Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Ir a la navegación Ir a la búsqueda
Estos autores, a partir del denominado Grupo de los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu),
comenzaron a escribir en una vena juvenil hipercrítica e izquierdista que más tarde se
orientará a una concepción tradicional de lo viejo y lo nuevo. Pronto, sin embargo,
siguió la polémica: Pío Baroja y Ramiro de Maeztu negaron la existencia de tal
generación, y más tarde Pedro Salinas la afirmó, tras minuciosos análisis, en sus cursos
universitarios y en un breve artículo aparecido en Revista de Occidente (diciembre de
1935), siguiendo el concepto de «generación literaria» definido por el crítico literario
alemán Julius Petersen; este artículo apareció luego en su Literatura española. Siglo XX
(1949). José Ortega y Gasset distinguió dos generaciones en torno a las fechas de 1857
y 1872, una integrada por Ganivet y Unamuno y otra por los miembros más jóvenes. Su
discípulo Julián Marías, utilizando el concepto de «generación histórica», y la fecha
central de 1871, estableció que pertenecen a ella Miguel de Unamuno, Ángel Ganivet,
Valle-Inclán, Jacinto Benavente, Carlos Arniches, Vicente Blasco Ibáñez, Gabriel y
Galán, Manuel Gómez-Moreno, Miguel Asín Palacios, Serafín Álvarez Quintero, Pío
Baroja, Azorín, Joaquín Álvarez Quintero, Ramiro de Maeztu, Manuel Machado,
Antonio Machado y Francisco Villaespesa. No incluyó a mujeres, pero de hecho
Carmen de Burgos «Colombine» (1867-1932), Consuelo Álvarez Pool «Violeta» (1867-
1959) y Concha Espina (1869-1955) podrían pertenecer a ella, pues se encuentran en
esa franja de fechas y sus características coinciden.2
La crítica al concepto de generación fue realizada inicialmente por Juan Ramón Jiménez
en un curso dictado en la década de 1950 en la Universidad de Puerto Rico (Río
Piedras), y luego por un importante grupo de críticos que desde Federico de Onís,
Ricardo Gullón, Allen W. Phillips, Ivan Schulman, y termina con las últimas
aportaciones de José Carlos Mainer, Germán Gullón, entre otros. Todos ellos han puesto
en duda la oposición del concepto de generación del 98 y de modernismo.
Índice
1 Nómina
2 Centros de reunión
3 Revistas
4 Libros de memorias
5 Características
6 Contexto histórico
7 Análogos europeos
8 Léxico del 98
9 La generación del 98 en la música
10 Véase también
11 Referencias
12 Bibliografía
13 Enlaces externos
Nómina
Formado inicialmente por el llamado Grupo de los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu),
entre los integrantes más significativos de este grupo podemos citar a Ángel Ganivet,
Miguel de Unamuno, Enrique de Mesa, Ramiro de Maeztu, Azorín, Antonio Machado,
los hermanos Pío y Ricardo Baroja, Ramón María del Valle-Inclán y el filólogo Ramón
Menéndez Pidal. Algunos incluyen también a Vicente Blasco Ibáñez, que por su estética
puede considerarse más bien un escritor del naturalismo, y también al dramaturgo
Jacinto Benavente. No debe incluirse a José Ortega y Gasset, que es considerado casi
unánimemente como perteneciente a la generación del 14.[cita requerida]
Artistas de otras disciplinas pueden también considerarse dentro de esta estética, como
por ejemplo los pintores Ignacio Zuloaga y Ricardo Baroja, también escritor este
último. Entre los músicos destacan Isaac Albéniz y Enrique Granados.
Miembros menos destacados (o menos estudiados) de esta generación fueron Ciro Bayo
(1859-1939), los periodistas, ensayistas y narradores Manuel Bueno (1874-1936), José
María Salaverría (1873-1940) y Manuel Ciges Aparicio (1873-1936), Mauricio López-
Roberts, Luis Ruiz Contreras (1863-1953), Rafael Urbano (1870-1924) y muchos otros.
La mayoría de los textos escritos durante esta época literaria se produjeron en los años
inmediatamente posteriores a 1910 y están siempre marcados por la autojustificación de
los radicalismos y rebeldías juveniles (Machado en los últimos poemas incorporados a
Campos de Castilla, Unamuno en sus artículos escritos durante la I Guerra Mundial o
en la obra ensayística de Pío Baroja).
Centros de reunión
Retrato de Pío Baroja.
Revistas
Los autores de la generación del 98 se agruparon en torno a algunas revistas
características, Don Quijote (1892-1902), Germinal (1897-1899), Vida Nueva (1898-
1900), Revista Nueva (1899), Electra (1901), Helios (1903-1904) y Alma Española
(1903-1905).
Libros de memorias
No fueron muy aficionados los autores del 98 a hablar de sus compañeros. Pío Baroja
dejó bastantes recuerdos de ellos en dos libros de memorias, Juventud, egolatría (1917)
y los siete volúmenes póstumos Desde la última vuelta del camino. Ricardo Baroja hizo
lo propio en Gente del 98 (1952). Unamuno dejó varios textos autobiográficos sobre su
juventud, pero pocos sobre su edad madura.
Características
Los autores de la generación mantuvieron, al menos al principio, una estrecha amistad y
se opusieron a la España de la Restauración; Pedro Salinas ha analizado hasta qué punto
pueden considerarse verdaderamente una generación historiográficamente hablando. Lo
indiscutible es que comparten una serie de puntos en común:
Joaquín Sorolla, Antonio Machado (diciembre de 1917). Óleo sobre lienzo. Hispanic
Society of America (Nueva York). Sorolla se lo regaló a Machado, compañero suyo en
la Institución Libre de Enseñanza, "como un poema personal".
Distinguieron entre una España real miserable y otra España oficial falsa y
aparente. Su preocupación por la identidad de lo español está en el origen del
llamado debate sobre el ser de España, que continuó aún en las siguientes
generaciones.
Sienten un gran interés y amor por la Castilla de los pueblos abandonados y
polvorientos; revalorizan su paisaje y sus tradiciones, su lenguaje castizo y
espontáneo. Recorren las dos mesetas escribiendo libros de viajes, resucitan y
estudian los mitos literarios españoles y el romancero.
Rompen y renuevan los moldes clásicos de los géneros literarios, creando
nuevas formas en todos ellos. En la narrativa, la nivola unamuniana, la novela
impresionista y lírica de Azorín, que experimenta con el espacio y el tiempo y
hace vivir al mismo personaje en varias épocas; la novela abierta y disgregada
de Baroja, influida por el folletín, o la novela casi teatral y cinematográfica de
Valle-Inclán. En el teatro, el esperpento y el expresionismo de Valle-Inclán o los
dramas filosóficos de Unamuno.
Rechazan la estética del realismo y su estilo de frase amplia, de elaboración
retórica y de carácter menudo y detallista, prefiriendo un lenguaje más cercano a
la lengua de la calle, de sintaxis más corta y carácter impresionista; recuperaron
las palabras tradicionales y castizas campesinas.
Intentaron aclimatar en España las corrientes filosóficas del irracionalismo
europeo, en particular de Friedrich Nietzsche (Azorín, Maeztu, Baroja,
Unamuno), Arthur Schopenhauer (especialmente en Baroja), Sören Kierkegaard
(en Unamuno) y Henri Bergson (Antonio Machado).
El pesimismo3 es la actitud más corriente entre ellos y la actitud crítica y
descontentadiza les hace simpatizar con románticos como Mariano José de
Larra, al que dedicaron un homenaje y Carmen de Burgos, una biografía.
Ideológicamente comparten las tesis del regeneracionismo, en particular de
Joaquín Costa, que ilustran de forma artística y subjetiva.
Por un lado, los intelectuales más modernos, secundados a veces por los propios autores
criticados, sostenían que la generación del 98 se caracterizó por un aumento del
egotismo, por un precoz y morboso sentimiento de frustración, por la exageración
neorromántica de lo individual y por su imitación servil de las modas europeas del
momento.
Por otra parte, para los escritores de la izquierda revolucionaria de los años treinta, la
interpretación negativa de la rebeldía noventayochesca se une a una fundamentación
ideológica: el espíritu finisecular de protesta responde al sarampión juvenil de un sector
de la pequeña burguesía intelectual, condenado a refluir en una actitud espiritualista y
equívoca, nacionalista y antiprogresiva. Ramón J. Sender mantenía todavía en 1971 la
misma tesis (aunque con supuestos diferentes).
Los problemas a la hora de definir a la generación del 98 siempre han sido (y son)
numerosos ya que no se puede abarcar la totalidad de experiencias artísticas de una
extensa trayectoria temporal. La realidad del momento era muy compleja y no permite
entender la generación basándose en la vivencia común de unos mismos hechos
históricos (ingrediente básico de un hecho generacional). Esto se debe a un triple
motivo:
1. La crisis política de finales del siglo XIX afectó a bastantes más escritores que
los englobados en la generación del 98.
2. No se puede restringir la experiencia histórica de los autores nacidos entre 1864
y 1875 (fechas de nacimiento de Unamuno y Machado) al resentimiento
nacionalista producido por la pérdida de las colonias. Se afianzaba además por
aquellos años en España una comunidad social y económica casi moderna.
3. El auge del republicanismo y la pugna anticlerical (1900-1910), así como
importantes huelgas, sindicalismo, movilizaciones obreras o atentados
anarquistas.
Sin embargo cabe preguntarse, ¿cómo es que la generación del 98 no tomó nombre del
modernismo, ya que surgen paralelamente y persiguen metas parecidas?
Contexto histórico
Los años comprendidos entre 1876 y 1898 son de hastío creativo debido al proyecto de
la Restauración de Cánovas durante el reinado de Alfonso XIII. Cuando España pierde
en 1898 las colonias la sociedad vuelve a poner el dedo en la llaga de la Revolución de
1868 (Revolución de la Gloriosa). La literatura del realismo se halla anquilosada y, pese
a su estabilidad, la vida política se encuentra corrompida por la oligarquía, el
caciquismo y el régimen de turno de partidos, que se está descomponiendo en banderías
internas en el seno de los grandes partidos progresista y conservador, mientras que un
tercer gran partido, el democrático, permanece marginado y ninguneado por el reparto
canovista del poder. Las perspectivas profesionales de los escritores noventayochistas
habían alcanzado su cima (o estaban haciéndolo). Los más viejos se acercan a la edad de
Galdós y los más jóvenes a la de Unamuno. Esto significa, en contraste con la
generación del 98, que se habían formado espiritualmente en los tiempos de la
Revolución de septiembre.
Se trata pues de hombres doblemente engañados ya que vieron fracasar dos estructuras
políticas de cariz contradictorio (Revolución y Restauración). De estos dos
experimentos políticos los intelectuales del 98 sacaron una misma conclusión: la
urgencia de buscar en zonas de pensamiento y actividad ajenas a la política los medios
de rescatar a España de su progresiva catalepsia [muerte aparente].
Análogos europeos
Los autores noventayochescos tienen evidentes paralelos europeos:
La crisis de la novela o del teatro son vividas con peculiar intensidad en la nivola
unamuniana, el desmoronamiento del relato en Azorín o por la peculiar teoría narrativa
de Baroja.
Léxico del 98
Si importante es la generación del 98 en la literatura española, también lo es para el
historiador de la lengua. En los textos de los escritores mencionados se aprecia la
realidad del lenguaje, plural en circunstancias y en recursos. Estudiando la neología y
los neologismos de la generación del 98, se ha podido constatar la renovación de
elementos constitutivos del español, la función del léxico como recurso caracterizador
de personajes y ambientes (guindilla, guinda, rosera), el ingenio del propio autor para
fecundar el idioma («verde-reuma» es creación de Valle-Inclán, «piscolabis» es voz
barojiana) y la capacidad de éste para captar las innovaciones léxicas que surgieron en
diferentes ámbitos: abracadabrante, afiche, alopatía, cabaré, crupier, charcutería,
charcutero, chic, eslogan, estor, frufrú, maquillaje, mitomanía, papillote, pose, vodevil,
etc.
El corpus del léxico del 98 representa una suma de idiolectos o sistemas lingüísticos
individuales que en su totalidad permiten vislumbrar la evolución del español desde el
siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX, en una época en que el léxico estándar
creció por la integración de palabras procedentes de léxicos parciales (jergas, lenguaje
técnico-científico, v. Haensch, 1997, 55). Numerosas voces del 98 son generacionales,
las emplearon varios escritores de este grupo y posteriormente cayeron en desuso:
cocota, batracio, bilbainismo, horizontal, rastacuerismo, rayadillo, dinero-esquema,
intraespañolización, catedraticina, etc. En general, se esfuerzan por aportar nuevas ideas
y por elevar a la categoría de obra de arte la realidad socio- cultural en la que se
prepararon para salir a otros mundos. El espíritu de los pueblos se recupera con la
palabra.4
También se puede hablar de análogos europeos para los músicos de este periodo. Pedrell
era conocido como el Wagner español, mientras que Albéniz y Sarasate eran
comparados con Debussy y Paganini respectivamente.
Véase también
Regeneracionismo
Generación del 14
Generación del 27
Literatura de España
Literatura española del Modernismo
Referencias
1.
Shaw, Donald L.; Hierro, Carmen (1 de enero de 1977). La generación del 98.
ISBN 8437601150. Consultado el 8 de enero de 2017.
Falcón, Lidia. «Mujeres del noventa y ocho.» 1 de abril de 1998. El País.
Entralgo, Pedro Laín (30 de abril de 2003). «La Generación del 98 y el problema
de España». Arbor 174 (687-688): 431-452. ISSN 1988-303X. doi:10.3989/arbor.2003.i687-
688.652. Consultado el 5 de enero de 2017.
4. García Gallarín, Consuelo. Léxico del 98. Editorial Complutense. ISBN 84-
89784-44-2.
Bibliografía
Azorín. La generación del 98. Salamanca: Anaya, 1961.
Baroja, Ricardo. Gente del 98. Barcelona: Editorial Juventud, [1969].
Blanco Amor, José. La generación del 98. Buenos Aires: Falbo Editor, 1966.
Blázquez, Jesús. «Miguel de Unamuno y Bernardo G. de Candamo: amistad y
epistolario (1899-1936)». Madrid: Ediciones 98, 2007.
Blanco Aguinaga, Carlos. Juventud del 98, Siglo XXI, 1970; Taurus, Madrid,
2000. Publicado inicialmente en 1970.
García Gallarín, Consuelo. Léxico del 98. Madrid: Editorial Complutense, 1998
Granjel, Luis S. Panorama de la generación del 98. Madrid: Guadarrama
[1959].
Gullón, Germán. El jardín interior de la burguesía española. Madrid: Biblioteca
Nueva, 2003.
Gullón, Ricardo. Direcciones del modernismo. Madrid: Gredos, 1963.
Laín Entralgo, Pedro. La generación del 98. Madrid: Diana, Artes Gráficas,
1945.
Mainer, José Carlos, La Edad de Plata (1902-1939): ensayo de interpretación
de un proceso cultural. Madrid: Cátedra, 1986.
Marco, José María, La libertad traicionada. Siete ensayos españoles. Gota a
Gota. Madrid, 2007.
Fernández Molina, Antonio, La generación del 98. Barcelona: Editorial Labor
[1968].
Ortega y Gasset, José. Ensayos sobre la «Generación del 98» y otros escritores
españoles contemporáneos. Madrid: Alianza, 1981.
Peña, María del Carmen. Pintura de paisaje e ideología: la generación del 98.
Madrid: Taurus, 1983.
Ricci, Cristián H. «El espacio urbano en la narrativa del Madrid de la Edad de
Plata». Madrid: CSIC, 2009.
Río, Emilio del. La idea de Dios en la Generación del 98. Madrid, Studium,
1973.
Salinas, Pedro, Literatura española del siglo XX, Madrid: Alianza Editorial,
1972.
Sequeros, Antonio. Determinantes históricas de la generación del 98. Almoradi
(Alicante): Taller Tip. Alonso, 1953.
Serrano Poncela, Segundo. El secreto de Melibea y otros ensayos. Madrid,
Taurus, 1959. Contiene: «El tema de la existencia en la generación del 98», 109-
137. «Eros y tres misóginos (Unamuno, Baroja, Azorín)», 139-167. «Autocrítica
y crítica de la generación del 98», 169-189.
Shaw, Donald Leslie. La generación del 98. Madrid: Ediciones Cátedra, 1977.
Trapiello, Andrés. Los nietos del Cid: la nueva Edad de Oro de la literatura
española [1898-1914]. Barcelona: Planeta, 1997.
Tuñón de Lara, Manuel. «Generación del 98. Impacto de las nuevas ideas.
Educación y cultura». En su La España del siglo XIX, 401-412. Barcelona:
Editorial Laia, 1973.
Enlaces externos
Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Generación del 98.
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Generación
del 98.