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Roma 2019
INTRODUCCIÓN
1
Cf. A. GRÜN, Humildad y experiencia de Dios, 11.
INTRODUCCIÓN 7
Clericalismo vs Humildad
1. Con-texto y pre-texto
La humildad es considerada en la tradición judeo-cristiana como
soporte fundamental en la vida de fe y en el seguimiento de Cristo.
Adhiriéndonos a San Agustín, la humildad junto con la caridad, forman
los pilares de una vida auténticamente cristiana. De hecho la Teología
reconoce que el pecado original tiene su raíz en la soberbia, antinomia de
la humildad: «querer ser como Dios, prescindiendo de Dios»; pero sobre
este tema volveremos más adelante.
Prácticamente todos los grandes héroes del Antiguo Testamento eran
considerados débiles, pobres, limitados, pequeños a los ojos del mundo,
pero al final los predilectos y escogidos del Señor. Basta pensar en Moisés
que apenas podía hablar por su tartamudez (Ex 4,10) y llegó a ser el
libertador del pueblo en esclavitud, José el menor de los hijos de Israel
(Gen 37,2-3) que llegó a ser primer ministro de Egipto (Gen 39,37-39), el
sencillo pastor David (1Sam 16,11-13) que venció a Goliat (1Sam 17,50),
el profeta Isaías que se sentía indigno hombre de labios impuros (Is 6,5) y
fue consagrado profeta, etc. El mismo pueblo de Israel es tenido en cuenta
por Dios por ser el más pequeño de los pueblos (Deut 7,6).
El profeta Sofonías advierte: «Buscad al Señor, los humildes que
cumplís sus mandatos: buscad la justicia, buscad la humildad, para tener
un refugio el día de la ira del Señor» (Sof 2,3). Bello es el texto del salmo
131 que invita a sentirse como un niño que sólo desea a Dios como su
bien:
Señor, mi corazón no es engreído ni mis ojos altaneros, no he tomado un camino
de grandezas ni de prodigios que me superaran. Al contrario, tranquila y en silencio
10 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
1
Cf. Sal 130 (131).
2
M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 265.
3
M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 266.
CAP. I: CLERICALISMO VS HUMILDAD 11
todo un revestirse de sus sentimientos (Col 3,12-17), «sin hacer nada por
ambición o vanagloria, antes con humildad estimando a los otros como
superiores» (Fil 2,3), «para que según el designio de Dios lleguemos a la
reproducción de la imagen del Hijo» (Rom 8,28), «y así alcanzar la estatura
del hombre perfecto en la medida que conviene a la plena madurez en Cristo»
(Ef 4,13).
En la enseñanza y práctica de los padres de la Iglesia, los santos y grandes
místicos, la humildad ocupa un lugar privilegiado. Por ejemplo San
Ambrosio de Milán afirma que «la humildad es el punto de partida y la meta
de la sequela Christi…sin esta virtud todo esfuerzo por seguir a Cristo está
condenado al fracaso»4. Para San Agustín, la humildad es un pilar de la vida
espiritual, inseparable de la caridad donde se apoya el edificio de la
santidad5. San Benito de Nursia y San Bernardo de Claraval presentan los
grados de la humildad y cómo crecer en ella6. En Santo Tomás de Aquino,
la fe y la humildad son dos virtudes que juegan el papel de fundamento en la
vida espiritual7. Santa Teresa de Ávila decía «mientras que estamos en esta
tierra no hay cosa más importante que la humildad»8.
Es indudable entonces, la estima y el valor que la Sagrada Escritura, la
Tradición, la Teología y la espiritualidad dan a la humildad. ¿Se puede o se
debe considerar entonces como el trasfondo humano y cristiano que debe
acompañar la vida de la persona en la formación inicial y permanente?
Y es que como ya se ha mencionado, la encarnación del Hijo de Dios, nos
ha revelado el rostro misericordioso y humilde de Dios. Cristo que es imagen
visible del Dios invisible (Col 1,15), por medio de la Kénosis, nos enseñó el
camino del abajamiento, del descenso, de la humillación, como vía de
realización del misterio de salvación. La sequela Crhisti que es universal para
todo bautizado, adquiere una forma dramática para el llamado al sacerdocio,
porque su vocación será la de vivir de tal modo la configuración con Cristo,
que llega a ser considerado, en sentido teológico y litúrgico, alter Crhistus.
La encíclica Pastores Dabo Vobis, da las orientaciones sobre la identidad
sacerdotal bajo la clave de la contemplación de Cristo Sumo Sacerdote y
buen Pastor9, quien lleva a su plena realización el ser mediador, al ofrecerse
a sí mismo en la cruz sellando la nueva alianza y dando la vida por sus
4
M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 268.
5
Cf. M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 270.
6
Cf. BERNARDO DE CLARAVAL, De los grados de la humildad y la soberbia, 175.
7
Cf. M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 275.
8
TERESA DE JESÚS, Moradas del castillo interior. Sextas Moradas, 562.
9
Cf. PDV, 11.
12 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
ovejas10. En este precioso documento del magisterio de San Juan Pablo II, se
recuerda que el sacerdote en su realidad ontológica como ungido y
consagrado en su ministerio sacerdotal, representa a Cristo Cabeza, Pastor y
Esposo, y por tanto está totalmente al servicio de la Iglesia11. «La vida y el
ministerio del sacerdote son continuación de la vida y de la acción del mismo
Cristo»12; «El servicio de Jesús llega a su plenitud con la muerte en la cruz,
o sea, con el don total de sí mismo en la humildad y el amor»13. La Ratio
Fundamentalis, recientemente actualizada, habla concretamente de la
necesidad de reflexión de la identidad sacerdotal para una formación
integral: «El ministerio presbiteral, por lo tanto, es interpretado, en su
naturaleza específica como también en sus fundamentos bíblicos y
teológicos como servicio a la gloria de Dios y a los hermanos, en su
sacerdocio bautismal»14. En este documento se recogen las imágenes de
Cristo Cabeza, Pastor, Siervo y Esposo de las que participa el presbítero en
configuración con el mismo Cristo15. Aparece aquí la imagen de un Dios-
Pastor, que comparte nuestra vida hasta asumir sobre sí nuestro sufrimiento
y nuestra muerte16. Cristo esposo que se dona por completo a la Iglesia, lo
que comporta del presbítero la conciencia y ejecución de una donación total
de sí en el llamado a asumir los sentimientos y actitudes de Cristo en relación
con la Iglesia17.
La vocación ciertamente es un misterio, y cada persona tiene unas
características propias en su historia vocacional, sin embargo, una de las
razones o motivaciones más comunes que se presentan a la hora de responder
a la pregunta por qué quieres o decidiste ser sacerdote, es: “para servir a los
demás como Cristo”. Este es el ideal y se supone que la práctica de la vida
sacerdotal es ser otro Cristo, configurarse con Cristo, asumir la misión de
Cristo, vivir la vida de Cristo, reflejar a Cristo. Llegar a decir como san
Pablo: «ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi» (Gal 2,20). Pero
aquí surgen los ‘peros’. Justamente este es el punto de partida de nuestra
reflexión. Y lo hacemos con una serie de preguntas que se han suscitado a la
luz del tema de la humildad en la formación.
10
Cf. PDV, 13.
11
Cf. PDV, 16.
12
PDV, 18.
13
PDV, 21.
14
RFIS, 32.
15
Cf. RFIS, 35.
16
Cf. RFIS, 37.
17
Cf. RFIS, 39.
CAP. I: CLERICALISMO VS HUMILDAD 13
¿Por qué se evidencia una clara contradicción entre lo que la Iglesia proclama:
Cristo sufriente, humilde que entrega su vida por amor y lo que viven muchos
de sus ministros, prepotencia, arrogancia, comodidad y autosuficiencia (raíz del
orgullo)?
¿Por qué vemos en la Iglesia de una manera creciente y preocupante cada vez
con mayor frecuencia abusos de poder, conciencia y abusos sexuales, cuando se
proclama la fe en Jesús maestro y modelo de servicio, amor y humildad?
¿Por qué es difícil encontrar actitudes de humildad, sencillez en la jerarquía.
Sacerdotes y obispos?
¿Son nuestros modelos formativos caldo de cultivo para el incremento de
procesos narcisistas en personas propensas a desarrollar estilos de este tipo? El
llamado y tan presente clericalismo, no es en gran medida un fallo en la
formación? O más bien, cómo la formación puede ser una herramienta eficaz
para combatir los estilos narcisistas, el autoritarismo y el clericalismo?
¿Acaso hay un inconsciente colectivo de búsqueda de poder, reconocimiento,
dominación en el sacerdocio? son estas las motivaciones inconscientes y
principales en muchos vocacionados? De ser así, qué se ha hecho, que se
propone, qué se debe implementar?
Estos cuestionamientos no pretenden ser un juicio moralista, sino un motivo
de reflexión personal sobre un tema delicado que nos ha puesto en “estado de
emergencia” al interno de la Iglesia y que requieren una reacción honesta,
profunda y propositiva. Como debemos ser realistas, no tenemos la pretensión
de dar una respuesta totalizante y dogmática. Nos contentamos con tocar
algunos tópicos y dejar la inquietud profunda de la necesidad de seguir
avanzando en la búsqueda y realización de caminos de transformación y
conversión en todos los ámbitos especialmente en el de la formación, que nos
permitan vivir con dignidad, alegría y empeño el anuncio del Reino y la misión
evangelizadora en estos tiempos tan difíciles que nos han tocado.
18
Cf. T.P. DOYLE, Predatory Priests, Sileneed victims, , 150.
19
T.P. DOYLE, Predatory Priests, Sileneed victims, 152.
20
V. PRISCIANDARO ‒ G. FERRÒ, ed., «Abusi sessuali del clero», 37.
21
G.F. SVIDERCOSCHI, Il ritorno dei chierici, 5-7.
CAP. I: CLERICALISMO VS HUMILDAD 15
22
A. WITWER, Teología y espiritualidad de la Iglesia.
16 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
23
BENEDICTO XVI, Vigilia con ocasión del Encuentro internacional de los sacerdotes,
10 de junio de 2010.
24
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio para el Ministerio y la Vida de los
Presbíteros.
25
Cf. FRANCISCO, Discurso a los obispos de Chile, 16 de enero de 2018.
26
J.M. BERGOGLIO, 2 de septiembre de 2012.
27
FRANCISCO, Discurso a los participantes en el Congreso Internacional de Pastoral
de las grandes ciudades, 27 de noviembre de 2014
28
FRANCISCO, Visita a la Parroquia romana de Santo Tomás Apóstol, 16 de febrero
de 2014.
CAP. I: CLERICALISMO VS HUMILDAD 17
29
FRANCISCO, Encuentro con los jóvenes argentinos en la Catedral de San Sebastián
de Río de Janeiro, 25 de julio de 2013.
30
FRANCISCO, A los participantes de la 105 Asamblea Plenaria de la Conferencia
Episcopal Argentina, 25 de marzo de 2013.
31
FRANCISCO, Video mensaje a los participantes en la peregrinación al Santuario de
Nuestra Señora de Guadalupe,16 de noviembre de 2013.
32
T.P. DOYLE, Predatory Priests, Sileneed victims, 157.
33
https://www.americanmagazine.org/faith/2018/08/cardinal-cupich-supports-ivesti-
gation-mishhandling-mccarrick-complaints
18 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
34
T.P. DOYLE, Predatory Priests, Sileneed victims, 147.
35
Cf. V. PRISCIANDARO ‒ G. FERRÒ, ed., «Abusi sessuali del clero», 33.
36
Cf. FRANCISCO, Udienza del Santo Padre alla Curia Romana in occasione della
presentazione degli auguri natalizi, 21 de diciembre de 2018.
CAP. I: CLERICALISMO VS HUMILDAD 19
43
Cf. KERNBERG, Otto F., Sindromi marginali e narcisismo patologico, 333.
44
Cf. KERNBERG, Otto F., Sindromi marginali e narcisismo patologico, 333.
45
A. CENCINI, ¿Ha cambiado algo en la Iglesia?, 112.
46
Cf. A. CENCINI, ¿Ha cambiado algo en la Iglesia?, 95.
47
Cf. A. CENCINI, ¿Ha cambiado algo en la Iglesia?, 96.
22 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
duda nos lleva a decir que estos hechos y actitudes son absolutamente
reprobables e inmorales, es la verificación del fenómeno como tal.
El clericalismo entonces, ha favorecido una cultura del escándalo y del
silencio. Como cuestiona el padre Cencini:
Cómo es posible, más allá de los propios abusadores, que otros individuos,
miembros de esta Iglesia que siempre se ha mostrado cercana a los que sufren,
hayan permanecido indiferentes o desconfiados frente a la desesperación de las
víctimas, o que las hayan obligado a guardar silencio, o peor aún a sentirse
culpables de lo que sucedió?48.
Hay que aceptar que hubo un esquema de encubrimiento, manipulación,
auto-defensa, en donde se muestra una vez más esa interrelación entre poder,
narcisismo y abusos, constitutivos del clericalismo. Se habla de pequeños
lobbies, en los que como dice Cencini se ha «mezclado el coctel mortal de la
fragilidad psíquica y el poder sacro»49.
Emergen una vez más, en este punto, elementos narcisistas del clericalismo:
El distinguirse de los demás y tomar distancia de ellos sintiéndose en un nivel
más alto, en otro status, con varios privilegios a nivel incluso social; también,
en un sentido teológico tergiversado, un sentido de omnipotencia al ser
representantes de Dios, poseedores de los poderes divinos que derivan de su
consagración en el ejercicio sacramental haciéndolos únicos, especiales, como
super-humano50.
Todos estos ingredientes han hecho ver, en el tema de los escándalos de
abuso y aún más en la respuesta equivocada de los legítimos superiores, que
ciertamente algo andaba mal, que se debían identificar las actitudes y hechos
concretos en su cruda realidad para ponerle nombre a las cosas, y que algo
había que hacer.
En este contexto se pueden considerar acertadas las apreciaciones,
denuncias y críticas al clericalismo, entre ellas, Kathleen Sprows Cumming
profesora de historia de Notre Dame que dice: «Estos abusos y ocultamiento
de los mismos no es solo un poco de manzanas dañadas, como se suele decir,
esto es la entera cultura que lo hace posible»51.
De nuevo tenemos en cuenta a Doyle cuando sugiere:
48
A. CENCINI, ¿Ha cambiado algo en la Iglesia?, 118.
49
Cf. A. CENCINI, ¿Ha cambiado algo en la Iglesia?, 185.
50
PRISCIANDARO, V. ‒ FERRÒ, G., ed., «Abusi sessuali del clero», 33.
51
Cf. C. WOODEN, «Clericalism: the culture tha enables abuse and insists on hiding
it», Aug 23, 2018.
CAP. I: CLERICALISMO VS HUMILDAD 23
52
Cf. T.P. DOYLE, Predatory Priests, Sileneed victims, 157.
53
G. F. SVIDERCOSCHI, Il ritorno dei chierici, 27-28.
54
Cf. Lettera circolare per aiutare le conferenze episcopali nel preparare linee guida
per il trattamento dei casi di abuso sessuale nei confronti di minori da parte di chierici,
3 maggio 2011.
55
Cf. M. INTROVIGNE ‒ R. MARCHESINI, Pedofilia, una battaglia che la Chiesa sta
vincendo, 81.
56
Cf. https://www.lastampa.it/2019/02/16/vaticaninsider/abusos-el-cardenal-mccarrick-
fuera-del-sacerdocio-sentencia-inapelable-yVYq6sQESBvGW1TCpVsYNN/pagina.html
24 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
57
FRANCISCO, Udienza del Santo Padre alla Curia Romana in occasione della pre-
sentazione degli auguri natalizi, 21 dicembre 2018.
58
FRANCISCO, Discorso del Santo Padre Francesco ai partecipanti alle giornate
dedicate ai rappresentanti pontifici, Sala Clementina, 21 giugno 2013.
CAP. I: CLERICALISMO VS HUMILDAD 25
tendencia y tentación que se debía evitar. Esta fraterna exhortación cabe para
cualquier ser humano, para cualquier miembro de la Iglesia y con mayor
razón para los seminaristas y presbíteros.
Teniendo en cuenta todo esto, lo que quisiera afirmar es que el
clericalismo como “sistema” corrupto-a gran escala en el sentido del
escándalo, no es el único o mayor problema en la Iglesia; también lo es el
clericalismo como cultura o modus vivendi en la cotidianidad –a pequeña
escala en cuanto gestos y actitudes ‘normales’ y ordinarias.
Usted no sabe:
‒ Asimetría de rol real (Policía / ciudadano) vs Asimetría rol auto-
percibida (dignidad político-familiar / simple funcionario)
59
Cf. http://blogs.elespectador.com/cultura/el-hilo-de-ariadna/nicolas-gaviria-usted-
no-sabe-quien-soy-yo
26 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
60
Cf. J. M. URIARTE, Una espiritualidad sacerdotal para nuestro tiempo, 40.
61
Cf. J. M. URIARTE, Una espiritualidad sacerdotal para nuestro tiempo, 42, 112.
62
Cf. J. M. URIARTE, Una espiritualidad sacerdotal para nuestro tiempo, 40-42.
28 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
3. La cuestión de la humildad
3.1 Lo que no es la humildad
Tocando un poco el tema del factor universal que se acaba de mencionar,
y tomando una perspectiva bíblica-teológica, hay que decir que en el origen
de todas estas dinámicas está la soberbia, lo que nos conduce de nuevo al
punto de partida: “El hombre quiere llegar a ser dios sin contar con Dios”.
Pero para hablar de un valor o de una virtud, para poder entenderle mejor, a
veces resulta más fácil hablar de su contrario, como dice un filósofo español
«a veces se entienden mejor las cosas por negación que por definición
inmediata»64.
Por eso queremos dedicar unas líneas a recordar lo que es la soberbia y
tenerla como el elemento fundante del mencionado clericalismo, lo que nos
llevará a presentar y entender mejor el sentido y significado de la humildad
en nuestra reflexión.
Antes que nada, hay que definir entonces la soberbia. Generalmente se usa
como sinónimo el orgullo, que a su vez es entendido comúnmente como
tendencia a creerse superior a los demás. Aunque es cierta esta concepción,
hay que decir que es incompleta. Qué es la soberbia? Ante todo es
autosuficiencia65.
Una persona puede creerse menos que los otros y ser autosuficiente, por lo tanto
soberbia. La soberbia, según Santo Tomás, es autosuficiencia que fue ejecutada
en el pecado original, porque el querer ser como Dios, en sentido de asemejarse
a Él, no es ningún pecado, el pecado es querer conseguirlo única y
exclusivamente por sí mismo66.
San Juan Pablo II hace una síntesis de la soberbia en su conexión con el
pecado original: «Desde este desgarrón, el hombre anda buscando su
dignidad perdida...lo que dio lugar al primer pecado de la historia, la lúcida
soberbia, se ha instalado en nuestra naturaleza»67
C.S Lewis en esta línea, de un modo dramático dice: «Sucumbieron ante
la idea de que podían ser dioses, de inventar una especie de felicidad para sí
63
Cf. G. TRIPANI, «Formazione e culture come tutti, come qualcuno, come nessuno»,
183-196.
64
A. MILLÁN ‒ A. PUELLES, Las dimensiones morales del interés por la verdad, 534.
65
Cf. A. MILLÁN ‒ A. PUELLES, Las dimensiones morales del interés por la verdad, 534.
66
Cf. A. MILLÁN ‒ A. PUELLES, Las dimensiones morales del interés por la verdad, 534.
67
JUAN PABLO II, Cruzando el umbral de la esperanza, 221.
CAP. I: CLERICALISMO VS HUMILDAD 29
73
Cf. M. ESPARZA, Amor y autoestima, 28.
74
Cf. M. ESPARZA, Amor y autoestima, 24.
75
M. ESPARZA, Amor y autoestima, 25.
CAP. I: CLERICALISMO VS HUMILDAD 31
punto, hace alusión a esta profunda interrelación, a tal punto de hablar de una
humilde autoestima76.
Y es que quizás una persona que se presenta como muy humilde corre un
doble riesgo: hacer de esta virtud el escudo protector de su más grande
soberbia escondida, como cuando por ejemplo dice: ‘en mi humilde opinión’,
o llegar al grado de infravaloración y tendencia oculta a menospreciarse con
un convencimiento distorsionado de que no vale nada.
Así pues, aunque son conceptos distintos, humildad y autoestima están
intrínsecamente relacionados; esta última en sentido psicológico como un
sentimiento positivo de sí, y la humildad como algo mucho más que un estado
de ánimo, que implica una profunda aceptación de la verdad interior, en lo
bueno y en lo malo77.
Nos permitimos tratar un poco el tema de la autoestima en este parte porque,
ya está dicho, tiene mucho que ver con la humildad. La autoestima
básicamente es considerada como una valoración positiva de sí mismo, una
sensación de aceptación de sí, de valer en cualquier modo78. La cuestión de la
autoestima radica no tanto en el mero conocimiento que se tenga de las
capacidades o debilidades, sino en la valía o significado que la persona le da
a sus propias características. En otras palabras, se trata de la percepción del
propio valor79. No es nuestra tarea profundizar, por lo que sólo mencionamos
según las tesis bien aceptadas de diferentes estudiosos como Kernberg o
Winnicott al respecto de este tema del sano desarrollo psicológico, que el
origen de la estima de sí, puede estar en la relación del niño con su madre; de
aquí se puede derivar la capacidad que tenga la persona de afrontar
equilibradamente su relación consigo mismo y con los demás, así como la
capacidad de afrontar las situaciones difíciles y cambiantes del devenir
personal. En relación con el tema del narcisismo y la soberbia, vale la pena
señalar que en el afán de llenar el vacío, la inseguridad, la falta de buena estima
de sí, la persona se dirige a lo que piensa pueda suplir ese valor de sí y dar la
sensación de plenitud de vida, por ejemplo la riqueza, el poder, la
popularidad80. De otro modo Nouwen decía;
Me he ido percatando con el correr de los años que el peligro más importante
para nuestra vida no es el éxito, la popularidad o el poder, sino el autorrechazo.
Si escuchamos esas voces que nos susurran que no tenemos dignidad y que
76
Cf. M. ESPARZA, Amor y autoestima, 29.
77
M. ESPARZA, Amor y autoestima, 27.
78
Cf. G. CUCCI, La forza della debolezza, 117.
79
G. CUCCI, La forza della debolezza, 119.
80
Cf. G. CUCCI, La forza della debolezza, 133.
32 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
81
M. ESPARZA, Amor y autoestima, 41.
82
Cf. M. PASTORINO, «La Autoestima».
83
Cf. G. CUCCI, La forza della debolezza, 145.
84
G. CUCCI, La forza della debolezza, 151.
85
Cf. M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 264.
86
M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 263.
CAP. I: CLERICALISMO VS HUMILDAD 33
esta virtud que no va de abajo hacia arriba, sino inversamente, es decir, que
«no consiste en que el pequeño rinda homenaje al más grande, sino que este
último se incline respetuosamente ante el primero»87. Es la elección divina
por amor, la Kénosis (Fil 2,3-11), el abajamiento, el anonadamiento de Dios
que se despoja de su condición divina para asumir nuestra condición inferior,
nuestra naturaleza humana. Es la opción de renunciar a todo poder y
dignidad, para ofrecerse a sí mismo hasta la humillación extrema por amor.
La humildad es toda una disposición interior y exterior a vivir la
espiritualidad de la pequeñez (Sal 131), de la infancia espiritual como la
asumió santa Teresita del niño Jesús. «Quien no se haga como un niño no
podrá entrar en el Reino de los cielos» (Mt 18,3) y «quien acoge a un niño
como estos me acoge a mí» (Lc 9,48). Esta espiritualidad se expresa en la
vivencia de la modestia y la moderación. Así mismo la simplicidad, la
sencillez y la docilidad hacen parte del camino de la humildad.
Dicho esto, pasemos a acentuar la concepción de la humildad, que está
muy lejos de los equívocos y reduccionismos que ya hemos señalado
anteriormente; y es que desde los inicios de la reflexión teológica, y desde la
praxis de los grandes padres, doctores y místicos de la Iglesia a lo largo de
la historia, la humildad ha tenido un lugar importante, claro y definido.
Tomemos algunos ejemplos. San Ambrosio de Milán, considera en sus
escritos que la humildad abre los ojos del alma, haciendo percibir al hombre
su estado pecador y se convierte en una disposición necesaria para adquirir
la virtud88. Para San Agustín, la humildad es el fundamento donde se apoya
el edificio de la santidad; este gran pensador, afirma que la humidad es un
pilar de la vida espiritual, inseparable de la caridad: «Donde está la humildad
allí está la caridad»89. Ya en los inicios de la edad media, San Bernardo de
Claraval aparece con su obra De los Grados de la Humildad y la Soberbia,
que influyo en la espiritualidad cristiana posterior a él; Resaltamos el primer
grado que menciona que es el conocimiento de sí mismo y la compunción,
que en definitiva significa conocerse a sí mismo, tomando conciencia de ser
una imagen de Dios desfigurada, «… un lado da a conocer nuestra miseria y
por otro, nuestra dignidad o grandeza, porque hemos conservado la imagen
divina»90. Por otra parte Santo Tomás de Aquino, que tuvo el acierto de haber
mostrado que no había ninguna contradicción entre humildad y
magnanimidad, en cuanto a lo que se refiere a la humildad como
87
M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 266.
88
Cf. M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 268.
89
M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 269
90
B. DE CLARAVAL, De los grados de la humildad y la soberbia, 175.
34 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
91
Cf. M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 269.
92
TERESA DE JESÚS, Moradas del castillo interior, Cap. 2, 9. 11, 478.
93
Cf. M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios, 278-279.
94
J.M. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 94.
95
M. ESPARZA, Amor y autoestima, 17.
CAP. I: CLERICALISMO VS HUMILDAD 35
96
Cf. A. MILLÁN ‒ A. PUELLES, Las dimensiones morales del interés por la verdad, 535.
97
Cf. A. GRÜN, Humildad y experiencia de Dios, 11.
98
A. CENCINI, ¿Hemos perdido nuestros sentidos?, 40.
36 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
99
A. GRÜN, Humildad y experiencia de Dios, 17.
CAPÍTULO II
Visión Interdisciplinar
1
Cf. GS, 59.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 39
2
Cf. F. IMODA, Desarrollo humano-Psicología y misterio.
3
Cf. A.M. RAVAGLIOLI, Psicologia, studio interdisciplinare della personalità, 61.
4
Cf. A. MANENTI, Comprendere e accompagnare la persona umana, 14.
5
F. RINALDI, Vocazione cristiana come dialogo, 25.
40 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
6
Cf. A. MANENTI – G. GUARINELLI – H. ZOLLNER, Persona y formación, 91.
7
Cf. Catechismo della Chiesa Cattolica, 27-30.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 41
humana,. De nuevo tenemos que hablar del diálogo entre fe y razón porque
aquí se conjugan amabas cosas. Por eso podemos hablar del misterio de
Dios y el misterio del hombre que se entrecruzan y explican mutuamente
y sin embargo se distinguen y complementan recíprocamente. Por ser
misterio8, es algo que se revela y se puede conocer pero que a la vez no se
agota, ni se termina de comprender en su plenitud,
Otro dato fundamental y que está estrechamente vinculado a lo
recientemente expuesto, es que el hombre tiende a la superación de sí mismo,
que hay una capacidad que le es propia y que lo hace salir de sí mismo, de
buscar sentido a su existencia, que lo pone en camino de ascenso, de
superación, de búsqueda de mejorarse, de alcanzar la excelencia. Esto es una
característica innata que lo distingue de los animales. En palabras de grandes
teólogos como Lonergan9, el hombre es ser que es capaz de autotrascenderse.
Encontramos entonces la «presencia de una ley inscrita en el proceso de
crecimiento del ser humano…ley que, en modo silencioso y discreto, nos
confirma también la verdad del nuestro ser hechos a imagen y semejanza de
un Dios, trascendencia infinita, que, en el misterio de la Trinidad, se expresa
como recíproco don y acogida»10.
De otra parte, si se reconoce esta capacidad de autotrascendencia,
debemos admitir la realidad de lo humano y es que el hombre en sí mismo
es limitado. Hay una condición de fragilidad, debilidad que da un carácter de
estrechez y limitación a la existencia humana. Es esta dimensión de
falibilidad que concede un horizonte finito, medible, concreto. El hombre
posee unos márgenes que lo delimitan y le recuerdan su creaturalidad. En
palabras sencillas, el hombre no es Dios, omnipresente, todopoderosos,
omnisciente. Además es un hecho que hay en él fuerzas y tendencias internas
que lo abocan al equívoco, al encierro, a la desintegración, si no son
conocidas, encauzadas y direccionadas.
En definitiva, y reforzando un poco esta realidad contrastante entre la
posibilidad de autotrascendencia y la realidad de limitación humana, son
identificables tres niveles en la persona de lo que se denomina la vida
psíquica. El primer nivel es el nivel psico-fisiológico, en el que se advierten
las necesidades simples y primarias en relación con el ambiente y que tienen
un fin de satisfacción que responde al acto consumado, como por ejemplo el
comer, beber, dormir, la salud11, en este nivel la persona es movida por los
8
Cf. A. CENCINI, ¿Hemos perdido nuestros sentidos?, 157.
9
Cf. L.M. RULLA, Antropología de la vocación cristiana, I, 43-44.
10
Cf. A. BISSI, El color del trigo, crecer en la capacidad de amar, 108.
11
Cf. B. SEBASTIAN, Totalmente de Cristo, publicaciones claretianas, 51.
42 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
12
B. SEBASTIAN, Totalmente de Cristo, publicaciones claretianas, 52.
13
B. SEBASTIAN, Totalmente de Cristo, publicaciones claretianas, 53.
14
A. MANENTI, Comprendere e accompagnare la persona umana, 26.
15
A. MANENTI, Comprendere e accompagnare la persona umana, 15-18.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 43
16
GS, 10.
17
Cf. A. RAVAGLIOLI, Psicologia studio interdisciplinare della personalità, 188.200.
44 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
Finance Rulla
Valores infraumanos (compartidos
con los animales)
Valores inframorales (Que no Valores Naturales
implican la libertad y
responsabilidad)
Según este esquema, pensemos por ejemplo en una realidad que toca el
mundo del deporte. En Colombia, hace unos 20 años, un gran jugador de
futbol llamado Faustino Asprilla, llegó a destacarse futbolísticamente en tal
modo, que ganó con su equipo varios títulos a nivel sudamericano y después
de ser contratado por un equipo italiano, también conquisto trofeos de
competiciones importantes en el continente europeo. La calidad y talento
futbolístico eran inobjetables. Sin embargo, a lo largo de su trayectoria
deportiva, se vio rodeado de situaciones extra-deportivas que rayaban en el
escándalo. Los cambios de su comportamiento fueron mínimos fuera de las
canchas, y a pesar de eso, por su encanto y ‘magia’ a la hora de jugar, siempre
terminaba “aceptado” o ‘tolerado’. Al final, se colocaba de ‘ejemplo’ para
decir que había que trabajar en la parte humana de los futbolistas desde las
escuelas infantiles, para que no se llegara a decir: es un muy buen jugador,
pero como persona, deja mucho que desear. Esta situación, puede ilustrarnos
la particularidad que hay al hablar de valores naturales (infra-moral) y el
valor moral. El ‘Tino’ Asprilla como aún se le conoce, mostraba el poseer
un valor natural que lo apasionaba y que vivía con desenvoltura, pero su
horizonte moral, sus valores como persona humana libre y responsable no
estaban muy claros y él no lograba integrarlos a su vida.
Ahora bien, acentuando la distinción de los valores que hace Rulla18 y que
es la que tomamos para nuestra reflexión, hay que añadir la clasificación que
apunta específicamente a la vocación cristiana, y que este autor ubica dentro
de los valores autotrascendentes. A saber son, los valores instrumentales:
que están en relación con los consejos evangélicos de la castidad, la pobreza
18
Cf. L.M. RULLA, Antropología de la vocación cristiana, I, 150-152.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 45
19
Cf. L.M. RULLA, Antropología de la vocación cristiana, I, 137.
20
Cf. L.M. RULLA, Antropología de la vocación cristiana, I, 138.
21
B. SEBASTIAN, Totalmente de Cristo, 48.
22
B. SEBASTIAN, Totalmente de Cristo, 50.
46 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
Pero debemos dar un paso adelante para tener en cuenta otro elemento, y
es que las necesidades y valores presentes en esta dialéctica de base de la que
hemos hablado tienen su punto de convergencia en las actitudes, «así metas
ideales y fuerzas psíquicas se encarnan y expresan en las actitudes»23. Estas,
se entienden como predisposiciones comportamentales, como modalidades
que emergen y toman forma en determinadas situaciones, como dice el
mismo padre Ravaglioli: «.aquello que queremos poner en primer plano
primero, es la idea que las actitudes, antes de identificarlas como un modo
concreto de comportarse, van entendidas como una inclinación a
comportarse»24. Según la antropología propuesta por Rulla, estos tres
elementos: valores, actitudes y necesidades, forman lo que se ha denominado
como contenidos de la personalidad.
Precisemos ahora que a nivel estructural del ‘yo’ como una unidad
indivisible y holística, y considerando el concepto de dialéctica de base,
encontramos dos grandes estructuras en la persona: el yo ideal y el yo actual.
El primero que corresponde al grande corazón que describe Manenti y el
segundo al pequeño corazón. Afirma el padre Ravaglioli:
Dos son entonces las polaridades fundamentales del Yo o el sí mismo psíquico.
Sobre todo el yo actual, que lo hacemos coincidir con el individuo así como es,
de hecho. En segundo lugar, el yo ideal, que lo identificamos con el modo en
que el individuo ha de percibir su propio ‘deber-ser’25.
Estas dos nociones son fundamentales a la hora de recordar la tensión
dialéctica de la que hemos hablado suficientemente26 y que se presentan en
el proceso de maduración de la persona no como algo fijo y determinado,
sino como un sistema dinámico y en movimiento27.
Algo más para añadir, y es que «desde la perspectiva de la psicología
profunda, mientras el yo ideal es prevalentemente consciente, el yo actual
contiene tanto elementos conscientes como inconscientes denominados
respectivamente Yo manifiesto y Yo latente»28. Un nuevo elemento a tener
en cuenta, el influjo del inconsciente.
Para una ulterior explicación, parece oportuno hacer la distinción gráfica
de los componentes de las dos estructuras del yo:
23
A.M. RAVAGLIOLI, Psicologia, studio interdisciplinare della personalità, 212.
24
A.M. RAVAGLIOLI, Psicologia, studio interdisciplinare della personalità, 213.
25
A.M. RAVAGLIOLI, Psicologia, studio interdisciplinare della personalità, 91.
26
Cf. A. MANENTI ‒ S. GUARINELLI ‒ H. ZOLLNER, Persona y formación, 90.
27
A.M. RAVAGLIOLI, Psicologia, studio interdisciplinare della personalità, 94.
28
A. MANENTI ‒ S. GUARINELLI ‒ H. ZOLLNER, Persona y formación, 27.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 47
29
A. CENCINI ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, estructuras y dinamismos, 149.
30
Cf. L.M. RULLA, Antropología de la vocación cristiana, I, 186.
31
Cf. A. CENCINI ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, estructuras y dinamismos, 149.
48 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
32
Cf. A. MANENTI – S. GUARINELLI – H. ZOLLNER, Persona y formación, 38.
33
L.M. RULLA, Antropología de la vocación cristiana, I, 166-168.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 49
34
A. MANENTI ‒ S. GUARINELLI S. ‒ H. ZOLLNER, Persona y formación, 40.
35
A. MANENTI ‒ S. GUARINELLI S. ‒ H. ZOLLNER, Persona y formación, 41.
36
A. MANENTI ‒ S. GUARINELLI S. ‒ H. ZOLLNER, Persona y formación, 41.
37
Cf. A. CENCINI ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, 174.
38
A. CENCINI ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, 157.
50 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
39
A. CENCINI ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, 158.
40
Cf. A.M. RAVAGLIOLI, Psicologia studio interdisciplinare della personalità, 204.
41
Cf. A.M. RAVAGLIOLI, Psicologia studio interdisciplinare della personalità, 208.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 51
43
Cf. A. MANENTI – S. GUARINELLI – H. ZOLLNER, Persona y formación, 94.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 53
44
Cf. A. CENCINI, Ha cambiado algo en la Iglesia?, 100.
45
A. BISSI, El color del trigo, crecer en la capacidad de amar, 17.
46
A. BISSI, El color del trigo, crecer en la capacidad de amar, 37.
54 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
47
A. BISSI, El color del trigo, crecer en la capacidad de amar, 109.
48
Cf. A. BISSI, El color del trigo, crecer en la capacidad de amar, 36.
49
Cf. A. BISSI, El color del trigo, crecer en la capacidad de amar, 42.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 55
50
A. BISSI, El color del trigo, crecer en la capacidad de amar, 45.
51
A. BISSI, El color del trigo, crecer en la capacidad de amar, 46.
56 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
narcisista, con la realidad del amor infantil e inmaduro, puede y debe ser visto
desde la segunda dimensión. Allí donde se conjugan las buenas intenciones y
los ideales más altos con las limitaciones y necesidades inconscientes que
condicionan la libertad de decidir y de amar verdaderamente. Allí donde las
actitudes son vistas no sólo por lo que ellas puedan decir a primera vista, sino
donde convergen muchas veces en contraste el valor proclamado y la
motivación inconsciente. Según la distinción que hicimos entre el clericalismo
escandaloso y el clericalismo sutil y cotidiano, se hace más evidente ahora, al
menos eso esperamos, que en este fenómeno, el sacerdocio es utilizado más o
menos inconscientemente, buscando un bien aparente y no un bien real.
Quizás no ahora, pero en el pasado, el sacerdote era visto como el
personaje que obtenía respeto y reconocimiento abundante por parte de la
familia y la sociedad en general. A modo de broma, en algunas hogares se
hacia el comentario que en una familia de ‘prestigio’ no podía faltar el hijo
médico, el hijo abogado y por supuesto el hijo sacerdote. En el contexto
latinoamericano hasta hace muy poco especialmente en los pueblos, el
sacerdote tenía más influencia y poder que el alcalde y cualquier autoridad
civil. Un sacerdote por lo general, por ‘necesidad pastoral’ tiene vehículo,
viste bien, viaja, conoce, es distinguido, etc. El sacerdote con su hábito y su
clergyman, era símbolo de status y poder.
Por supuesto que también está presente el atractivo del servicio, del sacerdote
que celebra piadosamente la misa, que visita al enfermo, que va de misión a las
veredas y lugares inhóspitos donde nadie más va, a no ser por algún interés
económico. Baste recordar el gran influjo vocacional que tuvo el papa San Juan
hablo II, que con su imagen de bondad, alegría cercanía y amistad con Dios,
atrajo tantos jóvenes que seguramente muchos de ellos, alcanzaron la
ordenación sacerdotal. Y aquí se entremezclan de nuevo las energías psíquicas
de la necesidad que empuja generalmente de un modo inconsciente a buscar
satisfacción y el valor que atrae hacia la búsqueda de sentido y significado.
Surge desde este panorama, del conjunto de fuerzas que suscitan y ‘sostienen’
la vocación, la pregunta: ¿Cuál es tu motivación profunda para considerar y
asumir una vida de servicio a Dios en el sacerdocio? Las posibilidades son
muchas. El punto es poder llegar teniendo en cuenta la segunda dimensión a
revisar, discernir, evaluar, que tan libre es el sujeto en vocación al querer tomar
una opción de este tipo. Un sujeto en vocación necesita ser acompañado en esta
tarea fatigosa de clarificar sus motivaciones y desarrollar su capacidad de amor
maduro.
Vale la pena cuestionarnos en modo personal y en enfoque pedagógico
como lo hace la Bissi: «En qué medida estamos atentos a las heridas de
nuestro corazón y qué cosa hacemos para curarlas? Cuánto vemos la realidad
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 57
52
A. BISSI, El color del trigo, crecer en la capacidad de amar, 38.
53
A. BISSI, El color del trigo, crecer en la capacidad de amar, 45.
58 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
54
M. BELDA, Guiados por el Espíritu de Dios.
55
P.R. SCALABRINI ‒ P. SEQUERI ‒ C. STERCAL, L’umiltà cristiana, 70.
56
P.R. SCALABRINI ‒ P. SEQUERI ‒ C. STERCAL, L’umiltà cristiana, 75.
57
P.R. SCALABRINI ‒ P. SEQUERI ‒ C. STERCAL, L’umiltà cristiana, 76.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 59
58
P.R. SCALABRINI ‒ P. SEQUERI ‒ C. STERCAL, L’umiltà cristiana, 89.
59
A. DONGHI, In semplicità e umiltà di cuore, 76.
60
A. DONGHI, In semplicità e umiltà di cuore, 76.
61
A. DONGHI, In semplicità e umiltà di cuore, 76.
62
A. DONGHI, In semplicità e umiltà di cuore, 77.
63
Cf. A. DONGHI, In semplicità e umiltà di cuore, 82.
60 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
64
Cf. A. CENCINI ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, 169.
65
A. CENCINI ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, 170.
66
Cf. A. CENCINI ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, 171.
67
Cf. A. CENCINI ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, 151.
68
A. CENCINI ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, 171.
69
A. CENCINI ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, 173.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 61
70
Cf. Jn 15,5.
71
FRANCISCO DE SALES, Introducción a la vida devota, 137-138.
72
W. VIAL, Madurez psicológica y espiritual, 89.
62 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
73
Cf. W. VIAL, Madurez psicológica y espiritual, 82.
74
P.R. SCALABRINI ‒ P. SEQUERI ‒ C. STERCAL, L’umiltà cristiana, 110.
75
A. CENCINI. ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, 156.
76
Cf. A. DONGHI, In semplicità e umiltà di cuore, 82.
77
A. DONGHI, In semplicità e umiltà di cuore, 88.
64 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
con Dios»78. En Cristo el hombre halla su plenitud, por eso, «la humildad
cristiana encuentra fácilmente en Cristo la propia realización y el propio
modelo»79. Para San Josemaría Escrivá la «verdadera serenidad se alcanza
solamente imitando a Jesucristo en su humildad, dejando de pensar en
nosotros mismos y teniendo más en cuenta la posibilidad de ayudar a
nuestros hermanos»80. Esto significa una identificación con el deseo de Dios
revelado en Jesús, deseo de colocarse en el lugar de Cristo, el siervo humilde,
amando como él ha amado, sin negar la diferencia ontológica entre Dios y el
hombre.
Finalmente, quizás valga la pena recalcar algunas cosas. La humildad no es
la meta o el fin81, así como no es sólo virtud a alcanzar o desarrollar. Ser
humilde no es tener actitudes externas y/o actos humildes82. Como afirman
Scalabrini e Sequeri, «Si el fin consiste en practicar los ejercicios de humildad,
es difícil entonces ser humildes»83. La humildad es predisposición, es una
actitud interna y a la vez es un modo de ser. La humildad abarca el
conocimiento de sí, la justa autoestima, la aceptación adecuada del yo, la
conciencia lo que se es y se puede llegar a ser. La humildad posibilita la
apertura a la verdad, camina con la verdad. La humildad vence la soberbia y
dispone a un auténtico camino de madurez del amor, en el amor. Para llegar a
la ortopatía, al amor maduro, se hace necesaria la Kénosis, el abajamiento, el
despojamiento, la aprehensión de la realidad más humana y existencial que
posee mi yo: soy creatura, soy débil, soy limitado, llamado a la grandeza, a la
gloria, a la autotrascendencia en Dios, el sumo valor y bien, el centro vital de
mi existencia por quien vivo y para quien vivo.
Con todos estos elementos vistos y desde esta comprensión, se hace más
evidente la importancia de asumir la humildad en la formación como
componente constitutivo, como base fundamental. Formar en la humildad,
formar desde la humildad, formar para la humildad. Estamos convencidos
que desarrollar en los formandos este modo de asumir el sacerdocio, esto es,
en una disposición siempre humilde, será un buen antídoto, o por lo menos
una herramienta fundamental para combatir el clericalismo. Dice San Pablo,
«venzan el mal a fuerza de bien» (Rom 12,21). Frente al clericalismo 84 con
sus raíces de narcisismo y soberbia, la humildad se erige como bandera de
78
P.R. SCALABRINI ‒ P. SEQUERI ‒ C. STERCAL, L’umiltà cristiana, 110.
79
P.R. SCALABRINI ‒ P. SEQUERI ‒ C. STERCAL, L’umiltà cristiana, 110.
80
J.M. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 94.
81
Cf. P.R. SCALABRINI ‒ P. SEQUERI ‒ C. STERCAL, L’umiltà cristiana, 111.
82
Cf. RFIS, 41.
83
P.R. SCALABRINI ‒ P. SEQUERI ‒ C. STERCAL, L’umiltà cristiana, 112.
84
RFIS, 42.
CAP. II: VISIÓN INTERDISCIPLINAR 65
1. Presupuestos
1.1 Formación inicial
Teniendo en cuenta lo dicho hasta el momento, podemos afirmar que el
grado de madurez de una persona se puede medir por la capacidad de amar con
la mayor libertad posible, es decir con auténtica apertura al otro y al Otro en
donación de sí, pero podemos decir que también la madurez se puede ‘medir’
por la humildad con que la persona se asume a sí misma en toda su realidad
dialéctica y asume su posición en el mundo y su lugar con los demás. En este
sentido una vez más, si aún no ha sido claro o explícito, corroboramos la
correlación entre amor y humildad. Teniendo en cuenta esta premisa para
nuestro tercer capítulo, hagamos algunas precisiones importantes.
Entre el proceso de selección de los candidatos al seminario y el ministerio
sacerdotal de los ya ordenados, encontramos el tiempo denominado como
formación inicial. No podemos negar que la vocación es un proceso único y
continuo, sin embargo, hay que hacer la distinción de estas etapas del
camino. La Ratio Fundamentalis subraya la necesidad de superar la línea
divisoria que inconscientemente se trazó durante mucho tiempo en la
formación, y de este modo concebir la formación como un todo, esto es «la
formación inicial y la permanente, como dos tramos del mismo, único e
ininterrumpido camino discipular y misionero»1. Haciendo claridad de este
aspecto, subrayamos que el énfasis de nuestra reflexión está centrado en la
formación inicial.
Recordemos que cualquier apreciación superficial y reductiva del sujeto en
vocación, desde el comienzo, pone en riesgo un verdadero camino de
1
RFIS, 54.
68 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
2
A. CENCINI. ‒ A. MANENTI, Psicología y formación, 157.
3
Cf. RFIS, 93.
4
GE, 165.
5
FRANCESCO, Discurso a los obispos de Chile, 16 de enero de 2018.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 69
si no tuvieran que dar cuenta a nadie de sus actos, en una situación de verdadera
impunidad6.
La Conferencia episcopal de Australia en un comunicado de hace menos
de un año se pronunció al respecto resaltando la finalidad de formar un
sacerdocio nuevo: «En la búsqueda de combatir el clericalismo, necesitamos
una revisión radical de cómo reclutamos y preparamos los candidatos para
la ordenación…los seminarios son el lugar o la vía para entrenar hombres
para un sacerdocio nuevo»7
Por otra parte, en un modo crítico y propositivo el psicólogo Lassi afirma:
Falta en la formación de los sacerdotes un itinerario que tenga en cuenta los
aspectos ligados al desarrollo psico-sexual, psico-físico, psico-social y de las
relaciones. La soledad, es decir el hecho de encontrarse en completa autonomía sin
supervisión continua, puede conducir fácilmente a un abuso de poder8
Finalmente, al respecto de la formación y su enfoque preventivo de frente al
clericalismo, asevera Monseñor Stefano Russo, secretario de la CEI:
y ciertamente no puede subsistir una actitud defensiva, dirigida a tutelar la
imagen de la Iglesia de los escándalos que crean desconcierto…Hemos
entendido que se deben mover los esfuerzos hacia la prevención y la
formación…como también a la necesidad y de una formación continua en las
relaciones afectivas y en la gestión de la sexualidad9
Ahora bien, como ya hemos dicho, es interesante destacar que la Iglesia
ha ido tomando conciencia del aporte de las ciencias humanas. La formación
en los seminarios debe echar mano, cada vez con mayor decisión y prudencia
a la vez, de las pistas y ayudas que éstas ofrecen para comprender mejor a la
persona humana. Es tal el caso de la psicología social que a la par con la
psicología evolutiva, permiten ampliar la visión y por lo tanto la intervención
adecuada de frente a un sujeto en vocación. En esta línea, dice el papa
Francisco que «no se pueden llenar los seminarios con cualquier tipo de
motivaciones, y menos si éstas se relacionan con inseguridades afectivas,
búsquedas de formas de poder, glorias humanas o bienestar económico» 10.
Como señalamos en los dos primeros capítulos, la vocación cristiana no es
ajena al influjo social que de una u otra manera afecta al individuo que se
6
https://www.aciprensa.com/noticias/iglesia-en-argentina-alienta-a-dar-un-corte-ra-
dical-a-los-abusos-en-la-iglesia-44443#noredirect
7
C. WOODEN, «Clericalism: the culture tha enables abuse and insists on hiding it».
8
V. PRISCIANDARO ‒ G. FERRÒ, ed., «Abusi sessuali del clero», 37.
9
V. PRISCIANDARO ‒ G. FERRÒ, ed., «Abusi sessuali del clero», 39.
10
EG, 107.
70 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
11
DA, 318.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 71
audiencia que los admire y apruebe. Presentan conductas antisociales en las que
se huye de la cooperación y el trabajo en equipo, pues son personas que viven
en un lamentable y estéril individualismo.
Se ha incrementado el número de personas narcisistas o con tendencias
homosexuales en nuestra sociedad, como consecuencia de la desintegración
familiar y el incremento de familias monoparentales, por el permisivismo moral
y la cultura hedonista, y sobre todo, por la falta de cercanía, afecto y atención a
los hijos. Esto presenta un particular reto para nosotros, tanto en la selección
como en la formación de los candidatos al sacerdocio, pues son muchos los que
proceden de hogares disfuncionales en los que no ha habido una adecuada
identificación con la figura paterna, o bien, ésta ha estado ausente en ellos12
Encontramos en este análisis de la Pontificia Comisión para América
Latina, una exposición clara de la situación. Basados en este aporte, podemos
decir que en el fondo estamos hablando de una crisis de identidad de la
persona, y por ende, del sujeto en vocación. La raíz concupiscente de la
soberbia y el entorno familiar y social, dificultan hoy más que siempre que
el individuo pueda forjarse una personalidad sana en la que tenga el adecuado
desarrollo de su identidad. La formación inicial debe estar muy atenta a
estas carencias y dificultades. No sobra reforzar la idea que si no hay
formación justa, adecuada y profunda, podemos estar formando verdaderos
monstruos13. Tendríamos así una estructura que puede favorecer el
clericalismo, y peor aún, una institución que no hace nada o lo suficiente
para frenar o detener esta mal. En este sentido nos referimos a otro elemento
del clericalismo como lo es el soporte de un grupo.
Pongamos un ejemplo. Un muchacho muy bueno, educado y respetuoso,
que llega con todas las mejores intenciones al seminario. Nadie duda de sus
dotes intelectuales, de su responsabilidad y cumplimiento en todas las tareas
que se le asignan. Es diligente, simpático, destacado en la pastoral de los
fines de semana y muy disponible a servir a todos cuando se requiere
cualquier tipo de ayuda. Siempre ha expresado su deseo de amar a Dios y ser
un pastor de almas. Con los formadores es muy obediente y complaciente,
con los otros seminaristas, según cada caso, es atento y disponible, siempre
y cuando no lo contradigan. Es de notar que con los grupos que se le asignan
tiene una gran capacidad de liderazgo con pequeños rasgos de autoritarismo.
La dificultad que se encuentra en él en los consejos de formación, es que a
veces tiene excesivo deseo de protagonismo y cuando se le corrige por
cualquier cosa mínima, tiende a enojarse, y aunque sin faltar a nadie al
12
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cbishops/pcal/documents/rc_cb-
ishops_pcal_20090217_formacion-sacerdotal_sp.html#_ftn28.
13
Cf. A. CENCINI, Ha cambiado algo en la Iglesia?, 119.
72 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
14
D.G. MYERS, Psicologia sociale, 325.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 73
15
FRANCISCO, «Despertad al mundo», 11.
16
FRANCESCO, «Dialogo di papa Francesco con i Gesuiti», 420.
17
Cf. A. GODIN, Psicologia delle esperienze religiose, 57-58.
18
Cf. A. GODIN, Psicologia delle esperienze religiose, 58.
19
S. RIGON, «La persona nel contesto del suo gruppo», 288.
74 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
20
S. RIGON, «La persona nel contesto del suo gruppo», 288.
21
PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA, La formación sacerdotal en los
seminarios de América Latina, 17 de febrero de 2009.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 75
22
A. CENCINI, El árbol de la vida, 12.
23
A. CENCINI, El árbol de la vida, 13.
24
A. CENCINI, El árbol de la vida, 14.
25
A. CENCINI, El árbol de la vida, 14.
76 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
26
A. CENCINI – A. MANENTI, Psicología y formación, 350.
27
A. CENCINI – A. MANENTI, Psicología y formación, 352.
28
Cf. A. CENCINI – A. MANENTI, Psicología y formación, 355.
78 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
29
A. CENCINI – A. MANENTI, Psicología y formación, 361.
30
A. CENCINI – A. MANENTI, Psicología y formación, 363.
31
Cf. A. CENCINI, El árbol de la vida, 47.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 79
33
CIVCSVA, A vino nuevo odres nuevos, 26.
34
CIVCSVA, A vino nuevo odres nuevos, 27.
35
[La cursiva es intencional de parte nuestra].
36
CIVCSVA, A vino nuevo odres nuevos, 37.
37
Cf. CIVCSVA, A vino nuevo odres nuevos, 51.
38
EG, 33.
39
Cf. A. CENCINI, El árbol de la vida, 117.
40
Cf. A. CENCINI, El árbol de la vida, 118.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 81
41
A. CENCINI, El árbol de la vida, 135.
42
CIVCSVA, 67.
43
Cf. A. CENCINI, El árbol de la vida, 153.
82 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
integración en una persona concreta? O mejor aún, qué quiere decir que una
persona es más o menos integrada-madura? Pues respondamos resaltando
algunas características de lo que significa integración psicoespiritual y
algunas características de una persona que es integrada o está involucrada ya
en un proceso de integración.
Persona Integrada:
‒ Que no es rígida, sino flexible, versátil
‒ Que tiene su afecto orientado hacia un ideal noble
‒ Que es más consciente de su dialéctica de base
‒ Tiene un centro vital (según la psicología) o centro espiritual (desde la
fe), que es escogido libremente, como un bien excelente y con un afecto
ordenado y de sentido.
‒ Este centro vital que integra a la persona porque da unidad y capacidad
de confiarse a un alguien, a Otro.
Integración psicoespiritual:
‒ Proceso que involucra lo natural-humano y lo sobrenatural-espiritual,
por eso se puede hablar de una integración psicoespiritual
‒ No es sinónimo de perfección
‒ No es un estado final, sino más bien un proceso continuo
‒ Debe haber una finalidad que va más allá de un bien esencial hacia un
bien excelente
‒ Tiene un principio integrador que abarca todos los niveles de la vida
psíquica44.
Así, la propuesta formativa en el seminario como propuesta integradora
desde la fe, en una experiencia religiosa y configuradora con Cristo, se
presenta como equilibrio entre inmanencia y trascendencia; por lo tanto no
es una obra de sustitución de la naturaleza, sino una redistribución de todo
lo humano en vista de un fin-bien excelente, es decir en la trascendencia
hacia el amor teocéntrico. En este sentido, parecen muy oportunas las
palabras de Paolo Magna
La persona que camina hacia la integración trata de enuclear, partiendo de un
centro vivo, de una intuición de base, de un valor, todas las otras fuerzas de su
afectividad. Se propone de ‘hacer girar’ todos los impulsos y las energías vitales
en torno a un polo central predominante y vivo. Es como si la persona trabajase
sobre dos frentes. Al centro, pera encontrar la propia identidad en aquel punto
44
Que ya mencionamos en el segundo capítulo: nivel fisiológico, nivel psicosocial y
nivel racional-espiritual.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 83
vital, que tiene el poder de atraer y dar significado a todo. A la periferia para
acercar más cada fragmento de su ser y de su vivir a este centro vital45
Pues bien, la integración psicoespiritual implica la focalización del centro
vital o espiritual, que es Dios que se dona en Cristo aquí y ahora, y un
principio de totalidad de la persona, como una ‘dilatación’ e inclusión de
todos los aspectos de su biografía y realidades vividas46.
Sinteticemos esta reflexión diciendo con Cencini, que el modelo de la
integración es el hacer a la persona más libre, con la disposición a formarse
en la vida por toda la vida. La formación inicial según este modelo, tendrá
como premisa y objetivo principal, dar los elementos para que el sujeto en
vocación aprenda a formarse de todo y en todo, dar la ayuda para que el
seminarista sea libre y dócil para dejarse formar de cada situación, en cada
momento, en cualquier circunstancia, hasta el fin de su existencia47. Es en
últimas, formar hacia un amor maduro desde la espiritualidad pascual, de la
cruz, en los sentimientos del Hijo, y educar en la verdad del Misterio, lo que
requiere la humildad, la docibilitas. Es allí donde se con-forma la identidad
de la persona, de su vocación cristiana y ministerial, en una sana tensión
entre el yo personal y el yo social, entre el yo ideal y el yo actual, entre la
identidad bautismal y la identidad sacerdotal.
45
P. MAGNA, «Dalla perfezione all’integrazione», 55-63.
46
Cf. A. CENCINI, El árbol de la vida, 156.
47
A. CENCINI, «La formación hoy», en Seminario de formación del primer año en el
Centro Favre, noviembre 2017
84 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
48
A. CENCINI, Prete e mondo d’oggi-del post-cristiano al pre-cristiano, 71.
49
Cf. RFIS, 93.
50
RFIS, 94.
51
RFIS, 93.
52
Cf. Col 3,12.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 85
53
L.M. MENDIZABAL, Dirección espiritual-teoría y práctica, 20.
54
Cf. Gal 2,20.
55
A. CENCINI, El árbol de la vida, 87.
56
A. CENCINI, El árbol de la vida, 309.
57
Cf. A. CENCINI, El árbol de la vida, 309.
86 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
58
A. CENCINI, El árbol de la vida, 310.
59
A. CENCINI, Prete e mondo d’oggi-del post-cristiano al pre-cristiano, 73.
60
A. CENCINI, El árbol de la vida, 346.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 87
61
Cf. A. CENCINI, El árbol de la vida, 311.
62
Cf. A. CENCINI, El árbol de la vida, 313.
63
Cf. Gal 2,20.
64
Cf. RFIS, 37-39.
65
Cf. RFIS, 84.
66
Cf. A. CENCINI, «La formación hoy».
88 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
67
Cf. A. CENCINI, Ha cambiado algo en la Iglesia?, 157.
68
A. CENCINI, El árbol de la vida, 340.
69
Cf. RFIS, 46.
70
Cf. Gen 1,26.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 89
Este proceso educativo, es descrito por Cencini como «el descenso a los
infiernos»71. Aquí se conjuga la totalidad de la persona por lo que entran
componentes psicológicos y espirituales. Así, el descenso a los infiernos se
entiende como todo lo que se refiere al autoconocimiento, la conciencia de
creaturalidad, sacar fuera lo que está un poco escondido, hacer consciente lo
que es más o menos inconsciente. También, a un nivel más práctico, se trata
de poner en crisis, confrontar, sugerir preguntas, enseñar a reconocer el
mundo interior, los sentimientos y/o las emociones, así como identificar las
convicciones arraigadas a partir de ‘mentiras aprehendidas’ y percepciones
distorsionadas, desarrollar la capacidad del espacio intermedio, ponerle
nombre a las cosas, los conflictos, afrontar los problemas e inconsistencias,
purificar las intenciones y motivaciones, reconocer la dialéctica de base y la
inconsistencia central. Y todo esto, tiene como eje central la humildad. Es la
experiencia de reconocer «la propia debilidad que “debería” llevar a la
humildad y confianza en la acción misericordiosa del Señor»72. Es el tiempo
de purificar las motivaciones, para decir como sugiere monseñor Uriarte:
«hemos de renunciar al orgullo de haber entregado a Dios la 'oveja sin
mancha' y tener la humildad de reconocer que le hemos ofrecido la oveja
coja»73. Se trata de meter a la persona en el camino de la humildad de la
verdad de sí mismo y de Dios, de ‘bajarse de las nubes’ para vivir el realismo
de la vocación cristiana que implica nuestra miseria, humanidad y pequeñez
de la que Dios se vale para |santificarnos y hacernos instrumentos de
santificación. Sólo así se llega a vencer la presunción de creernos mini-
dioses, escogidos como personas selectas y cuasi-perfectas.
Por tanto, en su vertiente positiva, este camino pedagógico de humildad, debe
llegar a lo que San Ignacio de Loyola propone como el tercer grado de la
humildad, «el más perfectísimo, ser humilde con Cristo»74. La configuración
con Cristo el siervo humilde por amor es plenitud de este proceso educativo.
Por eso, como lo hemos considerado ampliamente en los capítulos
precedentes, «lo importante en sí no es el conocimiento de sí, sino la certeza
que otro me conozca, otro que es el Creador…Sólo en este punto es posible
la aceptación de sí: cuando uno se mira con los ojos de Dios» 75. Pero no
solamente autoconocimiento, autoaceptación y virtud de ser humildes con
Cristo, sino también y sobre todo desarrollar desde allí la docibilitas. Ya lo
hemos afirmado, la formación inicial debe tender a disponer a la disposición,
71
A. CENCINI, El árbol de la vida, 291.
72
Cf. RFIS, 75.
73
J.M. URIARTE, Una espiritualidad sacerdotal para nuestro tiempo, 50.
74
ES, 167.
75
A. CENCINI, Prete e mondo d’oggi, 44-46.
90 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
76
Cf. RFIS, 43.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 91
77
RFIS, 28.
78
Cf. RFIS, 53.
92 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
4. Agentes de la formación
El empeño de los agentes de la formación puede ser definido como aquella
disposición interior, radicada de una intensa experiencia espiritual y
orientada desde un constante discernimiento, que permite de aprender de la
vida y de las distintas circunstancias, y de descubrir en ellas la acción
providencial de Dios en el propio itinerario sacerdotal. De la profundidad de
esta disposición se mide la calidad del servicio ofrecido a los seminaristas, y
al mismo tiempo de esto depende un sereno clima formativo en el
seminario85.
Es indudable que nadie da de lo que no tiene. Si los agentes de la
formación son integrados, serán facilitadores de su tarea formativa, si por el
contrario no han asumido su vocación en la docibilitas, será muy difícil un
itinerario educativo-formativo como lo hemos presentado.
En el seminario se debe respirar un ambiente humilde, de sana tensión, de
confianza recíproca. Un clima así favorece absolutamente a la internalización.
Los agentes de la formación, los formadores deben estar convencidos del mo-
delo de integración y esforzarse por vivirlo ellos mismo en la más profunda
humildad hacia la trascendencia del amor teocéntrico al que ellos mismos están
orientando toda su existencia; sólo así se puede convencer, transmitir,
persuadir; si un valor, un ideal se vive, se cree, se testimonia, aún en medio de
las limitaciones, es más fácil que pueda ser acogido, aprehendido, asimilado,
internalizado. No se trata solamente de hablar y proponer una madurez en el
amor oblativo a la manera de Cristo, no es suficiente invitar a la apertura a la
verdad de sí mismo en la humildad, es fundamental que los formadores sean los
primeros en trabajar en sí mismos, en seguir su proceso educativo-formativo en
la docibilitas. Formadores imperfectos, pero conscientes de ello, formadores
humildes que están abiertos a la verdad del misterio del hombre en sí mismos,
en sus co-hermanos y en sus formandos. Por eso es necesario hablar finalmente
de la singularidad del formador y de la comunidad formativa.
4.1 El formador
84
Cf. RFIS, 94.
85
Cf. RFIS, 152.
94 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
86
OT, 2.
87
Cf. RFIS, 84.
88
CIVCSVA, 67.
89
Cf. RFIS, 53.
90
Cf. RFIS, 53.
91
RFIS, 115.
92
CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Directrices sobre la preparación
de los formadores en los seminarios, 32.
93
Cf. RFIS, 43.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 95
los demás, sin olvidar las fatigas y las limitaciones que incumben a la
humana capacidad94.
El acompañador debe ser el primero a hacer un trabajo sobre sí mismo: es la
primera persona llamada a valorizar en la propia vida los intercambios culturales
y a poner a los otros en el centro de atención. Se mete en la prospectiva de una
Iglesia que sabe salir, es decir abandonar los esquemas rígidos y anacronistas
que han presentado en el pasado las culturas en términos de superiores e
inferiores sosteniendo así la jerarquización de las relaciones en la comunidad
humana95.
Al respecto, la Iglesia propone de un modo concreto períodos de
actualización, revisión, evaluación y formación.
la finalidad de los períodos de tales períodos de formación es la de favorecer un
detenido examen de la persona misma del formador, de su trabajo ministerial y
de su modo de concebir y vivir la propia misión educativa….debería conllevar
cursos bien seleccionados…junto a ejercicios prácticos dirigidos por un
supervisor…e este modo el formador podrá adquirir un conocimiento más
profundo de sus capacidades y aptitudes, aceptar más sensatamente sus
limitaciones….Deben preverse largos períodos de renovación espiritual (mes
ignaciano, tiempos de desierto)96.
Tomamos una cita de la nueva Ratio donde dice «La comunidad formativa
está constituida de personas escogidas y bien preparadas encargadas de
colaborar a la delicada misión de la formación. Aunque habla de la comunidad
formativa se refiere en últimas a la singularidad de cada uno de los formadores.
Esto nos obliga a pensar qué quiere decir escogidas y bien preparadas. En otras
palabras, estamos obligados a tener en cuenta el perfil, la idoneidad, y la
vocación del formador. En este sentido, hay numerosos aportes para
profundizar sobre el papel del formador. Nos contentamos con señalar las que
consideramos relevantes desde nuestro enfoque.
Hablando del perfil e idoneidad del formador la nueva Ratio nos ilumina al
respecto
Espíritu de fe, sentido pastoral, solidez en la propia vocación, un claro sentido
eclesial, la facilidad para relacionarse y la capacidad de liderazgo, un maduro
equilibrio psicológico, emotivo y afectivo, capacidad para la escucha el dialogo y
94
Cf. CONGREGACIÓn PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Directrices sobre la preparación
de los formadores en los seminarios, 17.
95
SINODO DEI VESCOVI, I Giovani e la fede, III,1.
96
CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Directrices sobre la preparación
de los formadores en los seminarios, 33.
96 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
97
RFIS, 132.
98
RFIS, 12.
99
Cf. RFIS, 13.
100
CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Directrices sobre la preparación
de los formadores en los seminarios, 27.
101
Cf. RFIS, 92.
102
B. SEBASTIAN, Curso Experiencia de la espiritualidad Cristiana.
103
RFIS, 124.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 97
sino más bien en los otros; al mismo tiempo, antes de salir de nosotros e ir a los
demás debemos encontrarnos a nosotros mismos»109.
Es importante destacar que el modelo formativo de integración como lo
hemos explicado, se sustenta y apoya en el estilo y «modus vivendi» de la
comunidad formativa. La cohesión, comunión y fraternidad de la comunidad
formativa, los estilos relacionales sencillos, transparentes, sin ambigüedades,
entre los formadores y por qué no, del obispo con la comunidad formativa,
son el reto más importante para testimoniar un sacerdocio distanciado de
cualquier esquema narcisista, soberbio y por tanto clericalista. «La
fraternidad es el lugar eminente de formación continua» para los formadores
y en consecuencia ejemplo internalizante para los formandos. Esta
fraternidad no tiene nada que ver con el clericalismo, «que afecta al mismo
grupo, en el que reinarían las rivalidades internas y la competencia
desleal»110. Todo lo contrario la genuina fraternidad presbiteral está al
servicio de la comunidad eclesial y presenta un espíritu de colaboración
mutua.
En la práctica, esta vida común de la comunidad formativa necesita el
encuentro, el dedicarse tiempo, un acompañamiento constante en la auto-
evaluación, visión, evaluación, corrección fraterna, rectificación. Aquí
entran todos: Rector, vice-rector, encargados de las dimensiones del
seminario, ecónomo, director espiritual, etc. No se trata sólo de reunirse para
evaluar los candidatos y la “estructura” o el proyecto formativo, se trata de
unirse como hermanos, como verdadera familia, compartiendo las cosas
sencillas de la vida, saliendo a encuentros de integración y diversión,
dedicando tiempo a conocerse más, por supuesto momentos de oración
compartida, retiros comunitarios.
Este ejemplo de formación humana y permanente, con énfasis en la
sensibilidad relacional, será más edificante y formativo para los formandos
que cientos de discursos y cursos sobre la vida sacerdotal y consagrada. Ver
sacerdotes y religiosos, felices, humanos, cercanos, fraternos será la mejor
lección de vida. Usando nuevamente la analogía de la relación filial entre
padres e hijos, se dice que el mejor modo de mostrarles a los hijos el amor,
es por medio de las expresiones y muestras sinceras de cariño y afecto entre
los padres.
De la comunidad formativa se debiera decir lo que se decía de los primeros
cristianos: «mirad cómo se aman!». Si los formadores andan bien, el
seminario anda bien.
109
A. CENCINI, Prete e mondo d’oggi, 40.
110
J.M. URIARTE, Una espiritualidad sacerdotal para nuestro tiempo, 89.
CAP. III: LA IDENTIDAD EN LA FORMACIÓN INICIAL 99
Es obvio que se deben dejar los estilos y praxis de gobierno que alejan del
espíritu de servicio, o lo contradicen, hasta degeneran en formas de
autoritarismo111. La comunidad formativa, partiendo del rol del rector, es la que
está llamada a evitar una tendencia al carrerismo, al protagonismo y al arribismo
en el que se usa a los fieles, al servicio de sí mismos, como un trampolín de
intereses personales; «aquel que ejerce el servicio de autoridad, ha de guardarse
a la tentación de la autosuficiencia personal (como si todo dependiese de él) y
de una autoridad autorreferencial»112, de toda forma de autoritarismo. Todo lo
contrario, cada formador y la comunidad formativa están llamados a vivir como
servicio la propia misión de autoridad113.
Esto implica resolución de los formadores, a trabajar y dejarse trabajar en
su dimensión humana y lo que esto representa, es decir, que de ser necesario,
pueden hacer un camino de ayuda psicoespiritual para trabajar en su área
emotiva, inconsciente, afectiva y sexual, que les permita continuar su
proceso de maduración en el amor que nunca se acaba, con la disposición
humilde en la docibilitas, para responder mejor a su ministerio y encargo
formativo.
La comunidad formativa, de este modo, será consciente y proactiva como
agente que «educa al futuro sacerdote a vivir como «servicio» la propia
misión de «autoridad» en la comunidad, alejándose de toda actitud de
superioridad o ejercicio de un poder que no esté siempre y exclusivamente
justificado por la caridad pastoral114.
111
Cf. CIVCSVA, 75.
112
CIVCSVA, 76.
113
Cf. PDV, 58.
114
PDV, 58.
CONCLUSIÓN
«La libre entrega por amor requiere por tanto una buena dosis de humilde
autoestima, fortaleza y magnanimidad» (M. Esparza)
La Ratio Fundamentalis del 2016 confirma y redefine las etapas de la
formación inicial, propedéutica, discipular, configuradora y de síntesis
vocacional que ya desde el CVII se habían empezado a delinear y que
aparecen claramente configuradas con la encíclica Pastores Dabo Vobis
de San Juan Pablo II en 1992; Del mismo modo, también en este
documento, se exponen las dimensiones humana, espiritual, intelectual y
pastoral de la formación, subrayando la humana como fundamento de toda
la formación sacerdotal. Sobre el presupuesto de esta base doctrinal y
magisterial se apoya la presentación de este trabajo que hace énfasis en la
importancia de la formación inicial como tiempo privilegiado para educar
y formar hacia la madurez del amor en y desde la humildad. Podemos
afirmar que la caridad y la humildad son binario esencial de la vida
cristiana y por ende del camino del discernimiento de la voluntad de Dios
en la opción sacerdotal.
Por su parte, verificamos la problemática aguda durante los últimos
años del clericalismo, que podemos describir como la corrupción de la
identidad sacerdotal. Corrupción que se va dando paulatina y
progresivamente en la mayoría de los casos, de un modo inconsciente.
Como elementos principales que originan y/o favorecen el clericalismo
están el narcisismo y la soberbia como autosuficiencia; la raíz de esta
enfermedad camuflada y ‘generalizada’ se encuentra en las motivaciones
no purificadas de la persona y en un acompañamiento que no favorece un
proceso de integración. Así, un candidato o seminarista que no es
acompañado y no se compromete él mismo en un camino de
autoconocimiento de sí realista y de reconocimiento y aceptación de su
historia con las heridas, carencias y limitaciones, no podrá asumir
responsabilidad de sí mismo, y por ende no se podrá proyectar en libertad
hacia un ideal de donación y caridad a la manera de Cristo, como lo exige
102 EL CLERICALISMO Y LA EMERGENCIA EDUCATIVA
1
RFIS, 29.
2
Cf. A. CENCINI – M. MANENTI, Psicología y formación, 161.
CONCLUSIÓN 103
ambientes que sean. María la humilde sierva del Señor, formadora del
Formador de formadores, interceda por nuestra misión formativa.
«Dejemos a un lado el amor que no es amor, sino solo orgullo, vanagloria
y publicidad y deseo de hablar de sí mismo» (G.K. Chesterton).
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ÍNDICE GENERAL
INTRODUCCIÓN ....................................................................................................... 5
Dichiaro di essere l’autore dell’intero testo finale e che tale testo non è stato consegnato, né in
Dichiaro inoltre sotto la mia personale responsabilità, consapevole delle sanzioni penali previste dalle
leggi vigenti, che il file di testo contenuto nel CD consegnato unitamente al presente esemplare,
corrisponde esattamente allo stesso.
Dichiaro infine di essere a conoscenza delle sanzioni previste in caso di plagio e di falsa dichiarazione.
In fede
________________________________________
_____________________________________________
¹ Indicare Elaborato se si è iscritti al Primo Ciclo o al Diploma, Tesi se si è iscritti al Secondo Ciclo o al
Master, Dissertazione se si è iscritti al Terzo Ciclo