad psicocivilizada (Madrid, 1972). J . M. RODRÍ- ta Rodríguez Delgado (206).
GUEZ DELGADO y otros, Planificación cerebral del hombre futu-
Rodríguez Delgado formula como tesis la aseveración de «que
ro (Madrid, 1973).
en la actualidad ya poseemos la tecnología necesaria para la inves-
tigación experimental de las actividades mentales, y que hemos
Queremos terminar este cuarto apartado sobre la ética de la
alcanzado un punto crítico en la evolución del hombre, en el que
corporalidad haciendo unas anotaciones sobre la valoración moral
la mente puede influir su propia estructura, sus funciones y sus
de la manipulación cerebral. Además del control genético, cobra
objetivos, asegurando de esta manera tanto la conservación como
importancia en el presente y sobre todo de cara al futuro, el
el avance de la civilización» (207). La mente, entendida como
control del cerebro humano. De ahí que sea conveniente trazar
entidad funcional en relación con la existencia del cerebro y con la
unas perspectivas éticas para encauzar estos avances por ei- autén-
recepción de los estímulos sensoriales, puede ser estudiada expe-
tico proceso de la hominización.
rimentalmente: la mente está dentro del terreno experimental, y,
La exploración del cerebro humano es una aventura más im- consiguientemente, «las funciones mentales y el comportamiento
portante que cualquiera de los grandes descubrimientos terrestres humano puede modificarse mediante la cirugía (lobotomía frontal),
y extraterrestres que ha llevado a cabo la humanidad. El cerebro por técnicas electrónicas (estimulación directa del cerebro) y con
es el substrato de la conciencia humana. Su conocimiento exac- productos químicos (medicamentos)» (208).
to (204) aporta grandes posibilidades para una comprensión y para
una realización certera de la vocación integral del hombre. Por lo La vida psíquica no se identifica exclusivamente con los fenó-
que respecta a la moral, se ha llegado a formular una «moral del menos neurofisiológicos, pero no puede existir sin referencia al
cerebro» (205). sistema nervioso central. De ahí que la manipulación directa del

(206) J . M. RODRÍGUEZ DELGADO, Control físico de la mente (Ma-


(203) J . FLETCHER, The Brink: The Parent-Child Bond in the Genetic drid, 1972); J . M. RODRÍGUEZ DELGADO y otros. Planificación cerebral
Revolution: Theological Studies 33 (1972), 457-485. del hombre futuro (Madrid, 1973).
(204) C. U. M. SMITH, El cerebro (Madrid, 1972). (207) Control físico..., 35.
(205) P. CHAUCHARD, La moral del cerebro (Madrid, 1965). (208) Ibíd., 88.
304 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA BIOÉTICA 0 MORAL DE LA CORPORALIDAD 305

cerebro puede inducir conductas y manifestaciones mentales pre- En todo caso, la manipulación eléctrica del cerebro comporta
visibles. En lugar de respuestas ciegas y automáticas, introduci- una instancia ética, según lo reconoce el mismo Rodríguez Del-
mos inteligencia y propósito en las funciones neuronales. Se pue- gado (212). Esta instancia ética la concretaríamos en los siguien-
de tener un control físico de la mente mediante la implantación de tes criterios o valores:
electrodos en el cerebro humano. De esta manera se inducen — En ningún campo de lo humano hay que buscar y tener en
comportamientos motóricos, comportamientos motivados por el cuenta el sujeto integral tanto como en las manipulaciones
premio y el castigo, comportamientos de violencia, de angustia, del cerebro humano. Toda intervención ha de ser programada
de miedo, de placer, etc. y realizada interdisciplinarmente.
La exploración y control de la mente humana puede tener — En toda manipulación del cerebro se ha de respetar la
empleos en la clínica médica y en la terapia psicológica, pero identidad personal: tanto a nivel de decisión (debe ser
sobre todo, para Rodríguez Delgado ofrece las posibilidades de el sujeto quien decida de la efectuación del control físico)
planificar una «sociedad psicocivilizada»: «El destino natural de como a nivel de resultado (nunca se puede provocar una
épocas precivilizadas suponía enfermedades, hambre, sufrimientos, alteración esencial del sujeto).
vejez prematura y vida breve. La civilización ha cambiado este
destino cruel y salvaje. De modo parecido se hace necesario — El uso de la estimulación eléctrica del cerebro en orden a
transformar el salvajismo mental del hombre actual. Su estructura- la inducción de comportamientos ha de ser valorada a partir
ción mental ha de ser planificada con objetivos a definir que de la coherencia de los comportamientos inducidos y a
dependen de la inteligencia, dignidad y esfuerzo que el hombre de partir de los riesgos a que se someta al sujeto con tal
hoy ponga en la concepción de lo que debe ser el hombre del inducción.
mañana. La realidad biológica y la aceptación del principio de — No se puede cerrar las puertas a una planificación del
objetividad son los ejes de la planificación de las mentes hombre a través del control físico de su mente. No se
futuras.» (209). puede negar su licitud y conveniencia, «pero solo a condi-
La planificación ética sobre la propuesta de una programa- ción de que se tenga siempre bien claro que por todos esos
ción cerebral del hombre ha de tener en cuenta, en primer lugar, instrumentos científicos se está buscando remodelar la
el grado de viabilidad científica (210). No cabe la menor duda que persona humana» (213).
todo conocimiento del cerebro humano no puede por menos de Por lo demás, son válidos también aquí los criterios señalados
ser beneficioso para la humanidad (en sí mismo y sus variadas más arriba en relación con la experimentación cuando ésta es
aplicaciones); también ha de considerarse como una aportación aplicada directamente al hombre.
válida para lograr una interpretación más completa del significado
del hombre (a este respecto, conviene destacar la importancia que
otorga Rodríguez Delgado a los elementos culturales en la inter-
pretación antropológica) (211). Sin embargo, no deja de parecer
excesivamente optimista la postura de Rodríguez Delgado en su
propuesta de una «sociedad psicocivilizada» mediante el control
físico del cerebro.

(209) Planificación cerebral..., 49.


(210) Ver las anotaciones de diversos autores en Planificación cere-
bral..., 51-139. (212) Control físico...,236-247.
(211) Planificación cerebral..., 32-34. (213) J . GÓMEZ CAFFARENA, Planificación cerebral..., 95.
20. Etica de la persona
5
moral del amor y de la sexualidad

La sexualidad es una de las condiciones básicas en las que se


encuentra «instalada» la existencia personal. Origina, consiguien-
temente, un ámbito peculiar de actuación en el que se realiza el
proyecto vocacional de la persona (*).
Esta es la razón por la que introducimos el tema de la moral
sexual dentro de los cuadros de la ética de la persona como un
capítulo más de la misma.
Organizamos la exposición del siguiente modo: después de
recordar el tratamiento que la sexualidad ha tenido en la historia
de la Moral, recogemos su comprensión antropológica y cristiana,
para desde ella hacer un replanteamiento de la dimensión moral
(tanto en la formulación global como en la concreción normativa),
terminando con una alusión sobre el modo de vivir el comporta-
miento sexual en el mundo actual.
Estos son, pues, los apartados:
1. Introducción: El tema de la sexualidad en la historia
de la Teología Moral.
2. Comprensión antropológica de la sexualidad.
3. Cristianismo y sexualidad.
4. La dimensión ética del comportamiento sexual (los
cuadros formales de la moral sexual cristiana).
5. Moral sexual concreta: ¿Normas éticas en el compor-
tamiento sexual?
6. Conclusión: La sexualidad en el mundo actual.

* Anteriormente, sobre el tema de este capítulo, habíamos publicado el


libro titulado Moral del amor y de la sexualidad (Salamanca, 1971). Aquí, en este
capítulo, hemos refundido el tema e incorporado oportunas adiciones.
308 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 309
I admiten un derecho consuetudinario, que es prácticamente idénti-
co al de las culturas vecinas.
INTRODUCCIÓN
1.°) El matrimonio en Israel admite la poligamia. Los patriar-
El tema de la sexualidad en la historia de la teología moral cas siguieron las costumbres de su ambiente, adoptando la poli-
gamia o una monogamia relativa (Gen 16, 1 s.; 29, 15-30; 30, 1-9;
Aunque en un apartado siguiente (apart. III) expondremos la 36, 1-5). Parece, no obstante, que la monogamia era el estado
relación entre cristianismo y sexualidad desde una perspectiva mas frecuente en la familia judía. Por otra parte, la monogamia
teológica, queremos comenzar este capítulo con una breve expo- es considerada como la forma primigenia e ideal (cfr. Gen 2, 21-24)
sición del tratamiento que ha recibido el tema de la sexualidad en y es aplicada a la línea de Set (Gen 7, 7) mientras que la poligamia
la historia de la Teología Moral. es atribuida a la descendencia cainítica (Gen 4, 19).
Dividimos esta nota histórica en cuatro momentos: normas Dentro de la institución del matrimonio aparecen otras institu-
sexuales en la Sagrada Escritura; cristianismo primitivo; edad ciones menores: a) el levirato: muerto el marido sin hijos, un
media; últimos siglos. Restringimos el objetivo de la investigación hermano o pariente debe dar descendencia al difunto en la viuda
al horizonte de los escritores cristianos. Ampliar el campo de (Gen 38; Dt 25, 5-10; Rut 4, 1-5); b) el divorcio: mediante el
visión para alcanzar otros ámbitos intra-eclesiales y extra-eclesia- libelo de repudio; el motivo que da Dt 24, 1 era objeto de explica-
les, supondría tener que hacer un desarrollo que no permiten los ción rigorista (Samay) y laxista (Hillel); las mujeres no podían pedir
límites de este capítulo. Afirmamos, sin embargo, que para enten- el divorcio.
der a los escritores cristianos será necesario tener en cuenta las
variaciones socio-culturales y religioso-cristianas que ha sufrido el La fidelidad conyugal estaba protegida por la ley. El adulterio
comportamiento sexual del hombre, sobre todo dentro de la cul- es considerado como pecado contra Dios, infidelidad al consorte y
tura occidental. desacato a la propiedad ajena (Gen 20, 1-6; 39, 7-9; Ex 20, 14-17;
Dt 5, 18-21; Eclo. 23, 25, 33). Está condenado, junto con el
homicidio y el hurto, como acto que perjudica al prójimo (Ex 20,
14; Dt 5, 18). La ley pedía la pena de muerte para los adúlteros
1. NORMAS DE MORAL SEXUAL EN LA SAGRADA ESCRITURA (Lev 20, 10; Dt 22, 22). La fidelidad conyugal es aconsejada al
marido (cfr. Prov 5, 15-19), pero su infidelidad no es castigada
R. DE VAUX, Instituciones de AT (Barcelona, 1964), 46-101. A.-M.
DUBARLE, La Bible et les Peres ont-ils parlé de la contraception?: sino en el caso de que perjudique el derecho ajeno y tenga por
Le Supplément 63 (1962), 573-610. J . HEMPEL, Das Ethos des cómplice una mujer casada; en cambio, la infidelidad de la mujer,
AT (Berlín, 19642), 165-174. A. HUMBERT, Les Peches de sexua- aún con varón casado, se trata con mayor dureza (Ex 22, 15-16;
lité dans le NT: Studia Moralia 8 (1970), 149-183. J . JEREMÍAS, Lev 18, 20, Dt 22, 23; Núm 5, 11; Ex 22, 15-16).
Zu I Cor. 7: Festschrift R. Bultmann (Berlín, 1957), 255-260.
G. KHAYIGUIAN, La physiologie, l'hygiéne et la Bible (París, Con respecto a las relaciones prematrimoniales conviene
1958). F. KONING, La sexualidad en la Santa Biblia (Barcelona, anotar que, aunque el matrimonio era contratado de ordinario por
1976). J . PREISKER, Christentum und Eñe in den drei ersten los padres por razones políticas, económicas y religiosas (Ex 34,
Jahrhunderten (Berlín, 1972). J.-J. VON ALLMEN, Maris et 12-16; Dt 7, 1-4; 1 Re 11), sin embargo los jóvenes podían sufrir el
femmes (Neuchátel, 1951).
fenómeno del enamoramiento (cfr. 1 Sam 18, 20). Las jóvenes
gozaban de cierta libertad: cuidaban el ganado (Gen 29, 6), iban
a) Normas sexuales en el Antiguo Testamento por agua (Gen 24, 13; 1 Sam 9, 11), espigaban (Rut 2, 25), hacían
visitas (Gen 34, 1). Podían hablar sin dificultad con los hombres
La normativa ético-sociológica con que vivió el pueblo judío el (Génesis 24, 15-21; 29, 11-12; 1 Sam 9, 11-13). El velo es una
amor y la sexualidad no presenta gran originalidad. Tanto la prác- práctica tardía. Esta libertad las exponía a la violencia de los
tica más antigua como la legislación posterior de Israel suponen y muchachos (Gen 34, 1-2), pero en tal caso el seductor estaba
310 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 311

obligado a casarse con la víctima y no tenía derecho a repudiarla El parto hace a la mujer impura durante siete días en caso de
después (Ex 22, 15; Dt 22, 28-29). dar a luz un varón y catorce días si era hembra, y debe permanecer
2.°) Esta paronámica de los cuadros sociológicos en que se en casa 33 días, excluida del santuario, en el primer caso y 66 en
plasmó el derecho consuetudinario y la legislación judía sobre la el segundo (Lev 12, 1-6).
sexualidad quedará completada si aludimos a las prescripciones Toda polución, tanto patológica como normal (Lev 15, 1-15),
rituales o tabúes sexuales de Israel. intencionada o voluntaria (Lev 15, 16-17), impurifica al hombre.
Ciertamente que existe una ética sexual individual, además de Quedan asimismo impuras las personas y objetos en contacto con
la ética sexual social señalada. Recordemos los consejos que se el flujo seminal de un enfermo y deben ser purificados con ablu-
dan a los jóvenes frente a la mujer «peligrosa» (Prov 2,16-19; 5, 2-14; ciones (Lev 15, 4-5).
6, 23-7, 27), la reprobación de las perversiones sexuales (homo- El acto conyugal hace impuros al marido y a la mujer hasta la
sexualidad: Lev 18, 22; 20, 13; cfr. Gen 9, 21 s.; 19, 4-11, 24-25; tarde y deben purificarse con un baño (Lev 15, 18).
Jueces 19, 22-30; travestismo: Dt 32, 5; bestialidad: Lev 18, 23;
El capítulo 18 del Levítico precisa los grados de parentesco
Deuteronomio 26, 21; Ex 22, 19; Lev 20, 15-16), la prohibición
de la prostitución (Dt 23, 17; cfr. Gen 38, 15-16. 24; Dt 23, 18; que prohiben las relaciones sexuales (tabú del incesto en Israel).
Levítico 21, 7, 9); y la alusión a la fornicación como forma de Hay excepciones (Gen 35, 22; 2 Sam 13; 16, 22), pero no quedan
disipar los bienes y perder el vigor aunque no sea considerada sin castigo (Gen 40, 4; 1 Crón 5, 1; excepción: Gen 20, 12; 19,
como falta punible por la ley (Prov 29, 3; 31, 3). Sin embargo, la 30-38; 38, 9-12).
ética sexual del Antiguo Testamento esta dentro de una tonalidad 3.°) La predicación de los profetas tuvo una profunda in-
tabuística. Más aún, hay una serie de prescripciones rituales rela- fluencia en la vida de Israel. Por lo que se refiere a nuestro tema,
cionadas directamente con la sexualidad. la predicación profética hizo que el ideal del amor humano calase
Estas prescripciones rituales no guardan relación directa con la más profundamente en la vida práctica de Israel. A ello contribu-
moral. Se conectan directamente con las categorías de puro e yeron también los sabios de Israel con sus enseñanzas. Recor-
impuro, entendiendo esta pureza en sentido ritualista. En el demos algunos testimonios de la literatura sapiencial:
fondo, estas prescripciones detalladas y rigurosas manifiestan — la enseñanza moralizante insiste en diversos aspectos,
cierto temor ante lo sexual y son residuos de una concepción tales como: consejos para el joven ante la mujer adúltera (Prov 5,
tabuística de lo sexual. He aquí algunos aspectos de la vida sexual 1-14; 7, 6-27); la «mujer de la juventud» es considerada como
en que aparecen las prescripciones rituales. fuente refrescante (Prov 5, 15-19); se hace el retrato de la mujer
La menstruación y el flujo patológico hacen impura a la ideal (Prov 31, 10-31) y se describen los defectos de la mala mujer
mujer y a todas las personas y objetos que toca, durante siete días
(Eclo 25, 24-35);
(Levítico 15, 19-23); en caso de flujo patológico, todo aquel que se
— el libro de Tobías describe un matrimonio ideal, que reúne
ponía en contacto con la paciente quedaba impuro hasta la tarde y
debía lavarse (Lev 15, 27). El comercio sexual con una mens- todos los elementos positivos: fecundidad, amor personalista,
truante, tenido con ignorancia de tal estado, impurificaba por clima religioso;
espacio de ocho días ( Lev 15, 24), y el que se tenía a sabiendas — el libro del Cantar de los Cantares es un himno al amor
debía ser castigado con la muerte de ambos (Lev 20, 18); la humano en dimensión religiosa.
sangre menstrual se consideraba como particularmente impura (Ex
36, 17). Se han propuesto diversas explicaciones para esta prohi-
bición de acceso carnal a una mujer menstruante (razones higié- b) Normas sexuales en el Nuevo Testamento
nicas, razones de infecundidad, etc.); la mejor explicación es la
que tiene en cuenta las razones que justifican todas las prescrip- Por lo que respecta a la normativa neotestamentaria, conviene
ciones rituales, de las que ésta forma parte. anotar que el Nuevo Testamento no nos da ni una casuística de
312 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 313
moral sexual ni aporta orientaciones concretas para cada una de las 2. °) Etica sexual matrimonial
situaciones del comportamiento sexual. Sin embargo, la exposi- La Iglesia primitiva, siguiendo la orientación de Jesús (Mt 19,
ción de cuanto dice el Nuevo Testamento acerca de la moral 3-12; Me 10, 1-12), se atuvo al ideal de la indisolubilidad aunque
sexual concreta no carecerá de interés para nosotros. Sin preten- con algunas «excepciones» (Mt 19, 9; 5, 32; 1 Cor 7, 15-16). Pablo
der una confrontación directa entre la moral propugnada por el es testigo fiel de esta práctica de la Iglesia. En 1 Cor 7, 10-11
Nuevo Testamento y la enseñanza y situación del ambiente judío y afirma, siguiendo el «precepto del Señor» (v. 10a), que la mujer
greco-romano de entonces, vamos a ceñirnos directamente a la «no se separe del marido» (v. 10b) ni «el marido repudie a su
doctrina neotestamentaria. Se concreta en los siguientes cuadros mujer» (v. 11b); en caso de justa separación, «no vuelva a casarse
morales: o reconcíliese con el marido» (v. 11a).
Entre cristianos no puede existir divorcio (cfr. además 1 Cor 7,
39). En caso de matrimonios contraídos previamente en el paga-
1. °) Relación de los sexos nismo («a los demás»: 1 Cor 7, 12a), san Pablo no permite el
divorcio como regla general (1 Cor 7, 12-15), pero sí permite la
El Nuevo Testamento recoge y da nuevo valor a la doctrina de separación en la suposición de que la «parte no-cristiana se se-
Génesis 1-2 sobre la igualdad, atracción y complementariedad pare» (1 Cor 7,15-16).
de los sexos. La afirmación de Gal 3, 28 («no hay varón o
hembra») no suprime la realidad sexual; hay que entenderla en Además de la prohibición de divorcio, la comunidad primitiva
una dimensión religiosa. Es Cristo quien da el valor al ser humano, desarrolló otros aspectos de la ética sexual matrimonial. He aquí
no el sexo (ni la nacionalidad: judío-griego; ni la condición social: los principales:
siervo-libre). Se prohibe contraer matrimonio en ciertos casos: la bigamia
Pablo reconoce la atracción que existe entre los sexos. La o un segundo matrimonio de una persona divorciada (Rom 7, 3; 1
necesidad de la relación sexual se hace sentir entre los hombres Corintios 7, 11. 39); el matrimonio incestuoso (1 Cor 5, 1-5). Pablo
como un fuego violento (1 Cor 7, 9: «mejor es casarse que abra- no se imagina que un miembro de la Iglesia pueda buscar matri-
sarse») y como una vitalidad desbordante (1 Cor 7, 36). monio fuera de ella (1 Cor 7, 39), sin embargo admite los «matri-
monios mixtos», originados por la conversión cristiana de uno de
En contra de la igualdad de los sexos se han querido invocar los cónyuges (1 Cor 7, 12-17), y expone una teología particular
algunos textos de Pablo. En 1 Cor 11, 3-16 Pablo contesta a una con relación a ellos.
pregunta sobre un uso determinado de las comunidades: si la
mujer debe asistir al culto divino con la cabeza descubierta o Las relaciones conyugales hay que colocarlas por encima de
cubierta. En contra de la opinión de los cristianos de Corinto una mera unión sexual. La parénesis de Ef 5, 22-33 adquiere una
ante una costumbre que les resultaba extraña, Pablo les recomien- perspectiva cristológico-eclesiológica; ios casados han de realizar
da la práctica de llevar los varones la cabeza descubierta y las en su vida el ideal de unión que existe entre Cristo y su Iglesia. De
mujeres con velo, aduciendo razones de conveniencia. Aunque el ahí brotan las actitudes de relación entre los cónyuges: a) casadas
sentido de esas motivaciones es oscuro y difícil de precisar, queda (w. 22-24); b) casados: amor (w. 25, 38, 33), preocupación por la
excluida toda infravaloración de la mujer por una expresión clara y esposa (v. 29).
tajante que introduce Pablo quizá con la intención de evitar este La relación sexual entre esposos aparece como un derecho y
malentendido: «Pero ni la mujer es algo sin el varón ni el varón algo deber mutuos (débito conyugal) en 1 Cor 7, 3-6, aunque no falta
sin la mujer ante el Señor» (v. 11). Tampoco la parénesis conyugal el matiz de «remedium concupiscentiae»: «para evitar la fornica-
en Ef 5, 22-23 supone ninguna infravaloración de la mujer en cuanto ción» (v. 2) y «por condescendencia» Pablo permite una separa-
tal, aunque sí se basa en las condiciones sociales de entonces. ción temporal con tal de que se cumplan estas tres condiciones:
1.a) de común acuerdo; 2.a) para dedicarse a la oración; 3.a)
fijando ellos mismos un límite «a fin de que no os tiente Satanás
314 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 315

de incontinencia» (v. 5). Si en el texto de 1 Tes 4, 4-5 le damos al dad. Conviene, sin embargo, anotar que la doctrina sobre los peca-
término skeuos el significado de «mujer» o lo consideramos como dos de sexualidad no ocupa un lugar de primerísima importancia en
un eufemismo para designar las relaciones conyugales, encontra- las preocupaciones del Nuevo Testamento. Los términos emplea-
mos ahí una exhortación de Pablo a la pureza de la vida matri- dos adoptan una forma generalizada y no contienen precisiones ni
monial. detalles. Por otra parte, esta enseñanza aparece con frecuencia en
A la vista del judaismo y de la tradición eclesiástica posterior, el género literario-moral de los catálogos de vicios y virtudes,
es interesante anotar que para Pablo no es en primer lugar el procedente de una tradición del judaismo tardío con influencias
deseo de procreación lo que justifica el encuentro físico de los del ambiente helenista. En los catálogos de vicios aparecen en
cónyuges, la mujer no es un medio para el hombre, un medio primer plano constantemente la idolatría (asociada a menudo con
para reproducirse y durar en sus hijos, y el hombre no es para la los desordenes sexuales), la impureza y la codicia (Rom 13, 13; 1
mujer un medio para encontrar en la maternidad su perfección. Cor 5, 9-11; 2 Cor 12-21; Gal 5, 19; Ef 5, 5; Col 3, 5; 1 Tim 1,
Pablo nunca coloca al acto sexual en relación directa con la 9-10; A p 9 , 21; 21, 8; 22, 15.
procreación (cfr. Ef 5, 22 s.; 1 Cor 7, 1-9). Este acto parece más Los principales pecados de sexualidad que enumera el Nuevo
bien encontrar, según él, su sentido y fuerza en su capacidad de Testamento son los siguientes:
unir a la pareja, formarla o reformarla (cfr. 1 Cor 6, 15 s.; Ef 5, * Fornicación. El término porneia (y sus derivados) es em-
31). Sin embargo, Pablo admite como cosa normal los hijos en el pleado en una serie de textos, sobre todo del corpus joánico, con
matrimonio (Ef 6, 1-4; Col 3, 20-21). El autor de las cartas pastora- el significado traslaticio de infidelidad religiosa (Jn 8, 4; Ap 17-19).
les, más influenciado por el peligro ante las doctrinas gnósticas Existe otro empleo de esta palabra en la cláusula del divorcio en
(confrontar 2 Tim 3, 6), se preocupa del deber de la procreación: 1 Mt 5, 32 y 19, 9, pero, en general,, significa, como en el griego
Tim 2, 15 (la mujer «se salvará por la crianza de los hijos») y 5, clásico, la lujuria según su acepción más general: relación sexual
14 («quiero que las jóvenes se casen y críen hijos»). Pero ningún de hombre-mujer fuera del matrimonio, que puede ser tanto forni-
autor del Nuevo Testamento prohibe el matrimonio sin hijos. En cación estricta (1 Cor 6, 12-20), como adulterio (1 Cor 7, 2) o
cuanto a la práctica «contraceptiva» no hay ningún testimonio en incesto (1 Cor 5, 1).
el Nuevo Testamento.
El pecado de fornicación recibe una gran amenaza, que corres-
Esta ética sexual matrimonial queda completada por las alusio- ponde a la valoración que se le otorga: «ni los fornicarios, ni los
nes que los escritos del Nuevo Testamento hacen con relación a idólatras, ni los adúlteros... poseerán el reino de Dios» (1 Cor 6, 9;
otros estados. Con relación a los ministros cristianos se les reco- igualmente en Ef 5, 5; cfr. además: 1 Tim 1, 10; Heb 13, 4;
mienda tanto a los obispos (1 Tim 3, 2), como a los presbíteros Apocalipsis 21, 8; 22, 15). Pablo exhorta a huir de la fornicación (1
(Tito 1, 6) y a los diáconos (1 Tim 3, 12) que no se casen más que Cor 6, 18; 1 Tes 4, 3; cfr. Ef 5, 3; Col 3, 5; Gal 5, 19) y a no
una vez. Las viudas tienen su propia reglamentación particular (1 mezclarse con los fornicarios (1 Cor 5, 9).
Tim 5, 3-16); aunque todo viudo o viuda pueda contraer otra vez
Pero donde se pone con todo relieve la maldad de la forni-
matrimonio (cfr. Rom 7, 2-3; 1 Cor 7, 39), sin embargo, las
cación entre cristianos es en el pasaje de 1 Cor 6, 12-20. Ante una
segundas nupcias no tuvieron gran aceptación en la Iglesia primiti-
va. De los célibes por necesidad no habla el Nuevo Testamento; consideración naturalista y liberal de una facción libertina de los
sin embargo, de todo el conjunto de la doctrina sobre el matri- corintios (w. 12-13; ver la reacción de la otra facción encratista:
monio y la virginidad se puede extraer una orientación cristiana c. 7): «Todo me es lícito», «los manjares para el vientre y el
para esta situación humana. vientre para los manjares», Pablo condena abiertamente la for-
nicación. Las razones que da son plenamente teológicas:
3. °) Pecados de sexualidad 1.a) El cristiano, por su misma condición, pertenece a Cristo
(w. 13b, 14, 15a, 17, 19, 20):el cuerpo, es decir, la persona
El Nuevo Testamento también habla de los pecados de sexuali- humana en su manifestación exterior, pertenece al Señor, que lo
316 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 317
ha rescatado (v. 20), y gozará de su misma gloría en la resurrec- de interpretar así el término «afeminado» de 1 Cor 6, 9 ni el texto
ción (v. 14); por eso no puede prostituirse: sería disponer de algo de Eclo 23, 22). La bestialidad es-condenada en el Antiguo Tes-
que pertenece a Cristo y darlo a una meretriz (v. 15). tamento; pero no aparece en el Nuevo Testamento.
Ante una concepción realista de la fornicación (unión y perte- • En la antítesis del sermón de la montaña aparece el radica-
nencia íntimas: v. 16), Pablo opone una concepción también rea- lismo moral de la predicación de Jesús; un ejemplo lo encontra-
lista de la unión íntima del cristiano con Cristo (v. 17: «el que se mos en la declaración sobre los pecados de deseo: «yo os digo
allega al Señor se hace un espíritu con él»). Si las prostitutas que que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella
frecuentaban los libertinos de Corinto eran prostitutas sagradas, en su corazón» (Mt 6, 28). Lo que se condena aquí es una pasión
entonces la argumentación de Pablo cobra mayor relieve y fuerza, en acción, un deseo hecho acción exterior en la mirada. Aunque
en cuanto que la fornicación va unida a la idolatría. directamente se refiere a un deseo en relación con mujer casada
2.a) El cristiano es templo del Espíritu Santo (v. 19); es pose- (adulterio), puede extenderse a toda clase de relación hombre-
sión de Cristo; no se pertenece a sí mismo; debe, pues «glorificar mujer.
a Dios en su cuerpo» (v. 20) y no puede prostituirlo. En el texto de 1 Jn 2, 15-17 («concupiscencia de la carne,
3.a) Sobre el motivo del v. 18 se ha discutido mucho y ha concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida») la concupiscen-
habido diversidad de interpretaciones: «Cualquier pecado que co- cia de los ojos puede entenderse en sentido sexual.
meta un hombre, queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica,
peca contra su propio cuerpo»; todo el contexto nos hace inter-
pretar el v. 18 a la luz de los w . 13b-17, 19-20; y no vemos, pues, 2. CRISTIANISMO PRIMITIVO (s. I-VII)
ahí motivo natural de pudor, sino continuación de la idea del
v. 17: el fornicario peca contra su propio cuerpo, porque le da un ¿Cómo entendieron y vivieron el amor humano las primeras
destino totalmente diferente al que tiene. generaciones de cristianos? ¿Cómo adaptaron el ideal bíblico a las
nuevas situaciones? ¿Qué rasgos propios tiene la moral sexual del
• Adulterio. Este vicio, reconocido tanto en la mujer como
primitivo cristianismo? Trataremos de responder a estas preguntas
en el hombre, es valorado con gravedad en el Nuevo Testamento
captando el pensamiento cristiano primitivo a través de sus escri-
(véase 1 Cor 6, 9; Heb 13, 4). Además de la falta de injusticia
tos, divididos en tres grupos: padres apostólicos, padres apolo-
que supone, y que resalta el Antiguo Testamento, cobra en el
getas y escritos de la época patrística.
Nuevo Testamento mayor gravedad por ir en contra de la indiso-
lubilidad del matrimonio, imagen de la unión de Cristo con la
Iglesia, y de la igualdad en Cristo del hombre y de la mujer. a) Padres apostólicos (s. I-II)
• La homosexualidad es un índice para Pablo del estado de Los escritos posapostólicos (Didajé, Carta del pseudo-Bernabé,
«injusticia» de los gentiles: «Por lo cual los entregó Dios a las Carta de Clemente Romano, Pastor de Hermas, Cartas de Ignacio
pasiones vergonzosas...» (Rom 1, 26-27); la maldad de este vicio de Antioquía, Carta de Policarpo) nos trasmiten los primeros bal-
está en «mudar el uso natural en uso contra naturaleza {para buceos del pensar cristiano. No encontramos en ellos exposiciones
fisim: contra el orden de la creación establecido por Dios)». En sistemáticas de moral cristiana. Sin embargo, contienen abundan-
el catálogo de vicios de 1 Cor 6, 9 son descritos los homosexuales tes materiales catequéticos en ios que se van perfilando —bajo la
como «afeminados (malakoi) y como «cohabitadores de varones» influencia del pensamiento judío y greco-romano— los criterios
(arsenokoitai), y reciben la amenaza de «no poseer el reino de morales para un comportamiento cristiano.
Dios». Este último término aparece también en 1 Tim 1, 10. En Jud Limitando nuestra consideración a la moral sexual (1), anota-
5-8 aparece descrito el pecado de Sodoma y Gomorra como mos los siguientes aspectos:
pecado de «haber fornicado y haber ido tras otros».
(1) Sobre el contenido moral completo de los Padres apostólicos, pue-
La Biblia no habla del vicio solitario (no parece que se haya de verse F. X. MURPHY, Antecedentes para una historia del pensamien-
318 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 319

1.°) Entre los catálogos de vicios aparece el tema sexual. La Carta de Policarpo se mueve en la misma órbita religioso-
En la catequesis de «los dos caminos» de la Didajé se dice: «no moral de las de Ignacio de Antioquía, basando su doctrina moral
matarás, no adulterarás, no corromperás a los jóvenes, no forni- en la imitación de Cristo en su paciencia (8, 2; 9, 1). También aquí
carás, no practicarás la magia ni la hechicería, no matarás al hijo encontramos el esbozo de una ética a los diversos estados, en la
en el seno de su madre, ni quitarás la vida al recién nacido» que no faltan las alusiones al comportamiento sexual (IV, 2, 3; V,
(II, 2); «no seas codicioso, pues la codicia conduce a la forni- 2, 3; VI, 1-3).
cación. Ni deshonesto en tus palabras, ni altanero en tus ojos, 4.°) En el Pastor de Hermas, que «a pesar de las metáforas a
pues de todas estas cosas se engendran adulterios» (III, 3); «el primera vista confusas y de las representaciones alegóricas es un
camino de la muerte es éste. Ante todo, es camino malo y lleno tratado formal de moral» y que «está encuadrado en una teología
de maldición: muertes, adulterios, codicias, fornicaciones..., des- cuyos armónicos son los de la literatura apócrifa ortodoxa en la
honestidad en el hablar...» (V, 1). En los ce. 18-20 de la Carta del que se desenvolvió el pensamiento judío-cristiano» (3), se cristia-
pseudo-Bernabé aparece otra vez la catequesis moral de los «dos niza la trilogía judía de las virtudes de la fe, el temor y la conti-
caminos» (cambiando la metáfora de la vida y de la muerte por la nencia (Mandamiento VI, 1, 1). Aparece aquí una moral sexual
de la luz y las tinieblas). Aquí se repiten las expresiones encon- rígida y bastante negativa. Comienza el libro con la exposición
tradas en la Dida¡é(2). de un «pecado de pensamiento» (Visiones, 1, 5.7.8; 2, 3.4) de
Fornicación, adulterio, pederastia, aborto: esos son los vicios Hermas, «el continente y el que vive apartado de todo mal deseo
mayores que se reprueban en la catequesis de «los dos caminos». y lleno de toda sencillez y de inocencia grande» (Visiones, 2, 4). En
2.°) La Carta de Clemente Romano, siguiendo los procedi- la visión tercera (8, 7) aparece una organización de las virtudes:
mientos de los haggadah judíos, hace un esbozo de teología de De la fe se engendra la continencia, de la continencia la
las virtudes cristianas. Es cierto que entre las que desarrolla no sencillez, de la sencillez la inocencia, de la inocencia la modes-
hay ninguna relacionada con la castidad. Pero sí hay una alusión a tia, de la modestia la ciencia, de la ciencia la caridad.
la moral sexual cuando expone un pequeño «código de santidad»
(XXX, 1). En los Mandamientos viene con frecuencia el tema sexual (IV,
1,4-11; 4, 1-4; VI, 2, 5; XII, 2, 1).
3.°) Las Cartas de Ignacio de Antioquía nos transmiten una La enseñanza moral de Hermas, dada en medio de una gran
moral plenamente cristocéntrica y mistérica; el imperativo amalgama de temas cristianos, judíos (4) y paganos, ejerció una
cristiano nace de la vida en Cristo y en su cuerpo místico que es la influencia considerable en los padres del siglo siguiente (5).
Iglesia, y busca la plena identificación con el Señor glorioso pa-
sando antes por la «imitación» de su pasión y muerte, en donde
se es plenamente cristiano. Dentro de esta profunda concepción
b) Padres apologetas (s. II)
de la moral cristiana cobran relieve particular las exhortaciones que
Ignacio de Antioquía hace a los diversos estados en la Carta a Los apologetas del siglo II dan testimonio de la revolución
Policarpo (V, 1, 2). moral exigida por el cristianismo; su función es doble: defender a
los cristianos de las calumniosas acusaciones de criminalidad lan-
to moral patrístico: Estudios sobre historia de la moral (Madrid, 1969), zadas por sus enemigos paganos y judíos y atacar las ideas reli-
26-54. Ver además: K. HORMANN, Leben in Christus Zusammenhange
zwischen Dogma und Sitte bei den apostolischen Vatern. (Wien, 1952); (3) F. X. MURPHY, I. c , 138.
A. HEITMANN, Imitatio Dei. Die ethische Nachahmung Gottes nach der (4) Cfr. la relación de las alegorízaciones de Hermas con los Testamentos
Vaterlehre der ersten zwei Jahrhunderte (Roma, 1940). de los doce patriarcas, donde encontramos una alegorízación del espíritu de
(2) Carta de pseudo-Bernabé, XIX, 4.5; XX, 1. En las citas de los padres fornicación. El Testamento de Rubén, entre los siete malos espíritus (2, 1),
apostólicos seguimos la traducción de: D. RUIZ BUENO, Padres apostólicos nombra primero la porneia (3, 3). Ver, además, R 5, 5; 61; L 9, 9; J 18, 2.
(Madrid, 1950). (5) Cfr. R. JOLY, Hermas, le Pasteur (París, 1958), 46-54.
MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 321
320 MORAL DE ACTITUDES- II. ETICA DE LA PERSONA

giosas y morales de estos mismos enemigos. Los principales es- ajena» (XIII). El autor del Discurso a Diognetes constata la para-
critos son los tratados apologéticos de Arístides, Taciano, Ate- doja de la vida de los cristianos: igual, y distinta que la de los
nágoras, Teófilo, Hermias, Justino y el Discurso a Diognetes (6). demás hombres (V-VI).
En la doble dimensión indicada, podemos distinguir lo referente a «Se casan como todos; como todos engendran hijos, pero no
la moral sexual: abandonan los que les nacen. Ponen mesa común, pero no lecho»
(V, 6-7).

1. °) Elogio de la moral de los cristianos


2. °) A cusación de las inmoralidades paganas
Arístides (XV, 3-11) traza un hermoso cuadro de las costum-
bres de los cristianos:
Además de defender la moralidad intachable de los cristianos
«Los mandamientos del mismo Señor Jesucristo los tienen frente a las acusaciones de sus enemigos, los apologistas denun-
grabados en sus corazones, y ésos guardan esperando la resu- cian las costumbres depravadas de éstos. En estos cuadros se
rrección de los muertos y la vida del siglo por venir. No adulte- exageran las tintas negras, como corresponde al género literario
ran, no fornican, no levantan falso testimonio... (3-4). Se contie-
nen de toda unión ilegítima y de toda impureza (6)». de estos escritos.
A partir de la afirmación general de que «los demás grupos
San Justino, comparando la situación moral del pagano y del (fuera de los cristianos) yerran y a sí mismos se engañan, pues
cristiano, afirma: andando entre tinieblas chocan unos con otros como borrachos»
«Los que antes nos complacíamos en la disolución, ahora (Arístides, Apología, XVI), es fácil entender los siguientes cuadros
abrazamos sólo la castidad...» (Apología 1, XIX, 2). de corrupción sexual que nos ofrecen Justino y Atenágoras (Apo-
Y a continuación fundamenta este comportamiento en la ense- logía, 1, XXVII, 1-4; Súplica, XXXIV).
ñanza moral de Jesús sobre la castidad, caridad, paciencia, vera- Taciano denuncia la inmoralidad del teatro (Discurso contra los
cidad, adoración (XV, 1-14). Con respecto a la virtud de la cas- griegos, XXII), de la escultura (XXXIII-XXXIV) y de algunos expo-
tidad, comenta los textos citados de Mt 5, 28.29.32; 18, 9; nentes de la literatura (XXXIV).
11.12(7). Justino comienza su Apología 2. a con un ejemplo llamativo de
En el c. XXIX vuelve sobre el tema de la castidad cristiana, inmoralidad pagana (II, 1-7).
aduciendo un ejemplo de castración voluntaria.
Atenágoras, en la tercera parte de su Súplica en favor de los c) Escritos de la época patrística (s. III-VII)
cristianos, defiende a los cristianos contra la acusación de incesto
edipeo. Con este motivo expone la doctrina y la práctica cristiana J.-P. BROUDEHOUX, Mariage et famille chez Clément d'Alexandrie
sobre la sexualidad: adulterio aun con el pensamiento (XXII); ma- (París, 1970). R. SIMÓN, Sexualité et mariage chez saint Auqus-
tin: Le Supplément 109 (1974), 155-176. N. CIPRIANI, Una teoría
trimonio en orden a la procreación (XXIII); virginidad (XXIII); pro- neoplatonica alia base dell'etica di s. Agostino: Augustinianum 14
hibición del divorcio (XXIII). (1974), 351-361. D. COVI, El fin de la actividad sexual según San
Teófilo de Antioquía, en el tercer libro a Áulico, vuelve a Agustín: Augustianum 12 (1972), 47-61. M. MlJLLER, Die Lehre
recordar la doctrina evangélica, la pureza «para no pecar de obra, des hl. Augustinus von der Paradiesehe und Auswirkung in der
Sexualethik des 12. und 13. Jahrhunderts bis Thomas von Aquin
ni tampoco de pensamiento, para no pensar siquiera en nuestro co-
(Regensburg, 1954). C. H. NODET, Position de saint Jéróme en
razón sobre nada malo o, por mirarla con los ojos, desear la mujer face des problémes sexueles: Mystique et continence (Bruges,
(6) Las citas las hacemos por la traducción de D. RUIZ BUENO, Padres 1952), 306-356. A . - M . DUBARLE, La Bible et les peres ont-ils
apologistas griegos (Madrid, 1954). parlé de la contraception?: Le Supplément 63 (1962), 573-610;
(7) Cfr. E. MASSAUX, Influence de l'évangile selon saint Matthieu La contraception chez saint Césaire d'Arlés: Le Supplément 66
sur la littérature chrétienne avant saint Irénée (Louvain, 1950), 466-505. (1963), 515-519.
21. Etica de la persona
322 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 323

Los santos padres tampoco ofrecen una exposición detallada y en la valoración moral de los padres ocupa un valor preeminente la
sistemática de la moral sexual cristiana. Sin embargo, en ellos se virginidad. Es considerada como el gran testimonio de caridad
encuentran perspectivas y orientaciones nuevas, que han ejercido —junto con el martirio— y como prototipo de la nueva vida
un gran influjo en la moral posterior. No podemos seguir el des- iniciada en Cristo y organizada según las exigencias de la nueva
arrollo de esta doctrina en cada uno de los padres ni en todos los etapa escatológica de la salvación (9). Muchos son los padres que
pormenores de la misma. Tratando de conseguir una síntesis lo escribieron tratados completos (10) sobre este tema cristiano: Ter-
más acomodada posible a la variedad de aspectos y de autores, tuliano (11), san Cipriano (12), san Metodio (13), san Atana-
nos vamos a fijar en tres puntos clave de la moral sexual: valor sio (14), san Basilio (15), san Gregorio de Nisa (16), san Juan
otorgado a la sexualidad; esbozo de una moral matrimonial; vicios Crisóstomo (17), san Ambrosio (18), san Jerónimo (19), san Agus-
y virtudes en el comportamiento sexual. tín (20), sin contar otras muchas alusiones en otros escritores (21).

1.°) Valor otorgado a la sexualidad


(9) Sobre la virginidad en la primitiva Iglesia (mística y organización), pue-
El valor que los padres otorgan a la sexualidad humana puede de verse R DE VIZMANOS, Las vírgenes cristianas de la Iglesia primitiva.
verse en la cuestión de la relación de mayor o menor perfección Estudio histórico-ideológico seguido de una antología de tratados patrísticos
entre matrimonio y virginidad, y entre viudez y segundas nupcias. sobre la virginidad (Madrid, 1949). Ver, además: J . M. DEL ESTAL, Origen
A este respecto, no faltaron exageraciones lamentables, pero no cristiano de la práctica virginal en la Iglesia primitiva: Ciudad de Dios 72
todo fue desprecio hacia lo sexual. En todo caso, la doctrina de (1956), 209-252; R. D'IZARNY, Mariage et consécration virginale au lv e
siécle: Supplément de la Vie Spirituelle 6 (1953), 92-118.
los Padres hay que entenderla en su propio contexto.
(10) T. CAMELOT, Les traites «De Virginitate» au IV e siecle: Mysti-
Uno de esos contextos fue el contexto ambiental. Frente a que et continence (Bruges, 1952), 273-292.
las costumbres paganas de gran libertad sexual, los cristianos (11) De virginibus velandis: PL 2, 888-914; Exhortatio castitatis: PL 2,
tenían que presentar el ideal del amor cristiano. Este recibía su 913-930; De monogamia: PL 2, 930-954.
máxima expresión en la virginidad consagrada. De ahí que los (12) De habitu virginum: PL 4, 440-464.
(13) Convivium decem virginum: PG 28, 251-282.
pastores de la Iglesia tomaron como obligación el presentar en
(14) De virginitate: PG 28, 251-282.
toda su belleza y con gran insistencia el ideal de la virginidad. En (15) De vera virginitate: PG 30, 669-810.
esta afirmación-reacción hubo exageraciones: a fuerza de resaltar (16) De virginitate: PG 46, 317-416. Cfr. H. O. KNACKSTEDT, Die
la virginidad se desestimó el matrimonio, considerándolo como un Theologie der Jungfráulichkeit beim hl. Gregor von Nyssa (Roma, 1940).
estado menos perfecto y menos conforme con el ideal cristiano. (17) De virginitate: PG 48, 533-596; De non iterando coniugio: PG 48,
Estas exageraciones, que han tenido gran influencia en la historia 609-620; Cfr. A. MOULARD, Saint Jean Chrysostome, le défenseur du
mariage et I'apotre de la virginité (París, 1923).
posterior del cristianismo, son el pago negativo de los grandes
(18) De virginibus: PL 16, 187-232; De virginitate: PL 16, 265-302; De
valores que aportaron: elevación del nivel moral, floración admira- institutione virginis et Sanctae Mariae virginitate perpetua: PL 16,
ble de vírgenes, etc. 305-334; Exhortatio virginitatis: PL 16, 335-364.
Aunque no faltaron juicios equilibrados sobre los diversos esta- (19) Epistolae quaedam de virginitate: PL 22; Liber de perpetua vir-
ginitate B. Mariae: PL 23, 183-210.
dos en que puede ser vivida la sexualidad (8), no cabe duda que
(20) De continentia: PL 40, 349-372; Liber de sancta virginitate:
(8) SAN AMBROSIO, De viduis: PL 16, 241-242: «Docemur ¡taque cas- PL 40, 397-420.
titatis esse virtutem: unam conjugalem, aliam viduitatis, tertiam virginitatis; (21) ORÍGENES, In Canticum Canticorum: PG 13, 62-84. Cfr. H.
non enim aliam sic praedicamus ut excludamus alias»; TERTULIANO, Adver- CROUZEL, Virginité et mariage selon Origéne (París-Bruges, 1963); ID.,
sus M a r c : PL 2, 280: «Sanctitatem ( = virginidad) sine nuptiarum damna- Die Jungfráulichkeitslehre des Orígenes: Scholastik (1963), 18-32; CLE-
tione novimus et sectamur et praeferimus, non ut malo bonum sed ut bono MENTE ALEJANDRINO, Stromata, 1, III, c. XV: PG 8, 1193; SAN EFREN,
melius»; SAN AGUSTÍN, De bono conjugali: PL 40, 392: «Nullo modo 51 himnos «De virginitate»; SAN JUAN DAMASCENO, De fide ortodoxa
dubitandum est meliorem esse castitatem contlnentiae quam castitatem nup- IV, 24; PG 94, 1212; NICETAS, Ad lapsam virginem: PL 52, 863-866; De
tiarum, cum tamen utrumque sit bonum.» Lapsu virginis consecratae: PL 16, 367-384
324 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 325
Al resaltar el ideal de la virginidad no siempre se tuvo en asceta y ha de guardar la continencia (enkrateia) (25); gnosticis-
cuenta la necesidad de verla en relación con el matrimonio. Al mo, que pretende legitimar una concepción excesiva de la pureza
mismo tiempo y por idéntica razón apareció una concepción de la a partir de una idea de la materia como creada por un principio
sexualidad a partir sobre todo de la continencia. Lo sexual es malo y como fuente de suciedad para el espíritu (26); algunas
fuerza que hay que contener; de aquí la importancia de la casti- sectas o herejías, tales como el montañismo, el novacianismo, el
dad. Nace así una tonalidad restrictiva, moderativa y continente ascetismo, el priscilianismo, tendencias todas ellas que propugnan
que ha prevalecido después en la concepción de la castidad y de un ideal riguroso de perfección y que lo concretan en la conti-
toda norma sexual cristiana. nencia sexual plena o en parte (27). Los laxistas pretendían jus-
El aprecio en que se tuvo la viudez frente a las segundas nup- tificar un rebajamiento de costumbres, contrario al espíritu y a la
cias ejerció la misma influencia sobre la concepción restrictiva de lo letra del Nuevo Testamento; san Jerónimo luchó contra tres de
sexual. La viudez, en cuanto estado, tuvo un lugar de preemi- estos laxistas: Helvidio, Joviniano y Vigilancio.
nencia en la Iglesia primitiva (22); sobre su espiritualidad posee- Los santos padres expusieron, frente a estos errores, una doc-
mos dos buenos tratados debidos a san Ambrosio y a san Agus- trina media y verdadera: aunque la virginidad sea más perfecta, el
tín (23). Las segundas nupcias tuvieron sus adversarios declara- matrimonio no es en sí mismo malo. Pero no cabe duda que esas
dos y en general fueron mal vistas por el cristianismo primiti- tendencias, sobre todo las rigoristas, ejercieron gran influencia en
vo (24). el cristianismo primitivo, como lo van a ejercer otras tendencias
Otro contexto que hay que tener en cuenta para entender el posteriores (cataros y albigenses). Más aún, los escritores ecle-
valor que los padres otorgaron a lo sexual es el polémico. Es el siásticos, al oponerse a los errores, no se libraron —como suele
de la lucha contra los errores con respecto a la relación entre conti- suceder en toda polémica— de algunas influencias de rigorismo de
nencia sexual y matrimonio. Hubo errores de signo rigorista y de parte de sus adversarios.
signo laxista. Entre los primeros resaltan los siguientes: encratis- Un tercer contexto nos puede ayudar a comprender mejor el
mo, que establece como principio que todo cristiano debe ser un pensamiento de los padres acerca de la sexualidad. Es el de la
filosofía pagana ambiental. Fueron sobre todo dos movimientos
filosóficos los que mayor influencia tuvieron en el cristianismo: el
(22) Sobre la viudez consagrada, cfr. A. ROSAMBERT, La veuve dans le neo-platonismo y el estoicismo. De este último recibió la moral
droit canonique jusqu'au XIV e siecle (París, 1923), con bibliografía sobre el sexual cristiana su tono de ascetismo y rigurosidad, y su orien-
tema de los santos padres en pp. 234-237. tación unilateral hacia la procreación. La influencia neo-platónica
(23) SAN AMBROSIO, De viduis: PL 16, 232-262; SAN AGUSTÍN, Liber se echó de ver en la concepción dualista de alma-cuerpo y en las
de bono viduitatis: PL 40, 429-450.
prevenciones frente a la «materia» (cuerpo) como sombra y hasta
(24) Como adversarios declarados: Atenágoras (PG 6, 967-968); San Basi-
lio (PG 32, 673-674.731-732. 805-806: el casamiento de los polígamos es una enemigo del espíritu.
fornicación moderada; los llama inmundicia de la Iglesia; es costumbre de A partir de estos tres contextos se hace más comprensible
bestias y no de hombres; es un pecado más grande que la fornicación; deben —aunque no más justificable— la concepción que los santos pa-
hacer penitencia durante tres años); san Gregorio Nacianzeno (PL 36, 29-292:
tener una primera esposa, es la ley; una segunda, es tolerancia e indulgencia;
una tercera, es iniquidad; pasar de este número seria porcinus); Tertuliano
(25) Esta tendencia encratista se halla en ciertos Apócrifos, en algunos
(PL2, 924: «species stupri»; Ad uxorem: PL 1, 127-1304); san Jerónimo (PL
pasajes del Pastor de Hermas, en la II de Clemente. Cfr. G. BLOND, Les
23, 234, 236, 1050). Resaltan el valor de la viudez, aunque sin oponerse
encratites et la vie mystique et continence (Bruges, 1952), 117-130.
abiertamente a las segundas nupcias: Clemente de Alejandría (PG 8, 1103-1104);
(26) A los gnósticos los conocemos por los autores cristianos que los
san Epifanio (PG 41, 1027-1028); san Juan Crisóstomo (PG 51, 325-326; 48,
refutan: Basílides (en Clemente de Alejandría: PG 8, 1099-1102); Marción (en
610-611); san Ambrosio (PL 14, 232-233; 16, 254); san Agustín (PL 50, 433;
Tertuliano: PL 2, 280); Apeles (en Tertuliano: PL 2, 46).
439-440). Cfr. L GODEFROY, Le mariage au temps des peres: DTC IX, 2
(27) Cfr. A. GUILLAUMONT, Les messaliens: Mystique et continence.
(París, 1927), 2096-2101.
(Bruges, 1952), 131-138.
326 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 327
dres tuvieron de la sexualidad humana. Esta concepción está en la él pretende ver en 1 Cor 7, 5 (32). Parecidas apreciaciones tienen
base y es el fundamento de la ética sexual que propugnan. otros padres.
El pensamiento de san Agustín es más complejo. El pecado
2.°) Esbozo de una moral sexual matrimonial original ha hecho brotar en el hombre la concupiscencia, la cual va
siempre mezclada al acto conyugal. Este no es en sí pecado; va
Los santos padres raramente abordan ex profeso el tema del mezclado con un mal, pero este mal el matrimonio lo hace bueno.
matrimonio; casi siempre lo hacen al hablar de la virginidad o de la En el acto conyugal hay un desorden: por eso el hombre se aver-
viudez; excepciones a esta regla son san Juan Crisóstomo y san güenza de él; pero este desorden es querido por un fin honesto;
Agustín (28). Pero esto no quiere decir que los padres no hayan por esto no hay pecado en él (33). Estas ideas las vuelve a exponer
desarrollado una profunda teología del matrimonio cristiano (29). con mayor detención en el libro De bono conjugali (34). La argu-
Aquí nos interesa directamente la enseñanza moral acerca del mentación es como sigue: ciertas cosas son buenas en sí mismas,
comportamiento sexual dentro del matrimonio. Los pastores de la tales como la sabiduría, la salud, etc.; otras son buenas en cuanto
Iglesia tuvieron que dar respuestas y orientaciones a las preguntas medios para obtener las primeras, tales como la alimentación, el
de los fieles en su vida práctica de matrimonio: deberes recípro- sueño, etc. Entre estas últimas coloca san Agustín el acto con-
cos, castidad matrimonial, etc. De este modo comienza a esbozar- yugal. La moralidad de estos medios depende del fin que se tenga
se una moral sexual matrimonial. Los aspectos de mayor preocu- al emplearlos: si se busca el fin al que están ordenados, se obra
pación e insistencia son los siguientes: bien; si se priva uno de ellos en el caso de que no sean nece-
sarios, se obra mejor; si se los emplea apartándolos de su fin, se
Acto conyugal: un acto lícito, peca más o menos gravemente. Estos principios hay que aplicarlos
pero no carente de alguna falta
al acto conyugal: si se abstienen de él, es una prueba de virtud
La doctrina sobre la licitud del acto conyugal fue muy discutida superior; si se sirven de él para el fin natural de la procreación, el
y no se impuso sin dificultad. Aun admitida la licitud sustancial del acto es lícito; si se mezcla o prevalece en él una intención volup-
acto, no faltaron algunos matices de valoración negativa que nos tuosa, entonces es pecado (35).
llaman hoy la atención. En esta cuestión se impuso el parecer de
San Agustín no se hace ninguna ilusión. La pureza de intención
san Agustín, aceptado y mejor concretado por san Gregorio
exigida en el acto conyugal es rara y difícil. Llega a afirmar que
Magno.
hay esposos que encuentran más fácil guardar la continencia toda
Tertuliano parece considerar las relaciones conyugales como la vida que tener intenciones totalmente puras en el uso del
algo repugnante; pero las acepta en cuanto son necesarias para la matrimonio (36).
conservación y propagación de la raza humana (30). Es severo con
San Gregorio Magno sigue la doctrina de san Agustín, pero la
relación al matrimonio, porque ve en él una concesión de Dios
hace progresar en una más clara formulación. Según él, el acto
para aquellos que no quieren o no pueden guardar la continen-
conyugal es en sí lícito y casto, ya que es querido por Dios (37).
cia (31). Para san Jerónimo, el uso del matrimonio no es una falta,
sino más bien un estorbo para la oración, según la indicación que
(32) Epístola 48: PL 32, 506.
(33) «Nunc ergo sine ¡sto malo esse non potest (acto conyugal) sed non
ideo malum est». Contra Julianum: PL 44, 730; cfr. De peccato origínali:
(28) SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homiliae de matrimonio: PG 51, 207.
PL 44, 406.
242; SAN AGUSTÍN, De bono conjugali: PL 40, 373-396.
(34) De bono conyugali: PL 40, 373-396.
(29) Cfr. L. GODEFROY, Le mariage au temps des peres: DTC IX, 2
(35) «Conjugalís en'im concubitus generandi gratia, non habet culpam;
(París, 1927), 2077-2133; H. RONDET, Introduction á l'étude de la théolo-
concupiscentiae vero satiandae, sed tamen cum conjuge, propter thori fidem,
gie du mariage (París, 1960), 23-35, 37-51.
venialem habet culpam»: l . c : PL 40, 377-378; cfr. I.c, ce. 378-382.
(30) De exhortatione castitatis: PL 2, 924-925.
(36) De bono conjugali: PL 40, 384.
(31) Ad uxorem: PL 1, 1278.
(37) In septem Psalmos paenitentiales expositio: PL 79, 586.
328 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 329

Pero es muy difícil que en la práctica los esposos respeten la bon- la comunión durante algunos días a los esposos que han hecho
dad de tal acto, ya que con frecuencia mezclan en él la concu- uso del matrimonio; exige algunos días de continencia como pre-
piscencia, traspasando el fin querido por Dios. Por eso el acto paración obligatoria a la comunión (45). San Agustín añade como
conyugal está siempre manchado por una falta, no porque «se circunstancia restrictiva el embarazo: «Hay hombres de tal modo
hace algo ilícito», sino porque «no se controla esto que es lí- dominados por la incontinencia que no se abstienen de acercarse
cito» (38). Cierto que es una falta ligera, pero no por eso deja a sus esposas ni aun cuando se hallan en estado» (46). San Gre-
de ser falta; por eso David ha podido decir que todos hemos sido gorio Magno quiere que el hombre se abstenga algún tiempo
concebidos en pecado, por eso los esposos deben pedir con fre- antes de entrar en la iglesia; esta abstención es una prueba de
cuencia perdón a Dios (39). respeto hacia el lugar sagrado (47). Como transmisor de una doc-
trina tradicional, Cesáreo de Arles recomienda en la predicación a
Fin procreativo: sus fieles la abstención del uso matrimonial: antes de las fiestas,
justificación del acto conyugal sobre todo si se ha de comulgar, durante la Cuaresma y hasta el
Según acabamos de ver, los padres declaran lícito el acto con- fin de las fiestas de Pascua, el domingo, y durante el embarazo (48).
yugal suponiendo que los esposos tengan en vista lo que cons-
tituye su fin directo y su razón de ser: la procreación. Ya san Mística matrimonial
Justino afirmaba que si los cristianos se casan es con la intención En los padres encontramos un esbozo de mística matrimonial
de tener hijos (40). Es ésta una doctrina unánime de los padres; y cristiana. Sin tratarse de una espiritualidad matrimonial completa,
por eso no hace falta aportar textos comprobatorios (41). La en- presenta algunos elementos de interés. Clemente de Alejandría ve
señanza de san Agustín es muy clara al respecto: únicamente el en el matrimonio la presencia del Señor (49); proclama, asimismo,
fin de la procreación hace que el acto conyugal no sea pecado, la igualdad del hombre y la mujer (50).
sino que sea un acto legítimo, un acto honorable y hasta un
San Agustín reconoce en el matrimonio un amor más perfecto
deber (42); sin embargo, el vínculo del matrimonio no puede rom-
que el amor sexual:
perse aun cuando los esposos no logren ese fin apetecido (43).
«En el verdadero y óptimo matrimonio, a pesar de los años y
Restricciones en la vida sexual aunque se marchiten la lozanía y el ardor de la edad florida, en-
tre el varón y la mujer impera siempre el orden de la caridad y
Los padres señalan algunos días o circunstancias que coartan del afecto que vincula entrañablemente al marido y a la esposa,
el uso del matrimonio. A modo de ejemplo, recogemos los si- los cuales, cuanto más perfectos fuesen, tanto más madura y
guientes datos. Clemente de Alejandría manda abstenerse a los cuerdamente, y con unánime parecer, comienzan a abstenerse
esposos durante las reglas de la mujer, durante el embarazo, du- del comercio carnal» (51).
rante la juventud y durante la vejez (44). San Jerónimo excluye de

(38) Regula pastoralis: PL 72, 102.


3.°) Vicios y virtudes en el comportamiento sexual
(39) Moralia in Job: PL 76, 659; Regula pastoralis, l.c; In septem
Psalmos...: I. c. Para completar la doctrina de los Padres sobre la moral sexual
(40) Apología 1, 29: PG 6, 373.
(41) Constituye una excepción san Juan Crisóstomo, quien cree que el fin (45) Epístola 48: PL 32, 506.
principal de los esposos es la satisfacción del instinto sexual (In illud: Propter (46) De bono conjugali: PL 77, 1196.
fornicationem uxoris...: PG 51, 213). (47) Epístola 64: PL 77, 1196.
(42) De bono conjugali: PL 40, 377-378, 381; De conjugiis adulterinis: (48) Sermo 16: PL 39, 2241; Sermo 33: PL 39, 2268; Sermo 199: PL 39
PL 40, 479; Contra Secundinum manichaeum: PL 42, 598; Opus imper- 2024; Sermo 44: PL 39, 2298. 2300.
fectum: PL 45, 1557. (49) Stromata, 3, 12, 82.
(43) De bono conjugali: PL 40, 385. (50) Pedagogo, 1, 4.
(44) Pedagogo: PL 8, 505. 508. 512. (51) De bono conjugali: PL 40, 375.
330 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 331

es conveniente recordar los vicios que condenan a este respecto. la historia de Tamar y Judá (55). Cesáreo de Arles condena la
No olvidemos que el contexto pastoral en que tuvieron que expo- contracepción en cuatro pasajes de sus sermones (56); el proce-
ner la doctrina cristiana exigía esta forma recriminativa y amones- dimiento que menciona es el de los brevajes, relacionados con
tatoria. creencias mágicas, el motivo que alegan los cónyuges es de tipo
No queremos recoger aquí una lista completa de pecados y económico: creen que una descendencia que pase de dos o tres
vicios sexuales. Únicamente nos interesa señalar los nuevos aspec- no puede gozar de la riqueza; la razón que él da para condenar la
tos que se ponen de relieve. No hace falta decir que son repro- contracepción es que de ese modo se va contra la naturaleza del
bados los pecados de adulterio, fornicación, incesto, aborto, ho- acto conyugal, que es para la fecundidad.
mosexualidad, bestialidad, etc. (52).
Fallos en las costumbres
La contracepción
Entran en este apartado toda una gama inmensa de recrimina-
El padre Dubarle ha dedicado un artículo al estudio de este ciones, amonestaciones y prescripciones frente al modo de pro-
tema en los padres (53). Establece una división entre los escritores yectarse las costumbres entre los cristianos. A modo de ejemplo,
examinados: los que guardan silencio (Didajé, pseudo-Bernabé, vamos a aludir a tres autores: Clemente de Alejandría, Tertuliano y
Clemente de Alejandría, san Ambrosio, Casiano, Quodvultdeus); Cesáreo de Arles.
los de interpretación dudosa (Hipólito, Orígenes, Lactancio, Zenón Clemente de Alejandría (m. hacia 216) tiene un puesto de
de Verana, san Efrén, san Juan Crisóstomo, san Jerónimo, Isidoro importancia en la historia de la moral. Fue quien primero y con
de Pelusio); y los de condenación explícita (san Agustín, san Cirilo mayor grandiosidad ensayó un planteamiento sistemático de la
de Alejandría y Cesáreo de Arles). La condena que san Agustín teología moral. Por lo que respecta a nuestro tema (57), ha tratado
hace de la contracepción es clara, detallada y sistemática (54); con bastante detención los problemas de la moral sexual en el
menciona varios procedimientos: drogas, interrupción, o relaciones Pedagogo, sobre todo en el capítulo 10 del libro II (58). Fuera de
sodomíticas; ve un pecado contra naturam; y, llevado del principio este capítulo, condena las conversaciones obscenas (59), las fami-
de que únicamente el fin procreativo justifica las relaciones con- liaridades peligrosas con las mujeres (60), la falta de pudor en los
yugales, rechaza la continencia periódica sistemáticamente obser- baños públicos (61).
vada con el fin de evitar los hijos. La condenación de san Cirilo de
Alejandría es más rápida y menos insistente; lo hace al comentar Entre los escritos morales de Tertuliano (m. después del 220) se
encuentra uno que lleva por título De culto feminarum (escrito
entre los años 200 y 206) y en el que condena todo adorno en el
(52) Para San Agustín, el adulterio es peor que la fornicación, y el incesto vestir (cu/tus: alhajas y adornos de oro y plata) y todo maquillaje
peor que el adulterio (De bono conjugal!: PL 40, 37); considera el adulterio y
la fornicación como culpas graves ( l . c , c. 378). Cesáreo de Arles entra en la
casuística del adulterio: es condenable tanto en el hombre como en la mujer (55) Glaphyra in Genesim: PG 69, 309.
(Sermo 33: PL 39, 2340; Sermo 42, l.c, c. 2293-2294), el adulterio ha de (56) Ver citas en A.-M. DUBARLE, a . c , 515-517.
rescatarse con la limosna y con un firme propósito (Sermo 42: l.c, c. (57) Sobre la moral sexual de Clemente de Alejandría, cfr.: F. J. WINTER,
2293-2294), y es castigado con excomunión penitencial (Sermo 42: l.c, c. Die Ethik des Clemens von Alexandrien (Leipzig, 1882), 83-88; K. ERNESTI,
2290). La homosexualidad es duramente reprobada por Clemente de Alejan- Die Ethik des Titus Flavius von Alexandrien (Paderborn, 1900), 96-98; W.
dría, aludiendo a largas consideraciones anatómicas (Pedagogo: PL 8, 497-505). CAPITAINE, Die Moral des Clemens von Alexandrien (Paderborn, 1903),
(53) A.-M. DUBARLE, La Bibleet les Peres ont-ils parlé de la contracep- 357-367; O. PRUNET, La morale de Clement d'Alexandrie et le NT (Pasi,
tion?; Supplément de la Vie Spirituelle 63 (1962), 573-610; La contraception 1966), 142-145.
chez saint Césaire d'Arles: Supplément de la Vie Spirituelle 66 (1963), (58) Cfr. F. QUATEMBER, Die chrístliche Lebenshaltung des K. von A.
515-519: nach seinem Pádagogus (Berlín, 1946).
(54) De bono conjugali: PL40, 377, 382; De conjugiis adulterinis: PL40, (59) 1,11, 6; PG 8, 452.
479; De nuptiis et concupiscentia: PL 44, 423-424, De moribus Ecclesiae: (60) 1,II,7;PG8,458.
PL32, 1372; Contra Faustum: PL42, 310. (61) 1, III, 5; PG8, 600.
332 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 333

en el cuerpo (ornatus) (62). Los motivos en donde apoya la prohi- hombres y toda complacencia en el sonido de sus voces, aunque
bición de pintarse las mujeres son: para no ser causa de tentación sea la del lector (70).
para sí misma y escándalo para los demás; al marido no le interesa su
belleza; sería corregir la plana a Dios; el teñirse de rojo el pelo es
un nefasto presagio del fuego del infierno; las pinturas no resu- 3. EDAD MEDIA: FORMACIÓN DE LA MORAL SEXUAL
citarán con el cuerpo (63). Este rigorismo de Tertuliano, compar-
a) La época de los penitenciales
tido por otros escritores (64), ya no es mantenido por los moralistas,
pero no dejó de ejercer influencia en la evolución de la moral. R. S. CALLEWAERT, Les pénitentiels du Moyen Age et les prati-
Cesáreo de Arles (470-543) es un fiel discípulo de san Agustín; ques contraceptionelles: Supplément de la Vie Spirituelle 74
no es un moralista teórico, sino un pastor que trata de modelar las (1965), 339-366.
costumbres de sus fieles. La doctrina expuesta en sus sermones
constituye la transición.entre el período de los padres y el de los
penitenciales; la influencia de Cesáreo sobre la disciplina posterior Teológicamente es una época infecunda para la moral la que
ha sido grande: representa un eslabón de paso entre dos épo- transcurre entre los años 600-1200. No se hace otra cosa que
cas (65). La predicación moral de Cesáreo de Arles incide con repetir y ordenar desde un punto de vista práctico la enseñanza
frecuencia en el tema de la moral sexual. Exhorta a los jóvenes a patrística; en este sentido tienen importancia para la moral los
guardar la virginidad antes del matrimonio y a los casados a guar- sermones de los predicadores y los decretos de papas, obispos y
dar la fidelidad conyugal (66). Condena el adulterio tanto en el concilios.
hombre como en la mujer, oponiéndose a la costumbre de seve- Pero donde propiamente se encuentra una de las líneas maes-
ridad con las mujeres y de laxismo con los hombres (67). Aunque tras en el edificio de la historia de la moral es en los libros peni-
autorizado por la ley civil, el concubinato es peor que el adulte- tenciales. Se trata de un género literario nuevo, cuya orientación
rio (68). Para prevenir estos vicios, es necesario huir de las con- práctica perdurará hasta nuestros días, a través de las Sumas de
versaciones lascivas, y de excesos en el comer (69). Los clérigos, confesores y de las Instituciones de moral casuista. Los peniten-
entonces casados, han de huir de la familiaridad de las mujeres ciales llenan el período de tiempo que transcurre entre el final de
extrañas; las vírgenes deben ser castas de cuerpo y corazón; las la época patrística y el siglo XII (71).
religiosas evitarán toda mirada indiscreta sobre el rostro de los Por lo que respecta a la moral sexual, podríamos hacer la apre-
tada síntesis que sigue. Lo mismo que para los santos padres,
para los autores de los penitenciales el uso del matrimonio es
(62) Cfr, J . GARCÍA-VICENTE, El adorno femenino según Tertuliano: únicamente aceptable si está legitimado por una posibilidad de
Moralia 1(19521,23-30. procreación efectiva. Prohiben las relaciones sexuales a los casa-
(63) P L 1 , 1431-1433, 1434-1435,1435-1436, 1436-1439. dos incapaces de procrear, trátese de incapacidad permanente
(64) Recuérdense las recriminaciones de san Jerónimo contra las cristianas (esterilidad, inmadurez sexual o senectud), o trátese de incapaci-
frivolas que se presentaban en público con los ojos pintados, la tez blanqueada
dad transitoria (caso de embarazo, ciclo menstrual, etc.). Llegan
de cerusa y los labios y mejillas embadurnados: Epistola ad Eustochium: PL
22, 891; cfr. también CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, Pedagogo: PG 8, 559-575; hasta prohibir las relaciones conyugales realizadas sin intención
SAN CIPRIANO, De habitu virginum: PL 4, 456. expresa de procreación. Se ven las faltas de sexualidad en un
(65) Sobre la importancia de Cesáreo de Arles, cfr. A. VOOG, Le peché et la
distinction des peches dans l'oeuvre de Césaire d'Arles: NRT 84 (1962),
1062-1080 (con bibliografía en 1062, nota 2). (70) Sermo 41: PL 39, 2301; Sermo 6: PL 39, 2327; Epistola ad sancti-
(66) Sermo 44: PL 39, 2298. monialia:PL67,1128.
(67) Sermo 33: PL 39, 2340; Sermo 42: PL 39; 2290. (71) La colección fundamental donde se recogen los penitenciales sigue
(68) Sermo 42: PL 39, 2290; Sermo 43: PL 39, 2292-2293. siendo: H. J . SCHMITZ, Die Bussbücher und die Bussdisziplin der Kir-
(69) Sermo 6: PL 39, 2326. che, 1-2 (Mainz-Düsseldorf, 1883-1898; reimpresión en Graz, 1958).
334 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 335

contexto y ambiente de magia e idolatría, sobre todo el aborto y la tiene también sus repercusiones en la misma vida cristiana; por
contracepción, que rechazan duramente (72). Ante estas aprecia- ejemplo, en las prácticas de piedad, dentro de las cuales adquiere
ciones, es evidente que la sexualidad no es considerada como una gran relieve la devoción a María.
realidad capaz de ser portadora de valores humanos o religiosos. Hay que constatar otro hecho, como sombra del anterior. Casi
Para que estas afirmaciones no queden en excesiva generali- todas las sectas heréticas de los siglos XII y XIII atacaron resuel-
zación, y por ser muy difícil hacer una síntesis completa de la tamente el concepto del matrimonio y se opusieron a un compor-
moral sexual de todos los penitenciales, remitimos a la lectura tamiento sexual normal y equilibrado. Los más destacados adver-
directa del Penitencial de Burcardo. Se trata del penitencial más sarios fueron los cataros. Estos propusieron un ataque radical, al
importante de la época de la reforma gregoriana (850-1050) y, en erigir en tesis estos dos principios fundamentales: 1) todo placer
general, de toda la Edad Media. Compuesto entre 1008-1012, de la carne es culpable; el matrimonio no es más que la organi-
constituye el libro XIX del Decreto de Burcardo de Worms, y su zación de ese placer (es un meretricium, un «lupanar»); 2) la gene-
composición es ecléctica en cuanto que recoge elementos dispares ración humana es obra del diablo; hace descender a un cuerpo
de otros penitenciales anteriores (73). miserable un alma que vivía dichosa junto a Dios (75).
La postura de los teólogos moralistas ante la sexualidad co-
mienza siendo de signo bastante pesimista. No podía ser de otro
b) Época de la escolástica (s. XII-XIII) modo, si tenemos en cuenta la tradición anterior de los padres, de
los primeros escritores medievales, de los predicadores, de los
L. BRANDL, Die Sexualethik des hl. Albertus Magnus (Regensburg, penitenciales y de los canonistas.
1956). H. DOMS, Bemerkungen zur Ehelehre des hl. Albertus Pedro Lombardo, en el libro IV de las Sentencias (distincio-
Magnus: Studia Albertina (Münster, 1952), 68-89. J . FUSCH, Die nes XXVI-XLII), recoge la tradición anterior y echa las bases de una
Sexualethik des hl. Thomas von Aquin (Dusseldorf, 1955).
teología del matrimonio. A este esquema de P. Lombardo se aco-
modarán y harán referencia las aportaciones de casi todos los
Si los penitenciales son los testigos de la moral sexual en una teólogos de los siglos posteriores, hasta que con la reforma to-
época ruda y bárbara en la cultura europea, con el avanzar de la mista de Salamanca (s. XVI) sea sustituido el libro de las Senten-
Edad Media (siglos XII-XIII) asistimos a una situación de mayor cias por la Suma teológica de santo Tomás como texto de base en
elevación y humanismo en la civilización occidental. Por lo que las lecciones y en los comentarios. En las distinciones XXXI-XXXIII
respecta al comportamiento sexual en Europa, debemos anotar la trata Pedro Lombardo el tema de las relaciones conyugales. El
aparición del concepto caballeresco del amor (74). La literatura «afecto conyugal» justifica el matrimonio, aun sin la intención for-
difunde el tema de la «dama», el «caballero» y el «amor corte- mal de tener hijos (d. XXXI, ce. 1 y 2). Antes de la caída, la unión
sano». La dureza de la «edad de hierro» se dulcifica y la vida del sexual hubiera sido lícita y buena; después de la caída, a esta
amor adquiere nuevos matices y nuevas calidades en torno a los unión le acompaña la concupiscencia y, por lo tanto, es culpable,
castillos y con ocasión de fiestas, justas, batallas y hasta pere- a no ser que se dé la «excusa» de la búsqueda de los bienes del
grinaciones (recuérdese el «paso honroso» de Quiñones). En la matrimonio. La cópula en vistas a la procreación no es pecado;
vida secular de Europa nace un nuevo concepto del amor, que practicada «por razón de incontinencia», sin intención de procrear,
pero «fide servata», entraña pecado leve (d. XXXI, c. 5); en el
(72) Cfr. R. S. CALLEWAERT, Les pénitentiels du moyen age et les primer caso, se da concesión; en el segundo permisión, según una
pratiques anticonceptionelles: Supplément de la Vie Spirituelle 74 (1965), interpretación acomodada de 1 Cor 7, 6 (d. XXXI, c. 6). Pedro
339-366.
(73) Cfr. PL 140, 949-1018.
(74) cfr. R. NELLI, El amor cortés: Estudios sobre sexualidad humana (75) G. LE BRAS, La doctrine du mariage chez les théologiens et les
(Madrid, 1967), 103-133; R. DRACONETTI, En los orígenes del amor cortés: canonistas depuis l'an mille: DTC IX, 3 (París, 1926), 2173-2174; R. NELLI,
la poesía amorosa de Guillermo de Aquitania: Ibíd., 135-164. La continence cathare: Mystique et continence (Bruges, 1952), 139-151.
336 MORAL OE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 337

Lombardo adopta las acotaciones de san Agustín sobre la mode- la virtud de la templanza. Este encuadre será mantenido y enri-
ración a observar en las relaciones conyugales; pero considera quecido por los comentaristas de la Suma en los siglos siguientes
como lícita, con tal de que sea moderada, la delectación que hasta nuestros días. Aun reconociendo la importancia que un en-
proporcionan los tres bienes del matrimonio. cuadre seguro ha tenido para la ética sexual, no cabe duda que ha
servido también para reducir y empobrecer el tema de la moral
La doctrina de Pedro Lombardo tuvo una pronta difusión y una sexual.
prolongada influencia. Sus comentadores exponen la moral sexual
en los cuadros que él formuló. La tonalidad general es de signo
pesimista y riguroso. Muchos canonistas y teólogos sostienen que el c) Edad de oro de las «Sumas para confesores» (s. XIV-XV)
acto conyugal no puede nunca llevarse a cabo sin pecado. Las
restricciones en el ejercicio de las relaciones conyugales se multi- D. DOHERTY, The sexual Doctrine of Cardinal Cajetan (Regens-
burg, 1966). L. VEREECKE, Mariage et sexualité au declin du
plican excesivamente. Hay autores que prohiben casi todos los Moyen Age: Supplément de la Vie Spirituelle 57 (1961), 199-
días de la semana, invocando razones particulares: el domingo, 225. J . ZIEGLER, Die Ehelehre der Poenitentialsummen von 1200-
por conmemorar la resurrección de Cristo; el lunes, por ser con- 7350(Regensburg, 1956).
sagrado a los difuntos; el jueves, por conmemorar la pasión de
Jesús; el viernes, para conmemorar su muerte; el sábado, para Durante los siglos XIV y XV se operó un cambio notable en el
honrar a la Virgen (76). horizonte de la teología moral. Fueron los ockamistas los que
después de santo Tomás dominaron el campo de la moral. La
La aparición de san Alberto Magno y de santo Tomás marca
metafísica de Guillermo de Ockam (m. 1349) está a la base de la
una reacción positiva en la moral sexual frente a un rigorismo y
moral de estos siglos. Fue sobre todo el concepto del «singular» el
pesimismo excesivos. Todos admiten que el puesto de san Alberto
que dio una tonalidad individualista, extrinsecista, voluntarista y
Magno en la ética sexual representa una novedad con respecto a
legalista a toda la ética. Se sobreestima el acto singular y se se-
la idea que de la sexualidad se había hecho la teología de los
ñala como justificación suprema de la bondad moral de las accio-
siglos precedentes (77). Lo fundamental de su aportación es haber
nes la voluntad de Dios (79).
puesto de relieve —bajo la influencia de Aristóteles— el carácter
natural y honesto del sexo, de la relación conyugal y del placer La influencia de esta tonalidad se echa de ver también en la
que de una manera normal acompaña el ejercicio de toda función moral sexual. Los teólogos siguen tratando este tema al comentar
natural. Con san Alberto entra en la moral el soporte «natural» el IV libro de las Sentencias de Pedro Lombardo, sobre todo con
—la base antropológica, diríamos hoy— de la ética sexual. Prueba ocasión de justificar el acto conyugal. De hecho, para los teólogos
que la «virtus generativa» es una «virtus natura lis» y que, por de la Edad Media constituyó uno de los temas principales y una de
consiguiente, el acto conyugal es bueno y necesario. Santo To- las mayores preocupaciones en la moral matrimonial el buscar
más participa de idéntico optimismo y de la misma visión positiva motivaciones para justificar —y hacer, por tanto, lícito— el acto
de la sexualidad (78). Tanto en uno como en otro desaparece la conyugal (80).
idea de las «excusas» para realizar el acto conyugal; esas «excu- En lo que Huizinga llama «otoño de la Edad Media» los mora-
sas» no son motivos extrínsecos, sino «intrínsecos al sacramento». listas introducen unas perspectivas un poco nuevas. Sobre todo se
Santo Tomás introduce el tema de la moral sexual en el cuadro de opera una extensión progresiva de los motivos subjetivos para jus-

(76) Cfr. G. LE BRAS, a. c , ce. 2151-2154 (sobre la doctrina de Pedro


(79) Cfr. L. VEREECKE, Individu et communauté selon Guillaume
Lombardo); ce. 2177-2180 (sobre el valor del acto conyugal en la edad media).
d'Ockham ( + 1349): Studia Moralia 3 (1965), 150-177.
(77) L. GRANDI, Die Sexualethik des hl. Aibertus Magnus. (Regens-
(80) Cfr. D. LINDNER, Der «usus matrimonü». Seine Bedeutung in
burg, 1955); H. DOMS, Bemerkungen zur Ehelehre des hl. Aibertus
der Kath. Moraltheologie alter und neuer Zeit (München, 1929); C.
Magnus: Studia Albertina (1952), 68-89.
SCHAHI, La doctrine des fins du mariage dans la théologie scholas-
(78) J . FUCHS, Die Sexualethik des hl. Thomas von Aquin (Dussel-
tique (París, 1948).
dorf, 1955).
22. Etica de la persona
338 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 339

tificar el acto conyugal (la salud, el simple placer). Pero también de la Edad Media. Sin embargo, las costumbres sociales siguieron
se da la influencia del individualismo, propio de la teología de los —si no en la práctica, al menos en teoría— bajo la fuerza de un
siglos XIV y XV. El ejercicio de la sexualidad dentro del matri- riguroso control moral y social. La literatura supo huir de este
monio recibe una tonalidad individualista y egoísta; tiende a des- rigorismo, creando tipos y figuras que son la negación de todo
aparecer el aspecto interpersonal y de apertura al otro, que es control social.
característico de la sexualidad humana (81). La Revolución francesa trajo otra variación fundamental en la
Junto a los comentarios de las Sentencias tiene vigencia en los vida europea. Con ella se derrumbó un mundo de vida ficticia,
siglos XIV y XV un género literario de gran importancia en la centrada sobre todo en las cortes y en la nobleza. La Revolución
historia de la teología moral. Son las «Sumas para confesores». francesa fue una ventana abierta por donde entraron aires nuevos.
Constituyen el anillo de paso entre los libros penitenciales y las La mujer participó en los trabajos de la Revolución; comenzó así
Instituciones de moral casuística. su emancipación y apareció otro modo de entender la relación de
Sin entrar ahora en el juicio crítico-valorativo de las aportacio- los sexos. No todo fueron valores; baste recordar que hace su
nes y limitaciones de las «sumas de confesores» en la historia de aparición en este tiempo un factor que disgrega el amor: el divor-
la teología moral (82), nos interesa sin embargo anotar la relación cio. Sin embargo, el viraje fue necesario.
que guardan con la moral sexual. Se les ha hecho el reproche de Durante el siglo XIX se fraguan todos los movimientos que
detenerse mucho e insistir con complacencia en pecados sexuales. hacen su explosión en nuestro siglo. La revolución industrial,
La apreciación no es enteramente justa; aun reconociendo que los aunque por una parte esclaviza en el trabajo a la mujer, por otra
pasajes dedicados a este tema son bastante extensos, sin embargo parte señala el comienzo de su independencia. La concentración
no quedan desproporcionados al compararlos con las páginas de- urbana, índice del crecimiento demográfico, pone sobre el tapete
dicadas, por ejemplo, a las faltas de justicia, a la exposición del el tema de la reproducción humana y los métodos de su regu-
voto o juramento, etc. Lo que sí puede llamar la atención en la lación y control. Las ciencias etnológicas, sociológicas y psicoló-
actualidad es la crudeza de las expresiones y el carácter directo en gicas «liberalizan» la noción de lo sexual y colocan las bases de
la descripción de las faltas sexuales. una auténtica ciencia de la sexualidad. Sin embargo, las costum-
bres experimentan un rigorismo y fariseísmo exagerados. Es la
época del puritanismo Victoriano, que se extiende por toda Europa
4. LA MORAL SEXUAL EN LOS ÚLTIMOS SIGLOS y que se vive también en América; los misioneros protestantes de
América del Norte son los portadores de una moral puritana en
L. VEREECKE, L 'etique sexuelle des moralistes post-tridentins: Stu-
dia Moralia 13 (1975), 175-196. todos los aspectos, pero más principalmente en el terreno sexual.
Estas contradicciones del siglo XIX entraron en nuestro siglo.
El comportamiento sexual durante la Edad Moderna va adqui- Pero, debido a factores de muy variada índole, el panorama ha
riendo modalidades muy variadas. El Renacimiento supuso una sufrido otra variación fundamental. La revolución técnica, junto
variación fundamental en la cultura, que repercutió en la con- con sus consecuencias de! urbanismo masificado, del ocio, del
cepción que el europeo se hizo del amor y de la sexualidad; el turismo, etc., ha sido un factor básico en la actual revolución
contacto con otros países y costumbres en la era de los descu- sexual. Los avances científicos en este terreno han hecho dar el
brimientos, ayudó a deshacer el mundo ideológicamente cerrado paso de una época pre-científica a una época científica en lo
sexual.
(81) Cfr. L. VEREECKE, Mariage et sexualité au declin du moyen age: ¿Qué papel ha jugado la teología moral en estas variaciones del
Supplément de la vle Spirituelle 57 (1961), 199-225. comportamiento sexual durante la Edad Moderna? No le podemos
(82) Ver el balance ponderado que hace P. MICHAUD-QUANTIIM, Som-
mes de casuistique et manuels de confession au moyen age (XII-XVII
asignar el papel de «modeladora» de tales cambios; por desgracia,
siécles) (Louvain-Lille-Montréal, 1962), 107-111. en este aspecto como en otros, los moralistas no han sabido estar
340 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 341

a la altura de su situación histórica. Sin embargo, no carecerá de serie de problemas, entre los cuales hay que señalar las correc-
interés e importancia tratar de conocer sus juicios de moral sexual ciones acerca de la parvedad de materia en la lujuria directa y su
Sería excesivamente largo y no del todo necesario el ir reco- inclusión en el «índice» por una comisión en la edición de Vene-
giendo de cada uno de los teólogos de la Edad Moderna su doc- cia 1624 (85).
trina moral sexual. Juzgamos más oportuno señalar algunos más El libro IX se titula De debito conjugan, y en él se hace una
representativos y ver en ellos los grandes jalones de la evolución exposición de la moral sexual. Por la gran influencia que tuvo en
histórica. Se trata más bien de conocer la línea evolutiva que no la historia de la moral posterior, recogemos algunas de sus afirma-
de exponer la doctrina detallada de cada uno de los autores. ciones: 1) En la edición del año 1607 afirmaba que podía darse
«parvedad de materia en el placer venéreo que provenga exclusi-
a) El renacimiento tomista (la segunda escolástica) vamente del tacto y del pensamiento», ya que «no hay razón
suficiente para que en los demás mandamientos haya parvedad de
El siglo XVI representa en teología moral el triunfo del renaci- materia y en éste no» (86); a partir de la siguiente edición, muerto
miento tomista, iniciado en el siglo anterior. A la Universidad de ya el autor, desaparece esta insinuación sobre la parvedad de
Salamanca le cabe la gloria de haber sido, en el siglo XVI, la que materia. 2) Es lícito pedir el débito para evitar el peligro de inconti-
abrió la moral cristiana, con una gran profundidad de investigación nencia en el otro cónyuge (87); tampoco hay culpa en la petición
y con una gran altura de responsabilidad cristiana y humana, a los del débito para evitar la fornicación en el mismo que pide, cuando,
graves problemas del «hombre nuevo» del renacimiento y a las usados otros medios, no puede frenar los estímulos de la carne
grandes perspectivas del «mundo nuevo» recién descubierto. (88). 3) El acto conyugal ejercitado por deseo sensual únicamente
Las preocupaciones de la escuela salmantina caminaron, sobre y sin transgredir los límites del matrimonio, es culpa venial (89);
todo, por la línea de la moral internacional, y por la línea de la pero no hay culpa ninguna, cuando, al copular para procrear,
moral económico-social. No ofrecen una aportación revolucionaria aceptan el placer que va unido al acto (90); en todo caso, «aunque
en el campo de la moral sexual. Donde sí podemos encontrar un el que exige el débito por placer peque, el otro está obligado a
nuevo hito en la evolución de la moral sexual es en el período consentir» (91).
posterior al concilio de Trento. A decir de Le Bras, «el más bello
período para la historia literaria de la doctrina del matrimonio es,
sin duda alguna, junto con la segunda mitad del siglo XIII, el b) La crisis de la Moral en los siglos XVII y XVIII
espacio que corre entre 1585 y 1635» (83). Aparecen en este
período tres excelentes tratados, obras de tres teólogos españoles: «La historia de la teología moral en los siglos XVII y XVIII, a
Pedro de Ledesma, Tomás Sánchez y Basilio Ponce de León (84). pesar de controversias excesivamente embrolladas, se puede
reducir a un esquema muy sencillo. La misma posición de los
En la obra de Tomás Sánchez (1550-1610) se condensa toda la autores de casuística, que buscaban los detalles más imprescin-
tradición teológica anterior y se colocan los pilares básicos de dibles para hacerlos valer en el confesonario, condujo a muchos
todos los tratados posteriores. Es el más denso e importante de al laxismo. Sus excesos provocan una reacción de rigorismo.
todos los tratados modernos sobre el matrimonio; de él se hacen
resúmenes y apologías, como de los tratados de los grandes (85) Para estas cuestiones ver: R. BROUILLARD, Sánchez (Thomas) DTC
escolásticos. En torno a la obra de Sánchez se han planteado una XIX, 1 (París, 1939), 1075-1085 (con bibliografía). Además: E. MOORE, La
moral del siglo XVI y primera mitad del XVII (Granada, 1956).
(86) Disp. 47, n. 9.
(83) G. LE BRAS, a.c, 2250. (87) Ibíd., 2, n. 1.
(84) PEDRO DE LEDESMA, De magno matrimonii sacramento (Sala- (88) Ibíd, 2, n. 4.
manca, 1952); TOMAS SÁNCHEZ, De sancti matrimonii sacramento (89) Ibíd., 11, n.4.
disputationum libri X (Genova, 1592), "BASILIO PONCE, De sacramento (90) Ibíd., 11, n. 6.
matrimonii (Salamanca, 1624). (91) Ibíd., 11, n. 7.
342 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 343

representado, principalmente, por los jansenistas. Estas mismas Qui habuit copulam cum soluta, satisfacit confessionis prae-
tendencias, en el límite de la ortodoxia, se enfrentan defendidas cepto dicens: Commisi cum soluta grave peccatum contra cas-
por teólogos probabilistas y probabilioristas, dando lugar a titatem, non explicando copulam (Dz 2045).
virulentas discusiones. Y aunque ciertos autores, como los car-
melitas de Salamanca, no presten atención al debate, tampoco Copula cum coniugata, consentiente manto, non est adulte-
lo solucionan. Hará falta la lenta maduración de las obras de un rium; ideoque sufficit in confessione dicere. esse fornicatum
San Alfonso para señalar el principio del apaciguamiento» (92). (Dz 2150).
La oposición a los laxistas vino de parte de los jansenistas
Sobre los cuadros de este esquema, veamos la evolución que quienes cayeron en el rigorismo. Entre los rigoristas conviene
sigue la moral sexual:
destacar a Antonio Arnauld, Pedro Nicole y Blas Pascal.
Alejandro Vil e Inocencio XI condenan proposiciones laxistas; y
1. °) La crisis del laxismo-rigorismo Alejandro VIII condena tanto proposiciones laxistas como ri-
goristas.
De entre los autores laxistas (Antonio Diana, + 1633; Antonio
Escobar, + 1669; Tomás Tamburini, + 1675) destacamos a Juan Ya hemos consignado cuatro proposiciones laxistas condena-
Caramuel ( + 1682), cuya doctrina tiene una particular incidencia das, referentes a la moral sexual. He aquí las restantes laxistas:
en el campo de la moral sexual. Est probabais opinio, quae dicit, esse tantum veníale osculum
La personalidad humana y científica de Caramuel es de una habitum ob delectationem carnalem et sensibilem, quae ex
riqueza extraordinaria. Tuvo un conocimiento enciclopédico y una ósculo oritur, secluso periculo consensus ulterioris et pollutionis
(Alejandro, Vil, prop. 40: Dz 2060).
erudición vastísima; a esto hay que añadir su aptitud para la
controversia y sus dotes oratorias; conocía 24 idiomas. Los escri- Opus coniugii ob solam vo/uptatem exercitum omni penitus
tos de Caramuel son numerosos: más de 250 obras y opúsculos, caret culpa ac defectu venia/i (Inocencio XI, prop. 9: Dz 2109).
formando 77 volúmenes in-folio. Pero, le faltó la mesura y el buen Tam clarum videtur, tornicationem secundum se nullam in-
sentido. En su Mathesis audax (Lovaina, 1624) sostiene que se vo/vere ma/itiam, et solum esse malam, quia interdicta, ut con-
trarium omnino rationi dissonum videatur (Inocencio XI, prop.
pueden resolver con «regla y compás», las cuestiones más difíciles
48: Dz 2148).
de teología, aun los problemas de la gracia y la libertad.
Se le atribuyen comúnmente cuatro proposiciones condenadas
por Alejandro Vil (la 24 y la 25: Dz 2.044-2.045) y por Inocencio XI 2.°) Autores al margen de la crisis
(la 48 y 49: Dz 2.149-2.150), relacionadas con materia del sexto y
del noveno mandamiento (93). He aquí las proposiciones conde- Los carmelitas de Salamanca, además de su Cursus theolo-
nadas: gicus, escribieron el Cursus theologiae moralis (1665-1724), «que
es seguramente la obra más notable de teología moral del siglo
Mollities, sodomía et bestialitas sunt peccata eiusdem speciei XVII» (94). Este curso de los salmanticenses no se mezcló en la
infimae; ideoque sufficit dicere in confessione, se procurasse
pollutionem (Dz 2044). contienda de laxismo-rigorismo, pero ejerció gran importancia en la
evolución de la teología moral posterior (95).
Mollities iure naturae prohibita non est. Unde, si Deus eam
non interdixisset, saepe esset bona et aliquando obligatoria sub
mortali (Dz 2149). (94) B. HARING, o.c. I, 62.
(95) Cfr. Th. DEMAN, Salamanque (Théologiens de): DTC XIV, 1 (París,
1939), 1017-1031; O. MERL, Theologia Salmanticense: (Regensburg,
1947); E. DEL SAGRADO CORAZÓN, Los Salmanticenses: su vida, su
(92) B. HARING-L. VEREECKE, La teología moral desde santo Tomás obra (Madrid, 1955); O. MERL, Salmantizenser: 2LTK IX, 269; T. DEL
de Aquino hasta san Alfonso María de Ligorio: Moralia 3 (1965), 144. SANTÍSIMO SACRAMENTO, El curso moral salmanticense. Estudio his-
(93) Cfr. Theologia moralis fundamentalis (Frankfurt, 1665). tórico y valoración crítica (Salamanca, 1968).
344 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 345

Otro autor que permaneció al margen de la contienda del siglo manuales de moral casuística, cuyas ediciones se multiplican sin
XVII y XVIII fue Charles Rene Billuart (1685-1757) (96). En su obra otra novedad que la impuesta por las nuevas resoluciones de la
conjunta de dogmática y moral supo acomodar la doctrina de Santa Sede y por pequeñas adaptaciones a las nuevas circuns-
Santo Tomás a las nuevas condiciones de su tiempo. tancias.
La moral sexual es expuesta en dos momentos diferentes: en el
tratado del sexto y noveno mandamientos (o en el tratado de la
3.°) En busca del equilibrio: san Alfonso de Ligorio (1696-1787) virtud cardinal de la templanza) y en el tratado del matrimonio. Sería
un trabajo inútil consignar aquí todos los manuales; basta con re-
La obra de San Alfonso, como moralista, tiene una importancia ferirse a uno de los más actuales. Algunos moralistas, además de la
decisiva en la historia de la moral. En él concluye toda una etapa de doctrina de los manuales, exponen la moral sexual conjunta en un
evolución de la teología moral desde el siglo XVI, adquiriendo librito aparte; así lo hacen, por ejemplo, H. Noldin (98), L. Wou-
estabilidad el género de las «instituciones morales», preparado ters (99), A. Vermeersch (100) y P. Merkelbach (101).
inmediatamente por la moral práctica de la Compañía de Jesús, y
antes por las sumas para confesores y por los libros penitenciales.
San Alfonso es el pilar seguro de toda la moral casuística poste- II
rior; aunque su sistema no sea aceptado por todos, casi todos
aceptan sus soluciones prácticas a casos concretos. Fue declarado
doctor de la Iglesia en 1871 por Pío IX y en 1950 por Pío XII C O M P R E N S I Ó N ANTROPOLÓGICA DE LA S E X U A L I D A D
patrono de los confesores y moralistas.
La moral sexual la expone San Alfonso en su Theologia mora-
lis, libro III, tratado IV, c. II («De sexto praecepto et nono») y libro Para hacer una exposición adecuada de la dimensión ética del
VI, tratado VI («De matrimonio») (97). Recoge la doctrina anterior comportamiento sexual humano, es necesario tomar como punto
a él, sobre todo desde el siglo XVI, dándole el marchamo de su de partida la comprensión antropológica de la realidad sexual.
prudencia y de su espíritu práctico. En algunos puntos resulta para ¿Qué es la sexualidad humana? He ahí una pregunta, cuya res-
nosotros excesivamente rígida; en todo caso, sus soluciones han puesta condiciona, desde los cimientos, todo el edificio de una
de ser valoradas dentro de la dinámica evolutiva de la historia de posible ética sexual.
la moral. Existen diversos caminos para aproximarnos con intención de
comprensión al misterio humano de la sexualidad. Podríamos
tratar de descubrir el fenómeno de la sexualidad humana a través
c) Dentro de los esquemas de la moral casuista (s. XIX y XX) de un estudio comparativo con el comportamiento sexual animal
(102); mediante una consideración de las comprensiones históricas
Después de San Alfonso, la moral sexual sigue los derroteros que los hombres se han dado acerca de su realidad sexual (103).
generales de la teología moral católica. Aunque persiste la divi- (98) De sexto praecepto et de uso matrimonii (Innsbruck, 192016).
sión de autores a la hora de alinearse en uno u otro sistema moral, (99) Tractatus dogmaticus-moralis de virtute castitatis et de vitiis
sin embargo, las resoluciones prácticas adquieren un marcado oppositis (Bruges, 19322).
carácter monocolor y rutinario. Fuera del movimiento renovador (100) De castitate et de vitiis contrariis. Tractatus doctrinalis et
alemán de la escuela de Tubinga, la moral católica es plasmada en moralis (Roma-Bruges, 19212).
(101) De castitate et luxuria (Liege, 19507).
(96) P. MANDONET, Billuart: DTC II, 1 (París, 1910), 890-892; A. WALZ, (102) Cfr. BOUNOURE, El instinto sexual. Estudio de psicología animal
Billuart, LTK II, 477-478; A. D'AMATO, Billuart: Enciclopedia Cattolica 2 (Madrid, 1962); R. CHAUVIN, Conductas sexuales del animal: Estudios
(Cittá del Vaticano, 1949), 1639. sobre sexualidad humana (Madrid, 1967), 23-36.
(97) Edición crítica de L. GAUDE (Roma, 1905-1912). (103) A.-W. LEIBRAND, Formen des Eros, 2 tomos (Freiburg-München,
346 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 347

También podría ser expuesta la antropología sexual siguiendo la nos Aires, 1966). F. LEIST, Liebe und Geschlecht (Stuttgart,
génesis del saber humano sobre la realidad sexual a través de las 1953). Lumiére et Vie 97 (1970): «La sexualité en procés». M. NE-
exposiciones de las más notables figuras de ia sexología (104). DONCELLE, Vers une méthaphysique de l'amour (París, 1946).
J. ORTEGA Y GASSET, Estudios sobre el amor (Madrid, 1958).
Reconociendo la validez de los métodos señalados, seguire- i. SALVAT, Lineas fundamentales de una antropología sexual: Es-
mos, sin embargo, un camino distinto. Haremos un esbozo de tudios Eclesiásticos 47 (1972), 625-642. G. SCHERER, Nueva
antropología sexual mediante una consideración sistemática de comprensión de la sexualidad (Salamanca, 1968). E. SCHILDE,
esta realidad humana. Para ello nos iremos aproximando al miste- Das Geschlechtliche in anthropologischer Sicht: Lebendige Seelsor
rio humano de ia sexualidad desde diversas perspectivas para ge 10 (1959), 81-88. G. SIEGMUND, Die Natur der menschlichen
Sexualitat (Kóln, 1969). VARIOS, La sexualidad (Barcelona,
descubrir sus distintas «instancias»; al final daremos una visión
1965). VARIOS, L'uomo e la sua sessualitá (Brescia, 1968). VA-
sintética. RIOS, Estudios sobre sexualidad humana (Madrid, 1967). F. E.
VON GAGERN, Von Wesen mensch/icher Gesch/echtlichkeit
F. X. ARNOLD, Sexualitat und Menschenwürde (Donnauwórth, (München, 1966). F. X. VON HORNSTEIN-A. FALLER, Du und
19654). A. AUER y otros, Der Mensch undseine Gesch/echtlich- Ich. Eine Handbuch über Liebe, Geschlecht un Eheleben (Mün-
keit (Würzburg, 1967). F. A. BEACH y otros. Sexo y conducta chen, 19633). J . ZIEGLER, Menschliche Gesch/echtlichkeit zwis-
(México, 1970). F. BOIX, Sexo y humanización (Barcelona, 1968). chen Emanzipation und Integration: Théologie und Glaube 64
L. CENCILLO, Raices del conflicto sexual (Madrid, 1975). N. DE (1974), 187-202. A. ZIEMMERMANN, Die beiden Geschiechte in
MARTINO, Personante e sesso (Roma, 1974). O. DILSCHEIDER, derAbsicht Gottes (Wiesbaden, 1936).
Vorn Wesen der Liebe. Eine Sexualethische Studie (Berlín, 1963).
H. DOMS, Der Einbau der Sexualitat in die menschliche Persón- La sexualidad humana supone, expresa y realiza el misterio
lichkeit (Koln, 1959). O. FULLAT, La sexualidad: carne y amor
(Barcelona, 19684). H. GIESE y otros, Mensch-Geschlecht-Gesell-
integral de la persona. De ahí que no pueda entenderse desde una
chaft (Frankfurt, 1954). H. GIESE y otros, Die Sexualitat des consideración reduccionista y reductora. Se han destacado las
Menschen (Stuttgart, 19682). T. GOFFI, Amore e sessualitá consecuencias negativas a que ha conducido una concepción
(Brescia, 19673). j . GUITTON, L'amour humain (París, 1955). monovalente de la sexualidad (105).
H. HAUKE y otros, Aspekte der Gesch/echtlichkeit (Heidenheim,
1969). A. JEANNIERE, Antropología .sexual (Barcelona, 1966);
La polivalencia o el carácter plurivectorial es un rango especí-
Hacia una sexualidad humana: Cuadernos de orientación fami- fico de la sexualidad humana. Por eso mismo su comprensión ha
liar 59 (1975), 31-59. A. KÜSTLER y otros. La sexualidad (Bue- de ser cometido de diversos saberes trabajando interdisciplinarmen-
te. Como punto de partida y como resultado de esa interdisciplinari-
1972); A. MORALI-DANINOS, Evolución de las costumbres sexuales dad se puede hablar de diversas instancias de la sexualidad huma-
(Madrid, 1974). Más adelante aludiremos a la comprensión sexual en las na. Preferimos esta mediación lingüístico-conceptual de «instancia»
culturas tabuísticas y míticas. En relación con el mundo grecorromano, ver: a la de «estrato», ya que una consideración estratigráfica de la
Th. HOPHNER, Das Sexuellaben der Griechen and Romer von den sexualidad corre el riesgo de machacar su misterio integral. La
Anfángen bis ins 6. Jahrhundert nach Christus (Praga, 1938); M. F. mediación de «instancia» nos permite hablar de la sexualidad
GALIANO-J. S. LASSO DE LA VEGA-R. F. ADRADOS, El descubrimiento
del amor en Grecia (Madrid, 1959); R. FLACELLIERE, L'amour en Gréce siempre en referencia al significado total, aunque desde la peculia-
(París, 1960); J . M. LE BLOND, Sexualidad en el mundo griego: Estudios ridad de una dimensión.
sobre sexualidad humana (Madrid, 1967), 39-56; H. JEAN MAIRE, Sexualité Las instancias de la sexualidad humana pueden ser expuestas de
et Mysticisme dans les anciennes societés helléniques: Mystique et
Continence (Bruges, 1952), 51-61; C. SPICQ, Théologie Morale du NT, II
varios modos. Uno de ellos sería el de seguir la estructuración de
(París, 1965), 816-827). la sexualidad desde las zonas más profundas de las «necesidades»
(104) Recordemos los nombres (con sus respectivas aportaciones al campo y «pulsiones» hasta su transformación en lenguaje interhumano.
de la ciencia sexológica) de H. ELLIS, S. FREUD, G. MARAÑON, A. C. Esta manera de buscar la «arqueología» del deseo sexual para
KINSEY, W. H. MASTERS-V. E. JOHNSON. Para una panorámica histórica
de la ciencia sexológica, cfr. A. HESNARD, Sexología normal y patológica (105) J . DUSS-VON-WERDT, Polivalencia da la sexualidad: Concilium
(Barcelona, 1970), 15-18. n.° 100 (1974), 488-496.
MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 349
348 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
na. Únicamente nos interesa señalar aquellos elementos que cons-
«reconstruir» su historia dentro de la persona, es un método tituyen la base de su instancia biológica.
interesante y enriquecedor. Junta las posibilidades hermenéuticas
del psicoanálisis con los métodos interpretativos del estructura-
lismo y de la lingüística. Los guías en este camino podrían ser
Freud, Lévi-Strauss, Chomsky, Ricoeur, Lacan, etc. (106). a) El sexo biológico humano
Adoptaremos, sin embargo, un método distinto, no tan feno-
La diferencia sexual es un hecho que se impone a nuestros
menológico ni tan generativo, como el que acabamos de señalar.
ojos por una serie de caracteres morfológicos diferentes en el
De una manera más aséptica y menos «comprometedora» iremos
hombre y en la mujer, y que tienen capacidad de provocar la
señalando las instancias de la sexualidad adoptando las diversas
atracción erótica. Pero estos no son los factores fundamentales
perspectivas que nos ofrecen los saberes clásicos de lo humano:
para definir el sexo. En efecto, un sencillo tratamiento hormonal
biología, psicología, sociología, filosofía. La diversidad y la integra-
ción de tales perspectivas corresponden a la complejidad unitaria puede originar la barba en la mujer y la atrofia de las glándulas
de la realidad sexual. mamarias.
¿Cómo se define, biológicamente, el sexo? ¿Existe un factor
Volvemos a insistir que el siguiente análisis no quiere caer en la
constante, un elemento biológico, que permita definir exactamente
tentación de seccionar en compartimentos separados la unitaria
la diferencia entre el hombre y la mujer a un nivel biológico? La
complejidad de la sexualidad humana. Por eso, en lugar de «estra-
respuesta a esta pregunta nos dará la definición del sexo bioló-
tificar» la realidad pretendemos descubrir sus diversas «instancias».
gico. Esta definición es preciso realizarla a tres niveles complemen-
tarios, y por eso mismo se habla de sexo cromosómico (o genéti-
1. INSTANCIA BIOLÓGICA: co), sexo gonádico (o genital) y sexo hormonal.
La sexualidad como pulsión
1.°) Sexo cromosómico (determinación genética del sexo).
R. ALLISON y otros, The Biology of Sex (London, 1967). J . A. En todas las células del cuerpo humano hay un número determi-
CLAVERO, El sexo genético (Madrid, 1969). J . M. DEXEUS nado de cromosomas (portadores de los genes). La dotación cro-
TRIAS DE BES, La sexualidad en la práctica médica (Madrid,
1963). B. FORCANO, Moral sexual biológica: Claretianum 6
mosómica comporta tal como ha quedado establecido desde 1956
(1967), 175-218. M. GAUDEFROY y otros. Estudios de sexologla por J. H. Tjio y A. Levan 46 cromosomas —o, mejor, 23 pares de
(Barcelona, 1969). A. HESNARD, Sexologla normal y patológica cromosomas—. De ellos, 22 pares son cromosomas «somáticos»
(Barcelona, 1970). P. JACQUIN, Médecine et sexualité: Mora/e (autosomas) y 1 par cromosomas «sexuales» (heterocromosomas
sexuelle et diff¡cuites contemporalnes (París, 1953), 55-94. G. MA- o gonosomas). La fórmula cromosómica difiere, según el sexo:
RAÑON, Tres ensayos sobre la vida sexual (Madrid, 19296). Varón: 44 A + XY; Hembra: 44 A + XX.
P. MERLE, Sexualité et bio/ogie experiméntale. Ecueils et tenta-
tions: Mora/e sexuelle et difficultés contemporaines (París, 1953), En un cierto momento, únicamente en las células sexuales, en
97-122. M. ORAISON, Aspects physiologique et hormonal de la el curso de las divisiones celulares (la «meiosis») se produce un
chasteté: La chasteté (París, 1953), 179-190. R. PELLEGRINI, fenómeno de importancia capital: la reducción cromosomática
Sexologla (Madrid, 1968). G. ROTZER, Medicina, sexualidad y
matrimonio (Madrid, 1970). G. SANTORI, Compendio de sexolo-
(el número de cromosomas se reduce a la mitad). Mientras que las
gla (Madrid. 1969). células antes de la reducción tenían una dotación cromosómica
completa —número diploide—, ahora tienen una dotación cromo-
No pretendemos hacer una exposición completa y detallada de somática reducida a la mitad —número haploide—. Estas células,
todos los aspectos biológicos concernientes a la sexualidad huma- que tienen la dotación cromosomática reducida, se llaman game-
tos, los elementos sexuales por excelencia.
dos) Un intento de aproximación a la realidad sexual siguiendo esta meto- 2.°) Sexo gonádico (formación de las gónadas, de las vías
dología es el libro de E. AMEZUA-ORTEGA, Religiosidad y sexualidad genitales y de los órganos genitales externos). La fórmula cromo-
(Madrid, 1974).
350 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 351
somática del huevo —así como otros factores— determina direc- está en continuidad con el útero; los ovarios, las dos glándulas
tamente el tipo de glándula genital (ovario o testículo); pero no sexuales específicamente femeninas.
determina más que indirectamente los caracteres secundarios, es- La actividad biológica sexual (fisiología sexual) se lleva a
tando éstos determinados por la acción de sustancias químicas u cabo por una serie de factores de control. Estos forman un circui-
hormonas que elabora la glándula genital, y que pasando al to neuro-hormonal que constituye la regulación del funciona-
medio humoral influyen en todo el organismo. miento sexual. Los principales órganos de regulación son: el hipo-
La pregonada aparece hacia el 37 día de la vida embrionaria; y tálamo, por una parte; y ciertas glándulas, por otra. Se le recono-
la diferenciación prosigue a partir del 45 día. En el varón el canal de ce al hipotálamo una gran importancia para el normal desarrollo y
Müller se atrofia, mientras que el de Wolff formará el epidídimo, el desenvolvimiento de la actividad sexual. Se han descrito centros
canal deferente, la vesícula seminal y el canal eyaculador. En la hem- sexuales en el hipotálamo, especialmente a nivel del tuber cine-
bra, se atrofia el canal de Wolff, y el de Müller formará las trompas y reum y, entre las llamadas incontinencias o desinhibiciones dien-
el útero. A esta etapa sucede la diferenciación de los órganos cefálicas, se cita la incontinencia erótica, por lo cual la alteración
sexuales externos, que tiene lugar desde el tercero al quinto mes. del diencéfalo se revela clínicamente con hipererotismo y aun con
Conviene anotar que todos estos elementos son, al principio, diversas perversiones del instinto sexual.
en el embrión, bipotenciales, incluso los genocitos —células se- La función de las glándulas endocrinas viene a completar la fun-
xuales primitivas—. Poseen la capacidad de orientarse en dos ción del hipotálamo. Destacan a este respecto dos series de glán-
direcciones, masculina y femenina. Cuál sea el sexo resultante dulas: la hipófisis y las suprarenaies. La parte anterior de la hipófi-
dependerá de las impulsiones dadas por la dotación cromosomá- sis segrega, entre otras hormonas, las gonadostimulinas o gonado-
tica mediante las hormonas embrionarias y tal vez también otros tropinas, indispensables para el desarrollo y la función de las
cuerpos mal conocidos. Pero este curso puede alterarse por la glándulas genitales, tanto del hombre como de la mujer. La glán-
intervención de algún factor externo que perturbe el orden normal dula suprarenal (la cortex o corteza) tiene también importancia
de los hechos (aunque esta eventualidad es bastante excepcional). en la vida sexual; en un doble sentido: por la secreción de hor-
monas de acción andrógina y por la profunda influencia que tiene
3.°) Sexo hormonal (aparición de los caracteres sexuales se- sobre todo el organismo y, de rechazo, sobre \a actividad sexual.
cundarios). A partir de la pubertad, las hormonas sexuales, produ- La glándula pineal o epífisis ejerce una acción de freno al
cidas más abundantemente, acentúan la diferenciación sexual. El desarrollo sexual en el sujeto joven.
ovario produce la foliculina o estrona y también progesterona; el
testículo produce la testosterona. A partir de esta edad, aparece La glándula tiroides tiene también una gran influencia en las
diferenciado y formado el sexo con todos los caracteres se- funciones sexuales, pero de un modo indirecto; por su influencia
xuales. sobre la hipófisis y las modificaciones generales del organismo. Al
hipertiroidismo y al hipotiroidismo suele acompañar, respectiva-
A esta altura es cuando se pueden señalar las diversas partes mente, hiperfunción o hipofunción sexual. Las demás glándulas
del aparato reproductor tanto masculino como femenino (anato- endocrinas tienen su influjo en la vida sexual, pero no es tan claro
mía sexual). El aparato genital masculino está constituido por dos y tan importante.
clases de órganos: por los órganos que aseguran la formación y el
almacenamiento del elemento fecundante o esperma; y por el
órgano encargado de llevar el elemento fecundante a las vías b) Significado de la instancia biológica para la comprensión global
genitales femeninas. Para una descripción sumaria del aparato de la sexualidad humana
reproductor femenino, baste con tener en cuenta las siguientes
partes: la vagina (con la región vestibular de los grandes y pe- La instancia biológica es el apoyo de todo el edificio de la sexua-
queños labios, en cuya parte anterior se encuentra el clítoris); el lidad humana; empleando la terminología de Lersch, podríamos
útero o matriz, las trompas uterinas o de Falopio, cuya actividad decir que es su «fondo vital»: el comportamiento sexual humano
352 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 353
se genera desde las fuerzas vitales de las pulsiones biológicas y en
su realización cobra decisiva importancia el fondo biológico. Ha la sexualidad humana tenemos que reconocer que ésta tiene tam-
sido un fallo el haber reducido la sexualidad a «genitalidad»; pero bién, aunque no exclusivamente, una dimensión procreativa. Esta
creemos necesario advertir que no se puede caer en el extremo dimensión, aunque deba ser vivida e integrada también a otros
contrario: comprender la sexualidad humana sin referencia a su niveles (el del amor, la afectividad, el cariño, el cuidado materno,
instancia biológica. etcétera), creemos que proviene fundamentalmente de la instancia
biológica.
Nos preguntamos, por lo tanto, sobre el significado de la
genitalidad dentro de la totalidad comprensiva de la realidad hu- La instancia biológica nos hace descubrir de una manera pa-
mana de la sexualidad. Para contestar a esta pregunta tendríamos tente la dimensión procreativa. «Todo el proceso fisiológico y
que afirmar la presencia de lo genital, de un modo u otro, en todo anatómico, en sus diferentes etapas, está señalado para que esta
comportamiento sexual humano. Pero, tratando de limitarnos a los finalidad procreadora pueda realizarse y en sus mismas estructuras
aspectos más importantes diríamos que la instancia biológica in- se lee con evidencia este mensaje que no podemos silenciar. El
troduce en la comprensión global de la sexualidad dos dimensio- hombre no ha hecho sino dejarse conducir por los datos que
nes: la procreativa y la placentera. descubre en su naturaleza, lo mismo que la vista se ha admitido
siempre como un órgano que sirve para ver. En todas las épocas y
1. °) Dimensión procreativa de la sexualidad humana culturas, aun cuando otros aspectos se mantenían más en el
olvido, este otro permanecía firme sin ninguna discusión» (107).
Si la sexualidad humana no fuese más que «biología sexual)/ Dentro de esta dimensión procreativa de la sexualidad humana
no tendría otro sentido que el de la procreación. Sería, como podríamos señalar un matiz especial. Es el de verla como un «lujo»
fundamentalmente lo es la sexualidad animal, una sexualidad pro- vital.
creativista. La sexualidad aparece dentro de la escala de los seres como un
Por la presencia de otras instancias, como la psicológica y «lujo» de la naturaleza. La reproducción es un fenómeno necesario
socio-cultural, la sexualidad humana no está circunscrita a los dentro del ciclo vital. Pero no es de necesidad una reproducción
ritmos biológicos de marcada orientación procreativa. La sexuali- de tipo sexual. La sexualidad permite a una especie determinada
dad humana es más que función procreativa. Por otra parte, la sobrevivir. Pero no es éste el único modo de conseguirlo. En los
procreación dentro de la especie humana no está automáticamente invertebrados, algunas especies pueden subsistir y propagarse
regulada por la instintividad, sino que tiene que ser responsable- mediante reproducción asexuada. Algunos animales tienen —tem-
mente (es decir, «humanamente») regulada. Esta afirmación an- poral o continuamente— las dos posibilidades de reproducción
tropológica está a la base de la* problemática moral de la regula- sexuada o asexuada.
ción de la natalidad, de los métodos de control y de la plani- ¿Dónde está la diferencia de significado biológico entre la re-
ficación familiar y demográfica. producción sexuada y asexuada? La reproducción asexuada supo-
Al no identificar sexualidad con procreación reconocemos que ne estabilidad biológica; una yema que aparece en un animal tiene
existe una posible y válida separación entre función unitiva y el mismo patrimonio hereditario que el individuo en que aparece.
función procreativa dentro de la sexualidad humana. Los crite- En cambio, ia reproducción sexuada comporta un mayor enrique-
rios éticos que regulan la diferencia y la relación entre ambos cimiento y variabilidad, a partir de la fusión de dos gametos
aspectos deben ser pensados desde una antropología sexual ple- provenientes a su vez de una pareja de individuos. La sexualidad
namente humana, en la que no hay «confusión» de las dos supone, pues, un enriquecimiento del programa vital.
dimensiones, aunque sí tiene que haber una correcta relación.
La sexualidad humana —por ser sexualidad— lleva consigo ese
Sobre los problemas morales que plantea esta afirmación antropo-
aspecto de lujo o enriquecimiento vital. Este carácter de sobre-
lógica volveremos más abajo.
Sin embargo, creemos que desde una antropología correcta de (107) E. LÓPEZ AZPITARTE, Sexualidad y matrimonio hoy (Santan-
der, 1975), 45.
23, Etica de la persona
354 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 355
abundancia se advierte de una manera particular dentro de la exclusiva del placer en la sexualidad se considera que tiene una
antropología sexual humana. De una manera concreta, y por vía versión en el campo de la «patología sexual».
de ejemplo, se constata esto en la inmensa sobreabundancia de Pero también el extremo contrario es falso y muy peligroso. A
elementos fecundantes en relación con los elementos fecundados. la sexualidad acompaña el placer. Una de las funciones principales
Piénsese en los millones de espermatozoides que se «pierden» en que se señalan al ejercicio sexual es la del placer (111).
una relación sexual que alcance la meta de la fecundidad. La
Es necesario quitar de la noción de placer todas aquellas adhe-
naturaleza nos ofrece aquí un ejemplo de «derroche» biológico.
rencias espúreas provenientes de una mentalidad neoplatónica. Al
Esta característica de lujo o sobreabundancia ha de ser tenida mismo tiempo, es preciso librarlo de una conexión directa con el
en cuenta por la moral sexual. La sexualidad no es totalmente pecado original, uno de cuyos efectos habría sido la depravación
«necesitada» y de consiguiente no será totalmente necesitante su de todo placer humano y más concretamente del placer sexual
ejercicio. Por otra parte, no se puede formular una moral sexual (concupiscencia).
con complejo de «tacañería» biológica. No tiene sentido la angus-
A veces se entiende el placer sexual como una especie de
tia casi sagrada ante la pérdida o no pérdida de esperma. El fallo
«trampa amorosa» que Dios ha colocado a los hombres para
moral no ha de colocarse en la pérdida o no pérdida del líquido
inducirlos a cumplir el deber de procrear. Aplicado este concepto
seminal; en ese caso toda relación sexual supondría un gravísimo
al matrimonio nos daría la imagen del matrimonio-trampa.
fallo, ya que supone una grandísima pérdida. El fallo moral tiene
que colocarse a otros niveles de consideración de la sexuali- «Esta idea del matrimonio-trampa ha ocupado la mente de
dad (108). muchos católicos que quizá, inconscientemente, arrastran resi-
duos maniqueos: el matrimonio es realmente una cosa mala, un
placer prohibido; pero de alguna manera tienen que venir los
hijos al mundo... Trampa de Dios. Ha encerrado en los placeres
2.°) Dimensión placentera de la sexualidad humana. matrimoniales la aparición de los hijos, como esas madres que
en una cuchara sopera colmada de azúcar esconden las cinco
gotas de una medicina amarga para que el niño la trague sin
La sexualidad humana no es un «juego» en el sentido peyora- protestar» (112).
tivo del término: no es un objeto del que hay que extraer el
máximo placer posible. El hombre como individuo, lo mismo que
Una concepción tal del placer sexual es volver a repetir la
como grupo, no siempre se ha librado de esta tentación de consi-
afirmación sostenida durante algunas épocas de la moral de que el
derar la sexualidad casi exclusivamente como fuente de placer. En
la forma de vivir el hombre occidental su sexualidad se han descu- acto conyugal necesita algunas «excusas» (leer «fin procreativo»)
bierto algunos rasgos que indican esa orientación: el hombre se para cohonestarlo.
considera como «un ser que busca el placer o que está autorizado Tampoco se puede tener una concepción del placer sexual en
para buscarlo» (109). la que éste se vea separado de la misma función. El padre Pié ha
puesto bien de manifiesto que la explicación tomista del placer no
Al reducir la sexualidad a un instrumento de placer, el compor- caminó por esa separación dualística (113). Menos podríamos
tamiento sexual queda degradado. Cae en la insignificancia, en la mantenerla hoy día a partir de los conocimientos psicológicos que
exacerbación y en el absurdo (110). No en vano la búsqueda poseemos.
La dimensión placentera de la sexualidad la vive el hombre al
(108) M. ORAISON, Le mystóre humain de la sexualité (París, 1966)
55-57.
(109) H. SCHELSKY, Sociología de la sexualidad (Buenos Aires, 1962) (111) DUSS-VON-WERDT,a.c.,489.
143. (112) J. M. JAVIERRE-J. L. MARTIN DESCALZO-A. ARADILLAS-J. DE
(110) P. RICOEUR, La merveille, l'errance, l'énigme: Esprit 11 (1960) SALAZAR, Control de natalidad (Madrid, 1967), 27, 28.
1665-1676. (113) A. PLE, Vida afectiva y castidad (Barcelona, 1966), 111-169.
356 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 357

nivel de todas las instancias: el placer del amor, de la comunión interesante... Quizá para la propia patología humana son más
interpersonal, etc. Es una dimensión que dice relación a todo el interesantes las vertientes extrafisiológicas que las puramente
fisiológicas» (115).
fenómeno de la sexualidad humana. Sin embargo, creemos que
esta dimensión le viene fundamentalmente de la instancia bioló- La sexualidad humana es, pues, un fenómeno psíquico. En
gica. Por eso afirmamos que la dimensión placentera es un signifi- ella hace su aparición el mundo personal dej hombre. El «sexo» se
cado de la instancia biológica en referencia a la globalidad de la continúa en el «eros» y así adquiere la sexualidad otra nueva
sexualidad humana. dimensión o un nuevo nivel de profundidad.
Sobre el modo de integrar la dimensión de placer (a veces se la En este apartado vamos a fijarnos en esta dimensión psicoló-
llama «dimensión unitiva») y la dimensión de procreación («dimen- gica de la sexualidad humana. Sin querer abarcar todo el amplio
sión procreativa») y sobre el modo de asumir en la totalidad los panorama —y señalando ya, desde ahora, que la instancia siguien-
significados de la instancia biológica volveremos más abajo. te pertenece también al nivel psicológico—, limitamos la conside-
ración a dos aspectos: estructura o sentido de la sexualidad psico-
lógica; funciones o significados de la misma.
2. INSTANCIA PSICOLÓGICA:
La sexualidad como fuerza integradora y hermenéutica del yo
a) Sentido o estructura de la sexualidad psicológica
W. G. COLÉ, Sex in Christianity and Psychanafysis (London, 1956).
H. ELLIS, Estudios de psicología sexual (Madrid, 1913), 7 volúme-
La instancia psicológica de la sexualidad nos dice que ésta no
nes. S. FREUD, Obras completas, 3 tomos (Madrid, 1967). es única ni preferencialmente una pulsión. Utilizando otra termi-
0. SCHWARZ, The Psychology of Sex (London, 1969"). nología, la sexualidad no es sólo una «necesidad», es también un
«deseo»; se hace materia de vivencia humana, al mismo tiempo,
La sexualidad humana no se explica únicamente al nivel pura- que se constituye forma expresiva de la misma. He ahí lo peculiar
mente biológico. Mientras que en el animal su sexualidad queda de la instancia psicológica de la sexualidad: el comportamiento
encerrada en el horizonte biológico, el sexo biológico humano está sexual es un comportamiento vivenciado y hecho conducta
«abierto» a una instancia superior del hombre. humana.
El comportamiento sexual humano es regido por regiones ele- Esta afirmación nuclear se puede desarrollar de varias maneras.
vadas de la corteza cerebral. No es el peso hormonal el que juega Se puede decir que la sexualidad biológica representa una fuerza
el papel decisivo, sino el sistema nervioso central en sus centros no autoclarificada, mientras que la dimensión psicológica intro-
más desarrollados. De la plasticidad del cerebro humano adquiere duce la clarificación. Esto supondría que la pulsión sexual, en-
la sexualidad en el hombre la enorme plasticidad que posee (114). tendida como «necesidad» biológica, vive en una oscuridad exis-
Es interesante anotar cómo las estructuras inferiores de la tencial, sin salida clara y con sus elementos caóticamente mezcla-
sexualidad humana quedan abiertas a una regulación superior. A dos. La dimensión psicológica introduciría el sentido en la sexuali-
este respecto conviene recordar las reflexiones de J. J . López dad humana: desde ese momento, la pulsión sexual se abre a la
Ibor: luz, se abre a la relación, se convierte en conducta, se reviste de
lenguaje, se encarna en símbolos, se desarrolla en la celebración
«Es preciso pensar que la sexualidad humana es algo más que festiva del goce sexual. En una palabra, encuentra la salida
fisiología de las glándulas o patología de unos conductos; humana de la palabra clarificadora y encauzadora.
que es una función no sólo fisiológica, sino psicológica en
sentido estricto, y que tiene muchas vertientes, a cual más
(115) Lecciones de psicología médica (Madrid, 19685), 65. Ctr. tam-
(114) J . RÜTZER, Menschenbild. Sexualitat und Ehe (Bergen-Enkheim, bién en el mismo sentido: M. CRUZ HERNÁNDEZ, Lecciones de psicología
1969), 42-45. (Madrid, 19652), 465-466.
358 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 359
Otra forma de desarrollar la estructura de la instancia psicoló- Al hablar aquí de la evolución de la sexualidad en el niño,
gica de la sexualidad es seguir el camino freudiano. A Freud le conviene conjugar esta evolución con la evolución afectiva, ya
debemos mucho en relación con el conocimiento de la sexualidad que ambas están íntimamente ligadas. Serán ambas las que cons-
humana. «Se puede decir que después de Freud el hombre accede tituirán la «urdimbre» sobre la que se tejerá toda la vida humana.
por fin a la verdad de la sexualidad, y esta verdad no es cómoda Pero esa «urdimbre» se logrará, únicamente, mediante la interac-
de soportar» (116). Aunque esta afirmación sea un poco exagera- ción entre el dinamismo natural del niño y la actividad del ambien-
da no se puede negar la importancia de Freud en el conocimiento te (sobre todo de los padres) (118).
que actualmente poseemos de la sexualidad humana.
Dentro de la sexualidad infantil podríamos distinguir las si-
Freud ha liberado a la sexualidad de dos «reducciones»: la guientes fases:
reducción genital y la reducción temporal. La sexualidad recibe,
así, una extensión en el espacio (no es sólo impulso genital, sino La concepción y vida intrauterina. Entra aquí el factor de
también amor, etc.) y en el tiempo (no acaece de una vez en la «expectación» y de «acogida» (o sus contrarios) de los padres.
pubertad, sino que está sometida a un proceso histórico dentro de Piénsese en la influencia que en estos casos puede tener la «ex-
la vida total del individuo). La liberación de las dos «reducciones» pectación» y la «acogida» de los padres:
señaladas la podemos entender de una manera positiva diciendo — cuando un niño ha sido concebido «al azar» (antes del
que la fuerza libidinal (la libido) se convierte, en la instancia matrimonio);
psicológica, en eros o deseo humano. — cuando se espera un «varón» y nace «una niña»;
Al hacerse vivencia, la sexualidad humana configura la con- — cuando nace un niño deseado y querido por sus padres.
ducta personal. Origina una modulación dentro de la unidad del
comportamiento humano. Ahora bien, esa modulación, aunque La «experiencia» del nacimiento. Esta experiencia es pri-
puede ser descrita también de una manera sincrónica, introduce mordial en la vida del hombre. El niño vive esta experiencia como
una progresión madurativa dentro de la vida psíquica del individuo. la expulsión brusca de un ambiente cerrado que era suyo, y como
la inauguración de una autonomía que le pide en algunos instantes
Tratando de desarrollar un poco la afirmación precedente nos
esfuerzos considerables para subsistir. En cierto sentido nacer es
vamos a fijar a continuación en los grandes momentos de la
ser separado; es perder algo, es saltar de un mundo oscuro que se
maduración psicosexual:
abandona por una fuerza irresistible. Este aspecto de «pérdida
inaugural» no se subraya con frecuencia; la psicología profunda
1. °) Sexualidad infantil
nos muestra su importancia y resalta cómo la existencia humana
«De la concepción popular del instinto sexual forma parte la se inaugura con un acontecimiento verdaderamente dramático (119).
creencia de que falta durante la niñez, no apareciendo hasta el
período de la pubertad. Constituye esta creencia un error de Las fases de la primera evolución sexual. El tratamiento
consecuencias graves, pues a ella se debe, principalmente, nues- analítico de los neuróticos, el análisis de individuos normales y la
tro actual desconocimiento de las circunstancias fundamentales de observación directa de los niños ha llevado a los psicoanalistas a
la vida sexual» (117). admitir que ya a partir de los primeros meses de la vida del niño,
se desarrolla en él una vida sexual y emocional intensa.
Después de la revolución freudiana podemos hablar, sin dificul-
Esta sexualidad infantil tiene tres características importantes:
tad, de la sexualidad infantil. Más aún, también podemos decir
que la sexualidad infantil sigue un proceso evolutivo, cuyas fases
es necesario tener muy en cuenta.
<118) Cfr. R. SPITZ, El primer año de la vida del niño (Madrid, 1968);
(116) L. BEINAERT, La révolution freudienne: Sexualité humaine (París, J. ROF CARBALLO, Urdimbre afectiva y enfermedad (Barcelona, 1961);
1966), 205. Id., Violencia y Ternura (Madrid, 1967).
(117) S. FREUD, Obras completas, t. I (Madrid, 1967), 789. (119) M. ORAISON, Le mystóre humaine de la sexualité (París, 1966), 23.
360 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 361
— está unida a la satisfacción de otro instinto («carácter enclí- notas, que solamente enumeramos sin someterlas a desarrollo o
tico»); explicación (121):
— no tiende a un objeto exterior, sino que se satisface en el — el despertar de la sexualidad genital: con afirmación
propio cuerpo (carácter narcisista o autoerótico); rápida de los caracteres sexuales secundarios; los órganos sexua-
— se va fijando en regiones eróticas diferentes, en funciones les adquieren su capacidad fisiológica (antes de alcanzar el indivi-
diversas de necesidad fisiológica que más tarde se separan duo su capacidad psíquica y social);
de la sexualidad. — la relación con los demás cambia de sentido: se hace
Según esta fijación en diversas regiones del cuerpo (o funcio- «brusca», «rebelde»... (El «diálogo» se hace difícil a no ser a nivel
nes fisiológicas) se distinguen las siguientes fases o etapas: oral, del encuentro en «pandillas»);
anal, fálica. — reacción unisexual: amistades apasionadas con individuos
Fase edípica. Aunque esta fase coincide con la fase fálica se del mismo sexo, de carácter sentimental o acompañadas de prác-
suele estudiar de una manera separada ya que tiene una importan- ticas homosexuales transitorias.
cia decisiva en la evolución de la sexualidad humana (sobre todo
dentro de la teoría psicoanalítica). 3.°) Sexualidad juvenil (122).
Para llegar a la madurez sexual el niño debe: 1) establecer la
primacía de la región genital sobre las otras regiones erógenas, las Esta etapa, por lo que a la vida sexual respecta, está carac-
cuales permanecerán, pero subordinadas a la región genital; 2) terizada, primordialmente, por el establecimiento de relaciones
pasar del «autoerotismo» (narcisismo) al «amor objetual». intersubjetivas. En esta relación adquirirá el individuo, al mismo
tiempo, su propia seguridad.
Esto se va a lograr con la resolución correcta del conflicto de
La relación ¡nterpersonal se desarrolla en diversos planos y
Edipo. Entonces se logra la aceptación de la propia sexualidad y la
según diferentes aspectos, pero aquí nos interesa resaltar un as-
relación con el objeto externo. Y esto, mediante la identificación
con el padre del mismo sexo. pecto concreto —el más significativo, por otra parte— el diálogo
interpersonal sexuado.
El complejo de Edipo se resuelve hacia la edad de la razón.
Tratando de esquematizar al máximo las etapas de este diálogo
Esta «resolución» origina un estado de tranquilidad (latencia de la
interpersonal sexuado, señalaríamos las siguientes fases, refirién-
sexualidad) y permite el libre desarrollo de las facultades superio-
res: inteligencia y voluntad. Es la época o período «social del donos particularmente al chico (123):
niño». Las relaciones con el entorno adquieren un sentido educa- — atracción intensa y oscura, hacia la mujer («anónima o
cional en sentido explícito. El niño aprende las formas de mora- «parcial);
lidad y se introduce en el conocimiento del mundo de las «subli- — atracción hacia una mujer real (con relieve real), pero con-
maciones». siderada como «objeto» (relación objetivante) a nivel de encuentro
pasajero, de flirt, o de prostitución;
2.°) Sexualidad adolescente (120). — relación interpersonal con esta mujer concreta, vivida a
nivel de relación personificante y personalizada.
Este período es importantísimo en la vida humana y se podría
caracterizar en lo que respecta a la sexualidad, con las siguientes (121) A. ALVAREZ VILLAR, Psicología genética y diferencial (Madrid,
1965), 71-92.
(120) C. OESTOMBES, Evolución de la sexualidad en la infancia y (122) E. SPRANGER, Psicología de la edad juvenil (Madrid, 19662),
adolescencia: Estudios de sexología, 1968), 167-180; M. DAVIS, Le sexua- 119-122; H GUIOCHET, Sexualidad y equilibrio en la juventud (Madrid,
lidad en la adolescencia (Buenos Aires, 19662); A. T. JERSILD, Psicología 1968).
de la adolescencia (Madrid, 1968). (123) Ctr. M. ORAISON, o.c, 92-94.
362 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 363
4. °) Sexualidad madura sexualidad humana. Dejando para la siguiente instancia el aspecto
dialógico, diríamos que la instancia psíquica orienta la sexualidad
La madurez sexual comporta muchos elementos y se manifies- humana por dos caminos de comprensión:
ta de muchos modos. En términos generales podríamos afirmar
que la madurez sexual se fundamenta en el equilibrio conjunto de
la persona. 1.°) La sexualidad como fuerza constructiva del yo.

«Es importante comprender que el equilibrio sexual es, en Una de las claves que aporta la instancia psicológica para la
primer lugar, un aspecto o un resultado del equilibrio de con- comprensión global de la sexualidad es la de la maduración. La
junto de la personalidad. Cuando alguien está suficientemente sexualidad no es una realidad dada definitivamente; es una fuerza
abierto a la existencia, se busca amigos con facilidad y mantiene que debe ser integrada desde el núcleo personal. He ahí las dos
una actitud abierta sobre los demás, al mismo tiempo que la
posibilidad de estar solo, sin por ello sentir molestias, tiene palabras: maduración e integración.
muchas probabilidades de poder controlar su instinto sexual Si la sexualidad tiene que ser vivida desde el dinamismo
según quiera, con la ayuda de Dios» (124). interior del sujeto, éste a su vez se construye y madura a través de
la misma sexualidad. La sexualidad, por lo tanto, es una fuerza
Se puede vivir a diversos niveles: constructiva del «yo». Este es uno. de los significados que tiene el
— a nivel de la unión matrimonial o del diálogo prematrimonial; fenómeno global de la sexualidad, pero que le viene, principal-
mente, de la instancia psicológica.
— a nivel de la soltería o viudez;
— a nivel de la virginidad consagrada.
2.°) La sexualidad como función hermenéutica de la persona
En todo caso la madurez comporta:
La instancia psicológica aporta también a la sexualidad global
— una integración de la fuerza sexual dentro de su dinamismo la dimensión hermenéutica. La persona se expresa a través de la
propio y del dinamismo general de la persona; y sexualidad. Más aún, la sexualidad es una forma expresiva privi-
— una vivencia consciente (conocimiento del misterio de la legiada de la persona.
sexualidad) y tranquila del impulso sexual y del comporta-
Desde este significado hermenéutico, la sexualidad puede ser
miento sexual.
entendida como lenguaje de personas. Además, adquiere unas
posibilidades simbólicas y festivas. Toda la sexualidad humana es
una celebración de personas, que se expresan dentro de un mun-
b) Significado de la instancia psicológica para la comprensión
global de la sexualidad humana do peculiar de símbolos y lenguaje.
Los dos significados que acabamos de señalar, el constructivo
No se puede decir que el comportamiento sexual humano se y el hermenéutico, encuentran su concreción en la forma de ex-
explica totalmente a nivel psicológico. Este reducionismo «psicojo- presar tanto el aspecto negativo como positivo del dinamismo
gista» nos llevaría a parecidos fallos de comprensión a que nos sexual. A continuación nos vamos a fijar en el aspecto negativo.
llevó el reduccionismo «biologicista». La sexualidad humana tiene A partir de los planteamientos de la psicología dinámica se
otras instancias además de la psicológica. señalan diversos mecanismos psíquicos mediante los cuales se
Sin embargo, la dimensión psíquica del comportamiento sexual des-personaliza la sexualidad humana. He aquí los más impor-
es de una importancia decisiva. Desde su peculiaridad aporta tantes (125):
significados fundamentales para la comprensión global de la
(125) Cfr. V. COSTA, Psicopedagogía pastoral de la castidad (Alcoy,
1968), 74-83; P. LE MOAL, Una auténtica educación sexual (Alcoy, 19663),
(124) M. ORAISON; Armonía de la pareja humana (Madrid, 1967), 25. 41-47.
364 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 365
— Fijación: Hay fijación cuando un sujeto se encuentra como — Sustitución y compensación: Se trata de un complejo
aprisionado por ataduras importantes en un período, que debería mecanismo psíquico mediante el cual las fantasmagorías de un
haber superado hace tiempo: el placer encontrado en un período mundo irreal e imaginario sustituyen la dinámica real del impulso
determinado, hipertrofiado por actuar como compensación a una sexual. Tal objeto sustitutivo asume las funciones de compensa-
frustración, puede ser causa, por ejemplo, de una fijación. Todos ción de tendencias eróticas no satisfechas en el momento y en las
los fallos sexuales llevan consigo una fijación, en cuanto que todo condiciones apropiadas.
fallo en el comportamiento sexual es una negación del proceso
madurativo e integrador de la sexualidad. Mediante los mecanismos psíquicos enumerados, la sexualidad
humana origina unas formas concretas de desintegración perso-
— Regresión: Se da este mecanismo psíquico cuando el indi- nal. Son las derivaciones personales a donde conduce una sexua-
viduo, después de haber alcanzado un estadio superior, vuelve lidad mal evolucionada.
hacia otro superado y se fija en él fuertemente. Este mecanismo
presupone una serie de conflictos afectivo-sexuales no resueltos,
sobre todo en la época de la infancia y de la adolescencia. Estos 3. INSTANCIA DIALOGICA:
conflictos han cristalizado el comportamiento psicológico-afectivo La sexualidad como lenguaje de personas
del sujeto, bloqueándolo en un estado primitivo, muy simple y
muy infantil. Al no haber evolucionado normalmente en lo psico- J . GUITTON. L'amour humain (París, 19552). P. LAIN ENTRALGO,
sexual, el individuo retorna en busca de placeres de períodos Teoría y realidad del otro. 2 (Madrid, 1961), 177-184; Sobre la
amistad (Madrid, 1972). J . ORTEGA Y GASSET, Estudio sobre el
pasados, de los que guarda dentro de sí mismo una especie de amor: obras completas 5 (Madrid, 19553), 549-626. J . ROF CAR-
nostalgia. BALLO, El hombre como encuentro (Madrid, 1973), 217 ss. («El
— Progresión lenta: «Es el hecho que se da en algunos encuentro amoroso»). G. THIBON, Sobre el amor humano (Ma-
drid, 19613). P. TILLICH, Liebe, Macht, Gerechtigkeit (Tübin-
sujetos, cuya evolución se prolonga indebidamente o presenta
gen, 1955).
períodos de detención provisional, como si necesitaran mucho
tiempo para tomar fuerzas y saltar al escalón superior. Natural- Advertimos que esta instancia pertenece a la dimensión psico-
mente, su madurez suele llegar con varios años de retraso» (126). lógica de la sexualidad. Le damos un tratamiento autónomo por la
— Represión: «Es una forma del automatismo psíquico por el importancia que le atribuímos. La integración personal ( = instan-
que el 'ego' se defiende de una realidad desagradable (deseo insa- cia psicológica) y la relación interpersonal ( = instancia dialógica)
tisfecho), reduciéndola al olvido; esta realidad, caída en el incons- en el fondo constituyen un único dinamismo; no se da la madurez
ciente a fuerza de tal remoción, no deja por ello de existir, sino personal sino a través de la relación interpersonal, y ésta, a su
solamente adopta una forma diferente de manifestación» (127). En vez, no se puede establecer si no es desde la madurez de las
el campo de lo sexual, la represión indebida del impulso erótico personas.
origina una acumulación de energía psico-sexual no liberada con- Para el desarrollo de este apartado nos vamos a fijar en dos
venientemente. Es muy fácil que tal tensión se descargue por el aspectos: sentido o estructura de la sexualidad dialógica; función
mal cauce de la agresividad, como forma tendencial contraria a la que desempeña en la comprensión global del comportamiento
del amor. Por ejemplo, la dureza y tiranía de ciertas personas sexual humano.
puede ser, en muchos casos, mecanismos inconscientes de agre-
sividad, que dependen de la evolución imperfecta de un impulso'
instintivo sexual. a) Estructura de la sexualidad dialógica: etapas

El hombre es una estructura abierta. La existencia humana


(126) P. LE MOAL, o. c , 46. se constituye en la relación interpersonal con el «otro». Y esto
(127) V. COSTA, o . c , 75-76.
acaece en la dimensión más fundamental del ser del hombre.
366 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 367

La condición sexual del hombre establece una coloración es- 1.a) Descubrimiento del «otro» heterosexual: adolescencia
pecial o una variación cualitativa en su diálogo interpersonal. Toda
relación con el «otro» es una relación matizada por el tono de lo Durante la fase escolar, el niño ya se ha encontrado con otros
sexual. La sexualidad humana —dada su peculiaridad extensiva y niños de diferente sexo. Pero ese encuentro se ha quedado en la
«lujosa»— colorea todas las relaciones interpersonales. La tesis de línea de lo más o menos «teórico». Va a ser durante la adoles-
Marcuse de una sociedad «integralmente erótica», si se entiende cencia cuando por vez primera el hombre se «encuentre» de
en esta perspectiva, es la expresión de la realidad que estamos verdad con el sexo opuesto.
apuntando. En la adolescencia el descubrimiento del otro sexo se realiza
Pero no vamos a detenernos en esta forma de sexualidad más bien en el plano vivencial o emocional. A partir de la trans-
difusa que invade toda relación del «yo» ai «tú». Nos interesa formación biológica, producida por las hormonas sexuales, el ado-
únicamente la relación específicamente sexual (no digamos ni lescente ve al sexo contrario como revestido de una carga afectiva
entendamos «genital»), que por lo mismo ha de ser «hetero- y con otra significación distinta de la que hasta entonces poseía
sexual». para él.
Para exponer la exigencia de la sexualidad humana en cuanto Es interesante hacer notar los distintos síntomas v facetas que
lenguaje de amor heterosexual es necesario conocer previamente presenta la valoración que el adolescente se hace del otro sexo.
los presupuestos antropológicos de esa relación. La apertura al He aquí algunos de ellos (128):
«tú» en cuanto ser «sexuado» v «sexuante» es una de las gran- — La «picardía» nacida de un concepto falso de la formación
des aventuras del ser humano. Es uno de sus quehaceres tunda- y de la información sexual en el adolescente. Así, por ejemplo, se
mentales; no se logra sino mediante muchos esfuerzos, haciendo sonríe y hace guiños con los ojos a sus compañeros cuando apa-
del hacer su «quehacer». Sin embargo, este quehacer o este rece una alusión directa o indirecta al erotismo o a los rasgos
«debe ser» se apoya en el «ser». anatómicos del sexo opuesto;
La atracción de los sexos es algo que brota de las capas más — la curiosidad polarizada hacia el sexo contrario: distinto de
biológicas del ser humano. Es una llamada sorda y ciega que la curiosidad del niño. La de éste es una curiosidad no compro-
retumba en los repliegues más íntimos de la naturaleza humana. metida. En cambio, la curiosidad del adolescente es una curiosidad
Pero esa llamada se hace «voz» humana al llegar a las capas comprometida o «activa». A este respecto, en el adolescente
superiores, por así decirlo, del hombre. La atracción biológica de aparecen síntomas de voyeurismo;
los sexos se hace «encuentro» interpersonal. Es en esta última — la «timidez» o «miedo sexual» en el comportamiento con el
fase donde nos colocamos para analizar las etapas psico-evolutivas sexo opuesto. Esta faceta de la sexualidad del adolescente está
del encuentro heterosexual. muy condicionada por la educación que reciba.
El encuentro heterosexual —lo mismo que el fenómeno general
de la sexualidad— no acaece en el hombre de una forma puntual. 2.a) Descubrimiento del «tú» heterosexual: juventud
Es una realidad sometida a la dinámica evolutiva de la persona. No
se puede hablar del encuentro heterosexual, sino de las etapas o Sin querer precisar mucho el tiempo, durante la adolescencia y
formas diversas del encuentro heterosexual. la juventud el hombre descubre al «tú» heterosexual. Sobre el
De una manera esquemática, recordamos las etapas psico- descubrimiento, un tanto amorfo y biológico, del «otro» sexo,
sexuales más importantes en el descubrimiento de la relación añade ahora el encuentro con un «tú» personal en la línea de la
heterosexual:

(128) A. ALVAREZ VILLAR, Psicología genética y diferencial (Madrid,


19652), 75-77.
MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 369
368
diferencia sexual. «De una manera muy general se puede decir que buscar a alguien que se parezca a su padre. El joven cuyas rela-
el adolescente evoluciona hacia el establecimiento de relaciones ciones con sus padres hayan sido íntimas y afectuosas, incons-
¡ntersubjetivas, en las cuales encontrará su expansión propia» (129). cientemente buscará a alguien que se parezca a su madre. Sus
Tiene algp de maravillosa aventura este descubrimiento del ideas de la función que cada uno ha de desempeñar en la vida
conyugal estarán, de ordinario, de acuerdo con las que cada uno
«tú» heterosexual. Concretándolo en el joven, llega un día en que
ha conocido y en las que se ha educado (130).
se realiza un encuentro totalmente nuevo y vivido a veces por el
muchacho con cierto miedo, sorpresa y como malestar. Conoce a • Solución «antiedípica». Esta solución se da en jóvenes
una chica que ocupa su pensamiento de modo preponderante. que han sufrido las influencias de unos padres tiránicos y crueles
Pero ya no es el erotismo o la emoción más o menos nerviosa ante los hijos. Esta frustración conduce al joven a una visión fal-
quien le domina: es un sentimiento nuevo: la necesidad de conocer, seada del sexo opuesto, que es causa de futuros conflictos con-
de descubrir el misterio de la persona amada y de darle lo que ella yugales. El joven que en su hogar ha conocido la desdicha, la
espera. repulsa y la desilusión tendrá .serios conflictos a la hora de hacer la
elección heterosexual. El caso extremo sería el que Freud llama
«complejo de cortesana». Sin llegar hasta ahí, «el joven abandona
3.a) Enamoramiento y noviazgo la casa en un estado de rebeldía y se siente luego atraído por
alguien distinto de sus padres. La joven que.no ha llegado a la
En el descubrimiento del «tú» heterosexual tiene lugar un fenó- madurez y que no desea desarrollarse y aceptar responsabilidades,
meno de importancia decisiva para la vida presente y futura del y que no pone fin a los celos de su madre, puede pensar en un
joven: el «enamoramiento». Con él suele comenzar la etapa del hombre mayor, que será para ella (un padre), que quiera continuar
noviazgo. tratándola como una niña» (131).
Es conveniente detenernos un poco en la psicología del ena-
moramiento, dada la importada que tiene para la vida de inte- * Solución normal. Esta forma de enamoramiento se pro-
gración sexual. Teniendo de fondo la resolución o la no resolución duce por la atracción —en terminología de Jung— del animus
del complejo de Edipo, podemos distinguir tres formas de reali- por el anima, y viceversa. En estos casos, el vínculo con el padre
zarse el enamoramiento: o con la madre no prejuzga el proceso psicológico del enamora-
miento; en algunos casos ese vínculo está de fondo para denotar
• Solución «hiperedípica». Se trata de un adolescente que los caracteres generales de la masculinidad o de la feminidad.
todavía permanece excesivamente vinculado a la madre o al padre;
pero esa atracción no puede realizarse debido a la fuerza del El enamoramiento se prolonga durante el noviazgo. Y éste, a
super-yo, que impide una unión de tipo incestuoso. Es normal que su vez, culmina en el matrimonio. En esta última etapa tiene
el adolescente se sienta un poco turbado ante el progenitor del lugar la fase definitiva del proceso del encuentro con el «tú»
sexo opuesto. Para solucionar este estado busca «imágenes susti- heterosexual; es entonces cuando la relación heterosexual cobra
tuyentes». Un enamoramiento en tales condiciones conduce a una las calidades más pletóricas, la profundidad más íntima y la dimen-
consideración del «otro» no a nivel de novio, sino a nivel de imagen sión más abarcadora.
sustitutiva del «padre» o de la «madre». Esta es la solución hiper- Este encuentro definitivo —o de «estado»— puede también ser
edípica extrema; sin embargo, la imagen del padre y de la madre vivido en línea de virginidad consagrada o de soltería bien
pueden jugar un papel importante en la solución normal. Así, «la integrada. Son otras tantas formas de realizarse como persona en
joven que ha conocido la seguridad y una vida feliz de hogar y ha relación heterosexual.
amado a su padre, tenderá a repetir el ejemplo de sus padres y a
(130) Sexo y moralidad. Informe para el Consejo Británico de las Iglesias
(Madrid, 1968), 71.
(129) M. ORAISON, Le mystére humain de la sexualité (París, 1966), 91. (131) Ibíd., 71-72.
24. Etica de la persona
370 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 371

b) Significado de la instancia dialógica 4. INSTANCIA SOCIO-CULTURAL:


para la comprensión global de la sexualidad humana. La sexualidad como hermenéutica y configuración de la
realidad social.
Desde la instancia dialógica, el fenómeno total de la sexualidad
humana adquiere unas dimensiones peculiares. Señalamos a con- J.-M. AUBERT, Sexual/té et vie sociale: Le Supplément 111 (1974),
458-479. P. CUNY, Aspects socio-culturels de la sexualité: Lumié-
tinuación las dos más importantes.
re et Vie 97 (1970), 25-32. H. DE LAVATTE, Sexualité et politi-
En primer lugar, la sexualidad humana únicamente logra su que: Recherches de Science Religieuse 62 (1974), 55-80. E. FREI-
diferenciación específica al abrirse al otro. Cuando el impulso JO, Liberación sexual y política represiva: Iglesia Viva 31 (1971),
sexual es vivido a nivel no-objetual se encierra sobre él mismo en 17-41. H. SCHELSKY, Sociología de la sexualidad (Buenos Ai-
un círculo autoerótico y autoposesivo. Freud señaló muy bien el res, 1962).
carácter anárquico, bestial y asocializado del placer sexual cuando
es vivido sin alteridad. La vida sexual humana tiene unas «bases socio-antropológi-
La apertura al otro es lo que hace de la sexualidad humana un cas» (134). Esta instancia socio-cultural es estudiada con particular
comportamiento diferenciado y humano. «La libido necesita una interés en la actualidad a fin de contrarrestar los excesos de inti-
determinación, una especificación, una diferenciación, lo que será mismo a que condujo una consideración preferentemente psico-
únicamente obra de la interpelación del otro, como medida y lógica. Por otra parte, la hermenéutica socio-política ha encontra-
contraste, como realidad, como prohibición y promesa, como cen- do en el comportamiento sexual un ámbito privilegiado para la
sura e ideal. Es esto lo que romperá la circularidad clausa y abrirá verificación de sus presupuestos metodológicos.
la brecha de la alteridad, de la trascendencia» (132).
La sexualidad humana sin alteridad se encierra sobre ella mis- a) Estructura de la dimensión socio-cultural de la sexualidad
ma narcisísticamente; padece una soledad radical; queda fijada en
una etapa arcaica. Esto explica que «toda inversión sexual, desde La presencia de la superestructura socio-cultural en el com-
la observación clínica individual a las constataciones de la antro- portamiento sexual proviene de la peculiaridad de toda pulsión
pología, la etnología y la fenomenología de las relaciones huma- humana, y de un modo concreto de la pulsión sexual. Tenemos
nas, puede ser reducida a esta perturbación de la relación yo-tú, que volver a repetir que existe una gran diferencia entre el com-
que es la base de la relación dialogal» (133). portamiento sexual de los animales y el comportamiento sexual del
Como segunda dimensión que aporta la instancia dialógica al hombre. En esa diferencia se apoya precisamente la necesidad de
fenómeno global de la sexualidad humana, hemos de afirmar que la superestructura social en la vida sexual humana.
el comportamiento sexual es comportamiento humano al ser Tres aspectos diferenciales y peculiares del comportamiento
un comportamiento dialogal. Dicho con otras palabras, la clave sexual humano están a la base del aspecto socio-cultural de la
para interpretar el comportamiento sexual humano es su interpre- sexualidad. El primero de ellos es «la formación de un excedente
tación dialógica. impulsivo sexual» (135). El hombre, contrariamente a lo que su-
Más adelante aduciremos las consecuencias que para la moral cede en el animal, no tiene su sexualidad coartada a los límites de
se derivan de esta clave interpretativa de lo sexual. Baste por una periodicidad establecida. En el hombre existe una ininterrum-
ahora con esta anotación de carácter general. pida presencia del impulso sexual. Esto origina un excedente de
fuerza sexual. ¿Qué hacer con él? Puede orientarse hacia un pan-

(134) Así las llama H. SCHELSKY, Sociología de la sexualidad (Bue-


(132) AME2UA.O.C..40. nos Aires, 1963), 12-18, cuyo pensamiento seguiremos de cerca.
(133) Ibíd., 49. (135) Ibíd., 13.
MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD
372 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA 373
sexualismo humano, introduciendo la sexualidad directa en todos sonal y en la vida de intersubjetividad. Pero puede también orien-
los aspectos de la vida humana. O puede recibir una orientación tarse hacia una «fijación» en el mismo nivel del placer. El impulso
perfecta mediante la superestructura social. Esta se hace necesaria sexual origina sensualismo o la sensualidad. Hay que tener ade-
para orientar el excedente de impulso sexual hacia fines no direc- más en cuenta que el placer, al liberarse de la finalidad biológica,
tamente sexuales. Las estructuras sociales está originadas por las puede extender las zonas productoras de placer sexual. Mientras
fuerzas excedentes de los instintos, entre los cuales se cuenta el que el instinto sexual, cerrado sobre su propia finalidad, se con-
impulso sexual. Hay, pues, una sexualización normal en las insti- centra sobre las zonas sexuales, el placer sexual liberado puede
tuciones sociales. La sexualidad, además de biología y psicología, producirse en todas las zonas y formas de la percepción sensorial
es en este sentido sociología. humana.
Otro aspecto peculiar del comportamiento sexual humano es la Esta es la razón de la existencia del erotismo. Existe una posi-
considerable reducción que ha sufrido en él el instinto. Hay una bilidad de cargar de placer sexual casi todas las estructuras y
reducción del control instintivo biológico (neuro-hormonal) en lo formas del comportamiento social. Pero las formas de placer
que atañe a la sexualidad humana. El instinto sexual animal actúa sexual liberado de su exclusividad finalística deben pasar por la
con esquemas rígidos e innatos; tiene una gran seguridad con moldeabilidad cultural. El impulso sexual se hace fenómeno socio-
relación al fin que persigue; no se da el fallo ni la dubitación. En cultural y adquiere unas modalidades correspondientes a esa nue-
cambio, en el hombre puede darse lo «imprevisible». El instinto va forma.
sexual humano tiene una gran plasticidad, proveniente de la re-
ducción del control automático inferior y de la presencia de un
control superior y más perfecto (zonas superiores del cerebro).
b) Significado de la instancia socio-cultural de la sexualidad
Esta peculiaridad humana hace que la vida sexual en el hombre
pueda orientarse por cauces de «perversión».
La manera peculiar de ser del impulso sexual humano es el
Por ello se hace necesaria la presencia de la superestructura origen y causa del nivel socio-cultural que tiene la sexualidad
social, en cuanto que el hombre tiene que organizar sus impulsos humana. Pero ¿cuál es el papel que desempeña este nivel socio-
en actos conscientes. La regulación social de la sexualidad ayuda cultural dentro de la antropología integral de la sexualidad?
a buscar su finalidad no por medios automáticos instintivos, sino
por medios superiores de canalización social. En primer lugar, la superestructura social tiene la función de
asegurar la finalidad del impulso sexual. La sexualidad en cuanto
«En consecuencia, la plasticidad insegura y esquemáticamente instinto biológico está poco determinada; la superestructura social
instintiva de las exigencias sexuales humanas ofrece la posibili- tiende a garantizar su finalidad mediante una estabilización y nor-
dad de efectuar una más elevada selección de las metas sexua- malización social. En segundo lugar, la superestructura social trata
les, que supera la mera unión carnal y permite incluir diferencias de encauzar de una manera auténtica el excedente impulsivo de la
psíquicas, culturales o sociales en la esfera impulsiva se-
xual» (136). sexualidad humana. Por ejemplo, las regulaciones sociales sobre la
promiscuidad sexual obedecen a esa finalidad. En tercer lugar, la
El tercer aspecto que postula la presencia de la superestructura superestructura social ofrece cuadros sociales pertinentes para
social en la conducta sexual humana es la posibilidad de separar el realizar la posibilidad del erotismo en la vida humana.
placer sexual de la finalidad biológica. El hombre puede liberar Podemos, pues, afirmar que el comportamiento sexual humano
el placer de la esclavitud finalística biológica. Las direcciones de tiene necesariamente una configuración cultural y social. El nivel
tal liberación pueden ser de signo diverso. Puede orientarse hacia sócio-cultural es un elemento integranfe del fenómeno humano de
la producción de una vida humana más plena en la dinámica per- lo sexual. No ha de considerarse como algo externo o sobreaña-
dido, sino como un factor más de la noción y de la realidad de lo
(136) Ibíd., 14-15. sexual.
374 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 375

Pero aquí hemos de señalar dos cosas. Las formas culturales un vuelo poco noble si la mente se hubiese lanzado tras el tema
de la sexualidad pueden ser muy variadas, ya que el comporta- de la sexualidad. Por otra parte, lo sexual no accedió hasta hace
miento sexual está en interrelación con los múltiples factores so- poco a los niveles de una concepción personalista; se quedaba en
ciales y ambientales. Si la sexualidad condiciona la manera de el ámbito de los instintos, en un terreno biológico; y no era ése un
proyectarse las estructuras sociales, éstas, a su vez, influyen en el lugar apropiado para hacer saltar la chispa del pensar filosófico.
modo de presentarse el comportamiento sexual. Esta correlación
En los últimos años —a medida que la sexualidad era consi-
ha de ser tenida muy en cuenta para no confundir una forma
concreta de comportamiento sexual con la forma que debe ser derada dentro de la antropología integral— se ha ido esbozando
siempre. una filosofía de la sexualidad humana. Son pistas de estudio más
que sistemas acabados.
La segunda anotación que queremos hacer se refiere a la re- A continuación vamos a señalar una serie de «pistas» desde
lación entre configuración socio-cultural de la sexualidad y dimen- donde se puede lanzar el pensamiento filosófico, para escrutar el
sión ética. La configuración social puede adquirir formas muy misterio de la sexualidad humana.
variadas y por eso no ha de ser identificada una forma determi-
nada con la validez ética. Pero, al mismo tiempo, no se ha de
creer que todas las formas culturales son éticamente válidas. La
a) El h o m b r e es un ser sexuado
moral no puede identificarse con una configuración cultural deter-
minada, pero tampoco puede admitir todas las formas socio-cul-
Esta es la primera y fundamental perspectiva filosófica de la
turales posibles. A la moral le toca criticar y valorar la dimensión
sexualidad. El hombre no solamente «tiene» unas estructuras bio-
socio-cultural de la sexualidad, lo mismo que valora los niveles
lógicas, psicológicas, culturales de signo sexual; el hombre «es»
biológicos y psicológicos de la misma.
un ser sexuado. Lo sexual se instala en lo nuclear humano; entra
dentro de la existencia en cuanto tal.
5. INSTANCIA EXISTENCIAL: «Desde Feuerbach (Grundsatze der Philosophie der Zukunft,
La sexualidad como forma de la existencia personal. 1843) y Otto Weininger {Geschlecht und Charakter, 1903), y con
intención más biológica (Steinach, Marañón) o más filosófica
P. GUILLUY, Filosofía de la sexualidad: Estudios de sexologla (Bar-
(Ortega, Merleau-Ponty, Guitton, Marías), una y otra vez se ha
celona, 1968), 107-134. J . MARÍAS, Antropología metafísica. La
subrayado que el sexo —la condición viril o femenina de la perso-
estructura empírica de la vida humana (Madrid, 1970), 159-233.
na— impregna y cualifica todas las actividades del ser hu-
M. MERLEAU-PONTY, Fenomenología de la percepción (Barce-
mano» (137).
lona, 1975). Ph. LERSCH, Sobre la esencia de los sexos (Madrid,
1968). M. ORAISON, Le mystére humain de la sexualité (París,
1966), 7-50. L. PROHASKA, Pedagogía sexual. Psicología y an- El principio básico de esta concepción es el siguiente: la sexua-
tropología del sexo (Barcelona, 19673), 61-92: «Elemento meta- lidad humana, «además de ser garantía de una función biológica
físico.» P. RICOEUR, Finitud y culpabilidad (Madrid, 1969). muy determinada —la generación de la prole—, es un principio de
configuración: el hombre percibe, siente, piensa y quiere como
Tt.iemos que comenzar denotando el silencio de los filósofos varón o como mujer» (138). La sexualidad es, pues, una estruc-
ante la realidad humana de lo sexual. Apenas si le han prestado tura configuradora de la existencia humana. Por eso es necesa-
atención. Preocupados por el tema del ser y por el problema de la rio no empobrecer su noción: Guitton propone distinguir el «sexis-
existencia humana, no lanzaron su pensamiento por esa apertura mo» de la «sexualidad» (o bien una «sexualidad de conjunción»,
existencial para dar caza a la noción de sexualidad humana. Son
Ynuchos los factores que explican ese silencio filosófico. Los con- (137) P. LAIN ENTRALGO, Teoría y realidad del otro, 2 (Madrid, 1961),
dicionamientos culturales hicieron que la atracción de los sexos no 179. \
tuviese una cotización más elevada; en tal ambiente, hubiera sido (138) Ibíd. \
376 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 377

en orden a la reproducción, de la «sexualidad de alteridad», en En esta tercera parte, dedicada al estudio de la «fragilidad
cuanto principio diferenciador); por eso, para Merleau-Ponty, «la afectiva», hace Ricoeur un análisis de las pasiones esencialmente
sexualidad tiene una significación existencial». Por eso mismo humanas, desarrollando el esquema de Kant: pasión de tener
afirma Julián Marías que el hombre en concreto no es un ser (Habsucht), pasión de poder (Herrsucht) y pasión de valer (£/?/•-
sexual, sino sexuado (139). sucht). Estas aspiraciones son esencialmente humanas, y, por lo
Marías ha vuelto a formular su pensamiento sobre la sexualidad tanto, con intencionalidad infinita. Pero el hombre siente otras
humana (140). Sigue manteniendo la distinción objetiva que sub- aspiraciones que provienen del nivel vital, y que tienen una estruc-
yace en la diferencia lingüística entre los adjetivos «sexual» y tura finita.
«sexuado». Afirma que la sexualidad humana es «una de las El hombre tiene que vivir esta desproporción; tiene que con-
formas radicales de instalación». Remitimos a una lectura directa jugar lo «vital» (lo instintivo o lo que, en cierto sentido, es común
de la obra de Marías para captar lo que él entiende por la insta- entre el animal y el hombre) y lo «humano» (lo que es específi-
lación sexual. camente humano). El hombre necesita unas estructuras antropoló-
gicas mixtas, en y mediante las cuales pueda hacer la síntesis
afectiva de las desproporciones de esta instancia humana.
b) La sexualidad: lugar de enlace entre lo vital y lo humano Y aquí hace su aparición la sexualidad. La estructura sexual
es un lugar privilegiado en el que el hombre experimenta el «paso» o
P. Ricoeur (141) ha introducido el tema de la sexualidad en su la «presencia desproporcionada» de lo vital y lo humano. La
maravilloso «esbozo de antropología filosófica». Conviene anotar sexualidad tiene una dimensión instintiva (vital); pero también tie-
que Ricoeur hace una antropología filosófica «dirigida», es decir, ne una dimensión humana.
no toma el tema del hombre en una dimensión neutra, sino en
orden al problema que le preocupa: el pecado. Por eso hace una «De aquf se deduce que la satisfacción sexual no puede
antropología «del hombre falible»: «¿Cuál es —se pregunta— el reducirse al simple placer físico: a través del placer, el ser
'sitio' humano del mal, su punto de inserción en la realidad huma- humano busca satisfacer otras exigencias que vienen a recargar
na?» (142). A pesar de esta orientación, sus anotaciones de antro- el «instinto»; así entra en él lo indefinido y así se va humanizan-
pología filosófica no pierden en nada su valor universal. do simultáneamente; el instinto va perdiendo su carácter cíclico
y abriéndose sin fin» (143).
Para estudiar la antropología del hombre falible, Ricoeur adop-
ta el método «trascendental»: la realidad «intermediaria» como
síntesis de las «desproporciones» de la finitud y de la infinitud. Esta concepción filosófica de P. Ricoeur es sumamente rica,
Este esquema lo aplica a las tres instancias del nombre: instancia tanto para la antropología filosófica como para la noción de sexua-
cognoscitiva (síntesis trascendental en la «imaginación pura» de lidad. «La sexualidad ocupa un puesto excepcional en la antropo-
las dos desproporciones de la «perspectiva finita» y el «verbo infi- logía.» La sexualidad descubre el misterio de la persona. Pero a la
nito»); instancia práctica (síntesis práctica en el «respeto» de las vez el misterio de la persona humana, tal como lo expresa la
dos desproporciones del «carácter» y de la «bondad»); e instancia antropología de Ricoeur, descubre el misterio de la sexualidad
afectiva. humana; «es la sede de la ternura, una ternura que es profunda-
mente humana, a la vez que está hondamente arraigada en el
instinto» (144).
(139) Introducción a la filosofía (Madrid, 1947); La estructura social
(Madrid, 1955).
(140) Antropología metafísica (Madrid, 1970).
(141) Finitud y culpabilidad (Madrid, 1969). (143) Ibíd., 203.
(142) Ibíd.. 16. (144) Ibíd., 204.
378 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD
379
c) La sexualidad: puerta de comunicación interpersonal
La estructura abierta del hombre pone de manifiesto dos di-
La sexualidad es una realidad que configura al hombre todo mensiones fundamentales del mismo: su menesterosidad y su
entero; participa y expresa el misterio del hombre, en cuanto ser dadivosidad. El hombre es un ser «indigente» y un ser «oferente».
intermediario de una desproporción dialéctica. Ahora vamos a dar La sexualidad es una estructura antropológica privilegiada,
un paso hacia adelante: la sexualidad posibilita al hombre el en- donde y mediante la cual el hombre realiza la apertura en su doble
cuentro con los demás. La sexualidad es una puerta de salida y de dimensión de menesterosidad y oblatividad. La sexualidad es la
entrada en el mundo de las personas. gran fuerza que nos empuja a abrirnos y a salir de nosotros mis-
El hombre es un ser «abierto». Desde el análisis de sus estruc- mos; «es como una fuerza centrífuga formidable que nos empuja
turas psicofisiológicas (145) hasta la comprensión más profunda hacia afuera» (148). La salida biológica del seno materno y la
del hombre, aparece éste como una realidad abierta. La vida hu- apertura psicológica en la época de la adolescencia son dos mo-
mana tiene una dimensión «genitiva» (realidad de), una dimensión mentos típicos en que el individuo se lanza a la aventura de
«ablativa» (realidad con) y una dimensión «dativa» (realidad para). conocer un mundo —tangible y psicológico— diferente del suyo.
No es que el sujeto exista y, «además», haya cosas, sino que el «Si no fuera por ese empujón que Dios nos da a través de la
sujeto «consiste» en estar abierto a las cosas. «La exterioridad del sexualidad, nos instalaríamos quizá en una actitud egoísta» (149).
mundo no es un simple f a t u m , sino la estructura ontológica for- El hombre, al abrirse a otra persona, hace el descubrimiento
mal del sujeto humano. Podría haber cosas sin hombres, pero no del «tú», y al mismo tiempo se descubre a sí mismo como un
hombres sin cosas» (146). «yo». Ha sido M. Buber quien ha expresado con mayor limpidez y
Pero el hombre no está abierto solamente ante las cosas. Su profundidad la relación interpersonal en términos de «yo-tú» (150).
apertura da ante todo a los demás hombres, y en definitiva a Dios. Mientras que la relación «yo-ello» indica posesión de algo, la rela-
El hombre es fundamentalmente en la relación. ción «yo-tú» se realiza únicamente en la efusión de las dos per-
sonas en una creatividad de amor. El amor no es un sentimiento
«Pensamos que somos seres existentes en un mundo mate- adherido al «yo», del cual el «tú» sea el contenido o el objeto; el
rial y que tenemos algunas relaciones de afecto. Nos engaña- amor está entre el «yo» y el «tú» (151).
mos sobre nuestro ser y nuestro tener. Porque somos, funda-
mentalmente, seres que somos, que existimos, por las relacio- En la sexualidad humana se realiza esa relación de encuentro
nes interpersonales (primordialmente, por la relación con Dios) efusivo entre el «yo» y el «tú». No hay mayor co-efusión que el
que hay en la raíz del «yo» y tenemos un mundo de cosas a amor de entrega personal, en la que los cónyuges llegan a ser una
nuestra disposición, pero no formamos parte de ellas» (147).
«sola carne».
La realidad del «otro» como posibilidad de relación interperso- La apertura del hombre no queda satisfecha en la relación
nal viene a completar el concepto de apertura humana. Laín En- «yo-tú». Necesita la aparición del «nosotros». En la raíz de la
tralgo ha realizado un amplio estudio en el que recoge el pensa- donación y recibimiento del «yo-tú» va la exigencia de producir y
miento contemporáneo acerca de la relación con el «otro» y en el aceptar un «nosotros», que a su vez se abrirá al «vosotros» para
que además desarrolla su propia síntesis. En ese estudio puede formar la gran familia humana. En la sexualidad es donde se
verse el análisis de la relación interpersonal, en la que se construye evidencia con mayor claridad la aparición de un «tercero» para
la propia persona y en la que aparece el «otro» como interlocutor
adecuado. (148) A. HORTELANO, Teología y moral del amor: Moral y hombre
nuevo (Madrid, 1969), 117.
(145) Cfr. P. LAIN ENTRALGO, Teoría y realidad del otro, 2 (Ma- (149) Ibíd., 119.
drid, 1961), 35-41. (150) M. BUBER, Yo y tú (Buenos Aires, 1956).
(146) X. ZUBIRI, Naturaleza, historia. Dios (Madrid, 19635). (151) «El amor, antes que una relación consecutiva a dos personas, es la
(147) P. GUILLUY, Filosofía de la sexualidad: Estudios de Sexología creación originaria de un ámbito efusivo dentro del cual, y sólo dentro del
(Barcelona, 1968), 115. cual, puede darse el otro como otro»: X. ZUBIRI, Naturaleza, historia. Dios
(Madrid, 19636), 521.
380 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 381
formar el «nosotros» familiar. El hijo es el fruto del amor inter- (lo significa y lo contiene), así el cuerpo es la manifestación o
personal, un amor de donación y de aceptación en sentido amplio expresión de la existencia. El cuerpo es el modo de «autentifi-
y total. carnos» o de «anonimizarnos»; es el instrumento de nuestra exis-
tencia.

d) La sexualidad: modo de percibir al otro La existencia, mediante el cuerpo, se expresa en diversas líneas
de intencionalidad (motricidad, inteligencia, sexualidad). Una de
Damos un paso más en el análisis de la sexualidad humana. ellas es la sexualidad. Aparece, pues, la sexualidad como una
En el apartado anterior dijimos que la sexualidad es la puerta de forma de intencionalidad o de expresión de la existencia. La se-
acceso y de salida al mundo interpersonal. Pero ¿cómo se realiza xualidad «significa» a la existencia. Esta afirmación es sumamente
esa comunicación interpersonal en y a través de la sexualidad? válida. La sexualidad no es un ciclo autónomo, aislado; está ligado
Vamos a responder a esta pregunta siguiendo el pensamiento de a toda la estructura personal. No son idénticas sexualidad y exis-
M. Merleau-Ponty (152). tencia; el fenómeno sexual no es la «forma existencial» de pro-
yectarse el ser; ni la alteración sexual es alteración del ser. La
Dentro de la reflexión existencialista acerca del fenómeno de la sexualidad es un sector de la existencia. Está presente al ser como
intersubjetividad (o coexistencia), Merleau-Ponty supone un avan- una «atmósfera». La existencia puede adoptar esta atmósfera para
ce notable. Es el primero en dar importancia al cuerpo humano manifestarse; toma, entonces, forma en la sexualidad, y ésta se
como medio y realizador de la intersubjetividad humana. Para él, convierte en forma expresiva, en lenguaje del ser.
la percepción del mundo y la percepción de los demás se realiza
por la inmediatez de la corporeidad. La inherencia del hombre En este sentido, se puede decir que la sexualidad coexiste con
en el mundo se realiza a través del cuerpo. Solamente a través del la existencia. De hecho, la vida sexual nos puede dar la clase de
cuerpo existe la conciencia del hombre para los demás hombres. intelección de la historia de una existencia. Es, pues, un signo
Para obtener esta conciencia de relación, juega un papel.decisivo privilegiado de la existencia. La sexualidad no se indentifica con la
el «esquema corporal» que cada uno de nosotros tiene, porque existencia, pero le da a ésta una oportunidad de expresión; es un
solemos proyectarlo en el otro; así, cuando una lesión neurológica signo privilegiado, porque en la sexualidad aparece de un modo
altera en un sujeto el esquema corporal, inconscientemente pro- particular el cuerpo.
yecta esa alteración en el cuerpo del otro. Cuando la existencia se proyecta en la línea de «intencionalidad
El cuerpo da a la existencia la posibilidad de «comportarse» o sexual» puede hacerlo a dos niveles: a un nivel preconsciente, en
de proyectarse en «formas simbólicas» que en él se esbozan; la el que hay identificación entre sujeto y objeto, y a un nivel cons-
conciencia, a su vez, da al cuerpo un sujeto existencial de tales ciente, en el que debe intervenir el «deseo». En el nivel precons-
comportamientos significativos. De por sí la existencia es indeter- ciente acaece la percepción primordial: la captación preconsciente
minada; pero está siempre en acto; y esto lo logra al estar inten- en la que el sujeto «recibe» el sentido de las cosas y en la que
cionalizada en algunos de sus estratos, mediante las potencias, que «impone» el sentido a las cosas; en este momento existe una
son capacidades de significación o de intencionalidad. La intenciona- unidad entre el pre-objeto y el pre-sujeto; sin esta percepción pri-
mordial no podría existir la relación consciente de la intersubjeti-
lidad es el modo de proyectarse y de determinarse (actualizarse) la
vidad. Aplicando esto a la sexualidad, también aquí existe una
existencia. Esta tiene la posibilidad de «cambiar» de intencionali-
percepción radical sexual; es algo que pone al ser en una situación
dad y hasta de «retirarse», aunque nunca totalmente, al anonimato
erótica y que es el trasfondo de toda percepción sexual conscien-
del cuerpo. Así como la palabra es la expresión del pensamiento
te. Cada uno de nosotros tiene un esquema de proyección de
nuestro ser en la línea de lo sexual. Este esquema condiciona, por
(152) M. MERLEAU-PONTY, Fenomenología de la percepción (Madrid, ejemplo, la colocación de las zonas eróticas en el otro; lo cual
1975). hace que el sujeto sea solicitado precisamente por aquellas zonas

%
382 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 383

en las que proyecta su propio esquema. Se da, pues, una zona del cuerpo, y más concretamente a través de la intencionalidad
casi común entre los dos sujetos (unidad de objeto y sujeto). Esta sexual. La sexualidad es un lenguaje de comunicación entre per-
percepción sexual preconsciente tiene su apoyo en las estructuras sonas en su dimensión más profunda de intersubjetividad.
fisiológicas del cuerpo. En los centros nerviosos existe una «región
sexual», colocada entre la región de la representación (corteza
cerebral: función pensante) y la región de los automatismos (re-
e) La sexualidad: lugar de vivencia de la vida y de la muerte
gión medular). La región sexual se encuentra en el cerebro medio,
muy cercana a todos los centros que están en relación con la La sexualidad aparece como una realidad cuasi-numinosa. Es
afectividad. Se puede, pues, «existir sexualmente» antes de la un «misterio tremendo y fascinante» a la vez. Vamos a recoger
actuación sexual. Existe en el ser humano algo (puede dársele el esa vivencia primordial de la sexualidad y a darle inteligibilidad
nombre de «libido» u otro) que da sentido sexual a la existencia y filosófica. La sexualidad humana ha aparecido ante nosotros en
que puede entenderse como una función erótica inmanente. los diversos estratos biológicos y psicológicos con una tonalidad
Cuando la sexualidad se expresa a nivel consciente lo hace por de misterio; vamos ahora a recuperar también —en el discurso
medio del deseo. Si la sexualidad significa la existencia, el «sig- filosófico— esos barruntos misteriosos. ¿En qué consiste el miste-
no» es el deseo. La percepción sexual es fundamentalmente el rio de la sexualidad humana? (153).
«tomar contacto» de un cuerpo con otro; pero hay que entender
La respuesta tiene una formulación sencilla y clara: el misterio
esos dos cuerpos dotados de existencia. La apertura mediante la
de la sexualidad humana está en que ésta es la expresión de la
cual se realiza ese contacto es el deseo. El cuerpo puede abrirse al
vida y la expresión de la muerte. Misterio de vida y misterio de
otro y entonces se deja penetrar de la coexistencia con el otro,
muerte: ahí reside el misterio de la sexualidad humana. Fácil
por medio del contacto del deseo. Entonces el cuerpo expresa la
decirlo, pero muy difícil explicarlo.
totalidad de la existencia. La percepción sexual es un modo de
intersubjetividad; es una relación dialogal entre dos personas. La sexualidad es la expresión de la misma vida. Hay unas
leyes internas que condicionan la dinámica de todo viviente. La
Esta concepción de la sexualidad como una intencionalidad de
vida tiende de por sí a perdurar y a expansionarse; duración y
la existencia y como un modo de percibir al otro pone de relieve
expansión son dos leyes internas de la vida. Los seres no vivien-
algunos aspectos importantes. En primer lugar, integra la corpo-
tes perduran y se expanden, pero de un modo inerte. En los
reidad dentro del fenómeno completo de la sexualidad humana. El
vivientes, la duración y la expansión adquieren una modalidad
cuerpo no es «cárcel», ni «tumba», ni «receptáculo» del espíritu, y
nueva, en cuanto que están sometidas a la iniciativa y a la respon-
menos en la percepción sexual. El cuerpo es y pertenece al centro
sabilidad del individuo. Pero, al mismo tiempo, se hacen más
de la personalidad. La distinción entre cuerpo y espíritu es una abs-
frágiles. La duración y la expansión en los vivientes llevan la
tracción, válida únicamente en un momento dialéctico; el dualismo
fragilidad de un desenlace final negativo en el individuo. Sin em-
cuerpo-espíritu ha ocasionado muchos fallos en la moral sexual.
bargo, la vida —aunque pierde su batalla en el individuo— sale
En segundo lugar, esta concepción de la sexualidad evita el res-
victoriosa en un plano superior: en la permanencia y en la expan-
tringir la sexualidad a la genitalidad; cuando se cae en el dualismo,
sión del grupo o de la especie. El individuo entra dentro del
es muy difícil librarse de una concepción sexual puramente genital;
dinamismo del grupo y participa así de la victoria del grupo.
en cambio, cuando se integra bien la corporeidad, aparece la
sexualidad en su amplia dimensión personal. La sexualidad no es En la escala de los seres se han ido buscando diversas formas
una función ligada a unos órganos determinados, sino que per- para asegurar las leyes del dinamismo vital. La reproducción se-
tenece al ser humano en su totalidad. Por último, esta concepción xuada es un «hallazgo» privilegiado. Y dentro de la reproducción
de sexualidad pone de relieve el carácter dialogal que tiene la
relación sexual; aparece la intersubjetividad a través de la, sexua- (153) Seguimos algunas líneas sugerentes de M. ORAISON, Le mystére
lidad. Las existencias humanas se hacen intersubjetivas a través humain de la sexualité (París, 1966), 7-50.
MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 385
384

sexuada, la sexualidad humana supone la perfección máxima. El Son patentes las diferencias de comportamiento del hombre y
hombre toma conciencia, vivencia este triunfo de la vida que se de la mujer. Pero podemos preguntarnos: ¿de dónde provienen
expresa en la sexualidad. De ahí ese carácter gozoso, exhuberan- tales diferencias? Ha habido dos tendencias: los que sostienen que
te, y de exaltación que aparece en lo sexual. La sexualidad es la las diferencias proceden de la misma biología, diversa en cada
fiesta de la vida; es la vivencia —en éxtasis y paroxismo— de la sexo; y los que afirman que se trata de hechos históricos, socioló-
alegría del vivir. Es la orgía existencial del vivir. gicos o culturales.
Pero la sexualidad es también la expresión de la misma No se puede negar que hay diferencias intersexuales que tie-
muerte. En la sexualidad vivencia el hombre el misterio de la nen su apoyo en una determinación constitucional, que se eviden-
muerte. La función reproductora es distinta de los individuos; la cia ante cualquier anatómico o fisiólogo. Sin embargo, hay que
vida se origina en el individuo, pero esa fuente de perennidad no admitir que muchas diferencias, accidentales, provienen de in-
vierte sus aguas sobre el mismo individuo. He aquí la paradoja fluencias históricas y culturales. Algunas de las «cualidades» atri-
aterradora: «Es la misma función de la perennidad de la vida la que, buidas al sexo femenino no han sido otra cosa que «prejuicios»
al manifestarse como distinta, hace aparecer de pronto en un contra la mujer. Se han defendido discriminaciones deshonrosas y
mismo golpe el carácter mortal del individuo» (154). arcaicas tiranías con relación a la mujer, a partir de consideraciones
biológicas más o menos acertadas (156).
En el momento en que se asegura la perennidad y expansión
de la especie, en el momento de la victoria de la vida, allí mismo En este momento es necesario recoger la crítica radical de
estalla la fragilidad de cada individuo en su existencia distinta y Simone de Beauvoir (157) con respecto al papel atribuido a la
particular. La sexualidad está ligada tanto a la muerte como a la mujer. Para ella la distinción y la oposición de lo masculino y lo
vida. En ella vivencia el hombre su propio misterio. «Extraña femenino están enmarcadas en una historia de «alienación» para la
sexualidad ésta que es la encrucijada existencial de la conciencia de mujer. La feminidad no descansa en datos biológicos ni en una
sí mismo en relación con los otros, del ser y del tiempo, de la vida y misteriosa esencia femenina. La situación de la mujer depende de
de la muerte» (155). un hecho cultural: el predominio del hombre en el orden socio-
económico. En la relación hombre-mujer se realiza la relación
dialéctica dueño-esclavo. La mujer es, pues, un ser explotado,
f) Masculinidad y feminidad: alienado, frustrado. Al estar alienada, la mujer ha proyectado su
dos formas de ser y de quehacer humanos frustración en diversos refugios de consolación: erotismo, misticis-
mo, o en la sublimación de la «maternidad».
M. BONAPARTE, La sexualidad de la mujer (Buenos Aires, 1963).
Como se ve S. de Beauvoir aplica el esquema de la crítica
F. J . BUYTENDIJK, La mujer. Naturaleza, apariencia, existencia
(Madrid, 1955). S. DE BEAUVOIR, El segundo sexo (Buenos Ai- histórico-dialéctica de Marx a la relación hombre-mujer y ve en ella
res, 1965), 2 vols. H. DE LUBAC, El eterno femenino (Salaman- una repetición del esquema burguesía-proletariado. No hay, pues,
ca, 1969). E. FIRKEL, La mujer: vocación y destino (Barcelona, verdadera distinción de sexos a nivel de la persona; hay diferen-
1965). P. H. GEBHARD-J. RABOCH-H. GIESE, Die Sexua/itat der cias a nivel fisiológico, pero la persona es neutra sexualmente. Las
Frau (Hamburgo, 1968). Lumiére et Vie 106 (1972): «Masculin et
fémenin.» M. SALAS, Selección bibliográfica sobre problemática (156) A pesar de sus aciertos, se advierte en G. Marañón una postura un
femenina: Razón y fe 932-933 (1975), 235-240. C. TRIMBOS, poco antifeminista: «Vemos, pues, el trabajo ligado directamente al sexo,
Hombre y mujer: la relación de los sexos en un mundo cambiado como actividad masculina frontera y paralela a la femenina de la maternidad.
(Buenos Aires, 1968). G. VON LE FORT, La mujer eterna (Ma- El análisis biológico confirma el símbolo escrito en la primera página del
drid, 1953). Génesis: Adán nace para el trabajo en el mismo momento en que Eva, la
madre de todos, nace para la vida del sexo; y Dios marca a uno y a otro con
toda claridad los dos caminos paralelos: " T ú , hombre, trabajarás; tú, mujer,
(154) Ibíd., 17. parirás"»: Tres ensayos sobre la vida sexual (Madrid, 19295), 45-46.
(155) Ibíd., 50. (157) El segundo sexo (Buenos Aires, 1965), 2 vols.
25. Etica de la persona
386 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD
387
diferencias biológicas son unos condicionamientos como otros más
se manifiestan en los estudios etnológicos de la sexualidad. En el
dentro de la existencia humana. El hombre se ha aprovechado de
fondo —¿o en la superación?— de esas dos polaridades (naturale-
ellos para «alienar» a la mujer. Del hombre depende, por ejemplo,
za-cultura, absoluto-relativo) es donde hay que encontrar el estilo
la concepción del papel algo mortificante y vergonzoso del ciclo
de vida femenino y masculino.
menstruante; si lo tuviesen los hombres habrían encontrado una
justificación más de su soberbia y predominio. Del hombre también Se puede, por lo tanto, hablar del «eterno femenino» y del
depende la creación del mito alienante del «eterno femenino». «eterno masculino». Son dos formas de vida o dos proyectos de
existencia humana. En la especie humana hay dos modos de
Además de hacer la crítica radical de la relación hombre-mujer,
realizarse. Hasta esa altura o profundidad llega la estructura sexual
S. de Beauvoir trata de transformar esa situación cultural me-
humana. Hasta ahí llega su «lujo vital»: hacer que exista la rique-
diante una praxis. Es necesario liberar a la mujer; es necesario
za de dos proyectos de existencia en lo humano.
darle un puesto de igualdad con el hombre. Esa liberación se
logrará, en primer lugar, cuando la mujer tome conciencia de su Las categorías de lo masculino y de lo femenino tienen una
situación de explotada. No puede dejarse embaucar por pseudo-li- gran posibilidad analógica. Es una clasificación de los modos hu-
beraciones. Mientras la mujer sea esclava de una pseudo-naturale- manos de ser frente a sí mismo, frente a la naturaleza, frente a los
za como es la feminidad, no encontrará la liberación. Esta libera- demás y hasta en relación con Dios.
ción se logrará en un mundo socialista, en que domine la ley de la Esta posibilidad de analogía de lo masculino y lo femenino la
igualdad del trabajo para los dos sexos. De hecho, una economía aprovecha maravillosamente Ortega y Gasset en uno de sus ensa-
bien montada podría solucionar todas las dificultades inherentes ai yos para definir la dinámica del tiempo (158). Parte de la afirma-
embarazo y al parto. ción de que «las variaciones históricas no proceden nunca de
La crítica de S. de Beauvoir es radical. Y en cuanto crítica es causas externas al organismo humano»; al tener que buscar las
aceptable. Lo que no es aceptable es la tesis de la supresión de la causas o principios de las variaciones del vivir humano en el
feminidad y masculinidad como dos formas de existencia humana. interior del organismo, «ha de parecer sobremanera verosímil que
No podemos concebir una existencia humana neutraf porque en- en los más profundos y amplios fenómenos históricos aparezca
tonces tenemos que suprimir una de las estructuras antropológicas más o menos claro el decisivo influjo de las diferencias biológicas
de base y porque de ese modo tendríamos que eliminar la reali- más elementales. La vida es masculina o femenina, es joven o es
dad maravillosa del amor interpersonal. vieja. ¿Cómo se puede pensar que estos módulos elementalísimos
La masculinidad y la feminidad son dos formas de existencia y divergentes de la vitalidad no sean gigantescos poderes plásticos
humana. En la especie humana existe una bipolaridad sexual en de la historia?». Por eso mismo «para comprender bien una época
todos los niveles y en todos los aspectos. Esta diferencia se es preciso determinar la ecuación dinámica que en ella dan esas
introduce en la dimensión antropológica integral y origina dos cuatro potencias y preguntar: ¿quién puede más? ¿Los jóvenes o
maneras de proyectarse la existencia humana. Aunque el hombre los viejos, es decir, los hombres maduros? ¿Lo varonil o lo feme-
y la mujer se entreguen a los mismos trabajos y vayan rompiendo nino?». Al responder a esta pregunta en relación con nuestro
las barreras sociales que los separan, siempre será cierto que cada tiempo (¿con su tiempo?). Ortega y Gasset lo califica de «masculi-
uno de ellos vivirá la vida —sociológicamente idéntica— con una no». «Nuestro tiempo no es sólo tiempo de juventud, sino de
propia y peculiar manera. juventud masculina. El amo del mundo es hoy el muchacho.»
Hay dos formas de proyectar la existencia: una propia de la Lo masculino y lo femenino son dos maneras diferentes de
mujer y otra propia del hombre. Esta peculiar manera proviene de vivir la existencia humana, pero no son contrapuestas. Predomina
las estructuras antropológicas y de la cultura; a veces, la «cultura» también aquí la ley de la complementariedad. Más aún, para ser
se sobrepone a la «naturaleza», y otras veces es la «naturaleza» la
que se deja moldear por la «cultura». De ahí el carácter relativo y (158) J. ORTEGA Y GASSET, Dinámica del tiempo: Obras completas
absoluto, a la vez, de lo masculino y femenino: dos categorías que 3 (Madrid, 19553), 471-475.
388 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 389

plenamente humano, cada individuo ha de realizar en sí mismo en vertiente. El segundo dinamismo tiende a realizar la apertura de la
cierto modo los dos proyectos. La psicología analítica de C. G. persona al mundo del «tú»; la sexualidad es la que posibilita la
Jung ha puesto de relieve esta realidad. En el alma del hombre relación ¡nterpersonal que culmina en la construcción de un pro-
(animus) existe un deseo de completarse adoptando el estilo yecto de vida; en este último sentido la sexualidad sirve para llevar
femenino (anima); otro tanto sucede en la mujer. Aun previa- a feliz resultado una situación o proyecto vital: soltería, matrimo-
mente a una referencia directa a la unión sexual, el «animus» nio, virginidad o viudez. El tercer dinamismo de la sexualidad es la
desea completarse en el «anima» y viceversa. Lo masculino y lo apertura al «nosotros»; se trata del horizonte social de la sexuali-
femenino se encuentran en cada uno de nosotros. dad que sirve para construir el «nosotros» dentro de un clima de
Si lo masculino y lo femenino son dos formas de existencia relaciones interpersonales cruzadas..
humana, son también dos formas de quehacer humano. La El comportamiento sexual, en cuanto quehacer moral debe
masculinidad y la feminidad son dos tareas morales. Es necesario conseguir esas tres orientaciones básicas. Lo positivo y lo negativo
«conquistar» día a día la feminidad y la masculinidad, como uno de la moral sexual concreta ha de verse dentro de este triple
de los imperativos de la moral sexual. esquema:
— deber moral de integración del «yo»,
6. VISION SINTÉTICA: — deber moral de apertura al «tú»,
Dimensión y dimensiones de la sexualidad humana.
— deber moral de construcción de un «nosotros».
A. AUER, Sexualidad: Conceptos fundamentales de la Teología 4 Estos son los tres quehaceres del hombre en cuanto ser
(Madrid, 1966), 260-271. J.-P. CHARRIER, La sessualité: funzione «sexual». Los fallos y los aciertos en este campo han de ser
o condona?: Sessualitá e Castitá (Roma, 1972), 71-78. J . GRliN- anotados dentro de este esquema.
DEL, Geschlechtlichkeit: Sacramentum mundi 1 (Freiburg-Basel-
Wien, 1968), 332-342. J . J . LÓPEZ IBOR, Antropología sexual: El
libro de la vida sexual (Barcelona, 1968), 5-31. U. RANKE- III
HEINEMANN, Die geschlechtliche Grundbefindlichkeit des Mens-
chen: Handbuch der Pastoraltheologie 11/1 (Freiburg-Basel-Wien, CRISTIANISMO Y SEXUALIDAD
1966), 38-54. L. M. WEBER, Geschlechtlichkeit: LTK IV (19602),
803-807. La relación entre sexualidad y cristianismo ha tenido y tiene
manifestaciones muy variadas y complejas. La comprensión y el
ejercicio de la sexualidad dentro de la cultura occidental no pue-
a) La persona: punto convergente de la complejidad sexual den ser interpretados sin el dato socio-religioso del cristianis-
Nota bene: Este apartado se encuentra desarrollado en el tomo I de mo (159); en la institucionalización de la sexualidad ha desempeñado
esta obra Moral de actitudes (Madrid, 19774): «Moral Fundamen- un papel decisivo la cosmovisión judeo-cristiana, hasta el punto de
tal», pp. 186-189. verificarse en este ámbito la ley formulada por A. Gehlen de «la
formación de sistemas sociales bajo la primacía de categorías
religiosas» (160). El matrimonio, como institución conformadora
del dinamismo de la sexualidad humana es una prueba fe-
b) Los tres dinamismos básicos de la sexualidad humana haciente.

La sexualidad humana, en cuanto fuerza de la persona, se abre


(159) H. SCHELSKY, Sociología de la sexualidad (Buenos Aires, 1962),
en tres dinamismos o vertientes fundamentales. Un primer dina-
131-137.
mismo se orienta a lograr la madurez y la integración personal; la
(160) Citado por F. BÜCKLE-Th. BEEMER, Presentación: Concilium(1970),
sexualidad es una fuerza para edificar el «yo»; es ésta su primera 166.
390 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 391

Por otra parte, no es posible hacer una hermenéutica completa 1.°) Sacralización tabuística
de la vivencia y de la realización social del cristianismo sin tener en
cuenta el dato de la sexualidad. Desde la configuración adminis- A. ALVAREZ VILLAR, Sexo y cultura (Madrid, 1971). R. BASTIDE,
Sexualidad entre los primitivos: Estudios sobre sexualidad huma-
trativa de la Iglesia (sobre todo de la Iglesia Católica, en que es
na (Madrid, 1967), 73-101. L. DE MARCHI, Sexo y civilización
preceptivo un ministerio celibatario) hasta la verbalización de la (Buenos Aires, 1962). B. DE RACHEWILTZ, Eros negro (Madrid,
experiencia mística cristiana, la sexualidad constituye dentro del 1967), 283-312. M. ELIADE, Chasteté, sexua/ité et vie mystique
cristianismo una clave privilegiada de interpretación. Este tema chez les Primitifs: Mystique et Continence (Bruges, 1952), 29-50.
merecería un estudio serio y detenido (161), paralelo al estudio J. HÁCKEL, Das geschlechtliche Schamgefühl bei den etnologis-
realizado en tomo a la hermenéutica de la persona (desde presu- chen Altvólkern: Anima 2 (1957), 7-14. K. LEONHARD, Instinkte
und Urinstinkte in der menschlichen Sexualitát (Stuttgart, 1964).
puestos preferentemente psicoanalíticos) y más recientemente en B. MALINOWSKI, La vida sexual de los salvajes del Noroeste
torno a la hermenéutica sociopolítica desde la clave sexual. de la Melanesia (1937); Sex und Repression in Savage Society
Nos limitamos a exponer la cara y la cruz de la relación entre (London, 1927); Estudios de psicología primitiva (Buenos Aires,
19582). M. MEAD, Sexo y temperamento en las sociedades primi-
cristianismo y sexualidad: los aspectos negativos y los aspectos
tivas (Barcelona, 1973); El hombre y la mujer: un enfoque revolu-
positivos. Anteponemos un prenotando en que señalamos la di- cionario de las relaciones entre los sexos (Buenos Aires, 1961);
mensión mistérico-religiosa que ha tenido y tiene la comprensión Anthropology, a Human Science: Selected Paper 1936-1960 (New
de la sexualidad humana. York, 1964); Adolescencia, sexo y cultura en Samoa (Barcelona,
1972). R. MOHR, Frau und Schamhaftigkeit bei den Urvólkern in
Lichte Zeitseelsorge: Anima 5 (1950), 301-310; La ética cristiana a
1. PRENOTANDO: LA DIMENSIÓN MISTÉRICO-RELIGIOSA la luz de la etnología (Madrid, 1962). J . MULLER, Das sexuelle
DE LA SEXUALIDAD Leben der Naturvólkern (Augsburg, 1901). D. MORRIS, El mono
desnudo (Barcelona, 1969). J. F. THIEL, La antropología cultural
Según nuestra cosmovisión, la sexualidad humana tiene una y la institución matrimonial: Concilium 55 (1970), 169-182. L.
THORE, Lenguaje y sexualidad: Estudios sobre sexualidad hu-
apertura al mundo de la trascendencia. El comportamiento sexual mana (Madrid, 1967), 73-101. A. TULLMANN, Vida amorosa de
humano tiene una clave de interpretación y un ámbito de vivencia los pueblos naturales (Barcelona, 1963).
en la referencia al Absoluto. Pero ¿cómo hay que entender y vivir
correctamente esa relación al Absoluto?
Para el conocimiento de la conducta sexual de los pueblos
primitivos tenemos dos procedimientos principales: el estudio di-
a) Formas incorrectas de entender y vivir recto de las «huellas» que de ellos poseemos (instrumentos de
la dimensión mistérico-religiosa de la sexualidad trabajo, muestras de «arte», disposición de las aldeas...) y el
estudio de los actuales pueblos «naturales». En cuanto al primer
A lo largo de la historia han existido muchas formas incorrec- procedimiento, los datos no son muy abundantes. Las estatuillas u
tas de relacionar la sexualidad con lo religioso. Al tener que hacer objetos en los que se encuentran grabadas personas desnudas
una selección, nos vamos a referir a tres de ellas a modo de pueden ser considerados como testimonios; pero se trata de testi-
ejemplo. monios mudos y de escasísima frecuencia. La llamada Venus de
Willendorf, y la representación en hueso de la pareja humana
(161) Véanse anotaciones interesantes en Humanización de la sexuali- descubierta en la cueva de Istúriz, y otras estatuillas similares, no
dad: Concilium 55 (1970), 307-320. «Una de las tareas que nos aguardan será nos permiten más que una formulación de hipótesis improbables e
la integración de lo sexual en las disciplinas teológicas... Los místicos siempre inconexas.
han vivido y expresado el parentesco que existe entre sus experiencias y lo
sexual. La relación sexual volverá a ser imagen y ejemplo de toda relación en El estudio de los pueblos naturales que existen en nuestros
la Iglesia. Este dato podría transferirse a la eclesiología, la liturgia, la doctrina días ofrece mejores garantías y conduce a mayores resultados. No
de los sacramentos, etc.» (Ibíd., p. 320). han faltado, por otra parte, etnólogos interesados por el tema del
392 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 393

comportamiento sexual de los pueblos no civilizados. A partir de orden establecido apoderándose de la clave del poder mediante
sus investigaciones, podemos trazar, con mayor fundamento, los acciones mágicas.
rasgos fundamentales de la ética sexual de los pueblos primitivos.
Estas dos actitudes básicas frente a la realidad originan dos
Frente a las teorías de la pretendida libertad sexual de los tipos de ordenamientos y regulaciones. En la actitud religiosa,
pueblos primitivos es necesario oponer la existencia de una regla- ética y religión están íntimamente unidas; la actitud religiosa es
mentación sexual en dichos pueblos. Pero antes de exponer el una fundamentación apropiada para el ethos. En cambio, la acti-
contenido de este ordenamiento, conviene hacer alusión a dos as- tud mágica no es favorecedora de una dimensión ética, sino más
pectos previos que lo configuran de antemano. Nos referimos a su bien de una regulación calculada e intramundana. La referencia de
importancia y a su orientación general. esta diferencia fundamental de actitud espiritual se advierte de un
En cuanto a la importancia que los pueblos primitivos otorgan modo claro en el ámbito de la ética sexual. Mientras que en la
a la reglamentación sexual, basta anotar que lo sexual, junto con actitud religiosa hay un predominio de respeto, de ausencia de
el homicidio, forman los tabúes más importantes. La ordenación pasión y de obediencia a un orden establecido, en la actitud
sexual es una red tupida que abarca la mayor parte de las situa- mágica predomina una concepción pasional y hasta picara de la
ciones vitales, tanto del individuo como de la tribu; lo sexual va sexualidad.
jalonando las diversas etapas de la vida individual y colectiva:
Las dos concepciones éticas de la sexualidad en los pueblos
embarazo, nacimiento, paso a la juventud, matrimonio, etc. Y no
primitivos tienen algo común que las define. La orientación gene-
ha de extrañarnos. De hecho, en un ambiente «natural», sin los
ral de la ética sexual de los pueblos primitivos es de signo tabuís-
avances de la civilización, lo sexual aparece abiertamente en todas
tico. El ethos primitivo se pone de manifiesto en el tabú, que
las situaciones importantes de la vida personal y social.
—siguiendo en la doble línea indicada— puede ser «tabú religioso»
Tratando de calificar la orientación general que tiene la regla- o «tabú mágico». Esta orientación tabuística le da una tonalidad
mentación sexual de los pueblos primitivos, conviene tener en especial a la ética sexual de los pueblos primitivos, la tonalidad
cuenta que dicha reglamentación se basa en la característica de que tiene todo tabú: carácter «sacro», idea de sanción automática
una realidad más amplia: en la actitud fundamental que tienen los por su violación, etc.
pueblos primitivos frente al mundo. Mohr (162), siguiendo a otros
antropólogos, distingue dos actitudes fundamentales en la historia El contenido de la ética sexual de los pueblos primitivos apa-
de la civilización humana: la actitud religiosa-supramundana y la rece principalmente en los tabúes sexuales. Vamos a señalar los
mágica-intramundana. Tanto en la religión como en la magia, el puntos principales de su ética sexual. Tenemos en cuenta las
punto de partida es el mismo: la experiencia de la insuficiencia y investigaciones de los etnólogos, entre los que destacamos a
relatividad de todas las cosas humanas. Pero la reacción ante esta M. Mead, Malinoswki y Boris de Rochewiltz, pero no vamos a
experiencia es diversa. En la actitud religiosa, el hombre reacciona constatar aquí los datos empíricos. Nos limitamos a exponer los
con el humilde reconocimiento de sí mismo y demanda el auxilio principios generales. He aquí los más principales:
divino; en la actitud mágica, el hombre busca aumentar sus propias • La sexualidad dentro del matrimonio. El comporta-
fuerzas mediante apropiaciones fraudulentas (mágicas) de un orden miento sexual dentro del matrimonio está controlado por una serie
superior a él. El hombre religioso se siente inserto en el orden de un de tabúes, entre los que destacan:
mundo establecido por Dios, tiene una humilde conciencia de
culpabilidad y siente la necesidad de expiación; el hombre mágico — el tabú del adulterio: la mujer adúltera (y a veces el marido
parte de la orgullosa conciencia de su fuerza y busca transformar el adúltero) son severamente castigados. La gravedad de la condena
varía de un grupo a otro: desde una simple amonestación o multa
hasta la pena de muerte. A veces el soñar en poseer la mujer
(162) R. MOHR, La ética cristiana a la luz de la etnología (Ma- ajena se considera un acto punible. Con ocasión del alumbra-
drid, 1962), 4-31. miento, la mujer debe confesar sus faltas de adulterio;
394 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 395

— el tabú de la sexualidad anárquica: las relaciones son res- Nos referimos a las grandes culturas con las que tuvo contacto
tringidas con bastante frecuencia dentro del matrimonio. Tales el pueblo de la Biblia: Mesopotamia, Siria, Canán y Egipto. La
restricciones se extienden a un amplio campo de situaciones diver- comprensión que estas culturas tienen de la sexualidad podría
sas: embarazo, lactancia, por razón de caza o pesca (sobre todo resumirse en estas palabras: «el pensamiento religioso sacraliza la
colectivas), en época de siembra, con ocasión de expediciones sexualidad humana y todo lo que con ella se relaciona mediante
guerreras, con motivo de determinadas ceremonias religiosas. los dos medios clásicos del mito y de los ritos» (163). Y esto aún
• Comportamiento sexual de los jóvenes. La relación de allí donde el matrimonio es una institución esencialmente civil,
los sexos antes del matrimonio adquiere modalidades muy varia- como es el caso de Mesopotamia.
das. En algunos pueblos se establece una separación severa, pro- Los mitos constituyen, en las antiguas religiones, la forma
hibiéndose todo encuentro por juzgar que dos personas de distinto más elevada del pensar. En los mitos se plasman las concepciones
sexo no pueden estar juntas sin dar en relaciones sexuales mutuas. que los hombres tienen de la realidad. El hombre proyecta en ellos
En cambio, en otros pueblos existe la costumbre de un trato toda la experiencia de su vivir: de su vivir social, de su relación
natural entre los sexos. con el cosmos y de su relación con la divinidad. Por otra parte, los
• Valoración de la virginidad. En los pueblos primitivos no mitos quedan sacralizados al ser la plasmación de historias divinas
se encuentra estima por la abstinencia perpetua. Pero sí aparece acaecidas en los tiempos primordiales de la humanidad o de un
entre ellos un gran aprecio por la virginidad de las jóvenes antes pueblo concreto. De este modo, constituyen un mundo de arque-
del matrimonio. Este tabú prematrimonial va unido al rito y al tipos, de cuya reproducción recibe significado sacro y consistencia
significado de la defloración, y se trata de una virginidad enten- real el mundo humano (164). El tema de la sexualidad es un caso
dida en sentido corporal. La violación de este tabú se castiga de concreto donde se aplica esta noción de mito. La sexualidad
distintos modos: pena de muerte, expulsión de la comunidad, humana es una realidad sacra al reproducir una serie de arquetipos
muerte del hijo ilegítimo, etc. o de historias divinas sucedidas en el tiempo primordial o mítico.
Los diversos aspectos de la relación hombre-mujer reciben una
• El tabú del incesto. Este tabú se presenta bajo dos for-
concreción en los distintos mitos. Destacamos principalmente tres
mas. Unas veces es tabú toda relación sexual entre parientes
aspectos:
consanguíneos; otras veces es tabú toda relación sexual dentro de
un grupo determinado de personas que se consideran ficticiamente — Mitos de la fecundidad: centrados en las figuras del dios-
consanguíneas por un orden artificial establecido. Por lo demás, padre y de la diosa-madre y relacionados con el tema de la crea-
existen matices y modalidades muy variadas entre los diferentes ción. La diosa-madre está personalizada en la tierra, engendradora
pueblos. de la vegetación; el dios-Dadre guarda relación con la lluvia, en
cuanto elemento fecundante que hace germinar las plantas en el
seno de la tierra. Este esquema básico se complica en las distintas
2.°) Sacralización mítico-ritualista
culturas, pero en él podemos encontrar la explicación mítica de un
J. E. M. CENAC-MONCAUT, Historie de l'amour dans l'antiquité aspecto de la sexualidad humana. Esta, en cuanto fuerza fecun-
chez les hébreux, les orientaux, les grecs et les romains (París, dante, tiene su arquetipo, su realidad y su sacralización en el mito
1862). B. DE RACHEWILTZ, Egitto mágico-religioso (Torino, del dios-padre y de la diosa-madre;
1961); Poesie d'amore nel/'antico Egitto (Verona, 1961); Eros
negro (Madrid, 1967), 26-63. J. FILLIOZAT, Continence et sexua- — Mitos del amor pasional: centrados en las figuras del
lité dans le boudhisme et les disciplines de Yoga: Mystique et dios-amante y de la diosa-amante, no necesariamente identificados
continence (Bruges, 1952), 70-81. O. LACOMBE, Ascese de
chasteté et mystique érotique dans l'lnde: o. c , 61-69. L. MAS- (163) P. GRELOT, Le couple humain selon la sainte Ecriture: Le
SIGNON, Mystique et continence en Islam: o. c , 93-99. J. Supplément 57 (1961), 138.
MÜLLER, Das sexuelle Leben der alten Kultur-vólker (Leipzig, (164) Cfr. M ELIADE, Traite d'histoire des religions (París, 1949),
1902). 330-372; Le mythe de l'eternel retour (París, 1949), 15-80.
MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 397
396 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

con el dios-padre y la diosa-madre. En las diversas historias de las presentada preferentemente la sexualidad: «Todo el que se esfuerce
pasiones amorosas de los dioses (por ejemplo, la diosa Istar de por descubrir, desde un punto de vista teológico, algunos elementos
Babilonia), encuentra el amor humano su justificación y sacraliza- estables en la profusión de publicaciones recientes consagradas a la
ción. Todos los amantes viven bajo la esfera de influencia de Istar, sexualidad, encontrará, al menos, dos: una tendencia a convertir la
Venus o Afrodita; sexualidad en campo de experimentación de una nueva religiosidad,
en la perspectiva de la neosacralización de la sexualidad, y una
— M i t o s del m a t r i m o n i o : centrados en las figuras del dios-
tendencia a incluir el carácter libertador, tan acentuado hoy en la
esposo y de la diosa-esposa. Todas las religiones tienen sus pro-
sexualidad, como un factor de la gran revolución que trata de
pias historias. Los textos de Ugarit nos han transmitido un relato
conducir al hombre hasta una nueva toma de conciencia en todos los
del matrimonio de Nikkal con el dios-luna. El matrimonio humano es
campos de la vida en sociedad y de la cultura» (165).
una realidad sagrada al reproducir este arquetipo mítico.
La neosacralización de la sexualidad va unida a otros fenómenos
Los mitos reciben su complemento en los ritos; tienen una erráticos del mundo actual, sobretodo entre los jóvenes. La «religión
traducción ritual. Mientras que los mitos sacralizan la realidad al del sexo» o la «religión de las drogas» es, muchas veces, la versión
descubrir el trasfondo de sus arquetipos, los ritos la sacralizan secular y falseada de la auténtica religión.
mediante la acción; al reproducir los gestos divinos, sobre todo en
Al describir, más adelante, la manera de vivir la sexualidad en el
el culto, el hombre se asocia a la acción divina y se introduce en
mundo de hoy volveremos sobre este tema. Por eso, no lo des-
la esfera de lo sagrado. También en este plano de los ritos aparece
arrollamos más en este momento.
el tema de la sexualidad. Hay ritos sexuales, destinados a sacra-
lizar la sexualidad humana y a asegurar sobre ella la protección
divina. Estos ritos también los podemos diversificar conforme a los
b) Hacia una forma correcta de entender y vivir
tres aspectos que vimos en los mitos sexuales: la apertura de la sexualidad al Absoluto
— Ritos de f e c u n d i d a d : entre los cuales destaca la «hiero-
gamia». Consiste en la celebración solemne de la unión sexual tipo E. AMEZUA-ORTEGA, Religiosidad y sexualidad (Madrid, 1974). F.
del dios-padre con la diosa-madre mediante la unión sexual del LEIST, Sesso e religione (Verana, 1974). A. VALSECCHI, Nuevos
caminos de la ética sexual (Salamanca, 1974), 61-72.
sacerdote con una sacerdotisa. Esta celebración tiende a provocar
la actuación de las fuerzas fecundantes de la naturaleza (cultos
agrarios) y de las parejas humanas; La comprensión científica de la sexualidad nos impide verla y vi-
— Ritos de a m o r pasional: el culto de la diosa-amante se virla en una relación falsamente sacralizada con lo religioso: en clave
traduce en la unión sexual de los hombres con las prostitutas de tabú (regulación de las prohibiciones sacralmente sancionadas),
sagradas que están al servicio de la diosa. Mediante esta unión, en clave de mitos (reconociendo lo divino inmanente en la misma
que no ha de ser valorada con nuestras actuales categorías mora- sexualidad humana), en clave de orgía mistérico-sexual (interpretan-
les, se busca una sacralización de la sexualidad humana y hasta la do el éxtasis sexual como una hierofanía). Sin embargo, estas
eficacia divina en la fertilidad de los rebaños y de los campos; explicaciones erráticas de la sexualidad nos indican que existe algún
factor que, deficientemente interpretado, las origina. «Efectivamen-
— Ritos de m a t r i m o n i o : el ritual del matrimonio, principal- te, en el gesto integral que la expresa (la sexualidad), el hombre —el
mente del matrimonio regio, dice una relación al matrimonio divino. hombre común— se experimenta como proyectado hacia una cum-
Queda, por eso mismo, sacralizado. bre suprema de poder: siente que ha superado en la unión con el otro
y en la posesión del mismo sus límites individuales, se percibe como
3. ° ) La «neosacralización» de la sexualidad en el mundo actual engendrador y creador de vida, se ve envuelto en un éxtasis que lo
Para la revista «Concilium» (1970), la neosacralización de la
sexualidad constituye uno de los dos grandes aspectos en que hoy es (165) Humanización de la sexualidad: Concilium 55 (1970), 307.
398 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 399

arranca, al menos por unos instantes, de su pobreza y dispersión y lo El comportamiento sexual se puede entender como la celebración
levanta a una existencia ampliada y potenciada que parece alcanzar de la ternura. Ahora bien, en toda celebración humana hay un
la esfera de lo divino» (166). resquicio por el que aparece la profunda búsqueda de la Fiesta
¿Dónde encontrar y cómo expresar adecuadamente esa dimensión absoluta en Gozo definitivo.
profunda, mistérico-religiosa, de la sexualidad? A nuestro modo de A partir de esta constatación podemos descubrir una relación
entender, existen tres aspectos fundamentales en los que se des- profunda entre la fiesta religiosa y la dimensión celebrativa del com-
cubre la apertura de la sexualidad humana al Absoluto. portamiento sexual (169). Relación que expresa la inevitable apertura
En primer lugar, la sexualidad humana tiene una gran capacidad de la sexualidad al Absoluto.
de simbolizar lo religioso. Casi todas las religiones han utilizado El tercer factor que nos descubre la dimensión trascendente de la
la relación sexual como imagen para expresar el encuentro y la sexualidad humana es el mismo análisis antropológico del fenó-
relación del hombre con Dios. Dentro de la tradición judeo-cristiana meno sexual. Valsecchi deduce una lección global del estudio antro-
es éste uno de los símbolos permanentes: en la predicación pro- pológico de la sexualidad: tanto la hermenéutica psicoanalítica como
fética, en la descripción de las experiencias místicas, etc. las hermenéuticas fenomenológica y sociopolítica descubren en la
Aunque frente a esta capacidad simbolizadora de la sexualidad sexualidad un coeficiente altísimo de conflictividad. Ahora bien, esa
nuestra cultura se muestra reservada y reticente, no podemos dejar conflictividad abre, en la vivencia sexual, un resquicio a la tras-
de reconocer su importancia como factor que hace descubrir y vivir cendencia.
la dimensión mistérico-religiosa de la sexualidad. Grelot advierte He aquí la argumentación de Valsecchi: «En nuestra cultura, con
que, si en un primer momento el amor humano sirve de comparación un acento mucho más típico que en otras, la actividad sexual se
para expresar las relaciones de Dios con el pueblo de la alianza, esta presenta bajo la forma de una experiencia conflictiva. Esto quiere
evocación del encuentro religioso «arroja una luz retrospectiva sobre decir, por ejemplo, que cuanto más fuerte es su tendencia hacia el
la realidad humana que le sirve de punto de partida» (167). objeto en que puede hallar descanso, tanto más operantes son las
A través de su dimensión simbolizadora de lo religioso, la sexuali- fuerzas de rivalidad agresiva que se ponen en movimiento; cuanto
dad nos ofrece una clave hermenéutica de su profundidad. «Este más alto es el impulso hacia el goce que se cree posible en el
dato documenta, a su modo, cuántas posibilidades, cuántas nostal- encuentro sexual, tanto más íntimamente se palpan sus limitaciones;
gias y cuántos anhelos por una posesión total y totalmente bea- cuanto más codiciada es la expansión personal y comunitaria que
tificante se encuentran inscritos en los dinamismos profundos y puede actuar la sexualidad, tanto más intenso es el sentimiento de
manifiestos de la sexualidad» (168). soledad, de extrañeza a veces, que puede derivarse de ella; cuanto
más amplia es la exigencia de sentirse uno presente entre los
Otro rasgo de la sexualidad que nos descubre su dimensión de
hombres y en el mundo, de una forma tan robusta y profunda como
profundidad mistérico-religiosa es la capacidad celebrativa del
es la sexual, tanto más dolorosa resulta la percepción, continuamen-
comportamiento sexual. No nos referimos a las celebraciones sa-
te palpitante, de que la muerte puede en cualquier momento señalar
crales de la sexualidad; retrocederíamos así a las formas de sacra-
su fin. ¿No se abre, precisamente en esta situación conflictiva del
lización mítico-ritualística que acabamos de descartar. Por el contra-
vivir sexual, un resquicio por donde asomarse esa indecible necesi-
rio, hacemos referencia a la dimensión festiva que tiene la misma
dad de trascendencia? Si la sexualidad es, tal como se nos presenta,
realidad humana de la sexualidad.
una realidad tan paradójica y tan enigmática, ¿no esconderá también
en sí misma el valor de una referencia vital a una comunión
finalmente resolutiva y beatificante, la comunión con Dios?» (170).
(166) A. VALSECCHI, Los nuevos caminos de la ética sexual (Sala-
manca, 1974), 62-63.
(167) P. GRELOT, Le couple humain selon la sainte Ecriture: Le (169) E. AMEZUA-ORTEGA, Religiosidad y sexualidad (Madrid, 1974),
Supplément 57(1961), 168 175-203.
(168) VALSECCHI, o . c , 65. (170) VALSECCHI, o . c , 67-68.
400 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 401

También señala Valsecchi que algunas «formas utópicas» de nismo; conflicto que está pidiendo una «reconciliación» (171). Ello
proyectar la realización de la sexualidad en nuestra cultura (recuér- no impide reconocer el papel positivo que ha desempeñado el cris-
dese la utopía de Marcuse de la «erotización integral de la sociedad») tianismo para una recta comprensión y una no desviada vivencia de
pueden ser interpretadas como la expresión de un deseo que, en su la sexualidad dentro de la cultura occidental.
dimensión más profunda, es la aspiración a la última alegría y a la
comunión armoniosa y gratuita a la que está llamado el hombre.
Partiendo de estas utopías se puede descubrir la apertura de la a) Afirmación inicial: complejidad del tema y valoración positiva
sexualidad a la trascendencia. de la relación entre cristianismo histórico y sexualidad
Como conclusión de este prenotando sobre la dimensión mistéri- Cuando se habla de la relación entre cristianismo histórico y
co-religiosa de la sexualidad reconocemos en el interior del compor- sexualidad se alude a un tema sumamente complejo. Es difícil
tamiento sexual una posibilidad de apertura hacia la trascendencia. involucrar en una afirmación unitaria posturas tan diversas como se
La sexualidad puede tener un ámbito de vivencia y un horizonte de han dado en las diferentes épocas de la Iglesia y, aun dentro de cada
comprensión en el mundo religioso. Existe, por lo tanto, junto a las época, en los diferentes estamentos que integran el llamado cristia-
hermenéuticas psicológica, existencial y sociopolítica, la hermenéuti- nismo histórico (172). Esta complejidad del tema nos impide dar
ca religiosa del fenómeno sexual. soluciones simplistas a la relación entre sexualidad y cristianismo.
Por otra parte, cuando en el contexto de este tema se habla del
cristianismo hay que entender por «cristianismo» no sólo ni prefe-
2. LA DIFÍCIL ASIMILACIÓN DE LA SEXUALIDAD
POR EL CRISTIANISMO HISTÓRICO
rentemente la posición de la Iglesia, sino más bien las actitudes
históricas de la cultura occidental cristiana. En este sentido es difícil
separar lo que pertenece al cristianismo y lo que es propio de la
B. FORCANO, Trasfondo cultural del problema sexual: Iglesia viva, cultura occidental (173).
número 31 (1971), 43-55. J . E. KERNS, La teología del matrimo-
nio (Madrid, 1968). F. LEIST, Sesso e religione (Verona, 1974). Admitida esa complejidad del tema, creemos que se puede
S. H. PFURTNER, Kirche und Sexualitát (Hamburg, 1972). J.-M. mantener la afirmación de que el cristianismo ha sabido seguir un
POHIER, Les chrétiens devant les problémes poses par la sexua- camino intermedio entre los extremismos de la «exaltación indebi-
lité... aux chrétiens: Le Supplément, n.° 111 (1974), 480-511. da» del sexo y del «desprecio ante lo corporal-sexual» (174). El
F. SILVESTRINI, La Chiesa e ¡I sesso (Milano, 1976). W. SCHU-
BART, Religión und Eros (München, 1941).
(171) M. VIDAL, Sexualidad y cristianismo: del conflicto a la reconci-
liación: Concilium 109 (1975), 374-386.
Dentro de la hermenéutica religiosa del fenómeno sexual en occi- (172) S. H. PFURTNER, La Chiesa e la sessualitá (Milano, 1975), 20-22.
dente cobra un relieve especial el cristianismo. La cosmovisión (173) «Se ha achacado, erróneamente, a las iglesias cristianas el ser únicas
cristiana ha condicionado profundamente la realización histórica de responsables del proceso de alienación de la sociedad contra la que hoy se
protesta: Van Ussel ha demostrado que esta alienación era más aún resultado
la sexualidad; pero, a su vez, la realización histórica del cristianismo
de la moral burguesa farisaica que se impuso a renglón seguido de la Revolu-
se ha visto notablemente influida por la comprensión de la sexuali- ción Francesa y que ha dejado sus huellas en la legislación civil de casi todos
dad. Sin pretender hacer un desarrollo de esa mutua relación, nos los Estados. Hasta después de Tiépolo y Rubens, lo erótico tenía libre acceso
vamos a fijar en este apartado en el modo como el cristianismo a las iglesias a través de las obras artísticas; a partir del siglo XIX, lo erótico
as-miló la sexualidad y en la forma en que se vio influenciado por quedó totalmente desterrado de los edificios religiosos, cosa que, por otra
dicha asimilación; dejamos para el siguiente apartado el estudio de la parte, iba muy de acuerdo con la línea del "Siglo de las Luces" de un
visión bíblico-teológica de la sexualidad humana. Diderot o un Kant» (Humanización de la Sexualidad: Concilium 55
(19701,307).
La asimilación de la sexualidad por el cristianismo histórico ha sido (174) E. LÓPEZ AZPITARTE, Sexualidad y matrimonio hoy (Santan-
difícil. Se puede hablar de un «conflicto» entre sexualidad y cristia- der, 1975), 14-17.
26. Etica de la persona
402 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 403

cristianismo histórico ha sabido recoger y salvaguardar lo sustancial 2. a ) Dentro de los problemas que la sexualidad sigue plan-
del mensaje bíblico del amor y de la sexualidad; más aún, ha puesto teando a los cristianos de hoy, Pohier ha puesto de relieve tres de
en mayor evidencia algunos valores relacionados con la sexualidad, orden p r e f e r e n t e m e n t e pastoral: el celibato obligatorio de los
tales como la virginidad y la castidad conyugal. Al mismo tiempo, ha sacerdotes, la valoración moral de los métodos de control de na-
deducido de los principios fundamentales de la revelación criterios talidad y el trato pastoral con los divorciados. Se trata de tres
más concretos de comportamiento y los ha aplicado a situaciones aspectos relacionados con la sexualidad que no tuvieron la posi-
nuevas. bilidad de ser sometidos a un libre y sincero debate en el Concilio
Sin embargo, con la misma claridad y con idéntica valentía Vaticano II. La Santa Sede se ha reservado el derecho de orien-
hemos de reconocer un gran número de elementos negativos en el tación y de decisión sobre ellos (176).
cristianismo histórico en relación con la sexualidad. Es lo que vamos 3. a ) Se ha puesto muchas veces de relieve la mala pasada
a señalar en el apartado siguiente. que una comprensión incorrecta de Is sexualidad ha jugado al
m a t r i m o n i o . No juzgamos necesario volver a repetir las incon-
gruencias, los errores y hasta inmoralidades que se introdujeron en
b) Ejemplificación de conflictos
entre el cristianismo histórico y la sexualidad la corriente del pensamiento cristiano sobre el matrimonio, tanto
en la época patrística como en la Edad Media y aun en los últimos
Dentro de la llamada «patología del cristianismo y de la Iglesia» siglos (177).
conviene señalar un factor que pertenece tanto al grupo de las
4. a ) La ética sexual cristiana es otro de los sectores en los
entidades patológicas como al género de las etiologías. Es la
que se advierte de una manera evidente la conflictividad de la
sexualidad, tanto a nivel de comprensión como a nivel de vivencia.
sexualidad dentro de la síntesis cristiana. A pesar de todos los
En el cristianismo histórico se ha vivido, y todavía se vive, la
intentos de renovación, la moral cristiana todavía encuentra en
sexualidad de una manera conflictiva. Sin dejar de reconocer, según
el ámbito del comportamiento sexual una serie de dificultades que
acabamos de afirmar, la existencia de elementos muy positivos en la
la hacen sumamente conflictiva (178).
historia del cristianismo en relación con la sexualidad, hemos de
confesar también el alto nivel traumático que ha alcanzado la
vivencia sexual dentro de la Iglesia. placer sexual y pecado (42-45), rigorismo moral en la moral sexual (46-50),
No es nuestra intención hacer una detallada exposición, ni autoerotismo (50-53), sexualidad y pecado original (53-55), hostilidad hacia el
histórica ni tipológica, de los problemas que ha provocado la sexo (60-62), minusvaloración del matrimonio y del placer sexual (62-65), la
sexualidad dentro del cristianismo. Únicamente, a modo de ejemplo, virginidad más santa y mejor que el matrimonio (65-69).
recordaremos algunos de ellos. Por otra parte, preferimos recoger las (176) J.-M. POHIER, Les chrétiens devant les problémes poses par la
sexualité... aux chrétiens: Le Supplément 111 (1974), 480-511.
anotaciones críticas que otros han formulado. (177) D. LINDNER, Der usus matrimonii (Munich, 1929); M. MÜLLER,
1.a) En un libro dedicado al tema de la relación entre Iglesia y Die Lehre des hl. Augustinus von der Paradiesehe und ihre Auswirkung
sexualidad, destaca Pfürtner una serie de aspectos que constitu- ¡n der Sexualethik des 12. und 13. Jahrhunderts bis Thomas von Aquin
(Rastisbona, 1954); J. FUCHS, Die Sexualethik des hl. Thomas von Aquin
yen lo que él llama el síndrome de sexofobia dentro de la
(Colonia, 1949); L. BRANDL, Die Sexualethik des hl. Albertus Magnus
Iglesia. Aunque la postura de este autor nos parece un poco (Ratisbona, 1954); J . G. ZIEGLER, Die Ehelehre der Pónitentialsummen
parcial en la selección de datos y un poco exagerada a la hora de von 1200-1350. Eine Untersuchung zur Geschichte der Moral und Pasto-
interpretarlos tan negativamente, tenemos que reconocer que el raltheologie (Ratisbona, 1956); K. KLOMS, Ehemoral und Jansenismus.
cristianismo histórico no se ha visto libre del miedo y la minus- Ein Beitrag zur Überwingung des sexualethischen Rigorismus (Co-
valoración ante la sexualidad (175). lonia, 1964).
(178) Cfr. K. KRIECH, Crisis actual de la moral sexual en la comuni-
(175) PFÜRTNER, o. c , 33-71. Señala de una manera expresa la actitud dad católica: Concilium 100 (1974), 418-431, F. BÜCKLE, Iglesia y sexuali-
de la Iglesia ante los siguientes aspectos: baños (39-40), coeducación (40-41), dad: posibilidades de una moral sexual dinámica: Ibíd., 507-523.
404 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 405

El carácter conflictivo de la ética sexual cristiana se evidencia y sexualidad dentro del cristianismo y más concretamente en la vida
se prolonga en las dificultades que han encontrado dentro de los oficial de la Iglesia. Con frecuencia se insiste en la conflictividad
sectores oficiales de la Iglesia católica algunos moralistas que de la sexualidad dentro de la vivencia personal de los individuos.
han intentado abordar con nueva metodología la normatividad Nos podríamos preguntar si el origen de tales conflictos no se
sexual. Sin entrar en valoraciones concretas, estos «casos» ponen encuentra, en parte, en la falta de una adecuada integración de la
de relieve la conflictividad que engendra la sexualidad dentro de la sexualidad dentro de los esquemas y cosmovisiones de índole
Iglesia cuando pasa a ser tema de una discusión libre de prejui- social y religiosa.
cios. Recordemos los «casos» Marc Oraison, S. H. Pfürtner, El cristianismo tiene que responder a la acusación de los que
A. Valsecchi, etc. han visto y ven en él una negación de la sexualidad. Feuerbach
5. a ) El magisterio pontificio ha encontrado en el tema de la decía que «el celibato reside en la esencia más íntima del cristia-
sexualidad dificultades que no ha tenido en otros campos del nismo». Explicaba su aserto-acusación del siguiente modo: «El
quehacer de los cristianos. Ahí están como testimonio los magis- cristiano identifica inmediatamente el género y el individuo: supri-
terios de Pío XII y de Pablo V I . «Mientras en la época de Pío XII me la diferencia sexual como un apéndice molesto y contingen-
determinados 'movimientos' intraeclesiales (piénsese, por ejemplo, te... El cristiano se comprende en su subjetividad trascendente y
en los movimientos litúrgico, bíblico, ecuménico o social) hicieron sobrenatural como un ser perfecto por sí mismo. Pero esta intui-
madurar algunos temas que encontrarían confirmación en el Con- ción era contraria al instinto sexual; está en contradicción con su
cilio Vaticano II, el de la sexualidad no pudo ser abordado de ideal, con su esencia suprema; el cristiano debía, pues, reprimir
forma abierta y natural hasta después de ese pontificado, sobre este impulso... El cristiano excluye del cielo la vida del género; allí
todo en el sentido de revisar ciertos elementos de la posición termina el género, allí sólo hay individuos puros, asexuados, 'es-
fundamental, es decir, más allá de una manera casuística 'fiel a la píritus'; allí domina la absoluta subjetividad; luego el cristiano
doctrina', aunque también en este tema el Papa Pablo VI haya excluye de su vida la vida del género; niega el principio del matri-
sugerido cierta moderación» (179). monio como algo pecaminoso y rechazable; en efecto, la vida
verdadera y sin pecado es la celestial» (182).
6. a ) El puesto y papel de la mujer dentro de la Iglesia
puede ser aducido como un campo en el que se han dado cita,
además de otros factores, prejuicios de orden sexual (180). Lo
c) Etiología de la conflictividad
mismo podríamos decir de algunas motivaciones históricas del
celibato (181), de ciertas estructuras de la vida religiosa, y, en
La conflictividad de la sexualidad dentro del cristianismo no
general, de algunos aspectos de las estructuras eclesiásticas.
proviene de la más genuina cosmovisión bíblico-teológica, según
Estos y otros ejemplos que podrían ser aducidos ponen de señalaremos con claridad más abajo. Han sido otros factores aje-
manifiesto el carácter conflictivo que ha tenido y sigue teniendo la nos a la pura corriente cristiana.
(179) P. GO, La sexualidad en la predicación de Pío XII: Concilium 100 La primera labor que se impone a la teología de nuestro tiempo
(1974), 380. es hacer una obra de purificación de los elementos espúreos, no
(180) Sobre el puesto y función de la mujer en la Iglesia existe abundante cristianos, que se han introducido en la comprensión de la sexua-
bibliografía. Para analizar la repercusión que ha tenido la comprensión de la lidad y del amor.
sexualidad sobre el «androcentrismo» eclesial recomendamos: M. MARTI-
NELL, Igualdad mujer y hombre en la Iglesia: Cuadernos de orientación Podríamos señalar muchos de estos elementos espúreos, pero
familiar 59 (1975), 107-139; M. ALCALÁ, ¿Por qué discriminación sexual nos vamos a limitar a algunos de ellos. En concreto, haremos
en la Iglesia?: Razón y Fe nn. 932-933 (1975), 195-207); PFÜRTNER, o. c , referencia a las influencias provenientes del estoicismo, del dualis-
73-111.
(181) G. GÓMEZ DORADO, Sacerdote hoy y aquí (Madrid, 1971), 74-82 (182) L. FEUERBACH, La esencia del cristianismo (Salamanca, 1975),
(con notas bibliográficas); VALSECCHI, o.c, 62. 205-207.
406 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 407

mo helénico y del neoplatonismo, de la situación precientífica, de Esta influencia estoica en la doctrina de la exclusividad en el fin
los factores personales de los diversos escritores y de los movi- procreativo del acto sexual ha perdurado hasta nuestros días. Es
mientos extemistas suscitados dentro del cristianismo. este elemento espúreo el que ha ido creando oscuridad en la
evolución de la moral cristiana. Piénsese que la licitud de la de-
La influencia del estoicismo es directa y evidente en algunos
manda del débito conyugal, sin intención inmediata de procrea-
padres (por ejemplo, en Clemente de Alejandría) y difusa en todo
ción, no aparece como doctrina común hasta el siglo XVII. Pién-
el cristianismo primitivo (183). Dentro del campo de la moral
sese también en la lenta y penosa aparición de otros motivos que
sexual, son muchos los aspectos en que se denota el influjo del
justificasen el acto conyugal (187) y en las polémicas recientes de
estoicismo. La visión unilateral de la sexualidad en orden al fin
los fines del matrimonio, y de la regulación de la natalidad, en
exclusivo de la procreación hunde sus raíces en el humus del
cuyo trasfondo todavía perdura la influencia del planteamiento
estoicismo. Es cierto que los padres citan con profusión a este
estoico. El estoicismo influyó en el rigorismo con que se plantea-
respecto las palabras de la Biblia: «Procread y multiplicaos» (Gé-
ron y se solucionaron los problemas morales del matrimonio (188).
nesis 1, 28); pero el mismo contexto del Génesis, de donde pro-
cede este texto, le da una visión más integral de la sexualidad. La influencia del dualismo helénico y del neoplatonismo se
Además, la doctrina paulina sobre la virginidad y el matrimonio no ha dejado sentir hondamente en la doctrina sexual de los padres y
insiste de ningún modo en la relación entre sexualidad y procrea- todo a lo largo de la historia de la moral cristiana.
ción. ¿De dónde procede esa insistencia, machacona y casi mor- Este influjo se manifiesta a través de una metafísica despre-
bosa, en justificar el acto conyugal únicamente por la finalidad ciativa de la materia y aparece de una manera general en la tona-
procreativa? Creemos que en gran parte procede del estoicismo. lidad de abstención en todo lo que se refiere al comportamiento
La justificación del acto conyugal por la sola procreación no es sexual, aun dentro del matrimonio. El influjo encratista se advierte
doctrina fundada en la Biblia; en realidad, el origen de esta exclu- en prohibiciones que hoy nos resultan escandalosas (restricciones,
sividad de finalidad proviene de tendencias paganas rigurosamente un poco tabuísticas, del acto conyugal en determinadas circuns-
transmitidas hasta nosotros por el pensamiento agustiniano (184). tancias); en concepciones negativas del acto conyugal como «acto
Los moralistas greco-romanos trataron de elevar a este fin el espí- no sin inconveniente», un «acto permitido, pero escabroso» (189);
ritu de los esposos (185); los escritores cristianos creyeron ver ahí en el pesimismo frente a todo lo sexual; en la misma concepción
la tradición pagana de un valor cristiano y «cristianizaron» esa ten- de la virtud de la «castidad» con cierto matiz restrictivo y de
dencia (186). abstención; en el ascetismo como medio para encontrar una vida
más pura y más dedicada a la contemplación (190).
(183) J . STELZENBERGER, Die Beziehungen der frühscholastischen
Sittenlehre zur Ethik der Stoa (München, 1933); M. SPANNEUT, Le stol-
cisme des Peres de l'Eglise, de Clément de Rome á Clément d'Alexan- (187) L. VEREECKE, Mariage etsexualité au déclin du moyen age: Le
drie (París, 1957). Supplément 57 (1961), 208-225. Solamente a partir del siglo XIV y principal-
(184) Cfr. L. JANSSENS, Morale conjúgale et progestogénes: Ephe- mente en el siglo XVI son admitidos otros motivos: el bien espiritual individual
merídes Theologicae Lovanienses 39 (1963), 787-826. del cónyuge, la salud, el placer.
(185) Ver textos en M. MURLAND, Saint Jean Chrysostome, défen- (188) «En esta insistencia sobre la moralidad del matrimonio más que
seur du mariage et apotre de la virginité (París, 1932), 50-51. sobre su aspecto sacramental y en la solución rigorista que se da, general-
(186) Un ejemplo de cristianización de valores estoicos lo tenemos en la mente, al problema de las relaciones conyugales, no puede dejar de verse una
influencia que tuvo en los escritos cristianos Munsonius Rufus. De este autor influencia de la filosofía popular de tendencia estoica»: SPANNEUT, o . c , 260.
latino, uh maestro de moral práctica más que un pensador original, se conser- (189) Estas apreciaciones se prolongan hasta los siglos XIV-XVI: cfr.
van dos fragmentos en griego, en uno de los cuales se opone a la contracep- VEREECKE, a . c , 202-208.
ción y en otro declara ¡legítimo buscar el solo placer en el uso del matrimonio (190) Sobre la importancia que los filósofos paganos otorgaron a la vida
y no la procreación. Estos textos, sobre todo el segundo, fueron recogidos pura y solitaria como medio favorable al ejercicio de la razón para llegar a la
muchas veces en la enseñanza de los escritores cristianos: O. HENSE, C. sabiduría, cfr. C. SPICQ, Théologie Morale du NT II (París, 1965), 819 (con
Musonii Rufi reliquiae(Leipzig, 1905), 64,77-78. abundantes notas técnicas y bibliográficas en la nota 1).
408 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 409

Un aspecto muy importante donde aparece el influjo extracris- Este último ejerció una influencia muy grande en la doctrina sexual
tiano es en la valoración del placer, que va inherente al compor- posterior. Y tenemos que suscribir el juicio de quienes han estu-
tamiento sexual. A lo largo de la historia de la moral cristiana ha diado el pensamiento agustiniano sobre la moral del matrimonio y
perdurado este malestar de no saber encajar perfectamente el que califican las ¡deas de san Agustín de severas, rígidas, rigoris-
placer dentro de una concepción integral de la sexualidad. Desde tas y con mezcla de elementos contingentes (193).
la concepción agustiniana del placer sexual como un mal única- Conviene recordar también la influencia que ejercieron en la
mente justificable con la excusa de la procreación, la solución del formulación de la moral sexual los movimientos extremistas
problema recibió una importante negativa que todavía no ha per- suscitados dentro del cristianismo. Los gnósticos, los encratistas,
dido. Es cierto que no han faltado teólogos que hayan visto el los maniqueos, etc., todos dejaron su huella en el pensamiento
modo de integrar el placer en el conjunto armónico del compor- cristiano. Más aún, la doctrina común y hasta oficial no se vio
tamiento sexual (191); pero la doctrina común ha sido negativa a libre de cierta prevalencia por la virginidad y continencia frente al
este respecto. Piénsese que únicamente a comienzos del siglo XX matrimonio, llevando a un desequilibrio peligroso la enseñanza de
se pusieron de acuerdo los moralistas sobre la no ilicitud de la la Biblia (194).
búsqueda del placer moderado entre esposos fuera del acto con- Todo lo dicho nos obliga a una labor de purificación crítica.
yugal. Piénsese, asimismo, en la dificultad que ha existido en ver Aun admitiendo una continuidad y un progreso en el valor sus-
integrados en armonía el amor espiritual y el acto carnal: conse- tancial del mensaje cristiano sobre el amor y la sexualidad, tene-
cuencia evidente del dualismo helénico y de las tendencias neo- mos que someter a un examen sincero la doctrina para purificarla
platónicas. de los elementos no cristianos que contiene (195).
Además de estos factores provenientes del campo no-cristiano «En ningún otro terreno, como en el de la sexualidad, se mani-
han existido otros varios elementos que condicionaron la doctrina fiesta la impronta de enseñanzas extrañas a la espléndida luz del
sexual cristiana. Uno de ellos no es imputable como fallo; va evangelio. Los restos de una mentalidad platónica, la extrema difi-
inherente al grado de evolución de la cultura y del pensamiento cultad de precisar una norma cristiana para la sexualidad en medio
humano. Se trata del planteamiento precientífico y prepsico- de los abusos paganos, la influencia eventual de uno u otro autor
lógico en que tuvo que colocarse la moral cristiana. Muchas (Jerónimo, Agustín) de perspectivas excesivamente marcadas por su
concepciones de la sexualidad partían de un error científico y la psicología personal en materia sexual, se juntaron a los datos
moral sufrió sus consecuencias; faltó también una concepción per- evangélicos para hacerles predicar con preferencia la virginidad o
sonalista para dar sentido auténtico del comportamiento sexual aconsejar la continencia en el matrimonio y no incitaron a los
humano, radicalmente diferente del animal. En la explicación —lo padres de la Iglesia a construir una moral conyugal plenamente
decimos a título de ejemplo— del débito conyugal faltó una con- equilibrada» (196).
cepción previa de la relación dual e interpersonal del acto conyu-
gal; una concepción jurídica y cosificada prevaleció sobre una rea-
lidad humana de gran riqueza psicológica.
Otro factor que tuvo gran importancia en la comprensión cris-
tiana de la sexualidad fue el factor personal. Algunos autores
introdujeron en el pensamiento cristiano perspectivas muy mar-
cadas por sus experiencias y por su psicología personal en materia (193) Ver bibliografía en A.-M. DUBARLE, La Bible et les peres ont-ils
parlé de la contraception?: Le Supplément 63 (1962), 604, nota 68.
sexual. Podemos pensar en san Jerónimo (192) y en san Agustín.
(194) M. MESLIN, Sainteté et mariage au cours de la seconde quere-
lle pélagienne: Mystique et continence (Bruges, 1952), 293-307.
(191) A. PLE, Vida afectiva y castidad (Barcelona, 1966), 111-169. (195) J . GARCÍA-VICENTE, La régulation des naissances dans l'Eglise
(192) H. NODET, Position de saint Jeróme en face des problemas catholique: Le Supplément 74 (1965), 320.
sexuales: Mystique et continence (Bruges, 1952), 306-356. (196) DUBARLE, a . a , 610.
410 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 411

3. HACIA UNA COSMOVISION GENUINAMENTE CRISTIANA hard de Chardin: NRT 100 (1960), 173-190. H. RINGELIN, Theo-
DE LA SEXUALIDAD logie und Sexua/itát (Güterloh, 1969). VARIOS, La sexualité. Pour
une reflexión chrétienne (París, 1975). L. M. WEBER, Sexualité,
• Sagrada Escritura virginité, mariage et leur approche théologique (Bruges, 1968).

J. BONSIRVEN, Mariage et virginité d'aprés l'Evangile (Le Puy, Para salir de la situación conflictiva en que ha vivido el cris-
1948); COLABORACIÓN, La chasteté (París, 1953). J . E. BRUNS, tianismo en relación con la sexualidad se impone como solución el
Influencia de AT en la ética sexual: La nueva moral (Salamanca, redescubrir el mensaje genuinamente cristiano sobre esta realidad
1972), 35-58. W . G. COLÉ, Sex and Love in the Bible (London,
humana. Solamente así se conseguirá una recta integración de la
1960). T. C. DE KRUIJF, La sessualitá nella Biblia (Bari, 1968).
A.-M. DUBARLE, L'amour humain dans le Cantique des Canti- sexualidad dentro del cristianismo.
ques: Revue biblique (1954), 67-86. L. DUFOUR, Mariage et con- La reflexión bíblico-teológica nos ofrece una cosmovisión en
tinence selon St. Paul: A la rencontre de Dieu (Lyon, 1961), la que queda armónicamente integrada la comprensión de la se-
219-329. J . DUPONT, Mariage el divorce dans l'Evangile (Bruges,
xualidad humana. La resumimos en los siguientes aspectos o prin-
1959). P. GRELOT, La couple humain dans l'Ecriture (París,
1962); La evolución del matrimonio como institución en el AT: cipios:
Concilium, n.° 55 (1970), 198-209. G. KHAYIGUIAN, La physio/o-
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blématique du sexe et du mariage: Orientations (1938), 781-819. judía opera con relación a las otras religiones ambientales. Estas
expresaban su comprensión de la sexualidad en mitos y ritos, y la
vivían en cuadros sociológicos determinados por un derecho con-
* Reflexión teológica suetudinario. El pueblo judío no se opone, sino más bien sanciona
el derecho consuetudinario de las culturas ambientales. La ruptura
F. X. ARNOLD, Sinnlichkeit und Sexua/itát im Lichte von Theologie radical de la revelación bíblica con las otras religiones se coloca en
und Seelsorge: Anima 8 (1953), 326-338. J.-M. AUBERT, Sexuali- el trasfondo ideológico y ritual que daba consistencia y sacralizaba
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cautividad de Egipto para hacerlo su pueblo, el Dios que exige un
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HÁRING, La ley de Cristo III (Barcelona, 1968 ), 280-299. L. lado de él ningún otro dios. Todo cuanto existe ha sido creado por
GUTIÉRREZ, Reflexión teológica sobre la sexualidad: Iglesia viva él; es su criatura. Yavé es radicalmente trascendente.
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sexuales. No existe ni la diosa-madre, ni la diosa-amante, ni la
nuevo (Madrid, 1969), 115-128. J . M. POHIER, Recherches sur
les fondaments de la moral sexual chrétienne: Revue des Scien- diosa-esposa. Si Yavé es nombrado con el arquetipo de Padre
ces Philosophiques et Théologiques 54 (1970), 3-23; 201-226 y
Selecciones de teología 10 (1971), 261-279; Le chrétien, le plaisir (197) Cfr. P. GRELOT, Le couple humain selon la saint Ecriture: Le
et la sexualité (París, 1974). E. RIDEAU, La sexualité selon Teil- Supplément57 (1961), 145-151.
412 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 413

(Ex 4, 22-23; Dt 1, 31; Os 11, 1s.; Is 1, 2), este nombre no hace b) Principio de «humanización»
relación al mito de fecundidad divina, sino al modo de relacionarse
Dios con su pueblo. La fe israelita, lo mismo que la fe cristiana, Liberada de las trabas míticas, la sexualidad asume una confi-
rechaza la existencia de una diosa-madre junto al Dios Padre (198). guración humana. Es éste uno de los aspectos en que más se
Al proclamar la radical trascendencia de Dios, el hombre toma insiste hoy día y que descansa en los fundamentos más auténti-
conciencia de su plenitud de existencia en cuanto creatura: es ne- camente bíblicos. Tanto para la Biblia como para la teología, «se
cesaria esta «ruptura» con el Padre-Dios o «castración simbólica» trata de humanizar lo sexual no como un medio de satisfacción pri-
— hablando en términos psicoanalíticos— para alcanzar la madurez vada, ni como una especie de estupefaciente al alcance de todos, si-
existencial de criaturas (199). La revelación plena del misterio de no como la invitación al hombre a que salga de sí mismo. La
Dios como trinidad no anula cuanto acabamos de decir; lo com- realización de lo sexual no adquiere un valor ético cuando se hace
pleta. Nos descubre el secreto del misterio divino: «Dios es amor»; 'conforme a la naturaleza', sino cuando ocurre conforme a la res-
y no puede ser amor si no es en sí mismo relación. El judaismo y ponsabilidad que tiene el hombre ante el hombre, ante la comu-
el islamismo, que no admiten la trinidad, pueden ser considerados nidad humana y ante el futuro humano» (200).
— para hablar con terminología psicológica— como «fijaciones» de
etapas imperfectas.
Idéntica purificación encontramos en los ritos sexuales. Las c) Principio de «comunitariedad» o de «apertura al otro»
normas rituales de Israel, ligadas a la alianza, prohiben todas
aquellas formas que tienden a sacralizar la sexualidad según el La sexualidad aparece, dentro de la cosmovisión cristiana,
modo que vimos en las religiones ambientales. En Israel no existe como una posibilidad de encuentro y de apertura al otro. Esta
la hierogamia, puesto que Yavé no es un Dios sexuado. Se prohi- afirmación la vemos concretada en los dos relatos sobre la pareja
be la prostitución sagrada con pena de muerte (Dt 23, 18-19) y la inaugural.
unión sexual con animales (Ex 22, 18; Dt 27, 2 1 ; Lev 18, 23). Estas El relato más antiguo (J) pone particular interés en señalar los
prohibiciones no excluyeron automáticamente tales prácticas; Is- siguientes aspectos: 1.°) la necesidad de relación interpersonal
rael sintió con frecuencia la tentación de volver a los ritos paganos en el hombre; no está llamado el hombre a vivir en soledad, sino
(Cfr. Ex 32, 6; 1 Re 14, 24; 2 Re 23, 7). en diálogo de amor interpersonal: «No es bueno que el hombre
Así pues, la fe israelita rompe con la concepción mítica que esté solo» (Gen 2, 18a); 2.°) el diálogo de amor supone la igual-
tenían de la sexualidad las religiones antiguas. No admite una sa- dad; para que pueda darse una relación interpersonal, el hombre
cralización mítica de la sexualidad humana. tiene que amar a otro «semejante a él que le convenga y le com-
plete» (Gen 2, 18b); por eso la mujer es de la misma naturaleza y
dignidad que el hombre, tal como se desprende gráficamente de la
(198) M. DE UNAMUNO, habla de las infiltraciones «sexuales» en el escena del desfile de los animales ante Adán (Gen 2, 19-20); los
catolicismo español: «La concepción de Dios que se nos ha venido transmi- animales pueden hacer compañía al hombre, pero no pueden
tiendo ha sido una concepción no ya antropomórfica, sino andromórfica; nos entrar en comunión con él; 3.°) el relato de la formación miste-
lo representamos no ya como a persona humana —homo—, sino como a
riosa de la mujer (Gen 2, 21-22) indica la necesidad de la inte-
varón —vir—, Dios era y es en nuestras mentes masculino... Nuestra pobre e
imperfecta concepción de un Dios varón... necesitaba compensarse y comple- gración de los dos seres para encontrar la complementariedad y
tarse..., y acudimos a dar un Dios femenino: y junto a Dios Padre hemos totalidad del ser: «Esto sí que ya es hueso de mis huesos y carne
puesto a la Diosa Madre, a la que siempre consuela, a la Madre Dulcísima, a de mi carne» (Gen 2, 23); 4.°) el diálogo de amor busca la unión
la Madre de Dios, a la Virgen Madre». Vida de Don Quijote y Sancho: y se realiza en la unidad: «Por eso dejará el hombre a su padre y
Ensayos 2 (Madrid, 1942), 257.
(199) Cfr. la interpretación que en este sentido hace M. ORAISON, Le
mystére humain de la sexualité (París, 1966), 127-128, de la trascendencia (200) J . RATZINGER, Hacia una teología del matrimonio: Selecciones
de Dios. de Teología 9 (1970), 243.
414 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 415
a su madre; se adherirá a su mujer y vendrán a ser los dos una Este es el misterio del amor y de la sexualidad humana tal
sola carne» (Gen 2, 24-25); aparece así el matrimonio monogámico como nos lo presentan los primeros capítulos del Génesis en sus
como situación perfecta del amor conyugal. dos redacciones complementarias. Este misterio de luz y de som-
El otro relato (P) insiste de una manera particular en los puntos bra se irá concretando a lo largo de la historia humana. En la his-
siguientes: 1.°) el hombre es imagen y semejanza de Dios: «Y toria de Israel encontramos parejas que realizan el ideal de amor
creó Dios al hombre a imagen y semejanza suya» (Gen 1, 27b); y descrito en el Génesis y parejas que repiten el drama de desunión
a continuación añade: «Macho y hembra los creó» (Gen 1, 27b); del paraíso.
la sexualidad en cuanto tal es un aspecto integrante de esa «se-
mejanza» que el hombre tiene con Dios; 2.°) el redactor sacerdotal
vuelve a insistir en la igualdad de los cónyuges, al provenir del d) Principio de la «integración» del amor humano
en el Misterio de Salvación
mismo ac+o creador de Dios (Gen 1, 27b) y al compartir el mismo
dominio u b r e la creación (Gen 1, 28-29); 3.°) pero el aspecto que El amor humano, según la teología de los profetas, es intro-
más llama la atención al redactor sr~erdotal es el de la fecun- ducido en el ámbito de la alianza. Los profetas se sirven de la
didad: «Procread y multiplicaos» (Gen ., 28). comparación del matrimonio humano para explicar las relaciones
En estos dos relatos tenemos descrito el prototipo del amor de Dios con su pueblo. Yavé es el esposo y el pueblo es la
humano, tal como ha sido «creado» o formulado por Dios. Esa es esposa. El drama de la pareja humana, drama de amor y de infide-
la revelación de la realidad del amor: los diversos aspetos de la lidad, de fecundidad e infecundidad, es la mejor comparación para
sexualidad no están disociados, sino integrados para constituir la entender el drama de las relaciones de Dios con su pueblo. Los
perfección de un amor interpersonal, sobre la base de la igualdad pasajes proféticos que desarrollan este tema son de una belleza
y con la dinámica de la fecundidad. Por contrapartida, se rechazan literaria y de una profundidad teológica impresionantes: Os 1-3;
todas las formas aberrantes de sexualidad: homosexualidad, bes- Jeremías 2, 20-25; 3, 1-5; 3 1 , 2-6; Ez 16; 23; Is 54, 60-62.
tialidad, etc. La sexualidad no queda, pues, sacralizada por el Pero no hemos de entender esto a simple nivel de compara-
recurso a unos mitos o ritos, sino por la verdad de su realidad ción. El amor humano, al entrar dentro del ámbito de la Alianza,
en cuanto obra del Creador. «Y vio Dios que era bueno cuanto queda transformado. Tiene ahora un arquetipo divino que ha de
había hecho» (Gen 1, 31). realizar: el amor de Dios para con su pueblo. Cuando la pareja de
Pero para completar el cuadro es necesario recordar las som- Israel vive su amor sabe que realiza el misterio del amor de Dios
bras. Estas las coloca el redactor yavista (J). La pareja humana con su pueblo. Las cualidades del amor (fidelidad, entrega, exclu-
ideal sufre el drama del pecado. De este dramatismo va a partici- sividad) y los fallos en el mismo (infidelidad, prostitución de la
par el amor y la sexualidad humana. La bondad fundamental de la esposa, etc.) reciben una valoración nueva: la valoración religiosa
sexualidad humana va a llevar siempre esta quiebra original. El de la historia de salvación.
redactor bíblico hace referencia a las repercusiones que esta quie- Si inicialmente el amor humano sirve de comparación para
bra fundamental tiene en el mundo de lo sexual. Algunos exegetas expresar las relaciones Yavé-pueblo, esta evocación de la alianza
han querido ver trazos sexuales en los símbolos y expresiones de «arroja una luz retrospectiva sobre la realidad humana que le sirve
que se sirve el redactor para describir la caída primera. Lo que es de punto de partida» (201). El ideal del amor humano no se en-
cierto es que la pareja, en cuanto tal, cae en la falta. El tema del cuentra solamente en el prototipo de la pareja inaugural, sino
pudor marca la diferencia entre el «antes» y el «después» de la también en el arquetipo del amor divino.
caída. Mientras que antes del pecado «estaban ambos desnudos Esta intuición de los profetas es profundizada por san Pablo al
sin avergonzarse de ello» (Gen 2, 25), después del pecado «abrié- relacionar el misterio de Cristo-Iglesia con el misterio del amor
ronse los ojos de ambos y vieron que estaban desnudos» (Géne- cristiano de esposo-esposa, según señalamos a continuación.
sis 3, 7).
(201) GRELOT, a. c , 168.
416 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 417

e) Principio de «revelación plena en Cristo» El Antiguo Testamento no conoció el ideal de la virginidad.


Más aún, la virginidad aparece como un contravalor. El celibato de
El misterio cristiano del amor humano nace de todo el conjunto Jeremías (c. 16) tiene un valor simbólico de tipo negativo; expresa
del misterio cristiano y ha de entenderse dentro de sus coorde- la inutilidad de Israel y la calamitosidad de los tiempos, que impi-
nadas: fidelidad de Dios a sus promesas de amor (el pasado de la den contraer matrimonio. La declaración de la hija de Jefté, antes
historia de salvación), el acontecimiento personal de Cristo (el pre- de ser sacrificada, manifiesta idéntica desvalorización ante la vir-
sente de salvación) y la venida definitiva de Cristo el Señor (el ginidad; no se entristece por tener que morir, sino sobre todo por
futuro escatológico). El amor y la sexualidad humana reciben una morir virgen, sin haberse desposado antes y haber tenido hijos
luz y una realidad nuevas de este misterio escondido durante mu- (Jueces 34, 40). En la teología de Isaías el pueblo de Israel es tan
chos siglos y revelado ahora en la plenitud de los tiempos (cfr. miserable y tan pobre como una virgen; pero Dios va a hacer su
Ef3,9). obra en esa debilidad e inutilidad, simbolizadas por la virginidad.
La revelación cristiana viene a completar el misterio del amor En esta infravaloración, y hasta desprecio, de la virginidad partici-
conyugal en las dos líneas que vemos en el Antiguo Testamento: pa la cultura ambiental donde apareció y se desarrolló el cristia-
en la línea del prototipo de la pareja primera y en la línea del nismo.
arquetipo del amor divino. De este modo se cumplen también aquí Con la venida de Cristo hace su aparición en la historia este
las leyes de relación entre la antigua y la nueva alianza: ley de nuevo concepto y esta nueva realidad del amor virginal. La perso-
continuidad y ley de perfeccionamiento. na misma del Señor, célibe y virgen, es una revelación: anuncia y
realiza la estructura de los nuevos tiempos; lo cristiano adquiere
La actitud de Jesús frente a la institución del matrimonio es
en Cristo su estructura básica. La esencia del cristianismo es
exigir el cumplimiento del ideal de amor que existía «desde el
Cristo. Y Cristo ha vivido su amor en una dimensión de virginidad.
principio» en la pareja ideal y primera y que, por condescendencia
El es la presencia escatológica, el paradigma perfecto de lo cris-
pedagógica ante la «dureza de corazón». Dios no había querido
tiano en plenitud. A este paradigma se acercan los que viven en
exigir. La enseñanza de Jesús se coloca en la línea de querer llevar
virginidad consagrada.
a realización plena la realidad del amor tal como está dado por el
Creador. En eso no es un innovador, sino un instaurador. El pasaje Los escritos neotestamentarios exponen y completan el miste-
fundamental es Mt 19, 3-12; Me 10, 1-12. rio de la virginidad cristiana, iniciado en la Persona de Cristo. Dos
series principales de textos encontramos al respecto: los textos de
El amor coyugal recibe, además, su perfección cristiana en la
los Evangelios sinópticos y los textos paulinos (Mt 19, 10-12; 22,
línea del arquetipo del amor divino. Si en el Antiguo Testamento
30; Le 14, 26; 1 Cor 7).
el matrimonio humano recibió una iluminación nueva al pasar a ser
en la predicación profética imagen de las relaciones de Dios con La revelación bíblica del amor humano tiene otra tercera dimen-
su pueblo, ahora en la revelación cristiana esa claridad es pani- sión. El Nuevo Testamento nos descubre el misterio genuino del
ficada al entrar en el ámbito de la alianza de Cristo con la Iglesia, amor conyugal y nos revela el gran misterio del amor virginal. Pero
cuya realidad es «tipo» ( = misterio grande); el pasaje de Gen 2, hay algo más: estas dos facetas del amor —el conyugal y el
24 ilumina la realidad del amor conyugal elevándolo a una altura virginal— no son independientes, sino que guardan una relación
increíble. estrechísima. No se entienden si no es en relación mutua. Tanto el
amor conyugal como el amor virginal tienen una fuente única: el
La revelación cristiana sobre el amor aporta una novedad: el
misterio de Cristo en cuanto misterio de amor virginal y nupcial
descubrimiento de la virginidad. Se puede vivir el amor humano de
con la Iglesia.
una forma completamente nueva; el amor tiene una estructura hasta
ahora desconocida: una estructura virginal. La forma concreta del El misterio del amor de Cristo a la Iglesia tiene dos traduccio-
estado de virginidad es la consecuencia de un presupuesto básico nes institucionales en la vida del cristiano: la institución matrimo-
y estructural de todo amor. nial y la institución virginal. El misterio de Cristo no se puede tra-
27 Etica de la persona
418 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 419

ducir en la vida cristiana solamente por una de esas dos institu- sido difícil la asimilación de la sexualidad por el cristianismo histó-
ciones; precisa de las dos. Los corintios, en razón de la novedad rico, el genuino mensaje cristiano tiene potencialidades suficientes
radical del tiempo cristiano, querían poner fin al matrimonio; pero para integrar las nuevas orientaciones de la antropología sexual.
san Pablo, en 1 Cor 7, les recuerda que el matrimonio sigue Muchas exigencias que hoy día surgen en el campo de la
teniendo sentido, pues, aunque «la figura de este mundo pasa» sexualidad se remontan al mensaje de la revelación cristiana. Aun-
(1 Cor 7, 31), durará hasta el retorno de Cristo; pero el matrimonio que no todo es coherente dentro del mismo mensaje bíblico sobre
debe ser «en el Señor» (1 Cor 7, 39) y participar de la plenitud de la sexualidad, el núcleo de la cosmovisión cristiana es capaz de
su misterio que sobrepasa y es más que un misterio de amor redimensionar el fenómeno de la sexualidad. Más aún, se está
fecundo. Por eso mismo existe otra manera de realizar el misterio dando en la actualidad «una peculiar situación: muchos de nues-
de Cristo: la virginidad. Pero tampoco los célibes han de creer que tros contemporáneos, basándose en argumentos que en el fondo
ellos realizan todo el misterio de Cristo. son cristianos, se rebelan contra la defensa tradicional de la insti-
De lo dicho se sigue que hay una relación íntima entre los dos tución y de sus normas» (204).
estados. No se puede separar el matrimonio de la virginidad ni la Desde esta visión optimista, a la teología le corresponde una
virginidad del matrimonio. El casado cristiano no vivirá plenamente noble y notable tarea en relación con el tema de la sexualidad (205).
su amor si no tiene en cuenta que existe otro estado, el de la vir-
ginidad, que lo relativiza y lo plenifica; por su parte, el célibe tiene
que vivir su amor virginal en referencia al estado del matrimonio,
para que su amor no se convierta en egoísmo o en «angelismo». IV
La razón de todo esto es que tanto los casados como los célibes
realizan el misterio de Cristo, que es, en unidad inseparable, mis-
terio de amor fecundo y de amor virginal. LA D I M E N S I Ó N ETICA DEL C O M P O R T A M I E N T O SEXUAL

Esta relación mutua —diríamos dialéctica— entre el matrimonio Los cuadros formales de la moral sexual cristiana
y la virginidad es un punto de vista muy tradicional (202), pero ha
sido puesta de relieve particularmente en los últimos años (203). A. ADAM, Primacía del amor (Madrid, 1962). E. ANSCOMBE, Sexo
Es una visión que aportará gran luz a la mística y a la moral, tanto y moralidad: Teología de la renovación, t. 2 (Salamanca, 1972),
del matrimonio como de la virginidad. 233-256. G. BAUM, Tendenzen in der Katholischen Sexualmoral:
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Como conclusión de este apartado, dedicado al estudio de la cristiana (Bilbao, 1973). F. BÜCKLE, Sexualidad y norma oiofal:
relación entre cristianismo y sexualidad, podemos afirmar que la Selecciones de Teología 7 (1968), 229-236; Iglesia y sexualidad:
cosmovisión cristiana es capaz de ofrecernos un modelo teoló- posibilidad de una moral sexual dinámica: Concilium 100 (1974)',
gico válido para corregir y configurar dicha relación. Aunque haya 507-523. D. R. CARTLIDGE, / Cor 7 as Foundation for a christian
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LUZIER, Science biologique et mora/e sexuelle (París, 1957). CON-
(202) Cfr. CLEMENTE ALEJANDRINO, Stromata, 1, III, c. XII (PG 8, CILIUM n.° 100 (1974): «La sexualidad en el catolicismo contempo-
1190). ráneo». D. COVI, Morale sessuale: breve rassegna bibliográfica:
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Teología Morale 6 (1974), 503-518. J.-M. POHIER, Recherches
sur les fondements de la morale sexuelle chrétienne: Au nom du la sexualidad.
Pére (París, 1972), 173-223. S. H. PFLiRTNER, Kirche und Sexua- Dividimos la exposición en dos momentos: 1) en primer lugar,
litát (Hamburg, 1972); Moral: Was gilt heute noch? (Zürich, 1972). abordamos los problemas metodológico-hermenéuticos; 2) en
E. QUARELLO, Nuova morale sessuale?: Rassegna di Teología 14
(1973), 319-335. L. ROSSI, Morale sessuale in evoluzione (Torino,
segundo lugar, exponemos la formulación del modelo teológi-
1967). H. ROTTER, Zur Grundlegung einer Christlichen Sexual- co-moral para asumir el contenido de la moral sexual.
ethik: Stimmen der Zeit 193 (1971), 115-125. F. SCHMITZ, Der
christliche Beitrag zur einer Sexualmoral (Mainz, 1972). H.-H.
SCHREY, Sexuelle Revolution und «neue Moral»: Teologische 1. PROBLEMA METODOLOGICO-HERMENEUTICO:
Rundschau 35 (1970), 33-64; 327-365. Sexo y moralidad. Informe
para el Consejo Británico de las Iglesias (Madrid, 1968). B. STRAT-
Justificación y planteamiento de una ética sexual cristiana
LING, Sexualidad. Etica y educación (Barcelona, 1973). H. THIE-
LICKE, Theologische Ethik 3 (Tübingen, 1964), 507-580. W. TRILL- Antes de hacer la exposición de los cuadros formales en que
HAAS, Sexualethik (Gottingen, 1969). M. F. VALENTE, Sex: se recoja el contenido fundamental de la ética sexual se requiere
discutir por lo menos dos problemas previos de carácter meto-
MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD
422 423

dológico-hermenéutico. Nos referimos a las cuestiones siguien- b) Las «fuentes» de la normatividad sexual cristiana
tes: ¿Tiene sentido hablar de una dimensión ética dentro de la (Hermenéutica teológico-moral en el campo de la sexualidad)
sexualidad? Si se contesta afirmativamente, ¿dónde encontrar los
criterios válidos para su formulación? El problema de las «fuentes» o «lugares teológicos» del discur-
so teológico-moral es uno de los más importantes dentro de la
Advertimos que estas dos preguntas pertenecen a la Moral
Fundamentación crítica de la Teología Moral. Es interesante anotar
fundamental, ya que pueden ser planteadas para todos los secto-
cómo este problema se ha agudizado en el campo de la moral
res de la moral. Esto nos indica una orientación de brevedad en el
sexual. De hecho, no han faltado al respecto las tomas de postura
tratamiento que aquí les damos.
tanto de los moralistas como de la misma jerarquía eclesiástica (207).
Nuestro pensamiento lo sintetizamos en las afirmaciones
a) Existencia necesaria de la ética sexual siguientes:
(Justificación de la moral sexual)
1. La normatividad ética del comportamiento sexual tiene
Para justificar la existencia de la ética sexual tenemos que para el cristiano un doble «lugar»: la Revelación y la Antropo-
hacer referencia a tres aspectos fundamentales: logía. La tradición moral católica siempre ha reconocido estos dos
— En primer lugar, todo comportamiento humano tiene una principios eurísticos: «La "naturaleza humana" estudiada mediante
instancia ética; el comportamiento sexual no es una excep- los diversos tipos de conocimiento del hombre, y la palabra de
ción. Dios, pronunciada en la Biblia, transmitida por la tradición cristia-
na y acogida por la fe» (208).
— En segundo lugar, si se prescinde de la dimensión ética la
sexualidad humana corre el peligro de la desintegración y No podemos olvidar ninguno de esos dos «lugares teoló-
de la deshumanización. En efecto, el control puramente gicos» si queremos estar en posesión de una correcta hermenéu-
biológico o puramente sociológico-estadístico denotan su tica teológico-moral. Dos lugares que han de entenderse dialécti-
insuficiencia al pretender orientar el comportamiento sexual camente referidos y que han de ser interpretados desde la pecu-
humano. liaridad de su validez.
— Por último, la dimensión ética no es una instancia alienante Desde un punto de vista metodológico se puede comenzar por
de la realidad sexual. Es, más bien, la configuración inte- una u otra de las dos polaridades, Revelación o Antropología. Por
gradora de los dinamismos inherentes a la sexualidad ejemplo, Haring prefiere comenzar la reflexión teológico-moral por
humana. el ámbito de la Revelación, y, desde ahí, recuperar los elementos
válidos de la actual comprensión humana; Valsecchi se inclina por
En otro lugar, hemos desarrollado estos argumentos para justi- la opción antropológica como punto de partida para, desde ella,
ficar la necesidad de la ética sexual (206). Por otra parte, juzga- aceptar la Revelación como elemento interno a la misma «cultura
mos que la existencia de la ética sexual se justifica desde ella
misma, es decir, con un planteamiento correcto. Los que se opo- (207) Entre los moralistas destacamos: A. VALSECCHI, Nuevos caminos
nen a la moral sexual lo hacen, la mayor parte de las veces, no en de la ética sexual (Salamanca, 1974), 19-29; B. HARING, Sessualitá: Di-
contra de un hipotético planteamiento ético, sino en contra de una zionario enciclopédico de Teología Morale (Roma, 19732), 922-932; S. H.
determinada formulación moral. De ahí que para justificar la exis- PFÜRTNER, La Chiesa e la sessualitá (Milano, 1975). Entre los documentos
de la jerarquía: Declaración de la Conferencia Episcopal Alemana: Eccle-
tencia de la moral sexual el mejor camino es lograr un plantea- sía 1.722 (4 enero 1975), 16-21; Carta Pastoral de los Obispos de Lom-
miento correcto de la misma. bardía y de Venecia: Ecclesía 1.725 (25 enero 1975), 25-29; Conferencia
Episcopal Tarraconense, Perspectiva cristiana del amor y de la sexualidad
(206) M. VIDAL, Moral del amor y de la sexualidad (Salamanca, (Madrid, 1975); Declaración de la Sagrada Congregación para la Doctri-
19722), 227-236. Ver un planteamiento similar en: E. LÓPEZ AZPITARTE, Se- na de la Fe: Ecclesía 1.773 (17 enero 1976), 8-12.
xualidad y matrimonio, hoy (Santander, 1975), 93-96. (208) VALSECCHI, o. c , 19.
424 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 425

sexual». De tener que inclinarnos por alguna opción preferiríamos Creemos que con estos criterios han de interpretarse las afirma-
la segunda. ciones que recientes documentos de jerarquías eclesiásticas han pro-
Afirmamos los dos «lugares teológicos» de la ética sexual cris- nunciado sobre el valor de la Biblia como «fuente» normativa para
tiana; no hemos señalado todavía la peculiaridad de cada uno la ética sexual cristiana (211).
de ellos y la forma de integración entre ambos. Es en estas La Tradición cristiana, en sus diversas manifestaciones y de un
dos cuestiones donde se encuentra el mayor grado de problema- modo particular en las formulaciones del Magisterio, tiene un valor
ticidad. A continuación exponemos nuestro punto de vista. normativo en el mismo sentido que acabamos de señalar para la
Biblia, con la salvedad de que la tradición cristiana es discernida
2. La Revelación cristiana es «lugar teológico» para la ética
por la Sagrada Escritura; en el caso de conflicto, la opción ha de
sexual, no en cuanto aporta un conjunto de normas concretas,
hacerse por la enseñanza reflejada en la Biblia (212).
sino en la medida en que ofrece una cosmovisión sobre el
hombre y su realización histórica. Es esta cosmovisión, de la Con relación a la tradición cristiana sobre la sexualidad suscri-
que hicimos una exposición más arriba, la que da un horizonte bimos la afirmación de Háring: «podemos serenamente afirmar
nuevo de comprensión y un nuevo ámbito de vivencia a la sexua- que la Iglesia Católica, bajo la guía del magisterio, ha conservado
lidad humana. siempre lo esencial del mensaje bíblico sobre la sexualidad, aún
admitiendo que las disonancias —parciales— fueron más bien
En la Sagrada Escritura aparece de una manera plena la cosmo-
profundas» (213). Entendemos esta afirmación del siguiente modo:
visión que para la sexualidad ofrece la Revelación. Es éste el
la tradición cristiana es normativa en cuanto a la cosmovisión, que
elemento decisivo y permanentemente válido de la Biblia para el
ha sabido transmitir con fidelidad sustancial; pero, en cuanto a las
planteamiento de una ética sexual. Desde él se puede y se debe
«discernir, en el comportamiento sexual, las modalidades ética-
mente aberrantes, esto es, incapaces de expresar la fe-caridad, de implicada en la revelación, como esperamos de la Escritura; pero al mismo
aquellas otras que, por constituir una mediación constructiva, tiempo, el hecho de que se trate de un 'modelo' nos permite re-pensar sus
implicaciones en una nueva interpretación para el tiempo presente» (J.
pueden y deben considerarse como moralmente ordenadas: así es
BLANK, Sobre el problema de las «normas éticas» en el Nuevo Testa-
como se presenta el conjunto de normas sexuales» (209). mento: Concilium 25 (1967), 198-199).
En cuanto a las normas concretas sobre sexualidad que apare- (211) «Tanto en el campo de la sexualidad como de la moral sexual, el
cen en la Biblia pueden ser criterio normativo para el cristiano en cristiano debe partir de la palabra de Dios, tal como nos ha sido comunicada
su comportamiento sexual con tal de que antes sean sometidas a en la Biblia y presentada por la auténtica tradición de la Iglesia. El mensaje
bíblico sobre la sexualidad se sitúa en la perspectiva dinámica de la historia de
una hermenéutica: en cuanto que las normas concretas de la la salvación, con todo lo que implica de inocencia, de pecado y redención»
Biblia sobre sexualidad han ido evolucionando dentro de las dife- (Carta Pastoral de los Obispos de Lombardía y Venecia, I. c , 25). «La Escritura
rentes etapas de la Revelación, y en cuanto que están condi- no contiene enseñanza alguna detallada sobre la conducta sexual, pero
cionadas, en su contenido y en su formulación, por el momento aduce respuestas importantes a los interrogantes que nos formulamos. Ella
cultural correspondiente. Las normas concretas de la Biblia sobre pone en guardia de forma apremiante contra la licencia de costumbres (Efe-
sexualidad deben ser valoradas, y por lo mismo discernidas, por la sios 5, 3; Col 3, 5), pero ignora la timidez; habla frecuentemente, con apertura
y libertad, de los actos sexuales...» (Declaración de la Conferencia Episcopal
cosmovisión integral de la Revelación. En este sentido se puede
Alemana, I. c , 19). «La Biblia contiene el mensaje de Dios, fundamental y
decir que tienen el valor de «modelo» o de «tipo» y que desde esa sólido, sobre sexualidad y amor. No es cierto que la Sagrada Escritura, al
^•qnificación tienen vigencia normativa para el cristiano actual (210). hablar de este tema, no exprese la verdad revelada, sino añadiduras culturales
de una época determinada. La investigación de los expertos y el carisma del
Magisterio de la Iglesia pueden, con el favor divino, discernir progresivamente
(209) VALSECCHI, o. c , 24. lo que es nuclear y contenido revelado por Dios de lo que puede ser voluble
(210) «Un 'modelo' o, como diría Pablo y los Padres, un 'tipo' es al adherencia cultural» (Conferencia Episcopal Tarraconense, I. c , 8).
mismo tiempo algo concreto y capaz de adaptación. En cuanto es algo defi- (212) HÁRING, I. c , 925.
nido y p ,rte de la revelación histórica, el modelo proporcionará esa 'coacción' (213) Ibíd., 925.
426 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 427

normas concretas la validez normativa está condicionada a una Revelación como la cosmovisión que re-dimensiona los plan-
hermenéutica y a un discernimiento tan exigentes como los que teamientos morales. Estas redimensión tiene una función tanto
hemos postulado para las normas éticas de la Biblia. crítica como constructiva en orden a la formulación de la moral
Aceptando la afirmación global de que en la tradición cristiana sexual.
se ha transmitido con fidelidad sustancial la visión de la Revelación De esta perspectiva no estaríamos totalmente de acuerdo con
sobre la sexualidad, no podemos dejar de expresar nuestras pre- Valsecchi cuando señala la «cultura sexual» como «lugar de inves-
venciones ante las enseñanzas que en algunos períodos del cristia- tigación de los significados que Dios asigna a la sexualidad (215).
nismo se han formulado sobre la ética sexual. En primer lugar, el concepto de «cultura sexual» nos parece exce-
3. El otro «lugar teológico» de la normativa sexual es la sivamente «funcionalista» (216). Por otra parte —y es la objeción
comprensión humana de la sexualidad. No entendemos esta nor- más importante—, resulta bastante ambigua la simbiosis que hace
matividad como un simple condicionamiento externo ni como una dentro del concepto de «cultura sexual» de la antropología y de la
adaptación al «espíritu de la época», sino como un auténtico palabra de Dios: en el fondo creemos que se trata de un concor-
principio eurístico para la formulación de la moral sexual cristiana. dismo (y concordismo «preestablecido») entre palabra de Dios y
El valor que le damos es el de aportar los contenidos concretos antropología (217).
de la eticidad en el comportamiento sexual. Mientras que lo propio
de la Revelación es ofrecer una cosmovisión para la ética 2. PROBLEMA DE CONTENIDO:
como valor específico, la antropología sexual aporta la concreción Modelo teológico-moral para expresar
para el compromiso moral. la dimensión ética del comportamiento sexual
La comprensión humana de la sexualidad no ha de ser expues-
ta con viejas mediaciones o formulaciones En este sentido esta- La ética sexual ha sido sometida en los últimos decenios a una
mos de acuerdo en rechazar la mediador, de la «ley natural» (214). profunda revisión dentro de la vida cristiana. Tanto los teólogos
Se puede, más bien, utilizar la mediación de la «antropología sexual». como la jerarquía eclesiástica han tratado de reorientar la conducta
Aunque es difícil formular una antropología sexual aséptica, creemos
(215) Ibíd., 33.
que es ése el único camino para encontrar la normatividad moral,
(216) «Si hablamos de 'cultura' sexual, no la identificamos absolutamente
con tal de que sea sometido el fenómeno de la sexualidad a ni con la costumbre sexual concreta de una época determinada o de un am-
una interpretación integral e integradora. Por otra parte, la presen- biente concreto, por una parte, ni con una ideología específica de la sexua-
cia de la cosmovisión cristiana ayudará a la antropología sexual a lidad por otra. Entendemos cultura en el sentido en que la comprende (quizá
que ponga en funcionamiento sus mecanismos de autocorrección. de una forma todavía inicial) la actual reflexión socio-antropológica, esto es,
como el esfuerzo dinámico, nunca exhaustivo y nunca 'completo', por estruc-
4. La integración de los dos «lugares teológicos» ha de hacer- turar los elementos de la convivencia humana (en nuestro caso, de la convi-
se respetando la especificidad de cada uno y asumiendo sus vencia sexual) en torno a las exigencias humanas fundamentales que cada
estructuras autónomas en una síntesis superior. A nuestro modo grupo va tomando y jerarquizando según su propia manera de ser» (Ibídem
de ver, la integración podría realizarse aceptando la normatividad 31-32).
proveniente de la comprensión antropológica como contenido (217) «La palabra de Dios proclama continuamente, incluso en lo que se
refiere a la sexualidad, una meta de la que es responsable toda la cultura, pero
concreto de la ética sexual y la normatividad proveniente de la
al mismo tiempo está siempre por encima y más allá de cada una de ellas (o
sea, una meta 'trans-cultura'): la convocación en la caridad. En un nivel es-
(214) VALSECCHI, o. c , 19-21. «En efecto, la utilización de este criterio trictamente teológico, no nos es lícito decir nada más. El señalar las media-
de comportamiento ha sido acompañada muchas veces de unas formas muy ciones temáticas y operativas, a través de las cuales la sexualidad tiende en
acentuadas de absolutismo y de fíxismo, como si la ley natural consistiese en concreto hacia ese valor, es una empresa típicamente socio-antropológica; el
un prontuario detallado de preceptos específicos e inmutables, deducibles de cristiano la lleva a cabo convencido de que la historia de los hombres, escu-
la 'naturaleza'» (Ibíd., 20). driñada con humildad y seriedad, no contradice, sino que revela la voluntad de
Dios» (Ibíd., 33-34).
428 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 429

de los cristianos siendo fieles a la más genuina comprensión cris- La orientación moral positiva de la sexualidad puede expresarse
tiana de la sexualidad y a los nuevos planteamientos antropológi- de varios modos. El criterio valorativo de una conducta sexual mo-
cos de la misma. ralmente ordenada puede recibir diversas formulaciones, según la
perspectiva que se adopte para expresarlo. Después de criticar los
Los estudios teológico-morales se colocan en dos perspectivas
fundamentales: por una parte, someten a revisión crítica los criterios adoptados en la moral clásica formularemos el que nos
planteamientos de la moral sexual vigente, sobre todo de orienta- parece más adecuado para expresar la realidad moral de la sexua-
ción casuista; por otra, tratan de ofrecer un nuevo modelo teo- lidad y más adaptado a la mentalidad del hombre de hoy.
lógico-moral para expresar la dimensión ética del comportamien-
to sexual. 1. °) Crítica de las formulaciones de la moral clásica
No es nuestra intención hacer una exposición detallada y com-
Dos han sido las principales formas de expresar en la moral
pleta ni de los autores ni de los matices peculiares de cada uno.
clásica la orientación moral positiva que es necesario introducir en
Sin embargo, vamos a consignar aquellos autores que a nuestro
la sexualidad humana: a) viendo la sexualidad bajo la regulación
parecer representan la nueva orientación de la ética sexual, sobre
expresada en el decálogo; b) estudiando el comportamiento sexual
todo dentro de la teología católica:
dentro del sistema antropológico-formal de las virtudes, en con-
M. BELLET, Realidad sexual y moral cristiana (Bilbao, 1973). F. creto dentro de la ordenación de la virtud de la castidad.
BOCKLE, Iglesia y sexua'idad: Posibilidad de una moral sexual
dinámica: Concilium, n.° 100 (1974), 507-523; Sexualitát und Bajo la ordenación expresada en el decálogo
sittliche Norma: Stimmen der Zeit 180 (1967), 249-267. CELAP,
Sexualidad y moral cristiana (Santiago de Chile-Barcelona, 1972). Los. moralistas que sistematizan la moral según el decálogo
T. GOFFI, Etica sexual cristiana (Salamanca, 1974). B. HARING, (principalmente los moralistas de orientación jesuítica y alfonsiana)
Sessua/itá: Dizionario enciclopédico di Teología Morale (Roma, introducen la sexualidad en el cuadro de los preceptos sexto y
1973), 922-932. A. HORTELANO, El amor y la familia en las noveno del decálogo (Ex 20, 14, 17). Fueron los Salmanticenses
nuevas perspectivas cristianas (Salamanca, 1974), 97-109. E.
LÓPEZ AZPITARTE, Sexualidad y matrimonio hoy (Santander,
quienes probaron que toda la moral sexual está contenida más o
1975), 93-123. S. H. PFLÍRTNER, La Chiesa e la sessua/itá (Mila- menos explícitamente en los preceptos mencionados del decálogo
no, 1975), 319-325; Moral-Was gilt heute noch? (Zürich, 1972). H. (218). San Alfonso hizo suya esta orientación (219) y de él ha
RINGELIN, Theologie und Sexualitát (Gütersloh, 1968). E. SCHI- pasado a los moralistas siguientes, quienes compendian toda la
LEBEECKX, Evoluzione e cambiamenti nelle concecioni cristiane moral sexual en las dos formulaciones del sexto y noveno pre-
del matrimonio: Diritti del sesso e matrimonio (Verana, 1968),
27-55, IDOC. F. SCHMITZ, Der christliche Beitrag zur einer Se-
ceptos (220).
xualmoral (Mainz, 1972). Sexo y moralidad. Informe para el Con- Ordenar la sexualidad humana únicamente a partir de las for-
sejo Británico de las Iglesias (Madrid, 1968). A. VALSECCHI, mulaciones del decálogo no nos parece justo y adecuado. Las
Nuevos caminos de la ética sexual (Salamanca, 1974), 73-96. razones de tal rechazo son muchas. En primer lugar, con tal
VARIOS, Sexualitát und Gewissen (Mainz, 1973).
formulación corremos el peligro de hacer algo «extrínseco» a la
moral sexual, desconectándola del apoyo antropológico de donde
a) Dimensión positiva de la sexualidad en cuanto quehacer moral tiene que brotar. La moral tiene que nacer de la persona y no
provenir del exterior a ella; de ahí que la formulación de los
E. FREIJO, Realización humana y castidad: ¿Qué aporta el cristia- criterios de valoración moral han de poseer ese matiz personalista.
nismo al hombre de hoy? (Bilbao, 1969), 173-193. A. LAURAS,
Castus. Un termine ambiguo: Sessualitá e Castita (Roma, 1972),
135-140. A. PLE, Vida afectiva y castidad (Barcelona, 1966). (218) Tract. 26 de 6.° Praec., c. 1, n. 3.
R. PLUS, Chasteté: Dictionnaire de Spiritualité II (París, 1953), (219) Lib. III, tract. IV, c. 2, n. 414 (edición GAUDÉ).
177-809. C. VACA, La castidad y otros temas espirituales (Ma- (220) Cfr. H. NOLDIN, Summa theologiae moralis, Complementum: De
drid. 1956). castitate (Oeniponte, 195536), 7.
430 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 431

Por otra parte, aunque interpretásemos de una manera perso- Ante todo la exposición de la moral siguiendo los cuadros de
nalista los preceptos del decálogo, no cabe duda que las formula- las virtudes lleva consigo la tentación y el peligro de caer en el
ciones del sexto y noveno preceptos llevan implicadas una serie de «formalismo». Se corre el riesgo de concentrar la atención excesi-
configuraciones socio-culturales que o han sido superadas o están vamente en la perfección de los «cuadros formales» y dejar escapar
en contradicción con la plenitud neotestamentaria de la revelación; el contenido propiamente dicho de la moral. No consiste la teolo-
un ejemplo, lo tenemos en la valoración bastante «cosificante» e gía moral en hacer una «lógica ética», sino en construir un edificio
«instrumentalizante» que recibe la mujer en tales formulaciones. de moral concreta. Lo que en Santo Tomás tenía función de
Además, por mucho que se quiera estirar el horizonte del decá- andamiaje se ha convertido para algunos moralistas en el conte-
logo, no puede alcanzar todo el amplio campo de una moral sexual nido de la moral.
cristiana pra el momento presente. Los estudios exegético-teoló- El cuadro de las virtudes dentro de la teología moral apenas si
gicos sobre el decálogo ponen claramente de manifiesto estas ha variado nada desde la estructuración realizada por el genio de
limitaciones de los preceptos relacionados con la moral sexual. santo Tomás. Dicho esquema se apoyaba en los conocimientos
Juzgamos, pues, como incompleta e inadecuada una exposi- antropológicos de la dinámica personal tal como se poseían en
ción del aspecto moral de la sexualidad a partir de las formulacio- aquella época. Ahora bien, sin quitar nada a las geniales intuiciones
nes del decálogo. Tanto desde una perspectiva teológica como de santo Tomás, no cabe duda que ha existido un progreso en el
desde un ángulo pastoral aparece la exigencia de ir retirando las conocimiento y un cambio en la presentación de la persona huma-
fórmulas veterotestamentarias para una expresión adecuada de la na en cuanto totalidad dinámica y estructurada. Los estudios
moral sexual cristiana. psicológicos de los impulsos, emociones, tendencias, aspiraciones,
etcétera, nos han dado por resultado un conocimiento mejor de la
Bajo la ordenación de la virtud de la «castidad»
estructura de la personalidad humana. La moral de hoy ha de
Otra orientación que se ha seguido para estudiar la moral saber basarse en esta nueva concepción antropológica válida para
sexual es la de encuadrarla en el esquema de las virtudes. La nuestro tiempo.
moral sexual en su aspecto positivo es vista como la realización de Además de estas dos objecciones de tipo general es necesario
la virtud de la castidad. señalar algunas otras que se refieren de una manera directa a la
Esta expresión del quehacer moral sexual como realización del virtud concreta de la castidad. En primer lugar, la noción de
ideal de la virtud de la castidad ha tenido una larga aceptación castidad tiene unas adherencias culturales que hacen de ella un
entre los moralistas. Ha ofrecido grandes posibilidades para un concepto «cultural», no/crítico.
despliegue de la moral sexual. Aún actualmente puede encontrarse Los rasgos principales que configuran este concepto cultural
en ese método enormes virtualidades para expresar el sentido vigente de castidad son los siguientes (222): 1.°) su negatividad:
moral de la sexualidad y para entablar un puente de diálogo entre se entiende por castidad la no satisfacción del impulso sexual; de
moral cristiana y psicología moderna. El padre Pié ha puesto de la no satisfacción se pasa a la intención de suprimir o al menos no
relieve la enorme fuerza de expresión moral y psicológica que tiene querer tener en cuenta ese impulso humano; y, por último, se
la virtud de la castidad.en la doctrina genuina de santo Tomás resbala hacia la concepción de la castidad como frustración de
(221). algo que se desea en lo más íntimo; 2.°) su compulsividad: la
Aun reconociendo esas posibilidades, creemos que no es el noción de castidad lleva a mirar la sexualidad como algo «prohibi-
mejor sistema para nuestro momento presente expresar el valor do» o «pecaminoso» en una ambientación moral de signo tabuísti-
moral de la sexualidad utilizando el esquema antropológico-formal co; aún en las satisfacciones socialmente aceptadas son vivenciadas
de la virtud de la castidad. Las razones que damos a continuación como una «concesión» o un mal menor, de ahí que la castidad
justifican nuestra toma de posición.
(222) E. FREIJO, Realización humana y castidad: ¿Qué aporta el cris-
(221) A. PLE, Vida afectiva y castidad (Barcelona. 1966). 137-161. tianismo al hombre de hoy? (Bilbao, 1969), 182-183.
432 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 433

lleve consigo un matiz de obsesión más o menos neurotizante, de El matiz biologicista que hemos encontrado en la concepción
carácter represivo; 3.°) su puritanismo: la castidad es entendida de la castidad se advierte en múltiples detalles. Enumeraremos los
dentro de una concepción dualista de materia-espíritu, cuerpo-al- siguientes: 1.°) en la virginidad se supravalora o al menos se
ma; la castidad representa el triunfo del espíritu sobre la carne, es tiene muy en cuenta el aspecto físico, al que se dedican detalladas
la «virtud angélica», la «santa virtud» (ni siquiera se la nombra); en y minuciosas consideraciones; 2.°) la división de la castidad,
el fondo de este pseudoangelismo puede advertirse un desprecio y según el grado de perfección con que se practica, en «perfecta»
hasta un intento autodestructivo, masoquista, de la corporalidad (abstención de toda actuación de la facultad generativa, aun de la
del ser humano. actuación lícita en el matrimonio) e «imperfecta» (abstención de
los actos venéreos ilícitos) es una división que tiene excesivamente
Además de estas adherencias culturales, el concepto de cas-
en cuenta el aspecto puramente biológico; en una concepción
tidad tal como lo exponen los manuales de teología moral supone
integral de la sexualidad tiene que ser suprimida; 3.°) se advierte
un gran reduccionismo en la noción de la sexualidad. Se entiende
una ¡nfravaloración difusa de la castidad matrimonial, a partir de la
la virtud de la castidad como «la virtud moral especial, parte
concepción biologicista de la castidad como moderación de la
subjetiva de la templanza, que inclina a moderar el uso de la
facultad generativa; el hecho de que en los manuales de moral
facultad generativa según la recta razón ilustrada por la fe»
deba aparecer un apartado en que se afirma que «la castidad
(223). Otros moralistas en lugar de hablar exclusivamente del «uso
conyugal es una virtud propiamente dicha y un medio de santifica-
de la facultad generativa» prefieren hablar tanto de la «facultad
ción y una fuente de méritos para los cónyuges con tal de que se
generativa» como de la «delectación venérea» (224).
den las condiciones necesarias» (225), este hecho —decimos—
En estas definiciones de castidad advertimos una reducción de reafirma el temor de que en tal concepción de la castidad quede
la noción de sexualidad a pura «genitalidad». Queda entonces infravalorado el matrimonio.
limitado el amplio sentido antropológico de la sexualidad humana
En el fondo de esta concepción de la moral sexual se advierte
al reducido campo de la biología. La concepción de la sexualidad
la ausencia de una antropología sexual integral. Querer construir
como genitalidad conduce a una moral biologicista, desintegrada
una moral sexual desconociendo dicha antropología sería frustrar
de la totalidad de la persona humana. Y esto proviene de una
en su raíz todos los juicios valorativos. Por eso nos parece necesa-
noción de castidad demasiado ceñida a la genitalidad. Las con-
rio prescindir del esquema de la virtud de la castidad para el
secuencias que para la moral sexual ha traído esta concepción han
contenido de la moral sexual.
sido sumamente perniciosas; y es necesario evitar el peligro de
volver a caer en ellas.
2.°) Una formulación más adecuada
El carácter reduccionista de la castidad se echa de ver en un
hiatus que los moralistas encuentran o colocan entre la virtud de Una vez que hemos descartado la exposición de la dimensión
la castidad y la virtud de la pudicitia. Esta moderaría «aquellos moral positiva de la sexualidad a partir del esquema del decálogo
actos que aunque no son venéreos, son aptos para excitar la y del esquema de la virtud de la castidad, es necesario señalar otra
actividad y el placer venéreos». Se pueden contar entre ellos, las formulación.
manifestaciones de amor: besos, abrazos, miradas, e t c . . Esta
Esta nueva formulación creemos que ha de basarse en una
distinción y separación no es validad en una antropología sexual
auténtica antropología sexual. En este sentido, la moral sexual ha de
integral. Por tanto, la moral montada sobre tal distinción ha de ser
explicitar en quehacer ético la más profunda realidad (el más
revisada.
profundo ser) de la sexualidad humana.
La sexualidad es una fuerza y dimensión humana para edifica-
(223) M. ZALBA, Theologiae moralis compendium, I (Madrid, 1958),
734. ción de la persona. Es necesario convertir ese «es» (ser) en «debe
(224) A. PEINADOR, Cursus brevior theologiae moralis, 3 (Madrid,
1956), 566-567). (225) M. ZALBA, o. c , 744-745.
28. Etica de la persona
434 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 435

ser» (quehacer). De este modo aparece una moral sexual centrada Aunque el concepto de personalidad varía según las diversas
en la persona. escuelas psicológicas, todos admiten que la personalidad humana
De lo dicho deducimos un principio general: la dimensión no se realiza si no es a partir de una unidad jerarquizada que
moral positiva de la sexualidad consiste en la «personalización» de engloba todos los niveles (intelectivo, psico-afectivo, instintivo) de
ésta dentro de las estructuras de la personalidad humana; expre- la conducta individual. Con el término personalidad entendemos
sando esto mismo de una manera más sencilla, diríamos: un el conjunto ordenado, equilibrado y disciplinado de reservas diná-
comportamiento sexual es bueno (moralmente hablando) si «per- micas, conscientes y libremente integradas por el ser humano en
sonaliza» o tiende a «personalizar» al hombre. Esto supone que di- su «yo» interior. En consecuencia, la personalidad no puede po-
cho comportamiento sexual está «integrado» dentro del conjunto nerse al principio como punto de partida de la que dependen los
armónico de la persona. Anotemos que una moral sexual cristiana rasgos del carácter y del comportamiento, sino que debe ser
entiende esta persona desde unas coordenadas nuevas, las de la considerada como punto de llegada, meta, cual consecuencia de
revelación cristiana: es una persona cristianizada. la educación recibida y hecha propia por el sujeto. Por tanto, la
personalidad es fruto de una libertad que integra en nosotros las
Acostumbrados al esquematismo de los manuales de moral, tendencias y los impulsos vitales, imponiendo así una disciplina a
esta orientación puede aparecer llena de imprecisiones e inseguri- la naturaleza inferior, y que jerarquiza las energías en vez de
dades a la hora de la aplicación concreta. No negamos que los padecerlas como una fatalidad, transformándolas en elementos
tratados de moral casuista tienen grandes ventajas a este respec- preciosos de vocación personal.
to: son ordenados, completos, claros, precisos. Pero ¿no se trata
a veces de ventajas ilusorias, existentes únicamente en ios manua- Al tomar en consideración la dinámica de la personalidad y al
les, pero sin posibilidad de verificación en la práctica? La «anatomía centrar en ella el núcleo del quehacer moral de la sexualidad,
del comportamiento humano» a partir de la consideración diversifi- tenemos que admitir dos principios básicos para la moral sexual: el
cada de los actos da una claridad ilusoria, ya que «no son tanto principio de diferenciación y el principio de progresión. El primero
los actos en sí mismos, atomísticamente considerados, los que tienen de ellos nos recuerda que toda persona es un sistema único y que
importancia para una orientación constructiva de la vida cristiana, no es abarcable enteramente por ningún esquema prefabricado; la
cuanto la tiene la actitud unitaria interior que aquellos actos mani- regla objetiva es necesaria, pero ha de ser aplicada teniendo en
fiestan en su conjunto» (226). La orientación general de la moral cuenta el carácter irrepetible de cada persona. Los manuales de
cristiana camina por la línea de incorporación de las categorías de moral suelen tratar los problemas de moral sexual dentro de una
actitud y de opción fundamental en contraposición a la exposición consideración abstracta; esta visión ha de ser completada con las
reduccionista y monocolor de una moral centrada en los actos. La aportaciones de la psicología dinámica. El principio de la progre-
moral sexual tiene que incorporar a su temática propia esta orien- sión nos recuerda que la personalidad humana está sometida al
tación general. proceso de la maduración; la orientación fundamental de una
Al centrar la moral sexual en la persona afirmamos que el existencia no se realiza de un modo puntual; necesita un proceso
quehacer fundamental es realizar una integración armoniosa y pací- largo y profundo de maduración para alcanzar la posesión plena
fica de la propia sexualidad en la totalidad de la persona. Ahora de sí misma.
bien, podemos aplicar y concretar este principio general teniendo La moral sexual, al centrarse sobre la persona, tiende a trasla-
en cuenta no una «anatomía del comportamiento» a partir de dar el acento o punto de interés del campo «puramente sexual» al
actos, sino una concepción integral de la personalidad humana y terreno amplio de la persona. También se aplica en moral el
cristiana. principio de Allers: «La mejor educación general es, al mismo
tiempo, la mejor educación sexual» (227). Al polarizarse la moral
sexual en torno al núcleo de la personalidad, entendida dinámica-
(226) V. COSTA, Psicopedagogía pastoral de la castidad (Alcoy,
1968), 23. (227) R. ALLERS, Pedagogía sexual (Barcelona, 1958), 648.
436 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 437

mente en un desarrollo de integración progresiva a todos los Notas de teología pastoral en torno a la parvedad de materia: Sal
niveles, dicha moral sexual adquiere la tonalidad grande de «moral Terrae 62 (1974), 604-617. K.-H. KLEBER, De parvitate materiae
de la persona» o moral antropológica. Es plantear el problema de in sexto (Regensburg, 1971). A. M. MEIER, Das «peccatum mor-
íale ex toto genere suo» (Regensburg, 1966). E. ORSENIGO, La
la sexualidad en la totalidad de la existencia humana. Por eso
parvitá di materia nella luxuria: riflessioni storico-dottrinali: Scuola
afirma Allport que el carácter principal de la personalidad sana es Católica 92 (1964), 425-442. F. SCHOLZ, Caramuels Lehre über
una sexualidad bien integrada en la totalidad de la persona. die Móglichkeit von parvitas materiae in re venérea: Trierer Th.
Al llegar aquí necesitamos una analítica de la maduración de la Zeit. 74(1965), 332-352.
personalidad, y más concretamente una analítica de la integración
personal por obra y actuación de la sexualidad dentro de la globa- Después de haber expuesto el aspecto positivo del comporta-
lidad de la persona. miento sexual nos será más fácil concretar dónde hay que colo-
car el fallo moral y qué valoración hay que darle a ese fallo. La
No es este el momento de hacer una exposición detallada de la
comparación crítica con la doctrina de la moral clásica nos ayudará
analítica de la maduración personal. Remitimos a los estudios
a exponer, de una manera más clara, nuestro punto de vista.
sobre la personalidad humana. Si definimos al hombre como una
«totalidad concreta, estructurada y dinámica», es necesario enten-
der la maduración de la persona a partir de estas tres instancias 1.°) ¿En qué consiste el fallo sexual?
(228): 1.°) despliegue diferencial —en tiempo y objeto inmediato— Doctrina de la moral casuista
del abanico de las necesidades, tendencias y aspiraciones huma-
nas; 2.°) unificación totalizadora de las mismas en un único pro- Si la castidad —en cuanto aspecto positivo de la sexualidad-
yecto de existencia, concebido desde la clara aceptación del Yo en es considerada por los manuales de moral casuista desde una
confrontación dialéctica con sus ideales y con el contorno circun- concepción biologicista y genital de la sexualidad, el vicio contra-
dante; 3.°) proyección dinámica —a partir de la autoposesión acti- rio a ella —la lujuria— padece de idéntico reduccionismo. El peca-
va de su forma peculiar de existencia— en entrega o donación que do sexual es definido desde esa misma perspectiva.
objetivizan la autorrealización personal: se diría que la personalidad En las definiciones que los moralistas dan de pecado sexual o
madura trastrueca la receptividad, propia de la indigencia del ser de lujuria, encontramos dos modalidades: las que insisten en el
en vías de desarrollo, en oblatividad o donación liberal de sí aspecto de uso desordenado de una facultad, en concreto la
mismo. Así se pone al «servicio-de» el mundo de los valores, y, facultad generativa; y las que insisten en la búsqueda y aceptación
sobre todo, de los demás y de la comunidad. desordenadas de un placer, en concreto el placer venéreo. Algu-
nos moralistas se mantienen en una postura ecléctica, combinando
Como conclusión, admitimos que la dimensión moral positiva
de la sexualidad radica en su capacidad de integración y madura- los dos aspectos indicados. El pecado sexual consistiría, pues, en
ción de la persona. Es bueno moralmente —volvemos a repetir— hacer uso de la facultad biológica generativa y del placer, de
únicamente aquel comportamiento capaz de «personalizar» al ordinario concomitante a ella, fuera del ámbito de la finalidad
hombre. natural que es la única que justifica el ejercicio de tal función.
En esta concepción de pecado sexual encontramos las mismas
b) Dimensión negativa de la sexualidad en cuanto quehacer moral deficiencias que hemos visto en la explicación de la castidad. En
M. BAJEN, Nuevos datos acerca de la parvedad de materia «in primer lugar, encontramos una reducción biológica extrema. El
re venérea»: Pentecostés 13 (1975), 95-103. J . M. DÍAZ MO- pecado sexual quedaría reducido a la «actuación de los órganos
RENO, La doctrina moral sobre la parvedad de materia «in re genitales», al empleo indebido del «líquido seminal», o a una
venérea» desde Cayetano hasta San Alfonso: Archivo Teo- «delectación venérea» buscada indebidamente (229). De este mo-
lógico Granadino 23 (1960), 5-138; La gravedad moral de la lujuria.
(229) Cfr. P. MERKELBACH, De castitate et luxuria (Liege, 1950 ), 30;
(228) Cfr. E. FREIJO, I. c , 178-181. A. PEINADOR, o. c , 576; H. NOLDIN, o. c , 15.
438 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 439

do, el pecado sexual parece estar circunscrito al campo de la ángulo de visión la sexualidad se individualiza cuando enclaustra
función biológica; no es pecado de la persona en un sentido ai hombre en sí mismo, «cuando el hombre no llega mediante lo
amplio. Si la antropología sexual humana no se define completa ni sexual a la unión permanente con otro ser humano a causa de
principalmente por el aspecto biológico, no es en ese nivel donde cualesquiera obstáculos introducidos en su realización, sino que se
hay que colocar única o principalmente el pecado sexual. queda en su propio "yo"» (230). Adviene entonces a lo sexual la
Es cierto que los manuales de moral casuista valoran los limitación coactiva del egoísmo y del amor propio desordenado; la
actos internos en orden a la definición del pecado sexual. Pero sexualidad se coloca exclusivamente al servicio del placer indivi-
también aquí encontramos una deficiencia: los valoran en cuanto dual. Tanto la individualización por vía de no integración personal
dicen orientación al ejercicio de la facultad generativa o a la como la individualización por vía de enclaustramiento egoísta pue-
delectación venérea. Por otra parte, una vez que el pecado sexual den darse a dos niveles diferentes: en la búsqueda de la satis-
se coloca directamente en el nivel biológico de la sexualidad hu- facción sexual dentro de la exclusividad del propio mundo perso-
mana diciendo relación a la «delectación venérea» surge el pro- nal (llámese, si se quiere, a este mundo personal «cuerpo»); o cuan-
blema del placer sexual. Desde san Agustín hasta nuestros días do la relación sexual no llega a convertirse en una relación per-
la moral sexual se ha visto comprometida y enredada en este sonal auténtica.
problema de cómo integrar el placer sexual dentro del quehacer El denominador común de los comportamientos sexuales des-
moral sexual. ordenados es el egoísmo que bloquea los dinamismos constructi-
vos de la sexualidad. Hablando en términos sicológicos toda con-
Nuevo punto de vista ducta sexual desordenada lo es por vía o mecanismo narcisista.
El egoísmo es el que no deja que la sexualidad se abra y logre una
Hemos criticado la noción que los manuales de moral dan de madurez personal e interpersonal. Por eso afirma muy bien Pié
pecado sexual, al reducirlo al ámbito de lo genital. Teniendo en que el cometido de la castidad es «desnarcisar» la sexualidad.
cuenta dicha crítica y atendiendo a la antropología sexual integral,
¿cómo podemos expresar de nuevo la naturaleza del pecado «La auténtica virtud de la castidad es, específicamente, una
sexual? capacidad de amor. Habilita al virtuoso a regular, en su mismo
interior, sus pasiones de la carne que, así, son asumidas por el
El aspecto moral negativo de la sexualidad no es más que lo espíritu y felizmente integradas en la persona humana. Su efec-
contrario de cuanto hemos dicho con relación a su dimensión to es «desnarcisar» las alegrías de la carne, elevadas a la oblati-
moral positiva. El «debe ser» de la sexualidad consiste en que vidad del amor espiritual que va de persona a persona y no de
ésta trate de integrarse en la dinámica ascendente de la madura- cuerpo a cuerpo» (231).
ción de la persona, en cuanto estructura existencial de intimidad El pecado sexual consiste en el fallo de la dimensión oblativa
pletórica y de apertura oblativa a los demás; un fallo en ese «debe de la sexualidad y del amor. En todos los casos de falta sexual, el
ser» (fallo moral) tiene que entenderse como negación y no hombre se niega a seguir la dinámica interna de la sexualidad
realización de ese contenido de «personalización» que tiene la humana; se niega —desde el núcleo de su persona y a partir de
sexualidad humana. las manifestaciones concretas— a realizar la entrega de sí mismo
Podemos admitir que como el hombre, en virtud de su sexuali- a la comunidad.
dad, está esencialmente ordenado al amor y a la comunidad, el peca- Al ser un fallo en el amor, el pecado sexual es, en el fondo, un
do sexual radical consiste en la individualización de la sexualidad. fallo en la caridad. Se quiebra entonces la dinámica básica del
Individualización que debemos concretar en dos aspectos comple- cristiano, el cual se define por el amor. Todo pecado sexual es un
mentarios. La sexualidad queda individualizada cuando no logra pecado contra la caridad.
integrarse en la totalidad dinámica de la persona; cuando es una
(¿30) A. AUER, Sexualidad: Conceptos fundamentales de Teología (Ma-
fuerza no controlada por la persona, o, lo que es peor, cuando
drid, 1966), IV, 268.
es una fuerza que mina el edificio de la persona. En un segundo (231) PLE, a. c.,223.
440 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 441

2. °) Gravedad del fallo sexual puede deducir un principio moral universalmente válido; no se
Anotaciones críticas a la doctrina casuista puede aplicar aquí el principio de la «ley fundada en presunción de
peligro universal». Además, los autores que en este tema de la
Las anotaciones críticas que hacemos a continuación se con- parvedad de materia no admiten un peligro leve o remoto (lo cual
centran en un aspecto de la doctrina casuista: «la no parvedad de supondría un pecado venial), esos mismos autores admiten distin-
materia en el pecado sexual». Más concretamente: en el principio ción de peligro grave (próximo) y leve (remoto) frente a la polu-
de que todo acto de lujuria externa incompleta directamente vo- ción que puede seguirse de las caricias entre los esposos.
luntario es siempre pecado mortal y no admite parvedad de Podemos, pues, afirmar que las dos series de razones teológi-
materia. cas no son satisfactorias ni convincentes. Algunos moralistas han
En primer lugar, no existe ninguna prueba definitiva de la visto esta debilidad de la argumentación, pero la han aceptado por
Sagrada Escritura y del magisterio de la Iglesia para que nos vea- otras razones que creían más fuertes o quizás por presiones de
mos obligados a admitir la doctrina de la no parvedad de materia diverso orden. Pero conviene recordar aquí la sentencia que es
en la lujuria directamente voluntaria. Las pocas declaraciones del norma profesional que los moralistas se han dado a sí mismos:
magisterio a este respecto pueden ser encuadradas en la línea de «auctores non numerandi, sed ponderandi».
lo «prudencial» y de lo «directivo» en una circunstancia histórica Eso es lo que vamos a hacer ahora: ponderar el valor del
determinada. La proposición de Alejandro Vil (Dz 1.140) no es una consentimiento de los moralistas en este tema de la no parvedad
condena formal de la opinión que sostiene la parvedad de materia. de materia. Sin pretender abarcar toda la problemática histórica
Los mismos defensores de la no parvedad de materia lo afir- que subyace a esta cuestión, queremos únicamente dar una serie
man (232). de pistas para poder valorar esa razón invocada del consenti-
Las razones teológicas en que se apoya la doctrina de la no miento de los teólogos.
parvedad de materia, a pesar de ser muchas en su formulación, se Comencemos haciendo una delimitación. La cuestión de la
concentran en dos direcciones: 1) el acto de lujuria imperfecta materia «ex toto genere suo» no se remonta a antes de santo
tiene una orientación natural al acto de lujuria completa; por Tomás (233). La aplicación de este principio al tema de la lujuria
tanto, al consentimiento de éste; 2) cualquier acto de lujuria in- imperfecta es una precisión todavía más tardía. En los siglos XVII
completa pone al individuo en peligro próximo de un consenti- y XVIII fue un tema debatido; para que sea aceptada sin re-
miento ulterior. Ahora bien, la debilidad de esta argumentación servas por los moralistas hay que esperar a los posteriores a
es bastante clara. El primer argumento carece de apoyo fisioló- san Alfonso. Autores de tanto relieve como Navarro y Soto son
gico; no nace, por tanto, de la naturaleza intrínseca —por así citados por san Alfonso como defensores de la opinión contraria
decir— del acto de lujuria imperfecta; en él no hay una ordenación (234). A éstos hay que añadir, seguramente, la opinión personal
fisiológica necesaria al acto de lujuria completa. Si esa concatena- de Sánchez, aunque sea otra la que aparece en las ediciones
ción se admite en el consentimiento, el argumento tampoco es corregidas de su obra (235). Es preciso tener ademas en cuenta las
válido, ya que puede detenerse el consentimiento totalmente en el objeciones de algunos autores de época reciente, como A. Adam
acto de lujuria incompleta, sin pretender la completa. La segunda (236). Ante tales delimitaciones históricas se puede admitir la afir-
línea de argumentación desciende de la consideración especulativa
y abstracta a una consideración más práctica y concreta; pero el (233) Ch. E. CURRAN, A new look at Christian Morality (Notre Dame,
argumento tampoco es válido. En efecto, de la estadística (aunque 1968), 213.
sea una ley estadística que se aplique en todos los casos) no se (234) Theologia moralis, 1, 3, tract. 4, c. 2, n. 415.
(235) Cfr. J . M. DÍAZ MORENO, La doctrina moral sobre la parvedad
de materia «in re venérea» desde Cayetano hasta san Alfonso: Archivo
(232) M. ZALBA, I. c ; cfr. J. J . LINCH: Theological Studies 21 (1960), Teológico Granadino 23 (1960), 42-47.
225. «No se puede aducir ningún documento eclesiástico concluyente que (236) Cfr. B. HÁRING, La ley de Cristo, III (Barcelona, 19681, 305,
enseñe a la letra esta proposicón» (citado por B. HÁRING, o. c , 305, n. 22). nota 22.
442 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD
443
mación de Stelzenberger de que la parvedad de materia es admitir la ley del progreso perfectivo de la virtud y la ley de la
posible, conforme a la tradición (237). distinta situación del individuo. Inconscientemente, se ha estable-
Con respecto al consentimiento de los moralistas hay que cido una moral sexual para los «superpuros»; moral, que se ha
anotar, además, que tal unanimidad pudo ser favorecida por moti- aplicado a todos sin distintición de ninguna clase. ¿No late, en el
vos ajenos a la ciencia moral. Entre los moralistas de la Compañía fondo de la moral sexual, una falta de equidad y de justicia? Lle-
de Jesús jugó decisiva importancia la prohibición del prepósito vando esta pregunta más lejos: ¿no se han infiltrado en la moral
general, padre Aquaviva, en el año 1612, de defender como «tole- sexual vigente de nuestros días los fallos de una educación sexual
rable» la opinión de que puede existir materia leve en la delectación de signo represivo que busca la compensación de su inmadurez
venérea deliberadamente buscada. Sin embargo, en 1659 los revi- sexual en la proposición de un ideal «super-puro»? Conduciendo la
sores romanos respondieron a la provincia galo-belga admitiendo pregunta todavía más lejos: ¿no se puede pensar en cierto matiz de
la probabilidad extrínseca de la opinión contraria. Dadas las condi- inconsciente aversión a lo sexual por el hecho de no poder ejecu-
ciones bastante «cerradas» en que los moralistas escribieron sus tar ciertos comportamientos sexuales? Si se nos permite llevar
obras, es muy fácil admitir que en la unanimidad de opinión mucho más lejos aún la interrogación, preguntaríamos: ¿no hay en
influyesen factores de diversa índole que hoy día no nos hacen el rigorismo moral sexual una coloración, inconsciente, por su-
fuerza a nosotros. puesto, de deseo de opresión de las clases más débiles de la
La argumentación del consentimiento unánime de los moralis- sociedad, las cuales se sentían frustradas en algo que tenían a su
tas queda un poco invalidada si consideramos además que el alcance? De hecho, las clases más elevadas siempre tuvieron una
objeto de tal consentimiento no es el mismo en todos. La termino- moral más laxa, sociaimente hablando, en este aspecto; de hecho
logía (y también las nociones) de este tema tardará mucho en también, toda revolución social ha ido acompañada de una «reivin-
clarificarse; fueron sobre todo, los Salmanticenses y Billuart quie- dicación sexual». Estas preguntas se refieren más que a la moral
nes más contribuyeron a tal clarificación. Sin embargo, todavía cristiana enseñada en los manuales a la regulación socio-cultural
san Alfonso, siguiendo a Sánchez, concreta la parvedad de mate- del comportamiento sexual en una sociedad, que, por otra parte,
ria en actos que para tos moralistas actuales no son propiamente se llamaba cristiana.
«venéreos», sino «impúdicos» (238). La doctrina de la no parvedad de materia hay que interpretarla
Por todo cuanto hemos dicho nos parece que la doctrina de la a la luz de la metodología seguida en la exposición de la moral
no parvedad de materia, vista desde los mismos presupuestos sexual. Los moralistas han puesto aquí a prueba su capacidad de
metodológicos y temáticos de la moral casuista, no es una ense- precisión y de análisis, cosa que no hacen en otros temas de
ñanza coherente e invulnerable. Nos parece que han tenido que moral. Desde los Salmanticenses llama la atención la amplitud
existir otros motivos que han concedido una plusvalía a los ar- con que tratan los moralistas las cuestiones de la moral sexual.
gumentos directos e inmediatos. Colocados en esa perspectiva, se comprende que aquilatasen y
llegasen a plantear en su ultimidad la razón del consentimiento
Además de los señalados hace poco, nos atrevemos a insinuar
como una oposición directa a la voluntad de Dios; así es fácil dedu-
los siguientes. En primer lugar, ¿no habrá influido en este caso
cir el principio de la no parvedad de materia. Pero eso no sucede
concreto el tono general rigorista que advertimos en toda la moral
en la normalidad de los casos; además, si nos situamos en ese
sexual? De hecho, los moralistas casi siempre se han colocado en
terreno «lo mismo hay que decir a los restantes mandamientos
la perfección para juzgar el comportamiento sexual; han valorado
cuando se da completa y directa decisión tie la voluntad contra un
la conducta sexual no a partir del mínimo (como ha sucedido en
mandamiento de Dios» (239).
otros aspectos de la vida moral), sino a partir del máximo, sin
En la doctrina de la no parvedad de materia ha podido influir,
(237) J. STELZENBERGER, Moraltheologie (Paderborn, 1953), 237 (cita- también, el miedo a las posibles consecuencias en el caso de que
do por B. HÁRING, o. c , 305, nota 22).
(238) Cfr. SAN ALFONSO, Theologia moralis, 1. 3, trac. 4, c. 2, n. 415. (239) B. HÁRING, o. c , 305, nota 22.
444 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD
445
se admitiesen unos principios más abiertos. Algunos moralistas a lugar, se trata de una doctrina basada sobre un concepto de
la hora de definir el pecado grave «ex toto genere suo» distinguen sexualidad concebida a nivel de genitalidad. Por todo cuanto
tres categorías de pecados: 1) los que ofenden directamente a hemos dicho, esta afirmación no puede extrañarnos en absoluto.
Dios o a alguno de sus atributos (herejía, idolatría, blasfemia...); La doctrina casuista sobre la gravedad moral del pecado sexual
2.°) aquellos cuya materia es un todo indivisible (homicidio, viola- procede de una época cultural en la que no se había abierto la
ción del ayuno eucarístico...); 3.°) aquellos que si únicamente sexualidad humana a una consideración en la línea de amor perso-
estuviesen prohibidos bajo pecado venial se cometerían con mayor nal y de entrega ¡nterpersonal. El comportamiento sexual era valo-
facilidad (violación directa del secreto de la confesión, toda lujuria rado en lo que tenía de dinámica del «sexus», aunque se recono-
directamente voluntaria, aun la incompleta) (240). ciesen en él dimensiones más elevadas. Al reducir la sexualidad
Por todo lo dicho hasta aquí, creemos que la doctrina casuis- a una unidad de medida tan concreta y tangible es obvio que
ta de la no parvedad de materia en el pecado sexual puede ser se adoptasen criterios y principios taxativos y bien delimitados. Por
revisada desde sus mismos presupuestos (241). Habría que añadir otra parte, esa misma reducción de lo sexual a lo genital explica la
que idéntica revisión crítica se puede hacer desde el replantea- tendencia al rigorismo moral en esta materia.
miento que hoy día se está realizando en la distinción del pecado Una concepción más amplia y personalista de la antropología
mortal y venial, y desde el replanteamiento de la noción de pecado sexual nos obliga a superar el planteamiento casuista. La mayor o
a partir del concepto y realidad de la opción fundamental. La menor gravedad de un comportamiento sexual no se mide única y
solución de estos problemas condicionan la doctrina de la no principalmente por el desorden en la dimensión biológica de la
parvedad de materia en el pecado sexual. Pero no nos vamos a sexualidad, sino por el desorden en la dimensión personal. Esta
detener a hacer una revisión de esta doctrina a la luz de los temas constatación está postulando un cambio en la manera de entender
enumerados. y de expresar la valoración moral del pecado sexual.
Creemos que la crítica mayor a la doctrina casuista ha de Tratando de sintetizar haríamos las siguientes afirmaciones:
venir de un nuevo planteamiento de la noción de pecado sexual.
1.°) Hay que mantener la gravedad general en las faltas
La valoración moral de la falta sexual ha de verse desde una nueva
contra la sexualidad. La razón puede expresarse del siguiente
orientación, originada por una consideración más atenta de la
modo:
antropología sexual.
«La sexualidad posee una significación tan decisiva para la
Nuevo punto de vista madurez personal del hombre lo mismo que para su integración
dentro de la comunidad humana, que una negación teórica y
Teniendo a la vista el nuevo planteamiento del concepto de práctica lleva consigo un desorden notable y, por tanto, debe
pecado sexual, hay que hacer un planteamiento también nuevo de ser valorada como una falta grave contra la estructura del ser y
su valoración moral. Hemos criticado la doctrina casuista aceptan- del obrar del hombre» (242).
do sus mismos presupuestos. Ahora afirmamos que es preciso
superar el planteamiento casuista. Únicamente así podremos 2.°) Al medir la falta sexual por el fallo que supone en la
formular una doctrina válida para nuestro tiempo. dimensión personalista de la sexualidad, no se puede valorar obje-
La doctrina casuista de la gravedad moral del pecado sexual tivamente todo pecado sexual con una idéntica medida. Un peca-
presenta en el momento actual dos deficiencias básicas. En primer do sexual, idéntico en lo que se refiere al aspecto biológico, puede
tener diverso valor moral objetivo.
Y esto no por la diferente intensidad del consentimiento, sino
(240) Cfr. O. LOTTIN, Morale fundaméntale (Tournai, 1954), 490.
(241) Ver, sin embargo, la afirmación del principio de «no parvedad de
materia» en la Declaración de la Sagrada Congregación para la Doctrina (242) J . GRÜNDEL, Geschlechtlichkeit: Sacramentum mundi, II (Frei-
de la Fe, n. 10: Ecclesia 1.773 (17 enero 1976), 11. burg-Basel-Wien, 1968), 340.
446 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 447

porque en sí mismo tiene un valor diferente en orden a deshacer la sexual dinámica: Concilium, n.° 100 (1974). B. HARING, Sessua-
madurez personal y la integración interpersonal. litá: Dlzionario enciclopédico di Teología Morale (Roma, 1973?),
930-932. S. H. PFÜRTNER, La Chiesa e la sessualitá (Milano,
3.°) Admitidos los dos principios anteriores se sigue de una 1975), 189-318. H. RINGELING, Theologie und Sexualitat. Das
manera consecuente que la moralidad del pecado sexual no forma prívate Verha/ten ais Thema der Sozialethik (Gütersloh, 1968).
un «todo indivisible»; al fallar en una parte, no se falla, necesaria- PH. SCHMITZ, Der christliche Beitrag zur einer Sexualmoral
mente, en el todo. Por tanto, existe un más y un menos en la (Mainz, 1972). M. SIEVERNICH yotros, SexualmoralohneNormen?
materia del comportamiento sexual. Desde esta perspectiva queda (Mainz, 1972). P. STROMBERG, Befreiung der Sexualitat: A.
GRABNER-HAIDER, Recht auf Lust? (Wien-Freiburg-Basel, 1970).
superado el rigidismo de la no parvedad de materia, tal como
aparece en la doctrina casuista.
a) Crisis de la moral sexual = crisis de las normas sexuales
4.°) No es necesario advertir que en el aspecto del comporta-
miento sexual se dan todos los condicionantes del acto humano A todos es patente la falta de aceptación y de credibilidad
que aparecen en los restantes aspectos de la vida moral. Todo de la normativa sexual cristiana (243). La moral de las Iglesias
esto ya estaba muy bien matizado en la moral casuista. cristianas, oficialmente vigente, es contestada u olvidada en la
mayor parte de los estratos de la sociedad actual; contestación y
olvido que se refieren tanto a aspectos concretos (abstinencia
V
sexual prematrimonial; fidjlidad matrimonial, etc.), como a la tota-
MORAL SEXUAL CONCRETA. lidad del planteamiento.

¿Normas éticas en el comportamiento sexual? Esta crisis de la moral sexual cristiana es susceptible de diver-
sas explicaciones. Está condicionada por múltiples factores. Uno
de ellos —y muy importante, según nuestro modo de entender el
Después de la introducción histórica (apart. I), hemos expuesto problema— es la forma de presentar las normas del comporta-
el significado de la sexualidad humana en dos momentos: com- miento sexual. La crisis de la moral sexual se concreta en gran
prensión antropológica (apart. II) y cosmovisión cristiana (aparta- medida en la crisis de las normas sexuales.
do III). A partir del significado hemos formulado un modelo teo-
La doctrina oficial de las Iglesias y más claramente la reflexión
lógico-moral para expresar la dimensión ética del comportamien-
teológica han realizado un serio y profundo replanteamiento en la
to sexual (apart. IV). ¿Podemos dar un paso más? ¿Podemos con-
comprensión del significado de la sexualidad humana. Han
cretar el significado y el modelo teológico-moral en normas mo-
aceptado las distintas hermenéuticas del fenómeno sexual (her-
rales en orden a una configuración ética concreta del comporta-
menéutica psicológica, dialógica, fenomenológica, social, etc.) y
miento sexual?
han tratado de integrar sus resultados dentro de la cosmovisión
En este V apartado tratamos de responder a esa pregunta. cristiana. Esta labor ha supuesto una valoración crítica de la tra-
Lo haremos siguiendo los pasos siguientes: en primer lugar, dis- dición intra-eclesial y un discernimiento de las opciones que ofre-
cutiendo el sentido y finalidad de las normas éticas en el campo cen las hermenéuticas sexuales para configurar la realización his-
sexual; y, en segundo lugar, buscando una orientación ética con- tórica del hombre.
creta en algunos aspectos del comportamiento sexual.
Sin embargo, a esa renovación en el significado de la sexua-
lidad no ha correspondido un replanteamiento coherente y ade-
1. SENTIDO Y FINALIDAD DE LAS NORMAS ETICAS cuado en la formulación de las normas sexuales. Esta laguna o
EN EL COMPORTAMIENTO SEXUAL
G. BARCZAY, Revolution der Moral? Die Wandlungen der Sexual- (243) S. H. PFÜRTNER, La Chiesa e la sessualitá (Milano, 1975), 27-32;
normen ais Frage an die evangelische Ethik (Zürich/Stuttgart, K. KRIECH, Crisis actual de la moral sexual en la comunidad católica:
1967). F. BOCKLE, Iglesia y sexualidad: Posibilidad de una moral Concilium 100 (1974), 418-431.
448 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 449

este «hiatus» entre «significado de la sexualidad» y «normas se- tantes que recomienden evitar la concepción y la continen-
xuales» está creando serios conflictos en la vida moral de los cre- cia resulte perjudicial para la pareja.» Ahora bien, las
yentes y está apoyando la falta de credibilidad del «ethos» cris- condiciones han cambiado de tal modo que ya no es ex-
tiano en la sociedad actual. cepción, sino ordinario, el caso de una anticoncepción
Los principales fallos que tiene el sistema eclesial con respecto moralmente justificada. Según eso, el valor permanece el
a las normas sexuales pueden ser agrupados en estos tres mismo, pero ha de modificarse la formulación.
bloques: — La prohibición de la relación genital extramatrimonial y
prematrimonial ha tenido formulaciones en la historia de
1.°) La formulación de las normas sexuales adopta unas la moral que hacían referencia a valores que hoy día no se
características que les hacen perder credibilidad. En concreto, consideran como tales; en cambio, han de aparecer en la
podemos señalar:
formulación de la norma moral otros que son más cohe-
— el modo «autoritario» en la presentación y justificación de rentes con el significado de la sexualidad humana.
las normas, que presupone la aceptación de un dirigismo
3.°) En ciertos casos las normas sexuales han de sufrir una
moral o una moral de obediencia (244);
readaptación no sólo en su formulación, sino también en
— el modo «cerrado» en la formulación de las opciones, no su contenido. Si la comprensión de la sexualidad humana ha
teniendo en cuenta la nueva situación de la «sociedad variado dentro de la doctrina eclesiástica y sobre todo dentro de la
abierta» y pluralista (245); reflexión teológica, ¿cómo no han de cambiar algunas normas
— el modo «abstracto» en la deducción de las normas a partir sexuales?
de unos principios aceptados previamente y no cuestio- El desfase ente significado y normas se advierte de una ma-
nados; nera bastante clara en la moral sexual cristiana oficialmente vi-
— el modo «absoluto» de fijar normas con carácter inmutable gente. Bóckle se pregunta si está dispuesta la Iglesia a modificar
y con validez universal; sus normas sexuales a partir de la nueva comprensión de la sexua-
— el modo preferentemente «prohibitivo» en la presentación de lidad. Y contesta: «De ningún modo. A juzgar por sus orienta-
las exigencias de la sexualidad. ciones más recientes, la Iglesia se muestra firmemente decidida a
mantenerse en las normas tradicionales: aunque la sexualidad no
2.°) El contenido que es expresado por las normas no está vinculada exclusivamente al matrimonio, sí lo está su plena
siempre corresponde al valor real que tratan de salvaguardar las realización; lo cual significa que sigue prohibida toda entrega
mismas normas. En efecto, a veces las normas sexuales ofrecen sexual fuera del matrimonio o en el camino hacia él. Y la Huma-
una presentación del valor en lo que tiene de condicionamiento nae vitae rechazó estrictamente cualquier intento de relajar la
histórico y descuidan lo que es elemento estructural. Bóckle seña- prohibición de un control de la natalidad. Pero en este punto son
la dos ejemplos de normas que no recogen exactamente el va- muchos, incluso entre nuestra mejor gente, los que no están de
lor (246): acuerdo. Se sospecha que a los responsables de la Iglesia les
— El juicio moral que sirve de base a la prohibición tradicio- sobra timidez y les falta decisión para sacar las consecuencias del
nal de la anticoncepción se formularía más o menos del nuevo orden de valores. De ahí que surjan las referidas discrepan-
siguiente modo: «Es inmoral excluir activamente la procrea- cias y que muchos se forjen sus propias normas de conduc-
ción en la entrega sexual, a no ser que haya razones impor- ta» (247).

(244) F. BÓCKLE, Iglesia y sexualidad: posibilidad de una moral se-


xual dinámica: Concilium 100 (1974), 509-511.
(245) Ibíd., 511-512.
(246) Ibíd., 520-521. (247) Ibíd., 515-516.
29. Etica de la persona
450 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 451

b) Hacia un replanteamiento de las normas sexuales condicionante» de la comprensión de la sexualidad se expresa a


Para solucionar la crisis de la moral sexual cristiana se precisa través del modelo moral y se realiza en la actuación personal. Es
un replanteamiento serio y profundo del sentido y finalidad de las ahora en la actuación concreta de las personas donde entra en
normas sexuales. Únicamente así el «ethos» cristiano seguirá te- juego la norma como concreción de la comprensión y del modelo
niendo credibilidad para el hombre actual. moral. En este sentido, se puede decir que el hombre se rige por
«normas»; pero tales normas tienen sentido en cuanto concretan
El problema del sentido y finalidad de las normas es uno de los
un modelo moral y una comprensión del significado humano.
principales dentro del campo de la moral fundamental. Teniendo
en cuenta los estudios y resultados a que se ha llegado en su 3.°) Dentro de esa perspectiva se comprende que la norma
planteamiento y solución, formulamos así nuestro punto de vista sexual no puede tener ni el carácter fijo y absoluto del sig-
en referencia a las normas sexuales: nificado sexual ni la validez universal y general del modelo
moral. El juicio moral se hace sobre lo concreto. «Como se trata
1.°) Juzgamos necesaria la existencia de normas en el
siempre de valores contingentes, el juicio moral de una acción
campo sexual. Apoyamos esta afirmación no sólo en la experien-
debe tener en cuenta los condicionamientos unidos al valor y pon-
cia histórica de todos los grupos y culturas (incluyendo, de un
derar los valores que puedan entrar en concurrencia. Es cierto que
modo prevalente, la historia de la revelación judeo-cristiana) (248),
el hombre está compelido incondicionalmente por el valor absoluto
ni sólo en los peligros psico-sociales a que conduce una total
de lo moral; sin embargo, dado que es un ser contingente en un
anomía o liberalización de la sexualidad humana (249), sino sobre
mundo contingente, no puede realizar el 'bien' que le compele de
todo en la creencia de que los significados de la realidad humana
manera absoluta más que en los 'bienes' particulares, los cuales,
pueden y deben ser vividos a través de una «normalidad» del
por ser contingentes, son 'relativos' y no aparecen nunca a priorí
comportamiento intersubjetivo. Los «significados» están dados,
como el valor supremo, que no podría entrar en concurrencia con
pero al mismo tiempo deben convertirse en «humanización»; esto
otro más elevado. Así, pues, por lo que se refiere a los valores
solamente se logra a través de un proceso de apropiación «nor-
(bienes), hay que preguntarse cuál es el valor preferible; lo cual
mal» y coherente. Por otra parte, la normatividad hace su apa-
significa que toda decisión categorial concreta —para no caer en
rición cuando entendemos a las personas en el horizonte de la
una absolutización de los contingentes— debe fundarse última-
intersubjetividad; la aceptación y el respeto al «otro» se convierten
mente en una decisión preferencial presidida por el valor supre-
en hontanar de cauces normativos para la mutua integración.
mo» (250).
2.°) Entendemos la norma sexual como la concreción valo-
rativa del significado de la sexualidad a través del modelo 4.°) Teniendo en cuenta lo precedente, las normas sexuales
moral. En el fondo de toda norma existe la aceptación del sig- han de formularse y entenderse del siguiente modo: a) no
nificado de la sexualidad (la comprensión del fenómeno sexual); como normas deontológicas, es decir, como expresiones de una
tal aceptación supone apoyar el juicio moral y la norma sobre un «moralidad absoluta»; b) sí con «validez general», es decir, «en la
valor pre-moral o sobre lo que los escolásticos llamaban «bien mayoría de los casos»; c) y con una función dinámica y pedagógica,
físico». Este «orden del ser» pasa al «orden del deber-ser» (orden es decir, como expresiones generalizadoras del modelo moral que
moral) a través del modelo moral, es decir, cuando la compren- ha de ser apropiado por cada persona en la realización concreta de
sión de la sexualidad condiciona al mundo personal; únicamente su vocación responsabilizada.
entonces el valor premoral («bien físico» u «orden del ser») pasa a A partir de estos criterios se puede y se debe hablar de normas
ser valor moral («bien moral» u «orden del deber-ser»). La «fuerza sexuales sin caer ni en el relativismo estéril ni en el abstraccionis-
mo irreal. Ni moral relativa ni moral de principios, sino moral de la
(248) B. HÁRING, Sessualitá: Dizionario enciclopédico di Teología Morale persona-en-situación.
(Roma, 19732), 930-931.
(249) J . L. PINILLOS, La liberación sexual: Iglesia Viva 31 (1971), 7-15. (250) B'dCKLE, a. c , 517.
452 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 453

2. AUTOEROTISMO: VALORACIÓN ANTROPOLÓGICA Y MORAL erotismo. Atti del Symposium di Ariccia (Roma, 1964). V. E. VON
GEBSATTEL, Phánomenologie und Psychopathologie der Onanie:
A. ALTEENS, La masturbación en los adolescentes (Barcelona, Katechetischen Bláttern 75 (1950), 372 s.
1970). R. ANGERMAIR, Moral und Pastoraltheologie zum Onanie-
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tés contemporaines (París, 1953), 243-290. A. AUER, La mastur- Tratando de estudiar la masturbación como un problema an-
bación: reflexiones de ética sexual: Etica y medicina (Madrid, tropológico, hay que someterla a diversos niveles de consideración
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CALLIERI, L'autoerotismo: riflessioni medico-psicologiche: Ele-
menti di Medicina e Psicología Pastorale II (Várese, 1969), 205- ciones y hasta los fallos de las estadísticas sobre el comporta-
217. Ch. E. CURRAN, Masturbation and objectively Grave Matter: miento sexual humano, no se puede dejar de reconocer el por-
A new look at Christian Morality (Notre Dame, 1968), 201-221. centaje elevado de la práctica masturbatoria (251).
H. ELLIS, Estudios de psicología sexual I (Madrid, 1913). H.
La gran frecuencia de la masturbación es un dato a tener en
FLECKENSTEIN, Die sittlich-religiose Schuld des einzelnen onanis-
tischen Aktes: Katechetischen Bláttern 77 (1952), 305 s. A. HES- cuenta. Sin embargo, no es decisivo el criterio estadístico para
NARD, Manuel de Sexologie (París, 1951), 262-285. M'. HUF- establecer la normalidad o anormalidad de un determinado com-
TIER, Peché grave et masturbation: Ami du clergé 78 (1968), 715- portamiento. Es necesario plantear el problema a otros niveles de
750. A. R. KOSNICK, The Imputability of Acts of Masturbation una explicación completa.
among Males (Roma, 1961). J . M. MATEU ARAGONÉS, La
sexualidad de la adolescencia: el problema de la masturbación. Si desde un simple criterio estadístico podemos decir que la
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míletic and Pastoral Review 60 (1959/1960), 527-540; The Priest en su dimensión humana integral. La estadística no es la única
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sexuels de l'adolescence (París, 1956), 141-158. VARIOS, L' auto- (251) Ver el resultado de varias estadísticas en: M. VIDAL, Moral del
amor y de la sexualidad (Salamanca, 19722), 339-347.
454 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 455

moral y una educación basadas en el miedo de tales consecuencias de hacer el juicio moral sobre la masturbación. Pero, por otra
es totalmente inadmisible, por carecer de apoyo real. parte, esa afirmación no puede ser generalizada y decir que la
Es necesario despejar del horizonte una serie de prejuicios masturbación, en cuanto fenómeno humano total, es algo «nor-
morales y educacionales provenientes de una pseudociencia exa- ma!». Una cosa es la valoración estrictamente médico-biológica y
gerada. En efecto, «en contra de un prejuicio muy esparcido toda- otra la valoración completa de un fenómeno humano.
vía y tenaz, a pesar de la evidencia, pensamos que la masturba-
ción no ofrece ningún peligro ni ningún inconveniente en cuanto a 3. °) Consideración psicológica
la salud física se refiere, excepto en casos extremos de frecuencia
La masturbación es también, y sobre todo, un fenómeno psí-
excesiva (252).
quico. Es un hecho dentro de la estructura y de la evolución del
Dentro de una consideración estrictamente biológica, «la mas- psiquismo humano. ¿Qué valoración merece a ese nivel?
turbación se presenta al comienzo de la adolescencia como un
Antes de dar una valoración psicológica del fenómeno de la
fenómeno de carácter electivo, mientras que a medida que nos
masturbación es necesario someterlo a una serie de precisiones
acercamos y llegamos a la plena madurez sexual toma cada vez
para captar su auténtico significado. Las concretamos en los si-
más el significado de un fenómeno sustitutivo» (253). En la mas-
guientes apartados: causas, mecanismos psíquicos y tipología.
turbación «sustitutiva» del adulto (tanto del hombre como de la
mujer) no se siguen, de ordinario, ninguna clase de trastornos de Las causas que provocan el fenómeno de la masturbación lo
tipo médico. En la masturbación de la pubertad y de los años que siguen configurando desde un punto de vista psíquico-estructural;
le siguen inmediatamente aparece mucho menos el carácter «anor- por eso mismo han de ser tenidas en cuenta para valorarlo. Son
mal». El fenómeno masturbatorio puede considerarse como una de muy diversa índole. Algunos factores hereditarios pueden favo-
característica, aunque no obligatoria, del largo proceso de evolu- recer la predisposición al autoerotismo, pero no son los decisivos
ción sexual. La biología del adolescente, principalmente del ado- para explicar este hecho psíquico. Los factores hereditarios nece-
lescente varón, adquiere unas características tan determinadas sitan una determinación ulterior, que proviene de la acción del
«que constituyen el punto de partida del impulso a la masturba- sujeto y de la influencia del ambiente. La herencia temperamental
ción y explican su difusión casi universal en el espacio y en el influye en la mayor o menor predisposición autoerótica. En efecto,
tiempo. En resumidas cuentas, las glándulas del aparato genital en los introvertidos (tipo asténico) se advierte una mayor ten-
tienden a vaciarse de sus secreciones; por tanto, desde un punto dencia a la masturbación; en cambio, los extrovertidos (tipo atléti-
de vista estrictamente biológico, la eyaculación, espontánea o pro- co y pícnico) encuentran más fácilmente la manera de superar esa
vocada, representa una exigencia del organismo y —con tal que inclinación: mediante la compensación de la agresividad en el atlé-
no exceda determinados límites, en realidad muy elásticos— no da tico o mediante la compensación de la tranquilidad en el pícnico.
lugar a consecuencias dañosas» (254). Sin embargo, la herencia temperamental no explica totalmente el
fenómeno de la masturbación.
Dejando, pues, aparte los casos raros de signo patológico, la
masturbación no es algo anormal desde un punto de vista estric- Las causas son más bien de origen psicogénico. Enumeremos
tamente biológico. En primer lugar, no puede ser desconocida por algunas de ellas, deducidas del carácter evolutivo del impulso
los moralistas y educadores; ha de ser tenida en cuenta a la hora sexual en el hombre. Un ambiente familiar inadecuado suele ser
una causa general de la masturbación en el adolescente; el niño y
el adolescente necesitan de un clima de seguridad y de apoyo para
(252) M. ORAISON, Armonía de la pareja humana (Madrid, 1967), 19 poder abrirse al mundo de los demás; el clima familiar ejerce el
Ver afirmaciones similares en: J. J. LÓPEZ IBOR, Lecciones de psicología papel de atmósfera para este primer vuelo del hombre al mundo
médica, I (Madrid, 19686), 81; J. M. DEXEUS TRIAS DE BES, La sexuali-
dad en la práctica médica (Madrid, 1963), 51.
desconocido de los otros. Si no encuentra ese ambiente de segu-
(253) G. SANTORI, Compendio de sexología (Madrid, 1969), 157. ridad dentro de la familia, difícilmente se lanzará a esa aventura;
(254) Ibíd.. 158. más bien se encerrará dentro de sí mismo y empleará las energías
456 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 457

psíquicas, dadas para la apertura interpersonal, en orden a una hacer las siguientes distinciones según diferentes ángulos de
satisfacción compensatoria, dentro del propio mundo (autoerotis- consideración:
mo). Dentro del ambiente familiar ejercen suma influencia la figura
1.a) Considerada dentro de la dimensión evolutiva del indi-
del padre y la figura de la madre, tal como son captadas por el
viduo: la masturbación es diferente, en su estructura y significado
niño y por el adolescente. La no resolución perfecta del complejo
psicológicos, según las diversas fases de la evolución psicosexual.
de Edipo ¡ntroyectará en el psiquismo del niño la figura de un
El significado moral ha de atenerse también a esta diferencia fun-
padre «castrador», lo cual traerá como consecuencia necesaria el
damental. Es muy diferente la masturbación en un adolescente y
fenómeno masturbatorio. La figura de una madre excesivamente
en un adulto: tiene un significado psicológico diferente en uno y
exigente y absorbente produce en el niño una feminización psí-
otro dentro de la dinámica de evolución psicosexual.
quica, una disociación inconsciente entre el amor (de signo espi-
ritualista) y la necesidad sexual (de signo genital) y una timidez 2. a ) Considerada en su dimensión de presente, según los
ante el sexo opuesto; todo lo cual influye en la creación de un diferentes estratos de lo sexual: una masturbación puede de-
repliegue masturbatorio. Entre las causas más generalizadas de la finirse más directamente por el estrato biológico; en cambio, otra
masturbación hay que señalar, además, un ambiente escolar ha de ser definida por su estrato psíquico. La forma de existir
adverso y una socialización dificultada por diversas razones de concretamente hace que la masturbación tenga una significación
tipo personal y de tipo ambiental. De no menor importancia es la diversa según los casos.
causa de la seducción; de hecho, la masturbación suele tener su
origen en la iniciación práctica de un compañero. 3. a ) Por razón de su «normalidad» psicológica: la mastur-
bación puede no suponer trastornos psíquicos notables; en cam-
Los m e c a n i s m o s psíquicos, mediante los cuales se realiza el bio, en otros casos puede ser síntoma de fallos psíquicos. En la
fenómeno de la masturbación a nivel psicológico, deben ser teni- primera modalidad, la masturbación es un efecto de una desvia-
dos también en cuenta para darle una valoración adecuada. Den- ción moral; es síntoma de una actitud general egoísta, lo cual no
tro de tales mecanismos podemos distinguir los siguientes: «repre- tiene figura de enfermedad psíquica; esta actitud de egoísmo se
sión»; «fijación»; «regresión»; «progresión lenta». Aplicando estos desencadena por múltiples motivos: búsqueda del placer; debili-
conceptos generales al tema concreto de la masturbación nos en- dad; carencia de objeto sexual (caso de abstinencia forzosa). En la
contramos con diferentes configuraciones psicológicas. La repre- segunda modalidad, la masturbación es síntoma de un fallo psí-
sión es un mecanismo que posee el «ego» para defenderse de un quico; según sea la configuración del trastorno psíquico que está
contenido psíquico adoptando una forma diversa o camuflada. En en la base de la masturbación, así será la figura patológica de
algunas formas de masturbación puede observarse esta configu- ésta. Destacamos dos: la masturbación «neurótica» y la mastur-
ración represiva. El mecanismo de fijación se da cuando un acto bación «perversa». La primera es la que va unida a fobias y a
determinado ha supuesto un «choc» dentro del psiquismo y sigue obsesiones y que demuestra un defecto en el desarrollo psíquico;
«vivo» (sin digerir); más aún, se presenta como un modelo o la masturbación neurótica es vivida en un ambiente de angustia,
esquema de conducta rígido y estereotipado. En el fondo de mu- en un clima compulsivo-obsesivo. La masturbación perversa no se
chos hábitos masturbatorios hay que colocar un acto traumático, mide por el grado de perversión moral, sino por el grado de per-
como es, por ejemplo, una iniciación brutal realizada por un adulto versión en sentido psicológico (psicoanalítico); aparece principal-
en un niño. Los mecanismos de regresión y de progresión lenta mente en una estructura psíquica de signo «narcisista»: en estos
también pueden explicar muchas formas de masturbación. casos, el masturbador vivencia su sexualidad en el círculo cerrado
de su cuerpo, dentro de un ambiente de anomalía psíquica.
La precisión más importante para comprender el significado
psicológico de la masturbación es la de su tipología; o, dicho de 4. a ) Por razón de la frecuencia: se suele distinguir la mas-
una manera más sencilla, el conocimiento de las diversas clases de turbación accidental y la masturbación habitual. La diferencia no
masturbación. Dada la finalidad de nuestro estudio, nos interesa está principalmente en el número de actos, sino en la forma psi-
458 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 459

cológica adoptada. En la masturbación accidental no hay «fija- No se puede valorar por igual toda masturbación. No toda
ción» en un estado de crisis autoerótica y tampoco existe el pro- masturbación compromete del mismo modo la evolución y madu-
blema al abandonar una situación en la que han abundado los rez personal. Los moralistas solían dar una única valoración «obje-
actos masturbatorios. En cambio, la masturbación habitual «se tiva» a la masturbación. Desde una perspectiva psicológica, sería
instala de manera habitual y casi regular una o más veces por falsa esa univocidad de juicio. Por ejemplo, «la masturbación acci-
semana durante períodos que varían, según los sujetos, entre dental que puede producirse una o dos veces, apenas comprome-
algunos meses y algunos años. El problema es entonces diferente. te el porvenir; mientras que la masturbación rítmica, habitual, de
Se produce una «fijación» en un momento de crisis que no evolu- frecuencia rayana en una manifestación diaria, y de la que la per-
ciona, una especie de retraso anormal en la liquidación de la sona ya no puede librarse a pesar de toda su buena voluntad,
regresión autoerótica. representa una verdadera anomalía y un 'hándicap' real para la
evolución psicológica y sexual ulterior» (256).
5. a ) Tratando de precisar mejor la división anterior, se
puede admitir la distinción de Callieri-Frighi entre «acto mastur-
batorio», «comportamiento masturbatorio» y «estructura caracte-
rial masturbatoria». El acto masturbatorio se refiere a un acto que b) Valoración moral de la masturbación
conduce simplemente a la satisfacción sexual autoerótica; esta
forma se verifica con mayor frecuencia en la edad puberal, mien- 1. °) Anotaciones históricas
tras que en el adulto tiene función de «sustitución» del acto sexual Podemos dividir la historia de la doctrina moral cristiana sobre
normal. El comportamiento masturbatorio se da cuando el acto la masturbación en las siguientes etapas (257):
masturbatorio pasa de aislado a repetido, y de libremente actuado
se torna compulsivo u obsesivo. La estructura caracterial mastur- — Etapa de silencio (Antiguo y Nuevo Testamento). A pesar
batoria implica, además del comportamiento, una estructura psi- de los testimonios de la literatura greco-romana, no encontramos
cológica fallida en un sector no propiamente sexual, como puede en la Sagrada Escritura ningún pasaje en que se aluda al vicio de
ser un fallo de integración en algún rasgo esencial de la persona- la masturbación. El Antiguo Testamento no parece conocer esta
lidad fijada en un estadio más inmaduro. práctica. No se puede aducir a este respecto el caso de Onán, ya
que es otro sentido el que tiene este texto. El único texto vete-
Examinada a nivel psicológico, la masturbación es una realidad rotestamentario que a veces se invoca como alusivo a la mastur-
psíquica de gran complejidad. Sin embargo, existe en ella algo bación no es claro y está, sin duda, mutilado. Es el de Sir 23,
común que la define como entidad psicológica: es una crisis de' 16-17 (258).
«repliegue sobre sí mismo». Mientras que el hombre madura en la
Tampoco en el Nuevo Testamento existe una alusión clara y
apertura hacia los demás, la masturbación es una acción que lo
explícita a la masturbación. Los manuales de moral aducen diver-
enclaustra dentro de sí mismo.
sos textos: 1 Cor 6, 9-10; Ef 5, 3; Gal 5, 19-21; pero ninguno de
Este significado negativo de la masturbación se advierte de un ellos condena directamente la masturbación. Los términos malakoi
modo claro en la época de la adolescencia. La situación del ado- y akazarsia no se refieren directamente a la práctica de la mas-
lescente es muy compleja, sobre todo en lo que respecta a su turbación, cuyo vocabulario era bien preciso en griego. La aka-
deber de integración social. Ante la dificultad normal que va
inherente a esta apertura, el adolescente puede tomar el camino
(256) Ibíd., 19.
fácil del autoerotismo, «tenderá a desviarse hacia el placer solitario (257) Seguimos de cerca el estudio de A. PLÉ, La masturbation. Réfle-
que se proporciona a sí mismo, en el circuito cerrado, como para xions théologiques et pastorales: Le Supplément 77 (1966), 259-269.
abstraerse y defenderse del mundo que le circunda, un mundo (258) Frente al silencio del Antiguo Testamento, resalta la severidad de la
incomprensible, incomprensivo y hostil» (255). tradición talmúdica; se compara la masturbación al homicidio (Talmud de
Babilonia, Niddah, 13 a). Cfr. L. M. EPSTEIN, Sex-Law and Customs in
(255) M. ORAISON, Armonía de la pareja humana (Madrid, 1967), 18. Judaism (New York, 1948).
460 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 461

zarsia es un término general que abarca toda clase de impureza; — Época de los «libros penitenciales» (Alta Edad Media).
en cambio, el término malakoi se refiere a los depravados o afe- En los catálogos de penitencias de los «libros penitenciales»
minados. La traducción de la Vulgata de malakoi por «molles» hace su aparición el pecado de la masturbación. Es descrita con
pudo dar origen a conectar este término con la masturbación, una fórmulas crudas y con detalles propios de una época bárbara. Sin
de cuyas traducciones latinas era «mollities». embargo, habida cuenta de las penitencias infligidas, es conde-
— La « p o l u c i ó n n o c t u r n a » : exigencia de pureza ritual nada con menos severidad que los otros pecados de las carne;
(santos padres y época monacal). En los padres de la Iglesia en- otro detalle interesante es que se dan penitencias más severas
contramos el mismo silencio que en la Sagrada Escritura con res- para los adultos que para los adolescentes.
pecto al tema de la masturbación. «Los padres de la Iglesia han El Penitencial de San Columbano impone a los masturbadores
silenciado prácticamente el tema de la masturbación. Tampoco se dos años de penitencia (tres años si es clérigo o monje); otro
hace mención de la masturbación en relación con la penitencia penitencial irlandés impone cien días de penitencia para una mas-
pública en la primitiva Iglesia» (259). A idéntico resultado llega Pié turbación, pero siete años si se trata de un habituado (precisa que
después de haber examinado los escritos de los primeros monjes: estas penas deben ser reducidas a la mitad para los jóvenes de
«He encontrado en ellos, ciertamente, muchos pasajes sobre los doce a veinte años) (263). El penitencial alemán Reginón de
pecados de la carne, sobre todo de imaginación, y también algu- Prum (a. 915) inflige 40 días de penitencia al adolescente masturba-
nos textos sobre las poluciones nocturnas, pero nada sobre la dor y 100 días al adulto (264). Parecidas penas encontramos en el
masturbación. Y, sin embargo, hay pasajes en los cuales, de una penitencial de Burcardo (265).
manera natural, se esperaría verla mencionada» (260). A esta regla
— Etapa precientífica. — Con san Alberto Magno y con san-
general hay que colocar una excepción; en un texto de Casiano se
to Tomás la moral sexual da un viraje notable: a partir del influjo
alude claramente a la masturbación (261).
aristotélico se considera la sexualidad como una «facultas natura-
Como contrapartida a este silencio de los escritores cristianos lis»; el acto sexual es «natural» y de por sí bueno y exento de
con relación a la masturbación hay que señalar su preocupación pecado.
por las «poluciones nocturnas» (262). ¿A qué se debe esto? A su
afán por la pureza de tipo ritual. Aparecen categorías rituales vete- «Los teólogos de los siglos XII y XIII parecen más preocupados
rotestamentarias; se mezcla lo «puro» e «impuro» (ritual) con lo por el problema de las poluciones nocturnas que por el de la
«sacro» y lo «moral» (en sentido personalista cristiano). Por eso se
insiste en la pureza sexual ( = pureza ritual) en orden, sobre todo, (263) «1. Qu¡ saepe cum masculo aut pecorfbus coierit, X annis paeniteat.
a la comunión eucarística. Por desgracia, esta concepción ha teni- 2. Viri inter femora fornicantes, II ann. paeniteat. 3. Manu vero semetipsos
coinquinantes, C diebus, iterantes consuetudine. Vil annis paeniteat. 4. For-
do una larga influencia en la moral sexual y en la práctica cristiana nicantes labiis, quod dicitur scelus, primo, III anni, iterantes consuetudine. Vil
y no ha desaparecido todavía plenamente. anni paeniteant. Pueri autem, XII anni usque ad vigentesimum, praefata scele-
ra facientes dimedio paenitentiae supra dictae juxta alios puniendi fiunt; jú-
(258) Ch. E. CURRAN, Masturbation and Objectively Grave Matter: niores vero levius vindicandi.» Texto en L. BIELER, The Irish Penitentials
A new look at Christian Morality (Notre Dame, 1968), 213. (Dublín, 1963), 220, citado por A. PLÉ, a. c , 264.
(260) A. PLÉ, a. c , 262. (264) p L 132, 332-333.
(261) «Hay tres clases de lujuria. La primera consiste en la unión del hom- (265) «Fecisti solus tecum fomicationem, ut quidam faceré solent, ita dico
bre y de la mujer. La segunda es la que se realiza sin contacto femenino... La ut ¡pse tuum virile membrum in manum tuam acciperes, et sic duceres praepu-
tercera es el pecado de pensamiento y de deseo»: Conferencias, V, 2. tiurn tuurn, et manu propia commoveres ut sic per delectationem semen a te
(262) Desde SAN GREGORIO MAGNO (cfr. Epístola 64: PL 77, 1198- projiceres? Si fecisti, X dies in pane et aqua paeniteas.
1120) hasta GUILLERMO DE AUXERRE (cfr. Supplementun tractatus novi «Fecisti fomicationem, ut quidam faceré solent, ut tuum virile membrum in
poenitentiae, c. 20), no hay autor medieval que no se ocupe de este tema. lignum perforatum, aut in aliquod hujusmodi mitteres ut sic per illam commo-
En SANTO TOMAS, cfr. ST 2-2, q. 154, 5; 3, q. 80, 7; De veritate, 28, 3 7- tionem et delectationem a te semen projiceres? Si fecisti, XX dies in pane et
lnlVSent.,9,4,1,2, aqua paeniteas» (PL 140, 965-968).
462 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 463

masturbación» (266). Sin embargo, condenan la masturbación severa, sino también excesivamente rígida, que después se ha
como un acto que va contra la finalidad propia otorgada por Dios generalizado entre los moralistas y educadores» (271).
al semen humano (267). La naturaleza ha dado el semen humano Recordemos algunos rasgos de la enseñanza de los educado-
para la producción de un nuevo ser; «desperdiciarlo» inútilmente res. Sobre todo en el siglo XIX hubo una profusión de publi-
es ir contra la misma naturaleza. caciones en que se exponían todas las enfermedades que venían
La moral sexual se apoyaba en concepciones precientíficas de de la masturbación: apoplegía, epilepsia, espasmo, temblor, gota,
la sexualidad. Sobre la naturaleza, la formación y evacuación del tabes dorsal, etc. (en la mujer: histeria).
esperma se sostuvieron ideas muy curiosas. El esperma es un Entre los libros y autores que más influjo tuvieron en este
«plus» producido por los alimentos («semen est de superfluo ali- aspecto conviene recordar los siguientes: Bekkers al comienzo del
menti generantis») (268); hay ciertos alimentos, como la carne, la siglo XVII, en Inglaterra, publicó un libro sobre el «onanismo», que
leche y los huevos, que son más próximos al cuerpo humano y alcanzó más de ochenta ediciones; Tissot, doctor en medicina,
cuya ingestión produce un «plus» («plus superflui») que se trans- publicó un tratado en 1760, que se hizo clásico, «sobre las en-
forma en materia de semen; por eso la Iglesia prescribe su absti- fermedades producidas por la masturbación»; Rousseau y Voltaire
nencia para los que ayunan, a fin de no tener excitantes excesivos se alinearon también en el mismo sentido.
de lujuria (269). La mujer no produce esperma, ya que la «super-
A lo largo de todo el siglo XIX, numerosos sacerdotes, pre-
fluitas» que emite es una cosa imperfecta en el género de se-
dicadores, padres y educadores aceptaron esos errores y exagera-
men (270). Según san Alberto Magno, el semen sale del corazón y
ciones y las constituyeron en criterios de educación entre el clero y
del cerebro; es el sistema nervioso quien lo produce; y por los
entre los fieles. No vamos a recordar «detalles» de este tipo de
nervios corre hacia fuera. Una emisión moderada del semen no
educación, cuyas influencias, por otra parte, no son todavía tan
daña ni debilita al cuerpo (la naturaleza ha previsto la evacuación
lejanas (272). Únicamente queremos insistir en la importancia de
normal de lo superfluo mediante la polución nocturna); en cam-
esta obsesión colectiva que se dio en todos los ambientes. «Es un
bio, una emisión inmoderada produce debilidad y enfermedades,
verdadero hecho cultural, cuya importancia no se puede mini-
ya que echa fuera aquella parte del alimento que estaba destinada
mizar» (273).
a la nutrición del organismo.
Con estas concepciones precientíficas de la polución nocturna 2.°) Crítica de la moral casuista
y de la masturbación no es de admirar que fundasen la inmora- Nos fijamos en dos aspectos: noción de masturbación y su
lidad de la masturbación en razones y argumentos que hoy día valoración moral.
carecen de valor científico.
La definición de masturbación padece los defectos generales
— Época de «obsesión colectiva» por el tema de la mas- que tiene toda la moral sexual de los casuistas. El primero y más
turbación.—Podemos afirmar que desde el Renacimiento ha exis- fundamental es el del «reduccionismo biológico»; la sexualidad es
tido entre los educadores y moralistas una especie de obsesión reducida a genitalidad, y la masturbación es considerada en su
ante el fenómeno de la masturbación. «Parece que ha sido Gersón dimensión puramente biológica. Más arriba hemos visto cómo el
el primero que ha tratado esta cuestión con la actitud no sólo fenómeno de la masturbación ha de ser valorado por su dimensión
psíquico-existencial. Al reducir la masturbación a su nivel biológico

(266) PLÉ, a. c , 265. (271) A. PLÉ, a. c , 265.


(267) SANTO TOMAS, ST 2-2, q. 153, 2 y 3 ad 1. (272) En sus Memorias, recuerda M. ORAISON la advertencia de una
(268) Cfr. SAN ALBERTO MAGNO, De animalibus, 1, XIV, tract. 2 («De gran dignidad de la Curia romana: «Para la pureza en los seminarios nada hay
natura spermatis»). como el terror, los 'spaghetti' y las alubias verdes»: Reconciliación. Memo-
(269) SANTO TOMAS, ST 2-2, q. 147, 8; cfr. De malo, 14, 3 ad 3. rias (Salamanca, 1969), 195.
(270) SANTO TOMAS, ST3, q. 31, 5 ad 3. (273) A. PLÉ, a. c , 269.
464 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 465

se tiene que insistir en aspectos demasiado concretos: emisión o Pío XII condenó varias veces la masturbación procurada con
no emisión del semen. Por eso mismo nos parece inadecuada la fines médicos (275).
identificación de masturbación con polución. Como se ve, la prueba del magisterio eclesiástico no es clara ni
En el fondo de esta noción de masturbación que dan los contundente para mantener el aserto de la gravedad «ex toto
manuales de moral casuista hay una falta de antropología sexual genere suo» de la masturbación.
adecuada. No podemos continuar basando la moral en una apo- El consentimiento unánime de los moralistas ha de ponerse a
yatura antropológica deficiente. prueba en las razones teológicas que aportan. Como dice Zal-
En cuanto a la valoración moral hay dos aspectos que no ba (n. 1427), no todos dan pruebas definitivas, ya que parten de
nos parecen suficientemente claros y bien probados: la gravedad una definición no exacta de lujuria en general y de masturbación
absoluta («ex toto genere suo») de la masturbación y la argumen- en particular. No vamos a recordar todas las razones que se han
tación que se emplea para probar el aserto. dado para probar la gravedad «ex toto genere suo» de la mastur-
En cuanto a las pruebas, hay que descartar las citas de la bación. Antiguamente se insistía en motivos que hoy día ya no
Sagrada Escritura, ya que, según hemos visto, existe un silencio convencen a los moralistas: 1) la «pérdida» del líquido seminal (la
en ella a este respecto. En cuanto al magisterio eclesiástico, se naturaleza es «pródiga»; y si esa fuera la razón formal de la gra-
aducen dos proposiciones condenadas por Alejandro Vil e Inocen- vedad, ¿cómo declarar ilícita la masturbación femenina y la mascu-
cio XI y una respuesta negativa del Santo Oficio. Entre las 45 lina sin emisión del semen, o ¿cómo declarar lícita la actividad
proposiciones condenadas por Alejandro Vil en 1665 «como escan- sexual de los casados sin procreación inmediata?); 2) el «peligro
dalosas por lo menos», la proposición 24 se refiere a la masturbación; para la especie», ya que, si no estuviera prohibida la masturbación
y entre las 65 proposiciones condenadas por Inocencio X I , «ut mí- bajo pecado grave, los hombres no se tomarían las cargas del
nimum tanquam scandalosae et ¡n praxi perniciosae», la proposi- matrimonio y de la procreación (276). (aparece aquí la concepción
ción 49 también se refiere a la masturbación. Helas aquí: de la sexualidad como una «trampa» de Dios para que se tengan
hijos); 3) si la fornicación es ¡lícita porque va en contra de la
Mollities, sodomía et bestialitas sunt peccata eiusdem speciei educación de la prole, con mayor razón debe estar prohibida la
infimae, ideoque sufficit dicere in confessione se procurasse masturbación, ya que va en contra de la generación de la pro-
polutionem (Dz 2.044). le (277); 4) la satisfacción completa del placer venéreo fuera del
Mollities iure naturae prohibita non est. Unde, si Deus eam acto conyugal es ¡lícita (pero ¿cómo se puede declarar ¡lícito el
non interdixisset, saepe esset bona et aliquando obligatoria sub
mortali (Dz 2.149). placer si el acto, al que acompaña necesariamente, no es ¡lícito?).
Los autores más recientes abandonan esos argumentos y bas-
Estas proposiciones, tan exageradas, están tomadas de Cara-
can una «razón formal» por la cual aparezca como ¡lícita toda
muel, «el príncipe de los laxistas»; hay que entenderlas dentro del
masturbación, sea masculina, sea femenina, sea dentro o fuera del
clima de lucha entre laxistas y rigoristas. Pero no prueban en
matrimonio. La masturbación es intrínsecamente grave en cuanto
absoluto que la masturbación sea pecado mortal «ex toto genere
supone una inversión del orden natural en una materia muy grave,
suo». El objeto de la condena no es precisamente ése, sino otro
concretada en la perturbación del fin natural y necesario de la
más general y mucho más extraño.
propagación de la especie con la actuación separada y completa
La respuesta negativa del Santo Oficio (1929) se refiere a la
obtención del esperma mediante una masturbación directa para un
examen médico: Utrum licita sit masturbatio directe procurata ut (275) AAS 45 (1935), 678; AAS 48 (1956), 472-473.
obtineatur sperma quo contagiosus morbus «blenorragia» detega- (276) BILLUART, diss. VI, a. 11.
(277) «Haec mérito est damnata: si enim fornicatio est mala, quia est contra
tur et, quantum fieripotest, curetur? Resp. Negative (274).
educationem prolis; peior est pollutio, quia est contra prolis generationem»:
SAN ALFONSO, Theologia moralis, lib. III, tract. IV, c. II, n. 476: edición
(274) AAS 21 (1929), 490. GAUDÉ (Roma, 1905), I, 698.
30. Etica de la persona
466 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 467
de la facultad generativa. La masturbación va en contra del «finís condicionamientos personales y formar una valoración universal-
operis» (finalidad objetiva) del acto de la facultad generativa, que es mente válida desde el punto de vista objetivo. Lo único que se
el bien de la especie y no el bien del individuo. puede decir es que la masturbación, en cuanto representa una de las
Todos estos argumentos tienen los mismos fallos que cons- figuras o uno de los cuadros del esquema de fallos sexuales, es de
tatamos en la definición de la masturbación. Se ve la grave- gran importancia. Pero no se puede traducir esa apreciación en tér-
dad moral de la masturbación a partir de una consideración ex- minos de validez universal, aplicable a cada caso concreto.
cesivamente biologicista y no a partir de la consideración de la
Las condiciones personales que introducen esa variabilidad
misma como una acción «integralmente humana». A idéntico rigo-
objetiva dentro de la masturbación podrían resumirse en dos
rismo ha conducido una consideración de la masturbación dentro
aspectos de la estructura sexual humana. En efecto, es necesario
de un concepto general de sexualidad en ordenación excesiva a
introducir en la estructura sexual de la masturbación los aspectos
la procreación. Si la sexualidad tiene que ser vista en orden a la
temporal y espacial, entendiendo aquí «espacio» y «tiempo»
relación interpersonal y en orden a la madurez de la propia per-
como dos categorías humanas.
sona, también el fallo de la masturbación ha de medirse desde
esos criterios y no por su exclusivismo biológico ordenado a la La categoría temporal nos dice que la masturbación parti-
procreación. Por otra parte, esa concepción biologicista depende cipa de la realidad evolutiva de la sexualidad humana. La mas-
—en su mayor parte— de ideas precientíficas acerca de la fisiología turbación se diversifica objetivamente según el momento en que
sexual, según las cuales se le concedía toda la importancia al se coloque dentro de la dinámica personal de la sexualidad hu-
semen masculino y se miraba cualquier pérdida del mismo con una mana. La categoría espacial nos dice que la masturbación engloba
actitud temerosa de trasfondo tabuístico. diversos valores y compromete diferentes estratos de la perso-
nalidad humana: el estrato biológico, el estrato psicológico, el
3.°) Hacia un nuevo planteamiento estrato personal. Según sea un estrato u otro el que prevalezca,
así habrá que valorar la masturbación. Correlacionando la catego-
Los intentos en busca de una nueva solución aportan nueva ría temporal con la categoría espacial nos encontraremos con la
luz sobre el problema (278). El mérito mayor que poseen es haber dimensión real auténtica de la masturbación en cuanto fenómeno
establecido un puente de diálogo entre la moral y la psicología humano; a distinta etapa de la evolución dinámica sexual suele
sexual. La valoración moral cristiana no puede seguir apoyándose corresponder la prevalencia de un estrato humano determinado.
sobre esquemas de una antropología sexual precientífica, ya supe- Por ejemplo, algunas masturbaciones en la época de la adoles-
rada. cencia o juventud suelen estar condicionadas prevalentemente por
Nuestra posición se basa en cuanto dijimos en la primera parte la carga del estrato biológico.
sobre la valoración antropológica de la masturbación. Podríamos El moralista tiene que asumir estas categorías de la antro-
concretarla del siguiente modo: pología sexual y «traducirlas» en lenguaje moral. La inmoralidad de
- No se puede hacer una valoración abstracta de la mastur- la masturbación reside en comprometer la evolución armónica
bación, en el sentido de que prescinda de las condiciones perso- de la dinámica personal. La masturbación compromete la madu-
nales en que se da. Estas condiciones personales —y éste es ración progresiva de la personalidad, que es uno de los impera-
nuestro matiz particular del problema— no han de considerarse en tivos básicos del hombre en cuanto ser sexuado; al mismo tiempo,
la línea de la mayor o menor advertencia y libertad (dentro de los compromete la armonización de los distintos valores o estratos de
principios de la moral fundamental), sino como elementos obje- la personalidad, es decir, compromete la integración de la per-
tivos de esa realidad moral que es la masturbación. Por eso afir- sona, base de la integración interpersonal y de la integración con
mamos que no es correcto hacer «abstracción objetiva» de los la trascendencia.
En esa frustración de la evolución armónica de la persona-
(278) Ver la recensión de estas opiniones en: VIDAL, o. c , 360-366. lidad puede existir un más y un menos. Esta variabilidad cuali-
468 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 469

tativa depende de varios factores: de la intensidad de un acto; del Gegenwart 15 (1972), 63-77; Rapporti sessua/i prematrimonial/' e
número de acciones; del momento evolutivo en que se coloque mora/e (Francavilla, 19732). G. HIGUERA, Puntos teológico-morales
discutibles del Catecismo holandés: el matrimonio: Sal Terrae
dentro de la dinámica personal; del estrato humano que más com- 59 (1971), 325-328. K. KRIECH, Vorehelicher Geschlechtsverkehr
prometido quede. Traduciendo estas consideraciones en lenguaje in moraltheologischer Sicht. Eine Zwischenbilanz: Schweizerische
moral, tenemos que admitir que en el pecado de masturbación Kirchenzeitung 19 (1970), 274-278. F. V. MANNING, The Human
existe un más y un menos; no hay una medida única y absoluta. Meaning of Sexual Pleasure and Morality of Premarital Inter-
course: American Ecclesiastical Review 165 (1971), 18-28; 166
— De los principios anteriormente expuestos se derivan m u - (1972), 3-21, 302-319. R. A. McCORMICK, Notes on Moral Theo-
chas aplicaciones. He aquí algunas de ellas, nada más que logy: Theological Studies 34 (1973), 77-92. F. OERTEL y otros,
enumeradas. De por sí no todo acto de masturbación compromete L/'ebe vor der Ehe? Beitrage zur Diskussion über vorehe/iche Ges-
gravemente la evolución armónica de la personalidad, y, por tanto, chlechtsbeziehungen (Essen, 1969). G. PERICO, Riflessioni mora/i
no todo acto de masturbación es «materia objetivamente grave». sui rapporti prematrimonial/': La famiglia 4 (1970), 105-112. P.
PIVA, Problemi del matrimonio (Montova, 1971), 65-76. P. RAM-
La masturbación ha de medirse moralmente ante todo por sus
SEY, A Christian Approach to the Question of Sexual Relations
valores personales, de integración personal y de comunicación Outside of Marriage: Journal of Religión 45 (1965), 100-118. R. R.
interpersonal. La edad evolutiva ha de ser tenida muy en cuenta ROACH, Sex in Christian Morality: Way II (1971), 148-161, 235-
en el momento de valorar la masturbación; tiene aplicación este 242. L. ROSSI, Relaciones prematrimoniales: Diccionario enciclo-
principio de una manera particular para la masturbación en la pédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 921-930. B. SCHLECH-
adolescencia (279). TENBERGER, Vor und ausserhelicher Verkehr. Die Stellung der
katholischen Moraltheologen seit Alphons von Liguori (Rems-
cheid, 1970). V. SCHURR-H. G. POHLMANN, Vorehelicher Se-
xualverkehr?: Theologie der Gegenwart 11 (1968), 207-216. V.
3. RELACIONES SEXUALES PREMATRIMONIALES: SCHURR, Wieder Klandestine Ehen?: Theologie der Gegenwart
Aproximación moral 13 (1970), 172-174. Sexo y moralidad. Informe al Consejo Britá-
nico de las Iglesias (octubre de 1966) (Madrid, 1968). C. J .
A. BAEN, Nuestra actitud ante el incremento de las relaciones SNOEK, Matrimonio e institucionalización de las relaciones sexua-
prematrimoniales: Revista del Instituto de la Juventud 24 (1969), les: Concilium 55 (1970), 271-282. D. TETTAMANZI, Rapporti
55-74. R. B. BELL, Vorehe/iche Sexualitát (Reinbek, 1968). F. prematrimonial/e mora/e cristiana (Milano, 1973). A. VALSECCHI,
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Al tema de las relaciones sexuales prematrimoniales le hemos
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365-387. T. GOFFI, Relaciones prematrimoniales entre novios: dedicado la atención en otras publicaciones: Moral del amor y de
Etica sexual cristiana (Salamanca, 1974), 107-116. B. H&RING y la sexualidad (Salamanca, 1972 2 ), 368-393, Ediciones Sigúeme;
otros, Mesa redonda sobre las relaciones prematrimoniales, en Moral y sexualidad prematrimonial (Madrid, 1972) Editorial P. S.;
Moral y hombre nuevo (Madrid, 1969), 256-267. B. HÁRING, Hacia un replanteamiento moral de la sexualidad prematrimonial: en
Mein Interview mit dem «Spiegel». Sittliche Beurteilung des vore- F. Bóckle-M. Vidal-J. Kóhne, Sexualidad prematrimonialM Salaman-
helichen Sexualverkehrs: Theologie der Gegenwart 13 (1970, 123-
ca, 1974), 147-196, Ediciones Sigúeme. Aquí recojo algunos aspec-
125; Vorehe/iche geschlechtliche Vereinigung?: Theologie der
tos más generales, remitiendo a los estudios mencionados para
un desarrollo más profundo y extenso.
(279) Recordamos que recientemente se ha expresado el magisterio ecle-
siástico sobre la moralidad de la masturbación a través de la Declaración de
la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, n. 9: Ecclesia 1.773
(17 enero 1976), 10.
470 MORAL OE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 471
a) El hecho de las relaciones prematrimoniales 2.°) El modo de vivir la sexualidad en el mundo de hoy
(Aproximación psicosocial)
Si ha variado la comprensión de la sexualidad, más todavía ha
El hecho de las relaciones sexuales prematrimoniales es pa- cambiado el modo de vivirla en el mundo de hoy. Dejando aparte
tente. Y este hecho pide una palabra de iluminación a la concien- las variaciones en el costumbrismo sexual y admitiendo la erotiza-
cia moral cristiana. He ahí la formulación de un interrogante plan- ción de la sociedad como telón de fondo, existen algunos rasgos
teado agudamente a la teología moral en la hora actual. que configuran de un modo especial el comportamiento sexual de
los hombres de hoy. Tales son, por ejemplo, la decadencia de las
El comportamiento sexual preconyugal puede ser considerado,
formas institucionalizadas de comportamiento a favor de una
en primer lugar, de una manera fáctica. A este nivel, las estadís-
mayor libertad en los criterios individuales; la privatización de las
ticas nos hablan de un índice elevado en la práctica de las re-
experiencias amatorias; la psicologización de la sexualidad; la sa-
laciones prematrimoniales. Dejando aparte otras encuestas de
tisfacción sexual como normal exigencia convencional y como
menor importancia (280), baste recordar los resultados de las
índice de madurez humana y social. Por otra parte, dentro de una
realizadas por Kinsey (281) en Estados Unidos, Schofield (282) en
clave consumista la sexualidad se vive como un producto más de
Inglaterra, y Giese-Schmidt (283) en Alemania.
consumo, como un juego, como una realidad insignificante, con
El aumento estadístico de las relaciones sexuales prematrimo- los rasgos neuróticos de la exacerbación obsesivo-compulsiva, y
niales está condicionado por múltiples factores. Tratando de seña- hasta con una caída en lo absurdo.
lar los principales, enumeraríamos los siguientes:
No es de extrañar que esta manera de vivir la sexualidad en el
1.°) La comprensión actual de la sexualidad mundo de hoy tenga grandes repercusiones sobre el planteamiento
fáctico y teórico de las relaciones sexuales prematrimoniales.
Se ha pasado de una comprensión de la sexualidad como
«genitalidad» a la sexualidad como «dimensión integral» de la
3. °) La nueva situación socio-cultural de la juventud
existencia humana, de la sexualidad como «función procreativa» a
la sexualidad como «expresión o lenguaje» de la persona, de la En el problema de las relaciones sexuales prematrimoniales
sexualidad como «placer» a la sexualidad como «comunicación repercuten también algunos factores que marcan la situación socio-
interpersonal», de la sexualidad como «bien referido al matrimo- cultural de la juventud actual. De estos factores, destacamos los
nio» a la sexualidad como «valor autónomo». Estas variaciones en siguientes: la liberación social de la joven (en la educación, en el
la comprensión de la sexualidad han tenido y seguirán teniendo trabajo, en la vida de diversión, en la vida social); la independencia
grandes repercusiones en los comportamientos previos al ma- de vida, y hasta la suficiencia económica, de los jóvenes de hoy; el
trimonio. adelanto de la pubertad y la prolongación de la juventud, el
retraso del matrimonio por razones socio-económicas y de estudio.
(280) Ver estas encuestas en: A. BAEN, Nuestra actitud ante el incre- Estos y otros factores del montaje social presente, dentro del
mento de las relaciones prematrimoniales: Revista del Instituto de la Ju- cual los jóvenes tienen que vivir su amor, provocan la práctica de
ventud 24 (1969), 55-74; y en B. STRATLING, Sexualidad, ética y educa-
ción (Barcelona, 1973), 219-222. las relaciones sexuales prematrimoniales. Por una parte, la etapa
(281) A. C. KINSEY-W. B. POMEROY-C. E. MARTIN, La conducta se- del noviazgo se prolonga excesivamente, y, por otra, los incenti-
xual del hombre (Buenos Aires, 1967); A. C. KINSEY-P. H. GEBHARD, La vos de una sociedad supererotizada originan una tensión hacia la
conducta sexual de la mujer (Buenos Aires, 1967). relación sexual. Ante esta situación ¿no son comprensibles las
(282) M. SCHOFIELD, The sexual behaviour of young people (Long- relaciones sexuales prematrimoniales?.
mans, 1965).
(283) H. GIESE-G. SCHMITT, Studenten-Sexualitait. Verhalten und Eins- En este sentido podemos admitir que nuestra sociedad ha
tellungen (Hamburg, 1968). fracasado hasta ahora en resolver las recientes tensiones impues-
472 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 473

tas a los jóvenes por una temprana madurez y lo prolongado de la que procede de W . Reich (288), viene a calificar la actual situación
formación (284). del comportamiento sexual en cuanto que éste lleva una intencio-
nalidad: la de liberar al hombre de tabúes represivos (tabúes
4.°) La nueva manera de entender el noviazgo directamente sexuales, y tabúes políticos, económicos, culturales,
El noviazgo es una institución pobre tanto en lo jurídico (civil y religiosos, etc.) y hacer de él una persona libre en una sociedad
canónico) como en lo socio-cultural y religioso (285). Más aún, en no-represiva. La manera concreta de interpretar y de encauzar
la situación presente se advierten síntomas claros de evolución tácticamente esa intencionalidad liberadora asume distintas moda-
dentro de dicha institución. lidades crítico-utópicas: liberar la sexualidad de las nuevas técnicas
Frente a una imagen «tradicional» de noviazgo, que algunos de manipulación que utiliza el neocapitalismo; postular una «socie-
quieren seguir imponiendo (286) hace su aparición, en la actuali- dad integralmente erótica» que viva en la situación provocada por
dad, otra configuración. A. Ferrandiz y V. Verdú (287) presentan co- el principio del placer y no bajo el imperio de la realidad; crear unos
mo rasgos configuradores del noviazgo tradicional las virtudes bur- comportamientos sociales no represivos o alienantes, sino libera-
guesas del a h o r r o , la u t i l i d a d , y la seguridad. Esta «trinidad que dores; aceptar la carga liberadora de la potencia orgástica de la
presidía la acción empresarial del capitalismo temprano... se sexualidad; etc.
corresponde con la trilogía de principios que inspiraron (e inspiran Es necesario someter a reflexión los postulados de la llamada
inercialmente) la normativa de las relaciones intersexuales», dando «revolución sexual» para deducir los valores positivos y los negati-
lugar a que el noviazgo tradicional aparezca como «una de las vos. Sin embargo, creemos que el problema de las relaciones
decisivas instituciones de que ha dispuesto la organización burguesa sexuales prematrimoniales no puede ser pensado sin tener en
para el control y aprendizaje de las conductas intersexuales». cuenta ese contexto crítico (oposición a viejos esquemas) y utópico
En la actualidad las categorías definitorias de la institución del (proposición de nuevos modelos para la relación sexual).
noviazgo se pueden concretar en las tres siguientes variaciones: Desde la vida sexual de las «comunas juveniles» hasta las
«de ahorrar mucho a consumir más», «del ascetismo utilitario al relaciones sexuales esporádicas entre novios pasando por la pro-
utilitarismo del bienestar», «de la seguridad a la aventura». Esto miscuidad latente de ciertas diversiones, la vida compartida en
supone un cambio fundamental en la manera de entender el no- pisos, y la aceptación de una relación sexual habitual: el comporta-
viazgo. Más aún, la misma institución del noviazgo pierde impor- miento amoroso de los jóvenes de hoy lleva una «intencionalidad
tancia, lo cual repercute en la jerarquía de valores de la etapa revolucionaria» que es necesario tener en cuenta para valorar
prematrimonial y hasta del mismo matrimonio. adecuadamente el problema de las relaciones sexuales prematri-
moniales.
5.°) El contexto de la «revolución sexual» Hasta ahora hemos tratado de describir, a grandes rasgos, el
El problema de las relaciones sexuales prematrimoniales (y las fenómeno actual de las relaciones sexuales prematrimoniales como
extraconyugales, en general) se plantea en muchos casos dentro un hecho socio-cultural. Pero la abstinencia o la libertad de tales
del contexto de la llamada «revolución sexual». Esta expresión, relaciones es, además de un hecho socio-cultural, una realidad
sometida a la ética. ¿Qué puede decir la ética, y más concreta-
mente la ética cristiana, con relación a este comportamiento?
(284) Sexo y moralidad. Informe para el Consejo Británico de las Iglesias
(octubre 1966) (Madrid, 1968), 97.
(285) Para una visión histórica de la institución del noviazgo, cfr. M. VI-
DAL, Moral y sexualidad prematrimonial (Madrid, 1972), 33-49.
(286) Ver, a modo de ejemplo, la imagen presentada en: J. L. SORIA,
Sobre el noviazgo: Palabra 100 (1973), 33-36.
(287) A. FERRANDIZ-V. VERDÚ, Las virtudes burguesas y el noviaz-
go: Cuadernos para el Diálogo XXVIII extraordinario (1973), 110-118. (288) W. REICH, La revolución sexual (París, 1970).
474 MORAL DE ACTITUDES tt. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 475

b) Valoración moral: pistas de solución — el peligro de abandono por parte de uno de los dos;
Sin exponer la historia de la valoración moral (289) ni los — la presencia de una concepción con la condena social con-
planteamientos actuales (290) en torno a las relaciones sexuales comitante.
prematrimoniales, presentamos nuestra manera de ver el pro- En otra ocasión hemos dicho que estas razones pragmáticas
blema. Proponemos una serie de pistas por donde podría ir avan- para declarar inmorales las relaciones sexuales prematrimoniales nos
zando la reflexión teológico-moral y por donde podría conducirse parecen de una gran debilidad argumentativa (291).
una praxis pastoral adecuada.
Tampoco nos parecen convincentes la razones que se aportan,
dentro de esa misma línea pragmática, para decir que son lícitas.
1. °) Argumentaciones insuficientes He aquí algunas de tales razones:
El tema de la licitud o no licitud de las relaciones sexuales — exigencia de una comunicación plena a partir de la ma-
prematrimoniales no puede ser llevado a terrenos de argumenta- duración progresiva en el amor;
ción que nos parecen insuficientes. — conveniencia de someter a una prueba o a un test la posi-
La consideración de la moral tradicional, que coloca la intimi- bilidad de complementación sexual entre los dos;
dad prematrimonial en el esquema de la fornicación, parece a — conveniencia de un aprendizaje y una experimentación para
todas luces inadecuada. Los dos criterios que da para declarar su prepararse mejor al matrimonio:
ilicitud son insufientes: desvirtuar la finalidad procreativa (y educa-
tiva) de la relación sexual, y buscar un placer que sólo es permi- — es preferible aceptar el «mal menor» de las relaciones pre-
tido dentro del matrimonio. Tales criterios parten de una visión matrimoniales antes que una abstinencia sexual prolon-
antropológica ya superada de la sexualidad humana. gada de carácter represivo.
Tampoco es válida otra forma de argumentación que llamaría- El razonamiento y discusión sobre la moralidad de las relacio-
mos pragmática, en la que se miran ante todo los convenientes o nes sexuales prematrimoniales tiene que colocarse por encima de
inconvenientes, de carácter preponderantemente social y psicoló- las consideraciones de carácter meramente pragmático. En con-
gico, que llevan consigo las relaciones sexuales prematrimoniales. creto, dos son los ángulos de vista que es necesario adoptar: la
Esta forma de argumentación se utiliza tanto para defender la dimensión interpersonalista del gesto sexual en cuanto lenguaje de
licitud como para defender la ilicitud. amor, y la dimensión vinculante que debe comportar toda relación
Los que intentan probar la ilicitud de las relaciones sexuales sexual para que sea auténtica. Se trata de dos perspectivas com-
prematrimoniales recurren a estas razones, entre otras: plementarias para juzgar de la autenticidad de una relación sexual
y, por tanto, de su valoración moral.
— el sentimiento de culpabilidad;
¿Se realizan estas dos dimensiones en la relación sexual pre-
— el valor de la virginidad, sobre todo en la joven; matrimonial? Es lo que vamos a discutir a continuación.
— las consecuencias peligrosas: para la posterior fidelidad
conyugal; para la vida matrimonial (matrimonio sin ilusión;
2. °) La relación entre novios, ¿puede ser expresión
matrimonio centrado en lo sexual; insatisfacción en el acto
auténtica de un amor total y definitivo?
conyugal); para el equilibrio psíquico de los jóvenes, sobre
todo de la joven; Antes de hablar de una forma concreta de institucionalización
es necesario asegurarse previamente de que sea un auténtico
(289) Remitimos a: VIDAL, o. c , 51-72. amor y un auténtico gesto humano lo que se institucionalice.
(290) Remitimos a: M. VIDAL, Hacia un replanteamiento moral de la Hay que admitir, además, que el gesto sexual-genital lleva
sexualidad prematrimonial: F. BOCKLE-M. VIDAL-J. KdHNE, Sexualidad
prematrimonial (Salamanca, 1974), 153-181. (291) Moral del amor y de la sexualidad (Salamanca, 19722), 377-383.
476 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 477

consigo una carga tal de expresividad que compromete a la per-


Momento pedagógico
sona toda entera. De ahí que deba hablarse de unas condiciones
morales generales para que una relación heterosexual sea autén- Entendemos por la dimensión pedagógica la valoración de la
tica. Más arriba hemos expuesto tales condiciones del siguiente relación sexual entre novios en cuanto que de hecho es o no es
modo: 1.a) la relación heterosexual debe ser un lenguaje de expresión de un amor auténtico. Hemos de que tener en cuenta la
amor; 2. a ) un lenguaje de amor oblativo; 3. a ) la relación hetero- educación, el ambiente, la manera de vivir la sexualidad en el
sexual debe establecerse en la diferencia sexual; 4. a ) la relación mundo de hoy, etc. Todo ello nos indica que es necesario someter
heterosexual ha de adquirir una forma diversa de acuerdo con la a un análisis muy minucioso la posibilidad de que el amor entre
evolución dinámica de la persona y teniendo en cuenta los diver- novios quede o no expresado verazmente con la relación sexual.
sos estratos personales que quedan comprometidos en ese com- Es evidente que el amor es comunicación y busca la interco-
portamiento. municación personal. Cuando se trata de un amor heterosexual,
La relación sexual, para que sea auténtica, debe acaecer en un busca la intercomunicación sexual. Pero en este «darse» y «reci-
contexto de entrega personal total y definitiva. Si no es así tal birse» pueden existir muchos fraudes; es necesario pulsar muy
relación comporta irremediablemente la frustración de algunos seriamente la autenticidad del amor, sobre todo cuando se trata
valores especiales de los cuales, al menos en nuestra cultura, es de la intercomunicación sexual plena. Además, es inherente a la
símbolo expresivo y operativo. antropología del amor humano una especie de «asincronía» entre
Algunos autores señalan como argumento decisivo en contra el amor sentido y vivido y las posibilidades concretas de la reali-
de la licitud de las relaciones sexuales prematrimoniales el que la zación unitiva: el hombre tiene una madurez biológica y hasta una
intimidad entre novios no puede ser lenguaje fiel y veraz de un madurez psicológica de amor antes de poseer una madurez perso-
amor total y definitivo. Creemos que esta argumentación ha de ser nal plena para sustentar el peso humano de una realización total
matizada. del amor heterosexual.
Nuestro punto de vista al respecto lo formularíamos del si- Aplicando estos matices a las relaciones sexuales prematrimo-
guiente modo. Una antropología perfecta del amor humano y cris- niales, hay que cuestionar, en primer lugar, la autenticidad de
tiano cuestiona y pone en interrogante la práctica de las relaciones tal amor. El amor, cuando se trata de la entrega total, debe
sexuales prematrimoniales. Pero hemos de confesar que a partir probarse muy bien a sí mismo; hay que descartar de él el más
de una visión puramente «personalista» del amor humano no se mínimo egoísmo. Al hablar de amor en tales circunstancias ¿no se
puede afirmar taxativamente que las relaciones sexuales prematri- está expuesto a pensar en un amor de signo eminentemente
moniales sean enteramente y en toda circunstancia descartables. biológico? «¿No me quieres lo bastante para acostarte conmigo?»,
La realización del amor humano entre los novios no pide necesa- es una antigua artimaña. La pregunta exige otra: «Por supuesto,
riamente la expresión gestual última; pero tampoco se puede afir- te quiero lo bastante para casarme contigo. Pero el matrimonio no
mar lo contrario: que ninguna relación sexual realice el amor entre es exactamente dormir juntos; es comer, vivir, crecer, tener hijos,
ellos, entendido en un sentido puramente «personalista». estar unidos para el bien. Mientras no podamos tenerlo todo, no
puedo decepcionarte contentándome con una parte; no perte-
A partir de esta afirmación general, creemos que la respuesta a
nezco a esa clase de personas. Aunque no puedas entender esto,
la pregunta formulada al comienzo de este apartado de si la rela-
¿me amas lo bastante para esperar?».
ción entre novios puede ser expresión auténtica de un amor total y
definitivo ha de recibir una contestación en dos momentos: un Además de la autenticidad del amor, es necesario tener en
momento pedagógico y un momento axiológico. cuenta la carga personal que suponen unas relaciones sexuales
prematrimoniales y que no se puede sobrellevar sino dentro del
matrimonio.
Por todos estos motivos, la exigencia de comunicación no es
tan decisiva en los novios que obligue a unas relaciones sexuales
MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 479
478 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

Momento axiológico
prematrimoniales. Eso no excluye la posibilidad de que su amor
sea en muchas ocasiones más auténtico y más responsable que el Opinamos que no se puede afirmar la abstinencia sexual pre-
amor existente en ciertas relaciones sexuales matrimoniales. matrimonial como una norma ética absoluta. Esto supondría admi-
tir que la intimidad sexual entre novios no puede realizar, de por
Por estas razones no creemos en una práctica sexual pre-
sí, la expresión de un amor auténtico, lo cual no parece exacto.
matura como factor de integración y de maduración entre los
novios. Todo lo contrario, el amor necesita una muy delicada y En este sentido nos parece cierta la afirmación de Valsecchi de
prolongada educación. De hecho, esa educación que procura el que la norma de la abstinencia sexual prematrimonial no parece
noviazgo suele cesar, las más de las veces, con el inicio de las ser «una norma absoluta e inmutable» (294). Desde un análisis
relaciones sexuales. Aprender a amar requiere un largo y penoso antropológico puro del amor humano es difícil probar que toda
esfuerzo, aunque sea al mismo tiempo un maravilloso descubri- relación entre novios es un gesto inauténtico.
miento. No hay que ser cicateros del tiempo que nos lleva el
aprendizaje del amor (292). 3.°) La vinculación interpersonal vivida en la
La solución normal debe ser la abstinencia sexual prematrimo- comunidad, ¿puede realizarse entre novios?
nial. Y esto no por razón de unos anticuados e inhumanos tabúes La relación sexual tiene que ser expresión de un amor total y
morales y sociales, sino por una razón interna a la naturaleza definitivo. Pero, además, ha de realizarse en el clima de una vincu-
antropológica del amor. lación interpersonal de vida, a la que conduce ese amor total del
Al proclamar la abstinencia sexual prematrimonial no procla- que es signo el gesto sexual. Ahora bien, tal vinculación inter-
mamos una represión, ni una frustración, ni una «castración» en la personal tiene que ser vivida dentro de la comunidad.
línea ascendente de la relación amorosa interpersonal. Los novios Pertenece a la antropología de la sexualidad humana el estar
tienen derecho y obligación de manifestar su amor de una manera «institucionalizada» o «socializada». A partir de este criterio tene-
progresiva. Únicamente exige que sea su amor lo que así se mos que estudiar la autenticidad de la relación sexual entre los
manifieste, que no se trate de unas manifestaciones egoístas que novios. ¿Pueden tener los novios una vinculación interpersonal
invocan el amor como pretexto (293). suficiente para mantener una comunidad sexual auténtica?
A esta pregunta vamos a responder con un conjunto de afir-
maciones escalonadas y progresivas:
(292) Cfr. L. EVELY, Amor y matrimonio (Barcelona, 1970), 252-261.
«Los novios que no han conocido el gozo increíble de mirarse tan sólo a los Descartable toda relación no vinculante
ojos son unos bárbaros del amor. Nadie visita un país cruzándolo rápidamente
de parte a parte. Si dobláis las etapas, es que no sabéis apreciar el paisaje. Según hemos dicho en otro apartado anterior de este libro, a
Toda prisa es indicio de tedio» (p. 254). partir de los valores esenciales de la sexualidad humana es des-
(293) B. STRATLING, Sexualidad: ética y educación (Barcelona, 1973), cartable toda relación no vinculante, por carecer del mínimo de
84-137, plantea el tema de la licitud de las relaciones prematrimoniales en
términos de «exigencias de la honradez en el amor». Pueden leerse en las institucionalización. Ni en solteros mayores, ni en viudos, ni en
páginas citadas un conjunto de observaciones concretas sobre las exigencias casados, ni en personas jóvenes, puede admitirse una «relación
para que las relaciones puedan ser honradas, cosa que resulta difícil en la esporádica» (es decir, no institucionalizada), aunque parezca que
situación de los novios. se realiza dentro de las condiciones de una manifestación de amor
En parecido sentido afirma A. VALSECCHI, Noviazgo: Diccionario enci- auténtico interpersonal y heterosexual.
clopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 708, que la abstinencia sexual
entre novios puede conducir a liberar el comportamiento sexual de la tiranía Naturalmente que esta afirmación no tiene aplicación total al
de lo genital y a abrirlo a un eros más afectuoso, más difuso, más contem- caso de los novios, ya que aquí se da por supuesto que se trata
plativo como signo y medio de un nuevo tipo de sociabilidad; al mismo tiem-
po, abriría la sexualidad humana a formas de comportamiento liberadas de la (294) A. VALSECCHI, I. c , 708.
privatización dualistica de que ahora padece aun dentro del matrimonio.
480 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 481

de una situación vinculante, aunque con mayor o menor efectivi- moral que se merecen. Hay formas vinculantes «regresivas» y
dad. Sin embargo, en lo que tiene de válido, el principio puede formas vinculantes «progresivas». Entre las primeras hay que colo-
iluminar y hasta dar orientación real al problema de las relaciones car todas aquellas vinculaciones afectivas, de mayor a menor
sexuales prematrimoniales. estabilidad, que por su misma naturaleza y por la intención de los
sujetos comprometidos en ellas no pueden realizar los valores del
Forma ideal de vinculación matrimonio. Existe en esas formas vinculantes algo que las aparta
Pertenece a la antropología cultural el tener una forma ideal, y sistemáticamente del ideal matrimonial. Pueden ser regresivas, en
en este sentido normativa, de institucionalización para la sexuali- cuanto que son un «regreso» o una desvirtuación del matrimonio
dad humana. Hoy por hoy la forma institucionalizadora ideal es el o en cuanto que desde su mismo planteamiento queda descartada
matrimonio. Más aún, a partir de la fe hemos de admitir que esa toda tendencia o mirada hacia notas esenciales de la institución
institucionalización ideal y normativa tiene que realizar los valores matrimonial.
humanos y cristianos de un amor humano pleno; en esta línea, Todas esas formas, que llamamos regresivas, por muy vincu-
la fe postula un matrimonio monogámico e indisoluble, y en este lantes que sean, no se pueden aceptar desde una valoración
sentido descubre que para el creyente la institución matrimonial humana y cristiana de la sexualidad. En este sentido, las decla-
tiene una estructura sacramental. ramos enteramente inmorales en cuanto formas institucionaliza-
Sin embargo, pensamos que la institución matrimonial, sin doras, aun cuando se den en tal situación valores humanos de
perder nada de sus valores esenciales, ha de someterse a las otra índole (camaradería, mutua ayuda, deseo de justicia social,
variaciones histórico-culturales. De ahí que se puedan y se deban etcétera).
admitir diversas formas de plasmación de dicha institución. ¿Cuá- No creemos necesario hacer una enumeración detallada de
les son? Nos los dirá el modo de progresar la sociedad, sometido tales vinculaciones regresivas en el mundo actual. Hace años ya,
naturalmente a una crítica de la fe y de la ética cristianas. señalaba Schelsky el aumento progresivo de tales comportamien-
En este sentido, el problema de las relaciones sexuales entre tos.
los novios cuestiona también el matrimonio. Y en este mismo «En nuestra época, el acentuado retroceso de la prostitución
sentido es cierto que «la modificación (de la norma de la absti- organizada y reglamentada se debe evidentemente a la difusión
nencia sexual prematrimonial), si se diere, le vendrá lateralmente de las "relaciones libres". La moral sexual —considerablemente
por un conocimiento más profundo del concepto y de la realidad relajada si la comparamos con la que predominó en la genera-
ción de principios de siglo— convencionaliza (o por lo menos
del matrimonio» (295). El problema se concentraría no directa- tolera sin aplicar sanciones demasiado severas) gran cantidad de
mente en el noviazgo, sino de un modo inmediato en la fijación de matices y grados en las relaciones sexuales extraconyugales:
lo que podríamos llamar límites de realización de la institución desde una sólida "relación" muy parecida al vínculo matrimo-
matrimonial. nial, hasta la relación prematrimonial que puede llegar al matri-
monio, aunque no necesariamente; desde distintas uniones
Formas «progresivas» y «regresivas» de vinculación ocasionales fundadas en una efímera simpatía o en el placer
sensual (aunque sin tener en cuenta ventajas económicas) hasta
Acabamos de decir que el matrimonio es la forma instituciona- el comercio carnal en el que se cambia con frecuencia de
lizadora ideal para la relación sexual. Sin embargo, conviene hacer compañero y la prostitución "clandestina", es decir, la que se
basa en el lucro, aunque las mujeres que la practican no están
una referencia a las formas vinculantes que no realizan ese ideal. organizadas "profesionalmente"» (296).
En la actualidad proliferan de un modo llamativo.
Podemos dividirlas en dos grupos a efectos de la valoración Las formas vinculantes progresivas no realizan el ideal de la
institución matrimonial; pero tienen una tendencia efectiva hacia
(295) G. HIGUERA, Puntos teológico-morales discutibles del Catecis-
mo holandés: el matrimonio: Sal Terrae 59 (1971), 327-328. (296) H. SCHELSKI, o. c , 60-61.
31. Etica de la persona
482 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 483

él. Son formas que, por diversas circunstancias, no han alcanzado es válida únicamente en los casos en que se dé una plena since-
todavía el ideal del matrimonio; pero en su mismo planteamiento y ridad en el amor y una total autenticidad en la situación creada.
en la intención de los sujetos comprometidos en ellas no queda
excluida la realización de la forma institucionalizadora perfecta. La vinculación prematrimonial
Se podrían señalar muchas de estas formas vinculantes de tipo La relación sexual para que sea auténtica ( y, por consiguiente,
perfectivo. moralmente lícita) necesita institucionalizarse: requiere una acep-
«Con algún apoyo fundamental en la patrística podríamos tación por parte de la comunidad civil y religiosa; exige una
establecer toda una gama de vínculos según su aproximación al «publicación». No se puede vivir una relación sexual plenamente
ideal del matrimonio verdadero, monogámico, indisoluble, el humana en el ámbito meramente individualista y privatizado.
matrimonio-sacramento. El matrimonio entre viudos, por ejem-
plo ya no tendría la misma plenitud. Tampoco lo lograrían los Pero nos preguntamos: ¿constituye el noviazgo una institucio-
casamientos de bautizados, tan numerosos en ciertas regiones nalización válida para las relaciones sexuales prematrimoniales?
de América Latina, que, sin más, "se juntan". Otro tanto ocurre A esta pregunta proponemos contestar a dos niveles, tal como
en los matrimonios con no cristianos. Mucho más se alejarían
del ideal las uniones de personas irremediablemente fraca- lo hicimos a la pregunta sobre la autenticidad del amor: a un nivel
sadas en su casamiento por la iglesia. Incluso hasta podríamos histórico-cultural y a un nivel axiológico.
pensar en otras convivencias, con cierta estabilidad, que se Desde el punto de vista histórico-cultural creemos que la co-
están introduciendo en el mundo en transformación y que no munidad prematrimonial es tan frágil que apenas se puede consi-
pretenden ser ni pasar por casamiento» (297).
derar como una estructura social. Por eso, juzgamos que la vincu-
Estas formas vinculantes de tipo progresivo ciertamente no lación prematrimonial, hoy por hoy o de hecho, no es lo sufi-
realizan el ideal de la institución matrimonial. Sin embargo, no cientemente válida para ser ámbito auténtico de una comunidad
pueden ser consideradas lo mismo que las formas vinculantes sexual plena.
regresivas. Existen en ellas valores auténticos, y existe, sobre Desde el punto de vista axiológico: ¿es de por sí descartable
todo, la tendencia hacia el ideal. Si éste no puede de hecho ser toda relación sexual prematrimonial por no poseer la vinculación
alcanzado, estas formas vinculantes han de ser aceptadas en lo requerida? O, más bien, ¿se podría pensar en la posibilidad de una
que tienen de tendencia hacia la perfección y han de ser recha- forma institucionalizadora válida para las relaciones sexuales pre-
zadas en lo que les falta de su consecución. Lo que no nos parece matrimoniales?
válido es querer institucionalizarlas dándoles una paridad con la Hemos visto cómo existe una gran corriente de moralistas que
institución matrimonial. descartan por p r i n c i p i o (como norma absoluta e inmutable) la
Lo único que se puede hacer es aceptarlas en su imperfección relación sexual prematrimonial por no poseer la institucionalización
dinámica, es decir, en lo que tienen de tendencia hacia el ideal requerida.
cristiano del amor humano heterosexual. Por nuestra parte, seguimos pensando en la posibilidad de
Lo que acabamos de decir con relación a las formas vincu- formas institucionalizadoras auténticas previas al matrimonio. Par-
lantes, tanto regresivas como progresivas, puede tener su aplica- timos de la afirmación central de juzgar como inauténticas e ilícitas
ción, en parte, al problema de las relaciones sexuales prematri- las relaciones sexuales pre-institucionalizadas. Pero lanzamos la
moniales. Si éstas se sitúan en la misma línea de las vinculaciones pregunta de que si hay que identificar siempre y en todos los
regresivas han de ser descartadas totalmente. Pero si se sitúan en casos el término y el concepto «pre-matrimonial» y «pre-institucio-
la línea de las vinculaciones progresivas han de ser consideradas nal».
en su valor tendencial, aunque incompleto. Esta última afirmación A este respecto queremos recordar algunas anotaciones que
(297) C. J. SNOEK, Matrimonio e institucionalización de las relacio- hemos hecho en otro lugar (298). Se refieren a la necesidad de
nes sexuales: Concilium 55 (1970), 271-282. (298) VIDAL, o. c , 392-393.
484 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 485

plantear el amor humano no sólo en términos personalistas sino en sobre todo si se produce a lo largo de una búsqueda consciente y
términos de comunitariedad o institucionalización. franca de un verdadero amor. Sería todavía peor si un desliz en
Tenemos muy pocas estructuras, sociales y religiosas, para la esta materia provocase comportamientos más reprobables desde el
aceptación social del amor. Siendo tan rica la realidad del amor punto de vista ético ( como serían, por ejemplo, prácticas abor-
humano, advertimos una penuria extrema de institucionalizaciones tivas, etc.).
para este amor. Prácticamente, el matrimonio es la única estruc- Otro aspecto al que queremos aludir es el de las situaciones-lí-
tura social para el amor; el noviazgo, en cuanto institucionaliza- mite. Reafirmando la abstinencia sexual prematrimonial como la
ción, es tremendamente frágil y apenas si se le puede considerar norma ordinaria que trata de asumir los valores humano-cristianos
como una estructura. de una auténtica realización del amor entre novios, nos pregun-
Por otra parte, la institución matrimonial —tal como existe tamos ulteriormente: ¿es una norma moral invariable de tal suerte
actualmente— no parece satisfacer las exigencias de una estruc- que no acepte otra posible formulación? ¿No habrá casos en los
tura perfecta de amor. Las adherencias culturales y jurídicas (civi- cuales la norma moral de la abstinencia sexual deje de ser un
les y canónicas) son tan numerosas y de tal índole que en muchos factor liberador y, por tanto, ético, y pase a ser un factor de opresión
casos desvirtúan su auténtico sentido. o de frustración de un amor que podría y debería llegar a ser
auténtico?
Urge, pues, la creación de nuevas institucionalizaciones para el
amor p r e m a t r i m o n i a l . Se puede hablar de un «catecumenado» Nos referimos a aquellas parejas que, en hipótesis, han llegado
para el matrimonio. Pero habría que darle a esa realización toda la a un amor suficientemente maduro para el gesto sexual pleno y
fuerza, institucional y jurídica, que necesita. que no pueden todavía institucionalizar su amor en la estructura
actual del matrimonio. ¿Es la abstinencia sexual la única salida
Si se admitiera la existencia de formas institucionalizadas, pre-
para ellos? El valor del amor pleno, personal e institucionalizado
vias al matrimonio, en ese caso se podría pensar en la licitud de
¿no puede encontrar otro cauce normativo diferente al de la absti-
las relaciones sexuales p r e m a t r i m o n i a l e s . El matrimonio, sobre
nencia sexual?
todo el matrimonio-sacramento, sería la estructura última para el
amor humano. Pero previamente a él, existirían otras formas en Esas situaciones-límite han de ser solucionadas con los criterios
que la sociedad, civil y religiosa, reconociese el amor pleno y total morales que se aceptan para tales circunstancias. Es ésta una
entre los «novios» 1299). manera ya tradicional de enfocar ciertos problemas que> escapan a
la normalidad de las situaciones, pero que ha sido revalorizada en
nuestro tiempo.
4.°) Anotaciones complementarias
Por último nos parece innecesario recordar que la relación
No queremos concluir estas pistas de solución aj problema sexual entre novios, aunque globalmente sea valorada como un
moral de las relaciones sexuales prematrimoniales sin hacer refe- comportamiento erróneo, puede contener muchos valores positi-
rencia a algunos aspectos concretos del tema, cuya consideración vos: valores de oblatividad auténtica, de fidelidad, etc.
ayudará a colocarlo en una perspectiva más auténtica. Por eso mismo juzgamos acertada la anotación de Háring
El primero de ellos se orienta a quitar todo dramatismo de tipo cuando afirma que no debiera llamarse simplemente fornicación a
social, proveniente de unas determinadas presiones sociales y fa- la relación prematrimonial: «O al menos debiéramos aclarar que se
miliares, que tienen poco que ver con una moral cristiana autén- trata de una especie de fornicación del todo diferente de aquella
tica. Si existe un desliz no debe interpretarse como una catástrofe, que se comete con una prostituta o en cualquier forma de pro-
miscuidad» (300).
(299) Recordamos que el magisterio eclesiástico se ha pronunciado recien-
temente sobre la moralidad de las relaciones prematrimoniales a través de la
Declaración de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, n. 7: (300) B. HÁRING, Sessualitá: Dizionario enciclopédico di Teología Morale
Ecclesia 1.773 (17 enero 1976), 9-10. (Roma, 19732), 932.
486 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 487

4. RELACIONES SEXUALES EXTRACONYUGALES: matrimonio. Prescindimos aquí del problema de la poligamia (302).
Apunte moral a una nueva situación (301) En el fondo, en diversas formas de poligamia se exige y se expresa
—aunque de modo diverso del que se da en el matrimonio
a) Planteamiento del problema monogámico— una monopolización de las relaciones sexuales
dentro de la institución matrimonial. Aquí nos referimos a la rela-
Siempre han existido comportamientos contrarios a la norma ción sexual fuera del matrimonio, sean cuales sean la formas
vigente. Con mayor o menor abundancia, siempre se han dado
matrimoniales. Naturalmente, tenemos puesta la atención en el
relaciones sexuales extraconyugales. En este sentido nuestra situa-
matrimonio monogámico de la cultura occidental-cristiana por ser
ción actual no es mejor ni peor que otras situaciones históricas
la institución que a nosotros nos afecta.
pasadas.
La antropología cultural nos dice que existe una tendencia a
Sin embargo, lo radicalmente nuevo de la situación presente es
concentrar y a monopolizar las relaciones sexuales dentro del
la «intencionalidad» significativa con que se presentan tales com-
matrimonio. Sin embargo, nos dice también que el matrimonio no
portamientos. No se vivencian como algo contrario a la norma con
necesita institucionalizarse sobre la base de la exclusividad en las
el consiguiente sentimiento de culpabilidad (sea culpabilidad psico-
relaciones sexuales de los cónyuges; por el contrario, las costum-
social, sea culpabilidad ético-religiosa). Más bien se adoptan tales
bres y las leyes —o, al menos, la tolerancia social— suelen autori-
comportamientos con la intención de provocar un cambio revolu-
zar el comercio carnal paramatrimonial, y algunas veces hasta lo
cionario en la norma; o, al menos, sin vivenciar ninguna dimensión
imponen. En muchas sociedades, ése es el caso del hombre casa-
de culpabilidad.
do; pero también se aplican regulaciones similares a la mujer
A esta intencionalidad significativa que acompaña a muchos de casada, es decir: se le autoriza a mantener relaciones sexuales
los comportamientos concretos, hay que añadir las formulaciones extramatrimoniales en general, o por lo menos con quienes perte-
teóricas con que se los quiere justificar. Tales justificaciones teó- necen a su misma generación —circunstancia que durante mucho
ricas no son planteadas, por lo general, en el terreno del saber tiempo ha sido erróneamente interpretada como «matrimonio de
filosófico-moral; más bien, aparecen formuladas con ropaje litera- grupo»—; también puede imponérsele este comercio carnal extra-
rio (en novelas, obras de teatro) y con ropaje cinematográfico matrimonial en forma de derecho de hospitalidad, de ius primae
(filmes, TV). noctis (derecho de la primera noche), de «prostitución sagrada», etc.
Es ésta una nueva manera de «teorizar» con la que debemos En nuestra situación proliferan las llamadas «relaciones libres».
contar para poder establecer un diálogo fructuoso. Se caracteriza No queremos hacer —porque lo juzgamos innecesario— una des-
por los siguientes rasgos principales: carencia de precisión en los cripción de las diversas formas en que se manifiestan las relaciones
razonamientos; mezcla, a veces caótica, de los diferentes planos sexuales extraconyugales. Podemos pensar en las siguientes mo-
del problema en un clima artificialmente ( = literariamente) creado; dalidades: encuentros amorosos pasajeros; una sólida «relación»
preponderancia de las situaciones límite en las que las normas muy parecida al vínculo matrimonial; formas sustitutivas del matri-
vigentes no encuentran un fácil acomodo; prevalencia de los fac- monio (toda una gama de vínculos según su aproximación al ideal
tores emocionales sobre los racionales; fácil conexión y fácil pro- del matrimonio verdadero); relaciones permanentes de los divor-
vocación con y de una mentalidad difusa, masificada, y en el ciados.
fondo precrítica.
¿Qué respuesta moral dar? Evidentemente que no puede ni
El problema está planteado: la posibilidad de una relación debe ser la misma en todos los casos enumerados. Pero lo que no
sexual de los cónyuges, o de uno de ellos, fuera del ámbito del procede es repetir mecánicamente la norma de la moral vigente:
toda relación sexual extraconyugal está prohibida. Esta forma de
(301) Para un desarrollo más completo remitimos a nuestro estudio: El
matrimonio: ¿única institución para la sexualidad?: F. BÓCKLE-M. VI- (302) Cfr. E. HILLMAN, Nuevo planteamiento de la poligamia: Conci-
DA L-J. KOHNE, Sexualidad prematrimonial (Salamanca, 1974), 55-101. lium 33 (1968), 518-537.
488 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 489

respuesta (no la respuesta en sí misma) no nos parece seria desde sometido al constante bombardeo de estímulos eróticos, con los
el punto de vista crítico. que la publicidad comercial de nuestra sociedad de consumo trata
de convencer y atraer a sus clientes, exige las razones de tales
Sin prejuzgar en nada la solución que haya que dar al proble- prohibiciones» (305).
ma, tenemos que admitir la discusión del mismo. Recogemos el
desafío que se ha lanzado:
b) Pistas de solución
«Se empieza a dudar de que la relación amorosa vaya aneja
únicamente a la institución del matrimonio. Los estudios histó-
La teología se encuentra ante un desafío. Se le piden razones
ricos demuestran que la institucionalización del matrimonio y las
normas sexuales severas, consideradas frecuentemente como y explicaciones. ¿Qué hacer?
normas cristianas y de derecho natural, representan en realidad Lo primero que procede hacer es aceptar el reto y someter el
las normas de la burguesía ascendente de tos siglos XVI a XIX. problema a un replanteamiento sincero y a fondo. No se puede
Estas normas pretenden tener una validez universal. Las iglesias seguir repitiendo mecánicamente la norma prohibitiva. Compren-
y las teologías en curso tenían una cierta afinidad con esas
normas a causa de ciertas influencias agustinianas; ésta es la demos que para muchos el simple hecho de someter a replantea-
razón de que contribuyeran a la difusión de aquellas normas» miento el tema, sea cual sea la solución que se le dé, supondrá un
(303). choque violento. Será como remover un árbol de profundas raíces
«Queda por saber si esta institucionalización de la sexualidad y de una seguridad que se creía definitiva.
que es el sacramento del matrimonio excluye cualquier otra Sin embargo, es legítimo replantear el problema. Y esto por
actividad sexual como incompatible e inmoral» (304). razones generales que se dan en los tratados de moral fundamen-
«En la doctrina de la Iglesia, el matrimonio está considerado tal. Lo decisivo en el comportamiento responsable de los hombres
como el terreno exclusivo de las relaciones sexuales. Toda activi- no es la norma sino el «valor moral». Es el valor el que da la
dad sexual pre y extramatrimonial excluiría del reino de los
cielos. Por otra parte, esta maravillosa institución del matri- norma. De ahí se sigue que una norma moral no es una restricción
monio no fue elaboración propia de la iglesia. Fue fruto maduro de la libertad humana, sino una urgencia que el objeto portador
de una larga experiencia humana, con la finalidad inicial de del valor dirige a la libertad para moverla a cultivar y salvaguardar
asegurar la simple supervivencia mediante la garantía de unos el valor.
cuidados maternos y de un mínimo de seguridad económica,
con una flexibilidad variable y una también variable libertad Pero de esta doctrina se sigue también que la vivencia del valor
sexual pre y extramatrimonial. en el plano de la existencia humana jamás puede expresarse de
Esta flexibilidad se aminoró en grupos reducidos como conse- una manera totalmente adecuada en el plano de la formulación
cuencia de una evolución hacia la estricta monogamia, en la que normativa. Más aún, las formulaciones normativas, por los condi-
el amor único y fiel se veía como reflejo y concretización de la cionamientos histórico-culturales a que están sometidas, tienen
misma alianza. Esta visión, confirmada y purificada por Jesús, siempre algo de provisional. Por eso se hace necesario revisarlas
marcó con su sello a toda la civilización occidental... continuamente para que sepan adecuarse lo más posible al valor
Esta situación ha cambiado rápidamente. Antibióticos y anti- que tratan de cultivar y salvaguardar.
conceptivos eliminaron el riesgo del sexo como el filtro elimina
el humo. Desmitizada y desacralizada, la sexualidad no tolera Eso es, precisamente, lo que pretendemos: salvaguardar los
ya una excesiva restricción. Las nuevas generaciones se rebe- valores humanos y cristianos de la sexualidad mediante un replan-
lan contra las imposiciones de una sociedad hipócrita: make the teamiento crítico de las normas vigentes. Tal replanteamiento críti-
love, not the war (haz el amor, no la guerra). El hombre actual, co se hace más necesario en los momentos en que se manifiestan
síntomas de cambio profundo en el curso de la historia.
(303) Secretariado General, Humanización de la sexualidad: Concilium A la moral se le pide una respuesta y la moral tiene que darla.
55 (1970), 317-318.
(304) J. SNOEK, Matrimonio e institucionalización de las relaciones
sexuales: Concilium 55 (1970), 277-278. (305) Ibíd., 271-272.
490 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 491

Pero no se le puede pedir, ni ella puede darla, una respuesta de ñándose a sí mismo, engañando al compañero, y engañando a la
tipo legalista ni de carácter casuístico. Es evidente que la moral sociedad.
tiene que dictaminar sobre situaciones de hecho, y, por tanto, 4.°) A la estructura antropológica del amor heterosexual pleno
concretas;ya santo Tomás afirmaba la necesidad de que los razo- pertenece la aceptación por parte de los demás. Tanto es así que
namientos de orden ético tomasen el camino de lo concreto y de «lo que constituye el matrimonio es el amor personal de los
lo contingente. Sin embargo, la moral debe también proyectarse cónyuges (cuanto más personal, mejor), pero en cuanto es acep-
por encima de las constataciones y experiencias y proponer los tado y ordenado por la comunidad. Y todo intento de fundamen-
valores generales que es necesario tender a verificar en cada situa- tar el matrimonio, o sus características de unidad e indisolubilidad,
ción concreta. a partir solo del amor personal y sin hacer referencia al carácter
Partiendo de esta función dialéctica de la moral, vamos a social e incluso jurídico del hombre, está llamado al fracaso» (306).
proponer algunas pistas de solución: unas se referirán a los valores La sexualidad únicamente es plenamente humana si está histórica
que es necesario mantener y salvaguardar en toda ocasión y en y culturalmente institucionalizada. Es necesario hacer claramente
toda formulación normativa; otras se referirán más directamente a esta afirmación frente a una tentación actual de excesivo «perso-
la situación actual. nalismo», aparecido como reacción frente a la visión excesiva-
mente naturalista de la escolástica.
• Entre los valores que es necesario salvaguardar en toda «Para que la sexualidad sea plenamente humana y salvadora
realización concreta y en toda formulación normativa de la relación no basta al «yo» verse arrancado de su soledad por un «tú»,
sexual humana destacamos los siguientes: sino que ambos deben, además, tener el coraje de insertarse en
la historia de su pueblo, dedicándose a su futuro mediante la
1.°) La sexualidad y el amor tienen un valor en sí mismos, en aceptación de transformarse en pasado. En último análisis, esta
cuanto que están enraizados en la persona. No se los puede dimensión social de la sexualidad encierra una referencia a lo
«instrumentalizar», como si fuesen un medio para obtener un fin absoluto. Importa observar que esta apelación a lo social, al
(la procreación) o una realidad para justificar otra (el matrimonio). derecho, no es elemento ocasional, sino constitutivo de la pro-
pia sexualidad» (307).
La sexualidad y el amor tienen, por tanto, un valor que escapa a
toda justificación estructural. La sexualidad y el amor no reciben 5.°) La fe cristiana, y, por tanto, la moral cristiana, no impo-
su legitimidad del matrimonio. nen —desde la dimensión estricta de la revelación—una determi-
2.°) La sexualidad y el amor tienen una estructura interna que nada institución intramundana para la realización del amor y de la
ha de ser respetada para que encuentren su realización auténtica. sexualidad. Sin embargo, tienen derecho y obligación de criticar
Se requiere poseer de antemano una antropología de la sexualidad toda institucionalización para que realice los valores humanos y
y del amor para conocer sus estructuras básicas. Recordemos que cristianos de un amor pleno. En este sentido ha defendido y
la sexualidad es un dinamismo que abarca a toda la persona: no defiende el matrimonio monogámico e indisoluble.
puede ser reducida a pura expresión de genitalidad. La sexualidad 6.°) Aun permaneciendo válido el principio anterior, la fe cris-
es una fuerza de liberación y autorealización personal: no puede tiana introduce la sexualidad y el amor en un universo nuevo de
ser manipulada como factor de alienación y de aniquilación de la valores. La sexualidad y el amor vividos dentro de una historia de
persona y de la sociedad. salvación y dentro del nuevo pueblo de Dios. De ahí que la institu-
3.°) Dentro de las estructuras antropológicas básicas de la se- ción matrimonial tenga estructura sacramental y sea también, en
xualidad y del amor hay que admitir que una relación sexual plena este sentido, una institución de la misma fe y parte del derecho de
debe ser la expresión de un amor total, exclusivo y definitivo. Si la fe.
el amor no tiene esas calidades y esa densidad, no puede acudirse
(306) J. RATZINGER, Hacia una teología del matrimonio: Selecciones
a una expresión y a un lenguaje de tal compromiso como el de la de Teología 9 (1970), 245.
relación sexual. Sería frustrar y alienar a la misma persona, enga- (307) SNOEK, a. c , 276.
492 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 493

Estos son los valores fundamentales que es necesario mantener 4. En cuanto a las relaciones sexuales prematrimoniales, cree-
siempre dentro de una ordenación auténticamente humana y cris- mos que urge la creación de nuevas institucionalizaciones para el
tiana de la sexualidad y del amor. En la medida en que puedan ser amor prematrimonial, dándoles toda la fuerza, institucional y jurí-
recogidos en formulaciones, en esa medida pueden ser aceptados dica, que necesitan. Sobre este problema remitimos a lo expuesto
como principios o normas morales. más arriba.
Después de haber señalado los valores que es preciso salvar en
la sexualidad y que, por tanto, condicionan la autenticidad o
inautenticidad (licitud o ilicitud) de la relación sexual, tratemos de
responder a las preguntas planteadas en términos más concretos. VI
¿Únicamente se salvaguardan esos valores en el matrimonio? CONCLUSIÓN
¿Pueden salvaguardarse en otras formas de relaciones pre y extra-
matrimoniales? LA SEXUALIDAD EN EL MUNDO ACTUAL
(«Revolución sexual» y ética cristiana)
-k Vamos a exponer nuestro punto de vista en varios princi-
pios, que pueden aparecer como excesivamente taxativos y recor-
tados, pero que recogen en formulaciones sintéticas un contenido Como complemento a los planteamientos antropológicos y éti-
complejo: cos de la sexualidad, creemos conveniente referirnos en esta con-
1. Hoy por hoy la única institución válida en la que se pueden clusión a la manera de vivir la sexualidad en el mundo actual. Lo
realizar las condiciones de autenticidad, postuladas por la relación haremos en dos momentos complementarios: señalando los rasgos
sexual, es el matrimonio. Y el matrimonio monogámico e indisolu- fundamentales con que se vive en el mundo actual la sexualidad; y
ble. Después de todo cuanto hemos dicho no hace falta pormeno- aludiendo brevemente a la llamada «revolución sexual».
rizar las razones que apoyan esta afirmación. Las exigencias de
un amor total, exclusivo y definitivo —tal como debe ser el amor
que exija una expresión tan elevada como es la relación sexual — 1. LA SEXUALIDAD EN EL MUNDO ACTUAL
únicamente pueden tener cabida en la institución matrimonial.
2. La institución matrimonial ha de someterse a las variacio- A. COMFORT, La sexualidad en la sociedad actual (Buenos Aires,
nes histórico-culturales. De ahí que se puedan y hasta se deban 1966). M. MEAD, El hombre y la mujer. Un enfoque revoluciona-
río de las relaciones entre ambos sexos (Buenos Aires, 1969).
admitir diversas formas de plasmación de dicha institución. ¿Cuá-
A. MORALDI-DANINOS, Sociología de las relaciones sexuales
les son? Nos lo dirá el modo de progresar la sociedad, sometido (Madrid, 1967); Evolución de las costumbres sexuales (Madrid,
obviamente a una crítica de la fe y de la moral. 1974). J. ROF CARBALLO, Huida y búsqueda del amor en la
3. A partir de los valores de la sexualidad, señalados más sociedad contemporánea: El hombre como encuentro (Madrid,
1973), 255-282. J.-C. SAGNE, La mutation des modeles de
arriba, es descartable toda relación paraconyugal. Ni en solteros
l'echange sexuel dans une societé en changement: Le Supplé-
mayores, ni en viudos, ni en casados puede admitirse una «rela- ment n.° 111 (1974), 480-489. K. SALLER, Zivilisation und Sexua-
ción esporádica» (es decir, no institucionalizada) paraconyugal. litat (Stuttgart, 1956). Concilium, n.° 55 (1970), 307-320: «Huma-
«Pensamos que "unas relaciones esporádicas" habrían de crear nización de la sexualidad». M. KLEIN y otros. La sexualidad en el
hombre contemporáneo (Buenos Aires, 1968).
probablemente más problemas de los que iban a resolver, por-
que las relaciones, según nosotros las entendemos, no son una
actividad que se puede aislar satisfactoriamete del contexto de Para describir la situación en que se encuentra la sexualidad en
una relación permanente» (308).
el momento presente podríamos acudir a distintas metodologías.
(308) Sexo y moralidad. Informe para el Consejo Británico de las Iglesias Una de ellas podría ser la descripción del variado costumbrismo
(Madrid, 1968), 103. sexual de nuestra sociedad. Existen abundantes publicaciones al
494 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 495

respecto (309). No juzgamos suficientemente crítica esta forma de gran excedente de energía en relación a la finalidad estrictamente
tratamiento del tema. biológica. El erotismo aparece en el nivel socio-cultural de la
Otra metodología podría orientarse por la línea de los estudios sexualidad; es un elemento integrante del comportamiento sexual
estadísticos. Esta sí la consideramos como una metodología críti- humano. El animal no tiene erotismo; éste es una peculiaridad huma-
ca. Su conocimiento se hace imprescindible para el planteamiento na. Se puede hacer una «metafísica del erotismo» como elemento
de una moral sexual para nuestro tiempo. Por otra parte, esta integrante de la antropología sexual (312).
clase de estudios han ejercido y seguirán ejerciendo una importan- Decir que nuestra sociedad está erotizada no sería una afirma-
cia grande en la .comprensión y vivencia de la sexualidad. Con ción negativa. La cuestión es que cuando hacemos tal aserto
relación a la encuesta Kinsey, se ha dicho que la publicación de queremos resaltar los aspectos negativos del erotismo actual. Es el
sus resultados «traza, sin duda, un meridiano importante en el aspecto «mítico» que adopta en el mundo actual lo que es recha-
conocimiento de la sexualidad contemporánea» (310). Remitiendo zable en el erotismo (313).
a la lectura directa de tales estudios o de síntesis de sus resultados La situación actual de la sexualidad se explica, de una manera
(311), nos excusamos de no seguir esta metodología. inmediata, por una serie de factores históricos que han contribuido
Para describir la situación del fenómeno humano de la sexua- a la «liberalización» del erotismo de sus frenos sociales. He aquí las
lidad en nuestro mundo adoptaremos una metodología de glo- etapas en que ha ido apareciendo la erotización de la sociedad
balidad. El común denominador que unifica los distintos aspec- actual (314): 1.a) La consideración de la sexualidad como «proble-
tos creemos que es el factor del «erotismo». Por eso nos vamos a ma científico» (H. Hellis, S. Freud y los endocrinólogos Hirschfeld y
referir, en primer momento, a este fenómeno general para señalar, Marañón). 2.a) La «liberación literaria» del erotismo de la represión
en segundo lugar, las consecuencias psicosociológicas que lleva social (D. H. Lawrence en Inglaterra, H. Miller en Norteamérica).
consigo en orden a la vivencia de la sexualidad en el momento 3.a) La «explosión erótica» provocada por el cine y que tiene sus
actual. influencias miméticas en la sociedad. 4.a) El problema de la «se-
xualidad femenina», tratado científicamente por María Bonaparte,
Helena Deutsch, Melaine Klein y la escuela psicoanalítica france-
a) La «erotización» de la sociedad actual sa, desarrollado en el ensayo histórico-filosófico por S. De Beau-
voir, iluminado por los estudios de la antropólogo Margaret Mead
G. BATAILLE, L'érotísme (París, 1957). V. MORIN-J. MAJAULT,
Un mythe moderne: l'érotísme (Tournai, 1964). J . ROF CARBA-
y llevado a la lucha social por los movimientos de liberación de la
LLO, En torno al erotismo: ¿Qué aporta el cristianismo al hombre mujer.
de hoy? (Bilbao, 1969), 139-171. E. SALGADO, Erotismo y socie- A partir de esta perspectiva de la liberalización del erotismo
dad de consumo (Barcelona, 1971). G. STRUCK, Sexo y morali- vamos a tratar de descubrir la situación histórico-cultural de la
dad: ¿resignación o vocación?: Concilium, n.° 35 (1968), 310-323.
sexualidad en la sociedad actual.
M. VIDAL, Epílogo para españoles: Sexo y moralidad (Madrid,
1968), 133-149.
1.°) Vivimos en un mundo sexualizado
El erotismo es un aspecto de la sexualidad humana. Nace de
esa peculiaridad del impulso sexual en el hombre de poseer un Es ésta la primera constatación que se impone. El fenómeno es-
tá patente: el mundo se ha erotizado, o mejor dicho, se ha sexua-
(309) En relación con el costumbrismo sexual español, ver, por ejemplo: El lizado.
libro de la vida sexual (Madrid, 1968); E. AMEZUA, La otra sexualidad. A la
búsqueda de una nueva dimensión (Madrid, 1975); F. REVILLA, El sexo en la (312) Cfr. G. BATAILLE, L'érotísme (París, 1957).
historia de España (Barcelona, 1975). (313) Cfr. V. MORIN-J. MAJAULT, Un mythe moderne: l'érotisme
(310) J . J . LÓPEZ IBOR, El libro de la vida sexual (Madrid, 1968), 9. (Tournai, 1964).
(311) Recordemos las encuestas de A. C. KINSEY; M. SCHOFIELD; (314) J . ROF CARBALLO, En torno al erotismo: ¿Qué aporta el cristia-
H. GIESE-G. SCHMIDT; R. SERRANO VICENS; etc. nismo al hombre de hoy? (Bilbao, 1969), 144-146.
496 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 497

No vamos a detenernos a precisar las causas que han provo- que en la actualidad el impulso sexual ha perdido fuerza y agresi-
cado esté fenómeno, ni los fines que siguen alimentándolo. Entre vidad, ha ganado en extensión.
las primeras podríamos señalar: la reacción violenta frente a cier- Pero al ganar en extensión, el impulso sexual ha perdido en
tos tabús ancestrales; la expansión del psicoanálisis; condiciona- calidad. La sexualidad contemporánea es una «sexualidad de con-
mientos psicológicos, tales como la concentración urbana, la masi- sumo», va dirigida al hombre-masa y, por eso mismo, pierde cali-
ficación de la cultura, etc. Uno de los fines que sigue alimentando dad.
constantemente la sexualización del mundo actual es el comercial;
Como manifestación de esta característica de la sexualidad
a todos es patente la utilización del sexo como factor de atracción
actual hay que colocar la disociación que se ha operado en los
y de venta. En todo producto que se lanza al mercado, y del que
valores de la sexualidad. Si admitimos que en la sexualidad hay
se hace propaganda, hay una posibilidad de adicionarle un sello
una conjunción armónica de «sexo», «eros» y «ágape», nos en-
erótico o bien de extraerle el erotismo latente que lleva en sí.
contramos con que en la sociedad actual están disociados estos
Para lograrlo, la técnica propagandística se sirve de varios méto-
valores. Más aún, hay una tendencia a reducir la sexualidad^a
dos: el primer método consiste en sexualizar el producto para que
uno de ellos: al valor más ínfimo, el «sexo». Existe en la configu-
al contacto del objeto con el espectador pase la corriente erótica
ración actual de la sexualidad una «hipergenitalización» que no
al espectador; el segundo modo consiste en hacer que el especta-
corresponde a la evolución normal y que denota una regresión a
dor realice, ante el objeto, el gesto que desencadena la corriente
una etapa sexual «infantil» o «preadolescente».
erótica; el tercer modo consiste en sumergir el producto y la
persona en un baño de erotismo. El erotismo es el gancho que Una vez que lo predominante en la sexualidad masificada ac-
nuestra sociedad de consumo utiliza para sus múltiples fines. Un tual es lo cuantitativo, y más precisamente lo cuantitativo-sexo, se
equipo de especialistas, psicólogos, sociólogos, psicoanalistas y sigue la necesidad de un aumento continuo en los estímulos
expertos en marketing pueden servirse de la sexualidad para fines sensoriales. El umbral de la excitabilidad ha variado; es preciso
propagandísticos de tipo comercial, teniendo en cuenta las motiva- aumentar la «cantidad» de estímulo para provocar la misma reac-
ciones conscientes e inconscientes de la conducta humana. De ción. Este es el proceso necesario a que conduce una sexualidad
hecho, mucha de la propaganda que aparece en la radio, prensa, cortada al estilo de «sexualidad-consumo» y basada excesivamente
cine y televisión va dirigida a las capas profundas instintivas de en el aspecto «signo» (de signo más sensorial).
nuestra personalidad.
Con razón, pues, se habla del «mito» del erotismo en la socie- 3.°) La sexualidad actual: síntoma de contravalores personales
dad actual, de la «ola de la sexualidad», o de la «revolución El modo de vivir hoy día la sexualidad en nuestra sociedad
sexual». Más aún, se considera este fenómeno como uno de los masificada es un «indicador» de fallos profundos en los valores
«signos de los tiempos». «Uno de los signos de nuestro tiempo es personales. Detrás de esta «ola de sexualidad» se oculta aquella
la sexualización de la sociedad» (315). profunda problemática que hoy afecta a tantos hombres: una
sexualidad reprimida o inmadura y sobrecompensada la mayor
parte de las veces. En muchas de las manifestaciones de la
2.°) La sexualidad ha ganado «extensión», sexualidad masificada de nuestro tiempo podemos ver síntomas de
pero ha perdido «calidad» «regresión» (hipergenitalización de tipo infantil) y hasta de signo
Lo que más nos interesa subrayar dentro del fenómeno señala- «patológico» (el exhibicionismo cuantificado).
do de la sexualización del mundo actual es el carácter extensivo En muchas ocasiones la sexualidad, en lugar de ser un servicio
que ha adoptado el impulso sexual en nuestra época. Mientras para la edificación de la persona, es empleada para realizar una
«alienación» personal. El hombre contemporáneo se «aliena» de
(315) J . M. VÁZQUEZ, Realidades socio-religiosas del catolicismo múltiples modos: la sexualidad es una de las formas más generali-
español (Madrid, 1967), 181. zadas de esta alienación.
32. Etica de persona
498 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 499

J . J . López Ibor dice que la sexualidad es un narcótico para la formas sociales (318). Sólo cuando las instituciones ya no impo-
angustia del hombre contemporáneo: «Lo que hay en el fondo de nen esa comunicación preformada y que distancia a los seres, los
este estado de privación que padece el hombre contemporáneo no hombres se enfrentan con la plenitud total de su persona espon-
es más que una forma de ansiedad. La sexualidad es un narcótico tánea.
de la ansiedad» (316). 3.°) Psicologización de la sexualidad. La sexualidad y el
Esta descripción de la situación de la sexualidad en el mundo amor son vividos en el ámbito de la psique. El conocimiento, la
actual podrá aparecer un poco pesimista. Sin embargo, creemos sutileza y la autoreflexión de las experiencias amatorias aumentan
que responde a la realidad. Nos encontramos en una época en a medida que el matrimonio y la familia pierden su función y su
que la sexualidad está en trance de tomar otro rumbo; de ahí, la significado en la estructura social y se recluyen en el mero ámbito
lucha, las exageraciones y las situaciones-límite. Es un momento de lo privado.
de riesgo donde los contravalores se hacen más patentes y los
valores se hacen más auténticos. Así creemos que se ha de cali- «Ya en Stendhal se encuentra una concepción de la sexualidad
ficar esta hora de la sexualidad en el mundo actual. que preludia la forma en que nuestra época entiende lo sexual:
satisfacción de los deseos individuales liberados de las trabas
impuestas por la sociedad» (319).
b) Ragos psicosociológicos de la sexualidad actual Esta psicologización puede entenderse también, en ciertos am-
bientes, como algo opuesto. «La psicología comienza a asumir
Después de haber descrito la situación actual de la sexualidad casi todas las funciones que ya no son cumplidas por las tamba-
con la categoría de la «erotización» vamos a señalar, de un modo leantes regulaciones y reglas institucionales... La psicología, ade-
esquemático, un conjunto de rasgos psicosociológicos que carac- más de su valor gnoseológico, tiene también un valor social. Los
terizan la manera de vivr el comportamiento sexual en el momento psicólogos se han transformado en funcionarios y en agentes de
presente. la sociedad» (320).
4.°) La decadencia de las instituciones, la privatización de las
1.°) Decadencia de las formas de comportamiento ins-
experiencias amatorias y la psicologización de la sexualidad han
titucional y ritualizadas en favor de una mayor libertad en los
traído una serie de consecuencias en la manera de entender y
criterios individuales. «En comparación con la vida amatoria del
de vivir la sexualidad y que se pueden observar con más claridad
pasado, la de nuestra época parece caracterizarse, ante todo, por
en algunos ambientes de la juventud actual. He aquí algunas de
una mayor libertad» (317). Esto lleva a la «decadencia» de las cos-
estas consecuencias:
tumbres (algunos pueden entender «corrupción» de costumbres)
y convenciones sociales con un predominio del arbitrio personal. * El hombre se considera a sí mismo como «un ser que
Pero conduce también a una mayor individualidad y a un mayor tono busca el placer o que está autorizado para buscarlo» (321). De ahí
afectivo en las relaciones amatorias, que cuentan con más posibi- que:
lidades propicias gracias al retroceso de las convenciones y prejuicios
morales y sociales. — Se considere él ejercicio del «amor pleno» como una exi-
gencia normal (recordar la problemática de las relaciones
2.°) Privatización anímica de las experiencias amato-
sexuales prematrimonialss)
rias. Arnold Gehlen ha afirmado que tanto el nacimiento como el
descubrimiento del alma (psique) proceden de la decadencia de las
(318) A. GEHLEN, Die Seele im technischen Zeitalter (Hamburg, 1957).
(319) Documentación Concílium, Humanización de la sexualidad: Con-
(316) LÓPEZ IBOR, o. c , 11. cilium 55(1970), 312.
(317) H. SCHELSKY, Sociología de la sexualidad (Buenos Aires, 1962), (320) SCHELSKY, o. c , 143.
138. (321) Ibíd., 143.
500 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 501

— El ejercicio sexual gratificante se considera como un «éxito», ner el interés de la sexualidad se hace preciso intensifi-
similar al éxito económico o social. carla hasta convertirse en su esclavo.
— «Como la pótenos sexual y el orgasmo se han convertido en — Absurdo: el erotismo produce, al fin, una decepción más
una normal exigencia convencional y han llegado a consti- radical, la decepción del «sentido». Cuando ya nada tiene
tuir la evidencia de un standard social elevado, naturalmente sentido sólo queda el placer instantáneo y sus artificios. En
se origina el temor y la angustia de no poder satisfacerlo. el término de la incoherencia la sexualidad pierde toda sig-
El temor a la impotencia y la angustia se convierten en los nificación humana y se convierte en una bagatela. Hasta
modernos miedos sociales» (322). da lugar a una comercialización desvergonzada del sexo.
Paradójicamente, la trivialización conduce al paroxismo.
— Hay una normal reducción de la sexualidad al ejercicio
genital. * La sexualidad se vive en clave «consumista». Como advierte
— El ejercicio de la sexualidad se disocia totalmente de la Scheisky «el papel y el significado que asume lo sexual en la
fecundidad. sociedad siempre están condicionados por la estructura total del
contexto social» (324).
* El hombre de hoy tiende a la total sujeción del plano de
Mirada la estructura de la sociedad actual como una estructura
la conducta a lo meramente instintivo, acompañado de una racio-
de consumo, tal estructura consumista se impone también en la
nalización convencional de tipo secundario. De ahí que:
manera de vivir la sexualidad. Señalamos los siguientes rasgos: •
— Se considere lo instintivo como lo «normal»: la normati-
— Se encara la sexualidad desde el punto de vista del placer
vidad del ejercicio sexual son todas las posibilidades a que
y desde la supresión de todo riesgo, sea de la índole que
pueda llegar el instinto.
sea (afectivo, social, familiar, etc.).
— Se crea en el mito de la «normatividád estadística».
— Se exagera el sentido de brevedad y de puntualidad del
* Se advierte en el mundo de hoy una pérdida del sentido placer de índole sexual.
de la sexualidad y del amor. Ha analizado muy bien esto P. — Se proporciona al ejercicio sexual ilusiones instintivas ine-
Ricoeur (323). Según este autor, aquélla se manifiesta en tres ludibles.
características:
— Caída en la insignificancia: el laxismo consecuente a la
retirada de los tabús sexuales, la mezcolanza de los sexos, 2. «REVOLUCIÓN SEXUAL» Y ETICA CRISTIANA
la igualdad entre hombre y mujer, la entrada de la literatura J. BASABE, La revolución lúdico-erótica: Iglesia Viva, n.° 57 (1975),
sexológica en el dominio público, todo ello tiende a redu- 265-284. C. CASTILLA DEL PINO, Sexualidad y represión (Ma-
cir el sexo a una función biológica sin misterio alguno. drid, 1971). J . COSTA CLAVELL, El sexo, arma política (Madrid,
Desde este punto de vista, la sexualidad se despersonaliza 1971). L. DE MARCHI, Represión sexual y opresión social (Buenos
hasta reducirse al anonimato. Aires, 1969). E. FREIJO, Liberación sexual y política represiva:
Iglesia viva, n.° 31 (1971), 17-41. A.KOLLONTAI, Marxismo y
— Exacerbación: la sexualidad en nuestra época tiende a revolución sexual (Madrid, 1976). H. MARCUSE, Eros y civiliza-
adoptar el sentido de una compensación de decepciones ción (Barcelona, 1968). J . L. PINILLOS, La liberación sexual:
causadas por el desquiciamiento y las mutaciones de la Iglesia Viva, n.° 31 (1971), 5-15. W. REICH, La función del
sociedad, volviéndose cada vez más exigente. Para mante- orgasmo ( Buenos Aires, 1962); La lucha sexual de los jóvenes
(Buenos Aires, 1972); La irrupción de la moral sexual (Buenos
Aires, 1973); La revolución sexual (México, 1974). R. REICHE, La
sexualidad y la lucha de clases (Barcelona, 1969). J . SARANO,
(322) Ibíd., 144.
(323) P. RICOEUR, La merveille, l'errance, l'énigme: Esprit 11 (1960),
(324) SCHELSKY, o. c , 152.
1665-1676.
502 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 503

La sexualidad liberada (Madrid, 1971). J . L. SCHLEGEL, Sexualité de «distraer» la atención de otros problemas que no se quieren
et société, marxisme et psychanalyse selon W. fíeich: Pojet, n.° afrontar directamente.
101 (1976), 44-61. M. SIMÓN, Comprendre la sexualité aujourd'hui.
Freud, Reich, Marcuse, Klein, Lacan (Lyon, 1975). E. SUBIRATS, A este respecto recogemos las observaciones de J . L. Pinillos:
Sex-Pol. La revolución sexual (Barcelona, 1975). J. VAN USSEL, «En efecto, la permisividad sexual, plasmada en una mayor laxitud
Histoire de la répression sexuelle (París, 1972). VARIOS, Sexuali- de la censura, en creciente tolerancia de las escenas eróticas en
dad y represión (Buenos Aires, 1968). VARIOS, Sexualidad: liber- los espectáculos, etc., es un viejo truco que se utiliza frecuente-
tad o represión (México, 1971). VARIOS, Marxismo, psicoanálisis
mente para distraer la atención de grandes sectores de la pobla-
y sex-pol. I. Documentos (Buenos Aires, 1972). //-Estado actúa/
de la cuestión (Buenos Aires, 1973). ción y apartarla de problemas sociales, económicos y políticos de
mayor entidad. Desde luego, la focalización del interés público en
Es interesante constatar cómo dentro de las publicaciones se- torno al erotismo puede servir, como ha apuntado Aranguren,
rias sobre el tema de la sexualidad se advierte una tendencia a para que la opinión no se polarice sobre otros aspectos de la vida,
relacionar ésta con el tema de la liberación del hombre. Se tiende cuya consideración crítica no conviene al stablishment. Esto es
a «incluir el carácter liberador, tan acentuado hoy en la sexualidad, quizás obvio, pero no trivial» (326).
como un factor de la gran revolución que trata de conducir al
hombre hasta una nueva toma de conciencia en todos los campos b) Otro ámbito claro en donde se manipula la sociedad es el de
de la vida en sociedad y de- la cultura» (325). Estas orientaciones la estructura consumista de la sociedad. «En un orden econó-
tienen un claro matiz crítico, ya que de hecho la sexualidad se mico —en buena medida coordinable con el anterior— la erotiza-
encuentra actualmente manipulada por las mismas estructuras ción de la sociedad sirve también para incrementar el consumis-
sociales. mo. De una parte esto es claro, porque el uso de los esfuerzos
eróticos constituye uno de los grandes recursos de la publicidad; y
No es nuestro intento entrar aquí en un diálogo de confronta- de otra, porque además la actitud erótica exige y facilita de suyo
ción con estas teorías críticas sobre la sexualidad actual. Nos refe- el consumo de toda clase de bienes ostentosos, o dicho de otra
rimos de un modo particular a los proyectos de liberación sexual manera, va asociada a lo que tantas veces se ha definido como
de Marcuse, Reich y otros. conspicuous consumption. La moda, pues, y en definitiva el con-
De ellos aceptamos su punto de arranque o su proyecto de sumismo, tienen en la erotización social uno de sus más eficaces
liberación. Creemos que también los cristianos hemos de aceptar aliados» (327).
la intuición de que la revolución sexual contribuye y contribuirá a
la liberación del hombre. A pesar de que la descripción que hicimos c) En un tercer ámbito, la sexualidad es utilizada como forma
de la sexualidad en el mundo actual pudo parecer pesimista, sin de represión social. Tocamos un aspecto en el que no queremos
embargo, creemos que no se trata de una total «degradación de la entrar, ya que es tema que exigirá un tratamiento más detallado y
sexualidad». Sin negar los fallos y contravalores opinamos que se pormenorizado (328).
trata de una situación esperanzadora con tal de que sepamos y Limitándonos al proyecto de Marcuse de una sociedad no-re-
queramos llevarla a la plenitud de realización. presiva en lo sexual, creemos que se puede encajar dentro de una
Son muchos los ámbitos en los que el cristianismo tiene que visión cristiana de la sexualidad. Su proyecto de una civilización
desenmascarar las formas manipuladoras de la sexualidad en el integralmente erótica no lo entendemos como una justificación
mundo de hoy. Pero nos vamos a referir únicamente —y además teórica de la actual situación de un mundo mal erotizado. Tampo-
sin hacer un desarrollo amplio de ellas— a las siguientes: co se ha de entender la solución marcusiana como un pansexua-
a) El primer ámbito en que es necesario desenmacarar la
manipulación de la sexualidad es el de su utilización como medio (326) J. L. PINILLOS, La liberación sexual: Iglesia Viva 31 (1971), 12-13.
(327) Ibid., 13.
(328) Remitimos al brillante y sugeridor estudio de E. FREIJO, Liberación
(325) Documentación Concilium, I. c , 306. sexual y política represiva: Iglesia Viva 31 (1971), 17-41.
504 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD 505

lismo social. La entendemos como un proyecto para utilizar los una creación de nuestras propias manos y no puede salvarnos»
excedentes de energía sexual para la creación de nuevos valores (331).
culturales. Tal energía sexual liberada impregnará a todo el ser hu- La crítica de Cox a la situación sexual actual es certera. La
mano, pero no será de signo únicamente genital. sexualidad que emprende el camino del erotismo pornográfico y del
Es necesario postular una revolución cultural en la que tenga erotismo idolizante no llegará nunca a la madurez adulta. Con tales
cabida una sexualidad no represiva. Tenemos que enfrentarnos en patrones el hombre vive en cautividad o en minoría de edad.
la actualidad, y más todavía en el futuro, con una civilización del Necesita escuchar el aviso y la salvación de «la palabra liberadora,
ocio. Ahora bien, esta civilización nueva pide una forma nueva secularizadora del evangelio».
de vivir lo sexual. No puede ser una sexualidad represiva la que sea Quisiéramos terminar estas reflexiones reafirmando nuestra
capaz de llenar una civilización del ocio. doble convicción de que la sexualidad es un indicador del hombre
Podemos, pues, vislumbrar una sociedad en la que el trabajo de hoy y de la sociedad actual y de que la sexualidad es una gran
ya no sea una «alienación», sino un placer lúdico tal como lo soñó posibilidad de alienación o de liberación del hombre y de la
Platón; una sociedad en la que no mande el instinto de agresivi- sociedad.
dad, sino el espíritu de unas relaciones marcadas por el sello del Es tarea de la teología descubrir ese valor indicativo de lo
erotismo maduro y plenificante. sexual e iluminar el camino para que la sexualidad humana no se
Hasta podemos soñar en que la liberación de la sexualidad sea convierta en poder destructivo y alienante, sino que encuentre el
una ayuda y un ingrediente de la liberación política. «El ideal de modo eficaz para una auténtica liberación en la verdad y en la
una política humanista, democrática y socializada, implica una autenticidad.
redistribución económica de la sexualidad totalmente distinta a la Es, pues, tarea de todo hombre de buena voluntad, y consi-
que hemos venido analizando. El respeto a las reglas del juego de guientemente de todo cristiano, vivir su propio amor y hacer que
la democracia supone —de alguna manera— personalidades ma- se viva el amor de todos en un ámbito de liberación humana
duras, libres, autónomas y responsables; abiertas al prójimo... El siempre ascendente. Confiamos, pues, que la «liberación sexual»
logro de personalidades de esta calidad implica el triunfo de la sea «un ingrediente de la liberación económico-cultural, y todas
razón y del amor sobre la represión y la opresión» (329). ellas sean vividas por el creyente desde su consciencia cristiana
como integrante de esa radical "liberación evangélica" que se defi-
d) Harvey Cox ha puesto de relieve una forma nueva de ma- ne a sí misma como liberación del amor» (332).
nipulación de la sexualidad en el mundo actual: el de su falsa
sacralización. Dentro de su visión optimista de la secularización,
afirma Cox que «ningún aspecto de la vida humana hierve con
tantos demonios sin exorcizar como el sexo. Ninguna actividad
está tan abrumada por la superstición, tan asediada por el saber
residual de la tribu, tan acosada por el temor socialmente in-
ducido (330).
Según Cox lo que necesitamos es desmitificar la sexualidad.
«En una visión profundamente teológica hay que declararse en
contra de las "sacralizaciones" actuales de la sexualidad. La
"mujer", tal como la fabrican los medios de comunicación social,
es un ídolo. Lo mismo que todo ídolo, ella es al fin de cuentas

(329) Ibíd., 31. (331) Ibíd., 219-219.


(330) H. COX, La ciudad secular (Barcelona, 1968). (332) FREIJO, a. c.,41.
6
moral de la convivencia interpersonal

En esta parte de la ética concreta de la persona hemos des-


arrollado los aspectos morales de tres condiciones básicas en que
se realiza la vocación personal: la condición de «sujeto» que ha de
tener todo hombre frente a los intentos de manipulación; la con-
dición de la «corporalidad»; y la condición de la «sexualidad».
Estas condiciones originan en la vida del hombre otros tantos
ámbitos de comportamiento en los que hemos destacado su ver-
tiente ética.
Para completar la ética concreta de la pesona nos referimos en
este capítulo a otra condición básica del hombre: su dimensión de
«alteridad». La persona realiza su existencia en clave intersubje-
tiva. No quedaría completa la visión moral de la persona si no
aludiéramos a los aspectos éticos propios de este ámbito de com-
portamiento que es la alteridad.
Queremos advertir que el desarrollo completo de la moral de la
alteridad alcanza el horizonte de la ética social. La moral de la
convivencia interpersonal tiene su verificación más importante en
los ámbitos sociales del comportamiento. A pesar de reconocer a
la alteridad la amplitud de este horizonte, ponemos un límite a la
visión de este capítulo: no entramos en la exposición de los pro-
blemas morales de la convivencia socio-política (objeto de la ética
social) y nos detenemos en la intersubjetividad en cuanto condi-
ción de todo comportamiento interpersonal, también del compor-
tamiento socio-político.
Juzgamos que esta reducción no «vacía» el contenido real de
la alteridad humana. Fierro nos ha advertido de las trampas en que
ha caído y puede caer la teología al revestirse de las categorías de
508 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 509

intersubjetividad, de encuentro, de relación yo-tú, etc. (1). A una exponemos los criterios básicos de la moral de la inter-
teología basada preferentemente sobre la categoría del encuentro subjetividad.
le acechan los peligros del intimismo, de la privatización, del nar- 2. La convivencia auténticamente interpersonal se realiza en
cisismo perfeccionista, de la evasión pseudoreligiosa, del misti- el ámbito de la intimidad, lo cual comporta unas exi-
cismo autogratificante. Este tipo de teología padece notables ca- gencias éticas determinadas.
rencias: «Las determinaciones históricas, sociales, económicas, 3. La alteridad, además de intimidad, es comunicación; por
tales como la clase social, el puesto dentro del proceso de pro- eso es necesario exponer los criterios éticos del diálogo
ducción o de unas estructuras de poder, no entran en conside- interpersonal.
ración. El hombre concreto queda volatizado entre el género y la
individualidad imprecisa. El hombre de esta teología es un hombre
indeterminado, sin su circunstancia. Hablar de política en un con- I
texto así hubiera sonado, en imagen de Guichard, 'como un tiro
de pistola en medio de un concierto'» (2). EL «ENCUENTRO»:
Aun reconociendo la posibilidad de esos peligros, creemos que CATEGORÍA ANTROPOLOGICO-TEOLOGICA Y EXIGENCIA ETICA
la alteridad puede ser pensada —porque es vivida también— a un
nivel anterior al de la concreción socio-política. Más aún, tiene
La moral de la alteridad ha de comenzar por formular los
sentido la alteridad socio-política porque está transida de alteridad
criterios básicos que orientan la comunicación de las personas.
humana. Por eso mismo, no juzgamos alienante de por sí una
Ahora bien, dicha comunicación ¡nterpersonal puede entenderse a
consideración de la alteridad al nivel básico de la persona, aunque
través de la categoría general de «encuentro». De ahí que el pri-
deba ser concretada después a niveles de realidad socio-política.
mer apartado de la ética de la alteridad puede titularse moral del
Reducido el tema al horizonte de la ética de la persona, sin encuentro.
situarlo en el amplio contexto de la ética social, todavía tiene una
Antes de hacer una exposición del encuentro en cuanto exi-
notable amplitud. Por fuerza hemos de reducir el contenido a lo
gencia ética, juzgamos conveniente anteponer unas anotaciones
más esencial.
sobre la antropología y teología de la comunicación interpersonal.
Los que deseen ver la conexión con los Manuales de Moral También para este tema es válida la orientación general de que el
encontrarán tratados aquí aquellos temas que eran objeto de expo- «quehacer» se apoya en el «ser». Hablar de exigencia ética del
sición en el desarrollo del octavo precepto del Decálogo (en la encuentro presupone la comprensión del encuentro como catego-
manualística de tendencia jesuítico-alfonsiana) o de la virtud de la ría antropológico-teológica.
justicia en lo que respecta a los «bienes internos» (en la manua- Dividimos, pues, el apartado en dos puntos:
lística de tendencia tomista): verdad; fidelidad; honor; secreto;
etcétera. 1. El encuentro: categoría antropológico-teológica.
De los muchos aspectos en que se concreta la moral de la 2. El encuentro: exigencia ética.
convivencia ¡nterpersonal seleccionamos para un desarrollo más
particularizado los tres siguientes: 1. EL ENCUENTRO: CATEGORÍA ANTROPOLOGICO-TEOLOGICA
1. En primer lugar, consideramos la ética de la alteridad des-
El desarrollo de este enunciado supondría tener que «releer»
de la categoría global del encuentro y a partir de ella
una de las líneas más densas y vigorosas del pensamiento contem-
poráneo sobre el hombre. La afirmación de M. Buber de que «el
hecho fundamental de la existencia humana es el hombre con el
(1) A. FIERRO, El evangelio beligerante (Estella, 1975), 20-25.
(2) Ibíd., 24-25. hombre» y de que la esfera del «entre» es lo que «constituye una
510 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 511

protocategoría de la realidad humana» (3) ha sido ampliamente te- Proximité: Archives de Philosophie 34 (1971), 373-391. M. NEDON-
CELLE, Intersubjectivitéetontologie. Le défípersonna/iste (Louvain-
matizada. Desde Buytendijk (4) a Laín (5), el encuentro ha sido
París, 1964). I. REQUENA, Sensibilidad y alteridad en Levinas:
sometido a síntesis singularmente armónicas. No han faltado estu- Pensamiento 31 (1975), 125-149.
dios que hayan pensado en clave de «encuentro» tanto la relación
religiosa (6) como la comprensión cristológica (7). Y, sin embargo, La antropología de la alteridad se puede expresar a través de la
tiene validez la confesión con que termina Rof su libro sobre El afirmación del hombre como «un ser para el encuentro». La per-
hombre como encuentro: «Pienso si todo cuanto acertemos a es- sona, además de tener una estructura de interioridad, es una rea-
cribir sobre el encuentro no podrá ser nunca más que un prólogo lidad abierta y consiguientemente abocada necesariamente al
a este enigma vago e indeciso» (8). encuentro. «El hombre sólo se conoce por entero, sin mutilación
ni desgarro, en tanto se manifiesta en el encuentro con otro
hombre» (9).
a) Antropología de la alteridad
Nota bene: El desarrollo de este punto puede verse en el primer tomo
J. L. L. ARANGUREN, La comunicación humana (Madrid, 19752); de esta obra: «Moral de Actitudes» I (Madrid, . 19774),
Problemas éticos y morales de la comunicación humana: Morali- 147-150.
dades de hoy y de mañana (Madrid, 1973), 99-126. M. BUBER,
¿Qué es el hombre? (México, 1970°); Yo y Tú (Buenos Aires,
1956). F. J . J . BUYTENDIJK; Zur Phánomelogie der Begegnung: b) Teología de la convivencia interpersonal
Éranos 19 (1950/1951), 431-486. C. CASTILLA DEL PINO, La in-
comunicación (Barcelona, 1970). J . DE FINANCE, L'afírontement G. HOLZHERR, El hombre y las comunidades: Mysterium Salutis
de l'autre. Essai sur I' altérité (Roma, 1973). V. FAGONE, // (Madrid, 1969) II/2, pp. 842-880. VARIOS, La comunidad religiosa
problema delta conoscenza dell'altro: La Civiltá Cattolica 116 (Madrid, 1972). W. WEBER -S. RAUSCHER, La comunidad huma-
(1965) III, 209-222; // fondamento ontologico de/la communicazio- na: La Iglesia en el mundo de hoy (Madrid, 1967), 327-349.
ne nell'analisi esistenziale di M. Heidegger: I. c, 414-427. E.
GIUS, // processo di socializzazione e gli aspetti dinamici dei «La perfección del coloquio fraterno no está en ese progreso,
rapporti interpersonali: Antonianum 50 (1975), 205-280. M. sino más bien en la comunidad que entre las personas se esta-
GRANELL, La vecindad humana (Madrid, 1969). L. GUTIÉRREZ blece, la cual exige el mutuo respeto, su plena dignidad espiritual.
VEGA, Antropología y Teología de la Comunidad: La Comunidad La revelación cristiana presta gran ayuda para fomentar esta co-
religiosa (Madrid, 1972), 139-221. P. LAIN ENTRALGO, Teoría y munión interpersonal y al mismo tiempo nos lleva a una más pro-
realidaddel otro. 2 vol. (Madrid, 1961). I. LEPP, La comuni-
funda comprensión de las leyes que regulan la vida social, y que el
cación de las existencias (Buenos Aires, 1964). Ch. LEFE-
VRE, La personne comme étre en relation chez Platón et Aristote: Creador grabó en la naturaleza espiritual y moral del hombre» (10).
Mél. de Se. Reí. 30 (1973), 161-183; La relation personnelle chez
Saint Thomas d'Aquin: I. c , 31 (1974), 121-144. E. LEVINAS, La 1.°) Para exponer los principios teológicos de la convivencia
interpersonal conviene partir de la situación en que se encuen-
tra la teología de la convivencia humana (teología de la co-
(3) M. BUBER, ¿Qué es el hombre? (México, 1970&), 146-147. munidad, o teología social). Como afirmación inicial, podemos
(4) F. J . J . BUYTENDIJK, Zur Phónomenologie der Begegnung: Era- decir que la teología social ha estado hasta ahora «abandonada de
nos 19 (1950/1951), 431-486.
un modo imperdonable» (Hóffner). No han faltado en la teología
(5) P. LAIN ENTRALGO, Teoría y realidad del otro, 2 vol. (Madrid,
quienes señalaron los «aspectos sociales del cristianismo» (De
1975). Lubac); sin embargo, se carecía de una teología expresa y directa
(6) J . MARTIN VELASCO, El encuentro con Dios. Una interpretación
de la comunidad humana.
personalista de la religión (Madrid, 1976).
(7) O. GONZÁLEZ, Jesús de Nazaret. Aproximación a la Cristología
(9) Ibíd., 45.
(Madrid, 1975).
(10) Gaudium et Spes, n. 23.
(8) J . ROF CARBALLO, El hombre como encuentro IMadrid, 1973),
513.
512 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 513

El Concilio Vaticano II se ha preocupado de este problema y le totélico y racional, el pensamiento estático, el método de la sín-
ha dedicado un capítulo (el 2.°) de la Gaudium et Spes. Afirma tesis puramente lógica, el juridicismo, las influencias de la Reforma,
que la revelación cristiana «nos lleva a una más profunda com- tuvieron la culpa de que no se aprehendiese ya en una visión tota-
prensión de las leyes que regulan la vida social» (n. 23). A conti- litaria e intuitiva el misterio de la unidad y la comunidad. A este
nuación (nn. 24-32) hace un esbozo de la teología de la comuni- individualismo le cabe también parte de la culpa de que la vida de
dad humana. A partir de esta iniciativa del Concilio, han comen- la Iglesia se mantuviese en cierto estado de postración, del que
zado a aparecer estudios (comentarios a la GS; Mysterium Salu- intenta levantarse la Iglesia de nuestros días, cultivando en su
tis), que esperamos se vean incrementados eñ el futuro. interior la conciencia de comunidad y comprendiéndose al mismo
Por lo demás, una teología de la convivencia humana se hace tiempo como 'signo' o 'sacramento' y como 'germen' de la unidad
muy necesaria en la actualidad. Y esto por diversas razones, entre social de los hombres» (12).
las cuales las principales son las siguientes: el hecho de la socia- Entre las tres exigencias que Garaudy señala como tres ruegos
lización; la aparición de ideologías comunitarias; la toma de con- que un no cristiano espera de la Iglesia con vistas a la elaboración
ciencia de la comunidad en la vida eclesial. y desarrollo de unas normas de moral pública, coloca como la
Entre los principales aspectos del mundo actual que señala el tercera la siguiente: «La decisión clara de 'dar franquicia' al tér-
Concilio está el hecho de la multiplicación de las relaciones mu- mino y a la realidad del socialismo como condición necesaria para
tuas entre los hombres. Lo que se presenta como nuevo no es el el desarrollo ilimitado de todo hombre y de todos los hom-
hecho societario o comunitario, sino «la multiplicación de las rela- bres» (13).
ciones mutuas entre los hombres» (11). También es patente el fenómeno de la proliferación de comu-
La socialización será humana cuando sobrepase la pura dimen- nidades dentro de la vida intraeclesial. El fenómeno del «comuni-
sión técnica y se coloque en el nivel de las personas. Una valo- tarismo» es un signo de la Iglesia de nuestro tiempo: comunidades
ración humana y cristiana del fenómeno de la socialización puede que se revitalizan (renovación de las comunidades religiosas); co-
verse en la encíclica Mater et Magistra, nn. 59-67. munidades que se hacen dentro de la comunidad clásica (grupos
parroquiales); comunidades que nacen con novedad (comunidades
Es un hecho patente el surgir simultáneo de ideologías comu- eclesiales; comunidades de base). Este fenómeno está pidiendo
nitarias, que habrían sido inconcebibles si se hubiera encontrado una teología de la comunidad.
en la teoría y en la práctica una respuesta satisfactoria adecuada y
existencial a esa necesidad elemental de una verdadera comuni- 2.°) Después de haber visto la situación en que se encuentra
dad. Recordemos entre estas ideologías: el materialismo dialéctico en la actualidad una teología de la comunidad humana (situación
(comunismo); el evolucionismo positivista (H. Spencer); la psico- de penuria y de necesidad), veamos cómo se puede lograr o cómo
logía de la relación transaccional de la madre y el niño (Portmann: se puede formular una tal teología. ¿Qué es lo peculiar de la
«parto prematuro» acogido en el «seno-social»; Spitz: relación teología de la comunidad?
objetual; Rof Carballo: urdimbre). Hay otras ideologías que des-
precian la dimensión comunitaria, como es el existencialismo sar- No es lo mismo la teología de la comunidad que la filosofía
triano. Para Sartre, la comunidad o la convivencia son una ame- social. Esta, de hecho, se ha fraguado en gran parte dentro de un
naza para el individuo: «el infierno, son los otros». ambiente cristiano. Es, por otra parte, el fundamento de muchos
aspectos de la doctrina social de la Iglesia. La filosofía social de
El cristianismo parece que no ha sido capaz de asumir esta
corriente ideológica de tipo comunitario. Durante muchos siglos
había predominado en su interior la tendencia al individualismo en (12) G. HOLZHERR, El hombre y las comunidades: Mysterium Salutis,
II/2 (Madrid, 1969), 843.
la salvación. «Desde el punto de vista teológico, el análisis aris-
(13) R. GARAUDY, Lo que espera un no-cristiano de la Iglesia en el
problema de la formación y del desarrollo de las normas de la vida
(11) Ibíd., n. 23. pública: Concilium 35 (1968), 237.
33. Etica de la nersona
514 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 515
matiz católico tiene dos puntos de partida, los cuales dan origen a — La vida social nace y se orienta a la persona: «porque el
dos tipos de doctrina social filosófica: a) la que parte de la per- principio, el sujeto, y el fin de todas las instituciones, es y debe
sona, pero una persona relacionada (solidarismo) y una persona ser la misma persona humana».
que no ha de ser instrumentalizada por la sociedad (personalismo);
— La vida social engrandece al hombre: «por ello, a través del
b) la que parte de la comunidad (tradición tomista): el bien común
trato con los demás, de la reciprocidad de servicios, del diálogo
como valor fundamental, aunque no se prescinde del valor de la
con los hermanos, la vida social engrandece al hombre en todas
persona.
sus cualidades y le capacita para responder a su vocación».
La teología de la comunidad no se identifica con la filosofía
— Existe una mutua interdependencia entre persona y vida
social, pero puede recibir de ella mucha orientación y fundamento.
social: «la índole social del hombre demuestra que el desarrollo de
También dentro de la teología habrá que plantearse la cuestión de
la persona humana y el crecimiento de la propia sociedad están
si los valores últimos cristianos tienen carácter individual o son
mutuamente condicionados».
valores comunitarios.
Esta teología tampoco se confunde con la sociología. Sin embar- — Esta influencia de la sociedad sobre la persona se da tanto
go, los principios fundamentales de la doctrina cristiana son los en el aspecto bueno como en el malo: «Si la persona humana, en
que han de conformar la realidad concreta. Para ello resulta im- lo tocante al cumplimiento de su vocación, incluida la religiosa,
prescindible un conocimiento sociológico exacto de la realidad. Lo recibe mucho de esta vida en sociedad, no se puede, sin embar-
mismo hay que decir de la psicología. go, negar que las circunstancias sociales en que vive y en que
está como inmersa desde su infancia, con frecuencia le apartan del
«La teología social debe ser algo más que una sociología e ir
bien y le inducen al mal.»
más allá de una doctrina 'cristiana sobre la sociedad', entendida
de manera meramente filosófica. Su función frente a una doctrina — Todo esto cobra mayor relieve en nuestros días, en que se
social filosófica, basada en el derecho natural, no se limita a esti- multiplican las relaciones entre los hombres: «Este fenómeno que
mular y controlar» (14). recibe el nombre de socialización, aunque encierra algunos peli-
gros, ofrece sin embargo muchas ventajas para consolidar y des-
Siguiendo la doctrina conciliar, vamos a exponer los principios
arrollar las cualidades de la persona humana y para garantizar sus
teológicos de la convivencia, admitiendo que existe una verdadera
derechos.»
teología de la comunidad humana. Esto no impide que tal teología
deba integrar valores filosóficos, sociológicos y psicológicos. La La comunidad en el misterio de la creación. «Dios creó al
realización perfecta de una convivencia humana tiene que integrar hombre no para vivir aisladamente, sino para formar socie-
todos esos elementos en un espíritu y en un contenido cristianos. dad» (16). «Dios, que cuida de todos con paterna solicitud, ha
querido que los hombres constituyan una sola familia y se traten
3.°) La teología de la comunidad humana o de la convivencia entre sí con espíritu de hermanos. Todos han sido creados a ima-
puede resumirse en los siguientes principios fundamentales: gen y semejanza de Dios, quien hizo de uno todo el linaje huma-
no, para poblar toda la haz de la tierra (Act 17, 26) y todos son
La convivencia o la sociabilidad es algo esencial a la llamados a un solo e idéntico fin, esto es. Dios mismo» (17).
persona. «La vida social no es, pues, para el hombre, sobrecarga
accidental» (15). De aquí se siguen algunas consecuencias que El orden de la creación no es algo distinto del orden de la sal-
señala muy bien el n. 25 de la Gaudium et Spes. vación. En la creación se da una forma previa de la «caridad», que
se manifiesta en el orden de la salvación. «Una teología que no sea
— Absoluta necesidad de la vida social: la persona «por su estática, sino que esté orientada de manera histórico-salvífica,
misma naturaleza tiene absoluta necesidad de la vida social».

(14) HOLZHERR, I. c , 846. (16) Ibíd., n. 32.


(15) Gaudium et Spes, n. 25. (17) Ibíd., n. 24.
516 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 517

acepta en nuestros días la idea fundamental de aquella escuela Comunidad y misterio escatológico: «Esta solidaridad debe
medieval que entendía el 'logos' de la creación como 'prólogo' de aumentarse siempre hasta aquel día en que llegue su consumación
la encarnación» (18). y en que los hombres, salvados por la gracia, como familia amada
De aquí se sigue: de Dios y de Cristo, hermano, darán a Dios gloria perfecta» (22).
— La existencia de la humanidad como una realidad concreta. A partir de estos principios teológicos debemos desarrollar una
La humanidad tiene un sentido de totalidad; es única; abarca a moral de la convivencia humana. La Gaudium et Spes (nn. 23-32)
todos los individuos históricos. señala algunos criterios éticos fundamentales que nacen de los
— La humanidad se encuentra delante de sí misma y delante principios teológicos expuestos:
de Dios, como un único sujeto, como una única persona. — búsqueda del bien común (n. 26);
— La humanidad se siente solidaria con el cosmos: el hombre — derechos fundamentales de la persona (n. 27);
no consigue su perfección última sin el cosmos. — respeto y amor a los enemigos (n. 28);
— igualdad esencial entre los hombres (n. 29);
Comunidad histórico-salvífica: «Desde el comienzo de la — superación de la ética individualista (n. 30);
historia de la salvación Dios ha elegido a los hombres y no sola- — responsabilidad y participación (n. 31).
mente en cuanto individuos, sino también en cuanto miembros de
una determinada comunidad» (19). Comunidad de la Alianza. Co-
munidad de revelación. Comunidad de acción salvífica. Comunidad 2. EL ENCUENTRO: EXIGENCIA ETICA
de historia.

Comunidad y misterio cristológico: «Esta índole comuni- J.-M. DIEZ-ALEGRIA, Tres actitudes constitutivas de la persona en
la convivencia humana: Revista de Filosofía 21 (1962), 25-30. L.
taria se perfecciona y se consuma en la obra de Jesucristo... Pri-
NAUROIS, Juristes et Moralistes en présence des obligations
mogénito entre muchos hermanos, constituye, con el don de su inter-personnelles: Nouvelle Revue Théologique 85 (1963), 598-617.
Espíritu, una nueva comunidad fraterna, entre todos los que con M. SOUCHON, Ethique de communication: Rech. de Se. Reí. 62
fe y caridad le reciben después de su muerte y Resurrección; esto (1974); 541-562. J . YARCE, La comunicación personal, (Madrid,
es, en su Cuerpo que es la Iglesia, en la que todos miembros los 1971).
unos de los otros, deben ayudarse mutuamente según la variedad
de dones que se les hayan conferido» (20). La ley universal de la El encuentro, además de categoría antropológico-teológica, es
comunidad humana queda plenificada en Cristo. Es la Cristifica- una exigencia ética. Se puede hablar de una «moral del encuen-
ción de toda convivencia humana. Cristo es el punto Omega de tro» en cuanto que la comunicación intersubjetiva tiene una di-
todo proceso de socialización. mensión ética.
Reducimos la moral del encuentro a tres grupos de exigencias:
Comunidad: trasunto de la comunidad trinitaria en el a) descubrir y tratar al otro como un «tú»; b) manifestarse en la
amor: «Más aún, el Señor, cuando ruega al Padre que todos sean comunicación interpersonal como un «yo»; c) crear un «nosotros»
uno, "como nosotros también somos uno" (Jn 17, 21-22), abriendo como eje de la convivencia interpersonal.
perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una cierta seme-
janza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos
de Dios, en la verdad y en la caridad» (21). a) Descubrimiento y aceptación del otro como un «tú»

«Descendiendo a consecuencias prácticas de máxima urgencia,


(18) HOLZHERR, I. c , 850.
(19) Gaudium et Spes, n. 32. el Concilio inculca el respeto al hombre, de forma que cada uno,
(20) Ibíd., n. 32.
(21) Ibíd., n. 24.
(22) Ibíd., n. 32.
518 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 519

sin excepción de nadie, debe considerar al prójimo como otro yo en la vida privada el hombre queda reducido a un instrumento
cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios manipulado para fines personales. Recordemos algunas formas:
para vivirla dignamente, no sea que imitemos a aquel rico que se 1) esclavitud; 2) prostitución; 3) la sociedad de consumo hace del
despreocupó por completo del pobre Lázaro» (23). hombre un «productor» o un «consumidor»; 4) el funcionario;
Para que pueda darse una convivencia perfecta es necesario 5) instrumentalización en todos los sentidos.
que las personas descubran en el otro un «tú» y se relacionen — Un rival. En cuanto objeto, el otro puede serme ante todo
entre sí como con un «tú». Pero ¿cómo debe ser ese descubri- un obstáculo, algo que se interpone enojosa y perturbadoramente
miento? ¿Cómo debe ser esa relación? Siguiendo de cerca a Pedro en el camino de mi vida. De un modo directo, inmediato, casi
Laín Entralgo (Teoría y realidad del otro, II, Madrid, 1961), hace- físico; o de un modo mediato, espiritual.
mos las siguientes anotaciones éticas: Al otro se le puede considerar como un rival. Y se le puede
tratar como un rival; se pasa a la acción. Y esta acción puede
revestir diversas modalidades: 1) asesinato físico; 2) asesinato per-
1.°) El otro no debe ser tratado como un objeto sonal; 3) la mera evitación. Entonces es cuando se realiza la frase
de Sartre: «El infierno, son los otros».
Las personas valen en cuanto tales. Sin embargo, las personas
pueden adoptar diferentes modalidades, en cuanto son vistas y — Un objeto de contemplación. Es la reducción del «tú» a
aceptadas de diversa forma por los demás. En este sentido, pode- un «ello». En cuanto objeto de contemplación, el otro es para mí
mos convertir a los demás en «objetos», en «personas» o en «pró- un «espectáculo». Me sitúo ante él y lo contemplo. Para contem-
jimos». La convivencia será de distinta índole según sean objetos, plar se necesita cierta retracción: retirarse un poco (distanciamien-
personas o prójimos los que la componen. to existencial); la retracción lleva consigo la abstención y la expec-
tación.
Existen diversas maneras de hacer del otro un objeto. He
aquí las principales: — Un objeto de transformación. El otro queda reducido
aquí a un objeto de operación transformadora. Esta transforma-
— Un «Don Nadie» (Quevedo): como si no existiese para mí.
ción puede hacerse con una finalidad conflictiva; pero también
Existe materialmente, pero no como persona. Para muchos, la so-
puede realizarse con un sentido de intención perfectiva y amorosa.
ciedad humana, fácticamente convertida en objeto, es un inmenso
Pensemos en la educación o en la relación entre médico y en-
y multiforme «Nadie». Se origina así un solipsismo, que cierra el
fermo.
mundo interpersonal.
Es imposible tener amistad con todos los hombres. Sin embar-
go, es necesario —y es posible— estar dispuestos a abrirse a 2.°) El otro debe ser tratado como persona
todos los hombres de una manera potencial.
— Un instrumento. Damos un paso: se considera al otro, Cuando se convierte al otro en un objeto, se violenta su ser.
pero se lo considera como algo que me sirve. Es un objeto, de Únicamente se lo acepta tal cual es cuando se le considera como
cuyas propiedades yo me sirvo para la realización de mis fines. La una persona. Como un «tú».
instrumentalización del hombre por el hombre ha sido puesta de Persona es la peculiar estructura de la sustantividad humana,
relieve por los pensadores de nuestro tiempo: Marx (alienación); de este «animal de realidades», de esa «inteligencia sentiente» que
Heidegger (Zeug); Sartre (Utensilité); Marcel (ser y tener); relación es el hombre. Es la posibilidad de decir y ser un «yo» (de tener
siervo-señor en la visión de Hegel. «mismidad»). Es una sustantividad de propiedad. Hay que distin-
Hay que considerar la frecuencia con que en la vida pública y guir entre personeidad y personalidad. La personalidad es algo que
se adquiere y a que se llega; la personeidad es algo de que se
(23) Ibíd., n. 27. parte. La personalidad se tiene; la personeidad se es.
520 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 521

El hombre es persona cuando hay un «yo» que le trata como «Dos marchando juntos»: eso es la amistad para Homero (/lia-
un «tú». Cuando aparece una relación interpersonal. Pero ¿cómo da, X, 224). Santo Tomás tiene una doctrina hermosa acerca de la
es esa relación interpersonal? amistad: es «amor de benevolencia fundado sobre alguna comuni-
cación» (Suma Teológica, l-ll, q. 65 a. 5; ll-ll, q. 23 a. 1). La
— La relación interpersonal. «Me relacionaré con el otro amistad: a) consiste en desear el bien del amigo; b) supone la
como persona —me será el otro persona— cuando yo participe de igualdad de los amigos (ontológica, moral, psicológica, social);
algún modo en aquello que como persona lo constituye. El otro c) la amistad supone cierta comunidad entre los amigos y a la vez
tiene que ser para mí y no sólo en sí y por sí mismo, un 'yo' ínti- engendra comunidad entre ellos, porque el amigo es como la du-
mo y personal; o, lo que es igual, un 'tú'» (24). plicación de uno mismo. De ahí los cinco efectos propios que
Para que eso se verifique, es necesario que yo co-ejecute las santo Tomás atribuye a la amistad: querer que el amigo sea y
acciones que su yo más íntimo ejecuta en el momento de nuestro viva, querer su bien, hacer lo que para él sea bueno, conversar
encuentro. Esta co-ejecución se desdobla en varias instancias o con él gustosamente, vivir con él en concordia (Ibíd., ll-ll, q. 25
momentos: 1) instancia cooperativa; 2) instancia compasiva o co- artículo 7; q. 31, a. 1).
afectiva; 3) instancia cognoscitiva. La amistad constituye el núcleo verdaderamente interpersonal
— La amistad como forma típica de la relación interper- de cualquier relación dilectiva. Lo que en tal relación constituye
sonal. La relación entre las personas puede adoptar las formas vinculación entre personas es amistad. Pero la amistad no es: ni
conflictivas. Son muchas las especies de tal relación conflictiva: mera contemplación (no se ama un «que», sino un «quien»), ni
el odio propiamente dicho, la envidia, el resentimiento, la simple mero gobierno (esto supone una objetivización), ni mera suplencia
rivalidad (y esto no en cuanto reduzco al otro a puro objeto, sino (se le convierte en un algo y no en un alguien). La amistad, según
en la línea de relación interpersonal). Laín Entralgo, se define por estos tres aspectos: coejecución-con-
creencia-mutua donación.
La relación interpersonal sigue también —y con más frecuen-
cia—caminos dilectivos. A pesar de todas las guerras y miserias
del mundo, tenemos que admitir la mayor abundancia de amor 3.°) El otro es, para el creyente, un prójimo
que de odio. Y esto se explica por razones existenciales: el hom- La comprensión más grandiosa del otro es verlo como «pró-
bre es un «animal social»; el hombre es un animal de verdad (la jimo» y tratarlo como tal. La amistad se convierte aquí en caridad.
mentira y el odio le advienen, no le son constitutivos). Esto se Aunque este término se encuentre un poco desvirtuado, sin em-
advierte también de una manera estadística: «Puede verse en los bargo es el que mejor define la nueva relación entre las personas.
viajes cuan familiar y amigo es el hombre para el hombre» (Aris- La projimidad se crea únicamente en referencia a una visión
tóteles, Etica Nicomaquea). «Todo hombre es naturalmente religiosa. La última razón del amor al prójimo es Dios: «Ratio
amigo de todo hombre, por obra de cierto amor general» (santo diligendi proximum Deus est» (ll-ll, q. 103, a. 3); pero esto no es
Tomás, Summa, ll-ll, q. 114 a. 1). alienar al prójimo. Hay también una dimensión escatológica (la
La relación interpersonal dilectiva puede asumir muchos ma- razón de amar al prójimo es la «compañía en la plena participación
tices. A todos los matices se les da un nombre: el amor, la amis- de la bienaventuranza eterna»: ll-ll, q. 26, a. 5).
tad. Hay muchas clases de amor (heterosexual, paternal, filial, El encuentro modélico del otro en cuanto prójimo puede leerse
etcétera). Sin embargo, la amistad es el ingrediente más común y en la parábola del buen samaritano (Le 10, 25-27) (25).
constante del amor. Más aún, la amistad es la forma típica de la
relación interpersonal. La amistad es ingrediente en todos los
amores y es una realidad propia en el amor entre los hombres, en
cuanto tales.

(24) LAIN ENTRALGO, o. c , II, 233. (25) Ver el comentario de LAIN ENTRALGO, o. c , II, 13 ss.
522 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 523

b) Manifestación del yo en la comunicación interpersonal —en ocasiones, también a sí mismo— lo que la máscara repre-
senta.
Hemos visto que es necesario descubrir en el otro un «tú» y Se han hecho estudios interesantes sobre el sentido y signifi-
relacionarse con él de ese modo para que pueda existir una con- cado de la máscara, en cuanto artefacto humano de ocultamiento
vivencia interpersonal. Pero no basta con eso. Es necesario, ade- y expresión (Plessener, Ortega, Rof Carballo, Laín Entralgo). Estos
más, que el yo se manifieste en cuanto «yo». Únicamente habrá estudios se concretan de un modo particular en la psicología del
un «tú» si existe un «yo». teatro y en la psicología del actor y del espectador. La máscara
¿Cómo se manifiesta el yo en la relación con el Tú? Hay for- permite dejar libre las pasiones; tiene un sentido liberador. «El
mas deficientes y formas no deficientes. hombre enmascarado puede dejar en libertad su parte secreta y
profunda: sus pasiones. Las cuales, por cierto, suelen ser las
1.°) Formas deficientes de manifestación mismas en todos los humanos, y por eso, casi todas las máscaras
proceden con gran monotonía en sus orgías y bromas» (Rof Car-
— Papel social. A veces el yo se manifiesta en la convivencia ballo). Pero la máscara tiene otra función; manifiesta la consti-
como un papel social que tiene que realizar, generalmente por tutiva aspiración del hombre a ser todo lo que su limitación le
presión social. Existe en el mundo un complejo espectacular, y impide ser (la identificación en toda representación). «La concien-
todos nos sentimos un poco papel a desempeñar, desde el punto cia postuladora de absoluto. Y entonces se engendra en él vehe-
de vista profesional o psicológico. Sartre ha hecho estudios feno- mente y equívoco afán de querer ser lo que no es: lo absoluto;
menológicos muy interesantes para ver los diferentes papeles so- participar de esa superior realidad, conseguir traerla a la suya me-
ciales en la comunidad humana actual. nesterosa y limitada, procurar que lo omnipotente colabore en su
Es necesario tener en cuenta que en la vida social todos nos- nativa impotencia» (Ortega y Gasset).
otros tenemos un «status» y a ese «status» corresponde un «rol Cuando el yo se manifiesta como máscara en la convivencia,
social» ( = un papel a desempeñar). Esto es necesario y es bueno. los tus adoptan una postura especial ante él. «Sólo un recurso
Lo malo es cuando el yo nunca se manifiesta en la línea personal, tengo a mano para salir del azoramiento temeroso que ha produ-
sino que siempre lo hace en la línea de papel social; o, lo que es cido en mí la visión del enmascarado. Consiste en enmascararme
peor, cuando en las formas personales, que debieran estar pri- yo ante él, en ser lo que él es para mí. A su indeterminación
vadas de todo rol social, asume un papel social. replico yo con la mía; a la desazón que él pone en mi alma, con
Si los que componen el grupo o la comunidad no hacen más la que yo pongo en la suya; y así el carnaval es, desde el punto de
que desempeñar papeles sociales, es difícil que se pueda dar una vista fenomenológico, la fiesta de aquellos que durante algunas
convivencia interpersonal. Será un «drama» o a veces una «co- horas sólo como 'puros hombres' quieren vivirse entre sí» (Laín
media»; carecerá de lo vital, de lo cordial, de lo íntimo. Entralgo). Si una comunidad vive a este nivel de máscara, aparece
en una situación carnavalesca que le impide tener una convivencia
— La máscara. A veces el yo se presenta delante del tú no auténticamente humana.
como el tú es para él (papel social), sino como el yo quiere
aparecer a él sin serlo. Es el complejo del fariseísmo. No hay nada — Refugio inconsciente. En múltiples ocasiones el yo se
más inauténtico, ni nada más anacrónico hoy, que el espíritu fa- manifiesta delante del tú y en la convivencia interpersonal no a
risaico. La máscara puede entenderse en un sentido físico o en un través de su consciente, sino a través de su vida inconsciente.
sentido existencial; aquélla no es más que la consecuencia de No podemos dejar de convivir tal como somos. Y somos tam-
ésta. bién subconsciente. Actuamos así también. Lo malo está cuando
El yo se manifiesta como máscara en cuanto simultáneamente únicamente convivimos al nivel de nuestra vida subconsciente. Se
se expresa y se oculta: oculta la individual personalidad del enmas- dan muchos mecanismos de proyección del inconsciente en la
carado y expresa la voluntad de éste de «parecer» a los demás vida.
MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 525
524 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

«Poned atención: / un corazón solitario / no es un corazón» (Ma-


2.°) Forma auténtica de manifestación
chado).
El yo se manifiesta auténticamente en la convivencia cuando se «Quizá el gran descubrimiento de nuestro siglo, más que el cal-
realiza la relación a nivel de su yo consciente. Para hacerlo se culador electrónico, es el 'nosotros'. El 'nosotros' descubierto
requiere lo siguiente: como una realidad central de la existencia humana. El hombre ha
— Integración de los estratos de la persona en la unidad del sido siempre un nosotros. En el hombre primitivo todo estaba
yo consciente. integrado existencialmente: el objeto y el sujeto; el mundo y la
— Responsabilización: el yo debe sentirse con la posibilidad persona, el 'yo' y el ' t ú ' , en una especie de confusionismo vital.
de dar respuesta de sí mismo frente a los demás. Poco a poco, a través de una evolución, larga, difícil y dolorosa, el
hombre empieza a distinguirse de las cosas y surge un mundo
— Apertura: salida de la tentación del «yoísmo» que nos ace-
objetivo, lo que santo Tomás llamaba la caza del objeto. A finales
cha continuamente. El hombre es apertura, pero tiene que
de la Edad Media, y sobre todo en la época moderna, redescu-
vivir en apertura.
brimos el 'yo'... Aparece así incluso el narcisismo exagerado; el
— Bajo ta mirada del «Tú» divino: toda relación del yo con el escrúpulo de conciencia. En este momento nos está pasando algo
tú se hace a través de la relación con el Tú divino. San parecido, pero con el 'nosotros'. Todo esto va a suponer un
Pablo lo expresó al decir: «Nos amamos en las entrañas cambio radical para los hombres. Posiblemente a partir del 'nos-
de Cristo». otros' vamos a crear un nuevo tipo de familia, un nuevo tipo de
empresa, un nuevo tipo de universidad, un nuevo tipo de política
y también un nuevo tipo de Iglesia» (26).
c) Creación del «nosotros» como eje de la convivencia
interpersonal
2. °) Realidad de la «nostridad»
No basta con el descubrimiento del otro como un «tú». No
Pero ¿qué es el «nosotros»? Es una realidad difícil de precisar.
basta con la manifestación del yo como un auténtico «yo». Para
No tenemos categorías para expresarla. Podemos, sin embargo,
que exista una comunidad es necesaria la aparición del «nos-
hacer algunas aproximaciones:
otros». No hay convivencia sin el eje o núcleo del «nosotros».
— La nostridad no es un ser de razón. No es algo que los
1.°) «Nosotros, palabra viva» (Laín Entralgo) hombres inventamos para hablar de la comunidad; esto sería
la vieja tesis de que la sociedad es una relación sin realidad
El siglo XX ha visto aparecer el espíritu comunitario en la objetiva.
humanidad. Naturalmente, el siglo XX es deudor de los siglos
— La nostridad es algo realmente distinto del «tú» y del «yo».
anteriores: del cosmopolitismo del siglo XVI; del afán humanista
Es algo nuevo. Pero, al mismo tiempo, es una realidad sus-
( = humanidad) del siglo XVIII; de los movimientos e ideologías
tentada en las personas. No puede existir un nosotros si no
sociales del siglo XIX.
existe un tú y un yo.
«El espíritu de nuestro tiempo» es de signo comunitario. En el
— La nostridad es una realidad distinta y al mismo tiempo
momento actual, asistimos a la quiebra del «yoísmo», a la quiebra
sustentada en el tú y en el yo; pero únicamente se da
del nacionalismo, a la quiebra del clasismo. Podemos decir que el
cuando las personas se relacionan. Es una realidad diná-
pronombre «nosotros» es una de las palabras clave de nuestra
mica, una realidad relacional. Aunque se puede hablar de
atormentada situación histórica.
Esta prevalencia del espíritu comunitario se echa de ver en los
intereses de los diversos campos del saber: filosofía, psicología, (26) A. HORTELANO, Teología y Moral del amor: Moral y hombre nue-
sociología. También la literatura se expresa en clave comunitaria: vo (Madrid, 1969), 115-116.
526 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 527

un nosotros estructural, sin embargo esa estructura es re- — El «se» como refugio patológico. La comunidad puede
ferencial y relacional. convertirse en un refugio o en ámbito propicio para formas defi-
— La nostridad se constituye con una apertura a un «tercero». cientes de personalidad: deposición de responsabilidad; etc.
El nosotros no se da simplemente con una relación dual — La comunidad, como una «mentalidad inducida». Es
(diada) del yo-tú, sino con la relación triplicada. Podemos un tipo de comunidad en la que abundan los prejuicios, los clichés
decir que el «nosotros» es la matriz o el ámbito constitu- verbales. El grupo aparece como filtro que nos impide ver la
tivo de las personas: a) el yo es «yo» en el nosotros; realidad tal como es.
b) el tú es «tú» en el nosotros; c) él es «él» en el nosotros;
d) el vosotros es «vosotros» en el nosotros. La realidad bá- • Formas auténticas. El nosotros debe realizarse a partir
sica es el nosotros. de la perfecta integración de las personas: 1) en una vida comu-
— La nostridad se forma con la reciprocidad de las personas. nitaria; 2) en una tarea comunitaria. Esta realización auténtica del
La nostridad es el carácter recíproco de los hombres. La nosotros llevará consigo la aparición de la responsabilidad comu-
relación de reciprocidad entre los hombres los conforma y nitaria: pecado colectivo; bondad moral colectiva.
los configura. Aparece así una «sobrepersonalidad». Apare-
ce la relación de grupo o relación colectiva, a la que solemos
dar el nombre de «comunidad». La comunidad llega a ser la
categoría fundamental para la aprehensión y la realización de II
los hombres.
A partir de lo dicho, nostridad no es: EL VALOR MORAL DE LA INTIMIDAD PERSONAL
a) yuxtaposición de personas, sino reciprocidad de las
mismas;
Depués de haber expuesto los criterios básicos de la moral de
b) no es un proyecto de trabajo en común (comunidad de
la alteridad a través de la categoría del «encuentro», vamos a
trabajo);
desarrollar en este apartado un aspecto concreto de la convivencia
c) no es una comunidad inactiva de personas que se viven interpersonal: el de la intimidad. En el apartado siguiente trata-
a sí mismas (narcisismo comunitario). remos el otro polo de la convivencia interpersonal: la comunica-
La nostridad es vital y operativa al mismo tiempo. ción. Intimidad y comunicación constituyen los dos ejes sobre los
Para entender el «nosotros» humano hay que acudir al «nos- que gira la intersubjetividad. Por eso les dedicamos un apartado
otros trinitario». El nosotros humano repite en forma finita la rea- especial a cada uno de ellos dentro de la exposición de la ética de
lidad trinitaria que los Padres griegos llamaron «perijoresis» (los la alteridad.
latinos: «circumcessio»). Por lo que respecta a la moral de la intimidad, nos fijamos en
los dos puntos siguientes:
3. °) Realización del «nosotros» 1. En primer lugar, trataremos de hacer una aproximación al
misterio de la intimidad en cuanto estructura existencial de
A la realidad del nosotros debe corresponder una realización. El
la persona y en cuanto valor moral.
nosotros tiene que irse construyendo.
2. En segundo lugar, constataremos los riesgos a que está
• Formas inauténticas. No pretendemos hacer una pato- expuesta la intimidad de la persona en el mundo actual.
logía de la realización del nosotros comunitario. Las formas defi-
cientes del yo y del tú son formas deficientes del nosotros; quere-
mos recordar nada más las formas siguientes:
528 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 529
1. LA INTIMIDAD: ESTRUCTURA EXISTENCIA!. Y VALOR MORAL
DE LA PERSONA Esto nos dice que la intimidad se puede constatar tanto a nivel
interpersonal como a nivel propio y estrictamente personal. Vea-
G. BATLLE SALES, El derecho a la intimidad privada y su regula- mos las características que fenomenológicamente componen tanto
ción (Alcoy, 1972). O. BOLLNOW, Die Ehrfurcht (Frankfurt, una intimidad como otra.
1947). J . FERRATER MORA, Intimidad: Diccionario de Filosofía I
(Buenos Aires, 19715), 986-987. G. GUSDORF, La découverte de • En la experiencia de la intimidad como ámbito interpersonal
soi (París, 1948). P. HALMOS, Solitude and privacy (London, encontramos los siguientes componentes: 1) Un círculo íntimo
1952). B. PETERS, La va/eur mora/e de l'intimité persone/le: Stu- comprende siempre varias personas, pero pocas en número; exclu-
dia Moraha 2 (1964), 191-254; Las drogas y la moral (Madrid,
1970). M. SCHELER, Uber Scham und Schamgefühl: Schriften
ye la masa y el grupo en cuanto tal; jamás podremos decir que
ausdem Nachloss I (Berlín, 1933). una reunión masiva posee un carácter íntimo. 2) Pero no basta
el pequeño grupo; es necesaria una atmósfera especial en ese
La intimidad es una estructura existencial de la persona. Es- grupo de personas. Se trata de un ambiente que no tolera extra-
tructura que se convierte en imperativo fundamental del hombre. ños ni un medio extraño, que no admite espacios vacíos, produ-
La persona tiene que guardar su misterio y su secreto: guardarlo cidos por el advenimiento de un extraño o un desconocido. Se
de sí mismo (= de la tentación de la publicidad) y guardarlo de la requiere que los que se reúnen sean amigos y no extraños. 3) Sin
tentación de los demás (= de las invasiones bárbaras en el mundo embargo, el hecho de reunirse en un pequeño grupo algunos ami-
personal). Además, la persona ha de respetar el misterio de los gos o conocidos no es todavía un factor decisivo para la aparición
otros. de un ambiente íntimo. La intimidad es un lazo profundo, que da
Al exigir de la persona su intimidad no hemos de pensar en a los reunidos la impresión de encontrarse seguros, protegidos con
encerrarla sobre sí misma. Todo lo contrario. La intimidad personal la presencia común. Una atmósfera íntima entre seres humanos
es una exigencia de la convivencia. Únicamente pueden convivir y quiere decir que se sienten mutuamente en su casa, al abrigo los
dialogar las personas que tiene intimidad. unos junto a los otros; esto quiere decir que se encuentren juntos
(no hay posibilidad para la distancia en una atmósfera íntima),
pero que ese sentirse y estar juntos es para descubrir el misterio
inefable de la persona.
a) Fenomenología de la intimidad
(La intimidad como estructura personal) (27) Estos componentes nos hablan de la característica funda-
mental que especifica la intimidad: es una comunicación de per-
Para hacer una fenomenología de la intimidad hemos de partir sonas, pero permaneciendo personas. En la intimidad no hay lugar
de la experiencia o vivencia del fenómeno de lo «íntimo». El len- para lo artificial ni para la desconfianza o para una actitud sospe-
guaje tiene una función de introducción y de revelación de esa chosa que mantiene a las personas alejadas unas de otras y que
experiencia. Todos conocemos expresiones como éstas: «Somos obliga a cerrarse al otro. Existe una atmósfera de confianza, den-
amigos íntimos»; «aquí reina una atmósfera de intimidad»; tro de la cual el «yo» y el «tú», rodeados de intimidad, se confían
«esta Iglesia es muy íntima»; «aquí se siente uno al abrigo y pro- mutuamente sus secretos personales y los saben a seguro. Lo que
tegido»; «aquí reina un ambiente familiar»; etc. se dice en la atmósfera de la intimidad no se puede revelar fuera
Paralelamente a estas expresiones existen otras en las cuales lo de ella; o, al menos, no se puede decir de la misma manera que
«íntimo» se dice en relación a una sola persona: «mis pensamien- en la intimidad.
tos y mis sentimientos más íntimos»; «no apruebo tales intimida- • Esto nos lleva a tener que admitir —en correlación— otro
des»; «no tiene usted derecho a preguntarme sobre esto»; etc. tipo de intimidad: la estrictamente personal. No puede entenderse
la una sin referencia a la otra.
(27) B. PETERS, La valeur morale de l'intimité personneile: Studia
Moralia 2 (1964), 191-254; Las drogas y la moral (Madrid, 1970).
La intimidad estrictamente personal es una necesidad de la
persona. Se advierte esta necesidad si examinamos el caso con-
34. Etica da la persona
530 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 531

tradictorio de la falta de intimidad en un enfermo psicopatológico. el misterio relacional de las subjetividades. «La intimidad personal
En algunos esquizofrénicos falta el sentimiento de poder cerrarse a es la atmósfera en la cual cada yo vive su mismidad como sub-
otro; viven continuamente en la convicción de que los demás jetividad. La revelación de la intimidad es, pues, esencialmente
pueden llegar a leer sus pensamientos. En el hombre normal se revelación de sí; lo cual vale igualmente de la encarnación de la
percibe el ritmo de apertura y de cierre al otro. Este ritmo de intimidad. Este dato es decisivo para la atmósfera en la que se
abrirse y cerrarse es una característica antropológica. debe vivir la intimidad, tanto para su poseedor como para el que
Para mantener la intimidad se necesita poseer cierto secreto. se acerca a la intimidad de su prójimo» (29).
Pero este secreto no está en el plano del «tener» (plano objetivo
de los secretos), sino en el plano del «ser» (en el de la experiencia
b) La intimidad como valor moral
vivida). Es el secreto en primera persona. El secreto se identifica
con el misterio de la persona. Es inexplicable porque, en definitiva,
proviene de la inefabilidad última del «yo». Además de esta fenomenología de la intimidad hay que hacer
una moral de la intimidad. Expondremos algunos de los valores
De este modo podemos definir la intimidad personal como un morales fundamentales que hay que salvar en la persona para que
secreto personal. O, mejor, como el secreto de la personalidad
se realice en intimidad.
propia del yo. El yo vive la intimidad como lo más propio, lo
más típico y constitutivo de sí mismo. La intimidad es el sector del — La intimidad tiene que vivenciarse y realizarse en la
secreto personal. apertura a un «tú». No puede vivenciarse la intimidad por el
A la intimidad personal acompaña siempre el sentimiento del camino del enclaustramiento. La intimidad del «yo» únicamente se
«pudor». Este es un sentimiento de protección del individuo y de descubre y se vivencia a partir de la aceptación de un «tú». Esto
su valor personal contra la esfera total de lo general. El pudor de supone que no puede existir intimidad si no existe el aspecto rela-
la persona siente vergüenza del descubrimiento de la esencia pro- cional. No se tiene conciencia del yo más que en la relación esen-
pia y pretende velarla de una manera que le proteja. Pero el pudor cial con el otro. Esta apertura al otro termina por descubrir la
no es una clausura hermética; es una envoltura protectora. Al apertura al «Tú» trascendente. No hay intimidad personal plena si
rodear de respeto lo que es personal, el pudor rechaza toda ten- no se admite la relación con Cristo y con Dios, «intimior intimo
tativa de violación y de hurto de la intimidad; pero al mismo meo» (san Agustín). La intimidad personal postula la relación con
tiempo moverá a acercarse a ella con respeto, reverencia y tacto. Dios.

• Después de haber visto las características que definen tanto — Para realizar la intimidad hay que revalorizar las mani-
a la intimidad interpersonal como a la intimidad personal, tenemos festaciones externas. El hombre es una estructuración de inte-
que advertir que no se oponen entre sí, sino que se complemen- rioridad y exterioridad. Por eso mismo, nada de lo que se ve en la
tan mutuamente. La intimidad personal necesita de la intimidad persona puede contemplarse groseramente ni registrarse de una
intersubjetiva para poder manifestarse. El respeto y el tacto son manera fríamente objetiva. Lo que se puede contemplar con los
elementos necesarios para la intimidad subjetiva; y la apertura de ojos participa del respeto y del valor moral inagotable de la per-
intimidad intersubjetiva es el clima necesario para que se dé la sona.
intimidad personal. — Para vivir su intimidad, la persona debe vencer la ten-
De este modo alcanzamos el núcleo «paradójico» de la intimi- tación del retraimiento. Una vivencia de la intimidad que se
dad (28). La interioridad de la persona es al mismo tiempo «reco- opusiese por principio a la revelación de los contenidos personales
gimiento» y «apertura». Por eso la intimidad se tiene que entender constituiría una degradación moral y se opondría a las normas
en clave de inter-subjetividad: es el ámbito en el que se vivencia éticas que se desprenden del verdadero personalismo. El retrai-
(28) J . FERRATER MORA, Intimidad: Diccionario de Filosofía, I (Buenos
Aires, 19715), 988. (29) PETERS, Las drogas y la moral, 85-86.
MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 533
532 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

miento puede darse también cuando la persona se niega a expre- secretos. Baste recordar el viejo proverbio «in vino veritas»: el
sarse cuando tendría obligación de hacerlo. De cualquier manera alcohol hace desaparecer el demonio de uno mismo y da libre
que entendamos la intimidad no podemos vivirla ni con exclusi- curso a los pensamientos más íntimos.
vismos, ni con autosuficiencia, ni con egoísmo. La verdadera Estos procedimientos se han tecnificado en la actualidad.
experiencia de la intimidad no cierra toda vía de acceso al otro. Desde la segunda guerra mundial se ha extendido el uso de nar-
«Tenemos que afirmar que el derecho a la intimidad personal no cóticos para entrar dentro de la intimidad de la persona. «Desde
es, de manera general, un valor absoluto; de suerte que, en 1930, los barbitúricos han penetrado cada vez más en la sicotera-
cuanto a la posesión del secreto personal, no se puede sostener pia moderna. Esos barbitúricos —entre los cuales los más cono-
pura y simplemente que todo lo que uno conoce reservadamente, cidos son el nembutal, el evipán, el amital y, sobre todo, el pento-
en virtud de la interioridad, tiene que permanecer oculto» (30). tal— se inyectan por procedimiento intravenoso que permite un
contacto permanente con el paciente, pues es preciso que no se
— La intimidad personal exige que las personas se acer- produzca un estado de sueño completo. En el estado tenebroso
quen entre sí como sujetos. Desde este principio se deduce que
nacido de la inyección, se interroga al paciente; a veces comienza
no se puede forzar al otro a manifestarse y que el acercamiento ha
a hablar espontáneamente» (31). Durante la intoxicación adquiere
de estar lleno de respeto.
hiperamnesia; el paciente llega a exteriorizar datos del inconscien-
A partir de los valores que acabamos de exponer es como hay te; adquiere conciencia de emociones que habían sido reprimidas;
que resolver los problemas concretos de moral relacionados con la revive acontecimientos en el curso de su infancia más remota.
intimidad personal. Con frecuencia, junto a la hiperamnesia, se da el fenómeno de la
paramnesia o deformación de la memoria; al estar en un estado de
gran afectividad, el paciente es fácilmente sugestionable y refiere
2. LA INTIMIDAD VULNERABLE acontecimientos inexistentes como si hubiesen tenido lugar. Fren-
Riesgos de la intimidad en el mundo actual te a estos estados psíquicos durante la intoxicación, sorprende la
amnesia postnarcótica; después de la intoxicación, el paciente no
La intimidad está sometida a muchos riesgos en el mundo recuerda las respuestas que ha dado; está convencido de no haber
actual. Es uno de los valores de la persona que requieren particu- confesado nada.
lar protección. A continuación vamos a señalar algunos de los
Los procedimientos del narcoanálisis pueden ser valorados des-
riesgos a que está expuesta la intimidad personal.
de la perspectiva de la modificación de la personalidad psí-
quica. En efecto, la medicina actual ha conseguido modificar, de
manera definitiva o temporal, la imagen psíquica de la personali-
a) Narcoanálisis (La intimidad policialmente vulnerada)
dad gracias a ciertas intervenciones realizadas con métodos
F. FOOL, Narcoanalysis: New Problems in Medical Ethics IV (Corak, psíquico-quirúrgicos, farmacológicos y psicológicos. La moralidad
1963), 61-179. G. MARTÍNEZ DIEZ, El narcoanálisis ante la Moral. de estos procedimientos (psicoanálisis; psicocirugía: lobotomía,
Uso y abuso de las drogas policíacas (Madrid, 1963). J. ROBÍN, leucotomía; narcoanálisis: drogas psicoactivas) se mide desde este
Drogas policiacas (Barcelona, 1952). W. SCHOLLGEN, La irrupción criterio: «El bienestar del paciente mismo, considerado como per-
de la técnica en el centro de la personalidad humana: Problemas sona, debe ser el factor determinante. Estas operaciones no son
morales de nuestro tiempo (Barcelona, 1962), 472-484. justificables cuando otros remedios menos extremos son asequi-
Desde la más remota antigüedad ha conocido el hombre el bles, o en los casos en que la posibilidad de daño para el paciente
procedimiento para entrar dentro de la vida íntima de otra per- sobrepasa la esperanza de beneficio» (32).
sona, reducir su control psíquico y de esta manera conocer los (31) Ibíd., 10.
(32) Ethical and Religious Directivas for Hospitals (19562), n. 44. Cita-
(30) Ibíd., 83. do por B. HÁRING, Moral y medicina (Madrid, 1972), 179.
534 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 535

Además de esa perspectiva de valoración, el narcoanálisis el misterio de la interioridad personal. Y esto no sólo porque el
puede ser relacionado con el derecho a la intimidad personal. paciente tiene derecho a su intimidad, sino también porque el
Esta es la perspectiva que aquí adoptamos. Desde el valor de la hecho de revelar su secreto puede conducirle a una desintegración
intimidad, suscribimos la apreciación que hace Háring del narco- personal. En efecto, «por la situación de transferencia, la persona
análisis: «Mientras no hago objeciones a un uso moderado del que se revela puede llegar a leer zonas de intimidad que hasta
narcoanálisis, si es realizado por un terapeuta experimentado y res- entonces habían permanecido ocultas para ella; y sus manifesta-
ponsable en el tratamiento y, naturalmente, con el consentimiento ciones pueden ser tan trastornadoras que la persona no pueda
del paciente, explícito o, al menos, razonablemente presupuesto, soportarlas, al menos en el momento presente, y caiga en una
debe ser completamente rechazado el 'suero de la verdad' si es sicosis. En semejante caso, el sicoterapeuta tendrá que darse
usado como procedimiento médico en un tribunal o en interro- cuenta en conciencia del grado de integración síquica de que
gatorios de la policía. Eso se convierte en una violación de la liber- dispone el paciente, y no deberá, en ningún caso, superar su nivel
tad, es un método nuevo de tortura, que puede ser peor que la de asimilación espiritual. Su norma primera no ha de ser insistir
tortura para arrancar confesiones verdaderas o falsas. Finalmente, hasta lograr un diagnóstico científico. Tiene que velar, primera-
cuando las drogas de la verdad están combinadas con otros méto- mente, por el bien del paciente y no ha de proseguir su análisis
dos de lavado de cerebro en un intento elaborado para trastornar más que en la medida en que resulte saludable para él. Sin
la personalidad humana, en tal caso, el estado moderno ha llegado embargo, en este terreno no es posible establecer normas fijas ni
al colmo de la inhumanidad» (33). límites precisos. Con frecuencia, sólo después de una sesión de
sicoanálisis, se verá que el sicoterapeuta ha ido demasiado lejos,
En relación con la valoración que acabamos de hacer del nar-
que el paciente se ha expresado demasiado, porque solamente
coanálisis como procedimiento para entrar en la intimidad de la
entonces, al encontrarse el paciente a solas consigo y reflexionar
persona, es necesario reprobar toda intromisión en la interioridad
sobre la conversación, sentirá náuseas de sí mismo, cayendo a
personal con métodos de tortura. No se pueden arrancar secre-
veces en una sicosis» (34).
tos ni confesiones por procedimientos inhumanos. La actividad
policial tiene un límite en el valor inalienable de la intimidad per-
sonal.
c) Relación interpersonal
(La intimidad vulnerada por exceso de comunicación).
b) Psicoterapia (La intimidad psicoterapéuticamente vulnerada)
Hemos señalado más arriba que la intimidad no es enclaus-
A. GORRES, Métodos y experiencias del psicoanálisis (Barcelona, tramiento, sino apertura. La intimidad se realiza en la comunica-
1963). W. SCHOLLGEN-DOBBELSTEIN, Problemas actuales de la ción interpersonal. Sin embargo, conviene conjurar los peligros a
psiquiatría (Barcelona, 1957). que está expuesta la intimidad de la persona por una excesiva e
incontrolada comunicación. Recordamos dos situaciones:
No es competencia de la Moral emitir juicios valorativos sobre
las diferentes técnicas psicoterapéuticas. Todo procedimiento es — A veces la relación ¡nterpersonal acaece en un clima de
correcto desde el punto de vista ético si guarda las reglas gene- amistad y de confianza tan singulares que la persona está dis-
rales de la competencia profesional, del consentimiento del pa- puesta a revelar aquí y ahora una intimidad que de por sí no
ciente y del respeto a la dignidad de la persona. debiera comunicar. ¿Qué hacer en tal situación? «La relación afec-
tiva intersubjetiva puede ser tan fuerte en la persona que se revela
Desde el punto de vista del valor de la intimidad personal con-
que existe en ella como una ventana vacía que no puede cerrar,
viene advertir que algunas técnicas psicoterapéuticas (psicoanáli-
sintiéndose incoerciblemente impulsada a revelar hechos que
sis, psicoterapia de grupo, etc.) han de tener cuidado en respetar

(33) HARING, O. C , 178. (34) PETERS, o. c , 91-92.


536 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 537

hubieran debido permanecer absolutamente ocultos, por ejemplo, el que es espiado no tenga la posibilidad de retirarse, y que
secretos de confesión o ciertas intimidades conyugales. En seme- sus hechos y sus gestos, su alegría y su dolor puedan ser
jante caso, no se puede apelar a la libertad aquiescente requerida observados sin compromiso?» (36);
para la revelación de la intimidad, porque se trata aquí de infor- — por la instrumentalización a que puede ser sometido el robo
maciones de las que no se puede ni se debe disponer. Por tanto, de la intimidad (piénsese en el caso Watergate);
si el interlocutor prevé que la revelación que se le va a hacer — por la reducción a «espectáculo» de valores tan íntimos
puede salirse de la norma, está obligado en conciencia a cortar la
como la muerte (37);
conversación; y si la información se ha producido ya, está estric-
— etcétera.
tamente obligado al secreto» (35).
— En la relación pastoral (de signo religioso) no faltan situa- El momento actual ha sido calificado, con razón como la «era
ciones en que se puede quebrar el valor de la intimidad personal. de la indiscreción». Ni siquiera lo religioso escapa a tal indiscre-
Desde la «cuenta de conciencia» de antes hasta la «revisión de ción; apenas sí queda algo de la «ley del arcano» ni del «secreto
vida» de ahora hay una gama variada de riesgos que es necesario mesiánico».
prever, a fin de que salga incólume la intimidad de la persona. Sin declararnos contrarios a los avances técnicos, conviene
defender el valor de la intimidad personal frente a toda intromisión
e indiscreción. Valor que ha de ser defendido con ordenamientos
d) La «era de la ¡ndiscrección» (La intimidad socialmente vulnerada) jurídicos adecuados (38).

Vivimos en un mundo en el que el hombre pierde cada vez (36) Ibíd., 35.
más reductos de su vida íntima. El valor de la intimidad personal (37) Sobre este punto, remitimos al ponderado estudio de G. HIGUERA,
El «espectáculo» de la muerte humana. Motivo de reflexión moral:
se siente amenazado de múltiples maneras: Experimentos con el hombre (Santander, 1973), 270-288.
— por la publicidad a que estamos sometidos al tener una (38) Recogemos algunos párrafos de un editorial del diario madrileño
dirección postal a la que enviar una misiva o al estar con- «ABC» (21 de marzo de 1974), titulado El derecho a la intimidad: «En un
reciente coloquio, organizado por el Círculo de Estudios Jurídicos, se ha
signado nuestro nombre en una guía telefónica; puesto de relieve la urgencia de una revisión y actualización de la legislación
— por la objetivación a que el hombre de hoy es sometido que protege la intimidad y la necesidad de proceder a una nueva valoración de
con frecuencia: tests, pruebas de aptitud, etc.; determinados derechos relativos a la salvaguarda de la libertad y dignidad de
las personas.
— por la fuerza de los medios de comunicación social que,
«Como los distintos participantes en el coloquio pusieron de manifiesto,
sobre todo a las personas «públicas», roban la vida privada; existe un vacío jurídico en cuanto a la específica tutela de la intimidad en el
— por el espionaje a que es sometido el hombre de hoy: Código Penal español, así como una dispersión de normas y preceptos rela-
«¿Hay derecho para espiar con ayuda de una candió tivos a la misma. Unánimemente se reconoce el derecho al honor, a la fama y
camera, la cámara oculta, los hechos y gestos del prójimo a la reputación propia, así como a la propia imagen, a la reserva y el secreto.
Pero los medios de penetración a la vida privada e íntima han progresado
y arrojarlos luego como pasto a la masa? ¿No existen realida- extraordinariamente en los últimos años, con una rapidez que ha superado
des que no debe sorprender el ojo del hombre median- todo cálculo y toda previsión legislativa.
te una cámara? ¿No es cierto que existe una intimidad de »La posible injerencia de los poderes públicos en el dominio de la actua-
pena y de dolor que simplemente se puede compadecer, ción privada, y la de personas o instituciones que sitúan sus intereses propios
pero que no se tiene derecho para captarla objetivamente por encima de los de cualquier ciudadano, ha sido puesta de manifiesto
con una cámara? ¿Es que la cámara de televisión puede con gran impacto público, en otros países. El complicado caso Watergate no
es sino la cumbre de una injerencia del poder público.
estar presente en todas partes y siempre, de tal forma que
»Sin llegar a asuntos de tal envergadura, tanto la simple investigación de
una cuenta bancaria como el llamado espionaje industrial, son supuestos que
(35) Ibíd., 92. entran de lleno en las facetas menos conocidas de este derecho a la intimi-
538 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 539

III La moral tradicional dio particular relieve a la moral de la


verdad. Santo Tomás trata los temas del honor y la fama dentro
A C T I T U D E S DE LA C O M U N I C A C I Ó N INTERPERSONAL de la Justicia conmutativa (ll-ll, qq. 72-73), y el tema de la verdad
y mentira dentro de las partes potenciales de la Justicia (ll-ll,
qq. 109-111). Los tomistas permanecerán bastante fieles al esque-
La alteridad supone y realiza la intimidad. Pero ésta no puede ma tomasino (39). Por su parte, los Manuales que siguen el
entenderse como enclaustramiento, sino como apertura de per- esquema del Decálogo dedican el Octavo Precepto a la exposición
sona a persona. De ahí que la alteridad también supone y realiza la de los valores morales relacionados con la verdad (40).
comunicación ¡nterpersonal.
Los manuales de moral católica han tipificado los temas rela-
Al tratar de exponer la dimensión ética de la comunicación cionados con la moral de la verdad ( = con las exigencias del
¡nterpersonal nos encontramos con un campo muy vasto. Toda la Octavo Precepto del Decálogo) en los siguientes problemas (41):
ética puede ser entendida como una ética de la comunicación; en
— moral de la veracidad y la mentira,
este sentido, la moral de la comunicación abarca todo el horizonte
de la moralidad. Como es obvio, no es el momento de hacer una — moral del secreto,
exposición de esa índole. — moral de la fidelidad,
Nos limitamos a señalar algunas actitudes que están a la — moral del honor y la fama.
base de toda comunicación ¡nterpersonal auténtica. No pretende- Siguiendo dentro de esta tradición marcada por la importancia
mos hacer un desarrollo completo de todas las actitudes de la otorgada a la verdad («No darás falso testimonio contra tu próji-
comunicación. Reducimos la consideración a las que juzgamos m o s Ex. 20, 16), la moral cristiana de la comunicación interper-
más importantes. Las dividimos en dos grupos: sonal tiene que seguir recordando los valores de la verdad inter-
1. Actitudes que se refieren, de una manera más expresa, al personal. Es lo que vamos a hacer a continuación, aunque de
ámbito de la verdad (tema tratado preferentemente por manera sintética:
la Moral tradicional en la exposición del Octavo Precepto
del Decálogo).
2. Actitudes que se refieren, de una manera general, a la a) Veracidad y mentira
vida de diálogo entre las personas.
G. DEL VECCHIO, La venta nel/a morale e nel diritto (Roma, 1952).
J. FERRATER MORA, Veracidad: Diccionario de Filosofía II (Bue-
1. ACTITUDES DE LA VERDAD INTERPERSONAL nos Aires, 19716), 882-883. K. HORMANN, Veracidad: Dicciona-
rio de Moral Cristiana (Barcelona, 1975), 1306-1314; Mentira: I. c,
B. HÁRING, La ley de Cristo, III (Barcelona, 19685), 541-667 («La 800-810. G. KALINOWSKY, Le probléme de la verité en morale et
verdad, la fidelidad y el honor bajo el signo del Amor»). G.
(39) Ver, por ejemplo: B. H. MERKELBACH, Summa Theologiae Mora-
HIGUERA, La renovación moral del octavo mandamiento y la
lis, II (París, 1935), 431-463; 818-835.
integridad de información en los medios de comunicación social:
(40) SAN ALFONSO, Theologia Moralis, II (Roma, 1907). Tractatus Sex-
Sal Terrae (1969), 739-750. P. RIBES MONTANE, Dinamismo vital
tus. De Praeceptis Octavo, Nono, Décimo et Praeceptis Ecclesiae. Caput I. De
de la verdad: Estudios Trinitarios 4 (1970), 117-124.
Praecepto Octavo (pp. 355-383).
(41) Ver, por ejemplo, los siguientes manuales: J . AERTNYS-C. A. DA-
dad. Al igual que la protección del domicilio y del propio teléfono, hoy más MEN, Theologia Moralis, I (Torino, 19501e), Tractatus VIII: De VIII Praecepto
vulnerable que nunca con los sutiles artefactos fabricados por la electrónica y (páginas 703-729); M. ZALBA, Theologiae Moralis Compendium, I (Ma-
la óptica, de los micrófonos direccionales a las diminutas grabadoras, pasando drid, 1958), 1363-1408 («De iniustitia circa bona interna». «VIII Praeceptum»);
por las cámaras ultrasensibles y los teleobjetivos de gigantescos aumentos.» B. HARING, La ley de Cristo, III (Barcelona, 19686), 541-667 («La verdad, la
fidelidad y el honor bajo el signo del Amor»).
540 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 541
en droit (París, 1976). S. KUTZ, Reflexiones sobre la virtud de la
veracidad: Concilium, n.° 25 (1967), 255-274. G. MÜLLER, Die La moral tradicional ha expuesto con amplitud las exigencias
Wahrhaftigkeitpflicht und die Problematik der Lüge (Freiburg Br., de la verdad: buscar la verdad, pensar la verdad, obrar la verdad,
1962). K. RAHNER, Sobre la veracidad: Escritos de Teología Vil decir la verdad, etc. (46). También ha desarrollado notablemente
(Madrid, 1969), 245-274. G. TALIERCIO, Verdad: Diccionario en- la casuística relacionada con la mentira (47); defendiendo como
ciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 1168-1172; Mentira: mala la mentira, los moralistas han encontrado diversos principios
I. c, 654-661. VARIOS, Vérité et Mensonge dans le domaine de la
santé: Le Supplément, n.° 117 (1976), 131-198.
para cohonestar las excepciones exigidas por el deber de ocultar
en ciertas ocasiones la verdad; las soluciones principales han sido
1. °) Veracidad: actitud ética global las siguientes; restricción mental, distinción entre verdad debida y
verdad no debida, conflicto de deberes, negar la malicia intrínseca
La veracidad es una de las actitudes éticas que más amplia de toda mentira (48).
aceptación y desarrollo han recibido dentro de la tradición moral
occidental. En torno a este valor se ha constituido, en gran me- Para el hombre de hoy sigue teniendo vigencia la veracidad
dida, la conciencia moral del hombre occidental. La veracidad ha como actitud ética global de su existencia. Sin esta actitud no
sido una de las preocupaciones de la educación ética ya desde la tendría sentido ni la vida personal ni la relación interpersonal. En la
infancia. verdad descansa el ser y en la veracidad se reafirma continua-
mente la existencia personal y la comunicación interpersonal. La
La tradición judeo-cristiana ha desarrollado una rica compren- veracidad constituye, por tanto, uno de los pilares básicos sobre
sión acerca de la veracidad. Desde la exigencia veterotestamen- los que se asienta la conciencia moral de la humanidad.
taria «No darás falso testimonio contra tu prójimo» (Ex 20, 16),
puede advertirse una corriente de aceptación y de insistencia en
torno al valor de la veracidad. Tanto el Antiguo como sobre todo el 2.°) Los ámbitos de la veracidad.
Nuevo Testamento, y más particularmente los escritos de San Siendo la veracidad una actitud global de la existencia humana
Juan, dan particular relieve a la verdad como estructura básica de abarca todos los ámbitos de la vida humana. Sin embargo, convie-
la Historia de Salvación (42). Dentro de la tradición teológica, es ne poner de relieve algunos aspectos de particular importancia
necesario destacar la importancia de san Agustín, el gran busca- para una coherente realización de la convivencia interpersonal.
dor de la verdad, el gran defensor de la veracidad y el gran
enemigo de la mentira, a la que consideró como intrínsecamente
mala siempre (43). Santo Tomás, por su parte, sigue las huellas de (46) Cfr. B. hjARING, La ley de Cristo, III (Barcelona, 19685), 543-555;
san Agustín y establece precisiones valiosas; de él es la rica dis- G. TALIERCIO, Verdad: Diccionario enciclopédico de Teología Moral (Madrid,
tinción entre «veritas vitae» (= verdad de la vida) y veracidad (44). 1974), 1168-1172; K. HÜRMANN, Veracidad: Diccionario de Moral cristiana
El Magisterio de la Iglesia tampoco ha descuidado el tema de la (Barcelona, 1975), 1306-1314.
(47) Sobre los planteamientos históricos, ver: MÜLLER, o. c ; A. LAND-
veracidad; baste recordar el Mensaje de Navidad de 1960 de GRAF, Die Definition der Sündhaftigkeit der Lüge 'in der Frühscholas-
Juan XXIII sobre la verdad y la veracidad (4R) tik: Zeitsch. f. Kath. Theol. 63 (1939), 50-84, 157-180; Die Stellungnahme
(42) Ver los diccionarios bíblicos, y en particular: R. BULTMANN, Alé- der Frühscholastik zur Lüge der altestamentlichen Patriarchen: Theol.
theia: TWzNT I, 245 ss. Prakt. Quartalsch. 92 (1938), 13-32, 218-231; Die Lüge der Vollkommenen
(43) Cfr. C. BOYER, L'idée de verité dans la philosophie de s. Augus- und die Lüge aus Bescheidenheit im Urteil der Frühscholastik: Divus
tin (París, 1941); G. MÜLLER, Die Wahrhaftigkeitpflicht und die Proble- Thomas (Frib.) 20 (1942), 67-91; Die Einschatzung der Scherzluge in der
matik der Lüge (Freiburg Bri„ 1962). De san Agustín dice san Buenaventura Frühscholastik: Theol. Prakt. Quartalsch. 93 (1940), 128-136; O. BINDA,
que fue «praecipuus veritatis amatar» (Sent. III, comment. in dist. 38 de Doctrine du meeonge-d&RS s. Alfonso de Liguori et ses sourqes (Roma,
mendacio: ed. Qaracchi, III, 849). 1953). Para una visión sintética, cfr.: B. HARING, O. C , III, 556-563; G. TA-
(44) ll-ll, q. 109, a. 3 ad 3. Ver las qq. 109 y 110 de la ll-ll. LIERCIO, Mentira: Diccionario enciclopédico de Teología Moral (Madrid,
(45) P. GALINDO, Colección de encíclicas y documentos pontifi- 1974), 654-661; K. HÜRMANN, Mentira: Diccionario de Moral cristiana (Bar-
cios, II (Madrid, 19626), 2291-2297. celona, 1975), 800-810.
(48) TALIERCIO, I. c , 658-660.
542 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 543

Señalamos, como especialmente importantes para el hombre — Rahner señala como ámbito importante de la veracidad el
actual, los siguientes ámbitos de la veracidad: del respeto al parecer ajeno. «Me refiero al amor y a la fe
— En primer lugar, resulta imprescindible para la realización de respecto a la verdad oculta en el prójimo bajo su punto de vista
la existencia humana personal e interpersonal proyectar la vida contrario al nuestro, con el que no podemos estar de acuerdo, y
humana a través de la voluntad de verdad como actitud básica. respecto a la unidad en esa verdad. Es la veracidad concebida
Es la «voluntad de verdad» la actitud que penetra todo el actuar como clima para la verdad del otro, que todavía no es consciente
auténticamente humano y que da sentido al respeto ante los de sí misma, sino que ocasionalmente está oculta bajo la aparien-
demás hombres. En el mundo actual resulta especialmente nece- cia de su contradicción» (53).
saria esta actitud, ya que el hombre de hoy está profundamente
aquejado por la dificultad de realizar el valor de la verdad en su b) Fidelidad y secreto
propia vida. «Mientras los hombres estuvieron acostumbrados y
dispuestos por sus creencias religiosas a aceptar la verdad moral, J. FERRATER MORA, Fidelidad: Diccionario de Filosofía I (Buenos
no era preciso incluir la voluntad de verdad entre las cuestiones Aires, 19715), 657-658. R. FLORIOT-R. LOMBALDIEU, Le secret
fundamentales de la Etica de la personalidad. Otra es la situación professionnel (París, 1973). K. HÓRMANN, Fidelidad: Diccionario
de moral cristiana (Barcelona, 1975), 472-476; Secreto: I. c ,
hoy, cuando no sólo se ha roto la conexión de verdad religiosa y 1208-1213. H. L. SMITH, Professional secrecy: a vincible right:
verdad moral para una gran parte de los hombres, sino que in- Linacre Quarterly 41 (1974), 217-222. G. TALIERCIO, Secreto:
cluso se ha puesto en cuestión la verdad ética y su conocimiento Diccionario enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 984-
en general. Por ello es hoy preciso poner la voluntad de verdad 990. P. TIBERGHIEN, L'evolution du secret medical: Cahiers
como actitud moral básica de una Etica personal adaptada a la Laénnec 10 (1950), 3-20. Vida Religiosa 32 (enero, 1972): número
monográfico sobre: «La Fidelidad desde la Teología Bíblica, An-
época» (49). Esta «voluntad de verdad» ha de concretarse en la
tropología y Psicosociología.»
manera de vivir la vida personal y la relación interpersonal.
— Un ámbito importante para la realización de la veracidad es 1.°) La fidelidad: actitud ética global (54). La fidelidad es
el de la vida propiamente pública. Es aquí donde se pone a una actitud que camina unida a la veracidad. Constituye otro de
prueba en el mundo actual el valor de la verdad. La veracidad los pilares sobre los que se asienta con seguridad la convivencia
de los hombres. Lo mismo que la veracidad, puede ser entendida
debe ser realizada:
tanto a nivel personal como a nivel interpersonal.
• en los medios de comunicación social (50);
Para el cristiano, el prototipo de la fidelidad es Dios, quien
• en los sistemas de propaganda, publicidad, etc. (51); guarda fidelidad a la Alianza contraída, a pesar de la infidelidad del
* en el interior de los grupos e instituciones, como, por ejem- pueblo (Os 2, 16-23; 11, 7-9). El Dios de la Historia de Salvación
plo, la Iglesia (52); es fiel (1 Cor 1, 9; 10, 13; 2 Cor 1, 128; 1 Tes 5, 24) y cumple
* etcétera. todas sus promesas en Cristo Jesús, que es el «testigo fiel»
(Apoc 1, 5).
(49) J . MESSNER, Etica general y aplicada (Madrid, 1969), 93. La fidelidad es una actitud global de la existencia humana
(50) Cfr. Civiltá Cattolica, III (1966), 522-526: «Códice della lealtá pub- auténtica. Se concreta en diversos ámbitos del comportamiento
licitaria»; J . FOLLIET, La informaciñ hoy y el derecho a la información personal e interpersonal. Desde la fidelidad al propio proyecto
(Santander, 1972); E. BARAGLI, Información: Diccionario enciclopédico de
vocacional hasta la fidelidad a una palabra dada se encuentran
Teología Moral (Madrid, 1974), 500-507.
(51) E. BARAGLI, Propaganda: Diccionario enciclopédico de Teología muchas situaciones en las que el hombre tiene que ser fiel a sí
Moral (Madrid, 1974), 859-865 (con bibliografía); Publicidad: I. c , 907-913 mismo y a los demás.
(con bibliografía).
(53) lbíd.,268.
(52) K. RAHNER, Sobre la veracidad: Escritos de Teología, Vil (Madrid,
(54) Cfr. B. HARING, o. c , III, 571-579; K. HORMANN, Fidelidad: Dic-
1969), 260-268.
cionario de Moral cristiana (Barcelona, 1975), 472-476.
544
MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 545
MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA
2. ACTITUDES DEL DIALOGO INTERPERSONAL
Las relaciones interpersonales tienen sentido por medio de la
creencia de un hombre en otro hombre. «La fidelidad es la ga-
rantía de nuestra rectitud en las relaciones con el prójimo. Pero J . DURAND-DASSIER, Estructura y psicología de la relación (Ma-
drid, 1971). A. GODIN, Cómo establecer el diálogo pastoral (Bar-
advertimos que el motivo último que exige y, en cierto modo,
celona, 1967). R. HOSTIE, El diálogo, servicio pastoral (Madrid,
compromete una conducta consecuente y fiel, no son simple- 1968). L. RETIF, Vivir es dialogar (Barcelona, 1966). VARIOS, El
mente nuestras promesas o los actos que pueden pasar por tales, diálogo según la mente de Pablo VI (Madrid, 1965). Vida Religio-
sino nuestra calidad de imágenes de Dios y las pruebas de amo- sa 32 (septiembre, 1972): número monográfico sobre «la Comuni-
rosa fidelidad que hayamos recibido» (55). cación interpersonal« (con bibliografía sobre el diálogo en pági-
nas 417-421).
2.a) El secreto: concreción de la fidelidad. Una de las
manifestaciones de la fidelidad interpersonal es el secreto. Por otra Además de las actitudes que dicen relación al ámbito de la
parte, el valor del secreto está íntimamente relacionado con el verdad, existen otras muchas como concreción del valor moral de
valor de la intimidad, del que hemos hablado más arriba. Esos son la comunicación interpersonal auténtica. La Moral tradicional, en
los dos aspectos en que se resuelve el secreto: salvaguarda de la diversos momentos de la síntesis teológico-moral (sobre todo en el
intimidad personal y garantía de la convivencia social. tratado general de «La virtud» y en el tratado particular de «La
La moral tradicional ha logrado una exposición coherente del Justicia»), fue sensible a los valores de la comunicación inter-
tema del secreto. Lo define como compromiso moral de no mani- personal. Recordemos los finos análisis que hace Santo Tomás en
festar las noticias conocidas o recibidas por vía confidencial. Di- la exposición de las que se han dado en llamar «Virtudes sociales»
vide el secreto en: «natural» (cuando la revelación está prohibida (en lenguaje técnico tomista: partes potenciales de la virtud de la
por la propia naturaleza de lo que se conoce), «prometido» (cuan- Justicia): Suma Teológica, II—II, qq. 101-122) (57). Con mano
do interviene una promesa de no comunicar la noticia) y «con- maestra va tratando Santo Tomás a lo largo de estas cuestiones
fiado» (cuando se supone, implícita o explícitamente, la condición actitudes como éstas: simulación (q. 111), jactancia (q. 112), iro-
de mantener algo oculto); dentro del secreto «confiado» se admi- nía (q. 113), afabilidad (q. 114), adulación (q. 115), litigio (q. 116),
ten grados, el más importante de los cuales es el secreto «profe- liberalidad (q. 117), avaricia (q. 118), prodigalidad (q. 119), epi-
sional» (cuando interviene la obligación de mantener una noticia queya (q. 120).
en secreto por razón de haber tenido conocimiento de ella en La moral casuista ha resaltado de una manera especial —siem-
calidad de una prestación profesional). Señala el grado de obli- pre dentro del esquema expositivo del Octavo Precepto del Decá-
gación según los diversos tipos de secretos y los límites o causas logo— el honor y la fama. La calumnia y la difamación han sido
por las que cesa la obligación (bien común; perjuicio a tercero; consideradas como dos formas típicas con que se lesionan dichos
consentimiento del cliente; perjuicio o daño profesional). Por últi- valores (58).
mo, hace casuística sobre el modo de cómo se puede violar el
En otro lugar (59) hemos anotado algunos intentos actuales en
secreto y las obligaciones que comporta el hecho de haber faltado
orden a formular un esquema de actitudes éticas cristianas. En
a la obligación del secreto.
En un texto de Moral o en un estudio sintético de Diccionario (57) Ver los comentarios de: BERNARD, Les vertus sociales: Somme
puede encontrarse el desarrollo de los aspectos que acabamos de Théologique. Ed. de la Revue des Jeunes (París, 1932); P. LUMBRERAS,
Tratado de la Religión. Tratado de las Virtudes Sociales. Tratado de la
recensionar (56). No juzgamos necesario dedicarle aquí una aten-
Fortaleza: Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, IX (Madrid, 1955),
ción pormenorizada. 389-687.
(58) Cfr. HARING, O. C , III, 600-619; L. BABINI, Honor: Diccionario en-
ciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 461-465; K. HÍ5RMANN, Fama:
(56) HARING, O. C , 574. Diccionario de Moral cristiana (Barcelona, 1975), 417-424-
(56) Recomendamos la exposición de G. TALIERCIO, Secreto: Dicciona- (59) M. VIDAL, Moral de actitudes, I (Madrid, 1977"), 548-549.
rio enciclopédico de Teología Moral (Madrid, 1974), 984-990. 35. Etica de la persona
546 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA MORAL DE LA CONVIVENCIA INTERPERSONAL 547

tales intentos se encontrarán señaladas diversas actitudes que — diálogo de generaciones (una de cuyas variantes es el diá-
tienen una referencia expresa a la realización del diálogo ¡nter- logo de padres e hijos).
personal. Boros (60) pone de relieve las siguientes: veracidad, — diálogo de culturas y de diversas concepciones globales de
veneración, respeto, alegría, amistad, amor, magnanimidad, since- la vida;
ridad. Guardini (61) elige, entre otras, las siguientes: veracidad,
— diálogo de grupos: a nivel internacional (en busca de la
aceptación, respeto, fidelidad, bondad, comprensión, cortesía,
paz, etc.); a nivel nacional (diálogo de partidos, diálogo de
gratitud, altruismo. Dentro del esquema de actitudes que propone
gobierno y oposición, etc.); a nivel de grupos intermedios
Cruchon (62) también encontramos una particular referencia a la
(diálogo en el mundo laboral, en el mundo de la cultura,
dimensión comunicativa o dialógica de la existencia humana.
etcétera);
Resulta difícil, por no decir imposible, hacer una exposición de
— diálogo religioso: diálogo de creyentes y no-creyentes; diá-
todo el conjunto de actitudes que integran la vida de diálogo inter-
logo interconfesional; diálogo de la Iglesia con el mundo,
personal. Admitiendo el principio del progresivo «descubrimiento
diálogo al interior de cada grupo religioso, etc.;
histórico de las diferentes morales» (63), nos agrada resaltar para
el momento actual las siguientes actitudes como pilares básicos — diálogo cualificado: diálogo médico, diálogo psicoterapéu-
para una comunicación interpersonal: tico, diálogo pastoral, diálogo con Dios.

— Respeto: al otro en cuanto tal y a sus manifestaciones, La ética concreta de la persona encuentra en las actitudes del
ideas, creencias, etc. diálogo interpersonal un ámbito importantísimo para su verifica-
ción. No en vano se integran en el diálogo el aspecto subjetivo y
— Pluralismo: frente a toda postura de intransigencia y de
la dimensión social de la vida personal.
dogmatismo.
— Diálogo: como posibilidad de encuentro entre personas en
orden a la consecución de una sociedad pluralista y con-
vergente.
— Servicio: aceptando la definición del hombre como «ser
para los demás».
— Igualdad: como valoración del hombre en su radical y uni-
tario valor frente a todos los «muros de clase» creados por
la injusticia y creadores de injusticia.
— Acogida de todo hombre, sobre todo del marginado, para
lograr la Amistad, que es la estructura fundamental de la
relación propia de persona a persona.
No es el momento de hacer un desarrollo de las actitudes
anotadas. Baste recordar que la actitud dialógica abarca todo el
conjunto de la vida humana. Allí donde haya comunicación de
personas se puede y se debe hablar de diálogo. Por lo demás, el
mundo actual conoce muchas formas de diálogo:

(60) L. BOROS, Encontrar a Dios en el hombre (Salamanca, 1971).


(61) R. GUARDINI, Una ética para nuestro tiempo (Madrid, 1974).
(62) G. CRUCHON, Conflictos, angustias, actitudes (Alcoy, 1970).
(63) J . L. L. ARANGUREN, Etica (Madrid, 19725), 429-440.
CONCLUSIÓN: MAS ALLÁ DEL PERSONALISMO ETICO 549

mensión jurídica) y que se realicen (dimensión socio-política) los


conclusión derechos básicos del hombre. Siguiendo las orientaciones del
Sínodo de Obispos de 1974, señalamos ciertos derechos de la per-
más allá del personalismo ético sona que hoy se sienten más amenazados y que requieren un
empeño ético especial:
— El derecho a la vida. Este derecho es básico e inalienable.
Es gravemente violado en nuestros días por el aborto y la eutana-
sia, por la extensión de la tortura, por hechos de violencia contra
víctimas inocentes y por el flagelo de la guerra. La carrera de ar-
mamentos es una locura que pesa sobre el mundo y crea las con-
diciones para una destrucción todavía más masiva de la vida.
Al término de este volumen, dedicado al estudio de la dimen- — El derecho a la alimentación. Este derecho está directa-
sión ética de la persona, queremos recordar la reflexión de Gracián mente vinculado con el derecho a la vida. Millones de hombres
en el primer aforismo del Oráculo manual y arte de prudencia: están amenazados por el hambre. Las naciones y pueblos de la
«Todo está' ya en su punto, y el ser persona en el mayor. Más se tierra deben realizar un acto de solidaridad conjunta en la confe-
requiere hoy para un sabio que antiguamente para siete, y más es rencia de las Naciones Unidas para la alimentación. Pedimos a los
menester para tratar con un solo hombre en estos tiempos que con gobiernos que realicen una conversión en su actitud ante las víc-
todo un pueblo en los pasados» (1). Con más razón que Gracián, timas del hambre, que respondan a los imperativos de la justicia y
podemos decir que nos encontramos ante una nueva situación en la reconciliación, y que encuentren rápidamente los medios para
la que «el arancel de preceptos de ser hombres, la tarifa de esti- ayudar a los que carecen de alimentos.
mación, los estatutos de ser personas» (2) constituyen la más
decisiva urgencia ética de nuestro tiempo. — Derechos socioeconómicos. La reconciliación tiene su
raíz en la justicia. Desigualdades masivas de poder y riqueza en el
La ética de la persona cumplirá su cometido si es capaz de mundo, y a menudo en las naciones, son grave obstáculo para la
situarse más allá del individualismo moral para alcanzar el amplio y reconciliación. La concentración de poder económico en manos de
real horizonte de la estructura social. En este sentido propug- unas pocas naciones y grupos multinacionales, el desequilibrio es-
namos una ética de la persona que se coloque más allá del «per- tructural en las relaciones comerciales y en los precios de los recur-
sonalismo ético» y que se integre, en unidad temática y metodo- sos, el fracaso de la combinación adecuada del crecimiento econó-
lógica, con la ética social. mico con la distribución justa, nacional e internacionalmente, el
Por eso mismo nuestra Etica de la Persona no termina aquí. desempleo extendido y las prácticas discriminatorias de empleo,
Reclama una continuación en la Etica Social, objeto del siguiente así como los sistemas de consumición global de los recursos, todo
volumen de «Moral de actitudes». En lugar de concluir, abri- esto exige ser reformado si la reconciliación ha de ser posible.
mos la ética de la persona al ámbito de la estructura social.
— Derechos político-culturales. La reconciliación en la
En espera del tratamiento directo de la dimensión social del
sociedad y los derechos de la persona exigen que los individuos
ethos personal, adelantamos el deseo de que se reconozcan (d¡- cumplan una función efectiva en la formación de su propio des-
tino. Tienen derecho a participar en el proceso político con liber-
(1) B. GRACIÁN, Obras completas (Madrid, 1960*), 151. A. DEL HOY tad y responsabilidad. Tienen derecho al libre acceso a la infor-
comenta así este aforismo: «Estar todo ya en su punto significa que los tiem-
mación, a la libertad de palabra y de prensa, como también de-
pos exigen una revisión y nueva táctica a la persona, una nueva moderna arte
de prudencia. A establecerla, y a establecer los rasgos del varón prudente del recho a disentir. Tienen derecho a ser educados y a elegir la edu-
barroco, se encamina el Oráculo manual» (p. CLIX). cación de sus hijos. Individuos y grupos deben gozar de seguridad
(2) GRACIÁN, El criticón: l.c, 678. ante el arresto, la tortura y la prisión por razones políticas e ideólo-
550 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

gicas, y todos en la sociedad, incluso los trabajadores emigrantes,


deben tener la garantía de la protección jurídica de sus derechos
personales, sociales, culturales y políticos. Condenamos la nega- índice
ción o limitación de los derechos humanos por causa de ia raza.
Requerimos que las naciones y grupos en conflicto procuren la
reconciliación suspendiendo la persecución de otros y conce-
diendo la amnistía, signada por la benevolencia y la equidad, a los
prisioneros políticos y a los exiliados.
Págs.
— El derecho a la libertad religiosa. Este derecho refleja de
manera única la dignidad de la persona, como se la conoce por la PRESENTACIÓN 5
palabra de Dios y la misma razón. Es hoy negado o restringido por CONTENIDO 6
diversos sistemas políticos de modo que se impide el culto, la edu-
cación religiosa y la acción social. Hacemos un llamamiento a INTRODUCCIÓN: Hacia un humanismo ético 7
todos los gobiernos no sólo para que reconozcan de palabra el 1. Punto de partida: el hombre en cuanto «medida de la
derecho a la libertad religiosa, sino para que lo promuevan de realidad» 7
hecho; para que eliminen cualquier tipo de discriminación y con- 2. Meta de llegada: la razón ética de lo humano o el «hu-
cedan a todos, independientemente de sus convicciones religiosas, manismo ético» 11
los plenos derechos y oportunidades propios de los ciuda- 3. Alcance y límite de nuestra «Etica de la persona» . 13
a) Dentro del marco de la Moral concreta (o Moral
danos» (3).
especial) 13
b) Una parte de la Moral concreta (o Moral especial) .. 14

Primera parte
ETICA F U N D A M E N T A L DE LA PERSONA

Aproximación histórica
Diversos modelos éticos de la persona en la Historia de
la Moral 19
I. MODELOS ÉTICOS «HUMANISTAS» 21
^ 1. El hombre «virtuoso»: Ideal moral «elitista» para
el ciudadano civilizado, según Aristóteles 21
Anotaciones críticas 29
2. El hombre «del deber»: Ideal moral «ilustrado»
para el hombre autónomo, según Kant 30
Anotaciones críticas 35
3. El hombre «nuevo»: Ideal moral «revolucionario»
para el hombre alienado, según Marx 36
(3) Ecclesia, 1.714 (2 de noviembre de 1974), 11-12. Anotaciones críticas 48
552 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA ÍNDICE 553
Págs. Págs.

II. MODELOS ÉTICOS «PRAGMÁTICOS» 49


b) El hombre, realidad dinámica y tensional hacia
1. El hombre «estoico»: Ideal moral «ascético» para el futuro 104
el hombre que padece, según Epicteto 50 c) La crístificación como instancia de la antropo-
Anotaciones críticas 55 logía teológico-moral 105
2. El hombre de la «Moral provisional»: Ideal moral d) El cristiano: ser «re-moralizado» por la presen-
«provisional» para el hombre de la duda teórica, cia del Espíritu a través de la ley nueva 106
según Descartes 56
Anotaciones criticas 59 II. ESTRUCTURA DE LA DIMENSIÓN ETICA DE LA PER-
3. El hombre «utilitarista»: Ideal moral «egoísta» SONA: Metodología ética para el estudio moral de la
para un hombre conservador, según S. Mili 60 persona 108
Anotaciones críticas 64 1. Dialéctica entre «naturaleza» e «historia» 109

III. MODELOS ÉTICOS «ANTIHUMANISTAS» 65 2. Dialéctica entre «sagrado» y «profano» 115


1. El «superhombre»: Ideal moral «aristocrático» a) La persona humana no es una realidad pura-
para un hombre entendido como «voluntad de po- mente «sagrada» 116
der», según Nietzche 66 b) La persona humana no es una realidad pura-
Anotaciones críticas 71
mente «profana» 117
2. El hombre de la «ética científica»: Ideal moral
«positivista» para el hombre científico, según Mo- c) La síntesis: moral de la persona como valor ab-
nod 72 soluto dentro de la situación secular 118
Anotaciones críticas 77 3. Dialéctica entre«individualidad»y«publicidad». 121

APÉNDICE: Galería de retratos éticos del hombre 79 III. MODELO ETICO PARA LA REALIZACIÓN CRISTIANA
DE LA PERSONA: Imagen normativa del hombre en
el Nuevo Testamento 125
2 Aproximación sistemática 1. Catcquesis de los Sinópticos 127
Teoría global sobre la dimensión ética de la persona .. 83 2. Rasgos normativos de la antropología paulina 131
I. DIMENSIÓN ETICA DE LA PERSONA: La categoría 3. Rasgos normativos de la antropología joanea . 133
ética global para una moral de la persona 84
1. La «persona ética»: concreción de la instancia Segunda parte
ética de lo humano 85
ETICA CONCRETA DE LA PERSONA
2. La categoría moral para asumir la dimensión
ética de lo humano 89 3 Moral de la "concienciación" y de
3. Horizonte cristiano de la dimensión ética de la "manipulación" 137
la persona 100 I. LA PERSONA: EXIGENCIA ETICA
a) Comprensión del hombre como «imagen de DE «CONCIENCIACIÓN» 137
Dios» 102
1. La concienciación: dimensión moral de la per-
sona 138
554 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA INDICE 566

Págs. Págs.

a) Noción de concienciación 138 ral de la virtud de la justicia (Santo Tomás y


b) Concienciación: realidad «personal» y realidad la tradición tomista) 198
«política» 141 b) La ética de la corporalidad en el esquema del
c) Correlación entre «niveles de conciencia» y quinto mandamiento (San Alfonso y la moral
«formas de sociedad» 142 casuista) 200
d) La concienciación y los proyectos éticos de c) La ética de la corporalidad en los tratados mo-
la educación humana 145 rales «autónomos» 203
e) La concienciación como valor moral de la per- 2. La ética de la corporalidad de cara al futuro .. 205
sona 149 a) Primera perspectiva: antropología y teología de
2. Actitudes de la concienciación: autenticidad y de la corporalidad 205
libertad 150 b) Segunda perspectiva: situación actual de la
ciencia y de la asistencia médica 208
3. Pérdida del autodominio y de la conciencia- c) Tercera perspectiva: revisión de los plantea-
ción (Problema moral de las drogas) 160 mientos morales 210
a) La drogadicción como hecho 163
b) Las formas de la drogadicción (tipología) 164 3. Anotaciones bibliográficas 213
c) Comprensión sico-sociológica 171
II. VALOR DE LA VIDA HUMANA Y EXIGENCIAS
d) Valoración moral ., 172 ETICAS 214
1. Problemática moral de la vida humana 215
II. LA PERSONA: RIESGO DE MANIPULACIÓN 174
a) Privación de la vida (la muerte impuesta):
1. Aproximación al hecho de la manipulación . . . 176 1.°) Suicidio; 2.°) Homicidio; 3.°) La muerte
a) Concepto de manipulación 176 legalizada 215
b) Comprensión humano-cristiana de la manipu- b) La vida en peligro: 1.°) Accidentes laborales;
lación (libertad y manipulación) 179 2.°) Tráfico; 3.°) Deportes peligrosos; 4.°)
c) Formas de manipulación (ámbitos de la mani- Tortura, mutilación; 5.°) Huelga de hambre . . . 219
pulación humana) 182 c) Opciones éticas en la salud y la enfermedad .. 220
d) La manipulación social: forma privilegiada de
2. El aborto desde el punto de vista moral 222
las manipulaciones actuales 185
a) La realidad del aborto 223
2. Valoración moral de la manipulación: El valor b) La base antropológica para la valoración moral
moral de la persona como dimensión crítica de (comienzo de la vida humana) 226
toda manipulación 189 c) Valoración moral del aborto 231
3. Problemas morales de la muerte 237
a) Noción y determinación de la muerte clínica .. 239
4 Bioética o moral de la corporalidad 197 b) El «derecho a morir humanamente» 242
I. INTRODUCCIÓN: PASADO Y PRESENTE c) Eutanasia y distanasia 243
DE LA BIOÉTICA 198 4. Trasplantes de órganos 248
1. La ética de la corporalidad en la historia de la a) Precisiones técnicas (noción, tipología, posibi-
Moral 198 lidades, etc.) 249
a) La ética de la corporalidad en el esquema mo- b) Valoración moral de los trasplantes 251
556 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA ÍNDICE 557

Págs. Págs.
III. TRANSMISIÓN DE LA VIDA HUMANA Y OPCIONES 2. Cristianismo primitivo (ss. I-VII) 317
ETICAS 253 a) Padres apostólicos (ss. I-II) 317
1. Intervenciones humanas para favorecer la b) Padres apologetas (s. II) 319
transmisión de la vida humana 255 c) Escritos de la época patrística (ss. III-VII) 321
a) La esterilidad y sus alternativas 255 3. Edad Media: formación de la moral sexual 333
b) Inseminación artificial 256 a) La época de los penitenciales 333
c) Fecundación y/o gestación artificial 263 b) Época de la escolástica (ss. XII-XIII) 334
d) Otras formas de intervención especial para ven- c) Edad de oro de las «sumas para confesores»
cer la esterilidad 267 (siglos XIV-XV) 337
2. Intervenciones humanas para impedir la trans- 4. La moral sexual en los últimos siglos 338
misión de la vida humana 268 a) El renacimiento tomista 340
a) Planteamiento exacto del problema moral . . . . 268 b) La crisis de la moral en los siglos XVII-XVIII .. 341
b) Castración y esterilización: Nociones, el hecho, c) Dentro de los esquemas de la moral casuista
valoración moral tradicional, nuevos puntos de (siglos XIX-XX) 344
vista 270 II. COMPRENSIÓN ANTROPOLÓGICA DE LA SEXUA-
c) Métodos anticonceptivos: Colocación del tema, LIDAD 345
doble vertiente, valoración moral 274 1. Instancia biológica: La sexualidad como pulsión . 348
a) El sexo biológico humano: sexo cromosómico,
IV. EXPERIMENTACIÓN, PROGRAMACIÓN Y MANIPU-
gonádico y hormonal 349
LACIÓN DEL HOMBRE: VALORACIÓN ETICA 280
b) Significado de la instancia biológica para la
1. Experimentación humana en medicina: valora- comprensión global de la sexualidad humana . 351
ción moral 281
2. Instancia psicológica: La sexualidad como fuerza
a) La experimentación: hecho científico y realidad
integradora y hermenéutica del yo 356
moral 281
a) Sentido o estructura de la sexualidad psicoló-
b) Código médico sobre los experimentos: Decla-
gica: infantil, adolescente, juvenil y madura . . . 357
ración de Helsinki 285
b) Significado de la instancia psicológica 362
c) Valoración moral 288
3. Instancia dialógica: La sexualidad como lenguaje
2. Criterios éticos de la manipulación genética .. 291 de personas 365
3. Eugenesia y moral 298 a) Estructura de la sexualidad dialógica: etapas .. 365
• a) Valores a tener en cuenta 300 b) Significado de la instancia dialógica 370
4. Instancia socio-cultural: La sexualidad como her-
b) Procedimientos concretos de eugenesia 300
menéutica y configuración de la realidad social . . . 371
4. Programación cerebral del hombre 302
5. Instancia existencial: La sexualidad como forma
de la existencia personal 374
5 Moral del amor y de la sexualidad... 307 a) El hombre es un ser sexuado 375
b) La sexualidad: lugar de enlace entre lo vital y
I. INTRODUCCIÓN: EL TEMA DE LA SEXUALIDAD EN lo humano 376
LA HISTORIA DE LA TEOLOGÍA MORAL 308 c) La sexualidad: puerta de comunicación inter-
1. Normas de moral sexual en la Sagrada Escri- personal 378
tura: Antiguo y Nuevo Testamento 308 d) La sexualidad: modo de percibir al otro 380
558 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA ÍNDICE 559

Págs. Págs.
e) La sexualidad: lugar de vivencia de la vida y para expresar la dimensión ética del comportamien-
de la muerte 383 to sexual 427
f) Masculinidad y feminidad: dos formas de ser a) Dimensión positiva de la sexualidad en cuanto
y de quehacer humanos 384 quehacer moral 428
6. V i s i ó n s i n t é t i c a : Dimensión y dimensiones de la b) Dimensión negativa 436
sexualidad humana 388
V. MORAL SEXUAL CONCRETA: ¿Normas éticas en el
III. CRISTIANISMO Y SEXUALIDAD 389 comportamiento sexual? 446
1. Prenotando: la dimensión mistérico-religiosa 1. Sentido y finalidad de las normas éticas en
de la sexualidad 390 el comportamiento sexual 446
a) Formas incorrectas de entender y vivir la di- a) Crisis de la moral sexual = crisis de las normas
mensión mistérico-religiosa de la sexualidad . 390 sexuales 447
1.° Sacralización tabuística 391 b) Hacia un replanteamiento de las normas se-
2. ° Sacralización mítico-ritualista 394 xuales 450
3.° La «neosacralización» de la sexualidad en
2. Autoerotismo: valoración antropológica y moral
el mundo actual 396
de la masturbación 452
b) Hacia una forma correcta de entender y vivir
la apertura de la sexualidad al Absoluto 397 3. Relaciones sexuales prematrimoniales: Aproxi-
2. La difícil asimilación de la sexualidad por el mación moral 468
cristianismo histórico 400 4. Relaciones sexuales extraconyugales: Apunte
a) Afirmación inicial: complejidad del tema y va- moral a una nueva situación 486
loración positiva de la relación entre cristianis-
mo histórico y sexualidad 401 VI. CONCLUSIÓN: LA SEXUALIDAD EN EL MUNDO
b) Ejemplificación de conflictos entre el cristianis- ACTUAL: «Revolución sexual» y ética cristiana 493
mo histórico y la sexualidad 402 1. La sexualidad en el mundo actual 493
c) Etiología de la conflictividad 405 a) La «erotización» de la sociedad actual 494
3. Hacia una cosmovisión genuinamente cristiana b) Rasgos psicosociológicos de la sexualidad ac-
de la sexualidad 410 tual 498
a) Principio de «desacralización» 411 2. «Revolución sexual» y ética cristiana 501
b) Principio de «humanización» 413
c) Principio de «comunitariedad» o de «apertura
al otro» 413
D Moral de la convivencia interpersonal 507
d) Principio de la «integración» del amor humano I. EL ENCUENTRO: CATEGORÍA ANTROPOLOGICO-
en el Misterio de Salvación 415 TEOLOGICA Y EXIGENCIA ETICA 509
e) Principio de «revelación plena en Cristo» 416
1. El encuentro: categoría antropológico-teoló-
IV. LA DIMENSIÓN ETICA DEL COMPORTAMIENTO gica 509
SEXUAL: Los cuadros formales de la moral sexual cris- a) Antropología de la alteridad 510
tiana 419 b) Teología de la convivencia interpersonal 511
1. Problema metodológico-hermenéutico: Justifi- 2. El encuentro: exigencia ética 517
cación y planteamiento de una ética sexual cristiana . 421 a) Descubrimiento y aceptación del otro como
2. Problema de contenido: Modelo teológico-moral un «tú» 517
560 MORAL DE ACTITUDES II. ETICA DE LA PERSONA

Págs.
b) Manifestación del yo en la comunicación inter-
personal 522
c) Creación del «nosotros» como eje de la convi-
vencia interpersonal 524
II. EL VALOR MORAL DE LA INTIMIDAD PERSONAL . 527
1. La intimidad: estructura existencial y valor
moral de la persona 528
2. La intimidad vulnerable: Riesgos de la intimidad
en el mundo actual 532
a) Narcoanálisis. (La intimidad policialmente vul-
nerada) 532
b) Psicoterapia. (La intimidad psicoterapéutica-
mente vulnerada) 534
c) Relación interpersonal. (La intimidad vulnerada
por exceso de comunicación) 535
d) La «era de la indiscreción». (La intimidad social-
mente vulnerada) 536
III. ACTITUDES DE LA COMUNICACIÓN INTERPER-
SONAL 538
1. Actitudes de la verdad interpersonal 538
a) Veracidad y mentira 539
b) Fidelidad y secreto 543
2. Actitudes del diálogo interpersonal 545

CONCLUSIÓN: Más allá del personalismo ético 548

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