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Las diez claves de Carlos Bianchi para el manejo y la motivación de grupos

Decálogo de un líder

Mucho se ha hablado y escrito sobre las razones que llevaron a Carlos Bianchi a convertirse en
uno de los directores técnicos más exitosos a nivel mundial. Nunca, sin embargo, los preceptos
del entrenador para el manejo y la motivación de grupos habían sido reunidos y analizados como
en esta nota, una verdadera guía para todos quienes conforman el ámbito del management.

(Nota publicada en el número 6 de la revista “Management Deportivo en América Latina”)

Sus números hablan por sí solos. Carlos Bianchi es, sin duda alguna y con amplia ventaja
sobre el resto, el técnico más ganador de la historia del fútbol argentino. Y es cierto que para
alcanzar un récord así debe tenerse a la suerte como aliada. Pero no menos verdadero resulta que,
detrás de esos logros que su currículum exhibe, no está el celular de Dios, la casualidad ni nada
por el estilo, sino una serie de atributos que exceden largamente la mera sabiduría sobre
cuestiones futbolísticas, como una capacidad de conducción pocas veces vista en cualquier
ámbito, un comportamiento ético ejemplar, una increíble aptitud natural para motivar a sus
dirigidos y un profesionalismo a prueba de balas, al que nunca dejó de mantenerse fiel desde sus
épocas de centrodelantero goleador en el fútbol argentino y el francés. Porque, en su caso, la
condición de “ganador” no es simplemente un adjetivo devenido de sus lauros, sino una virtud
más que él fue moldeando con el tiempo, preparándose a conciencia para los distintos desafíos
que debió afrontar y, sobre todo, imponiéndose y respetando a rajatabla un conjunto de
principios y reglas para manejarse en su actividad.

No es casual, de hecho, que su presencia sea requerida continuamente para encuentros sobre
liderazgo y motivación con empresarios y ejecutivos de los más diferentes sectores, que ven en él
a un excelente referente en la materia. Y es que las máximas que componen esta suerte de
Dogma Bianchístico pueden aplicarse tanto a la realidad de un equipo de fútbol como a otras
muy distintas. En la certeza de que resultarán un gran aporte para cualquiera en la búsqueda de
una mayor capacidad de gestión, justamente, MANAGEMENT DEPORTIVO presenta a
continuación un exhaustivo trabajo de compilación y análisis sobre esas que, al menos hasta hoy,
podrían ser denominadas las “leyes no escritas” del hombre que llevó a Vélez Sarsfield y Boca
Juniors a escribir las páginas más exitosas de su historia. Aquí están, estos son, en definitiva, los
Diez Mandamientos de Carlos Bianchi.

1) Profesionalismo 100 X 100

Para otros -especialmente en la Argentina-, esto podría significar cumplir con una actividad
de un modo desapasionado o frío, sin comprometerse demasiado con los objetivos que ese
trabajo lleve implícitos o trabajando a reglamento. En la terminología de Bianchi, en cambio, tal
expresión tiene inequívocamente un significado bien distinto: siempre dar lo máximo. En otras
palabras, ser responsable y disciplinado, vivir el trabajo con pasión, estar permanentemente
actualizado sobre lo que ocurre en el medio y, fuera del horario laboral, no cometer desarreglos
que afecten a esa posibilidad de rendir al tope en el trajín cotidiano.
Según el técnico, solamente el líder que cumpla con esas condiciones podrá ser muy exigente
o esperar una respuesta similar por parte de sus dirigidos. Pero ser profesional implica también
para Bianchi otro detalle fundamental: no relajarse en el éxito. El ex goleador hizo siempre
mucho hincapié entre sus jugadores en la importancia de “no aburguesarse” y mantener la misma
entrega en todo momento, sin importar los lauros que se vayan obteniendo en el camino. “Es más
difícil prepararse para lo bueno que para lo malo -declaró alguna vez-. Uno, cuando está en el
éxito, se confunde, porque cree que llegó. Por eso, lo más difícil es confirmar un logro. La
derrota, en cambio, es fácil: hay que trabajar el doble”. Este pensamiento se halla íntimamente
relacionado con una mentalidad ganadora que explica en gran parte la impresionante cadena de
éxitos enhebrada por el entrenador, y que puede resumirse en otra frase célebre de Bianchi: “Hay
que acostumbrarse a ganar. Si lo hacés, ganás, ganás y ganás. No hay que acostumbrarse a
perder”.

2) Predicar con el ejemplo

Según Bianchi, un líder debe ser consciente de que todo lo que diga o haga repercutirá en el
ánimo del grupo a su cargo. Si asume la postura de estrella, haciendo declaraciones públicas con
el objeto de venderse o mostrarse como el gran artífice de un determinado logro, será muy
probable que alguno de sus dirigidos también lo haga, o empiece a pensar que él solo es más
importante que todo el equipo de trabajo al que pertenece. Algo parecido ocurrirá, dice el
técnico, en caso de que después de algún logro el conductor se la crea y no se siga exigiendo esa
dedicación permanente que debe tener hacia su tarea: “Si los obreros se relajan -señala- es
porque el patrón se relajó. El que dirige es el que tiene que ir adelante. Yo conocí un presidente
de un laboratorio que llegaba a las 7, porque los empleados llegaban a las 8”.

Predicar con el ejemplo implica también, dentro de la filosofía de Carlitos, tener siempre un
buen recuerdo o anécdota a mano para dar muestras de lo que debe y lo que no debe hacerse, o
bien directamente poner las propias actitudes como un espejo en el que todos los integrantes del
grupo deben reflejarse. En este sentido, cabe destacar una virtud de Bianchi que pocas veces se
ha mencionado: su memoria prodigiosa, que le permite recordar situaciones del pasado con una
facilidad y un detalle realmente asombrosos, y aprovecharlas para graficar de un modo siempre
bien claro y preciso las indicaciones que da a sus dirigidos. Esto, según ha demostrado el DT en
innumerables oportunidades a lo largo de su carrera, puede representar una herramienta
poderosísima para el manejo de grupos, por lo que no debiera ser dejado de lado a la hora de
definir y evaluar las condiciones que harían de una persona alguien capaz de desarrollar un
liderazgo eficaz.

3) El Grupo ante todo

Si algo distingue a los planteles dirigidos por Bianchi es esto: todos sus componentes
subordinan sus propios intereses a los del equipo, cuyo funcionamiento como tal se destaca por
sobre cualquier individualidad. Y aquí también el efecto dominó empieza por el propio
conductor, quien siempre se ha destacado por disponer planteos adaptando sus ideas a las
características de sus jugadores y no intentando lo contrario como hacen muchos de sus colegas.
Él mismo ha remarcado varias veces la importancia de saber manejarse de acuerdo con los
recursos que se tengan, partiendo de sus especificidades y diferencias e intentando armonizarlas
en un todo en el que se potencien mutuamente.

En este sentido, igualmente -por no decir en general-, el mayor desafío del líder es hacer
comprender a todos que los éxitos de las individualidades están sujetos al éxito del Grupo, según
Bianchi lo explica con otra declaración de antología: “La tarea de un técnico es elegir a los
mejores y transformarlos en un equipo. Luego, el líder debe hacerles comprender a las
individualidades que se tienen que poner al servicio del Grupo. Si una no lo hace, por más buena
que sea se convierte en negativa”.

Para lograr ese convencimiento, de acuerdo con el propio coach, es fundamental “hablar
mucho”. “Con Guillermo (Barros Schelotto) y (Martín) Palermo, en mi primer año en Boca,
hablé como 50 horas... Más que con mis hijos. Aunque también es importante que quienes
escuchan sepan que lo que uno dice es lo mejor para llegar a la meta”, manifestó.

Otra clave de Bianchi para generar este gran sentido colectivo entre sus dirigidos es, según
dichos de varios de ellos, su capacidad de hacerles sentir a todos que son valiosos, más allá de
jerarquías y capacidades. Esto, por supuesto, no implica que no haya “privilegiados”, como el
mismo Bianchi los define, pero el DT rápidamente se encarga de aclarar que “son pocos: tal vez
el que hace los goles o el que los evita”.

“Es fundamental que todos, desde el pibe que acaba de ascender al plantel superior a la
estrella mejor paga, sientan que no hay tratos diferentes”, completa. Y eso con él no se queda en
palabras, sino que se ve claramente en los hechos cuando alguno de los supuestos titulares se
aparta del camino correcto o atraviesa un bajón pronunciado. Entonces, el técnico no duda en
echar mano a otro jugador en su lugar, sin fijarse en pergaminos ni en otra cosa que no sea el
bien del equipo. “Siempre pone al que está mejor”, resume Diego Cagna, una especie de
lugarteniente suyo dentro del campo de juego en sus campañas exitosas con Boca.

También será muy importante a la hora de establecer y afirmar esta mentalidad grupal un
discurso que contemple a todos los involucrados como partícipes necesarios de los éxitos y de
los fracasos, utilizando lo más posible el “nosotros” y dejando de lado el “yo” o el “él”. En esto
de compartir el crédito otorgado por los triunfos, justamente, las declaraciones de Bianchi
representan un excelente ejemplo, reconociendo siempre la importancia del Grupo, de cada
jugador en particular y de todos sus colaboradores. Según él, un buen líder solamente usa el “yo”
para decir una cosa: “Yo me equivoqué”.

4) Respetar para ser respetado

Para ser realmente escuchado por sus dirigidos, un líder debe antes ganarse su respeto. Y para
eso, Bianchi también tiene una fórmula de la que nunca se aparta. “El respeto se gana respetando
-dice-, igual que en una familia. Para que los hijos aprendan a respetarlo a uno, hay que
respetarlos primero a ellos y a su madre. Si hay algo de lo que me puedo jactar, es de que nunca
le falté el respeto a ningún jugador”.
Dentro de este mandamiento bianchístico estaría incluido otro que, según el técnico, cualquier
conductor debe cumplir indispensablemente para obtener el respeto de sus subordinados: no
mentirles. “Hay que hacerles comprender que uno es sincero, que les va de frente. No hay que
dejar el mínimo resquicio para que desconfíen o nos puedan reprochar algo”, sentencia. Para
ilustrar esto, Bianchi suele recordar que, en sus comienzos como goleador en Vélez, un director
técnico que lo tenía relegado al banco de suplentes le decía, como única explicación o
justificación para tal medida, “vos estás para el Real Madrid”. “¨Pero si no podía jugar como
titular en la primera de Vélez, ¿cómo iba a estar para el Real Madrid?”, completa la anécdota el
propio Carlitos.

Mostrar respeto implica también para el DT no caer en el autoritarismo al que muchos líderes
son propensos, pretendiendo imponerse mediante un uso inapropiado de la voz o actitudes casi
castrenses. Al respecto, Bianchi prescribe: “Las órdenes son órdenes y deben quedar claras, pero
hay que darlas con tacto. El líder sabe que tiene el poder, pero el poder no lo tiene que hacer
equivocar. Hay que ser muy medido con el poder. Se debe respetar a todos por igual y no
infundir respeto a través del miedo”. Una de las virtudes del Virrey que más destacan sus
dirigidos, justamente, es que, como un ex jugador y colaborador suyo dijera hace un tiempo,
“impone respeto y es muy difícil entrar en conflicto con él, porque sabe manejar las situaciones
límite y no lleva a la tirantez”.

“Sólo hay que gritar cuando es estrictamente necesario”, resume el DT antes de dar otra
anécdota con su sello: “Recuerdo que me enojé mucho una vez. Le habíamos ganado 6 a 2 a
Huracán en cancha de Boca y algunos jugadores se habían creído con derecho a sobrar a los
rivales, jugando para el ‘ole’ de los hinchas más que para seguir haciendo goles. Les faltamos el
respeto, y eso no corresponde. Entonces, me encerré con ellos en el vestuario, y ahí sí que me
escucharon”.

¿Hace falta a esta altura decir que, en el Mundo Bianchi, esta regla del respeto corre con
propios y ajenos? Por las dudas, otros dos testimonios del técnico así lo certifican: 1) “Los
buenos profesionales no sobran a los contrarios. La mejor manera de respetarlos es haciéndoles
todos los goles que se pueda, pero sin tratar de gozarlos”. 2) “Nunca hay que provocar al
competidor, porque generamos que le salgan el orgullo y la bronca de adentro con más fuerza
que antes. Si respetamos al adversario, ganamos puntos. Si lo menospreciamos, lo ponemos de
pie”.

En esta relación de mutuo respeto tan necesario en todo grupo de trabajo, finalmente, no
menos importante que lo ya mencionado será, según Bianchi, el espacio que el conductor deje a
sus subordinados para que se expresen: “No debe haber problemas en que lo hagan, siempre y
cuando no se desubiquen. Ahí está la frontera. Una vez un jugador se me largó a llorar antes de
una final, y yo lo respeté”.

5) Ser simple y preciso

Otra de las virtudes de Bianchi que más destacan sus dirigidos es su simpleza. Vale decir, su
capacidad para darles indicaciones de manera llana y directa, sin llenarles la cabeza de conceptos
extraños ni de varios pedidos simultáneos que solamente logran confundir al jugador. No por
nada, de hecho, se ha dicho más de una vez que uno de los grandes méritos del Virrey consiste en
“poner el inodoro en el baño y el horno en la cocina”, lo que sin dudas marca una diferencia
radical con varios colegas suyos que, en su afán por explorar las posibilidades de la táctica y la
estrategia, toman a menudo decisiones incomprensibles, con una marcada vocación por
contradecir el sentido común y los más elementales principios futbolísticos.

De acuerdo con Bianchi, tanto en un equipo de fútbol como en una empresa “hay que
reconocer los roles que cada persona desempeña mejor, partiendo de que no todos pueden hacer
lo mismo y priorizando el conjunto por sobre las individualidades”. Lo mismo parece querer
decir el DT cuando señala que “cada jugador debe jugar donde mejor rinde”, o cuando apunta
que “el fútbol es simple; lo complican los jugadores, los técnicos... y los periodistas”. Aunque tal
vez ninguna sentencia suya refleje mejor su pensamiento en este sentido que esa que dice “en vez
de darles 10 órdenes a mis jugadores para confundirlos, les doy una para que la puedan cumplir”.

Poco antes de jugar su Vélez contra el Milan la final de la Copa Intercontinental en 1994,
Bianchi se dirigió especialmente a Omar Asad, aquel delantero tipo tanque del conjunto de
Liniers, y le espetó sin mayores rodeos como única indicación: “Cuando lo tengas enfrente a
(Franco) Baresi, ponéle el culo y tirálo a la mierda”. La idea era que el zaguero italiano, un ídolo
con mil pergaminos pero al que los años ya le pesaban, le tomara respeto y hasta miedo a ese
joven desconocido que iba a estar cerca suyo, y que ello lo disuadiera de pasar mucho al ataque
como solía hacerlo. Por supuesto, el Turco cumplió al pie de la letra la indicación del entrenador.
Y Baresi casi no pasó de la mitad de la cancha en todo el partido. Así de simple fue el mensaje, y
así de simple entenderlo.

6) Jugarse por los suyos

Cuando en 1993 se hizo cargo por primera vez de un plantel del fútbol argentino asumiendo la
conducción técnica de Vélez Sarsfield, Bianchi llamó la atención del mundillo futbolístico por un
detalle muy particular: no pidió a los dirigentes ningún refuerzo. Por esa misma época, la entidad
de Liniers decidía transferir a dos referentes como Ricardo Gareca y Alejandro Mancuso, pero
ello lejos estuvo de inquietarlo. Por el contrario, en lugar de pedir desesperado algún jugador con
experiencia para reemplazar a esas figuras, como hubiera hecho seguramente cualquier colega
suyo, el DT prefirió confiar en la base de profesionales y juveniles del club, lo que sería una
constante a lo largo de toda su carrera como entrenador.

Este constituye sin dudas otro de los cimientos sobre los que el Virrey ha edificado su
imperio: creer en los suyos, bancarlos a muerte, protegerlos en tiempos de adversidad y cuidar
sus intereses como si fueran los de su propia familia. Más de una vez, incluso, Bianchi confesó
estar “enamorado” de sus planteles. Y eso lo llevó a extremos increíbles, como el de decirle de
todo a un plateísta de Boca después de escuchar un insulto hacia Miguel Caneo (uno de los
muchísimos jóvenes promovidos por él a Primera) durante un partido.

Por algo se ha dicho, además, que el técnico fue el mejor representante que algunos de sus
jugadores tuvieron a la hora de arreglar sus contratos. O que mucho ha hecho Bianchi por ayudar
a sus dirigidos en su vida privada, charlando una y mil veces con aquellos provenientes de
entornos sociales complicados. Aunque, quizás, este tipo de protección que el líder debe ejercer
nunca sea tan evidente ni necesaria como cuando de velar por la salud de sus subordinados se
trata. Al menos, para el ex goleador velezano, quien en efecto jamás apuró a ningún jugador a
volver al equipo luego de una lesión, aún a costa de perder grandes chances de ganar un
encuentro o un campeonato. Todo esto, por si hiciera falta decirlo, ayuda también de manera
notoria a que Bianchi logre un increíble nivel de respuesta de parte de sus dirigidos. Y es que,
como dice José Horacio Basualdo (otro de los principales lugartenientes del técnico dentro de
las canchas), “¿cómo no responderle a un tipo que te cuida más que vos mismo?”.

7) Rodearse bien

Una de las claves para una buena gestión que el técnico destaca en sus conferencias es “contar
con gente inteligente”. Ahora bien, ¿qué es “ser inteligente” según Bianchi? Muy simple: “Dejar
de lado el ego personal, dar el ejemplo y respetar a todos por igual”. El técnico ilustra esto con
un caso contundente: “Cuando estaba como técnico en Italia, un jugador se me apareció un día
con una moto Harley Davidson, al día siguiente con un Mercedes Benz y al otro con una Ferrari.
¿Qué le podía decir yo a alguien así?”.

Claro que no siempre será posible encontrar a gente que pueda amoldarse a esa mentalidad
colectiva que tanto pregona el DT. Y en ese caso, es decir cuando se tope con algún elemento
negativo, el conductor deberá saber muy bien qué hacer. Bianchi lo explica de la siguiente
manera: “Hay tres clases de líderes: el pasivo, que tiene demasiado respeto por sus pares -así era
yo como futbolista- y no dice todo lo que piensa; el negativo, que siembra maldad para
imponerse y siempre está descontento, y el positivo, que discute lo mejor para todos y llega
siempre primero. A los negativos, hay que tratar de convertirlos en líderes pasivos, esa clase de
conductores que son respetados por sus condiciones y que no entorpecen las cosas. Pero lo de la
manzana podrida es cierto. Y hay veces que hay que tomar una determinación”.

Aquellos que piensan más en lo individual que en el bien común, efectivamente, no tienen
cabida en los grupos de trabajo de Bianchi. Por eso, no debe resultar extraño que a poco de
asumir en Boca haya descartado a Claudio Caniggia, a quien tenía a su disposición con todo su
cartel y su historial de conflictos a cuestas. Ni tampoco tiene que extrañar que desistiera de
incorporar al plantel xeneize nada menos que a Rivaldo, diciendo según un dirigente:
“Brasileño, con plata y fama... No lo quiero”.

8) Transmitir confianza

“El mejor líder es aquel que piensa en los demás”, dice Bianchi, y esto queda demostrado
principalmente en su habitual preocupación por levantarles la moral a aquellos jugadores que no
integran el primer equipo. “A los titulares casi no les habla, mientras que a los suplentes les está
permanentemente encima”, dice Roberto Trotta, el zaguero que estuvo bajo el mando del DT
tanto en Vélez como en la Roma de Italia. Esto, por supuesto, tiene un objetivo muy claro,
relacionado con esa confianza que todo líder debe transmitir a sus dirigidos. Algo que pasa no
sólo por estarles encima, sino también por no sobredimensionar ni temer en exceso a los
adversarios.
“Jamás menosprecia al rival, pero tampoco lo agranda. Le da un equilibrio justo. Sus dirigidos
nunca van a entrar confiados en exceso, pero tampoco pensando en el rival más que en ellos
mismos”, sintetiza Carlos Compagnucci, quien fuera dirigido por Bianchi en Vélez y lo
acompañara como ayudante de campo en Boca.

Pero transmitir confianza no pasa para el DT sólo por las palabras, sino también por los gestos
y las actitudes. “Cuando le hablamos a nuestra gente -dice- tenemos que utilizar las palabras
justas y tomar conciencia de que nuestros nervios y responsabilidades se contagian. Hay veces en
que hay adrenalina suficiente y no hace falta motivar”.

Sin dudas, cuanto peor sea el momento para el Grupo mayor será la responsabilidad de su
conductor de transmitirle confianza. Bianchi lo explica así: “Si las cosas no van bien, el líder no
debe hacerlas más negras. El ambiente debe ser siempre el mismo. Es quien dirige quien crea el
clima de trabajo. Si nos va mal no nos tenemos que poner pesimistas, la vida sigue. Yo soy de
sonreír y sonreír hace envejecer más tarde. Si en una oficina dos o tres empleados no se hablan,
las cosas no pueden salir bien”. El ex zaguero boquense Nicolás Burdisso, en tanto, destacó
alguna vez está faceta del DT diciendo que “siempre les sacaba dramatismo a los momentos de
tensión, y uno entraba a jugar más liberado”.

9) Cultivar el liderazgo

De acuerdo con el Virrey, la capacidad de liderazgo de una persona debe ser sembrada y
cultivada como una planta; es decir, procurando que se asiente sobre raíces firmes, vigorizándola
permanentemente con el objetivo de que no se marchite y poniéndola a cubierto de tormentas u
otras inclemencias que puedan afectarla. Para esto, será fundamental según Bianchi mostrarse
desde un primer momento seguro de lo que se dice y se hace, teniendo en cuenta que, como él
mismo suele decir a los empresarios con quienes se reúne, “manejar grupos de argentinos es
difícil, porque siempre están esperando que uno muestre un costado flaco para retrucarte u
objetarte algo”.

En el mismo sentido, será muy importante asimismo que el conductor deje en claro de entrada
a sus dirigidos que él y nadie más es quien manda, sin aceptar cuestionamientos o irreverencias
que pongan en tela de juicio esa autoridad. Por ello mismo, el técnico destaca frecuentemente
que un líder no debe arriesgar porque sí, sino evaluando bien los pros y los contras de cada
situación. Y es que, una vez que lo haga, no deberá dejar que nadie cuestione o rebata su
decisión. Lo fundamental, entonces, será ser lo más auténtico posible con cada una, respetando a
ultranza los propios principios y sin dejarse llevar por las reacciones o los comentarios del
entorno.

La carrera de Bianchi aporta varias anécdotas ilustrativas de esta firmeza de convicciones, de


las que acaso la más conocida sea la que tuvo lugar el 10 de febrero de 1994. Esa tarde, cuando
faltaban apenas segundos para que terminara el partido que Vélez empataba sin tantos con
Deportivo Español, José Luis Chilavert convirtió su primer gol de tiro libre en partidos
oficiales. Y lo hizo pese a la oposición de Trotta, entonces capitán y principal encargado de
ejecutar disparos de ese tipo del equipo, quien incluso después de consumado el triunfo no ocultó
su molestia por haber sido desplazado de tal responsabilidad. Por supuesto, la orden para que
pateara el paraguayo había partido de Bianchi, quien luego del partido se encerró con sus
jugadores en el vestuario y cargó a los gritos contra el defensor. “El único que me levanta la voz
así es mi padre”, le replicó Trotta. “Sí, pero acá no está tu padre y el patrón soy yo”, contestó
tajantemente el DT, quien con ello dio por terminada la discusión sin guardar rencor alguno. De
hecho, el zaguero fue el único integrante de aquel Vélez al que en 1996 Carlitos se llevó consigo
a la Roma de Italia.

Si bien tendrá que saber delegar responsabilidades, por otra parte, un buen conductor deberá
en lo posible tener y ejercer el control sobre todo lo que lleve al éxito de su empresa, como
claramente ocurre en el caso de Bianchi. El DT ha tenido siempre la última palabra en cuanto a
refuerzos, colaboradores, lugares para realizar las pretemporadas, hoteles para concentrar, modo
de traslado del plantel el exterior y hasta alimentos a ser consumidos por sus jugadores. Siendo
técnico de Boca, incluso, en algunas oportunidades él mismo se ocupó de contratar el servicio
pertinente, obviamente de común acuerdo con las autoridades del club.

10) Humildad y autocrítica

Ni en el mayor de sus éxitos ha sido posible escuchar de Bianchi una frase fuera de lugar, una
declaración altisonante o en la que se pusiera como centro del universo. Y esto, por supuesto,
obedece también a una de estas reglas hasta ahora no escritas que el entrenador se ha fijado. No
creérsela nunca es, en efecto, uno de los principales ingredientes de esta receta que el DT ha
elaborado para hilvanar un título atrás de otro.

Esa humildad tiene que ver también con el reconocimiento de las propias falencias y las
virtudes ajenas, que Bianchi ha demostrado sin ponerse colorado ni mucho menos a la hora de
adoptar planteos más defensivos que de costumbre frente a rivales superiores en juego. Cuando
tuvo que bajarse de un torneo para conquistar otro, en tanto, el DT lo hizo sin titubear,
entendiendo que no se puede ganar todo siempre. Es decir, sin darse aires de superioridad que no
correspondían, como jamás tampoco lo hizo en sus declaraciones públicas.

Finalmente, y siempre de acuerdo con los postulados del Virrey, un buen conductor será aquel
que tenga una capacidad permanente de autocrítica, que sepa reírse de sí mismo y que acepte no
saber sobre algunas cuestiones, reconociendo la importancia y la necesidad de contar con
informaciones de variadas fuentes para nutrir sus conocimientos. Será, en definitiva, aquel que
entienda cabalmente la importancia de aplicar en la práctica una de las más famosas y valiosas
frases que el DT ha dejado al mundo del deporte y del empresariado: “Prefiero repetirme a
contradecirme, pero sólo los necios no cambian de opinión”.

Esteban Bekerman (*)

RECUADRO

El hombre que nació líder


La pregunta sigue siendo objeto de debate: un líder, ¿nace o se hace? En el caso de Carlos
Bianchi, seguramente hay mucho de lo primero, siempre y cuando se entienda por “nacer líder”
haberse criado en circunstancias que contribuyan a una personalidad apta para la conducción, o
haber sido moldeado a fuego por ellas mucho antes de tener algo o alguien para conducir.

Pocas personas, efectivamente, han tenido la fortuna de vivir experiencias tan fuertes,
diversas y aleccionadoras en ese sentido como el ex técnico xeneize. Si hoy es quien es, en
definitiva, Bianchi mucho tiene que agradecerle por ello a un pasado que, de un modo que sólo
algún notable escritor de ficción podría haber imaginado, conjuga al reo con el gentleman, al
canillita que fue en su adolescencia con el Monsieur de sus tiempos en Francia, al pibe con calle
de Villa Real con el hombre educado a la europea, dueño de un sentido de la disciplina y el
profesionalismo que lamentablemente escasea por estos lares.

Esa historia, contada en innumerables notas periodísticas y en dos libros biográficos


(“Carlitos Bianchi, pasión y razón del fútbol”, de Adhemar Faerstein, y “Carlos Bianchi, el
último Virrey”, de Miguel Angel Rubio), incluye también, como no podía ser de otro modo,
varios personajes increíbles, casi prototípicos, que el destino le deparó conocer para tomar como
ejemplos de lo que debe y lo que no debe hacerse en el fútbol y en la vida. Aunque sin dudas el
más importante de todos fue su padre, quien dejó grabado para siempre en el espíritu de Carlitos
ese profesionalismo que lo caracteriza.

El propio Virrey contó alguna vez como lo marcó ese ejemplo de trabajo y honestidad: “Mi
viejo era canillita y se levantaba todos los días a las 4 ó 5 de la mañana para abrir el quiosco. Sin
embargo, nunca lo vi cansado, enfermo o sin ganas de trabajar. De él aprendí que siempre hay
que dar lo máximo en cualquier actividad, ya sea uno un ingeniero, un pizzero o un vendedor de
seguros”.

(*): Nacido en Buenos Aires en 1972, Esteban Bekerman es un periodista y docente


especializado en historia del fútbol y gestión deportiva. Su trayectoria periodística arranca en
1988 e incluye pasos por las revistas Sólo Fútbol, Súper Fútbol, Goles y Management Deportivo
en América Latina -de la que fue cofundador y editor periodístico-, los diarios La Nación y La
Prensa, el área de Prensa del Club Atlético Vélez Sarsfield -de cuyos canales de difusión
oficiales estuvo a cargo- y el portal Perfil.com, de Editorial Perfil, del que llegó a ser subeditor.

Desde 1997 se desempeña como profesor de la Escuela de Periodismo del Círculo de


Periodistas Deportivos, donde tiene a su cargo la cátedra “Historia del Fútbol” creada ese año a
partir de una propuesta suya. Asimismo, desde 2010 dicta allí el seminario “Historia del
Seleccionado Nacional de Fútbol”, también de su creación.

Apasionado investigador de la historia del fútbol, publicó también trabajos al respecto en las
revistas Fútbol-Historia y Estadísticas, Caras & Caretas y Noticias. Asimismo, participó
como periodista invitado en programas de la prestigiosa cadena estadounidense CNN, realizó
trabajos para la consultora Deloitte & Touche y brindó ponencias en distintos establecimientos
de la Argentina y del exterior, como la Universidad Santo Tomás de Chile.
Autor del primer diccionario de jugadores de un club del fútbol argentino (el “Diccionario
Velezano”, publicado en 1997 por Editorial Cutralcurá), es además creador y moderador del
grupo de Facebook "Historia y Estadísticas del Fútbol", la mayor comunidad virtual de habla
hispana sobre el tema con más de 15 mil miembros.

Actualmente se encuentra abocado a la creación y dirección de Entre Tiempos, el primer


espacio cultural de Buenos Aires dedicado a la historia del fútbol. Allí tiene a su cargo la primera
librería física especializada en el tema de Buenos Aires, así como un sector con biblioteca,
hemeroteca y archivo periodístico-fotográfico en el que, al igual que en un muy frondoso acervo
digital, reúne una gran cantidad de material muy valioso que hoy pone a disposición de todos los
interesados y particularmente de los participantes de un muy innovador Taller de Investigación
Histórica sobre Fútbol que dicta desde 2004.

Asimismo, brinda servicios de consultoría, redacción, edición y provisión de datos para todo tipo
de iniciativas relacionadas con la historia del fútbol y la gestión deportiva, mientras sigue
profundizando en el desarrollo y la comercialización de nuevas publicaciones, sitios web,
productos, paquetes turísticos y programas de capacitación en torno a los temas que lo apasionan.

Para más información y links a sus artículos, visitar:

estebanbekerman.blogspot.com (Blog personal)

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