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El juicio de Só crates.

Una vez que Sócrates había sido declarado culpable, la necesidad de ser
consecuente con toda su actuación anterior le llevó a la muerte. Sócrates
tendría que haberse humillado y perdido su imagen de rectitud moral para
haber sido absuelto. Tuvo que elegir la muerte física para salvar su verdadera
imagen. También hace falta añadir a los posibles motivos de la condena, el
precario sistema judicial ateniense.

Los tres delitos que se le imputan a Sócrates pueden resumirse en el delito


de impiedad. Dice Gómez Robledo que “al decirse en la denuncia judicial que
no reconoce a los dioses que la ciudad reconoce, es que no participaba en las
ceremonias del culto público con que la ciudad honraba a sus dioses, y no
que sustentara… doctrinas heréticas”[1]. Se acusa a Sócrates de ateo

Lo molesto de Sócrates se encontraba en su constante investigación sobre las


cuestiones tanto celestiales como terrenales; la manera en que
argumentaba, que humillaba constantemente a los ciudadanos, que creían
saber, pero Sócrates les demostraba lo contrario, y el hecho de enseñar esta
forma de argumentar a sus discípulos. Aristófanes, por ejemplo, ridiculiza a
Sócrates en su obra Las Nubes, en la que predispuso al pueblo a sostener la
acusación que veinte años después llevaba a Sócrates ante el tribunal. En
esta comedia, Sócrates aparecía como un criminal que introducía nuevas
divinidades.

[1]. Se acusa a Sócrates de ateo


Sócrates es llevado a prisión, transcurriendo treinta días entre el juicio y su
muerte. Durante este tiempo también se niega a aceptar los planes de huida
que le proponen sus seguidores. Sócrates pudo haber apelado a la fuga,
como era normal hacer: no se encarcelaba a los acusados hasta después del
juicio, y estos solían escapar. No importaba tanto al Estado: lo que importaba
era que la ciudad se librara de la amenaza de la persona. Sócrates elige
comparecer. Él era el más ateniense de los atenienses, no podía irse a una
ciudad que no era la suya, no podía eludir por ningún motivo la confrontación
de su ciudad.

Los amigos y discípulos de Sócrates planean su huida de la prisión, y el


diálogo Critón de Platón relata por qué Sócrates elige morir, siguiendo la ley.
Sócrates pasó sus últimos días con sus amigos y discípulos, hasta la noche en
que cumple su sentencia, en la que bebe cicuta, siguiendo el procedimiento
habitual de ejecución.

Critón, amigo de Sócrates, avisa a éste cuando está por llegar el barco. Critón
trata de convencer a Sócrates para que huya, para que no deje a sus
discípulos sin un maestro, y para que no deje huérfanos a sus hijos. Sin
embargo Sócrates no puede quebrar la ley: esta decía que él debía morir. No
le sirve vivir la vida si no lo hace de manera honrosa. Sócrates no será el
corruptor de las leyes, como no fue corruptor de la juventud. Permanecerá
fiel a las máximas que han sido la regla de toda su vida. Las leyes le han
condenado: obedecerá, morirá.

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